ADRIANA LIETZEL VILLA PLATA

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BULLYING
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo de mucha violencia, esta se está presentando en
todos los niveles sociales, en todos los ámbitos y realmente se está viendo
afectada la convivencia.
El tema que se presenta es referente a la violencia escolar, más conocida
como Bullying; este tema es algo real que se está muy presente y se pone en esta
sociedad más en el ámbito educativo afectando a niños y adolescentes, que son
victima día a día de constantes acosos ,agresiones y burlas ,tales como: cuatro
ojos, tarada(o), cerdita(o) y entre otras cosas más, y esta agresiones son dadas
por parte de sus compañeros y algunos decentes, que sin piedad alguna se
empeñan con aquel que es más débil o diferente a ellos.
La palabra que conocemos como bullying proviene del inglés “bull = toro” y
agrupa un conjunto de conductas que incluyen desde la violencia física hacia un
compañero, hasta la agresividad verbal, ya sea de forma directa como son los
insultos o indirecta que es una manera más sutil, como difundir rumores falsos. Su
carácter general, o factores, son los que minuciosamente ayudan a determinar si
dicha situación se le puede llamar o no bullying.
Desarrollo
Se puede definir Bullying o acoso escolar como el acto de intimidación
física y psicológica en un tiempo indeterminado por una cierta cantidad o grupo de
adolescentes contra otro de menor debilidad.
El acoso escolar es una forma característica y extrema de violencia escolar.
El acoso escolar es una especie de tortura, metódica y sistemática, en la
que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la
complicidad de otros compañeros.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza, por tanto, por una reiteración
encaminada a conseguir la intimidación de la víctima, implicando un abuso de
poder en tanto que es ejercida por un agresor más fuerte (ya sea esta fortaleza
real o percibida subjetivamente) que aquella. El sujeto maltratado queda, así,
expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como
consecuencia una serie de secuelas psicológicas (aunque estas no formen parte
del diagnóstico); es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir
a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana.
En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el
suicidio e incluso su materialización, consecuencias propias del hostigamiento
hacia las personas sin limitación de edad.
Se pueden considerar 3 puntos importantes al momento de detectar
bullying:
• Intención de provocar daño
• Tener reiterativamente malas conductas en un periodo largo de tiempo
• Desigualdad de fuerzas y poder entre un personaje fuerte y otro más
débil, la víctima.
Bullies (victimario): En diferentes estudios se señala como principal agresor
a los varones (Olweus, 1998; Ortega, 1994). Otros estudios señalan a las mujeres,
como protagonistas de estos actos ya que utilizarían más elementos psicológicos
en sus intimidaciones de forma sutil y poco evidente. Olweus (1998) señala al
agresor/a con temperamento agresivo e impulsivo y con deficiencias en las
habilidades sociales para comunicar y negociar sus deseos. Le atribuye falta de
empatía al sentir de la víctima y falta de sentimiento de culpabilidad,
evidenciándose una falta de control de su ira, interpretando sus relaciones con los
otros como fuente de conflicto y agresión hacia su propia persona. En este sentido
son niños o jóvenes que están en cursos en donde son los mayores por haber
repetido. Para Cerezo, (1997), su integración escolar, es mucho menor. Olweus
(1998)
reconoce
dos
perfiles
de
agresor/a:
el/la
activo/a
que
agrede
personalmente, estableciendo relaciones directas con su víctima, y el/la socialindirecto/a que logra dirigir, a veces en la sombra, el comportamiento de sus
seguidores a los que induce a actos de violencia y persecución de inocentes.
Además de estos prototipos se identifica a otro grupo de personas que participa
pero no actúa en la agresión, los cuales se denominan agresores pasivos
(seguidores o secuaces del agresor/a). Víctimas: En cuanto a la víctima Mooij
(1997) señala que rasgos frecuentes en ésta son que suelen ser sujetos fácilmente
reconocidos como víctimas y ser menos apreciados. El papel de víctima se
comparte igualmente entre ambos sexos aunque muchas investigaciones dicen
que hay más varones implicados (Defensor del Pueblo, 1999), exceptuando las
investigaciones realizadas en Japón en las que las intimidaciones se dirigen
mayoritariamente al sexo femenino (Mombuso, 1994) o hay más mujeres entre las
víctimas (Taki, 1992). Sin embargo, según Olweus, 1993) la agresividad
intimidatoria entre mujeres se ha estudiado muy poco. Para Olweus (1993), hay
ciertos signos visibles que el agresor/a elegiría para atacar a las víctimas y que
separarían a las víctimas de otros estudiantes. Serían rasgos como los lentes, el
color de la piel o el pelo y las dificultades en el habla, por ejemplo. Sin embargo,
considera que los rasgos externos no pueden ser consideradas como causa
directa de la agresión ni del estatus de la víctima. El/la agresor/a una vez elegida la
víctima identificaría esos rasgos diferenciadores. Existen dos prototipos de
víctimas: la activa o provocativa, que suele exhibir sus propios rasgos
característicos, combinando un modelo de ansiedad y de reacción agresiva, la
cual es utilizada por el agresor/a para excusar su propia conducta. La víctima
provocativa suele actuar como agresor/a mostrándose violenta y desafiante.
Suelen ser alumnos/as que tienen problemas de concentración y tienden a
comportarse
de
forma
tensionada.
A
veces
suelen
ser
tildados/as
de
hiperactivos/as, y lo más habitual es que provoquen reacciones negativas en gran
parte de sus compañeros/as. La víctima pasiva es la más común, son sujetos
inseguros, que se muestran poco y que además sufren calladamente el ataque del
agresor/a. Su comportamiento para el agresor/a, es un signo de su inseguridad y
desprecio al no responder al ataque y al insulto. Es posible ver que la víctima
posee una mayor actitud positiva hacia sus profesores que los agresores/as
(Olweus, 1998). Según el informe del Defensor del Pueblo (1999), tanto los adultos
como los jóvenes se comportan de forma agresiva después de observar un acto de
agresión. En el caso del maltrato entre iguales se produce un contagio social que
inhibe la ayuda e incluso fomenta la participación en los actos intimidatorios por
parte de los compañeros que conocen el problema, aunque no sean los
protagonistas de éste, lo que hace pensar que estos actos se producen bajo el
conocimiento de un número importante de observadores, que en general son
los/as compañeros/as y no los adultos del entorno de los escolares. En estos casos
se ha demostrado que es el miedo a ser incluido dentro del círculo de
victimización y convertirse también en blanco de agresiones lo que impide que los
alumnos que sientan que deben hacer algo, no lo hagan.
Todos los que sufren acoso escolar deben de recibir ayuda primero que tod
por parte de sus maestros identificando el tipo de agresión y los motivos que se
tienen para hacerlo, los victimarios muchas veces también sufren de acoso por
parte de alumnos mas grandes o la mayoría de las veces en sus hogares, esto
provoca una cadena interminable.
CONCLUSION
Los docentes deben de recibir mas capacitación de como evitar este tipo de
agresiones escolares.
Las recomendaciones a los adolescentes víctimas de acoso escolar, que
“no callen”, que hablen; para que esto no le siga sucediendo además personas.
Además cabe preguntarse si las escuelas secundarias están preparadas para
abordar estos casos con una mínima garantía de éxito. Es por ello vemos
interesante dotar a las escuelas secundarias, y en especial a los maestros, de un
proyecto de intervención para cuando surja un caso de bullying en la escuela y
puedan tener una buena intervención con éxito. Esperamos haber despertado a
los futuros docentes en formación de los problemas que aquejan a los alumnos y
más aún cuando es un fenómeno muy mencionado.
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