asclepio - Ministerio de la Presidencia

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Volumen LXIII
Nº 1
enero-junio 2011
312 págs.
ISSN: 0210-4466
Volumen LXiII
2011
Nº 1
Volumen LXIII
ESTUDIOS
El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración
Francisco Vázquez y Richard Cleminson
«Des hommes noirs et non pas des nègres»: Piel y raza en el siglo XVIII
Paola Martínez Pestan
La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de Amado Nervo
Christian Sperling
Francisco Ramírez Vas: prensa y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX
Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez
Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século XIX: as boticas
Ricardo Pessa de Oliveira
La fisiología del logos en Aristóteles
José Javier Benéitez Prudencio
El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista
Virginia Iommi Echeverría
La actividad matemática en España durante la Guerra Civil
Francisco A. González Redondo
Hacia una reinterpretación de la ciencia normal: Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951)
Juan Vicente Mayoral de Lucas
TEXTO
Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renancentista española: La Celestina
Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales
LIBROS
ENSAYO-RESEÑA
Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas
Luis Montiel
RESEÑAS
Madrid
Sumario
Nº 1
enero-junio 2011
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
Volumen LXIII
Nº 1
enero-junio 2011
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
Volumen LXIII
Nº 1
enero-junio 2011
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
ASCLEPIO
Revista publicada por el Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la
Ciencia, nació en 1948 con el título Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología
Médica. Consagrada especialmente a la ciencia española, europea e iberoamericana, Asclepio publica artículos
originales sobre historia de la ciencia, haciéndose eco
de las diversas corrientes historiográficas de la disciplina. Con una periodicidad semestral está dirigida a un
público especializado en historia de la ciencia, pero
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encontrar en la historia elementos de reflexión epistemológica y social en su quehacer profesional.
Edición electrónica: http://asclepio.revistas.csic.es
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la
Ciencia, was born in 1948 with the title Archivo
Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. Particularly devoted to Spanish, European, and Latin American science, Asclepio includes
original papers on the history of science, echoing the
various historiographic trends in our field of study. It is
half-yearly directed to an audience specialized in the
history of science, but also to variously educated scientists who may find in history elements for epistemological and social reflection in their scientific work.
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Volumen LXIII
Nº 1
enero-junio 2011
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
ASCLEPIO
REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA
Y DE LA CIENCIA
ESTUDIOS
Francisco Vázquez y Richard Cleminson: El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración .................................
Paola Martínez Pestana: «Des hommes noirs et non pas des nègres»: Piel y raza en
el siglo XVIII ..................................................................................................................
Christian Sperling: La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de
Amado Nervo .................................................................................................................
Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez: Francisco Ramírez Vas: prensa
y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX ..............................................
Ricardo Pessa de Oliveira: Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século
XIX: as boticas ..............................................................................................................
José Javier Benéitez Prudencio: La fisiología del logos en Aristóteles .........................
Virginia Iommi Echeverría: El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego
Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista .......................................
Francisco A. González Redondo: La actividad matemática en España durante la
Guerra Civil ...................................................................................................................
Juan Vicente Mayoral de Lucas: Hacia una reinterpretación de la ciencia normal:
Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951) ................................................................
7-38
39-64
65-88
89-122
123-154
155-178
179-192
193-220
221-248
TEXTO
Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón
Morales: Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renacentista española: La Celestina ..................................................................................
249-292
LIBROS
ENSAYO-RESEÑA
Luis Montiel: Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión
sobre el qué y el cómo de las teorías médicas ..........................................................
RESEÑAS ..................................................................................................................................
293-298
299-308
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 5-6, ISSN: 0210-4466
Volumen LXII
Nº 2
julio-diciembre 2010
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
ASCLEPIO
REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA
Y DE LA CIENCIA
STUDIES
Francisco Vázquez y Richard Cleminson: The banishment of the marvellous. Hermaphrodites and sexual mutants in Enlightenment Spain ...................................
Paola Martínez Pestana: «Des hommes noirs et non pas des nègres»: skin and race
in XVIIIth century .........................................................................................................
Christian Sperling: The Discourse on Mental Disorders in the Hispanic Short
Novel: Amado Nervo’s case ........................................................................................
Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez: Francisco Ramírez Vas: Press
and medical philosophy in the third quarter of the 19th century .........................
Ricardo Pessa de Oliveira: To the study of conventual health in the beginning of
19th century: the pharmacies ......................................................................................
José Javier Benéitez Prudencio: La fisiología del logos en Aristóteles .........................
Virginia Iommi Echeverría: Projectile motion in Diego Hurtado de Mendoza's
Mecánica and new Renaissance dynamics ...............................................................
Francisco A. González Redondo: Mathematical activities in Spain during Civil
War ..................................................................................................................................
Juan Vicente Mayoral de Lucas: Towards a reinterpretation of Normal Science:
Kuhn and the Physics of his time (1940-1951) .........................................................
7-38
39-64
65-88
89-122
123-154
155-178
179-192
193-220
221-248
TEXT
Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón
Morales: Nature in Botany and Zoology in the Spanish Literature: La Celestina ...................................................................................................................................
249-292
BOOKS
REVIEW-ESSAYS
Luis Montiel: Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión
sobre el qué y el cómo de las teorías médicas ..........................................................
REVIEWS ..................................................................................................................................
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 5-6, ISSN: 0210-4466
293-298
299-308
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 7-38, ISSN: 0210-4466
ESTUDIOS
EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO.
HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN
LA ESPAÑA DE LA ILUSTRACIÓN
Francisco Vázquez
Universidad de Cádiz
Richard Cleminson
Universidad de Leeds
RESUMEN
Este trabajo presenta una síntesis histórica con objeto de hacer inteligible el desgaste de la
creencia colectiva en la existencia de hermafroditas y cambios de sexo, emplazando este proceso en
el contexto médico y cultural de la España ilustrada. Analiza en este sentido tres procesos convergentes. En primer lugar, la naturalización del monstruo y el retiro de lo «maravilloso» en la ciencia
de la Ilustración. En segundo lugar, el despegue de la Medicina legal moderna y la conversión del
facultativo en la autoridad competente relacionada con la identidad sexual. Por último, se describe
la tentativa de fundamentar biológicamente las diferencias entre los sexos. El trabajo concluye
examinando la proyección de esta herencia intelectual ilustrada en la medicina española de las
primeras décadas del siglo XIX.
PALABRAS CLAVE: Hermafroditas. Cambios de sexo. Ilustración. Medicina legal. Identidad
sexual.
THE BANISHMENT OF THE MARVELLOUS. HERMAPHRODITES AND
SEXUAL MUTANTS IN ENLIGHTENMENT SPAIN
ABSTRACT
This article presents a historical synthesis in order to trace how the collective belief in the
existence of hermaphrodites and sex-changes was slowly eroded in the changing medical and
7
FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON
cultural context of Enlightenment Spain. In order to explain this change, three interlinked processes are outlined. First, the naturalization of the monster and the disappearance of the “marvellous” in Enlightenment science. Second, the consolidation of modern legal or forensic science
and the rise of the medical specialist as the relevant authority in the determination of sexual
identity. Third, the emergence of the notion of fundamental biological differences between the
sexes. The article concludes by discussing the consequences of these shifts for early nineteenthcentury Spanish medicine.
KEY WORDS: Hermaphrodites. Changes of sex. Enlightenment. Legal medecine. Sexual identity.
UN CASO SINGULAR
Las observaciones y relatos de episodios acerca de personas que cambiaban repentinamente de sexo eran materia corriente en la literatura de «maravillas», las relaciones de sucesos y los textos anatómicos divulgados en la España de los siglos XVI y XVII. Según una hipótesis muy conocida1, estas
noticias, así como las referidas al nacimiento de hermafroditas en la especie
humana, serían consecuentes con el predominio de un modelo sexual monista
avalado por la tradición hipocrático-galénica. Según esa misma hipótesis, en
Occidente, este modelo comenzaría a resquebrajarse entre el periodo de las
Luces y el de las revoluciones liberales, siendo reemplazado por el esquema
sexual dicotómico que nos resulta familiar en el presente.
No obstante, en la España de finales del siglo XVIII, a diferencia de lo que
se ha dicho que sucedía en otros países europeos, las noticias sobre mudanzas
de sexo y nacimientos de hermafroditas, seguían siendo moneda corriente.
Valga como ejemplo el caso de Fernanda Fernández2. Nacida en Baza, tomó
hábitos en el Convento de las Monjas Capuchinas de Granada. Profesó con 19
años y se mantuvo en la orden hasta los 27, cuando comenzó a reconocerse
con señales del sexo opuesto. Al cabo de dos años se completó la transformación. Inicialmente, los médicos le diagnosticaron locura, pues no cesaba de
manifestar, con gestos desabridos, sus tentaciones carnales por otras monjas y
el intento de resistirlas. Fernanda, en efecto, intentaba vencer estos impulsos
————
1
LAQUEUR, T. (1992), La fabrique du sexe. Essai sur le corps et le genre en Occident,
Paris, Gallimard, pp. 19-21.
2 El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional ms. 12966. Fue estudiado por
primera vez por DE LA PASCUA SÁNCHEZ, M.ªJ. (2003), ¿Hombres vueltos del revés? Una
historia sobre la construcción de la identidad sexual en el siglo XVIII. En DE LA PASCUA
SÁNCHEZ, M.ªJ., GARCÍA DONCEL, M.ª del R. y ESPIGADO, G. (eds.), Mujer y Deseo, Cádiz,
Universidad de Cádiz, pp. 431-444.
8
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466
EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA...
evitando a sus compañeras y utilizando estrictas penitencias (cilicios de hierro, disciplinas y cruces con puntas), a lo que se unieron más tarde las sangrías regulares prescritas por los facultativos. Por último, tras reiterar su condición viril ante los galenos, éstos la examinaron y la declararon varón. Acto
seguido comenzó en el Obispado la tramitación de los autos para dispensarla
de sus votos. Comunicado a sus padres el resultado, Fernanda, convertida ya
en Fernando, se vistió de hombre. Aún habría de costarle acostumbrarse a su
nueva identidad; conservó las destrezas aprendidas durante su etapa de monja
y mostró tristeza al saber que no regresaría al convento.
Lo que más sorprende del suceso es que éste tenga lugar en 1792 y que todos los que intervienen en él —empezando por los facultativos— no parezcan
poner en tela de juicio la posibilidad de tales transmutaciones sexuales. Se
limitan a constatar, a través del examen anatómico, la propia experiencia vivida por Fernanda, pero en ningún caso se arguye que en el fondo ésta siempre hubiera sido varón o que este fuera su verdadero sexo biológico. Y sin
embargo, a estas alturas, el saber médico y la opinión ilustrada tendían a juzgar esta clase de metamorfosis y en general el hermafroditismo3, como burdas
supercherías o creencias supersticiosas, producto de la ignorancia y de la barbarie reinantes. ¿Cómo se planteaba esta polémica en la cultura española del
final del Antiguo Régimen?; ¿cómo se llegó a desterrar del pensamiento médico y del mundo letrado español en general la creencia en estos fenómenos a
lo largo del siglo XIX?
LA EXPULSIÓN DE LO MARAVILLOSO Y LA NATURALIZACIÓN DEL MONSTRUO
Como pone de manifiesto el caso de Fernanda Fernández, la creencia en
las hembras masculinizadas y en los hermafroditas seguía gozando de muy
buena salud en la España de finales del siglo XVIII. Lejos de desaparecer, la
literatura de maravillas, bajo la forma de «observaciones raras» o de exposición de «curiosidades», seguía bien viva. Se continuaba discutiendo acerca de
si era posible mantener concurso carnal con el demonio y si, dándose el caso
————
3
«¿Pero hay verdaderos hermafroditas? Se podía presentar esta pregunta en los tiempos
de ignorancia; no se debe formular en los siglos ilustrados (...) el hermafroditismo es una
quimera y que los ejemplos que se dan de hermafroditas casados que tienen hijos el uno del
otro, cada uno como hombre y como mujer, son fábulas pueriles, formadas en el seno de la
ignorancia y en el amor a lo maravilloso, del que hay tanto por deshacer» (DE JAUCOURT, L.
(1978), Hermaphrodite. En Encyclopédie de Diderot et D’Alembert, t. 15, Paris, Ed. de Franco
Maria Ricci, (ed. or. 1755), fol. H27-H28) (la traducción es nuestra).
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FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON
de que el coito fuera fecundo, sería preceptivo bautizar a la criatura recién
nacida4. Autores con reputación de ilustrados y «experimentales» avant la
lettre, como el Padre Feijoo, creían en la fecundidad de coitos entre animales
y personas5 o en la existencia de monstruos humanos bicípites capaces de
sobrevivir durante años y de poner a dialogar ambas cabezas6. En suma, del
————
4 RODRÍGUEZ, R.P.A.J. (1753a), Dissertación II. Sobre la imposibilidad de generación ni
comercio por el Demonio íncubo. En uevo Aspecto de Theologia Médico-Moral y ambos
derechos o Paradoxas phísico-teológicas-legales, t. II, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta,
pp. 200-215; VALDERRAMA, Fr. F. (1790), Si la muger que pare un Monstruo especie de Bruto, se deba presumir Reo de feo crimen por el Magistrado y como procederá contra ella. En
Memorias Académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, t. V,
sevilla, pp. 108-120; LORENZO ZAMBRANO, M.R.P.M. (1790), Si es posible el concurso carnal
del demonio con criatura humana y en este caso habiendo prole, si es capaz de bautismo. En
Memorias Académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, Sevilla, t.
IX, pp. 409-422. No hay que olvidar que el último reo quemado por la Inquisición —en 1781—
fue una mujer acusada de fornicio con el demonio (SALAMANCA BALLESTEROS, A. (2007),
Monstruos, Ostentos y Hermafroditas, Granada, Universidad de Granada, p. 204). Sobre la
creencia —largo tiempo mantenida— en la intervención diabólica sobre los sueños o en las
alteraciones de la imaginación de la mujer encinta como causa de monstruosidad, cf. BOUCÉ,
P.G. (1987), Imagination, pregnant women and monsters in Eighteenth-Century England and
France. En ROUSSEAU, G.S. y PORTER, R. (eds.), Sexual Underworlds of the Enlightenment,
Manchester, Manchester U.P., pp. 86-100. La «posesión diabólica» seguía figurando como cuestión en el tratado de medicina y cirugía forense de Plenck (PLENCK, J.J. (1825), Elementa Medicinae et Chirugiae Forensis, Madrid, Michaelis Burgos, pp. 120-121) utilizado en los Colegios
de Cirugía españoles, particularmente en el de San Carlos, en Madrid —que incluía la cirugía
forense en sus planes de estudio— y traducido en 1796 (GRANJEL, L.S. (1979), La Medicina
Española del siglo XVIII, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 135 y MARTÍNEZ, J.
(1990), Sexualidad y Orden Social: la visión médica de la España del primer tercio del siglo
XIX, Asclepio, 42 (2), pp. 119-136, pp. 123-124. Sobre la popularidad de las noticias y relatos
acerca de seres teratológicos en el siglo XVIII, GRANJEL (1979), pp. 153-154.
5 «Supongo ciertísimamente en lo sustancial la relación del monstruo en la villa de Fernán Caballero», FEIJOO, B.J. (1774), Reflexiones filosóficas, con ocasión de una criatura
humana hallada poco ha en el vientre de una cabra. En Cartas Eruditas y Curiosas, t. III,
Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, (ed. or. 1750), p. 337. El Padre Antonio José Rodríguez
refutó a Feijoo sosteniendo la imposibilidad de coito fecundo entre hombre y bruto, cf. RODRÍGUEZ, R.P.A.J. (1753b), Carta respuesta a un ilustre Prelado sobre el feto monstruoso
hallado poco ha en el vientre de una cabra y reflexiones críticas que ilustran su historia,
Madrid, Imprenta Real de la Gaceta. Sobre la creencia de Feijoo en «hombres peces», en
nereidas, tritones y otros fabulosos monstruos acuáticos, MARAÑÓN, G. (1954), Las Ideas
Biológicas del Padre Feijoo, Madrid, Espasa Calpe, pp. 223-243. Marañón, como hace con
todas las tesis de Feijoo en el ámbito de la Historia Natural y la Medicina, las traduce al lenguaje de la Biología contemporánea, actualizándolas.
6 FEIJOO, B.J. (1777), Respuesta a la consulta sobre el infante monstruoso de dos cabezas, dos cuellos, cuatro manos... que salió a luz en Medina Sidonia el 24 de febrero del año
10
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466
EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA...
mismo modo que, como mostró el celebrado texto de Arno J. Mayer7, el Antiguo Régimen político, económico y social fue capaz de perdurar más allá de
su supuesta defunción, lo que podríamos denominar «el Antiguo Régimen
sexual» tuvo a bien sobrevivir mucho más tiempo de lo que dictan las cronologías convencionalmente aceptadas.
Dicho esto, sería por otro lado una ceguera de nuestra parte, no admitir
que, en el curso del siglo XVIII y también en España, se puso en marcha una
enconada ofensiva que, contando cada vez con más partidarios, se empeñó en
rebatir la creencia en lo maravilloso, impugnando también los relatos sobre
hermafroditas verdaderos, capaces incluso de engendrar, y acerca de mujeres
que se tranformaron en hombres. Para dar cuenta de esta ofensiva es necesario discernir tres procesos mutuamente relacionados: la naturalización del
monstruo, el despliegue de la Medicina Legal moderna y la fundamentación
biológica de la diferencia sexual. El trasfondo de este triple proceso lo constituye el desgaste paulatino de ese orden trascendente que encofraba a la Naturaleza y la convertía en expresión de la voluntad divina. La Naturaleza comenzó a afrontarse como mera Naturaleza, la vida emergió como nuda vida,
un proceso regido exlusivamente por sus propias leyes internas. Desaparecida
la coraza protectora de la Providencia, la Vida y la Naturaleza se convirtieron
en un ámbito frágil, desvalido y peligroso; su conservación y protección se
transformaron en asunto político. Gobernar va a consistir por encima de todo
en conducir la vida, administrar sus flujos aleatorios, gestionar sus riesgos,
asentar en ella, quebrado el viejo orden estamental, las divisiones y taxonomías de los seres humanos8.
Si la Naturaleza es sólo Naturaleza, el monstruo, que es uno de sus productos, ya no puede ser concebido como signo —sea de la omnipotencia divina o de una advertencia o castigo transmitido por la Providencia. En el curso
del siglo XVIII comienza en efecto un proceso de naturalización del monstruo
que culmina en la primera mitad del siglo XIX con la explicación científica
de la monstruosidad. Nace, principalmente en los escritos de Isidore Geoffroy
Saint Hilaire, la Teratología. La naturalización del monstruo es su definitiva
desvinculación de las intervenciones diabólicas, de las aberraciones de la
————
1736. En Cartas Eruditas y Curiosas, t. I, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, (ed. or. 1742),
p. 83; el monstruo de las dos cabezas polemizantes habría nacido en Oxford, sobreviviendo
hasta los 28 años; el de Medina Sidonia murió al nacer.
7 MAYER, A.J. (1997), La persistencia del Antiguo Régimen. Europa hasta la Gran
Guerra, Madrid, Altaya.
8 VÁZQUEZ GARCÍA, F. (2009), La invención del racismo. acimiento de la biopolítica
en España, 1600-1940, Madrid, Akal.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466
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FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON
imaginación y de los sueños9, implica su conversión en una entidad más del
orden natural y de sus leyes descubiertas por la razón10. Esta naturalización
del monstruo es un requisito epistemológico necesario para hacer entrar al
hermafrodita en el campo de lo teratológico; bajo la aparente duplicidad de
los sexos no hay sino una malformación genital más o menos anómala.
En el curso del siglo XVIII el monstruo se convirtió en objeto e instrumento de investigación. Se buscaron en él claves decisivas para conocer la verdad
de los seres vivos de conformación regular; el monstruo sirvió para realizar
experiencias cruciales que permitían decidir entre los sistemas del preformacionismo y de la epigénesis11, y —dentro del primer sistema— entre el ovis-
————
9
A pesar de su creencia de en entidades que hoy se nos antojan «fabulosas», el Padre
Feijoo, a diferencia de lo que se constataba aún en RIVILLA BONET, J. (1695), Desvíos de la
naturaleza o Tratado del origen de los monstruos, Lima, Imprenta Real, fols. 35 v.-36 r., ya
no invoca las influencias astrológicas, el castigo divino o la fornicación con demonio íncubo
como causas del monstruo. Por otra parte, como sucedía con Martín Martínez o con el Padre
Antonio José Rodríguez (1703-1777), se muestra escéptico respecto al engendramiento de monstruos por la fuerza de la «imaginativa» (GRANJEL (1979), p. 135). Sobre la popularidad de las
noticias y relatos acerca de seres teratológicos en el siglo XVIII, GRANJEL (1979), p. 153. No
obstante la fuerza de la imaginación de la madre para el engendramiento de monstruos todavía
será invocada por autores de comienzos del siglo XIX como Virey —pronto traducido al castellano— o Hurtado de Mendoza (SALAMANCA BALLESTEROS (2007), pp. 228-240).
10 El célebre anatomista Martín Martínez (1684-1734), amigo de Feijoo y uno de los renovadores de la medicina española del Setecientos —se situaba tanto frente al tradicionalismo como
frente al extremismo mecanicista de los seguidores de Gassendi y Descartes, intentó explicar la
génesis y cortísima vida de un niño nacido en Madrid (1706) con el corazón fuera del tórax, excluyendo la apelación al milagro. Sobre este estudio clínico, MARTÍNEZ, M. (1750), Observatio Rara
de Corde in Monstroso Infantulo ubi obiter et noviter de motu cordis et sangunis agitur, Madrid,
Francisco Rodríguez, pp. 231-236. Su explicación de la monstruosidad, realizada a partir de la
teoría animalculista, apela exclusivamente a causas naturales (MARTÍNEZ, M. (1764), Anatomía
Completa del Hombre, Madrid, Imp. de la Viuda de Manuel Fernández, (ed. or. 1728), p. 202).
11 CANGUILHEM, G. (1980), La Monstruosité et le Monstrueux. En La Connaissance de la
Vie, Paris, Vrin, 178-179; TORT, P. (1980), L’Ordre et les Monstres, Paris, Le Sycomore; DASTON, L. y PARK, L. (1998), Wonders and the Order of ature, 1150-1750, Nueva York, Zone
Books; JACOB, F. (1973), La Lógica de lo Viviente, Barcelona, Laia; FARLEY, J. (1982), Gametes
and Spores: Ideas about Sexual Reproduction 1750-1914, Baltimore, Johns Hopkins U.P., y
HAGNER, M. (2000), Utilidad científica y exhibición pública de monstruosidades en la época de
la Ilustración. En LAFUENTE, A. y MOSCOSO, J. (coords.), Monstruos y Seres Imaginarios en la
Biblioteca acional, Madrid, Ministerio de Educación y Cultura, Biblioteca Nacional, pp. 105128. Hagner se refiere asimismo a los usos «estéticos» del monstruo, cuyo coleccionismo y
exhibición se mantuvieron plenamente vigentes en el curso del siglo de las Luces.
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mo y el animalculismo12. El análisis del monstruo proporcionó también una
vía para solucionar el problema planteado por el análisis del sistema circulatorio del feto13 y permitió a los naturalistas del siglo XVIII dirimir las dificultades planteadas por el concepto de serie animal: ¿cómo pensar las identidades,
las transiciones continuas y las diferencias, las variaciones en la gradación
jerárquica del cuadro de las especies? Desde Leibniz hasta Robinet las variaciones introducidas por el monstruo serán concebidas, ora como formas de
transición entre especies distintas (garantía de continuidad), ora como signo
de la infinidad de combinaciones que hace posible el orden de la Naturaleza
(fuente de diferencia)14. Finalmente, la unión de una Embriología surgida del
triunfo de las tesis epigenetistas (Meckel) con una Anatomía Comparada desligada de la idea de «serie animal» (Cuvier), dará lugar en el primer tercio del
siglo XIX a la Teratología (Geoffroy Saint Hilaire) que emplaza a la monstruosidad entre los diversos tipos de anomalía (anomalía funcional) y la inscribe en el registro evolutivo como «detención del desarrollo».
Las observaciones sobre monstruos, extrardinariamente frecuentes en las
publicaciones de las grandes Academias científicas europeas entre finales del
siglo XVII y la primera década de siglo XVIII, ven reducida drásticamente su
frecuencia a partir de 171015. Se impone una estricta selección, tanto para evitar
la acumulación reiterativa de casos como para escoger los que resultan pertinentes, de modo instrumental, en relación con la investigación de problemas
concretos. Por encima de todo se trataba de disociar el estudio de los monstruos
de todo lo relacionado con la admiración de lo «maravilloso»16. En España, la
————
12 Feijoo señaló que la observación del bebé de figura humana nacido de una cabra le llevó a cambiar sus ideas, pasando de los «ovevos u ovuistas» a los animalculistas (FEIJOO
(1774), pp. 344-345).
13 MOSCOSO, J. (1998), Monsters as Evidence: the uses of the abnormal body during the
Early Eighteenth Century, Journal of the History of Biology, 31 (2), pp. 355-382.
14 Aquí hay que mencionar los trabajos clásicos de DAUDIN, H. (1926-1927a), De Linné
a Lamarck. Méthodes de la classification et idée de série en Botanique et en Zoologie (17401790), Paris, Alcan, y DAUDIN, H. (1926-1927b), Cuvier et Lamarck. Les classes zoologiques
et l’idée de série animale, Paris, Alcan.
15 Javier Moscoso hace un análisis cuantitativo comparado entre los artículos de observaciones sobre monstruos publicados en el Journal de Savants (25 artículos entre 1665-1710 y
sólo 8 entre 1710-1750); las Philosophicas Transactions (40 comunicaciones entre 1665-1712
y 16 casos entre 1775-1810). En las germánicas Acta Eruditorum, la evolución es similar,
MOSCOSO (1998), pp. 359-360.
16 MOSCOSO (1998), p. 360; SALAMANCA BALLESTEROS (2007), p. 17 sobre el siglo
XVIII como punto de inflexión y especialmente el capítulo IX («The Enlightenment and the
Antimarvelous») de DASTON y PARK (1998), pp. 329-364.
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recusación de la literatura de maravillas17 es paralela a la divulgación de los
procedimientos de crítica textual —destacando las obras de Feijoo y Mayans18— con objeto de distinguir las fábulas y las leyendas de las auténticas
fuentes históricas.
En este contexto se desarrolla la descalificación decidida de las transmutaciones sexuales y en menor medida, pues sigue siendo una cuestión muy controvertida en pleno siglo XVIII19, el rechazo a la existencia de hermafroditas
verdaderos. Anatomistas españoles de reconocido prestigio, como Martín
Martínez20, religiosos con vocación de naturalistas como Hervás y Panduro
(1735-1809)21 y Barco y Gasca (fl. 1775)22 y tratadistas de cirugía forense
————
17
«Porque entre los autores compiladores de prodigios, hay no pocos fáciles en creer, y ligeros en escribir. Son muchos los hombres que se complacen en referir portentos y rara vez falta
quien eternice con la estampa sus ficciones, como si fuesen realidades» (FEIJOO (1777), p. 80).
18 SÁNCHEZ BLANCO PARODY, F. (1991), Europa y el Pensamiento Español del siglo
XVIII, Madrid, Alianza Universidad, pp. 134-172.
19 Sobre la importante proliferación de monografías consagradas al hermafrodismo en la
Europa del siglo XVIII (textos médicos, literatura de viajes, diarios novelescos de hermafroditas, etc.) y de discusiones acerca de la existencia de verdaderos hermafroditas, VÁZQUEZ
GARCÍA, F. y MORENO MENGÍBAR, A. (1997), Sexo y Razón. Una genealogía de la moral
sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal, pp. 199-200.
20 Para Martín Martínez las mujeres masculinizadas son en realidad hembras macroclitorídeas: «en el fervor de acto venéreo [el clítoris] se hincha y enfurece como el miembro viril;
y en algunas ha crecido tanto, que han podido abusar de la Venus con otras mugeres, y dar
ocasión al vulgo para creer las fábulas de hembras convertidas en varones, ansí como a las de
hombres transformados en mugeres, ha dado motivo el ocultarse del todo el pene» (MARTÍNEZ
(1764), p. 188). Esta obra se ha calificado como «el mejor tratado morfológico español de la
primera mitad del siglo XVIII» (LÓPEZ PIÑERO, J.M., GLICK, T.F., NAVARRO BROTÓNS, V. y
PORTELA MARCO, E. (1983), Martínez, Martín. En Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, t. 2, Barcelona, Península, p. 34).
21 «De la mutación de sexos en una misma persona no discurro, porque repugna totalmente al orden y leyes de la naturaleza; y cualquiera a la menor reflexión la conoce imposible» (HERVÁS Y PANDURO, L. (1789), Historia de la Vida del Hombre o idea del Universo, t.
I, Madrid, Aznar, p. 189).
22 Antonio Jacobo del Barco y Gasca, Vicario de Huelva desde 1747, fue un clérigo ilustrado que aplicó el procedimiento crítico al estilo de Feijoo, refutando la supuesta transmutación de sexo, BARCO Y GASCA, A.J. del (1770-1771), Examen crítico de una rara transmutación de sexos en persona del femenino. En Cartas Familiares, Varias y Curiosas, dispuestas
para honesta diversión, t. III, carta 29, Madrid, fols. 199-221. Se trata del caso de una monja
de Córdoba llamada Mariana que, tras dos años como profesa en el Convento de las Agustinas, fue exclaustrada por ser considerada «machihembra». Posteriormente se casó con D.
Francisco Gómez Linares yéndose a vivir a Montilla. Enviudada de D. Francisco, tiene ahora
la intención de casarse con una sobrina de su marido, «haciendo papel de varón». Barco y
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—una materia incluida en el plan de estudios de los Colegios de Cirugía desde 1780— como Juan Fernández del Valle (fl. 1790)23, recusaron la posibilidad de «mudas de sexo». Éste y Hervás y Panduro, por otra parte, rechazaron
la existencia de hermafroditas24 verdaderos25.
————
Gasca admite que debe tratarse de un hermafrodita y aplica al caso los preceptos del Derecho
Canónico, esto es, elegido un sexo para casarse, no puede lícitamente renunciar a él. Por otra
parte estima que el hermafrodita perfecto, varón y hembra completos, es naturalmente imposible. En rigor el hermafrodita no puede nunca engendrar; por eso no debe permitírsele entrar en
el estado conyugal; de otro modo se legitimaría una cópula infecunda a sabiendas, tan contraria a la naturaleza como la molicie o la sodomía.
23 «Aquí pertenece refutar las “historietas” que se refieren a la alteración o cambios de
los sexos; la doctrina expuesta sobre las causas de la nymphomania y del hermafroditismo,
son las que han hecho se crean estas apariencias» (FERNÁNDEZ DEL VALLE, J. (1797), Cirugía
Forense General y Particular, t. III, Madrid, p. 18).
24 «Por lo que en fuerza de las observaciones exactas de los físicos modernos, y del ningún fundamento que tenía la opinión popular de los antiguos, se deberá decir que el hermafroditismo es una verdadera ficción, que el amor de la novedad inventó en los siglos de la ignorancia; y la vana persuasión creyó confirmada con experiencias, que se deben llamar pueriles»
(HERVÁS Y PANDURO (1789), p. 185). Hervás y Panduro arguye en su favor los argumentos de
Riolan, Parsons y Schenck.También señala que, si bien es cierto que hay niños nacidos con un
sexo dudoso, finalmente el verdadero sexo acaba mostrándose: «sucede frequentemente, que
está confuso el sexo del infante por causa de algunas excrescencias carnosas, u otras señales
accidentales que más comúnmente se suelen encontrar en las mujeres (...). Si el sexo del
infante no está claro, convendrá vestirle con hábitos talares hasta que aparezcan señales claras
de un sexo determinado» (HERVÁS Y PANDURO (1789), pp. 188-189). Fernández del Valle, sin
embargo, es aún más contundente: «ya es tiempo que se borren en nuestros escritos las descripciones de los “Andróginos” y que no se les exhiba el juramento que mandan los Canonistas, para que con el dictamen de los Anatómicos, elijan aquel sexo para que sean más aptos,
siempre que intenten contraer matrimonio, a menos que los dos contrayentes disfruten iguales
privilegios» (FERNÁNDEZ DEL VALLE (1797), p. 295).
25 La voz «hermaphrodita» recogida en el Diccionario de Autoridades (1732), no parece
albergar duda alguna acerca de la existencia de estos seres, aunque a diferencia del Tesoro de
Covarrubias, los considera monstruosos: «Hermaphrodita. La persona que tiene los dos sexos
de hombre y muger, que por otro nombre se llama Andrógeno. Tienen los autores varias opiniones del motivo o causa de esta monstruosidad y por extensión se dice de otras cosas»
(AAVV (1732), Diccionario de la Lengua Castellana en que se explica el verdadero sentido
de las voces, su naturaleza y calidad, Madrid, t. III, Imprenta de la Real Academia Española,
(ed. fascímil, Madrid, Ediciones Turner, 1977), p. 144). No está claro si Feijoo rechazaba la
existencia de hermafroditas; no es un asunto que abordara directamente. No obstante, en una
enumeración de monstruos con dos cabezas incluye los que tienen dos sexos diferentes sin
verse obligado a rechazar su existencia: «unos [de los monstruos bicípites] tenían el órgano de
la generación duplicado, otros no; y entre los que le tenían duplicado, en unos le había de
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Sin embargo este rechazo distaba aún de ser la norma intelectual en el siglo XVIII. Así lo revela uno de los manuales más utilizados en los Colegios
de Cirugía españoles durante el siglo XVIII; se trata de los Elementa Medicinae et Chirugiae Forensis del cirujano y profesor austríaco Joseph Jacobo
Plenck (1733-1807), editado en castellano por primera vez en 1796. El texto
pertenece aún, en algunos aspectos26, a una dinastía de obras médico-legales
de signo premoderno, como la del célebre doctor italiano Paolo Zacchias
(1584-1659), cuyas Quaestiones Medico-Legales (1621-1635) constituyen la
referencia fundadora de la disciplina. En este género el peritaje médico se
vincula a una justicia aún no plenamente secularizada, por ello un apartado
importante de la jurisprudencia médica se refiere al derecho canónico. En este
epígrafe incluye Plenck las cuestiones relativas a los monstruos, la duda en la
asignación del sexo y los endemoniados.
En el apartado dedicado al análisis de los signos que hacen dudar del sexo
de un sujeto, examina la cuestión del hermafroditismo. Considera que el asunto se plantea en relación con cinco importantes problemas: la asignación del
nombre en el bautismo, la celebración legítima del matrimonio, sólo posible
entre hombre y mujer; la determinación de los sexos de los cónyuges si ambos fuesen hermafroditas; la licencia para desempeñar oficios masculinos o
femeninos y finalmente la decisión acerca del atuendo apropiado para el suje-
————
ambos sexos, en otros de uno sólo» (FEIJOO (1777), p. 83). Por su parte Martín Martínez, en la
Anatomía Completa del Hombre se muestra a favor de admitir la existencia de hermafroditas
verdaderos: «si por alguna contingencia (...) quedan colocadas, más o menos partes de las que
debían, y mejor o peor elaboradas, sale el fetus monstruoso (...) ansí como si los genitales de
ambos sexos hallan oportuno lugar de colocación en el debido sitio, puede engendrarse un
verdadero hermafrodita, de que hay muchas observaciones, que trae Bonet, contra la opinión
de Diemerborcch, que no admite hermafroditas verdaderos, sino aparentes» (MARTÍNEZ
(1764), p. 202). No obstante recuerda que algunas mujeres con prolapso del útero han sido
confundidas con hermafroditas: «ha havido mugeres tenidas por hermafroditas, por haver
salido la vagina y parecer el cuello con su orificio interno la glande de un miembro viril»
(MARTÍNEZ (1764), p. 182).
26 No en el alcance; para Zacchias el médico legal es simplemente un asesor del juez en
ciertos asuntos (hechicería, envenenamiento, agresiones violentas, partos, pleitos eclesiásticos,
etc.); para Plenck, formado en la tradición del cameralismo germánico, la medicina legal es
una rama del arte de gobernar, que contribuye decisivamente al incremento de la población y
de la salud pública. Véase el apartado dedicado a los aspectos «políticos» de la Medicina en
PLENCK (1825), pp. 120-125 —utilizamos la edición latina traducida y publicada en España
por el el Dr. A. Vallejo. Sobre esta diferencia entre la medicina legal premoderna y la moderna, MARTÍNEZ (1990), pp. 121-123, y PESET, J.L. y PESET, M. (1975), Estudio preliminar. En
Lombroso y la Escuela Positivista Italiana, Madrid, CSIC, pp. 80-81.
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to27. Considera el hermafroditismo como una monstruosidad que afecta a los
genitales, de modo que en parte parecen masculinos y en parte femeninos.
Distingue tres especies de hermafroditas y los especifica teniendo en cuenta
sus rasgos anatómicos y fisiológicos, los caracteres secundarios y las inclinaciones sexuales. El primer tipo es el «andrógino» o hermafrodita masculino. Éste
posee pene con capacidad de inseminar y testículos, además de una hendidura en
el perineo que parece una apertura vulvar. Explorando con el instrumental se
muestra que no conduce a ningún útero sino a la vejiga. Estos hermafroditas sienten atracción por las hembras, poseen abundante pilosidad y barba, pero carecen
de mamas. Por último, presentan el fémur más estrecho y el húmero más ancho28.
El segundo tipo es la «andrógina» o hermafrodita femenino, dotado de un
clítoris desmesurado que simula ser un pene y se distiende. Suele presentar
dos hendiduras; una conduce a la vejiga y otra al útero, y carece de testículos
y de vasos espermáticos. Posee mamas, escasa pilosidad corporal y muestra
más ancho el fémur y más estrecho el húmero29.
Por último, Plenck admite la existencia de un tercer tipo de hermafroditas;
los «hermafroditas verdaderos». Estos presentan una mezcla de sexos en la
misma persona. Poseen testículos y ovarios, útero y miembro viril. Para demostrar que esta clase de hermafroditas son posibles cita observaciones realizadas y recogidas en las obras de Haller, en disertaciones de los franceses
Mavret y Petit —expuestas respectivamente en la Académie de Dijon y en la
Académie Royal des Sciences— y del italiano Colombo.30
El capítulo finaliza formulando cinco tesis a modo de conclusiones: a) los
andróginos pueden inseminar a las mujeres; b) las andróginas, valiéndose de su
clítoris, pueden tener ayuntamiento con hembra, pero son incapaces de eyacular; c) los hermafroditas verdaderos son posibles31; d) la existencia de estos
hermafroditas verdaderos explica las fábulas acerca de mujeres convertidas en
hombres y viceversa; lo que sucedería es que los genitales del sexo opuesto
emergerían del interior —bien por una operación quirúrgica o por llegar a la
edad núbil— haciéndose visibles; e) las antiguas leyes castigaban severísimamente a estas infortunadas personas de sexo dudoso, ya suficientemente
penadas por la propia Naturaleza32.
————
27
PLENCK (1825), p. 116.
PLENCK (1825), pp. 117-118.
29 PLENCK (1825), pp. 118-119.
30 PLENCK (1825), p. 119.
31 «De Androgynis autem veris utrumque esse possibile» (PLENCK (1825), p. 120).
32 «Atrocem et iniquissimam fuisse veterum legem, auqe homines dubii sexus quos ipsa
natura jam severius tractavit, cum morte puniebat» (PLENCK (1825), p. 120).
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La exposición de Plenck puede considerarse como una pieza de transición.
Por una parte sigue manteniendo la creencia en verdaderos hermafroditas; por
otra niega la posibilidad de cambios de sexo, pero lo hace utilizando un añejo
argumento: los mutantes de sexo son hermafroditas ocultos. Por último incluye un elemento que forma parte de la herencia intelectual de la Ilustración y
que se verá reiterado en los médicos forenses españoles de la primera mitad
del siglo XIX: la condena de las leyes antiguas, consideradas como residuos
de barbarie por castigar atrozmente a los individuos de sexo dudoso, y la actitud de conmiseración hacia estos «seres desgraciados» castigados por la Naturaleza con una horrenda deformidad33.
EL MÉDICO FORENSE, ÚLTIMA AUTORIDAD EN MATERIA DE IDENTIDAD SEXUAL
La obra de Plenck forma parte de una primera generación de escritos de
Medicina Legal, que incluye asimismo la Cirugía Forense (1783) de Domingo Vidal34, la Cirugía Forense, General y Particular (1797) de Juan Fernández del Valle y hasta cierto punto el Compendio de Policía Médica (1803) de
Vicente Mitjavila35. En estos textos, utilizados como manuales en los colegios
————
33 En esta misma coyuntura transitoria se encuentra el caso del marinero gaditano Antonio Martínez (natural de Chiclana), a comienzos del siglo XIX. Este individuo, de 19 años,
bautizado como mujer, se embarcó haciéndose pasar por hombre. Fue reconocido por importantes autoridades médicas de la Isla de Cuba, porque arguía poseer condición de hermafrodita, pretendiendo de este modo zafarse del reclutamiento en la Armada. El Dr. Romay, que
publicó un breve relato del caso en 1813 (Diario del Gobierno de La Habana, Mayo de 1813)
admite que se trata de un hermafrodita, aunque no deja de señalar que en las especies superiores estos seres son incapaces de inseminar o concebir. El facultativo cita también el caso ya
comentado de Fernanda Fernández (Tomás Romay, cit. en MARQUÉS DE ARMAS, P. (2002), El
Monstruo Humano, en http://www.habanaelegante.com/Summer2002/Panoptico.html, (consultado el 28 de febrero de 2011)).
34 VIDAL, D. (1814), Cirugía Forense o arte de hacer las relaciones chirurgico-legales,
Zaragoza, Imprenta de las Heras, (1ª ed. 1797). Vidal no menciona el hermafroditismo, ni en
el apartado dedicado a la impotencia como causa de anulación del matrimonio ni en el consagrado a las exenciones del servicio militar («si padece alguna enfermedad en los testículos y
demás partes externas de la generación; asimismo, si está o no castrado», VIDAL (1814), p.
120). En un ejemplo de relación médico-legal sobre impotencia, se refiere a un individuo
«testicondo», esto es, con los «testículos ocultos en el vientre» (VIDAL (1814), p. 149), lo que
con posterioridad se denominará «criptorquidia».
35 MITJAVILA, V. (1983), Compendio de Policía Médica, reed. fascímil, con prólogo de
J.M Calbet y Jacinto Corbella, Barcelona, Universidad de Barcelona, (1ª ed., 1803). Este autor
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de cirugía y —el último citado— en la Academia Médica Práctica de Barcelona36, la medicina forense trasciende con mucho el marco estrecho en el que
se movía desde la época de Paolo Zacchias. Ya no es simplemente una disciplina que pretende asesorar a la justicia en determinados asuntos (muertes
violentas, envenenamientos, hechicería, desfloraciones, etc..); se trata de una
ciencia de Estado.
Como se ha indicado al exponer la naturalización del monstruo, ésta sólo
fue posible a través de un desgaste del concepto de Naturaleza entendido como lenguaje mediante el que Dios se comunicaba con los hombres. El papel
desempeñado por un orden trascendente que encofraba la vida dotándola de
significado y de protección, empieza a adoptarlo un poder disciplinario, característico de las Monarquías absolutas, que intenta regular meticulosamente
la vida administrándola hasta en sus detalles más cotidianos. La Ciencia de la
Policía, tanto en su versión francesa como alemana, es la teorización de este
tipo de poder37. La variante germánica, que tuvo una importante difusión en la
España del siglo XVIII, constituía un conjunto de saberes destinados a formar
funcionarios de la administración estatal, lo que se conoció con el nombre de
«ciencias camerales» o «cameralismo»38.
Pues bien, formando parte de estos conocimientos, se encontraba la «policía médica»39. Si la gestión de la vida y de la salud eran cometido principalísimo de un Estado que velaba por la felicidad pública, no era de extrañar esta
importancia reconocida a la Medicina, un reconocimiento que se hizo palpa-
————
tampoco se refiere al hermafroditismo en el capítulo dedicado a la «impotencia para el matrimonio», MITJAVILA (1983), pp. 71-73.
36 Sobre esta innovadora institución, cf. ZARZOSA ORELLANA, A. (2003), La Pràctica
Mèdica a la Catalunya del segle XVIII, tesis doctoral, Barcelona, Universidad de Barcelona,
pp. 129-194.
37 FOUCAULT, M. (2004), Securité, Territoire, Population. Cours au Collège de France
1977-1978, Paris, Gallimard-Seuil. Sobre el desarrollo de la Ciencia de la Policía en España,
FRAILE, P. (1997), La Otra Ciudad del Rey. Ciencia de la Policía y organización urbana en
España, Madrid, Celeste Ediciones; ZARZOSA ORELLANA, A. (2001), Policía y Ciencia de la
Policía en el Discurso Urbanístico a Finales del Antiguo Régimen, Asclepio, 53 (2), pp. 125130 y VÁZQUEZ GARCÍA (2009), pp. 139-182.
38 Sobre la importante incidencia del «cameralismo» en el pensamiento ilustrado español,
cf. LLUCH, E. (2000), El Cameralismo en España. En FUENTES QUINTANA, E. (dir.), Economía y
Economistas Españoles. Tomo III. La Ilustración, Barcelona, Galaxia Gutenberg, pp. 721-728.
39 ROSEN, G. (1985), De la Policía Médica a la Medicina Social. Ensayos de Historia de
la Atención a la Salud, México, Siglo XXI.
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ble en la España de Carlos III40. De hecho, la primera serie de textos médicolegales que se ha mencionado, se inscribe en cierto modo en este marco de la
«policía médica». Si el Estado y las leyes deben proteger la vida, esto sólo es
posible conociendo los principios y regularidades que la conforman, empezando por los que afectan a la «población», considerada entonces como la
mayor riqueza de las naciones41. Los médicos legistas, por tanto, máximos
especialistas en la salud como bien público —en esta época la Higiene Pública no estaba aún totalmente separada de la Medicina Legal—42 no se limitaban a asesorar a los magistrados; su saber debía intervenir en la ceñida reglamentación de la vida que hacía posible la armonía del Estado43.
Esta idea de subordinar la ley a la norma biológica se piensa en estos primeros textos médico-legales desde un planteamiento extraordinariamente
centralizado e intervencionista, como correspondía al Estado de Policía característico del Despotismo Ilustrado44. El advenimiento del Estado liberal, que
en España, tras las experiencias frustradas de 1812 y 1820, se entroniza con el
reinado de Isabel II, implicará una manera distinta de afrontar el gobierno de
la salud y los objetivos propios de la Medicina Legal. En este nuevo contexto
el facultativo forense no colabora con un Estado que pretende reglamentar
meticulosamente la vida, como sucedía en el cameralismo y la policía médica.
El gobierno liberal de los procesos vitales consiste en eliminar los obstáculos
que impiden el desenvolvimiento de las propias regulaciones internas de la
vida y que marcan el límite y la condición de la acción estatal. No se trata de
someter la Naturaleza a un sinfín de preceptos sanitarios orquestados por el
Estado, sino de conocer la propia dinámica de los procesos vitales para que el
legislador ajuste a ella sus principios45. Desde comienzos del siglo XIX, con
————
40 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (2005), El resguardo de la salud. Administración sanitaria española en el siglo XVIII. En Salud Pública en España. Ciencia, Profesión y Política, siglos
XVIII-XIX, Granada, Universidad de Granada, pp. 17-48.
41 VÁZQUEZ GARCÍA (2009), pp. 177-182.
42 MARTÍNEZ (1990), p. 123.
43 «Los objetos de la Cirugía forense se pueden reducir a dos, uno próximo y otro remoto:
el primero se dirige a saber y conocer la verdad; el segundo es consiguiente y conspira a conservar la buena armonía y tranquilidad de un Estado» (FERNÁNDEZ DEL VALLE (1797), p. 62).
44 Sobre el «Estado de policía», FOUCAULT (2004), pp. 341-370 y DEAN, M. (1999),
Governmentalit: Power and Rule in Modern Society, London, Sage, pp. 89-96.
45 «Y como las leyes no pueden ser buenas si no están de acuerdo con el hombre, con su
corazón, necesidades, clima y género de vida a que están sujetos los diferentes pueblos, deben
los legisladores y los magistrados consultar la medicina, vasto código de las leyes de la física
animal, antes de pensar en establecer nuevas instituciones o para darlas todo el grado de utili-
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la traducción castellana de la obra de Foderé, Les Lois éclairées par les sciences physiques, ou Traité de médecine légale et d’hygiène publique (1797),
editada en Madrid entre 1801 y 1803, se abre una segunda generación de tratadística médico legal. Las obras de Ramón López Mateos (1771-1814), Pensamientos sobre la razón de las leyes (1810) y Francisco Fabra Soldevilla
(1778-1839), Filosofía de la Legislación atural (1830), inauguran un corpus
de textos médico-forenses españoles46 consonantes con el modelo de gubernamentalidad liberal, donde se estima que el legislador debe ajustar sus preceptos «a las insinuaciones de la naturaleza»47.
————
dad que son capaces de recibir» (FODERÉ, F.E. (1801-1803), Las leyes ilustradas por las
Ciencias Físicas o Tratado de Medicina Legal y de Higiene Pública, t. I, Madrid, Imp. de la
Administración del Real Arbitrio de la Beneficencia, pp. 1-2). SIMÓN PALMER, C. (1984), La
higiene y la medicina de la mujer española a través de los libros (s. XVI a XIX). En DURÁN,
M.ªA. et al. (eds.), La mujer en la historia de España (siglos XVI-XX), Madrid, Universidad
Autónoma, p. 81, considera que este tratado es el primero de medicina legal moderna editado
en España.
46 Entre ellos y por orden cronológico: PEIRÓ, P.M. y RODRIGO, J. (1832), Elementos de
Medicina y Cirugía Legal arreglados a la Legislación Española, Zaragoza, Imprenta de Mariano Peiró (reed. en 1839, 1841 y 1844); MATA, P. (1844), Vademecum de Medicina y Cirugía Legal, Madrid, Imprenta Calle de Padilla; MATA, P. (1846), Tratado de Medicina y Cirugía Legal, Madrid, Carlos Bailly Baillère (sucesivas reediciones); FERRER Y GARCÉS, R.
(1847), Tratado de Medicina Legal, Barcelona, Imprenta de P. Riera y ROSSELL, A. (1848),
Manual de Medicina Legal, Madrid, Ramón Rodríguez Rivera. Aquí debe mencionarse también la traducción castellana del Traité de Médecine Légale de Mateo Orfila, realizada en
1847 a partir de la edición de 1835 (el Traité se había editado por primera vez en 1821 con el
título de Leçons faisant partie du cours de Médecine Légale). Sobre el contexto de la Medicina Legal francesa en la época de Orfila, HUERTAS, R. (1988), Orfila, Saber y Poder Médico,
Madrid, CSIC, pp. 31-33. En 1843 se fundó la Cátedra de Medicina Legal de la Universidad
de Madrid y en 1845 la de la Universidad de Barcelona. En 1853 se funda la primera revista
española especializada en Medicina Legal: el Repertorio de Higiene Pública y Medicina Legal, dirigido por Manuel Álvarez Chamorro. En 1855 se fundó el Cuerpo Provisional Médico
Forense de Madrid (que tuvo entre sus miembros a Juan Querejazu Hartzenbusch, traductor de
Tardieu) y en 1862 la organización del cuerpo de médicos forenses a escala nacional, PÉREZ
DE PETINTO Y BERTOMEU, M. (1999), Comienzo y actualidad (en 1951) de la trayectoria corporativa médico-forense, Revista Española de Medicina Legal, 23, pp. 5-43, pp. 6-10.
47 «Las leyes entienden en arreglar la moralidad de las acciones; y la medicina en averiguar los instrumentos que la determinan y modifican. Sin un exacto discernimiento de la variedad de circunstancias que pueden concurrir a determinar y modificar esta moralidad, sugerido por la ciencia de la vida y de la muerte, mal podrá el legislador ajustar como debe sus
preceptos a las insinuaciones de la naturaleza» (LÓPEZ MATEOS, R. (1810), Pensamientos
sobre la razón de las leyes, Madrid, Imp. Gómez Fontenebro y Compañía, p. 3). Sobre la
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Entre las competencias que la Medicina Legal anexionó se encuentra una
especialmente relevante a la hora de optimizar el número y la calidad de las
poblaciones. El médico forense se convirtió en autoridad última en materia de
asignación del sexo de los sujetos «dudosos». Ya no se habla del «sexo predominante» ni de elección en casos de auténtico hermafrodismo. Se entiende
que todo individuo posee en exclusiva un sexo determinado, de hembra o de
varón, garantizando su identidad civil y asegurando la institución del matrimonio, instancia clave en la reproducción biológica de la nación48. La pareja
procreadora legítima es la pareja conyugal y esta exige la inconfundible identificación de sus componentes respectivos como hembra y como varón49.
La preocupación por regular —más allá de los intereses familiares— los
enlaces matrimoniales de modo que contribuyeran a engendrar una población
abundante y sana es lo que hizo que un buen número de ilustrados españoles
criticara con saña los matrimonios de conveniencia y ridiculizara la desproporción de edad entre los contrayentes. La inadecuación de estas alianzas no
era sólo moral sino que afectaba también al poderío biológico del reino. Aquí
se inscriben las comedias de Leandro Fernández de Moratín, El Sí de las iñas y El Viejo y la iña o las sátiras de Jovellanos —sátiras «a Arnesto» o «a
la tiranía en el matrimonio»— sobre el mismo asunto50. En este frente se sitúa
también una serie de Caprichos realizados por Goya entre 1797 y 1798. En
ellos se representa de forma grotesca una suerte de ceremonia de enlace conyugal, cuyos protagonistas son figurantes enmascarados en una escena de
carnaval. La contrayente, una moza joven, aparece con una máscara en su
————
gubernamentalidad liberal «clásica», DEAN (1999), pp. 113-130 y VÁZQUEZ GARCÍA (2009),
pp. 183-200.
48 «Todo hombre, generalmente hablando, en habiendo llegado a la pubertad, siente en su
interior un poderoso estímulo que le incita a la propagación de su especie; pero tanto como
una unión desarreglada e ilegítima no conviene al Estado, se debe favorecer, quanto sea posible, la conyugal, con atención a que tiene cuenta a todo gobierno que sus Reynos y Provincias
estén competentemente poblados; y supuesto que las ventajas y prosperidad de una población
están en razón directa de la robustez y sanidad de sus moradores, porporcionadas a la naturaleza del suelo en que viven» (MITJAVILA (1983), p. 69).
49 Sobre el hermafroditismo y el problema de los «same-sex marriages», DREGER, A.D.
(1998), Hermaphrodites and the Medical Invention of Sex, Cambridge, Harvard U.P., pp. 119-126.
50 MORANT, I. y BOLUFER PERUGA, M. (1998), Amor, Matrimonio y Familia. La construcción histórica de la familia moderna, Madrid, Síntesis, y BOLUFER PERUGA, M. (1998),
Lo Íntimo, lo Doméstico y lo Público. Representaciones y Estilos de Vida en la España Ilustrada, Studia Histórica, Historia Moderna, 19, pp. 85-116, pp. 109-110. A esta desproporción
de las edades en el matrimonio se refiere críticamente LÓPEZ MATEOS (1810), pp. 116-117.
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rostro y otra en sus genitales, simulando el doble sexo de los hermafroditas.
Precisamente uno de los dibujos (Dibujo B.59) de esta serie se titula Máscaras. La apunta por hermafrodita. Un escribano, trasunto del sacerdote, empuña un cuaderno donde simula levantar acta. Detrás se ve a un espectador que
levanta los brazos, escandalizado. La estampa se ha interpretado51 como una
alusión a la lujuria femenina, propia de esas novias que apañan un matrimonio, con el beneplácito del novio, para poder desfogar su depravada conducta
licenciosa. El hermafrodismo simbolizaría por tanto el exceso sexual, emparentándose con la vieja tradición que lo asocia con significados nefandos.
Pero al mismo tiempo, este hermafrodismo no es real, no coincide con el representado en la literatura de prodigios o en las relaciones de sucesos ni se
identifica con los malos presagios ligados al monstruo. No es más que una
máscara, una apariencia que oculta el verdadero sexo del sujeto. De esta manera la imagen de Goya parece participar de esa condición transitoria de otros
testimonios ilustrados; sugiere a la vez los vestigios del Antiguo Régimen
sexual y anuncia el reinado del sexo biológico captado en su verdad desnuda.
Esta formulación implica desligar la identidad sexual de los sujetos de la
vieja red comunitaria y de grupos de parentesco que conformaba el Antiguo
Régimen Sexual. En éste, la identidad civil del sujeto era definida por sus
lazos externos de sociabilidad; era necesario precisar el sexo del sujeto para
permitir su entrada en las relaciones de alianza; en la comunidad eclesiástica
por la participación en los sacramentos; en los clanes y linajes, en los circuitos de transmisión de bienes por el sello matrimonial; en los gremios y corporaciones por el reconocimiento del nombre y de la tradición. La determinación del sexo en los casos dudosos era principalmente responsabilidad de la
familia o de los tutores —que con frecuencia recurrían al asesoramiento de
médicos, cirujanos y parteras— vehículos de la exposición pública del sujeto;
de hecho el individuo se definía por sus vínculos con los demás antes que por
su identidad sexual. Si un sujeto poseía un sexo u otro, esto se debía en último
extremo, a que tal identificación estaba prescrita si se quería formar parte de
la densa red de relaciones de dependencia (familia, juramento de fidelidad,
protección) que conformaba el dispositivo de las alianzas.
El nuevo Estado liberal, que borra la representación de una sociedad dividida en tres órdenes inmutables y la sustituye por la imagen de un campo
homogeneizado bajo las relaciones de propiedad, define la identidad social de
los individuos, no sólo por su nombre, no por sus relaciones externas, sino a
————
51 ALCALÁ FLECHA, R. (1988), Literatura e Ideología en el Arte de Goya, Zaragoza, Diputación General de Aragón, pp. 349-351.
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partir de su «interioridad»: su cuerpo, sus fuerzas, su pensamiento, requisitos
que permiten reconocer al individuo responsable, capaz del ejercicio de sus
derechos y contractualmente disponible.
La fijación de la identidad sexual —que reemplaza al estamento como
marca distintiva e innata de los individuos— no dependerá ya de los miembros de la familia ni del propio sujeto, aunque éste se vea obligado e incitado a
decir la verdad de sí mismo; recae sobre aquellos que detentan un saber positivo acerca del cuerpo y del alma, capaces de descifrar sus signos definitorios
más allá de las caprichosas deformidades de la Naturaleza y de las desastrosas
equivocaciones de los legos52. Una racionalidad técnica, de la que son depositarios nuevos agentes sociales definidos por su capacitación experta, se superpone a la autoridad jurídica para decidir acerca de la identidad del sujeto.
Por otra parte, las nuevas formas de racionalidad administrativa se dedican
a aprovechar con el mayor rendimiento posible las fuerzas de la nación. La
Ciencia de la Policía del Antiguo Régimen y la Economía Política del liberalismo coinciden en considerar a la población como una riqueza, un recurso
que se debe gestionar óptimamente, un tesoro cuyo incremento —en cantidad
y calidad— redunda en el poderío militar y productivo de los Estados.
La formación de una milicia nacional bajo el sistema de conscripción y la
preocupación especial por regular la edad y pertinencia de los matrimonios —
únicas parejas procreadoras reconocidas como legítimas— son medidas en
directa relación con esta preocupación por maximizar el número, la salud y la
capacidad procreadora de las poblaciones. En ambos casos la determinación
del auténtico sexo se convierte en tarea indispensable. En primer lugar para
salvar la bonanza y poder genésico de los matrimonios —autorizando o no a
un sujeto a contraer enlaces o anulando las alianzas erróneas. Aquí se plantean los problemas de la impotencia, la esterilidad, la edad conveniente, la
salud, las enfermedades hereditarias y la asignación de sexo en los casos dudosos, lugares comunes de la literatura médico-legal53. En segundo lugar para
————
52 «Durante mucho tiempo el individuo se autentificó gracias a la referencia de los demás
y a la manifestación de su vínculo con otro (familia, juramento de fidelidad, protección);
después se lo autentificó mediante el discurso verdadero que era capaz de formular sobre sí
mismo o que se le obligaba a formular» (FOUCAULT, M. (1977), Historia de la Sexualidad.
Tomo I. La Voluntad de Saber, México, Siglo XXI, p. 74).
53 Foderé rechaza la existencia de casos reales de «androginia», aunque reconoce que las
monstruosidades han podido dar lugar a este tipo de errores. Entiende que a través del examen
físico y visual se puede salir de dudas, de modo que los matrimonios afectados puedan anularse por causa de «impotencia» (FODERÉ, F.E. (1813), Les lois éclairées par les sciences physiques, ou traité de médecine légale et d’hygiène publique, Paris, chez Croullebois et chez De-
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permitir la incorporación al servicio militar. No es una casualidad el hecho de
que buena parte de los casos de supuesto hermafroditismo que registra la medicina legal en el siglo XIX se descubrieran en aspirantes a cónyugues o en
cónyugues errados; en candidatos a la milicia o en soldados ambiguos.
LA FUNDAMENTACIÓN BIOLÓGICA DE LA DIFERENCIA SEXUAL
Junto al despegue de la Medicina Legal moderna y la naturalización del
monstruo, se bosqueja en la misma época un tercer proceso decisivo para dar
cuenta del eclipse de los hermafroditas y del rechazo a las transmutaciones
sexuales. Se trata de la fundamentación biológica de la diferencia sexual, un
acontecimiento que, como ha analizado Thomas Laqueur, converge con los
supuestos del pensamiento ilustrado y de la democracia liberal. Las pistas de
este triunfo del «biologismo dicotómico» en relación con los sexos también
pueden rastrearse en el caso español. El énfasis en la dualidad de los sexos
frente al esquema monista característico del galenismo hipocrático, se puede
ver funcionando en algunos textos médicos (Bravo de Sobremonte, García
Carrero) y no médicos (Martín de Río) del siglo XVII54. Pero en esta literatura siempre se invoca la voluntad divina: existen dos sexos porque Dios así lo
dejó establecido —y lo prueba el libro del Génesis— para permitir la conservación y propagación de la especie humana. Este argumento teológico, característico del Antiguo Régimen sexual, va a situarse cada vez más en un segundo plano. El sexo no es más que nuda vida; no hay que leer las Sagradas
Escrituras o a los Santos Padres para constatar las diferencias entre hembras y
varones; hay que saber descifrar los matices diferenciales que presentan las
estructuras anatómicas, la fisiología y los temperamentos. En este pedestal
epistemológico se encuentran ya, aun sin renunciar del todo al viejo arsenal
teológico-moral, los argumentos de Feijoo y Martín Martínez, dos autores que
preludian, en la primera mitad del siglo XVIII, la apertura española al movimiento europeo de las Luces55.
————
terville, vol. I., pp. 355-366). FODERÉ (1813), vol. II, pp. 178-179, indica que a menudo se
discute el sexo dudoso de los recién nacidos, pero atribuye estos titubeos a la falta de precisión y conocimiento de las «sages-femmes illitérées». LÓPEZ MATEOS (1810), pp. 111-121, se
refiere a la impotencia y a la esterilidad, pero no menciona el hermafroditismo.
54 VÁZQUEZ GARCÍA (2009).
55 «Macanaz, Martín Martínez y Feijoo, cada uno en su campo limitado de actividad,
abren el camino a quienes ya en la segunda mitad de la centuria se esfuerzan por incorporar a
España al movimiento cultural europeo» (GRANJEL, L.S. (1967), El Pensamiento Médico de
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En el Teatro Crítico Universal, el Padre Feijoo se declara extremadamente
crítico con la doctrina hipocrática56. En materia de teoría de la generación
sostiene las tesis preformacionistas y niega por tanto la supuesta ubicación de
los fetos femeninos en el lado izquierdo y del masculino en el derecho57. Pero
no es en estas reflexiones sobre Hipócrates donde se pueden vislumbrar las
posiciones del benedictino en relación con la diferencia entre los sexos. Para
ello es necesario consultar su célebre «Defensa de las Mujeres», inserta también en el Teatro Crítico Universal, texto que, como ha demostrado Mónica
Bolufer, da fin en España al debate, iniciado en la Edad Media, acerca de la
inferioridad o mayor excelencia de las mujeres en relación con los varones.
Aquí, siguiendo un argumento ya advertido en autores del siglo XVIII, Feijoo
se opone a la caracterización aristotélica de la mujer como un «monstruo»,
esto es, como un «varón imperfecto»58. Se trata de un ser completo, perfecto
en su intención y biológicamente necesario, «pues no puede conservarse la
especie sin la concurrencia de ambos sexos». Siendo consecuente con esta
tesis, rechaza la especulación teológica que anticipaba la conversión de todas
las mujeres en varones cuando se produjera la Resurrección Universal59.
Por otra parte, el benedictino reconocía que hombres y mujeres eran de
«diferente organización» y que esta diferencia física condicionaba las diferencias de orden moral e intelectual, pero insistía en que de ahí no se derivaba
la inferioridad intelectual de la mujer, puesto que el estado actual de la ciencia no permitía identificar el soporte material de semejante jerarquía. En este
————
Martín Martínez. En Médicos Españoles, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 171).
Sobre la construcción del cuerpo femenino en la España del siglo XVIII son indispensables
los trabajos de Mónica Bolufer Peruga: la síntesis realizada en BOLUFER PERUGA, M. (1998),
Mujer e Ilustración. La construcción de la feminidad en la España del siglo XVIII, Valencia,
Institució Alfons el Magnànim y el estado de la cuestión en BOLUFER PERUGA, M. (1999), Cos
femení, cos social. Apunts d’historiografía sobre els sabers mèdics i la construcció cultural
d’identitats sexuades (segles XVI-XIX), Afers. Full de recerca i pensament, 33/34, pp. 531-550.
56 FEIJOO, B.J. (1779), La Doctrina Hipocrática no debe tomarse por norma de Medicina.
En Teatro Crítico Universal, t. VIII (ed. or. 1739), Madrid, Imp. de Don Joaquín Ibarra, pp.
328-339. Sobre este asunto, cf. MARAÑÓN (1954), pp. 216-217.
57 MARAÑÓN (1954), p. 333.
58 FEIJOO, B.J. (1778), Defensa de las Mujeres. En Teatro Crítico Universal, t. I (ed. or.
1726), Madrid, Imp. de Don Joaquín Ibarra, p. 330. Sobre el enorme impacto de esta obra en
el mundo intelectual de la España dieciochesca y el debate que suscitó, es indipensable BOLUFER PERUGA (1998), pp. 28-59.
59 FEIJOO (1778), p. 331.
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aspecto había que considerar a ambos sexos en pie de igualdad60. La distinción entre hombres y mujeres no residiría en el entendimiento. Ciertamente se
reconocía que el cerebro femenino estaba formado por fibras más blandas,
pero esto no aminoraba su «facultad discursiva», como probaban las mujeres
«ilustres» e inteligentes testimoniadas por la historia61. La disparidad no se
asentaba en ese nivel («en los órganos que sirven a la facultad discursiva; sí
sólo en aquellos que destinó la naturaleza a la propagación de la especie»)62.
Por tanto, las consideraciones puramente físicas no permitían sustentar el
modelo jerárquico y monista avalado por Aristóteles (la mujer como varón
fracasado) y por la tradición galénico-hipocrática. Mujeres y hombres diferían
por naturaleza, aunque esa diferencia no permitía fundar una supremacía entre
los sexos. Hasta aquí el Padre Feijoo parecía anticipar todos los elementos del
modelo dimórfico y naturalista. Sin embargo, esta «modernidad» del benedictino es en el fondo bastante precaria. Si ambos sexos eran iguales en talento
aunque diversos en lo físico, ¿cómo se justificaba la supremacía masculina?
Para resolver este dilema el benedictino apelaba a la teología. Dios quiso que
el hombre ejerciera el gobierno sobre la mujer, no por su inteligencia superior, sino por otras virtudes que suelen adornar a los que están destinados al
mando: la constancia y la fortaleza63.
La Anatomía Completa del Hombre (1728), de Martín Martínez, coetáneo
amigo de Feijoo64, y partidario de su postura en la «Defensa de las Mujeres»,
muestra ya de modo fehaciente un esquema de representación que destaca el
dimorfismo sexual. En las lecciones cuarta y quinta, dedicadas respectivamente
a examinar «las partes de la generación» en el varón y en la hembra, se recalcan
continuamante las diferencias de organización. La lección cuarta se abre señalando las partes comunes y dispares que corresponden a los dos sexos65. No
————
60 Un enfoque similar pero donde las diferencias físicas aparecen más atenuadas lo ofrece
AMAR Y BORBÓN, J. (1994), Discurso sobre la Educación Física y Moral de las Mujeres (ed.
or. 1790), Madrid, Cátedra, p. 63.
61 BOLUFER PERUGA, M. (2000), Galerías de ‘Mujeres Ilustres’ o el sinuoso camino de la
excepción a la norma cotidiana (ss. XV-XVIII), Hispania, LX/1 (204), pp. 181-224.
62 FEIJOO (1778), pp. 359-360.
63 FEIJOO (1778), p. 389.
64 Sobre esta amistad, GRANJEL (1967), pp. 193-195, y MARAÑÓN (1954), pp. 118-124.
65 «El tercer género de partes contenidas en el vientre inferior, son las que sirven a la generación, y de éstas unas son comunes a ambos sexos, como los vasos espermáticos, testículos
y vasos deferentes, y otras propias de cada sexo, como en los varones la epídidimis, vesículas
seminales y miembro viril, y en las mugeres el útero. Estas partes son nobilísimas y principales en orden a la especie, y fueron dadas por la naturaleza, para que ya que los individuos no
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obstante, en el detallado examen de estas partes se enfatizan siempre hasta las
más pequeñas diferencias que conciernen a esas partes comunes66.
Por otra parte, en la descripción de los órganos femeninos se pone mucho
cuidado en resaltar la función que desempeñan, sea en la concepción o en el
parto, como si toda la anatomía genital femenina estuviera destinada a hacer
fecundo el semen y viable el feto67. Respecto al clítoris, aunque se mantiene su
comparación con el pene, en la tradición de los isomorfismos galénicos, se indican también sus diferencias de estructura y de función (sus músculos no sirven para mantenerlo en erección o expulsar semen sino para cerrar el orificio
de la vulva comprimiendo el pene durante el coito) respecto al miembro masculino. También forma parte de la tradición, ya advertida en algunos médicos de
los siglos XVI y XVII la insistencia en caracterizar el clítoris como órgano
principal del «deleite sensual» femenino68 y la referencia a mujeres macroclitorídeas que pueden seducir y tener ayuntamiento con otras mujeres69.
Las láminas que representan los aparatos genitales del hombre y de la mujer en la obra de Martín Martínez, aun privilegiando todavía la sección frontal, no exhiben ya el paralelismo que se advertía aún en los textos médicos del
siglo XVI —donde descuellan las láminas incluidas en la Historia de la
Composición del Cuerpo Humano de Valverde de Amusco— y XVII. La
representación de la vagina como pene ha desaparecido al recalcarse el ensanchamiento del útero y de la matriz, formando un conjunto de forma cónica, mientras que se mantiene la imagen cilíndrica del pene. Tampoco se reco-
————
pueden perpetuarse, se perpetúe y no se envejezca la especie, renovada en cada individuo»
(MARTÍNEZ (1764), p. 159).
66 Sobre la diferencia entre los vasos espermáticos y los ovarios femeninos respecto a sus
correspondientes masculinos, MARTÍNEZ (1764), p. 178.
67 Sobre la forma del cuello de la matriz, conveniente para la expulsión del feto, MARTÍNEZ (1764), p. 182; sobre el papel de los «ligamentos redondos» facilitando la salida del feto
en el parto, MARTÍNEZ (1764), p. 183; sobre el útero como «fecundo campo de la generación»,
MARTÍNEZ (1764), p. 184; sobre la función de las ninfas ayudando a abrir la vulva en el parto,
MARTÍNEZ (1764), p. 187. Respecto a los músculos del clítoris, se insiste en que «parece que
sirven de cerrar el orificio de la vulva y comprimir en el coito el pene, y no de elevar el clítoris o arrojar el esperma, como otros presumen» (MARTÍNEZ (1764), p. 183). De este modo se
marca la asimetría entre pene y clítoris. Por último la vagina posee un esfínter cuya función
sería evitar la entrada de aire externo «y enfriar el esperma espirituoso masculino antes que
penetre por las tubas a los ovarios» (MARTÍNEZ (1764), p. 192).
68 MARTÍNEZ (1764), p. 187.
69 MARTÍNEZ (1764), pp. 188 y 192.
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noce ya el isomorfismo entre ovarios y testículos. En suma, se advierte ya la
constancia de un modelo dicotómico70.
La ruptura con el modelo del sexo único, planteada ya en algunos autores
representativos de la primera Ilustración española, como Feijoo y Martínez, se
verá consolidada en los albores de la Medicina Legal moderna. La «nueva ortodoxia ilustrada»71, como la denomina Mónica Bolufer, no limita la diferencia
biológica a los «órganos de la generación»; al cuestionar el viejo dualismo cartesiano, considera aquélla como soporte material que atravesaba la vida física y
mental de los sujetos. Así, los forenses Foderé72 y López Mateos73 no subrayan
sólo la diferente conformación física de hombres y mujeres, sino que hacen depender toda diferencia social de diferencias fijadas en la constitución orgánica.
De este modo la igualdad universal conquistada con el derrumbe de la sociedad
estamental se encuentra cuestionada al situarse las diferencias, no ya en el orden
jerárquico de los rangos y las prerrogativas, sino en la disparidad complementaria de las estructuras orgánicas y de la fisiología. Los médicos, como los autores
de novelas moralizantes de fines del siglo XVIII74, apelaban a la «naturaleza»
frente al «artificio» como un modo de cuestionar las formas de vida características de los grupos privilegiados del Antiguo Régimen. Pero esto no eliminó el
discurso de la desigualdad femenina sino que lo recodificó situándolo en el
plano de las diferencias biológicas presentadas como complementarias. Lo
social se disocia y simultáneamente se hace derivar de lo biológico. Mujeres y
————
70
Este fenómeno se analiza en cuanto a las diferencias en los esqueletos entre hombres y
mujeres, que se van elaborando en textos de anatomía durante los siglos XVII y XVIII. Cf.
SCHIEBINGER, L. (2003), Skelettestreit, Isis, 94, pp. 307-313.
71 BOLUFER PERUGA (1998), p. 69.
72 FODERÉ (1813), t. I, pp. 48-51.
73 «Lo muy débil y sensible de la muger la inutilizó para grandes fatigas, y para negocios
de discusión seria y detenida; al paso que la proporcionó a impresiones las más ligeras, y a
que tomase interés en cosas despreciables o de poca importancia. La conformación particular
de lo huesos de las caderas y demás que conforman la pelvis facilitaba la postura sentada,
como también lo más abultado de sus músculos por su gran texido celular, y mayor diámetro
de su base, haciéndola declinar a ocupaciones sedentarias y tranquilas. Sintió su flaqueza,
reconoció el poder en el varón y fió el dominarle a otro imperio que el de la fuerza. De ahí su
propensión a ocupaciones de más paciencia que talento, su comprehensión pronta, pero variable, su carácter blando, insinuante y susceptible de infinitas modificaciones, su genio perspicaz para conocer y manejar los resortes del corazón del hombre, su economía moral y política» (LÓPEZ MATEOS (1810), p. 14).
74 BOLUFER PERUGA, M. (2002), Literatura encarnada: modelos de corporalidad femenina
en la Edad Moderna. En METTALÍA, S. y GIRONA, N. (eds.), Aún y más allá: mujeres y discursos, Caracas, Ex Cultura, pp. 205-215, pp. 209-210.
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hombres son iguales teóricamente en su condición de sujetos jurídicos, sin embargo las peculiaridades físicas de cada sexo los hacen aptos en cada caso para
unas ocupaciones e inaptos para otras. Las nuevas particiones que vertebran la
sociedad industrial —producción/reproducción, público/privado, fábrica/hogar— encuentran su fundamento en esta diferencia puramente biológica,
referida al ámbito de la «nuda vida» y no a la decisión de la voluntad divina.
Al mismo tiempo, las ciencias de la vida son invocadas para encontrar las
raíces orgánicas de las distinciones entre edades, razas y clases, consolidando
así una suerte de virtual «racismo de Estado» paralelo a la soberanía
democrática del liberalismo75.
El énfasis en las discordancias y en las complementariedades entre la naturaleza femenina y la masculina se encontró consolidado en un género médico
emergente a comienzos del siglo XIX. Se trata de los tratados de «ginecopatía» o de enfermedades de las mujeres. La obra de Julien Joseph Virey (17751846), traducida en España por el anatomista Manuel Hurtado de Mendoza
(1780/85?-1849), había subrayado que la diferencia de sexos era tanto más
importante cuanto más se ascendía en la escala de los seres vivos76, distinguiéndose la mujer por su fragilidad y sensibilidad exacerbada77. Esta condición especialmente quebradiza y enferma es la que dio lugar en España —en
————
75 PESET, J.L. (1983), Ciencia y Marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 9; FOUCAULT, M. (1997), “Il Faut Défendre la Société”. Cours au Collège de
France, 1976, Paris, Gallimard-Seuil, pp. 70-73.
76 Lo que llevaba a excluir el hermafroditismo en las especies más desarrolladas, intensificando en éstas la intensidad de la inclinación sexual: «el hermafroditismo era menos aplicable a las especies que, poseyendo sentidos y membranas, podían más fácilmente moverse y
conocer sus semejantes: también la naturaleza ha separado los sexos en los animales que se
transportan con facilidad y están provistos de sentidos. Pero para obligar a los sexos a que se
buscasen, ha sido necesario darles el sentimiento del gozo más vivo y delicado que a los hermafroditas. Estos, al contrario, debían tener deseos más moderados y limitados para no destruirse a sí mismos con solicitaciones continuas de amor. ¿Qué abuso, que pronta muerte no se
seguiría al hermafrodismo completo en seres tan ardientes en amor como las aves, los cuadrúpedos y el hombre? Este estado no conviene sino a las especies frías y poco sensibles, como
los animales imperfectos y las plantas» (VIREY, J.J. (1821), Tratado Histórico y Fisiológico
Completo sobre la Generación, El Hombre y la Muger, Madrid, Imprenta de Antonio Martínez, pp. 24-25).
77 «¡Cuántas precauciones y cuánta prudencia necesita el médico para dirigir la salud de
una organización tan frágil y movible como es la de la muger en todos los estados de su vida!
¡Qué alternativa en sus inclinaciones, qué soltura, qué giros, qué rodeos en aquella inconstante
sensibilidad¡ ¡Cómo ha de sujetarse aquella imaginación flexible, que siempre está en movimiento¡» (VIREY (1821), p. 155).
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EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA...
plena cultura del romanticismo— a un género ginecopatológico de procedencia francesa y sin equivalente en relación con el sexo masculino. Esta literatura, desde el tratado de Vigarous, traducido en 180778, hasta el de Baltasar de
Viguera (1827)79, pasando por los de Roussel80 y Capuron81, ambos vertidos
al castellano en 1821, consagraron esta determinación biológica de la diferencia sexual y la convirtieron en una instancia explicativa de todas las peculiaridades femeninas, tanto psíquicas como sociales.
La consolidación del dimorfismo sexual conducía a excluir por principio
toda figura de transición entre las inconmensurables naturalezas masculina y
femenina. Las metamorfosis sexuales se habían convertido en fábulas y el
hermafroditismo era, cada vez con más asiduidad, calificado como aparente,
excluyéndose los casos de hermafroditismo «perfecto», aunque la teratología
lo admitiera como una posibilidad puramente asintótica dentro de sus taxonomías82.
————
78
VIGAROUS, J.M.J. (1807), Curso Elemental de las Enfermedades de las Mugeres, Madrid, Imp. de Juan de Brugada.
79 DE VIGUERA, B. (1827), La Fisiología y Patología de la Muger o sea historia analítica
de su constitución física y moral, de sus atribuciones y fenómenos sexuales y de todas sus
enfermedades, Madrid, Imprenta de Ortega y Compañía.
80 ROUSSEL, P. (1821), Sistema Físico y Moral de la Muger, Madrid, Imp. de D. José del
Collado. Laqueur considera esta obra de Roussel como una de las más representativas del
dimorfismo sexual y del biologismo inaugurado por las Luces, LAQUEUR (1992), p. 20. Sus
argumentos se sitúan en sintonía con lo señalado por Virey: «Parece pues que el temperamento que se llama sanguíneo es en general el de las mugeres (...) Unas fibras débiles y fáciles de
moverse deben necesitar un género de sensibilidad viva pero pasagera (...) Los sentimientos
más disparatados se suceden en ellas con una rapidez que espanta, de suerte que no es raro
verlas reír y llorar muchas veces en un mismo momento» (ROUSSEL (1821), p. 54).
81 CAPURON, J. (1821), Tratado de las Enfermedades de las Mugeres desde la edad de la
pubertad hasta la crítica inclusive, Madrid, Imprenta Calle de la Greda.
82 «A pesar de los escritos llenos de ideas juiciosas de los sabios Geoffroy de Saint Hilaire y de otros, no es fácil esplicar la causa de otras muchas monstruosidades» (HURTADO DE
MENDOZA, M. (1839), Instituciones de Medicina, t. I, Madrid, Sánchez, p. 125). Geoffroy
Saint Hilaire, referencia primordial —junto a Meckel— entre los anatomistas españoles del
siglo XIX, en materia de embriología y anatomía comparada, dividía los hermafrodismos en
dos grandes clases generales: sin exceso en el número de partes sexuales y con exceso en las
mismas. Dentro del primer conjunto distinguía los casos de hermafrodismo masculino, femenino, neutro y mixto. El neutro ofrecía una combinación tal de órganos de un sexo y del otro
«que la détermination du véritable sexe soit difficile ou même entièrement impossible» (GEOFROY SAINT HILAIRE, I. (1836), Histoire Générale et Particulière des anomalies de
l’organisation chez l’homme et les animaux. Traité de Tératologie, t. 2, Paris, J.B. Baillière, p.
36). El hermafrodita neutro era hasta tal punto indiferenciado que podía considerarse como de
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LA HERENCIA DE LA ILUSTRACIÓN EN LA PRIMERA MEDICINA DECIMONÓNICA
El pensamiento médico español de las primeras décadas del siglo XIX, situado en la confluencia de los procesos que se han analizado —naturalización
del monstruo, despegue de la medicina legal moderna y fundamentación biológica del dimorfismo sexual— consigue unificar toda una serie de motivos
que, en relación con el hermafroditismo y las transmutaciones sexuales, se
podían encontrar de forma dispersa en la herencia intelectual de la Ilustración.
En primer lugar el rechazo más o menos vehemente del hermafrodismo
verdadero como posibilidad biológica en la especie humana. Este, por otra
parte, no recibe una definición unívoca en el ámbito fisiológico y sobre todo
médico legal. La Historia Natural, la Anatomía, la Medicina Legal del siglo
XIX, heredan de la Ilustración —aunque como se ha visto el criterio distaba
de ser unánime en el siglo XVIII— el rechazo a admitir la existencia de seres
humanos dotados de una doble naturaleza sexual. La creencia en los hermafroditas formaría parte de las fábulas mágicas y las supersticiones del vulgo;
se trataría de un aspecto más de la fascinación por el prodigio y lo maravillo-
————
ningún sexo. Por otra parte, el hermafrodita mixto ofrecía los caracteres de los dos sexos
repartidos de tal modo que una porción entera correspondía a un sexo y otra porcíon al otro —
a diferencia de la diseminación desordenada, característica del neutro. El segundo conjunto
estaba constituido por los hermafroditas con exceso en el número de partes sexuales. Estos se
subdividían a su vez en masculinos, femeninos y bisexuales. Estos últimos reunían duplicados
los órganos sexuales de los dos sexos. Podían ser imperfectos si uno de los aparatos genitales o los
dos estaban incompletos y perfectos, cuando ambos estaban completos en un mismo individuo.
Geoffroy desmiente la existencia de este último subtipo: «c’est à dire, la réunion d’un appareil
mâle et d’un appareil femelle entièrement complets. Mais nous verrons que, malgré les nombreux
témoignages consignés dans les ouvrages des anciens auteurs, l’observation et la théorie
s’accordent pour démentir l’existence de ce dernier groupe» (GEOFROY SAINT HILAIRE (1836), p.
38). Sobre la condición asintótica del «hermafrodita perfecto» en Geoffroy, cf. TORT, M. (1989),
Le mixte et l’Occident. L’hermaphrodite entre le mythe et la science. Platon, Ovide, Isidore Geoffroy Saint Hilaire. En La Raison Classificatoire, Paris, Aubier Montaigne, p. 197. Sobre la incidencia de Geoffroy Saint Hilaire en la obra anatómica del valenciano Lorenzo Boscasa e Igual
(1786-1857), ARECHAGA MARTÍNEZ, J. (1977), La Anatomía Española en la Primera Mitad del
Siglo XIX, Granada, Universidad de Granada, p. 164. La recepción de Meckel —cuya clasificación de hermafroditas inspira en parte la de Geoffroy, GEOFROY SAINT HILAIRE (1836), p. 35)—
en España fue más importante que la de Geoffroy, aunque esta acogida fue favorable en algunos
casos —Hurtado de Mendoza, Agapito Zuriaga y Clemente (1814-1866) y Mariano López Mateos (1802-1863), hijo del médico forense Ramón— y contraria al evolucionismo meckeliano en
otros (Fabra y Soldevilla y Boscasa e Igual (ARECHAGA MARTÍNEZ (1977) p. 220).
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EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA...
so, característico de la infancia de la humanidad83. De la misma manera que
las prácticas de la medicina popular debían ser desterradas por una medicina
profesionalizada y sabia, las ideas corrientes sobre la naturaleza y la división
de los sexos, tenían que ser definitivamente arrinconadas. El hermafrodita, del
mismo modo que el mutante sexual, era una figura de la sinrazón, portadora
de una doble negatividad.
En efecto, por una parte se trataba de un error; el mismo término que servía para designarlo («hermafrodismo») —señalaba Orfila84— induce a la falsedad, una falacia del lenguaje que debe ser expulsada del discurso médico
————
83
«Hermafroditismo o reunión de los dos sexos que comúnmente llaman hermafroditas,
es una fábula transmitida de la antigüedad, en que en aquellos tiempos se carecía de los conocimientos anatómicos exactos, pues es imposible que en el hombre y en la numerosa familia
de los animales de sangre roxa se verifique semejante unión. Las observaciones exactas que se
han podido recoger por los más distinguidos profesores no ofrecen testimonio alguno auténtico
que lo confirme, y todos los hermafroditas que se han podido ver hasta ahora, y de que hacen
mención algunos autores, no han sido más que unos seres mal conformados» (BALLANO, A.
(1817), Hermafrodita en Diccionario de Medicina y Cirugía o Biblioteca Manual MédicoQuirúrgica, t. V, Madrid, D. Francisco Martínez Dávila, pp. 102-103). Prácticamente de forma
literal se recoge esta misma consideración en HURTADO DE MENDOZA, M. (1840), Vocabulario
Médico-Quirúrgico o Diccionario de Medicina y Cirugía, Madrid, Boix Editor, pp. 478-479. El
mismo Hurtado de Mendoza se ve aún obligado a refutar la teoría que explica el hermafrodismo
como el resultado de una «impresión moral» acaecida a la madre durante el embarazo; este
argumento, «aunque desgraciadamente sea el más acreditado en el público, es el menos fundado
de todos» (HURTADO DE MENDOZA (1839), p. 125). Sobre la influyente obra de Hurtado de
Mendoza, ARECHAGA MARTÍNEZ (1977), pp. 31-102; «La etimología de la palabra (…) prueba
que, desde la más remota antigüedad, se ha creído en la existencia de estos seres quiméricos (…)
La ignorancia y la credulidad aumentaron y perpetuaron este error de siglo en siglo, hasta el
punto que, en tiempos más modernos, se han visto personages graves, y aun médicos que, engañados por apariencias, llevaron su absurdo hasta citar ejemplos de conversión de muchachas en
muchachos, a la época de la menstruación, o en la primera noche de matrimonio» (HURTADO DE
MENDOZA, A. (1823), Hermafrodismo. En Suplemento al Diccionario de Medicina y Cirugía del
Profesor D. Antonio Ballano, t. III, Madrid, Imprenta de Brugada, p. 1135); «lo más extraño es,
que tanto entre los antiguos como entre los modernos, los patronos del hermafrodismo partieron
de hechos fantásticos y muy mal contestados; y sin embargo fueron bastante para cohonestar el
error, y deslumbrar la imaginación, aun de los hombres despreocupados, hasta que la brújula del
escalpelo desentrañó por fin el simulacro del prodigio e hizo desaparecer lo maravilloso» (Apuntes sobre el hermafrodismo. En DE VIGUERA (1827), p. 116). De este autor véase también Apuntes sobre la metamorfosis sexual. En DE VIGUERA (1827), pp. 126-129.
84 «Debería borrarse del lenguage [sic] médico la palabra ‘hermafrodismo’ siempre que
se tratase de la especie humana. Consecuente yo con esta opinión, no la usaré de manera alguna» (ORFILA, M. (1847), Tratado de Medicina Legal, t. I, Madrid, Imp. de D. José María
Alonso, p. 188).
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cuando se trate de la especie humana. El hermafrodita llega a ser definido
negativamente; es un engaño que la naturaleza parece fabricar para burla de la
observación positiva85.
«Apariencia», «simulacro», «engaño», son los términos que se asocian a la
figura del hermafrodita. Esta negatividad no es sólo epistemológica, como se
ha indicado hasta ahora, debida a la «ignorancia» y al «retraso» de los conocimientos positivos. La creencia en estos seres se hace también portadora de
una negatividad moral. Como pensaban los filósofos de las Luces —este argumento ya estaba presente en Plenck—, las supersticiones se articulaban
performativamente en actos bárbaros, crueldades tachadas de aberraciones de
la razón; por ello esta absurda fe llevaba a sacrificar a los seres inocentes reconocidos como hermafroditas, del mismo modo que la fe en la brujería o en
la posesión demoníaca conducía directamente a las hogueras inquisitoriales86.
Este gran rechazo se sostiene parcialmente en una crítica histórica de las
observaciones realizadas en el pasado en torno a supuestos hermafroditas. Los
testimonios artísticos, literarios y las especulaciones pretendidamente científicas legadas desde la Antigüedad compondrían un museo de horrores que la
razón sólo ha podido desenmascarar sustituyendo el prejuicio por el imperio
de la observación positiva87.
————
85 «Por hermafroditismo en el hombre o la mujer se entiende aquella disposición viciosa
de las partes genitales en la que el individuo parece ser de un sexo, a que realmente no pertenece, o no se puede determinar cuál sea el verdadero sexo» (MATA (1844), pp. 45-46).
86 «La ignorancia y la credulidad aumentaron y perpetuaron este error de siglo en siglo,
que sería en cierto modo escusable por el estado en que yacían las ciencias naturales si algunas veces no hubiese hecho correr la sangre del inocente. Los atenienses arrojaban al mar y
los romanos en el Tíber a los reputados hermafroditas. Una sirvienta escocesa, acusada de
haber hecho embarazada a la hija soltera de su amo, fue condenada a ser enterrada viva: y una
mujer casada de las cercanías de Plombières fue ahorcada luego que se hubo reconocido su
estado, porque se decía que había abusado del estado irregular de sus órganos» (PEIRÓ y RODRIGO (1832), citamos por la 3ª ed. de 1841, p. 9). Pedro Miguel de Peiró, aragonés, era doctor en Leyes y llegó a ser profesor de mérito en la Academia Matritense de Jurisprudencia y
Legislación. Su paisano, José Rodrigo, era doctor en Medicina y Cirugía. Su texto, primero de
su género publicado —editado por primera vez en Zaragoza en 1832- se convirtió en el manual utilizado en Universidades y Colegios de Cirugía de toda España. Sobre este tratado,
PÉREZ DE PETINTO Y BERTOMEU (1999), p. 6. Las palabras de Peiró-Rodrigo repiten casi al pie
de la letra —salvo los dos últimos ejemplos citados— las utilizadas por HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1135. En la misma línea argumental, DE VIGUERA (1827), Apuntes sobre el
hermafrodismo, p. 116.
87 «Los progresos de la anatomía y fisiología, señaladamente desde que se hace una aplicación exacta y rigurosa de las ciencias a la medicina legal, han hecho que se estudien con un
34
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EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA...
Del mismo modo que en otros dominios —disección de cadáveres en Anatomía Patológica, reconocimiento nosográfico de la enfermedad mental en la
medicina alienista-, el prejuicio y la superstición son expulsados al quedar
liberada la mirada clínica. El apoyo en la observación, a través de la inspección anatómica, el recurso al microscopio88 y los estudios de fisiología de la
reproducción, serán los argumentos principales contra la creencia en los hermafroditas.
Sin embargo, no se da una completa unanimidad en estas razones extraídas
inductivamente; por una parte se señalaba que los supuestos hermafroditas
hasta entonces observados no eran capaces de reproducirse mediante autosexualidad, como sucedía en el hermafrodismo vegetal; otros autores —y esta
será la opción que acabará imponiéndose— señalaban que estos seres eran
incapaces de quedar fecundados o de procrear, de modo que en ningún caso
se trataba de verdaderos andróginos89.
Junto a estos argumentos, fundados en la inducción, algún autor subrayaba
que el hermafrodismo era una imposibilidad a priori, una contradictio in ad-
————
cuidado particular los diferentes casos que se confundían en otro tiempo con la designación
vaga de hermafrodismo, y que se fijen de un modo incontestable sobre esta materia los profesores del arte de curar y los jurisconsultos» (HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1135).
88 S.N. (1841), Nueva aplicación del microscopio a los experimentos médico-legales, Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, t. II, n.º 66, p. 237, y CLEMINSON, R. y MEDINA DOMÉNECH, R. (2004), ¿Mujer u Hombre? Hermafroditismo, Tecnologías Médicas e identificación del sexo en España, Dynamis, 24, pp. 53-91, pp. 80-84.
89 El Doctor Henri Marc (1771-1840), autoridad decisiva al elaborar una serie de reglas
para el diagnóstico forense del verdadero sexo, que se mantuvieron como criterio válido durante varias décadas, consideraba que el problema de la posible reproducción de los hermafroditas era un asunto donde no existía unanimidad entre los facultativos, MARC, H. (1817),
Hermaphrodite. En Dictionnaire des Sciences Médicales par une Societé de Médecins et de
Chirurgiens, t. XXI, Paris, Panckoucke Ed., pp. 86-121. El Doctor Juan Mosácula (17941831), catedrático de Fisiología del Colegio de San Carlos, rechazaba el hermafrodismo en la
especie humana, «pues de ningún modo puede verificarse la cópula a que sucede la concepción. Lo que sí podría suceder que un individuo así organizado pueda desempeñar las funciones de los dos sexos, pero con asociación de otros; o que habiendo órganos masculinos y
femeninos y comunicando o los testículos o las vesículas con los ovarios o matriz pueda en un
orgasmo venéreo verificarse una concepción aunque sin cópula» (MOSÁCULA, J. (1830), Elementos de Fisiología Especial o Humana, t. 2, Madrid, Hijos de C. Piñuela, pp. 370-371).
Otros autores señalan la imposibilidad reproductiva en todos los casos: BALLANO (1817), p.
103; HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1136; PEIRÓ y RODRIGO (1832), p. 9; HURTADO DE
MENDOZA (1840), p. 479; ORFILA (1847), t. II , p. 188. Pedro Mata señala que, incluso el
«hermafrodita neutro» podrá ser declarado potente si se dan las circunstancias; no son válidos
pues los apriorismos, MATA (1844), t. I, p. 21.
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jecto con independencia de cualquier desmentido empírico; se trata de un
argumento que parece reactivar añejas doctrinas. El hermafrodita sería una
«derogación de las leyes que le plugo al Supremo Hacedor establecer en orden a la reproducción de los seres animados»90.
El hermafrodita verdadero desaparece de la escena; será recluido en los
órdenes más bajos de la escala de los vivientes (casi todo el reino vegetal,
animales inferiores) o a lo sumo identificado con una cierta indiferenciación
sexual que caracterizaría a la infancia y a la vejez de los seres humanos91.
Humanidad y hermafroditismo se muestran como conceptos mutuamente
exclusivos; sólo cuando el hombre no lo es todavía o cuando comienza a dejar
de serlo, corroído por la edad y la muerte, parece que el sexo se borra y emerge una pérdida de identidad semejante a la androginia.
El pretendido hermafrodismo quedaba completamente despojado de sus poderes mágicos y de sus saberes ocultos; se trataba en realidad de alteraciones
anatómicas y funcionales que dificultaban la asignación del verdadero sexo. La
discusión médica se desarrolla definitivamente en un nuevo escenario; ya no se
trata de responder al problema en los términos formulados por la medicina de
los siglos XVI y XVII: dado un individuo de sexo impreciso, ¿se puede determinar un sexo predominante?; ¿cuál es éste? Se produce una transformación en
el objeto interrogado y en la forma de enunciar su interrogación. Dado un sujeto de sexo dudoso, dirán la Embriología y la Teratología, ¿de qué clase es la
alteración que presenta?; ¿se trata de un vicio de conformación o de una monstruosidad?; ¿es producto de un retraso en el crecimiento o de una detención del
desarrollo? La Medicina Legal, por su parte, preguntará: ¿qué sexo verdadero
————
90
MONLAU, P.F. (1868), Higiene del Matrimonio o el Libro de los casados, Madrid, M.
Rivadeneyra, (ed. or. 1853), p. 158. Pedro Felipe Monlau (1808-1871), miembro del Consejo
de Sanidad del Reino y cabeza de la Higiene española a mediados del siglo XIX, reeditó varias veces este manual, que tuvo una difusión extraordinaria (siete veces reeditado hasta 1898
y traducido al francés en 1879), GRANJEL, M. (1983), Pedro Felipe Monlau y la Higiene Española del siglo XIX, Salamanca, Universidad de Salamanca
91 «Diferentes hechos atestiguan que hay seres monstruosos que reunen los atributos de
ambos sexos; y otros en quienes no se observa carácter ninguno distintivo: y esto es lo que ha
hecho decir a Blumenback, a Meckel, a Geoffroy Saint Hilaire, que los dos sexos presentan en
su estado primitivo, una sola y misma forma, y que solos los progresos del incremento son los
que desenvuelven los caracteres propios de cada uno de ellos» (DANY, M. (1835), Observación que puede servir para la historia del hermafrodismo, Gaceta Médica de Madrid, 1, p.
151. Análogo razonamiento en HURTADO DE MENDOZA (1840), p. 478; ORFILA (1847), t. I, p.
188, y MATA (1844), t. I, p. 15. La indiferenciación de la infancia y de la vejez es subrayada
por VIREY (1821), p. 75, y DE VIGUERA (1827), p. 127.
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se encuentra enmascarado por esa deformidad?; ¿de qué tipo de hermafroditismo aparente se trata?; ¿puede ser corregido mediante una intervención quirúrgica que ponga al descubierto el auténtico sexo?
El discurso biológico asume la tarea de especificar el género de anomalía
al que corresponden las alteraciones antaño presentadas como hermafroditismo. Valiéndose de criterios anatomofisiológicos, la Teratología de Geoffroy
Saint Hilaire ofrecía una clasificación de las anomalías que servía de hilo
conductor: variedades (anomalías que no obstaculizan funciones), vicios de
conformación (anomalías poco graves), heterotaxias (anomalías severas pero
sin obstaculizar funciones) y monstruosidades (anomalías graves que imposibilitan funciones)92.
Los casos de aparente hermafroditismo eran localizados mayoritariamente
entre los vicios de conformación (deformidades no muy severas sin que coexistan trazas anatómicas de ambos sexos) y las monstruosidades (coexistencia de los órganos de ambos sexos que impedía la relación sexual o la reproducción). Ambas anomalías quedaban inscritas en el registro de la evolución
ontogenética; se trataba de retrasos del desarrollo debido a la fijación o detención del crecimiento en un órgano sexual producido en un estadio sobrepasado por el órgano correspondiente del sexo opuesto93.
Desde el registro discursivo de la Teratología, por tanto, el hermafroditismo humano era en realidad un desarrollo frustrado; el organismo permanecía
inacabado, más próximo de su origen que de su conclusión. Esto encontraba
su correspondencia a escala filogenética: las especies en las que el hermafrodismo es común eran precisamente las que ocupaban el «último peldaño», en
palabras de Mata, más próximas a la frontera que separaba lo vegetal de lo
animal, lo vivo de lo inerte. El hermafrodita habitaba el límite por su proximidad al origen; era pura negatividad que aún no había llegado a ser y que
nunca existiría como tal.
Esta experiencia del límite, de la negatividad, era distinta en el caso de la
Medicina legal. Aquí, como se señaló, el hermafrodita no es vecino del origen
————
92
CANGUILHEM, G. (1971), Lo ormal y lo Patológico, Buenos Aires, Siglo XXI, pp.
96-100.
93 El giro médico-legal en el modo de abordar el problema del hermafrodismo en Francia
y sus consecuencias en la legislación matrimonial, es recogido por el Dr. José De Lletor Castroverde, profesor de la Universidad de Granada, DE LLETOR CASTRO VERDE, J. (1835), Repertorio Médico Extranjero, t. V, Madrid, Imprenta Real, p. 73. Sobre la diferencia entre
vicios de conformación y monstruosidad en los casos de «hermafrodismo», ORFILA (1847), t.
II, p. 193.
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sino trasunto del engaño. Es una ficción que el forense debe desenmascarar
dictaminando el verdadero sexo. Éste se identificará primero con la «verdadera anatomía genital», siguiendo las reglas de diagnóstico fijadas por el francés
Henri Marc en 181794 y más tarde con las «verdaderas gónadas», cuando el
alemán Theodor Albrecht Edwin Klebs (1834-1913), establezca el criterio
histológico95. Pero estas nuevas indagaciones en el «hermafrodita» se emplazan ya fuera de las fronteras de este trabajo.
Recibido: 15 de marzo de 2009.
Aceptado: 3 de septiembre de 2009.
————
94
Sobre estos criterios y su difusión en España, CLEMINSON y MEDINA DOMÉNECH
(2004), pp. 53-91.
95 DREGER (1998), pp. 139-166. Sobre su difusión en España, CLEMINSON y MEDINA
DOMÉNECH (2004), pp. 79-80.
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vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 39-64, ISSN: 0210-4466
DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»:
PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII*
Paola Martínez Pestana
Torrelodones (Madrid)
RESUMEN
En el siglo XVIII tuvo lugar un creciente interés en torno a la naturaleza de la piel negra y el origen de los pueblos clasificados a través de ella que iría acompañado de una diferenciación cada vez
mayor de su naturaleza respecto a los europeos blancos, llegando a ser considerados una variedad
humana degenerada, una especie distinta o, en ocasiones, animales inferiores. La piel y la raza fueron
de la mano en la historia natural del hombre, la cual comprendía no sólo aspectos anatómicos y
fisiológicos, sino también la historia de las naciones, la historia sagrada y la reflexión estética.
PALABRAS CLAVE: Piel. Negro. Raza. Historia de las naciones. Degeneración. Membrana reticular. Teoría humoral.
«DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: SKIN AND RACE IN
XVIIITH CENTURY
ABSTRACT
A growing interest in the nature of the black skin and in the origins of the peoples classified
under this trait was accompanied in the eighteenth century by an increasing differentiation of their
nature from whites, to the point that they were considered either a degenerated variety of humans, a
separate species or inferior animals. Skin and race go together in the natural history of man, wich
comprises not only anatomical and physiological aspects, but also the history of nations, the Sacred
History and the aesthetic reflection.
KEY WORDS: Skin. «Negroe». Race. History of nations. Degeneration. Malpighian membrane.
Humoral theory.
————
*
Este ensayo forma parte de una investigación doctoral desarrollada en el seno de los
proyectos «Epistemología histórica; estilos de razonamiento científico y modelos culturales en
el mundo moderno: El dolor y la guerra» (HUM2007-63267) y «Ciencia, política e imperio»
(PE h. 2009).
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PAOLA MARTÍNEZ PESTANA
«Des hommes noirs», y no «des vrais Nègres»; así identificó Petrus Camper
a los Magos de Oriente representados por maestros como Rubens o van den
Tempel: la piel era negra, «mais cette peau couvroit un corps de charpente européenne»1. El creador del ángulo facial, conocido en siglos posteriores más
por su contribución a la anatomía comparada y la craneometría que por su dedicación a las artes, expresaba de este modo en su Dissertation sur les variétés
naturelles qui caractérisent la physionomie des hommes des divers climats
(1792, en publicación póstuma) la necesidad de elucidar la diferente complexión y aspecto físico de las naciones a través de la historia natural del hombre —defendiendo la influencia del clima y el medio— y de una fórmula métrica basada en dos líneas trazadas del oído a la nariz y de la frente a los incisivos.
La piel, junto a los distintos grados del ángulo formado por estas líneas, indicarían el origen de un individuo, o al menos el individuo sería correctamente representado gracias a ambos factores —color y complexión craneal—, obteniendo de este modo el negro un aspecto simiesco nunca antes visto y que, no
obstante, se generalizará en este siglo2.
————
1
«Pero esta piel cubría un cuerpo de complexión europea»; CAMPER, P. (1792), Dissertation sur les variétés naturelles qui caractérisent la physionomie des hommes des divers
climats..., París, Francart, p. 6.
2 Es muy conocida la ilustración, dentro de la mencionada obra de Camper, de una serie de
perfiles con diverso ángulo facial: la medida de una estatua griega clásica era de 100 grados, el
europeo medía 80 grados, asiáticos y africanos compartían 70 grados, siendo éstas las poblaciones con el ángulo más semejante al del orangután y el mono, de 58 y 42 grados respectivamente.
Camper encuentra sobre todo «une analogie marquée entre la tête du Nègre et celle du Singe»/«Una marcada analogía entre la cabeza del negro y la del mono»; CAMPER (1792), p. 12.
Según MEIJER, M.C. (1998), Race and Aesthetics in the Anthropology of Petrus Camper (17221789), Amsterdam, Rodopi, la intención de Camper era naturalizar la fisionomía de los no europeos frente a una opinión bastante frecuente en la época sobre la artificialidad o intervención
intencionada en la formación de sus rasgos, algo que los hacía más depravados y bárbaros a los
ojos de los europeos. Meijer intenta suavizar los propósitos de este anatomista que defendía el
origen común de todas las variedades de la especie humana contrastándolo con las posteriores
teorías en torno al prognatismo, basadas en la obra de Camper, que supuestamente defendían una
interpretación poligenista. En mi opinión, la dicotomía monogenismo/poligenismo apenas es
determinante en la emergencia de las razas, ambas posturas tienen más puntos en común que de
controversia y participan de igual modo en la conformación de este nuevo objeto. Ambas, por
ejemplo, fueron capaces de admitir esa geometrización de los individuos para alcanzar una medida común, la complexión física de todo un pueblo que Camper halló curiosamente a partir de
ocho cráneos africanos y asiáticos, junto a otros cráneos europeos —no dice el número—, que
el anatomista poseía en su gabinete.
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«DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII
La expresión de «vrais Nègres», «auténticos negros», aparece con frecuencia en la época para aludir a lo que ya empezaba a llamarse raza negra, una
complexión física profundamente determinada —en la mayoría de los casos
con capacidades morales igual de condicionadas— aplicable a toda una nación, que se contrapondría a la idea de la negritud como un simple y superficial color de piel, la de los «hommes noirs» cuyo color era adjetivo y no sustantivo como en los «Nègres». Para algunos autores —Henry Home o Charles
White— esta última denominación, o su correlato inglés «Negroe», resultaba
más correcta al considerar que tales individuos no debían ser tratados siquiera
de hombres. Llegando o no a tal extremo, eran ya pocos quienes podían
hablar de los africanos negros sin encontrar en ellos algo más que un color o
que unos meros rasgos locales. Miradas como la de Rubens o como la de
Hogarth, quien en su Analysis on Beauty afirmaría que negros y blancos eran
iguales si se les quitaba la piel, resultaban caducas3.
Las condiciones que dieron lugar a esta determinación esencial del color de
piel, que dejó de ser considerada como un fenómeno intrascendente para convertirse en la marca externa de una profunda separación racial, es lo que se
analizará en las siguientes páginas. Tales condiciones pueden ser resumidas en
dos nuevas perspectivas que influirían en esta incipiente visión de la piel: la
historia del hombre y de las civilizaciones, de las que se ocupa el primer apartado, en las que la historia natural y las teorías de la generación se vinculan
tanto a la historia social como a la sagrada; y las experiencias anatómicas
aplicadas a las distintas naciones, que se analizarán en el segundo, centradas
ante todo en la piel del negro para atribuirle una naturaleza ruda y esclava, así
como una imagen grotesca u horrenda desde la percepción estética.
LA PIEL COMO VESTIGIO DE LA HISTORIA
En 1787 el conde de Volney describía la esfinge de Giza como un rostro
de rasgos «típicamente negros» para expresar una idea bastante peculiar en la
época: la gran cultura egipcia, tan influyente en las civilizaciones griega y
europea, había sido fundada originariamente por una población de «vrais
Nègres». Los egipcios habían perdido ya en el siglo de Volney el color de sus
prósperos antepasados mezclándose con la sangre de griegos y romanos, pero
————
3
HOGARTH, W. (1805), Analyse de la beauté, París, Levrault, Schoell, pp. 200-201. Sobre la posición crítica de Hogarth respecto a la supuesta opacidad de la piel negra y al desmedido interés que despertaban los casos de alteración del color, ver pp. 4 y 14.
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mantenían esa impronta común —esa constitución y rasgos de auténticos
negros— tal y como la conservaba la impertérrita esfinge. Volney no entendía
la raza como una constitución física y moral determinante en capacidades
como la inteligencia, o el grado de civilidad y de progreso —prueba de ello
era el desafío de atribuir la sofisticación egipcia a población negra—, pero sí
compartía una impresión muy común forjada en este siglo: la legibilidad de la
línea genealógica de un pueblo ancestral en el cuerpo de un individuo. «La
physionomie est une sorte de monument propre en bien de cas à constater ou
éclaircir les témoignages de l’Histoire, sur les origines des peuples»4.
El color no está presente en la esfinge, pero con ella Volney hace evidente
la utilidad que comenzaba a tener la raza para interpretar la historia del hombre y de las naciones, en muchos casos para dirimir a su vez la vejez de los
continentes y la evolución de la Tierra. Las hipótesis sobre la historia de las
migraciones, por ejemplo, podían verse esclarecidas gracias a la comparación
de las diferencias o semejanzas fisionómicas, y esto a su vez permitía dar
cierta luz a la reflexión sobre la unidad o diversidad de la especie humana y
sobre el desarrollo de sus diferencias.
Una de las hipótesis sobre las migraciones más influyentes en este sentido
fue la del conde de Buffon, quien a través de ellas identificó el blanco como
el color auténtico y original del hombre, y el clima como la principal causa de
las diferencias entre las naciones tras su expansión por las diversas latitudes
de la tierra5. Tal hipótesis había surgido de las semejanzas observadas entre
determinados animales de América respecto a los de Asia o Europa. En el
caso del hombre, la semejanza era también notable, por lo cual Buffon encontró razonable sospechar el origen común de la especie humana —igual que en
aquellos grupos animales— y su posterior diversificación a través de las migraciones, de las cuales daba cuenta, sobre todo, el diverso color de piel acorde a cada clima: más oscuro cuanto más tórrido.
————
4 «La fisionomía es una especie de monumento adecuado en muchos casos para constatar o esclarecer los testimonios de la Historia sobre el origen de los pueblos»; VOLNEY, C.-F.
de Chasseboeuf, conde de (1787), Voyage en Syrie et en Égypte, pendant les années 1783,
1784 et 1785, tomo I, París, Volland, Desenne, p. 75. Curiosamente, esta opinión sobre los
rasgos raciales de la esfinge fue secundada posteriormente por el propio sociólogo panafricanista W.E.B. DU BOIS (1915) en su obra The egro, Nueva York, Henry Holt and Company.
También Flaubert encontró aquellas facciones «negroides» en la esfinge.
5 BUFFON, G.-L. Leclerc, conde de (1749), Histoire naturelle, générale et particulière:
avec la description du cabinet du roi (1749-1788), vol. III, París, Imprimerie Royale, p. 528.
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Miembros de la expedición de Egipto miden las pirámides. 1798-1801, este grabado
forma parte de las láminas de Dominique Vivant Denon, Voyage dans la Basse et la
Haute Égypte, París, 1802, colección privada, París, Francia.
Es significativo el hecho de que esta hipótesis se diera dentro de lo que
Jacques Roger identifica como la primera auténtica historia natural tras la
obra de Plinio6, es decir la única que, entre otros aspectos, no necesitará del
apoyo de la historia sagrada en sus argumentaciones. No es en el Génesis en
lo que piensa Buffon cuando habla de un hombre original blanco, y esto resulta relevante teniendo en cuenta el gran uso que se hizo de la interpretación
bíblica respecto a la historia natural del hombre. Era muy recurrente aún en el
siglo XVIII la tradición que atribuía el color negro de la piel a la maldición
————
6 ROGER, J. (1989), Buffon. Un philosophe au jardin du roi, Évreux, Fayard, p. 247. De
hecho, el que hubiera sido escrita como una auténtica historia natural hizo que fuera recibida
con polémica y se tachara de libertina. Según el historiador francés fue así acusada por los
jansenistas –en buena medida por haber sido alabada por los jesuitas, a quienes consideraban
culpables del declive de la religión por su tolerancia hacia ciertas obras subversivas–. El conde de Buffon es tildado de nuevo pirroniano, por mostrar cierto escepticismo al sugerir las
verdades físicas como sólo probables y por presentar los valores morales como convenciones.
Además, se le acusaba de presentar al ser humano como un animal más, y se le reprendía por
afirmar que la edad del mundo había sido eterna, contradiciendo así el Génesis. Sobre tales
críticas ver en la misma obra de ROGER (1989), pp. 250-251.
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proferida por Dios sobre la descendencia de Cam, hijo de Noé. Siendo ésta la
más conocida, surgieron además en la época otras interpretaciones apoyadas
en las Escrituras que, como veremos, adquirieron gran importancia. Buffon se
ciñe a lo estrictamente natural: el color blanco de piel es escogido como el
original por ser el propio de climas temperados, y en concreto los correspondientes al norte de Europa, donde suponía que la influencia climática era más
suave y por tanto neutra. En cualquier caso, no es ya una cuestión de autoridad sagrada, sino física e incluso estética, pues además de ser el europeo el
clima más adecuado, era el que producía gentes más bellas: «c’est sous ce
climat qu’on doit prendre l’idée de la vraie couleur de l’homme, c’est là où
l’on doit prendre le modèle ou l’unité à laquelle il faut rapporter tous les autres nuances de couleur et de beauté»7.
A pesar del origen compartido en el pasado, existía una gran separación en
el presente: el hombre europeo era el más parecido a aquel prototipo ancestral; el negro africano, en cambio, debía ser el más alejado y sobre quien recayera por tanto la posibilidad de «regenerarse», volver al color y complexión
originales, una vez habitara de nuevo los climas templados y se mantuviera
allí durante varias generaciones8. La hipótesis de la degeneración se servía de
la literatura sobre casos de alteraciones de color en la piel, sobre los negros
blancos, o sobre hijos nacidos con un color distinto al de sus padres, un tipo
de literatura que en el XVIII va a ser cada vez más prolífica. En muchas ocasiones, sin embargo, las observaciones narradas no conducían siempre a las
mismas conclusiones, no siendo aceptada por todos los autores la acción del
clima en este tipo de cambios de la piel e imponiéndose como causa la transmisión generacional. Casi como en una comedia de enredo con un final feliz,
en muchas de estas historias se descubría, tras una serie de dudas y conjeturas
descartadas, que el sujeto en cuestión tenía un antepasado del mismo color
que ahora compartía el descendiente, salvando de este modo el honor de la
madre9. No es de extrañar la mirada cómica de William Hogarth sobre este
————
7 «Es en este clima donde debe tomarse la idea del verdadero color del hombre, aquí es
donde se halla el modelo o unidad a la que deben remitir todos los demás matices de color y
de belleza»; BUFFON (1749), p. 528.
8 BUFFON (1749), vol. IV, p. 381-382.
9 La Royal Society recogió muchos de estos casos, como por ejemplo: BIRD, W. (1696),
An account of a negro-boy that is dappel’d in several places of his body with white spots,
Philosophical transactions of the Royal Society of London, 19; BATE, J. (1760), An account of
the remarkable alteration of colour in a negro woman, Philosophical transactions of the Royal
Society of London, 51, Part I.; PARSONS, J. (1766), An account of the white negro shown
before the Royal Society, Philosophical transactions of the Royal Society of London, 55. La
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tipo de casos y sobre la recreación y curiosidad de aristócratas y médicos que
los atestiguaban, expuesta en su grabado The Discovery, donde una mujer
negra —que antes debía ser blanca, por el retrato que de la misma aparece y
la leyenda: «qui color albus erat, nunc est contrarius albus»— es hallada y
observada con sorpresa y casi alborozo en su propio lecho y con el pecho
descubierto, a la manera satírica con la que el mismo pintor y Alexander Pope
habían tratado el parto de los diecisiete conejos de Mary Toft.
William Hogarth, The Discovery, c. 1743, grabado, Royal Library,
Windsor Castle, Windsor, Reino Unido.
————
obra de P.-L.M. de MAUPERTUIS (1744), Dissertation physique à l’occasion du nègre blanc,
Leyden, conocida sobre todo por la edición ampliada de 1745, Vénus physique, utiliza el fenómeno del negro blanco como prueba contra el preformacionismo. Para Maupertuis un sujeto
tan distinto a sus progenitores y antepasados sólo podía explicarse como resultado de un proceso de generación epigenético. También existían casos de metamorfosis de blanco a negro,
como el que describe G. IMLAY (1797), A topographical description of the Western territory
of orth America, Londres, J. Debrett.
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La idea de la degeneración y la posibilidad de la regeneración propuesta
por Buffon, marcará la historia de las variedades humanas, siendo utilizada
sobre todo por quienes defendieron la unidad de la especie. Para el médico —
y firmante de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos— Benjamin Rush no sólo existía la posibilidad de la regeneración en los negros,
sino que debían —era aconsejable para ellos— regenerarse, pues su color de
piel era síntoma evidente de una enfermedad de características semejantes a la
lepra. Una lepra benigna, empero, cuyas molestias no iban más allá de un
pelo «lanoso», una cara abotargada, o insensibilidad en el tacto. Las dolencias
eran de una índole más bien moral, su color les hacía infelices, pues aunque
«they appear to be satisfied with their color, there are many proofs of their
preferring that of the white people»10. Con este cuadro médico Rush modificaba el concepto de degeneración de Buffon tras haber considerado que ciertos rasgos físicos del negro no podían ser explicados por el clima, como eran
los labios «hinchados» o la nariz «aplastada». Además, la regeneración podía
ser más rápida al no depender tanto del tiempo como de la ciencia que pudiera hallar una cura11. El hombre blanco tenía, por su parte, la obligación moral
de ayudar al negro en esta empresa: «If the color of the negroes be the effect
of a disease, instead of inviting us to tyrannise over them, it should entitle
them to a double portion of our humanity, for disease all over the world has
always been the signal for immediate and universal compassion»12.
Más cercano a la interpretación buffoniana, esto es, aceptando la influencia climática, Samuel Williams llegó a calcular el tiempo concreto que habría
de pasar para que el negro deviniera blanco en un clima apropiado13. Si se
mantenían cruzamientos continuos con blancos eran necesarias cinco generaciones que, siendo cada una de veinticinco años aproximadamente, equivalían
a unos ciento veinticinco años para dar lugar a la regeneración completa. Me-
————
10
«Aunque aparentan estar satisfechos con su color, existen muchas pruebas de que prefieren el de los blancos»; RUSH, B. (1799), Observations intended to favour a supposition that
the black color (as it is called) of the Negroes is derived from the leprosy, Transactions of the
American philosophical Society, IV, p. 297.
11 Rush menciona diversas experiencias médicas que podían ir bien encaminadas para esta
cura, como el uso del zumo de melocotón restregado sobre la piel; RUSH (1799), pp. 296-297.
12 «Si el color de los negros es el efecto de una enfermedad, en lugar de incitarnos a tiranizarlos, esto les daría derecho a una porción doble de nuestra humanidad, pues la enfermedad
ha sido siempre y en todo lugar la señal para la compasión inmediata y universal»; RUSH
(1799), p. 295.
13 WILLIAMS, S. (1794), The atural and Civil History of Vermont, Walpole, N.H., Isaiah
Thomas & David Carlisle, pp. 391, 392.
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diante la sola acción del clima y sin cruzamiento alguno con blancos, el lapso
debía ser de cuatro mil años. Para los indios se precisaba sólo de seiscientos
años, sin necesidad de mestizaje, pues su tez era más clara y, por consiguiente, su estado de degeneración debía ser menor.
Joaquim M. da Rocha, egro pío, 1786, óleo
sobre lienzo, Museo Nacional de Antropología, Madrid, España.
El albinismo y ciertas despigmentaciones de
la piel fueron a menudo consideradas como
una vuelta al color original de la humanidad,
que normalmente se suponía blanca.
Existía, no obstante, una dificultad objetada tiempo atrás por autores como
Thomas Browne, el propio Robert Boyle o el barón de La Hontan sobre este
tipo de hipótesis basadas en el clima, que radicaba en la observación de que
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en las mismas latitudes donde se encontraban pueblos de piel negra existían
otras naciones a quienes el ardor del sol no afectaba del mismo modo, como
ocurría en los climas tropicales del Nuevo Mundo, donde el color de la piel
no llegaba a ser tan oscuro como en las mismas latitudes de África14. Buffon
había sorteado este problema gracias a una conjetura propuesta en su Histoire
naturelle, y era que el Nuevo Mundo había emergido de los océanos mucho
más tarde que el viejo continente. De esta manera se podía explicar que pueblos como los peruanos o los mejicanos, al haber habitado estas nuevas regiones en tiempos posteriores a la población de África, no hubieran tenido tiempo de adquirir a través del sol el intenso color de los africanos. No habían
tenido tiempo de degenerar del todo15. Benito Jerónimo Feijoo había discutido esta objeción —en concreto la del barón de La Hontan— de un modo quizá más audaz aún que Buffon, al no considerar imprescindible el cambio del
color tras habitar nuevos climas: «Puede el Clima Etiópico producir la negrura, sin ser necesario para conservarla. Las causas segundas muy frecuentemente no son necesarias para la conservación de los efectos que producen. El
oro se produce en las entrañas de la tierra, que viene a ser como patria suya; y
extraído de ella se conserva siglos, y más siglos, sin que cosa alguna elemental altere su intrínseca textura. ¿Qué repugnancia hay en que la influencia del
País Etiópico induzca tal textura en el semen prolífico de sus naturales, que
después en ningún País extraño pueda alterarse, o por lo menos no pueda alterarse, sino en mayor espacio de tiempo, que el que hasta ahora se pudo observar?»16. Para el benedictino español no suponía ninguna enfermedad o abe-
————
14 En el siglo XVII el color de la piel negra ya suscitaba curiosidad entre anatomistas y
filósofos de la Naturaleza. En 1646, Thomas Browne expuso sus observaciones al respecto en
Of the blackness of Negroes; BROWNE, Th. (1928), Pseudodoxia epidemica. En The works of
sir Thomas Browne [1646], Londres, Faber and Gwyer. R. BOYLE (1664) esgrimirá razones
similares a las de Browne en oposición a una explicación ambientalista del color de piel, dentro de sus Experiments and considerations touching colours, Londres, Henry Herringman.
Según el médico portugués con el que el barón de La Hontan conversa en la relación de sus
viajes, el color negro de los etíopes no se desvanecía en ellos ni tan siquiera cuando habitaban
latitudes más frías durante generaciones. LA HONTAN, L.A., barón de (1703), ouveaux voyages dans l’Amérique septentrionale, La Haya, les frères L'Honoré, citado por POPKIN, R.H.
(1987), Isaac La Peyrère (1596-1676): His Life, Work and Influence, Leiden, Nueva York,
Colonia, Brill, pp. 115-132.
15 BUFFON, G.-L. Leclerc, conde de (1778), Suplementos a la Histoire naturelle, tomo V,
París, Imprimerie Royale, p. 266.
16 FEIJOO, B.J. (1778), Color etiópico, Teatro crítico universal, tomo VII, Madrid, Real
Compañía de Impresores y Libreros, p. 87. La originalidad, erudición y rigor con que Feijoo
resolvió problemas como las causas del color del pueblo etíope, el origen de la población
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rración el que los etíopes y sus descendientes se mantuvieran negros a lo largo de sus vidas y de las generaciones.
La de Buffon no fue la primera conjetura sobre la degeneración de la especie humana, aunque sí fue él mismo quien acuñó el término. Tampoco debía
ir acompañada necesariamente de una explicación ambientalista, a pesar de
ser lo más usual. A principios de siglo, el jesuita Joseph-François Lafitau
había sugerido la idea de que los indios americanos de Canadá hubieran provenido originariamente de pueblos helenos y pelasgianos, subrayando así el
origen común de americanos y europeos. La semejanza en las costumbres de
estos indios con las de los primeros habitantes griegos, incitó al jesuita a sostener tal hipótesis17, pero las diferencias no podían ser explicadas por el clima, sino por la imaginación maternal. El color diverso de cada nación era
explicado por su gusto primigenio en embadurnarse de colores negros —los
africanos—, o rojos —los indios norteamericanos—. Estos colores impresionaban de tal manera la imaginación de las mujeres que los niños nacían finalmente con la tonalidad preferida. Como apoyo a esta teoría, Lafitau recurre
al capítulo treinta del Génesis donde se explica la estrategia de Jacob para
criar corderos con el color y manchas deseados, situándolos frente a vallas del
mismo color y formas, para distinguirlos de los corderos de Labán18. También
a la imaginación maternal atribuye Lafitau los demás rasgos característicos:
————
americana, los caracteres nacionales, la determinación climática en los rasgos físicos y morales de las naciones, o la influencia de la imaginación materna sobre los mismos, presentando
hipótesis sobre la transformación de los continentes y de sus habitantes años antes de la gran
Historia natural de Buffon o de tratados sobre el color de la piel como el de Le Cat, se aborda
en MARTÍNEZ PESTANA, P., Feijoo y el debate internacional en torno a la raza y la historia de
las naciones, Biblioteca virtual Saavedra Fajardo, Murcia, 2009. Estos problemas fueron
tratados por Feijoo en los discursos Mapa intelectual y cotejo de naciones (1728), Solución
del gran problema histórico sobre la población de la América, y revoluciones del orbe terráqueo (1733), Color etiópico (1736), del Teatro crítico universal, y la carta IV del tomo I de las
Cartas eruditas y curiosas (1742), sobre el efecto de la imaginación materna en los hijos de
color que nacían de padres blancos, que se recogen en la selección de textos realizada por la
misma Biblioteca virtual Saavedra Fajardo en 2009.
17 Es conocida la irónica crítica de Voltaire a las teorías de Lafitau. El philosophe se burla de la comparación que realiza entre costumbres tan ambiguas como el sedentarismo, y de su
tesis sobre la influencia de la imaginación maternal en el color, rasgos y complexión de cada
nación. Si Lafitau esgrime la cita bíblica de los corderos de Josué, Voltaire se pregunta por
qué no se volvieron verdes al tener siempre delante hierba que pastar. VOLTAIRE, F.M.A.
(1827), Essai sur les moeurs et l’esprit des nations [1756], vol. I, París, Garnery, pp. 44-45.
18 LAFITAU, J.-F. (1724), Moeurs des sauvages amériquains comparées aux moeurs des
premiers temps, París, Saugrain l'aîné, C.E. Hochereau, p. 68.
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una nariz «aplastada», unos labios gruesos, siempre dependiendo de los gustos del lugar. El relativismo estético es asumido con naturalidad por Lafitau, a
diferencia de otros autores como el propio Buffon.
A pesar de la aparente correspondencia entre los climas y las distintas variedades humanas, la explicación ambiental no era para muchos del todo satisfactoria. En la época aparecieron otras posibles maneras de relacionar el
color de piel con el clima sin necesidad de atribuir a éste la causa última, sino
haciendo intervenir a la providencia en la historia del hombre. Eran las hipótesis de Henry Home, o del propio Kant. El jurista Henry Home, lord Kames,
en sus Sketches of the history of man (1774), criticó con vehemencia la explicación buffoniana del clima. El escocés esgrimía la antigua objeción sobre la
conservación del color de los ancestros en los individuos trasladados a otras
latitudes: «Those who ascribe all to the sun, ought to consider how little
probable it is, that the colour it impresses on the parents should be communicated to their infant children, who never saw the sun»19. La desemejanza en el
color, rasgos, complexión y actitud moral de las naciones era para Home de tal
magnitud que debía ser atribuida a una naturaleza distinta e innata en cada una
de ellas. No podía ser sino la providencia divina la que hubiera dotado desde
los orígenes a cada especie humana de una complexión adecuada para su clima,
y era por ello que, a su vez, cada clima proporcionaba los alimentos más adecuados a cada constitución20. El color de los negros, por ejemplo, era la mejor
forma hallada por la providencia para que soportaran un clima tan feroz.
Paradójicamente, fue a través de la tesis de Buffon según la cual el Nuevo
Mundo había emergido de los océanos tiempo después de la formación del
viejo continente, que Home logró dar una explicación coherente con el Génesis sobre el origen separado de las especies humanas. Según Home, Dios
había creado un segundo Adán en el nuevo continente, ascendiente de los
nativos americanos, y esto lo había hecho en tiempos ulteriores a la época de
Moisés, razón por la cual no era mencionado en la Biblia este nuevo linaje de
hombres21. Además, para el resto de razas, Home adujo el episodio de la torre
de Babel. Los primeros hombres habían alcanzado una diversidad lingüística
y una incomprensión mutua tales que Dios decidió separarlos distribuyéndolos por distintos climas y dotando a cada pueblo de una constitución física
————
19 «Aquellos que todo lo atribuyen al sol deberían considerar cuán improbable es que el
color que éste imprime sobre los padres sea transferido a los hijos, que nunca vieron el sol»;
KAMES, H. Home, lord (1807), Sketches of the history of man, Edimburgo, Creech, p. 23.
20 KAMES (1807), pp. 18-19.
21 POPKIN (1987) enmarca la teoría de este segundo Adán en la tradición preadamita, p. 125.
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adecuada a su latitud asignada. Es por ello, dice Home, que a partir de ese
momento cada raza —por su naturaleza o, esta vez sí, por el clima— derivó
en una grado de civilización distinto. «Thus, had not men wildly attempted to
build a tower whose top might reach to heaven, all men would not only have
had the same language , but would have made the same progress towards
maturity of knowledege and civilization»22.
Una explicación teleológica muy semejante fue la planteada por Immanuel
Kant, quien propuso una definición de las razas humanas a través de una interpretación bastante ecléctica. Asumiendo una concepción de la generación
preformacionista y ovista, el filósofo asumió el origen común de la especie
humana afirmando que ya en los ovarios de Eva se encontraban determinadas
las futuras generaciones, definidas ya con una complexión diversa para adaptarse adecuadamente a los diversos climas a los que en un momento dado
habrían de emigrar separándose. Junto a esta explicación teleológica, Kant
presentaba asimismo el criterio de fertilidad de Buffon como prueba de la
unidad de la especie, otro aspecto que lo diferenciaba de Home, quien lo
había tachado de ineficaz señalando que el propio philosophe se había visto
obligado a admitir como especies distintas determinados tipos de animales
que podían reproducirse entre sí, como era el caso de ovejas y cabras, o camellos y dromedarios23. Kant no encuentra problema alguno en el principio de
fertilidad para definir una especie, pero para las razas cabía preguntarse además cómo identificarlas acertadamente. Para el filósofo de Königsberg la
respuesta estará en el color de piel, éste era el rasgo más evidente de la distinción racial, pues era el único que se transmitía invariablemente de generación
en generación. Se trataba además de un rasgo superficial que indicaba una
constitución interna distinta, una constitución que permitía sobrevivir a cada
raza en las condiciones ambientales de su latitud correspondiente —la separación geográfica era necesaria por naturaleza—. Para Kant eran cuatro los colores de piel básicos correspondientes a las razas: blancos, cobrizos, negros y
oliváceos, el resto eran colores mixtos derivados de ellos. El color influía
además en características más profundas; así, en los negros, las propiedades
de la dermis —que acumulaba excesivo flogisto por las altas temperaturas y
las zonas pantanosas que a menudo habitaban—, hacían que olieran mal e
————
22 «Por tanto, si los hombres no hubieran tenido ese impulso frenético por construir una
torre cuya cima alcanzara el cielo, no sólo habrían conservado el mismo lenguaje, sino que
habrían desarrollado el mismo progreso hacia la madurez del conocimiento y la civilización»;
KAMES (1807), p. 68
23 KAMES (1807), p. 10.
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influían en su carácter24.
Una interesante réplica a la defensa del origen común fue la del capitán
Bernard Romans en A concise natural history of East and West Florida
(1775), donde critica la presunción de creer más fiel a la historia sagrada la
hipótesis según la cual había un único tronco genealógico para el género
humano y no varios. Para Romans, debía ser más acorde al designio divino
una creación múltiple y separada de distintos tipos humanos que la creencia
en una naturaleza sujeta a cambios accidentales —como defendió Buffon-, o
a maldiciones divinas —como aquella interpretación de la condena de Cam—
25. Según la hipótesis de Romans, Dios había creado un Adán y una Eva de
una especie distinta en cada parte del globo. Era ésta una idea atrevida, pero a
su vez bastante interesada si consideramos la defensa del esclavismo por parte
del autor, con cuya práctica intentó enriquecerse, y su notable desprecio hacia
las supuestas cualidades de las razas no europeas. Respecto a los nativos norteamericanos, Romans los estima incapaces de desarrollar una civilización.
Éstos intentan imitar las maneras europeas, pero a la mínima oportunidad
«they will return like the dog to his vomit». «See there the boasted, the admirated state of nature», concluye Romans, con irónica referencia a las ideas
rousseaunianas26. Los negros, por su parte, son descritos como traicioneros,
ladrones, testarudos y holgazanes, no siendo estas cualidades tampoco accidentales o fruto de las circunstancias sociales y ambientales, sino más bien
«natural to them, and not originated in their state of slavery»27. Romans responde así a la extendida opinión según la cual el negro poseía penosas cualidades debido a circunstancias sociales como la esclavitud. Para el propio
Benjamin Rush, con su optimismo etnocéntrico, no sólo el color de los negros
era una enfermedad reversible, sino que además sus «vicios», tales como «Idleness, Treachery, Theft, and the like, are the genuine off-spring of slavery,
and serve as an argument that they were not intended by Providence for it»28.
————
24
Son tres los textos en los cuales Kant elabora su definición de raza humana: KANT, I.,
Des différentes races humaines [1775], Opuscules sur L’histoire, París, Flammarion, 1990;
Determinación del concepto de raza [1780], En defensa de la Ilustración, Barcelona, Alba,
1999 y Sur l’emploi des principes téléologiques en philosophie [1788], Opuscules sur
L’histoire, París, GF Flammarion, 1990.
25 POPKIN (1987), p. 127.
26 «Tornarán, como el perro hacia su vómito». «He aquí el arrogante, el admirado estado
de naturaleza»; ROMANS, B. (1775), A Concise atural History of East and West Florida,
Nueva York, p. 38-39.
27 «Natural en ellos, y no originada por su estado de esclavitud»; ROMANS (1775), p. 105.
28 «Holgazanería, traición, robo, etc., son frutos genuínos de la esclavitud, y según esta
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Los negros podían por tanto para Rush devenir blancos y civilizados.
Otro ejemplo significativo del modo en que la historia sagrada intervenía
aún en el XVIII en la explicación sobre el desarrollo de las razas humanas, es
el del suizo Samuel Engel, para quien el color de los negros, «les Nègres véritables avec leur réticule, leurs cheveux crêpus ou lainés, leurs visage et nez
écachés, ce que leur a fait donner de toute ancienneté le nom de Simes, leurs
gosses lèvres, et enfin tout ce qui les caractérise, ne fauroit provenir d’aucune
cause naturelle», sino de una causa sobrenatural: la maldición de Dios contra
Caín, de quien los negros eran descendientes. Para explicar que éstos hubieran perdurado, Engel asume que el diluvio no pudo ser universal29. Tampoco
acepta como explicación del color de los africanos la maldición que Dios
pronunció sobre Cam, pues no todos sus descendientes habían sido negros,
como babilonios, árabes o egipcios hacían patente30.
Cualquiera de estos casos, a pesar de las discrepancias, muestra cómo el
sentido de linaje, que el término raza había detentado anteriormente —en su
acepción de familia o estirpe—, no se perderá en su nuevo uso. La estirpe deviene raza, se amplía la extensión y se precisa la intensión. Hemos visto cómo
la extensión llega al origen de los tiempos y se aplica a toda la humanidad,
dividida o no en grandes grupos, veamos ahora cómo la intensión se especifica para dar un sentido a la raza aún más determinado, a través del análisis
minucioso de la piel. Adoptemos ahora, para ello, la propuesta de Le Cat:
Laissons donc aux théologiens, aux historiens, aux antiquaires, etc., à discuter
ces origines, qui se perdent dans le chaos de celle du monde; prénons le choses à
l’état ou elles sont, de quelque source qu’elles viennent, et examinons en anatomiste, en physicien scrutateur des faits, les causes de la couleur de tous ces hommes
blancs, basanés, noirs, cuivrés, etc.31
————
razón no están destinados por la Providencia a tales vicios»; RUSH, B. (1773), An adress to the
inhabitants of the British settlements in America upon Slave-Keeping, Filadelfia, pp. 28-29.
29 «El auténtico negro con su retícula, sus cabellos crespos o lanosos, su rostro y nariz
aplastados, lo que desde la antigüedad le dió el nombre de simus, sus lozanos labios, y en
suma todo lo que le caracteriza, no provendría de una causa natural»; ENGEL, S. (1767),
Quand et comment l’Amérique a-t-elle été peuplée d’hommes et d’animaux?, tomo IV, Amsterdam, Marc Michel Rey, p. 95.
30 ENGEL (1767), p. 76.
31 «Dejemos pues a los teólogos, a los historiadores, a los anticuarios, etc., discutir sobre
estos orígenes que se pierden en el cahos del que surgió el mundo; tomemos las cosas en el
estado en que están, provengan de donde provengan, y examinemos en tanto que anatomistas,
en tanto que físicos escrutadores de hechos, las causas del color de todos los hombres blancos,
morenos, negros, cobrizos, etc.»; LE CAT, C.-N. (1765), Traité de la couleur de la peau huAsclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466
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DESCRIPCIONES Y CAUSAS ANATÓMICAS
El origen del color y naturaleza del africano negro desconcertaba al europeo. En 1739, la Académie de Bordeaux proponía como tema anual de su
concurso «la cause physique de la couleur des nègres». La piel del negro, su
color, necesitaban ser explicados. Pierre Barrère, ganador del premio, proponía una solución a la cuestión hallando un proceso fisiológico interno y ciertos rasgos anatómicos diferentes respecto de los blancos. Las pruebas que
aportaba Barrère se basaban en observaciones sobre cadáveres de esclavos
analizados por él mismo en Cayena, en la Guayana francesa. Así, había hallado, con una experiencia semejante a la de Alexis Littre32, esto es, tras macerar
un trozo de epidermis en agua, cómo ésta mantenía cierta tonalidad oscura
que normalmente se atribuía a la membrana reticular de Malpighi, pero que
llegaba a ser semejante a la de otros cuerpos de europeos blancos. Por ello,
Barrère no aceptó que la tonalidad de la membrana reticular fuera el factor
decisivo del color de los negros, debía haber alguna otra sustancia en la piel
que la oscureciera33.
Barrère sospechó que debía tratarse de una sustancia análoga a la bilis que
él mismo había hallado en los cadáveres de esclavos. El anatomista había
————
maine en général, de celle des nègres en particulier et de la métamorphose d'une de ces couleurs en l'autre, soit de naissance, soit accidentellement, Amsterdam, p. 23.
32 Alexis Littre llevó a cabo la disección de la piel de un «maure» para comprobar si la
suposición de Malpighi era cierta, a saber: que las dos capas, dermis y epidermis de la piel, al
separarlas eran blancas, mientras que por otro lado la membrana mucosa aparecía negra, por
lo que sería sobre ésta donde recaería la causa del color de los negros. Littre puso a macerar
un trozo de epidermis en agua templada, considerada por los anatomistas como un poderoso
disolvente, y otro trozo en alcohol, ambos durante siete días, pero de ellos no se desprendió
tinte alguno. Asimismo metió otro trozo en agua hirviendo, que produjo sobre la superficie
exterior de la epidermis ciertas ampollas con un licor claro en el interior que al enfriarse adquirió cierta textura gelatinosa; tampoco había el menor indicio de algún jugo oscuro que
hubiera emergido con la ebullición. Littre concluyó, al no ver desprenderse tinte alguno, que
esta membrana no contenía ninguna sustancia que diera color a la piel. El color debía atribuirse a la acción del sol sobre las capas más superficiales de la dermis. Tal experiencia de Littre
aparece relatada en LITTRE, A. (1743), Diverses observations anatomiques. En Histoire de
l’Académie Royale des Sciences. Année 1702, París, G. Martin, J.B. Coignard, Frères Guerin,
pp. 30-32.
33 BARRÈRE, P. (1741), Dissertation sur la cause physique de la couleur des nègres, de la
qualité de leur cheveux et de la dégénération de l’un et de l’autre, París, Pierre-Guillaume
Simon, p. 3.
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observado que esta sustancia en los negros era muy oscura, de manera directamente proporcional a la intensidad de su color de piel, llegando a ser en los
blancos de color amarillento. De igual modo, en los negros la sangre era de un
rojo negruzco, y su intensidad también variaba en proporción al color de la piel,
lo cual debía indicar una relación causal. A estas observaciones Barrère añadía
otro curioso indicio a favor de su hipótesis: la exudación por parte de los negros
de una grasa o sudor oscuro, de tal modo que si se les pasaba un paño sobre la
piel, éste quedaba impregnado de un tinte negro34. Según Barrère, la bilis era
segregada con mayor facilidad en la dermis gracias a las numerosas glándulas
que a través de ella se disponían, por lo que quedaba más tintada que el resto
del cuerpo. Los negros retenían este tinte con mayor facilidad por la peculiar
pequeñez de sus poros.
Lo mismo explicaba el color de los cabellos de los negros, siendo las raíces de
éstos uno de los lugares donde se segregaba la bilis negra. Además, la causa de la
forma de este tipo de cabello, que Barrère define como la lana —observación
muy común en la época, que animaliza sin duda al negro—, sería la forma espiral y la angostura de los propios folículos por donde salía cada pelo. La bilis y
la forma de los folículos pilosos eran entonces la causa inmediata del color de
la piel y de la naturaleza de los cabellos; pero además, la razón por la cual se
mantenía este color a través de las generaciones era la transferencia seminal de
los rasgos de familia. «Il est déjà avoué dans le monde savant que dans le germe des corps des animaux se trouvent comme concentrées toutes les parties qui
les composent avec leur figure et leur couleur determinées; que ces parties se
développent, s’étendent et s’épanouissent dès qu’elles sont mises en jeu et pénétrées par un fluide très fin et spiritueux, c’est à dire par la sémence du
mâle»35.
Pierre Barrère abría con sus observaciones una puerta a la explicación
humoral del negro, que seguirían autores tan destacados como Le Cat, Friedrich Meckel o Blumenbach, y que en gran medida convertiría el color en un
rasgo temperamental, que afectaba a la actitud moral de la raza36. Para Clau————
34
BARRÈRE (1741), p. 5.
«Es ya un hecho reconocido en el mundo académico que en la semilla de los animales
se encuentran como concentrados todas las partes que lo componen, con su figura y color
determinados; que estas partes se desarrollan, se expanden y brotan en cuanto son puestas en
juego y se las hace penetrar a través de un fluido muy fino y sutil, es decir, a través de la simiente del macho»; BARRÈRE (1741), p. 8.
36 WHEELER, R. (2000), The complexion of race. Categories of difference in eighteenthcentury culture, University of Pennsylvania Press, indica el componente humoral y temperamental que mantenía en este siglo el término inglés para designar el color de piel, complexion.
35
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de-Nicolas Le Cat, la membrana mucosa de Malpighi se encontraba únicamente en los negros, y estaba formada por jugos de color oscuro segregados
por las terminaciones nerviosas. No se trataba ya de bilis, pues ésta, a diferencia de lo que había observado Barrère, tenía el mismo color amarillento en
todos los tipos humanos37. El color negro se debía, antes bien, a una sustancia
compuesta de mercurio y azufre, a la cual llamó «æthiops», que ya había tenido ocasión de analizar en el ojo, en la membrana de la coroides38, así como
en la tinta de una especie de calamar39. Le Cat había realizado una experiencia sobre esta tinta animal y el líquido contenido en los nervios humanos para
mostrar que eran análogos al responder de manera similar: los mezcló con
nitrato y con aguafuerte, fuertes disolventes que eliminaban el tinte de cualquier sustancia, y el resultado fue que ambos licores se habían mantenido
incorruptibles en su color. A tal experiencia Le Cat añadía la consideración de
que la tez de los negros se volvía aún más oscura cuando fallecían, de la
misma manera que ocurría con aquellos calamares al morir40.
Le Cat secundaba las observaciones del anatomista Johann Friedrich Meckel, quien había diseccionado a un negro hallando que su glándula pineal era
de un color más intenso y de una textura más consistente que la de los blancos, por lo que hizo recaer la causa del color de los negros en esta sustancia
nerviosa, la cual daba su tinte característico a la piel a través de las terminaciones nerviosas y la membrana reticular formada por la segregación de éstas41. Por su parte, Le Cat había realizado también experiencias sobre el cerebro de un paciente negro de diecisiete años, hallando aquella tonalidad negra
azulada que había mencionado Meckel. Afirmó haber repetido la misma observación por él mismo pero también «par plusieurs yeux anatomistes et non
anatomistes»42, a los que presentaba el cerebro del negro y el cerebro del
blanco sin desvelarles a quién pertenecía cada uno. Todos coincidían en que
el cerebro de los negros tenía tonalidades más oscuras que el de los blancos43.
————
37
LE CAT (1765), p. 41.
LE CAT (1765), pp. 44-48.
39 LE CAT (1765), pp. 63-67.
40 LE CAT (1765), p. 69.
41 MECKEL, J.F. (1769), Recherches anatomiques. I. Sur la nature de l’épidermie et du réseau, qu’on apelle Malpighien. II. Sur la diversité de couleur dans la substance médullaire des
Nègres. III. Sur la maladie du Nègre qui a fourni les observations des deux premiers articles,
causée par un endurcissement stéatomateaux du péritoine, Mémoires de l’académie royale de
Prusse, 1, art. 47, pp. 414-437.
42 «Por varios ojos anatomistas y no anatomistas»; LE CAT (1765), p. 56.
43 LE CAT (1765), pp. 53-56.
38
56
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Por otro lado, siendo la sustancia nerviosa del cerebro la causa fundamental
del color de piel, así como del tipo de cabello, la transmisión generacional era
explicada, como en Barrère, a través del semen, «car personne ne doute que le
cerveau ne soit une partie spermatique, et comme l’amande féconde qui produit tout le reste de l’animal»44.
Claudia Benthien señala cómo esta nueva concepción convertía el color
oscuro en una contaminación de la piel por parte de aquellas sustancias biliosas o nerviosas, consideradas, por su exceso o cualidad, como insanas. La piel
era concebida como un órgano de excreción que debido a la peculiar anatomía dérmica del negro —muy gruesa y compacta, o con poros diminutos—, y
a su sistema glandular —Barrère— o nervioso —Meckel, Le Cat—, quedaba
tintada con peculiar intensidad45. Este tipo de experiencias y conclusiones
llegaron a ser asumidas por los considerados padres de la clasificación racial,
Johann Friedrich Blumenbach y el propio Kant46, quienes establecieron el
número de razas basándose en sus colores básicos característicos —cinco
para Blumenbach, cuatro para Kant—.
Pero no todo era consenso respecto a la interpretación humoral. El cartógrafo y botánico John Mitchell consideraba que «that strange phænomenon in
Nature, the cause of the colour of negroes»47 era debido absoluta y únicamente a la acción del sol. Esto no era nuevo, ya vimos la explicación de Buffon, e
incluso algunos de los que aceptaban la explicación humoral a su vez estimaron que ésta se debía en última instancia a la acción climática, como era el
caso de Blumenbach. Lo insólito en Mitchell era que afirmaba no haber sido
capaz de encontrar jamás la membrana reticular de Malpighi, y sospechaba
————
44
«Pues nadie duda de que el cerebro sea una parte espermática, como la almendra fecunda que produce todo el resto del animal»; LE CAT (1765), p. 58.
45 BENTHIEN, C. (2002), Skin. On the cultural border between self and the world, New
York, Columbia University Press, pp. 148-152.
46 Es Robert Bernasconi quien más ha defendido la importancia de Kant en la clasificación
racial, quizá por haber pretendido dar una definición rigurosa al término raza. Existe, no obstante, cierto disenso a este respecto, pues para autores como John H. Zammito las hipótesis de Kant
no tenían más que un carácter provisional, al ser expuestas como meras lecturas dentro de su
universidad. Sobre tales interpretaciones, ver: BERNASCONI, R. (2001), Who invented the concept of race? Kant’s role in the Enlightenment construction of race. En BERNASCONI, R. (ed.),
Race, Malden, Blackwell, pp. 11-36; ZAMMITO, J.H., EIGEN, S. y LARRIMORE, M. (eds) (2006),
The German invention of Race, Nueva York, State University of New York.
47 «Ese extraño fenómeno de la naturaleza, la causa del color de los negros»; MITCHELL, J.
(1746), An Essay upon the Causes of the different Colours of People in different Climates. En
Philosophical Transactions of the royal Society of London, vol. 43. Londres, C. Davis, p. 102.
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del estado cadavérico de la materia observada como medio poco seguro para
conocer la piel tal como era en su estado natural. Mitchell estaba poniendo en
duda a una de las máximas autoridades en el campo de la anatomía, Marcello
Malpighi; más aún, se estaba mostrando suspicaz ante la experiencia de uno
de los más diestros observadores al microscopio. Como apoyo a su observación, Mitchell hizo mención al cirujano y anatomista William Cowper, que
tampoco había hallado la membrana, y quien había llegado a afirmar que en
realidad nadie había logrado encontrarla jamás48. Por otro lado, Mitchell negaba la observación de Barrère según la cual al pasar un pañuelo sobre la piel
de un negro quedaba impregnado de cierto aceite oscuro. Para Mitchell el
sudor de los negros era tan transparente como el de los europeos49, afirmación
que esgrimió como un argumento más contra las hipótesis en torno a la influencia de la bilis en el color de piel.
También Alexis Littre había aportado otra observación a favor de la acción
del sol sobre el color de la piel, aunque no tan radical como la de Mitchell,
pues no negaba la existencia de la membrana reticular y de cierta influencia
de su color. Según Littre, el glande del hombre negro, en la zona cubierta por
el prepucio, era completamente blanco, a diferencia de la zona que estaba al
descubierto, lo cual tomó como prueba de que las partes humanas no expuestas al sol permanecían blancas, siendo la acción solar un agente fundamental
en el color de piel. Curiosamente, el comentarista de tales experiencias en las
Mémoires de l’Académie des sciences se permitió oponer a esta observación
de Littre otra según la cual los recién nacidos de etíopes tenían en la punta del
pene una pequeña mancha negra que, afirmaba, se extendería pasado el tiempo por todo el cuerpo. El autor sostenía que si bien tal propagación podía
deberse a la acción del aire, del clima, su origen era en primer lugar innato50.
Las experiencias y explicaciones sobre el color de piel se vertebraban en
torno a la controversia respecto a la influencia externa —medio, sol— o interna —fluidos—. Si bien las publicaciones sobre el tema se multiplicaron a
lo largo —sobre todo en la segunda mitad— del XVIII, ya en el siglo anterior
había aparecido en cierto grado la polémica. En 1618, el anatomista parisino
Jean Riolan publicaba en su Anthropographia la experiencia por la que había
separado un trozo de piel negra en dos tejidos, mediante la formación de una
ampolla provocada artificialmente con ciertas sustancias químicas. Esto le
había permitido observar el color y la textura de ambas capas, advirtiendo que
————
48
49
50
58
MITCHELL (1746), p. 116.
MITCHELL (1746), pp. 115-116.
LITTRE (1743), p. 32.
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la capa superior mantenía un color oscuro, mientra que la inferior resultaba
ser blanca, de lo cual infirió que el color de este tipo de piel estaba producido
por la luz solar, pues si el color se hallaba en la capa superior, que era la que
estaba en contacto con el sol, y no en la interna, no debía haber ningún elemento subcutáneo que la oscureciera, sólo podía ser externo51.
La misma experiencia fue llevada a cabo por el anatomista del College of
Physicians de Londres Alexander Read, quien en The Manual on the Anatomy
or Dissection of the Body of Man (1642) describía cómo halló los mismos
resultados llegando, sin embargo, a conclusiones radicalmente distintas. El
color de la parte superior de la piel provenía de los humores internos del
cuerpo, no del contacto con la luz solar. Estos humores, al ser exudados a
través de la piel, tintaban la capa superior de la dermis con los restos que no
lograban salir del todo al exterior52. El hecho de que la piel del hombre negro
quedara mucho más tintada que la del blanco radicaba en una diferencia morfológica entre ambos tipos de piel: la negra tenía los poros más amplios que la
blanca, por lo que transpiraba más, dando paso a una mayor cantidad de sudor
y humores negros que dejaban sedimentos oscuros, lo cual dotaba a la piel de
su color característico.
Esta experiencia, muy semejante a la de Barrère, coincidirá con observaciones muy recurrentes en el siglo XVIII, que mostrarán la piel del blanco
como más abierta, traslúcida, no sólo respecto al color, sino en referencia a la
propia transparencia de las emociones. El poeta Oliver Goldsmith en su History of the earth (1774) ensalzaba la piel blanca como la más bella, pues era
«a transparent covering to the soul»53, a través de la cual se revelaba toda la
gama de las pasiones54. El recurso al principio de variedad como criterio de
belleza para enaltecer la piel blanca fue bastante común en la época. Esta
variedad hacía referencia a la diversidad y contraste tonales, a la emergencia
del color, como ocurría con el rubor, o de una expresión en el rostro, que se
solía atribuir únicamente a pieles blancas. William Hogarth, por el contrario,
proporcionó soberbios contraejemplos frente a esta idea: en Marriage à la
mode o en Captain lord George Graham in his cabin, la tez del negro se pre-
————
51
KLAUS, S.N. (1998), A history of the Science of Pigmentation. En NORDLUND, J.J.,
BOISSY, R.E., HEARING, V.J.; KING, R.A. y ORTONNE, J.-P. (eds), The Pigmentary System:
Physiology and Pathophysiology, Nueva York, Oxford University Press, p. 6.
52 KLAUS (1998), p. 7.
53 «Una envoltura transparente para el alma».
54 GOLDSMITH, O. (1824), A history of the earth, and animated nature, vol. I, Londres,
William Charlton Wright, p. 268.
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senta igual o más vívida y llena de matices de expresión y color que en la del
blanco55.
Charles White, Square portion of the skin of a negro, An account of the regular
gradation in man, C. Dilly, 1799, lámina IV, wellcome Library, Londres.
La transparencia de la piel tenía en gran medida relación no sólo con el color, sino con el grosor de la piel negra. El cirujano y miembro de la Royal
Society Charles White había señalado en su conocido ensayo An Account of
the Regular Gradation in Man, and in Different Animals and Vegetables; and
from the Former to the Latter (1799) el grosor de piel como indicio del distinto lugar ocupado en la gran cadena del ser, una concepción asumida dentro
del creacionismo fijista, que consideraba igual de determinadas e inmutables
la complexión e inteligencia de los seres en una escala jerárquica56. La piel en
los negros era más gruesa que en los blancos, y en los monos lo era algo más
que en los negros, estando estos más próximos a aquellos animales que a los
blancos. El grosor de la piel negra, además, pese a servirles de protección
frente al medio, hacía que tuvieran menos sensibilidad, lo cual les convertía
————
55
DABYDEEN, D. (1985), Hogarth’s blacks: images of blacks in eighteenth-century English art. Mundelstrup, Dangaroo Press, 1985.
56 GREEN, J.C. (1954), The American debate on the negro’s place in nature, Journal of
the History of Ideas, 15 (3), pp. 384-396, p. 390.
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en menos refinados y sensibles en general57.
El hecho de que la piel fuera más gruesa hacía asimismo que sudaran menos y olieran por ello peor, al acumularse los fluidos en la piel. Si el color era
para Kant la evidencia de una raza, yendo en los negros acompañado del
hedor de su piel contaminada, también para Henry Home el olor sería una de
las diferencias fundamentales para distinguir a los africanos negros como raza
aparte. Su fetidez no podía ser explicada por el clima, pues otros pueblos,
como los abisinios, con clima semejante, no olían de tal modo. Tampoco podía ser explicado como falta de higiene; formaba parte de su naturaleza58. El
juez jamaicano Edward Long había identificado de igual modo en su History
of Jamaica (1774) el olor propio de los negros como confirmación de su diferenciación racial así como de su inferioridad. El clima no cambiaba esta naturaleza, tampoco cambiaba el hecho de que tuvieran piojos negros como los
animales —los blancos sufrían de otro tipo de piojo blanco—, lo cual se debía
a que el negro tenía más consanguinidad con el orangután que con el hombre
blanco, que en realidad podía considerarse como el hombre, a secas59.
En numerosas ocasiones, la descripción del grosor de piel en los negros
fue utilizada como justificación para el trabajo esclavo. Charles White ya
había señalado su mayor resistencia y por tanto su aptitud para este tipo de
trabajos; el hombre blanco, por el contrario, no tenía una constitución adecuada para trabajar la tierra de las colonias. Edward Tyson en A Philological
Essay Concerning the Pygmies of the Ancients —publicado en 1699, pero
cuya más famosa edición fue la de 1751—, también había sostenido que el
clima había alterado las glándulas de los negros de manera que segregaban un
humor diferente, dando lugar al color y cualidades de la piel negra, lo cual les
había servido para soportar y trabajar mejor bajo el ardor de sus latitudes60.
Además de convertirlo en un ser afín a las bestias de carga, las nuevas descripciones de la piel hicieron del negro una figura horrible. No sólo los sentidos
de los negros eran distintos —como el del tacto, por la densidad de su piel—,
sino que, ante todo, ellos mismos eran extraños para los sentidos de los blancos.
En 1766, en su Laocoonte, el poeta Lessing describía al hotentote como una
figura ejemplar de lo que podía provocar disgusto estético. La misma idea se
reflejaba en la Enquiry de Edmund Burke (1757), quien describía cómo un
————
57
SMITH, M.M. (2006), How race is made, University of North Carolina Press, pp. 13-14.
KAMES (1807), p. 20.
59 CANTOR, M. (1963), The image of the negro in colonial literature, The ew England
Quarterly, 36 (4), pp. 452-477, p. 465.
60 CANTOR (1963), p. 467.
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PAOLA MARTÍNEZ PESTANA
ciego de nacimiento al recobrar la vista había mostrado su horror al ver una
mujer negra por vez primera. La experiencia del ciego de Molyneux era de este
modo aplicada para asumir una conclusión bien diferente, que el disgusto ante
el negro no era una respuesta adquirida, sino innata61. La observación de la piel
blanca estaba hecha a la medida del hombre blanco, lo semejante era lo hermoso y natural, no sólo en la creación artística, sino en la naturaleza. Jonathan
Swift ya lo había advertido en el viaje de Gulliver a Brobdingnag: «This made
me reflect upon the fair Skins of our English Ladies, who appear so beautiful to
us, only because they are of our own size, and their Defects not to be seen but
through a magnifying Glass»62. Sólo un yahoo inglés consciente de ello podía
realizar tal crítica a los juicios de valor esgrimidos por quienes decían basarse
única y exclusivamente en matters of fact para presentar al inglés o al europeo
como el hombre más bello, en lo físico y en lo moral.
Las observaciones de la piel negra dieron siempre resultados denigrantes
para su morador, marcando su diferencia. Henri Grégoire ya había señalado
esta jerarquización del color de piel como una «invention moderne», que
había aparecido con «l’avarice coloniale». El color blanco se había convertido
en un signo externo de distinción para la sociedad europea y colonial —como
los bastones, los turbantes o los tatuajes en otros pueblos— a través del cual
se pretendía marcar el rango. «On les a vus invoquer la Bible, en dénaturer le
sens pour faire descendre du ciel l’esclavage, puis la contredire en niant
l’unité de type dans la nature humaine, en soutenant que le noir est une race
————
61 GILMAN, S.L. (1975), The figure of the black in german aesthetic theory, EighteenthCentury Studies, 8 (4), pp. 373-391; CHAOULI, M. (2006), Lacoön and the Hottentots. En
EIGEN, S. y LARRIMORE, M. (eds.), The german invention of race, Nueva York, State University of New York.
62 «Esto me hizo meditar sobre la diáfana piel de nuestras damas inglesas, que nos parecen tan bellas sólo porque son de nuestro tamaño, y sus defectos no pueden ser vistos sino a
través de una lente de aumento». La desmitificación que Swift hizo de la piel blanca y su
delicadeza en sus Viajes de Gulliver es interpretada en su contexto colonial de manera muy
sugerente por HAWES, C. (1991), Three times round the globe: Gulliver and colonial discourse,
Cultural Critique, (18), pp. 187-214, p. 200. Laura Brown llama la atención sobre la cronología
de los poemas misóginos de Swift, que coinciden con su época más crítica respecto a las políticas coloniales de Gran Bretaña. La mujer engalanada sería la imagen del capitalismo y el imperialismo en Swift. BROWN, L. (1990), Reading Race and Gender: Jonathan Swift, EighteenthCentury Studies, 23 (4), pp. 425-443. Para comprender la crítica de Swift al proyecto de la Royal
Society y su impostura al pretender basarse únicamente en matters of fact y emitir no obstante
contínuos juicios de valor respecto al no europeo, ver MALCOLMSON, C. (2006), Gulliver’s travels and studies of skin color in the Royal Society. En PALMERI, F., (ed.), Humans and other
animals in eighteenth-century british culture, Aldershot, Ashgate.
62
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«DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII
différente» 63. Desde cualquiera de las posiciones mantenidas dentro de las
controversias en torno a la piel negra —sobre su origen ambiental o interno,
su naturaleza fija o susceptible a cambio, indicio de una especie separada o
común—, la filosofía natural había situado a los «vrais Nègres», como bien
afirma el abbé Grégoire, «au bas de l’échelle des êtres»64.
Recibido: 24 de febrero de 2009.
Aceptado: 3 de noviembre de 2009.
————
63 «Se les ha visto invocar la Biblia, distorsionando su sentido para hacer bajar de los cielos el esclavismo, después contradecirla para negar la unidad en la naturaleza humana, sosteniendo que el negro es una raza diferente»; GREGOIRE, H. (1826), De la noblesse de la peau
ou Du préjugé des blancs contre la couleur des Africains et celle de leurs descendans, noirs et
sang-mêlés, París, Baudouin frères, pp. 7-8.
64 «En lo más bajo de la escala de los seres».
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vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 65-88, ISSN: 0210-4466
LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA
HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
Christian Sperling
Universidad Autónoma Metropolitana, México D.F.
RESUMEN
La evolución de la novela corta de Amado Nervo muestra una comunicación constante con las
transformaciones paradigmáticas en el campo de la psicopatología. Las construcciones metaficcionales hacen patente un tratamiento lúdico de algunas ideas clave de la disciplina médica. En algunos casos se superan los estrechos límites de la psicopatología positivista para anticipar planteamientos que adquieren estatuto científico con la psicología moderna.
PALABRAS CLAVE: Amado Nervo. Literatura y ciencia. Psicopatología. Psicología. Novela
corta. Positivismo.
THE DISCOURSE ON MENTAL DISORDERS IN THE HISPANIC SHORT
NOVEL: AMADO NERVO’S CASE
ABSTRACT
The evolution of Amado Nervo’s novellas shows a constant communication with the paradigmatic shifts in the field of psychopathology. His metafictional constructs foreground a playful
treatment of some of medicine’s key ideas. In some cases, the narrow limits of positivistic psychopathology are overcome in order to anticipate notions that obtain scientific status with modern
psychology.
KEY WORDS: Amado Nervo. Literature and science. Psychopathology. Psychology. Novella.
Positivism.
CONTEXTOS
A finales del siglo XIX, el desarrollo de la novela corta y las transformaciones en el campo de la medicina mental se vuelven historias paralelas. Sigmund Freud, por ejemplo, concede que sus estudios de casos se lean como
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CHRISTIAN SPERLING
novelas cortas1. Debido a este carácter literario, el vienés obtiene la reprobación de sus colegas y modifica su escritura para alcanzar mayor cientificidad.
La construcción de los fenómenos patológicos por medio de recursos literarios no es exclusiva de la obra freudiana. Durante todo el siglo XIX, muchos
de los exploradores de los sueños y del inconsciente emplean metáforas y
modelos tomados de la literatura. Al mismo tiempo, el discurso científico
permite esbozar una perspectiva epistemológica sobre la poética del fin de
siècle para analizar la configuración textual: la trama, los personajes, los motivos, los símbolos, las técnicas narrativas, los posicionamientos ideológicos.
La narrativa incorpora elementos científicos y los resignifica. Esta resignificación remite a los límites del potencial heurístico de la ciencia e igualmente
prefigura teorías que posteriormente adquieren cientificidad. Por otro lado, la
literatura proyecta teorías científicas a otros campos semánticos y los readapta de acuerdo con una intención específica. La evolución ideológica de las
novelas cortas de Amado Nervo (1870-1919) permite rastrear las transformaciones de la medicina mental a lo largo de cinco lustros, pues el novelista
establece un diálogo fructífero con los fundamentos teóricos y los cambios
paradigmáticos del campo científico.
Como cualquier otro fenómeno cultural, la ciencia está vinculada con la
episteme de un momento histórico y se relaciona de manera intertextual con
otros discursos. En el México porfirista, la idea del progreso penetra en todos
los discursos. En los textos modernistas, en cambio, se tiende a desarticular la
historicidad implícita en las construcciones teóricas positivistas. La taxonomía psiquiátrica acusa una construcción teleológica de la historia. Los médicos buscaban el eslabón perdido en mexicanos indígenas porque eran considerados representantes arcaicos de la humanidad. En el otro lado de la
dicotomía civilización-barbarie, se celebraba la llegada de la modernidad con
patologías como la histeria y la neurosis en los enfermos de la clase mediaalta capitalina; enfermedades supuestamente causadas por el alto avance de la
civilización2. Asimismo, se construyen casos como el del asesino serial, el
Chalequero —el Jack the Ripper mexicano—, comprobación de la llegada de
————
1 MENTZOS, S. (1971), Einleitung. En FREUD, S., Studien über Hysterie, Fráncfort del
Meno, Ed. Fischer, pp. 7-20, p. 9.
2 GORBACH, F. (2007), El encuentro de un monstruo y una histérica. Una imagen para
México en los finales del siglo XIX, uevo Mundo Mundos uevos, 7, s. p. Artículo en línea,
disponible en http://nuevomundo.revues.org/document3123.html (consultado el 11 de marzo
de 2011).
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
los tiempos modernos, ya que elevaba la delincuencia a la altura de Londres3.
La tautología médica del Porfiriato es la siguiente: los fenómenos patológicos
debidos a un exceso de civilización están en continuo aumento, ergo se está
viviendo en condiciones modernas. La obsesión progresista se vislumbra en la
mayoría de las áreas del conocimiento y les otorga un sentido temporal. También los poetas decadentistas definen su modernidad por medio del estigma
positivo de la hiperestesia y de la neurosis. Así, la episteme ordena y configura los enunciados en un momento histórico específico y la literatura aparece
como plataforma que hace surgir estos (con)textos, a menudo de manera lúdica y controversial4.
La misma época supera los estrechos límites heurísticos de la psiquiatría
decimonónica, que comparte el materialismo y la obsesión del positivismo
por lo empírico. La disciplina psiquiátrica se abre hacia los modelos hermenéuticos a partir de los primeros esbozos teóricos de la psicología moderna.
Parte de esta transición se manifiesta en la pérdida de verosimilitud de los
modelos somáticos y hereditarios, así como de las categorías deterministas de
la psiquiatría positivista. Se concibe un paradigma diferente sobre la base de
explicaciones psíquicas y de la biografía del paciente. Sus experiencias traumáticas inconscientes surgen en el sueño o en el delirio, por lo que el tratamiento orgánico pierde vigencia y el «texto» que producen los pacientes adquiere importancia5.
Algunos correlatos de los modelos científicos positivistas se encuentran en
el naturalismo. Émile Zola descarta, al igual que los psiquiatras positivistas,
la posibilidad de introspección y de actividad anímica6. A pesar de ello surgen
transfiguraciones del deseo carnal en su obra: sobre todo la figura de la bête
humaine, determinada por las categorías de Hyppolite Taine: la raza, la clase
y el momento. La distancia del naturalismo frente a una psicología introspectiva se manifiesta en el estudio del carácter de los personajes, que se genera
en términos de una autopsia, eco del modelo empírico de la medicina experi-
————
3 PICCATO, P. (2001), ‘El Chalequero’ or the Mexican Jack the Ripper: The Meanings of
Sexual Violence in Turn-of-the-Century Mexico City, Hispanic American Historical Review,
81 (3), pp. 623-651, p. 625.
4 LINK, J. (1988), Literaturanalyse als Interdiskursanalyse. En FOHRMANN, J. (coord.),
Diskurstheorien und Literaturwissenschaft, Fráncfort del Meno, Ed. Suhrkamp, pp. 284-307.
5 RICŒUR, P. (1978), Freud: una interpretación de la cultura, México, Siglo XIX; BEUCHOT, M. y BLANCO, R. (1990), Hermenéutica, psicoanálisis y literatura, México, UNAM.
6 ZOLA, É. (1999), Préface de Thérèse Raquin. En ZOLA, É., Écrits sur le roman naturaliste, París, Pocket, pp. 55-61.
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CHRISTIAN SPERLING
mental de Claude Bernard7. A finales del siglo, en cambio, la estética novelesca gira hacia la introspección con el naturalismo espiritual de Joris-Karl
Huysmans y con la poética simbolista que reduce el enfoque narrativo a un
solo protagonista, cuya percepción distorsiona la representación del mundo
diegético8. Con ello, se pone en tela de juicio la vigencia de la autopsia como
núcleo del modelo analítico, se refina el método introspectivo con técnicas
parecidas al stream of consciousness o a la écriture automatique y se rehabilita cierta concepción del inconsciente romántico despojándola de sus connotaciones metafísicas.
REFLEXIONES DEL CRONISTA EN TORNO A LA MEDICINA
Los modernistas mexicanos reflejan críticamente los patrones de la narrativa naturalista. Nervo contrasta la labor del cirujano con la creación poética
en la crónica «Un ideal» (1896) donde se opone la «verosimilitud» de la autopsia y la búsqueda del tópico de la bella muerta, que figura como contrapunto idealista del realismo crudo, simbolizado en la obducción. El anhelado
encuentro con ese motivo decadentista es frustrado por los hechos reales: «El
‘lindo’ cadáver, tuve que confesarlo, era bien feo»9. En una columna del periódico La Semana, Nervo es más irónico al comentar que fue Antenor Lescano quien lo llevó a presenciar la autopsia: «Mi amigo tiene una dualidad
macabra: doctor y poeta decadente. ¿Se compadecerán ambas cosas? Juzgo
que sí. Anatomizar un cadáver y vertebrar una estrofa, ¿quién acertará a hallar
oposición en esto?»10. La detallada descripción de la autopsia reconstruye la
mirada del anatomista y su empeño en la «documentación literaria»11 que
penetra por debajo de la superficie del cuerpo y recorre la anatomía guiada
por el bisturí. El texto muestra cierto desencanto acerca del potencial revelador de la autopsia, ya que el método sólo arroja luz sobre el funcionamiento
de los órganos, sobre su utilidad y su mecánica. La conclusión irónica, en
————
7
FÖCKING, M. (2002), Pathologia litteralis: Erzählte Wissenschaft und wissenschaftliches
Erzählen im französischen 19. Jahrhundert, Tubinga, Gunter Narr, pp. 170-209.
8 OLIVARES, J. (1984), La novela decadente en Venezuela, Caracas, Gráficas Armitano,
pp. 39-42.
9 NERVO, A. (1991), Obras completas, Madrid, Aguilar, vid. Un ideal, Vol. 1, pp. 689690.
10 NERVO (1991), vid. Crónicas en La semana, Vol. 1, p. 799.
11 NERVO (1991), p. 799.
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
cambio, remite a los límites de la psicología literaria contemporánea y pone
en entredicho la relación entre lo orgánico y lo psíquico:
Antenor sonreía: ha visto tantas vísceras, que si éstas revelaran los abismos de
la conciencia habría que discernirle, además de los títulos de médico y de poeta, el
de psicólogo, que ni los más sonados novelistas han logrado merecer en toda su latitud ya que un Bourget, por ejemplo, no hace otra cosa que poner faldas a su espíritu y presentárnoslo luego con el nombre de una condesa X12.
La crónica alude a la posibilidad de rebasar los límites impuestos por las
categorías de la escritura naturalista. Esta reflexión nerviana se rebela en contra del determinismo orgánico del positivismo, que proclama la imposibilidad de la introspección psicológica13.
Nervo se distancia de la narrativa naturalista y se inserta en los límites de
la construcción psicológica inherentes a los modelos anatómicos. En consecuencia, su narrativa elabora una oposición semántica entre la dicotomía autopsia-imaginación y, análogamente, entre lo orgánico y lo psíquico. En relación con los límites de la psicología positivista, debe mencionarse la
rehabilitación del inconsciente en el modernismo. El positivismo, en cambio,
se apoya sobre modelos materialistas, por ejemplo la craneología y la metáfora del telégrafo para referirse a la tensión nerviosa. Así, la mente opera sobre
la base del epifenomenismo de la conciencia, es decir, se esgrime la idea de
que lo interior es un mero reflejo de lo exterior14. En «De lo inconsciente en
la creación literaria» (ca. 1914), Nervo comenta cómo el inconsciente cobra
estatuto científico, aunque sigue siendo una función todavía indeterminada:
La “masa mental” […] el conjunto de las manifestaciones mentales se compone
de dos partes: una que se revela directamente y de pronto a la conciencia, y es la
que constituye el dominio de la psicología ordinaria, “oficial”, y otra de la que no
tenemos sino conciencia indirecta […] Esta segunda parte, que casi no ha sido estudiada antes de los últimos años […] se ha dado llamar cerebración inconsciente,
subconciencia, subliminal, etcétera15.
————
12
NERVO (1991), p. 799.
En relación con este concepto, debe mencionarse el hibridismo que se desprende de la
obra de Paul Bourget donde el modelo anatómico naturalista se combina con la introspección,
lo que se expresa en la idea de la «vivisection de un état de âme»; cf. MEYER-MINNEMANN, K.
(1979), Der spanischsprachige Roman des Fin de siècle, Tubinga, Niemeyer, p. 59.
14 KLEIN, D.B. (1970), A History of Scientific Psychology: Its Origins and Philosophical
Backgrounds, London, Routledge, p. 231.
15 NERVO (1991), vid. De lo inconsciente en la creación literaria, Vol. 2, p. 709.
13
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Esta perspectiva sobre el punto de vista «oficial» se enriquece mediante el
tono irónico con el que Nervo suele comentar los «logros» de la ciencia.
Además, presenta una extensa colección de citas filosóficas y literarias sobre
el inconsciente para relativizar el descubrimiento.
Finalmente, durante el Porfiriato se construyeron nuevos hospitales para
recluir a los pacientes que presentan desviaciones mentales de acuerdo con la
psicopatología. El dispositivo psiquiátrico penetra en muchos aspectos de la
vida cotidiana16. Esta transformación le sugiere a Nervo reflexiones sobre la
relatividad de los diagnósticos de la locura en tres textos representativos de
1896, año clave en el que se refuerza marcadamente la presencia del discurso
psicopatológico en los periódicos y en la literatura. En «Medidas represivas»,
relaciona el aumento del número de personas locas con la instauración del
manicomio. La deducción nerviana es esta: el nuevo enfoque médico produce
automáticamente más casos clínicos17. En «¡¡Acromigalia!!» ridiculiza la
noción del progreso y su correlación con las enfermedades, asimismo expone
el caso de una enfermedad ficticia que consiste en la involución repentina del
ser humano al simio. En el trasfondo discursivo de esta sátira de la ciencia se
encuentra el debate contemporáneo sobre la degeneración y el sentido histórico retrógrado que adquiere esta patología. La reflexión da lugar a un juego de
palabras en el que la «mono-manía» aparece dentro del cuadro clínico de la
involución al simio18. Otra crónica titulada «Las monomanías» hiperboliza el
diagnóstico de la enfermedad al encontrar en cualquier comportamiento cotidiano un indicio de locura. Una larga enumeración combina ámbitos,
personajes y actitudes absolutamente dispares —poniendo en tela de juicio la
sola posibilidad de esquematizar los fenómenos de la locura—, y culmina con
lo siguiente: «Proporcionaría una jaqueca a mis lectores si les diese la lista
completa y acaso, acaso les preocuparía, con lo que se despertaría en su cerebro
la monomanía de las monomanías, es decir la creencia de que las tenían
todas: forma la más compleja y temible de la locura incipiente»19. La sátira
revela una clara conciencia de la construcción del fenómeno. El texto alude a
las instituciones de San Hipólito, Belem y a los jurados en los tribunales, es
decir evoca la infraestructura completa (el manicomio y el marco jurídico) que
determina y produce los casos de locura. Consecuentemente, la crónica cierra
————
16 FOUCAULT, M. (2005), El poder psiquiátrico, México, Fondo de Cultura Económica,
p. 110-111.
17 NERVO (1991), vid. Medidas represivas, Vol. 2, pp. 593-594.
18 NERVO (1991), vid. ¡¡Acromigalia!!, Vol. 1, pp. 555.
19 NERVO (1991), vid. Las monomanías, Vol. 1, pp. 643.
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
con un comentario sobre la relatividad de la razón en la época contemporánea: «Después de todas estas grandes verdades, sólo se ocurre una pregunta:
¿Cuál es la excepción en asuntos de cerebros: la locura o el juicio? Yo creo
que lo segundo»20. Estas reflexiones sobre la relatividad de la locura son indicios de una ruptura epistemológica que acontece en la última década del siglo
XIX, se impone una nueva racionalidad y se transforma la interpretación de la
cultura.
EL REGIONALISMO EN CLAVE PSICOPATOLÓGICA
La primera novela corta de Nervo muestra el declive de su protagonista a
partir de la psicopatología. Pascual Aguilera (1892-1893) trata de un personaje
del mismo nombre, presa de sus pulsiones irrefrenables. La concepción de la
obra es de cuño naturalista, aunque su hibridismo permite atisbos de la sensibilidad de fin de siglo y traba relaciones intertextuales con la tradición regionalista y costumbrista. Como antecedente importante destaca La navidad en las
montañas (1871)21, donde Ignacio Manuel Altamirano traza una utopía del
progreso e idealiza la convivencia pacífica en una comunidad rural. En esta
novela fundacional existen varios elementos que permiten hablar de un ejemplo
modélico de una comunidad imaginada, de una metonimia de la nación. Entre
esos elementos, destaca la trama amorosa que expresa el anhelo por la reconciliación nacional y simboliza la fundación de un enclavado de la civilización en
el monte silvestre. La transformación de la naturaleza salvaje en tierra cultivada
debe entenderse en el contexto de la dicotomía civilización-barbarie. También
se describe un héroe inicialmente caído, que se regenera por su anhelo de una
mujer. Pascual Aguilera entreteje un diálogo con este modelo por medio de la
inversión de sus características; así, anuncia la distancia de la literatura patriótica
que prevalece en el modernismo maduro. La comunidad rural en la novela corta
es una manifestación de lo retrógrado, una oposición al pueblo progresista que
describe Altamirano. Cabe resaltar el énfasis en el primitivismo de las costumbres y en el determinismo telúrico que subraya la condición atávica de los habitantes. Este tratamiento deshabilita las estrategias narrativas del regionalismo.
En lo que toca a la medicina, Pascual Aguilera hace patente un punto de
ruptura en la tradición novelística mexicana, ya que hasta los años noventa el
————
20
NERVO (1991), pp. 643.
ALTAMIRANO, I.M. (2006), La navidad en las montañas. En Para leer la patria diamantina, NEGRÍN, E. (ed.), México, Fondo de Cultura Económica-UNAM, pp. 121-167.
21
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CHRISTIAN SPERLING
personaje del cura tiende a representar el sentido común. Mientras en la novela de Altamirano el sacerdote figura como principal impulsor del progreso de
la comunidad rural, en Pascual Aguilera garantiza la pervivencia de la estirpe
condenada del protagonista. En los años noventa del siglo XIX, se observa
una nueva racionalidad, cuya encarnación es el médico, emblema de la secularización. En la novela corta nerviana este personaje dictamina el caso patológico del protagonista: «El médico llegó sólo para diagnosticar una hemorragia cerebral con inundación ventricular, ocasionada por alguna intensa
conmoción fisiológica debida a la histeria mental. Pascualillo, víctima hacía
tiempo de un erotismo del cerebro, era idóneo candidato para un fin semejante»22. A lo largo de la novela se recurre al lenguaje psicopatológico, expresión
de esta nueva racionalidad, que clasifica al protagonista como un caso de degeneración hereditaria dentro de una sola generación. Según la psicopatología
de la época, esta retrogradación se genera a causa de una modificación orgánica del sistema nervioso que en la novela se deriva del linaje hereditario,
pues el mismo Pascual es hijo ilegítimo de una alcohólica y de un progenitor
cuya vida excesiva agotó precozmente su fuerza vital. Nervo se distancia en
relatos posteriores de las teorías positivistas y elabora una complejidad psicológica mayor en sus personajes.
El texto se inserta en la dicotomía de progreso y salvajismo construida en el
discurso psicopatológico de manera que su protagonista alegorice la ineptitud
para el progreso. La construcción del personaje pone énfasis en su falta de adaptación en todos los ámbitos: es asociado con los trogloditas, lleva una sexualidad
precoz y tiene una obsesión voyeurista. La caracterización de sus desvaríos eróticos recurre a una amplia gama del léxico psicopatológico y a la animalización;
esta última es una constante en el naturalismo para señalar la condición atávica
de los personajes. El campo semántico médico debe comprenderse en el sentido
de una involución: el retorno de un estado civilizado a lo primitivo. Se hace
hincapié en que el protagonista muestra un «histerismo sospechoso» desde su
niñez y se menciona la «libidinosidad» del «erotómano» o del «ninfómano»,
que padece finalmente una «horrible hiperestesia sexual»23.
Cabe añadir que esta construcción es abiertamente irónica, pues se trata de
un juego narrativo con la ingenua fe positivista (que confiaba en la perfectibilidad del género humano) y con la idea de regeneración de un personaje caído
a causa de la mujer anhelada. Antes de que el desvarío erótico de Pascual
acabe con su vida, viola a su madrastra y así se perpetúa el degenerado linaje.
————
22
23
72
NERVO (1991), vid. Pascual Aguilera, Vol. 1, pp. 157-185, p. 184.
NERVO (1991), p. 160, p. 162, p. 170, p. 189, p. 190.
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
El amor no correspondido, que en La navidad en las montañas es ascendente
y culmina con la celebración de un noviazgo, forma parte del proceso de deterioro en Pascual Aguilera. La novela de Nervo describe la ruptura con el orden de la civilización por medio de un final cuasi incestuoso. Por ello, el relato rompe con el discurso nacionalista sobre los papeles de género; el narrador
concluye que «¡La mujer es más amarga que la muerte!»24. En el mismo sentido, el relato asimila el discurso de la medicina mental y del determinismo
psicopatológico de modo que las estrategias narrativas del regionalismo idealista quedan deshabilitadas.
Si el lema de las ficciones fundacionales latinoamericanas —las novelas
que están en la base de la construcción nacional— es «ahora es tiempo de
procrear»25, Pascual Aguilera puede considerarse como una hipérbole de esta
máxima. En la segunda mitad del siglo XIX prevalece una visión biológica y
determinista de la sociedad que considera que «la atracción sexual era el principio subyacente de todas las formaciones sociales»26. En el Porfiriato, a esta
ética biológica se agrega cierto imperativo categórico de la procreación, derivado de la obra de Herbert Spencer. Esto se aprecia en los críticos literarios
que reaccionan contra la novela nerviana El bachiller. La novela es complementaria de Pascual Aguilera por su oposición a la sexualidad productiva,
pues relata el intento fracasado de sublimar la pulsión sexual, lo que sus críticos sancionarán como un atentado en contra de la «sana» moral.
¿UN ESCANDALO CALCULADO?
En El bachiller (1895) el protagonista es un joven seminarista cuyo afán
de pureza espiritual culmina en una autocastración. En lo que toca a la elaboración psicológica, el texto marca un salto cualitativo hacia técnicas introspectivas. Esta novela corta incursiona en el ámbito de la figuración del deseo,
pues se describe una alucinación del protagonista a quien se le aparece una
————
24 NERVO (1991), p. 173. Esta cita bíblica (Biblia Reina Valera, Eclesiastés 7, 26) es emblema de la misoginia con la cual los modernistas mexicanos se posicionan en contra de los
primeros movimientos feministas que surgen a partir de los años ochenta del siglo XIX. Cf.
CHAVES, J.R. (2005a), La mujer es más amarga que la muerte. En CLARK DE LARA, B. y
SPECKMANN GUERRA, E. (coord.), La república de las letras: Asomos a la cultura escrita del
México decimonónico, Vol. I, México, UNAM, pp. 231-244.
25 SOMMER, D. (1993), Ficciones fundacionales, URBINA, J.L. y PÉREZ, A. (trad.), Bogotá, Fondo de Cultura Económica, p. 35.
26 SOMMER (1993), p. 49.
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mujer fantasmal en un momento devoto frente al altar. Esta alucinación es
reflejo de una escritura que opera más allá de lo expresable según los modelos
somáticos del positivismo. Al mismo tiempo, el texto muestra una reapropiación subversiva de la psicopatología a la cual se debe su impacto polémico.
Es sabido que se produjo una amplia popularización de la psicopatología
positivista y de sus implicaciones culturales por medio de la obra Entartung
(Degeneración) (1892-1893), el best seller del médico húngaro-austriaco
Max Nordau, donde declara que la totalidad de los artistas contemporáneos
son un caso para el manicomio. En otra obra de divulgación científica, la Psico-fisiología del ingenio y del talento (1898), Nordau describe el proceso
perceptivo en términos epifenomenistas: «El sistema nervioso central lleva
[…] la tarea general de establecer relaciones entre el ‘yo’ y el ‘no yo’, o para
emplear mejor una expresión menos filosófica, entre el mundo exterior y el
individuo, transformar impresiones en conciencia»27. Esta explicación del
funcionamiento del sistema nervioso y, por extensión, de la conciencia, no
permite la interferencia del inconsciente; el ser humano es completamente
racional. El bachiller, en cambio, deforma el mundo fenoménico a partir de la
pulsión de su protagonista. Por tanto, la obra se acerca a los primeros escritos
de Freud, pues vincula la libido, una noción energética, y su impacto inconsciente, lo que el positivismo ortodoxo debería rechazar como un planteamiento metafísico.
La narrativa modernista en general comparte este énfasis con los primeros
escritos de Freud, aunque puede descartarse una recepción directa o indirecta
de la obra del vienés en el caso de Nervo. No obstante, la cercanía a Freud se
debe a la recepción de modelos literarios en el modernismo que fomentan la
introspección y la transfiguración de la pulsión en el imaginario individual y
el inconsciente de los personajes. Entre los modelos literarios más productivos debe mencionarse la narrativa fantástica francesa, de Gérard de Nerval y
de Théophile Gautier (cf. infra), que tiende a configurar un segundo nivel
ficcional que describe las alucinaciones de los personajes. A ello se suma el
interés en la sexualidad de la literatura finisecular.
Al mismo tiempo, El bachiller tiene las características de un estudio de caso degenerativo. A partir de la obra de Nordau la figura del seminarista, al
igual que la del solterón y del místico, se concibe en términos patológicos. El
bachiller se centra en la hipersensibilidad del personaje, quien se esfuerza por
suprimir su vitalidad. La trama pormenoriza su empeoramiento físico y men-
————
27 NORDAU, M. (1898), Psico-fisiología del ingenio y del talento, México, Ireneo Paz,
pp. 39-40.
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tal, el personaje padece de reuma y anemia; al mismo tiempo, es atormentado
por alucinaciones y angustias. En el claustro se muestran las prácticas de mutilación que culminan en la castración. De este modo, la concepción de El
bachiller es híbrida, ya que por un lado se hace referencia a la etiología que
surge en el contexto de la teoría de la degeneración; por el otro lado, se muestra el vínculo entre el deseo y su figuración, que permite traerla a colación
con la psicología freudiana temprana.
El texto es emblema del giro en la narrativa mexicana, en la cual la racionalidad médica sustituye a las concepciones tradicionales. Aunque la trama se
desarrolla en un medio acuñado por los ritmos de la iglesia católica, el protagonista llega a ser representante de una sensibilidad moderna manifiesta en
términos médicos: «La fibra mística, esa fibra latente en todo el organismo
moderno, habíase estremecido en el seno del silencio»28. Esta metáfora puede
entenderse como una alusión al tejido nervioso, supuesto origen de la degeneración. De acuerdo con este esquema orgánico, se caracteriza la condición
mental del personaje: «Parecía su organismo fina cuerda tendida en el espacio, que vibra al menor golpe de aire»29. El organismo enfermo figura como
arpa eólica y, en consecuencia, los extremos de la dicotomía cuerpo-espíritu
coinciden en la imaginación del protagonista.
En los juicios críticos que reproduce Nervo en la segunda edición de 1896
se hace patente que algunos de los críticos contemporáneos identifican la narración como un estudio de caso. Los críticos mexicanos procuran discutirla en
términos científicos, de modo que se ponen en relieve las limitaciones del discurso psicopatológico de la época. Así, se aprecia que El bachiller se inserta en
la transición histórica entre distintas concepciones de la enfermedad mental. En
su crítica del texto, José Riveras amonesta la brevedad del texto y alude al tratamiento del tema patológico: «Sin duda, esta enfermedad no era otra que una
de las muchas manifestaciones de la neurosis; pero en esta época de dudas y de
análisis, la neurosis debe quedar ampliamente comprobada»30. Según la etiología positivista, la neurosis se debe a un exceso de civilización, es la enfermedad
moderna por excelencia; sin embargo, el tratamiento de la enfermedad en El
bachiller apunta hacia nociones freudianas, ya que las disfunciones psíquicas
del personaje se relacionan con la represión de la sexualidad. En consecuencia,
el personaje sufre trastornos mentales y alucinaciones.
————
28
NERVO (1991), vid. El bachiller, Vol. 1, pp. 185-198, p. 188.
NERVO (1991), p. 185.
30 RIVERAS, J.P. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 24-28, p. 26.
29
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En el texto firmado por el Portero del Liceo Hidalgo, seudónimo del médico Hilarión Frías y Soto, se reprueba la novela corta: «La persecución del
ideal es la enfermedad orgánica y secular de la raza humana, tan vieja como
ésta, y no del siglo XIX. Y el ideal que hoy enferma, sobre todo a los pueblos
educados en la civilización latina, es el misticismo»31. Para un positivista la
noción de la ciencia sobre la condición mental humana significa exclusivamente fisiología y está vinculada a una teleología progresista. La psicología,
en cambio, forma parte de la esfera del idealismo. Frías y Soto niega la existencia del inconsciente: «Este joven escritor estudia en la novela más el fenómeno psicológico que sirve de trama a la obra, que el conflicto fisiológico
que determina y precipita la tragedia: yo veo en el protagonista un caso patológico, sin duda, porque no creo en la Psiquis, y esta idealidad sólo me parece
el conjunto de las funciones orgánicas del sistema nervioso»32. En el mismo
sentido, en En Turania, de Ciro B. Ceballos, se considera que la verosimilitud
de la novela es poco plausible señalando que el desenlace le parece «ilógico»
y «antifisiológico», aunque ve al personaje plenamente determinado por sus
«animales circunstancias» causa de «la neuropatía que exaltaba los impulsos
de la carne»33. De este modo, una categoría estética, la verosimilitud, se deriva de la racionalidad médica y el inconsciente no puede ser objeto para su
inscripción en el relato.
La reseña de Ezequiel A. Chávez aborda el conflicto entre la carne y el
ideal. Según el psicólogo, la novela corta se centra en «ese conflicto perenne
entre el yo absurdo, excesivo, que trata de borrar todo de sí mismo para no
dejar más que una idea y el no yo inmenso, fecundo y rico»34. Esta tensión
entre yo y no yo es, según el psicólogo mexicano, un proceso de despersonalización anhelada por el protagonista que desemboca en el ideal de fundirse
con el mundo fenoménico. Chávez describe al protagonista como «alma neurótica […] bajo el imperio demoníaco de una idea fija»35. Como veremos, esta
amenaza de un elemento irracional apunta hacia la concepción de la literatura
fantástica de la época, pues por medio del deseo se abre otro espacio ficcional, más allá de la configuración realista del texto.
————
31
FRÍAS Y SOTO, H. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México,
Tipografía El Nacional, pp. 33-44, p. 35.
32 FRÍAS Y SOTO (1896), p. 34.
33 CEBALLOS, C.B. (2006), En Turania, México, UNAM, p. 60.
34 CHÁVEZ, E.A. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 44-50, p. 46.
35 CHÁVEZ (1896), p. 47.
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En varios juicios críticos se distingue la presencia de la ética biológica de
Herbert Spencer, fundamento del darwinismo social en el Porfiriato. Respecto
de la castración del bachiller se hace patente una marcada ambigüedad en los
críticos. Rafael Ángel de la Peña procura construir un ámbito libre para las
artes e intenta salvar la novela corta de la acusación de «inmoralidad». Sin
embargo, alude inicialmente a Spencer quien «declara obligación moral el
ejercicio de las funciones fisiológicas, sin exceso ni defecto y considera como
inmorales las acciones que dificultan y con más razón las que imposibilitan
cualquiera de las formas de la existencia»36. Manuel Larrañaga Portugal condena la novela corta «porque esquiva el cumplimiento del deber de los seres
creados […] he meditado con Spencer: es moral el cumplimiento de las funciones naturales, sin exceso ni defecto en ellas»37. Finalmente, un comentario
de Luis G. Urbina sobre el desenlace del relato muestra el prestigio del que
gozó la ética de Spencer, puesto que el mexicano la describe como perfectamente racional, inclusive en oposición a su idea de la ideología burguesa: «Es
inmoral, antihumano y antiartístico. Inmoral —hablo de moral alta, no de la
hipócrita que proclaman y no practican los lectores burgueses— porque nadie
tiene derecho de variar los cursos de la vida que nos manda amar, multiplicarnos y crecer»38.
El planteamiento ideológico en la novela corta se configura por medio de
un leve pesimismo decadentista y parte de la represión sexual y sus trazos en
el inconsciente. El monólogo final de Felipe, que precede a su castración, no
deja lugar a dudas de que arremete contra el imperativo de procreación positivista. El monólogo interior muestra la escisión del protagonista mediante el
uso de dos voces interiores. Por ello, El bachiller se posiciona sistemáticamente en contra de la ética spenceriana:
Cuchicheábale una voz allá dentro; ¿por qué desertar de una vida donde tus
energías pueden significar mucho bien de tus semejantes? ¿No eres acaso una fuerza encaminada, como todas las creadas, a lograr un fin universal? ¿Por qué intentas, pues, defraudar a la Naturaleza, que aguarda tu grano de arena? ¡Qué vas a
hacer en un convento! ¡Qué hallarás ahí!
—¡Paz! —respondía mentalmente Felipe.
————
36 DE LA PEÑA, R.A. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México,
Tipografía El Nacional, pp. 8-21, p. 13.
37 LARRAÑAGA PORTUGAL, M. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 22-24, p. 24.
38 URBINA, L.G. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 29-33, p. 32.
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Y la voz íntima añadía:
—¡Mentira! ¡No la hallarás! La paz es el premio de la lucha. La paz es la recompensa del deber cumplido y tu deber es permanecer en la liza. Naciste para trabajar y amar. En el universo todo trabaja y ama. Desde la abeja que labra el panal,
después de besar la rosa, hasta el planeta que, tendiendo eternamente a acercarse al
centro de su sistema, se perfecciona a través de los siglos. La atracción, en el espacio, es el amor de astro a astro, y en la tierra el amor es la atracción necesaria que
mantiene unidos los seres. ¡Ay de ti si pretendes escapar a esa ley soberana! ¡Ser el
rebelde cuando todo se doblega, el soldado que se aparte de la pelea cuando todos
combaten y mueren o triunfan39.
En este monólogo interior se nota la intercalación polifónica de los lugares
comunes del positivismo. Sin embargo, la ironía del pasaje se aprecia solamente al recurrir a la noción de la evolución de Spencer, la cual comprende
un principio universal que abarca desde el sistema solar hasta los seres vivos
y la sociedad humana40. Desde esta perspectiva, el personaje es un escéptico
enfermizo que pone en tela de juicio las bases de la sociedad y los fundamentos ideológicos de la ciencia.
UN MELODRAMA BASADO EN LA ANATOMÍA CEREBRAL
La oposición entre la racionalidad positivista y la sensibilidad poética es el
punto de partida para El donador de almas (1899). Esta novela corta marca
una distancia de los modelos naturalistas y de su correlato científico, el positivismo, pues ambos son tratados de modo metaficcional y se señala sus límites heurísticos. Por ejemplo, la descripción del interior del cuarto del personaje protagónico —un médico desencantado— muestra una serie de dicotomías
entre medicina y poesía, así como entre lo tangible y lo espiritual:
La tarde caía en medio de ignívoma conflagración de colores, y una nube purpúrea proyectaba su rojo ardiente sobre la alfombra, a través de las vidrieras.
Chispeaban tristemente los instrumentos de cirugía, alineados sobre una gran
mesa como los aparatos de un inquisidor. Los libros dormían en sus gavetas de cartón con epitafios de oro. Una mosca ilusa revoloteaba cerca de los vidrios e iba a
————
39
NERVO (1991), p. 198.
RUÍZ, R. y AYALA, F. (1999), El núcleo duro del darwinismo. En GLICK, T. (coord.),
El darwinismo en España e Iberoamérica, México, UNAM, pp. 300-323, p. 300.
40
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chocar obstinadamente contra ellos, loca de desesperación ante aquella resistencia
e incomprensible diafanidad41.
La cita alude al bisturí como instrumento que refleja la realidad, es un
elemento metaficcional que pone de relieve el modelo mimético y, sobre todo, sus limitaciones. El reflejo de la luz, descrito de manera ostentosamente
lírica, manifiesta únicamente tristeza. Así, el momento de aprehensión de lo
real, tal como lo caracteriza el destello en los instrumentos, forma parte del
desencanto del protagonista. Desde este punto de partida, se describe un proceso de reflexión íntima por parte del personaje que se genera de modo paralelo a un reencantamiento poético del mundo y a un redescubrimiento de la
psicología introspectiva. La trama lleva al protagonista del desencanto a la
restitución de la imaginación; del credo de un científico materialista a la apertura del horizonte del conocimiento de un creyente en la vida anímica. De
esta forma, el texto deja ver el cambio paradigmático en la ciencia, el cual
culmina con la fundación de la psicología moderna.
Las mencionadas oposiciones se elaboran por medio de dos personajes
complementarios: el poeta y el científico. Los respectivos campos de conocimiento son polarizados, pues el acto de escritura realizado por el médico lo
describe el narrador «como queriendo coger el postrer eslabón a que debe
soldarse uno nuevo»42. Los razonamientos del personaje dentro de las pautas
del sistema positivista tienen la connotación de un autoencadenamiento. Asimismo, los tomos de su biblioteca llevan «epitafios»43, lo cual permite una
asociación entre la falta de vitalidad de la escritura y la del personaje, superada en el desenlace con una nueva concepción del acto de escritura, que adquiere el sentido de una rehumanización del mundo mediante la poesía. Este
punto culminante se genera por medio del alma donada, el elemento que le
permite superar su estado abúlico. Este espíritu habita una parte de su cerebro
y es el eslabón entre ambos personajes: el poeta y el doctor, el donador y el
donado44.
————
41 NERVO, A. (2006), El donador de almas. En NERVO, A., El libro que la vida no me dejó escribir, México, Fondo de Cultura Económica-UNAM-Fundación para las Letras Mexicanas, pp. 244-286, p. 245.
42 NERVO (2006), p. 244.
43 NERVO (2006), p. 245.
44 Adicionalmente, el poeta aparenta ser una invención del médico, como si fuese un
desdoblamiento de su personalidad, hecho también inherente al ser nombrado: Esteves, que
leído por separado resulta ser «Éste ves». José Ricardo Chaves interpreta a este dúo «como el
desdoblamiento de una entidad masculina abstracta, enfrentada a otra femenina, y con la que
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Gracias al alma donada, el médico es capaz de diagnosticar infaliblemente
cualquier enfermedad y curar a la mayoría de sus pacientes. Los periódicos
informan que se sirve de «agentes hipnóticos» y ejerce temporalmente en la
Salpêtrière45, lugar al cual Charcot otorgaba notoriedad en aquella época.
Asimismo, el único caso que se menciona explícitamente es «un complicado
caso de histeria»46, las demás enfermedades que trata el protagonista permanecen indefinidas. Al igual que Charcot, el protagonista de la novela adquiere
fama porque sabe escenificar las dolencias de sus pacientes: «Cuatro años de
triunfo, cuatro años de exhibición, de teatralismo médico —el énfasis y el
teatralismo son indispensables en el mundo, aun a los verdaderos sabios—
habían hecho en él una celebridad universal»47. Durante su carrera profesional, el personaje supera las limitaciones de la disciplina y se dedica a la «filosofía de la medicina»48. Así, se perfila simbólicamente la profesión del psicólogo moderno.
La dicotomía de lo somático y lo psíquico está presente en el juego irónico
de los hemisferios cerebrales del doctor, relacionados con la representación
del alma. El juego con el esquema positivista se inicia con un comentario del
personaje a su cocinera sobre las predilecciones culinarias de éste: «—No sé
por qué odia usted los sesos… —Se me figura que me como el pensamiento
de las vacas»49. Con la muerte del cuerpo del alma donada y su consecuente
desencarnación, comienza un juego entre los hemisferios cerebrales, ya que el
alma reencarna en el lado izquierdo. La reiteración de la topología cerebral
puede entenderse como una serie de alusiones chuscas sobre el supuesto potencial heurístico de la craneología. Atendamos al siguiente comentario del
narrador: «La naturaleza […] tuvo a bien dotarle de una bien calibrada cavidad craneana, repleta de sesos de calidad»50. Adicionalmente, el modelo para
el alma donada y su cuerpo es la figura histórica de santa Teresa. A finales de
————
no hay comunión posible de forma permanente» (cf. CHAVES, J.R. (2002), Mujer y erotismo
en la prosa inicial de Amado Nervo. En I Coloquio de Amado ervo: Una obra en el tiempo,
Nayarit, CECAN, pp. 49-60, p. 59). Mientras que el médico simboliza la racionalidad científica, el poeta encarna el imaginario que el fin de siglo concibe dentro de categorías patológicas,
afirmación que se evidencia en los calificativos de «hiperestesiado» y «desequilibrado»
(NERVO (2006), p. 247, p. 270).
45 NERVO (2006), p. 254-255.
46 NERVO (2006), p. 256.
47 NERVO (2006), p. 256.
48 NERVO (2006), p. 264.
49 NERVO (2006), p. 249.
50 NERVO (2006), p. 263.
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siglo, los éxtasis de la monja representan la posibilidad de la introspección en
la psique. En El donador de almas, es posible la curación a partir de las capacidades visionarias de sor Teresa, de su «sueño hipnótico»51 o de su «sueño
misterioso que en el convento se llamaba éxtasis»52.
La presencia de las dos conciencias en el cerebro del doctor, después de la
metempsicosis, genera un cambio en la narración. El narrador alude a la situación resultante con esta frase: «¡En su cerebro había algo de inverosímil!»53. El relato, que en un principio se centraba en las distintas escalas de
los viajes del doctor y se constituía por los diálogos que conformaban la trama, pasa a describir la convivencia anímica. Después de esbozar una retrospectiva sobre el vínculo complementario entre el doctor y el poeta, la novela
corta abandona el nivel de verosimilitud y abre paso a lo fantástico. La falta
de plausibilidad científica se aprecia análogamente en la disolución del mundo diegético realista. De este modo, dicho mundo diegético se relaciona con
los paradigmas médicos y lo fantástico comienza en los límites heurísticos de
la ciencia positivista.
DE LO FANTÁSTICO ESPIRITISTA A LA CIENCIA FICCIÓN BERGSONIANA
Al igual que en El donador de almas, en El sexto sentido (1913) se aprecia
una doble codificación del relato, una metalepsis que recuerda la estructura
ficcional de algunas novelas de Théophile Gautier. En el caso de El donador
de almas sobresale el aspecto paródico que pone de relieve el modelo poético
de la novela espiritista por medio de las alusiones a Espirita y a Avatar. Asimismo, se manifiesta cierto pesimismo acerca de la figura del andrógino,
idealizada a lo largo del siglo XIX54. No obstante, la adaptación de las estrategias de representación de Espirita desempeña un papel fundamental, pues
permite una consideración sobre el vínculo entre la narrativa y otros discursos, entre ellos la ciencia. Es preciso recordar que la novela de Gautier es
dictada por un espíritu. En El donador de almas esta experiencia se expresa
por medio de las dos voces en la mente del protagonista. Esta conjunción deja
ver una especie de doble cerebral. A finales del siglo XIX, la figura del Dop-
————
51
NERVO (2006), p. 253.
NERVO (2006), p. 256.
53 NERVO (2006), p. 261.
54 Cf. CHAVES, J.R. (2005b), Andróginos: Eros y ocultismo en la literatura romántica,
México, UNAM.
52
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pelgänger se vuelve un elemento explícitamente psicológico y simboliza los
dos lados de la dicotomía consciente-inconsciente. Una síntesis parecida se
observa en las metalepsis de la narrativa de Gautier que operan en diferentes
niveles espacio-temporales, como en La mort amoureuse. A finales del siglo
XIX y en la novelística de corte fantástica de Nervo, ambos niveles tienden a
representarse por medio de la disyunción entre el mundo diegético codificado
como real y las alucinaciones de un personaje, muchas veces construidas como universo paralelo, fantástico. Este tipo de ficcionalidad le sirve también a
Freud en su análisis del deseo y su figuración en la novela Gradiva de Wilhelm Jensen en la que el psicoanalista distingue entre el nivel cotidiano, consciente —entretejido con un viaje imaginario a la Pompeya clásica—, que se
desprende del deseo del protagonista por una mujer idealizada (en la narrativa
de Gautier se trata de mujeres vampirescas, motivo que inicia el traslado a
épocas y lugares lejanos)55. En términos de psicoanálisis, es un paso pequeño
de ese tejido ficcional a los enunciados del analizante que son interpretados
por el analista en términos de lo reprimido que se desplaza de manera desfigurada en la conciencia. Ambos, el psicoanálisis temprano y la poética de la
narrativa finisecular, comparten este trasfondo epistemológico. La narrativa
tiende a ficcionalizar esa dualidad por medio de la desarticulación del eje
espacio-temporal, de la escisión de los personajes, o de la intrusión de un
elemento fantástico en un cosmos diegético configurado como realista.
En El donador de almas la búsqueda de la amada ideal es un acto de fe o
una autosugestión, así lo da a entender el epígrafe que, según el autor, es una
máxima de la Cábala: «Ten cuidado: jugando uno al fantasma, se vuelve fantasma»56. El alma donada aparece a partir de una carta y de la promesa de
donación del poeta, es decir, la escritura se transforma en realidad. Así, existe
una similitud con la teoría de la sugestión de Hippolyte Bernheim, emblema
de la transición en la medicina mental hacia los modelos psíquicos: «Toute
idée suggérée et acceptée tend a se faire acte»57. Al igual que en la literatura
fantástica nerviana, el sentido literal se transforma en sentido figurativo. En
El sexto sentido, las visiones de la amada son descritas como apariciones de
————
55
Un juego barroco con esta doble configuración del relato es la novela corta Mencía
(Un sueño) (1907) de Nervo, que se sitúa por un lado en el Toledo del siglo XVI y por el otro,
en una ciudad contemporánea a su escritura. Al igual que en el drama de Calderón, La vida es
sueño, el personaje no logra distinguir entre su vida onírica y su existencia real. Cf. NERVO
(1991), vid. Mencía, Vol. 1, pp. 325-343.
56 NERVO (2006), p. 244.
57 Citado en ELLENBERGER, H. (2005), Die Entdeckung des Unbewußten, Zúrich, Diógenes,
p. 401.
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
un fantasma en la mente del personaje. Asimismo, se describe la supuesta
desarticulación entre lo conciente y lo inconsciente. El sexto sentido puede
considerarse una novela complementaria a El donador de almas, porque parte
de la especulación científica de la anatomía cerebral y, se observa cierta revitalización del inconsciente visionario del romanticismo desde una perspectiva
cientificista. Si en El donador de almas, el alma donada es la presencia inmaterial que visita al protagonista, en El sexto sentido, el protagonista acecha a
su amada ideal sin que ella pueda percatarse de su presencia.
En ambas novelas cortas se combinan dos campos irreconciliables desde el
punto de vista del positivismo: la ciencia empírica y la metafísica, que, no
obstante, no se excluyen mutuamente desde la perspectiva de las ciencias
ocultas a finales del siglo XIX58. Es significativo que a partir de esta conjunción Nervo construye la introspección en la novela corta, mofándose de las
simplificaciones positivistas. El inicio de El sexto sentido tiene elementos de
la ciencia ficción. Nervo esboza un paradigma racionalista a partir de la anatomía cerebral, relatando un caso de cirugía experimental en el cual se deshace la separación entre lo consciente y lo inconsciente «desplazando ligeramente un lóbulo cerebral» y «desviando un haz de nervios»59 (Nervo 1991:
361). La meta del experimento es extender la percepción temporal de modo
que el paciente sea capaz de ver el futuro. Una vez derribado el «muro invisible que le esconde el futuro»60 el protagonista contempla a la amada ideal,
cuya futura venida espera. Esta segunda parte es de clara filiación romántica
pues recuerda las visiones en Aurélie, de Gérard de Nerval. Así, el comienzo
pseudo-científico es un pretexto para restaurar una visión romántica dentro de
un contexto fantástico.
Respecto de la codificación psicológica, se observa el planteamiento psico-filosófico de Henri Bergson. De esta manera, el texto opera sobre una base
epistemológica que supera el prejuicio positivista de la imposibilidad de la
introspección y desarticula los fundamentos objetivistas del empirismo. El
paciente describe su percepción modificada en términos idénticos al segundo
capítulo del Essai sur les données immédiates de la conscience (1888):
Mi situación era análoga a la de un hombre que se encontrase en la cima de una
montaña, y viese desde ella, de una parte el camino recorrido, de la otra el camino
————
58
Cf. CHAVES, J.R. (2000), Teosofía y ocultismo en la España literaria de fines de siglo
XIX. En Jornadas Filológicas 2000, Memoria, México, UNAM, pp. 151-157.
59 NERVO (1991), vid. El sexto sentido, Vol. 1, pp. 360-372, p. 361.
60 NERVO (1991), p. 360.
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por recorrer. Sólo que aquí, esos dos caminos estaban llenos de cosas y figuras, no
en movimiento, sino inmóviles, a lo largo de los mismos. Es decir, que mi vida, ante la clara contemplación interior, se hallaba partida en dos porciones por el presente, en dos panoramas, mejor dicho, cada uno de los cuales, sin confusión, sin
enredo ninguno, se desarrollaba dentro de una variedad que era unidad y una unidad que era variedad. Imposible expresar esto (y de ello me duelo y me desespero)
sino con imágenes inexactas tomadas del diario vivir nuestro, y de la vieja normalidad de las cosas que nos rodean61.
Esta metáfora heurística hace referencia a un estado inefable, en el que se
supera la diferencia entre la multiplicidad y la unidad; describe un concepto
de tiempo, no medible, que se expresa intuitivamente por medio de imágenes
y se opone categóricamente a un tiempo especializado, mesurable, construcción de la racionalidad científica. En otras palabras, procura describir su experiencia de la durée bergsoniana, aunque la idea del filósofo no incluía las
visiones del futuro62.
La construcción fantástica disuelve las categorías del racionalismo como la
unidad del yo, del tiempo y del lugar. La disolución del tiempo lineal como
ilusión de los sentidos, tiene consecuencias en otros planteamientos relacionados con el sentido de la historia. El progreso de la humanidad, por ejemplo, se
denuncia como construcción idealista. Así, el argumento de la novela corta es
abiertamente irónico, ya que parte de un paradigma médico que simboliza plenamente la ideología progresista del positivismo. La cirugía cerebral hace posible una modificación neuronal que pone de relieve la relatividad de las construcciones heurísticas de la ciencia positiva en particular y la concepción
teleológica del tiempo histórico en general. Esta argumentación circular se evidencia en el cuarto capítulo del texto donde el yo narrador divaga ensayísticamente sobre la imposibilidad del género humano para evolucionar. El paradigma médico inspira reflexiones sobre el progreso y el tiempo histórico en la
novela corta porque, en ese momento, la medicina metal es la ciencia «moderna» por excelencia, inclusive modifica el entendimiento de la cultura.
De este modo, la última frase de la novela, enunciada por el protagonsita
—que descubre la relatividad del tiempo y la imposibilidad del progreso histórico—, puede entenderse de modo irónico, no sólo en referencia a la trama
novelesca (que parece ser paradójicamente inevitable), también en referencia
————
61
NERVO (1991), p. 363.
BERGSON, H. (2009), Essai sur les données immédiates de la conscience, TREMBLAY,
J.-M. (ed). Disponible en línea en http://classiques.uqac.ca/classiques/bergson_henri/essai_
conscience_immediate/conscience_imm.html, p. 44, p. 47-52 (consultado el 11 de marzo de 2011).
62
84
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
a la alusión de las construcciones temporales humanas: «Esta historia no debe
tener fin, creédmelo…»63.
LO PSICOPATOLÓGICO COMO JUEGO QUIJOTESCO
La ficcionalidad en la novela corta Amnesia (1918) se presenta por medio
de un narrador homodiegético cuya esposa sufre una hemorragia durante el
parto y pierde la memoria y su personalidad. Esto agrada al narrador que declara padecer los caprichos de su esposa. Las construcciones ficcionales nervianas sobre la base de la psicopatología están vinculadas con el discurso de
género de la época64. Así, la enfermedad en Amnesia es descrita con misoginia, pues para el narrador, la amnesia brinda la posibilidad de moldear un ser
sumiso, reeducando a su mujer a partir de un estado de tabula rasa. Aquí se
observa el mito de Pigmalión en un marco moderno constituido a partir de la
medicina. Asimismo, la complementariedad de ambas personalidades, Luisa,
una mujer fatal, y Blanca, infantil y frágil, recuerda el dualismo manifiesto en
la pareja del doctor Jekyll y el señor Hyde.
La presencia de la medicina mental en este texto radica en que esta ciencia
opera en diferentes niveles ficcionales. Así se evidencia la función lúdica de
la literatura que se apropia de otros discursos para emplearlos de acuerdo con
sus propias reglas. En el caso de Amnesia, la medicina forma parte de un juego quijotesco entre el engaño y el desengaño, es decir, el discurso científico
se encuentra en el nivel metaficcional.
En la primera parte del relato, el narrador expone tres estudios de casos y
teorías relacionadas con la amnesia para explicar la dolencia de su esposa. El
cambio de personalidad repentino en su mujer lo explica por medio de la teoría de «la doble personalidad»65; después, trae a colación el caso de una mujer
que tenía «diez personalidades distintas y enteramente independientes una de
otra», lo que para el teórico apócrifo, mencionado por el narrador, equivale a
«diez cerebros diferentes»66; finalmente, en el último caso citado, la personalidad del individuo se compone por diferentes «almas» y se habla de un «do-
————
63
NERVO (1991), p. 371.
Cf. CONWAY, C. (2008), Troubled Selves: Gender, Spiritualism and Psychopathology
in the Fiction of Amado Nervo, Bulletin of Spanish Studies, 85 (4), pp. 461-476.
65 NERVO (1991), vid. Amnesia, Vol. 1, pp. 344-359, p. 346.
66 NERVO (1991), p. 347.
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minio psíquico»67. De este modo, se remite a los límites de la psicofisiología
para explicar la conformación de la personalidad. Tras señalar casos de sonambulismo y fenómenos parapsicológicos que se oponen al empirismo positivista (haciendo eco de la típica conjunción de ciencia y esoterismo en la
psicología inicial y en las ciencias ocultas), el narrador puntualiza:
Son estos, se dirá, hechos aún insuficientemente conocidos. Nosotros pretendemos que un hecho experimentado, observado por autoridades competentes, por
inexplicado que sea, se convierte en una verdad empíricamente probada, lo que
basta para que se le admita como base de deducciones futuras. El caso es inexplicable fisiológicamente: verdad útil de retener […] Y con tales lecturas, quedé más
perplejo que antes, sin rumbo en este abismo de lo fisio-psicológico inexplicable68.
La búsqueda de una explicación de la enfermedad lleva a la ruptura con el
paradigma médico positivista. En la segunda parte del relato, el narrador estudia los hechos que se desprenden de la convivencia con su «nueva» esposa.
Sobresalen, en oposición a los teoremas fisiológicos, nociones que comprueban una formación de la conciencia y por ende, de la personalidad a partir del
lenguaje, lo que en términos ficcionales configura un juego con nociones centrales del discurso sobre el funcionamiento de la mente.
A partir del tercer capítulo, la medicina mental opera a nivel de la interacción de los personajes. Durante el segundo viaje de bodas se producen los
primeros indicios de recuperación, pues la mujer comienza a reconocer algunos lugares visitados con anterioridad, esto evoca destellos de la personalidad
original. Ya que teme que retorne el carácter indeseado, el narrador le explica
que padece déjà vus. Esa ficcionalización es parte de un juego quijotesco en
el que ya no se intercalan teorías médicas, como en la primera parte del texto,
sino que la intertextualidad se establece con textos literarios que refieren temas médicos, como las obras del literato y médico Eduardo Wilde y de Charles Dickens. Las historias sobre el fenómeno del falso reconocimiento son
utilizadas por el narrador para convencer a su mujer de que su reconocimiento
incipiente es una ilusión:
Pero sí le referí, por curioso, lo que el mismo doctor nos recuerda de Dickens. En
una de las novelas de éste, “figura un vendedor de baratijas que ejercía su comercio
en la vía pública, junto a una casa grande y solemne; este hombre al ver entrar a la
casa y salir de ella constantemente, ciertos individuos, dedujo que ellos la habitaban,
————
67
68
86
NERVO (1991), p. 348.
NERVO (1991), p. 349.
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LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO
y no deteniéndose en esto, les puso nombres, los acomodó en sus diversos departamentos y les atribuyó en su fecunda imaginación costumbres determinadas.
”Un día, por orden de autoridad competente, entró en la vetusta mansión la justicia, y tras de ella el público con el vendedor aludido a la cabeza, el cual hubo de
desmayarse, al saber que el sujeto a quien él por tantos años había llamado mister
Williams, no era tal mister Williams; que la tía Marta, era miss Peggi; que el dependiente Frank no era dependiente, sino socio y se llamaba John (no eran éstos
precisamente los nombres, pero para el caso es lo mismo). En fin, que los aposentos no estaban distribuidos en la forma que él lo había adjudicado, ni respondían al
plan trazado en su mente, con líneas indestructibles; en resumen, el pobre diablo
experimentó una desilusión completa y dolorosa, como si la destrucción de lo que
su fantasía había creado, fuera una desgracia”69.
Este juego de engaño y desengaño no sólo refleja la ilusión que el narrador
procura construir para conservar el carácter sumiso de su esposa. De modo
irónico, la realidad que busca construir mediante sus conocimientos médicos
se evidencia como ilusoria, ya que se restituye plenamente la personalidad
indeseada. Este juego metaficcional reduce la teoría médica a un «puro cuento» y muestra la inestabilidad heurística de las teorías.
Los psiquiatras y médicos William James, Pierre Janet, Henri Bergson,
Jean Martin Charcot, Théodule Ribot, Eugène Azam y Santiago Ramón y
Cajal, entre otros, desfilan por las novelas cortas de Amado Nervo, sobre todo
en El sexto sentido y en Amnesia. La figura del médico gana presencia a lo
largo de las obras de Nervo y representa un nuevo paradigma racional opuesto a la tradición. En algunos casos, se mencionan explícitamente a esas médicos para otorgarle verosimilitud a la narración. Sin embargo, los textos se
trasladan al terreno de la ciencia ficción o de la literatura fantástica. Ambos
géneros ponen en entredicho el materialismo limitado del paradigma científico positivista. La ficción se acerca a los presupuestos de la psicología moderna, ante todo, por medio de una combinación de ciertos elementos del legado
romántico (las nociones del sueño y del inconsciente)70 y de la literatura fantástica. Dichos elementos son despojados de sus connotaciones metafísicas en
el marco pseudocientífico de las narraciones, que, de esta forma, se vuelven
metáfora heurística.
Asimismo, con el desarrollo de la obra nerviana, las alusiones a la medicina se vuelven más explícitas y más lúdicas. Mientras que las primeras novelas
————
69
70
NERVO (1991), p. 354.
BÉGUIN, A. (1954), El alma romántica y el sueño, México, Fondo de Cultura Econó-
mica.
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cortas, de carácter naturalista, integran la teoría médica para estructurar la
trama y esbozar los personajes, obras posteriores se emancipan de la seriedad
de la racionalidad médica y juegan con las implicaciones filosóficas y psicológicas de la psiquiatría. Por medio del juego metaficcional, sus novelas cortas
tardías ponen en tela de juicio la veracidad y la cientificidad de las teorías y de
la institución del manicomio. Asimismo, la ficción se aleja de los fundamentos
somáticos de la psiquiatría decimonónica y anticipa de manera preteórica nociones que adquieren cientificidad con la fundación de la psicología moderna.
En particular, la ficción hace hincapié en el vínculo entre el deseo y su figuración, así como en la importancia de las funciones inconscientes de la mente.
Estas transformaciones de la ficción deben comprenderse como reacción a la
manera de concebir la cultura y la modernidad en el positivismo; a partir de la
última década del siglo XIX mexicano, ambas se apreciaban en términos psicopatológicos, al igual que la construcción literaria de la sensibilidad del artista.
Esta integración intensiva del discurso científico permite un primer atisbo a la
formulación del autoentendimiento de las vanguardias históricas.
Recibido: 31 de octubre de 2009.
Aceptado: 23 de febrero de 2010.
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vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 89-122, ISSN: 0210-4466
FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA
MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL SIGLO XIX
Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez
Universidad de Extremadura
RESUMEN
Pretendemos rescatar del olvido a una de las firmas habituales en la prensa médica española del
tercer cuarto del siglo XIX. Médico polifacético, de ideas filantrópicas, pionero del periodismo
médico extremeño, higienista convencido, y reputado colaborador de diversas publicaciones nacionales. Cimentó su prestigio en una concepción moderna de la medicina, en la claridad a la hora de
exponer sus principios y en la aplicación de los mismos en su trabajo diario. Buena parte de su
filosofía médica quedó reflejada en la prensa médica y en la correspondencia que mantuvo con los
profesionales que en ella escribían.
PALABRAS CLAVE: Prensa médica. Higiene. Escuela. Cólera.
FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRESS AND MEDICAL PHILOSOPHY IN THE
THIRD QUARTER OF THE 19TH CENTURY
ABSTRACT
Through present work we try to rescue of the forgetfulness to one of the habitual companies in
presses medical Spanish to him of the third quarter of century XIX. Versatile doctor, of philanthropics ideas, pioneer of the frontier, hygienist medical convinced, and reputed collaborating of
diverse national publications. It laid the foundations its prestige in a modern conception of the
medicine, in the clarity to the hour to expose its principles and in the application of such in its daily
work. Good it divides its philosophy medical was reflected in the medical press and the correspondence that maintained with the professionals who in her wrote.
KEY WORDS: Press. Hygiene. School. Cholera. Paediatrics.
INTRODUCCIÓN
Todos los cambios sociales que tienen lugar en el siglo XIX, la generalización de la enseñanza y la libertad de expresión una vez finalizado el Antiguo
Régimen, favorecen el desarrollo, entre otros factores, de nuevos cauces de
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DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ
comunicación1, siendo la prensa escrita la que inicia un período que duraría
más de un siglo como único medio de comunicación entre masas2. La aparición de sociedades científicas, la celebración de reuniones y congresos, la
necesidad de una formación actualizada y la inestabilidad en todos los órdenes de la sociedad española justifican la actividad editorial que emerge en
este siglo3. Los primeros estudios sobre el periodismo médico español se
remontan a la misma centuria que nos sirve de marco. Al ya clásico —y de
obligada referencia— trabajo de Méndez Álvaro4, se unen otros de esa misma
época, aunque de ámbito más local5. A lo largo de la siguiente centuria, van
surgiendo obras de variado carácter, pero con predominio de los estudios localistas y regionalistas6, aunque también los hay que no pierden la visión de
conjunto7.
Otros autores han estudiado la prensa médica como exponente de un campo médico concreto8, o para aproximarse a determinadas realidades sociales
del momento9. Los trabajos relacionados con los profesionales que publica————
1 ARTOLA, M. (1981), La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza Universidad, pp. 332-333.
2 ARTOLA (1981), p. 325.
3 GRANJEL, L.S. (1986), La medicina española contemporánea, Salamanca, Universidad
de Salamanca, p. 53.
4 MÉNDEZ ÁLVARO, F. (1883), Breves apuntes para la historia del periodismo médico y
farmacéutico en España, Madrid, Enrique Teodoro Impresor.
5 HARTZENBUCH, E. (1894), Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños desde
el año 1661 hasta 1870, Madrid, Est. Tip. Sucesores de Rivadeneyra.
6 FERNÁNDEZ SANZ, J.J. (1995), Metodología, archivos y fuentes bibliográficas para el
estudio de la prensa médica, Documentación de las Ciencias de la Información, 18, pp. 115142. El autor enumera una larga lista de estos trabajos de carácter localista, a la que se podrían
añadir algunas más. Valgan como ejemplo CABRERA AFONSO, J.R. (1989), Noticias acerca de
la prensa médico-farmacéutica canaria. En IX Congreso acional de Historia de la Medicina,
Actas III, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza y Universidad de Zaragoza, pp. 851-864. O
bien LA PARRA LÓPEZ, E. (1983), Médicos y medicina en la prensa de Alicante en la primera
mitad del siglo XIX. En VII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, Comunicación,
Alicante, Universidad de Alicante.
7 LÓPEZ PIÑERO, J.M. y TERRADA, M.L. (1990), Bibliografía médica hispánica (14751950), vol. III: revistas 1736-1950, Valencia, Universidad de Valencia y CSIC.
8 CALBET CAMARASA, J.M. (1970), La prensa homeopática en Cataluña, Asclepio, 22,
pp. 39-48. O también CAMACHO IGLESIAS, A. (2005), El niño en la prensa médica del siglo
XIX en el Distrito Universitario Hispalense, Tesis doctoral, Cádiz, Universidad de Cádiz.
9 PERDIGUERO, E. (2004), Niños desprotegidos. Un problema social y de salud en la
prensa médica valenciana (1855-1939). En PERDIGUERO, E. (ed.), Salvad al niño, Valencia,
Universidad de Valencia, pp. 195-218.
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
ban en periódicos y revistas médicas normalmente los encontramos enmarcados en las correspondientes biografías.
Actualmente, las razones para continuar el estudio de la prensa médica son
muy diversas, como vemos en algunos trabajos recientes que se reseñan, incluyendo nuevos intentos de catalogación de la misma10.
En las páginas siguientes, procederemos a analizar una pequeña parte de
esta prensa médica decimonónica. Corresponde a los artículos salidos de la
pluma de un autor que gozó de cierto predicamento en vida y que tienen la
particularidad de ser el reflejo, no ya de su filosofía médica, sino también de
su trabajo diario. Nos ayudaremos en el análisis, de la correspondencia que
mantuvo con el entorno del periodismo médico, pues no en vano fue el correo
la causa antecedente del periodismo científico11.
EL AUTOR
Defensor de su profesión y de los profesionales de la salud. Combativo,
generoso, despiadado en su dialéctica, filántropo, inquieto, comprometido,
vanidoso y por encima de todo, olvidado. Éste sería el calificativo actualmente más apropiado, entre una larga lista, que podríamos adjudicar con más rigor a nuestro protagonista, Francisco Ramírez Vas.
Nació en la localidad cántabra de Santoña en 1818, por estar allí destinado
su padre, alistado en el Ejército en 1812 para combatir a las fuerzas napoleónicas. Antes de finalizar ese año, su familia regresó a Olivenza, pueblo natal
de su madre, en donde había nacido su hermano mayor y en donde vendrían
al mundo el resto de sus hermanos.
Destinado al sacerdocio, el cierre en 1835 de los centros de enseñanza religiosa, le empujó hacia la medicina, cuyos estudios inició en la misma Salamanca en la que estuvo más de tres años aprendiendo Filosofía y Teología.
Concluyó brillantemente en Madrid en 1848, tras un amplio paréntesis de
cinco años que pasó en La Habana, cumpliendo sus deberes militares como
practicante del regimiento destinado al Castillo del Príncipe.
En este mismo año de 1848 se asienta en la población pacense de Olivenza
como médico de la Santa Casa de Misericordia y como médico-cirujano titu-
————
10
FERNÁNDEZ SANZ (1995).
LLORENTE SANTACATALINA, S. (2005), Las revistas médicas españolas. Antecedentes
y catálogo colectivo (1736-1850), Documentos de las Ciencias de la Información, vol. 28,
pp. 211-256.
11
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DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ
lar de dicha localidad12. Desarrollará su labor en esta población hasta su
muerte, que tendrá lugar en 1880.
El desempeño de su trabajo lo fundamenta en sus buenos conocimientos científicos. En su contra señalamos su carácter inflexible en lo tocante a su profesión.
De su actividad profesional se benefician no sólo los oliventinos, sino poblaciones cercanas, incluso de la vecina Portugal13.
La epidemia de cólera que en 1855 asola Olivenza dará ocasión a que Ramírez muestre su verdadera dimensión como médico y como persona. Con
respecto a lo primero, pone en práctica su convencimiento sobre la contagiosidad del cólera, procurando el aislamiento de los enfermos, a la vez que critica ciertas prácticas extendidas por Europa14. Las medidas por él adoptadas
————
12 Se establece en Olivenza tras la firma de un acuerdo con el médico titular de la localidad, Ignacio Arviña, por el que Ramírez se hace cargo de las obligaciones de aquél a cambio
de un reparto equitativo de los ingresos, según consta en el archivo de Francisco Ramírez Vas
(en adelante, ARV). El acuerdo se firmó el 12 de julio de 1848. ARV, leg. 3, carpeta 18
(ARV, 3/18), tras el visto bueno del Ayuntamiento, de la Casa de Misericordia (ARV, 3/91, de
fecha 16 de julio de 1848) y del Gobernador Militar de la plaza (ARV, 5/31, de 23 de agosto
de 1848). El archivo de Francisco Ramírez Vas permaneció en la casa de la familia Ramírez,
en Olivenza, hasta 1990, siendo trasladado entonces a Mérida, permaneciendo en manos de
sus descendientes. Conserva la ordenación que le dio su dueño, que, con no ser la más adecuada, es bastante operativa. Los dos primeros legajos contienen datos familiares, en especial
de su padre. En los posteriores, se almacena información agrupada por temas: sus años de
estudiante, sus inicios como médico (con datos sobre la epidemia de cólera y sobre su periódico), instituciones a las que perteneció, sanidad militar, la Subdelegación de Sanidad, el caso
de la ciega de Villafranca, su producción literaria no científica, parte de los artículos científicos y, algo fundamental, dos legajos que contienen la correspondencia. Completa el archivo
un grupo heterogéneo de documentos que incluye información sobre algunos miembros de la
familia. Hay que señalar la existencia de documentos sin catalogar. Es importante la presencia
de varios libros de registro, entre los que cabe destacar dos de ellos, dedicados a la contabilidad de sus actividades económicas, incluyendo todo lo referente a su actividad profesional.
13 De ello encontramos datos en los libros de registro de sus actividades, conservados en
su archivo. Los mencionados libros recogen, en apartados específicos, todos sus asuntos económicos. En el relativo a la actividad médica, refleja las visitas realizadas desde 1851 hasta
1879 mediante un registro diario en el que figuran datos identificativos del paciente, su dirección, el número de visitas diarias al mismo y, por supuesto, el importe de la asistencia. Entrado 1870 y hasta 1879, introduce, además, el motivo de su actuación con respecto al paciente,
bien sea una operación, un parto, una autopsia o un certificado. Y, lógicamente, en los casos
de enfermedad, el diagnóstico de la misma, dando lugar a un registro de morbilidad extraordinariamente raro en el ámbito extrahospitalario en esa época.
14 Archivo Histórico Municipal de Olivenza, leg. 12, carpeta 1, fol. 201 (AHMO 12/1201). En la sesión de la corporación municipal celebrada el 25 de julio, en la que se acordaba
la contratación de un nuevo médico, por enfermedad del otro titular y Subdelegado médico,
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
con respecto a la población en general como en el hospital de coléricos limitarán a un centenar las defunciones a causa de la epidemia15. En cuanto a los
acuartelamientos militares de la población, el número de víctimas se reducirá
a dos16. Referente a lo segundo, se produce un hecho que a la postre ha eclipsado la valía de Ramírez como médico para algunos de los pocos historiadores que se han ocupado de él, quedando para la posteridad exclusivamente
como un filántropo17. El asunto en cuestión es el ofrecimiento de Ramírez
para asistir de forma gratuita a los pobres mientras durara la epidemia de cólera. Y si eso no bastaba, renuncia a un tercio de su sueldo como médico de la
Santa Casa de Misericordia para que a la Institución le sea menos gravosa la
asistencia que presta a los contagiados18. El gesto es ya de por sí loable, pero
mucho más en las circunstancias en que se produjo. Los dos primeros casos
de cólera, con desenlace fatal, se produjeron en la sala de cirugía de la Casa
de Misericordia, inhibiéndose el cirujano (Victoriano de Parra) y siendo Ramírez el que da la voz de alarma. La consecuencia de este hecho no pudo ser
más inesperada ni desmoralizadora para un profesional de la medicina. Lo
vemos en las propias palabras de las autoridades locales19:
————
Victoriano de Parra, se determinaba el cierre de las escuelas a causa del cólera. Entre las medidas adoptadas llama la atención la que sigue: «A invitación de los facultativos se acordó que
los vecinos hagan hogueras de romero á las puertas de sus casas y que se introduzca ganado
vacuno por las noches en la población». Las hogueras de romero era una medida bastante
extendida, y contra ella manifiesta su desacuerdo Ramírez.
15 Valgan como comparación los datos relativos al cólera del año anterior en la vecina
Badajoz, que duplicando la población de Olivenza, multiplicó por ocho el número de víctimas.
Memoria de la Junta Municipal de Sanidad de Badajoz, 1854, Badajoz, pp. 3-7
16 Ramírez realiza una tosca estadística del desarrollo de la epidemia con la anotación
nominal diaria de los enfermos y el desenlace final de cada uno: curación o fallecimiento.
ARV, 4/33.
17 VALLECILLO TEODORO, M.A. (1999), Olivenza en su historia, Badajoz, Indugrafic, p.
368. En similares términos se expresan otros autores de obras menores.
18 Ofrecimiento hecho mediante carta de fecha 22 de julio de 1855. Archivo de la Santa
Casa de Misericordia de Olivenza (ASCMO), 153/2807-6. Se le comunica la aceptación al día
siguiente, expresándose el Proveedor en los siguientes términos: «Con satisfacción recibió
esta Junta en sesión de ayer el oficio que v. me remitió, brotando en él filantrópicos sentimientos, de los que se halla v. adornado; y maxime prestando sus servicios espontáneos y gratuitos
en el Hospital provisional, situado en el cuartel de la Panadería, y además ceder en beneficio
de este Establecimiento la tercera parte de sus dotaciones mientras duren las tristes circunstancias actuales…». ARV, 4/10.
19 ARV, 4/26. Aunque en el escrito se mencionan las salas de medicina como el origen de
la epidemia, en el informe remitido por el propio Ramírez al Gobierno Civil, bajo el título de
Ocurrencias del cólera (ARV, 4/24), se nos relatan los hechos tal y como hemos expresado.
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DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ
D. Vicente Carvallo, Alcalde Segundo Constitucional de esta villa,
Certifico: Que a consecuencia de haber sido el Licenciado en Medicina y cirugía D. Francisco Ramírez Vas el que franca y lealmente declaró la aparición de los
primeros casos de cólera en las salas de medicina, que dignamente visita en el hospital de Caridad de esta villa, se hizo blanco inmerecido de calumnias y denigrantes suposiciones, llegando a tacharlo la opinión pública hasta de envenenador; pues
se decía que daba unos polvos con los que mataba á los enfermos, para hacer creer
que era cierta la existencia del cólera: que esto lo hacía porque declarándose la
epidemia, le iban a dar una cruz y cinco duros diarios (…) llegando á predisponer
los ánimos de tal modo en contra del citado profesor, que yo mismo le aconsegé no
saliese de noche de casa sin ir acompañado. A pesar de tantas calumnias y de haber
sufrido varios insultos en una plaza pública delante de muchas personas, el Sr. D.
Francisco Ramírez se condujo con el mayor comedimiento, no queriendo proceder
contra sus detractores (…) con cuya noble y delicada conducta vencio a sus enemigos y se granjeó el cariño y confianza de todo el pueblo…
A pesar de todo, no renuncia a su cometido, llegando incluso a manifestar
síntomas de haber contraído la enfermedad20. Una vez concluida la epidemia,
recibe numerosas muestras de agradecimiento de diversas autoridades civiles
y militares, siendo de especial relevancia la del Gobernador Civil de la provincia21. Como colofón a la larga nómina de reconocimientos, a finales de
1855 y durante 1856, le serán concedidas varias distinciones: la Real Orden
de Carlos III22, la Cruz de Epidemias y la Cruz de la Orden Civil de Beneficencia, estas dos últimas en el verano de 1856.
Como ya se ha dado a entender al mencionar el hospital militar de coléricos, la asistencia de las tropas destacadas en Olivenza solía estar a cargo de
los médicos civiles de la población. Recordemos aquí que Olivenza perteneció a Portugal hasta 1801, en que, merced a la Guerra de las Naranjas, pasó a
la Corona española. Hasta entonces la Santa Casa de Misericordia, fundada en
1501, se había ocupado de asistir a los militares. Aunque el cambio de nacionalidad no supuso ninguna alteración sustancial en el cometido ni en la es-
————
20 ARV, 4/21. Certificación de haber padecido cólera, expedido por el doctor Gómez.
También carpeta 22, id. por el doctor Ramos. Ambos facultativos le diagnosticaron la enfermedad la noche del 8 de agosto. Igualmente se reconoce en diversos documentos como el de
la carpeta 28, correspondiendo la certificación al Ayuntamiento de Olivenza.
21 BOP n.º 11, de 25 de enero de 1856, p. 1. En este Boletín Oficial de la Provincia de
Badajoz se da cuenta de diversos agradecimientos a instituciones y personas. Y entre los escasos médicos que figuran en ella, encontramos a Ramírez.
22 ARV, 13/121. El 27 de noviembre de 1855, mediante oficio firmado por Pedro Felipe
Monlau, se le comunica la mencionada distinción.
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tructura de la Institución23, sí apreciamos algunas novedades, consecuencia de
las dificultades para establecer en la población una asistencia médica que
tuviera continuidad24. En 1822 se produce un hecho insólito que origina un
grave enfrentamiento entre el Ayuntamiento y el Gobernador Militar de la
plaza, motivado por la imposición por parte del estamento castrense del cirujano de Coraceros como cirujano de la localidad25. Esta medida suponía en la
práctica que la población civil sería asistida por militares, justo lo contrario de
lo que siempre había ocurrido. Con respecto a la Santa Casa, otra medida tomada en 1841 viene a trastocar, sobre el papel, su normal funcionamiento: los
militares serán asistidos por militares26. Lo cierto es que en ningún momento
volveremos a ver a personal militar asistiendo a civiles y en muy pocas ocasiones, y de corta duración cuando se producen, veremos a las tropas asistidas por
la sanidad castrense27. La asistencia médica a los militares estará casi siempre
en manos de los médicos civiles, pero para cumplir en lo posible con la Real
Orden de 1841, se procederá al nombramiento de médicos militares honora-
————
23 RODRÍGUEZ MATEOS, M.V. (2003), Los hospitales de Extremadura 1492-1700, Cáceres, Consejería de Sanidad y Consumo, Junta de Extremadura, p. 338.
24 Desde la primera convocatoria de plazas de médico en la Olivenza española (Archivo
Histórico Municipal de Olivenza, Libro de actas, 7/1-82), vemos continuas desavenencias
entre el municipio y sus médicos y cirujanos, fundamentadas en ocasiones por la falta de
fondos en las arcas locales.
25 Archivo Histórico Municipal de Olivenza (AHMO), 8/1-256, con fecha 6 de febrero de
1822. No se le dará licencia para ejercer hasta el 17 de abril siguiente (AHMO, 8/1-271).
26 Una Real Orden de 5 de septiembre de 1841 dispone «que los militares enfermos que
ingresen en hospitales civiles sean asistidos por profesores Castrenses, si los hubiese en la
población». La misma, dice más adelante en su punto cuarto, «que se evite, en cuanto sea
posible, el nombramiento de facultativos para hospitales civiles, en atención á que el sueldo ó
gratificación que se les señala es un verdadero gravámen al presupuesto de este ministerio».
27 Desde 1842 hay referencias a la asistencia de la guarnición militar de Olivenza por
parte de los médicos civiles de la localidad. El 21 de marzo 1868 se suprime la plaza de médico civil, según comunicación de la Jefatura de Sanidad de Andalucía en el mismo sentido, y
que nos aporta más información: «cumpliendo lo prevenido en el artículo 3º de la Real orden
de 13 de Febrero próximo pasado referente á hacer las reducciones que las atenciones del
servicio permitan en el personal de Profesores civiles empleados en algunos de los hospitales
militares, la Reyna (q. D. g.) se ha servido resolver lo siguiente. = 1º: se suprimen los servicios que en la actualidad se desempeñan en los hospitales militares que se indican en la adjunta relación nº 1, los ocho profesores civiles que en la misma se espresan (…). Y hallándose
incluidos en la relación nº 1 que se cita los Médicos auxiliares de los Hospitales de Olivenza,
Cáceres y Tarifa (…), lo traslado á V. S. para su conocimiento noticia de los interesados y á
fin de que disponga sean dados de baja por fin del presente mes =».
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rios en las personas de los profesionales locales. El término «honorario» implicaba el no cobrar sueldo, aunque en ocasiones percibían gratificaciones.
De esta manera, a partir de 1848 Ramírez aparece por primera vez como
médico militar honorario, sin sueldo28. A partir de 1862, según señala en su
libro de registro de haberes, y hasta 1868, año en que se suprime la plaza de
Olivenza, Ramírez percibe de forma regular un sueldo como médico militar, a
razón de 295 reales mensuales.
Finalizamos estas notas biográficas mencionando otros cargos desempeñados por Ramírez a lo largo de su vida profesional: forense29 (1862),
Subdelegado de Sanidad30 (1871) e higienista (hasta 1873, sin conocerse el
año de nombramiento)31. Sobre la concesión del título de higienista debió de
influir bastante el interés que se tomó por este campo y que plasmó en
diversos trabajos. Estos y otros más le abrirían las puertas de diversas
instituciones científicas, entre las que destacamos las Academias médicas de
Sevilla32 (desde 1855), Lisboa33 (1855), Madrid34 (1860) y Badajoz35 (1872),
y el Instituto Médico Valenciano36 (1854), en cuyo Boletín escribió con
asiduidad.
————
28
ARV, 5/31, según se le comunica mediante oficio de fecha 23 de agosto de 1848.
La Ley de Sanidad de 28 de noviembre de 1855, en su artículo 95, sirve de base para organizar el servicio forense. Mediante el Decreto de 13 de mayo de 1862, que se fundamentaba en
el mencionado artículo, se creaba un Cuerpo de Facultativos adscritos de forma permanente a los
jueces. La entrada en vigor de dicho Decreto en octubre de ese año hace definitivamente posible
la aparición de la figura del Médico Forense. En el mismo Decreto se disponía que cada juzgado
tuviese su Médico Forense. En esta orden de cosas el Ministro Togado Honorario del Tribunal
de Cuentas del Reino, transmite el nombramiento y título de Forense, efectuado el 13 de agosto
de 1862, a Francisco Ramírez el 10 de octubre siguiente (ARV, 3/44).
30 ARV, 3/46. Nombramiento de 4 de noviembre de 1871.
31 ARV, 3/48. El documento del que disponemos es la comunicación, de fecha 12 de diciembre de 1877, del Gobierno Civil de Badajoz aceptando la renuncia de Ramírez al cargo de
higienista.
32 ARV, 4/47. Mediante oficio de 4 de abril de 1855, se le comunica la admisión en dicha
Academia.
33 ARV, 4/39. La Sociedade da Sciencias Medicas de Lisboa le comunica, con fecha 4 de
marzo de 1855, la concesión del diploma de socio tras la presentación de la memoria «Importancia da Hygiene», que posteriormente será publicada en el Boletín de la sociedad lisboeta.
34 ARV, 4/48. Comunicación de la admisión como socio corresponsal, de fecha 27 de febrero de 1860.
35 El 16 de noviembre de 1871, Benito Crespo, primer presidente de la Academia pacense, que iniciaría su trayectoria en 1872, invita personalmente a Ramírez para que forme parte
de la institución. ARV, 4/50.
36 El 19 de diciembre de 1854, es admitido como socio corresponsal. ARV, 13/9.
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A mediados de siglo, Ramírez inició su actividad como colaborador con
diferentes publicaciones médicas, creando incluso su propio periódico médico. Precisamente de la actividad literaria de Ramírez trataremos en estas páginas, o de parte de ella, puesto que de su labor como autor de dramas y composiciones poéticas —algo en lo que tuvo mucho que ver su amistad con el
célebre dramaturgo Antonio García Gutiérrez, allá en Cuba37—, no trataremos aquí. Más exactamente, lo haremos de su relación con el mundo de las
publicaciones periódicas médicas38. Para ello nos apoyaremos en dos pilares:
las publicaciones y las relaciones epistolares que Ramírez mantuvo con los
artífices de las publicaciones.
Los trabajos escritos de Ramírez tratan temas variados. Junto a artículos de
escaso relieve encontramos otros realmente atractivos, por cuanto son un reflejo de la medicina de la época, de sus teorías y tendencias, y de la confrontación entre distintas corrientes. Una buena muestra de todo ello la encontramos en el periódico que él mismo fundó y dirigió: El Estandarte Médico.
LOS TRABAJOS PUBLICADOS
Ramírez publicó en diferentes medios escritos, generalmente españoles39;
————
37
Según podemos leer en el periódico elvense A voz do Alemtejo, números 50 y 51 de
1860: «E cinco annos permaneceu na Habana como praticante de um regimento, tendo amizade o distincto poeta D. Antonio Garcia Guterres. Affeiçoado tambem ao commercio das Musas fez algunas composiçoes para o periodico, em que este escrevia, e publicou o romance “Os
dois rivaes” no jornal dirigido por D. Pascoal Rego». Antonio García Gutiérrez, nacido en
Chiclana de la Frontera en 1813, fue una de las figuras más destacadas del romanticismo
español. Su poesía no alcanza la calidad de sus dramas en verso, que lo catapultarán a la fama
a edades tempranas. En su producción dramática destacan títulos como El trovador y Simón
Bocanegra. Ambas obras serán con posterioridad las que inspirarán los respectivos libretos de
las conocidas óperas de Verdi Il Trovatore y Simon Boccanegra. Su popularidad, amén de
diversas distinciones, le hará alcanzar elevados puestos: Comisario-interventor de la Deuda
española en Londres, miembro de la Real Academia Española, Cónsul de España en Bayona y
en Génova, y director del Museo Arqueológico Nacional. Curiosamente, García Gutiérrez
inició los estudios de Medicina, abandonándolos por su pasión por la literatura.
38 También colaboró con otras de tipo cultural, como El Pasatiempo, de Olivenza, o El
Iris, de Badajoz, según PULIDO CORDERO, M. y NOGALES FLORES, T. (1989), Publicaciones
periódicas extremeñas 1808-1988, Badajoz, Diputación Provincial, pp. 178 y 159.
39 OVILO OTERO, M. (1859), Manual de biografía y de bibliografía de los escritores españoles del siglo XIX, París, Imprenta de Rublot, tomo I., pp. 156-157. A los periódicos que
menciona el autor habrá que añadirle alguno más, como podemos ver en el presente trabajo.
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destacando inicialmente La Crónica de los Hospitales y siendo el Boletín del
Instituto Médico Valenciano el que más trabajos atesora40.
Básicamente podríamos hablar de los de contenido corporativista y de los
de tema científico. Entre los del primer grupo, destaca el publicado en 1854
con motivo de la muerte en ese año de un farmacéutico de Almendralejo durante la epidemia de cólera. Bajo un extenso y prometedor título41, se esconde
una descarnada crítica a los poderes públicos por el tratamiento dado a los
sanitarios durante la presente epidemia de cólera. Viene a ejemplarizarla en el
trato recibido por la familia de Antonio Marcello, el joven boticario fallecido
en Almendralejo en cumplimiento de su deber durante la citada epidemia.
Entresacamos un párrafo clarificador, muestra también de la fina ironía que
posee su autor42:
Al publicarse en la ‘Gaceta’ los nombres de los que han huido y de los que
permanecieron firmes en sus puestos en Almendralejo, no se hace mención del malogrado farmacéutico Marcello; pero en cambio se condecora á los particulares con
las cruces de Carlos III y de Isabel la Católica: es verdad que también se manda
que á los facultativos titulares se les den… las gracias!!
El núcleo de los trabajos de esta índole lo encontramos en el debate originado en torno a la creación de una Ley de Sanidad que se hacía necesaria, lo
que se denominaba en la prensa de entonces «Proyecto de arreglo de los partidos», o también «Asociación Médica». Estos trabajos conforman buena
parte de las páginas del periódico que va a ver la luz en Olivenza.
EL NACIMIENTO DE LA PRENSA MÉDICA EXTREMEÑA: EL ESTADARTE MÉDICO
Este ambiente convulso, perfectamente perceptible en la prensa especializada de entonces, es el caldo de cultivo para nuevas publicaciones cuya finalidad primordial es el intentar dar un impulso definitivo a una ley que satisfaga las expectativas de las clases sanitarias. La sorpresiva abolición del decreto
de abril de 1854, que tantas esperanzas había despertado entre éstas, encrespó
————
40 Todos los trabajos publicados en él se encuentran relacionados en el índice del Boletín,
en http://hicido.uv.es/IMV/IMV/index.html (consultado el 9 de marzo de 2011).
41 RAMÍREZ VAS, F. (1854a), Reflexiones acerca de los importantísimos servicios que las
clases médico-farmacéuticas han prestado en todos los tiempos, y principalmente en la actualidad, y de la indiferencia con que son atendidas, La Crónica de los Hospitales, pp. 629-634.
42 RAMÍREZ VAS (1854a), pp. 633-634.
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aún más los ánimos. Mirando el análisis numérico que Méndez Álvaro hace
de la aparición de publicaciones médicas durante el siglo XIX, salta a la vista,
y él mismo lo hace notar, que el alumbramiento de éstas aumenta en torno a
las fechas de la aparición de la Ley de Sanidad de 185543. Otra causa de malestar para los sanitarios era la situación creada con motivo de la mencionada
epidemia de cólera. Esta epidemia actuará como uno de los factores precipitantes de la aparición de la ansiada Ley de Sanidad44. Parece claro que Francisco
Ramírez, habiendo dado muestras de sus inquietudes gremiales, como acabamos de ver, pudiera ser un candidato a iniciar una de estas publicaciones. En su
contra jugaba el hecho de encontrarse en una localidad pequeña y periférica.
Aún así juzgó pertinente lanzarse a la aventura editorial, creando en enero de
1855 El Estandarte Médico, periódico reseñado por el mismo Méndez Álvaro45
y citado por autores posteriores46. Aunque no entraremos en pormenores de la
publicación, sí dejamos constancia aquí de estar ante el primer periódico médico extremeño47. El siguiente llegaría tres décadas después.
La vida de la publicación sería muy corta, tan sólo nueve números, dejando de publicarse a finales de marzo de 1855. Apenas contó con artículos de
carácter científico, abundando en los llamados «filosóficos», en los que el
director, esto es, Francisco Ramírez, expone su parecer sobre determinadas
cuestiones de actualidad. Fundamentalmente trata en diversos números el
«proyecto de arreglo de los partidos», criticando duramente una serie de puntos, lo que dará lugar a la respuesta de uno de sus suscriptores y, a la vez, uno
de los autores de dicha propuesta, Anastasio García López48. Tampoco se
salvan de sus críticas los médicos dedicados a la política, como deja patente
————
43
RIERA, J. (ed. introducción e índices ) (1978), Francisco Méndez Alvaro. Historia del
Periodismo Médico y Farmacéutico en España. En Acta Histórico-Médica Vallisoletana, vol.
VIII, Valladolid, Universidad de Valladolid, p. 27.
44 GRANJEL, L.S. (1974), El ejercicio médico, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 112.
45 MÉNDEZ ÁLVARO (1883), p. 79.
46 PULIDO CORDERO, M. y NOGALES FLORES, T. (1989), Publicaciones periódicas extremeñas, (1808-1988), Badajoz, Diputación de Badajoz, p. 143.
47 REGATERO BOTE, A. (2003), La homeopatía: su nacimiento en Badajoz, Revista de Estudios Extremeños, LIX (1), pp. 449-452. En el presente artículo, el autor cita, al igual que
Méndez Álvaro y que Pulido y Nogales, un boletín de Homeopatía, publicado por el doctor
Rino en 1840 en Badajoz. Al tratar exclusivamente esta materia, no lo consideramos un auténtico periódico médico.
48 Médico conquense, destacado hidrologista y homeópata. Su dilatada trayectoria es estudiada, entre otras, en la obra de ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1989), Conferencias sobre cosmología, antropología y sociología bajo el criterio espiritualista científico, Asclepio, 41 (2),
pp. 87-102.
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en uno de los números de su publicación49. Este artículo, entre otros motivos,
originó una respuesta de El Siglo Médico, en su número 59, pidiendo paciencia a los médicos, lo que a su vez provocó la de Ramírez, molesto con «el
citado periódico que siempre toma con calma las cuestiones de interés
profesional»50.
Otros de sus artículos «filosóficos» tratan temas candentes del momento y
los analizaremos en otro contexto para su mejor entendimiento.
LOS GRANDES DEBATES DE LA MEDICINA DE MEDIADOS DEL XIX
La medicina europea de inicios del siglo XIX necesitaba dotarse de rigor.
En 1801 Bichat sentencia que «la Medicina ha sido rechazada durante mucho
tiempo del seno de las ciencias exactas». Y así era. Salvo en los casos de las
denominadas «patologías externas», todo eran conjeturas51. En esta transición
de siglo, la medicina francesa recurrió al empirismo y al sensualismo de tradición hipocrática y aplicó el riguroso método analítico. A pesar de la aparición del método anatomoclínico, los médicos franceses siguieron recurriendo,
en mayor o menor medida, al vitalismo para explicar el origen de la enfermedad52. En este marco se mueven las teorías de los más relevantes médicos del
momento: Broussais, Pinel, Bichat, Brown y otros. La aparición de la fisiología experimental de Magendie vino a poner luz en este bosque de teorías y
sistemas, aunque no faltarán nombres de relieve, como el destacado clínico
Trousseau, que despreciarán el análisis y el microscopio.
Por lo que a España se refiere, el proverbial retraso en el que la pervivencia del absolutismo del Antiguo Régimen había sumido a nuestra medicina
nos hace ir a remolque de la francesa, pero siempre con un notable desfase.
Curiosamente tengan algo que ver en ello algunos de nuestros médicos más
sonados de la época53.
————
49 RAMÍREZ VAS, F. (1855a), ¿Qué hacen los diputados médicos?, El Estandarte Médico,
3, p. 37.
50 RAMÍREZ VAS, F. (1855b), Cuatro palabras a la prensa en general y al Siglo Médico en
particular, El Estandarte Médico, 7, p. 97.
51 LAÍN ENTRALGO, P. (1990), Historia de la Medicina. Barcelona, Salvat, p. 426.
52 ARQUIOLA, E. (1992), La formulación de una teoría general de la enfermedad en Francia en el tránsito del siglo XVIII al XIX, Dynamis, 12, p. 189-208.
53 En 1859 aparece Defensa de Hipócrates, de las escuelas hipocráticas y del vitalismo.
Publicado por la Real Academia de Medicina de Madrid, la obra está integrada por los dife-
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En el primer número de El Estandarte Médico, Francisco Ramírez, «para
inaugurar dignamente sus tareas» —afirma en la primera página— entra en el
debate existente en la medicina del momento:
(…) de la misma manera que en las escuelas filosóficas la exageración del espiritualismo condujo al materialismo más grosero y repugnante; en medicina el arqueismo de van-Helmont produjo el mecanismo de Boerhave, el humorismo engendró el solidismo, y nótase la misma lucha, sin que se pueda presentir el triunfo,
entre la escuela organicista de París y la vitalista de Montpellier. Las doctrinas solidistas, aunque no exentas de trascendentales errores, serán siempre acreedoras a
nuestra gratitud (…) La inauguración en nuestro siglo del solidismo, apellidado
después por Broussais medicina fisiológica, ha dado el ser a la anatomía topográfica, tan necesaria para el estudio de los efectos quirúrgicos (…)
Como no podía menos de suceder, el esclusivismo sistematico e insostenible
del solidismo (…) relegando a un olvido injusto al antiguo humorismo (…) debía
producir (…) nuevos estudios y multiplicadas observaciones químicas y microscópicas que declaren la parte de verdad que encerraban uno y otro sistema54.
El autor refleja en el artículo la pugna de los que sostienen que el origen de
la enfermedad radica en la alteración de los órganos («solidistas») y los que se
siguen aferrando a las teorías galénicas («humoristas»). Desde finales del siglo
XVIII, las teorías solidistas, en sus distintas variantes, habían ganado terreno.
No obstante, un solidista como Bichat ya había enunciado que si la causa de la
enfermedad asienta en los sólidos, la causa pueden ser los sólidos o los fluidos,
por lo que no puede aceptarse un solidismo o un humorismo puro55.
Pocos años después, Ramírez volverá sobre el mismo asunto en las páginas del Boletín del Instituto Médico Valenciano56:
Cualesquiera que hayan sido las doctrinas médicas, se las ha visto siempre girando en el mismo círculo vicioso en pos de la verdad absoluta. Se ha visto en
efecto a la filosofía médica proclamar el vitalismo, abrazar después el humorismo,
y echarse últimamente en brazos del solidismo para volver a empezar de nuevo en
el mismo punto de partida, aunque muchas veces con nombres distintos y ligeras
modificaciones esenciales. Y es que al desplomarse un sistema á impulso de sus
————
rentes discursos que en la mencionada Academia pronunciaron en defensa de la medicina
hipocrática académicos como Santero, Méndez Álvaro o Nieto Serrano.
54 RAMÍREZ VAS, F. (1855c), Ligero bosquejo del estado actual de la medicina, El Estandarte Médico, 1, pp. 2-4.
55 ARQUIOLA (1992), p. 197.
56 RAMÍREZ VAS, F. (1861), ¿Existen las enfermedades de los líquidos?, Boletín del Instituto Médico Valenciano, 7, p. 448.
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exageraciones y de sus absurdos, el que le sucede, lejos de utilizar las verdades
descubiertas, se empeña en fundar con principios diametralmente opuestos, una
nueva escuela (…).
Decir que los fluidos no sufren ni son molestados en su acción molecular, es
negarse á la evidencia (…) De lo dicho se desprende toda la importancia que tiene
la patología humoral y su valor semiológico tan lastimosamente olvidado, y sin cuyo examen sería en algunos casos difícil y en otras imposible el diagnóstico de la
enfermedad.
Aunque defiende expresamente el «humorismo» en el párrafo que acabamos
de ver, no cabe interpretarlo como tal, puesto que no está hablando del origen
de la enfermedad que asienta en una alteración de los líquidos, sino en las alteraciones de los líquidos, cuyo estudio nos puede ayudar en el diagnóstico de la
enfermedad. Ramírez parece estar muy al tanto de lo que ocurre en la vecina
Francia y sus progresos en la medicina fisiológica57. Pero no acaba de ser tajante en sus aseveraciones y romper definitivamente con las tendencias que ha
criticado con anterioridad, algo que sí haría años después Bernard58:
La medicina experimental (…) no será vitalista, ni animista, ni organicista, ni
solidista, ni humoral, será simplemente la ciencia que procura remontarse a las
causas próximas de los fenómenos de la vida, en el estado sano y en el morboso.
Dentro de esta controversia sobre el origen de la enfermedad, sobresale
por su actualidad el tema de la contagiosidad de algunas enfermedades. El
concepto de contagiosidad es muy antiguo, siendo la concepción moderna del
término atribuible a Fracastoro, con lo que nos remontamos a la primera mitad del siglo XVI. El creciente intercambio de materias primas y de manufacturas a finales del XVIII implicaba un mayor riesgo de importación de enfermedades epidémicas, siempre desde el punto de vista de la teoría miasmática,
defendida por los contagionistas, que situaba el origen de estas enfermedades
en los efluvios procedentes de la descomposición de la materia orgánica, en la
que tenían gran influencia las condiciones atmosféricas. Estos miasmas eran
productos volátiles y, en consecuencia, eran transportados por el aire. Las
medidas profilácticas de los contagionistas pasaban por las cuarentenas en
lazaretos, los cordones sanitarios y las fumigaciones. Los anticontagionistas,
————
57 Tenemos constancia de suscripciones de Ramírez a diversas publicaciones francesas
como Journal de Médicine et de Chirurgie, Gazette des Hospitaux y Suplément á l´annuaire
de thérapeutique, de los que se conservan diversos ejemplares en su biblioteca.
58 IZQUIERDO, J.J. (1994), Claude Bernard. Introducción al estudio de la medicina experimental, Madrid, Dirección General de Publicaciones, Facultad de Medicina, UNAM, p. 402.
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más que un discurso coherente sobre el origen de las epidemias, aprovechaban los puntos débiles de los contagionistas para rebatir sus teorías. Así lo
manifiesta el químico francés Raspail59: ¿de qué sirven las cuarentenas y cordones sanitarios si la enfermedad se transmite por el aire?
El principal problema de los contagionistas era no poder aislar al agente
causante de la enfermedad, con lo que no podían demostrar el origen de la
enfermedad. Por otro lado, esta circunstancia facultaba la aparición de múltiples variantes dentro de la teoría contagionista. Esta falta de unidad reforzaba
las teorías anticontagionistas. A pesar de que Acerbi, en 1822, y Henle, en
1840, habían mostrado su convencimiento sobre la contagiosidad del cólera60,
las tesis anticontagionistas poseían más adeptos.
En 1854 Pettenkofer, tras estudiar la epidemia de cólera de Munich, elaboró una nueva teoría, atribuyendo al suelo el origen de la enfermedad. Su Bondentheorie sería publicada al año siguiente y tuvo tal influencia que ni el descubrimiento del germen por parte de Koch en 1883 hizo cambiar de opinión a
sus partidarios61.
Existían otras teorías científicas, como la infeccionista, propuesta por
Broussais, defendiendo que el origen de las enfermedades era una infección
secundaria a la irritación de los intestinos62.
La repercusión de las medidas propuestas por los contagionistas en caso de
epidemia tenía una influencia negativa para el comercio. Esta situación, que
afectaba más a los países industrializados, acabó por convertir el debate de la
contagiosidad en un asunto más político que sanitario. Países como Gran Bretaña y los del norte europeo despreciaban las cuarentenas, por creerlas inútiles; pero, sobre todo, por la negativa repercusión sobre su comercio. Enfrente,
los países mediterráneos, defendiendo las medidas ya enunciadas63. Las suce-
————
59 RISQUES, A. y CARLADO, A.M. (1854), Conselhos hygiénicos, preservativos, e curativos para a Cholera, segundo os principios do Sabio F. V. Raspail e doutrinas expendidas na
Revista Philosophica offerecidas ao Povo Portuguez por…, Manuscrito remitido por el impresor a Francisco Ramírez Vas, p. 6.
60 LAÍN ENTRALGO (1990), p. 400-402.
61 LEDERMAN D.W. (2003), A propósito del cólera: Max von Pettenkofer y su Experimentum Crucis, Revista Chilena de Infectología, 20, pp. 84-85.
62 BONASTRA TOLOS, J. (2000), Innovaciones y continuismo en las concepciones sobre el
contagio y las cuarentenas en la España del siglo XIX. Reflexiones acerca del problema sanitario, económico y social, Scripta ova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales,
69 (35), pp. 1-7.
63 MATEOS JIMÉNEZ, J.B. (2005), Actas de las conferencias sanitarias internacionales
(1851-1938), Revista Española de Salud Pública, 79 (3), p. 340.
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sivas conferencias sanitarias internacionales convocadas a partir de 1851 con
el fin de unificar criterios de lucha contra las epidemias acabaron por convertirse en el escenario de la lucha de intereses comerciales, en el que se buscaban siempre las medidas menos lesivas para los países más desarrollados64.
Incluso en países mediterráneos como España, no faltarán voces que se alcen
contra las medidas ejercidas contra la libre circulación del comercio65.
En este contexto, Ramírez escribe en 1854: «¿Debe aconsejarse el aislamiento de los coléricos y la incomunicación completa de los pueblos contagiados?»66. El artículo en cuestión de Ramírez nos parece doblemente interesante. Por un lado, porque en él expone sus propios razonamientos, en
contraposición a las teorías más extendidas. Por otro, porque en él encontramos los fundamentos de su actuación durante la epidemia que se desencadenará en Olivenza unos meses después. Para ilustrar lo primero recurrimos a
citas textuales, comenzando por la polémica de los cordones sanitarios, «…
por su influencia más o menos directa en la paralización del comercio y de la
industria…»67, añadiendo unas líneas más abajo, que el aislamiento es la «…
única profilaxis para la epidemia…». Más adelante, sobre la etiología y el
contagio de la enfermedad, expresa lo siguiente:
(…) el intrincado problema de la etiologia colérica (…) se ha tratado de oscurecer y desfigurar, especialmente en los países comerciales, que son los mas interesados en que la verdad no brille con todo su esplendor (…) Que el cólera es importable, y que se comunica por el contacto con las personas que lo padecen ó con los
efectos contagiables que de ellos proceden, nos lo está patentizando no solo los casos aislados y bien comprobados de trasmisión directa, sino tambien la marcha que
en su aparicion ha seguido la epidemia…
————
64
MATEOS JIMÉNEZ (2005), p. 343.
FERNÁNDEZ DE CASTRO, M. (1879), Las cuarentenas: posibilidad de suprimir las de
observación sin daño de la salubridad pública y con ventaja de la navegación y del comercio,
por…, Madrid, Impr. de Fontanet, p. 10. Este ingeniero de minas se apoya en las opiniones
que le son favorables a sus intereses, alegando algunas dudas de Monlau sobre que una determinada enfermedad sea siempre contagiosa, o la negación de contagiosidad que Tardieu otorga al cólera y a la fiebre amarilla.
66 RAMÍREZ VAS, F. (1854b), ¿Debe aconsejarse el aislamiento de los coléricos y la incomunicación completa de los pueblos contagiados?, La Crónica de los Hospitales, pp. 555-556.
67 RAMÍREZ VAS (1854b), p. 556.
65
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En la página siguiente repite claramente su convicción:
(…) este azote del género humano es importable, y que no va a ninguna parte
sino lo llevan los hombres ó los efectos contagiados…
En los párrafos siguientes se dedica a desmontar las teorías de los «anticontagionistas», y especialmente la que sustenta la transmisión de la enfermedad por el aire, lo que le conferiría a la misma un carácter epidémico.
Posteriormente, a propósito de lo dicho por el autor que se cita, nos deja
otra interesante observación68:
La proposicion de Auber-Roche, de que el único preservativo de la peste es la civilización, llegará á ser una verdad cuando los esfuerzos de la civilización, uniformando las leyes sanitarias europeas, propendan al desenvolvimiento práctico de todas
las grandes cuestiones de higiene pública que forman la felicidad de los pueblos.
La división de criterios sobre el origen del cólera queda patente en el artículo que, curiosamente, va a continuación del de Ramírez, además de estar
escrito por un amigo suyo69:
La mayor parte de los que mas han observado y combatido el cólera morbo
asiático divide el tratamiento en preservativo y curativo. El primero es bien sabido
que se reduce á una higiene bien observada, á la sobriedad y una vida bien arreglada (…) deben evitarse todos los escesos, las bebidas alcohólicas, las sustancias indigestas y la Venus (…), y por fin, evitar el miedo y todas las afecciones morales.
La máxima expresión en España de la mencionada división por el origen de
la enfermedad la constituyó el enfrentamiento entre Nicasio Landa, médico
oficial de la lucha contra la epidemia y seguidor de las tesis de Pettenkofer, y
Méndez Álvaro, contagionista convencido70. Y al igual que en el resto de Europa, los descubrimientos de Koch no supusieron un cambio de mentalidad en
muchos de nuestros médicos, como lo atestiguan obras posteriores a ellos71.
————
68
RAMÍREZ VAS (1854b), p. 561.
BENITO GONZÁLEZ, Z. (1854), Cuatro palabras acerca del contagio, infección y tratamiento del cólera morbo, La Crónica de los Hospitales, pp. 566-573.
70 VIÑES, J.J. (2000), El Dr. D. Nicasio Landa, médico oficial en la epidemia de cólera de
1854-1855, Anales del Sistema Sanitario de avarra, 23 (1), pp. 85-107. Méndez Álvaro
desaconsejó la publicación la Memoria sobre el cólera que Landa presentó en 1861 a la Real
Academia por sus teorías sobre la influencia del terreno en la difusión de la enfermedad.
71 ULECIA CARDONA, J. (1885), Tratamiento del cólera morbo, Madrid. Impr. de la Co69
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Años después Ramírez muestra interés por otra enfermedad infecciosa de
sumo interés. Entre 1860 y 1861 publica un extenso trabajo dividido en dos
partes de cinco artículos cada una sobre la diátesis tuberculosa. Extraemos un
párrafo por lo llamativo de lo expresado en él, posiblemente más producto del
deseo que de los conocimientos que se tenían entonces de la enfermedad:
Para destruir la virtud patogenica, ó para producir artificialmente en el organismo una aptitud refractaria á la incubacion y ulteriores evoluciones de los virus;
creemos que ha de existir algun medio profilactico especifico (…)
¿Y quién sabe si en un porvenir más ó menos lejano (…) se descubrirán (…)
esos preciosos y codiciados preservativos?72 .
LA CORRIENTE HIGIENISTA
El cambio de mentalidad ocasionado por las ideas ilustradas del siglo
XVIII alcanzó también a la medicina. Las altas tasas de mortalidad que padecían los sectores de población más pobres, junto a sus miserables condiciones
de vida, motivó la denuncia de los médicos que estaban en contacto con ellos.
La aparición de la obra de Frank La miseria del pueblo, madre de enfermedades suscitó el interés de otros higienistas, reorientando los estudios higiénicos, centrados hasta entonces en la profilaxis de la llamada medicina pública,
hacia la desgraciada realidad73.
El precursor de la higiene en España fue Ortiz de Landázuri. Pero el verdadero introductor de la disciplina en nuestro país fue Mateo Seoane, liderando, además, una nómina de higienistas que abarcó la práctica totalidad de la
centuria, en la que se encontraban sus discípulos Monlau y Méndez Álvaro y
que culminarían Giné y Partagás y Rodríguez Méndez.
La corriente higienista que recorría toda la Europa occidental tuvo en España, en el primer tercio del siglo XIX, el obstáculo de la pervivencia del
Antiguo Régimen. Superado este escollo, las cosas no mejoraron significati-
————
rrespondencia de España, p. 38. El autor manifiesta que el origen del cólera «se pierde en un
intrincado laberinto».
72 RAMÍREZ VAS, F. (1860a), Diátesis tuberculosa y su profilaxis, Boletín del Instituto
Médico Valenciano, 7, pp. 157- 159.
73 ALCAIDE GONZÁLEZ, R. (1999), La introducción y el desarrollo del higienismo en España durante el siglo XIX. Precursores, continuadores y marco legal de un proyecto científico
y social, Scripta ova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 50, disponible
en http://www.ub.edu/geocrit/sn-50.htm (consultado el 9 de marzo de 2011).
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vamente. Los vaivenes políticos, fundamentalmente de la primera mitad de
siglo, impidieron la consolidación de esta disciplina. La inestabilidad política,
traducida en una cascada de gobiernos de corta duración, cristalizó en sucesivas leyes que intentaron regular tanto los estudios de medicina como el ejercicio de la misma74.
A partir de 1843, el estudio de la Higiene se desliga del de la Fisiología.
Pero a pesar de haber adquirido carta de naturaleza propia, la importancia de
esta disciplina seguirá estando en segundo plano en la Universidad. A excepción de Monlau, en 1854, y tan sólo durante ocho meses, las cátedras de
Higiene estuvieron durante muchos años en manos de médicos de paso hacia
otras cátedras mejor valoradas75.
El papel de los tres higienistas de la etapa burguesa revolucionaria (18351874), Seoane, Monlau y Méndez Álvaro, es fundamentalmente difusor de las
teorías británicas, muy influenciadas por las alemanas y también de las francesas. Sus obras carecen de originalidad, propugnando la supeditación de la medicina a la administración pública y el no intervencionismo estatal, tal y como
defienden las tesis británicas de los seguidores del filósofo Betham76. Hay que
señalar que la población objeto de la aplicación de las medidas higiénicas radicaba en las ciudades, quedando las poblaciones rurales fuera de ellas77. De
igual manera la higiene industrial quedaba al margen de toda intervención78.
El interés por la higiene, tanto la pública como en general, se manifiesta en
el número de disposiciones legales aparecidas, fundamentalmente, entre 1851
y 186079. De la misma manera, el número de publicaciones sobre la materia
en este mismo periodo de tiempo es significativo mayor que en idénticos intervalos de tiempo de la misma centuria80.
————
74 GRANJEL, M. (1983), Pedro Felipe Monlau y la higiene española del siglo XIX, Salamanca, Cátedra de Historia de la Medicina, Universidad de Salamanca, pp. 24-25.
75 GRANJEL (1983), p. 30.
76 ALCAIDE GONZÁLEZ (1999).
77 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. y MENÉNDEZ NAVARRO, A. (2006), La tardía intervención
higiénica en el medio rural español: el caso de la lucha contra la anquilostomiasis, 1910-1960,
La Mutua (2ª época), 16, pp. 71-86.
78 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. y MENÉNDEZ NAVARRO, A. (2005), Salud, trabajo y medicina
en la España del siglo XIX. La higiene industrial en el contexto antiintervencionista, Archivos
de prevención de riesgos laborales, 8 (2). pp. 58-63. Como señalan los autores, «los derechos
ciudadanos acababan a las puertas de las fábricas» (p. 62).
79 ALCAIDE GONZÁLEZ, R. (1999). En cuanto a la Higiene, entre 1851 y 1860, aparecen
189 disposiciones legales de un total de 343 aparecidas entre 1821 y 1863.
80 GRANJEL (1983), p. 170.
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Francisco Ramírez muestra un temprano interés por la Higiene. De hecho,
el primer escrito del que tenemos constancia es sobre esta materia, publicado
en el medio en el que más se prodigó en sus inicios, La Crónica de los Hospitales. Es de 1854 y consta de siete artículos81 agrupados bajo el título de «Importancia de la higiene considerada en sus relaciones con la ciencia administrativa y moral». No se trata de un trabajo exhaustivo de higiene en todas sus
aplicaciones, sino que es más bien una extensa justificación del fomento de la
misma en el campo personal, administrativo e incluso moral.
El trabajo en su inicio realiza un largo recorrido por las culturas antiguas,
destacando los hábitos higiénicos de estos pueblos, tanto en lo privado como
en lo que se refiere al ámbito comunitario.
En la segunda parte, defiende el ejercicio físico y la investigación de las
causas de la insalubridad de los pueblos. Critica que el decreto de abril de
1854 no fomente la higiene privada, quedándose sólo en la pública. Como
punto sumamente interesante, propone aquí la creación de una asignatura de
higiene en la enseñanza primaria.
En la tercera entrega, aborda la salubridad de las viviendas, con especial
tratamiento de la ventilación. Arremete contra los especuladores del suelo.
Critica la costumbre del medio rural de mezclar personas y animales bajo el
mismo techo. La misma opinión le merece la presencia de fábricas en los
cascos urbanos. Y una crítica más a las administraciones públicas, más pendientes de la estética de los edificios que de la salubridad de los mismos.
Especialmente interesante nos parece el contenido de la cuarta parte. En él
aborda el tema de la beneficencia, expresando que «… si la índole de este
artículo nos lo permitiera, descenderíamos a consideraciones de economía
política…»82. En estas líneas hace votos por un control estatal de los establecimientos destinados a este fin, haciendo incluso nuevas fundaciones y controlando la mendicidad como en algunos departamentos franceses. Aunque
generoso de sentimientos, adolece de lo que otros muchos autores: ideas concretas83. El siguiente repaso es el de los establecimientos penitenciarios, «…
sitios de custodia y no de castigo para los presos…», criticando el mal estado
de sus instalaciones y la carencia de grandes patios en los que poder realizar
ejercicio los confinados.
————
81 RAMÍREZ VAS, F. (1854c), Importancia de la higiene considerada en sus relaciones con
la ciencia administrativa y moral, La Crónica de los Hospitales, pp. 232-238, 300-306, 328335, 357-367, 392-401, 483-494, 649-655.
82 RAMÍREZ VAS (1854c), p. 359.
83 MARSAL I FERRET, M. (2002), Pobreza y beneficencia pública en el siglo XIX español,
Valladolid, Lex Nova, pp. 53-56.
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En la quinta, defiende la hospitalidad domiciliaria, alegando que «… los
grandes hospitales son focos de infección difícil de remover…». Sigue con
una propuesta de mejora en la atención a los niños expósitos, siendo atendidos en casa de la nodriza e incentivando la buena atención de éstas.
En el penúltimo capítulo trata el problema de la insalubridad de las charcas
y de los cultivos acuáticos, defendiendo «la combatida idea del contagio».
Finaliza el trabajo abogando en su última parte por el aseo personal y el
baño, estimando en cuarenta litros de agua las necesidades diarias de cada
individuo.
El 18 de febrero de ese año de 1854, había pronunciado un discurso en la
Academia del Cuerpo de Sanidad Militar del distrito de Extremadura, que
tituló «Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus preceptos en
el Ejército». De corte similar al trabajo anterior, del que es prácticamente
coetáneo, se centra más en aspectos propios del ejército, como corresponde al
caso. Dedica buen espacio a ensalzar los beneficios del ejercicio físico y a
combatir la ociosidad del soldado. Entra, posteriormente, a valorar lo que
debe ser una buena alimentación, considerando que deben recortarse las verduras e incrementar el consumo de carnes y pescados. Considera la práctica
de la natación una buena medida, tanto higiénica como deportiva. Finalmente,
habla de la instauración de una Cartilla Militar de Higiene, donde se recogerán diversos consejos para una vida saludable del soldado.
En 1855 entra a formar parte de la Sociedade da Sciencias Medicas de
Lisboa y publica la memoria de ingreso en el Boletín de esta Academia portuguesa. En 1859 comenzó la publicación del anterior trabajo en el periódico
barcelonés La Alianza Médica, sin finalizar la misma en este medio impreso.
Esteban Quet, entonces director de dicho periódico, se comprometió con Ramírez a publicar íntegra dicha memoria en la publicación de la que se hace
cargo en 1860: La España Médica. Y en sus páginas vio por fin la luz este
trabajo, que no se diferencia en nada de los referidos anteriormente84.
HIGIENE Y ESCUELA: UN INTENTO FALLIDO
Ramírez apuntaba, como acabamos de ver, en uno de sus trabajos, la necesidad de convertir esta disciplina en materia de estudio en la escuela, como
primer escalón para acogerse a hábitos saludables. De tal manera, y siguiendo
————
84 RAMÍREZ VAS, F. (1860b), Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus
preceptos, La España Médica, pp. 66-71, 88-91, 103-106.
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la costumbre de poner en práctica lo que pensaba, se embarcó en una segunda
aventura editorial, publicando su Compendio de higiene o arte de conservar
la salud, título de resonancias conocidas de publicaciones de otros higienistas
contemporáneos. La obra —«opúsculo» lo llama su autor— va destinada a
convertirse en texto escolar, cosa que no fue posible. Veamos la estructura del
trabajo en cuestión:
Introducción.
Parte 1.ª. Influencias dependientes del individuo.
Cap. 1.º. De las influencias climatológicas.
Art. 1.º. De la composición y pesantez del aire.
Art. 2.º. De los vientos.
Art. 3.º. De la alteración del aire.
Art. 4.º. De la temperatura atmosférica. Climas.
Art. 5.º. De la electricidad atmosférica.
Art. 6.º. De la luz.
Art. 7.º. De los sonidos.
Art. 8.º. De las habitaciones.
Cap. 2.º. De las influencias cosmetológicas.
Art. 1.º. De los vestidos.
Art. 2.º. De la limpieza del cuerpo.
Cap. 3.º. De las influencias alimenticias.
Art. 1.º. De los alimentos.
Art. 2.º. De las bebidas.
Parte 2.ª. Influencias propias del hombre sobre sí mismo.
Cap. 1.º. De las influencias sensitivas y afectivas.
Artº. 1.º. De las sensaciones y pasiones.
Artº. 2.º. De las facultades intelectuales.
Artº. 3.º. Del trabajo intelectual.
Cap. 2.º. De las influencias gimnásticas.
Artº. 1.º. Del ejercicio.
Artº. 2.º. Del reposo.
Cap. 3.º. De las influencias orgánicas.
Artº. único. De las constituciones.
Cap. 4.º. De las influencias adquiridas.
Artº. único. Del hábito.
Conclusión
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
La obra fue escrita en 1852, según figura en el manuscrito, siendo remitida
para su aprobación como texto escolar. La respuesta del Real Consejo de Instrucción Pública fue negativa, «porque debiera reducirse á reglas y preceptos
propios para niños, suprimiendo lo que conviene que estos ignoren, y redactándola en términos adecuados á su comprensión»85. Viendo el índice parece
justificada la anterior negativa, en la época de su redacción, y leyendo someramente el texto, se comprende que no fuera excesivamente inteligible para
niños. No obstante, se añade adelante, se considera que:
(…) atendiendo al mérito de la obra, la Reina (q. D. g.) se ha servido resolver
que se recomiende su estudio á los Profesores de toda clase y á las corporaciones,
siempre que V. la imprima y presente dos ejemplares.
Finalmente, el trabajo, como se le pedía, se imprimió en 1858, aunque no
tenemos constancia del destino real que se le dio. Lo cierto es que sí hubo
médicos de cierto renombre, como Esteban Quet y Mariano Benavente, que
manifestaron, como veremos, su interés por la obrita.
Como es sabido, en 1860 Monlau sacaba a la luz su obra ociones de
higiene doméstica y gobierno de la casa, destinada por Real Orden a ser texto
de las escuelas86, eso sí, sólo de señoritas, ajustándose de esta manera al Artículo 5.º de la conocida «Ley Moyano» de 1857. Con similar objetivo aparecería en 1863 otra obra menos conocida, pero también destinada a texto de escuela, del higienista leonés Díez Canseco87.
OTRAS CUESTIONES DE INTERÉS
Dentro del debate surgido en torno a la nueva legislación deseada por los
médicos españoles, y que abocaría en la Ley de Sanidad de noviembre de
1855, surgieron diversas propuestas. El Estandarte Médico surgió fundamentalmente como medio de expresión de Ramírez en este tema. En sus páginas
encontramos un extenso análisis del estado de la cuestión por parte de su director y de otros profesionales, en el que no faltan propuestas. En el tercer
número del periódico, encontramos un interesante artículo sobre el proyecto
————
85
La resolución del Real Consejo lleva fecha de 18 de diciembre de 1852.
GRANJEL (1983), p. 145.
87 DÍEZ CANSECO, V. (1863), Catecismo higiénico para los niños, León, Establecimiento
tipográfico de Miñón.
86
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de Asociación Médica, al final del cual Ramírez lanza la idea de la obligatoriedad de realizar una memoria anual en los siguientes términos88 :
1º Tanto el médico como el cirujano al finalizar el año darían una memoria de
las enfermedades que hubiesen predominado; si eran endémicas, epidémicas ó contagiosas; qué causas habían determinado su manifestación; si eran accidentales ó
permanentes, y qué medidas habían de adoptarse para extinguir los focos de insalubridad y mejorar las condiciones higiénicas de la población. También acompañarían un estado de los muertos y su proporción con los curados, especificando los
métodos curativos empleados. De esta manera se reunirían preciosos materiales para la estadística y para la geografía médica de España. 2º Los farmacéuticos igualmente darían una noticia de las plantas y aguas medicinales para contribuir á perfeccionar la flora española y la hidrología médica.
En el anterior párrafo, Ramírez expresa su convicción de la utilidad de la
estadística, cuestión por la que mostrará interés también Méndez Álvaro, no
así su admirado Monlau. En el último número del periódico, vuelve a esta
idea, en oposición a la proposición de Broussais, quien afirmaba «que no es
posible hacer salir de un número otra cosa que un número»89. Propone además la asociación de la anatomía patológica y del análisis estadístico para que
el diagnóstico sea más fiable.
En el cuarto número destacamos una interesante reflexión sobre la Beneficencia. Ramírez reclama el derecho de los menesterosos a una caridad pública
y la obligación del Gobierno de proteger los asilos piadosos. Ejemplariza la
lamentable situación de la Beneficencia en dos casos, el de una señora anónima y el de un ministro, que han contribuido con dinero propio y mantas a
sostener el Hospital de Beneficencia de Madrid. La Ley General de Beneficencia de 1849 y el posterior Real Decreto de 1852, aprobado para la ejecución de dicha Ley, creaba las Juntas Provinciales de Beneficencia, estableciendo así el control del Estado sobre los establecimientos de caridad. La Ley
de Sanidad de 1855 deja en manos de las Diputaciones provinciales el control
de la Beneficencia. En su Artículo 64 se refiere a la Beneficencia domiciliaria
de esta manera: «las Juntas Provinciales de Sanidad invitarán a los Ayuntamientos a que establezcan la hospitalidad domiciliaria», evidenciando la falta
de un modelo obligatorio a seguir por parte de las entidades locales90. Esto
————
88 RAMÍREZ VAS, F. (1855d), Examen crítico del Proyecto de Asociación Médica, El Estandarte Médico, pp. 36-37.
89 RAMÍREZ VAS, F. (1855e), Importancia de la estadística, El Estandarte Médico, p. 133.
90 BARONA VILAR, C. (2006), Las políticas de la salud. La sanidad valenciana entre
1855 y 1936, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia.
112
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dará lugar a la falta de un control efectivo de las Diputaciones, especialmente,
sobre los establecimientos de beneficencia privados91, cuya situación se vería
agravada por las sucesivas desamortizaciones que sufrieron estas entidades.
De nuevo en las páginas de El Estandarte Médico, en su octavo número,
en un artículo que firma Ramírez se aboga por la especialización en pediatría,
con centros específicos para niños92. Aunque los primeros tratados sobre pediatría en España hay que buscarlos dos siglos antes93, los programas de enseñanza tardaron en reflejar la nueva tendencia. La primera cátedra de pediatría en España data de 1887 y el primer hospital pediátrico, el Niño Jesús, de
Madrid, es de 1876. Todavía en el congreso de la Sociedad Ginecológica Española que tuvo lugar en 1910, se trataron temas de pediatría.
Ramírez publica otros trabajos sobre temas terapéuticos, eligiendo para
ello el Boletín del Instituto Médico Valenciano: hernias estranguladas (publicado en 1859), gastralgias (1863) o viruela (1873). Entre 1858 y 1877 publica
en este Boletín diversos artículos, siempre de carácter científico. A excepción
del último94, en el que hace alguna puntualización —bastante irrelevante, por
cierto— a Juan Bautista Peset a propósito de un trabajo de éste sobre la historia de la medicina valenciana. Anécdotas aparte, sorprende que en este medio
escrito Ramírez no toque uno de sus temas favoritos, como es el de la higiene.
Los trabajos realizados en los últimos años, sobre todo en 1877, los dedica
a un hecho sorprendente: la curación súbita de una mujer de la localidad pacense de Villafranca de los Barros en 1874, que había quedado ciega diez
meses antes. La paciente fue estudiada desde el inicio por un pionero de la
————
91
Entre 1870 y 1874 la Inspección de Beneficencia de Badajoz, solicita reiteradamente
determinados documentos a la Santa Casa de Misericordia. Entre otros temas, se pregunta por
la falta de renovación de los cargos de la Mesa que dirige dicho establecimiento. La falta de
respuesta alguna por parte de la Mesa dará lugar a la intervención del Gobernador Civil de la
provincia en 1870 (AHMO, 5/22). En 1874, ante la falta de colaboración de la institución
benéfica, el Gobernador procede a dar un ultimátum a la Mesa (AHMO, 5/49), ordenando la
inspección de las cuentas del establecimiento, bajo la sospecha de una mala gestión, cosa que
tampoco se pudo llevar a cabo.
92 RAMÍREZ VAS, F. (1855f), Necesidad de dar más amplitud al estudio teórico y práctico
de las enfermedades de la infancia, El Estandarte Médico, p. 113.
93 ARANA AMURRIO, J.I. (2000), Evolución de los saberes pediátricos en España desde el tratado de Gerónimo Soriano. Cuatro siglos de historia, Conferencia inaugural del Congreso de la
AEP de 2000. Disponible en: http://scptfe.com/microsites/Congreso_AEP_2000/Ponencias-htm/
conferencia_inaugural.htm (Consultado el 14 de abril de 2011).
94 RAMÍREZ VAS, F. (1877a), Una duda, Boletín del Instituto Médico Valenciano, 15, pp.
220-224.
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oftalmología española: el doctor Chiralt95. Tras la súbita curación de la ciega,
el Obispado de Badajoz96 encargó una investigación a la recién creada Academia de Ciencias Médicas de Badajoz, concluyendo la Comisión creada al
efecto que no había explicación científica al hecho. La no aceptación del dictamen por una parte de los académicos originará un debate interno y externo
que tendrá su principal repercusión en el relevo de Benito Crespo como presidente de la Academia. Era el colofón a una lucha que tuvo su reflejo en las
páginas, fundamentalmente, de La Correspondencia Médica, que se hizo eco
de la teoría del principal opositor de Ramírez, Narciso Vázquez97. No parece
que Ramírez tuviera igual trato por parte de esta publicación, pues a pesar de
los contactos mantenidos con el director de la publicación, Juan Cuesta Ckerner98, el periódico, a través del administrador, da por zanjado el tema en agosto de 187799. Todo lo acontecido queda recogido en una obra que finalmente
————
95
Según consta en el expediente de investigación del Obispado (ARV, 8/29), Chiralt etiquetó el padecimiento de «neuritis óptica bilateral». La afección, según se relata en él, siguió
evolucionando hasta la pérdida, prácticamente total, de la visión.
96 El Obispado interviene en el asunto por en hecho de haberse producido la supuesta curación cuando un paso de Semana Santa transitaba ante la ciega, por lo que los testigos etiquetan el hecho como milagroso.
97 Narciso Vázquez Lemus fue uno de los miembros fundadores de la Academia pacense.
Destacó tanto o más en su faceta político-social que en la médica. «Republicano uterino», como
le llamó Miguel Maura, masón y «no creyente», vería colmadas sus aspiraciones cuando en
1934, por razón de edad, presidió las Cortes Constituyentes de la Segunda República (ENRÍQUEZ
ANSELMO, J. (1995), El Dr. Augusto Vázquez. Su tiempo y circunstancias sociopolíticas, Cáceres, Servicio de Publicaciones, Universidad de Extremadura, p. 22). La teoría de Vázquez es que
la ceguera en cuestión obedece a una contracción temporal del «anillo» de Zinn (así denomina al
ligamento de Zinn), algo más que improbable como ya entonces apuntara Ramírez, bien asesorado por otro pionero de la oftalmología: Luis Oliveres. Ramírez, al igual que Chiralt, Oliveres,
Crespo o Regino de Miguel, no encuentran explicación al caso. Si bien creen que la alteración
que originó la ceguera pudo ser una neuritis óptica o, con menor probabilidad, una «fluxión
hiperhémica crónica», no encuentran razón para una curación súbita. Éste es el motivo por el
que Ramírez, en el discurso inaugural del periodo de sesiones de la Academia de Ciencias
Médicas de Badajoz, en 1877, expresa, parafraseando a un colega: «donde acaba la ciencia
principia la duda, y yo añado: donde acaba la duda principia la fe». Sin embargo, en contra de
lo que pueda parecer, siempre se abstuvo de hablar de un posible milagro.
98 Existen diversos borradores de cartas y artículos remitidos a la redacción de este periódico referentes al asunto de la ciega. ARV, 8/11-15.
99 ARV, 8/16.
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
no vería la luz100, aunque sí nos dejaría impreso el discurso que sobre el tema
pronunció en la Academia pacense en 1877101.
LA CORRESPONDENCIA
Tanto la aparición de El Estandarte Médico como la publicación de sucesivos trabajos en prensa por parte de Ramírez generaron una abundante correspondencia con numerosos médicos. La pervivencia de estas cartas constituye un valioso testimonio de la actualidad médica, política y social del
periodo que abarcan102. Con respecto a la aparición del periódico oliventino,
se conservan numerosas suscripciones de médicos, fundamentalmente de la
provincia de Badajoz. Visto el cariz de los escritos de Ramírez a propósito de
la situación que vive tanto la medicina como los médicos, algunos suscriptores se dirigen a él para dar su opinión o para contar su caso concreto. Sobre lo
primero, la carta de Zacarías Benito103 ilustra el pesimismo reinante entre los
médicos en ese momento104:
Esto está cada vez en peor estado con haberse dividido en partidos, y aun cuando nosotros en nada nos mezclamos, nos alcanzan algunos de los efectos faltándonos, hasta el más inferior, á las consideraciones que debieran tenernos: sobre todo
es intolerable la exigencia de que nadie ha de morirse (…) mi compañero ha sido
hasta insultado, y á mí se me ha faltado: nos hemos quejado á la autoridad, y está
————
100 ARV, leg. VIII, carpeta 1. Con el título de La ciega de Villafranca. Estudio médico de
su enfermedad: su curación instantánea y prodigiosa. Contaba incluso con la censura eclesiástica. Era, por tanto, el texto para entregar a imprenta. Es más que probable que la impresión no se llevara a cabo por motivos de salud del autor.
101 RAMÍREZ VAS, F. (1877b), Sobre la curación súbita y espontánea de la ceguera de Felisa Sánchez, Badajoz, Imprenta de José Santamaría.
102 SÁNCHEZ ÁLVAREZ, J.L. y PERAL PACHECO, D. (2005), La correspondencia del doctor
Francisco Ramírez Vas (1818-1880). Una breve reseña, Revista de Estudios Extremeños, LXI
(1), pp. 189-204. Diputación de Badajoz, Servicio de Publicaciones, P. 189-204. En este somero trabajo se ha agrupado la correspondencia en función de la ocupación del remitente.
Encontramos entre los remitentes políticos, escritores, editores, impresores, familiares, y,
sobre todo, médicos; siendo, por tanto, una excelente fuente de información de aquella época.
103 De este médico se sabe poco. Estuvo de médico en Corral de Almaguer. En 1861 era
director del Hospital de dementes de Toledo. En FERNÁNDEZ-TORRES, B, MÁRQUEZ-ESPINÓS,
C. y MULAS BÉJAR, M. de las (2001), Controversias en torno al dolor y la anestesia inhalatoria
en la España del siglo XIX, Revista Española de Anestesiología y Reanimación, 48, p. 237.
104 ARV. 13/134. Carta de 18 de mayo de 1855.
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DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ
pronta á protegernos; pero qué medida tomar contra hombres de tu partido, cuando
las mas noches andan á trabucazos?. Por manera que el compañero se despide y se
va á Valencia, adonde tiene casa, y yo lo haré tan luego encuentre colocación.
Otro ejemplo que retrata la situación límite que vivían los médicos, particularmente en poblaciones rurales, donde de forma más intensa se hacía notar
el despotismo de las autoridades locales, lo encontramos en la misiva de José
Sánchez, médico de Alcántara. En ella solicita la anulación de la suscripción
a El Estandarte Médico «por persecución de estos caciques», como refiere
literalmente105.
El periódico de Ramírez y sus opiniones vertidas en él le acarrearon una
cierta fama entre el mundo periodístico. Nada más cerrar sus páginas, su director comenzó a recibir ofrecimientos de otros periódicos para que escribiera
en ellos, como El Iris de la Medicina106 y El Porvenir Médico107. Con respecto al cierre del periódico, un comentario de Zacarías Benito viene, veladamente, a reforzar las críticas que Ramírez hizo a la dirección de El Siglo Médico108:
Siento en el alma que su apreciable periódico no haya podido sostenerse, por
que, á lo que he visto, amen de la excelente parte doctrinal, las clases médicas tenían un buen defensor de sus intereses, con mucha mas razon que otros de igual modo que solo atienden á los suyos propios; pero la suerte de los periódicos de provincia, está ya bien regulada por la posición de los profesores en general. Hay
algunos tiburones en la Corte que todo lo absorven; y no puede menos de ser así,
porque los facultativos de partido no pueden inscribirse á todos los periódicos útiles, por grande que sea su entusiasmo, á causa de su precaria situación. Pero á bien
que ahora las Cortes y diputados médicos lo arreglarán…
La mayoría de las cartas que se conservan de los diversos directores de revistas y periódicos médicos hablan de la publicación de diversos trabajos de
Ramírez, y del interés despertado por el autor, como señala Félix Borrel, de
El Pabellón Médico109:
————
105
ARV, 13/60. Carta fechada el 18 de marzo de 1855.
ARV. 3/70. Carta de la dirección, de fecha 13 de abril de 1855 ofreciéndole a Ramírez
sus páginas para publicar.
107 ARV. 13/71. Carta del director, Enrique Méndez, de 24 de abril de 1855, en similares
términos que la anterior. El ofrecimiento lo reitera el nuevo director, nombrado poco después,
Marcial de Reyna, mediante carta de 21 de mayo siguiente (ARV, 13/113).
108 ARV. 13/66. La carta es de 27 de marzo de 1855.
109 ARV. 13/ 37. Carta de 28 de diciembre de 1861.
106
116
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
Muy Sr. mío y estimado comprofesor: habiendo observado hace muchos años
que es Vd. colaborador tan laborioso como ilustrado de varios periódicos de Medicina que se publican en España, aprovecho la ocasión de tenerle que dar á Vd. las
gracias por haberse dignado suscribirse á el “Pabellón”, para ofrecerle las columnas del mismo, en la seguridad de que se dignara Vd. honrarlas con sus escritos éstos aparecerán en lugar preferente y se procurarán que aparezcan con toda la corrección tipográfica que mi periódico tiene acreditada.
En similar sentido se pronunciarán otros, como José Benito Benavides (La
Crónica de los Hospitales), Rafael Ulecia (Revista de Medicina y Cirugía
prácticas, nacional y extranjeras), Sánchez Rubio (La España Médica), Esteban Quet (La Alianza Médica), Francisco de Paula Alafont (Boletín del Instituto Médico Valenciano), además de los mencionados Reyna y Méndez.
Caso aparte es el de Méndez Álvaro, director de El Siglo Médico. El primer contacto de Ramírez con el director de El Siglo Médico, el periódico de
mayor prestigio y que mejores plumas contaba entre sus filas, fue a propósito
del nacimiento del rotativo de Olivenza. Ya las cosas comenzaron como luego continuarían: con un permanente desencuentro entre los dos directores.
Ramírez envió, como a otros periódicos, el prospecto del suyo, que no fue
publicado por El Siglo Médico. Hecho que provocaría la crítica de Ramírez a
la dirección del periódico madrileño, críticas que se repetirían desde las páginas de El Estandarte. La que posiblemente es la primera carta de Méndez
Álvaro a Ramírez viene motivada por esas críticas vertidas en el periódico
pacense. En ella se excusa por no haber publicado el referido prospecto, debido a que no lo recibieron en la redacción de su periódico110.
Ya en el terreno científico, también se conservan diversas cartas en las que
el remitente valora lo publicado por Ramírez. De una de las cartas de Benavides, a propósito de estos trabajos, extraemos unas líneas referentes a la contagiosidad del cólera111:
Mui Sr mio y mi estimado colaborador: Con mucho placer he recivido sus atentas de V una en Valencia y otra hallándome de vuelta en Madrid.
Con la primera recibí un verdadero testimonio de su deferencia, laboriosidad é
interés por los adelantos de la ciencia y con la segunda, después de repetir los ofrecimientos que en aquella, su artículo dedicado á provar la contagiosidad del Cólera
morbo asiático. Tanto por lo uno como por lo otro debo manifestarle mi eterna gratitud y la de esta redacción, advirtiéndole al mismo tiempo que esta ha recivido un
————
110
ARV, 3/89. La carta no tiene fecha pero, por el tema tratado, podemos ubicarla en los
primeros meses de 1855.
111 ARV. 13/65. Carta de 4 de octubre de 1854.
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obsequio considerandole como uno de sus colaboradores. Yo por mi parte estoy tan
de acuerdo con las ideas emitidas por V. en su ultimo artículo relativamente al contagio que si algún día mi ocupación me lo permite pienso tratar con alguna estensión el mismo asunto y en el mismo sentido que V. lo hace, aunque acaso, no con
tanto tino como requiere materia tan delicada.
Sobre sus trabajos de higiene mostró especial interés Estaban Quet:
Hay reparaciones tardías, pero que entre personas generosas siempre, o en todas ocasiones, se aprecian.
Cuando en Barcelona publicaba La Alianza Médica, merecí de V el favor de
las Memorias sobre la Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus
preceptos, la q, como V. sabe, empecé á insertar en dicho periódico, publicando su
mayor parte (…) y con mi traslado á esta corte me quedé en Barcelona el final de
dichas Memorias, sin que acertase nunca á remitírselo, por cuyo unico motivo no
acabé de darle á luz (…) á la muerte definitiva de dicha Alianza.(…). Ahora obra
en mi poder la conclusión de la misma, y mi objeto (…) es indicarle o saber si tiene el inconveniente en q se reproduzca entera en la España Médica, ya que escribe
V. también en ella, pues es verdaderamente lástima q dicho trabajo, rico en preciosos datos y bellas ideas no alcance la mayor publicidad posible.”112
Igualmente, su pequeño compendio de higiene suscitó interés entre algunos de los personajes mencionados más atrás, como Quet. Mariano Benavente
es más expresivo al respecto113:
Mi estimado amigo: adjunto remito á V. un cristal de vacuna fresca, estraída
hoy mismo de los granos de un niño robusto, y que juzgo preferible á la inglesa por
que dá generalmente resultados mas seguros que esta. Nada me ha costado el obtenerla, por que entre sastres no se pagan hechuras; y por lo tanto puede V. indicarme el destino que he de dar á las diez v. q tengo en mi poder. Su Compendio de
Higiene me gusta como todo lo que V. escribe, y me parece que si le hubiera V.
dado alguna mas estensión, pudiera haber cogido algún fruto destinándolo á los
alumnos de las facultades de Medicina, los cuales lo hubieran comprado por ahorrarse el trabajo de leer obras más estensas. De todos modos siento que haya V. sufrido el percance de no haber sido atendido por el Gobierno (lo cual es bastante
común, por desgracia, en esta tierra de garbanzos) (…). De seguro hubiera V. vendido una ó dos ediciones de su compendio, si se hubiera publicado en Paris y se
llamara V. Mr. Vas!...
————
112
ARV. 13/35. Carta de 22 de enero de 1859. En 1860 publicaría en el mismo periódico
Importancia y necesidad de la Estadística, La España Médica, p. 405.
113 ARV, 13/67 b. Carta de 13 de marzo de 1863.
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
En otro orden de cosas, la correspondencia mantenida con Monlau tiene
mucho que ver con la pertenencia de éste al Real Consejo de Sanidad. Él es el
que informa a Ramírez de la futura concesión de una de las condecoraciones
que, como vimos, le fueron otorgadas; y de paso, nos muestra la faceta más
ambiciosa del médico afincado en Olivenza114:
(…) ayer se acordó proponer á V para la Cruz de Carlos 3º, que es cruz de más
categoría que la de Isabel la Católica, que V. deseaba.
En otra de ellas, amén de otros detalles, nos habla de la futura visita al Lazareto de Mahón115:
(…) hace tres días llegué de Panticosa (…) y me encontré con la favorecida de
V. del 5 pidiéndome nuevamente vacunas. Sin embargo, difícil hubiera sido servirle á V., porque no sé de donde sacarla, á pesar de todas mis gestiones. De Valencia,
la Comisión del Instituto se me negó rotundamente á remitir vacuna durante la canícula; y ahora que me prometía encontrarla muy pronto, recibí ayer la órden de
pasar á inspeccionar el Lazareto de Mahon, viaje que emprendo mañana, por la vía
de Alicante.
Sin embargo, a pesar de la manifiesta y pública admiración que Ramírez
sentía por Monlau, no hay constancia alguna del más mínimo intercambio de
pareceres sobre Higiene. Otro tanto ocurre con la Pediatría: ningún comentario
entre Ramírez y Ulecia o Benavente, pioneros de esta disciplina en España116.
Finalmente, leemos la opinión de Aureliano Maestre de San Juan sobre su
buen amigo y condiscípulo Ramírez117:
He leido diferentes artículos en los periódicos médicos debidos á tu buena
pluma que me han gustado mucho y corroborado la buena idea que siempre tuve de
tus talentos.
Tengo el gusto de remitirte el ejemplar que deseas el cual espero aceptes en
testimonio de nuestra antigua amistad; así mismo también te envío adjunto un
ejemplar de una memoria q escribí el año pasado sobre el cloroformo y q recorda-
————
114
ARV, 13/ 121. Carta de 27 de noviembre de 1855.
ARV, leg. XI, carpeta 7 c. Carta de 29 de agosto de 1858.
116 Encontramos la misma circunstancia en torno a la literatura, que constituía su segunda
actividad. En todas las cartas que remite Adelardo López de Ayala, dramaturgo de gran éxito
en vida y varias veces ministro liberal, no hay referencia alguna a temas literarios, tan sólo
interesa la política.
117 ARV, 11/ 9 a. La carta, remitida desde Granada, es de 2 de enero de 1861.
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rás dio motivo á varios debates en la prensa, y cuyo tratº deseo utilices en tu practica y espongas tu opinión acerca de él.
Otra carta de Maestre de San Juan cierra este recorrido por la correspondencia de Ramírez. El relato que en ella nos hace de su periplo por parte de
Europa, aun sin detallar nada en concreto, pone de manifiesto el escalón que
separa a nuestra medicina de la de los países que visita, a la vez que señala el
camino que su autor está emprendiendo en pos de la Histología española118:
En efecto llevé a cabo este último verano una escursión científica cuya marcha
fue de Madrid a Zaragoza Barcelona, Gerona, Figueras, Perpignan, Nimes, Narbona, Cette Nouvelle, Montpellier, Marsella, Lyon, París, Amiens, Londres, Tours,
Burdeos; y me vine por Irun, San Sebastián, Pasages, Vitoria, Burgos, Valladolid,
Ávila, a Madrid y después á ésta tu casa.
Visité todos los hospitales civiles y militares de todas estas poblaciones, especialmente en Montpellier, su escuela, en Lyon su escuela a la que me acompañó el
Dr. Petrequin, y en París en donde asistí a las lecciones de los Profs. en la Facultad,
vi todos los hospitales, serví de ayudante en operaciones a Maisonneuve, Velpeau,
Jober, Depaul, etc., estube en Charenton Bicetre La Salpetriere, etc y estudié detenidamente los preciosos museos de Orfila y Dupuytren en donde admiré las preparaciones de Sapey, Robin, Bourgnon etc.
En Londres admiré sus verdaderas maravillas, y visité la escuela y su famoso
museo de Hunter, así como los hospitales de Gay, Brompton, S. Jorje, S. Bartolomé, Chelsea, este y sus preciosos museos anats. del mismo modo que varios mus.
anats. particulares, y la famosa casa de orates de Bedlam etc., etc, deteniéndome en
esta inmensa ciudad especialmente en ver las colecciones micrográficas etc.
Sería el nunca acabar si te escribiera todo lo que he visto. Tengo proyectado
otro viaje para dentro de un par de veranos á Bélgica, Holanda, Prusia, Austria y
Rusia, y si puedo disponer de bastante tiempo también a Italia.
Supongo asistirás al congreso médico de Madrid y remitirás también algunos
trabajos; por mi parte haré todos los esfuerzos por concurrir, veremos si estas asociaciones se aclimatan en España como lo están en el estranjero.
CONCLUSIONES
El recorrido por las publicaciones de Francisco Ramírez Vas nos permite
hacer básicamente dos apreciaciones. De un lado, el posicionamiento beligerante del autor en cuestiones profesionales; de otro, su escasa originalidad en
los temas científicos. Esto último, quizá, era mal común, no ya en la prensa
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118
120
ARV, 11/ 9 b. Carta de 14 de febrero de 1863.
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FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX
española, sino en nuestra medicina. Lo que no le resta mérito en su papel de
propagador de las teorías que pensaba más acertadas, bien fuera sobre higiene, sobre la contagiosidad del cólera, sobre la utilidad de la estadística o sobre
los demás temas analizados.
En la progresiva actualización de nuestros médicos tiene mucho que ver la
difusión de los medios escritos, entre los que destaca la prensa médica. A
mediados del XIX, el periodismo médico adquiere además un papel reivindicativo de los intereses profesionales médicos, justificando la aparición de
periódicos en pequeñas localidades de la periferia geográfica. Éste es el caso
de El Estandarte Médico, púlpito de voces discordantes en lo profesional y
mero difusor de cuestiones científicas planteadas en otros medios.
La correspondencia surgida a la sombra de los diversos artículos que publica Ramírez suponen un excelente complemento informativo de las cuestiones que se tratan en algunos de ellos. Tienen, además, el valor añadido de
reflejar ciertos aspectos de la realidad de la medicina española y de algunos
de sus nombres.
A nivel profesional, el mayor mérito de Francisco Ramírez, por fortuna para sus pacientes, fue llevar a su práctica diaria las tesis que defendió en sus
trabajos, haciendo buena la expresión de Sigerist119:
No son ciertamente los grandes médicos los que determinan el estado sanitario
de una población, sino el ejército de los médicos prácticos que, dispersos por todo
el país, se hallan al lado del enfermo.
Recibido: 5 de octubre de 2007.
Aceptado: 24 de octubre de 2009.
————
119 SIGERIST, H.E. (1919), Grosse Ärtze, Barcelona, Ediciones AVE, p. 8. Traducción de
Francisco Arasa y Manuel Scholz en 1949.
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121
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO
INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS*
Ricardo Pessa de Oliveira**
Fundação Calouste Gulbenkian
RESUMO
Em Novembro de 1789 foi criada a Junta do Exame do Estado Actual e Melhoramento
Temporal das Ordens Regulares. Entre outros aspectos cada casa religiosa devia dar a conhecer à
Instituição o seu património móvel e imóvel. De entre os bens inventariados contavam-se os
pertencentes às enfermarias e boticas. No presente artigo pretendemos estudar estes espaços
recorrendo a registos de uma série de casas religiosas escolhidas sem preferência regional ou
Ordem religiosa. Tentaremos responder a questões tais como: quais os objetos que formavam estes
espaços, se estariam bem apetrechados e ainda se existiriam grandes diferenças consoante Ordem
religiosa e localização da Casa.
PALAVRAS CHAVE: Século XIX. Boticas. Casas Religiosas. Cultura Material. Farmacopéias.
TO THE STUDY OF CONVENTUAL HEALTH IN THE BEGINNING OF 19TH
CENTURY: THE PHARMACIES
ABSTRACT
The institution Junta do Exame do Estado Actual e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares (Examination Council for the Actual State and Temporal Improvement of the Religious Orders) was created in November of 1789. Among other things, each Religious House should inform
that institution about its heritage either the movables and the landed estates. The inventorying
included all the goods belonging to wards and drugstores. In this paper we aim to study those places using records obtained from a variety of Religious Houses with no regional or Religious Order
preferences. We will try to give answers to questions related to that spaces such as: “Which objects
could be found inside the Houses?”; “Were they prorperly equiped?” and “Were there big differences between them in what concerns Religious Orders and Houses locations?”
KEY WORDS: 19th century. Pharmacy. Religious Houses. Material Culture. Pharmacopoeias.
————
*
Texto apresentado ao XXVIII Encontro da Associação de História Económica e Social
(APHES), o qual teve lugar em Guimarães, Portugal, nos dias 21 e 22 de Novembro de 2008.
** Doutorando em História Moderna pela Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa. Bolseiro da Fundação Calouste Gulbenkian, contacto: [email protected].
123
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
1. INTRODUÇÃO
A 21 de Novembro de 1789, foi criada a Junta do Exame do Estado Actual
e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares1. A instituição manteve-se
em funcionamento até 1829, quando D. Miguel ordenou a sua extinção. Em
Agosto de 1833, viria a ser restaurada por D. Pedro IV, sendo definitivamente
abolida a 10 de Outubro de 1834, sem conseguir atingir os propósitos para os
quais havia sido constituída2. No momento da sua criação foi nomeado presidente o bispo do Algarve, D. José Maria de Melo, que seria coadjuvado por
seis deputados. O visconde de Vila Nova da Cerveira, D. Tomás Xavier de
Lima Nogueira Vasconcelos Teles da Silva, ficou encarregue do expediente
do despacho da instituição. Cada casa religiosa devia dar a conhecer à Junta o
número de religiosos que possuía, qual o seu património móvel e imóvel, qual
o valor das rendas bem como a sua natureza e quais as dívidas activas e passivas. Pretendia-se, pois, conhecer o estado dos conventos e mosteiros para
uma posterior actuação, sobretudo no sentido de racionalizar aqueles espaços,
suprimindo e unindo determinadas casas, quando tal se justificasse, tentando
resolver os problemas financeiros das mesmas. De entre os bens inventariados
contavam-se os pertencentes às sacristias, coros, celas, cozinhas3, refeitórios,
ucharias, adegas, enfermarias e boticas. No artigo que ora se publica pretendemos estudar as boticas conventuais recorrendo a registos de uma série de
casas religiosas escolhidas sem preferência regional ou de ordem religiosa.
Tentaremos responder a questões tais como: quais os objetos que formavam
estes espaços, estariam as boticas bem apetrechadas e ainda se existiriam
grandes diferenças consoante as ordens religiosas e a localização da Casa.
A farmácia portuguesa de Seiscentos e Setecentos foi fortemente marcada
pelas boticas conventuais. O número de casas religiosas que possuía tais espaços era elevado. Estas foram sendo instituídas desde cedo, muitas vezes
destinadas a servir os hospitais dos conventos. Foi o caso da botica do mostei-
————
1 Cf. o decreto de D. Maria I que instituiu a Junta em SILVA, A.D. (1974), Collecção de
Legislação Portugueza, desde a ultima compilação das Ordenações, 1775 a 1790, Lisboa,
Tipografia Maigrence, pp. 572-574; CORREIA, J.E.H. (1974), Liberalismo e Catolicismo. O
Problema Congreganista (1820-1823), Coimbra, Universidade de Coimbra, , pp. 261-263.
2 ABREU, L. (2004), Um Parecer da Junta de Exame do Estado Actual e Melhoramento
Temporal das Ordens Regulares nas Vésperas do Decreto de 30 de Maio de 1834. En Estudos
em Homenagem a Luís António de Oliveira Ramos, vol. 1, Porto, Faculdade de Letras da
Universidade do Porto, pp. 117-130; BRAGA, I.M.D. (2007), Para o estudo da bateria de cozinha conventual no início do século XIX, Lusíada, História, n.º 4, p. 206.
3 BRAGA (2007), pp. 201-225.
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
ro de São Vicente de Fora que terá sido criada em simultâneo com o hospital
no ano de 11824. Entre as boticas de maior importância e prestígio contavamse as dos cônegos regulares de Santo Agostinho, nomeadamente a do mosteiro de Santa Cruz de Coimbra, a já referida de São Vicente de Fora5 e a do
convento de Mafra6. Mas muitas outras ordens possuíram importantes boticas,
tais como dominicanos7, jesuítas8, carmelitas, beneditinos9 e oratorianos. Refira-se ainda que algumas casas religiosas femininas, como as carmelitas do
convento do Carmo de Tentúgal, usufruíram igualmente de botica10. Não obstante o quase monopólio das boticas conventuais, muitas comunidades religiosas, sobretudo femininas, continuavam a recorrer a boticas leigas11. As
————
4
BASSO, P. e NETO, J. (1994), O Real Mosteiro de São Vicente de Fora. In A Botica de
São Vicente de Fora, Lisboa, Associação Nacional das Farmácias, p. 13.
5 BASSO e NETO (1994), pp. 13-17; DIAS, J.P.S. e PITA, R. (1994), A Botica de São Vicente e a Farmácia nos mosteiros e conventos da Lisboa Setecentista. In A Botica de São
Vicente de Fora, Lisboa, Associação Nacional das Farmácias, pp. 19-25.
6 CARVALHO, A. (1948), A antiga botica do convento de Mafra e o material actualmente
existente. In Actas do I Congresso Luso-Espanhol de Farmácia, Lisboa, Coimbra Editora, pp.
1-26 (citado pela separata). Sobre boticas dos frades crúzios cf. ainda SILVA, A.C.C. (1972),
Inventário de uma botica conventual do século XVIII, Anais da Faculdade de Farmácia do
Porto, XXXII, pp. 9-37 (citado pela separata); MARQUES, J. (2008), A botica do mosteiro de
Santa Maria de Landim — 1770. In Actas do III Encontro Cultural de São Cristóvão de Lafões, (Mosteiro e Saúde. Cerca, botica e enfermaria), São Cristóvão de Lafões, Sociedade do
Mosteiro de São Cristóvão de Lafões, pp. 25-58. Ambos os textos utilizaram como fonte os
inventários levados a cabo aquando da extinção de nove mosteiros dos cónegos regrantes em
benefício do convento de Mafra, supressão de que foi juiz D. João Cosme da Cunha. Sobre
esta figura cf. OLIVEIRA, R.P. (2007), Uma Vida no Santo Ofício: o Inquisidor Geral D. João
Cosme da Cunha, Lisboa, Dissertação de Mestrado em História Moderna apresentada à Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa, exemplar mimeografado.
7 DIAS, J.P.S. (1986), A botica do Convento de São Domingos de Lisboa num poema de
Serrão de Castro (finais do século XVII), Farmácia Portuguesa, 37, pp. 46-47.
8 Sobre a botica inaciana do Colégio de Santo Antão cf. DIAS e PITA (1994), pp. 21-22.
9 Sobre a botica do Mosteiro de Tibães cf. MATA, A.M.R. (1992), A Botica de Tibães.
In A Botica, séculos XVII-XVIII, Catálogo da Exposição, Braga, Instituto Português de Museus, Museu dos Biscainhos, Museu do Mosteiro de São Martinho de Tibães, pp. não numeradas. A propósito das boticas dos mosteiros beneditinos existe um estudo inédito, ao qual não
tivemos acesso, da autoria de AFONSO, M.P.M.B. (1991), As boticas da Congregação de São
Bento de Portugal, Porto, Universidade Portucalense.
10 DIAS e PITA (1994), pp. 19-20.
11 Cf. DIAS, J.P.S. (2007), Droguistas, Boticários e Segredistas. Ciência e Sociedade na
Produção de Medicamentos na Lisboa de Setecentos, Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian,
Fundação para a Ciência e a Tecnologia, p. 151.
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RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
clarissas do convento de Nossa Senhora dos Poderes, de Via Longa, deviam em
1823, ao boticário Alexandre de Freitas 107.105 réis, ao boticário de Alverca
1.700 réis e ao boticário de Via Longa 81.800 réis12. Também os religiosos do
convento do Santíssimo Sacramento da Ordem de São Paulo, de Lisboa, deviam
ao boticário João Evangelista Guerreiro de medicamentos «athe ao fim do primeiro trimestre deste anno [1823], settenta mil réis em papel, e vinte mil seiscentos e vinte réis na forma»13. A despesa deste convento em botica foi estimada em
100.000 réis por ano sendo que «excede quazi todos os annos»14.
2. BOTICAS E BOTICÁRIOS
A documentação consultada, produzida no ano de 1823, deu conta de nove
boticas conventuais de diversas Ordens religiosas, todas elas masculinas.
Como se pode observar no quadro 1, temos quatro boticas pertencentes à Ordem do Carmo, duas à Ordem de São Domingos, igual número à Ordem de
São Bento e uma à Terceira Ordem da Penitência de São Francisco. No que
diz respeito à localização dos conventos e mosteiros temos cinco na região de
Lisboa, três no Norte do país e um no Sul de Portugal.
QUADRO 1. CASAS RELIGIOSAS
Convento
Convento de São João da
Pesqueira
Convento Carmelitas Descalços de Tavira
Convento Corpus Christi
Convento Nossa Senhora
dos Remédios
Mosteiro Santo André
Rendufe
Localização
São João da Pesqueira
Tavira
Lisboa, Rua dos Fanqueiros
Lisboa, Rua das Janelas Verdes
Rendufe (Amares)
Ordem
Terceira Ordem da Penitência
de São Francisco
Ordem do Carmo
(Carmelitas Descalços)
Ordem do Carmo
(Carmelitas Descalços)
Ordem do Carmo
(Carmelitas Descalços)
São Bento
(Beneditinos)
————
12
Lisboa, Arquivo Nacional Torre do Tombos (A.N.T.T.), Ministério dos Negócios
Eclesiásticos e Justiça (MNEJ), caixa 225, maço 280.
13 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 188, maço 234.
14 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 188, maço 234.
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Convento
Mosteiro de Paço de Sousa
Localização
Paço de Sousa (Penafiel)
Convento de São Domingos
Lisboa, Rossio
Convento de São Sebastião
Setúbal
Convento de Nossa Senhora da Piedade
Cascais
Ordem
São Bento
(Beneditinos)
São Domingos
(Dominicanos)
São Domingos
(Dominicanos)
Ordem do Carmo
(Carmelitas Descalços)
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa 225,
maço 280; caixa 229, maço 283; caixa 231, maço 285.
A 25 de Janeiro de 1823, José da Silva Carvalho a quem fora confiada a
pasta dos Negócios Eclesiásticos e da Justiça no ano de 1821, assinou umas
Instruções para os inventários das casas religiosas. O artigo n.º 3 do documento mencionava que o juiz havia de descrever em primeiro lugar o convento com todos os seus lugares regulares, como o número de celas, acomodações, oficinas e mais casas, dando conta do estado em que as mesmas se encontravam. Nestas descrições encontramos algumas referências às boticas,
ainda que na maior parte dos casos não refiram nada de extraordinário. Sobre
o convento de São João da Pesqueira o inventariante apenas referiu existir
uma botica com seu armazém15. O convento de Nossa Senhora da Piedade da
vila de Cascais tinha no «baixo [do mesmo] as commudidades seguintes: hum
refeitorio, huma cozinha, huma caza que cerve de adega e celeiro, pegada
com esta caza está outra que serve de amacaria e pegadas a estas está huma
caza que cerve de botica»16. São Domingos possuía uma casa de botica e outras duas casas onde se guardavam os utensílios17. Já o juiz que procedeu ao
inventário do convento de Corpus Christi em Lisboa refere algo de maior
importância uma vez que deu conta de uma casa de botica e uma casa de destilação da mesma18. O convento de São Sebastião possuía uma botica com
laboratório19. Não obstante, tal não significa que esta botica não adquirisse
remédios já preparados. Em meados de Setecentos a botica do Colégio de
————
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Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
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RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Santo Antão apesar de ter sala própria para a preparação de medicamentos
adquiria grandes porções de substâncias químicas já preparadas. Tal facto
prova que mesmo dispondo da logística exigida para a manipulação química
nem sempre se faria uso da mesma, de forma constante20.
No que respeita aos padres boticários conhecemos alguns dos seus nomes
e qualidades científicas. O encarregado da botica do convento de Nossa Senhora dos Remédios era frei José de São Domingos21. O padre boticário do
mosteiro beneditino de Paço de Sousa era frei Manuel de Santa Catarina22.
Frei José dos Remédios era o boticário do convento do Carmo de Tavira23.
Frei António de Jesus Maria era boticário no Convento de Corpus Christi24. É
difícil avaliar os conhecimentos e o nível científico dos padres boticários.
Ainda assim conseguimos recolher alguns dados que revelam alguns pormenores a esse respeito. Do boticário do convento de Nossa Senhora da Piedade
escreveu-se ser de muito boa instrução na química e na botânica25. Numa
referência aos religiosos hábeis do convento do Carmo de Tavira foi mencionado o padre boticário frei José dos Remédios, como sendo igualmente muito
hábil nestas duas disciplinas26. Os conhecimentos científicos destes padres
foram tão mais importantes se tivermos em conta o importante contributo que
deram na produção literária farmacêutica, de que se destaca, pelo seu pioneirismo, a Pharmacopea Lusitana da autoria de D. Caetano de Santo António.
Mas os funcionários destas boticas não eram unicamente religiosos. Por
exemplo, numa relação de 1790, sobre os criados do convento dos religiosos
Carmelitas Descalços de Nossa Senhora do Monte do Carmo, situado em
Aveiro, entre lavradores, forneiro, almocreve e horticultor contavam-se dois
praticantes da botica, a saber um José Caetano e um tal António, os quais
auferiam 14.400 réis anuais27. Em 1823, a comunidade de São Domingos de
Lisboa despendia 259.200 réis com as quatro pessoas que trabalhavam na sua
botica28. O número de elementos que trabalhavam nas boticas conventuais
comprova por si só a real importância destes espaços.
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DIAS (2007), pp. 124 e 126.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
3. O PATRIMÓNIO DAS BOTICAS
Francisco Tavares na Pharmacopea Geral de 1794 enunciou o equipamento
que cada botica deveria possuir. Este deveria constar de alambiques, almofarizes, balanças, coadores, espátulas, colheres, escumadeiras, funis, fornos, garrafas, prensas, panelas, peneiros, pedras de preparo, retortas, tachos e vasos29.
Em todas as boticas estudadas existiam grandes quantidades de vasos de
diversos tamanhos, feitios e cores. Temos vasos de pó de pedra, de vidro, de
louça e de barro. De entre os vasos de vidro contavam-se as chamadas redomas, de gargalo comprido e estreito, e de bojo largo, e as cacetas. Quanto às
cores predominavam os azuis e brancos. Os vidros de botica existiam igualmente em enormes porções. O convento de Nossa Senhora dos Remédios era
detentor de 530 vidros entre sortidos (220), grandes (180) e pequenos (130)
que valiam um total de 33.300 réis. O convento de Corpus Christi tinha 238
vidros sorteados, de diversos tamanhos avaliados em 19.040 réis. Já o convento de São João da Pesqueira possuía 173 vidros pequenos com rolha do
mesmo material avaliados em 27.680 réis. Cada botica possuía igualmente
almofarizes e alambiques. Os primeiros foram inventariados como sendo de
diversos materiais e formas, existindo os de vidro, de bronze, de cobre, de
chumbo, de ferro, de mármore e ainda os de chumbo com mão de marfim, de
marfim com mão de madeira e os de pedra não especificada. O convento de
São João da Pesqueira foi aquele em que foi registado um maior número destes instrumentos, a saber dez. Quanto aos alambiques, estes eram na maioria
das vezes de cobre mas também de lata ou de folha. Em cinco boticas foram
catalogados grais de pedra, vidro e marfim. Destaque para a botica do convento de São Domingos de Lisboa que possuía oito grais, a saber cinco de
pedra, dois de marfim e um de vidro, que em conjunto importavam 580 réis.
Em alguns destes espaços foram registadas prensas e mesas de laboratório. O
convento de São João da Pesqueira possuía uma prensa de madeira avaliada
em 4.800 réis, bem como uma mesa de laboratório no valor de 1.600 réis. Os
religiosos de Tavira dispunham de uma prensa de parafuso de ferro no valor
de 6.400 réis, já o convento de Nossa Senhora da Piedade era proprietário de
uma prensa que, devido ao seu mau estado, foi avaliada em 800 réis. Para
obtenção das mezinhas e manipulação das drogas existiam ainda peneiras,
tamises e sedaços, raladores, escumadeiras, espátulas, fogareiros e candeeiros.
Em boa parte dos conventos encontramos também açucareiros, alguidares,
————
29 PITA, J.R (1996), Farmácia, Medicina e Saúde Pública em Portugal (1772-1836),
Coimbra, Minerva Editora, p. 216.
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bacias, bilhas, canecos, cântaros, colheres, copos, facas, frascos, funis, garrafas, latas, panelas, pires, potes, púcaros, tachos e tesouras.
Entre os objetos pouco comuns contaram-se três pedras de preparo e duas
retortas pertencentes à botica do convento Corpus Christi em Lisboa30; quatro
pratos, igual número de comadres, três seringas, uma pedra para emplastros,
um termómetro, um crivo, um machado, um martelo e um esquentador tudo
pertencente à farmácia conventual de São Domingos de Lisboa31.
Indispensáveis em qualquer botica eram as balanças, os pesos e as medidas32. Estabelecidos pelas Ordenações do Reino, o conjunto de pesos e medidas pertencentes aos boticários leigos deviam ser aferidos duas vezes ao ano.
Não obstante, as boticas conventuais estavam livres desta obrigatoriedade.
Nos conventos estudados existiam balanças de diversos tamanhos e feitios.
Neste particular destaque para o convento de Nossa Senhora da Piedade que
possuía quatro balanças avaliadas em 9.600 réis. No que respeita aos pesos
utilizados temos os de arrátel (0,459 quilos) e os de meio arrátel (0, 230 quilos), sendo que o arrátel árabe pesava 12 ½ onças. Existiam ainda medidas de
libra (0,489 ou 0,326 quilos), meia libra (0,244 ou 0,163 quilos), onça (0,029
quilos) e meia onça (0,014 quilos).
A armação da botica, nos casos em que foi inventariada, representou sempre uma elevada percentagem do valor total da farmácia. Entre as armações
destaque para a pertencente ao convento do Corpus Christi em Lisboa, avaliada em 60.000 réis, que correspondia a 45.5% do valor total. Esta era «constante de duas cazas, a saber parteleiras em roda da casa e gavetas por baixo e
um frontispicio com duas portas de entrada, huma urna no meio, e na casa
anterior he composta de parteleiras e gavetas e hum balcao tudo para as acomodações de utensilios da mesma botica, tudo em madeira de pinho com alguns doirados, huma banca e huma cadeira com assento de coiro»33. De menor percentagem na avaliação geral era a armação da botica do convento do
Carmo de Tavira que, não obstante o bom estado de conservação, foi somente
avaliada em 19.200 réis. Do mesmo valor era a armação da botica do conven-
————
30
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
32 Sobre pesos e medidas cf. MARQUES, A.H.O. (1981), Pesos e Medidas. In SERRÃO, J.
(dir.), Dicionário de História de Portugal, vol. V, Porto, Livraria Figueirinhas, pp. 67-72; BRAGA, I.M.D. (1988), A Circulação e a Distribuição dos Produtos. In SERRÃO, J. e MARQUES,
A.H.O. (dir.), ova História de Portugal, Vol. V, Do Renascimento à Crise Dinástica, Lisboa,
Editorial Presença, pp. 207-208. Sobre este assunto nas boticas cf. DIAS (2007), pp. 209-213.
33 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
to de Nossa Senhora dos Remédios. O restante mobiliário desta casa compreendia três bancos, um armário, uma urna e uma banca avaliado tudo em
2.920 réis. O mobiliário da botica do mosteiro de Santo André de Rendufe
consistia em estantes, mostrador e gavetas num valor de 24.000 réis, um contador velho avaliado em 600 réis e uma mesa muito velha estimada em 240
réis. A mobília de botica de São Domingos de Lisboa era composta por seis
tamboretes, duas mesas de pau e um banco de encosto. A madeira de que se
compunham as estantes da botica do convento de Nossa Senhora da Piedade
foi avaliada em 100.000 réis. Se o mobiliário, ou casco, da botica era importante para exteriorizar o estatuto do boticário34, existiam outros objetos que
serviam o mesmo propósito. A botica do convento de São João da Pesqueira
possuía uma pintura avaliada em 96.000 réis e um relógio de parede, com
caixa pintada e dourada, no valor de 40.000 réis.
Em dois inventários surgiram têxteis pertencentes à botica. No mosteiro de
Santo André de Rendufe foram registados cinco coadores de lã e um de linho
para coar os remédios. No convento de São Domingos existiam 13 toalhas de
linho para barba e seis panos destinados ao mesmo fim.
No que diz respeito às drogas existentes nas boticas e nos armazéns das
mesmas os registos são particularmente pobres. Nos inventários dos conventos de São Francisco de São João da Pesqueira, Carmelitas Descalços de Tavira, Carmelitas Descalços de Nossa Senhora da Piedade, São Domingos de
Lisboa, São Sebastião e no do mosteiro de Paço de Sousa apenas foi indicado
o valor total das drogas - 300.000, 160.000, 100.000, 72.000, 60.000 e 35.000
réis respectivamente, sem individualizar as designações e qualidades das
mesmas35. Noutros casos as drogas, atendendo ao baixo valor, não foram sequer alvo de avaliação. Foi o caso do convento do Corpus Christi cujos boticários declararam existirem algumas drogas e medicamentos «que visto o
continuo giro dos mesmos não merecem avaliação porque tem pouco ou quazi
nenhum valor»36. As drogas eram adquiridas aos droguistas ou a outras boticas. Os religiosos do convento de Nossa Senhora do Monte do Carmo de
Aveiro deviam de drogas um total de 280.650 réis, a saber 237.270 réis ao
droguista Luís António Gomes Correia, residente na cidade do Porto, 28.800
réis à botica da cidade de Coimbra e 14.580 réis à botica da cidade do Porto37.
————
34
DIAS (2007), p. 165.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa
225, maço 280; caixa 231, maço 285.
36 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
37 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
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Em 1823, a divida da botica de São Domingos de Lisboa era de 777.600 réis.
Os seus fornecedores haviam sido João Nepomeceno (508.500), o italiano
que tivera loja às Convertidas38 João André Penco (120.880), Nicolau Unheco
(76.220) e Vicente Joaquim (72.000)39. Por seu turno a botica do convento do
Carmo de Tavira devia 180.000 réis ao droguista40 e a do convento de São
Sebastião de Setúbal devia a um profissional do mesmo sector 47.000 réis41.
QUADRO 2. VALOR DAS BOTICAS CONVENTUAIS
Convento
Convento de São João da Pesqueira
Convento Carmelitas Descalços de Tavira
Convento Corpus Christi
Convento Nossa Senhora dos Remédios
Mosteiro Santo André Rendufe
Mosteiro de Paço de Sousa
Convento de São Domingos
Convento de São Sebastião
Convento de Nossa Senhora da Piedade
Valor (réis)
645.950
284.840
131.920
128.600
84.380
81.000
210.090
139.310
344.420
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa 225, maço 280; caixa 229, maço 283; caixa 231,
maço 285.
A botica cujo património foi avaliado numa quantia mais elevada foi a do
convento de São João da Pesqueira, seguida da do convento de Nossa Senhora da Piedade. No extremo oposto encontrava-se a botica do mosteiro de
Paço de Sousa. Não passa despercebido o facto de as boticas dos três conventos de Lisboa terem sido avaliadas com valores muito inferiores às duas primeiras. Porém há que ter em conta que o valor da botica do convento de São
Domingos não compreende a imensa biblioteca farmacêutica, algum mobiliário, tal como duas mesas de pau e seis tamboretes e ainda outros objetos como
um ralador de folha e duas mãos de ferro de almofariz. Como tal, não restam
dúvidas de que o seu valor real seria consideravelmente mais elevado. Por
outro lado, estranhamos que no inventário do convento Corpus Christi e no de
————
38
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132
DIAS (2007), p. 324.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Nossa Senhora dos Remédios não existam instrumentos essenciais como balanças, pesos e medidas, o que poderá sugerir que estas boticas estivessem já,
ou perto de serem, desactivadas.
Se tivermos em conta a Ordem a que pertencia cada botica verificamos
que as dominicanas de São Domingos e São Sebastião apresentaram valores
relativamente próximos. Tal facto é ainda mais evidente no que toca às boticas da Ordem de São Bento, onde a diferença entre as duas estudadas é apenas de 3.380 réis. Não obstante, esta análise parece perder sentido quando
observados os valores das boticas da Ordem do Carmo, uma vez que estas
oscilam entre os 344.420 réis da do Convento de Nossa Senhora da Piedade e
os 128.000 réis da do Convento Nossa Senhora dos Remédios.
4. LITERATURA FARMACÊUTICA
As primeiras farmacopéias escritas por boticários portugueses na sua língua materna surgiriam apenas no século XVIII. O cônego regrante de Santo
Agostinho D. Caetano de Santo António foi autor da Pharmacopea Lusitana,
obra pioneira em Portugal, cuja primeira edição data de 170442. Outras obras
se seguiram, entre as quais o Colectâneo Farmacêutico de António Martins
Sodré, dado à estampa em 1735 e uma tradução do Exame de Boticários, de
frei Esteban de Villa por José Homem de Andrade, editado no ano de 173643.
Formulários, textos de botânica farmacêutica, farmácia química e tratados
diversos integravam o espólio das boticas conventuais. Nos inventários consultados apenas em quatro ocasiões foram registados livros pertencentes à botica44. Os inventários são bastante parcos em informações, sendo que se em alguns casos é mencionado o título da obra e o autor, noutros apenas é referindo
o nome do autor ou, em outras situações, o título incompleto da obra, não existindo nunca referências ao local de edição, nem ao número da mesma.
O boticário do convento de São Domingos de Lisboa tinha ao seu dispor
uma biblioteca composta por 41 títulos, divididos entre farmacopéias portu-
————
42
Sobre esta obra cf. DIAS e PITA (1994), pp. 22-25; PITA, J.R. e PEREIRA, A.L. (2008), Botica, farmacopéia conventual e farmácia. A Pharmacopea Lusitana de D. Caetano de Santo António (1704). In Actas do III Encontro Cultural de São Cristóvão de Lafões […], pp. 95-107.
43 DIAS (2007), p. 75. Sobre as diversas farmacopéias que foram dadas à estampa cf.
igualmente PITA (1996), pp. 171-229.
44 Em dois dos inventários existe apenas referência ao número de volumes. A botica do convento de Nossa Senhora da Piedade possuía 40 volumes de diversos autores, avaliados em 9.600
réis, enquanto a do convento de São Sebastião era proprietária de 29 livros de farmacêutica.
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RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
guesas e estrangeiras, obras de botânica farmacêutica, livros de matéria médica e dicionários. No que respeita às farmacopéias contabilizámos sete impressas em Portugal e 15 no estrangeiro. Entre as de impressão nacional contavase a Pharmacopea Lusitana de D. Caetano de Santo António45, a Pharmacopea Ulyssiponense de João Vigier46, o segundo e o terceiro volumes da
Pharmacopea Tubalense de Manuel Rodrigues Coelho47, a Pharmacopea
Dogmatica de frei João de Jesus Maria48, a Pharmacopea Lisbonense de
Manuel Joaquim Henriques de Paiva49, a Pharmacopea Geral para o Reino
e Dominios de Portugal, de Francisco Tavares50 e a Pharmacopea Chymica,
Medica e Cirurgica de António José de Sousa Pinto51. Entre as obras estrangeiras destaque para as farmacopéias oficiais como a Pharmacopoeia
Londinensis52, a Pharmacopoeia Augustana53 de Augsburg ou a Pharmacopoeia Edinburgensis54. Para além destas, existiam outras de carácter não
oficial igualmente da autoria de estrangeiros como são o caso do inglês
Thomas Fuller55, do austríaco Joseph Jacob Plenck56, do francês Antoine
————
45 ANTÓNIO (D.), C.S. (1704), Pharmacopea Lusitana, Coimbra, Impressão de João Antunes. Tanto nesta nota como nas seguintes apenas será referida a data da primeira edição.
46 VIGIER, J. (1716), Pharmacopea Ulyssiponense, Galenica e Chimica, Lisboa, Oficina
de Pascoal da Silva.
47 COELHO, M.R. (1735), Pharmacopea Tubalense Chimico-Galenica, primeira e segunda parte, Lisboa, Oficina de António de Sousa da Silva; COELHO, M.R. (1751), Pharmacopea
Tubalense Chimico-Galenica, terceira parte, Lisboa, Oficina de José da Silva da Natividade.
48 MARIA, (Frei), J.J. (1772), Pharmacopea Dogmatica Medico-Chimica, e TheoricoPratica, Porto, Oficina de António Álvares Ribeiro Guimarães.
49 PAIVA, M.J.H. (1785), Pharmacopea Lisbonense, Lisboa, Oficina de Filipe da Silva e
Azevedo.
50 TAVARES, F. (1794), Pharmacopea Geral para o Reino, e Dominios de Portugal, Lisboa, Regia Oficina Tipográfica.
51 PINTO, A.J.S. (1805), Pharmacopea Chymica, Medica, e Cirurgica, Lisboa, Impressão
Régia.
52 A primeira edição data de 1618, cf. DIAS (2007), p. 121.
53 Não obstante a primeira edição datar de 1564, apenas se tornou oficial, para Augsburg,
no ano de 1613, e em todas as províncias austríacas em 1618, cf. DIAS (2007), p. 120.
54 A primeira edição data de 1699, cf. DIAS (2007), p. 121.
55 FULLER, T. (1701), Pharmacopeia Extemporanea, sive Praescriptorum sylloge, In qua
remediorum elegantium & efficacium, paradigmata ad omnes ferè medendi intentiones accomodata candidè proponuntur. Una cum viribus, operandi ratione, & dosibus annexis, Londres, Imprensa de Sam. Smith & Benj. Walford.
56 A obra que no inventário aparece designada como farmacopéia cirúrgica de Plenk deverá
corresponder a PLENCK, J.J. (1775), Pharmacia chirurgica, seu Doctrina de medicamentis praeparatis accompositis quae ad curandos morbos externos adhiberi solent, Viena de Áustria, Graeffer.
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Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Baumé57 e dos espanhóis Félix Palacios58 e Joannes de Loeches59.
No que respeita aos livros de botânica realce para uma História das Plantas de Pietro Andrea Mattioli, uma História das Plantas da autoria de João
Vigier60 e ainda dois volumes da obra As Espécies de Plantas […] do naturalista e botânico sueco Carl von Linné61. De entre os livros estrangeiros de
matéria médica evidência para um Dioscórides Anazarbeo por Legeme62 e
para o Corpus Pharmaceutico-Chymico-Medicum Universale da autoria de
Johann Helfrich Jüngken63. Sobre a mesma temática, mas da autoria de nacionais, contava-se a Polyanthea Medicinal de João Curvo de Semedo64, a
Historiologia Médica de Rodrigues de Abreu65, a obra Illustração Medica
[…] de Duarte Rebelo Saldanha66 e uma Matéria Médica […] de António
José de Sousa Pinto67. Por último, destaque para a existência de um pequeno
————
57 BAUME, A. (1762), Elémens de Pharmacie theorique et pratique, avec une Table des
Vertus & Doses des Médicamens, Paris, Veuve Damonneville & Musier fils.
58 PALACIOS, F. (1706), Palestra Pharmaceutica Chimico-Galenica, Madrid, García Infançon.
59 LOECHES, J. (1719), Tyrocinium Pharmaceuticum Theorico-Practicum GalenoChymicum, Madrid, Martinez.
60 VIGIER, J. (1718), Historia das Plantas da Europa, e das mais uzadas que vem de
Asia, de Affrica, & da America onde se ve suas figuras, seus nomes, em que tempo florecem e
o lugar onde nacem, com hum breve discurso de suas qualidades e virtudes especificas, Lion,
Oficina de Anisson, Posuel et Rigaud.
61 LINNÉ, C. (1753), Species plantarum, exhibentes plantas rite cognitas ad genera relatas, Holmiae, Impressor Laurentii Salvii.
62 Dioscórides foi impresso pela primeira vez em 1478 por P. d’Abano. No ano de 1499,
foi dada à estampa a sua primeira edição em Grego por Roscius. A obra conheceu grande
número de edições e traduções. A principal tradução ibérica ficou a dever-se a Andrés de
Laguna e foi impressa em Antuérpia no ano de 1555. Pensamos que a edição existente no
convento de São Domingos que o escrivão atribui a um Legeme seja, na verdade, de Laguna.
63 JÜNGKEN, J.H. (1697), Corpus Pharmaceutico-Chymico-Medicum Universale, Frankfurt, ad Moenum, sumptibus Friderici Knochii.
64 SEMEDO, J.C. (1697), Polyanthea Medicinal. oticias Galenicas e Chymicas, repartidas em tres tratados, Lisboa, Miguel Deslandes.
65 ABREU, J.R. (1733), Historiologia Medica, fundada e estabelecida nos principios de George Ernesto Stahl, e ajustada ao uso pratico deste paiz, Lisboa Ocidental, Oficina da Música.
66 SALDANHA, D.R. (1761-1762), Illustração Medica, Ethico-politica, Historicosistematica, Sceptico-ecletica, Fizico-analitica, e Theorico-pratica, ou Reflexão critica ás
Consideraçoens Medicas, sobre o methodo de conhecer, curar, e prezervar as epidemias, ou
febres malignas, podres, pestilenciaes, contagiosas, Lisboa, Régia Oficina Silviana.
67 PINTO, A.J.S. (1813), Matéria médica distribuida em classes e ordens segundo seus
efeitos. Adicionada com as taboas da Matéria Medica e de um Diccionário osologico ou
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
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RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
dicionário de francês que auxiliaria o boticário na leitura das obras escritas
naquele idioma.
No convento dos religiosos Carmelitas Descalços de Tavira foram inventariados 13 títulos. Existiam três farmacopéias nacionais a saber a Pharmacopea Tubalense, a Pharmacopea Lisbonense e a Pharmacopea Geral para o
Reino e Dominios de Portugal. Para além destas foi registada uma farmácia
de Leal, que deverá corresponder à obra Instituições ou Elementos de Farmácia […] de José Francisco Leal68. De entre as obras estrangeiras destaque para
a Pharmacopoea Generalis de Jacob Reinbold Spielmann69. No que toca aos
livros de farmácia química realce para uma química de Seabra70. No ramo da
botânica o inventário deu conta de uma obra da autoria de Félix de Avelar de
Brotero a qual apenas foi catalogada com o título de Elementos e que deverá
corresponder ao Compendio de Botanica ou oçoens Elementares […]71. O
inventário compreendia ainda um Tratado […] das Águas das Caldas da
Rainha, de José Nunes Gago72.
A análise destas duas bibliotecas farmacêuticas não permite tirar grandes
ilações sobre as obras mais difundidas e utilizadas nestes espaços. Para tal
seria necessário o estudo de outros catálogos de livros pertencentes a estas
boticas conventuais. Ainda assim os dados recolhidos possibilitam a identificação de autores e obras que se repetem nas duas boticas e como tal seriam
usuais em Portugal. Desta forma, para além das três farmacopéias portuguesas enunciadas em Tavira que existiam também na botica de São Domingos,
temos as farmacopéias dos ingleses Thomas Fuller e William Lewis73. O pri————
omenclaturas Synonomica das molestias, symptomas vicios o affecções da atureza. Para
uso dos Estudantes e Praticos Modernos, Lisboa, Impressão Régia.
68 LEAL, J.F. (1792), Instituiçoes ou Elementos de Farmácia Extrahidos dos de Baumé, e
reduzidos a novo methodo, Lisboa, Oficina de António Gomes. Sobre esta obra cf. PITA, J.R.
(1993), O conceito de farmácia nas ‘Instituiçoes ou Elementos de Farmácia’ de José Francisco
Leal, Medicamento, História e Sociedade, Nova Série, ano I, n.º 2, Lisboa, pp. 1-5.
69 SPIELMANN, J.R. (1783), Pharmacopoea Generalis, Argentorati, J.-G. Treuttel.
70 TELES, V.C.S.S. (1788-1790), Elementos de Chimica, Coimbra, Real Oficina da Universidade.
71 BROTERO, F.A. (1788), Compendio de Botanica ou oçoens Elementares desta Sciencia segundo os melhores escritores modernos, expostas na lingua portugueza, Paris, [s.n.].
72 GAGO, J.N. (1779), Tratado Phizico-Chimico-Medico das Aguas das Caldas da
Rainha, Lisboa, Tipografia Rollandiana.
73 A farmacopéia de Lewis que se repete nos dois catálogos deverá corresponder a LEWIS, W. (1744), Pharmacopoeia Reformata. Essay for a reformation of the London Pharmacopoeia by a se of remarks on the draught for a new one, and on the brief account of the proceedings of the committee appointed by the college of physicians, to thoroughly reform their
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Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
meiro era bastante popular em toda a Península Ibérica. Em Portugal sabemos
que também se encontrava presente nos mosteiros de São Martinho de Tibães74, de Santa Maria de Landim75 e no de Grijó76. Em Espanha, concretamente na região da Galiza, existiam exemplares da sua farmacopéia na pequena
biblioteca da botica do mosteiro de Oseira e na do mosteiro de Celanova77.
Se tivermos em conta as datas das primeiras edições das obras presentes
nos catálogos verificamos que a maioria das obras (33%), no caso de São
Domingos de Lisboa, foi impressa entre 1701 e 1750, e no caso do convento
de Tavira (46%) foi editada no período compreendido entre 1751 e 1800. A
obra mais antiga pertencia à botica de São Domingos e era da autoria de Pietro Andrea Mattioli que escreveu no século XVI, já o convento de Tavira não
possuía obras anteriores a 1701, o que poderá estar relacionado com a antiguidade das boticas. O gráfico 1 demonstra que nas duas bibliotecas farmacêuticas a maioria das obras (32%) foi impressa entre 1701 e 1750, seguindose o período de 1751 a 1800 (26%). A percentagem das obras impressas no
século XIX ficou muito atrás das editadas em setecentos — apenas 6%. Ribeiro Sanches mencionou existirem em Portugal «bibliothecas inteiras das
nossas Pharmacopeas como são a dos P.P. Vicentes, a Setubalense, e outras
muitas de que me esqueci, semelhantes a Viennense, a Parisiense e a Madritense; que servem hoje de monumentos da ignorancia da chemica racional, e
da Materia Medica»78. A literatura existente parece de facto e numa primeira
análise algo antiga, contudo é necessário ter em conta a percentagem de obras
(19%) que não nos foi possível identificar e que poderia alterar significativamente os resultados. Por outro lado, há que ter em consideração o facto de
desconhecermos a edição das obras existentes, tal facto reveste-se da maior
————
book, London, R. Willock. A obra anónima tinha, no final da dedicatória, as iniciais M. S. o
que levantou a hipótese do seu autor ser o médico judeu Meyer Loew Schomberg. Não obstante, já na centúria de setecentos a sua autoria era atribuída a William Lewis. A comprová-lo
está um catálogo de uma biblioteca pertencente a Henry Pemberton, datado de 1776, que
refere um livro sob a designação de Lewis’s Pharmacopoeia Reformata 1744, cf. EARLES, M.
(1976), The author of the Pharmacopoeia Reformata 1744, Medical History, 20 (1), Londres,
pp. 70-75.
74 MATA (1992) p. não numerada.
75 MARQUES (2008), p. 42.
76 SILVA (1972), pp. 18 e 30.
77 SÁ BRAVO, H. (1983), Boticas Monacales y Medicina aturalista en Galicia, Madrid,
Editorial Everest, pp. 71-72 e 88.
78 SANCHES, A.N.R. (1966), Obras, vol. 2, Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade de
Coimbra, p. 67.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
137
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
importância pois como é sabido algumas sofriam modificações consideráveis
de edição para edição. Por fim ambas as bibliotecas parecem actualizadas
pelo menos no que respeita às farmacopéias portuguesas, uma vez que possuíam a maioria das obras que foi sendo dada à estampa.
GRÁFICO 1. DATAS DA PRIMEIRA EDIÇÃO DAS OBRAS PERTENCENTES ÀS
BOTICAS DOS CONVENTOS DE SÃO DOMINGOS DE LISBOA E CONVENTO
DOS CARMELITAS DESCALÇOS DE TAVIRA
Desconhecido
19%
Post. 1801
6%
Ant. 1601
6%
1601-1650
4%
1651-1700
7%
1751-1800
26%
1701-1750
32%
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 225, maço 280.
5. RENDIMENTOS
A grande actividade das boticas conventuais pode ser comprovada pelas
dívidas de que as mesmas eram credoras. A título de exemplo veja-se o caso
da botica do Convento dos Carmelitas Descalços de Tavira, à qual 73 pessoas
deviam um total de 478.080 réis. De entre esses indivíduos destaque para os
majores Sebastião Fernandes Estancio e André Vás Guerreiro, e para uma
dona Mónica Maria Pau cujas dívidas perfaziam os 95.200, 65.900 e 79.700
réis, respectivamente. Permanece desconhecido o ofício da maioria das pessoas que recorriam aos serviços daquela botica pois somente em 29 casos foi
registada a sua profissão. De entre estes, destaque para os indivíduos ligados
ao sector militar: quatro majores, quatro capitães, dois sargentos e um coronel. De entre os indivíduos pertencentes ao sector artesão contavam-se quatro
sapateiros, dois carpinteiros, um alfaiate, um pedreiro e um ferreiro. De entre
138
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
os devedores do sector comercial foram apontados quatro mercantes, enquanto que do sector administrativo haviam contraído dívidas um guarda da alfândega, um tabelião e um meirinho. Além destes foram ainda registados um
almocreve e os herdeiros de um doutor79.
GRÁFICO 2. ESTATUTO SÓCIO PROFISSIONAL DOS DEVEDORES À BOTICA
DO CONVENTO DO CARMO DE TAVIRA
Sector Militar
15%
Sector Artesão
12%
Sector
Comercial
5%
Profissão
Desconhecida
61%
Sector
Administrativo
4%
Outros
3%
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Ao convento de São Domingos de Lisboa eram devidos de receitas e partidos 700.000 réis80. Frei Manuel de Santa Catarina, boticário do mosteiro beneditino de Paço de Sousa, declarou que se devia em receitas da botica, antigas e modernas, 351.120 réis, cuja quantia declarou não poder arrecadar por
serem a maior parte delas de pobres81.
No que diz respeito aos rendimentos das boticas conventuais, o convento
de São Domingos de Lisboa recebia 716.400 réis, que correspondia somente a
3.7% de um total de 1 9249.282 réis de rendas82. A botica São João da Pesqueira rendia anualmente perto de 200.000 réis. Os avaliadores da botica de
————
79
80
81
82
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
139
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Nossa Senhora da Piedade, em Cascais, referiram que a mesma poderia render diariamente 480 réis o que importaria no decurso de um ano a quantia de
175.200 réis83, já a renda da botica do convento de Tavira importava os
67.600 réis84.
6. CONCLUSÕES
Num período em que os boticários leigos ao invés de investirem na sua área
profissional procuravam antes outras áreas, nomeadamente a aquisição de bens
de raiz, empréstimos a juro e entrada dos filhos no clero, visando a sua ascensão social, as farmácias conventuais assumiram uma enorme projeção. Estas
não se limitavam a servir os internos, abastecendo em muitos casos toda uma
localidade. Este facto, aliado à sua importância económica, gerou contestação
tendo chegado a ser equacionada uma forma de acabar com tais espaços.
A investigação possibilitou conhecer e divulgar o recheio de algumas boticas conventuais. Não obstante as diferenças de valor entre as farmácias estudadas, todas as casas religiosas possuíam na sua botica a maioria dos utensílios necessários à prática farmacêutica. Para além das alfaias alguns dos
inventários deram conta que alguns destes espaços possuíam laboratório e
casa de destilação.
A análise das bibliotecas das boticas permitiu verificar que estas se encontravam bem munidas, não obstante parecerem, numa primeira análise, desactualizadas. Possibilitou igualmente identificar autores cujas obras se encontravam amplamente difundidas nestes espaços como, por exemplo, a
Pharmacopoeia de Thomas Fuller.
Alguns dos inventários parecem sugerir que o período áureo das boticas
conventuais tinha terminado, o que parece ser comprovado pela falta de instrumentos essenciais, tais como balanças, e pela escassez de drogas. De facto,
estava para breve o final destas farmácias. Poucos anos volvidos, em 30 de
Maio de 1834, eram extintas as ordens religiosas masculinas em Portugal e
com elas as boticas conventuais.
————
83
84
140
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
QUADRO 1. CONVENTO DE SÃO FRANCISCO DE SÃO JOÃO DA PESQUEIRA
Objetos
Vasos de pó de pedra
Vasos de louça com tampa de lata
dourada
Vasos de louça mesclada de azul e
branco com tampas de lata
Vasos de pó de pedra
Vasos de vidro
Garrafas de cristal
Açucareiros de vidro com tampa de
lata dourada
Vidros com rolha do mesmo
Almofarizes de vidro com mãos do
mesmo material
Funis de vidro
Funil de metal amarelo
Funis de lata
Almofarizes de bronze
Almofariz de chumbo com mão de
marfim
Almofarizes de marfim com mão de
madeira
Almofarizes de ferro com mão do
mesmo material
Quantidade
50
Preço (réis)
30.000
20.000
Observações
Quantidade não
especificada
60
18.000
13
54
25
4.600
27.000
12.000
41
4.100
173
27.680
2
960
2
1
4
2
600
1.200
200
3.600
1
1.450
2
1.200
2
8.000
Grande
Almofarizes de mármore
3
4.800
Todos os tamanhos
Caceta de metal amarelo
Medidas de metal amarelo
Medidas de metal amarelo
1
2
3
3.200
1.800
1.400
1/cada
400
Alambique de cobre
1
4.800
Tachos de latão amarelo
5
8.200
Alambiques de lata
2
3.200
Panelas de lata
11
2.320
Medidas
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Pequenos
Grandes
Pequenos
Pequenos
De libra
De meia libra
De onça e meia
onça
Diversos tamanhos
Diversos tamanhos
141
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Objetos
Quantidade
5
10
2
1
1
1
Preço (réis)
2.400
2.400
1.400
4.800
1.600
500
1
40.000
Balanças
4
4.740
Marco
1
1.400
Tamises
Espátulas de ferro e metal
Sedaços
Prensa de madeira
Mesa de laboratório
Caneco para água
Relógio de parede com caixa pintada
e dourada
Drogas na botica e armazém
300.000
Pintura da botica
1
Observações
Diversos tamanhos
De arrátel
Quantidade não
especificada
96.000
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
QUADRO 2. CONVENTO DOS RELIGIOSOS CARMELITAS DESCALÇOS DE TAVIRA
Objetos
Panelas
Panelas
Panelas
Vasos de unguentos
Vasos de unguentos
Garrafas de vidro com rolha do
mesmo material
Garrafas de vidro fino sem rolha
Frascos de vidro com rolha do mesmo material
Frascos de vidro fino sem rolha
Alambique de cobre
Quantidade
21
19
20
20
44
Preço (réis)
10.500
5.700
3.500
4.000
4.400
Pequenos
55
13.200
Oitavadas
43
4.300
33
5.280
153
1
15.300
3.200
Alambique de lata
1
600
Alambique de lata
1
300
Alambique de lata
1
300
142
Observações
Grandes
Medianas
Pequenas
Grandes
Catorze canadas
Dezasseis canadas
Quatro canadas
Seis canadas,
muito usado
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Objetos
Almofariz de bronze com mão de
ferro
Almofariz de bronze com mão do
mesmo material
Almofariz de chumbo, com mão do
mesmo material
Gral de marfim com mão quebrada
Gral de vidro com mão do mesmo
material
Gral de pedra com mão de madeira
Grais com mão de madeira
Funis de estanho
Medida de estanho
Medida de estanho
Medida de estanho
Espátula de vidro
Espátulas de marfim
Espátulas de ferro
Faca de marfim
Panelas de lata
Prensa de parafuso de ferro
Quantidade
Preço (réis)
1
3.200
Grande
2
1.200
Pequeno
1
480
1
600
1
120
1
4
2
1
1
1
1
2
6
1
4
1
1.200
1.600
300
100
60
40
60
800
380
480
480
6.400
1
1.600
2
1.600
1
4
480
800
5
1.600
2
600
2
1
1
160
100
300
Balança
Balanças
Balança de grãos
Peneiras
Vasos
Tesouras
Sedaços
Peneira fina
Candeeiro de arame amarelo
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Observações
Grande
Mediano
De libra
De meia libra
De onça
Em bom uso
De arrátel com
um marco de
dois arráteis,
usada
De quarta, com
dois marcos de
quarta, em uso
Diversos tamanhos
Uma maior,
outra menor
Muito usado
143
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Objetos
Escumadeiras
Livros Tubalenses
Farmacopéia de Lewis
Spielmann
Fuller
Farmacopéia de Valy
Farmacopéia Lisbonense
Farmácia de Leal
Tratado de Água das Caldas
Filosofia Química de Froque
Vigeres [João Vigier]
Elementos de Brotero
Química de Seabra
Geral do Reino
Armação da Botica e administradores de madeira pintada
Quantidade
2
2
3
1
1
1
1
1
1
1
2
2
1
2
Preço (réis)
80
800
2.000
800
600
160
200
200
400
480
600
1.600
1.200
1.200
Em bom uso
Em bom uso
1
19.200
Em bom uso
160.000
Quantidade não
especificada
Drogas e composições
Observações
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
QUADRO 3. CONVENTO DE CORPUS CHRISTI (LISBOA)
Quantidade
Preço (réis)
Armação da botica
Objetos
1
60.000
Alambiques de cobre
2
7.680
Tachos velhos de latão
Almofarizes de bronze
5
2
1.480
7.200
Candeeiro de latão
1
240
Vidros sorteados
238
19.040
Garrafões sorteados
Frascos pretos
Vasos
7
7
16
7.000
560
400
144
Observações
Peso: arroba e
meia
Peso: 14 arráteis
Peso: 60 arráteis
Peso: dois arráteis
Diversos tamanhos
Pequenos
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PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Objetos
Retortas
Panelas de barro vidradas
Vasos de barro azuis
Vasos de barro
Vasos brancos
Pedras de preparos
Quantidade
Preço (réis)
2
57
100
80
20
3
960
9.120
10.000
6.400
400
1.440
Observações
Quantidade e
valor não
especificado
Drogas na botica e armazém
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
QUADRO 4. CONVENTO DE NOSSA SENHORA DOS REMÉDIOS (LISBOA)
Objetos
Armação de madeira pintada
Armário
Urna
Bancos
Banca
Vasos de loiça da fábrica
Vasos de loiça
Vidros
Vidros
Vidros
Bilhas de cobre
Chocolateiras, um tacho e um fogareiro tudo de cobre
Alambique, fogareiro e tacho tudo
de cobre
Almofariz de cobre
Alambique de cobre
Quantidade
Preço (réis)
1
1
1
3
1
19.200
960
1.000
600
360
250
40.000
130
180
130
220
2
3.420
18.000
6.500
8.800
2.240
4
4.160
1/cada
11.520
1
1
6.400
5.440
Observações
Usada
Usado
Velhos
Velha
Diversos tamanhos
Sortidos
Grandes
Pequenos
Sortidos
Peso: 14 arráteis
Peso: 26 arráteis
Peso: 72 arráteis
Grande
Peso: 34 arráteis
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
145
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
QUADRO 5. MOSTEIRO SANTO ANDRÉ DE RENDUFE
Objetos
Redomas de vidro com rolhas do
mesmo material
Redomas de vidro com rolha do
mesmo material
Redomas de vidro com rolha de
cortiça
Redomas
Vidros
Garrafas pretas
Funis de vidro
Copos de vidro
Latinhas de folha
Lata
Funil de folha de lata
Funil de latão
Medidas de latão e de folha
Medidas de latão
Marco
Marco
Balanças
Balança
Almofariz de bronze
Almofariz de pedra
Almofariz de ferro
Graal com vários pezinhos
Alambiques de folha
Tachos de cobre
Espátulas de ferro
Escumadeira de latão
Ralador
Candeeiro
Peneiras
Sedaços
146
Quantidade
Preço (réis)
Observações
18
4.320
Sãs
21
1.050
Usadas e sentidas
14
6.720
2
126
120
7.560
8
480
2
2
12
1
1
1
1 de cada
2
1
1
2
1
1
2
1
1
2
5
3
1
1
1
4
3
160
600
600
200
40
200
600
250
1.500
750
1.000
500
3.000
800
600
160
600
1.500
90
80
120
400
400
240
Já estaladas
Pequenos
De quartilho e
meio
Grande, usada
De libra
Peso: arrátel
Peso: meio arrátel
Grandes
Pequena
Pequeno
Grande, rachado
Velhos
Velhos
Velha
Pequeno
Velhas
Usados
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Objetos
Quantidade
Preço (réis)
Observações
Panelas de folha
Móveis de pau
Estantes, mostrador e gavetas
4
360
Contador de gavetas de madeira
1
600
Mesa velha de castanho feita à antiga
Louças
Vasos de barro vidrados, com tampa
do mesmo material e pintados a azul
Vasos
1
240
56
16.800
40
6.400
Púcaros de barro grosso
21
300
Alguidares
Pires finos
Cântaro grosso
Copos de barro grosso branco
Roupas
Coadores de lã
Coador de linho para coar os remédios
3
2
1
4
90
60
50
240
5
540
Usados
1
60
Usados
24.000
Usado e muito
velho
Muito velha
Largos e em
bom uso
Altos
Diversos tamanhos
Usados
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 229, maço 283.
QUADRO 6. MOSTEIRO BENEDITINO DE PAÇO DE SOUSA
Objetos
Quantidade
Preço (réis)
Vasos de barro e panelas
152
4.560
Redomas de vidro
Açucareiros de vidro
50
94
10.000
1.880
Vidros
104
5.200
Panelas de vidro
Garrafas de vidro preto
6
53
480
1.060
Almofariz de bronze
3
6.240
Almofariz de pedra mármore
2
900
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
Observações
Alguns quebrados
Antigas
Antigos
Diversos tamanhos
Antigas
Antigas
Grandes e pequenos
147
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Objetos
Quantidade
Preço (réis)
Alambiques de cobre
2
5.760
Tachos de latão
6
7.680
Funis
Tamises
2
4
120
480
Balanças
3
800
Marco
1
600
Medida de cobre
1
240
Drogas
35.000
Observações
Diversos tamanhos
Diversos tamanhos
Peso: dois arráteis
Quantidade não
especificada
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3.
QUADRO 7. CONVENTO DE SÃO DOMINGOS (LISBOA)
Objetos
Quantidade
Banco de encosto
Escadas de mão
Panelas de barro vidradas
1
2
100
Preço (réis)
Não tem
quantia
Não tem
quantia
360
600
5.000
Potes de barro
196
11.580
Redomas de vidro
Potes de vidro
Vidros com rolhas do mesmo material
Frascos lapidados
Frascos de vidro preto
153
185
149
4
6
30.000
11.100
8.940
400
180
Garrafões pretos
22
8.400
Talhas de barro enterradas em pedra
10
0
Mesas de pau
2
Tamboretes
6
Medicamentos capazes de servir
148
72.000
Observações
Muito usados
Muito usado
Ordinárias
Ordinário, sortidos
Sortidas
Sortidas
Muito usado
Diferentes tamanhos
Sem valer nenhum
Quantidade não
especificada
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Objetos
Termómetro
Grais de pedra
Grais de marfim
Gral de vidro
Funil de vidro
Espátulas de pau
Espátula de marfim
Marco
Bacia de pó de pedra
Peneiras
Sedaço
Crivo
Quantidade Preço (réis)
Utensílios de Botica
1
800
5
240
2
240
1
100
1
60
7
240
1
120
1
600
1
60
5
400
1
80
1
80
Copos de vidro
4
120
Canecos de pó de pedra
Alguidares de barro vidrado
Pedra para emplastros
5
3
1
Ralador de folha e ditos de folha
1
200
120
160
Não tem
quantia
Observações
Muito usado
Peso: arrátel
Muito usado
Um de quartilho
e três de culix
De meia canada
até meia onça
Objetos de ferro
Mãos de ferro de almofariz
2
Não tem
quantia
Trempes de ferro
2
1.600
Espátulas de ferro
Espátulas
Colheres de ferro
Tesoura
Machado
Martelo
Braços de balança
Evoras de segurar os ditos braços da
balança
Cobre
Alambiques de cobre
5
2
2
1
1
1
2
600
300
120
400
400
80
2.400
2
600
3
10.000
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
Uma pequena,
outra grande
149
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Objetos
Alambique para banho com dois
capacetes
Fogareiros de cobre
Bilha
Chocolateira
Tacho
Estanho
Pratos
Chocolateira
Comadres
Seringas
Bacia
Almofariz de chumbo
Esquentador
Tacho
Farmacopéia Geral do Reino
Farmacopéia Londinensis
Farmacopéia de Pinto
Farmacopéia de Bateme
Farmacopéia Lisbonense
Farmacopéia Tubalense
150
Preço (réis)
1
3.200
3
1
1
1
10.000
2.400
120
4.000
4
1
4
2
1
1
1
Arame ou Latão
8
Colheres
Candeeiro
Candeia
Escumadeira
Seringa com sua caixa de madeira
Bacias com grade de madeira
Bilha
Bacias de barba
Toalhas de linho para barba
Panos para a barba
Quantidade
2
1
1
1
1
2
1
2
Roupa
13
6
Livros*
1
2
1
2
1
1
Observações
960
160
1.000
280
400
400
300
8.000
Peso liquido: 50
arráteis
180
200
200
160
300
6.000
600
480
1.950
120
Segundo e terceiro volumes
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
Objetos
Farmacopéia Edinburgensis
Farmacopéia Sueca
Farmacopéia de Fuller
Farmacopéia Dogmática
Farmacopéia de Palacios
Farmacopéia de Tyrocenio, por
João Lauhes
Farmacopéia Pauperum
Farmacopéia Lusitana
Farmacopéia de Lewis
Farmacopéia de Baumé
Farmacopéia Matritensis
Farmacopéia de Peiros (?)
Farmacopéia Augustana
Farmacopéia de Wertenbergue
Farmacopéia cirúrgica de Plenk
Farmacopéia Ulissiponense, por
João Vigier
História de plantas, por João Vigier
Corpus Pharmaceutico Medicum,
por Jüngken
Enciclopédia cirúrgica racional, por
Doliz
Matéria médica, por Pinto
História de plantas, por Mattioli
Historialogia médica, por Abreu
Polyanthea medicinal, por Semedo
Dioscorides Anazarbeo por Legeme
[Laguna]
Espécies de plantas, por Lineu
Desengano para a medicina por
Kisler [Daniel Grislei]
Liber Singularis Medicamentorum,
por Pineate
Ilustrações Médicas, por Saldanha
Dicionário de Francês
Quantidade
1
1
1
2
2
Preço (réis)
Observações
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
2 volumes
1
1
1
1
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
Pequeno
151
RICARDO PESSA DE OLIVEIRA
Objetos
Thezorrus medico chimicus, por
Amenzih [Mynsicht]
Conspectus medicinae, por Juncker
Lexicon Chymico Pharmaceuticum,
por Jüngken
Prosódia
Universal teatro pharma por
Desgorbis (?) [Sgobbis]
Formulário magistral de codeto (?)
Quantidade
Preço (réis)
Observações
1
1
Em oito volumes
1
1
1
1
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
*Não foi registada avaliação individual nem global. Em casos de leitura duvidosa (?)
QUADRO 8. CONVENTO DE S. SEBASTIÃO DA ORDEM DOS PREGADORES (SETÚBAL)
Objetos
Tachos
Tachos
Alambiques de cobre
Almofariz com mão de bronze
Balanças
Espátulas
Colher de metal
Grais de pedra
Vasos de barro e vidro
Livros de farmacêutica
Drogas
Quantidade
Preço (réis)*
7
3
2
1
3
3
1
4
Observações
Pequenos
Grandes
Diversos tamanhos
416
29
60.000
Quantidades não
especificadas
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280.
*Os utensílios e livros que compunham a botica não foram avaliados individualmente. A avaliação
global da botica foi de 79.310 réis a que houve que somar os 60.000 réis que importaram as drogas
existentes.
152
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS
QUADRO 9. CONVENTO CARMELITAS DESCALÇOS DE N. SENHORA DA PIEDADE (CASCAIS)
Objetos
Quantidade
Preço (réis)
222
42
12
92
120
2
2
44.400
2.100
360
22.080
19.200
4.800
480
Tachos de arame
7
2.400
Almofarizes de bronze
2
20.600
Almofarizes de marfim
Grais de pedra com suas mãos
Gral de vidro
2
3
1
240
1.200
240
Balanças
4
9.600
Marcos de bronze
Granatario
2
1
2.400
200
Vasos de vidro
Açucareiros de vidro
Garrafas de vidro preto
Panelas de barro
Vasos de barro
Alambiques de cobre
Alambiques de folha com um capacete
Medidas de latão e dois funis
2.400
Espátulas
4
120
Prensa
Panelas de folha
Peneiros e Sedaços
Volumes de livros de diversos autores
1
4
5
40
800
400
800
9.600
Drogas
100.000
Madeira de que se compõem as estantes
100.000
Observações
Entre pequenos e
grande
Um grande e um
pequeno
Entre pequenos e
grande
Peso: arrátel
Libra e meia
libra; onça e
meia onça
Duas de latão e
duas de ferro
Muito arruinada
Quantidade não
especificada
Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285.
Recibido: 19 de diciembre de 2008.
Aceptado: 12 de octubre de 2009.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466
153
Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 155-178, ISSN: 0210-4466
LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES∗
José Javier Benéitez Prudencio
Darwin College, University of Cambridge
RESUMEN
El presente artículo trata de estudiar la relación del entendimiento humano con el cuerpo en el
pensamiento aristotélico. Dado que para Aristóteles la inteligencia constituye una capacidad o
facultad ‘psíquica’, podríamos preguntarnos si no piensa, entonces, que sea una parte o un aspecto
de la forma (ειδος) del cuerpo humano, de la misma manera que se da esta relación con los otras
facultades (así, por ejemplo, con la sensación y la nutrición). La cuestión es motivo todavía de
disputa. El objetivo de mi investigación radica en justificar las posibilidades de una fisiología aristotélica de la mente o del pensamiento.
PALABRAS CLAVE: Aristóteles. Fisiología. Ser humano. Mente. Alteridad.
ARISTOTLE ON PHYSIOLOGY OF LOGOS
ABSTRACT
This paper presents a view of Aristotle’s understanding of the relation of human intellect to
human body. Given that for Aristotle intellect is a ‘psychic’ capacity or power: does Aristotle think
of human understanding as a part or aspect of form (ειδος) of the human body, in the way that the
other powers (i.e. sensitive and nutritive) are both parts of the form of an animal body? This question is still in dispute, but the objective in my inquiry is to justify the possibilities of an Aristotelian’s physiology of mind or thought.
KEY WORDS: Aristotle. Physiology. Human being. Mind. Otherness.
«Dios no fue tan avaro con el hombre para
hacerlo una simple criatura con dos piernas, sino
que encargó a Aristóteles que lo hiciera racional».
—Locke—
————
∗ Este trabajo tiene su origen en las discusiones informales habidas durante el año académico 2007-2008 en el Humanities & Social Science Club del Darwin College (Cambridge).
Agradezco los comentarios y las sugerencias que se me hicieron entonces, junto con los que
ahora han hecho los dos informantes anónimos que evaluaron mi artículo. Es, sin embargo, a
Geoffrey Lloyd a quien más debo.
155
JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
ALGUNOS PROLEGÓMENOS
Los intrincados vericuetos de la filosofía de Aristóteles presentan a veces
problemas textuales que han sido, y muchos continúan siendo aún, motivo de
grandes polémicas. En este sentido, la fortuna no nos sonríe en el tema que va
a ocuparnos aquí, aunque una presentación previa de cuáles son los problemas con los que nos topamos ayudará a abordar nuestro trabajo con mayores
garantías. Hay que averiguar si puede hablarse con propiedad de fisiología del
logos (λóγος) en Aristóteles, y de haberla, analizar luego en qué consiste y
cómo la caracterizan los diferentes tratados que componen el Corpus aristotelicum. La empresa necesariamente será —es obvio decirlo— selectiva.
Convengo en el uso generalizado de la palabra logos, que como es sabido
resulta intercambiable con otros términos que emplea Aristóteles, tales como
(aunque no son los únicos): «inteligencia» (νους), «conocimiento científico»
(επιστήµη), la unión de ambos1 o «sabiduría» (σοφία), «pensamiento práctico» (φρóνησις), «comprensión» (σύνεσις), «juicio» (γνώµη, υπόληψις) y
«lenguaje articulado» (διάλεκτος). El hombre es fundamentalmente un ser
razonador según Aristóteles, y esto tiene una serie de concomitancias en relación con su forma de vida, dado que el despliegue de sus facultades intelectivas se circunscribe a un determinado tipo de vida humana y no en otro. Se
trata —como es bien sabido— de la «vida buena» (ευ ζην) que «practicaron»
los griegos de la polis (πóλις) o la «vida cívica» (πολιτικός βίος). Como veremos más adelante, no todos los seres humanos tienen la misma capacidad
del logos. Además, en algunos pasajes del Corpus se reconoce explícitamente
que hay animales no humanos que demuestran cierta inteligencia. El argumento de Aristóteles es sencillo: el «alma» (ψυχή) posee una parte intelectiva
(νοητα) y otra sensible (αίσθητα), y al haber humanos que participan más de
la primera y otros más de la segunda, se explica que haya las diferencias que
se observan en la naturaleza en relación con sus capacidades «psíquicas» o
mentales. El interesantísimo asunto sobre las capacidades cognitivas de algunos animales superiores no humanos es algo que abordó Richard Sorabji
(aunque no sólo en relación con Aristóteles), y por tanto es una cuestión que
dejaremos fuera de nuestro tratamiento2. A continuación introduzco algunas
————
1
Ética nicomáquea, VI 7, 1141a 17-20; Analíticos posteriores II 19, 100b 5-12.
SORABJI, R. (1993), Animal minds and human morals: the origins of the Western debate, Ithaca, Cornell University Press. En la actualidad hay una tendencia que sobrevalora el
reconocimiento de estas muestras de inteligencia en animales no humanos. Jean-Louis Labarrière se atreve a ir más lejos y concluye que de los pasajes en donde se trata a ciertos animales
2
156
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466
LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
explicaciones acerca del marco general en el que se circunscribe nuestra investigación, lo que los filósofos llaman teoría de la mente en el pensamiento
de Aristóteles3. De dicha explicación se seguirá si puede hablarse, en rigor, de
la fisiología aristotélica del logos.
James Lennnox ha puesto de relieve el primer escollo. Escribe: «una cosa es
segura: el pasaje de Partes de los animales (I 1, 641a 33-b 10) es taxativo cuando
dice que la investigación sobre la razón y el pensamiento no forma parte de la
ciencia natural»4. Ciertamente, queda muy claro qué es lo que se afirma en esta
cita, sin embargo, la filosofía de la mente en Aristóteles no se resuelve sólo con
ella, sino que hay que ver también lo que el estagirita establece en otros lugares
del Corpus. Éste es el motivo por el que algunos estudiosos han reconocido5 que
esta faceta del pensamiento aristotélico se hace en extremo «volátil». Por otro
lado, las palabras de Lennox no pretenden sugerir que tengan que retomarse los
antiguos derroteros por los que había venido explicándose la «psicología» aristotélica, es decir, que haya que circunscribirse estrictamente a la metafísica, interpretación que fue la dominante desde el escolasticismo medieval, y que —como
se sabrá— estuvo centrada en la cuestión de la inmortalidad del «alma» (ψυχή).
Tampoco considero que, por lo que se refiere concretamente a la fisiología del
logos, haya que tomar partido poniéndose de lado o no de las interpretaciones
averroístas, que —dicho sea de paso— son las que hicieron justicia a la concepción aristotélica de la ψυχή6.
Aristóteles establece en Acerca del alma (III 4, 429a 10-12) que la inteligencia es la parte de la ψυχή en virtud de la cual sabemos y comprendemos,
————
como «seres sociables» Aristóteles los estaría considerando como auténticos «animales políticos» —LABARRIÈRE, J.J. (2004), Langage, vie politique et mouvement des animaux. Études
aristotéliciennes, París, Vrin, passim.
3 La bibliografía es inmensa. Pueden seguirse las exposiciones generales de IRWIN, T.
(1991), Aristotle’s philosophy of mind. En EVERSON, S. (ed.), Companions to ancient thought,
vol. 2: Psychology, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 56-83. Y la de EIJK, P.J. van
der (2000), Aristotle’s psycho-physiological account of the soul-body relation. En WRIGHT,
J.P. y POTTER, P., Psyche and soma: physicians and metaphysicians on the soul-body problem
from Antiquity to Enlightenment, Oxford, Clarendon Press, pp. 57-77.
4 LENNOX, J.G. (2005), The place of zoology in Aristotle’s natural philosophy. En
SHARPLES, R.W. (ed.), Philosophy and the sciences in Antiquity, Aldershot, Ashgate, p. 70.
5 CASTON, V. (1998), Aristotle on the relation of the intellect to the body: Commentary on
Broadie. En CLEARLY, J.J. y WIANS, W. (eds.), Proceedings of the Boston Area Colloquium in
Ancient Philosophy, vol. 12 (1996), Lanham, University Press of America, p. 177.
6 La obra de Denis Des Chene se muestra indispensable en este particular. Destaco: DES
CHENE, D. (2000), Life’s forms: late Aristotelian conceptions of the soul, Ithaca, Cornell University Press.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466
157
JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
pero constituye una parte «separable» (χοριστον)7. Esta cita suele ponerse en
relación8 con otra anterior en el mismo tratado (II 2, 413b 11-33) en donde se
conciben separadamente cada una de las capacidades psíquicas que tiene el
«alma». De acuerdo con la interpretación tradicional, el intelecto está separado del cuerpo y queda por completo separado de él constituyendo una sustancia incorpórea o inmaterial (en el sentido post-aristotélico del término)9. Por
ello, siguiendo —repito— la interpretación tradicional, dado que al investigador del mundo natural (el «científico») le corresponde únicamente la investigación de la materia y la forma (naturales)10, lo que concierne al estudio de la
parte inteligible del «alma» no sería de su cometido.
Hay otra dificultad añadida, pero que cuenta a favor de quienes defienden
esta interpretación en cuestión. Se trata de la imposibilidad de encontrar un
solo pasaje en el Corpus que otorgue un órgano al intelecto, así como encontramos, por ejemplo, que la percepción visual tiene el suyo (los ojos).
A cualquier lector juicioso le asaltarán dudas razonables sobre si debiéramos abandonar nuestro estudio en vez de perseverar en nuestro empeño, tras
haber considerado sucintamente alguno de los problemas. Pero, ¿resulta, en
realidad, estéril o inútil? Hemos reconocido al comienzo que la filosofía aristotélica es compleja, y esta complejidad se cierne también sobre la materia
que estamos abordando. Lo que pretendo decir es que existe otro modo de ver
las cosas. Establezco las siguientes consideraciones, dejándome guiar por las
reflexiones que hizo Michael Frede11. En efecto, no existe un órgano de la
inteligencia y no existe una relación de ésta con el cuerpo; no obstante, sí se
da una relación indirecta entre los dos y, por tanto, la inteligencia precisa de
alguna manera del cuerpo. La inteligencia depende de las otras capacidades
psíquicas y éstas sí tienen —todas ellas— una relación directa con él para
poder desarrollar sus respectivas funciones. Además, la facultad de la «imaginación» o «representación» (φαντασία) requiere de la fisiología, y según se
————
7
Sigo la edición de Tomás Calvo: ARISTÓTELES (1983), Sobre el alma, Madrid, Gredos.
Así, HICKS, R.D. (1907), Aristotle. De anima, with English translation, introduction
and notes, Cambridge, Cambridge University Press, p. 475.
9 Llamo interpretación tradicional a la que interpreta la ‘psicología’ aristotélica como si
se tratara únicamente de un cúmulo de reflexiones ‘físicas’ y ‘metafísicas’. Para lo que digo,
véase EIJK (2005), Medicine and philosophy in Classical antiquity: doctors and philosophers
on nature, soul, health and disease, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 206-207.
10 LENNOX, J.G. (2001), Aristotle’s philosophy of biology: studies in the origins of the
life science, Cambridge, Cambridge University Press, p. 182.
11 FREDE, M. (1995), On Aristotle’s conception of the soul. En NUSSBAUM, M.C. y
RORTY, A.O., Essays on Aristotle’s De anima, Oxford, Clarendon Press, p. 106.
8
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
explica en el libro I de la Reproducción de los animales, la ‘sensibilidad’
(αίσθησις) la comparten, en mayor o menor medida, todos los animales; además, constituye una clase de conocimiento12. Por tanto, hay unos órganos de
los que la inteligencia se sirve para llegar a reproducir la intencionalidad del
sujeto y sus inclinaciones13. Philip van der Eijk ha reparado en aquellos pasajes del Corpus en los se refiere al pensamiento en un sentido estrictamente
físico —así, por ejemplo, en los contextos donde aparecen los términos: «descanso» (ηρήµησις), «movimiento» (κίνεσις) o «agilidad» (το ενκίνητον)—, y
aquellos otros en los que Aristóteles alude específicamente a perturbaciones
del intelecto que tienen como fuente u origen alguna afección corporal. A su
estudio me remito14.
En realidad, se descubre aparentemente una contradicción interna en el
Corpus, puesto que por un lado (tal como hemos visto siguiendo Acerca del
alma) la inteligencia no forma parte del cuerpo, mientras que en los tratados
de carácter biológico se insiste en que existen unos rasgos fisiológicos determinados que caracterizan al humano como ser inteligente. En un intento de
superar esta estrecha dicotomía, Victor Caston15 ha reducido el argumento a
estas tres premisas:
1. La inteligencia es parte del «alma» (Acerca del alma II 1, 412a 1921; 27-28).
2. El «alma» es idéntica con la «forma» (ειδος)) del cuerpo (Acerca
del alma I 1, 403b 9-14; Partes de los animales I 1, 641b 4-10).
3. La inteligencia es parte de la forma del cuerpo (Acerca del alma III
4, 429a 10-11).
En buena medida —hay que admitir—, la interpretación tradicional ha establecido una visión parcial, sesgada o unilateral de la mente debido a que
suele fundarse en unos tratados del Corpus aristotélico, dejando a un lado —o
————
12 Véase LLOYD, G.E.R. (1996), Aristotelian explorations, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 40-49, 126-137.
13 SORABJI, R. (1995), Intentionality and physiological processes. En NUSSBAUM y
RORTY (eds.), pp. 195-225. Sobre la fisiología de la φαντασία: WATSON, G. (1982), ФANTAΣIA in Aristotle De anima 3.3, Classical Quarterly, 32, pp. 103-107, y OSBORNE, C. (2007),
Dumb beasts and dead philosophers: humanity and the humane in ancient philosophy and
literature, Oxford, Clarendon Press, pp. 81-85.
14 EIJK (2005), pp. 218-229.
15 CASTON (1998), p. 180.
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JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
en un lugar marginal— a otros. Me refiero a los que estudian la biología y la
zoología. En alusión a esta problemática, Myles Burnyeat ha dicho:
Este es el mapa a gran escala de la filosofía natural de Aristóteles. Da comienzo con la Física, prosigue con Acerca del cielo y con Acerca de la generación y la
corrupción. Toma una pausa con los Meteorológicos pero continúa con Acerca del
alma y con los tratados biológicos16.
Conviene que tengamos presente este mapa al que Burnyeat se refiere. Por
mi parte, el estudio que aquí se sigue tratará de incidir, sobre todo, en la «biología» aristotélica. Añado que dicha tendencia no es nada novedosa; en realidad, empezó a florecer desde hace más de tres décadas17.
En los próximos epígrafes voy a incidir, previamente, en el lugar que el ser
humano ocupa en la scala naturae y, a continuación, me detendré en aquellos
pasajes del Corpus en los que puede apreciarse que ciertos órganos del cuerpo
humano tienen sus funciones fisiológicas relacionadas con los procesos en los
que está presente la inteligencia.
TELEOLOGÍA Y ANTROPOCENTRISMO EN LA SCALA ATURAE
Aristóteles concibió la «naturaleza» (φύσις) de forma antropocéntrica y
suele considerarse, en concreto, que el célebre pasaje de la Metafísica Λ 10
(1075a 11-25) constituye su principal apoyo textual en el Corpus. Gwilym
Owen, Geoffrey Lloyd, David Furley, Charles Kahn, John Rist o David Sedley, entre otros, apoyan esta interpretación. Por decirlo como hace Sedley18, el
«despliegue» (τέλος) del mundo natural en Aristóteles es jerárquico, continuo
————
16 BURNYEAT, M.F. (2004), Aristotle’s on the foundations of sublunary physics. En
HAAS, F.A.J. de y MANSFELD, J. (eds.), Aristotle. On generation and corruption Book
1(Proceedings of the 15th. Symposium Aristotelicum), Oxford, Clarendon Press, p. 13.
17 Solamente podemos dejar apuntada esta breve referencia. En este cambio de orientación destacaron las investigaciones de D.M. Balme y, sobre todo, los libros de PELLEGRIN, P.
(1982), La Classification des animaux chez Aristote. Statut de la Biologie et Unité de
l’aristotélisme, París, Les Belles Lettres, y LLOYD, G.E.R. (1983), Science, folklore and ideology, Cambridge, Cambridge University Press. Véase, asimismo, el conjunto de artículos en
GOTTHELF, A. y LENNOX, J.G. (eds.) (1987), Philosophical issues in Aristotle’s biology, Cambridge, Cambridge University Press, y los de DEVEREUX, D. y PELLEGRIN, P. (eds.) (1990),
Biologie, logique et métaphysique chez Aristote (Actes du Séminaire C..R.S.-.S.F., (Oléron
28 juin- 3 juillet 1987), París, Éditions du CNRS.
18 SEDLEY, D. (1991), Is Aristotle’s teleology anthropocentric?, Phronesis, 36, pp. 179-196.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
y tiene como punto de referencia absoluta el ser natural más perfecto que
existe, al menos en lo que luego se llamará el mundo sublunar: el hombre. No
podemos detenernos en la cuestión, sin duda importante, del carácter que
tiene la filosofía natural de Aristóteles, pero convengo con los estudiosos que
he citado en que no sólo es funcionalista19, ni desde luego constituye un mero
alarde taxonómico20.
«Para Aristóteles —vuelve a escribir Burnyeat21— es la existencia de la
vida lo que explica por qué los animales tienen una constitución física y no
otra». Y en su empeño por llegar a «indagar» (ιστορία) los seres vivos, labor
que como es bien sabido realizó en compañía de sus discípulos del Liceo,
Aristóteles se propuso el conocimiento de cuanto acaece en el mundo en donde rige el movimiento de progresiva y eterna generación y degeneración.
Aristóteles concibe a los animales y las plantas como seres naturales; no hay
una redundancia, pues ello significa que los animales y las plantas tienen en sí
mismos las fuentes o las «causas» (αιτίαι) del movimiento y el reposo (Física
II 1, 192b 21-23, 32-34; Metafísica E 1, 1025 19-22). La naturaleza de todo
animal o planta es compleja y se constituye de materia y de forma, y ésta es
«su propia naturaleza» (Física II 1, 193a 9-11, 28-31)22.
Aristóteles divide (Acerca del alma I 2) la clase de seres animados de los
inanimados23. A los animados (Investigación de los animales I 6, 490b 6491a 6) pertenecen tanto las plantas como los que llama sanguíneos y los
carentes de sangre24. En una gradación que va del menor al mayor grado de
complejidad fisiológica, de estructura y de forma (Partes de los animales II
10, 656a 2-4), las plantas son las que presentan menor complejidad en cuanto
a sus partes, «pues para pocas funciones basta el uso de pocos órganos»,
mientras que los seres que tienen no sólo «vida» [ζωή] como los vegetales
————
19 Es decir, que no se agota en el descubrimiento de la función (έργον) que desempeña un
organismo o parte de él.
20 Puede verse: BALME, D.M. (1987), Aristotle’s use of division and differentiae. En
GOTTHELF y LENNOX (eds.), pp. 80-85.
21 BURNYEAT (1992), Is an Aristotelian philosophy of mind still credible? A draft. En
NUSSBAUM y RORTY (eds.), p. 22.
22 Sigo la edición de G.R. de Echandía: ARISTÓTELES (1998), Física, Madrid, Gredos.
23 En Investigación sobre los animales (VIII 1, 588b 5-6) establece que «la naturaleza
pasa, ciertamente, sin interrupción de los seres inanimados a los animales a través de seres
vivos que no son animales» (cf. Partes de los animales IV 5, 681a 12-14). Es la edición de J.
Pallí Bonet: ARISTÓTELES (1992), Investigación sobre los animales, Madrid, Gredos.
24 El cap. 6 de la Investigación de los animales versa sobre las cuestiones de género y especie, y en él se contiene la clasificación de la vida animal no vegetativa que a continuación
reproduzco.
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JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO
sino, además, «sensibilidad [αίσθησις], tienen una forma más variada»25. Los
animales sanguíneos se clasifican, a su vez, partiendo de los ovíparos de huevo perfecto (las aves y los cuadrúpedos escamosos como los reptiles y los
anfibios) y los vivíparos (cetáceos, cuadrúpedos peludos y el hombre).
Desde el punto de vista de la división zoológica, el hombre, ese «animal
mortal, con pies, bípedo, sin alas»26, constituye el ser vivo más complejo de
todos, aunque comparte con las plantas la vida (ζωή)27, y con el resto de las
bestias (ascendiendo de esta manera en la jerarquía dentro de la escala natural), la sensación (αίσθησις)28. «El hombre es lo mejor del cosmos», establece
la Ética nicomáquea (VI 7, 1141a 24)29. Pero, ¿por qué el humano habría de
ser más complejo y, sobre todo, más importante que los demás animales, y
qué es lo que Aristóteles tiene en cuenta para afirmar y legitimar su superioridad sobre el resto de la escala natural? Distintos pasajes del Corpus establecen cuáles son o en qué consisten las peculiaridades fisiológicas del ser
humano con respecto a los otros animales30. Destaco algunos de ellos:
1. Es el único de los vivientes pedestres que tiene más grandes los pies en
proporción a su tamaño (Partes de los animales IV 10, 690a 27-28).
————
25 Cf. Acerca del alma II 2, 413a 21-26. Aquí se establece lo siguiente: «Lo animado se
distingue de lo inanimado por el vivir. Y como la palabra vivir hace referencia a múltiples
operaciones, cabe decir de algo que vive aun en el caso de que solamente le corresponda a
alguna de ellas, por ejemplo, intelecto, sensación, movimiento y reposo locales, amén de
movimiento entendido como alimentación, envejecimiento y desarrollo. De ahí que opinemos
que todas las plantas viven». La causa que descubre Aristóteles para las limitaciones que
posee la vida vegetativa reside en su «naturaleza (…) inmóvil» (Partes de los animales II 10,
656a 1). Seguimos la edición de E. Jiménez Sánchez-Escariche: ARISTÓTELES (2000), Partes
de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales, Gredos, Madrid.
26 Es la respuesta a la última pregunta que se pone de ejemplo para demostrar la imposibilidad de obtener la esencia a partir del método de la división (διαίρεσις): «¿qué es el hombre?», en Analíticos Segundos II 3, 92a 1-2, edición de M. Candel Sanmartín: ARISTÓTELES
(1995), Tratados de lógica (Όργανον), vol. II: Sobre la interpretación, Analíticos Primeros,
Analíticos Segundos, Madrid, Gredos.
27 El hombre comparte con las plantas las facultades de autoalimentación, crecimiento y
envejecimiento (Acerca del alma II, 412a 14-15), lo que incluye la capacidad generativa o
reproductiva (416a 19).
28 Es decir, la capacidad de sentir placer y dolor, «y donde se dan éstos —matiza— hay
además y necesariamente apetito» (Acerca del alma II, 413b 23).
29 Edición de J. Pallí: ARISTÓTELES (1998), Ética nicomáquea. Ética eudemia, Madrid,
Gredos.
30 Para la relación que voy a dar a continuación, puede seguirse LLOYD (1983), pp. 26-43.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
2. Solamente él se sostiene erguido (29).
3. Y solamente él posee un tamaño de su cabeza proporcionado con su
cuerpo (II 10, 656b 8-10; cf. 656a 7-14).
4. Es el único que no necesita de los miembros delanteros, por ello
también es el único en estar provisto de brazos y manos (IV 10, 687a
7-8).
5. Su sangre no es densa (Investigación de los animales III 19, 621a 3;
Partes de los animales II 2, 648a 6-7).
6. Está dotado de unos labios y dientes apropiados, y una lengua más
suelta y más blanda (Investigación de los animales IV 9, 536b 3-4;
Partes de los animales 659b 29-660a 25; III 1, 661b 15).
7. Asimismo, es el que tiene el sentido del tacto más desarrollado
(Acerca del alma II 9, 421a 20-23).
Todos estos enunciados no tienen como fin la simpleza de enumerar las
características físicas que tienen los humanos. Lo que importa es que todos
ellos están inextricablemente ligados con la inteligencia. Aristóteles infiere
nuestra peculiaridad bípeda porque somos inteligentes. Por eso mismo caminamos erguidos y tenemos manos con las cuales podemos adquirir y desarrollar habilidades productivas y técnicas (enmendando, de paso, a Anaxágoras,
quien hacía la inferencia contraria: el hombre es inteligente porque tiene manos; cf. Partes de los animales IV 10, 687a 8-10). Tenemos también una lengua y unos labios apropiados con los cuales podemos comunicarnos adecuadamente mediante palabras. Estos órganos son el vehículo sonoro de la
inteligencia. Un pasaje de la Poética (19, 1456a 37) lo dice de forma muy
expresiva: «Es cosa del pensamiento todo aquello que se ha de obtener mediante la palabra»31.
La propiedad fisiológica que poseen los labios reside en su blandura. Aristóteles dice que los animales con carne más blanda son más aptos para la inteligencia que los que no la tienen (Acerca del alma II 9, 421a 23-26). Además,
sin el sentido del tacto ningún ser vivo podría estarlo, pero «debido a» que
————
31
Para LABARRIÈRE (2004, pp. 40-49) la capacidad del lenguaje articulado no evoca necesariamente el logos. Sin embargo, el lenguaje en Aristóteles solamente es posible a través
del pensamiento; Maurizio Beuchot explica que el lenguaje tiene por causa («causa formal»)
el pensamiento. BEUCHOT, M. (2004), Ensayos marginales sobre Aristóteles, Méjico, Universidad Autónoma de México, p. 16. También el ser humano está dotado de un oído muy agudo
(Investigación de los animales IX 1, 608a 17-21), y esta capacidad también se pone en relación con el logos y con la posibilidad de entenderlo, previa audición.
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poseemos el sentido del tacto más fino somos los animales más inteligentes
de cuantos existen.
Aristóteles prosigue diciendo con relación a la inteligencia o con habilidades que directamente tienen que ver con ella:
1. El humano es el único que adquiere experiencia gracias al arte y los
razonamientos (λογισµοι) (Metafísica A 1, 980b 25-27)32.
2. Es el único capaz de reflexión (βουλετικόν) y de recordar (Investigación de los animales I 1, 488b 25-29)33.
3. El único animal capacitado para hacer o actuar (Ética eudemia II 6,
1222b 18-20)34.
4. El único capacitado para la risa (Partes de los animales III 10, 673a
8-10)35.
5. El único capaz de captar los olores que son agradables por sí mismos
(Acerca de la sensación y de lo sensible V, 443b 19-20)36.
6. El único capaz de desarrollar el sentido del gusto (Partes de los animales II 17, 660a 18-25).
7. El único que tiene la capacidad del lenguaje articulado (διάλεκτος),
como no existe otro animal en la naturaleza (Investigación de los
animales IV 9, 536b 3-4)37.
————
32
Aristóteles, dentro de las diversas destrezas «artísticas» que el hombre puede llegar a
desarrollar, explica en la Poética (4, 1448b 4-5) que «la actividad imitativa (µίµησισ) es connatural a los seres humanos desde la infancia (y esto les diferencia de los otros animales)».
Sigo la traducción de S. Mas Torres: ARISTÓTELES [2004], Poética, Madrid, Biblioteca Nueva.
33 Aristóteles distingue esta capacidad del recuerdo (ανάµνησις) de la simple memoria
(νήµη) de la que están dotados otros animales (ARISTÓTELES (2004), p. 26).
34 En concreto, establece que «el hombre es el único animal que es principio de ciertas
acciones», pues «en efecto, no podemos decir de ningún otro animal que actúa» (cf. Ética
nicomáquea VI 2, 1139a 23).
35 Concretamente lo expresa refiriéndose a la causa que provoca la risa: las cosquillas.
36 Mientras que sería común a los demás animales sólo la propiedad de saborear y poder
oler lo agradable y lo desagradable (19-28).
37 Labarrière interpreta que el lenguaje articulado no constituiría un rasgo esencial que
distinga al hombre de todos los demás animales. Véanse, sobre todo, las páginas que dedica a
las aves que, de acuerdo con Aristóteles, poseen también διάλεκτος: el pájaro de la India, el
loro, y el ruiseñor. En LABARRIÈRE, (2004), pp. 49-59. En este punto, sigo la interpretación
mayoritaria. Labarrière sobredimensiona las excepciones que presenta el Corpus aristotélico.
Con ello, no sólo convierte las excepciones en regla sino que además pasa por inadvertido el
uso propio que Aristóteles hace de la analogía. Véase SORABJI (1993), pp. 13-14.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
8. El hombre es el único con la capacidad de hablar y puede llegar a
aprehender el sentido del bien, lo justo y los demás valores (Política
I 2, 11-12, 1253a).
9. Es, además, el único de los animales conocidos que participa de lo divino, o el que más de todos (Partes de los animales II 10, 656a 6-7; cf.
Reproducción de los animales 737a 10; Acerca del alma 408b 29).
La inteligencia según Aristóteles es un atributo divino; es la parte intelectiva
del «alma» la que no perece con el cuerpo cuando sobreviene a la muerte. Sin
embargo, de entre todos los pasajes que he citado el que merece nuestra atención no es éste sino el que inmediatamente le precede (Política I 2, 11-12,
1253a). Todas las especialidades que posee la naturaleza humana tienen por
denominador la capacidad intelectiva o racional, que como pone de manifiesto
este pasaje de la Política conforma una capacidad del «espíritu» por cuanto
concierne al sentido de lo moral, lo justo y a todas los demás «valores». Terence Irwin38 se permitió discrepar de la rotundidad con que Aristóteles se muestra
aquí, y contrapone éste al pasaje 436b 20-437a 1 del pequeño tratado titulado
Acerca de los sentidos. Irwin establece que si el tacto y el olfato permiten al
animal distinguir entre el alimento que puede comer y el que no, puede entonces distinguir «lo bueno» de lo que no lo es. Evidentemente, aquí «lo bueno» se
relaciona más con lo útil y carece del carácter absoluto que poseen los valores
humanos a los que se ha referido la Política (lo moral y lo justo).
La explicación «lógica» de la Política contiene la referencia a la capacidad
lingüística de los humanos (φονή), y la relaciona directamente con la capacidad de raciocinio, con la moralidad y la forma de vida civilizada, es decir, con
esa construcción colectiva que supuso la «ciudad» (πόλις)39. Dicha explicación no era, en absoluto, una novedad en el mundo griego, dado que el pensamiento precedente ya había reparado en ello40. Tampoco debe escapársenos
que en sentido propio ni la Política ni las Éticas conciernen o tienen como
destinatarios a todo el género humano, sino únicamente a una clase muy especial: el varón griego, libre y ciudadano. Por tanto, éste es el único que tiene
la disposición natural a ser un humano «completo» o «maduro» (τέλειος),
siendo el único que se encuentra en disposición de adquirir la virtud o exce-
————
38
IRWIN, T. (1988), Aristotle’s first principles, Oxford, Clarendon Press, p. 332.
Véase AX, W. (1978), Ψóφος, φoνή und διάλεκτος als Grundbegriffe aristotelischer
Sprachreflexion, Glotta, 56, pp. 259-262.
40 Pienso, sobre todo, en el mito de Protágoras en el diálogo al que da nombre de Platón
(Protágoras 320c-322d).
39
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lencia (αρετή) utilizando el «razonamiento práctico» (φρóνησις). Así lo expresa la Ética nicomáquea (VI 13, 1144b 18, b29).
La inteligencia, sin embargo, no es innata41. Llega a aflorar en estos individuos llamados a ser ciudadanos cuando rebasan la edad adulta42. La inteligencia se adquiere, entonces, a raíz de un proceso educativo y, sobre todo,
con el hábito (έξις). Como Martha Nussbaum43 puso de relieve, Aristóteles
establece el criterio de humanidad fundándose, más que en la pertenencia a
una misma especie, en la existencia en las sociedades (griegas) de unos determinados rasgos fundamentales de vida compartidos. Como veremos en el
próximo epígrafe, las explicaciones del Corpus vuelven a tener presente al
humano «entero» o «completo», pero también a aquellos otros humanos que
(por naturaleza) no lo son. Ello dará pie a establecer ciertas precisiones sobre
los humanos que forman parte de la alteridad dentro del pensamiento aristotélico: ya sea por su carácter incompleto definitivo (tales como las mujeres) o
por su carácter meramente transitorio (el niño que un día podrá llegar a la
ciudadanía). La naturaleza no hace nada en vano (Marcha de los animales 2,
704b 11-17)44 y todo aquello que se genere fuera de ella será por definición
antinatural. Ahora podemos entender con todo su calado qué significa para
Aristóteles que el humano es el animal más natural de todos cuantos existen
(4, 706a 19). Por cuestiones de espacio debo dejar para otra ocasión el tratamiento en extenso que merecerían los seres anómalos, aberrantes, los híbridos
y los monstruos, que nacen por accidente y son antinaturales.
————
41
Véase FREDE, M. (1996), Aristotle’s rationalism. En FREDE, M. y STRIKER, G. (eds.),
Rationality in Greek thought, Oxford, Clarendon Press, pp. 169-170. Hay una contradicción
textual con un pasaje de la Ética eudemia (II 8, 1224b 10-12). La contradicción se supera en el
sentido que ha explicado recientemente WINSLOW, R. (2007), Aristotle and rational discovery,
Londres, Continuum, pp. 94, 140-141 (n. 6).
42 Resulta difícil de explicar cómo habría de producirse este acontecimiento o la trasformación en la que el niño (un ser humano άλογος) se convierte en el adulto que delibera (bulético) y elige, y se determina (prohairético). Véase el estudio de COLES, A. (1997), Animal and
children cognition in Aristotle’s biology and the scala naturae. En KULLMANN, W. y
FÖLLINGER, S. (eds.), Aristotelische Biologie: Intentionem, Method, Ergebnisse (Akten des
Symposions über Aristoteles Biologie vom 24. - 28. Juli 1995 in der Werner-Reimess-Stiftung
in Bad Homburg), Franz Steiner Verlag, Stuttgart, pp. 287-323.
43 NUSSBAUM (1995), La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía
griega, Madrid, Visor, p. 321.
44 La naturaleza no hace nada en vano o que sea superfluo, sino siempre generando o
produciendo lo mejor. Véase LENNOX (2001), pp. 205-223.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
RUIDOS, VOCES Y PALABRAS ARTICULADAS: LA FISIOLOGÍA DEL LENGUAJE
HUMANO
A la hora de estudiar los sonidos que emiten los distintos seres animados,
Aristóteles distingue (Investigación de los animales IV 9, 535a 27-28): la voz
(φονή) del simple ruido (ψóφος)45. Éstos, a su vez, son distinguibles del lenguaje articulado (διάλεκτος): «Voz y ruido son dos cosas distintas, y el lenguaje una tercera»46.
En Acerca del alma (II 8, 420b 6-7) se lee que «la voz es un tipo de sonido
exclusivo del ser animado»47. Sin embargo, no todos los vivientes tienen voz
para Aristóteles. La explicación es morfológica: la poseen exclusivamente
aquellos animales «que reciben aire en su interior», es decir, los que están
naturalmente dotados por el órgano respiratorio de la laringe y cuyo funcionamiento «está al servicio de otra parte, a saber, el pulmón» (22-24)48. Con
relación a las especies animales, solamente los sanguíneos tendrían la capaci-
————
45
El estudio de Wolfram Ax se detiene en otro tipo de consideraciones que nosotros no
vamos a tratar aquí. Su análisis comienza con la división aristotélica completa de los seres
vivos que pueden emitir algún tipo de ruidos (ζωα ψοφητικά): «áfonos» (άφονα) y «con voz»
(φονήεντα). AX (1978), pp. 248-252.
46 Otras fuentes distintas de la aristotélica distinguen φονή de αυδή. En Homero, φονή
aparece en contextos en que debe traducirse por «sonido» y hasta por simple «ruido», mientras que αυδή lo hace en contextos que aluden estrictamente a «lenguaje». FORD, A. (1992),
Homer: The Poetry of the Past, Ithaca, Cornell University Press, pp. 172-179. Platón, en el
Crátilo (398d, 409e), emplea φονή para referirse a la «voz», pero también al «lenguaje» (igual
que γλωττα y λόγος).
47 Y de los inanimados que poseen voz (como la flauta o la lira) sólo se hace «por analogía» —véase LAURENT, J. (1996), La Voix humaine (De anima II, 8, 420b 5- 421a 3). En
ROMEYER G.D. (dir.) y VIANO, C. (ed.), Corps et âme. Sur le De anima d’Aristote, París, Vrin,
pp. 169-192. Maria Grazia Ciani, que ha estudiado los defectos de la voz humana tomando por
norte el Corpus hipocrático, establece (según Epidemias) que la voz es sinónimo de vida y
salud, mientras que la «afonía», de muerte y enfermedad. CIANI, M.G. (1987), The Silences of
the Body: Defect and Absence of Voice in Hippocrates. En CIANI, M.G. (ed.), The regions of
silence: studies on the difficulty of communicating. Ámsterdam, Gieben, pp. 145-172.
48 Platón (Timeo 67b) creía que la voz resultaba del choque transmitido hasta el alma a
través de los oídos y por mediación del aire, el cerebro y la sangre. Hoy se sabe que los órganos humanos que posibilitan el habla son el cerebro y el aparato fonador, y dentro de este
último, es la peculiar posición de la laringe, mucho más baja que la del resto de primates, lo
que explica la misma. La descripción más detallada en el Corpus de los órganos de fonación
se encuentra en Partes de los animales II 16-17.
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dad de emitir voces, salvo los peces49. Así que, no todos los animales están
dotados por naturaleza de voz. Pero como hemos visto, Aristóteles también
distingue la voz de las expresiones lingüísticas o el lenguaje articulado, con lo
que no todos los seres animados que puedan emitir voces poseerán este don
natural. Según acabamos de destacar, para Aristóteles el lenguaje articulado
es propio sólo del hombre. Antes lo veíamos con la cita de Investigación de
los animales; en Reproducción de los animales (V 6, 786b 20-21), expresa
que los humanos, dado «que la naturaleza les ha concedido esa facultad (...)
son los únicos animales que se sirven de la palabra [λόγω]».
Si continuamos con Problemas (X 40, 895a 17-18)50, aquí el texto aristotélico se detiene en una importante matización: «el hombre participa más del
lenguaje, y los demás animales del sonido». Parece advertirse que el hombre
puede participar también, o según el caso sólo, de otras formas comunicativas; por ejemplo, a través de la voz como hacen los animales o, incluso, simplemente a través de una emisión gutural ruidosa51. En esto, explica Acerca
del alma (II, 420b 27-31) que, evidentemente, «el golpe de aire inspirado» es
lo que se llama «voz», pero matiza —y debemos pensar exclusivamente en el
viviente dotado de voz— que: «no todo sonido del animal es voz», y lo que
no es voz ni lenguaje articulado habrá de ser, por exclusión, ruido; cabe, no
obstante, «en efecto, producir sonidos con la lengua así como tosiendo», pero,
según lo dicho, esta emisión sonora o golpe del aire sólo constituiría ruido. Y
explica (31-34):
Ha de ser necesariamente un ser animado el que produzca el golpe sonoro y éste ha de estar asociado a alguna representación, puesto que la voz es un sonido que
posee representación.
————
49 Aristóteles explica que los animales que no poseen voz no la tienen porque carecen de
sangre; tampoco la tienen, entre los sanguíneos, los peces. Acerca del alma, 10-12.
50 Para Problemas, como tal fuente integrante del Corpus, me remito a lo que la edición
de Elena Sánchez Millán considera acerca de su datación y autoría. ARISTÓTELES (2004),
Problemas, Madrid, Gredos, pp. 11-13. De acuerdo con ello, los pasajes que tomamos son
«auténticos», esto es, del período histórico que nos ocupa. Me abstengo de utilizar otros en
que, no ya la autoría, sino la redacción de los mismos y su pensamiento, estén claramente
separados del fundador del Peripato.
51 Aristóteles conoce que hay un tipo muy peculiar de aves que tienen un lenguaje articulado (Investigación de los animales IV 9, 536a 21-22). Se refiere a estas aves, el «pájaro de la
India», el loro, del que «se dice que posee un habla como los hombres» (VIII 12, 797b 28).
Estos pájaros se asimilan a los que tienen garras corvas, cuello corto y lengua ancha, que
pueden poseer dotes de «imitación».
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
La representación «simbólica» o —siguiendo la terminología aristotélica
en Sobre la interpretación (2, 16a 19)— lo «significativo» [σηµαντική], distingue la voz de un ruido que pueda producir el mismo viviente52. Esto que
dice de la voz, Aristóteles lo expresa respecto de la forma específica de sonidos que emiten esos animales parlantes, únicos en su especie, que son los
humanos: el lenguaje articulado. En Sobre la interpretación (ídem) sostiene
que únicamente «el sonido» que es «significativo» será un «nombre
[όνοµα]»53, y —en un sentido próximo a la postura que mantiene Hermógenes en el Crátilo de Platón— será «significativo por convención
[συνθήκεν]»54, es decir, que «ninguno de los nombres lo es por naturaleza»
————
52
Nada obsta que otros animales también posean la capacidad de producir «representaciones» o la «imaginación» (φαντασία). SADUN BORDONI, G. (1994), Linguaggio e realtà in
Aristotele, Roma- Bari, Laterza, pp. 18-19, y OSBORNE (2007), pp. 79-81. Para el texto de
Sobre la interpretación, seguimos la referida edición: ARISTÓTELES (1995), Tratados de lógica (Όργανον), vol. II: Sobre la interpretación, Analíticos Primeros, Analíticos Segundos,
Madrid, Gredos.
53 Si consideramos el Crátilo de Platón, lo importante según Sócrates era la perfecta adecuación (επονιµία) existente entre el nombre y lo nombrado: «el nombre es una “imitación”
[µίµησις] con la voz de aquello que es imitado» (Crátilo 423b). De lo que se trata en la corrección platónica de los nombres es de «la captación del ser por medio de letras y sílabas»
(423e), aunque para el propio Platón resultaba imposible una adecuación perfecta. Aristóteles
(Sobre la interpretación 16a 19-29) rechaza expresamente la µίµησις platónica. De esta manera, el nombre es un instrumento que nos enseña algo de la forma onomástica ideal, según
Platón, mientras que la postura de Aristóteles, como explico a continuación, se halla próxima
a la que en el Crátilo defiende Hermógenes.
54 Si bien Hermógenes en el Crátilo aplica la convención humana y utiliza de forma indistinta (cf. Crátilo 384c-e) los términos: συνθήκη (pacto), οµολογία (consenso), νοµός (convención) y ήθος (hábito) para comprender, no la existencia de la «representación significativa» convenida (que la da por supuesta), sino la diferencia y variedad de lo que ha sido
convenido por los hombres. Por eso dice a Sócrates, respondiendo a qué puede deberse la
exactitud que tienen los nombres, que: «Yo desde luego, Sócrates, no conozco para el nombre
otra exactitud que ésta: el que yo pueda dar a cada cosa un nombre, el que yo haya dispuesto,
y que tú puedas darle otro, el que, a tu vez, dispongas. De esta forma veo que en cada una de
las ciudades hay nombres distintos para los mismos objetos, tanto para unos griegos a diferencias de otros, como para los griegos a diferencia de los bárbaros» (385d-e). Para Aristóteles el
όνοµα, la palabra, sólo llega a ser significativa mediante un acuerdo, y por consiguiente, como
creía Hermógenes, nada existe en la palabra que remita naturalmente a su significado. Pero
Sócrates ponía un serio reparo a su interlocutor en el Crátilo, que el acuerdo desemboque en
un pacto privado, con lo que el lenguaje solamente sería comunicable a las partes que lo pactaron y que lo conocen (385d-e). Aristóteles salva la objeción platónica remitiendo al uso que
legitima los significados de las palabras (Tópicos I 1, 100b 22, respecto de los enunciados
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(27-28)55. Según Aristóteles (4, 17a 1-2), el discurso o «enunciado [λόγος] (…)
es significativo (…) no como un instrumento “natural”, sino por convención»56,
y queda fuera de dicha consideración «enunciativa» o «lógica» «los sonidos
inarticulados, por ejemplo, de los animales, [pues] ninguno de los cuales es un
nombre [όνοµα]» (28-29)57. Como lo expresa respecto de la tos, deberá entenderse sonido o voz aquello que no sea propiamente lengua articulada58.
A lo largo de las obras que hemos venido considerando, cuando Aristóteles trata específicamente de las voces que pueden llegar a emitir los vivientes
parlantes («así como tosiendo», recuerdo), lo propio o específico del humano
es, sin embargo, el articular palabras (porque «el hombre participa más del
lenguaje»). Pero Aristóteles, como he advertido al comienzo de nuestro trabajo, no descuida que existan además otros humanos que tienen por vehículo
comunicativo, no la palabra articulada sino solamente las «voces», de forma
que ésta es su manera propia de comunicarse. Y lo hacen, se expresan, así,
mediante voces: el niño, los que padecen algún tipo de indisposición, anomalía o atrofia que les incapacite para poder hablar como hombres plenos o
completos (τέλειος) y, en último lugar, como veremos, también las mujeres.
Este don tan precioso que los seres humanos poseen por naturaleza, el lenguaje articulado, es un bien no obstante delicado y frágil, por ello «la lengua
humana —afirma Problemas (XI 1, 898b 31-32)— parece muy fácil de perder y muy difícil de perfeccionar». De esta manera, la eclosión de la palabra
constituye un proceso en el desarrollo humano que, como el general de la
cultura, da comienzo por las expresiones de sonido más elementales. Incluso,
————
plausibles). Como subrayó Anne Cauquelin, es la polis el marco que sirve de limitación a esa
arbitrariedad de que hablaba el Sócrates platónico. CAUQUELIN, A. (1990), Aristote: le langage, París, Presses Universitaires de France, pp. 62-63.
55 Completa diciendo que el nombre será por naturaleza «cuando se convierta en símbolo
(σύµβολον)». El empleo de los términos σύµβολον y σηµα (signo) por parte de Aristóteles ha
suscitado una extensa bibliografía, pero suele destacarse que el primero aparece en las obras
de carácter político y el segundo, en las biológicas. Véase SADUN BORDONI (1994), pp. 27-37.
56 En concreto comienza la cita que he tomado, diciendo: «todo enunciado [λόγος] es
significativo».
57 En la Poética (20, 1456b 23-24) expresa, al hilo que define la primera de las partes del
lenguaje (la letra), que las bestias «emiten sonidos indivisibles, pero a ninguno de tales sonidos los denomino letras».
58 El criterio rigorista que Crátilo sostiene (y Crátilo es valedor, como se sabe, del naturalismo lingüístico), conduce al extremo de considerar «ruido» [ψόφος] al que habla en vano o
lo hace en falso. Es decir, para Crátilo (Crátilo, 429b-430a) aquél que habla según alguno de
estos dos casos no lo hace en absoluto, sus palabras no son tales, y en nada se diferenciarían
del ruido que produce un objeto inanimado al ser golpeado.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
los niños —XI 30, 902b 20-21— «si son muy pequeños ni siquiera pueden
pronunciar de otro modo que los animales». Y culmina, por fin, realizándose
(τέλος) a través del logos más pleno que se alcanza con la edad adulta o madura. Inmediatamente que nacemos, explica Aristóteles (Problemas XI 1,
898b 33-35): «somos mudos (...) pues al principio no hablamos absolutamente nada y después, más tarde, balbuceamos durante un tiempo». La cultura
resulta, así, un proceso biológico de apertura, desde la infancia-animalidad
hasta que el hombre sobrepasa la edad adulta. En Investigación sobre los
animales (IV 9, 536b 6-8; cf. Problemas XI 30, 902b 17-20) se refiere a la
niñez con estas palabras:
En cuanto a los niños pequeños, así como no son capaces de controlar las otras
partes de su cuerpo, tampoco lo son, al principio de su lengua, y así ésta no cumple
su función y tarda bastante en soltarse, de suerte que la mayor parte del tiempo los
pequeños balbucean y tartamudean.
Sorprende el que, después de haber reconocido en Partes de los animales
que el reír constituye una forma de expresión que es un atributo exclusivo de
los humanos (por ende, relacionado con su capacidad del logos), Aristóteles
no infiriera también que las gesticulaciones y los balbuceos del niño no sean
una especie de «diálogo prelingüístico» como el que se establece entre el niño
y su madre o la nodriza o cuidadora59.
Por su parte, a los sordomudos les sucede que «emiten sonidos, pero no un
lenguaje articulado» (Investigación sobre los animales IV 9, 536b 4-5).
Hablan «de nariz» —ésta es la causa que encuentra como justificación—
«pues por ahí sale el aire, ya que su boca está cerrada, y la han cerrado porque
no utilizan la lengua para hablar» (Problemas XI 2, 899a 6-9). El número 40
de la Sección X de Problemas empieza con estos interrogantes:
————
59
GADAMER, H.-G. (1998), Arte y verdad de la palabra, Barcelona, Paidós, pp.141-142.
La gesticulación no constituía para los griegos una demostración, precisamente, de humanidad, y podía ser motivo de ininteligibilidad para un interlocutor «lógico» como el Corifeo del
Agamenón (representando a los mesurados ciudadanos de Argos) en relación a los gestos y
chillidos de la princesa Casandra, Esquilo, Agamenón 1105-1108. También es un modo con el
que se comunican los bárbaros, Heródoto, Historia IV 113, 1-2. En el texto, me refiero a la
madre y la nodriza; normalmente era alguna de éstas, si no las dos, quienes se ocupaban de los
niños pequeños. Por tanto, la relación maternal o cuasi-maternal era más estrecha que la paterna, al menos en la edad infantil (lo que cambiaba cuando el niño se convertía en adolescente). Jenofonte explica en el Económico (VII 23-24) que la relación de la madre con su hijo era,
de todas las relaciones humanas, la más cercana a la animalidad.
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¿Por qué el hombre es el único animal al que se le traba la lengua? ¿Acaso porque también puede ser mudo, y el tartamudeo es una mudez? Pero de hecho es que
ese órgano [la lengua] no se ha desarrollado del todo.
El Problema 30 de la Sección próxima, la XI, establece in fine la relación
entre los balbucientes, los ceceantes y los tartamudos, pues todos estos:
Surgen de una incapacidad (...), el ceceo consiste en no controlar una determinada letra, esa y no cualquiera; mientras que el balbuceo es quitar algo, letra o sílaba, y el tartamudeo se debe a la incapacidad de unir una sílaba con la siguiente60.
Queda por ver todavía la voz que emite otro humano imperfecto: la mujer.
Pero para ello se requiere aludir previamente a la caracterización compleja
que Aristóteles hace de ella. Aristóteles concibe la diferencia de sexos en
términos de su teoría de la materia y la forma, y reconoce, además, un principio general que se da en toda la naturaleza sexuada: la superioridad del macho
y la inferioridad de la hembra (Política I 2, 1254b 13-14). Fisiológicamente,
la generación del nasciturus que frustre su «desarrollo» o «maduración»
(τέλος) lleva a la aparición de un miembro de la especie de sexo femenino. En
realidad, éste constituye un tema que según dijimos antes no corresponde
tratarlo aquí, dado que Aristóteles explica dicha atrofia o degeneración en el
capítulo de la formación de los seres monstruosos y deformes. Baste decir que
monstruo y mujer acaecen por accidente, y en concreto por la ruptura del
principio natural de que lo semejante genera o reproduce lo semejante. Así lo
establece Reproducción de los animales IV, 3, 767b 7-9:
Desde luego, el que no se parezca a sus padres es ya un monstruo, pues en estos casos la naturaleza se ha desviado de alguna manera del género. El primer comienzo de esta desviación es que se origine una hembra y no un macho.
A pesar de la malformación física que presentan las hembras humanas,
Aristóteles reconoce una cualidad importante en la mujer, o al menos en la
mujer griega libre (por naturaleza), dado que posee la facultad de la «deliberación» o βούλησις (Política I 13, 1260a 10-14). Como se sabe, la deliberación es la facultad de la razón práctica que posee el hombre «prudente»
(φρόνιµος). Es en la Ética nicomáquea (VI 5, 1140a 25-27) donde Aristóteles
define la excelencia o virtud de la prudencia (φρόνησις) y dice que es «la
————
60 En Partes de los animales (II 17, 660a 24-26), Aristóteles une el defecto de la tartamudez a las deficiencias fisiológicas que presenta el órgano de la lengua.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
capacidad de deliberar rectamente sobre lo que es bueno y conveniente para sí
mismo». Por tanto, Aristóteles está haciendo una concesión a las capacidades
«psíquicas» de las mujeres (griegas y libres) al reconocerlas algo que propiamente caracteriza al hombre completo, el ciudadano; aunque dicho esto, la mujer «bulética» requiere de un κύριος o de una «autoridad» masculina (padre,
marido u otro familiar varón), dado que la βούλησις femenina (Política I 13,
1260a 14) no conlleva la facultad de «preferencia» (προαίρεσις).
Con relación a la voz, Reproducción de los animales (V 7) establece en este caso el paralelismo que existe entre la voz grave-fuerte-masculina y la voz
aguda-débil-femenina, cuyas diferencias se deben a la propia naturaleza que
tienen los distintos seres y, por tanto, concierne a la cantidad de aire, mayor y
menor, pero también caliente y frío, que los cuerpos pueden mover, de suerte
que «cuanto más rápido lo muevan más aguda será la voz». Solamente la voz
grave «parece propia de una naturaleza más noble, y en los cantos el grave es
mejor que los agudos, pues lo mejor está en la superioridad y el tono grave
supone cierta superioridad»61. Para Aristóteles, esto no sucede en los casos en
que los animales sean débiles porque «la fuerza muscular se relaja» —
Reproducción de los animales (V 7, 787b 21)62: en los jóvenes (en tanto en
cuanto lo sean y siempre cuando no pertenezcan al sexo femenino), en los
viejos y en las hembras o sus asimilados (los castrados).
Antes de acabar nuestro estudio, y después de habernos detenido en la fisiología del logos de los humanos «completos» y de los que no lo son, puede
haberse echado en falta la figura de la alteridad por antonomasia según la
concepción de los griegos: los bárbaros. Como es sabido, los bárbaros constituyen los esclavos por naturaleza en la compresión aristotélica (Política I).
Sin embargo, Aristóteles no habla de los bárbaros en los textos que llevamos
visto en relación a las diversas destrezas e incapacidades fónicas humanas y,
por más que se ha detenido en la tartamudez, tampoco podía saber que βαρβαρος deriva de una onomatopeya en las lenguas indoeuropeas que evoca, precisamente, la dificultad para hablar o expresarse63. El bárbaro-esclavo posee
————
61 En la «voz » [φονή] se distingue (cf. Acerca del alma II 8, 6-9) el registro o «longitud»
[αποτάσις], la «melodía» [µέλος] y la «articulación» [διάλεκτος]. Sobre los elementos en que
se compone la voz, véase LABARRIÈRE (2002), Le Caractère musical de la voix chez Aristote:
αποτάσις, µέλος, διάλεκτος, Philosophie Antique, 2, pp. 98-108.
62 Se relaja en los jóvenes porque sus articulaciones y los músculos todavía no se han
desarrollado (11-12) y en los ancianos porque con la edad ya se han destensado (13-14). Por
su parte, «todos los animales castrados experimentan cambios de carácter femenino, y como
su fuerza muscular se relaja, emiten una voz similar a la de las hembras» (20-23).
63 En sánscrito la raíz «barbara-» designa la tartamudez. POKORNY, J. (1994),
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el logos humano al menos para comprender el sentido de su dominación y
esto significa que los esclavos-bárbaros deberán quedar sometidos, entonces,
a sus dueños (que por naturaleza, son los hombres libres griegos). Su disposición «psíquica» radica en un predominio del elemento pasional, desiderativo
y apetitivo. La Ética nicomáquea (I 13, 1102b 27-30) dice:
Lo irracional debe ser doble, pues lo vegetativo no participa en absoluto de la
razón, mientras que lo apetitivo y, en general, lo desiderativo, participa de algún
modo, en cuanto que la escucha y obedece.
Hay en la naturaleza algunos seres humanos que están llamados a dominar
y otros a ser dominados. Todo en la naturaleza posee un elemento regido y
alguno regente, y quien rige siempre es la parte inteligente (Política I 5, 4-5,
1254a)64. En Investigación de los animales (IV 9, 536b 19-20) Aristóteles
expresa que todos «los hombres emiten el mismo sonido —se refiere a la
voz—, pero el lenguaje no es lo mismo». ¿Podría ser que, como cantaba el
verso 1062 de las Traquinias de Sófocles, en boca de Heracles, Aristóteles
pensase que los bárbaros no poseen lengua articulada en absoluto, que son
«άγλωσσοι»? La princesa troyana Casandra tiene «bárbara su lengua, como
de golondrina», según exclama la reina Clitemnestra en el Agamenón de Esquilo (vv. 1051-1052)65. Estos dos pasajes de la tragedia constituyen solamente dos ejemplos, entre algunos que podríamos encontrar, que se enmarcan en
el proceso general de denigración y de reducción al estatus de la animalidad
que sufrieron los bárbaros a lo largo de la historia de la Grecia clásica. Dicha
imagen se generó con el sentimiento de superioridad adquirido tras la victoria
contra los persas en las Guerras médicas y con el surgimiento del panhelenismo66. Aristóteles es heredero directo de este tipo de pensamiento, aun
cuando su forma de pensar introduce los suficientes matices como para no
tener que asimilar sus análisis al lado de los juicios radicales que expresan los
personajes de las obras de Esquilo o de Sófocles.
————
Indogermanisches etymologisches Wörterbuch. I Band, Tubinga-Basilea, Francke, p. 91.
64 Las emociones son «irracionales» (άλογα) en el pensamiento aristotélico. Desde esta
óptica, existe una diferencia respecto de la vida «animada» y la vegetativa, puesto que «lo
vegetativo no participa en absoluto de la razón» (Ética nicomáquea I 13, 1102b 27-28), y por
tanto, resulta ajeno al intento de dominación por parte del «hombre».
65 Sigo la edición de B. Perea Morales: ESQUILO (2000), Tragedias, Madrid, Gredos.
66 HALL, E. (1989), Inventing the Barbarian: Greek Self-Definition through Tragedy,
Oxford, Clarendon Press, passim.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
CONCLUSIÓN
Como advertí en las primeras páginas, nuestra investigación de la fisiología del logos se circunscribe dentro de la tendencia actual que otorga un protagonismo merecido a las obras del Corpus aristotélico que tienen un carácter
psico-biológico. El estudio de la «psicología» aristotélica se supeditó tradicionalmente a las consideraciones estrictamente epistemológicas y metafísicas; por tanto, un estudio como el nuestro adquiere una entidad propia si se
establece tomando en consideración —tal como espero haber hecho— la
«psicología» con la «biología». Estoy convencido, además, y a la vista estará
después de lo que se ha tratado, que desde esta óptica puede darse una respuesta más completa a la comprensión aristotélica del ser humano, frente al
tipo de interpretaciones que postergan, cuando no simplemente ignoran, esta
parte tan sustancial del Corpus. Tal como he explicado, y como también he
tratado haciendo hincapié en las pruebas textuales, puede afirmarse que en el
pensamiento de Aristóteles existe una «implicación» del cuerpo y la ψυχή,
aun cuando no haya un órgano específico del intelecto. Esto significa que —
por lo que se refiere, al menos, a la materia que nos concierne— no hay dos
Aristóteles, o no existe una cesura insuperable entre la parte epistemológica y
metafísica del Corpus con la psico-biológica, sino que todas son complementarias. Como Anthony Preuss67, Gad Freudenthal68 y Rémi Brague69, entre
otros, han puesto de manifiesto, existe una adecuación en la concepción aristotélica entre el ser humano y el cosmos. Así, la fisiología adquiere pleno
significado si nos atenemos a lo que expresa la cosmología, a pesar de que
nosotros no hemos podido detenernos en esta cuestión. Según vimos, el
humano es el único animal que camina erguido y lo hemos explicado remitiéndonos a la inteligencia. Pero, debido a que el espacio aristotélico no es
isotrópico, sino que «arriba» y «abajo», y «derecha» e «izquierda» no sólo
son distinguibles sino que, además, los primeros («arriba» y «derecha») son
los preeminentes70, se entiende que el humano camine de dicha manera. Tal
como se dice en Acerca de la juventud (19, 477a 20-25; cf. Investigación de
————
67
PREUS, A. (1990), Man and cosmos in Aristotle. En DEVEREUX, D. y PELLEGRIN, P.
(eds.) (1990), pp. 471-490.
68 FREUDENTHAL, G. (1995), Aristotle’s theory of material substance: heat and pneuma,
form and soul, Oxford, Clarendon Press.
69 BRAGUE, R. (2009), Aristote et la question du monde, París, Cerf.
70 LLOYD, G.E.R. (1969), Polarity and analogy: two types of argumentation in early
Greek thought, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 52-53.
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los animales I 15, 494a 26- 494 b 1), la rectitud en el andar del humano, su
inteligencia y su proximidad con la divinidad se explican, todas ellas, por su
cercanía (física) con la región celeste. Y en la Reproducción de los animales
(II 3, 736b-737a 1) se establece una conexión entre la materia que es más
divina, el «principio vital» (πνευµα), y las facultades de la ψυχή. El πνευµα
—gaseoso («aire innato»), que tiene como propiedad el calor— está presente
en el semen y en la sangre y es análogo al quinto elemento o «cuerpo primero» con el que se componen los astros (divinos).
El otro punto con el que me gustaría acabar puede parecer redundante: en
un estudio de la fisiología y la «psicología» humanas en Aristóteles no debería perderse de vista al «hombre». Me explico. El Corpus tiene como referente, generalmente, al ser humano en abstracto (el hombre: ο άνθρωπος), pero,
según hemos reparado, Aristóteles posee una idea muy precisa de cuál es el
humano en el sentido más «pleno» o «completo» que existe, y las diferencias
con los otros humanos «disminuidos» son, además, naturales. Suele enfatizarse que las Éticas tienen por sujeto al hombre práctico, excelente o virtuoso, y
éste solamente puede serlo el ciudadano griego, pero dicha clase de hombre
es también el humano «conseguido», «maduro» y «perfecto» al cual nosotros
hemos hecho continuas referencias fisiológicas. Como se ha podido apreciar
en nuestro estudio, las diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer
responden en buena medida a los propios prejuicios del estagirita, los cuales
—por otro lado— eran comunes en una cultura tradicionalmente misógina
como la griega. Lo que no era tan obvio, ya en tiempos de Aristóteles, es que
los bárbaros fuesen seres distintos por naturaleza en relación con los griegos.
Aristóteles investigó las causas (naturales) de la diversidad humana, es decir,
de la superioridad y la inferioridad en nuestra especie de unos humanos sobre
otros, y encontró que el principio del calor o energía vital (θερµόν) influye, en
general, en el cuerpo humano71, siendo la causa en concreto de que la inteligencia sea naturalmente mayor en unos y menor en otros (Partes de los animales IV 10, 686b 28). Aristóteles considera, también, la teoría geo-climática,
según la cual los pueblos bárbaros que habitan Europa —como los tracios y
los celtas— son siempre rudos, belicosos y faltos de razonamiento, debido al
frío reinante en dicha región de la Tierra (Política VII 7, 2, 1327b; cf. Heródoto, Historia IV 46, 3; 60-64; [Corpus hipocrático] Sobre los aires, aguas y
lugares, 12, 17-19). Según la Política (I 5, 1254b 25-30), la naturaleza «ha
querido» que existan unos humanos con una constitución física más débil
pero plenamente inteligentes y aptos para el mando y el gobierno (los grie————
71
176
En realidad es la causa de la diversidad en la scala naturae.
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LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES
gos), y otros con una constitución más robusta, pero no avezados intelectivamente y dados a las tareas serviles (los bárbaros). Los bárbaros que habitan en
Asia (Aristóteles se ha referido en la Política únicamente a los persas) son, no
obstante, muy ingeniosos y demuestran grandes habilidades técnicas (Política
VII 7, 2, 1327b). En este caso, esta singularidad se explica atendiendo a un
nuevo prejuicio: los asiáticos poseen una constitución afeminada72, carecen de
coraje y su carácter es en extremo servil. En suma, Aristóteles fue un determinista natural en cuanto a su idea de la humanidad y la civilización (es algo
que se desprende de su noción general de la teleología natural), y sus ideas en
este ámbito influyeron poderosamente sobre las teorías modernas de la esclavitud natural, la guerra justa y el racismo biológico73.
Recibido: 8 de octubre de 2008.
Aceptado: 10 de mayo de 2009.
————
72 La relación de la mujer con la µητις o la «inteligencia artera» estaba muy presente en
la cultura griega. La mujer suple con artimañas su natural debilidad. Normalmente, las tretas
suelen estar en oposición a cualquier destreza mental, al llevar aparejadas el uso de trampas y
engaños. Las excepciones se remontan a la época arcaica, en donde el héroe Odiseo se muestra como un habilidoso µητιέτης, «sagaz» o «engañador», y en los mitos hesiódicos de los
titanes Prometeo y Epimeteo, y el de la hierogamia de Zeus y Metis (Zeus engulle a la diosa
«Inteligencia» para completar su poder soberano). Todas estas cuestiones fueron tratadas por
DETIENNE, M. y VERNANT, J.P. (1988), Las artimañas de la inteligencia: la metis en la antigua
Grecia, Madrid, Taurus.
73 Véase, ISAAC, B. (2004), Inventing the racism in Classical Antiquity, Princeton,
Princeton University Press, passim; FERNÁNDEZ-SANTAMARÍA, J.A. (2007), Juan Ginés de
Sepúlveda: la guerra en el pensamiento político del Renacimiento, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, passim; y TODOROV, T. (1991), osotros y los otros: reflexión sobre la diversidad humana, Méjico, Siglo XXI, pp. 115-199.
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EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA
MECÁNICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA
Y LA NUEVA DINÁMICA RENACENTISTA
Virginia Iommi Echeverría
Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile
RESUMEN
Este artículo examina la traducción hecha por Diego Hurtado de Mendoza de la Mecánica aristotélica en el contexto del ambiente científico-humanista italiano de mediados del siglo XVI. A
partir del análisis de los últimos problemas sobre dinámica, se demuestra su estrecha relación con
las obras de Piccolomini y Cardano; sugiriéndose además la originalidad de la interpretación hecha
por el autor español del problema XXXIV basada en la combinación de la física tardomedieval y la
explicación aristotélica.
PALABRAS CLAVE: Hurtado de Mendoza. Mecánica. Ímpeto. Aire. Dinámica.
PROJECTILE MOTION IN DIEGO HURTADO DE MENDOZA’S MECÁNICA
AND NEW RENAISSANCE DYAMICS
ABSTRACT
This article considers Diego Hurtado de Mendoza’s translation of the Aristotelian Mechanics in
relation to the humanistic and scientific Italian environment of the Renaissance. From the analysis
of the last problems on dynamics, it demonstrates the affinity with the works of Piccolomini and
Cardano. It also shows the originality of the exegesis made by the Spanish author of Problem
XXXIV, in which he combines latemedieval physics with the Aristotelian explanation.
KEY WORDS: Hurtado de Mendoza. Mechanics. Impetus. Air. Dynamics.
1. LA MECÁICA ARISTOTÉLICA EN EL RENACIMIENTO ITALIANO.
El matemático italiano Niccolò Tartaglia (c. 1500-1555) publicó en 1546
una colección de diversos diálogos titulada Quesiti et inventione diverse, en
los que combinaba discusiones en torno a especulación matemática, estrategia
militar y problemas de dinámica y estática. En el sexto libro el autor de Bres179
VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
cia eligió a uno de sus estudiantes —a quienes enseñaba de forma privada en
Venecia los elementos básicos de la disciplina euclideana— como interlocutor.
El personaje escogido fue el Embajador Imperial en la Serenísima, el español
Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575)1. Se trata de una opción significativa
no sólo porque probablemente era el nombre más reputado de entre quienes
aprendían matemáticas con él, sino particularmente por el carácter de la discusión abordadada en el capítulo y el rol atribuido a Mendoza en ella.
El libro sexto de los Quesiti es considerado la primera oposición explícita
a los planteamientos físicos de Aristóteles2. En él, Tartaglia refuta los principios contenidos en la Mecánica y propone nuevos fundamentos para analizar
e interpretar los fenómenos ligados a experiencias con balanzas3. Esta obra,
tenida como original en el Renacimiento, era defendida por Mendoza, quien
representaba en el diálogo a un aristotélico al que Tartaglia convencía con sus
nuevos y claros argumentos4.
El protagonismo de la Mecánica en el debate científico de mediados del
siglo XVI en la escena intelectual italiana está, en gran medida, ligado a la
influencia ejercida por el Embajador y su interés en recuperar los principios
————
1
Sobre Hurtado de Mendoza ver PALENCIA, A. G. y MELE, E. (1941), Vida y obra de Don
Diego Hurtado de Mendoza, Madrid, Impre. de D. Mestre; SPIVAKOVSKY, E. (1970), Son of the
Alhambra: Don Diego Hurtado de Mendoza 1504-1575, Austin, University of Texas Press.
2 DRAKE, S. (1970), Early science and the printed book: the spread of science beyond
universities, Renaissance and Reformation Journal, 6, pp. 43-52.
3 DE PACE, A. (1993), Le matematiche e il mondo. Ricerche su un dibattito in Italia nella seconda metà del Cinquecento, Milán, Francoangeli, pp. 248-256.
4 La atribución de la Mecánica aristotélica es un problema que ha interesado a los estudiosos por años y la mayoría coincide en la inexistencia de suficiente evidencia como para considerarla un original del Estagirita y optan por asignarla a alguno de sus discípulos. El principal
argumento para negar su autenticidad se basa en la aceptación del movimiento combinado contenida en el texto, opuesta a la incompatibilidad del movimiento lineal con el circular descrita en
Física VIII, 8, 261-262. En este artículo no discutiremos este tema y seguiremos la consideración de la obra como un tratado producido en el ambiente aristotélico. Entre aquellos que la
atribuyen a Aristóteles ver CARTERON, H. (1923), La notion de force dans le système d’Aristote,
París, Vrin; GOHLKE, D. (1957), Aristoteles Kleine Schriften zur Physik und Metaphysik, Paderborn, F. Schöningh; y KRAFT, F. (1970), Dynamische und statische Betrachtungsweise in der
Antiken Mechanik, Wiesbaden, F. Steiner. Para una postura contraria ver ROSS, D. (1923), Aristotle, Londres, Methuen; LLOYD, G. E. R. (1970), Early Greek Science: Thales to Aristotle,
Nueva York, Norton; BROWN, J. (1978), The Science of weights. En LINDBERG, D. (coord),
Science in the Middle Ages, Chicago, The University of Chicago Press, pp.179-205 y KNORR,
W. R. (1982), Ancient Sources of the medieval tradition of Mechanics. Greek, Arabic and Latin
studies of the balance, Florencia, Annali dell’Istituto e Museo di Storia della Scienza.
180
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EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA...
desarrollados en la obra5. El texto fue publicado por primera vez en griego
como parte del corpus aristotélico en la edición aldina de finales del siglo
XV, hecho que permitió su extendida difusión durante el siglo siguiente6. Así,
en 1517 apareció en París la primera traducción al latín, obra de Vittore Fausto (1480-1551), profesor de humanidades en Venecia. Al igual que la primera
edición griega, esta versión no contenía las ilustraciones explicativas de los
problemas tratados, lo cual inevitablemente limitaba la comprensión de los
principios expuestos. Esta traducción parece haber sido extremadamente rara
y prácticamente no tuvo impacto en las discusiones posteriores sobre la obra7.
En 1525 se publicó en Venecia Conversio mechanicorum quaestionum
Aristotelis cum figuris et annotationibus quibusdam, la segunda traducción
latina realizada por el importante humanista y estudioso de Aristóteles, Niccolò Leonico Tomeo (1456-1531). Tal como su título lo indica contenía, por
primera vez en una versión impresa, las figuras que acompañaban al texto y
además incluía algunas anotaciones del traductor8. Esta edición permitió, a
diferencia de la primera, la efectiva divulgación y comprensión cabal de los
postulados mecánicos contenidos en la obra. Puede considerarse entonces la
exégesis de Leonico Tomeo como el texto a partir del cual la mecánica renacentista se conformaría como directa heredera del enfoque aristotélico9. Éste
consistía principalmente en analizar el comportamiento de un peso estacionario (pondus) en relación con el de un cuerpo pesado (grave), entendiendo este
último como un objeto que desciende en movimiento natural hacia la tierra10.
Este aspecto dinámico de la ciencia de los pesos del tratado aristotélico es
abordado en detalle en las últimas secciones de la obra a partir de problemas
tradicionales de balística. Allí el autor hace algunas interesantes considera-
————
5 Ver NAVARRO BROTONS, V. (2008), Mechanics in Spain at the end of the 16th century
and the Madrid Academy of Mathematics. En LAIRD, W. R. y ROUX, S (coord.), Mechanics
and atural Philosophy before the Scientific Revolution, Dordrecht, Springer, pp. 239-258.
6 ROSE, P. L. y DRAKE, S. (1971), The Pseudo-Aristotelian Questions of Mechanics in
Renaissance Culture, Studies in the Renaissance, 38, pp. 65-104.
7 SCHRAMM, M. (1967), The Mechanical Problems of the Corpus Aristotelicum, the
Elementa Iordani super Demostrationem Ponderum, and the Mechanics of the Sixteenth Century. En TACCAGNI, C. (coord.), Atti del primo convegno internazionale di ricognizione delle
fonti per la storia della scienza italiana: i secoli XIV-XV, Florencia, Barbèra, pp. 151-163.
8 SCHRAMM (1967), p. 154. La traducción está contenida en sus Opuscula nuper in lucem aedita, Venecia, Bernardino Vitali, 1525. Esta versión fue publicada luego en repetidas
ocasiones en ediciones de la obra aristotélica.
9 LAIRD, W. R. (1986), The Scope of Renaissance Mechanics, Osiris, II Serie, 2, pp. 43-68.
10 BROWN (1978), p. 180.
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VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
ciones sobre el lanzamiento de proyectiles. En el problema XXXII alude a
tres posibles razones para explicar el fin del ascenso de los objetos lanzados:
la extinción de la fuerza que los expulsó, el peso y la resistencia. El autor no
opta por ninguna de las tres y prefiere en cambio explicar por qué se mueve
de hecho en primera instancia. Así, en el problema XXXIII afirma que el impulso inicial causa el movimiento de «algo más», lo que a su vez mueve «otra
cosa» que se detiene cuando la fuerza que empuja el objeto pierde potencia y
el peso del proyectil lo impele hacia abajo con más potencia que la fuerza que
lo empuja hacia delante11. Al aceptar tácitamente que ese «algo más» mueve
el proyectil —es decir, que el medio que rodea al objeto lanzado permite su
movimiento— el autor enfatiza que las razones para el término del ascenso
son sólo dos: la extinción de la fuerza y el peso del proyectil.
En el problema siguiente, el autor analiza por qué el tamaño del objeto impulsado tiene una relación directa con la distancia que puede viajar. Afirma que
éste debe siempre oponer resistencia en la dirección desde la cual viene el impulso, y si es muy grande o pequeño no puede ser ni lanzado ni empujado, atravesando en consecuencia una distancia considerablemente menor que un cuerpo
con un peso medio. Luego prosigue afirmando que un objeto sólo puede transitar en la medida que atraviese las profundidades del aire, y aquel que no se
mueve es incapaz de hacerlo12. Aquí el autor omite cualquier referencia al impulso sucesivo del aire: una vez que ha sido atravesado, éste simplemente cede
al proyectil. Esta aparente contradicción parece irrelevante para el autor, pues no
había dado un rol explícito al aire y la alusión previa permanece ambigua.
Es justamente en relación a la interpretación renacentista de los últimos
pasajes de la Mecánica que la figura de Hurtado de Mendoza cobra particular
relevancia. Paul Lawrence Rose afirma que la estadía del Embajador imperial
—primero en Venecia y Trento desde 1539 hasta 1546, y luego en Roma y
Siena desde 1547 hasta 1552— constituye un factor sumamente significativo
para explicar el protagonismo de la Mecánica en este contexto. No sólo sugiere que fue el mismo Hurtado de Mendoza quien introdujo la obra a Tartaglia,
sino que gracias al interés en el tratado en sus primeros años italianos convenció al reconocido filósofo natural Alessandro Piccolomini para que escribiese una paráfrasis del texto13.
————
11 ARISTÓTELES (1963), Mechanica, 858 a13-858 a23. En ARISTÓTELES, Minor Works,
traducción al inglés de W. S. Hett, Cambridge, Cambridge University Press, p. 406.
12 ARISTÓTELES (1963), 858 a23-858 b3, pp. 406 y 408.
13 ROSE, P. L. (1975), The Italian Renaissance of Mathematics. Studies on humanists and
mathematicians from Petrarch to Galileo, Ginebra, Librairie Droz, p. 154.
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El comentario de Piccolomini fue publicado en Roma en 1547 y se diferencia del de Tartaglia en incorporar en su estudio los últimos problemas del
tratado y no centrarse únicamente en las secciones dedicadas a las balanzas.
La edición, titulada In mechanicas quaestiones Aristotelis paraphrasis paulo
quidem plenior, estaba particularmente orientada a enfatizar el carácter práctico de la obra, por lo que el autor sienés incluyó variadas alusiones a máquinas que él mismo había visto en algunas ciudades italianas, sirviéndose incluso de Vitruvio para ilustrar ciertos fenómenos. Su interés en la utilidad de la
Mecánica queda evidenciado en el impulso que dio para la traducción de su
comentario al italiano14.
En su paráfrasis Piccolomini hizo algunas adiciones teóricas a propósito de
los problemas sobre el movimiento de proyectiles, lo que demuestra cómo el
contenido de la Mecánica favoreció también una reflexión sobre dinámica. Es
justamente en el problema XXXII donde incorpora un largo párrafo en defensa de la teoría del impetus. Esta explicación medieval sobre la continuación
del movimiento de cuerpos alejados del motor inicial se basaba en la impresión de una cualidad en el objeto llamada impetus, que gradualmente desaparecía hasta detener el avance del proyectil. Esta teoría, desarrollada en el siglo
XIV en la Escuela de París, se contraponía a la explicación tradicional de
Aristóteles (Física IV, 8, 215a 14-18) según la cual el aire, al ser liviano, producía la elevación del proyectil luego de recibir un impulso por parte del motor en ondas de fuerza decreciente15. Piccolomini defiende la tesis parisina
con la intención de criticar esta última teoría al enfatizar la diferencia entre el
movimiento del aire y la continuación del movimiento del proyectil. Argumenta que aunque el aire pueda ser movido, éste no empuja al objeto y sólo
llena los espacios vacíos dejados por el avance del proyectil. Para justificar la
fuerza motriz del cuerpo lanzado, suscribe la idea del impetus impreso en el
objeto16.
————
14
El comentario de Piccolomini fue publicado de nuevo en Venecia en 1565, mientras la
versión italiana de Oreste Vanoccio Biringuccio apareció en 1582. Ver ROSE y DRAKE (1971),
p. 83.
15 La idea de impresión de fuerza directamente en el proyectil no es original de los autores parisinos pues Filopono (s. VI) había ya desarrollado una teoría similar. Sobre las coincidencias entre ambas explicaciones y la dificultad de relacionarlas históricamente ver SORABJI,
R. (1988), Matter, Space and Motion. Theories in Antiquity and their sequel, Londres,
Duckworth, p. 237.
16 PICCOLOMINI, A. (1547), In Mechanicas quaestiones Aristotelis paraphrasis, Roma,
Antonio Blado, fols. 64v-66v. Ver también DUHEM, P. (1984), Études sur Léonard de Vinci,
París, Éditions des archives contemporaines, vol. I, p. 137.
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Aunque la explicación difundida por Piccolomini se opone directamente a
la planteada por Aristóteles, la estructura de su exposición es notoriamente
similar al pasaje de la Física en el cual el Estagirita propone la suya. Allí el
filósofo comienza por criticar abiertamente la teoría de la antiperístasis o de
reemplazo mutuo, según la cual dos cualidades opuestas se excitan la una a la
otra a través de un movimiento circular, produciendo una serie de fenómenos
naturales. Aristóteles refuta esta teoría puesto que implica la simultaneidad de
las acciones de «mover» y «ser movido»17. Su principal objetivo es criticar a
Platón, quien había descrito en el Timeo (79b-80c) el proceso de la respiración
valiéndose de este movimiento y sugerido que por el mismo se entendía la trayectoria de los cuerpos empujados. Inmediatamente después Aristóteles expone
su teoría, en donde el aire empujado impulsa a su vez en movimiento ascendente el cuerpo luego de ser lanzado, pues recibe del motor original el poder de
mover siendo naturalmente proclive a ello (Fisica, VIII, 10, 267a 3-8)18.
Ahora bien, la argumentación de Piccolomini recoge la parte inicial de la
crítica aristotélica, pero reúne bajo la idea de antiperístasis toda explicación
que se valga del medio para entender el movimiento del proyectil. De esta
manera incorpora como alternativa la teoría del impetus en su comentario a
aquel problema que en el tratado original está caracterizado por una gran ambigüedad. Dicho rasgo le permite sumar este párrafo sin temor a contradecir
explícitamente los postulados de la Mecánica.
La opción por el impetus es confirmada por la paráfrasis del problema XIX.
Allí el autor griego se refiere a la distinción entre la fuerza de un cuerpo en estado de reposo y la de un cuerpo en movimiento, para explicar por qué un hacha
rompe un trozo de madera sólo cuando es golpeada contra él y no cuando es simplemente empujada hacia abajo. En su comentario el autor renacentista reproduce
la descripción del problema dinámico tratado hacia el final de la obra, y afirma
que la fuerza de los cuerpos en movimiento es más vehemente que la de los
cuerpos en reposo porque son movidos no sólo por su gravedad y el impulso
inicial, sino también por el nuevo ímpeto que adquieren19. El valor dado por
Piccolomini a la potencia del objeto es enfatizado en su análisis del problema
————
17
Sin embargo Aristóteles adoptó esta teoría para explicar el origen del granizo y la lluvia
durante el verano en Meteorologica, I, 12, 348a. Es en este tipo de análisis de efectos climáticos
que la idea platónica tuvo su mayor fortuna durante la Edad Media tardía, ver CLAGETT, M. (1967),
Giovanni Marliani and Late Medieval Physics, Nueva York, AMS Press, pp. 92-100.
18 Sobre la solución aristotlélica ver KOYRÉ, A. (1966), Études Galiléennes, París, Hermann, p. 22.
19 PICCOLOMINI (1547), fols. 42v-43r.
184
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XXXIV, en donde incorporó con gran detalle y rigor filosófico la idea de
resistencia interna del proyectil, minimizando la importancia de la resistencia
externa del medio20.
Si bien la defensa de la teoría del impetus está ligada en el comentario de Piccolomini a la disminución del rol del aire en los fenómenos de dinámica, este
principio adquiere un matiz diverso en una de sus más importantes obras, la Filosofia aturale, publicada entre 1551 y 155421. En ella el humanista no sólo se
refiere a la fuerza que puede adquirir el aire al ser impulsado —señalando que
cuando los cañones expulsan una bala empujan también el aire contiguo, el cual
per l’impeto che gli è stato dato hace temblar sólidos edificios22—, sino que
también alude al poder del aire para impeler los proyectiles. Piccolomini señala
que en el descenso de una piedra o en el ascenso del fuego, éstos no se mueven
sólo por sí mismos, sino que tienen constantemente la ayuda del aire o de otro
medio, por la cual son sucesivamente llevados en su movimiento23. Esta afirmación, que podría ser considerada como una modificación en los planteamientos
del autor, nos parece más bien una evidencia del peculiar aristotelismo de la física imperante en el medio científico humanista italiano, del cual Hurtado de Mendoza constituye también un interesante ejemplo. Es justamente a través de la
lectura de su traducción de la Mecánica que pretendemos aclarar esta afirmación.
2. LA VERSIÓN DEL PROBLEMA XXXIV DE HURTADO DE MENDOZA.
El humanista español probablemente revisó el manuscrito griego del tratado conservado en la Biblioteca de la República de Venecia proveniente de la
colección del Cardenal Bessarión24, para luego redactar su versión española
en 154525. Junto con esto, se apoyó para su estudio del texto en la traducción
————
20
PICCOLOMINI (1547), fols. 67r-68r.
Es sumamente significativo el que Piccolomini escribiese esta obra sobre filosofía natural en lengua vernácula, y en su dedicatoria al papa Julio II señalase que se trataba del primer libro dedicado exclusivamente a este tema en italiano. Ver SUTER, R. (1969), The Scientific Work of Alessandro Piccolomini, Isis, 60, pp. 210-222.
22 PICCOLOMINI, A. (1554), La seconda parte della Filosofia aturale di M.Alessandro
Piccolomini, Venecia, V. Valgrisi, pp. 423-424.
23 PICCOLOMINI, A. (1551), La prima parte della Filosofia aturale di M. Alessandro
Piccolomini, Roma, V. Valgrisi, pp. 383-384.
24 ROSE (1975), p. 99.
25 FOULCHÉ-DELBOSC, R. (1898), Mechanica de Aristotiles, Revue Hispanique, 5, pp.
365-405. Ver p. 366.
21
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VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
de Leonico Tomeo, como lo demuestran las anotaciones en griego hechas por
Mendoza en su copia de los Opuscula26. Justamente en esta versión latina, el
traductor incorporó un breve párrafo al problema XXXIII, en el cual exponía
las principales teorías dinámicas antiguas. En primer lugar aludía a la posibilidad de impresión de una fuerza superior a la inclinación natural del proyectil
en la parte inicial del movimiento, para luego referirse a la explicación centrada en el rol del aire como impulsor del proyectil27. Hurtado de Mendoza
parece haber recogido esta incorporación de una manera sumamente particular en su versión del problema XXXIV:
Porque en las cosas demasiado de chicas ni las demasiado de grandes van lexos
siendo arrojadas, mas es menester que tengan una cierta medida y respecto al que
las arroja? Por ventura porque es neçessidad lo que es arrojado contrastar y contravenir a la parte donde fuere echado, mas lo que por su grandeza no se vençe ni da
lugar, o por su livianeza no resiste no haze impetu o fuerça de arrojar ni de rempuxar, luego lo que exçede mucho a la fuerça que rempuxa no se dexa vençer, y lo
que es mucho mas liviano no resiste; o por ventura porque tanto es llevado lo que
es llevado quanto ayre moviere hazia baxo, mas lo que no es movido no mueve nada, pues si aconteçe tener qualquiera destas cosas o demasiada grandeza o demasiada pequeñeza, sera como cosa immovible, porque ni esto mueve nada ni aquello
es movido nada28.
————
26
HOBSON , A. (1999), Renaissance Book Collecting. Jean Grolier and Diego Hurtado de Mendoza, their books and bindings, Cambridge, Cambridge University Press,
p. 176.
27 LEONICO TOMEO, N. (1525) Opuscula nuper in lucem aedita. Conversio mechanicarum
quaestionum aristotelicis cum figuris et annotationibus quibusdam, Venecia, B. Vitali, fol. 53r-v.
28 FOULCHÉ-DELBOSC (1898), p. 404. Foulché-Delbosc publicó la versión contenida en el
MS Biblioteca del Escorial f-III-15, obra de un secretario o copista, que contiene numerosas
correcciones y modificaciones de la mano del propio Hurtado de Mendoza. El problema original afirmaba: «¿Por qué no son llevadas muy lejos cuando son lanzadas ni las cosas bastante
pequeñas ni las grandes, sino que es preciso que haya cierta correlación con lo que lanza?
¿Acaso porque por fuerza lo lanzado y empujado ofrece resistencia en el punto en el que es
empujado? No produce lanzamiento ni empuje lo que por su magnitud no cede en absoluto o
lo que por su falta de fuerza no ofrece resistencia. Lo uno, sobrepasando en mucho a la fuerza
que empuja, no cede en absoluto; lo otro, siendo mucho menos fuerte, no ofrece ninguna
resistencia. ¿O es que lo transportado es transportado tanto cuanto aire desplace en profundidad? Lo que no se mueve nada, tampoco pondrá nada en movimiento. Y a estos objetos les
ocurren ambas cosas. Lo muy grande y lo muy pequeño son como si no se movieran en absoluto: pues lo uno no mueve nada y lo otro no se mueve nada». ARISTÓTELES, Mecánica. En
ARISTÓTELES y EUCLIDES (2000), Sobre las líneas indivisibles, Mecánica, Óptica, Catóptrica,
fenómenos, traducción de Paoloma Ortiz García, Madrid, Gredos. pp. 114-115.
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Este fragmento contiene dos importantes elementos que a nuestro juicio
demuestran la influencia del contexto científico italiano en el pensamiento de
Hurtado de Mendoza. El primero dice relación con la interpretación de la
fuerza inicial de empuje. Siguiendo al autor, el comentador señala que el
cuerpo arrojado debe tener un tamaño proporcional respecto del que lo arroja,
pues debe contrastar «a la parte donde fuere echado» —es decir, el lanzador— para así moverse. En efecto, lo demasiado grande no cede y lo excesivamente liviano no resiste y, añade, «no hace impetu o fuerça de arrojar ni de
rempuxar». Esta adición revela que la lectura hecha por Hurtado de Mendoza
comparte el análisis de Piccolomini. Quizás sería apropiado suponer que el
autor sienés recogió alguna sugerencia del español, puesto que éste ya trabajaba en su versión en Trento en 1545, como una carta a Juan Páez de Castro
del 10 de agosto de ese año confirma29. Por otra parte, la paráfrasis de Piccolomini contiene adiciones más extensas y explicativas que la traducción anotada de Hurtado de Mendoza, por lo cual sería probablemente injusto reducir
la originalidad de su interpretación. En efecto nos parece que ambos autores
reflejan un escenario intelectual más amplio que propició una exégesis de la
obra aristotélica basada en el concepto de impetus.
Hacia finales del siglo XV e inicios del XVI la mayoría de las obras de los
autores de la Escuela de París habían sido publicadas en Italia. Los editores
más importantes de estos libros fueron los venecianos Octavianus Scotus y
Bonetus Locatellus, quienes sin lugar a dudas favorecieron la popularidad
de la física medieval en el ambiente intelectual italiano30. Una muestra de
esto son los casos de Agostino Nifo, en cuyo comentario a la Física publicado en 1506 se alude al impetus como motor, y el de Hieronymus Picus,
quien en su Questio de motu gravium et levium se refería al impetus en términos similares a Jean Buridan31. A estos nombres es posible agregar el de
Giorgio Valla (1447-1500), quien, apropiándose de la teoría tardomedieval,
atribuyó el movimiento ascendente de los proyectiles a una fuerza impresa
en el cuerpo que llamó vis indita32. Como observó Charles B. Schmitt, los
maestros parisinos fueron frecuentemente editados en el norte de Italia antes
de 1520, fecha después de la cual la tradición fue paulatinamente absorbida
————
29
FOULCHÉ-DELBOSC (1898), p. 366.
CLAGETT, M. (1979), The Science of Mechanics in the Middle Ages, Madison, The
University of Wisconsin Press, p. 652.
31 CLAGETT (1979), pp. 659-660.
32 DUHEM (1984), vol. III, p. 128.
30
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VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
en los escritos33. Los autores recién mencionados constituyen los primeros
ejemplos de este proceso.
Creemos, sin embargo, que la adopción de la idea de impetus presenta algunas particularidades que merecen ser destacadas. Marie Boas señala que los
nuevos bríos de la explicación de la Escuela de París en el Renacimiento fueron originados por las observaciones empíricas del lanzamiento de proyectiles
y por el creciente espíritu anti-peripatético de la época, que insistía en enfatizar los errores inherentes a la discusión aristotélica del movimiento34. Si bien
esta explicación pueda ajustarse a cierto tipo de tratados técnicos, para el caso
de la obra que aquí nos ocupa la situación parece ser diversa. Efectivamente,
Hurtado de Mendoza utiliza el concepto de impetus para describir y justificar
la trayectoria de los objetos lanzados, pero esto no está ligado a una negación
absoluta de los principios aristotélicos, como lo demuestra la continuación del
problema XXXIV.
Inmediatamente después de aludir al impetus como fuerza motriz, señala
que «tanto es llevado lo que es llevado» —es decir, el proyectil— «quanto
ayre moviere hacia abaxo». Luego precisa que aquel que no es movido inicialmente no mueve nada y por lo tanto permanece inmóvil. Esta afirmación
constituye una negación de la teoría tardomedieval defendida líneas más arriba, lo que demuestra la dificultad de compartir la explicación de Boas sobre
las causas de la difusión renacentista de la idea de impetus, puesto que la conservación de la alusión al aire en el texto demuestra que ciertos principios de
la física aristotélica estaban lejos de ser abandonados.
En su tratado Sobre el cielo, Aristóteles afirma que el aire ayuda en el movimiento natural de los objetos (III, 2, 301b 24-26). Esto significa que, tal
como en su explicación del movimiento violento o ascendente de un proyectil, el medio tiene la función de facilitar el descenso. Esta aseveración, que no
encuentra mayor profundización en el corpus aristotelicum, favoreció una
serie de especulaciones e interpretaciones en la filosofía posterior. Averroes,
por ejemplo, concluyó que el aire cumplía el rol de empujar el cuerpo en descenso, idea que fue ampliada posteriormente por Walter Burley en el siglo
XIV35. Tal concepción era defendida por aquellos seguidores de la doctrina
————
33 SCHMITT, Ch. (1970), A fresh look at Mechanics in 16th century Italy, Studies in History and Philosophy of Science, 1, pp. 161-175.
34 BOAS, M. (1962), The Scientific Renaissance 1450-1630, Nueva York, Harper &
Brother, p. 215.
35 DIJKSTERHUIS, J. (1971), Il meccanicismo e l’immagine del mondo, Milán, Feltrinelli,
p. 235 y DUHEM (1984), vol. I, p. 134.
188
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EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA...
aristotélica del movimiento mecánico, es decir, compartían la creencia en la
necesidad de un contacto directo entre el objeto movido y el motor externo.
Sin embargo el pasaje era lo suficientemente ambiguo como para dar pie a
otras lecturas. El mismo Aristóteles afirmaba, algunas líneas más arriba en la
misma obra, que el rol del peso del objeto en descenso equivalía al de la fuerza ejercida en el movimiento violento (III, 2, 301a 22-24). El peso en este
contexto era interpretado como la tendencia interna del cuerpo a moverse en
dirección al centro del universo, su lugar natural36. Esta tendencia demostraba
que el lugar natural era un punto de referencia que condicionaba el descenso37. La ambigüedad de la explicación aristotélica permitió que durante el
Medioevo se desarrollara una línea interpretativa que combinaba ambas afirmaciones. Pierre Duhem afirma que una importante tradición en este sentido
puede ser reconstruida considerando las distintas teorías formuladas sobre el
rol del aire como acelerador del movimiento descendente. Para él, la Expositio in libros Aristotelis de caelo et mundo (libro II, lect. VIII) de Tomás de
Aquino y el tratado De ratione ponderis, atribuido al matemático Jordanus
Nemorarius, constituyen los referentes más importantes de la prolongación
medieval de la idea basada en el enunciado del De caelo, según el cual cuanto
más aire es empujado, más rápido atraviesa el proyectil el medio. Desde esta
perspectiva el cuerpo caía por su peso, y era ayudado por el aire que desplazaba y que se ubicaba en la parte posterior del proyectil38. Según Duhem esta
explicación parece haber sido desconocida para los antiguos, pues Simplicio,
quien enumera distintas teorías sobre la caída acelerada de los graves, no la
menciona39.
Los casos de Piccolomini y Hurtado de Mendoza, si bien revelan la permanencia del criterio ambiguo de Aristóteles, no constituyen ejemplos evidentes de la transmisión de las interpretaciones medievales de ésta. Mientras
el autor sienés opta por una defensa tradicional de la teoría del impetus y sólo
en su Filosofia aturale revela su comunión con el rol activo del aire en el
————
36 COHEN, M. R. y DRABKIN, I. E. (1975), A source book in Greek Science, Cambridge,
Harvard University Press, p. 207.
37 Esta afirmación en Física IV, 1, 208b, que de alguna manera es desmentida en IV, 1,
209a 19-24 —donde afirmaba que el lugar no es una de las cuatro causas— es considerada por
Richard Sorabji como parte de un puzzle y sostiene que «the most likely explanatory role,
although he never says it, is a final cause or goal (not consciously sought) of motion».
SORABJI, R. (1987), John Philoponus. En SORABJI, R. (ed.), Philoponus and the Rejection of
Aristotelian Science, Londres, Duckworth, pp. 1-40. Ver p. 16.
38 DUHEM, P. (1959), Le Système du monde, vol. VIII, París, Hermann, p. 251.
39 DUHEM, P. (1905), Les origines de la statique, París, Hermann, vol. I, p. 138.
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189
VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
movimiento de proyectiles, el español combina ambas explicaciones en su
traducción de la Mecánica, proponiendo una versión explícita de aquello que
en el original es sólo enunciado. En este sentido, la lectura de Hurtado de
Mendoza constituye un claro ejemplo del intento por combinar la teoría parisina con el pensamiento de Aristóteles, posibilidad que en el tratado de mecánica encontraba fértil terreno debido a la aceptación de la función del medio
en la continuación del movimiento del proyectil y la importancia atribuida a
la fuerza que da el impulso.
Una interpretación similar del tratado fue dada por el médico, matemático
y filósofo milanés Girolamo Cardano en su De subtilitate, publicado en Núremberg en 1550. En el segundo libro presenta un interesante y original análisis de dinámica, exponiendo tres tesis tradicionales sobre el movimiento de
proyectiles y proponiendo una personal interpretación de la función atribuida
por Aristóteles al aire. El autor comienza por describir brevemente la teoría
del impetus, la cual rechaza utilizando como ejemplo los efectos que los rayos
tienen en los árboles sin tocarlos, lo que, según él, sólo puede ser comprendido por la transmisión del movimiento a través del aire ubicado entre ambos40.
En seguida se refiere a la teoría de la antiperístasis, la cual refuta repitiendo la
idea del Estagirita, para quien el aire no puede originar el movimiento por sí
mismo, requiriendo de un motor que lo impulse41. Luego menciona la explicación de «algunos antiguos», según quienes el aire precede al proyectil y
«por sucesión, para evitar la formación de vacío», avanza delante del cuerpo
lanzado, el cual le sigue con impetuosidad. Para Cardano, esta tesis, «atribuida falsamente por algunos al Filósofo», no puede ser aceptada puesto que no
explicita qué mueve al aire: si fuese el proyectil, se moverían entre sí, lo que
es imposible; y si tuviese el principio de movimiento en sí mismo, tendría una
velocidad perpetua y constante, lo que es falso por experiencia42.
Según Elio Nenci, es posible que Cardano estuviese aludiendo a la Mecánica, en particular al problema XXXIII en donde las referencias al «algo
más» movido en la trayectoria del proyectil era interpretado por el autor milanés como el medio. Nenci señala además que Cardano había expresado sus
dudas sobre la atribución del tratado a Aristóteles, lo que coincidiría con las
aseveraciones hechas en la exposición de la tercera tesis43. Para Nenci, la
————
40 CARDANO, G., (2004), De subtilitate, editado por E. Nenci, Milán, Francoangeli, pp.
202-203.
41 CARDANO (2004), pp. 203-204.
42 CARDANO (2004), pp. 204-206.
43 CARDANO (2004), nota 135, p. 206.
190
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EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA...
presentación de esta explicación revela el ingenio y la profundidad de la reflexión de Cardano sobre el concepto de materia. Desde la perspectiva del
editor, esta lectura de la Mecánica responde a la idea de elementos sublunares
desarrollada en el De subtilitate, según la cual éstos conservan su forma a
través de la afinidad natural que permite la unión de los cuerpos y la inexistencia de vacío. Así, Nenci explica que para Cardano en la Mecánica el motor
inicial empuja al mismo tiempo el proyectil y el aire delante de él, el cual, al
ser más rápido que el cuerpo grave, tiende a rarificarse. Puesto que el proceso
de extensión del medio es limitado éste mantiene su forma, acarreando consigo al proyectil44.
A partir de los puntos no resueltos por esta última tesis, Cardano propone
su propia interpretación de la explicación aristotélica, centrada en el concepto
de impetus acquisitus, o la fuerza que aumenta su intensidad en la medida que
el aire se rarifica a lo largo de la trayectoria45.
La interpretación de Cardano fue considerada por Duhem como una tercera alternativa a las ideas medievales de balística. Si hasta entonces podían
identificarse, de una parte, quienes defendían la teoría de la agitación del aire
como motor y, de otra, aquellos que contraponían el principio del impetus, la
combinación de ambas concepciones en la noción de impetus acquisitus se
levantaba como una teoría independiente46. Alexandre Koyré, por su parte,
afirma que la posición de Cardano puede ser definida como semiaristotélica
en comparación con la de su contemporáneo Piccolomini, quien —según él—
profesaba estrictamente la doctrina del impetus47.
La exposición de Cardano, orientada a proponer explícitamente una nueva
explicación de Aristóteles recogiendo el legado medieval, constituye un referente esencial de la dinámica renacentista italiana. Si bien Piccolomini puede
haber aceptado el rol del aire en su Filosofia aturale, en la paráfrasis de la
Mecánica descartaba cualquier rol del medio en la conservación del movimiento, por lo que la apreciación de Koyré parece justa. Creemos en ese sentido que el caso de Hurtado de Mendoza es de especial relevancia, puesto que
————
44
CARDANO (2004), nota 135, p. 206.
CARDANO (2004), pp. 207-209.
46 DUHEM (1984), vol. I, pp. 134-136.
47 KOYRÉ, A. (1958), La Physique au XVIe siècle. En TATON, R. (coord), Histoire générale des sciences, París, Presses Universitaires de France, vol. II, pp. 91-97. Para una interpretación similar de la postura de Cardano ver MARGOLIN, J. C. (1976), Cardan, interprète
d’Aristote. En AQUILONE, P. (1976), Platon et Aristote à la Renaissanc: XVIe Colloque international de Tours, París, Vrin, pp. 307-333. Ver p. 327.
45
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VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA
en su traducción incorpora la teoría del impetus a la función del aire en la
prolongación de la trayectoria del proyectil.
Nos parece que la importancia de la versión de Hurtado de Mendoza debe
ser destacada en la medida que propone una concepción dinámica similar a la
de Cardano algunos años antes. Puesto que su traducción no fue publicada en
la época, parece difícil afirmar que el milanés pueda haberse inspirado en
ella. Sin embargo, dada la relación del Embajador Imperial con los círculos
científicos de la época, no parece del todo improbable que Cardano pueda
haber sabido de su interpretación.
Más allá de la originalidad de la explicación, es significativo que en ambos
casos la posibilidad de combinar las soluciones tradicionales haya surgido del
análisis de los problemas finales de la Mecánica, lo cual demuestra su importancia en el desarrollo de una nueva dinámica en el contexto italiano de mediados del siglo XVI.
* * *
En conclusión podemos afirmar que la traducción de Diego Hurtado de
Mendoza de la Mecánica revela la relación interpretativa existente entre el
español y dos de las figuras científicas más importantes del Renacimiento
italiano: Alessandro Piccolomini y Girolamo Cardano. Esta afinidad se evidencia en el intento por resolver las ambigüedades contenidas en los últimos
problemas del tratado, valiéndose de las más influyentes teorías de dinámica
con el propósito de insertar la obra en la tradición filosófica codificada. Dentro de este proceso la versión de Hurtado de Mendoza del problema XXXIV
constituye un fragmento sumamente relevante, pues combina la explicación
de Aristóteles sobre la función central del aire en el movimiento del proyectil
con la interpretación contraria de los parisinos del siglo XIV fundamentada en
la impresión de fuerza motriz en el cuerpo lanzado. Esto demostraría que la
noción de impetus acquisitus de Cardano, más que una innovación individual,
probablemente revela una inquietud intelectual compartida por sus contemporáneos.
Recibido: 6 de junio de 2009.
Aceptado: 6 de septiembre de 2010.
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 193-220, ISSN: 0210-4466
LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA
DURANTE LA GUERRA CIVIL
Francisco A. González Redondo
Facultad de Educación, Universidad Complutense de Madrid
RESUMEN
El proceso de convergencia con la ciencia europea de la Matemática española había logrado situarla en su momento de mayor esplendor de la historia a las puertas del verano de 1936. La Guerra
Civil consecuencia de la rebelión militar del 18 de julio supondrá la brutal ruptura de ese proceso
tan fructífero. En este trabajo se presentan diferentes consideraciones en torno a la actividad matemática que, sorprendentemente, consiguieron mantener nuestros científicos durante esos complicados años.
PALABRAS CLAVE: Ciencia española. Matemática. Guerra civil. Instituciones científicas.
España siglo XX.
MATHEMATICAL ACTIVITIES IN SPAIN DURING THE CIVIL WAR
ABSTRACT
The process of convergence of Spanish Mathematics with European science had reached its
highest moment towards the beginning of the summer of 1936. The civil war consequent to the 18th
of July military plot caused a rupture in such a fruitful process. In this paper different remarks are
introduced about the mathematical activities that, surprisingly enough, were developed by our
scientists during those complicated years.
KEY WORDS: Spanish Science. Mathematics. Civil war. Scientific Institutions. 20th Century
Spain.
1. A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA MATEMÁTICA ESPAÑOLA EN 1936
Cuando se trata de hablar de la Matemática en España, desde un punto de
vista histórico, el primer nombre que viene a nuestras mentes es el de Julio
193
FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO
Rey Pastor1. Éste fue el primer joven matemático al que «tutelaron»2 los catedráticos de las generaciones precedentes, los que hemos denominado «sabios» y los que se han caracterizado como «intermedios», y el primero al que
concedieron el honor de equipararse a ellos en la capital3. En efecto, le entregaron la cátedra de Análisis Matemático en la Universidad de Oviedo en
1911, como tránsito fugaz hasta traerlo a Madrid en 1913; pusieron en sus
manos el futuro de la investigación matemática en nuestro país creando, para
que él lo dirigiera, el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para
Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) (1915)4; lo auparon a la gloria institucional eligiéndolo Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1917); y lo enviaron a la
América española (1917) dentro del programa de embajadas organizadas por
la JAE en colaboración con la Institución Cultural Española de Buenos Aires
(el primer científico, pues los anteriores habían sido «de Letras» y el físico
Blas Cabrera Felipe no viajaría hasta 1920).
En diferentes ocasiones destacó Rey Pastor lo que para él debía ser el panorama de la nueva generación, el «núcleo valioso de matemáticos» del presente con el cual se construyese el futuro5: «Pedro Pineda, Olegario Fernán-
————
1 Sobre nuestro gran matemático se han organizado tres congresos, cuyas Actas ya han sido
publicadas, en Logroño, por el Instituto de Estudios Riojanos: ESPAÑOL GONZÁLEZ, L. (ed.) (1985),
Actas del I Simposio sobre Julio Rey Pastor; (1990), Estudios sobre Julio Rey Pastor (1888-1962);
(1997), III Simposio Julio Rey Pastor. Matemáticas y Región: La Rioja. Algunos discípulos han
dedicado una atención especial a su maestro. Por ejemplo, puede verse RÍOS, S., SANTALÓ, L. A. y
BALANZAT, M. (1979), Julio Rey Pastor, matemático, Madrid, Instituto de España.
2 Acerca este tema concreto puede verse: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. (2004), Las generaciones tuteladas de científicos españoles: entre la Universidad y la
Junta para Ampliación de Estudios, Revista Complutense de Educación, 15 (2), pp. 687-700.
3 En provincias sí era más habitual que llegaran catedráticos jóvenes. Ése es el caso, por
ejemplo, de Patricio Peñalver, compañero de Rey Pastor en el doctorado en Madrid, que logró
la cátedra en Sevilla cuando Rey la obtenía en Oviedo y formó parte del tribunal que permitiría al riojano conseguir la de Madrid en 1913.
4 Sobre este centro de la JAE pueden consultarse: AUSEJO, E. y MILLÁN, A. (1989),
La organización de la investigación matemática en España en el primer tercio del siglo
XX: el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios e
Investigaciones Científicas, Llull, 12, pp. 261-308; GONZÁLEZ REDONDO, F. A., DE VICENTE LASECA, L. y FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. (2008), La organización de la educación
matemática en la Junta para Ampliación de Estudios: el Laboratorio y Seminario Matemático, Revista Complutense de Educación, 19 (1), pp. 137-153.
5 LEDESMA RAMOS, R. (1928), El matemático Rey Pastor. Entrevista en La Gaceta Literaria, II, n.º 30 (15 de marzo), p. 1. Tomamos la cita (completando los apellidos con sus nom-
194
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LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL
dez Baños, Pedro Puig Adam, José M. Lorente Pérez —éste, sobre todo, el
mejor—, Roberto Araujo, José María Orts, etc., y entre los jóvenes Tomás Rodríguez Bachiller, Fernando Lorente de Nó, Teófilo Martín Escobar... Todos
ellos discípulos míos» (después se añadiría el que considerará su «alumno predilecto», Ricardo San Juan). Y efectivamente, alrededor del riojano se había ido
constituyendo un grupo de discípulos en torno a un maestro en los mundos
docente (Facultad de Ciencias de la Universidad Central y Universidad de Buenos Aires en Argentina) e investigador (Laboratorio y Seminario Matemático
de la JAE y su aproximadamente equivalente argentino). Unos jóvenes científicos que salían pensionados fuera de España, presentaban trabajos en los congresos de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias y en las
sesiones de la Sociedad Matemática Española, publicaban en revistas españolas (primero y sobre todo) y extranjeras (después y bastante menos), e iban
siguiendo una carrera docente universitaria que culminaría en no pocas cátedras (lo que conllevó las correspondientes críticas por endogamia).
Sin embargo, para 1936 Rey Pastor había dejado de «existir», pues el Gobierno de la República le había desposeído de la cátedra por sus reiteradas
ausencias en Argentina6, mientras casi todos los catedráticos en activo en la
Facultad de Ciencias de Madrid habían sido pensionados por la JAE y/o habían pasado por el Laboratorio y Seminario Matemático7, y pertenecían, por
tanto, a las generaciones que, tal como adelantábamos arriba, hemos denominado «tuteladas»8:
José Barinaga Mata (Análisis Matemático)
Francisco de Asís Navarro Borrás (Mecánica Racional)
Pedro Pineda Gutiérrez (Geometría Diferencial)
————
bres de pila) de GLICK, T. F. (1985), Einstein, Rey Pastor y la promoción de la Ciencia en
España. En ESPAÑOL GONZÁLEZ (ed.), pp. 79-90.
6 La reconstrucción del Escalafón de 1936, que nunca llegó a ser publicado, puede verse
en GONZÁLEZ ROLDÁN, G. (2001), El nacimiento de la Universidad franquista: la depuración
republicana y franquista de los catedráticos de universidad, Tesis Doctoral. Facultad de Geografía e Historia, Madrid, UNED, vol. 2, pp. 1-25.
7 Por ejemplo, puede compararse con RÍOS, S. (1991), La Época de Plata de la Matemática en España (1898-1936), II Encuentro Hispanoamericano de Historia de las Ciencias,
Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pp. 139-158.
8 GONZÁLEZ REDONDO, F. A., FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. y DE VICENTE LASECA, L.
(2007), Los Catedráticos de matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central
de Madrid durante el primer tercio del siglo XX, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática
Española, 10 (1), pp. 241-260.
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FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO
Olegario Fernández Baños (Estadística Matemática)
Tomás Rodríguez Bachiller (Análisis Matemático 4.º, Teoría de las Funciones)
Ricardo San Juan Llosá (Análisis Matemático)
Faustino Archilla y Salido (Geometría de la Posición)
José Gabriel Álvarez Ude (Geometría Descriptiva)
Sixto Cámara Tecedor (Geometría Analítica)
Daniel Marín Toyos (Análisis Matemático 3.º, Ecuaciones Diferenciales).
Por otro lado, al acercarse el verano de 1936, la Sociedad Matemática Española se encontraba en uno de sus mejores momentos: mantenía (incrementada) la subvención del Ministerio de Instrucción Pública de la etapa anterior,
y se encontraba acogida y apoyada por el Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE. Además, las diversas generaciones de matemáticos formados «a
la europea» habían ido consolidando sus posiciones, sus órganos de expresión
(ahora ya dos revistas y diversas monografías) rebosaban de salud científica y
los intercambios con los matemáticos europeos no paraban de crecer9.
Sin embargo, como por todos es conocido, la rebelión militar del 18 de julio de 1936, desencadenante de una atroz contienda que asoló España durante
más de dos años y medio, impuso una realidad bélica a los españoles que
afectó profundamente todos los ámbitos de la vida cotidiana. En particular, la
Universidad cerró sus puertas, los alumnos marcharon a los frentes (distribuyéndose por ambos bandos), mientras el profesorado marchaba al extranjero, se
reubicaba en alguna de las dos Españas (implicándose en uno u otro bando o
tratando de pasar desapercibido), y era depurado o depuraba a sus compañeros.
Por tanto, si bien cabe pensar que muchos científicos y los ingenieros aplicaran
sus saberes en múltiples facetas guerreras, no puede dejar de sorprender que en
este trabajo se pretenda estudiar las manifestaciones de los ámbitos docente e
investigador, de una disciplina como la Matemática, durante la Guerra Civil,
cuando la primera sospecha que surge es la de la imposibilidad de toda labor
propia o exclusivamente científica en un marco tan desfavorable.
Desatada la guerra, a los catedráticos de la Sección de Exactas de Madrid,
como al resto de sus compañeros, les afectarían las dos órdenes de traslado a
la Universidad de Valencia de noviembre de 1936 y septiembre de 1937,
viéndose obligados a abandonar Madrid siempre que no pudieran justificar
adecuadamente las razones para su permanencia. Pero unos cuantos matemáticos intentaron reorganizar sus actividades en la capital en torno a una perso-
————
9 GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2002c), La Matemática en el panorama de la Ciencia española, 1852-1945, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (3), pp. 779-809.
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LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL
na, el catedrático de Análisis Matemático de la Universidad Central José Barinaga Mata10, y en el marco de las dos instituciones por él dirigidas, la Sociedad Matemática Española y el Laboratorio y Seminario Matemático. Salvo
involuntaria omisión, con altas, traslados y bajas a lo largo del conflicto, este
conjunto de matemáticos estaría constituido por: Sixto Cámara Tecedor, José
Gallego Díaz, Francisco J. Herrero, José María Orts Aracil, Fernando Peña
Serrano, Pedro Pineda Gutiérrez, Sixto Ríos García, Tomás Rodríguez Bachiller, Ricardo San Juan Llosá, José Augusto Sánchez Pérez, Luis A. Santaló
Sors y Manuel Vázquez Vázquez.
Pues bien, si desde el bando alzado se esperó hasta 1938 (una vez que se vieron como seguros y próximos vencedores) para comenzar a reorganizar la Educación Nacional, por el contrario algunas instituciones culturales y diferentes
profesores universitarios españoles de la España republicana, desde el comienzo
del conflicto, pretendieron continuar, y continuaron, con sus actividades científicas. No se trataba solamente (en algunos casos, sí parcialmente) del intento propagandístico de aparentar hacia la comunidad internacional una normalidad
impensable. Tampoco tenían (únicamente) el objetivo más mundano de conseguir mantener unos sueldos de profesor y/o investigador en una economía de
guerra. Verdaderamente, unos y otros tenían el ánimo puesto también en seguir
practicando sus disciplinas, estudiando, enseñando y aportando, si ello era posible, trabajos originales en los diferentes campos, para su publicación en las pocas revistas que, todavía, ellos mismos se esforzaban en seguir editando.
Parece oportuno, por tanto, hacer alguna consideración introductoria más,
en la que justifiquemos el término «actividad» que utilizamos en el título referido a la Universidad, a la Sociedad Matemática Española y al Laboratorio
y Seminario Matemático, en un contexto en el que sorprende realmente que
pudiera continuar existiendo labor científica alguna. Por un lado, la «actividad formal» del profesorado, de la Sociedad y del Laboratorio (instituciones
que se demostrarían inseparables) iría evolucionando durante la guerra. Concretamente, la dotación económica que iba librando, primero desde Valencia
y después desde Barcelona, la Comisión Delegada de la JAE, para remunerar
al personal y financiar las publicaciones, se mantendría, con períodos de incertidumbre consecuencia de determinadas órdenes de traslado de los profesores y decretos de cierre «oficial». Por otro lado, su «actividad social», a la
vez que «científica», quedaría determinada por las reuniones de sus miem-
————
10
Para conocer los aspectos más relevantes de la trayectoria de Barinaga puede consultarse: CUESTA DUTARI, N. (1966), Don José Barinaga: In Memoriam, Gaceta Matemática, 18
(3-4), pp. 63-86; AUSEJO, E. (2007), José Barinaga Mata (1890-1965), La Gaceta de la Real
Sociedad Matemática Española, 10 (3), pp. 763-774.
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bros, por la aparición de los trabajos de éstos a modo de monografías y en las
revistas coeditadas por ambas instituciones (o en las extranjeras) y por el intercambio de publicaciones con otros centros de investigación europeos.
De hecho, comprobaremos que ambas «existencias» no se dieron simultáneamente durante todo el período, sino que se continuó trabajando en momentos en los que la Sociedad realmente apenas existía y en unas circunstancias en
las que el Laboratorio había sido cerrado formalmente y los sueldos de sus profesores se habían suprimido. Veamos, por tanto, en qué consistieron estas «actividades» que garantizaban esa «existencia», contextualizando, transcribiendo,
relacionando y comentando una selección de documentos, hasta ahora sólo
parcialmente reseñados11. Una parte de ellos han sido localizados en el Archivo
de la JAE: el expediente del «Laboratorio y Seminario Matemático»12 y los
«Libros de Actas» de la propia Junta para Ampliación de Estudios y su Comisión Delegada en Valencia y Barcelona13. Éstos se han completado con la información contenida en los expedientes personales de José Barinaga14, conservados tanto en el Archivo General de la Administración (AGA) como en el
Arcivo de la JAE, y con diferentes datos recogidos en las páginas de la propia
Revista Matemática Hispano-Americana15. Además, se ha podido disponer,
muy especialmente, de la ingente documentación sobre esos años conservada
en el archivo familiar del catedrático de Geometría de la Facultad de Ciencias
de la Universidad Central de Madrid, Pedro Pineda Gutiérrez16.
2. LA REORGANIZACIÓN DE LA MATEMÁTICA INSTITUCIONAL, 1936-1937
Al producirse el levantamiento militar, tanto Barinaga como Pineda se encontraban de vacaciones en El Escorial17. Allí serían recluidos en el Monaste-
————
11
Algunas de las cuestiones que aquí tratamos fueron mencionadas sintéticamente al final del extenso trabajo de AUSEJO y MILLÁN (1989).
12 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Puede consultarse en la Residencia de Estudiantes, CSIC, Madrid.
13 Estos Libros también se encuentran custodiados en la Residencia de Estudiantes.
14 Legajo 15047/4, AGA.
15 En este punto se ha consultado la colección de la Revista que se conserva en la Biblioteca de Investigación de la Facultad de Matemáticas de la UCM.
16 Agradecemos a la familia de Pedro Pineda, y, muy especialmente, a su nieta, Myriam
Pérez de Pineda, las facilidades para la consulta de este material.
17 Esta parte de nuestra historia, desde la perspectiva de lo acontecido a Pineda, puede
verse en GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y DE VICENTE LASECA, L. (2005), El «oficio de matemá-
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rio por las milicias del Frente Popular hasta que se autorizó su traslado a Madrid el 18 de agosto18. La capital era en aquellos entonces un hervidero, con
un Gobierno republicano «legítimo» casi inexistente desde que José Giral
ordenara la distribución de armas al pueblo, y con el poder real en manos de
unos milicianos que habían desactivado el intento de golpe de estado y se
aprestaban a organizar la defensa de Madrid.
La Universidad, en pleno período estival, permanecía prácticamente cerrada y no se vislumbraba la reapertura normal en septiembre de la Facultad de
Ciencias de la calle San Bernardo, ni, desde luego, que pudieran continuar las
clases en octubre, con los jóvenes en edad militar luchando en los dos bandos.
La otra institución en la que se realizaban tareas docentes e investigadoras
en el ámbito de la Matemática, el Laboratorio y Seminario Matemático de la
Junta para Ampliación de Estudios, sí parecía que podría volver a retomar
algunas de sus actividades en la calle del Duque de Medinaceli (al menos con
los profesores no susceptibles de movilización), tras haberse superado un
intento de incautación de toda la Junta por parte de la Asociación de Catedráticos del Frente Popular, acaecido el 18 de agosto19. Contaba para ello con la
colaboración de la Sociedad Matemática Española, con la que compartía, en
el Palacio del Hielo y el Automóvil de la calle Duque de Medinacelli, su sede,
dirección, biblioteca y edición de revistas.
Tras los sobresaltos de las semanas anteriores, en la sesión del 26 de agosto de 1936 la JAE reorganizaba sus instituciones en el Madrid asediado por
todos evocable, manteniendo formalmente la existencia de sus institutos, entre los que se encontraba el Laboratorio y Seminario Matemático, dentro del
apartado «Centros de Estudio Científico»20.
A las puertas del invierno de 1936-1937, con el ejército rebelde aproximándose a la capital, el Gobierno se trasladaba a Valencia, ordenando tam-
————
tico» en España en el siglo XX: Pedro de Pineda y Gutiérrez, La Gaceta de la Real Sociedad
Matemática Española, 8 (3), pp. 837-868.
18 En las declaraciones juradas efectuadas durante el proceso de depuración en abril de
1939, Barinaga escribiría: «En El Escorial no se alteró la vida durante los primeros días, y
cuando esto ocurrió, a mediados de agosto, fui detenido y recluido en el Monasterio con la
casi totalidad de los “elementos burgueses” que allí residían». Legajo 15047/4, AGA.
19 Puede verse el Libro de Actas de la Junta para Ampliación de Estudios, p. 147, conservado en la Residencia de Estudiantes (Madrid). A esa sesión celebrada el 24 de agosto de
1936 asistieron únicamente Ignacio Bolívar, Ramón Menéndez Pidal, Manuel Márquez, Teófilo Hernando y Gregorio Marañón.
20 Libro de Actas de la JAE, p. 152.
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bién el desplazamiento de los intelectuales considerados más relevantes21.
Estabilizado el frente de Madrid, una Orden Ministerial del 19 de diciembre
reducía el órgano de dirección de la JAE y nombraba una Comisión Delegada
radicada en la ciudad del Turia, con Manuel Márquez como presidente y Tomás
Navarro Tomás de secretario, que se haría cargo de todos los asuntos que le
eran propios a la Junta. En particular, autorizaría los pagos para el personal y el
material de los diferentes institutos dependientes que continuaban teniendo su
sede en Madrid. Esa pertenencia a una institución en activo como el Laboratorio y Seminario Matemático permitió a Barinaga no verse obligado a atender la
convocatoria del decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central,
Pedro Carrasco Garrorena, enviada desde Valencia el 29 de diciembre, para que
se trasladara a la nueva capital de la República con objeto de «contribuir a las
enseñanzas que la Facultad de Ciencias ha de dar a quienes aspiran a ingresar
en los diferentes cuerpos del Ejército y de la Armada»22.
En esos momentos iniciales de la guerra, el «personal afecto» al Laboratorio estaba formado por José Barinaga (director); Pedro Pineda, José A. Sánchez Pérez y Ricardo San Juan (profesores); y Sixto Ríos, José Gallego y
Francisco J. Herrero (becarios)23. A ellos se añadirían como colaboradores
otros matemáticos, como Tomás Rodríguez Bachiller y Luis A. Santaló Sors.
En todo caso, durante el mes de enero de 1937 se iban consolidando las tareas de reorganización de la actividad matemática. La Sociedad Matemática
Española continuaba su vida institucional celebrando su primera sesión el día
4. Ausente el último presidente electo, Juan López Soler, José Barinaga presidiría la reunión «en funciones», poniendo «de relieve la necesidad de que
todos los socios que actualmente se hallan en Madrid procuremos sostener la
vida de nuestra Sociedad con la mayor normalidad posible»24. Para lograr
estos fines, la asamblea acordó nombrar una Junta Provisional que asumiera
simultáneamente las obligaciones de la Junta Directiva y del Comité de Redacción de las dos revistas publicadas conjuntamente con el Laboratorio: Re-
————
21 GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2007), La Ciència durant la República. En ESCRIVÁ, C. y
MAESTRE, R. (eds.), València, la ciutat dels sabuts. 70 aniversari del II Congrés Internacional
d’escriptors per a la defensa de la cultura, Valencia, Societat Coral el Micalet, pp. 31-38 y
130-133.
22 Legajo 15047/4, AGA.
23 Legajo 164/309, Archivo de la JAE.
24 Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 20. Unas primeras consideraciones sobre este tema se presentaron en GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2002a), La vida institucional de
la Sociedad Matemática Española entre 1929 y 1939, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (1), pp. 229-244.
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vista Matemática Hispano-Americana y Matemática Elemental. Se emplazaba a los socios a una nueva sesión, ya de carácter ordinario —en la medida en
que ello fuera posible—, en la que se rendirían cuentas de las gestiones realizadas para la normalización de las actividades.
Esa Junta Provisional, nombrada por unanimidad de los asistentes, quedaba constituida de la forma siguiente25: José Barinaga Mata (presidente); Fernando Peña Serrano (catedrático en la Escuela de Ingenieros de Montes, vicepresidente), Sixto Cámara Tecedor, Pedro Pineda Gutiérrez, Ricardo San Juan
Llosá, Tomás Rodríguez Bachiller (vocales); y José Augusto Sánchez Pérez
(catedrático en el Instituto Escuela, secretario-tesorero y habilitado).
La Junta Provisional recibió de los socios ese mismo 4 de enero el encargo
de sostener la publicación de las revistas con un argumento significativo: «por
ser el órgano de comunicación con el extranjero» a través del intercambio con
otras sociedades y editoriales. Sin embargo, desde agosto de 1936 la Junta de
Relaciones Culturales del Ministerio de Estado, entidad encargada de estas
comunicaciones, había interrumpido los intercambios, lo que dificultaba la
producción de trabajos originales26. En la misma sesión, además, se decidía
suspender (ante la imposibilidad de celebrarlas), una de las actividades que
mejor demostraban la vitalidad de la Sociedad: las sesiones científicas. La
Sociedad Matemática Española seguía viva, pero profundamente afectada.
Por otro lado, la Junta para Ampliación de Estudios ordenaba a Barinaga
que precisase a la Comisión Delegada el verdadero organigrama del Laboratorio tras varios meses de conflicto, dando de baja a quienes no realizasen
trabajos para la JAE27. Así, además de librarse las cantidades pendientes hasta
noviembre de 1936, se comunicaba al director la necesidad de reducir el presupuesto siguiendo el promedio de reducción que iban a experimentar todos
los centros. En el caso del Laboratorio se pasaría de 23.687,4 pesetas a 11.100
(es decir, 12.587,4 pesetas menos).
La situación también afectaba a los investigadores y doctorandos de Matemáticas pensionados fuera de España por la JAE (pertenecientes o no al
Laboratorio) y que veían peligrar sus becas. Así, por ejemplo, en la sesión de
————
25
Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 20.
Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93.
27 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 9. Para una primera aproximación a estos temas puede verse: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2001), La actividad del Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios durante la Guerra
Civil, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 4 (3), pp. 675-686.
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la Comisión Delegada del 15 de enero de 193728 se analizó la instancia de
Antonio Llorens y Clariana, en la que solicitaba la consideración de pensionado para proseguir en el extranjero sus estudios sobre Historia de la Matemática, destacándose el estar exento de obligaciones militares por su edad.
Ciertamente, la vía de la «Tercera España», la de salir del país tan pronto
como fuera posible y no alinearse con ninguno de los dos bandos (aunque se
pasasen enormes dificultades, por ejemplo económicas, en los lugares de acogida), fue seguida por muchas personas, entre ellos un número muy apreciable de nuestros intelectuales más significativos: José Ortega y Gasset, Xavier
Zubiri, Blas Cabrera, Gregorio Marañón, Américo Castro, etc. Volviendo al
caso de Llorens, su petición se desestimaría en la sesión del 30 de abril29.
En todo caso, el futuro inmediato del Laboratorio, aunque no sin dificultades
previsibles, empezaba a quedar garantizado. Llegada la sesión de la Comisión
del 22 de marzo30, la «normalidad» parecía alcanzada, comenzando la regularización de los libramientos, al autorizarse tanto los cheques correspondientes a
diciembre, enero y febrero, como la edición del libro Miscelánea matemática.
76 notas complementarias de la Cultura Universitaria escolar, con 3 figuras y
12 retratos, escrito por el propio Barinaga. Una vez publicado (con una extensión de 127 páginas), en la sesión de la Comisión Delegada del 16 de junio se
propondría que se remunerase al autor con 1.300 pesetas por la tarea31.
Estos esfuerzos por la «normalización» de las actividades puede ilustrase a
partir de las comunicaciones de los principales responsables de mantener vivas las actividades matemáticas en el Madrid sitiado: Barinaga y Pineda. Así,
el 8 de marzo escribía32 a este último Luis A. Santaló Sors, profesor auxiliar
de la Facultad de Ciencias de Madrid incorporado a la aviación republicana33:
————
28 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 11. A esta sesión únicamente
acudieron Manuel Márquez, José Moreno Villa y Victorio Macho.
29 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 26.
30 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 24.
31 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 31.
32 Esta carta de Santaló y las que siguen en este apartado están conservadas en el Archivo
de la familia Pineda. Puede verse también: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2007), Una correspondencia para nuestra Memoria matemática: José Barinaga, Pedro Pineda, Luis Santaló y
Ricardo San Juan, 1936-1939, Boletín de la Sociedad Puig Adam de Profesores de Matemáticas, 75, pp. 55-71.
33 Acerca de este destacado matemático catalán puede consultarse: DURÁN, X. (2001),
Lluís Santaló, Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, Collecció de Biografies, 7;
REVENTÓS, A. (2002), In Memoriam Lluís Santaló, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (1), pp. 73-106.
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Me alegro mucho de que haya encontrado la copia de mi trabajo. Recuerdo que
en ella había unas correcciones en lápiz que convendría tener en cuenta al corregir
las pruebas.
Comparto su opinión de que sería muy conveniente que continuase saliendo la
Revista en la forma que sea y con las restricciones que fueran necesarias, por ej.
asignando a un número del tamaño ordinario 3 o 4 meses. No creo que haga falta,
pero si acaso, yo les podría mandar algunas cuestiones resueltas que me parecen
quedaron pendientes. Si se tira por fin, ya les decía yo que no hace falta manden
las pruebas de mi trabajo, pero sí les agradecería unas cuantas separatas.
Recuerdos afectuosos a D. José [Barinaga], a D. Sixto [Ríos] y en general a todos de su alumno y amigo.
Unos días más tarde, el 17 de marzo, Santaló volvía a escribir, en este caso
a su «querido maestro» Barinaga34 desde el Instituto Nacional de Segunda
Enseñanza «Salmerón» de Barcelona. Estas nuevas líneas permiten completar
el panorama de aquellos momentos:
He estado en Gerona donde he recogido su carta. Ya me había insinuado D. Pedro últimamente que las dificultades económicas del Laboratorio y de la Revista aumentaban considerablemente. Por lo que a mi se refiere tiene poca importancia ya
que, si bien hasta ahora no he cobrado nada más que lo que me mandaban desde Madrid (Auxiliaría y Laboratorio) parece que desde este mes me van a considerar reingresado en 2.ª Enseñanza como Cursillista de 1933 en este Instituto Salmerón con
5.000 ptas. anuales. Con esto ya, de momento, resuelvo el problema económico.
Lo que ya sentiría mucho más es que las dificultades llegaran a imposibilitar la
salida de la Revista. Ya sé que intentarán Vdes. todo lo posible para que esto no sea.
Por pocas que sean las páginas siempre son suficientes para que no se rompa la continuidad en el intercambio. No creo que lo que falte sea original pero si así fuese yo
podría mandar algunas cuestiones o algo para llenar; en estas circunstancias lo de
menos es el contenido, lo principal es llenar la Revista para salvar su vida.
Por aquí de matemáticas no hago naturalmente nada. He ido algún día al Laboratorio de esta Universidad pero es bastante pobre, sobre todo revistas hay pocas.
Conocí al Sr. Orts que me encargó muchos saludos.
A modo de posdata, Santaló escribía algunas líneas más que nos permiten conocer las relaciones internacionales que se querían seguir manteniendo durante la contienda:
————
34
Aunque la carta estaba dirigida a Barinaga, la hemos localizado en el Archivo de la
familia Pineda; a éste se le trasladaban estos asuntos en tanto que responsable de las revistas
de la Sociedad y del Laboratorio.
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Hace tiempo que mandó Gallego 6 ejemplares de mi Tesis. Como Blaschke me
ha escrito pidiéndome algunas para sus alumnos de Hamburgo, escribí a Gallego
pidiéndole unos 12 o 15 ejemplares más. No sé si recibiría la postal. Por si acaso,
¿podrían Vds. mandármelas? Mejor si son con cubiertas de «Publicaciones del Laboratorio» no como Tesis de la Facultad.
Estaba latiendo el problema de la suspensión del intercambio de revistas
con el extranjero, pues con ello se privaba a nuestros matemáticos de la posibilidad de conocer la actualidad de la materia y, por tanto, de emprender trabajos originales de alto nivel35. Así lo explicitaba Santaló unos días después,
el 24 de marzo de 1937, también desde el Instituto «Salmerón» de Barcelona,
escribiendo de nuevo a Pedro Pineda:
Le devuelvo las pruebas. Muchas gracias por el trabajo que se tomó en corregirlas.
No me extraña el gran número de erratas pues el borrador mío debía ser muy poco claro
y confuso, pero ahora me parece que quedará bien. De todos modos si se hicieran unas
2.as pruebas y V. les diese una ojeada se lo agradecería. También les agradeceré mucho
si pueden mandarme unas separatas y el número de la Revista cuando salga. Ya procuraré mandar algunas cuestiones o alguna ampliación de ellas que pueda servir de artículo. Por aquí se va siguiendo relativamente bien, y se piensa mucho en Madrid.
Santaló sería trasladado al poco tiempo al aeródromo de Los Alcázares
(Murcia). Desde el Pabellón de Oficiales de la base republicana escribía a
Pineda el 12 de mayo:
He recibido su carta que me retransmiten desde mi casa. Yo ahora, desde hace
unos 20 días estoy en este Aeródromo asistiendo a un cursillo para Profesores de
Aviación. Calculamos que terminará a 1.os de Junio y entonces veremos donde nos
destinan. Me ha hecho mucha gracia lo de la pretendida incautación de la Biblioteca del Laboratorio: otro servicio inmenso que tenemos todos que agradecer a Vdes.
por su permanencia en Madrid.
Si hubiera habido más facilidades le hubiese enviado algo más, como era mi
deber, aunque últimamente también en Barcelona escaseaban muchas cosas. Muchas gracias por el interés que se toma por las pruebas de mi artículo; por lo visto
Bermejo [el impresor] sigue tan pesado como siempre.
El artículo de Santaló aparecería finalmente abriendo el volumen 12, pp. 312 (1937), de la Revista Matemática Hispano-Americana, con el título «Curvas
————
35
En la sesión de la Sociedad del 6 de julio de 1937 Barinaga informaba de las gestiones
ante la Junta de Relaciones Culturales, que se comprometía a garantizar la normalización en
los intercambios. Ver: Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93.
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sobre una superficie que cumplen la condición δ ∫ f ( χ ,τ )ds = 0 ». Los esfuerzos de los matemáticos españoles durante 1937 mantenían viva la revista.
Efectivamente, el tesón de nuestros matemáticos en esos complicadísimos
momentos permitió que siguieran apareciendo algunos números de las revistas. Los trabajos científicos eran enviados a la redacción desde los diferentes
lugares de acomodo de nuestros matemáticos por la España gubernamental,
contactos que se mantenían aunque las reuniones de la Sociedad Matemática
Española estuvieran suspendidas desde el mes de enero36.
Así, en Revista Matemática Hispano-Americana, además del artículo de
Santaló y dos trabajos de otros matemáticos como Pedro González Quijano y
Luis Pérez Cacho, así como diversas «Cuestiones» resueltas o planteadas por
José Babini y Luis Santaló, durante 1937 los profesores pertenecientes a la
plantilla del Laboratorio y Seminario Matemático publicaron los siguientes
artículos:
«Un método para determinar los niveles de energía del oscilador armónico» (Fernando Peña)
«Sobre una generalización del problema de las coincidencias» (José
María Orts Aracil)
«Sobre algunas propiedades elementales de los límites estocásticos»
(Sixto Cámara Tecedor)
«El tercer centenario de la Geometría Analítica» (José Augusto Sánchez Pérez)
«Nota sobre la cuestión n.º 24» (José Barinaga Mata)
Sobre el papel, aunque los temas fueran más de divulgación que de investigación original, y la extensión y el número de autores fuera menor, el Laboratorio se demostraba vivo. También contribuyeron, del mismo modo, a que
continuara la publicación de Matemática Elemental con trabajos tales como:
«Dodecágono inscrito y circunscrito a un cuadrilátero» (Pedro Pineda
Gutiérrez)
«Determinación de los pares pitagóricos (α n , β n ) correspondientes a números de la forma z = 4k + I = α n2 + β n2 » (Manuel Vázquez Vázquez)
«Un criterio de convergencia para series numéricas» y «Miscelánea
matemática» (José Barinaga Mata)
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36
Revista Matemática Hispano-Americana, 12, pp. 20 y 93.
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Desde el punto de vista de la Sociedad Matemática Española, puede constatarse que a lo largo de 1937, gracias sobre todo a la dedicación del presidente Barinaga, eficazmente ayudado por Pedro Pineda, fueron solventándose
numerosos problemas. Seguían llegando artículos para las revistas, podían
seguir imprimiéndose, pues reduciendo las tiradas a la mitad había suficiente
papel, y se encontraban fondos oficiales en una economía de guerra para financiarlas. En este sentido, en oficio del 15 de junio de 193737, leído por Barinaga a los socios en la sesión del 6 de julio, el subsecretario del Ministerio
de Instrucción Pública informaba no sólo del restablecimiento de la subvención de tres mil pesetas para Matemática Elemental, sino de su aumento a
cinco mil. Aunque no hubiese reuniones de matemáticos, los órganos de expresión de la Sociedad, las revistas, se publicaban periódicamente.
A partir de esa sesión del 6 de julio, Sánchez Pérez dejaría la Secretaría,
que pasaría a ocupar José Gallego Díaz, mientras que el otro cargo que acumulaba aquél, el de tesorero-habilitado, recaería desde la sesión del 9 de octubre38 en Federico Loné Jiménez, quien con anterioridad había sido vocal de
la Junta Directiva.
Llegado el 2 de agosto de 1937, y requerido por una Orden ministerial de
29 de julio, Barinaga enviaba al secretario de la Comisión Delegada, Tomás
Navarro Tomás, certificación del personal afecto al Laboratorio en esos momentos y de la índole de los trabajos que realizaban. La comunicación se
completaba unos días después con otra certificación que el propio secretario
de la JAE enviaba al Ministerio con el puesto que ocupaba cada matemático,
la remuneración que recibía cada uno de ellos y, lo que es más importante
para conocer su «actividad» matemática, los temas en los que estaban trabajando o se comprometían a trabajar39:
José Barinaga (director). Cuerpos cuadráticos reales no euclídeos.
Pedro Pineda Gutiérrez (profesor). Fundamentos de Geometría diferencial.
Ricardo San Juan Llosá (profesor). Métodos de Carlemann en el estudio de Funciones analíticas.
————
37
Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93.
Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 94.
39 Legajo 155/36, Archivo de la JAE. Expediente «Certificados y relaciones del personal de
los Centros de la Junta». En su escrito Barinaga también hacía constar que María Matriz Menéndez
pertenecía a la plantilla del Laboratorio como auxiliar de catalogación y mecanografía.
38
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José Sánchez Pérez (profesor). Catalogación bibliográfica e Historia de
la Matemática en España.
José Gallego Díaz (becario). Problemas de Biología matemática.
Pero la guerra continuaba y no parecía que llegaran buenos tiempos para el
cultivo de una disciplina como la nuestra, sobre todo ateniéndonos a los temas
de investigación que se proponían, desde los que difícilmente se podía justificar ninguna colaboración en el esfuerzo bélico. Conquistadas las provincias
del Norte por las tropas nacionales y ante la ofensiva que se avecinaba sobre
la capital, dos órdenes de la Presidencia del Gobierno y del Ministerio de
Instrucción Pública (de 6 y 23 de septiembre de 1937, respectivamente) obligaban a la evacuación de los funcionarios de Madrid cuyos servicios no fueran imprescindibles.
Difícil de concretar para todos los casos particulares, inicialmente José Barinaga eludía el traslado, no tanto por su condición de director del Laboratorio
Matemático, sino tras su propuesta como profesor del Instituto para Obreros
de Madrid40. José Gallego Díaz recibía el nombramiento de delegado provincial en Madrid del Instituto de Reforma Agraria, por lo que garantizaba su
estancia en la capital. Pedro Pineda consiguió justificar por algún tiempo su
permanencia en la capital «para cuidar de la Biblioteca y material científico
de la Sección de Ciencias Exactas»41, mediante Orden del subsecretario del
Ministerio de Instrucción Pública, según certificaba el vicerrector de la Universidad Central, León Cardenal, el 20 de octubre de ese año, pero el 24 de
octubre era dado de baja en las nóminas de la Habilitación de Madrid y se
veía obligado a preparar su traslado.
Además, en la sesión de la Comisión Delegada del 27 de noviembre, primera celebrada tras su traslado a Barcelona42, se ordenaba a Barinaga su adscripción a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia y la clausura
————
40
En las declaraciones juradas efectuadas durante el proceso de depuración en abril de
1939, Barinaga escribiría: «Desde marzo de 1938 a marzo de 1939 ha explicado dos semestres
Matemáticas en el Instituto para Obreros de Madrid, cargo para el cual se le designó por el
Ministerio a fin de que pudiese permanecer en Madrid sin infringir los decretos sobre evacuación civil». Legajo 15047/4, AGA.
41 Archivo de la familia Pineda.
42 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 70. El vicerrector de la Universidad Central, León Cardenal, también le recordaba a Barinaga, en escrito de 22 de noviembre de
1937, la obligatoriedad de trasladarse a Valencia, pues «de no hacerlo así incurrirá en la sanción
procedente por abandono de destino». Pero su nombramiento como profesor del Instituto para
Obreros funcionó como salvoconducto para permanecer en Madrid. Legajo 15047/4, AGA.
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del Laboratorio. Con esa decisión desaparecían las dotaciones económicas de
la JAE para remunerar al director y los profesores colaboradores y para sufragar las publicaciones. Recibidas las oportunas notificaciones, un disciplinado
Barinaga escribía el 1 de diciembre al secretario de la Comisión dando por
concluido un período muy singular en la organización institucional de la Matemática en España43:
Hoy he recibido su atenta del 29-11 y atendiendo a sus indicaciones he clausurado en el acto el Laboratorio Matemático, quedando por consiguiente suspendida
toda actividad del mismo. Transmita al Sr. Subsecretario [del Ministerio de Instrucción Pública] y a la Comisión Delegada de la Junta mi más sincero agradecimiento por el apoyo que hasta ahora he recibido de ellos y la seguridad de mi amplia comprensión de las circunstancias que motivan su actitud en el momento
presente.
De todo ello informaba al que hasta pocas semanas antes había sido su
principal colaborador, Pedro Pineda, evacuado en Valencia, aprovechando
para felicitarle con motivo de su cumpleaños44:
Ante todo felicidades por tu casi semicentenario. Te escribo desde tu casa, a
donde tengo que acudir para saber de ti. ¿Qué os pasa? Nadie me escribe, nada me
cuentan, y por tanto nada sé de vuestra vida, ni de vuestras actividades. Dadme noticias de la Universidad, de sus clases, de sus Profesores, del n.º de sus alumnos.
En fin, no me olvidéis en absoluto.
Ayer he clausurado «de orden superior» el Laboratorio de la Junta. Recordarás
que te comuniqué hace tiempo el temor que sentía por tal medida. Llegó. «No hay
plazo que no se cumpla…». Por cierto que el Sr. Santullano me dice están sin despachar las nóminas de octubre y noviembre últimos. Que para ello es preciso justificar la autorización para permanecer en Madrid o en otro caso justificar también,
el estar fuera de la Capital. Para mí no hay problema, puesto que he disfrutado de
la autorización correspondiente hasta ayer. Pero tanto tú como San Juan, tenéis que
solicitar de esa Universidad el certificado de vuestra residencia en esa. Para ahorrar
tiempo podéis remitirlo directamente a Barcelona (al Sr. Santullano) y decirle que
lo hacéis por indicación mía. Y que os lo abonen en esa, o, si lo preferís, que lo
remitan a Madrid para que lo perciba la persona a quien designéis. Ya me diréis
vuestra decisión.
————
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Legajo 15047/4, AGA.
Archivo de la familia Pineda. D. Pedro había nacido el 2 de diciembre de 1891.
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LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL
3. NUESTRA MATEMÁTICA HASTA EL FINAL DE LA GUERRA, 1938-1939
Pero terminándose 1937 ni mucho menos había concluido la actividad ni
del Laboratorio ni de la Sociedad. Comenzado 1938, en una situación en la
que el frente de Madrid continuaba firme y la República seguía albergando
esperanzas de solución del conflicto a su favor a través de una intervención
extranjera, nuestro catedrático de Análisis Matemático volvía a luchar por sus
instituciones. Mientras garantizaba su estancia en la capital en tanto que profesor del Instituto Obrero de Madrid45, no había dejado de trabajar, con los
pocos colaboradores disponibles, al margen del cierre oficial, y perseveraba
en sus iniciativas ante la Comisión Delegada para conseguir la reapertura del
Laboratorio. La pretensión no era tan disparatada como pudiera parecer.
Otros centros de la JAE continuaron funcionando en Madrid durante toda la
guerra, y entre ellos destacó el Instituto Nacional de Física y Química, que
siguió desarrollando las investigaciones propias de sus disciplinas y la publicación de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química, gracias a
la tenacidad de su director en funciones, el catedrático de Química Inorgánica
de la Universidad Central Enrique Moles Ormella46.
El 3 de enero de 1938 volvía Pineda a Madrid, utilizando para ello la certificación que le expedía José Gallego Díaz (becario del Laboratorio además de
delegado del Instituto de Reforma Agraria): «se traslada a esta Capital con el
fin de realizar trabajos de estadística en esta Delegación provincial»47. En
realidad el viaje estaba concebido para reunirse con su familia y trasladarse
todos el 29 de enero de 1938 a su nueva residencia en la calle Heroicos Milicianos de Burjasot (Valencia). Allí le escribía Barinaga el 10 de febrero48:
Os supongo acomodados después de corteses codazos en vuestra nueva residencia. Nosotros, por aquí, a puñetazo limpio con los garbanzos y el pan. He desarrollado, como ya te indiqué, el plan ofensivo para la reapertura del Laboratorio,
que culmina con el escrito del que te adjunto copia. Por una carta del Sr. Santulla-
————
45 Esta vinculación será uno de los principales cargos inculpatorios que se utilizarán contra Barinaga, una vez terminada la guerra, durante su proceso de depuración. Puede verse el
Legajo 15047/4, AGA.
46 Véase: BERROJO JARIO, R. (1980), Enrique Moles y su obra, Tesis Doctoral, Facultad
de Farmacia, Universidad de Barcelona. También: GONZÁLEZ DE POSADA, F. et al. (2005),
Enrique Moles Ormella, farmacéutico, químico y artista, Madrid, Real Academia Nacional de
Farmacia.
47 Archivo de la familia Pineda.
48 Archivo de la familia Pineda.
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no a [Ricardo] San Juan, y por otra de Corpus Barga a mí, tengo muy buenas impresiones sobre el asunto, aun cuando no confío demasiado en el éxito completo.
Dime si has cobrado tus haberes de la Junta correspondientes a diciembre y enero.
Convendría que la copia que te remito se la entregues al Dr. Puche para que esté informado con anterioridad a la reunión de la Comisión Delegada en la cual ha
de tratarse. Si puedes hablar con él, mejor; y si no, déjasela en un sobre con unas
líneas tuyas diciéndole lo haces por encargo mío.
Ya advertí a Bustos lo de los fascículos de la Zentralblatt. Infórmate si hay alguno más en las mismas condiciones.
Espero que, poco a poco, irás haciendo algo para la revista. Orts me ha enviado
un trabajo. Ahora trato de apoderarme de un «stock» de papel que he descubierto
en los sótanos del Ministerio. Confío en que [José] Miranda me ayudará.
Muchos recuerdos a [Fernando] Peña, saludos a los colegas, expresiones cariñosas a Anita, besos a las niñas y para ti el afecto sincero de tu buen amigo y compañero.49
Efectivamente, durante el mes de febrero se intensificaron las gestiones de
Barinaga ante la Comisión Delegada. Ésta, en la sesión del día 1450, «deseosa
de continuar prestando su apoyo a la labor del grupo de matemáticos españoles a que pertenece el señor Barinaga, acuerda pedirle una nota concreta de
los trabajos que es posible organizar este año, con indicación de los colaboradores y demás noticias relevantes». Además, aprobaban el presupuesto de
437,5 pesetas para la impresión de otro número de Matemática Elemental y el
abono a Sánchez Pérez de la cantidad que se le debía por trabajos realizados
en octubre y noviembre de 1937.
Así, el 17 del mismo mes de febrero, escribía Navarro Tomás a Barinaga51:
He dado cuenta a la Comisión Delegada, en la Sesión del día 14 del actual, de su
escrito acerca de la situación en que se encuentra la Sociedad Matemática Española y
de su deseo de que pueda seguir teniendo el apoyo moral y material del Laboratorio
Matemático, para lo cual propone usted se restablezcan las actividades de éste.
La Comisión se halla dispuesta a continuar prestando su ayuda a los trabajos de
Matemática, como ha hecho siempre la Junta; mas para tomar una resolución en
este punto es necesario que usted concrete su petición, indicando los colaboradores
————
49 José Miranda era en esos momentos secretario de la Universidad Central de Madrid y
delegado en Madrid del Ministerio de Instrucción Pública; mientras que Fernando Peña Serrano era catedrático en la Escuela de Ingenieros de Montes y vivía en la misma residencia que
Pineda en Valencia.
50 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 90.
51 Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
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con que usted cuenta, el plan de trabajos que se proponen desarrollar este año y
demás noticias que usted juzgue de interés.
La circunstancia de haberse solucionado la situación oficial de usted en Madrid
favorece esta buena disposición de la Comisión Delegada en relación con los deseos que usted manifiesta.
En este sentido Navarro Tomás volvía a escribir a Barinaga el 28 de febrero, transmitiendo y precisando las condiciones que la Comisión Delegada
establecía para que el Laboratorio pudiera entrar en funcionamiento nuevamente. Al poco tiempo, el 8 de marzo, Barinaga le respondía enviándole los
programas investigadores de los colaboradores que continuaban trabajando —
o se ofrecían a colaborar— en esos momentos52:
Contestando a su carta del 28 de Febrero le adjunto las comunicaciones que me
dirigen los Sres. Rodríguez Bachiller, San Juan y Gallego Díaz para satisfacer los
deseos informativos de esa C. D. En cuanto al Sr. Pineda, no he recibido contestación todavía; y en cuanto la obtenga se la enviaré a usted. Y respecto a mí puede
incluir en el programa del curso actual la continuación del «Estudio de los Cuerpos
Cuadráticos Reales» ya anunciada en el programa de 1937, y las «Aplicaciones del
cálculo de Probabilidades a la Lógica en el sentido de Reichenbach». Del primer
trabajo tengo compuesta la mitad, aproximadamente, y del segundo, solamente algunos puntos. Pero, para dar a la imprenta cualquiera de ellos necesito ante todo la
consulta de las obras pedidas a la Junta de Relaciones Culturales.
Realmente, las circunstancias del conflicto y las incertidumbres acerca del
futuro del Laboratorio habían desanimado a Pineda, quien decidía renunciar a
colaborar, desde la distancia, en los esfuerzos de Barinaga para mantener vivo
el centro. En todo caso, éste le escribía el 4 de marzo de 1938 a Valencia53:
A pesar de tu insistente negativa a participar por ahora en los trabajos del Laboratorio, he propuesto a la Junta que continúes colaborando desde esa, mientras
dure en ella tu permanencia. Era para mí un deber hacerlo así, tanto por el valor
que para el Centro tiene tu concurso, como por mi condición de Director. El Sr.
Navarro Tomás me comunica que para resolver la Comisión Delegada sobre este
punto, necesita saber «en qué ha de consistir tu labor específica en Valencia». Te
ruego, por tanto, me escribas en la forma que creas conveniente para trasladar yo a
Barcelona tu propia contestación.
————
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Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
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Mientras Pedro Pineda se desmarcaba de una tarea que podía reportarle
una importante ayuda económica en esos momentos del conflicto en cuanto se
decidiese la reapertura del Laboratorio, Ricardo San Juan se había mostrado
deseoso de colaborar contribuyendo con un trabajo que tenía bastante avanzado. Lo hizo mediante una carta enviada a Barinaga el 6 de marzo de 193854:
Atendiendo sus indicaciones expongo a continuación los títulos y el estado actual de los trabajos de Análisis matemático en que he venido ocupándome el curso
actual.
I. Derivación e integración de series asintóticas y sus aplicaciones a la teoría de
la aproximación asintótica óptima (Dispuesto para su publicación y cuya copia
le remito a la mayor brevedad).
II. Definida una clase CA de funciones cuasiasintóticas mediante sus cotas Am que
cumplen la condición de Carleman, ¿se pueden elegir otras cotas Bm ≤ Am
que cumplan la condición más restringida de Deujoy? Hemos demostrado que
esto es posible cuando las funciones son periódicas y estamos estudiando qué
acontece en el caso general.
III. Condiciones necesarias y suficientes para que coincidan dos clases de funciones cuasiasintóticas CA y CA’ (Iniciado a propuesta de M. le Prof. S. Mandelbrojt).
IV. Condiciones necesarias y suficientes que debe cumplir una sucesión de números
positivos Mn para que exista una función real
damente derivable cuyas derivadas sucesivas
máximos de sus módulos
f n ( x)
f ( x)
de variable real indefini-
f n ( x)
tengan como valores
en un intervalo (a, b) dichos números Mn,
esto es, sea
f n ( x) ≤ M n
para todo punto de (a, b)
f n (ξ ) = M n
para un punto al menos de (a, b)
(Pendiente de una consulta hecha al Prof. M. S. Mandelbrojt de la Universidad
de Clermont-Ferrand).
————
54
Legajo 109/32, Archivo de la JAE. Por razones que desconocemos, esta carta no se
conserva en el expediente institucional del Laboratorio Seminario Matemático, ni en el personal de Barinaga o San Juan, sino en el de Julio Palacios Martínez, catedrático de Termología
en la Universidad Central, quien también permaneció en Madrid a lo largo de la Guerra y que
al terminar ésta jugará un papel decisivo en la readmisión sin sanción de San Juan y el retorno
a España de Esteban Terradas Illa y Julio Rey Pastor. En este sentido, puede verse: GONZÁLEZ
REDONDO, F. A. (2002b), La reorganización de la Matemática en España tras la Guerra Civil,
La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (2), pp. 463-490.
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LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL
También se había mostrado ilusionado con la posibilidad de retomar oficialmente sus tareas en el Laboratorio Tomás Rodríguez Bachiller, quien se
dirigió a Barinaga en los siguientes términos55:
Contesto a tu amable requerimiento para formar parte del Laboratorio Matemático, aceptando con gusto la invitación. Aun cuando desde mi época de becario he
seguido colaborando en las Revistas, ahora puedo intensificar mi colaboración.
Tengo entre manos un estudio de conjunto y lo más completo posible de las
«Representaciones continuas de espacios abstractos», que puedo seguir ahí con vosotros, siempre que se me facilite la información bibliográfica indispensable para
dar a la imprenta con las necesarias garantías los resultados que vaya obteniendo.
Ya sabes, conociendo tú mis aficiones, que para mí una de las tareas que me es
más grata es la de ayudar y animar la formación matemática de muchachos que
muestran interés por nuestra ciencia.
De manera análoga, el cuarto de los matemáticos a los que se había dirigido muy especialmente el director, José Gallego Díaz, presentó el siguiente
plan de trabajo56:
a) Continuar mis trabajos sobre la cinética de la fermentación alcohólica —ya iniciados en el artículo que se acompaña— para la determinación estadística de
los parámetros que figuran en mi ecuación general (3). Plantear el problema de
su generalidad como ecuación integro-diferencial aplicando la Teoría de Volterra y Fredholm.
b) En el campo de la Biología Matemática, estudiar las características matemáticas del parasitismo múltiple para su aplicación intensiva en la lucha contra las
plagas del campo.
El 21 de marzo de 1938 Barinaga escribía a Navarro Tomás, completando
el panorama del personal que podía considerarse que seguía trabajando para
el Laboratorio, aunque estuviera disperso por la geografía republicana, e informando de la situación de las revistas que se publicaban conjuntamente con
la Sociedad57:
Lamenté que su precipitado regreso a Barcelona me impidiese saludarle y cambiar impresiones sobre los asuntos pendientes de este Laboratorio con la Comisión
Delegada.
————
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Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
Legajo 164/271, Archivo de la JAE.
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Le adjunto factura (triplicada) del último n.º de Matemática Elemental. Su extensión ha sido de 48 páginas en vez de las 40 (dos pliegos y medio) que acusaba el
avance de presupuesto que remití oportunamente. En compensación la Sociedad
Matemática ha pagado el importe del papel de los «Apartes» tirados, que otras veces ha abonado el Ministerio y que viene a equivaler al precio de composición del
medio pliego más que el número ha tenido. No creo que esta alteración motive dificultades.
Carecemos en absoluto de papel para continuar las publicaciones y confío en
que tanto las gestiones de Vd. como las del Sr. Orts podrán hacer que las Revistas
[Revista Matemática Hispano-Americana y Matemática Elemental] no perezcan.
Original hay bastante.
El Sr. Pineda no ha contestado a mi requerimiento de continuar prestándonos
su colaboración valiosa desde Valencia. Por ello, y por las conversaciones que
mantuvo conmigo antes de su salida de Madrid, deduzco que, por ahora, no cree
posible cooperar directamente a nuestra labor. Retiro, por tanto, mi petición de la
creación de Prof. Corresponsal que hice para él, y procuraré que la agregación del
Prof. Rodríguez Bachiller llene el hueco que accidentalmente deja el Sr. Pineda.
Recibidos y analizados todos estos escritos, el 12 de abril Navarro Tomás
contestaba a Barinaga expresando la buena voluntad de la Comisión, pero, al
mismo tiempo, imponía nuevos requisitos formales que debían cumplirse
antes de tomar ninguna decisión58:
En la sesión celebrada por la Comisión Delegada el día 1.º del corriente he dado cuenta de sus cartas del 8 y 12 de Marzo último, en las que se refiere a los planes de trabajo que tendría el Laboratorio Matemático en una nueva etapa. La Comisión tiene todo el interés en facilitar estos propósitos; mas no ha podido tomar
acuerdo sobre ellos, toda vez que no conoce cuál es la situación oficial de los colaboradores que usted propone. Algunos de ellos, al parecer, están adscritos a enseñanzas en Valencia y esto dificultaría su incorporación al Laboratorio de Madrid.
Por esto es conveniente que usted nos envíe una nota concreta acerca de dicha situación de los colaboradores y de los trabajos que realmente se pueden comprometer a realizar bajo la dirección de usted.
Siento que todo esto retrase algo sus deseos, que son los nuestros también; pero
ya comprenderá que la Comisión Delegada no puede proceder de otro modo, pues
éstas son las normas a que ha venido ajustándose siempre la Junta.
Las facturas de Nuevas Gráficas han sido aprobadas y se enviarán en breve a
Felipe Sierra para que abone su importe.
En respuesta al secretario de la Comisión, el 18 de abril de 1938 Barinaga
no escondía su irritación por la tardanza de la Comisión Delegada en aprobar
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la reapertura oficial de un Laboratorio que no había dejado de «funcionar» en
todos esos meses59:
Contesto a su carta del 12, recibida el día 16. He de confesarle que no acierto a
comprender la cadena de dificultades que, según Vd., ha encontrado la Comisión
Delegada para retrasar tan prolongadamente la aprobación explícita de mis propuestas. Usted sabe, mejor que yo, los perjuicios que tal actitud nos ha causado. A
pesar de ello, y en vistas de su última carta, he vuelto a requerir a mis colaboradores para que me faciliten la documentación oficial que les autoriza para permanecer
en Madrid, y a la que doy curso sin demora. ¿Puede usted decirme cuáles de estos
colaboradores «al parecer, están adscritos a enseñanzas en Valencia», como usted
afirma en la referida carta?
Yo estoy seguro de los buenos deseos de usted, pero estoy también decidido a
dejar constancia de la tramitación de este asunto, para que, en su día, pueda enjuiciarse la actuación de cada uno de nosotros.
La orden ministerial de mi incorporación al Instituto Obrero de Madrid está en
el Ministerio. Le ruego me devuelva los documentos.
El 27 de abril respondía Navarro Tomás, también en un tono menos cordial que en ocasiones anteriores, pero con los buenos deseos que siguieron
guiando al Ministerio de Instrucción Pública, en general, y a la JAE, en particular, durante toda la guerra60:
Contesto a su carta del 18. He de significarle mi extrañeza por esa alusión que
usted hace a dificultades encontradas por usted para la aprobación explícita de sus
propuestas, siendo sí que la Comisión Delegada viene procurando atender sus indicaciones con el cuidado que merecen. Olvida usted, sin duda, que el Laboratorio
Matemático se halla en suspenso desde el mes de Noviembre [...]
Ahora bien, en su carta del 12 de Marzo pide usted autorización para elevar la
propuesta de haberes correspondientes a los meses de Diciembre, Enero y Febrero
últimos «del personal que ha continuado de modo efectivo prestando su colaboración a instancia mía». Como usted comprenderá, esta continuación de los trabajos,
aun siendo laudable, no se compagina con la suspensión de las actividades del Laboratorio a que usted se refiere [en la carta del 1 de diciembre de 1937]. La Comisión Delegada necesariamente ha de estudiar el difícil caso que usted plantea y someterlo a la Superioridad, cuya orden de clausura del Laboratorio fue atendida por
usted y nosotros en su día. Por otra parte, hemos de atenernos a las disposiciones
dadas por el Gobierno respecto a la evacuación de Madrid, y de aquí las certificaciones que habíamos solicitado de usted respecto a los Sres. Gallego Díaz, San
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Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
Legajo 162/271, Archivo de la JAE.
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Juan Llosá, Rodríguez Bachiller y Srta. Mauriz Menéndez, cuya residencia oficial
en Madrid necesitaba ser justificada para tomar acuerdo.
Ahora, con todos estos elementos de juicio y las cartas de usted podrá la Comisión Delegada examinar el asunto de la reapertura del Laboratorio y abono de los
haberes retrasados a que usted se refiere.
Respecto de las publicaciones, nuestro deseo coincide con el de usted, pero seguimos sin disponer de papel. Así se lo he dicho al Sr. Ministro en la visita que le
hizo la Junta recientemente, prometiendo él apoyar las gestiones que venía haciendo para obtenerlo. Tenga usted la seguridad de que, si lo logramos, tendremos mucho gusto en facilitarle lo que necesita para las publicaciones del Laboratorio Matemático, bien que además ahora haya de tenerse en cuenta la dificultad de las
comunicaciones.
Devuelvo a usted los documentos, según me pide.
La impaciencia después de tantos esfuerzos hizo que el 10 de mayo Barinaga escribiera nuevamente a Navarro Tomás61:
He recibido su carta del 27 último y los documentos que le envié. Espero que
usted activará la resolución definitiva del asunto de este Laboratorio, que lleva ya
cinco meses en tramitación, y que tendrá la bondad de comunicármela tan pronto le
sea posible.
Creo suficientemente aclarados mis propósitos, los cuales, en esencia, se reducen a procurar continuar prestando mis servicios y los de mis colaboradores en la
amplia obra de Cultura que la Junta realiza.
Por fin, las gestiones del tenaz Barinaga darían sus frutos. El Ministerio de
Instrucción Pública había aprobado el 2 de mayo de 1938 la dotación económica solicitada por la Junta para sus diferentes centros radicados en Madrid62,
y el 28 de mayo el vicepresidente de la Comisión Delegada le escribía desde
Barcelona comunicándole la autorización para la reapertura del Laboratorio63:
En sesión celebrada por esta Comisión los días 26 y 27 del corriente se tomó el
siguiente acuerdo:
«Dada cuenta de las cartas fechas 18 de Abril último y 10 del actual, que dirige el Director del Laboratorio Matemático señor Barinaga sobre la reapertura
de dicho centro y abono de remuneraciones a los colaboradores, se acuerda manifestarle el desagrado de la Comisión por algunas de sus injustificadas manifestaciones y considerar nuevamente abierto el Laboratorio desde primero de Mar-
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zo, a los efectos de nómina, para los colaboradores que tenían en dicha fecha residencia oficial en Madrid».
Lo que comunico a usted a los efectos oportunos.
En esas fechas se completaba la plantilla del Laboratorio con Emilio Pajares Díaz, quien había sido expulsado del Instituto Nacional de Física y Química de la JAE unos días antes y a quien acogió Barinaga proponiéndolo a la
Comisión como auxiliar de biblioteca64. De hecho, como hemos ido viendo en
las cartas transcritas arriba, en el Laboratorio se había seguido trabajando a lo
largo de los meses de 1938 transcurridos, dando origen a nuevos artículos
científicos. En la Revista Matemática Hispano-Americana se publicaron:
«Una propiedad de las sucesiones de números positivos» (Ricardo San
Juan)
«Nota sobre la cuestión n.º 122» (José Barinaga Mata)
Y en Matemática Elemental aparecieron:
«Concepto de medida» y «Sobre el Ejercicio 318» (José Barinaga Mata)
«Sobre un teorema de Césaro» (José María Orts Aracil)
«Demostración del denominado último o gran teorema de Fermat para
los exponentes de forma 4n» y «Sobre el Ejercicio 352» (Manuel
Vázquez)
También debe destacarse que antes de terminar el año, en concreto el 8 de
noviembre de 1938, Barinaga recibía un nombramiento que completaba el
panorama de sus obligaciones institucionales: el cargo de secretario general
de la Universidad Central de Madrid en sustitución de José Miranda65.
4. A MODO DE EPÍLOGO
La actividad matemática que se ha ido detallando a lo largo de estas páginas constituía una tarea que, no por encomiable, dejaba de resultar casi mila-
————
64
Declaración jurada de Emilio Pajares, efectuada el 20 de noviembre de 1939, durante
el proceso de depuración de Barinaga. Legajo 15047/4, AGA.
65 Legajo 15047/4, AGA.
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grosa. Realmente, la vida del Laboratorio continuaba a comienzos de 1939,
aunque para sus integrantes los temas científicos debían pasar a un segundo
plano cuando de la propia supervivencia se trataba en unos momentos en los
que la Guerra parecía que podía llegar a su fin. Así, Barinaga escribía a Pineda el 9 de enero sobre temas bien prosaicos, aunque comprobamos entre líneas que hasta en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central se intentaba mantener cierta actividad66:
Ayer recibí tu postal del 3 [de enero]. Llegaron las naranjas y los albaricoques.
A Rodríguez Sanz le envié un paquete a tu nombre que creo contiene dos cajas vacías. Ya buscaré más, así como las cuerdas y el lacre. El paquete tiene que estar
ahí, pues el cuñado de Rodríguez me asegura lo expidió. Yo se lo entregué el 1 de
diciembre.
Por aquí, puedes figurarte, en pleno invierno, sin fluido por el día, sin cristales,
sin… Yo no paro en casa. En el Laboratorio nos han alfombrado la Dirección y la
Biblioteca y nos han autorizado a usar una estufa eléctrica; pero ésta resulta inútil,
pues las veces que hay corriente, no tiene tensión. En la Universidad, por el estilo.
Ahora que, eso sí, funciona en varios aspectos. Hasta hemos celebrado un Claustro
ordinario la semana anterior. De modo que aquello de que estaba incrustada en la
de Valencia, fue pura fantasía de 1937. En todo caso habrá habido ahí ciertas actividades pedagógicas, pero nada más.
Deberías decidirte a dar una vuelta por aquí. En cuanto quieras, te encargamos
algún cometido. De Barcelona recibo bastantes cartas. La última de D. José A.
Ude, que debe estar también deshecho.
La situación no podía durar mucho más. Por un lado, avizorándose el final
de la Guerra a favor de los sublevados tras la batalla del Ebro y posterior separación de Cataluña del resto de la España republicana, el Gobierno Nacional provisional había declarado disuelta la Junta para Ampliación de Estudios
(y sus centros)67. Por otro, el Gobierno de la República transfería sus exiguos
recursos a otros ámbitos, en un esfuerzo desesperado de resistencia que duraría hasta marzo de 1939, a la espera de que comenzase una Guerra Mundial
contra Alemania que obligase a los que posteriormente serían aliados contra
ella a defender la legitimidad española de 1936.
Pero ya sabemos que las cosas transcurrieron de otro modo: había terminado una etapa para nuestro país. En abril, el nuevo Estado emprendería la
————
66
Archivo de la familia Pineda.
Como es natural, esta decisión de las autoridades nacionales no fue asumida por el
Gobierno republicano, que mantuvo formalmente activas todas sus instituciones hasta el final
de la guerra.
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reorganización de la vida científica, cultural y universitaria del país68, completando un doloroso proceso de depuración que también afectaría a la comunidad matemática española, a la Universidad, al Laboratorio y Seminario
Matemático y a la Sociedad Matemática Española durante los primeros años
cuarenta. Pero esa es otra historia69.
Recibido: 20 de junio de 2009.
Aceptado: 17 de febrero de 2010.
————
68
GONZÁLEZ REDONDO (2002b).
Al tema hemos dedicado ya varios trabajos. Pueden verse, por ejemplo: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y VILLANUEVA VALDÉS, M. A. (2001), La depuración de los científicos españoles
entre 1936 y 1939, Llull, 24, pp. 685-703; GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2008), La Ciencia española: del encuentro con Europa durante la República a la depuración franquista y el exilio, Cuadernos Republicanos, 68, pp. 101-130. También puede verse la tesis muy documentada de GONZÁLEZ ROLDÁN (2001) y los trabajos posteriores: CLARET MIRANDA, J. (2006), El atroz
desmoche: la destrucción de la universidad española por el franquismo, 1939-1945, Barcelona,
Crítica; OTERO CARVAJAL, L. E. (dir.) (2006), La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo, Madrid, Editorial Complutense.
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 221-248, ISSN: 0210-4466
HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA
NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU
TIEMPO (1940-1951)*
Juan Vicente Mayoral de Lucas
Universidad de Zaragoza
RESUMEN
Este artículo habla de la experiencia de Thomas Kuhn como físico: su educación en la disciplina, su servicio como experto durante la Segunda Guerra Mundial, y su investigación doctoral.
Estudiamos un lapso de tiempo que va de 1940 a 1951. El objetivo en última instancia es ofrecer
base empírica para valorar una afirmación como la de Mara Beller (1999), que dice que la descripción kuhniana de la ciencia normal está parcialmente basada en circunstancias y experiencias personales, no sólo en los datos históricos o en la evidencia disponible de la sociología de la ciencia.
En este artículo se establece que dicha tesis es plausible.
PALABRAS CLAVE: Educación progresista. Física del estado sólido. Segunda Guerra Mundial.
Radar. Contramedidas. Teoría de bandas. WKB. Defecto cuántico. Thomas
Kuhn. Mara Beller. John Van Vleck. Eugene Wigner. Frederick Seitz.
TOWARDS A REINTERPRETATION OF NORMAL SCIENCE: KUHN AND
THE PHYSICS OF HIS TIME (1940-1951)
ABSTRACT
This paper deals with Thomas Kuhn’s experience as a physicist — his training in the field, his
brief period as a physicist during World War II, and his doctoral research — from 1940 to 1951. Its
aim is to offer a basis to assess statements as Mara Beller’s (1999) that Kuhn’s account of normal
science is partially founded on personal circumstances and experience, and not only on the historical record or available evidence from the sociology of science — a thesis here considered highly
credible.
————
*
Agradezco a Philip Anderson, Javier García Sanz, Yolanda García, Karl Hufbauer,
Pierre Noyes, Manuel Sellés, Carlos Solís y a los revisores anónimos de la revista Asclepio su
colaboración en la preparación y mejora del presente artículo.
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JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS
KEY WORDS: Progressive education. Solid-state physics. World War II. Radar. Jamming. Band
theory. WKB. Quantum defect. Thomas Kuhn. Mara Beller. John Van Vleck.
Wigner. Seitz.
1. INTRODUCCIÓN
No se suelen manejar demasiados datos acerca del periodo que Thomas
Kuhn pasó estudiando e investigando como físico. Es un periodo relativamente corto dentro de su trayectoria. Dio comienzo en 1940, cuando entró en la
Universidad de Harvard como estudiante, y acabó poco más de una década
después, en 1951, aproximadamente cuando, ya defendida su tesis doctoral,
publicó el último artículo extraído de ella (aunque ya desde 1949 no se dedicaba de lleno a la disciplina). Por otro lado, su filosofía de la ciencia nace
principalmente de sus reflexiones sobre la historia de la ciencia más que sobre
la ciencia contemporánea a él, con lo que parece que prescindir de los detalles
de esa fase no supone perjuicio alguno para nuestro conocimiento de su obra.
La convicción que subyace a este artículo es que conocer un poco mejor
ese periodo puede ofrecer algunos beneficios. El primero de ellos, aunque
menor, no es insignificante: lograremos evitar esos errores de puro dato biográfico en que algunos autores han incurrido en ocasiones1. El segundo beneficio es más significativo: averiguar el origen extra-historiográfico del concepto kuhniano de «ciencia normal». Como es bien sabido, éste es uno de los
conceptos claves de Kuhn, principalmente expuesto en 1962 en The Structure
of Scientific Revolutions y explorado en mayor profundidad en The Essential
Tension2. En este segundo volumen, Kuhn habla de su importancia para el
desarrollo científico y menciona algo significativo de pasada:
————
1
Cf., e.g., SARDAR, Z. (2000), Thomas Kuhn and the Science Wars, Londres, Icon, p.
24, donde se indica que Kuhn hizo su doctorado bajo la supervisión de P.W. Bridgman, en
lugar de J.H. Van Vleck. Incluso filosóficamente, la supervisión de Bridgman pudiera haber
cambiado las cosas en la trayectoria posterior de Kuhn. Para más detalles sobre la tesis doctoral de Kuhn, cf. más abajo, quinta sección del artículo.
2 KUHN, T.S. (1962), The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, The University of
Chicago Press; KUHN, T.S. (1977), The Essential Tension, Chicago, The University of Chicago Press. Kuhn confiesa en el prefacio (p. xviii) a The Essential Tension que el artículo que
da nombre al volumen (The Essential Tension: Tradition and Innovation in Scientific Research) contiene «un modesto desarrollo de la noción de ciencia normal». Otros ensayos de
ese mismo volumen ahondan también en dicho concepto.
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Algo de divergencia caracteriza todo trabajo científico […]. Pero mi propia experiencia en la investigación científica y mi versión de la historia de las ciencias
me lleva a preguntarme si la flexibilidad y la apertura de mente no han sido subrayadas de manera demasiado exclusiva como las características requeridas para la
investigación básica3.
Frente a tal flexibilidad y apertura de mente, Kuhn contrapone, como sabemos, un tipo de pensamiento menos crítico, más dogmático y tradicionalista, propio de su ciencia normal. Lo más importante del párrafo, no obstante,
es que Kuhn señala que una de las fuentes de esa visión es su propia experiencia como físico. Puesto que su exposición de la ciencia normal es uno de
los aspectos más sugerentes y (en la década de 1960) novedosos de su obra,
comprobar su origen biográfico y averiguar hasta qué punto puede haberse
construido sobre él podría ser revelador para nuestra comprensión de esa
obra. En este artículo obtendremos algunos resultados de relevancia para satisfacer este objetivo.
Hay un tercer beneficio de esta clase de investigación biográfica, relacionado con el anterior, aunque éste es principalmente para los críticos de la
concepción kuhniana de la ciencia normal. El trabajo de la historiadora Mara
Beller lo ilustra con claridad. Beller se opone al dogmatismo inherente a la
concepción de la ciencia normal de Kuhn. Ya hace años avisó de que la potencial conexión entre Structure y el periodo de Kuhn como físico podría
explicar el excesivo énfasis kuhniano en la naturaleza dogmática de la ciencia
normal. Esto queda patente en el siguiente extracto de su Quantum Dialogue:
La creatividad y longevidad de lo que Kuhn llamó «ciencia normal» se deben,
sugiero, no a su dogmatismo sino a su carencia de él. La resistencia de la ciencia
normal es posible porque no encaja bien en la noción kuhniana de ciencia normal.
[…]
La noción de Kuhn del científico como alguien que resuelve rompecabezas parece especialmente apropiada como descripción de la experiencia del estudiante
graduado y posgraduado de ciencias, tal como el propio Kuhn fue antes de pasarse
a la historia de la ciencia4. Quizá la experiencia de un científico creativo maduro
(no de un científico de una ciencia «madura») quede mejor caracterizada por David
————
3
KUHN (1977), p. 226. Cursivas mías. Al principio de ese ensayo (The Essential Tension),
Kuhn se refiere a sí mismo, en tercera persona, como «the physicist-historian» (cf. p. 225).
4 Beller menciona en este punto, en nota al pie, el mismo texto de The Essential Tension
(Kuhn (1977), p. 226) que hemos reproducido unos párrafos atrás.
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Finkelstein: «En el presente, la ciencia funciona con muchos de sus practicantes
buscando y, a la vez, dudando de la existencia de lo que buscan»5.
En la primera parte del texto reproducido, Beller resume su postura antikuhniana en lo que respecta a la noción de ciencia normal y su conexión con
el dogma. En el segundo párrafo se deja ver que la ciencia normal de Kuhn es
dogmática debido a que el propio Kuhn se educó como físico hasta un grado
de especialización en el que la ciencia normal también es dogmática. Pasos
más allá de esa fase del científico novel, indica Beller, ese dogmatismo se
diluye y la crítica adquiere mayor importancia. En este artículo no vamos a
examinar la idea de Beller y no vamos a criticar (ni a defender) el dogmatismo aparentemente inherente a la ciencia normal. Sólo vamos a examinar la
base empírica para hacer la afirmación mencionada: la ciencia normal de
Kuhn depende en buena medida de la experiencia de Kuhn como físico. Sí
cabe decir, no obstante, que, en caso de que esta afirmación sea verosímil,
como creemos que es, quizá la ciencia normal de Kuhn ofrezca un perfil sólo
(y quizá demasiado) parcial de la imagen real de la ciencia. El resultado de
este trabajo podría ser, así, beneficioso para la crítica de la ciencia normal de
Kuhn. En cualquier caso, abre una vía de reinterpretación.
Para realizar nuestro examen, procederemos del modo siguiente. En la segunda sección mostraremos el trasfondo educativo del joven Kuhn (aquél que
entra en Harvard en 1940 decidido a convertirse en físico teórico). Veremos
que es un Kuhn que valora de forma especial la creatividad como elemento
inherente a toda forma de actividad intelectual (incluyendo la ciencia). La
sección siguiente muestra a Kuhn en sus primeros estudios de grado en Harvard, lo cual no supone ningún choque con respecto a las expectativas iniciales, pues el problema de física es, para este Kuhn, un simple reto intelectual.
Las secciones cuarta y quinta sí encarnan un cambio de circunstancias, cuyo
impacto en Kuhn se aprecia mejor por contraste con el escenario visitado en
las dos secciones previas. Estas nuevas secciones hablan del trabajo de Kuhn
como experto en ondas durante la Segunda Guerra Mundial y su investigación
de doctorado (claramente «convergente») bajo la supervisión de John Van
Vleck. La rutina inherente a esas prácticas causa el creciente hastío de Kuhn
hacia la práctica de las ciencias. Como se deja ver en el artículo, la rutina en
————
5
BELLER, M. (1999), Quantum Dialogue: The Making of a Revolution, Chicago, The
University of Chicago Press, p. 306. Las cursivas son de Beller. La cita es de FINKELSTEIN, D.
(1987), All Is Flux. En HILEY, B.T. y PEAT, F.D. (eds.), Quantum Implications: Essays in
Honor of David Bohm, Nueva York, Routledge, pp. 289-294, esp. p. 291.
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que por entonces se ve inmerso no excluye una fuerte dosis de creatividad,
pero ésta va asociada a un proyecto de investigación cerrado, que no busca
más que mejorar las capacidades de cálculo de una teoría, la cual no se somete a crítica en sus fundamentos. Si buscamos una buena imagen de la ciencia
normal ajena a la teoría de Kuhn, ésta se puede encontrar fácilmente aquí.
Cerraremos el artículo con algunas reflexiones sobre lo visto hasta el momento y con un Apéndice que aporta datos relevantes para la sección quinta.
2. EL JOVEN TOM KUHN
Kuhn nació en Ohio en 1922, pero creció en Nueva York. Sus padres, Minette Stroock Kuhn y Samuel Kuhn, le procuraron, tanto a él como a su hermano menor, Roger, una educación liberal, «progresista», como se conocía
por entonces. El matiz es significativo, porque la educación progresista huía
de la escuela tradicional victoriana, del aprendizaje memorístico de las lecciones y de los castigos corporales, e introducía toda una serie de reformas
encaminadas a la preparación del individuo para enfrentarse de manera eficiente y creativa a su propio ambiente. La escuela progresista seguía las directrices de John Dewey, quien advertía de que el aprendizaje del individuo no
es un mero registro acumulativo de hechos monolíticos con los que equipar
una mente vacía6. El ser humano corrige poco a poco una imagen inicial simplista que nace de su interacción con su entorno vital, con lo que educar al
individuo conlleva partir del mismo punto de vista que éste ya lleva consigo a
las aulas, especificarlo y ampliarlo, sin imponer modificaciones en él que no
nazcan del propio juicio individual. Es decir, no sólo se trata de enseñar a
sumar, sino de mostrar qué relaciones tienen las operaciones aritméticas con
el mundo que a uno le rodea, desde su uso en la tecnología de la época a sus
relaciones con formas más elevadas de pensamiento simbólico. Así, esa actividad adquiere sentido en el modo de vida del individuo7. En la Lincoln
School de Nueva York, donde Kuhn estudió hasta los once años, y al igual
————
6
Cf. REESE, W.J. (2001), The Origins of Progressive Education, History of Education
Quarterly, 41, pp. 1-24, esp. pp. 10-11; DEWEY, J. (1896), The Reflex Arc Concept in Psychology, Psychological Review, 3, pp. 357-70; DEWEY, J. (1899), The School and Society,
Chicago, The University of Chicago Press; DEWEY, J. (1916), Democracy and Education,
Nueva York, Macmillan.
7 Cf. CREMIN, L.A. (1961), The Transformation of the School, Nueva York, Alfred A.
Knopf, esp. pp. 282-285.
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que en la Hessian Hills de Croton-on-Hudson, estado de Nueva York, donde
estuvo hasta los quince, hablar de álgebra superaba en importancia a ejecutar
mecánicamente meras divisiones y resolver ecuaciones de segundo grado. La
interpretación histórica, sociológica y económica de los orígenes de la Constitución de los Estados Unidos de Charles A. Beard era, ya para estos jóvenes,
tema de vivo debate8.
Las universidades de la Ivy League tal vez clamaran por individuos así
educados, pero el acceso a ellas a través de la escuela preparatoria seguía
siendo sinónimo de tradicionalismo9. Por eso, Kuhn, que pretendía ir a Harvard como las generaciones previas de su familia, debía asistir a alguna escuela tradicional donde cultivar de manera rigurosa y promocionar sus diversos talentos: desde la discusión en los foros académicos a sus notables
capacidades para el cálculo y el pensamiento abstracto. Así, en las escuelas
preparatorias (Solebury, en Pennsylvania, y Taft School, en Connecticut)
Kuhn pasó unos años mucho más rigurosos y duros que los precedentes.
En general, Kuhn no parece haber sido un muchacho terriblemente popular, pero sí un habilidoso orador que ya en 1936 pronunció algún discurso a
favor del pacifismo10. Era un joven competitivo, según se manifiesta en su
registro de la Taft, cuyo interés por los deportes le llevó en alguna ocasión a
alguna pelea poco antes de salir para Harvard. Acabó la educación secundaria
Cum Laude, perteneció a varios grupos de debate y deportes y ganó premios
como la Rensselaer Alumni Association Medal por un trabajo excepcional en
matemáticas y ciencias11. Era un joven de éxito. Aunque los años le harían
calmar su furor, siempre mantuvo esa vena de independencia, libertad de pensamiento y racionalismo aprendida en familia y en las escuelas progresistas a
————
8 BALTAS, A., GAVROGLU, K., KINDI, V. y KUHN, T.S. (2000), A Discussion with Thomas S. Kuhn. En KUHN (2000), The Road since Structure, CONANT, J. y HAUGELAND, J.
(eds.), Chicago, The University of Chicago Press, pp. 256-323, esp. pp. 256-257.
9 Cf. SAVETH, E.N. (1988), Education of an Elite, History of Education Quarterly, 28,
pp. 367-386.
10 KUHN, T.S. (1936), Speech on Day of Student Strike. En Thomas S. Kuhn Papers,
1922-1996, MC 240, Institute Archives and Special Collections, Massachusetts Institute of
Technology, Cambridge, Mass., caja 1, carpeta 2. En adelante, estos archivos se mencionarán
mediante la abreviatura TSKP, seguido de un número que señala la localización del documento en los mismos, que, en el caso anterior, hubiera sido «1.2».
11 HUFBAUER, K.F. (1997), «Kuhn’s Discovery of History (1940-1958)». MS, Apéndice
A. Agradezco a Karl Hufbauer su amabilidad al proporcionarme un borrador de este magnífico artículo, lamentablemente aún sin publicar. Varios (yo diría que todos los) investigadores
de la biografía de Kuhn nos hemos beneficiado de este texto pionero.
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las que asistió. En 1941 afirmaba que la base de todas sus ideas era una sólida
fe en la razón como único medio para ofrecer argumentos válidos y, de ese
modo, resolver problemas. El ser humano, asumía ya entonces, siempre acaba
por someterse al dictado de la razón12.
3. KUHN EN HARVARD: EL APRENDIZAJE DE UNA CIENCIA
En los Estados Unidos de la década de 1940, las perspectivas laborales para un joven con un título de física por la Universidad de Harvard eran mejores
que las de un matemático13. El padre de Kuhn, Samuel L. Kuhn, un asesor
financiero de Nueva York, ingeniero y alumno de Harvard y el MIT, tenía
esto bastante claro y así se lo hizo saber a su primogénito. A su padre no le
faltaba razón. La física había cambiado en Estados Unidos desde que se cultivase con objetivos principalmente prácticos (la industria de la comunicación,
los recursos energéticos, la agricultura, etc.). Como ha mostrado Daniel Kevles14, desde comienzos del siglo XX, la industria privada y el gobierno norteamericanos habían buscado emanciparse de los laboratorios europeos tanto
por el ahorro económico como por el mero prestigio. American Telegraph
and Telephone (AT&T), General Electric o el National Bureau of Standards
querían que la física norteamericana controlase y desarrollase por sí misma la
base teórica de la disciplina, una autonomía que se volvió necesaria con el
bloqueo británico durante la Primera Guerra Mundial. La competencia europea al final de la contienda disparó del todo estos planes norteamericanos. En
1924, la AT&T fundó los Bell Laboratories, que se convirtieron en un foco de
investigación básica de primer orden, y el gobierno destinó instalaciones propias, como el Naval Research Laboratory, a ese mismo objetivo. Así, cuando
Kuhn accedió a la universidad, un físico joven podía crecer en su profesión si
————
12
KUHN, T.S. (1941), The War and My Crisis. En TSKP, 1.3, esp. pp. 2-3. Para más detalles sobre ese ensayo inédito de Kuhn, cf. ANDRESEN, J. (1999), Crisis and Kuhn, Isis, 90
(suplemento), S43-S67; MAYORAL, J.V. (2009), Intensions, Belief and Science: Kuhn’s Early
Philosophical Outlook (1940-1945), Studies in History and Philosophy of Science, 40, pp.
175-184.
13 SIGURDSSON, S. (1990), The Nature of Scientific Knowledge: An Interview with Thomas Kuhn, Harvard Science Review, 3, pp. 18-25, esp. p. 18.
14 KEVLES, D. (1988), Physics and National Power, 1870-1930. En GOLDBERG, S. y
STUEWER, R.H. (eds.), The Michelson Era in American Science, 1870-1930, Nueva York,
American Institute of Physics, pp. 248-257; KEVLES, D. (1995), The Physicists, Cambridge,
Mass., Harvard University Press.
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tenía el talento suficiente y accedía o a los ya abarrotados laboratorios universitarios, o a los privados y gubernamentales, donde la investigación era más
corporativa que en las universidades, pero los presupuestos acumulaban una
gran cantidad de ceros. Aunque él prefiriese estudiar matemáticas, los argumentos de su padre eran muy convincentes, con lo que, al entrar en Harvard,
Kuhn ya tenía clara su elección de carrera universitaria: la física teórica.
La física norteamericana de aquella época no era, sin embargo, el ámbito
adecuado para desarrollar una carrera marcada por la creatividad y la independencia intelectual. Algo así se dejaba para la literatura (que Kuhn continuó estudiando y practicando en Harvard cuando el resto de asignaturas se lo
permitía)15. Ya en las escuelas preparatorias, por las que Kuhn, recordemos,
había pasado, se subrayaba el dominio estricto de la física clásica y las universidades privilegiaban, para sus carreras técnicas y científicas, la calidad
del alumnado entrante por encima de la cantidad. En especial, valoraban la
destreza matemática16. El propio Kuhn aún recordaba bastante bien pasadas
varias décadas que su profesor de física y química en la Taft, Sidney Hadley,
hacía muy poco caso a sus intentos de desarrollar puntos de vista independientes en física17.
Con todo, Kuhn entró en Harvard en el otoño de 1940 decidido a estudiar
física. Las perspectivas profesionales eran, como decimos, suficientemente
convincentes, pero además Kuhn tenía un gran «interés en problemas fundamentales» y la física parecía poder satisfacerlos18. Por ello, Kuhn no tuvo
ninguna duda desde un principio acerca de las asignaturas que debía elegir. El
estudiante de primer año de licenciatura en Harvard tenía que decidir su carrera al final del semestre. Antes de llegar a ese punto, se le recomendaba
diversificar las cuatro o cinco asignaturas correspondientes y dedicarse a varias cosas que no tuviesen nada que ver con la carrera preferida, para así evitar arrepentimientos tardíos. Si exceptuamos Mathematics A (geometría analítica y cálculo infinitesimal), obligatoria para los futuros estudiantes de física,
y la inevitable asignatura de inglés (excepto para los que entraban con mención de honor en la materia), restan un par de asignaturas, tres en el mejor de
los casos, que dedicar a otras disciplinas. Kuhn no tuvo demasiadas dudas ni
————
15
Cf. MAYORAL (2009), §2.
Cf. DONAHUE, D.M. (1993), Serving Students, Science, or Society? The Secondary
School Physics Curriculum in the United States, 1930-65, History of Education Quarterly, 33,
pp. 321-52.
17 BALTAS et al. (2000), p. 258; HUFBAUER (1997), Ap. A; SIGURDSSON (1990), p. 18.
18 BALTAS et al. (2000), p. 258; SIGURDSSON (1990), pp. 18-19.
16
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diversificó demasiado. Se matriculó en Physics F, que duraba dos años y tenía fama de ser bastante complicada, y en una asignatura de historia de la
filosofía con Raphael Demos que le marcaría sobremanera19. Sus restantes
intereses, principalmente literatura y política, reaparecerían en su expediente
periódicamente, pero sobre todo los cultivaría como parte de su actividad
extra-académica, considerablemente rica en su caso, pues perteneció a diversos grupos de debate literario y político, y acabó dirigiendo el consejo editorial del prestigioso diario estudiantil The Crimson20.
Las asignaturas de matemáticas no fueron un problema para Kuhn hasta el
tercer año de carrera. Kuhn se sentía muy por encima de la media. El primer
año dejó de asistir a clase después de pocas semanas; solía resolver los problemas asignados por sí solo y enviarlos con algún compañero. Sólo el segundo semestre del segundo año le empezó a revelar cosas nuevas, aunque los
problemas realmente serios empezaron a aparecer con la asignatura de tercero
que impartía el famoso George Birkhoff. Las integrales múltiples y la diferenciación parcial se le revelaron difíciles y años más tarde confesaba que
incluso después no siempre lograba resolver las primeras21. Por otro lado,
Kuhn tampoco recuerda que sus primeros contactos con la física universitaria
fuesen del todo buenos, de acuerdo con sus propias impresiones posteriores.
Aparentemente, la causa de ello fue la necesidad de subir un escalón de dificultad notablemente marcado. Physics F, la asignatura elegida por él ya en
primero, comenzaba siendo impartida en el primer año por Wendell Furry, un
antiguo colaborador de J.R. Oppenheimer en Berkeley (en lo que había constituido una de las primeras ventanas del país al nuevo paisaje de la cuántica
————
19 Sobre estas asignaturas, cf. The Crimson Confidential Guide to Freshman Courses
1940 (1940), Cambridge, Mass., The Harvard Crimson, pp. 19-20; Harvard University Archives, Harvard University, Cambridge, Massachusetts, Ref.: HUD 3304 240. En adelante, los
archivos de Harvard se abreviarán como «HUA». Sobre el aprendizaje de Kuhn con Demos,
cf. MAYORAL (2009), §2.
20 BALTAS et al. (2000), pp. 264-265 y 268. Muchos de estos detalles aparecen reflejados
en diferentes documentos localizados en los archivos de Harvard y el MIT. Un breve listado
de las actividades extra-académicas de Kuhn aparece en Class of 1944 Freshman Red Book, p.
105, HUA, Ref.: HUD 348. La actividad de Kuhn en The Crimson se puede consultar en los
diversos volúmenes del Crimson Editorial Comments Book (HUA, Ref.: HUD 3304.721), en
especial, a partir de 1942. Los trabajos de estudiante de Kuhn aparecen en TSKP 1.3. Para un
estudio sobre algunos de los aspectos relevantes de dichos trabajos para su pensamiento filosófico, cf. MAYORAL (2009).
21 BALTAS et al. (2000), p. 267.
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europea)22. Furry tenía un nivel teórico bastante alto y Kuhn no parece haberse sentido al principio capaz de seguir su ritmo. Kuhn recordaba no saber
cómo enfrentarse bien a los problemas (principalmente de mecánica, calor y
sonido) propuestos por Furry. Sus calificaciones empezaron a bajar (algo
inaudito en Kuhn, un alumno tradicionalmente sobresaliente) y tuvo sus primeras dudas sobre su talento para esta materia. Kuhn logró resolver el problema, aunque el reto parece haberle dejado huella. La superación de la dificultad provino, según su propia versión, de algo parecido a un «momento de
iluminación» en el que aprendió de repente el modo específico de resolver
esos problemas23. Para él, esta sensación sería clave en el futuro, cuando por
ejemplo distinguiera el patrón de práctica científica propia de la ciencia normal en Structure como una tradición de solución de rompecabezas, ya que el
aprendizaje de esa clase de práctica, la entrada en dicha tradición, suele acarrear parecidas experiencias de comprensión repentina de un modo de describir fenómenos y resolver problemas24.
Tuviera algunas dificultades o no, la impresión general que producía
Kuhn, entre sus éxitos académicos y sus ricas actividades extra-académicas,
era la de un prometedor joven de gran talento. De hecho, se graduaría Summa
Cum Laude un año antes que su promoción25 y entraría directamente a formar
parte de uno de los proyectos de investigación en física desarrollados por el
Gobierno de Estados Unidos durante la guerra: el desarrollo de contramedidas
de radar (cf. nuestra siguiente sección). Philip Anderson, compañero suyo de
estudios (y futuro premio Nobel de Física) recordaba recientemente, con notable modestia por su parte, al Kuhn de aquella época del modo siguiente:
PHILIP ANDERSON: […] yo no era un prodigio académico como Tom Kuhn […].
ALEXEI KOJEVNIKOV: ¿Era Kuhn un prodigio académico en aquella época?
ANDERSON: Oh, sí. Lo era todo. Era el gran hombre del campus.
KOJEVNIKOV: ¿Estaba en tu clase?
————
22 Sobre Furry y ese contexto, cf. SCHWEBER, S.S. (1986), The Empiricist Temper Regnant: Theoretical Physics in the United States, 1920-1950, Historical Studies in the Physical
Sciences, 17, pp. 55-98, esp. pp. 88-89; BROWN, L.M., PAIS, A. y PIPPARD, B. (1995), Twentieth Century Physics, Bristol, Institute of Physics Publishing, vol. 2, pp. 640-41.
23 Cf. BALTAS et al. (2000), pp. 261-62 y 267.
24 Cf., e.g., KUHN (1962), pp. 36-39; KUHN (1977), p. 305; KUHN (2000), p. 178.
25 Algo que sólo 500 de 2000 alumnos lograron hacer (Comunicación personal con H.P.
Noyes, 11 de enero de 2003. Noyes, a quien agradezco su colaboración, fue compañero de
estudios de Kuhn y más tarde se lo volvió a encontrar en Berkeley, donde Kuhn trabajaría, ya
como historiador de la ciencia, años después).
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ANDERSON: Sí, en la misma clase. Era editor del periódico The Crimson. Era
junior marshal Phi Beta [Kappa], fue nombrado para Phi Beta cuando era junior.
Nunca obtuvo otra cosa que no fuera un sobresaliente. Siempre que estaba en la
misma clase que él, procuraba estar un punto o dos por encima de su nivel, pero yo
consideraba que aquello era lo máximo a lo que yo podía aspirar26.
Pese a lo dicho, el «gran hombre del campus» se enfrentaría a problemas
que poco a poco minarían su tendencia hacia la física teórica. Kuhn mantuvo
su independencia intelectual y ahondó en ella, pero pronto se dio cuenta de
que convertirse en físico profesional exigiría de él un menor cultivo de la
misma. Por otro lado, como dijimos, ya en su primer año en Harvard había
coqueteado con la filosofía, y esa experiencia le dejó huella. A finales de julio
de 1943, nada más graduarse, escribía a su tía Emma Fisher que sus inclinaciones intelectuales tenían más que ver con las reflexiones filosóficas acerca
de la física que con la física misma27. La guerra, no obstante, había desviado
su trayectoria hacia ésta última. Kuhn dedicaría oficialmente la mayor parte
de su tiempo y esfuerzo a la física hasta finales de 1948, la fecha en que obtendría su doctorado. Algo que le quedaría bastante claro a lo largo de los cinco
años siguientes (1943-48) sería que la física exigía limitar la atención a un aspecto específico, restringido, de la realidad (si ésta era una falsa impresión o no
es ya otra cuestión28). Esta experiencia, relatada en las dos secciones siguientes,
influyó definitivamente en su abandono de la física, aunque también, defendemos aquí, en la imagen de la ciencia que contribuyó a extender.
4. KUHN DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
4.1. Kuhn, Harvard y las contramedidas
El 22 de diciembre de 1941, la marina norteamericana propuso un programa para el uso en el campo de batalla de contramedidas de radar que el Na-
————
26
Entrevista de A. Kojevnikov a P.W. Anderson, 30 de marzo de 1999, Niels Bohr Library & Archives, American Institute of Physics, College Park, Maryland, EE.UU.
(www.aip.org/history/ohlist/23362_1.html).
27 Carta de Kuhn a E.K. Fisher, 27 de julio de 1943. TSKP, 12.33, pp. 2-3.
28 El propio Kuhn creía, décadas después (en los años noventa), que la impresión que tenía de la física al acabar la guerra estaba equivocada; en otras circunstancias, si, e.g., hubiera
trabajado en Los Álamos, quizá hubiese continuado con su carrera de físico. Cf. BALTAS et al.
(2000), p. 271; SIGURDSSON (1990), p. 19.
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tional Defense Research Committee (NDRC) debía desarrollar. El objetivo,
en términos técnicos, consistía en especificar las características de los equipos
alemanes de radar y desarrollar modos de anular sus efectos. Esta tarea debía
ser llevada a cabo en colaboración con el Radiation Laboratory del MIT, pero
este laboratorio tenía, ya por entonces, demasiadas competencias asignadas.
Luis Alvarez ya había dedicado un grupo al desarrollo de contramedidas y esa
experiencia debía ser aprovechada, aunque en otro lugar, preferiblemente cercano a Cambridge, Massachusetts29. Harvard era un emplazamiento apropiado.
La División D del NDRC y esa universidad firmaron un acuerdo para instalar
en su campus el laboratorio de contramedidas: el conocido como Radio Research Laboratory30. El 11 de febrero de 1942 (por recomendación de Álvarez),
Frederick E. Terman, antiguo director del Departamento de Ingeniería Eléctrica
de la Universidad de Stanford, fue nombrado director y éste reclutó a su vez a
Roger Hickman, del propio Harvard, y a un par de personas más, para abrir las
puertas del centro31. Para enero de 1944, cuando Kuhn ya se encontraba entre
sus filas, el laboratorio contaba con 744 empleados, 214 de los cuales eran personal de investigación. El laboratorio, al principio dependiente del Radiation
Lab del MIT, se emancipó de éste en marzo de 1942 y pasó de los edificios del
MIT a un reformado bloque de biología de Harvard en Divinity Avenue32.
El laboratorio era oficialmente secreto para la población universitaria33,
pero, tanto a él como a muchos otros estudiantes de física, se les animó a in-
————
29
Carta de Karl T. Compton a James B. Conant, 30 de enero de 1942, en Papers of James
B. Conant, HUA, Ref.: UAI 15.898, caja 12, carpeta OSRD-NDRC 1942-1944.
30 No sería el único. Harvard instaló otros dos laboratorios para desarrollos tecnológicos
útiles en la guerra: El Computer Laboratory y el Underwater Sound Laboratory. Cf. WELCH,
G.W. y COHEN, A.R. (1999), Aiken’s Program in a Harvard Setting. En COHEN, I.B., WELCH,
G.W. y CAMPBELL, R.V.D. (eds.), Makin’ umbers, Cambridge, Mass., The MIT Press, pp.
163-181, esp. p. 165.
31 Sobre Terman, cf. GALISON, P. (1997), Image and Logic, Chicago, The University of
Chicago Press, pp. 273-281; GEIGER, R.L. (1992), Science, Universities, and National Defense,
1945-1970. En THACKRAY, A. (ed.), Science After ’40, Osiris, 7, pp. 26-48, esp. pp. 33-34.
32 Sobre todo ello, cf. BALTAS et al. (2000), pp. 268-69; BROWN, L. (1999), A Radar History of World War II, Bristol, Institute of Physics Publishing, p. 293; BUDERI, R. (1996), The
Invention that Changed the World, Nueva York, Simon & Schuster, p. 207; GUERLAC, H.
(1987), Radar in World War II, Nueva York, American Institute of Physics, pp. 287 y 300.
33 Cf. KUHN, T.S. (1945a), Science at War, Harvard Alumni Bulletin, 48. Este texto no
aparece firmado por Kuhn ni se encuentra en su lista de publicaciones, pero hay dos recortes
del mismo en una carpeta de sus archivos titulada «Papers 1945-1948» (TSKP, 1.4) que sólo
contiene sus propias contribuciones. Para Karl Hufbauer ([1997], nota 27), esto y el propio
estilo del artículo sugieren que se trata de un texto redactado por el propio Kuhn, algo que no
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clinar sus pasos hacia la electrónica34. Esto lo alejó de una formación teórica
más pura. Kuhn debería haber estudiado alguna asignatura de óptica, termodinámica (algo que dudaba haber tocado hasta el doctorado) y relatividad,
pero estas materias sólo aparecieron en su expediente como parte de su formación doctoral. En su lugar, siguió un itinerario de estudios principalmente
centrado en teoría electromagnética y electrónica con miembros del llamado
«Cruft group»35. El «Cruft group» era un grupo de físicos especializado en la
tecnología de la comunicación que se concentraron en torno al Cruft Laboratory de Harvard36. Su cabeza visible era el renombrado E.L. Chaffee, un especialista en electrónica y tubos de vacío y también un reconocido administrador con
sólidos principios tradicionales. El Cruft, con Chaffee a la cabeza, puso sus
conocimientos de electrónica a las órdenes de Conant, el rector de Harvard (y
uno de sus destinos fue la instrucción en tecnología de radares para el ejército)37. Kuhn cursó asignaturas sobre, e.g., tubos de vacío (fenómenos de emisión y de descarga en gas) y teoría de circuitos con el propio Chaffee, y sobre
electromagnetismo y teoría de antenas con R.P.W. King (un especialista en
esta última materia)38. Con esta formación y una buena finalización de estudios, Kuhn fue directamente a trabajar al Radio Research Laboratory.
Allí, Kuhn seguiría en contacto con King, pero entraría a formar parte de
un grupo teórico supervisado por quien sería su futuro director de tesis, John
H. Van Vleck (de quien hablaré más abajo)39. La labor de Kuhn era hacer
cálculos de la potencia estimada de los ecos de radar que devolverían los objetivos militares propuestos. Gracias a estas estimaciones, en las que se tenían
en cuenta diferentes variables, desde la distancia hasta las condiciones medioambientales, y en las que se empleaban los datos proporcionados por el
Naval Research Laboratory, se valoraba la efectividad de las contramedidas
————
sería raro dadas tanto su participación como redactor-jefe en el periódico estudiantil The
Crimson durante sus estudios de licenciatura como otras colaboraciones puntuales para el
Harvard Alumni Bulletin.
34 Así lo afirma Philip Anderson en su autobiografía. En: www.nobelprize.org/nobel_
pzizes/physics/laureates/1977/anderson-autobio.html (consultado el 25 de febrero de 2011).
35 BALTAS et al. (2000), pp. 267-68.
36 Cf. COHEN, I.B. (1999), Howard Aiken, Cambridge, Mass., The MIT Press, pp. 21-31.
37 Carta de James B. Conant a Vannevar Bush, 2 de junio de 1941, James B. Conant Papers, HUA, caja 12, carpeta OSRD-NDRC. NDRC-1940-1941, p. 4.
38 KUHN (1955), Vita. En Thomas S. Kuhn Dossier, depositado en The Bancroft Library,
University of California, Berkeley; cf. también BALTAS et al. (2000), pp. 268-69.
39 Cf. BALTAS et al. (2000), p. 269; KUHN (s.f. [a]), Preliminary Considerations Concerning Radar Echoes and RCM Parameters in Naval Operations. En TSKP, 1.8.
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desarrolladas en el Radio Research Laboratory. Así, por ejemplo, Kuhn pasó
algún tiempo trabajando en las contramedidas apropiadas para la cobertura de
radar japonés en Kamchatka40.
¿Qué era una contramedida? En resumen, un falso eco de radar. Su resultado era generar un esquema falso de la disposición de los bombarderos en un
ataque aéreo. Uno de estos ingenios era, por ejemplo, «Window». (En Estados Unidos se denominaba «Chaff»). «Window» era adecuado para un tipo de
radar alemán denominado «Würzburg», que operaba en una longitud de onda
considerablemente corta, unos 50 cm. «Window» consistía en llenar el espacio con tiras de aluminio de 30 cm de largo por 1,25 cm de ancho que reradiaban la onda emitida desde el radar en la misma longitud de onda. «Window» era más eficaz si la longitud de onda original era la mitad de larga que
la tira de aluminio. Para una radiación en su banda de frecuencia, cada tira
reflejaba el eco de forma equivalente a como lo haría la superficie de un
bombardero pesado B-17 o B-24. Así, cuando se dejaban caer miles de tiras
de aluminio de estas características desde un avión, alrededor de medio kilómetro antes de la llegada del escuadrón, el operador veía cómo su radar quedaba sumido en la más absoluta confusión, y con ello el armamento antiaéreo
permanecía completamente cegado41. Las contramedidas eran muy eficaces.
Se podría decir que Kuhn sirvió en uno de los laboratorios de guerra que ayudó a causar un mayor número de bajas tanto militares como civiles, al margen
del «Proyecto Manhattan». Tanto antes como después del «Día D», los bombarderos aliados soltaron sobre el territorio europeo una enorme cantidad de
bombas que contribuyeron al desgaste de la industria alemana, el ejército y la
población civil42. Las contramedidas contribuyeron a que las campañas tuvieran menos bajas y más «éxitos». Un ejemplo fue la «Operación Gomorra»,
que arrasó Hamburgo.43 En Hamburgo, relata Freeman Dyson, las luces del
fuego antiaéreo vagaban inseguras por el cielo mientras los bombarderos lograban que el aire «ardiese» a su paso44.
————
40 Cf. KUHN (s.f. [a]), p. 1; KUHN (s.f. [b]), Notes on Jamming Effectiveness Measurements. En TSKP, 1.8; KUHN, T.S. y SUTRO, P.J. (s.f.), Theory of Ship Echoes as Applied to
Naval RCM Operations. En TSKP, 1.8.
41 KUHN (s.f. [c]), Use of «Window» in Aircraft of 9th Bombardment Division. En
TSKP, 1.10; BROWN (1999), pp. 286 y 295-97; JONES, R.V. (1978), Most Secret War, Londres, Hamish Hamilton, pp. 287-99.
42 Cf. KEVLES (1995), pp. 316-19.
43 Cf. BUDERI (1996), p. 192; JONES (1978) pp. 300-305.
44 DYSON, F. (1979), Disturbing the Universe, Nueva York, Basic Books, p. 20.
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4.2. El periodo en Europa
Kuhn trabajó en contramedidas en Harvard desde el principio del verano
de 1943 hasta mayo de 1944. Después ocupó varios puestos sucesivos. En
todos ellos, su trabajo fue, aunque algo variado, idénticamente restringido a
este único campo. Ese mes salió para un segundo destino que él mismo solicitó: el American-British Laboratory que el Radio Research Laboratory tenía el
campus del Telecommunications Research Establishment, en Great Malvern,
Worcestershire, Gran Bretaña45. Durante los meses siguientes, Kuhn estaría
enormemente cerca de la acción. Poco tiempo después, pasaría a la unidad de
inteligencia técnica de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos, en
Bushy Park, Londres. Allí, entre otras tareas, adiestraba a los que interrogaban a los prisioneros de guerra, para extraer a estos últimos información acerca de los progresos del radar alemán, sus contramedidas y los nombres de los
científicos alemanes ocupados en ello46. Pero Kuhn tampoco se estableció en
Londres. Del 25 de agosto al 12 de septiembre de 1944 estuvo destinado en
Francia. Kuhn se puso un uniforme de militar por primera vez en su vida, lo
que evitaría una acusación de espionaje en caso de ser capturado. Su misión
iba a ser examinar los emplazamientos de radar alemán que fueran dejados
tras de sí a medida que Hitler se batía en retirada. Kuhn se dirigió a St. Jacques, al sur de Rennes, donde la Fuerza Aérea de Estados Unidos tenía situado un cuartel. Desde allí, Kuhn iría al propio Rennes, donde debía examinar
un emplazamiento de radar de cierto calibre. Tras un cierto periplo de tintes
algo novelescos, Kuhn acabaría en París a tiempo para asistir a la entrada
triunfal de De Gaulle. A mitad de septiembre volvió a Londres, para regresar
por segunda vez a Francia (y desde allí viajar a Holanda y Alemania) en enero de 194547. Esta vez, Kuhn fue destinado a la 9.ª División de Bombarderos
de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, sita en Rheims48. La OSRD deseaba
extender a esa división el uso de contramedidas (que ya habían dado muy
buenos resultados en la 8.ª División) y Kuhn era uno de los técnicos más adecuados para supervisar esa tarea49. En la 9.ª División, Kuhn tuvo que diseñar
————
45
BALTAS et al. (2000), p. 269.
Cf. KUHN (1944a), Outline for Briefing P/W Interrogators. En TSKP, 1.8.
47 KUHN (1944b), [Diario de su estancia en Francia]. En TSKP, 1.10, pp. 1-9; BALTAS et
al. (2000), pp. 269-71.
48 Cf. la carta de John N. Dyer (Director del American-British Laboratory) al General
Hoyt S. Vandenberg (9.ª F.A.), 17 de enero de 1945. En TSKP, 1.9.
49 Taylor, L.S. (1945), Assignment of Thomas S. Kuhn to Operational Research Section.
En TSKP, 1.9.
46
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todo un programa de contramedidas adecuado a los modelos de bombardero
que allí se utilizaban. Entre él y A.T. Goble, diseñaron prototipos de abertura
para la expulsión de contramedidas. El trabajo se hacía difícil por las dificultades de abastecimiento y era engorroso debido a los numerosos informes que
era necesario escribir acerca de la puesta en práctica del recurso50.
El 13 de mayo de 1945 este trabajo tocó a su fin. La guerra en Europa
había terminado. No obstante, esta agotadora labor no hizo más que reanudarse en otro lugar. Kuhn empezó el mismo 13 de mayo a inspeccionar, uno por
uno, los aparatos de radar que los alemanes se habían dejado tras de sí, así
como a entrevistarse con científicos alemanes e interrogarlos sobre esta materia. El ajetreado itinerario de ese mes le llevó por diversas partes de Alemania: a Süchsteln (14 de mayo), al cuartel general del ejército; a Stade (16-17
de mayo), para la inspección del aeródromo; a Hamburgo (18-19 de mayo),
para la inspección de los radares, las contramedidas y la defensa antiaérea, e
interrogar a oficiales alemanes de radar sobre los mismos aspectos del radar
alemán, así como sobre la efectividad de las contramedidas aliadas; a Pelzerhaken (20-21 de mayo), donde inspeccionó la principal estación experimental
de radar de la marina alemana y se entrevistó con el personal de investigación; y a Bergedorf (22 de mayo), donde interrogó al Dr. Möller, director del
Instituto Max Wien, sobre sus investigaciones teóricas de los tubos de vacío.
Tras ello, el 24 de mayo regresó a París51.
Poco después, Kuhn volvió por fin a Harvard. Aún era posible que fuera
enviado al Pacífico, en concreto a Japón, para tareas semejantes a las desempeñadas hasta el momento, pero el verano transcurrió sin noticias. En septiembre de 1945, Kuhn solicitó el ingreso en el programa de doctorado del
Departamento de Física de Harvard. Pero su entrada en el Departamento ya
estuvo marcada por una cierta falta de entusiasmo. El trabajo de física durante
la guerra mostraba hasta qué punto ese ejercicio podía ser restrictivo, limitado
e incluso monótono. Recordemos que su interés en la física había nacido,
entre otras cosas, de su atracción por los problemas fundamentales, pero quizá
la física no le permitiese acceder fácilmente a aquellos que le interesaban
realmente. Siguiendo sus inclinaciones filosóficas de 1943, cultivadas aún
más durante la guerra (cf. la sección siguiente), Kuhn pidió permiso para se-
————
50 Cf. las cartas de Thomas S. Kuhn a John N. Dyer del 28 de enero, el 17 de febrero, el
12 de marzo y el 2 de abril de 1945. En TSKP, 1.9. Cf. también KUHN (1945b), Desirability of
a Carpet Program for Daylight Operations of Medium and Light Bombers. En TSKP 1.9.
51 KUHN, T.S. y LUSTED, L.B. (1945), Activities of Radar Investigator Attached to Navy
Trip #105. En TSKP, 1.10, pp. 1-2.
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guir unos cuantos cursos de doctorado del Departamento de Filosofía, algo
claramente anómalo para un futuro físico52. Kuhn se estaba alejando de la
física ortodoxa con pasos como éste, que no sería ni único ni el más crucial de
los que diese en los años siguientes. Décadas después recordaba de este periodo que «con cada vez mayor frecuencia […] me preguntaba si lo que yo
realmente quería era una carrera de físico»53. La respuesta final a esa pregunta
fue, como sabemos, un «no» rotundo. Su doctorado le permitió obtener un
título y encontrar mientras tanto un modo de aprovechar sus conocimientos de
física, pero ya fuera de la física. Por otro lado, el trabajo que llevó a cabo en
esos años continuó siendo análogo a lo ya visto en el periodo de guerra, en lo
referente a la limitación del punto de vista y al aumento de la especialización.
Si, en efecto, la ciencia normal de Kuhn se asienta parcialmente sobre su propia experiencia de la ciencia, esa base se adquiere sobre todo en los años y el
trabajo que estamos examinando en esta sección y en la siguiente.
5. KUHN Y LA FÍSICA DEL ESTADO SÓLIDO
En su última entrevista en 1995, Arístides Baltas le preguntó a Kuhn si sus
dudas sobre su dedicación a la física estaban relacionadas con el trabajo realizado durante la guerra. La respuesta de Kuhn indica que, más que dudas, en
aquellos momentos tenía algunas certezas que ya no podía seguir eludiendo:
Yo había sido un «físico». Utilizo comillas ahora porque, en algún sentido, en
vista de lo que había ocurrido, no había recibido la formación propia de un físico,
pero había llegado a esto y yo lo empezaba a encontrar aburrido, el trabajo no me
interesaba. [...] estaba empezando a dudar de si una carrera profesional como físico
era lo que deseaba realmente —en particular en el ámbito de la física teórica—. Y
creo que quizá haya sido entonces, aunque quizá fue más tarde, cuando empecé a
plantearme la pregunta: ¿por qué quería ser un físico teórico? Las dudas no eran
muy grandes aún, ni nada parecido, pero ya se habían planteado54.
Incluso, recordaba, la autoestima pareció fallarle: «[...] aunque continuaba
yéndome lo suficientemente bien», decía Kuhn, «ya no era un niño prodigio,
y no estaba claro que fuera lo suficientemente bueno... quiero decir para bri-
————
52
BALTAS et al. (2000), p. 273.
SIGURDSSON (1990), p. 19; BALTAS et al. (2000), pp. 271-272.
54 BALTAS et al. (2000), p. 272; empleamos la traducción de A. Beltrán y J. Romo en
KUHN, T.S. (2002), El camino desde la estructura, Barcelona, Paidós, p. 318.
53
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llar realmente»55. Había un ingrediente añadido ya antes mencionado: la filosofía de la ciencia y, en concreto, algunos coqueteos con Kant y con Hume en
relación con la función de los conceptos en la construcción de la teoría física,
que habían nacido de la asignatura de Demos y, desde entonces, le habían
ocupado sus escasos periodos de ocio. Durante la guerra, S. Freud, F. Nietzsche, W. James, P.W. Bridgman y B. Russell (junto a otras lecturas de divulgación científica de la mano de A.S. Eddington, R.A. Millikan, J.B.S. Haldane o M. Born) habían sido una vía de escape al trabajo de contramedidas56. Su
vocación de físico estaba en el filo de la navaja y, ahora que la obligación
para con el servicio de guerra había cesado (o estaba a punto de hacerlo), parecía el momento de replantearse seriamente la carrera profesional.
Pero Kuhn ya era físico; o «físico», con comillas, según él mismo quería
matizar, una suerte de experto en ingeniería electrónica, más bien. Así que no
iba a volver sobre sus pasos para empezar de nuevo toda su carrera académica
como filósofo. El que Kuhn eligiese dedicar una parte de sus cursos de doctorado a la filosofía hacía ver que su dedicación a la física no iba a ser absoluta.
De hecho, ni su tesis ni su director decían lo contrario, porque Kuhn trabajó
en la reelaboración de una herramienta de cálculo para la física del estado
sólido, no en un problema fundamental, y además no lo hizo con una de las
«estrellas» del departamento, como podría haber sido Julian Schwinger57,
sino con una antigua figura del panorama de la física teórica norteamericana:
J.H. Van Vleck, su antiguo jefe en el Radio Research Laboratory, quien parecía conocer bien los quebraderos de cabeza de Kuhn y no le ponía obstáculos58. No sólo le propuso la investigación en sí, sino que parece haberle apoyado en un terreno que, Kuhn consideraba, era más psicológico que técnico59.
La tesis con Van Vleck, más que un final triunfal, era una salida honrosa para
este futuro ex-físico. Pero, ¿quién era, a fin de cuentas, Van Vleck?
————
55
BALTAS et al. (2000), p. 273; Kuhn (2002), p. 320.
Cf. MAYORAL (2009), §§2-3 y apéndice (p. 183).
57 Sobre Schwinger cf. SCHWEBER, S.S. (1994), QED and the Men Who Made It, Princeton, Princeton University Press, cap. 7.
58 Aunque sí parece que Kuhn siguió un curso con Schwinger en este periodo, como atestigua el escrito del primero: Aplication of Integral Iteration Methods to Nuclear Force Problems, 19 de enero de 1947, para Physics 47(a), de Schwinger. TSKP 1.5.
59 Cf. KUHN, T.S. (1948), The Cohesive Energy of Monovalent Metals as a Function of
their Atomic Quantum Defects. Tesis Doctoral, Departamento de Física de la Universidad de
Harvard, esp. p. vii.
56
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5.1. Van Vleck
Lo primero que hay que decir sobre Van Vleck es que no era en absoluto
una opción equivocada. Más aún, una tesis doctoral bajo la tutela de Schwinger suponía (tal como escribía Philip Anderson en su autobiografía60) esperar,
día sí, día no, en la puerta de su despacho, mientras que Van Vleck siempre
estaba dispuesto a escuchar y reflexionar sobre los problemas de sus doctorandos (de hecho, el propio Anderson, cuyos objetivos como físico eran considerablemente más sólidos que los de Kuhn, «también» lo eligió como director de tesis). Ahora bien, trabajar con Van Vleck implicaba dedicarse a un
terreno específico de problemas. ¿A qué se dedicaba Van Vleck fuera del
servicio de guerra?
Van Vleck era hijo y nieto de matemáticos. Su abuelo y su padre habían
ocupado sendas cátedras de matemáticas en la Wesleyan University. Van
Vleck se doctoró en Harvard en 1922 bajo la dirección de Edwin C. Kemble
(quien también sería un buen conocido de Kuhn). Dio clases en Harvard desde 1934, donde, diecisiete años después, ocuparía la prestigiosa Cátedra
Hollis de Matemáticas y Filosofía Natural (la más antigua del país, fundada
en 1727). Como físico teórico, su trabajo tuvo un enorme impacto en la física
del estado sólido. Obtuvo el Premio Nobel junto a Neville Mott y el propio
P.W. Anderson en 1977. Para llegar ahí, comenzó en la física atómica de la
mano de Kemble, siendo uno de los primeros físicos norteamericanos netamente teóricos. En la línea de Kemble, aplicó la antigua teoría cuántica a los
datos obtenidos de las líneas de absorción y emisión espectroscópicas, un
trabajo del que salió un manual (Quantum Principles and Line Spectra) y
varios artículos de gran interés. A partir de la segunda mitad de los años veinte se dedicó a estudiar la física del estado sólido mediante la nueva mecánica
cuántica. En concreto, estudió las susceptibilidades eléctrica y magnética, que
presentaban problemas nacidos de la aplicación de la antigua teoría cuántica
al estudio de las propiedades de los sólidos. Su investigación dio como fruto
una estructura general en términos cuánticos para las expresiones de las susceptibilidades magnéticas y eléctricas, que constituyó el aclamado The Theory of Electric and Magnetic Susceptibilities. El resto de su carrera discurrió ya
por este terreno, que no sería física fundamental hasta los años setenta61.
————
60
En www.nobelprize.org/nobel_pzizes/physics/laureates/1977/anderson-autobio.html
(consultado el 25 de febrero de 2011).
61 Sobre Van Vleck, cf. MEHRA, J. y RECHENBERG, H. (1982), The Historical Development of Quantum Theory, Nueva York, Springer, vol. 2.II, p. 418, nota 677; HODDESON, L.,
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Una vez acordada su supervisión, el trabajo que Van Vleck encomendó a
Kuhn fue la mejora del método de cálculo de la estructura de bandas de un
metal. Ésta era una labor nada sencilla. Para comprender su alcance real conviene que partamos de, al menos, una descripción somera del estado de la
cuestión62.
5.2. El estado de la cuestión: Wigner y Seitz63
A comienzos del siglo XX, la antigua teoría cuántica había ayudado a que
las diversas teorías previas, no siempre compatibles, sobre las propiedades de
los sólidos (i.e., estructura material, cohesión, plasticidad, conductividad,
propiedades magnéticas, etc.) dispusiesen de un cuerpo teórico unificado. Por
su parte, la cristalografía de rayos X había ayudado a obtener una perspectiva
regular de la red cristalina. Pero la primera explicación cualitativa de las propiedades de los sólidos llegaría con la aplicación de la mecánica cuántica y,
en concreto, de la estadística de Fermi-Dirac al estudio de los gases electrónicos, combinada con la teoría de bandas. Según esta última, la interacción entre los átomos en un sólido hace que los niveles electrónicos de aquéllos se
desdoblen en tantos otros como átomos hay en el sólido; la proximidad de los
niveles nos permite considerarlos una banda continua. La banda de los niveles
superiores es más ancha y sus electrones se mueven casi libres por la red, con
————
BRAUN, E., TEICHMANN, J. y WEART, S. (eds.) (1992), Out of the Crystal Maze, Oxford, Oxford University Press, pp. 408-409. De su trabajo, cf. VAN VLECK, J.H. (1924a), The Absorption of Radiation by Multiply Periodic Orbits, and its Relations to the Correspondence Principle and the Rayleigh-Jeans Law. Part I. Some Extensions of the Correspondence Principle,
Physical Review, 24, pp. 330-346; VAN VLECK, J.H. (1924b), The Absorption of Radiation by
Multiply Periodic Orbits, and its Relations to the Correspondence Principle and the RayleighJeans Law. Part II. Calculations of Absorption by Multiply Periodic Orbits, Physical Review,
24, pp. 347-365; VAN VLECK, J.H. (1926), Quantum Principles and Line Spectra, Washington, National Research Council of the National academy of sciences, 54 (10); VAN VLECK,
J.H. (1932), The Theory of Electric and Magnetic Susceptibilities, Oxford, Oxford University
Press.
62 Para más información, cf. ECKERT, M. y SCHUBERT, H. (1990), Crystals, Electrons,
Transistors, Nueva York, American Institute of Physics, pp. 69-73 y 209-212; HODDESON, L.
(1997), Solid State Science. En KRIGE, J. y PESTRE, D. (eds.), Science in the Twentieth Century, Amsterdam, Harwood, pp. 585-598, esp. pp. 585-588; HODDESON et al. (eds.) (1992),
pp. 15-27 y 107-123.
63 Agradezco a Javier García Sanz su colaboración específica en esta breve sección y en
la siguiente.
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HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO...
lo que podemos hablar de un gas de electrones libres. La estadística de FermiDirac impone que en el estado fundamental el gas está degenerado, así que
los niveles de menor energía dentro de la banda se ocupan hasta alcanzar un
nivel máximo, el «nivel de Fermi». Mientras que en los sólidos aislantes este
nivel satura toda la banda, en los metales hay menos electrones libres de los
que la banda es capaz de acoger, así que hay niveles no ocupados por encima
del de Fermi. Por el principio de exclusión de Pauli, al aplicar una fuente de
energía externa sólo los electrones que ocupan un nivel energético próximo al
de Fermi pasan a otro superior no ocupado, con lo que, en condiciones normales de temperatura, sólo alrededor del 1% de los electrones de la banda
contribuye a la conductividad térmica y eléctrica y al calor específico. La
explicación así obtenida es útil desde un punto de vista cualitativo, pero no
cuantitativo. Este segundo apareció con el trabajo de Eugene Wigner y su
doctorando Frederick Seitz (1933), quienes aportaron el primer método de
cálculo de las energías de cohesión aplicado a un metal alcalino, el sodio64. Es
importante ver brevemente cómo era este método, ya que el trabajo de Kuhn
y Van Vleck parte directamente de él.
En su artículo de 1933, Wigner y Seitz diferenciaban celdas en la red metálica a partir los planos cristalográficos de simetría que bisecan las líneas que
unen a cada átomo con sus vecinos inmediatos. Con ello, estudiaban la energía del electrón y su función de onda como si formasen parte de un átomo
libre, sólo que con las características propias de un átomo en una red cristalina. Así, mientras que la probabilidad de presencia de un electrón en un átomo
libre (expresada en términos del cuadrado de la función de onda del electrón)
tiende a cero a medida que aumenta la distancia al núcleo atómico, la del
electrón de la red metálica en la misma situación alcanza valores finitos. El
electrón de valencia presenta un máximo de energía a la mitad de la distancia
interatómica y su función de onda es continua de forma periódica por toda la
red cristalina. Su movimiento depende del átomo vecino, cuya presencia reduce aún más el valor de su energía potencial. Al tiempo, su energía cinética
es menor que en el caso del átomo libre. Sobre esta base, Wigner y Seitz
hallaban la función de onda real del electrón en la red cristalina mediante una
aproximación en la que hacían periódicamente continua la función de onda en
el caso atómico. La clave era calcular la energía del electrón libre en su estado fundamental, algo que lograban resolviendo numéricamente la correspondiente ecuación de Schrödinger, tomando como condiciones de contorno que
————
64 WIGNER, E. y SEITZ, F. (1933), On the Constitution of Metallic Sodium, Physical Review, 43, pp. 804-10.
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la derivada de la función de onda se anule en los límites de la celda (los planos cristalográficos de simetría que bisecan las líneas que unen átomos vecinos). Una vez obtenida la función de onda, podían proporcionar resultados
numéricos de algunas de las propiedades químicas del sodio metálico, como
la constante de equilibrio de la red de sodio o la energía de enlace65.
Con este trabajo y su ampliación66, Wigner y Seitz aportaron los primeros
cálculos de la estructura de bandas de un metal real. Había, no obstante, mejoras que hacer en él, fundamentalmente matemáticas, que consistían en lograr superar los tediosos cálculos que el método requería67. El trabajo de
Kuhn y Van Vleck se encontraba en esta línea.
5.3. Mejoras normales: Kuhn y Van Vleck
La investigación de Kuhn con Van Vleck permitía esquivar algunas de las
dificultades matemáticas de la aproximación mediante celdas que acabamos
de ver. No se apartaba lo más mínimo de los objetivos ni del planteamiento de
Wigner y Seitz, no ofrecía otro modo de cálculo de parámetros alternativo al
de estos, ni se salía de su método de celdas. Esto recuerda mucho a ciertas
afirmaciones que Kuhn escribiría más tarde en Structure:
Pocas personas que no sean de hecho científicos practicantes de una ciencia madura se darán cuenta de hasta qué punto un paradigma deja sin hacer una gran cantidad
de trabajo de retoque […], o lo fascinante que puede ser la realización de este trabajo.
Hay que comprender estos aspectos. Las operaciones de retoque ocupan a la mayoría
de los científicos a lo largo de sus carreras. Constituyen lo que llamo aquí ciencia
normal. Si se examina detenidamente, sea históricamente o en el laboratorio contemporáneo, dicha empresa parece ser un intento de meter a la fuerza a la naturaleza en los
compartimentos prefabricados y relativamente inflexibles suministrados por el paradigma. [… No] entra normalmente entre los objetivos de los científicos inventar teorías nuevas […]. Por el contrario, la investigación en ciencia normal se orienta a la articulación de los fenómenos y teorías ya suministrados por el paradigma.
————
65
Cf. HODDESON, L. y DAITCH, V. (2002), True Genius: The Life and Science of John
Bardeen, Washington, Joseph Henry Press, cap. 4, esp. pp. 60 y ss., para una perspectiva
semejante a ésta pero desde el punto de vista del físico John Bardeen.
66 WIGNER, E. y SEITZ, F. (1934), On the Constitution of Metallic Sodium, II, Physical
Review, 46, pp. 509-24.
67 Cf. SEITZ, F. (1981), Entrevista con Lillian Hoddeson, 26 de enero. Niels Bohr Library, American Institute of Physics, Nueva York.
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Quizá sean defectos. Las áreas investigadas por la ciencia normal son minúsculas, por supuesto, pues la empresa que ahora se discute posee una visión drásticamente reducida. Sin embargo, tales restricciones surgidas de la confianza en un paradigma resultan ser esenciales para el desarrollo de una ciencia68.
Dejemos de lado la perspectiva claramente interna al trabajo científiconormal que Kuhn adopta en el pasaje seleccionado para describir ese modo de
investigación (atiéndase sobre todo a las primeras frases del extracto). Lo que
vamos a ver a continuación encaja en la idea del fascinante (aunque correspondiente a un área de investigación minúscula) «trabajo de retoque», que no
requiere «inventar teorías nuevas» sino «articular otras ya suministradas por
el paradigma». En The Essential Tension, Kuhn realiza una breve, pero sugerente descripción de este tipo de investigación científica: «En la ciencia pura
o básica […] los problemas característicos son casi siempre repeticiones, con
modificaciones menores, de problemas antes tratados y ya parcialmente resueltos»69. El trabajo de Kuhn y Van Vleck se amolda bastante bien a esta
perspectiva, como veremos a continuación.
En su tesis, Kuhn trabajó en dos métodos: el llamado Function Matching
Method, desarrollado en colaboración con Van Vleck,70 y una aplicación propia del método WKB que el japonés Isao Imai había desarrollado en Tokio71.
Con el primer método, Kuhn y Van Vleck mejoraban ostensiblemente las
aproximaciones de Wigner y Seitz para las constantes de red, las energías de
cohesión y la compresibilidad (cf. nuestro Apéndice, más abajo)72. La varia-
————
68 KUHN (1962), p. 24. Citamos según la nueva traducción reciente de Structure: KUHN (2006),
La estructura de las revoluciones científicas, trad. e introd. de C. Solís, Méjico, FCE, pp. 89-90.
69 KUHN (1977), p. 233. Tanto el pasaje del que hemos obtenido este extracto, como
Structure, §III, ofrecen ricas descripciones de los tipos de trabajo que pueden ser clasificados
como «ciencia normal».
70 KUHN (1948), caps. II-IV.
71 KUHN (1948), caps. V-VI. Cf. IMAI, I. (1948), On a Refinement of the W.K.B.
Method, Physical Review, 74, p. 113. Sobre el método WKB en sí, cf. los artículos de los
científicos cuyas iniciales dan nombre al método: WENZEL, G. (1926), Eine Verallgemeinerung der Quantenbedingungen fur die Zwecke der Weellenmechanik, Zeitschrift für Physik,
39; KRAMERS, H. (1926), Wellenmechanik und Halbzahlige Quantisierung,. Zeitschrift für
Physik, 39 y BRILLOUIN, L. (1926), Notes on Undulatory Mechanics, Journal de physique
théorique et appliquée, 7. Para un estudio filosófico reciente del método WKB, cf. BATTERMAN, R. (2002), The Devil in the Details: Asymptotic Reasoning in Explanation, Reduction
and Emergence, Oxford, Oxford University Press, §7.2.
72 KUHN, T.S. y VAN VLECK, J.H. (1950), A Simplified Method of Computing the Cohesive Energies of Monovalent Metals,. Physical Review, 79, pp. 382-88.
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ción introducida consistía en evitar el cálculo del potencial del campo central
del átomo, algo necesario para obtener la función de onda del electrón. Para
ello, Kuhn y Van Vleck asumían que la constante de red, la energía de cohesión y la compresibilidad dependían de las funciones de onda en una región
exterior al corazón del átomo. La derivada logarítmica de estas funciones de
onda debe satisfacer una condición que sólo depende de la energía de la función de onda (ya no del potencial del campo) y éste se puede obtener de los
valores de laboratorio de los primeros niveles de energía del átomo libre73.
Por otro lado, las soluciones de la ecuación de onda correspondiente son idénticas a una determinada combinación lineal de dos funciones conocidas que, a
su vez, son solución de la ecuación hipergeométrica confluyente resuelta por
E.T. Whittaker74. Ahora bien, para aplicar este método había que conocer los
valores de las funciones-solución de Whittaker dentro de un ámbito físicamente significativo de los mismos que superaba a aquél para el que ya existían cálculos realizados. Puesto que su cálculo era virtualmente impracticable,
Kuhn desarrolló una solución general de la ecuación diferencial mucho más
manejable que la de Whittaker. Kuhn expuso sus resultados en un artículo que
publicó en el Quarterly of Applied Mathematics75. Por fecha, ésta sería su
última publicación científica76.
En cuanto al segundo método, el WKB permitía obtener una solución para
la ecuación de onda sin emplear la combinación lineal de las soluciones de
Whittaker. El método WKB proporciona una solución asintótica de una ecuación diferencial de segundo orden. En la primera formulación del método, la
función que proporciona una solución para la ecuación de onda se comporta
de manera diferente a ambos lados del punto de retorno clásico, bien como
una función exponencial (en la región clásicamente prohibida), bien como un
————
73
KUHN y VAN VLECK (1950), p. 383.
KUHN y VAN VLECK (1950), p. 385; WHITTAKER, E.T. y Watson, G.N. (1927), A
Course of Modern Analysis, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 337 y ss.
75 KUHN (1951), A Convenient General Solution of the Confluent Hypergeometric Equation, Analytic and Numerical Development, Quarterly of Applied Mathematics, 9, pp. 1-16.
Este desarrollo general de Kuhn ya había sido explorado antes por G.H. Wannier y por R.
Jastrow en 1943 y 1948, respectivamente.
76 En sus archivos del MIT hay constancia de que Kuhn preparó dos presentaciones sobre
su trabajo de doctorado para sendas reuniones científicas celebradas en mayo y junio de 1951.
La primera se titulaba Atomic Quantum Defects Applied to the Solid State, y en ella ya reflejaba (cf. su p. 1) los artículos publicados que mencionamos aquí (KUHN y VAN VLECK [1950],
KUHN (1950), (1951)]. La segunda era Computing Metallic Cohesive Energy without the Use
of Potential Functions. Ambas se encuentran en TSKP 12.33.
74
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seno (en la región clásicamente permitida). La región en que las funciones de
onda son físicamente significativas se encuentra cerca de ese punto, pero sólo
R.E. Langer en los años treinta había logrado conectar ambas regiones77. Isao
Imai mejoró en 1948 la aproximación de Langer y Kuhn empleó ese trabajo
en su tercer artículo para Physical Review para obtener resultados numéricos
semejantes a los ya conseguidos mediante el método Kuhn-Van Vleck78. Con
este segundo método, sin embargo, se evitaba la insegura extrapolación de la
derivada logarítmica en función de valores dados de energía empleada en el
método anterior. Para ello, Kuhn se apoyaba en los valores experimentales,
más fiables, del conocido como «defecto cuántico», necesarios para la
aproximación en la zona exterior, próxima al punto de retorno. El «defecto
cuántico» es una medida de la desviación de la órbita del electrón de valencia
del átomo libre con respecto a su correspondiente órbita hidrogenoide. Expresado de otro modo, el «defecto cuántico» indica la medida de penetración de
la órbita estacionaria en la capa formada por los electrones que rodean al núcleo79. Es una medida experimental mediante la cual Kuhn calculaba la constante de fase necesaria para obtener las funciones de onda80.
Durante la década de 1950, el trabajo de Kuhn con Van Vleck se incluyó
entre las mejoras y desarrollos del método de celdas81. Fue desarrollado por
Harvey Brooks e incluso llegó a ser objeto de una tesis doctoral en Harvard,
la de F.S. Ham, todo ello hasta mediados de los cincuenta82. Después su importancia ha sido meramente teórica, ya que los métodos empleados actualmente difieren mucho del esquema Wigner-Seitz83. Se trata, por lo tanto, de
un trabajo que contribuye a aproximar de manera más precisa la teoría al experimento, al tiempo que logra hacer algo más manejable (e incluso fiable) la
primera. Emplea nuevos recursos disponibles para aumentar las virtudes me-
————
77
IMAI (1948), p. 113.
KUHN, T.S. (1950), An Application of the W.K.B. method to the Cohesive Energy of
Monovalent Metals, Physical Review, 79, pp. 515-519.
79 Cf. D. HAAR, Ter (1967), The Old Quantum Theory, Oxford, Pergamon, p. 54; VAN
VLECK (1932), pp. 215-20.
80 KUHN (1950), p. 517.
81 REITZ, J.R. (1955), Methods of the One-Electron Theory of Solids, Solid State Physics,
1, pp. 2-96, esp. pp. 15-17.
82 BROOKS, H. (1953), Cohesive Energy of Alkali Metals, Physical Review, 91, pp. 10271028; HAM, F.S. (1955), The Quantum Defect Method, Solid State Physics, 1, pp. 127-92.
83 Cf. CALLAWAY, J. (1991), Quantum Theory of the Solid State, San Diego, Academic
Press, p. 72; HAUG, A. (1975), Theoretical Solid State Physics, Trad. de H.S.H. Massey, Oxford, Pergamon, vol. 2, pp. 82 y 236, nota.
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todológicas de una teoría ya en uso. No es un trabajo de crítica ni una investigación pionera, aunque requiera ingenio y habilidad. Es, como hemos indicado al principio de este apartado, el tipo de mejora propia de la ciencia normal
que Kuhn retrató en su trabajo filosófico posterior.
6. CONCLUSIÓN
La investigación física de Kuhn con Van Vleck está altamente especializada. Resuelve problemas que contribuyen a la mejora de un método científico,
a su aproximación a la observación, y a hacer más fácil su aplicación. Requiere conocimientos muy especializados obtenidos de una educación universitaria principalmente consistente en saber cómo resolver problemas cada vez
más especializados en matemáticas y física. En esta educación hay poco
tiempo, dentro de la adquisición de dicha maestría, para la discusión crítica y
la consideración de alternativas, como tampoco lo hay en el ejercicio profesional posterior (y no digamos ya en el contexto, un tanto particular, de la
investigación con fines militares inmediatos). La crítica y la consideración de
alternativas quedan fuera de tales contextos, al margen de estas disciplinas.
Ésta era la experiencia de Kuhn con la física en 1951. Aunque Structure
apareció una década después, entre los componentes con los que Kuhn confecciona su idea ciencia normal se encuentran los que acabamos de mencionar
en el párrafo anterior. Teniendo esto en cuenta, junto con la afirmación ya
vista del propio Kuhn de que algunas de sus ideas provienen de su experiencia en la investigación científica, podemos decir que uno de los aspectos más
novedosos de Structure se originó, con un alto grado de probabilidad, en su
experiencia personal con la física del siglo XX.
Esto contribuye a generar dudas acerca de la generalidad del punto de vista
kuhniano. ¿No será la perspectiva kuhniana una imagen demasiado coyuntural de la ciencia? ¿Es realmente extrapolable a todo periodo de la ciencia? E
incluso aunque admitiésemos que hay dos tipos opuestos de práctica científica, catalogables al modo kuhniano como «ciencia normal» y «ciencia extraordinaria», ¿es la imagen que Kuhn ofrece de ellos lo suficientemente completa y fiable? Al principio de este artículo hemos ofrecido una voz
discordante, la de M. Beller, que responde afirmativamente a la primera cuestión, mientras que ofrece un «no» para las dos segundas. Para Beller, Kuhn
cubre la ciencia normal con un manto de dogmatismo que es producto de su
propia experiencia personal de la ciencia. Esta experiencia es limitada; está
circunscrita a una fase, la del científico novel, donde hay menos lugar para la
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duda y la crítica que en la etapa del científico maduro. Beller se encuentra,
por lo tanto, entre quienes consideran que la ciencia normal de Kuhn debe
demasiado al propio Kuhn (a su perspectiva subjetiva). Discutir esta postura
es sin duda interesante y probablemente ofrezca nuevas perspectivas para
nuestra comprensión de la ciencia. En este artículo sólo hemos intentado
ofrecer una base para iniciar esa discusión. Esperamos que futuros estudios
contribuyan a dar el paso siguiente.
7. APÉNDICE: COMPARACIÓN
KUHN-VAN VLECK84
DE RESULTADOS DE LOS TRABAJOS DE
WIGNER-SEITZ
Wigner-Seitz
Kuhn-Van Vleck
V. experimental
Constante de red
(Å)
4,74
4,14
4,25
Energía de cohesión
(Kcal/mol)
23,2
25,9
26
Compresibilidad
(cm2/dina)
----
13•10-2
12,3•10-2
Y
Recibido: 12 de marzo de 2009.
Aceptado: 13 de diciembre de 2010.
————
84
Fuente: KUHN y VAN VLECK (1950), p. 386. Los valores son para el sodio.
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vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 249-292, ISSN: 0210-4466
TEXTO
NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y
ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
ESPAÑOLA: LA CELESTINA
Manuel Pardo de Santayana y Antonio García-Villaraco
Universidad Autónoma de Madrid
Mar Rey Bueno
Sociedad Española de Historia de la Alquimia
Ramón Morales
Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid
RESUMEN
En este trabajo se analizan y cuantifican las referencias botánicas y zoológicas que aparecen en
La Celestina como ejemplo de los conocimientos sobre plantas y animales que incorpora una obra
de la literatura renacentista española. Dado el oficio de la protagonista, el interés del uso de muchas
plantas y animales se centra en el cuidado, cura y aseo del cuerpo, que entonces se hacía sobre todo
a base de productos vegetales y animales. Éstos también aparecen empleados en la magia de amor.
Se comentan asimismo la utilización de nombres de plantas y animales, así como de productos
derivados de éstos, como recursos lingüísticos o literarios; es decir, cuando se emplean como metáforas, en dichos, frases hechas y otras figuras literarias. Se incluyen en 2 anexos las 86 especies
vegetales y las 70 animales, así como las citas encontradas.
PALABRAS CLAVE: Plantas. Animales. Naturaleza. Literatura. La Celestina.
NATURE IN BOTANY AND ZOOLOGY IN THE SPANISH LITERATURE: LA
CELESTINA
ABSTRACT
The botanical and zoological references that appear in La Celestina are analysed and cuantified
to provide an insight of the knowledge about plants and animals included in a literary work of the
249
MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
Rennaisance, in this case one of the most important of the Spanish literature. The plants and animals products were used by the healer for the care, health and beauty of the body. Many other
plants, animals and some mineral products were used for love remedies. Moreover, references to
plant and animal names and their products are also commented as linguistic sources, i.e. metaphoric
references to plants, set phrases, and other literary figures of speech. All the 86 plant species and 70
animals and the complete textual passages are included in two apendixes.
KEY WORDS: Plants. Animals. Nature. Spanish literature. La Celestina.
INTRODUCCIÓN
En 1499 veía la luz, en las prensas burgalesas de Fadrique de Basilea, la Comedia de Calisto y Melibea, versión primitiva o corta de la obra que, con el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea, se publicaría en los primeros años del
siglo XVI1. Más conocida como La Celestina2, su autor es Fernando de Rojas,
natural de Puebla de Montalbán, Toledo. Como obra maestra que es, de una
profundidad y una riqueza significativa excepcionales, ha sido el origen de una
bibliografía extensa y enfrentada que cubre los más variados aspectos3. El objetivo primordial del presente estudio consiste en identificar las plantas y animales
que aparecen en La Celestina, tarea que no ha sido acometida en su totalidad
hasta el momento actual. Esta identificación proporcionará al futuro investigador sobre temas celestinescos una herramienta de trabajo más, a la hora de interpretar costumbres, ideas, creencias y tradiciones propias de la época histórica en
la que fue escrita y en la que se desarrolla la trama de La Celestina4.
————
1
No se sabe con exactitud la fecha de publicación de esta versión definitiva. La edición
más antigua conservada corresponde a la publicada en Zaragoza por Jorge Coci en 1507, si
bien no se trata de la princeps, puesto que ya en 1506 salió en Roma una traducción completa
al italiano, realizada por Antonio Ordóñez. WHINNOM, K. (1966), The Relationship of the
Early Editions of the Celestina, Zeitschrift für Romanische Philologie, LXXXII, pp. 22-40.
2 SALVADOR MIGUEL, N. (2000), La Celestina en su V Centenario (1499/15001999/2000). En CARRASCO, P. (ed.), El mundo como contienda. Estudios sobre La Celestina,
Málaga, Universidad, pp. 15-27.
3 Por ejemplo, los repertorios bibliográficos de SCHIZZANO MANDEL, A. (1971), La Celestina Studies: A Thematic Survey and Bibliography 1824-1970, New Jersey, Metuchen, y de
SNOW, J.T. (1985), Celestina by Fernando de Rojas. An Annotated Bibliography of World
Interest 1930-1985, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, o la revista Celestinesca donde, junto a artículos y reseñas, se incluye una bibliografía periódica que recoge y compendia todo tipo de aportaciones sobre el libro.
4 La utilización de obras literarias como fuente de datos de todo tipo y su posterior análisis para desvelar conocimientos o actitudes ante ciertas cuestiones de la época histórica
250
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
UN LABORATORIO Y SEIS OFICIOS
Como es bien sabido, La Celestina comienza cuando Calisto, un joven de
origen noble, entra en el huerto de Melibea buscando un halcón que se le ha
escapado5. Enamorado a primera vista de la doncella, solicita su amor, pero es
bruscamente despreciado. Es entonces cuando Calisto pide ayuda a su criado
Sempronio, quien le habla de Celestina, una vieja prostituta y ahora alcahueta
profesional que, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, entra
en las casas y concierta citas de amantes. Buena parte de las referencias vegetales y animales presentes en La Celestina aparecen en este acto primero, con
motivo de la descripción que hace Pármeno, también criado de Calisto, de la
vivienda celestinesca. El joven Pármeno es hijo de Claudina, maestra y compañera de Celestina, y dice de esta que es labrandera, perfumera, maestra de
hacer virgos y afeites, alcahueta y hechicera, Celestina es el personaje más
sugestivo de la obra, hasta el punto de que acabó por darle título.
La minuciosa descripción de los afeites y confecciones, aguas de olor y
tintes capilares, untes y mantecas, hierbas y raíces, aceites de rostro y hechizos diversos fue analizada en detalle por Modesto Laza Palacios hace medio
siglo6, buscando el uso que Celestina daba a todas esas sustancias en la obra
que más información podía suministrarle, la versión castellana del Dioscórides hecha por el médico segoviano Andrés Laguna a mediados del siglo
XVI7. Tanto Laza Palacios como buena parte de los seguidores de su obra se
————
correspondiente ha dado lugar a interesantes conclusiones. Ver, por ejemplo, nuestras aportaciones al respecto en HEINRICH, M., KUFER, J., LEONTI, M. y PARDO DE SANTAYANA, M.
(2006), Ethnobotany and ethnopharmacology - Interdisciplinary links with the historical
sciences, Journal of Ethnopharmacology, 107 (2), pp. 157-160, y PARDO DE SANTAYANA, M.,
TARDÍO, J., HEINRICH, M., TOUWAIDE, A. y MORALES, R. (2006), Plants in the works of
Cervantes, Economic Botany, 60 (2), pp. 159-181. También hay otras como el estudio de los
animales que aparecen en El Quijote (AGUILAR, A.L. y VIEJO, J.L. (2005), El oido. Ecofonías
del Quijote. En GARCÍA MARTÍN, P. (ed.), El Quijote en la cultura popular. “Las imágenes
pobres y los cinco sentidos”, pp. 143-152, Junta de Castilla y León); o de Shakespeare (ELLACOMBE, H.N. (1884), The Plant-lore and Garden-craft of Shakespeare, London, W. Satchell
and Co.; o las referentes a La Biblia (MOLDENKE, H.N. y MOLDENKE, A.L. (2002), Plants of
the Bible, London, Kegan Paul).
5 Se ha utilizado la 4ª edición (Madrid, 1977) que Bruno Mario Damiani hizo para Ediciones Cátedra.
6 LAZA PALACIOS, M. (1958), El Laboratorio de La Celestina, Málaga, Antonio Gutiérrez Impresor.
7 LAGUNA, A. (1555), Pedacio Dioscorides Anazarbeo, Acerca de la Materia Medica y
de los venenos mortíferos, Amberes, Juan Latio.
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
han centrado básicamente en el uso mágico que, en los tiempos de Celestina, se
daba a todas estas sustancias8. Indudablemente, la magia es uno de los principales atractivos de Celestina y puede considerarse como elemento fundamental
dentro de la trama, si bien nuestra protagonista es mucho más que una hechicera
al uso9. Los seis oficios que Pármeno cita son otras tantas formas de acercamiento al mundo cotidiano femenino de la época y ninguno de ellos puede entenderse al margen de los demás. Punto de encuentro de todos ellos es la naturaleza, el uso de sustancias extraídas de vegetales, animales y minerales y que,
según el oficio que emplee nuestra protagonista, tendrán aplicaciones distintas.
Desde que Laza Palacios publicara su estudio hasta el momento actual se
han abierto numerosas vías de investigación que tienen como punto de partida
la mujer y sus circunstancias en el umbral de la Edad Moderna. Lo que, durante
mucho tiempo, fue considerado como un laboratorio extraordinario y único
puede ser, exclusivamente, el mejor fresco literario de lo que ocurría habitualmente en la sociedad que presenció la publicación de La Celestina. En efecto,
vemos cómo la mujer desempeñó un papel fundamental en la medicina doméstica y no sólo como partera, labor tradicionalmente asignada al universo femenino, sino como conocedora de remedios para resolver los problemas de salud
más comunes en el espacio doméstico10. Tarea que compaginaba con la de perfumista y cosmetóloga, encargada de la limpieza y ornato del cuerpo a través de
la actuación sobre la piel, la higiene bucal y el cabello11. Conocimientos diver-
————
8
FOLCHJOU, G., GARCÍA DOMÍNGUEZ, P. y MUÑOZ CALVO, S. (1977), La Celestina:
¿hechicera o boticaria? En CRIADO DEL VAL, M. (coord.), La Celestina y su contorno social:
actas del I Congreso Internacional sobre La Celestina, Madrid, Hispam, pp. 163-167; ALBARRACÍN NAVARRO, J. y MARTÍNEZ RUIZ, J. (1977), Farmacopea en La Celestina y en un manuscrito árabe de Ocaña. En CRIADO DEL VAL (coord.) (1977), pp. 409-426 (trabajo que hace
hincapié en el carácter marcadamente oriental del laboratorio de Celestina), y VIAN HERRERO,
A. (1990), El pensamiento mágico en Celestina, instrumento de lid o contienda, Celestinesca,
14 (2), pp. 41-91 (el análisis pormenorizado de las sustancias medicinales, cosméticas y mágicas, tomando como fuente básica de información a Laza Palacios, en pp. 50-61).
9 El papel de la magia en La Celestina es uno de las principales polémicas que enfrenta
a la crítica celestinesca desde sus inicios mismos. Entre los muchos escritos sobre el tema
destaca RUSSEL, P. (1978), La magia, tema integral de La Celestina. En Temas de La Celestina y otros estudios. Del Cid al Quijote, Barcelona, Ariel, pp. 243-276. Para una revisión en
profundidad remitimos a VIAN HERRERO (vease nota anterior).
10 MARTÍNEZ CRESPO, A. (1994), Mujer y medicina en la Baja Edad Media, Hispania, 54
(186), pp. 37-52.
11 CABRÉ I PAIRET, M. (2002), Cosmética y Perfumería en la Castilla bajomedieval. En
GARCÍA BALLESTER, L. (ed.), Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla.
Vol. II. Edad Media, Valladolid, Junta de Castilla y León, pp. 772-779.
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Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466
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sos cuyas recetas y fórmulas no sólo se transmitían de forma oral sino que se
compilaban en recetarios que iban pasando de madres a hijas como verdaderos
tesoros de saber cotidiano12. Se trata de textos escritos por mujeres, aunque
también pueden encontrarse algunos ejemplares redactados por hombres y destinados al público femenino. Tal es el caso de Flos de las medicines, ò receptes
del tresor de Beutat, escrito por el valenciano Manuel Dies de Calatayud, mayordomo de Alfonso el Magnánimo13, o el muy interesante Sefer ahabat našim,
manuscrito hebreo producido en la zona catalana en el que aparece un marcado
componente mágico ausente en los otros ejemplos citados14.
La actuación primordial de Celestina como alcahueta ha centrado el discurso de los estudiosos en los aspectos más negativos de su tarea, a saber, la
preparación de afeites y perfumes y su labor como hechicera. Moralistas y
misóginos de la Edad Moderna encontraron en el uso de cosméticos el pretexto perfecto para criticar a las mujeres15; teólogos e inquisidores pretendían
demostrar que la afición de la mujer a la magia y la brujería hacían de ella el
agente perfecto del demonio16. En ambos casos las plantas ocupan una posi-
————
12
Entre los ejemplos más antiguos conservados se encuentra el Manual de mugeres en el
qual se contienen muchas y diversas reçeutas muy buenas, conservado en la Biblioteca Palatina
de Parma (mss. 834) y del que Alicia Martínez Crespo ha hecho una edición con un interesante
estudio introductorio (Salamanca, Universidad, 1995). La Biblioteca Nacional de Madrid conserva tres estupendos ejemplares del siglo XVI, en los que se mezcla terapéutica, cosmética y cocina:
el Livro de receptas de pivetes, pastilhas elvvas perfumadas y conserbas (ms. 1462), las Receptas
experimentadas para diversas cosas (ms. 2019) y las Recetas y memorias para guisados, confituras, olores, aguas, afeites, adobos de guantes, ungüentos y medicinas para muchas enfermedades
(ms. 6058). Recetarios que han sido analizados en PÉREZ SAMPER, M.ªA. (1997), Los recetarios
de mujeres y para mujeres. Sobre la conservación y transmisión de los saberes domésticos en la
época moderna, Cuadernos de Historia Moderna, 19, pp. 121-154.
13 Flores del Tesoro de la Belleza. Tratado de muchas medicinas o curiosidades de las
mujeres (Introducción de Teresa Mª Vinyoles. Prólogo de Josefina Roma. Traducción de
Oriol Comas), Palma de Mallorca, José J. de Olañeta editor, 1993.
14 El libro de amor de mujeres (Introducción, traducción e índices de Carmen Caballero
avas), Granada, Universidad, 2003.
15 MARTÍNEZ CRESPO, A. (1993), La belleza y el uso de afeites en la mujer del siglo XV,
Dicenda, 11, pp. 197-221; COLÓN CALDERÓN, I. (1995), De afeites, alcoholes y hollines,
Dicenda, 13, pp. 65-82.
16 CARO BAROJA, J. (1967), Vidas mágicas e Inquisición, Madrid, Taurus; SÁNCHEZ ORTEGA, M.ªH. (2004), Ese viejo diablo llamado amor. La magia amorosa en la España Moderna, Madrid, UNED; MONCO REBOLLO, M. (2004), Demonios y mujeres: historia de una transgresión. En TAUSIET, M. y AMELANG, J.S. (eds.), El diablo en la Edad Moderna, Madrid,
Marcial Pons, pp. 187-210.
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ción privilegiada. Flores, hierbas y raíces constituyen la materia prima esencial para elaborar toda suerte de aguas de olor, afeites y tintes, pero también
sortilegios, hechizos y pócimas. El trinomio mujer-hechicera-plantas hunde
sus raíces en la prehistoria, cuando la mujer recolectora comienza a acumular
conocimiento sobre las propiedades ocultas de las plantas, saber que le permitía curar, pero también provocar enfermedades e, incluso, causar la muerte.
Durante toda la Edad Media se va gestando una concepción negativa de la
mujer, que aparecerá descrita como un ser especialmente afín a la noche, la
luna, el misterio, la magia y los espíritus malignos. Retrato que culminará con
la publicación, en 1486, del Malleus maleficarum (Martillo de brujas), obra
de los inquisidores dominicos Heinrich Kraemer y Jacob Sprenger, punto de
partida de la llamada caza de brujas de la Edad Moderna17. Desde las que
recogen hierbas hasta las que tienen enfrentamientos con sus vecinos, cualquier mujer corre el riesgo de ser considerada bruja y sufrir las penas más
graves. Siempre se ha creído que las plantas que utilizaban las definidas como
brujas en sus hechizos y pócimas eran hierbas fantásticas, misteriosas y de
compleja búsqueda y recolección. La realidad es bien distinta: se trata de
plantas comunes y abundantes que crecían por doquier en escombreras y bordes de caminos. Entonces, ¿estamos ante plantas verdaderamente efectivas o
se trata de simples ilusiones inquisitoriales? El estudio de la enteobotánica y
la botánica oculta de los siglos XIII al XVII nos revela que los principios
tóxicos de ciertos vegetales son los principales culpables de que numerosas
personas fueran acusadas de brujería y de realizar actos diabólicos. En efecto,
las plantas citadas con mayor frecuencia en libros de brujería y procesos inquisitoriales son, con diferencia, las pertenecientes a la familia de las solanáceas: estramonio, belladona, mandrágora, tabaco o beleño. No son pocos los
estudiosos que afirman que las visiones mágicas individuales o colectivas que
aseguraban haber tenido algunos procesados sólo serían el producto de la
ingestión o aplicación de ungüentos o bebedizos compuestos por estas plantas, ricas en alcaloides psicotrópicos18.
Desde esta nueva perspectiva, Celestina, como otras muchas de sus congéneres, se nos presenta bajo una nueva faz. Lejos de ser una vieja loca que sólo
————
17
DELUMEAU, J. (1978), La peur en Occident, París, Librairie Arthème Fayard; LEVACK,
B.P. (1987), The Witch-Hunt in Early Modern Europe, London, Longman; CLARCK, S.
(1997), Thinking with Demons. The idea of witchcraft in early modern Europe, Oxford, Oxford University Press.
18 GÓMEZ FERNÁNDEZ, J.R. (1999), Las plantas en la brujería medieval (propiedades y
creencias), Madrid, Celeste Ediciones; MORALES, R. (1995), Plantas mágicas y brujería,
Quercus, 110, pp. 7-8.
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busca su lucro personal engañando con sortilegios y filtros inocuos, Celestina
es una sabia mujer, experta conocedora del mundo vegetal, fuente tradicional
de alimentos y medicamentos. Lejos de ser una embaucadora, Celestina poseía
una amplia sabiduría popular basada en el conocimiento del universo vegetal
y sus principios tóxicos. Se ha señalado que, con toda probabilidad, tanto
Celestina como sus correligionarias reales comenzasen su periplo por el proceloso mar de la magia como curanderas, empleando diferentes plantas tóxicas de benéficas propiedades en dosis pequeñas, pasando poco a poco a proporciones más elevadas, descubriendo así los efectos psicotrópicos que éstas
poseían19. Flora medicinal que, según la dosis, se transformaba en satánica,
favoreciendo todo tipo de visiones y creencias. Conocimiento codiciado y
peligroso, que veía reforzada su actividad con el recitado de conjuros y oraciones demoníacas, cuyo papel era crear el escenario psicológico adecuado
para llevar a cabo rituales de aojamiento, ligamen, maleficio o curación.
Así, cuando Celestina acude junto a su maestra Claudina a cementerios y
encrucijadas con la caída de la tarde, no está llevando a cabo ningún ritual
satánico, sino aplicando el conocimiento empírico heredado de generación en
generación. Está comprobado que en suelos en los que abundan los nitratos y
las sales amoniacales, ciertos vegetales pueden llegar a doblar la cantidad de
alcaloides, elevando la proporción de sus principios activos. Es por este motivo por el que, en abundantes ocasiones, se cita la recolección de vegetales en
cementerios y otros lugares ricos en materia orgánica, como bordes de caminos y algunas zonas más o menos desagradables, como escombreras y basureros, lo que hizo que estas plantas resultaran aún más misteriosas. Y aún hay
más. Las brujas y hechiceras salían a última hora de la tarde a recolectar los
ingredientes de sus filtros principalmente por dos motivos: el primero de ellos
era, sin duda, por su propia seguridad, ya que no podían permitirse ser vistas
por sus propios vecinos recogiendo plantas venenosas, pues serían culpadas
inevitablemente de practicar brujería; el segundo era más sabio, pues conocían que estas plantas acumulan la mayor cantidad de principios activos mientras luce el sol, aumentando a lo largo del día y alcanzando el máximo durante la tarde, momento idóneo para recogerlas20.
Que las mujeres eran unas expertas conocedoras del mundo vegetal bien lo
sabían los médicos y boticarios de la Edad Moderna, que recurrían a ellas
————
19 Huelga decir que nos encontramos ante un saber empírico, fruto de la experiencia continuada en el uso de plantas ricas en psicótropos y estupefacientes. El descubrimiento de estas
sustancias químicas no se produce hasta finales del siglo XIX. De cualquier forma, que no se
conocieran por la ciencia no quiere decir que sus efectos no estuviesen ahí.
20 GÓMEZ FERNÁNDEZ (1999), pp. 15-16.
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para abastecerse de los simples necesarios para elaborar los remedios medicinales. Bernardo Cienfuegos ofrece buena muestra de ello en su inédita Historia de las plantas [1626-1631]21 donde nos cuenta, entre otras muchas cosas,
cómo eran mujeres herbolarias las encargadas de recorrer los alrededores de
las ciudades y villas en busca de los simples medicinales que luego iban a ser
utilizados en las reboticas22. Esto era así porque, según su propio testimonio,
la sabiduría vegetal se encontraba en manos de la gente común y, más concretamente, de las mujeres del campo, encargadas de curar las dolencias de su
familia ante la ausencia habitual de médicos o la imposibilidad de pagar sus
elevados honorarios23. Conocimiento femenino que fue utilizado por los autores de los denominados Libros de Secretos, género literario propio del Renacimiento. En dichos libros se compilaban toda suerte de recetas medicinales,
cosméticas y metalúrgicas extractadas, por lo general, del acervo popular24.
Las herbolarias no sólo eran capaces de distinguir multitud de especies vegetales en sus excursiones campestres sino que, una vez de regreso a sus casas,
————
21 Se trata de siete voluminosos tomos manuscritos, conservados en la Biblioteca Nacional de Madrid (BN) (mss. 3357-3363). Ver BLANCO CASTRO, E., MORALES, R. y SÁNCHEZ
MORENO, P. (1994), Bernardo Cienfuegos y su aportación a la botánica en el siglo XVII,
Asclepio, 46 (1), pp. 37-123. Sobre su importancia en el ambiente científico de la época ver
REY BUENO, M. (2004a), Juntas de herbolarios y tertulias espagíricas: el círculo cortesano de
Diego de Cortavila (1597-1657), Dynamis, 24, pp. 243-267.
22 «En España los médicos son tuertos, los boticarios ciegos, ni gastan el uno ni otro sino lo
que quisiere traher la mugercilla ygnorante diciendo que es Meliloto», BN, ms. 3362, fol. 244.
23 «El verdadero aunque vulgar conocimiento de las plantas se ha ido confirmando de
mano en la gente común de el campo y en muchos linages de personas que aun hasta hoy se
curan y medicinan sin médicos y boticarios con el modo que heredaron y aprendieron de sus
pasados. Yo tube una agüela que murió con robusta salud y vista y llego a edad de ciento y
quince años que llamaban la de Antón a causa que se llamó assi su marido: esto como digo
digo llegó a ver entre hijos, nietos, bisnietos y choznos más de doscientas personas y en estando enfermos mientras vivió a todos sirvió de medico cirujano y boticario», BN, ms. 3362, fol.
530. Recuerda Cienfuegos cómo su abuela, ya siendo vieja y estando medio ciega, le enviaba
a su huerta a por cinco en rama, para curar diversos tipos de dolencias, y era capaz de distinguirla al tacto porque sus raíces tenían «como escrófulas o turmillas». El de su abuela no es el
único testimonio que recoge Cienfuegos. Así, hablando de la melisa llamada torongil, cuenta:
«Aunque es verdad que es planta rara quien quisiere verla la hallará en Madrid en los barrancos detrás del rastro donde vacían los vientos y inmundicias de las calles que matan adonde
casi todo el año se conserva verde con la misma pintura y delineación que ponen Galeno y
Clusio. Una buena vieja de las que llaman en Castilla curanderas me enseñó esta planta y
preguntándole el nombre me dijo que es abogada del mal de rabia», BN, ms. 3359, fol. 95.
24 EAMON, W. (1994), Science and the Secrets of ature: Books of Secrets in Medieval
and Early Modern Culture, Princeton, Princeton University Press.
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seguían todo el proceso necesario para secarlas y extraer de ellas las virtudes
medicinales a través de laboriosos procesos. Así, cuando Pármeno nos dice
que Celestina «tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, de estaño, hechos de mil faciones» no
hacía sino describir el laboratorio de destilación que la alcahueta tenía en su
vivienda. Estamos, sin duda alguna, ante uno de los testimonios más interesantes sobre los saberes de Celestina: su faceta como destiladora. La destilación, entendida en la época como el arte o modo de extraer la virtud de una
sustancia por la fuerza del fuego, es una de las técnicas que más impronta
tuvo en la sociedad de la Edad Moderna25. El punto de partida de cualquier
destilación pasaba por la extracción de los principios activos en medios alcohólicos. Para ello se dejaban macerar durante días los simples vegetales en
espíritu de vino o aguardiente. A continuación se sometía al proceso destilatorio propiamente dicho: el resultado de la maceración se calentaba, las esencias extraídas por disolución en alcohol se volatilizaban y ascendían por el
serpentín para acabar licuándose en el refrigerante y cayendo en forma de
líquido sutil. Las sustancias así obtenidas recibían el nombre de aguas por su
aspecto acuoso y podían ser, a grandes rasgos, simples, cuando se destilaba
una única planta, o compuestas, cuando se destilaban dos o más. Todo este
proceso requería la intervención de un horno, elemento indispensable en
cualquier laboratorio, y de diferentes vasos de vidrio, por ser éste el material
más adecuado para retener los espíritus sutiles y, fundamentalmente, porque
evitaban la contaminación de la muestra que se producía al emplear recipientes de estaño, plomo o cobre. Práctica habitual de médicos, boticarios, metalúrgicos y alquimistas, investigaciones recientes apuntan también a las mujeres como practicantes de este complejo arte26. El mismo año que salía a la luz
la versión primitiva de La Celestina el boticario cordobés Sancho de Jaén
compró «100 azumbres de aguas destiladas» a Ana Ruiz la Perona con la
condición de que se los suministrase en pequeñas entregas a lo largo de los
diez meses siguientes a la firma del contrato27. Celestina es el ejemplo litera————
25
FORBES, R.J. (1948), A Short History of the Art of Distillation, Leiden, Brill.
Sobre el ejercicio de la práctica destilatoria en la Castilla del siglo XVI ver REY BUENO, M. (2004b), El informe Valles: los desdibujados límites del arte de boticarios a finales del
siglo XVI (1589-1594), Asclepio, 56 (2), pp. 243-268.
27 Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos notariales, 14-35, 6, fol. 16r. Cita
extraída de GARCÍA BALLESTER, L. (2001), La búsqueda de la salud. Sanadores y enfermos en
la España medieval, Barcelona, Península, p. 634. García Ballester recoge, en esta su obra
póstuma, las investigaciones llevadas a cabo por Ricardo Córdoba y Pilar Hernández, de la
Facultad de Filosofía y Letras cordobesa, sobre la alimentación en la Córdoba de finales del
26
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rio más evidente, si bien existen otros casos reales dignos de ser tenidos en
cuenta. Entre todos ellos, sobresale el laboratorio de María Sánchez de la
Rosa, acusada de hechicera y procesada por la Inquisición en 1699. Doscientos años después de publicarse La Celestina comprobamos que son más las
similitudes que las diferencias entre ambos laboratorios. María, como Celestina, disponía de gran número de pucheros, jarras vidriadas, ollitas y papeles
con polvos, ungüentos y otros ingredientes que fueron minuciosamente detallados en el inventario que, por orden del tribunal del Santo Oficio madrileño,
hizo el boticario Juan de Armuiña28.
No sólo eran hechiceras, según denominación inquisitorial, las expertas
destiladoras de la Edad Moderna. El conocido como Libro del Prior, manual
de técnica agrícola muy popular en la España del siglo XVII29, apunta también a las madres de familia como principales conocedoras de las prácticas
destilatorias, con lo que además podían elaborar afeites y cosméticos.
Vemos, pues, cómo tras los seis oficios de Celestina se esconde todo un
universo de conocimiento. Experta herbolaria y consumada destiladora, tan
sólo nos hemos acercado al saber asociado al mundo vegetal, dejando en el
tintero la experiencia que tenía en el mundo mineral, como lapidaria, o en
conjunciones planetarias y estrellas, como astróloga judiciaria que es presentada por quienes bien la conocían.
————
siglo XV. Investigaciones que ponen de manifiesto el uso habitual en la vida cotidiana de
aguas destiladas así como el empleo del alambique por particulares a quienes especieros y
boticarios compraban el producto, estableciendo entre ellos auténticos contratos de suministro.
28 CIRAC ESTOPAÑÁN, S. (1942), Aportación a la historia de la inquisición española. Los
procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la ueva (Tribunales de Toledo y Cuenca), Madrid, CSIC, pp. 43-46.
29 Obra de fray Miguel Agustín (1560-1630), prior de la Orden de San Juan de Jerusalén
en Perpiñán, se publicó originalmente en catalán con el título de Llibre dels secrets de agricultura, casa rustica y pastoril. Recopilat de diversos autors, antichs y moderns, de llenguas
llatina, italiana y francesa, en nostra vulgar llengua catalana (Barcelona, en la estampa de
Esteve Liberôs, 1617), siendo traducido al castellano en 1625 y reeditado en más de una veintena de ocasiones entre 1625 y 1785. A medio camino entre el libro de secretos y el manual
técnico de agricultura, se trata de una copia casi literal de L'agriculture et maison rustique
(París, 1570) escrita por el médico francés Charles Estienne y ampliada posteriormente por su
yerno Jean Lièbaut, destacado espagirista y compilador de remedios secretos.
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ANTECEDENTES Y METODOLOGÍA
Dentro de los trabajos relacionados con plantas y animales en la Celestina,
la obra ya citada de Laza Palacios30 incluye unas 60 especies de plantas medicinales, de ellas 55 del Acto 1, y un gran número de remedios extraídos de
animales, aunque en dicho trabajo se comentan otras muchas más de las que
en ningún momento habla La Celestina. Dichos animales, plantas y productos
derivados, citadas en el glosario de Laza Palacios, que no aparecen en la obra,
son las siguientes: alheñadas, brasil, canfora, sateriones y rábanos; o las cantáridas. Este autor no se interesa por vegetales que no estén relacionados con usos
medicinales y mágicos, y por lo tanto no los cita. Martín-Aragón31 en su obra
Los saberes médicos en La Celestina, que ha sido reimpreso en 1998 con ligeras correcciones, tiene una parte que trata sobre especies vegetales y animales.
En el libro de Gómez32, se copian muchas datos de Laza Palacios, incluso también las plantas que no vienen citadas en la Celestina como si aparecieran realmente en la obra, lo que da lugar a equívocos. Otros trabajos que tratan de remedios y, como consecuencia, de plantas y animales son los de Botta33 y
Cantalapiedra34. Asimismo Castroviejo et al.35 escribieron sobre las plantas de
la Celestina, aunque dejan de hablar de 26 especies que aquí comentamos.
El método seguido para la obtención de la información es la lectura y anotación de la obra, extrayendo todos los nombres vulgares referentes a plantas
y animales, o a productos derivados de estos36. Después se ha asignado a cada
uno un nombre científico. En general se ha considerado la especie más común
en el caso de ciertos nombres que corresponden a denominaciones de género,
como por ejemplo en la manzanilla, la mostaza o la madreselva. En otras ocasiones no se ha podido llegar de ninguna manera al nivel de especie, como es
————
30
LAZA PALACIOS (1958).
MARTÍN-ARAGÓN ADRADA, F.J. (1998), Los saberes médicos en “La Celestina”, Diputación Provincial de Toledo (reimpresión del original de 1962).
32 GÓMEZ, P. (2003), La rebotica de la Celestina. Antiguos remedios para las mujeres de
hoy, Ediciones Mairi.
33 BOTTA, P. (1994), La magia en La Celestina, Cuadernos de Filología hispánica, 12,
pp. 37-67.
34 CANTALAPIEDRA, F. (2000), Floresta celestinesca, Reichenberger, Kassel Edition, pp.
855-1679.
35 CASTROVIEJO, S. et al. (2000), Las plantas de la madre Celestina. En El Jardín de Melibea, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, pp.
255-281.
36 DE ROJAS, F. (1977), La Celestina, DAMIANI, B.M (ed.), Madrid, Ediciones Cátedra.
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el caso del género Rosa sp., o para la trufa, que probablemente corresponderá
al género Tuber, o del moho. Lo mismo ocurre para ciertos animales. Es el
caso del dragón, la serpiente, el papagallo o el simio. Además se incluye el
correspondiente comentario respecto a la asignación de la especie, en el caso
de que esta sea discutible.
RESULTADOS Y CONCLUSIONES
En el presente trabajo se recogen todas las citas que se han encontrado en
la obra, referentes a plantas y animales, y a nombres relacionados con estos, o
a productos vegetales y animales. En los anexos 1 y 2 se detallan las plantas y
animales respectivamente, ordenados por orden alfabético de géneros y especies, indicando en cada especie la familia botánica a la que pertenece en el
caso de los vegetales, el acto en donde se encuentra la cita, la transcripción
del texto en el que aparece esta, resaltado el nombre en cada caso con negrita.
En algunos casos se añaden comentarios, explicando cómo se ha llegado a la
determinación de los nombres científicos a partir del nombre común que aparece en la obra, en el caso de que haya duda sobre la identidad, y si han sido
citados anteriormente por Laza.
Se citan en total en la obra 86 especies vegetales y 70 animales. De los vegetales, gran parte de las citas se refieren a usos medicinales, cosméticos y mágicos, aunque 25 especies aparecen en otro contexto, en sentido simbólico,
como adorno y enriquecimiento del lenguaje, a veces dentro de dichos o en
sentencias que recogen finísimas observaciones, otras veces en falsas creencias.
En el Acto 1º son citadas 56 especies de vegetales y 29 de animales. Las
otras 30 especies vegetales y 41 animales corresponden a la parte introductoria
que lleva por título «El autor, excusándose», a los siguientes actos, hasta el
último o número 21, o a la parte final que lleva por título «Concluye el autor».
Desde el punto de vista botánico, la familia con mayor número de especies
es la de las leguminosas (9 especies), seguida de las compuestas, labiadas,
gramíneas, rosáceas y rutáceas con 4 especies y después las liliáceas y malváceas con 3. Del total de especies, algo más de 50 son plantas oriundas de España y otras 30 son alóctonas o introducidas en tiempos históricos o se trata
de productos vegetales importados de países lejanos. Dentro de estas se
encuentran las relacionadas con los usados en cosmética, perfumería o como
antisépticos, como incienso, mirra, ánime, benjuí, estoraque o algalia. Este
último puede tratarse de un producto vegetal o animal. Con muchas de ellas
se confeccionan bálsamos, término genérico que Laza no incluye en su glosa260
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rio, aunque es citado en el Acto 1 cuando dice que «y un poquillo de bálsamo
tenía ella en una redomilla, que guardaba para aquel rascuño que tiene por las
narices». Son mezclas de sustancias de naturaleza terpenoide u oleorresinas.
El resto de las especies alóctonas son plantas que se cultivan en España, algunas desde muy antiguo. En la lista confeccionada no aparece ninguna planta
americana, dada la proximidad en el tiempo del descubrimiento de América,
lo que hizo imposible que alguna de las especies importadas del Nuevo Mundo se hubieran popularizado, a diferencia de lo que ocurre un siglo después en
las obras de Cervantes.37
Los usos que aparecen (ver tabla 1) son en su mayoría para la salud de la
piel, para baños o para el cuidado o tinción del pelo y para la elaboración de
perfumes. También son importantes los usos relacionados con la higiene,
salud y prevención de enfermedades y otros males del aparato genital femenino, y para remediar el mal de amores. Se citan textualmente, todos estos en el
Acto 1: «aparejos para baños», para los que se emplean 14 especies diferentes; «aceites para el rostro» (15 especies), «aguas de rostro» (6 especies),
«adelgazaba los cueros» o que afinaba el cutis (2 especies), «aguas para oler»
(7 especies), perfumes (5 especies), «lejías para enrubiar» se entiende que el
cabello (5 especies). Usa 4 especies para componer virgos: cola de caballo,
fuste sanguino, hojaplasma y cebolla albarrana. Refiere que «esto de los virgos, unos hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía un tabladillo, en una
cajuela pintada, unas agujas delgadas de pellejero e hilos de seda encerados».
Según Martín Aragón, es bastante improbable que la Celestina pudiera recomponer virgos con sus medios, aunque ello fuera de suma importancia,
dada la mentalidad de la época. En una ocasión dice que pintaba en la palma
letras, con azafrán, probablemente como sortilegio amoroso. En el Acto 7
indica que «Todo olor fuerte es bueno» para remediar el mal de la madre. En
este caso cita 5 especies: ajenjo, incienso, poleo, romero y ruda. En el Acto 8
se refiere al diacitrón, o fruta de cidra confitada, como comestible, aparte de
los productos alimenticios omnipresentes, el pan y el vino. En el Acto 10 se
cita la trementina como remedio, aunque se advierte que es ardiente y hace
sufrir al herido. Todas estas referencias anteriormente comentadas son estudiadas en la obra de Laza, al que por ejemplo se le pasa que la boca de dragón
era utilizada como «antiveneno».
En sentido figurado se citan Narciso o Mirra, como personajes mitológicos. En dichos populares o a efectos comparativos se citan la col, la lechuga,
el melón, el roble, las nueces, los algodones, las calabazas, la manzana, el
————
37
Ver nota 4, PARDO DE SANTAYANA, et al. (2006).
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azahar, la ruda, la liga, el moho y las trufas. En algunos casos, ciertas expresiones utilizan con fuente las plantas; como en «estar embelesado».
En alusión directa, o sea como elementos del paisaje natural o humanizado,
menciona los altos cipreses, los lirios o las azucenas, el mimbre o el álamo.
La mayoría de las plantas son citadas una vez, 13 han sido citadas dos veces, alguna de ellas con nombres diferentes. Los vegetales o productos vegetales que aparecen más veces en la obra son el trigo y la vid, 20 y 16 veces
respectivamente. Sobre todo sus productos derivados, el pan y el vino, son
elementos básicos en la alimentación, que no faltaban en la dieta dentro de
nuestra cultura.
Otra mención que resulta interesante es la alusión a la sexualidad de los
vegetales:
que el que verdaderamente ama es necesario que se turbe con la dulzura del soberano deleite, que por el hacedor de las cosas fue puesto, porque el linaje de los
hombres se perpetuase sin lo cual perecería. Y no sólo en la humana especie, mas
en los peces, en las bestias, en las aves, en las reptilias y en lo vegetativo, algunas
plantas han este respecto, si sin interposición de otra cosa en poca distancia de tierra están puestas, en que hay determinación de herbolarios y agricultores, ser machos y hembras.
Se trata con dicha alusión a que hay plantas macho y hembra, o en tal caso
a la presencia de flores masculinas y femeninas.
Referente al término yerba, Laza no recoge esta mención, que es genérica
en el Acto 1: «Bien harás, y luego vamos, que no se debe dejar crecer la yerba
entre los panes, ni la sospecha en los corazones de los amigos, sino limpiarla
luego con el escardilla de las buenas obras». Sin duda se refiere a las malas
hierbas, motivo de preocupación universal para los agricultores. Yerbas en plural aparece de nuevo en el Acto 5, en este caso en alusión directa y en el Acto
6. Otras muchas veces se refiere genéricamente, además de a yerbas, a «plantas», «árboles», «raíces», «pimpollo», «ramas», «ramos», «paja», «granzones»,
«hojas», «flores», «fruto», «grano», a veces «florida planta», «frescas hierbas»
o a formaciones vegetales como «verdes prados» o «huerto florido».
Los animales son referidos en varias ocasiones para conseguir manteca,
con fines cosméticos y medicinales, en total 18 especies, todas en el primer
acto: «Y los untos y mantecas que tenía, es hastío de decir: de vaca, de oso,
de caballos y de camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza y de
alcaraván y de gamo y de gato montés y de tejón, de arda, de erizo, de nutria». Como medicinal contra el mal de madre se usa el humo de plumas de
perdiz. Como cosmético, en el Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos de
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limones, con turbino, con tuétano de corzo y de garza, y otras confacciones».
Para elaboración de perfumes: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques, menjuí, ánimes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes» (Acto
1). «Echaba de sí en bullendo un olor de almizque; yo hedía al estiércol que
llevaba dentro de los zapatos» (Acto 19). El almizcle genuino procede de un
género de rumiantes conocido como ciervo almizclero, según relata Laza38.
Pero hay otras sustancias aromáticas de este tipo de diferentes orígenes. O el
ambar gris, sustancia aromática que se obtiene del cachalote.
Si se tienen en cuenta los aspectos mágicos aplicados a remediar amores y
«para se querer bien», en general se utilizan más remedios de origen animal,39
como «huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices,
sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, haba morisca, guija marina,
soga del ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de
helecho, la piedra del nido del águila, y otras mil cosas» (Acto 1). O cuando
se refiere en el acto 3 a que «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y
baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste». O
«y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago
debajo de aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas».
Citas de plantas y animales para alimentación son: «Y enviaban sus escuderos y mozos a que me acompañasen, y apenas era llegada a mi casa cuando
entraban por mi puerta muchos pollos y gallinas, anserones, anadones, perdices, tórtolas, perniles de tocino, tortas de trigo, lechones» (Acto 9).
Como es bien sabido la cetrería era práctica normal entonces, para caza y
entretenimiento. Precisamente el motivo por el cual Calisto entró en la huerta
de Melibea y la conoció fue para recuperar su halcón. Se citan tres nombres
referentes a aves de cetrería: neblí, falcón o halcón y gerifalte.
Como era de esperar, los animales entran a formar parte de muchos dichos:
«que aunque muda el pelo la raposa, su natural no despoja» (Acto 12). «Una
golondrina no hace verano» (Acto 7). «Una perdiz sola por maravilla vuela»
(Acto 7). O en versos improvisados: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al
alborada; / llevad nueva a mis amores / como espero aquí asentada» (Acto
19). «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los
cabritos; / Melibea con su amado» (Acto 19). O sabias sentencias, que indican
a veces agudas observaciones: «El falso boyzuelo con su blando cencerrear
trae las perdices a la red» (Acto 10). «Las sucias moscas nunca pican sino los
————
38
39
LAZA PALACIOS (1958), p. 95.
BOTTA (1994), p. 60.
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bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu». (Acto 12). «Pues las aves, ninguna cosa el gallo, come que no participe y llame las gallinas a comer de ello». (Acto 4). «Así como corderica mansa que mama su madre y la ajena» (Acto 11). «Como la
sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan
galardón» (Acto 1). O «que es pensar sacar aradores a pala de azadón» (Acto
1), como el colmo de lo imposible.
Son de interés ciertas apreciaciones como las que indican que «Las cigüeñas mantienen otra tanto tiempo a sus padres viejos en el nido, cuanto ellos le
dieron cebo siendo pollitos» (Acto 3). O que «El pelícano rompe el pecho por
dar a sus hijos a comer de sus entrañas» (Acto 3). Símiles, como «Mi ronca
voz de cisne» (Acto 19). «¡Como cola de alacrán!» (Acto 1). Además se citan
dos casos de bestialidad: «¿No has leido lo de Pasife con el toro, lo de Minerva con el can?» (Acto 1). «Lo de tu abuela con el simio, ¿hablilla fue? Testigo
es el cuchillo de tu abuelo» (Acto 1).
Cabe resaltar denominaciones antiguas de animales como mur para ratón,
picaza para urraca o arda para ardilla.
Si atendemos al número de referencias de animales, los más citados son el
caballo (11), asno (10), vaca, toro o buey (7); perro, can o gozque(6), gallo,
gallina o pollo (6), perdiz (5), oveja, cordero o lechón (4), serpiente o culebra
(3), víbora (3). Solamente 10 especies de las 70 referidas corresponden a
animales domésticos, aunque estos son citados más frecuentemente. Sin embargo la gran cantidad de referencias a animales silvestres es reflejo de la
importancia de la naturaleza silvestre en la vida diaria, hoy relegada al entretenimiento y goce.
Concluyendo, el autor, en boca de Pármeno en el acto primero y de Celestina, en múltiples ocasiones, demuestra tener buen conocimiento de los productos vegetales y animales utilizados por sanadoras o arregladoras de ciudad. La cita de 53 especies vegetales y de 29 animales, además de sus usos,
solamente en el acto primero, da indicio del amplio conocimiento que se tenía
sobre el tema. Las aplicaciones prácticas son especialmente prolijas en lo
relativo a cosmética, perfumes, aclarado de pelo, baños, o en lo referente a
restaurar virgos. Sin duda son reflejo de los conocimientos del autor, de ascendencia judía, que pese al tema tratado no tuvo ningún problema para la
publicación de su obra. Si sus conocimientos sobre el tema fueron más amplios, las exigencias de la obra estaban bien servidas con lo que ya se explicitaba. Es interesante el caso de muchas de las plantas utilizadas para baños,
como por ejemplo el culantrillo, de las que ahora no hay noticia de que se
sigan utilizando. La adición al agua de baño de gran variedad de plantas sería
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además necesaria, si se tiene en cuenta que la calidad del agua desde el punto
de vista higiénico en tiempos pasados era muy deficiente.
La obra está llena de interesantes observaciones con relación al comportamiento animal, y aparte de los animales utilizados como medicinales, cosméticos, o para perfume, se encuentran los más habituales en alimentación. El
asno y el caballo son los animales más citados, seguido del perro, toro o vaca
y gallo o gallina; después la perdiz, animal silvestre frente a los anteriores,
que son todos domésticos. Algunas de las citas se refieren a dichos y para
establecer similitudes.
En este análisis, realizado dentro de nuestro ámbito de conocimiento, se
puede percibir la concepción que se tenía en aquella época del mundo vegetal
y animal. Todos estos conocimientos se relacionaban en general con la obtención de recursos vitales, como alimento o medicinas. También formaban parte
del lenguaje, dada su presencia en giros y figuras literarias. Dentro de un ámbito urbano, las aplicaciones prácticas eran primordiales, sobre todo en lo
relativo al cuidado del cuerpo y a ciertas actuaciones mágicas, con fines amorosos. Además los datos obtenidos referentes a especies vegetales y animales
se pueden comparar con otras floras y faunas literarias de épocas más o menos próximas en el tiempo. Estos análisis comparativos permitirían ver la
variación en la concepción del mundo natural, tanto vegetal como animal en
las diferentes épocas, así como la pervivencia de ciertos conocimientos. De
cualquier manera son una muestra de la concepción de la naturaleza hace 500
años.
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ANEXO 1. ESPECIES VEGETALES
Se indican al final con un asterisco las especies que cita Laza y la página
en que es citada entre paréntesis. En las citas largas, para no repetir, se ponen
puntos suspensivos y se refiere a la especie en donde se encuentra la cita
completa.
Abelmoschus moschatus Medik. MALVACEAE
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques, menjuí, ánimes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes».
Otra algalia de origen vegetal, además de la que procede del animal llamado civeta (ver Viverra
civeta), es usada en perfumería por sus semillas o granos de algalia, también de olor almizclado.40
Es la especie conocida también como abelmosco. Procede del sur de Asia.
Adiantum capillus-veneris L. ADIANTACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños, esto es una maravilla, de las hierbas y raíces que tenía en el techo de
su casa colgadas: manzanilla y romero, malvaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco y de
mostaza, espliego y laurel blanco, tortarosa y gramonilla, flor salvaje e higueruela, pico de oro y
hoja tinta».
La utilización que aparece en la Celestina es como una hierba que era añadida a agua de baños.
Esos baños no eran simplemente higiénicos, sino que se tomaban por su acción curativa, lo que no
contradice que la Celestina además pudiera conocer la acción emenagoga de esta planta, que es su
uso medicinal más frecuente. *(122).
Alchemilla vulgaris L. ROSACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...flor salvaje...» (ver Adiantum capillus-veneris)
Laza recogió este nombre de una hechicera andaluza de la zona de Despeñaperros, que así llamaba a esta especie. Según Laguna41 tenía múltiples aplicaciones medicinales, sobre todo por su
acción astringente, lo que es corroborado por Font Quer42. Sin duda ese efecto puede ser beneficioso para la piel. *(181).
Allium ampeloprasum L. LILIACEAE
Acto 1: «¡Maldito sea este necio; y qué porradas dice!
Acto 1: «Señor, Sempronio y una puta vieja alcoholada daban aquellas porradas».
Aunque se refiere a necedades, el nombre proviene de la planta, el ajo porro o puerro silvestre,
antecesor del puerro cultivado.
————
40
DEL VALLE NIETO, A. (2002), Botica y Farmacia en el Quijote, Anales de la Real Academia acional de Farmacia, 68 (4), pp. 23-67.
41 LAGUNA, A. (1991), Pedacio Dioscorides Anazarbeo, Acerca de la materia medicinal
y de los venenos mortíferos. Traducido del griego e ilustrado por el Doctor Andrés de Laguna, ed. facs., Madrid, Consejería de Agricultura y Cooperación de la CAM.
42 FONT QUER, P. (1961), Plantas medicinales. El Dioscórides renovado, Barcelona, Labor.
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Anthoxanthum odoratum L. POACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...gramonilla...» (ver Adiantum capillus-veneris)
Pudiera tratarse de la grama de olor, que impregna de aroma al heno cortado por su contenido
en cumarina, que comienza a oler sobre todo cuando la hierba está seca. Aunque también podría ser
gramonica, que corresponde a Agrimonia eupatoria L. *(181).
Antirrhinum majus L. SCROPHULARIACEAE
Acto 10: «no de otra manera que, cuando vio en sueños aquel grande Alejandre, rey de Macedonia,
en la boca del dragón la saludable raíz con que sanó a su criado Tolomeo del bocado de la víbora».
No parece ser una planta medicinal con gran tradición en la Península Ibérica.43. Aquí se refiere
claramente al uso de su raíz como contraveneno ante la picadura de víbora, tomado de un clásico,
por lo que no tiene por qué reflejar usos de la época.
Althaea officinalis L. MALVACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...malvaviscos...» (ver Adiantum capillus-veneris)
Es planta medicinal por excelencia. Debido a su contenido en mucílagos, se ha empleado como
suavizante de las mucosas. Por ello también debe ser indicada para baños. *(155).
Achillea millefolium L. ASTERACEAE
Acto 1: «hacía lejías para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas».
Se usa popularmente como tónica y por su efecto astringente, que es por lo que se utilizaría
como antihemorrágica en menstruaciones excesivas. Aquí se cita exclusivamente para decolorar
(enrubiar), probablemente el pelo. *(158).
Artemisia absinthium L. ASTERACEAE
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como poleo, ruda, ajiensos, humo de plumas de perdiz, de
romero, de moxquete, de incienso».
La especie más frecuentemente utilizada es la que se cita en la cabecera. Se usa tradicionalmente como tónico, febrífugo y emenagogo; el último de los usos parece ser el que corresponde a esta
cita. Celestina alude a su olor fuerte y característico, junto con el de otras plantas. El ajenjo tiene un
componente tóxico en su aceite esencial, la tuyona, que produce intoxicación por acumulación. De
ahí que el licor de absenta produjera graves intoxicaciones, cuando se puso de moda en Francia,
después de la célebre revolución. El vermut también se hace con esta planta, que es rica en amargos. Wermut es el nombre popular alemán de esta especie. *(104).
Asphodelus albus L. LILIACEAE
Acto 1: «hacía solimán, afeite cocido, argentadas, bujelladas, cerillas, lanillas, unturillas, lustres,
lucentores, clarimientos, albalinos, y otras aguas de rostro, de rasuras de gamones, de cortezas de
espantalobos, de teraguncia, de hieles de agraz, de mosto, destilados y azucarados».
Sin duda se trata de raspaduras de las raíces de esta planta. La especie más común es la que se
considera aquí. Laza, en la entrada GAMONES (RASURAS DE), no aclara la parte de la planta
que se utiliza, lo que quizá ha llevado a Gómez (2003: 118) a considerar que eran las hojas las que
se aplicaban directamente al rostro. Aunque después este mismo autor explica el significado de
rasura, en LICOR DE LAS RASURAS, lo que aclara que eran las raíces tuberosas la parte utiliza-
————
43
FONT QUER (1961), p. 608.
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da. Precisamente esta segunda expresión no procede de La Celestina, sino de la obra de Rodrigo de
Cota «Diálogo entre el amor y un viejo»*(135).
Athyrium filix-femina (L.) Roth ATHYRIACEAE
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores y para se querer bien. Tenía huesos de
corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo
de niño, haba morisca, guija marina, soga del ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón,
granos de helecho, la piedra del nido del águila, y otras mil cosas».
Los granos de helecho pueden ser los esporangios de esta especie o también los de Dryopteris
filix-mas (L.) Schott u Osmunda regalis L. Todos los remedios aquí referidos, vegetales, animales y
minerales, eran usados para sortilegios amorosos. *(136).
Boswellia sacra Flueckiger BURSERACEAE
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como...de incienso» (ver Artemisia absinthium).
Se trata de un árbol que vive en África oriental y Arabia, y del que se saca la resina mediante
cortes en su corteza. Esta se solidifica rápidamente. Se quema para purificar y como ofrenda a
Dios. Es muy utilizada en la liturgia de la iglesia católica. Efectivamente, los compuestos volátiles
que se producen cuando se quema, son desinfectantes. *(124).
Brassica nigra (L.) Koch BRASSICACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...mostaza...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Hay dos especies de mostaza: la blanca o Sinapis alba L. y la negra, que es la que se ha considerado. Ambas, por las propiedades rubefacientes de los principios activos que contienen, sobre
todo glucosinolatos, han sido utilizadas para calentar por vía externa o interna, cuando el frío se ha
apoderado del cuerpo o de ciertas partes y se produce la enfermedad. Además reaviva instintos
languidecientes, o sea, que tiene propiedades afrodisíacas. *(162).
Brassica oleracea L. BRASSICACEAE
Acto 6: «Tu dirás lo tuyo: entre col y col, lechuga».
El autor la cita en un dicho popular, que parece indicar que las cosas son como han de ser.
Buxus sempervirens L. BUXACEAE
Acto 1: «hacía solimán,...bujelladas...» (ver Asphodelus albus).
Laza indica que podría provenir de bujeta o vaso pequeño que se hace con madera de boj, para
que contenga sustancias aromáticas. El boj se plantaba en todos los claustros de los monasterios y
en jardines para disponer de su madera, dura, muy consistente y amarilla, con la que se confeccionaban pequeñas herramientas, cucharas y tenedores. Todo parece indicar que bujelladas eran «confacciones» basadas en esta planta.*(108).
Cercis siliquastrum L. FABACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños pico de oro...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Martín-Aragón44 entiende que pudiera tratarse de esta especie. Pico de oro sería una deformación de pica moro, que es como se llama a esta especie en ciertos pueblos de Guadalajara, en Sayatón y Bolarque, según indica Máximo Laguna45 en su Flora forestal española. *(166).
————
44
MARTÍN-ARAGÓN (1998), p. 91.
LAGUNA, M. (1890), Flora forestal española, Madrid, Imprenta del Colegio Nacional
de Sordo-Mudos y de Ciegos.
45
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Citrus aurantium L. RUTACEAE
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de rosas, de azahar, de jazmín, de trébol, de madreselva; y clavellinas, mosquetadas y almizcladas, polvorizadas con vino»;
Acto 19: «Tenía unas manos como la nieve, que cuando las sacaba de rato en rato de un guante,
parecía que se derramaba azahar por casa».
El azahar es la flor del naranjo, árbol ornamental traído a España por los árabes, y que se encontraba en los patios de las mezquitas, antes que llegara el naranjo dulce en el siglo XV a través de
Portugal46. El agua de azahar se ha utilizado desde antiguo. Es difícil definir este olor tan conocido,
penetrante, algo dulce y que agrada a todos los gustos. Es aroma que se utiliza en perfumería.
*(102).
Citrus limon (L.) Burm. fil. RUTACEAE
Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos de limones, con turbino, con tuétano de corzo y de
garza, y otras confacciones».
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro no es cosa de creer: de estoraque y de jazmín, de
limón, de pepitas, de violetas, de menjuí, de alfócigos, de piñones, de granillo, de azofeifas, de
neguilla, de altramuces, de arvejas y de carillas y de hierba pajarera»;
Laguna47 cita que el zumo de limón quita los barros y cualesquiera manchas del rostro. *(153).
Citrus medica L. RUTACEAE
Acto 8: «Dije, señor, a Pármeno, que fuese por una tajada de diacitrón».
Acto 8: « Allá irás con el diablo tu y malos años; y en tal hora comieses el diacitrón, como Apuleyo el veneno que le convirtió en asno».
Acitrón o diacitrón es la cidra confitada, aunque el diccionario de la RAE indica que es la fruta
llamada cidra después de confitada; pero ninguno de los dos aclara de qué especie se trata. La cidra
es el primer cítrico conocido en la región mediterránea. Su epíteto específico alude a los persas de
la región de Media, a través de los cuales se introdujo probablemente en tiempos de Alejandro
Magno en el ámbito mediterráneo, en donde ya se conocía en tiempos de los romanos. Actualmente, en que este fruto prácticamente ha desaparecido o es muy raro, la especie Cucurbita ficifolia C.
D. Bouché, americana, es la más utilizada en confitería para hacer dulces de los que se denominan,
en la actualidad, de cidra. *(87),
Colutea arborescens L. FABACEAE
Acto 1: «hacía solimán,...espantalobos...» (ver Asphodelus albus).
La utilización de la corteza de esta planta en cosmética es una novedad aportada por la Celestina. Las semillas eran consideradas tradicionalmente purgantes y eméticas, aunque, al parecer, era
poco utilizada48. *(128).
Commiphora abyssinica Engl. BURSERACEAE
Acto 16: «Y aún otras, de mayores fuegos encendidas, cometieron nefarios e incestuosos yerros,
como Mirra con su padre».
Aunque no se refiere a la planta, sino a la hija que mantuvo relaciones incestuosas con su padre
Theais, rey de Siria, que habiéndose enamorado de él, aprovechando la noche, satisfizo su pasión,
————
46
RAMÓN-LACA, L. (2003), The introduction of cultivated Citrus to Europe via Northern
Africa and the Iberian Peninsula, Economic Botany, 57 (4), pp. 502-514.
47 LAGUNA (1555), Libro 1, Cap. 63.
48 FONT QUER (1962), p. 376.
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según la mitología griega narrada por Ovidio. Entonces los dioses la convirtieron en el árbol del
que se obtiene esta resina aromática. Es planta oriunda de Arabia y Etiopía. Laguna49 hace una cita
expresa de La Celestina: «No topo Celestina con este azeyte, con quanto fue lapidaria». *(158).
Cornus sanguinea L. CORNACEAE
Acto 1: «Tenía en un tabladillo, en una cajuela pintada, una agujas delgadas de pellejeros e hilos de
seda encerados, y colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo; hacía con esto maravillas: que, cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió
por virgen una criada que tenía».
Con la raíz del fuste sanguino se refiere probablemente al cornejo o sanguino. La Celestina lo
utilizaba como cicatrizante cuando reponía virgos, según parece indicar. Las hojas de esta planta
contienen ácido salicílico y sus semillas aceite. La corteza se ha utilizado como febrífuga. *(170).
Crocus sativus L. IRIDACEAE
Acto 1: «a otros pintaba en la palma letras con azafrán»;
Se alude sin duda a una práctica mágica. Como es bien sabido, el azafrán se utiliza como colorante alimentario, además de como saborizante. Se usa también contra el mareo. *(102).
Cucumis melo L. CUCURBITACEAE
Acto 18: «Que los caxquetes de Almacén así los corta como si fuesen hechos de melón».
Se refiere a la facilidad con que se cortan las rajas de melón.
Cupressus sempervirens L. CUPRESSACEAE
Acto 19: «Escucha los altos cipreses, cómo se dan paz unos ramos con otros por intercesión de un
templadico viento que los menea».
Especie presente en todo el ámbito mediterráneo desde antiguo, aunque su lugar de origen es la
región este de la cuenca mediterránea, incluida la isla de Chipre, de donde le viene el nombre.
Resulta un árbol emblemático por su silueta característica.
Daphne gnidium L. THYMELAEACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños tortarosa...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Cantalapiedra (2000) considera que la tortarosa podría corresponder al torvisco, según los diccionarios de Autoridades y de la RAE. *(181)
Dianthus plumarius L. CARYOPHYLLACEAE
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…clavellinas…» (ver Citrus aurantium).
El uso actual de esta planta es exclusivamente ornamental. Pero como ha ocurrido con otras
muchas especies que ahora se tienen como meramente ornamentales, en épocas pasadas se cultivaban porque eran medicinales. Se ha olvidado el uso, pero se siguen cultivando. *(117).
Dracunculus vulgaris Schott ARACEAE
Acto 1: «hacía solimán,...teraguncia...» (ver Asphodelus albus).
La taraguntia o taragontia es una deformación de dragontea a través de zaragutia. El uso que da
la Celestina a esta planta es el cosmético, para aguas de rostro, para lo que se utilizaba el jugo de su
raíz. Es una especie considerada desde antiguo como contraveneno para las picaduras de serpiente.
Su rizoma hecho pasta se utilizaba como callicida. Se trata de una especie que se cultivaba como
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LAGUNA (1555).
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medicinal en monasterios y jardines. En la actualidad se encuentra raramente en España, como
planta asilvestrada. *(181).
Equisetum arvense L. EQUISETACEAE
Acto 1: «Tenía en un tabladillo...cepacaballo...» (ver en Cornus sanguinea).
Con cepacaballo probablemente se refiera a esta especie de cola de caballo, que es la más frecuente, o a E. hyemale L. También está registrado este nombre para Xanthium spinosum L., aunque
las propiedades hemostáticas de los equisetos refuerzan la primera opinión. *(114).
Ficus carica L. MORACEAE
Acto 9: «Por una vez que haya de salir donde pueda ser vista, enviste su cara con hiel y miel, con
uvas tostadas y higos pasados, y con otras cosas, que por reverencia de la mesa dejo de decir».
En este caso los higos se utilizan como mascarilla para el cutis de la cara.
Gossypium herbaceum L. MALVACEAE
Acto 10: «para tus oídos unos algodones de sufrimiento y paciencia»,
Esta planta es citada en sentido figurado, como protector ante el sufrimiento, dada su blandura
y suavidad. El algodón es la fibra que recubre a las semillas dentro del fruto de esta planta.
Hedera helix L. ARALIACEAE
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...hiedra...» (ver Athyrium filix-femina).
La hiedra tiene propiedades mágicas. En la Antigüedad era empleada para realizar sortilegios
de amor y fidelidad, para protegerse contra la negatividad y para invocar a los espíritus. Es planta
que tuvo usos medicinales en tiempos pasados. Florece en otoño y sus frutos son venenosos, porque
contienen hederina, un glucósido tóxico, que se utiliza como desinfectante de úlceras. Con frecuencia se cultiva como ornamental otra especie de hojas mayores y más brillantes. Se trata de H. maroccana McAllister. *(189).
Hypericum androsaemum L. HYPERICACEAE
Acto 1: «Tenía en un tabladillo...hojaplasma...» (ver Cornus sanguinea).
Laza recogió este nombre, inédito hasta ahora, en los montes cercanos a Ávila en junio de
1944. Es más conocida con nombres como toda-buena o todosana. Tiene propiedades cicatrizantes,
y se toma para abrir el apetito.50 *(143).
Ipomoea turpethum R. Brown CONVOLVULACEAE
Acto 1: «Adelgazaba los cueros con…turbino…» (ver Citrus limon).
El turbit genuino ya se falsificaba en el siglo XVI con la raíz de Thapsia villosa L., conocida
como turbit falso51, tomado de Cienfuegos52, especie que crece en España, y que se vendía incluso
por turbit en Alejandría, por lo que tampoco se debería descartar a esta especie como el turbino
aquí indicado. Laza identifica el turbit con Globularia alypum, que se trataría del turbit blanco, del
que se utilizaban las hojas como purgantes. La novedad en La Celestina sería el uso del turbit en
cosmética para afinar el cutis o la piel en general, en lugar de como purgante. Según el diccionario
de la RAE, el turbino es la raíz del turbit pulverizada. *(185).
————
50
51
52
FONT QUER (1961), p. 143.
FONT QUER (1961).
CIENFUEGOS (alrededor de 1620), ver nota 21.
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
Iris germanica L. IRIDACEAE
Acto 19: «Vistanse nuevas colores / los lirios y la azucena»;
Planta cultivada desde antiguo como ornamental y medicinal.
Jasminum officinale L. OLEACEAE
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…jazmín…» (ver Citrus aurantium).
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...jazmín...» (ver Citrus limon).
El aroma de jazmín se utiliza desde antiguo en todo el ámbito mediterráneo. *(147).
Juglans regia L. JUGLANDACEAE
Acto 9: «Hija, de estos dolorcillos tales, más es el ruido que las nueces».
Este árbol se cultiva en toda la Península Ibérica desde tiempo inmemorial para conseguir madera, sustancias colorantes y por sus apreciados frutos. También se utiliza como medicinal. En este
caso la cita es en sentido figurado.
Lactuca sativa L. ASTERACEAE
Acto 6: «Tu dirás lo tuyo: entre col y col, lechuga».
El autor la cita en un dicho popular, que parece indicar que las cosas son como han de ser.
Lagenaria siceraria L. CUCURBITACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...pepitas..». (ver Citrus limon).
Acto 9: «Que así goce de mi, unas tetas tiene, para ser doncella, como si tres veces hobiese parido;
no parecen sino dos grandes calabazas».
Laza considera que se trata de las semillas de Cucurbita pepo L., lo que probablemente es erróneo, dado que esta especie fue traída de América. Al menos parece muy corto el tiempo desde
1492, para que ya en 1499 o antes, mientras escribía la obra el autor, se hubiera extendido su cultivo y su uso. Por ello pensamos que el autor se refiere a la calabaza del Viejo Mundo, la calabaza
vinatera, empleada desde antiguo para hacer recipientes, o cortada por la mitad como escudillas. Es
también la calabaza de peregrino. De sus pepitas se puede obtener aceite, que era lo que se utilizaba
para la cara. La segunda cita es en sentido figurado. *(165).
Laurus nobilis L. LAURACEAE
Prólogo: «Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador y poeta laureado, Francisco
Petrarca»
Acto 1: «Aparejos para baños...laurel blanco...» (ver Adiantum capillus-veneris).
La denominación laurel blanco debe referirse al laurel común, ya que este nombre no aparece
registrado para ninguna otra especie. *(148).
Lavandula latifolia Medicus LAMIACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...espliego...» (ver Adiantum capillus-veneris).
El espliego o alhucema es planta conocida y utilizada de antiguo para baños, por su fragante
aroma, que ahora se llama de lavanda. Precisamente la etimología de este término está relacionada
con los baños. *(129).
Lilium candidum L. LILIACEAE
Acto 19: «Vistanse nuevas colores / los lirios y la azucena»;
Se trata de una de las plantas cultivadas más antiguas de que se tiene noticia.
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
Lonicera periclymenum L. CAPRIFOLIACEAE
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…madreselva…» (ver Citrus aurantium).
Planta trepadora de flores muy olorosas, de la que se obtenía aguas de baño o colonia. Sus frutos son tóxicos. *(154).
Lupinus albus L. FABACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...altramuces...» (ver Citrus limon).
El altramuz es planta cultivada y asilvestrada desde antiguo en España. Aquí se cita para la elaboración de cosméticos para la cara. Según relata Laguna53, esta planta purifica el rostro. *(95).
Malus domestica Borkh. ROSACEAE
Acto 6: «Si ella se hallara presente en aquel debate de la manzana con las tres diosas, nunca sobrenombre de discordia le pusieran».
Acto 6: «Así que llamará manzana de concordia».
Citada en sentido figurado en estas dos ocasiones.
Marrubium vulgare L. LAMIACEAE
Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con
salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas».
Esta especie tiene propiedades antitérmicas, se usa para afecciones bronquiales, ayuda en partos
difíciles y es emenagoga. Sin embargo, la Celestina utilizaba el marrubio como tintórea. *(157).
Matricaria recutita L. ASTERACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...manzanilla...» (ver Adiantum capillus-veneris).
La manzanilla más común, que se encuentra cultivada en muchos lugares de España, es la especie arriba indicada. La otra manzanilla de uso más frecuente en el norte de España es la amarga o
Chamaemelum nobile (L.) All.54. El autor considera que es una buena planta para baños. *(156).
Melilotus officinalis (L.) Pallas FABACEAE
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…trébol…» (ver Citrus aurantium).
Acto 1: «Aparejos para baños...coronillas...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Laza, basándose principalmente en los usos, aguas para oler y aparejos para baños, interpreta
que debe tratarse del trébol oloroso, y sin dudar afirma, que se trata de esta especie, vulgarmente
conocida por los nombres de coronillas, trébol oloroso o meliloto. Efectivamente esta planta contiene cumarinas, que son sustancias con aroma penetrante. A pesar de la opinión de Laza, parece
extraño que dos nombres vulgares distintos, trébol y coronillas, citados tan próximos entre sí, apenas 10 líneas de diferencia, correspondan a la misma especie. Sin embargo, de momento no se
encuentra otra solución a la identificación del trébol oloroso. *(121, 184).
Mentha pulegium L. LAMIACEAE
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como poleo...» (ver Artemisia absinthium).
El poleo corresponde sobre todo a esta especie, pero a otras mentas ibéricas, Mentha cervina L.
y M. longifolia (L.) Hudson, también se les denomina poleos. Efectivamente, su olor es inconfundible. *(169).
————
53
LAGUNA (1555).
PARDO DE SANTAYANA, M. y MORALES, R. (2006), Manzanillas ibéricas: historia y
usos tradicionales, Revista de Fitoterapia, 6 (2), pp. 143-153.
54
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MUSGO
Acto 15: «piedra movediza que nunca moho la cobija».
Con «moho» se refiere probablemente a alguna especie de musgo o de liquen, que es incapaz
de crecer en las piedras de pedreras móviles, que aún no están asentadas. Martínez Abaigar y Nuñez Olivera55, en su trabajo sobre la fiesta tradicional, comentan estas denominaciones.
arcissus pseudonarcissus L. AMARYLLIDACEAE
Acto 4: «Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso, que se enamoró de su propia
figura, cuando se vido en las aguas de la fuente».
Es conocido el mito griego de Narciso, que se convirtió en la flor que lleva su nombre. Por lo
tanto el nombre se lo dio el personaje a la planta. La especie considerada es la más característica, y
además es la originaria de muchas variedades de cultivo. Este género alcanza una gran diversidad
en la Península Ibérica, de donde se recolectaron casi todas las especies silvestres, que debidamente
seleccionadas e hibridadas han dado lugar a todas las estirpes cultivadas.
igella sativa L. RANUNCULACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...neguilla...» (ver Citrus limon).
Otra especie llamada neguilla es Agrostemma githago L., aunque comparte con las anteriores
sólo el aspecto de sus semillas. Esta semejanza debe ser el motivo de que, en los escritos antiguos,
se hayan confundido y sean denominadas con el mismo nombre vulgar. El vinagre de neguilla se ha
utilizado para quitar manchas y asperezas de la piel, y contra el dolor de muelas, porque al parecer
tiene efectos calmantes. Aquí se cita como cosmético facial. *(163).
Olea europaea L. OLEACEAE
Acto 3: «a los chirriadores quicios de las puertas hacen con aceites usar su oficio sin ruido».
Acto 3: «baja acá el bote del aceite serpentino»
Acto 3: «por la áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue hecho»
Acto 5: «¡Oh serpentino aceite!»
El aceite de oliva era utilizado como excipiente para hacer el serpentino que se cita arriba que
era de uso muy propio para hechizos y encantos amorosos. Laguna56 indica que «el aceite desencoge y extiende los encogidos y retirados nervios, y dan gran refrigerio y desencanto a los miembros
muy fatigados, y los hace más diestros». *(102).
Pinus pinaster L. PINACEAE
Acto 10: «Señora, no tengas por nuevo ser más fuerte de sufrir al herido la ardiente trementina y
los ásperos puntos que lastiman lo llagado, doblan la pasión, que no la primera lisión, que dio sobre
sano».
La trementina o aguarrás se obtenía casi siempre de la resina del pino resinero, y era utilizada
en medicina, además de como disolvente. Las friegas con este producto producen rubefacción y
curan por el intenso calor que genera. Por eso se refiere en el texto a la ardiente trementina. *(165).
Pinus pinea L. PINACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...piñones...» (ver Citrus limon).
El pino piñonero es el que produce piñones, de los que al parecer Celestina obtenía aceite para
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55
MARTÍNEZ ABAIGAR, J. y NUÑEZ OLIVERA, E. (2001), The legend and procession of
the Moss Men from Béjar (Salamanca, Spain), Journal of Bryology, 23, pp. 264-266.
56 LAGUNA (1555), p. 34.
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
la cara. Como otras muchas semillas, el piñón contiene alrededor de un 50% de aceite y casi 40%
de proteína. *(168).
Pistacia vera L. ANACARDIACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...alfócigos...» (ver Citrus limon).
El pistacho era considerado afrodisíaco. Al parecer su cultivo en España en tiempos pasados
fue relativamente frecuente. El alfónsigo o pistacho produce un agradable fruto seco comestible,
aunque aquí Celestina lo cita por su aceite, abundante en las semillas, que se debía utilizar entonces
para cosmética. *(93).
Plumbago europaea L. PLUMBAGINACEAE
Acto 15: «Que estoy embelesada, sin tiento, como quien cosa imposible oye».
La belesa es la planta que presta su nombre a la acción de «embelesar», porque se ha utilizado
para adormecer a los peces en remansos de ríos y pescarlos sin trabajo. Su principio tóxico es la
plumbagina, una naftoquinona, que tiene efectos vesicantes y abortivos, y que además se ha utilizado para el tratamiento de eczemas y psoriasis. En el siglo XV puede que se utilizara además para
«embelesar» no solo a los peces, sino también a insectos como las pulgas en los establos, uso que
ha perdurado hasta comienzos del siglo XX en La Mancha.
Psoralea bituminosa L. FABACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...higueruela...» (ver Adiantum capillus-veneris).
La higueruela, también llamada trébol hediondo, por su olor bituminoso, sería utilizada probablemente por su acción antiséptica para los baños. *(143).
Quercus ilex L. FAGACEAE
Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con
salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas».
Según Laza se trataría de la coscoja o maraña, Q. coccifera L., probablemente basado en la presencia de unas agallas de color carmín, que Laguna57 denomina «pelotillas bermejas» y que se han
utilizado para teñir. Era la grana que se obtenía de dichas agallas, producidas por el coccus (de ahí
su nombre específico de coccifera), en árabe quermes, de donde viene el nombre del color carmesí.
Sin embargo es más frecuente llamar con el nombre de carrasca a las formas achaparradas de encina. La corteza de esta especie y de otras del género Quercus se ha utilizado de siempre para curtir
cueros y para teñir. La coscoja es menos utilizada en general, porque es mucho menos frecuente.
*(111).
Quercus robur L. FAGACEAE
Acto 8: «Un solo golpe no derriba un roble».
Se trata de un dicho que ha perdurado a través de los siglos, y que hace alusión a la fortaleza de
este árbol.
Rosa sp. ROSACEAE
El autor, excusándose: «Y encima de rosas, sembrar mil abrojos»
Acto 1: «Sacaba aguas para oler de rosas…» (ver Citrus aurantium).
El agua de rosas es utilizada por su agradable aroma en farmacia, perfumería, cosmética y cocina. *(172).
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57
LAGUNA (1555).
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Rosa moschata Herm. ROSACEAE
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…mosquetes» (ver Abelmoschus moschatus)
Acto 1: «Sacaba aguas para oler…mosquetadas…» (ver Citrus aurantium).
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como de…moxquete…» (ver Artemisia absinthium).
El término mosquetes no se encuentra aclarado en ninguno de los lugares consultados, pero seguramente corresponde al rosal de flores blancas de la mosqueta, cuyo suave aroma menciona
Laguna58. En la actualidad se confecciona aceite de sus frutos. Se entiende como un tipo de confecciones o fórmulas basadas en la rosa mosqueta. *(160)
Rosmarinus officinalis L. LAMIACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...romero...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…de romero…» (ver Artemisia absinthium).
Se trata de una planta utilizada desde antiguo como medicinal y ornamental por sus propiedades antisépticas y su aroma característico. *(170).
Ruta chalepensis L. RUTACEAE
Acto 4: ¡Jesú, señora! más conocida es esta vieja que la ruda».
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…ruda…» (ver Artemisia absinthium).
Aunque todas las especies de ruda comparten en mayor o menor medida el olor característico, la especie que se cultiva con más frecuencia en España es R. chalepensis59 Otra especie, R. graveolens L.,
oriunda del E de la región mediterránea, era la más cultivada en Centroeuropa y la que venden en los
viveros en la actualidad. R montana (L.) L. y R. angustifolia (Willd.) Pers. se encuentran con frecuencia
silvestres en España. Planta utilizada para regular el menstruo, por sus propiedades emenagogas, y como
abortiva, además de para aclarar la vista; era de uso muy común en tiempos pasados. *(173).
Saccharum officinarum L. POACEAE
Acto 1: «hacía solimán,...azucarados...» (ver Asphodelus albus).
El azúcar se ha obtenido desde antiguo de la caña de azúcar, hasta que en el siglo XIX se comenzó a extraer de la remolacha azucarera. Aún persisten algunos ingenios de caña de azúcar en el
sur de España.
Salix viminalis L. SALICACEAE
Acto 4: «Que, a la mi fe, la vejez no es sino ..., cayado de mimbre, que con poca carga se doblega».
El mimbre se obtenía y obtiene preferentemente de esta especie de sauce, aunque también de
otras. Como bien se indica, es poco apropiada para bastones, por su flexibilidad, por lo que se usa
para tejer cestos. La corteza de los sauces ha sido utilizada como curativa.
Sambucus nigra L. CAPRIFOLIACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños...saúco...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Las flores semimágicas del saúco, que se colectan la noche de San Juan, con lo cual adquieren
más poder curativo, son las del arbolillo llamado también sabuco.60 En el centro y norte de Europa
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58
LAGUNA (1555).
SAN MIGUEL, E. (2003), Rue (Ruta L., Rutaceae) in traditional Spain: frecuency and
distribution of its medicinal and symbolic applications, Economic Botany, 57 (2), pp. 231-244.
60 PARDO DE SANTAYANA, M. (1999), Plantas y magia en la noche de San Juan, Quercus,
160, p. 37.
59
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
es costumbre hacer jarabe de flor de saúco, para luego disolverlo en agua y beberlo. Esta planta
contiene mucha vitamina C. *(133).
Scorpiurus muricatus L. FABACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...granillo...» (ver Citrus limon).
El granillo, según Laza, se refiere a esta especie, conocida en Andalucía y Levante como granillo de oveja. Este nombre aparece registrado por distintos autores.61. *(136).
Secale cereale L. POACEAE
Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con
salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas».
La novedad de la cita de la Celestina es que esta planta era usada para aclarar el color del cabello. *(113).
Solanum nigrum L. SOLANACEAE
Acto 1: «Aparejos para baños hoja tinta...» (ver Adiantum capillus-veneris).
Cantalapiedra (2000) considera que la hoja tinta podría corresponder a la hierba mora, según
los diccionarios de Autoridades y de la RAE. *(166)
Stellaria media (L.) Vill. CARYOPHYLLACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...hierba pajarera» (ver Citrus limon).
El nombre de hierba pajarera, más conocida como pamplina, proviene de que tradicionalmente
se le ha dado de comer a los pájaros de jaula. Al parecer la Celestina la incluía en sus recetas de
aceites o cremas para la cara. Esta especie contiene saponinas. Se utiliza popularmente por sus
propiedades vulnerarias y astringentes, que puede ser debido a las saponinas que contiene. *(165).
Styrax benzoin Dryander STYRACACEAE
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…menjuí…» (ver Abelmoschus moschatus).
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...menjuí...» (ver Citrus limon).
El menjuy o benjuy es un producto vegetal resinoso que se obtiene de esta planta; su uso es
bien antiguo como oficinal; suele denominarse en castellano benjuí de Sumatra. Además se conoce
el benjuí de Siam, nombre este último, que se encuentra asociado a la perfumería. Este producto,
que es conocido en España al menos desde el siglo XV, ha perdurado en una especialidad farmacéutica (REGAL), de mediados del siglo pasado, e incluso en los inicios del actual.62 *(105).
Styrax officinalis L. STYRACACEAE
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques…» (ver Abelmoschus moschatus).
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...estoraque...» (ver Citrus limon).
Estoraques son en general un tipo de bálsamos o resinas aromáticas, diversificados por falsificación, ya que, como señala Laza «fue el destino de este producto balsámico ser siempre adulterado, habiendo decidido las modernas Farmacopeas no considerar como oficinal más que el producto
obtenido por ebullición y presión de la corteza del Liquidambar orientale». Con el nombre de
estoraque se ha conocido en España sobre todo a la resina de la especie que se considera. Los pro-
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61
MORALES, R., MACÍA, M.J., DORDA, E. y GARCÍA-VILLARACO, A. (1996), Nombres
vulgares, II. Archivos de Flora iberica, 7, 325 pp.
62 VANACLOCHA, B. y CAÑIGUERAL, S. (eds.) (2003), Fitoterapia. Vademécum de prescripción, Barcelona, Masson.
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
ductos de Liquidambar orientalis Mill. y L. styraciflua L. (Hamamelidaceae) son conocidos como
estoraque líquido. La primera es especie americana, la segunda del Viejo Mundo. El estoraque se
quemaba para conseguir un aroma agradable que diera un buen ambiente en las casas, además de
como desinfectante. *(131).
Tribulus terrestris L. ZYGOPHYLLACEAE
El autor, excusándose: «Y encima de rosas, sembrar mil abrojos»
Se trata de una especie rastrera que tiene unos frutos con espinas muy punzantes.
Triticum aestivum L. POACEAE
Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que
podían a sus amas hurtar»;
Acto 1: «Yo te le traeré manso y benigno a picar el pan en el puño y seremos dos a dos»
Acto 1: «Bien harás, y luego vamos. Que no se debe dejar crecer la hierba entre los panes ni la
sospecha en los corazones de los amigos; sino limpiarla luego con el escardilla de las buenas
obras».
Acto 3: «Al primer desconcierto que vea en este negocio, no coma más su pan».
Acto 3: «Si yo traía el pan, ella la carne»
Acto 3: «Pues cuando tu naciste ya comía yo pan con corteza»
Acto 4: «que no solo de pan viviremos?»
Acto 4: «una blanca para pan y un cuarto para vino»
Acto 4: «pan y vino anda camino, que no mozo garrido»
Acto 8: «Pan blanco, vino de Monviedro, un pernil de tocino, y más seis pares de pollos, que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo».
Acto 9: «Que un cortezón de pan ratonado me basta para tres días:»
Acto 9: «de hombre tan rico, que con los salvados de su casa podría yo salir de lacería, según lo
mucho le sobra».
Acto 9: «vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con rencilla».
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos y mozos a que me acompañasen, y apenas era llegada a mi casa
cuando entraban por mi puerta muchos pollos y gallinas, anserones, anadones, perdices, tórtolas,
perniles de tocino, tortas de trigo, lechones».
Acto 9: «Pues, otros curas sin renta, no era ofrecido el bodigo, cuando, en besando el feligrés la
estola, era del primer voleo en mi casa».
Acto 11: «Cata, madre, que así se suelen dar las zarazas en pan envueltas, porque no las sienta el
gusto».
Acto 12: «Bien empleado es el pan que tan esforzados sirvientes comen».
Acto 12: «A perro viejo no cuz cuz».
Acto 14: «pero con su pan se la coma, que bien caro le cuesta»;
Acto 14: «¡Oh cruel juez, y qué mal pago me has dado del pan que de mi padre comiste!»
Las referencias al trigo y al pan son, como se podía esperar, bien numerosas, dada la importancia de este producto básico en la vida cotidiana, que queda bien reflejado en la obra literaria. En
total son 18 las citas que se refieren al trigo, pan o derivados. El bodigo era un panecillo hecho con
la harina más fina o flor de la harina, para ser ofrecido como ofrenda en la iglesia. El cuz cuz se
hace con harina de trigo. Y el salvado es un subproducto que hoy se utiliza en dietética por su
contenido en fibra, para regular las funciones digestivas; es la cáscara del grano de los cereales,
sobre todo del trigo. También hay una alusión a panes, refiriéndose a la planta del trigo (Acto 1).
Tuber sp. HONGO
Concluye el autor: «Con motes y trufas del tiempo más viejo / escritas a vueltas le ponen sabor».
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
El término «trufa» alude probablemente, aunque aquí en sentido figurado, a algún hongo subterráneo del género Tuber. En la frase parece que se hace un juego de palabras con el doble sentido
de comestible y embuste.
Ulmus minor L. ULMACEAE
Acto 12: «Y también yo tenía mis cuestiones con los que tiraban piedras a los pájaros, que asentaban en un álamo grande que tenía, porque dañaba la hortaliza».
En general, el nombre de álamo en aquella época se refiere al árbol que en la actualidad se suele denominar olmo.
Urginea maritima (L.) Baker LILIACEAE
Acto 1: «Tenía en un tabladillo...cebolla albarrana...» (ver en Cornus sanguinea).
La cebolla albarrana no parece de mucha utilidad a la hora de componer virgos. Se trata de una
planta tóxica, que se ha utilizado para ahuyentar roedores. En tiempos pasados, y debido a que su
cebolla contiene compuestos parecidos a la digitalina, se ha usado como tónico cardíaco. *(112).
Vateria indica L. DIPTEROCARPACEAE
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…ánimes…» (ver Abelmoschus moschatus).
Ánime es el nombre de una resina aromática que segrega un árbol oriundo de la India; los árabes o los portugueses trajeran probablemente este producto a la Península ibérica. Dicho árbol se
utiliza como ornamental en su lugar de origen. Laza comenta que este nombre es el de la especie
Hymenaea courbaril L. (Fabaceae), también conocida como copal de Brasil o curbaril, especie que
sustituyó al ánime del Viejo Mundo. Es difícil que fuera conocida dicha especie americana por el
autor de la obra. *(97).
Vicia faba L. FABACEAE
Acto 1: «Da Dios habas a quien no tiene quijadas».
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...haba morisca...» (ver Athyrium filix-femina).
Las habas, cuando se toman como alimento, son pesadas de digerir. Al parecer fueron muy usadas
para sortilegios amorosos en Madrid y Toledo por mujerzuelas, cortesanas, mancebas y enamoradas.
Pudiera ser que «haba morisca» indicara algo distinto a haba a secas. Río63 menciona, como fríjoles de Castilla, unas alubias blancas que eran muy conocidas y fueron llevadas a América (citando a Bernabé Cobo). Si el nombre de «haba morisca» en el siglo XV correspondiera a esos fríjoles
de Castilla, se trataría de la especie Vigna unguiculata (L.) Walpers, que por ser africana de origen
podría haber recibido el apelativo «morisca». En ese caso, esta segunda cita habría que considerarla
dentro de la especie correspondiente, que se encuentra más abajo. *(139).
Vicia sativa L. FABACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...arvejas...» (ver Citrus limon).
Las arvejas o vezas se utilizan en la actualidad casi exclusivamente para forraje. Su harina se
usaba en medicina popular por su propiedad emoliente, para ablandar forúnculos, o por su acción
protectora y antiinflamatoria sobre la piel. *(100).
Vigna unguiculata L. FABACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...carillas...» (ver Citrus limon).
————
63
DEL RÍO, J. (1990), La transformación ecológica indiana. En FERNÁNDEZ, J. y GONZÁI. (eds.), La agricultura viajera, Madrid, Real Jardín Botánico, CSIC y Ministerio de
Agricultura, pp. 15-35.
LEZ,
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
Las judías carillas eran conocidas en la Península Ibérica desde antiguo, ya que es especie procedente del Viejo Mundo. Después de la introducción de las judías americanas, el cultivo de esta
especie perdió importancia. *(165).
Viola odorata L. VIOLACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...violetas...» (ver Citrus limon).
El perfume de violeta era uno de los más caros, hasta que fue sintetizado su principio aromático. *(189).
Viscum album L. VISCACEAE
Acto 17: «No es otra cosa la color y albayalde, sino pegajosa liga en que se traban los hombres».
La liga era obtenida del muérdago, que la tiene de natural en sus frutos para facilitar su diseminación por las aves.
Vitis vinifera L. VITACEAE
Acto 1: «Oye a Salomón do dice que las mujeres y el vino hacen a los hombres renegar»
Acto 1: «No has rezado en la festividad de San Juan do dice: ‘Las mujeres y el vino hacen a los
hombres renegar’»
Acto 1: «Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas, con ella pasan el
afán cotidiano».
Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que
podían a sus amas hurtar»;
Acto 1: «hacía solimán,...agraz, de mosto...« (ver Asphodelus albus).
Acto 1: «Sacaba aguas para oler…polvorizadas con vino» (ver Citrus aurantium).
Acto 1 «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas».
Acto 3: «¿Tengo otra casa o viña?»
Acto 4: «una blanca para pan y un cuarto para vino»
Acto 4: «Jamás me acosté sin comer una tostada en vino y dos docenas de sorbos, por amor de la
madre, tras cada sopa».
Acto 4: «pan y vino anda camino, que no mozo garrido»
Acto 8: «Pan blanco, vino de Monviedro, un pernil de tocino, y más seis pares de pollos, que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo».
Acto 9: «Por una vez que haya de salir donde pueda ser vista, enviste su cara con hiel y miel, con
uvas tostadas y higos pasados, y con otras cosas, que por reverencia de la mesa dejo de decir».
Acto 9: «¿Pues vino, no me sobraba? De lo mejor que se bebía en la ciudad, venido de diversas
partes, de Monviedro, de Luque, de Toro, de Madrigal, de San Martín y de otros muchos lugares»,
Concluye el autor: «Vinagre con hiel fue su potación»;
Las referencias al vino son numerosas, ya que, igual que el trigo, era un producto de primera
necesidad. Además se citan otros términos relativos a esta especie vegetal, como uva, viña, sarmientos, mosto, agraz, destilados, vinagre. Cuando en el acto 9 se citan lugares famosos por su
vino, probablemente se correspondan a Monviedro en Valencia, Luque en Córdoba, Toro en Zamora, Madrigal de la Vera en Cáceres y San Martín de Valdeiglesias en Madrid. Estas podrían ser
algunas de las primeras menciones de «denominaciones de origen» a finales del siglo XV. *(187).
Ziziphus jujuba Miller RHAMNACEAE
Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...azofeifas...» (ver Citrus limon).
De esta también se obtenía aceites para la cara. Probablemente se trate del aceite de la semilla,
ya que la parte carnosa del fruto no es oleaginosa. El fruto se usa en licor como reconstituyente,
según receta de la medicina tradicional china. *(103).
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
ANEXO 2: ESPECIES ANIMALES
Accipiter nisus
Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes».
Alectoris rufa
Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…de perdiz…» (ver Artemisia absinthium).
Acto 7: «Una perdiz sola por maravilla vuela».
Acto 8: «Que con la mucha que en su gesto contemplas, no puedes ver de encandelado, como perdiz con la calderuela».
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...perdices...» (ver en Triticum aestivum).
Acto 10: «el falso boyzuelo con su blando cencerrar trae las perdices a la red»;
Anas platyrhynchus
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...anadones...» (ver en Triticum aestivum).
Anser anser
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...anserones...» (ver en Triticum aestivum).
Aquila chrysaetos
Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes».
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...águila...» (ver Athyrium filix-femina).
Ardea cinerea
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía, es hastío de decir: de vaca, de oso, de caballos y de
camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza y de alcaraván y de gamo y de gato montés y
de tejón, de arda, de erizo, de nutria».
Acto 1 «Adelgazaba los cueros con zumos de…garza…» (ver Citrus limon).
Aves
Prólogo: «De un ave llamada rocho, que nace en el índico mar de Oriente»
Se trata de un ave mítica. Además hay otras citas como ave.
Bos primigenius
Acto 1: «como ligeros toros; sin frenos saltan por las barreras».
Acto 1: «No has leido de Pasife con el toro, de Minerva con el can»
Acto 1: «Parece al amante que atrás queda, todos pasan todos rompen, pungidos y esgarrochados,
como ligeros toros, sin freno saltan por las barreras».
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...vaca...» (ver en Ardea cinerea).
Acto 9: «poniendo cada día la vida al tablero, esperando toros, corriendo caballos, tirando barra»,
Acto 10: «el falso boyzuelo con su blando cencerrar trae las perdices a la red»;
Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a
los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu».
Burrhinus oedicnemus
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...alcaraván...» (ver en Ardea cinerea).
Buthus occitanus
Acto 1: «¡Como cola de alacrán!»
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Camelus ferus
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...camellos...» (ver en Ardea cinerea).
Canis domesticus
El autor a su amigo: «echando mis sentidos por ventores y mi juicio a volar»
Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre»
Acto 1: «No has leido de Pasife con el toro, de Minerva con el can»
Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan,
si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las
ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar».
Acto 2: «¡Nunca más perro a molino!»
Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas».
Acto 4: «El perro con todo su ímpetu y braveza, cuando viene a morder, si se le echan en el suelo
no hace mal; esto de piedad».
Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a
los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu».
Acto 14: «O si por caso los ladradores perros con sus crueles dientes que ninguna diferencia saben
hacer ni acatamiento de personas, le hayan mordido»;
Canis lupus
Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre»
Acto 1: «¿Lobitos en tal gestico?»
Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter
los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le
cortaste».
Acto 19: «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los cabritos; / Melibea
con su amado».
Capra aegagrus
Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre»
Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los
ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste».
Acto 19: «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los cabritos; / Melibea
con su amado».
Capreolus capreolus
Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos…corzo…» (ver Citrus limon).
Cervus elephas
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...ciervo...» (ver Athyrium filix-femina).
Ciconia ciconia
Acto 3: «Las cigüeñas mantienen otra tanto tiempo a sus padres viejos en el nido, cuanto ellos le
dieron cebo siendo pollitos».
Corallum rubrum
Acto 9: «Esto quita la tristeza del corazón más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al
viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los cerebros,
saca el frío del estómago, quita el hedor del aliento»
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
Corvus corax
Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas».
Acto 14: «¿Por qué quisiste que dijesen del monte sale con que se arde, y que crié cuervo que me
sacase el ojo?»
Coturnix coturnix
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...codornices...» (ver Athyrium filixfemina).
Cygnus olor
Acto 19: «¿Por qué no me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne?»
Dama dama
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...gamo»
Dragón
Acto 3: «y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago debajo de
aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas».
Se debe referir al murciélago.
Equus africanus
Acto 1: «Más en asnos». ¿Qué dices? Dije que esos tales no serían cerdas de asno».
Acto 1: «do vino el asno verná el albarda»
Acto 1: «Jo, que te estriego, asna coja»
Acto 1: «Este es el deleite, que lo ál, mejor lo hacen los asnos en el prado».
Acto 1: «¿Qué es afecto, asnillo?
Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan,
si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las
ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar».
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...asno...» (ver Athyrium filix-femina).
Acto 7: «Llégate aca; asno».
Acto 8: «Allá irás con el diablo tu y malos años; y en tal hora comieses el diacitrón, como Apuleyo
el veneno que le convirtió en asno».
Acto 17: «Así sé yo tratar los tales, así salen de mis manos los asnos apaleados como este y los
locos corridos y los discretos espantados y los devotos alterados y los castos encendidos».
Equus cavallus
Acto 1: «Aquí estoy, señor, curando de estos caballos».
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...caballos...» (ver en Ardea cinerea).
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...caballo...» (ver Athyrium filix-femina).
Acto 2: «Saquen un caballo»
Acto 2: «¿Relinchais don caballo?
Acto 2: «¿Viene ese caballo?»
Acto 8: «No digo mal en esto, sino que se eche otra sardina para el mozo de caballos, pues tu tienes
amiga»
Acto 8: «ni comeré hasta entonces, aunque primero sean los caballos de Febo apacentados en
aquellos verdes prados que suelen, cuando han dado fin a su jornada».
Acto 9: «poniendo cada día la vida al tablero, esperando toros, corriendo caballos, tirando barra»,
Acto 15: «¿Por qué jugaste tu el caballo, tahúr, vellaco?»
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Acto 17: «Los otros de verme ir con la luna de noche a dar agua a mis caballos, holgando y
habiendo placer»,
Erinaceus europaeus
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía erizo...» (ver en Ardea cinerea).
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...erizo...» (ver Athyrium filix-femina).
Eubalaena glacialis
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...ballena...» (ver en Ardea cinerea).
Falco nebli
Acto 2: «Señor, porque perderse el otro día el neblí fue causa de tu entrada en la huerta de Melibea»;
Falco peregrinus
Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes».
Acto 1: «Entrando Calixto una huerta en pos de un falcón suyo»,
Falco rusticolus
Acto 1: «Abatiose el gerifalte y vínele a enderezar en el alcándara».
Felis sylvestris
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...gato montés...» (ver en Ardea cinerea).
Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter
los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le
cortaste».
Formicidae
El autor, excusándose: «Como la hormiga que deja de ir, / Holgando por tierra, con la provisión»
Gallus domesticus
Prólogo: «Hasta los groseros milanos insultan dentro en nuestras moradas los domésticos pollos»
Acto 4: «Pues la aves, ninguna cosa el gallo, come que no participe y llame las gallinas a comer de
ello».
Acto 8: «y más seis pares de pollos que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo»
Acto 9: «Ven acá, mala mujer, la gallina havada no parece; pues búscala presto, si no, en la primera blanca de tu soldada la contaré».
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...gallinas...» (ver en Triticum aestivum).
Acto 12: «¿Con una oveja mansa teneis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada?»
Acto 17: «Y esto hecho, contaré mis gallinas, haré mi cama, porque la limpieza alegra el corazón»;
Hirudo medica
Acto 1: «Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan
galardón».
Hirundo rustica
Acto 7: «Una golondrina no hace verano».
Homo sapiens
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...niño...» (ver Athyrium filix-femina).
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
Lepus granatensis
Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre»
Loxodontha africana
Prólogo: «El elefante, animal tan poderoso y fuerte, se espanta y huye de la vista de un suzuelo
ratón, y aun de solo oírle toma gran temor».
La otra especie de proboscídeo actual es el elefante indio.
Luscinia megarhynchos
Acto 19: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al alborada; / llevad nueva a mis amores / como
espero aquí asentada».
Lutra lutra
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...nutria» (ver en Ardea cinerea).
Margaritifera margaritifera
Acto 14: «¡Con cuántas lágrimas, que parecían granos de aljófar,…!»
Estas perlas pequeñas de forma irregular las producen los mejillones de río. Uno de los más
comunes es la especie que se cita.
Meles meles
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...tejón...» (ver en Ardea cinerea).
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...tejón...» (ver Athyrium filix-femina).
Milvus regalis
Prólogo: «Hasta los groseros milanos insultan dentro en nuestras moradas los domésticos pollos»
Moschus moschiferus
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…almizcles…» (ver Abelmoschus moschatus).
Acto 19: «Echaba de sí en bullendo un olor de almizque; yo hedía al estiércol que llevaba dentro
de los zapatos».
El ciervo almizclero, de Asia, tiene unas glándulas en el vientre que segregan este producto
cuando el animal está en celo.
Mus musculus
Prólogo: «El elefante, animal tan poderoso y fuerte, se espanta y huye de la vista de un suzuelo
ratón, y aun de solo oírle toma gran temor».
Acto 7: «No hay cosa más perdida, hija, que el mur que no sabe sino un horado».
Musca domestica
Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a
los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu».
Ofidios
Prólogo: «Pues entre los animales ningún género carece de guerra: peces, fieras, aves, serpientes;
de lo cual todo, una especie a otra persigue».
Prólogo: «Entre las serpientes, el vajarisco, crió la natura tan ponzoñoso y conquistador de todas
las otras, que con su silbo las asombra y con su venida las ahuyenta y desparce».
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...culebra...» (ver en Ardea cinerea).
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
Acto 15: «las hierbas deleitosas donde tomais los hurtados solaces se conviertan en culebras»;
Acto 21: «prado lleno de serpientes»,
En la segunda cita, con vajarisco igual pudiera referirse al basilisco, animal fabuloso al que se
atribuía el poder de matar con la mirada, aunque después se le dio este nombre a un saurio centroamericano (Basiliscus americanus).
Oryctolagus cuniculus
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...conejo...» (ver en Ardea cinerea).
Ostraea edulis
Acto 1: «Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos;
las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas».
Acro 1: «¡Neciuelo, loquito, algelico, perlica, simplecico!»
Como es sabido las perlas son formaciones de nácar producidas por las ostras, moluscos marinos.
Ovis orientalis
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...lechones» (ver en Triticum aestivum).
Acto 11: «Así como corderica mansa que mama su madre y la ajena»,
Acto 12: «¿Con una oveja mansa teneis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada?»
Acto 14: «cata que el buen pastor es propio trasquilar sus ovejas y ganado, pero no destruirlo y
estragarlo».
Panthera leo
Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre»
Peces
Prólogo: «Pues entre los animales ningún género carece de guerra: peces, fieras, aves, serpientes;
de lo cual todo, una especie a otra persigue».
Prólogo: «Pues no menos disensiones naturales creemos haber en los pescados; pues es cosa cierta
gozar la mar de tantas formas de peces, cuantas la tierra y el aire cría de aves y animalias, y muchas
más».
Pelecanus onocrotalus
Acto 3: «El pelícano rompe el pecho por dar a sus hijos a comer de sus entrañas».
Pediculus humanus
Acto 1: «¿Rieste, landrecilla, hijo?»
Acto 1: «¡Mala landre te mate!»
Se refiere a la liendre.
Physeter macrocephalus
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…ámbar…» (ver Abelmoschus moschatus).
El ámbar al que se refiere es sin duda al conocido como ambar gris, producto aromático de origen animal, que se obtiene del cachalote, y que es el que se utiliza en perfumería. Laguna, en la
página 29 de su traducción del Dioscórides, parece referirse a lo que hoy se llama ámbar gris mientras que en las páginas 67-68 se refiere sin duda al amarillo, del cual tenía muestras con insectos
incluidos.
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
Pica pica
Acto 9: «¿Quien mostro a las picazas y papagallos emitir nuestra propia habla con sus harpadas
lenguas, nuestro órgano y voz, sino esta?»
Picaza es el nombre antiguo de la urraca.
Primate
Acto 1: «Lo de tu abuela con el simio, ¿hablilla fue? Testigo es el cuchillo de tu abuelo».
Psittacidae
Acto 9: «¿Quién mostró a las picazas y papagallos emitir nuestra propia habla con sus harpadas
lenguas, nuestro órgano y voz, sino esta?»
Acto 19: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al alborada; / llevad nueva a mis amores / como
espero aquí asentada».
Quiróptero
Acto 3: «y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago debajo de
aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas».
Rana ridibunda
Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan,
si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las
ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar».
Sarcoptes scabiei
Acto 1: «que es pensar sacar aradores a pala de azadón».
Se refiere sin duda al arador de la sarna.
Sardina pilchardus
Acto 8: «No digo mal en esto, sino que se eche otra sardina para el mozo de caballos, pues tu
tienes amiga»
Sciurus vulgaris
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...arda...» (ver en Ardea cinerea).
Se refiere a la ardilla.
Streptopelia turtur
Acto 8: «Y las tórtolas que mando para hoy guardar, diré que hedían».
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...tórtolas...» (ver en Triticum aestivum).
Sturnus unicolor
Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas».
Sus scrofa
Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que
podían a sus amas hurtar»;
Acto 8: «un pernil de tocino»
Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...perniles...» (ver en Triticum aestivum).
Se refiere al cerdo.
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MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES
Ursus arctos
Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...oso...» (ver en Ardea cinerea).
Vipera latasti
Prólogo: «La víbora, reptilia o serpiente enconada, al tiempo de concebir, por la boca de la hembra
metida la cabeza del macho y ella con el gran dulzor apriétale tamto que le mata y, quedando preñada, el primer hijo rompe los ijares de la madre, por do todos salen y ella muerta queda y el casi
como vengador de la paterna muerte».
Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...víbora...» (ver Athyrium filix-femina).
Acto 3: «por la áspera ponzoña de las viboras»
Acto 10: «no de otra manera que, cuando vio en sueños aquel grande Alejandre, rey de Macedonia,
en la boca del dragón la saludable raíz con que sanó a su criado Tolomeo del bocado de la víbora».
Viverra civeta
Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…algalia…» (ver Abelmoschus moschatus).
Laza refiere que se trata de una sustancia aromática procedente de las glándulas de algunas especies asiáticas y africanas de un animal mamífero del género Viverra. Esta opinión coincide fundamentalmente con la del diccionario de la RAE en su primera acepción. La algalia del comercio
procede sobre todo de la especie conocida como gato de algalia o civeta. *(93).
Vulpes vulpes
Acto 12: «que aunque muda el pelo la raposa, su natural no despoja».
NOMBRES VULGARES Y SUS CORRESPONDIENTES NOMBRES CIENTÍFICOS
PLANTAS
abrojos Tribulus terrestris
aceite Olea europaea
agraz Vitis vinifera
ajiensos Artemisia absinthium
álamo Ulmus minor
alfócigos Pistacia vera
algalia Abelmoschus moschatus
algodones Gossypium herbaceum
altramuces Lupinus albus
ánimes Vateria indica
arvejas Vicia sativa
azafrán Crocus sativus
azahar Citrus aurantium
azofeifas Ziziphus jujuba
azucarados Saccharum officinarum
azucena Lilium candidum
boca del dragón Antirrhinum
majus
bodigo Triticum aestivum
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bujelladas Buxus sempervirens
calabazas Lagenaria siceraria
carillas Vigna unguiculata
carrasca Quercus ilex
cebolla albarrana Urginea
maritima
centeno Secale cereale
cepacaballo Equisetum arvense
cipreses Cupressus sempervirens
clavellinas Dianthus plumarius
col Brassica oleracea
coronillas Melilotus officinalis
culantrillo Adiantum capillus-veneris
cuz cuz Triticum aestivum
destilados Vitis vinifera
diacitrón Citrus medica
embelesada Plumbago europaea
espantalobos Colutea arborescens
espliego Lavandula latifolia
estoraque Styrax officinalis
flor salvaje Alchemilla vulgaris
gamones Asphodelus albus
gramonilla Anthoxanthum
odoratum
granillo Scorpiurus muricatus
granos de helecho Athyrium
filix-femina
haba morisca Vicia faba
habas Vicia faba
harina Triticum aestivum
hiedra Hedera helix
hierba pajarera Stellaria
media
higos Ficus carica
higueruela Psoralea bituminosa
hoja tinta Solanum nigrum
hojaplasma Hypericum androsaemum
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
incienso Boswellia sacra
jazmín Jasminum officinale
laurel blanco Laurus nobilis
lechuga Lactuca sativa
liga Viscum album
limón Citrus limon
lirios Iris germanica
madreselva Lonicera periclymenum
malvaviscos Althaea officinalis
manzana Malus domestica
manzanilla Matricaria recutita
marrubios Marrubium vulgare
melón Cucumis melo
menjuí Styrax benzoin
millifolia Achillea millefolium
mimbre Salix viminalis
Mirra Commiphora abyssinica
moho especie de musgo o de
liquen
mosquetadas Rosa moschata
mosquetes Rosa moschata
mostaza Brassica nigra
mosto Vitis vinifera
moxquete Rosa moschata
Narciso arcissus pseudonarcissus
neguilla igella sativa
nueces Juglans regia
pan Triticum aestivum
panes Triticum aestivum
pepitas Lagenaria siceraria
pico de oro Cercis siliquastrum
piñones Pinus pinea
poleo Mentha pulegium
porradas Allium ampeloprasum
roble Quercus robur
romero Rosmarinus officinalis
rosas Rosa sp.
ruda Ruta chalepensis
salvados Triticum aestivum
sanguino Cornus sanguinea
sarmientos Vitis vinifera
saúco Sambucus nigra
tortarosa Daphne gnidium
teraguncia Dracunculus
vulgaris
trébol Melilotus officinalis
trementina Pinus pinaster
trigo Triticum aestivum
trufas Tuber
turbino Ipomoea turpethum
uvas Vitis vinifera
vinagre Vitis vinifera
vino Vitis vinifera
viña Vitis vinifera
violetas Viola odorata
ANIMALES
águila Aquila chrysaetos
alacrán Buthus occitanus
alcaraván Burrhinus oedicnemus
algalia Viverra civeta
almizcles Moschus moschiferus
almizque Moschus moschiferus
ámbar Physeter macrocephalus
anadones Anas platyrhynchus
anserones Anser anser
aradores Sarcoptes scabiei
arda Sciurus vulgaris
asno, asna Equus africanus
ballena Eubalaena glacialis
bestias rebuznando Equus
africanus
boyzuelo Bos primigenius
bueyes Bos primigenius
caballo Equus cavallus
cabritos Capra aegagrus
cabrón Capra aegagrus
camellos Camelus ferus
can Canis domesticus
ciervo Cervus elephas
cigüeñas Ciconia ciconia
cisne Cygnus olor
codornices Coturnix coturnix
conejo Oryctolagus cuniculus
coral Corallum rubrum
corderica Ovis orientalis
corzo Capreolus capreolus
cuervo Corvus corax
culebra Ofidios
dragón Quirópteros
erizo Erinaceus europaeus
falcón Falco peregrinus
gallina Gallus domesticus
gallo Gallus domesticus
gamo Dama dama
garza Ardea cinerea
gato Felis sylvestris
gato montés Felis sylvestris
gerifalte Falco rusticolus
golondrina Hirundo rustica
gozques Canis domesticus
granos de aljófar Margaritifera margaritifera
landrecilla Pediculus humanus
lechones Ovis orientalis
lobo, loba Canis lupus
moscas Musca domestica
mur Mus musculus
murciélago Quiróptero
neblí Falco nebli
niño Homo sapiens
nutria Lutra lutra
oso Ursus arctos
oveja Ovis orientalis
papagallos Psittacidae
pelícano Pelecanus onocrotalus
perlas Ostraea edulis
perdiz Alectoris rufa
pernil Sus scrofa
perro Canis domesticus
picazas Pica pica
pollos Gallus domesticus
ranas Rana ridibunda
raposa Vulpes vulpes
ruiseñores Luscinia megarhynchos
sanguijuela Hirudo medica
sardina Sardina pilchardus
serpientes Ofidios
simio Primate
tejón Meles meles
tordo Sturnus unicolor
toro Bos primigenius
tórtolas Streptopelia turtur
vaca Bos primigenius
víbora Vipera aspis
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NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
TABLA 1. RELACIÓN DE USOS DE PLANTAS Y DE ANIMALES UTILIZADOS
USOS
ESPECIES VEGETALES UTILIZADAS
Aceites para el
rostro (Acto 1º)
Citrus limon, Jasminum officinale,
Lagenaria siceraria, Lupinus albus,
igella sativa, Pinus pinea, Pistacia
vera, Scorpiurus muricatus, Stellaria
media, Styrax benzoin, Styrax
officinalis, Vicia sativa, Vigna
unguiculata, Viola odorata, Ziziphus
jujuba
Adelgazar los
cueros (Acto 1º)
Citrus limon, Ipomoea turpethum
Aguas de rostro
(Acto 1º)
Asphodelus albus, Buxus sempervirens,
Colutea arborescens, Dracunculus
vulgaris, Saccharum officinarum, Vitis
vinifera
Citrus aurantium, Dianthus plumarius,
Jasminum officinale, Lonicera
periclymenum, Melilotus officinalis,
Rosa sp., Vitis vinifera
Aguas para oler
(Acto 1º)
Aparejos para baños
(Acto 1º)
Ardea cinerea, Capreolus capreolus
Adiantum capillus-veneris, Alchemilla
vulgaris, Althaea officinalis,
Anthoxanthum odoratum, Brassica
nigra, Cercis siliquastrum, Daphne
gnidium, Laurus nobilis, Lavandula
latifolia, Matricaria recutita, Melilotus
officinalis, Psoralea bituminosa,
Rosmarinus officinalis, Sambucus
nigra, Solanum nigrum
Ardea cinerea, Bos primigenius,
Burrhinus oedicnemus, Camelus
ferus, Dama dama, Equus
cavallus, Erinaceus europaeus,
Felis sylvestris, Lutra lutra,
Eubalaena glacialis, Meles meles,
ofidios, Oryctolagus cuniculus,
Sciurus vulgaris, Ursus arctos
Untos y mantecas
(Acto 1º)
Componer virgos
(Acto 1º)
Cornus sanguinea, Equisetum
arvense, Hypericum androsaemum,
Urginea maritima
Lejías para enrubiar
(Acto 1º)
Achillea millefolium, Marrubium
vulgare, Quercus ilex, Secale
cereale, Vitis vinifera
290
ESPECIES ANIMALES UTILIZADAS
NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA
USOS
ESPECIES VEGETALES UTILIZADAS
ESPECIES ANIMALES UTILIZADAS
Perfumes (Acto 1º)
Abelmoschus moschatus, Rosa
moschata, Styrax benzoin, Styrax
officinalis, Vateria indica
Physeter macrocephalus
«Todo olor fuerte es
bueno» (Acto 7º)
[para el mal de la
madre]
Artemisia absinthium, Boswellia
sacra, Mentha pulegium, Rosa
moschata, Rosmarinus officinalis,
Ruta chalepensis
Alectoris rufa
«Para remediar
amores» (Acto 1º)
Athyrium filix-femina, Hedera helix,
Vicia faba
Aquila chrysaetos, Cervus
elephas, Coturnix coturnix,
Equus africanus, Equus
cavallus, Erinaceus europaeus,
Homo sapiens, Meles meles,
Vipera aspis
Uso mágico
Crocus sativus, Olea europaea
Canis lupus, Capra aegagrus,
Felis sylvestris
Para la cara
Ficus carica, Vitis vinifera
Antiveneno
Antirrhinum majus
Alimentación
Citrus medica, Triticum aestivum,
Vitis vinifera
Uso tecnológico
Olea europaea
Cita real
Ulmus minor
Citas en sentido
simbólico, en
dichos y en
observaciones
Brassica oleracea, Citrus aurantium,
Commiphora abyssinica, Cucumis
melo, Cupressus sempervirens,
Gossypium herbaceum, Iris germanica,
Juglans regia, Lactuca sativa, Lilium
candidum, Malus domestica, musgo,
arcissus pseudonarcissus, Pinus
pinaster, Plumbago europaea, Quercus
robur, Rosa sp., Ruta chalepensis,
Salix viminalis, Tribulus terrestris,
Triticum aestivum, Tuber, Vicia
faba,Viscum album, Vitis vinifera
Alectoris rufa, Anas
platyrhynchus, Anser anser,
Gallus domesticus, Ovis
orientalis, Sardina pilchardus,
Streptopelia turtur, Sus scrofa
Alectoris rufa, Bos primigenius,
Buthus occitanus, Canis
domesticus, Canis lupus, Capra
aegagrus, Ciconia ciconia,
Cygnus olor, Equus africanus,
Hirudo medica, Hirundo
rustica, Luscinia
megarhynchos, Pelecanus
onocrotalus, Ovis orientalis,
Vulpes vulpes
Recibido: 26 de junio de 2009.
Aceptado: 28 de enero de 2010.
Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 293-298, ISSN: 0210-4466
LIBROS
ENSAYO-RESEÑA
UNA TAREA IRRENUNCIABLE DE LA HISTORIA
DE LA MEDICINA: LA REFLEXIÓN SOBRE EL QUÉ
Y EL CÓMO DE LAS TEORÍAS MÉDICAS
Luis Montiel
Historia de la medicina, Facultad de Medicina, Universidad Complutense de Madrid
ROTHSCHUH, K.E., Konzepte der Medizin im Vergangenheit und Gegenwart,
Stuttgart, Hippokrates Verlag, 1978, 541 pp. [ISBN 3-773-0442-5].
UNSCHULD, P.U., Was ist Medizin? Westliche und Östliche Wege der Heilkunst,
München, Verlag C.H. Beck, 2003, 296 pp. [ISBN 3 406 50224 5].
UNSCHULD, P.U., What is Medicine? Western and Eastern Approaches to Healing,
Translated by Karen Reimers, Berkeley-Los Angeles-London, University of California Press, 2009, 236 pp. [ISBN 978-0-520-25766-5].
No son frecuentes —y esto es algo que considero lamentable— las reflexiones teóricas sobre la
medicina. No me refiero, claro está, a las que de tanto en tanto hacen algunos médicos, sin duda
con la mejor intención, pero sin pretensión alguna de calado hermenéutico, en el marco de reuniones o congresos o en publicaciones que, significativamente, no son demasiado valoradas desde la
perspectiva que se considera científica. Puede que de estas últimas haya incluso una cierta plétora.
El caso es que, entre los pocos que han asumido profesionalmente la tarea de reflexionar sobre la
medicina, su historia y sus fundamentos, ese género literario parece haber dejado de estar de moda
hace mucho tiempo, o haber sido al menos patrimonio exclusivo de algunos viejos maestros, lo que
a menudo se traduce en un juicio descalificador, por obra de su supuesta vetustez, de semejante
empeño.
Y sin embargo nada es más necesario, pienso yo, que plantearse de tanto en tanto la pregunta
sobre qué estamos haciendo quienes, de un modo u otro, nos dedicamos al cultivo de la medicina, y
qué han hecho y en nombre de qué lo hicieron quienes nos precedieron. Muchas y muy buenas
293
LIBROS
respuestas se han dado a estas preguntas en la perspectiva de lo social —de lo historicosocial—
pero bastantes menos en la de lo teórico, filosófico si se quiere o, por lo que pretendo explicar a
continuación, de lo antropológico, palabra cara a uno de esos viejos maestros, mío por más señas:
Pedro Laín Entralgo; uno de los pocos —¿el único tal vez?— que entre nosotros intentaron aportar
algo en tal dirección.
Adelanto que nunca me he propuesto hacer una pesquisa sistemática a este respecto; me falta
disciplina, como saben quienes me conocen bien. Pero he tratado de estar atento a cuanto en este
campo podía surgir en nuestro entorno cultural y, honradamente, poco he podido encontrar que me
resultara satisfactorio. Hace ya casi treinta años que cayó en mis manos una obra así. Recuerdo
haber hablado con alguno de mis mayores, y también con algunos de mis coetáneos, sobre lo importante que sería traducirla, pues estaba escrita en alemán. Recientemente me he encontrado con la
segunda, procedente también del mismo ámbito cultural y lingüístico. ¿Habrá que considerar un
factor negativo que ambas procedan de un ambiente tan poco «moderno» y tan tradicionalmente
«filosófico»?
En todo caso ambas me han parecido —y la primera me lo sigue pareciendo— extraordinariamente importantes, desde luego para quienes hemos hecho de la Historia de la Medicina nuestra
profesión —noblesse oblige, estoy convencido de ello—, pero también para los médicos que aspiren a ser algo más que puros técnicos, si bien no estoy nada seguro de que nuestras instituciones
educativas, y más tarde el mundo cotidiano, busquen algo diferente de esto. Por ello me parece que
vale la pena que transmita las impresiones de mis lecturas, la de hace más de dos décadas y la de
hace un mes, con el deseo de que cuanto me ha parecido importante no quede del todo en la oscuridad. Como, además, ambas obras están redactadas en alemán —la segunda cuenta al menos con
una reciente y muy correcta traducción al inglés— me cabrá al menos la humilde satisfacción de
haberlas dado a conocer a quienes de otro modo no habrían tenido acceso a ellas. Aunque declaro
con toda convicción que mi intención no es nada humilde, pues creo realmente que es importante
conocer ambas aportaciones, reflexionar sobre ellas y, llegado el caso, incorporarse a esa tarea en la
medida de las fuerzas de cada cual.
La primera de estas obras es Konzepte der Medizin im Vergangenheit und Gegenwart, de Karl
Eduard Rothschuh; la segunda, Was ist Medizin? Westliche und Östliche Wege der Heilkunst, de
Paul Ulrich Unschuld, de la que existe traducción al inglés, referenciada al comienzo de esta reseña. El enfoque de ambas es muy diferente, pero las dos son, a mi parecer, apasionantes tanto por lo
que proponen como por su capacidad de estimular intelectualmente al lector.
Comenzaré por la más veterana, cuyo título anuncia claramente la intención del autor: describir
e interpretar los modelos (posiblemente la traducción más aproximada para Konzepte, un «falso
amigo» alemán) sobre los que se ha ido construyendo el pensamiento médico, especialmente el
occidental, a lo largo de su historia. Sin duda tuvo que ver en la elección de esta estrategia la condición de fisiólogo de este maestro de la historiografía médica alemana de posguerra, Karl Eduard
Rothschuh (1908-1984). ¿Cuál fue —parece preguntarse— la forma mentis tanto individual como,
sobre todo, colectiva que acuñó cada uno de estos modelos, de estas maneras de entender lo que
debía ser una teoría al servicio de la práctica curativa?
No es por voluntad retórica por lo que he renunciado en la línea precedente a emplear la palabra
«medicina»; pues si bien Rothschuh no rehúsa dar este nombre a teorías y prácticas de sanación
empíricas o creenciales, la principal diferencia entre su planteamiento y el de Unschuld radica,
como veremos, en el contenido semántico que cada uno de ellos concede a dicho término. Rothschuh asocia desde el primer capítulo de su obra las nociones de Konzepte der Medizin y Krankheitskonzepte, dando a entender con ello que la representación que cada cultura construye de la
enfermedad determina el modo de plantearse un sistema teórico y práctico orientado a su curación.
De este modo tienen cabida en su obra las llamadas «medicinas primitivas», las «arcaicas» y aquellas otras más modernas desarrolladas en Occidente que se caracterizan por reposar sobre concep-
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ENSAYO-RESEÑA
ciones creenciales y, en consecuencia, motejadas de acientíficas. Este planteamiento, que podría
considerarse tradicional —¿qué historia de la medicina escrita en el siglo pasado con pretensiones
de exhaustividad no comienza con la «medicina de los pueblos primitivos»?— tiene, por una parte,
la ventaja de no incurrir en las acusaciones de etnocentrismo y cientismo, y por otra la de formular
la pregunta acerca de qué sea la medicina en una perspectiva propiamente antropológica. Lo que de
este modo se despliega ante nuestros ojos son algunas —¿tal vez todas?— las respuestas que, hasta
donde podemos saber, la humanidad ha dado al desafío de la enfermedad. Esto conduce, a diferencia de lo que sucede en el modelo clásico al que acabo de hacer mención, a que, por ejemplo, la
medicina empírica de las sociedades primitivas comparta capítulo, como veremos, con la de Sydenham y la de Pinel.
Los modelos establecidos por Rothschuh, cuya denominación ilustra en más de un caso de manera suficiente el núcleo del modelo mismo, son doce. Después de exponer en un primer capítulo su
propósito y la estrategia que seguirá para cumplirlo, partiendo de una primera división en «modelos
naturalistas» y «sobrenaturalistas» —lo que constituye la diferencia fundamental con el planteamiento de Unschuld— comienza, en el segundo, por ocuparse de la «Iatrodemonología. La enfermedad producida por malos espíritus, demonios y el diablo»: un modelo de largo aliento, pues
como el autor señala llega hasta la actual doctrina de las iglesias cristianas y está presente en textos
médicos occidentales al menos hasta el siglo diecinueve.
El tercer capítulo trata sobre «Iatroteología. Le enfermedad como consecuencia del pecado y como manifestación de la providencia divina». El cuarto sobre «Medicina astral — iatroastrología». Le
siguen «Iatromagia», «Medicina empírica», «Patología humoral — Patología de las cualidades» (con
incursiones en la medicina paracélsica y en la iatromecánica), «Los modelos de enfermedad de la
iatrofísica. Medicina metódica. Iatromecánica. Iatromatemática», «Modelos iatroquímicos en medicina», «Modelos iatrodinámicos de la enfermedad. Psicodinamismo y biodinamismo», «Modelos iatromorfológicos», «Modelos filosoficonaturales de la medicina en la época del romanticismo alemán», y
por fin «El modelo iatrotécnico de la medicina en los siglos diecinueve y veinte».
Este planteamiento, que en algún caso puede parecer sorprendente, e incluso algo forzado, tiene
a mi parecer la ventaja sobre los más clásicos de que, en la medida de lo posible —y de lo sensato— se libera del yugo cronológico tradicional. Para Rothschuh no hay, por ejemplo, una «medicina del Barroco», sino varias, en la medida en que en dicho marco historiográfico conviven una «medicina empírica» —Sydenham—, una «patología de las cualidades», humoralista a su modo —Daniel
Sennert, Robert Boyle, Boerhaave—, una «iatromecánica» y una «iatroquímica» —no parece necesario mencionar nombre alguno en ambos casos—, una incipiente «iatromorfología» —Baglivi— y
desde luego cuanta medicina «sobrenaturalista» pueda desearse. Y lo que puede decirse del Barroco
puede aplicarse también, en medida variable —quizá muy inferior, pero no nula, en el presente—, a
cualquier otro período. A mi juicio la aportación más valiosa de este modelo a la historia y la filosofía de la medicina consiste en hacernos cobrar conciencia de un hecho, la coexistencia de diversos sistemas médicos en un momento dado, que pone de relieve la innegable importancia de factores psicológicos tanto individuales como colectivos en la génesis y en la pervivencia de las
diferentes construcciones teóricas en medicina; factores que atañen tanto al científico —en sentido
lato o estricto— como al paciente que recurre a sus servicios.
En tal medida es antropológico, en el sentido lainiano del término, el abordaje de Rothschuh;
no en vano ambos fueron contemporáneos y compartieron un ambiente intelectual que continúa
suscitando admiración y nostalgia. El planteamiento de Paul Ulrich Unschuld (nacido en 1943) es
muy diferente pero, como veremos, no tiene nada que envidiar, en cuanto a capacidad analítica y
poder de sugestión, al precedente.
El título del texto aquí reseñado no puede ser más explícito: ¿Qué es medicina? Incluso cabría
pensar que es demasiado ambicioso, si no fuera porque, efectivamente, el autor da una respuesta
muy clara a tal interrogación en las páginas de su libro. En cuanto al subtítulo, que también tiene
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LIBROS
mucho que ver con las estrategia de la obra, y no sólo con ella, se entiende mejor, como en el caso
precedente, si no se pierde de vista la formación de su autor: especialista en historia de la medicina
china. Su abordaje, pues, a la pregunta fundamental se realizará por dos vías: las que representan
las historias de ambas medicinas, oriental y occidental. ¿Habrá también dos respuestas? Pronto
disipará el autor esta sospecha: «Frecuentemente oímos decir que la medicina occidental y la china
son ‘alternativas’, o que a causa de su diferente naturaleza son ‘complementarias’ entre si. Es preciso poner en cuestión la veracidad de estas afirmaciones». Toda una declaración de principios, pues
resulta evidente que, en lo concreto, ambas medicinas son tan poco miscibles como el aceite y el
agua. Pero no es lo concreto lo que interesa a la pregunta sobre qué es medicina. La respuesta de
Unschuld, que puede, legítimamente, no sonar bien a todos los oídos, es que sólo puede llamarse
medicina al sistema de interpretación del cuerpo, sus enfermedades y su curación basado rigurosamente en leyes, que se supone, además, que son las que gobiernan la naturaleza en su conjunto, y
más aún, que son «naturales» en sí mismas. La medicina mesopotámica, por poner un ejemplo, no
se ajusta a este criterio; en cambio, la medicina china clásica y los sucesivos sistemas médicos de
occidente —unos más que otros— se someten voluntariamente a él. Que, en lo factual, la medicina
china tenga relativamente pocos puntos de contacto con, por ejemplo, la hipocrática, o la basada en
el modelo experimental acuñado en Europa en el siglo XIX, tiene escaso valor al lado de lo esencial: lo que los creadores de ambos sistemas han querido es someter su inteligencia a unas leyes con
presumible valor universal centradas en la dinámica natural. Por otra parte, si nos permitiéramos la
debilidad de centrarnos en los hechos, tampoco la hipocrática sería medicina en comparación con la
desarrollada en Europa y América en los dos últimos siglos.
Como puede verse la pregunta de Unschuld es fundamentalmente filosófica, si bien, como siempre han hecho los más sensatos —pienso, cómo no, en Georges Canguilhem— para darle la respuesta
más atinada se apoyará fundamentalmente en la historia, y sin duda es su condición de sinólogo lo que
le puso en la pista que seguirá a lo largo de su texto. Una pista que arranca de un tema bien conocido
por los historiadores de la medicina pero que nunca, que yo sepa, se había planteado como clave
hermenéutica aplicable a las sucesivas reformas y/o revoluciones del pensamiento médico: la analogía
entre el sistema social, y más explícitamente político, de una cultura y la imagen del cuerpo humano.
Como acabo de señalar parece que Unschuld encuentra el cabo del hilo que seguirá a lo largo del libro
en el origen de la medicina china, que coincide con el primer imperio surgido del período significativamente llamado «de los reinos combatientes»: una larga y trágica etapa de guerra civil que se clausuró gracias a la asunción de la filosofía confuciana por el nuevo régimen político, cuya principal tarea
consistió en garantizar la correcta «homeostais» de tan enorme territorio mediante un sistema basado en el flujo de mercancías, información y normas comunes a través de los correspondientes canales de comunicación; algo que caracteriza también el nuevo modelo de medicina que para nosotros
ha llegado a ser identificado como «medicina china clásica».
Entre los historiadores de la medicina occidental era bien conocida, y desde hace mucho tiempo, la significación de la analogía entre macrocosmos y microcosmos para la medicina clásica
griega, y la no menos importante que asocia la salud del cuerpo al sistema político —monarkhía
frente a isonomía— en la clásica formulación de los conceptos de salud y enfermedad de Alcmeón.
También era de sobra conocida la relación entre las ideas políticas de Rudolf Virchow y su concepción del organismo como una Zellrepublik; pero, hasta donde yo sé, nadie había llegado a postular
que este modo de pensar, cuyo origen tiene mucho más que ver con lo inconsciente —o al menos
con lo impensado, como diría Foucault— que con un propósito deliberado, tuviese un valor tan
determinante en el nacimiento de un nuevo modelo de medicina. Unschuld rastrea los capítulos más
importantes en la historia de la medicina occidental —siempre sobre el telón de fondo de la china—
para intentar demostrar que en todos los casos la novedad —y la singularidad absoluta o relativa—
de un modelo político y de relaciones sociales está en la base de una nueva propuesta de comprender, siempre con arreglo a leyes universales, las dinámicas del cuerpo en la salud y en la enferme-
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ENSAYO-RESEÑA
dad. Así encuentra, por ejemplo, una explicación a las novedades aportadas a la medicina por William Harvey en su condición de inglés en un período turbulento: la medicina harveyana, incluyendo en ella su descubrimiento de la circulación mayor, sería el resultado de esa peculiaridad política
inglesa que representa la Carta Magna. No puedo, por razones obvias, entrar en el detalle de las
explicaciones de Unschuld, pero quien tenga la paciencia —no hace falta mucha— de leerlas coincidirá, creo yo, conmigo en que resultan convincentes y enormemente sugerentes.
Una consecuencia importante de este planteamiento es que su autor niega —como por otra parte
vengo haciéndolo yo mismo desde hace bastante tiempo— la validez del modelo de las revoluciones
científicas de Thomas S. Kuhn para la comprensión de los cambios experimentados por las teorías
médicas a lo largo de la historia. Sin formularla explícitamente tal parece ser también la opinión de
Rothschuh, en vista de su convicción de que los nuevos sistemas coexisten durante mucho tiempo con
los antiguos. En este punto hay que apelar de nuevo a la psicología y recordar que en las hoy llamadas
«ciencias de la salud» lo que interesa esencialmente al usuario de las mismas, y en medida sólo algo
menor a su cultor, no es tanto la ciencia cuanto la salud. La medicina, como demuestra su historia,
casi nunca ha sido científica de pleno derecho —no lo es hoy al cien por cien, sobre todo si la
ciencia de la que hablamos es la experimental— lo que no ha impedido que mejor o peor cumpliera
su función. Esta sería probablemente la conclusión más decisiva del abordaje de Rothschuh. En
cuanto al de Unschuld, la fundamental sería que en medicina se llega a la ciencia —cuando se
llega— por un camino eminentemente subjetivo, que tiene que ver sobre todo con la necesidad de
seguridad, de ajuste con la realidad circundante —con las condiciones de vida colectivas—; un
camino que, a diferencia de lo propuesto por la historia de la medicina basada en los grandes hombres y en el genio individual, toma como referencia el genio colectivo —lo que Herder o Schiller
llamarían el genio de la época— entendido en el sentido menos grandilocuente del término, pues
estaría orientado por la humanísima necesidad de paz, de concordia, de tranquilidad.
Sí, es cierto: al final la historia y la psicología se dan la mano, y dejan para la orgullosa ciencia
un lugar más humilde del que a ésta le gustaría. Se me vienen a las mientes, como no podría ser de
otra manera, las ideas de dos maestros alemanes que, por razones obvias, podrían estar en la base
del pensamiento de los autores analizados: Kant, en primer lugar, por su formulación de la condición inevitablemente apriorística de nuestros abordajes a la realidad, y Jung con su caracterización
de tipos psicológicos que permitirían entender, por un lado, el radical condicionamiento psicológico
de cada decisión y actitud humana, y por otro la coexistencia en una misma situación histórica de
respuestas diferentes y a menudo antitéticas.
No todos estamos en condiciones de abordar proyectos de este fuste; pero creo que quien haya tenido la paciencia de seguirme a lo largo de estas páginas se habrá sentido interesado por saber más;
por leer, si tiene ocasión, ambas obras para penetrar en su detalle. Hace falta mucha madurez para
plantearse una tarea semejante, y se necesita además esa chispa inexplicable que permite intuir, en un
momento dado, un sentido común allá donde sólo parecía haber una sucesión de hechos a menudo
dispares. Pero que no decaiga al menos nuestra capacidad de asombro, y que sepamos reconocer que
reflexiones de esta índole tienen, a no dudarlo, una repercusión práctica que va mucho más allá de lo
cotidiano. No dejemos, en suma, de preguntarnos con Unschuld qué es medicina y de reconocer, con
él y con Rothschuh, que esa es una falsa pregunta, pues el espíritu de la medicina es el de Heráclito,
o el de otro maestro alemán, Nietzsche: no el del ser, sino el del devenir.
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Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011,
vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 299-308, ISSN: 0210-4466
RESEÑAS
SOLÍS, Carlos, La medicina magnética. Del Ungüento Armario al Polvo Simpático de
Kenelm Digby, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2011, 361 pp. [ISBN 97884-375-0643-2]
Carlos Solís es un excelente y peculiar filósofo de la ciencia, interesado por el cambio científico. Primero se formó en las teorías que tras Kuhn evidenciaban la veloz carrera de la ciencia moderna, luego hizo un gran hincapié en la íntima relación entre historia y filosofía de la ciencia. Ha
transitado por los grandes nombres de la física, así Kepler, Galileo o Newton, también ha sido un
excelente profesor, como muestra la Historia de la ciencia escrita junto a Manuel Sellés (Editorial
Espasa Calpe, Madrid, 2005). Siempre ha sido un escritor interesado en el estilo, que plasma muy
bien en su acercamiento a la biografía y en su vena irónica que tal vez aprendió en Norteamérica.
Muestra siempre una gran erudición y una inteligente lectura de las fuentes.
Nos presenta ahora la obra de un curioso y olvidado personaje barroco, muy barroco como fue
Kenelm Digby. Noble católico, tuvo una vida variada y atractiva: libertino y pendenciero, eremita y
místico, científico y alquimista, católico y protestante, espía, corsario o político. Un individuo tan
extraño como atractivo, que sin embargo fue respetado científicamente e incluso amigo de Descartes y
otros sabios de prestigio. Esto hace reflexionar a autor y lector, sobre la pervivencia de ciertos personajes, famosos en su época y hoy desconocidos. Nos adentra en el problema de una intelección más
generosa de la revolución científica, en la que caben actores y saberes muy diversos. Hay sabios que
lo fueron en su época y hoy se consideran inútiles, mientras otros entonces desconocidos son hoy
aclamados por sus imprescindibles aportaciones al saber. También hay «ciencias» muy estimadas
siglos atrás y hoy consideradas casi patrañas y otras que eran entonces despreciadas y son hoy admiradas. Las revoluciones de la ciencia moderna no son nada sencillas, y los caminos de las ciencias
son complejos. Tal es la gran lección que podemos extraer de los trabajos de Carlos Solís.
El caso que nos es ahora presentado tiene un gran interés, un sabio apreciado en el siglo XVII y
hoy desconocido. Fue un estudioso que se interesó por la filosofía y la historia naturales, la química, la medicina y la farmacia. Su escrito Two Treatises fue una presentación de las ideas de la época
sobre materia y alma, en que desde un aristotelismo de base introducía novedades atomísticas y
mecanicistas. Pero fue también reconocido por un tratamiento de heridas a distancia que se apoyaba
en viejas fórmulas y en la creencia en la acción a distancia, que el magnetismo parecía apoyar. Sus
escritos permiten conocer la importancia del pensamiento de Paracelso en la evolución de la química y la farmacia modernas. Propone un tratamiento sin duda absurdo, pues consideraba que el
remedio podía aplicarse a la sangre de la víctima o al arma del agresor, que permite sin embargo
curaciones tal vez debidas a que la herida solamente soportaba vendajes limpios y no terribles
medicamentos heredados de la farmacia galénica. Nos ofrece el autor una edición de uno de sus
escritos, procedente de una intervención en 1657 en una academia de Montpellier. El título es
Discurso sobre la curación de las heridas mediante el polvo simpático.
Sin duda la intelección renacentista de un mundo armonioso y relacionado es heredera del platonismo y hermetismo de Marsilio Ficino y sus seguidores, con influencia en estudiosos de la me-
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dicina como Paracelso, della Porta o Bacon. El microcosmos y el macrocosmos se relacionan y se
influyen. No es extraña entonces la creencia en remedios que actúan a larga distancia. En su escrito
aplica también sus saberes al tarantismo, así como a los antojos de las mujeres. Refiere el caso de la
madre manchada con unas moras, cuya hija tenía verrugas con esta forma. Es interesante que un
caso semejante es recogido por Feijoo, quien lo atribuye a Daniel Sennert. Pedro Laín (Historia de
la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, p. 327) considera a éste como una síntesis entre
galenismo, paracelsismo y atomismo. Médico de prestigio, no acataba esas curaciones propuestas
por Digby. También el benedictino habla de un caballero de Marchena de familia blanca, que es
negro y con pelo ensortijado, porque su madre se fijó en un cuadro de los reyes magos. Desde luego
sus hijos son mulatos.
Tras tantos estudios sobre historia de la física, nos presenta ahora Solís un tratado de medicina.
Sea bien venido al terreno médico, pues muestra bien que la medicina es un campo más en el terreno de la historia de las ciencias. Comprender la medicina dentro del mundo de las ciencias, es algo
que muchos hemos pretendido por décadas. Pedro Laín recordaba la justificación de Laplace a
Napoleón por haber incluido médicos en la Academia de Ciencias, es conveniente que se sienten
entre sabios científicos. Pues bien, sea bienvenida esta invitación a sentarse entre los médicos y
sabios a este personaje tan atrabiliario y divertido como erudito y estimado por sus contemporáneos. La habitual maestría y el inteligente estilo de Carlos Solís quedan una vez más patentes.
José Luis PESET
IH, CCHS, CSIC
VV. AA., Historia de la Medicina en Colombia, 2 vols., Bogotá, Tecnoquímicas,
Grupo Editorial Norma, 2008, 259 pp. [ISBN Tomo I: 978-958-45-0437-1] y 303
pp. [ISBN Tomo II: 978-958-45-1416-5]
El Grupo de Historia de la Medicina y de la Salud se creó en 1995 bajo la dirección de Emilio
Quevedo, quien ahora encabeza un selecto equipo de investigación para llevar adelante un riguroso
proyecto de historia de la medicina colombiana. Se trata de una magnífica empresa que sabe aunar
el estudio y la erudición con una cuidada y hermosa labor editorial, en que participan además Tecnoquímicas y Editorial Norma. Presentan dos volúmenes, el primero hasta 1782 (Prácticas médicas
en conflicto 1492-1782) y el segundo hasta 1865 (De la medicina ilustrada a la medicina anatomoclínica 1782-1865). El primero comienza con el encuentro de dos culturas y dos medicinas en 1492
y termina con el enfrentamiento con la epidemia de viruela de 1782, expresión del desarrollo científico ilustrado. Se presenta la interacción de las medicinas indígena, negra y colonial mostrando una
aproximación incluso más rica que la ofrecida por los autores, centrada en la medicina oficial. Se
ocupan de enfermedades y enfermos, remedios, instituciones y profesionales, desde el chamán, los
brujos, orishas y demonios hasta las yerbateras y hechiceras, desde el cirujano y sangrador, hasta el
boticario y el médico. Las medicinas del conquistador, de las ciudades y de los gobiernos son presentadas. El protomedicato, las reformas de la medicina y el comienzo de las aulas médicas pasan
por sus páginas.
El segundo volumen termina con el cierre de la enseñanza en el Colegio de Rosario, cuando ha
fructificado la medicina anatomoclínica de origen francés. En él nos muestra la llegada a Nueva
Granada de la Ilustración europea y cómo se plasma en el saber y las prácticas de la medicina, así
en la lucha contra las enfermedades epidémicas, en especial las viruelas. La enseñanza, la higiene,
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los hospitales, las publicaciones se van modelando primero por los ilustrados españoles y criollos,
luego se convertirán en base esencial de la formación de la nación colombiana. Personajes como
Mutis, Caldas o Zea son esenciales en estos cambios. Luego surge una universidad nueva, la ciencia francesa triunfa preparando un saber propio colombiano, mientras los médicos se enfrentan a
nuevas situaciones tanto sociales y políticas, como enfermedades y crisis múltiples. Novedades
como las epidemias de cólera o las discusiones sobre el método anatomoclínico constituyen la
nueva medicina colombiana.
El tomo tercero debe iniciarse con la puesta en pie de la escuela privada de medicina que dos
años más tarde será la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de
Colombia. Termina con la creación de las principales instituciones de la seguridad social colombiana y el Ministerio de Higiene entre 1945 y 1946. El cuarto será historia del presente pues llegará al
siglo XXI, se centrará en la influencia de la medicina norteamericana y en la socialización de la
medicina, en su continuo enfrentamiento con el mercado. También dedicarán unas páginas a la
prospectiva y, en fin, un tomo será biográfico, el quinto.
Se dirige la obra en primer lugar, como es lógico, a los médicos y a los pacientes, luego a quienes quieren comprender la sociedad, también la ofrecen para lectura y conocimiento. «Se trata,
pues, de dar cuenta de la manera como la medicina moderna, científica y universitaria se ha desarrollado en Colombia, desde cuando ella se articulaba a las estrategias de construcción de una
colonia española en este territorio hasta su situación actual en la compleja realidad nacional contemporánea» (I, xxii). Han tenido en cuenta las concepciones sociológicas de las profesiones, en
este caso la médica.
¿Qué sentido tienen estas historias nacionales? Podemos recordar entre nosotros a Luis S.
Granjel, quien tanto hizo por historiar la medicina española. Su Departamento en la Universidad de
Salamanca tenía una biblioteca espléndida orientada a este fin y unos magníficos ficheros en los
que incluso «el Palau» estaba recogido. También a José María López Piñero y su insistencia en el
estudio de figuras menores y de la historia de la medicina y la ciencia españolas. Desde luego
sirven para hacer justicia a muchos sabios —médicos y científicos— que de otra manera no figurarían en las historias universales.
Además con ellas podemos entender mejor la ciencia, pues son un laboratorio que permite considerar factores que las historias internas de la medicina desprecian. Me refiero a factores sociales,
económicos e incluso geográficos, antropológicos o culturales, incluidos los religiosos. Y desde
luego tienen en cuenta aspectos nacionales esenciales para entender la ciencia. Con todas las reservas acerca de los nacionalismos, es indudable que las distintas naciones —sus gobiernos y súbditos— han condicionado la forma de hacer ciencia en cada país. Y Colombia no es excepción. Sean
los primeros habitantes, sean los españoles, los negros o los criollos, más tarde los colombianos,
sean los gobiernos monárquicos o republicanos, ellos han decidido sobre la medicina y la ciencia
que querían —y podían— disfrutar.
Dejan bien sentado que se consideran escritores de historia social de la medicina. «Se trata,
además, de una historia social de la medicina. Esto significa una cierta visión, tanto de la medicina
como de la historia. Las particularidades de la medicina, ya mencionadas, dependen de la configuración concreta de las sociedades en las que actúa, en el marco de relaciones globales ineludibles,
para nuestro caso, desde hace más de quinientos años» (I, xxii-xxiii). Señalaría el lugar de los
individuos en el mar de voluntades que los supera en medio de la interdependencia, de la «figuración humana» de Norbert Elias. Pretenden huir de la ideología del progreso y de la visión teleológica del proceso humano, de esa buscada luz al fin del túnel. Tiene su trabajo que ser además interdisciplinar, abarcando otras ciencias sociales y humanas. Sin duda, y también otras ciencias pues la
medicina es una más y no se puede entender sin conocer el camino seguido por sus compañeras a lo
largo de los siglos. Matemáticas, física, historia natural o química son integrantes importantes del
quehacer médico, incluso desde el Renacimiento.
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No dejan de mirar atrás como historiadores, hacia su propio camino recorrido. «Esta tarea se
inició en la Escuela Colombiana de Medicina, hoy Universidad El Bosque, en 1983, pasando por el
seno mismo de Colciencias y del Instituto Nacional de Salud, hasta establecerse, en 1995, en el
Centro de Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. En el trabajo colectivo, este grupo de investigación, hoy llamado Grupo de Historia de la
Medicina y de la Salud, ha insistido en la posibilidad de comprender la historicidad intrínseca de la
medicina y la salud, pero siempre en su articulación con las estructuras más amplias de la sociedad
y la cultura». Pude ser testigo del trabajo de este grupo en sus primeros tiempos, comprobando que
suponían una auténtica revolución en la comprensión y la enseñanza de la medicina. Jóvenes entonces, muestran hoy un trabajo discutido, madurado y enriquecido. Sigue siendo «un trabajo de
construcción colectiva: muchos ojos, muchas mentes, muchas manos y una sola historia» (I, xxiii).
José Luis PESET
IH, CCHS, CSIC
GUILLEM-LLOBAT, Ximo, De la cuina a la fàbrica. L’aliment industrial i el frau. El cas
valencià en el context internacional (1850-1936), Alacant, Publicacions de la Universitat d’Alacant, 2009, 158 pp. [ISBN: 8479084499 ISBN-13: 9788479084493]
Una de las principales características de la monografía de Ximo Guillem es el indudable interés
que puede suscitar entre las diversas áreas y campos disciplinares que se ocupan de la historia de la
alimentación. Se trata de una circunstancia que viene explicada por los presupuestos historiográficos y
metodológicos que ha utilizado el autor en su trabajo. Su texto es un claro ejemplo de la aproximación
pluridisciplinar que caracteriza a los food studies. Además, el autor, al explicar el para qué de su investigación, aporta reflexiones muy valiosas que ayudan a entender la configuración de la actual
cadena alimentaria, las limitaciones de su organización, e incluso los sistemas alternativos que la
pudieron o la pueden sustituir. El trabajo cuenta con una acertada selección de fuentes primarias y de
archivo, junto con un aparato crítico que ayuda a contextualizar los resultados y alcanzar los objetivos
de un trabajo de investigación que reúne también la condición de texto docente.
La monografía se divide en dos partes. En la primera se analizan los principales cambios experimentados por la cadena alimentaria en el marco de la Europa industrial de las últimas décadas del
siglo XIX y la primera mitad del XX. Así mismo, a partir de lo ocurrido en el contexto europeo, se
aborda el caso valenciano desde la perspectiva centro/periferia y se subrayan las principales diferencias y coincidencias. En la segunda parte del trabajo, con un esquema similar en cuanto al contexto europeo y valenciano, el autor nos aporta una visión crítica del problema del creciente fraude
alimentario que acompañó el desarrollo tecnológico y la transformación que vivió la cadena alimentaria en el período considerado. De acuerdo con los planteamientos historiográficos y metodológicos que hemos indicado, los cambios que afectaron a la producción, distribución y comercialización de los alimentos, son analizados desde la complejidad de los factores tecnológicos,
científicos, económicos, demográficos, políticos, sociológicos y culturales que los determinaron.
El procesado de los alimentos y su incorporación a lo que se conoce como factory system, representa, a juicio del autor, una de las principales novedades que marcó el paso de la cocina doméstica y el taller artesanal a la fábrica. Fue en aquel contexto de producción industrial donde se sitúa
la aparición de nuevos alimentos como la leche condensada, la margarina o los cereales precocinados, o el desarrollo de formas nuevas de procesar los alimentos tradicionales. En realidad, como se
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recoge en la monografía, la cadena alimentaria experimentó una expansión sin precedentes, tanto en
el territorio como en relación con el número de etapas que incluía: aumento de las distancias recorridas por el alimento desde su producción primaria hasta su consumo, aumento del número de intermediarios por los que pasaba el alimento, y una nueva relación entre el consumidor y el alimento. Los
porqués de las razones de todos aquellos cambios aparecen analizados, tanto para el ámbito europeo
como valenciano, en el primero de los capítulos: desde la importancia que tuvieron los procesos de
urbanización y de crecimiento poblacional, a la emergencia de nuevas potencias agroalimentarias
como Estados Unidos, Argentina o Australia y la presión que ejercieron sobre los mercados, pasando
por las necesidades alimentarias de sectores como el ejército o la navegación, o la influencia que
empezaba a mostrar la progresiva incorporación de la mujer al trabajo extra doméstico.
El segundo de los capítulos está dedicado a analizar la influencia de las innovaciones tecnológicas en el surgimiento de una nueva organización de la producción de alimentos, así como su
papel en la transformación de la dieta y los hábitos alimentarios de una parte importante de la población europea. Junto a la importancia que tuvieron los nuevos métodos de conservación de alimentos, la creciente mecanización de su procesado, o la mejora de los transportes en lo relativo a su
distribución; en el trabajo se dedica un atención especial a la industrialización de la producción de
los derivados lácteos y a los nuevos alimentos industriales, como la margarina o los extractos de
carne. Pero, como indica el autor, aquel proceso de industrialización e innovación tecnológica
también influyó sobre procesos tan antiguos como la operación de molido de los cereales y sobre la
producción de productos tradicionales como el aceite, los licores o el chocolate. Además de recordar, que la progresiva aceptación del uso de toda clase de aditivos químicos, fue otra de las características de una industrialización marcada por el importante grado de involucración que tuvo la
investigación científica en el ámbito de la alimentación.
El caso de la sociedad valenciana resulta un buen ejemplo de la diversidad de situaciones de
adaptación que acompañaron la emergencia del nuevo sistema de producción y consumo. La industria alimentaria valenciana no estuvo ligada al desarrollo de nuevos alimentos, sino más bien a una
forma diferente de procesar los tradicionales y a su capacidad para introducirlos en los mercados
internacionales. Los cambios en la dieta de los valencianos estuvieron relacionados, sobre todo, con
la procedencia de los alimentos.
La primera parte del libro concluye con un capítulo dedicado a analizar las novedades que mostró la comercialización alimentaria. Además de la aparición de nuevas fórmulas y sistemas de
distribución y venta, la principal novedad residía, junto al incremento del número de intermediarios, en que el comerciante ya no tenía necesariamente una vinculación directa con la producción
del alimento. Todas aquellas novedades revolucionaron la forma de consumo, pero condicionaron
también la calidad de los alimentos, al propiciar prácticas de adulteración que buscaban un mayor
beneficio. La expansión de la cadena alimentaria, como también la mecanización de la producción,
generaron nuevos problemas relacionados con la calidad de los alimentos, y entre ellos destacó el
aumento del fraude alimentario que es el objeto de análisis de la segunda parte de la monografía.
El sexto de los capítulos nos ofrece un exhaustivo análisis del proceso de emergencia del fraude
alimentario en la Europa industrial del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La baja calidad de
los alimentos y en particular su adulteración, acabaron por adquirir, en cierto modo, la condición de
intolerables. El autor destaca la influencia que tuvieron en el ámbito europeo las iniciativas británicas de denuncia, prevención y control de la adulteración de alimentos. Tras recordar el origen de
los problemas que mermaban la calidad de los mismos y su relación con los cambios experimentados en la cadena alimentaria, se ocupa de la evolución y de los principales tipos de adulteración, de
la magnitud que alcanzó y de los alimentos que se vieron más afectados. El capítulo se completa
con dos apartados dedicados a analizar, por un lado, aquellos otros factores, que más allá de las
prácticas fraudulentas, pueden contribuir a deteriorar la calidad de los alimentos y que experimentaron transformaciones importantes durante el período considerado. La cuestión de las intoxicaciones
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e infecciones alimentarias y su prevención y control cobraron una creciente importancia, sobre todo
tras el avance de los conocimientos bacteriológicos y químicos. En el segundo de los apartados, se
ofrecen una serie de reflexiones sobre el diferente impacto que tuvo el fraude alimentario, en función del medio (rural o urbano, y dentro de éste las condiciones higiénicas de los barrios o distritos), el clima, la clase social de los consumidores, la procedencia del producto, o la forma en que se
procesaban y elaboraban los alimentos
El penúltimo de los capítulos analiza, como estudio de caso, el fraude alimentario en el contexto valenciano. A partir, sobre todo, de los datos proporcionados por las topografías médicas, aporta
una panorámica sobre los principales problemas de adulteración y alteración de alimentos que se
dieron tanto en el ámbito urbano, con la ciudad de Valencia como referente, como en el rural, la
magnitud que alcanzó el problema de la falta de calidad de los alimentos y el tipo de adulteraciones
practicadas.
La monografía se completa con un capítulo y un apéndice destinados a analizar la percepción y
la evolución del concepto de fraude alimentario y las dificultades que comportaba la estimación de
su magnitud. Aunque la percepción popular del peligro del fraude fue incrementándose con el paso
del tiempo, gracias a las denuncias provenientes, sobre todo, del ámbito médico y científico, la
sensación de peligro mostró una importante diversificación socioeconómica. Pero en la toma de
conciencia del problema que suponía el fraude alimentario también influyó su evolución conceptual. En el período cronológico que abarca la monografía, la segunda mitad del siglo XIX y las
primeras décadas del XX, el concepto de alimento puro mostró varios cambios y fue evolucionando
hacía una conceptualización más laxa que coincidió con el debate que suscitó el uso de aditivos
alimentarios como los colorantes y conservantes, o la introducción de estrategias de regulación
como las que comportaban la estandarización del alimento y el etiquetaje. Pero, como muy acertadamente señala el autor y demuestra con el ejemplo de la regulación de alimentos en tierras valencianas, el control de la calidad de cada alimento fue resultado de un proceso de negociación entre
diversos agentes sociales (médicos, químicos, políticos, productores y, en menor medida, consumidores), donde influyeron además de consideraciones de naturaleza sanitaria, elementos de carácter
económico, político y cultural.
Nos encontramos, por tanto, ante una monografía de lectura plural, de gran interés para los investigadores que desde diferentes miradas disciplinares se interesan por la historia de la alimentación, pero también muy recomendable como texto docente, al explicar, de manera didáctica y crítica, las bases de nuestro actual sistema de producción y consumo de alimentos, y ayudar a entender
el papel que ejercieron los cambios de la cadena alimentaria, en las transiciones alimentarias y
nutricionales que experimentaron las poblaciones europeo-occidentales durante la segunda mitad
del siglo XIX y las primeras décadas del XX.
Josep BERNABEU-MESTRE
Universidad de Alicante
PIMENTEL, J., El Rinoceronte y el megaterio: un ensayo de morfología histórica,
Madrid, Abada Editores, 2010, 316 pp., [ISBN: 978-84-96775-67-1]
Es gratificante leer un libro de Juan Pimentel. Su prosa destaca en nuestra comunidad de historiadores españoles de la ciencia. El texto que se reseña, una obra reflexionada y trabajada, es un
ensayo en absoluto provocativo, más bien interesante, inteligente y atractivo.
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RESEÑAS
En principio no parece fácil ver, encontrar, comprender, una relación entre dos historias a priori
tan diferentes, por lo que de primeras el nexo podría pensarse como un tanto forzado. Por un lado,
la historia de un animal que forma parte de la biodiversidad actual, ambientada en el siglo XVI,
que, exótico para los europeos, llegó desde levante a la península ofrecido como un presente zoológico real, continuando como regalo, sin arribar, a la Roma papal. Por otro, el hallazgo y discusión
científica sobre un fósil, en concreto unos restos óseos pertenecientes a un mamífero extinguido,
reclamado, exigido y, en consecuencia, enviado desde poniente a finales del siglo XVIII al Real
Gabinete de Historia Natural de la metrópoli colonial, lo que dio lugar a un debate paleontológico y
corroboró la existencia de especies extinguidas, realidad que cuestionaba el principio de plenitud de
la creación/biodiversidad divina.
Pero estos dos animales, el rinoceronte y el megaterio, «antes imaginados que vistos», son presentados conjuntamente al lector, reivindicando Pimentel el papel de la imaginación, frente a la
«memoria histórica», en la confección de hechos científicos e históricos a través de un mecanismo,
la analogía. El subtítulo, un ensayo de morfología histórica, señala la fórmula para la síntesis y el
camino del discurso. Al autor no se le escapa la debilidad de la fórmula elegida, citando a F. Egmond y P. Mason (The Mammoth and the Mouse. Microhistory and Morphology), quienes señalan
que en este tipo de investigación «los fenómenos comparados pueden revelarse dispares, heterogéneos, inconmensurables». En cualquier caso, y respondiendo a la pregunta del autor sobre la legitimidad de la analogía que plantea, hay que responder que sí lo es. Al menos para este caso concreto,
aunque siempre pueda discutirse si es extrapolable de una manera general. Pero razones, argumentos y retórica construyen en este ensayo un discurso bien articulado y con una fuerte capacidad de
persuasión. Y eso a pesar de las lógicas dificultades de encontrar analogías entre objetos de estudio
de diferentes disciplinas biológicas y contextos históricos distintos y distantes.
Como señala Pimentel, el rinoceronte y el megaterio son dos objetos orgánicos (el segundo lo
fue en el pasado), pero cargados como materia inerte en los barcos en que fueron enviados a Europa, y ambos nacidos en los confines de imperios coloniales. Uno llegó a Lisboa desde el presente,
el rinoceronte, hoy en día aún con representantes, pocos, pero en claro peligro de extinción debido
a la caza furtiva: a su cuerno, objeto de deseo histórico en las farmacopeas, ahora incluso se le
atribuye capacidad curativa del cáncer. El otro llegó desde el pasado, desde un mundo antiguo que
ya no existía, el megaterio, fósil o subfósil para algunos, ya que se extinguió hace sólo unos pocos
miles de años debido a cambios bruscos climáticos, no pudo adaptarse a las nuevas condiciones, o,
quizás, no se sabe a ciencia cierta, por la acción del género humano, como plantean otros. En cualquier caso, ambos presentes exóticos destinados a las colecciones reales o papales, que incrementaban el deseo de conocimiento y curiosidad y que reflejaban los amplios límites de la obra de la
creación.
La historia del primero de ellos, no es para menos, ha sido argumento de una novela, ya lo indica Pimentel, El rinoceronte del Papa. Por su parte, creo que el segundo merecería asimismo una
novela, «El megaterio del rey», que reflejara, entre otras cosas, el interés, y desconocimiento, de la
monarquía española cuando, tras el descubrimiento del mamífero fósil cerca de Buenos Aires,
desde la metrópolis se demandó al Virrey que hiciera llegar al Real Gabinete de Su Majestad en
Madrid, un representante vivo, aunque fuese pequeño, o en su defecto muerto, pero bien conservado, relleno de paja y extremando las precauciones de su traslado trasatlántico.
La primera historia, «El paquidermo armado», está dividido en tres capítulos: Itinerario, Palabras y Grabado. La segunda, «Un extraño cadáver», otros tres: Quimera, Huesos, Fósil. Y el epílogo, Vidas circulares. Respecto a este último apartado, hay que recordar la carga de eternidad que
tienen las líneas circulares, no hay principio ni final, o, considerando desde otra perspectiva, que un
círculo puede trazarse iniciándolo en un punto y cerrarlo volviendo a él. Pero las dos historias, los
dos discursos paralelos en los que se investiga el doble trabajo de la ciencia y el arte con el rinoceronte y el megaterio, aunque desiguales y descompensados, están enlazados, muy bien por cierto,
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mediante analogías que ilustran las respectivas circulaciones de sus protagonistas, animal y fósil.
Como la representación constituye un núcleo fundamental para las dos historias, 55 magníficas
figuras ilustran y argumentan las analogías de la disertación, especialmente la central, la que Pimentel establece mediante la correspondencia inversa que mantienen rinoceronte y megaterio con
relación a la piel, parte externa de la anatomía, y el esqueleto, parte interna
En este sentido especialmente impactante es la última figura del libro, que representan los negativos de las imágenes principales del ensayo, la xilografía del rinoceronte de Durero y el grabado
del megaterio de Bru y Navarro. En ella se recoge y compara, como el negativo de las anteriores, la
figura del esqueleto del rinoceronte de Cuvier y la del megaterio con su piel, obra de Mauricio
Antón. Esta última imagen del megaterio, ejemplo de reconstrucción paleontológica, entra de lleno
en una actual demanda pública encaminada a la «resurrección» de homínidos fósiles y demás especies extinguidas. Tal vez no sea ajeno a esto el impacto de la película Parque Jurásico. En El Secreto de los fósiles Antón describe, a partir de evidencias científicas y de reflexiones especulativas,
el arte de reconstruir animales extinguidos: «técnicas de anatomía, morfología funcional, interpretación de rastros y animación tridimensional por ordenador» se integran para devolver la apariencia
perdida de los vertebrados fósiles. Más complicado es resolver cuestiones como el color del pelo o
del plumaje, donde es necesario recurrir a la imaginación. En este sentido, invoco la novela The
Dechronization of Sam Magruder de G.G. Simpson, uno de los paleontólogos más relevantes del
siglo XX, artífice de la articulación de la teoría sintética de la evolución. Sirve como ejemplo de
analogía, como la que establece Pimentel en su libro, entre el historiador y el paleontólogo, al
tiempo que recuerda que ambos comparten su interés por el pasado. Simpson narra como el protagonista, Sam Magruder, es trasladado en el tiempo, al período Cretácico, durante el curso de un
experimento científico. Este Robinson Crusoe del pasado consigue escribir en tablillas de piedra,
excavadas en el futuro, un diario que cae en manos del Historiador Universal. En su diario Magruder aporta una sólida contribución para los artistas que restauraban dinosaurios, ya que él, aislado
en su «isla cretácica», puede describir in vivo el color de la piel de los dinosaurios. Antón y demás
reconstructores paleontológicos estarían agradecidos, si se diera el caso.
Para terminar, sólo queda decir que este tipo de estudio, y en concreto este ensayo de Juan Pimentel, aporta una vía de investigación perfectamente integrable en los derroteros que actualmente
sigue nuestra disciplina y, cargado de posibilidades, abre un debate sobre modelos y perspectivas
para abordar determinadas cuestiones histórico-científicas. El libro está cargado de erudición,
solidez intelectual y muy buenas formas profesionales, como no podía ser menos al tratarse de una
obra de un competente experto en nuestra área de conocimiento, la historia de la ciencia.
Francisco PELAYO
Instituto de Historia, CCHS (CSIC)
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MENDEIROS, José Felipe, Os Azulejos da Universidade de Évora. The Tiles of the
University of Evora, Évora, Universidad de Évora, 2002, 221 pp. [DL: PT175368/02]
PINA, Madalena Esperança, Traços da Medicina na Azulejaria de Lisboa, Casal de
Cambra, Caleidoscópio, 2010, 168 pp. [ISBN: 978-989-658-054-4]
Es gratificante leer un libro de Juan Pimentel. Su prosa destaca en nuestra comunidad de historiadores españoles de la ciencia. El texto que se reseña, una obra reflexionada y trabajada, es un
ensayo en absoluto provocativo, más bien interesante, inteligente y atractivo.
Cualquier visitante en Portugal queda admirado por la riqueza de la azulejería, que reviste y
embellece objetos, paredes y fachadas. Todo el Mediterráneo es rico en alfarería y cerámica, con
una evidente influencia oriental. Pero la riqueza con que los muros del país vecino son revestidos
destaca, mostrando una gran belleza y expresividad. Es evidente que no se trata tan solo de embellecer la arquitectura y la ciudad, sino también una forma muy rica de comunicación. Sin duda
convergen en ésta variadas tradiciones, así el empleo de las imágenes en pinturas, esculturas o
azulejería para la enseñanza religiosa. Esos interiores o exteriores decorados de las iglesias tenían,
junto al gusto por la belleza, la intención de impresionar y adoctrinar a los fieles. Desde luego, en
tiempos pasados el analfabetismo privilegiaba esa forma de transmisión de la doctrina, pero se
cuidó por el poder de seducir o de aterrar de las imágenes. Así el catolicismo se mantuvo firme en
la defensa de las representaciones de los santos y de la divinidad frente a otros cultos monoteístas.
No fueron, claro está, los azulejos o las pinturas las únicas formas de transmitir las verdades religiosas, también los grabados, los libros, o las esculturas fueron útiles, siempre asociados a la palabra. La iglesia emplea siempre imágenes de la divinidad o los santos, e incluso de virtudes, pecados, premios o castigos, para aleccionar a los que en ella ingresan y progresan.
Tampoco era tan solo la iglesia la que empleaba la imagen, pues el poder y sus vasallos usaron de
ella. Las representaciones simbólicas reales o eclesiásticas (o de otras autoridades) estaban por todas
partes, los súbditos y fieles las veían con respeto, temor o veneración. Los grabados críticos también
fueron frecuentes, así con las facciones eclesiásticas en la Reforma o con los reyes o políticos en época
contemporánea. Pero también se empleaban para dirigirse a los poderosos, es evidente que no era fácil
llegar a ellos. Andrea Alciato y sus emblemas sirven para transmitir enseñanzas o peticiones, para intentar mejorar el mundo. Así los emblemas de Saavedra Fajardo o bien los de José Celestino Mutis para
pedir a la corona española mejoras políticas, económicas o científicas en tierras peninsulares o americanas. A la historia del arte se deben muchas de las ornamentaciones y de los símbolos. Había una verdadera escuela de significados que se canonizó en el libro Iconologia de Cesare Ripa (1593).
Y los científicos también han empleado la imagen, para explicar hechos naturales o experimentales, tanto en viejos manuscritos, como en modernos libros o en representaciones digitales
cara al futuro. En este terreno los azulejos portugueses también tienen un notable papel, que descubrí en las viejas y hermosas paredes de la Universidad de Évora. Tengo que agradecer el paseo y las
explicaciones del Prof. Augusto J.S. Fitas y de la Profª. Maria Fátima Nunes por las aulas del antiguo colegio jesuita. Como representación de la ciencia tienen estos azulejos una gran importancia.
Son variados, muy variados los temas, religiosos, orientalistas, bucólicos (campo, pesca y caza),
sociales (los retratos de caballeros)… pero muchos tienen que ver con el saber. Los meses, los
elementos y las estaciones, los géneros literarios (la fundacional Eneida), la filosofía griega y la
natural, la metafísica, la Biblia, la geometría y la astronomía, la física (polvos simpáticos y magnetismo, electricidad, el vacío), la geografía (elementos, estaciones, continentes)… recuerdos clásicos
y humanistas, experimentos, instrumentos, fenómenos naturales… Llama la atención la presencia
de ese absurdo remedio a distancia que eran los polvos simpáticos, que algunos jesuitas habían
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RESEÑAS
combatido como farsa protestante (Carlos Solís, La medicina magnética. Del ungüento armario al
polvo simpático de Kenelm Digby, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2011). Los
azulejos nos llevan a los grabados que la ciencia utiliza, sean figuras anatómicas, esquemas matemáticos, experimentos físicos, planos y representaciones, etc...
Destaca la figura de Prometeo con el feroz buitre como castigo, representante de la física.
Desde luego, muestra bien el clasicismo de estos jesuitas, quienes no toman solo escenas de vida
cotidiana o de vida académica y experimentos científicos. Junto a los temas clásicos justificados
cuando se habla de literatura, arte o filosofía, llama la atención que se mantengan también éstos en
azulejos de contenido científico. Prometeo ha robado el fuego a los dioses, en beneficio de los
hombres y debe ser castigado. Así, el buitre representa a Júpiter enojado por esta traición de un
semidios. Es el castigo que también la Biblia o san Agustín mantienen para los que se ocupan de
temas profanos olvidando los divinos, cayendo en la ignorancia e incluso en la melancolía. El cruel
pájaro ahonda en el hipocondrio, pues supone el dolor de la verdad nueva y el olvido de las doctrinas reveladas. Pero el conjunto, muy bien presentado en el libro que comento, publicado por la
Universidad de Évora, es un canto al saber y a la ciencia.
Sin duda, hay que tener en cuenta algunas de las características de la orden ignaciana, su interés por la ciencia y el clasicismo en primer término. Su apoyo al realismo y a las imágenes, también. San Ignacio y la orden jesuita pronto se decantan hacia la enseñanza y la investigación científica, sea para demostrar a través de la naturaleza las bondades y los poderes divinos, sea para
definir una nueva sociedad en la que las clases dominantes tuviesen una cultura adecuada para
ejercer su mandato. Los primeros jesuitas pasan por Alcalá y París, pero no son bien recibidos en
España a diferencia de la invitación real de Portugal (Marcel Bataillon, Los jesuitas en la España
del siglo XVI, ed. Pierre-Antoine Fabre, trad. Marciano Villanueva Salas, Valladolid, Junta de
Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2010). No es extraño el interés de los jesuitas
españoles por fundar una Universidad en Madrid, junto a la corte, como existían en importantes
capitales europeas. No se les concede, pero pueden fundar el Colegio Imperial donde por casi dos
siglos enseñan ciencia y técnica, humanidades y músicas. Si la corona portuguesa —a diferencia de
la española— no crea universidades ni en la península ni en las colonias, ambas dejan a los jesuitas
crear colegios a imitación del romano. El de Évora es fundado en 1559 para la formación de caballeros y de clérigos, con frecuencia misioneros, todos ellos presentes en los azulejos. Es restaurada
la Universidad en 1973 tras un par de siglos de cierre. Sus paredes son embellecidas en el XVI y en
el XVIII por azulejos, éstos con motivos culturales y científicos. Fechados en 1749, recibirían
pronto la terrible atención del marqués de Pombal.
Son abundantes también los temas médicos que Madalena Esperança Pina encuentra en la azulejería lisboeta. Es lógico en los que reflejan motivos religiosos; sean las obras de caridad o los
milagros de santos, tienen repercusión clara en la medicina. También hay otros que tienen la misión
de señalar lugares u oficios, que recuerdan el carácter médico de hospitales o aulas, incluso de
acontecimientos. Destaca ese mono diablillo con lentes, en el barrio de Graça de Lisboa, burla del
significado social de ese instrumento. La autora, tras proporcionar información sobre la historia de
la medicina y de la azulejería, presenta los que muestran la higiene y la asistencia médica, los cinco
sentidos, la muerte y la religión (Biblia y santos), la patología y la terapéutica. En fin, los que recuerdan las memorias médicas de la marina portuguesa, el XV Congreso Internacional de 1906, o
bien la Sala dos Passos Perdidos da Faculdade de Ciências Médicas. Buena bibliografía completa el
libro, con bellas ilustraciones también.
José Luis PESET
IH, CCHS, CSIC
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PESET, J.L. (1983), Ciencia y marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 73.
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la primera y última página del capítulo y página de la que procede la cita.
Ejemplo:
ÁLVAREZ PELÁEZ, R. (1993), La fisiología cerebral y el desarrollo de la psiquiatría
en el siglo XIX. En GONZÁLEZ DE PABLO, A. (coord.), Enfermedad, clínica y patología. Estudios sobre el origen y desarrollo de la Medicina contemporánea, Madrid,
Ed. Complutense, pp. 315-328.
— Artículos de revista: apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación (entre paréntesis), título del artículo, nombre de la revista (en cursiva), volumen, número del fascículo (entre paréntesis), primera y última página del artículo, número de la página de la que
procede la cita.
Ejemplo:
ALBARRACÍN. A. (1972), Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX.
Asclepio, 24, 323-366.
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Ejemplo: LÓPEZ PIÑERO (1987), p. 14.
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Example:
PESET, J.L. (1983), Ciencia y marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 73.
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publisher, first and last pages of chapter, and page containing the quotation.
Example:
ÁLVAREZ PELÁEZ, R. (1993), La fisiología cerebral y el desarrollo de la psiquiatría
en el siglo XIX. En GONZÁLEZ DE PABLO, A. (coord.), Enfermedad, clínica y patología. Estudios sobre el origen y desarrollo de la Medicina contemporánea, Madrid,
Ed. Complutense, pp. 315-328.
— Journal articles: the author’s surname, and first name initials; year of publication (between
parentheses), article title, journal name (in italics), volume, issue number (between parentheses), first and last pages of article, and page containing the quotation.
Example:
ALBARRACÍN. A. (1972), Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX.
Asclepio, 24, 323-366.
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Volumen LXIII
Nº 1
enero-junio 2011
312 págs.
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Volumen LXiII
2011
Nº 1
Volumen LXIII
ESTUDIOS
El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración
Francisco Vázquez y Richard Cleminson
«Des hommes noirs et non pas des nègres»: Piel y raza en el siglo XVIII
Paola Martínez Pestan
La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de Amado Nervo
Christian Sperling
Francisco Ramírez Vas: prensa y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX
Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez
Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século XIX: as boticas
Ricardo Pessa de Oliveira
La fisiología del logos en Aristóteles
José Javier Benéitez Prudencio
El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista
Virginia Iommi Echeverría
La actividad matemática en España durante la Guerra Civil
Francisco A. González Redondo
Hacia una reinterpretación de la ciencia normal: Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951)
Juan Vicente Mayoral de Lucas
TEXTO
Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renancentista española: La Celestina
Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales
LIBROS
ENSAYO-RESEÑA
Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas
Luis Montiel
RESEÑAS
Madrid
Sumario
Nº 1
enero-junio 2011
Madrid (España)
ISSN: 0210-4466
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