Discurso Rajoy

SECRETARÍA DE ESTADO
DE COMUNICACIÓN
MINISTERIO
DE LA PRESIDENCIA
TRANSCRIPCIÓN
DISCURSO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO EN LA INAUGURACIÓN
DEL CONGRESO JURÍDICO DE LA ABOGACÍA ICA-MÁLAGA
Torremolinos, 6 de octubre de 2016
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Señoras y señores, muy buenos días a todos.
Mis primeras palabras van a ser de agradecimiento. Muchas gracias a todos
por sus intervenciones. Gracias, en especial, a Francisco Javier Lara y, por
extensión, a todo el Ilustre Colegio de Abogados de Málaga, por su invitación a
participar en este Congreso, que reúne, como aquí se ha dicho, talento jurídico
de toda España. Gracias también a doña Victoria Ortega, que tan gran labor
está haciendo como presidenta del Consejo General de la Abogacía Española.
Gracias a todas las autoridades aquí presentes, que son muchas, y, por
supuesto, gracias a José Ortiz, alcalde de una ciudad, Torremolinos, que hoy
vuelve a hacer gala de su extraordinaria tradición de acogida.
Amigas y amigos,
Como profesional del Derecho, debo decirles que es un honor compartir este
acto de inauguración y es una satisfacción aprovechar esta intervención para
transmitir a la abogacía española un sincero mensaje de gratitud. Gracias a los
abogados españoles por su defensa de la Ley y del Estado de Derecho, por su
defensa de una Constitución que, nacida del consenso, nos ha proporcionado
los mejores años de nuestra historia compartida, y gracias porque, con esta
defensa de nuestro marco constitucional, han contribuido a hacer un país mejor
y una sociedad más justa.
“Sin democracia, la libertad es una quimera”, decía Octavio Paz. Y la abogacía
española ha protegido, desde el ejercicio responsable de la profesión, uno de
los artículos más auténticos y garantistas de nuestra Constitución: el que
reconoce a todas las personas el derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales, así como los derechos que nos asisten frente a la
indefensión y a la arbitrariedad. Nuestra convivencia, la democracia y las señas
de identidad de la España constitucional siempre encontrarán en la abogacía a
la mejor aliada frente a los enemigos de lo que cada día nos hace más fuertes
y nos engrandece como Nación: la Libertad.
Asimismo, la seguridad jurídica es un valor indispensable para el progreso y el
discurrir cívico de nuestra sociedad. La seguridad jurídica es la clave de
bóveda del Estado de Derecho moderno en un mundo cambiante que, sin
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embargo, exige seguridad, previsibilidad y estabilidad. Lejos de ser un capricho
de los jurisconsultos, la seguridad jurídica constituye la base de todo modelo
avanzado de convivencia y desarrollo en este siglo XXI.
Señoras y señores,
Hay otro motivo profundo de agradecimiento a la abogacía española y es su
ejemplo y su compromiso a la hora de afrontar la crisis más profunda en la
historia de la democracia española que, a caballo entre dos siglos, debe mirar
al futuro con confianza.
Hemos trabajado juntos, hemos trabajado con responsabilidad y,
modestamente, creo que lo hemos hecho bien. Juntos, por primera vez en
nuestra historia democrática, hicimos de la Justicia uno de los ejes estratégicos
del Plan Nacional de Reformas, y juntos impulsamos una visión reformista de
la Justicia que ha ido más allá de la mera modernización tecnológica para
intentar dar respuesta a muchos de sus problemas. Ustedes, sin duda,
conocen bien esos problemas:
 Un problema real lo teníamos en la organización de la Justicia y por eso
se reformó la Ley Orgánica del Poder Judicial, para posibilitar, entre
otras muchas cosas, un mejor reparto de cargas de trabajo entre
juzgados y la especialización de órganos judiciales.
 Otro problema lo teníamos en una justicia penal alejada de las
inquietudes cotidianas de los ciudadanos. Por eso impulsamos la
reforma del Código Penal, con nuevos tipos y penas para una sociedad
más segura y mejor protegida.
 Había más dificultades: por ejemplo, un proceso penal inexplicable en
pleno siglo XXI. Por eso se reformó la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
para agilizar la Justicia porque, como ustedes sin duda saben, una
Justicia lenta no es Justicia o es menos Justicia. Hay muchísimo por
hacer, pero el camino iniciado de reformas no puede interrumpirse por
el bien de todos los españoles.
 La excesiva litigiosidad también era una carga. Por eso aprobamos
leyes que apuestan por la cultura del acuerdo frente a la del conflicto,
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como la Ley de Mediación, o impulsamos nuevas medidas que ayudan
a descargar de funciones a los órganos judiciales, como la Ley de
Jurisdicción Voluntaria.
 La crisis trajo consigo problemas propios, al cebarse con determinados
colectivos, como los emprendedores o las familias. De ahí que la Ley de
Segunda Oportunidad haya nacido para ayudar a todo aquel que quiera
volver a emprender, insistir en el esfuerzo, sin rendirse cuando la causa
es fuerte y es buena.
 Hemos tenido, asimismo, que reforzar la protección de otros colectivos
desprotegidos. Por eso aprobamos la Ley del Estatuto de la Víctima,
medidas importantes contra la violencia de género o para fortalecer la
protección de los menores, así como la ampliación de la justicia gratuita
para personas en situación especialmente vulnerable.
 Otro problema de gran calado tiene que ver con los valores sobre los
que se sustenta nuestra Nación, como su unidad, la soberanía nacional
y la igualdad de los españoles, residan donde residan. Por eso
reformamos la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, para garantizar
algo tan básico y elemental como que sus resoluciones se cumplan.
 Y junto a este problema, que a todos nos preocupa, hemos aprobado
una cuantiosa batería de medidas anticorrupción, incluida la Oficina de
Recuperación y Gestión de Activos.
No quiero aburrirles con el detalle de todas y cada una de las reformas y
mejoras que hemos emprendido; pero sí quería mencionar la apuesta
tecnológica que vive ahora nuestra Justicia, una apuesta que redunda en bien
de los profesionales y de los ciudadanos, a los que se les presta un servicio
público mejor, más ágil y a menor coste. Para calibrar lo que ha ocurrido, les
citaré tan sólo un par de datos: hemos ahorrado 393 millones de euros en
costes en desplazamientos, tiempo y papel; hemos realizado ya casi 14.000
subastas electrónicas y ya se han practicado de manera electrónica casi
cincuenta millones de comunicaciones, en una apuesta por las nuevas
tecnologías que no tiene, felizmente, vuelta atrás.
Señoras y señores,
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Su voz como abogados ha sido indispensable en esta última etapa de reformas
y en muchos de los asuntos de actualidad de nuestra Justicia. Lo fue en la
derogación de las tasas, lo fue en el mantenimiento de los partidos judiciales,
lo fue en el replanteamiento de la futura Ley de Servicios Profesionales y lo fue
también, por ejemplo, en la ampliación del beneficio constitucional de justicia
gratuita para amplias capas de la población y para colectivos vulnerables,
como el de las víctimas de violencia de género.
No quiero referirme solamente al pasado; también hemos de hablar, muy
especialmente, del futuro y creo que ha llegado la hora de la Justicia y de
resolver una deuda pendiente con ella desde la Transición: la de plantear su
transformación integral desde una reforma que ofrezca a los ciudadanos y a la
sociedad nuevas respuestas y soluciones para un tiempo nuevo; un tiempo en
el que la Justicia ha de consolidarse, porque nos va en ello nuestra libertad,
como la espina dorsal de nuestro modelo de convivencia.
Puede que desde los Pactos de la Moncloa del año 1977 nunca hayamos
tenido mejor oportunidad como la que se nos ofrece hoy para, tan pronto como
sea posible contar con un Gobierno, impulsar una de las grandes reformas
estratégicas y estructurales de nuestro país. Y habrá de abordarse como
hemos superado siempre los desafíos en democracia: juntos, sumando y con
sentido de la responsabilidad, desde un gran acuerdo nacional, político,
institucional, social y profesional, contando con todos, escuchando a todos y
construyendo entre todos.
Estoy seguro de que, aquí, la voz de los abogados seguirá siendo capital,
como se ha recordado esta mañana. La Justicia les necesita para ser una
Justicia abierta y transparente, capaz de rendir cuentas; para ser ágil y
eficiente, mejor ordenada y más eficaz; para seguir siendo independiente,
ejemplar y de calidad, como el servicio público que es; y para que sea
accesible a todos, para llegar a su plena digitalización y para que, a través de
la seguridad jurídica, pueda inspirar confianza y certidumbre y, así, ser palanca
de nuestro crecimiento económico.
Queridos amigos, concluyo ya.
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No son pocos los retos que nos esperan; pero, si algo ha demostrado siempre
la abogacía española, es que, como yo aprendí de mis mayores, el Derecho y
su práctica no es otra cosa que sentido común codificado. Pero no sólo eso,
también ha demostrado saber estar a la altura de las circunstancias, mirar de
frente a los problemas, inteligencia para superarlos, una inquebrantable
capacidad para proponer consensos y, lo que es aún más importante, para
alcanzarlos. Para mí los consensos nunca son una rendición; bien al contrario,
son un éxito de todos.
Este Congreso es la prueba más evidente de que es así y por eso, una vez
más, les doy las gracias por su invitación. Muchas gracias.
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