reflexion: el juego y las relaciones afectivas del niño

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD
JAVERIANA
LICENCIATURA BASICA EN
HUMANIDADES Y LENGUA
CASTELLANA.
REFLEXION: EL
JUEGO Y LAS
RELACIONES
AFECTIVAS DEL
NIÑO
MATERIA: LUDICA
DOCENTE: FREDY GONZALEZ
CLAUDIA XIMENA NOVOA M
REGIONAL VALLE DEL CAUCA
[email protected]
EL JUEGO Y LAS RELACIONES AFECTIVAS DEL
NIÑO
(Hablamos de juego cada vez que observamos seres humanos u otros animales
involucrados en el disfrute de lo que hacen, como si su hacer no tuviera ningún propósito
externo)
Es el primer acto creativo del ser humano. Comienza cuando el niño
es bebé, a través del vínculo que se establece con la realidad exterior
y las fantasías, necesidades y deseos que va adquiriendo. Cuando un
niño toma un objeto cualquiera y lo hace volar, está creando un
momento único e irrepetible que es absolutamente suyo. Porque ese
jugar no sabe de pautas preestablecidas, no entiende de exigencias
del medio, no hay un "hacerlo bien". ¿Todos los juguetes conducen a
un juego? El juguete es el medio que se utiliza para jugar: incluye
desde una sabanita, hasta una muñeca, una pelota, una hormiga, o
una computadora. Todos estos elementos pueden también ser
utilizados con fines educativos. Pero si se vuelven una
herramienta didáctica, pierden su entidad de juego.
(Jugar es hacer lo que se hace en su total aceptación, sin consideraciones que nieguen su
legitimidad. Los adultos generalmente no jugamos)
Muchos papás, cuando se sientan a jugar con su hijo, confunden el
jugar con el enseñar. Y el niño que quería jugar de igual a igual, sin
exigencias, sin aprender nada, se frustra. Se puede aprender con
gusto, creando un vínculo de sabiduría y afecto, entre el que enseña y
el que aprende. Esto es muy bueno y necesario. Pero debe quedar en
claro que el juego de reglas es una herramienta por la cual se está
intentando llegar a una meta. Uno sabe y el otro no. A medida que uno
se va volviendo adulto, el juego propiamente dicho se pierde.
(La conciencia humana surge en el niño o niña con el desarrollo de su conciencia corporal
al aprender su cuerpo y al aceptarlos como su dominio de posibilidades, al aprender a vivir
consigo mismo y con otros en el lenguaje)
La importancia del juego en el desarrollo de los niños es innegable, a
mi entender resulta clave para el desarrollo de muchas de nuestras
habilidades, desde las de tipo cognitivo hasta las de tipo social y
comunicativo. Los primeros juegos son intercambios entre personas, a
veces muy sencillos pero que fortalecen los vínculos afectivos y
sientan una primera base para la comunicación. Más adelante
empiezan a representar situaciones cotidianas y nos ayudan a
desarrollar nuestro lenguaje a través del simbolismo, al mismo tiempo
que nos ayudan a adquirir valores y formas de interacción. Aunque en
estos puntos ya nos ayudan a desarrollarnos cognitivamente más
adelante con los juegos de ingenio también desarrollaremos nuestra
cognición y podremos trabajar habilidades intelectuales de carácter
muy relevante como la impulsividad y la planificación. Al mismo tiempo
los juegos nos permiten iniciarnos en las normas, el respecto de las
cuales resultara clave en nuestro desarrollo personal y sobretodo
social.
(El niño adquiere su conciencia social, y su conciencia de sí solamente en tanto crece en
conciencia operacional de su corporalidad; y el niño o niña puede crecer en conciencia
operacional de su corporalidad solamente cuando crece en una dinámica de juegos con la
madre y el padre en la cual sus cuerpos se encuentran en una total aceptación mutua, al
tocarse, escucharse y verse.)
Cabe señalar que otra de las formas de aprender a vivir y expresar el
amor y afecto es el juego. La libertad de los pequeños para jugar y
crear, junto a la sensación de aceptación de sus resultados son
condiciones muy favorables para el desarrollo de la inteligencia y
creatividad en los niños. El juego permite a los niños ensayar todas
las formas de vincularse con otros, y especialmente permite la
expresión de los sentimientos y necesidades más profundas de éstos.
Un niño que se siente libre de poder jugar a sus anchas y se siente
reconocido por sus padres o adultos cercanos cada vez que muestra
sus resultados o creaciones, será un niño lleno de creatividad y
confianza en su capacidad personal.
El entregar la libertad de crecer y ensayar los roles a través del juego
es un signo de amor hacia los hijos y constituye una de las formas de
hacerles sentir la confianza y cariño que se les tiene.
Por lo general los padres tienden a sentir temor frente a los juegos
demasiado fantasiosos o lejanos a su realidad y prefieren sacar a los
pequeños de los juegos con estas características. Sin embargo el
impedir a los niños estos procesos los hace soñar aún más y buscar
en otros aspectos de su vida completar estas necesidades. Es
preferible darles la libertad de ensayar con amigos imaginarios roles
inventados y permitirles soñar que limitarlos. El afecto de los padres o
adultos cercanos a su cargo puede guiarlos sin lugar a dudas por la
vida sin necesidad de temer que el niño exprese los aspectos que en
la vida real le parecen lejanos. La guía y conversación con ellos puede
servir más que el intentar inhibir sus juegos y con ello cortarles su
necesidad de crear. Es importante destacar que el que un niño invente
sueños y fantasías es parte normal del proceso de crecimiento y
desarrollo.
El juego es también un espacio de desarrollo de la psicomotricidad y el
lenguaje de los niños y por eso reviste tanta importancia para ellos. El
juego es un espacio de desarrollo de su corporalidad y de su
identificación con su cuerpo. Así mismo permite un buen contacto con
sus emociones y sensaciones, fuente de la capacidad de amar a los
demás y aceptar las emociones y sentimientos de los demás. El juego
entonces, es también una escuela para la experiencia emocional y el
contacto con la propia interioridad afectiva y permite que las personas
desarrollen esta dimensión que culturalmente suele ser negada. Esto
es particularmente válido para los niños varones a los que no se les
permite ligarse mucho con su vida afectiva y se los fomenta a la
educación cognitiva negando los aspectos emotivos e intuitivos.
(Si el amor es la más importante de las emociones y los seres humanos
Bioevolutivamente somos descendientes del amor “Somos porque amamos” )
Todos necesitamos ser escuchados, vistos y reconocidos; si el
conocimiento es un subproducto de las relaciones humanas y es la
necesidad de comunicarnos y de ser aceptados por el otro u otra, lo
que lleva a los niños a la colaboración y a la construcción del
conocimiento. Si la calidad de las relaciones es la clave que potencia
los aprendizajes, todas estas consideraciones nos deben llevar a
plantearnos, desde los centros educativos, la importancia de cuidar el
clima afectivo y relacional del centro y aula para conseguir un
adecuado aprendizaje y el desarrollo integral del alumnado. Para
educar, maestros y profesores no sólo tienen que tener un buen
conocimiento de los contenidos curriculares y capacidad de
enseñarlos, sino que también requieren habilidades, estrategias y
trabajo colaborativo para gestionar la vida afectiva y relacional del
grupo clase y la convivencia positiva que cuide de los
Aprendizajes. Hoy con los conocimientos de que disponemos,
tenemos que avanzar hacia una educación que ayude a alcanzar
madurez, entendimiento, respeto mutuo y relaciones más pacíficas y
colaborativas. Que contribuya de forma decisiva a formar personas
felices, autónomas, responsables y solidarias. Apuntamos dos líneas
de trabajo -entre otras- que venimos desarrollando con el profesorado
y que quieren poner el acento en una educación más humanizada que
Contribuya a los objetivos arriba expuestos. De todo lo anterior se
debe señalar que la confianza y libertad derivadas del amor que la
familia debería proveer a los niños es la fuente fundamental de
modelos con la cual los niños de hoy serán los padres de mañana y
por eso depende de todos los agentes de formación velar por el
desarrollo de estos aspectos tan importantes para la vida, y tan
ignorados a nivel más formal. El desafío de las familias está en
rescatar esta dimensión y junto al jardín infantil proveer de la confianza
básica a los niños pre-escolares y así fundar bases sólidas para su
desarrollo. Si esto es posible podremos además aportar a la sociedad
con personas más constructivas y afectivas que desplieguen sus
capacidades en las relaciones con otros y tal vez sean modelos para
algunos pequeños que no tengan la suerte de contar con familias que
los nutran del afecto que requieren.
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