BULLYING INTRODUCCIÓN Vivimos en un mundo de mucha violencia, esta se está presentando en todos los niveles sociales, en todos los ámbitos y realmente se está viendo afectada la convivencia. El tema que se presenta es referente a la violencia escolar, más conocida como Bullying; este tema es algo real que se está muy presente y se pone en esta sociedad más en el ámbito educativo afectando a niños y adolescentes, que son victima día a día de constantes acosos ,agresiones y burlas ,tales como: cuatro ojos, tarada(o), cerdita(o) y entre otras cosas más, y esta agresiones son dadas por parte de sus compañeros y algunos decentes, que sin piedad alguna se empeñan con aquel que es más débil o diferente a ellos. La palabra que conocemos como bullying proviene del inglés “bull = toro” y agrupa un conjunto de conductas que incluyen desde la violencia física hacia un compañero, hasta la agresividad verbal, ya sea de forma directa como son los insultos o indirecta que es una manera más sutil, como difundir rumores falsos. Su carácter general, o factores, son los que minuciosamente ayudan a determinar si dicha situación se le puede llamar o no bullying. Desarrollo Se puede definir Bullying o acoso escolar como el acto de intimidación física y psicológica en un tiempo indeterminado por una cierta cantidad o grupo de adolescentes contra otro de menor debilidad. El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar. El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros. Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento hacia las personas sin limitación de edad. Se pueden considerar 3 puntos importantes al momento de detectar bullying: • Intención de provocar daño • Tener reiterativamente malas conductas en un periodo largo de tiempo • Desigualdad de fuerzas y poder entre un personaje fuerte y otro más débil, la víctima. Bullies (victimario): En diferentes estudios se señala como principal agresor a los varones (Olweus, 1998; Ortega, 1994). Otros estudios señalan a las mujeres, como protagonistas de estos actos ya que utilizarían más elementos psicológicos en sus intimidaciones de forma sutil y poco evidente. Olweus (1998) señala al agresor/a con temperamento agresivo e impulsivo y con deficiencias en las habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos. Le atribuye falta de empatía al sentir de la víctima y falta de sentimiento de culpabilidad, evidenciándose una falta de control de su ira, interpretando sus relaciones con los otros como fuente de conflicto y agresión hacia su propia persona. En este sentido son niños o jóvenes que están en cursos en donde son los mayores por haber repetido. Para Cerezo, (1997), su integración escolar, es mucho menor. Olweus (1998) reconoce dos perfiles de agresor/a: el/la activo/a que agrede personalmente, estableciendo relaciones directas con su víctima, y el/la socialindirecto/a que logra dirigir, a veces en la sombra, el comportamiento de sus seguidores a los que induce a actos de violencia y persecución de inocentes. Además de estos prototipos se identifica a otro grupo de personas que participa pero no actúa en la agresión, los cuales se denominan agresores pasivos (seguidores o secuaces del agresor/a). Víctimas: En cuanto a la víctima Mooij (1997) señala que rasgos frecuentes en ésta son que suelen ser sujetos fácilmente reconocidos como víctimas y ser menos apreciados. El papel de víctima se comparte igualmente entre ambos sexos aunque muchas investigaciones dicen que hay más varones implicados (Defensor del Pueblo, 1999), exceptuando las investigaciones realizadas en Japón en las que las intimidaciones se dirigen mayoritariamente al sexo femenino (Mombuso, 1994) o hay más mujeres entre las víctimas (Taki, 1992). Sin embargo, según Olweus, 1993) la agresividad intimidatoria entre mujeres se ha estudiado muy poco. Para Olweus (1993), hay ciertos signos visibles que el agresor/a elegiría para atacar a las víctimas y que separarían a las víctimas de otros estudiantes. Serían rasgos como los lentes, el color de la piel o el pelo y las dificultades en el habla, por ejemplo. Sin embargo, considera que los rasgos externos no pueden ser consideradas como causa directa de la agresión ni del estatus de la víctima. El/la agresor/a una vez elegida la víctima identificaría esos rasgos diferenciadores. Existen dos prototipos de víctimas: la activa o provocativa, que suele exhibir sus propios rasgos característicos, combinando un modelo de ansiedad y de reacción agresiva, la cual es utilizada por el agresor/a para excusar su propia conducta. La víctima provocativa suele actuar como agresor/a mostrándose violenta y desafiante. Suelen ser alumnos/as que tienen problemas de concentración y tienden a comportarse de forma tensionada. A veces suelen ser tildados/as de hiperactivos/as, y lo más habitual es que provoquen reacciones negativas en gran parte de sus compañeros/as. La víctima pasiva es la más común, son sujetos inseguros, que se muestran poco y que además sufren calladamente el ataque del agresor/a. Su comportamiento para el agresor/a, es un signo de su inseguridad y desprecio al no responder al ataque y al insulto. Es posible ver que la víctima posee una mayor actitud positiva hacia sus profesores que los agresores/as (Olweus, 1998). Según el informe del Defensor del Pueblo (1999), tanto los adultos como los jóvenes se comportan de forma agresiva después de observar un acto de agresión. En el caso del maltrato entre iguales se produce un contagio social que inhibe la ayuda e incluso fomenta la participación en los actos intimidatorios por parte de los compañeros que conocen el problema, aunque no sean los protagonistas de éste, lo que hace pensar que estos actos se producen bajo el conocimiento de un número importante de observadores, que en general son los/as compañeros/as y no los adultos del entorno de los escolares. En estos casos se ha demostrado que es el miedo a ser incluido dentro del círculo de victimización y convertirse también en blanco de agresiones lo que impide que los alumnos que sientan que deben hacer algo, no lo hagan. Todos los que sufren acoso escolar deben de recibir ayuda primero que tod por parte de sus maestros identificando el tipo de agresión y los motivos que se tienen para hacerlo, los victimarios muchas veces también sufren de acoso por parte de alumnos mas grandes o la mayoría de las veces en sus hogares, esto provoca una cadena interminable. CONCLUSION Los docentes deben de recibir mas capacitación de como evitar este tipo de agresiones escolares. Las recomendaciones a los adolescentes víctimas de acoso escolar, que “no callen”, que hablen; para que esto no le siga sucediendo además personas. Además cabe preguntarse si las escuelas secundarias están preparadas para abordar estos casos con una mínima garantía de éxito. Es por ello vemos interesante dotar a las escuelas secundarias, y en especial a los maestros, de un proyecto de intervención para cuando surja un caso de bullying en la escuela y puedan tener una buena intervención con éxito. Esperamos haber despertado a los futuros docentes en formación de los problemas que aquejan a los alumnos y más aún cuando es un fenómeno muy mencionado.