CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL Preferencia de

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Cuadernos y Estudios de Derecho Judicial.
Manuales de Formación Continuada / 2 / 1999 / Páginas 17-22
Preferencia de créditos
CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL
Preferencia de créditos
Ríos Salmerón, Bartolomé
Magistrado del Tribunal Supremo, Sala IV
PRESENTACIÓN
Presentación
Serie: Civil
VOCES:
ÍNDICE
TEXTO
La presente obra forma parte de las actividades de Formación Continuada proyectadas por el Consejo
General del Poder Judicial en el año 1999. Contiene una serie de escritos, destinados a facilitar la consulta
por quienes tienen a su cargo el ejercicio diario de la función jurisdiccional. El tema aquí tratado es la "Pre ferencia de créditos", es decir, derecho que tienen algunos deudores a ser pagados antes que otros con
cargo al insuficiente patrimonio del deudor común. La publicación es oportuna porque no existen en nuestra
literatura jurídica libros que aborden globalmente la materia y lo hagan con una extensión mínimamente
razonable, a diferencia de lo que sucede en otros países, como Francia, donde es hábito que los tratados
de Derecho civil dediquen un volumen a lo que allí llaman Sûretés el Publicité Foncière, entre ellos el de
MAZEAUD/CHABAS, aparecido en Monschrestien, con unas 700 págs., o el de MARTY/REYNAU/JESTAZ,
Sirey, con unas 600 págs. O como Italia, donde es posible acudir entre otros, al Manuale Pratico dei Privi legi, delle Prelazioni e delle Garazie, de MERZ/MADONNA/ SGUOTTI, publicado por Cedam, con cerca de
700 págs. Todos con ediciones varias.
El tema de la preferencia crediticia es complejo y dificultoso.
a) La preferencia misma adopta configuraciones diversas, cuya identificación, no siempre sencilla, es
imprescindible, porque cada una de ellas se somete a un régimen diferenciado, con consecuencias prácti cas importantes. Unas veces estaremos ante un privilegio en sentido estricto o técnico: su origen es siem pre legal, porque es el legislador quien, de acuerdo con criterios dominantes en el momento, valora los
intereses que determinados créditos atienden y decide que se antepongan a los demás; así ocurre signifi -
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cativamente con los salarios de los trabajadores; esta preferencia privilegiada se caracteriza porque sólo es
eficaz, frente a otros acreedores, sobre los bienes del deudor común, no sobre aquellos otros que han sido
transferidos a terceros, bien que la reipersecutoriedad se afirma para ciertos privilegios, como los muy
peculiares del derecho marítimo, o que incluso se matice el alcance de los negocios jurídicos dominicales
con fines de garantía (venta en garantía, reserva del dominio). Otras veces se tratará de una garantía real:
el origen es ahora negocial, porque su establecimiento se difiere a los interesados, que hacen uso de una
genérica autorización legal; la figura más importante es la hipoteca voluntaria; el bien gravado queda sujeto
al cumplimiento de una obligación, aunque pase a manos de terceros, pues aun entonces se entiende que
el acreedor puede instar su venta forzosa y cobrar con cargo a la suma recabada antes que otros acree dores, al disponerse de una preferencia que tiende a ser absoluta, salvo supuestos muy excepcionales.
Hay todavía una tercera modalidad que se sitúa a medio camino entre las dos anteriores, las hipotecas
tácitas o afecciones reales: coinciden con el privilegio porque son fruto de una decisión legislativa que ha
valorado los intereses involucrados; y operan como una garantía real porque siguen a un bien determinado,
cualquiera que sea su actual dueño; piénsese en la hipoteca legal tácita de que gozan ciertos tributos, o en
la afección que soportan pisos y locales organizados en régimen de propiedad horizontal, por ciertos gastos
generales de los que es acreedora la comunidad.
b) Cualquiera que sea la configuración de la preferencia, siempre será necesario proceder a una exacta
y completa delimitación del crédito a que esa ventaja se asigna, tarea que a veces se presta a la discusión,
como sucedió con el término "salario" utilizado por las normas preferenciales laborales, que doctrina y
jurisprudencia trabajosamente extendieron a las indemnizaciones por despido.
c) La operación final, no menos complicada, consiste en establecer, según terminología del Código civil,
la prelación de cada crédito preferente, es decir, el rango que le corresponde entre los diversos créditos
preferenciados que recaen sobre el patrimonio del deudor.
d) Dato adicional que no debe descuidarse es la existencia del Registro de la Propiedad y otros Regis tros de carácter jurídico para bienes muebles, donde se practican asientos varios susceptibles de influir
seriamente en la configuración de la preferencia y hasta en el rango final de la misma, aspecto en que es
fundamental la calificación del Registrador, desgraciadamente sometida, en lo que hace a documentos
judiciales, a unos preceptos reglamentarios que rozan la nulidad de pleno derecho por invadir materias
reservadas a la Ley (L. 30/1992, 62.3). Alguna alusión se hace a este delicado problema en el cuerpo de la
obra, porque va destinada cabalmente a los jueces.
Lo anterior equivale a la contemplación de las preferencias en el plano del derecho material. Pero hay
que tener en cuenta además, las normas que regulan las vías judiciales en que cabe hacer efectiva la
preferencia. La concurrencia o enfrentamiento de los varios acreedores es un presupuesto indispensable.
Ello tiene lugar, a veces, en un proceso de ejecución universal, que agrupa a todos los acreedores, aunque
algunos de ellos gozan del beneficio de ejecución separada, es decir, posibilidad de despachar y proseguir
una ejecución singular pese a la coexistencia de un concurso abierto por el juez civil, en sus modalidades
mercantiles (quiebra, suspensión de pagos) o no mercantiles (concurso de acreedores, quita/espera). La
concurrencia también se formaliza en las ejecuciones singulares, si con ocasión de ellas se interpone una
tercería de mejor derecho, cuyo conocimiento se atribuye hoy tanto al juez civil como al juez social, en
relación con los apremios que respectivamente sustancian. Este momento procesal de la preferencia es a
su vez el origen de un mecanismo análogo a la preferencia crediticia: los denominados créditos "prededu cibles", condición que en los procesos concursales asumen las deudas de la masa, y en la ejecución
singular social ciertos "gastos necesarios" que se anteponen al principal (Ley de procedimiento laboral, art.
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266.2).
Lo deseable sería contar con una norma legal que abordase de manera conjunta y armónica la materia
de las preferencias crediticias. A esta idea respondieron hace años nuestros cuerpos normativos básico,
como el Código civil, artículos 1.921 y ss., que se aplican en las ejecuciones concursales de esta clase
(concurso de acreedores, con manifestaciones en la quita/espera) y en las ejecuciones singulares (terce rías de mejor derecho), o como el Código de comercio, artículos 912 y ss., que utilizan en los procesos
concursales del sector mercantil (quiebra y ciertos aspectos de la suspensión de pagos). Con el paso del
tiempo ha hecho aparición una profusa legislación especial, que configura preferencias varias para créditos
muy concretos; y lo que es más grave: la preferencia se formula a veces en términos tan absolutos que dan
vida a lo que cabría denominar un superprivilegio". Repárese en las expresiones tan radicales que encon tramos en la L. 13/1995, de 18 de mayo, sobre contratos administrativos, cuyo artículo 45 establece, sin
matización alguna, la preferencia absoluta de la Administración sobre las garantías prestadas por los
contratantes, preferencia que se antepone a "cualquier otro acreedor, sea cual fuera la naturaleza del
mismo o el título en que se funde su pretensión(con lo que se aparenta ignorar el Convenio aprobado por la
Organización Internacional de Trabajo –OIT– en 22 junio 1992, ratificado por España en 28 abril 1995, o
sea unos días antes de promulgar aquella ley, la cual no tuvo en cuenta que el artículo 8 del Convenio
previene que los créditos laborales tendrán siempre un rango superior a los del Estado y la Seguridad
Social). Parecida actitud adopta la L. 30/1995, de 8 de noviembre, sobre ordenación y supervisión del
seguro privado, como es de ver en las afecciones de bienes, acompañadas del cierre de la correspondiente
hoja registral, decretadas por su artículo 59 en favor de los créditos de los asegurados. Hasta los refor madores del Código civil, por L. 11/1981, de 13 de mayo, abandonaron el viejo artículo 1.422, precepto que
remitía a las reglas generales sobre concurrencia y prelación de créditos cuando el caudal inventariado de
una sociedad ganancial en liquidación era insuficiente para atender las diversas obligaciones; en su lugar,
introdujeron el actual artículo 1.399, según el cual "se pagarán en primer lugar las deudas de la sociedad
comenzando por las alimenticias que, en cualquier caso, tendrán preferencia". Esta caótica situación sólo
quedará solventada con la promulgación de una norma única, que contemple conjunta y adecuadamente
los problemas sustantivos y procesales que la preferencia de créditos genera. Por fortuna, lo que podría ser
la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil, cuya elaboración parlamentaria se encuentra muy avanzada, contiene
una disposición final del siguiente tenor: "En el plazo de seis meses a contar desde la fecha de entrada en
vigor de esta Ley, el Gobierno remitirá a las Cortes Generales un Proyecto de Ley Concursal"; esa entrada
en vigor se produciría, parece, pasado un año desde su publicación en el Boletín Oficial del Estado.
Por el momento, sin embargo, habrá que seguir aplicando las normas vigentes, cuyo manejo tiende a
facilitar la presente obra. En concordancia con lo dicho antes, las ocho ponencias que la integran se desti nan, unas a las disposiciones legales de carácter común, civil o mercantil; otras a las de índole sectorial; a
lo que se añade la perspectiva registral de la materia. No existe una ponencia dedicada al aspecto procesal
de la preferencia: se ha tenido por suficiente y hasta quizá más indicado las menciones que los diversos
escritos incorporan.
Aparecen en primer término: Carlos M. DÍEZ SOTO: Los privilegios crediticios como mecanismo de
protección del crédito; José M.ª GARRIDO: Los créditos privilegiados en la quiebra y en la suspensión de
pagos; y Emilio BELTRÁN: Las deudas de la masa. Su contenido es preponderantemente general y se
sitúan por lo común en las reglas contenidas en los Códigos civil y de comercio, más la Ley de Suspensión
de Pagos. El primero de ellos, por razones comprensibles, alcanza una extensión que sobrepasa la media
de los demás.
Vienen después: Ana MUÑOZ MERINO: Los créditos tribunatorios; José M.º RUIZ SOROA: Los privile gios marítimos; Bartolomé RÍOS/Fernando SALINAS: La preferencia de los créditos laborales; y Aurelio
DESDENTADO BONETE: Los privilegios de los créditos de la seguridad social. Se analiza aquí la preferen -
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cia de unos créditos muy singularizados en la legislación vigente.
Finalmente, Rafael RIVAS TORRALBA: Preferencia de cobro y rango hipotecario, donde se aborda la
incidencia de los asientos registrales en la temática preferencial.
La obra se cierra con un índice alfabético elaborado por Patricia GALÁN.
Los autores son especialistas en la correspondiente disciplina. La coordinación de sus trabajos, que el
CGPJ me encomendó, ha quedado reducida, como es natural, a tareas de alcance menor, como la delimi tación de contenidos, la fijación de una extensión aproximada, o la recogida de los materiales. Las respec tivas exposiciones se han redactado con arreglo a las opiniones de cada uno, por lo que aparecen
conceptos que necesariamente se reiteran, y hasta posiciones no del todo coincidentes. Divergencias que
en el fondo contribuirán a enriquecer la perspectiva del lector, a quien en definitiva va destinada la obra.
BARTOLOMÉ RÍOS SALMERÓN
Madrid, noviembre 1999
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