1 ACUERDO N° 70 mayo En la ciudad de Rosario, el día 10 de del año dos mil trece, reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la Cámara de Apelación de Circuito doctores Eduardo Jorge Pagnacco, Ricardo Netri y René Juan Galfré, para dictar sentencia en los caratulados “GIANTURCO SHAIRA MARA C/ COLMEGNA DANIEL GUSTAVO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte.N°184/12 (Expte.N°1047/09 del Juzg. de Primera Inst. de Circ.2a. Nominación).Se resolvió someter a sorteo el estudio de la causa, resultando el siguiente orden: doctores Eduardo Jorge Pagnacco, René Juan Galfré y Ricardo Netri.Hecho el estudio de la causa, se resuelve plantear las siguientes cuestiones: 1º) ES NULA LA SENTENCIA RECURRIDA ? 2º) EN SU CASO, ES JUSTA ? 3º) QUE PRONUNCIAMIENTO CORRESPONDE DICTAR ? A la primera cuestión, el doctor Pagnacco dijo: Mediante la sentencia N° 726/12 (fs. 133/140), a cuya relación de la causa me remito por razones de brevedad, se rechaza la demanda entablada con costas a cargo de la actora y se hace lugar a la reconvención de fs. 41 vta. y su ampliación de fs. 93, condenando a Shaira Mara Gianturco a abonar a la reconviniente las sumas reclamadas en ellas, con más un interés equivalente a la tasa activa promedio mensual sumada que publica el Nuevo Banco de Santa Fe S.A. desde la mora y hasta el efectivo pago y las costas. Contra dicho pronunciamiento se alza la actora-reconvenida interponiendo los recursos de nulidad y apelación (fs. 142), los que fueron concedidos a fs. 143. 2 Elevados los autos a esta Instancia, la apelante expresó agravios a fs. 149/153 los que fueron contestados por la apelada a fs. 156/162. Encontrándose consentida la providencia que llamó los autos para dictar sentencia (fs. 166 vta. y 167), quedan los presentes en estado de definitiva. El recurso de nulidad deducido no ha sido sustentado en esta instancia por la recurrente y tampoco resulta de lo actuado que se hayan violado u omitido las formalidades prescriptas por la ley de rito con carácter sustancial y que podrían autorizar su declaración oficiosa, por lo que corresponde la desestimación de éste recurso. Así voto.A la misma cuestión, los doctores Galfré y Netri dijeron: De acuerdo con lo expuesto por el Vocal preopinante, votamos en igual sentido.A la segunda cuestión, el doctor Pagnacco dijo: 1.- Se agravia la recurrente de que la sentencia alzada omite considerar a todo evento que el demandado no cumplió en tiempo y forma con la obligación asumida en el anexo del contrato de locación suscripto el 30 de abril de 2009 y constituida adecuadamente en mora antes de la promoción de la demanda. Señala que tal incumplimiento ha sido expresamente reconocido por el demandado en el conteste y que corría por cuenta del mismo acreditar que a la fecha de promoción de la demanda no se le había permitido efectuar las reparaciones. Asimismo el incumplimiento surge de la constatación de fs. 51 y ha sido reconocido en las sucesivas audiencias de conciliación. Se agravia también la recurrente de que el A-quo le atribuya la carga de probar que el termotanque no funcionaba y afirme que “no lo hizo” siendo que existió un reconocimiento expreso, además se agravia de la afirmación de que la 3 obligación asumida respecto del termotanque “se halla perfectamente satisfecha” y de que le atribuya la culpa del incumplimiento. Se agravia igualmente de que la sentencia en crisis otorgue fuerza de confesión ficta a la audiencia fijada para el día 21 de marzo de 2011, siendo que la misma no fue notificada en el domicilio real de la parte actora conforme lo estatuye el art. 162 del C.P.C.C. Aún en la hipótesis que fuera correcta la notificación en virtud de la cual pretende otorgarse fuerza de confesión al pliego de fs. 91, la posición segunda cuya supuesta confesión sustenta lo fallado en autos, no implica per se que la actora tuviera la culpa de que el demandado no efectuara los trabajos. Tal posición afirma: “Para que jure como es cierto que Ud. en reiteradas oportunidades, no permitió el ingreso al departamento, ni de Colmegna ni de los electricistas y/o profesionales que se presentaban a realizar las verificaciones o reparaciones por Ud. solicitadas”. No dice “que nunca permitió efectuar las reparaciones”, ni refiere a las supuestas oportunidades en que no se permitió el acceso al departamento, o si fue antes de la firma del convenio anexo al contrato o inclusive con posterioridad a la promoción de la demanda. No afirma “que Colmegna, el demandado, no pudo efectuar las reparaciones porque la actora no le permitió nunca el ingreso”. Es decir, se otorga a la posición segunda un alcance mayor al que realmente tiene. Respecto de la posición sexta, señala que no quita ni pone nada ya que estando convenidos los trabajos no resultaba necesario que Colmegna ingresara al inmueble, lo que tenía que hacer el demandado era mandar personal idóneo y matriculado para el cumplimiento de lo acordado. Afirma que el demandado no solo no acreditó que intentó realizar las reparaciones y verificaciones comprometidas y que el acreedor no aceptó el cumplimiento de la obligación, sino que había sido intimado en fecha 19 de junio 4 de 2009 (fs. 36) y no asistió a la convocatoria, ya que nadie concurrió el día propuesto. Por lo expuesto se agravia de que el A-quo haya rechazado la indemnización dineraria pretendida por la actora, no obstante estar acreditado el incumplimiento del demandado a los compromisos asumidos y los inconvenientes ocasionados por los desperfectos y la imposibilidad del adecuado uso de sectores fundamentales del inmueble locado. Con relación a la reconvención se agravia de que el A-quo haga lugar a la misma sin abordar la falta de identidad subjetiva planteada y admitiendo un escalonamiento de canon locativo prohibido, en franca violación a lo dispuesto por la ley 23928, la resolución del MEOySP de la Nación y por el art. 1507 del Cód.Civil. En cuanto a la excepción de incumplimiento opuesta por su parte, se agravia de que la sentencia considere que no hubo incumplimiento de la parte demandada. Concluye postulando la admisión del presente recurso y la consiguiente revocación de la sentencia alzada, haciendo lugar a la demanda instaurada y rechazando la reconvención. En su contestación a tales agravios el apelado afirma que, contrariamente a lo afirmado por la apelante, su parte cumplió en tiempo (mediados de mayo de 2009) y forma con la obligación asumida de reemplazo y colocación del termotanque, según surge de los propios dichos de la actora a fs. 15 y de la testimonial del Sr. Víctor Di Pascuale a fs. 92 donde afirma que realizó la instalación del termotanque al que dejó en perfecto estado de funcionamiento. Expresa que la parte actora no acreditó que el termotanque no funcionaba, ni los daños existentes en el departamento ya que si bien ofreció la pericial de un perito 5 arquitecto no impulsó su producción y no se acreditaron en autos los daños reclamados. Además relata que intimó a la actora a fijar día y hora para efectuar las constataciones y reparaciones, cosa que nunca cumplió ya que no permitió su ingreso al profesional enviado por él (fs. 37) según lo reconoce la propia actora a fs. 15 de su escrito de demanda. Señala que fue necesario llegar ante S.S. para que la parte actora dejara a los profesionales y al demandado efectuar las constataciones pertinentes, lo que muestra la conducta renuente de la misma y su mala fe contractual. Dice que el testigo David O. Arfati a fs. 120 declara que remplazó un toma corriente en el baño, que estaba muy bajo se levantó unos 30 o 40 cm. Era el toma de alimentación del termotanque y se colocó un disyuntor para mayor seguridad y una llave térmica. Esos trabajos -dice el apelado- se realizaron para mayor seguridad de la locataria, no porque el termotanque no funcionara. Con relación al segundo agravio expresa y desarrolla las razones por la cual considera que la audiencia de absolución de posiciones se encuentra debidamente notificada, tanto a la absolvente como a su apoderado y que, no obstante, ninguno de ellos concurrió al acto; por lo que la confesión ficta tienen plena validez, tal como lo ha señalado el Juez de grado. En cuanto al tercero de dichos agravios, esto es el alcance que otorga a la posición segunda, considera que debe analizarse con las demás probanzas de autos, tales como el propio reconocimiento de la actora en su demanda (fs. 15) de que no le permitió el acceso a una persona enviada por su parte porque manifestó no tener título habilitante, la carta documento de fecha 13/07/09 de fs. 57, y su escrito de fs. 61. Respecto de la posición sexta advierte que era necesario que el demandado concurriese al departamento a fin de poder verificar que tipo de reparaciones había que realizar en el mismo ya que no sólo contrajo una obligación en tal sentido sino que estaba facultado por contrato a 6 hacerlo. En relación al cuarto agravio indica que la actora no ha probado en autos el incumplimiento de su parte por las razones antes expuestas y respecto de las obligaciones que quedaron pendientes solo puede atribuírsele retraso el que, a su vez, resulta imputable a la actora por una actitud especulativa. Con relación a la reconvención, expresa que nunca se trabó con el fiador y que la sentencia alzada no lo condena al Sr. Bertola, por lo que no ha causado a la recurrente perjuicio alguno. Respecto del fondeo de la misma señala que la actora fue colocada en mora mediante la carta documento de fs. 34 que acordó el plazo de 10 días para abonar el canon locativo del mes de junio de 2009, con más sus intereses pactados por mora en la cláusula segunda y, recién en fecha 7/ 7/09 ésta realizó un depósito por $ 1.600 (fs. 17) que no cumple los requisitos para que la consignación sea válida, ya que es extemporánea y de pago parcial; luego, retuvo cánones locativos en forma indebida, sin haber acreditado los daños que invocaba, ni el incumplimiento de la parte demandada. La misma actora reconoció que dejó de abonar el canon locativo supeditando el mismo al cumplimiento del contrato y anexo (fs. 102), es decir hizo un uso abusivo de su derecho dentro del marco de una relación contractual locativa ya que no podía legalmente retener el total del pago de los alquileres mensuales alegando supuestas deficiencias o incumplimientos de la locadora. Concluye postulando el rechazo del recurso planteado por la actora y la confirmación de la sentencia alzada, con costas. 2.- Entrando en la consideración de lo que es materia del recurso y reseñando el thema decidendum, la actora demanda por daños y perjuicios derivados del incumplimiento por el demandado de las obligaciones contraídas en el anexo del contrato de locación de fs. 8/9, y éste en su responde, reconoce que 7 “no pudo cumplirse con lo plasmado en el anexo del contrato, pero no por culpa a mi mandante, sino por culpa exclusiva de la actora, que en reiteradas oportunidades en que se presentaban los profesionales contratados por el locador, no los dejaba pasar al departamento con distintas excusas, entre ellas que no contaban con título habilitante, que no tenían credenciales, que los horarios en los que se presentaban a hacer las reparaciones, la actora no se encontraba en el inmueble por razones de trabajo, etc”. Así las cosas, y no estando controvertida la existencia del contrato fuente de las obligaciones por cuyo incumplimiento se reclama, estaba a cargo del actor la prueba del cabal cumplimiento de lo estipulado (hecho extintivo) o, en su defecto, de los factores impeditivos de imputabilidad en la mora que invoca, esto es, la falta de cooperación de la locataria para que pudiera cumplir con sus obligaciones. Como se viera, respecto de este tópico la actora se agravia que la sentencia en crisis otorgue fuerza de confesión ficta a la emergente de la audiencia fijada para el día 21 de marzo de 2011, por considerar que esta no fue notificada en el domicilio real. Al respecto, desde ya anticipo que, desde el punto de vista procesal, la audiencia de absolución de posiciones de la actora se encuentra debidamente notificada, dado que el art. 40 del C.P.C.C. dispone que: “En su primera presentación, las partes deberán denunciar su domicilio real. Si no lo hicieren o no denunciaren su cambio, las resoluciones que deban notificarse en el domicilio real se notificarán en el domicilio legal...”. En la especie, la audiencia de absolución de posiciones fijada para el día 21 de marzo de 2011 fue notificada por cédula, tanto a la absolvente en el domicilio real denunciado y vigente (fs. 89), como a su apoderado en el domicilio 8 legal (fs. 84), en fecha 17 de febrero de 2011. Con posterioridad a dichas notificaciones, el apoderado de la actora en fecha 14 de marzo de 2011 denuncia un nuevo domicilio real de la actora (fs. 86), pero a esa fecha la audiencia ya se encontraba debidamente notificada. El hecho de que al momento de la notificación el domicilio real vigente no subsistiera, no invalida la notificación de la audiencia, puesto que aún en tal caso, la notificación en el domicilio legal hizo sus veces, conforme la norma pretranscripta, y -además- el apoderado de la actora tuvo tiempo más que suficiente para comprometer la asistencia de su representada a la misma. También -como se viera- agravia a la recurrente el alcance otorgado a dicha confesión, puesto que, la posición segunda del pliego de fs. 91 refiere a que “ en reiteradas oportunidades no permitió el ingreso al departamento, ni de Colmegna ni de los electricistas y/o profesionales que se presentaban...” y no a que “nunca permitió efectuar las reparaciones” o que “Colmegna, el demandado no pudo efectuar las reparaciones porque la actora no le permitió nunca el ingreso”; y, en cuanto, a la posición sexta que sí afirma que “nunca permitió el ingreso del propietario, a los fines de constatar las reparaciones por Ud. requeridas”, señala que “estando convenidos los trabajos no resultaba necesario que Colmegna ingresara al inmueble, lo que tenía que hacer el demandado era mandar el personal idóneo y matriculado para el cumplimiento de lo acordado”. Al respecto, es dable considerar que resulta desatinado pretender que las reparaciones que debían realizarse por cuenta y bajo la responsabilidad del locador no pudieran ser constatadas personalmente por éste -ingresando al inmueble-, puesto que si debía contratar con los operarios debía también interiorizarse del alcance que estos darían a las reparaciones, magnitud de las mismas, procedimientos y materiales a emplear a tal fin. Por otra parte la 9 confesión ficta de que en reiteradas oportunidades no permitió el ingreso de los profesionales que se presentaban, implica una ausencia de colaboración del acreedor para la satisfacción del pago, puesto que si de por si por lo general resulta dificultoso conseguir la presta concurrencia de operarios -dado que estos también tienen sus tiempos- mucho más lo es si reiteradamente se les impide el ingreso para presupuestar y/o efectuar sus trabajos. Por otra parte, tal falta de colaboración por parte de la acreedora encuentra corroboración en su propio reconocimiento en la demanda (fs. 15), del intercambio epistolar y de las vicisitudes procesales que fueron necesarias para que el demandado pudiera -aunque tardíamente- cumplir finalmente con lo prometido. Al respecto, el art. 509 in fine del Código Civil dispone que “Para eximirse de las responsabilidades derivadas de la mora, el deudor debe probar que no le es imputable” y jurisprudencialmente, en forma reiterada, se ha resuelto que “La ausencia de cooperación del acreedor para la satisfacción del pago, es factor impeditivo de la mora del deudor” (E.D. 49-4511; E.D. 51-694; E.D. 53-510; J.A. 21-1974-241; J.A. 22-1974-254; LL.98-536; J.A. 1966-IV-56; etc.). Ergo, habiéndose acreditado en autos la falta de colaboración de la locataria en el tempestivo cumplimiento de las obligaciones contraídas por el locador, éste no ha incurrido en mora y, consecuentemente con ello no resulta procedente la indemnización dineraria pretendida por aquella. Pasando a la reconvención, y principiando con el agravio relativo a la falta de identidad subjetiva en que se habría incurrido al plantear la reconvención contra la actora (locataria) y el fiador Sr. Bertola, asiste razón al apelado en punto a que la litis no se trabó respecto del referido Sr. Bertola y, por ende, tampoco fue incluido en la condena, y por tanto no hay ni perjuicio, ni interés que sustente un agravio del recurrente sobre el tópico. 10 Tampoco, en mi criterio, debe prosperar la queja referida a la admisión del escalonamiento en el precio de la locación que se estableciera en la cláusula decimoséptima del contrato. Si bien el tema en su momento dio lugar a discrepancias, en la actualidad la doctrina y la jurisprudencia mayoritarias concluyen que las cláusulas de escalonamiento de precios en la locación en principio no son ilícitas, es decir, en tanto y en cuanto ella no permita vislumbrar que se trata de un subterfugio para lograr la desocupación anticipada del locatario creando una imposibilidad de pago, violando de tal modo los plazos mínimos legales. De cualquier modo el tópico merece un análisis más detallado. El art. 1507 del Cód. Civil -luego de la modificación introducida por la ley 11.156- fijó plazos mínimos para las locaciones urbanas y estableció que durante los mismos no podrían alterarse los precios ni las condiciones del contrato. Las discrepancias jurisprudenciales suscitadas entre las diferentes salas de la Capital Federal, respecto de la problemática que se derivaba de alquileres escalonados fijados por las partes al momento de la suscripción del contrato, desembocó en el plenario “Rovelo, Pacífico c/ Férnandez, Lorenzo y Otro” (J.A. Serie Contemporánea 11-1971-264). En dicho plenario se estableció que “En principio no debe declararse que carecen de validez las cláusulas del contrato que establecen anticipadamente alquileres escalonados para regir durante el plazo del C.C. art. 1507”, puesto que dicha norma solo tiene la finalidad de asegurar al inquilino su permanencia en la cosa locada durante el plazo mínimo legal, además -en tales casos- no se está en presencia de una alteración de los precios convenidos y se trata de precios preestablecidos, determinados y ciertos. 11 La irrupción del fenómeno hiperinflacionario en nuestro país desembocó en la admisión de un sistema que establecía una permanente modificación del alquiler conforme los índices que suministraba el INDEC, sistema que se concretó legislativamente en el art. 3° de la ley 23.091 que dispuso que “ Para el ajuste del valor de los alquileres, deberán utilizarse exclusivamente los índices oficiales que publiquen los Institutos de Estadísticas y Censos de la Nación y de las Provincias. No obstante, serán válidas las cláusulas de ajuste relacionadas al valor mercadería del ramo de explotación desarrollado por el locatario del inmueble arrendado”. Dicha norma sí afectó -en mi criterio- los caracteres propios del precio de la locación puesto que su determinación (art. 1493 1° parte del Cod. Civil) pasó a depender de factores ajenos a las partes y, por consiguiente dejó de tener la certeza que exige art. 1323 del mismo Código; y, en la práctica, resultó violatoria del plazo mínimo legal, puesto que en muchos casos el locatario al ir a pagar el alquiler se encontraba con que, por virtud de la indexación mensual del precio, se encontraba en la imposibilidad de pagar el canon locativo e incurría en falta de pago. La ley 23.928 llamada de Convertibilidad pretendió poner fin a las consecuencias disvaliosas o negativas que producía el sistema indexatorio generalizado en forma asimétrica y que desembocó en una hiperinflación y, así, en su art. 7° dispuso: “El deudor de una obligación de dar una suma determinada de australes, cumple su obligación dando el día de su vencimiento la cantidad nominalmente expresada. En ningún caso se admitirá la actualización monetaria, indexación por precios, variación de costos o repotenciación de deudas, cualquiera fuere su causa, haya o no mora del deudor...”. Y por su art. 10° se derogaron “todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan 12 la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de deudas...”. Como consecuencia de ello quedaron derogadas las normas de la ley 23.091 que autorizaban las cláusulas indexatorias del precio locativo, pero nada nuevo se estableció legalmente respecto de la cuestión de los alquileres escalonados establecidos contractualmente ab initio, que como viéramos ya se encontraba zanjada desde vieja data. Sin embargo, casi tres años después de la entrada en vigencia de la ley 23.928, el Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación dictó la resolución N° 144/93 (B.O.11/2/93) con la finalidad de interpretar el alcance de dicha ley, cuyo art. 2° decía: “Interprétase a partir de la fecha de la presente resolución, que la fijación de alquileres o arrendamientos diferentes para los distintos meses o períodos de un mismo contrato constituyen repotenciación de la duda por alquileres, prohibida por el art. 10 de la ley 23.928. Se considera que el monto del alquiler válido aplicable durante el plazo mínimo de orden público del contrato establecido por el art. 2° de la ley 23.091, es el correspondiente al acordado para el primer período de vigencia”. O sea que mediante dicha resolución se pretende que durante los plazos mínimos (2 años para vivienda y 3 para otros destinos) el alquiler no puede ser variado, no obstante la interpretación que imperaba antes de la entrada en vigencia de dicha ley. Dicha resolución -dicen Bellucio y Zanoni- “...adolece del vicio de inconstitucionalidad, ya que no se comprende como es posible que la interpretación de la ley, diferida a los jueces y en todo caso a otras leyes de igual jerarquía que son las llamadas “aclaratorias”, la pretendan asumir organismos dependientes del Poder Ejecutivo” (“Código Civil y Leyes Complementarias. Comentado, Anotado y Concordado”, Edit. Astrea, Bs. As. 1998, Tomo 7, pag. 210). En igual sentido se pronuncia caracterizada doctrina (Abatti-Ival Rocca h., 13 “Locaciones y Procesos de Desalojo-Teoria y Práctica”, Edit. Abacacia. Bs. As. 2010, pag.141; Salgado,Alí Joaquín “Locación, Comodato y Desalojo”, Edit. La Rocca, Bs. As. 1997, pag. 55; Zago, Jorge Alberto “El precio de la Locación Urbana: la Incidencia de la Ley 23.928 y la Resolución 144 del Ministerio de Economía” en J.A. 1993-IV-772; etc.). Es interesante la acotación que agrega Salgado respecto de la legitimidad de dicha resolución. Se dice en la misma: “Interprétase a partir de la fecha de la presente resolución...” (5/2/93) y, al respecto, dice el mencionado autor: “Es sabido que la vigencia de las normas interpretativas sigue la vigencia temporal de la norma que es objeto de aclaración. Tan es así, que se ha constituido en una excepción a la regla de la irretroactividad de las leyes. Luego, esta interpretación para el futuro sugiere la existencia de una norma que antes no existía. Entonces la propia norma interpretativa deja lugar a la siguiente comprensión: la ley de convertibilidad se deberá interpretar desde entonces del modo que marca la resolución, pero antes se permite una interpretación distinta. Quiere decir que esta dualidad hubiese requerido el dictado de una ley de igual calidad que la ley de convertibilidad”; y, en cita al pié, apoya su apreciación en Araruz Castex, Manuel “Derecho Civil. Parte General” t, I, N° 219, quien dice que “La única interpretación que se puede hacer es la del mismo órgano que dictó la ley. No la puede hacer el Poder Ejecutivo en ejercicio de su función reglamentaria” y en Betti y Carnelutti (ob. cit. pág. 56). En realidad tales apoyos doctrinarios son sólo enunciativos, puesto que el tópico es totalmente pacífico en doctrina. Por tal razón, la jurisprudencia no sólo así lo ha declarado (vgr. E.D.169-132) sino que soslayando su tenor y desconociendo eficacia normativa a dicha resolución ministerial, en la actualidad, mayoritariamente admite la validez de las cláusulas que establecen escalonamientos en el precio, siempre que las 14 mismas no fueren abusivas (vgr. caso L.L. 1998-F-181) o constituyan subterfugios para soslayar los plazos mínimos establecidos por el art. 2° de la ley 23.091. Al respecto, no puede ignorarse tampoco que la fijación de distintos precios -ciertos y determinados ab initio- para regir en distintos períodos locativos puede obedecer a los más diversos motivos, tales como la contemplación de que un negocio recién instalado y sin clientela tiene una menor capacidad de pago, que el inmueble locado requiere de una adaptación inicial a los fines del destino locativo, las expectativas comerciales del inmueble al momento de la locación son inminentemente cambiables porque vgr. se está por inaugurar un hospital en las inmediaciones, etc. Pero, el escalonamiento del precio aún con expectativas inflacionarias razonables, también favorece al locatario que paga un menor canon locativo inicial, puesto que -de lo contrario- el locador podría ponerse a cubierto de tales expectativas estableciendo ab initio un precio mayor por todo el plazo mínimo contractual -y la generalización de tal actitud redundaría en un sensible aumento de los precios locativos de plaza-. Sintéticamente reseñaré la línea jurisprudencial a la que antes hacía referencia y que, personalmente, comparto plenamente. “La prohibición de modificar el precio en el plazo mínimo legal no es violada mediante el pacto de alquileres escalonados puesto que no se altera la estabilidad del locatario, que es la finalidad legal, salvo el caso en que la estipulación de un alquiler progresivo -de ritmo y/o valores exagerados- sea un subterfugio para apartarse de ese plazo mínimo legal y lograr la desocupación anticipada del inmueble por falta de pago” (L. L. 1997-A-363 (39.242-S); J.A. 1996-II-413; L.L 1998-D-851; E.D. 169-132; E.D.169-587; etc.). La circunstancia de que la ley de convertibilidad haya prohibido la 15 indexación no impide el establecimiento de valores escalonados en los contratos de locación, ya que los mismos no son cláusulas de ajuste” (L.L. 1997-C-58; L.L. 1997-D-839 (39.649-S); E.D. 189-230; LL. 1997-B-803 (39.392-S); J.A. 1996-III299; L.L. 1999-F-92; L.L.B.A. 2003-761; D.J. 1995-2-1074; etc). “...al prohibirse la indexación en materia de contratos de locación, queda anulada la común práctica de fijar ajustes al valor locativo mediante la aplicación de algunos índices oficialmente admitidos. Ello no obsta, sin embargo, al establecimiento de valores escalonados, que era la práctica de nuestro mercado locativo, en épocas en que la inflación no existía o estaba dentro de ciertos límites normales o previsibles. La jurisprudencia, -incluso plenaria- había admitido la variación del alquiler pactado inicialmente en los contratos, no obstante que el art. 1507 del cód. Civil -según ley 11.156- hoy reemplazado por los plazos míninos fijados por la ley 23.091, determinaba que durante ese lapso no podrían alterarse “los precios ni las condiciones del arriendo”. Mucho más aún después de la vigencia de la ley 23.091, que no mantuvo la restricción (Gastaldi, José María y Miguel, Jorge, “Cuestiones interpretativas en torno a la ley 23.828” en E.D. 146-759, punto X...” (E.D. 169-133). Ello aclarado, y pasando al análisis del caso de autos, en primer lugar, cabe señalar que la demandada en ningún momento sustentó su planteo en la violación encubierta del plazo mínimo legal, ni adujo que el escalonamiento estipulado resultase abusivo o constituyese una cláusula de ajuste y, además, no resultaría atinado calificar de abusivo al escalonamiento contractual anual de $ 800 -el primer año- y $ 950 el segundo, según surge de las cláusulas segunda y décimo séptima del contrato (fs. 4/6). Voto pues por la afirmativa. A la misma cuestión, el doctor Galfré dijo: 16 Impuesto del contenido del voto del Señor Vocal preopinante doctor Pagnacco, dejo expresamente puesto de resalto que comparto los considerandos y el plexo resolutivo propuesto por el mismo en todos los temas sometidos a análisis, excepto en el acápite referido al “escalonamiento en el precio de la locación”, que también vino en controversia a esta Alzada.En relación a este ítem -escalonamiento en el precio de la locación-, no comparto los considerandos y la propuesta resolutiva de mi colega de Cámara, por las razones que seguidamente paso a exponer: Para explicitar adecuadamente el estado actual de la legislación imperante en materia de contratación locativa de cosas, y, especialmente, en el aspecto referido al precio de tales locaciones (urbanas, no urbanas, y de destinos diversos), deviene necesario enumerar los diversos estados legislativos, vigentes a lo largo del tiempo, hasta llegar a la época actual, habida cuenta que, en esta materia campea por doquier la profusión de normas de “orden público”.Así tenemos: 1°) El Código Civil, cuyo cuerpo normativo (arts. 1493 a 1622) constituye la columna vertebral del Contrato de Locación de Cosas en cualquier ámbito del país, define a dicho contrato de la siguiente forma: “Habrá locación, cuando dos partes se obliguen recíprocamente, la una a conceder el uso o goce de una cosa,...; y la otra a pagar por este uso, goce,...un precio determinado en dinero” (art. 1493).Por otra parte, el artículo 1507 del referido Código de fondo -que no se encuentra derogado, sino acotado en algunos aspectos respecto a las locaciones urbanas-, reza: “En la locación de casas, departamentos o piezas destinadas a la habitación, comercio o industria, …, se entenderá que el locatario tiene opción para considerarlo realizado por los términos que a continuación se 17 establecen, a pesar de cualquier declaración o convenio que lo limite, sin que durante los mismos puedan alterarse los precios ni las condiciones del arriendo...”.2°) A partir de la sanción y promulgación de la Ley N° 23.091 (publicada en el B.O. el 16/10/84), se acotó la aplicación del referido art. 1507 del Código Civil para las “locaciones urbanas” destinadas a vivienda y a los restantes destinos, afectando esencialmente dos aspectos de dicho contrato: a) Plazo mínimo; b) precio.En este último elemento contractual (precio), se dispuso en el art. 3° de dicha normativa especial, que: “Para el ajuste del valor de los alquileres, deberán utilizarse exclusivamente los índices oficiales que publiquen los institutos de estadísticas y censos de la Nación y de las provincias. No obstante, serán válidas las cláusulas de ajuste relacionadas al valor-mercadería del ramo de explotación desarrollado por el locatario en el inmueble arrendado”.A partir de allí, si bien ya el precio no permanecía inmutable hasta la finalización del plazo locativo, los “reajustes” permitidos, lo eran por imperio legislativo (existía un Poder Legislativo funcionando constitucionalmente), y las pautas de ajuste surgían de índices oficiales -fijados por órganos oficiales-, y sobre actividades determinadas legalmente (verbigracia: salarios del peón industrial, precios al consumidor, precios mayoristas no agropecuarios, precios de la construcción, etc.), o bien sobre el valor de la mercadería del ramo de explotación del locatario (Ej.: si era una panadería, se tomaba el precio del kilogramo de pan francés, etc.).Pero, si bien había un menú de índices establecidos, dentro de los cuales los contratantes podían optar, en modo alguno quedaba sometido al libre albedrío -en especial del locador- adoptar cualquier otro parámetro de reajuste, o 18 modificar los índices oficiales.De tal modo, no se admitía apartamientos de tales índices, que pudieren conducir a fijar pautas disparatadas que conviertan al locador en un “cazador” del locatario, convertido en “presa”.3°) Operada la crisis hiperinflacionaria, se arriba al año 1991, en que se sanciona y promulga la Ley N° 23.928 (publicada en el B.O. El 28/03/91) -en el marco de un Gobierno constitucional-.En el art. 10 del referido plexo legislativo, se dispone: “Deróganse, con efecto a partir del 1° del mes de abril de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional...como cláusula de ajuste en las sumas...que corresponda pagar...”.4°) Conforme a las facultades otorgadas al Poder Ejecutivo Nacional, por el entonces artículo 86 inc. 2 de la Constitución Nacional (hoy art. 99 inc. 2 de la Ley Fundamental), “El presidente de la Nación tiene las siguientes facultades:...2. Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias...”.En uso de tales atribuciones, el Poder Ejecutivo Nacional promulgó el Decreto N° 529/1991 (publicado en el B.O. el día 28/03/91), en virtud del cual reglamenta la Ley N° 23.928.Habida cuenta de que la aludida ley, está enderezada a legislar 19 aspecto económico-financieros de la Nación, el Poder Ejecutivo Nacional, en el art. 10 del Decreto Reglamentario N° 529/1991, encomendó a su Ministerio de Economía dictar “...las normas que resulten necesarias a los efectos de interpretar y aplicar el presente decreto”.En tal cometido, el Ministerio de Economía -parte integrante el Poder Ejecutivo Nacional-, dictó la Resolución 144 el día 05/02/93 (publicada en el B.O. el día 11/02/93), destinada específicamente a reglamentar los alcances de la Ley de Convertibilidad N° 23.928, en relación a los “contratos de locación de inmuebles”.Por el art. 2° de dicha Resolución, se dispone: “Interprétase a partir de la fecha de la presente resolución, que la fijación de alquileres o arrendamientos diferentes para los distintos meses o períodos de un mismo contrato constituyen repotenciación de la deuda por alquileres, prohibida por el art. 10 de la ley 23.928. Se considera que el monto del alquiler válido aplicable durante el plazo mínimo de orden público del contrato establecido por el art. 2° de la ley 23.091, es el correspondiente al acordado para el primer mes o período de vigencia”.Cabe entender que la postura sustentada por la doctrina y la jurisprudencia que pretende dar admisión al escalonamiento de precios arrendaticios de un contrato locativo, en orden a cuestionar el término “interprétase” con que se encabeza el referido artículo, alegando que la “interpretación de las normas” es resorte exclusivo de los Magistrados, encierra un marcado pragmatismo idiomático, habida cuenta de que el aludido término -impreso en la norma- “debe” ser entendido como “instrucciones”, tal cual lo prescribe el ya referenciado art. 99 inc. 2 de la Constitución Nacional, al fijar las atribuciones del Poder Ejecutivo Nacional -quien lo hace por la vía de su Ministerio 20 de Economía-.5°) Devenida la emergencia económica, se sancionó y promulgó la Ley N° 25.561 (publicada en el B.O. el día 07/01/2002), la cual “modificó” el art. 10 de la Ley N° 23.928, dejándolo redactado de la siguiente forma: “Mantiénense derogadas, con efecto a partir del 1° de abril de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional, inclusive convenios colectivos de trabajo- de fecha anterior, como causa de ajuste en las sumas de pesos que corresponde pagar”.Ergo, la prohibición de cualquier forma de ajuste del precio, se conserva incólume por traslado del texto normativo del art.10 de la Ley N° 23.928 al art. 4 de la Ley N° 25.561.Por su parte, ninguna normativa posterior ha derogado la Resolución 144 que -como ya se vio- es una parte reglamentaria especial de dicha prohibición aplicada a los contratos de locación de inmuebles; prohibición ésta que, al mantenerse vigente por sucesión legislativa, prolonga en el tiempo las “instrucciones” que clarifican la misma, dadas por el art. 2° de la referida Resolución 144.Tampoco pueden admitirse como serias las posturas doctrinarias que se afirman en considerar derogada la Resolución 144 dictada bajo el imperio de la Ley N° 23.928, cuando aseveran que ésta fue “derogada” por otra ley.La afirmación “derogada” no es tal, habida cuenta que la “Ley de 21 Emergencia pública y reforma del régimen cambiario” -tal su nombre técnico- N° 25.561/02, no derogó íntegramente a la primera, sino que mantuvo varios artículos de la misma -entre ellos el art. 10-, al que sólo “purífico” su texto de expresiones ya obsoletas, pero mantuvo la integridad textual de su contenido, como ya se transcribiera.Por si ello no fuere suficiente, la Ley N° 25.561 “no derogó” el art. 13 de la Ley N° 23.928, y lo ratificó expresamente en su art. 19, rezando: “La presente ley es de orden público...”.6°) Si bien toda la normativa descripta precedentemente, fue sancionada, promulgada y reglamentada por los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la Nación, constitucionalmente constituídos y en períodos democráticos al momento en que tales preceptivas fueron emitidas, lo cual les otorga el sustento constitucional en que asientan sus bases; cabe agregar que las dos últimas leyes (Nos. 23.928 y 25.561) fueron promulgadas en épocas de “emergencia pública”, de forma tal que para tales hipótesis, el art. 76 de la Constitución Nacional -de manera excepcional- admite la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo -circunstancia que no se dió en ninguno de los momentos en que tales normas fueron creadas-, previendo que, si ello ocurriere, no importará con posterioridad la revisión de las relaciones jurídicas nacidas al amparo de las normas dictadas en consecuencia de la delegación legislativa.- Véase el texto legal: “Se prohibe la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, salvo en materias determinadas de administración o de emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca. La caducidad resultante del transcurso del plazo previsto en el párrafo anterior no importará revisión de las relaciones jurídicas nacidas al amparo de las normas dictadas en consecuencia de la delegación legislativa”.- 22 Conforme a los precedentes legales explicitados, se pasa a considerar el caso venido en crisis, y sobre el cual se finca la presente disidencia parcial.Las partes intervinientes en la presente causa, tienen suscripto un contrato de locación -que obra agregado a fs. 4/7 de autos-, con destino locativo para vivienda familiar (Cláusula Primera); con plazo de duración de veinticuatro (24) meses (Cláusula Cuarta); y con precio locativo de Ochocientos pesos ($800) mensuales, durante toda la vigencia del contrato (Cláusula Segunda).En forma totalmente injustificada -habida cuenta de que el precio ya estaba definido en la referida Cláusula Segunda-, se incorporó al mismo contrato -como cláusula final Decimoséptima, un escalonamiento del precio locativo ($800 para los primeros doce meses, y $950 para los segundos doce meses del referido contrato); la cual entra en abierta contradicción con la unicidad de precio pactada en la Cláusula Segunda del mismo contrato.Pero, lo más relevante de la Cláusula Decimoséptima, es que la misma está en contraposición con la normativa vigente en materia de contratación locativa de inmuebles -que precedentemente consideramos-, que “prohibe” -revistiendo, además tal prohibición el carácter de norma de orden público- el escalonamiento en el precio de la locación, técnicamente definido como “alquileres diferentes para los distintos meses o períodos de un mismo contrato”.Frente a tan clara normativa que veda toda cláusula “contractual o convencional” en tal sentido, resulta indúbito que tal Cláusula Decimoséptima -aunque surja de un acuerdo de partes-, carece de validéz y resulta inoponible al locatario obligado al pago. En otras palabras, es una cláusula nula insanablemente por estar en contraposición a disposiciones prohibitivas de orden público.- 23 Por tanto, el locatario, cumple su obligación de pago de los alquileres, pagando la suma de Ochocientos pesos ($800), por cada uno de los Veinticuatro (24) meses de duración del contrato locativo. Ello sí, independientemente de los intereses que le puedan caber por la cumplimentación en mora de dichos pagos.Admitir lo contrario, devendría en fallar “contra legem”, circunstancia que -en mi opinión- no me avengo a convalidar.Como ya lo he expuesto, el “escalonamiento en el precio de la locación”, es una forma indexatoria, que está prohibida por leyes de la Nación.Considero que el Plenario de la Cámara Nacional de Paz de Capital Federal, “Rovelo, Pacífico c/Fernandez, Lorenzo y otro” -a que hace referencia el voto que me precede-, fue -en su momento- claramente transgresor de una norma expresa de nuestro Código Civil (art. 1507), lo cual lo torna conculcador de la ley vigente.Para la época actual -habida cuenta que dicho Plenario data de 1971-, resulta doblemente inoperante ante la andanada de nuevas normas -como las que precedentemente hemos analizado- que tornan más severa la prohibición de pluralizar el precio locativo de un mismo contrato de locación.Igual suerte deben correr las doctrinas que pregonan la subalternización de las normas vigentes.Resulta esclarecedor lo que expresa Ramírez al respecto: “...establecer aumentos períodicos de alquileres,...puede entorpecer toda la relación contractual e incluso el juicio de desalojo por la causal de falta de pago, ya que el locatario, no obstante lo pactado y atento al carácter de orden público tanto de la Ley de Locaciones como de la Ley de Convertibilidad, puede discutir tales aumentos periódicos por considerarlos violatorios de ambas leyes...con 24 resultado dudoso respecto a una decisión judicial y posibles problemas al pretender hacer valer tales cláusulas en un juicio de desalojo por la causal de falta de pago...”. (RAMÍREZ, Jorge Orlando, “El Juicio de Desalojo”, Edit. Depalma, Buenos Aires, 1997, 4a. edic. actualizada, págs. 292/293).Relevante doctrina comparte nuestras afirmaciones: “El escalonamiento de alquileres constituye una repotenciación de la obligación constituida como alquiler para el primer mes de vigencia del contrato y, por lo tanto, se encuentra prohibida por la ley de convertibilidad en su art. 10 (Adla, LI-B, 1752). En consecuencia, de conformidad con la resolución 144/93 del Ministerio de Economía (Adla, LIII-A, 246), el monto válido aplicable durante el plazo de vigencia del contrato es el correspondiente al acordado para el primer mes”. (C.N. Apel. C. y C. de Capital Federal, Sala K, 19/07/1995, “Amudi, Leonardo c/Macril S.R.L. y otros”, L.L., 1996 -A, 42).“La cláusula del contrato de locación que establece arriendos escalonados y crecientes, es nula y dicha nulidad, que no afecta al resto del contrato, no queda purgada por el consentimiento de la locataria, puesto que se trata de una materia indisponible, y la prohibición del "venire contra factum propium" sólo rige en tanto se pretenda contradecir una conducta anterior jurídicamente relevante y plenamente eficaz, nunca para validar la transgresión a un dispositivo de orden público...Aun en una normativa que como la de la locación urbana se halla dominada por el principio de la autonomía de la voluntad, el art. 1507 del Cód. Civil constituye un precepto imperativo que regula una materia particularmente sensible a la noción de orden público, y ante los claros términos de la norma en análisis, no parece razonable supeditar su vigencia a la efectiva comprobación de que en el caso concreto se ha abusado del pacto de escalonamiento de arriendos utilizándolo para limitar el goce del derecho a un 25 plazo legal”.(Cám. C. y C. de Bahía Blanca, Sala 1, 22/08/1995, “Urso, Lidia N. c. García de Deluchi, Aurora N.”, L.L. B.A., 1996-23).La jurisprudencia que postula la admisión del “escalonamiento”, con la salvedad de “...que las mismas no fueren abusivas o constituyan subterfugios para soslayar los plazos mínimos legales...”, no hacen nada más que admitir grados de una ilegalidad (muy abusivas, medianamente abusivas, o admitidas).Nada de ello resiste el menor análisis.Si existe una prohibición plena -de orden público-, no pueden los jueces admitir su violación, y, sobre ello, establecer una gradación de la violación normativa.Si un Magistrado considera que una norma es “inconstitucional”, pues, previamente deberá declararla como tal, y luego podrá prescindir de la aplicación de la misma. Pero en modo alguno, podrá callar su aspecto constitucional -lo que se traduce como su admisión de constitucionalidad-, y, no obstante ello, resolver su no aplicación, y lo que es más grave aun, dar solución a un conflicto sometido a su decisión, mediante una resolución “contra legem” con la normativa legal vigente específicamente en la materia.Indudablemente una resolución en tal sentido, siempre podrá ser revisada por los Tribunales de Alzada, baluartes éstos de la protección del Derecho Constitucional de Defensa en Juicio.Legislar no es función de los magistrados, a éstos les cabe “interpretar y aplicar las leyes” a los asuntos sometidos a su decisión.Resolver “contra legem”, sin la previa declaración de inconstitucionalidad de la norma en controversia, se constituye en una “autoatribución” de un Magistrado, de su carácter de legislador.- 26 Si se admite que se puedan eludir las normas vigentes, cada contratación locativa puede “acordar” condiciones de las más dispares y violatorias del “principio de igualdad frente a la ley”.Si en el futuro se derogasen las disposiciones vigentes, pues la nueva normativa establecerá -como lo hizo la Ley 23.091- las condiciones de acuerdo a las cuales se pueda someter la convención del precio locativo, las que serán iguales para todos los habitantes del país (ergo: índices de reajuste; porcentuales; etc.). Caso contrario, los más inescrupulosos podrían fijar condiciones “leoninas” que pueden aun violar la realidad socio-económica vigente.Si el contrato en cuestión fue suscripto durante la vigencia de las leyes actuales, el mismo debe adecuarse a la normativa vigente y a las condiciones permitidas por ella.Por todo ello, la parte resolutiva de la sentencia recurrida, que dispone hacer lugar a la reconvención y condenar a Shaira Mara Gianturco a pagar la totalidad del monto reclamado en la ampliación de la reconvención -efectuada a f. 93-, sin rechazar los importes que devienen de una modificación del precio locativo en los meses de Marzo, Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto, Setiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre de 2010 y Enero de 2011, convierten este aspecto del resolutivo, en una sentencia “contra legem”, que no puede ser mantenida.En su lugar se deberá condenar a la señora Gianturco a pagar la totalidad de los meses adeudados, al precio de Ochocientos pesos ($800) mensuales, con más los intereses por mora, y conforme a la tasa dispuesta en la resolución de Baja instancia.Conforme con las razones expuestas, considero que debe 27 admitirse el agravio de la recurrente, referido a la no admisión del escalonamiento del precio de la locación, que la locadora pretende ejercitar en la Ampliación de la Reconvención -obrante a f. 93- y que el A quo concediera en el Punto 2) de la parte resolutiva de la Sentencia N° 726/12 (f. 140 infra), y, consecuentemente, en su lugar, se deberá hacer lugar a la reconvención, y condenar a la señora Shaira Mara Gianturco a abonar a la actora la suma reclamada en la reconvención de fs. 41 vta., pero, respecto a la ampliación de la misma -de f. 93-, solamente la condena será a pagar los meses de Marzo, Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto, Setiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre de 2010 y Enero de 2011, al precio de Ochocientos pesos ($800) mensuales, con más los intereses por mora, conforme a la tasa dispuesta en la resolución de Baja Instancia.Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo: Luego de una atenta lectura de los votos de los vocales que me precedieron en el estudio de la presente causa, ambos fundados en ilustradas argumentaciones, debo señalar que coincido y comparto los conceptos y conclusiones expuestos por el distinguido colega doctor Pagnacco. Asimismo, procedo a añadir algunas consideraciones sobre uno de los temas venidos en recurso. Argumenta la recurrente que la fijación de dos precios en el contrato de locación motivo de esta causa, uno para los primeros doce meses y otro a partir del decimotercer mes hasta el mes veinticuatro, viola lo dispuesto por la ley 23.928, por la resolución 144/93 del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación y por el art. 1507 del Código Civil. El art. 10 de la ley 23.928, con el texto según la ley 25.561, dice: “Mantiénense derogadas, con efecto a partir del 1 de abril de 1991, todas las 28 normas legales o reglamentarias que establecen o autorizan la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional inclusive convenios colectivos de trabajo de fecha anterior, como causa de ajuste en las sumas de pesos que corresponda pagar”. Respecto de la ley N° 23.928, el Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación había dictado la Resolución 144/93, de fecha 5/2/93, en cuyo art. 2° resolvía: “Interprétase a partir de la fecha de la presente resolución, que la fijación de alquileres o arrendamientos diferentes para los distintos meses o períodos de un mismo contrato constituyen repotenciación de la deuda por alquileres, prohibida por el artículo 10 de la Ley 23.928. Se considera que el monto del alquiler válido aplicable durante el plazo mínimo de orden público del contrato establecido por el artículo 2° de la Ley 23.091, es el correspondiente al acordado para el primer mes o período de vigencia”. Sobre los reglamentos de ejecución que puede dictar el Poder Ejecutivo, se ha señalado que “se encuentran directamente subordinados a la ley a la cual se refieren, y no pueden “alterar su espíritu”. En caso de conflicto deberá prevalecer la sanción del Congreso, que será aplicada de preferencia por los jueces” (Mouchet, Carlos y Zorraquín Becú, Ricardo, “Introducción al Derecho”, Duodécima Edición Actualizada, Reimpresión, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, pág. 207). La referida resolución 144/93 del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos de la Nación no integra el texto de la ley y, como ella misma lo 29 expresa, tiene como finalidad interpretar el alcance de la prohibición establecida por el art. 10 de la ley 23.928. Así como las notas de los artículos del Código Civil que el propio legislador realizó, si bien son útiles para su interpretación, no son obligatorias porque no integran el texto legal, la citada resolución ministerial que da una interpretación a lo que establece el art. 10 de la ley 23.928, tampoco tiene la jerarquía de una ley. Es tarea propia de los jueces la de interpretar las leyes, por lo que quitarles absolutamente esa facultad en materia tan compleja como la que motiva esta cuestión, sería un avance en desmedro de la división de los poderes, en franca violación a los más elementales principios republicanos. Por ello, la doctrina ha dicho que: “Mientras la aplicación del derecho constituye un procedimiento técnico -aunque auxiliado por la razón- que conduce a resultados precisos e indiscutibles, la interpretación supone elegir entre varias soluciones posibles y optar por la que se considera más justa, conveniente o adecuada a lo dispuesto por la norma. De modo que aquélla consiste en una tarea casi mecánica, y ésta exige mayor sutileza y profundidad en la investigación y en los razonamientos. La aplicación de una norma se resuelve mediante un silogismo; interpretarla es decidir, por un acto de preferencia racional, cuál es la verdadera significación entre varias que se ofrecen como posibles” (Mouchet, Carlos y Zorraquín Becú, Ricardo, “Introducción al Derecho”, Duodécima Edición Actualizada, Reimpresión, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2000, pág. 251). Decía que la cuestión sometida a la decisión de esta Cámara es una materia compleja porque el dictado de la ley 23.928 tuvo como finalidad establecer una normativa de estabilización frente al proceso inflacionario que aquejaba por aquella época a nuestro país. Luego, la ley 25.561 fue sancionada en un momento 30 de suma gravedad que había puesto en crisis la economía y el sistema financiero nacional. Debe recordarse que al momento de dictarse la ley 23.928 era perfectamente lícito convenir el precio de un contrato de locación en dólares estadounidenses, y la resolución 144/93 del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos, no lo prohibió. Ello era así por cuanto la ley 23.928 estableció una paridad cambiaria entre el dólar estadounidense y la moneda nacional que evitaba la repotenciación del alquiler en nuestra moneda. Al dictarse la ley 25.561 se modificaron diversos artículos de la ley 23.928, entre los cuales estaba el referido a la mencionada paridad cambiaria, pero no se prohibió la celebración de contratos en dólares. Es decir que quienes interpretan que no está permitido establecer más de un precio del alquiler en pesos durante el período de la locación, se fundan en una normativa que no prohíbe fijar el canon locativo en dólares estadounidenses. Pero es el caso que en la actualidad, lo que era indiscutible en la época en que se dictaron las leyes 23.928 y 25.561 (fijar un alquiler en dólares estadounidenses), hoy amerita un nuevo análisis y lo que en aquel momento la Resolución 144/93 interpretó que constituia una repotenciación de la deuda por alquileres (fijar alquileres diferentes en el mismo contrato de locación), hoy, en la medida en que no sea abusivo ni constituya un subterfugio para soslayar los plazos mínimos establecidos por el art. 2° de la ley 23.091, no aparece como violatorio de las citadas leyes. En efecto, el grado de indeterminación que tiene la fijación del precio de la locación en una moneda extranjera no existe si se establece en moneda 31 nacional, puesto que en este segundo supuesto, aún cuando el segundo año el locatario deba abonar una suma mayor, éste, desde el mismo momento en que firma el contrato de locación, sabe a ciencia cierta el precio del alquiler hasta la finalización del contrato, lo que no ocurre en el primer supuesto. Lo que pretendo poner de relieve con lo que señalé respecto de un alquiler en dólares es que a una Resolución de un Ministerio del Poder Ejecutivo, que en el año 1993 pretendió mediante una interpretación de la ley 23.928 evitar una expectativa inflacionaria mediante la estabilización monetaria, no puede otorgársele la fuerza de una ley, enervando la facultad propia de los jueces de interpretar las leyes, ajustándola en el caso concreto sometido a juicio, de acuerdo a la nueva realidad imperante, para hacer lo que es su cometido: justicia. Conforme con lo señalado anteriormente, resulta razonable interpretar que la prohibición establecida por las leyes 23.928 y 25.561, refiere a la utilización de mecanismos de ajuste del alquiler que dejan indeterminado el precio futuro de la locación, y no, por la vía de una Resolución dictada en el año 1993 con otra finalidad, entender que prohíbe un alquiler diferente y mayor para el segundo año de la locación, que solo tiende a adecuar el mismo a la realidad imperante. Finalmente, cabe recordar que toda ley debe ser interpretada y en este cometido los jueces deben hacerlo de forma tal que se ajuste a la realidad que se está viviendo. Y ello en este caso resulta un imperativo si se tiene en cuenta la depreciación continua de la moneda nacional o el aumento constante de los precios de los productos, situación objetiva que no puede ser desconocida por el juzgador remitiéndose a una resolución ministerial interpretativa de una ley dictada frente a una situación histórica particular que no es la actual. Sobre este particular cabe citar lo que ha dicho la Corte Suprema de 32 Justicia de la Nación respecto de los jueces: “la misión judicial no se agota con la remisión a la letra de la ley. Los jueces, en efecto, en cuanto servidores del derecho para la realización de la justicia, no pueden prescindir de la búsqueda de la significación jurídica de las normas aplicables al caso, que consagre su versión técnicamente elaborada y adecuada a su espíritu. El natural respeto de la voluntad del legislador no requiere, por lo demás, la admisión de soluciones notoriamente injustas, que no parecen compatibles con el fin, común a la tarea legislativa y judicial, de la determinación de principios acertados para la adjudicación del derecho de los litigantes en las causas concretas a decidir” (C.S.J.N., E.D., T. 3, pág. 643). En virtud de las consideraciones que anteceden, concluyo que el alquiler fijado en el contrato de locación celebrado entre las partes, dado el monto establecido para los primeros doce meses ($ 800) y el fijado para los segundos doce meses ($ 950), no resulta abusivo ni constituye un subterfugio para soslayar los plazos mínimos establecidos por el art. 2° de la ley 23.091, y por ello no resulta contrario a la ley. Por lo tanto, como antes lo anticipé, adhiero en todo a lo propuesto por el doctor Pagnacco. A la tercera cuestión, el doctor Pagnacco dijo: Atento al resultado obtenido al votar las cuestiones precedentes, corresponde desestimar la nulidad y confirmar la sentencia N° 726/12, con costas a la recurrente. Propongo que los honorarios de Alzada de los doctores Silvia A. Bernasconi y Alfredo Carlos Bessio se fijen en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada parte por su labor desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense.- 33 Así voto.A la misma cuestión, el doctor Galfré dijo: Que comparto el plexo resolutivo propuesto por el doctor Pagnacco en todos los temas sometidos a análisis, excepto en el acápite referido al “escalonamiento en el precio de la locación”, que también vino en controversia a esta Alzada; que conforme con las razones expuestas, considero que debe admitirse el agravio de la recurrente, referido a la no admisión del escalonamiento del precio de la locación, que la locadora pretende ejercitar en la Ampliación de la Reconvención -obrante a f. 93- y que el A quo concediera en el Punto 2) de la parte resolutiva de la Sentencia N° 726/12 (f. 140 infra), y, consecuentemente, en su lugar, se deberá hacer lugar a la reconvención, y condenar a la señora Shaira Mara Gianturco a abonar a la actora la suma reclamada en la reconvención de fs. 41 vta., pero, respecto a la ampliación de la misma -de f. 93-, solamente la condena será a pagar los meses de Marzo, Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto, Setiembre, Octubre, Noviembre y Diciembre de 2010 y Enero de 2011, al precio de Ochocientos pesos ($800) mensuales, con más los intereses por mora, conforme a la tasa dispuesta en la resolución de Baja Instancia.Así voto.A la misma cuestión, el doctor Netri dijo: El pronunciamiento que corresponde dictar es el que propicia el doctor Pagnacco.Por todo ello, la Cámara de Apelación de Circuito, por mayoría, RESUELVE: Desestimar la nulidad y confirmar la sentencia N° 726/12, con costas a la recurrente. Fíjanse los honorarios de Alzada de los doctores Silvia A. Bernasconi y Alfredo Carlos Bessio en el cincuenta por ciento del honorario que en definitiva les corresponda a los profesionales de cada parte por su labor 34 desplegada en lo principal en sede inferior con noticia de la Caja Forense. Insértese, hágase saber y bajen.- (AUTOS: “GIANTURCO SHAIRA MARA C/ COLMEGNA DANIEL GUSTAVO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte.N°184/12 )844 PAGNACCO GALFRÉ NETRI (disidencia parcial) MUNINI