SALA DE CASACIÓN CIVIL ACCIDENTAL PONENCIA DEL CONJUEZ: HÉCTOR E. PEÑARANDA VALBUENA. En el juicio que por cobro de bolívares sigue la ciudadana ALESSANDRA DE FLAMMINEIS MAESTRELLI, representada por sus apoderados judiciales abogados Laura Cabrera Rojas y Pablo Bravo Paredes, contra la sociedad mercantil “MULTINACIONAL DE SEGUROS”, representada por sus apoderados judiciales abogados Luis Silva Esquivez, Víctor Hugo Barone Rodríguez y Luis Eliecer Giutsti Carrillo; el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, dictó sentencia el nueve (9) de marzo de 1999, declarando con lugar el recurso procesal de apelación ejercido por la demandante y con lugar la demanda, revocando por vía de consecuencia la sentencia dictada el 10 de febrero de 1998 por el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma Circunscripción Judicial. Contra la preindicada decisión anunció recurso de casación la demandada, el cual fue admitido y formalizado. Hubo impugnación. Del expediente se dio cuenta a la Sala, y por inhibición declarada del Magistrado Franklin Arriechi se asignó la ponencia al Conjuez Dr. Héctor Enrique Peñaranda Valbuena, quedando constituida dicha Sala, a los efectos de publicar esta sentencia, bajo la Presidencia y Vicepresidencia de los Magistrados Antonio Ramírez Jiménez y Carlos Oberto Vélez, respectivamente. . Concluida la sustanciación del recuso de casación, la Sala procede a dictar sentencia en los términos siguientes: RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD I Con fundamento en el artículo 313 ordinal 1º del Código de Procedimiento Civil, denuncia el formalizante la infracción de los artículos 15, 205, 206, 207, 208 y 212 eiusdem, y el artículo 68 de la Constitución Nacional vigente para ese momento, por haber incurrido en el vicio de violación preterida. En efecto, señala el formalizante lo siguiente: “...La actora demandó a mi representada y la identificó así: MULTINACIONAL DE SEGUROS”, sociedad mercantil constituída y domiciliada en la ciudad de Mérida, Estado Mérida Por su parte, la recurrida dice en su primera página: PARTE DEMANDADA: SOCIEDAD MERCANTIL “MULTINACIONAL DE SEGUROS”, Sociedad Mercantil constituida y domiciliada en la ciudad de Mérida, Estado Mérida....“ Ahora, es el caso que cuando el Juez de la causa admitió la demanda ordenó emplazar a la demandada “...a fin de que comparezca por ante este tribunal dentro del lapso de veinte (20) días de despacho siguientes a su citación, a dar contestación a la demanda en el presente juicio. No existe duda, entonces, de que la demandada está constituida y domiciliada en la ciudad de Mérida, Estado Mérida y por tal razón, toda vez la demanda se intentó ante el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, debió dársele cumplimiento al mandato contenido en el artículo 205 del Código de Procedimiento Civil, según el cual: El término de la distancia deberá fijarse en cada caso por el Juez, tomando en cuenta la distancia de poblado a poblado y las facilidades de comunicaciones que ofrezcan las vías existentes....” Pero eso no fue lo que sucedió ya que, como antes dijimos, el Tribunal de la Primera Instancia ordenó emplazar a la demandada “...a fin de que comparezca por (Sic) ante este tribunal dentro del lapso de veinte (20) días de despacho siguientes a su citación, a dar contestación a la demanda en el presente juicio”. Es fácil apreciar que el Juez de la causa no acató el mandato del artículo 205 del Código de Procedimiento Civil sino que, por el contrario, omitió el cumplimiento de una forma sustancial para la validez del proceso. Efectivamente, esa Sala de Casación Civil, en sentencia del 13 de diciembre de 1990, (A. Molero contra Arrendadora Zulimar C.A., Exp. 90-236), casó de oficio la sentencia recurrida y dijo: Sin que aparezca en ningún momento especificado la concesión del término de la distancia correspondiente entre el Estado Nueva Esparta y el Estado Zulia, el cual debe dejarse transcurrir una vez lograda la citación para la comparecencia del demandado, cercenándose de este modo el derecho de defensa por cuanto los términos o lapsos para el cumplimiento de los actos procesales son aquellos expresamente establecidos por la Ley, sin que puedan abreviarse sino en los casos específicamente permitidos por la misma Ley. Luego, si por la omisión de concesión del término de la distancia se casó de oficio el fallo recurrido, significa que tal concesión toca el orden público y ello permite plantearlo por primera vez en la Casación, desde luego que la violación de normas de orden público, de acuerdo a la letra del artículo 212 del Código de Procedimiento Civil (Sic) no se puede convalidar ni siquiera con el consentimiento expreso de las partes. En consecuencia, como el vicio se produjo en la Primera Instancia y toda vez que según el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil los jueces deben procurar la estabilidad de los juicios, evitando o corrigiendo las faltas que puedan anular cualquier acto procesal, el Tribunal de la Alzada, siguiendo ordenes expresas del artículo 208 eiusdem, debió ordenar la reposición de la causa al estado de dictar nueva sentencia en la primera instancia, disponiendo que este tribunal antes de fallar, hiciera subsanar la omisión conforme a lo dispuesto en el artículo 207 del Código de Procedimiento Civil. Eso debió ocurrir pero la realidad fue otra. La Alzada, lejos de hacer corregir la omisión se solidarizó con ella al punto de que silenció toda consideración al respecto. De esa manera dejó de cumplir la prescripción de corregir los vicios que puedan anular los actos como señala el artículo 206 del Código de Procedimiento Civil, ordenando la reposición prevista en el artículo 208 eiusdem (Sic) y renovando como lo establece el artículo 207 del citado Código. De esta manera, al omitirse formas de eminente orden público, se quebrantó el derecho de defensa de la demandada de la manera en que explicó esa Sala en la sentencia citada, lo que acarrea la violación del artículo 15 del Código de Procedimiento Civil y del artículo 68 de la Constitución Nacional en cuanto a garantizar a la demandada el derecho de defensa”. Para decidir, la Sala observa: El Derecho Procesal está en el campo del Derecho Público; pero no todas las normas que lo regulan son de orden público. Hay normas de orden público, absolutas e inderogables que no pueden subsanarse ni aún con el consentimiento expreso de las partes. Pero hay normas derogables, relativas, que se dan en interés de las partes y cuya violación se puede subsanar con su consentimiento. Entre las normas subsanables están la competencia por el territorio y la citación; y responden al principio de trascendencia, por el cual no hay nulidad de forma, si la desviación no tiene trascendencia sobre las garantías esenciales de defensa en juicio. Por lo cual, de acuerdo con el principio de convalidación, toda nulidad es convalidable con el consentimiento. Porque frente a la necesidad de obtener actos procesales válidos y no nulos, se halla la de obtener necesariamente actos procesales firmes sobre los cuales descansa el sistema de la legalidad. En efecto, tal como advierte el recurrente, la parte demandada está domiciliada en el Estado Mérida, y no se le dio término de distancia. Sin embargo, la recurrida no incurrió en vicio de violación preterida, quebrantando los artículos 15, 205, 206, 208 y 212 del Código de Procedimiento Civil, como denuncia el formalizante. Porque el término de distancia se da en este caso en beneficio del demandado, y por tratarse de una norma convalidable con el consentimiento de la parte, no rompió el principio de trascendencia procesal, porque en nada se afectó el derecho de defensa, ya que la demandada vino al proceso y contestó la demanda. En ese sentido, esta Sala en sentencia de nueve de junio de 1999, en el juicio de L. Hermitage Hills, S.A. contra Inversiones Mampatare, C.A., expediente No. 98-808, sentencia No. 342, estableció: “Al respecto, observa la Sala que el término de la distancia se concede, además, por la lejanía o necesidad del traslado de la parte (normalmente su apoderado) del lugar donde se produce el acto lesivo (la sentencia), al lugar donde debe interponer el medio de gravamen o de impugnación (el recurso), en el caso, la presentación del escrito contentivo del recurso de hecho. Por lo tanto, si el tribunal de alzada donde se debe interponer el recurso de hecho contra la negativa de oír la apelación por el tribunal de la primera instancia, está ubicado en la misma ciudad, y la parte interesada en el ejercicio del recurso ya tiene apoderado constituido en autos, ocurre que dar el término de la distancia resultaría manifiestamente improcedente.” Cabe destacar que la sentencia mencionada por el recurrente de fecha 13 de diciembre de 1990, caso Alberto Molero Semprún contra Arrendadora de Vehículos Zulmar C.A. exp. 90/236, es una situación procesal completamente diferente. Porque la parte pidió que se libraran nuevos recaudos con inclusión del término de distancia y el Juzgado de la causa libró nueva compulsa, omitiendo nuevamente el término de la distancia; mientras que en este proceso, la demandada pretende alegarlo por primera vez en casación, luego de haber consentido y convalidado la omisión del término de la distancia. Por consiguiente, se declara improcedente la denuncia por defecto de actividad. Así se decide. RECURSO POR INFRACCION DE LEY II Al amparo del ordinal 2º del artículo 313 del Código de Procedimiento Civil, denuncia el formalizante la violación de los artículos 196,223, 344 y 359, eiusdem, por errónea interpretación. Y del 362 del mismo Código por falsa aplicación. En efecto, señala el formalizante lo siguiente: “En el caso de autos, por no haberse logrado la citación personal de mi representada, la apoderada actora, Laura Cabrera solicitó la citación por carteles y, como dice la recurrida: “....lo cual fue acordado por auto de fecha 20 del citado mes y año, acordándose un lapso de 15 días de Despacho siguientes a la constancia en autos del respectivo cartel de citación, para que la parte demandada compareciera a darse por citada. Sigue diciendo la recurrida que el 10 de marzo de 1997, el Secretario del Tribunal de la causa, dejó constancia de haber fijado el cartel de citación en el domicilio de la demandada, que el 17 de marzo de 1997, la demandada, a través de su apoderado judicial Dr. Luis Giusti, se dio por citado mediante diligencia y que el 3 de abril de 1997, la parte demandada procedió a dar contestación a la demanda promoviendo pruebas el 7 de mayo de 1997”. “Sostiene la recurrida lo siguiente: Ahora bien, ciertamente la parte demandada una vez que se dio por citada dentro del lapso de quince (15) días de Despacho que tenía conforme al auto dictado por el Tribunal de la causa, procedió a dar contestación al fondo de la demanda, en fecha 03 de abril de 1997, cuando aún no había precluído el lapso que se le concedió para darse por citada, y ello es así porque tal y como consta de los autos y así lo ratificó el tribunal de la causa en la sentencia recurrida en apelación, quien a los fines de desechar la solicitud de la parte actora declaró que dicho lapso es solo a los efectos de darse por citado y, habiendo operado ello, ese era el fin de la publicación del cartel. Este criterio no es compartido por quien aquí decide, ya que del auto dictado por el Tribunal de la causa a los fines de acordar la publicación del cartel de citación , se evidencia que en el mismo fue fijado ese lapso de quince (15) días de Despacho para que la parte demandada se diera por citada, por lo que cumplidas todas las formalidades de ley, y estampada como fue en los autos la constancia del Secretario en cuanto a la fijación del cartel de citación en el domicilio de la parte demandada, es a partir de esta fecha y no otra cuando comenzó a computarse el lapso supra citado a los fines de que la parte demandada se diera por citada, lo cual efectivamente sucedió, mas sin embargo no podía, la accionada proceder a dar contestación a la demanda antes de que vencieran estos quince (15) días, ya que aún no había comenzado a correr el lapso de veinte (20) días que le concede nuestra normativa procesal para tal acto. Para el procesalista patrio ARISTIDES RENGEL ROMBERG el término o lapso procesal puede definirse como el período de tiempo en el cual, dentro del cual o después del cual, deba realizarse una determinada conducta procesal. Es así, como los lapsos deben dejarse transcurrir íntegramente, pues de lo contrario se puede incurrir en una cercenación del derecho a la defensa y desigualdad procesal, tal y como lo ha sostenido nuestro Máximo Tribunal, por lo que normalmente puede tenerse en el caso de marras como temporánea la contestación hecha por la parte demandada dentro de los quince (15) días que tenía para darse por citada, pues ha debido de esperar el vencimiento de este lapso para poder empezar a computar su emplazamiento y consignar en tiempo útil el respectivo escrito de contestación de la demanda. Ciertamente el artículo 359 del Código de Procedimiento Civil, establece que la parte demandada podrá dar contestación a la demanda dentro de los veinte días siguientes después de citado, pero esta norma malmente interpretada por el Tribunal de la causa en la sentencia recurrida, lo que quiere decir, es que cuando la citación sea hecha en forma personal o tácita, efectivamente comienza a correr dicho lapso para que la parte demandada proceda a oponer sus defensas, pero cuando se trata de carteles, es distinto, ya que en la publicación de los mismos se encuentra fijado un lapso que no puede ser relajado por las partes, pues ello subvertiría el proceso y ocasionaría una desigualdad procesal, respecto a la inseguridad y confusión de los lapsos para poder interponer cualquier defensa o recurso. En consecuencia resulta extemporánea por anticipada la contestación hecha por la parte demandada. Todo lo anterior pone de relieve que el Juez de la recurrida, al tratar de interpretarla, quebrantó la voluntad abstracta de la ley ya que según su criterio cuando el legislador dispuso en el artículo 223 del Código de Procedimiento Civil (Sic) que la persona llamada a juicio mediante carteles tiene un lapso de quince días para darse por citado, lo que quiso decir fue que esos quince días deben dejarse transcurrir íntegramente, independientemente de que el cartel logre el fin perseguido, es decir, que la persona emplazada concurra a darse por citado. Ello no puede ser así desde luego que a la ley debe dársele el sentido que aparece evidente del significado propio de las palabras, según la conexión de ellas entre sí y la intención del legislador. El artículo 223 del Código de Procedimiento Civil dispone que si no se encontrare al demandado “...el juez dispondrá que el secretario fije en la morada, oficina o negocio del demandado un cartel emplazándolo para que ocurra a darse por citado en el término de quince días....” Según el juez de la recurrida ese lapso de 15 días siempre debe agotarse, independientemente de que el demandado acuda al emplazamiento ya que los lapsos deben dejarse transcurrir íntegramente. Ahora, si de acuerdo al artículo 359 del Código de Procedimiento Civil (Sic) la contestación se puede dar dentro de los veinte días siguientes a la citación y según la recurrida cuando se trate de citación por carteles dicho lapso no comienza con la comparecencia a darse por citado sino con el agotamiento de los quince días indicados en el artículo 223 eiusdem, la conclusión solo puede ser una: Para el juez de la recurrida, en caso de citación por carteles, la citación no se perfecciona con la comparecencia del emplazado a darse por citado sino con el consumo de los quince días indicados en el cartel. Es por esa razón que llega a la conclusión de que cuando el artículo 359 señala que el demandado puede dar su contestación dentro de los veinte días siguientes a la citación, “...lo que quiere decir, es que cuando la citación sea hecha en forma personal o tácita, efectivamente comienza a correr dicho lapso para que la parte demandada proceda a oponer sus defensas, pero cuando se trata de carteles, es distinto. Hace el sentenciador una diferencia que el legislador no hizo entre la citación personal o tácita y la citación por carteles. Esta situación se torna mucho más grave si se toma en cuenta que la recurrida señala que, lo que quiso decir el legislador fue que esos veinte días rigen en caso de que “la citación sea hecha en forma personal o tácita... pero cuando se trata de carteles, es distinto. De acuerdo con ello si el apoderado de mi representada hubiese comparecido a estampar una diligencia, solicitando unas copias, por ejemplo, o pidiendo un cómputo , el lapso para contestar comenzaba de inmediato ya que se trata de una citación tácita, pero como compareció a darse por citado no de manera tácita sino en forma expresa, debía esperar que el lapso de quince días rindiera su jornada para que naciera la fase de contestación de la demanda, desde luego que “...cuando se trata de carteles es distinto”.” O sea, que la demandada podía quedar citada tácitamente y le principiaba su período para dar contestación a la demanda si realizaba cualquier tipo de diligencia que no fuese darse por citada pero, si expresamente se daba por citada, como la situación, según la recurrida es distinta, debía esperar el nacimiento del lapso de quince días para que pudiera nacer su fase de contestación”. Con esa errónea forma de interpretar el artículo 223 del Código de Procedimiento Civil, la recurrida subvierte el principio procesal por el cual la citación personal (in faciem) es principium et fundamentum iudice, sustituyéndola por el procedimiento de citación cartelaria, la cual, antepone a la citación personal. En efecto, el llamado universal que se realiza mediante el procedimiento de la citación cartelaria, es, precisamente, con la finalidad de que la parte demandada tenga conocimiento de que existe un juicio en su contra, y venga a defenderse. Eso significa que la citación cartelaria in eventum, es sustitutiva de la citación personal; de tal modo que, cuando el demandado se presenta personalmente a darse por citado, cesa inmediatamente el procedimiento cartelario y de acuerdo al principio de celeridad procesal, comienza a discurrir el lapso para la contestación de la demanda, de conformidad con el artículo 198 del Código de Procedimiento Civil. Sobre ese respecto, la Sala Constitucional de este Tribunal Supremo, el cuatro (4) de abril de 2000, con ponencia del Magistrado Dr. Iván Rincón Urdaneta, en el juicio de S.A. Rex, expediente No. 00-0278, sentencia No. 202, dejó establecido lo siguiente: “En este contexto, la citación expresa, también llamada por la doctrina “citación por medio de apoderado”, se realiza por voluntad del apoderado, que en suma es la voluntad del demandado. En estos casos, se exige que este último le haya conferido facultad expresa para darse por citado. Ahora bien, los representantes de la empresa demandada, sostuvieron que el tribunal de primera instancia incurrió en una abierta infracción de las formas procesales, violando flagrantemente las garantías constitucionales del debido proceso y el derecho a la defensa, por cuanto no dejó transcurrir íntegramente el término establecido en el artículo 223 del Código de Procedimiento Civil, para iniciar el cómputo de los días para contestar la demanda, más el término de la distancia conferido por el tribunal de la causa. Al respecto, debe señalarse que el propósito de la citación consiste en que el o los sujetos contra los cuales se ejerce la demanda se encuentren a derecho, y que estén en conocimiento que contra ellos existe un procedimiento instaurado ante un tribunal, al tiempo que disponen de un lapso señalado por la normativa procesal para ejercer su derecho a la defensa. Sus formalidades han venido flexibilizándose al punto que la citación puede suplirse, bien por la comparecencia de ambas partes al proceso, o la comparecencia del apoderado del demandado a darse por citado, sin necesidad de que la citación la practique el alguacil, o que las omisiones de las formas establecidas para su realización queden subsanadas por el acto de contestación a la demanda, al extremo que con la entrada en vigencia del Código de Procedimiento Civil (Sic) la figura de la citación presunta a que se ha hecho referencia, todo lo cual pone de relieve la intención del legislador de resaltar por encima de tanto formalismo, los principios de economía y celeridad procesales que deben prevaler en el juicio, con el propósito adicional de evitar prácticas maliciosas de actuar en el mismo, al evadir la citación, lo que genera dilaciones injustificadas en el proceso”. Pero ya la Sala Político Administrativa de la antigua Corte Suprema de Justicia, el tres (3) de junio de 1999, en el juicio de Inversiones Prosanven S.A. y otras empresas, contra la Gobernación del Estado Aragua, expediente No. 14.230, sentencia No. 658, señaló: “....Así, observa la Sala que aún cuando se han precisado menciones incorrectas en los carteles librados a los demandados y en el procedimiento de citación por carteles efectuado, que autorizarían en principio la reposición de la causa, surge de los autos que tal reposición devino en inútil a los fines de la corrección procesal requerida, por cuanto la actuación en autos de la apoderada judicial de Invialca, constituida por la consignación del escrito de fecha 21 de abril de 1998 configura inequívocamente lo prescrito en el artículo 216 del Código de Procedimiento Civil, el cual señala que debe entenderse citada la parte demandada para la contestación, sin más formalidad, cuando de autos resulta que la parte o su apoderado han realizado alguna diligencia en el proceso o han estado presentes en un acto del mismo, norma que persigue evitar que por cuestiones formales los juicios se paralicen o sean artificiosamente enervados en su desarrollo, y puedan avanzar en lo sustancial de lo que realmente se dirime. En consecuencia, a los fines de este proceso y con relación al co-demandado Instituto de vialidad y Transporte del Estado Aragua (Invialta), debe tenerse por citado a ese Instituto desde el 21 de abril de 1998, fecha en que realizó válidamente actuación en este juicio”. La Sala, para resolver observa: Por las razones expuestas y en atención a la doctrina precedentemente señalada, es procedente la presente denuncia, y por vía de consecuencia, se debe declarar con lugar el recurso de casación propuesto, decretar la nulidad del fallo recurrido y ordenar al Tribunal de reenvío dictar nueva decisión con arreglo a la doctrina establecida, tal como se ordena en forma expresa, positiva y precisa en el dispositivo de la presente decisión. Así se declara. DECISION En mérito de las precedentes consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara: CON LUGAR el recurso de casación interpuesto por la representación judicial de la sociedad mercantil MULTINACIONAL DE SEGUROS C.A., contra la sentencia proferida en fecha 09 de marzo de 1999 por el Juzgado Superior Primero en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas, y, en consecuencia, casa la sentencia recurrida, se declara nulo el fallo, y se ordena al tribunal de reenvío que corresponda dictar nueva decisión, acatando la doctrina establecida en la presente decisión. Publíquese y regístrese. Remítase el expediente al Juzgado Superior antes referido, todo de conformidad con lo establecido en el artículo 322 del Código de Procedimiento Civil. Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los quince ( 15 ) días del mes de noviembre de dos mil uno. Años: 191º de la Independencia y 142º de la Federación. Presidente de la Sala, ____________________________ ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ El Vicepresidente, ______________________ CARLOS OBERTO VÉLEZ Conjuez-Ponente, ____________________________ HÉCTOR E. PEÑARANDA VALBUENA La Secretaria, ________________________ ADRIANA PADILLA ALFONZO Exp. Nº:99-562 AA20-C-1999-000134