f Marx - IES Ingenio

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Departamento didáctico de Filosofía
MARX
EL CONTENIDO DE LA CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA.
PRÓLOGO
En enero de 1859, Marx nos da a conocer, en forma resumida, clara y didáctica su
concepción de lo que es una sociedad capitalista, diferenciándola en su estructura y formas de
funcionamiento. No es sino la concepción materialista de la historia que se la aplica a la sociedad
burguesa contemporánea y que nos da a conocer en su ya famoso "Prólogo de la contribución a
la crítica de la economía política".
Pese a que este material escrito por Marx ha sido reproducido muchas veces, su referencia
y comentario nunca estarán demás por ser de actualidad y porque existen muchos jóvenes
lectores y militantes que no lo conocen.
En este comentario al Prólogo, encontramos los siguientes aportes de Marx: En la
producción de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias,
independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado
determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
Durante el desarrollo de la sociedad, sus fuerzas productivas, entran en contradicción con
las relaciones de producción existentes, que no es más que su expresión jurídica con las
relaciones de propiedad en cuyo interior se ha movido hasta entonces. De formas de desarrollo
de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas.
Entonces se abre una época de revolución social. El cambio que se ha producido en la base
económica trastorna, más o menos lenta o rápidamente, toda la colosal superestructura. Una
sociedad no aparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productivas que
pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se destruyen jamás en
ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido
incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad.
El conjunto de estas relaciones de producción constituye la base económica de la
sociedad, la base real, sobre la cual se levanta una superestructura jurídica y política y a la que
corresponden formas sociales determinadas de conciencia.
En otros términos: el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la
vida social e intelectual en general.
Lo que quiere decir que las relaciones jurídicas, así como la forma de Estado, no pueden
explicarse ni por sí mismas, ni por la llamada evolución general del espíritu humano se origina
más bien en las condiciones materiales (económicas) de existencia.
No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad
social es la que determina su conciencia.
En las épocas de revolución social, importa siempre distinguir entre el trastorno material de
las condiciones económicas de producción y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren
conciencia de éste y lo resuelven.
Por último, las relaciones burguesas de producción son la forma antagónica del proceso de
producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que
nace de las condiciones de existencia de los individuos; las fuerzas productivas que se
desarrollan en el seno de la sociedad burguesa, crean, al mismo tiempo, las condiciones
materiales para resolver este antagonismo.
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La primera parte del texto, Marx habla de las relaciones de producción. Se refiere a que la
vida humana, se construye a través de las relaciones sociales: "en la producción social de sus
vidas", el ser humano es un producto de la naturaleza y de la sociedad, se va haciendo en la
medida que va ejerciendo una actividad productiva. La única esencia o naturaleza humana, es en
realidad, el conjunto de las relaciones sociales. El individuo no es más que una abstracción.
Durante ese desarrollo, surgen de forma inevitable y necesaria unas relaciones de
producción, que el ser humano no puede elegir. Relaciones entre trabajadores y patronos, entre
trabajadores y máquinas, entre trabajadores y productos manufacturados que son mercancías
sujetas a la ley de la oferta y la demanda.
El obrero, cuando realiza su trabajo, desarrolla sus fuerzas productivas materiales, para
transformar las materias primas en productos manufacturados susceptibles de ser vendidos y
comprados en el mercado. El trabajo constituye la esencia del hombre, es decir, la producción. El
ser humano se diferencia de los animales, cuando empieza a producir sus medios de vida.
En la segunda parte del texto, dice que "el conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica". Según Marx la sociedad y la historia tienen dos estructuras, la
infraestructura y la superestructura; la primera es el conjunto de los medios, formas y fuerzas
de producción de una sociedad, es decir la economía fundada en la relaciones de producción.
Esta infraestructura, es la base real, el fundamento de la sociedad y de la historia, ya que esa
infraestructura determina la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social, "El modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general". Esta afirmación es una
de las tesis más importantes del pensamiento de Marx y del marxismo en general: la manera o
forma de producir determina las formas de pensamiento, y en general todo el proceso de la vida
social; no se vive como se piensa, al revés, se acaba pensando según se vive, es decir, según se
produce; las estructuras jurídicas y políticas y la conciencia social suelen ser a menudo, y
especialmente en la sociedad burguesa capitalista, meras justificaciones racionales de una
situación de opresión social.
Finalmente se obtiene la conclusión: "No es la conciencia del hombre la que determina su
ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia". Esta es la expresión
del humanismo materialista y práctico de Marx. Es la sociedad en la que vive, y especialmente el
modo de producción, quien configura la mente humana, la forma de conocer la realidad que le
rodea. Su forma de pensar, su mentalidad o cosmovisión está en función de la economía y de la
sociedad. Toda la historia es en realidad un proceso real de producción.
SÍNTESIS DEL PENSAMIENTO DE MARX
Testigo y víctima de la primera gran crisis del capitalismo (década de 1830) y de las
revoluciones de 1848, Marx se propuso desarrollar una teoría económica capaz de aportar
explicaciones a la crisis, pero a la vez de interpelar al proletariado a participar en ella activamente
para producir un cambio revolucionario.
La obra de Marx ha sido leída de distintas formas. En ella se incluyen obras de teoría y
crítica económica, polémicas filosóficas, manifiestos de organizaciones políticas, cuadernos de
trabajo y artículos periodísticos sobre la actualidad del siglo XIX. Muchas de sus obras las
escribió junto con Engels. Los principales temas sobre los que trabajó Marx fueron la crítica
filosófica, la crítica política y la crítica de la economía política.
Algunos autores pretendieron integrar la obra de Marx y Engels en un sistema filosófico, el
marxismo, articulado en torno a un método filosófico llamado materialismo dialéctico. Los
principios del análisis marxista de la realidad también han sido sistematizados en el llamado
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materialismo histórico y la economía marxista. Del materialismo histórico, que sitúa la lucha de
clases en el centro del análisis, se han servido numerosos científicos sociales del siglo XX:
historiadores, sociólogos, antropólogos, teóricos del arte, etc. También ha sido muy influyente su
teoría de la alienación.
Otros autores, entre los que destaca Louis Althusser, argumentan que los escritos de Marx
no forman un todo coherente, sino que el propio autor, al desarrollar sus reflexiones críticas sobre
la economía política durante la década de 1850, se desembarazó de su propia conciencia
filosófica anterior y comenzó a trabajar científicamente. Desde esta perspectiva no existiría una
ciencia marxista, sino un científico, Karl Marx, que fue un pionero en la comprensión de los
mecanismos fundamentales que rigen el funcionamiento de la sociedad moderna, en especial con
su reelaboración de la teoría del valor, y cuya obra cumbre fue El Capital.
Las obras de Marx han inspirado a numerosas organizaciones políticas comprometidas en
superar el capitalismo. Por una parte, habría que señalar la interpretación que han realizado los
leninistas, partidarios de que una vanguardia del proletariado, organizada en un partido
revolucionario, preparado, si es necesario, para trabajar en la clandestinidad, empuje a la clase
obrera a hacerse con el poder mediante la fuerza insurreccional de masas, para así derrocar a
sus antiguas clases opresoras y dominantes, la burguesía y la aristocracia, expropiándolas de su
control sobre el aparato de Estado y los medios de producción, y procediendo a la construcción
de un Estado obrero que, además de instituir a aquélla como clase dominante, le permita avanzar
hacia el socialismo —sociedad altamente igualitaria y solidaria, sobre la base de la democracia
obrera y la propiedad social sobre los medios de producción, y un fuerte desarrollo productivo y
cultural, con una economía planificada capaz de suplir holgadamente las principales necesidades
mayoritarias— y la desaparición de la división de la sociedad en clases, hasta llegar al
comunismo —sociedad sin clases sociales y sin Estado, basada en un altísimo nivel de
civilización—.
Por otra, la que realiza la socialdemocracia, en sus orígenes contraria a la táctica
revolucionaria y partidaria de avanzar hacia el socialismo a través de progresivas reformas
parlamentarias (hay que decir que la mayoría de partidos socialdemócratas han ido poco a poco
reformando sus planteamientos, hasta aceptar la economía de mercado). Otros teóricos, como los
del comunismo consejista son partidarios de la toma del poder por parte de la clase obrera
autoorganizada y no por parte de un partido.
Ideas filosóficas
Durante su juventud, y mientras se formaba en filosofía, Marx recibió la influencia del filósofo
alemán predominante en Alemania en aquel tiempo, Hegel. De este autor tomó el método del
pensamiento dialéctico, al que, según sus propias palabras, pondría sobre sus pies; significando
el paso del idealismo dialéctico del espíritu como totalidad a una "dialéctica del devenir constante"
donde la síntesis, a diferencia de Hegel, no había sido realizada. Además, sigue utilizando el
método dialéctico para analizar las contradicciones en la historia de la humanidad y,
específicamente, aquella entre el capital y el trabajo.
Una interpretación sobre el desarrollo de la obra de Marx, proveniente del francés Louis
Althusser, considera que los escritos de Marx se dividen en dos vertientes. Esta interpretación es
relevante en la exegética marxista, pero a la vez es muy polémica y pocos autores la mantienen
al día de hoy. Althusser encuentra dos etapas:
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1 - Marx joven (hasta 1845) período en que estudia la alienación (o enajenación) y la ideología,
desde una perspectiva cercana al humanismo influida en gran parte por la filosofía de Ludwig
Feuerbach.
Marx se pregunta y contesta en sus Manuscritos de 1844:
¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es
externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se
afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía
física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se
siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y
cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado.
Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las
necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que
tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de
la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de
autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del
trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se
pertenece a si mismo, sino a otro. (...) Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo. [1]
Paralelamente a estas ideas describe al hombre con diversas concepciones: lo considera
un ser real de carne y hueso; es únicamente el resultado de la historia económica, un predicado
de la producción de la misma historia.
Piensa que el hombre se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus necesidades
en un proceso dialéctico en que la transformación de agente y paciente es transformación mutua.
La autogeneración del hombre es un proceso real, histórico – dialéctico, entendiéndose la
dialéctica como proceso y movimiento a través de la superación sintética de las contradicciones.
Cuando Marx habla de 'realidad' hace referencia al contexto histórico social y al mundo del
hombre. Asegura que el hombre es sus relaciones sociales.
Para Marx, lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea
sino a partir del hombre mismo, de lo que éste es concretamente, el hombre real, corpóreo, en pie
sobre la tierra firme. El hombre no es un ser abstracto, fuera del mundo sino que el hombre es en
el mundo, esto es el Estado y la sociedad.
La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las determinaciones históricas, pero
es, al mismo tiempo, el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y técnicas entran en
crisis.
Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento, alienaciones
dependientes de la alienación económica, considerada para Marx única enajenación real.
En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alineación empobrece al hombre
sociohistórico negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve
involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad. Sin embargo, éste es un hecho
que puede suprimirse.
Políticamente, el pensador alemán aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre alienado
(aquel que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista (aquel que finalmente es igual a
hombre) se coloca el proceso transformador. Sólo en la sociedad comunista habrá desaparecido
toda alienación.
2 - Marx maduro (1845-1875): Según Althusser, 1845, el año de La ideología alemana y las
Tesis sobre Feuerbach, marca la ruptura epistemológica (concepto tomado de Gaston Bachelard).
A partir de la cual Marx rompe con su etapa anterior, ideológica y filosófica, e inaugura un período
científico en el cual desarrolla estudios económicos e históricos usando el método del
materialismo histórico. Como diría Althusser, Marx inaugura el continente historia.
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Este es, eminentemente, el período de su magna obra: El capital. Crítica de la economía política.
No hay que olvidar, por otro lado, los textos de los que esta obra surge: la Contribución a la crítica
de la economía política (que dará material para el primer capítulo de El capital) o los Grundrisse,
cuyo tardío descubrimiento dio mucho que hablar sobre las continuidades de Marx con su primera
etapa, y proporcionó de argumentos a los críticos de la ruptura epistemológica. Durante su etapa
de madurez, la obra de Marx se vuelve más sistemática y surgen sus conceptos económicos más
destacados: la teoría del valor, la explotación como apropiación de plusvalía, o la teoría
explicativa sobre las crisis capitalistas.
Sin embargo otros autores, incluido Erich Fromm, niegan la "ruptura epistemológica" y
sostienen que la idea de enajenación es la fundamental durante todo el pensamiento de Karl
Marx. Más cercanos al humanismo, no consideran que haya un joven y un viejo Marx y
reivindican la continuidad de su obra alrededor de un concepto del hombre y su enajenación en el
capitalismo.
CONCEPTOS FUNDAMENTALES.
CAPITAL.
Valor que se valoriza.
La forma inicial del capital es una masa de dinero cuya utilización en el proceso productivo
del capitalista permite a su dueño obtener una cantidad mayor que la inicial. El dinero sirve para
comprar maquinarias y materias primas por una parte, y fuerza de trabajo por la otra, vale decir
capital constante y capital variable, el capitalista puede organizar la producción de un
determinado bien; el valor de una unidad de ese bien debe ser mayor que la suma de la partes de
capital constante y variable que se han usado en su producción. De esta forma, cuando todo el
capital constante y variable adquirido haya sido gastado, o sea cuando las máquinas estén tan
desgastadas que no puedan seguir siendo utilizadas, cuando hayan sido consumidas las materias
primas y cuando haya vencido el contrato de los trabajadores, el dinero obtenido por la venta de
lo producido ha de ser mayor que el invertido originalmente. En este sentido sostiene el marxismo
que el capital es un valor que se valoriza.
ALIENACIÓN
O enajenación o extrañamiento. Circunstancia en la que vive toda persona que no es
dueña de sí misma, ni es la responsable última de sus acciones y pensamiento. Para Marx
es la condición en la que vive la clase oprimida de toda sociedad de explotación, en toda
sociedad que admite la propiedad privada de los medios de producción.
ALIENACIÓN ECONÓMICA.
Es la principal forma de alienación puesto que de ella dependen todas las demás. Se da en
el trabajo y se refiere al hecho de que en esta actividad el sujeto productivo sufre una expoliación
del producto de su trabajo, de su propia actividad y, en último término, de sí mismo.
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ALIENACIÓN RELIGIOSA.
La religión es una forma de alienación porque es una invención humana que consuela al
hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para
transformar la auténtica causa del sufrimiento (que hay que situar en la explotación económica
de una clase social por otra), y legitima dicha opresión.
VALOR.
El valor de un bien está determinado por la cantidad de trabajo socialmente
necesario para producirlo. La cantidad de trabajo socialmente necesario que un bien
encierra se mide por el tiempo de trabajo que se gastó en producirlo.
Marx también habla de VALOR DE USO y VALOR DE CAMBIO.
VALOR DE USO.
Capacidad de un objeto para satisfacer necesidades humanas, de cualquier tipo que
ellas sean.
La madera adquiere valor de uso en la medida en que con ella podemos hacer muebles,
construir casa, etc., la madera, pues tiene unas características materiales que permiten producir
todos esos objetos, por esto Marx afirma que el valor de uso de un objeto es la materialidad del
mismo.
Importa destacar que el valor de uso de un objeto sólo toma cuerpo cuando éste presta su
utilidad, es decir, en el momento del consumo.
VALOR DE CAMBIO
Proporción en que se cambian mercancías de una clase por mercancías de otra y que
varía con los lugares y los tiempos. Si con un saco de salitre podemos obtener dos de harina,
fijaremos el valor de cambio de un saco de salitre en dos sacos de harina. Asimismo, si podemos
obtener una cajetilla de cigarrillos sacrificando 5 escudos, diremos que el valor de cambio de
dicha cajetilla es de 5 escudos.
Si bien el valor de cambio es la expresión del valor, no siempre ambos tienen la misma
magnitud. El valor de cambio, o precio, oscila por la presión de las fuerzas del mercado como la
oferta, demanda, etc., pero siempre en torno a la magnitud del valor.
INFRAESTRUCTURA
O ESTRUCTURA ECONÓMICA. BASE MATERIAL DE LA SOCIEDAD QUE DETERMINA LA ESTRUCTURA
SOCIAL Y EL DESARROLLO Y CAMBIO SOCIAL. INCLUYE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y LAS RELACIONES DE
PRODUCCIÓN. DE ELLA DEPENDE LA SUPERESTRUCTURA.
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Las tesis marxistas más claras relativas a la infraestructura son las siguientes:
• es el factor fundamental del proceso histórico y determina el desarrollo y cambio social;
dicho de otro modo, cuando cambia la infraestructura, cambia el conjunto de la sociedad
(las relaciones sociales, el poder, las instituciones y el resto de elementos de la
superestructura);
• la componen las fuerzas productivas (recursos naturales, medios técnicos y fuerza del
trabajo) y las relaciones de producción (los vínculos sociales que se establecen entre las
personas a partir del modo en que éstas se vinculan con las fuerzas productivas, las
clases sociales, por ejemplo);
• de ella depende la superestructura (formas jurídicas y políticas, filosofía, religión, arte,
ciencia,...).
SUPERESTRUCTURA
CONJUNTO
DE ELEMENTOS DE LA VIDA SOCIAL DEPENDIENTES DE LA INFRAESTRUCTURA. EN ESTE
CONJUNTO SE INCLUYEN LA RELIGIÓN, LA MORAL, LA CIENCIA, LA FILOSOFÍA, EL ARTE, EL DERECHO Y LAS
INSTITUCIONES POLÍTICAS Y JURÍDICAS.
La tesis básica del materialismo histórico es que la superestructura depende de las
condiciones económicas en las que vive cada sociedad, de los medios y fuerzas productivas
(infraestructura). La superestructura no tiene una historia propia, independiente, sino que está en
función de los intereses de clase de los grupos que la han creado. Los cambios en la
superestructura son consecuencia de los cambios en la infraestructura. Esta teoría tiene
importantes consecuencias:
• por una lado, la completa comprensión de cada uno de los elementos de la
superestructura sólo se puede realizar con la comprensión de la estructura y cambios
económicos que se encuentran a su base;
• por otro, la idea de que no es posible la independencia de la mente humana, del
pensamiento, respecto del mundo económico en el que están inmersas las personas, lo
que puede fomentar un cierto relativismo.
En el caso de la filosofía, ello quiere decir que la historia de la filosofía no puede ser una
historia interna del pensamiento (algo así como la historia de cómo unos sistemas filosóficos dan
lugar a otros); es preciso apelar a algo externo a ella misma, como es la economía, para
comprender la propia filosofía. Las teorías filosóficas son consecuencia de las circunstancias
económicas y de la lucha de clases en la que está inmersa la sociedad en la que vive cada
filósofo.
PLUSVALÍA
BENEFICIO
QUE OBTIENE EL CAPITALISTA CON LA VENTA DE LAS MERCANCÍAS PRODUCIDAS POR EL
TRABAJADOR.
Marx distingue en toda mercancía su valor de uso de su valor de cambio. El valor de uso es el
valor que un objeto tiene para satisfacer una necesidad. Este concepto se refiere a los rasgos de
las cosas gracias a los cuales nos son útiles para la satisfacción de cualquier tipo de necesidad,
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desde las más biológicas como comer, hasta las más espirituales como las que se refieren al ocio
y el mundo de la cultura. El valor de cambio es el valor que un objeto tiene en el mercado, y se
expresa en términos cuantitativos, medidos por el dinero. Dos objetos con diferente valor de uso
pueden tener el mismo valor de cambio si así lo determinan las leyes del mercado, por ejemplo un
ordenador puede costar lo mismo que una moto. El rasgo peculiar de la sociedad capitalista es
que en ella la fuerza de trabajo es también una mercancía: dado que el productor no dispone de
otro recurso para obtener bienes y medios para su subsistencia, debe poner la fuerza de su
trabajo en el mercado. Del mismo modo que en el mercado las mercancías están sometidas a las
fluctuaciones del mercado, básicamente por las leyes de la oferta y la demanda, la fuerza de
trabajo tiene también un precio determinado por las mismas leyes. Pero a diferencia de otras
mercancías –un coche por ejemplo– que satisfacen meramente necesidades humanas, la
mercancía que llamamos fuerza productiva tiene la peculiar característica de producir otras
mercancías. La fuerza de trabajo tiene un valor de cambio (el sueldo que recibe el trabajador) y
un valor de uso (su valor para producir otras mercancías). A su vez, estas mercancías creadas
por dicho trabajo tienen, claro está, valor de uso y valor de cambio, pero el valor de cambio que
éstas tienen siempre es superior al valor de cambio que tiene la fuerza productiva que las ha
creado (al salario). Aunque añadamos a este último valor otras cantidades como las que puedan
corresponder a la amortización de las máquinas usadas en la producción, o los costes financieros
que el empresario gasta para llevar adelante su negocio, siempre habrá una diferencia. A esta
diferencia se le llama plusvalía y es el beneficio del capitalista. Sin este beneficio no habría
sociedad capitalista.
Esto, traducido en términos de horas-trabajo, quiere decir: de las ocho horas que el
trabajador trabaja, una parte trabaja para él (la que revierte en lo que realmente le paga el
empresario) y otra para el empresario (la que da lugar al exceso de valor de cambio que no
revierte sobre el trabajador y que da lugar a la ganancia del empresario o plusvalía).
La propuesta del marxismo es la desaparición de la plusvalía, es la idea de que el valor del
objeto producido por el productor vuelva a éste; bien sea porque los beneficios se reparten
directamente entre todos los obreros, como ocurre en la interpretación cooperativista del
socialismo, bien sea porque el Estado los restituye indirectamente al productor en la forma de
otros bienes de los que puede disfrutar (carreteras, educación y sanidad gratuitas, subsidios de
desempleo, o de vejez,...), como es el caso de la interpretación más estatalista.
TRABAJO
ACTIVIDAD
POR LA QUE EL HOMBRE TRANSFORMA LA REALIDAD PARA SATISFACER SUS NECESIDADES
FÍSICAS Y ESPIRITUALES. EN LAS SOCIEDADES DE EXPLOTACIÓN EL TRABAJO SE VIVE COMO UNA
EXPERIENCIA ALIENADA, Y NO COMO UNA ACTIVIDAD DE AUTORREALIZACIÓN.
Es preciso darse cuenta de que para Marx la noción de trabajo va más allá de su dimensión
puramente económica y se convierte en una categoría antropológica: Marx caracteriza al hombre
como un ser dotado de un “principio de movimiento”, principio que determina su impulso para la
creación, para la transformación de la realidad. El hombre no es un ser pasivo sino activo, y el
trabajo o la actividad personal la expresión de sus capacidades físicas y mentales, el lugar en
donde el hombre se desarrolla y perfecciona (más exactamente, donde se debería desarrollar y
perfeccionar); de ahí que el trabajo no sea un mero medio para la producción de mercancías sino
un fin en sí mismo y que pueda ser buscado por sí mismo y gozado. Dada esta comprensión de la
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naturaleza humana como la de un ser que sólo puede encontrar su perfección en el trabajo, no es
extraño que el tema central de la filosofía marxiana sea la transformación del trabajo sin sentido,
enajenado, del trabajo como un mero medio, en un trabajo enriquecedor, en un trabajo libre. En
sus primeros escritos, llamó “actividad personal” a la realización de esta inclinación al movimiento,
y cuando criticó la forma concreta de darse esta actividad en las sociedades de explotación pidió
la “abolición del trabajo”. En escritos posteriores estableció la diferencia entre trabajo libre y
trabajo enajenado y su crítica a la alienación se expresó en su preocupación por la “emancipación
del trabajo”.
CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA. PRÓLOGO.
Estudio el sistema de la Economía burguesa por este orden capital, propiedad del suelo,
trabajo asalariado; Estado, comercio exterior, mercado mundial. Bajo los tres primeros
títulos, investigo las condiciones económicas de vida de las tres grandes clases en que se divide
la moderna sociedad burguesa; la conexión entre los títulos restantes, salta a la vista. La primera
sección del libro primero, que trata del capital, contiene los siguientes capítulos: 1) la mercancía;
2) el dinero o la circulación simple; 3) el capital, en general. Los dos primeros capítulos forman el
contenido del presente fascículo. Tengo ante mí todos los materiales de la obra en forma de
monografías, redactadas con grandes intervalos de tiempo para el esclarecimiento de mis propias
ideas y no para su publicación; la elaboración sistemática de todos estos materiales con arreglo al
plan apuntado, dependerá de circunstancias externas.
Aunque había esbozado una introducción general, prescindo de ella, pues, bien pensada la
cosa, creo que el adelantar los resultados que han de demostrarse, más bien sería un estorbo, y
el lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a remontarse de lo particular a lo
general. En cambio, me parecen oportunas aquí algunas referencias acerca de la trayectoria de
mis estudios de Economía política.
Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia, de la que, sin embargo, sólo me
preocupé como disciplina secundaria, al lado de la Filosofía y la Historia. En 1842-43, siendo
redactor de la Gaceta del Rin me vi por vez primera en el trance difícil de tener que opinar acerca
de los llamados intereses materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva y la
parcelación de la propiedad del suelo, la polémica oficial mantenida entre el señor Von Schaper, a
la sazón gobernador de la provincia renana, y la Gaceta del Rin acerca de la situación de los
campesinos del Mosela, y finalmente, los debates sobre el libre cambio y el proteccionismo, fue
lo que me movió a ocuparme por vez primera de cuestiones económicas. Por otra parte, en
aquellos tiempos en que el buen deseo de " marchar en vanguardia" superaba con mucho el
conocimiento de la materia, la Gaceta del Rin dejaba traslucir un eco del socialismo y del
comunismo francés, teñido de un tenue matiz filosófico. Yo me declaré en contra de aquellas
chapucerías, pero confesando al mismo tiempo redondamente, en una controversia con
la Gaceta General de Augsburgo, que mis estudios hasta entonces no me permitían aventurar
ningún juicio acerca del contenido propiamente dicho de las tendencias francesas. Lejos de esto,
aproveché ávidamente la ilusión de los gerentes de la Gaceta del Rin, quienes creían que
suavizando la posición del periódico iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya
decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi cuarto de estudio.
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Mi primer trabajo, emprendido para resolver las dudas que me asaltaban, fue una revisión
crítica de la filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción vio la luz en 1844 en los
Anales franco-alemanes, que se publicaban en París. Mi investigación desembocaba en el
resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden
comprenderse por sí mismas ni por la llamada evolución general del espíritu, sino que radican,
por el contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el
precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de la "sociedad civil" y que
la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la Economía política. En Bruselas, a donde
me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada por el señor Guizot, hube de proseguir
mis estudios de Económica política, comenzados en París. El resultado general a que llegué y
que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la
producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e
independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada
fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y
espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el
contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de
desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de
producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de
propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las
fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de
revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda
la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que
distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de
producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas16 o filosóficas, en una palabra, las formas
ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y
del mismo modo que no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su
conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las contradicciones
de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones
de producción. Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las
fuerzas productivas que caben dentro de ella. y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el
seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los
objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos
sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para
su realización. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas épocas de progreso, en la
formación económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el
moderno burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del
proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de una antagonismo individual, sino de
un antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las
fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo
tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación
social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana.
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Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas desde
la publicación de bosquejo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Anales
francoalemanes), había llegado por distinto camino (véase su libro La situación de la clase
obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se
estableció también en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con
el ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar con nuestra conciencia filosófica
anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de una crítica de la filosofía posthegeliana. El
manuscrito -dos gruesos volúmenes en octavo -llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el
sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas
impedían su publicación. En vista de esto, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los
ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas,
estaba ya conseguido. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al
público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido
Comunista, redactado en colaboración por Engels y por mí, y un Discurso sobre el libre
cambio que yo publiqué. Los puntos decisivos de nuestra concepción fueron expuestos por vez
primera, científicamente, aunque sólo en forma polémica, en la obra Miseria de la Filosofía, etc.,
publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La publicación de un estudio escrito en
alemán sobre el Trabajo asalariado, en el que recogía las conferencias explicadas por mí acerca
de este tema en la Asociación obrera alemana de Bruselas, fue interrumpida por la revolución de
Febrero, que trajo como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
La publicación de la Nueva Gaceta del Rin (1848-1849) y los acontecimientos posteriores,
interrumpieron mis estudios económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. Los
inmensos materiales para la historia de la Economía política acumulados en el British Museum, la
posición tan favorable que brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa, y,
finalmente, la nueva fase de desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro
de California y de Australia, me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndome
paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales. Estos estudios me llevaban, a veces,
por sí mismos, a campos aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme durante más
o menos tiempo. Pero lo que sobre todo me mermaba el tiempo de que disponía era la necesidad
imperiosa de trabajar para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer 17
periódico anglo-americano, el New York Tribune, me obligaba a desperdigar extraordinariamente
mis estudios, ya que sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa
correspondencias propiamente dichas. Los artículos sobre los acontecimientos económicos más
salientes de Inglaterra y el continente formaban una parte importante de mi colaboración, que
esto me obligaba a familiarizarme con una serie de detalles de carácter práctico situados fuera de
la órbita de la ciencia propiamente económica.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo de la Economía política
tiende simplemente a demostrar que mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por
mucho que choquen con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de
largos años de concienzuda investigación. Y a la puerta de la ciencia, como a la puerta del
infierno, debiera estamparse esta consigna:
Qui si convien lasciare ogni sospetto;
Ogni viltá convien che qui sia morta 1.
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(1) Déjese aquí cuanto sea recelo; mátese aquí cuanto sea vileza. (Dante;”La Divina
Comedia”).
Marx; “Contribución a la crítica de la economía política”.- Prólogo, Madrid, Alberto
Corazón, 1978.
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