22 de junio de 2004 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto Secretario General Adjunto de Naciones Unidas y Representante Especial del Secretario General para el Sáhara Occidental [Transcripción Editada] D. JOSÉ LUIS HERRERO: Hoy tenemos con nosotros a Álvaro de Soto, que es Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas y Representante Especial del Secretario General para el Sáhara Occidental, y además Representante Especial para Chipre. Esta conferencia se inscribe en dos marcos de trabajo de nuestra Fundación: uno, el interés que otorga la resolución de conflictos, del cual es una consecuencia la creación del Centro Internacional de Toledo para la Paz, que se constituyó el viernes pasado con el apoyo de la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Toledo y el Ministerio de Asuntos Exteriores, y cuyo trabajo espero que comience en el otoño. Ya ha empezado, de hecho, en julio, con un grupo de trabajo con palestinos e israelíes, del que espero que escuchen hablar en algún momento. También se inscribe en el contexto del esfuerzo de FRIDE por dar a conocer mejor en España a la Organización de Naciones Unidas. El conocimiento general de la población española sobre la ONU es grande, es importante, se siente que hay un interés, se siente que hay una solidaridad también con la Organización y con los objetivos fundacionales de esta organización, pero no siempre hay un conocimiento detallado de los procesos por los que funciona y de los personajes que desarrollan un papel principal en la organización. Entonces, Álvaro de Soto hoy es, espero, el primero de una serie de ponentes en representación de las Naciones Unidas en FRIDE. La resolución de conflictos es un tema extremadamente complejo y los síntomas o la percepción que uno puede tener a través de los medios de comunicación, o incluso de las organizaciones implicadas, no siempre refleja la gravedad de la situación. Y con esto enfatizar que sin duda, o por lo menos así lo interpretamos muchos de los que creemos en el multilateralismo, lo mejor es abordarlos desde un punto de vista multilateral. El enfoque multilateral de la resolución de conflictos tiene muchas ventajas respecto a la bilateralidad o acuerdos ad hoc -no estoy hablando de los acuerdos regionales, que son de una naturaleza diferente, pero sí de los acuerdos ad hoc-. Y las ventajas son sin duda la legitimidad de una intervención para ayudar a terceros, sobre todo encarnada por las Naciones Unidas; la expertise y el conocimiento que las organizaciones multilaterales poseen de cómo tratar estas situaciones; y finalmente la ejemplaridad de cuando un mismo actor ha conseguido o está en el proceso de ayudar a una determinada situación, puede servir como ejemplo para una situación tercera y facilitar también la resolución de esta situación. Creo que para hablar de esto nadie mejor que Álvaro de Soto, que tiene una larga trayectoria en este tema. Simplemente mencionaros sus últimos puestos, porque tiene una carrera bastante larga de servicio en las Naciones Unidas. Además de ser Representante para el Sáhara Occidental ahora mismo, ha sido Consejero Especial para Chipre y previamente fue Asistente del Secretario General para Asuntos Políticos, 1/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto Responsable para América, Europa, Asia y el Pacífico. Creo que no voy a ahondar más en el curriculum vitae, pero si les interesa consultarlo está a su disposición en la página web de FRIDE. D. ÁLVARO DE SOTO: Quiero comenzar con una viñeta. Después de mi visita a Kosovo acepté raudamente el ofrecimiento que me hizo el Secretario General de ser su Consejero Especial para Chipre y me ocupé de ese tema desde finales de 1999 hasta mediados de 2003, y a finales de 2003 el Secretario General me nombró su Representante Especial en el Sáhara Occidental y fui a El Aiún, donde me establecí por tres meses, y no me quedé más simplemente porque de pronto surgió del rescoldo de nuestros esfuerzos de los años anteriores la posibilidad de lograr una solución al problema de Chipre. Entonces, me dirigí a Nicosia. Y al llegar el consejero de Prensa, el portavoz de Naciones Unidas en Chipre, ya había laminado dos portadas que habían salido. Una portada era de un diario turco-chipriota, era el cuerpo de un boxeador con mi cabeza superpuesta. Y la otra era una publicación greco-chipriota en la que figuraba como si fuera el anuncio de la primera película de Harry Potter, en la que mi cabeza también había sido superpuesta sobre el cuerpo de Harry Potter, naturalmente. Entonces, eso es un poco simbólico. Hoy, pensando en qué cosas les iba a decir, recordé esto y pensé que era un poco simbólico de algunas de las imágenes que se tienen acerca de las Naciones Unidas en el campo de la resolución de conflictos: como boxeador, es decir, alguien que puede imponer una solución a un conflicto, castigar a un participante díscolo; o si no la revista greco-chipriota, soluciones mágicas, una brujería que era capaz de realizar las Naciones Unidas. Y lo que quiero decirles hoy es que, lamentablemente, quizás lamentablemente, las Naciones Unidas no es ni uno ni el otro: no puede imponer soluciones a los conflictos, que sólo pueden ser alcanzadas por las partes en un conflicto si han de ser duraderas; ni tiene fórmulas mágicas, las fórmulas tienen que surgir esencialmente del acervo propio de las partes en conflicto. Yo llevo veintidós años en las Naciones Unidas y cuando entré en las Naciones Unidas, en 1982, la posibilidad de que se invitara a un orador de las Naciones Unidas para que diera una conferencia sobre el tema que estamos tratando hoy, “Esfuerzos multilaterales por la paz, y particularmente de las Naciones Unidas”, era bastante escasa, porque no había mucho de qué hablar. En esa época el Secretario General podía ir al Consejo de Seguridad para hacer una especie de tour d´horizon, tratar los temas que tenía entre manos, y se le acababa muy rápidamente la agenda, porque no había muchos temas que tratar, cuatro o cinco. O cuando recurría a temas internacionales, discutía temas internacionales con sus interlocutores, visitas de alto nivel a jefes de Estado, a jefes de Gobierno, a ministros de Relaciones Exteriores, también el naipe era bastante corto y no tenía mucho que contarles. Mientras que hoy los expedientes que manejan las Naciones Unidas o en los que participan las Naciones Unidas nunca son menos de una veintena. ¿Y a qué se debe eso? No se debe únicamente al enorme prestigio que se han granjeado las Naciones Unidas al cabo de los últimos años, que sólo digo semiirónicamente, sino también se debe a que la situación en el mundo se ha complicado bastante, a partir del fin de la Guerra Fría. No quiero dar la impresión de que siento nostalgia por la Guerra Fría, que tenía una serie de inconvenientes, pero lo cierto es que en esa época había una serie de conflictos y disputas que estaban un poco sofocados por las situaciones de empate estratégico entre las grandes potencias o por la situación casi imperial en la que alguna de esas potencias manejaba a los países que estaban dentro de la esfera de influencia. La prueba es que muchos de estos conflictos hicieron explosión con la disolución de la Unión Soviética. Uno de ellos también, que 2/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto está relacionado y que en cierto modo es parte del mismo género, son los conflictos que explosionaron en la antigua Yugoslavia. Y desde luego otro ejemplo, el cual desgraciadamente todavía lo tenemos en África, donde hay una gran proliferación de conflictos, algunos de los cuales se deben al hecho de que durante la Guerra Fría la competencia entre las grandes potencias los llevaba a apuntalar gobiernos a veces no muy democráticos, frecuentemente no muy democráticos. Terminada la Guerra Fría, esa competencia por el interés y el trato con estos gobiernos autocráticos disminuyó abruptamente y esto dio como resultado, el desmoronamiento del aparato del Estado en cierto modo en muchos países. Y una serie de conflictos que estaban sofocados o silenciosos o se mantenían latentes, han salido a la superficie en la periferia de lo que era la Unión Soviética, en la antigua Yugoslavia y en África. Por no hablar de los conflictos en los cuales había un elemento de Guerra Fría pero que tenían muy buenas razones indígenas, propias, para fructificar, que son los conflictos, por ejemplo, en Centroamérica, en los cuales naturalmente las Naciones Unidas también estaba involucrada. Naciones Unidas se encuentra hoy en día metida, en una forma u otra, en una gran variedad de conflictos, y muchos de ellos son conflictos en los cuales probablemente no pensaron los que crearon la Carta de las Naciones Unidas. No es que esté prohibido en la Carta, por ejemplo, que las Naciones Unidas tengan un papel en la solución de conflictos internos; pero yo creo que basta una lectura incluso superficial de la Carta de las Naciones Unidas para darse cuenta que no era lo que tenían en mente. Y vale la pena escudriñar un poco cuáles son los artículos que se refieren en alguna forma o en la otra a la solución de conflictos. Y tengo que explayarme un poquito sobre esto porque en ninguna parte se dice en la Carta que uno de los papeles del Secretario General de las Naciones Unidas sea ejercer sus buenos oficios, o mediar, o intentar resolver los conflictos. No se dice en ninguna parte eso, las responsabilidades del Secretario General son bastante restringidas conforme a la Carta, es el principal funcionario administrativo, en términos generales, y más bien hay unas cuantas cortapisas en la Carta. El artículo 33, por ejemplo, que es el que se refiere a la solución pacífica de las controversias, hace una enumeración de los métodos para la solución de las controversias, para el arreglo pacífico de las controversias; pero se refiere únicamente a las partes implicadas y a los deberes de las partes para tratar de resolverlos: “Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, tratarán de buscarle solución, ante todo mediante la negociación, la investigación, la mediación...”, todos los métodos imaginables, pero se refiere a las partes, ellos son los protagonistas, se está refiriendo a los deberes de los Estados, no está refiriéndose a un papel del Secretario General. Existe, eso sí, un artículo que según el último Secretario General de la Sociedad de Naciones, si él hubiera tenido eso en el documento fundamental de la Sociedad de Naciones él podría haber tenido un papel completamente distinto. Porque este artículo de cinco renglones dice que el Secretario General podrá llamar la atención del Consejo de Seguridad hacia cualquier asunto que en su opinión pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. Esto no parece gran cosa, da la impresión de que el Secretario General fuera simplemente un secretario que dice “miren, hay este conflicto, téngalo ustedes”, y se lo presenta al Consejo de Seguridad, que es el que dispone. Pero si se observa con cuidado se verá que el Secretario General no es simplemente una correa transmisora, no es simplemente un buzón, sino que está invitado a hacer una evaluación, a formular un juicio de un asunto, -no dice 3/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto un conflicto, no dice ni siquiera una disputa- un asunto que a su juicio, -no dice a su juicio, pero dice podrá llamar la atención, eso le permite hacer un juicio de valor, le obliga a hacer un juicio de valor- pueda poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. O sea, no hace falta que esté en ese momento amenazando la paz y la seguridad internacionales, puede ser simplemente un juicio de valor del Secretario General de que tal situación podría algún día, quizás no inmediatamente, pero podría algún día amenazar la paz y la seguridad internacionales. El otro elemento que hace de este un artículo que es un poco como la famosa punta del iceberg, es que presupone que el Secretario General en realidad esté al tanto de todo lo que está ocurriendo y que pueda hacer una evaluación. Porque ¿quién sabe los factores que pueden intervenir en gatillar o prender la chispa que puede hacer que reviente el incendio o la bomba? Se necesita estar al tanto de los factores relacionados con posibles disputas futuras sobre recursos, y no necesariamente recursos como el petróleo, el agua, por ejemplo, o factores de privación económica, o factores de prevención de ejercicio de los deberes ciudadanos, o de los derechos ciudadanos, exclusiones del poder. Todos éstos pueden ser factores, no necesariamente causas, de un conflicto, aparte de los casos más flagrantes y evidentes, como la agresión o la amenaza en el uso de la fuerza. El artículo presupone que el Secretario General está al tanto, pero desgraciadamente el Secretario General de las Naciones Unidas no tiene un servicio diplomático, ni mucho menos un servicio de inteligencia. Entonces nuestros medios de información son bastante escasos. No tenemos, en otras palabras, ni los medios de la diplomacia que deberíamos tener si quisiéramos utilizar el potencial que ofrece este artículo en su plenitud. Además, si los tuviéramos, encontraríamos posiblemente un conflicto con el famosísimo artículo 2.7 de la Carta -digo famosísimo porque los Estados miembros de lo Organización lo invocan con desmesurada frecuencia-, conforme al cual “ninguna disposición de esta Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta”; pero pone una salvedad: este principio no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el capítulo 7. El capítulo 7 es el que se refiere a las actividades que amenazan la paz y la seguridad internacionales, y por lo tanto permiten al Consejo de Seguridad tomar medidas de carácter coercitivo. O sea, que en casos de flagrante violación de la paz y de la seguridad internacionales, vale el principio de la no intervención, que a su vez dificulta el ejercicio por el Secretario General de manera cabal de su responsabilidad de seguir lo que está ocurriendo en el mundo. Esto es particularmente difícil porque hoy en día gran parte de los conflictos existentes, yo diría de la última década o década y media, son de carácter interno, muy frecuentemente con algún ingrediente externo, pero a veces difícil de comprobar o de demostrar aquel ingrediente externo. Es decir, la frontera entre el conflicto interno y el conflicto internacional es un poco borrosa, no hay marcadores claros, no hay guardias de frontera pidiéndole a uno el pasaporte. Eso es un poco para explicarles desde la perspectiva de un viejo funcionario de las Naciones Unidas cuál es el campo, el telón de fondo ante el cual nosotros actuamos. Otras características de la participación de las Naciones Unidas en la solución de conflictos es que las Naciones Unidas no pretenden el monopolio, ni la Carta necesariamente se lo permite. Hay todo un capítulo en la Carta, el capítulo 8, en cuya redacción desempeñó un papel muy importante la región latinoamericana, que se refiere a los acuerdos regionales. El capítulo 8 no prohíbe a las Naciones Unidas ser la primera instancia para la búsqueda de una solución de un conflicto, pero sí alienta a las partes regionales en conflicto a intentarlo. Es más bien promoción, no obligación, no requisito. Pero las Naciones Unidas en ningún caso pretenden el monopolio. El 4/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto hecho de que hoy en día tengamos sobre nuestros hombros esta cantidad de conflictos no significa que nosotros andemos deambulando por el mundo buscando, por así decirlo, negocios, buscando actividades para justificarnos a nosotros mismos. En un conflicto hay otro agente fiable, creíble, que está actuando para resolverlo y que sea aceptado por las partes, las Naciones Unidas prefieren no interferir simplemente porque complicarían las cosas. O sea, no tratamos de interferir en todos los casos. Y por lo demás, el involucramiento de las Naciones Unidas no necesariamente es la fórmula ideal, no somos el canal perfecto y a veces es mejor que se resuelvan los conflictos a otro nivel, entre otras cosas porque nosotros tenemos ciertas exigencias. Se podría decir, por ejemplo, que las Naciones Unidas son un poco como la sala de emergencia de un hospital público, que nosotros no podemos rechazar a ningún paciente aunque no tenga seguro médico o una tarjeta de crédito al día. Teóricamente tendríamos que recibirlos a todos. Eso sí, tenemos nuestras propias normas, nuestros propios requisitos que esperamos que se cumplan, que no son desde luego de carácter burocrático, pero que son esencialmente dos: el número uno es que las partes deseen que nosotros estemos involucrados. Esto no necesariamente es automático, sobre todo tratándose de conflictos internos. Para las partes en un conflicto interno, para la parte gubernamental es complicado el involucramiento de las Naciones Unidas, primeramente porque va en contra del artículo 2.7, sobre la no intervención en los asuntos internos, al que me refería hace un momento. Es decir, una vez que aceptan que las Naciones Unidas intervengan en cierto modo han perdido ya, y eso complica las cosas para ellos, sobre todo porque las Naciones Unidas tienen como práctica como debería tenerlo, por cierto, cualquier tercera parte que interviene en la búsqueda de una solución en un conflicto- la obligación de tratar a las partes imparcialmente, sean cuales sean éstas. Yo he tenido alguna actuación, alguna participación en la solución de conflictos a lo largo de varios años en las Naciones Unidas y escrupulosamente el gobierno y la parte que genéricamente podríamos llamar “la parte rebelde” son tratadas igualmente. En las negociaciones de El Salvador, por ejemplo, el gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, que era una coalición de cinco movimientos guerrilleros, eran en la mesa de las negociaciones idénticos, no había ninguna diferencia entre ellos. Este tipo de cosa es difícil de aceptar para un gobierno establecido. Más recientemente, en Chipre, una vez que traspasaban la puerta de la sala de las negociaciones, el líder greco-chipriota, que era también Presidente de la República de Chipre, estaba exactamente en el mismo estatuto que el representante turco-chipriota, pese a que este representante turcochipriota, en violación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, había declarado una secesión y había creado un Estado rival a la República de Chipre. Sin embargo, se les trata igualmente en la sala de negociaciones. La imparcialidad tiene que ser químicamente pura, como decía uno de mis jefes, Pérez de Cuellar. Primer requisito, por lo tanto, que las partes estén de acuerdo y eso significa la parte gubernamental, porque no va a haber ese problema con la parte, llamemos, rebelde. En lo que se refiere al segundo requisito, ése es que el Secretario General tiene que tener algún mandato para intervenir en la búsqueda de una solución a ese conflicto de alguno de los órganos intergubernamentales de las Naciones Unidas con autoridad para conferir semejante mandato, que normalmente, pero no siempre, es el Consejo de Seguridad, y en otras oportunidades puede ser la Asamblea General, pese a la división de labores entre ellos. Lo más frecuente, es que el Consejo de Seguridad confiera al Secretario General un mandato. Eso no significa que para entablar contactos con las partes, para escucharlas requiera de una previa determinación del Consejo de Seguridad o de un previo mandato. El Secretario General tiene en cierto modo un mandato inherente de buenos oficios que puede ejercer y que le permite 5/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto llegar hasta un cierto punto, a partir del cual no le queda más remedio que informar al Consejo de Seguridad que ha estado teniendo esos contactos, que estos contactos podrían ser fructíferos y que los continuará con la venia del Consejo de Seguridad, y a partir de entonces ya es un mandato. Pero si no hay un mandato semejante, el Secretario General en realidad no debe intervenir, y normalmente no interviene, lo que puede hacer es tener un contacto de tipo exploratorio. Pero no solamente tenemos estos requisitos de orden burocrático, sino que nos hemos convertido en cierto modo, a lo largo de los años y basados en la experiencia acumulada, sobre todo desde el fin de la Guerra Fría. Las Naciones Unidas no es que entren a ayudar a resolver un conflicto simplemente con la pizarra limpia, que pueda escribir cualquier cosa, cualquier acuerdo entre las partes, sino que viene con un acero institucional, con la Carta en mano y con un implícito mandato legislativo que está constituido por el corpus jurídico elaborado en los foros de las Naciones Unidas a lo largo de los años, y en particular en lo que se refiere a los derechos humanos. Sobre esto les puedo contar una anécdota basada en la experiencia de El Salvador. Hacia el final de las negociaciones, cuando ya parecía que se iba a llegar a una solución del conflicto (las negociaciones de 1990-1991), se produjo un movimiento curioso, o por lo menos había atisbos de un movimiento entre las delegaciones, que veían avecinarse el fin de la negociación y que tenían la posibilidad de ser los participantes individuales en la negociación. Algunos de ellos, podrían ser llevados a los tribunales por algunos actos cometidos durante el periodo del conflicto. Y ahí se vio emerger una inusual afinidad de intereses o de objetivos de los dos lados que se traducía en la elaboración de proyectos de amnistías que en algunos casos podían ser interpretados elásticamente, como excusando determinados actos que se habían cometido en el curso del conflicto. Y eso nos puso a nosotros en aprietos muy serios, pero nosotros les dijimos muy claramente a las partes: Miren, las Naciones Unidas no pueden verse asociadas con una solución que comporte un acuerdo que deje pasar impunemente determinado tipo de actos. Y como éste fue uno de los primeros conflictos internos en los que participaron las Naciones Unidas, nos llevó a un proceso de reflexión interna y me tocó participar en un esfuerzo por juntar por un lado a negociadores experimentados, cuyo objetivo mental suele ser resolver el conflicto sea cual sea el costo, y por otro lado militantes de derechos humanos o juristas especializados en los derechos humanos en particular, con la idea de ver si había algunos denominadores comunes, algún campo en que podrían llegar a concertar sus acciones. Y a lo largo de un seminario sumamente confrontativo por momentos, porque éstos son dos grupos que prácticamente hablan un lenguaje distinto cuando se hablan entre ellos, o por lo menos en aquella época, se llegó a una fórmula que llevó al Secretario General a aprobar y expedir a todos sus representantes oficiales ocupándose de la solución de conflictos ciertas líneas directrices, y éstas fueron aprobadas. Para darles un ejemplo concreto, en víspera de que se llegara a los acuerdos de paz sobre Sierra Leona, en la que tenían previsto los negociadores precisamente una amnistía de este tipo, el representante del Secretario General, para malestar de las partes firmantes de ese acuerdo, firmó el acuerdo como testigo pero con una fuerte reserva, disociándose esencialmente de determinados aspectos del acuerdo. Gracias a esa disociación fue posible después que las Naciones Unidas participaran en la creación de un tribunal en Sierra Leona que actualmente está juzgando a los culpables de crímenes atroces. Naciones Unidas simplemente no puede permanecer impertérrita cuando hay crímenes de guerra, genocidios o violaciones masivas de los derechos humanos, y simplemente no puede participar en eso. Pero lo que no puede hacer las Naciones Unidas, y repito un poco el emblema evidentemente desorientado del mediador como boxeador, es imponer, lo único que puede es utilizar su autoridad moral como mediador normativo para hacerles ver que la comunidad internacional, tal como es representada por las 6/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto Naciones Unidas o por el Secretario General, no bendice, no cohonesta un acuerdo que comporte este tipo de cosas. Nuestra experiencia se basa principalmente en los últimos quince años, porque la explosión empezó a ocurrir a partir de finales de los años ochenta, la salida de las tropas soviéticas de Afganistán en 1988, la resolución del conflicto de El Salvador al final de 1991, después Guatemala y otros conflictos. Para darles otro ejemplo, el Secretario General, si convocaba una reunión de todos sus representantes especiales, lo podía hacer en una sala con seis o siete sillas; ahora, para reunir a todos sus representantes especiales, necesita un salón bastante más grande; somos muchos y estamos muy ocupados tratando de una inmensa variedad de temas. Pero el tema de la charla, es el elemento multilateral, los esfuerzos multilaterales. He mencionado antes el problema que yo llamo “de la proliferación de mediadores”. Y es la cosa más normal del mundo que cuando hay un conflicto o una disputa que puede tornarse en conflicto, haya más de un actor internacional, o nacional en algunos casos, que se sienta que es la persona ideal o que está en una situación inmejorable para ayudar en la solución del conflicto. Hay muchos jefes de gobierno que se sienten hacedores de paz, que son particularmente activos en el campo, muchas veces con éxito. También están las Naciones Unidas, la Unión Europea, la OSCE, hay otros acuerdos de carácter regional, como la Organización de Estados Americanos, la Organización de la Unidad Africana, (hoy Unión Africana), y aparte de esto están las Organizaciones No Gubernamentales, muchas de las cuales están involucradas en actividades que son de solución de controversia, y en esos casos también suele haber éxitos. Naciones Unidas no solamente no quiere imponerse ni ser el que resuelve siempre los conflictos, ni el mediador por excelencia, lo repito, no aspiramos al monopolio. Una Organización No Gubernamental lo puede hacer bien si las partes están de acuerdo. Pero, si se prevé algún día un papel para las Naciones Unidas en, por ejemplo, la separación de fuerzas, en la vigilancia del cese de fuego, en el desmantelamiento de fuerzas o grupos militares, en la creación de una nueva Policía, si se necesita a las Naciones Unidas para eso, entonces, por favor, invítennos a estar presentes y a ayudarles con tiempo suficiente para ayudarles no solamente a diseñar bien el acuerdo, de manera que funcione y sea ejecutable, sino también con tiempo para asegurar que el Consejo de Seguridad pueda atenderlos y pueda ocuparse del problema. Cuando yo llegué a las Naciones Unidas como Delegado peruano y participé en el Consejo de Seguridad, hace treinta años, pasaba a veces un mes entero sin que el Consejo de Seguridad se reuniera. Hoy en día es difícil que pase un día sin que se reúna el Consejo de Seguridad en un formato u otro. Y lo que podríamos llamar la disponibilidad de fuerzas armadas bien entrenadas, en condiciones de llevar a cabo actividades de mantenimiento de la paz, no es que esté disminuyendo sino que la capacidad de proporcionar las tropas o los observadores militares, que suelen ser capitanes o mayores, está ya agotada y estamos en este momento abriendo nuevas operaciones en Haití con miles de tropas, en Sudán también con miles de tropas, eso es lo que está previsto, para mencionarles sólo un par de ejemplos. Está también Costa de Marfil, y eso aparte de las tropas que ya tenemos en la República Democrática del Congo. Y no hay tantos ejércitos, hay una tendencia, especialmente en Europa, a la reducción de las fuerzas armadas. Los contribuyentes históricamente tradicionales a las operaciones de mantenimiento de la paz, que son los Países Escandinavos, Irlanda, Canadá, etc., todos ellos están reduciendo sus Fuerzas Armadas y no hay suficiente personal entre ellos como para cubrir aquellos conflictos que requieren miles de personal. Por ejemplo, están previstos cerca de 7.000 soldados para Haití solamente. Y eso por no hablar de la Policía Civil, que es mucho más difícil de reclutar, porque hay que reclutarla, por lo general, individualmente. En muchos 7/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto países la Policía es más bien de tipo local y por lo tanto sus presupuestos están ajustados, no pueden darse el lujo de prestar muchos policías. El problema recurrente en la proliferación de mediadores, y con esta temática voy a concluir, es la competencia entre aspirantes a la mediación y las partes en los conflictos. Es decir, podrán ser competentes o incompetentes en determinadas áreas, pueden ser buenos soldados, malos diplomáticos o, en fin, pueden escribir bien o mal, tener buenos abogados pero malos economistas..., esas cosas varían. Pero hay una constante, y es que todas son muy, muy buenas en jugar un mediador contra otro, decirle una cosa a un mediador que le complique la vida al otro mediador. Por lo tanto, la regla de oro prácticamente para la mediación, a mi criterio, es la unidad y la integridad de cualquier esfuerzo de mediación o de buenos oficios o de resolución de conflictos, y eso es lo fundamental. Es la gran lección aprendida, ciertamente aprendida por mí a lo largo de estos últimos quince años en que las Naciones Unidas están tan involucradas en este tipo de asuntos. ¿Cómo se hace para evitar esta proliferación? No se puede evitar del todo, pero lo que sí se puede hacer es tratar de gestionarla, administrarla, orientarla, confinarla a dimensiones y modalidades manejables. En las Naciones Unidas hemos desarrollado una práctica a lo largo de los años que es la práctica de los amigos del Secretario General. El Secretario General sin mucha dificultad puede identificar a los países o los gobiernos o a veces organizaciones internacionales que son susceptibles de poder querer desempeñar un papel en la búsqueda de la solución a un conflicto, potenciales mediadores [...] para asegurar que todos son conscientes, de que si son las Naciones Unidas las que tienen una responsabilidad en este asunto, las Naciones Unidas están a cargo del problema, porque tienen un mandato del Consejo de Seguridad y la aceptación de las partes, y, por favor, si van a hacer un esfuerzo, consulten con nosotros previamente. Ése es el mínimo antes de tomar iniciativas. El sueño de un mediador de las Naciones Unidas es que pueda periódicamente juntar a los aspirantes a mediador y decirles: el Secretario General aprecia mucho sus esfuerzos y desearía que éstos no sean mal utilizados por una u otra de las partes y que más bien todos trabajemos hacia el mismo fin. Le agradeceríamos mucho que previamente a cualquier contacto que tenga con una u otra parte consulte con nosotros, que nosotros podemos darle una idea general de lo que está pasando y cuáles son los mensajes que debería enfatizar; y en lo posible sería mejor que solamente actuaran cuando nosotros se lo pidamos, que nosotros sabemos bien cuáles son las ventajas comparativas que tiene uno o que puede tener otro. De esta manera posibles protagonistas estorbadores se transforman en amigos del Secretario General y por lo tanto de la búsqueda de la solución de un conflicto, todos trabajando hacia un mismo fin, proporcionando asesoramiento, porque fundamentalmente los gobiernos, que sí tienen embajadas y que sí tienen a veces servicios de inteligencia, saben más de lo que está pasando, nos pueden dar información, nos pueden dar evaluaciones, nos pueden dar apreciaciones incluso sobre las personas que están involucradas en el escenario de un conflicto o de la negociación, nos pueden dar aporte en términos de recursos. Otro área que es evidentemente mucho más delicada es la ayuda de carácter diplomático y yo paso mucho tiempo durante los esfuerzos de negociación. Fue el caso en El Salvador, fue el caso más recientemente en Chipre, pero en otros también, redactando en cierto modo guiones con los que proveía a los países amigos del Secretario General, en los cuales yo le pedía que dijera determinadas cosas a una u otra de las partes, y no siempre le daba el mismo guión a dos países amigos, dependía de cuál era su fuerte y su capacidad de persuasión, dependía incluso de las personas, hay que tener enorme flexibilidad. Pero no digo que los amigos del Secretario General 8/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto sean necesariamente la única manera de coordinar esfuerzos dispersos y a veces contradictorios; otro caso que demuestra también el progreso que se ha alcanzado en los esfuerzos multilaterales para la paz es el Cuarteto respecto del conflicto israelípalestino, que junta como un mecanismo de coordinación diplomática a los Estados Unidos, al Secretario General de las Naciones Unidas, a la Unión Europea y a Rusia. Están ahí todos los actores potenciales reunidos. Entonces lo que estamos tratando de hacer en este trabajo extraordinariamente difícil y complicado, en el cual, como ustedes habrán visto, hay un grado considerable de improvisación, pero improvisación en el buen sentido: uso de imaginación, de búsqueda de recursos, es tratar de articular un poco mejor los esfuerzos, sin -repito- un monopolio de Naciones Unidas, pero tratando de unificar los esfuerzos, sin por ello poderles dar yo hoy en día una teoría unificada de lo que debe ser la mediación, que no la hay, no es una ciencia, está más cerca del arte o de la artesanía en todo caso que de la ciencia. Y esto es lo que estamos tratando de hacer, un poco como en la oscuridad, con los ojos vendados, pero mal que bien aprendiendo lecciones aquí y allá. Y espero que esto les sirva de algo. Yo espero no haber decepcionado demasiado a los que tal vez hayan venido por interés en temas un poco de mayor actualidad, particularmente mayor actualidad en este país y en Europa en general; pero, no sé, tal vez surja en las preguntas, en cuyo caso de ser necesario las evadiré. D. JOSÉ LUIS HERRERO: Yo creo que sí que habrá algún interés en que comentes sobre actuaciones puntuales. A mí me ha sorprendido un poco que digas que las Naciones Unidas no tienen una capacidad para lo que entiendo comentabas como alerta temprana. Comprendo bien que esto fuera la situación hace veinte, treinta, cuarenta años en la organización; pero hoy, con los medios de comunicación que existen y con la presencia del sistema más o menos por todos los lados en el mundo, incluso en sitios donde la presencia diplomática es inexistente, que la Organización no haya conseguido generar una capacidad de alerta temprana suficiente, sobre todo en su conjunto. Si vamos al PNUD, el programa alimentario mundial, el ACNUR, las agencias y el sistema en su conjunto tienen gente en sitios en los que las embajadas no tienen gente, ni los servicios de inteligencia, y la comprensión de estas personas del terreno de las situaciones con frecuencia es la que mejor puede determinar las claves de un conflicto potencial o de una situación que se puede deteriorar. Creo que hay ejemplos de éstos en los que la propia Organización ha sido la primera en dar voces de alarma. Luego, respecto a algunas situaciones concretas, has mencionado un ejemplo de disociación de la Organización respecto de las partes. Quisiera preguntarte si piensas que esa misma prudencia en la disociación se está aplicando hoy en día al rol de Naciones Unidas en Irak. D. ÁLVARO DE SOTO: Bueno, sobre el tema de la alerta temprana, es verdad que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo tiene en muchos países, en casi todos los países en desarrollo, operaciones; pero la vigilancia de los países donantes respecto del uso de recursos por parte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo es muy cuidadosa. Eso por un lado. Por otro lado, el PNUD trabaja de la mano, casi por definición, con el Estado receptor. Y a los Estados, a los gobiernos no les gusta que personas que vienen a colaborar con ellos en proyectos de desarrollo o de capacitación metan las narices donde no les corresponde. Mucha de esta gente, que son expertos en determinadas áreas o funcionarios de carrera, no necesariamente son 9/10 Esfuerzos multilaterales para la paz Álvaro de Soto sensibles al tipo de indicadores que pueden ser de utilidad para los que normalmente harían la alerta temprana. Desde luego, el Alto Comisionado para los Refugiados tiene información y hay muchas coincidencias entre el tipo de trabajo que hacen ellos y el tipo de información y de análisis que nos interesa a nosotros. Ellos también están interesados en la alerta temprana, también tienen problemas de recursos y en realidad solamente tienen presencia allí donde hay problemas de refugiados comprobados como tales o donde tienen un mandato específico para ocuparse de un problema de desplazamiento interno. ¿Y donde no lo tienen? Ahí está el problema, en quién llena ese vacío. El Comité Internacional de la Cruz Roja no comparte información, y no debe compartirla, conforme a sus propios estatutos. La información que ellos podrían dar es muy útil y a veces tenemos contactos con ellos, desde luego, con la discreción del caso. Pero ellos no están en todas partes tampoco, ellos están allí donde hay un conflicto, casi por definición. O sea, que el problema está ahí y esto es aparte de la capacidad de las Naciones Unidas para absorber esta información. El Departamento Político hoy en día tiene aproximadamente doscientos funcionarios, me estoy refiriendo a profesionales, hablando globalmente. Están extraordinariamente ocupados, están abrumados en realidad con lo que ya tienen. Entonces lo que hace falta, y que suelen tener los servicios de inteligencia pero que no tenemos nosotros, es la capacidad de recoger datos del tipo que recogen los estadísticos, los economistas, los que se ocupan de las ciencias sociales, y analizarlos para ver los indicadores. Esa capacidad de análisis para el fin que nos interesa a nosotros es lo que hace falta y es un gran vacío para el cual no tenemos muchos recursos y, digamos, no hay un gran apoyo de los miembros de las Naciones Unidas para habilitarnos para tenerlos, lo cual no significa que estemos ignorando el problema totalmente y que no estemos tratando de suplir los vacíos hablando con países que tienen servicios de inteligencia o embajadas inclusive que pueden proporcionar información, pero es muy difícil hacerlo sistemáticamente y en todas partes, y sobre todo en todas partes a la vez. Ahora, respecto a lo que se refiere a la disociación, se trata de un área muy precisa cuando estaba hablando de esta disociación y consiste en que cuando las Naciones Unidas tiene un papel central como mediador, buen oficiante, en la solución de un conflicto. Pero si las partes están llegando a un acuerdo que prevé una amnistía para crímenes de guerra, genocidios, violaciones masivas de los derechos humanos, en esos casos las Naciones Unidas sí que se puede disociar. No creo que ése sea el caso que ocurra en Irak, donde Naciones Unidas no tiene ese papel. Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior C/ Felipe IV, 9 - 1º dcha. 28014 MADRID. Tel. +34 91 522 25 12 Fax +34 91 522 73 01 e-mail: [email protected] www.fride.org 10/10