FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO Maestría en Derechos Humanos y Democracia V (quinta) promoción 2012-2014 LA POSIBILIDAD DE PARTICIPACIÓN DEL DEFENSOR PÚBLICO PENAL EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS. Tesis que para obtener el grado de Maestro en Derechos Humanos y Democracia Presenta: José Juan Salinas Paredes Directora de tesis: Mtra. Sandra Serrano Línea de Investigación: “Estado, democracia y derechos humanos” México D.F., noviembre de 2014. Se agradece a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el apoyo brindado para la realización de los estudio. Resumen. El reconocimiento de los derechos humanos que derivan del sistema universal e interamericano, representan una oportunidad para ampliar el contenido y alcance de los derechos humanos, dentro de los que se encuentra el derecho a la defensa publica que se constituye también como el derecho para acceder a las instancias internacionales y exigir al Estado mexicano cumplir con las obligaciones de respetar el goce y ejercicio de los derechos humanos. En ese sentido, el objetivo de la tesis es justificar la participación del defensor público federal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), y cómo debe darse su intervención. De este modo a partir del análisis del derecho previsto en el artículo 8.2.e) en relación con los artículos 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), y de los estándares internacionales de actuación de la defensa pública que la conciben como un derecho que operacionaliza el acceso a la justicia, se encuentra la razón para que su intervención no se limite al ámbito del sistema de justicia penal, su aplicación ofrece la posibilidad de acudir a instituciones y mecanismos del SIDH, procurando la efectiva protección de los derechos de quienes representa en el proceso penal. Palabras clave: Defensa pública, acceso a la justicia, derechos humanos, estándares de actuación, y Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Abstract The Human Rights recognized by the Inter American universal system, in which, there an opportunity to extend all human rights such as public defense; the main purpose is to develop international steps to follow that requires the Mexican Government to meet some obligations, to be able to respect the enjoyment and exercise of human rights. In that sense, the aim of this proposal or investigation is to justify the participation of the Federal Public Defender in the American System of Human Rights (ISHR), and how to intervene in this matter. According the analysis of the right provided for in article 8.2,e) in relation with articles 1 and 2 of the American Convention on Human Rights (ACHR) and international performance standards of the Public Defense conceive and recognized as a right access to justice and it is not restricted by the criminal justice system , the application offers the possibility to request access to the ISHR, ensure effective protection of the rights of those represented in the criminal process. Key Words: Public Defense, access to justice, Human Rights, performance standards, and Inter American Human Rights. ii Dedicatorias. A mi esposa Sugey, quien ha compartido su vida, espacio, sufrimientos y alegrías, le doy las gracias por su comprensión y apoyo durante más de dos años en esta ardua y satisfactoria tarea. A mis adorables hijas Ana Cecilia, Susana Elizabeth y Viviana Zoe, sin saberlo me impulsan día a día ser un ejemplo de lucha y responsabilidad. A mis padres José Guadalupe y Raquel, por enseñarme a enfrentar la vida con responsabilidad, honestidad y entrega. A mi padre quien partió a la eternidad sin la oportunidad de mostrarle mi constante empeño por ser cada día mejor. iii Índice general ii iii iv 1 Resumen Dedicatoria Índice general Introducción Capítulo I La defensa pública como medio de acceso a la justicia 1.1. Qué es el acceso a la justicia. 1.2. Consecuencias de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en las instituciones del Estado Mexicano. 1.3. El derecho de acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 1.4 El derecho a la defensa pública gratuita en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 1.4.1 La defensa adecuada. 1.4.2 La relación de la defensa pública con el acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 1.5 La regulación del derecho de acceso a la justicia y defensa pública penal en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 1.6 La Defensoría Pública en el litigio ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 1.6.1 El caso de Argentina. 1.6.2 El caso de Guatemala. 06 10 17 20 27 32 34 38 40 42 Capítulo II La Institución de la defensa pública penal en México y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos 2.1 El estado actual de la Defensoría Pública Federal. 2.1.1 Organización del Instituto Federal de Defensoría Pública. 2.1.2 Obligaciones y facultades del ejercicio del derecho de defensa penal. 2.1.3 Obligaciones constitucionales en materia de derechos humanos. 2.2 Fortalezas del Instituto Federal de Defensoría Pública. 2.3 Desafíos para mejorar el servicio de Defensa Pública. 2.3.1 Área de investigación. 2.3.2 Trabajo en equipo. 2.3.3 Unidades de defensores especializados. iv 48 52 59 65 68 72 73 74 74 2.3.4 El defensor de confianza 2.3.5 Continuidad en la defensa penal. 2.3.6 La autonomía institucional de la Defensoría Pública. 2.4 La intervención del defensor público federal en la denuncia de violación de derechos humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. 2.5 La formación de unidades de defensores públicos para intervenir en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 75 77 78 82 85 Capítulo III La actuación del defensor público penal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 3.1 La intervención del defensor público federal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, conforme con el marco constitucional mexicano. 3.2 El ámbito de actuación del defensor público penal ante organismos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 3.3 El uso de los instrumentos internacionales de derechos humanos en la actuación del defensor público. 3.4 La actuación útil y efectiva del defensor público en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 3.4.1 En los acuerdos de solución amistosa. 3.4.2 En el cumplimiento de las recomendaciones y sentencias. 3.4.3 En las medidas cautelares y provisionales. 3.4.4 En el fomento de la cultura de los derechos humanos. 3.5 Los efectos de la intervención del defensor público en el sistema interamericano de derechos humanos en el ámbito interno. 90 95 98 101 102 103 104 105 106 Conclusiones. 108 114 Bibliografía Índice de tablas. Tabla 1.- Esquema de operación de los servicios de la Defensoría Pública 2012. Tabla 2.- Productividad de los defensores públicos 2008-2012 Anexos 1.-Oficio de la Delegación del Instituto Federal de Defensoría Pública en Baja California 2.- Respuesta de acceso a la información Pública Gubernamental v 51 70 130 131 Introducción La reforma al artículo 1 Constitucional trajo en el ámbito interno la incorporación expresa de los instrumentos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) de los que México es parte. Su implementación significa el reconocimiento de los derechos humanos y prerrogativas que derivan del sistema universal e interamericano, producto de convenios y tratados internacionales, además proporciona las herramientas jurídicas para recurrir a las instancias internacionales y exigir al Estado mexicano cumplir con las obligaciones emanadas de las disposiciones internacionales de derechos humanos. Con base en ese marco normativo se debe consolidar y dar efectividad a la defensa pública que proporciona el Estado, conforme lo prevé el artículo 8.2.e) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH o Convención Americana) la que se ejerce por conducto del defensor público, quien además de intervenir en el proceso penal a favor del acusado, debe garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos en especial para quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, como sucede con las personas privadas de libertad y demás acusadas en el sistema de justicia penal. El derecho a la defensa en el ámbito interno se encuentra garantizado institucionalmente en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicana (CPEUM o Constitución Mexicana), que establece la existencia de un servicio de defensoría pública para la población. El fin que se le encomienda es el proporcionar la defensa en materia penal y el acceso a la justicia mediante la orientación, asesoría y representación jurídica, conforme lo señala el artículo 1 de 1a Ley Federal de Defensoría Pública (LFDP o Ley de la Defensoría). Dentro de este fin debe entenderse que también se encuentra el proteger y garantizar los derechos humanos de los que deben gozar las personas inculpadas o acusadas. La experiencia y la realidad reclaman la participación del defensor público en el proceso penal y en la defensa de los derechos humanos, ante la constante y permanente incidencia de abusos que afectan derechos sustantivos como la vida, la integridad personal, la libertad, la expresión de las ideas, la tutela de los niños, el derecho a la integridad de pueblos indígenas, la discriminación y género, entre tantas otras, que al no logran ser restituidos por las instancias nacionales conforme a los estándares internacionales, nace la obligación de denunciar a los Estados por vulneración de los derechos humanos en el ámbito internacional. El desarrollo del trabajo de investigación tiene como objetivo general, resolver si es posible la participación del defensor público en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), y como debe ser su intervención, particularmente ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), ante la denuncia de violaciones derivadas de los procesos penales en los que interviene en defensa de los inculpados, procurando obtener resoluciones emblemáticas que rompan con las prácticas de exclusión y represión, garantizando con ello un verdadero acceso a la justicia. Para resolver la cuestión planteada, la investigación se divide y organiza en tres capítulos, el primero titulado “La defensa pública como medio de acceso a la justicia.” Incorpora las concepciones del derecho de acceso a la justicia y cuál de esas contribuye a eliminar las barreras de exclusión para la efectiva defensa de los derechos. Se exponen las obligaciones que asume el Estado mexicano frente (DIDH) con el propósito de contextualizar su posición frente al SIDH, y comprender el alcance del acceso a la justicia y el derecho a la defensa pública reconocido por los organismos internacionales de protección. Se abordan las acepciones y estándares internacionales del acceso a la justicia, y los que se refieren a la defensa pública, los casos que se han presentado en el SIDH, la recepción 2 que se ha dado de esos derechos en sede nacional, se analiza la propuesta realizada por Sergio García Ramírez y la experiencia que aportan las Defensorías Públicas de Argentina y Guatemala. En el segundo capítulo denominado “La Institución de la defensa pública penal en México y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”. Se establece la situación actual de la defensa pública federal en México, su organización, estructura y marco normativo. Las obligaciones que debe cumplir el defensor público en materia penal que derivan de la LFDP y del artículo 1 de la CPEUM en relación con los artículos 1 y 2 de la CADH, para dar plena vigencia al derecho de defensa que prevé el artículo 8.2 e) de la Convención Americana. Se identifican los avances y fortalezas del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP). Los desafíos para mejorar su desempeño y del servicio de defensa pública. La autonomía de la Defensoría Pública como tipo de institución que se recomienda en el SIDH, para mejorar el acceso a la justicia de las personas que se encuentran sometidas a la justicia penal. Se propone la organización y funcionamiento que debe adoptar el IFDP para la formación defensores públicos expertos en la defensa de los derechos humanos en sede nacional como en el SIDH. En el último capítulo me refiero a “La actuación del defensor público penal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos.” Se construyen los fundamentos interpretativos que justifican la participación del defensor público federal en el SIDH, tomando como referencia los estándares internacionales de derechos humanos. La posición que debe adoptar el defensor público al litigar frente al Estado mexicano del que forma parte, que no es más que la defensa de los derechos humanos que el propio Estado no reparó en sede nacional. Se reflexiona hasta dónde y de qué forma puede darse la participación del defensor en el SIDH, si comprende todo el procedimiento ante la CIDH y Corte IDH, o solo en determinadas etapas. Por lo que en este capítulo se da noticia del compromiso ineludible que tiene la defensa pública penal en distintos momentos, con diverso y variados alcances. 3 En necesario precisar que el marco normativo que se analiza en la investigación es el que regula la actuación del defensor público federal, no así del defensor público de cada una de las entidades federativas, por dos razones, la primera, relacionada con el interés personal de profundizar en el marco normativo del IFDP, para saber en qué medida se ajusta a los parámetros internacionales derivados del artículo 8.2. e) de la CADH. Hasta dónde su regulación, organización y funcionamiento permite o impide la intervención de la defensa pública en el SIDH, la segunda, es la imposibilidad de abordar la diversidad de disposiciones normativas que regulan la actuación de los defensores públicos de los Estados de la Federación y a partir de ellas justificar la posible intervención en el ámbito internacional, y la forma en que debe darse, principalmente antes las variadas forma de organización, estructura y funcionamiento, además de la posible existencia de alguna prohibición. No se descarta que el derecho a la defensa pública previsto en el artículo 8.2.e) de la CADH, que se garantiza en el artículo 1 y 17 de la Constitución Mexicana, también obliga a los Estados de la Federación asegurar a todas las personas la defensa de sus derechos acorde a los parámetros internacionales. Por consecuencia, los estándares de actuación que se proponen para el defensor público federal, también deben regir el servicio que prestan los defensores públicos de los Estados para promover su participación en el SIDH, con independencia de su regulación interna. 4 Capítulo I La defensa pública como medio de acceso a la justicia El objetivo de este capítulo es explicar la relación de la defensa pública como garantía de acceso a la justicia ante las instancias nacionales y organismos del SIDH que contribuya al fortalecimiento de los derechos y solución de conflictos. Para lograrlo se analizarán las concepciones del derecho de acceso a la justicia y cuál de ellas contribuye a la efectiva defensa de los derechos. También se analizarán las obligaciones que ha asumido el Estado mexicano frente al Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) particularmente las que derivan de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH o Convención Americana) y las consecuencias de la falta de cumplimiento en el SIDH. Se abordará la regulación del acceso a la justicia y la defensa pública en el SIDH, su recepción y cumplimiento con los estándares internacionales en sede nacional. Se emprenderá el análisis de la participación de la defensa pública en el SIDH, como forma de acceso a la justicia de acuerdo a la propuesta que formula Sergio García Ramírez, en los casos que la protección nacional se revele insuficiente para lograr el respeto y protección de los derechos de los que deben gozar todas las personas sujetas a proceso penal. Por último se abordarán las Defensorías Públicas de Argentina y Guatemala, en las que destaca la intervención de los defensores públicos en la defensa de los derechos humanos en el SIDH, ejemplos de interés para que México impulse la participación de la Defensoría Pública en el ámbito internacional. Conviene aclarar que en este capítulo se precisan los estándares del SIDH, al ser el sistema, al que limito la propuesta de participación del defensor público, sin embargo, 5 cuando considere necesario precisar alguna característica o parámetro relevante se recurrirá al sistema universal, principalmente en lo que se refiere al acceso a la justicia y a los estándares de actuación de la defensa pública. 1.1 Qué es el acceso a la justicia Antes de dar contestación a esta pregunta, es importante precisar que el tema de los derechos humanos es amplio y que su alcance es dinámico, lo cual significa que pueden darse respuestas y alcances novedosos que reflejen su conexión con las nuevas exigencias de protección que la realidad demanda. Por lo tanto, señalaré las aproximaciones de la noción de acceso a la justicia entre un sentido estricto y un sentido amplio, con el propósito de establecer en qué medida la defensa pública contribuye a materializar el acceso a la justicia. Por lo que se refiere al derecho de acceso a la justicia existen dos conceptualizaciones, una que ha permitido ejercer los derechos por la vía de los reclamos individuales ante la vía jurisdiccional y otro que ha tenido un alcance más amplio que significa un cambio en las condiciones sociales, a la primera se le ha denominado la concepción institucional o restrictiva, y a la segunda integral o amplia. (Birgin y Kohen, 2006) La concepción institucional también denominada corriente institucionalista1 se limita a la tutela judicial, al “sistema preexistente de cortes y tribunales abordando reformas de cara a su mayor capacitación, a su reorganización y a una mayor dotación de recursos materiales y humanos para mejorar su rendimiento, y de esta manera ampliar su alcance y aumentar su eficacia.” (PNUD, 2005, p. 7). En ese sentido, el acceso a la justicia forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva, consagrado en el artículo 8.1 y 25.1 de la CADH, el primero contiene las garantías 1 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD) (2005). Manual de políticas públicas para el acceso a la justicia. América Latina y el Caribe, Buenos Aires, p. 9. 6 mínimas del debido proceso y el segundo al recurso efectivo, con respecto al primero, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, (Corte IDH o Corte) precisó, que: (…) esta disposición de la Convención consagra el derecho de acceso a la justicia. De ella se desprende que los Estados no deben interponer trabas a las personas que acudan a los jueces o tribunales en busca de que sus derechos sean determinados o protegidos. Cualquier norma o medida del orden interno que imponga costos o dificulte de cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y que no esté justificada por las razonables necesidades de la propia administración de justicia, debe entenderse contraria al precitado artículo 8.1 de la Convención” (Corte IDH, 2002: párr. 50). En el artículo 25.1 de la CADH consagra el derecho de acceso a la justicia, al mencionar que: Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. (OEA, 1969. Art.25) De lo anterior se destaca que el derecho de acceso a la justicia desde el enfoque institucional se identifica a la tutela judicial efectiva que comprende garantías que debe brindar el órgano jurisdiccional que se refieren a su independencia, imparcialidad, competencia, y al conjunto de principios que regulan al debido proceso; la emisión de la sentencia o solución del conflicto dentro de un plazo razonable; la congruencia y exhaustividad entre lo solicitado y la decisión, así como la ejecución de la sentencia. Por tanto, el derecho a la tutela jurisdiccional despliega sus efectos en tres momentos diferentes: “... primero, en el acceso a la justicia; segundo, una vez en ella, que sea posible la defensa y obtener solución en un plazo razonable, y tercero, una vez dictada la sentencia, la plena efectividad de sus pronunciamientos. Acceso a la jurisdicción, proceso debido y eficacia de la sentencia.” (González, 1989: 43-44) 7 Por otro lado, la concepción integral va más allá de la tutela judicial, ya que el acceso a la justicia también se concibe como un “instrumento para la transformación de las relaciones de poder que perpetúan la exclusión, la pobreza y la subordinación de grupos tales como mujeres, presos, indígenas, migrantes, discapacitados, menores, ancianos, población de bajos ingresos, etc.” (PNUD, 2005, p. 7) En esta concepción del enfoque amplio de acceso a la justicia se incluye al enfoque estricto, porque los medios procesales que posibilitan el acceso no se concretan sólo al poder judicial, sino que se amplía a órganos administrativos adscriptos al Ejecutivo, y al Legislativo. Además deben satisfacer las garantías que atañen a los órganos jurisdiccionales, en “los distintos procedimientos en que los órganos estatales adoptan decisiones sobre la determinación de los derechos de las personas, ya que el Estado también otorga a las autoridades administrativas, colegiadas o unipersonales, la función de adoptar decisiones que determinan derechos.” (Corte IDH, 2011: párr. 118) Desde este punto de vista, el ejercicio del derecho de acceso a la justicia pretende evitar la exclusión, la discriminación social, la marginación y la impunidad, mediante mecanismos judiciales, administrativos y legislativos, que garanticen el acceso a la justicia a personas que por su estado de vulnerabilidad o desventaja no pueden obtener la tutela de sus derechos y solución de sus conflictos. De esa manera se puede afirmar que el efectivo acceso a la justicia es transversal que va más allá de los órganos jurisdiccionales para abarcar a órganos administrativos en el reconocimiento de derechos y resolución de conflictos, además de ello exige la presencia de instituciones suficientes y capaces de cumplir con efectividad y calidad la provisión de respuestas a los reclamos de justicia, que contribuyan no solo a la superación de las desigualdades económicas, sino también para la inclusión social de los diversos grupos que sufren algún tipo de marginación o discriminación, como es el caso de poblaciones 8 indígenas, las mujeres, los niños y adolescentes, los mayores, los discapacitados, los privados de la libertad entre otros. (Alves, 2008) El acceso a la justicia para ser efectivo, además de brindar la posibilidad de ejercer una acción o recurso, lograr la inclusión social y evitar la discriminación, requiere la presencia de mecanismos o medios que lo materialicen y uno de ellos, es la asistencia legal, al constituir la posibilidad real de ejercer las pretensiones y derechos en los órganos jurisdiccionales y la de recurrir a mecanismo que garanticen la igualdad y no discriminación, erradicando la exclusión y subordinación. Al respecto la Corte IDH, declarado que: Si una persona que busca la protección de la ley para hacer valer los derechos que la Convención le garantiza, su indigencia le impide hacerlo porque no puede pagar la asistencia legal necesaria o cubrir los costos del proceso, queda discriminada por motivo de su posición económica y colocada en condiciones de desigualdad ante la ley. (Corte IDH, 1990: párr. 22) Pese a la importancia que significa la representación legal para el acceso a la justicia de los diversos grupos sociales en estado de vulnerabilidad y en los diferentes tipos de juicio e instancias en las que es necesaria su intervención, me concretare a la asistencia letrada especializada en materia penal que presta el Estado y que se garantiza en el artículo 8.2.e) de la Convención Americana. En el ámbito de intervención de la defensa pública penal es donde con mayor fuerza se advierte la vulneración de los principios penales y procesales, además por ser comúnmente el asistente de los sectores vulnerables y protagonista de la reacción penal, su actuación debe ser capaz equilibrar el sistema de justicia penal, evitar su expansión irracional y selectividad sobre los más vulnerables, procurando el respeto del debido proceso. (Vitale, 2008) En consecuencia, la defensa que brinda el Estado tiene el compromiso de representar a las personas que por estado de vulnerabilidad tiene dificultades para acceder a la justicia, además le corresponde minimizar la dureza de la respuesta penal, el recurrir a todas las 9 herramientas dogmáticas y procesales en la consecución de un juicio justo, diseñar estrategias para mejorar la racionalidad del sistema de justicia penal y proponer rutas encaminadas a la reducción de la política criminal, elevando la gestión de la conflictividad a niveles del poder Ejecutivo y Legislativos en el tema de política criminal y legislación, e inclusive plantear actuaciones internacionales para la efectiva protección y respeto de los derechos humanos de las personas que representan, procurando que los operadores de justicia realicen interpretaciones favorables a los más vulnerables y postergados de la sociedad. Dada la importancia del acceso a la justicia y el derecho a la defensa pública como mecanismo para poner en acción el libre y pleno ejercicio de los derechos de los que debe gozar el inculpado, ambos reconocidos en el ámbito internacional que ha enriquecido su contenido y alcance, requieren ser adoptados y regulados por los Estados cumpliendo con la obligaciones que asumen al momento de ratificar un tratado de derechos humanos y evitar las consecuencias jurídicas que surgen ante la falta de cumplimiento de sus compromisos. 1.2 Consecuencias de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en las instituciones del Estado Mexicano Las consecuencias de comprometerse con el DIDH, derivan obligaciones que asumen los Estados al suscribir o ratificar un tratado de derechos humanos del sistema universal o regional, su incumplimiento genera responsabilidad internacional. Respecto al SIDH, la Convención Americana constituye la fuente de las obligaciones que deben cumplir los Estados que se comprometen con el respecto y garantía de los derechos y libertades, y en la adopción de medidas para su plena realización. Por consiguiente, se abordan las denominadas obligaciones generales que surgen de la CADH, con las que se busca dar plena eficacia a los derechos humanos. Dentro de ese cuadro de obligaciones se analizarán los elementos institucionales, el del núcleo mínimo y principios de aplicación 10 para lograr el pleno ejercicio del derecho a la defensa y la protección sistemática e integral de los derechos. Los tratados internacionales sobre derechos humanos no sólo contemplan un catálogo más o menos amplio de derechos, también contemplan importantes deberes y obligaciones para los Estados. En el artículo 1 de la CADH se menciona que: “(l)os Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación…”(OEA, 1969. Art. 1) De igual forma la Convención Americana establece en el artículo 2, la obligación del Estado parte de adoptar las medidas necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en la Convención, “Si en el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1, no estuvieren ya garantizados por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades.” (OEA, 1969. Art. 2) De esta manera se regula en el citado artículo 1 de la CADH, dos obligaciones que deben cumplir los Estados, la de respetar los derechos humanos y garantizar su pleno ejercicio y goce. Estas obligaciones se complementan con lo establecido en el artículo 2 de la CADH, al exigir a las autoridades correspondientes el adoptar las disposiciones necesarias para lograr el pleno goce de los derechos y libertades de todas las personas que se encuentre bajo su jurisdicción. Si bien la redacción del artículo 1.1 de la Convención Americana precisa únicamente la existencia de las obligaciones de respetar y garantizar, la Corte IDH ha derivado de esta 11 última las obligaciones de proteger y promover2 los derechos humanos (Corte IDH, 2006d). La conceptualización de las obligaciones generales se desarrolló de forma previa a la jurisprudencia de la Corte IDH. Fue el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) el que sugirió que todo derecho humano impone a los Estados las obligaciones de respeto, de protección y de garantía o satisfacción.3 Por esa razón, las primeras obligaciones que comprometen a un Estado una vez que ha ratificado un tratado internacional de derechos humanos, son las denominadas obligaciones generales de respetar, proteger, garantizar y promover, que deben ser observadas para materializar el ejercicio y disfrute de los derechos humanos. (Serrano y Vázquez, 2012), y que se encuentran reguladas en el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y los artículos 1 y 2 de la Convención Americana. Estas obligaciones tienen relevancia al momento de verificar el libre y pleno ejercicio a la defensa pública y gratuita como mecanismo de acceso a la justicia, la cual tendrá plena vigencia si todas las autoridades del Estado cumplen con estas obligaciones generales. La obligación de respetar consiste en evitar obstáculos o conductas de las autoridades que imposibiliten el ejercicio del derecho, por ejemplo, el recabar la 2 En el caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia donde la Corte logró determinar la responsabilidad del Estado por violación a sus obligaciones de prevenir las violaciones y proteger los derechos humanos. En la sentencia se afirma que “es dentro del contexto descrito en que sucedieron los hechos del caso, que debe determinarse la observancia por parte del Estado de sus obligaciones convencionales de respeto y garantía de los derechos de las presuntas víctimas” Cfr. Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de enero de 2006. Serie C No. 14. También véase, Caso González y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de 2009. Serie C No. 205; Caso de la Masacre de Mapiripán Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 15 de septiembre de 2005. Serie C No. 134, y Caso 19 Comerciantes Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio de 2004. Serie C No. 109, entre otros. En la Conferencia de Viena de 1993, se establece en La Declaración y Programa de Acción de Viena que los Estados tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, párr. 5. 3 Por ejemplo, en sus Observaciones Generales 3. 9 y 14, el Comité DESC maneja la obligación de cumplir, que requiere que el Estado adopte medidas apropiadas de carácter legislativo, administrativo, presupuestario, judicial o de otra índole con miras a lograr la plena realización de los derechos. Esta obligación se subdivide en las obligaciones de facilitar, garantizar y promover. La obligación de facilitar significa en particular que el Estado adopte medidas positivas que permitan y ayuden a las personas y a las comunidades a disfrutar sus derechos. También el Estado está obligado a garantizar un derecho cada vez que un individuo o grupo no pueda, por razones ajenas a su voluntad, poner en práctica el derecho por sí mismo utilizando los recursos que hay a su disposición. La obligación de promover requiere que el Estado adopte medidas para que se difunda la información adecuada sobre los derechos. 12 declaración del reo sin haber permitido el fiscal o el juez, entrevistarse previamente y en privado con su defensor para ejercer el derecho a la defensa técnica. La de proteger, se dirige a las autoridades para impedir que personas, grupos o cualquier otra institución jurídica no estatal violenten el derecho de defensa, por ejemplo, las autoridades deben brindarle al defensor todas las medidas de seguridad cuando personas o grupos realizan amenazas o ejercen intimidación para impedir que determinado reo goce de la asistencia de su defensor. La de garantizar, tiene un objetivo amplio que consiste en organizar todo el aparato gubernamental en todos sus niveles para facilitar a las personas el ejercicio del derecho, por ejemplo, la creación de instituciones de defensa pública, con recursos y personal suficiente para brindar el servicio de defensa pública y gratuita. (Vázquez y Delaplace, 2011). La obligación de promover que refiere Abramovich, siguiendo a Van Hoof, es: “el deber de desarrollar condiciones para que los titulares del derecho accedan al bien” (Abramovich, 2006:27). De tal forma que el Estado debe fomentar el conocimiento y titularidad del derecho a defenderse por conducto de un abogado pagado por el Estado, cuando su especial condición dificulte el ejercicio y disfrute del acceso a la justicia para la defensa de sus derechos. Además de las obligaciones generales, se requiere que el Estado cumpla con los elementos institucionales de cada derecho que han sido desarrollados por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) de las Naciones Unidas en las observaciones generales número 11, 12 y 14, que se refieren a la disponibilidad, accesibilidad, calidad, adaptabilidad y aceptabilidad. (Serrano y Vázquez, 2012) La aplicación de esos elementos a la defensa pública y gratuita como dimensión del derecho de acceso a la justicia permiten evaluar el grado de cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones del Estado. La disponibilidad se refiere a que los recursos ofrecidos por el Estado sean suficientes en servicios, instalaciones, 13 mecanismos, y personal, en este caso, la existencia de una institución pública que otorgue el servicio de defensa pública con recursos y personal suficiente para todas las personas que reclamen la asistencia de un defensor público. La accesibilidad consiste en tener al alcance los medios necesarios para que toda persona pueda ejercer su derecho, por ejemplo, que el servicio de defensa pública sea accesible y gratuita, es decir se eliminen los obstáculos que dificulten la posibilidad de reclamar los derechos y libertades ante el sistema judicial. La calidad consiste en que los bienes y servicios que el Estado pone a disposición de las personas estén diseñados con las características mínimas que les permitan servir para el fin al que han sido creados, de forma eficiente, en el caso del derecho a la defensa debe ser la adecuada para hacer valer los derechos sustantivos a través de ejercer el debido proceso y obtener un juicio justo. La adaptabilidad, corresponde a la flexibilidad del servicio a los requerimientos de las personas, por ejemplo, la defensa pública debe moldearse y adaptarse a las necesidades de las personas o comunidades conforme a su contexto cultural y social, que faciliten su ejercicio a las personas privadas de la libertad, indígenas, niños, discapacitados, etc. La aceptabilidad, implica que los servicios de la defensa pública sean admitidos o consentidos por las personas o comunidades a quienes están dirigidos, lo cual se ven condicionados por la flexibilidad de adaptarse a las necesidades de los grupos y personas como la participación de las personas a quien dirige el servicio de defensa. También, como obligación del Estado debe considerar los principios de aplicación, que comprenden la identificación del núcleo mínimo de un derecho que el Estado debe proporcionar a todas las personas de forma inmediata y sin justificación de imposibilidad económica o de escasez de recursos. Ello significa, que el derecho no es estático, dado que todo derecho humano es un derecho vivo que debe mejorar, por lo que su ampliación puede lograrse por conducto del principio de progresividad, lo cual implica, que alcanzado cierta satisfacción o avance del derecho, el Estado no podrá, salvo en ciertas circunstancias, disminuir el nivel logrado. (Serrano y Vázquez, 2012). 14 De esa manera si toda persona tiene el derecho de defender sus intereses y libertades y el Estado para cumplir con un estándar mínimo y garantizar la defensa organiza sus instituciones para que el ejercicio de ese derecho sea gratuito para aquellas personas que se encuentra relacionadas en un proceso penal, el principio de progresividad evita que el Estado, ante una situación de limitaciones económicas pretenda cobrar o establecer un costo por la prestación del servicio o limitarlo a un grupo de personas determinado. Es importante señalar que las garantías del debido proceso (entre las que se encuentra la asistencia jurídica) no pueden eliminarse argumentando graves situaciones o estados de emergencia, ya que el artículo 8 de la CADH es el marco en el que deben ejercitarse las garantías judiciales indispensables mencionadas en el artículo 27.2, que resguardan los derechos que no pueden suspenderse. (Corte IDH, 1987). Otra consecuencia de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en el derecho interno, es que el incumplimiento de las obligaciones que emanan de sus compromisos internacionales, genera responsabilidad internacional del Estado. Dulitzky, en su artículo “Implementación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos en los sistemas federales…”, expone diversos criterios comprendidos en el SIDH que deben ser observados para no incurrir en responsabilidad internacional. Primero, reconoce que los Estados pueden adoptar la forma de gobierno que estimen conveniente sin que signifique un obstáculo para cumplir las obligaciones internacionales contraídas. Segundo, lo que constituye violación de un tratado puede ser lícito en derecho interno u lo que es ilícito en derecho interno puede no entrañar violación alguna a las disposiciones de un tratado. Tercero, el Estado será responsable por cualquier acto o comportamiento contrario a las obligaciones internacionales independientemente de la organización o estructura del gobierno. (Dulitzky, 2007) 15 La Corte IDH, ha tenido la oportunidad de referirse a la responsabilidad internacional de los Estados derivado de la obligación que tienen todas las autoridades de efectuar un control de convencionalidad entre las normas internas y la Convención Americana, como expresión del deber de garantía del artículo 1.1 de la CADH, al expresar: El cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional del Estado, y es un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional del Estado, recogido en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en el sentido de que todo Estado es internacionalmente responsable por actos u omisiones de cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de los derechos internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención Americana. (Corte IDH, 2006a: párr. 123) En el SIDH, al ser parte los Estados de la CADH y al haber otorgado competencia jurisdiccional a la Corte IDH, asumieron plenamente las obligaciones de respeto, protección, garantía, promoción y no discriminación en el ejercicio de los derechos humanos. Razón por la que deben cumplir directamente las conductas establecidas en cada norma convencional, a promover a través de sus órganos, la posibilidad real y efectiva de que las personas sujetas a su jurisdicción ejerzan los derechos y disfruten las libertades que se les reconocen, y a no realizar distinciones, exclusiones, restricciones o preferencias respecto al ejercicio de un derecho para no comprometer la responsabilidad internacional. Para cumplir con las obligaciones que señala la norma convencional es necesario tener presente cual es el estándar mínimo que se ha establecido en el ámbito internacional para dar plena eficacia al derecho de acceso a la justicia y a la defensa pública y gratuita. Para luego, a partir de ese conocimiento determinar si la regulación o el contenido que el Estado debe garantizar son acordes a la CADH, y además permite el pleno ejercicio de los derechos. 16 1.3 El derecho de acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos Ya se precisó anteriormente, que el derecho de acceso a la justicia en su concepción amplia no se agota sólo en el acceso al sistema estatal de justicia, es decir a tribunales independientes e imparciales, y con las garantías del debido proceso y protección judicial de conformidad con los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, se dijo, que además comprende a todas las instituciones involucradas en la obtención del acceso a la justicia de los diversos grupos sociales que les permitan ejercer los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, sin discriminación. La jurisprudencia de la Corte IDH, ha enriquecido el fundamento, contenido y alcance del derecho de acceso a la justicia, el cual se encuentra conformado por el derecho a un recurso efectivo y el derecho a un debido proceso, por tanto, se constituye en un pilar fundamental del estado de derecho Así, el derecho a un recurso efectivo, consagrado en el artículo 25.1 de Convención Americana, obliga a los Estados a conceder los mecanismos necesarios para la protección de los derechos frente a actos que los violenten, “(n)o basta con la existencia formal de los recursos, sino que éstos deben ser efectivos, es decir, deben ser capaces de producir resultados o respuestas a las violaciones de derechos...” (Corte IDH, 2006b: párr. 144). No es efectivo aquel recurso que resulte ilusorio, esto “significa que la función de esos recursos, dentro del sistema derecho interno, sea idónea para proteger la situación jurídica infringida.” (Corte IDH, 1988: párr. 64) En relación con el derecho al debido proceso, consagrado en el artículo 8 de la Convención Americana, se trata de un complemento del derecho a un recurso efectivo, dado que el debido proceso determina la forma en que se debe sustanciar aquél para alcanzar su efectividad. En este sentido, el derecho a ser oído debe darse dentro de un plazo razonable, toda vez que: “una demora prolongada puede llegar a constituir, por sí 17 misma, una violación a las garantías judiciales” (Corte IDH. 2006c: párr.128). Respecto al plazo razonable se considera la duración total del procedimiento, en relación con la complejidad del asunto, la actividad procesal del reo y la conducta de las autoridades judiciales. (Corte IDH, 2006b) La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) abordó el derecho de acceso a la justicia en el informe sobre “Acceso a la Justicia para las Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas” donde advierte la existencia de una brecha entre la formulación legal o formal de los derechos y la respuesta del sistema judicial. El informe asevera que los problemas estructurales de los sistemas de justicia afectan el procesamiento de casos de violencia intrafamiliar, entre otras razones, por la ausencia de tribunales en zonas rurales, pobres y marginadas y por la falta de abogados de oficio para las víctimas. Hacia el final de documento, la CIDH insta a los Estados a pasar de un reconocimiento formal de los derechos de las mujeres al disfrute real y efectivo de ellos. (CIDH, 2007b) Al mismo tiempo, la CIDH publicó un documento que precisa los estándares del acceso a la justicia como garantía de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC). El documento sistematiza la jurisprudencia tanto de la Corte IDH como de la CIDH en la materia y arroja factores para evaluar el desempeño de los Estados miembros en materia de protección de los derechos económicos y sociales. El estudio se focaliza en cuatro temas: a) la obligación de remover obstáculos económicos para garantizar el acceso a la justicia; b) los componentes del debido proceso en los procedimientos administrativos relativos a derechos sociales; c) los componentes del debido proceso en los procedimientos judiciales relativos a derechos sociales y d) los componentes del derecho a tutela efectiva judicial de derechos sociales, individuales y colectivos. (CIDH, 2007a) El primer estándar que se advierte del documento, se refiere a la obligación de los Estados de remover los obstáculos para garantizar el acceso a la justicia, por tanto 18 aplicable a todos los derechos humanos reconocidos en la Convención Americana y no sólo a los DESC. En ese sentido la Corte IDH en diversas Opiniones Consultivas ha hecho referencia a las obligaciones del Estado en relación a la efectividad del derecho de acceso a la justicia y la importancia de la actuación de la defensa para cumplir con las obligaciones generales que establecen los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana de respetar y garantizar los derechos reconocidos en la misma. Así, en la Opinión Consultiva OC-11/90, la Corte IDH, estableció “la necesidad de remover obstáculos en el acceso a la justicia que pudieran originarse en la posición económica de las personas” (Corte IDH, 1990: párr. 34). En la misma destacó que: “si a una persona que busca la protección de la ley para hacer valer los derechos que la Convención Americana consagra se le impide hacerlo porque no puede pagar la asistencia legal necesaria […] queda discriminado por motivo de posición económica y colocado en condiciones de desigualdad ante la ley” (párr. 22). En el mismo sentido, la Corte IDH, a través de la Opinión Consultiva OC-18/03, abordó la omisión del Estado de proveer servicios de asistencia gratuita de defensa a las personas que no cuenten con los recursos económicos necesarios, con la consecuencia de vulnerar el debido proceso y el derecho a la protección judicial efectiva consagrados en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana. (Corte IDH, 2003). Por tanto, se aprecia que para hacer efectivo el derecho de acceso a la justicia uno de los mecanismos que debe brindarse para remover los obstáculos que genera la situación económica de las personas para exigir el reconocimiento de sus derechos, lo constituye la defensa pública y gratuita, a través de su actuación se logra la protección judicial efectiva y el debido proceso evitando el estado de indefensión, la discriminación y la violación de los derechos humanos. En razón de ello es importante conocer los 19 parámetros que en el ámbito internacional se le confían a la actuación de la defensa pública para garantizar el acceso a la justicia y la adecuada defensa. Hecho lo anterior se formulará una aproximación al concepto del derecho a la defensa pública, con los elementos que aporte el derecho de acceso a la justicia y los estándares que rigen su actuación. 1.4 El derecho a la defensa pública gratuita en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos Antes de abordar los estándares de actuación desarrollados en el ámbito que compete al SIDH, al que delimitó la propuesta de intervención del defensor público, se aclara que también se invocarán los criterios y estándares emitidos por los órganos del sistema universal y europeo que resulten útiles para fortalecer la actuación de la defensa pública. En el ordenamiento jurídico internacional, las normas relevantes que consagran la obligación del Estado de asegurar el derecho a la defensa publica penal, es el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) que en su artículo 14.3.d contempla que: Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: […] d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un defensor de su elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a tenerlo, y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le nombre defensor de oficio, gratuitamente, si careciere de medios suficientes para pagarlos. (UN, 1966: Artículo 14.3) En el SIDH, la defensa pública del acusado en un procedimiento penal para el acceso a la justicia deriva del artículo 8.2.e. de la CADH, establece que: Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: […] 20 e) Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiera por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo de ley. (OEA, 1969: Artículo 8.2) El Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), estable en el artículo 6.3.c. “(t)odo acusado tiene, como mínimo, los siguientes derechos: […] c) A defenderse por sí mismo o a ser asistido por un defensor de su elección y, si no tiene medios para pagarlo, poder ser asistido gratuitamente por un abogado de oficio, cuando los intereses de la justicia lo exijan.” (CE, 1950: Artículo 6.3) En relación con estas normas la jurisprudencia de los órganos creados para la aplicación de los derechos humanos previstos en cada sistema que han consolidado estándares de intervención de la defensa pública con variado contenido y alcance, entre ellos, se ha referido, a la existencia de condiciones económicas, del interés de la justicia o circunstancias particulares de los procedimientos para su otorgamiento, los procedimientos en que se aplica, el ser informado de la titularidad del derecho a la defensa pública, la defensa personal o letrada, la posibilidad de elección, el inicio y duración, y a la defensa adecuada. Estándares a los que me referiré de acuerdo a la interpretación generada por los órganos del SIDH, y cuando sea el caso, al Comité de Derechos Humanos (CIDH o el Comité) y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), sin embargo, invocare en primer término y con mayor énfasis la jurisprudencia generada por la Corte IDH, al ser el ámbito al que delimito la propuesta de intervención de los defensores públicos, sin que esto signifique la imposibilidad de hacer el uso de mecanismos contemplados en el Sistema Universal de los Derechos Humanos. La condición económica de las personas, es un factor que exige que la defensa pública sea gratuita para asegurar el pleno goce de los derechos. Si bien en el PIDCP como la CEDH, establecen que “será gratuita cuando se carezca de los medios para contratar los servicios de un abogado y el interés de la justicia así lo exija, a diferencia de la Convención Americana, que deja a consideración de los Estados el determinar si la 21 prestación de ese servicio ha de ser remunerado o gratuito” (Cofre, 2011: p.26). Sin hacer referencia al interés de la justicia para otorgar el servicio de defensa pública. Sin embargo la Corte IDH en la Opinión Consultiva OC-11/90, sostuvo que el no otorgar asistencia gratuita a personas que carecen de recursos vulneraría el principio de no discriminación, en razón de su condición económica, cuando requiriendo asistencia letrada el Estado no se la otorga gratuitamente, siempre que mediante esa defensa gratuita se asegure el juicio justo. (Corte IDH, 1990). De esa forma “se ha entendido a la actividad estatal de asistencia jurídica como un servicio destinado exclusivamente a los pobres, pero lo cierto es que esa labor pública corresponde al cumplimiento de una obligación estatal de asegurar el derecho a la defensa para la obtención y respeto del debido proceso, y “en términos de igualdad evitar la discriminación” (Cofre, 2011: p.22) de lo contrario significaría la consolidación de obstáculo para el acceso a la justicia y la vulneración de la obligación del Estado de proteger los derechos y el acceso a la justicia. En ese sentido la Corte IDH, ha tenido la oportunidad de extender el otorgamiento de la defensa pública en razón de las circunstancias particulares del procedimiento aunque no concurra el requisito del deterioro económico, al establecer que “las circunstancias de un procedimiento particular, su significación, su carácter y su contexto en un sistema legal particular son factores que fundamentan la determinación de si la representación legal es o no necesaria para el debido proceso.” (Corte IDH, 1990: párr. 28) Respecto a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, (TEDH), justifica la intervención de la defensa en los casos de: a) gravedad de los hechos y la severidad de la pena, b) complejidad del asunto y calificación jurídica, c) situación personal y capacidad intelectual de la supuesta víctima, evaluada desde la posibilidad real de llevar a cabo una defensa eficaz. (TEDH, 1991) 22 En este orden, se advierte que el “interés de la justicia se relacionada con la garantía del debido proceso y en general a una correcta administración de justicia, en condiciones de igualdad y no discriminación,” (Cofre, 2011:p.24) extendiendo a mayores circunstancias la presencia de la defensa pública. Un ejemplo de lo anterior parece indicarlo la CIDH, en el caso Baptiste, en el que consideró que se había violado la Convención Americana al no haber otorgado asistencia jurídica gratuita a un indigente condenado a morir en la horca, ya que aún frente a la posibilidad legal de defenderse por sí mismo, las materias donde se solicitaba la asistencia jurídica gratuita (solicitud de amnistía, indulto o conmutación de la pena), “son procesal y sustantivamente complejos, por lo cual, el recluso no los puede plantear ni presentar en forma efectiva sin contar con representación letrada.”(CIDH, 2000a: párr. 141). La CIDH al parecer utiliza en este caso los criterios de la carencia de recursos suficientes y del “interés de la justicia” para obligar al Estado a entregar asistencia jurídica en un procedimiento de revisión constitucional debido a irregularidades en el juicio penal. En relación a los procesos en que es exigible al Estado proporcionar defensa la Corte IDH, precisó que: (E)l elenco de garantías mínimas establecido en el numeral 2 del artículo 8 de la Convención se aplica a los órdenes mencionados en el numeral 1 del mismo artículo, o sea, la determinación de derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter. Esto revela el amplio alcance del debido proceso; el individuo tiene el derecho al debido proceso entendido en los términos del artículo 8.1 y 8.2, tanto en materia penal como en todos estos órdenes. (Corte IDH, 2001b: párr. 125) De esta forma, la defensa que debe prestar el Estado, no sólo tiene aplicación en el proceso penal, también es en los procedimientos civiles, administrativos o de otro tipo en el que deba respetarse el debido proceso del que forma parte la defensa. 23 Es importante precisar, que respecto al derecho de toda persona a defenderse personalmente o mediante asistencia de abogado de su elección, contemplado en el artículo 8.2.e) de la Convención Americana, requiere para su ejercicio tratar al “individuo en todo momento como un verdadero sujeto del proceso, en el más amplio sentido de este concepto, y no simplemente como objeto de este.” (Corte IDH, 2009b: párr. 29) La Corte IDH, también dijo que "aun en aquellos casos en los cuales un acusado se ve obligado a defenderse a sí mismo porque no puede pagar asistencia legal, podría presentarse una violación del artículo 8 de la Convención si se puede probar que esa circunstancia afectó el debido proceso a que tiene derecho bajo dicho artículo" (Corte IDH, 1990: párr. 26) Sin embargo, en la jurisprudencia del Comité, se condenó a un Estado por vulnerar el “derecho a defenderse personalmente, en contravención del apartado d) del párrafo 3 del artículo 14 del Pacto.” (CCPR, 1997: párr. 14.2). Situación que demuestra que se ha reconocido la defensa por sí mismo. En otro caso, se dio la negativa del defensor de oficio de ejercer la defensa en favor de los intereses de su representado, sin que el Estado le designara otro o le permitiera defenderse él mismo, este proceder contraviene al apartado d) del párrafo 3 del artículo 14 del PIDCP. (CCPR, 1990). El derecho a la defensa jurídica también incluye el derecho a ser informado de su titularidad, Si bien la Corte IDH no señala nada al respecto, este derecho tiene sustento en el Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a Cualquier Forma de Detención o Prisión de las Naciones Unidas, que protege este derecho, al señalar en el principio 17 que: “1. Las personas detenidas tendrán derecho a asistencia de un abogado. La autoridad competente les informará de ese derecho 24 prontamente después de su arresto y les facilitará medios adecuados para ejercerlo.” (UN, 1988) Por su parte el Comité, señaló que el derecho a ser informado de la titularidad del derecho de defensa es una obligación del Estado que debe otorgar a todas las personas en igualdad y no discriminación, lo contrario constituye una violación del apartado d) del párrafo 3 del artículo 14 del PIDCP. (CCPR, 1998a). Este derecho tiene sentido si concebimos que el pleno ejercicio y goce de los derechos se logra a partir del conocimiento de su titularidad y de los medios para hacerlos efectivos. Por eso a pesar de la ausencia de jurisprudencia en el SIDH es posible incluir el deber de informar a las personas el derecho de acudir a la defensa pública y gratuita. En el ámbito de la posibilidad de elección del defensor público, la jurisprudencia de la Corte IDH, indica que cuando “(l)a disposición que niega la posibilidad de que un mismo defensor asista a más de un inculpado, limita las alternativas en cuanto a la elección del defensor, pero no significa, per se, una violación del artículo 8.2.d de la Convención” (Corte IDH, 1999: párr. 147). Sin embargo, el artículo 8.2.e de la Convención Americana, establece el carácter “irrenunciable” de otorgar un defensor, por tanto, la renuncia a elegir asistencia legal no justifica la falta de designación de defensor. Respecto al comienzo de la intervención de la defensa pública, la Convención Americana y el PIDCP señalan en los artículo 8.2.e) y 14.3.d) respectivamente, que será “durante el proceso”. Sin embargo, es indudable su intervención en etapas previas a la intervención jurisdiccional. La Corte IDH, ha señalado que el derecho a la defensa debe necesariamente poder ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un hecho punible, y sobre todo desde antes de rendir la primera declaración, su omisión entraña 25 violación al artículo 8.2.d de la Convención Americana (Corte IDH, 2006c). En el caso Acosta Calderón, dijo que se vulneró el derecho de defensa de la víctima porque no se le otorgó un abogado defensor en el momento del interrogatorio ante la policía. De este modo, consideró que se violaron los artículos 8.2.d y 8.2.e de la Convención. (Corte IDH, 2005c) La Corte IDH, en jurisprudencia reciente menciona que “el derecho a la defensa debe poder ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un hecho punible y sólo culmina cuando finaliza el proceso” (Corte IDH, 2010a: párr. 154). También consideró que “(i)mpedir que la persona ejerza su derecho de defensa desde que se inicia la investigación en su contra y la autoridad dispone o ejecuta actos que implican afectación de derechos es potenciar los poderes investigativos del Estado en desmedro de derechos fundamentales de la persona investigada” (Corte IDH, 2010a: párr. 154) En relación con el acceso al expediente en la etapa de investigación señaló que: “la negativa de expedir copias del expediente de la investigación a las víctimas es incompatible con el derecho a su participación en la averiguación previa” (Corte IDH, 2009a, párr. 256.) En estos aspectos el Comité ha dicho que un acusado tiene derecho a la defensa técnica durante las audiencias preliminares (CCPR, 2000, 1998a y 1994) En razón de lo anterior parece conveniente la ampliación de la defensa pública a asuntos y diligencias previos a la actuación del juez, lo que armoniza con un adecuado respeto y garantía del debido proceso. En lo que se refiere a la duración de la defensa pública, la Corte advirtió que la defensa debe acompañar a la persona durante todo el todo el proceso y solo culmina cuando 26 finaliza el proceso, incluyendo, en su caso, la etapa de ejecución de la pena (Corte IDH. 2009b y 2010a) Por su parte el Comité menciona que es aplicable, en principio, a todas las etapas del proceso, “todas las garantías previstas en el artículo 14 del Pacto, deben observarse estrictamente en todo procedimiento penal” (CCPR, 1999, párr. 9.5) También se ha dicho que la asistencia letrada debe ser oportuna; de lo contrario no podría servir a su encomienda ni satisfaría las exigencias del debido proceso. La falta de asistencia oportuna impide disponer de una defensa adecuada (Corte IDH, 2005c y 2004b) y constituye violación del artículo 8.2.e) de la Convención Americana, en perjuicio del justiciable. Por su parte el Comité, ha sostenido que no será adecuada una defensa que aduce que la inconformidad del acusado carece de defensa, porque transforma el proceso en no contradictorio, lo que vulnera a su vez el debido proceso (CCPR, 1996) ni tampoco aquella en que el defensor se ausenta del juicio oral. (CCPR, 1998b). El Comité asume que el defensor debe actuar de inmediato y procurar corregir situaciones de violación del debido proceso, más aún si es un abogado designado por el Estado. En consecuencia, los estándares internacionales tienen como perspectiva asegurar la actuación de la defensa pública en el sistema de justicia penal en favor de los derechos de los justiciables en etapas previas, durante el transcurso y posteriores al proceso. Además la actuación debe ser adecuada para lograr la efectividad de los derechos 1.4.1 La defensa adecuada Para que el derecho a la defensa pública ponga en acción las garantías mínimas que caracterizan al debido proceso que se contemplan en los diversos incisos del artículo 8.2 27 de la Convención Americana, que se refiere a: 1. El derecho del inculpado a la comunicación previa y detallada de la acusación formulada previsto en el inciso b), 2. La concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa que contempla el inciso c) 3. El derecho del inculpado de comunicarse libre y privadamente con su defensor que protege el apartado d) 4. El derecho de la defensa del inculpado a citar e interrogar a los testigos y peritos conforme lo señala el inciso f). Debe actuar conforme a los parámetros internacionales establecidos para lograr dar efectividad a los derechos. En este sentido, la Corte IDH ha tenido en cuenta los estándares internacionales que van mucho más allá de la mera designación de un abogado, recuerda que: “el numeral 8 de los Principios Básicos sobre la Función de los Abogados (PBFA) relativo a las salvaguardas especiales en asuntos penales, que fija los estándares para el ejercicio adecuado de la defensa en estos casos, establece que (a) toda persona arrestada, detenida, o presa, se le facilitarán oportunidades, tiempo e instalaciones adecuadas para recibir visitas de un abogado, entrevistarse con él y consultarle, sin demora, interferencia ni censura y en forma plenamente confidencial.” (Corte IDH, 2004a: párr. 166) y (UN, 1990) También sostuvo que la defensa pública debe ser efectiva, para lo cual se deben adoptar todas las medidas adecuadas para contar con una defensa técnica que “actúe de manera diligente con el fin de proteger las garantías procesales del acusado y evite así que sus derechos se vean lesionados” (Corte IDH, 2010a: párr. 155) Por tanto, la Corte IDH, tuvo la oportunidad de conocer diversos casos en los que se fijan los estándares de actuación que deben de observarse tanto en el ejercicio de la defensa privada como la que proporciona el Estado, para no vulnerar las garantías mínimas que prevé el artículo 8.2 de la Convención Americana. 28 1.- En relación al derecho del inculpado a la comunicación previa y detallada de la acusación formulada contemplado en el artículo 8.2.b de la Convención Americana. La Corte IDH menciona, primero, que el inculpado conozca de forma previa y detallada los cargos que se le hacen (Corte IDH, 2009b y 2010a), y segundo, enterado del motivo del proceso pueda actuar en defensa aportando las pruebas y argumentos necesarios para contener la acción del Estado. En este sentido dijo: “(p)ara satisfacer el artículo 8.2.b convencional el Estado debe informar al interesado no solamente de la causa de la acusación, esto es, las acciones u omisiones que se le imputan, sino también las razones que llevan al Estado a formular la imputación, los fundamentos probatorios de ésta y la caracterización legal que se da a esos hechos. Toda esta información debe ser expresa, clara, integral y suficientemente detallada para permitir al acusado que ejerza plenamente su derecho a la defensa y muestre al juez su versión de los hechos” (Corte IDH, 2009b, párr. 28) Esta obligación procura la igualdad en el proceso y la defensa adecuada, para lo cual antes de que se formule una ‘acusación’, es necesario “que la notificación ocurra previamente a que el inculpado rinda su primera declaración ante cualquier autoridad pública.” (Corte IDH, 2009b, párr. 30) Este derecho es fundamental y se satisface si se indica con claridad y exactitud las normas y los supuestos de hecho en que se basa la acusación, pues permite tener conocimiento de las razones por las cuales se le imputa a alguien la presunta comisión de un delito y seguidamente dará oportunidad a los abogados de preparar los argumentos de descargo. 2. La concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su defensa que consagra el artículo 8.2.c de la Convención Americana. 29 Por un lado, el derecho a contar con el tiempo adecuado para preparar la defensa, y por el otro, al derecho de conceder los medios, igualmente adecuados. Al respecto la Corte IDH, observó que: (L)a restricción a la labor de los abogados defensores y la escasa posibilidad de presentación de pruebas de descargo han quedado demostradas en este caso. Efectivamente, los inculpados no tuvieron conocimiento oportuno y completo de los cargos que se les hacían; las condiciones en que actuaron los defensores fueron absolutamente inadecuadas para su eficaz desempeño y sólo tuvieron acceso al expediente el día anterior al de la emisión de la sentencia de primera instancia. (Corte IDH, 1999: párr. 141) En otro caso en que se inició el procedimiento excepcional de carácter penal a una persona inculpada, se le prohibió "contradecir las pruebas y ejercer el control de las mismas […] así como se limitó a la defensa intervenir con pleno conocimiento en todas las etapas del proceso" (Corte IDH, 1997b: párr. 62). También consideró que una persona, debido a su incomunicación durante los primeros días de su detención, "no tuvo la posibilidad de preparar debidamente su defensa, ya que no pudo contar con el patrocinio letrado de un defensor público y, una vez que pudo obtener un abogado de su elección, no tuvo posibilidad de comunicarse en forma libre y privada con él." (Corte IDH, 1997a: párr. 83) Se advierte que el artículo 8.2.c, de la Convención Americana implica diversos aspectos, que se relacionan con el 8.2.b, de la misma Convención, pues, para preparar debidamente la defensa se requiere ser informado de la acusación, y posteriormente permitir el tiempo y los medios adecuados para ejercerla, de lo contrario, se vulnera el artículo 8.2.c. en cuanto a tiempo y medios, para garantizar la adecuada defensa. 3. El derecho del inculpado de comunicarse libre y privadamente con su defensor previsto en el artículo 8.2.d. de la Convención Americana. 30 La Corte IDH ha tenido la oportunidad de constatar si en el marco de un proceso se ha impedido la comunicación libre y privada entre la persona inculpada de un delito y su abogado. En el caso Loayza Tamayo, señaló que la actividad del abogado defensor se vio limitada al impedirse que éste pueda libremente comunicarse con su defendido (Corte IDH, 1997b). También consideró que quedó demostrado que los abogados defensores tuvieron obstáculos para entrevistarse privadamente con sus defendidos (Corte IDH, 1999). A la misma conclusión llegó, luego de comprobar que se pusieron obstáculos a la comunicación libre y privada entre esta persona y su defensor (Corte IDH, 2000). 4.-. El derecho de la defensa del inculpado respecto a la citación e interrogatorio de los testigos y peritos regulado en el artículo 8.2. f. de la Convención Americana. La Corte IDH, hace notar que las autoridades judiciales pueden vulnerar el artículo 8.2.f. por acción u omisión. El primer supuesto se presenta, al impedir a la defensa del inculpado obtener la comparecencia de testigos y peritos, lo cual tiene por efecto limitar las posibilidades de defensa. (Corte IDH, 2004c) La Corte IDH, consideró que el impedir el interrogatorio de los testigos tanto de la policía como del ejército, que participaron en las diligencias de investigación y fundamentaron la acusación penal, además, la falta de intervención del abogado defensor “hasta el momento en que uno de los inculpados hizo su declaración, impidió que aquél pueda controvertir las pruebas recabadas y asentadas en el atestado policial.” (Corte IDH, 1999: párr. 153). Además señaló, tomando en cuenta la jurisprudencia de la Corte Europea, que "dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido acusados está la de examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las mismas condiciones, con el objeto de ejercer su defensa." Corte IDH, 1999: párr.154) 31 En otro ocasión, se pronunció ante el hecho en que el abogado de la víctima no pudo conseguir que se celebrara la confrontación pericial, tendiente a esclarecer las divergencias que arrojaron dos peritajes grafológicos practicados en un proceso penal, además, la defensa tampoco pudo entrevistar a los miembros de la policía que capturaron a la víctima y que participaron en el atestado incriminatorio contra ella. (Corte IDH, 2000) El segundo supuesto es relativo al proceso penal que culminó con la pena de muerte impuesta a una persona que al parecer sufría de un trastorno de personalidad y dependencia de alcohol. En particular, consideró que “no se aseguró […] que el abogado tuvieran conciencia sobre la disponibilidad de una evaluación gratuita, voluntaria y detallada de su salud mental, con el fin de preparar su defensa en el juicio”. (Corte IDH, 2009d, párr.88) En conclusión, para lograr la calidad de la defensa jurídica prestada por abogado privados y principalmente la prestada por el Estado en el nivel federal o estatal, el defensor debe actuar y ejercer sus funciones cumpliendo con los parámetros de actuación que señala el SIDH, particularmente la jurisprudencia de la Corte IDH, para otorgar un mejor acceso a la justicia. 1.4.2 La relación de la defensa pública con el acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos El vínculo jurídico del derecho a la defensa pública y gratuita con el derecho de acceso a la justicia, se precisa en la resolución AG/RES.2656-XLI-0/11, “Garantías para el Acceso a la Justica. El Rol de los Defensores Públicos Oficiales”, emitida por la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (AGOEA), en la que adoptó diversos resolutivos respecto de la importancia que tiene la actuación de los defensores públicos oficiales para el acceso a la justicia. En su primer resolutivo afirma que: “(e)l acceso a la justicia, en tanto derecho humano fundamental es, a la vez, el 32 medio que permite restablecer el ejercicio de aquellos derechos que hubiesen sido desconocidos o vulnerados”. En su segundo punto resolutivo asevera: “(l)a importancia fundamental que tiene el servicio de asistencia letrada gratuita para la promoción y protección del derecho de acceso a la justicia de todas las personas, en particular de aquellas que se encuentran en una situación especial de vulnerabilidad.” (OEA, 2011: 2) En el año 2012 la AGOEA aprobó otra resolución (AG/RES.2714–XLII-0/12), denominada “Defensa Pública Oficial como garantía de acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad,” en donde destaca la labor que desarrollan los Defensores Públicos Oficiales y sus servicios de asistencia letrada gratuita que permiten el fácil y oportuno acceso de los vulnerables a la justicia. (OEA, 2012). Con base en los elementos aportados por los estándares del derecho de acceso a la justicia y a la defensa adecuada, conviene hacer una aproximación del concepto del derecho a la defensa pública. La defensa pública es un derecho humano que corresponde al Estado garantizar para que toda persona esté en posibilidad de operacionalizar4 el acceso a los órganos jurisdiccionales, al debido proceso, a la ejecución de las sentencias, a los mecanismos administrativos y cualquier otro relacionado con el respecto y protección de los derechos humanos, que elimine la exclusión social, la desigualdad, la selectividad del sistema penal y la marginación, bajo parámetros de actuación que logren dar respuesta efectiva a la solución de los conflictos. 4 Es lo que en ciencias sociales se conoce como “operacionalización de los conceptos”, estamos operacionalizando a los derechos humanos para que se conviertan en una herramienta útil de trabajo, en Serrano, Sandra y Daniel Vázquez (sn). Los derechos humanos en acción: operacionalización de los estándares internacionales de los derechos humanos. FLACSO-México. 33 1.5 La regulación del derecho de acceso a la justicia y defensa pública penal en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos En el presente apartado, se examinarán las normas de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM o Constitución), para saber cuál ha sido la regulación en el ámbito interno del acceso a la justicia y la defensa pública, y cuál es el contenido y alcance logrado por la jurisprudencia nacional. A partir de lo anterior poder establecer si existe conformidad entre la norma nacional y la internacional. Tratándose de la regulación del derecho humano de acceso a la justicia, el orden jurídico mexicano lo garantiza como parte integrante de la tutela judicial en el artículo 17 de la CPEUM, que contempla la prohibición de hacerse justicia por sí mismo, la existencia de tribunales independientes para administrar justicia de manera pronta completa, imparcial, gratuita, la plena ejecución de las resoluciones, la implementación de mecanismos alternativos de solución de controversias en los que se asegure la reparación del daño y la existencia de un servicio de defensoría pública de calidad para la población. El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (“SCJN”) estableció el alcance del artículo 17 de la CPEUM, en la tesis P./J. 113/2001, al referirse que “el acceso efectivo a la justicia: “(…) consiste en la posibilidad de ser parte dentro de un proceso y a promover la actividad jurisdiccional que, una vez cumplidos los respectivos requisitos procesales, permita obtener una decisión en la que se resuelva sobre las pretensiones deducidas (…)”(SCJN, 2001) La Segunda Sala de la SCJN en la tesis aislada 2ª L/2002, advirtió que el citado artículo reconoce diferentes derechos. Entre ellos, se encuentran los derechos de justicia completa, justicia gratuita, justicia pronta, y justicia imparcial. (SCJN, 2002) 34 Es importante destacar que previo a la última reforma que se realizó en el año del 2010 al artículo 17 de la CPEUM, la Primera Sala Penal de la SCJN, definió el contenido de la tutela jurisdiccional, en los siguientes términos: La garantía a la tutela jurisdiccional puede definirse como el derecho público subjetivo que toda persona tiene, dentro de los plazos y términos que fijen las leyes, para acceder de manera expedita -esto es, sin obstáculos- a tribunales independientes e imparciales, a plantear una pretensión o defenderse de ella, con el fin que a través de un proceso en el que se respeten ciertas formalidades, se decida sobre la pretensión o la defensa y, en su caso, se ejecute esa decisión. (SCJN, 2007a). Hasta aquí se advierte que el derecho de acceso a la justicia forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva, en el que se reconoce la dimensión institucional y el carácter adjetivo o instrumental, que otorga a las personas la posibilidad de tener una vía jurisdiccional para la tutela de sus derechos. (Sánchez, 2005). Sin embargo la Primera Sala de la SCJN en la tesis aislada 1a. LXXIV/2013, precisó que el derecho de acceso efectivo a la justicia que deriva del artículo 8 de la Convención Americana y de los artículos 14, 17 y 20, apartados B y C, de la CPEUM, comprende a la tutela jurisdiccional efectiva y a los mecanismos de tutela no jurisdiccional en los que se determinen derechos y obligaciones en los cuales se debe respetar el acceso a la jurisdicción, el juicio justo y eficacia de la sentencia. (SCJN, 2013b) Inclusive en diversa tesis determinó que el acceso la justicia también comprende los actos de investigación y de persecución que realiza el Ministerio Publico. (SCJN, 2010) Estas determinaciones de la SCJN, demuestran la tendencia de concebir el acceso a la justicia de forma integral y no solo como elemento a la tutela judicial, ya que el acceso a la justicia en el SIDH, se concibe como un derecho fundamental que permite a los grupos vulnerables el acceso a las instituciones y mecanismos vinculados con la protección de los derechos, intereses y resolución de conflicto, capaces de cumplir con efectividad y calidad la provisión de respuestas a los reclamos de justicia, que 35 contribuyan a la superación de las desigualdades económicas, la marginación y discriminación, tarea pendiente de alcanzar y desarrollar, que puede lograrse a través del desarrollo jurisprudencial. De igual forma, el derecho a la defensa se encuentra garantizado institucionalmente en el artículo 17 de la Constitución, que en su séptimo párrafo menciona que: “(l)a Federación, los Estados y el Distrito Federal garantizarán la existencia de un servicio de defensoría pública de calidad para la población.” (CPEUM, 2014) Respecto del derecho a la defensa pública, el artículo 20 apartado B, fracción IX de la CPEUM, en el que se contemplaban los derechos de la persona imputada, anteriormente a su reforma5 indicaba que: Desde el inicio de su proceso será informado de los derechos que en su favor consigna esta Constitución y tendrá derecho a una defensa adecuada, por sí, por abogado, o por persona de su confianza. Si no quiere o no puede nombrar defensor, después de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor de oficio. También tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se le requiera (…) (CPEUM, 2007). Actualmente, el derecho de defensa se contempla de manera similar a la que se previa antes de la reforma, con la diferencia de que quedó señalado en la fracción VIII del apartado B del artículo 20 Constitucional, en la que se extendió el derecho a la defensa adecuada desde el momento de su detención y no solo en el proceso, para quedar como sigue: Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente incluso desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un abogado, después de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un defensor público. También tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se le requiera (…) (CPEUM, 2014). 5 La “Reforma Constitucional en materia de Justicia Penal y Seguridad Pública”, de fecha el 18 de junio de 2008. 36 Respecto al alcance de la defensa adecuada, la Primera Sala de la SCJN, reiteró que la Constitución: (E)stablece como derecho fundamental que todo inculpado que desde el inicio de su proceso tendrá derecho a una defensa adecuada, por sí, por abogado, o por persona de su confianza", y que "[...] los indiciados, procesados y sentenciados tienen la atribución legal debida de exigir y ejercer con eficiencia y eficacia esa garantía desde el momento mismo de su puesta a disposición ante el órgano jurisdiccional federal, o bien, durante el transcurso de los diversos periodos que comprende el proceso penal federal. (SCJN, 2006) La misma postura siguió en la tesis 1a. CLXXVIII/2009, al referirse al texto del artículo 20, apartado A, fracción IX, de la CPEUM, anterior a la reforma citada, aludiendo a la adecuada defensa como un derecho fundamental mínimo aplicable en la etapa de ejecución de sentencia, en el que existen beneficios preliberacionales que él sentenciado puede hacer valer. (SCJN, 2009) Posteriormente en la tesis aislada 1a. CCXXVI/2013 (10a.), precisó que la adecuada defensa se actualiza desde la etapa ministerial en la que se debe dar ayuda efectiva del asesor legal, al constituir un derecho cuya finalidad es asegurar que el poder punitivo del Estado se desplegará a través de un proceso justo, en el que se garanticen en su “integridad sus derechos fundamentales, como lo es no declarar, no autoincriminarse, no ser incomunicado, no sufrir tortura alguna, ni ser detenido arbitrariamente, así como ser informado de las causas de su detención, entre otras.” (SCJN, 2013a) También precisó, que el juez garantiza el derecho a la defensa adecuada con dos obligaciones, una de prohibición, que consiste en evitar entorpecer el ejercicio del derecho de defensa, como ocurre cuando se impide la entrevista de manera previa y en privado con su defensor o bien se obstaculiza la participación del defensor para desvirtuar la acusación, la segunda, consiste en un deber de actuar, que se cumple haciendo del conocimiento al inculpado o reo el nombre de su acusador, los datos que 37 obren en la causa, y brindarle todas las condiciones necesarias para que el inculpado tenga una participación real en el proceso a través de una defensa efectiva. (SCJN, 2012). Con base en lo anterior se puede decir que la regulación constitucional y la interpretación jurisdiccional que predominan en el ámbito nacional, reconocen la importancia de la actuación de los defensores públicos para plantear una pretensión, defenderse de la acusación penal y en el ejercicio de los derechos y obligaciones procesales, ajustándose a los parámetros de actuación que considera el SIDH, para cumplir con la defensa adecuada y garantizar el acceso a la justicia a los órganos jurisdiccionales. Sin embargo, si queremos que la defensa pública esté dispuesta a cumplir con los reclamos de justicia y contribuya a la superación de desigualdades y la exclusión en el ámbito penal, se le debe reconocer la posibilidad de elevar casos al SIDH, cuando se vulneran los derechos y libertades de sus representados, la experiencia de algunos países en el continente lo han demostrado. 1.6 La Defensoría Pública en el litigio ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos Se dijo anteriormente que la actuación del defensor público no debe concretarse solo a la materialización de acceder a los órganos jurisdiccionales, garantizar el debido proceso y la eficacia de las resoluciones emitidas, su actuación debe velar por la protección de los derechos, intereses y resolución de conflicto de los grupos vulnerables, que contribuyan a la superación de las desigualdades económicas, la marginación y discriminación. La posibilidad para logarlo es elevar el conflicto al SIDH, en la búsqueda de soluciones que trascienda al sistema de justicia, principalmente el penal que es selectivo y excluyente, 38 de esa manera se puede poner en práctica la concepción amplia del derecho de acceso a la justicia. Refiriéndose a la función que desempeñan los defensores públicos, García Ramírez ha manifestado que: “…los defensores públicos están llamados a cumplir una tarea de primera importancia en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, al que durante mucho tiempo no accedieron y que ahora les abre sus puertas. Con ello, el sistema franquea con mayor amplitud y acierto el acceso a la justicia de un gran número de personas, que sólo podrían llegar a las instancias internacionales de tutela conducidas y apoyadas por defensores públicos de sus países” (García, 2008: 328). Con apoyo en esa posición la defensa pública como mecanismo de acceso a la justicia tiene el deber de acceder al SIDH en los casos en que el Estado no restituya los derecho violados, por lo que se erige en un medio de promoción y protección de los derechos humanos que a su vez procura el acceso a la justicia de la que deben gozar todas las personas involucradas en el sistema de justicia penal. Esa es la trascendencia que García Ramírez, le otorga a la actuación del defensor público, lograr la efectiva protección y garantía del ejercicio de los derechos que tiene todo inculpado en el procedimiento penal y, en el caso de vulneración de los derechos que no logren ser restituidos por la jurisdicción nacional, la alternativa, es explorar la vía de la jurisdicción internacional y con ello procurar el pleno acceso de los derechos de los que debe gozar todo inculpado. (García, 2009) Semejante posición, es la que asume López Puleio, la cual condiciona que el acceso a las instancias internacionales por parte de los defensores públicos, se realice a través de instituciones que cumplan con la autonomía e independencia funcional orientadas a remover los obstáculos que impidan el goce y el ejercicio de los derechos de quienes por su situación personal o de grupo ven limitados el acceso al derecho y a la justicia. 39 Además, su actuación en el SIDH deben promover diversas temáticas relacionadas con su función, entre ellos, patrocinar la jurisdicción internacional una vez que el doméstico no corrigió las violaciones (López, 2013). A continuación, se hará mención de las intervenciones que realizaron los defensores públicos de Argentina y Guatemala, si bien no han sido las únicos en elevar casos ante el SIDH, son los que han llegado hasta la Corte IDH. En México, por ejemplo, se presentó un caso ante la CIDH el cual logró un acuerdo de solución amistosa, éste se abordara al analizar la Defensoría Pública en México. En el caso de Argentina, los defensores públicos, fueron reconocidos en audiencia pública por los jueces de la Corte Interamericana, motivo por el cual abordo primero sus intervenciones, además de ser las más recientes. 1.6.1 El caso de Argentina En Argentina, destaca el caso Mendoza y otros Vs Argentina, el cual fue, sometido a la jurisdicción de la Corte IDH, por la CIDH. La sentencia fue dictada, el 14 de mayo de 2013, y versa sobre la imposición de penas de privación perpetua de la libertad a César Alberto Mendoza, Claudio David Núñez, Lucas Matías Mendoza, Saúl Roldán y Ricardo David Videla Fernández, por hechos que ocurrieron cuando aún eran menores de edad, así como sobre la falta de adecuada atención médica a Lucas Matías Mendoza durante el cumplimiento de su condena; sobre la tortura sufrida por Lucas Matías Mendoza y Claudio David Núñez, y sobre la falta de investigación de este hecho y de la muerte de Ricardo Videla mientras se encontraba bajo custodia estatal. (Corte IDH, 2013). En este caso la Defensoría General de la Nación de Argentina, denunció primero ante la CIDH y después en la Corte IDH, la violación de los derechos humanos, entre otros, los previstos en los artículos 5.1, 5.2, 5.6, 7.3, 19 y 24 de la Convención Americana que 40 protegen el derecho a la integridad personal, la libertad personal, las garantías judiciales, derechos del niño y la igualdad ante la ley, en los artículos 3, 37.a, 37. 40.1, 40.3.b) y 40.4 de la Convención de los Derechos del Niño, y en los artículos 1 y 6 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. De la actuación realizada por los defensores públicos de Argentina se logró que en la sentencia se determinara que la prisión perpetua impuesta a menores de edad no es proporcional con el fin de la sanción penal, y que constituye un trato cruel e inhumano. (Corte IDH, 2013). En el procedimiento ante la Corte IDH, la Defensora General de la Nación de Argentina, representó a las víctimas en el que coincidió en los hechos y violaciones de derechos alegados por la CIDH, pero además “destacó que […] es inadmisible que resulten soslayados aquellos pormenores de la vida en detención que atentaron los derechos fundamentales de [las presuntas víctimas”. (Corte IDH. 2013: párr.5). Con ello la representante de las víctimas consideró violados no sólo los derechos humanos alegados por la Comisión, sino además destacó a la Corte IDH, la existencia de otros derechos violados cuando las víctimas cumplían la condena. En la audiencia pública celebrada durante el proceso del caso Mendoza, el 30 de agosto de 2012, el Presidente de la Corte IDH, el Juez Diego García Sayán, destacó la participación de la defensa pública de Argentina como representante de las víctimas, en la que se interrogó a la víctima, vía videoconferencia, así como a los peritos presentes en la audiencia, y formuló alegatos sobre las excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas. (Corte IDH, 2012) El sustento jurídico que autorizó la participación de los defensores públicos de la Defensoría General de la Nación de Argentina, se dio por motivo de las facultades que derivan de Ley Orgánica del Ministerio Público de Argentina (LOMP), núm. 24.946, promulgada en el Boletín Oficial el 23-3-1998, que establece en su artículo 2 “que el 41 Ministerio Público está compuesto por el Ministerio Público Fiscal y el Ministerio Público de la Defensa…” (LOMP, 1998: Art.2) En relación a las atribuciones para representar a las víctimas en instancias internacionales de los derechos humanos, el artículo 51 de la LOMP, prevé las facultades que tiene el Defensor General de la Nación como jefe máximo del Ministerio Público de la Defensa, y se precisa en el inciso V), que le concierne “(p)atrocinar y asistir técnicamente, en forma directa o delegada, ante los organismos internacionales que corresponda, a las personas que lo soliciten” (LOMP, 1998:Art.51). Disposición que además permitió a la Defensoría General de Argentina, a través del Programa para la Aplicación de Tratados sobre Derechos Humanos, desde el año 2012, presentar 32 peticiones ante la CIDH. (Martínez, 2012) El marco normativo referido muestra que la Defensoría Pública en Argentina, se encuentra regulada por la Ley del Ministerio Público, que instituye al Ministerio Publico Fiscal y al Ministerio Público de la Defensa, ubicación institucional que comparten. Si bien, ello genera desconfianza respecto de su autonomía e independencia, tal escenario queda superado al asumir el compromiso de litigar como órgano público contra el propio Estado del que forma parte y ejercer la representación de las víctimas ante el SIDH fortaleciendo su compromiso en la defensa de los derechos humanos. 1.6.2 El caso de Guatemala. La Defensoría Pública de Guatemala ha intervenido ante la CIDH y la Corte IDH en dos casos, el de Fermín Ramirez, representado por el Instituto de la Defensa Pública Penal de Guatemala (IDPPG) y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (IECCP); y en el de Raxcacó Reyes, representado por el IDPPG, el IECCP y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL). (López, 2013). 42 El primer caso, corresponde a la imposición de la pena de muerte al señor Fermín Ramírez, sin que hubiera tenido oportunidad de ejercer su derecho de defensa, en relación tanto al cambio de los hechos imputados en la acusación así como de su calificación jurídica, los cuales tuvieron lugar al momento en que las autoridades judiciales guatemaltecas profirieron en su contra sentencia condenatoria el 6 de marzo de 1998. (Corte IDH, 2005d). En este caso, los representantes de la víctima, alegaron la violación a los artículos 9, 5 y 17 de la Convención Americana, que prevén el principio de legalidad y retroactividad, integridad personal y protección de la familia, respectivamente, además de coincidir con la petición que hace la CIDH, respecto a la violación de los artículos 4, 8 y 25 de la Convención, que se refiere a la protección de la vida, a las garantías judiciales y el derecho a un recurso sencillo, rápido y efectivo. (Corte IDH, 2005d) En ese asunto, la actuación del IDPPG, a través de los defensores públicos y el IECCP, fue presentar la denuncia ante la CIDH y solicitar medidas cautelares a favor de la víctima, y que el caso se sometiera a la Corte IDH con el argumento de evitar que primara el criterio de la jurisprudencia interna y se violara el derecho de defensa. Ya ante la Corte, insistieron que para preservar la vida de la víctima se concedieran medidas provisionales. (Corte IDH, 2005d) La Corte IDH, mencionó que el haber cambiado no sólo la calificación jurídica de los hechos imputados, sino también modificar la base fáctica de la imputación se vulneró el principio de congruencia privando a la defensa de la certeza de los hechos, lo cual representó un obstáculo para preparar adecuadamente la defensa del imputado. En relación con el principio de legalidad, dijo que el destacar la peligrosidad del autor para la calificación típica de los hechos y la determinación de sanciones, es contraria, al derecho penal del acto que es propio del sistema penal de una sociedad democrática, por consecuencia considera la violación al artículo 9 de la Convención en relación con el 43 artículo 2 de la misma, por mantener vigente la peligrosidad del agente. (Corte IDH, 2005d) El segundo caso también consistió en la imposición de la pena de muerte obligatoria al señor Ronald Ernesto Raxcacó Reyes, por la comisión del delito de plagio o secuestro, sanción que no se encontraba prevista en la ley al momento en que Guatemala ratificó la CADH; se controvirtió la pena desproporcionada que se le impuso; las condiciones carcelarias en las que se encontraba y la inefectividad de los recursos judiciales que se plantearon ante los tribunales locales. (Corte IDH, 2005b) En su escrito de petición los representantes de la víctima coincidieron con la CIDH por la violación de los derechos reconocidos en los artículos 4, 5, 8 y 25 en relación con él artículo 1.1 y 2 de la Convención que protegen el derecho a la vida, a la integridad personal, garantías judiciales y protección judicial. (Corte IDH, 2005b) En ese asunto la actuación del IDPPG, a través de los defensores públicos, el ICCPG, y del CEJIL fue muy similar a la del caso Fermín Ramírez, que consistió en presentar la denuncia ante la CIDH y solicitar medidas cautelares a favor de la víctima, y que el caso se sometiera a la Corte IDH, ante esta insistieron que para preservar la vida de la víctima se concedieran medidas provisionales. (Corte IDH, 2005) La Corte IDH, al analizar la violación del derecho a la vida, determinó que la conducta típica de secuestro por el cual la víctima fue condenado a la pena de muerte, cambió sustancialmente los supuestos de hecho hasta extender la pena de muerte con la que no se sancionaba en el pasado y permaneció inalterado desde el momento en que Guatemala ratifico la Convención, sin embargo el no limitar los supuestos de su aplicación a los delitos más graves y en condiciones excepcionales, su imposición automática y genérica, sin considerar las circunstancias particulares del delito y del acusado viola la prohibición 44 de privación arbitraria de la vida establecida en el artículo 4.1 y 4.2 de la Convención. (Corte IDH, 2005b) En ambos casos el desempeño que realizó la IDPPG y las Instituciones que la apoyaron, para llevar los casos al SIDH, evitó que por errores procesales se hiciera efectiva la aplicación de la pena de muerte en contra de las víctimas. El marco jurídico que concedió atribuciones a la Defensoría Pública de Guatemala en representación de las víctima ante el SIDH, deriva de la Ley del Servicio Público de Defensa de Guatemala (LSPDG), aprobada por decreto 129 de 1997, que en su artículo 1, crea al Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP) como organismo administrador del servicio público de defensa penal, con el objetivo de asistir gratuitamente a las personas de escasos recursos económicos. (LSPDG, 1997) En el Reglamento del Instituto de la Defensa Pública Penal (RIDPP), conformado en el Acuerdo del Consejo No. 04-99 y Acuerdo No. 05-2005, que prevé en el artículo 17, las funciones técnicas de carácter general de los Defensores Públicos de Planta y de Oficio en el ejercicio de defensa técnica, entre ellos destaca, la señalada en el inciso “q) (r)ecurrir a las instancias internacionales cuando el caso lo exija”. (RIDPP, 2005) Hasta aquí, queda claro que la facultad de las defensorías públicas para representar a las víctimas ante la CIDH y la Corte IDH derivó de su ordenamiento jurídico y del plexo normativo de los derechos humanos, lo cual les permitió el acceso a la justicia ante el SIDH, agotando el litigio internacional en los casos en que intervinieron como defensores públicos en las instancias nacionales. Su facultades le permitieron exigir medidas cautelares y provisionales, la presentación y desahogo de pruebas, la formulación de alegatos y la solicitud de reparaciones y costas, con el propósito de rebatir la posición del Estado a quien se demandó por violaciones de derechos humanos que se suscitaron en los procedimientos nacionales, obteniendo resultados exitosos para 45 las víctimas en la protección de sus derechos humanos a la libertad e integridad personal, obteniendo sentencias condenatorias en contra de los Estados. En conclusión la defensa como mecanismo de acceso a la justicia obliga a los defensores públicos de los distintos niveles del ámbito interno a resguardar el debido proceso, la protección judicial, la igualdad y no discriminación en el proceso penal y frente a un caso de violación sin solución en el ámbito interno, el Defensor no debe quedar inerte, debe recurrir al sistema regional, la experiencia de las defensorías de Argentina y Guatemala, demuestran que se restauró la racionalidad del sistema penal al evitar la imposición de la pena perpetua a menores de edad y le extensión de la pena de muerte a personas que el derecho penal excluye del sistema social. 46 Capítulo II La Institución de la Defensa Pública Penal en México y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos En el apartado anterior se estableció el alcance del derecho de acceso a la justicia desde la perspectiva del SIDH, su vínculo con el derecho de defensa que pone en práctica los derechos relacionados con el acceso a la justicia; la recepción de ambos derechos en el ámbito constitucional; la posición que tiene el defensor público de actuar en el SIDH; se expusieron los casos de las defensorías públicas de Argentina y Guatemala que litigaron en el SIDH, y obtuvieron sentencias que enderezaron la racionalidad del sistema penal. El propósito de este capítulo es conocer el marco institucional y normativo que regulan el servicio de defensa pública en el ámbito federal, para saber si autoriza o impide al defensor público federal intervenir en el SIDH, si el plexo constituido por el derecho internacional proporciona el fundamento para impulsar la participación de la defensa pública federal en el SIDH, y lograr la efectiva protección de los derechos humanos del inculpado en el marco del sistema de justicia penal reduciendo la exclusión y discriminación de los sujetos involucrados en la trama penal. Para desarrollar el objetivo es necesario saber cuál es la situación actual de la defensa pública en México, su organización, estructura y marco normativo que regulan el funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), conocer el marco legal de las obligaciones que tiene el defensor público y las obligaciones que contempla el artículo 1 de la CPEUM en relación con los artículos 1 y 2 de la CADH, para dar plena vigencia al derecho de defensa que prevé el artículo 8.2 e) de la Convención Americana, con los cuales se pretende dar soporte jurídico para justificar la intervención de la defensa pública ante el SIDH. Lo anterior permitirá identificar las fortalezas del IFDP, los desafíos para lograr un mejor desempeño del servicio de defensa, la necesidad de la autonomía de la Defensoría 47 Pública como tipo de institución que se recomienda en el SIDH, para otorgar un mejor acceso a la justicia de las personas que se encuentran sometidas a la justicia penal. Se mencionará el caso que denunció un defensor público federal en el SIDH al no resarcirse los derechos humanos vulnerados y resultado obtenido, por último, se propone que el IFDP impulse la formación defensores públicos expertos en la defensa de los derechos humanos, la forma de organizarse y los parámetros de selección de los casos que se litigaran en el SIDH, la asignación de recursos para fomentar la capacitación e intervención del defensor público en la CIDH y Corte IDH. 2.1 El estado actual de la Defensoría Pública Federal Para determinar cuál es la situación actual de la defensa pública en México, es necesario conocer las normas que conforman la institución y funcionamiento del servicio de defensa pública, para poder establecer hasta dónde la situación institucional permite cumplir con el objetivo de velar por el derecho de los inculpados de forma eficiente e integral. Ya se mencionó, que el orden jurídico mexicano se garantiza la Defensa Pública a través del artículo 17 de la CPEUM, que en su séptimo párrafo menciona: “(l)a Federación, los Estados y el Distrito Federal garantizarán la existencia de un servicio de defensoría pública de calidad para la población.” (CPEUM, 2014, Art. 17) En el ámbito federal, el servicio de defensa pública se encuentra regulado en la Ley Federal de Defensoría Pública (LFDP o ley de Defensoría), que en el título primero, se refiere a las disposiciones generales para la prestación de los servicios de defensoría pública, en el artículo 1, prevé que: “el objeto de la ley es regular el servicio de defensoría pública en asuntos del fuero federal, a fin de garantizar el derecho a la defensa en materia penal y el acceso a la justicia mediante la orientación, asesoría y representación jurídica en los términos que la misma establece.” (LFDP, 2013) 48 La citada disposición refleja la encomienda que tiene la defensa pública como medio de acceso a la justicia para garantizar el derecho de defensa en sede penal y proporcionar asesoría y representación legal en materias de competencia federal, propósito que es congruente con el artículo 8.2.e. de la CADH, respecto de la obligación del Estado de proporcionar un defensor a toda persona inculpada de delito cuando no designe defensor de su confianza, obligación que se amplía cuando se trata del acceso a la justicia para la determinación de derechos y obligaciones del orden civil o de cualquier otra materia jurídica en consonancia con el artículo 8.1 de la CADH. En el artículo 2 de la Ley de Defensoría se establece la gratuidad en el servicio, y que “se prestará bajo los principios de probidad, honradez, profesionalismo y de manera obligatoria.” El Dispositivo atiende a la condición económica de las personas, al constituir la gratuidad un factor para asegurar el servicio de defensa pública y con ello el pleno goce de los derechos de quienes evidentemente carecen de recursos, sin embargo, conviene aclarar que la prestación es universal, al tratarse de un servicio público que materializa el acceso a la justicia y el debido proceso, y en términos de igualdad evitar la discriminación en el acceso a mecanismos de defensa. Además de la gratuidad se precisan los principios rectores para proporcionar una defensa de calidad. (LFDP, 2013) En el artículo 3 de la LFDP, se erige el Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP o el Instituto Federal), “como órgano auxiliar del Poder Judicial de la Federación”, que rige al servicio de Defensoría Pública. Además establece que respecto de sus funciones “gozará de independencia técnica y operativa.” (LFDP, 2013) La garantía de la independencia técnica de la Defensoría Pública, es importante al estar esencialmente vinculada a la efectiva defensa en juicio, que el defensor actué con plena libertad, sin restricción, influencia o presión externa, interna o directivas generales que puedan ser contrarias a los intereses del reo. La independencia operativa se dirige a la 49 Defensa Pública como institución, y que consiste en el cómo se brindará el servicio de defensa, definiendo competencia, organización y distribución del trabajo, estándares de actuación y control y evaluación del servicio (Binder, Cordero y Hartmann, 2005), elementos que deben ser diseñados por la propia institución sin injerencia de algún órgano de gobierno, grupo o persona que tenga el propósito de limitar el servicio de defensa. Además en el artículo 4 de la LFDP, fracción I, se señala el ámbito de competencia del servicio de Defensoría Pública en materia penal que se prestará por conducto de “defensores públicos en los asuntos del orden penal federal, y de la justicia federal para adolescentes, desde la averiguación previa hasta la ejecución de las penas o medidas.”(LFDP, 2013) Para tal efecto, el artículo 24 de la ley de Defensoría, señala que se designará al menos un defensor y personal de auxilio, por cada unidad investigadora y órgano jurisdiccional en materia penal. En la fracción II del citado artículo se refiere al servicio que prestan los “asesores jurídicos, en asuntos de orden no penal, salvo los expresamente otorgados por la Ley a otras instituciones.” (LFDP, 2013) Con lo anterior se precisa la cobertura del servicio de defensa en materia penal en asuntos y diligencias previas y posteriores al proceso penal, aspecto que es congruente con los estándares de actuación precisados en el SIDH, sin embargo no se debe perder de vista que la fracción VIII, apartado B del artículo 20 de la CPEUM, señala el goce y ejercicio del derecho de defensa “desde el momento de su detención.” Es importante resaltar que el servicio público de defensa se encuentra regulado de forma conjunta por la LFDP y por las Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública (BGOF o Bases del Instituto), en esta se establece en los artículos 17, 21 y 24, las fases del procedimiento penal en las que 50 interviene la defensa pública y, en el artículo 31, prevé el servicio de Asesoría Jurídica que comprende las modalidades de orientación; asesoría; y representación. (BGOF, 2013) Con base en lo anterior podemos identificar los servicios que presta el IFDP, e identificar los fundamentos que rigen el funcionamiento técnico y operativo, y las fases en que interviene la defensa pública, como se muestra en el siguiente esquema: Tabla 1, OPERACIÓN DE LOS SERVICIOS DE LA DEFENSORÍA PÚBLICA 2012.6 Hilo conductor Servicios de Defensa Penal Defensoría Pública Servicios de Asesoría Jurídica Sustento jurídico Sub hilo conductor Sustento jurídico LFDP, Art. 4. Los servicios de defensoría pública se prestarán a través de: I. Defensores públicos, en los asuntos del orden penal federal y de la Justicia Federal para Adolescentes (*), desde la averiguación previa o investigación hasta la ejecución de las penas o medidas. BOFIFDP, Art. 17.- El servicio de Defensa Penal se presta en asuntos del orden federal, desde la averiguación previa hasta la ejecución de sentencias, por parte del defensor público adscrito ante el Ministerio Público de la Federación, los Juzgados de Distrito o los Tribunales Unitarios de Circuito, según corresponda LFDP, Art. 4. Los servicios de defensoría pública se prestarán a través de: II. Asesores jurídicos, en asuntos de orden no penal, salvo los expresamente otorgados por la Ley a otras instituciones. BOFIFDP, Art. 31.- La prestación del servicio de Asesoría Jurídica comprende las modalidades siguientes: I. Orientación; II. Asesoría; y III. Representación. En la Averiguación Previa BOFIFDP, Art. 21.- La función del defensor público en averiguación previa comprende dos supuestos: Asistencia jurídica y Defensa Penal. Ante Órganos Jurisdiccionales (Primera y Segunda Instancia) BOFIFDP, Art. 24.- El defensor público ante órganos jurisdiccionales desempeña su función con adscripción en primera o segunda instancias, en asuntos en materia penal del orden federal. Orientación BOFIFDP, Art. 31, I, Orientación.- Cuando el asunto planteado no es de la competencia legal del Instituto, se orienta al solicitante en términos generales pero suficientes sobre la naturaleza y particularidades del problema, y se le canaliza mediante oficio fundado y motivado a la institución que a juicio del asesor deba proporcionarle atención jurídica gratuita. Asesoría BOFIFDP, Art. 31, II, Se proporciona al solicitante respecto al problema planteado cuando, después de analizar las manifestaciones y documentos que aporte, se determina que el caso es de la competencia del Instituto pero no es viable la intervención legal y procesal por las causas específicas que se indiquen, lo que deberá asentarse en el dictamen técnico-jurídico correspondiente BOFIFDP, Art. 31, III, Consiste en el patrocinio legal que se otorga a la persona que solicita la prestación del servicio, por ser destinatario del mismo conforme a lo dispuesto en la Ley y en estas Bases; la actuación del asesor jurídico comprende todas las fases procedimentales o instancias judiciales que prevén las leyes respectivas, agotando los recursos legales previstos y la promoción del juicio de amparo si fuere necesario. Representación 6 Elaborado por la Auditoría Superior de la Federación, con base en la Ley Federal de Defensoría Pública, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 28 de mayo de 1998, y en las Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública, publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 26 de noviembre de 1998. LFDP: Ley Federal de Defensoría Pública. BOFIFDP: Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública. * En cuanto a adolescentes, la intervención del Instituto Federal de Defensoría Pública ocurrirá a partir del 27 de diciembre de 2014, conforme al Transitorio Primero del Decreto respectivo que se publicó el 27 de diciembre de 2012 en el Diario Oficial de la Federación. 51 En el artículo 20 de la LFDP se prevén medidas operativas para apoyar la prestación del servicio de defensa pública, al disponer que cuando las “necesidades del servicio lo requiera y para la eficaz atención de los asuntos de su competencia”, el IFDP podrá contratar los servicios de personas e instituciones, con el propósito de desempeñar funciones de consultoría externa en la etapa del proceso ante los tribunales y de servicios periciales7 para apoyar a la función de los defensores públicos y obtener una mayor eficacia de la defensa en los asuntos que determine el IFDP. (LFDP, 2013, Art.20) Esta disposición otorga la posibilidad a la Defensoría Pública de ser dotada con recursos para implementar un área de servicios periciales para la investigación y exploración de los hechos cuando sean necesarios para complementar las acciones sustantivas del defensor. El identificar los servicios que presta el IFDP, su competencia y regulación permitió conocer su objeto principal que es la búsqueda efectiva de la defensa pública, resta conocer cómo se organiza y opera el IFDP, para garantizar el servicio de defensa pública. 2.1.1 Organización del Instituto Federal de Defensoría Pública Respecto de la organización del IFDP se encuentra prevista en los artículos 27 al 33 de la Ley de Defensoría, conforme a los cuales existe una Junta Directiva, un Director General, unidades administrativas y personal técnico; además, se precisan los requisitos para presidir cada cargo, así como las facultades que les corresponden a cada una. (LFDP, 2013) También se establece en el artículo 36 de la LFDP el plan anual de capacitación y estímulo para defensores públicos y asesores jurídicos procurando hacerla extensiva a 7 A la fecha el instituto Federal de Defensoría Pública, carece de la partida presupuestal para disponer de servicios periciales, situación que se contiene en el oficio que se anexa con el número 1. 52 trabajadores sociales y peritos para interrelacionar, optimizar la preparación y el servicio que prestan los integrantes del IFDP. (LFDP, 2013) Por último en el artículo 37 de la LFDP, se establecen las causas de responsabilidad de los Defensores Públicos y Asesores Jurídicos, dentro de ellas se encuentra las que preservan la calidad del servicio que se afecta por descuido y abandono injustificado de las funciones que deben realizar, así como el negarse injustificadamente a patrocinar la defensa de los indiciados que no tengan defensor particular ni los recursos económicos cuando sean designados por la autoridad investigadora o jurisdiccional. (LFDP, 2013) Esta regulación establece los elementos que integran la estructura organizacional de la Defensoría Pública que se vincula con las funciones que cumplen el área directiva, administrativa y operativa para alcanzar condiciones de posicionamiento institucional, calidad técnica y administrativa en la prestación del servicio de defensa, así como las causa de responsabilidad que demeritan la función. Además de la LFDP, ya se dijo, que las Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública (BGOF o Bases del Instituto), complementan la regulación del servicio, al disponer en el artículo 1 que su objeto es “normar la organización y funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública, así como los servicios de defensoría pública.” En armonía con ese propósito el artículo 2 del citado ordenamiento, se especifica la estructura del IFDP que se integra por la Junta Directiva, un Director General, unidades de defensa penal y asesoría jurídica, de supervisión y control de defensa penal y asesoría jurídica, de apoyo operativo, delegaciones, y personal técnico. De los artículos 3 al 13 Quintus de las Bases del Instituto se precisan facultades y atribuciones de cada área. (BGOF, 2013) Respecto de la regulación de los servicios que presta el IFDP, se establece en los artículos 14 al 47 de las BGOF, la competencia y funciones de los defensores públicos y 53 asesores jurídicos en las instancias en las que intervienen, la generación de información documental y la integración de instrumentos de registro y expedientes de control, se contempla en los artículos 53 al 62 del citado ordenamiento el procedimiento para la supervisión y evaluación del servicio, en los artículos 63 al 75 de las Bases del Instituto, el servicio civil de carrera, que comprende la selección, ingreso, adscripción, permanencia, promoción y capacitación, prestaciones, estímulos y sanciones, respecto a la promoción comprende las categorías de defensor público y asesor jurídico hasta delegado, pasando por los de supervisión y evaluación. La capacitación y estímulos conforme al Plan Anual de Capacitación y Estímulos. (BGOF, 2013) Hasta aquí se advierte que la organización del servicio público de defensa se encuentra regulado por el marco normativo de la LFPD y las BGOF, que señalan al IFDP, como órgano para administrar los servicio de defensa, que comprende a la defensa penal y asesoría jurídica, especificando la forma en que se estructura y organiza para ejercer sus funciones, los mecanismos de supervisión y evaluación para salvaguardar la calidad de la defensa pública, el servicio civil de carrera para estimular la calidad y las causas de responsabilidad para evitar demeritar el servicio, todo ello con el propósito de cumplir con la defensa adecuada y representación jurídica que garantice el acceso a la justicia y el debido proceso. Dentro de la organización del IFDP, resulta importante hace notar que la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación (LOPJF) y la LFDP, determinaron la adscripción del servicio de defensa pública al Poder Judicial Federal (PJF), es decir, se estructuró a los órganos jurisdiccionales y al IFDP dependientes del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), al que se le conceden diversas facultades para la designación de sus miembros y cumplimiento de sus funciones, como sucede con la designación de nombramientos directivos y asignación presupuestal. 54 De esa manera se prevé en el artículo 88 de la LOPJF que “para el adecuado funcionamiento del Consejo de la Judicatura, contará con los siguiente órganos”, […] “el Instituto Federal de Defensoría Pública…”. Intención que se refrenda en los artículos 27 y 30 de la LFDP, al disponer que los integrantes de la Junta Directiva y el Director General del IFDP, sean nombrados por el Consejo de la Judicatura Federal (CJF), los primeros a propuesta del Director General, y el segundo, del Presidente del Consejo. (LFDP, 2013) También algunas de las facultades del Director General del IFDP, se encuentran condicionadas por la aprobación del CJF, entre las que destacan la propuesta de anteproyecto de presupuesto que se somete a consideración de la Junta Directiva que, una vez aprobado por ésta, se somete a consideración del Consejo de la Judicatura, fracciones XI y VIII de los artículos 32 y 29 respectivamente de la LFDP. (LFDP, 2013) Se prevé en la fracción IV de artículo 4 de las BGOF que el Director General proponga, “a las áreas correspondientes del Consejo de la Judicatura Federal, los nombramientos de los servidores públicos a ocupar cargos directivos, operativos y técnicos del Instituto.” (BGOF, 2013) Por último, en las fracciones X y XI del artículo 4 de las BGOF, se establece la formulación de un informe mensual y anual de los asuntos en los que participa cada defensor, con dos propósitos, es decir, para hacerlo del conocimiento del Consejo de la Judicatura Federal y para el informe anual de labores del Instituto. (BGOF, 2013) De esta regulación se puede advertir que el CJF tiene facultades para intervenir en los nombramientos del personal directivo del IFDP principalmente del Director General, quien es el responsable de representar a la institución, diseñar la organización y funcionamiento del servicio de defensa publica, presentar propuestas del presupuesto, de asignación de recursos humanos, materiales y tecnológicos, de fijar los estándares de 55 actuación de la defensa, de supervisión y de evaluación, de relaciones públicas y de posicionamiento institucional. Las consecuencias que el IFDP dependa del poder judicial, se reflejan en la ausencia de facultades ejecutivas relacionadas con el presupuesto, que obstaculizan la conformación de áreas de investigación y de servicios periciales, la impartición uniforme y homogénea a nivel nacional de cursos de capacitación en materias relacionadas con el servicio y adecuadas para los defensores públicos, a través de la plataforma o página8 del IFDP, se sigue un diseño de organización similar a la del poder judicial, en la que se prefiere la asignación de defensores por instancia9, concediendo la posibilidad que la designación del defensor la realice la autoridad judicial de manera directa, sin respetar la voluntad del inculpado10 o bien, solicitar directamente al IFDP la designación correspondiente, se excluye un modelo de organización propio que beneficie al usuario y la conducción de un sistema de asignación de casos o la conformación de equipos especializados en determinados delitos o áreas, por ejemplo, defensores que den seguimiento a las denuncias de violación a los derechos humano. Además la pertenencia al poder judicial que a través de sus integrantes resuelven los casos en los que intervienen los defensores, puede generar desconfianza en los defendidos respecto de la actuación del defensor, ante el entendimiento que los defensores son empleados del poder judicial al concederle facultades para el nombramiento, y remoción de sus integrantes, por lo que además de ser independiente el IFDP debe parecerlo ante el escrutinio de la sociedad. En suma, la reserva de facultades al CJF, en la aprobación y ejecución del presupuesto del IFDP, en el pago de sueldo a sus integrantes, en el poder de designación, de sanción 8 En la actualidad el IFDP no imparte ningún curso virtual, los cursos que interesan a los defensores públicos se realizan en el plataforma virtual del Instituto de la Judicatura Federal, dependiente del CJF, que son diseñados propiamente para los funcionarios judiciales. Ver plataforma o página del IFDP. 9 Se pierde la continuidad en la defensa, y con ello, el seguimiento en el ofrecimiento y desahogo de pruebas, se pierde confianza en la defensa por el cambio en distintas etapas, ante la necesidad de solicitar al acusado reiterar los hechos, explicar su situación y la nueva estrategia de defensa en el proceso. 10 En la práctica, el juez al recibir la consignación en el auto de radicación designa al defensor público, sin hacer del conocimiento al inculpado el derecho que tiene de designar abogado de su confianza, hasta el momento en que se recaba la declaración preparatoria se le informa del derecho, en el caso de ausencia de un abogado particular se designa al público, sin permitir el tiempo suficiente para conocer del caso. 56 y remoción, son factores suficientes para demostrar la intervención del CJF, en la dirección del organismo y gestión del servicio, por tal motivo, no basta que la LFDP, señale la independencia técnica y operativa, y que el defensor público en el procedimiento penal cumpla con la defensa técnica y actué con observancia a las disposiciones legales. La idea de un servicio defensa publica integral y consolidado requiere de una posición institucional capaz de reflejar vitalidad y fuerza imprescindible para instalarse en el sentir de la sociedad ofreciendo cumplir con la protección de los derechos de los inculpados y contener la política represiva del Estado, no sólo en el ámbito del nuevo juicio penal adversarial, su actuación también debe incidir y contribuir en el diseño de del sistema de justicia penal y de política criminal evitando su irracionalidad, selectividad y de restricción de los derechos humanos. En este sentido, quien represente al IFDP, debe actuar con total libertad y autonomía, sin ninguna posibilidad de injerencia o presiones políticas (Schubert, 2010:20), para posicionar a la defensa pública como un derecho garante de los principios constitucionales y de los derechos humanos en el sistema de justicia penal. No se deja de lado, que en el Manual de Defensoría, se señala que. En efecto, resulta indispensable que la Defensoría cuente con independencia. Con ello no nos referimos a que su estructura deba necesariamente consistir en un organismo autónomo, sino a que un órgano que cumple una función tan importante para el equilibrio de todo el sistema, debe contar con la garantía de que sus decisiones serán independientes, aunque institucionalmente se encuentre ubicada en alguna rama del poder público.” (Binder, Cordero y Hartmann, 2005: párr. 65) Sin embargo, para hacer funcional la independencia del IFDP, se propone que además de garantizar los parámetros antes citados, respecto a la independencia en la propuesta, gestión y ejecución de su presupuesto, de la designación de los funcionarios, y del sistema disciplinario en el que se garantice el debido proceso y los derechos laborales, son necesarias algunas otras medidas, que en palabras del Ministro Arturo Zaldívar Lelo 57 de Larrea, aprovechen el potencial del IFDP, y dar un rol protagónico en la nueva constitucionalidad, “para lograr que no sólo sea una institución que brinde una defensa jurídica en asuntos federales con altos estándares de calidad, sino que también se convierta en un impulsor de criterios que propicien una mayor protección de los derechos de los más débiles.” (Zaldivar, 2014: 42). En el proyecto el Ministro propone además de la capacitación en temas prioritarios, la posibilidad de solicitar a la Suprema Corte el ejercicio de su facultad de atracción y la reasunción de competencia en asuntos destacados. (Zaldivar, 2014). En este sentido, con la reserva de un análisis más amplio en diversa investigación, sería oportuno que se le otorgara al IFDP, ejercer la acción de inconstitucionalidad de leyes relacionadas con el sistema de justicia penal y penitenciario, cuando estas represente violaciones a los derechos humanos de las personas relacionadas con el ámbito del derecho a la defensa y el debido proceso. Lo anterior tiene sentido, si se pretende dar un rol protagónico a la Defensoría Pública en el nuevo sistema de justicia penal y constitucional, concediéndole actuar en igualdad de armas con las que actúa el Ministerio Público, a quien se le facultad ejercer la acción de inconstitucionalidad, conforme se prevé en el artículo 105 fracción II inciso i) de la CPEUM. Esas medidas y la que se propone en el desarrollo de la investigación, de asumir el compromiso de impulsar y garantizar la representación de sus defendidos ante las instancias internacionales del SIDH, en defensa de los derechos humanos, tal como sucede en los casos de las Defensorías Públicas de Argentina y Guatemala, sin duda abonan en la independencia del IFDP. Otro parámetro de actuación del IFDP, es el rol protagónico en la discusión pública y legislativa de la política criminal y del sistema de justicia penal, incluyendo el sistema penitenciario, en el que se busque la protección del derecho a la defensa y de los 58 derechos humanos relacionados con la procuración y administración de justicia, ejemplo de esta actuación, es la Defensoría Pública de Guatemala. (Stalling, 2014) Estas medidas se sujetan a la demanda de derechos en el país y al grado de cumplimiento de las obligaciones derivadas del SIDH, e incidir en el sistema de justicia e impactar en el ejercicio de los derechos humanos relacionados con el debido proceso, con el acceso igualitario a la justicia, en la violación sistemática de derechos perpetrada por agencias policiacas y penitenciarias, en la competencia del fuero militar en los casos de delincuencia organizada. Con lo cual el IFDP adquiere un rol político, para lograr no solo abrir el debate en el escenario nacional, sino también internacional, “para alcanzar posiciones privilegiadas de diálogo con los gobiernos […], y para revertir las relaciones de fuerza, y alterar la dinámica de algunos procesos políticos. Ello en ocasiones ha facilitado la apertura de espacios de participación e incidencia social en la formulación e implementación de políticas, y en el desarrollo de reformas institucionales” (Abramovich, 2009: 14) Todo ello contribuye a fortalecer la independencia del IFDP, y prestar un servicio integral y de empoderamiento del servicio de la Defensa Pública, fortaleciendo su compromiso con la protección y promoción en la defensa de los derechos humanos en la nueva era constitucional. 2.1.2 Obligaciones y facultades del ejercicio del derecho de defensa penal. Ya se estableció que los objetivos de la LFDP y las BGOF, es regular la prestación del servicio de defensa pública en dos modalidades, la defensa penal y la asesoría jurídica, se estableció al IFDP para la organización y funcionamiento del servicio de defensa, la intervención que se concede al CJF en la designación del área directiva, del presupuesto, de recursos humanos y materiales. 59 Corresponde, ahora abordar las funciones técnicas o estándares de actuación que deben observar los defensores públicos en defensa penal para brindar una actuación integral y eficiente en al ámbito del proceso penal. Las primeras obligaciones que tienen los defensores públicos en el ámbito sustantivo se prevén en el artículo 6 de la LFDP, al indicar de forma genérica que la prestación del servicio es personal en la orientación, ejercicio y representación de los intereses y derechos jurídicos de los defendidos, para lo cual se harán valer acciones, excepciones, defensas, incidentes, recursos y cualquier trámite o gestión conforme a Derecho que resulte en una eficaz defensa, evitar en todo momento la indefensión, vigilar el respeto de las garantías individuales, y todas las demás que deriven de la naturaleza de las funciones y de las disposiciones legales aplicables. (LFDP, 2013) Esta regulación de obligaciones generales de la defensoría pública refleja que la persona a quien se va a representar y defender, es el centro de atención de la defensa pública, por tal razón el cumplimiento de las obligaciones del defensor constituyen un mínimo de actuación para la prestación del servicio eficiente, integral y de calidad, propósito que es congruente con el deber de adoptar todas las medidas adecuadas para contar con una defensa técnica que “actúe de manera diligente con el fin de proteger las garantías procesales del acusado y evitar así que sus derechos se vean lesionados” (Corte IDH, 2010a, párr. 155) También se prevén obligaciones específicas en cada una de las etapas en las que debe intervenir la defensa pública de conformidad con los artículos 11 al 12 bis de la LFDP, que consisten: 1) atender inmediatamente las solicitudes de defensa o asistencia jurídica que formule el indiciado, inculpado u adolescente, o las que haga el Ministerio Público o el juez; 2) solicitar la libertad caucional cuando proceda; 3) entrevistar al defendido para conocer la versión personal de los hechos, obtener pruebas y dar solidez a los argumentos que justifiquen su defensa, además de mantener informado al inculpado y 60 familiares de sus derechos conforme transcurre el proceso; 4) analizar las constancias que obren en el expediente o en la causa penal a fin de contar con elementos para la defensa; 5) el solicitar el no ejercicio de la acción penal; 6) asistir jurídicamente al defendido en el momento en que rinda su declaración y hacer valer su derechos y garantías, 7) hacer valer los medios que desvirtúen el tipo penal y la responsabilidad penal, ofreciendo pruebas, promoviendo los incidentes, recursos, alegatos y demás diligencias necesarias para una eficaz defensa; 8) la formulación de conclusiones y agravios, según sea el momento procesal; 9) vigilar el cumplimiento de las sentencias procurando la obtención de los beneficios penitenciarios conforme las disposiciones legales, y 10) realizar todas las promociones y diligencias necesarias para una defensa adecuada. En el artículo 13 de la LFDP, se dispone que los Defensores Públicos formularan denuncias por violaciones a los derechos humanos que provengan de cualquier autoridad que afectan la situación de su defendido, con el fin de hacer cesar la violación, prevenir su repetición y en su caso la sanción. (LFDP, 2013) En las BGOF, con mayor precisión se regulan las obligaciones que debe realizar el defensor público en cada una de las etapas en que interviene para dar mayor atención y efectividad al servicio que otorga el IFDP, al establecer en el artículo 1 que “entre su objeto se comprende el normar los servicios de defensoría pública.” (BGOF, 2013) Con ese propósito se establece en los artículos 14 al 16 de las BGOF, las primeras obligaciones a las que debe sujetarse el defensor público, que se refieren a la disponibilidad de ejercer el servicio en tiempo completo con apego a los principios de respeto, diligencia, prudencia, lealtad, economía procesal, y atender las disposiciones en materia administrativa y la incompatibilidad con el patrocinio particular. (BGOF, 2013) 61 En los artículos del 21 al 27 de las BGOF se reiteran las obligaciones que se señalan en el artículo 11 y 12 de la LFDF, que regulan la defensa penal en la averiguación previa y en los órganos jurisdiccionales, entre ellas, destaca que en cualquiera de las etapas del procedimiento penal el defensor público debe promover el juicio de amparo cuando lo estime pertinente, lo que hará del conocimiento y de la aceptación de su representado. (BGOF, 2013) En la fracción VII del artículo 25 de la LFDP, se regula la actuación del defensor en la etapa de ejecución de penas en la que deberá promover los medios de defensa necesarios para la obtención de la libertad anticipada de los sentenciados, incidentes de concesión de condena condicional, sustitutivos penales, traslación del tipo, adecuación de pena o extinción de la sanción penal. (LFDP, 2013) También se señala que en cada una de las fases en que interviene el defensor público debe mantener comunicación constante con su defendido y en el caso de encontrarse detenido o arraigado debe practicar la visita inicial u ordinaria en los centros de reclusión como en los centros de arraigo en que se encuentre, ello conforme lo señala el artículo 28 de las BGOF. En el conjunto de disposiciones citadas del IFDP, se regula el mínimo de actuación que deben satisfacer los defensores en representación de sus defendidos. Empieza con la información que de primera mano aporta el defendido que es el principal interesado en que se desvirtué la acusación, marcando el inicio de la intervención del defensor para investigar y analizar los hechos motivo de la acusación, informar y acompañar al inculpado durante la averiguación previa y el proceso, aportar pruebas que desvirtúen los hechos o encontrar las debilidades del órgano de persecución, fallas durante la investigación o violaciones a los derechos en el desarrollo del proceso, en la emisión de la sentencia y ejecución de la pena, las que deberá combatir hasta agotar el amparo. 62 Se hace notar que las obligaciones del defensor público en las diversas etapas del procedimiento penal y de ejecución de penas, coincide con el estándar de actuación que señala el SIDH, al precisar el comienzo y duración del derecho a la defensa, el cual debe ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un hecho punible y finaliza, en su caso, hasta la etapa de ejecución de la pena. (Corte IDH, 2009b y 2010a) En congruencia con lo anterior, el defensor público tiene la obligación de atender inmediatamente las solicitudes de defensa o asistencia jurídica que formule el indiciado, inculpado u adolescente, o las que haga el Ministerio Público o el juez, con ello se procura que la asistencia letrada sea oportuna (Corte IDH, 2005c y 2004b), para hacer valer los medios que desvirtúen el tipo penal y la responsabilidad penal, ofreciendo pruebas, promoviendo los incidentes, recursos, alegatos y demás medios adecuados para una defensa eficaz, conforme lo prevén los estándares internacionales en el artículo 8 de la CADH, de lo contrario no podría servir a su encomienda ni cumplir las exigencias del debido proceso y defensa adecuada. También la obligación que tiene el defensor de mantener comunicación constante con su defendido en los centros de reclusión como en los centros de arraigo en que se encuentre, esto acorde con la obligación que se impone a las autoridades de facilitar oportunidades, tiempo e “instalaciones adecuadas para recibir visitas de un abogado, entrevistarse con él y consultarle, sin demora, interferencia ni censura y en forma plenamente confidencial.” (Corte IDH, 2004a, párr. 166) Como podemos ver el andamiaje jurídico que regula el servicio de defensa pública federal, señala obligaciones a cargo del defensor que coinciden con los estándares de actuación que señala el SIDH, principalmente al disponer en el artículo 1 de la LFDP, que su objeto es regular el servicio defensa pública a fin de garantizar el derecho a la defensa en materia penal y el acceso a la justicia. Regulación que se complementa con el 63 contenido del artículo 6 de la propia ley, que obliga al defensor público hacer valer todas las acciones o gestiones que resulten necesarias para una eficaz defensa, evitando la indefensión y procurando el respeto de las garantías individuales y las que deriven de la propia naturaleza de sus funciones y disposiciones aplicables. Relacionado con las anteriores obligaciones que deben cumplir en su actuación los defensores públicos federales, no se deben de olvidar la ya mencionadas obligaciones que derivan del artículo 8.2.e) de la CADH y 1 y 17 de la CPEUM en materia de derechos humanos, que también obligan a las Defensorías Públicas de las diferentes entidades federativas del país, quienes en la prestación del servicio de defensa pública deben salvaguardar los principio constitucionales y los derechos humanos, previstos en la CPEUM, como en los ordenamientos internos de las entidades federativas de los que forman parte. Si bien es importante hacer notar que existen diferencias que caracterizan el funcionamiento del IFDP, en comparación con el de las Defensorías Públicas de las entidades federativas, respecto a la satisfacción de su necesidades básicas, continuidad y calidad del servicio, en la ausencia de marcos normativos acordes con el nuevo sistema de justicia penal y en materia de derechos humanos, de salarios dignos y profesionales, de servicio civil de carrera y de una capacitación constante que consolide el servicio que les permita intervenir en el sistema de justicia en igualdad de armas con el Ministerio Público. (Torres, s/a) También es cierto que en otros aspectos comparten las mismas debilidades, como el depender del órgano en el que se encuentra adscritas, al que se le reconocen facultades para designar a los titulares de las Defensorías y su dependencia presupuestaria. Motivo por el que se ha propuesto la necesidad de su autonomía, no obstante que algunas ya gozan de esta característica, como sucede con la Defensoría Pública del Estado de Nuevo León y Estado de México, otras dependen del poder ejecutivo, el ejemplo, es la 64 del Distrito Federal, en otras, dependen del Poder Judicial, es el caso de la de Oaxaca, y Veracruz entre otras más. (Torres, s/a) Sin embargo, con independencia del contenido de las disposiciones que regulan su desempeño y funcionamiento, todas tienen la obligación de cumplir con los imperativos constitucionales y las relacionadas en materia de derechos humanos sujetando su actuar a los estándares internacionales. 2.1.3 Obligaciones constitucionales en materia de derechos humanos. Ahora bien, para lograr brindar una máxima protección de las garantías individuales y derechos fundamentales de las personas, el artículo 1 de la CPEUM, constitucionaliza los tratados de derechos humanos, integrando el denominado bloque de constitucionalidad (Uprimmy, 2008) en materia de derechos humanos de los que debe gozar toda persona y estableciendo las obligaciones de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos establecidos. Dentro de los derechos que se erigen en el SIDH y que se incorporan a la CPEUM, por conducto del bloque de constitucionalidad, se refiere a la defensa pública del acusado en un procedimiento penal para el acceso a la justicia, que deriva del artículo 8.2.e. de la CADH, que contempla: “(t)oda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: […] e) Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiera por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo de ley”. (OEA, 1969) Por tanto, el reconocimiento constitucional de los derechos humanos derivados del DIDH, y en el sistema regional principalmente de la CADH, emanan obligaciones que señala el artículo 1 de la Convención, de respetar y garantizar el pleno y libre ejercicio de los derechos y libertades de todas las personas sujetas a su jurisdicción, sin discriminación alguna. Disposición que se integra con el artículo 2 de la propia 65 Convención, al exigir a las autoridades correspondientes el adoptar las disposiciones necesarias para garantizar los derechos y libertades. El mencionado marco normativo proporciona el fundamento para garantizar la participación del defensor público en los litigios internacionales ante el SIDH, para aquellas personas que carecen de los recursos para recurrir a los mecanismos del sistema, tema que ha sido analizado por la Corte IDH en su informe anual, al mostrar interés a esta situación, ha resuelto que: (…) para la efectiva defensa de los derechos humanos y la consolidación del Estado de Derecho es necesario, entre otros, que se asegure a todas las personas las condiciones necesarias para que puedan acceder a la justicia tanto nacional como internacional y hacer valer efectivamente los derechos y libertades. El proveer asistencia legal a aquellas personas que carecen de recursos económicos o que carecen de presentación legal evita, por un lado, que se produzca una discriminación en lo que respecta al acceso a la justicia, al no hacer depender ésta de la posición económica del justiciable y, por otro lado, permite una técnica y adecuada defensa enjuicio. (Corte IDH, 2010: 18) En consecuencia las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos y libertades, como el adoptar las medidas para su disfrute, con las que se compromete un Estado para dar plena vigencia a los derechos contemplados en la CADH constituyen el fundamento que debe observar el defensor público para extender su intervención en el SIDH, al ser el sistema regional de salvaguarda de los derechos humanos, ante el cual se debe velar y procurar reintegrar los derechos vulnerados en el sistema penal que no se logren resarcir en el ámbito doméstico. Este propósito es congruente con la encomienda que García Ramírez, hace a los defensores públicos de intervenir en el SIDH que “le abre sus puertas para lograr el acceso a la justicia de personas asistidas y poyadas por defensores públicos.” (García, 2008: 328). Además, señala que para la adecuada protección y garantía del ejercicio de defensa desde la detención y hasta la ejecución de la pena, “al presentarse violaciones de 66 derechos humanos que no sean restituidos por la jurisdicción nacional, el defensor público debe explorar la vía de la jurisdicción internacional y con ello procurar el pleno acceso de los derechos de los que debe gozar todo inculpado.” (García, 2009: 520) Por tanto, no sería suficiente que la actuación del defensor se limita a la etapa previa, durante y después del proceso en el ámbito nacional y culmine con la formulación del juicio de amparo si al resolverse persiste la violación de los derechos, su naturaleza exige que su función sea constante y continua hasta el SIDH, al ser un mecanismo alternativo para la efectiva protección y garantía de los derechos en los casos que persistan violaciones al debido proceso, a la igualdad, a la seguridad jurídica, a la libertad y a la integridad personal. Por consiguiente considero que al marco regulatorio de las obligaciones y facultades que tienen los defensores públicos en defensa penal. también se integran las obligaciones y derechos que contempla la CADH, entre los que se encuentra el derecho de defensa proporcionada por el Estado o defensa publica, que prevé el artículo 8.2.e), que por disposición del artículo 1 de la CPEUM, constituyen un solo cuerpo legal en materia de derechos humanos que tiene como objetivo garantizar la defensa integral de los usuarios y en específico de las personas que se encuentran en estado de vulnerabilidad para el respeto de sus derechos en el sistema penal. Es una responsabilidad que debe cumplir el defensor público como el IFDP a quien le corresponde proveer las herramientas necesarias para que el defensor preste una defensa adecuada sin discriminación que le den la oportunidad de continuar con la defensa de los derechos hasta el litigio estratégico en el SIDH, evitando la indefensión cuando el ámbito doméstico no proporcione adecuada solución. Establecidas las obligaciones que tiene el defensor público penal federal, en sede nacional como internacional en la defensa integral de los derechos humanos del acusado, conviene analizar hasta donde el IFDP, tiene la fortaleza o el desafío de proporcionar las 67 medios necesarios para que cumplir con la obligación de garantizar el ejercicio de la defensa ante el SIDH, y maximizar la protección de los derechos humanos. 2.2 Fortalezas del Instituto Federal de Defensoría Pública. Es importante resaltar la capacidad y cobertura operativa de los servicios de defensa, para tener conocimiento hasta donde y en qué medida garantiza el servicio de defensa pública el IFDP. En el informe anual de labores del IFDP 2012-2013, de fecha junio 2013, se indica la capacidad operativa en cada una de las fases del procedimiento penal en que intervienen los defensores públicos, en las cuales resultó: En materia de defensa penal en averiguación previa se proporcionaron 49,351 servicios de defensa penal, se asistieron en diligencias ministeriales a 3,617 personas, se realizaron 64,736 entrevistas a defendidos y asistidos, y promovieron 601 juicios de amparo. (IFDP, 2013) En materia de defensa en los órganos jurisdiccionales; los defensores actúan en dos instancias, en la primera se refiere a los servicios de defensa penal que se da en los Juzgados de Distrito en materia penal, en los cuales se asumió la defensa de 40,117 inculpados, en relación a los cuales promovieron 2,173 juicios de amparo y se realizaron 157,088 visitas a defendidos, en la segunda Instancia ante los Tribunales Unitarios de Circuito, se brindó la defensa de 43,419 inculpados y sentenciados, promovieron 5,041 juicios de amparo y realizaron 69,090 visitas carcelarias. Por último se aprecia que el servicio de defensa proporcionado en la etapa de ejecución de sentencias en tres Juzgados de Distrito Especializados en Ejecución de Penas, fue de 5,723 servicios de defensa. (IFDP, 2013) 68 En materia de defensa de personas pertenecientes a comunidades y pueblos indígenas, se conformó un cuerpo de 23 defensores públicos federales que en su conjunto hablan 20 lenguas indígenas que proporcionaron la defensa a 1,933 indígenas en toda la República. Además se asumió el compromiso de garantizar la defensa integral con perspectiva de género de las mujeres indígenas que enfrentan procesos penales federales. (IFDP, 2013) En materia de violaciones a los derechos humanos los defensores públicos presentaron un total de 1,715 denuncias y quejas por presuntas violaciones a derechos humanos, de las cuales 611 se presentaron ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1,049 ante las Comisiones Estatales de Derechos Humanos, 281 ante la Subprocuraduría de Derechos Humanos de la PGR. (IFDP, 2013) En este rubro no se proporcionó dato sobre los derechos vulnerados, autoridad responsable de la violación y resultados de las quejas y denuncias. En el informe se resume el número de intervenciones que tuvieron los defensores en cada una de las fases anteriores, de las que se aprecia que el número total de defensores fue de 783, quienes realizaron la defensa o asistencia en 142,227 asuntos, promovieron 7,815 juicios de amparo, realizaron 64,736 entrevistas, y practicaron 225,178 visitas carcelarias. Para tener una idea clara del crecimiento constante y permanente del servicio de defensa en relación con el número de defensores públicos, el porcentaje de la plantilla y el promedio de productividad en los casos en los que intervienen los defensores públicos, el esquema elaborado por la Auditoria Superior de la Federación en el periodo del 2008 al 2012 al IFDP, se aprecia lo siguiente: 69 Tabla 2, PRODUCTIVIDAD DE LOS DEFESORES PUBLICOS 2008-201211 Año Etapa Procesal 2008 TOTAL Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias 2009 TOTAL Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias 2010 TOTAL Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias 2011 TOTAL Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias 2012 TOTAL Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias TOTAL DEL PERIODO Averiguación Previa Primera Instancia Segunda Instancia Otras instancias TMCA (%) Serv. Def. Penal TMCA (%) Av. Servicios de Defensa Penal (a) Part./ Total de servicios (%) Plantilla de personal (b) Part./Total plantilla (%) Promedio de Productividad1/ c=(a)/(b) 143,507 73,656 100.0 51.3 749 283 100.0 37.8 192 260 31,634 38,217 22.0 26.7 159,403 80,143 100.0 50.3 137 301 28 757 280 18.3 40.2 3.7 100.0 37.0 231 127 n. a. 211 286 36,841 42,419 23.1 26.6 173,358 80,347 100.0 46.3 139 308 30 762 281 18.4 40.7 3.9 100.0 36.9 265 138 n. a 228 286 45,913 47,098 26.5 27.2 170,049 75,294 100.0 44.3 144 322 15 772 254 18.9 42.3 1.9 100.0 32.9 319 146 n. a. 220 296 48,435 46,320 28.5 27.2 159,882 61,679 100.0 38.6 152 348 18 784 247 19.7 45.1 2.3 100.0 31.5 319 133 n. a 204 250 51,731 46,472 32.4 29.1 806,199 100.0 160 366 11 765 20.4 46.7 1.4 100.0 323 127 n. a. 211 371,119 46.0 269 35.2 275 214,554 220,526 26.6 27.3 147 329 20 19.1 43.0 2.7 291 134 n. a. 2.7 1.1 1.5 (4.3) (3.3) (0.9) 13.0 3.9 8.7 5.0 5.0 0.0 2/ Previa TMCA (%) 1ª instancia TMCA (%) 2ª instancia Ahora bien de la información proporcionada en el Informe Anual de Labores del IFDP 2012-213, se advierte la capacidad operativa del IFDP, en las diferentes instancias en 11 FUENTE: Elaborado por la ASF con información proporcionada por el Instituto Federal de Defensoría Pública mediante el oficio núm. UAO/08851/2013 del 2 de septiembre de 2013. 1/ Se entiende como el promedio de casos atendidos por cada defensor público en el año. TMCA Tasa Media de Crecimiento Anual: = ��( )( )�14−1�∗100 n.a. No aplica. 70 que interviene, en la representación de comunidades y pueblos indígenas considerados como grupo vulnerable, en especial las mujeres indígenas, y en la denuncia de conductas que vulneran derechos humanos. Asimismo en el esquema de productividad se ilustra el crecimiento de los servicios de defensa pública y del personal operativo del IFDP, para poder hacer frente a la creciente demanda del servicio. Los anteriores datos demuestran la necesidad de impulsar con mayor solidez el sistema de defensa, para cubrir el servicio a mayor número de personas y grupos en situación de vulnerabilidad, sin que la mayor demanda y cobertura del servicio afecte los avances que se han dado para fortalecer la defensa pública en: 1) la gratuidad en el servicio público; 2) la independencia técnica y operativa; 3) los estándares de actuación del defensor que se regulan a través de obligaciones que deben cumplirse en las distintas etapas en la que se presta el servicio; 4) los mecanismos de supervisión y evaluación para controlar y vigilar la actuación de los defensores públicos en sus funciones sustantivas y administrativa; 5) el servicio civil de carrera, 6) las causas de responsabilidad administrativa; 8) la promoción de la defensa de grupos indígenas considerado como grupo vulnerable; 9) la defensa de las mujeres indígenas conforme a la perspectiva de género; y 10) el compromiso con la defensa de los derechos humanos. Estos factores contribuyen sin duda en la actualidad a revertir la visión que se tiene del defensor de oficio o público, carente de control de calidad e institucionalidad, que presta el servicio de defensa de manera formal, preocupados más por la presencia en las diligencias e incluso sin conocer a sus defendidos, sin estudiar y preparar los casos, especialmente ante la falta de presentación de pruebas, debilidad en el desahogo de interrogatorios, deficiencia en los alegatos y recursos, que velen por el debido proceso, subordinándose al modelo de organización judicial, percibiendo al defensor como un funcionario judicial más, sin carrera dentro de la Defensa Pública que prefiere buscar ocupar cargos de jueces y no ejercer como una abogado litigante que defienda los intereses del inculpado, (Binder, Cordero y Hartmann, 2005). 71 La situación que se agrava si no existe organización que controle la actuación de los defensores y las cargas de trabajo, además de la ausencia de financiamiento suficiente para afrontar su constante crecimiento y organización. Si bien es cierto, esa era la visión generalizada de la defensoría pública, es importante aclarar que respecto de la competencia federal se ha progresado bastante en la cobertura y calidad del servicio, sin negar que existen rubros que la realidad social demanda en extensión y calidad del servicio. Sin embargo a diferencia de las defensorías estatales las cuales presentan varias deficiencias a las que ya me he referido y de las cuales se formuló el Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en México, elaborado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en nuestro país, al evaluar a las defensorías públicas locales, refirió: En general, en las entidades federativas las defensorías funcionan de manera muy deficiente. Cuentan con muy poco personal, extraordinariamente mal pagado y con excesivas cargas de trabajo. Es un hecho de conocimiento público que muchas veces los abogados de oficio se presentan solamente a firmar las diligencias a las que ni siquiera han asistido, su actuación no constituye una verdadera defensa del procesado o procesada, sino una formalidad que se debe cumplir, pero sin ningún contenido real. En raras ocasiones interponen algún recurso y se limitan a hacer lo mínimo. Se puede afirmar que la mayoría de la gente pobre que se ve obligada a recurrir a la defensoría de oficio no tiene defensa en un juicio penal. (OACNUDH, 2004: pág. 13) Es innegable que hay mucho por hacer en el ámbito de la defensa publica, para superar las deficiencias, principalmente en el ámbito estatal, por esa razón se proponen algunos puntos para mejorar el servicio público que deben ser asumidos por las defensorías federales y estatales. 2.3 Desafíos para mejorar el servicio de defensa Pública No obstante los avances obtenidos que dan solidez al sistema de Defensa Pública Federal, existen alguno problemas o debilidades que constituyen desafíos importantes 72 para la organización del IFDP, de los que mencionare solo los que deben ser solucionados para lograr la defensa integral en el sistema penal y los que permitan la actuación de la defensa pública en el SIDH, que requieren la provisión de la estructura y los recursos necesarios para que el nivel operativo preste el servicio de defensa en condiciones de calidad. 2.3.1 Área de investigación. El primer desafío es obtener la estructura capaz de generar investigación y exploración de los hechos que apoye en el planteamiento de la estrategia de defensa o en la teoría del caso, necesidad que no ha sido satisfecha, al no obrar dato alguno en el Informe Anual de Labores del IFDP del 2012- 2013, de la gestión o funcionamiento de una área de investigación. “Una defensa que no investiga no prueba y por tanto no defiende.” (Binder, Cordero y Hartmann, 2005: 42) Es indispensable dotar a la defensa con los recursos y la estructura necesaria para investigar en dos áreas, la de campo, que consiste en realizar indagaciones en el lugar de los hechos para desvirtuar la acusación del fiscal; y la científica que se refiere al área de la criminalística desarrollada propiamente por peritos expertos en la ciencia. Esto es de suma importancia para las personas con escasos recursos que ameritan que sus casos se investiguen y tengan la misma posibilidad de la autoridad investigadora de demostrar su postura, lo cual hace necesario que se contraten expertos con recursos públicos. En este punto, destaca el Informe de la Relatora Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados, en su misión a México, quien considera que para garantizar el principio de igualdad de armas en materia penal, se debe fortalecer la “infraestructura de las defensorías de oficio a través, por ejemplo, de la asignación de recursos adecuados tanto humanos como financieros y la dotación de una instancia propia de investigación y servicios periciales autónomos.” (CDH, 2011: párr. 73) 73 2.3.2 Trabajo en equipo. El trabajo en equipo es otro desafío para mejorar la defensa, cada defensor trabaja de forma aislada, no es normal que “se compartan experiencia para el tratamiento de los asuntos que permitan a los defensores realizar una acción común en el manejo de los casos que les permita desenvolverse con confianza y obtener resultados uniformes,” (Binder, Cordero y Hartmann, 2005: 42) para su logro es recomendable promover reuniones frecuentes de los defensores, para establecer estrategia de defensa comunes, medidas de investigación, acciones de juicios de constitucionalidad en contra de leyes y normas, discusión de casos importantes etc., que tengan por efecto obtener resultados favorables para la defensa y trascienda al sistema de justicia penal. La ventaja del trabajo en equipo ayuda a la definición de tareas concretas y organización del trabajo que se verán reflejadas sin duda en la calidad del servicio, inclusive en la realización de acciones en conjunto que procuren eliminar los actos de las autoridades que de forma reiterada vulneran los derechos humanos y el debido proceso. 2.3.3 Unidades de defensores especializados Otro desafío que actualmente presenta la defensa pública es conformar defensores expertos o “especializados por tipo de delito o por casos que requieran algún tipo metodología especial12 para grupos vulnerables”, (Binder, Cordero y Hartmann, 2005: 42) de justicia para adolescentes, de privados de la libertad o ejecución de penas, de comunidades y grupos indígenas, a los que ya me referí, y que se encuentra en integración en el IFDP, o de expertos en la defensa de los derechos humanos en el SIDH, atendiendo a la propuesta que formuló el Doctor Eduardo Ferrer Mac Gregor Poisot al IFDP, para gestionar ante el CJF la autorización para que defensores públicos federales pudieran participar en asuntos ante la Corte IDH. (IFDP, 2013) 12 Por ejemplo la perspectiva de interculturalidad en materia de comunidades indígenas, la perspectiva de género en el caso de los roles de la mujer en la sociedad, que genera discriminación y asimetrías de poder. 74 Esto último es de suma importancia para la defensa de los derechos humanos, ya que permitiría dar seguimiento a las denuncias realizadas ante los organismos nacionales y conocer los actos, autoridades y resultados de las denuncias por vulneración de los derechos humanos, y cuál de estos presenta una constante de violación en el sistema de justicia penal. También impulsaría la formulación de denuncias por violación de derechos humanos en la CIDH, y dar seguimiento a la Corte IDH, para lograr resarcir los derechos humanos vulnerados que persisten en el sistema de justicia penal en detrimento de los inculpados. Otros aspecto que requiere ser consolidado y que debe ser una constante en la prestación del servicio de defensa pública se refiere a la confianza que genera para el representado el que la actuación del defensor no tendrá mayor interés que la defensa de sus derechos en un juicio justo, procurando la continuidad en el planteamiento de defensa de los intereses y derechos vulnerado desde el inicio de su actuación hasta el SIDH. 2.3.4 El defensor de confianza. Una de las obligaciones que tienen los Estados respecto del derecho de defensa es el otorgar este servicio cuando la persona no pueda obtenerlo, por esa razón, la asistencia de la defensa pública tiene el carácter de subsidiaria. Siendo la primera opción la de permitir que la persona se defienda a través del defensor de su elección y, solo en el caso de no poderlo hacer o no querer ejercer ese derecho, el Estado tiene la obligación de proporcionarle la asistencia pública y gratuita, imperativo que se refleja en el inciso e) del artículo 8.2, de la CADH. (OEA, 1969) Lo cual implica que en el SIDH los Estados se obligan a designar al defensor público cuando las personas no puedan hacer la designación de un abogado de confianza. 75 También la CPEUM, establece en el apartado B, fracción VIII del artículo 20 que el imputado: “(t)endrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente…”. (CPEUM, 2014). Respecto a la LFDP, el artículo 10 contempla la designación del defensor para el adolescente, indiciado, inculpado, y sentenciado, de acuerdo con las etapas en que sea necesaria la representación. (LFDP, 2013). Ambas disposiciones coinciden en reconocer que el derecho a la defensa es un derecho que corresponde a las personas y una de las manifestaciones principales es la de contar con un abogado de confianza. Esto es relevante, porque cuando el imputado no puede conseguir por sí mismo ese defensor, el Estado tiene el deber de procurarle uno de forma gratuita. Sin que ello signifique deficiencia en el ejercicio del derecho a la defensa, de por sí afectado por la imposibilidad de procurar uno por sus propios medios. Por ese motivo la designación del defensor estatal debe generar en su actuación una relación de confianza como parte esencial del derecho a la defensa. En el Manual de Defensoría Penal Pública para América Latina y el Caribe (Manual de Defensoría), elaborado por Centro de Estudio de Justicia de las Américas, constituye una guía para fortalecer el sistema de defensa pública. (Binder, Cordero y Hartmann, 2005) Dentro de los diversos datos que analiza entre ello se refiere a la importancia que debe tener la relación entre el defendido y su defensor, al referir que: (L)a relación de confianza entre el defendido y su abogado defensor, conlleva el compromiso de que el defensor no tendrá ningún otro interés superior que el propio interés de su defendido, que genere suficiente confianza para que pueda expresar ante él sus intereses y su versión de los hechos sin temores. Por eso el derecho a un defensor técnico debe ser entendido siempre como el derecho a un defensor de confianza. (2005: 10) Relacionado con el defensor de confianza se encuentra el principio de continuidad en la defensa, que sugiere que el defensor que asume la defensa debe ser el que continúe en el desarrollo de todo el proceso hasta obtener una defensa satisfactoria al interés del procesado y ello conlleva que debe ser partícipe de agotar el litigio ante el SIDH. 76 2.3.5 Continuidad en la defensa penal Este principio encuentra su expresión en los artículos 23, fracción III, 26, fracción VI, y 27 fracción I, de las BGOF, que se refieren a la coordinación y continuidad que sugieren seguir con el conocimiento del caso y con la defensa adecuada, y de ser conveniente con la estrategia que se planteó inicialmente por ser las más apropiada para la defensa. (BGOF, 2013) En el informe del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (CDH), respecto de la visita a México, en su párrafo 56 se señala que: (…) las circunstancias que dificultan una defensa adecuada es el sistema de diferentes defensores en cada fase del procedimiento penal. […h]ay una especialidad por etapas, pero también una discontinuidad grave que hace que el defensor posterior no tome conocimiento personal de la primera etapa y de las posibles arbitrariedades; simplemente acumula lo escrito y no puede ejercer una defensa cabal del detenido.(CDH, 2002:18). Este principio debe entenderse, como la continuidad en la identidad del defensor técnico, que consiste en que el defensor público que se le asigna al imputado y acepta el cargo de la defensa técnica en el caso concreto, es quien debe acompañarlo, asesorarlo y actuar a lo largo del proceso. (CSJCR, 2007) De lo señalado anteriormente puede concluirse que la garantía de defensa adecuada, es vulnerada cuando existe un continuo cambio de defensores en el periodo probatorio que impide el conocimiento integro del asunto y mengua el derecho de ofrecer pruebas oportunamente. (SCJN, 2007b) Por tanto, el principio de continuidad en la defensa implica una relación personal del servicio que se crea entre el defensor y su representado, lo cual genera confianza y seguridad jurídica de que la actuación del defensor será constante para procurar la 77 uniformidad en la estrategia de defensa acordada inicialmente con el inculpado, y que podría variar en su perjuicio al sustituir al defensor. Queda claro que el superar los desafíos señalados en éste epígrafe tiene suma trascendencia para cumplir con el derecho de defensa en materia penal y garantizar el acceso a la justicia, representado y protegiendo en todo tiempo los intereses y derechos jurídicos de los defendidos. Evitar en todo momento la indefensión, al ser una función que deriva de la naturaleza de la defensa, y ello comprende la posibilidad de ejercer el acceso a la justicia de los órganos del SIDH cuando no hayan sido suficientemente satisfechos los derechos de los defendidos, actuado como defensores en representación de las víctimas. Lo anterior contribuye a conformar una Defensoría integral, eficiente y multidisciplinaria con roles y funciones diferenciadas que contribuyan a fortalecer el sistema de justicia penal y mejorar la calidad del servicio a los defendidos. Sin embargo existe un elemento importante y necesario para la consolidación integral de la Defensa Pública, que es el de la autonomía institucional, al que se identifica con mayor independencia funcional y con fuerte disponibilidad presupuestaria para satisfacer la creciente demanda del servicio en las diferentes áreas y procedimientos en los que se requiere la intervención del defensor público. 2.3.6 La autonomía institucional de la Defensoría Pública. Se ha propuesto en el SIDH la autonomía de la Defensa Pública como un aspecto esencial para el fortalecimiento del acceso a la justicia y la consolidación de la democracia. Así, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (AGOEA), mediante la Resolución 2656 (XLI-O/11) aprobada el 7 de junio de 2011, recomendó “… a los Estados Miembros que ya cuentan con el servicio de asistencia 78 letrada gratuita que adopten acciones tendientes a que los Defensores Públicos Oficiales gocen de independencia y autonomía funcional”. (OEA, 2011: párr. 4) También la AGOEA, en la resolución AG/RES. 2801 (XLIII-O/13), titulada, “Hacia la Autonomía de la Defensa Pública Oficial como Garantía de Acceso a la Justicia”, aprobada el 5 de junio de 2013, reiteró “una vez más a los Estados Miembros que ya cuentan con el servicio de asistencia letrada gratuita que adopten acciones tendientes a que los defensores públicos oficiales gocen de independencia, autonomía funcional, financiera y/o presupuestaria y técnica”. (OEA, 2013: párr. 4) Además en razón de lo anterior destacó: (…) la importancia de la independencia, autonomía funcional, financiera y/o presupuestaria, de la defensa pública oficial, como parte de los esfuerzos de los Estados Miembros para garantizar un servicio público eficiente, libre de injerencias y controles indebidos por parte de otros poderes del Estado que afecten su autonomía funcional y cuyo mandato sea el interés de su defendido o defendida. (OEA, 2013, párr.5) Por tanto, el nuevo rol requiere una institución fuerte con disponibilidad presupuestaria y suficientes recursos para que los defensores públicos puedan responder en el plano operativo con igualdad de armas y unidad de actuación a favor del interés del asistido, y dispuestos a abandonar la tolerancia de conductas que convalidan las injusticias y violaciones que las estructuras del sistema y del mismo Poder Judicial genera en perjuicio de los más vulnerables. Sin embargo, no todos comparten la tendencia de constituir una institución de defensa autónoma. Hay quien se oponen y consideran que para que funcione el sistema es suficiente el carácter de independencia funcional y operativa, y que al ser una función pública basta regular su organización y funcionalidad en aras de enfrentar el procedimiento penal. (Vargas, 2010) 79 En el caso de la Defensoría Publica en México, se dan tres razones para conservar su ubicación en el CJF, la primera, considera que la defensa publica al estar vinculada con el acceso a la justicia, la legalidad y la constitucionalidad, su permanencia en la judicatura es lo más cercano a las garantías constitucionales que se deben satisfacer al individuo; la segunda, se refiere a la regulación del servicio, organización y estructura que constituyen la mejor garantía de la independencia, y tercero, se refiera a los inconvenientes de confundir su naturaleza de acceso a la justicia con una encomienda política. (Esquinca, s/a) Esa postura se refrenda en el artículo 3 de la LFDP, ya señalado, que refiere la independencia técnica y operativa del IFDP, al considerar suficiente la regulación del servicio de defensa pública con el objeto de representar a las personas en el procedimiento penal para la defensa de sus derechos sin importar la adscripción del servicio a cualquiera de los Poderes del Estado. Diferente posición es la de Soledad Alvear, quien señala, que: (…) no basta que dicha independencia se logre porque la autoridad judicial o política se abstenga de perturbar o impedir el ejercicio de la defensa, sino que es necesario que las normas jurídicas que organizan y confieren las potestades públicas, impidan tal intervención, por lo que se ha propuesto como razón práctica una defensoría autónoma, sin vínculo con el Poder Ejecutivo o Judicial que permite que la defensa cumpla con el objetivo de velar por el respeto de los derechos de las personas y mientras más independiente sea en esa tarea, mejor será el concepto que habrá sobre un sistema que descansa sobre el valor de la justicia y no sólo en el castigo, con la precisión de que independencia y autonomía no significan lo mismo. (Alvear, 2010: 6). En nuestro caso, si bien el marco normativo garantiza la independencia técnica y operativa de la Defensa Pública Federal respecto de las funciones de los defensores públicos que ejercen con vocación, entrega y esmero, defendiendo sin formalismos, controlando el abuso de poder desde la administración de justicia penal por medio de la observancia de los principios constitucionales y de respeto a los derechos humanos, y procurando la correcta fundamentación de las decisiones y resoluciones judiciales, el 80 correcto uso de la prisión preventiva, el respeto a los plazos procesales, el desahogo y valoración de la prueba legítima y todas aquellas condiciones que forman parte del ejercicio del derecho a la defensa en juicio, desde una tarea técnica oportuna, permanente y eficaz. Por tanto, su actuación debe ser preservada de la intervención de cualquier poder al momento de combatir o denunciar malas prácticas o interpretaciones erróneas por parte de los miembros de los órganos jurisdiccionales que menoscaben o nulifiquen derechos de los defendidos, con lo cual puede quedar cuestionada la independencia del IFDP, ante la sospecha de compromiso con los órganos jurisdiccionales. En razón de lo anterior, el gozar de autonomía favorece la solidez y la independencia funcional, se gestionan de forma directa los recursos necesarios para un adecuado funcionamiento de las nuevas necesidades, obteniendo autonomía financiera y presupuestaría para organizar sin ninguna injerencia la prestación del servicio y su crecimiento en áreas incipientes como la de consolidar defensores especializados en el sistema de justicia penal adversarial y en materia de los derechos humanos para lograr la obtención de un juicio justo. De esta manera el IFDP tendría facultades exclusivas para decidir los recursos que necesita, en dónde y cómo los aplica sin perder de vista que su mandato es la salvaguarda de los interés de los defendidos. También favorecería la obtención de recursos, para actuar en igualdad de armas y estar en posibilidad de brindar un servicio eficiente, y de calidad para consolidar el servicio de defensa pública y cumplir con el propósito que Luigi Ferrajoli, le asigna a la defensoría pública: (…) para que la contienda se desarrolle lealmente y con igualdad de armas, es necesaria… la perfecta igualdad de las partes: en primer lugar, que la defensa esté dotada de la misma capacidad y de los mismos poderes que la acusación… [lo que] exige que el imputado esté asistido por un defensor en situación de competir con el ministerio público. (Ferrajoli, 1989: 629-630). 81 En conclusión, la importancia de dotar a la defensa pública con los instrumentos y capacidades necesarias le permitirá sin duda actuar con igualdad de armas en el procedimiento penal y en la efectiva protección y garantía de acceso a la justicia de las personas que carecen de los recursos para hacer valer su derechos en sede nacional como en el ámbito de los órganos del SIDH, por ello, es importante la posición y situación institucional, como lo señale en el apartado de la organización y estructura del IFDP, ya que incide en la independencia y gestión. No obstante la situación actual de la defensoría pública, se han presentado denuncias ante el SIDH, que demuestran el compromiso que tiene los defensores públicos de evitar la indefensión, vigilar el respeto de los derechos humanos y hacer uso de los órganos y mecanismos que brinda el sistema regional de los derechos humanos. 2.4 La intervención del defensor público federal en la denuncia de violación de derechos humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En México se destaca la participación del defensor público federal adscrito al Tribunal Unitario del Vigésimo Tercer Circuito,13 con residencia en Zacatecas, quien presentó una denuncia ante la CIDH, la cual se registró con el número de caso 12.813, promovida por Blanca Olivia Contreras Vital y Roberto Clemente Álvarez Alvarado en contra del Estado Mexicano. (IFDP, 2014). También se sabe que un asesor jurídico con sede en el Distrito Federal, intervino en la preparación de una denuncia que se presentó ante la CIDH para su trámite; misma que el usuario hizo de manera personal y cuyo nombre se reservó por protección, desconociendo el número con el cual se da seguimiento, o en qué parte del procedimiento se encuentre (IFDP, 2014), al no poderse obtener mayores datos de este último asunto, me referiré a la actuación que realizó del defensor público federal. 13 La información se obtiene de la respuesta a la solicitud 00252914, la cual se anexa con el número 2. 82 En el primer caso la denuncia fue presentada el 9 de Julio del 2004 ante la CIDH, en la que se menciona la vulneración de los derechos previsto en el artículo 8.2.d de la CADH, al negar al inculpado el derecho de comunicarse libre, privada y oportunamente con sus defensores, previo a rendir sus primeras declaraciones ante el Ministerio Público, vulneración que trascendió a la emisión de una sentencia de condena. (CIDH, 2011) El Informe de admisibilidad de la CIDH, se aprobó el 23 de marzo del 2011, en el, se menciona, si la falta de designación de defensor público en forma previa a la primera declaración en un procedimiento penal y, en consecuencia, la imposibilidad de reunirse y entrevistarse con el indiciado, podrían caracterizar la violación de los derechos amparados en los artículos 2, 7, 8 y 25 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de Blanca Olivia Contreras Vital y de Roberto Clemente Álvarez Alvarado. (CIDH, 2011) En el procedimiento ante la CIDH, el defensor público federal y sus defendidos consensuaron con los representantes del Estado mexicano, los términos de la solución amistosa, a partir del reconocimiento de responsabilidad internacional de los hechos reflejados en el informe de admisibilidad. Aprobado el acuerdo por la CIDH se decidió la reparación integral del daño en los rubros de indemnización compensatoria, medidas de satisfacción y garantías de no repetición consistente en tratamiento psicoterapéutico y beca educativa para el menor hijo de la víctima Blanca Olivia Contreras Vital, y capacitación para el auto empleo a favor de las víctimas. (CIDH, 2012) Con el propósito de conocer la experiencia del defensor público respecto de la denuncia presentada ante el SIDH, vía correo electrónico se hizo un intercambio de ideas, y formule las siguientes preguntas. 83 ¿Cuál fue el fundamento en el que se apoyó para hacer la denuncia ante la CIDH? Defensor Público Federal (DPF): El asunto se planteó con apoyo en el artículo 13 de la Ley Federal de Defensoría Pública, que obliga a los defensores hacer las denuncias por violaciones de derechos humanos y no hace distinción entre instancias nacionales o internacionales. Aunque parece referirse sólo a violaciones en los reclusorios, yo lo concateno con las obligaciones que tiene el defensor en términos de los artículos, 1, 2, 4, 6, y 12 de la misma Ley, y sobre todo con la obligación de la defensa adecuada que se desprende del artículo 20 A fracción IX constitucional. ¿Cuál fue el criterio de elección del caso para llevarlo ante la CIDH? DPF: Ya había enviado varios asuntos a la CIDH pero no había obtenido respuesta, solo enviaba “los asuntos como una cosa perdida”, albergando la esperanza de captar la atención de la CIDH. Hasta el caso de Blanca Olivia Contreras Vital y otros, el que llamó la atención de la Comisión debido a que la negativa de otorgar entrevistas con el inculpado en privado y previas a la declaración, es algo sistemático y recurrente en México que provoca situaciones de indefensión que trascendían en sentencias condenatorias, a pesar de lo previsto en el artículo 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. ¿Solicitó y recibió apoyo del IFDP para impulsar la denuncia en la CIDH? DPF: No obtuve apoyo porque no lo busque, todo fue por propia cuenta y riesgo, en el caso Blanca Olivia Contreras Vital y otros, fue hasta que se presentaron las negociaciones con las autoridades nacionales, que el IFDP apoyo con viáticos para viajar a la ciudad de México, tanto a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a la de Gobernación sin tener que ir a la CIDH, con ésta la comunicación sólo fue vía telecomunicaciones y correo. De lo anterior se advierte la importancia de la participación del defensor público en el SIDH, la que justificó en la LFDP, e invocará la violación al artículo 8.2.d) de la CADH, 84 respecto de la negativa de conceder entrevista en privado y previa a la declaración del inculpado. Participación que demuestra la voluntad y compromiso de hacer efectivo el derecho a la defensa adecuada, además de obtener resultados positivos, que obligaron al Estado mexicano a reconocer la responsabilidad internacional por los derechos vulnerados y realizar la reparación del daño. Sin embargo la experiencia que comparte el defensor público en la CIDH, no es suficiente para lograr resultados notables en el sistema de justicia penal, debido a que fue el único caso que fue aceptado por la CIDH, de varios que ya había presentado el defensor público, además su gestión fue de forma individual sin apoyo del IFDP. Situación que nos obliga reflexionar del cómo se podría lograr la intervención de los defensores públicos ante el SIDH, con el apoyo del IFDP, para lograr resultados valiosos en beneficio de los inculpados y del propio sistema de justicia penal. 2.5 La formación de unidades de defensores públicos para intervenir en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Se mencionó que para lograr la máxima protección de las garantías individuales y derechos fundamentales de las personas, el artículo 1 de la CPEUM, constitucionaliza los tratados de derechos humanos, incorporando las obligaciones de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos allí establecidos, entre ellos el derecho a la defensa que presta el Estado previsto en el artículo 8.2.e) de la CADH, que en conjunto con las obligaciones que establecen los artículos 1 y 2 de la Convención Americana, de respetar y garantizar los derechos y libertades, como el adoptar las medidas para su disfrute. Son los ordenamientos internacionales que constituyen el fundamento de la participación del defensor público federal y estatal para extender su intervención en el SIDH. Para cumplir con la encomienda el IFDP, debe promover la participación del defensor en la CIDH y en la Corte IDH, capacitando y formando defensores públicos con la capacidad suficiente para maximizar la protección de los derechos humanos, 85 compromiso que también deben cumplir las defensorías públicas de las entidades federativas, para lo cual se propone lo siguiente: 1. Construir un grupo de expertos en la defensa de los derechos humanos en el SIDH, con un mínimo de miembros que se incremente conforme el número, gravedad y grado de dificultad de los casos que presenten los defensores púbicos que tenga a su cargo el proceso penal del que derive la vulneración de los derechos humanos, de esta manera se trabaja en equipo y de manera coordinada, al tener la oportunidad el defensor que interviene en el procedimientos de conocer y analizar la posibilidad de combatir los actos que transgredan los derechos, y posteriormente hacer del conocimiento del equipo o grupo de expertos para que elijan el caso que potencialmente puede presentar ante el SIDH acompañados del defensor que intervino en el proceso penal del que derivó la vulneración, para salvaguardar el principio de continuidad en la defensa y del defensor. Esta forma de trabajar permitirá realizar acciones en común en el manejo de los casos con el propósito de eliminar los actos de las autoridades que de forma reiterada vulneran el debido proceso, además de dar continuidad en la defensa. 2. Al Identificar el caso se deben seguir criterios de elección para evaluar la conveniencia de elevarlo al SIDH, previo el consentimiento de la víctima, se debe considerar: I. Que los hechos analizados y la información sean suficientes para albergar la posibilidad de lograr resultados satisfactorios para la restitución o reparación de los derechos afectados. II. Que la violación de los derechos humanos en el sistema penal signifique un patrón sistemático, no solo casos aislados, que la afectación trascienda a la generalidad de los acusados, por ejemplo, los actos de tortura, la falta de defensa al momento de la 86 detención, intervención de cuerpos militares en la investigación de delitos, detenciones en zona militares, arraigo, etc. III. Que los resultados tengan impacto favorable en la vigencia de los derechos, no solo en los derechos de la persona afectada, por ejemplo que sea útil en la interpretación o creación de jurisprudencia que impulse cambios positivos en el sistema de justicia penal, por ejemplo erradicar prácticas judiciales y de autoridades administrativas e inclusive modificar o derogar legislación interna que quebrante derechos humanos. Es importante hace notar que la actuación de la defensa publica en el SIDH, se encuentra limitada a las personas que representan en el proceso penal y a temas relacionados con el funcionamiento del sistema de justicia penal. A diferencia de las organizaciones de la sociedad civil comprometidas con la defensa de los derechos humanos que facilitan el acceso al SIDH ha variado número de víctimas que tiene un impacto directo en el rango de temas que representan en la CIDH y en la Corte IDH, que son seleccionados estratégicamente procurando favorecer a un gran número de personas no solo al individuo víctima de una violación. Son las responsables del litigio de la mayoría de los caso sobre “las leyes de amnistía, libertad de expresión, derechos de los pueblos indígenas, derechos de las mujeres, etcétera, que han logrado cambios de constituciones, sanción y derogación de leyes e implementación de políticas públicas.” (Cantón, 2013) 3. La disponibilidad del presupuesto necesario para dotar de recursos materiales, humanos, y de constante capacitación especializada para lograr resultados exitosos en la protección de los derechos humanos. Además de los gastos que regularmente se requieren para la prestación del servicio de defensa en recursos materiales y humanos necesarios para la integración de una unidad de defensa. Se debe tenerse en cuenta que llevar un caso ante al SIDH es costoso. Desde la preparación del caso, en la información que se debe recabar debido a la carga de la 87 prueba sobre el hecho o la situación denunciada y toda la información detallada sobre la vulneración del derecho. La asistencia en las audiencias especialmente importantes en el desarrollo del caso, obliga a incurrir en los costos de viajar a Washington, sede de la CIDH, o a San José, sede de la Corte, y dado que los procesos normalmente duran años, los esfuerzos son prolongados. Los gastos que se deben erogar en la implementación de programas de capacitación especializada en derechos humanos, constante, uniforme y sostenible para todos los defensores públicos que les facilite identificar con claridad la existencia de violaciones de derechos humanos en el proceso penal. Adicionalmente el grupo de expertos debe recibir capacitación específica en temas relacionados con el procedimiento ante la CIDH y la Corte IDH, acompañada del uso de estancias en organismos internacionales de derechos humanos e inclusive la presencia en las diferentes audiencias que se realicen en la Corte IDH, que les permitan adquirir conocimientos y destrezas para la preparación y el litigio de los casos, o bien hacer el uso de las video-audiencias difundidas por internet, para disminuir costos. Estos requerimientos implican gastos que deben ser financiados con recursos públicos, su escases obstaculiza el funcionamiento e implementación de la defensa adecuada. Sin embargo no debe olvidarse que los costos se compensan con la posibilidad de obtener un mejor sistema de justicia, rectificar situaciones de violación de los derechos humanos y fortalecer el estado de derecho, lo contrario podría generar el deterioro generalizado del sistema de justicia penal en detrimento de las personas y con mayor perjuicio de los sectores más vulnerables. En conclusión la formación de defensores públicos especializados en materia de derechos humanos y en los procedimientos ante la CIDH y la Corte IDH, es inexcusable. 88 El IFDP debe conceder autorización y apoyo institucional, para formular denuncias y seguimiento ante la CIDH y la Corte IDH en los casos de vulneración de derecho humanos que se susciten en el proceso penal que indudablemente beneficiará a los inculpados y podrá erradicar practicas violatorias de derechos humanos logrando el más alto nivel de protección y goce de los derechos dentro del sistema de justicia penal. 89 Capítulo III La actuación del defensor público penal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En este capítulo se abundara en los fundamentos interpretativos que justifican la participación del defensor público federal y estatal en el SIDH, tomando como referencia los estándares internacionales de derechos humanos. La posición que debe adoptar el defensor público al litigar frente al Estado mexicano del que forma parte, que no es más que la defensa de los derechos humanos que el propio Estado no reparó en sede nacional. Hasta dónde y de qué forma se justifica la participación del defensor en el SIDH, si la actuación comprende todo el procedimiento ante la COIDH y Corte IDH o exclusivamente en determinadas etapas del procedimiento. Por lo que en este capítulo se da noticia del compromiso ineludible que tiene la defensa pública penal en distintos momentos, con diverso y variados alcances. 3.1 La intervención del defensor público federal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos conforme al marco constitucional mexicano En este apartado se darán las bases interpretativas para establecer si los defensores públicos deben ejercer la representación de sus casos ante el SIDH, y procurar una defensa integral de los derechos humanos, compatible con el marco constitucional mexicano. Para ello se analizarán las obligaciones generales que refiere la CADH, los principios de buena fe, el objeto y fin de los tratados y la integralidad del sistema de derechos humanos, para justificar la actuación del defensor público en el SIDH. El derecho a la defensa púbica se encuentra dentro del catálogo de derechos y libertades, que para su goce y disfrute exigen el cumplimiento de obligaciones que emanan de los tratados internacionales en materia de derechos humanos, con los que se comprometió 90 el Estado, y que constituyen el parámetro de verificación de los actos y omisiones de las autoridades que pueden comprometer su responsabilidad internacional. Para dar cumplimiento a esa obligación el Estado debe crear condiciones efectivas que permitan el goce y ejercicio de los derechos consagrados en la CADH, cualquiera que sea su contenido normativo. (Corte IDH, 1988) Es en la CADH en sus artículos 1.1 y 2, donde se establecen las obligaciones generales, que constituyen, en definitiva, la base para la determinación de responsabilidad internacional a un Estado por violaciones a los derechos y libertades consagrados en dicho instrumento. (Corte IDH, 2007) Además de ello, la Corte IDH ha establecido que el ilícito internacional por violaciones a los derechos humanos se produce en el momento en que el Estado actúa en violación de una norma obligatoria. (Corte IDH, 2001a) Bajo esas premisas se debe analizar si dentro de las obligaciones que tiene el Estado para el goce y disfrute del derecho a la defensa pública contemplado en el citado artículo 8.2.e) de la CADH, se amplía hasta garantizar su intervención en los litigios internacionales ante el SIDH, para aquellas personas que carecen de los recursos para recurrir a los mecanismos del sistema, al respecto la Corte IDH al rendir su informe anual, correspondiente al año 2010, abordó el tema, y dijo que: (…) para la efectiva defensa de los derechos humanos y la consolidación del Estado de Derecho es necesario, entre otros, que se asegure a todas las personas las condiciones necesarias para que puedan acceder a la justicia tanto nacional como internacional y hacer valer efectivamente los derechos y libertades. El proveer asistencia legal a aquellas personas que carecen de recursos económicos o que carecen de presentación legal evita, por un lado, que se produzca una discriminación en lo que respecta al acceso a la justicia, al no hacer depender ésta de la posición económica del justiciable y, por otro lado, permite una técnica y adecuada defensa enjuicio. (Corte IDH, 2010:18) 91 Lo anterior es un aspecto fundamental para entender la compatibilidad de la actuación del defensor público penal en el litigio interamericano con la obligación del Estado mexicano de garantizar el derecho a la defensa pública a todas las personas sin discriminación alguna para acceder a la justicia, tanto nacional como internacional, y hacer valer efectivamente los derechos y libertades, lo cual constituye un imperativo internacional. Si entendemos que el SIDH, se integra por todo un conjunto de organismos y mecanismos establecidos para la defensa de los derechos humanos, y que los Estados parte han colaborado en el nacimiento, desarrollo y consolidación con el que se comprometen para preservar la organización y funcionamiento del SIDH, y participar en la CIDH y en la Corte IDH, velando por la protección integral del sistema. Es el Estado mismo el que debe velar por la protección del sistema. Ha sido la propia Corte IDH, la que tuvo la oportunidad de referirse a la integridad institucional del sistema de protección, consagrado en la CADH, al señalar: (E)l sometimiento de un caso contencioso ante la Corte respecto a un Estado Parte que haya reconocido la competencia contenciosa del Tribunal requiere del desarrollo previo del procedimiento ante la Comisión. De otra parte, la competencia asignada a la Comisión por el inciso f del artículo 41 convencional abarca los diversos actos que culminan en la presentación de una demanda ante la Corte para recabar de ésta una resolución jurisdiccional. Este artículo se refiere a un ámbito en el que se actualizan las atribuciones tanto de la Comisión como de la Corte, en sus respectivos momentos. Cabe recordar que la Corte es el único órgano judicial en estas materias. (Corte IDH, 2009c, párr. 55) Esta apreciación de la Corte IDH, debe interpretarse de forma conjunta con el principio de buena fe que se hace de los tratados internacionales de derechos humanos, de conformidad con su objeto y fin que se erige en la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados, para obtener la interpretación que más se adecua al SIDH: 92 La Convención de Viena contiene una regla que debe interpretarse como un todo. El sentido corriente de los términos, la buena fe, el objeto y fin del tratado y los demás criterios confluyen de manera unida para desentrañar el significado de una determinada norma. Por otra parte, la Corte recalca que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos se compone tanto de un conjunto de reglas (las convenciones, pactos, tratados y demás documentos internacionales), como de una serie de valores que dichas reglas pretenden desarrollar. La interpretación de las normas se debe desarrollar entonces también a partir de un modelo basado en valores que el Sistema Interamericano pretende resguardar, desde el "mejor ángulo" para la protección de la persona. En este sentido, el Tribunal, al enfrentar un caso como el presente, debe determinar cuál es la interpretación que se adecúa de mejor manera al conjunto de las reglas y valores que componen el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. (Corte IDH, 2009c, párr. 33) De lo anterior se puede decir que la protección integral del sistema de derechos humanos, comprende la protección nacional o doméstica hasta la protección internacional en el SIDH, dentro del cual se encuentra la CIDH y la Corte IDH, es decir, la protección integral del sistema, reclama la participación de quienes tienen compromiso con la defensa de los derechos humanos, y uno de ellos son las instituciones de defensa pública y los defensores públicos que la integran. Si se conjuga la importancia que tiene el sistema integral de protección de los derechos fundamentales que viene desde la jurisdicción nacional hacia la internacional, y que los tratados internacionales de derechos humanos deben interpretarse de acuerdo con su objeto y fin a favor del individuo (principio pro persona) para la efectiva protección de los derechos, es innegable la posibilidad de accionar ante el SIDH asegurando el efecto útil de las disposiciones convencionales en las normas sustantivas y procesales del derecho interno. (Corte IDH, 2005a) Lo anterior permite afirmar que si el Estado mexicano, es parte del diseño del SIDH, por consecuencia tiene el deber de dar efectividad y facilitar la implementación de los mecanismos que el sistema ha creado para la protección de los derechos humanos. Mecanismos como el procedimiento de quejas individuales ante los organismos del 93 SIDH, en el que las víctimas pueden ser representadas por los defensores públicos que intervinieron en el procedimiento doméstico ante el cual no se resarcieron las violaciones de los derechos humanos. De esa forma el defensor público interviene en la protección integral del sistema adquiriendo la posición de defensor de los derechos humanos en el sistema penal, en razón que mediante su actuación en el ámbito local como internacional reclama la efectiva protección de los derechos que se encuentran en la CADH, así como hacer efectiva la presunción de inocencia; la igualdad procesal; el derecho a un tribunal imparcial preconstituido e independiente; el derecho a ser juzgado en plazo razonable; el derecho a guardar silencio; el derecho a ser oído y el derecho a presentar pruebas, el derecho a un recurso sencillo y efectivo, la doble instancia, la cosa juzgada y los principios de legalidad, seguridad jurídica, in dubio pro reo, nom bis in idem, y otras que, en conjunto, conocemos como el derecho a un juicio justo. Por lo tanto corresponde al Estado mexicano, a través de la institución encargada del servicio de defensa pública penal, encomendado al IFDP, implementar e impulsar la actuación del defensor público en las contiendas ante el SIDH, con el propósito de lograr resoluciones justas que incidan a nivel nacional y lograr la máxima protección de los derechos humanos en el sistema penal. Es cierto que el defensor público “es un funcionario del Estado y que en la esfera internacional se cuestiona al Estado mismo. Por ello se mira con extrañeza o desconfianza la intervención del defensor público, que debe “ganar su puesto” en la escena internacional...” (García, 2009: 520). Sin embargo, si bien puede considerarse que el defensor público, como funcionario del propio Estado al que atribuye responsabilidad internacional, genera suspicacias al enfrentar en el ámbito internacional al propio Estado del que forma parte. Es una postura que debe desecharse, en razón que el defensor adopta una actuación similar a la demostrada en el ámbito doméstico en 94 donde enfrenta al poder punitivo del Estado, representado los intereses y derechos de la persona que asistió y defendió en el ámbito procesal penal, que se convierte en presunta víctima al recurrir al SIDH. Esta consideración permite visualizar el alcance del ejercicio del derecho a la defensa adecuada y continua que genere confianza para la víctima desde el inicio del procedimiento penal en el ámbito doméstico hasta el ámbito internacional, participando en la protección integral del sistema y garantizando el efecto útil de las disposiciones convencionales para el goce y disfrute de los derechos humanos en condiciones de igualdad. 3.2 El ámbito de actuación del defensor público penal ante organismos del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. El señalamiento del momento a partir del cual nace el derecho del procesado a ser considerado como víctima, y por consiguiente, el instante a partir de cual debe contar con representación jurídica que lo asista ante los órganos del SIDH, admite una amplitud que el sistema de justicia penal y constitucional interno no contempla. Es oportuno reiterar que el respeto del derecho a la defensa constituye un elemento fundamental de la noción misma de proceso. Éste, como medio de resolución de conflictos, se caracteriza por su carácter participativo, ya que permite una intervención ordenada de aquellos que se pueden ver afectados por una decisión judicial, interactuando con el tribunal, de modo de lograr una solución de mejor calidad y de vinculación a las partes (Tavolari, 2000). Esa intervención en el proceso, es lo que asegura el derecho a la defensa. De allí su importancia para la configuración de un proceso válido. Bajo esa concepción el defensor público debe actuar ante los órganos del SIDH, al constituir una acción necesaria para el respeto y protección de los derechos del 95 procesado cuando éstos son vulnerados por la acción de la autoridad y no encuentran adecuada restitución o reparación en el ámbito interno. Dicha situación invierte la posición que inicialmente tenía el acusado en el procedimiento penal doméstico al momento que el Ministerio Público como órgano de Estado lo acusaba de la comisión de un hecho delictivo, al convertirse en víctima en el SIDH, en el que deberá enfrentar y acusar al Estado de incurrir en responsabilidad internacional por vulnerar sus derechos humanos. Contexto similar sucede con la actuación del defensor público quien inicialmente interviene en el proceso penal en defensa del acusado, sin embargo al representar al acusado como víctima en el SIDH, lo hace como defensor de los derechos humanos del acusado ante CIDH y la Corte IDH, que son las instancias internacionales encargadas de determinar la responsabilidad internacional del Estado por vulnerar derechos humanos. El carácter de víctima, no ya de acusado en un proceso penal, de ninguna forma significa impedir o limitar la actuación del defensor público en instancias internacionales, dado que la violación de los derechos humanos se origina en el proceso penal del que es garante el defensor público, y como tal, debe actuar hasta lograr el resarcimiento de los derechos de su defendido. De esa manera, la actuación de la defensa pública penal en el SIDH, quedaría comprendida como un estándar de actuación de la defensa adecuada que se predica en el ámbito nacional, que es consistente con el principio de continuidad en la permanente protección de los intereses del procesado desde la primera actuación en el procedimiento penal, hasta la completa ejecución de la sentencia evitando la indefensión de su defendido. 96 Ello constituye un mecanismo de resguardo de los intereses del imputado que encuentra solidez en el artículo 1 de la CPEUM, que obliga a todas las autoridades e instituciones del Estado mexicano a cumplir con la obligación de respetar y proteger los derechos humanos a través de garantizar el derecho de defensa previsto en el artículo 8.2.e) de la CADH de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. No obstante, lo anterior puede derivarse cuestionamientos en el ámbito interno sobre la extensión procesal en que debe actuar la defensa pública penal y, más específicamente, la discusión en etapas no estrictamente judiciales. Sobre ese punto, la CIDH, ha brindado una respuesta consistente conforme a la cual el derecho a la defensa debe ser garantizado en todas y cada una de las etapas en el proceso, entendido lato sensu, sea judicial o seguido en forma de juicio ante cualquier autoridad que afecte los derechos de las personas. Esta interpretación se extrae de la resolución de la CIDH en el caso Figueredo Planchart Vs. Venezuela. Al haber precisado que la naturaleza jurídica de las diferentes fases del proceso es indiferente, y reiteró que: Teniendo en cuenta que la víctima es el destinatario de la protección internacional de los derechos humanos, el Estado debe garantizar el llamado debido proceso legal para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos y obligaciones están involucrados. A juicio de la Comisión, el hecho de que la etapa procesal sea un sumario secreto o un antejuicio de méritos es indiferente a la luz del derecho internacional de los derechos humanos si es que la misma termina en un fallo que afecta en diversos grados la situación de una persona implicada. (CIDH, 2000b: párr. 114) Por tanto, la interpretación de la CIDH es indicativa de que en cualquier etapa en que se vean afectados los derechos de las personas el Estado debe garantizar la intervención de un defensor público que tutele los derechos de las víctimas frente a los actos de autoridad que se susciten antes, durante y una vez concluido el juicio. 97 En esa misma dimensión, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, determinó que: (...) la defensa adecuada representa un derecho (…) cuya finalidad es asegurar que el poder punitivo del Estado se desplegará a través de un proceso justo, lo que además busca asegurar que pueda tener garantizados en su integridad sus derechos fundamentales, como lo es no declarar, no autoincriminarse, no ser incomunicado, no sufrir tortura alguna, ni ser detenido arbitrariamente, así como ser informado de las causas de su detención, entre otras.” (SCJN, 2013a) Por tanto, el ejercicio efectivo de los derechos requiere que el imputado disponga imprescindiblemente de una defensa adecuada en distintos momentos, con diversos y variados alcances que intervenga en todo el procedimiento ante la CIDH y Corte IDH al ser los órganos que maximizan la protección de los derechos vulnerados por la acción de la autoridad y no encuentran adecuada restitución o reparación en el ámbito interno. 3.3 El uso de los instrumentos internacionales de derechos humanos en la actuación del defensor público. El marco de actuación del defensor público penal en las instancias internacionales lo proporciona el plexo normativo que se construye a partir del DIDH, que suministra al defensor una serie de instrumentos y mecanismos de protección tanto en el ámbito universal como regional, que amplían el marco de referencia en el diseño y ejecución de las diversas tácticas y estrategias de defensa. Atendiendo a esa diversidad, las normas, son diferenciadas en dos categorías. Las que sitúan las normas derivadas de los tratados internacionales y el ius cogens internacional, cuyo cumplimiento es obligatorio y que la doctrina denomina derecho duro (hard law); y la otra categoría que se conoce como derecho suave (soft law), que corresponde a las normas emanadas de instrumentos que supuestamente carecen de obligatoriedad (Villán, 2006). 98 La primera se integran por convenciones, convenios y protocolos que obligan a los Estados que los han ratificado, aceptado o que se han adherido a ellos, ejemplo de este núcleo son: La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y sus respectivos Protocolos Facultativos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos, (CADH), etc. (Villán, 2006) La segunda categoría corresponde a las normas emanadas de instrumentos que supuestamente carecen de obligatoriedad y que se les reconoce como derecho suave (soft law), que atañe a declaraciones, principios, planes de acción y directrices. A menudo se dice que estos documentos no son vinculantes porque los Estados no han acordado formalmente obligarse por las disposiciones que contienen, ejemplos de esta grupo son: Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, las 100 Reglas de Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad, las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos, el Conjunto de Principios para la Protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión; las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad, los Principios y Buenas prácticas sobre la protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas, etc. (Villán, 2006) No obstante su distinción, la aplicación de las normas emanadas de distintas fuentes debe ser acorde a la garantía y protección de la dignidad humana y conforme al principio pro persona que genera un fuerte compromiso para los Estados. De esta manera, la actuación del defensor público no está dada solamente por las normas de fuente convencional, además se conforma por el conjunto de normas, preceptos, 99 principios y pautas interpretativas que surjan de todas las fuentes del DIDH, como las declaraciones no vinculatorias, las resoluciones y sentencias de los organismos internacionales, las opiniones consultivas, etcétera. Estas fuentes son de observancia y aplicación necesaria al asumir la representación de los inculpados o víctimas. La extensa gama de normas del DIDH, hace imposible abordar todos y cada uno de ellos para especificar la actuación que corresponde al defensor público. Sin embargo, basta indicar que el corpus iuris interamericano constituido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la Abolición de la Pena de Muerte, el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador), y la Convención Interamericana para Prevenir, Erradicar y Sancionar la Violencia contra la Mujer constituyen los principales instrumentos de SIDH, conforme a los cuales debe desenvolverse el defensor público. Con base en ese marco normativo el defensor público debe enfrentar las múltiples violaciones a derechos humanos de los inculpados relacionadas directamente con el debido proceso, principalmente, con las normas establecidas en el artículo 8, que se refiere a las garantías judiciales, y al artículo 25, relativo a la protección judicial, contemplados en la (CADH), que han sido invocados como la causa constante de controversias en el ámbito interno en las que han intervenido los defensores públicos, y que muchas veces persisten hasta ser solucionadas en el SIDH. (García, 2009). Haciendo uso de los instrumentos internacionales ya citados, que le permiten denunciar y resarcir el derecho vulnerado. 100 3.4 La actuación útil y efectiva del defensor público en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. El campo de acción que le otorga el referente normativo al defensor público le obliga a enfrentar planteamientos relacionados con la violación a derechos sustantivos antes, durante y después del proceso penal, como el de “acceso a la justicia en el que se obstruyen los medios de defensa relacionados con la protección y garantía del derecho a la vida, la integridad, la libertad, la expresión de las ideas, la asociación profesional, la tutela de los niños y la familia y, otros derechos y libertades.” (García, 2009: 519) Ejemplo de ello fue, la mencionada actuación de los defensores públicos de la Defensoría General de la Nación de Argentina, en el caso Mendoza y otros Vs Argentina, que se refiere a la imposición de penas de privación perpetua de la libertad a quienes eran menores de edad cuando ocurrieron los hechos, a la falta de adecuada atención médica, actos de tortura y la falta de investigación, así como la muerte de una de las víctimas ocurrida bajo custodia estatal. (Corte IDH, 2013). En este caso los defensores públicos denunciaron primero ante la CIDH, y después en la Corte IDH, la violación de los derechos humanos previstos en los artículos 5.1, 5.2, 5.6, 7.3, 19 y 24 de la Convención Americana, en relación con los artículos 3, 37.a), 37.b), 37.c), 40.1, 40.3.b), y 40.4 de la Convención de los Derechos del Niño, así como el incumplimiento de las obligaciones establecidas en los artículos 1 y 6 de la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. (Corte IDH. Caso Mendoza…, 2013) Otro ejemplo es la ya citada, actuación de la defensoría pública de Guatemala que obtuvieron sentencias que enderezaron la racionalidad del sistema penal evitando la imposición de la pena de muerte, en el caso Fermín Ramírez, que se refiere a la falta de oportuna de defensa, al cambio de los hechos imputados en la acusación y calificación jurídica, que resultaron en sentencia de pena de muerte. (Corte IDH, 2005d). 101 En este caso los representantes de la víctima, entre ellos defensores públicos, alegaron la violación a los artículos 9, 5 y 17 de la Convención Americana, que prevén el principio de legalidad y retroactividad, integridad personal y protección de la familia, respectivamente, además de coincidir con la petición que hace la CIDH, respecto a la violación de los artículos 4, 8 y 25 de la Convención, que se refiere a la protección de la vida, a las garantías judiciales y el derecho a un recurso sencillo, rápido y efectivo. (Corte IDH, 2005d) De esa forma, el actuar del Defensor Público no sólo se concreta a la tutela de intereses y derechos de las personas en el curso del procedimiento penal en el ámbito doméstico, sino también, como lo señala García Ramírez, “la debida defensa del sujeto puede ir más allá de las fronteras del proceso nacional e intentar el rescate que significa la jurisdicción internacional, cuando en el curso del mismo procedimiento se susciten violaciones a derechos humanos que no corrija suficiente y oportunamente la jurisdicción nacional.” (García, 2009: 520). La actuación de los defensores puede darse de forma variada en todas las etapas del procedimiento ante la CIDH y la Corte IDH, sin ser la intención de este trabajo incluir todas formas de actuación, se esbozaran algunas posibles en el siguiente epígrafe. 3.4.1 En los acuerdos de solución amistosa. García Ramírez, refiere que el defensor público puede impulsar su intervención en: (…) la amigable composición o acuerdos de solución amistosa en el ámbito de competencia de la Comisión Interamericana y favorecer el desistimiento y el allanamiento en el proceso ante la Corte Interamericana, cuando medie el reconocimiento de responsabilidad internacional por parte del Estado, que entrañe actos de confesión. (García, 2009: 522). 102 Este mecanismo puede ser eficiente para lograr avances concretos en materia de protección de derechos humanos mediante acuerdos con alcances y contenidos muy diversos. Con él se pueden implementar cambios estructurales de instituciones que significaban un obstáculo para la vigencia plena de los derechos humanos de toda la sociedad o de un sector de ella. Por ejemplo, la implementación de soluciones amistosas puede promover reformas legislativas o políticas públicas a favor de los derechos humanos. (CIDH, 2003). Un ejemplo de solución amistosa es el caso, ya mencionado de Blanca Olivia Contreras Vital y Roberto Clemente Álvarez Alvarado en contra del Estado Mexicano, que denunció el defensor público federal ante el CIDH, en el que se logró la reparación integral del daño. (CIDH, 2012) 3.4.2 En el cumplimiento de las recomendaciones y sentencias. Otra actuación del defensor en el SIDH, puede ser el impulso del cumplimiento de las recomendaciones de la CIDH o de las sentencias de la Corte IDH, “favoreciendo acuerdos entre quien debe cumplir cierta condena y quien es acreedor a determinadas reparaciones.” (García. 2009: 523). Aunque esta es una responsabilidad que recae en el propio Estado es crucial que los defensores públicos adopten una estrategia para garantizar que los Estados cumplan efectivamente las recomendaciones de la CIDH y las sentencias de la Corte IDH, en los que hayan participado, efectuando un rol de vigilante sobre su cumplimiento e implementación total. 103 3.4.3 En las medidas cautelares y provisionales La actuación del defensor público también puede darse en la solicitud de medidas cautelares que emite la CIDH y las medidas provisionales que dicta la Corte IDH, allegando “información sobre el estado que guarda el cumplimiento de las medidas y el riesgo que se cierne sobre sus destinatarios; y contribuir a la conservación, modificación o extinción de las medidas.” (García, 2009: 524) Ejemplo de esa actuación es la del Instituto de la Defensa Pública Penal de Guatemala (IDPPG), el IECCP y CEJIL, quienes al intervenir ante la CIDH y la Corte IDH, en el caso de Raxcacó Reyes, quienes además de haber presentado la denuncia de los hechos, solicitaron ante la CIDH medidas cautelares, y ésta, a su vez, pidió ante la Corte IDH una solicitud de medidas provisionales, con carácter urgente con el fin de que Guatemala adoptara las medidas necesarias para preservar la vida e integridad física, entre otros, de Ronald Raxcacó Reyes, condenado a pena de muerte, a fin de conservar la tramitación de su caso ante el sistema interamericano. (Corte IDH, 2005b). En este punto resulta interesante que el defensor público pudiera hacer un planteamiento de medidas cautelares ante la CIDH y, en su caso, de medidas provisionales en la Corte IDH, cuando tratándose de la privación de la libertad fuera del proceso penal como sucede en la figura extraprocesal del arraigo, que ha sido considerado “una forma de detención preventiva de carácter arbitrario en razón de la insuficiencia del control jurisdiccional y de la ejecución de la medida en lugares que si bien no son secretos, sí son ‘discretos’.” (CDH, 2002: párr. 50) El propósito será proteger a la persona y evitar que la medida del arraigo, de por sí indigna, ocasione daños graves a la libertad personal, y de forma colateral lesione la integridad personal ante la falta de intervención o vigilancia judicial en su ejecución, al 104 conservar un espacio propicio para la violencia física y psicológica que puede culminar en la privación de la vida para quien padece esta medida. 3.4.4 En el fomento de la cultura de los derechos humanos Otra forma en que el defensor público puede actuar en el SIDH, es en la recepción y aplicación del DIDH, al utilizar e invocar en el transcurso de su actuación el corpus iuris de los derechos humanos, “labrando una cultura de los derechos humanos.” (García, 2009: 525) El defensor público puede favorecer también el uso de amicus curiae ante el SIDH, al ofrecer elementos de reflexión para el mejorar entendimiento de cuestiones procesales y sustantivas que mejoren las resoluciones en asuntos contenciosos o en opiniones consultivas, pues los defensores públicos pueden mostrar y enseñar a la CIDH y a la Corte IDH cuestiones particulares del proceso y del derecho penal mexicano. (García, 2009) Considero que otra forma que el defensor puede promover la cultura de los derechos humanos es con la difusión de estándares internacionales a través de eventos y publicaciones periódicas en coordinación con instituciones nacionales e internacionales que refuercen el conocimiento y el uso en las contiendas internas. También es recomendable que el litigio en materia de derechos humanos se acompañe de publicaciones y eventos que permitan su discusión en al ámbito local con el propósito de recabar propuestas, posiciones o alternativas que visualicen una solución completa e integral al caso y lograr cambios estructurales y emblemáticos en el sistema de justicia penal. 105 3.5 Los efectos de la intervención del defensor público en el sistema interamericano de derechos humanos en el ámbito interno La magnitud e importancia que tiene el defensor público federal en el respecto, protección, garantía y promoción de los derechos humanos favorece la intervención concreta e integral en el ámbito del SIDH para generar efectos que apunten a lograr la adecuación de las prácticas institucionales y de los funcionarios públicos a los estándares internacionales a favor de las personas privadas de libertad y en situación de vulnerabilidad, que trascienda a delinear una doctrina de respeto y garantía de los derechos humanos y su implementación en el nuevo sistema de justicia penal14 garantista de los derechos humanos. Además promueve la participación del IFDP para hacer recomendaciones y dar instrucciones sobre buenas prácticas en el ejercicio de la defensa adecuada que promueva la cultura de los derechos de sus integrantes y haga uso del corpus iuris de los derechos humanos para fortalecer el servicio de defensa más allá de la simple administración y provisión de un defensor público para el caso individual. Se lograrán combatir las malas prácticas de las autoridades administrativas y jurisdiccionales en sus diversas actuaciones, por ejemplo, en el caso de que se omita la observancia de normas o jurisprudencia en materia de derechos humanos, o se apliquen leyes restrictivas de los derechos que deben ser modificadas. Una defensa pública indiferente y limitada resta eficacia a los derechos humanos y puede hacer fracasar el sistema de justicia penal, tolerar la desigualdad procesal, la vulneración del debido proceso y la interpretación restrictiva de los derechos humanos, por ejemplo, la que prevalece en la etapa de ejecución de las penas que hace ilusorio el régimen de progresividad del sistema penitenciario, imposibilitando la libertad 14 El 18 de junio de 2008 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se reforman los artículos 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 22; las fracciones XXI y XXIII del artículo 73; la fracción VII del artículo 115 y la fracción XIII del apartado B del artículo 123, todos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a la que se le denominó “El Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio” 106 anticipada, al enfatizar la peligrosidad del autor, no obstante, que ello es contrario al derecho penal del acto propio del sistema penal de una sociedad democrática. También significaría avances en la limitación de la criminalización de las conductas, que en la actualidad muestra tendencia irracional a su incremento, por ejemplo, la que criminaliza el uso de narcóticos para el estricto consumo personal, lo cual ha significado una constante lucha que realizan los defensores públicos para eliminar su criminalización, por vulnerar el derecho a la salud, a la autonomía personal y al plan de vida de las personas. No hay que olvidar la posición que tiene la defensa pública en el funcionamiento del sistema penal le posibilita detectar comportamientos restrictivos de derechos humanos y le obliga a tomar decisiones efectivas para combatirlas. 107 Conclusiones El derecho de acceso a la justicia tiene dos conceptualizaciones, una que ha permitido ejercer los derechos por la vía de los reclamos individuales ante la vía jurisdiccional y otro que ha tenido un alcance más amplio que significa un cambio en las condiciones sociales, a la primera se le ha denominado la concepción institucional o restrictiva, y a la segunda integral o amplia. Para hacer efectivo el derecho de acceso a la justicia de las personas que tengan obstáculos para reclamar la afectación de sus derechos, la defensa pública es el derecho que permite reclamar la protección judicial efectiva, realizar el debido proceso, evitar el estado de indefensión, la discriminación, y procurar erradicar las practicas institucionales y de funcionarios públicos que vulneran derechos humanos en el proceso penal. Para lograr un mejor acceso a la justicia a través del derecho a la defensa, los Estados y todas las autoridades tienen la obligación de velar por su efectividad, por esa razón las obligaciones que comprometen a un Estado una vez que ratifica un tratado internacional de derechos humanos, son las denominadas obligaciones generales de respetar, proteger, garantizar y promover, que deben ser observadas para materializar el ejercicio y disfrute de los derechos humanos, reguladas en el artículo 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), y artículos 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH). Es necesario tener presente el estándar mínimo de actuación que se ha establecido en el ámbito internacional del derecho de acceso a la justicia y a la defensa pública que se incorporan progresivamente a la CPEUM y a la interpretación jurisdiccional para la plena vigencia a los derechos humanos sin discriminación en el ámbito local e internacional. 108 Un medio para proteger los derechos sustantivos y procesales, es la de acceder al SIDH. La experiencia que aportan las defensorías de Argentina y Guatemala, demuestran que la actuación de los defensores públicos, restauró la racionalidad del sistema penal al evitar la imposición de la pena perpetua a menores de edad y le extensión de la pena de muerte a personas que el derecho penal excluye del sistema social, de esta manera la Defensoría cumple con un rol protagónico en la escena internacional y contribuye a la realización de la concepción amplia del derecho de acceso a la justicia. Se abordó marco normativo que regula el funcionamiento del Instituto Federal de la Defensoría Pública Federal, institución encargada de administrar los servicios de defensa en el ámbito federal, que comprende a la defensa penal y asesoría jurídica, del que se advirtió, que si bien no existe autorización expresa que faculte al defensor público federal intervenir en el SIDH, también es cierto, que su actuación debe ajustarse a los estándares internacionales y cumplir con la protección de los derechos humanos. Actuación que también deben ejercer las diversas Defensorías Públicas de las entidades federativas Se advirtió que las obligaciones a cargo del defensor público federal respecto a la prestación del servicio y la adecuada defensa, son coincidentes con los estándares de actuación que señala el SIDH, principalmente al disponer en el artículo 1 de la LFDP, que su objeto es regular el servicio defensa pública a fin de garantizar el derecho a la defensa en materia penal y el acceso a la justicia. Regulación que se complementa con el contenido del artículo 6 de la propia ley, que obliga al defensor público hacer valer todas las acciones o gestiones que resulten necesarias para una eficaz defensa, evitando la indefensión y procurando el respeto de las garantías individuales y las que deriven de la propia naturaleza de sus funciones y disposiciones aplicables. 109 Se determinó que el marco regulatorio de las obligaciones y facultades que tienen los defensores públicos en defensa penal también se integran las obligaciones y derechos que contempla la CADH, entre los que se encuentra el derecho de defensa proporcionada por el Estado, que prevé el artículo 8.2.e), que en relación con los artículos 1, y 2 de la CADH y por disposición del artículo 1 de la CPEUM, constituyen un solo cuerpo legal en materia de derechos humanos que tiene como objetivo garantizar la defensa integral y de calidad a los usuarios y en específico de las personas que se encuentran en estado de vulnerabilidad, además que se encuentra garantizada en el artículo 17 de la CPEUM. Estas disposiciones en su conjunto proporcionan las bases para impulsar la participación del defensor público en el SIDH. También se identificaron los principales factores que fortalecen el servicio de defensa pública, que se refieren entre otros, a la gratuidad en el servicio público, la independencia técnica y operativa, los estándares de actuación del defensor, mecanismos de supervisión y evaluación, las causas de responsabilidad administrativa, la promoción de la defensa de grupos indígenas, la defensa de las mujeres indígenas y el compromiso con la defensa de los derechos humanos, los cuales contribuyen sin duda en la actualidad a revertir la visión que se tiene del defensor de oficio o público, principalmente el de las entidades federativas las cuales que presentan diversas deficiencias en su funcionamiento. Para fortalecer la independencia de las Defensorías públicas en los diversos niveles y superar sus deficiencias, se propone reconocer la plena independencia presupuestaria para satisfacer las necesidades del servicio, la designación de sus funcionarios, la facultad de implementar su propio sistema disciplinario en el que se garantice el debido proceso y los derechos laborales, la capacitación en temas prioritarios, la posibilidad de solicitar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el ejercicio de su facultad de atracción, la de ejercer la acción de inconstitucionalidad, la de asumir el compromiso de impulsar y garantizar la representación de sus defendidos ante las instancias 110 internacionales del SIDH, y la de incidir en la discusión pública y legislativa de la política criminal y del sistema de justicia penal, incluyendo el sistema penitenciario. Todo ello contribuye a fortalecer la independencia para la prestación integral del servicio y el empoderamiento del servicio de la Defensa Pública. Se identificaron desafíos que pueden ser superados por el IFDP, para otorgar un servicio eficiente e integral, entre ellos el apoyo de áreas de investigación, conformar unidades especializadas, trabajo en equipo, mantener la continuidad en la defensa, que permitan obtener mejores resultados en el sistema de justicia penal a favor de los inculpados y consolidar la formación de defensores especializados. Se estableció que el IFDP, tiene un desafío, que es el gozar de autonomía que le permita fortalecer la independencia funcional y la autonomía presupuestaría para organizar sin ninguna injerencia la prestación del servicio e impulsar su crecimiento en áreas incipientes como el consolidar defensores especialistas para la defensa de los derechos humanos en la consecución de un juicio justo, otorgando los recursos necesarios para un adecuado funcionamiento de las nuevas necesidades. Sin injerencia del CJF, el IFDP tendría facultades para decidir los recursos que necesita, en dónde y cómo los aplica, sin perder de vista el mandato de salvaguarda los interés de los defendidos. La importancia de dotar a la defensa pública con los instrumentos y capacidades necesarias le permitirá sin duda actuar con igualdad de armas en el procedimiento penal y en la real protección y garantía de acceso a la justicia de las personas que carecen de los recursos para hacer valer su derechos en sede nacional como en el ámbito de los órganos del SIDH, por ello, creo importante la posición y situación institucional, ya que incide, como señale, sobre la independencia y gestión de la defensoría pública. Se destacó la intervención del defensor público en el CIDH, invocando la violación al artículo 8.2.d de la CADH que permitió obtener resultados positivos, que obligaron al 111 Estado mexicano reconocer la responsabilidad internacional por los derechos vulnerados y realizar la reparación del daño. Sin embargo la experiencia no es suficiente para lograr resultados trascendentes en el ámbito interno al ser el único caso de los presentados por el defensor público, que fue aceptado por la CIDH. Se propone al IFDP la conformación de defensores para analizar y estudiar los casos que pueden ser elevados al SIDH, la forma de su elección y la capacitación especializada y permanente en materia de derechos humanos que de solidez a la defensa pública para acceder al SIDH, y lograr la efectiva protección de los derechos humanos del inculpado en el marco del sistema de justicia penal reduciendo la exclusión y discriminación. Se precisó que a partir de las obligaciones que tiene el Estado de garantizar el goce y disfrute de los derechos, entre ellos, el derecho a la defensa contemplado en el citado artículo 8.2.e) de la CADH, fundamentan la intervención del defensor público en los litigios internacionales ante el SIDH, al ser un mecanismo para proteger y garantizar los derechos humanos de todas las personas involucradas en el sistema de justicia penal. La participación del defensor público tiene sustento en el entendimiento que el SIDH, se integra por todo un conjunto de organismos y mecanismos establecidos para la defensa de los derechos humanos, y que los Estados han colaborado en el nacimiento, desarrollo y consolidación, con el que se comprometen para preservar la organización y funcionamiento del SIDH, y participar en la CIDH y en la Corte IDH, velando por la protección integral del sistema, por consecuencia es el Estado mismo el que debe velar por la protección del sistema. La importancia que tiene el sistema integral de protección de los derechos fundamentales que viene desde la jurisdicción nacional hacia la internacional, y que los tratados internacionales de derechos humanos deben de aplicarse de acuerdo con su objeto y fin a favor del individuo, es innegable que fortalecen la posibilidad del defensor 112 público de accionar ante el SIDH asegurando el efecto útil de las disposiciones convencionales. Por lo tanto corresponde al Estado mexicano, a través de las instituciones encargadas del servicio de defensa pública penal, autorizar, implementar e impulsar la actuación del defensor público en las contiendas ante el SIDH, con el propósito de lograr resoluciones justas que incidan a nivel nacional y lograr la máxima protección de los derechos humanos en el sistema penal. El marco de actuación del defensor público penal en las instancias internacionales lo proporciona el plexo normativo que se construye a partir del DIDH que suministra al defensor una serie de instrumentos y mecanismos de protección tanto en el ámbito universal como regional, que amplían el marco de referencia en el diseño y ejecución de las diversas tácticas y estrategias de defensa, por ejemplo en la denuncia de los hechos primero en la CIDH y después en la Corte IDH, en el uso de las medidas provisionales y cautelaras y uso de todas herramientas jurídicas que dispone el SIDH, que le permitan enfrentar las múltiples violaciones a derechos humanos. El compromiso que tienen las Defensorías Públicas en el respecto, protección, garantía y promoción de los derechos humanos favorece la intervención concreta e integral en el ámbito del SIDH para generar efectos que apunten a lograr la adecuación de prácticas institucionales y de los actos de funcionarios públicos a los estándares internacionales e impulsado una cultura de respeto y garantía de los derechos humanos. Además promueve la participación institucional para hacer recomendaciones e instrucciones sobre buenas prácticas en el ejercicio de la defensa adecuada, más allá de la simple administración y provisión de un defensor público para el caso individual. Una defensa pública indiferente y limitada, que tolera la desigualdad procesal, la vulneración del debido proceso y la interpretación restrictiva de los derechos humanos resta eficacia a los derechos humanos y puede hacer fracasar el sistema de justicia penal. 113 Bibliografía Abramovich, Víctor (2009). “De las violaciones masivas a los patrones estructurales: nuevos enfoques y clásicas tensiones en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”, en Sur. Revista Internacional de Derechos Humanos, Vol. 6. No. 11, pp. 06-39. __________, (2006). “Los estándares interamericanos de derechos humanos como marco para la formulación y el control de las políticas sociales” en: Anuario de Derechos Humanos, Centro de Derechos Humanos de la Universidad de Chile, pp. 13-51. Alvear, Soledad (2010). “La autonomía profundiza la independencia”, en Revista de la Defensoría Pública 93, Autonomía, abril, número 23, chile pp.5-7. 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Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2006). Contradicción de tesis 160/2006. “AUDIENCIA DE VISTA EN SEGUNDA INSTANCIA. SI ANTE LA INASISTENCIA DEL DEFENSOR NOMBRADO POR EL INCULPADO AQUÉLLA SE CELEBRA CON LA PRESENCIA DEL DEFENSOR PÚBLICO FEDERAL DESIGNADO OFICIOSAMENTE EN EL ACTO DE LA DILIGENCIA POR EL TRIBUNAL DE ALZADA, SE VULNERA LA GARANTÍA DE DEFENSA ADECUADA." Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación, tomo XXV, Novena Época, de mayo. Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2002). Tesis aislada 2ª L/2002. “ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. EL ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS ESTABLECE DIVERSOS PRINCIPIOS QUE INTEGRAN AQUEL DERECHO PÚBLICO SUBJETIVO, A CUYA OBSERVANCIA ESTÁN OBLIGADAS LAS AUTORIDADES QUE REALIZAN ACTOS MATERIALMENTE JURISDICCIONALES”. Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación, Novena época, mayo 2002. 128 Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2001). Tesis jurisprudencial P./J. 113/2001. “JUSTICIA, ACCESO A LA. LA POTESTAD QUE SE OTORGA AL LEGISLADOR EN EL ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN GENERAL DE LA REPÚBLICA, PARA FIJAR LOS PLAZOS Y TÉRMINOS CONFORME A LOS CUALES AQUÉLLA SE ADMINISTRARÁ NO ES ILIMITADA, POR LO QUE LOS PRESUPUESTOS O REQUISITOS LEGALES QUE SE ESTABLEZCAN PARA OBTENER ANTE UN TRIBUNAL UNA RESOLUCIÓN SOBRE EL FONDO DE LO PEDIDO DEBEN ENCONTRAR JUSTIFICACIÓN CONSTITUCIONAL.”. Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena época, tomo XIV, septiembre de 2001. Corte Suprema de Justicia de Costa Rica (CSJCR) (), Sala Constitucional. Resolución 2955-07, de dos de marzo de dos mil siete. 129 Anexos 1.-Oficio de la Delegación del Instituto Federal de Defensoría Pública en Baja California 130 2.- Respuesta de acceso a la información Pública Gubernamental Texto completo de la respuesta de la solicitud 00252914, según consta en los registros del Sistema Infomex. Con fundamento en lo dispuesto por los artículos 41 y 42 de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, así como los diversos 26 y 29 del Reglamento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal para la aplicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, y 87 del Acuerdo General del Pleno del Consejo de la Judicatura Federal, que establece las disposiciones en materia de transparencia, acceso a la información pública y protección de datos personales y archivos; en respuesta, el Instituto Federal de Defensoría Pública, manifestó que: “Los defensores públicos federales y asesores jurídicos del Instituto de Defensoría Pública, a la fecha no han sido designados en litigios o denuncias tramitadas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.- No obstante lo anterior, tenemos conocimiento que el defensor público federal adscrito al Tribunal Unitario del Vigésimo Tercer Circuito, con residencia en Zacatecas promovió una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual se registró con el número de caso 12.813, promovido por Blanca Olivia Contreras Vital y otro en contra del Estado Mexicano. (Fuente. Informe No. 13/11 representación de Blanca Olivia Contreras Vital, José Antonio Martínez Jiménez, Roberto Clemente Ál en perjuicio de Blanca Olivia Contreras Vital y de Roberto Clemente Álvarez Alvarado, seguidos contra Blanca Olivia Contreras Vital, José Antonio Martínez Jiménez, Roberto Clemente Alva- http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/2011MEXAD548-04ES.doc 01/19/2012 Asimismo, sabemos que el asesor jurídico con sede en el Distrito Federal, intervino en la preparación de una denuncia que se presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para su trámite; misma que el usuario hizo de manera personal y cuyo nombre se reserva por protección, desconociendo el número con el cual le dieron seguimiento a ésta, o en qué parte del procedimiento se encuentre.” Para cualquier duda o aclaración comunicarse al tel. 54499500 ext. 1207 o escribir al correo electrónico [email protected] ATENTAMENTE Unidad de Enlace del Consejo de la Judicatura Federal AIP- 2014 131