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FACULTAD LATINOAMERICANA DE CIENCIAS SOCIALES
SEDE ACADÉMICA DE MÉXICO
Maestría en Derechos Humanos y Democracia
V (quinta) promoción
2012-2014
LA POSIBILIDAD DE PARTICIPACIÓN DEL DEFENSOR PÚBLICO PENAL EN EL
SISTEMA INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS.
Tesis que para obtener el grado de Maestro en
Derechos Humanos y Democracia
Presenta:
José Juan Salinas Paredes
Directora de tesis:
Mtra. Sandra Serrano
Línea de Investigación: “Estado, democracia y derechos humanos”
México D.F., noviembre de 2014.
Se agradece a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el apoyo brindado para la
realización de los estudio.
Resumen.
El reconocimiento de los derechos humanos que derivan del sistema universal e
interamericano, representan una oportunidad para ampliar el contenido y alcance de los
derechos humanos, dentro de los que se encuentra el derecho a la defensa publica que se
constituye también como el derecho para acceder a las instancias internacionales y exigir
al Estado mexicano cumplir con las obligaciones de respetar el goce y ejercicio de los
derechos humanos.
En ese sentido, el objetivo de la tesis es justificar la participación del defensor público
federal en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), y cómo debe darse
su intervención.
De este modo a partir del análisis del derecho previsto en el artículo 8.2.e) en relación
con los artículos 1 y 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH),
y de los estándares internacionales de actuación de la defensa pública que la conciben
como un derecho que operacionaliza el acceso a la justicia, se encuentra la razón para
que su intervención no se limite al ámbito del sistema de justicia penal, su aplicación
ofrece la posibilidad de acudir a instituciones y mecanismos del SIDH, procurando la
efectiva protección de los derechos de quienes representa en el proceso penal.
Palabras clave: Defensa pública, acceso a la justicia, derechos humanos, estándares de
actuación, y Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
Abstract
The Human Rights recognized by the Inter American universal system, in which, there
an opportunity to extend all human rights such as public defense; the main purpose is to
develop international steps to follow that requires the Mexican Government to meet
some obligations, to be able to respect the enjoyment and exercise of human rights.
In that sense, the aim of this proposal or investigation is to justify the participation of the
Federal Public Defender in the American System of Human Rights (ISHR), and how to
intervene in this matter.
According the analysis of the right provided for in article 8.2,e) in relation with articles 1
and 2 of the American Convention on Human Rights (ACHR) and international
performance standards of the Public Defense conceive and recognized as a right access
to justice and it is not restricted by the criminal justice system , the application offers the
possibility to request access to the ISHR, ensure effective protection of the rights of
those represented in the criminal process.
Key Words: Public Defense, access to justice, Human Rights, performance standards,
and Inter American Human Rights.
ii
Dedicatorias.
A mi esposa Sugey,
quien ha compartido su vida, espacio, sufrimientos y alegrías, le doy las gracias por su
comprensión y apoyo durante más de dos años en esta ardua y satisfactoria tarea.
A mis adorables hijas Ana Cecilia, Susana Elizabeth y Viviana Zoe,
sin saberlo me impulsan día a día ser un ejemplo de lucha y responsabilidad.
A mis padres José Guadalupe y Raquel,
por enseñarme a enfrentar la vida con responsabilidad, honestidad y entrega. A mi padre
quien partió a la eternidad sin la oportunidad de mostrarle mi constante empeño por ser
cada día mejor.
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Índice general
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1
Resumen
Dedicatoria
Índice general
Introducción
Capítulo I
La defensa pública como medio de acceso a la justicia
1.1. Qué es el acceso a la justicia.
1.2. Consecuencias de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos en las instituciones del Estado Mexicano.
1.3. El derecho de acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos.
1.4 El derecho a la defensa pública gratuita en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.
1.4.1 La defensa adecuada.
1.4.2 La relación de la defensa pública con el acceso a la justicia en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
1.5 La regulación del derecho de acceso a la justicia y defensa pública penal en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
1.6
La Defensoría Pública en el litigio ante el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.
1.6.1 El caso de Argentina.
1.6.2 El caso de Guatemala.
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Capítulo II
La Institución de la defensa pública penal en México y el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos
2.1 El estado actual de la Defensoría Pública Federal.
2.1.1 Organización del Instituto Federal de Defensoría Pública.
2.1.2 Obligaciones y facultades del ejercicio del derecho de defensa penal.
2.1.3 Obligaciones constitucionales en materia de derechos humanos.
2.2 Fortalezas del Instituto Federal de Defensoría Pública.
2.3 Desafíos para mejorar el servicio de Defensa Pública.
2.3.1 Área de investigación.
2.3.2 Trabajo en equipo.
2.3.3 Unidades de defensores especializados.
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2.3.4 El defensor de confianza
2.3.5 Continuidad en la defensa penal.
2.3.6 La autonomía institucional de la Defensoría Pública.
2.4 La intervención del defensor público federal en la denuncia de violación de
derechos humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
2.5 La formación de unidades de defensores públicos para intervenir en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
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Capítulo III
La actuación del defensor público penal en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.
3.1 La intervención del defensor público federal en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, conforme con el marco constitucional mexicano.
3.2 El ámbito de actuación del defensor público penal ante organismos del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
3.3 El uso de los instrumentos internacionales de derechos humanos en la
actuación del defensor público.
3.4 La actuación útil y efectiva del defensor público en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos.
3.4.1 En los acuerdos de solución amistosa.
3.4.2 En el cumplimiento de las recomendaciones y sentencias.
3.4.3 En las medidas cautelares y provisionales.
3.4.4 En el fomento de la cultura de los derechos humanos.
3.5 Los efectos de la intervención del defensor público en el sistema
interamericano de derechos humanos en el ámbito interno.
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Conclusiones.
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Bibliografía
Índice de tablas.
Tabla 1.- Esquema de operación de los servicios de la Defensoría Pública 2012.
Tabla 2.- Productividad de los defensores públicos 2008-2012
Anexos
1.-Oficio de la Delegación del Instituto Federal de Defensoría Pública en Baja
California
2.- Respuesta de acceso a la información Pública Gubernamental
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Introducción
La reforma al artículo 1 Constitucional trajo en el ámbito interno la incorporación
expresa de los instrumentos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos
(DIDH) de los que México es parte. Su implementación significa el reconocimiento de
los derechos humanos y prerrogativas que derivan del sistema universal e
interamericano, producto de convenios y tratados internacionales, además proporciona
las herramientas jurídicas para recurrir a las instancias internacionales y exigir al Estado
mexicano cumplir con las obligaciones emanadas de las disposiciones internacionales de
derechos humanos.
Con base en ese marco normativo se debe consolidar y dar efectividad a la defensa
pública que proporciona el Estado, conforme lo prevé el artículo 8.2.e) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (CADH o Convención Americana) la que se ejerce
por conducto del defensor público, quien además de intervenir en el proceso penal a
favor del acusado, debe garantizar el pleno goce y ejercicio de los derechos humanos en
especial para quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad, como sucede con las
personas privadas de libertad y demás acusadas en el sistema de justicia penal.
El derecho a la defensa en el ámbito interno se encuentra garantizado institucionalmente
en el artículo 17 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicana (CPEUM o
Constitución Mexicana), que establece la existencia de un servicio de defensoría pública
para la población. El fin que se le encomienda es el proporcionar la defensa en materia
penal y el acceso a la justicia mediante la orientación, asesoría y representación jurídica,
conforme lo señala el artículo 1 de 1a Ley Federal de Defensoría Pública (LFDP o Ley
de la Defensoría). Dentro de este fin debe entenderse que también se encuentra el
proteger y garantizar los derechos humanos de los que deben gozar las personas
inculpadas o acusadas.
La experiencia y la realidad reclaman la participación del defensor público en el proceso
penal y en la defensa de los derechos humanos, ante la constante y permanente
incidencia de abusos que afectan derechos sustantivos como la vida, la integridad
personal, la libertad, la expresión de las ideas, la tutela de los niños, el derecho a la
integridad de pueblos indígenas, la discriminación y género, entre tantas otras, que al no
logran ser restituidos por las instancias nacionales conforme a los estándares
internacionales, nace la obligación de denunciar a los Estados por vulneración de los
derechos humanos en el ámbito internacional.
El desarrollo del trabajo de investigación tiene como objetivo general, resolver si es
posible la participación del defensor público en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos (SIDH), y como debe ser su intervención, particularmente ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH), ante la denuncia de violaciones derivadas de los procesos
penales en los que interviene en defensa de los inculpados, procurando obtener
resoluciones emblemáticas que rompan con las prácticas de exclusión y represión,
garantizando con ello un verdadero acceso a la justicia.
Para resolver la cuestión planteada, la investigación se divide y organiza en tres
capítulos, el primero titulado “La defensa pública como medio de acceso a la justicia.”
Incorpora las concepciones del derecho de acceso a la justicia y cuál de esas contribuye
a eliminar las barreras de exclusión para la efectiva defensa de los derechos. Se exponen
las obligaciones que asume el Estado mexicano frente (DIDH) con el propósito de
contextualizar su posición frente al SIDH, y comprender el alcance del acceso a la
justicia y el derecho a la defensa pública reconocido por los organismos internacionales
de protección.
Se abordan las acepciones y estándares internacionales del acceso a la justicia, y los que
se refieren a la defensa pública, los casos que se han presentado en el SIDH, la recepción
2
que se ha dado de esos derechos en sede nacional, se analiza la propuesta realizada por
Sergio García Ramírez y la experiencia que aportan las Defensorías Públicas de
Argentina y Guatemala.
En el segundo capítulo denominado “La Institución de la defensa pública penal en
México y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos”. Se establece la situación
actual de la defensa pública federal en México, su organización, estructura y marco
normativo. Las obligaciones que debe cumplir el defensor público en materia penal que
derivan de la LFDP y del artículo 1 de la CPEUM en relación con los artículos 1 y 2 de
la CADH, para dar plena vigencia al derecho de defensa que prevé el artículo 8.2 e) de
la Convención Americana. Se identifican los avances y fortalezas del Instituto Federal
de Defensoría Pública (IFDP). Los desafíos para mejorar su desempeño y del servicio de
defensa pública. La autonomía de la Defensoría Pública como tipo de institución que se
recomienda en el SIDH, para mejorar el acceso a la justicia de las personas que se
encuentran sometidas a la justicia penal. Se propone la organización y funcionamiento
que debe adoptar el IFDP para la formación defensores públicos expertos en la defensa
de los derechos humanos en sede nacional como en el SIDH.
En el último capítulo me refiero a “La actuación del defensor público penal en el
Sistema Interamericano de Derechos Humanos.” Se construyen los fundamentos
interpretativos que justifican la participación del defensor público federal en el SIDH,
tomando como referencia los estándares internacionales de derechos humanos. La
posición que debe adoptar el defensor público al litigar frente al Estado mexicano del
que forma parte, que no es más que la defensa de los derechos humanos que el propio
Estado no reparó en sede nacional. Se reflexiona hasta dónde y de qué forma puede
darse la participación del defensor en el SIDH, si comprende todo el procedimiento ante
la CIDH y Corte IDH, o solo en determinadas etapas. Por lo que en este capítulo se da
noticia del compromiso ineludible que tiene la defensa pública penal en distintos
momentos, con diverso y variados alcances.
3
En necesario precisar que el marco normativo que se analiza en la investigación es el
que regula la actuación del defensor público federal, no así del defensor público de cada
una de las entidades federativas, por dos razones, la primera, relacionada con el interés
personal de profundizar en el marco normativo del IFDP, para saber en qué medida se
ajusta a los parámetros internacionales derivados del artículo 8.2. e) de la CADH. Hasta
dónde su regulación, organización y funcionamiento permite o impide la intervención de
la defensa pública en el SIDH, la segunda, es la imposibilidad de abordar la diversidad
de disposiciones normativas que regulan la actuación de los defensores públicos de los
Estados de la Federación y a partir de ellas justificar la posible intervención en el ámbito
internacional, y la forma en que debe darse, principalmente antes las variadas forma de
organización, estructura y funcionamiento, además de la posible existencia de alguna
prohibición.
No se descarta que el derecho a la defensa pública previsto en el artículo 8.2.e) de la
CADH, que se garantiza en el artículo 1 y 17 de la Constitución Mexicana, también
obliga a los Estados de la Federación asegurar a todas las personas la defensa de sus
derechos acorde a los parámetros internacionales. Por consecuencia, los estándares de
actuación que se proponen para el defensor público federal, también deben regir el
servicio que prestan los defensores públicos de los Estados para promover su
participación en el SIDH, con independencia de su regulación interna.
4
Capítulo I
La defensa pública como medio de acceso a la justicia
El objetivo de este capítulo es explicar la relación de la defensa pública como garantía
de acceso a la justicia ante las instancias nacionales y organismos del SIDH que
contribuya al fortalecimiento de los derechos y solución de conflictos. Para lograrlo se
analizarán las concepciones del derecho de acceso a la justicia y cuál de ellas contribuye
a la efectiva defensa de los derechos.
También se analizarán las obligaciones que ha asumido el Estado mexicano frente al
Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) particularmente las que
derivan de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH o Convención
Americana) y las consecuencias de la falta de cumplimiento en el SIDH. Se abordará la
regulación del acceso a la justicia y la defensa pública en el SIDH, su recepción y
cumplimiento con los estándares internacionales en sede nacional.
Se emprenderá el análisis de la participación de la defensa pública en el SIDH, como
forma de acceso a la justicia de acuerdo a la propuesta que formula Sergio García
Ramírez, en los casos que la protección nacional se revele insuficiente para lograr el
respeto y protección de los derechos de los que deben gozar todas las personas sujetas a
proceso penal.
Por último se abordarán las Defensorías Públicas de Argentina y Guatemala, en las que
destaca la intervención de los defensores públicos en la defensa de los derechos
humanos en el SIDH, ejemplos de interés para que México impulse la participación de la
Defensoría Pública en el ámbito internacional.
Conviene aclarar que en este capítulo se precisan los estándares del SIDH, al ser el
sistema, al que limito la propuesta de participación del defensor público, sin embargo,
5
cuando considere necesario precisar alguna característica o parámetro relevante se
recurrirá al sistema universal, principalmente en lo que se refiere al acceso a la justicia y
a los estándares de actuación de la defensa pública.
1.1 Qué es el acceso a la justicia
Antes de dar contestación a esta pregunta, es importante precisar que el tema de los
derechos humanos es amplio y que su alcance es dinámico, lo cual significa que pueden
darse respuestas y alcances novedosos que reflejen su conexión con las nuevas
exigencias de protección que la realidad demanda. Por lo tanto, señalaré las
aproximaciones de la noción de acceso a la justicia entre un sentido estricto y un sentido
amplio, con el propósito de establecer en qué medida la defensa pública contribuye a
materializar el acceso a la justicia.
Por lo que se refiere al derecho de acceso a la justicia existen dos conceptualizaciones,
una que ha permitido ejercer los derechos por la vía de los reclamos individuales ante la
vía jurisdiccional y otro que ha tenido un alcance más amplio que significa un cambio en
las condiciones sociales, a la primera se le ha denominado la concepción institucional o
restrictiva, y a la segunda integral o amplia. (Birgin y Kohen, 2006)
La concepción institucional también denominada corriente institucionalista1 se limita a
la tutela judicial, al “sistema preexistente de cortes y tribunales abordando reformas de
cara a su mayor capacitación, a su reorganización y a una mayor dotación de recursos
materiales y humanos para mejorar su rendimiento, y de esta manera ampliar su alcance
y aumentar su eficacia.” (PNUD, 2005, p. 7).
En ese sentido, el acceso a la justicia forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva,
consagrado en el artículo 8.1 y 25.1 de la CADH, el primero contiene las garantías
1
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, (PNUD) (2005). Manual de políticas públicas para el acceso a la justicia.
América Latina y el Caribe, Buenos Aires, p. 9.
6
mínimas del debido proceso y el segundo al recurso efectivo, con respecto al primero, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, (Corte IDH o Corte) precisó, que:
(…) esta disposición de la Convención consagra el derecho de acceso a la justicia.
De ella se desprende que los Estados no deben interponer trabas a las personas que
acudan a los jueces o tribunales en busca de que sus derechos sean determinados o
protegidos. Cualquier norma o medida del orden interno que imponga costos o
dificulte de cualquier otra manera el acceso de los individuos a los tribunales, y
que no esté justificada por las razonables necesidades de la propia administración
de justicia, debe entenderse contraria al precitado artículo 8.1 de la Convención”
(Corte IDH, 2002: párr. 50).
En el artículo 25.1 de la CADH consagra el derecho de acceso a la justicia, al mencionar
que:
Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro
recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra
actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la
ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas
que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. (OEA, 1969. Art.25)
De lo anterior se destaca que el derecho de acceso a la justicia desde el enfoque
institucional se identifica a la tutela judicial efectiva que comprende garantías que debe
brindar el órgano jurisdiccional que se refieren a su independencia, imparcialidad,
competencia, y al conjunto de principios que regulan al debido proceso; la emisión de la
sentencia o solución del conflicto dentro de un plazo razonable; la congruencia y
exhaustividad entre lo solicitado y la decisión, así como la ejecución de la sentencia. Por
tanto, el derecho a la tutela jurisdiccional despliega sus efectos en tres momentos
diferentes: “... primero, en el acceso a la justicia; segundo, una vez en ella, que sea
posible la defensa y obtener solución en un plazo razonable, y tercero, una vez dictada la
sentencia, la plena efectividad de sus pronunciamientos. Acceso a la jurisdicción,
proceso debido y eficacia de la sentencia.” (González, 1989: 43-44)
7
Por otro lado, la concepción integral va más allá de la tutela judicial, ya que el acceso a
la justicia también se concibe como un “instrumento para la transformación de las
relaciones de poder que perpetúan la exclusión, la pobreza y la subordinación de grupos
tales como mujeres, presos, indígenas, migrantes, discapacitados, menores, ancianos,
población de bajos ingresos, etc.” (PNUD, 2005, p. 7)
En esta concepción del enfoque amplio de acceso a la justicia se incluye al enfoque
estricto, porque los medios procesales que posibilitan el acceso no se concretan sólo al
poder judicial, sino que se amplía a órganos administrativos adscriptos al Ejecutivo, y al
Legislativo. Además deben satisfacer las garantías que atañen a los órganos
jurisdiccionales, en “los distintos procedimientos en que los órganos estatales adoptan
decisiones sobre la determinación de los derechos de las personas, ya que el Estado
también otorga a las autoridades administrativas, colegiadas o unipersonales, la función
de adoptar decisiones que determinan derechos.” (Corte IDH, 2011: párr. 118)
Desde este punto de vista, el ejercicio del derecho de acceso a la justicia pretende evitar
la exclusión, la discriminación social, la marginación y la impunidad, mediante
mecanismos judiciales, administrativos y legislativos, que garanticen el acceso a la
justicia a personas que por su estado de vulnerabilidad o desventaja no pueden obtener la
tutela de sus derechos y solución de sus conflictos.
De esa manera se puede afirmar que el efectivo acceso a la justicia es transversal que va
más allá de los órganos jurisdiccionales para abarcar a órganos administrativos en el
reconocimiento de derechos y resolución de conflictos, además de ello exige la presencia
de instituciones suficientes y capaces de cumplir con efectividad y calidad la provisión
de respuestas a los reclamos de justicia, que contribuyan no solo a la superación de las
desigualdades económicas, sino también para la inclusión social de los diversos grupos
que sufren algún tipo de marginación o discriminación, como es el caso de poblaciones
8
indígenas, las mujeres, los niños y adolescentes, los mayores, los discapacitados, los
privados de la libertad entre otros. (Alves, 2008)
El acceso a la justicia para ser efectivo, además de brindar la posibilidad de ejercer una
acción o recurso, lograr la inclusión social y evitar la discriminación, requiere la
presencia de mecanismos o medios que lo materialicen y uno de ellos, es la asistencia
legal, al constituir la posibilidad real de ejercer las pretensiones y derechos en los
órganos jurisdiccionales y la de recurrir a mecanismo que garanticen la igualdad y no
discriminación, erradicando la exclusión y subordinación. Al respecto la Corte IDH,
declarado que:
Si una persona que busca la protección de la ley para hacer valer los derechos que
la Convención le garantiza, su indigencia le impide hacerlo porque no puede pagar
la asistencia legal necesaria o cubrir los costos del proceso, queda discriminada
por motivo de su posición económica y colocada en condiciones de desigualdad
ante la ley. (Corte IDH, 1990: párr. 22)
Pese a la importancia que significa la representación legal para el acceso a la justicia de
los diversos grupos sociales en estado de vulnerabilidad y en los diferentes tipos de
juicio e instancias en las que es necesaria su intervención, me concretare a la asistencia
letrada especializada en materia penal que presta el Estado y que se garantiza en el
artículo 8.2.e) de la Convención Americana. En el ámbito de intervención de la defensa
pública penal es donde con mayor fuerza se advierte la vulneración de los principios
penales y procesales, además por ser comúnmente el asistente de los sectores
vulnerables y protagonista de la reacción penal, su actuación debe ser capaz equilibrar el
sistema de justicia penal, evitar su expansión irracional y selectividad sobre los más
vulnerables, procurando el respeto del debido proceso. (Vitale, 2008)
En consecuencia, la defensa que brinda el Estado tiene el compromiso de representar a
las personas que por estado de vulnerabilidad tiene dificultades para acceder a la justicia,
además le corresponde minimizar la dureza de la respuesta penal, el recurrir a todas las
9
herramientas dogmáticas y procesales en la consecución de un juicio justo, diseñar
estrategias para mejorar la racionalidad del sistema de justicia penal y proponer rutas
encaminadas a la reducción de la política criminal, elevando la gestión de la
conflictividad a niveles del poder Ejecutivo y Legislativos en el tema de política
criminal y legislación, e inclusive plantear actuaciones internacionales para la efectiva
protección y respeto de los derechos humanos de las personas que representan,
procurando que los operadores de justicia realicen interpretaciones favorables a los más
vulnerables y postergados de la sociedad.
Dada la importancia del acceso a la justicia y el derecho a la defensa pública como
mecanismo para poner en acción el libre y pleno ejercicio de los derechos de los que
debe gozar el inculpado, ambos reconocidos en el ámbito internacional que ha
enriquecido su contenido y alcance, requieren ser adoptados y regulados por los Estados
cumpliendo con la obligaciones que asumen al momento de ratificar un tratado de
derechos humanos y evitar las consecuencias jurídicas que surgen ante la falta de
cumplimiento de sus compromisos.
1.2 Consecuencias de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos en las instituciones del Estado Mexicano
Las consecuencias de comprometerse con el DIDH, derivan obligaciones que asumen
los Estados al suscribir o ratificar un tratado de derechos humanos del sistema universal
o regional, su incumplimiento genera responsabilidad internacional. Respecto al SIDH,
la Convención Americana constituye la fuente de las obligaciones que deben cumplir los
Estados que se comprometen con el respecto y garantía de los derechos y libertades, y en
la adopción de medidas para su plena realización. Por consiguiente, se abordan las
denominadas obligaciones generales que surgen de la CADH, con las que se busca dar
plena eficacia a los derechos humanos. Dentro de ese cuadro de obligaciones se
analizarán los elementos institucionales, el del núcleo mínimo y principios de aplicación
10
para lograr el pleno ejercicio del derecho a la defensa y la protección sistemática e
integral de los derechos.
Los tratados internacionales sobre derechos humanos no sólo contemplan un catálogo
más o menos amplio de derechos, también contemplan importantes deberes y
obligaciones para los Estados. En el artículo 1 de la CADH se menciona que: “(l)os
Estados partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté
sujeta a su jurisdicción, sin discriminación…”(OEA, 1969. Art. 1)
De igual forma la Convención Americana establece en el artículo 2, la obligación del
Estado parte de adoptar las medidas necesarias para hacer efectivos los derechos
reconocidos en la Convención, “Si en el ejercicio de los derechos y libertades
mencionados en el artículo 1, no estuvieren ya garantizados por disposiciones
legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo
a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las
medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales
derechos y libertades.” (OEA, 1969. Art. 2)
De esta manera se regula en el citado artículo 1 de la CADH, dos obligaciones que
deben cumplir los Estados, la de respetar los derechos humanos y garantizar su pleno
ejercicio y goce. Estas obligaciones se complementan con lo establecido en el artículo 2
de la CADH, al exigir a las autoridades correspondientes el adoptar las disposiciones
necesarias para lograr el pleno goce de los derechos y libertades de todas las personas
que se encuentre bajo su jurisdicción.
Si bien la redacción del artículo 1.1 de la Convención Americana precisa únicamente la
existencia de las obligaciones de respetar y garantizar, la Corte IDH ha derivado de esta
11
última las obligaciones de proteger y promover2 los derechos humanos (Corte IDH,
2006d). La conceptualización de las obligaciones generales se desarrolló de forma
previa a la jurisprudencia de la Corte IDH. Fue el Comité de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (CESCR) el que sugirió que todo derecho humano impone a los
Estados las obligaciones de respeto, de protección y de garantía o satisfacción.3
Por esa razón, las primeras obligaciones que comprometen a un Estado una vez que ha
ratificado un tratado internacional de derechos humanos, son las denominadas
obligaciones generales de respetar, proteger, garantizar y promover, que deben ser
observadas para materializar el ejercicio y disfrute de los derechos humanos. (Serrano y
Vázquez, 2012), y que se encuentran reguladas en el artículo 1 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) y los artículos 1 y 2 de la
Convención Americana.
Estas obligaciones tienen relevancia al momento de verificar el libre y pleno ejercicio a
la defensa pública y gratuita como mecanismo de acceso a la justicia, la cual tendrá
plena vigencia si todas las autoridades del Estado cumplen con estas obligaciones
generales. La obligación de respetar consiste en evitar obstáculos o conductas de las
autoridades que imposibiliten el ejercicio del derecho, por ejemplo, el recabar la
2
En el caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia donde la Corte logró determinar la responsabilidad del Estado por violación
a sus obligaciones de prevenir las violaciones y proteger los derechos humanos. En la sentencia se afirma que “es dentro del
contexto descrito en que sucedieron los hechos del caso, que debe determinarse la observancia por parte del Estado de sus
obligaciones convencionales de respeto y garantía de los derechos de las presuntas víctimas” Cfr. Caso de la Masacre de Pueblo
Bello Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de enero de 2006. Serie C No. 14. También véase, Caso González
y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de noviembre de
2009. Serie C No. 205; Caso de la Masacre de Mapiripán Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 15 de
septiembre de 2005. Serie C No. 134, y Caso 19 Comerciantes Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 5 de julio
de 2004. Serie C No. 109, entre otros. En la Conferencia de Viena de 1993, se establece en La Declaración y Programa de Acción de
Viena que los Estados tienen el deber, sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger
todos los derechos humanos y las libertades fundamentales, párr. 5.
3
Por ejemplo, en sus Observaciones Generales 3. 9 y 14, el Comité DESC maneja la obligación de cumplir, que requiere que el
Estado adopte medidas apropiadas de carácter legislativo, administrativo, presupuestario, judicial o de otra índole con miras a
lograr la plena realización de los derechos. Esta obligación se subdivide en las obligaciones de facilitar, garantizar y promover. La
obligación de facilitar significa en particular que el Estado adopte medidas positivas que permitan y ayuden a las personas y a las
comunidades a disfrutar sus derechos. También el Estado está obligado a garantizar un derecho cada vez que un individuo o grupo
no pueda, por razones ajenas a su voluntad, poner en práctica el derecho por sí mismo utilizando los recursos que hay a su
disposición. La obligación de promover requiere que el Estado adopte medidas para que se difunda la información adecuada sobre
los derechos.
12
declaración del reo sin haber permitido el fiscal o el juez, entrevistarse previamente y en
privado con su defensor para ejercer el derecho a la defensa técnica. La de proteger, se
dirige a las autoridades para impedir que personas, grupos o cualquier otra institución
jurídica no estatal violenten el derecho de defensa, por ejemplo, las autoridades deben
brindarle al defensor todas las medidas de seguridad cuando personas o grupos realizan
amenazas o ejercen intimidación para impedir que determinado reo goce de la asistencia
de su defensor. La de garantizar, tiene un objetivo amplio que consiste en organizar todo
el aparato gubernamental en todos sus niveles para facilitar a las personas el ejercicio del
derecho, por ejemplo, la creación de instituciones de defensa pública, con recursos y
personal suficiente para brindar el servicio de defensa pública y gratuita. (Vázquez y
Delaplace, 2011).
La obligación de promover que refiere Abramovich, siguiendo a Van Hoof, es: “el deber
de desarrollar condiciones para que los titulares del derecho accedan al bien”
(Abramovich, 2006:27). De tal forma que el Estado debe fomentar el conocimiento y
titularidad del derecho a defenderse por conducto de un abogado pagado por el Estado,
cuando su especial condición dificulte el ejercicio y disfrute del acceso a la justicia para
la defensa de sus derechos.
Además de las obligaciones generales, se requiere que el Estado cumpla con los
elementos institucionales de cada derecho que han sido desarrollados por el Comité de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESCR) de las Naciones Unidas en las
observaciones generales número 11, 12 y 14, que se refieren a la disponibilidad,
accesibilidad, calidad, adaptabilidad y aceptabilidad. (Serrano y Vázquez, 2012)
La aplicación de esos elementos a la defensa pública y gratuita como dimensión del
derecho de acceso a la justicia permiten evaluar el grado de cumplimiento o
incumplimiento de las obligaciones del Estado. La disponibilidad se refiere a que los
recursos ofrecidos por el Estado sean suficientes en servicios, instalaciones,
13
mecanismos, y personal, en este caso, la existencia de una institución pública que
otorgue el servicio de defensa pública con recursos y personal suficiente para todas las
personas que reclamen la asistencia de un defensor público. La accesibilidad consiste en
tener al alcance los medios necesarios para que toda persona pueda ejercer su derecho,
por ejemplo, que el servicio de defensa pública sea accesible y gratuita, es decir se
eliminen los obstáculos que dificulten la posibilidad de reclamar los derechos y
libertades ante el sistema judicial. La calidad consiste en que los bienes y servicios que
el Estado pone a disposición de las personas estén diseñados con las características
mínimas que les permitan servir para el fin al que han sido creados, de forma eficiente,
en el caso del derecho a la defensa debe ser la adecuada para hacer valer los derechos
sustantivos a través de ejercer el debido proceso y obtener un juicio justo. La
adaptabilidad, corresponde a la flexibilidad del servicio a los requerimientos de las
personas, por ejemplo, la defensa pública debe moldearse y adaptarse a las necesidades
de las personas o comunidades conforme a su contexto cultural y social, que faciliten su
ejercicio a las personas privadas de la libertad, indígenas, niños, discapacitados, etc. La
aceptabilidad, implica que los servicios de la defensa pública sean admitidos o
consentidos por las personas o comunidades a quienes están dirigidos, lo cual se ven
condicionados por la flexibilidad de adaptarse a las necesidades de los grupos y personas
como la participación de las personas a quien dirige el servicio de defensa.
También, como obligación del Estado debe considerar los principios de aplicación, que
comprenden la identificación del núcleo mínimo de un derecho que el Estado debe
proporcionar a todas las personas de forma inmediata y sin justificación de
imposibilidad económica o de escasez de recursos. Ello significa, que el derecho no es
estático, dado que todo derecho humano es un derecho vivo que debe mejorar, por lo que
su ampliación puede lograrse por conducto del principio de progresividad, lo cual
implica, que alcanzado cierta satisfacción o avance del derecho, el Estado no podrá,
salvo en ciertas circunstancias, disminuir el nivel logrado. (Serrano y Vázquez, 2012).
14
De esa manera si toda persona tiene el derecho de defender sus intereses y libertades y el
Estado para cumplir con un estándar mínimo y garantizar la defensa organiza sus
instituciones para que el ejercicio de ese derecho sea gratuito para aquellas personas que
se encuentra relacionadas en un proceso penal, el principio de progresividad evita que el
Estado, ante una situación de limitaciones económicas pretenda cobrar o establecer un
costo por la prestación del servicio o limitarlo a un grupo de personas determinado.
Es importante señalar que las garantías del debido proceso (entre las que se encuentra la
asistencia jurídica) no pueden eliminarse argumentando graves situaciones o estados de
emergencia, ya que el artículo 8 de la CADH es el marco en el que deben ejercitarse las
garantías judiciales indispensables mencionadas en el artículo 27.2, que resguardan los
derechos que no pueden suspenderse. (Corte IDH, 1987).
Otra consecuencia de la recepción del Derecho Internacional de los Derechos Humanos
en el derecho interno, es que el incumplimiento de las obligaciones que emanan de sus
compromisos internacionales, genera responsabilidad internacional del Estado.
Dulitzky, en su artículo “Implementación del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos en los sistemas federales…”, expone diversos criterios comprendidos en el
SIDH que deben ser observados para no incurrir en responsabilidad internacional.
Primero, reconoce que los Estados pueden adoptar la forma de gobierno que estimen
conveniente sin que signifique un obstáculo para cumplir las obligaciones
internacionales contraídas. Segundo, lo que constituye violación de un tratado puede ser
lícito en derecho interno u lo que es ilícito en derecho interno puede no entrañar
violación alguna a las disposiciones de un tratado. Tercero, el Estado será responsable
por cualquier acto o comportamiento contrario a las obligaciones internacionales
independientemente de la organización o estructura del gobierno. (Dulitzky, 2007)
15
La Corte IDH, ha tenido la oportunidad de referirse a la responsabilidad internacional de
los Estados derivado de la obligación que tienen todas las autoridades de efectuar un
control de convencionalidad entre las normas internas y la Convención Americana,
como expresión del deber de garantía del artículo 1.1 de la CADH, al expresar:
El cumplimiento por parte de agentes o funcionarios del Estado de una ley
violatoria de la Convención produce responsabilidad internacional del Estado, y es
un principio básico del derecho de la responsabilidad internacional del Estado,
recogido en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en el sentido de
que todo Estado es internacionalmente responsable por actos u omisiones de
cualesquiera de sus poderes u órganos en violación de los derechos
internacionalmente consagrados, según el artículo 1.1 de la Convención
Americana. (Corte IDH, 2006a: párr. 123)
En el SIDH, al ser parte los Estados de la CADH y al haber otorgado competencia
jurisdiccional a la Corte IDH, asumieron plenamente las obligaciones de respeto,
protección, garantía, promoción y no discriminación en el ejercicio de los derechos
humanos. Razón por la que deben cumplir directamente las conductas establecidas en
cada norma convencional, a promover a través de sus órganos, la posibilidad real y
efectiva de que las personas sujetas a su jurisdicción ejerzan los derechos y disfruten las
libertades que se les reconocen, y a no realizar distinciones, exclusiones, restricciones o
preferencias respecto al ejercicio de un derecho para no comprometer la responsabilidad
internacional.
Para cumplir con las obligaciones que señala la norma convencional es necesario tener
presente cual es el estándar mínimo que se ha establecido en el ámbito internacional para
dar plena eficacia al derecho de acceso a la justicia y a la defensa pública y gratuita. Para
luego, a partir de ese conocimiento determinar si la regulación o el contenido que el
Estado debe garantizar son acordes a la CADH, y además permite el pleno ejercicio de
los derechos.
16
1.3 El derecho de acceso a la justicia en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos
Ya se precisó anteriormente, que el derecho de acceso a la justicia en su concepción
amplia no se agota sólo en el acceso al sistema estatal de justicia, es decir a tribunales
independientes e imparciales, y con las garantías del debido proceso y protección
judicial de conformidad con los artículos 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, se
dijo, que además comprende a todas las instituciones involucradas en la obtención del
acceso a la justicia de los diversos grupos sociales que les permitan ejercer los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, sin discriminación.
La jurisprudencia de la Corte IDH, ha enriquecido el fundamento, contenido y alcance
del derecho de acceso a la justicia, el cual se encuentra conformado por el derecho a un
recurso efectivo y el derecho a un debido proceso, por tanto, se constituye en un pilar
fundamental del estado de derecho
Así, el derecho a un recurso efectivo, consagrado en el artículo 25.1 de Convención
Americana, obliga a los Estados a conceder los mecanismos necesarios para la
protección de los derechos frente a actos que los violenten, “(n)o basta con la existencia
formal de los recursos, sino que éstos deben ser efectivos, es decir, deben ser capaces de
producir resultados o respuestas a las violaciones de derechos...” (Corte IDH, 2006b:
párr. 144). No es efectivo aquel recurso que resulte ilusorio, esto “significa que la
función de esos recursos, dentro del sistema derecho interno, sea idónea para proteger la
situación jurídica infringida.” (Corte IDH, 1988: párr. 64)
En relación con el derecho al debido proceso, consagrado en el artículo 8 de la
Convención Americana, se trata de un complemento del derecho a un recurso efectivo,
dado que el debido proceso determina la forma en que se debe sustanciar aquél para
alcanzar su efectividad. En este sentido, el derecho a ser oído debe darse dentro de un
plazo razonable, toda vez que: “una demora prolongada puede llegar a constituir, por sí
17
misma, una violación a las garantías judiciales” (Corte IDH. 2006c: párr.128). Respecto
al plazo razonable se considera la duración total del procedimiento, en relación con la
complejidad del asunto, la actividad procesal del reo y la conducta de las autoridades
judiciales. (Corte IDH, 2006b)
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) abordó el derecho de acceso
a la justicia en el informe sobre “Acceso a la Justicia para las Mujeres Víctimas de
Violencia en las Américas” donde advierte la existencia de una brecha entre la
formulación legal o formal de los derechos y la respuesta del sistema judicial. El informe
asevera que los problemas estructurales de los sistemas de justicia afectan el
procesamiento de casos de violencia intrafamiliar, entre otras razones, por la ausencia de
tribunales en zonas rurales, pobres y marginadas y por la falta de abogados de oficio
para las víctimas. Hacia el final de documento, la CIDH insta a los Estados a pasar de un
reconocimiento formal de los derechos de las mujeres al disfrute real y efectivo de ellos.
(CIDH, 2007b)
Al mismo tiempo, la CIDH publicó un documento que precisa los estándares del acceso
a la justicia como garantía de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC).
El documento sistematiza la jurisprudencia tanto de la Corte IDH como de la CIDH en la
materia y arroja factores para evaluar el desempeño de los Estados miembros en materia
de protección de los derechos económicos y sociales. El estudio se focaliza en cuatro
temas: a) la obligación de remover obstáculos económicos para garantizar el acceso a la
justicia; b) los componentes del debido proceso en los procedimientos administrativos
relativos a derechos sociales; c) los componentes del debido proceso en los
procedimientos judiciales relativos a derechos sociales y d) los componentes del derecho
a tutela efectiva judicial de derechos sociales, individuales y colectivos. (CIDH, 2007a)
El primer estándar que se advierte del documento, se refiere a la obligación de los
Estados de remover los obstáculos para garantizar el acceso a la justicia, por tanto
18
aplicable a todos los derechos humanos reconocidos en la Convención Americana y no
sólo a los DESC.
En ese sentido la Corte IDH en diversas Opiniones Consultivas ha hecho referencia a las
obligaciones del Estado en relación a la efectividad del derecho de acceso a la justicia y
la importancia de la actuación de la defensa para cumplir con las obligaciones generales
que establecen los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana de respetar y garantizar
los derechos reconocidos en la misma.
Así, en la Opinión Consultiva OC-11/90, la Corte IDH, estableció “la necesidad de
remover obstáculos en el acceso a la justicia que pudieran originarse en la posición
económica de las personas” (Corte IDH, 1990: párr. 34). En la misma destacó que: “si a
una persona que busca la protección de la ley para hacer valer los derechos que la
Convención Americana consagra se le impide hacerlo porque no puede pagar la
asistencia legal necesaria […] queda discriminado por motivo de posición económica y
colocado en condiciones de desigualdad ante la ley” (párr. 22).
En el mismo sentido, la Corte IDH, a través de la Opinión Consultiva OC-18/03, abordó
la omisión del Estado de proveer servicios de asistencia gratuita de defensa a las
personas que no cuenten con los recursos económicos necesarios, con la consecuencia
de vulnerar el debido proceso y el derecho a la protección judicial efectiva consagrados
en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana. (Corte IDH, 2003).
Por tanto, se aprecia que para hacer efectivo el derecho de acceso a la justicia uno de los
mecanismos que debe brindarse para remover los obstáculos que genera la situación
económica de las personas para exigir el reconocimiento de sus derechos, lo constituye
la defensa pública y gratuita, a través de su actuación se logra la protección judicial
efectiva y el debido proceso evitando el estado de indefensión, la discriminación y la
violación de los derechos humanos. En razón de ello es importante conocer los
19
parámetros que en el ámbito internacional se le confían a la actuación de la defensa
pública para garantizar el acceso a la justicia y la adecuada defensa. Hecho lo anterior se
formulará una aproximación al concepto del derecho a la defensa pública, con los
elementos que aporte el derecho de acceso a la justicia y los estándares que rigen su
actuación.
1.4 El derecho a la defensa pública gratuita en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos
Antes de abordar los estándares de actuación desarrollados en el ámbito que compete al
SIDH, al que delimitó la propuesta de intervención del defensor público, se aclara que
también se invocarán los criterios y estándares emitidos por los órganos del sistema
universal y europeo que resulten útiles para fortalecer la actuación de la defensa pública.
En el ordenamiento jurídico internacional, las normas relevantes que consagran la
obligación del Estado de asegurar el derecho a la defensa publica penal, es el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) que en su artículo 14.3.d
contempla que:
Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá derecho, en plena
igualdad, a las siguientes garantías mínimas: […] d) A hallarse presente en el
proceso y a defenderse personalmente o ser asistida por un defensor de su
elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del derecho que le asiste a
tenerlo, y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a que se le nombre defensor
de oficio, gratuitamente, si careciere de medios suficientes para pagarlos. (UN,
1966: Artículo 14.3)
En el SIDH, la defensa pública del acusado en un procedimiento penal para el acceso a
la justicia deriva del artículo 8.2.e. de la CADH, establece que:
Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda
persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: […]
20
e) Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el
Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se
defendiera por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo de ley. (OEA,
1969: Artículo 8.2)
El Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), estable en el artículo 6.3.c.
“(t)odo acusado tiene, como mínimo, los siguientes derechos: […] c) A defenderse por sí
mismo o a ser asistido por un defensor de su elección y, si no tiene medios para pagarlo,
poder ser asistido gratuitamente por un abogado de oficio, cuando los intereses de la
justicia lo exijan.” (CE, 1950: Artículo 6.3)
En relación con estas normas la jurisprudencia de los órganos creados para la aplicación
de los derechos humanos previstos en cada sistema que han consolidado estándares de
intervención de la defensa pública con variado contenido y alcance, entre ellos, se ha
referido, a la existencia de condiciones económicas, del interés de la justicia o
circunstancias particulares de los procedimientos para su otorgamiento, los
procedimientos en que se aplica, el ser informado de la titularidad del derecho a la
defensa pública, la defensa personal o letrada, la posibilidad de elección, el inicio y
duración, y a la defensa adecuada. Estándares a los que me referiré de acuerdo a la
interpretación generada por los órganos del SIDH, y cuando sea el caso, al Comité de
Derechos Humanos (CIDH o el Comité) y al Tribunal Europeo de Derechos Humanos
(TEDH), sin embargo, invocare en primer término y con mayor énfasis la jurisprudencia
generada por la Corte IDH, al ser el ámbito al que delimito la propuesta de intervención
de los defensores públicos, sin que esto signifique la imposibilidad de hacer el uso de
mecanismos contemplados en el Sistema Universal de los Derechos Humanos.
La condición económica de las personas, es un factor que exige que la defensa pública
sea gratuita para asegurar el pleno goce de los derechos. Si bien en el PIDCP como la
CEDH, establecen que “será gratuita cuando se carezca de los medios para contratar los
servicios de un abogado y el interés de la justicia así lo exija, a diferencia de la
Convención Americana, que deja a consideración de los Estados el determinar si la
21
prestación de ese servicio ha de ser remunerado o gratuito” (Cofre, 2011: p.26). Sin
hacer referencia al interés de la justicia para otorgar el servicio de defensa pública.
Sin embargo la Corte IDH en la Opinión Consultiva OC-11/90, sostuvo que el no
otorgar asistencia gratuita a personas que carecen de recursos vulneraría el principio de
no discriminación, en razón de su condición económica, cuando requiriendo asistencia
letrada el Estado no se la otorga gratuitamente, siempre que mediante esa defensa
gratuita se asegure el juicio justo. (Corte IDH, 1990).
De esa forma “se ha entendido a la actividad estatal de asistencia jurídica como un
servicio destinado exclusivamente a los pobres, pero lo cierto es que esa labor pública
corresponde al cumplimiento de una obligación estatal de asegurar el derecho a la
defensa para la obtención y respeto del debido proceso, y “en términos de igualdad
evitar la discriminación” (Cofre, 2011: p.22) de lo contrario significaría la consolidación
de obstáculo para el acceso a la justicia y la vulneración de la obligación del Estado de
proteger los derechos y el acceso a la justicia.
En ese sentido la Corte IDH, ha tenido la oportunidad de extender el otorgamiento de la
defensa pública en razón de las circunstancias particulares del procedimiento aunque no
concurra el requisito del deterioro económico, al establecer que “las circunstancias de un
procedimiento particular, su significación, su carácter y su contexto en un sistema legal
particular son factores que fundamentan la determinación de si la representación legal es
o no necesaria para el debido proceso.” (Corte IDH, 1990: párr. 28)
Respecto a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, (TEDH),
justifica la intervención de la defensa en los casos de: a) gravedad de los hechos y la
severidad de la pena, b) complejidad del asunto y calificación jurídica, c) situación
personal y capacidad intelectual de la supuesta víctima, evaluada desde la posibilidad
real de llevar a cabo una defensa eficaz. (TEDH, 1991)
22
En este orden, se advierte que el “interés de la justicia se relacionada con la garantía del
debido proceso y en general a una correcta administración de justicia, en condiciones de
igualdad y no discriminación,” (Cofre, 2011:p.24) extendiendo a mayores circunstancias
la presencia de la defensa pública.
Un ejemplo de lo anterior parece indicarlo la CIDH, en el caso Baptiste, en el que
consideró que se había violado la Convención Americana al no haber otorgado
asistencia jurídica gratuita a un indigente condenado a morir en la horca, ya que aún
frente a la posibilidad legal de defenderse por sí mismo, las materias donde se solicitaba
la asistencia jurídica gratuita (solicitud de amnistía, indulto o conmutación de la pena),
“son procesal y sustantivamente complejos, por lo cual, el recluso no los puede plantear
ni presentar en forma efectiva sin contar con representación letrada.”(CIDH, 2000a:
párr. 141). La CIDH al parecer utiliza en este caso los criterios de la carencia de recursos
suficientes y del “interés de la justicia” para obligar al Estado a entregar asistencia
jurídica en un procedimiento de revisión constitucional debido a irregularidades en el
juicio penal.
En relación a los procesos en que es exigible al Estado proporcionar defensa la Corte
IDH, precisó que:
(E)l elenco de garantías mínimas establecido en el numeral 2 del artículo 8 de la
Convención se aplica a los órdenes mencionados en el numeral 1 del mismo
artículo, o sea, la determinación de derechos y obligaciones de orden civil, laboral,
fiscal o de cualquier otro carácter. Esto revela el amplio alcance del debido
proceso; el individuo tiene el derecho al debido proceso entendido en los términos
del artículo 8.1 y 8.2, tanto en materia penal como en todos estos órdenes. (Corte
IDH, 2001b: párr. 125)
De esta forma, la defensa que debe prestar el Estado, no sólo tiene aplicación en el
proceso penal, también es en los procedimientos civiles, administrativos o de otro tipo
en el que deba respetarse el debido proceso del que forma parte la defensa.
23
Es importante precisar, que respecto al derecho de toda persona a defenderse
personalmente o mediante asistencia de abogado de su elección, contemplado en el
artículo 8.2.e) de la Convención Americana, requiere para su ejercicio tratar al
“individuo en todo momento como un verdadero sujeto del proceso, en el más amplio
sentido de este concepto, y no simplemente como objeto de este.” (Corte IDH, 2009b:
párr. 29)
La Corte IDH, también dijo que "aun en aquellos casos en los cuales un acusado se ve
obligado a defenderse a sí mismo porque no puede pagar asistencia legal, podría
presentarse una violación del artículo 8 de la Convención si se puede probar que esa
circunstancia afectó el debido proceso a que tiene derecho bajo dicho artículo" (Corte
IDH, 1990: párr. 26)
Sin embargo, en la jurisprudencia del Comité, se condenó a un Estado por vulnerar el
“derecho a defenderse personalmente, en contravención del apartado d) del párrafo 3 del
artículo 14 del Pacto.” (CCPR, 1997: párr. 14.2). Situación que demuestra que se ha
reconocido la defensa por sí mismo. En otro caso, se dio la negativa del defensor de
oficio de ejercer la defensa en favor de los intereses de su representado, sin que el
Estado le designara otro o le permitiera defenderse él mismo, este proceder contraviene
al apartado d) del párrafo 3 del artículo 14 del PIDCP. (CCPR, 1990).
El derecho a la defensa jurídica también incluye el derecho a ser informado de su
titularidad, Si bien la Corte IDH no señala nada al respecto, este derecho tiene sustento
en el Conjunto de Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a
Cualquier Forma de Detención o Prisión de las Naciones Unidas, que protege este
derecho, al señalar en el principio 17 que: “1. Las personas detenidas tendrán derecho a
asistencia de un abogado. La autoridad competente les informará de ese derecho
24
prontamente después de su arresto y les facilitará medios adecuados para ejercerlo.”
(UN, 1988)
Por su parte el Comité, señaló que el derecho a ser informado de la titularidad del
derecho de defensa es una obligación del Estado que debe otorgar a todas las personas
en igualdad y no discriminación, lo contrario constituye una violación del apartado d)
del párrafo 3 del artículo 14 del PIDCP. (CCPR, 1998a).
Este derecho tiene sentido si concebimos que el pleno ejercicio y goce de los derechos se
logra a partir del conocimiento de su titularidad y de los medios para hacerlos efectivos.
Por eso a pesar de la ausencia de jurisprudencia en el SIDH es posible incluir el deber de
informar a las personas el derecho de acudir a la defensa pública y gratuita.
En el ámbito de la posibilidad de elección del defensor público, la jurisprudencia de la
Corte IDH, indica que cuando “(l)a disposición que niega la posibilidad de que un
mismo defensor asista a más de un inculpado, limita las alternativas en cuanto a la
elección del defensor, pero no significa, per se, una violación del artículo 8.2.d de la
Convención” (Corte IDH, 1999: párr. 147). Sin embargo, el artículo 8.2.e de la
Convención Americana, establece el carácter “irrenunciable” de otorgar un defensor, por
tanto, la renuncia a elegir asistencia legal no justifica la falta de designación de defensor.
Respecto al comienzo de la intervención de la defensa pública, la Convención
Americana y el PIDCP señalan en los artículo 8.2.e) y 14.3.d) respectivamente, que será
“durante el proceso”. Sin embargo, es indudable su intervención en etapas previas a la
intervención jurisdiccional.
La Corte IDH, ha señalado que el derecho a la defensa debe necesariamente poder
ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un hecho
punible, y sobre todo desde antes de rendir la primera declaración, su omisión entraña
25
violación al artículo 8.2.d de la Convención Americana (Corte IDH, 2006c). En el caso
Acosta Calderón, dijo que se vulneró el derecho de defensa de la víctima porque no se le
otorgó un abogado defensor en el momento del interrogatorio ante la policía. De este
modo, consideró que se violaron los artículos 8.2.d y 8.2.e de la Convención. (Corte
IDH, 2005c)
La Corte IDH, en jurisprudencia reciente menciona que “el derecho a la defensa debe
poder ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un
hecho punible y sólo culmina cuando finaliza el proceso” (Corte IDH, 2010a: párr. 154).
También consideró que “(i)mpedir que la persona ejerza su derecho de defensa desde
que se inicia la investigación en su contra y la autoridad dispone o ejecuta actos que
implican afectación de derechos es potenciar los poderes investigativos del Estado en
desmedro de derechos fundamentales de la persona investigada” (Corte IDH, 2010a:
párr. 154)
En relación con el acceso al expediente en la etapa de investigación señaló que: “la
negativa de expedir copias del expediente de la investigación a las víctimas es
incompatible con el derecho a su participación en la averiguación previa” (Corte IDH,
2009a, párr. 256.)
En estos aspectos el Comité ha dicho que un acusado tiene derecho a la defensa técnica
durante las audiencias preliminares (CCPR, 2000, 1998a y 1994)
En razón de lo anterior parece conveniente la ampliación de la defensa pública a asuntos
y diligencias previos a la actuación del juez, lo que armoniza con un adecuado respeto y
garantía del debido proceso.
En lo que se refiere a la duración de la defensa pública, la Corte advirtió que la defensa
debe acompañar a la persona durante todo el todo el proceso y solo culmina cuando
26
finaliza el proceso, incluyendo, en su caso, la etapa de ejecución de la pena (Corte IDH.
2009b y 2010a)
Por su parte el Comité menciona que es aplicable, en principio, a todas las etapas del
proceso, “todas las garantías previstas en el artículo 14 del Pacto, deben observarse
estrictamente en todo procedimiento penal” (CCPR, 1999, párr. 9.5)
También se ha dicho que la asistencia letrada debe ser oportuna; de lo contrario no
podría servir a su encomienda ni satisfaría las exigencias del debido proceso. La falta de
asistencia oportuna impide disponer de una defensa adecuada (Corte IDH, 2005c y
2004b) y constituye violación del artículo 8.2.e) de la Convención Americana, en
perjuicio del justiciable.
Por su parte el Comité, ha sostenido que no será adecuada una defensa que aduce que la
inconformidad del acusado carece de defensa, porque transforma el proceso en no
contradictorio, lo que vulnera a su vez el debido proceso (CCPR, 1996) ni tampoco
aquella en que el defensor se ausenta del juicio oral. (CCPR, 1998b). El Comité asume
que el defensor debe actuar de inmediato y procurar corregir situaciones de violación del
debido proceso, más aún si es un abogado designado por el Estado.
En consecuencia, los estándares internacionales tienen como perspectiva asegurar la
actuación de la defensa pública en el sistema de justicia penal en favor de los derechos
de los justiciables en etapas previas, durante el transcurso y posteriores al proceso.
Además la actuación debe ser adecuada para lograr la efectividad de los derechos
1.4.1 La defensa adecuada
Para que el derecho a la defensa pública ponga en acción las garantías mínimas que
caracterizan al debido proceso que se contemplan en los diversos incisos del artículo 8.2
27
de la Convención Americana, que se refiere a: 1. El derecho del inculpado a la
comunicación previa y detallada de la acusación formulada previsto en el inciso b), 2. La
concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su
defensa que contempla el inciso c) 3. El derecho del inculpado de comunicarse libre y
privadamente con su defensor que protege el apartado d) 4. El derecho de la defensa del
inculpado a citar e interrogar a los testigos y peritos conforme lo señala el inciso f).
Debe actuar conforme a los parámetros internacionales establecidos para lograr dar
efectividad a los derechos.
En este sentido, la Corte IDH ha tenido en cuenta los estándares internacionales que van
mucho más allá de la mera designación de un abogado, recuerda que: “el numeral 8 de
los Principios Básicos sobre la Función de los Abogados (PBFA) relativo a las
salvaguardas especiales en asuntos penales, que fija los estándares para el ejercicio
adecuado de la defensa en estos casos, establece que (a) toda persona arrestada, detenida,
o presa, se le facilitarán oportunidades, tiempo e instalaciones adecuadas para recibir
visitas de un abogado, entrevistarse con él y consultarle, sin demora, interferencia ni
censura y en forma plenamente confidencial.” (Corte IDH, 2004a: párr. 166) y (UN,
1990)
También sostuvo que la defensa pública debe ser efectiva, para lo cual se deben adoptar
todas las medidas adecuadas para contar con una defensa técnica que “actúe de manera
diligente con el fin de proteger las garantías procesales del acusado y evite así que sus
derechos se vean lesionados” (Corte IDH, 2010a: párr. 155)
Por tanto, la Corte IDH, tuvo la oportunidad de conocer diversos casos en los que se
fijan los estándares de actuación que deben de observarse tanto en el ejercicio de la
defensa privada como la que proporciona el Estado, para no vulnerar las garantías
mínimas que prevé el artículo 8.2 de la Convención Americana.
28
1.- En relación al derecho del inculpado a la comunicación previa y detallada de la
acusación formulada contemplado en el artículo 8.2.b de la Convención Americana.
La Corte IDH menciona, primero, que el inculpado conozca de forma previa y detallada
los cargos que se le hacen (Corte IDH, 2009b y 2010a), y segundo, enterado del motivo
del proceso pueda actuar en defensa aportando las pruebas y argumentos necesarios para
contener la acción del Estado. En este sentido dijo:
“(p)ara satisfacer el artículo 8.2.b convencional el Estado debe informar al
interesado no solamente de la causa de la acusación, esto es, las acciones u
omisiones que se le imputan, sino también las razones que llevan al Estado a
formular la imputación, los fundamentos probatorios de ésta y la caracterización
legal que se da a esos hechos. Toda esta información debe ser expresa, clara,
integral y suficientemente detallada para permitir al acusado que ejerza
plenamente su derecho a la defensa y muestre al juez su versión de los hechos”
(Corte IDH, 2009b, párr. 28)
Esta obligación procura la igualdad en el proceso y la defensa adecuada, para lo cual
antes de que se formule una ‘acusación’, es necesario “que la notificación ocurra
previamente a que el inculpado rinda su primera declaración ante cualquier autoridad
pública.” (Corte IDH, 2009b, párr. 30)
Este derecho es fundamental y se satisface si se indica con claridad y exactitud las
normas y los supuestos de hecho en que se basa la acusación, pues permite tener
conocimiento de las razones por las cuales se le imputa a alguien la presunta comisión
de un delito y seguidamente dará oportunidad a los abogados de preparar los argumentos
de descargo.
2. La concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación
de su defensa que consagra el artículo 8.2.c de la Convención Americana.
29
Por un lado, el derecho a contar con el tiempo adecuado para preparar la defensa, y por
el otro, al derecho de conceder los medios, igualmente adecuados. Al respecto la Corte
IDH, observó que:
(L)a restricción a la labor de los abogados defensores y la escasa posibilidad de
presentación de pruebas de descargo han quedado demostradas en este caso.
Efectivamente, los inculpados no tuvieron conocimiento oportuno y completo de
los cargos que se les hacían; las condiciones en que actuaron los defensores fueron
absolutamente inadecuadas para su eficaz desempeño y sólo tuvieron acceso al
expediente el día anterior al de la emisión de la sentencia de primera instancia.
(Corte IDH, 1999: párr. 141)
En otro caso en que se inició el procedimiento excepcional de carácter penal a una
persona inculpada, se le prohibió "contradecir las pruebas y ejercer el control de las
mismas […] así como se limitó a la defensa intervenir con pleno conocimiento en todas
las etapas del proceso" (Corte IDH, 1997b: párr. 62).
También consideró que una persona, debido a su incomunicación durante los primeros
días de su detención, "no tuvo la posibilidad de preparar debidamente su defensa, ya que
no pudo contar con el patrocinio letrado de un defensor público y, una vez que pudo
obtener un abogado de su elección, no tuvo posibilidad de comunicarse en forma libre y
privada con él." (Corte IDH, 1997a: párr. 83)
Se advierte que el artículo 8.2.c, de la Convención Americana implica diversos aspectos,
que se relacionan con el 8.2.b, de la misma Convención, pues, para preparar
debidamente la defensa se requiere ser informado de la acusación, y posteriormente
permitir el tiempo y los medios adecuados para ejercerla, de lo contrario, se vulnera el
artículo 8.2.c. en cuanto a tiempo y medios, para garantizar la adecuada defensa.
3. El derecho del inculpado de comunicarse libre y privadamente con su defensor
previsto en el artículo 8.2.d. de la Convención Americana.
30
La Corte IDH ha tenido la oportunidad de constatar si en el marco de un proceso se ha
impedido la comunicación libre y privada entre la persona inculpada de un delito y su
abogado. En el caso Loayza Tamayo, señaló que la actividad del abogado defensor se
vio limitada al impedirse que éste pueda libremente comunicarse con su defendido
(Corte IDH, 1997b). También consideró que quedó demostrado que los abogados
defensores tuvieron obstáculos para entrevistarse privadamente con sus defendidos
(Corte IDH, 1999). A la misma conclusión llegó, luego de comprobar que se pusieron
obstáculos a la comunicación libre y privada entre esta persona y su defensor (Corte
IDH, 2000).
4.-. El derecho de la defensa del inculpado respecto a la citación e interrogatorio de los
testigos y peritos regulado en el artículo 8.2. f. de la Convención Americana.
La Corte IDH, hace notar que las autoridades judiciales pueden vulnerar el artículo 8.2.f.
por acción u omisión. El primer supuesto se presenta, al impedir a la defensa del
inculpado obtener la comparecencia de testigos y peritos, lo cual tiene por efecto limitar
las posibilidades de defensa. (Corte IDH, 2004c)
La Corte IDH, consideró que el impedir el interrogatorio de los testigos tanto de la
policía como del ejército, que participaron en las diligencias de investigación y
fundamentaron la acusación penal, además, la falta de intervención del abogado defensor
“hasta el momento en que uno de los inculpados hizo su declaración, impidió que aquél
pueda controvertir las pruebas recabadas y asentadas en el atestado policial.” (Corte
IDH, 1999: párr. 153). Además señaló, tomando en cuenta la jurisprudencia de la Corte
Europea, que "dentro de las prerrogativas que deben concederse a quienes hayan sido
acusados está la de examinar los testigos en su contra y a su favor, bajo las mismas
condiciones, con el objeto de ejercer su defensa." Corte IDH, 1999: párr.154)
31
En otro ocasión, se pronunció ante el hecho en que el abogado de la víctima no pudo
conseguir que se celebrara la confrontación pericial, tendiente a esclarecer las
divergencias que arrojaron dos peritajes grafológicos practicados en un proceso penal,
además, la defensa tampoco pudo entrevistar a los miembros de la policía que
capturaron a la víctima y que participaron en el atestado incriminatorio contra ella.
(Corte IDH, 2000)
El segundo supuesto es relativo al proceso penal que culminó con la pena de muerte
impuesta a una persona que al parecer sufría de un trastorno de personalidad y
dependencia de alcohol. En particular, consideró que “no se aseguró […] que el abogado
tuvieran conciencia sobre la disponibilidad de una evaluación gratuita, voluntaria y
detallada de su salud mental, con el fin de preparar su defensa en el juicio”. (Corte IDH,
2009d, párr.88)
En conclusión, para lograr la calidad de la defensa jurídica prestada por abogado
privados y principalmente la prestada por el Estado en el nivel federal o estatal, el
defensor debe actuar y ejercer sus funciones cumpliendo con los parámetros de
actuación que señala el SIDH, particularmente la jurisprudencia de la Corte IDH, para
otorgar un mejor acceso a la justicia.
1.4.2 La relación de la defensa pública con el acceso a la justicia en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos
El vínculo jurídico del derecho a la defensa pública y gratuita con el derecho de acceso a
la justicia, se precisa en la resolución AG/RES.2656-XLI-0/11, “Garantías para el
Acceso a la Justica. El Rol de los Defensores Públicos Oficiales”, emitida por la
Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (AGOEA), en la que
adoptó diversos resolutivos respecto de la importancia que tiene la actuación de los
defensores públicos oficiales para el acceso a la justicia. En su primer resolutivo afirma
que: “(e)l acceso a la justicia, en tanto derecho humano fundamental es, a la vez, el
32
medio que permite restablecer el ejercicio de aquellos derechos que hubiesen sido
desconocidos o vulnerados”. En su segundo punto resolutivo asevera: “(l)a importancia
fundamental que tiene el servicio de asistencia letrada gratuita para la promoción y
protección del derecho de acceso a la justicia de todas las personas, en particular de
aquellas que se encuentran en una situación especial de vulnerabilidad.” (OEA, 2011: 2)
En el año 2012 la AGOEA aprobó otra resolución (AG/RES.2714–XLII-0/12),
denominada “Defensa Pública Oficial como garantía de acceso a la justicia de las
personas en condición de vulnerabilidad,” en donde destaca la labor que desarrollan los
Defensores Públicos Oficiales y sus servicios de asistencia letrada gratuita que permiten
el fácil y oportuno acceso de los vulnerables a la justicia. (OEA, 2012).
Con base en los elementos aportados por los estándares del derecho de acceso a la
justicia y a la defensa adecuada, conviene hacer una aproximación del concepto del
derecho a la defensa pública.
La defensa pública es un derecho humano que corresponde al Estado garantizar para que
toda persona esté en posibilidad de operacionalizar4 el acceso a los órganos
jurisdiccionales, al debido proceso, a la ejecución de las sentencias, a los mecanismos
administrativos y cualquier otro relacionado con el respecto y protección de los derechos
humanos, que elimine la exclusión social, la desigualdad, la selectividad del sistema
penal y la marginación, bajo parámetros de actuación que logren dar respuesta efectiva a
la solución de los conflictos.
4
Es lo que en ciencias sociales se conoce como “operacionalización de los conceptos”, estamos operacionalizando a los derechos
humanos para que se conviertan en una herramienta útil de trabajo, en Serrano, Sandra y Daniel Vázquez (sn). Los derechos
humanos en acción: operacionalización de los estándares internacionales de los derechos humanos. FLACSO-México.
33
1.5 La regulación del derecho de acceso a la justicia y defensa pública penal en la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
En el presente apartado, se examinarán las normas de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM o Constitución), para saber cuál ha sido la
regulación en el ámbito interno del acceso a la justicia y la defensa pública, y cuál es el
contenido y alcance logrado por la jurisprudencia nacional. A partir de lo anterior poder
establecer si existe conformidad entre la norma nacional y la internacional.
Tratándose de la regulación del derecho humano de acceso a la justicia, el orden jurídico
mexicano lo garantiza como parte integrante de la tutela judicial en el artículo 17 de la
CPEUM, que contempla la prohibición de hacerse justicia por sí mismo, la existencia de
tribunales independientes para administrar justicia de manera pronta completa,
imparcial, gratuita, la plena ejecución de las resoluciones, la implementación de
mecanismos alternativos de solución de controversias en los que se asegure la reparación
del daño y la existencia de un servicio de defensoría pública de calidad para la
población.
El pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (“SCJN”) estableció el alcance del
artículo 17 de la CPEUM, en la tesis P./J. 113/2001, al referirse que “el acceso efectivo
a la justicia: “(…) consiste en la posibilidad de ser parte dentro de un proceso y a
promover la actividad jurisdiccional que, una vez cumplidos los respectivos requisitos
procesales, permita obtener una decisión en la que se resuelva sobre las pretensiones
deducidas (…)”(SCJN, 2001)
La Segunda Sala de la SCJN en la tesis aislada 2ª L/2002, advirtió que el citado artículo
reconoce diferentes derechos. Entre ellos, se encuentran los derechos de justicia
completa, justicia gratuita, justicia pronta, y justicia imparcial. (SCJN, 2002)
34
Es importante destacar que previo a la última reforma que se realizó en el año del 2010
al artículo 17 de la CPEUM, la Primera Sala Penal de la SCJN, definió el contenido de la
tutela jurisdiccional, en los siguientes términos:
La garantía a la tutela jurisdiccional puede definirse como el derecho público
subjetivo que toda persona tiene, dentro de los plazos y términos que fijen las
leyes, para acceder de manera expedita -esto es, sin obstáculos- a tribunales
independientes e imparciales, a plantear una pretensión o defenderse de ella, con el
fin que a través de un proceso en el que se respeten ciertas formalidades, se decida
sobre la pretensión o la defensa y, en su caso, se ejecute esa decisión. (SCJN,
2007a).
Hasta aquí se advierte que el derecho de acceso a la justicia forma parte del derecho a la
tutela judicial efectiva, en el que se reconoce la dimensión institucional y el carácter
adjetivo o instrumental, que otorga a las personas la posibilidad de tener una vía
jurisdiccional para la tutela de sus derechos. (Sánchez, 2005).
Sin embargo la Primera Sala de la SCJN en la tesis aislada 1a. LXXIV/2013, precisó que
el derecho de acceso efectivo a la justicia que deriva del artículo 8 de la Convención
Americana y de los artículos 14, 17 y 20, apartados B y C, de la CPEUM, comprende a
la tutela jurisdiccional efectiva y a los mecanismos de tutela no jurisdiccional en los que
se determinen derechos y obligaciones en los cuales se debe respetar el acceso a la
jurisdicción, el juicio justo y eficacia de la sentencia. (SCJN, 2013b) Inclusive en
diversa tesis determinó que el acceso la justicia también comprende los actos de
investigación y de persecución que realiza el Ministerio Publico. (SCJN, 2010)
Estas determinaciones de la SCJN, demuestran la tendencia de concebir el acceso a la
justicia de forma integral y no solo como elemento a la tutela judicial, ya que el acceso
a la justicia en el SIDH, se concibe como un derecho fundamental que permite a los
grupos vulnerables el acceso a las instituciones y mecanismos vinculados con la
protección de los derechos, intereses y resolución de conflicto, capaces de cumplir con
efectividad y calidad la provisión de respuestas a los reclamos de justicia, que
35
contribuyan a la superación de las desigualdades económicas, la marginación y
discriminación, tarea pendiente de alcanzar y desarrollar, que puede lograrse a través del
desarrollo jurisprudencial.
De igual forma, el derecho a la defensa se encuentra garantizado institucionalmente en el
artículo 17 de la Constitución, que en su séptimo párrafo menciona que: “(l)a
Federación, los Estados y el Distrito Federal garantizarán la existencia de un servicio de
defensoría pública de calidad para la población.” (CPEUM, 2014)
Respecto del derecho a la defensa pública, el artículo 20 apartado B, fracción IX de la
CPEUM, en el que se contemplaban los derechos de la persona imputada, anteriormente
a su reforma5 indicaba que:
Desde el inicio de su proceso será informado de los derechos que en su favor
consigna esta Constitución y tendrá derecho a una defensa adecuada, por sí, por
abogado, o por persona de su confianza. Si no quiere o no puede nombrar
defensor, después de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un
defensor de oficio. También tendrá derecho a que su defensor comparezca en
todos los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se le
requiera (…) (CPEUM, 2007).
Actualmente, el derecho de defensa se contempla de manera similar a la que se previa
antes de la reforma, con la diferencia de que quedó señalado en la fracción VIII del
apartado B del artículo 20 Constitucional, en la que se extendió el derecho a la defensa
adecuada desde el momento de su detención y no solo en el proceso, para quedar como
sigue:
Tendrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá libremente
incluso desde el momento de su detención. Si no quiere o no puede nombrar un
abogado, después de haber sido requerido para hacerlo, el juez le designará un
defensor público. También tendrá derecho a que su defensor comparezca en todos
los actos del proceso y éste tendrá obligación de hacerlo cuantas veces se le
requiera (…) (CPEUM, 2014).
5
La “Reforma Constitucional en materia de Justicia Penal y Seguridad Pública”, de fecha el 18 de junio de 2008.
36
Respecto al alcance de la defensa adecuada, la Primera Sala de la SCJN, reiteró que la
Constitución:
(E)stablece como derecho fundamental que todo inculpado que desde el inicio de
su proceso tendrá derecho a una defensa adecuada, por sí, por abogado, o por
persona de su confianza", y que "[...] los indiciados, procesados y sentenciados
tienen la atribución legal debida de exigir y ejercer con eficiencia y eficacia esa
garantía desde el momento mismo de su puesta a disposición ante el órgano
jurisdiccional federal, o bien, durante el transcurso de los diversos periodos que
comprende el proceso penal federal. (SCJN, 2006)
La misma postura siguió en la tesis 1a. CLXXVIII/2009, al referirse al texto del artículo
20, apartado A, fracción IX, de la CPEUM, anterior a la reforma citada, aludiendo a la
adecuada defensa como un derecho fundamental mínimo aplicable en la etapa de
ejecución de sentencia, en el que existen beneficios preliberacionales que él sentenciado
puede hacer valer. (SCJN, 2009)
Posteriormente en la tesis aislada 1a. CCXXVI/2013 (10a.), precisó que la adecuada
defensa se actualiza desde la etapa ministerial en la que se debe dar ayuda efectiva del
asesor legal, al constituir un derecho cuya finalidad es asegurar que el poder punitivo del
Estado se desplegará a través de un proceso justo, en el que se garanticen en su
“integridad sus derechos fundamentales, como lo es no declarar, no autoincriminarse, no
ser incomunicado, no sufrir tortura alguna, ni ser detenido arbitrariamente, así como ser
informado de las causas de su detención, entre otras.” (SCJN, 2013a)
También precisó, que el juez garantiza el derecho a la defensa adecuada con dos
obligaciones, una de prohibición, que consiste en evitar entorpecer el ejercicio del
derecho de defensa, como ocurre cuando se impide la entrevista de manera previa y en
privado con su defensor o bien se obstaculiza la participación del defensor para
desvirtuar la acusación, la segunda, consiste en un deber de actuar, que se cumple
haciendo del conocimiento al inculpado o reo el nombre de su acusador, los datos que
37
obren en la causa, y brindarle todas las condiciones necesarias para que el inculpado
tenga una participación real en el proceso a través de una defensa efectiva. (SCJN,
2012).
Con base en lo anterior se puede decir que la regulación constitucional y la
interpretación jurisdiccional que predominan en el ámbito nacional, reconocen la
importancia de la actuación de los defensores públicos para plantear una pretensión,
defenderse de la acusación penal y en el ejercicio de los derechos y obligaciones
procesales, ajustándose a los parámetros de actuación que considera el SIDH, para
cumplir con la defensa adecuada y garantizar el acceso a la justicia a los órganos
jurisdiccionales.
Sin embargo, si queremos que la defensa pública esté dispuesta a cumplir con los
reclamos de justicia y contribuya a la superación de desigualdades y la exclusión en el
ámbito penal, se le debe reconocer la posibilidad de elevar casos al SIDH, cuando se
vulneran los derechos y libertades de sus representados, la experiencia de algunos países
en el continente lo han demostrado.
1.6 La Defensoría Pública en el litigio ante el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos
Se dijo anteriormente que la actuación del defensor público no debe concretarse solo a la
materialización de acceder a los órganos jurisdiccionales, garantizar el debido proceso y
la eficacia de las resoluciones emitidas, su actuación debe velar por la protección de los
derechos, intereses y resolución de conflicto de los grupos vulnerables, que contribuyan
a la superación de las desigualdades económicas, la marginación y discriminación. La
posibilidad para logarlo es elevar el conflicto al SIDH, en la búsqueda de soluciones que
trascienda al sistema de justicia, principalmente el penal que es selectivo y excluyente,
38
de esa manera se puede poner en práctica la concepción amplia del derecho de acceso a
la justicia.
Refiriéndose a la función que desempeñan los defensores públicos, García Ramírez ha
manifestado que:
“…los defensores públicos están llamados a cumplir una tarea de primera
importancia en el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos
Humanos, al que durante mucho tiempo no accedieron y que ahora les abre sus
puertas. Con ello, el sistema franquea con mayor amplitud y acierto el acceso a la
justicia de un gran número de personas, que sólo podrían llegar a las instancias
internacionales de tutela conducidas y apoyadas por defensores públicos de sus
países” (García, 2008: 328).
Con apoyo en esa posición la defensa pública como mecanismo de acceso a la justicia
tiene el deber de acceder al SIDH en los casos en que el Estado no restituya los derecho
violados, por lo que se erige en un medio de promoción y protección de los derechos
humanos que a su vez procura el acceso a la justicia de la que deben gozar todas las
personas involucradas en el sistema de justicia penal.
Esa es la trascendencia que García Ramírez, le otorga a la actuación del defensor
público, lograr la efectiva protección y garantía del ejercicio de los derechos que tiene
todo inculpado en el procedimiento penal y, en el caso de vulneración de los derechos
que no logren ser restituidos por la jurisdicción nacional, la alternativa, es explorar la vía
de la jurisdicción internacional y con ello procurar el pleno acceso de los derechos de los
que debe gozar todo inculpado. (García, 2009)
Semejante posición, es la que asume López Puleio, la cual condiciona que el acceso a las
instancias internacionales por parte de los defensores públicos, se realice a través de
instituciones que cumplan con la autonomía e independencia funcional orientadas a
remover los obstáculos que impidan el goce y el ejercicio de los derechos de quienes por
su situación personal o de grupo ven limitados el acceso al derecho y a la justicia.
39
Además, su actuación en el SIDH deben promover diversas temáticas relacionadas con
su función, entre ellos, patrocinar la jurisdicción internacional una vez que el doméstico
no corrigió las violaciones (López, 2013).
A continuación, se hará mención de las intervenciones que realizaron los defensores
públicos de Argentina y Guatemala, si bien no han sido las únicos en elevar casos ante el
SIDH, son los que han llegado hasta la Corte IDH. En México, por ejemplo, se presentó
un caso ante la CIDH el cual logró un acuerdo de solución amistosa, éste se abordara al
analizar la Defensoría Pública en México. En el caso de Argentina, los defensores
públicos, fueron reconocidos en audiencia pública por los jueces de la Corte
Interamericana, motivo por el cual abordo primero sus intervenciones, además de ser las
más recientes.
1.6.1 El caso de Argentina
En Argentina, destaca el caso Mendoza y otros Vs Argentina, el cual fue, sometido a la
jurisdicción de la Corte IDH, por la CIDH. La sentencia fue dictada, el 14 de mayo de
2013, y versa sobre la imposición de penas de privación perpetua de la libertad a César
Alberto Mendoza, Claudio David Núñez, Lucas Matías Mendoza, Saúl Roldán y
Ricardo David Videla Fernández, por hechos que ocurrieron cuando aún eran menores
de edad, así como sobre la falta de adecuada atención médica a Lucas Matías Mendoza
durante el cumplimiento de su condena; sobre la tortura sufrida por Lucas Matías
Mendoza y Claudio David Núñez, y sobre la falta de investigación de este hecho y de la
muerte de Ricardo Videla mientras se encontraba bajo custodia estatal. (Corte IDH,
2013).
En este caso la Defensoría General de la Nación de Argentina, denunció primero ante la
CIDH y después en la Corte IDH, la violación de los derechos humanos, entre otros, los
previstos en los artículos 5.1, 5.2, 5.6, 7.3, 19 y 24 de la Convención Americana que
40
protegen el derecho a la integridad personal, la libertad personal, las garantías judiciales,
derechos del niño y la igualdad ante la ley, en los artículos 3, 37.a, 37. 40.1, 40.3.b) y
40.4 de la Convención de los Derechos del Niño, y en los artículos 1 y 6 de la
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. De la actuación
realizada por los defensores públicos de Argentina se logró que en la sentencia se
determinara que la prisión perpetua impuesta a menores de edad no es proporcional con
el fin de la sanción penal, y que constituye un trato cruel e inhumano. (Corte IDH,
2013).
En el procedimiento ante la Corte IDH, la Defensora General de la Nación de Argentina,
representó a las víctimas en el que coincidió en los hechos y violaciones de derechos
alegados por la CIDH, pero además “destacó que […] es inadmisible que resulten
soslayados aquellos pormenores de la vida en detención que atentaron los derechos
fundamentales de [las presuntas víctimas”. (Corte IDH. 2013: párr.5). Con ello la
representante de las víctimas consideró violados no sólo los derechos humanos alegados
por la Comisión, sino además destacó a la Corte IDH, la existencia de otros derechos
violados cuando las víctimas cumplían la condena.
En la audiencia pública celebrada durante el proceso del caso Mendoza, el 30 de agosto
de 2012, el Presidente de la Corte IDH, el Juez Diego García Sayán, destacó la
participación de la defensa pública de Argentina como representante de las víctimas, en
la que se interrogó a la víctima, vía videoconferencia, así como a los peritos presentes
en la audiencia, y formuló alegatos sobre las excepciones preliminares, fondo,
reparaciones y costas. (Corte IDH, 2012)
El sustento jurídico que autorizó la participación de los defensores públicos de la
Defensoría General de la Nación de Argentina, se dio por motivo de las facultades que
derivan de Ley Orgánica del Ministerio Público de Argentina (LOMP), núm. 24.946,
promulgada en el Boletín Oficial el 23-3-1998, que establece en su artículo 2 “que el
41
Ministerio Público está compuesto por el Ministerio Público Fiscal y el Ministerio
Público de la Defensa…” (LOMP, 1998: Art.2)
En relación a las atribuciones para representar a las víctimas en instancias
internacionales de los derechos humanos, el artículo 51 de la LOMP, prevé las
facultades que tiene el Defensor General de la Nación como jefe máximo del Ministerio
Público de la Defensa, y se precisa en el inciso V), que le concierne “(p)atrocinar y
asistir técnicamente, en forma directa o delegada, ante los organismos internacionales
que corresponda, a las personas que lo soliciten” (LOMP, 1998:Art.51). Disposición que
además permitió a la Defensoría General de Argentina, a través del Programa para la
Aplicación de Tratados sobre Derechos Humanos, desde el año 2012, presentar 32
peticiones ante la CIDH. (Martínez, 2012)
El marco normativo referido muestra que la Defensoría Pública en Argentina, se
encuentra regulada por la Ley del Ministerio Público, que instituye al Ministerio Publico
Fiscal y al Ministerio Público de la Defensa, ubicación institucional que comparten. Si
bien, ello genera desconfianza respecto de su autonomía e independencia, tal escenario
queda superado al asumir el compromiso de litigar como órgano público contra el propio
Estado del que forma parte y ejercer la representación de las víctimas ante el SIDH
fortaleciendo su compromiso en la defensa de los derechos humanos.
1.6.2 El caso de Guatemala.
La Defensoría Pública de Guatemala ha intervenido ante la CIDH y la Corte IDH en dos
casos, el de Fermín Ramirez, representado por el Instituto de la Defensa Pública Penal
de Guatemala (IDPPG) y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de
Guatemala (IECCP); y en el de Raxcacó Reyes, representado por el IDPPG, el IECCP y
el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL). (López, 2013).
42
El primer caso, corresponde a la imposición de la pena de muerte al señor Fermín
Ramírez, sin que hubiera tenido oportunidad de ejercer su derecho de defensa, en
relación tanto al cambio de los hechos imputados en la acusación así como de su
calificación jurídica, los cuales tuvieron lugar al momento en que las autoridades
judiciales guatemaltecas profirieron en su contra sentencia condenatoria el 6 de marzo
de 1998. (Corte IDH, 2005d).
En este caso, los representantes de la víctima, alegaron la violación a los artículos 9, 5 y
17 de la Convención Americana, que prevén el principio de legalidad y retroactividad,
integridad personal y protección de la familia, respectivamente, además de coincidir con
la petición que hace la CIDH, respecto a la violación de los artículos 4, 8 y 25 de la
Convención, que se refiere a la protección de la vida, a las garantías judiciales y el
derecho a un recurso sencillo, rápido y efectivo. (Corte IDH, 2005d)
En ese asunto, la actuación del IDPPG, a través de los defensores públicos y el IECCP,
fue presentar la denuncia ante la CIDH y solicitar medidas cautelares a favor de la
víctima, y que el caso se sometiera a la Corte IDH con el argumento de evitar que
primara el criterio de la jurisprudencia interna y se violara el derecho de defensa. Ya
ante la Corte, insistieron que para preservar la vida de la víctima se concedieran medidas
provisionales. (Corte IDH, 2005d)
La Corte IDH, mencionó que el haber cambiado no sólo la calificación jurídica de los
hechos imputados, sino también modificar la base fáctica de la imputación se vulneró el
principio de congruencia privando a la defensa de la certeza de los hechos, lo cual
representó un obstáculo para preparar adecuadamente la defensa del imputado. En
relación con el principio de legalidad, dijo que el destacar la peligrosidad del autor para
la calificación típica de los hechos y la determinación de sanciones, es contraria, al
derecho penal del acto que es propio del sistema penal de una sociedad democrática, por
consecuencia considera la violación al artículo 9 de la Convención en relación con el
43
artículo 2 de la misma, por mantener vigente la peligrosidad del agente. (Corte IDH,
2005d)
El segundo caso también consistió en la imposición de la pena de muerte obligatoria al
señor Ronald Ernesto Raxcacó Reyes, por la comisión del delito de plagio o secuestro,
sanción que no se encontraba prevista en la ley al momento en que Guatemala ratificó la
CADH; se controvirtió la pena desproporcionada que se le impuso; las condiciones
carcelarias en las que se encontraba y la inefectividad de los recursos judiciales que se
plantearon ante los tribunales locales. (Corte IDH, 2005b)
En su escrito de petición los representantes de la víctima coincidieron con la CIDH por
la violación de los derechos reconocidos en los artículos 4, 5, 8 y 25 en relación con él
artículo 1.1 y 2 de la Convención que protegen el derecho a la vida, a la integridad
personal, garantías judiciales y protección judicial. (Corte IDH, 2005b)
En ese asunto la actuación del IDPPG, a través de los defensores públicos, el ICCPG, y
del CEJIL fue muy similar a la del caso Fermín Ramírez, que consistió en presentar la
denuncia ante la CIDH y solicitar medidas cautelares a favor de la víctima, y que el caso
se sometiera a la Corte IDH, ante esta insistieron que para preservar la vida de la víctima
se concedieran medidas provisionales. (Corte IDH, 2005)
La Corte IDH, al analizar la violación del derecho a la vida, determinó que la conducta
típica de secuestro por el cual la víctima fue condenado a la pena de muerte, cambió
sustancialmente los supuestos de hecho hasta extender la pena de muerte con la que no
se sancionaba en el pasado y permaneció inalterado desde el momento en que Guatemala
ratifico la Convención, sin embargo el no limitar los supuestos de su aplicación a los
delitos más graves y en condiciones excepcionales, su imposición automática y genérica,
sin considerar las circunstancias particulares del delito y del acusado viola la prohibición
44
de privación arbitraria de la vida establecida en el artículo 4.1 y 4.2 de la Convención.
(Corte IDH, 2005b)
En ambos casos el desempeño que realizó la IDPPG y las Instituciones que la apoyaron,
para llevar los casos al SIDH, evitó que por errores procesales se hiciera efectiva la
aplicación de la pena de muerte en contra de las víctimas.
El marco jurídico que concedió atribuciones a la Defensoría Pública de Guatemala en
representación de las víctima ante el SIDH, deriva de la Ley del Servicio Público de
Defensa de Guatemala (LSPDG), aprobada por decreto 129 de 1997, que en su artículo
1, crea al Instituto de la Defensa Pública Penal (IDPP) como organismo administrador
del servicio público de defensa penal, con el objetivo de asistir gratuitamente a las
personas de escasos recursos económicos. (LSPDG, 1997)
En el Reglamento del Instituto de la Defensa Pública Penal (RIDPP), conformado en el
Acuerdo del Consejo No. 04-99 y Acuerdo No. 05-2005, que prevé en el artículo 17, las
funciones técnicas de carácter general de los Defensores Públicos de Planta y de Oficio
en el ejercicio de defensa técnica, entre ellos destaca, la señalada en el inciso “q)
(r)ecurrir a las instancias internacionales cuando el caso lo exija”. (RIDPP, 2005)
Hasta aquí, queda claro que la facultad de las defensorías públicas para representar a las
víctimas ante la CIDH y la Corte IDH derivó de su ordenamiento jurídico y del plexo
normativo de los derechos humanos, lo cual les permitió el acceso a la justicia ante el
SIDH, agotando el litigio internacional en los casos en que intervinieron como
defensores públicos en las instancias nacionales. Su facultades le permitieron exigir
medidas cautelares y provisionales, la presentación y desahogo de pruebas, la
formulación de alegatos y la solicitud de reparaciones y costas, con el propósito de
rebatir la posición del Estado a quien se demandó por violaciones de derechos humanos
que se suscitaron en los procedimientos nacionales, obteniendo resultados exitosos para
45
las víctimas en la protección de sus derechos humanos a la libertad e integridad personal,
obteniendo sentencias condenatorias en contra de los Estados.
En conclusión la defensa como mecanismo de acceso a la justicia obliga a los defensores
públicos de los distintos niveles del ámbito interno a resguardar el debido proceso, la
protección judicial, la igualdad y no discriminación en el proceso penal y frente a un
caso de violación sin solución en el ámbito interno, el Defensor no debe quedar inerte,
debe recurrir al sistema regional, la experiencia de las defensorías de Argentina y
Guatemala, demuestran que se restauró la racionalidad del sistema penal al evitar la
imposición de la pena perpetua a menores de edad y le extensión de la pena de muerte a
personas que el derecho penal excluye del sistema social.
46
Capítulo II
La Institución de la Defensa Pública Penal en México y el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos
En el apartado anterior se estableció el alcance del derecho de acceso a la justicia desde
la perspectiva del SIDH, su vínculo con el derecho de defensa que pone en práctica los
derechos relacionados con el acceso a la justicia; la recepción de ambos derechos en el
ámbito constitucional; la posición que tiene el defensor público de actuar en el SIDH; se
expusieron los casos de las defensorías públicas de Argentina y Guatemala que litigaron
en el SIDH, y obtuvieron sentencias que enderezaron la racionalidad del sistema penal.
El propósito de este capítulo es conocer el marco institucional y normativo que regulan
el servicio de defensa pública en el ámbito federal, para saber si autoriza o impide al
defensor público federal intervenir en el SIDH, si el plexo constituido por el derecho
internacional proporciona el fundamento para impulsar la participación de la defensa
pública federal en el SIDH, y lograr la efectiva protección de los derechos humanos del
inculpado en el marco del sistema de justicia penal reduciendo la exclusión y
discriminación de los sujetos involucrados en la trama penal.
Para desarrollar el objetivo es necesario saber cuál es la situación actual de la defensa
pública en México, su organización, estructura y marco normativo que regulan el
funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP), conocer el marco
legal de las obligaciones que tiene el defensor público y las obligaciones que contempla
el artículo 1 de la CPEUM en relación con los artículos 1 y 2 de la CADH, para dar
plena vigencia al derecho de defensa que prevé el artículo 8.2 e) de la Convención
Americana, con los cuales se pretende dar soporte jurídico para justificar la intervención
de la defensa pública ante el SIDH.
Lo anterior permitirá identificar las fortalezas del IFDP, los desafíos para lograr un
mejor desempeño del servicio de defensa, la necesidad de la autonomía de la Defensoría
47
Pública como tipo de institución que se recomienda en el SIDH, para otorgar un mejor
acceso a la justicia de las personas que se encuentran sometidas a la justicia penal.
Se mencionará el caso que denunció un defensor público federal en el SIDH al no
resarcirse los derechos humanos vulnerados y resultado obtenido, por último, se propone
que el IFDP impulse la formación defensores públicos expertos en la defensa de los
derechos humanos, la forma de organizarse y los parámetros de selección de los casos
que se litigaran en el SIDH, la asignación de recursos para fomentar la capacitación e
intervención del defensor público en la CIDH y Corte IDH.
2.1 El estado actual de la Defensoría Pública Federal
Para determinar cuál es la situación actual de la defensa pública en México, es necesario
conocer las normas que conforman la institución y funcionamiento del servicio de
defensa pública, para poder establecer hasta dónde la situación institucional permite
cumplir con el objetivo de velar por el derecho de los inculpados de forma eficiente e
integral.
Ya se mencionó, que el orden jurídico mexicano se garantiza la Defensa Pública a través
del artículo 17 de la CPEUM, que en su séptimo párrafo menciona: “(l)a Federación, los
Estados y el Distrito Federal garantizarán la existencia de un servicio de defensoría
pública de calidad para la población.” (CPEUM, 2014, Art. 17)
En el ámbito federal, el servicio de defensa pública se encuentra regulado en la Ley
Federal de Defensoría Pública (LFDP o ley de Defensoría), que en el título primero, se
refiere a las disposiciones generales para la prestación de los servicios de defensoría
pública, en el artículo 1, prevé que: “el objeto de la ley es regular el servicio de
defensoría pública en asuntos del fuero federal, a fin de garantizar el derecho a la
defensa en materia penal y el acceso a la justicia mediante la orientación, asesoría y
representación jurídica en los términos que la misma establece.” (LFDP, 2013)
48
La citada disposición refleja la encomienda que tiene la defensa pública como medio de
acceso a la justicia para garantizar el derecho de defensa en sede penal y proporcionar
asesoría y representación legal en materias de competencia federal, propósito que es
congruente con el artículo 8.2.e. de la CADH, respecto de la obligación del Estado de
proporcionar un defensor a toda persona inculpada de delito cuando no designe defensor
de su confianza, obligación que se amplía cuando se trata del acceso a la justicia para la
determinación de derechos y obligaciones del orden civil o de cualquier otra materia
jurídica en consonancia con el artículo 8.1 de la CADH.
En el artículo 2 de la Ley de Defensoría se establece la gratuidad en el servicio, y que
“se prestará bajo los principios de probidad, honradez, profesionalismo y de manera
obligatoria.” El Dispositivo atiende a la condición económica de las personas, al
constituir la gratuidad un factor para asegurar el servicio de defensa pública y con ello el
pleno goce de los derechos de quienes evidentemente carecen de recursos, sin embargo,
conviene aclarar que la prestación es universal, al tratarse de un servicio público que
materializa el acceso a la justicia y el debido proceso, y en términos de igualdad evitar la
discriminación en el acceso a mecanismos de defensa. Además de la gratuidad se
precisan los principios rectores para proporcionar una defensa de calidad. (LFDP, 2013)
En el artículo 3 de la LFDP, se erige el Instituto Federal de Defensoría Pública (IFDP o
el Instituto Federal), “como órgano auxiliar del Poder Judicial de la Federación”, que
rige al servicio de Defensoría Pública. Además establece que respecto de sus funciones
“gozará de independencia técnica y operativa.” (LFDP, 2013)
La garantía de la independencia técnica de la Defensoría Pública, es importante al estar
esencialmente vinculada a la efectiva defensa en juicio, que el defensor actué con plena
libertad, sin restricción, influencia o presión externa, interna o directivas generales que
puedan ser contrarias a los intereses del reo. La independencia operativa se dirige a la
49
Defensa Pública como institución, y que consiste en el cómo se brindará el servicio de
defensa, definiendo competencia, organización y distribución del trabajo, estándares de
actuación y control y evaluación del servicio (Binder, Cordero y Hartmann, 2005),
elementos que deben ser diseñados por la propia institución sin injerencia de algún
órgano de gobierno, grupo o persona que tenga el propósito de limitar el servicio de
defensa.
Además en el artículo 4 de la LFDP, fracción I, se señala el ámbito de competencia del
servicio de
Defensoría Pública en materia penal que se prestará por conducto de
“defensores públicos en los asuntos del orden penal federal, y de la justicia federal para
adolescentes, desde la averiguación previa hasta la ejecución de las penas o
medidas.”(LFDP, 2013)
Para tal efecto, el artículo 24 de la ley de Defensoría, señala que se designará al menos
un defensor y personal de auxilio, por cada unidad investigadora y órgano jurisdiccional
en materia penal. En la fracción II del citado artículo se refiere al servicio que prestan
los “asesores jurídicos, en asuntos de orden no penal, salvo los expresamente otorgados
por la Ley a otras instituciones.” (LFDP, 2013)
Con lo anterior se precisa la cobertura del servicio de defensa en materia penal en
asuntos y diligencias previas y posteriores al proceso penal, aspecto que es congruente
con los estándares de actuación precisados en el SIDH, sin embargo no se debe perder
de vista que la fracción VIII, apartado B del artículo 20 de la CPEUM, señala el goce y
ejercicio del derecho de defensa “desde el momento de su detención.”
Es importante resaltar que el servicio público de defensa se encuentra regulado de forma
conjunta por la LFDP y por las Bases Generales de Organización y Funcionamiento del
Instituto Federal de Defensoría Pública (BGOF o Bases del Instituto), en esta se
establece en los artículos 17, 21 y 24, las fases del procedimiento penal en las que
50
interviene la defensa pública y, en el artículo 31, prevé el servicio de Asesoría Jurídica
que comprende las modalidades de orientación; asesoría; y representación. (BGOF,
2013)
Con base en lo anterior podemos identificar los servicios que presta el IFDP, e
identificar los fundamentos que rigen el funcionamiento técnico y operativo, y las fases
en que interviene la defensa pública, como se muestra en el siguiente esquema:
Tabla 1, OPERACIÓN DE LOS SERVICIOS DE LA DEFENSORÍA PÚBLICA 2012.6
Hilo
conductor
Servicios
de
Defensa
Penal
Defensoría
Pública
Servicios
de
Asesoría
Jurídica
Sustento jurídico
Sub hilo conductor
Sustento jurídico
LFDP, Art. 4. Los servicios de defensoría
pública se prestarán a través de: I. Defensores
públicos, en los asuntos del orden penal federal
y de la Justicia Federal para Adolescentes (*),
desde la averiguación previa o investigación
hasta la ejecución de las penas o medidas.
BOFIFDP, Art. 17.- El servicio de Defensa
Penal se presta en asuntos del orden federal,
desde la averiguación previa hasta la ejecución
de sentencias, por parte del defensor público
adscrito ante el Ministerio Público de la
Federación, los Juzgados de Distrito o los
Tribunales Unitarios de Circuito, según
corresponda
LFDP, Art. 4. Los servicios de defensoría
pública se prestarán a través de: II. Asesores
jurídicos, en asuntos de orden no penal, salvo
los expresamente otorgados por la Ley a otras
instituciones.
BOFIFDP, Art. 31.- La prestación del servicio
de
Asesoría
Jurídica
comprende
las
modalidades siguientes:
I. Orientación;
II. Asesoría; y
III. Representación.
En la
Averiguación
Previa
BOFIFDP, Art. 21.- La función del defensor público
en averiguación previa comprende dos supuestos:
Asistencia jurídica y Defensa Penal.
Ante Órganos
Jurisdiccionales
(Primera y
Segunda Instancia)
BOFIFDP, Art. 24.- El defensor público ante órganos
jurisdiccionales desempeña su función con adscripción
en primera o segunda instancias, en asuntos en materia
penal del orden federal.
Orientación
BOFIFDP, Art. 31, I, Orientación.- Cuando el asunto
planteado no es de la competencia legal del Instituto,
se orienta al solicitante en términos generales pero
suficientes sobre la naturaleza y particularidades del
problema, y se le canaliza mediante oficio fundado y
motivado a la institución que a juicio del asesor deba
proporcionarle atención jurídica gratuita.
Asesoría
BOFIFDP, Art. 31, II, Se proporciona al solicitante
respecto al problema planteado cuando, después de
analizar las manifestaciones y documentos que aporte,
se determina que el caso es de la competencia del
Instituto pero no es viable la intervención legal y
procesal por las causas específicas que se indiquen, lo
que deberá asentarse en el dictamen técnico-jurídico
correspondiente
BOFIFDP, Art. 31, III, Consiste en el patrocinio legal
que se otorga a la persona que solicita la prestación del
servicio, por ser destinatario del mismo conforme a lo
dispuesto en la Ley y en estas Bases; la actuación del
asesor jurídico comprende todas las fases
procedimentales o instancias judiciales que prevén las
leyes respectivas, agotando los recursos legales
previstos y la promoción del juicio de amparo si fuere
necesario.
Representación
6
Elaborado por la Auditoría Superior de la Federación, con base en la Ley Federal de Defensoría Pública, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 28 de
mayo de 1998, y en las Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública, publicadas en el Diario Oficial de la
Federación el 26 de noviembre de 1998.
LFDP: Ley Federal de Defensoría Pública.
BOFIFDP: Bases Generales de Organización y Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública.
* En cuanto a adolescentes, la intervención del Instituto Federal de Defensoría Pública ocurrirá a partir del 27 de diciembre de 2014, conforme al Transitorio
Primero del Decreto respectivo que se publicó el 27 de diciembre de 2012 en el Diario Oficial de la Federación.
51
En el artículo 20 de la LFDP se prevén medidas operativas para apoyar la prestación del
servicio de defensa pública, al disponer que cuando las “necesidades del servicio lo
requiera y para la eficaz atención de los asuntos de su competencia”, el IFDP podrá
contratar los servicios de personas e instituciones, con el propósito de desempeñar
funciones de consultoría externa en la etapa del proceso ante los tribunales y de servicios
periciales7 para apoyar a la función de los defensores públicos y obtener una mayor
eficacia de la defensa en los asuntos que determine el IFDP. (LFDP, 2013, Art.20)
Esta disposición otorga la posibilidad a la Defensoría Pública de ser dotada con recursos
para implementar un área de servicios periciales para la investigación y exploración de
los hechos cuando sean necesarios para complementar las acciones sustantivas del
defensor.
El identificar los servicios que presta el IFDP, su competencia y regulación permitió
conocer su objeto principal que es la búsqueda efectiva de la defensa pública, resta
conocer cómo se organiza y opera el IFDP, para garantizar el servicio de defensa
pública.
2.1.1 Organización del Instituto Federal de Defensoría Pública
Respecto de la organización del IFDP se encuentra prevista en los artículos 27 al 33 de
la Ley de Defensoría, conforme a los cuales existe una Junta Directiva, un Director
General, unidades administrativas y personal técnico; además, se precisan los requisitos
para presidir cada cargo, así como las facultades que les corresponden a cada una.
(LFDP, 2013)
También se establece en el artículo 36 de la LFDP el plan anual de capacitación y
estímulo para defensores públicos y asesores jurídicos procurando hacerla extensiva a
7
A la fecha el instituto Federal de Defensoría Pública, carece de la partida presupuestal para disponer de servicios periciales,
situación que se contiene en el oficio que se anexa con el número 1.
52
trabajadores sociales y peritos para interrelacionar, optimizar la preparación y el servicio
que prestan los integrantes del IFDP. (LFDP, 2013)
Por último en el artículo 37 de la LFDP, se establecen las causas de responsabilidad de
los Defensores Públicos y Asesores Jurídicos, dentro de ellas se encuentra las que
preservan la calidad del servicio que se afecta por descuido y abandono injustificado de
las funciones que deben realizar, así como el negarse injustificadamente a patrocinar la
defensa de los indiciados que no tengan defensor particular ni los recursos económicos
cuando sean designados por la autoridad investigadora o jurisdiccional. (LFDP, 2013)
Esta regulación establece los elementos que integran la estructura organizacional de la
Defensoría Pública que se vincula con las funciones que cumplen el área directiva,
administrativa y operativa para alcanzar condiciones de posicionamiento institucional,
calidad técnica y administrativa en la prestación del servicio de defensa, así como las
causa de responsabilidad que demeritan la función.
Además de la LFDP, ya se dijo, que las Bases Generales de Organización y
Funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría Pública (BGOF o Bases del
Instituto), complementan la regulación del servicio, al disponer en el artículo 1 que su
objeto es “normar la organización y funcionamiento del Instituto Federal de Defensoría
Pública, así como los servicios de defensoría pública.” En armonía con ese propósito el
artículo 2 del citado ordenamiento, se especifica la estructura del IFDP que se integra
por la Junta Directiva, un Director General, unidades de defensa penal y asesoría
jurídica, de supervisión y control de defensa penal y asesoría jurídica, de apoyo
operativo, delegaciones, y personal técnico. De los artículos 3 al 13 Quintus de las Bases
del Instituto se precisan facultades y atribuciones de cada área. (BGOF, 2013)
Respecto de la regulación de los servicios que presta el IFDP, se establece en los
artículos 14 al 47 de las BGOF, la competencia y funciones de los defensores públicos y
53
asesores jurídicos en las instancias en las que intervienen, la generación de información
documental y la integración de instrumentos de registro y expedientes de control, se
contempla en los artículos 53 al 62 del citado ordenamiento el procedimiento para la
supervisión y evaluación del servicio, en los artículos 63 al 75 de las Bases del Instituto,
el servicio civil de carrera, que comprende la selección, ingreso, adscripción,
permanencia, promoción y capacitación, prestaciones, estímulos y sanciones, respecto a
la promoción comprende las categorías de defensor público y asesor jurídico hasta
delegado, pasando por los de supervisión y evaluación. La capacitación y estímulos
conforme al Plan Anual de Capacitación y Estímulos. (BGOF, 2013)
Hasta aquí se advierte que la organización del servicio público de defensa se encuentra
regulado por el marco normativo de la LFPD y las BGOF, que señalan al IFDP, como
órgano para administrar los servicio de defensa, que comprende a la defensa penal y
asesoría jurídica, especificando la forma en que se estructura y organiza para ejercer sus
funciones, los mecanismos de supervisión y evaluación para salvaguardar la calidad de
la defensa pública, el servicio civil de carrera para estimular la calidad y las causas de
responsabilidad para evitar demeritar el servicio, todo ello con el propósito de cumplir
con la defensa adecuada y representación jurídica que garantice el acceso a la justicia y
el debido proceso.
Dentro de la organización del IFDP, resulta importante hace notar que la Ley Orgánica
del Poder Judicial de la Federación (LOPJF) y la LFDP, determinaron la adscripción del
servicio de defensa pública al Poder Judicial Federal (PJF), es decir, se estructuró a los
órganos jurisdiccionales y al IFDP dependientes del Consejo de la Judicatura Federal
(CJF), al que se le conceden diversas facultades para la designación de sus miembros y
cumplimiento de sus funciones, como sucede con la designación de nombramientos
directivos y asignación presupuestal.
54
De esa manera se prevé en el artículo 88 de la LOPJF que “para el adecuado
funcionamiento del Consejo de la Judicatura, contará con los siguiente órganos”, […]
“el Instituto Federal de Defensoría Pública…”. Intención que se refrenda en los artículos
27 y 30 de la LFDP, al disponer que los integrantes de la Junta Directiva y el Director
General del IFDP, sean nombrados por el Consejo de la Judicatura Federal (CJF), los
primeros a propuesta del Director General, y el segundo, del Presidente del Consejo.
(LFDP, 2013)
También algunas de las facultades del Director General del IFDP, se encuentran
condicionadas por la aprobación del CJF, entre las que destacan la propuesta de
anteproyecto de presupuesto que se somete a consideración de la Junta Directiva que,
una vez aprobado por ésta, se somete a consideración del Consejo de la Judicatura,
fracciones XI y VIII de los artículos 32 y 29 respectivamente de la LFDP. (LFDP, 2013)
Se prevé en la fracción IV de artículo 4 de las BGOF que el Director General proponga,
“a las áreas correspondientes del Consejo de la Judicatura Federal, los nombramientos
de los servidores públicos a ocupar cargos directivos, operativos y técnicos del
Instituto.” (BGOF, 2013)
Por último, en las fracciones X y XI del artículo 4 de las BGOF, se establece la
formulación de un informe mensual y anual de los asuntos en los que participa cada
defensor, con dos propósitos, es decir, para hacerlo del conocimiento del Consejo de la
Judicatura Federal y para el informe anual de labores del Instituto. (BGOF, 2013)
De esta regulación se puede advertir que el CJF tiene facultades para intervenir en los
nombramientos del personal directivo del IFDP principalmente del Director General,
quien es el responsable de representar a la institución, diseñar la organización y
funcionamiento del servicio de defensa publica, presentar propuestas del presupuesto, de
asignación de recursos humanos, materiales y tecnológicos, de fijar los estándares de
55
actuación de la defensa, de supervisión y de evaluación, de relaciones públicas y de
posicionamiento institucional.
Las consecuencias que el IFDP dependa del poder judicial, se reflejan en la ausencia de
facultades ejecutivas relacionadas con el presupuesto, que obstaculizan la conformación
de áreas de investigación y de servicios periciales, la impartición uniforme y homogénea
a nivel nacional de cursos de capacitación en materias relacionadas con el servicio y
adecuadas para los defensores públicos, a través de la plataforma o página8 del IFDP, se
sigue un diseño de organización similar a la del poder judicial, en la que se prefiere la
asignación de defensores por instancia9, concediendo la posibilidad que la designación
del defensor la realice la autoridad judicial de manera directa, sin respetar la voluntad
del inculpado10 o bien, solicitar directamente al IFDP la designación correspondiente, se
excluye un modelo de organización propio que beneficie al usuario y la conducción de
un sistema de asignación de casos o la conformación de equipos especializados en
determinados delitos o áreas, por ejemplo, defensores que den seguimiento a las
denuncias de violación a los derechos humano. Además la pertenencia al poder judicial
que a través de sus integrantes resuelven los casos en los que intervienen los defensores,
puede generar desconfianza en los defendidos respecto de la actuación del defensor, ante
el entendimiento que los defensores son empleados del poder judicial al concederle
facultades para el nombramiento, y remoción de sus integrantes, por lo que además de
ser independiente el IFDP debe parecerlo ante el escrutinio de la sociedad.
En suma, la reserva de facultades al CJF, en la aprobación y ejecución del presupuesto
del IFDP, en el pago de sueldo a sus integrantes, en el poder de designación, de sanción
8
En la actualidad el IFDP no imparte ningún curso virtual, los cursos que interesan a los defensores públicos se realizan en el
plataforma virtual del Instituto de la Judicatura Federal, dependiente del CJF, que son diseñados propiamente para los funcionarios
judiciales. Ver plataforma o página del IFDP.
9
Se pierde la continuidad en la defensa, y con ello, el seguimiento en el ofrecimiento y desahogo de pruebas, se pierde confianza
en la defensa por el cambio en distintas etapas, ante la necesidad de solicitar al acusado reiterar los hechos, explicar su situación y
la nueva estrategia de defensa en el proceso.
10
En la práctica, el juez al recibir la consignación en el auto de radicación designa al defensor público, sin hacer del conocimiento al
inculpado el derecho que tiene de designar abogado de su confianza, hasta el momento en que se recaba la declaración
preparatoria se le informa del derecho, en el caso de ausencia de un abogado particular se designa al público, sin permitir el
tiempo suficiente para conocer del caso.
56
y remoción, son factores suficientes para demostrar la intervención del CJF, en la
dirección del organismo y gestión del servicio, por tal motivo, no basta que la LFDP,
señale la independencia técnica y operativa, y que el defensor público en el
procedimiento penal cumpla con la defensa técnica y actué con observancia a las
disposiciones legales.
La idea de un servicio defensa publica integral y consolidado requiere de una posición
institucional capaz de reflejar vitalidad y fuerza imprescindible para instalarse en el
sentir de la sociedad ofreciendo cumplir con la protección de los derechos de los
inculpados y contener la política represiva del Estado, no sólo en el ámbito del nuevo
juicio penal adversarial, su actuación también debe incidir y contribuir en el diseño de
del sistema de justicia penal y de política criminal evitando su irracionalidad,
selectividad y de restricción de los derechos humanos. En este sentido, quien represente
al IFDP, debe actuar con total libertad y autonomía, sin ninguna posibilidad de
injerencia o presiones políticas (Schubert, 2010:20), para posicionar a la defensa pública
como un derecho garante de los principios constitucionales y de los derechos humanos
en el sistema de justicia penal.
No se deja de lado, que en el Manual de Defensoría, se señala que.
En efecto, resulta indispensable que la Defensoría cuente con independencia. Con
ello no nos referimos a que su estructura deba necesariamente consistir en un
organismo autónomo, sino a que un órgano que cumple una función tan importante
para el equilibrio de todo el sistema, debe contar con la garantía de que sus
decisiones serán independientes, aunque institucionalmente se encuentre ubicada
en alguna rama del poder público.” (Binder, Cordero y Hartmann, 2005: párr. 65)
Sin embargo, para hacer funcional la independencia del IFDP, se propone que además de
garantizar los parámetros antes citados, respecto a la independencia en la propuesta,
gestión y ejecución de su presupuesto, de la designación de los funcionarios, y del
sistema disciplinario en el que se garantice el debido proceso y los derechos laborales,
son necesarias algunas otras medidas, que en palabras del Ministro Arturo Zaldívar Lelo
57
de Larrea, aprovechen el potencial del IFDP, y dar un rol protagónico en la nueva
constitucionalidad, “para lograr que no sólo sea una institución que brinde una defensa
jurídica en asuntos federales con altos estándares de calidad, sino que también se
convierta en un impulsor de criterios que propicien una mayor protección de los
derechos de los más débiles.” (Zaldivar, 2014: 42). En el proyecto el Ministro propone
además de la capacitación en temas prioritarios, la posibilidad de solicitar a la Suprema
Corte el ejercicio de su facultad de atracción y la reasunción de competencia en asuntos
destacados. (Zaldivar, 2014).
En este sentido, con la reserva de un análisis más amplio en diversa investigación, sería
oportuno que se le otorgara al IFDP, ejercer la acción de inconstitucionalidad de leyes
relacionadas con el sistema de justicia penal y penitenciario, cuando estas represente
violaciones a los derechos humanos de las personas relacionadas con el ámbito del
derecho a la defensa y el debido proceso. Lo anterior tiene sentido, si se pretende dar un
rol protagónico a la Defensoría Pública en el nuevo sistema de justicia penal y
constitucional, concediéndole actuar en igualdad de armas con las que actúa el
Ministerio Público, a quien se le facultad ejercer la acción de inconstitucionalidad,
conforme se prevé en el artículo 105 fracción II inciso i) de la CPEUM.
Esas medidas y la que se propone en el desarrollo de la investigación, de asumir el
compromiso de impulsar y garantizar la representación de sus defendidos ante las
instancias internacionales del SIDH, en defensa de los derechos humanos, tal como
sucede en los casos de las Defensorías Públicas de Argentina y Guatemala, sin duda
abonan en la independencia del IFDP.
Otro parámetro de actuación del IFDP, es el rol protagónico en la discusión pública y
legislativa de la política criminal y del sistema de justicia penal, incluyendo el sistema
penitenciario, en el que se busque la protección del derecho a la defensa y de los
58
derechos humanos relacionados con la procuración y administración de justicia, ejemplo
de esta actuación, es la Defensoría Pública de Guatemala. (Stalling, 2014)
Estas medidas se sujetan a la demanda de derechos en el país y al grado de
cumplimiento de las obligaciones derivadas del SIDH, e incidir en el sistema de justicia
e impactar en el ejercicio de los derechos humanos relacionados con el debido proceso,
con el acceso igualitario a la justicia, en la violación sistemática de derechos perpetrada
por agencias policiacas y penitenciarias, en la competencia del fuero militar en los casos
de delincuencia organizada. Con lo cual el IFDP adquiere un rol político, para lograr no
solo abrir el debate en el escenario nacional, sino también internacional, “para alcanzar
posiciones privilegiadas de diálogo con los gobiernos […], y para revertir las relaciones
de fuerza, y alterar la dinámica de algunos procesos políticos. Ello en ocasiones ha
facilitado la apertura de espacios de participación e incidencia social en la formulación e
implementación de políticas, y en el desarrollo de reformas institucionales”
(Abramovich, 2009: 14)
Todo ello contribuye a fortalecer la independencia del IFDP, y prestar un servicio
integral y de empoderamiento del servicio de la Defensa Pública, fortaleciendo su
compromiso con la protección y promoción en la defensa de los derechos humanos en la
nueva era constitucional.
2.1.2 Obligaciones y facultades del ejercicio del derecho de defensa penal.
Ya se estableció que los objetivos de la LFDP y las BGOF, es regular la prestación del
servicio de defensa pública en dos modalidades, la defensa penal y la asesoría jurídica,
se estableció al IFDP para la organización y funcionamiento del servicio de defensa, la
intervención que se concede al CJF en la designación del área directiva, del presupuesto,
de recursos humanos y materiales.
59
Corresponde, ahora abordar las funciones técnicas o estándares de actuación que deben
observar los defensores públicos en defensa penal para brindar una actuación integral y
eficiente en al ámbito del proceso penal.
Las primeras obligaciones que tienen los defensores públicos en el ámbito sustantivo se
prevén en el artículo 6 de la LFDP, al indicar de forma genérica que la prestación del
servicio es personal en la orientación, ejercicio y representación de los intereses y
derechos jurídicos de los defendidos, para lo cual se harán valer acciones, excepciones,
defensas, incidentes, recursos y cualquier trámite o gestión conforme a Derecho que
resulte en una eficaz defensa, evitar en todo momento la indefensión, vigilar el respeto
de las garantías individuales, y todas las demás que deriven de la naturaleza de las
funciones y de las disposiciones legales aplicables. (LFDP, 2013)
Esta regulación de obligaciones generales de la defensoría pública refleja que la persona
a quien se va a representar y defender, es el centro de atención de la defensa pública, por
tal razón el cumplimiento de las obligaciones del defensor constituyen un mínimo de
actuación para la prestación del servicio eficiente, integral y de calidad, propósito que es
congruente con el deber de adoptar todas las medidas adecuadas para contar con una
defensa técnica que “actúe de manera diligente con el fin de proteger las garantías
procesales del acusado y evitar así que sus derechos se vean lesionados” (Corte IDH,
2010a, párr. 155)
También se prevén obligaciones específicas en cada una de las etapas en las que debe
intervenir la defensa pública de conformidad con los artículos 11 al 12 bis de la LFDP,
que consisten: 1) atender inmediatamente las solicitudes de defensa o asistencia jurídica
que formule el indiciado, inculpado u adolescente, o las que haga el Ministerio Público o
el juez; 2) solicitar la libertad caucional cuando proceda; 3) entrevistar al defendido para
conocer la versión personal de los hechos, obtener pruebas y dar solidez a los
argumentos que justifiquen su defensa, además de mantener informado al inculpado y
60
familiares de sus derechos conforme transcurre el proceso; 4) analizar las constancias
que obren en el expediente o en la causa penal a fin de contar con elementos para la
defensa; 5) el solicitar el no ejercicio de la acción penal; 6) asistir jurídicamente al
defendido en el momento en que rinda su declaración y hacer valer su derechos y
garantías, 7) hacer valer los medios que desvirtúen el tipo penal y la responsabilidad
penal, ofreciendo pruebas, promoviendo los incidentes, recursos, alegatos y demás
diligencias necesarias para una eficaz defensa; 8) la formulación de conclusiones y
agravios, según sea el momento procesal; 9) vigilar el cumplimiento de las sentencias
procurando la obtención de los beneficios penitenciarios conforme las disposiciones
legales, y 10) realizar todas las promociones y diligencias necesarias para una defensa
adecuada.
En el artículo 13 de la LFDP, se dispone que los Defensores Públicos formularan
denuncias por violaciones a los derechos humanos que provengan de cualquier autoridad
que afectan la situación de su defendido, con el fin de hacer cesar la violación, prevenir
su repetición y en su caso la sanción. (LFDP, 2013)
En las BGOF, con mayor precisión se regulan las obligaciones que debe realizar el
defensor público en cada una de las etapas en que interviene para dar mayor atención y
efectividad al servicio que otorga el IFDP, al establecer en el artículo 1 que “entre su
objeto se comprende el normar los servicios de defensoría pública.” (BGOF, 2013)
Con ese propósito se establece en los artículos 14 al 16 de las BGOF, las primeras
obligaciones a las que debe sujetarse el defensor público, que se refieren a la
disponibilidad de ejercer el servicio en tiempo completo con apego a los principios de
respeto, diligencia, prudencia, lealtad, economía procesal, y atender las disposiciones en
materia administrativa y la incompatibilidad con el patrocinio particular. (BGOF, 2013)
61
En los artículos del 21 al 27 de las BGOF se reiteran las obligaciones que se señalan en
el artículo 11 y 12 de la LFDF, que regulan la defensa penal en la averiguación previa y
en los órganos jurisdiccionales, entre ellas, destaca que en cualquiera de las etapas del
procedimiento penal el defensor público debe promover el juicio de amparo cuando lo
estime pertinente, lo que hará del conocimiento y de la aceptación de su representado.
(BGOF, 2013)
En la fracción VII del artículo 25 de la LFDP, se regula la actuación del defensor en la
etapa de ejecución de penas en la que deberá promover los medios de defensa necesarios
para la obtención de la libertad anticipada de los sentenciados, incidentes de concesión
de condena condicional, sustitutivos penales, traslación del tipo, adecuación de pena o
extinción de la sanción penal. (LFDP, 2013)
También se señala que en cada una de las fases en que interviene el defensor público
debe mantener comunicación constante con su defendido y en el caso de encontrarse
detenido o arraigado debe practicar la visita inicial u ordinaria en los centros de
reclusión como en los centros de arraigo en que se encuentre, ello conforme lo señala el
artículo 28 de las BGOF.
En el conjunto de disposiciones citadas del IFDP, se regula el mínimo de actuación que
deben satisfacer los defensores en representación de sus defendidos. Empieza con la
información que de primera mano aporta el defendido que es el principal interesado en
que se desvirtué la acusación, marcando el inicio de la intervención del defensor para
investigar y analizar los hechos motivo de la acusación, informar y acompañar al
inculpado durante la averiguación previa y el proceso, aportar pruebas que desvirtúen los
hechos o encontrar las debilidades del órgano de persecución, fallas durante la
investigación o violaciones a los derechos en el desarrollo del proceso, en la emisión de
la sentencia y ejecución de la pena, las que deberá combatir hasta agotar el amparo.
62
Se hace notar que las obligaciones del defensor público en las diversas etapas del
procedimiento penal y de ejecución de penas, coincide con el estándar de actuación que
señala el SIDH, al precisar el comienzo y duración del derecho a la defensa, el cual debe
ejercerse desde que se señala a una persona como posible autor o partícipe de un hecho
punible y finaliza, en su caso, hasta la etapa de ejecución de la pena. (Corte IDH, 2009b
y 2010a)
En congruencia con lo anterior, el defensor público tiene la obligación de atender
inmediatamente las solicitudes de defensa o asistencia jurídica que formule el indiciado,
inculpado u adolescente, o las que haga el Ministerio Público o el juez, con ello se
procura que la asistencia letrada sea oportuna (Corte IDH, 2005c y 2004b), para hacer
valer los medios que desvirtúen el tipo penal y la responsabilidad penal, ofreciendo
pruebas, promoviendo los incidentes, recursos, alegatos y demás medios adecuados para
una defensa eficaz, conforme lo prevén los estándares internacionales en el artículo 8 de
la CADH, de lo contrario no podría servir a su encomienda ni cumplir las exigencias del
debido proceso y defensa adecuada.
También la obligación que tiene el defensor de mantener comunicación constante con su
defendido en los centros de reclusión como en los centros de arraigo en que se
encuentre, esto acorde con la obligación que se impone a las autoridades de facilitar
oportunidades, tiempo e “instalaciones adecuadas para recibir visitas de un abogado,
entrevistarse con él y consultarle, sin demora, interferencia ni censura y en forma
plenamente confidencial.” (Corte IDH, 2004a, párr. 166)
Como podemos ver el andamiaje jurídico que regula el servicio de defensa pública
federal, señala obligaciones a cargo del defensor que coinciden con los estándares de
actuación que señala el SIDH, principalmente al disponer en el artículo 1 de la LFDP,
que su objeto es regular el servicio defensa pública a fin de garantizar el derecho a la
defensa en materia penal y el acceso a la justicia. Regulación que se complementa con el
63
contenido del artículo 6 de la propia ley, que obliga al defensor público hacer valer todas
las acciones o gestiones que resulten necesarias para una eficaz defensa, evitando la
indefensión y procurando el respeto de las garantías individuales y las que deriven de la
propia naturaleza de sus funciones y disposiciones aplicables.
Relacionado con las anteriores obligaciones que deben cumplir en su actuación los
defensores públicos federales, no se deben de olvidar la ya mencionadas obligaciones
que derivan del artículo 8.2.e) de la CADH y 1 y 17 de la CPEUM en materia de
derechos humanos, que también obligan a las Defensorías Públicas de las diferentes
entidades federativas del país, quienes en la prestación del servicio de defensa pública
deben salvaguardar los principio constitucionales y los derechos humanos, previstos en
la CPEUM, como en los ordenamientos internos de las entidades federativas de los que
forman parte.
Si bien es importante hacer notar que existen diferencias que caracterizan el
funcionamiento del IFDP, en comparación con el de las Defensorías Públicas de las
entidades federativas, respecto a la satisfacción de su necesidades básicas, continuidad y
calidad del servicio, en la ausencia de marcos normativos acordes con el nuevo sistema
de justicia penal y en materia de derechos humanos, de salarios dignos y profesionales,
de servicio civil de carrera y de una capacitación constante que consolide el servicio que
les permita intervenir en el sistema de justicia en igualdad de armas con el Ministerio
Público. (Torres, s/a)
También es cierto que en otros aspectos comparten las mismas debilidades, como el
depender del órgano en el que se encuentra adscritas, al que se le reconocen facultades
para designar a los titulares de las Defensorías y su dependencia presupuestaria. Motivo
por el que se ha propuesto la necesidad de su autonomía, no obstante que algunas ya
gozan de esta característica, como sucede con la Defensoría Pública del Estado de
Nuevo León y Estado de México, otras dependen del poder ejecutivo, el ejemplo, es la
64
del Distrito Federal, en otras, dependen del Poder Judicial, es el caso de la de Oaxaca, y
Veracruz entre otras más. (Torres, s/a) Sin embargo, con independencia del contenido de
las disposiciones que regulan su desempeño y funcionamiento, todas tienen la obligación
de cumplir con los imperativos constitucionales y las relacionadas en materia de
derechos humanos sujetando su actuar a los estándares internacionales.
2.1.3 Obligaciones constitucionales en materia de derechos humanos.
Ahora bien, para lograr brindar una máxima protección de las garantías individuales y
derechos fundamentales de las personas, el artículo 1 de la CPEUM, constitucionaliza
los
tratados
de
derechos
humanos,
integrando
el
denominado
bloque
de
constitucionalidad (Uprimmy, 2008) en materia de derechos humanos de los que debe
gozar toda persona y estableciendo las obligaciones de promover, respetar, proteger y
garantizar los derechos establecidos.
Dentro de los derechos que se erigen en el SIDH y que se incorporan a la CPEUM, por
conducto del bloque de constitucionalidad, se refiere a la defensa pública del acusado en
un procedimiento penal para el acceso a la justicia, que deriva del artículo 8.2.e. de la
CADH, que contempla: “(t)oda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las siguientes
garantías mínimas: […] e) Derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor
proporcionado por el Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el
inculpado no se defendiera por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo de ley”.
(OEA, 1969)
Por tanto, el reconocimiento constitucional de los derechos humanos derivados del
DIDH, y en el sistema regional principalmente de la CADH, emanan obligaciones que
señala el artículo 1 de la Convención, de respetar y garantizar el pleno y libre ejercicio
de
los derechos y libertades de todas las personas sujetas a su jurisdicción, sin
discriminación alguna. Disposición que se integra con el artículo 2 de la propia
65
Convención, al exigir a las autoridades correspondientes el adoptar las disposiciones
necesarias para garantizar los derechos y libertades.
El mencionado marco normativo proporciona el fundamento para garantizar la
participación del defensor público en los litigios internacionales ante el SIDH, para
aquellas personas que carecen de los recursos para recurrir a los mecanismos del
sistema, tema que ha sido analizado por la Corte IDH en su informe anual, al mostrar
interés a esta situación, ha resuelto que:
(…) para la efectiva defensa de los derechos humanos y la consolidación del
Estado de Derecho es necesario, entre otros, que se asegure a todas las personas las
condiciones necesarias para que puedan acceder a la justicia tanto nacional como
internacional y hacer valer efectivamente los derechos y libertades. El proveer
asistencia legal a aquellas personas que carecen de recursos económicos o que
carecen de presentación legal evita, por un lado, que se produzca una
discriminación en lo que respecta al acceso a la justicia, al no hacer depender ésta
de la posición económica del justiciable y, por otro lado, permite una técnica y
adecuada defensa enjuicio. (Corte IDH, 2010: 18)
En consecuencia las obligaciones generales de respetar y garantizar los derechos y
libertades, como el adoptar las medidas para su disfrute, con las que se compromete un
Estado para dar plena vigencia a los derechos contemplados en la CADH constituyen el
fundamento que debe observar el defensor público para extender su intervención en el
SIDH, al ser el sistema regional de salvaguarda de los derechos humanos, ante el cual se
debe velar y procurar reintegrar los derechos vulnerados en el sistema penal que no se
logren resarcir en el ámbito doméstico.
Este propósito es congruente con la encomienda que García Ramírez, hace a los
defensores públicos de intervenir en el SIDH que “le abre sus puertas para lograr el
acceso a la justicia de personas asistidas y poyadas por defensores públicos.” (García,
2008: 328).
Además, señala que para la adecuada protección y garantía del ejercicio de defensa
desde la detención y hasta la ejecución de la pena, “al presentarse violaciones de
66
derechos humanos que no sean restituidos por la jurisdicción nacional, el defensor
público debe explorar la vía de la jurisdicción internacional y con ello procurar el pleno
acceso de los derechos de los que debe gozar todo inculpado.” (García, 2009: 520)
Por tanto, no sería suficiente que la actuación del defensor se limita a la etapa previa,
durante y después del proceso en el ámbito nacional y culmine con la formulación del
juicio de amparo si al resolverse persiste la violación de los derechos, su naturaleza
exige que su función sea constante y continua hasta el SIDH, al ser un mecanismo
alternativo para la efectiva protección y garantía de los derechos en los casos que
persistan violaciones al debido proceso, a la igualdad, a la seguridad jurídica, a la
libertad y a la integridad personal.
Por consiguiente considero que al marco regulatorio de las obligaciones y facultades que
tienen los defensores públicos en defensa penal. también se integran las obligaciones y
derechos que contempla la CADH, entre los que se encuentra el derecho de defensa
proporcionada por el Estado o defensa publica, que prevé el artículo 8.2.e), que por
disposición del artículo 1 de la CPEUM, constituyen un solo cuerpo legal en materia de
derechos humanos que tiene como objetivo garantizar la defensa integral de los usuarios
y en específico de las personas que se encuentran en estado de vulnerabilidad para el
respeto de sus derechos en el sistema penal. Es una responsabilidad que debe cumplir el
defensor público como el IFDP a quien le corresponde proveer las herramientas
necesarias para que el defensor preste una defensa adecuada sin discriminación que le
den la oportunidad de continuar con la defensa de los derechos hasta el litigio estratégico
en el SIDH, evitando la indefensión cuando el ámbito doméstico no proporcione
adecuada solución.
Establecidas las obligaciones que tiene el defensor público penal federal, en sede
nacional como internacional en la defensa integral de los derechos humanos del acusado,
conviene analizar hasta donde el IFDP, tiene la fortaleza o el desafío de proporcionar las
67
medios necesarios para que cumplir con la obligación de garantizar el ejercicio de la
defensa ante el SIDH, y maximizar la protección de los derechos humanos.
2.2 Fortalezas del Instituto Federal de Defensoría Pública.
Es importante resaltar la capacidad y cobertura operativa de los servicios de defensa,
para tener conocimiento hasta donde y en qué medida garantiza el servicio de defensa
pública el IFDP.
En el informe anual de labores del IFDP 2012-2013, de fecha junio 2013, se indica la
capacidad operativa en cada una de las fases del procedimiento penal en que intervienen
los defensores públicos, en las cuales resultó:
En materia de defensa penal en averiguación previa se proporcionaron 49,351 servicios
de defensa penal, se asistieron en diligencias ministeriales a 3,617 personas, se
realizaron 64,736 entrevistas a defendidos y asistidos, y promovieron 601 juicios de
amparo. (IFDP, 2013)
En materia de defensa en los órganos jurisdiccionales; los defensores actúan en dos
instancias, en la primera se refiere a los servicios de defensa penal que se da en los
Juzgados de Distrito en materia penal, en los cuales se asumió la defensa de 40,117
inculpados, en relación a los cuales promovieron 2,173 juicios de amparo y se realizaron
157,088 visitas a defendidos, en la segunda Instancia ante los Tribunales Unitarios de
Circuito, se brindó la defensa de 43,419 inculpados y sentenciados, promovieron 5,041
juicios de amparo y realizaron 69,090 visitas carcelarias. Por último se aprecia que el
servicio de defensa proporcionado en la etapa de ejecución de sentencias en tres
Juzgados de Distrito Especializados en Ejecución de Penas, fue de 5,723 servicios de
defensa. (IFDP, 2013)
68
En materia de defensa de personas pertenecientes a comunidades y pueblos indígenas,
se conformó un cuerpo de 23 defensores públicos federales que en su conjunto hablan 20
lenguas indígenas que proporcionaron la defensa a 1,933 indígenas en toda la República.
Además se asumió el compromiso de garantizar la defensa integral con perspectiva de
género de las mujeres indígenas que enfrentan procesos penales federales. (IFDP, 2013)
En materia de violaciones a los derechos humanos los defensores públicos presentaron
un total de 1,715 denuncias y quejas por presuntas violaciones a derechos humanos, de
las cuales 611 se presentaron ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1,049
ante las Comisiones Estatales de Derechos Humanos, 281 ante la Subprocuraduría de
Derechos Humanos de la PGR. (IFDP, 2013) En este rubro no se proporcionó dato sobre
los derechos vulnerados, autoridad responsable de la violación y resultados de las quejas
y denuncias.
En el informe se resume el número de intervenciones que tuvieron los defensores en
cada una de las fases anteriores, de las que se aprecia que el número total de defensores
fue de 783, quienes realizaron la defensa o asistencia en 142,227 asuntos, promovieron
7,815 juicios de amparo, realizaron 64,736 entrevistas, y practicaron 225,178 visitas
carcelarias.
Para tener una idea clara del crecimiento constante y permanente del servicio de defensa
en relación con el número de defensores públicos, el porcentaje de la plantilla y el
promedio de productividad en los casos en los que intervienen los defensores públicos,
el esquema elaborado por la Auditoria Superior de la Federación en el periodo del 2008
al 2012 al IFDP, se aprecia lo siguiente:
69
Tabla 2, PRODUCTIVIDAD DE LOS DEFESORES PUBLICOS 2008-201211
Año Etapa Procesal
2008 TOTAL
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
2009 TOTAL
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
2010 TOTAL
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
2011 TOTAL
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
2012 TOTAL
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
TOTAL DEL
PERIODO
Averiguación
Previa
Primera Instancia
Segunda Instancia
Otras instancias
TMCA (%) Serv.
Def. Penal
TMCA (%) Av.
Servicios de Defensa
Penal
(a)
Part./ Total de
servicios
(%)
Plantilla de personal
(b)
Part./Total plantilla
(%)
Promedio de
Productividad1/
c=(a)/(b)
143,507
73,656
100.0
51.3
749
283
100.0
37.8
192
260
31,634
38,217
22.0
26.7
159,403
80,143
100.0
50.3
137
301
28
757
280
18.3
40.2
3.7
100.0
37.0
231
127
n. a.
211
286
36,841
42,419
23.1
26.6
173,358
80,347
100.0
46.3
139
308
30
762
281
18.4
40.7
3.9
100.0
36.9
265
138
n. a
228
286
45,913
47,098
26.5
27.2
170,049
75,294
100.0
44.3
144
322
15
772
254
18.9
42.3
1.9
100.0
32.9
319
146
n. a.
220
296
48,435
46,320
28.5
27.2
159,882
61,679
100.0
38.6
152
348
18
784
247
19.7
45.1
2.3
100.0
31.5
319
133
n. a
204
250
51,731
46,472
32.4
29.1
806,199
100.0
160
366
11
765
20.4
46.7
1.4
100.0
323
127
n. a.
211
371,119
46.0
269
35.2
275
214,554
220,526
26.6
27.3
147
329
20
19.1
43.0
2.7
291
134
n. a.
2.7
1.1
1.5
(4.3)
(3.3)
(0.9)
13.0
3.9
8.7
5.0
5.0
0.0
2/
Previa
TMCA (%) 1ª
instancia
TMCA (%) 2ª
instancia
Ahora bien de la información proporcionada en el Informe Anual de Labores del IFDP
2012-213, se advierte la capacidad operativa del IFDP, en las diferentes instancias en
11
FUENTE: Elaborado por la ASF con información proporcionada por el Instituto Federal de Defensoría Pública mediante el oficio núm. UAO/08851/2013 del 2
de septiembre de 2013.
1/ Se entiende como el promedio de casos atendidos por cada defensor público en el año.
TMCA Tasa Media de Crecimiento Anual:
= ��( )( )�14−1�∗100
n.a. No aplica.
70
que interviene, en la representación de comunidades y pueblos indígenas considerados
como grupo vulnerable, en especial las mujeres indígenas, y en la denuncia de conductas
que vulneran derechos humanos. Asimismo en el esquema de productividad se ilustra el
crecimiento de los servicios de defensa pública y del personal operativo del IFDP, para
poder hacer frente a la creciente demanda del servicio.
Los anteriores datos demuestran la necesidad de impulsar con mayor solidez el sistema
de defensa, para cubrir el servicio a mayor número de personas y grupos en situación de
vulnerabilidad, sin que la mayor demanda y cobertura del servicio afecte los avances que
se han dado para fortalecer la defensa pública en: 1) la gratuidad en el servicio público;
2) la independencia técnica y operativa; 3) los estándares de actuación del defensor que
se regulan a través de obligaciones que deben cumplirse en las distintas etapas en la que
se presta el servicio; 4) los mecanismos de supervisión y evaluación para controlar y
vigilar la actuación de los defensores públicos en sus funciones sustantivas y
administrativa; 5) el servicio civil de carrera, 6) las causas de responsabilidad
administrativa; 8) la promoción de la defensa de grupos indígenas considerado como
grupo vulnerable; 9) la defensa de las mujeres indígenas conforme a la perspectiva de
género; y 10) el compromiso con la defensa de los derechos humanos.
Estos factores contribuyen sin duda en la actualidad a revertir la visión que se tiene del
defensor de oficio o público, carente de control de calidad e institucionalidad, que presta
el servicio de defensa de manera formal, preocupados más por la presencia en las
diligencias e incluso sin conocer a sus defendidos, sin estudiar y preparar los casos,
especialmente ante la falta de presentación de pruebas, debilidad en el desahogo de
interrogatorios, deficiencia en los alegatos y recursos, que velen por el debido proceso,
subordinándose al modelo de organización judicial, percibiendo al defensor como un
funcionario judicial más, sin carrera dentro de la Defensa Pública que prefiere buscar
ocupar cargos de jueces y no ejercer como una abogado litigante que defienda los
intereses del inculpado, (Binder, Cordero y Hartmann, 2005).
71
La situación que se agrava si no existe organización que controle la actuación de los
defensores y las cargas de trabajo, además de la ausencia de financiamiento suficiente
para afrontar su constante crecimiento y organización. Si bien es cierto, esa era la visión
generalizada de la defensoría pública, es importante aclarar que respecto de la
competencia federal se ha progresado bastante en la cobertura y calidad del servicio, sin
negar que existen rubros que la realidad social demanda en extensión y calidad del
servicio. Sin embargo a diferencia de las defensorías estatales las cuales presentan
varias deficiencias a las que ya me he referido y de las cuales se formuló el Diagnóstico
sobre la situación de los derechos humanos en México, elaborado por la Oficina del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en nuestro país, al
evaluar a las defensorías públicas locales, refirió:
En general, en las entidades federativas las defensorías funcionan de manera muy
deficiente. Cuentan con muy poco personal, extraordinariamente mal pagado y con
excesivas cargas de trabajo. Es un hecho de conocimiento público que muchas
veces los abogados de oficio se presentan solamente a firmar las diligencias a las
que ni siquiera han asistido, su actuación no constituye una verdadera defensa del
procesado o procesada, sino una formalidad que se debe cumplir, pero sin ningún
contenido real. En raras ocasiones interponen algún recurso y se limitan a hacer lo
mínimo. Se puede afirmar que la mayoría de la gente pobre que se ve obligada a
recurrir a la defensoría de oficio no tiene defensa en un juicio penal. (OACNUDH,
2004: pág. 13)
Es innegable que hay mucho por hacer en el ámbito de la defensa publica, para superar
las deficiencias, principalmente en el ámbito estatal, por esa razón se proponen algunos
puntos para mejorar el servicio público que deben ser asumidos por las defensorías
federales y estatales.
2.3 Desafíos para mejorar el servicio de defensa Pública
No obstante los avances obtenidos que dan solidez al sistema de Defensa Pública
Federal, existen alguno problemas o debilidades que constituyen desafíos importantes
72
para la organización del IFDP, de los que mencionare solo los que deben ser
solucionados para lograr la defensa integral en el sistema penal y los que permitan la
actuación de la defensa pública en el SIDH, que requieren la provisión de la estructura y
los recursos necesarios para que el nivel operativo preste el servicio de defensa en
condiciones de calidad.
2.3.1 Área de investigación.
El primer desafío es obtener la estructura capaz de generar investigación y exploración
de los hechos que apoye en el planteamiento de la estrategia de defensa o en la teoría del
caso, necesidad que no ha sido satisfecha, al no obrar dato alguno en el Informe Anual
de Labores del IFDP del 2012- 2013, de la gestión o funcionamiento de una área de
investigación. “Una defensa que no investiga no prueba y por tanto no defiende.”
(Binder, Cordero y Hartmann, 2005: 42)
Es indispensable dotar a la defensa con los recursos y la estructura necesaria para
investigar en dos áreas, la de campo, que consiste en realizar indagaciones en el lugar de
los hechos para desvirtuar la acusación del fiscal; y la científica que se refiere al área de
la criminalística desarrollada propiamente por peritos expertos en la ciencia. Esto es de
suma importancia para las personas con escasos recursos que ameritan que sus casos se
investiguen y tengan la misma posibilidad de la autoridad investigadora de demostrar su
postura, lo cual hace necesario que se contraten expertos con recursos públicos.
En este punto, destaca el Informe de la Relatora Especial sobre la independencia de los
magistrados y abogados, en su misión a México, quien considera que para garantizar el
principio de igualdad de armas en materia penal, se debe fortalecer la “infraestructura de
las defensorías de oficio a través, por ejemplo, de la asignación de recursos adecuados
tanto humanos como financieros y la dotación de una instancia propia de investigación y
servicios periciales autónomos.” (CDH, 2011: párr. 73)
73
2.3.2 Trabajo en equipo.
El trabajo en equipo es otro desafío para mejorar la defensa, cada defensor trabaja de
forma aislada, no es normal que “se compartan experiencia para el tratamiento de los
asuntos que permitan a los defensores realizar una acción común en el manejo de los
casos que les permita desenvolverse con confianza y obtener resultados uniformes,”
(Binder, Cordero y Hartmann, 2005: 42) para su logro es recomendable promover
reuniones frecuentes de los defensores, para establecer estrategia de defensa comunes,
medidas de investigación, acciones de juicios de constitucionalidad en contra de leyes y
normas, discusión de casos importantes etc., que tengan por efecto obtener resultados
favorables para la defensa y trascienda al sistema de justicia penal.
La ventaja del trabajo en equipo ayuda a la definición de tareas concretas y organización
del trabajo que se verán reflejadas sin duda en la calidad del servicio, inclusive en la
realización de acciones en conjunto que procuren eliminar los actos de las autoridades
que de forma reiterada vulneran los derechos humanos y el debido proceso.
2.3.3 Unidades de defensores especializados
Otro desafío que actualmente presenta la defensa pública es conformar defensores
expertos o “especializados por tipo de delito o por casos que requieran algún tipo
metodología especial12 para grupos vulnerables”, (Binder, Cordero y Hartmann, 2005:
42) de justicia para adolescentes, de privados de la libertad o ejecución de penas, de
comunidades y grupos indígenas, a los que ya me referí, y que se encuentra en
integración en el IFDP, o de expertos en la defensa de los derechos humanos en el
SIDH, atendiendo a la propuesta que formuló el Doctor Eduardo Ferrer Mac Gregor
Poisot al IFDP, para gestionar ante el CJF la autorización para que defensores públicos
federales pudieran participar en asuntos ante la Corte IDH. (IFDP, 2013)
12
Por ejemplo la perspectiva de interculturalidad en materia de comunidades indígenas, la perspectiva de género en el caso de los
roles de la mujer en la sociedad, que genera discriminación y asimetrías de poder.
74
Esto último es de suma importancia para la defensa de los derechos humanos, ya que
permitiría dar seguimiento a las denuncias realizadas ante los organismos nacionales y
conocer los actos, autoridades y resultados de las denuncias por vulneración de los
derechos humanos, y cuál de estos presenta una constante de violación en el sistema de
justicia penal.
También impulsaría la formulación de denuncias por violación de derechos humanos en
la CIDH, y dar seguimiento a la Corte IDH, para lograr resarcir los derechos humanos
vulnerados que persisten en el sistema de justicia penal en detrimento de los inculpados.
Otros aspecto que requiere ser consolidado y que debe ser una constante en la prestación
del servicio de defensa pública se refiere a la confianza que genera para el representado
el que la actuación del defensor no tendrá mayor interés que la defensa de sus derechos
en un juicio justo, procurando la continuidad en el planteamiento de defensa de los
intereses y derechos vulnerado desde el inicio de su actuación hasta el SIDH.
2.3.4 El defensor de confianza.
Una de las obligaciones que tienen los Estados respecto del derecho de defensa es el
otorgar este servicio cuando la persona no pueda obtenerlo, por esa razón, la asistencia
de la defensa pública tiene el carácter de subsidiaria. Siendo la primera opción la de
permitir que la persona se defienda a través del defensor de su elección y, solo en el caso
de no poderlo hacer o no querer ejercer ese derecho, el Estado tiene la obligación de
proporcionarle la asistencia pública y gratuita, imperativo que se refleja en el inciso e)
del artículo 8.2, de la CADH. (OEA, 1969) Lo cual implica que en el SIDH los Estados
se obligan a designar al defensor público cuando las personas no puedan hacer la
designación de un abogado de confianza.
75
También la CPEUM, establece en el apartado B, fracción VIII del artículo 20 que el
imputado: “(t)endrá derecho a una defensa adecuada por abogado, al cual elegirá
libremente…”. (CPEUM, 2014). Respecto a la LFDP, el artículo 10 contempla la
designación del defensor para el adolescente, indiciado, inculpado, y sentenciado, de
acuerdo con las etapas en que sea necesaria la representación. (LFDP, 2013).
Ambas disposiciones coinciden en reconocer que el derecho a la defensa es un derecho
que corresponde a las personas y una de las manifestaciones principales es la de contar
con un abogado de confianza. Esto es relevante, porque cuando el imputado no puede
conseguir por sí mismo ese defensor, el Estado tiene el deber de procurarle uno de forma
gratuita. Sin que ello signifique deficiencia en el ejercicio del derecho a la defensa, de
por sí afectado por la imposibilidad de procurar uno por sus propios medios. Por ese
motivo la designación del defensor estatal debe generar en su actuación una relación de
confianza como parte esencial del derecho a la defensa.
En el Manual de Defensoría Penal Pública para América Latina y el Caribe (Manual de
Defensoría), elaborado por Centro de Estudio de Justicia de las Américas, constituye una
guía para fortalecer el sistema de defensa pública. (Binder, Cordero y Hartmann, 2005)
Dentro de los diversos datos que analiza entre ello se refiere a la importancia que debe
tener la relación entre el defendido y su defensor, al referir que:
(L)a relación de confianza entre el defendido y su abogado defensor, conlleva el
compromiso de que el defensor no tendrá ningún otro interés superior que el
propio interés de su defendido, que genere suficiente confianza para que pueda
expresar ante él sus intereses y su versión de los hechos sin temores. Por eso el
derecho a un defensor técnico debe ser entendido siempre como el derecho a un
defensor de confianza. (2005: 10)
Relacionado con el defensor de confianza se encuentra el principio de continuidad en la
defensa, que sugiere que el defensor que asume la defensa debe ser el que continúe en el
desarrollo de todo el proceso hasta obtener una defensa satisfactoria al interés del
procesado y ello conlleva que debe ser partícipe de agotar el litigio ante el SIDH.
76
2.3.5 Continuidad en la defensa penal
Este principio encuentra su expresión en los artículos 23, fracción III, 26, fracción VI, y
27 fracción I, de las BGOF, que se refieren a la coordinación y continuidad que sugieren
seguir con el conocimiento del caso y con la defensa adecuada, y de ser conveniente con
la estrategia que se planteó inicialmente por ser las más apropiada para la defensa.
(BGOF, 2013)
En el informe del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, de la Comisión de
Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (CDH), respecto de la
visita a México, en su párrafo 56 se señala que:
(…) las circunstancias que dificultan una defensa adecuada es el sistema de
diferentes defensores en cada fase del procedimiento penal. […h]ay una
especialidad por etapas, pero también una discontinuidad grave que hace que el
defensor posterior no tome conocimiento personal de la primera etapa y de las
posibles arbitrariedades; simplemente acumula lo escrito y no puede ejercer una
defensa cabal del detenido.(CDH, 2002:18).
Este principio debe entenderse, como la continuidad en la identidad del defensor técnico,
que consiste en que el defensor público que se le asigna al imputado y acepta el cargo de
la defensa técnica en el caso concreto, es quien debe acompañarlo, asesorarlo y actuar a
lo largo del proceso. (CSJCR, 2007)
De lo señalado anteriormente puede concluirse que la garantía de defensa adecuada, es
vulnerada cuando existe un continuo cambio de defensores en el periodo probatorio que
impide el conocimiento integro del asunto y mengua el derecho de ofrecer pruebas
oportunamente. (SCJN, 2007b)
Por tanto, el principio de continuidad en la defensa implica una relación personal del
servicio que se crea entre el defensor y su representado, lo cual genera confianza y
seguridad jurídica de que la actuación del defensor será constante para procurar la
77
uniformidad en la estrategia de defensa acordada inicialmente con el inculpado, y que
podría variar en su perjuicio al sustituir al defensor.
Queda claro que el superar los desafíos señalados en éste epígrafe tiene suma
trascendencia para cumplir con el derecho de defensa en materia penal y garantizar el
acceso a la justicia, representado y protegiendo en todo tiempo los intereses y derechos
jurídicos de los defendidos. Evitar en todo momento la indefensión, al ser una función
que deriva de la naturaleza de la defensa, y ello comprende la posibilidad de ejercer el
acceso a la justicia de los órganos del SIDH cuando no hayan sido suficientemente
satisfechos los derechos de los defendidos, actuado como defensores en representación
de las víctimas.
Lo
anterior
contribuye
a
conformar
una
Defensoría
integral,
eficiente
y
multidisciplinaria con roles y funciones diferenciadas que contribuyan a fortalecer el
sistema de justicia penal y mejorar la calidad del servicio a los defendidos.
Sin embargo existe un elemento importante y necesario para la consolidación integral de
la Defensa Pública, que es el de la autonomía institucional, al que se identifica con
mayor independencia funcional y con fuerte disponibilidad presupuestaria para satisfacer
la creciente demanda del servicio en las diferentes áreas y procedimientos en los que se
requiere la intervención del defensor público.
2.3.6 La autonomía institucional de la Defensoría Pública.
Se ha propuesto en el SIDH la autonomía de la Defensa Pública como un aspecto
esencial para el fortalecimiento del acceso a la justicia y la consolidación de la
democracia. Así, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos
(AGOEA), mediante la Resolución 2656 (XLI-O/11) aprobada el 7 de junio de 2011,
recomendó “… a los Estados Miembros que ya cuentan con el servicio de asistencia
78
letrada gratuita que adopten acciones tendientes a que los Defensores Públicos Oficiales
gocen de independencia y autonomía funcional”. (OEA, 2011: párr. 4)
También la AGOEA, en la resolución AG/RES. 2801 (XLIII-O/13), titulada, “Hacia la
Autonomía de la Defensa Pública Oficial como Garantía de Acceso a la Justicia”,
aprobada el 5 de junio de 2013, reiteró “una vez más a los Estados Miembros que ya
cuentan con el servicio de asistencia letrada gratuita que adopten acciones tendientes a
que los defensores públicos oficiales gocen de independencia, autonomía funcional,
financiera y/o presupuestaria y técnica”. (OEA, 2013: párr. 4) Además en razón de lo
anterior destacó:
(…) la importancia de la independencia, autonomía funcional, financiera y/o
presupuestaria, de la defensa pública oficial, como parte de los esfuerzos de los
Estados Miembros para garantizar un servicio público eficiente, libre de
injerencias y controles indebidos por parte de otros poderes del Estado que afecten
su autonomía funcional y cuyo mandato sea el interés de su defendido o defendida.
(OEA, 2013, párr.5)
Por tanto, el nuevo rol requiere una institución fuerte con disponibilidad presupuestaria y
suficientes recursos para que los defensores públicos puedan responder en el plano
operativo con igualdad de armas y unidad de actuación a favor del interés del asistido, y
dispuestos a abandonar la tolerancia de conductas que convalidan las injusticias y
violaciones que las estructuras del sistema y del mismo Poder Judicial genera en
perjuicio de los más vulnerables.
Sin embargo, no todos comparten la tendencia de constituir una institución de defensa
autónoma. Hay quien se oponen y consideran que para que funcione el sistema es
suficiente el carácter de independencia funcional y operativa, y que al ser una función
pública basta regular su organización y funcionalidad en aras de enfrentar el
procedimiento penal. (Vargas, 2010)
79
En el caso de la Defensoría Publica en México, se dan tres razones para conservar su
ubicación en el CJF, la primera, considera que la defensa publica al estar vinculada con
el acceso a la justicia, la legalidad y la constitucionalidad, su permanencia en la
judicatura es lo más cercano a las garantías constitucionales que se deben satisfacer al
individuo; la segunda, se refiere a la regulación del servicio, organización y estructura
que constituyen la mejor garantía de la independencia, y tercero, se refiera a los
inconvenientes de confundir su naturaleza de acceso a la justicia con una encomienda
política. (Esquinca, s/a)
Esa postura se refrenda en el artículo 3 de la LFDP, ya señalado, que refiere la
independencia técnica y operativa del IFDP, al considerar suficiente la regulación del
servicio de defensa pública con el objeto de representar a las personas en el
procedimiento penal para la defensa de sus derechos sin importar la adscripción del
servicio a cualquiera de los Poderes del Estado.
Diferente posición es la de Soledad Alvear, quien señala, que:
(…) no basta que dicha independencia se logre porque la autoridad judicial o
política se abstenga de perturbar o impedir el ejercicio de la defensa, sino que es
necesario que las normas jurídicas que organizan y confieren las potestades
públicas, impidan tal intervención, por lo que se ha propuesto como razón práctica
una defensoría autónoma, sin vínculo con el Poder Ejecutivo o Judicial que
permite que la defensa cumpla con el objetivo de velar por el respeto de los
derechos de las personas y mientras más independiente sea en esa tarea, mejor será
el concepto que habrá sobre un sistema que descansa sobre el valor de la justicia y
no sólo en el castigo, con la precisión de que independencia y autonomía no
significan lo mismo. (Alvear, 2010: 6).
En nuestro caso, si bien el marco normativo garantiza la independencia técnica y
operativa de la Defensa Pública Federal respecto de las funciones de los defensores
públicos que ejercen con vocación, entrega y esmero, defendiendo sin formalismos,
controlando el abuso de poder desde la administración de justicia penal por medio de la
observancia de los principios constitucionales y de respeto a los derechos humanos, y
procurando la correcta fundamentación de las decisiones y resoluciones judiciales, el
80
correcto uso de la prisión preventiva, el respeto a los plazos procesales, el desahogo y
valoración de la prueba legítima y todas aquellas condiciones que forman parte del
ejercicio del derecho a la defensa en juicio, desde una tarea técnica oportuna,
permanente y eficaz. Por tanto, su actuación debe ser preservada de la intervención de
cualquier poder al momento de combatir o denunciar malas prácticas o interpretaciones
erróneas por parte de los miembros de los órganos jurisdiccionales que menoscaben o
nulifiquen derechos de los defendidos, con lo cual puede quedar cuestionada la
independencia del IFDP, ante la sospecha de compromiso con los órganos
jurisdiccionales.
En razón de lo anterior, el gozar de autonomía favorece la solidez y la independencia
funcional, se gestionan de forma directa los recursos necesarios para un adecuado
funcionamiento de las nuevas necesidades, obteniendo autonomía financiera y
presupuestaría para organizar sin ninguna injerencia la prestación del servicio y su
crecimiento en áreas incipientes como la de consolidar defensores especializados en el
sistema de justicia penal adversarial y en materia de los derechos humanos para lograr la
obtención de un juicio justo. De esta manera el IFDP tendría facultades exclusivas para
decidir los recursos que necesita, en dónde y cómo los aplica sin perder de vista que su
mandato es la salvaguarda de los interés de los defendidos.
También favorecería la obtención de recursos, para actuar en igualdad de armas y estar
en posibilidad de brindar un servicio eficiente, y de calidad para consolidar el servicio de
defensa pública y cumplir con el propósito que Luigi Ferrajoli, le asigna a la defensoría
pública:
(…) para que la contienda se desarrolle lealmente y con igualdad de armas, es
necesaria… la perfecta igualdad de las partes: en primer lugar, que la defensa esté
dotada de la misma capacidad y de los mismos poderes que la acusación… [lo
que] exige que el imputado esté asistido por un defensor en situación de competir
con el ministerio público. (Ferrajoli, 1989: 629-630).
81
En conclusión, la importancia de dotar a la defensa pública con los instrumentos y
capacidades necesarias le permitirá sin duda actuar con igualdad de armas en el
procedimiento penal y en la efectiva protección y garantía de acceso a la justicia de las
personas que carecen de los recursos para hacer valer su derechos en sede nacional como
en el ámbito de los órganos del SIDH, por ello, es importante la posición y situación
institucional, como lo señale en el apartado de la organización y estructura del IFDP, ya
que incide en la independencia y gestión.
No obstante la situación actual de la defensoría pública, se han presentado denuncias
ante el SIDH, que demuestran el compromiso que tiene los defensores públicos de evitar
la indefensión, vigilar el respeto de los derechos humanos y hacer uso de los órganos y
mecanismos que brinda el sistema regional de los derechos humanos.
2.4 La intervención del defensor público federal en la denuncia de violación de
derechos humanos en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
En México se destaca la participación del defensor público federal adscrito al Tribunal
Unitario del Vigésimo Tercer Circuito,13 con residencia en Zacatecas, quien presentó
una denuncia ante la CIDH,
la cual se registró con el número de caso 12.813,
promovida por Blanca Olivia Contreras Vital y Roberto Clemente Álvarez Alvarado en
contra del Estado Mexicano. (IFDP, 2014). También se sabe que un asesor jurídico con
sede en el Distrito Federal, intervino en la preparación de una denuncia que se presentó
ante la CIDH para su trámite; misma que el usuario hizo de manera personal y cuyo
nombre se reservó por protección, desconociendo el número con el cual se da
seguimiento, o en qué parte del procedimiento se encuentre (IFDP, 2014), al no poderse
obtener mayores datos de este último asunto, me referiré a la actuación que realizó del
defensor público federal.
13
La información se obtiene de la respuesta a la solicitud 00252914, la cual se anexa con el número 2.
82
En el primer caso la denuncia fue presentada el 9 de Julio del 2004 ante la CIDH, en la
que se menciona la vulneración de los derechos previsto en el artículo 8.2.d de la
CADH, al negar al inculpado el derecho de comunicarse libre, privada y oportunamente
con sus defensores, previo a rendir sus primeras declaraciones ante el Ministerio
Público, vulneración que trascendió a la emisión de una sentencia de condena. (CIDH,
2011)
El Informe de admisibilidad de la CIDH, se aprobó el 23 de marzo del 2011, en el, se
menciona, si la falta de designación de defensor público en forma previa a la primera
declaración en un procedimiento penal y, en consecuencia, la imposibilidad de reunirse
y entrevistarse con el indiciado, podrían caracterizar la violación de los derechos
amparados en los artículos 2, 7, 8 y 25 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 del mismo instrumento, en perjuicio de Blanca Olivia Contreras Vital y de
Roberto Clemente Álvarez Alvarado. (CIDH, 2011)
En el procedimiento ante la CIDH, el defensor público federal y sus defendidos
consensuaron con los representantes del Estado mexicano, los términos de la solución
amistosa, a partir del reconocimiento de responsabilidad internacional de los hechos
reflejados en el informe de admisibilidad. Aprobado el acuerdo por la CIDH se decidió
la reparación integral del daño en los rubros de indemnización compensatoria, medidas
de satisfacción y garantías de no repetición consistente en tratamiento psicoterapéutico y
beca educativa para el menor hijo de la víctima Blanca Olivia Contreras Vital, y
capacitación para el auto empleo a favor de las víctimas. (CIDH, 2012)
Con el propósito de conocer la experiencia del defensor público respecto de la denuncia
presentada ante el SIDH, vía correo electrónico se hizo un intercambio de ideas, y
formule las siguientes preguntas.
83
¿Cuál fue el fundamento en el que se apoyó para hacer la denuncia ante la CIDH?
Defensor Público Federal (DPF): El asunto se planteó con apoyo en el artículo 13 de la
Ley Federal de Defensoría Pública, que obliga a los defensores hacer las denuncias por
violaciones de derechos humanos y no hace distinción entre instancias nacionales o
internacionales. Aunque parece referirse sólo a violaciones en los reclusorios, yo lo
concateno con las obligaciones que tiene el defensor en términos de los artículos, 1, 2,
4, 6, y 12 de la misma Ley, y sobre todo con la obligación de la defensa adecuada que
se desprende del artículo 20 A fracción IX constitucional.
¿Cuál fue el criterio de elección del caso para llevarlo ante la CIDH?
DPF: Ya había enviado varios asuntos a la CIDH pero no había obtenido respuesta, solo
enviaba “los asuntos como una cosa perdida”, albergando la esperanza de captar la
atención de la CIDH. Hasta el caso de Blanca Olivia Contreras Vital y otros, el que
llamó la atención de la Comisión debido a que la negativa de otorgar entrevistas con el
inculpado en privado y previas a la declaración, es algo sistemático y recurrente en
México que provoca situaciones de indefensión que trascendían en sentencias
condenatorias, a pesar de lo previsto en el artículo 8.2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos.
¿Solicitó y recibió apoyo del IFDP para impulsar la denuncia en la CIDH?
DPF: No obtuve apoyo porque no lo busque, todo fue por propia cuenta y riesgo, en el
caso Blanca Olivia Contreras Vital y otros, fue hasta que se presentaron las
negociaciones con las autoridades nacionales, que el IFDP apoyo con viáticos para viajar
a la ciudad de México, tanto a la Secretaría de Relaciones Exteriores y a la de
Gobernación sin tener que ir a la CIDH, con ésta la comunicación sólo fue vía
telecomunicaciones y correo.
De lo anterior se advierte la importancia de la participación del defensor público en el
SIDH, la que justificó en la LFDP, e invocará la violación al artículo 8.2.d) de la CADH,
84
respecto de la negativa de conceder entrevista en privado y previa a la declaración del
inculpado. Participación que demuestra la voluntad y compromiso de hacer efectivo el
derecho a la defensa adecuada, además de obtener resultados positivos, que obligaron al
Estado mexicano a reconocer la responsabilidad internacional por los derechos
vulnerados y realizar la reparación del daño.
Sin embargo la experiencia que comparte el defensor público en la CIDH, no es
suficiente para lograr resultados notables en el sistema de justicia penal, debido a que
fue el único caso que fue aceptado por la CIDH, de varios que ya había presentado el
defensor público, además su gestión fue de forma individual sin apoyo del IFDP.
Situación que nos obliga reflexionar del cómo se podría lograr la intervención de los
defensores públicos ante el SIDH, con el apoyo del IFDP, para lograr resultados valiosos
en beneficio de los inculpados y del propio sistema de justicia penal.
2.5 La formación de unidades de defensores públicos para intervenir en el Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
Se mencionó que para lograr la máxima protección de las garantías individuales y
derechos fundamentales de las personas, el artículo 1 de la CPEUM, constitucionaliza
los tratados de derechos humanos, incorporando las obligaciones de promover, respetar,
proteger y garantizar los derechos allí establecidos, entre ellos el derecho a la defensa
que presta el Estado previsto en el artículo 8.2.e) de la CADH, que en conjunto con las
obligaciones que establecen los artículos 1 y 2 de la Convención Americana, de respetar
y garantizar los derechos y libertades, como el adoptar las medidas para su disfrute. Son
los ordenamientos internacionales que constituyen el fundamento de la participación del
defensor público federal y estatal para extender su intervención en el SIDH.
Para cumplir con la encomienda el IFDP, debe promover la participación del defensor en
la CIDH y en la Corte IDH, capacitando y formando defensores públicos con la
capacidad suficiente para maximizar la protección de los derechos humanos,
85
compromiso que también deben cumplir las defensorías públicas de las entidades
federativas, para lo cual se propone lo siguiente:
1. Construir un grupo de expertos en la defensa de los derechos humanos en el SIDH,
con un mínimo de miembros que se incremente conforme el número, gravedad y grado
de dificultad de los casos que presenten los defensores púbicos que tenga a su cargo el
proceso penal del que derive la vulneración de los derechos humanos, de esta manera se
trabaja en equipo y de manera coordinada, al tener la oportunidad el defensor que
interviene en el procedimientos de conocer y analizar la posibilidad de combatir los
actos que transgredan los derechos, y posteriormente hacer del conocimiento del equipo
o grupo de expertos para que elijan el caso que potencialmente puede presentar ante el
SIDH acompañados del defensor que intervino en el proceso penal del que derivó la
vulneración, para salvaguardar el principio de continuidad en la defensa y del defensor.
Esta forma de trabajar permitirá realizar acciones en común en el manejo de los casos
con el propósito de eliminar los actos de las autoridades que de forma reiterada vulneran
el debido proceso, además de dar continuidad en la defensa.
2. Al Identificar el caso se deben seguir criterios de elección para evaluar la
conveniencia de elevarlo al SIDH, previo el consentimiento de la víctima, se debe
considerar:
I. Que los hechos analizados y la información sean suficientes para albergar la
posibilidad de lograr resultados satisfactorios para la restitución o reparación de los
derechos afectados.
II. Que la violación de los derechos humanos en el sistema penal signifique un patrón
sistemático, no solo casos aislados, que la afectación trascienda a la generalidad de los
acusados, por ejemplo, los actos de tortura, la falta de defensa al momento de la
86
detención, intervención de cuerpos militares en la investigación de delitos, detenciones
en zona militares, arraigo, etc.
III. Que los resultados tengan impacto favorable en la vigencia de los derechos, no solo
en los derechos de la persona afectada, por ejemplo que sea útil en la interpretación o
creación de jurisprudencia que impulse cambios positivos en el sistema de justicia penal,
por ejemplo erradicar prácticas judiciales y de autoridades administrativas e inclusive
modificar o derogar legislación interna que quebrante derechos humanos.
Es importante hace notar que la actuación de la defensa publica en el SIDH, se encuentra
limitada a las personas que representan en el proceso penal y a temas relacionados con el
funcionamiento del sistema de justicia penal. A diferencia de las organizaciones de la
sociedad civil comprometidas con la defensa de los derechos humanos que facilitan el
acceso al SIDH ha variado número de víctimas que tiene un impacto directo en el rango
de temas que representan en la CIDH y en la Corte IDH, que son seleccionados
estratégicamente procurando favorecer a un gran número de personas no solo al
individuo víctima de una violación. Son las responsables del litigio de la mayoría de los
caso sobre “las leyes de amnistía, libertad de expresión, derechos de los pueblos
indígenas, derechos de las mujeres, etcétera, que han logrado cambios de constituciones,
sanción y derogación de leyes e implementación de políticas públicas.” (Cantón, 2013)
3. La disponibilidad del presupuesto necesario para dotar de recursos materiales,
humanos, y de constante capacitación especializada para lograr resultados exitosos en la
protección de los derechos humanos.
Además de los gastos que regularmente se requieren para la prestación del servicio de
defensa en recursos materiales y humanos necesarios para la integración de una unidad
de defensa. Se debe tenerse en cuenta que llevar un caso ante al SIDH es costoso. Desde
la preparación del caso, en la información que se debe recabar debido a la carga de la
87
prueba sobre el hecho o la situación denunciada y toda la información detallada sobre la
vulneración del derecho.
La asistencia en las audiencias especialmente importantes en el desarrollo del caso,
obliga a incurrir en los costos de viajar a Washington, sede de la CIDH, o a San José,
sede de la Corte, y dado que los procesos normalmente duran años, los esfuerzos son
prolongados.
Los gastos que se deben erogar en la implementación de programas de capacitación
especializada en derechos humanos, constante, uniforme y sostenible para todos los
defensores públicos que les facilite identificar con claridad la existencia de violaciones
de derechos humanos en el proceso penal. Adicionalmente el grupo de expertos debe
recibir capacitación específica en temas relacionados con el procedimiento ante la CIDH
y la Corte IDH, acompañada del uso de estancias en organismos internacionales de
derechos humanos e inclusive la presencia en las diferentes audiencias que se realicen en
la Corte IDH, que les permitan adquirir conocimientos y destrezas para la preparación y
el litigio de los casos, o bien hacer el uso de las video-audiencias difundidas por internet,
para disminuir costos.
Estos requerimientos implican gastos que deben ser financiados con recursos públicos,
su escases obstaculiza el funcionamiento e implementación de la defensa adecuada. Sin
embargo no debe olvidarse que los costos se compensan con la posibilidad de obtener un
mejor sistema de justicia, rectificar situaciones de violación de los derechos humanos y
fortalecer el estado de derecho, lo contrario podría generar el deterioro generalizado del
sistema de justicia penal en detrimento de las personas y con mayor perjuicio de los
sectores más vulnerables.
En conclusión la formación de defensores públicos especializados en materia de
derechos humanos y en los procedimientos ante la CIDH y la Corte IDH, es inexcusable.
88
El IFDP debe conceder autorización y apoyo institucional, para formular denuncias y
seguimiento ante la CIDH y la Corte IDH en los casos de vulneración de derecho
humanos que se susciten en el proceso penal que indudablemente beneficiará a los
inculpados y podrá erradicar practicas violatorias de derechos humanos logrando el más
alto nivel de protección y goce de los derechos dentro del sistema de justicia penal.
89
Capítulo III
La actuación del defensor público penal en el Sistema Interamericano de Derechos
Humanos.
En este capítulo se abundara en los fundamentos interpretativos que justifican la
participación del defensor público federal y estatal en el SIDH, tomando como
referencia los estándares internacionales de derechos humanos. La posición que debe
adoptar el defensor público al litigar frente al Estado mexicano del que forma parte, que
no es más que la defensa de los derechos humanos que el propio Estado no reparó en
sede nacional.
Hasta dónde y de qué forma se justifica la participación del defensor en el SIDH, si la
actuación comprende todo el procedimiento ante la COIDH y Corte IDH o
exclusivamente en determinadas etapas del procedimiento. Por lo que en este capítulo se
da noticia del compromiso ineludible que tiene la defensa pública penal en distintos
momentos, con diverso y variados alcances.
3.1 La intervención del defensor público federal en el Sistema Interamericano de
Derechos Humanos conforme al marco constitucional mexicano
En este apartado se darán las bases interpretativas para establecer si los defensores
públicos deben ejercer la representación de sus casos ante el SIDH, y procurar una
defensa integral de los derechos humanos, compatible con el marco constitucional
mexicano. Para ello se analizarán las obligaciones generales que refiere la CADH, los
principios de buena fe, el objeto y fin de los tratados y la integralidad del sistema de
derechos humanos, para justificar la actuación del defensor público en el SIDH.
El derecho a la defensa púbica se encuentra dentro del catálogo de derechos y libertades,
que para su goce y disfrute exigen el cumplimiento de obligaciones que emanan de los
tratados internacionales en materia de derechos humanos, con los que se comprometió
90
el Estado, y que constituyen el parámetro de verificación de los actos y omisiones de las
autoridades que pueden comprometer su responsabilidad internacional.
Para dar cumplimiento a esa obligación el Estado debe crear condiciones efectivas que
permitan el goce y ejercicio de los derechos consagrados en la CADH, cualquiera que
sea su contenido normativo. (Corte IDH, 1988)
Es en la CADH en sus artículos 1.1 y 2, donde se establecen las obligaciones generales,
que constituyen, en definitiva, la base para la determinación de responsabilidad
internacional a un Estado por violaciones a los derechos y libertades consagrados en
dicho instrumento. (Corte IDH, 2007)
Además de ello, la Corte IDH ha establecido que el ilícito internacional por violaciones
a los derechos humanos se produce en el momento en que el Estado actúa en violación
de una norma obligatoria. (Corte IDH, 2001a)
Bajo esas premisas se debe analizar si dentro de las obligaciones que tiene el Estado para
el goce y disfrute del derecho a la defensa pública contemplado en el citado artículo
8.2.e) de la CADH, se amplía hasta garantizar su intervención en los litigios
internacionales ante el SIDH, para aquellas personas que carecen de los recursos para
recurrir a los mecanismos del sistema, al respecto la Corte IDH al rendir su informe
anual, correspondiente al año 2010, abordó el tema, y dijo que:
(…) para la efectiva defensa de los derechos humanos y la consolidación del
Estado de Derecho es necesario, entre otros, que se asegure a todas las personas las
condiciones necesarias para que puedan acceder a la justicia tanto nacional como
internacional y hacer valer efectivamente los derechos y libertades. El proveer
asistencia legal a aquellas personas que carecen de recursos económicos o que
carecen de presentación legal evita, por un lado, que se produzca una
discriminación en lo que respecta al acceso a la justicia, al no hacer depender ésta
de la posición económica del justiciable y, por otro lado, permite una técnica y
adecuada defensa enjuicio. (Corte IDH, 2010:18)
91
Lo anterior es un aspecto fundamental para entender la compatibilidad de la actuación
del defensor público penal en el litigio interamericano con la obligación del Estado
mexicano de garantizar el derecho a la defensa pública a todas las personas sin
discriminación alguna para acceder a la justicia, tanto nacional como internacional, y
hacer valer efectivamente los derechos y libertades, lo cual constituye un imperativo
internacional.
Si entendemos que el SIDH, se integra por todo un conjunto de organismos y
mecanismos establecidos para la defensa de los derechos humanos, y que los Estados
parte han colaborado en el nacimiento, desarrollo y consolidación con el que se
comprometen para preservar la organización y funcionamiento del SIDH, y participar en
la CIDH y en la Corte IDH, velando por la protección integral del sistema. Es el Estado
mismo el que debe velar por la protección del sistema.
Ha sido la propia Corte IDH, la que tuvo la oportunidad de referirse a la integridad
institucional del sistema de protección, consagrado en la CADH, al señalar:
(E)l sometimiento de un caso contencioso ante la Corte respecto a un Estado Parte
que haya reconocido la competencia contenciosa del Tribunal requiere del
desarrollo previo del procedimiento ante la Comisión. De otra parte, la
competencia asignada a la Comisión por el inciso f del artículo 41 convencional
abarca los diversos actos que culminan en la presentación de una demanda ante la
Corte para recabar de ésta una resolución jurisdiccional. Este artículo se refiere a
un ámbito en el que se actualizan las atribuciones tanto de la Comisión como de la
Corte, en sus respectivos momentos. Cabe recordar que la Corte es el único órgano
judicial en estas materias. (Corte IDH, 2009c, párr. 55)
Esta apreciación de la Corte IDH, debe interpretarse de forma conjunta con el principio
de buena fe que se hace de los tratados internacionales de derechos humanos, de
conformidad con su objeto y fin que se erige en la Convención de Viena sobre Derecho
de los Tratados, para obtener la interpretación que más se adecua al SIDH:
92
La Convención de Viena contiene una regla que debe interpretarse como un todo.
El sentido corriente de los términos, la buena fe, el objeto y fin del tratado y los
demás criterios confluyen de manera unida para desentrañar el significado de una
determinada norma. Por otra parte, la Corte recalca que el Derecho Internacional
de los Derechos Humanos se compone tanto de un conjunto de reglas (las
convenciones, pactos, tratados y demás documentos internacionales), como de una
serie de valores que dichas reglas pretenden desarrollar. La interpretación de las
normas se debe desarrollar entonces también a partir de un modelo basado en
valores que el Sistema Interamericano pretende resguardar, desde el "mejor
ángulo" para la protección de la persona. En este sentido, el Tribunal, al enfrentar
un caso como el presente, debe determinar cuál es la interpretación que se adecúa
de mejor manera al conjunto de las reglas y valores que componen el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos. (Corte IDH, 2009c, párr. 33)
De lo anterior se puede decir que la protección integral del sistema de derechos
humanos, comprende la protección nacional o doméstica hasta la protección
internacional en el SIDH, dentro del cual se encuentra la CIDH y la Corte IDH, es decir,
la protección integral del sistema, reclama la participación de quienes tienen
compromiso con la defensa de los derechos humanos, y uno de ellos son las instituciones
de defensa pública y los defensores públicos que la integran.
Si se conjuga la importancia que tiene el sistema integral de protección de los derechos
fundamentales que viene desde la jurisdicción nacional hacia la internacional, y que los
tratados internacionales de derechos humanos deben interpretarse de acuerdo con su
objeto y fin a favor del individuo (principio pro persona) para la efectiva protección de
los derechos, es innegable la posibilidad de accionar ante el SIDH asegurando el efecto
útil de las disposiciones convencionales en las normas sustantivas y procesales del
derecho interno. (Corte IDH, 2005a)
Lo anterior permite afirmar que si el Estado mexicano, es parte del diseño del SIDH, por
consecuencia tiene el deber de dar efectividad y facilitar la implementación de los
mecanismos que el sistema ha creado para la protección de los derechos humanos.
Mecanismos como el procedimiento de quejas individuales ante los organismos del
93
SIDH, en el que las víctimas pueden ser representadas por los defensores públicos que
intervinieron en el procedimiento doméstico ante el cual no se resarcieron las
violaciones de los derechos humanos.
De esa forma el defensor público interviene en la protección integral del sistema
adquiriendo la posición de defensor de los derechos humanos en el sistema penal, en
razón que mediante su actuación en el ámbito local como internacional reclama la
efectiva protección de los derechos que se encuentran en la CADH, así como hacer
efectiva la presunción de inocencia; la igualdad procesal; el derecho a un tribunal
imparcial preconstituido e independiente; el derecho a ser juzgado en plazo razonable; el
derecho a guardar silencio; el derecho a ser oído y el derecho a presentar pruebas, el
derecho a un recurso sencillo y efectivo, la doble instancia, la cosa juzgada y los
principios de legalidad, seguridad jurídica, in dubio pro reo, nom bis in idem, y otras
que, en conjunto, conocemos como el derecho a un juicio justo.
Por lo tanto corresponde al Estado mexicano, a través de la institución encargada del
servicio de defensa pública penal, encomendado al IFDP, implementar e impulsar la
actuación del defensor público en las contiendas ante el SIDH, con el propósito de lograr
resoluciones justas que incidan a nivel nacional y lograr la máxima protección de los
derechos humanos en el sistema penal.
Es cierto que el defensor público “es un funcionario del Estado y que en la esfera
internacional se cuestiona al Estado mismo. Por ello se mira con extrañeza o
desconfianza la intervención del defensor público, que debe “ganar su puesto” en la
escena internacional...” (García, 2009: 520). Sin embargo, si bien puede considerarse
que el defensor público, como funcionario del propio Estado al que atribuye
responsabilidad internacional, genera suspicacias al enfrentar en el ámbito internacional
al propio Estado del que forma parte. Es una postura que debe desecharse, en razón que
el defensor adopta una actuación similar a la demostrada en el ámbito doméstico en
94
donde enfrenta al poder punitivo del Estado, representado los intereses y derechos de la
persona que asistió y defendió en el ámbito procesal penal, que se convierte en presunta
víctima al recurrir al SIDH.
Esta consideración permite visualizar el alcance del ejercicio del derecho a la defensa
adecuada y continua que genere confianza para la víctima desde el inicio del
procedimiento penal en el ámbito doméstico hasta el ámbito internacional, participando
en la protección integral del sistema y garantizando el efecto útil de las disposiciones
convencionales para el goce y disfrute de los derechos humanos en condiciones de
igualdad.
3.2 El ámbito de actuación del defensor público penal ante organismos del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos.
El señalamiento del momento a partir del cual nace el derecho del procesado a ser
considerado como víctima, y por consiguiente, el instante a partir de cual debe contar
con representación jurídica que lo asista ante los órganos del SIDH, admite una amplitud
que el sistema de justicia penal y constitucional interno no contempla.
Es oportuno reiterar que el respeto del derecho a la defensa constituye un elemento
fundamental de la noción misma de proceso. Éste, como medio de resolución de
conflictos, se caracteriza por su carácter participativo, ya que permite una intervención
ordenada de aquellos que se pueden ver afectados por una decisión judicial,
interactuando con el tribunal, de modo de lograr una solución de mejor calidad y de
vinculación a las partes (Tavolari, 2000). Esa intervención en el proceso, es lo que
asegura el derecho a la defensa. De allí su importancia para la configuración de un
proceso válido.
Bajo esa concepción el defensor público debe actuar ante los órganos del SIDH, al
constituir una acción necesaria para el respeto y protección de los derechos del
95
procesado cuando éstos son vulnerados por la acción de la autoridad y no encuentran
adecuada restitución o reparación en el ámbito interno.
Dicha situación invierte la posición que inicialmente tenía el acusado en el
procedimiento penal doméstico al momento que el Ministerio Público como órgano de
Estado lo acusaba de la comisión de un hecho delictivo, al convertirse en víctima en el
SIDH, en el que deberá enfrentar y acusar al Estado de incurrir en responsabilidad
internacional por vulnerar sus derechos humanos.
Contexto similar sucede con la actuación del defensor público quien inicialmente
interviene en el proceso penal en defensa del acusado, sin embargo al representar al
acusado como víctima en el SIDH, lo hace como defensor de los derechos humanos del
acusado ante CIDH y la Corte IDH, que son las instancias internacionales encargadas de
determinar la responsabilidad internacional del Estado por vulnerar derechos humanos.
El carácter de víctima, no ya de acusado en un proceso penal, de ninguna forma significa
impedir o limitar la actuación del defensor público en instancias internacionales, dado
que la violación de los derechos humanos se origina en el proceso penal del que es
garante el defensor público, y como tal, debe actuar hasta lograr el resarcimiento de los
derechos de su defendido.
De esa manera, la actuación de la defensa pública penal en el SIDH, quedaría
comprendida como un estándar de actuación de la defensa adecuada que se predica en el
ámbito nacional, que es consistente con el principio de continuidad en la permanente
protección de los intereses del procesado desde la primera actuación en el procedimiento
penal, hasta la completa ejecución de la sentencia evitando la indefensión de su
defendido.
96
Ello constituye un mecanismo de resguardo de los intereses del imputado que encuentra
solidez en el artículo 1 de la CPEUM, que obliga a todas las autoridades e instituciones
del Estado mexicano a cumplir con la obligación de respetar y proteger los derechos
humanos a través de garantizar el derecho de defensa previsto en el artículo 8.2.e) de la
CADH de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad.
No obstante, lo anterior puede derivarse cuestionamientos en el ámbito interno sobre la
extensión procesal en que debe actuar la defensa pública penal y, más específicamente,
la discusión en etapas no estrictamente judiciales.
Sobre ese punto, la CIDH, ha brindado una respuesta consistente conforme a la cual el
derecho a la defensa debe ser garantizado en todas y cada una de las etapas en el
proceso, entendido lato sensu, sea judicial o seguido en forma de juicio ante cualquier
autoridad que afecte los derechos de las personas. Esta interpretación se extrae de la
resolución de la CIDH en el caso Figueredo Planchart Vs. Venezuela. Al haber
precisado que la naturaleza jurídica de las diferentes fases del proceso es indiferente, y
reiteró que:
Teniendo en cuenta que la víctima es el destinatario de la protección internacional
de los derechos humanos, el Estado debe garantizar el llamado debido proceso
legal para asegurar la adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos y obligaciones
están involucrados. A juicio de la Comisión, el hecho de que la etapa procesal sea
un sumario secreto o un antejuicio de méritos es indiferente a la luz del derecho
internacional de los derechos humanos si es que la misma termina en un fallo que
afecta en diversos grados la situación de una persona implicada. (CIDH, 2000b:
párr. 114)
Por tanto, la interpretación de la CIDH es indicativa de que en cualquier etapa en que se
vean afectados los derechos de las personas el Estado debe garantizar la intervención de
un defensor público que tutele los derechos de las víctimas frente a los actos de
autoridad que se susciten antes, durante y una vez concluido el juicio.
97
En esa misma dimensión, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
determinó que:
(...) la defensa adecuada representa un derecho (…) cuya finalidad es asegurar que
el poder punitivo del Estado se desplegará a través de un proceso justo, lo que
además busca asegurar que pueda tener garantizados en su integridad sus derechos
fundamentales, como lo es no declarar, no autoincriminarse, no ser incomunicado,
no sufrir tortura alguna, ni ser detenido arbitrariamente, así como ser informado de
las causas de su detención, entre otras.” (SCJN, 2013a)
Por tanto, el ejercicio efectivo de los derechos requiere que el imputado disponga
imprescindiblemente de una defensa adecuada en distintos momentos, con diversos y
variados alcances que intervenga en todo el procedimiento ante la CIDH y Corte IDH al
ser los órganos que maximizan la protección de los derechos vulnerados por la acción de
la autoridad y no encuentran adecuada restitución o reparación en el ámbito interno.
3.3 El uso de los instrumentos internacionales de derechos humanos en la actuación
del defensor público.
El marco de actuación del defensor público penal en las instancias internacionales lo
proporciona el plexo normativo que se construye a partir del DIDH, que suministra al
defensor una serie de instrumentos y mecanismos de protección tanto en el ámbito
universal como regional, que amplían el marco de referencia en el diseño y ejecución de
las diversas tácticas y estrategias de defensa.
Atendiendo a esa diversidad, las normas, son diferenciadas en dos categorías. Las que
sitúan las normas derivadas de los tratados internacionales y el ius cogens internacional,
cuyo cumplimiento es obligatorio y que la doctrina denomina derecho duro (hard law);
y la otra categoría que se conoce como derecho suave (soft law), que corresponde a las
normas emanadas de instrumentos que supuestamente carecen de obligatoriedad (Villán,
2006).
98
La primera se integran por convenciones, convenios y protocolos que obligan a los
Estados que los han ratificado, aceptado o que se han adherido a ellos, ejemplo de este
núcleo son: La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y sus respectivos Protocolos
Facultativos; la Convención Americana sobre Derechos Humanos, (CADH), etc. (Villán,
2006)
La segunda categoría corresponde a las normas emanadas de instrumentos que
supuestamente carecen de obligatoriedad y que se les reconoce como derecho suave (soft
law), que atañe a declaraciones, principios, planes de acción y directrices. A menudo se
dice que estos documentos no son vinculantes porque los Estados no han acordado
formalmente obligarse por las disposiciones que contienen, ejemplos de esta grupo son:
Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, las 100 Reglas de Brasilia
sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad, las Reglas
Mínimas de Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos, los Principios
Básicos para el Tratamiento de los Reclusos, el Conjunto de Principios para la
Protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión; las
Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad,
los Principios y Buenas prácticas sobre la protección de las Personas Privadas de
Libertad en las Américas, etc. (Villán, 2006)
No obstante su distinción, la aplicación de las normas emanadas de distintas fuentes
debe ser acorde a la garantía y protección de la dignidad humana y conforme al principio
pro persona que genera un fuerte compromiso para los Estados.
De esta manera, la actuación del defensor público no está dada solamente por las normas
de fuente convencional, además se conforma por el conjunto de normas, preceptos,
99
principios y pautas interpretativas que surjan de todas las fuentes del DIDH, como las
declaraciones no vinculatorias, las resoluciones y sentencias de los organismos
internacionales, las opiniones consultivas, etcétera. Estas fuentes son de observancia y
aplicación necesaria al asumir la representación de los inculpados o víctimas.
La extensa gama de normas del DIDH, hace imposible abordar todos y cada uno de ellos
para especificar la actuación que corresponde al defensor público. Sin embargo, basta
indicar que el corpus iuris interamericano constituido por la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, el
Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos relativo a la
Abolición de la Pena de Muerte, el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(Protocolo de San Salvador), y la Convención Interamericana para Prevenir, Erradicar y
Sancionar la Violencia contra la Mujer constituyen los principales instrumentos de
SIDH, conforme a los cuales debe desenvolverse el defensor público.
Con base en ese marco normativo el defensor público debe enfrentar las múltiples
violaciones a derechos humanos de los inculpados relacionadas directamente con el
debido proceso, principalmente, con las normas establecidas en el artículo 8, que se
refiere a las garantías judiciales, y al artículo 25, relativo a la protección judicial,
contemplados en la (CADH), que han sido invocados como la causa constante de
controversias en el ámbito interno en las que han intervenido los defensores públicos, y
que muchas veces persisten hasta ser solucionadas en el SIDH. (García, 2009). Haciendo
uso de los instrumentos internacionales ya citados, que le permiten denunciar y resarcir
el derecho vulnerado.
100
3.4 La actuación útil y efectiva del defensor público en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos.
El campo de acción que le otorga el referente normativo al defensor público le obliga a
enfrentar planteamientos relacionados con la violación a derechos sustantivos antes,
durante y después del proceso penal, como el de “acceso a la justicia en el que se
obstruyen los medios de defensa relacionados con la protección y garantía del derecho a
la vida, la integridad, la libertad, la expresión de las ideas, la asociación profesional, la
tutela de los niños y la familia y, otros derechos y libertades.” (García, 2009: 519)
Ejemplo de ello fue, la mencionada actuación de los defensores públicos de la
Defensoría General de la Nación de Argentina, en el caso Mendoza y otros Vs
Argentina, que se refiere a la imposición de penas de privación perpetua de la libertad a
quienes eran menores de edad cuando ocurrieron los hechos, a la falta de adecuada
atención médica, actos de tortura y la falta de investigación, así como la muerte de una
de las víctimas ocurrida bajo custodia estatal. (Corte IDH, 2013).
En este caso los defensores públicos denunciaron primero ante la CIDH, y después en la
Corte IDH, la violación de los derechos humanos previstos en los artículos 5.1, 5.2, 5.6,
7.3, 19 y 24 de la Convención Americana, en relación con los artículos 3, 37.a), 37.b),
37.c), 40.1, 40.3.b), y 40.4 de la Convención de los Derechos del Niño, así como el
incumplimiento de las obligaciones establecidas en los artículos 1 y 6 de la Convención
Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura. (Corte IDH. Caso Mendoza…,
2013)
Otro ejemplo es la ya citada, actuación de la defensoría pública de Guatemala que
obtuvieron sentencias que enderezaron la racionalidad del sistema penal evitando la
imposición de la pena de muerte, en el caso Fermín Ramírez, que se refiere a la falta de
oportuna de defensa, al cambio de los hechos imputados en la acusación y calificación
jurídica, que resultaron en sentencia de pena de muerte. (Corte IDH, 2005d).
101
En este caso los representantes de la víctima, entre ellos defensores públicos, alegaron la
violación a los artículos 9, 5 y 17 de la Convención Americana, que prevén el principio
de legalidad y retroactividad, integridad personal y protección de la familia,
respectivamente, además de coincidir con la petición que hace la CIDH, respecto a la
violación de los artículos 4, 8 y 25 de la Convención, que se refiere a la protección de la
vida, a las garantías judiciales y el derecho a un recurso sencillo, rápido y efectivo.
(Corte IDH, 2005d)
De esa forma, el actuar del Defensor Público no sólo se concreta a la tutela de intereses
y derechos de las personas en el curso del procedimiento penal en el ámbito doméstico,
sino también, como lo señala García Ramírez, “la debida defensa del sujeto puede ir más
allá de las fronteras del proceso nacional e intentar el rescate que significa la jurisdicción
internacional, cuando en el curso del mismo procedimiento se susciten violaciones a
derechos humanos que no corrija suficiente y oportunamente la jurisdicción nacional.”
(García, 2009: 520). La actuación de los defensores puede darse de forma variada en
todas las etapas del procedimiento ante la CIDH y la Corte IDH, sin ser la intención de
este trabajo incluir todas formas de actuación, se esbozaran algunas posibles en el
siguiente epígrafe.
3.4.1 En los acuerdos de solución amistosa.
García Ramírez, refiere que el defensor público puede impulsar su intervención en:
(…) la amigable composición o acuerdos de solución amistosa en el ámbito de
competencia de la Comisión Interamericana y favorecer el desistimiento y el
allanamiento en el proceso ante la Corte Interamericana, cuando medie el
reconocimiento de responsabilidad internacional por parte del Estado, que entrañe
actos de confesión. (García, 2009: 522).
102
Este mecanismo puede ser eficiente para lograr avances concretos en materia de
protección de derechos humanos mediante acuerdos con alcances y contenidos muy
diversos. Con él se pueden implementar cambios estructurales de instituciones que
significaban un obstáculo para la vigencia plena de los derechos humanos de toda la
sociedad o de un sector de ella. Por ejemplo, la implementación de soluciones amistosas
puede promover reformas legislativas o políticas públicas a favor de los derechos
humanos. (CIDH, 2003).
Un ejemplo de solución amistosa es el caso, ya mencionado de Blanca Olivia Contreras
Vital y Roberto Clemente Álvarez Alvarado en contra del Estado Mexicano, que
denunció el defensor público federal ante el CIDH, en el que se logró la reparación
integral del daño. (CIDH, 2012)
3.4.2 En el cumplimiento de las recomendaciones y sentencias.
Otra actuación del defensor en el SIDH, puede ser el impulso del cumplimiento de las
recomendaciones de la CIDH o de las sentencias de la Corte IDH, “favoreciendo
acuerdos entre quien debe cumplir cierta condena y quien es acreedor a determinadas
reparaciones.” (García. 2009: 523).
Aunque esta es una responsabilidad que recae en el propio Estado es crucial que los
defensores públicos adopten una estrategia para garantizar que los Estados cumplan
efectivamente las recomendaciones de la CIDH y las sentencias de la Corte IDH, en los
que hayan participado, efectuando un rol de vigilante sobre su cumplimiento e
implementación total.
103
3.4.3 En las medidas cautelares y provisionales
La actuación del defensor público también puede darse en la solicitud de medidas
cautelares que emite la CIDH y las medidas provisionales que dicta la Corte IDH,
allegando “información sobre el estado que guarda el cumplimiento de las medidas y el
riesgo que se cierne sobre sus destinatarios; y contribuir a la conservación, modificación
o extinción de las medidas.” (García, 2009: 524)
Ejemplo de esa actuación es la del Instituto de la Defensa Pública Penal de Guatemala
(IDPPG), el IECCP y CEJIL, quienes al intervenir ante la CIDH y la Corte IDH, en el
caso de Raxcacó Reyes, quienes además de haber presentado la denuncia de los hechos,
solicitaron ante la CIDH medidas cautelares, y ésta, a su vez, pidió ante la Corte IDH
una solicitud de medidas provisionales, con carácter urgente con el fin de que Guatemala
adoptara las medidas necesarias para preservar la vida e integridad física, entre otros, de
Ronald Raxcacó Reyes, condenado a pena de muerte, a fin de conservar la tramitación
de su caso ante el sistema interamericano. (Corte IDH, 2005b).
En este punto resulta interesante que el defensor público pudiera hacer un planteamiento
de medidas cautelares ante la CIDH y, en su caso, de medidas provisionales en la Corte
IDH, cuando tratándose de la privación de la libertad fuera del proceso penal como
sucede en la figura extraprocesal del arraigo, que ha sido considerado “una forma de
detención preventiva de carácter arbitrario en razón de la insuficiencia del control
jurisdiccional y de la ejecución de la medida en lugares que si bien no son secretos, sí
son ‘discretos’.” (CDH, 2002: párr. 50)
El propósito será proteger a la persona y evitar que la medida del arraigo, de por sí
indigna, ocasione daños graves a la libertad personal, y de forma colateral lesione la
integridad personal ante la falta de intervención o vigilancia judicial en su ejecución, al
104
conservar un espacio propicio para la violencia física y psicológica que puede culminar
en la privación de la vida para quien padece esta medida.
3.4.4 En el fomento de la cultura de los derechos humanos
Otra forma en que el defensor público puede actuar en el SIDH, es en la recepción y
aplicación del DIDH, al utilizar e invocar en el transcurso de su actuación el corpus iuris
de los derechos humanos, “labrando una cultura de los derechos humanos.” (García,
2009: 525)
El defensor público puede favorecer también el uso de amicus curiae ante el SIDH, al
ofrecer elementos de reflexión para el mejorar entendimiento de cuestiones procesales y
sustantivas que mejoren las resoluciones en asuntos contenciosos o en opiniones
consultivas, pues los defensores públicos pueden mostrar y enseñar a la CIDH y a la
Corte IDH cuestiones particulares del proceso y del derecho penal mexicano. (García,
2009)
Considero que otra forma que el defensor puede promover la cultura de los derechos
humanos es con la difusión de estándares internacionales a través de eventos y
publicaciones periódicas en coordinación con instituciones nacionales e internacionales
que refuercen el conocimiento y el uso en las contiendas internas.
También es recomendable que el litigio en materia de derechos humanos se acompañe
de publicaciones y eventos que permitan su discusión en al ámbito local con el propósito
de recabar propuestas, posiciones o alternativas que visualicen una solución completa e
integral al caso y lograr cambios estructurales y emblemáticos en el sistema de justicia
penal.
105
3.5 Los efectos de la intervención del defensor público en el sistema interamericano
de derechos humanos en el ámbito interno
La magnitud e importancia que tiene el defensor público federal en el respecto,
protección, garantía y promoción de los derechos humanos favorece la intervención
concreta e integral en el ámbito del SIDH para generar efectos que apunten a lograr la
adecuación de las prácticas institucionales y de los funcionarios públicos a los
estándares internacionales a favor de las personas privadas de libertad y en situación de
vulnerabilidad, que trascienda a delinear una doctrina de respeto y garantía de los
derechos humanos y su implementación en el nuevo sistema de justicia penal14
garantista de los derechos humanos.
Además promueve la participación del IFDP para hacer recomendaciones y dar
instrucciones sobre buenas prácticas en el ejercicio de la defensa adecuada que
promueva la cultura de los derechos de sus integrantes y haga uso del corpus iuris de los
derechos humanos para fortalecer el servicio de defensa más allá de la simple
administración y provisión de un defensor público para el caso individual.
Se lograrán combatir las malas prácticas de las autoridades administrativas y
jurisdiccionales en sus diversas actuaciones, por ejemplo, en el caso de que se omita la
observancia de normas o jurisprudencia en materia de derechos humanos, o se apliquen
leyes restrictivas de los derechos que deben ser modificadas.
Una defensa pública indiferente y limitada resta eficacia a los derechos humanos y
puede hacer fracasar el sistema de justicia penal, tolerar la desigualdad procesal, la
vulneración del debido proceso y la interpretación restrictiva de los derechos humanos,
por ejemplo, la que prevalece en la etapa de ejecución de las penas que hace ilusorio el
régimen de progresividad del sistema penitenciario, imposibilitando la libertad
14
El 18 de junio de 2008 fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el Decreto por el que se reforman los artículos 16, 17, 18, 19, 20, 21 y 22;
las fracciones XXI y XXIII del artículo 73; la fracción VII del artículo 115 y la fracción XIII del apartado B del artículo 123, todos de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, a la que se le denominó “El Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio”
106
anticipada, al enfatizar la peligrosidad del autor, no obstante, que ello es contrario al
derecho penal del acto propio del sistema penal de una sociedad democrática.
También significaría avances en la limitación de la criminalización de las conductas, que
en la actualidad muestra tendencia irracional a su incremento, por ejemplo, la que
criminaliza el uso de narcóticos para el estricto consumo personal, lo cual ha significado
una constante lucha que realizan los defensores públicos para eliminar su
criminalización, por vulnerar el derecho a la salud, a la autonomía personal y al plan de
vida de las personas.
No hay que olvidar la posición que tiene la defensa pública en el funcionamiento del
sistema penal le posibilita detectar comportamientos restrictivos de derechos humanos y
le obliga a tomar decisiones efectivas para combatirlas.
107
Conclusiones
El derecho de acceso a la justicia tiene dos conceptualizaciones, una que ha permitido
ejercer los derechos por la vía de los reclamos individuales ante la vía jurisdiccional y
otro que ha tenido un alcance más amplio que significa un cambio en las condiciones
sociales, a la primera se le ha denominado la concepción institucional o restrictiva, y a
la segunda integral o amplia.
Para hacer efectivo el derecho de acceso a la justicia de las personas que tengan
obstáculos para reclamar la afectación de sus derechos, la defensa pública es el derecho
que permite reclamar la protección judicial efectiva, realizar el debido proceso, evitar el
estado de indefensión, la discriminación, y procurar erradicar las practicas
institucionales y de funcionarios públicos que vulneran derechos humanos en el proceso
penal.
Para lograr un mejor acceso a la justicia a través del derecho a la defensa, los Estados y
todas las autoridades tienen la obligación de velar por su efectividad, por esa razón las
obligaciones que comprometen a un Estado una vez que ratifica un tratado internacional
de derechos humanos, son las denominadas obligaciones generales de respetar, proteger,
garantizar y promover, que deben ser observadas para materializar el ejercicio y disfrute
de los derechos humanos, reguladas en el artículo 1 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), y artículos 1 y 2 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH).
Es necesario tener presente el estándar mínimo de actuación que se ha establecido en el
ámbito internacional del derecho de acceso a la justicia y a la defensa pública que se
incorporan progresivamente a la CPEUM y a la interpretación jurisdiccional para la
plena vigencia a los derechos humanos sin discriminación en el ámbito local e
internacional.
108
Un medio para proteger los derechos sustantivos y procesales, es la de acceder al SIDH.
La experiencia que aportan las defensorías de Argentina y Guatemala, demuestran que la
actuación de los defensores públicos, restauró la racionalidad del sistema penal al evitar
la imposición de la pena perpetua a menores de edad y le extensión de la pena de muerte
a personas que el derecho penal excluye del sistema social, de esta manera la Defensoría
cumple con un rol protagónico en la escena internacional y contribuye a la realización de
la concepción amplia del derecho de acceso a la justicia.
Se abordó marco normativo que regula el funcionamiento del Instituto Federal de la
Defensoría Pública Federal, institución encargada de administrar los servicios de defensa
en el ámbito federal, que comprende a la defensa penal y asesoría jurídica, del que se
advirtió, que si bien no existe autorización expresa que faculte al defensor público
federal intervenir en el SIDH, también es cierto, que su actuación debe ajustarse a los
estándares internacionales y cumplir con la protección de los derechos humanos.
Actuación que también deben ejercer las diversas Defensorías Públicas de las entidades
federativas
Se advirtió que las obligaciones a cargo del defensor público federal respecto a la
prestación del servicio y la adecuada defensa, son coincidentes con los estándares de
actuación que señala el SIDH, principalmente al disponer en el artículo 1 de la LFDP,
que su objeto es regular el servicio defensa pública a fin de garantizar el derecho a la
defensa en materia penal y el acceso a la justicia. Regulación que se complementa con el
contenido del artículo 6 de la propia ley, que obliga al defensor público hacer valer todas
las acciones o gestiones que resulten necesarias para una eficaz defensa, evitando la
indefensión y procurando el respeto de las garantías individuales y las que deriven de la
propia naturaleza de sus funciones y disposiciones aplicables.
109
Se determinó que el marco regulatorio de las obligaciones y facultades que tienen los
defensores públicos en defensa penal también se integran las obligaciones y derechos
que contempla la CADH, entre los que se encuentra el derecho de defensa
proporcionada por el Estado, que prevé el artículo 8.2.e), que en relación con los
artículos 1, y 2 de la CADH y por disposición del artículo 1 de la CPEUM, constituyen
un solo cuerpo legal en materia de derechos humanos que tiene como objetivo garantizar
la defensa integral y de calidad a los usuarios y en específico de las personas que se
encuentran en estado de vulnerabilidad, además que se encuentra garantizada en el
artículo 17 de la CPEUM. Estas disposiciones en su conjunto proporcionan las bases
para impulsar la participación del defensor público en el SIDH.
También se identificaron los principales factores que fortalecen el servicio de defensa
pública, que se refieren entre otros, a la gratuidad en el servicio público, la
independencia técnica y operativa, los estándares de actuación del defensor, mecanismos
de supervisión y evaluación, las causas de responsabilidad administrativa, la promoción
de la defensa de grupos indígenas, la defensa de las mujeres indígenas y el compromiso
con la defensa de los derechos humanos, los cuales contribuyen sin duda en la actualidad
a revertir la visión que se tiene del defensor de oficio o público, principalmente el de las
entidades federativas las cuales que presentan diversas deficiencias en su
funcionamiento.
Para fortalecer la independencia de las Defensorías públicas en los diversos niveles y
superar sus deficiencias, se propone reconocer la plena independencia presupuestaria
para satisfacer las necesidades del servicio, la designación de sus funcionarios, la
facultad de implementar su propio sistema disciplinario en el que se garantice el debido
proceso y los derechos laborales, la capacitación en temas prioritarios, la posibilidad de
solicitar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación el ejercicio de su facultad de
atracción, la de ejercer la acción de inconstitucionalidad, la de asumir el compromiso de
impulsar y garantizar la representación de sus defendidos ante las instancias
110
internacionales del SIDH, y la de incidir en la discusión pública y legislativa de la
política criminal y del sistema de justicia penal, incluyendo el sistema penitenciario.
Todo ello contribuye a fortalecer la independencia para la prestación integral del
servicio y el empoderamiento del servicio de la Defensa Pública.
Se identificaron desafíos que pueden ser superados por el IFDP, para otorgar un servicio
eficiente e integral, entre ellos el apoyo de áreas de investigación, conformar unidades
especializadas, trabajo en equipo, mantener la continuidad en la defensa, que permitan
obtener mejores resultados en el sistema de justicia penal a favor de los inculpados y
consolidar la formación de defensores especializados.
Se estableció que el IFDP, tiene un desafío, que es el gozar de autonomía que le permita
fortalecer la independencia funcional y la autonomía presupuestaría para organizar sin
ninguna injerencia la prestación del servicio e impulsar su crecimiento en áreas
incipientes como el consolidar defensores especialistas para la defensa de los derechos
humanos en la consecución de un juicio justo, otorgando los recursos necesarios para un
adecuado funcionamiento de las nuevas necesidades. Sin injerencia del CJF, el IFDP
tendría facultades para decidir los recursos que necesita, en dónde y cómo los aplica, sin
perder de vista el mandato de salvaguarda los interés de los defendidos.
La importancia de dotar a la defensa pública con los instrumentos y capacidades
necesarias le permitirá sin duda actuar con igualdad de armas en el procedimiento penal
y en la real protección y garantía de acceso a la justicia de las personas que carecen de
los recursos para hacer valer su derechos en sede nacional como en el ámbito de los
órganos del SIDH, por ello, creo importante la posición y situación institucional, ya que
incide, como señale, sobre la independencia y gestión de la defensoría pública.
Se destacó la intervención del defensor público en el CIDH, invocando la violación al
artículo 8.2.d de la CADH que permitió obtener resultados positivos, que obligaron al
111
Estado mexicano reconocer la responsabilidad internacional por los derechos vulnerados
y realizar la reparación del daño. Sin embargo la experiencia no es suficiente para lograr
resultados trascendentes en el ámbito interno al ser el único caso de los presentados por
el defensor público, que fue aceptado por la CIDH. Se propone al IFDP la conformación
de defensores para analizar y estudiar los casos que pueden ser elevados al SIDH, la
forma de su elección y la capacitación especializada y permanente en materia de
derechos humanos que de solidez a la defensa pública para acceder al SIDH, y lograr la
efectiva protección de los derechos humanos del inculpado en el marco del sistema de
justicia penal reduciendo la exclusión y discriminación.
Se precisó que a partir de las obligaciones que tiene el Estado de garantizar el goce y
disfrute de los derechos, entre ellos, el derecho a la defensa contemplado en el citado
artículo 8.2.e) de la CADH, fundamentan la intervención del defensor público en los
litigios internacionales ante el SIDH, al ser un mecanismo para proteger y garantizar los
derechos humanos de todas las personas involucradas en el sistema de justicia penal.
La participación del defensor público tiene sustento en el entendimiento que el SIDH, se
integra por todo un conjunto de organismos y mecanismos establecidos para la defensa
de los derechos humanos, y que los Estados han colaborado en el nacimiento, desarrollo
y consolidación, con el que se comprometen para preservar la organización y
funcionamiento del SIDH, y participar en la CIDH y en la Corte IDH, velando por la
protección integral del sistema, por consecuencia es el Estado mismo el que debe velar
por la protección del sistema.
La importancia que tiene el sistema integral de protección de los derechos
fundamentales que viene desde la jurisdicción nacional hacia la internacional, y que los
tratados internacionales de derechos humanos deben de aplicarse de acuerdo con su
objeto y fin a favor del individuo, es innegable que fortalecen la posibilidad del defensor
112
público de accionar ante el SIDH asegurando el efecto útil de las disposiciones
convencionales.
Por lo tanto corresponde al Estado mexicano, a través de las instituciones encargadas del
servicio de defensa pública penal, autorizar, implementar e impulsar la actuación del
defensor público en las contiendas ante el SIDH, con el propósito de lograr resoluciones
justas que incidan a nivel nacional y lograr la máxima protección de los derechos
humanos en el sistema penal.
El marco de actuación del defensor público penal en las instancias internacionales lo
proporciona el plexo normativo que se construye a partir del DIDH que suministra al
defensor una serie de instrumentos y mecanismos de protección tanto en el ámbito
universal como regional, que amplían el marco de referencia en el diseño y ejecución de
las diversas tácticas y estrategias de defensa, por ejemplo en la denuncia de los hechos
primero en la CIDH y después en la Corte IDH, en el uso de las medidas provisionales y
cautelaras y uso de todas herramientas jurídicas que dispone el SIDH, que le permitan
enfrentar las múltiples violaciones a derechos humanos.
El compromiso que tienen las Defensorías Públicas en el respecto, protección, garantía y
promoción de los derechos humanos favorece la intervención concreta e integral en el
ámbito del SIDH para generar efectos que apunten a lograr la adecuación de prácticas
institucionales y de los actos de funcionarios públicos a los estándares internacionales e
impulsado una cultura de respeto y garantía de los derechos humanos. Además
promueve la participación institucional para hacer recomendaciones e instrucciones
sobre buenas prácticas en el ejercicio de la defensa adecuada, más allá de la simple
administración y provisión de un defensor público para el caso individual. Una defensa
pública indiferente y limitada, que tolera la desigualdad procesal, la vulneración del
debido proceso y la interpretación restrictiva de los derechos humanos resta eficacia a
los derechos humanos y puede hacer fracasar el sistema de justicia penal.
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2006d). Caso de la “Masacre
de Pueblo Bello” Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31
de
enero,
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C
núm.
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de Mapiripán” Vs. Colombia. Sentencia de 15 septiembre, serie C núm. 134,
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Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 15 de septiembre,
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Calderón Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de junio,
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124
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2005d). Caso Fermín Ramírez
Vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 20 de junio, serie C.
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2004a). Caso Lori Berenson
Mejía Vs, Peru. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 25 de noviembre,
serie
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núm.
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http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_119_esp.pdf, consultado en
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2004b). Caso Tibi Vs.
Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo. Sentencia de 07 de septiembre, serie
C
No
114,
disponible
en
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_114_esp.pdf, consultada en
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2004c). Caso Ricardo Canese
Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto, serie C
núm.
111,
disponible
en
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octubre del 2014
Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2002). Caso Cantos vs.
Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 28 de noviembre, serie
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2001a). Caso “La Última
Tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros) Vs. Chile. Fondo, Reparaciones y
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Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) (2001b). Caso Baena Ricardo
y otros Vs. Panamá. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 2 de febrero,
serie
C
núm.
72,
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125
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estados de emergencia. Opinión Consultiva OC- 9/1987 del 6 de octubre,
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DEFENSA ADECUADA EN MATERIA PENAL. ALCANCES Y MOMENTO
A PARTIR DEL CUAL SE ACTUALIZA ESTE DERECHO
FUNDAMENTAL. Primera Sala Penal de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima época, Libro
XXII, Tomo 1, Julio.
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DERECHO DE ACCESO A LA JUSTICIA. SUS ETAPAS. Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Décima época, Libro XVIII, Tomo 1, Marzo.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2012). Tesis de jurisprudencia 1a./J.
12/2012, “DEFENSA ADECUADA. FORMA EN QUE EL JUEZ DE LA
CAUSA GARANTIZA SU VIGENCIA.” Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima
época, Libro X, Julio.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2010). Tesis aislada P.LXIII/2010,
“DERECHO DE ACCESO A LA JUSTICIA. LA INVESTIGACIÓN Y
PERSECUCIÓN DE LOS DELITOS CONSTITUYEN UNA OBLIGACIÓN
PROPIA DEL ESTADO QUE DEBE REALIZARSE DE FORMA SERIA,
127
EFICAZ Y EFECTIVA.” El Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Enero del 2011.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2009). Tesis aislada 1a.
CLXXVIII/2009, “DEFENSA ADECUADA EN EL PROCESO PENAL. ESA
GARANTÍA TAMBIÉN ES APLICABLE EN LA ETAPA DE EJECUCIÓN DE
SENTENCIA.” Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXX, Octubre.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (a). Tesis jurisprudencial 1a./J. 42/.
“GARANTÍA A LA TUTELA JURISDICCIONAL PREVISTA EN EL
ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS. SUS ALCANCES. Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Novena época, tomo XXV, Abril.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (b). Tesis: IV.2o.P.33. DEFENSA
ADECUADA. EL CONTINUO CAMBIO DE DEFENSORES EN EL
PERIODO DE INSTRUCCIÓN VULNERA DICHA GARANTÍA Y ORIGINA
LA REPOSICIÓN DEL PROCEDIMIENTO. Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Penal del Cuarto Circuito. Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta¸ XXV, Enero.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2006). Contradicción de tesis
160/2006. “AUDIENCIA DE VISTA EN SEGUNDA INSTANCIA. SI ANTE
LA INASISTENCIA DEL DEFENSOR NOMBRADO POR EL INCULPADO
AQUÉLLA SE CELEBRA CON LA PRESENCIA DEL DEFENSOR
PÚBLICO FEDERAL DESIGNADO OFICIOSAMENTE EN EL ACTO DE LA
DILIGENCIA POR EL TRIBUNAL DE ALZADA, SE VULNERA LA
GARANTÍA DE DEFENSA ADECUADA." Primera Sala de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación, tomo XXV,
Novena Época, de mayo.
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2002). Tesis aislada 2ª L/2002.
“ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. EL ARTÍCULO 17 DE LA
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS
ESTABLECE DIVERSOS PRINCIPIOS QUE INTEGRAN AQUEL
DERECHO PÚBLICO SUBJETIVO, A CUYA OBSERVANCIA ESTÁN
OBLIGADAS
LAS
AUTORIDADES
QUE
REALIZAN
ACTOS
MATERIALMENTE JURISDICCIONALES”. Segunda Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación, Novena
época, mayo 2002.
128
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) (2001). Tesis jurisprudencial P./J.
113/2001. “JUSTICIA, ACCESO A LA. LA POTESTAD QUE SE OTORGA
AL LEGISLADOR EN EL ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN
GENERAL DE LA REPÚBLICA, PARA FIJAR LOS PLAZOS Y TÉRMINOS
CONFORME A LOS CUALES AQUÉLLA SE ADMINISTRARÁ NO ES
ILIMITADA, POR LO QUE LOS PRESUPUESTOS O REQUISITOS
LEGALES QUE SE ESTABLEZCAN PARA OBTENER ANTE UN
TRIBUNAL UNA RESOLUCIÓN SOBRE EL FONDO DE LO PEDIDO
DEBEN ENCONTRAR JUSTIFICACIÓN CONSTITUCIONAL.”. Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena época, tomo XIV, septiembre de 2001.
Corte Suprema de Justicia de Costa Rica (CSJCR) (), Sala Constitucional. Resolución
2955-07, de dos de marzo de dos mil siete.
129
Anexos
1.-Oficio de la Delegación del Instituto Federal de Defensoría Pública en Baja California
130
2.- Respuesta de acceso a la información Pública Gubernamental
Texto completo de la respuesta de la solicitud 00252914, según consta en los registros
del Sistema Infomex.
Con fundamento en lo dispuesto por los artículos 41 y 42 de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, así como los diversos
26 y 29 del Reglamento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de
la Judicatura Federal para la aplicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la
Información Pública Gubernamental, y 87 del Acuerdo General del Pleno del Consejo de
la Judicatura Federal, que establece las disposiciones en materia de transparencia, acceso
a la información pública y protección de datos personales y archivos; en respuesta, el
Instituto Federal de Defensoría Pública, manifestó que: “Los defensores públicos
federales y asesores jurídicos del Instituto de Defensoría Pública, a la fecha no han sido
designados en litigios o denuncias tramitadas ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos o ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.- No
obstante lo anterior, tenemos conocimiento que el defensor público federal adscrito al
Tribunal Unitario del Vigésimo Tercer Circuito, con residencia en Zacatecas promovió
una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual se
registró con el número de caso 12.813, promovido por Blanca Olivia Contreras Vital y
otro en contra del Estado Mexicano. (Fuente. Informe No. 13/11 representación de
Blanca Olivia Contreras Vital, José Antonio Martínez Jiménez, Roberto Clemente Ál en
perjuicio de Blanca Olivia Contreras Vital y de Roberto Clemente Álvarez Alvarado,
seguidos contra Blanca Olivia Contreras Vital, José Antonio Martínez Jiménez, Roberto
Clemente Alva- http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/2011MEXAD548-04ES.doc 01/19/2012
Asimismo, sabemos que el asesor jurídico con sede en el Distrito Federal, intervino en
la preparación de una denuncia que se presentó ante la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos para su trámite; misma que el usuario hizo de manera personal y
cuyo nombre se reserva por protección, desconociendo el número con el cual le dieron
seguimiento a ésta, o en qué parte del procedimiento se encuentre.”
Para cualquier duda o aclaración comunicarse al tel. 54499500 ext. 1207 o escribir al
correo electrónico [email protected]
ATENTAMENTE
Unidad de Enlace del Consejo de la Judicatura Federal
AIP- 2014
131
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