Ojeda Ramírez, Elcira Pilar s/Homicidio Sentencia Completa: NEUQUEN, de Enero de 2011.- VISTOS: Los presentes autos caratulados "OJEDA RAMIREZ, ELCIRA PILAR S/ HOMICIDIO", Expte. Nº 1874, Año 11, del registro de esta Cámara de Apelaciones en lo Criminal, a los fines de resolver el recurso de apelación interpuesto por la Dra. Ivana DAL BIANCO, en su carácter de defensora de confianza de la imputada Elcira del Pilar, OJEDA RAMIREZ, en contra de la Resolución Interlocutoria Nº 1216, del 22 de diciembre de dos mil diez, obrante en autos a fs. 228/244, dictada por el Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 3, con asiento de funciones en la I Circunscripción Judicial de la Provincia.Efectuado sorteo por Secretaría para determinar el orden de emisión de votos, resultó que en primer término debe expedirse el Dr. Daniel Gustavo Varessio quien dijo: Y CONSIDERANDO:I. Por resolución interlocutoria Nº 1216, del 22/12/2010, el Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 3 de esta ciudad capital resolvió, en lo que aquí interesa: "… I.- DICTAR EL PROCESAMIENTO CON PRISION PREVENTIVA de OJEDA MARTINEZ, ELCIRA DEL PILAR, por considerarla "prima facie" autor penalmente responsable del delito de Homicidio calificado por haberse cometido con alevosía y por un medio idóneo para crear un peligro común, (arts. 80, inc. 2º y 5º y 45 del Código Penal) …" (fs. 244).II. Contra dicha resolución interpone recurso de apelación la Dra. Ivana DAL BIANCO (fs. 282/287) destacando que la misma causa un perjuicio de imposible reparación ulterior a su asistida. En acotado breviario, la recurrente centra sus agravios en: 1. la omisión intencionada de la instrucción de la problemática de la violencia hacia mujeres y sus efectos que permiten explicar la conducta en achaque. A su vez, la omisión de analizar correctamente los hechos y la declaración indagatoria a la luz de dichas consideraciones y por ende la arbitrariedad del a quo en la valoración de la prueba; 2. la errónea exclusión de una causa de justificación como la legítima defensa, "aplicada en el caso concreto con la particularidad de quien sufre la violencia física y psicológica"; 3. la injusta interpretación del estado en la que se encontraba la encartada al momento del evento ilícito que habilita -cuanto menos, expresa- la reformulación de la calificación jurídica otorgada. Asimismo, la falta de fundamentación para desechar una subsunción típica menos gravosa como el homicidio en estado de emoción violenta; 4. el menoscabo del principio de mínima coerción penal y de vulneración del derecho a la libertad personal. En consecuencia, solicita la revocación del decisorio en crisis, encuadrándose el caso en las previsiones del art. 34 inc. 6º, del código sustantivo, según su criterio. Subsidiariamente, se tenga el accionar de su pupila configurado en los términos del art. 81 inc 1º a) y, de modo supletorio también, se revoque la prisión preventiva decretada otorgándose la prisión domiciliaria a la prevenida. Hace expresa reserva de interponer los recursos de casación y extraordinario federal. Radicadas ya las actuaciones en secretaría de este Cuerpo, dentro del plazo establecido por el art. 413 del digesto adjetivo, la apelante amplía fundamentos con cita de profusa y prestigiosa doctrina y jurisprudencia aplicable al caso según su juicio, reeditando cada uno de los agravios reseñados precedentemente. III. El recurso de apelación interpuesto, resulta admisible por haber sido presentado en tiempo y forma, por parte legitimada para hacerlo y ante una resolución expresamente declarada apelable por la ley de rito, de conformidad con lo prescripto por los artículos 286, 392, 408 y cc. del CPPyC.IV. El núcleo de la cuestión traída a examen consiste en determinar si la resolución dictada por el A-quo lo ha sido, o no, conforme a derecho y, en su caso, qué pronunciamiento corresponde adoptar. V. Ingresando al análisis del objeto recursivo que suscita la intervención, conocimiento y decisión de esta Cámara de Apelaciones en lo Criminal, anticipo que habré de proponer la revocación del decisorio puesto en crisis en orden a las siguientes consideraciones de hecho y derecho que paso a exponer: Entiendo que la omisión de parte del judicante de no valorar constancias obrantes en el legajo que apuntan a la violencia física y psíquica que padecía la imputada previo al hecho ilícito en pesquisa, constituye un eje de singular trascendencia en el caso con lógico grado de incidencia, tanto en la calificación legal de la conducta enrostrada como en la medida de coerción procesal seleccionada por el juzgador. En efecto, repárese que la problemática de la violencia familiar existente entre la víctima (González) y la imputada (Ojeda) es de antigua data. De las copias certificadas de las causas por "Situación Ley 2212" generadas en los Juzgados de Familia de esta ciudad (Exptes. Nº 25.087, del 2006 y 35.780, del 2008), surge que ya a partir del quinto mes de convivencia de la pareja (la misma lo hizo por aproximadamente ocho (8) años, más allá de las continuas separaciones y reconciliaciones) José González comenzó a maltratar a Elcira del Pilar Ojeda, verificándose hechos de agresión física, insultos y amenazas. Refirió la nombrada en su denuncia del 1 de enero de 2006 (fs. 191 y vta.), entre otras circunstancias, que el fallecido le manifestara: "A VOS NO TE VOY A DEJAR VIVA", dejando constancia, además, que no era la primera vez que tenía este tipo de problemas con su concubino y que si ella se llegaba a ir del hogar la amenazaba diciéndole que cuando la encontrara le iba a moler la cabeza. Dicha denuncia motivó la intervención del Juzgado de Familia Nº 4 de esta ciudad, llevándose a cabo el pertinente examen psiquiátrico que dio cuenta, a saber: 1. Que José presenta una faceta agresiva-impulsiva que emerge en forma hipertrófica y subordina al resto. 2. Que la personalidad del nombrado tiene un aspecto agresivo circunstancial pero intenso. 3. Que se recomienda una derivación terapéutica para tratar dicho aspecto violento (cfr. fs. 195/196). A su tiempo, en el acta labrada por ante el Juzgado de Familia, el 21 de mayo de 2008, con motivo de la presentación espontánea de Elcira del Pilar, se asentó un nuevo hecho de violencia familiar. Allí se plasmó que las partes habían reiniciado la convivencia hasta el día 18 de mayo de 2008, jornada en la que "… la compareciente tuvo que escapar de la vivienda junto a su hijo para evitar que González la golpeara nuevamente. Aclara la dicente que durante el tiempo que estuvieron separados, como así también durante el período de convivencia posterior, González nunca dejó de golpearla y tenerla amenazada para que no lo denuncie …". En función de ello se dispuso la orden de restricción para José Eduardo González con prohibición de acercarse a la hoy imputada, bajo apercibimiento de desobediencia a una orden judicial y remisión de los actuados a sede penal. Posteriormente, los informes del 29 y 30 de mayo de 2008, dieron cuenta que se trataba de una situación de riesgo, por los antecedentes y personalidad de José González "… siendo conveniente garantizar la separación efectiva y las medidas cautelares …" (fs. 216) y que "… el entrevistado es violento, ingiere alcohol hasta embriagarse, lo que potencia sus reacciones desenfrenadas …" (fs. 217). Reparo al respecto que la experta interviniente sugirió la derivación a un centro asistencial para su rehabilitación destacando que "… si el tratamiento lo hace en forma ambulatoria no dará resultado…". Ahora bien, lo realmente llamativo es que sendos expedientes fueron oportunamente archivados en fechas 21/8/2007 y 3/3/2009, respectivamente, sin concretarse las audiencias de control pertinentes y/o intervenciones del Gabinete Interdisciplinario en procura de determinar si se encontraban superados los motivos que dieron génesis a dichas actuaciones o, a todo evento, girar las actuaciones a la justicia penal conforme se dispusiera. En este sentido, advierto que el Estado, en precisión, el Poder Judicial,( juzgado de familia N° 4 )contaba con los elementos indispensables para arbitrar todo lo necesario respecto al punto, esto es, efectivamente desarrollar un control y seguimiento de la situación y en su caso remitir los antecedentes a la justicia penal, extremo que nunca efectivizó. Así, la desidia del Estado frente a la problemática que motivó su intervención se cristalizó -a mi juicio- en hacer primar el transcurso del tiempo sin que se denunciaran nuevos episodios de violencia, ni hubiera presentaciones espontáneas de Ojeda sobre la particular y grave problemática que atravesaban las partes. De ello se sigue una sola conclusión, el desinterés de la sede jurisdiccional que de forma intempestiva decreta el archivo, claro esta, haciendo caso omiso a lo que el sentido común y las normas de la experiencia ordenaban, con un final previsible ante el horror descripto. Desde otro plano, los términos vertidos en el descargo que efectuara la imputada a fs. 51/54 concurren en respaldo de la preexistencia de la violencia física y psicológica que ejercía el fallecido en Elcira del Pilar Ojeda. En tal aspecto, específicamente reparo en las agresiones que de manera previa al día del hecho ilícito enrostrado ("… martes anterior al hecho …", 30/11/2010) sufriera la victimaria -pinchazo en la palma de la mano izquierda producto de un puntazo y corte en el cuello con un cuchillo- conforme sus dichos y corroborado por la pericia médica que luce a fs. 58/60, en la que se alude -placas fotográficas mediante- a la lesión cortante de 1 cm. aproximadamente en región palmar izquierda, entre 2º y 3º articulación intermetacarpiana y una lesión cortante suturada en cara lateral supraclavicular del cuello izquierdo de aproximadamente 4.5 cm. compatibles con uso de arma blanca. Ilustra a su vez dicha pericia de los distintos traumatismos ubicados en el cuerpo de la prevenida cuyo mecanismo de producción es compatible con elemento romo. Tengo presente también los detalles traídos por Ojeda en su indagatoria que reflejan el alto grado de violencia de la agresión padecida días antes del 5/12/2010. La misma señaló que el corte en el cuello se lo infringió González inmediatamente después de decirle que iba a tener la marca de él de por vida, agarrarla de los pelos, golpearle la cabeza contra la pared, tirarla al piso y ponerle un pie sobre la cabeza. Situándonos en el espacio temporoespacial del hecho criminoso en cuestión, el suceso sufrido días antes no es menor si se está a la amenaza y cumplimiento de la misma de parte de González, aunada a las inferidas años anteriores. Es más, la imputada dio detalles de las amenazas que este le habría proferido los días 3 y 4 de diciembre de 2010: "… yo hasta que a vos no te mate no voy a parar …", "… ni se te ocurra contarle a nadie lo que yo te hice …", "… no te olvides que te están vigilando de cerca …". Ya en la madrugada del hecho (5/12/2010), cerca de las 2.30 hs. refirió la imputada que González le pidió que se pusiera una campera y lo acompañara a buscar otras cervezas, que saliendo de la despensa se cruzó con un adolescente de 15 años que estaba parado en la puerta, a quien empujándolo a propósito le dijo "… estos guachos vigilantes que habría que matarlos a todos …". Ahí, enfatiza la incusa, empezó a pensar que no pasaría la noche. Tres horas después, aproximadamente (5.30 hs.), se genera una violenta discusión entre la pareja en la cual, según dichos de Ojeda, su concubino la amenazara diciéndole que la agarraría con un cuchillo cortándola en pedacitos, que la iba a dejar en la casilla y que a esta la prendería fuego. Dichos términos aparecen apuntalados con el testimonio coherente y veraz de la vecina Georgina Hermosilla Andias quien relatara que "… mas a la madrugada tipo cinco o seis (…) escuché clarito cuando el decía: … TE VOY A QUEMAR HIJA DE PUTA …" (fs. 17 y 124/126), apuntando también que antes, cerca de la 01.30 hs. había oído voces sin escuchar bien lo que decían. Tal marco me persuade, entonces, que quizá ante el miedo de que efectivamente su pareja concretara -otra vez- la amenaza, esta vez de muerte y siendo que la víctima se volvía agresivo ante la ingesta alcohólica, Ojeda finalmente procediera a quemar unos expedientes relacionados a cuando González estuvo preso, los arrojara donde estaba la cortina, cerca del acceso a la vivienda y cerrara el portón alejándose del lugar. Tal desenlace, habría ocurrido momentos previos a las 08.47 del día 5/12/2010, presentándose la encartada luego a las 10.07 hs. en la Comisaría 3º de esta ciudad manifestando haber prendido fuego a su pareja en el interior de la casilla. No paso por alto, como bien lo remarca el a quo, que la imputada sólo refirió a un foco ígneo (el que estaría informado por Bomberos como el cercano a la puerta de acceso, no haciendo alusión al situado en la habitación del domicilio -ver croquis ilustrativo de fs. 95-), pero lo cierto es que, en lo aquí atinente, se desprende de su descargo que fue ella quien con un encendedor prendió fuego y desarrolló la secuencia apuntada ("… le prendí con un encendedor, estaba la cortina y me fui, cerré el portón y me fui …"). Lo hasta aquí reseñado, me convence en torno a la autoría de la incusa en autos con el grado de probabilidad exigida en esta instancia de instrucción para el correspondiente dictado del auto de procesamiento. No obstante, la calificación jurídica asignada al hecho debe mutar a la de homicidio en estado de emoción violenta. En este punto, señalo que no se verifica por lo expresado el cumplimiento de los requisitos para la operatividad de la causa de justificación de legítima defensa que el art. 34 inc. 6 del C.P. establece. En cuanto al estado de emoción violenta sostuve en el precedente "Coronado" (Expte. 324, Año 2007) siguiendo al maestro Ricardo C. Núñez en su Tratado de Derecho Penal (Tomo III, Vol. I, Lerner, Córdoba-Buenos Aires, 1977, p. 71 y ss.) "… la atenuación de la pena obedece a que el autor "no es arrastrado al delito por su propia voluntad, libre de causas incitadoras, sino por una fuerza impulsora que, aunque reside en su ánimo, encuentra su causa en la propia conducta de la víctima". "El art. 81.1.a) del C.P. exige el cumplimiento de tres requisitos: a) un estado psíquico de emoción violenta; b) la valoración de ese estado emocional y; c) la vinculación entre el estado y el resultado. "La emoción es la conmoción del ánimo del autor, pero ésta debe ser violenta, referido a que"esa reacción debe tener un grado tal, que según la interpretación correcta, haya disminuido, debilitado o relajado los frenos inhibitorios del autor". Apunta no sólo a la intensidad de la emoción sino, "esencialmente, señala la acción reactiva e impulsadora de la emoción"." En cuanto a dicha exigencia, luce el informe psiquiátrico de fs. 158/160, que concluye que "… Al momento del examen se evidencia singosintomatología distímico ansiosadepresiva, especialmente relacionada con el vínculo interpersonal afectivo que mantenía con su ex pareja, la que teniendo en cuenta los antecedentes referenciados y los evaluados en autos podría ser parte de un trastorno postraumático al estrés crónico; el que requerirá abordaje asistencial especializado (psiquiátrico y psicológico) …". Infiriéndose que al momento del hecho "… se encontraba en condiciones de discernir la naturaleza de sus acciones y de dirigir su conducta …". Asimismo se expresa que "… surgen indicadores de convivencia en entorno de violencia familiar, con el establecimiento de un vínculo afectivo con pareja violenta, con hábitos tóxicos y con antecedentes criminológicos …". Dicho estado implica, entonces, un impulso frente a determinadas causas, pero que en modo alguno suponen la privación de la conciencia de la criminalidad de su conducta o de la dirección de ella, pues se estaría frente a un caso de inimputabilidad y no de un homicidio atenuado. "[…] Reitero, no se requiere la anulación de la capacidades cognoscitivas del incoado ni su dominio de la acción, sino una disminución de ellas, de modo que facilite el impulso emocional. La posibilidad de evitar la acción existe desde el momento en que no se pierden esas facultades, pero la violencia de la emoción lo arrastra al hecho disvalioso. Si no tuviera posibilidad alguna de evitarla, evidentemente estaríamos en presencia de un caso de inimputabilidad." En el citado precedente siguiendo a "Carlos Creus (Derecho Penal, Parte Especial, Tomo 1, 6° ed. Act. Y ampliada, 1° reimpresión, Astrea, Buenos Aires, 1998, p. 38) nos dice que "la emoción debe ser violenta; los excesos de los sentimientos alcanzados en el estado del agente tienen que ser de tal modo desordenados y potentes, que le resulte difícil controlar los impulsos a la acción contra la víctima" (el subrayado me pertenece pues se refiere a dificultad y no imposibilidad de controlar)." También aludí a que: "El siguiente requisito se refiere a la valoración del estado emocional, o sea, su excusabilidad. Las circunstancias deben justificar que el autor se haya emocionado en el grado en que lo estuvo. Señala Núñez (obra citada, p. 85 y ss.) que la valoración debe ser desde un punto de vista causal y estimativo (subjetivo y objetivo)." "En pocas palabras, el autor debe emocionarse por una causa nacida en la incitación de sus sentimientos, extraña a él (no debe provenir de su propia manera de ser intemperante, malvado- ni las debe haber provocado o facilitado -no intencionalmente-), eficiente para producir la conmoción violenta en el ánimo, la que debe estar objetivamente justificada (jurídicamente admisible - el autor no está jurídicamente obligado a someterse a lo que mira como una injusticia u ofensa)." "El último requisito se refiere a que el autor debe matar […] encontrándose en estado de emoción violenta (al determinar el hecho y al ejecutarlo, sin solución de continuidad)." Examinando las particularidades de la causa y el plexo probatorio acopiado se concluye que Ojeda obviamente se encontraba afectada por el miedo de no llegar a pasar la noche como pensó conforme su declaración indagatoria- generado en la posibilidad que la víctima llevara a cabo su designio de muerte. Así, la imputada, entre las 5.30/ 6.00 hs. (supuesta última discusión de la pareja) y las 8.45 hs. aproximadamente, influida por una situación extraña a sus sentimientos, desplegó de manera desordenada y violenta su conducta incinerando la casilla en la que se encontraba su conviviente, desentendiéndose del evento tras cerrar el portón y dirigirse a la casa de su hermano para contarle lo ocurrido y luego de más de una hora concurrir a la sede policial a entregarse. Es más, a mi criterio, el miedo que en otras oportunidades supo tener en lo que respecta a denunciar o no a González ante episodios de violencia, o bien el mismo miedo sufrido a causa de las propias agresiones, evidentemente giró de modo brusco, se acentuó y se profundizó porque ya se trataba de un temor en cuanto a su vida. La expresión "… era yo y mis hijos o el…" lo sintetiza. En precisión se ha expresado: "Por regla general, los afectos tienen incidencia en la culpabilidad, en el sentido de que cuando se ejecuta el hecho, y a causa de los mismos, la culpabilidad puede ser disminuida. Desde este punto de vista los afectos no constituyen una disminución de la imputabilidad, como facultad o poder para la actuación del discernimiento en el sentido de poder de menos. El semiimputable es culpable porque puede comprender, pero de menos, disminuidamente" […] "Como nada impide que el miedo pueda ser captado por la expresión `emoción violenta´, es posible que quien lo padece, mate en esa circunstancia, y que por ello, el delito ya no deba examinarse desde el art. 79, sino desde la perspectiva del art. 81, letra a, del Código Penal" [Laje Anaya, Justo. El Homicidio y el Aborto en la doctrina judicial argentina. Ed. Alveroni. Córdoba. 2003. pp. 121 y 122]. En el caso, la imputada comprendía lo que hacía pero de manera disminuida, afectada como quedó dicho- por un severo cuadro que atenúo pero no anuló su conciencia. En el punto, un antecedente de un prestigioso tribunal cordobés resulta ilustativo: "… si analizamos la dinámica del hecho desde su inicio, vemos que hay cierta lógica: Encuentro, discusión, pelea. Y si vamos a los dichos de la imputada vemos que no hay nada disparatado en ellos, primero los relata, y en cuanto a su contenido, sabe que participa y quiere participar […] lo hace siguiendo su orden de producción ("el crescendo"), refiere las actitudes de su esposo y las propias. Evidentemente hay conciencia, lógicamente brumosa, obnubilada pero no anulada …" (Autos: "Z., H. del S.C. de J.. Cámara en lo Criminal de 5ª. Nominación de Córdoba. S. del 14/06/2001. Publicado en LLC, 2002, 634). Por ende, el accionar de Elcira del Pilar Ojeda Ramírez debe configurarse constitutivo del delito de homicidio en estado de emoción violenta (art. 81, inc. 1º, a) del Código Penal). Lo hasta aquí expuesto lógicamente tiene vital incidencia en la medida de encierro cautelar decretada por el magistrado de grado contra la encartada, la que debe revocarse en función a la reformulación de la subsunción típica consignada en párrafos precedentes. En efecto, al quedar configurada el accionar de Ojeda Martínez en torno a la comisión prima facie del delito de homicidio en estado de emoción violenta, la escala penal arroja un guarismo que se fija entre tres a seis años de reclusión o uno a tres años de prisión; de modo que se verifica el segundo supuesto establecido en el art. 291.2 del Código Procesal Penal que habilita la excarcelación toda vez que no se supera el tope o límite de seis (6) años establecido por tal norma. Ello claro está, sin perjuicio que pudiera resultar una condena de ejecución condicional ante la ausencia de antecedentes condenatorios de la nombrada (291.1, CPPyC.). Aduno a ello que no avizoro circunstancias que permitan presumir que recobrando su libertad la imputada pueda sustraerse a la autoridad del tribunal, frustrándose así los fines del proceso. En virtud de los argumentos reseñados, estimo que corresponde revocar la resolución del A-quo, reformular la calificación legal prima facie enrostrada a la prevenida en orden a la presunta comisión del delito de homicidio en estado de emoción violenta y, consecuentemente, disponer la inmediata libertad de la encartada (arts. 81, inc. 1º, a) del C.P. y 256, 291 y ccs. del CPPyC.), solución que propicio al acuerdo. Es mi voto.VI. A su turno, el Dr. Mario Rodríguez Gómez dijo: Adhiero a la solución propuesta por el colega preopinante por coincidir con los argumentos. Es mi voto.VII. Finalmente, la Dra. Patricia Clérici dijo: Por compartir los términos vertidos por el Sr. vocal que encabezara el orden de votación, me expido en el mismo sentido. Es mi voto.VIII. Por todo lo expuesto, esta Cámara de Apelaciones en lo Criminal, RESUELVE: I.REVOCAR la Resolución Interlocutoria Nº 1216, del 22 de diciembre de dos mil diez, obrante en autos a fs. 228/244, dictada por el Juzgado de Instrucción en lo Criminal y Correccional Nº 3, con asiento de funciones en la I Circunscripción Judicial de la Provincia (art. 414 CPPyC).II. REFORMULAR LA CALIFICACION JURIDICA del hecho ilícito en orden a la comisión prima facie del delito de homicidio en estado de emoción violenta (art. 81, inc. 1º, a) del Código Penal).III. ORDENAR LA INMEDIATA LIBERTAD de la imputada en autos Elcira del Pilar Ojeda Martinez, de demás circunstancias personales obrantes en este legajo -salvo impedimento legal- (arts. 256, 291, y ccs. del CPPyC.), a cuyo fin se librará oficio de estilo al Juzgado de origen, debiéndose anticipar por fax por tratarse de causa con persona privada de libertad.IV. Regístrese, notifíquese y cumplido que sea, vuelvan las presentes actuaciones al Juzgado de origen.- RESOLUCION INTERLOCUTORIA Nº /11.- GJR