CARTA ABIERTA A JUAN CARLOS HENAO RECTOR DE LA

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CARTA ABIERTA A JUAN CARLOS HENAO RECTOR DE LA UNIVERSIDAD
EXTERNADO DE COLOMBIA Y MARIANA GARCÉS MINISTRA DE CULTURA
La formación universitaria en Conservación y Restauración de Bienes Culturales
Muebles y la institucionalidad: debates y compromisos por tramitar
Unos meses atrás la prensa bogotana dejaba de anunciar la apertura de inscripciones
anuales para ingresar al pregrado en Conservación y Restauración de Bienes Muebles de la
Universidad Externado de Colombia. El pasado 22 de noviembre la incertidumbre sobre la
permanencia del programa de formación universitaria se despejaba, cuando un reducido
grupo académico escuchó que este programa “se acababa”. La voz externadista que daba
tan lacónico mensaje, paradójicamente en medio de un taller nacional sobre patrimonio
cultural y academia, convocado por la Universidad de los Andes, la Dirección de
Patrimonio del Ministerio de Cultura y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural,
desencadenó desconcierto en algunos participantes y unos cuantos interrogantes sin
respuestas esclarecedoras, seguidas de silencios. El hecho dejaba en claro que el lugar para
pensar el anuncio dado y sus implicaciones había que construirlo, siendo esta carta abierta
un intento en esa dirección. Una carta que busca conmover no solo al rector del Externado
y a la ministra de cultura, en primera instancia, sino al Museo Nacional de Colombia, a la
Biblioteca Luis Ángel Arango, a los Museos Colonial, Iglesia Santa Clara, Museo de la
Independencia y Quinta de Bolívar, al Archivo General de la Nación, al Instituto Caro y
Cuervo, al Ministerio de Educación y a numerosas instituciones culturales, académicas y
eclesiásticas que han apoyado el pregrado prestando sus colecciones y abriendo sus
espacios para hacer posible la formación de los conservadores-restauradores.
Dos décadas transcurridas desde 1992 situaron la formación de conservadoresrestauradores del patrimonio cultural mueble en el ámbito universitario a partir de un
convenio entre Colcultura y el Externado. Un convenio que reconoció en su momento la
calidad de la formación de restauradores por parte del Estado, y la pertinencia de contar con
profesionales locales que conservaran y preservaran científicamente objetos individuales y
colecciones públicas y privadas, desde los objetos prehispánicos hasta el arte
contemporáneo. A su vez, la alianza entre el Estado y la universidad privada realineaba la
formación en torno a las exigencias de la educación universitaria, y a las premisas
fundamentales de la filosofía externadista donde la educación de los futuros profesionales
debía pasar por el conocimiento básico del contexto constitucional, no como una asignatura
obligatoria en todo currículo, sino como una herramienta clave para comprender las
condiciones políticas que la Constitución de 1991 prometía para modernizar el campo del
patrimonio cultural y con él la conservación-restauración .
Con este gran paso se inició una nueva etapa en la historia de la formación en
conservación-restauración expresada en profesionalización, generación de una comunidad
académica y posicionamiento en la sociedad. Al respecto, 1997 se convierte en un año
significativo cuando Colcultura se transformó en Ministerio de Cultura y los
conservadores-restauradores recibieron los primeros títulos universitarios del país. La
profesionalización se hacía realidad y en adelante los nuevos profesionales participarían en
proyectos de gran aliento en Colombia, Bélgica, Rumania, Malta o México, a la vez que
cumplían otro sueño: continuar la formación individual en maestrías y doctorados en
restauración, gestión y manejo del patrimonio cultural, historia, arqueología y museología,
entre múltiples opciones.
El trayecto recorrido por la conservación-restauración en el Externado fue el germen de una
comunidad académica que aun cuando está en proceso de consolidación, cuenta con logros
significativos como el diseño de programas pertinentes, la apertura hacia los discursos
contemporáneos sobre el patrimonio cultural, la definición y desarrollo de líneas de
investigación algunas avaladas por Colciencias, la publicación de sus indagaciones y la
apropiación y coproducción de lenguajes y metodologías de una disciplina en construcción.
Asimismo, la inserción de los profesionales en distintas instituciones de carácter nacional y
municipal, en la docencia universitaria y en proyectos fuera y dentro del país, dan cuenta de
que ahora más que nunca la formación en conservación-restauración sigue siendo necesaria
en nuestro contexto, solo que hoy exige repensarla dado que el cierre del pregrado abre el
espacio para una nueva etapa.
Si reconocemos los logros mencionados, aun cuando faltan mayores análisis cualitativos y
cuantitativos que los sustenten, ¿por qué se cierra el programa en el Externado? ¿Por qué el
Ministerio de Cultura no se pronuncia? Si hay un boom del patrimonio cultural, ¿por qué
se acaba este programa? ¿Cómo explicar que siendo hoy el patrimonio cultural un objeto de
interés multidisciplinar, se haga a un lado la formación en conservación-restauración
dejando un vacío no sólo ante las exigencias de ley frente a la protección del patrimonio
cultural mueble, sino en relación con la idoneidad para una conservación argumentada,
sistemática, documentada y ética?
Si estamos ad portas de un nuevo momento en la formación en conservación-restauración
será indispensable pensar en profundizar el trabajo interdisciplinario que la caracteriza,
potenciar la investigación docente y continuar la formación en contacto permanente con la
sociedad, como lo ha hecho el Externado. La nueva senda debería aprovechar el cierre del
pregrado como oportunidad para repensar la formación de conservadores-restauradores en
función de un contexto con ciudadanos con mayor apropiación del patrimonio y donde la
expansión del campo de trabajo es evidente gracias a oportunidades como: procesos de
modernización de los museos, aumento del coleccionismo, incremento de labores de
catalogación de bienes culturales muebles y certificación de su valor y autenticidad,
interrelación con otros patrimonios, protección del patrimonio mueble frente al hurto y el
saqueo, vulnerabilidad del arte contemporáneo y nuevas tecnologías para la conservación
de los bienes culturales.
Estos retos son una muestra pequeña de las múltiples relaciones que despliega el ámbito de
la conservación-restauración del patrimonio mueble; de la complejidad que supone la
formación cuyo espectro internacional va de la formación técnica a la doctoral sin que se
anulen entre sí. Por el contrario, la nueva etapa requerirá un enfoque colaborativo entre los
distintos perfiles que produce la educación para que sobre la base de aprendizajes
inspirados en el aprender-haciendo, propios de la conservación-restauración, se construya
conocimiento, se supere la idea de la restauración como reparación donde lo importante es
exclusivamente el virtuosismo técnico, y se afiance la cultura de la conservación de la
memoria a través de los bienes culturales. Es pronto para suponer que en reemplazo del
pregrado proliferarán los cursos de corto y mediano plazo en espacios de educación para el
desarrollo humano y el trabajo como son las escuelas taller auspiciadas por los gobiernos
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