Volumen LXIII Nº 1 enero-junio 2011 312 págs. ISSN: 0210-4466 Volumen LXiII 2011 Nº 1 Volumen LXIII ESTUDIOS El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración Francisco Vázquez y Richard Cleminson «Des hommes noirs et non pas des nègres»: Piel y raza en el siglo XVIII Paola Martínez Pestan La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de Amado Nervo Christian Sperling Francisco Ramírez Vas: prensa y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século XIX: as boticas Ricardo Pessa de Oliveira La fisiología del logos en Aristóteles José Javier Benéitez Prudencio El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista Virginia Iommi Echeverría La actividad matemática en España durante la Guerra Civil Francisco A. González Redondo Hacia una reinterpretación de la ciencia normal: Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951) Juan Vicente Mayoral de Lucas TEXTO Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renancentista española: La Celestina Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales LIBROS ENSAYO-RESEÑA Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas Luis Montiel RESEÑAS Madrid Sumario Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0210-4466 Volumen LXIII Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0210-4466 CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Volumen LXIII Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0210-4466 ASCLEPIO Revista publicada por el Instituto de Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, nació en 1948 con el título Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. Consagrada especialmente a la ciencia española, europea e iberoamericana, Asclepio publica artículos originales sobre historia de la ciencia, haciéndose eco de las diversas corrientes historiográficas de la disciplina. Con una periodicidad semestral está dirigida a un público especializado en historia de la ciencia, pero también a científicos de diversa formación que puedan encontrar en la historia elementos de reflexión epistemológica y social en su quehacer profesional. Edición electrónica: http://asclepio.revistas.csic.es Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, was born in 1948 with the title Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. Particularly devoted to Spanish, European, and Latin American science, Asclepio includes original papers on the history of science, echoing the various historiographic trends in our field of study. It is half-yearly directed to an audience specialized in the history of science, but also to variously educated scientists who may find in history elements for epistemological and social reflection in their scientific work. Electronic edition: http://asclepio.revistas.csic.es Director: Rafael Huertas García-Alejo (Instituto Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC) Secretarios: Ricardo José Campos Marín (Instituto Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC) Francisco Pelayo López (Instituto Historia, Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC) Consejo de Redacción: Jon Arrizabalaga Valbuena (IMF, CSIC) Rosa Ballester Añón (Univ. Miguel Hernández) Montserrat Cabré (Univ. de Cantabria) Ricardo José Campos Marín (CCHS, CSIC) Andrés Galera Gómez (CCHS, CSIC) Isabel Jiménez Lucena (Univ. de Málaga) M.ª Luz López Terrada (IHCD, CSIC) Leoncio López-Ocón Cabrera (CCHS, CSIC) Luis Montiel Llorente (UCM) Francisco Pelayo López (CCHS, CSIC) Enrique Perdiguero (Univ. 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Presente en Latindex (en Catálogo) y European Reference Index for the Humanities, ERIH (ESF). © CSIC, 2011 Las opiniones y hechos consignados en cada artículo son de exclusiva responsabilidad de sus autores. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas no se hace responsable, en ningún caso, de la credibilidad y autenticidad de los trabajos. Los originales de la revista Asclepio, publicados en papel y en versión electrónica son propiedad del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, siendo necesario citar la procedencia en cualquier reproducción parcial o total. The opinions and facts stated in each article are the exclusive responsibility of the authors. The Consejo Superior de Investigaciones Científicas is not responsible in any case for the credibility and authenticity of the studies. 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Christian Sperling: La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de Amado Nervo ................................................................................................................. Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez: Francisco Ramírez Vas: prensa y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX .............................................. Ricardo Pessa de Oliveira: Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século XIX: as boticas .............................................................................................................. José Javier Benéitez Prudencio: La fisiología del logos en Aristóteles ......................... Virginia Iommi Echeverría: El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista ....................................... Francisco A. González Redondo: La actividad matemática en España durante la Guerra Civil ................................................................................................................... Juan Vicente Mayoral de Lucas: Hacia una reinterpretación de la ciencia normal: Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951) ................................................................ 7-38 39-64 65-88 89-122 123-154 155-178 179-192 193-220 221-248 TEXTO Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales: Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renacentista española: La Celestina .................................................................................. 249-292 LIBROS ENSAYO-RESEÑA Luis Montiel: Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas .......................................................... RESEÑAS .................................................................................................................................. 293-298 299-308 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 5-6, ISSN: 0210-4466 Volumen LXII Nº 2 julio-diciembre 2010 Madrid (España) ISSN: 0210-4466 ASCLEPIO REVISTA DE HISTORIA DE LA MEDICINA Y DE LA CIENCIA STUDIES Francisco Vázquez y Richard Cleminson: The banishment of the marvellous. Hermaphrodites and sexual mutants in Enlightenment Spain ................................... Paola Martínez Pestana: «Des hommes noirs et non pas des nègres»: skin and race in XVIIIth century ......................................................................................................... Christian Sperling: The Discourse on Mental Disorders in the Hispanic Short Novel: Amado Nervo’s case ........................................................................................ Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez: Francisco Ramírez Vas: Press and medical philosophy in the third quarter of the 19th century ......................... Ricardo Pessa de Oliveira: To the study of conventual health in the beginning of 19th century: the pharmacies ...................................................................................... José Javier Benéitez Prudencio: La fisiología del logos en Aristóteles ......................... Virginia Iommi Echeverría: Projectile motion in Diego Hurtado de Mendoza's Mecánica and new Renaissance dynamics ............................................................... Francisco A. González Redondo: Mathematical activities in Spain during Civil War .................................................................................................................................. Juan Vicente Mayoral de Lucas: Towards a reinterpretation of Normal Science: Kuhn and the Physics of his time (1940-1951) ......................................................... 7-38 39-64 65-88 89-122 123-154 155-178 179-192 193-220 221-248 TEXT Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales: Nature in Botany and Zoology in the Spanish Literature: La Celestina ................................................................................................................................... 249-292 BOOKS REVIEW-ESSAYS Luis Montiel: Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas .......................................................... REVIEWS .................................................................................................................................. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 5-6, ISSN: 0210-4466 293-298 299-308 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 7-38, ISSN: 0210-4466 ESTUDIOS EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA ESPAÑA DE LA ILUSTRACIÓN Francisco Vázquez Universidad de Cádiz Richard Cleminson Universidad de Leeds RESUMEN Este trabajo presenta una síntesis histórica con objeto de hacer inteligible el desgaste de la creencia colectiva en la existencia de hermafroditas y cambios de sexo, emplazando este proceso en el contexto médico y cultural de la España ilustrada. Analiza en este sentido tres procesos convergentes. En primer lugar, la naturalización del monstruo y el retiro de lo «maravilloso» en la ciencia de la Ilustración. En segundo lugar, el despegue de la Medicina legal moderna y la conversión del facultativo en la autoridad competente relacionada con la identidad sexual. Por último, se describe la tentativa de fundamentar biológicamente las diferencias entre los sexos. El trabajo concluye examinando la proyección de esta herencia intelectual ilustrada en la medicina española de las primeras décadas del siglo XIX. PALABRAS CLAVE: Hermafroditas. Cambios de sexo. Ilustración. Medicina legal. Identidad sexual. THE BANISHMENT OF THE MARVELLOUS. HERMAPHRODITES AND SEXUAL MUTANTS IN ENLIGHTENMENT SPAIN ABSTRACT This article presents a historical synthesis in order to trace how the collective belief in the existence of hermaphrodites and sex-changes was slowly eroded in the changing medical and 7 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON cultural context of Enlightenment Spain. In order to explain this change, three interlinked processes are outlined. First, the naturalization of the monster and the disappearance of the “marvellous” in Enlightenment science. Second, the consolidation of modern legal or forensic science and the rise of the medical specialist as the relevant authority in the determination of sexual identity. Third, the emergence of the notion of fundamental biological differences between the sexes. The article concludes by discussing the consequences of these shifts for early nineteenthcentury Spanish medicine. KEY WORDS: Hermaphrodites. Changes of sex. Enlightenment. Legal medecine. Sexual identity. UN CASO SINGULAR Las observaciones y relatos de episodios acerca de personas que cambiaban repentinamente de sexo eran materia corriente en la literatura de «maravillas», las relaciones de sucesos y los textos anatómicos divulgados en la España de los siglos XVI y XVII. Según una hipótesis muy conocida1, estas noticias, así como las referidas al nacimiento de hermafroditas en la especie humana, serían consecuentes con el predominio de un modelo sexual monista avalado por la tradición hipocrático-galénica. Según esa misma hipótesis, en Occidente, este modelo comenzaría a resquebrajarse entre el periodo de las Luces y el de las revoluciones liberales, siendo reemplazado por el esquema sexual dicotómico que nos resulta familiar en el presente. No obstante, en la España de finales del siglo XVIII, a diferencia de lo que se ha dicho que sucedía en otros países europeos, las noticias sobre mudanzas de sexo y nacimientos de hermafroditas, seguían siendo moneda corriente. Valga como ejemplo el caso de Fernanda Fernández2. Nacida en Baza, tomó hábitos en el Convento de las Monjas Capuchinas de Granada. Profesó con 19 años y se mantuvo en la orden hasta los 27, cuando comenzó a reconocerse con señales del sexo opuesto. Al cabo de dos años se completó la transformación. Inicialmente, los médicos le diagnosticaron locura, pues no cesaba de manifestar, con gestos desabridos, sus tentaciones carnales por otras monjas y el intento de resistirlas. Fernanda, en efecto, intentaba vencer estos impulsos ———— 1 LAQUEUR, T. (1992), La fabrique du sexe. Essai sur le corps et le genre en Occident, Paris, Gallimard, pp. 19-21. 2 El manuscrito se encuentra en la Biblioteca Nacional ms. 12966. Fue estudiado por primera vez por DE LA PASCUA SÁNCHEZ, M.ªJ. (2003), ¿Hombres vueltos del revés? Una historia sobre la construcción de la identidad sexual en el siglo XVIII. En DE LA PASCUA SÁNCHEZ, M.ªJ., GARCÍA DONCEL, M.ª del R. y ESPIGADO, G. (eds.), Mujer y Deseo, Cádiz, Universidad de Cádiz, pp. 431-444. 8 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... evitando a sus compañeras y utilizando estrictas penitencias (cilicios de hierro, disciplinas y cruces con puntas), a lo que se unieron más tarde las sangrías regulares prescritas por los facultativos. Por último, tras reiterar su condición viril ante los galenos, éstos la examinaron y la declararon varón. Acto seguido comenzó en el Obispado la tramitación de los autos para dispensarla de sus votos. Comunicado a sus padres el resultado, Fernanda, convertida ya en Fernando, se vistió de hombre. Aún habría de costarle acostumbrarse a su nueva identidad; conservó las destrezas aprendidas durante su etapa de monja y mostró tristeza al saber que no regresaría al convento. Lo que más sorprende del suceso es que éste tenga lugar en 1792 y que todos los que intervienen en él —empezando por los facultativos— no parezcan poner en tela de juicio la posibilidad de tales transmutaciones sexuales. Se limitan a constatar, a través del examen anatómico, la propia experiencia vivida por Fernanda, pero en ningún caso se arguye que en el fondo ésta siempre hubiera sido varón o que este fuera su verdadero sexo biológico. Y sin embargo, a estas alturas, el saber médico y la opinión ilustrada tendían a juzgar esta clase de metamorfosis y en general el hermafroditismo3, como burdas supercherías o creencias supersticiosas, producto de la ignorancia y de la barbarie reinantes. ¿Cómo se planteaba esta polémica en la cultura española del final del Antiguo Régimen?; ¿cómo se llegó a desterrar del pensamiento médico y del mundo letrado español en general la creencia en estos fenómenos a lo largo del siglo XIX? LA EXPULSIÓN DE LO MARAVILLOSO Y LA NATURALIZACIÓN DEL MONSTRUO Como pone de manifiesto el caso de Fernanda Fernández, la creencia en las hembras masculinizadas y en los hermafroditas seguía gozando de muy buena salud en la España de finales del siglo XVIII. Lejos de desaparecer, la literatura de maravillas, bajo la forma de «observaciones raras» o de exposición de «curiosidades», seguía bien viva. Se continuaba discutiendo acerca de si era posible mantener concurso carnal con el demonio y si, dándose el caso ———— 3 «¿Pero hay verdaderos hermafroditas? Se podía presentar esta pregunta en los tiempos de ignorancia; no se debe formular en los siglos ilustrados (...) el hermafroditismo es una quimera y que los ejemplos que se dan de hermafroditas casados que tienen hijos el uno del otro, cada uno como hombre y como mujer, son fábulas pueriles, formadas en el seno de la ignorancia y en el amor a lo maravilloso, del que hay tanto por deshacer» (DE JAUCOURT, L. (1978), Hermaphrodite. En Encyclopédie de Diderot et D’Alembert, t. 15, Paris, Ed. de Franco Maria Ricci, (ed. or. 1755), fol. H27-H28) (la traducción es nuestra). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 9 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON de que el coito fuera fecundo, sería preceptivo bautizar a la criatura recién nacida4. Autores con reputación de ilustrados y «experimentales» avant la lettre, como el Padre Feijoo, creían en la fecundidad de coitos entre animales y personas5 o en la existencia de monstruos humanos bicípites capaces de sobrevivir durante años y de poner a dialogar ambas cabezas6. En suma, del ———— 4 RODRÍGUEZ, R.P.A.J. (1753a), Dissertación II. Sobre la imposibilidad de generación ni comercio por el Demonio íncubo. En uevo Aspecto de Theologia Médico-Moral y ambos derechos o Paradoxas phísico-teológicas-legales, t. II, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, pp. 200-215; VALDERRAMA, Fr. F. (1790), Si la muger que pare un Monstruo especie de Bruto, se deba presumir Reo de feo crimen por el Magistrado y como procederá contra ella. En Memorias Académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, t. V, sevilla, pp. 108-120; LORENZO ZAMBRANO, M.R.P.M. (1790), Si es posible el concurso carnal del demonio con criatura humana y en este caso habiendo prole, si es capaz de bautismo. En Memorias Académicas de la Real Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla, Sevilla, t. IX, pp. 409-422. No hay que olvidar que el último reo quemado por la Inquisición —en 1781— fue una mujer acusada de fornicio con el demonio (SALAMANCA BALLESTEROS, A. (2007), Monstruos, Ostentos y Hermafroditas, Granada, Universidad de Granada, p. 204). Sobre la creencia —largo tiempo mantenida— en la intervención diabólica sobre los sueños o en las alteraciones de la imaginación de la mujer encinta como causa de monstruosidad, cf. BOUCÉ, P.G. (1987), Imagination, pregnant women and monsters in Eighteenth-Century England and France. En ROUSSEAU, G.S. y PORTER, R. (eds.), Sexual Underworlds of the Enlightenment, Manchester, Manchester U.P., pp. 86-100. La «posesión diabólica» seguía figurando como cuestión en el tratado de medicina y cirugía forense de Plenck (PLENCK, J.J. (1825), Elementa Medicinae et Chirugiae Forensis, Madrid, Michaelis Burgos, pp. 120-121) utilizado en los Colegios de Cirugía españoles, particularmente en el de San Carlos, en Madrid —que incluía la cirugía forense en sus planes de estudio— y traducido en 1796 (GRANJEL, L.S. (1979), La Medicina Española del siglo XVIII, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 135 y MARTÍNEZ, J. (1990), Sexualidad y Orden Social: la visión médica de la España del primer tercio del siglo XIX, Asclepio, 42 (2), pp. 119-136, pp. 123-124. Sobre la popularidad de las noticias y relatos acerca de seres teratológicos en el siglo XVIII, GRANJEL (1979), pp. 153-154. 5 «Supongo ciertísimamente en lo sustancial la relación del monstruo en la villa de Fernán Caballero», FEIJOO, B.J. (1774), Reflexiones filosóficas, con ocasión de una criatura humana hallada poco ha en el vientre de una cabra. En Cartas Eruditas y Curiosas, t. III, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, (ed. or. 1750), p. 337. El Padre Antonio José Rodríguez refutó a Feijoo sosteniendo la imposibilidad de coito fecundo entre hombre y bruto, cf. RODRÍGUEZ, R.P.A.J. (1753b), Carta respuesta a un ilustre Prelado sobre el feto monstruoso hallado poco ha en el vientre de una cabra y reflexiones críticas que ilustran su historia, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta. Sobre la creencia de Feijoo en «hombres peces», en nereidas, tritones y otros fabulosos monstruos acuáticos, MARAÑÓN, G. (1954), Las Ideas Biológicas del Padre Feijoo, Madrid, Espasa Calpe, pp. 223-243. Marañón, como hace con todas las tesis de Feijoo en el ámbito de la Historia Natural y la Medicina, las traduce al lenguaje de la Biología contemporánea, actualizándolas. 6 FEIJOO, B.J. (1777), Respuesta a la consulta sobre el infante monstruoso de dos cabezas, dos cuellos, cuatro manos... que salió a luz en Medina Sidonia el 24 de febrero del año 10 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... mismo modo que, como mostró el celebrado texto de Arno J. Mayer7, el Antiguo Régimen político, económico y social fue capaz de perdurar más allá de su supuesta defunción, lo que podríamos denominar «el Antiguo Régimen sexual» tuvo a bien sobrevivir mucho más tiempo de lo que dictan las cronologías convencionalmente aceptadas. Dicho esto, sería por otro lado una ceguera de nuestra parte, no admitir que, en el curso del siglo XVIII y también en España, se puso en marcha una enconada ofensiva que, contando cada vez con más partidarios, se empeñó en rebatir la creencia en lo maravilloso, impugnando también los relatos sobre hermafroditas verdaderos, capaces incluso de engendrar, y acerca de mujeres que se tranformaron en hombres. Para dar cuenta de esta ofensiva es necesario discernir tres procesos mutuamente relacionados: la naturalización del monstruo, el despliegue de la Medicina Legal moderna y la fundamentación biológica de la diferencia sexual. El trasfondo de este triple proceso lo constituye el desgaste paulatino de ese orden trascendente que encofraba a la Naturaleza y la convertía en expresión de la voluntad divina. La Naturaleza comenzó a afrontarse como mera Naturaleza, la vida emergió como nuda vida, un proceso regido exlusivamente por sus propias leyes internas. Desaparecida la coraza protectora de la Providencia, la Vida y la Naturaleza se convirtieron en un ámbito frágil, desvalido y peligroso; su conservación y protección se transformaron en asunto político. Gobernar va a consistir por encima de todo en conducir la vida, administrar sus flujos aleatorios, gestionar sus riesgos, asentar en ella, quebrado el viejo orden estamental, las divisiones y taxonomías de los seres humanos8. Si la Naturaleza es sólo Naturaleza, el monstruo, que es uno de sus productos, ya no puede ser concebido como signo —sea de la omnipotencia divina o de una advertencia o castigo transmitido por la Providencia. En el curso del siglo XVIII comienza en efecto un proceso de naturalización del monstruo que culmina en la primera mitad del siglo XIX con la explicación científica de la monstruosidad. Nace, principalmente en los escritos de Isidore Geoffroy Saint Hilaire, la Teratología. La naturalización del monstruo es su definitiva desvinculación de las intervenciones diabólicas, de las aberraciones de la ———— 1736. En Cartas Eruditas y Curiosas, t. I, Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, (ed. or. 1742), p. 83; el monstruo de las dos cabezas polemizantes habría nacido en Oxford, sobreviviendo hasta los 28 años; el de Medina Sidonia murió al nacer. 7 MAYER, A.J. (1997), La persistencia del Antiguo Régimen. Europa hasta la Gran Guerra, Madrid, Altaya. 8 VÁZQUEZ GARCÍA, F. (2009), La invención del racismo. acimiento de la biopolítica en España, 1600-1940, Madrid, Akal. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 11 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON imaginación y de los sueños9, implica su conversión en una entidad más del orden natural y de sus leyes descubiertas por la razón10. Esta naturalización del monstruo es un requisito epistemológico necesario para hacer entrar al hermafrodita en el campo de lo teratológico; bajo la aparente duplicidad de los sexos no hay sino una malformación genital más o menos anómala. En el curso del siglo XVIII el monstruo se convirtió en objeto e instrumento de investigación. Se buscaron en él claves decisivas para conocer la verdad de los seres vivos de conformación regular; el monstruo sirvió para realizar experiencias cruciales que permitían decidir entre los sistemas del preformacionismo y de la epigénesis11, y —dentro del primer sistema— entre el ovis- ———— 9 A pesar de su creencia de en entidades que hoy se nos antojan «fabulosas», el Padre Feijoo, a diferencia de lo que se constataba aún en RIVILLA BONET, J. (1695), Desvíos de la naturaleza o Tratado del origen de los monstruos, Lima, Imprenta Real, fols. 35 v.-36 r., ya no invoca las influencias astrológicas, el castigo divino o la fornicación con demonio íncubo como causas del monstruo. Por otra parte, como sucedía con Martín Martínez o con el Padre Antonio José Rodríguez (1703-1777), se muestra escéptico respecto al engendramiento de monstruos por la fuerza de la «imaginativa» (GRANJEL (1979), p. 135). Sobre la popularidad de las noticias y relatos acerca de seres teratológicos en el siglo XVIII, GRANJEL (1979), p. 153. No obstante la fuerza de la imaginación de la madre para el engendramiento de monstruos todavía será invocada por autores de comienzos del siglo XIX como Virey —pronto traducido al castellano— o Hurtado de Mendoza (SALAMANCA BALLESTEROS (2007), pp. 228-240). 10 El célebre anatomista Martín Martínez (1684-1734), amigo de Feijoo y uno de los renovadores de la medicina española del Setecientos —se situaba tanto frente al tradicionalismo como frente al extremismo mecanicista de los seguidores de Gassendi y Descartes, intentó explicar la génesis y cortísima vida de un niño nacido en Madrid (1706) con el corazón fuera del tórax, excluyendo la apelación al milagro. Sobre este estudio clínico, MARTÍNEZ, M. (1750), Observatio Rara de Corde in Monstroso Infantulo ubi obiter et noviter de motu cordis et sangunis agitur, Madrid, Francisco Rodríguez, pp. 231-236. Su explicación de la monstruosidad, realizada a partir de la teoría animalculista, apela exclusivamente a causas naturales (MARTÍNEZ, M. (1764), Anatomía Completa del Hombre, Madrid, Imp. de la Viuda de Manuel Fernández, (ed. or. 1728), p. 202). 11 CANGUILHEM, G. (1980), La Monstruosité et le Monstrueux. En La Connaissance de la Vie, Paris, Vrin, 178-179; TORT, P. (1980), L’Ordre et les Monstres, Paris, Le Sycomore; DASTON, L. y PARK, L. (1998), Wonders and the Order of ature, 1150-1750, Nueva York, Zone Books; JACOB, F. (1973), La Lógica de lo Viviente, Barcelona, Laia; FARLEY, J. (1982), Gametes and Spores: Ideas about Sexual Reproduction 1750-1914, Baltimore, Johns Hopkins U.P., y HAGNER, M. (2000), Utilidad científica y exhibición pública de monstruosidades en la época de la Ilustración. En LAFUENTE, A. y MOSCOSO, J. (coords.), Monstruos y Seres Imaginarios en la Biblioteca acional, Madrid, Ministerio de Educación y Cultura, Biblioteca Nacional, pp. 105128. Hagner se refiere asimismo a los usos «estéticos» del monstruo, cuyo coleccionismo y exhibición se mantuvieron plenamente vigentes en el curso del siglo de las Luces. 12 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... mo y el animalculismo12. El análisis del monstruo proporcionó también una vía para solucionar el problema planteado por el análisis del sistema circulatorio del feto13 y permitió a los naturalistas del siglo XVIII dirimir las dificultades planteadas por el concepto de serie animal: ¿cómo pensar las identidades, las transiciones continuas y las diferencias, las variaciones en la gradación jerárquica del cuadro de las especies? Desde Leibniz hasta Robinet las variaciones introducidas por el monstruo serán concebidas, ora como formas de transición entre especies distintas (garantía de continuidad), ora como signo de la infinidad de combinaciones que hace posible el orden de la Naturaleza (fuente de diferencia)14. Finalmente, la unión de una Embriología surgida del triunfo de las tesis epigenetistas (Meckel) con una Anatomía Comparada desligada de la idea de «serie animal» (Cuvier), dará lugar en el primer tercio del siglo XIX a la Teratología (Geoffroy Saint Hilaire) que emplaza a la monstruosidad entre los diversos tipos de anomalía (anomalía funcional) y la inscribe en el registro evolutivo como «detención del desarrollo». Las observaciones sobre monstruos, extrardinariamente frecuentes en las publicaciones de las grandes Academias científicas europeas entre finales del siglo XVII y la primera década de siglo XVIII, ven reducida drásticamente su frecuencia a partir de 171015. Se impone una estricta selección, tanto para evitar la acumulación reiterativa de casos como para escoger los que resultan pertinentes, de modo instrumental, en relación con la investigación de problemas concretos. Por encima de todo se trataba de disociar el estudio de los monstruos de todo lo relacionado con la admiración de lo «maravilloso»16. En España, la ———— 12 Feijoo señaló que la observación del bebé de figura humana nacido de una cabra le llevó a cambiar sus ideas, pasando de los «ovevos u ovuistas» a los animalculistas (FEIJOO (1774), pp. 344-345). 13 MOSCOSO, J. (1998), Monsters as Evidence: the uses of the abnormal body during the Early Eighteenth Century, Journal of the History of Biology, 31 (2), pp. 355-382. 14 Aquí hay que mencionar los trabajos clásicos de DAUDIN, H. (1926-1927a), De Linné a Lamarck. Méthodes de la classification et idée de série en Botanique et en Zoologie (17401790), Paris, Alcan, y DAUDIN, H. (1926-1927b), Cuvier et Lamarck. Les classes zoologiques et l’idée de série animale, Paris, Alcan. 15 Javier Moscoso hace un análisis cuantitativo comparado entre los artículos de observaciones sobre monstruos publicados en el Journal de Savants (25 artículos entre 1665-1710 y sólo 8 entre 1710-1750); las Philosophicas Transactions (40 comunicaciones entre 1665-1712 y 16 casos entre 1775-1810). En las germánicas Acta Eruditorum, la evolución es similar, MOSCOSO (1998), pp. 359-360. 16 MOSCOSO (1998), p. 360; SALAMANCA BALLESTEROS (2007), p. 17 sobre el siglo XVIII como punto de inflexión y especialmente el capítulo IX («The Enlightenment and the Antimarvelous») de DASTON y PARK (1998), pp. 329-364. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 13 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON recusación de la literatura de maravillas17 es paralela a la divulgación de los procedimientos de crítica textual —destacando las obras de Feijoo y Mayans18— con objeto de distinguir las fábulas y las leyendas de las auténticas fuentes históricas. En este contexto se desarrolla la descalificación decidida de las transmutaciones sexuales y en menor medida, pues sigue siendo una cuestión muy controvertida en pleno siglo XVIII19, el rechazo a la existencia de hermafroditas verdaderos. Anatomistas españoles de reconocido prestigio, como Martín Martínez20, religiosos con vocación de naturalistas como Hervás y Panduro (1735-1809)21 y Barco y Gasca (fl. 1775)22 y tratadistas de cirugía forense ———— 17 «Porque entre los autores compiladores de prodigios, hay no pocos fáciles en creer, y ligeros en escribir. Son muchos los hombres que se complacen en referir portentos y rara vez falta quien eternice con la estampa sus ficciones, como si fuesen realidades» (FEIJOO (1777), p. 80). 18 SÁNCHEZ BLANCO PARODY, F. (1991), Europa y el Pensamiento Español del siglo XVIII, Madrid, Alianza Universidad, pp. 134-172. 19 Sobre la importante proliferación de monografías consagradas al hermafrodismo en la Europa del siglo XVIII (textos médicos, literatura de viajes, diarios novelescos de hermafroditas, etc.) y de discusiones acerca de la existencia de verdaderos hermafroditas, VÁZQUEZ GARCÍA, F. y MORENO MENGÍBAR, A. (1997), Sexo y Razón. Una genealogía de la moral sexual en España (siglos XVI-XX), Madrid, Akal, pp. 199-200. 20 Para Martín Martínez las mujeres masculinizadas son en realidad hembras macroclitorídeas: «en el fervor de acto venéreo [el clítoris] se hincha y enfurece como el miembro viril; y en algunas ha crecido tanto, que han podido abusar de la Venus con otras mugeres, y dar ocasión al vulgo para creer las fábulas de hembras convertidas en varones, ansí como a las de hombres transformados en mugeres, ha dado motivo el ocultarse del todo el pene» (MARTÍNEZ (1764), p. 188). Esta obra se ha calificado como «el mejor tratado morfológico español de la primera mitad del siglo XVIII» (LÓPEZ PIÑERO, J.M., GLICK, T.F., NAVARRO BROTÓNS, V. y PORTELA MARCO, E. (1983), Martínez, Martín. En Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España, t. 2, Barcelona, Península, p. 34). 21 «De la mutación de sexos en una misma persona no discurro, porque repugna totalmente al orden y leyes de la naturaleza; y cualquiera a la menor reflexión la conoce imposible» (HERVÁS Y PANDURO, L. (1789), Historia de la Vida del Hombre o idea del Universo, t. I, Madrid, Aznar, p. 189). 22 Antonio Jacobo del Barco y Gasca, Vicario de Huelva desde 1747, fue un clérigo ilustrado que aplicó el procedimiento crítico al estilo de Feijoo, refutando la supuesta transmutación de sexo, BARCO Y GASCA, A.J. del (1770-1771), Examen crítico de una rara transmutación de sexos en persona del femenino. En Cartas Familiares, Varias y Curiosas, dispuestas para honesta diversión, t. III, carta 29, Madrid, fols. 199-221. Se trata del caso de una monja de Córdoba llamada Mariana que, tras dos años como profesa en el Convento de las Agustinas, fue exclaustrada por ser considerada «machihembra». Posteriormente se casó con D. Francisco Gómez Linares yéndose a vivir a Montilla. Enviudada de D. Francisco, tiene ahora la intención de casarse con una sobrina de su marido, «haciendo papel de varón». Barco y 14 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... —una materia incluida en el plan de estudios de los Colegios de Cirugía desde 1780— como Juan Fernández del Valle (fl. 1790)23, recusaron la posibilidad de «mudas de sexo». Éste y Hervás y Panduro, por otra parte, rechazaron la existencia de hermafroditas24 verdaderos25. ———— Gasca admite que debe tratarse de un hermafrodita y aplica al caso los preceptos del Derecho Canónico, esto es, elegido un sexo para casarse, no puede lícitamente renunciar a él. Por otra parte estima que el hermafrodita perfecto, varón y hembra completos, es naturalmente imposible. En rigor el hermafrodita no puede nunca engendrar; por eso no debe permitírsele entrar en el estado conyugal; de otro modo se legitimaría una cópula infecunda a sabiendas, tan contraria a la naturaleza como la molicie o la sodomía. 23 «Aquí pertenece refutar las “historietas” que se refieren a la alteración o cambios de los sexos; la doctrina expuesta sobre las causas de la nymphomania y del hermafroditismo, son las que han hecho se crean estas apariencias» (FERNÁNDEZ DEL VALLE, J. (1797), Cirugía Forense General y Particular, t. III, Madrid, p. 18). 24 «Por lo que en fuerza de las observaciones exactas de los físicos modernos, y del ningún fundamento que tenía la opinión popular de los antiguos, se deberá decir que el hermafroditismo es una verdadera ficción, que el amor de la novedad inventó en los siglos de la ignorancia; y la vana persuasión creyó confirmada con experiencias, que se deben llamar pueriles» (HERVÁS Y PANDURO (1789), p. 185). Hervás y Panduro arguye en su favor los argumentos de Riolan, Parsons y Schenck.También señala que, si bien es cierto que hay niños nacidos con un sexo dudoso, finalmente el verdadero sexo acaba mostrándose: «sucede frequentemente, que está confuso el sexo del infante por causa de algunas excrescencias carnosas, u otras señales accidentales que más comúnmente se suelen encontrar en las mujeres (...). Si el sexo del infante no está claro, convendrá vestirle con hábitos talares hasta que aparezcan señales claras de un sexo determinado» (HERVÁS Y PANDURO (1789), pp. 188-189). Fernández del Valle, sin embargo, es aún más contundente: «ya es tiempo que se borren en nuestros escritos las descripciones de los “Andróginos” y que no se les exhiba el juramento que mandan los Canonistas, para que con el dictamen de los Anatómicos, elijan aquel sexo para que sean más aptos, siempre que intenten contraer matrimonio, a menos que los dos contrayentes disfruten iguales privilegios» (FERNÁNDEZ DEL VALLE (1797), p. 295). 25 La voz «hermaphrodita» recogida en el Diccionario de Autoridades (1732), no parece albergar duda alguna acerca de la existencia de estos seres, aunque a diferencia del Tesoro de Covarrubias, los considera monstruosos: «Hermaphrodita. La persona que tiene los dos sexos de hombre y muger, que por otro nombre se llama Andrógeno. Tienen los autores varias opiniones del motivo o causa de esta monstruosidad y por extensión se dice de otras cosas» (AAVV (1732), Diccionario de la Lengua Castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, Madrid, t. III, Imprenta de la Real Academia Española, (ed. fascímil, Madrid, Ediciones Turner, 1977), p. 144). No está claro si Feijoo rechazaba la existencia de hermafroditas; no es un asunto que abordara directamente. No obstante, en una enumeración de monstruos con dos cabezas incluye los que tienen dos sexos diferentes sin verse obligado a rechazar su existencia: «unos [de los monstruos bicípites] tenían el órgano de la generación duplicado, otros no; y entre los que le tenían duplicado, en unos le había de Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 15 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON Sin embargo este rechazo distaba aún de ser la norma intelectual en el siglo XVIII. Así lo revela uno de los manuales más utilizados en los Colegios de Cirugía españoles durante el siglo XVIII; se trata de los Elementa Medicinae et Chirugiae Forensis del cirujano y profesor austríaco Joseph Jacobo Plenck (1733-1807), editado en castellano por primera vez en 1796. El texto pertenece aún, en algunos aspectos26, a una dinastía de obras médico-legales de signo premoderno, como la del célebre doctor italiano Paolo Zacchias (1584-1659), cuyas Quaestiones Medico-Legales (1621-1635) constituyen la referencia fundadora de la disciplina. En este género el peritaje médico se vincula a una justicia aún no plenamente secularizada, por ello un apartado importante de la jurisprudencia médica se refiere al derecho canónico. En este epígrafe incluye Plenck las cuestiones relativas a los monstruos, la duda en la asignación del sexo y los endemoniados. En el apartado dedicado al análisis de los signos que hacen dudar del sexo de un sujeto, examina la cuestión del hermafroditismo. Considera que el asunto se plantea en relación con cinco importantes problemas: la asignación del nombre en el bautismo, la celebración legítima del matrimonio, sólo posible entre hombre y mujer; la determinación de los sexos de los cónyuges si ambos fuesen hermafroditas; la licencia para desempeñar oficios masculinos o femeninos y finalmente la decisión acerca del atuendo apropiado para el suje- ———— ambos sexos, en otros de uno sólo» (FEIJOO (1777), p. 83). Por su parte Martín Martínez, en la Anatomía Completa del Hombre se muestra a favor de admitir la existencia de hermafroditas verdaderos: «si por alguna contingencia (...) quedan colocadas, más o menos partes de las que debían, y mejor o peor elaboradas, sale el fetus monstruoso (...) ansí como si los genitales de ambos sexos hallan oportuno lugar de colocación en el debido sitio, puede engendrarse un verdadero hermafrodita, de que hay muchas observaciones, que trae Bonet, contra la opinión de Diemerborcch, que no admite hermafroditas verdaderos, sino aparentes» (MARTÍNEZ (1764), p. 202). No obstante recuerda que algunas mujeres con prolapso del útero han sido confundidas con hermafroditas: «ha havido mugeres tenidas por hermafroditas, por haver salido la vagina y parecer el cuello con su orificio interno la glande de un miembro viril» (MARTÍNEZ (1764), p. 182). 26 No en el alcance; para Zacchias el médico legal es simplemente un asesor del juez en ciertos asuntos (hechicería, envenenamiento, agresiones violentas, partos, pleitos eclesiásticos, etc.); para Plenck, formado en la tradición del cameralismo germánico, la medicina legal es una rama del arte de gobernar, que contribuye decisivamente al incremento de la población y de la salud pública. Véase el apartado dedicado a los aspectos «políticos» de la Medicina en PLENCK (1825), pp. 120-125 —utilizamos la edición latina traducida y publicada en España por el el Dr. A. Vallejo. Sobre esta diferencia entre la medicina legal premoderna y la moderna, MARTÍNEZ (1990), pp. 121-123, y PESET, J.L. y PESET, M. (1975), Estudio preliminar. En Lombroso y la Escuela Positivista Italiana, Madrid, CSIC, pp. 80-81. 16 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... to27. Considera el hermafroditismo como una monstruosidad que afecta a los genitales, de modo que en parte parecen masculinos y en parte femeninos. Distingue tres especies de hermafroditas y los especifica teniendo en cuenta sus rasgos anatómicos y fisiológicos, los caracteres secundarios y las inclinaciones sexuales. El primer tipo es el «andrógino» o hermafrodita masculino. Éste posee pene con capacidad de inseminar y testículos, además de una hendidura en el perineo que parece una apertura vulvar. Explorando con el instrumental se muestra que no conduce a ningún útero sino a la vejiga. Estos hermafroditas sienten atracción por las hembras, poseen abundante pilosidad y barba, pero carecen de mamas. Por último, presentan el fémur más estrecho y el húmero más ancho28. El segundo tipo es la «andrógina» o hermafrodita femenino, dotado de un clítoris desmesurado que simula ser un pene y se distiende. Suele presentar dos hendiduras; una conduce a la vejiga y otra al útero, y carece de testículos y de vasos espermáticos. Posee mamas, escasa pilosidad corporal y muestra más ancho el fémur y más estrecho el húmero29. Por último, Plenck admite la existencia de un tercer tipo de hermafroditas; los «hermafroditas verdaderos». Estos presentan una mezcla de sexos en la misma persona. Poseen testículos y ovarios, útero y miembro viril. Para demostrar que esta clase de hermafroditas son posibles cita observaciones realizadas y recogidas en las obras de Haller, en disertaciones de los franceses Mavret y Petit —expuestas respectivamente en la Académie de Dijon y en la Académie Royal des Sciences— y del italiano Colombo.30 El capítulo finaliza formulando cinco tesis a modo de conclusiones: a) los andróginos pueden inseminar a las mujeres; b) las andróginas, valiéndose de su clítoris, pueden tener ayuntamiento con hembra, pero son incapaces de eyacular; c) los hermafroditas verdaderos son posibles31; d) la existencia de estos hermafroditas verdaderos explica las fábulas acerca de mujeres convertidas en hombres y viceversa; lo que sucedería es que los genitales del sexo opuesto emergerían del interior —bien por una operación quirúrgica o por llegar a la edad núbil— haciéndose visibles; e) las antiguas leyes castigaban severísimamente a estas infortunadas personas de sexo dudoso, ya suficientemente penadas por la propia Naturaleza32. ———— 27 PLENCK (1825), p. 116. PLENCK (1825), pp. 117-118. 29 PLENCK (1825), pp. 118-119. 30 PLENCK (1825), p. 119. 31 «De Androgynis autem veris utrumque esse possibile» (PLENCK (1825), p. 120). 32 «Atrocem et iniquissimam fuisse veterum legem, auqe homines dubii sexus quos ipsa natura jam severius tractavit, cum morte puniebat» (PLENCK (1825), p. 120). 28 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 17 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON La exposición de Plenck puede considerarse como una pieza de transición. Por una parte sigue manteniendo la creencia en verdaderos hermafroditas; por otra niega la posibilidad de cambios de sexo, pero lo hace utilizando un añejo argumento: los mutantes de sexo son hermafroditas ocultos. Por último incluye un elemento que forma parte de la herencia intelectual de la Ilustración y que se verá reiterado en los médicos forenses españoles de la primera mitad del siglo XIX: la condena de las leyes antiguas, consideradas como residuos de barbarie por castigar atrozmente a los individuos de sexo dudoso, y la actitud de conmiseración hacia estos «seres desgraciados» castigados por la Naturaleza con una horrenda deformidad33. EL MÉDICO FORENSE, ÚLTIMA AUTORIDAD EN MATERIA DE IDENTIDAD SEXUAL La obra de Plenck forma parte de una primera generación de escritos de Medicina Legal, que incluye asimismo la Cirugía Forense (1783) de Domingo Vidal34, la Cirugía Forense, General y Particular (1797) de Juan Fernández del Valle y hasta cierto punto el Compendio de Policía Médica (1803) de Vicente Mitjavila35. En estos textos, utilizados como manuales en los colegios ———— 33 En esta misma coyuntura transitoria se encuentra el caso del marinero gaditano Antonio Martínez (natural de Chiclana), a comienzos del siglo XIX. Este individuo, de 19 años, bautizado como mujer, se embarcó haciéndose pasar por hombre. Fue reconocido por importantes autoridades médicas de la Isla de Cuba, porque arguía poseer condición de hermafrodita, pretendiendo de este modo zafarse del reclutamiento en la Armada. El Dr. Romay, que publicó un breve relato del caso en 1813 (Diario del Gobierno de La Habana, Mayo de 1813) admite que se trata de un hermafrodita, aunque no deja de señalar que en las especies superiores estos seres son incapaces de inseminar o concebir. El facultativo cita también el caso ya comentado de Fernanda Fernández (Tomás Romay, cit. en MARQUÉS DE ARMAS, P. (2002), El Monstruo Humano, en http://www.habanaelegante.com/Summer2002/Panoptico.html, (consultado el 28 de febrero de 2011)). 34 VIDAL, D. (1814), Cirugía Forense o arte de hacer las relaciones chirurgico-legales, Zaragoza, Imprenta de las Heras, (1ª ed. 1797). Vidal no menciona el hermafroditismo, ni en el apartado dedicado a la impotencia como causa de anulación del matrimonio ni en el consagrado a las exenciones del servicio militar («si padece alguna enfermedad en los testículos y demás partes externas de la generación; asimismo, si está o no castrado», VIDAL (1814), p. 120). En un ejemplo de relación médico-legal sobre impotencia, se refiere a un individuo «testicondo», esto es, con los «testículos ocultos en el vientre» (VIDAL (1814), p. 149), lo que con posterioridad se denominará «criptorquidia». 35 MITJAVILA, V. (1983), Compendio de Policía Médica, reed. fascímil, con prólogo de J.M Calbet y Jacinto Corbella, Barcelona, Universidad de Barcelona, (1ª ed., 1803). Este autor 18 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... de cirugía y —el último citado— en la Academia Médica Práctica de Barcelona36, la medicina forense trasciende con mucho el marco estrecho en el que se movía desde la época de Paolo Zacchias. Ya no es simplemente una disciplina que pretende asesorar a la justicia en determinados asuntos (muertes violentas, envenenamientos, hechicería, desfloraciones, etc..); se trata de una ciencia de Estado. Como se ha indicado al exponer la naturalización del monstruo, ésta sólo fue posible a través de un desgaste del concepto de Naturaleza entendido como lenguaje mediante el que Dios se comunicaba con los hombres. El papel desempeñado por un orden trascendente que encofraba la vida dotándola de significado y de protección, empieza a adoptarlo un poder disciplinario, característico de las Monarquías absolutas, que intenta regular meticulosamente la vida administrándola hasta en sus detalles más cotidianos. La Ciencia de la Policía, tanto en su versión francesa como alemana, es la teorización de este tipo de poder37. La variante germánica, que tuvo una importante difusión en la España del siglo XVIII, constituía un conjunto de saberes destinados a formar funcionarios de la administración estatal, lo que se conoció con el nombre de «ciencias camerales» o «cameralismo»38. Pues bien, formando parte de estos conocimientos, se encontraba la «policía médica»39. Si la gestión de la vida y de la salud eran cometido principalísimo de un Estado que velaba por la felicidad pública, no era de extrañar esta importancia reconocida a la Medicina, un reconocimiento que se hizo palpa- ———— tampoco se refiere al hermafroditismo en el capítulo dedicado a la «impotencia para el matrimonio», MITJAVILA (1983), pp. 71-73. 36 Sobre esta innovadora institución, cf. ZARZOSA ORELLANA, A. (2003), La Pràctica Mèdica a la Catalunya del segle XVIII, tesis doctoral, Barcelona, Universidad de Barcelona, pp. 129-194. 37 FOUCAULT, M. (2004), Securité, Territoire, Population. Cours au Collège de France 1977-1978, Paris, Gallimard-Seuil. Sobre el desarrollo de la Ciencia de la Policía en España, FRAILE, P. (1997), La Otra Ciudad del Rey. Ciencia de la Policía y organización urbana en España, Madrid, Celeste Ediciones; ZARZOSA ORELLANA, A. (2001), Policía y Ciencia de la Policía en el Discurso Urbanístico a Finales del Antiguo Régimen, Asclepio, 53 (2), pp. 125130 y VÁZQUEZ GARCÍA (2009), pp. 139-182. 38 Sobre la importante incidencia del «cameralismo» en el pensamiento ilustrado español, cf. LLUCH, E. (2000), El Cameralismo en España. En FUENTES QUINTANA, E. (dir.), Economía y Economistas Españoles. Tomo III. La Ilustración, Barcelona, Galaxia Gutenberg, pp. 721-728. 39 ROSEN, G. (1985), De la Policía Médica a la Medicina Social. Ensayos de Historia de la Atención a la Salud, México, Siglo XXI. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 19 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON ble en la España de Carlos III40. De hecho, la primera serie de textos médicolegales que se ha mencionado, se inscribe en cierto modo en este marco de la «policía médica». Si el Estado y las leyes deben proteger la vida, esto sólo es posible conociendo los principios y regularidades que la conforman, empezando por los que afectan a la «población», considerada entonces como la mayor riqueza de las naciones41. Los médicos legistas, por tanto, máximos especialistas en la salud como bien público —en esta época la Higiene Pública no estaba aún totalmente separada de la Medicina Legal—42 no se limitaban a asesorar a los magistrados; su saber debía intervenir en la ceñida reglamentación de la vida que hacía posible la armonía del Estado43. Esta idea de subordinar la ley a la norma biológica se piensa en estos primeros textos médico-legales desde un planteamiento extraordinariamente centralizado e intervencionista, como correspondía al Estado de Policía característico del Despotismo Ilustrado44. El advenimiento del Estado liberal, que en España, tras las experiencias frustradas de 1812 y 1820, se entroniza con el reinado de Isabel II, implicará una manera distinta de afrontar el gobierno de la salud y los objetivos propios de la Medicina Legal. En este nuevo contexto el facultativo forense no colabora con un Estado que pretende reglamentar meticulosamente la vida, como sucedía en el cameralismo y la policía médica. El gobierno liberal de los procesos vitales consiste en eliminar los obstáculos que impiden el desenvolvimiento de las propias regulaciones internas de la vida y que marcan el límite y la condición de la acción estatal. No se trata de someter la Naturaleza a un sinfín de preceptos sanitarios orquestados por el Estado, sino de conocer la propia dinámica de los procesos vitales para que el legislador ajuste a ella sus principios45. Desde comienzos del siglo XIX, con ———— 40 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. (2005), El resguardo de la salud. Administración sanitaria española en el siglo XVIII. En Salud Pública en España. Ciencia, Profesión y Política, siglos XVIII-XIX, Granada, Universidad de Granada, pp. 17-48. 41 VÁZQUEZ GARCÍA (2009), pp. 177-182. 42 MARTÍNEZ (1990), p. 123. 43 «Los objetos de la Cirugía forense se pueden reducir a dos, uno próximo y otro remoto: el primero se dirige a saber y conocer la verdad; el segundo es consiguiente y conspira a conservar la buena armonía y tranquilidad de un Estado» (FERNÁNDEZ DEL VALLE (1797), p. 62). 44 Sobre el «Estado de policía», FOUCAULT (2004), pp. 341-370 y DEAN, M. (1999), Governmentalit: Power and Rule in Modern Society, London, Sage, pp. 89-96. 45 «Y como las leyes no pueden ser buenas si no están de acuerdo con el hombre, con su corazón, necesidades, clima y género de vida a que están sujetos los diferentes pueblos, deben los legisladores y los magistrados consultar la medicina, vasto código de las leyes de la física animal, antes de pensar en establecer nuevas instituciones o para darlas todo el grado de utili- 20 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... la traducción castellana de la obra de Foderé, Les Lois éclairées par les sciences physiques, ou Traité de médecine légale et d’hygiène publique (1797), editada en Madrid entre 1801 y 1803, se abre una segunda generación de tratadística médico legal. Las obras de Ramón López Mateos (1771-1814), Pensamientos sobre la razón de las leyes (1810) y Francisco Fabra Soldevilla (1778-1839), Filosofía de la Legislación atural (1830), inauguran un corpus de textos médico-forenses españoles46 consonantes con el modelo de gubernamentalidad liberal, donde se estima que el legislador debe ajustar sus preceptos «a las insinuaciones de la naturaleza»47. ———— dad que son capaces de recibir» (FODERÉ, F.E. (1801-1803), Las leyes ilustradas por las Ciencias Físicas o Tratado de Medicina Legal y de Higiene Pública, t. I, Madrid, Imp. de la Administración del Real Arbitrio de la Beneficencia, pp. 1-2). SIMÓN PALMER, C. (1984), La higiene y la medicina de la mujer española a través de los libros (s. XVI a XIX). En DURÁN, M.ªA. et al. (eds.), La mujer en la historia de España (siglos XVI-XX), Madrid, Universidad Autónoma, p. 81, considera que este tratado es el primero de medicina legal moderna editado en España. 46 Entre ellos y por orden cronológico: PEIRÓ, P.M. y RODRIGO, J. (1832), Elementos de Medicina y Cirugía Legal arreglados a la Legislación Española, Zaragoza, Imprenta de Mariano Peiró (reed. en 1839, 1841 y 1844); MATA, P. (1844), Vademecum de Medicina y Cirugía Legal, Madrid, Imprenta Calle de Padilla; MATA, P. (1846), Tratado de Medicina y Cirugía Legal, Madrid, Carlos Bailly Baillère (sucesivas reediciones); FERRER Y GARCÉS, R. (1847), Tratado de Medicina Legal, Barcelona, Imprenta de P. Riera y ROSSELL, A. (1848), Manual de Medicina Legal, Madrid, Ramón Rodríguez Rivera. Aquí debe mencionarse también la traducción castellana del Traité de Médecine Légale de Mateo Orfila, realizada en 1847 a partir de la edición de 1835 (el Traité se había editado por primera vez en 1821 con el título de Leçons faisant partie du cours de Médecine Légale). Sobre el contexto de la Medicina Legal francesa en la época de Orfila, HUERTAS, R. (1988), Orfila, Saber y Poder Médico, Madrid, CSIC, pp. 31-33. En 1843 se fundó la Cátedra de Medicina Legal de la Universidad de Madrid y en 1845 la de la Universidad de Barcelona. En 1853 se funda la primera revista española especializada en Medicina Legal: el Repertorio de Higiene Pública y Medicina Legal, dirigido por Manuel Álvarez Chamorro. En 1855 se fundó el Cuerpo Provisional Médico Forense de Madrid (que tuvo entre sus miembros a Juan Querejazu Hartzenbusch, traductor de Tardieu) y en 1862 la organización del cuerpo de médicos forenses a escala nacional, PÉREZ DE PETINTO Y BERTOMEU, M. (1999), Comienzo y actualidad (en 1951) de la trayectoria corporativa médico-forense, Revista Española de Medicina Legal, 23, pp. 5-43, pp. 6-10. 47 «Las leyes entienden en arreglar la moralidad de las acciones; y la medicina en averiguar los instrumentos que la determinan y modifican. Sin un exacto discernimiento de la variedad de circunstancias que pueden concurrir a determinar y modificar esta moralidad, sugerido por la ciencia de la vida y de la muerte, mal podrá el legislador ajustar como debe sus preceptos a las insinuaciones de la naturaleza» (LÓPEZ MATEOS, R. (1810), Pensamientos sobre la razón de las leyes, Madrid, Imp. Gómez Fontenebro y Compañía, p. 3). Sobre la Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 21 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON Entre las competencias que la Medicina Legal anexionó se encuentra una especialmente relevante a la hora de optimizar el número y la calidad de las poblaciones. El médico forense se convirtió en autoridad última en materia de asignación del sexo de los sujetos «dudosos». Ya no se habla del «sexo predominante» ni de elección en casos de auténtico hermafrodismo. Se entiende que todo individuo posee en exclusiva un sexo determinado, de hembra o de varón, garantizando su identidad civil y asegurando la institución del matrimonio, instancia clave en la reproducción biológica de la nación48. La pareja procreadora legítima es la pareja conyugal y esta exige la inconfundible identificación de sus componentes respectivos como hembra y como varón49. La preocupación por regular —más allá de los intereses familiares— los enlaces matrimoniales de modo que contribuyeran a engendrar una población abundante y sana es lo que hizo que un buen número de ilustrados españoles criticara con saña los matrimonios de conveniencia y ridiculizara la desproporción de edad entre los contrayentes. La inadecuación de estas alianzas no era sólo moral sino que afectaba también al poderío biológico del reino. Aquí se inscriben las comedias de Leandro Fernández de Moratín, El Sí de las iñas y El Viejo y la iña o las sátiras de Jovellanos —sátiras «a Arnesto» o «a la tiranía en el matrimonio»— sobre el mismo asunto50. En este frente se sitúa también una serie de Caprichos realizados por Goya entre 1797 y 1798. En ellos se representa de forma grotesca una suerte de ceremonia de enlace conyugal, cuyos protagonistas son figurantes enmascarados en una escena de carnaval. La contrayente, una moza joven, aparece con una máscara en su ———— gubernamentalidad liberal «clásica», DEAN (1999), pp. 113-130 y VÁZQUEZ GARCÍA (2009), pp. 183-200. 48 «Todo hombre, generalmente hablando, en habiendo llegado a la pubertad, siente en su interior un poderoso estímulo que le incita a la propagación de su especie; pero tanto como una unión desarreglada e ilegítima no conviene al Estado, se debe favorecer, quanto sea posible, la conyugal, con atención a que tiene cuenta a todo gobierno que sus Reynos y Provincias estén competentemente poblados; y supuesto que las ventajas y prosperidad de una población están en razón directa de la robustez y sanidad de sus moradores, porporcionadas a la naturaleza del suelo en que viven» (MITJAVILA (1983), p. 69). 49 Sobre el hermafroditismo y el problema de los «same-sex marriages», DREGER, A.D. (1998), Hermaphrodites and the Medical Invention of Sex, Cambridge, Harvard U.P., pp. 119-126. 50 MORANT, I. y BOLUFER PERUGA, M. (1998), Amor, Matrimonio y Familia. La construcción histórica de la familia moderna, Madrid, Síntesis, y BOLUFER PERUGA, M. (1998), Lo Íntimo, lo Doméstico y lo Público. Representaciones y Estilos de Vida en la España Ilustrada, Studia Histórica, Historia Moderna, 19, pp. 85-116, pp. 109-110. A esta desproporción de las edades en el matrimonio se refiere críticamente LÓPEZ MATEOS (1810), pp. 116-117. 22 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... rostro y otra en sus genitales, simulando el doble sexo de los hermafroditas. Precisamente uno de los dibujos (Dibujo B.59) de esta serie se titula Máscaras. La apunta por hermafrodita. Un escribano, trasunto del sacerdote, empuña un cuaderno donde simula levantar acta. Detrás se ve a un espectador que levanta los brazos, escandalizado. La estampa se ha interpretado51 como una alusión a la lujuria femenina, propia de esas novias que apañan un matrimonio, con el beneplácito del novio, para poder desfogar su depravada conducta licenciosa. El hermafrodismo simbolizaría por tanto el exceso sexual, emparentándose con la vieja tradición que lo asocia con significados nefandos. Pero al mismo tiempo, este hermafrodismo no es real, no coincide con el representado en la literatura de prodigios o en las relaciones de sucesos ni se identifica con los malos presagios ligados al monstruo. No es más que una máscara, una apariencia que oculta el verdadero sexo del sujeto. De esta manera la imagen de Goya parece participar de esa condición transitoria de otros testimonios ilustrados; sugiere a la vez los vestigios del Antiguo Régimen sexual y anuncia el reinado del sexo biológico captado en su verdad desnuda. Esta formulación implica desligar la identidad sexual de los sujetos de la vieja red comunitaria y de grupos de parentesco que conformaba el Antiguo Régimen Sexual. En éste, la identidad civil del sujeto era definida por sus lazos externos de sociabilidad; era necesario precisar el sexo del sujeto para permitir su entrada en las relaciones de alianza; en la comunidad eclesiástica por la participación en los sacramentos; en los clanes y linajes, en los circuitos de transmisión de bienes por el sello matrimonial; en los gremios y corporaciones por el reconocimiento del nombre y de la tradición. La determinación del sexo en los casos dudosos era principalmente responsabilidad de la familia o de los tutores —que con frecuencia recurrían al asesoramiento de médicos, cirujanos y parteras— vehículos de la exposición pública del sujeto; de hecho el individuo se definía por sus vínculos con los demás antes que por su identidad sexual. Si un sujeto poseía un sexo u otro, esto se debía en último extremo, a que tal identificación estaba prescrita si se quería formar parte de la densa red de relaciones de dependencia (familia, juramento de fidelidad, protección) que conformaba el dispositivo de las alianzas. El nuevo Estado liberal, que borra la representación de una sociedad dividida en tres órdenes inmutables y la sustituye por la imagen de un campo homogeneizado bajo las relaciones de propiedad, define la identidad social de los individuos, no sólo por su nombre, no por sus relaciones externas, sino a ———— 51 ALCALÁ FLECHA, R. (1988), Literatura e Ideología en el Arte de Goya, Zaragoza, Diputación General de Aragón, pp. 349-351. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 23 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON partir de su «interioridad»: su cuerpo, sus fuerzas, su pensamiento, requisitos que permiten reconocer al individuo responsable, capaz del ejercicio de sus derechos y contractualmente disponible. La fijación de la identidad sexual —que reemplaza al estamento como marca distintiva e innata de los individuos— no dependerá ya de los miembros de la familia ni del propio sujeto, aunque éste se vea obligado e incitado a decir la verdad de sí mismo; recae sobre aquellos que detentan un saber positivo acerca del cuerpo y del alma, capaces de descifrar sus signos definitorios más allá de las caprichosas deformidades de la Naturaleza y de las desastrosas equivocaciones de los legos52. Una racionalidad técnica, de la que son depositarios nuevos agentes sociales definidos por su capacitación experta, se superpone a la autoridad jurídica para decidir acerca de la identidad del sujeto. Por otra parte, las nuevas formas de racionalidad administrativa se dedican a aprovechar con el mayor rendimiento posible las fuerzas de la nación. La Ciencia de la Policía del Antiguo Régimen y la Economía Política del liberalismo coinciden en considerar a la población como una riqueza, un recurso que se debe gestionar óptimamente, un tesoro cuyo incremento —en cantidad y calidad— redunda en el poderío militar y productivo de los Estados. La formación de una milicia nacional bajo el sistema de conscripción y la preocupación especial por regular la edad y pertinencia de los matrimonios — únicas parejas procreadoras reconocidas como legítimas— son medidas en directa relación con esta preocupación por maximizar el número, la salud y la capacidad procreadora de las poblaciones. En ambos casos la determinación del auténtico sexo se convierte en tarea indispensable. En primer lugar para salvar la bonanza y poder genésico de los matrimonios —autorizando o no a un sujeto a contraer enlaces o anulando las alianzas erróneas. Aquí se plantean los problemas de la impotencia, la esterilidad, la edad conveniente, la salud, las enfermedades hereditarias y la asignación de sexo en los casos dudosos, lugares comunes de la literatura médico-legal53. En segundo lugar para ———— 52 «Durante mucho tiempo el individuo se autentificó gracias a la referencia de los demás y a la manifestación de su vínculo con otro (familia, juramento de fidelidad, protección); después se lo autentificó mediante el discurso verdadero que era capaz de formular sobre sí mismo o que se le obligaba a formular» (FOUCAULT, M. (1977), Historia de la Sexualidad. Tomo I. La Voluntad de Saber, México, Siglo XXI, p. 74). 53 Foderé rechaza la existencia de casos reales de «androginia», aunque reconoce que las monstruosidades han podido dar lugar a este tipo de errores. Entiende que a través del examen físico y visual se puede salir de dudas, de modo que los matrimonios afectados puedan anularse por causa de «impotencia» (FODERÉ, F.E. (1813), Les lois éclairées par les sciences physiques, ou traité de médecine légale et d’hygiène publique, Paris, chez Croullebois et chez De- 24 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... permitir la incorporación al servicio militar. No es una casualidad el hecho de que buena parte de los casos de supuesto hermafroditismo que registra la medicina legal en el siglo XIX se descubrieran en aspirantes a cónyugues o en cónyugues errados; en candidatos a la milicia o en soldados ambiguos. LA FUNDAMENTACIÓN BIOLÓGICA DE LA DIFERENCIA SEXUAL Junto al despegue de la Medicina Legal moderna y la naturalización del monstruo, se bosqueja en la misma época un tercer proceso decisivo para dar cuenta del eclipse de los hermafroditas y del rechazo a las transmutaciones sexuales. Se trata de la fundamentación biológica de la diferencia sexual, un acontecimiento que, como ha analizado Thomas Laqueur, converge con los supuestos del pensamiento ilustrado y de la democracia liberal. Las pistas de este triunfo del «biologismo dicotómico» en relación con los sexos también pueden rastrearse en el caso español. El énfasis en la dualidad de los sexos frente al esquema monista característico del galenismo hipocrático, se puede ver funcionando en algunos textos médicos (Bravo de Sobremonte, García Carrero) y no médicos (Martín de Río) del siglo XVII54. Pero en esta literatura siempre se invoca la voluntad divina: existen dos sexos porque Dios así lo dejó establecido —y lo prueba el libro del Génesis— para permitir la conservación y propagación de la especie humana. Este argumento teológico, característico del Antiguo Régimen sexual, va a situarse cada vez más en un segundo plano. El sexo no es más que nuda vida; no hay que leer las Sagradas Escrituras o a los Santos Padres para constatar las diferencias entre hembras y varones; hay que saber descifrar los matices diferenciales que presentan las estructuras anatómicas, la fisiología y los temperamentos. En este pedestal epistemológico se encuentran ya, aun sin renunciar del todo al viejo arsenal teológico-moral, los argumentos de Feijoo y Martín Martínez, dos autores que preludian, en la primera mitad del siglo XVIII, la apertura española al movimiento europeo de las Luces55. ———— terville, vol. I., pp. 355-366). FODERÉ (1813), vol. II, pp. 178-179, indica que a menudo se discute el sexo dudoso de los recién nacidos, pero atribuye estos titubeos a la falta de precisión y conocimiento de las «sages-femmes illitérées». LÓPEZ MATEOS (1810), pp. 111-121, se refiere a la impotencia y a la esterilidad, pero no menciona el hermafroditismo. 54 VÁZQUEZ GARCÍA (2009). 55 «Macanaz, Martín Martínez y Feijoo, cada uno en su campo limitado de actividad, abren el camino a quienes ya en la segunda mitad de la centuria se esfuerzan por incorporar a España al movimiento cultural europeo» (GRANJEL, L.S. (1967), El Pensamiento Médico de Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 25 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON En el Teatro Crítico Universal, el Padre Feijoo se declara extremadamente crítico con la doctrina hipocrática56. En materia de teoría de la generación sostiene las tesis preformacionistas y niega por tanto la supuesta ubicación de los fetos femeninos en el lado izquierdo y del masculino en el derecho57. Pero no es en estas reflexiones sobre Hipócrates donde se pueden vislumbrar las posiciones del benedictino en relación con la diferencia entre los sexos. Para ello es necesario consultar su célebre «Defensa de las Mujeres», inserta también en el Teatro Crítico Universal, texto que, como ha demostrado Mónica Bolufer, da fin en España al debate, iniciado en la Edad Media, acerca de la inferioridad o mayor excelencia de las mujeres en relación con los varones. Aquí, siguiendo un argumento ya advertido en autores del siglo XVIII, Feijoo se opone a la caracterización aristotélica de la mujer como un «monstruo», esto es, como un «varón imperfecto»58. Se trata de un ser completo, perfecto en su intención y biológicamente necesario, «pues no puede conservarse la especie sin la concurrencia de ambos sexos». Siendo consecuente con esta tesis, rechaza la especulación teológica que anticipaba la conversión de todas las mujeres en varones cuando se produjera la Resurrección Universal59. Por otra parte, el benedictino reconocía que hombres y mujeres eran de «diferente organización» y que esta diferencia física condicionaba las diferencias de orden moral e intelectual, pero insistía en que de ahí no se derivaba la inferioridad intelectual de la mujer, puesto que el estado actual de la ciencia no permitía identificar el soporte material de semejante jerarquía. En este ———— Martín Martínez. En Médicos Españoles, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 171). Sobre la construcción del cuerpo femenino en la España del siglo XVIII son indispensables los trabajos de Mónica Bolufer Peruga: la síntesis realizada en BOLUFER PERUGA, M. (1998), Mujer e Ilustración. La construcción de la feminidad en la España del siglo XVIII, Valencia, Institució Alfons el Magnànim y el estado de la cuestión en BOLUFER PERUGA, M. (1999), Cos femení, cos social. Apunts d’historiografía sobre els sabers mèdics i la construcció cultural d’identitats sexuades (segles XVI-XIX), Afers. Full de recerca i pensament, 33/34, pp. 531-550. 56 FEIJOO, B.J. (1779), La Doctrina Hipocrática no debe tomarse por norma de Medicina. En Teatro Crítico Universal, t. VIII (ed. or. 1739), Madrid, Imp. de Don Joaquín Ibarra, pp. 328-339. Sobre este asunto, cf. MARAÑÓN (1954), pp. 216-217. 57 MARAÑÓN (1954), p. 333. 58 FEIJOO, B.J. (1778), Defensa de las Mujeres. En Teatro Crítico Universal, t. I (ed. or. 1726), Madrid, Imp. de Don Joaquín Ibarra, p. 330. Sobre el enorme impacto de esta obra en el mundo intelectual de la España dieciochesca y el debate que suscitó, es indipensable BOLUFER PERUGA (1998), pp. 28-59. 59 FEIJOO (1778), p. 331. 26 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... aspecto había que considerar a ambos sexos en pie de igualdad60. La distinción entre hombres y mujeres no residiría en el entendimiento. Ciertamente se reconocía que el cerebro femenino estaba formado por fibras más blandas, pero esto no aminoraba su «facultad discursiva», como probaban las mujeres «ilustres» e inteligentes testimoniadas por la historia61. La disparidad no se asentaba en ese nivel («en los órganos que sirven a la facultad discursiva; sí sólo en aquellos que destinó la naturaleza a la propagación de la especie»)62. Por tanto, las consideraciones puramente físicas no permitían sustentar el modelo jerárquico y monista avalado por Aristóteles (la mujer como varón fracasado) y por la tradición galénico-hipocrática. Mujeres y hombres diferían por naturaleza, aunque esa diferencia no permitía fundar una supremacía entre los sexos. Hasta aquí el Padre Feijoo parecía anticipar todos los elementos del modelo dimórfico y naturalista. Sin embargo, esta «modernidad» del benedictino es en el fondo bastante precaria. Si ambos sexos eran iguales en talento aunque diversos en lo físico, ¿cómo se justificaba la supremacía masculina? Para resolver este dilema el benedictino apelaba a la teología. Dios quiso que el hombre ejerciera el gobierno sobre la mujer, no por su inteligencia superior, sino por otras virtudes que suelen adornar a los que están destinados al mando: la constancia y la fortaleza63. La Anatomía Completa del Hombre (1728), de Martín Martínez, coetáneo amigo de Feijoo64, y partidario de su postura en la «Defensa de las Mujeres», muestra ya de modo fehaciente un esquema de representación que destaca el dimorfismo sexual. En las lecciones cuarta y quinta, dedicadas respectivamente a examinar «las partes de la generación» en el varón y en la hembra, se recalcan continuamante las diferencias de organización. La lección cuarta se abre señalando las partes comunes y dispares que corresponden a los dos sexos65. No ———— 60 Un enfoque similar pero donde las diferencias físicas aparecen más atenuadas lo ofrece AMAR Y BORBÓN, J. (1994), Discurso sobre la Educación Física y Moral de las Mujeres (ed. or. 1790), Madrid, Cátedra, p. 63. 61 BOLUFER PERUGA, M. (2000), Galerías de ‘Mujeres Ilustres’ o el sinuoso camino de la excepción a la norma cotidiana (ss. XV-XVIII), Hispania, LX/1 (204), pp. 181-224. 62 FEIJOO (1778), pp. 359-360. 63 FEIJOO (1778), p. 389. 64 Sobre esta amistad, GRANJEL (1967), pp. 193-195, y MARAÑÓN (1954), pp. 118-124. 65 «El tercer género de partes contenidas en el vientre inferior, son las que sirven a la generación, y de éstas unas son comunes a ambos sexos, como los vasos espermáticos, testículos y vasos deferentes, y otras propias de cada sexo, como en los varones la epídidimis, vesículas seminales y miembro viril, y en las mugeres el útero. Estas partes son nobilísimas y principales en orden a la especie, y fueron dadas por la naturaleza, para que ya que los individuos no Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 27 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON obstante, en el detallado examen de estas partes se enfatizan siempre hasta las más pequeñas diferencias que conciernen a esas partes comunes66. Por otra parte, en la descripción de los órganos femeninos se pone mucho cuidado en resaltar la función que desempeñan, sea en la concepción o en el parto, como si toda la anatomía genital femenina estuviera destinada a hacer fecundo el semen y viable el feto67. Respecto al clítoris, aunque se mantiene su comparación con el pene, en la tradición de los isomorfismos galénicos, se indican también sus diferencias de estructura y de función (sus músculos no sirven para mantenerlo en erección o expulsar semen sino para cerrar el orificio de la vulva comprimiendo el pene durante el coito) respecto al miembro masculino. También forma parte de la tradición, ya advertida en algunos médicos de los siglos XVI y XVII la insistencia en caracterizar el clítoris como órgano principal del «deleite sensual» femenino68 y la referencia a mujeres macroclitorídeas que pueden seducir y tener ayuntamiento con otras mujeres69. Las láminas que representan los aparatos genitales del hombre y de la mujer en la obra de Martín Martínez, aun privilegiando todavía la sección frontal, no exhiben ya el paralelismo que se advertía aún en los textos médicos del siglo XVI —donde descuellan las láminas incluidas en la Historia de la Composición del Cuerpo Humano de Valverde de Amusco— y XVII. La representación de la vagina como pene ha desaparecido al recalcarse el ensanchamiento del útero y de la matriz, formando un conjunto de forma cónica, mientras que se mantiene la imagen cilíndrica del pene. Tampoco se reco- ———— pueden perpetuarse, se perpetúe y no se envejezca la especie, renovada en cada individuo» (MARTÍNEZ (1764), p. 159). 66 Sobre la diferencia entre los vasos espermáticos y los ovarios femeninos respecto a sus correspondientes masculinos, MARTÍNEZ (1764), p. 178. 67 Sobre la forma del cuello de la matriz, conveniente para la expulsión del feto, MARTÍNEZ (1764), p. 182; sobre el papel de los «ligamentos redondos» facilitando la salida del feto en el parto, MARTÍNEZ (1764), p. 183; sobre el útero como «fecundo campo de la generación», MARTÍNEZ (1764), p. 184; sobre la función de las ninfas ayudando a abrir la vulva en el parto, MARTÍNEZ (1764), p. 187. Respecto a los músculos del clítoris, se insiste en que «parece que sirven de cerrar el orificio de la vulva y comprimir en el coito el pene, y no de elevar el clítoris o arrojar el esperma, como otros presumen» (MARTÍNEZ (1764), p. 183). De este modo se marca la asimetría entre pene y clítoris. Por último la vagina posee un esfínter cuya función sería evitar la entrada de aire externo «y enfriar el esperma espirituoso masculino antes que penetre por las tubas a los ovarios» (MARTÍNEZ (1764), p. 192). 68 MARTÍNEZ (1764), p. 187. 69 MARTÍNEZ (1764), pp. 188 y 192. 28 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... noce ya el isomorfismo entre ovarios y testículos. En suma, se advierte ya la constancia de un modelo dicotómico70. La ruptura con el modelo del sexo único, planteada ya en algunos autores representativos de la primera Ilustración española, como Feijoo y Martínez, se verá consolidada en los albores de la Medicina Legal moderna. La «nueva ortodoxia ilustrada»71, como la denomina Mónica Bolufer, no limita la diferencia biológica a los «órganos de la generación»; al cuestionar el viejo dualismo cartesiano, considera aquélla como soporte material que atravesaba la vida física y mental de los sujetos. Así, los forenses Foderé72 y López Mateos73 no subrayan sólo la diferente conformación física de hombres y mujeres, sino que hacen depender toda diferencia social de diferencias fijadas en la constitución orgánica. De este modo la igualdad universal conquistada con el derrumbe de la sociedad estamental se encuentra cuestionada al situarse las diferencias, no ya en el orden jerárquico de los rangos y las prerrogativas, sino en la disparidad complementaria de las estructuras orgánicas y de la fisiología. Los médicos, como los autores de novelas moralizantes de fines del siglo XVIII74, apelaban a la «naturaleza» frente al «artificio» como un modo de cuestionar las formas de vida características de los grupos privilegiados del Antiguo Régimen. Pero esto no eliminó el discurso de la desigualdad femenina sino que lo recodificó situándolo en el plano de las diferencias biológicas presentadas como complementarias. Lo social se disocia y simultáneamente se hace derivar de lo biológico. Mujeres y ———— 70 Este fenómeno se analiza en cuanto a las diferencias en los esqueletos entre hombres y mujeres, que se van elaborando en textos de anatomía durante los siglos XVII y XVIII. Cf. SCHIEBINGER, L. (2003), Skelettestreit, Isis, 94, pp. 307-313. 71 BOLUFER PERUGA (1998), p. 69. 72 FODERÉ (1813), t. I, pp. 48-51. 73 «Lo muy débil y sensible de la muger la inutilizó para grandes fatigas, y para negocios de discusión seria y detenida; al paso que la proporcionó a impresiones las más ligeras, y a que tomase interés en cosas despreciables o de poca importancia. La conformación particular de lo huesos de las caderas y demás que conforman la pelvis facilitaba la postura sentada, como también lo más abultado de sus músculos por su gran texido celular, y mayor diámetro de su base, haciéndola declinar a ocupaciones sedentarias y tranquilas. Sintió su flaqueza, reconoció el poder en el varón y fió el dominarle a otro imperio que el de la fuerza. De ahí su propensión a ocupaciones de más paciencia que talento, su comprehensión pronta, pero variable, su carácter blando, insinuante y susceptible de infinitas modificaciones, su genio perspicaz para conocer y manejar los resortes del corazón del hombre, su economía moral y política» (LÓPEZ MATEOS (1810), p. 14). 74 BOLUFER PERUGA, M. (2002), Literatura encarnada: modelos de corporalidad femenina en la Edad Moderna. En METTALÍA, S. y GIRONA, N. (eds.), Aún y más allá: mujeres y discursos, Caracas, Ex Cultura, pp. 205-215, pp. 209-210. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 29 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON hombres son iguales teóricamente en su condición de sujetos jurídicos, sin embargo las peculiaridades físicas de cada sexo los hacen aptos en cada caso para unas ocupaciones e inaptos para otras. Las nuevas particiones que vertebran la sociedad industrial —producción/reproducción, público/privado, fábrica/hogar— encuentran su fundamento en esta diferencia puramente biológica, referida al ámbito de la «nuda vida» y no a la decisión de la voluntad divina. Al mismo tiempo, las ciencias de la vida son invocadas para encontrar las raíces orgánicas de las distinciones entre edades, razas y clases, consolidando así una suerte de virtual «racismo de Estado» paralelo a la soberanía democrática del liberalismo75. El énfasis en las discordancias y en las complementariedades entre la naturaleza femenina y la masculina se encontró consolidado en un género médico emergente a comienzos del siglo XIX. Se trata de los tratados de «ginecopatía» o de enfermedades de las mujeres. La obra de Julien Joseph Virey (17751846), traducida en España por el anatomista Manuel Hurtado de Mendoza (1780/85?-1849), había subrayado que la diferencia de sexos era tanto más importante cuanto más se ascendía en la escala de los seres vivos76, distinguiéndose la mujer por su fragilidad y sensibilidad exacerbada77. Esta condición especialmente quebradiza y enferma es la que dio lugar en España —en ———— 75 PESET, J.L. (1983), Ciencia y Marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 9; FOUCAULT, M. (1997), “Il Faut Défendre la Société”. Cours au Collège de France, 1976, Paris, Gallimard-Seuil, pp. 70-73. 76 Lo que llevaba a excluir el hermafroditismo en las especies más desarrolladas, intensificando en éstas la intensidad de la inclinación sexual: «el hermafroditismo era menos aplicable a las especies que, poseyendo sentidos y membranas, podían más fácilmente moverse y conocer sus semejantes: también la naturaleza ha separado los sexos en los animales que se transportan con facilidad y están provistos de sentidos. Pero para obligar a los sexos a que se buscasen, ha sido necesario darles el sentimiento del gozo más vivo y delicado que a los hermafroditas. Estos, al contrario, debían tener deseos más moderados y limitados para no destruirse a sí mismos con solicitaciones continuas de amor. ¿Qué abuso, que pronta muerte no se seguiría al hermafrodismo completo en seres tan ardientes en amor como las aves, los cuadrúpedos y el hombre? Este estado no conviene sino a las especies frías y poco sensibles, como los animales imperfectos y las plantas» (VIREY, J.J. (1821), Tratado Histórico y Fisiológico Completo sobre la Generación, El Hombre y la Muger, Madrid, Imprenta de Antonio Martínez, pp. 24-25). 77 «¡Cuántas precauciones y cuánta prudencia necesita el médico para dirigir la salud de una organización tan frágil y movible como es la de la muger en todos los estados de su vida! ¡Qué alternativa en sus inclinaciones, qué soltura, qué giros, qué rodeos en aquella inconstante sensibilidad¡ ¡Cómo ha de sujetarse aquella imaginación flexible, que siempre está en movimiento¡» (VIREY (1821), p. 155). 30 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... plena cultura del romanticismo— a un género ginecopatológico de procedencia francesa y sin equivalente en relación con el sexo masculino. Esta literatura, desde el tratado de Vigarous, traducido en 180778, hasta el de Baltasar de Viguera (1827)79, pasando por los de Roussel80 y Capuron81, ambos vertidos al castellano en 1821, consagraron esta determinación biológica de la diferencia sexual y la convirtieron en una instancia explicativa de todas las peculiaridades femeninas, tanto psíquicas como sociales. La consolidación del dimorfismo sexual conducía a excluir por principio toda figura de transición entre las inconmensurables naturalezas masculina y femenina. Las metamorfosis sexuales se habían convertido en fábulas y el hermafroditismo era, cada vez con más asiduidad, calificado como aparente, excluyéndose los casos de hermafroditismo «perfecto», aunque la teratología lo admitiera como una posibilidad puramente asintótica dentro de sus taxonomías82. ———— 78 VIGAROUS, J.M.J. (1807), Curso Elemental de las Enfermedades de las Mugeres, Madrid, Imp. de Juan de Brugada. 79 DE VIGUERA, B. (1827), La Fisiología y Patología de la Muger o sea historia analítica de su constitución física y moral, de sus atribuciones y fenómenos sexuales y de todas sus enfermedades, Madrid, Imprenta de Ortega y Compañía. 80 ROUSSEL, P. (1821), Sistema Físico y Moral de la Muger, Madrid, Imp. de D. José del Collado. Laqueur considera esta obra de Roussel como una de las más representativas del dimorfismo sexual y del biologismo inaugurado por las Luces, LAQUEUR (1992), p. 20. Sus argumentos se sitúan en sintonía con lo señalado por Virey: «Parece pues que el temperamento que se llama sanguíneo es en general el de las mugeres (...) Unas fibras débiles y fáciles de moverse deben necesitar un género de sensibilidad viva pero pasagera (...) Los sentimientos más disparatados se suceden en ellas con una rapidez que espanta, de suerte que no es raro verlas reír y llorar muchas veces en un mismo momento» (ROUSSEL (1821), p. 54). 81 CAPURON, J. (1821), Tratado de las Enfermedades de las Mugeres desde la edad de la pubertad hasta la crítica inclusive, Madrid, Imprenta Calle de la Greda. 82 «A pesar de los escritos llenos de ideas juiciosas de los sabios Geoffroy de Saint Hilaire y de otros, no es fácil esplicar la causa de otras muchas monstruosidades» (HURTADO DE MENDOZA, M. (1839), Instituciones de Medicina, t. I, Madrid, Sánchez, p. 125). Geoffroy Saint Hilaire, referencia primordial —junto a Meckel— entre los anatomistas españoles del siglo XIX, en materia de embriología y anatomía comparada, dividía los hermafrodismos en dos grandes clases generales: sin exceso en el número de partes sexuales y con exceso en las mismas. Dentro del primer conjunto distinguía los casos de hermafrodismo masculino, femenino, neutro y mixto. El neutro ofrecía una combinación tal de órganos de un sexo y del otro «que la détermination du véritable sexe soit difficile ou même entièrement impossible» (GEOFROY SAINT HILAIRE, I. (1836), Histoire Générale et Particulière des anomalies de l’organisation chez l’homme et les animaux. Traité de Tératologie, t. 2, Paris, J.B. Baillière, p. 36). El hermafrodita neutro era hasta tal punto indiferenciado que podía considerarse como de Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 31 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON LA HERENCIA DE LA ILUSTRACIÓN EN LA PRIMERA MEDICINA DECIMONÓNICA El pensamiento médico español de las primeras décadas del siglo XIX, situado en la confluencia de los procesos que se han analizado —naturalización del monstruo, despegue de la medicina legal moderna y fundamentación biológica del dimorfismo sexual— consigue unificar toda una serie de motivos que, en relación con el hermafroditismo y las transmutaciones sexuales, se podían encontrar de forma dispersa en la herencia intelectual de la Ilustración. En primer lugar el rechazo más o menos vehemente del hermafrodismo verdadero como posibilidad biológica en la especie humana. Este, por otra parte, no recibe una definición unívoca en el ámbito fisiológico y sobre todo médico legal. La Historia Natural, la Anatomía, la Medicina Legal del siglo XIX, heredan de la Ilustración —aunque como se ha visto el criterio distaba de ser unánime en el siglo XVIII— el rechazo a admitir la existencia de seres humanos dotados de una doble naturaleza sexual. La creencia en los hermafroditas formaría parte de las fábulas mágicas y las supersticiones del vulgo; se trataría de un aspecto más de la fascinación por el prodigio y lo maravillo- ———— ningún sexo. Por otra parte, el hermafrodita mixto ofrecía los caracteres de los dos sexos repartidos de tal modo que una porción entera correspondía a un sexo y otra porcíon al otro — a diferencia de la diseminación desordenada, característica del neutro. El segundo conjunto estaba constituido por los hermafroditas con exceso en el número de partes sexuales. Estos se subdividían a su vez en masculinos, femeninos y bisexuales. Estos últimos reunían duplicados los órganos sexuales de los dos sexos. Podían ser imperfectos si uno de los aparatos genitales o los dos estaban incompletos y perfectos, cuando ambos estaban completos en un mismo individuo. Geoffroy desmiente la existencia de este último subtipo: «c’est à dire, la réunion d’un appareil mâle et d’un appareil femelle entièrement complets. Mais nous verrons que, malgré les nombreux témoignages consignés dans les ouvrages des anciens auteurs, l’observation et la théorie s’accordent pour démentir l’existence de ce dernier groupe» (GEOFROY SAINT HILAIRE (1836), p. 38). Sobre la condición asintótica del «hermafrodita perfecto» en Geoffroy, cf. TORT, M. (1989), Le mixte et l’Occident. L’hermaphrodite entre le mythe et la science. Platon, Ovide, Isidore Geoffroy Saint Hilaire. En La Raison Classificatoire, Paris, Aubier Montaigne, p. 197. Sobre la incidencia de Geoffroy Saint Hilaire en la obra anatómica del valenciano Lorenzo Boscasa e Igual (1786-1857), ARECHAGA MARTÍNEZ, J. (1977), La Anatomía Española en la Primera Mitad del Siglo XIX, Granada, Universidad de Granada, p. 164. La recepción de Meckel —cuya clasificación de hermafroditas inspira en parte la de Geoffroy, GEOFROY SAINT HILAIRE (1836), p. 35)— en España fue más importante que la de Geoffroy, aunque esta acogida fue favorable en algunos casos —Hurtado de Mendoza, Agapito Zuriaga y Clemente (1814-1866) y Mariano López Mateos (1802-1863), hijo del médico forense Ramón— y contraria al evolucionismo meckeliano en otros (Fabra y Soldevilla y Boscasa e Igual (ARECHAGA MARTÍNEZ (1977) p. 220). 32 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... so, característico de la infancia de la humanidad83. De la misma manera que las prácticas de la medicina popular debían ser desterradas por una medicina profesionalizada y sabia, las ideas corrientes sobre la naturaleza y la división de los sexos, tenían que ser definitivamente arrinconadas. El hermafrodita, del mismo modo que el mutante sexual, era una figura de la sinrazón, portadora de una doble negatividad. En efecto, por una parte se trataba de un error; el mismo término que servía para designarlo («hermafrodismo») —señalaba Orfila84— induce a la falsedad, una falacia del lenguaje que debe ser expulsada del discurso médico ———— 83 «Hermafroditismo o reunión de los dos sexos que comúnmente llaman hermafroditas, es una fábula transmitida de la antigüedad, en que en aquellos tiempos se carecía de los conocimientos anatómicos exactos, pues es imposible que en el hombre y en la numerosa familia de los animales de sangre roxa se verifique semejante unión. Las observaciones exactas que se han podido recoger por los más distinguidos profesores no ofrecen testimonio alguno auténtico que lo confirme, y todos los hermafroditas que se han podido ver hasta ahora, y de que hacen mención algunos autores, no han sido más que unos seres mal conformados» (BALLANO, A. (1817), Hermafrodita en Diccionario de Medicina y Cirugía o Biblioteca Manual MédicoQuirúrgica, t. V, Madrid, D. Francisco Martínez Dávila, pp. 102-103). Prácticamente de forma literal se recoge esta misma consideración en HURTADO DE MENDOZA, M. (1840), Vocabulario Médico-Quirúrgico o Diccionario de Medicina y Cirugía, Madrid, Boix Editor, pp. 478-479. El mismo Hurtado de Mendoza se ve aún obligado a refutar la teoría que explica el hermafrodismo como el resultado de una «impresión moral» acaecida a la madre durante el embarazo; este argumento, «aunque desgraciadamente sea el más acreditado en el público, es el menos fundado de todos» (HURTADO DE MENDOZA (1839), p. 125). Sobre la influyente obra de Hurtado de Mendoza, ARECHAGA MARTÍNEZ (1977), pp. 31-102; «La etimología de la palabra (…) prueba que, desde la más remota antigüedad, se ha creído en la existencia de estos seres quiméricos (…) La ignorancia y la credulidad aumentaron y perpetuaron este error de siglo en siglo, hasta el punto que, en tiempos más modernos, se han visto personages graves, y aun médicos que, engañados por apariencias, llevaron su absurdo hasta citar ejemplos de conversión de muchachas en muchachos, a la época de la menstruación, o en la primera noche de matrimonio» (HURTADO DE MENDOZA, A. (1823), Hermafrodismo. En Suplemento al Diccionario de Medicina y Cirugía del Profesor D. Antonio Ballano, t. III, Madrid, Imprenta de Brugada, p. 1135); «lo más extraño es, que tanto entre los antiguos como entre los modernos, los patronos del hermafrodismo partieron de hechos fantásticos y muy mal contestados; y sin embargo fueron bastante para cohonestar el error, y deslumbrar la imaginación, aun de los hombres despreocupados, hasta que la brújula del escalpelo desentrañó por fin el simulacro del prodigio e hizo desaparecer lo maravilloso» (Apuntes sobre el hermafrodismo. En DE VIGUERA (1827), p. 116). De este autor véase también Apuntes sobre la metamorfosis sexual. En DE VIGUERA (1827), pp. 126-129. 84 «Debería borrarse del lenguage [sic] médico la palabra ‘hermafrodismo’ siempre que se tratase de la especie humana. Consecuente yo con esta opinión, no la usaré de manera alguna» (ORFILA, M. (1847), Tratado de Medicina Legal, t. I, Madrid, Imp. de D. José María Alonso, p. 188). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 33 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON cuando se trate de la especie humana. El hermafrodita llega a ser definido negativamente; es un engaño que la naturaleza parece fabricar para burla de la observación positiva85. «Apariencia», «simulacro», «engaño», son los términos que se asocian a la figura del hermafrodita. Esta negatividad no es sólo epistemológica, como se ha indicado hasta ahora, debida a la «ignorancia» y al «retraso» de los conocimientos positivos. La creencia en estos seres se hace también portadora de una negatividad moral. Como pensaban los filósofos de las Luces —este argumento ya estaba presente en Plenck—, las supersticiones se articulaban performativamente en actos bárbaros, crueldades tachadas de aberraciones de la razón; por ello esta absurda fe llevaba a sacrificar a los seres inocentes reconocidos como hermafroditas, del mismo modo que la fe en la brujería o en la posesión demoníaca conducía directamente a las hogueras inquisitoriales86. Este gran rechazo se sostiene parcialmente en una crítica histórica de las observaciones realizadas en el pasado en torno a supuestos hermafroditas. Los testimonios artísticos, literarios y las especulaciones pretendidamente científicas legadas desde la Antigüedad compondrían un museo de horrores que la razón sólo ha podido desenmascarar sustituyendo el prejuicio por el imperio de la observación positiva87. ———— 85 «Por hermafroditismo en el hombre o la mujer se entiende aquella disposición viciosa de las partes genitales en la que el individuo parece ser de un sexo, a que realmente no pertenece, o no se puede determinar cuál sea el verdadero sexo» (MATA (1844), pp. 45-46). 86 «La ignorancia y la credulidad aumentaron y perpetuaron este error de siglo en siglo, que sería en cierto modo escusable por el estado en que yacían las ciencias naturales si algunas veces no hubiese hecho correr la sangre del inocente. Los atenienses arrojaban al mar y los romanos en el Tíber a los reputados hermafroditas. Una sirvienta escocesa, acusada de haber hecho embarazada a la hija soltera de su amo, fue condenada a ser enterrada viva: y una mujer casada de las cercanías de Plombières fue ahorcada luego que se hubo reconocido su estado, porque se decía que había abusado del estado irregular de sus órganos» (PEIRÓ y RODRIGO (1832), citamos por la 3ª ed. de 1841, p. 9). Pedro Miguel de Peiró, aragonés, era doctor en Leyes y llegó a ser profesor de mérito en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación. Su paisano, José Rodrigo, era doctor en Medicina y Cirugía. Su texto, primero de su género publicado —editado por primera vez en Zaragoza en 1832- se convirtió en el manual utilizado en Universidades y Colegios de Cirugía de toda España. Sobre este tratado, PÉREZ DE PETINTO Y BERTOMEU (1999), p. 6. Las palabras de Peiró-Rodrigo repiten casi al pie de la letra —salvo los dos últimos ejemplos citados— las utilizadas por HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1135. En la misma línea argumental, DE VIGUERA (1827), Apuntes sobre el hermafrodismo, p. 116. 87 «Los progresos de la anatomía y fisiología, señaladamente desde que se hace una aplicación exacta y rigurosa de las ciencias a la medicina legal, han hecho que se estudien con un 34 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... Del mismo modo que en otros dominios —disección de cadáveres en Anatomía Patológica, reconocimiento nosográfico de la enfermedad mental en la medicina alienista-, el prejuicio y la superstición son expulsados al quedar liberada la mirada clínica. El apoyo en la observación, a través de la inspección anatómica, el recurso al microscopio88 y los estudios de fisiología de la reproducción, serán los argumentos principales contra la creencia en los hermafroditas. Sin embargo, no se da una completa unanimidad en estas razones extraídas inductivamente; por una parte se señalaba que los supuestos hermafroditas hasta entonces observados no eran capaces de reproducirse mediante autosexualidad, como sucedía en el hermafrodismo vegetal; otros autores —y esta será la opción que acabará imponiéndose— señalaban que estos seres eran incapaces de quedar fecundados o de procrear, de modo que en ningún caso se trataba de verdaderos andróginos89. Junto a estos argumentos, fundados en la inducción, algún autor subrayaba que el hermafrodismo era una imposibilidad a priori, una contradictio in ad- ———— cuidado particular los diferentes casos que se confundían en otro tiempo con la designación vaga de hermafrodismo, y que se fijen de un modo incontestable sobre esta materia los profesores del arte de curar y los jurisconsultos» (HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1135). 88 S.N. (1841), Nueva aplicación del microscopio a los experimentos médico-legales, Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, t. II, n.º 66, p. 237, y CLEMINSON, R. y MEDINA DOMÉNECH, R. (2004), ¿Mujer u Hombre? Hermafroditismo, Tecnologías Médicas e identificación del sexo en España, Dynamis, 24, pp. 53-91, pp. 80-84. 89 El Doctor Henri Marc (1771-1840), autoridad decisiva al elaborar una serie de reglas para el diagnóstico forense del verdadero sexo, que se mantuvieron como criterio válido durante varias décadas, consideraba que el problema de la posible reproducción de los hermafroditas era un asunto donde no existía unanimidad entre los facultativos, MARC, H. (1817), Hermaphrodite. En Dictionnaire des Sciences Médicales par une Societé de Médecins et de Chirurgiens, t. XXI, Paris, Panckoucke Ed., pp. 86-121. El Doctor Juan Mosácula (17941831), catedrático de Fisiología del Colegio de San Carlos, rechazaba el hermafrodismo en la especie humana, «pues de ningún modo puede verificarse la cópula a que sucede la concepción. Lo que sí podría suceder que un individuo así organizado pueda desempeñar las funciones de los dos sexos, pero con asociación de otros; o que habiendo órganos masculinos y femeninos y comunicando o los testículos o las vesículas con los ovarios o matriz pueda en un orgasmo venéreo verificarse una concepción aunque sin cópula» (MOSÁCULA, J. (1830), Elementos de Fisiología Especial o Humana, t. 2, Madrid, Hijos de C. Piñuela, pp. 370-371). Otros autores señalan la imposibilidad reproductiva en todos los casos: BALLANO (1817), p. 103; HURTADO DE MENDOZA (1823), p. 1136; PEIRÓ y RODRIGO (1832), p. 9; HURTADO DE MENDOZA (1840), p. 479; ORFILA (1847), t. II , p. 188. Pedro Mata señala que, incluso el «hermafrodita neutro» podrá ser declarado potente si se dan las circunstancias; no son válidos pues los apriorismos, MATA (1844), t. I, p. 21. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 35 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON jecto con independencia de cualquier desmentido empírico; se trata de un argumento que parece reactivar añejas doctrinas. El hermafrodita sería una «derogación de las leyes que le plugo al Supremo Hacedor establecer en orden a la reproducción de los seres animados»90. El hermafrodita verdadero desaparece de la escena; será recluido en los órdenes más bajos de la escala de los vivientes (casi todo el reino vegetal, animales inferiores) o a lo sumo identificado con una cierta indiferenciación sexual que caracterizaría a la infancia y a la vejez de los seres humanos91. Humanidad y hermafroditismo se muestran como conceptos mutuamente exclusivos; sólo cuando el hombre no lo es todavía o cuando comienza a dejar de serlo, corroído por la edad y la muerte, parece que el sexo se borra y emerge una pérdida de identidad semejante a la androginia. El pretendido hermafrodismo quedaba completamente despojado de sus poderes mágicos y de sus saberes ocultos; se trataba en realidad de alteraciones anatómicas y funcionales que dificultaban la asignación del verdadero sexo. La discusión médica se desarrolla definitivamente en un nuevo escenario; ya no se trata de responder al problema en los términos formulados por la medicina de los siglos XVI y XVII: dado un individuo de sexo impreciso, ¿se puede determinar un sexo predominante?; ¿cuál es éste? Se produce una transformación en el objeto interrogado y en la forma de enunciar su interrogación. Dado un sujeto de sexo dudoso, dirán la Embriología y la Teratología, ¿de qué clase es la alteración que presenta?; ¿se trata de un vicio de conformación o de una monstruosidad?; ¿es producto de un retraso en el crecimiento o de una detención del desarrollo? La Medicina Legal, por su parte, preguntará: ¿qué sexo verdadero ———— 90 MONLAU, P.F. (1868), Higiene del Matrimonio o el Libro de los casados, Madrid, M. Rivadeneyra, (ed. or. 1853), p. 158. Pedro Felipe Monlau (1808-1871), miembro del Consejo de Sanidad del Reino y cabeza de la Higiene española a mediados del siglo XIX, reeditó varias veces este manual, que tuvo una difusión extraordinaria (siete veces reeditado hasta 1898 y traducido al francés en 1879), GRANJEL, M. (1983), Pedro Felipe Monlau y la Higiene Española del siglo XIX, Salamanca, Universidad de Salamanca 91 «Diferentes hechos atestiguan que hay seres monstruosos que reunen los atributos de ambos sexos; y otros en quienes no se observa carácter ninguno distintivo: y esto es lo que ha hecho decir a Blumenback, a Meckel, a Geoffroy Saint Hilaire, que los dos sexos presentan en su estado primitivo, una sola y misma forma, y que solos los progresos del incremento son los que desenvuelven los caracteres propios de cada uno de ellos» (DANY, M. (1835), Observación que puede servir para la historia del hermafrodismo, Gaceta Médica de Madrid, 1, p. 151. Análogo razonamiento en HURTADO DE MENDOZA (1840), p. 478; ORFILA (1847), t. I, p. 188, y MATA (1844), t. I, p. 15. La indiferenciación de la infancia y de la vejez es subrayada por VIREY (1821), p. 75, y DE VIGUERA (1827), p. 127. 36 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 EL DESTIERRO DE LO MARAVILLOSO. HERMAFRODITAS Y MUTANTES SEXUALES EN LA... se encuentra enmascarado por esa deformidad?; ¿de qué tipo de hermafroditismo aparente se trata?; ¿puede ser corregido mediante una intervención quirúrgica que ponga al descubierto el auténtico sexo? El discurso biológico asume la tarea de especificar el género de anomalía al que corresponden las alteraciones antaño presentadas como hermafroditismo. Valiéndose de criterios anatomofisiológicos, la Teratología de Geoffroy Saint Hilaire ofrecía una clasificación de las anomalías que servía de hilo conductor: variedades (anomalías que no obstaculizan funciones), vicios de conformación (anomalías poco graves), heterotaxias (anomalías severas pero sin obstaculizar funciones) y monstruosidades (anomalías graves que imposibilitan funciones)92. Los casos de aparente hermafroditismo eran localizados mayoritariamente entre los vicios de conformación (deformidades no muy severas sin que coexistan trazas anatómicas de ambos sexos) y las monstruosidades (coexistencia de los órganos de ambos sexos que impedía la relación sexual o la reproducción). Ambas anomalías quedaban inscritas en el registro de la evolución ontogenética; se trataba de retrasos del desarrollo debido a la fijación o detención del crecimiento en un órgano sexual producido en un estadio sobrepasado por el órgano correspondiente del sexo opuesto93. Desde el registro discursivo de la Teratología, por tanto, el hermafroditismo humano era en realidad un desarrollo frustrado; el organismo permanecía inacabado, más próximo de su origen que de su conclusión. Esto encontraba su correspondencia a escala filogenética: las especies en las que el hermafrodismo es común eran precisamente las que ocupaban el «último peldaño», en palabras de Mata, más próximas a la frontera que separaba lo vegetal de lo animal, lo vivo de lo inerte. El hermafrodita habitaba el límite por su proximidad al origen; era pura negatividad que aún no había llegado a ser y que nunca existiría como tal. Esta experiencia del límite, de la negatividad, era distinta en el caso de la Medicina legal. Aquí, como se señaló, el hermafrodita no es vecino del origen ———— 92 CANGUILHEM, G. (1971), Lo ormal y lo Patológico, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 96-100. 93 El giro médico-legal en el modo de abordar el problema del hermafrodismo en Francia y sus consecuencias en la legislación matrimonial, es recogido por el Dr. José De Lletor Castroverde, profesor de la Universidad de Granada, DE LLETOR CASTRO VERDE, J. (1835), Repertorio Médico Extranjero, t. V, Madrid, Imprenta Real, p. 73. Sobre la diferencia entre vicios de conformación y monstruosidad en los casos de «hermafrodismo», ORFILA (1847), t. II, p. 193. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 37 FRANCISCO VÁZQUEZ y RICHARD CLEMINSON sino trasunto del engaño. Es una ficción que el forense debe desenmascarar dictaminando el verdadero sexo. Éste se identificará primero con la «verdadera anatomía genital», siguiendo las reglas de diagnóstico fijadas por el francés Henri Marc en 181794 y más tarde con las «verdaderas gónadas», cuando el alemán Theodor Albrecht Edwin Klebs (1834-1913), establezca el criterio histológico95. Pero estas nuevas indagaciones en el «hermafrodita» se emplazan ya fuera de las fronteras de este trabajo. Recibido: 15 de marzo de 2009. Aceptado: 3 de septiembre de 2009. ———— 94 Sobre estos criterios y su difusión en España, CLEMINSON y MEDINA DOMÉNECH (2004), pp. 53-91. 95 DREGER (1998), pp. 139-166. Sobre su difusión en España, CLEMINSON y MEDINA DOMÉNECH (2004), pp. 79-80. 38 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 7-38, ISSN: 0210-4466 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 39-64, ISSN: 0210-4466 DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII* Paola Martínez Pestana Torrelodones (Madrid) RESUMEN En el siglo XVIII tuvo lugar un creciente interés en torno a la naturaleza de la piel negra y el origen de los pueblos clasificados a través de ella que iría acompañado de una diferenciación cada vez mayor de su naturaleza respecto a los europeos blancos, llegando a ser considerados una variedad humana degenerada, una especie distinta o, en ocasiones, animales inferiores. La piel y la raza fueron de la mano en la historia natural del hombre, la cual comprendía no sólo aspectos anatómicos y fisiológicos, sino también la historia de las naciones, la historia sagrada y la reflexión estética. PALABRAS CLAVE: Piel. Negro. Raza. Historia de las naciones. Degeneración. Membrana reticular. Teoría humoral. «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: SKIN AND RACE IN XVIIITH CENTURY ABSTRACT A growing interest in the nature of the black skin and in the origins of the peoples classified under this trait was accompanied in the eighteenth century by an increasing differentiation of their nature from whites, to the point that they were considered either a degenerated variety of humans, a separate species or inferior animals. Skin and race go together in the natural history of man, wich comprises not only anatomical and physiological aspects, but also the history of nations, the Sacred History and the aesthetic reflection. KEY WORDS: Skin. «Negroe». Race. History of nations. Degeneration. Malpighian membrane. Humoral theory. ———— * Este ensayo forma parte de una investigación doctoral desarrollada en el seno de los proyectos «Epistemología histórica; estilos de razonamiento científico y modelos culturales en el mundo moderno: El dolor y la guerra» (HUM2007-63267) y «Ciencia, política e imperio» (PE h. 2009). 39 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA «Des hommes noirs», y no «des vrais Nègres»; así identificó Petrus Camper a los Magos de Oriente representados por maestros como Rubens o van den Tempel: la piel era negra, «mais cette peau couvroit un corps de charpente européenne»1. El creador del ángulo facial, conocido en siglos posteriores más por su contribución a la anatomía comparada y la craneometría que por su dedicación a las artes, expresaba de este modo en su Dissertation sur les variétés naturelles qui caractérisent la physionomie des hommes des divers climats (1792, en publicación póstuma) la necesidad de elucidar la diferente complexión y aspecto físico de las naciones a través de la historia natural del hombre —defendiendo la influencia del clima y el medio— y de una fórmula métrica basada en dos líneas trazadas del oído a la nariz y de la frente a los incisivos. La piel, junto a los distintos grados del ángulo formado por estas líneas, indicarían el origen de un individuo, o al menos el individuo sería correctamente representado gracias a ambos factores —color y complexión craneal—, obteniendo de este modo el negro un aspecto simiesco nunca antes visto y que, no obstante, se generalizará en este siglo2. ———— 1 «Pero esta piel cubría un cuerpo de complexión europea»; CAMPER, P. (1792), Dissertation sur les variétés naturelles qui caractérisent la physionomie des hommes des divers climats..., París, Francart, p. 6. 2 Es muy conocida la ilustración, dentro de la mencionada obra de Camper, de una serie de perfiles con diverso ángulo facial: la medida de una estatua griega clásica era de 100 grados, el europeo medía 80 grados, asiáticos y africanos compartían 70 grados, siendo éstas las poblaciones con el ángulo más semejante al del orangután y el mono, de 58 y 42 grados respectivamente. Camper encuentra sobre todo «une analogie marquée entre la tête du Nègre et celle du Singe»/«Una marcada analogía entre la cabeza del negro y la del mono»; CAMPER (1792), p. 12. Según MEIJER, M.C. (1998), Race and Aesthetics in the Anthropology of Petrus Camper (17221789), Amsterdam, Rodopi, la intención de Camper era naturalizar la fisionomía de los no europeos frente a una opinión bastante frecuente en la época sobre la artificialidad o intervención intencionada en la formación de sus rasgos, algo que los hacía más depravados y bárbaros a los ojos de los europeos. Meijer intenta suavizar los propósitos de este anatomista que defendía el origen común de todas las variedades de la especie humana contrastándolo con las posteriores teorías en torno al prognatismo, basadas en la obra de Camper, que supuestamente defendían una interpretación poligenista. En mi opinión, la dicotomía monogenismo/poligenismo apenas es determinante en la emergencia de las razas, ambas posturas tienen más puntos en común que de controversia y participan de igual modo en la conformación de este nuevo objeto. Ambas, por ejemplo, fueron capaces de admitir esa geometrización de los individuos para alcanzar una medida común, la complexión física de todo un pueblo que Camper halló curiosamente a partir de ocho cráneos africanos y asiáticos, junto a otros cráneos europeos —no dice el número—, que el anatomista poseía en su gabinete. 40 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII La expresión de «vrais Nègres», «auténticos negros», aparece con frecuencia en la época para aludir a lo que ya empezaba a llamarse raza negra, una complexión física profundamente determinada —en la mayoría de los casos con capacidades morales igual de condicionadas— aplicable a toda una nación, que se contrapondría a la idea de la negritud como un simple y superficial color de piel, la de los «hommes noirs» cuyo color era adjetivo y no sustantivo como en los «Nègres». Para algunos autores —Henry Home o Charles White— esta última denominación, o su correlato inglés «Negroe», resultaba más correcta al considerar que tales individuos no debían ser tratados siquiera de hombres. Llegando o no a tal extremo, eran ya pocos quienes podían hablar de los africanos negros sin encontrar en ellos algo más que un color o que unos meros rasgos locales. Miradas como la de Rubens o como la de Hogarth, quien en su Analysis on Beauty afirmaría que negros y blancos eran iguales si se les quitaba la piel, resultaban caducas3. Las condiciones que dieron lugar a esta determinación esencial del color de piel, que dejó de ser considerada como un fenómeno intrascendente para convertirse en la marca externa de una profunda separación racial, es lo que se analizará en las siguientes páginas. Tales condiciones pueden ser resumidas en dos nuevas perspectivas que influirían en esta incipiente visión de la piel: la historia del hombre y de las civilizaciones, de las que se ocupa el primer apartado, en las que la historia natural y las teorías de la generación se vinculan tanto a la historia social como a la sagrada; y las experiencias anatómicas aplicadas a las distintas naciones, que se analizarán en el segundo, centradas ante todo en la piel del negro para atribuirle una naturaleza ruda y esclava, así como una imagen grotesca u horrenda desde la percepción estética. LA PIEL COMO VESTIGIO DE LA HISTORIA En 1787 el conde de Volney describía la esfinge de Giza como un rostro de rasgos «típicamente negros» para expresar una idea bastante peculiar en la época: la gran cultura egipcia, tan influyente en las civilizaciones griega y europea, había sido fundada originariamente por una población de «vrais Nègres». Los egipcios habían perdido ya en el siglo de Volney el color de sus prósperos antepasados mezclándose con la sangre de griegos y romanos, pero ———— 3 HOGARTH, W. (1805), Analyse de la beauté, París, Levrault, Schoell, pp. 200-201. Sobre la posición crítica de Hogarth respecto a la supuesta opacidad de la piel negra y al desmedido interés que despertaban los casos de alteración del color, ver pp. 4 y 14. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 41 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA mantenían esa impronta común —esa constitución y rasgos de auténticos negros— tal y como la conservaba la impertérrita esfinge. Volney no entendía la raza como una constitución física y moral determinante en capacidades como la inteligencia, o el grado de civilidad y de progreso —prueba de ello era el desafío de atribuir la sofisticación egipcia a población negra—, pero sí compartía una impresión muy común forjada en este siglo: la legibilidad de la línea genealógica de un pueblo ancestral en el cuerpo de un individuo. «La physionomie est une sorte de monument propre en bien de cas à constater ou éclaircir les témoignages de l’Histoire, sur les origines des peuples»4. El color no está presente en la esfinge, pero con ella Volney hace evidente la utilidad que comenzaba a tener la raza para interpretar la historia del hombre y de las naciones, en muchos casos para dirimir a su vez la vejez de los continentes y la evolución de la Tierra. Las hipótesis sobre la historia de las migraciones, por ejemplo, podían verse esclarecidas gracias a la comparación de las diferencias o semejanzas fisionómicas, y esto a su vez permitía dar cierta luz a la reflexión sobre la unidad o diversidad de la especie humana y sobre el desarrollo de sus diferencias. Una de las hipótesis sobre las migraciones más influyentes en este sentido fue la del conde de Buffon, quien a través de ellas identificó el blanco como el color auténtico y original del hombre, y el clima como la principal causa de las diferencias entre las naciones tras su expansión por las diversas latitudes de la tierra5. Tal hipótesis había surgido de las semejanzas observadas entre determinados animales de América respecto a los de Asia o Europa. En el caso del hombre, la semejanza era también notable, por lo cual Buffon encontró razonable sospechar el origen común de la especie humana —igual que en aquellos grupos animales— y su posterior diversificación a través de las migraciones, de las cuales daba cuenta, sobre todo, el diverso color de piel acorde a cada clima: más oscuro cuanto más tórrido. ———— 4 «La fisionomía es una especie de monumento adecuado en muchos casos para constatar o esclarecer los testimonios de la Historia sobre el origen de los pueblos»; VOLNEY, C.-F. de Chasseboeuf, conde de (1787), Voyage en Syrie et en Égypte, pendant les années 1783, 1784 et 1785, tomo I, París, Volland, Desenne, p. 75. Curiosamente, esta opinión sobre los rasgos raciales de la esfinge fue secundada posteriormente por el propio sociólogo panafricanista W.E.B. DU BOIS (1915) en su obra The egro, Nueva York, Henry Holt and Company. También Flaubert encontró aquellas facciones «negroides» en la esfinge. 5 BUFFON, G.-L. Leclerc, conde de (1749), Histoire naturelle, générale et particulière: avec la description du cabinet du roi (1749-1788), vol. III, París, Imprimerie Royale, p. 528. 42 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII Miembros de la expedición de Egipto miden las pirámides. 1798-1801, este grabado forma parte de las láminas de Dominique Vivant Denon, Voyage dans la Basse et la Haute Égypte, París, 1802, colección privada, París, Francia. Es significativo el hecho de que esta hipótesis se diera dentro de lo que Jacques Roger identifica como la primera auténtica historia natural tras la obra de Plinio6, es decir la única que, entre otros aspectos, no necesitará del apoyo de la historia sagrada en sus argumentaciones. No es en el Génesis en lo que piensa Buffon cuando habla de un hombre original blanco, y esto resulta relevante teniendo en cuenta el gran uso que se hizo de la interpretación bíblica respecto a la historia natural del hombre. Era muy recurrente aún en el siglo XVIII la tradición que atribuía el color negro de la piel a la maldición ———— 6 ROGER, J. (1989), Buffon. Un philosophe au jardin du roi, Évreux, Fayard, p. 247. De hecho, el que hubiera sido escrita como una auténtica historia natural hizo que fuera recibida con polémica y se tachara de libertina. Según el historiador francés fue así acusada por los jansenistas –en buena medida por haber sido alabada por los jesuitas, a quienes consideraban culpables del declive de la religión por su tolerancia hacia ciertas obras subversivas–. El conde de Buffon es tildado de nuevo pirroniano, por mostrar cierto escepticismo al sugerir las verdades físicas como sólo probables y por presentar los valores morales como convenciones. Además, se le acusaba de presentar al ser humano como un animal más, y se le reprendía por afirmar que la edad del mundo había sido eterna, contradiciendo así el Génesis. Sobre tales críticas ver en la misma obra de ROGER (1989), pp. 250-251. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 43 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA proferida por Dios sobre la descendencia de Cam, hijo de Noé. Siendo ésta la más conocida, surgieron además en la época otras interpretaciones apoyadas en las Escrituras que, como veremos, adquirieron gran importancia. Buffon se ciñe a lo estrictamente natural: el color blanco de piel es escogido como el original por ser el propio de climas temperados, y en concreto los correspondientes al norte de Europa, donde suponía que la influencia climática era más suave y por tanto neutra. En cualquier caso, no es ya una cuestión de autoridad sagrada, sino física e incluso estética, pues además de ser el europeo el clima más adecuado, era el que producía gentes más bellas: «c’est sous ce climat qu’on doit prendre l’idée de la vraie couleur de l’homme, c’est là où l’on doit prendre le modèle ou l’unité à laquelle il faut rapporter tous les autres nuances de couleur et de beauté»7. A pesar del origen compartido en el pasado, existía una gran separación en el presente: el hombre europeo era el más parecido a aquel prototipo ancestral; el negro africano, en cambio, debía ser el más alejado y sobre quien recayera por tanto la posibilidad de «regenerarse», volver al color y complexión originales, una vez habitara de nuevo los climas templados y se mantuviera allí durante varias generaciones8. La hipótesis de la degeneración se servía de la literatura sobre casos de alteraciones de color en la piel, sobre los negros blancos, o sobre hijos nacidos con un color distinto al de sus padres, un tipo de literatura que en el XVIII va a ser cada vez más prolífica. En muchas ocasiones, sin embargo, las observaciones narradas no conducían siempre a las mismas conclusiones, no siendo aceptada por todos los autores la acción del clima en este tipo de cambios de la piel e imponiéndose como causa la transmisión generacional. Casi como en una comedia de enredo con un final feliz, en muchas de estas historias se descubría, tras una serie de dudas y conjeturas descartadas, que el sujeto en cuestión tenía un antepasado del mismo color que ahora compartía el descendiente, salvando de este modo el honor de la madre9. No es de extrañar la mirada cómica de William Hogarth sobre este ———— 7 «Es en este clima donde debe tomarse la idea del verdadero color del hombre, aquí es donde se halla el modelo o unidad a la que deben remitir todos los demás matices de color y de belleza»; BUFFON (1749), p. 528. 8 BUFFON (1749), vol. IV, p. 381-382. 9 La Royal Society recogió muchos de estos casos, como por ejemplo: BIRD, W. (1696), An account of a negro-boy that is dappel’d in several places of his body with white spots, Philosophical transactions of the Royal Society of London, 19; BATE, J. (1760), An account of the remarkable alteration of colour in a negro woman, Philosophical transactions of the Royal Society of London, 51, Part I.; PARSONS, J. (1766), An account of the white negro shown before the Royal Society, Philosophical transactions of the Royal Society of London, 55. La 44 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII tipo de casos y sobre la recreación y curiosidad de aristócratas y médicos que los atestiguaban, expuesta en su grabado The Discovery, donde una mujer negra —que antes debía ser blanca, por el retrato que de la misma aparece y la leyenda: «qui color albus erat, nunc est contrarius albus»— es hallada y observada con sorpresa y casi alborozo en su propio lecho y con el pecho descubierto, a la manera satírica con la que el mismo pintor y Alexander Pope habían tratado el parto de los diecisiete conejos de Mary Toft. William Hogarth, The Discovery, c. 1743, grabado, Royal Library, Windsor Castle, Windsor, Reino Unido. ———— obra de P.-L.M. de MAUPERTUIS (1744), Dissertation physique à l’occasion du nègre blanc, Leyden, conocida sobre todo por la edición ampliada de 1745, Vénus physique, utiliza el fenómeno del negro blanco como prueba contra el preformacionismo. Para Maupertuis un sujeto tan distinto a sus progenitores y antepasados sólo podía explicarse como resultado de un proceso de generación epigenético. También existían casos de metamorfosis de blanco a negro, como el que describe G. IMLAY (1797), A topographical description of the Western territory of orth America, Londres, J. Debrett. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 45 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA La idea de la degeneración y la posibilidad de la regeneración propuesta por Buffon, marcará la historia de las variedades humanas, siendo utilizada sobre todo por quienes defendieron la unidad de la especie. Para el médico — y firmante de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos— Benjamin Rush no sólo existía la posibilidad de la regeneración en los negros, sino que debían —era aconsejable para ellos— regenerarse, pues su color de piel era síntoma evidente de una enfermedad de características semejantes a la lepra. Una lepra benigna, empero, cuyas molestias no iban más allá de un pelo «lanoso», una cara abotargada, o insensibilidad en el tacto. Las dolencias eran de una índole más bien moral, su color les hacía infelices, pues aunque «they appear to be satisfied with their color, there are many proofs of their preferring that of the white people»10. Con este cuadro médico Rush modificaba el concepto de degeneración de Buffon tras haber considerado que ciertos rasgos físicos del negro no podían ser explicados por el clima, como eran los labios «hinchados» o la nariz «aplastada». Además, la regeneración podía ser más rápida al no depender tanto del tiempo como de la ciencia que pudiera hallar una cura11. El hombre blanco tenía, por su parte, la obligación moral de ayudar al negro en esta empresa: «If the color of the negroes be the effect of a disease, instead of inviting us to tyrannise over them, it should entitle them to a double portion of our humanity, for disease all over the world has always been the signal for immediate and universal compassion»12. Más cercano a la interpretación buffoniana, esto es, aceptando la influencia climática, Samuel Williams llegó a calcular el tiempo concreto que habría de pasar para que el negro deviniera blanco en un clima apropiado13. Si se mantenían cruzamientos continuos con blancos eran necesarias cinco generaciones que, siendo cada una de veinticinco años aproximadamente, equivalían a unos ciento veinticinco años para dar lugar a la regeneración completa. Me- ———— 10 «Aunque aparentan estar satisfechos con su color, existen muchas pruebas de que prefieren el de los blancos»; RUSH, B. (1799), Observations intended to favour a supposition that the black color (as it is called) of the Negroes is derived from the leprosy, Transactions of the American philosophical Society, IV, p. 297. 11 Rush menciona diversas experiencias médicas que podían ir bien encaminadas para esta cura, como el uso del zumo de melocotón restregado sobre la piel; RUSH (1799), pp. 296-297. 12 «Si el color de los negros es el efecto de una enfermedad, en lugar de incitarnos a tiranizarlos, esto les daría derecho a una porción doble de nuestra humanidad, pues la enfermedad ha sido siempre y en todo lugar la señal para la compasión inmediata y universal»; RUSH (1799), p. 295. 13 WILLIAMS, S. (1794), The atural and Civil History of Vermont, Walpole, N.H., Isaiah Thomas & David Carlisle, pp. 391, 392. 46 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII diante la sola acción del clima y sin cruzamiento alguno con blancos, el lapso debía ser de cuatro mil años. Para los indios se precisaba sólo de seiscientos años, sin necesidad de mestizaje, pues su tez era más clara y, por consiguiente, su estado de degeneración debía ser menor. Joaquim M. da Rocha, egro pío, 1786, óleo sobre lienzo, Museo Nacional de Antropología, Madrid, España. El albinismo y ciertas despigmentaciones de la piel fueron a menudo consideradas como una vuelta al color original de la humanidad, que normalmente se suponía blanca. Existía, no obstante, una dificultad objetada tiempo atrás por autores como Thomas Browne, el propio Robert Boyle o el barón de La Hontan sobre este tipo de hipótesis basadas en el clima, que radicaba en la observación de que Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 47 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA en las mismas latitudes donde se encontraban pueblos de piel negra existían otras naciones a quienes el ardor del sol no afectaba del mismo modo, como ocurría en los climas tropicales del Nuevo Mundo, donde el color de la piel no llegaba a ser tan oscuro como en las mismas latitudes de África14. Buffon había sorteado este problema gracias a una conjetura propuesta en su Histoire naturelle, y era que el Nuevo Mundo había emergido de los océanos mucho más tarde que el viejo continente. De esta manera se podía explicar que pueblos como los peruanos o los mejicanos, al haber habitado estas nuevas regiones en tiempos posteriores a la población de África, no hubieran tenido tiempo de adquirir a través del sol el intenso color de los africanos. No habían tenido tiempo de degenerar del todo15. Benito Jerónimo Feijoo había discutido esta objeción —en concreto la del barón de La Hontan— de un modo quizá más audaz aún que Buffon, al no considerar imprescindible el cambio del color tras habitar nuevos climas: «Puede el Clima Etiópico producir la negrura, sin ser necesario para conservarla. Las causas segundas muy frecuentemente no son necesarias para la conservación de los efectos que producen. El oro se produce en las entrañas de la tierra, que viene a ser como patria suya; y extraído de ella se conserva siglos, y más siglos, sin que cosa alguna elemental altere su intrínseca textura. ¿Qué repugnancia hay en que la influencia del País Etiópico induzca tal textura en el semen prolífico de sus naturales, que después en ningún País extraño pueda alterarse, o por lo menos no pueda alterarse, sino en mayor espacio de tiempo, que el que hasta ahora se pudo observar?»16. Para el benedictino español no suponía ninguna enfermedad o abe- ———— 14 En el siglo XVII el color de la piel negra ya suscitaba curiosidad entre anatomistas y filósofos de la Naturaleza. En 1646, Thomas Browne expuso sus observaciones al respecto en Of the blackness of Negroes; BROWNE, Th. (1928), Pseudodoxia epidemica. En The works of sir Thomas Browne [1646], Londres, Faber and Gwyer. R. BOYLE (1664) esgrimirá razones similares a las de Browne en oposición a una explicación ambientalista del color de piel, dentro de sus Experiments and considerations touching colours, Londres, Henry Herringman. Según el médico portugués con el que el barón de La Hontan conversa en la relación de sus viajes, el color negro de los etíopes no se desvanecía en ellos ni tan siquiera cuando habitaban latitudes más frías durante generaciones. LA HONTAN, L.A., barón de (1703), ouveaux voyages dans l’Amérique septentrionale, La Haya, les frères L'Honoré, citado por POPKIN, R.H. (1987), Isaac La Peyrère (1596-1676): His Life, Work and Influence, Leiden, Nueva York, Colonia, Brill, pp. 115-132. 15 BUFFON, G.-L. Leclerc, conde de (1778), Suplementos a la Histoire naturelle, tomo V, París, Imprimerie Royale, p. 266. 16 FEIJOO, B.J. (1778), Color etiópico, Teatro crítico universal, tomo VII, Madrid, Real Compañía de Impresores y Libreros, p. 87. La originalidad, erudición y rigor con que Feijoo resolvió problemas como las causas del color del pueblo etíope, el origen de la población 48 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII rración el que los etíopes y sus descendientes se mantuvieran negros a lo largo de sus vidas y de las generaciones. La de Buffon no fue la primera conjetura sobre la degeneración de la especie humana, aunque sí fue él mismo quien acuñó el término. Tampoco debía ir acompañada necesariamente de una explicación ambientalista, a pesar de ser lo más usual. A principios de siglo, el jesuita Joseph-François Lafitau había sugerido la idea de que los indios americanos de Canadá hubieran provenido originariamente de pueblos helenos y pelasgianos, subrayando así el origen común de americanos y europeos. La semejanza en las costumbres de estos indios con las de los primeros habitantes griegos, incitó al jesuita a sostener tal hipótesis17, pero las diferencias no podían ser explicadas por el clima, sino por la imaginación maternal. El color diverso de cada nación era explicado por su gusto primigenio en embadurnarse de colores negros —los africanos—, o rojos —los indios norteamericanos—. Estos colores impresionaban de tal manera la imaginación de las mujeres que los niños nacían finalmente con la tonalidad preferida. Como apoyo a esta teoría, Lafitau recurre al capítulo treinta del Génesis donde se explica la estrategia de Jacob para criar corderos con el color y manchas deseados, situándolos frente a vallas del mismo color y formas, para distinguirlos de los corderos de Labán18. También a la imaginación maternal atribuye Lafitau los demás rasgos característicos: ———— americana, los caracteres nacionales, la determinación climática en los rasgos físicos y morales de las naciones, o la influencia de la imaginación materna sobre los mismos, presentando hipótesis sobre la transformación de los continentes y de sus habitantes años antes de la gran Historia natural de Buffon o de tratados sobre el color de la piel como el de Le Cat, se aborda en MARTÍNEZ PESTANA, P., Feijoo y el debate internacional en torno a la raza y la historia de las naciones, Biblioteca virtual Saavedra Fajardo, Murcia, 2009. Estos problemas fueron tratados por Feijoo en los discursos Mapa intelectual y cotejo de naciones (1728), Solución del gran problema histórico sobre la población de la América, y revoluciones del orbe terráqueo (1733), Color etiópico (1736), del Teatro crítico universal, y la carta IV del tomo I de las Cartas eruditas y curiosas (1742), sobre el efecto de la imaginación materna en los hijos de color que nacían de padres blancos, que se recogen en la selección de textos realizada por la misma Biblioteca virtual Saavedra Fajardo en 2009. 17 Es conocida la irónica crítica de Voltaire a las teorías de Lafitau. El philosophe se burla de la comparación que realiza entre costumbres tan ambiguas como el sedentarismo, y de su tesis sobre la influencia de la imaginación maternal en el color, rasgos y complexión de cada nación. Si Lafitau esgrime la cita bíblica de los corderos de Josué, Voltaire se pregunta por qué no se volvieron verdes al tener siempre delante hierba que pastar. VOLTAIRE, F.M.A. (1827), Essai sur les moeurs et l’esprit des nations [1756], vol. I, París, Garnery, pp. 44-45. 18 LAFITAU, J.-F. (1724), Moeurs des sauvages amériquains comparées aux moeurs des premiers temps, París, Saugrain l'aîné, C.E. Hochereau, p. 68. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 49 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA una nariz «aplastada», unos labios gruesos, siempre dependiendo de los gustos del lugar. El relativismo estético es asumido con naturalidad por Lafitau, a diferencia de otros autores como el propio Buffon. A pesar de la aparente correspondencia entre los climas y las distintas variedades humanas, la explicación ambiental no era para muchos del todo satisfactoria. En la época aparecieron otras posibles maneras de relacionar el color de piel con el clima sin necesidad de atribuir a éste la causa última, sino haciendo intervenir a la providencia en la historia del hombre. Eran las hipótesis de Henry Home, o del propio Kant. El jurista Henry Home, lord Kames, en sus Sketches of the history of man (1774), criticó con vehemencia la explicación buffoniana del clima. El escocés esgrimía la antigua objeción sobre la conservación del color de los ancestros en los individuos trasladados a otras latitudes: «Those who ascribe all to the sun, ought to consider how little probable it is, that the colour it impresses on the parents should be communicated to their infant children, who never saw the sun»19. La desemejanza en el color, rasgos, complexión y actitud moral de las naciones era para Home de tal magnitud que debía ser atribuida a una naturaleza distinta e innata en cada una de ellas. No podía ser sino la providencia divina la que hubiera dotado desde los orígenes a cada especie humana de una complexión adecuada para su clima, y era por ello que, a su vez, cada clima proporcionaba los alimentos más adecuados a cada constitución20. El color de los negros, por ejemplo, era la mejor forma hallada por la providencia para que soportaran un clima tan feroz. Paradójicamente, fue a través de la tesis de Buffon según la cual el Nuevo Mundo había emergido de los océanos tiempo después de la formación del viejo continente, que Home logró dar una explicación coherente con el Génesis sobre el origen separado de las especies humanas. Según Home, Dios había creado un segundo Adán en el nuevo continente, ascendiente de los nativos americanos, y esto lo había hecho en tiempos ulteriores a la época de Moisés, razón por la cual no era mencionado en la Biblia este nuevo linaje de hombres21. Además, para el resto de razas, Home adujo el episodio de la torre de Babel. Los primeros hombres habían alcanzado una diversidad lingüística y una incomprensión mutua tales que Dios decidió separarlos distribuyéndolos por distintos climas y dotando a cada pueblo de una constitución física ———— 19 «Aquellos que todo lo atribuyen al sol deberían considerar cuán improbable es que el color que éste imprime sobre los padres sea transferido a los hijos, que nunca vieron el sol»; KAMES, H. Home, lord (1807), Sketches of the history of man, Edimburgo, Creech, p. 23. 20 KAMES (1807), pp. 18-19. 21 POPKIN (1987) enmarca la teoría de este segundo Adán en la tradición preadamita, p. 125. 50 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII adecuada a su latitud asignada. Es por ello, dice Home, que a partir de ese momento cada raza —por su naturaleza o, esta vez sí, por el clima— derivó en una grado de civilización distinto. «Thus, had not men wildly attempted to build a tower whose top might reach to heaven, all men would not only have had the same language , but would have made the same progress towards maturity of knowledege and civilization»22. Una explicación teleológica muy semejante fue la planteada por Immanuel Kant, quien propuso una definición de las razas humanas a través de una interpretación bastante ecléctica. Asumiendo una concepción de la generación preformacionista y ovista, el filósofo asumió el origen común de la especie humana afirmando que ya en los ovarios de Eva se encontraban determinadas las futuras generaciones, definidas ya con una complexión diversa para adaptarse adecuadamente a los diversos climas a los que en un momento dado habrían de emigrar separándose. Junto a esta explicación teleológica, Kant presentaba asimismo el criterio de fertilidad de Buffon como prueba de la unidad de la especie, otro aspecto que lo diferenciaba de Home, quien lo había tachado de ineficaz señalando que el propio philosophe se había visto obligado a admitir como especies distintas determinados tipos de animales que podían reproducirse entre sí, como era el caso de ovejas y cabras, o camellos y dromedarios23. Kant no encuentra problema alguno en el principio de fertilidad para definir una especie, pero para las razas cabía preguntarse además cómo identificarlas acertadamente. Para el filósofo de Königsberg la respuesta estará en el color de piel, éste era el rasgo más evidente de la distinción racial, pues era el único que se transmitía invariablemente de generación en generación. Se trataba además de un rasgo superficial que indicaba una constitución interna distinta, una constitución que permitía sobrevivir a cada raza en las condiciones ambientales de su latitud correspondiente —la separación geográfica era necesaria por naturaleza—. Para Kant eran cuatro los colores de piel básicos correspondientes a las razas: blancos, cobrizos, negros y oliváceos, el resto eran colores mixtos derivados de ellos. El color influía además en características más profundas; así, en los negros, las propiedades de la dermis —que acumulaba excesivo flogisto por las altas temperaturas y las zonas pantanosas que a menudo habitaban—, hacían que olieran mal e ———— 22 «Por tanto, si los hombres no hubieran tenido ese impulso frenético por construir una torre cuya cima alcanzara el cielo, no sólo habrían conservado el mismo lenguaje, sino que habrían desarrollado el mismo progreso hacia la madurez del conocimiento y la civilización»; KAMES (1807), p. 68 23 KAMES (1807), p. 10. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 51 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA influían en su carácter24. Una interesante réplica a la defensa del origen común fue la del capitán Bernard Romans en A concise natural history of East and West Florida (1775), donde critica la presunción de creer más fiel a la historia sagrada la hipótesis según la cual había un único tronco genealógico para el género humano y no varios. Para Romans, debía ser más acorde al designio divino una creación múltiple y separada de distintos tipos humanos que la creencia en una naturaleza sujeta a cambios accidentales —como defendió Buffon-, o a maldiciones divinas —como aquella interpretación de la condena de Cam— 25. Según la hipótesis de Romans, Dios había creado un Adán y una Eva de una especie distinta en cada parte del globo. Era ésta una idea atrevida, pero a su vez bastante interesada si consideramos la defensa del esclavismo por parte del autor, con cuya práctica intentó enriquecerse, y su notable desprecio hacia las supuestas cualidades de las razas no europeas. Respecto a los nativos norteamericanos, Romans los estima incapaces de desarrollar una civilización. Éstos intentan imitar las maneras europeas, pero a la mínima oportunidad «they will return like the dog to his vomit». «See there the boasted, the admirated state of nature», concluye Romans, con irónica referencia a las ideas rousseaunianas26. Los negros, por su parte, son descritos como traicioneros, ladrones, testarudos y holgazanes, no siendo estas cualidades tampoco accidentales o fruto de las circunstancias sociales y ambientales, sino más bien «natural to them, and not originated in their state of slavery»27. Romans responde así a la extendida opinión según la cual el negro poseía penosas cualidades debido a circunstancias sociales como la esclavitud. Para el propio Benjamin Rush, con su optimismo etnocéntrico, no sólo el color de los negros era una enfermedad reversible, sino que además sus «vicios», tales como «Idleness, Treachery, Theft, and the like, are the genuine off-spring of slavery, and serve as an argument that they were not intended by Providence for it»28. ———— 24 Son tres los textos en los cuales Kant elabora su definición de raza humana: KANT, I., Des différentes races humaines [1775], Opuscules sur L’histoire, París, Flammarion, 1990; Determinación del concepto de raza [1780], En defensa de la Ilustración, Barcelona, Alba, 1999 y Sur l’emploi des principes téléologiques en philosophie [1788], Opuscules sur L’histoire, París, GF Flammarion, 1990. 25 POPKIN (1987), p. 127. 26 «Tornarán, como el perro hacia su vómito». «He aquí el arrogante, el admirado estado de naturaleza»; ROMANS, B. (1775), A Concise atural History of East and West Florida, Nueva York, p. 38-39. 27 «Natural en ellos, y no originada por su estado de esclavitud»; ROMANS (1775), p. 105. 28 «Holgazanería, traición, robo, etc., son frutos genuínos de la esclavitud, y según esta 52 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII Los negros podían por tanto para Rush devenir blancos y civilizados. Otro ejemplo significativo del modo en que la historia sagrada intervenía aún en el XVIII en la explicación sobre el desarrollo de las razas humanas, es el del suizo Samuel Engel, para quien el color de los negros, «les Nègres véritables avec leur réticule, leurs cheveux crêpus ou lainés, leurs visage et nez écachés, ce que leur a fait donner de toute ancienneté le nom de Simes, leurs gosses lèvres, et enfin tout ce qui les caractérise, ne fauroit provenir d’aucune cause naturelle», sino de una causa sobrenatural: la maldición de Dios contra Caín, de quien los negros eran descendientes. Para explicar que éstos hubieran perdurado, Engel asume que el diluvio no pudo ser universal29. Tampoco acepta como explicación del color de los africanos la maldición que Dios pronunció sobre Cam, pues no todos sus descendientes habían sido negros, como babilonios, árabes o egipcios hacían patente30. Cualquiera de estos casos, a pesar de las discrepancias, muestra cómo el sentido de linaje, que el término raza había detentado anteriormente —en su acepción de familia o estirpe—, no se perderá en su nuevo uso. La estirpe deviene raza, se amplía la extensión y se precisa la intensión. Hemos visto cómo la extensión llega al origen de los tiempos y se aplica a toda la humanidad, dividida o no en grandes grupos, veamos ahora cómo la intensión se especifica para dar un sentido a la raza aún más determinado, a través del análisis minucioso de la piel. Adoptemos ahora, para ello, la propuesta de Le Cat: Laissons donc aux théologiens, aux historiens, aux antiquaires, etc., à discuter ces origines, qui se perdent dans le chaos de celle du monde; prénons le choses à l’état ou elles sont, de quelque source qu’elles viennent, et examinons en anatomiste, en physicien scrutateur des faits, les causes de la couleur de tous ces hommes blancs, basanés, noirs, cuivrés, etc.31 ———— razón no están destinados por la Providencia a tales vicios»; RUSH, B. (1773), An adress to the inhabitants of the British settlements in America upon Slave-Keeping, Filadelfia, pp. 28-29. 29 «El auténtico negro con su retícula, sus cabellos crespos o lanosos, su rostro y nariz aplastados, lo que desde la antigüedad le dió el nombre de simus, sus lozanos labios, y en suma todo lo que le caracteriza, no provendría de una causa natural»; ENGEL, S. (1767), Quand et comment l’Amérique a-t-elle été peuplée d’hommes et d’animaux?, tomo IV, Amsterdam, Marc Michel Rey, p. 95. 30 ENGEL (1767), p. 76. 31 «Dejemos pues a los teólogos, a los historiadores, a los anticuarios, etc., discutir sobre estos orígenes que se pierden en el cahos del que surgió el mundo; tomemos las cosas en el estado en que están, provengan de donde provengan, y examinemos en tanto que anatomistas, en tanto que físicos escrutadores de hechos, las causas del color de todos los hombres blancos, morenos, negros, cobrizos, etc.»; LE CAT, C.-N. (1765), Traité de la couleur de la peau huAsclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 53 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA DESCRIPCIONES Y CAUSAS ANATÓMICAS El origen del color y naturaleza del africano negro desconcertaba al europeo. En 1739, la Académie de Bordeaux proponía como tema anual de su concurso «la cause physique de la couleur des nègres». La piel del negro, su color, necesitaban ser explicados. Pierre Barrère, ganador del premio, proponía una solución a la cuestión hallando un proceso fisiológico interno y ciertos rasgos anatómicos diferentes respecto de los blancos. Las pruebas que aportaba Barrère se basaban en observaciones sobre cadáveres de esclavos analizados por él mismo en Cayena, en la Guayana francesa. Así, había hallado, con una experiencia semejante a la de Alexis Littre32, esto es, tras macerar un trozo de epidermis en agua, cómo ésta mantenía cierta tonalidad oscura que normalmente se atribuía a la membrana reticular de Malpighi, pero que llegaba a ser semejante a la de otros cuerpos de europeos blancos. Por ello, Barrère no aceptó que la tonalidad de la membrana reticular fuera el factor decisivo del color de los negros, debía haber alguna otra sustancia en la piel que la oscureciera33. Barrère sospechó que debía tratarse de una sustancia análoga a la bilis que él mismo había hallado en los cadáveres de esclavos. El anatomista había ———— maine en général, de celle des nègres en particulier et de la métamorphose d'une de ces couleurs en l'autre, soit de naissance, soit accidentellement, Amsterdam, p. 23. 32 Alexis Littre llevó a cabo la disección de la piel de un «maure» para comprobar si la suposición de Malpighi era cierta, a saber: que las dos capas, dermis y epidermis de la piel, al separarlas eran blancas, mientras que por otro lado la membrana mucosa aparecía negra, por lo que sería sobre ésta donde recaería la causa del color de los negros. Littre puso a macerar un trozo de epidermis en agua templada, considerada por los anatomistas como un poderoso disolvente, y otro trozo en alcohol, ambos durante siete días, pero de ellos no se desprendió tinte alguno. Asimismo metió otro trozo en agua hirviendo, que produjo sobre la superficie exterior de la epidermis ciertas ampollas con un licor claro en el interior que al enfriarse adquirió cierta textura gelatinosa; tampoco había el menor indicio de algún jugo oscuro que hubiera emergido con la ebullición. Littre concluyó, al no ver desprenderse tinte alguno, que esta membrana no contenía ninguna sustancia que diera color a la piel. El color debía atribuirse a la acción del sol sobre las capas más superficiales de la dermis. Tal experiencia de Littre aparece relatada en LITTRE, A. (1743), Diverses observations anatomiques. En Histoire de l’Académie Royale des Sciences. Année 1702, París, G. Martin, J.B. Coignard, Frères Guerin, pp. 30-32. 33 BARRÈRE, P. (1741), Dissertation sur la cause physique de la couleur des nègres, de la qualité de leur cheveux et de la dégénération de l’un et de l’autre, París, Pierre-Guillaume Simon, p. 3. 54 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII observado que esta sustancia en los negros era muy oscura, de manera directamente proporcional a la intensidad de su color de piel, llegando a ser en los blancos de color amarillento. De igual modo, en los negros la sangre era de un rojo negruzco, y su intensidad también variaba en proporción al color de la piel, lo cual debía indicar una relación causal. A estas observaciones Barrère añadía otro curioso indicio a favor de su hipótesis: la exudación por parte de los negros de una grasa o sudor oscuro, de tal modo que si se les pasaba un paño sobre la piel, éste quedaba impregnado de un tinte negro34. Según Barrère, la bilis era segregada con mayor facilidad en la dermis gracias a las numerosas glándulas que a través de ella se disponían, por lo que quedaba más tintada que el resto del cuerpo. Los negros retenían este tinte con mayor facilidad por la peculiar pequeñez de sus poros. Lo mismo explicaba el color de los cabellos de los negros, siendo las raíces de éstos uno de los lugares donde se segregaba la bilis negra. Además, la causa de la forma de este tipo de cabello, que Barrère define como la lana —observación muy común en la época, que animaliza sin duda al negro—, sería la forma espiral y la angostura de los propios folículos por donde salía cada pelo. La bilis y la forma de los folículos pilosos eran entonces la causa inmediata del color de la piel y de la naturaleza de los cabellos; pero además, la razón por la cual se mantenía este color a través de las generaciones era la transferencia seminal de los rasgos de familia. «Il est déjà avoué dans le monde savant que dans le germe des corps des animaux se trouvent comme concentrées toutes les parties qui les composent avec leur figure et leur couleur determinées; que ces parties se développent, s’étendent et s’épanouissent dès qu’elles sont mises en jeu et pénétrées par un fluide très fin et spiritueux, c’est à dire par la sémence du mâle»35. Pierre Barrère abría con sus observaciones una puerta a la explicación humoral del negro, que seguirían autores tan destacados como Le Cat, Friedrich Meckel o Blumenbach, y que en gran medida convertiría el color en un rasgo temperamental, que afectaba a la actitud moral de la raza36. Para Clau———— 34 BARRÈRE (1741), p. 5. «Es ya un hecho reconocido en el mundo académico que en la semilla de los animales se encuentran como concentrados todas las partes que lo componen, con su figura y color determinados; que estas partes se desarrollan, se expanden y brotan en cuanto son puestas en juego y se las hace penetrar a través de un fluido muy fino y sutil, es decir, a través de la simiente del macho»; BARRÈRE (1741), p. 8. 36 WHEELER, R. (2000), The complexion of race. Categories of difference in eighteenthcentury culture, University of Pennsylvania Press, indica el componente humoral y temperamental que mantenía en este siglo el término inglés para designar el color de piel, complexion. 35 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 55 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA de-Nicolas Le Cat, la membrana mucosa de Malpighi se encontraba únicamente en los negros, y estaba formada por jugos de color oscuro segregados por las terminaciones nerviosas. No se trataba ya de bilis, pues ésta, a diferencia de lo que había observado Barrère, tenía el mismo color amarillento en todos los tipos humanos37. El color negro se debía, antes bien, a una sustancia compuesta de mercurio y azufre, a la cual llamó «æthiops», que ya había tenido ocasión de analizar en el ojo, en la membrana de la coroides38, así como en la tinta de una especie de calamar39. Le Cat había realizado una experiencia sobre esta tinta animal y el líquido contenido en los nervios humanos para mostrar que eran análogos al responder de manera similar: los mezcló con nitrato y con aguafuerte, fuertes disolventes que eliminaban el tinte de cualquier sustancia, y el resultado fue que ambos licores se habían mantenido incorruptibles en su color. A tal experiencia Le Cat añadía la consideración de que la tez de los negros se volvía aún más oscura cuando fallecían, de la misma manera que ocurría con aquellos calamares al morir40. Le Cat secundaba las observaciones del anatomista Johann Friedrich Meckel, quien había diseccionado a un negro hallando que su glándula pineal era de un color más intenso y de una textura más consistente que la de los blancos, por lo que hizo recaer la causa del color de los negros en esta sustancia nerviosa, la cual daba su tinte característico a la piel a través de las terminaciones nerviosas y la membrana reticular formada por la segregación de éstas41. Por su parte, Le Cat había realizado también experiencias sobre el cerebro de un paciente negro de diecisiete años, hallando aquella tonalidad negra azulada que había mencionado Meckel. Afirmó haber repetido la misma observación por él mismo pero también «par plusieurs yeux anatomistes et non anatomistes»42, a los que presentaba el cerebro del negro y el cerebro del blanco sin desvelarles a quién pertenecía cada uno. Todos coincidían en que el cerebro de los negros tenía tonalidades más oscuras que el de los blancos43. ———— 37 LE CAT (1765), p. 41. LE CAT (1765), pp. 44-48. 39 LE CAT (1765), pp. 63-67. 40 LE CAT (1765), p. 69. 41 MECKEL, J.F. (1769), Recherches anatomiques. I. Sur la nature de l’épidermie et du réseau, qu’on apelle Malpighien. II. Sur la diversité de couleur dans la substance médullaire des Nègres. III. Sur la maladie du Nègre qui a fourni les observations des deux premiers articles, causée par un endurcissement stéatomateaux du péritoine, Mémoires de l’académie royale de Prusse, 1, art. 47, pp. 414-437. 42 «Por varios ojos anatomistas y no anatomistas»; LE CAT (1765), p. 56. 43 LE CAT (1765), pp. 53-56. 38 56 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII Por otro lado, siendo la sustancia nerviosa del cerebro la causa fundamental del color de piel, así como del tipo de cabello, la transmisión generacional era explicada, como en Barrère, a través del semen, «car personne ne doute que le cerveau ne soit une partie spermatique, et comme l’amande féconde qui produit tout le reste de l’animal»44. Claudia Benthien señala cómo esta nueva concepción convertía el color oscuro en una contaminación de la piel por parte de aquellas sustancias biliosas o nerviosas, consideradas, por su exceso o cualidad, como insanas. La piel era concebida como un órgano de excreción que debido a la peculiar anatomía dérmica del negro —muy gruesa y compacta, o con poros diminutos—, y a su sistema glandular —Barrère— o nervioso —Meckel, Le Cat—, quedaba tintada con peculiar intensidad45. Este tipo de experiencias y conclusiones llegaron a ser asumidas por los considerados padres de la clasificación racial, Johann Friedrich Blumenbach y el propio Kant46, quienes establecieron el número de razas basándose en sus colores básicos característicos —cinco para Blumenbach, cuatro para Kant—. Pero no todo era consenso respecto a la interpretación humoral. El cartógrafo y botánico John Mitchell consideraba que «that strange phænomenon in Nature, the cause of the colour of negroes»47 era debido absoluta y únicamente a la acción del sol. Esto no era nuevo, ya vimos la explicación de Buffon, e incluso algunos de los que aceptaban la explicación humoral a su vez estimaron que ésta se debía en última instancia a la acción climática, como era el caso de Blumenbach. Lo insólito en Mitchell era que afirmaba no haber sido capaz de encontrar jamás la membrana reticular de Malpighi, y sospechaba ———— 44 «Pues nadie duda de que el cerebro sea una parte espermática, como la almendra fecunda que produce todo el resto del animal»; LE CAT (1765), p. 58. 45 BENTHIEN, C. (2002), Skin. On the cultural border between self and the world, New York, Columbia University Press, pp. 148-152. 46 Es Robert Bernasconi quien más ha defendido la importancia de Kant en la clasificación racial, quizá por haber pretendido dar una definición rigurosa al término raza. Existe, no obstante, cierto disenso a este respecto, pues para autores como John H. Zammito las hipótesis de Kant no tenían más que un carácter provisional, al ser expuestas como meras lecturas dentro de su universidad. Sobre tales interpretaciones, ver: BERNASCONI, R. (2001), Who invented the concept of race? Kant’s role in the Enlightenment construction of race. En BERNASCONI, R. (ed.), Race, Malden, Blackwell, pp. 11-36; ZAMMITO, J.H., EIGEN, S. y LARRIMORE, M. (eds) (2006), The German invention of Race, Nueva York, State University of New York. 47 «Ese extraño fenómeno de la naturaleza, la causa del color de los negros»; MITCHELL, J. (1746), An Essay upon the Causes of the different Colours of People in different Climates. En Philosophical Transactions of the royal Society of London, vol. 43. Londres, C. Davis, p. 102. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 57 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA del estado cadavérico de la materia observada como medio poco seguro para conocer la piel tal como era en su estado natural. Mitchell estaba poniendo en duda a una de las máximas autoridades en el campo de la anatomía, Marcello Malpighi; más aún, se estaba mostrando suspicaz ante la experiencia de uno de los más diestros observadores al microscopio. Como apoyo a su observación, Mitchell hizo mención al cirujano y anatomista William Cowper, que tampoco había hallado la membrana, y quien había llegado a afirmar que en realidad nadie había logrado encontrarla jamás48. Por otro lado, Mitchell negaba la observación de Barrère según la cual al pasar un pañuelo sobre la piel de un negro quedaba impregnado de cierto aceite oscuro. Para Mitchell el sudor de los negros era tan transparente como el de los europeos49, afirmación que esgrimió como un argumento más contra las hipótesis en torno a la influencia de la bilis en el color de piel. También Alexis Littre había aportado otra observación a favor de la acción del sol sobre el color de la piel, aunque no tan radical como la de Mitchell, pues no negaba la existencia de la membrana reticular y de cierta influencia de su color. Según Littre, el glande del hombre negro, en la zona cubierta por el prepucio, era completamente blanco, a diferencia de la zona que estaba al descubierto, lo cual tomó como prueba de que las partes humanas no expuestas al sol permanecían blancas, siendo la acción solar un agente fundamental en el color de piel. Curiosamente, el comentarista de tales experiencias en las Mémoires de l’Académie des sciences se permitió oponer a esta observación de Littre otra según la cual los recién nacidos de etíopes tenían en la punta del pene una pequeña mancha negra que, afirmaba, se extendería pasado el tiempo por todo el cuerpo. El autor sostenía que si bien tal propagación podía deberse a la acción del aire, del clima, su origen era en primer lugar innato50. Las experiencias y explicaciones sobre el color de piel se vertebraban en torno a la controversia respecto a la influencia externa —medio, sol— o interna —fluidos—. Si bien las publicaciones sobre el tema se multiplicaron a lo largo —sobre todo en la segunda mitad— del XVIII, ya en el siglo anterior había aparecido en cierto grado la polémica. En 1618, el anatomista parisino Jean Riolan publicaba en su Anthropographia la experiencia por la que había separado un trozo de piel negra en dos tejidos, mediante la formación de una ampolla provocada artificialmente con ciertas sustancias químicas. Esto le había permitido observar el color y la textura de ambas capas, advirtiendo que ———— 48 49 50 58 MITCHELL (1746), p. 116. MITCHELL (1746), pp. 115-116. LITTRE (1743), p. 32. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII la capa superior mantenía un color oscuro, mientra que la inferior resultaba ser blanca, de lo cual infirió que el color de este tipo de piel estaba producido por la luz solar, pues si el color se hallaba en la capa superior, que era la que estaba en contacto con el sol, y no en la interna, no debía haber ningún elemento subcutáneo que la oscureciera, sólo podía ser externo51. La misma experiencia fue llevada a cabo por el anatomista del College of Physicians de Londres Alexander Read, quien en The Manual on the Anatomy or Dissection of the Body of Man (1642) describía cómo halló los mismos resultados llegando, sin embargo, a conclusiones radicalmente distintas. El color de la parte superior de la piel provenía de los humores internos del cuerpo, no del contacto con la luz solar. Estos humores, al ser exudados a través de la piel, tintaban la capa superior de la dermis con los restos que no lograban salir del todo al exterior52. El hecho de que la piel del hombre negro quedara mucho más tintada que la del blanco radicaba en una diferencia morfológica entre ambos tipos de piel: la negra tenía los poros más amplios que la blanca, por lo que transpiraba más, dando paso a una mayor cantidad de sudor y humores negros que dejaban sedimentos oscuros, lo cual dotaba a la piel de su color característico. Esta experiencia, muy semejante a la de Barrère, coincidirá con observaciones muy recurrentes en el siglo XVIII, que mostrarán la piel del blanco como más abierta, traslúcida, no sólo respecto al color, sino en referencia a la propia transparencia de las emociones. El poeta Oliver Goldsmith en su History of the earth (1774) ensalzaba la piel blanca como la más bella, pues era «a transparent covering to the soul»53, a través de la cual se revelaba toda la gama de las pasiones54. El recurso al principio de variedad como criterio de belleza para enaltecer la piel blanca fue bastante común en la época. Esta variedad hacía referencia a la diversidad y contraste tonales, a la emergencia del color, como ocurría con el rubor, o de una expresión en el rostro, que se solía atribuir únicamente a pieles blancas. William Hogarth, por el contrario, proporcionó soberbios contraejemplos frente a esta idea: en Marriage à la mode o en Captain lord George Graham in his cabin, la tez del negro se pre- ———— 51 KLAUS, S.N. (1998), A history of the Science of Pigmentation. En NORDLUND, J.J., BOISSY, R.E., HEARING, V.J.; KING, R.A. y ORTONNE, J.-P. (eds), The Pigmentary System: Physiology and Pathophysiology, Nueva York, Oxford University Press, p. 6. 52 KLAUS (1998), p. 7. 53 «Una envoltura transparente para el alma». 54 GOLDSMITH, O. (1824), A history of the earth, and animated nature, vol. I, Londres, William Charlton Wright, p. 268. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 59 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA senta igual o más vívida y llena de matices de expresión y color que en la del blanco55. Charles White, Square portion of the skin of a negro, An account of the regular gradation in man, C. Dilly, 1799, lámina IV, wellcome Library, Londres. La transparencia de la piel tenía en gran medida relación no sólo con el color, sino con el grosor de la piel negra. El cirujano y miembro de la Royal Society Charles White había señalado en su conocido ensayo An Account of the Regular Gradation in Man, and in Different Animals and Vegetables; and from the Former to the Latter (1799) el grosor de piel como indicio del distinto lugar ocupado en la gran cadena del ser, una concepción asumida dentro del creacionismo fijista, que consideraba igual de determinadas e inmutables la complexión e inteligencia de los seres en una escala jerárquica56. La piel en los negros era más gruesa que en los blancos, y en los monos lo era algo más que en los negros, estando estos más próximos a aquellos animales que a los blancos. El grosor de la piel negra, además, pese a servirles de protección frente al medio, hacía que tuvieran menos sensibilidad, lo cual les convertía ———— 55 DABYDEEN, D. (1985), Hogarth’s blacks: images of blacks in eighteenth-century English art. Mundelstrup, Dangaroo Press, 1985. 56 GREEN, J.C. (1954), The American debate on the negro’s place in nature, Journal of the History of Ideas, 15 (3), pp. 384-396, p. 390. 60 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII en menos refinados y sensibles en general57. El hecho de que la piel fuera más gruesa hacía asimismo que sudaran menos y olieran por ello peor, al acumularse los fluidos en la piel. Si el color era para Kant la evidencia de una raza, yendo en los negros acompañado del hedor de su piel contaminada, también para Henry Home el olor sería una de las diferencias fundamentales para distinguir a los africanos negros como raza aparte. Su fetidez no podía ser explicada por el clima, pues otros pueblos, como los abisinios, con clima semejante, no olían de tal modo. Tampoco podía ser explicado como falta de higiene; formaba parte de su naturaleza58. El juez jamaicano Edward Long había identificado de igual modo en su History of Jamaica (1774) el olor propio de los negros como confirmación de su diferenciación racial así como de su inferioridad. El clima no cambiaba esta naturaleza, tampoco cambiaba el hecho de que tuvieran piojos negros como los animales —los blancos sufrían de otro tipo de piojo blanco—, lo cual se debía a que el negro tenía más consanguinidad con el orangután que con el hombre blanco, que en realidad podía considerarse como el hombre, a secas59. En numerosas ocasiones, la descripción del grosor de piel en los negros fue utilizada como justificación para el trabajo esclavo. Charles White ya había señalado su mayor resistencia y por tanto su aptitud para este tipo de trabajos; el hombre blanco, por el contrario, no tenía una constitución adecuada para trabajar la tierra de las colonias. Edward Tyson en A Philological Essay Concerning the Pygmies of the Ancients —publicado en 1699, pero cuya más famosa edición fue la de 1751—, también había sostenido que el clima había alterado las glándulas de los negros de manera que segregaban un humor diferente, dando lugar al color y cualidades de la piel negra, lo cual les había servido para soportar y trabajar mejor bajo el ardor de sus latitudes60. Además de convertirlo en un ser afín a las bestias de carga, las nuevas descripciones de la piel hicieron del negro una figura horrible. No sólo los sentidos de los negros eran distintos —como el del tacto, por la densidad de su piel—, sino que, ante todo, ellos mismos eran extraños para los sentidos de los blancos. En 1766, en su Laocoonte, el poeta Lessing describía al hotentote como una figura ejemplar de lo que podía provocar disgusto estético. La misma idea se reflejaba en la Enquiry de Edmund Burke (1757), quien describía cómo un ———— 57 SMITH, M.M. (2006), How race is made, University of North Carolina Press, pp. 13-14. KAMES (1807), p. 20. 59 CANTOR, M. (1963), The image of the negro in colonial literature, The ew England Quarterly, 36 (4), pp. 452-477, p. 465. 60 CANTOR (1963), p. 467. 58 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 61 PAOLA MARTÍNEZ PESTANA ciego de nacimiento al recobrar la vista había mostrado su horror al ver una mujer negra por vez primera. La experiencia del ciego de Molyneux era de este modo aplicada para asumir una conclusión bien diferente, que el disgusto ante el negro no era una respuesta adquirida, sino innata61. La observación de la piel blanca estaba hecha a la medida del hombre blanco, lo semejante era lo hermoso y natural, no sólo en la creación artística, sino en la naturaleza. Jonathan Swift ya lo había advertido en el viaje de Gulliver a Brobdingnag: «This made me reflect upon the fair Skins of our English Ladies, who appear so beautiful to us, only because they are of our own size, and their Defects not to be seen but through a magnifying Glass»62. Sólo un yahoo inglés consciente de ello podía realizar tal crítica a los juicios de valor esgrimidos por quienes decían basarse única y exclusivamente en matters of fact para presentar al inglés o al europeo como el hombre más bello, en lo físico y en lo moral. Las observaciones de la piel negra dieron siempre resultados denigrantes para su morador, marcando su diferencia. Henri Grégoire ya había señalado esta jerarquización del color de piel como una «invention moderne», que había aparecido con «l’avarice coloniale». El color blanco se había convertido en un signo externo de distinción para la sociedad europea y colonial —como los bastones, los turbantes o los tatuajes en otros pueblos— a través del cual se pretendía marcar el rango. «On les a vus invoquer la Bible, en dénaturer le sens pour faire descendre du ciel l’esclavage, puis la contredire en niant l’unité de type dans la nature humaine, en soutenant que le noir est une race ———— 61 GILMAN, S.L. (1975), The figure of the black in german aesthetic theory, EighteenthCentury Studies, 8 (4), pp. 373-391; CHAOULI, M. (2006), Lacoön and the Hottentots. En EIGEN, S. y LARRIMORE, M. (eds.), The german invention of race, Nueva York, State University of New York. 62 «Esto me hizo meditar sobre la diáfana piel de nuestras damas inglesas, que nos parecen tan bellas sólo porque son de nuestro tamaño, y sus defectos no pueden ser vistos sino a través de una lente de aumento». La desmitificación que Swift hizo de la piel blanca y su delicadeza en sus Viajes de Gulliver es interpretada en su contexto colonial de manera muy sugerente por HAWES, C. (1991), Three times round the globe: Gulliver and colonial discourse, Cultural Critique, (18), pp. 187-214, p. 200. Laura Brown llama la atención sobre la cronología de los poemas misóginos de Swift, que coinciden con su época más crítica respecto a las políticas coloniales de Gran Bretaña. La mujer engalanada sería la imagen del capitalismo y el imperialismo en Swift. BROWN, L. (1990), Reading Race and Gender: Jonathan Swift, EighteenthCentury Studies, 23 (4), pp. 425-443. Para comprender la crítica de Swift al proyecto de la Royal Society y su impostura al pretender basarse únicamente en matters of fact y emitir no obstante contínuos juicios de valor respecto al no europeo, ver MALCOLMSON, C. (2006), Gulliver’s travels and studies of skin color in the Royal Society. En PALMERI, F., (ed.), Humans and other animals in eighteenth-century british culture, Aldershot, Ashgate. 62 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 «DES HOMMES NOIRS ET NON PAS DES NÈGRES»: PIEL Y RAZA EN EL SIGLO XVIII différente» 63. Desde cualquiera de las posiciones mantenidas dentro de las controversias en torno a la piel negra —sobre su origen ambiental o interno, su naturaleza fija o susceptible a cambio, indicio de una especie separada o común—, la filosofía natural había situado a los «vrais Nègres», como bien afirma el abbé Grégoire, «au bas de l’échelle des êtres»64. Recibido: 24 de febrero de 2009. Aceptado: 3 de noviembre de 2009. ———— 63 «Se les ha visto invocar la Biblia, distorsionando su sentido para hacer bajar de los cielos el esclavismo, después contradecirla para negar la unidad en la naturaleza humana, sosteniendo que el negro es una raza diferente»; GREGOIRE, H. (1826), De la noblesse de la peau ou Du préjugé des blancs contre la couleur des Africains et celle de leurs descendans, noirs et sang-mêlés, París, Baudouin frères, pp. 7-8. 64 «En lo más bajo de la escala de los seres». Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 39-64, ISSN: 0210-4466 63 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO Christian Sperling Universidad Autónoma Metropolitana, México D.F. RESUMEN La evolución de la novela corta de Amado Nervo muestra una comunicación constante con las transformaciones paradigmáticas en el campo de la psicopatología. Las construcciones metaficcionales hacen patente un tratamiento lúdico de algunas ideas clave de la disciplina médica. En algunos casos se superan los estrechos límites de la psicopatología positivista para anticipar planteamientos que adquieren estatuto científico con la psicología moderna. PALABRAS CLAVE: Amado Nervo. Literatura y ciencia. Psicopatología. Psicología. Novela corta. Positivismo. THE DISCOURSE ON MENTAL DISORDERS IN THE HISPANIC SHORT NOVEL: AMADO NERVO’S CASE ABSTRACT The evolution of Amado Nervo’s novellas shows a constant communication with the paradigmatic shifts in the field of psychopathology. His metafictional constructs foreground a playful treatment of some of medicine’s key ideas. In some cases, the narrow limits of positivistic psychopathology are overcome in order to anticipate notions that obtain scientific status with modern psychology. KEY WORDS: Amado Nervo. Literature and science. Psychopathology. Psychology. Novella. Positivism. CONTEXTOS A finales del siglo XIX, el desarrollo de la novela corta y las transformaciones en el campo de la medicina mental se vuelven historias paralelas. Sigmund Freud, por ejemplo, concede que sus estudios de casos se lean como 65 CHRISTIAN SPERLING novelas cortas1. Debido a este carácter literario, el vienés obtiene la reprobación de sus colegas y modifica su escritura para alcanzar mayor cientificidad. La construcción de los fenómenos patológicos por medio de recursos literarios no es exclusiva de la obra freudiana. Durante todo el siglo XIX, muchos de los exploradores de los sueños y del inconsciente emplean metáforas y modelos tomados de la literatura. Al mismo tiempo, el discurso científico permite esbozar una perspectiva epistemológica sobre la poética del fin de siècle para analizar la configuración textual: la trama, los personajes, los motivos, los símbolos, las técnicas narrativas, los posicionamientos ideológicos. La narrativa incorpora elementos científicos y los resignifica. Esta resignificación remite a los límites del potencial heurístico de la ciencia e igualmente prefigura teorías que posteriormente adquieren cientificidad. Por otro lado, la literatura proyecta teorías científicas a otros campos semánticos y los readapta de acuerdo con una intención específica. La evolución ideológica de las novelas cortas de Amado Nervo (1870-1919) permite rastrear las transformaciones de la medicina mental a lo largo de cinco lustros, pues el novelista establece un diálogo fructífero con los fundamentos teóricos y los cambios paradigmáticos del campo científico. Como cualquier otro fenómeno cultural, la ciencia está vinculada con la episteme de un momento histórico y se relaciona de manera intertextual con otros discursos. En el México porfirista, la idea del progreso penetra en todos los discursos. En los textos modernistas, en cambio, se tiende a desarticular la historicidad implícita en las construcciones teóricas positivistas. La taxonomía psiquiátrica acusa una construcción teleológica de la historia. Los médicos buscaban el eslabón perdido en mexicanos indígenas porque eran considerados representantes arcaicos de la humanidad. En el otro lado de la dicotomía civilización-barbarie, se celebraba la llegada de la modernidad con patologías como la histeria y la neurosis en los enfermos de la clase mediaalta capitalina; enfermedades supuestamente causadas por el alto avance de la civilización2. Asimismo, se construyen casos como el del asesino serial, el Chalequero —el Jack the Ripper mexicano—, comprobación de la llegada de ———— 1 MENTZOS, S. (1971), Einleitung. En FREUD, S., Studien über Hysterie, Fráncfort del Meno, Ed. Fischer, pp. 7-20, p. 9. 2 GORBACH, F. (2007), El encuentro de un monstruo y una histérica. Una imagen para México en los finales del siglo XIX, uevo Mundo Mundos uevos, 7, s. p. Artículo en línea, disponible en http://nuevomundo.revues.org/document3123.html (consultado el 11 de marzo de 2011). 66 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO los tiempos modernos, ya que elevaba la delincuencia a la altura de Londres3. La tautología médica del Porfiriato es la siguiente: los fenómenos patológicos debidos a un exceso de civilización están en continuo aumento, ergo se está viviendo en condiciones modernas. La obsesión progresista se vislumbra en la mayoría de las áreas del conocimiento y les otorga un sentido temporal. También los poetas decadentistas definen su modernidad por medio del estigma positivo de la hiperestesia y de la neurosis. Así, la episteme ordena y configura los enunciados en un momento histórico específico y la literatura aparece como plataforma que hace surgir estos (con)textos, a menudo de manera lúdica y controversial4. La misma época supera los estrechos límites heurísticos de la psiquiatría decimonónica, que comparte el materialismo y la obsesión del positivismo por lo empírico. La disciplina psiquiátrica se abre hacia los modelos hermenéuticos a partir de los primeros esbozos teóricos de la psicología moderna. Parte de esta transición se manifiesta en la pérdida de verosimilitud de los modelos somáticos y hereditarios, así como de las categorías deterministas de la psiquiatría positivista. Se concibe un paradigma diferente sobre la base de explicaciones psíquicas y de la biografía del paciente. Sus experiencias traumáticas inconscientes surgen en el sueño o en el delirio, por lo que el tratamiento orgánico pierde vigencia y el «texto» que producen los pacientes adquiere importancia5. Algunos correlatos de los modelos científicos positivistas se encuentran en el naturalismo. Émile Zola descarta, al igual que los psiquiatras positivistas, la posibilidad de introspección y de actividad anímica6. A pesar de ello surgen transfiguraciones del deseo carnal en su obra: sobre todo la figura de la bête humaine, determinada por las categorías de Hyppolite Taine: la raza, la clase y el momento. La distancia del naturalismo frente a una psicología introspectiva se manifiesta en el estudio del carácter de los personajes, que se genera en términos de una autopsia, eco del modelo empírico de la medicina experi- ———— 3 PICCATO, P. (2001), ‘El Chalequero’ or the Mexican Jack the Ripper: The Meanings of Sexual Violence in Turn-of-the-Century Mexico City, Hispanic American Historical Review, 81 (3), pp. 623-651, p. 625. 4 LINK, J. (1988), Literaturanalyse als Interdiskursanalyse. En FOHRMANN, J. (coord.), Diskurstheorien und Literaturwissenschaft, Fráncfort del Meno, Ed. Suhrkamp, pp. 284-307. 5 RICŒUR, P. (1978), Freud: una interpretación de la cultura, México, Siglo XIX; BEUCHOT, M. y BLANCO, R. (1990), Hermenéutica, psicoanálisis y literatura, México, UNAM. 6 ZOLA, É. (1999), Préface de Thérèse Raquin. En ZOLA, É., Écrits sur le roman naturaliste, París, Pocket, pp. 55-61. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 67 CHRISTIAN SPERLING mental de Claude Bernard7. A finales del siglo, en cambio, la estética novelesca gira hacia la introspección con el naturalismo espiritual de Joris-Karl Huysmans y con la poética simbolista que reduce el enfoque narrativo a un solo protagonista, cuya percepción distorsiona la representación del mundo diegético8. Con ello, se pone en tela de juicio la vigencia de la autopsia como núcleo del modelo analítico, se refina el método introspectivo con técnicas parecidas al stream of consciousness o a la écriture automatique y se rehabilita cierta concepción del inconsciente romántico despojándola de sus connotaciones metafísicas. REFLEXIONES DEL CRONISTA EN TORNO A LA MEDICINA Los modernistas mexicanos reflejan críticamente los patrones de la narrativa naturalista. Nervo contrasta la labor del cirujano con la creación poética en la crónica «Un ideal» (1896) donde se opone la «verosimilitud» de la autopsia y la búsqueda del tópico de la bella muerta, que figura como contrapunto idealista del realismo crudo, simbolizado en la obducción. El anhelado encuentro con ese motivo decadentista es frustrado por los hechos reales: «El ‘lindo’ cadáver, tuve que confesarlo, era bien feo»9. En una columna del periódico La Semana, Nervo es más irónico al comentar que fue Antenor Lescano quien lo llevó a presenciar la autopsia: «Mi amigo tiene una dualidad macabra: doctor y poeta decadente. ¿Se compadecerán ambas cosas? Juzgo que sí. Anatomizar un cadáver y vertebrar una estrofa, ¿quién acertará a hallar oposición en esto?»10. La detallada descripción de la autopsia reconstruye la mirada del anatomista y su empeño en la «documentación literaria»11 que penetra por debajo de la superficie del cuerpo y recorre la anatomía guiada por el bisturí. El texto muestra cierto desencanto acerca del potencial revelador de la autopsia, ya que el método sólo arroja luz sobre el funcionamiento de los órganos, sobre su utilidad y su mecánica. La conclusión irónica, en ———— 7 FÖCKING, M. (2002), Pathologia litteralis: Erzählte Wissenschaft und wissenschaftliches Erzählen im französischen 19. Jahrhundert, Tubinga, Gunter Narr, pp. 170-209. 8 OLIVARES, J. (1984), La novela decadente en Venezuela, Caracas, Gráficas Armitano, pp. 39-42. 9 NERVO, A. (1991), Obras completas, Madrid, Aguilar, vid. Un ideal, Vol. 1, pp. 689690. 10 NERVO (1991), vid. Crónicas en La semana, Vol. 1, p. 799. 11 NERVO (1991), p. 799. 68 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO cambio, remite a los límites de la psicología literaria contemporánea y pone en entredicho la relación entre lo orgánico y lo psíquico: Antenor sonreía: ha visto tantas vísceras, que si éstas revelaran los abismos de la conciencia habría que discernirle, además de los títulos de médico y de poeta, el de psicólogo, que ni los más sonados novelistas han logrado merecer en toda su latitud ya que un Bourget, por ejemplo, no hace otra cosa que poner faldas a su espíritu y presentárnoslo luego con el nombre de una condesa X12. La crónica alude a la posibilidad de rebasar los límites impuestos por las categorías de la escritura naturalista. Esta reflexión nerviana se rebela en contra del determinismo orgánico del positivismo, que proclama la imposibilidad de la introspección psicológica13. Nervo se distancia de la narrativa naturalista y se inserta en los límites de la construcción psicológica inherentes a los modelos anatómicos. En consecuencia, su narrativa elabora una oposición semántica entre la dicotomía autopsia-imaginación y, análogamente, entre lo orgánico y lo psíquico. En relación con los límites de la psicología positivista, debe mencionarse la rehabilitación del inconsciente en el modernismo. El positivismo, en cambio, se apoya sobre modelos materialistas, por ejemplo la craneología y la metáfora del telégrafo para referirse a la tensión nerviosa. Así, la mente opera sobre la base del epifenomenismo de la conciencia, es decir, se esgrime la idea de que lo interior es un mero reflejo de lo exterior14. En «De lo inconsciente en la creación literaria» (ca. 1914), Nervo comenta cómo el inconsciente cobra estatuto científico, aunque sigue siendo una función todavía indeterminada: La “masa mental” […] el conjunto de las manifestaciones mentales se compone de dos partes: una que se revela directamente y de pronto a la conciencia, y es la que constituye el dominio de la psicología ordinaria, “oficial”, y otra de la que no tenemos sino conciencia indirecta […] Esta segunda parte, que casi no ha sido estudiada antes de los últimos años […] se ha dado llamar cerebración inconsciente, subconciencia, subliminal, etcétera15. ———— 12 NERVO (1991), p. 799. En relación con este concepto, debe mencionarse el hibridismo que se desprende de la obra de Paul Bourget donde el modelo anatómico naturalista se combina con la introspección, lo que se expresa en la idea de la «vivisection de un état de âme»; cf. MEYER-MINNEMANN, K. (1979), Der spanischsprachige Roman des Fin de siècle, Tubinga, Niemeyer, p. 59. 14 KLEIN, D.B. (1970), A History of Scientific Psychology: Its Origins and Philosophical Backgrounds, London, Routledge, p. 231. 15 NERVO (1991), vid. De lo inconsciente en la creación literaria, Vol. 2, p. 709. 13 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 69 CHRISTIAN SPERLING Esta perspectiva sobre el punto de vista «oficial» se enriquece mediante el tono irónico con el que Nervo suele comentar los «logros» de la ciencia. Además, presenta una extensa colección de citas filosóficas y literarias sobre el inconsciente para relativizar el descubrimiento. Finalmente, durante el Porfiriato se construyeron nuevos hospitales para recluir a los pacientes que presentan desviaciones mentales de acuerdo con la psicopatología. El dispositivo psiquiátrico penetra en muchos aspectos de la vida cotidiana16. Esta transformación le sugiere a Nervo reflexiones sobre la relatividad de los diagnósticos de la locura en tres textos representativos de 1896, año clave en el que se refuerza marcadamente la presencia del discurso psicopatológico en los periódicos y en la literatura. En «Medidas represivas», relaciona el aumento del número de personas locas con la instauración del manicomio. La deducción nerviana es esta: el nuevo enfoque médico produce automáticamente más casos clínicos17. En «¡¡Acromigalia!!» ridiculiza la noción del progreso y su correlación con las enfermedades, asimismo expone el caso de una enfermedad ficticia que consiste en la involución repentina del ser humano al simio. En el trasfondo discursivo de esta sátira de la ciencia se encuentra el debate contemporáneo sobre la degeneración y el sentido histórico retrógrado que adquiere esta patología. La reflexión da lugar a un juego de palabras en el que la «mono-manía» aparece dentro del cuadro clínico de la involución al simio18. Otra crónica titulada «Las monomanías» hiperboliza el diagnóstico de la enfermedad al encontrar en cualquier comportamiento cotidiano un indicio de locura. Una larga enumeración combina ámbitos, personajes y actitudes absolutamente dispares —poniendo en tela de juicio la sola posibilidad de esquematizar los fenómenos de la locura—, y culmina con lo siguiente: «Proporcionaría una jaqueca a mis lectores si les diese la lista completa y acaso, acaso les preocuparía, con lo que se despertaría en su cerebro la monomanía de las monomanías, es decir la creencia de que las tenían todas: forma la más compleja y temible de la locura incipiente»19. La sátira revela una clara conciencia de la construcción del fenómeno. El texto alude a las instituciones de San Hipólito, Belem y a los jurados en los tribunales, es decir evoca la infraestructura completa (el manicomio y el marco jurídico) que determina y produce los casos de locura. Consecuentemente, la crónica cierra ———— 16 FOUCAULT, M. (2005), El poder psiquiátrico, México, Fondo de Cultura Económica, p. 110-111. 17 NERVO (1991), vid. Medidas represivas, Vol. 2, pp. 593-594. 18 NERVO (1991), vid. ¡¡Acromigalia!!, Vol. 1, pp. 555. 19 NERVO (1991), vid. Las monomanías, Vol. 1, pp. 643. 70 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO con un comentario sobre la relatividad de la razón en la época contemporánea: «Después de todas estas grandes verdades, sólo se ocurre una pregunta: ¿Cuál es la excepción en asuntos de cerebros: la locura o el juicio? Yo creo que lo segundo»20. Estas reflexiones sobre la relatividad de la locura son indicios de una ruptura epistemológica que acontece en la última década del siglo XIX, se impone una nueva racionalidad y se transforma la interpretación de la cultura. EL REGIONALISMO EN CLAVE PSICOPATOLÓGICA La primera novela corta de Nervo muestra el declive de su protagonista a partir de la psicopatología. Pascual Aguilera (1892-1893) trata de un personaje del mismo nombre, presa de sus pulsiones irrefrenables. La concepción de la obra es de cuño naturalista, aunque su hibridismo permite atisbos de la sensibilidad de fin de siglo y traba relaciones intertextuales con la tradición regionalista y costumbrista. Como antecedente importante destaca La navidad en las montañas (1871)21, donde Ignacio Manuel Altamirano traza una utopía del progreso e idealiza la convivencia pacífica en una comunidad rural. En esta novela fundacional existen varios elementos que permiten hablar de un ejemplo modélico de una comunidad imaginada, de una metonimia de la nación. Entre esos elementos, destaca la trama amorosa que expresa el anhelo por la reconciliación nacional y simboliza la fundación de un enclavado de la civilización en el monte silvestre. La transformación de la naturaleza salvaje en tierra cultivada debe entenderse en el contexto de la dicotomía civilización-barbarie. También se describe un héroe inicialmente caído, que se regenera por su anhelo de una mujer. Pascual Aguilera entreteje un diálogo con este modelo por medio de la inversión de sus características; así, anuncia la distancia de la literatura patriótica que prevalece en el modernismo maduro. La comunidad rural en la novela corta es una manifestación de lo retrógrado, una oposición al pueblo progresista que describe Altamirano. Cabe resaltar el énfasis en el primitivismo de las costumbres y en el determinismo telúrico que subraya la condición atávica de los habitantes. Este tratamiento deshabilita las estrategias narrativas del regionalismo. En lo que toca a la medicina, Pascual Aguilera hace patente un punto de ruptura en la tradición novelística mexicana, ya que hasta los años noventa el ———— 20 NERVO (1991), pp. 643. ALTAMIRANO, I.M. (2006), La navidad en las montañas. En Para leer la patria diamantina, NEGRÍN, E. (ed.), México, Fondo de Cultura Económica-UNAM, pp. 121-167. 21 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 71 CHRISTIAN SPERLING personaje del cura tiende a representar el sentido común. Mientras en la novela de Altamirano el sacerdote figura como principal impulsor del progreso de la comunidad rural, en Pascual Aguilera garantiza la pervivencia de la estirpe condenada del protagonista. En los años noventa del siglo XIX, se observa una nueva racionalidad, cuya encarnación es el médico, emblema de la secularización. En la novela corta nerviana este personaje dictamina el caso patológico del protagonista: «El médico llegó sólo para diagnosticar una hemorragia cerebral con inundación ventricular, ocasionada por alguna intensa conmoción fisiológica debida a la histeria mental. Pascualillo, víctima hacía tiempo de un erotismo del cerebro, era idóneo candidato para un fin semejante»22. A lo largo de la novela se recurre al lenguaje psicopatológico, expresión de esta nueva racionalidad, que clasifica al protagonista como un caso de degeneración hereditaria dentro de una sola generación. Según la psicopatología de la época, esta retrogradación se genera a causa de una modificación orgánica del sistema nervioso que en la novela se deriva del linaje hereditario, pues el mismo Pascual es hijo ilegítimo de una alcohólica y de un progenitor cuya vida excesiva agotó precozmente su fuerza vital. Nervo se distancia en relatos posteriores de las teorías positivistas y elabora una complejidad psicológica mayor en sus personajes. El texto se inserta en la dicotomía de progreso y salvajismo construida en el discurso psicopatológico de manera que su protagonista alegorice la ineptitud para el progreso. La construcción del personaje pone énfasis en su falta de adaptación en todos los ámbitos: es asociado con los trogloditas, lleva una sexualidad precoz y tiene una obsesión voyeurista. La caracterización de sus desvaríos eróticos recurre a una amplia gama del léxico psicopatológico y a la animalización; esta última es una constante en el naturalismo para señalar la condición atávica de los personajes. El campo semántico médico debe comprenderse en el sentido de una involución: el retorno de un estado civilizado a lo primitivo. Se hace hincapié en que el protagonista muestra un «histerismo sospechoso» desde su niñez y se menciona la «libidinosidad» del «erotómano» o del «ninfómano», que padece finalmente una «horrible hiperestesia sexual»23. Cabe añadir que esta construcción es abiertamente irónica, pues se trata de un juego narrativo con la ingenua fe positivista (que confiaba en la perfectibilidad del género humano) y con la idea de regeneración de un personaje caído a causa de la mujer anhelada. Antes de que el desvarío erótico de Pascual acabe con su vida, viola a su madrastra y así se perpetúa el degenerado linaje. ———— 22 23 72 NERVO (1991), vid. Pascual Aguilera, Vol. 1, pp. 157-185, p. 184. NERVO (1991), p. 160, p. 162, p. 170, p. 189, p. 190. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO El amor no correspondido, que en La navidad en las montañas es ascendente y culmina con la celebración de un noviazgo, forma parte del proceso de deterioro en Pascual Aguilera. La novela de Nervo describe la ruptura con el orden de la civilización por medio de un final cuasi incestuoso. Por ello, el relato rompe con el discurso nacionalista sobre los papeles de género; el narrador concluye que «¡La mujer es más amarga que la muerte!»24. En el mismo sentido, el relato asimila el discurso de la medicina mental y del determinismo psicopatológico de modo que las estrategias narrativas del regionalismo idealista quedan deshabilitadas. Si el lema de las ficciones fundacionales latinoamericanas —las novelas que están en la base de la construcción nacional— es «ahora es tiempo de procrear»25, Pascual Aguilera puede considerarse como una hipérbole de esta máxima. En la segunda mitad del siglo XIX prevalece una visión biológica y determinista de la sociedad que considera que «la atracción sexual era el principio subyacente de todas las formaciones sociales»26. En el Porfiriato, a esta ética biológica se agrega cierto imperativo categórico de la procreación, derivado de la obra de Herbert Spencer. Esto se aprecia en los críticos literarios que reaccionan contra la novela nerviana El bachiller. La novela es complementaria de Pascual Aguilera por su oposición a la sexualidad productiva, pues relata el intento fracasado de sublimar la pulsión sexual, lo que sus críticos sancionarán como un atentado en contra de la «sana» moral. ¿UN ESCANDALO CALCULADO? En El bachiller (1895) el protagonista es un joven seminarista cuyo afán de pureza espiritual culmina en una autocastración. En lo que toca a la elaboración psicológica, el texto marca un salto cualitativo hacia técnicas introspectivas. Esta novela corta incursiona en el ámbito de la figuración del deseo, pues se describe una alucinación del protagonista a quien se le aparece una ———— 24 NERVO (1991), p. 173. Esta cita bíblica (Biblia Reina Valera, Eclesiastés 7, 26) es emblema de la misoginia con la cual los modernistas mexicanos se posicionan en contra de los primeros movimientos feministas que surgen a partir de los años ochenta del siglo XIX. Cf. CHAVES, J.R. (2005a), La mujer es más amarga que la muerte. En CLARK DE LARA, B. y SPECKMANN GUERRA, E. (coord.), La república de las letras: Asomos a la cultura escrita del México decimonónico, Vol. I, México, UNAM, pp. 231-244. 25 SOMMER, D. (1993), Ficciones fundacionales, URBINA, J.L. y PÉREZ, A. (trad.), Bogotá, Fondo de Cultura Económica, p. 35. 26 SOMMER (1993), p. 49. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 73 CHRISTIAN SPERLING mujer fantasmal en un momento devoto frente al altar. Esta alucinación es reflejo de una escritura que opera más allá de lo expresable según los modelos somáticos del positivismo. Al mismo tiempo, el texto muestra una reapropiación subversiva de la psicopatología a la cual se debe su impacto polémico. Es sabido que se produjo una amplia popularización de la psicopatología positivista y de sus implicaciones culturales por medio de la obra Entartung (Degeneración) (1892-1893), el best seller del médico húngaro-austriaco Max Nordau, donde declara que la totalidad de los artistas contemporáneos son un caso para el manicomio. En otra obra de divulgación científica, la Psico-fisiología del ingenio y del talento (1898), Nordau describe el proceso perceptivo en términos epifenomenistas: «El sistema nervioso central lleva […] la tarea general de establecer relaciones entre el ‘yo’ y el ‘no yo’, o para emplear mejor una expresión menos filosófica, entre el mundo exterior y el individuo, transformar impresiones en conciencia»27. Esta explicación del funcionamiento del sistema nervioso y, por extensión, de la conciencia, no permite la interferencia del inconsciente; el ser humano es completamente racional. El bachiller, en cambio, deforma el mundo fenoménico a partir de la pulsión de su protagonista. Por tanto, la obra se acerca a los primeros escritos de Freud, pues vincula la libido, una noción energética, y su impacto inconsciente, lo que el positivismo ortodoxo debería rechazar como un planteamiento metafísico. La narrativa modernista en general comparte este énfasis con los primeros escritos de Freud, aunque puede descartarse una recepción directa o indirecta de la obra del vienés en el caso de Nervo. No obstante, la cercanía a Freud se debe a la recepción de modelos literarios en el modernismo que fomentan la introspección y la transfiguración de la pulsión en el imaginario individual y el inconsciente de los personajes. Entre los modelos literarios más productivos debe mencionarse la narrativa fantástica francesa, de Gérard de Nerval y de Théophile Gautier (cf. infra), que tiende a configurar un segundo nivel ficcional que describe las alucinaciones de los personajes. A ello se suma el interés en la sexualidad de la literatura finisecular. Al mismo tiempo, El bachiller tiene las características de un estudio de caso degenerativo. A partir de la obra de Nordau la figura del seminarista, al igual que la del solterón y del místico, se concibe en términos patológicos. El bachiller se centra en la hipersensibilidad del personaje, quien se esfuerza por suprimir su vitalidad. La trama pormenoriza su empeoramiento físico y men- ———— 27 NORDAU, M. (1898), Psico-fisiología del ingenio y del talento, México, Ireneo Paz, pp. 39-40. 74 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO tal, el personaje padece de reuma y anemia; al mismo tiempo, es atormentado por alucinaciones y angustias. En el claustro se muestran las prácticas de mutilación que culminan en la castración. De este modo, la concepción de El bachiller es híbrida, ya que por un lado se hace referencia a la etiología que surge en el contexto de la teoría de la degeneración; por el otro lado, se muestra el vínculo entre el deseo y su figuración, que permite traerla a colación con la psicología freudiana temprana. El texto es emblema del giro en la narrativa mexicana, en la cual la racionalidad médica sustituye a las concepciones tradicionales. Aunque la trama se desarrolla en un medio acuñado por los ritmos de la iglesia católica, el protagonista llega a ser representante de una sensibilidad moderna manifiesta en términos médicos: «La fibra mística, esa fibra latente en todo el organismo moderno, habíase estremecido en el seno del silencio»28. Esta metáfora puede entenderse como una alusión al tejido nervioso, supuesto origen de la degeneración. De acuerdo con este esquema orgánico, se caracteriza la condición mental del personaje: «Parecía su organismo fina cuerda tendida en el espacio, que vibra al menor golpe de aire»29. El organismo enfermo figura como arpa eólica y, en consecuencia, los extremos de la dicotomía cuerpo-espíritu coinciden en la imaginación del protagonista. En los juicios críticos que reproduce Nervo en la segunda edición de 1896 se hace patente que algunos de los críticos contemporáneos identifican la narración como un estudio de caso. Los críticos mexicanos procuran discutirla en términos científicos, de modo que se ponen en relieve las limitaciones del discurso psicopatológico de la época. Así, se aprecia que El bachiller se inserta en la transición histórica entre distintas concepciones de la enfermedad mental. En su crítica del texto, José Riveras amonesta la brevedad del texto y alude al tratamiento del tema patológico: «Sin duda, esta enfermedad no era otra que una de las muchas manifestaciones de la neurosis; pero en esta época de dudas y de análisis, la neurosis debe quedar ampliamente comprobada»30. Según la etiología positivista, la neurosis se debe a un exceso de civilización, es la enfermedad moderna por excelencia; sin embargo, el tratamiento de la enfermedad en El bachiller apunta hacia nociones freudianas, ya que las disfunciones psíquicas del personaje se relacionan con la represión de la sexualidad. En consecuencia, el personaje sufre trastornos mentales y alucinaciones. ———— 28 NERVO (1991), vid. El bachiller, Vol. 1, pp. 185-198, p. 188. NERVO (1991), p. 185. 30 RIVERAS, J.P. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 24-28, p. 26. 29 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 75 CHRISTIAN SPERLING En el texto firmado por el Portero del Liceo Hidalgo, seudónimo del médico Hilarión Frías y Soto, se reprueba la novela corta: «La persecución del ideal es la enfermedad orgánica y secular de la raza humana, tan vieja como ésta, y no del siglo XIX. Y el ideal que hoy enferma, sobre todo a los pueblos educados en la civilización latina, es el misticismo»31. Para un positivista la noción de la ciencia sobre la condición mental humana significa exclusivamente fisiología y está vinculada a una teleología progresista. La psicología, en cambio, forma parte de la esfera del idealismo. Frías y Soto niega la existencia del inconsciente: «Este joven escritor estudia en la novela más el fenómeno psicológico que sirve de trama a la obra, que el conflicto fisiológico que determina y precipita la tragedia: yo veo en el protagonista un caso patológico, sin duda, porque no creo en la Psiquis, y esta idealidad sólo me parece el conjunto de las funciones orgánicas del sistema nervioso»32. En el mismo sentido, en En Turania, de Ciro B. Ceballos, se considera que la verosimilitud de la novela es poco plausible señalando que el desenlace le parece «ilógico» y «antifisiológico», aunque ve al personaje plenamente determinado por sus «animales circunstancias» causa de «la neuropatía que exaltaba los impulsos de la carne»33. De este modo, una categoría estética, la verosimilitud, se deriva de la racionalidad médica y el inconsciente no puede ser objeto para su inscripción en el relato. La reseña de Ezequiel A. Chávez aborda el conflicto entre la carne y el ideal. Según el psicólogo, la novela corta se centra en «ese conflicto perenne entre el yo absurdo, excesivo, que trata de borrar todo de sí mismo para no dejar más que una idea y el no yo inmenso, fecundo y rico»34. Esta tensión entre yo y no yo es, según el psicólogo mexicano, un proceso de despersonalización anhelada por el protagonista que desemboca en el ideal de fundirse con el mundo fenoménico. Chávez describe al protagonista como «alma neurótica […] bajo el imperio demoníaco de una idea fija»35. Como veremos, esta amenaza de un elemento irracional apunta hacia la concepción de la literatura fantástica de la época, pues por medio del deseo se abre otro espacio ficcional, más allá de la configuración realista del texto. ———— 31 FRÍAS Y SOTO, H. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 33-44, p. 35. 32 FRÍAS Y SOTO (1896), p. 34. 33 CEBALLOS, C.B. (2006), En Turania, México, UNAM, p. 60. 34 CHÁVEZ, E.A. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A., El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 44-50, p. 46. 35 CHÁVEZ (1896), p. 47. 76 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO En varios juicios críticos se distingue la presencia de la ética biológica de Herbert Spencer, fundamento del darwinismo social en el Porfiriato. Respecto de la castración del bachiller se hace patente una marcada ambigüedad en los críticos. Rafael Ángel de la Peña procura construir un ámbito libre para las artes e intenta salvar la novela corta de la acusación de «inmoralidad». Sin embargo, alude inicialmente a Spencer quien «declara obligación moral el ejercicio de las funciones fisiológicas, sin exceso ni defecto y considera como inmorales las acciones que dificultan y con más razón las que imposibilitan cualquiera de las formas de la existencia»36. Manuel Larrañaga Portugal condena la novela corta «porque esquiva el cumplimiento del deber de los seres creados […] he meditado con Spencer: es moral el cumplimiento de las funciones naturales, sin exceso ni defecto en ellas»37. Finalmente, un comentario de Luis G. Urbina sobre el desenlace del relato muestra el prestigio del que gozó la ética de Spencer, puesto que el mexicano la describe como perfectamente racional, inclusive en oposición a su idea de la ideología burguesa: «Es inmoral, antihumano y antiartístico. Inmoral —hablo de moral alta, no de la hipócrita que proclaman y no practican los lectores burgueses— porque nadie tiene derecho de variar los cursos de la vida que nos manda amar, multiplicarnos y crecer»38. El planteamiento ideológico en la novela corta se configura por medio de un leve pesimismo decadentista y parte de la represión sexual y sus trazos en el inconsciente. El monólogo final de Felipe, que precede a su castración, no deja lugar a dudas de que arremete contra el imperativo de procreación positivista. El monólogo interior muestra la escisión del protagonista mediante el uso de dos voces interiores. Por ello, El bachiller se posiciona sistemáticamente en contra de la ética spenceriana: Cuchicheábale una voz allá dentro; ¿por qué desertar de una vida donde tus energías pueden significar mucho bien de tus semejantes? ¿No eres acaso una fuerza encaminada, como todas las creadas, a lograr un fin universal? ¿Por qué intentas, pues, defraudar a la Naturaleza, que aguarda tu grano de arena? ¡Qué vas a hacer en un convento! ¡Qué hallarás ahí! —¡Paz! —respondía mentalmente Felipe. ———— 36 DE LA PEÑA, R.A. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 8-21, p. 13. 37 LARRAÑAGA PORTUGAL, M. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 22-24, p. 24. 38 URBINA, L.G. (1896), Carta a Amado Nervo. En NERVO, A. El bachiller, México, Tipografía El Nacional, pp. 29-33, p. 32. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 77 CHRISTIAN SPERLING Y la voz íntima añadía: —¡Mentira! ¡No la hallarás! La paz es el premio de la lucha. La paz es la recompensa del deber cumplido y tu deber es permanecer en la liza. Naciste para trabajar y amar. En el universo todo trabaja y ama. Desde la abeja que labra el panal, después de besar la rosa, hasta el planeta que, tendiendo eternamente a acercarse al centro de su sistema, se perfecciona a través de los siglos. La atracción, en el espacio, es el amor de astro a astro, y en la tierra el amor es la atracción necesaria que mantiene unidos los seres. ¡Ay de ti si pretendes escapar a esa ley soberana! ¡Ser el rebelde cuando todo se doblega, el soldado que se aparte de la pelea cuando todos combaten y mueren o triunfan39. En este monólogo interior se nota la intercalación polifónica de los lugares comunes del positivismo. Sin embargo, la ironía del pasaje se aprecia solamente al recurrir a la noción de la evolución de Spencer, la cual comprende un principio universal que abarca desde el sistema solar hasta los seres vivos y la sociedad humana40. Desde esta perspectiva, el personaje es un escéptico enfermizo que pone en tela de juicio las bases de la sociedad y los fundamentos ideológicos de la ciencia. UN MELODRAMA BASADO EN LA ANATOMÍA CEREBRAL La oposición entre la racionalidad positivista y la sensibilidad poética es el punto de partida para El donador de almas (1899). Esta novela corta marca una distancia de los modelos naturalistas y de su correlato científico, el positivismo, pues ambos son tratados de modo metaficcional y se señala sus límites heurísticos. Por ejemplo, la descripción del interior del cuarto del personaje protagónico —un médico desencantado— muestra una serie de dicotomías entre medicina y poesía, así como entre lo tangible y lo espiritual: La tarde caía en medio de ignívoma conflagración de colores, y una nube purpúrea proyectaba su rojo ardiente sobre la alfombra, a través de las vidrieras. Chispeaban tristemente los instrumentos de cirugía, alineados sobre una gran mesa como los aparatos de un inquisidor. Los libros dormían en sus gavetas de cartón con epitafios de oro. Una mosca ilusa revoloteaba cerca de los vidrios e iba a ———— 39 NERVO (1991), p. 198. RUÍZ, R. y AYALA, F. (1999), El núcleo duro del darwinismo. En GLICK, T. (coord.), El darwinismo en España e Iberoamérica, México, UNAM, pp. 300-323, p. 300. 40 78 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO chocar obstinadamente contra ellos, loca de desesperación ante aquella resistencia e incomprensible diafanidad41. La cita alude al bisturí como instrumento que refleja la realidad, es un elemento metaficcional que pone de relieve el modelo mimético y, sobre todo, sus limitaciones. El reflejo de la luz, descrito de manera ostentosamente lírica, manifiesta únicamente tristeza. Así, el momento de aprehensión de lo real, tal como lo caracteriza el destello en los instrumentos, forma parte del desencanto del protagonista. Desde este punto de partida, se describe un proceso de reflexión íntima por parte del personaje que se genera de modo paralelo a un reencantamiento poético del mundo y a un redescubrimiento de la psicología introspectiva. La trama lleva al protagonista del desencanto a la restitución de la imaginación; del credo de un científico materialista a la apertura del horizonte del conocimiento de un creyente en la vida anímica. De esta forma, el texto deja ver el cambio paradigmático en la ciencia, el cual culmina con la fundación de la psicología moderna. Las mencionadas oposiciones se elaboran por medio de dos personajes complementarios: el poeta y el científico. Los respectivos campos de conocimiento son polarizados, pues el acto de escritura realizado por el médico lo describe el narrador «como queriendo coger el postrer eslabón a que debe soldarse uno nuevo»42. Los razonamientos del personaje dentro de las pautas del sistema positivista tienen la connotación de un autoencadenamiento. Asimismo, los tomos de su biblioteca llevan «epitafios»43, lo cual permite una asociación entre la falta de vitalidad de la escritura y la del personaje, superada en el desenlace con una nueva concepción del acto de escritura, que adquiere el sentido de una rehumanización del mundo mediante la poesía. Este punto culminante se genera por medio del alma donada, el elemento que le permite superar su estado abúlico. Este espíritu habita una parte de su cerebro y es el eslabón entre ambos personajes: el poeta y el doctor, el donador y el donado44. ———— 41 NERVO, A. (2006), El donador de almas. En NERVO, A., El libro que la vida no me dejó escribir, México, Fondo de Cultura Económica-UNAM-Fundación para las Letras Mexicanas, pp. 244-286, p. 245. 42 NERVO (2006), p. 244. 43 NERVO (2006), p. 245. 44 Adicionalmente, el poeta aparenta ser una invención del médico, como si fuese un desdoblamiento de su personalidad, hecho también inherente al ser nombrado: Esteves, que leído por separado resulta ser «Éste ves». José Ricardo Chaves interpreta a este dúo «como el desdoblamiento de una entidad masculina abstracta, enfrentada a otra femenina, y con la que Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 79 CHRISTIAN SPERLING Gracias al alma donada, el médico es capaz de diagnosticar infaliblemente cualquier enfermedad y curar a la mayoría de sus pacientes. Los periódicos informan que se sirve de «agentes hipnóticos» y ejerce temporalmente en la Salpêtrière45, lugar al cual Charcot otorgaba notoriedad en aquella época. Asimismo, el único caso que se menciona explícitamente es «un complicado caso de histeria»46, las demás enfermedades que trata el protagonista permanecen indefinidas. Al igual que Charcot, el protagonista de la novela adquiere fama porque sabe escenificar las dolencias de sus pacientes: «Cuatro años de triunfo, cuatro años de exhibición, de teatralismo médico —el énfasis y el teatralismo son indispensables en el mundo, aun a los verdaderos sabios— habían hecho en él una celebridad universal»47. Durante su carrera profesional, el personaje supera las limitaciones de la disciplina y se dedica a la «filosofía de la medicina»48. Así, se perfila simbólicamente la profesión del psicólogo moderno. La dicotomía de lo somático y lo psíquico está presente en el juego irónico de los hemisferios cerebrales del doctor, relacionados con la representación del alma. El juego con el esquema positivista se inicia con un comentario del personaje a su cocinera sobre las predilecciones culinarias de éste: «—No sé por qué odia usted los sesos… —Se me figura que me como el pensamiento de las vacas»49. Con la muerte del cuerpo del alma donada y su consecuente desencarnación, comienza un juego entre los hemisferios cerebrales, ya que el alma reencarna en el lado izquierdo. La reiteración de la topología cerebral puede entenderse como una serie de alusiones chuscas sobre el supuesto potencial heurístico de la craneología. Atendamos al siguiente comentario del narrador: «La naturaleza […] tuvo a bien dotarle de una bien calibrada cavidad craneana, repleta de sesos de calidad»50. Adicionalmente, el modelo para el alma donada y su cuerpo es la figura histórica de santa Teresa. A finales de ———— no hay comunión posible de forma permanente» (cf. CHAVES, J.R. (2002), Mujer y erotismo en la prosa inicial de Amado Nervo. En I Coloquio de Amado ervo: Una obra en el tiempo, Nayarit, CECAN, pp. 49-60, p. 59). Mientras que el médico simboliza la racionalidad científica, el poeta encarna el imaginario que el fin de siglo concibe dentro de categorías patológicas, afirmación que se evidencia en los calificativos de «hiperestesiado» y «desequilibrado» (NERVO (2006), p. 247, p. 270). 45 NERVO (2006), p. 254-255. 46 NERVO (2006), p. 256. 47 NERVO (2006), p. 256. 48 NERVO (2006), p. 264. 49 NERVO (2006), p. 249. 50 NERVO (2006), p. 263. 80 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO siglo, los éxtasis de la monja representan la posibilidad de la introspección en la psique. En El donador de almas, es posible la curación a partir de las capacidades visionarias de sor Teresa, de su «sueño hipnótico»51 o de su «sueño misterioso que en el convento se llamaba éxtasis»52. La presencia de las dos conciencias en el cerebro del doctor, después de la metempsicosis, genera un cambio en la narración. El narrador alude a la situación resultante con esta frase: «¡En su cerebro había algo de inverosímil!»53. El relato, que en un principio se centraba en las distintas escalas de los viajes del doctor y se constituía por los diálogos que conformaban la trama, pasa a describir la convivencia anímica. Después de esbozar una retrospectiva sobre el vínculo complementario entre el doctor y el poeta, la novela corta abandona el nivel de verosimilitud y abre paso a lo fantástico. La falta de plausibilidad científica se aprecia análogamente en la disolución del mundo diegético realista. De este modo, dicho mundo diegético se relaciona con los paradigmas médicos y lo fantástico comienza en los límites heurísticos de la ciencia positivista. DE LO FANTÁSTICO ESPIRITISTA A LA CIENCIA FICCIÓN BERGSONIANA Al igual que en El donador de almas, en El sexto sentido (1913) se aprecia una doble codificación del relato, una metalepsis que recuerda la estructura ficcional de algunas novelas de Théophile Gautier. En el caso de El donador de almas sobresale el aspecto paródico que pone de relieve el modelo poético de la novela espiritista por medio de las alusiones a Espirita y a Avatar. Asimismo, se manifiesta cierto pesimismo acerca de la figura del andrógino, idealizada a lo largo del siglo XIX54. No obstante, la adaptación de las estrategias de representación de Espirita desempeña un papel fundamental, pues permite una consideración sobre el vínculo entre la narrativa y otros discursos, entre ellos la ciencia. Es preciso recordar que la novela de Gautier es dictada por un espíritu. En El donador de almas esta experiencia se expresa por medio de las dos voces en la mente del protagonista. Esta conjunción deja ver una especie de doble cerebral. A finales del siglo XIX, la figura del Dop- ———— 51 NERVO (2006), p. 253. NERVO (2006), p. 256. 53 NERVO (2006), p. 261. 54 Cf. CHAVES, J.R. (2005b), Andróginos: Eros y ocultismo en la literatura romántica, México, UNAM. 52 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 81 CHRISTIAN SPERLING pelgänger se vuelve un elemento explícitamente psicológico y simboliza los dos lados de la dicotomía consciente-inconsciente. Una síntesis parecida se observa en las metalepsis de la narrativa de Gautier que operan en diferentes niveles espacio-temporales, como en La mort amoureuse. A finales del siglo XIX y en la novelística de corte fantástica de Nervo, ambos niveles tienden a representarse por medio de la disyunción entre el mundo diegético codificado como real y las alucinaciones de un personaje, muchas veces construidas como universo paralelo, fantástico. Este tipo de ficcionalidad le sirve también a Freud en su análisis del deseo y su figuración en la novela Gradiva de Wilhelm Jensen en la que el psicoanalista distingue entre el nivel cotidiano, consciente —entretejido con un viaje imaginario a la Pompeya clásica—, que se desprende del deseo del protagonista por una mujer idealizada (en la narrativa de Gautier se trata de mujeres vampirescas, motivo que inicia el traslado a épocas y lugares lejanos)55. En términos de psicoanálisis, es un paso pequeño de ese tejido ficcional a los enunciados del analizante que son interpretados por el analista en términos de lo reprimido que se desplaza de manera desfigurada en la conciencia. Ambos, el psicoanálisis temprano y la poética de la narrativa finisecular, comparten este trasfondo epistemológico. La narrativa tiende a ficcionalizar esa dualidad por medio de la desarticulación del eje espacio-temporal, de la escisión de los personajes, o de la intrusión de un elemento fantástico en un cosmos diegético configurado como realista. En El donador de almas la búsqueda de la amada ideal es un acto de fe o una autosugestión, así lo da a entender el epígrafe que, según el autor, es una máxima de la Cábala: «Ten cuidado: jugando uno al fantasma, se vuelve fantasma»56. El alma donada aparece a partir de una carta y de la promesa de donación del poeta, es decir, la escritura se transforma en realidad. Así, existe una similitud con la teoría de la sugestión de Hippolyte Bernheim, emblema de la transición en la medicina mental hacia los modelos psíquicos: «Toute idée suggérée et acceptée tend a se faire acte»57. Al igual que en la literatura fantástica nerviana, el sentido literal se transforma en sentido figurativo. En El sexto sentido, las visiones de la amada son descritas como apariciones de ———— 55 Un juego barroco con esta doble configuración del relato es la novela corta Mencía (Un sueño) (1907) de Nervo, que se sitúa por un lado en el Toledo del siglo XVI y por el otro, en una ciudad contemporánea a su escritura. Al igual que en el drama de Calderón, La vida es sueño, el personaje no logra distinguir entre su vida onírica y su existencia real. Cf. NERVO (1991), vid. Mencía, Vol. 1, pp. 325-343. 56 NERVO (2006), p. 244. 57 Citado en ELLENBERGER, H. (2005), Die Entdeckung des Unbewußten, Zúrich, Diógenes, p. 401. 82 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO un fantasma en la mente del personaje. Asimismo, se describe la supuesta desarticulación entre lo conciente y lo inconsciente. El sexto sentido puede considerarse una novela complementaria a El donador de almas, porque parte de la especulación científica de la anatomía cerebral y, se observa cierta revitalización del inconsciente visionario del romanticismo desde una perspectiva cientificista. Si en El donador de almas, el alma donada es la presencia inmaterial que visita al protagonista, en El sexto sentido, el protagonista acecha a su amada ideal sin que ella pueda percatarse de su presencia. En ambas novelas cortas se combinan dos campos irreconciliables desde el punto de vista del positivismo: la ciencia empírica y la metafísica, que, no obstante, no se excluyen mutuamente desde la perspectiva de las ciencias ocultas a finales del siglo XIX58. Es significativo que a partir de esta conjunción Nervo construye la introspección en la novela corta, mofándose de las simplificaciones positivistas. El inicio de El sexto sentido tiene elementos de la ciencia ficción. Nervo esboza un paradigma racionalista a partir de la anatomía cerebral, relatando un caso de cirugía experimental en el cual se deshace la separación entre lo consciente y lo inconsciente «desplazando ligeramente un lóbulo cerebral» y «desviando un haz de nervios»59 (Nervo 1991: 361). La meta del experimento es extender la percepción temporal de modo que el paciente sea capaz de ver el futuro. Una vez derribado el «muro invisible que le esconde el futuro»60 el protagonista contempla a la amada ideal, cuya futura venida espera. Esta segunda parte es de clara filiación romántica pues recuerda las visiones en Aurélie, de Gérard de Nerval. Así, el comienzo pseudo-científico es un pretexto para restaurar una visión romántica dentro de un contexto fantástico. Respecto de la codificación psicológica, se observa el planteamiento psico-filosófico de Henri Bergson. De esta manera, el texto opera sobre una base epistemológica que supera el prejuicio positivista de la imposibilidad de la introspección y desarticula los fundamentos objetivistas del empirismo. El paciente describe su percepción modificada en términos idénticos al segundo capítulo del Essai sur les données immédiates de la conscience (1888): Mi situación era análoga a la de un hombre que se encontrase en la cima de una montaña, y viese desde ella, de una parte el camino recorrido, de la otra el camino ———— 58 Cf. CHAVES, J.R. (2000), Teosofía y ocultismo en la España literaria de fines de siglo XIX. En Jornadas Filológicas 2000, Memoria, México, UNAM, pp. 151-157. 59 NERVO (1991), vid. El sexto sentido, Vol. 1, pp. 360-372, p. 361. 60 NERVO (1991), p. 360. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 83 CHRISTIAN SPERLING por recorrer. Sólo que aquí, esos dos caminos estaban llenos de cosas y figuras, no en movimiento, sino inmóviles, a lo largo de los mismos. Es decir, que mi vida, ante la clara contemplación interior, se hallaba partida en dos porciones por el presente, en dos panoramas, mejor dicho, cada uno de los cuales, sin confusión, sin enredo ninguno, se desarrollaba dentro de una variedad que era unidad y una unidad que era variedad. Imposible expresar esto (y de ello me duelo y me desespero) sino con imágenes inexactas tomadas del diario vivir nuestro, y de la vieja normalidad de las cosas que nos rodean61. Esta metáfora heurística hace referencia a un estado inefable, en el que se supera la diferencia entre la multiplicidad y la unidad; describe un concepto de tiempo, no medible, que se expresa intuitivamente por medio de imágenes y se opone categóricamente a un tiempo especializado, mesurable, construcción de la racionalidad científica. En otras palabras, procura describir su experiencia de la durée bergsoniana, aunque la idea del filósofo no incluía las visiones del futuro62. La construcción fantástica disuelve las categorías del racionalismo como la unidad del yo, del tiempo y del lugar. La disolución del tiempo lineal como ilusión de los sentidos, tiene consecuencias en otros planteamientos relacionados con el sentido de la historia. El progreso de la humanidad, por ejemplo, se denuncia como construcción idealista. Así, el argumento de la novela corta es abiertamente irónico, ya que parte de un paradigma médico que simboliza plenamente la ideología progresista del positivismo. La cirugía cerebral hace posible una modificación neuronal que pone de relieve la relatividad de las construcciones heurísticas de la ciencia positiva en particular y la concepción teleológica del tiempo histórico en general. Esta argumentación circular se evidencia en el cuarto capítulo del texto donde el yo narrador divaga ensayísticamente sobre la imposibilidad del género humano para evolucionar. El paradigma médico inspira reflexiones sobre el progreso y el tiempo histórico en la novela corta porque, en ese momento, la medicina metal es la ciencia «moderna» por excelencia, inclusive modifica el entendimiento de la cultura. De este modo, la última frase de la novela, enunciada por el protagonsita —que descubre la relatividad del tiempo y la imposibilidad del progreso histórico—, puede entenderse de modo irónico, no sólo en referencia a la trama novelesca (que parece ser paradójicamente inevitable), también en referencia ———— 61 NERVO (1991), p. 363. BERGSON, H. (2009), Essai sur les données immédiates de la conscience, TREMBLAY, J.-M. (ed). Disponible en línea en http://classiques.uqac.ca/classiques/bergson_henri/essai_ conscience_immediate/conscience_imm.html, p. 44, p. 47-52 (consultado el 11 de marzo de 2011). 62 84 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO a la alusión de las construcciones temporales humanas: «Esta historia no debe tener fin, creédmelo…»63. LO PSICOPATOLÓGICO COMO JUEGO QUIJOTESCO La ficcionalidad en la novela corta Amnesia (1918) se presenta por medio de un narrador homodiegético cuya esposa sufre una hemorragia durante el parto y pierde la memoria y su personalidad. Esto agrada al narrador que declara padecer los caprichos de su esposa. Las construcciones ficcionales nervianas sobre la base de la psicopatología están vinculadas con el discurso de género de la época64. Así, la enfermedad en Amnesia es descrita con misoginia, pues para el narrador, la amnesia brinda la posibilidad de moldear un ser sumiso, reeducando a su mujer a partir de un estado de tabula rasa. Aquí se observa el mito de Pigmalión en un marco moderno constituido a partir de la medicina. Asimismo, la complementariedad de ambas personalidades, Luisa, una mujer fatal, y Blanca, infantil y frágil, recuerda el dualismo manifiesto en la pareja del doctor Jekyll y el señor Hyde. La presencia de la medicina mental en este texto radica en que esta ciencia opera en diferentes niveles ficcionales. Así se evidencia la función lúdica de la literatura que se apropia de otros discursos para emplearlos de acuerdo con sus propias reglas. En el caso de Amnesia, la medicina forma parte de un juego quijotesco entre el engaño y el desengaño, es decir, el discurso científico se encuentra en el nivel metaficcional. En la primera parte del relato, el narrador expone tres estudios de casos y teorías relacionadas con la amnesia para explicar la dolencia de su esposa. El cambio de personalidad repentino en su mujer lo explica por medio de la teoría de «la doble personalidad»65; después, trae a colación el caso de una mujer que tenía «diez personalidades distintas y enteramente independientes una de otra», lo que para el teórico apócrifo, mencionado por el narrador, equivale a «diez cerebros diferentes»66; finalmente, en el último caso citado, la personalidad del individuo se compone por diferentes «almas» y se habla de un «do- ———— 63 NERVO (1991), p. 371. Cf. CONWAY, C. (2008), Troubled Selves: Gender, Spiritualism and Psychopathology in the Fiction of Amado Nervo, Bulletin of Spanish Studies, 85 (4), pp. 461-476. 65 NERVO (1991), vid. Amnesia, Vol. 1, pp. 344-359, p. 346. 66 NERVO (1991), p. 347. 64 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 85 CHRISTIAN SPERLING minio psíquico»67. De este modo, se remite a los límites de la psicofisiología para explicar la conformación de la personalidad. Tras señalar casos de sonambulismo y fenómenos parapsicológicos que se oponen al empirismo positivista (haciendo eco de la típica conjunción de ciencia y esoterismo en la psicología inicial y en las ciencias ocultas), el narrador puntualiza: Son estos, se dirá, hechos aún insuficientemente conocidos. Nosotros pretendemos que un hecho experimentado, observado por autoridades competentes, por inexplicado que sea, se convierte en una verdad empíricamente probada, lo que basta para que se le admita como base de deducciones futuras. El caso es inexplicable fisiológicamente: verdad útil de retener […] Y con tales lecturas, quedé más perplejo que antes, sin rumbo en este abismo de lo fisio-psicológico inexplicable68. La búsqueda de una explicación de la enfermedad lleva a la ruptura con el paradigma médico positivista. En la segunda parte del relato, el narrador estudia los hechos que se desprenden de la convivencia con su «nueva» esposa. Sobresalen, en oposición a los teoremas fisiológicos, nociones que comprueban una formación de la conciencia y por ende, de la personalidad a partir del lenguaje, lo que en términos ficcionales configura un juego con nociones centrales del discurso sobre el funcionamiento de la mente. A partir del tercer capítulo, la medicina mental opera a nivel de la interacción de los personajes. Durante el segundo viaje de bodas se producen los primeros indicios de recuperación, pues la mujer comienza a reconocer algunos lugares visitados con anterioridad, esto evoca destellos de la personalidad original. Ya que teme que retorne el carácter indeseado, el narrador le explica que padece déjà vus. Esa ficcionalización es parte de un juego quijotesco en el que ya no se intercalan teorías médicas, como en la primera parte del texto, sino que la intertextualidad se establece con textos literarios que refieren temas médicos, como las obras del literato y médico Eduardo Wilde y de Charles Dickens. Las historias sobre el fenómeno del falso reconocimiento son utilizadas por el narrador para convencer a su mujer de que su reconocimiento incipiente es una ilusión: Pero sí le referí, por curioso, lo que el mismo doctor nos recuerda de Dickens. En una de las novelas de éste, “figura un vendedor de baratijas que ejercía su comercio en la vía pública, junto a una casa grande y solemne; este hombre al ver entrar a la casa y salir de ella constantemente, ciertos individuos, dedujo que ellos la habitaban, ———— 67 68 86 NERVO (1991), p. 348. NERVO (1991), p. 349. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 LA MEDICINA MENTAL EN LA NOVELA CORTA HISPANA: EL CASO DE AMADO NERVO y no deteniéndose en esto, les puso nombres, los acomodó en sus diversos departamentos y les atribuyó en su fecunda imaginación costumbres determinadas. ”Un día, por orden de autoridad competente, entró en la vetusta mansión la justicia, y tras de ella el público con el vendedor aludido a la cabeza, el cual hubo de desmayarse, al saber que el sujeto a quien él por tantos años había llamado mister Williams, no era tal mister Williams; que la tía Marta, era miss Peggi; que el dependiente Frank no era dependiente, sino socio y se llamaba John (no eran éstos precisamente los nombres, pero para el caso es lo mismo). En fin, que los aposentos no estaban distribuidos en la forma que él lo había adjudicado, ni respondían al plan trazado en su mente, con líneas indestructibles; en resumen, el pobre diablo experimentó una desilusión completa y dolorosa, como si la destrucción de lo que su fantasía había creado, fuera una desgracia”69. Este juego de engaño y desengaño no sólo refleja la ilusión que el narrador procura construir para conservar el carácter sumiso de su esposa. De modo irónico, la realidad que busca construir mediante sus conocimientos médicos se evidencia como ilusoria, ya que se restituye plenamente la personalidad indeseada. Este juego metaficcional reduce la teoría médica a un «puro cuento» y muestra la inestabilidad heurística de las teorías. Los psiquiatras y médicos William James, Pierre Janet, Henri Bergson, Jean Martin Charcot, Théodule Ribot, Eugène Azam y Santiago Ramón y Cajal, entre otros, desfilan por las novelas cortas de Amado Nervo, sobre todo en El sexto sentido y en Amnesia. La figura del médico gana presencia a lo largo de las obras de Nervo y representa un nuevo paradigma racional opuesto a la tradición. En algunos casos, se mencionan explícitamente a esas médicos para otorgarle verosimilitud a la narración. Sin embargo, los textos se trasladan al terreno de la ciencia ficción o de la literatura fantástica. Ambos géneros ponen en entredicho el materialismo limitado del paradigma científico positivista. La ficción se acerca a los presupuestos de la psicología moderna, ante todo, por medio de una combinación de ciertos elementos del legado romántico (las nociones del sueño y del inconsciente)70 y de la literatura fantástica. Dichos elementos son despojados de sus connotaciones metafísicas en el marco pseudocientífico de las narraciones, que, de esta forma, se vuelven metáfora heurística. Asimismo, con el desarrollo de la obra nerviana, las alusiones a la medicina se vuelven más explícitas y más lúdicas. Mientras que las primeras novelas ———— 69 70 NERVO (1991), p. 354. BÉGUIN, A. (1954), El alma romántica y el sueño, México, Fondo de Cultura Econó- mica. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 87 CHRISTIAN SPERLING cortas, de carácter naturalista, integran la teoría médica para estructurar la trama y esbozar los personajes, obras posteriores se emancipan de la seriedad de la racionalidad médica y juegan con las implicaciones filosóficas y psicológicas de la psiquiatría. Por medio del juego metaficcional, sus novelas cortas tardías ponen en tela de juicio la veracidad y la cientificidad de las teorías y de la institución del manicomio. Asimismo, la ficción se aleja de los fundamentos somáticos de la psiquiatría decimonónica y anticipa de manera preteórica nociones que adquieren cientificidad con la fundación de la psicología moderna. En particular, la ficción hace hincapié en el vínculo entre el deseo y su figuración, así como en la importancia de las funciones inconscientes de la mente. Estas transformaciones de la ficción deben comprenderse como reacción a la manera de concebir la cultura y la modernidad en el positivismo; a partir de la última década del siglo XIX mexicano, ambas se apreciaban en términos psicopatológicos, al igual que la construcción literaria de la sensibilidad del artista. Esta integración intensiva del discurso científico permite un primer atisbo a la formulación del autoentendimiento de las vanguardias históricas. Recibido: 31 de octubre de 2009. Aceptado: 23 de febrero de 2010. 88 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 65-88, ISSN: 0210-4466 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL SIGLO XIX Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez Universidad de Extremadura RESUMEN Pretendemos rescatar del olvido a una de las firmas habituales en la prensa médica española del tercer cuarto del siglo XIX. Médico polifacético, de ideas filantrópicas, pionero del periodismo médico extremeño, higienista convencido, y reputado colaborador de diversas publicaciones nacionales. Cimentó su prestigio en una concepción moderna de la medicina, en la claridad a la hora de exponer sus principios y en la aplicación de los mismos en su trabajo diario. Buena parte de su filosofía médica quedó reflejada en la prensa médica y en la correspondencia que mantuvo con los profesionales que en ella escribían. PALABRAS CLAVE: Prensa médica. Higiene. Escuela. Cólera. FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRESS AND MEDICAL PHILOSOPHY IN THE THIRD QUARTER OF THE 19TH CENTURY ABSTRACT Through present work we try to rescue of the forgetfulness to one of the habitual companies in presses medical Spanish to him of the third quarter of century XIX. Versatile doctor, of philanthropics ideas, pioneer of the frontier, hygienist medical convinced, and reputed collaborating of diverse national publications. It laid the foundations its prestige in a modern conception of the medicine, in the clarity to the hour to expose its principles and in the application of such in its daily work. Good it divides its philosophy medical was reflected in the medical press and the correspondence that maintained with the professionals who in her wrote. KEY WORDS: Press. Hygiene. School. Cholera. Paediatrics. INTRODUCCIÓN Todos los cambios sociales que tienen lugar en el siglo XIX, la generalización de la enseñanza y la libertad de expresión una vez finalizado el Antiguo Régimen, favorecen el desarrollo, entre otros factores, de nuevos cauces de 89 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ comunicación1, siendo la prensa escrita la que inicia un período que duraría más de un siglo como único medio de comunicación entre masas2. La aparición de sociedades científicas, la celebración de reuniones y congresos, la necesidad de una formación actualizada y la inestabilidad en todos los órdenes de la sociedad española justifican la actividad editorial que emerge en este siglo3. Los primeros estudios sobre el periodismo médico español se remontan a la misma centuria que nos sirve de marco. Al ya clásico —y de obligada referencia— trabajo de Méndez Álvaro4, se unen otros de esa misma época, aunque de ámbito más local5. A lo largo de la siguiente centuria, van surgiendo obras de variado carácter, pero con predominio de los estudios localistas y regionalistas6, aunque también los hay que no pierden la visión de conjunto7. Otros autores han estudiado la prensa médica como exponente de un campo médico concreto8, o para aproximarse a determinadas realidades sociales del momento9. Los trabajos relacionados con los profesionales que publica———— 1 ARTOLA, M. (1981), La burguesía revolucionaria (1808-1874), Madrid, Alianza Universidad, pp. 332-333. 2 ARTOLA (1981), p. 325. 3 GRANJEL, L.S. (1986), La medicina española contemporánea, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 53. 4 MÉNDEZ ÁLVARO, F. (1883), Breves apuntes para la historia del periodismo médico y farmacéutico en España, Madrid, Enrique Teodoro Impresor. 5 HARTZENBUCH, E. (1894), Apuntes para un catálogo de periódicos madrileños desde el año 1661 hasta 1870, Madrid, Est. Tip. Sucesores de Rivadeneyra. 6 FERNÁNDEZ SANZ, J.J. (1995), Metodología, archivos y fuentes bibliográficas para el estudio de la prensa médica, Documentación de las Ciencias de la Información, 18, pp. 115142. El autor enumera una larga lista de estos trabajos de carácter localista, a la que se podrían añadir algunas más. Valgan como ejemplo CABRERA AFONSO, J.R. (1989), Noticias acerca de la prensa médico-farmacéutica canaria. En IX Congreso acional de Historia de la Medicina, Actas III, Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza y Universidad de Zaragoza, pp. 851-864. O bien LA PARRA LÓPEZ, E. (1983), Médicos y medicina en la prensa de Alicante en la primera mitad del siglo XIX. En VII Congreso Nacional de Historia de la Medicina, Comunicación, Alicante, Universidad de Alicante. 7 LÓPEZ PIÑERO, J.M. y TERRADA, M.L. (1990), Bibliografía médica hispánica (14751950), vol. III: revistas 1736-1950, Valencia, Universidad de Valencia y CSIC. 8 CALBET CAMARASA, J.M. (1970), La prensa homeopática en Cataluña, Asclepio, 22, pp. 39-48. O también CAMACHO IGLESIAS, A. (2005), El niño en la prensa médica del siglo XIX en el Distrito Universitario Hispalense, Tesis doctoral, Cádiz, Universidad de Cádiz. 9 PERDIGUERO, E. (2004), Niños desprotegidos. Un problema social y de salud en la prensa médica valenciana (1855-1939). En PERDIGUERO, E. (ed.), Salvad al niño, Valencia, Universidad de Valencia, pp. 195-218. 90 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX ban en periódicos y revistas médicas normalmente los encontramos enmarcados en las correspondientes biografías. Actualmente, las razones para continuar el estudio de la prensa médica son muy diversas, como vemos en algunos trabajos recientes que se reseñan, incluyendo nuevos intentos de catalogación de la misma10. En las páginas siguientes, procederemos a analizar una pequeña parte de esta prensa médica decimonónica. Corresponde a los artículos salidos de la pluma de un autor que gozó de cierto predicamento en vida y que tienen la particularidad de ser el reflejo, no ya de su filosofía médica, sino también de su trabajo diario. Nos ayudaremos en el análisis, de la correspondencia que mantuvo con el entorno del periodismo médico, pues no en vano fue el correo la causa antecedente del periodismo científico11. EL AUTOR Defensor de su profesión y de los profesionales de la salud. Combativo, generoso, despiadado en su dialéctica, filántropo, inquieto, comprometido, vanidoso y por encima de todo, olvidado. Éste sería el calificativo actualmente más apropiado, entre una larga lista, que podríamos adjudicar con más rigor a nuestro protagonista, Francisco Ramírez Vas. Nació en la localidad cántabra de Santoña en 1818, por estar allí destinado su padre, alistado en el Ejército en 1812 para combatir a las fuerzas napoleónicas. Antes de finalizar ese año, su familia regresó a Olivenza, pueblo natal de su madre, en donde había nacido su hermano mayor y en donde vendrían al mundo el resto de sus hermanos. Destinado al sacerdocio, el cierre en 1835 de los centros de enseñanza religiosa, le empujó hacia la medicina, cuyos estudios inició en la misma Salamanca en la que estuvo más de tres años aprendiendo Filosofía y Teología. Concluyó brillantemente en Madrid en 1848, tras un amplio paréntesis de cinco años que pasó en La Habana, cumpliendo sus deberes militares como practicante del regimiento destinado al Castillo del Príncipe. En este mismo año de 1848 se asienta en la población pacense de Olivenza como médico de la Santa Casa de Misericordia y como médico-cirujano titu- ———— 10 FERNÁNDEZ SANZ (1995). LLORENTE SANTACATALINA, S. (2005), Las revistas médicas españolas. Antecedentes y catálogo colectivo (1736-1850), Documentos de las Ciencias de la Información, vol. 28, pp. 211-256. 11 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 91 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ lar de dicha localidad12. Desarrollará su labor en esta población hasta su muerte, que tendrá lugar en 1880. El desempeño de su trabajo lo fundamenta en sus buenos conocimientos científicos. En su contra señalamos su carácter inflexible en lo tocante a su profesión. De su actividad profesional se benefician no sólo los oliventinos, sino poblaciones cercanas, incluso de la vecina Portugal13. La epidemia de cólera que en 1855 asola Olivenza dará ocasión a que Ramírez muestre su verdadera dimensión como médico y como persona. Con respecto a lo primero, pone en práctica su convencimiento sobre la contagiosidad del cólera, procurando el aislamiento de los enfermos, a la vez que critica ciertas prácticas extendidas por Europa14. Las medidas por él adoptadas ———— 12 Se establece en Olivenza tras la firma de un acuerdo con el médico titular de la localidad, Ignacio Arviña, por el que Ramírez se hace cargo de las obligaciones de aquél a cambio de un reparto equitativo de los ingresos, según consta en el archivo de Francisco Ramírez Vas (en adelante, ARV). El acuerdo se firmó el 12 de julio de 1848. ARV, leg. 3, carpeta 18 (ARV, 3/18), tras el visto bueno del Ayuntamiento, de la Casa de Misericordia (ARV, 3/91, de fecha 16 de julio de 1848) y del Gobernador Militar de la plaza (ARV, 5/31, de 23 de agosto de 1848). El archivo de Francisco Ramírez Vas permaneció en la casa de la familia Ramírez, en Olivenza, hasta 1990, siendo trasladado entonces a Mérida, permaneciendo en manos de sus descendientes. Conserva la ordenación que le dio su dueño, que, con no ser la más adecuada, es bastante operativa. Los dos primeros legajos contienen datos familiares, en especial de su padre. En los posteriores, se almacena información agrupada por temas: sus años de estudiante, sus inicios como médico (con datos sobre la epidemia de cólera y sobre su periódico), instituciones a las que perteneció, sanidad militar, la Subdelegación de Sanidad, el caso de la ciega de Villafranca, su producción literaria no científica, parte de los artículos científicos y, algo fundamental, dos legajos que contienen la correspondencia. Completa el archivo un grupo heterogéneo de documentos que incluye información sobre algunos miembros de la familia. Hay que señalar la existencia de documentos sin catalogar. Es importante la presencia de varios libros de registro, entre los que cabe destacar dos de ellos, dedicados a la contabilidad de sus actividades económicas, incluyendo todo lo referente a su actividad profesional. 13 De ello encontramos datos en los libros de registro de sus actividades, conservados en su archivo. Los mencionados libros recogen, en apartados específicos, todos sus asuntos económicos. En el relativo a la actividad médica, refleja las visitas realizadas desde 1851 hasta 1879 mediante un registro diario en el que figuran datos identificativos del paciente, su dirección, el número de visitas diarias al mismo y, por supuesto, el importe de la asistencia. Entrado 1870 y hasta 1879, introduce, además, el motivo de su actuación con respecto al paciente, bien sea una operación, un parto, una autopsia o un certificado. Y, lógicamente, en los casos de enfermedad, el diagnóstico de la misma, dando lugar a un registro de morbilidad extraordinariamente raro en el ámbito extrahospitalario en esa época. 14 Archivo Histórico Municipal de Olivenza, leg. 12, carpeta 1, fol. 201 (AHMO 12/1201). En la sesión de la corporación municipal celebrada el 25 de julio, en la que se acordaba la contratación de un nuevo médico, por enfermedad del otro titular y Subdelegado médico, 92 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX con respecto a la población en general como en el hospital de coléricos limitarán a un centenar las defunciones a causa de la epidemia15. En cuanto a los acuartelamientos militares de la población, el número de víctimas se reducirá a dos16. Referente a lo segundo, se produce un hecho que a la postre ha eclipsado la valía de Ramírez como médico para algunos de los pocos historiadores que se han ocupado de él, quedando para la posteridad exclusivamente como un filántropo17. El asunto en cuestión es el ofrecimiento de Ramírez para asistir de forma gratuita a los pobres mientras durara la epidemia de cólera. Y si eso no bastaba, renuncia a un tercio de su sueldo como médico de la Santa Casa de Misericordia para que a la Institución le sea menos gravosa la asistencia que presta a los contagiados18. El gesto es ya de por sí loable, pero mucho más en las circunstancias en que se produjo. Los dos primeros casos de cólera, con desenlace fatal, se produjeron en la sala de cirugía de la Casa de Misericordia, inhibiéndose el cirujano (Victoriano de Parra) y siendo Ramírez el que da la voz de alarma. La consecuencia de este hecho no pudo ser más inesperada ni desmoralizadora para un profesional de la medicina. Lo vemos en las propias palabras de las autoridades locales19: ———— Victoriano de Parra, se determinaba el cierre de las escuelas a causa del cólera. Entre las medidas adoptadas llama la atención la que sigue: «A invitación de los facultativos se acordó que los vecinos hagan hogueras de romero á las puertas de sus casas y que se introduzca ganado vacuno por las noches en la población». Las hogueras de romero era una medida bastante extendida, y contra ella manifiesta su desacuerdo Ramírez. 15 Valgan como comparación los datos relativos al cólera del año anterior en la vecina Badajoz, que duplicando la población de Olivenza, multiplicó por ocho el número de víctimas. Memoria de la Junta Municipal de Sanidad de Badajoz, 1854, Badajoz, pp. 3-7 16 Ramírez realiza una tosca estadística del desarrollo de la epidemia con la anotación nominal diaria de los enfermos y el desenlace final de cada uno: curación o fallecimiento. ARV, 4/33. 17 VALLECILLO TEODORO, M.A. (1999), Olivenza en su historia, Badajoz, Indugrafic, p. 368. En similares términos se expresan otros autores de obras menores. 18 Ofrecimiento hecho mediante carta de fecha 22 de julio de 1855. Archivo de la Santa Casa de Misericordia de Olivenza (ASCMO), 153/2807-6. Se le comunica la aceptación al día siguiente, expresándose el Proveedor en los siguientes términos: «Con satisfacción recibió esta Junta en sesión de ayer el oficio que v. me remitió, brotando en él filantrópicos sentimientos, de los que se halla v. adornado; y maxime prestando sus servicios espontáneos y gratuitos en el Hospital provisional, situado en el cuartel de la Panadería, y además ceder en beneficio de este Establecimiento la tercera parte de sus dotaciones mientras duren las tristes circunstancias actuales…». ARV, 4/10. 19 ARV, 4/26. Aunque en el escrito se mencionan las salas de medicina como el origen de la epidemia, en el informe remitido por el propio Ramírez al Gobierno Civil, bajo el título de Ocurrencias del cólera (ARV, 4/24), se nos relatan los hechos tal y como hemos expresado. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 93 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ D. Vicente Carvallo, Alcalde Segundo Constitucional de esta villa, Certifico: Que a consecuencia de haber sido el Licenciado en Medicina y cirugía D. Francisco Ramírez Vas el que franca y lealmente declaró la aparición de los primeros casos de cólera en las salas de medicina, que dignamente visita en el hospital de Caridad de esta villa, se hizo blanco inmerecido de calumnias y denigrantes suposiciones, llegando a tacharlo la opinión pública hasta de envenenador; pues se decía que daba unos polvos con los que mataba á los enfermos, para hacer creer que era cierta la existencia del cólera: que esto lo hacía porque declarándose la epidemia, le iban a dar una cruz y cinco duros diarios (…) llegando á predisponer los ánimos de tal modo en contra del citado profesor, que yo mismo le aconsegé no saliese de noche de casa sin ir acompañado. A pesar de tantas calumnias y de haber sufrido varios insultos en una plaza pública delante de muchas personas, el Sr. D. Francisco Ramírez se condujo con el mayor comedimiento, no queriendo proceder contra sus detractores (…) con cuya noble y delicada conducta vencio a sus enemigos y se granjeó el cariño y confianza de todo el pueblo… A pesar de todo, no renuncia a su cometido, llegando incluso a manifestar síntomas de haber contraído la enfermedad20. Una vez concluida la epidemia, recibe numerosas muestras de agradecimiento de diversas autoridades civiles y militares, siendo de especial relevancia la del Gobernador Civil de la provincia21. Como colofón a la larga nómina de reconocimientos, a finales de 1855 y durante 1856, le serán concedidas varias distinciones: la Real Orden de Carlos III22, la Cruz de Epidemias y la Cruz de la Orden Civil de Beneficencia, estas dos últimas en el verano de 1856. Como ya se ha dado a entender al mencionar el hospital militar de coléricos, la asistencia de las tropas destacadas en Olivenza solía estar a cargo de los médicos civiles de la población. Recordemos aquí que Olivenza perteneció a Portugal hasta 1801, en que, merced a la Guerra de las Naranjas, pasó a la Corona española. Hasta entonces la Santa Casa de Misericordia, fundada en 1501, se había ocupado de asistir a los militares. Aunque el cambio de nacionalidad no supuso ninguna alteración sustancial en el cometido ni en la es- ———— 20 ARV, 4/21. Certificación de haber padecido cólera, expedido por el doctor Gómez. También carpeta 22, id. por el doctor Ramos. Ambos facultativos le diagnosticaron la enfermedad la noche del 8 de agosto. Igualmente se reconoce en diversos documentos como el de la carpeta 28, correspondiendo la certificación al Ayuntamiento de Olivenza. 21 BOP n.º 11, de 25 de enero de 1856, p. 1. En este Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz se da cuenta de diversos agradecimientos a instituciones y personas. Y entre los escasos médicos que figuran en ella, encontramos a Ramírez. 22 ARV, 13/121. El 27 de noviembre de 1855, mediante oficio firmado por Pedro Felipe Monlau, se le comunica la mencionada distinción. 94 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX tructura de la Institución23, sí apreciamos algunas novedades, consecuencia de las dificultades para establecer en la población una asistencia médica que tuviera continuidad24. En 1822 se produce un hecho insólito que origina un grave enfrentamiento entre el Ayuntamiento y el Gobernador Militar de la plaza, motivado por la imposición por parte del estamento castrense del cirujano de Coraceros como cirujano de la localidad25. Esta medida suponía en la práctica que la población civil sería asistida por militares, justo lo contrario de lo que siempre había ocurrido. Con respecto a la Santa Casa, otra medida tomada en 1841 viene a trastocar, sobre el papel, su normal funcionamiento: los militares serán asistidos por militares26. Lo cierto es que en ningún momento volveremos a ver a personal militar asistiendo a civiles y en muy pocas ocasiones, y de corta duración cuando se producen, veremos a las tropas asistidas por la sanidad castrense27. La asistencia médica a los militares estará casi siempre en manos de los médicos civiles, pero para cumplir en lo posible con la Real Orden de 1841, se procederá al nombramiento de médicos militares honora- ———— 23 RODRÍGUEZ MATEOS, M.V. (2003), Los hospitales de Extremadura 1492-1700, Cáceres, Consejería de Sanidad y Consumo, Junta de Extremadura, p. 338. 24 Desde la primera convocatoria de plazas de médico en la Olivenza española (Archivo Histórico Municipal de Olivenza, Libro de actas, 7/1-82), vemos continuas desavenencias entre el municipio y sus médicos y cirujanos, fundamentadas en ocasiones por la falta de fondos en las arcas locales. 25 Archivo Histórico Municipal de Olivenza (AHMO), 8/1-256, con fecha 6 de febrero de 1822. No se le dará licencia para ejercer hasta el 17 de abril siguiente (AHMO, 8/1-271). 26 Una Real Orden de 5 de septiembre de 1841 dispone «que los militares enfermos que ingresen en hospitales civiles sean asistidos por profesores Castrenses, si los hubiese en la población». La misma, dice más adelante en su punto cuarto, «que se evite, en cuanto sea posible, el nombramiento de facultativos para hospitales civiles, en atención á que el sueldo ó gratificación que se les señala es un verdadero gravámen al presupuesto de este ministerio». 27 Desde 1842 hay referencias a la asistencia de la guarnición militar de Olivenza por parte de los médicos civiles de la localidad. El 21 de marzo 1868 se suprime la plaza de médico civil, según comunicación de la Jefatura de Sanidad de Andalucía en el mismo sentido, y que nos aporta más información: «cumpliendo lo prevenido en el artículo 3º de la Real orden de 13 de Febrero próximo pasado referente á hacer las reducciones que las atenciones del servicio permitan en el personal de Profesores civiles empleados en algunos de los hospitales militares, la Reyna (q. D. g.) se ha servido resolver lo siguiente. = 1º: se suprimen los servicios que en la actualidad se desempeñan en los hospitales militares que se indican en la adjunta relación nº 1, los ocho profesores civiles que en la misma se espresan (…). Y hallándose incluidos en la relación nº 1 que se cita los Médicos auxiliares de los Hospitales de Olivenza, Cáceres y Tarifa (…), lo traslado á V. S. para su conocimiento noticia de los interesados y á fin de que disponga sean dados de baja por fin del presente mes =». Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 95 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ rios en las personas de los profesionales locales. El término «honorario» implicaba el no cobrar sueldo, aunque en ocasiones percibían gratificaciones. De esta manera, a partir de 1848 Ramírez aparece por primera vez como médico militar honorario, sin sueldo28. A partir de 1862, según señala en su libro de registro de haberes, y hasta 1868, año en que se suprime la plaza de Olivenza, Ramírez percibe de forma regular un sueldo como médico militar, a razón de 295 reales mensuales. Finalizamos estas notas biográficas mencionando otros cargos desempeñados por Ramírez a lo largo de su vida profesional: forense29 (1862), Subdelegado de Sanidad30 (1871) e higienista (hasta 1873, sin conocerse el año de nombramiento)31. Sobre la concesión del título de higienista debió de influir bastante el interés que se tomó por este campo y que plasmó en diversos trabajos. Estos y otros más le abrirían las puertas de diversas instituciones científicas, entre las que destacamos las Academias médicas de Sevilla32 (desde 1855), Lisboa33 (1855), Madrid34 (1860) y Badajoz35 (1872), y el Instituto Médico Valenciano36 (1854), en cuyo Boletín escribió con asiduidad. ———— 28 ARV, 5/31, según se le comunica mediante oficio de fecha 23 de agosto de 1848. La Ley de Sanidad de 28 de noviembre de 1855, en su artículo 95, sirve de base para organizar el servicio forense. Mediante el Decreto de 13 de mayo de 1862, que se fundamentaba en el mencionado artículo, se creaba un Cuerpo de Facultativos adscritos de forma permanente a los jueces. La entrada en vigor de dicho Decreto en octubre de ese año hace definitivamente posible la aparición de la figura del Médico Forense. En el mismo Decreto se disponía que cada juzgado tuviese su Médico Forense. En esta orden de cosas el Ministro Togado Honorario del Tribunal de Cuentas del Reino, transmite el nombramiento y título de Forense, efectuado el 13 de agosto de 1862, a Francisco Ramírez el 10 de octubre siguiente (ARV, 3/44). 30 ARV, 3/46. Nombramiento de 4 de noviembre de 1871. 31 ARV, 3/48. El documento del que disponemos es la comunicación, de fecha 12 de diciembre de 1877, del Gobierno Civil de Badajoz aceptando la renuncia de Ramírez al cargo de higienista. 32 ARV, 4/47. Mediante oficio de 4 de abril de 1855, se le comunica la admisión en dicha Academia. 33 ARV, 4/39. La Sociedade da Sciencias Medicas de Lisboa le comunica, con fecha 4 de marzo de 1855, la concesión del diploma de socio tras la presentación de la memoria «Importancia da Hygiene», que posteriormente será publicada en el Boletín de la sociedad lisboeta. 34 ARV, 4/48. Comunicación de la admisión como socio corresponsal, de fecha 27 de febrero de 1860. 35 El 16 de noviembre de 1871, Benito Crespo, primer presidente de la Academia pacense, que iniciaría su trayectoria en 1872, invita personalmente a Ramírez para que forme parte de la institución. ARV, 4/50. 36 El 19 de diciembre de 1854, es admitido como socio corresponsal. ARV, 13/9. 29 96 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX A mediados de siglo, Ramírez inició su actividad como colaborador con diferentes publicaciones médicas, creando incluso su propio periódico médico. Precisamente de la actividad literaria de Ramírez trataremos en estas páginas, o de parte de ella, puesto que de su labor como autor de dramas y composiciones poéticas —algo en lo que tuvo mucho que ver su amistad con el célebre dramaturgo Antonio García Gutiérrez, allá en Cuba37—, no trataremos aquí. Más exactamente, lo haremos de su relación con el mundo de las publicaciones periódicas médicas38. Para ello nos apoyaremos en dos pilares: las publicaciones y las relaciones epistolares que Ramírez mantuvo con los artífices de las publicaciones. Los trabajos escritos de Ramírez tratan temas variados. Junto a artículos de escaso relieve encontramos otros realmente atractivos, por cuanto son un reflejo de la medicina de la época, de sus teorías y tendencias, y de la confrontación entre distintas corrientes. Una buena muestra de todo ello la encontramos en el periódico que él mismo fundó y dirigió: El Estandarte Médico. LOS TRABAJOS PUBLICADOS Ramírez publicó en diferentes medios escritos, generalmente españoles39; ———— 37 Según podemos leer en el periódico elvense A voz do Alemtejo, números 50 y 51 de 1860: «E cinco annos permaneceu na Habana como praticante de um regimento, tendo amizade o distincto poeta D. Antonio Garcia Guterres. Affeiçoado tambem ao commercio das Musas fez algunas composiçoes para o periodico, em que este escrevia, e publicou o romance “Os dois rivaes” no jornal dirigido por D. Pascoal Rego». Antonio García Gutiérrez, nacido en Chiclana de la Frontera en 1813, fue una de las figuras más destacadas del romanticismo español. Su poesía no alcanza la calidad de sus dramas en verso, que lo catapultarán a la fama a edades tempranas. En su producción dramática destacan títulos como El trovador y Simón Bocanegra. Ambas obras serán con posterioridad las que inspirarán los respectivos libretos de las conocidas óperas de Verdi Il Trovatore y Simon Boccanegra. Su popularidad, amén de diversas distinciones, le hará alcanzar elevados puestos: Comisario-interventor de la Deuda española en Londres, miembro de la Real Academia Española, Cónsul de España en Bayona y en Génova, y director del Museo Arqueológico Nacional. Curiosamente, García Gutiérrez inició los estudios de Medicina, abandonándolos por su pasión por la literatura. 38 También colaboró con otras de tipo cultural, como El Pasatiempo, de Olivenza, o El Iris, de Badajoz, según PULIDO CORDERO, M. y NOGALES FLORES, T. (1989), Publicaciones periódicas extremeñas 1808-1988, Badajoz, Diputación Provincial, pp. 178 y 159. 39 OVILO OTERO, M. (1859), Manual de biografía y de bibliografía de los escritores españoles del siglo XIX, París, Imprenta de Rublot, tomo I., pp. 156-157. A los periódicos que menciona el autor habrá que añadirle alguno más, como podemos ver en el presente trabajo. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 97 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ destacando inicialmente La Crónica de los Hospitales y siendo el Boletín del Instituto Médico Valenciano el que más trabajos atesora40. Básicamente podríamos hablar de los de contenido corporativista y de los de tema científico. Entre los del primer grupo, destaca el publicado en 1854 con motivo de la muerte en ese año de un farmacéutico de Almendralejo durante la epidemia de cólera. Bajo un extenso y prometedor título41, se esconde una descarnada crítica a los poderes públicos por el tratamiento dado a los sanitarios durante la presente epidemia de cólera. Viene a ejemplarizarla en el trato recibido por la familia de Antonio Marcello, el joven boticario fallecido en Almendralejo en cumplimiento de su deber durante la citada epidemia. Entresacamos un párrafo clarificador, muestra también de la fina ironía que posee su autor42: Al publicarse en la ‘Gaceta’ los nombres de los que han huido y de los que permanecieron firmes en sus puestos en Almendralejo, no se hace mención del malogrado farmacéutico Marcello; pero en cambio se condecora á los particulares con las cruces de Carlos III y de Isabel la Católica: es verdad que también se manda que á los facultativos titulares se les den… las gracias!! El núcleo de los trabajos de esta índole lo encontramos en el debate originado en torno a la creación de una Ley de Sanidad que se hacía necesaria, lo que se denominaba en la prensa de entonces «Proyecto de arreglo de los partidos», o también «Asociación Médica». Estos trabajos conforman buena parte de las páginas del periódico que va a ver la luz en Olivenza. EL NACIMIENTO DE LA PRENSA MÉDICA EXTREMEÑA: EL ESTADARTE MÉDICO Este ambiente convulso, perfectamente perceptible en la prensa especializada de entonces, es el caldo de cultivo para nuevas publicaciones cuya finalidad primordial es el intentar dar un impulso definitivo a una ley que satisfaga las expectativas de las clases sanitarias. La sorpresiva abolición del decreto de abril de 1854, que tantas esperanzas había despertado entre éstas, encrespó ———— 40 Todos los trabajos publicados en él se encuentran relacionados en el índice del Boletín, en http://hicido.uv.es/IMV/IMV/index.html (consultado el 9 de marzo de 2011). 41 RAMÍREZ VAS, F. (1854a), Reflexiones acerca de los importantísimos servicios que las clases médico-farmacéuticas han prestado en todos los tiempos, y principalmente en la actualidad, y de la indiferencia con que son atendidas, La Crónica de los Hospitales, pp. 629-634. 42 RAMÍREZ VAS (1854a), pp. 633-634. 98 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX aún más los ánimos. Mirando el análisis numérico que Méndez Álvaro hace de la aparición de publicaciones médicas durante el siglo XIX, salta a la vista, y él mismo lo hace notar, que el alumbramiento de éstas aumenta en torno a las fechas de la aparición de la Ley de Sanidad de 185543. Otra causa de malestar para los sanitarios era la situación creada con motivo de la mencionada epidemia de cólera. Esta epidemia actuará como uno de los factores precipitantes de la aparición de la ansiada Ley de Sanidad44. Parece claro que Francisco Ramírez, habiendo dado muestras de sus inquietudes gremiales, como acabamos de ver, pudiera ser un candidato a iniciar una de estas publicaciones. En su contra jugaba el hecho de encontrarse en una localidad pequeña y periférica. Aún así juzgó pertinente lanzarse a la aventura editorial, creando en enero de 1855 El Estandarte Médico, periódico reseñado por el mismo Méndez Álvaro45 y citado por autores posteriores46. Aunque no entraremos en pormenores de la publicación, sí dejamos constancia aquí de estar ante el primer periódico médico extremeño47. El siguiente llegaría tres décadas después. La vida de la publicación sería muy corta, tan sólo nueve números, dejando de publicarse a finales de marzo de 1855. Apenas contó con artículos de carácter científico, abundando en los llamados «filosóficos», en los que el director, esto es, Francisco Ramírez, expone su parecer sobre determinadas cuestiones de actualidad. Fundamentalmente trata en diversos números el «proyecto de arreglo de los partidos», criticando duramente una serie de puntos, lo que dará lugar a la respuesta de uno de sus suscriptores y, a la vez, uno de los autores de dicha propuesta, Anastasio García López48. Tampoco se salvan de sus críticas los médicos dedicados a la política, como deja patente ———— 43 RIERA, J. (ed. introducción e índices ) (1978), Francisco Méndez Alvaro. Historia del Periodismo Médico y Farmacéutico en España. En Acta Histórico-Médica Vallisoletana, vol. VIII, Valladolid, Universidad de Valladolid, p. 27. 44 GRANJEL, L.S. (1974), El ejercicio médico, Salamanca, Universidad de Salamanca, p. 112. 45 MÉNDEZ ÁLVARO (1883), p. 79. 46 PULIDO CORDERO, M. y NOGALES FLORES, T. (1989), Publicaciones periódicas extremeñas, (1808-1988), Badajoz, Diputación de Badajoz, p. 143. 47 REGATERO BOTE, A. (2003), La homeopatía: su nacimiento en Badajoz, Revista de Estudios Extremeños, LIX (1), pp. 449-452. En el presente artículo, el autor cita, al igual que Méndez Álvaro y que Pulido y Nogales, un boletín de Homeopatía, publicado por el doctor Rino en 1840 en Badajoz. Al tratar exclusivamente esta materia, no lo consideramos un auténtico periódico médico. 48 Médico conquense, destacado hidrologista y homeópata. Su dilatada trayectoria es estudiada, entre otras, en la obra de ALBARRACÍN TEULÓN, A. (1989), Conferencias sobre cosmología, antropología y sociología bajo el criterio espiritualista científico, Asclepio, 41 (2), pp. 87-102. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 99 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ en uno de los números de su publicación49. Este artículo, entre otros motivos, originó una respuesta de El Siglo Médico, en su número 59, pidiendo paciencia a los médicos, lo que a su vez provocó la de Ramírez, molesto con «el citado periódico que siempre toma con calma las cuestiones de interés profesional»50. Otros de sus artículos «filosóficos» tratan temas candentes del momento y los analizaremos en otro contexto para su mejor entendimiento. LOS GRANDES DEBATES DE LA MEDICINA DE MEDIADOS DEL XIX La medicina europea de inicios del siglo XIX necesitaba dotarse de rigor. En 1801 Bichat sentencia que «la Medicina ha sido rechazada durante mucho tiempo del seno de las ciencias exactas». Y así era. Salvo en los casos de las denominadas «patologías externas», todo eran conjeturas51. En esta transición de siglo, la medicina francesa recurrió al empirismo y al sensualismo de tradición hipocrática y aplicó el riguroso método analítico. A pesar de la aparición del método anatomoclínico, los médicos franceses siguieron recurriendo, en mayor o menor medida, al vitalismo para explicar el origen de la enfermedad52. En este marco se mueven las teorías de los más relevantes médicos del momento: Broussais, Pinel, Bichat, Brown y otros. La aparición de la fisiología experimental de Magendie vino a poner luz en este bosque de teorías y sistemas, aunque no faltarán nombres de relieve, como el destacado clínico Trousseau, que despreciarán el análisis y el microscopio. Por lo que a España se refiere, el proverbial retraso en el que la pervivencia del absolutismo del Antiguo Régimen había sumido a nuestra medicina nos hace ir a remolque de la francesa, pero siempre con un notable desfase. Curiosamente tengan algo que ver en ello algunos de nuestros médicos más sonados de la época53. ———— 49 RAMÍREZ VAS, F. (1855a), ¿Qué hacen los diputados médicos?, El Estandarte Médico, 3, p. 37. 50 RAMÍREZ VAS, F. (1855b), Cuatro palabras a la prensa en general y al Siglo Médico en particular, El Estandarte Médico, 7, p. 97. 51 LAÍN ENTRALGO, P. (1990), Historia de la Medicina. Barcelona, Salvat, p. 426. 52 ARQUIOLA, E. (1992), La formulación de una teoría general de la enfermedad en Francia en el tránsito del siglo XVIII al XIX, Dynamis, 12, p. 189-208. 53 En 1859 aparece Defensa de Hipócrates, de las escuelas hipocráticas y del vitalismo. Publicado por la Real Academia de Medicina de Madrid, la obra está integrada por los dife- 100 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX En el primer número de El Estandarte Médico, Francisco Ramírez, «para inaugurar dignamente sus tareas» —afirma en la primera página— entra en el debate existente en la medicina del momento: (…) de la misma manera que en las escuelas filosóficas la exageración del espiritualismo condujo al materialismo más grosero y repugnante; en medicina el arqueismo de van-Helmont produjo el mecanismo de Boerhave, el humorismo engendró el solidismo, y nótase la misma lucha, sin que se pueda presentir el triunfo, entre la escuela organicista de París y la vitalista de Montpellier. Las doctrinas solidistas, aunque no exentas de trascendentales errores, serán siempre acreedoras a nuestra gratitud (…) La inauguración en nuestro siglo del solidismo, apellidado después por Broussais medicina fisiológica, ha dado el ser a la anatomía topográfica, tan necesaria para el estudio de los efectos quirúrgicos (…) Como no podía menos de suceder, el esclusivismo sistematico e insostenible del solidismo (…) relegando a un olvido injusto al antiguo humorismo (…) debía producir (…) nuevos estudios y multiplicadas observaciones químicas y microscópicas que declaren la parte de verdad que encerraban uno y otro sistema54. El autor refleja en el artículo la pugna de los que sostienen que el origen de la enfermedad radica en la alteración de los órganos («solidistas») y los que se siguen aferrando a las teorías galénicas («humoristas»). Desde finales del siglo XVIII, las teorías solidistas, en sus distintas variantes, habían ganado terreno. No obstante, un solidista como Bichat ya había enunciado que si la causa de la enfermedad asienta en los sólidos, la causa pueden ser los sólidos o los fluidos, por lo que no puede aceptarse un solidismo o un humorismo puro55. Pocos años después, Ramírez volverá sobre el mismo asunto en las páginas del Boletín del Instituto Médico Valenciano56: Cualesquiera que hayan sido las doctrinas médicas, se las ha visto siempre girando en el mismo círculo vicioso en pos de la verdad absoluta. Se ha visto en efecto a la filosofía médica proclamar el vitalismo, abrazar después el humorismo, y echarse últimamente en brazos del solidismo para volver a empezar de nuevo en el mismo punto de partida, aunque muchas veces con nombres distintos y ligeras modificaciones esenciales. Y es que al desplomarse un sistema á impulso de sus ———— rentes discursos que en la mencionada Academia pronunciaron en defensa de la medicina hipocrática académicos como Santero, Méndez Álvaro o Nieto Serrano. 54 RAMÍREZ VAS, F. (1855c), Ligero bosquejo del estado actual de la medicina, El Estandarte Médico, 1, pp. 2-4. 55 ARQUIOLA (1992), p. 197. 56 RAMÍREZ VAS, F. (1861), ¿Existen las enfermedades de los líquidos?, Boletín del Instituto Médico Valenciano, 7, p. 448. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 101 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ exageraciones y de sus absurdos, el que le sucede, lejos de utilizar las verdades descubiertas, se empeña en fundar con principios diametralmente opuestos, una nueva escuela (…). Decir que los fluidos no sufren ni son molestados en su acción molecular, es negarse á la evidencia (…) De lo dicho se desprende toda la importancia que tiene la patología humoral y su valor semiológico tan lastimosamente olvidado, y sin cuyo examen sería en algunos casos difícil y en otras imposible el diagnóstico de la enfermedad. Aunque defiende expresamente el «humorismo» en el párrafo que acabamos de ver, no cabe interpretarlo como tal, puesto que no está hablando del origen de la enfermedad que asienta en una alteración de los líquidos, sino en las alteraciones de los líquidos, cuyo estudio nos puede ayudar en el diagnóstico de la enfermedad. Ramírez parece estar muy al tanto de lo que ocurre en la vecina Francia y sus progresos en la medicina fisiológica57. Pero no acaba de ser tajante en sus aseveraciones y romper definitivamente con las tendencias que ha criticado con anterioridad, algo que sí haría años después Bernard58: La medicina experimental (…) no será vitalista, ni animista, ni organicista, ni solidista, ni humoral, será simplemente la ciencia que procura remontarse a las causas próximas de los fenómenos de la vida, en el estado sano y en el morboso. Dentro de esta controversia sobre el origen de la enfermedad, sobresale por su actualidad el tema de la contagiosidad de algunas enfermedades. El concepto de contagiosidad es muy antiguo, siendo la concepción moderna del término atribuible a Fracastoro, con lo que nos remontamos a la primera mitad del siglo XVI. El creciente intercambio de materias primas y de manufacturas a finales del XVIII implicaba un mayor riesgo de importación de enfermedades epidémicas, siempre desde el punto de vista de la teoría miasmática, defendida por los contagionistas, que situaba el origen de estas enfermedades en los efluvios procedentes de la descomposición de la materia orgánica, en la que tenían gran influencia las condiciones atmosféricas. Estos miasmas eran productos volátiles y, en consecuencia, eran transportados por el aire. Las medidas profilácticas de los contagionistas pasaban por las cuarentenas en lazaretos, los cordones sanitarios y las fumigaciones. Los anticontagionistas, ———— 57 Tenemos constancia de suscripciones de Ramírez a diversas publicaciones francesas como Journal de Médicine et de Chirurgie, Gazette des Hospitaux y Suplément á l´annuaire de thérapeutique, de los que se conservan diversos ejemplares en su biblioteca. 58 IZQUIERDO, J.J. (1994), Claude Bernard. Introducción al estudio de la medicina experimental, Madrid, Dirección General de Publicaciones, Facultad de Medicina, UNAM, p. 402. 102 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX más que un discurso coherente sobre el origen de las epidemias, aprovechaban los puntos débiles de los contagionistas para rebatir sus teorías. Así lo manifiesta el químico francés Raspail59: ¿de qué sirven las cuarentenas y cordones sanitarios si la enfermedad se transmite por el aire? El principal problema de los contagionistas era no poder aislar al agente causante de la enfermedad, con lo que no podían demostrar el origen de la enfermedad. Por otro lado, esta circunstancia facultaba la aparición de múltiples variantes dentro de la teoría contagionista. Esta falta de unidad reforzaba las teorías anticontagionistas. A pesar de que Acerbi, en 1822, y Henle, en 1840, habían mostrado su convencimiento sobre la contagiosidad del cólera60, las tesis anticontagionistas poseían más adeptos. En 1854 Pettenkofer, tras estudiar la epidemia de cólera de Munich, elaboró una nueva teoría, atribuyendo al suelo el origen de la enfermedad. Su Bondentheorie sería publicada al año siguiente y tuvo tal influencia que ni el descubrimiento del germen por parte de Koch en 1883 hizo cambiar de opinión a sus partidarios61. Existían otras teorías científicas, como la infeccionista, propuesta por Broussais, defendiendo que el origen de las enfermedades era una infección secundaria a la irritación de los intestinos62. La repercusión de las medidas propuestas por los contagionistas en caso de epidemia tenía una influencia negativa para el comercio. Esta situación, que afectaba más a los países industrializados, acabó por convertir el debate de la contagiosidad en un asunto más político que sanitario. Países como Gran Bretaña y los del norte europeo despreciaban las cuarentenas, por creerlas inútiles; pero, sobre todo, por la negativa repercusión sobre su comercio. Enfrente, los países mediterráneos, defendiendo las medidas ya enunciadas63. Las suce- ———— 59 RISQUES, A. y CARLADO, A.M. (1854), Conselhos hygiénicos, preservativos, e curativos para a Cholera, segundo os principios do Sabio F. V. Raspail e doutrinas expendidas na Revista Philosophica offerecidas ao Povo Portuguez por…, Manuscrito remitido por el impresor a Francisco Ramírez Vas, p. 6. 60 LAÍN ENTRALGO (1990), p. 400-402. 61 LEDERMAN D.W. (2003), A propósito del cólera: Max von Pettenkofer y su Experimentum Crucis, Revista Chilena de Infectología, 20, pp. 84-85. 62 BONASTRA TOLOS, J. (2000), Innovaciones y continuismo en las concepciones sobre el contagio y las cuarentenas en la España del siglo XIX. Reflexiones acerca del problema sanitario, económico y social, Scripta ova. Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 69 (35), pp. 1-7. 63 MATEOS JIMÉNEZ, J.B. (2005), Actas de las conferencias sanitarias internacionales (1851-1938), Revista Española de Salud Pública, 79 (3), p. 340. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 103 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ sivas conferencias sanitarias internacionales convocadas a partir de 1851 con el fin de unificar criterios de lucha contra las epidemias acabaron por convertirse en el escenario de la lucha de intereses comerciales, en el que se buscaban siempre las medidas menos lesivas para los países más desarrollados64. Incluso en países mediterráneos como España, no faltarán voces que se alcen contra las medidas ejercidas contra la libre circulación del comercio65. En este contexto, Ramírez escribe en 1854: «¿Debe aconsejarse el aislamiento de los coléricos y la incomunicación completa de los pueblos contagiados?»66. El artículo en cuestión de Ramírez nos parece doblemente interesante. Por un lado, porque en él expone sus propios razonamientos, en contraposición a las teorías más extendidas. Por otro, porque en él encontramos los fundamentos de su actuación durante la epidemia que se desencadenará en Olivenza unos meses después. Para ilustrar lo primero recurrimos a citas textuales, comenzando por la polémica de los cordones sanitarios, «… por su influencia más o menos directa en la paralización del comercio y de la industria…»67, añadiendo unas líneas más abajo, que el aislamiento es la «… única profilaxis para la epidemia…». Más adelante, sobre la etiología y el contagio de la enfermedad, expresa lo siguiente: (…) el intrincado problema de la etiologia colérica (…) se ha tratado de oscurecer y desfigurar, especialmente en los países comerciales, que son los mas interesados en que la verdad no brille con todo su esplendor (…) Que el cólera es importable, y que se comunica por el contacto con las personas que lo padecen ó con los efectos contagiables que de ellos proceden, nos lo está patentizando no solo los casos aislados y bien comprobados de trasmisión directa, sino tambien la marcha que en su aparicion ha seguido la epidemia… ———— 64 MATEOS JIMÉNEZ (2005), p. 343. FERNÁNDEZ DE CASTRO, M. (1879), Las cuarentenas: posibilidad de suprimir las de observación sin daño de la salubridad pública y con ventaja de la navegación y del comercio, por…, Madrid, Impr. de Fontanet, p. 10. Este ingeniero de minas se apoya en las opiniones que le son favorables a sus intereses, alegando algunas dudas de Monlau sobre que una determinada enfermedad sea siempre contagiosa, o la negación de contagiosidad que Tardieu otorga al cólera y a la fiebre amarilla. 66 RAMÍREZ VAS, F. (1854b), ¿Debe aconsejarse el aislamiento de los coléricos y la incomunicación completa de los pueblos contagiados?, La Crónica de los Hospitales, pp. 555-556. 67 RAMÍREZ VAS (1854b), p. 556. 65 104 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX En la página siguiente repite claramente su convicción: (…) este azote del género humano es importable, y que no va a ninguna parte sino lo llevan los hombres ó los efectos contagiados… En los párrafos siguientes se dedica a desmontar las teorías de los «anticontagionistas», y especialmente la que sustenta la transmisión de la enfermedad por el aire, lo que le conferiría a la misma un carácter epidémico. Posteriormente, a propósito de lo dicho por el autor que se cita, nos deja otra interesante observación68: La proposicion de Auber-Roche, de que el único preservativo de la peste es la civilización, llegará á ser una verdad cuando los esfuerzos de la civilización, uniformando las leyes sanitarias europeas, propendan al desenvolvimiento práctico de todas las grandes cuestiones de higiene pública que forman la felicidad de los pueblos. La división de criterios sobre el origen del cólera queda patente en el artículo que, curiosamente, va a continuación del de Ramírez, además de estar escrito por un amigo suyo69: La mayor parte de los que mas han observado y combatido el cólera morbo asiático divide el tratamiento en preservativo y curativo. El primero es bien sabido que se reduce á una higiene bien observada, á la sobriedad y una vida bien arreglada (…) deben evitarse todos los escesos, las bebidas alcohólicas, las sustancias indigestas y la Venus (…), y por fin, evitar el miedo y todas las afecciones morales. La máxima expresión en España de la mencionada división por el origen de la enfermedad la constituyó el enfrentamiento entre Nicasio Landa, médico oficial de la lucha contra la epidemia y seguidor de las tesis de Pettenkofer, y Méndez Álvaro, contagionista convencido70. Y al igual que en el resto de Europa, los descubrimientos de Koch no supusieron un cambio de mentalidad en muchos de nuestros médicos, como lo atestiguan obras posteriores a ellos71. ———— 68 RAMÍREZ VAS (1854b), p. 561. BENITO GONZÁLEZ, Z. (1854), Cuatro palabras acerca del contagio, infección y tratamiento del cólera morbo, La Crónica de los Hospitales, pp. 566-573. 70 VIÑES, J.J. (2000), El Dr. D. Nicasio Landa, médico oficial en la epidemia de cólera de 1854-1855, Anales del Sistema Sanitario de avarra, 23 (1), pp. 85-107. Méndez Álvaro desaconsejó la publicación la Memoria sobre el cólera que Landa presentó en 1861 a la Real Academia por sus teorías sobre la influencia del terreno en la difusión de la enfermedad. 71 ULECIA CARDONA, J. (1885), Tratamiento del cólera morbo, Madrid. Impr. de la Co69 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 105 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ Años después Ramírez muestra interés por otra enfermedad infecciosa de sumo interés. Entre 1860 y 1861 publica un extenso trabajo dividido en dos partes de cinco artículos cada una sobre la diátesis tuberculosa. Extraemos un párrafo por lo llamativo de lo expresado en él, posiblemente más producto del deseo que de los conocimientos que se tenían entonces de la enfermedad: Para destruir la virtud patogenica, ó para producir artificialmente en el organismo una aptitud refractaria á la incubacion y ulteriores evoluciones de los virus; creemos que ha de existir algun medio profilactico especifico (…) ¿Y quién sabe si en un porvenir más ó menos lejano (…) se descubrirán (…) esos preciosos y codiciados preservativos?72 . LA CORRIENTE HIGIENISTA El cambio de mentalidad ocasionado por las ideas ilustradas del siglo XVIII alcanzó también a la medicina. Las altas tasas de mortalidad que padecían los sectores de población más pobres, junto a sus miserables condiciones de vida, motivó la denuncia de los médicos que estaban en contacto con ellos. La aparición de la obra de Frank La miseria del pueblo, madre de enfermedades suscitó el interés de otros higienistas, reorientando los estudios higiénicos, centrados hasta entonces en la profilaxis de la llamada medicina pública, hacia la desgraciada realidad73. El precursor de la higiene en España fue Ortiz de Landázuri. Pero el verdadero introductor de la disciplina en nuestro país fue Mateo Seoane, liderando, además, una nómina de higienistas que abarcó la práctica totalidad de la centuria, en la que se encontraban sus discípulos Monlau y Méndez Álvaro y que culminarían Giné y Partagás y Rodríguez Méndez. La corriente higienista que recorría toda la Europa occidental tuvo en España, en el primer tercio del siglo XIX, el obstáculo de la pervivencia del Antiguo Régimen. Superado este escollo, las cosas no mejoraron significati- ———— rrespondencia de España, p. 38. El autor manifiesta que el origen del cólera «se pierde en un intrincado laberinto». 72 RAMÍREZ VAS, F. (1860a), Diátesis tuberculosa y su profilaxis, Boletín del Instituto Médico Valenciano, 7, pp. 157- 159. 73 ALCAIDE GONZÁLEZ, R. (1999), La introducción y el desarrollo del higienismo en España durante el siglo XIX. Precursores, continuadores y marco legal de un proyecto científico y social, Scripta ova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, 50, disponible en http://www.ub.edu/geocrit/sn-50.htm (consultado el 9 de marzo de 2011). 106 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX vamente. Los vaivenes políticos, fundamentalmente de la primera mitad de siglo, impidieron la consolidación de esta disciplina. La inestabilidad política, traducida en una cascada de gobiernos de corta duración, cristalizó en sucesivas leyes que intentaron regular tanto los estudios de medicina como el ejercicio de la misma74. A partir de 1843, el estudio de la Higiene se desliga del de la Fisiología. Pero a pesar de haber adquirido carta de naturaleza propia, la importancia de esta disciplina seguirá estando en segundo plano en la Universidad. A excepción de Monlau, en 1854, y tan sólo durante ocho meses, las cátedras de Higiene estuvieron durante muchos años en manos de médicos de paso hacia otras cátedras mejor valoradas75. El papel de los tres higienistas de la etapa burguesa revolucionaria (18351874), Seoane, Monlau y Méndez Álvaro, es fundamentalmente difusor de las teorías británicas, muy influenciadas por las alemanas y también de las francesas. Sus obras carecen de originalidad, propugnando la supeditación de la medicina a la administración pública y el no intervencionismo estatal, tal y como defienden las tesis británicas de los seguidores del filósofo Betham76. Hay que señalar que la población objeto de la aplicación de las medidas higiénicas radicaba en las ciudades, quedando las poblaciones rurales fuera de ellas77. De igual manera la higiene industrial quedaba al margen de toda intervención78. El interés por la higiene, tanto la pública como en general, se manifiesta en el número de disposiciones legales aparecidas, fundamentalmente, entre 1851 y 186079. De la misma manera, el número de publicaciones sobre la materia en este mismo periodo de tiempo es significativo mayor que en idénticos intervalos de tiempo de la misma centuria80. ———— 74 GRANJEL, M. (1983), Pedro Felipe Monlau y la higiene española del siglo XIX, Salamanca, Cátedra de Historia de la Medicina, Universidad de Salamanca, pp. 24-25. 75 GRANJEL (1983), p. 30. 76 ALCAIDE GONZÁLEZ (1999). 77 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. y MENÉNDEZ NAVARRO, A. (2006), La tardía intervención higiénica en el medio rural español: el caso de la lucha contra la anquilostomiasis, 1910-1960, La Mutua (2ª época), 16, pp. 71-86. 78 RODRÍGUEZ OCAÑA, E. y MENÉNDEZ NAVARRO, A. (2005), Salud, trabajo y medicina en la España del siglo XIX. La higiene industrial en el contexto antiintervencionista, Archivos de prevención de riesgos laborales, 8 (2). pp. 58-63. Como señalan los autores, «los derechos ciudadanos acababan a las puertas de las fábricas» (p. 62). 79 ALCAIDE GONZÁLEZ, R. (1999). En cuanto a la Higiene, entre 1851 y 1860, aparecen 189 disposiciones legales de un total de 343 aparecidas entre 1821 y 1863. 80 GRANJEL (1983), p. 170. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 107 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ Francisco Ramírez muestra un temprano interés por la Higiene. De hecho, el primer escrito del que tenemos constancia es sobre esta materia, publicado en el medio en el que más se prodigó en sus inicios, La Crónica de los Hospitales. Es de 1854 y consta de siete artículos81 agrupados bajo el título de «Importancia de la higiene considerada en sus relaciones con la ciencia administrativa y moral». No se trata de un trabajo exhaustivo de higiene en todas sus aplicaciones, sino que es más bien una extensa justificación del fomento de la misma en el campo personal, administrativo e incluso moral. El trabajo en su inicio realiza un largo recorrido por las culturas antiguas, destacando los hábitos higiénicos de estos pueblos, tanto en lo privado como en lo que se refiere al ámbito comunitario. En la segunda parte, defiende el ejercicio físico y la investigación de las causas de la insalubridad de los pueblos. Critica que el decreto de abril de 1854 no fomente la higiene privada, quedándose sólo en la pública. Como punto sumamente interesante, propone aquí la creación de una asignatura de higiene en la enseñanza primaria. En la tercera entrega, aborda la salubridad de las viviendas, con especial tratamiento de la ventilación. Arremete contra los especuladores del suelo. Critica la costumbre del medio rural de mezclar personas y animales bajo el mismo techo. La misma opinión le merece la presencia de fábricas en los cascos urbanos. Y una crítica más a las administraciones públicas, más pendientes de la estética de los edificios que de la salubridad de los mismos. Especialmente interesante nos parece el contenido de la cuarta parte. En él aborda el tema de la beneficencia, expresando que «… si la índole de este artículo nos lo permitiera, descenderíamos a consideraciones de economía política…»82. En estas líneas hace votos por un control estatal de los establecimientos destinados a este fin, haciendo incluso nuevas fundaciones y controlando la mendicidad como en algunos departamentos franceses. Aunque generoso de sentimientos, adolece de lo que otros muchos autores: ideas concretas83. El siguiente repaso es el de los establecimientos penitenciarios, «… sitios de custodia y no de castigo para los presos…», criticando el mal estado de sus instalaciones y la carencia de grandes patios en los que poder realizar ejercicio los confinados. ———— 81 RAMÍREZ VAS, F. (1854c), Importancia de la higiene considerada en sus relaciones con la ciencia administrativa y moral, La Crónica de los Hospitales, pp. 232-238, 300-306, 328335, 357-367, 392-401, 483-494, 649-655. 82 RAMÍREZ VAS (1854c), p. 359. 83 MARSAL I FERRET, M. (2002), Pobreza y beneficencia pública en el siglo XIX español, Valladolid, Lex Nova, pp. 53-56. 108 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX En la quinta, defiende la hospitalidad domiciliaria, alegando que «… los grandes hospitales son focos de infección difícil de remover…». Sigue con una propuesta de mejora en la atención a los niños expósitos, siendo atendidos en casa de la nodriza e incentivando la buena atención de éstas. En el penúltimo capítulo trata el problema de la insalubridad de las charcas y de los cultivos acuáticos, defendiendo «la combatida idea del contagio». Finaliza el trabajo abogando en su última parte por el aseo personal y el baño, estimando en cuarenta litros de agua las necesidades diarias de cada individuo. El 18 de febrero de ese año de 1854, había pronunciado un discurso en la Academia del Cuerpo de Sanidad Militar del distrito de Extremadura, que tituló «Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus preceptos en el Ejército». De corte similar al trabajo anterior, del que es prácticamente coetáneo, se centra más en aspectos propios del ejército, como corresponde al caso. Dedica buen espacio a ensalzar los beneficios del ejercicio físico y a combatir la ociosidad del soldado. Entra, posteriormente, a valorar lo que debe ser una buena alimentación, considerando que deben recortarse las verduras e incrementar el consumo de carnes y pescados. Considera la práctica de la natación una buena medida, tanto higiénica como deportiva. Finalmente, habla de la instauración de una Cartilla Militar de Higiene, donde se recogerán diversos consejos para una vida saludable del soldado. En 1855 entra a formar parte de la Sociedade da Sciencias Medicas de Lisboa y publica la memoria de ingreso en el Boletín de esta Academia portuguesa. En 1859 comenzó la publicación del anterior trabajo en el periódico barcelonés La Alianza Médica, sin finalizar la misma en este medio impreso. Esteban Quet, entonces director de dicho periódico, se comprometió con Ramírez a publicar íntegra dicha memoria en la publicación de la que se hace cargo en 1860: La España Médica. Y en sus páginas vio por fin la luz este trabajo, que no se diferencia en nada de los referidos anteriormente84. HIGIENE Y ESCUELA: UN INTENTO FALLIDO Ramírez apuntaba, como acabamos de ver, en uno de sus trabajos, la necesidad de convertir esta disciplina en materia de estudio en la escuela, como primer escalón para acogerse a hábitos saludables. De tal manera, y siguiendo ———— 84 RAMÍREZ VAS, F. (1860b), Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus preceptos, La España Médica, pp. 66-71, 88-91, 103-106. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 109 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ la costumbre de poner en práctica lo que pensaba, se embarcó en una segunda aventura editorial, publicando su Compendio de higiene o arte de conservar la salud, título de resonancias conocidas de publicaciones de otros higienistas contemporáneos. La obra —«opúsculo» lo llama su autor— va destinada a convertirse en texto escolar, cosa que no fue posible. Veamos la estructura del trabajo en cuestión: Introducción. Parte 1.ª. Influencias dependientes del individuo. Cap. 1.º. De las influencias climatológicas. Art. 1.º. De la composición y pesantez del aire. Art. 2.º. De los vientos. Art. 3.º. De la alteración del aire. Art. 4.º. De la temperatura atmosférica. Climas. Art. 5.º. De la electricidad atmosférica. Art. 6.º. De la luz. Art. 7.º. De los sonidos. Art. 8.º. De las habitaciones. Cap. 2.º. De las influencias cosmetológicas. Art. 1.º. De los vestidos. Art. 2.º. De la limpieza del cuerpo. Cap. 3.º. De las influencias alimenticias. Art. 1.º. De los alimentos. Art. 2.º. De las bebidas. Parte 2.ª. Influencias propias del hombre sobre sí mismo. Cap. 1.º. De las influencias sensitivas y afectivas. Artº. 1.º. De las sensaciones y pasiones. Artº. 2.º. De las facultades intelectuales. Artº. 3.º. Del trabajo intelectual. Cap. 2.º. De las influencias gimnásticas. Artº. 1.º. Del ejercicio. Artº. 2.º. Del reposo. Cap. 3.º. De las influencias orgánicas. Artº. único. De las constituciones. Cap. 4.º. De las influencias adquiridas. Artº. único. Del hábito. Conclusión 110 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX La obra fue escrita en 1852, según figura en el manuscrito, siendo remitida para su aprobación como texto escolar. La respuesta del Real Consejo de Instrucción Pública fue negativa, «porque debiera reducirse á reglas y preceptos propios para niños, suprimiendo lo que conviene que estos ignoren, y redactándola en términos adecuados á su comprensión»85. Viendo el índice parece justificada la anterior negativa, en la época de su redacción, y leyendo someramente el texto, se comprende que no fuera excesivamente inteligible para niños. No obstante, se añade adelante, se considera que: (…) atendiendo al mérito de la obra, la Reina (q. D. g.) se ha servido resolver que se recomiende su estudio á los Profesores de toda clase y á las corporaciones, siempre que V. la imprima y presente dos ejemplares. Finalmente, el trabajo, como se le pedía, se imprimió en 1858, aunque no tenemos constancia del destino real que se le dio. Lo cierto es que sí hubo médicos de cierto renombre, como Esteban Quet y Mariano Benavente, que manifestaron, como veremos, su interés por la obrita. Como es sabido, en 1860 Monlau sacaba a la luz su obra ociones de higiene doméstica y gobierno de la casa, destinada por Real Orden a ser texto de las escuelas86, eso sí, sólo de señoritas, ajustándose de esta manera al Artículo 5.º de la conocida «Ley Moyano» de 1857. Con similar objetivo aparecería en 1863 otra obra menos conocida, pero también destinada a texto de escuela, del higienista leonés Díez Canseco87. OTRAS CUESTIONES DE INTERÉS Dentro del debate surgido en torno a la nueva legislación deseada por los médicos españoles, y que abocaría en la Ley de Sanidad de noviembre de 1855, surgieron diversas propuestas. El Estandarte Médico surgió fundamentalmente como medio de expresión de Ramírez en este tema. En sus páginas encontramos un extenso análisis del estado de la cuestión por parte de su director y de otros profesionales, en el que no faltan propuestas. En el tercer número del periódico, encontramos un interesante artículo sobre el proyecto ———— 85 La resolución del Real Consejo lleva fecha de 18 de diciembre de 1852. GRANJEL (1983), p. 145. 87 DÍEZ CANSECO, V. (1863), Catecismo higiénico para los niños, León, Establecimiento tipográfico de Miñón. 86 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 111 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ de Asociación Médica, al final del cual Ramírez lanza la idea de la obligatoriedad de realizar una memoria anual en los siguientes términos88 : 1º Tanto el médico como el cirujano al finalizar el año darían una memoria de las enfermedades que hubiesen predominado; si eran endémicas, epidémicas ó contagiosas; qué causas habían determinado su manifestación; si eran accidentales ó permanentes, y qué medidas habían de adoptarse para extinguir los focos de insalubridad y mejorar las condiciones higiénicas de la población. También acompañarían un estado de los muertos y su proporción con los curados, especificando los métodos curativos empleados. De esta manera se reunirían preciosos materiales para la estadística y para la geografía médica de España. 2º Los farmacéuticos igualmente darían una noticia de las plantas y aguas medicinales para contribuir á perfeccionar la flora española y la hidrología médica. En el anterior párrafo, Ramírez expresa su convicción de la utilidad de la estadística, cuestión por la que mostrará interés también Méndez Álvaro, no así su admirado Monlau. En el último número del periódico, vuelve a esta idea, en oposición a la proposición de Broussais, quien afirmaba «que no es posible hacer salir de un número otra cosa que un número»89. Propone además la asociación de la anatomía patológica y del análisis estadístico para que el diagnóstico sea más fiable. En el cuarto número destacamos una interesante reflexión sobre la Beneficencia. Ramírez reclama el derecho de los menesterosos a una caridad pública y la obligación del Gobierno de proteger los asilos piadosos. Ejemplariza la lamentable situación de la Beneficencia en dos casos, el de una señora anónima y el de un ministro, que han contribuido con dinero propio y mantas a sostener el Hospital de Beneficencia de Madrid. La Ley General de Beneficencia de 1849 y el posterior Real Decreto de 1852, aprobado para la ejecución de dicha Ley, creaba las Juntas Provinciales de Beneficencia, estableciendo así el control del Estado sobre los establecimientos de caridad. La Ley de Sanidad de 1855 deja en manos de las Diputaciones provinciales el control de la Beneficencia. En su Artículo 64 se refiere a la Beneficencia domiciliaria de esta manera: «las Juntas Provinciales de Sanidad invitarán a los Ayuntamientos a que establezcan la hospitalidad domiciliaria», evidenciando la falta de un modelo obligatorio a seguir por parte de las entidades locales90. Esto ———— 88 RAMÍREZ VAS, F. (1855d), Examen crítico del Proyecto de Asociación Médica, El Estandarte Médico, pp. 36-37. 89 RAMÍREZ VAS, F. (1855e), Importancia de la estadística, El Estandarte Médico, p. 133. 90 BARONA VILAR, C. (2006), Las políticas de la salud. La sanidad valenciana entre 1855 y 1936, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia. 112 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX dará lugar a la falta de un control efectivo de las Diputaciones, especialmente, sobre los establecimientos de beneficencia privados91, cuya situación se vería agravada por las sucesivas desamortizaciones que sufrieron estas entidades. De nuevo en las páginas de El Estandarte Médico, en su octavo número, en un artículo que firma Ramírez se aboga por la especialización en pediatría, con centros específicos para niños92. Aunque los primeros tratados sobre pediatría en España hay que buscarlos dos siglos antes93, los programas de enseñanza tardaron en reflejar la nueva tendencia. La primera cátedra de pediatría en España data de 1887 y el primer hospital pediátrico, el Niño Jesús, de Madrid, es de 1876. Todavía en el congreso de la Sociedad Ginecológica Española que tuvo lugar en 1910, se trataron temas de pediatría. Ramírez publica otros trabajos sobre temas terapéuticos, eligiendo para ello el Boletín del Instituto Médico Valenciano: hernias estranguladas (publicado en 1859), gastralgias (1863) o viruela (1873). Entre 1858 y 1877 publica en este Boletín diversos artículos, siempre de carácter científico. A excepción del último94, en el que hace alguna puntualización —bastante irrelevante, por cierto— a Juan Bautista Peset a propósito de un trabajo de éste sobre la historia de la medicina valenciana. Anécdotas aparte, sorprende que en este medio escrito Ramírez no toque uno de sus temas favoritos, como es el de la higiene. Los trabajos realizados en los últimos años, sobre todo en 1877, los dedica a un hecho sorprendente: la curación súbita de una mujer de la localidad pacense de Villafranca de los Barros en 1874, que había quedado ciega diez meses antes. La paciente fue estudiada desde el inicio por un pionero de la ———— 91 Entre 1870 y 1874 la Inspección de Beneficencia de Badajoz, solicita reiteradamente determinados documentos a la Santa Casa de Misericordia. Entre otros temas, se pregunta por la falta de renovación de los cargos de la Mesa que dirige dicho establecimiento. La falta de respuesta alguna por parte de la Mesa dará lugar a la intervención del Gobernador Civil de la provincia en 1870 (AHMO, 5/22). En 1874, ante la falta de colaboración de la institución benéfica, el Gobernador procede a dar un ultimátum a la Mesa (AHMO, 5/49), ordenando la inspección de las cuentas del establecimiento, bajo la sospecha de una mala gestión, cosa que tampoco se pudo llevar a cabo. 92 RAMÍREZ VAS, F. (1855f), Necesidad de dar más amplitud al estudio teórico y práctico de las enfermedades de la infancia, El Estandarte Médico, p. 113. 93 ARANA AMURRIO, J.I. (2000), Evolución de los saberes pediátricos en España desde el tratado de Gerónimo Soriano. Cuatro siglos de historia, Conferencia inaugural del Congreso de la AEP de 2000. Disponible en: http://scptfe.com/microsites/Congreso_AEP_2000/Ponencias-htm/ conferencia_inaugural.htm (Consultado el 14 de abril de 2011). 94 RAMÍREZ VAS, F. (1877a), Una duda, Boletín del Instituto Médico Valenciano, 15, pp. 220-224. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 113 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ oftalmología española: el doctor Chiralt95. Tras la súbita curación de la ciega, el Obispado de Badajoz96 encargó una investigación a la recién creada Academia de Ciencias Médicas de Badajoz, concluyendo la Comisión creada al efecto que no había explicación científica al hecho. La no aceptación del dictamen por una parte de los académicos originará un debate interno y externo que tendrá su principal repercusión en el relevo de Benito Crespo como presidente de la Academia. Era el colofón a una lucha que tuvo su reflejo en las páginas, fundamentalmente, de La Correspondencia Médica, que se hizo eco de la teoría del principal opositor de Ramírez, Narciso Vázquez97. No parece que Ramírez tuviera igual trato por parte de esta publicación, pues a pesar de los contactos mantenidos con el director de la publicación, Juan Cuesta Ckerner98, el periódico, a través del administrador, da por zanjado el tema en agosto de 187799. Todo lo acontecido queda recogido en una obra que finalmente ———— 95 Según consta en el expediente de investigación del Obispado (ARV, 8/29), Chiralt etiquetó el padecimiento de «neuritis óptica bilateral». La afección, según se relata en él, siguió evolucionando hasta la pérdida, prácticamente total, de la visión. 96 El Obispado interviene en el asunto por en hecho de haberse producido la supuesta curación cuando un paso de Semana Santa transitaba ante la ciega, por lo que los testigos etiquetan el hecho como milagroso. 97 Narciso Vázquez Lemus fue uno de los miembros fundadores de la Academia pacense. Destacó tanto o más en su faceta político-social que en la médica. «Republicano uterino», como le llamó Miguel Maura, masón y «no creyente», vería colmadas sus aspiraciones cuando en 1934, por razón de edad, presidió las Cortes Constituyentes de la Segunda República (ENRÍQUEZ ANSELMO, J. (1995), El Dr. Augusto Vázquez. Su tiempo y circunstancias sociopolíticas, Cáceres, Servicio de Publicaciones, Universidad de Extremadura, p. 22). La teoría de Vázquez es que la ceguera en cuestión obedece a una contracción temporal del «anillo» de Zinn (así denomina al ligamento de Zinn), algo más que improbable como ya entonces apuntara Ramírez, bien asesorado por otro pionero de la oftalmología: Luis Oliveres. Ramírez, al igual que Chiralt, Oliveres, Crespo o Regino de Miguel, no encuentran explicación al caso. Si bien creen que la alteración que originó la ceguera pudo ser una neuritis óptica o, con menor probabilidad, una «fluxión hiperhémica crónica», no encuentran razón para una curación súbita. Éste es el motivo por el que Ramírez, en el discurso inaugural del periodo de sesiones de la Academia de Ciencias Médicas de Badajoz, en 1877, expresa, parafraseando a un colega: «donde acaba la ciencia principia la duda, y yo añado: donde acaba la duda principia la fe». Sin embargo, en contra de lo que pueda parecer, siempre se abstuvo de hablar de un posible milagro. 98 Existen diversos borradores de cartas y artículos remitidos a la redacción de este periódico referentes al asunto de la ciega. ARV, 8/11-15. 99 ARV, 8/16. 114 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX no vería la luz100, aunque sí nos dejaría impreso el discurso que sobre el tema pronunció en la Academia pacense en 1877101. LA CORRESPONDENCIA Tanto la aparición de El Estandarte Médico como la publicación de sucesivos trabajos en prensa por parte de Ramírez generaron una abundante correspondencia con numerosos médicos. La pervivencia de estas cartas constituye un valioso testimonio de la actualidad médica, política y social del periodo que abarcan102. Con respecto a la aparición del periódico oliventino, se conservan numerosas suscripciones de médicos, fundamentalmente de la provincia de Badajoz. Visto el cariz de los escritos de Ramírez a propósito de la situación que vive tanto la medicina como los médicos, algunos suscriptores se dirigen a él para dar su opinión o para contar su caso concreto. Sobre lo primero, la carta de Zacarías Benito103 ilustra el pesimismo reinante entre los médicos en ese momento104: Esto está cada vez en peor estado con haberse dividido en partidos, y aun cuando nosotros en nada nos mezclamos, nos alcanzan algunos de los efectos faltándonos, hasta el más inferior, á las consideraciones que debieran tenernos: sobre todo es intolerable la exigencia de que nadie ha de morirse (…) mi compañero ha sido hasta insultado, y á mí se me ha faltado: nos hemos quejado á la autoridad, y está ———— 100 ARV, leg. VIII, carpeta 1. Con el título de La ciega de Villafranca. Estudio médico de su enfermedad: su curación instantánea y prodigiosa. Contaba incluso con la censura eclesiástica. Era, por tanto, el texto para entregar a imprenta. Es más que probable que la impresión no se llevara a cabo por motivos de salud del autor. 101 RAMÍREZ VAS, F. (1877b), Sobre la curación súbita y espontánea de la ceguera de Felisa Sánchez, Badajoz, Imprenta de José Santamaría. 102 SÁNCHEZ ÁLVAREZ, J.L. y PERAL PACHECO, D. (2005), La correspondencia del doctor Francisco Ramírez Vas (1818-1880). Una breve reseña, Revista de Estudios Extremeños, LXI (1), pp. 189-204. Diputación de Badajoz, Servicio de Publicaciones, P. 189-204. En este somero trabajo se ha agrupado la correspondencia en función de la ocupación del remitente. Encontramos entre los remitentes políticos, escritores, editores, impresores, familiares, y, sobre todo, médicos; siendo, por tanto, una excelente fuente de información de aquella época. 103 De este médico se sabe poco. Estuvo de médico en Corral de Almaguer. En 1861 era director del Hospital de dementes de Toledo. En FERNÁNDEZ-TORRES, B, MÁRQUEZ-ESPINÓS, C. y MULAS BÉJAR, M. de las (2001), Controversias en torno al dolor y la anestesia inhalatoria en la España del siglo XIX, Revista Española de Anestesiología y Reanimación, 48, p. 237. 104 ARV. 13/134. Carta de 18 de mayo de 1855. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 115 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ pronta á protegernos; pero qué medida tomar contra hombres de tu partido, cuando las mas noches andan á trabucazos?. Por manera que el compañero se despide y se va á Valencia, adonde tiene casa, y yo lo haré tan luego encuentre colocación. Otro ejemplo que retrata la situación límite que vivían los médicos, particularmente en poblaciones rurales, donde de forma más intensa se hacía notar el despotismo de las autoridades locales, lo encontramos en la misiva de José Sánchez, médico de Alcántara. En ella solicita la anulación de la suscripción a El Estandarte Médico «por persecución de estos caciques», como refiere literalmente105. El periódico de Ramírez y sus opiniones vertidas en él le acarrearon una cierta fama entre el mundo periodístico. Nada más cerrar sus páginas, su director comenzó a recibir ofrecimientos de otros periódicos para que escribiera en ellos, como El Iris de la Medicina106 y El Porvenir Médico107. Con respecto al cierre del periódico, un comentario de Zacarías Benito viene, veladamente, a reforzar las críticas que Ramírez hizo a la dirección de El Siglo Médico108: Siento en el alma que su apreciable periódico no haya podido sostenerse, por que, á lo que he visto, amen de la excelente parte doctrinal, las clases médicas tenían un buen defensor de sus intereses, con mucha mas razon que otros de igual modo que solo atienden á los suyos propios; pero la suerte de los periódicos de provincia, está ya bien regulada por la posición de los profesores en general. Hay algunos tiburones en la Corte que todo lo absorven; y no puede menos de ser así, porque los facultativos de partido no pueden inscribirse á todos los periódicos útiles, por grande que sea su entusiasmo, á causa de su precaria situación. Pero á bien que ahora las Cortes y diputados médicos lo arreglarán… La mayoría de las cartas que se conservan de los diversos directores de revistas y periódicos médicos hablan de la publicación de diversos trabajos de Ramírez, y del interés despertado por el autor, como señala Félix Borrel, de El Pabellón Médico109: ———— 105 ARV, 13/60. Carta fechada el 18 de marzo de 1855. ARV. 3/70. Carta de la dirección, de fecha 13 de abril de 1855 ofreciéndole a Ramírez sus páginas para publicar. 107 ARV. 13/71. Carta del director, Enrique Méndez, de 24 de abril de 1855, en similares términos que la anterior. El ofrecimiento lo reitera el nuevo director, nombrado poco después, Marcial de Reyna, mediante carta de 21 de mayo siguiente (ARV, 13/113). 108 ARV. 13/66. La carta es de 27 de marzo de 1855. 109 ARV. 13/ 37. Carta de 28 de diciembre de 1861. 106 116 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX Muy Sr. mío y estimado comprofesor: habiendo observado hace muchos años que es Vd. colaborador tan laborioso como ilustrado de varios periódicos de Medicina que se publican en España, aprovecho la ocasión de tenerle que dar á Vd. las gracias por haberse dignado suscribirse á el “Pabellón”, para ofrecerle las columnas del mismo, en la seguridad de que se dignara Vd. honrarlas con sus escritos éstos aparecerán en lugar preferente y se procurarán que aparezcan con toda la corrección tipográfica que mi periódico tiene acreditada. En similar sentido se pronunciarán otros, como José Benito Benavides (La Crónica de los Hospitales), Rafael Ulecia (Revista de Medicina y Cirugía prácticas, nacional y extranjeras), Sánchez Rubio (La España Médica), Esteban Quet (La Alianza Médica), Francisco de Paula Alafont (Boletín del Instituto Médico Valenciano), además de los mencionados Reyna y Méndez. Caso aparte es el de Méndez Álvaro, director de El Siglo Médico. El primer contacto de Ramírez con el director de El Siglo Médico, el periódico de mayor prestigio y que mejores plumas contaba entre sus filas, fue a propósito del nacimiento del rotativo de Olivenza. Ya las cosas comenzaron como luego continuarían: con un permanente desencuentro entre los dos directores. Ramírez envió, como a otros periódicos, el prospecto del suyo, que no fue publicado por El Siglo Médico. Hecho que provocaría la crítica de Ramírez a la dirección del periódico madrileño, críticas que se repetirían desde las páginas de El Estandarte. La que posiblemente es la primera carta de Méndez Álvaro a Ramírez viene motivada por esas críticas vertidas en el periódico pacense. En ella se excusa por no haber publicado el referido prospecto, debido a que no lo recibieron en la redacción de su periódico110. Ya en el terreno científico, también se conservan diversas cartas en las que el remitente valora lo publicado por Ramírez. De una de las cartas de Benavides, a propósito de estos trabajos, extraemos unas líneas referentes a la contagiosidad del cólera111: Mui Sr mio y mi estimado colaborador: Con mucho placer he recivido sus atentas de V una en Valencia y otra hallándome de vuelta en Madrid. Con la primera recibí un verdadero testimonio de su deferencia, laboriosidad é interés por los adelantos de la ciencia y con la segunda, después de repetir los ofrecimientos que en aquella, su artículo dedicado á provar la contagiosidad del Cólera morbo asiático. Tanto por lo uno como por lo otro debo manifestarle mi eterna gratitud y la de esta redacción, advirtiéndole al mismo tiempo que esta ha recivido un ———— 110 ARV, 3/89. La carta no tiene fecha pero, por el tema tratado, podemos ubicarla en los primeros meses de 1855. 111 ARV. 13/65. Carta de 4 de octubre de 1854. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 117 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ obsequio considerandole como uno de sus colaboradores. Yo por mi parte estoy tan de acuerdo con las ideas emitidas por V. en su ultimo artículo relativamente al contagio que si algún día mi ocupación me lo permite pienso tratar con alguna estensión el mismo asunto y en el mismo sentido que V. lo hace, aunque acaso, no con tanto tino como requiere materia tan delicada. Sobre sus trabajos de higiene mostró especial interés Estaban Quet: Hay reparaciones tardías, pero que entre personas generosas siempre, o en todas ocasiones, se aprecian. Cuando en Barcelona publicaba La Alianza Médica, merecí de V el favor de las Memorias sobre la Importancia de la higiene y necesidad de generalizar sus preceptos, la q, como V. sabe, empecé á insertar en dicho periódico, publicando su mayor parte (…) y con mi traslado á esta corte me quedé en Barcelona el final de dichas Memorias, sin que acertase nunca á remitírselo, por cuyo unico motivo no acabé de darle á luz (…) á la muerte definitiva de dicha Alianza.(…). Ahora obra en mi poder la conclusión de la misma, y mi objeto (…) es indicarle o saber si tiene el inconveniente en q se reproduzca entera en la España Médica, ya que escribe V. también en ella, pues es verdaderamente lástima q dicho trabajo, rico en preciosos datos y bellas ideas no alcance la mayor publicidad posible.”112 Igualmente, su pequeño compendio de higiene suscitó interés entre algunos de los personajes mencionados más atrás, como Quet. Mariano Benavente es más expresivo al respecto113: Mi estimado amigo: adjunto remito á V. un cristal de vacuna fresca, estraída hoy mismo de los granos de un niño robusto, y que juzgo preferible á la inglesa por que dá generalmente resultados mas seguros que esta. Nada me ha costado el obtenerla, por que entre sastres no se pagan hechuras; y por lo tanto puede V. indicarme el destino que he de dar á las diez v. q tengo en mi poder. Su Compendio de Higiene me gusta como todo lo que V. escribe, y me parece que si le hubiera V. dado alguna mas estensión, pudiera haber cogido algún fruto destinándolo á los alumnos de las facultades de Medicina, los cuales lo hubieran comprado por ahorrarse el trabajo de leer obras más estensas. De todos modos siento que haya V. sufrido el percance de no haber sido atendido por el Gobierno (lo cual es bastante común, por desgracia, en esta tierra de garbanzos) (…). De seguro hubiera V. vendido una ó dos ediciones de su compendio, si se hubiera publicado en Paris y se llamara V. Mr. Vas!... ———— 112 ARV. 13/35. Carta de 22 de enero de 1859. En 1860 publicaría en el mismo periódico Importancia y necesidad de la Estadística, La España Médica, p. 405. 113 ARV, 13/67 b. Carta de 13 de marzo de 1863. 118 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX En otro orden de cosas, la correspondencia mantenida con Monlau tiene mucho que ver con la pertenencia de éste al Real Consejo de Sanidad. Él es el que informa a Ramírez de la futura concesión de una de las condecoraciones que, como vimos, le fueron otorgadas; y de paso, nos muestra la faceta más ambiciosa del médico afincado en Olivenza114: (…) ayer se acordó proponer á V para la Cruz de Carlos 3º, que es cruz de más categoría que la de Isabel la Católica, que V. deseaba. En otra de ellas, amén de otros detalles, nos habla de la futura visita al Lazareto de Mahón115: (…) hace tres días llegué de Panticosa (…) y me encontré con la favorecida de V. del 5 pidiéndome nuevamente vacunas. Sin embargo, difícil hubiera sido servirle á V., porque no sé de donde sacarla, á pesar de todas mis gestiones. De Valencia, la Comisión del Instituto se me negó rotundamente á remitir vacuna durante la canícula; y ahora que me prometía encontrarla muy pronto, recibí ayer la órden de pasar á inspeccionar el Lazareto de Mahon, viaje que emprendo mañana, por la vía de Alicante. Sin embargo, a pesar de la manifiesta y pública admiración que Ramírez sentía por Monlau, no hay constancia alguna del más mínimo intercambio de pareceres sobre Higiene. Otro tanto ocurre con la Pediatría: ningún comentario entre Ramírez y Ulecia o Benavente, pioneros de esta disciplina en España116. Finalmente, leemos la opinión de Aureliano Maestre de San Juan sobre su buen amigo y condiscípulo Ramírez117: He leido diferentes artículos en los periódicos médicos debidos á tu buena pluma que me han gustado mucho y corroborado la buena idea que siempre tuve de tus talentos. Tengo el gusto de remitirte el ejemplar que deseas el cual espero aceptes en testimonio de nuestra antigua amistad; así mismo también te envío adjunto un ejemplar de una memoria q escribí el año pasado sobre el cloroformo y q recorda- ———— 114 ARV, 13/ 121. Carta de 27 de noviembre de 1855. ARV, leg. XI, carpeta 7 c. Carta de 29 de agosto de 1858. 116 Encontramos la misma circunstancia en torno a la literatura, que constituía su segunda actividad. En todas las cartas que remite Adelardo López de Ayala, dramaturgo de gran éxito en vida y varias veces ministro liberal, no hay referencia alguna a temas literarios, tan sólo interesa la política. 117 ARV, 11/ 9 a. La carta, remitida desde Granada, es de 2 de enero de 1861. 115 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 119 DIEGO PERAL PACHECO y JOSÉ LUIS SÁNCHEZ ÁLVAREZ rás dio motivo á varios debates en la prensa, y cuyo tratº deseo utilices en tu practica y espongas tu opinión acerca de él. Otra carta de Maestre de San Juan cierra este recorrido por la correspondencia de Ramírez. El relato que en ella nos hace de su periplo por parte de Europa, aun sin detallar nada en concreto, pone de manifiesto el escalón que separa a nuestra medicina de la de los países que visita, a la vez que señala el camino que su autor está emprendiendo en pos de la Histología española118: En efecto llevé a cabo este último verano una escursión científica cuya marcha fue de Madrid a Zaragoza Barcelona, Gerona, Figueras, Perpignan, Nimes, Narbona, Cette Nouvelle, Montpellier, Marsella, Lyon, París, Amiens, Londres, Tours, Burdeos; y me vine por Irun, San Sebastián, Pasages, Vitoria, Burgos, Valladolid, Ávila, a Madrid y después á ésta tu casa. Visité todos los hospitales civiles y militares de todas estas poblaciones, especialmente en Montpellier, su escuela, en Lyon su escuela a la que me acompañó el Dr. Petrequin, y en París en donde asistí a las lecciones de los Profs. en la Facultad, vi todos los hospitales, serví de ayudante en operaciones a Maisonneuve, Velpeau, Jober, Depaul, etc., estube en Charenton Bicetre La Salpetriere, etc y estudié detenidamente los preciosos museos de Orfila y Dupuytren en donde admiré las preparaciones de Sapey, Robin, Bourgnon etc. En Londres admiré sus verdaderas maravillas, y visité la escuela y su famoso museo de Hunter, así como los hospitales de Gay, Brompton, S. Jorje, S. Bartolomé, Chelsea, este y sus preciosos museos anats. del mismo modo que varios mus. anats. particulares, y la famosa casa de orates de Bedlam etc., etc, deteniéndome en esta inmensa ciudad especialmente en ver las colecciones micrográficas etc. Sería el nunca acabar si te escribiera todo lo que he visto. Tengo proyectado otro viaje para dentro de un par de veranos á Bélgica, Holanda, Prusia, Austria y Rusia, y si puedo disponer de bastante tiempo también a Italia. Supongo asistirás al congreso médico de Madrid y remitirás también algunos trabajos; por mi parte haré todos los esfuerzos por concurrir, veremos si estas asociaciones se aclimatan en España como lo están en el estranjero. CONCLUSIONES El recorrido por las publicaciones de Francisco Ramírez Vas nos permite hacer básicamente dos apreciaciones. De un lado, el posicionamiento beligerante del autor en cuestiones profesionales; de otro, su escasa originalidad en los temas científicos. Esto último, quizá, era mal común, no ya en la prensa ———— 118 120 ARV, 11/ 9 b. Carta de 14 de febrero de 1863. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 FRANCISCO RAMÍREZ VAS: PRENSA Y FILOSOFÍA MÉDICAS EN EL TERCER CUARTO DEL S. XIX española, sino en nuestra medicina. Lo que no le resta mérito en su papel de propagador de las teorías que pensaba más acertadas, bien fuera sobre higiene, sobre la contagiosidad del cólera, sobre la utilidad de la estadística o sobre los demás temas analizados. En la progresiva actualización de nuestros médicos tiene mucho que ver la difusión de los medios escritos, entre los que destaca la prensa médica. A mediados del XIX, el periodismo médico adquiere además un papel reivindicativo de los intereses profesionales médicos, justificando la aparición de periódicos en pequeñas localidades de la periferia geográfica. Éste es el caso de El Estandarte Médico, púlpito de voces discordantes en lo profesional y mero difusor de cuestiones científicas planteadas en otros medios. La correspondencia surgida a la sombra de los diversos artículos que publica Ramírez suponen un excelente complemento informativo de las cuestiones que se tratan en algunos de ellos. Tienen, además, el valor añadido de reflejar ciertos aspectos de la realidad de la medicina española y de algunos de sus nombres. A nivel profesional, el mayor mérito de Francisco Ramírez, por fortuna para sus pacientes, fue llevar a su práctica diaria las tesis que defendió en sus trabajos, haciendo buena la expresión de Sigerist119: No son ciertamente los grandes médicos los que determinan el estado sanitario de una población, sino el ejército de los médicos prácticos que, dispersos por todo el país, se hallan al lado del enfermo. Recibido: 5 de octubre de 2007. Aceptado: 24 de octubre de 2009. ———— 119 SIGERIST, H.E. (1919), Grosse Ärtze, Barcelona, Ediciones AVE, p. 8. Traducción de Francisco Arasa y Manuel Scholz en 1949. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 89-122, ISSN: 0210-4466 121 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS* Ricardo Pessa de Oliveira** Fundação Calouste Gulbenkian RESUMO Em Novembro de 1789 foi criada a Junta do Exame do Estado Actual e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares. Entre outros aspectos cada casa religiosa devia dar a conhecer à Instituição o seu património móvel e imóvel. De entre os bens inventariados contavam-se os pertencentes às enfermarias e boticas. No presente artigo pretendemos estudar estes espaços recorrendo a registos de uma série de casas religiosas escolhidas sem preferência regional ou Ordem religiosa. Tentaremos responder a questões tais como: quais os objetos que formavam estes espaços, se estariam bem apetrechados e ainda se existiriam grandes diferenças consoante Ordem religiosa e localização da Casa. PALAVRAS CHAVE: Século XIX. Boticas. Casas Religiosas. Cultura Material. Farmacopéias. TO THE STUDY OF CONVENTUAL HEALTH IN THE BEGINNING OF 19TH CENTURY: THE PHARMACIES ABSTRACT The institution Junta do Exame do Estado Actual e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares (Examination Council for the Actual State and Temporal Improvement of the Religious Orders) was created in November of 1789. Among other things, each Religious House should inform that institution about its heritage either the movables and the landed estates. The inventorying included all the goods belonging to wards and drugstores. In this paper we aim to study those places using records obtained from a variety of Religious Houses with no regional or Religious Order preferences. We will try to give answers to questions related to that spaces such as: “Which objects could be found inside the Houses?”; “Were they prorperly equiped?” and “Were there big differences between them in what concerns Religious Orders and Houses locations?” KEY WORDS: 19th century. Pharmacy. Religious Houses. Material Culture. Pharmacopoeias. ———— * Texto apresentado ao XXVIII Encontro da Associação de História Económica e Social (APHES), o qual teve lugar em Guimarães, Portugal, nos dias 21 e 22 de Novembro de 2008. ** Doutorando em História Moderna pela Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa. Bolseiro da Fundação Calouste Gulbenkian, contacto: [email protected]. 123 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA 1. INTRODUÇÃO A 21 de Novembro de 1789, foi criada a Junta do Exame do Estado Actual e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares1. A instituição manteve-se em funcionamento até 1829, quando D. Miguel ordenou a sua extinção. Em Agosto de 1833, viria a ser restaurada por D. Pedro IV, sendo definitivamente abolida a 10 de Outubro de 1834, sem conseguir atingir os propósitos para os quais havia sido constituída2. No momento da sua criação foi nomeado presidente o bispo do Algarve, D. José Maria de Melo, que seria coadjuvado por seis deputados. O visconde de Vila Nova da Cerveira, D. Tomás Xavier de Lima Nogueira Vasconcelos Teles da Silva, ficou encarregue do expediente do despacho da instituição. Cada casa religiosa devia dar a conhecer à Junta o número de religiosos que possuía, qual o seu património móvel e imóvel, qual o valor das rendas bem como a sua natureza e quais as dívidas activas e passivas. Pretendia-se, pois, conhecer o estado dos conventos e mosteiros para uma posterior actuação, sobretudo no sentido de racionalizar aqueles espaços, suprimindo e unindo determinadas casas, quando tal se justificasse, tentando resolver os problemas financeiros das mesmas. De entre os bens inventariados contavam-se os pertencentes às sacristias, coros, celas, cozinhas3, refeitórios, ucharias, adegas, enfermarias e boticas. No artigo que ora se publica pretendemos estudar as boticas conventuais recorrendo a registos de uma série de casas religiosas escolhidas sem preferência regional ou de ordem religiosa. Tentaremos responder a questões tais como: quais os objetos que formavam estes espaços, estariam as boticas bem apetrechadas e ainda se existiriam grandes diferenças consoante as ordens religiosas e a localização da Casa. A farmácia portuguesa de Seiscentos e Setecentos foi fortemente marcada pelas boticas conventuais. O número de casas religiosas que possuía tais espaços era elevado. Estas foram sendo instituídas desde cedo, muitas vezes destinadas a servir os hospitais dos conventos. Foi o caso da botica do mostei- ———— 1 Cf. o decreto de D. Maria I que instituiu a Junta em SILVA, A.D. (1974), Collecção de Legislação Portugueza, desde a ultima compilação das Ordenações, 1775 a 1790, Lisboa, Tipografia Maigrence, pp. 572-574; CORREIA, J.E.H. (1974), Liberalismo e Catolicismo. O Problema Congreganista (1820-1823), Coimbra, Universidade de Coimbra, , pp. 261-263. 2 ABREU, L. (2004), Um Parecer da Junta de Exame do Estado Actual e Melhoramento Temporal das Ordens Regulares nas Vésperas do Decreto de 30 de Maio de 1834. En Estudos em Homenagem a Luís António de Oliveira Ramos, vol. 1, Porto, Faculdade de Letras da Universidade do Porto, pp. 117-130; BRAGA, I.M.D. (2007), Para o estudo da bateria de cozinha conventual no início do século XIX, Lusíada, História, n.º 4, p. 206. 3 BRAGA (2007), pp. 201-225. 124 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS ro de São Vicente de Fora que terá sido criada em simultâneo com o hospital no ano de 11824. Entre as boticas de maior importância e prestígio contavamse as dos cônegos regulares de Santo Agostinho, nomeadamente a do mosteiro de Santa Cruz de Coimbra, a já referida de São Vicente de Fora5 e a do convento de Mafra6. Mas muitas outras ordens possuíram importantes boticas, tais como dominicanos7, jesuítas8, carmelitas, beneditinos9 e oratorianos. Refira-se ainda que algumas casas religiosas femininas, como as carmelitas do convento do Carmo de Tentúgal, usufruíram igualmente de botica10. Não obstante o quase monopólio das boticas conventuais, muitas comunidades religiosas, sobretudo femininas, continuavam a recorrer a boticas leigas11. As ———— 4 BASSO, P. e NETO, J. (1994), O Real Mosteiro de São Vicente de Fora. In A Botica de São Vicente de Fora, Lisboa, Associação Nacional das Farmácias, p. 13. 5 BASSO e NETO (1994), pp. 13-17; DIAS, J.P.S. e PITA, R. (1994), A Botica de São Vicente e a Farmácia nos mosteiros e conventos da Lisboa Setecentista. In A Botica de São Vicente de Fora, Lisboa, Associação Nacional das Farmácias, pp. 19-25. 6 CARVALHO, A. (1948), A antiga botica do convento de Mafra e o material actualmente existente. In Actas do I Congresso Luso-Espanhol de Farmácia, Lisboa, Coimbra Editora, pp. 1-26 (citado pela separata). Sobre boticas dos frades crúzios cf. ainda SILVA, A.C.C. (1972), Inventário de uma botica conventual do século XVIII, Anais da Faculdade de Farmácia do Porto, XXXII, pp. 9-37 (citado pela separata); MARQUES, J. (2008), A botica do mosteiro de Santa Maria de Landim — 1770. In Actas do III Encontro Cultural de São Cristóvão de Lafões, (Mosteiro e Saúde. Cerca, botica e enfermaria), São Cristóvão de Lafões, Sociedade do Mosteiro de São Cristóvão de Lafões, pp. 25-58. Ambos os textos utilizaram como fonte os inventários levados a cabo aquando da extinção de nove mosteiros dos cónegos regrantes em benefício do convento de Mafra, supressão de que foi juiz D. João Cosme da Cunha. Sobre esta figura cf. OLIVEIRA, R.P. (2007), Uma Vida no Santo Ofício: o Inquisidor Geral D. João Cosme da Cunha, Lisboa, Dissertação de Mestrado em História Moderna apresentada à Faculdade de Letras da Universidade de Lisboa, exemplar mimeografado. 7 DIAS, J.P.S. (1986), A botica do Convento de São Domingos de Lisboa num poema de Serrão de Castro (finais do século XVII), Farmácia Portuguesa, 37, pp. 46-47. 8 Sobre a botica inaciana do Colégio de Santo Antão cf. DIAS e PITA (1994), pp. 21-22. 9 Sobre a botica do Mosteiro de Tibães cf. MATA, A.M.R. (1992), A Botica de Tibães. In A Botica, séculos XVII-XVIII, Catálogo da Exposição, Braga, Instituto Português de Museus, Museu dos Biscainhos, Museu do Mosteiro de São Martinho de Tibães, pp. não numeradas. A propósito das boticas dos mosteiros beneditinos existe um estudo inédito, ao qual não tivemos acesso, da autoria de AFONSO, M.P.M.B. (1991), As boticas da Congregação de São Bento de Portugal, Porto, Universidade Portucalense. 10 DIAS e PITA (1994), pp. 19-20. 11 Cf. DIAS, J.P.S. (2007), Droguistas, Boticários e Segredistas. Ciência e Sociedade na Produção de Medicamentos na Lisboa de Setecentos, Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian, Fundação para a Ciência e a Tecnologia, p. 151. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 125 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA clarissas do convento de Nossa Senhora dos Poderes, de Via Longa, deviam em 1823, ao boticário Alexandre de Freitas 107.105 réis, ao boticário de Alverca 1.700 réis e ao boticário de Via Longa 81.800 réis12. Também os religiosos do convento do Santíssimo Sacramento da Ordem de São Paulo, de Lisboa, deviam ao boticário João Evangelista Guerreiro de medicamentos «athe ao fim do primeiro trimestre deste anno [1823], settenta mil réis em papel, e vinte mil seiscentos e vinte réis na forma»13. A despesa deste convento em botica foi estimada em 100.000 réis por ano sendo que «excede quazi todos os annos»14. 2. BOTICAS E BOTICÁRIOS A documentação consultada, produzida no ano de 1823, deu conta de nove boticas conventuais de diversas Ordens religiosas, todas elas masculinas. Como se pode observar no quadro 1, temos quatro boticas pertencentes à Ordem do Carmo, duas à Ordem de São Domingos, igual número à Ordem de São Bento e uma à Terceira Ordem da Penitência de São Francisco. No que diz respeito à localização dos conventos e mosteiros temos cinco na região de Lisboa, três no Norte do país e um no Sul de Portugal. QUADRO 1. CASAS RELIGIOSAS Convento Convento de São João da Pesqueira Convento Carmelitas Descalços de Tavira Convento Corpus Christi Convento Nossa Senhora dos Remédios Mosteiro Santo André Rendufe Localização São João da Pesqueira Tavira Lisboa, Rua dos Fanqueiros Lisboa, Rua das Janelas Verdes Rendufe (Amares) Ordem Terceira Ordem da Penitência de São Francisco Ordem do Carmo (Carmelitas Descalços) Ordem do Carmo (Carmelitas Descalços) Ordem do Carmo (Carmelitas Descalços) São Bento (Beneditinos) ———— 12 Lisboa, Arquivo Nacional Torre do Tombos (A.N.T.T.), Ministério dos Negócios Eclesiásticos e Justiça (MNEJ), caixa 225, maço 280. 13 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 188, maço 234. 14 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 188, maço 234. 126 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Convento Mosteiro de Paço de Sousa Localização Paço de Sousa (Penafiel) Convento de São Domingos Lisboa, Rossio Convento de São Sebastião Setúbal Convento de Nossa Senhora da Piedade Cascais Ordem São Bento (Beneditinos) São Domingos (Dominicanos) São Domingos (Dominicanos) Ordem do Carmo (Carmelitas Descalços) Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa 225, maço 280; caixa 229, maço 283; caixa 231, maço 285. A 25 de Janeiro de 1823, José da Silva Carvalho a quem fora confiada a pasta dos Negócios Eclesiásticos e da Justiça no ano de 1821, assinou umas Instruções para os inventários das casas religiosas. O artigo n.º 3 do documento mencionava que o juiz havia de descrever em primeiro lugar o convento com todos os seus lugares regulares, como o número de celas, acomodações, oficinas e mais casas, dando conta do estado em que as mesmas se encontravam. Nestas descrições encontramos algumas referências às boticas, ainda que na maior parte dos casos não refiram nada de extraordinário. Sobre o convento de São João da Pesqueira o inventariante apenas referiu existir uma botica com seu armazém15. O convento de Nossa Senhora da Piedade da vila de Cascais tinha no «baixo [do mesmo] as commudidades seguintes: hum refeitorio, huma cozinha, huma caza que cerve de adega e celeiro, pegada com esta caza está outra que serve de amacaria e pegadas a estas está huma caza que cerve de botica»16. São Domingos possuía uma casa de botica e outras duas casas onde se guardavam os utensílios17. Já o juiz que procedeu ao inventário do convento de Corpus Christi em Lisboa refere algo de maior importância uma vez que deu conta de uma casa de botica e uma casa de destilação da mesma18. O convento de São Sebastião possuía uma botica com laboratório19. Não obstante, tal não significa que esta botica não adquirisse remédios já preparados. Em meados de Setecentos a botica do Colégio de ———— 15 16 17 18 19 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 127 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Santo Antão apesar de ter sala própria para a preparação de medicamentos adquiria grandes porções de substâncias químicas já preparadas. Tal facto prova que mesmo dispondo da logística exigida para a manipulação química nem sempre se faria uso da mesma, de forma constante20. No que respeita aos padres boticários conhecemos alguns dos seus nomes e qualidades científicas. O encarregado da botica do convento de Nossa Senhora dos Remédios era frei José de São Domingos21. O padre boticário do mosteiro beneditino de Paço de Sousa era frei Manuel de Santa Catarina22. Frei José dos Remédios era o boticário do convento do Carmo de Tavira23. Frei António de Jesus Maria era boticário no Convento de Corpus Christi24. É difícil avaliar os conhecimentos e o nível científico dos padres boticários. Ainda assim conseguimos recolher alguns dados que revelam alguns pormenores a esse respeito. Do boticário do convento de Nossa Senhora da Piedade escreveu-se ser de muito boa instrução na química e na botânica25. Numa referência aos religiosos hábeis do convento do Carmo de Tavira foi mencionado o padre boticário frei José dos Remédios, como sendo igualmente muito hábil nestas duas disciplinas26. Os conhecimentos científicos destes padres foram tão mais importantes se tivermos em conta o importante contributo que deram na produção literária farmacêutica, de que se destaca, pelo seu pioneirismo, a Pharmacopea Lusitana da autoria de D. Caetano de Santo António. Mas os funcionários destas boticas não eram unicamente religiosos. Por exemplo, numa relação de 1790, sobre os criados do convento dos religiosos Carmelitas Descalços de Nossa Senhora do Monte do Carmo, situado em Aveiro, entre lavradores, forneiro, almocreve e horticultor contavam-se dois praticantes da botica, a saber um José Caetano e um tal António, os quais auferiam 14.400 réis anuais27. Em 1823, a comunidade de São Domingos de Lisboa despendia 259.200 réis com as quatro pessoas que trabalhavam na sua botica28. O número de elementos que trabalhavam nas boticas conventuais comprova por si só a real importância destes espaços. ———— 20 21 22 23 24 25 26 27 28 128 DIAS (2007), pp. 124 e 126. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS 3. O PATRIMÓNIO DAS BOTICAS Francisco Tavares na Pharmacopea Geral de 1794 enunciou o equipamento que cada botica deveria possuir. Este deveria constar de alambiques, almofarizes, balanças, coadores, espátulas, colheres, escumadeiras, funis, fornos, garrafas, prensas, panelas, peneiros, pedras de preparo, retortas, tachos e vasos29. Em todas as boticas estudadas existiam grandes quantidades de vasos de diversos tamanhos, feitios e cores. Temos vasos de pó de pedra, de vidro, de louça e de barro. De entre os vasos de vidro contavam-se as chamadas redomas, de gargalo comprido e estreito, e de bojo largo, e as cacetas. Quanto às cores predominavam os azuis e brancos. Os vidros de botica existiam igualmente em enormes porções. O convento de Nossa Senhora dos Remédios era detentor de 530 vidros entre sortidos (220), grandes (180) e pequenos (130) que valiam um total de 33.300 réis. O convento de Corpus Christi tinha 238 vidros sorteados, de diversos tamanhos avaliados em 19.040 réis. Já o convento de São João da Pesqueira possuía 173 vidros pequenos com rolha do mesmo material avaliados em 27.680 réis. Cada botica possuía igualmente almofarizes e alambiques. Os primeiros foram inventariados como sendo de diversos materiais e formas, existindo os de vidro, de bronze, de cobre, de chumbo, de ferro, de mármore e ainda os de chumbo com mão de marfim, de marfim com mão de madeira e os de pedra não especificada. O convento de São João da Pesqueira foi aquele em que foi registado um maior número destes instrumentos, a saber dez. Quanto aos alambiques, estes eram na maioria das vezes de cobre mas também de lata ou de folha. Em cinco boticas foram catalogados grais de pedra, vidro e marfim. Destaque para a botica do convento de São Domingos de Lisboa que possuía oito grais, a saber cinco de pedra, dois de marfim e um de vidro, que em conjunto importavam 580 réis. Em alguns destes espaços foram registadas prensas e mesas de laboratório. O convento de São João da Pesqueira possuía uma prensa de madeira avaliada em 4.800 réis, bem como uma mesa de laboratório no valor de 1.600 réis. Os religiosos de Tavira dispunham de uma prensa de parafuso de ferro no valor de 6.400 réis, já o convento de Nossa Senhora da Piedade era proprietário de uma prensa que, devido ao seu mau estado, foi avaliada em 800 réis. Para obtenção das mezinhas e manipulação das drogas existiam ainda peneiras, tamises e sedaços, raladores, escumadeiras, espátulas, fogareiros e candeeiros. Em boa parte dos conventos encontramos também açucareiros, alguidares, ———— 29 PITA, J.R (1996), Farmácia, Medicina e Saúde Pública em Portugal (1772-1836), Coimbra, Minerva Editora, p. 216. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 129 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA bacias, bilhas, canecos, cântaros, colheres, copos, facas, frascos, funis, garrafas, latas, panelas, pires, potes, púcaros, tachos e tesouras. Entre os objetos pouco comuns contaram-se três pedras de preparo e duas retortas pertencentes à botica do convento Corpus Christi em Lisboa30; quatro pratos, igual número de comadres, três seringas, uma pedra para emplastros, um termómetro, um crivo, um machado, um martelo e um esquentador tudo pertencente à farmácia conventual de São Domingos de Lisboa31. Indispensáveis em qualquer botica eram as balanças, os pesos e as medidas32. Estabelecidos pelas Ordenações do Reino, o conjunto de pesos e medidas pertencentes aos boticários leigos deviam ser aferidos duas vezes ao ano. Não obstante, as boticas conventuais estavam livres desta obrigatoriedade. Nos conventos estudados existiam balanças de diversos tamanhos e feitios. Neste particular destaque para o convento de Nossa Senhora da Piedade que possuía quatro balanças avaliadas em 9.600 réis. No que respeita aos pesos utilizados temos os de arrátel (0,459 quilos) e os de meio arrátel (0, 230 quilos), sendo que o arrátel árabe pesava 12 ½ onças. Existiam ainda medidas de libra (0,489 ou 0,326 quilos), meia libra (0,244 ou 0,163 quilos), onça (0,029 quilos) e meia onça (0,014 quilos). A armação da botica, nos casos em que foi inventariada, representou sempre uma elevada percentagem do valor total da farmácia. Entre as armações destaque para a pertencente ao convento do Corpus Christi em Lisboa, avaliada em 60.000 réis, que correspondia a 45.5% do valor total. Esta era «constante de duas cazas, a saber parteleiras em roda da casa e gavetas por baixo e um frontispicio com duas portas de entrada, huma urna no meio, e na casa anterior he composta de parteleiras e gavetas e hum balcao tudo para as acomodações de utensilios da mesma botica, tudo em madeira de pinho com alguns doirados, huma banca e huma cadeira com assento de coiro»33. De menor percentagem na avaliação geral era a armação da botica do convento do Carmo de Tavira que, não obstante o bom estado de conservação, foi somente avaliada em 19.200 réis. Do mesmo valor era a armação da botica do conven- ———— 30 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. 32 Sobre pesos e medidas cf. MARQUES, A.H.O. (1981), Pesos e Medidas. In SERRÃO, J. (dir.), Dicionário de História de Portugal, vol. V, Porto, Livraria Figueirinhas, pp. 67-72; BRAGA, I.M.D. (1988), A Circulação e a Distribuição dos Produtos. In SERRÃO, J. e MARQUES, A.H.O. (dir.), ova História de Portugal, Vol. V, Do Renascimento à Crise Dinástica, Lisboa, Editorial Presença, pp. 207-208. Sobre este assunto nas boticas cf. DIAS (2007), pp. 209-213. 33 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. 31 130 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS to de Nossa Senhora dos Remédios. O restante mobiliário desta casa compreendia três bancos, um armário, uma urna e uma banca avaliado tudo em 2.920 réis. O mobiliário da botica do mosteiro de Santo André de Rendufe consistia em estantes, mostrador e gavetas num valor de 24.000 réis, um contador velho avaliado em 600 réis e uma mesa muito velha estimada em 240 réis. A mobília de botica de São Domingos de Lisboa era composta por seis tamboretes, duas mesas de pau e um banco de encosto. A madeira de que se compunham as estantes da botica do convento de Nossa Senhora da Piedade foi avaliada em 100.000 réis. Se o mobiliário, ou casco, da botica era importante para exteriorizar o estatuto do boticário34, existiam outros objetos que serviam o mesmo propósito. A botica do convento de São João da Pesqueira possuía uma pintura avaliada em 96.000 réis e um relógio de parede, com caixa pintada e dourada, no valor de 40.000 réis. Em dois inventários surgiram têxteis pertencentes à botica. No mosteiro de Santo André de Rendufe foram registados cinco coadores de lã e um de linho para coar os remédios. No convento de São Domingos existiam 13 toalhas de linho para barba e seis panos destinados ao mesmo fim. No que diz respeito às drogas existentes nas boticas e nos armazéns das mesmas os registos são particularmente pobres. Nos inventários dos conventos de São Francisco de São João da Pesqueira, Carmelitas Descalços de Tavira, Carmelitas Descalços de Nossa Senhora da Piedade, São Domingos de Lisboa, São Sebastião e no do mosteiro de Paço de Sousa apenas foi indicado o valor total das drogas - 300.000, 160.000, 100.000, 72.000, 60.000 e 35.000 réis respectivamente, sem individualizar as designações e qualidades das mesmas35. Noutros casos as drogas, atendendo ao baixo valor, não foram sequer alvo de avaliação. Foi o caso do convento do Corpus Christi cujos boticários declararam existirem algumas drogas e medicamentos «que visto o continuo giro dos mesmos não merecem avaliação porque tem pouco ou quazi nenhum valor»36. As drogas eram adquiridas aos droguistas ou a outras boticas. Os religiosos do convento de Nossa Senhora do Monte do Carmo de Aveiro deviam de drogas um total de 280.650 réis, a saber 237.270 réis ao droguista Luís António Gomes Correia, residente na cidade do Porto, 28.800 réis à botica da cidade de Coimbra e 14.580 réis à botica da cidade do Porto37. ———— 34 DIAS (2007), p. 165. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa 225, maço 280; caixa 231, maço 285. 36 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. 37 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. 35 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 131 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Em 1823, a divida da botica de São Domingos de Lisboa era de 777.600 réis. Os seus fornecedores haviam sido João Nepomeceno (508.500), o italiano que tivera loja às Convertidas38 João André Penco (120.880), Nicolau Unheco (76.220) e Vicente Joaquim (72.000)39. Por seu turno a botica do convento do Carmo de Tavira devia 180.000 réis ao droguista40 e a do convento de São Sebastião de Setúbal devia a um profissional do mesmo sector 47.000 réis41. QUADRO 2. VALOR DAS BOTICAS CONVENTUAIS Convento Convento de São João da Pesqueira Convento Carmelitas Descalços de Tavira Convento Corpus Christi Convento Nossa Senhora dos Remédios Mosteiro Santo André Rendufe Mosteiro de Paço de Sousa Convento de São Domingos Convento de São Sebastião Convento de Nossa Senhora da Piedade Valor (réis) 645.950 284.840 131.920 128.600 84.380 81.000 210.090 139.310 344.420 Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 187, maço 233, n.º 1-3; caixa 225, maço 280; caixa 229, maço 283; caixa 231, maço 285. A botica cujo património foi avaliado numa quantia mais elevada foi a do convento de São João da Pesqueira, seguida da do convento de Nossa Senhora da Piedade. No extremo oposto encontrava-se a botica do mosteiro de Paço de Sousa. Não passa despercebido o facto de as boticas dos três conventos de Lisboa terem sido avaliadas com valores muito inferiores às duas primeiras. Porém há que ter em conta que o valor da botica do convento de São Domingos não compreende a imensa biblioteca farmacêutica, algum mobiliário, tal como duas mesas de pau e seis tamboretes e ainda outros objetos como um ralador de folha e duas mãos de ferro de almofariz. Como tal, não restam dúvidas de que o seu valor real seria consideravelmente mais elevado. Por outro lado, estranhamos que no inventário do convento Corpus Christi e no de ———— 38 39 40 41 132 DIAS (2007), p. 324. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Nossa Senhora dos Remédios não existam instrumentos essenciais como balanças, pesos e medidas, o que poderá sugerir que estas boticas estivessem já, ou perto de serem, desactivadas. Se tivermos em conta a Ordem a que pertencia cada botica verificamos que as dominicanas de São Domingos e São Sebastião apresentaram valores relativamente próximos. Tal facto é ainda mais evidente no que toca às boticas da Ordem de São Bento, onde a diferença entre as duas estudadas é apenas de 3.380 réis. Não obstante, esta análise parece perder sentido quando observados os valores das boticas da Ordem do Carmo, uma vez que estas oscilam entre os 344.420 réis da do Convento de Nossa Senhora da Piedade e os 128.000 réis da do Convento Nossa Senhora dos Remédios. 4. LITERATURA FARMACÊUTICA As primeiras farmacopéias escritas por boticários portugueses na sua língua materna surgiriam apenas no século XVIII. O cônego regrante de Santo Agostinho D. Caetano de Santo António foi autor da Pharmacopea Lusitana, obra pioneira em Portugal, cuja primeira edição data de 170442. Outras obras se seguiram, entre as quais o Colectâneo Farmacêutico de António Martins Sodré, dado à estampa em 1735 e uma tradução do Exame de Boticários, de frei Esteban de Villa por José Homem de Andrade, editado no ano de 173643. Formulários, textos de botânica farmacêutica, farmácia química e tratados diversos integravam o espólio das boticas conventuais. Nos inventários consultados apenas em quatro ocasiões foram registados livros pertencentes à botica44. Os inventários são bastante parcos em informações, sendo que se em alguns casos é mencionado o título da obra e o autor, noutros apenas é referindo o nome do autor ou, em outras situações, o título incompleto da obra, não existindo nunca referências ao local de edição, nem ao número da mesma. O boticário do convento de São Domingos de Lisboa tinha ao seu dispor uma biblioteca composta por 41 títulos, divididos entre farmacopéias portu- ———— 42 Sobre esta obra cf. DIAS e PITA (1994), pp. 22-25; PITA, J.R. e PEREIRA, A.L. (2008), Botica, farmacopéia conventual e farmácia. A Pharmacopea Lusitana de D. Caetano de Santo António (1704). In Actas do III Encontro Cultural de São Cristóvão de Lafões […], pp. 95-107. 43 DIAS (2007), p. 75. Sobre as diversas farmacopéias que foram dadas à estampa cf. igualmente PITA (1996), pp. 171-229. 44 Em dois dos inventários existe apenas referência ao número de volumes. A botica do convento de Nossa Senhora da Piedade possuía 40 volumes de diversos autores, avaliados em 9.600 réis, enquanto a do convento de São Sebastião era proprietária de 29 livros de farmacêutica. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 133 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA guesas e estrangeiras, obras de botânica farmacêutica, livros de matéria médica e dicionários. No que respeita às farmacopéias contabilizámos sete impressas em Portugal e 15 no estrangeiro. Entre as de impressão nacional contavase a Pharmacopea Lusitana de D. Caetano de Santo António45, a Pharmacopea Ulyssiponense de João Vigier46, o segundo e o terceiro volumes da Pharmacopea Tubalense de Manuel Rodrigues Coelho47, a Pharmacopea Dogmatica de frei João de Jesus Maria48, a Pharmacopea Lisbonense de Manuel Joaquim Henriques de Paiva49, a Pharmacopea Geral para o Reino e Dominios de Portugal, de Francisco Tavares50 e a Pharmacopea Chymica, Medica e Cirurgica de António José de Sousa Pinto51. Entre as obras estrangeiras destaque para as farmacopéias oficiais como a Pharmacopoeia Londinensis52, a Pharmacopoeia Augustana53 de Augsburg ou a Pharmacopoeia Edinburgensis54. Para além destas, existiam outras de carácter não oficial igualmente da autoria de estrangeiros como são o caso do inglês Thomas Fuller55, do austríaco Joseph Jacob Plenck56, do francês Antoine ———— 45 ANTÓNIO (D.), C.S. (1704), Pharmacopea Lusitana, Coimbra, Impressão de João Antunes. Tanto nesta nota como nas seguintes apenas será referida a data da primeira edição. 46 VIGIER, J. (1716), Pharmacopea Ulyssiponense, Galenica e Chimica, Lisboa, Oficina de Pascoal da Silva. 47 COELHO, M.R. (1735), Pharmacopea Tubalense Chimico-Galenica, primeira e segunda parte, Lisboa, Oficina de António de Sousa da Silva; COELHO, M.R. (1751), Pharmacopea Tubalense Chimico-Galenica, terceira parte, Lisboa, Oficina de José da Silva da Natividade. 48 MARIA, (Frei), J.J. (1772), Pharmacopea Dogmatica Medico-Chimica, e TheoricoPratica, Porto, Oficina de António Álvares Ribeiro Guimarães. 49 PAIVA, M.J.H. (1785), Pharmacopea Lisbonense, Lisboa, Oficina de Filipe da Silva e Azevedo. 50 TAVARES, F. (1794), Pharmacopea Geral para o Reino, e Dominios de Portugal, Lisboa, Regia Oficina Tipográfica. 51 PINTO, A.J.S. (1805), Pharmacopea Chymica, Medica, e Cirurgica, Lisboa, Impressão Régia. 52 A primeira edição data de 1618, cf. DIAS (2007), p. 121. 53 Não obstante a primeira edição datar de 1564, apenas se tornou oficial, para Augsburg, no ano de 1613, e em todas as províncias austríacas em 1618, cf. DIAS (2007), p. 120. 54 A primeira edição data de 1699, cf. DIAS (2007), p. 121. 55 FULLER, T. (1701), Pharmacopeia Extemporanea, sive Praescriptorum sylloge, In qua remediorum elegantium & efficacium, paradigmata ad omnes ferè medendi intentiones accomodata candidè proponuntur. Una cum viribus, operandi ratione, & dosibus annexis, Londres, Imprensa de Sam. Smith & Benj. Walford. 56 A obra que no inventário aparece designada como farmacopéia cirúrgica de Plenk deverá corresponder a PLENCK, J.J. (1775), Pharmacia chirurgica, seu Doctrina de medicamentis praeparatis accompositis quae ad curandos morbos externos adhiberi solent, Viena de Áustria, Graeffer. 134 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Baumé57 e dos espanhóis Félix Palacios58 e Joannes de Loeches59. No que respeita aos livros de botânica realce para uma História das Plantas de Pietro Andrea Mattioli, uma História das Plantas da autoria de João Vigier60 e ainda dois volumes da obra As Espécies de Plantas […] do naturalista e botânico sueco Carl von Linné61. De entre os livros estrangeiros de matéria médica evidência para um Dioscórides Anazarbeo por Legeme62 e para o Corpus Pharmaceutico-Chymico-Medicum Universale da autoria de Johann Helfrich Jüngken63. Sobre a mesma temática, mas da autoria de nacionais, contava-se a Polyanthea Medicinal de João Curvo de Semedo64, a Historiologia Médica de Rodrigues de Abreu65, a obra Illustração Medica […] de Duarte Rebelo Saldanha66 e uma Matéria Médica […] de António José de Sousa Pinto67. Por último, destaque para a existência de um pequeno ———— 57 BAUME, A. (1762), Elémens de Pharmacie theorique et pratique, avec une Table des Vertus & Doses des Médicamens, Paris, Veuve Damonneville & Musier fils. 58 PALACIOS, F. (1706), Palestra Pharmaceutica Chimico-Galenica, Madrid, García Infançon. 59 LOECHES, J. (1719), Tyrocinium Pharmaceuticum Theorico-Practicum GalenoChymicum, Madrid, Martinez. 60 VIGIER, J. (1718), Historia das Plantas da Europa, e das mais uzadas que vem de Asia, de Affrica, & da America onde se ve suas figuras, seus nomes, em que tempo florecem e o lugar onde nacem, com hum breve discurso de suas qualidades e virtudes especificas, Lion, Oficina de Anisson, Posuel et Rigaud. 61 LINNÉ, C. (1753), Species plantarum, exhibentes plantas rite cognitas ad genera relatas, Holmiae, Impressor Laurentii Salvii. 62 Dioscórides foi impresso pela primeira vez em 1478 por P. d’Abano. No ano de 1499, foi dada à estampa a sua primeira edição em Grego por Roscius. A obra conheceu grande número de edições e traduções. A principal tradução ibérica ficou a dever-se a Andrés de Laguna e foi impressa em Antuérpia no ano de 1555. Pensamos que a edição existente no convento de São Domingos que o escrivão atribui a um Legeme seja, na verdade, de Laguna. 63 JÜNGKEN, J.H. (1697), Corpus Pharmaceutico-Chymico-Medicum Universale, Frankfurt, ad Moenum, sumptibus Friderici Knochii. 64 SEMEDO, J.C. (1697), Polyanthea Medicinal. oticias Galenicas e Chymicas, repartidas em tres tratados, Lisboa, Miguel Deslandes. 65 ABREU, J.R. (1733), Historiologia Medica, fundada e estabelecida nos principios de George Ernesto Stahl, e ajustada ao uso pratico deste paiz, Lisboa Ocidental, Oficina da Música. 66 SALDANHA, D.R. (1761-1762), Illustração Medica, Ethico-politica, Historicosistematica, Sceptico-ecletica, Fizico-analitica, e Theorico-pratica, ou Reflexão critica ás Consideraçoens Medicas, sobre o methodo de conhecer, curar, e prezervar as epidemias, ou febres malignas, podres, pestilenciaes, contagiosas, Lisboa, Régia Oficina Silviana. 67 PINTO, A.J.S. (1813), Matéria médica distribuida em classes e ordens segundo seus efeitos. Adicionada com as taboas da Matéria Medica e de um Diccionário osologico ou Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 135 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA dicionário de francês que auxiliaria o boticário na leitura das obras escritas naquele idioma. No convento dos religiosos Carmelitas Descalços de Tavira foram inventariados 13 títulos. Existiam três farmacopéias nacionais a saber a Pharmacopea Tubalense, a Pharmacopea Lisbonense e a Pharmacopea Geral para o Reino e Dominios de Portugal. Para além destas foi registada uma farmácia de Leal, que deverá corresponder à obra Instituições ou Elementos de Farmácia […] de José Francisco Leal68. De entre as obras estrangeiras destaque para a Pharmacopoea Generalis de Jacob Reinbold Spielmann69. No que toca aos livros de farmácia química realce para uma química de Seabra70. No ramo da botânica o inventário deu conta de uma obra da autoria de Félix de Avelar de Brotero a qual apenas foi catalogada com o título de Elementos e que deverá corresponder ao Compendio de Botanica ou oçoens Elementares […]71. O inventário compreendia ainda um Tratado […] das Águas das Caldas da Rainha, de José Nunes Gago72. A análise destas duas bibliotecas farmacêuticas não permite tirar grandes ilações sobre as obras mais difundidas e utilizadas nestes espaços. Para tal seria necessário o estudo de outros catálogos de livros pertencentes a estas boticas conventuais. Ainda assim os dados recolhidos possibilitam a identificação de autores e obras que se repetem nas duas boticas e como tal seriam usuais em Portugal. Desta forma, para além das três farmacopéias portuguesas enunciadas em Tavira que existiam também na botica de São Domingos, temos as farmacopéias dos ingleses Thomas Fuller e William Lewis73. O pri———— omenclaturas Synonomica das molestias, symptomas vicios o affecções da atureza. Para uso dos Estudantes e Praticos Modernos, Lisboa, Impressão Régia. 68 LEAL, J.F. (1792), Instituiçoes ou Elementos de Farmácia Extrahidos dos de Baumé, e reduzidos a novo methodo, Lisboa, Oficina de António Gomes. Sobre esta obra cf. PITA, J.R. (1993), O conceito de farmácia nas ‘Instituiçoes ou Elementos de Farmácia’ de José Francisco Leal, Medicamento, História e Sociedade, Nova Série, ano I, n.º 2, Lisboa, pp. 1-5. 69 SPIELMANN, J.R. (1783), Pharmacopoea Generalis, Argentorati, J.-G. Treuttel. 70 TELES, V.C.S.S. (1788-1790), Elementos de Chimica, Coimbra, Real Oficina da Universidade. 71 BROTERO, F.A. (1788), Compendio de Botanica ou oçoens Elementares desta Sciencia segundo os melhores escritores modernos, expostas na lingua portugueza, Paris, [s.n.]. 72 GAGO, J.N. (1779), Tratado Phizico-Chimico-Medico das Aguas das Caldas da Rainha, Lisboa, Tipografia Rollandiana. 73 A farmacopéia de Lewis que se repete nos dois catálogos deverá corresponder a LEWIS, W. (1744), Pharmacopoeia Reformata. Essay for a reformation of the London Pharmacopoeia by a se of remarks on the draught for a new one, and on the brief account of the proceedings of the committee appointed by the college of physicians, to thoroughly reform their 136 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS meiro era bastante popular em toda a Península Ibérica. Em Portugal sabemos que também se encontrava presente nos mosteiros de São Martinho de Tibães74, de Santa Maria de Landim75 e no de Grijó76. Em Espanha, concretamente na região da Galiza, existiam exemplares da sua farmacopéia na pequena biblioteca da botica do mosteiro de Oseira e na do mosteiro de Celanova77. Se tivermos em conta as datas das primeiras edições das obras presentes nos catálogos verificamos que a maioria das obras (33%), no caso de São Domingos de Lisboa, foi impressa entre 1701 e 1750, e no caso do convento de Tavira (46%) foi editada no período compreendido entre 1751 e 1800. A obra mais antiga pertencia à botica de São Domingos e era da autoria de Pietro Andrea Mattioli que escreveu no século XVI, já o convento de Tavira não possuía obras anteriores a 1701, o que poderá estar relacionado com a antiguidade das boticas. O gráfico 1 demonstra que nas duas bibliotecas farmacêuticas a maioria das obras (32%) foi impressa entre 1701 e 1750, seguindose o período de 1751 a 1800 (26%). A percentagem das obras impressas no século XIX ficou muito atrás das editadas em setecentos — apenas 6%. Ribeiro Sanches mencionou existirem em Portugal «bibliothecas inteiras das nossas Pharmacopeas como são a dos P.P. Vicentes, a Setubalense, e outras muitas de que me esqueci, semelhantes a Viennense, a Parisiense e a Madritense; que servem hoje de monumentos da ignorancia da chemica racional, e da Materia Medica»78. A literatura existente parece de facto e numa primeira análise algo antiga, contudo é necessário ter em conta a percentagem de obras (19%) que não nos foi possível identificar e que poderia alterar significativamente os resultados. Por outro lado, há que ter em consideração o facto de desconhecermos a edição das obras existentes, tal facto reveste-se da maior ———— book, London, R. Willock. A obra anónima tinha, no final da dedicatória, as iniciais M. S. o que levantou a hipótese do seu autor ser o médico judeu Meyer Loew Schomberg. Não obstante, já na centúria de setecentos a sua autoria era atribuída a William Lewis. A comprová-lo está um catálogo de uma biblioteca pertencente a Henry Pemberton, datado de 1776, que refere um livro sob a designação de Lewis’s Pharmacopoeia Reformata 1744, cf. EARLES, M. (1976), The author of the Pharmacopoeia Reformata 1744, Medical History, 20 (1), Londres, pp. 70-75. 74 MATA (1992) p. não numerada. 75 MARQUES (2008), p. 42. 76 SILVA (1972), pp. 18 e 30. 77 SÁ BRAVO, H. (1983), Boticas Monacales y Medicina aturalista en Galicia, Madrid, Editorial Everest, pp. 71-72 e 88. 78 SANCHES, A.N.R. (1966), Obras, vol. 2, Coimbra, Biblioteca Geral da Universidade de Coimbra, p. 67. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 137 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA importância pois como é sabido algumas sofriam modificações consideráveis de edição para edição. Por fim ambas as bibliotecas parecem actualizadas pelo menos no que respeita às farmacopéias portuguesas, uma vez que possuíam a maioria das obras que foi sendo dada à estampa. GRÁFICO 1. DATAS DA PRIMEIRA EDIÇÃO DAS OBRAS PERTENCENTES ÀS BOTICAS DOS CONVENTOS DE SÃO DOMINGOS DE LISBOA E CONVENTO DOS CARMELITAS DESCALÇOS DE TAVIRA Desconhecido 19% Post. 1801 6% Ant. 1601 6% 1601-1650 4% 1651-1700 7% 1751-1800 26% 1701-1750 32% Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229; caixa 225, maço 280. 5. RENDIMENTOS A grande actividade das boticas conventuais pode ser comprovada pelas dívidas de que as mesmas eram credoras. A título de exemplo veja-se o caso da botica do Convento dos Carmelitas Descalços de Tavira, à qual 73 pessoas deviam um total de 478.080 réis. De entre esses indivíduos destaque para os majores Sebastião Fernandes Estancio e André Vás Guerreiro, e para uma dona Mónica Maria Pau cujas dívidas perfaziam os 95.200, 65.900 e 79.700 réis, respectivamente. Permanece desconhecido o ofício da maioria das pessoas que recorriam aos serviços daquela botica pois somente em 29 casos foi registada a sua profissão. De entre estes, destaque para os indivíduos ligados ao sector militar: quatro majores, quatro capitães, dois sargentos e um coronel. De entre os indivíduos pertencentes ao sector artesão contavam-se quatro sapateiros, dois carpinteiros, um alfaiate, um pedreiro e um ferreiro. De entre 138 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS os devedores do sector comercial foram apontados quatro mercantes, enquanto que do sector administrativo haviam contraído dívidas um guarda da alfândega, um tabelião e um meirinho. Além destes foram ainda registados um almocreve e os herdeiros de um doutor79. GRÁFICO 2. ESTATUTO SÓCIO PROFISSIONAL DOS DEVEDORES À BOTICA DO CONVENTO DO CARMO DE TAVIRA Sector Militar 15% Sector Artesão 12% Sector Comercial 5% Profissão Desconhecida 61% Sector Administrativo 4% Outros 3% Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Ao convento de São Domingos de Lisboa eram devidos de receitas e partidos 700.000 réis80. Frei Manuel de Santa Catarina, boticário do mosteiro beneditino de Paço de Sousa, declarou que se devia em receitas da botica, antigas e modernas, 351.120 réis, cuja quantia declarou não poder arrecadar por serem a maior parte delas de pobres81. No que diz respeito aos rendimentos das boticas conventuais, o convento de São Domingos de Lisboa recebia 716.400 réis, que correspondia somente a 3.7% de um total de 1 9249.282 réis de rendas82. A botica São João da Pesqueira rendia anualmente perto de 200.000 réis. Os avaliadores da botica de ———— 79 80 81 82 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 139 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Nossa Senhora da Piedade, em Cascais, referiram que a mesma poderia render diariamente 480 réis o que importaria no decurso de um ano a quantia de 175.200 réis83, já a renda da botica do convento de Tavira importava os 67.600 réis84. 6. CONCLUSÕES Num período em que os boticários leigos ao invés de investirem na sua área profissional procuravam antes outras áreas, nomeadamente a aquisição de bens de raiz, empréstimos a juro e entrada dos filhos no clero, visando a sua ascensão social, as farmácias conventuais assumiram uma enorme projeção. Estas não se limitavam a servir os internos, abastecendo em muitos casos toda uma localidade. Este facto, aliado à sua importância económica, gerou contestação tendo chegado a ser equacionada uma forma de acabar com tais espaços. A investigação possibilitou conhecer e divulgar o recheio de algumas boticas conventuais. Não obstante as diferenças de valor entre as farmácias estudadas, todas as casas religiosas possuíam na sua botica a maioria dos utensílios necessários à prática farmacêutica. Para além das alfaias alguns dos inventários deram conta que alguns destes espaços possuíam laboratório e casa de destilação. A análise das bibliotecas das boticas permitiu verificar que estas se encontravam bem munidas, não obstante parecerem, numa primeira análise, desactualizadas. Possibilitou igualmente identificar autores cujas obras se encontravam amplamente difundidas nestes espaços como, por exemplo, a Pharmacopoeia de Thomas Fuller. Alguns dos inventários parecem sugerir que o período áureo das boticas conventuais tinha terminado, o que parece ser comprovado pela falta de instrumentos essenciais, tais como balanças, e pela escassez de drogas. De facto, estava para breve o final destas farmácias. Poucos anos volvidos, em 30 de Maio de 1834, eram extintas as ordens religiosas masculinas em Portugal e com elas as boticas conventuais. ———— 83 84 140 Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS QUADRO 1. CONVENTO DE SÃO FRANCISCO DE SÃO JOÃO DA PESQUEIRA Objetos Vasos de pó de pedra Vasos de louça com tampa de lata dourada Vasos de louça mesclada de azul e branco com tampas de lata Vasos de pó de pedra Vasos de vidro Garrafas de cristal Açucareiros de vidro com tampa de lata dourada Vidros com rolha do mesmo Almofarizes de vidro com mãos do mesmo material Funis de vidro Funil de metal amarelo Funis de lata Almofarizes de bronze Almofariz de chumbo com mão de marfim Almofarizes de marfim com mão de madeira Almofarizes de ferro com mão do mesmo material Quantidade 50 Preço (réis) 30.000 20.000 Observações Quantidade não especificada 60 18.000 13 54 25 4.600 27.000 12.000 41 4.100 173 27.680 2 960 2 1 4 2 600 1.200 200 3.600 1 1.450 2 1.200 2 8.000 Grande Almofarizes de mármore 3 4.800 Todos os tamanhos Caceta de metal amarelo Medidas de metal amarelo Medidas de metal amarelo 1 2 3 3.200 1.800 1.400 1/cada 400 Alambique de cobre 1 4.800 Tachos de latão amarelo 5 8.200 Alambiques de lata 2 3.200 Panelas de lata 11 2.320 Medidas Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 Pequenos Grandes Pequenos Pequenos De libra De meia libra De onça e meia onça Diversos tamanhos Diversos tamanhos 141 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Objetos Quantidade 5 10 2 1 1 1 Preço (réis) 2.400 2.400 1.400 4.800 1.600 500 1 40.000 Balanças 4 4.740 Marco 1 1.400 Tamises Espátulas de ferro e metal Sedaços Prensa de madeira Mesa de laboratório Caneco para água Relógio de parede com caixa pintada e dourada Drogas na botica e armazém 300.000 Pintura da botica 1 Observações Diversos tamanhos De arrátel Quantidade não especificada 96.000 Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. QUADRO 2. CONVENTO DOS RELIGIOSOS CARMELITAS DESCALÇOS DE TAVIRA Objetos Panelas Panelas Panelas Vasos de unguentos Vasos de unguentos Garrafas de vidro com rolha do mesmo material Garrafas de vidro fino sem rolha Frascos de vidro com rolha do mesmo material Frascos de vidro fino sem rolha Alambique de cobre Quantidade 21 19 20 20 44 Preço (réis) 10.500 5.700 3.500 4.000 4.400 Pequenos 55 13.200 Oitavadas 43 4.300 33 5.280 153 1 15.300 3.200 Alambique de lata 1 600 Alambique de lata 1 300 Alambique de lata 1 300 142 Observações Grandes Medianas Pequenas Grandes Catorze canadas Dezasseis canadas Quatro canadas Seis canadas, muito usado Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Objetos Almofariz de bronze com mão de ferro Almofariz de bronze com mão do mesmo material Almofariz de chumbo, com mão do mesmo material Gral de marfim com mão quebrada Gral de vidro com mão do mesmo material Gral de pedra com mão de madeira Grais com mão de madeira Funis de estanho Medida de estanho Medida de estanho Medida de estanho Espátula de vidro Espátulas de marfim Espátulas de ferro Faca de marfim Panelas de lata Prensa de parafuso de ferro Quantidade Preço (réis) 1 3.200 Grande 2 1.200 Pequeno 1 480 1 600 1 120 1 4 2 1 1 1 1 2 6 1 4 1 1.200 1.600 300 100 60 40 60 800 380 480 480 6.400 1 1.600 2 1.600 1 4 480 800 5 1.600 2 600 2 1 1 160 100 300 Balança Balanças Balança de grãos Peneiras Vasos Tesouras Sedaços Peneira fina Candeeiro de arame amarelo Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 Observações Grande Mediano De libra De meia libra De onça Em bom uso De arrátel com um marco de dois arráteis, usada De quarta, com dois marcos de quarta, em uso Diversos tamanhos Uma maior, outra menor Muito usado 143 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Objetos Escumadeiras Livros Tubalenses Farmacopéia de Lewis Spielmann Fuller Farmacopéia de Valy Farmacopéia Lisbonense Farmácia de Leal Tratado de Água das Caldas Filosofia Química de Froque Vigeres [João Vigier] Elementos de Brotero Química de Seabra Geral do Reino Armação da Botica e administradores de madeira pintada Quantidade 2 2 3 1 1 1 1 1 1 1 2 2 1 2 Preço (réis) 80 800 2.000 800 600 160 200 200 400 480 600 1.600 1.200 1.200 Em bom uso Em bom uso 1 19.200 Em bom uso 160.000 Quantidade não especificada Drogas e composições Observações Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. QUADRO 3. CONVENTO DE CORPUS CHRISTI (LISBOA) Quantidade Preço (réis) Armação da botica Objetos 1 60.000 Alambiques de cobre 2 7.680 Tachos velhos de latão Almofarizes de bronze 5 2 1.480 7.200 Candeeiro de latão 1 240 Vidros sorteados 238 19.040 Garrafões sorteados Frascos pretos Vasos 7 7 16 7.000 560 400 144 Observações Peso: arroba e meia Peso: 14 arráteis Peso: 60 arráteis Peso: dois arráteis Diversos tamanhos Pequenos Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Objetos Retortas Panelas de barro vidradas Vasos de barro azuis Vasos de barro Vasos brancos Pedras de preparos Quantidade Preço (réis) 2 57 100 80 20 3 960 9.120 10.000 6.400 400 1.440 Observações Quantidade e valor não especificado Drogas na botica e armazém Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. QUADRO 4. CONVENTO DE NOSSA SENHORA DOS REMÉDIOS (LISBOA) Objetos Armação de madeira pintada Armário Urna Bancos Banca Vasos de loiça da fábrica Vasos de loiça Vidros Vidros Vidros Bilhas de cobre Chocolateiras, um tacho e um fogareiro tudo de cobre Alambique, fogareiro e tacho tudo de cobre Almofariz de cobre Alambique de cobre Quantidade Preço (réis) 1 1 1 3 1 19.200 960 1.000 600 360 250 40.000 130 180 130 220 2 3.420 18.000 6.500 8.800 2.240 4 4.160 1/cada 11.520 1 1 6.400 5.440 Observações Usada Usado Velhos Velha Diversos tamanhos Sortidos Grandes Pequenos Sortidos Peso: 14 arráteis Peso: 26 arráteis Peso: 72 arráteis Grande Peso: 34 arráteis Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 184, maço 229. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 145 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA QUADRO 5. MOSTEIRO SANTO ANDRÉ DE RENDUFE Objetos Redomas de vidro com rolhas do mesmo material Redomas de vidro com rolha do mesmo material Redomas de vidro com rolha de cortiça Redomas Vidros Garrafas pretas Funis de vidro Copos de vidro Latinhas de folha Lata Funil de folha de lata Funil de latão Medidas de latão e de folha Medidas de latão Marco Marco Balanças Balança Almofariz de bronze Almofariz de pedra Almofariz de ferro Graal com vários pezinhos Alambiques de folha Tachos de cobre Espátulas de ferro Escumadeira de latão Ralador Candeeiro Peneiras Sedaços 146 Quantidade Preço (réis) Observações 18 4.320 Sãs 21 1.050 Usadas e sentidas 14 6.720 2 126 120 7.560 8 480 2 2 12 1 1 1 1 de cada 2 1 1 2 1 1 2 1 1 2 5 3 1 1 1 4 3 160 600 600 200 40 200 600 250 1.500 750 1.000 500 3.000 800 600 160 600 1.500 90 80 120 400 400 240 Já estaladas Pequenos De quartilho e meio Grande, usada De libra Peso: arrátel Peso: meio arrátel Grandes Pequena Pequeno Grande, rachado Velhos Velhos Velha Pequeno Velhas Usados Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Objetos Quantidade Preço (réis) Observações Panelas de folha Móveis de pau Estantes, mostrador e gavetas 4 360 Contador de gavetas de madeira 1 600 Mesa velha de castanho feita à antiga Louças Vasos de barro vidrados, com tampa do mesmo material e pintados a azul Vasos 1 240 56 16.800 40 6.400 Púcaros de barro grosso 21 300 Alguidares Pires finos Cântaro grosso Copos de barro grosso branco Roupas Coadores de lã Coador de linho para coar os remédios 3 2 1 4 90 60 50 240 5 540 Usados 1 60 Usados 24.000 Usado e muito velho Muito velha Largos e em bom uso Altos Diversos tamanhos Usados Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 229, maço 283. QUADRO 6. MOSTEIRO BENEDITINO DE PAÇO DE SOUSA Objetos Quantidade Preço (réis) Vasos de barro e panelas 152 4.560 Redomas de vidro Açucareiros de vidro 50 94 10.000 1.880 Vidros 104 5.200 Panelas de vidro Garrafas de vidro preto 6 53 480 1.060 Almofariz de bronze 3 6.240 Almofariz de pedra mármore 2 900 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 Observações Alguns quebrados Antigas Antigos Diversos tamanhos Antigas Antigas Grandes e pequenos 147 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Objetos Quantidade Preço (réis) Alambiques de cobre 2 5.760 Tachos de latão 6 7.680 Funis Tamises 2 4 120 480 Balanças 3 800 Marco 1 600 Medida de cobre 1 240 Drogas 35.000 Observações Diversos tamanhos Diversos tamanhos Peso: dois arráteis Quantidade não especificada Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 187, maço 233, n.º 1-3. QUADRO 7. CONVENTO DE SÃO DOMINGOS (LISBOA) Objetos Quantidade Banco de encosto Escadas de mão Panelas de barro vidradas 1 2 100 Preço (réis) Não tem quantia Não tem quantia 360 600 5.000 Potes de barro 196 11.580 Redomas de vidro Potes de vidro Vidros com rolhas do mesmo material Frascos lapidados Frascos de vidro preto 153 185 149 4 6 30.000 11.100 8.940 400 180 Garrafões pretos 22 8.400 Talhas de barro enterradas em pedra 10 0 Mesas de pau 2 Tamboretes 6 Medicamentos capazes de servir 148 72.000 Observações Muito usados Muito usado Ordinárias Ordinário, sortidos Sortidas Sortidas Muito usado Diferentes tamanhos Sem valer nenhum Quantidade não especificada Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Objetos Termómetro Grais de pedra Grais de marfim Gral de vidro Funil de vidro Espátulas de pau Espátula de marfim Marco Bacia de pó de pedra Peneiras Sedaço Crivo Quantidade Preço (réis) Utensílios de Botica 1 800 5 240 2 240 1 100 1 60 7 240 1 120 1 600 1 60 5 400 1 80 1 80 Copos de vidro 4 120 Canecos de pó de pedra Alguidares de barro vidrado Pedra para emplastros 5 3 1 Ralador de folha e ditos de folha 1 200 120 160 Não tem quantia Observações Muito usado Peso: arrátel Muito usado Um de quartilho e três de culix De meia canada até meia onça Objetos de ferro Mãos de ferro de almofariz 2 Não tem quantia Trempes de ferro 2 1.600 Espátulas de ferro Espátulas Colheres de ferro Tesoura Machado Martelo Braços de balança Evoras de segurar os ditos braços da balança Cobre Alambiques de cobre 5 2 2 1 1 1 2 600 300 120 400 400 80 2.400 2 600 3 10.000 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 Uma pequena, outra grande 149 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Objetos Alambique para banho com dois capacetes Fogareiros de cobre Bilha Chocolateira Tacho Estanho Pratos Chocolateira Comadres Seringas Bacia Almofariz de chumbo Esquentador Tacho Farmacopéia Geral do Reino Farmacopéia Londinensis Farmacopéia de Pinto Farmacopéia de Bateme Farmacopéia Lisbonense Farmacopéia Tubalense 150 Preço (réis) 1 3.200 3 1 1 1 10.000 2.400 120 4.000 4 1 4 2 1 1 1 Arame ou Latão 8 Colheres Candeeiro Candeia Escumadeira Seringa com sua caixa de madeira Bacias com grade de madeira Bilha Bacias de barba Toalhas de linho para barba Panos para a barba Quantidade 2 1 1 1 1 2 1 2 Roupa 13 6 Livros* 1 2 1 2 1 1 Observações 960 160 1.000 280 400 400 300 8.000 Peso liquido: 50 arráteis 180 200 200 160 300 6.000 600 480 1.950 120 Segundo e terceiro volumes Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS Objetos Farmacopéia Edinburgensis Farmacopéia Sueca Farmacopéia de Fuller Farmacopéia Dogmática Farmacopéia de Palacios Farmacopéia de Tyrocenio, por João Lauhes Farmacopéia Pauperum Farmacopéia Lusitana Farmacopéia de Lewis Farmacopéia de Baumé Farmacopéia Matritensis Farmacopéia de Peiros (?) Farmacopéia Augustana Farmacopéia de Wertenbergue Farmacopéia cirúrgica de Plenk Farmacopéia Ulissiponense, por João Vigier História de plantas, por João Vigier Corpus Pharmaceutico Medicum, por Jüngken Enciclopédia cirúrgica racional, por Doliz Matéria médica, por Pinto História de plantas, por Mattioli Historialogia médica, por Abreu Polyanthea medicinal, por Semedo Dioscorides Anazarbeo por Legeme [Laguna] Espécies de plantas, por Lineu Desengano para a medicina por Kisler [Daniel Grislei] Liber Singularis Medicamentorum, por Pineate Ilustrações Médicas, por Saldanha Dicionário de Francês Quantidade 1 1 1 2 2 Preço (réis) Observações 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 volumes 1 1 1 1 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 Pequeno 151 RICARDO PESSA DE OLIVEIRA Objetos Thezorrus medico chimicus, por Amenzih [Mynsicht] Conspectus medicinae, por Juncker Lexicon Chymico Pharmaceuticum, por Jüngken Prosódia Universal teatro pharma por Desgorbis (?) [Sgobbis] Formulário magistral de codeto (?) Quantidade Preço (réis) Observações 1 1 Em oito volumes 1 1 1 1 Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. *Não foi registada avaliação individual nem global. Em casos de leitura duvidosa (?) QUADRO 8. CONVENTO DE S. SEBASTIÃO DA ORDEM DOS PREGADORES (SETÚBAL) Objetos Tachos Tachos Alambiques de cobre Almofariz com mão de bronze Balanças Espátulas Colher de metal Grais de pedra Vasos de barro e vidro Livros de farmacêutica Drogas Quantidade Preço (réis)* 7 3 2 1 3 3 1 4 Observações Pequenos Grandes Diversos tamanhos 416 29 60.000 Quantidades não especificadas Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 225, maço 280. *Os utensílios e livros que compunham a botica não foram avaliados individualmente. A avaliação global da botica foi de 79.310 réis a que houve que somar os 60.000 réis que importaram as drogas existentes. 152 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 PARA O ESTUDO DA SAÚDE CONVENTUAL NO INÍCIO DO SÉCULO XIX: AS BOTICAS QUADRO 9. CONVENTO CARMELITAS DESCALÇOS DE N. SENHORA DA PIEDADE (CASCAIS) Objetos Quantidade Preço (réis) 222 42 12 92 120 2 2 44.400 2.100 360 22.080 19.200 4.800 480 Tachos de arame 7 2.400 Almofarizes de bronze 2 20.600 Almofarizes de marfim Grais de pedra com suas mãos Gral de vidro 2 3 1 240 1.200 240 Balanças 4 9.600 Marcos de bronze Granatario 2 1 2.400 200 Vasos de vidro Açucareiros de vidro Garrafas de vidro preto Panelas de barro Vasos de barro Alambiques de cobre Alambiques de folha com um capacete Medidas de latão e dois funis 2.400 Espátulas 4 120 Prensa Panelas de folha Peneiros e Sedaços Volumes de livros de diversos autores 1 4 5 40 800 400 800 9.600 Drogas 100.000 Madeira de que se compõem as estantes 100.000 Observações Entre pequenos e grande Um grande e um pequeno Entre pequenos e grande Peso: arrátel Libra e meia libra; onça e meia onça Duas de latão e duas de ferro Muito arruinada Quantidade não especificada Fonte: Lisboa, A.N.T.T., MNEJ, caixa 231, maço 285. Recibido: 19 de diciembre de 2008. Aceptado: 12 de octubre de 2009. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 123-154, ISSN: 0210-4466 153 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES∗ José Javier Benéitez Prudencio Darwin College, University of Cambridge RESUMEN El presente artículo trata de estudiar la relación del entendimiento humano con el cuerpo en el pensamiento aristotélico. Dado que para Aristóteles la inteligencia constituye una capacidad o facultad ‘psíquica’, podríamos preguntarnos si no piensa, entonces, que sea una parte o un aspecto de la forma (ειδος) del cuerpo humano, de la misma manera que se da esta relación con los otras facultades (así, por ejemplo, con la sensación y la nutrición). La cuestión es motivo todavía de disputa. El objetivo de mi investigación radica en justificar las posibilidades de una fisiología aristotélica de la mente o del pensamiento. PALABRAS CLAVE: Aristóteles. Fisiología. Ser humano. Mente. Alteridad. ARISTOTLE ON PHYSIOLOGY OF LOGOS ABSTRACT This paper presents a view of Aristotle’s understanding of the relation of human intellect to human body. Given that for Aristotle intellect is a ‘psychic’ capacity or power: does Aristotle think of human understanding as a part or aspect of form (ειδος) of the human body, in the way that the other powers (i.e. sensitive and nutritive) are both parts of the form of an animal body? This question is still in dispute, but the objective in my inquiry is to justify the possibilities of an Aristotelian’s physiology of mind or thought. KEY WORDS: Aristotle. Physiology. Human being. Mind. Otherness. «Dios no fue tan avaro con el hombre para hacerlo una simple criatura con dos piernas, sino que encargó a Aristóteles que lo hiciera racional». —Locke— ———— ∗ Este trabajo tiene su origen en las discusiones informales habidas durante el año académico 2007-2008 en el Humanities & Social Science Club del Darwin College (Cambridge). Agradezco los comentarios y las sugerencias que se me hicieron entonces, junto con los que ahora han hecho los dos informantes anónimos que evaluaron mi artículo. Es, sin embargo, a Geoffrey Lloyd a quien más debo. 155 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO ALGUNOS PROLEGÓMENOS Los intrincados vericuetos de la filosofía de Aristóteles presentan a veces problemas textuales que han sido, y muchos continúan siendo aún, motivo de grandes polémicas. En este sentido, la fortuna no nos sonríe en el tema que va a ocuparnos aquí, aunque una presentación previa de cuáles son los problemas con los que nos topamos ayudará a abordar nuestro trabajo con mayores garantías. Hay que averiguar si puede hablarse con propiedad de fisiología del logos (λóγος) en Aristóteles, y de haberla, analizar luego en qué consiste y cómo la caracterizan los diferentes tratados que componen el Corpus aristotelicum. La empresa necesariamente será —es obvio decirlo— selectiva. Convengo en el uso generalizado de la palabra logos, que como es sabido resulta intercambiable con otros términos que emplea Aristóteles, tales como (aunque no son los únicos): «inteligencia» (νους), «conocimiento científico» (επιστήµη), la unión de ambos1 o «sabiduría» (σοφία), «pensamiento práctico» (φρóνησις), «comprensión» (σύνεσις), «juicio» (γνώµη, υπόληψις) y «lenguaje articulado» (διάλεκτος). El hombre es fundamentalmente un ser razonador según Aristóteles, y esto tiene una serie de concomitancias en relación con su forma de vida, dado que el despliegue de sus facultades intelectivas se circunscribe a un determinado tipo de vida humana y no en otro. Se trata —como es bien sabido— de la «vida buena» (ευ ζην) que «practicaron» los griegos de la polis (πóλις) o la «vida cívica» (πολιτικός βίος). Como veremos más adelante, no todos los seres humanos tienen la misma capacidad del logos. Además, en algunos pasajes del Corpus se reconoce explícitamente que hay animales no humanos que demuestran cierta inteligencia. El argumento de Aristóteles es sencillo: el «alma» (ψυχή) posee una parte intelectiva (νοητα) y otra sensible (αίσθητα), y al haber humanos que participan más de la primera y otros más de la segunda, se explica que haya las diferencias que se observan en la naturaleza en relación con sus capacidades «psíquicas» o mentales. El interesantísimo asunto sobre las capacidades cognitivas de algunos animales superiores no humanos es algo que abordó Richard Sorabji (aunque no sólo en relación con Aristóteles), y por tanto es una cuestión que dejaremos fuera de nuestro tratamiento2. A continuación introduzco algunas ———— 1 Ética nicomáquea, VI 7, 1141a 17-20; Analíticos posteriores II 19, 100b 5-12. SORABJI, R. (1993), Animal minds and human morals: the origins of the Western debate, Ithaca, Cornell University Press. En la actualidad hay una tendencia que sobrevalora el reconocimiento de estas muestras de inteligencia en animales no humanos. Jean-Louis Labarrière se atreve a ir más lejos y concluye que de los pasajes en donde se trata a ciertos animales 2 156 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES explicaciones acerca del marco general en el que se circunscribe nuestra investigación, lo que los filósofos llaman teoría de la mente en el pensamiento de Aristóteles3. De dicha explicación se seguirá si puede hablarse, en rigor, de la fisiología aristotélica del logos. James Lennnox ha puesto de relieve el primer escollo. Escribe: «una cosa es segura: el pasaje de Partes de los animales (I 1, 641a 33-b 10) es taxativo cuando dice que la investigación sobre la razón y el pensamiento no forma parte de la ciencia natural»4. Ciertamente, queda muy claro qué es lo que se afirma en esta cita, sin embargo, la filosofía de la mente en Aristóteles no se resuelve sólo con ella, sino que hay que ver también lo que el estagirita establece en otros lugares del Corpus. Éste es el motivo por el que algunos estudiosos han reconocido5 que esta faceta del pensamiento aristotélico se hace en extremo «volátil». Por otro lado, las palabras de Lennox no pretenden sugerir que tengan que retomarse los antiguos derroteros por los que había venido explicándose la «psicología» aristotélica, es decir, que haya que circunscribirse estrictamente a la metafísica, interpretación que fue la dominante desde el escolasticismo medieval, y que —como se sabrá— estuvo centrada en la cuestión de la inmortalidad del «alma» (ψυχή). Tampoco considero que, por lo que se refiere concretamente a la fisiología del logos, haya que tomar partido poniéndose de lado o no de las interpretaciones averroístas, que —dicho sea de paso— son las que hicieron justicia a la concepción aristotélica de la ψυχή6. Aristóteles establece en Acerca del alma (III 4, 429a 10-12) que la inteligencia es la parte de la ψυχή en virtud de la cual sabemos y comprendemos, ———— como «seres sociables» Aristóteles los estaría considerando como auténticos «animales políticos» —LABARRIÈRE, J.J. (2004), Langage, vie politique et mouvement des animaux. Études aristotéliciennes, París, Vrin, passim. 3 La bibliografía es inmensa. Pueden seguirse las exposiciones generales de IRWIN, T. (1991), Aristotle’s philosophy of mind. En EVERSON, S. (ed.), Companions to ancient thought, vol. 2: Psychology, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 56-83. Y la de EIJK, P.J. van der (2000), Aristotle’s psycho-physiological account of the soul-body relation. En WRIGHT, J.P. y POTTER, P., Psyche and soma: physicians and metaphysicians on the soul-body problem from Antiquity to Enlightenment, Oxford, Clarendon Press, pp. 57-77. 4 LENNOX, J.G. (2005), The place of zoology in Aristotle’s natural philosophy. En SHARPLES, R.W. (ed.), Philosophy and the sciences in Antiquity, Aldershot, Ashgate, p. 70. 5 CASTON, V. (1998), Aristotle on the relation of the intellect to the body: Commentary on Broadie. En CLEARLY, J.J. y WIANS, W. (eds.), Proceedings of the Boston Area Colloquium in Ancient Philosophy, vol. 12 (1996), Lanham, University Press of America, p. 177. 6 La obra de Denis Des Chene se muestra indispensable en este particular. Destaco: DES CHENE, D. (2000), Life’s forms: late Aristotelian conceptions of the soul, Ithaca, Cornell University Press. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 157 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO pero constituye una parte «separable» (χοριστον)7. Esta cita suele ponerse en relación8 con otra anterior en el mismo tratado (II 2, 413b 11-33) en donde se conciben separadamente cada una de las capacidades psíquicas que tiene el «alma». De acuerdo con la interpretación tradicional, el intelecto está separado del cuerpo y queda por completo separado de él constituyendo una sustancia incorpórea o inmaterial (en el sentido post-aristotélico del término)9. Por ello, siguiendo —repito— la interpretación tradicional, dado que al investigador del mundo natural (el «científico») le corresponde únicamente la investigación de la materia y la forma (naturales)10, lo que concierne al estudio de la parte inteligible del «alma» no sería de su cometido. Hay otra dificultad añadida, pero que cuenta a favor de quienes defienden esta interpretación en cuestión. Se trata de la imposibilidad de encontrar un solo pasaje en el Corpus que otorgue un órgano al intelecto, así como encontramos, por ejemplo, que la percepción visual tiene el suyo (los ojos). A cualquier lector juicioso le asaltarán dudas razonables sobre si debiéramos abandonar nuestro estudio en vez de perseverar en nuestro empeño, tras haber considerado sucintamente alguno de los problemas. Pero, ¿resulta, en realidad, estéril o inútil? Hemos reconocido al comienzo que la filosofía aristotélica es compleja, y esta complejidad se cierne también sobre la materia que estamos abordando. Lo que pretendo decir es que existe otro modo de ver las cosas. Establezco las siguientes consideraciones, dejándome guiar por las reflexiones que hizo Michael Frede11. En efecto, no existe un órgano de la inteligencia y no existe una relación de ésta con el cuerpo; no obstante, sí se da una relación indirecta entre los dos y, por tanto, la inteligencia precisa de alguna manera del cuerpo. La inteligencia depende de las otras capacidades psíquicas y éstas sí tienen —todas ellas— una relación directa con él para poder desarrollar sus respectivas funciones. Además, la facultad de la «imaginación» o «representación» (φαντασία) requiere de la fisiología, y según se ———— 7 Sigo la edición de Tomás Calvo: ARISTÓTELES (1983), Sobre el alma, Madrid, Gredos. Así, HICKS, R.D. (1907), Aristotle. De anima, with English translation, introduction and notes, Cambridge, Cambridge University Press, p. 475. 9 Llamo interpretación tradicional a la que interpreta la ‘psicología’ aristotélica como si se tratara únicamente de un cúmulo de reflexiones ‘físicas’ y ‘metafísicas’. Para lo que digo, véase EIJK (2005), Medicine and philosophy in Classical antiquity: doctors and philosophers on nature, soul, health and disease, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 206-207. 10 LENNOX, J.G. (2001), Aristotle’s philosophy of biology: studies in the origins of the life science, Cambridge, Cambridge University Press, p. 182. 11 FREDE, M. (1995), On Aristotle’s conception of the soul. En NUSSBAUM, M.C. y RORTY, A.O., Essays on Aristotle’s De anima, Oxford, Clarendon Press, p. 106. 8 158 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES explica en el libro I de la Reproducción de los animales, la ‘sensibilidad’ (αίσθησις) la comparten, en mayor o menor medida, todos los animales; además, constituye una clase de conocimiento12. Por tanto, hay unos órganos de los que la inteligencia se sirve para llegar a reproducir la intencionalidad del sujeto y sus inclinaciones13. Philip van der Eijk ha reparado en aquellos pasajes del Corpus en los se refiere al pensamiento en un sentido estrictamente físico —así, por ejemplo, en los contextos donde aparecen los términos: «descanso» (ηρήµησις), «movimiento» (κίνεσις) o «agilidad» (το ενκίνητον)—, y aquellos otros en los que Aristóteles alude específicamente a perturbaciones del intelecto que tienen como fuente u origen alguna afección corporal. A su estudio me remito14. En realidad, se descubre aparentemente una contradicción interna en el Corpus, puesto que por un lado (tal como hemos visto siguiendo Acerca del alma) la inteligencia no forma parte del cuerpo, mientras que en los tratados de carácter biológico se insiste en que existen unos rasgos fisiológicos determinados que caracterizan al humano como ser inteligente. En un intento de superar esta estrecha dicotomía, Victor Caston15 ha reducido el argumento a estas tres premisas: 1. La inteligencia es parte del «alma» (Acerca del alma II 1, 412a 1921; 27-28). 2. El «alma» es idéntica con la «forma» (ειδος)) del cuerpo (Acerca del alma I 1, 403b 9-14; Partes de los animales I 1, 641b 4-10). 3. La inteligencia es parte de la forma del cuerpo (Acerca del alma III 4, 429a 10-11). En buena medida —hay que admitir—, la interpretación tradicional ha establecido una visión parcial, sesgada o unilateral de la mente debido a que suele fundarse en unos tratados del Corpus aristotélico, dejando a un lado —o ———— 12 Véase LLOYD, G.E.R. (1996), Aristotelian explorations, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 40-49, 126-137. 13 SORABJI, R. (1995), Intentionality and physiological processes. En NUSSBAUM y RORTY (eds.), pp. 195-225. Sobre la fisiología de la φαντασία: WATSON, G. (1982), ФANTAΣIA in Aristotle De anima 3.3, Classical Quarterly, 32, pp. 103-107, y OSBORNE, C. (2007), Dumb beasts and dead philosophers: humanity and the humane in ancient philosophy and literature, Oxford, Clarendon Press, pp. 81-85. 14 EIJK (2005), pp. 218-229. 15 CASTON (1998), p. 180. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 159 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO en un lugar marginal— a otros. Me refiero a los que estudian la biología y la zoología. En alusión a esta problemática, Myles Burnyeat ha dicho: Este es el mapa a gran escala de la filosofía natural de Aristóteles. Da comienzo con la Física, prosigue con Acerca del cielo y con Acerca de la generación y la corrupción. Toma una pausa con los Meteorológicos pero continúa con Acerca del alma y con los tratados biológicos16. Conviene que tengamos presente este mapa al que Burnyeat se refiere. Por mi parte, el estudio que aquí se sigue tratará de incidir, sobre todo, en la «biología» aristotélica. Añado que dicha tendencia no es nada novedosa; en realidad, empezó a florecer desde hace más de tres décadas17. En los próximos epígrafes voy a incidir, previamente, en el lugar que el ser humano ocupa en la scala naturae y, a continuación, me detendré en aquellos pasajes del Corpus en los que puede apreciarse que ciertos órganos del cuerpo humano tienen sus funciones fisiológicas relacionadas con los procesos en los que está presente la inteligencia. TELEOLOGÍA Y ANTROPOCENTRISMO EN LA SCALA ATURAE Aristóteles concibió la «naturaleza» (φύσις) de forma antropocéntrica y suele considerarse, en concreto, que el célebre pasaje de la Metafísica Λ 10 (1075a 11-25) constituye su principal apoyo textual en el Corpus. Gwilym Owen, Geoffrey Lloyd, David Furley, Charles Kahn, John Rist o David Sedley, entre otros, apoyan esta interpretación. Por decirlo como hace Sedley18, el «despliegue» (τέλος) del mundo natural en Aristóteles es jerárquico, continuo ———— 16 BURNYEAT, M.F. (2004), Aristotle’s on the foundations of sublunary physics. En HAAS, F.A.J. de y MANSFELD, J. (eds.), Aristotle. On generation and corruption Book 1(Proceedings of the 15th. Symposium Aristotelicum), Oxford, Clarendon Press, p. 13. 17 Solamente podemos dejar apuntada esta breve referencia. En este cambio de orientación destacaron las investigaciones de D.M. Balme y, sobre todo, los libros de PELLEGRIN, P. (1982), La Classification des animaux chez Aristote. Statut de la Biologie et Unité de l’aristotélisme, París, Les Belles Lettres, y LLOYD, G.E.R. (1983), Science, folklore and ideology, Cambridge, Cambridge University Press. Véase, asimismo, el conjunto de artículos en GOTTHELF, A. y LENNOX, J.G. (eds.) (1987), Philosophical issues in Aristotle’s biology, Cambridge, Cambridge University Press, y los de DEVEREUX, D. y PELLEGRIN, P. (eds.) (1990), Biologie, logique et métaphysique chez Aristote (Actes du Séminaire C..R.S.-.S.F., (Oléron 28 juin- 3 juillet 1987), París, Éditions du CNRS. 18 SEDLEY, D. (1991), Is Aristotle’s teleology anthropocentric?, Phronesis, 36, pp. 179-196. 160 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES y tiene como punto de referencia absoluta el ser natural más perfecto que existe, al menos en lo que luego se llamará el mundo sublunar: el hombre. No podemos detenernos en la cuestión, sin duda importante, del carácter que tiene la filosofía natural de Aristóteles, pero convengo con los estudiosos que he citado en que no sólo es funcionalista19, ni desde luego constituye un mero alarde taxonómico20. «Para Aristóteles —vuelve a escribir Burnyeat21— es la existencia de la vida lo que explica por qué los animales tienen una constitución física y no otra». Y en su empeño por llegar a «indagar» (ιστορία) los seres vivos, labor que como es bien sabido realizó en compañía de sus discípulos del Liceo, Aristóteles se propuso el conocimiento de cuanto acaece en el mundo en donde rige el movimiento de progresiva y eterna generación y degeneración. Aristóteles concibe a los animales y las plantas como seres naturales; no hay una redundancia, pues ello significa que los animales y las plantas tienen en sí mismos las fuentes o las «causas» (αιτίαι) del movimiento y el reposo (Física II 1, 192b 21-23, 32-34; Metafísica E 1, 1025 19-22). La naturaleza de todo animal o planta es compleja y se constituye de materia y de forma, y ésta es «su propia naturaleza» (Física II 1, 193a 9-11, 28-31)22. Aristóteles divide (Acerca del alma I 2) la clase de seres animados de los inanimados23. A los animados (Investigación de los animales I 6, 490b 6491a 6) pertenecen tanto las plantas como los que llama sanguíneos y los carentes de sangre24. En una gradación que va del menor al mayor grado de complejidad fisiológica, de estructura y de forma (Partes de los animales II 10, 656a 2-4), las plantas son las que presentan menor complejidad en cuanto a sus partes, «pues para pocas funciones basta el uso de pocos órganos», mientras que los seres que tienen no sólo «vida» [ζωή] como los vegetales ———— 19 Es decir, que no se agota en el descubrimiento de la función (έργον) que desempeña un organismo o parte de él. 20 Puede verse: BALME, D.M. (1987), Aristotle’s use of division and differentiae. En GOTTHELF y LENNOX (eds.), pp. 80-85. 21 BURNYEAT (1992), Is an Aristotelian philosophy of mind still credible? A draft. En NUSSBAUM y RORTY (eds.), p. 22. 22 Sigo la edición de G.R. de Echandía: ARISTÓTELES (1998), Física, Madrid, Gredos. 23 En Investigación sobre los animales (VIII 1, 588b 5-6) establece que «la naturaleza pasa, ciertamente, sin interrupción de los seres inanimados a los animales a través de seres vivos que no son animales» (cf. Partes de los animales IV 5, 681a 12-14). Es la edición de J. Pallí Bonet: ARISTÓTELES (1992), Investigación sobre los animales, Madrid, Gredos. 24 El cap. 6 de la Investigación de los animales versa sobre las cuestiones de género y especie, y en él se contiene la clasificación de la vida animal no vegetativa que a continuación reproduzco. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 161 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO sino, además, «sensibilidad [αίσθησις], tienen una forma más variada»25. Los animales sanguíneos se clasifican, a su vez, partiendo de los ovíparos de huevo perfecto (las aves y los cuadrúpedos escamosos como los reptiles y los anfibios) y los vivíparos (cetáceos, cuadrúpedos peludos y el hombre). Desde el punto de vista de la división zoológica, el hombre, ese «animal mortal, con pies, bípedo, sin alas»26, constituye el ser vivo más complejo de todos, aunque comparte con las plantas la vida (ζωή)27, y con el resto de las bestias (ascendiendo de esta manera en la jerarquía dentro de la escala natural), la sensación (αίσθησις)28. «El hombre es lo mejor del cosmos», establece la Ética nicomáquea (VI 7, 1141a 24)29. Pero, ¿por qué el humano habría de ser más complejo y, sobre todo, más importante que los demás animales, y qué es lo que Aristóteles tiene en cuenta para afirmar y legitimar su superioridad sobre el resto de la escala natural? Distintos pasajes del Corpus establecen cuáles son o en qué consisten las peculiaridades fisiológicas del ser humano con respecto a los otros animales30. Destaco algunos de ellos: 1. Es el único de los vivientes pedestres que tiene más grandes los pies en proporción a su tamaño (Partes de los animales IV 10, 690a 27-28). ———— 25 Cf. Acerca del alma II 2, 413a 21-26. Aquí se establece lo siguiente: «Lo animado se distingue de lo inanimado por el vivir. Y como la palabra vivir hace referencia a múltiples operaciones, cabe decir de algo que vive aun en el caso de que solamente le corresponda a alguna de ellas, por ejemplo, intelecto, sensación, movimiento y reposo locales, amén de movimiento entendido como alimentación, envejecimiento y desarrollo. De ahí que opinemos que todas las plantas viven». La causa que descubre Aristóteles para las limitaciones que posee la vida vegetativa reside en su «naturaleza (…) inmóvil» (Partes de los animales II 10, 656a 1). Seguimos la edición de E. Jiménez Sánchez-Escariche: ARISTÓTELES (2000), Partes de los animales. Marcha de los animales. Movimiento de los animales, Gredos, Madrid. 26 Es la respuesta a la última pregunta que se pone de ejemplo para demostrar la imposibilidad de obtener la esencia a partir del método de la división (διαίρεσις): «¿qué es el hombre?», en Analíticos Segundos II 3, 92a 1-2, edición de M. Candel Sanmartín: ARISTÓTELES (1995), Tratados de lógica (Όργανον), vol. II: Sobre la interpretación, Analíticos Primeros, Analíticos Segundos, Madrid, Gredos. 27 El hombre comparte con las plantas las facultades de autoalimentación, crecimiento y envejecimiento (Acerca del alma II, 412a 14-15), lo que incluye la capacidad generativa o reproductiva (416a 19). 28 Es decir, la capacidad de sentir placer y dolor, «y donde se dan éstos —matiza— hay además y necesariamente apetito» (Acerca del alma II, 413b 23). 29 Edición de J. Pallí: ARISTÓTELES (1998), Ética nicomáquea. Ética eudemia, Madrid, Gredos. 30 Para la relación que voy a dar a continuación, puede seguirse LLOYD (1983), pp. 26-43. 162 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES 2. Solamente él se sostiene erguido (29). 3. Y solamente él posee un tamaño de su cabeza proporcionado con su cuerpo (II 10, 656b 8-10; cf. 656a 7-14). 4. Es el único que no necesita de los miembros delanteros, por ello también es el único en estar provisto de brazos y manos (IV 10, 687a 7-8). 5. Su sangre no es densa (Investigación de los animales III 19, 621a 3; Partes de los animales II 2, 648a 6-7). 6. Está dotado de unos labios y dientes apropiados, y una lengua más suelta y más blanda (Investigación de los animales IV 9, 536b 3-4; Partes de los animales 659b 29-660a 25; III 1, 661b 15). 7. Asimismo, es el que tiene el sentido del tacto más desarrollado (Acerca del alma II 9, 421a 20-23). Todos estos enunciados no tienen como fin la simpleza de enumerar las características físicas que tienen los humanos. Lo que importa es que todos ellos están inextricablemente ligados con la inteligencia. Aristóteles infiere nuestra peculiaridad bípeda porque somos inteligentes. Por eso mismo caminamos erguidos y tenemos manos con las cuales podemos adquirir y desarrollar habilidades productivas y técnicas (enmendando, de paso, a Anaxágoras, quien hacía la inferencia contraria: el hombre es inteligente porque tiene manos; cf. Partes de los animales IV 10, 687a 8-10). Tenemos también una lengua y unos labios apropiados con los cuales podemos comunicarnos adecuadamente mediante palabras. Estos órganos son el vehículo sonoro de la inteligencia. Un pasaje de la Poética (19, 1456a 37) lo dice de forma muy expresiva: «Es cosa del pensamiento todo aquello que se ha de obtener mediante la palabra»31. La propiedad fisiológica que poseen los labios reside en su blandura. Aristóteles dice que los animales con carne más blanda son más aptos para la inteligencia que los que no la tienen (Acerca del alma II 9, 421a 23-26). Además, sin el sentido del tacto ningún ser vivo podría estarlo, pero «debido a» que ———— 31 Para LABARRIÈRE (2004, pp. 40-49) la capacidad del lenguaje articulado no evoca necesariamente el logos. Sin embargo, el lenguaje en Aristóteles solamente es posible a través del pensamiento; Maurizio Beuchot explica que el lenguaje tiene por causa («causa formal») el pensamiento. BEUCHOT, M. (2004), Ensayos marginales sobre Aristóteles, Méjico, Universidad Autónoma de México, p. 16. También el ser humano está dotado de un oído muy agudo (Investigación de los animales IX 1, 608a 17-21), y esta capacidad también se pone en relación con el logos y con la posibilidad de entenderlo, previa audición. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 163 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO poseemos el sentido del tacto más fino somos los animales más inteligentes de cuantos existen. Aristóteles prosigue diciendo con relación a la inteligencia o con habilidades que directamente tienen que ver con ella: 1. El humano es el único que adquiere experiencia gracias al arte y los razonamientos (λογισµοι) (Metafísica A 1, 980b 25-27)32. 2. Es el único capaz de reflexión (βουλετικόν) y de recordar (Investigación de los animales I 1, 488b 25-29)33. 3. El único animal capacitado para hacer o actuar (Ética eudemia II 6, 1222b 18-20)34. 4. El único capacitado para la risa (Partes de los animales III 10, 673a 8-10)35. 5. El único capaz de captar los olores que son agradables por sí mismos (Acerca de la sensación y de lo sensible V, 443b 19-20)36. 6. El único capaz de desarrollar el sentido del gusto (Partes de los animales II 17, 660a 18-25). 7. El único que tiene la capacidad del lenguaje articulado (διάλεκτος), como no existe otro animal en la naturaleza (Investigación de los animales IV 9, 536b 3-4)37. ———— 32 Aristóteles, dentro de las diversas destrezas «artísticas» que el hombre puede llegar a desarrollar, explica en la Poética (4, 1448b 4-5) que «la actividad imitativa (µίµησισ) es connatural a los seres humanos desde la infancia (y esto les diferencia de los otros animales)». Sigo la traducción de S. Mas Torres: ARISTÓTELES [2004], Poética, Madrid, Biblioteca Nueva. 33 Aristóteles distingue esta capacidad del recuerdo (ανάµνησις) de la simple memoria (νήµη) de la que están dotados otros animales (ARISTÓTELES (2004), p. 26). 34 En concreto, establece que «el hombre es el único animal que es principio de ciertas acciones», pues «en efecto, no podemos decir de ningún otro animal que actúa» (cf. Ética nicomáquea VI 2, 1139a 23). 35 Concretamente lo expresa refiriéndose a la causa que provoca la risa: las cosquillas. 36 Mientras que sería común a los demás animales sólo la propiedad de saborear y poder oler lo agradable y lo desagradable (19-28). 37 Labarrière interpreta que el lenguaje articulado no constituiría un rasgo esencial que distinga al hombre de todos los demás animales. Véanse, sobre todo, las páginas que dedica a las aves que, de acuerdo con Aristóteles, poseen también διάλεκτος: el pájaro de la India, el loro, y el ruiseñor. En LABARRIÈRE, (2004), pp. 49-59. En este punto, sigo la interpretación mayoritaria. Labarrière sobredimensiona las excepciones que presenta el Corpus aristotélico. Con ello, no sólo convierte las excepciones en regla sino que además pasa por inadvertido el uso propio que Aristóteles hace de la analogía. Véase SORABJI (1993), pp. 13-14. 164 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES 8. El hombre es el único con la capacidad de hablar y puede llegar a aprehender el sentido del bien, lo justo y los demás valores (Política I 2, 11-12, 1253a). 9. Es, además, el único de los animales conocidos que participa de lo divino, o el que más de todos (Partes de los animales II 10, 656a 6-7; cf. Reproducción de los animales 737a 10; Acerca del alma 408b 29). La inteligencia según Aristóteles es un atributo divino; es la parte intelectiva del «alma» la que no perece con el cuerpo cuando sobreviene a la muerte. Sin embargo, de entre todos los pasajes que he citado el que merece nuestra atención no es éste sino el que inmediatamente le precede (Política I 2, 11-12, 1253a). Todas las especialidades que posee la naturaleza humana tienen por denominador la capacidad intelectiva o racional, que como pone de manifiesto este pasaje de la Política conforma una capacidad del «espíritu» por cuanto concierne al sentido de lo moral, lo justo y a todas los demás «valores». Terence Irwin38 se permitió discrepar de la rotundidad con que Aristóteles se muestra aquí, y contrapone éste al pasaje 436b 20-437a 1 del pequeño tratado titulado Acerca de los sentidos. Irwin establece que si el tacto y el olfato permiten al animal distinguir entre el alimento que puede comer y el que no, puede entonces distinguir «lo bueno» de lo que no lo es. Evidentemente, aquí «lo bueno» se relaciona más con lo útil y carece del carácter absoluto que poseen los valores humanos a los que se ha referido la Política (lo moral y lo justo). La explicación «lógica» de la Política contiene la referencia a la capacidad lingüística de los humanos (φονή), y la relaciona directamente con la capacidad de raciocinio, con la moralidad y la forma de vida civilizada, es decir, con esa construcción colectiva que supuso la «ciudad» (πόλις)39. Dicha explicación no era, en absoluto, una novedad en el mundo griego, dado que el pensamiento precedente ya había reparado en ello40. Tampoco debe escapársenos que en sentido propio ni la Política ni las Éticas conciernen o tienen como destinatarios a todo el género humano, sino únicamente a una clase muy especial: el varón griego, libre y ciudadano. Por tanto, éste es el único que tiene la disposición natural a ser un humano «completo» o «maduro» (τέλειος), siendo el único que se encuentra en disposición de adquirir la virtud o exce- ———— 38 IRWIN, T. (1988), Aristotle’s first principles, Oxford, Clarendon Press, p. 332. Véase AX, W. (1978), Ψóφος, φoνή und διάλεκτος als Grundbegriffe aristotelischer Sprachreflexion, Glotta, 56, pp. 259-262. 40 Pienso, sobre todo, en el mito de Protágoras en el diálogo al que da nombre de Platón (Protágoras 320c-322d). 39 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 165 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO lencia (αρετή) utilizando el «razonamiento práctico» (φρóνησις). Así lo expresa la Ética nicomáquea (VI 13, 1144b 18, b29). La inteligencia, sin embargo, no es innata41. Llega a aflorar en estos individuos llamados a ser ciudadanos cuando rebasan la edad adulta42. La inteligencia se adquiere, entonces, a raíz de un proceso educativo y, sobre todo, con el hábito (έξις). Como Martha Nussbaum43 puso de relieve, Aristóteles establece el criterio de humanidad fundándose, más que en la pertenencia a una misma especie, en la existencia en las sociedades (griegas) de unos determinados rasgos fundamentales de vida compartidos. Como veremos en el próximo epígrafe, las explicaciones del Corpus vuelven a tener presente al humano «entero» o «completo», pero también a aquellos otros humanos que (por naturaleza) no lo son. Ello dará pie a establecer ciertas precisiones sobre los humanos que forman parte de la alteridad dentro del pensamiento aristotélico: ya sea por su carácter incompleto definitivo (tales como las mujeres) o por su carácter meramente transitorio (el niño que un día podrá llegar a la ciudadanía). La naturaleza no hace nada en vano (Marcha de los animales 2, 704b 11-17)44 y todo aquello que se genere fuera de ella será por definición antinatural. Ahora podemos entender con todo su calado qué significa para Aristóteles que el humano es el animal más natural de todos cuantos existen (4, 706a 19). Por cuestiones de espacio debo dejar para otra ocasión el tratamiento en extenso que merecerían los seres anómalos, aberrantes, los híbridos y los monstruos, que nacen por accidente y son antinaturales. ———— 41 Véase FREDE, M. (1996), Aristotle’s rationalism. En FREDE, M. y STRIKER, G. (eds.), Rationality in Greek thought, Oxford, Clarendon Press, pp. 169-170. Hay una contradicción textual con un pasaje de la Ética eudemia (II 8, 1224b 10-12). La contradicción se supera en el sentido que ha explicado recientemente WINSLOW, R. (2007), Aristotle and rational discovery, Londres, Continuum, pp. 94, 140-141 (n. 6). 42 Resulta difícil de explicar cómo habría de producirse este acontecimiento o la trasformación en la que el niño (un ser humano άλογος) se convierte en el adulto que delibera (bulético) y elige, y se determina (prohairético). Véase el estudio de COLES, A. (1997), Animal and children cognition in Aristotle’s biology and the scala naturae. En KULLMANN, W. y FÖLLINGER, S. (eds.), Aristotelische Biologie: Intentionem, Method, Ergebnisse (Akten des Symposions über Aristoteles Biologie vom 24. - 28. Juli 1995 in der Werner-Reimess-Stiftung in Bad Homburg), Franz Steiner Verlag, Stuttgart, pp. 287-323. 43 NUSSBAUM (1995), La fragilidad del bien. Fortuna y ética en la tragedia y la filosofía griega, Madrid, Visor, p. 321. 44 La naturaleza no hace nada en vano o que sea superfluo, sino siempre generando o produciendo lo mejor. Véase LENNOX (2001), pp. 205-223. 166 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES RUIDOS, VOCES Y PALABRAS ARTICULADAS: LA FISIOLOGÍA DEL LENGUAJE HUMANO A la hora de estudiar los sonidos que emiten los distintos seres animados, Aristóteles distingue (Investigación de los animales IV 9, 535a 27-28): la voz (φονή) del simple ruido (ψóφος)45. Éstos, a su vez, son distinguibles del lenguaje articulado (διάλεκτος): «Voz y ruido son dos cosas distintas, y el lenguaje una tercera»46. En Acerca del alma (II 8, 420b 6-7) se lee que «la voz es un tipo de sonido exclusivo del ser animado»47. Sin embargo, no todos los vivientes tienen voz para Aristóteles. La explicación es morfológica: la poseen exclusivamente aquellos animales «que reciben aire en su interior», es decir, los que están naturalmente dotados por el órgano respiratorio de la laringe y cuyo funcionamiento «está al servicio de otra parte, a saber, el pulmón» (22-24)48. Con relación a las especies animales, solamente los sanguíneos tendrían la capaci- ———— 45 El estudio de Wolfram Ax se detiene en otro tipo de consideraciones que nosotros no vamos a tratar aquí. Su análisis comienza con la división aristotélica completa de los seres vivos que pueden emitir algún tipo de ruidos (ζωα ψοφητικά): «áfonos» (άφονα) y «con voz» (φονήεντα). AX (1978), pp. 248-252. 46 Otras fuentes distintas de la aristotélica distinguen φονή de αυδή. En Homero, φονή aparece en contextos en que debe traducirse por «sonido» y hasta por simple «ruido», mientras que αυδή lo hace en contextos que aluden estrictamente a «lenguaje». FORD, A. (1992), Homer: The Poetry of the Past, Ithaca, Cornell University Press, pp. 172-179. Platón, en el Crátilo (398d, 409e), emplea φονή para referirse a la «voz», pero también al «lenguaje» (igual que γλωττα y λόγος). 47 Y de los inanimados que poseen voz (como la flauta o la lira) sólo se hace «por analogía» —véase LAURENT, J. (1996), La Voix humaine (De anima II, 8, 420b 5- 421a 3). En ROMEYER G.D. (dir.) y VIANO, C. (ed.), Corps et âme. Sur le De anima d’Aristote, París, Vrin, pp. 169-192. Maria Grazia Ciani, que ha estudiado los defectos de la voz humana tomando por norte el Corpus hipocrático, establece (según Epidemias) que la voz es sinónimo de vida y salud, mientras que la «afonía», de muerte y enfermedad. CIANI, M.G. (1987), The Silences of the Body: Defect and Absence of Voice in Hippocrates. En CIANI, M.G. (ed.), The regions of silence: studies on the difficulty of communicating. Ámsterdam, Gieben, pp. 145-172. 48 Platón (Timeo 67b) creía que la voz resultaba del choque transmitido hasta el alma a través de los oídos y por mediación del aire, el cerebro y la sangre. Hoy se sabe que los órganos humanos que posibilitan el habla son el cerebro y el aparato fonador, y dentro de este último, es la peculiar posición de la laringe, mucho más baja que la del resto de primates, lo que explica la misma. La descripción más detallada en el Corpus de los órganos de fonación se encuentra en Partes de los animales II 16-17. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 167 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO dad de emitir voces, salvo los peces49. Así que, no todos los animales están dotados por naturaleza de voz. Pero como hemos visto, Aristóteles también distingue la voz de las expresiones lingüísticas o el lenguaje articulado, con lo que no todos los seres animados que puedan emitir voces poseerán este don natural. Según acabamos de destacar, para Aristóteles el lenguaje articulado es propio sólo del hombre. Antes lo veíamos con la cita de Investigación de los animales; en Reproducción de los animales (V 6, 786b 20-21), expresa que los humanos, dado «que la naturaleza les ha concedido esa facultad (...) son los únicos animales que se sirven de la palabra [λόγω]». Si continuamos con Problemas (X 40, 895a 17-18)50, aquí el texto aristotélico se detiene en una importante matización: «el hombre participa más del lenguaje, y los demás animales del sonido». Parece advertirse que el hombre puede participar también, o según el caso sólo, de otras formas comunicativas; por ejemplo, a través de la voz como hacen los animales o, incluso, simplemente a través de una emisión gutural ruidosa51. En esto, explica Acerca del alma (II, 420b 27-31) que, evidentemente, «el golpe de aire inspirado» es lo que se llama «voz», pero matiza —y debemos pensar exclusivamente en el viviente dotado de voz— que: «no todo sonido del animal es voz», y lo que no es voz ni lenguaje articulado habrá de ser, por exclusión, ruido; cabe, no obstante, «en efecto, producir sonidos con la lengua así como tosiendo», pero, según lo dicho, esta emisión sonora o golpe del aire sólo constituiría ruido. Y explica (31-34): Ha de ser necesariamente un ser animado el que produzca el golpe sonoro y éste ha de estar asociado a alguna representación, puesto que la voz es un sonido que posee representación. ———— 49 Aristóteles explica que los animales que no poseen voz no la tienen porque carecen de sangre; tampoco la tienen, entre los sanguíneos, los peces. Acerca del alma, 10-12. 50 Para Problemas, como tal fuente integrante del Corpus, me remito a lo que la edición de Elena Sánchez Millán considera acerca de su datación y autoría. ARISTÓTELES (2004), Problemas, Madrid, Gredos, pp. 11-13. De acuerdo con ello, los pasajes que tomamos son «auténticos», esto es, del período histórico que nos ocupa. Me abstengo de utilizar otros en que, no ya la autoría, sino la redacción de los mismos y su pensamiento, estén claramente separados del fundador del Peripato. 51 Aristóteles conoce que hay un tipo muy peculiar de aves que tienen un lenguaje articulado (Investigación de los animales IV 9, 536a 21-22). Se refiere a estas aves, el «pájaro de la India», el loro, del que «se dice que posee un habla como los hombres» (VIII 12, 797b 28). Estos pájaros se asimilan a los que tienen garras corvas, cuello corto y lengua ancha, que pueden poseer dotes de «imitación». 168 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES La representación «simbólica» o —siguiendo la terminología aristotélica en Sobre la interpretación (2, 16a 19)— lo «significativo» [σηµαντική], distingue la voz de un ruido que pueda producir el mismo viviente52. Esto que dice de la voz, Aristóteles lo expresa respecto de la forma específica de sonidos que emiten esos animales parlantes, únicos en su especie, que son los humanos: el lenguaje articulado. En Sobre la interpretación (ídem) sostiene que únicamente «el sonido» que es «significativo» será un «nombre [όνοµα]»53, y —en un sentido próximo a la postura que mantiene Hermógenes en el Crátilo de Platón— será «significativo por convención [συνθήκεν]»54, es decir, que «ninguno de los nombres lo es por naturaleza» ———— 52 Nada obsta que otros animales también posean la capacidad de producir «representaciones» o la «imaginación» (φαντασία). SADUN BORDONI, G. (1994), Linguaggio e realtà in Aristotele, Roma- Bari, Laterza, pp. 18-19, y OSBORNE (2007), pp. 79-81. Para el texto de Sobre la interpretación, seguimos la referida edición: ARISTÓTELES (1995), Tratados de lógica (Όργανον), vol. II: Sobre la interpretación, Analíticos Primeros, Analíticos Segundos, Madrid, Gredos. 53 Si consideramos el Crátilo de Platón, lo importante según Sócrates era la perfecta adecuación (επονιµία) existente entre el nombre y lo nombrado: «el nombre es una “imitación” [µίµησις] con la voz de aquello que es imitado» (Crátilo 423b). De lo que se trata en la corrección platónica de los nombres es de «la captación del ser por medio de letras y sílabas» (423e), aunque para el propio Platón resultaba imposible una adecuación perfecta. Aristóteles (Sobre la interpretación 16a 19-29) rechaza expresamente la µίµησις platónica. De esta manera, el nombre es un instrumento que nos enseña algo de la forma onomástica ideal, según Platón, mientras que la postura de Aristóteles, como explico a continuación, se halla próxima a la que en el Crátilo defiende Hermógenes. 54 Si bien Hermógenes en el Crátilo aplica la convención humana y utiliza de forma indistinta (cf. Crátilo 384c-e) los términos: συνθήκη (pacto), οµολογία (consenso), νοµός (convención) y ήθος (hábito) para comprender, no la existencia de la «representación significativa» convenida (que la da por supuesta), sino la diferencia y variedad de lo que ha sido convenido por los hombres. Por eso dice a Sócrates, respondiendo a qué puede deberse la exactitud que tienen los nombres, que: «Yo desde luego, Sócrates, no conozco para el nombre otra exactitud que ésta: el que yo pueda dar a cada cosa un nombre, el que yo haya dispuesto, y que tú puedas darle otro, el que, a tu vez, dispongas. De esta forma veo que en cada una de las ciudades hay nombres distintos para los mismos objetos, tanto para unos griegos a diferencias de otros, como para los griegos a diferencia de los bárbaros» (385d-e). Para Aristóteles el όνοµα, la palabra, sólo llega a ser significativa mediante un acuerdo, y por consiguiente, como creía Hermógenes, nada existe en la palabra que remita naturalmente a su significado. Pero Sócrates ponía un serio reparo a su interlocutor en el Crátilo, que el acuerdo desemboque en un pacto privado, con lo que el lenguaje solamente sería comunicable a las partes que lo pactaron y que lo conocen (385d-e). Aristóteles salva la objeción platónica remitiendo al uso que legitima los significados de las palabras (Tópicos I 1, 100b 22, respecto de los enunciados Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 169 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO (27-28)55. Según Aristóteles (4, 17a 1-2), el discurso o «enunciado [λόγος] (…) es significativo (…) no como un instrumento “natural”, sino por convención»56, y queda fuera de dicha consideración «enunciativa» o «lógica» «los sonidos inarticulados, por ejemplo, de los animales, [pues] ninguno de los cuales es un nombre [όνοµα]» (28-29)57. Como lo expresa respecto de la tos, deberá entenderse sonido o voz aquello que no sea propiamente lengua articulada58. A lo largo de las obras que hemos venido considerando, cuando Aristóteles trata específicamente de las voces que pueden llegar a emitir los vivientes parlantes («así como tosiendo», recuerdo), lo propio o específico del humano es, sin embargo, el articular palabras (porque «el hombre participa más del lenguaje»). Pero Aristóteles, como he advertido al comienzo de nuestro trabajo, no descuida que existan además otros humanos que tienen por vehículo comunicativo, no la palabra articulada sino solamente las «voces», de forma que ésta es su manera propia de comunicarse. Y lo hacen, se expresan, así, mediante voces: el niño, los que padecen algún tipo de indisposición, anomalía o atrofia que les incapacite para poder hablar como hombres plenos o completos (τέλειος) y, en último lugar, como veremos, también las mujeres. Este don tan precioso que los seres humanos poseen por naturaleza, el lenguaje articulado, es un bien no obstante delicado y frágil, por ello «la lengua humana —afirma Problemas (XI 1, 898b 31-32)— parece muy fácil de perder y muy difícil de perfeccionar». De esta manera, la eclosión de la palabra constituye un proceso en el desarrollo humano que, como el general de la cultura, da comienzo por las expresiones de sonido más elementales. Incluso, ———— plausibles). Como subrayó Anne Cauquelin, es la polis el marco que sirve de limitación a esa arbitrariedad de que hablaba el Sócrates platónico. CAUQUELIN, A. (1990), Aristote: le langage, París, Presses Universitaires de France, pp. 62-63. 55 Completa diciendo que el nombre será por naturaleza «cuando se convierta en símbolo (σύµβολον)». El empleo de los términos σύµβολον y σηµα (signo) por parte de Aristóteles ha suscitado una extensa bibliografía, pero suele destacarse que el primero aparece en las obras de carácter político y el segundo, en las biológicas. Véase SADUN BORDONI (1994), pp. 27-37. 56 En concreto comienza la cita que he tomado, diciendo: «todo enunciado [λόγος] es significativo». 57 En la Poética (20, 1456b 23-24) expresa, al hilo que define la primera de las partes del lenguaje (la letra), que las bestias «emiten sonidos indivisibles, pero a ninguno de tales sonidos los denomino letras». 58 El criterio rigorista que Crátilo sostiene (y Crátilo es valedor, como se sabe, del naturalismo lingüístico), conduce al extremo de considerar «ruido» [ψόφος] al que habla en vano o lo hace en falso. Es decir, para Crátilo (Crátilo, 429b-430a) aquél que habla según alguno de estos dos casos no lo hace en absoluto, sus palabras no son tales, y en nada se diferenciarían del ruido que produce un objeto inanimado al ser golpeado. 170 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES los niños —XI 30, 902b 20-21— «si son muy pequeños ni siquiera pueden pronunciar de otro modo que los animales». Y culmina, por fin, realizándose (τέλος) a través del logos más pleno que se alcanza con la edad adulta o madura. Inmediatamente que nacemos, explica Aristóteles (Problemas XI 1, 898b 33-35): «somos mudos (...) pues al principio no hablamos absolutamente nada y después, más tarde, balbuceamos durante un tiempo». La cultura resulta, así, un proceso biológico de apertura, desde la infancia-animalidad hasta que el hombre sobrepasa la edad adulta. En Investigación sobre los animales (IV 9, 536b 6-8; cf. Problemas XI 30, 902b 17-20) se refiere a la niñez con estas palabras: En cuanto a los niños pequeños, así como no son capaces de controlar las otras partes de su cuerpo, tampoco lo son, al principio de su lengua, y así ésta no cumple su función y tarda bastante en soltarse, de suerte que la mayor parte del tiempo los pequeños balbucean y tartamudean. Sorprende el que, después de haber reconocido en Partes de los animales que el reír constituye una forma de expresión que es un atributo exclusivo de los humanos (por ende, relacionado con su capacidad del logos), Aristóteles no infiriera también que las gesticulaciones y los balbuceos del niño no sean una especie de «diálogo prelingüístico» como el que se establece entre el niño y su madre o la nodriza o cuidadora59. Por su parte, a los sordomudos les sucede que «emiten sonidos, pero no un lenguaje articulado» (Investigación sobre los animales IV 9, 536b 4-5). Hablan «de nariz» —ésta es la causa que encuentra como justificación— «pues por ahí sale el aire, ya que su boca está cerrada, y la han cerrado porque no utilizan la lengua para hablar» (Problemas XI 2, 899a 6-9). El número 40 de la Sección X de Problemas empieza con estos interrogantes: ———— 59 GADAMER, H.-G. (1998), Arte y verdad de la palabra, Barcelona, Paidós, pp.141-142. La gesticulación no constituía para los griegos una demostración, precisamente, de humanidad, y podía ser motivo de ininteligibilidad para un interlocutor «lógico» como el Corifeo del Agamenón (representando a los mesurados ciudadanos de Argos) en relación a los gestos y chillidos de la princesa Casandra, Esquilo, Agamenón 1105-1108. También es un modo con el que se comunican los bárbaros, Heródoto, Historia IV 113, 1-2. En el texto, me refiero a la madre y la nodriza; normalmente era alguna de éstas, si no las dos, quienes se ocupaban de los niños pequeños. Por tanto, la relación maternal o cuasi-maternal era más estrecha que la paterna, al menos en la edad infantil (lo que cambiaba cuando el niño se convertía en adolescente). Jenofonte explica en el Económico (VII 23-24) que la relación de la madre con su hijo era, de todas las relaciones humanas, la más cercana a la animalidad. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 171 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO ¿Por qué el hombre es el único animal al que se le traba la lengua? ¿Acaso porque también puede ser mudo, y el tartamudeo es una mudez? Pero de hecho es que ese órgano [la lengua] no se ha desarrollado del todo. El Problema 30 de la Sección próxima, la XI, establece in fine la relación entre los balbucientes, los ceceantes y los tartamudos, pues todos estos: Surgen de una incapacidad (...), el ceceo consiste en no controlar una determinada letra, esa y no cualquiera; mientras que el balbuceo es quitar algo, letra o sílaba, y el tartamudeo se debe a la incapacidad de unir una sílaba con la siguiente60. Queda por ver todavía la voz que emite otro humano imperfecto: la mujer. Pero para ello se requiere aludir previamente a la caracterización compleja que Aristóteles hace de ella. Aristóteles concibe la diferencia de sexos en términos de su teoría de la materia y la forma, y reconoce, además, un principio general que se da en toda la naturaleza sexuada: la superioridad del macho y la inferioridad de la hembra (Política I 2, 1254b 13-14). Fisiológicamente, la generación del nasciturus que frustre su «desarrollo» o «maduración» (τέλος) lleva a la aparición de un miembro de la especie de sexo femenino. En realidad, éste constituye un tema que según dijimos antes no corresponde tratarlo aquí, dado que Aristóteles explica dicha atrofia o degeneración en el capítulo de la formación de los seres monstruosos y deformes. Baste decir que monstruo y mujer acaecen por accidente, y en concreto por la ruptura del principio natural de que lo semejante genera o reproduce lo semejante. Así lo establece Reproducción de los animales IV, 3, 767b 7-9: Desde luego, el que no se parezca a sus padres es ya un monstruo, pues en estos casos la naturaleza se ha desviado de alguna manera del género. El primer comienzo de esta desviación es que se origine una hembra y no un macho. A pesar de la malformación física que presentan las hembras humanas, Aristóteles reconoce una cualidad importante en la mujer, o al menos en la mujer griega libre (por naturaleza), dado que posee la facultad de la «deliberación» o βούλησις (Política I 13, 1260a 10-14). Como se sabe, la deliberación es la facultad de la razón práctica que posee el hombre «prudente» (φρόνιµος). Es en la Ética nicomáquea (VI 5, 1140a 25-27) donde Aristóteles define la excelencia o virtud de la prudencia (φρόνησις) y dice que es «la ———— 60 En Partes de los animales (II 17, 660a 24-26), Aristóteles une el defecto de la tartamudez a las deficiencias fisiológicas que presenta el órgano de la lengua. 172 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES capacidad de deliberar rectamente sobre lo que es bueno y conveniente para sí mismo». Por tanto, Aristóteles está haciendo una concesión a las capacidades «psíquicas» de las mujeres (griegas y libres) al reconocerlas algo que propiamente caracteriza al hombre completo, el ciudadano; aunque dicho esto, la mujer «bulética» requiere de un κύριος o de una «autoridad» masculina (padre, marido u otro familiar varón), dado que la βούλησις femenina (Política I 13, 1260a 14) no conlleva la facultad de «preferencia» (προαίρεσις). Con relación a la voz, Reproducción de los animales (V 7) establece en este caso el paralelismo que existe entre la voz grave-fuerte-masculina y la voz aguda-débil-femenina, cuyas diferencias se deben a la propia naturaleza que tienen los distintos seres y, por tanto, concierne a la cantidad de aire, mayor y menor, pero también caliente y frío, que los cuerpos pueden mover, de suerte que «cuanto más rápido lo muevan más aguda será la voz». Solamente la voz grave «parece propia de una naturaleza más noble, y en los cantos el grave es mejor que los agudos, pues lo mejor está en la superioridad y el tono grave supone cierta superioridad»61. Para Aristóteles, esto no sucede en los casos en que los animales sean débiles porque «la fuerza muscular se relaja» — Reproducción de los animales (V 7, 787b 21)62: en los jóvenes (en tanto en cuanto lo sean y siempre cuando no pertenezcan al sexo femenino), en los viejos y en las hembras o sus asimilados (los castrados). Antes de acabar nuestro estudio, y después de habernos detenido en la fisiología del logos de los humanos «completos» y de los que no lo son, puede haberse echado en falta la figura de la alteridad por antonomasia según la concepción de los griegos: los bárbaros. Como es sabido, los bárbaros constituyen los esclavos por naturaleza en la compresión aristotélica (Política I). Sin embargo, Aristóteles no habla de los bárbaros en los textos que llevamos visto en relación a las diversas destrezas e incapacidades fónicas humanas y, por más que se ha detenido en la tartamudez, tampoco podía saber que βαρβαρος deriva de una onomatopeya en las lenguas indoeuropeas que evoca, precisamente, la dificultad para hablar o expresarse63. El bárbaro-esclavo posee ———— 61 En la «voz » [φονή] se distingue (cf. Acerca del alma II 8, 6-9) el registro o «longitud» [αποτάσις], la «melodía» [µέλος] y la «articulación» [διάλεκτος]. Sobre los elementos en que se compone la voz, véase LABARRIÈRE (2002), Le Caractère musical de la voix chez Aristote: αποτάσις, µέλος, διάλεκτος, Philosophie Antique, 2, pp. 98-108. 62 Se relaja en los jóvenes porque sus articulaciones y los músculos todavía no se han desarrollado (11-12) y en los ancianos porque con la edad ya se han destensado (13-14). Por su parte, «todos los animales castrados experimentan cambios de carácter femenino, y como su fuerza muscular se relaja, emiten una voz similar a la de las hembras» (20-23). 63 En sánscrito la raíz «barbara-» designa la tartamudez. POKORNY, J. (1994), Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 173 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO el logos humano al menos para comprender el sentido de su dominación y esto significa que los esclavos-bárbaros deberán quedar sometidos, entonces, a sus dueños (que por naturaleza, son los hombres libres griegos). Su disposición «psíquica» radica en un predominio del elemento pasional, desiderativo y apetitivo. La Ética nicomáquea (I 13, 1102b 27-30) dice: Lo irracional debe ser doble, pues lo vegetativo no participa en absoluto de la razón, mientras que lo apetitivo y, en general, lo desiderativo, participa de algún modo, en cuanto que la escucha y obedece. Hay en la naturaleza algunos seres humanos que están llamados a dominar y otros a ser dominados. Todo en la naturaleza posee un elemento regido y alguno regente, y quien rige siempre es la parte inteligente (Política I 5, 4-5, 1254a)64. En Investigación de los animales (IV 9, 536b 19-20) Aristóteles expresa que todos «los hombres emiten el mismo sonido —se refiere a la voz—, pero el lenguaje no es lo mismo». ¿Podría ser que, como cantaba el verso 1062 de las Traquinias de Sófocles, en boca de Heracles, Aristóteles pensase que los bárbaros no poseen lengua articulada en absoluto, que son «άγλωσσοι»? La princesa troyana Casandra tiene «bárbara su lengua, como de golondrina», según exclama la reina Clitemnestra en el Agamenón de Esquilo (vv. 1051-1052)65. Estos dos pasajes de la tragedia constituyen solamente dos ejemplos, entre algunos que podríamos encontrar, que se enmarcan en el proceso general de denigración y de reducción al estatus de la animalidad que sufrieron los bárbaros a lo largo de la historia de la Grecia clásica. Dicha imagen se generó con el sentimiento de superioridad adquirido tras la victoria contra los persas en las Guerras médicas y con el surgimiento del panhelenismo66. Aristóteles es heredero directo de este tipo de pensamiento, aun cuando su forma de pensar introduce los suficientes matices como para no tener que asimilar sus análisis al lado de los juicios radicales que expresan los personajes de las obras de Esquilo o de Sófocles. ———— Indogermanisches etymologisches Wörterbuch. I Band, Tubinga-Basilea, Francke, p. 91. 64 Las emociones son «irracionales» (άλογα) en el pensamiento aristotélico. Desde esta óptica, existe una diferencia respecto de la vida «animada» y la vegetativa, puesto que «lo vegetativo no participa en absoluto de la razón» (Ética nicomáquea I 13, 1102b 27-28), y por tanto, resulta ajeno al intento de dominación por parte del «hombre». 65 Sigo la edición de B. Perea Morales: ESQUILO (2000), Tragedias, Madrid, Gredos. 66 HALL, E. (1989), Inventing the Barbarian: Greek Self-Definition through Tragedy, Oxford, Clarendon Press, passim. 174 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES CONCLUSIÓN Como advertí en las primeras páginas, nuestra investigación de la fisiología del logos se circunscribe dentro de la tendencia actual que otorga un protagonismo merecido a las obras del Corpus aristotélico que tienen un carácter psico-biológico. El estudio de la «psicología» aristotélica se supeditó tradicionalmente a las consideraciones estrictamente epistemológicas y metafísicas; por tanto, un estudio como el nuestro adquiere una entidad propia si se establece tomando en consideración —tal como espero haber hecho— la «psicología» con la «biología». Estoy convencido, además, y a la vista estará después de lo que se ha tratado, que desde esta óptica puede darse una respuesta más completa a la comprensión aristotélica del ser humano, frente al tipo de interpretaciones que postergan, cuando no simplemente ignoran, esta parte tan sustancial del Corpus. Tal como he explicado, y como también he tratado haciendo hincapié en las pruebas textuales, puede afirmarse que en el pensamiento de Aristóteles existe una «implicación» del cuerpo y la ψυχή, aun cuando no haya un órgano específico del intelecto. Esto significa que — por lo que se refiere, al menos, a la materia que nos concierne— no hay dos Aristóteles, o no existe una cesura insuperable entre la parte epistemológica y metafísica del Corpus con la psico-biológica, sino que todas son complementarias. Como Anthony Preuss67, Gad Freudenthal68 y Rémi Brague69, entre otros, han puesto de manifiesto, existe una adecuación en la concepción aristotélica entre el ser humano y el cosmos. Así, la fisiología adquiere pleno significado si nos atenemos a lo que expresa la cosmología, a pesar de que nosotros no hemos podido detenernos en esta cuestión. Según vimos, el humano es el único animal que camina erguido y lo hemos explicado remitiéndonos a la inteligencia. Pero, debido a que el espacio aristotélico no es isotrópico, sino que «arriba» y «abajo», y «derecha» e «izquierda» no sólo son distinguibles sino que, además, los primeros («arriba» y «derecha») son los preeminentes70, se entiende que el humano camine de dicha manera. Tal como se dice en Acerca de la juventud (19, 477a 20-25; cf. Investigación de ———— 67 PREUS, A. (1990), Man and cosmos in Aristotle. En DEVEREUX, D. y PELLEGRIN, P. (eds.) (1990), pp. 471-490. 68 FREUDENTHAL, G. (1995), Aristotle’s theory of material substance: heat and pneuma, form and soul, Oxford, Clarendon Press. 69 BRAGUE, R. (2009), Aristote et la question du monde, París, Cerf. 70 LLOYD, G.E.R. (1969), Polarity and analogy: two types of argumentation in early Greek thought, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 52-53. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 175 JOSÉ JAVIER BENÉITEZ PRUDENCIO los animales I 15, 494a 26- 494 b 1), la rectitud en el andar del humano, su inteligencia y su proximidad con la divinidad se explican, todas ellas, por su cercanía (física) con la región celeste. Y en la Reproducción de los animales (II 3, 736b-737a 1) se establece una conexión entre la materia que es más divina, el «principio vital» (πνευµα), y las facultades de la ψυχή. El πνευµα —gaseoso («aire innato»), que tiene como propiedad el calor— está presente en el semen y en la sangre y es análogo al quinto elemento o «cuerpo primero» con el que se componen los astros (divinos). El otro punto con el que me gustaría acabar puede parecer redundante: en un estudio de la fisiología y la «psicología» humanas en Aristóteles no debería perderse de vista al «hombre». Me explico. El Corpus tiene como referente, generalmente, al ser humano en abstracto (el hombre: ο άνθρωπος), pero, según hemos reparado, Aristóteles posee una idea muy precisa de cuál es el humano en el sentido más «pleno» o «completo» que existe, y las diferencias con los otros humanos «disminuidos» son, además, naturales. Suele enfatizarse que las Éticas tienen por sujeto al hombre práctico, excelente o virtuoso, y éste solamente puede serlo el ciudadano griego, pero dicha clase de hombre es también el humano «conseguido», «maduro» y «perfecto» al cual nosotros hemos hecho continuas referencias fisiológicas. Como se ha podido apreciar en nuestro estudio, las diferencias fisiológicas entre el hombre y la mujer responden en buena medida a los propios prejuicios del estagirita, los cuales —por otro lado— eran comunes en una cultura tradicionalmente misógina como la griega. Lo que no era tan obvio, ya en tiempos de Aristóteles, es que los bárbaros fuesen seres distintos por naturaleza en relación con los griegos. Aristóteles investigó las causas (naturales) de la diversidad humana, es decir, de la superioridad y la inferioridad en nuestra especie de unos humanos sobre otros, y encontró que el principio del calor o energía vital (θερµόν) influye, en general, en el cuerpo humano71, siendo la causa en concreto de que la inteligencia sea naturalmente mayor en unos y menor en otros (Partes de los animales IV 10, 686b 28). Aristóteles considera, también, la teoría geo-climática, según la cual los pueblos bárbaros que habitan Europa —como los tracios y los celtas— son siempre rudos, belicosos y faltos de razonamiento, debido al frío reinante en dicha región de la Tierra (Política VII 7, 2, 1327b; cf. Heródoto, Historia IV 46, 3; 60-64; [Corpus hipocrático] Sobre los aires, aguas y lugares, 12, 17-19). Según la Política (I 5, 1254b 25-30), la naturaleza «ha querido» que existan unos humanos con una constitución física más débil pero plenamente inteligentes y aptos para el mando y el gobierno (los grie———— 71 176 En realidad es la causa de la diversidad en la scala naturae. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 LA FISIOLOGÍA DEL LOGOS EN ARISTÓTELES gos), y otros con una constitución más robusta, pero no avezados intelectivamente y dados a las tareas serviles (los bárbaros). Los bárbaros que habitan en Asia (Aristóteles se ha referido en la Política únicamente a los persas) son, no obstante, muy ingeniosos y demuestran grandes habilidades técnicas (Política VII 7, 2, 1327b). En este caso, esta singularidad se explica atendiendo a un nuevo prejuicio: los asiáticos poseen una constitución afeminada72, carecen de coraje y su carácter es en extremo servil. En suma, Aristóteles fue un determinista natural en cuanto a su idea de la humanidad y la civilización (es algo que se desprende de su noción general de la teleología natural), y sus ideas en este ámbito influyeron poderosamente sobre las teorías modernas de la esclavitud natural, la guerra justa y el racismo biológico73. Recibido: 8 de octubre de 2008. Aceptado: 10 de mayo de 2009. ———— 72 La relación de la mujer con la µητις o la «inteligencia artera» estaba muy presente en la cultura griega. La mujer suple con artimañas su natural debilidad. Normalmente, las tretas suelen estar en oposición a cualquier destreza mental, al llevar aparejadas el uso de trampas y engaños. Las excepciones se remontan a la época arcaica, en donde el héroe Odiseo se muestra como un habilidoso µητιέτης, «sagaz» o «engañador», y en los mitos hesiódicos de los titanes Prometeo y Epimeteo, y el de la hierogamia de Zeus y Metis (Zeus engulle a la diosa «Inteligencia» para completar su poder soberano). Todas estas cuestiones fueron tratadas por DETIENNE, M. y VERNANT, J.P. (1988), Las artimañas de la inteligencia: la metis en la antigua Grecia, Madrid, Taurus. 73 Véase, ISAAC, B. (2004), Inventing the racism in Classical Antiquity, Princeton, Princeton University Press, passim; FERNÁNDEZ-SANTAMARÍA, J.A. (2007), Juan Ginés de Sepúlveda: la guerra en el pensamiento político del Renacimiento, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, passim; y TODOROV, T. (1991), osotros y los otros: reflexión sobre la diversidad humana, Méjico, Siglo XXI, pp. 115-199. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 155-178, ISSN: 0210-4466 177 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁNICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA Y LA NUEVA DINÁMICA RENACENTISTA Virginia Iommi Echeverría Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile RESUMEN Este artículo examina la traducción hecha por Diego Hurtado de Mendoza de la Mecánica aristotélica en el contexto del ambiente científico-humanista italiano de mediados del siglo XVI. A partir del análisis de los últimos problemas sobre dinámica, se demuestra su estrecha relación con las obras de Piccolomini y Cardano; sugiriéndose además la originalidad de la interpretación hecha por el autor español del problema XXXIV basada en la combinación de la física tardomedieval y la explicación aristotélica. PALABRAS CLAVE: Hurtado de Mendoza. Mecánica. Ímpeto. Aire. Dinámica. PROJECTILE MOTION IN DIEGO HURTADO DE MENDOZA’S MECÁNICA AND NEW RENAISSANCE DYAMICS ABSTRACT This article considers Diego Hurtado de Mendoza’s translation of the Aristotelian Mechanics in relation to the humanistic and scientific Italian environment of the Renaissance. From the analysis of the last problems on dynamics, it demonstrates the affinity with the works of Piccolomini and Cardano. It also shows the originality of the exegesis made by the Spanish author of Problem XXXIV, in which he combines latemedieval physics with the Aristotelian explanation. KEY WORDS: Hurtado de Mendoza. Mechanics. Impetus. Air. Dynamics. 1. LA MECÁICA ARISTOTÉLICA EN EL RENACIMIENTO ITALIANO. El matemático italiano Niccolò Tartaglia (c. 1500-1555) publicó en 1546 una colección de diversos diálogos titulada Quesiti et inventione diverse, en los que combinaba discusiones en torno a especulación matemática, estrategia militar y problemas de dinámica y estática. En el sexto libro el autor de Bres179 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA cia eligió a uno de sus estudiantes —a quienes enseñaba de forma privada en Venecia los elementos básicos de la disciplina euclideana— como interlocutor. El personaje escogido fue el Embajador Imperial en la Serenísima, el español Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575)1. Se trata de una opción significativa no sólo porque probablemente era el nombre más reputado de entre quienes aprendían matemáticas con él, sino particularmente por el carácter de la discusión abordadada en el capítulo y el rol atribuido a Mendoza en ella. El libro sexto de los Quesiti es considerado la primera oposición explícita a los planteamientos físicos de Aristóteles2. En él, Tartaglia refuta los principios contenidos en la Mecánica y propone nuevos fundamentos para analizar e interpretar los fenómenos ligados a experiencias con balanzas3. Esta obra, tenida como original en el Renacimiento, era defendida por Mendoza, quien representaba en el diálogo a un aristotélico al que Tartaglia convencía con sus nuevos y claros argumentos4. El protagonismo de la Mecánica en el debate científico de mediados del siglo XVI en la escena intelectual italiana está, en gran medida, ligado a la influencia ejercida por el Embajador y su interés en recuperar los principios ———— 1 Sobre Hurtado de Mendoza ver PALENCIA, A. G. y MELE, E. (1941), Vida y obra de Don Diego Hurtado de Mendoza, Madrid, Impre. de D. Mestre; SPIVAKOVSKY, E. (1970), Son of the Alhambra: Don Diego Hurtado de Mendoza 1504-1575, Austin, University of Texas Press. 2 DRAKE, S. (1970), Early science and the printed book: the spread of science beyond universities, Renaissance and Reformation Journal, 6, pp. 43-52. 3 DE PACE, A. (1993), Le matematiche e il mondo. Ricerche su un dibattito in Italia nella seconda metà del Cinquecento, Milán, Francoangeli, pp. 248-256. 4 La atribución de la Mecánica aristotélica es un problema que ha interesado a los estudiosos por años y la mayoría coincide en la inexistencia de suficiente evidencia como para considerarla un original del Estagirita y optan por asignarla a alguno de sus discípulos. El principal argumento para negar su autenticidad se basa en la aceptación del movimiento combinado contenida en el texto, opuesta a la incompatibilidad del movimiento lineal con el circular descrita en Física VIII, 8, 261-262. En este artículo no discutiremos este tema y seguiremos la consideración de la obra como un tratado producido en el ambiente aristotélico. Entre aquellos que la atribuyen a Aristóteles ver CARTERON, H. (1923), La notion de force dans le système d’Aristote, París, Vrin; GOHLKE, D. (1957), Aristoteles Kleine Schriften zur Physik und Metaphysik, Paderborn, F. Schöningh; y KRAFT, F. (1970), Dynamische und statische Betrachtungsweise in der Antiken Mechanik, Wiesbaden, F. Steiner. Para una postura contraria ver ROSS, D. (1923), Aristotle, Londres, Methuen; LLOYD, G. E. R. (1970), Early Greek Science: Thales to Aristotle, Nueva York, Norton; BROWN, J. (1978), The Science of weights. En LINDBERG, D. (coord), Science in the Middle Ages, Chicago, The University of Chicago Press, pp.179-205 y KNORR, W. R. (1982), Ancient Sources of the medieval tradition of Mechanics. Greek, Arabic and Latin studies of the balance, Florencia, Annali dell’Istituto e Museo di Storia della Scienza. 180 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... desarrollados en la obra5. El texto fue publicado por primera vez en griego como parte del corpus aristotélico en la edición aldina de finales del siglo XV, hecho que permitió su extendida difusión durante el siglo siguiente6. Así, en 1517 apareció en París la primera traducción al latín, obra de Vittore Fausto (1480-1551), profesor de humanidades en Venecia. Al igual que la primera edición griega, esta versión no contenía las ilustraciones explicativas de los problemas tratados, lo cual inevitablemente limitaba la comprensión de los principios expuestos. Esta traducción parece haber sido extremadamente rara y prácticamente no tuvo impacto en las discusiones posteriores sobre la obra7. En 1525 se publicó en Venecia Conversio mechanicorum quaestionum Aristotelis cum figuris et annotationibus quibusdam, la segunda traducción latina realizada por el importante humanista y estudioso de Aristóteles, Niccolò Leonico Tomeo (1456-1531). Tal como su título lo indica contenía, por primera vez en una versión impresa, las figuras que acompañaban al texto y además incluía algunas anotaciones del traductor8. Esta edición permitió, a diferencia de la primera, la efectiva divulgación y comprensión cabal de los postulados mecánicos contenidos en la obra. Puede considerarse entonces la exégesis de Leonico Tomeo como el texto a partir del cual la mecánica renacentista se conformaría como directa heredera del enfoque aristotélico9. Éste consistía principalmente en analizar el comportamiento de un peso estacionario (pondus) en relación con el de un cuerpo pesado (grave), entendiendo este último como un objeto que desciende en movimiento natural hacia la tierra10. Este aspecto dinámico de la ciencia de los pesos del tratado aristotélico es abordado en detalle en las últimas secciones de la obra a partir de problemas tradicionales de balística. Allí el autor hace algunas interesantes considera- ———— 5 Ver NAVARRO BROTONS, V. (2008), Mechanics in Spain at the end of the 16th century and the Madrid Academy of Mathematics. En LAIRD, W. R. y ROUX, S (coord.), Mechanics and atural Philosophy before the Scientific Revolution, Dordrecht, Springer, pp. 239-258. 6 ROSE, P. L. y DRAKE, S. (1971), The Pseudo-Aristotelian Questions of Mechanics in Renaissance Culture, Studies in the Renaissance, 38, pp. 65-104. 7 SCHRAMM, M. (1967), The Mechanical Problems of the Corpus Aristotelicum, the Elementa Iordani super Demostrationem Ponderum, and the Mechanics of the Sixteenth Century. En TACCAGNI, C. (coord.), Atti del primo convegno internazionale di ricognizione delle fonti per la storia della scienza italiana: i secoli XIV-XV, Florencia, Barbèra, pp. 151-163. 8 SCHRAMM (1967), p. 154. La traducción está contenida en sus Opuscula nuper in lucem aedita, Venecia, Bernardino Vitali, 1525. Esta versión fue publicada luego en repetidas ocasiones en ediciones de la obra aristotélica. 9 LAIRD, W. R. (1986), The Scope of Renaissance Mechanics, Osiris, II Serie, 2, pp. 43-68. 10 BROWN (1978), p. 180. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 181 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA ciones sobre el lanzamiento de proyectiles. En el problema XXXII alude a tres posibles razones para explicar el fin del ascenso de los objetos lanzados: la extinción de la fuerza que los expulsó, el peso y la resistencia. El autor no opta por ninguna de las tres y prefiere en cambio explicar por qué se mueve de hecho en primera instancia. Así, en el problema XXXIII afirma que el impulso inicial causa el movimiento de «algo más», lo que a su vez mueve «otra cosa» que se detiene cuando la fuerza que empuja el objeto pierde potencia y el peso del proyectil lo impele hacia abajo con más potencia que la fuerza que lo empuja hacia delante11. Al aceptar tácitamente que ese «algo más» mueve el proyectil —es decir, que el medio que rodea al objeto lanzado permite su movimiento— el autor enfatiza que las razones para el término del ascenso son sólo dos: la extinción de la fuerza y el peso del proyectil. En el problema siguiente, el autor analiza por qué el tamaño del objeto impulsado tiene una relación directa con la distancia que puede viajar. Afirma que éste debe siempre oponer resistencia en la dirección desde la cual viene el impulso, y si es muy grande o pequeño no puede ser ni lanzado ni empujado, atravesando en consecuencia una distancia considerablemente menor que un cuerpo con un peso medio. Luego prosigue afirmando que un objeto sólo puede transitar en la medida que atraviese las profundidades del aire, y aquel que no se mueve es incapaz de hacerlo12. Aquí el autor omite cualquier referencia al impulso sucesivo del aire: una vez que ha sido atravesado, éste simplemente cede al proyectil. Esta aparente contradicción parece irrelevante para el autor, pues no había dado un rol explícito al aire y la alusión previa permanece ambigua. Es justamente en relación a la interpretación renacentista de los últimos pasajes de la Mecánica que la figura de Hurtado de Mendoza cobra particular relevancia. Paul Lawrence Rose afirma que la estadía del Embajador imperial —primero en Venecia y Trento desde 1539 hasta 1546, y luego en Roma y Siena desde 1547 hasta 1552— constituye un factor sumamente significativo para explicar el protagonismo de la Mecánica en este contexto. No sólo sugiere que fue el mismo Hurtado de Mendoza quien introdujo la obra a Tartaglia, sino que gracias al interés en el tratado en sus primeros años italianos convenció al reconocido filósofo natural Alessandro Piccolomini para que escribiese una paráfrasis del texto13. ———— 11 ARISTÓTELES (1963), Mechanica, 858 a13-858 a23. En ARISTÓTELES, Minor Works, traducción al inglés de W. S. Hett, Cambridge, Cambridge University Press, p. 406. 12 ARISTÓTELES (1963), 858 a23-858 b3, pp. 406 y 408. 13 ROSE, P. L. (1975), The Italian Renaissance of Mathematics. Studies on humanists and mathematicians from Petrarch to Galileo, Ginebra, Librairie Droz, p. 154. 182 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... El comentario de Piccolomini fue publicado en Roma en 1547 y se diferencia del de Tartaglia en incorporar en su estudio los últimos problemas del tratado y no centrarse únicamente en las secciones dedicadas a las balanzas. La edición, titulada In mechanicas quaestiones Aristotelis paraphrasis paulo quidem plenior, estaba particularmente orientada a enfatizar el carácter práctico de la obra, por lo que el autor sienés incluyó variadas alusiones a máquinas que él mismo había visto en algunas ciudades italianas, sirviéndose incluso de Vitruvio para ilustrar ciertos fenómenos. Su interés en la utilidad de la Mecánica queda evidenciado en el impulso que dio para la traducción de su comentario al italiano14. En su paráfrasis Piccolomini hizo algunas adiciones teóricas a propósito de los problemas sobre el movimiento de proyectiles, lo que demuestra cómo el contenido de la Mecánica favoreció también una reflexión sobre dinámica. Es justamente en el problema XXXII donde incorpora un largo párrafo en defensa de la teoría del impetus. Esta explicación medieval sobre la continuación del movimiento de cuerpos alejados del motor inicial se basaba en la impresión de una cualidad en el objeto llamada impetus, que gradualmente desaparecía hasta detener el avance del proyectil. Esta teoría, desarrollada en el siglo XIV en la Escuela de París, se contraponía a la explicación tradicional de Aristóteles (Física IV, 8, 215a 14-18) según la cual el aire, al ser liviano, producía la elevación del proyectil luego de recibir un impulso por parte del motor en ondas de fuerza decreciente15. Piccolomini defiende la tesis parisina con la intención de criticar esta última teoría al enfatizar la diferencia entre el movimiento del aire y la continuación del movimiento del proyectil. Argumenta que aunque el aire pueda ser movido, éste no empuja al objeto y sólo llena los espacios vacíos dejados por el avance del proyectil. Para justificar la fuerza motriz del cuerpo lanzado, suscribe la idea del impetus impreso en el objeto16. ———— 14 El comentario de Piccolomini fue publicado de nuevo en Venecia en 1565, mientras la versión italiana de Oreste Vanoccio Biringuccio apareció en 1582. Ver ROSE y DRAKE (1971), p. 83. 15 La idea de impresión de fuerza directamente en el proyectil no es original de los autores parisinos pues Filopono (s. VI) había ya desarrollado una teoría similar. Sobre las coincidencias entre ambas explicaciones y la dificultad de relacionarlas históricamente ver SORABJI, R. (1988), Matter, Space and Motion. Theories in Antiquity and their sequel, Londres, Duckworth, p. 237. 16 PICCOLOMINI, A. (1547), In Mechanicas quaestiones Aristotelis paraphrasis, Roma, Antonio Blado, fols. 64v-66v. Ver también DUHEM, P. (1984), Études sur Léonard de Vinci, París, Éditions des archives contemporaines, vol. I, p. 137. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 183 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA Aunque la explicación difundida por Piccolomini se opone directamente a la planteada por Aristóteles, la estructura de su exposición es notoriamente similar al pasaje de la Física en el cual el Estagirita propone la suya. Allí el filósofo comienza por criticar abiertamente la teoría de la antiperístasis o de reemplazo mutuo, según la cual dos cualidades opuestas se excitan la una a la otra a través de un movimiento circular, produciendo una serie de fenómenos naturales. Aristóteles refuta esta teoría puesto que implica la simultaneidad de las acciones de «mover» y «ser movido»17. Su principal objetivo es criticar a Platón, quien había descrito en el Timeo (79b-80c) el proceso de la respiración valiéndose de este movimiento y sugerido que por el mismo se entendía la trayectoria de los cuerpos empujados. Inmediatamente después Aristóteles expone su teoría, en donde el aire empujado impulsa a su vez en movimiento ascendente el cuerpo luego de ser lanzado, pues recibe del motor original el poder de mover siendo naturalmente proclive a ello (Fisica, VIII, 10, 267a 3-8)18. Ahora bien, la argumentación de Piccolomini recoge la parte inicial de la crítica aristotélica, pero reúne bajo la idea de antiperístasis toda explicación que se valga del medio para entender el movimiento del proyectil. De esta manera incorpora como alternativa la teoría del impetus en su comentario a aquel problema que en el tratado original está caracterizado por una gran ambigüedad. Dicho rasgo le permite sumar este párrafo sin temor a contradecir explícitamente los postulados de la Mecánica. La opción por el impetus es confirmada por la paráfrasis del problema XIX. Allí el autor griego se refiere a la distinción entre la fuerza de un cuerpo en estado de reposo y la de un cuerpo en movimiento, para explicar por qué un hacha rompe un trozo de madera sólo cuando es golpeada contra él y no cuando es simplemente empujada hacia abajo. En su comentario el autor renacentista reproduce la descripción del problema dinámico tratado hacia el final de la obra, y afirma que la fuerza de los cuerpos en movimiento es más vehemente que la de los cuerpos en reposo porque son movidos no sólo por su gravedad y el impulso inicial, sino también por el nuevo ímpeto que adquieren19. El valor dado por Piccolomini a la potencia del objeto es enfatizado en su análisis del problema ———— 17 Sin embargo Aristóteles adoptó esta teoría para explicar el origen del granizo y la lluvia durante el verano en Meteorologica, I, 12, 348a. Es en este tipo de análisis de efectos climáticos que la idea platónica tuvo su mayor fortuna durante la Edad Media tardía, ver CLAGETT, M. (1967), Giovanni Marliani and Late Medieval Physics, Nueva York, AMS Press, pp. 92-100. 18 Sobre la solución aristotlélica ver KOYRÉ, A. (1966), Études Galiléennes, París, Hermann, p. 22. 19 PICCOLOMINI (1547), fols. 42v-43r. 184 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... XXXIV, en donde incorporó con gran detalle y rigor filosófico la idea de resistencia interna del proyectil, minimizando la importancia de la resistencia externa del medio20. Si bien la defensa de la teoría del impetus está ligada en el comentario de Piccolomini a la disminución del rol del aire en los fenómenos de dinámica, este principio adquiere un matiz diverso en una de sus más importantes obras, la Filosofia aturale, publicada entre 1551 y 155421. En ella el humanista no sólo se refiere a la fuerza que puede adquirir el aire al ser impulsado —señalando que cuando los cañones expulsan una bala empujan también el aire contiguo, el cual per l’impeto che gli è stato dato hace temblar sólidos edificios22—, sino que también alude al poder del aire para impeler los proyectiles. Piccolomini señala que en el descenso de una piedra o en el ascenso del fuego, éstos no se mueven sólo por sí mismos, sino que tienen constantemente la ayuda del aire o de otro medio, por la cual son sucesivamente llevados en su movimiento23. Esta afirmación, que podría ser considerada como una modificación en los planteamientos del autor, nos parece más bien una evidencia del peculiar aristotelismo de la física imperante en el medio científico humanista italiano, del cual Hurtado de Mendoza constituye también un interesante ejemplo. Es justamente a través de la lectura de su traducción de la Mecánica que pretendemos aclarar esta afirmación. 2. LA VERSIÓN DEL PROBLEMA XXXIV DE HURTADO DE MENDOZA. El humanista español probablemente revisó el manuscrito griego del tratado conservado en la Biblioteca de la República de Venecia proveniente de la colección del Cardenal Bessarión24, para luego redactar su versión española en 154525. Junto con esto, se apoyó para su estudio del texto en la traducción ———— 20 PICCOLOMINI (1547), fols. 67r-68r. Es sumamente significativo el que Piccolomini escribiese esta obra sobre filosofía natural en lengua vernácula, y en su dedicatoria al papa Julio II señalase que se trataba del primer libro dedicado exclusivamente a este tema en italiano. Ver SUTER, R. (1969), The Scientific Work of Alessandro Piccolomini, Isis, 60, pp. 210-222. 22 PICCOLOMINI, A. (1554), La seconda parte della Filosofia aturale di M.Alessandro Piccolomini, Venecia, V. Valgrisi, pp. 423-424. 23 PICCOLOMINI, A. (1551), La prima parte della Filosofia aturale di M. Alessandro Piccolomini, Roma, V. Valgrisi, pp. 383-384. 24 ROSE (1975), p. 99. 25 FOULCHÉ-DELBOSC, R. (1898), Mechanica de Aristotiles, Revue Hispanique, 5, pp. 365-405. Ver p. 366. 21 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 185 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA de Leonico Tomeo, como lo demuestran las anotaciones en griego hechas por Mendoza en su copia de los Opuscula26. Justamente en esta versión latina, el traductor incorporó un breve párrafo al problema XXXIII, en el cual exponía las principales teorías dinámicas antiguas. En primer lugar aludía a la posibilidad de impresión de una fuerza superior a la inclinación natural del proyectil en la parte inicial del movimiento, para luego referirse a la explicación centrada en el rol del aire como impulsor del proyectil27. Hurtado de Mendoza parece haber recogido esta incorporación de una manera sumamente particular en su versión del problema XXXIV: Porque en las cosas demasiado de chicas ni las demasiado de grandes van lexos siendo arrojadas, mas es menester que tengan una cierta medida y respecto al que las arroja? Por ventura porque es neçessidad lo que es arrojado contrastar y contravenir a la parte donde fuere echado, mas lo que por su grandeza no se vençe ni da lugar, o por su livianeza no resiste no haze impetu o fuerça de arrojar ni de rempuxar, luego lo que exçede mucho a la fuerça que rempuxa no se dexa vençer, y lo que es mucho mas liviano no resiste; o por ventura porque tanto es llevado lo que es llevado quanto ayre moviere hazia baxo, mas lo que no es movido no mueve nada, pues si aconteçe tener qualquiera destas cosas o demasiada grandeza o demasiada pequeñeza, sera como cosa immovible, porque ni esto mueve nada ni aquello es movido nada28. ———— 26 HOBSON , A. (1999), Renaissance Book Collecting. Jean Grolier and Diego Hurtado de Mendoza, their books and bindings, Cambridge, Cambridge University Press, p. 176. 27 LEONICO TOMEO, N. (1525) Opuscula nuper in lucem aedita. Conversio mechanicarum quaestionum aristotelicis cum figuris et annotationibus quibusdam, Venecia, B. Vitali, fol. 53r-v. 28 FOULCHÉ-DELBOSC (1898), p. 404. Foulché-Delbosc publicó la versión contenida en el MS Biblioteca del Escorial f-III-15, obra de un secretario o copista, que contiene numerosas correcciones y modificaciones de la mano del propio Hurtado de Mendoza. El problema original afirmaba: «¿Por qué no son llevadas muy lejos cuando son lanzadas ni las cosas bastante pequeñas ni las grandes, sino que es preciso que haya cierta correlación con lo que lanza? ¿Acaso porque por fuerza lo lanzado y empujado ofrece resistencia en el punto en el que es empujado? No produce lanzamiento ni empuje lo que por su magnitud no cede en absoluto o lo que por su falta de fuerza no ofrece resistencia. Lo uno, sobrepasando en mucho a la fuerza que empuja, no cede en absoluto; lo otro, siendo mucho menos fuerte, no ofrece ninguna resistencia. ¿O es que lo transportado es transportado tanto cuanto aire desplace en profundidad? Lo que no se mueve nada, tampoco pondrá nada en movimiento. Y a estos objetos les ocurren ambas cosas. Lo muy grande y lo muy pequeño son como si no se movieran en absoluto: pues lo uno no mueve nada y lo otro no se mueve nada». ARISTÓTELES, Mecánica. En ARISTÓTELES y EUCLIDES (2000), Sobre las líneas indivisibles, Mecánica, Óptica, Catóptrica, fenómenos, traducción de Paoloma Ortiz García, Madrid, Gredos. pp. 114-115. 186 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... Este fragmento contiene dos importantes elementos que a nuestro juicio demuestran la influencia del contexto científico italiano en el pensamiento de Hurtado de Mendoza. El primero dice relación con la interpretación de la fuerza inicial de empuje. Siguiendo al autor, el comentador señala que el cuerpo arrojado debe tener un tamaño proporcional respecto del que lo arroja, pues debe contrastar «a la parte donde fuere echado» —es decir, el lanzador— para así moverse. En efecto, lo demasiado grande no cede y lo excesivamente liviano no resiste y, añade, «no hace impetu o fuerça de arrojar ni de rempuxar». Esta adición revela que la lectura hecha por Hurtado de Mendoza comparte el análisis de Piccolomini. Quizás sería apropiado suponer que el autor sienés recogió alguna sugerencia del español, puesto que éste ya trabajaba en su versión en Trento en 1545, como una carta a Juan Páez de Castro del 10 de agosto de ese año confirma29. Por otra parte, la paráfrasis de Piccolomini contiene adiciones más extensas y explicativas que la traducción anotada de Hurtado de Mendoza, por lo cual sería probablemente injusto reducir la originalidad de su interpretación. En efecto nos parece que ambos autores reflejan un escenario intelectual más amplio que propició una exégesis de la obra aristotélica basada en el concepto de impetus. Hacia finales del siglo XV e inicios del XVI la mayoría de las obras de los autores de la Escuela de París habían sido publicadas en Italia. Los editores más importantes de estos libros fueron los venecianos Octavianus Scotus y Bonetus Locatellus, quienes sin lugar a dudas favorecieron la popularidad de la física medieval en el ambiente intelectual italiano30. Una muestra de esto son los casos de Agostino Nifo, en cuyo comentario a la Física publicado en 1506 se alude al impetus como motor, y el de Hieronymus Picus, quien en su Questio de motu gravium et levium se refería al impetus en términos similares a Jean Buridan31. A estos nombres es posible agregar el de Giorgio Valla (1447-1500), quien, apropiándose de la teoría tardomedieval, atribuyó el movimiento ascendente de los proyectiles a una fuerza impresa en el cuerpo que llamó vis indita32. Como observó Charles B. Schmitt, los maestros parisinos fueron frecuentemente editados en el norte de Italia antes de 1520, fecha después de la cual la tradición fue paulatinamente absorbida ———— 29 FOULCHÉ-DELBOSC (1898), p. 366. CLAGETT, M. (1979), The Science of Mechanics in the Middle Ages, Madison, The University of Wisconsin Press, p. 652. 31 CLAGETT (1979), pp. 659-660. 32 DUHEM (1984), vol. III, p. 128. 30 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 187 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA en los escritos33. Los autores recién mencionados constituyen los primeros ejemplos de este proceso. Creemos, sin embargo, que la adopción de la idea de impetus presenta algunas particularidades que merecen ser destacadas. Marie Boas señala que los nuevos bríos de la explicación de la Escuela de París en el Renacimiento fueron originados por las observaciones empíricas del lanzamiento de proyectiles y por el creciente espíritu anti-peripatético de la época, que insistía en enfatizar los errores inherentes a la discusión aristotélica del movimiento34. Si bien esta explicación pueda ajustarse a cierto tipo de tratados técnicos, para el caso de la obra que aquí nos ocupa la situación parece ser diversa. Efectivamente, Hurtado de Mendoza utiliza el concepto de impetus para describir y justificar la trayectoria de los objetos lanzados, pero esto no está ligado a una negación absoluta de los principios aristotélicos, como lo demuestra la continuación del problema XXXIV. Inmediatamente después de aludir al impetus como fuerza motriz, señala que «tanto es llevado lo que es llevado» —es decir, el proyectil— «quanto ayre moviere hacia abaxo». Luego precisa que aquel que no es movido inicialmente no mueve nada y por lo tanto permanece inmóvil. Esta afirmación constituye una negación de la teoría tardomedieval defendida líneas más arriba, lo que demuestra la dificultad de compartir la explicación de Boas sobre las causas de la difusión renacentista de la idea de impetus, puesto que la conservación de la alusión al aire en el texto demuestra que ciertos principios de la física aristotélica estaban lejos de ser abandonados. En su tratado Sobre el cielo, Aristóteles afirma que el aire ayuda en el movimiento natural de los objetos (III, 2, 301b 24-26). Esto significa que, tal como en su explicación del movimiento violento o ascendente de un proyectil, el medio tiene la función de facilitar el descenso. Esta aseveración, que no encuentra mayor profundización en el corpus aristotelicum, favoreció una serie de especulaciones e interpretaciones en la filosofía posterior. Averroes, por ejemplo, concluyó que el aire cumplía el rol de empujar el cuerpo en descenso, idea que fue ampliada posteriormente por Walter Burley en el siglo XIV35. Tal concepción era defendida por aquellos seguidores de la doctrina ———— 33 SCHMITT, Ch. (1970), A fresh look at Mechanics in 16th century Italy, Studies in History and Philosophy of Science, 1, pp. 161-175. 34 BOAS, M. (1962), The Scientific Renaissance 1450-1630, Nueva York, Harper & Brother, p. 215. 35 DIJKSTERHUIS, J. (1971), Il meccanicismo e l’immagine del mondo, Milán, Feltrinelli, p. 235 y DUHEM (1984), vol. I, p. 134. 188 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... aristotélica del movimiento mecánico, es decir, compartían la creencia en la necesidad de un contacto directo entre el objeto movido y el motor externo. Sin embargo el pasaje era lo suficientemente ambiguo como para dar pie a otras lecturas. El mismo Aristóteles afirmaba, algunas líneas más arriba en la misma obra, que el rol del peso del objeto en descenso equivalía al de la fuerza ejercida en el movimiento violento (III, 2, 301a 22-24). El peso en este contexto era interpretado como la tendencia interna del cuerpo a moverse en dirección al centro del universo, su lugar natural36. Esta tendencia demostraba que el lugar natural era un punto de referencia que condicionaba el descenso37. La ambigüedad de la explicación aristotélica permitió que durante el Medioevo se desarrollara una línea interpretativa que combinaba ambas afirmaciones. Pierre Duhem afirma que una importante tradición en este sentido puede ser reconstruida considerando las distintas teorías formuladas sobre el rol del aire como acelerador del movimiento descendente. Para él, la Expositio in libros Aristotelis de caelo et mundo (libro II, lect. VIII) de Tomás de Aquino y el tratado De ratione ponderis, atribuido al matemático Jordanus Nemorarius, constituyen los referentes más importantes de la prolongación medieval de la idea basada en el enunciado del De caelo, según el cual cuanto más aire es empujado, más rápido atraviesa el proyectil el medio. Desde esta perspectiva el cuerpo caía por su peso, y era ayudado por el aire que desplazaba y que se ubicaba en la parte posterior del proyectil38. Según Duhem esta explicación parece haber sido desconocida para los antiguos, pues Simplicio, quien enumera distintas teorías sobre la caída acelerada de los graves, no la menciona39. Los casos de Piccolomini y Hurtado de Mendoza, si bien revelan la permanencia del criterio ambiguo de Aristóteles, no constituyen ejemplos evidentes de la transmisión de las interpretaciones medievales de ésta. Mientras el autor sienés opta por una defensa tradicional de la teoría del impetus y sólo en su Filosofia aturale revela su comunión con el rol activo del aire en el ———— 36 COHEN, M. R. y DRABKIN, I. E. (1975), A source book in Greek Science, Cambridge, Harvard University Press, p. 207. 37 Esta afirmación en Física IV, 1, 208b, que de alguna manera es desmentida en IV, 1, 209a 19-24 —donde afirmaba que el lugar no es una de las cuatro causas— es considerada por Richard Sorabji como parte de un puzzle y sostiene que «the most likely explanatory role, although he never says it, is a final cause or goal (not consciously sought) of motion». SORABJI, R. (1987), John Philoponus. En SORABJI, R. (ed.), Philoponus and the Rejection of Aristotelian Science, Londres, Duckworth, pp. 1-40. Ver p. 16. 38 DUHEM, P. (1959), Le Système du monde, vol. VIII, París, Hermann, p. 251. 39 DUHEM, P. (1905), Les origines de la statique, París, Hermann, vol. I, p. 138. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 189 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA movimiento de proyectiles, el español combina ambas explicaciones en su traducción de la Mecánica, proponiendo una versión explícita de aquello que en el original es sólo enunciado. En este sentido, la lectura de Hurtado de Mendoza constituye un claro ejemplo del intento por combinar la teoría parisina con el pensamiento de Aristóteles, posibilidad que en el tratado de mecánica encontraba fértil terreno debido a la aceptación de la función del medio en la continuación del movimiento del proyectil y la importancia atribuida a la fuerza que da el impulso. Una interpretación similar del tratado fue dada por el médico, matemático y filósofo milanés Girolamo Cardano en su De subtilitate, publicado en Núremberg en 1550. En el segundo libro presenta un interesante y original análisis de dinámica, exponiendo tres tesis tradicionales sobre el movimiento de proyectiles y proponiendo una personal interpretación de la función atribuida por Aristóteles al aire. El autor comienza por describir brevemente la teoría del impetus, la cual rechaza utilizando como ejemplo los efectos que los rayos tienen en los árboles sin tocarlos, lo que, según él, sólo puede ser comprendido por la transmisión del movimiento a través del aire ubicado entre ambos40. En seguida se refiere a la teoría de la antiperístasis, la cual refuta repitiendo la idea del Estagirita, para quien el aire no puede originar el movimiento por sí mismo, requiriendo de un motor que lo impulse41. Luego menciona la explicación de «algunos antiguos», según quienes el aire precede al proyectil y «por sucesión, para evitar la formación de vacío», avanza delante del cuerpo lanzado, el cual le sigue con impetuosidad. Para Cardano, esta tesis, «atribuida falsamente por algunos al Filósofo», no puede ser aceptada puesto que no explicita qué mueve al aire: si fuese el proyectil, se moverían entre sí, lo que es imposible; y si tuviese el principio de movimiento en sí mismo, tendría una velocidad perpetua y constante, lo que es falso por experiencia42. Según Elio Nenci, es posible que Cardano estuviese aludiendo a la Mecánica, en particular al problema XXXIII en donde las referencias al «algo más» movido en la trayectoria del proyectil era interpretado por el autor milanés como el medio. Nenci señala además que Cardano había expresado sus dudas sobre la atribución del tratado a Aristóteles, lo que coincidiría con las aseveraciones hechas en la exposición de la tercera tesis43. Para Nenci, la ———— 40 CARDANO, G., (2004), De subtilitate, editado por E. Nenci, Milán, Francoangeli, pp. 202-203. 41 CARDANO (2004), pp. 203-204. 42 CARDANO (2004), pp. 204-206. 43 CARDANO (2004), nota 135, p. 206. 190 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 EL MOVIMIENTO DE PROYECTILES EN LA MECÁICA DE DIEGO HURTADO DE MENDOZA... presentación de esta explicación revela el ingenio y la profundidad de la reflexión de Cardano sobre el concepto de materia. Desde la perspectiva del editor, esta lectura de la Mecánica responde a la idea de elementos sublunares desarrollada en el De subtilitate, según la cual éstos conservan su forma a través de la afinidad natural que permite la unión de los cuerpos y la inexistencia de vacío. Así, Nenci explica que para Cardano en la Mecánica el motor inicial empuja al mismo tiempo el proyectil y el aire delante de él, el cual, al ser más rápido que el cuerpo grave, tiende a rarificarse. Puesto que el proceso de extensión del medio es limitado éste mantiene su forma, acarreando consigo al proyectil44. A partir de los puntos no resueltos por esta última tesis, Cardano propone su propia interpretación de la explicación aristotélica, centrada en el concepto de impetus acquisitus, o la fuerza que aumenta su intensidad en la medida que el aire se rarifica a lo largo de la trayectoria45. La interpretación de Cardano fue considerada por Duhem como una tercera alternativa a las ideas medievales de balística. Si hasta entonces podían identificarse, de una parte, quienes defendían la teoría de la agitación del aire como motor y, de otra, aquellos que contraponían el principio del impetus, la combinación de ambas concepciones en la noción de impetus acquisitus se levantaba como una teoría independiente46. Alexandre Koyré, por su parte, afirma que la posición de Cardano puede ser definida como semiaristotélica en comparación con la de su contemporáneo Piccolomini, quien —según él— profesaba estrictamente la doctrina del impetus47. La exposición de Cardano, orientada a proponer explícitamente una nueva explicación de Aristóteles recogiendo el legado medieval, constituye un referente esencial de la dinámica renacentista italiana. Si bien Piccolomini puede haber aceptado el rol del aire en su Filosofia aturale, en la paráfrasis de la Mecánica descartaba cualquier rol del medio en la conservación del movimiento, por lo que la apreciación de Koyré parece justa. Creemos en ese sentido que el caso de Hurtado de Mendoza es de especial relevancia, puesto que ———— 44 CARDANO (2004), nota 135, p. 206. CARDANO (2004), pp. 207-209. 46 DUHEM (1984), vol. I, pp. 134-136. 47 KOYRÉ, A. (1958), La Physique au XVIe siècle. En TATON, R. (coord), Histoire générale des sciences, París, Presses Universitaires de France, vol. II, pp. 91-97. Para una interpretación similar de la postura de Cardano ver MARGOLIN, J. C. (1976), Cardan, interprète d’Aristote. En AQUILONE, P. (1976), Platon et Aristote à la Renaissanc: XVIe Colloque international de Tours, París, Vrin, pp. 307-333. Ver p. 327. 45 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 191 VIRGINIA IOMMI ECHEVERRÍA en su traducción incorpora la teoría del impetus a la función del aire en la prolongación de la trayectoria del proyectil. Nos parece que la importancia de la versión de Hurtado de Mendoza debe ser destacada en la medida que propone una concepción dinámica similar a la de Cardano algunos años antes. Puesto que su traducción no fue publicada en la época, parece difícil afirmar que el milanés pueda haberse inspirado en ella. Sin embargo, dada la relación del Embajador Imperial con los círculos científicos de la época, no parece del todo improbable que Cardano pueda haber sabido de su interpretación. Más allá de la originalidad de la explicación, es significativo que en ambos casos la posibilidad de combinar las soluciones tradicionales haya surgido del análisis de los problemas finales de la Mecánica, lo cual demuestra su importancia en el desarrollo de una nueva dinámica en el contexto italiano de mediados del siglo XVI. * * * En conclusión podemos afirmar que la traducción de Diego Hurtado de Mendoza de la Mecánica revela la relación interpretativa existente entre el español y dos de las figuras científicas más importantes del Renacimiento italiano: Alessandro Piccolomini y Girolamo Cardano. Esta afinidad se evidencia en el intento por resolver las ambigüedades contenidas en los últimos problemas del tratado, valiéndose de las más influyentes teorías de dinámica con el propósito de insertar la obra en la tradición filosófica codificada. Dentro de este proceso la versión de Hurtado de Mendoza del problema XXXIV constituye un fragmento sumamente relevante, pues combina la explicación de Aristóteles sobre la función central del aire en el movimiento del proyectil con la interpretación contraria de los parisinos del siglo XIV fundamentada en la impresión de fuerza motriz en el cuerpo lanzado. Esto demostraría que la noción de impetus acquisitus de Cardano, más que una innovación individual, probablemente revela una inquietud intelectual compartida por sus contemporáneos. Recibido: 6 de junio de 2009. Aceptado: 6 de septiembre de 2010. 192 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 179-192, ISSN: 0210-4466 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL Francisco A. González Redondo Facultad de Educación, Universidad Complutense de Madrid RESUMEN El proceso de convergencia con la ciencia europea de la Matemática española había logrado situarla en su momento de mayor esplendor de la historia a las puertas del verano de 1936. La Guerra Civil consecuencia de la rebelión militar del 18 de julio supondrá la brutal ruptura de ese proceso tan fructífero. En este trabajo se presentan diferentes consideraciones en torno a la actividad matemática que, sorprendentemente, consiguieron mantener nuestros científicos durante esos complicados años. PALABRAS CLAVE: Ciencia española. Matemática. Guerra civil. Instituciones científicas. España siglo XX. MATHEMATICAL ACTIVITIES IN SPAIN DURING THE CIVIL WAR ABSTRACT The process of convergence of Spanish Mathematics with European science had reached its highest moment towards the beginning of the summer of 1936. The civil war consequent to the 18th of July military plot caused a rupture in such a fruitful process. In this paper different remarks are introduced about the mathematical activities that, surprisingly enough, were developed by our scientists during those complicated years. KEY WORDS: Spanish Science. Mathematics. Civil war. Scientific Institutions. 20th Century Spain. 1. A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA MATEMÁTICA ESPAÑOLA EN 1936 Cuando se trata de hablar de la Matemática en España, desde un punto de vista histórico, el primer nombre que viene a nuestras mentes es el de Julio 193 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Rey Pastor1. Éste fue el primer joven matemático al que «tutelaron»2 los catedráticos de las generaciones precedentes, los que hemos denominado «sabios» y los que se han caracterizado como «intermedios», y el primero al que concedieron el honor de equipararse a ellos en la capital3. En efecto, le entregaron la cátedra de Análisis Matemático en la Universidad de Oviedo en 1911, como tránsito fugaz hasta traerlo a Madrid en 1913; pusieron en sus manos el futuro de la investigación matemática en nuestro país creando, para que él lo dirigiera, el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) (1915)4; lo auparon a la gloria institucional eligiéndolo Miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1917); y lo enviaron a la América española (1917) dentro del programa de embajadas organizadas por la JAE en colaboración con la Institución Cultural Española de Buenos Aires (el primer científico, pues los anteriores habían sido «de Letras» y el físico Blas Cabrera Felipe no viajaría hasta 1920). En diferentes ocasiones destacó Rey Pastor lo que para él debía ser el panorama de la nueva generación, el «núcleo valioso de matemáticos» del presente con el cual se construyese el futuro5: «Pedro Pineda, Olegario Fernán- ———— 1 Sobre nuestro gran matemático se han organizado tres congresos, cuyas Actas ya han sido publicadas, en Logroño, por el Instituto de Estudios Riojanos: ESPAÑOL GONZÁLEZ, L. (ed.) (1985), Actas del I Simposio sobre Julio Rey Pastor; (1990), Estudios sobre Julio Rey Pastor (1888-1962); (1997), III Simposio Julio Rey Pastor. Matemáticas y Región: La Rioja. Algunos discípulos han dedicado una atención especial a su maestro. Por ejemplo, puede verse RÍOS, S., SANTALÓ, L. A. y BALANZAT, M. (1979), Julio Rey Pastor, matemático, Madrid, Instituto de España. 2 Acerca este tema concreto puede verse: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. (2004), Las generaciones tuteladas de científicos españoles: entre la Universidad y la Junta para Ampliación de Estudios, Revista Complutense de Educación, 15 (2), pp. 687-700. 3 En provincias sí era más habitual que llegaran catedráticos jóvenes. Ése es el caso, por ejemplo, de Patricio Peñalver, compañero de Rey Pastor en el doctorado en Madrid, que logró la cátedra en Sevilla cuando Rey la obtenía en Oviedo y formó parte del tribunal que permitiría al riojano conseguir la de Madrid en 1913. 4 Sobre este centro de la JAE pueden consultarse: AUSEJO, E. y MILLÁN, A. (1989), La organización de la investigación matemática en España en el primer tercio del siglo XX: el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Llull, 12, pp. 261-308; GONZÁLEZ REDONDO, F. A., DE VICENTE LASECA, L. y FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. (2008), La organización de la educación matemática en la Junta para Ampliación de Estudios: el Laboratorio y Seminario Matemático, Revista Complutense de Educación, 19 (1), pp. 137-153. 5 LEDESMA RAMOS, R. (1928), El matemático Rey Pastor. Entrevista en La Gaceta Literaria, II, n.º 30 (15 de marzo), p. 1. Tomamos la cita (completando los apellidos con sus nom- 194 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL dez Baños, Pedro Puig Adam, José M. Lorente Pérez —éste, sobre todo, el mejor—, Roberto Araujo, José María Orts, etc., y entre los jóvenes Tomás Rodríguez Bachiller, Fernando Lorente de Nó, Teófilo Martín Escobar... Todos ellos discípulos míos» (después se añadiría el que considerará su «alumno predilecto», Ricardo San Juan). Y efectivamente, alrededor del riojano se había ido constituyendo un grupo de discípulos en torno a un maestro en los mundos docente (Facultad de Ciencias de la Universidad Central y Universidad de Buenos Aires en Argentina) e investigador (Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE y su aproximadamente equivalente argentino). Unos jóvenes científicos que salían pensionados fuera de España, presentaban trabajos en los congresos de la Asociación Española para el Progreso de las Ciencias y en las sesiones de la Sociedad Matemática Española, publicaban en revistas españolas (primero y sobre todo) y extranjeras (después y bastante menos), e iban siguiendo una carrera docente universitaria que culminaría en no pocas cátedras (lo que conllevó las correspondientes críticas por endogamia). Sin embargo, para 1936 Rey Pastor había dejado de «existir», pues el Gobierno de la República le había desposeído de la cátedra por sus reiteradas ausencias en Argentina6, mientras casi todos los catedráticos en activo en la Facultad de Ciencias de Madrid habían sido pensionados por la JAE y/o habían pasado por el Laboratorio y Seminario Matemático7, y pertenecían, por tanto, a las generaciones que, tal como adelantábamos arriba, hemos denominado «tuteladas»8: José Barinaga Mata (Análisis Matemático) Francisco de Asís Navarro Borrás (Mecánica Racional) Pedro Pineda Gutiérrez (Geometría Diferencial) ———— bres de pila) de GLICK, T. F. (1985), Einstein, Rey Pastor y la promoción de la Ciencia en España. En ESPAÑOL GONZÁLEZ (ed.), pp. 79-90. 6 La reconstrucción del Escalafón de 1936, que nunca llegó a ser publicado, puede verse en GONZÁLEZ ROLDÁN, G. (2001), El nacimiento de la Universidad franquista: la depuración republicana y franquista de los catedráticos de universidad, Tesis Doctoral. Facultad de Geografía e Historia, Madrid, UNED, vol. 2, pp. 1-25. 7 Por ejemplo, puede compararse con RÍOS, S. (1991), La Época de Plata de la Matemática en España (1898-1936), II Encuentro Hispanoamericano de Historia de las Ciencias, Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pp. 139-158. 8 GONZÁLEZ REDONDO, F. A., FERNÁNDEZ TERÁN, R. E. y DE VICENTE LASECA, L. (2007), Los Catedráticos de matemáticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid durante el primer tercio del siglo XX, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 10 (1), pp. 241-260. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 195 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Olegario Fernández Baños (Estadística Matemática) Tomás Rodríguez Bachiller (Análisis Matemático 4.º, Teoría de las Funciones) Ricardo San Juan Llosá (Análisis Matemático) Faustino Archilla y Salido (Geometría de la Posición) José Gabriel Álvarez Ude (Geometría Descriptiva) Sixto Cámara Tecedor (Geometría Analítica) Daniel Marín Toyos (Análisis Matemático 3.º, Ecuaciones Diferenciales). Por otro lado, al acercarse el verano de 1936, la Sociedad Matemática Española se encontraba en uno de sus mejores momentos: mantenía (incrementada) la subvención del Ministerio de Instrucción Pública de la etapa anterior, y se encontraba acogida y apoyada por el Laboratorio y Seminario Matemático de la JAE. Además, las diversas generaciones de matemáticos formados «a la europea» habían ido consolidando sus posiciones, sus órganos de expresión (ahora ya dos revistas y diversas monografías) rebosaban de salud científica y los intercambios con los matemáticos europeos no paraban de crecer9. Sin embargo, como por todos es conocido, la rebelión militar del 18 de julio de 1936, desencadenante de una atroz contienda que asoló España durante más de dos años y medio, impuso una realidad bélica a los españoles que afectó profundamente todos los ámbitos de la vida cotidiana. En particular, la Universidad cerró sus puertas, los alumnos marcharon a los frentes (distribuyéndose por ambos bandos), mientras el profesorado marchaba al extranjero, se reubicaba en alguna de las dos Españas (implicándose en uno u otro bando o tratando de pasar desapercibido), y era depurado o depuraba a sus compañeros. Por tanto, si bien cabe pensar que muchos científicos y los ingenieros aplicaran sus saberes en múltiples facetas guerreras, no puede dejar de sorprender que en este trabajo se pretenda estudiar las manifestaciones de los ámbitos docente e investigador, de una disciplina como la Matemática, durante la Guerra Civil, cuando la primera sospecha que surge es la de la imposibilidad de toda labor propia o exclusivamente científica en un marco tan desfavorable. Desatada la guerra, a los catedráticos de la Sección de Exactas de Madrid, como al resto de sus compañeros, les afectarían las dos órdenes de traslado a la Universidad de Valencia de noviembre de 1936 y septiembre de 1937, viéndose obligados a abandonar Madrid siempre que no pudieran justificar adecuadamente las razones para su permanencia. Pero unos cuantos matemáticos intentaron reorganizar sus actividades en la capital en torno a una perso- ———— 9 GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2002c), La Matemática en el panorama de la Ciencia española, 1852-1945, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (3), pp. 779-809. 196 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL na, el catedrático de Análisis Matemático de la Universidad Central José Barinaga Mata10, y en el marco de las dos instituciones por él dirigidas, la Sociedad Matemática Española y el Laboratorio y Seminario Matemático. Salvo involuntaria omisión, con altas, traslados y bajas a lo largo del conflicto, este conjunto de matemáticos estaría constituido por: Sixto Cámara Tecedor, José Gallego Díaz, Francisco J. Herrero, José María Orts Aracil, Fernando Peña Serrano, Pedro Pineda Gutiérrez, Sixto Ríos García, Tomás Rodríguez Bachiller, Ricardo San Juan Llosá, José Augusto Sánchez Pérez, Luis A. Santaló Sors y Manuel Vázquez Vázquez. Pues bien, si desde el bando alzado se esperó hasta 1938 (una vez que se vieron como seguros y próximos vencedores) para comenzar a reorganizar la Educación Nacional, por el contrario algunas instituciones culturales y diferentes profesores universitarios españoles de la España republicana, desde el comienzo del conflicto, pretendieron continuar, y continuaron, con sus actividades científicas. No se trataba solamente (en algunos casos, sí parcialmente) del intento propagandístico de aparentar hacia la comunidad internacional una normalidad impensable. Tampoco tenían (únicamente) el objetivo más mundano de conseguir mantener unos sueldos de profesor y/o investigador en una economía de guerra. Verdaderamente, unos y otros tenían el ánimo puesto también en seguir practicando sus disciplinas, estudiando, enseñando y aportando, si ello era posible, trabajos originales en los diferentes campos, para su publicación en las pocas revistas que, todavía, ellos mismos se esforzaban en seguir editando. Parece oportuno, por tanto, hacer alguna consideración introductoria más, en la que justifiquemos el término «actividad» que utilizamos en el título referido a la Universidad, a la Sociedad Matemática Española y al Laboratorio y Seminario Matemático, en un contexto en el que sorprende realmente que pudiera continuar existiendo labor científica alguna. Por un lado, la «actividad formal» del profesorado, de la Sociedad y del Laboratorio (instituciones que se demostrarían inseparables) iría evolucionando durante la guerra. Concretamente, la dotación económica que iba librando, primero desde Valencia y después desde Barcelona, la Comisión Delegada de la JAE, para remunerar al personal y financiar las publicaciones, se mantendría, con períodos de incertidumbre consecuencia de determinadas órdenes de traslado de los profesores y decretos de cierre «oficial». Por otro lado, su «actividad social», a la vez que «científica», quedaría determinada por las reuniones de sus miem- ———— 10 Para conocer los aspectos más relevantes de la trayectoria de Barinaga puede consultarse: CUESTA DUTARI, N. (1966), Don José Barinaga: In Memoriam, Gaceta Matemática, 18 (3-4), pp. 63-86; AUSEJO, E. (2007), José Barinaga Mata (1890-1965), La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 10 (3), pp. 763-774. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 197 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO bros, por la aparición de los trabajos de éstos a modo de monografías y en las revistas coeditadas por ambas instituciones (o en las extranjeras) y por el intercambio de publicaciones con otros centros de investigación europeos. De hecho, comprobaremos que ambas «existencias» no se dieron simultáneamente durante todo el período, sino que se continuó trabajando en momentos en los que la Sociedad realmente apenas existía y en unas circunstancias en las que el Laboratorio había sido cerrado formalmente y los sueldos de sus profesores se habían suprimido. Veamos, por tanto, en qué consistieron estas «actividades» que garantizaban esa «existencia», contextualizando, transcribiendo, relacionando y comentando una selección de documentos, hasta ahora sólo parcialmente reseñados11. Una parte de ellos han sido localizados en el Archivo de la JAE: el expediente del «Laboratorio y Seminario Matemático»12 y los «Libros de Actas» de la propia Junta para Ampliación de Estudios y su Comisión Delegada en Valencia y Barcelona13. Éstos se han completado con la información contenida en los expedientes personales de José Barinaga14, conservados tanto en el Archivo General de la Administración (AGA) como en el Arcivo de la JAE, y con diferentes datos recogidos en las páginas de la propia Revista Matemática Hispano-Americana15. Además, se ha podido disponer, muy especialmente, de la ingente documentación sobre esos años conservada en el archivo familiar del catedrático de Geometría de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, Pedro Pineda Gutiérrez16. 2. LA REORGANIZACIÓN DE LA MATEMÁTICA INSTITUCIONAL, 1936-1937 Al producirse el levantamiento militar, tanto Barinaga como Pineda se encontraban de vacaciones en El Escorial17. Allí serían recluidos en el Monaste- ———— 11 Algunas de las cuestiones que aquí tratamos fueron mencionadas sintéticamente al final del extenso trabajo de AUSEJO y MILLÁN (1989). 12 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Puede consultarse en la Residencia de Estudiantes, CSIC, Madrid. 13 Estos Libros también se encuentran custodiados en la Residencia de Estudiantes. 14 Legajo 15047/4, AGA. 15 En este punto se ha consultado la colección de la Revista que se conserva en la Biblioteca de Investigación de la Facultad de Matemáticas de la UCM. 16 Agradecemos a la familia de Pedro Pineda, y, muy especialmente, a su nieta, Myriam Pérez de Pineda, las facilidades para la consulta de este material. 17 Esta parte de nuestra historia, desde la perspectiva de lo acontecido a Pineda, puede verse en GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y DE VICENTE LASECA, L. (2005), El «oficio de matemá- 198 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL rio por las milicias del Frente Popular hasta que se autorizó su traslado a Madrid el 18 de agosto18. La capital era en aquellos entonces un hervidero, con un Gobierno republicano «legítimo» casi inexistente desde que José Giral ordenara la distribución de armas al pueblo, y con el poder real en manos de unos milicianos que habían desactivado el intento de golpe de estado y se aprestaban a organizar la defensa de Madrid. La Universidad, en pleno período estival, permanecía prácticamente cerrada y no se vislumbraba la reapertura normal en septiembre de la Facultad de Ciencias de la calle San Bernardo, ni, desde luego, que pudieran continuar las clases en octubre, con los jóvenes en edad militar luchando en los dos bandos. La otra institución en la que se realizaban tareas docentes e investigadoras en el ámbito de la Matemática, el Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios, sí parecía que podría volver a retomar algunas de sus actividades en la calle del Duque de Medinaceli (al menos con los profesores no susceptibles de movilización), tras haberse superado un intento de incautación de toda la Junta por parte de la Asociación de Catedráticos del Frente Popular, acaecido el 18 de agosto19. Contaba para ello con la colaboración de la Sociedad Matemática Española, con la que compartía, en el Palacio del Hielo y el Automóvil de la calle Duque de Medinacelli, su sede, dirección, biblioteca y edición de revistas. Tras los sobresaltos de las semanas anteriores, en la sesión del 26 de agosto de 1936 la JAE reorganizaba sus instituciones en el Madrid asediado por todos evocable, manteniendo formalmente la existencia de sus institutos, entre los que se encontraba el Laboratorio y Seminario Matemático, dentro del apartado «Centros de Estudio Científico»20. A las puertas del invierno de 1936-1937, con el ejército rebelde aproximándose a la capital, el Gobierno se trasladaba a Valencia, ordenando tam- ———— tico» en España en el siglo XX: Pedro de Pineda y Gutiérrez, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 8 (3), pp. 837-868. 18 En las declaraciones juradas efectuadas durante el proceso de depuración en abril de 1939, Barinaga escribiría: «En El Escorial no se alteró la vida durante los primeros días, y cuando esto ocurrió, a mediados de agosto, fui detenido y recluido en el Monasterio con la casi totalidad de los “elementos burgueses” que allí residían». Legajo 15047/4, AGA. 19 Puede verse el Libro de Actas de la Junta para Ampliación de Estudios, p. 147, conservado en la Residencia de Estudiantes (Madrid). A esa sesión celebrada el 24 de agosto de 1936 asistieron únicamente Ignacio Bolívar, Ramón Menéndez Pidal, Manuel Márquez, Teófilo Hernando y Gregorio Marañón. 20 Libro de Actas de la JAE, p. 152. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 199 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO bién el desplazamiento de los intelectuales considerados más relevantes21. Estabilizado el frente de Madrid, una Orden Ministerial del 19 de diciembre reducía el órgano de dirección de la JAE y nombraba una Comisión Delegada radicada en la ciudad del Turia, con Manuel Márquez como presidente y Tomás Navarro Tomás de secretario, que se haría cargo de todos los asuntos que le eran propios a la Junta. En particular, autorizaría los pagos para el personal y el material de los diferentes institutos dependientes que continuaban teniendo su sede en Madrid. Esa pertenencia a una institución en activo como el Laboratorio y Seminario Matemático permitió a Barinaga no verse obligado a atender la convocatoria del decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central, Pedro Carrasco Garrorena, enviada desde Valencia el 29 de diciembre, para que se trasladara a la nueva capital de la República con objeto de «contribuir a las enseñanzas que la Facultad de Ciencias ha de dar a quienes aspiran a ingresar en los diferentes cuerpos del Ejército y de la Armada»22. En esos momentos iniciales de la guerra, el «personal afecto» al Laboratorio estaba formado por José Barinaga (director); Pedro Pineda, José A. Sánchez Pérez y Ricardo San Juan (profesores); y Sixto Ríos, José Gallego y Francisco J. Herrero (becarios)23. A ellos se añadirían como colaboradores otros matemáticos, como Tomás Rodríguez Bachiller y Luis A. Santaló Sors. En todo caso, durante el mes de enero de 1937 se iban consolidando las tareas de reorganización de la actividad matemática. La Sociedad Matemática Española continuaba su vida institucional celebrando su primera sesión el día 4. Ausente el último presidente electo, Juan López Soler, José Barinaga presidiría la reunión «en funciones», poniendo «de relieve la necesidad de que todos los socios que actualmente se hallan en Madrid procuremos sostener la vida de nuestra Sociedad con la mayor normalidad posible»24. Para lograr estos fines, la asamblea acordó nombrar una Junta Provisional que asumiera simultáneamente las obligaciones de la Junta Directiva y del Comité de Redacción de las dos revistas publicadas conjuntamente con el Laboratorio: Re- ———— 21 GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2007), La Ciència durant la República. En ESCRIVÁ, C. y MAESTRE, R. (eds.), València, la ciutat dels sabuts. 70 aniversari del II Congrés Internacional d’escriptors per a la defensa de la cultura, Valencia, Societat Coral el Micalet, pp. 31-38 y 130-133. 22 Legajo 15047/4, AGA. 23 Legajo 164/309, Archivo de la JAE. 24 Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 20. Unas primeras consideraciones sobre este tema se presentaron en GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2002a), La vida institucional de la Sociedad Matemática Española entre 1929 y 1939, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (1), pp. 229-244. 200 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL vista Matemática Hispano-Americana y Matemática Elemental. Se emplazaba a los socios a una nueva sesión, ya de carácter ordinario —en la medida en que ello fuera posible—, en la que se rendirían cuentas de las gestiones realizadas para la normalización de las actividades. Esa Junta Provisional, nombrada por unanimidad de los asistentes, quedaba constituida de la forma siguiente25: José Barinaga Mata (presidente); Fernando Peña Serrano (catedrático en la Escuela de Ingenieros de Montes, vicepresidente), Sixto Cámara Tecedor, Pedro Pineda Gutiérrez, Ricardo San Juan Llosá, Tomás Rodríguez Bachiller (vocales); y José Augusto Sánchez Pérez (catedrático en el Instituto Escuela, secretario-tesorero y habilitado). La Junta Provisional recibió de los socios ese mismo 4 de enero el encargo de sostener la publicación de las revistas con un argumento significativo: «por ser el órgano de comunicación con el extranjero» a través del intercambio con otras sociedades y editoriales. Sin embargo, desde agosto de 1936 la Junta de Relaciones Culturales del Ministerio de Estado, entidad encargada de estas comunicaciones, había interrumpido los intercambios, lo que dificultaba la producción de trabajos originales26. En la misma sesión, además, se decidía suspender (ante la imposibilidad de celebrarlas), una de las actividades que mejor demostraban la vitalidad de la Sociedad: las sesiones científicas. La Sociedad Matemática Española seguía viva, pero profundamente afectada. Por otro lado, la Junta para Ampliación de Estudios ordenaba a Barinaga que precisase a la Comisión Delegada el verdadero organigrama del Laboratorio tras varios meses de conflicto, dando de baja a quienes no realizasen trabajos para la JAE27. Así, además de librarse las cantidades pendientes hasta noviembre de 1936, se comunicaba al director la necesidad de reducir el presupuesto siguiendo el promedio de reducción que iban a experimentar todos los centros. En el caso del Laboratorio se pasaría de 23.687,4 pesetas a 11.100 (es decir, 12.587,4 pesetas menos). La situación también afectaba a los investigadores y doctorandos de Matemáticas pensionados fuera de España por la JAE (pertenecientes o no al Laboratorio) y que veían peligrar sus becas. Así, por ejemplo, en la sesión de ———— 25 Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 20. Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93. 27 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 9. Para una primera aproximación a estos temas puede verse: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2001), La actividad del Laboratorio y Seminario Matemático de la Junta para Ampliación de Estudios durante la Guerra Civil, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 4 (3), pp. 675-686. 26 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 201 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO la Comisión Delegada del 15 de enero de 193728 se analizó la instancia de Antonio Llorens y Clariana, en la que solicitaba la consideración de pensionado para proseguir en el extranjero sus estudios sobre Historia de la Matemática, destacándose el estar exento de obligaciones militares por su edad. Ciertamente, la vía de la «Tercera España», la de salir del país tan pronto como fuera posible y no alinearse con ninguno de los dos bandos (aunque se pasasen enormes dificultades, por ejemplo económicas, en los lugares de acogida), fue seguida por muchas personas, entre ellos un número muy apreciable de nuestros intelectuales más significativos: José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, Blas Cabrera, Gregorio Marañón, Américo Castro, etc. Volviendo al caso de Llorens, su petición se desestimaría en la sesión del 30 de abril29. En todo caso, el futuro inmediato del Laboratorio, aunque no sin dificultades previsibles, empezaba a quedar garantizado. Llegada la sesión de la Comisión del 22 de marzo30, la «normalidad» parecía alcanzada, comenzando la regularización de los libramientos, al autorizarse tanto los cheques correspondientes a diciembre, enero y febrero, como la edición del libro Miscelánea matemática. 76 notas complementarias de la Cultura Universitaria escolar, con 3 figuras y 12 retratos, escrito por el propio Barinaga. Una vez publicado (con una extensión de 127 páginas), en la sesión de la Comisión Delegada del 16 de junio se propondría que se remunerase al autor con 1.300 pesetas por la tarea31. Estos esfuerzos por la «normalización» de las actividades puede ilustrase a partir de las comunicaciones de los principales responsables de mantener vivas las actividades matemáticas en el Madrid sitiado: Barinaga y Pineda. Así, el 8 de marzo escribía32 a este último Luis A. Santaló Sors, profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias de Madrid incorporado a la aviación republicana33: ———— 28 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 11. A esta sesión únicamente acudieron Manuel Márquez, José Moreno Villa y Victorio Macho. 29 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 26. 30 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 24. 31 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 31. 32 Esta carta de Santaló y las que siguen en este apartado están conservadas en el Archivo de la familia Pineda. Puede verse también: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2007), Una correspondencia para nuestra Memoria matemática: José Barinaga, Pedro Pineda, Luis Santaló y Ricardo San Juan, 1936-1939, Boletín de la Sociedad Puig Adam de Profesores de Matemáticas, 75, pp. 55-71. 33 Acerca de este destacado matemático catalán puede consultarse: DURÁN, X. (2001), Lluís Santaló, Barcelona, Fundació Catalana per a la Recerca, Collecció de Biografies, 7; REVENTÓS, A. (2002), In Memoriam Lluís Santaló, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (1), pp. 73-106. 202 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL Me alegro mucho de que haya encontrado la copia de mi trabajo. Recuerdo que en ella había unas correcciones en lápiz que convendría tener en cuenta al corregir las pruebas. Comparto su opinión de que sería muy conveniente que continuase saliendo la Revista en la forma que sea y con las restricciones que fueran necesarias, por ej. asignando a un número del tamaño ordinario 3 o 4 meses. No creo que haga falta, pero si acaso, yo les podría mandar algunas cuestiones resueltas que me parecen quedaron pendientes. Si se tira por fin, ya les decía yo que no hace falta manden las pruebas de mi trabajo, pero sí les agradecería unas cuantas separatas. Recuerdos afectuosos a D. José [Barinaga], a D. Sixto [Ríos] y en general a todos de su alumno y amigo. Unos días más tarde, el 17 de marzo, Santaló volvía a escribir, en este caso a su «querido maestro» Barinaga34 desde el Instituto Nacional de Segunda Enseñanza «Salmerón» de Barcelona. Estas nuevas líneas permiten completar el panorama de aquellos momentos: He estado en Gerona donde he recogido su carta. Ya me había insinuado D. Pedro últimamente que las dificultades económicas del Laboratorio y de la Revista aumentaban considerablemente. Por lo que a mi se refiere tiene poca importancia ya que, si bien hasta ahora no he cobrado nada más que lo que me mandaban desde Madrid (Auxiliaría y Laboratorio) parece que desde este mes me van a considerar reingresado en 2.ª Enseñanza como Cursillista de 1933 en este Instituto Salmerón con 5.000 ptas. anuales. Con esto ya, de momento, resuelvo el problema económico. Lo que ya sentiría mucho más es que las dificultades llegaran a imposibilitar la salida de la Revista. Ya sé que intentarán Vdes. todo lo posible para que esto no sea. Por pocas que sean las páginas siempre son suficientes para que no se rompa la continuidad en el intercambio. No creo que lo que falte sea original pero si así fuese yo podría mandar algunas cuestiones o algo para llenar; en estas circunstancias lo de menos es el contenido, lo principal es llenar la Revista para salvar su vida. Por aquí de matemáticas no hago naturalmente nada. He ido algún día al Laboratorio de esta Universidad pero es bastante pobre, sobre todo revistas hay pocas. Conocí al Sr. Orts que me encargó muchos saludos. A modo de posdata, Santaló escribía algunas líneas más que nos permiten conocer las relaciones internacionales que se querían seguir manteniendo durante la contienda: ———— 34 Aunque la carta estaba dirigida a Barinaga, la hemos localizado en el Archivo de la familia Pineda; a éste se le trasladaban estos asuntos en tanto que responsable de las revistas de la Sociedad y del Laboratorio. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 203 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Hace tiempo que mandó Gallego 6 ejemplares de mi Tesis. Como Blaschke me ha escrito pidiéndome algunas para sus alumnos de Hamburgo, escribí a Gallego pidiéndole unos 12 o 15 ejemplares más. No sé si recibiría la postal. Por si acaso, ¿podrían Vds. mandármelas? Mejor si son con cubiertas de «Publicaciones del Laboratorio» no como Tesis de la Facultad. Estaba latiendo el problema de la suspensión del intercambio de revistas con el extranjero, pues con ello se privaba a nuestros matemáticos de la posibilidad de conocer la actualidad de la materia y, por tanto, de emprender trabajos originales de alto nivel35. Así lo explicitaba Santaló unos días después, el 24 de marzo de 1937, también desde el Instituto «Salmerón» de Barcelona, escribiendo de nuevo a Pedro Pineda: Le devuelvo las pruebas. Muchas gracias por el trabajo que se tomó en corregirlas. No me extraña el gran número de erratas pues el borrador mío debía ser muy poco claro y confuso, pero ahora me parece que quedará bien. De todos modos si se hicieran unas 2.as pruebas y V. les diese una ojeada se lo agradecería. También les agradeceré mucho si pueden mandarme unas separatas y el número de la Revista cuando salga. Ya procuraré mandar algunas cuestiones o alguna ampliación de ellas que pueda servir de artículo. Por aquí se va siguiendo relativamente bien, y se piensa mucho en Madrid. Santaló sería trasladado al poco tiempo al aeródromo de Los Alcázares (Murcia). Desde el Pabellón de Oficiales de la base republicana escribía a Pineda el 12 de mayo: He recibido su carta que me retransmiten desde mi casa. Yo ahora, desde hace unos 20 días estoy en este Aeródromo asistiendo a un cursillo para Profesores de Aviación. Calculamos que terminará a 1.os de Junio y entonces veremos donde nos destinan. Me ha hecho mucha gracia lo de la pretendida incautación de la Biblioteca del Laboratorio: otro servicio inmenso que tenemos todos que agradecer a Vdes. por su permanencia en Madrid. Si hubiera habido más facilidades le hubiese enviado algo más, como era mi deber, aunque últimamente también en Barcelona escaseaban muchas cosas. Muchas gracias por el interés que se toma por las pruebas de mi artículo; por lo visto Bermejo [el impresor] sigue tan pesado como siempre. El artículo de Santaló aparecería finalmente abriendo el volumen 12, pp. 312 (1937), de la Revista Matemática Hispano-Americana, con el título «Curvas ———— 35 En la sesión de la Sociedad del 6 de julio de 1937 Barinaga informaba de las gestiones ante la Junta de Relaciones Culturales, que se comprometía a garantizar la normalización en los intercambios. Ver: Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93. 204 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL sobre una superficie que cumplen la condición δ ∫ f ( χ ,τ )ds = 0 ». Los esfuerzos de los matemáticos españoles durante 1937 mantenían viva la revista. Efectivamente, el tesón de nuestros matemáticos en esos complicadísimos momentos permitió que siguieran apareciendo algunos números de las revistas. Los trabajos científicos eran enviados a la redacción desde los diferentes lugares de acomodo de nuestros matemáticos por la España gubernamental, contactos que se mantenían aunque las reuniones de la Sociedad Matemática Española estuvieran suspendidas desde el mes de enero36. Así, en Revista Matemática Hispano-Americana, además del artículo de Santaló y dos trabajos de otros matemáticos como Pedro González Quijano y Luis Pérez Cacho, así como diversas «Cuestiones» resueltas o planteadas por José Babini y Luis Santaló, durante 1937 los profesores pertenecientes a la plantilla del Laboratorio y Seminario Matemático publicaron los siguientes artículos: «Un método para determinar los niveles de energía del oscilador armónico» (Fernando Peña) «Sobre una generalización del problema de las coincidencias» (José María Orts Aracil) «Sobre algunas propiedades elementales de los límites estocásticos» (Sixto Cámara Tecedor) «El tercer centenario de la Geometría Analítica» (José Augusto Sánchez Pérez) «Nota sobre la cuestión n.º 24» (José Barinaga Mata) Sobre el papel, aunque los temas fueran más de divulgación que de investigación original, y la extensión y el número de autores fuera menor, el Laboratorio se demostraba vivo. También contribuyeron, del mismo modo, a que continuara la publicación de Matemática Elemental con trabajos tales como: «Dodecágono inscrito y circunscrito a un cuadrilátero» (Pedro Pineda Gutiérrez) «Determinación de los pares pitagóricos (α n , β n ) correspondientes a números de la forma z = 4k + I = α n2 + β n2 » (Manuel Vázquez Vázquez) «Un criterio de convergencia para series numéricas» y «Miscelánea matemática» (José Barinaga Mata) ———— 36 Revista Matemática Hispano-Americana, 12, pp. 20 y 93. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 205 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Desde el punto de vista de la Sociedad Matemática Española, puede constatarse que a lo largo de 1937, gracias sobre todo a la dedicación del presidente Barinaga, eficazmente ayudado por Pedro Pineda, fueron solventándose numerosos problemas. Seguían llegando artículos para las revistas, podían seguir imprimiéndose, pues reduciendo las tiradas a la mitad había suficiente papel, y se encontraban fondos oficiales en una economía de guerra para financiarlas. En este sentido, en oficio del 15 de junio de 193737, leído por Barinaga a los socios en la sesión del 6 de julio, el subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública informaba no sólo del restablecimiento de la subvención de tres mil pesetas para Matemática Elemental, sino de su aumento a cinco mil. Aunque no hubiese reuniones de matemáticos, los órganos de expresión de la Sociedad, las revistas, se publicaban periódicamente. A partir de esa sesión del 6 de julio, Sánchez Pérez dejaría la Secretaría, que pasaría a ocupar José Gallego Díaz, mientras que el otro cargo que acumulaba aquél, el de tesorero-habilitado, recaería desde la sesión del 9 de octubre38 en Federico Loné Jiménez, quien con anterioridad había sido vocal de la Junta Directiva. Llegado el 2 de agosto de 1937, y requerido por una Orden ministerial de 29 de julio, Barinaga enviaba al secretario de la Comisión Delegada, Tomás Navarro Tomás, certificación del personal afecto al Laboratorio en esos momentos y de la índole de los trabajos que realizaban. La comunicación se completaba unos días después con otra certificación que el propio secretario de la JAE enviaba al Ministerio con el puesto que ocupaba cada matemático, la remuneración que recibía cada uno de ellos y, lo que es más importante para conocer su «actividad» matemática, los temas en los que estaban trabajando o se comprometían a trabajar39: José Barinaga (director). Cuerpos cuadráticos reales no euclídeos. Pedro Pineda Gutiérrez (profesor). Fundamentos de Geometría diferencial. Ricardo San Juan Llosá (profesor). Métodos de Carlemann en el estudio de Funciones analíticas. ———— 37 Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 93. Revista Matemática Hispano-Americana, 12, p. 94. 39 Legajo 155/36, Archivo de la JAE. Expediente «Certificados y relaciones del personal de los Centros de la Junta». En su escrito Barinaga también hacía constar que María Matriz Menéndez pertenecía a la plantilla del Laboratorio como auxiliar de catalogación y mecanografía. 38 206 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL José Sánchez Pérez (profesor). Catalogación bibliográfica e Historia de la Matemática en España. José Gallego Díaz (becario). Problemas de Biología matemática. Pero la guerra continuaba y no parecía que llegaran buenos tiempos para el cultivo de una disciplina como la nuestra, sobre todo ateniéndonos a los temas de investigación que se proponían, desde los que difícilmente se podía justificar ninguna colaboración en el esfuerzo bélico. Conquistadas las provincias del Norte por las tropas nacionales y ante la ofensiva que se avecinaba sobre la capital, dos órdenes de la Presidencia del Gobierno y del Ministerio de Instrucción Pública (de 6 y 23 de septiembre de 1937, respectivamente) obligaban a la evacuación de los funcionarios de Madrid cuyos servicios no fueran imprescindibles. Difícil de concretar para todos los casos particulares, inicialmente José Barinaga eludía el traslado, no tanto por su condición de director del Laboratorio Matemático, sino tras su propuesta como profesor del Instituto para Obreros de Madrid40. José Gallego Díaz recibía el nombramiento de delegado provincial en Madrid del Instituto de Reforma Agraria, por lo que garantizaba su estancia en la capital. Pedro Pineda consiguió justificar por algún tiempo su permanencia en la capital «para cuidar de la Biblioteca y material científico de la Sección de Ciencias Exactas»41, mediante Orden del subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública, según certificaba el vicerrector de la Universidad Central, León Cardenal, el 20 de octubre de ese año, pero el 24 de octubre era dado de baja en las nóminas de la Habilitación de Madrid y se veía obligado a preparar su traslado. Además, en la sesión de la Comisión Delegada del 27 de noviembre, primera celebrada tras su traslado a Barcelona42, se ordenaba a Barinaga su adscripción a la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia y la clausura ———— 40 En las declaraciones juradas efectuadas durante el proceso de depuración en abril de 1939, Barinaga escribiría: «Desde marzo de 1938 a marzo de 1939 ha explicado dos semestres Matemáticas en el Instituto para Obreros de Madrid, cargo para el cual se le designó por el Ministerio a fin de que pudiese permanecer en Madrid sin infringir los decretos sobre evacuación civil». Legajo 15047/4, AGA. 41 Archivo de la familia Pineda. 42 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 70. El vicerrector de la Universidad Central, León Cardenal, también le recordaba a Barinaga, en escrito de 22 de noviembre de 1937, la obligatoriedad de trasladarse a Valencia, pues «de no hacerlo así incurrirá en la sanción procedente por abandono de destino». Pero su nombramiento como profesor del Instituto para Obreros funcionó como salvoconducto para permanecer en Madrid. Legajo 15047/4, AGA. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 207 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO del Laboratorio. Con esa decisión desaparecían las dotaciones económicas de la JAE para remunerar al director y los profesores colaboradores y para sufragar las publicaciones. Recibidas las oportunas notificaciones, un disciplinado Barinaga escribía el 1 de diciembre al secretario de la Comisión dando por concluido un período muy singular en la organización institucional de la Matemática en España43: Hoy he recibido su atenta del 29-11 y atendiendo a sus indicaciones he clausurado en el acto el Laboratorio Matemático, quedando por consiguiente suspendida toda actividad del mismo. Transmita al Sr. Subsecretario [del Ministerio de Instrucción Pública] y a la Comisión Delegada de la Junta mi más sincero agradecimiento por el apoyo que hasta ahora he recibido de ellos y la seguridad de mi amplia comprensión de las circunstancias que motivan su actitud en el momento presente. De todo ello informaba al que hasta pocas semanas antes había sido su principal colaborador, Pedro Pineda, evacuado en Valencia, aprovechando para felicitarle con motivo de su cumpleaños44: Ante todo felicidades por tu casi semicentenario. Te escribo desde tu casa, a donde tengo que acudir para saber de ti. ¿Qué os pasa? Nadie me escribe, nada me cuentan, y por tanto nada sé de vuestra vida, ni de vuestras actividades. Dadme noticias de la Universidad, de sus clases, de sus Profesores, del n.º de sus alumnos. En fin, no me olvidéis en absoluto. Ayer he clausurado «de orden superior» el Laboratorio de la Junta. Recordarás que te comuniqué hace tiempo el temor que sentía por tal medida. Llegó. «No hay plazo que no se cumpla…». Por cierto que el Sr. Santullano me dice están sin despachar las nóminas de octubre y noviembre últimos. Que para ello es preciso justificar la autorización para permanecer en Madrid o en otro caso justificar también, el estar fuera de la Capital. Para mí no hay problema, puesto que he disfrutado de la autorización correspondiente hasta ayer. Pero tanto tú como San Juan, tenéis que solicitar de esa Universidad el certificado de vuestra residencia en esa. Para ahorrar tiempo podéis remitirlo directamente a Barcelona (al Sr. Santullano) y decirle que lo hacéis por indicación mía. Y que os lo abonen en esa, o, si lo preferís, que lo remitan a Madrid para que lo perciba la persona a quien designéis. Ya me diréis vuestra decisión. ———— 43 44 208 Legajo 15047/4, AGA. Archivo de la familia Pineda. D. Pedro había nacido el 2 de diciembre de 1891. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL 3. NUESTRA MATEMÁTICA HASTA EL FINAL DE LA GUERRA, 1938-1939 Pero terminándose 1937 ni mucho menos había concluido la actividad ni del Laboratorio ni de la Sociedad. Comenzado 1938, en una situación en la que el frente de Madrid continuaba firme y la República seguía albergando esperanzas de solución del conflicto a su favor a través de una intervención extranjera, nuestro catedrático de Análisis Matemático volvía a luchar por sus instituciones. Mientras garantizaba su estancia en la capital en tanto que profesor del Instituto Obrero de Madrid45, no había dejado de trabajar, con los pocos colaboradores disponibles, al margen del cierre oficial, y perseveraba en sus iniciativas ante la Comisión Delegada para conseguir la reapertura del Laboratorio. La pretensión no era tan disparatada como pudiera parecer. Otros centros de la JAE continuaron funcionando en Madrid durante toda la guerra, y entre ellos destacó el Instituto Nacional de Física y Química, que siguió desarrollando las investigaciones propias de sus disciplinas y la publicación de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química, gracias a la tenacidad de su director en funciones, el catedrático de Química Inorgánica de la Universidad Central Enrique Moles Ormella46. El 3 de enero de 1938 volvía Pineda a Madrid, utilizando para ello la certificación que le expedía José Gallego Díaz (becario del Laboratorio además de delegado del Instituto de Reforma Agraria): «se traslada a esta Capital con el fin de realizar trabajos de estadística en esta Delegación provincial»47. En realidad el viaje estaba concebido para reunirse con su familia y trasladarse todos el 29 de enero de 1938 a su nueva residencia en la calle Heroicos Milicianos de Burjasot (Valencia). Allí le escribía Barinaga el 10 de febrero48: Os supongo acomodados después de corteses codazos en vuestra nueva residencia. Nosotros, por aquí, a puñetazo limpio con los garbanzos y el pan. He desarrollado, como ya te indiqué, el plan ofensivo para la reapertura del Laboratorio, que culmina con el escrito del que te adjunto copia. Por una carta del Sr. Santulla- ———— 45 Esta vinculación será uno de los principales cargos inculpatorios que se utilizarán contra Barinaga, una vez terminada la guerra, durante su proceso de depuración. Puede verse el Legajo 15047/4, AGA. 46 Véase: BERROJO JARIO, R. (1980), Enrique Moles y su obra, Tesis Doctoral, Facultad de Farmacia, Universidad de Barcelona. También: GONZÁLEZ DE POSADA, F. et al. (2005), Enrique Moles Ormella, farmacéutico, químico y artista, Madrid, Real Academia Nacional de Farmacia. 47 Archivo de la familia Pineda. 48 Archivo de la familia Pineda. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 209 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO no a [Ricardo] San Juan, y por otra de Corpus Barga a mí, tengo muy buenas impresiones sobre el asunto, aun cuando no confío demasiado en el éxito completo. Dime si has cobrado tus haberes de la Junta correspondientes a diciembre y enero. Convendría que la copia que te remito se la entregues al Dr. Puche para que esté informado con anterioridad a la reunión de la Comisión Delegada en la cual ha de tratarse. Si puedes hablar con él, mejor; y si no, déjasela en un sobre con unas líneas tuyas diciéndole lo haces por encargo mío. Ya advertí a Bustos lo de los fascículos de la Zentralblatt. Infórmate si hay alguno más en las mismas condiciones. Espero que, poco a poco, irás haciendo algo para la revista. Orts me ha enviado un trabajo. Ahora trato de apoderarme de un «stock» de papel que he descubierto en los sótanos del Ministerio. Confío en que [José] Miranda me ayudará. Muchos recuerdos a [Fernando] Peña, saludos a los colegas, expresiones cariñosas a Anita, besos a las niñas y para ti el afecto sincero de tu buen amigo y compañero.49 Efectivamente, durante el mes de febrero se intensificaron las gestiones de Barinaga ante la Comisión Delegada. Ésta, en la sesión del día 1450, «deseosa de continuar prestando su apoyo a la labor del grupo de matemáticos españoles a que pertenece el señor Barinaga, acuerda pedirle una nota concreta de los trabajos que es posible organizar este año, con indicación de los colaboradores y demás noticias relevantes». Además, aprobaban el presupuesto de 437,5 pesetas para la impresión de otro número de Matemática Elemental y el abono a Sánchez Pérez de la cantidad que se le debía por trabajos realizados en octubre y noviembre de 1937. Así, el 17 del mismo mes de febrero, escribía Navarro Tomás a Barinaga51: He dado cuenta a la Comisión Delegada, en la Sesión del día 14 del actual, de su escrito acerca de la situación en que se encuentra la Sociedad Matemática Española y de su deseo de que pueda seguir teniendo el apoyo moral y material del Laboratorio Matemático, para lo cual propone usted se restablezcan las actividades de éste. La Comisión se halla dispuesta a continuar prestando su ayuda a los trabajos de Matemática, como ha hecho siempre la Junta; mas para tomar una resolución en este punto es necesario que usted concrete su petición, indicando los colaboradores ———— 49 José Miranda era en esos momentos secretario de la Universidad Central de Madrid y delegado en Madrid del Ministerio de Instrucción Pública; mientras que Fernando Peña Serrano era catedrático en la Escuela de Ingenieros de Montes y vivía en la misma residencia que Pineda en Valencia. 50 Libro de Actas de la Comisión Delegada de la JAE, p. 90. 51 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. 210 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL con que usted cuenta, el plan de trabajos que se proponen desarrollar este año y demás noticias que usted juzgue de interés. La circunstancia de haberse solucionado la situación oficial de usted en Madrid favorece esta buena disposición de la Comisión Delegada en relación con los deseos que usted manifiesta. En este sentido Navarro Tomás volvía a escribir a Barinaga el 28 de febrero, transmitiendo y precisando las condiciones que la Comisión Delegada establecía para que el Laboratorio pudiera entrar en funcionamiento nuevamente. Al poco tiempo, el 8 de marzo, Barinaga le respondía enviándole los programas investigadores de los colaboradores que continuaban trabajando — o se ofrecían a colaborar— en esos momentos52: Contestando a su carta del 28 de Febrero le adjunto las comunicaciones que me dirigen los Sres. Rodríguez Bachiller, San Juan y Gallego Díaz para satisfacer los deseos informativos de esa C. D. En cuanto al Sr. Pineda, no he recibido contestación todavía; y en cuanto la obtenga se la enviaré a usted. Y respecto a mí puede incluir en el programa del curso actual la continuación del «Estudio de los Cuerpos Cuadráticos Reales» ya anunciada en el programa de 1937, y las «Aplicaciones del cálculo de Probabilidades a la Lógica en el sentido de Reichenbach». Del primer trabajo tengo compuesta la mitad, aproximadamente, y del segundo, solamente algunos puntos. Pero, para dar a la imprenta cualquiera de ellos necesito ante todo la consulta de las obras pedidas a la Junta de Relaciones Culturales. Realmente, las circunstancias del conflicto y las incertidumbres acerca del futuro del Laboratorio habían desanimado a Pineda, quien decidía renunciar a colaborar, desde la distancia, en los esfuerzos de Barinaga para mantener vivo el centro. En todo caso, éste le escribía el 4 de marzo de 1938 a Valencia53: A pesar de tu insistente negativa a participar por ahora en los trabajos del Laboratorio, he propuesto a la Junta que continúes colaborando desde esa, mientras dure en ella tu permanencia. Era para mí un deber hacerlo así, tanto por el valor que para el Centro tiene tu concurso, como por mi condición de Director. El Sr. Navarro Tomás me comunica que para resolver la Comisión Delegada sobre este punto, necesita saber «en qué ha de consistir tu labor específica en Valencia». Te ruego, por tanto, me escribas en la forma que creas conveniente para trasladar yo a Barcelona tu propia contestación. ———— 52 53 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Archivo de la familia Pineda. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 211 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Mientras Pedro Pineda se desmarcaba de una tarea que podía reportarle una importante ayuda económica en esos momentos del conflicto en cuanto se decidiese la reapertura del Laboratorio, Ricardo San Juan se había mostrado deseoso de colaborar contribuyendo con un trabajo que tenía bastante avanzado. Lo hizo mediante una carta enviada a Barinaga el 6 de marzo de 193854: Atendiendo sus indicaciones expongo a continuación los títulos y el estado actual de los trabajos de Análisis matemático en que he venido ocupándome el curso actual. I. Derivación e integración de series asintóticas y sus aplicaciones a la teoría de la aproximación asintótica óptima (Dispuesto para su publicación y cuya copia le remito a la mayor brevedad). II. Definida una clase CA de funciones cuasiasintóticas mediante sus cotas Am que cumplen la condición de Carleman, ¿se pueden elegir otras cotas Bm ≤ Am que cumplan la condición más restringida de Deujoy? Hemos demostrado que esto es posible cuando las funciones son periódicas y estamos estudiando qué acontece en el caso general. III. Condiciones necesarias y suficientes para que coincidan dos clases de funciones cuasiasintóticas CA y CA’ (Iniciado a propuesta de M. le Prof. S. Mandelbrojt). IV. Condiciones necesarias y suficientes que debe cumplir una sucesión de números positivos Mn para que exista una función real damente derivable cuyas derivadas sucesivas máximos de sus módulos f n ( x) f ( x) de variable real indefini- f n ( x) tengan como valores en un intervalo (a, b) dichos números Mn, esto es, sea f n ( x) ≤ M n para todo punto de (a, b) f n (ξ ) = M n para un punto al menos de (a, b) (Pendiente de una consulta hecha al Prof. M. S. Mandelbrojt de la Universidad de Clermont-Ferrand). ———— 54 Legajo 109/32, Archivo de la JAE. Por razones que desconocemos, esta carta no se conserva en el expediente institucional del Laboratorio Seminario Matemático, ni en el personal de Barinaga o San Juan, sino en el de Julio Palacios Martínez, catedrático de Termología en la Universidad Central, quien también permaneció en Madrid a lo largo de la Guerra y que al terminar ésta jugará un papel decisivo en la readmisión sin sanción de San Juan y el retorno a España de Esteban Terradas Illa y Julio Rey Pastor. En este sentido, puede verse: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2002b), La reorganización de la Matemática en España tras la Guerra Civil, La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, 5 (2), pp. 463-490. 212 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL También se había mostrado ilusionado con la posibilidad de retomar oficialmente sus tareas en el Laboratorio Tomás Rodríguez Bachiller, quien se dirigió a Barinaga en los siguientes términos55: Contesto a tu amable requerimiento para formar parte del Laboratorio Matemático, aceptando con gusto la invitación. Aun cuando desde mi época de becario he seguido colaborando en las Revistas, ahora puedo intensificar mi colaboración. Tengo entre manos un estudio de conjunto y lo más completo posible de las «Representaciones continuas de espacios abstractos», que puedo seguir ahí con vosotros, siempre que se me facilite la información bibliográfica indispensable para dar a la imprenta con las necesarias garantías los resultados que vaya obteniendo. Ya sabes, conociendo tú mis aficiones, que para mí una de las tareas que me es más grata es la de ayudar y animar la formación matemática de muchachos que muestran interés por nuestra ciencia. De manera análoga, el cuarto de los matemáticos a los que se había dirigido muy especialmente el director, José Gallego Díaz, presentó el siguiente plan de trabajo56: a) Continuar mis trabajos sobre la cinética de la fermentación alcohólica —ya iniciados en el artículo que se acompaña— para la determinación estadística de los parámetros que figuran en mi ecuación general (3). Plantear el problema de su generalidad como ecuación integro-diferencial aplicando la Teoría de Volterra y Fredholm. b) En el campo de la Biología Matemática, estudiar las características matemáticas del parasitismo múltiple para su aplicación intensiva en la lucha contra las plagas del campo. El 21 de marzo de 1938 Barinaga escribía a Navarro Tomás, completando el panorama del personal que podía considerarse que seguía trabajando para el Laboratorio, aunque estuviera disperso por la geografía republicana, e informando de la situación de las revistas que se publicaban conjuntamente con la Sociedad57: Lamenté que su precipitado regreso a Barcelona me impidiese saludarle y cambiar impresiones sobre los asuntos pendientes de este Laboratorio con la Comisión Delegada. ———— 55 56 57 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Legajo 164/271, Archivo de la JAE. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 213 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Le adjunto factura (triplicada) del último n.º de Matemática Elemental. Su extensión ha sido de 48 páginas en vez de las 40 (dos pliegos y medio) que acusaba el avance de presupuesto que remití oportunamente. En compensación la Sociedad Matemática ha pagado el importe del papel de los «Apartes» tirados, que otras veces ha abonado el Ministerio y que viene a equivaler al precio de composición del medio pliego más que el número ha tenido. No creo que esta alteración motive dificultades. Carecemos en absoluto de papel para continuar las publicaciones y confío en que tanto las gestiones de Vd. como las del Sr. Orts podrán hacer que las Revistas [Revista Matemática Hispano-Americana y Matemática Elemental] no perezcan. Original hay bastante. El Sr. Pineda no ha contestado a mi requerimiento de continuar prestándonos su colaboración valiosa desde Valencia. Por ello, y por las conversaciones que mantuvo conmigo antes de su salida de Madrid, deduzco que, por ahora, no cree posible cooperar directamente a nuestra labor. Retiro, por tanto, mi petición de la creación de Prof. Corresponsal que hice para él, y procuraré que la agregación del Prof. Rodríguez Bachiller llene el hueco que accidentalmente deja el Sr. Pineda. Recibidos y analizados todos estos escritos, el 12 de abril Navarro Tomás contestaba a Barinaga expresando la buena voluntad de la Comisión, pero, al mismo tiempo, imponía nuevos requisitos formales que debían cumplirse antes de tomar ninguna decisión58: En la sesión celebrada por la Comisión Delegada el día 1.º del corriente he dado cuenta de sus cartas del 8 y 12 de Marzo último, en las que se refiere a los planes de trabajo que tendría el Laboratorio Matemático en una nueva etapa. La Comisión tiene todo el interés en facilitar estos propósitos; mas no ha podido tomar acuerdo sobre ellos, toda vez que no conoce cuál es la situación oficial de los colaboradores que usted propone. Algunos de ellos, al parecer, están adscritos a enseñanzas en Valencia y esto dificultaría su incorporación al Laboratorio de Madrid. Por esto es conveniente que usted nos envíe una nota concreta acerca de dicha situación de los colaboradores y de los trabajos que realmente se pueden comprometer a realizar bajo la dirección de usted. Siento que todo esto retrase algo sus deseos, que son los nuestros también; pero ya comprenderá que la Comisión Delegada no puede proceder de otro modo, pues éstas son las normas a que ha venido ajustándose siempre la Junta. Las facturas de Nuevas Gráficas han sido aprobadas y se enviarán en breve a Felipe Sierra para que abone su importe. En respuesta al secretario de la Comisión, el 18 de abril de 1938 Barinaga no escondía su irritación por la tardanza de la Comisión Delegada en aprobar ———— 58 214 Legajo 164/271, Archivo de la JAE. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL la reapertura oficial de un Laboratorio que no había dejado de «funcionar» en todos esos meses59: Contesto a su carta del 12, recibida el día 16. He de confesarle que no acierto a comprender la cadena de dificultades que, según Vd., ha encontrado la Comisión Delegada para retrasar tan prolongadamente la aprobación explícita de mis propuestas. Usted sabe, mejor que yo, los perjuicios que tal actitud nos ha causado. A pesar de ello, y en vistas de su última carta, he vuelto a requerir a mis colaboradores para que me faciliten la documentación oficial que les autoriza para permanecer en Madrid, y a la que doy curso sin demora. ¿Puede usted decirme cuáles de estos colaboradores «al parecer, están adscritos a enseñanzas en Valencia», como usted afirma en la referida carta? Yo estoy seguro de los buenos deseos de usted, pero estoy también decidido a dejar constancia de la tramitación de este asunto, para que, en su día, pueda enjuiciarse la actuación de cada uno de nosotros. La orden ministerial de mi incorporación al Instituto Obrero de Madrid está en el Ministerio. Le ruego me devuelva los documentos. El 27 de abril respondía Navarro Tomás, también en un tono menos cordial que en ocasiones anteriores, pero con los buenos deseos que siguieron guiando al Ministerio de Instrucción Pública, en general, y a la JAE, en particular, durante toda la guerra60: Contesto a su carta del 18. He de significarle mi extrañeza por esa alusión que usted hace a dificultades encontradas por usted para la aprobación explícita de sus propuestas, siendo sí que la Comisión Delegada viene procurando atender sus indicaciones con el cuidado que merecen. Olvida usted, sin duda, que el Laboratorio Matemático se halla en suspenso desde el mes de Noviembre [...] Ahora bien, en su carta del 12 de Marzo pide usted autorización para elevar la propuesta de haberes correspondientes a los meses de Diciembre, Enero y Febrero últimos «del personal que ha continuado de modo efectivo prestando su colaboración a instancia mía». Como usted comprenderá, esta continuación de los trabajos, aun siendo laudable, no se compagina con la suspensión de las actividades del Laboratorio a que usted se refiere [en la carta del 1 de diciembre de 1937]. La Comisión Delegada necesariamente ha de estudiar el difícil caso que usted plantea y someterlo a la Superioridad, cuya orden de clausura del Laboratorio fue atendida por usted y nosotros en su día. Por otra parte, hemos de atenernos a las disposiciones dadas por el Gobierno respecto a la evacuación de Madrid, y de aquí las certificaciones que habíamos solicitado de usted respecto a los Sres. Gallego Díaz, San ———— 59 60 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 215 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO Juan Llosá, Rodríguez Bachiller y Srta. Mauriz Menéndez, cuya residencia oficial en Madrid necesitaba ser justificada para tomar acuerdo. Ahora, con todos estos elementos de juicio y las cartas de usted podrá la Comisión Delegada examinar el asunto de la reapertura del Laboratorio y abono de los haberes retrasados a que usted se refiere. Respecto de las publicaciones, nuestro deseo coincide con el de usted, pero seguimos sin disponer de papel. Así se lo he dicho al Sr. Ministro en la visita que le hizo la Junta recientemente, prometiendo él apoyar las gestiones que venía haciendo para obtenerlo. Tenga usted la seguridad de que, si lo logramos, tendremos mucho gusto en facilitarle lo que necesita para las publicaciones del Laboratorio Matemático, bien que además ahora haya de tenerse en cuenta la dificultad de las comunicaciones. Devuelvo a usted los documentos, según me pide. La impaciencia después de tantos esfuerzos hizo que el 10 de mayo Barinaga escribiera nuevamente a Navarro Tomás61: He recibido su carta del 27 último y los documentos que le envié. Espero que usted activará la resolución definitiva del asunto de este Laboratorio, que lleva ya cinco meses en tramitación, y que tendrá la bondad de comunicármela tan pronto le sea posible. Creo suficientemente aclarados mis propósitos, los cuales, en esencia, se reducen a procurar continuar prestando mis servicios y los de mis colaboradores en la amplia obra de Cultura que la Junta realiza. Por fin, las gestiones del tenaz Barinaga darían sus frutos. El Ministerio de Instrucción Pública había aprobado el 2 de mayo de 1938 la dotación económica solicitada por la Junta para sus diferentes centros radicados en Madrid62, y el 28 de mayo el vicepresidente de la Comisión Delegada le escribía desde Barcelona comunicándole la autorización para la reapertura del Laboratorio63: En sesión celebrada por esta Comisión los días 26 y 27 del corriente se tomó el siguiente acuerdo: «Dada cuenta de las cartas fechas 18 de Abril último y 10 del actual, que dirige el Director del Laboratorio Matemático señor Barinaga sobre la reapertura de dicho centro y abono de remuneraciones a los colaboradores, se acuerda manifestarle el desagrado de la Comisión por algunas de sus injustificadas manifestaciones y considerar nuevamente abierto el Laboratorio desde primero de Mar- ———— 61 62 63 216 Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Legajo 163/295, Archivo de la JAE. Legajo 162/271, Archivo de la JAE. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL zo, a los efectos de nómina, para los colaboradores que tenían en dicha fecha residencia oficial en Madrid». Lo que comunico a usted a los efectos oportunos. En esas fechas se completaba la plantilla del Laboratorio con Emilio Pajares Díaz, quien había sido expulsado del Instituto Nacional de Física y Química de la JAE unos días antes y a quien acogió Barinaga proponiéndolo a la Comisión como auxiliar de biblioteca64. De hecho, como hemos ido viendo en las cartas transcritas arriba, en el Laboratorio se había seguido trabajando a lo largo de los meses de 1938 transcurridos, dando origen a nuevos artículos científicos. En la Revista Matemática Hispano-Americana se publicaron: «Una propiedad de las sucesiones de números positivos» (Ricardo San Juan) «Nota sobre la cuestión n.º 122» (José Barinaga Mata) Y en Matemática Elemental aparecieron: «Concepto de medida» y «Sobre el Ejercicio 318» (José Barinaga Mata) «Sobre un teorema de Césaro» (José María Orts Aracil) «Demostración del denominado último o gran teorema de Fermat para los exponentes de forma 4n» y «Sobre el Ejercicio 352» (Manuel Vázquez) También debe destacarse que antes de terminar el año, en concreto el 8 de noviembre de 1938, Barinaga recibía un nombramiento que completaba el panorama de sus obligaciones institucionales: el cargo de secretario general de la Universidad Central de Madrid en sustitución de José Miranda65. 4. A MODO DE EPÍLOGO La actividad matemática que se ha ido detallando a lo largo de estas páginas constituía una tarea que, no por encomiable, dejaba de resultar casi mila- ———— 64 Declaración jurada de Emilio Pajares, efectuada el 20 de noviembre de 1939, durante el proceso de depuración de Barinaga. Legajo 15047/4, AGA. 65 Legajo 15047/4, AGA. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 217 FRANCISCO A. GONZÁLEZ REDONDO grosa. Realmente, la vida del Laboratorio continuaba a comienzos de 1939, aunque para sus integrantes los temas científicos debían pasar a un segundo plano cuando de la propia supervivencia se trataba en unos momentos en los que la Guerra parecía que podía llegar a su fin. Así, Barinaga escribía a Pineda el 9 de enero sobre temas bien prosaicos, aunque comprobamos entre líneas que hasta en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central se intentaba mantener cierta actividad66: Ayer recibí tu postal del 3 [de enero]. Llegaron las naranjas y los albaricoques. A Rodríguez Sanz le envié un paquete a tu nombre que creo contiene dos cajas vacías. Ya buscaré más, así como las cuerdas y el lacre. El paquete tiene que estar ahí, pues el cuñado de Rodríguez me asegura lo expidió. Yo se lo entregué el 1 de diciembre. Por aquí, puedes figurarte, en pleno invierno, sin fluido por el día, sin cristales, sin… Yo no paro en casa. En el Laboratorio nos han alfombrado la Dirección y la Biblioteca y nos han autorizado a usar una estufa eléctrica; pero ésta resulta inútil, pues las veces que hay corriente, no tiene tensión. En la Universidad, por el estilo. Ahora que, eso sí, funciona en varios aspectos. Hasta hemos celebrado un Claustro ordinario la semana anterior. De modo que aquello de que estaba incrustada en la de Valencia, fue pura fantasía de 1937. En todo caso habrá habido ahí ciertas actividades pedagógicas, pero nada más. Deberías decidirte a dar una vuelta por aquí. En cuanto quieras, te encargamos algún cometido. De Barcelona recibo bastantes cartas. La última de D. José A. Ude, que debe estar también deshecho. La situación no podía durar mucho más. Por un lado, avizorándose el final de la Guerra a favor de los sublevados tras la batalla del Ebro y posterior separación de Cataluña del resto de la España republicana, el Gobierno Nacional provisional había declarado disuelta la Junta para Ampliación de Estudios (y sus centros)67. Por otro, el Gobierno de la República transfería sus exiguos recursos a otros ámbitos, en un esfuerzo desesperado de resistencia que duraría hasta marzo de 1939, a la espera de que comenzase una Guerra Mundial contra Alemania que obligase a los que posteriormente serían aliados contra ella a defender la legitimidad española de 1936. Pero ya sabemos que las cosas transcurrieron de otro modo: había terminado una etapa para nuestro país. En abril, el nuevo Estado emprendería la ———— 66 Archivo de la familia Pineda. Como es natural, esta decisión de las autoridades nacionales no fue asumida por el Gobierno republicano, que mantuvo formalmente activas todas sus instituciones hasta el final de la guerra. 67 218 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 LA ACTIVIDAD MATEMÁTICA EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL reorganización de la vida científica, cultural y universitaria del país68, completando un doloroso proceso de depuración que también afectaría a la comunidad matemática española, a la Universidad, al Laboratorio y Seminario Matemático y a la Sociedad Matemática Española durante los primeros años cuarenta. Pero esa es otra historia69. Recibido: 20 de junio de 2009. Aceptado: 17 de febrero de 2010. ———— 68 GONZÁLEZ REDONDO (2002b). Al tema hemos dedicado ya varios trabajos. Pueden verse, por ejemplo: GONZÁLEZ REDONDO, F. A. y VILLANUEVA VALDÉS, M. A. (2001), La depuración de los científicos españoles entre 1936 y 1939, Llull, 24, pp. 685-703; GONZÁLEZ REDONDO, F. A. (2008), La Ciencia española: del encuentro con Europa durante la República a la depuración franquista y el exilio, Cuadernos Republicanos, 68, pp. 101-130. También puede verse la tesis muy documentada de GONZÁLEZ ROLDÁN (2001) y los trabajos posteriores: CLARET MIRANDA, J. (2006), El atroz desmoche: la destrucción de la universidad española por el franquismo, 1939-1945, Barcelona, Crítica; OTERO CARVAJAL, L. E. (dir.) (2006), La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo, Madrid, Editorial Complutense. 69 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 193-220, ISSN: 0210-4466 219 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO (1940-1951)* Juan Vicente Mayoral de Lucas Universidad de Zaragoza RESUMEN Este artículo habla de la experiencia de Thomas Kuhn como físico: su educación en la disciplina, su servicio como experto durante la Segunda Guerra Mundial, y su investigación doctoral. Estudiamos un lapso de tiempo que va de 1940 a 1951. El objetivo en última instancia es ofrecer base empírica para valorar una afirmación como la de Mara Beller (1999), que dice que la descripción kuhniana de la ciencia normal está parcialmente basada en circunstancias y experiencias personales, no sólo en los datos históricos o en la evidencia disponible de la sociología de la ciencia. En este artículo se establece que dicha tesis es plausible. PALABRAS CLAVE: Educación progresista. Física del estado sólido. Segunda Guerra Mundial. Radar. Contramedidas. Teoría de bandas. WKB. Defecto cuántico. Thomas Kuhn. Mara Beller. John Van Vleck. Eugene Wigner. Frederick Seitz. TOWARDS A REINTERPRETATION OF NORMAL SCIENCE: KUHN AND THE PHYSICS OF HIS TIME (1940-1951) ABSTRACT This paper deals with Thomas Kuhn’s experience as a physicist — his training in the field, his brief period as a physicist during World War II, and his doctoral research — from 1940 to 1951. Its aim is to offer a basis to assess statements as Mara Beller’s (1999) that Kuhn’s account of normal science is partially founded on personal circumstances and experience, and not only on the historical record or available evidence from the sociology of science — a thesis here considered highly credible. ———— * Agradezco a Philip Anderson, Javier García Sanz, Yolanda García, Karl Hufbauer, Pierre Noyes, Manuel Sellés, Carlos Solís y a los revisores anónimos de la revista Asclepio su colaboración en la preparación y mejora del presente artículo. 221 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS KEY WORDS: Progressive education. Solid-state physics. World War II. Radar. Jamming. Band theory. WKB. Quantum defect. Thomas Kuhn. Mara Beller. John Van Vleck. Wigner. Seitz. 1. INTRODUCCIÓN No se suelen manejar demasiados datos acerca del periodo que Thomas Kuhn pasó estudiando e investigando como físico. Es un periodo relativamente corto dentro de su trayectoria. Dio comienzo en 1940, cuando entró en la Universidad de Harvard como estudiante, y acabó poco más de una década después, en 1951, aproximadamente cuando, ya defendida su tesis doctoral, publicó el último artículo extraído de ella (aunque ya desde 1949 no se dedicaba de lleno a la disciplina). Por otro lado, su filosofía de la ciencia nace principalmente de sus reflexiones sobre la historia de la ciencia más que sobre la ciencia contemporánea a él, con lo que parece que prescindir de los detalles de esa fase no supone perjuicio alguno para nuestro conocimiento de su obra. La convicción que subyace a este artículo es que conocer un poco mejor ese periodo puede ofrecer algunos beneficios. El primero de ellos, aunque menor, no es insignificante: lograremos evitar esos errores de puro dato biográfico en que algunos autores han incurrido en ocasiones1. El segundo beneficio es más significativo: averiguar el origen extra-historiográfico del concepto kuhniano de «ciencia normal». Como es bien sabido, éste es uno de los conceptos claves de Kuhn, principalmente expuesto en 1962 en The Structure of Scientific Revolutions y explorado en mayor profundidad en The Essential Tension2. En este segundo volumen, Kuhn habla de su importancia para el desarrollo científico y menciona algo significativo de pasada: ———— 1 Cf., e.g., SARDAR, Z. (2000), Thomas Kuhn and the Science Wars, Londres, Icon, p. 24, donde se indica que Kuhn hizo su doctorado bajo la supervisión de P.W. Bridgman, en lugar de J.H. Van Vleck. Incluso filosóficamente, la supervisión de Bridgman pudiera haber cambiado las cosas en la trayectoria posterior de Kuhn. Para más detalles sobre la tesis doctoral de Kuhn, cf. más abajo, quinta sección del artículo. 2 KUHN, T.S. (1962), The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, The University of Chicago Press; KUHN, T.S. (1977), The Essential Tension, Chicago, The University of Chicago Press. Kuhn confiesa en el prefacio (p. xviii) a The Essential Tension que el artículo que da nombre al volumen (The Essential Tension: Tradition and Innovation in Scientific Research) contiene «un modesto desarrollo de la noción de ciencia normal». Otros ensayos de ese mismo volumen ahondan también en dicho concepto. 222 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... Algo de divergencia caracteriza todo trabajo científico […]. Pero mi propia experiencia en la investigación científica y mi versión de la historia de las ciencias me lleva a preguntarme si la flexibilidad y la apertura de mente no han sido subrayadas de manera demasiado exclusiva como las características requeridas para la investigación básica3. Frente a tal flexibilidad y apertura de mente, Kuhn contrapone, como sabemos, un tipo de pensamiento menos crítico, más dogmático y tradicionalista, propio de su ciencia normal. Lo más importante del párrafo, no obstante, es que Kuhn señala que una de las fuentes de esa visión es su propia experiencia como físico. Puesto que su exposición de la ciencia normal es uno de los aspectos más sugerentes y (en la década de 1960) novedosos de su obra, comprobar su origen biográfico y averiguar hasta qué punto puede haberse construido sobre él podría ser revelador para nuestra comprensión de esa obra. En este artículo obtendremos algunos resultados de relevancia para satisfacer este objetivo. Hay un tercer beneficio de esta clase de investigación biográfica, relacionado con el anterior, aunque éste es principalmente para los críticos de la concepción kuhniana de la ciencia normal. El trabajo de la historiadora Mara Beller lo ilustra con claridad. Beller se opone al dogmatismo inherente a la concepción de la ciencia normal de Kuhn. Ya hace años avisó de que la potencial conexión entre Structure y el periodo de Kuhn como físico podría explicar el excesivo énfasis kuhniano en la naturaleza dogmática de la ciencia normal. Esto queda patente en el siguiente extracto de su Quantum Dialogue: La creatividad y longevidad de lo que Kuhn llamó «ciencia normal» se deben, sugiero, no a su dogmatismo sino a su carencia de él. La resistencia de la ciencia normal es posible porque no encaja bien en la noción kuhniana de ciencia normal. […] La noción de Kuhn del científico como alguien que resuelve rompecabezas parece especialmente apropiada como descripción de la experiencia del estudiante graduado y posgraduado de ciencias, tal como el propio Kuhn fue antes de pasarse a la historia de la ciencia4. Quizá la experiencia de un científico creativo maduro (no de un científico de una ciencia «madura») quede mejor caracterizada por David ———— 3 KUHN (1977), p. 226. Cursivas mías. Al principio de ese ensayo (The Essential Tension), Kuhn se refiere a sí mismo, en tercera persona, como «the physicist-historian» (cf. p. 225). 4 Beller menciona en este punto, en nota al pie, el mismo texto de The Essential Tension (Kuhn (1977), p. 226) que hemos reproducido unos párrafos atrás. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 223 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS Finkelstein: «En el presente, la ciencia funciona con muchos de sus practicantes buscando y, a la vez, dudando de la existencia de lo que buscan»5. En la primera parte del texto reproducido, Beller resume su postura antikuhniana en lo que respecta a la noción de ciencia normal y su conexión con el dogma. En el segundo párrafo se deja ver que la ciencia normal de Kuhn es dogmática debido a que el propio Kuhn se educó como físico hasta un grado de especialización en el que la ciencia normal también es dogmática. Pasos más allá de esa fase del científico novel, indica Beller, ese dogmatismo se diluye y la crítica adquiere mayor importancia. En este artículo no vamos a examinar la idea de Beller y no vamos a criticar (ni a defender) el dogmatismo aparentemente inherente a la ciencia normal. Sólo vamos a examinar la base empírica para hacer la afirmación mencionada: la ciencia normal de Kuhn depende en buena medida de la experiencia de Kuhn como físico. Sí cabe decir, no obstante, que, en caso de que esta afirmación sea verosímil, como creemos que es, quizá la ciencia normal de Kuhn ofrezca un perfil sólo (y quizá demasiado) parcial de la imagen real de la ciencia. El resultado de este trabajo podría ser, así, beneficioso para la crítica de la ciencia normal de Kuhn. En cualquier caso, abre una vía de reinterpretación. Para realizar nuestro examen, procederemos del modo siguiente. En la segunda sección mostraremos el trasfondo educativo del joven Kuhn (aquél que entra en Harvard en 1940 decidido a convertirse en físico teórico). Veremos que es un Kuhn que valora de forma especial la creatividad como elemento inherente a toda forma de actividad intelectual (incluyendo la ciencia). La sección siguiente muestra a Kuhn en sus primeros estudios de grado en Harvard, lo cual no supone ningún choque con respecto a las expectativas iniciales, pues el problema de física es, para este Kuhn, un simple reto intelectual. Las secciones cuarta y quinta sí encarnan un cambio de circunstancias, cuyo impacto en Kuhn se aprecia mejor por contraste con el escenario visitado en las dos secciones previas. Estas nuevas secciones hablan del trabajo de Kuhn como experto en ondas durante la Segunda Guerra Mundial y su investigación de doctorado (claramente «convergente») bajo la supervisión de John Van Vleck. La rutina inherente a esas prácticas causa el creciente hastío de Kuhn hacia la práctica de las ciencias. Como se deja ver en el artículo, la rutina en ———— 5 BELLER, M. (1999), Quantum Dialogue: The Making of a Revolution, Chicago, The University of Chicago Press, p. 306. Las cursivas son de Beller. La cita es de FINKELSTEIN, D. (1987), All Is Flux. En HILEY, B.T. y PEAT, F.D. (eds.), Quantum Implications: Essays in Honor of David Bohm, Nueva York, Routledge, pp. 289-294, esp. p. 291. 224 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... que por entonces se ve inmerso no excluye una fuerte dosis de creatividad, pero ésta va asociada a un proyecto de investigación cerrado, que no busca más que mejorar las capacidades de cálculo de una teoría, la cual no se somete a crítica en sus fundamentos. Si buscamos una buena imagen de la ciencia normal ajena a la teoría de Kuhn, ésta se puede encontrar fácilmente aquí. Cerraremos el artículo con algunas reflexiones sobre lo visto hasta el momento y con un Apéndice que aporta datos relevantes para la sección quinta. 2. EL JOVEN TOM KUHN Kuhn nació en Ohio en 1922, pero creció en Nueva York. Sus padres, Minette Stroock Kuhn y Samuel Kuhn, le procuraron, tanto a él como a su hermano menor, Roger, una educación liberal, «progresista», como se conocía por entonces. El matiz es significativo, porque la educación progresista huía de la escuela tradicional victoriana, del aprendizaje memorístico de las lecciones y de los castigos corporales, e introducía toda una serie de reformas encaminadas a la preparación del individuo para enfrentarse de manera eficiente y creativa a su propio ambiente. La escuela progresista seguía las directrices de John Dewey, quien advertía de que el aprendizaje del individuo no es un mero registro acumulativo de hechos monolíticos con los que equipar una mente vacía6. El ser humano corrige poco a poco una imagen inicial simplista que nace de su interacción con su entorno vital, con lo que educar al individuo conlleva partir del mismo punto de vista que éste ya lleva consigo a las aulas, especificarlo y ampliarlo, sin imponer modificaciones en él que no nazcan del propio juicio individual. Es decir, no sólo se trata de enseñar a sumar, sino de mostrar qué relaciones tienen las operaciones aritméticas con el mundo que a uno le rodea, desde su uso en la tecnología de la época a sus relaciones con formas más elevadas de pensamiento simbólico. Así, esa actividad adquiere sentido en el modo de vida del individuo7. En la Lincoln School de Nueva York, donde Kuhn estudió hasta los once años, y al igual ———— 6 Cf. REESE, W.J. (2001), The Origins of Progressive Education, History of Education Quarterly, 41, pp. 1-24, esp. pp. 10-11; DEWEY, J. (1896), The Reflex Arc Concept in Psychology, Psychological Review, 3, pp. 357-70; DEWEY, J. (1899), The School and Society, Chicago, The University of Chicago Press; DEWEY, J. (1916), Democracy and Education, Nueva York, Macmillan. 7 Cf. CREMIN, L.A. (1961), The Transformation of the School, Nueva York, Alfred A. Knopf, esp. pp. 282-285. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 225 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS que en la Hessian Hills de Croton-on-Hudson, estado de Nueva York, donde estuvo hasta los quince, hablar de álgebra superaba en importancia a ejecutar mecánicamente meras divisiones y resolver ecuaciones de segundo grado. La interpretación histórica, sociológica y económica de los orígenes de la Constitución de los Estados Unidos de Charles A. Beard era, ya para estos jóvenes, tema de vivo debate8. Las universidades de la Ivy League tal vez clamaran por individuos así educados, pero el acceso a ellas a través de la escuela preparatoria seguía siendo sinónimo de tradicionalismo9. Por eso, Kuhn, que pretendía ir a Harvard como las generaciones previas de su familia, debía asistir a alguna escuela tradicional donde cultivar de manera rigurosa y promocionar sus diversos talentos: desde la discusión en los foros académicos a sus notables capacidades para el cálculo y el pensamiento abstracto. Así, en las escuelas preparatorias (Solebury, en Pennsylvania, y Taft School, en Connecticut) Kuhn pasó unos años mucho más rigurosos y duros que los precedentes. En general, Kuhn no parece haber sido un muchacho terriblemente popular, pero sí un habilidoso orador que ya en 1936 pronunció algún discurso a favor del pacifismo10. Era un joven competitivo, según se manifiesta en su registro de la Taft, cuyo interés por los deportes le llevó en alguna ocasión a alguna pelea poco antes de salir para Harvard. Acabó la educación secundaria Cum Laude, perteneció a varios grupos de debate y deportes y ganó premios como la Rensselaer Alumni Association Medal por un trabajo excepcional en matemáticas y ciencias11. Era un joven de éxito. Aunque los años le harían calmar su furor, siempre mantuvo esa vena de independencia, libertad de pensamiento y racionalismo aprendida en familia y en las escuelas progresistas a ———— 8 BALTAS, A., GAVROGLU, K., KINDI, V. y KUHN, T.S. (2000), A Discussion with Thomas S. Kuhn. En KUHN (2000), The Road since Structure, CONANT, J. y HAUGELAND, J. (eds.), Chicago, The University of Chicago Press, pp. 256-323, esp. pp. 256-257. 9 Cf. SAVETH, E.N. (1988), Education of an Elite, History of Education Quarterly, 28, pp. 367-386. 10 KUHN, T.S. (1936), Speech on Day of Student Strike. En Thomas S. Kuhn Papers, 1922-1996, MC 240, Institute Archives and Special Collections, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, Mass., caja 1, carpeta 2. En adelante, estos archivos se mencionarán mediante la abreviatura TSKP, seguido de un número que señala la localización del documento en los mismos, que, en el caso anterior, hubiera sido «1.2». 11 HUFBAUER, K.F. (1997), «Kuhn’s Discovery of History (1940-1958)». MS, Apéndice A. Agradezco a Karl Hufbauer su amabilidad al proporcionarme un borrador de este magnífico artículo, lamentablemente aún sin publicar. Varios (yo diría que todos los) investigadores de la biografía de Kuhn nos hemos beneficiado de este texto pionero. 226 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... las que asistió. En 1941 afirmaba que la base de todas sus ideas era una sólida fe en la razón como único medio para ofrecer argumentos válidos y, de ese modo, resolver problemas. El ser humano, asumía ya entonces, siempre acaba por someterse al dictado de la razón12. 3. KUHN EN HARVARD: EL APRENDIZAJE DE UNA CIENCIA En los Estados Unidos de la década de 1940, las perspectivas laborales para un joven con un título de física por la Universidad de Harvard eran mejores que las de un matemático13. El padre de Kuhn, Samuel L. Kuhn, un asesor financiero de Nueva York, ingeniero y alumno de Harvard y el MIT, tenía esto bastante claro y así se lo hizo saber a su primogénito. A su padre no le faltaba razón. La física había cambiado en Estados Unidos desde que se cultivase con objetivos principalmente prácticos (la industria de la comunicación, los recursos energéticos, la agricultura, etc.). Como ha mostrado Daniel Kevles14, desde comienzos del siglo XX, la industria privada y el gobierno norteamericanos habían buscado emanciparse de los laboratorios europeos tanto por el ahorro económico como por el mero prestigio. American Telegraph and Telephone (AT&T), General Electric o el National Bureau of Standards querían que la física norteamericana controlase y desarrollase por sí misma la base teórica de la disciplina, una autonomía que se volvió necesaria con el bloqueo británico durante la Primera Guerra Mundial. La competencia europea al final de la contienda disparó del todo estos planes norteamericanos. En 1924, la AT&T fundó los Bell Laboratories, que se convirtieron en un foco de investigación básica de primer orden, y el gobierno destinó instalaciones propias, como el Naval Research Laboratory, a ese mismo objetivo. Así, cuando Kuhn accedió a la universidad, un físico joven podía crecer en su profesión si ———— 12 KUHN, T.S. (1941), The War and My Crisis. En TSKP, 1.3, esp. pp. 2-3. Para más detalles sobre ese ensayo inédito de Kuhn, cf. ANDRESEN, J. (1999), Crisis and Kuhn, Isis, 90 (suplemento), S43-S67; MAYORAL, J.V. (2009), Intensions, Belief and Science: Kuhn’s Early Philosophical Outlook (1940-1945), Studies in History and Philosophy of Science, 40, pp. 175-184. 13 SIGURDSSON, S. (1990), The Nature of Scientific Knowledge: An Interview with Thomas Kuhn, Harvard Science Review, 3, pp. 18-25, esp. p. 18. 14 KEVLES, D. (1988), Physics and National Power, 1870-1930. En GOLDBERG, S. y STUEWER, R.H. (eds.), The Michelson Era in American Science, 1870-1930, Nueva York, American Institute of Physics, pp. 248-257; KEVLES, D. (1995), The Physicists, Cambridge, Mass., Harvard University Press. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 227 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS tenía el talento suficiente y accedía o a los ya abarrotados laboratorios universitarios, o a los privados y gubernamentales, donde la investigación era más corporativa que en las universidades, pero los presupuestos acumulaban una gran cantidad de ceros. Aunque él prefiriese estudiar matemáticas, los argumentos de su padre eran muy convincentes, con lo que, al entrar en Harvard, Kuhn ya tenía clara su elección de carrera universitaria: la física teórica. La física norteamericana de aquella época no era, sin embargo, el ámbito adecuado para desarrollar una carrera marcada por la creatividad y la independencia intelectual. Algo así se dejaba para la literatura (que Kuhn continuó estudiando y practicando en Harvard cuando el resto de asignaturas se lo permitía)15. Ya en las escuelas preparatorias, por las que Kuhn, recordemos, había pasado, se subrayaba el dominio estricto de la física clásica y las universidades privilegiaban, para sus carreras técnicas y científicas, la calidad del alumnado entrante por encima de la cantidad. En especial, valoraban la destreza matemática16. El propio Kuhn aún recordaba bastante bien pasadas varias décadas que su profesor de física y química en la Taft, Sidney Hadley, hacía muy poco caso a sus intentos de desarrollar puntos de vista independientes en física17. Con todo, Kuhn entró en Harvard en el otoño de 1940 decidido a estudiar física. Las perspectivas profesionales eran, como decimos, suficientemente convincentes, pero además Kuhn tenía un gran «interés en problemas fundamentales» y la física parecía poder satisfacerlos18. Por ello, Kuhn no tuvo ninguna duda desde un principio acerca de las asignaturas que debía elegir. El estudiante de primer año de licenciatura en Harvard tenía que decidir su carrera al final del semestre. Antes de llegar a ese punto, se le recomendaba diversificar las cuatro o cinco asignaturas correspondientes y dedicarse a varias cosas que no tuviesen nada que ver con la carrera preferida, para así evitar arrepentimientos tardíos. Si exceptuamos Mathematics A (geometría analítica y cálculo infinitesimal), obligatoria para los futuros estudiantes de física, y la inevitable asignatura de inglés (excepto para los que entraban con mención de honor en la materia), restan un par de asignaturas, tres en el mejor de los casos, que dedicar a otras disciplinas. Kuhn no tuvo demasiadas dudas ni ———— 15 Cf. MAYORAL (2009), §2. Cf. DONAHUE, D.M. (1993), Serving Students, Science, or Society? The Secondary School Physics Curriculum in the United States, 1930-65, History of Education Quarterly, 33, pp. 321-52. 17 BALTAS et al. (2000), p. 258; HUFBAUER (1997), Ap. A; SIGURDSSON (1990), p. 18. 18 BALTAS et al. (2000), p. 258; SIGURDSSON (1990), pp. 18-19. 16 228 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... diversificó demasiado. Se matriculó en Physics F, que duraba dos años y tenía fama de ser bastante complicada, y en una asignatura de historia de la filosofía con Raphael Demos que le marcaría sobremanera19. Sus restantes intereses, principalmente literatura y política, reaparecerían en su expediente periódicamente, pero sobre todo los cultivaría como parte de su actividad extra-académica, considerablemente rica en su caso, pues perteneció a diversos grupos de debate literario y político, y acabó dirigiendo el consejo editorial del prestigioso diario estudiantil The Crimson20. Las asignaturas de matemáticas no fueron un problema para Kuhn hasta el tercer año de carrera. Kuhn se sentía muy por encima de la media. El primer año dejó de asistir a clase después de pocas semanas; solía resolver los problemas asignados por sí solo y enviarlos con algún compañero. Sólo el segundo semestre del segundo año le empezó a revelar cosas nuevas, aunque los problemas realmente serios empezaron a aparecer con la asignatura de tercero que impartía el famoso George Birkhoff. Las integrales múltiples y la diferenciación parcial se le revelaron difíciles y años más tarde confesaba que incluso después no siempre lograba resolver las primeras21. Por otro lado, Kuhn tampoco recuerda que sus primeros contactos con la física universitaria fuesen del todo buenos, de acuerdo con sus propias impresiones posteriores. Aparentemente, la causa de ello fue la necesidad de subir un escalón de dificultad notablemente marcado. Physics F, la asignatura elegida por él ya en primero, comenzaba siendo impartida en el primer año por Wendell Furry, un antiguo colaborador de J.R. Oppenheimer en Berkeley (en lo que había constituido una de las primeras ventanas del país al nuevo paisaje de la cuántica ———— 19 Sobre estas asignaturas, cf. The Crimson Confidential Guide to Freshman Courses 1940 (1940), Cambridge, Mass., The Harvard Crimson, pp. 19-20; Harvard University Archives, Harvard University, Cambridge, Massachusetts, Ref.: HUD 3304 240. En adelante, los archivos de Harvard se abreviarán como «HUA». Sobre el aprendizaje de Kuhn con Demos, cf. MAYORAL (2009), §2. 20 BALTAS et al. (2000), pp. 264-265 y 268. Muchos de estos detalles aparecen reflejados en diferentes documentos localizados en los archivos de Harvard y el MIT. Un breve listado de las actividades extra-académicas de Kuhn aparece en Class of 1944 Freshman Red Book, p. 105, HUA, Ref.: HUD 348. La actividad de Kuhn en The Crimson se puede consultar en los diversos volúmenes del Crimson Editorial Comments Book (HUA, Ref.: HUD 3304.721), en especial, a partir de 1942. Los trabajos de estudiante de Kuhn aparecen en TSKP 1.3. Para un estudio sobre algunos de los aspectos relevantes de dichos trabajos para su pensamiento filosófico, cf. MAYORAL (2009). 21 BALTAS et al. (2000), p. 267. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 229 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS europea)22. Furry tenía un nivel teórico bastante alto y Kuhn no parece haberse sentido al principio capaz de seguir su ritmo. Kuhn recordaba no saber cómo enfrentarse bien a los problemas (principalmente de mecánica, calor y sonido) propuestos por Furry. Sus calificaciones empezaron a bajar (algo inaudito en Kuhn, un alumno tradicionalmente sobresaliente) y tuvo sus primeras dudas sobre su talento para esta materia. Kuhn logró resolver el problema, aunque el reto parece haberle dejado huella. La superación de la dificultad provino, según su propia versión, de algo parecido a un «momento de iluminación» en el que aprendió de repente el modo específico de resolver esos problemas23. Para él, esta sensación sería clave en el futuro, cuando por ejemplo distinguiera el patrón de práctica científica propia de la ciencia normal en Structure como una tradición de solución de rompecabezas, ya que el aprendizaje de esa clase de práctica, la entrada en dicha tradición, suele acarrear parecidas experiencias de comprensión repentina de un modo de describir fenómenos y resolver problemas24. Tuviera algunas dificultades o no, la impresión general que producía Kuhn, entre sus éxitos académicos y sus ricas actividades extra-académicas, era la de un prometedor joven de gran talento. De hecho, se graduaría Summa Cum Laude un año antes que su promoción25 y entraría directamente a formar parte de uno de los proyectos de investigación en física desarrollados por el Gobierno de Estados Unidos durante la guerra: el desarrollo de contramedidas de radar (cf. nuestra siguiente sección). Philip Anderson, compañero suyo de estudios (y futuro premio Nobel de Física) recordaba recientemente, con notable modestia por su parte, al Kuhn de aquella época del modo siguiente: PHILIP ANDERSON: […] yo no era un prodigio académico como Tom Kuhn […]. ALEXEI KOJEVNIKOV: ¿Era Kuhn un prodigio académico en aquella época? ANDERSON: Oh, sí. Lo era todo. Era el gran hombre del campus. KOJEVNIKOV: ¿Estaba en tu clase? ———— 22 Sobre Furry y ese contexto, cf. SCHWEBER, S.S. (1986), The Empiricist Temper Regnant: Theoretical Physics in the United States, 1920-1950, Historical Studies in the Physical Sciences, 17, pp. 55-98, esp. pp. 88-89; BROWN, L.M., PAIS, A. y PIPPARD, B. (1995), Twentieth Century Physics, Bristol, Institute of Physics Publishing, vol. 2, pp. 640-41. 23 Cf. BALTAS et al. (2000), pp. 261-62 y 267. 24 Cf., e.g., KUHN (1962), pp. 36-39; KUHN (1977), p. 305; KUHN (2000), p. 178. 25 Algo que sólo 500 de 2000 alumnos lograron hacer (Comunicación personal con H.P. Noyes, 11 de enero de 2003. Noyes, a quien agradezco su colaboración, fue compañero de estudios de Kuhn y más tarde se lo volvió a encontrar en Berkeley, donde Kuhn trabajaría, ya como historiador de la ciencia, años después). 230 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... ANDERSON: Sí, en la misma clase. Era editor del periódico The Crimson. Era junior marshal Phi Beta [Kappa], fue nombrado para Phi Beta cuando era junior. Nunca obtuvo otra cosa que no fuera un sobresaliente. Siempre que estaba en la misma clase que él, procuraba estar un punto o dos por encima de su nivel, pero yo consideraba que aquello era lo máximo a lo que yo podía aspirar26. Pese a lo dicho, el «gran hombre del campus» se enfrentaría a problemas que poco a poco minarían su tendencia hacia la física teórica. Kuhn mantuvo su independencia intelectual y ahondó en ella, pero pronto se dio cuenta de que convertirse en físico profesional exigiría de él un menor cultivo de la misma. Por otro lado, como dijimos, ya en su primer año en Harvard había coqueteado con la filosofía, y esa experiencia le dejó huella. A finales de julio de 1943, nada más graduarse, escribía a su tía Emma Fisher que sus inclinaciones intelectuales tenían más que ver con las reflexiones filosóficas acerca de la física que con la física misma27. La guerra, no obstante, había desviado su trayectoria hacia ésta última. Kuhn dedicaría oficialmente la mayor parte de su tiempo y esfuerzo a la física hasta finales de 1948, la fecha en que obtendría su doctorado. Algo que le quedaría bastante claro a lo largo de los cinco años siguientes (1943-48) sería que la física exigía limitar la atención a un aspecto específico, restringido, de la realidad (si ésta era una falsa impresión o no es ya otra cuestión28). Esta experiencia, relatada en las dos secciones siguientes, influyó definitivamente en su abandono de la física, aunque también, defendemos aquí, en la imagen de la ciencia que contribuyó a extender. 4. KUHN DURANTE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL 4.1. Kuhn, Harvard y las contramedidas El 22 de diciembre de 1941, la marina norteamericana propuso un programa para el uso en el campo de batalla de contramedidas de radar que el Na- ———— 26 Entrevista de A. Kojevnikov a P.W. Anderson, 30 de marzo de 1999, Niels Bohr Library & Archives, American Institute of Physics, College Park, Maryland, EE.UU. (www.aip.org/history/ohlist/23362_1.html). 27 Carta de Kuhn a E.K. Fisher, 27 de julio de 1943. TSKP, 12.33, pp. 2-3. 28 El propio Kuhn creía, décadas después (en los años noventa), que la impresión que tenía de la física al acabar la guerra estaba equivocada; en otras circunstancias, si, e.g., hubiera trabajado en Los Álamos, quizá hubiese continuado con su carrera de físico. Cf. BALTAS et al. (2000), p. 271; SIGURDSSON (1990), p. 19. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 231 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS tional Defense Research Committee (NDRC) debía desarrollar. El objetivo, en términos técnicos, consistía en especificar las características de los equipos alemanes de radar y desarrollar modos de anular sus efectos. Esta tarea debía ser llevada a cabo en colaboración con el Radiation Laboratory del MIT, pero este laboratorio tenía, ya por entonces, demasiadas competencias asignadas. Luis Alvarez ya había dedicado un grupo al desarrollo de contramedidas y esa experiencia debía ser aprovechada, aunque en otro lugar, preferiblemente cercano a Cambridge, Massachusetts29. Harvard era un emplazamiento apropiado. La División D del NDRC y esa universidad firmaron un acuerdo para instalar en su campus el laboratorio de contramedidas: el conocido como Radio Research Laboratory30. El 11 de febrero de 1942 (por recomendación de Álvarez), Frederick E. Terman, antiguo director del Departamento de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Stanford, fue nombrado director y éste reclutó a su vez a Roger Hickman, del propio Harvard, y a un par de personas más, para abrir las puertas del centro31. Para enero de 1944, cuando Kuhn ya se encontraba entre sus filas, el laboratorio contaba con 744 empleados, 214 de los cuales eran personal de investigación. El laboratorio, al principio dependiente del Radiation Lab del MIT, se emancipó de éste en marzo de 1942 y pasó de los edificios del MIT a un reformado bloque de biología de Harvard en Divinity Avenue32. El laboratorio era oficialmente secreto para la población universitaria33, pero, tanto a él como a muchos otros estudiantes de física, se les animó a in- ———— 29 Carta de Karl T. Compton a James B. Conant, 30 de enero de 1942, en Papers of James B. Conant, HUA, Ref.: UAI 15.898, caja 12, carpeta OSRD-NDRC 1942-1944. 30 No sería el único. Harvard instaló otros dos laboratorios para desarrollos tecnológicos útiles en la guerra: El Computer Laboratory y el Underwater Sound Laboratory. Cf. WELCH, G.W. y COHEN, A.R. (1999), Aiken’s Program in a Harvard Setting. En COHEN, I.B., WELCH, G.W. y CAMPBELL, R.V.D. (eds.), Makin’ umbers, Cambridge, Mass., The MIT Press, pp. 163-181, esp. p. 165. 31 Sobre Terman, cf. GALISON, P. (1997), Image and Logic, Chicago, The University of Chicago Press, pp. 273-281; GEIGER, R.L. (1992), Science, Universities, and National Defense, 1945-1970. En THACKRAY, A. (ed.), Science After ’40, Osiris, 7, pp. 26-48, esp. pp. 33-34. 32 Sobre todo ello, cf. BALTAS et al. (2000), pp. 268-69; BROWN, L. (1999), A Radar History of World War II, Bristol, Institute of Physics Publishing, p. 293; BUDERI, R. (1996), The Invention that Changed the World, Nueva York, Simon & Schuster, p. 207; GUERLAC, H. (1987), Radar in World War II, Nueva York, American Institute of Physics, pp. 287 y 300. 33 Cf. KUHN, T.S. (1945a), Science at War, Harvard Alumni Bulletin, 48. Este texto no aparece firmado por Kuhn ni se encuentra en su lista de publicaciones, pero hay dos recortes del mismo en una carpeta de sus archivos titulada «Papers 1945-1948» (TSKP, 1.4) que sólo contiene sus propias contribuciones. Para Karl Hufbauer ([1997], nota 27), esto y el propio estilo del artículo sugieren que se trata de un texto redactado por el propio Kuhn, algo que no 232 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... clinar sus pasos hacia la electrónica34. Esto lo alejó de una formación teórica más pura. Kuhn debería haber estudiado alguna asignatura de óptica, termodinámica (algo que dudaba haber tocado hasta el doctorado) y relatividad, pero estas materias sólo aparecieron en su expediente como parte de su formación doctoral. En su lugar, siguió un itinerario de estudios principalmente centrado en teoría electromagnética y electrónica con miembros del llamado «Cruft group»35. El «Cruft group» era un grupo de físicos especializado en la tecnología de la comunicación que se concentraron en torno al Cruft Laboratory de Harvard36. Su cabeza visible era el renombrado E.L. Chaffee, un especialista en electrónica y tubos de vacío y también un reconocido administrador con sólidos principios tradicionales. El Cruft, con Chaffee a la cabeza, puso sus conocimientos de electrónica a las órdenes de Conant, el rector de Harvard (y uno de sus destinos fue la instrucción en tecnología de radares para el ejército)37. Kuhn cursó asignaturas sobre, e.g., tubos de vacío (fenómenos de emisión y de descarga en gas) y teoría de circuitos con el propio Chaffee, y sobre electromagnetismo y teoría de antenas con R.P.W. King (un especialista en esta última materia)38. Con esta formación y una buena finalización de estudios, Kuhn fue directamente a trabajar al Radio Research Laboratory. Allí, Kuhn seguiría en contacto con King, pero entraría a formar parte de un grupo teórico supervisado por quien sería su futuro director de tesis, John H. Van Vleck (de quien hablaré más abajo)39. La labor de Kuhn era hacer cálculos de la potencia estimada de los ecos de radar que devolverían los objetivos militares propuestos. Gracias a estas estimaciones, en las que se tenían en cuenta diferentes variables, desde la distancia hasta las condiciones medioambientales, y en las que se empleaban los datos proporcionados por el Naval Research Laboratory, se valoraba la efectividad de las contramedidas ———— sería raro dadas tanto su participación como redactor-jefe en el periódico estudiantil The Crimson durante sus estudios de licenciatura como otras colaboraciones puntuales para el Harvard Alumni Bulletin. 34 Así lo afirma Philip Anderson en su autobiografía. En: www.nobelprize.org/nobel_ pzizes/physics/laureates/1977/anderson-autobio.html (consultado el 25 de febrero de 2011). 35 BALTAS et al. (2000), pp. 267-68. 36 Cf. COHEN, I.B. (1999), Howard Aiken, Cambridge, Mass., The MIT Press, pp. 21-31. 37 Carta de James B. Conant a Vannevar Bush, 2 de junio de 1941, James B. Conant Papers, HUA, caja 12, carpeta OSRD-NDRC. NDRC-1940-1941, p. 4. 38 KUHN (1955), Vita. En Thomas S. Kuhn Dossier, depositado en The Bancroft Library, University of California, Berkeley; cf. también BALTAS et al. (2000), pp. 268-69. 39 Cf. BALTAS et al. (2000), p. 269; KUHN (s.f. [a]), Preliminary Considerations Concerning Radar Echoes and RCM Parameters in Naval Operations. En TSKP, 1.8. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 233 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS desarrolladas en el Radio Research Laboratory. Así, por ejemplo, Kuhn pasó algún tiempo trabajando en las contramedidas apropiadas para la cobertura de radar japonés en Kamchatka40. ¿Qué era una contramedida? En resumen, un falso eco de radar. Su resultado era generar un esquema falso de la disposición de los bombarderos en un ataque aéreo. Uno de estos ingenios era, por ejemplo, «Window». (En Estados Unidos se denominaba «Chaff»). «Window» era adecuado para un tipo de radar alemán denominado «Würzburg», que operaba en una longitud de onda considerablemente corta, unos 50 cm. «Window» consistía en llenar el espacio con tiras de aluminio de 30 cm de largo por 1,25 cm de ancho que reradiaban la onda emitida desde el radar en la misma longitud de onda. «Window» era más eficaz si la longitud de onda original era la mitad de larga que la tira de aluminio. Para una radiación en su banda de frecuencia, cada tira reflejaba el eco de forma equivalente a como lo haría la superficie de un bombardero pesado B-17 o B-24. Así, cuando se dejaban caer miles de tiras de aluminio de estas características desde un avión, alrededor de medio kilómetro antes de la llegada del escuadrón, el operador veía cómo su radar quedaba sumido en la más absoluta confusión, y con ello el armamento antiaéreo permanecía completamente cegado41. Las contramedidas eran muy eficaces. Se podría decir que Kuhn sirvió en uno de los laboratorios de guerra que ayudó a causar un mayor número de bajas tanto militares como civiles, al margen del «Proyecto Manhattan». Tanto antes como después del «Día D», los bombarderos aliados soltaron sobre el territorio europeo una enorme cantidad de bombas que contribuyeron al desgaste de la industria alemana, el ejército y la población civil42. Las contramedidas contribuyeron a que las campañas tuvieran menos bajas y más «éxitos». Un ejemplo fue la «Operación Gomorra», que arrasó Hamburgo.43 En Hamburgo, relata Freeman Dyson, las luces del fuego antiaéreo vagaban inseguras por el cielo mientras los bombarderos lograban que el aire «ardiese» a su paso44. ———— 40 Cf. KUHN (s.f. [a]), p. 1; KUHN (s.f. [b]), Notes on Jamming Effectiveness Measurements. En TSKP, 1.8; KUHN, T.S. y SUTRO, P.J. (s.f.), Theory of Ship Echoes as Applied to Naval RCM Operations. En TSKP, 1.8. 41 KUHN (s.f. [c]), Use of «Window» in Aircraft of 9th Bombardment Division. En TSKP, 1.10; BROWN (1999), pp. 286 y 295-97; JONES, R.V. (1978), Most Secret War, Londres, Hamish Hamilton, pp. 287-99. 42 Cf. KEVLES (1995), pp. 316-19. 43 Cf. BUDERI (1996), p. 192; JONES (1978) pp. 300-305. 44 DYSON, F. (1979), Disturbing the Universe, Nueva York, Basic Books, p. 20. 234 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... 4.2. El periodo en Europa Kuhn trabajó en contramedidas en Harvard desde el principio del verano de 1943 hasta mayo de 1944. Después ocupó varios puestos sucesivos. En todos ellos, su trabajo fue, aunque algo variado, idénticamente restringido a este único campo. Ese mes salió para un segundo destino que él mismo solicitó: el American-British Laboratory que el Radio Research Laboratory tenía el campus del Telecommunications Research Establishment, en Great Malvern, Worcestershire, Gran Bretaña45. Durante los meses siguientes, Kuhn estaría enormemente cerca de la acción. Poco tiempo después, pasaría a la unidad de inteligencia técnica de la Fuerza Aérea Estratégica de Estados Unidos, en Bushy Park, Londres. Allí, entre otras tareas, adiestraba a los que interrogaban a los prisioneros de guerra, para extraer a estos últimos información acerca de los progresos del radar alemán, sus contramedidas y los nombres de los científicos alemanes ocupados en ello46. Pero Kuhn tampoco se estableció en Londres. Del 25 de agosto al 12 de septiembre de 1944 estuvo destinado en Francia. Kuhn se puso un uniforme de militar por primera vez en su vida, lo que evitaría una acusación de espionaje en caso de ser capturado. Su misión iba a ser examinar los emplazamientos de radar alemán que fueran dejados tras de sí a medida que Hitler se batía en retirada. Kuhn se dirigió a St. Jacques, al sur de Rennes, donde la Fuerza Aérea de Estados Unidos tenía situado un cuartel. Desde allí, Kuhn iría al propio Rennes, donde debía examinar un emplazamiento de radar de cierto calibre. Tras un cierto periplo de tintes algo novelescos, Kuhn acabaría en París a tiempo para asistir a la entrada triunfal de De Gaulle. A mitad de septiembre volvió a Londres, para regresar por segunda vez a Francia (y desde allí viajar a Holanda y Alemania) en enero de 194547. Esta vez, Kuhn fue destinado a la 9.ª División de Bombarderos de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, sita en Rheims48. La OSRD deseaba extender a esa división el uso de contramedidas (que ya habían dado muy buenos resultados en la 8.ª División) y Kuhn era uno de los técnicos más adecuados para supervisar esa tarea49. En la 9.ª División, Kuhn tuvo que diseñar ———— 45 BALTAS et al. (2000), p. 269. Cf. KUHN (1944a), Outline for Briefing P/W Interrogators. En TSKP, 1.8. 47 KUHN (1944b), [Diario de su estancia en Francia]. En TSKP, 1.10, pp. 1-9; BALTAS et al. (2000), pp. 269-71. 48 Cf. la carta de John N. Dyer (Director del American-British Laboratory) al General Hoyt S. Vandenberg (9.ª F.A.), 17 de enero de 1945. En TSKP, 1.9. 49 Taylor, L.S. (1945), Assignment of Thomas S. Kuhn to Operational Research Section. En TSKP, 1.9. 46 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 235 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS todo un programa de contramedidas adecuado a los modelos de bombardero que allí se utilizaban. Entre él y A.T. Goble, diseñaron prototipos de abertura para la expulsión de contramedidas. El trabajo se hacía difícil por las dificultades de abastecimiento y era engorroso debido a los numerosos informes que era necesario escribir acerca de la puesta en práctica del recurso50. El 13 de mayo de 1945 este trabajo tocó a su fin. La guerra en Europa había terminado. No obstante, esta agotadora labor no hizo más que reanudarse en otro lugar. Kuhn empezó el mismo 13 de mayo a inspeccionar, uno por uno, los aparatos de radar que los alemanes se habían dejado tras de sí, así como a entrevistarse con científicos alemanes e interrogarlos sobre esta materia. El ajetreado itinerario de ese mes le llevó por diversas partes de Alemania: a Süchsteln (14 de mayo), al cuartel general del ejército; a Stade (16-17 de mayo), para la inspección del aeródromo; a Hamburgo (18-19 de mayo), para la inspección de los radares, las contramedidas y la defensa antiaérea, e interrogar a oficiales alemanes de radar sobre los mismos aspectos del radar alemán, así como sobre la efectividad de las contramedidas aliadas; a Pelzerhaken (20-21 de mayo), donde inspeccionó la principal estación experimental de radar de la marina alemana y se entrevistó con el personal de investigación; y a Bergedorf (22 de mayo), donde interrogó al Dr. Möller, director del Instituto Max Wien, sobre sus investigaciones teóricas de los tubos de vacío. Tras ello, el 24 de mayo regresó a París51. Poco después, Kuhn volvió por fin a Harvard. Aún era posible que fuera enviado al Pacífico, en concreto a Japón, para tareas semejantes a las desempeñadas hasta el momento, pero el verano transcurrió sin noticias. En septiembre de 1945, Kuhn solicitó el ingreso en el programa de doctorado del Departamento de Física de Harvard. Pero su entrada en el Departamento ya estuvo marcada por una cierta falta de entusiasmo. El trabajo de física durante la guerra mostraba hasta qué punto ese ejercicio podía ser restrictivo, limitado e incluso monótono. Recordemos que su interés en la física había nacido, entre otras cosas, de su atracción por los problemas fundamentales, pero quizá la física no le permitiese acceder fácilmente a aquellos que le interesaban realmente. Siguiendo sus inclinaciones filosóficas de 1943, cultivadas aún más durante la guerra (cf. la sección siguiente), Kuhn pidió permiso para se- ———— 50 Cf. las cartas de Thomas S. Kuhn a John N. Dyer del 28 de enero, el 17 de febrero, el 12 de marzo y el 2 de abril de 1945. En TSKP, 1.9. Cf. también KUHN (1945b), Desirability of a Carpet Program for Daylight Operations of Medium and Light Bombers. En TSKP 1.9. 51 KUHN, T.S. y LUSTED, L.B. (1945), Activities of Radar Investigator Attached to Navy Trip #105. En TSKP, 1.10, pp. 1-2. 236 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... guir unos cuantos cursos de doctorado del Departamento de Filosofía, algo claramente anómalo para un futuro físico52. Kuhn se estaba alejando de la física ortodoxa con pasos como éste, que no sería ni único ni el más crucial de los que diese en los años siguientes. Décadas después recordaba de este periodo que «con cada vez mayor frecuencia […] me preguntaba si lo que yo realmente quería era una carrera de físico»53. La respuesta final a esa pregunta fue, como sabemos, un «no» rotundo. Su doctorado le permitió obtener un título y encontrar mientras tanto un modo de aprovechar sus conocimientos de física, pero ya fuera de la física. Por otro lado, el trabajo que llevó a cabo en esos años continuó siendo análogo a lo ya visto en el periodo de guerra, en lo referente a la limitación del punto de vista y al aumento de la especialización. Si, en efecto, la ciencia normal de Kuhn se asienta parcialmente sobre su propia experiencia de la ciencia, esa base se adquiere sobre todo en los años y el trabajo que estamos examinando en esta sección y en la siguiente. 5. KUHN Y LA FÍSICA DEL ESTADO SÓLIDO En su última entrevista en 1995, Arístides Baltas le preguntó a Kuhn si sus dudas sobre su dedicación a la física estaban relacionadas con el trabajo realizado durante la guerra. La respuesta de Kuhn indica que, más que dudas, en aquellos momentos tenía algunas certezas que ya no podía seguir eludiendo: Yo había sido un «físico». Utilizo comillas ahora porque, en algún sentido, en vista de lo que había ocurrido, no había recibido la formación propia de un físico, pero había llegado a esto y yo lo empezaba a encontrar aburrido, el trabajo no me interesaba. [...] estaba empezando a dudar de si una carrera profesional como físico era lo que deseaba realmente —en particular en el ámbito de la física teórica—. Y creo que quizá haya sido entonces, aunque quizá fue más tarde, cuando empecé a plantearme la pregunta: ¿por qué quería ser un físico teórico? Las dudas no eran muy grandes aún, ni nada parecido, pero ya se habían planteado54. Incluso, recordaba, la autoestima pareció fallarle: «[...] aunque continuaba yéndome lo suficientemente bien», decía Kuhn, «ya no era un niño prodigio, y no estaba claro que fuera lo suficientemente bueno... quiero decir para bri- ———— 52 BALTAS et al. (2000), p. 273. SIGURDSSON (1990), p. 19; BALTAS et al. (2000), pp. 271-272. 54 BALTAS et al. (2000), p. 272; empleamos la traducción de A. Beltrán y J. Romo en KUHN, T.S. (2002), El camino desde la estructura, Barcelona, Paidós, p. 318. 53 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 237 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS llar realmente»55. Había un ingrediente añadido ya antes mencionado: la filosofía de la ciencia y, en concreto, algunos coqueteos con Kant y con Hume en relación con la función de los conceptos en la construcción de la teoría física, que habían nacido de la asignatura de Demos y, desde entonces, le habían ocupado sus escasos periodos de ocio. Durante la guerra, S. Freud, F. Nietzsche, W. James, P.W. Bridgman y B. Russell (junto a otras lecturas de divulgación científica de la mano de A.S. Eddington, R.A. Millikan, J.B.S. Haldane o M. Born) habían sido una vía de escape al trabajo de contramedidas56. Su vocación de físico estaba en el filo de la navaja y, ahora que la obligación para con el servicio de guerra había cesado (o estaba a punto de hacerlo), parecía el momento de replantearse seriamente la carrera profesional. Pero Kuhn ya era físico; o «físico», con comillas, según él mismo quería matizar, una suerte de experto en ingeniería electrónica, más bien. Así que no iba a volver sobre sus pasos para empezar de nuevo toda su carrera académica como filósofo. El que Kuhn eligiese dedicar una parte de sus cursos de doctorado a la filosofía hacía ver que su dedicación a la física no iba a ser absoluta. De hecho, ni su tesis ni su director decían lo contrario, porque Kuhn trabajó en la reelaboración de una herramienta de cálculo para la física del estado sólido, no en un problema fundamental, y además no lo hizo con una de las «estrellas» del departamento, como podría haber sido Julian Schwinger57, sino con una antigua figura del panorama de la física teórica norteamericana: J.H. Van Vleck, su antiguo jefe en el Radio Research Laboratory, quien parecía conocer bien los quebraderos de cabeza de Kuhn y no le ponía obstáculos58. No sólo le propuso la investigación en sí, sino que parece haberle apoyado en un terreno que, Kuhn consideraba, era más psicológico que técnico59. La tesis con Van Vleck, más que un final triunfal, era una salida honrosa para este futuro ex-físico. Pero, ¿quién era, a fin de cuentas, Van Vleck? ———— 55 BALTAS et al. (2000), p. 273; Kuhn (2002), p. 320. Cf. MAYORAL (2009), §§2-3 y apéndice (p. 183). 57 Sobre Schwinger cf. SCHWEBER, S.S. (1994), QED and the Men Who Made It, Princeton, Princeton University Press, cap. 7. 58 Aunque sí parece que Kuhn siguió un curso con Schwinger en este periodo, como atestigua el escrito del primero: Aplication of Integral Iteration Methods to Nuclear Force Problems, 19 de enero de 1947, para Physics 47(a), de Schwinger. TSKP 1.5. 59 Cf. KUHN, T.S. (1948), The Cohesive Energy of Monovalent Metals as a Function of their Atomic Quantum Defects. Tesis Doctoral, Departamento de Física de la Universidad de Harvard, esp. p. vii. 56 238 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... 5.1. Van Vleck Lo primero que hay que decir sobre Van Vleck es que no era en absoluto una opción equivocada. Más aún, una tesis doctoral bajo la tutela de Schwinger suponía (tal como escribía Philip Anderson en su autobiografía60) esperar, día sí, día no, en la puerta de su despacho, mientras que Van Vleck siempre estaba dispuesto a escuchar y reflexionar sobre los problemas de sus doctorandos (de hecho, el propio Anderson, cuyos objetivos como físico eran considerablemente más sólidos que los de Kuhn, «también» lo eligió como director de tesis). Ahora bien, trabajar con Van Vleck implicaba dedicarse a un terreno específico de problemas. ¿A qué se dedicaba Van Vleck fuera del servicio de guerra? Van Vleck era hijo y nieto de matemáticos. Su abuelo y su padre habían ocupado sendas cátedras de matemáticas en la Wesleyan University. Van Vleck se doctoró en Harvard en 1922 bajo la dirección de Edwin C. Kemble (quien también sería un buen conocido de Kuhn). Dio clases en Harvard desde 1934, donde, diecisiete años después, ocuparía la prestigiosa Cátedra Hollis de Matemáticas y Filosofía Natural (la más antigua del país, fundada en 1727). Como físico teórico, su trabajo tuvo un enorme impacto en la física del estado sólido. Obtuvo el Premio Nobel junto a Neville Mott y el propio P.W. Anderson en 1977. Para llegar ahí, comenzó en la física atómica de la mano de Kemble, siendo uno de los primeros físicos norteamericanos netamente teóricos. En la línea de Kemble, aplicó la antigua teoría cuántica a los datos obtenidos de las líneas de absorción y emisión espectroscópicas, un trabajo del que salió un manual (Quantum Principles and Line Spectra) y varios artículos de gran interés. A partir de la segunda mitad de los años veinte se dedicó a estudiar la física del estado sólido mediante la nueva mecánica cuántica. En concreto, estudió las susceptibilidades eléctrica y magnética, que presentaban problemas nacidos de la aplicación de la antigua teoría cuántica al estudio de las propiedades de los sólidos. Su investigación dio como fruto una estructura general en términos cuánticos para las expresiones de las susceptibilidades magnéticas y eléctricas, que constituyó el aclamado The Theory of Electric and Magnetic Susceptibilities. El resto de su carrera discurrió ya por este terreno, que no sería física fundamental hasta los años setenta61. ———— 60 En www.nobelprize.org/nobel_pzizes/physics/laureates/1977/anderson-autobio.html (consultado el 25 de febrero de 2011). 61 Sobre Van Vleck, cf. MEHRA, J. y RECHENBERG, H. (1982), The Historical Development of Quantum Theory, Nueva York, Springer, vol. 2.II, p. 418, nota 677; HODDESON, L., Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 239 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS Una vez acordada su supervisión, el trabajo que Van Vleck encomendó a Kuhn fue la mejora del método de cálculo de la estructura de bandas de un metal. Ésta era una labor nada sencilla. Para comprender su alcance real conviene que partamos de, al menos, una descripción somera del estado de la cuestión62. 5.2. El estado de la cuestión: Wigner y Seitz63 A comienzos del siglo XX, la antigua teoría cuántica había ayudado a que las diversas teorías previas, no siempre compatibles, sobre las propiedades de los sólidos (i.e., estructura material, cohesión, plasticidad, conductividad, propiedades magnéticas, etc.) dispusiesen de un cuerpo teórico unificado. Por su parte, la cristalografía de rayos X había ayudado a obtener una perspectiva regular de la red cristalina. Pero la primera explicación cualitativa de las propiedades de los sólidos llegaría con la aplicación de la mecánica cuántica y, en concreto, de la estadística de Fermi-Dirac al estudio de los gases electrónicos, combinada con la teoría de bandas. Según esta última, la interacción entre los átomos en un sólido hace que los niveles electrónicos de aquéllos se desdoblen en tantos otros como átomos hay en el sólido; la proximidad de los niveles nos permite considerarlos una banda continua. La banda de los niveles superiores es más ancha y sus electrones se mueven casi libres por la red, con ———— BRAUN, E., TEICHMANN, J. y WEART, S. (eds.) (1992), Out of the Crystal Maze, Oxford, Oxford University Press, pp. 408-409. De su trabajo, cf. VAN VLECK, J.H. (1924a), The Absorption of Radiation by Multiply Periodic Orbits, and its Relations to the Correspondence Principle and the Rayleigh-Jeans Law. Part I. Some Extensions of the Correspondence Principle, Physical Review, 24, pp. 330-346; VAN VLECK, J.H. (1924b), The Absorption of Radiation by Multiply Periodic Orbits, and its Relations to the Correspondence Principle and the RayleighJeans Law. Part II. Calculations of Absorption by Multiply Periodic Orbits, Physical Review, 24, pp. 347-365; VAN VLECK, J.H. (1926), Quantum Principles and Line Spectra, Washington, National Research Council of the National academy of sciences, 54 (10); VAN VLECK, J.H. (1932), The Theory of Electric and Magnetic Susceptibilities, Oxford, Oxford University Press. 62 Para más información, cf. ECKERT, M. y SCHUBERT, H. (1990), Crystals, Electrons, Transistors, Nueva York, American Institute of Physics, pp. 69-73 y 209-212; HODDESON, L. (1997), Solid State Science. En KRIGE, J. y PESTRE, D. (eds.), Science in the Twentieth Century, Amsterdam, Harwood, pp. 585-598, esp. pp. 585-588; HODDESON et al. (eds.) (1992), pp. 15-27 y 107-123. 63 Agradezco a Javier García Sanz su colaboración específica en esta breve sección y en la siguiente. 240 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... lo que podemos hablar de un gas de electrones libres. La estadística de FermiDirac impone que en el estado fundamental el gas está degenerado, así que los niveles de menor energía dentro de la banda se ocupan hasta alcanzar un nivel máximo, el «nivel de Fermi». Mientras que en los sólidos aislantes este nivel satura toda la banda, en los metales hay menos electrones libres de los que la banda es capaz de acoger, así que hay niveles no ocupados por encima del de Fermi. Por el principio de exclusión de Pauli, al aplicar una fuente de energía externa sólo los electrones que ocupan un nivel energético próximo al de Fermi pasan a otro superior no ocupado, con lo que, en condiciones normales de temperatura, sólo alrededor del 1% de los electrones de la banda contribuye a la conductividad térmica y eléctrica y al calor específico. La explicación así obtenida es útil desde un punto de vista cualitativo, pero no cuantitativo. Este segundo apareció con el trabajo de Eugene Wigner y su doctorando Frederick Seitz (1933), quienes aportaron el primer método de cálculo de las energías de cohesión aplicado a un metal alcalino, el sodio64. Es importante ver brevemente cómo era este método, ya que el trabajo de Kuhn y Van Vleck parte directamente de él. En su artículo de 1933, Wigner y Seitz diferenciaban celdas en la red metálica a partir los planos cristalográficos de simetría que bisecan las líneas que unen a cada átomo con sus vecinos inmediatos. Con ello, estudiaban la energía del electrón y su función de onda como si formasen parte de un átomo libre, sólo que con las características propias de un átomo en una red cristalina. Así, mientras que la probabilidad de presencia de un electrón en un átomo libre (expresada en términos del cuadrado de la función de onda del electrón) tiende a cero a medida que aumenta la distancia al núcleo atómico, la del electrón de la red metálica en la misma situación alcanza valores finitos. El electrón de valencia presenta un máximo de energía a la mitad de la distancia interatómica y su función de onda es continua de forma periódica por toda la red cristalina. Su movimiento depende del átomo vecino, cuya presencia reduce aún más el valor de su energía potencial. Al tiempo, su energía cinética es menor que en el caso del átomo libre. Sobre esta base, Wigner y Seitz hallaban la función de onda real del electrón en la red cristalina mediante una aproximación en la que hacían periódicamente continua la función de onda en el caso atómico. La clave era calcular la energía del electrón libre en su estado fundamental, algo que lograban resolviendo numéricamente la correspondiente ecuación de Schrödinger, tomando como condiciones de contorno que ———— 64 WIGNER, E. y SEITZ, F. (1933), On the Constitution of Metallic Sodium, Physical Review, 43, pp. 804-10. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 241 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS la derivada de la función de onda se anule en los límites de la celda (los planos cristalográficos de simetría que bisecan las líneas que unen átomos vecinos). Una vez obtenida la función de onda, podían proporcionar resultados numéricos de algunas de las propiedades químicas del sodio metálico, como la constante de equilibrio de la red de sodio o la energía de enlace65. Con este trabajo y su ampliación66, Wigner y Seitz aportaron los primeros cálculos de la estructura de bandas de un metal real. Había, no obstante, mejoras que hacer en él, fundamentalmente matemáticas, que consistían en lograr superar los tediosos cálculos que el método requería67. El trabajo de Kuhn y Van Vleck se encontraba en esta línea. 5.3. Mejoras normales: Kuhn y Van Vleck La investigación de Kuhn con Van Vleck permitía esquivar algunas de las dificultades matemáticas de la aproximación mediante celdas que acabamos de ver. No se apartaba lo más mínimo de los objetivos ni del planteamiento de Wigner y Seitz, no ofrecía otro modo de cálculo de parámetros alternativo al de estos, ni se salía de su método de celdas. Esto recuerda mucho a ciertas afirmaciones que Kuhn escribiría más tarde en Structure: Pocas personas que no sean de hecho científicos practicantes de una ciencia madura se darán cuenta de hasta qué punto un paradigma deja sin hacer una gran cantidad de trabajo de retoque […], o lo fascinante que puede ser la realización de este trabajo. Hay que comprender estos aspectos. Las operaciones de retoque ocupan a la mayoría de los científicos a lo largo de sus carreras. Constituyen lo que llamo aquí ciencia normal. Si se examina detenidamente, sea históricamente o en el laboratorio contemporáneo, dicha empresa parece ser un intento de meter a la fuerza a la naturaleza en los compartimentos prefabricados y relativamente inflexibles suministrados por el paradigma. [… No] entra normalmente entre los objetivos de los científicos inventar teorías nuevas […]. Por el contrario, la investigación en ciencia normal se orienta a la articulación de los fenómenos y teorías ya suministrados por el paradigma. ———— 65 Cf. HODDESON, L. y DAITCH, V. (2002), True Genius: The Life and Science of John Bardeen, Washington, Joseph Henry Press, cap. 4, esp. pp. 60 y ss., para una perspectiva semejante a ésta pero desde el punto de vista del físico John Bardeen. 66 WIGNER, E. y SEITZ, F. (1934), On the Constitution of Metallic Sodium, II, Physical Review, 46, pp. 509-24. 67 Cf. SEITZ, F. (1981), Entrevista con Lillian Hoddeson, 26 de enero. Niels Bohr Library, American Institute of Physics, Nueva York. 242 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... Quizá sean defectos. Las áreas investigadas por la ciencia normal son minúsculas, por supuesto, pues la empresa que ahora se discute posee una visión drásticamente reducida. Sin embargo, tales restricciones surgidas de la confianza en un paradigma resultan ser esenciales para el desarrollo de una ciencia68. Dejemos de lado la perspectiva claramente interna al trabajo científiconormal que Kuhn adopta en el pasaje seleccionado para describir ese modo de investigación (atiéndase sobre todo a las primeras frases del extracto). Lo que vamos a ver a continuación encaja en la idea del fascinante (aunque correspondiente a un área de investigación minúscula) «trabajo de retoque», que no requiere «inventar teorías nuevas» sino «articular otras ya suministradas por el paradigma». En The Essential Tension, Kuhn realiza una breve, pero sugerente descripción de este tipo de investigación científica: «En la ciencia pura o básica […] los problemas característicos son casi siempre repeticiones, con modificaciones menores, de problemas antes tratados y ya parcialmente resueltos»69. El trabajo de Kuhn y Van Vleck se amolda bastante bien a esta perspectiva, como veremos a continuación. En su tesis, Kuhn trabajó en dos métodos: el llamado Function Matching Method, desarrollado en colaboración con Van Vleck,70 y una aplicación propia del método WKB que el japonés Isao Imai había desarrollado en Tokio71. Con el primer método, Kuhn y Van Vleck mejoraban ostensiblemente las aproximaciones de Wigner y Seitz para las constantes de red, las energías de cohesión y la compresibilidad (cf. nuestro Apéndice, más abajo)72. La varia- ———— 68 KUHN (1962), p. 24. Citamos según la nueva traducción reciente de Structure: KUHN (2006), La estructura de las revoluciones científicas, trad. e introd. de C. Solís, Méjico, FCE, pp. 89-90. 69 KUHN (1977), p. 233. Tanto el pasaje del que hemos obtenido este extracto, como Structure, §III, ofrecen ricas descripciones de los tipos de trabajo que pueden ser clasificados como «ciencia normal». 70 KUHN (1948), caps. II-IV. 71 KUHN (1948), caps. V-VI. Cf. IMAI, I. (1948), On a Refinement of the W.K.B. Method, Physical Review, 74, p. 113. Sobre el método WKB en sí, cf. los artículos de los científicos cuyas iniciales dan nombre al método: WENZEL, G. (1926), Eine Verallgemeinerung der Quantenbedingungen fur die Zwecke der Weellenmechanik, Zeitschrift für Physik, 39; KRAMERS, H. (1926), Wellenmechanik und Halbzahlige Quantisierung,. Zeitschrift für Physik, 39 y BRILLOUIN, L. (1926), Notes on Undulatory Mechanics, Journal de physique théorique et appliquée, 7. Para un estudio filosófico reciente del método WKB, cf. BATTERMAN, R. (2002), The Devil in the Details: Asymptotic Reasoning in Explanation, Reduction and Emergence, Oxford, Oxford University Press, §7.2. 72 KUHN, T.S. y VAN VLECK, J.H. (1950), A Simplified Method of Computing the Cohesive Energies of Monovalent Metals,. Physical Review, 79, pp. 382-88. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 243 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS ción introducida consistía en evitar el cálculo del potencial del campo central del átomo, algo necesario para obtener la función de onda del electrón. Para ello, Kuhn y Van Vleck asumían que la constante de red, la energía de cohesión y la compresibilidad dependían de las funciones de onda en una región exterior al corazón del átomo. La derivada logarítmica de estas funciones de onda debe satisfacer una condición que sólo depende de la energía de la función de onda (ya no del potencial del campo) y éste se puede obtener de los valores de laboratorio de los primeros niveles de energía del átomo libre73. Por otro lado, las soluciones de la ecuación de onda correspondiente son idénticas a una determinada combinación lineal de dos funciones conocidas que, a su vez, son solución de la ecuación hipergeométrica confluyente resuelta por E.T. Whittaker74. Ahora bien, para aplicar este método había que conocer los valores de las funciones-solución de Whittaker dentro de un ámbito físicamente significativo de los mismos que superaba a aquél para el que ya existían cálculos realizados. Puesto que su cálculo era virtualmente impracticable, Kuhn desarrolló una solución general de la ecuación diferencial mucho más manejable que la de Whittaker. Kuhn expuso sus resultados en un artículo que publicó en el Quarterly of Applied Mathematics75. Por fecha, ésta sería su última publicación científica76. En cuanto al segundo método, el WKB permitía obtener una solución para la ecuación de onda sin emplear la combinación lineal de las soluciones de Whittaker. El método WKB proporciona una solución asintótica de una ecuación diferencial de segundo orden. En la primera formulación del método, la función que proporciona una solución para la ecuación de onda se comporta de manera diferente a ambos lados del punto de retorno clásico, bien como una función exponencial (en la región clásicamente prohibida), bien como un ———— 73 KUHN y VAN VLECK (1950), p. 383. KUHN y VAN VLECK (1950), p. 385; WHITTAKER, E.T. y Watson, G.N. (1927), A Course of Modern Analysis, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 337 y ss. 75 KUHN (1951), A Convenient General Solution of the Confluent Hypergeometric Equation, Analytic and Numerical Development, Quarterly of Applied Mathematics, 9, pp. 1-16. Este desarrollo general de Kuhn ya había sido explorado antes por G.H. Wannier y por R. Jastrow en 1943 y 1948, respectivamente. 76 En sus archivos del MIT hay constancia de que Kuhn preparó dos presentaciones sobre su trabajo de doctorado para sendas reuniones científicas celebradas en mayo y junio de 1951. La primera se titulaba Atomic Quantum Defects Applied to the Solid State, y en ella ya reflejaba (cf. su p. 1) los artículos publicados que mencionamos aquí (KUHN y VAN VLECK [1950], KUHN (1950), (1951)]. La segunda era Computing Metallic Cohesive Energy without the Use of Potential Functions. Ambas se encuentran en TSKP 12.33. 74 244 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... seno (en la región clásicamente permitida). La región en que las funciones de onda son físicamente significativas se encuentra cerca de ese punto, pero sólo R.E. Langer en los años treinta había logrado conectar ambas regiones77. Isao Imai mejoró en 1948 la aproximación de Langer y Kuhn empleó ese trabajo en su tercer artículo para Physical Review para obtener resultados numéricos semejantes a los ya conseguidos mediante el método Kuhn-Van Vleck78. Con este segundo método, sin embargo, se evitaba la insegura extrapolación de la derivada logarítmica en función de valores dados de energía empleada en el método anterior. Para ello, Kuhn se apoyaba en los valores experimentales, más fiables, del conocido como «defecto cuántico», necesarios para la aproximación en la zona exterior, próxima al punto de retorno. El «defecto cuántico» es una medida de la desviación de la órbita del electrón de valencia del átomo libre con respecto a su correspondiente órbita hidrogenoide. Expresado de otro modo, el «defecto cuántico» indica la medida de penetración de la órbita estacionaria en la capa formada por los electrones que rodean al núcleo79. Es una medida experimental mediante la cual Kuhn calculaba la constante de fase necesaria para obtener las funciones de onda80. Durante la década de 1950, el trabajo de Kuhn con Van Vleck se incluyó entre las mejoras y desarrollos del método de celdas81. Fue desarrollado por Harvey Brooks e incluso llegó a ser objeto de una tesis doctoral en Harvard, la de F.S. Ham, todo ello hasta mediados de los cincuenta82. Después su importancia ha sido meramente teórica, ya que los métodos empleados actualmente difieren mucho del esquema Wigner-Seitz83. Se trata, por lo tanto, de un trabajo que contribuye a aproximar de manera más precisa la teoría al experimento, al tiempo que logra hacer algo más manejable (e incluso fiable) la primera. Emplea nuevos recursos disponibles para aumentar las virtudes me- ———— 77 IMAI (1948), p. 113. KUHN, T.S. (1950), An Application of the W.K.B. method to the Cohesive Energy of Monovalent Metals, Physical Review, 79, pp. 515-519. 79 Cf. D. HAAR, Ter (1967), The Old Quantum Theory, Oxford, Pergamon, p. 54; VAN VLECK (1932), pp. 215-20. 80 KUHN (1950), p. 517. 81 REITZ, J.R. (1955), Methods of the One-Electron Theory of Solids, Solid State Physics, 1, pp. 2-96, esp. pp. 15-17. 82 BROOKS, H. (1953), Cohesive Energy of Alkali Metals, Physical Review, 91, pp. 10271028; HAM, F.S. (1955), The Quantum Defect Method, Solid State Physics, 1, pp. 127-92. 83 Cf. CALLAWAY, J. (1991), Quantum Theory of the Solid State, San Diego, Academic Press, p. 72; HAUG, A. (1975), Theoretical Solid State Physics, Trad. de H.S.H. Massey, Oxford, Pergamon, vol. 2, pp. 82 y 236, nota. 78 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 245 JUAN VICENTE MAYORAL DE LUCAS todológicas de una teoría ya en uso. No es un trabajo de crítica ni una investigación pionera, aunque requiera ingenio y habilidad. Es, como hemos indicado al principio de este apartado, el tipo de mejora propia de la ciencia normal que Kuhn retrató en su trabajo filosófico posterior. 6. CONCLUSIÓN La investigación física de Kuhn con Van Vleck está altamente especializada. Resuelve problemas que contribuyen a la mejora de un método científico, a su aproximación a la observación, y a hacer más fácil su aplicación. Requiere conocimientos muy especializados obtenidos de una educación universitaria principalmente consistente en saber cómo resolver problemas cada vez más especializados en matemáticas y física. En esta educación hay poco tiempo, dentro de la adquisición de dicha maestría, para la discusión crítica y la consideración de alternativas, como tampoco lo hay en el ejercicio profesional posterior (y no digamos ya en el contexto, un tanto particular, de la investigación con fines militares inmediatos). La crítica y la consideración de alternativas quedan fuera de tales contextos, al margen de estas disciplinas. Ésta era la experiencia de Kuhn con la física en 1951. Aunque Structure apareció una década después, entre los componentes con los que Kuhn confecciona su idea ciencia normal se encuentran los que acabamos de mencionar en el párrafo anterior. Teniendo esto en cuenta, junto con la afirmación ya vista del propio Kuhn de que algunas de sus ideas provienen de su experiencia en la investigación científica, podemos decir que uno de los aspectos más novedosos de Structure se originó, con un alto grado de probabilidad, en su experiencia personal con la física del siglo XX. Esto contribuye a generar dudas acerca de la generalidad del punto de vista kuhniano. ¿No será la perspectiva kuhniana una imagen demasiado coyuntural de la ciencia? ¿Es realmente extrapolable a todo periodo de la ciencia? E incluso aunque admitiésemos que hay dos tipos opuestos de práctica científica, catalogables al modo kuhniano como «ciencia normal» y «ciencia extraordinaria», ¿es la imagen que Kuhn ofrece de ellos lo suficientemente completa y fiable? Al principio de este artículo hemos ofrecido una voz discordante, la de M. Beller, que responde afirmativamente a la primera cuestión, mientras que ofrece un «no» para las dos segundas. Para Beller, Kuhn cubre la ciencia normal con un manto de dogmatismo que es producto de su propia experiencia personal de la ciencia. Esta experiencia es limitada; está circunscrita a una fase, la del científico novel, donde hay menos lugar para la 246 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 HACIA UNA REINTERPRETACIÓN DE LA CIENCIA NORMAL: KUHN Y LA FÍSICA DE SU TIEMPO... duda y la crítica que en la etapa del científico maduro. Beller se encuentra, por lo tanto, entre quienes consideran que la ciencia normal de Kuhn debe demasiado al propio Kuhn (a su perspectiva subjetiva). Discutir esta postura es sin duda interesante y probablemente ofrezca nuevas perspectivas para nuestra comprensión de la ciencia. En este artículo sólo hemos intentado ofrecer una base para iniciar esa discusión. Esperamos que futuros estudios contribuyan a dar el paso siguiente. 7. APÉNDICE: COMPARACIÓN KUHN-VAN VLECK84 DE RESULTADOS DE LOS TRABAJOS DE WIGNER-SEITZ Wigner-Seitz Kuhn-Van Vleck V. experimental Constante de red (Å) 4,74 4,14 4,25 Energía de cohesión (Kcal/mol) 23,2 25,9 26 Compresibilidad (cm2/dina) ---- 13•10-2 12,3•10-2 Y Recibido: 12 de marzo de 2009. Aceptado: 13 de diciembre de 2010. ———— 84 Fuente: KUHN y VAN VLECK (1950), p. 386. Los valores son para el sodio. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 221-248, ISSN: 0210-4466 247 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 249-292, ISSN: 0210-4466 TEXTO NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA ESPAÑOLA: LA CELESTINA Manuel Pardo de Santayana y Antonio García-Villaraco Universidad Autónoma de Madrid Mar Rey Bueno Sociedad Española de Historia de la Alquimia Ramón Morales Real Jardín Botánico, CSIC. Madrid RESUMEN En este trabajo se analizan y cuantifican las referencias botánicas y zoológicas que aparecen en La Celestina como ejemplo de los conocimientos sobre plantas y animales que incorpora una obra de la literatura renacentista española. Dado el oficio de la protagonista, el interés del uso de muchas plantas y animales se centra en el cuidado, cura y aseo del cuerpo, que entonces se hacía sobre todo a base de productos vegetales y animales. Éstos también aparecen empleados en la magia de amor. Se comentan asimismo la utilización de nombres de plantas y animales, así como de productos derivados de éstos, como recursos lingüísticos o literarios; es decir, cuando se emplean como metáforas, en dichos, frases hechas y otras figuras literarias. Se incluyen en 2 anexos las 86 especies vegetales y las 70 animales, así como las citas encontradas. PALABRAS CLAVE: Plantas. Animales. Naturaleza. Literatura. La Celestina. NATURE IN BOTANY AND ZOOLOGY IN THE SPANISH LITERATURE: LA CELESTINA ABSTRACT The botanical and zoological references that appear in La Celestina are analysed and cuantified to provide an insight of the knowledge about plants and animals included in a literary work of the 249 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Rennaisance, in this case one of the most important of the Spanish literature. The plants and animals products were used by the healer for the care, health and beauty of the body. Many other plants, animals and some mineral products were used for love remedies. Moreover, references to plant and animal names and their products are also commented as linguistic sources, i.e. metaphoric references to plants, set phrases, and other literary figures of speech. All the 86 plant species and 70 animals and the complete textual passages are included in two apendixes. KEY WORDS: Plants. Animals. Nature. Spanish literature. La Celestina. INTRODUCCIÓN En 1499 veía la luz, en las prensas burgalesas de Fadrique de Basilea, la Comedia de Calisto y Melibea, versión primitiva o corta de la obra que, con el título de Tragicomedia de Calisto y Melibea, se publicaría en los primeros años del siglo XVI1. Más conocida como La Celestina2, su autor es Fernando de Rojas, natural de Puebla de Montalbán, Toledo. Como obra maestra que es, de una profundidad y una riqueza significativa excepcionales, ha sido el origen de una bibliografía extensa y enfrentada que cubre los más variados aspectos3. El objetivo primordial del presente estudio consiste en identificar las plantas y animales que aparecen en La Celestina, tarea que no ha sido acometida en su totalidad hasta el momento actual. Esta identificación proporcionará al futuro investigador sobre temas celestinescos una herramienta de trabajo más, a la hora de interpretar costumbres, ideas, creencias y tradiciones propias de la época histórica en la que fue escrita y en la que se desarrolla la trama de La Celestina4. ———— 1 No se sabe con exactitud la fecha de publicación de esta versión definitiva. La edición más antigua conservada corresponde a la publicada en Zaragoza por Jorge Coci en 1507, si bien no se trata de la princeps, puesto que ya en 1506 salió en Roma una traducción completa al italiano, realizada por Antonio Ordóñez. WHINNOM, K. (1966), The Relationship of the Early Editions of the Celestina, Zeitschrift für Romanische Philologie, LXXXII, pp. 22-40. 2 SALVADOR MIGUEL, N. (2000), La Celestina en su V Centenario (1499/15001999/2000). En CARRASCO, P. (ed.), El mundo como contienda. Estudios sobre La Celestina, Málaga, Universidad, pp. 15-27. 3 Por ejemplo, los repertorios bibliográficos de SCHIZZANO MANDEL, A. (1971), La Celestina Studies: A Thematic Survey and Bibliography 1824-1970, New Jersey, Metuchen, y de SNOW, J.T. (1985), Celestina by Fernando de Rojas. An Annotated Bibliography of World Interest 1930-1985, Madison, Hispanic Seminary of Medieval Studies, o la revista Celestinesca donde, junto a artículos y reseñas, se incluye una bibliografía periódica que recoge y compendia todo tipo de aportaciones sobre el libro. 4 La utilización de obras literarias como fuente de datos de todo tipo y su posterior análisis para desvelar conocimientos o actitudes ante ciertas cuestiones de la época histórica 250 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA UN LABORATORIO Y SEIS OFICIOS Como es bien sabido, La Celestina comienza cuando Calisto, un joven de origen noble, entra en el huerto de Melibea buscando un halcón que se le ha escapado5. Enamorado a primera vista de la doncella, solicita su amor, pero es bruscamente despreciado. Es entonces cuando Calisto pide ayuda a su criado Sempronio, quien le habla de Celestina, una vieja prostituta y ahora alcahueta profesional que, haciéndose pasar por vendedora de artículos diversos, entra en las casas y concierta citas de amantes. Buena parte de las referencias vegetales y animales presentes en La Celestina aparecen en este acto primero, con motivo de la descripción que hace Pármeno, también criado de Calisto, de la vivienda celestinesca. El joven Pármeno es hijo de Claudina, maestra y compañera de Celestina, y dice de esta que es labrandera, perfumera, maestra de hacer virgos y afeites, alcahueta y hechicera, Celestina es el personaje más sugestivo de la obra, hasta el punto de que acabó por darle título. La minuciosa descripción de los afeites y confecciones, aguas de olor y tintes capilares, untes y mantecas, hierbas y raíces, aceites de rostro y hechizos diversos fue analizada en detalle por Modesto Laza Palacios hace medio siglo6, buscando el uso que Celestina daba a todas esas sustancias en la obra que más información podía suministrarle, la versión castellana del Dioscórides hecha por el médico segoviano Andrés Laguna a mediados del siglo XVI7. Tanto Laza Palacios como buena parte de los seguidores de su obra se ———— correspondiente ha dado lugar a interesantes conclusiones. Ver, por ejemplo, nuestras aportaciones al respecto en HEINRICH, M., KUFER, J., LEONTI, M. y PARDO DE SANTAYANA, M. (2006), Ethnobotany and ethnopharmacology - Interdisciplinary links with the historical sciences, Journal of Ethnopharmacology, 107 (2), pp. 157-160, y PARDO DE SANTAYANA, M., TARDÍO, J., HEINRICH, M., TOUWAIDE, A. y MORALES, R. (2006), Plants in the works of Cervantes, Economic Botany, 60 (2), pp. 159-181. También hay otras como el estudio de los animales que aparecen en El Quijote (AGUILAR, A.L. y VIEJO, J.L. (2005), El oido. Ecofonías del Quijote. En GARCÍA MARTÍN, P. (ed.), El Quijote en la cultura popular. “Las imágenes pobres y los cinco sentidos”, pp. 143-152, Junta de Castilla y León); o de Shakespeare (ELLACOMBE, H.N. (1884), The Plant-lore and Garden-craft of Shakespeare, London, W. Satchell and Co.; o las referentes a La Biblia (MOLDENKE, H.N. y MOLDENKE, A.L. (2002), Plants of the Bible, London, Kegan Paul). 5 Se ha utilizado la 4ª edición (Madrid, 1977) que Bruno Mario Damiani hizo para Ediciones Cátedra. 6 LAZA PALACIOS, M. (1958), El Laboratorio de La Celestina, Málaga, Antonio Gutiérrez Impresor. 7 LAGUNA, A. (1555), Pedacio Dioscorides Anazarbeo, Acerca de la Materia Medica y de los venenos mortíferos, Amberes, Juan Latio. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 251 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES han centrado básicamente en el uso mágico que, en los tiempos de Celestina, se daba a todas estas sustancias8. Indudablemente, la magia es uno de los principales atractivos de Celestina y puede considerarse como elemento fundamental dentro de la trama, si bien nuestra protagonista es mucho más que una hechicera al uso9. Los seis oficios que Pármeno cita son otras tantas formas de acercamiento al mundo cotidiano femenino de la época y ninguno de ellos puede entenderse al margen de los demás. Punto de encuentro de todos ellos es la naturaleza, el uso de sustancias extraídas de vegetales, animales y minerales y que, según el oficio que emplee nuestra protagonista, tendrán aplicaciones distintas. Desde que Laza Palacios publicara su estudio hasta el momento actual se han abierto numerosas vías de investigación que tienen como punto de partida la mujer y sus circunstancias en el umbral de la Edad Moderna. Lo que, durante mucho tiempo, fue considerado como un laboratorio extraordinario y único puede ser, exclusivamente, el mejor fresco literario de lo que ocurría habitualmente en la sociedad que presenció la publicación de La Celestina. En efecto, vemos cómo la mujer desempeñó un papel fundamental en la medicina doméstica y no sólo como partera, labor tradicionalmente asignada al universo femenino, sino como conocedora de remedios para resolver los problemas de salud más comunes en el espacio doméstico10. Tarea que compaginaba con la de perfumista y cosmetóloga, encargada de la limpieza y ornato del cuerpo a través de la actuación sobre la piel, la higiene bucal y el cabello11. Conocimientos diver- ———— 8 FOLCHJOU, G., GARCÍA DOMÍNGUEZ, P. y MUÑOZ CALVO, S. (1977), La Celestina: ¿hechicera o boticaria? En CRIADO DEL VAL, M. (coord.), La Celestina y su contorno social: actas del I Congreso Internacional sobre La Celestina, Madrid, Hispam, pp. 163-167; ALBARRACÍN NAVARRO, J. y MARTÍNEZ RUIZ, J. (1977), Farmacopea en La Celestina y en un manuscrito árabe de Ocaña. En CRIADO DEL VAL (coord.) (1977), pp. 409-426 (trabajo que hace hincapié en el carácter marcadamente oriental del laboratorio de Celestina), y VIAN HERRERO, A. (1990), El pensamiento mágico en Celestina, instrumento de lid o contienda, Celestinesca, 14 (2), pp. 41-91 (el análisis pormenorizado de las sustancias medicinales, cosméticas y mágicas, tomando como fuente básica de información a Laza Palacios, en pp. 50-61). 9 El papel de la magia en La Celestina es uno de las principales polémicas que enfrenta a la crítica celestinesca desde sus inicios mismos. Entre los muchos escritos sobre el tema destaca RUSSEL, P. (1978), La magia, tema integral de La Celestina. En Temas de La Celestina y otros estudios. Del Cid al Quijote, Barcelona, Ariel, pp. 243-276. Para una revisión en profundidad remitimos a VIAN HERRERO (vease nota anterior). 10 MARTÍNEZ CRESPO, A. (1994), Mujer y medicina en la Baja Edad Media, Hispania, 54 (186), pp. 37-52. 11 CABRÉ I PAIRET, M. (2002), Cosmética y Perfumería en la Castilla bajomedieval. En GARCÍA BALLESTER, L. (ed.), Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla. Vol. II. Edad Media, Valladolid, Junta de Castilla y León, pp. 772-779. 252 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA sos cuyas recetas y fórmulas no sólo se transmitían de forma oral sino que se compilaban en recetarios que iban pasando de madres a hijas como verdaderos tesoros de saber cotidiano12. Se trata de textos escritos por mujeres, aunque también pueden encontrarse algunos ejemplares redactados por hombres y destinados al público femenino. Tal es el caso de Flos de las medicines, ò receptes del tresor de Beutat, escrito por el valenciano Manuel Dies de Calatayud, mayordomo de Alfonso el Magnánimo13, o el muy interesante Sefer ahabat našim, manuscrito hebreo producido en la zona catalana en el que aparece un marcado componente mágico ausente en los otros ejemplos citados14. La actuación primordial de Celestina como alcahueta ha centrado el discurso de los estudiosos en los aspectos más negativos de su tarea, a saber, la preparación de afeites y perfumes y su labor como hechicera. Moralistas y misóginos de la Edad Moderna encontraron en el uso de cosméticos el pretexto perfecto para criticar a las mujeres15; teólogos e inquisidores pretendían demostrar que la afición de la mujer a la magia y la brujería hacían de ella el agente perfecto del demonio16. En ambos casos las plantas ocupan una posi- ———— 12 Entre los ejemplos más antiguos conservados se encuentra el Manual de mugeres en el qual se contienen muchas y diversas reçeutas muy buenas, conservado en la Biblioteca Palatina de Parma (mss. 834) y del que Alicia Martínez Crespo ha hecho una edición con un interesante estudio introductorio (Salamanca, Universidad, 1995). La Biblioteca Nacional de Madrid conserva tres estupendos ejemplares del siglo XVI, en los que se mezcla terapéutica, cosmética y cocina: el Livro de receptas de pivetes, pastilhas elvvas perfumadas y conserbas (ms. 1462), las Receptas experimentadas para diversas cosas (ms. 2019) y las Recetas y memorias para guisados, confituras, olores, aguas, afeites, adobos de guantes, ungüentos y medicinas para muchas enfermedades (ms. 6058). Recetarios que han sido analizados en PÉREZ SAMPER, M.ªA. (1997), Los recetarios de mujeres y para mujeres. Sobre la conservación y transmisión de los saberes domésticos en la época moderna, Cuadernos de Historia Moderna, 19, pp. 121-154. 13 Flores del Tesoro de la Belleza. Tratado de muchas medicinas o curiosidades de las mujeres (Introducción de Teresa Mª Vinyoles. Prólogo de Josefina Roma. Traducción de Oriol Comas), Palma de Mallorca, José J. de Olañeta editor, 1993. 14 El libro de amor de mujeres (Introducción, traducción e índices de Carmen Caballero avas), Granada, Universidad, 2003. 15 MARTÍNEZ CRESPO, A. (1993), La belleza y el uso de afeites en la mujer del siglo XV, Dicenda, 11, pp. 197-221; COLÓN CALDERÓN, I. (1995), De afeites, alcoholes y hollines, Dicenda, 13, pp. 65-82. 16 CARO BAROJA, J. (1967), Vidas mágicas e Inquisición, Madrid, Taurus; SÁNCHEZ ORTEGA, M.ªH. (2004), Ese viejo diablo llamado amor. La magia amorosa en la España Moderna, Madrid, UNED; MONCO REBOLLO, M. (2004), Demonios y mujeres: historia de una transgresión. En TAUSIET, M. y AMELANG, J.S. (eds.), El diablo en la Edad Moderna, Madrid, Marcial Pons, pp. 187-210. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 253 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES ción privilegiada. Flores, hierbas y raíces constituyen la materia prima esencial para elaborar toda suerte de aguas de olor, afeites y tintes, pero también sortilegios, hechizos y pócimas. El trinomio mujer-hechicera-plantas hunde sus raíces en la prehistoria, cuando la mujer recolectora comienza a acumular conocimiento sobre las propiedades ocultas de las plantas, saber que le permitía curar, pero también provocar enfermedades e, incluso, causar la muerte. Durante toda la Edad Media se va gestando una concepción negativa de la mujer, que aparecerá descrita como un ser especialmente afín a la noche, la luna, el misterio, la magia y los espíritus malignos. Retrato que culminará con la publicación, en 1486, del Malleus maleficarum (Martillo de brujas), obra de los inquisidores dominicos Heinrich Kraemer y Jacob Sprenger, punto de partida de la llamada caza de brujas de la Edad Moderna17. Desde las que recogen hierbas hasta las que tienen enfrentamientos con sus vecinos, cualquier mujer corre el riesgo de ser considerada bruja y sufrir las penas más graves. Siempre se ha creído que las plantas que utilizaban las definidas como brujas en sus hechizos y pócimas eran hierbas fantásticas, misteriosas y de compleja búsqueda y recolección. La realidad es bien distinta: se trata de plantas comunes y abundantes que crecían por doquier en escombreras y bordes de caminos. Entonces, ¿estamos ante plantas verdaderamente efectivas o se trata de simples ilusiones inquisitoriales? El estudio de la enteobotánica y la botánica oculta de los siglos XIII al XVII nos revela que los principios tóxicos de ciertos vegetales son los principales culpables de que numerosas personas fueran acusadas de brujería y de realizar actos diabólicos. En efecto, las plantas citadas con mayor frecuencia en libros de brujería y procesos inquisitoriales son, con diferencia, las pertenecientes a la familia de las solanáceas: estramonio, belladona, mandrágora, tabaco o beleño. No son pocos los estudiosos que afirman que las visiones mágicas individuales o colectivas que aseguraban haber tenido algunos procesados sólo serían el producto de la ingestión o aplicación de ungüentos o bebedizos compuestos por estas plantas, ricas en alcaloides psicotrópicos18. Desde esta nueva perspectiva, Celestina, como otras muchas de sus congéneres, se nos presenta bajo una nueva faz. Lejos de ser una vieja loca que sólo ———— 17 DELUMEAU, J. (1978), La peur en Occident, París, Librairie Arthème Fayard; LEVACK, B.P. (1987), The Witch-Hunt in Early Modern Europe, London, Longman; CLARCK, S. (1997), Thinking with Demons. The idea of witchcraft in early modern Europe, Oxford, Oxford University Press. 18 GÓMEZ FERNÁNDEZ, J.R. (1999), Las plantas en la brujería medieval (propiedades y creencias), Madrid, Celeste Ediciones; MORALES, R. (1995), Plantas mágicas y brujería, Quercus, 110, pp. 7-8. 254 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA busca su lucro personal engañando con sortilegios y filtros inocuos, Celestina es una sabia mujer, experta conocedora del mundo vegetal, fuente tradicional de alimentos y medicamentos. Lejos de ser una embaucadora, Celestina poseía una amplia sabiduría popular basada en el conocimiento del universo vegetal y sus principios tóxicos. Se ha señalado que, con toda probabilidad, tanto Celestina como sus correligionarias reales comenzasen su periplo por el proceloso mar de la magia como curanderas, empleando diferentes plantas tóxicas de benéficas propiedades en dosis pequeñas, pasando poco a poco a proporciones más elevadas, descubriendo así los efectos psicotrópicos que éstas poseían19. Flora medicinal que, según la dosis, se transformaba en satánica, favoreciendo todo tipo de visiones y creencias. Conocimiento codiciado y peligroso, que veía reforzada su actividad con el recitado de conjuros y oraciones demoníacas, cuyo papel era crear el escenario psicológico adecuado para llevar a cabo rituales de aojamiento, ligamen, maleficio o curación. Así, cuando Celestina acude junto a su maestra Claudina a cementerios y encrucijadas con la caída de la tarde, no está llevando a cabo ningún ritual satánico, sino aplicando el conocimiento empírico heredado de generación en generación. Está comprobado que en suelos en los que abundan los nitratos y las sales amoniacales, ciertos vegetales pueden llegar a doblar la cantidad de alcaloides, elevando la proporción de sus principios activos. Es por este motivo por el que, en abundantes ocasiones, se cita la recolección de vegetales en cementerios y otros lugares ricos en materia orgánica, como bordes de caminos y algunas zonas más o menos desagradables, como escombreras y basureros, lo que hizo que estas plantas resultaran aún más misteriosas. Y aún hay más. Las brujas y hechiceras salían a última hora de la tarde a recolectar los ingredientes de sus filtros principalmente por dos motivos: el primero de ellos era, sin duda, por su propia seguridad, ya que no podían permitirse ser vistas por sus propios vecinos recogiendo plantas venenosas, pues serían culpadas inevitablemente de practicar brujería; el segundo era más sabio, pues conocían que estas plantas acumulan la mayor cantidad de principios activos mientras luce el sol, aumentando a lo largo del día y alcanzando el máximo durante la tarde, momento idóneo para recogerlas20. Que las mujeres eran unas expertas conocedoras del mundo vegetal bien lo sabían los médicos y boticarios de la Edad Moderna, que recurrían a ellas ———— 19 Huelga decir que nos encontramos ante un saber empírico, fruto de la experiencia continuada en el uso de plantas ricas en psicótropos y estupefacientes. El descubrimiento de estas sustancias químicas no se produce hasta finales del siglo XIX. De cualquier forma, que no se conocieran por la ciencia no quiere decir que sus efectos no estuviesen ahí. 20 GÓMEZ FERNÁNDEZ (1999), pp. 15-16. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 255 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES para abastecerse de los simples necesarios para elaborar los remedios medicinales. Bernardo Cienfuegos ofrece buena muestra de ello en su inédita Historia de las plantas [1626-1631]21 donde nos cuenta, entre otras muchas cosas, cómo eran mujeres herbolarias las encargadas de recorrer los alrededores de las ciudades y villas en busca de los simples medicinales que luego iban a ser utilizados en las reboticas22. Esto era así porque, según su propio testimonio, la sabiduría vegetal se encontraba en manos de la gente común y, más concretamente, de las mujeres del campo, encargadas de curar las dolencias de su familia ante la ausencia habitual de médicos o la imposibilidad de pagar sus elevados honorarios23. Conocimiento femenino que fue utilizado por los autores de los denominados Libros de Secretos, género literario propio del Renacimiento. En dichos libros se compilaban toda suerte de recetas medicinales, cosméticas y metalúrgicas extractadas, por lo general, del acervo popular24. Las herbolarias no sólo eran capaces de distinguir multitud de especies vegetales en sus excursiones campestres sino que, una vez de regreso a sus casas, ———— 21 Se trata de siete voluminosos tomos manuscritos, conservados en la Biblioteca Nacional de Madrid (BN) (mss. 3357-3363). Ver BLANCO CASTRO, E., MORALES, R. y SÁNCHEZ MORENO, P. (1994), Bernardo Cienfuegos y su aportación a la botánica en el siglo XVII, Asclepio, 46 (1), pp. 37-123. Sobre su importancia en el ambiente científico de la época ver REY BUENO, M. (2004a), Juntas de herbolarios y tertulias espagíricas: el círculo cortesano de Diego de Cortavila (1597-1657), Dynamis, 24, pp. 243-267. 22 «En España los médicos son tuertos, los boticarios ciegos, ni gastan el uno ni otro sino lo que quisiere traher la mugercilla ygnorante diciendo que es Meliloto», BN, ms. 3362, fol. 244. 23 «El verdadero aunque vulgar conocimiento de las plantas se ha ido confirmando de mano en la gente común de el campo y en muchos linages de personas que aun hasta hoy se curan y medicinan sin médicos y boticarios con el modo que heredaron y aprendieron de sus pasados. Yo tube una agüela que murió con robusta salud y vista y llego a edad de ciento y quince años que llamaban la de Antón a causa que se llamó assi su marido: esto como digo digo llegó a ver entre hijos, nietos, bisnietos y choznos más de doscientas personas y en estando enfermos mientras vivió a todos sirvió de medico cirujano y boticario», BN, ms. 3362, fol. 530. Recuerda Cienfuegos cómo su abuela, ya siendo vieja y estando medio ciega, le enviaba a su huerta a por cinco en rama, para curar diversos tipos de dolencias, y era capaz de distinguirla al tacto porque sus raíces tenían «como escrófulas o turmillas». El de su abuela no es el único testimonio que recoge Cienfuegos. Así, hablando de la melisa llamada torongil, cuenta: «Aunque es verdad que es planta rara quien quisiere verla la hallará en Madrid en los barrancos detrás del rastro donde vacían los vientos y inmundicias de las calles que matan adonde casi todo el año se conserva verde con la misma pintura y delineación que ponen Galeno y Clusio. Una buena vieja de las que llaman en Castilla curanderas me enseñó esta planta y preguntándole el nombre me dijo que es abogada del mal de rabia», BN, ms. 3359, fol. 95. 24 EAMON, W. (1994), Science and the Secrets of ature: Books of Secrets in Medieval and Early Modern Culture, Princeton, Princeton University Press. 256 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA seguían todo el proceso necesario para secarlas y extraer de ellas las virtudes medicinales a través de laboriosos procesos. Así, cuando Pármeno nos dice que Celestina «tenía una cámara llena de alambiques, de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre, de estaño, hechos de mil faciones» no hacía sino describir el laboratorio de destilación que la alcahueta tenía en su vivienda. Estamos, sin duda alguna, ante uno de los testimonios más interesantes sobre los saberes de Celestina: su faceta como destiladora. La destilación, entendida en la época como el arte o modo de extraer la virtud de una sustancia por la fuerza del fuego, es una de las técnicas que más impronta tuvo en la sociedad de la Edad Moderna25. El punto de partida de cualquier destilación pasaba por la extracción de los principios activos en medios alcohólicos. Para ello se dejaban macerar durante días los simples vegetales en espíritu de vino o aguardiente. A continuación se sometía al proceso destilatorio propiamente dicho: el resultado de la maceración se calentaba, las esencias extraídas por disolución en alcohol se volatilizaban y ascendían por el serpentín para acabar licuándose en el refrigerante y cayendo en forma de líquido sutil. Las sustancias así obtenidas recibían el nombre de aguas por su aspecto acuoso y podían ser, a grandes rasgos, simples, cuando se destilaba una única planta, o compuestas, cuando se destilaban dos o más. Todo este proceso requería la intervención de un horno, elemento indispensable en cualquier laboratorio, y de diferentes vasos de vidrio, por ser éste el material más adecuado para retener los espíritus sutiles y, fundamentalmente, porque evitaban la contaminación de la muestra que se producía al emplear recipientes de estaño, plomo o cobre. Práctica habitual de médicos, boticarios, metalúrgicos y alquimistas, investigaciones recientes apuntan también a las mujeres como practicantes de este complejo arte26. El mismo año que salía a la luz la versión primitiva de La Celestina el boticario cordobés Sancho de Jaén compró «100 azumbres de aguas destiladas» a Ana Ruiz la Perona con la condición de que se los suministrase en pequeñas entregas a lo largo de los diez meses siguientes a la firma del contrato27. Celestina es el ejemplo litera———— 25 FORBES, R.J. (1948), A Short History of the Art of Distillation, Leiden, Brill. Sobre el ejercicio de la práctica destilatoria en la Castilla del siglo XVI ver REY BUENO, M. (2004b), El informe Valles: los desdibujados límites del arte de boticarios a finales del siglo XVI (1589-1594), Asclepio, 56 (2), pp. 243-268. 27 Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Protocolos notariales, 14-35, 6, fol. 16r. Cita extraída de GARCÍA BALLESTER, L. (2001), La búsqueda de la salud. Sanadores y enfermos en la España medieval, Barcelona, Península, p. 634. García Ballester recoge, en esta su obra póstuma, las investigaciones llevadas a cabo por Ricardo Córdoba y Pilar Hernández, de la Facultad de Filosofía y Letras cordobesa, sobre la alimentación en la Córdoba de finales del 26 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 257 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES rio más evidente, si bien existen otros casos reales dignos de ser tenidos en cuenta. Entre todos ellos, sobresale el laboratorio de María Sánchez de la Rosa, acusada de hechicera y procesada por la Inquisición en 1699. Doscientos años después de publicarse La Celestina comprobamos que son más las similitudes que las diferencias entre ambos laboratorios. María, como Celestina, disponía de gran número de pucheros, jarras vidriadas, ollitas y papeles con polvos, ungüentos y otros ingredientes que fueron minuciosamente detallados en el inventario que, por orden del tribunal del Santo Oficio madrileño, hizo el boticario Juan de Armuiña28. No sólo eran hechiceras, según denominación inquisitorial, las expertas destiladoras de la Edad Moderna. El conocido como Libro del Prior, manual de técnica agrícola muy popular en la España del siglo XVII29, apunta también a las madres de familia como principales conocedoras de las prácticas destilatorias, con lo que además podían elaborar afeites y cosméticos. Vemos, pues, cómo tras los seis oficios de Celestina se esconde todo un universo de conocimiento. Experta herbolaria y consumada destiladora, tan sólo nos hemos acercado al saber asociado al mundo vegetal, dejando en el tintero la experiencia que tenía en el mundo mineral, como lapidaria, o en conjunciones planetarias y estrellas, como astróloga judiciaria que es presentada por quienes bien la conocían. ———— siglo XV. Investigaciones que ponen de manifiesto el uso habitual en la vida cotidiana de aguas destiladas así como el empleo del alambique por particulares a quienes especieros y boticarios compraban el producto, estableciendo entre ellos auténticos contratos de suministro. 28 CIRAC ESTOPAÑÁN, S. (1942), Aportación a la historia de la inquisición española. Los procesos de hechicerías en la Inquisición de Castilla la ueva (Tribunales de Toledo y Cuenca), Madrid, CSIC, pp. 43-46. 29 Obra de fray Miguel Agustín (1560-1630), prior de la Orden de San Juan de Jerusalén en Perpiñán, se publicó originalmente en catalán con el título de Llibre dels secrets de agricultura, casa rustica y pastoril. Recopilat de diversos autors, antichs y moderns, de llenguas llatina, italiana y francesa, en nostra vulgar llengua catalana (Barcelona, en la estampa de Esteve Liberôs, 1617), siendo traducido al castellano en 1625 y reeditado en más de una veintena de ocasiones entre 1625 y 1785. A medio camino entre el libro de secretos y el manual técnico de agricultura, se trata de una copia casi literal de L'agriculture et maison rustique (París, 1570) escrita por el médico francés Charles Estienne y ampliada posteriormente por su yerno Jean Lièbaut, destacado espagirista y compilador de remedios secretos. 258 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA ANTECEDENTES Y METODOLOGÍA Dentro de los trabajos relacionados con plantas y animales en la Celestina, la obra ya citada de Laza Palacios30 incluye unas 60 especies de plantas medicinales, de ellas 55 del Acto 1, y un gran número de remedios extraídos de animales, aunque en dicho trabajo se comentan otras muchas más de las que en ningún momento habla La Celestina. Dichos animales, plantas y productos derivados, citadas en el glosario de Laza Palacios, que no aparecen en la obra, son las siguientes: alheñadas, brasil, canfora, sateriones y rábanos; o las cantáridas. Este autor no se interesa por vegetales que no estén relacionados con usos medicinales y mágicos, y por lo tanto no los cita. Martín-Aragón31 en su obra Los saberes médicos en La Celestina, que ha sido reimpreso en 1998 con ligeras correcciones, tiene una parte que trata sobre especies vegetales y animales. En el libro de Gómez32, se copian muchas datos de Laza Palacios, incluso también las plantas que no vienen citadas en la Celestina como si aparecieran realmente en la obra, lo que da lugar a equívocos. Otros trabajos que tratan de remedios y, como consecuencia, de plantas y animales son los de Botta33 y Cantalapiedra34. Asimismo Castroviejo et al.35 escribieron sobre las plantas de la Celestina, aunque dejan de hablar de 26 especies que aquí comentamos. El método seguido para la obtención de la información es la lectura y anotación de la obra, extrayendo todos los nombres vulgares referentes a plantas y animales, o a productos derivados de estos36. Después se ha asignado a cada uno un nombre científico. En general se ha considerado la especie más común en el caso de ciertos nombres que corresponden a denominaciones de género, como por ejemplo en la manzanilla, la mostaza o la madreselva. En otras ocasiones no se ha podido llegar de ninguna manera al nivel de especie, como es ———— 30 LAZA PALACIOS (1958). MARTÍN-ARAGÓN ADRADA, F.J. (1998), Los saberes médicos en “La Celestina”, Diputación Provincial de Toledo (reimpresión del original de 1962). 32 GÓMEZ, P. (2003), La rebotica de la Celestina. Antiguos remedios para las mujeres de hoy, Ediciones Mairi. 33 BOTTA, P. (1994), La magia en La Celestina, Cuadernos de Filología hispánica, 12, pp. 37-67. 34 CANTALAPIEDRA, F. (2000), Floresta celestinesca, Reichenberger, Kassel Edition, pp. 855-1679. 35 CASTROVIEJO, S. et al. (2000), Las plantas de la madre Celestina. En El Jardín de Melibea, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, pp. 255-281. 36 DE ROJAS, F. (1977), La Celestina, DAMIANI, B.M (ed.), Madrid, Ediciones Cátedra. 31 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 259 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES el caso del género Rosa sp., o para la trufa, que probablemente corresponderá al género Tuber, o del moho. Lo mismo ocurre para ciertos animales. Es el caso del dragón, la serpiente, el papagallo o el simio. Además se incluye el correspondiente comentario respecto a la asignación de la especie, en el caso de que esta sea discutible. RESULTADOS Y CONCLUSIONES En el presente trabajo se recogen todas las citas que se han encontrado en la obra, referentes a plantas y animales, y a nombres relacionados con estos, o a productos vegetales y animales. En los anexos 1 y 2 se detallan las plantas y animales respectivamente, ordenados por orden alfabético de géneros y especies, indicando en cada especie la familia botánica a la que pertenece en el caso de los vegetales, el acto en donde se encuentra la cita, la transcripción del texto en el que aparece esta, resaltado el nombre en cada caso con negrita. En algunos casos se añaden comentarios, explicando cómo se ha llegado a la determinación de los nombres científicos a partir del nombre común que aparece en la obra, en el caso de que haya duda sobre la identidad, y si han sido citados anteriormente por Laza. Se citan en total en la obra 86 especies vegetales y 70 animales. De los vegetales, gran parte de las citas se refieren a usos medicinales, cosméticos y mágicos, aunque 25 especies aparecen en otro contexto, en sentido simbólico, como adorno y enriquecimiento del lenguaje, a veces dentro de dichos o en sentencias que recogen finísimas observaciones, otras veces en falsas creencias. En el Acto 1º son citadas 56 especies de vegetales y 29 de animales. Las otras 30 especies vegetales y 41 animales corresponden a la parte introductoria que lleva por título «El autor, excusándose», a los siguientes actos, hasta el último o número 21, o a la parte final que lleva por título «Concluye el autor». Desde el punto de vista botánico, la familia con mayor número de especies es la de las leguminosas (9 especies), seguida de las compuestas, labiadas, gramíneas, rosáceas y rutáceas con 4 especies y después las liliáceas y malváceas con 3. Del total de especies, algo más de 50 son plantas oriundas de España y otras 30 son alóctonas o introducidas en tiempos históricos o se trata de productos vegetales importados de países lejanos. Dentro de estas se encuentran las relacionadas con los usados en cosmética, perfumería o como antisépticos, como incienso, mirra, ánime, benjuí, estoraque o algalia. Este último puede tratarse de un producto vegetal o animal. Con muchas de ellas se confeccionan bálsamos, término genérico que Laza no incluye en su glosa260 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA rio, aunque es citado en el Acto 1 cuando dice que «y un poquillo de bálsamo tenía ella en una redomilla, que guardaba para aquel rascuño que tiene por las narices». Son mezclas de sustancias de naturaleza terpenoide u oleorresinas. El resto de las especies alóctonas son plantas que se cultivan en España, algunas desde muy antiguo. En la lista confeccionada no aparece ninguna planta americana, dada la proximidad en el tiempo del descubrimiento de América, lo que hizo imposible que alguna de las especies importadas del Nuevo Mundo se hubieran popularizado, a diferencia de lo que ocurre un siglo después en las obras de Cervantes.37 Los usos que aparecen (ver tabla 1) son en su mayoría para la salud de la piel, para baños o para el cuidado o tinción del pelo y para la elaboración de perfumes. También son importantes los usos relacionados con la higiene, salud y prevención de enfermedades y otros males del aparato genital femenino, y para remediar el mal de amores. Se citan textualmente, todos estos en el Acto 1: «aparejos para baños», para los que se emplean 14 especies diferentes; «aceites para el rostro» (15 especies), «aguas de rostro» (6 especies), «adelgazaba los cueros» o que afinaba el cutis (2 especies), «aguas para oler» (7 especies), perfumes (5 especies), «lejías para enrubiar» se entiende que el cabello (5 especies). Usa 4 especies para componer virgos: cola de caballo, fuste sanguino, hojaplasma y cebolla albarrana. Refiere que «esto de los virgos, unos hacía de vejiga y otros curaba de punto. Tenía un tabladillo, en una cajuela pintada, unas agujas delgadas de pellejero e hilos de seda encerados». Según Martín Aragón, es bastante improbable que la Celestina pudiera recomponer virgos con sus medios, aunque ello fuera de suma importancia, dada la mentalidad de la época. En una ocasión dice que pintaba en la palma letras, con azafrán, probablemente como sortilegio amoroso. En el Acto 7 indica que «Todo olor fuerte es bueno» para remediar el mal de la madre. En este caso cita 5 especies: ajenjo, incienso, poleo, romero y ruda. En el Acto 8 se refiere al diacitrón, o fruta de cidra confitada, como comestible, aparte de los productos alimenticios omnipresentes, el pan y el vino. En el Acto 10 se cita la trementina como remedio, aunque se advierte que es ardiente y hace sufrir al herido. Todas estas referencias anteriormente comentadas son estudiadas en la obra de Laza, al que por ejemplo se le pasa que la boca de dragón era utilizada como «antiveneno». En sentido figurado se citan Narciso o Mirra, como personajes mitológicos. En dichos populares o a efectos comparativos se citan la col, la lechuga, el melón, el roble, las nueces, los algodones, las calabazas, la manzana, el ———— 37 Ver nota 4, PARDO DE SANTAYANA, et al. (2006). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 261 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES azahar, la ruda, la liga, el moho y las trufas. En algunos casos, ciertas expresiones utilizan con fuente las plantas; como en «estar embelesado». En alusión directa, o sea como elementos del paisaje natural o humanizado, menciona los altos cipreses, los lirios o las azucenas, el mimbre o el álamo. La mayoría de las plantas son citadas una vez, 13 han sido citadas dos veces, alguna de ellas con nombres diferentes. Los vegetales o productos vegetales que aparecen más veces en la obra son el trigo y la vid, 20 y 16 veces respectivamente. Sobre todo sus productos derivados, el pan y el vino, son elementos básicos en la alimentación, que no faltaban en la dieta dentro de nuestra cultura. Otra mención que resulta interesante es la alusión a la sexualidad de los vegetales: que el que verdaderamente ama es necesario que se turbe con la dulzura del soberano deleite, que por el hacedor de las cosas fue puesto, porque el linaje de los hombres se perpetuase sin lo cual perecería. Y no sólo en la humana especie, mas en los peces, en las bestias, en las aves, en las reptilias y en lo vegetativo, algunas plantas han este respecto, si sin interposición de otra cosa en poca distancia de tierra están puestas, en que hay determinación de herbolarios y agricultores, ser machos y hembras. Se trata con dicha alusión a que hay plantas macho y hembra, o en tal caso a la presencia de flores masculinas y femeninas. Referente al término yerba, Laza no recoge esta mención, que es genérica en el Acto 1: «Bien harás, y luego vamos, que no se debe dejar crecer la yerba entre los panes, ni la sospecha en los corazones de los amigos, sino limpiarla luego con el escardilla de las buenas obras». Sin duda se refiere a las malas hierbas, motivo de preocupación universal para los agricultores. Yerbas en plural aparece de nuevo en el Acto 5, en este caso en alusión directa y en el Acto 6. Otras muchas veces se refiere genéricamente, además de a yerbas, a «plantas», «árboles», «raíces», «pimpollo», «ramas», «ramos», «paja», «granzones», «hojas», «flores», «fruto», «grano», a veces «florida planta», «frescas hierbas» o a formaciones vegetales como «verdes prados» o «huerto florido». Los animales son referidos en varias ocasiones para conseguir manteca, con fines cosméticos y medicinales, en total 18 especies, todas en el primer acto: «Y los untos y mantecas que tenía, es hastío de decir: de vaca, de oso, de caballos y de camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza y de alcaraván y de gamo y de gato montés y de tejón, de arda, de erizo, de nutria». Como medicinal contra el mal de madre se usa el humo de plumas de perdiz. Como cosmético, en el Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos de 262 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA limones, con turbino, con tuétano de corzo y de garza, y otras confacciones». Para elaboración de perfumes: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques, menjuí, ánimes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes» (Acto 1). «Echaba de sí en bullendo un olor de almizque; yo hedía al estiércol que llevaba dentro de los zapatos» (Acto 19). El almizcle genuino procede de un género de rumiantes conocido como ciervo almizclero, según relata Laza38. Pero hay otras sustancias aromáticas de este tipo de diferentes orígenes. O el ambar gris, sustancia aromática que se obtiene del cachalote. Si se tienen en cuenta los aspectos mágicos aplicados a remediar amores y «para se querer bien», en general se utilizan más remedios de origen animal,39 como «huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, haba morisca, guija marina, soga del ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de helecho, la piedra del nido del águila, y otras mil cosas» (Acto 1). O cuando se refiere en el acto 3 a que «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste». O «y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago debajo de aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas». Citas de plantas y animales para alimentación son: «Y enviaban sus escuderos y mozos a que me acompañasen, y apenas era llegada a mi casa cuando entraban por mi puerta muchos pollos y gallinas, anserones, anadones, perdices, tórtolas, perniles de tocino, tortas de trigo, lechones» (Acto 9). Como es bien sabido la cetrería era práctica normal entonces, para caza y entretenimiento. Precisamente el motivo por el cual Calisto entró en la huerta de Melibea y la conoció fue para recuperar su halcón. Se citan tres nombres referentes a aves de cetrería: neblí, falcón o halcón y gerifalte. Como era de esperar, los animales entran a formar parte de muchos dichos: «que aunque muda el pelo la raposa, su natural no despoja» (Acto 12). «Una golondrina no hace verano» (Acto 7). «Una perdiz sola por maravilla vuela» (Acto 7). O en versos improvisados: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al alborada; / llevad nueva a mis amores / como espero aquí asentada» (Acto 19). «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los cabritos; / Melibea con su amado» (Acto 19). O sabias sentencias, que indican a veces agudas observaciones: «El falso boyzuelo con su blando cencerrear trae las perdices a la red» (Acto 10). «Las sucias moscas nunca pican sino los ———— 38 39 LAZA PALACIOS (1958), p. 95. BOTTA (1994), p. 60. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 263 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu». (Acto 12). «Pues las aves, ninguna cosa el gallo, come que no participe y llame las gallinas a comer de ello». (Acto 4). «Así como corderica mansa que mama su madre y la ajena» (Acto 11). «Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón» (Acto 1). O «que es pensar sacar aradores a pala de azadón» (Acto 1), como el colmo de lo imposible. Son de interés ciertas apreciaciones como las que indican que «Las cigüeñas mantienen otra tanto tiempo a sus padres viejos en el nido, cuanto ellos le dieron cebo siendo pollitos» (Acto 3). O que «El pelícano rompe el pecho por dar a sus hijos a comer de sus entrañas» (Acto 3). Símiles, como «Mi ronca voz de cisne» (Acto 19). «¡Como cola de alacrán!» (Acto 1). Además se citan dos casos de bestialidad: «¿No has leido lo de Pasife con el toro, lo de Minerva con el can?» (Acto 1). «Lo de tu abuela con el simio, ¿hablilla fue? Testigo es el cuchillo de tu abuelo» (Acto 1). Cabe resaltar denominaciones antiguas de animales como mur para ratón, picaza para urraca o arda para ardilla. Si atendemos al número de referencias de animales, los más citados son el caballo (11), asno (10), vaca, toro o buey (7); perro, can o gozque(6), gallo, gallina o pollo (6), perdiz (5), oveja, cordero o lechón (4), serpiente o culebra (3), víbora (3). Solamente 10 especies de las 70 referidas corresponden a animales domésticos, aunque estos son citados más frecuentemente. Sin embargo la gran cantidad de referencias a animales silvestres es reflejo de la importancia de la naturaleza silvestre en la vida diaria, hoy relegada al entretenimiento y goce. Concluyendo, el autor, en boca de Pármeno en el acto primero y de Celestina, en múltiples ocasiones, demuestra tener buen conocimiento de los productos vegetales y animales utilizados por sanadoras o arregladoras de ciudad. La cita de 53 especies vegetales y de 29 animales, además de sus usos, solamente en el acto primero, da indicio del amplio conocimiento que se tenía sobre el tema. Las aplicaciones prácticas son especialmente prolijas en lo relativo a cosmética, perfumes, aclarado de pelo, baños, o en lo referente a restaurar virgos. Sin duda son reflejo de los conocimientos del autor, de ascendencia judía, que pese al tema tratado no tuvo ningún problema para la publicación de su obra. Si sus conocimientos sobre el tema fueron más amplios, las exigencias de la obra estaban bien servidas con lo que ya se explicitaba. Es interesante el caso de muchas de las plantas utilizadas para baños, como por ejemplo el culantrillo, de las que ahora no hay noticia de que se sigan utilizando. La adición al agua de baño de gran variedad de plantas sería 264 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA además necesaria, si se tiene en cuenta que la calidad del agua desde el punto de vista higiénico en tiempos pasados era muy deficiente. La obra está llena de interesantes observaciones con relación al comportamiento animal, y aparte de los animales utilizados como medicinales, cosméticos, o para perfume, se encuentran los más habituales en alimentación. El asno y el caballo son los animales más citados, seguido del perro, toro o vaca y gallo o gallina; después la perdiz, animal silvestre frente a los anteriores, que son todos domésticos. Algunas de las citas se refieren a dichos y para establecer similitudes. En este análisis, realizado dentro de nuestro ámbito de conocimiento, se puede percibir la concepción que se tenía en aquella época del mundo vegetal y animal. Todos estos conocimientos se relacionaban en general con la obtención de recursos vitales, como alimento o medicinas. También formaban parte del lenguaje, dada su presencia en giros y figuras literarias. Dentro de un ámbito urbano, las aplicaciones prácticas eran primordiales, sobre todo en lo relativo al cuidado del cuerpo y a ciertas actuaciones mágicas, con fines amorosos. Además los datos obtenidos referentes a especies vegetales y animales se pueden comparar con otras floras y faunas literarias de épocas más o menos próximas en el tiempo. Estos análisis comparativos permitirían ver la variación en la concepción del mundo natural, tanto vegetal como animal en las diferentes épocas, así como la pervivencia de ciertos conocimientos. De cualquier manera son una muestra de la concepción de la naturaleza hace 500 años. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 265 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES ANEXO 1. ESPECIES VEGETALES Se indican al final con un asterisco las especies que cita Laza y la página en que es citada entre paréntesis. En las citas largas, para no repetir, se ponen puntos suspensivos y se refiere a la especie en donde se encuentra la cita completa. Abelmoschus moschatus Medik. MALVACEAE Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques, menjuí, ánimes, ámbar, algalia, polvillos, almizcles, mosquetes». Otra algalia de origen vegetal, además de la que procede del animal llamado civeta (ver Viverra civeta), es usada en perfumería por sus semillas o granos de algalia, también de olor almizclado.40 Es la especie conocida también como abelmosco. Procede del sur de Asia. Adiantum capillus-veneris L. ADIANTACEAE Acto 1: «Aparejos para baños, esto es una maravilla, de las hierbas y raíces que tenía en el techo de su casa colgadas: manzanilla y romero, malvaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco y de mostaza, espliego y laurel blanco, tortarosa y gramonilla, flor salvaje e higueruela, pico de oro y hoja tinta». La utilización que aparece en la Celestina es como una hierba que era añadida a agua de baños. Esos baños no eran simplemente higiénicos, sino que se tomaban por su acción curativa, lo que no contradice que la Celestina además pudiera conocer la acción emenagoga de esta planta, que es su uso medicinal más frecuente. *(122). Alchemilla vulgaris L. ROSACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...flor salvaje...» (ver Adiantum capillus-veneris) Laza recogió este nombre de una hechicera andaluza de la zona de Despeñaperros, que así llamaba a esta especie. Según Laguna41 tenía múltiples aplicaciones medicinales, sobre todo por su acción astringente, lo que es corroborado por Font Quer42. Sin duda ese efecto puede ser beneficioso para la piel. *(181). Allium ampeloprasum L. LILIACEAE Acto 1: «¡Maldito sea este necio; y qué porradas dice! Acto 1: «Señor, Sempronio y una puta vieja alcoholada daban aquellas porradas». Aunque se refiere a necedades, el nombre proviene de la planta, el ajo porro o puerro silvestre, antecesor del puerro cultivado. ———— 40 DEL VALLE NIETO, A. (2002), Botica y Farmacia en el Quijote, Anales de la Real Academia acional de Farmacia, 68 (4), pp. 23-67. 41 LAGUNA, A. (1991), Pedacio Dioscorides Anazarbeo, Acerca de la materia medicinal y de los venenos mortíferos. Traducido del griego e ilustrado por el Doctor Andrés de Laguna, ed. facs., Madrid, Consejería de Agricultura y Cooperación de la CAM. 42 FONT QUER, P. (1961), Plantas medicinales. El Dioscórides renovado, Barcelona, Labor. 266 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Anthoxanthum odoratum L. POACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...gramonilla...» (ver Adiantum capillus-veneris) Pudiera tratarse de la grama de olor, que impregna de aroma al heno cortado por su contenido en cumarina, que comienza a oler sobre todo cuando la hierba está seca. Aunque también podría ser gramonica, que corresponde a Agrimonia eupatoria L. *(181). Antirrhinum majus L. SCROPHULARIACEAE Acto 10: «no de otra manera que, cuando vio en sueños aquel grande Alejandre, rey de Macedonia, en la boca del dragón la saludable raíz con que sanó a su criado Tolomeo del bocado de la víbora». No parece ser una planta medicinal con gran tradición en la Península Ibérica.43. Aquí se refiere claramente al uso de su raíz como contraveneno ante la picadura de víbora, tomado de un clásico, por lo que no tiene por qué reflejar usos de la época. Althaea officinalis L. MALVACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...malvaviscos...» (ver Adiantum capillus-veneris) Es planta medicinal por excelencia. Debido a su contenido en mucílagos, se ha empleado como suavizante de las mucosas. Por ello también debe ser indicada para baños. *(155). Achillea millefolium L. ASTERACEAE Acto 1: «hacía lejías para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas». Se usa popularmente como tónica y por su efecto astringente, que es por lo que se utilizaría como antihemorrágica en menstruaciones excesivas. Aquí se cita exclusivamente para decolorar (enrubiar), probablemente el pelo. *(158). Artemisia absinthium L. ASTERACEAE Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como poleo, ruda, ajiensos, humo de plumas de perdiz, de romero, de moxquete, de incienso». La especie más frecuentemente utilizada es la que se cita en la cabecera. Se usa tradicionalmente como tónico, febrífugo y emenagogo; el último de los usos parece ser el que corresponde a esta cita. Celestina alude a su olor fuerte y característico, junto con el de otras plantas. El ajenjo tiene un componente tóxico en su aceite esencial, la tuyona, que produce intoxicación por acumulación. De ahí que el licor de absenta produjera graves intoxicaciones, cuando se puso de moda en Francia, después de la célebre revolución. El vermut también se hace con esta planta, que es rica en amargos. Wermut es el nombre popular alemán de esta especie. *(104). Asphodelus albus L. LILIACEAE Acto 1: «hacía solimán, afeite cocido, argentadas, bujelladas, cerillas, lanillas, unturillas, lustres, lucentores, clarimientos, albalinos, y otras aguas de rostro, de rasuras de gamones, de cortezas de espantalobos, de teraguncia, de hieles de agraz, de mosto, destilados y azucarados». Sin duda se trata de raspaduras de las raíces de esta planta. La especie más común es la que se considera aquí. Laza, en la entrada GAMONES (RASURAS DE), no aclara la parte de la planta que se utiliza, lo que quizá ha llevado a Gómez (2003: 118) a considerar que eran las hojas las que se aplicaban directamente al rostro. Aunque después este mismo autor explica el significado de rasura, en LICOR DE LAS RASURAS, lo que aclara que eran las raíces tuberosas la parte utiliza- ———— 43 FONT QUER (1961), p. 608. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 267 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES da. Precisamente esta segunda expresión no procede de La Celestina, sino de la obra de Rodrigo de Cota «Diálogo entre el amor y un viejo»*(135). Athyrium filix-femina (L.) Roth ATHYRIACEAE Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores y para se querer bien. Tenía huesos de corazón de ciervo, lengua de víbora, cabezas de codornices, sesos de asno, tela de caballo, mantillo de niño, haba morisca, guija marina, soga del ahorcado, flor de hiedra, espina de erizo, pie de tejón, granos de helecho, la piedra del nido del águila, y otras mil cosas». Los granos de helecho pueden ser los esporangios de esta especie o también los de Dryopteris filix-mas (L.) Schott u Osmunda regalis L. Todos los remedios aquí referidos, vegetales, animales y minerales, eran usados para sortilegios amorosos. *(136). Boswellia sacra Flueckiger BURSERACEAE Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como...de incienso» (ver Artemisia absinthium). Se trata de un árbol que vive en África oriental y Arabia, y del que se saca la resina mediante cortes en su corteza. Esta se solidifica rápidamente. Se quema para purificar y como ofrenda a Dios. Es muy utilizada en la liturgia de la iglesia católica. Efectivamente, los compuestos volátiles que se producen cuando se quema, son desinfectantes. *(124). Brassica nigra (L.) Koch BRASSICACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...mostaza...» (ver Adiantum capillus-veneris). Hay dos especies de mostaza: la blanca o Sinapis alba L. y la negra, que es la que se ha considerado. Ambas, por las propiedades rubefacientes de los principios activos que contienen, sobre todo glucosinolatos, han sido utilizadas para calentar por vía externa o interna, cuando el frío se ha apoderado del cuerpo o de ciertas partes y se produce la enfermedad. Además reaviva instintos languidecientes, o sea, que tiene propiedades afrodisíacas. *(162). Brassica oleracea L. BRASSICACEAE Acto 6: «Tu dirás lo tuyo: entre col y col, lechuga». El autor la cita en un dicho popular, que parece indicar que las cosas son como han de ser. Buxus sempervirens L. BUXACEAE Acto 1: «hacía solimán,...bujelladas...» (ver Asphodelus albus). Laza indica que podría provenir de bujeta o vaso pequeño que se hace con madera de boj, para que contenga sustancias aromáticas. El boj se plantaba en todos los claustros de los monasterios y en jardines para disponer de su madera, dura, muy consistente y amarilla, con la que se confeccionaban pequeñas herramientas, cucharas y tenedores. Todo parece indicar que bujelladas eran «confacciones» basadas en esta planta.*(108). Cercis siliquastrum L. FABACEAE Acto 1: «Aparejos para baños pico de oro...» (ver Adiantum capillus-veneris). Martín-Aragón44 entiende que pudiera tratarse de esta especie. Pico de oro sería una deformación de pica moro, que es como se llama a esta especie en ciertos pueblos de Guadalajara, en Sayatón y Bolarque, según indica Máximo Laguna45 en su Flora forestal española. *(166). ———— 44 MARTÍN-ARAGÓN (1998), p. 91. LAGUNA, M. (1890), Flora forestal española, Madrid, Imprenta del Colegio Nacional de Sordo-Mudos y de Ciegos. 45 268 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Citrus aurantium L. RUTACEAE Acto 1: «Sacaba aguas para oler de rosas, de azahar, de jazmín, de trébol, de madreselva; y clavellinas, mosquetadas y almizcladas, polvorizadas con vino»; Acto 19: «Tenía unas manos como la nieve, que cuando las sacaba de rato en rato de un guante, parecía que se derramaba azahar por casa». El azahar es la flor del naranjo, árbol ornamental traído a España por los árabes, y que se encontraba en los patios de las mezquitas, antes que llegara el naranjo dulce en el siglo XV a través de Portugal46. El agua de azahar se ha utilizado desde antiguo. Es difícil definir este olor tan conocido, penetrante, algo dulce y que agrada a todos los gustos. Es aroma que se utiliza en perfumería. *(102). Citrus limon (L.) Burm. fil. RUTACEAE Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos de limones, con turbino, con tuétano de corzo y de garza, y otras confacciones». Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro no es cosa de creer: de estoraque y de jazmín, de limón, de pepitas, de violetas, de menjuí, de alfócigos, de piñones, de granillo, de azofeifas, de neguilla, de altramuces, de arvejas y de carillas y de hierba pajarera»; Laguna47 cita que el zumo de limón quita los barros y cualesquiera manchas del rostro. *(153). Citrus medica L. RUTACEAE Acto 8: «Dije, señor, a Pármeno, que fuese por una tajada de diacitrón». Acto 8: « Allá irás con el diablo tu y malos años; y en tal hora comieses el diacitrón, como Apuleyo el veneno que le convirtió en asno». Acitrón o diacitrón es la cidra confitada, aunque el diccionario de la RAE indica que es la fruta llamada cidra después de confitada; pero ninguno de los dos aclara de qué especie se trata. La cidra es el primer cítrico conocido en la región mediterránea. Su epíteto específico alude a los persas de la región de Media, a través de los cuales se introdujo probablemente en tiempos de Alejandro Magno en el ámbito mediterráneo, en donde ya se conocía en tiempos de los romanos. Actualmente, en que este fruto prácticamente ha desaparecido o es muy raro, la especie Cucurbita ficifolia C. D. Bouché, americana, es la más utilizada en confitería para hacer dulces de los que se denominan, en la actualidad, de cidra. *(87), Colutea arborescens L. FABACEAE Acto 1: «hacía solimán,...espantalobos...» (ver Asphodelus albus). La utilización de la corteza de esta planta en cosmética es una novedad aportada por la Celestina. Las semillas eran consideradas tradicionalmente purgantes y eméticas, aunque, al parecer, era poco utilizada48. *(128). Commiphora abyssinica Engl. BURSERACEAE Acto 16: «Y aún otras, de mayores fuegos encendidas, cometieron nefarios e incestuosos yerros, como Mirra con su padre». Aunque no se refiere a la planta, sino a la hija que mantuvo relaciones incestuosas con su padre Theais, rey de Siria, que habiéndose enamorado de él, aprovechando la noche, satisfizo su pasión, ———— 46 RAMÓN-LACA, L. (2003), The introduction of cultivated Citrus to Europe via Northern Africa and the Iberian Peninsula, Economic Botany, 57 (4), pp. 502-514. 47 LAGUNA (1555), Libro 1, Cap. 63. 48 FONT QUER (1962), p. 376. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 269 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES según la mitología griega narrada por Ovidio. Entonces los dioses la convirtieron en el árbol del que se obtiene esta resina aromática. Es planta oriunda de Arabia y Etiopía. Laguna49 hace una cita expresa de La Celestina: «No topo Celestina con este azeyte, con quanto fue lapidaria». *(158). Cornus sanguinea L. CORNACEAE Acto 1: «Tenía en un tabladillo, en una cajuela pintada, una agujas delgadas de pellejeros e hilos de seda encerados, y colgadas allí raíces de hojaplasma y fuste sanguino, cebolla albarrana y cepacaballo; hacía con esto maravillas: que, cuando vino por aquí el embajador francés, tres veces vendió por virgen una criada que tenía». Con la raíz del fuste sanguino se refiere probablemente al cornejo o sanguino. La Celestina lo utilizaba como cicatrizante cuando reponía virgos, según parece indicar. Las hojas de esta planta contienen ácido salicílico y sus semillas aceite. La corteza se ha utilizado como febrífuga. *(170). Crocus sativus L. IRIDACEAE Acto 1: «a otros pintaba en la palma letras con azafrán»; Se alude sin duda a una práctica mágica. Como es bien sabido, el azafrán se utiliza como colorante alimentario, además de como saborizante. Se usa también contra el mareo. *(102). Cucumis melo L. CUCURBITACEAE Acto 18: «Que los caxquetes de Almacén así los corta como si fuesen hechos de melón». Se refiere a la facilidad con que se cortan las rajas de melón. Cupressus sempervirens L. CUPRESSACEAE Acto 19: «Escucha los altos cipreses, cómo se dan paz unos ramos con otros por intercesión de un templadico viento que los menea». Especie presente en todo el ámbito mediterráneo desde antiguo, aunque su lugar de origen es la región este de la cuenca mediterránea, incluida la isla de Chipre, de donde le viene el nombre. Resulta un árbol emblemático por su silueta característica. Daphne gnidium L. THYMELAEACEAE Acto 1: «Aparejos para baños tortarosa...» (ver Adiantum capillus-veneris). Cantalapiedra (2000) considera que la tortarosa podría corresponder al torvisco, según los diccionarios de Autoridades y de la RAE. *(181) Dianthus plumarius L. CARYOPHYLLACEAE Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…clavellinas…» (ver Citrus aurantium). El uso actual de esta planta es exclusivamente ornamental. Pero como ha ocurrido con otras muchas especies que ahora se tienen como meramente ornamentales, en épocas pasadas se cultivaban porque eran medicinales. Se ha olvidado el uso, pero se siguen cultivando. *(117). Dracunculus vulgaris Schott ARACEAE Acto 1: «hacía solimán,...teraguncia...» (ver Asphodelus albus). La taraguntia o taragontia es una deformación de dragontea a través de zaragutia. El uso que da la Celestina a esta planta es el cosmético, para aguas de rostro, para lo que se utilizaba el jugo de su raíz. Es una especie considerada desde antiguo como contraveneno para las picaduras de serpiente. Su rizoma hecho pasta se utilizaba como callicida. Se trata de una especie que se cultivaba como ———— 49 270 LAGUNA (1555). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA medicinal en monasterios y jardines. En la actualidad se encuentra raramente en España, como planta asilvestrada. *(181). Equisetum arvense L. EQUISETACEAE Acto 1: «Tenía en un tabladillo...cepacaballo...» (ver en Cornus sanguinea). Con cepacaballo probablemente se refiera a esta especie de cola de caballo, que es la más frecuente, o a E. hyemale L. También está registrado este nombre para Xanthium spinosum L., aunque las propiedades hemostáticas de los equisetos refuerzan la primera opinión. *(114). Ficus carica L. MORACEAE Acto 9: «Por una vez que haya de salir donde pueda ser vista, enviste su cara con hiel y miel, con uvas tostadas y higos pasados, y con otras cosas, que por reverencia de la mesa dejo de decir». En este caso los higos se utilizan como mascarilla para el cutis de la cara. Gossypium herbaceum L. MALVACEAE Acto 10: «para tus oídos unos algodones de sufrimiento y paciencia», Esta planta es citada en sentido figurado, como protector ante el sufrimiento, dada su blandura y suavidad. El algodón es la fibra que recubre a las semillas dentro del fruto de esta planta. Hedera helix L. ARALIACEAE Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...hiedra...» (ver Athyrium filix-femina). La hiedra tiene propiedades mágicas. En la Antigüedad era empleada para realizar sortilegios de amor y fidelidad, para protegerse contra la negatividad y para invocar a los espíritus. Es planta que tuvo usos medicinales en tiempos pasados. Florece en otoño y sus frutos son venenosos, porque contienen hederina, un glucósido tóxico, que se utiliza como desinfectante de úlceras. Con frecuencia se cultiva como ornamental otra especie de hojas mayores y más brillantes. Se trata de H. maroccana McAllister. *(189). Hypericum androsaemum L. HYPERICACEAE Acto 1: «Tenía en un tabladillo...hojaplasma...» (ver Cornus sanguinea). Laza recogió este nombre, inédito hasta ahora, en los montes cercanos a Ávila en junio de 1944. Es más conocida con nombres como toda-buena o todosana. Tiene propiedades cicatrizantes, y se toma para abrir el apetito.50 *(143). Ipomoea turpethum R. Brown CONVOLVULACEAE Acto 1: «Adelgazaba los cueros con…turbino…» (ver Citrus limon). El turbit genuino ya se falsificaba en el siglo XVI con la raíz de Thapsia villosa L., conocida como turbit falso51, tomado de Cienfuegos52, especie que crece en España, y que se vendía incluso por turbit en Alejandría, por lo que tampoco se debería descartar a esta especie como el turbino aquí indicado. Laza identifica el turbit con Globularia alypum, que se trataría del turbit blanco, del que se utilizaban las hojas como purgantes. La novedad en La Celestina sería el uso del turbit en cosmética para afinar el cutis o la piel en general, en lugar de como purgante. Según el diccionario de la RAE, el turbino es la raíz del turbit pulverizada. *(185). ———— 50 51 52 FONT QUER (1961), p. 143. FONT QUER (1961). CIENFUEGOS (alrededor de 1620), ver nota 21. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 271 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Iris germanica L. IRIDACEAE Acto 19: «Vistanse nuevas colores / los lirios y la azucena»; Planta cultivada desde antiguo como ornamental y medicinal. Jasminum officinale L. OLEACEAE Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…jazmín…» (ver Citrus aurantium). Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...jazmín...» (ver Citrus limon). El aroma de jazmín se utiliza desde antiguo en todo el ámbito mediterráneo. *(147). Juglans regia L. JUGLANDACEAE Acto 9: «Hija, de estos dolorcillos tales, más es el ruido que las nueces». Este árbol se cultiva en toda la Península Ibérica desde tiempo inmemorial para conseguir madera, sustancias colorantes y por sus apreciados frutos. También se utiliza como medicinal. En este caso la cita es en sentido figurado. Lactuca sativa L. ASTERACEAE Acto 6: «Tu dirás lo tuyo: entre col y col, lechuga». El autor la cita en un dicho popular, que parece indicar que las cosas son como han de ser. Lagenaria siceraria L. CUCURBITACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...pepitas..». (ver Citrus limon). Acto 9: «Que así goce de mi, unas tetas tiene, para ser doncella, como si tres veces hobiese parido; no parecen sino dos grandes calabazas». Laza considera que se trata de las semillas de Cucurbita pepo L., lo que probablemente es erróneo, dado que esta especie fue traída de América. Al menos parece muy corto el tiempo desde 1492, para que ya en 1499 o antes, mientras escribía la obra el autor, se hubiera extendido su cultivo y su uso. Por ello pensamos que el autor se refiere a la calabaza del Viejo Mundo, la calabaza vinatera, empleada desde antiguo para hacer recipientes, o cortada por la mitad como escudillas. Es también la calabaza de peregrino. De sus pepitas se puede obtener aceite, que era lo que se utilizaba para la cara. La segunda cita es en sentido figurado. *(165). Laurus nobilis L. LAURACEAE Prólogo: «Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador y poeta laureado, Francisco Petrarca» Acto 1: «Aparejos para baños...laurel blanco...» (ver Adiantum capillus-veneris). La denominación laurel blanco debe referirse al laurel común, ya que este nombre no aparece registrado para ninguna otra especie. *(148). Lavandula latifolia Medicus LAMIACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...espliego...» (ver Adiantum capillus-veneris). El espliego o alhucema es planta conocida y utilizada de antiguo para baños, por su fragante aroma, que ahora se llama de lavanda. Precisamente la etimología de este término está relacionada con los baños. *(129). Lilium candidum L. LILIACEAE Acto 19: «Vistanse nuevas colores / los lirios y la azucena»; Se trata de una de las plantas cultivadas más antiguas de que se tiene noticia. 272 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Lonicera periclymenum L. CAPRIFOLIACEAE Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…madreselva…» (ver Citrus aurantium). Planta trepadora de flores muy olorosas, de la que se obtenía aguas de baño o colonia. Sus frutos son tóxicos. *(154). Lupinus albus L. FABACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...altramuces...» (ver Citrus limon). El altramuz es planta cultivada y asilvestrada desde antiguo en España. Aquí se cita para la elaboración de cosméticos para la cara. Según relata Laguna53, esta planta purifica el rostro. *(95). Malus domestica Borkh. ROSACEAE Acto 6: «Si ella se hallara presente en aquel debate de la manzana con las tres diosas, nunca sobrenombre de discordia le pusieran». Acto 6: «Así que llamará manzana de concordia». Citada en sentido figurado en estas dos ocasiones. Marrubium vulgare L. LAMIACEAE Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas». Esta especie tiene propiedades antitérmicas, se usa para afecciones bronquiales, ayuda en partos difíciles y es emenagoga. Sin embargo, la Celestina utilizaba el marrubio como tintórea. *(157). Matricaria recutita L. ASTERACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...manzanilla...» (ver Adiantum capillus-veneris). La manzanilla más común, que se encuentra cultivada en muchos lugares de España, es la especie arriba indicada. La otra manzanilla de uso más frecuente en el norte de España es la amarga o Chamaemelum nobile (L.) All.54. El autor considera que es una buena planta para baños. *(156). Melilotus officinalis (L.) Pallas FABACEAE Acto 1: «Sacaba aguas para oler de…trébol…» (ver Citrus aurantium). Acto 1: «Aparejos para baños...coronillas...» (ver Adiantum capillus-veneris). Laza, basándose principalmente en los usos, aguas para oler y aparejos para baños, interpreta que debe tratarse del trébol oloroso, y sin dudar afirma, que se trata de esta especie, vulgarmente conocida por los nombres de coronillas, trébol oloroso o meliloto. Efectivamente esta planta contiene cumarinas, que son sustancias con aroma penetrante. A pesar de la opinión de Laza, parece extraño que dos nombres vulgares distintos, trébol y coronillas, citados tan próximos entre sí, apenas 10 líneas de diferencia, correspondan a la misma especie. Sin embargo, de momento no se encuentra otra solución a la identificación del trébol oloroso. *(121, 184). Mentha pulegium L. LAMIACEAE Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como poleo...» (ver Artemisia absinthium). El poleo corresponde sobre todo a esta especie, pero a otras mentas ibéricas, Mentha cervina L. y M. longifolia (L.) Hudson, también se les denomina poleos. Efectivamente, su olor es inconfundible. *(169). ———— 53 LAGUNA (1555). PARDO DE SANTAYANA, M. y MORALES, R. (2006), Manzanillas ibéricas: historia y usos tradicionales, Revista de Fitoterapia, 6 (2), pp. 143-153. 54 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 273 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES MUSGO Acto 15: «piedra movediza que nunca moho la cobija». Con «moho» se refiere probablemente a alguna especie de musgo o de liquen, que es incapaz de crecer en las piedras de pedreras móviles, que aún no están asentadas. Martínez Abaigar y Nuñez Olivera55, en su trabajo sobre la fiesta tradicional, comentan estas denominaciones. arcissus pseudonarcissus L. AMARYLLIDACEAE Acto 4: «Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso, que se enamoró de su propia figura, cuando se vido en las aguas de la fuente». Es conocido el mito griego de Narciso, que se convirtió en la flor que lleva su nombre. Por lo tanto el nombre se lo dio el personaje a la planta. La especie considerada es la más característica, y además es la originaria de muchas variedades de cultivo. Este género alcanza una gran diversidad en la Península Ibérica, de donde se recolectaron casi todas las especies silvestres, que debidamente seleccionadas e hibridadas han dado lugar a todas las estirpes cultivadas. igella sativa L. RANUNCULACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...neguilla...» (ver Citrus limon). Otra especie llamada neguilla es Agrostemma githago L., aunque comparte con las anteriores sólo el aspecto de sus semillas. Esta semejanza debe ser el motivo de que, en los escritos antiguos, se hayan confundido y sean denominadas con el mismo nombre vulgar. El vinagre de neguilla se ha utilizado para quitar manchas y asperezas de la piel, y contra el dolor de muelas, porque al parecer tiene efectos calmantes. Aquí se cita como cosmético facial. *(163). Olea europaea L. OLEACEAE Acto 3: «a los chirriadores quicios de las puertas hacen con aceites usar su oficio sin ruido». Acto 3: «baja acá el bote del aceite serpentino» Acto 3: «por la áspera ponzoña de las víboras de que este aceite fue hecho» Acto 5: «¡Oh serpentino aceite!» El aceite de oliva era utilizado como excipiente para hacer el serpentino que se cita arriba que era de uso muy propio para hechizos y encantos amorosos. Laguna56 indica que «el aceite desencoge y extiende los encogidos y retirados nervios, y dan gran refrigerio y desencanto a los miembros muy fatigados, y los hace más diestros». *(102). Pinus pinaster L. PINACEAE Acto 10: «Señora, no tengas por nuevo ser más fuerte de sufrir al herido la ardiente trementina y los ásperos puntos que lastiman lo llagado, doblan la pasión, que no la primera lisión, que dio sobre sano». La trementina o aguarrás se obtenía casi siempre de la resina del pino resinero, y era utilizada en medicina, además de como disolvente. Las friegas con este producto producen rubefacción y curan por el intenso calor que genera. Por eso se refiere en el texto a la ardiente trementina. *(165). Pinus pinea L. PINACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...piñones...» (ver Citrus limon). El pino piñonero es el que produce piñones, de los que al parecer Celestina obtenía aceite para ———— 55 MARTÍNEZ ABAIGAR, J. y NUÑEZ OLIVERA, E. (2001), The legend and procession of the Moss Men from Béjar (Salamanca, Spain), Journal of Bryology, 23, pp. 264-266. 56 LAGUNA (1555), p. 34. 274 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA la cara. Como otras muchas semillas, el piñón contiene alrededor de un 50% de aceite y casi 40% de proteína. *(168). Pistacia vera L. ANACARDIACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...alfócigos...» (ver Citrus limon). El pistacho era considerado afrodisíaco. Al parecer su cultivo en España en tiempos pasados fue relativamente frecuente. El alfónsigo o pistacho produce un agradable fruto seco comestible, aunque aquí Celestina lo cita por su aceite, abundante en las semillas, que se debía utilizar entonces para cosmética. *(93). Plumbago europaea L. PLUMBAGINACEAE Acto 15: «Que estoy embelesada, sin tiento, como quien cosa imposible oye». La belesa es la planta que presta su nombre a la acción de «embelesar», porque se ha utilizado para adormecer a los peces en remansos de ríos y pescarlos sin trabajo. Su principio tóxico es la plumbagina, una naftoquinona, que tiene efectos vesicantes y abortivos, y que además se ha utilizado para el tratamiento de eczemas y psoriasis. En el siglo XV puede que se utilizara además para «embelesar» no solo a los peces, sino también a insectos como las pulgas en los establos, uso que ha perdurado hasta comienzos del siglo XX en La Mancha. Psoralea bituminosa L. FABACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...higueruela...» (ver Adiantum capillus-veneris). La higueruela, también llamada trébol hediondo, por su olor bituminoso, sería utilizada probablemente por su acción antiséptica para los baños. *(143). Quercus ilex L. FAGACEAE Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas». Según Laza se trataría de la coscoja o maraña, Q. coccifera L., probablemente basado en la presencia de unas agallas de color carmín, que Laguna57 denomina «pelotillas bermejas» y que se han utilizado para teñir. Era la grana que se obtenía de dichas agallas, producidas por el coccus (de ahí su nombre específico de coccifera), en árabe quermes, de donde viene el nombre del color carmesí. Sin embargo es más frecuente llamar con el nombre de carrasca a las formas achaparradas de encina. La corteza de esta especie y de otras del género Quercus se ha utilizado de siempre para curtir cueros y para teñir. La coscoja es menos utilizada en general, porque es mucho menos frecuente. *(111). Quercus robur L. FAGACEAE Acto 8: «Un solo golpe no derriba un roble». Se trata de un dicho que ha perdurado a través de los siglos, y que hace alusión a la fortaleza de este árbol. Rosa sp. ROSACEAE El autor, excusándose: «Y encima de rosas, sembrar mil abrojos» Acto 1: «Sacaba aguas para oler de rosas…» (ver Citrus aurantium). El agua de rosas es utilizada por su agradable aroma en farmacia, perfumería, cosmética y cocina. *(172). ———— 57 LAGUNA (1555). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 275 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Rosa moschata Herm. ROSACEAE Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…mosquetes» (ver Abelmoschus moschatus) Acto 1: «Sacaba aguas para oler…mosquetadas…» (ver Citrus aurantium). Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como de…moxquete…» (ver Artemisia absinthium). El término mosquetes no se encuentra aclarado en ninguno de los lugares consultados, pero seguramente corresponde al rosal de flores blancas de la mosqueta, cuyo suave aroma menciona Laguna58. En la actualidad se confecciona aceite de sus frutos. Se entiende como un tipo de confecciones o fórmulas basadas en la rosa mosqueta. *(160) Rosmarinus officinalis L. LAMIACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...romero...» (ver Adiantum capillus-veneris). Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…de romero…» (ver Artemisia absinthium). Se trata de una planta utilizada desde antiguo como medicinal y ornamental por sus propiedades antisépticas y su aroma característico. *(170). Ruta chalepensis L. RUTACEAE Acto 4: ¡Jesú, señora! más conocida es esta vieja que la ruda». Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…ruda…» (ver Artemisia absinthium). Aunque todas las especies de ruda comparten en mayor o menor medida el olor característico, la especie que se cultiva con más frecuencia en España es R. chalepensis59 Otra especie, R. graveolens L., oriunda del E de la región mediterránea, era la más cultivada en Centroeuropa y la que venden en los viveros en la actualidad. R montana (L.) L. y R. angustifolia (Willd.) Pers. se encuentran con frecuencia silvestres en España. Planta utilizada para regular el menstruo, por sus propiedades emenagogas, y como abortiva, además de para aclarar la vista; era de uso muy común en tiempos pasados. *(173). Saccharum officinarum L. POACEAE Acto 1: «hacía solimán,...azucarados...» (ver Asphodelus albus). El azúcar se ha obtenido desde antiguo de la caña de azúcar, hasta que en el siglo XIX se comenzó a extraer de la remolacha azucarera. Aún persisten algunos ingenios de caña de azúcar en el sur de España. Salix viminalis L. SALICACEAE Acto 4: «Que, a la mi fe, la vejez no es sino ..., cayado de mimbre, que con poca carga se doblega». El mimbre se obtenía y obtiene preferentemente de esta especie de sauce, aunque también de otras. Como bien se indica, es poco apropiada para bastones, por su flexibilidad, por lo que se usa para tejer cestos. La corteza de los sauces ha sido utilizada como curativa. Sambucus nigra L. CAPRIFOLIACEAE Acto 1: «Aparejos para baños...saúco...» (ver Adiantum capillus-veneris). Las flores semimágicas del saúco, que se colectan la noche de San Juan, con lo cual adquieren más poder curativo, son las del arbolillo llamado también sabuco.60 En el centro y norte de Europa ———— 58 LAGUNA (1555). SAN MIGUEL, E. (2003), Rue (Ruta L., Rutaceae) in traditional Spain: frecuency and distribution of its medicinal and symbolic applications, Economic Botany, 57 (2), pp. 231-244. 60 PARDO DE SANTAYANA, M. (1999), Plantas y magia en la noche de San Juan, Quercus, 160, p. 37. 59 276 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA es costumbre hacer jarabe de flor de saúco, para luego disolverlo en agua y beberlo. Esta planta contiene mucha vitamina C. *(133). Scorpiurus muricatus L. FABACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...granillo...» (ver Citrus limon). El granillo, según Laza, se refiere a esta especie, conocida en Andalucía y Levante como granillo de oveja. Este nombre aparece registrado por distintos autores.61. *(136). Secale cereale L. POACEAE Acto 1: «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas». La novedad de la cita de la Celestina es que esta planta era usada para aclarar el color del cabello. *(113). Solanum nigrum L. SOLANACEAE Acto 1: «Aparejos para baños hoja tinta...» (ver Adiantum capillus-veneris). Cantalapiedra (2000) considera que la hoja tinta podría corresponder a la hierba mora, según los diccionarios de Autoridades y de la RAE. *(166) Stellaria media (L.) Vill. CARYOPHYLLACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...hierba pajarera» (ver Citrus limon). El nombre de hierba pajarera, más conocida como pamplina, proviene de que tradicionalmente se le ha dado de comer a los pájaros de jaula. Al parecer la Celestina la incluía en sus recetas de aceites o cremas para la cara. Esta especie contiene saponinas. Se utiliza popularmente por sus propiedades vulnerarias y astringentes, que puede ser debido a las saponinas que contiene. *(165). Styrax benzoin Dryander STYRACACEAE Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…menjuí…» (ver Abelmoschus moschatus). Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...menjuí...» (ver Citrus limon). El menjuy o benjuy es un producto vegetal resinoso que se obtiene de esta planta; su uso es bien antiguo como oficinal; suele denominarse en castellano benjuí de Sumatra. Además se conoce el benjuí de Siam, nombre este último, que se encuentra asociado a la perfumería. Este producto, que es conocido en España al menos desde el siglo XV, ha perdurado en una especialidad farmacéutica (REGAL), de mediados del siglo pasado, e incluso en los inicios del actual.62 *(105). Styrax officinalis L. STYRACACEAE Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba estoraques…» (ver Abelmoschus moschatus). Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...estoraque...» (ver Citrus limon). Estoraques son en general un tipo de bálsamos o resinas aromáticas, diversificados por falsificación, ya que, como señala Laza «fue el destino de este producto balsámico ser siempre adulterado, habiendo decidido las modernas Farmacopeas no considerar como oficinal más que el producto obtenido por ebullición y presión de la corteza del Liquidambar orientale». Con el nombre de estoraque se ha conocido en España sobre todo a la resina de la especie que se considera. Los pro- ———— 61 MORALES, R., MACÍA, M.J., DORDA, E. y GARCÍA-VILLARACO, A. (1996), Nombres vulgares, II. Archivos de Flora iberica, 7, 325 pp. 62 VANACLOCHA, B. y CAÑIGUERAL, S. (eds.) (2003), Fitoterapia. Vademécum de prescripción, Barcelona, Masson. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 277 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES ductos de Liquidambar orientalis Mill. y L. styraciflua L. (Hamamelidaceae) son conocidos como estoraque líquido. La primera es especie americana, la segunda del Viejo Mundo. El estoraque se quemaba para conseguir un aroma agradable que diera un buen ambiente en las casas, además de como desinfectante. *(131). Tribulus terrestris L. ZYGOPHYLLACEAE El autor, excusándose: «Y encima de rosas, sembrar mil abrojos» Se trata de una especie rastrera que tiene unos frutos con espinas muy punzantes. Triticum aestivum L. POACEAE Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que podían a sus amas hurtar»; Acto 1: «Yo te le traeré manso y benigno a picar el pan en el puño y seremos dos a dos» Acto 1: «Bien harás, y luego vamos. Que no se debe dejar crecer la hierba entre los panes ni la sospecha en los corazones de los amigos; sino limpiarla luego con el escardilla de las buenas obras». Acto 3: «Al primer desconcierto que vea en este negocio, no coma más su pan». Acto 3: «Si yo traía el pan, ella la carne» Acto 3: «Pues cuando tu naciste ya comía yo pan con corteza» Acto 4: «que no solo de pan viviremos?» Acto 4: «una blanca para pan y un cuarto para vino» Acto 4: «pan y vino anda camino, que no mozo garrido» Acto 8: «Pan blanco, vino de Monviedro, un pernil de tocino, y más seis pares de pollos, que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo». Acto 9: «Que un cortezón de pan ratonado me basta para tres días:» Acto 9: «de hombre tan rico, que con los salvados de su casa podría yo salir de lacería, según lo mucho le sobra». Acto 9: «vale más una migaja de pan con paz, que toda la casa llena de viandas con rencilla». Acto 9: «Y enviaban sus escuderos y mozos a que me acompañasen, y apenas era llegada a mi casa cuando entraban por mi puerta muchos pollos y gallinas, anserones, anadones, perdices, tórtolas, perniles de tocino, tortas de trigo, lechones». Acto 9: «Pues, otros curas sin renta, no era ofrecido el bodigo, cuando, en besando el feligrés la estola, era del primer voleo en mi casa». Acto 11: «Cata, madre, que así se suelen dar las zarazas en pan envueltas, porque no las sienta el gusto». Acto 12: «Bien empleado es el pan que tan esforzados sirvientes comen». Acto 12: «A perro viejo no cuz cuz». Acto 14: «pero con su pan se la coma, que bien caro le cuesta»; Acto 14: «¡Oh cruel juez, y qué mal pago me has dado del pan que de mi padre comiste!» Las referencias al trigo y al pan son, como se podía esperar, bien numerosas, dada la importancia de este producto básico en la vida cotidiana, que queda bien reflejado en la obra literaria. En total son 18 las citas que se refieren al trigo, pan o derivados. El bodigo era un panecillo hecho con la harina más fina o flor de la harina, para ser ofrecido como ofrenda en la iglesia. El cuz cuz se hace con harina de trigo. Y el salvado es un subproducto que hoy se utiliza en dietética por su contenido en fibra, para regular las funciones digestivas; es la cáscara del grano de los cereales, sobre todo del trigo. También hay una alusión a panes, refiriéndose a la planta del trigo (Acto 1). Tuber sp. HONGO Concluye el autor: «Con motes y trufas del tiempo más viejo / escritas a vueltas le ponen sabor». 278 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA El término «trufa» alude probablemente, aunque aquí en sentido figurado, a algún hongo subterráneo del género Tuber. En la frase parece que se hace un juego de palabras con el doble sentido de comestible y embuste. Ulmus minor L. ULMACEAE Acto 12: «Y también yo tenía mis cuestiones con los que tiraban piedras a los pájaros, que asentaban en un álamo grande que tenía, porque dañaba la hortaliza». En general, el nombre de álamo en aquella época se refiere al árbol que en la actualidad se suele denominar olmo. Urginea maritima (L.) Baker LILIACEAE Acto 1: «Tenía en un tabladillo...cebolla albarrana...» (ver en Cornus sanguinea). La cebolla albarrana no parece de mucha utilidad a la hora de componer virgos. Se trata de una planta tóxica, que se ha utilizado para ahuyentar roedores. En tiempos pasados, y debido a que su cebolla contiene compuestos parecidos a la digitalina, se ha usado como tónico cardíaco. *(112). Vateria indica L. DIPTEROCARPACEAE Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…ánimes…» (ver Abelmoschus moschatus). Ánime es el nombre de una resina aromática que segrega un árbol oriundo de la India; los árabes o los portugueses trajeran probablemente este producto a la Península ibérica. Dicho árbol se utiliza como ornamental en su lugar de origen. Laza comenta que este nombre es el de la especie Hymenaea courbaril L. (Fabaceae), también conocida como copal de Brasil o curbaril, especie que sustituyó al ánime del Viejo Mundo. Es difícil que fuera conocida dicha especie americana por el autor de la obra. *(97). Vicia faba L. FABACEAE Acto 1: «Da Dios habas a quien no tiene quijadas». Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...haba morisca...» (ver Athyrium filix-femina). Las habas, cuando se toman como alimento, son pesadas de digerir. Al parecer fueron muy usadas para sortilegios amorosos en Madrid y Toledo por mujerzuelas, cortesanas, mancebas y enamoradas. Pudiera ser que «haba morisca» indicara algo distinto a haba a secas. Río63 menciona, como fríjoles de Castilla, unas alubias blancas que eran muy conocidas y fueron llevadas a América (citando a Bernabé Cobo). Si el nombre de «haba morisca» en el siglo XV correspondiera a esos fríjoles de Castilla, se trataría de la especie Vigna unguiculata (L.) Walpers, que por ser africana de origen podría haber recibido el apelativo «morisca». En ese caso, esta segunda cita habría que considerarla dentro de la especie correspondiente, que se encuentra más abajo. *(139). Vicia sativa L. FABACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...arvejas...» (ver Citrus limon). Las arvejas o vezas se utilizan en la actualidad casi exclusivamente para forraje. Su harina se usaba en medicina popular por su propiedad emoliente, para ablandar forúnculos, o por su acción protectora y antiinflamatoria sobre la piel. *(100). Vigna unguiculata L. FABACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...carillas...» (ver Citrus limon). ———— 63 DEL RÍO, J. (1990), La transformación ecológica indiana. En FERNÁNDEZ, J. y GONZÁI. (eds.), La agricultura viajera, Madrid, Real Jardín Botánico, CSIC y Ministerio de Agricultura, pp. 15-35. LEZ, Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 279 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Las judías carillas eran conocidas en la Península Ibérica desde antiguo, ya que es especie procedente del Viejo Mundo. Después de la introducción de las judías americanas, el cultivo de esta especie perdió importancia. *(165). Viola odorata L. VIOLACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...violetas...» (ver Citrus limon). El perfume de violeta era uno de los más caros, hasta que fue sintetizado su principio aromático. *(189). Viscum album L. VISCACEAE Acto 17: «No es otra cosa la color y albayalde, sino pegajosa liga en que se traban los hombres». La liga era obtenida del muérdago, que la tiene de natural en sus frutos para facilitar su diseminación por las aves. Vitis vinifera L. VITACEAE Acto 1: «Oye a Salomón do dice que las mujeres y el vino hacen a los hombres renegar» Acto 1: «No has rezado en la festividad de San Juan do dice: ‘Las mujeres y el vino hacen a los hombres renegar’» Acto 1: «Labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas, con ella pasan el afán cotidiano». Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que podían a sus amas hurtar»; Acto 1: «hacía solimán,...agraz, de mosto...« (ver Asphodelus albus). Acto 1: «Sacaba aguas para oler…polvorizadas con vino» (ver Citrus aurantium). Acto 1 «hacía lejias para enrubiar, de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con salitre, con alumbre y millifolia y otras diversas cosas». Acto 3: «¿Tengo otra casa o viña?» Acto 4: «una blanca para pan y un cuarto para vino» Acto 4: «Jamás me acosté sin comer una tostada en vino y dos docenas de sorbos, por amor de la madre, tras cada sopa». Acto 4: «pan y vino anda camino, que no mozo garrido» Acto 8: «Pan blanco, vino de Monviedro, un pernil de tocino, y más seis pares de pollos, que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo». Acto 9: «Por una vez que haya de salir donde pueda ser vista, enviste su cara con hiel y miel, con uvas tostadas y higos pasados, y con otras cosas, que por reverencia de la mesa dejo de decir». Acto 9: «¿Pues vino, no me sobraba? De lo mejor que se bebía en la ciudad, venido de diversas partes, de Monviedro, de Luque, de Toro, de Madrigal, de San Martín y de otros muchos lugares», Concluye el autor: «Vinagre con hiel fue su potación»; Las referencias al vino son numerosas, ya que, igual que el trigo, era un producto de primera necesidad. Además se citan otros términos relativos a esta especie vegetal, como uva, viña, sarmientos, mosto, agraz, destilados, vinagre. Cuando en el acto 9 se citan lugares famosos por su vino, probablemente se correspondan a Monviedro en Valencia, Luque en Córdoba, Toro en Zamora, Madrigal de la Vera en Cáceres y San Martín de Valdeiglesias en Madrid. Estas podrían ser algunas de las primeras menciones de «denominaciones de origen» a finales del siglo XV. *(187). Ziziphus jujuba Miller RHAMNACEAE Acto 1: «Los aceites que sacaba para el rostro...azofeifas...» (ver Citrus limon). De esta también se obtenía aceites para la cara. Probablemente se trate del aceite de la semilla, ya que la parte carnosa del fruto no es oleaginosa. El fruto se usa en licor como reconstituyente, según receta de la medicina tradicional china. *(103). 280 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA ANEXO 2: ESPECIES ANIMALES Accipiter nisus Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes». Alectoris rufa Acto 7: «Todo olor fuerte es bueno, así como…de perdiz…» (ver Artemisia absinthium). Acto 7: «Una perdiz sola por maravilla vuela». Acto 8: «Que con la mucha que en su gesto contemplas, no puedes ver de encandelado, como perdiz con la calderuela». Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...perdices...» (ver en Triticum aestivum). Acto 10: «el falso boyzuelo con su blando cencerrar trae las perdices a la red»; Anas platyrhynchus Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...anadones...» (ver en Triticum aestivum). Anser anser Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...anserones...» (ver en Triticum aestivum). Aquila chrysaetos Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes». Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...águila...» (ver Athyrium filix-femina). Ardea cinerea Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía, es hastío de decir: de vaca, de oso, de caballos y de camellos, de culebra y de conejo, de ballena, de garza y de alcaraván y de gamo y de gato montés y de tejón, de arda, de erizo, de nutria». Acto 1 «Adelgazaba los cueros con zumos de…garza…» (ver Citrus limon). Aves Prólogo: «De un ave llamada rocho, que nace en el índico mar de Oriente» Se trata de un ave mítica. Además hay otras citas como ave. Bos primigenius Acto 1: «como ligeros toros; sin frenos saltan por las barreras». Acto 1: «No has leido de Pasife con el toro, de Minerva con el can» Acto 1: «Parece al amante que atrás queda, todos pasan todos rompen, pungidos y esgarrochados, como ligeros toros, sin freno saltan por las barreras». Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...vaca...» (ver en Ardea cinerea). Acto 9: «poniendo cada día la vida al tablero, esperando toros, corriendo caballos, tirando barra», Acto 10: «el falso boyzuelo con su blando cencerrar trae las perdices a la red»; Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu». Burrhinus oedicnemus Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...alcaraván...» (ver en Ardea cinerea). Buthus occitanus Acto 1: «¡Como cola de alacrán!» Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 281 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Camelus ferus Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...camellos...» (ver en Ardea cinerea). Canis domesticus El autor a su amigo: «echando mis sentidos por ventores y mi juicio a volar» Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre» Acto 1: «No has leido de Pasife con el toro, de Minerva con el can» Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan, si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar». Acto 2: «¡Nunca más perro a molino!» Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas». Acto 4: «El perro con todo su ímpetu y braveza, cuando viene a morder, si se le echan en el suelo no hace mal; esto de piedad». Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu». Acto 14: «O si por caso los ladradores perros con sus crueles dientes que ninguna diferencia saben hacer ni acatamiento de personas, le hayan mordido»; Canis lupus Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre» Acto 1: «¿Lobitos en tal gestico?» Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste». Acto 19: «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los cabritos; / Melibea con su amado». Capra aegagrus Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre» Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste». Acto 19: «Saltos de gozo infinito / da el lobo viendo ganado; / con las tetas, los cabritos; / Melibea con su amado». Capreolus capreolus Acto 1: «Adelgazaba los cueros con zumos…corzo…» (ver Citrus limon). Cervus elephas Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...ciervo...» (ver Athyrium filix-femina). Ciconia ciconia Acto 3: «Las cigüeñas mantienen otra tanto tiempo a sus padres viejos en el nido, cuanto ellos le dieron cebo siendo pollitos». Corallum rubrum Acto 9: «Esto quita la tristeza del corazón más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los cerebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del aliento» 282 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Corvus corax Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas». Acto 14: «¿Por qué quisiste que dijesen del monte sale con que se arde, y que crié cuervo que me sacase el ojo?» Coturnix coturnix Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...codornices...» (ver Athyrium filixfemina). Cygnus olor Acto 19: «¿Por qué no me dejabas echar palabras sin seso al aire con mi ronca voz de cisne?» Dama dama Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...gamo» Dragón Acto 3: «y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago debajo de aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas». Se debe referir al murciélago. Equus africanus Acto 1: «Más en asnos». ¿Qué dices? Dije que esos tales no serían cerdas de asno». Acto 1: «do vino el asno verná el albarda» Acto 1: «Jo, que te estriego, asna coja» Acto 1: «Este es el deleite, que lo ál, mejor lo hacen los asnos en el prado». Acto 1: «¿Qué es afecto, asnillo? Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan, si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar». Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...asno...» (ver Athyrium filix-femina). Acto 7: «Llégate aca; asno». Acto 8: «Allá irás con el diablo tu y malos años; y en tal hora comieses el diacitrón, como Apuleyo el veneno que le convirtió en asno». Acto 17: «Así sé yo tratar los tales, así salen de mis manos los asnos apaleados como este y los locos corridos y los discretos espantados y los devotos alterados y los castos encendidos». Equus cavallus Acto 1: «Aquí estoy, señor, curando de estos caballos». Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...caballos...» (ver en Ardea cinerea). Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...caballo...» (ver Athyrium filix-femina). Acto 2: «Saquen un caballo» Acto 2: «¿Relinchais don caballo? Acto 2: «¿Viene ese caballo?» Acto 8: «No digo mal en esto, sino que se eche otra sardina para el mozo de caballos, pues tu tienes amiga» Acto 8: «ni comeré hasta entonces, aunque primero sean los caballos de Febo apacentados en aquellos verdes prados que suelen, cuando han dado fin a su jornada». Acto 9: «poniendo cada día la vida al tablero, esperando toros, corriendo caballos, tirando barra», Acto 15: «¿Por qué jugaste tu el caballo, tahúr, vellaco?» Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 283 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Acto 17: «Los otros de verme ir con la luna de noche a dar agua a mis caballos, holgando y habiendo placer», Erinaceus europaeus Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía erizo...» (ver en Ardea cinerea). Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...erizo...» (ver Athyrium filix-femina). Eubalaena glacialis Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...ballena...» (ver en Ardea cinerea). Falco nebli Acto 2: «Señor, porque perderse el otro día el neblí fue causa de tu entrada en la huerta de Melibea»; Falco peregrinus Prólogo: «Las más viven de rapiña, como halcones y águilas y gavilanes». Acto 1: «Entrando Calixto una huerta en pos de un falcón suyo», Falco rusticolus Acto 1: «Abatiose el gerifalte y vínele a enderezar en el alcándara». Felis sylvestris Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...gato montés...» (ver en Ardea cinerea). Acto 3: «Entra en la cámara de los ungüentos y en la pelleja del gato negro donde te mandé meter los ojos de la loba, le hallarás, y baja la sangre del cabrón, y unas poquitas de las barbas que tu le cortaste». Formicidae El autor, excusándose: «Como la hormiga que deja de ir, / Holgando por tierra, con la provisión» Gallus domesticus Prólogo: «Hasta los groseros milanos insultan dentro en nuestras moradas los domésticos pollos» Acto 4: «Pues la aves, ninguna cosa el gallo, come que no participe y llame las gallinas a comer de ello». Acto 8: «y más seis pares de pollos que trajeron estotro día los renteros de nuestro amo» Acto 9: «Ven acá, mala mujer, la gallina havada no parece; pues búscala presto, si no, en la primera blanca de tu soldada la contaré». Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...gallinas...» (ver en Triticum aestivum). Acto 12: «¿Con una oveja mansa teneis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada?» Acto 17: «Y esto hecho, contaré mis gallinas, haré mi cama, porque la limpieza alegra el corazón»; Hirudo medica Acto 1: «Como la sanguijuela saca la sangre, desagradecen, injurian, olvidan servicios, niegan galardón». Hirundo rustica Acto 7: «Una golondrina no hace verano». Homo sapiens Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...niño...» (ver Athyrium filix-femina). 284 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Lepus granatensis Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre» Loxodontha africana Prólogo: «El elefante, animal tan poderoso y fuerte, se espanta y huye de la vista de un suzuelo ratón, y aun de solo oírle toma gran temor». La otra especie de proboscídeo actual es el elefante indio. Luscinia megarhynchos Acto 19: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al alborada; / llevad nueva a mis amores / como espero aquí asentada». Lutra lutra Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...nutria» (ver en Ardea cinerea). Margaritifera margaritifera Acto 14: «¡Con cuántas lágrimas, que parecían granos de aljófar,…!» Estas perlas pequeñas de forma irregular las producen los mejillones de río. Uno de los más comunes es la especie que se cita. Meles meles Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...tejón...» (ver en Ardea cinerea). Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...tejón...» (ver Athyrium filix-femina). Milvus regalis Prólogo: «Hasta los groseros milanos insultan dentro en nuestras moradas los domésticos pollos» Moschus moschiferus Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…almizcles…» (ver Abelmoschus moschatus). Acto 19: «Echaba de sí en bullendo un olor de almizque; yo hedía al estiércol que llevaba dentro de los zapatos». El ciervo almizclero, de Asia, tiene unas glándulas en el vientre que segregan este producto cuando el animal está en celo. Mus musculus Prólogo: «El elefante, animal tan poderoso y fuerte, se espanta y huye de la vista de un suzuelo ratón, y aun de solo oírle toma gran temor». Acto 7: «No hay cosa más perdida, hija, que el mur que no sabe sino un horado». Musca domestica Acto 12: «Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos; los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu». Ofidios Prólogo: «Pues entre los animales ningún género carece de guerra: peces, fieras, aves, serpientes; de lo cual todo, una especie a otra persigue». Prólogo: «Entre las serpientes, el vajarisco, crió la natura tan ponzoñoso y conquistador de todas las otras, que con su silbo las asombra y con su venida las ahuyenta y desparce». Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...culebra...» (ver en Ardea cinerea). Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 285 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Acto 15: «las hierbas deleitosas donde tomais los hurtados solaces se conviertan en culebras»; Acto 21: «prado lleno de serpientes», En la segunda cita, con vajarisco igual pudiera referirse al basilisco, animal fabuloso al que se atribuía el poder de matar con la mirada, aunque después se le dio este nombre a un saurio centroamericano (Basiliscus americanus). Oryctolagus cuniculus Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...conejo...» (ver en Ardea cinerea). Ostraea edulis Acto 1: «Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas». Acro 1: «¡Neciuelo, loquito, algelico, perlica, simplecico!» Como es sabido las perlas son formaciones de nácar producidas por las ostras, moluscos marinos. Ovis orientalis Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...lechones» (ver en Triticum aestivum). Acto 11: «Así como corderica mansa que mama su madre y la ajena», Acto 12: «¿Con una oveja mansa teneis vosotros manos y braveza? ¿Con una gallina atada?» Acto 14: «cata que el buen pastor es propio trasquilar sus ovejas y ganado, pero no destruirlo y estragarlo». Panthera leo Prólogo: «una especie a otra persigue. El león al lobo, el lobo la cabra, el perro la liebre» Peces Prólogo: «Pues entre los animales ningún género carece de guerra: peces, fieras, aves, serpientes; de lo cual todo, una especie a otra persigue». Prólogo: «Pues no menos disensiones naturales creemos haber en los pescados; pues es cosa cierta gozar la mar de tantas formas de peces, cuantas la tierra y el aire cría de aves y animalias, y muchas más». Pelecanus onocrotalus Acto 3: «El pelícano rompe el pecho por dar a sus hijos a comer de sus entrañas». Pediculus humanus Acto 1: «¿Rieste, landrecilla, hijo?» Acto 1: «¡Mala landre te mate!» Se refiere a la liendre. Physeter macrocephalus Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…ámbar…» (ver Abelmoschus moschatus). El ámbar al que se refiere es sin duda al conocido como ambar gris, producto aromático de origen animal, que se obtiene del cachalote, y que es el que se utiliza en perfumería. Laguna, en la página 29 de su traducción del Dioscórides, parece referirse a lo que hoy se llama ámbar gris mientras que en las páginas 67-68 se refiere sin duda al amarillo, del cual tenía muestras con insectos incluidos. 286 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA Pica pica Acto 9: «¿Quien mostro a las picazas y papagallos emitir nuestra propia habla con sus harpadas lenguas, nuestro órgano y voz, sino esta?» Picaza es el nombre antiguo de la urraca. Primate Acto 1: «Lo de tu abuela con el simio, ¿hablilla fue? Testigo es el cuchillo de tu abuelo». Psittacidae Acto 9: «¿Quién mostró a las picazas y papagallos emitir nuestra propia habla con sus harpadas lenguas, nuestro órgano y voz, sino esta?» Acto 19: «Papagayos, ruiseñores / que cantais al alborada; / llevad nueva a mis amores / como espero aquí asentada». Quiróptero Acto 3: «y hacia la mano derecha hallarás un papel escrito con sangre de murciélago debajo de aquel ala de dragón a que sacamos ayer las uñas». Rana ridibunda Acto 1: «Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido, si está cerca las aves, otra cosa no cantan, si cerca los ganados, balando lo pregonan, si cerca las bestias, rebuznando dicen: ¡Puta vieja!; las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar». Sarcoptes scabiei Acto 1: «que es pensar sacar aradores a pala de azadón». Se refiere sin duda al arador de la sarna. Sardina pilchardus Acto 8: «No digo mal en esto, sino que se eche otra sardina para el mozo de caballos, pues tu tienes amiga» Sciurus vulgaris Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...arda...» (ver en Ardea cinerea). Se refiere a la ardilla. Streptopelia turtur Acto 8: «Y las tórtolas que mando para hoy guardar, diré que hedían». Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...tórtolas...» (ver en Triticum aestivum). Sturnus unicolor Acto 4: «Ni perro me ha ladrado, ni ave negra he visto, tordo ni cuervo ni otras nocturnas». Sus scrofa Acto 1: «ninguno venía sin torrezno, trigo, harina o jarro de vino y de las otras provisiones que podían a sus amas hurtar»; Acto 8: «un pernil de tocino» Acto 9: «Y enviaban sus escuderos...perniles...» (ver en Triticum aestivum). Se refiere al cerdo. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 287 MANUEL PARDO, ANTONIO GARCÍA-VILLARACO, MAR REY BUENO y RAMÓN MORALES Ursus arctos Acto 1: «Y los untos y mantecas que tenía...oso...» (ver en Ardea cinerea). Vipera latasti Prólogo: «La víbora, reptilia o serpiente enconada, al tiempo de concebir, por la boca de la hembra metida la cabeza del macho y ella con el gran dulzor apriétale tamto que le mata y, quedando preñada, el primer hijo rompe los ijares de la madre, por do todos salen y ella muerta queda y el casi como vengador de la paterna muerte». Acto 1: «Y en otro apartado tenía para remediar amores...víbora...» (ver Athyrium filix-femina). Acto 3: «por la áspera ponzoña de las viboras» Acto 10: «no de otra manera que, cuando vio en sueños aquel grande Alejandre, rey de Macedonia, en la boca del dragón la saludable raíz con que sanó a su criado Tolomeo del bocado de la víbora». Viverra civeta Acto 1: «Y en su casa hacía perfumes, falsaba…algalia…» (ver Abelmoschus moschatus). Laza refiere que se trata de una sustancia aromática procedente de las glándulas de algunas especies asiáticas y africanas de un animal mamífero del género Viverra. Esta opinión coincide fundamentalmente con la del diccionario de la RAE en su primera acepción. La algalia del comercio procede sobre todo de la especie conocida como gato de algalia o civeta. *(93). Vulpes vulpes Acto 12: «que aunque muda el pelo la raposa, su natural no despoja». NOMBRES VULGARES Y SUS CORRESPONDIENTES NOMBRES CIENTÍFICOS PLANTAS abrojos Tribulus terrestris aceite Olea europaea agraz Vitis vinifera ajiensos Artemisia absinthium álamo Ulmus minor alfócigos Pistacia vera algalia Abelmoschus moschatus algodones Gossypium herbaceum altramuces Lupinus albus ánimes Vateria indica arvejas Vicia sativa azafrán Crocus sativus azahar Citrus aurantium azofeifas Ziziphus jujuba azucarados Saccharum officinarum azucena Lilium candidum boca del dragón Antirrhinum majus bodigo Triticum aestivum 288 bujelladas Buxus sempervirens calabazas Lagenaria siceraria carillas Vigna unguiculata carrasca Quercus ilex cebolla albarrana Urginea maritima centeno Secale cereale cepacaballo Equisetum arvense cipreses Cupressus sempervirens clavellinas Dianthus plumarius col Brassica oleracea coronillas Melilotus officinalis culantrillo Adiantum capillus-veneris cuz cuz Triticum aestivum destilados Vitis vinifera diacitrón Citrus medica embelesada Plumbago europaea espantalobos Colutea arborescens espliego Lavandula latifolia estoraque Styrax officinalis flor salvaje Alchemilla vulgaris gamones Asphodelus albus gramonilla Anthoxanthum odoratum granillo Scorpiurus muricatus granos de helecho Athyrium filix-femina haba morisca Vicia faba habas Vicia faba harina Triticum aestivum hiedra Hedera helix hierba pajarera Stellaria media higos Ficus carica higueruela Psoralea bituminosa hoja tinta Solanum nigrum hojaplasma Hypericum androsaemum Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA incienso Boswellia sacra jazmín Jasminum officinale laurel blanco Laurus nobilis lechuga Lactuca sativa liga Viscum album limón Citrus limon lirios Iris germanica madreselva Lonicera periclymenum malvaviscos Althaea officinalis manzana Malus domestica manzanilla Matricaria recutita marrubios Marrubium vulgare melón Cucumis melo menjuí Styrax benzoin millifolia Achillea millefolium mimbre Salix viminalis Mirra Commiphora abyssinica moho especie de musgo o de liquen mosquetadas Rosa moschata mosquetes Rosa moschata mostaza Brassica nigra mosto Vitis vinifera moxquete Rosa moschata Narciso arcissus pseudonarcissus neguilla igella sativa nueces Juglans regia pan Triticum aestivum panes Triticum aestivum pepitas Lagenaria siceraria pico de oro Cercis siliquastrum piñones Pinus pinea poleo Mentha pulegium porradas Allium ampeloprasum roble Quercus robur romero Rosmarinus officinalis rosas Rosa sp. ruda Ruta chalepensis salvados Triticum aestivum sanguino Cornus sanguinea sarmientos Vitis vinifera saúco Sambucus nigra tortarosa Daphne gnidium teraguncia Dracunculus vulgaris trébol Melilotus officinalis trementina Pinus pinaster trigo Triticum aestivum trufas Tuber turbino Ipomoea turpethum uvas Vitis vinifera vinagre Vitis vinifera vino Vitis vinifera viña Vitis vinifera violetas Viola odorata ANIMALES águila Aquila chrysaetos alacrán Buthus occitanus alcaraván Burrhinus oedicnemus algalia Viverra civeta almizcles Moschus moschiferus almizque Moschus moschiferus ámbar Physeter macrocephalus anadones Anas platyrhynchus anserones Anser anser aradores Sarcoptes scabiei arda Sciurus vulgaris asno, asna Equus africanus ballena Eubalaena glacialis bestias rebuznando Equus africanus boyzuelo Bos primigenius bueyes Bos primigenius caballo Equus cavallus cabritos Capra aegagrus cabrón Capra aegagrus camellos Camelus ferus can Canis domesticus ciervo Cervus elephas cigüeñas Ciconia ciconia cisne Cygnus olor codornices Coturnix coturnix conejo Oryctolagus cuniculus coral Corallum rubrum corderica Ovis orientalis corzo Capreolus capreolus cuervo Corvus corax culebra Ofidios dragón Quirópteros erizo Erinaceus europaeus falcón Falco peregrinus gallina Gallus domesticus gallo Gallus domesticus gamo Dama dama garza Ardea cinerea gato Felis sylvestris gato montés Felis sylvestris gerifalte Falco rusticolus golondrina Hirundo rustica gozques Canis domesticus granos de aljófar Margaritifera margaritifera landrecilla Pediculus humanus lechones Ovis orientalis lobo, loba Canis lupus moscas Musca domestica mur Mus musculus murciélago Quiróptero neblí Falco nebli niño Homo sapiens nutria Lutra lutra oso Ursus arctos oveja Ovis orientalis papagallos Psittacidae pelícano Pelecanus onocrotalus perlas Ostraea edulis perdiz Alectoris rufa pernil Sus scrofa perro Canis domesticus picazas Pica pica pollos Gallus domesticus ranas Rana ridibunda raposa Vulpes vulpes ruiseñores Luscinia megarhynchos sanguijuela Hirudo medica sardina Sardina pilchardus serpientes Ofidios simio Primate tejón Meles meles tordo Sturnus unicolor toro Bos primigenius tórtolas Streptopelia turtur vaca Bos primigenius víbora Vipera aspis Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 289 NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA TABLA 1. RELACIÓN DE USOS DE PLANTAS Y DE ANIMALES UTILIZADOS USOS ESPECIES VEGETALES UTILIZADAS Aceites para el rostro (Acto 1º) Citrus limon, Jasminum officinale, Lagenaria siceraria, Lupinus albus, igella sativa, Pinus pinea, Pistacia vera, Scorpiurus muricatus, Stellaria media, Styrax benzoin, Styrax officinalis, Vicia sativa, Vigna unguiculata, Viola odorata, Ziziphus jujuba Adelgazar los cueros (Acto 1º) Citrus limon, Ipomoea turpethum Aguas de rostro (Acto 1º) Asphodelus albus, Buxus sempervirens, Colutea arborescens, Dracunculus vulgaris, Saccharum officinarum, Vitis vinifera Citrus aurantium, Dianthus plumarius, Jasminum officinale, Lonicera periclymenum, Melilotus officinalis, Rosa sp., Vitis vinifera Aguas para oler (Acto 1º) Aparejos para baños (Acto 1º) Ardea cinerea, Capreolus capreolus Adiantum capillus-veneris, Alchemilla vulgaris, Althaea officinalis, Anthoxanthum odoratum, Brassica nigra, Cercis siliquastrum, Daphne gnidium, Laurus nobilis, Lavandula latifolia, Matricaria recutita, Melilotus officinalis, Psoralea bituminosa, Rosmarinus officinalis, Sambucus nigra, Solanum nigrum Ardea cinerea, Bos primigenius, Burrhinus oedicnemus, Camelus ferus, Dama dama, Equus cavallus, Erinaceus europaeus, Felis sylvestris, Lutra lutra, Eubalaena glacialis, Meles meles, ofidios, Oryctolagus cuniculus, Sciurus vulgaris, Ursus arctos Untos y mantecas (Acto 1º) Componer virgos (Acto 1º) Cornus sanguinea, Equisetum arvense, Hypericum androsaemum, Urginea maritima Lejías para enrubiar (Acto 1º) Achillea millefolium, Marrubium vulgare, Quercus ilex, Secale cereale, Vitis vinifera 290 ESPECIES ANIMALES UTILIZADAS NATURALEZA A TRAVÉS DE LA BOTÁNICA Y ZOOLOGÍA EN LA LITERATURA RENACENTISTA USOS ESPECIES VEGETALES UTILIZADAS ESPECIES ANIMALES UTILIZADAS Perfumes (Acto 1º) Abelmoschus moschatus, Rosa moschata, Styrax benzoin, Styrax officinalis, Vateria indica Physeter macrocephalus «Todo olor fuerte es bueno» (Acto 7º) [para el mal de la madre] Artemisia absinthium, Boswellia sacra, Mentha pulegium, Rosa moschata, Rosmarinus officinalis, Ruta chalepensis Alectoris rufa «Para remediar amores» (Acto 1º) Athyrium filix-femina, Hedera helix, Vicia faba Aquila chrysaetos, Cervus elephas, Coturnix coturnix, Equus africanus, Equus cavallus, Erinaceus europaeus, Homo sapiens, Meles meles, Vipera aspis Uso mágico Crocus sativus, Olea europaea Canis lupus, Capra aegagrus, Felis sylvestris Para la cara Ficus carica, Vitis vinifera Antiveneno Antirrhinum majus Alimentación Citrus medica, Triticum aestivum, Vitis vinifera Uso tecnológico Olea europaea Cita real Ulmus minor Citas en sentido simbólico, en dichos y en observaciones Brassica oleracea, Citrus aurantium, Commiphora abyssinica, Cucumis melo, Cupressus sempervirens, Gossypium herbaceum, Iris germanica, Juglans regia, Lactuca sativa, Lilium candidum, Malus domestica, musgo, arcissus pseudonarcissus, Pinus pinaster, Plumbago europaea, Quercus robur, Rosa sp., Ruta chalepensis, Salix viminalis, Tribulus terrestris, Triticum aestivum, Tuber, Vicia faba,Viscum album, Vitis vinifera Alectoris rufa, Anas platyrhynchus, Anser anser, Gallus domesticus, Ovis orientalis, Sardina pilchardus, Streptopelia turtur, Sus scrofa Alectoris rufa, Bos primigenius, Buthus occitanus, Canis domesticus, Canis lupus, Capra aegagrus, Ciconia ciconia, Cygnus olor, Equus africanus, Hirudo medica, Hirundo rustica, Luscinia megarhynchos, Pelecanus onocrotalus, Ovis orientalis, Vulpes vulpes Recibido: 26 de junio de 2009. Aceptado: 28 de enero de 2010. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 249-292, ISSN: 0210-4466 291 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 293-298, ISSN: 0210-4466 LIBROS ENSAYO-RESEÑA UNA TAREA IRRENUNCIABLE DE LA HISTORIA DE LA MEDICINA: LA REFLEXIÓN SOBRE EL QUÉ Y EL CÓMO DE LAS TEORÍAS MÉDICAS Luis Montiel Historia de la medicina, Facultad de Medicina, Universidad Complutense de Madrid ROTHSCHUH, K.E., Konzepte der Medizin im Vergangenheit und Gegenwart, Stuttgart, Hippokrates Verlag, 1978, 541 pp. [ISBN 3-773-0442-5]. UNSCHULD, P.U., Was ist Medizin? Westliche und Östliche Wege der Heilkunst, München, Verlag C.H. Beck, 2003, 296 pp. [ISBN 3 406 50224 5]. UNSCHULD, P.U., What is Medicine? Western and Eastern Approaches to Healing, Translated by Karen Reimers, Berkeley-Los Angeles-London, University of California Press, 2009, 236 pp. [ISBN 978-0-520-25766-5]. No son frecuentes —y esto es algo que considero lamentable— las reflexiones teóricas sobre la medicina. No me refiero, claro está, a las que de tanto en tanto hacen algunos médicos, sin duda con la mejor intención, pero sin pretensión alguna de calado hermenéutico, en el marco de reuniones o congresos o en publicaciones que, significativamente, no son demasiado valoradas desde la perspectiva que se considera científica. Puede que de estas últimas haya incluso una cierta plétora. El caso es que, entre los pocos que han asumido profesionalmente la tarea de reflexionar sobre la medicina, su historia y sus fundamentos, ese género literario parece haber dejado de estar de moda hace mucho tiempo, o haber sido al menos patrimonio exclusivo de algunos viejos maestros, lo que a menudo se traduce en un juicio descalificador, por obra de su supuesta vetustez, de semejante empeño. Y sin embargo nada es más necesario, pienso yo, que plantearse de tanto en tanto la pregunta sobre qué estamos haciendo quienes, de un modo u otro, nos dedicamos al cultivo de la medicina, y qué han hecho y en nombre de qué lo hicieron quienes nos precedieron. Muchas y muy buenas 293 LIBROS respuestas se han dado a estas preguntas en la perspectiva de lo social —de lo historicosocial— pero bastantes menos en la de lo teórico, filosófico si se quiere o, por lo que pretendo explicar a continuación, de lo antropológico, palabra cara a uno de esos viejos maestros, mío por más señas: Pedro Laín Entralgo; uno de los pocos —¿el único tal vez?— que entre nosotros intentaron aportar algo en tal dirección. Adelanto que nunca me he propuesto hacer una pesquisa sistemática a este respecto; me falta disciplina, como saben quienes me conocen bien. Pero he tratado de estar atento a cuanto en este campo podía surgir en nuestro entorno cultural y, honradamente, poco he podido encontrar que me resultara satisfactorio. Hace ya casi treinta años que cayó en mis manos una obra así. Recuerdo haber hablado con alguno de mis mayores, y también con algunos de mis coetáneos, sobre lo importante que sería traducirla, pues estaba escrita en alemán. Recientemente me he encontrado con la segunda, procedente también del mismo ámbito cultural y lingüístico. ¿Habrá que considerar un factor negativo que ambas procedan de un ambiente tan poco «moderno» y tan tradicionalmente «filosófico»? En todo caso ambas me han parecido —y la primera me lo sigue pareciendo— extraordinariamente importantes, desde luego para quienes hemos hecho de la Historia de la Medicina nuestra profesión —noblesse oblige, estoy convencido de ello—, pero también para los médicos que aspiren a ser algo más que puros técnicos, si bien no estoy nada seguro de que nuestras instituciones educativas, y más tarde el mundo cotidiano, busquen algo diferente de esto. Por ello me parece que vale la pena que transmita las impresiones de mis lecturas, la de hace más de dos décadas y la de hace un mes, con el deseo de que cuanto me ha parecido importante no quede del todo en la oscuridad. Como, además, ambas obras están redactadas en alemán —la segunda cuenta al menos con una reciente y muy correcta traducción al inglés— me cabrá al menos la humilde satisfacción de haberlas dado a conocer a quienes de otro modo no habrían tenido acceso a ellas. Aunque declaro con toda convicción que mi intención no es nada humilde, pues creo realmente que es importante conocer ambas aportaciones, reflexionar sobre ellas y, llegado el caso, incorporarse a esa tarea en la medida de las fuerzas de cada cual. La primera de estas obras es Konzepte der Medizin im Vergangenheit und Gegenwart, de Karl Eduard Rothschuh; la segunda, Was ist Medizin? Westliche und Östliche Wege der Heilkunst, de Paul Ulrich Unschuld, de la que existe traducción al inglés, referenciada al comienzo de esta reseña. El enfoque de ambas es muy diferente, pero las dos son, a mi parecer, apasionantes tanto por lo que proponen como por su capacidad de estimular intelectualmente al lector. Comenzaré por la más veterana, cuyo título anuncia claramente la intención del autor: describir e interpretar los modelos (posiblemente la traducción más aproximada para Konzepte, un «falso amigo» alemán) sobre los que se ha ido construyendo el pensamiento médico, especialmente el occidental, a lo largo de su historia. Sin duda tuvo que ver en la elección de esta estrategia la condición de fisiólogo de este maestro de la historiografía médica alemana de posguerra, Karl Eduard Rothschuh (1908-1984). ¿Cuál fue —parece preguntarse— la forma mentis tanto individual como, sobre todo, colectiva que acuñó cada uno de estos modelos, de estas maneras de entender lo que debía ser una teoría al servicio de la práctica curativa? No es por voluntad retórica por lo que he renunciado en la línea precedente a emplear la palabra «medicina»; pues si bien Rothschuh no rehúsa dar este nombre a teorías y prácticas de sanación empíricas o creenciales, la principal diferencia entre su planteamiento y el de Unschuld radica, como veremos, en el contenido semántico que cada uno de ellos concede a dicho término. Rothschuh asocia desde el primer capítulo de su obra las nociones de Konzepte der Medizin y Krankheitskonzepte, dando a entender con ello que la representación que cada cultura construye de la enfermedad determina el modo de plantearse un sistema teórico y práctico orientado a su curación. De este modo tienen cabida en su obra las llamadas «medicinas primitivas», las «arcaicas» y aquellas otras más modernas desarrolladas en Occidente que se caracterizan por reposar sobre concep- 294 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 293-298, ISSN: 0210-4466 ENSAYO-RESEÑA ciones creenciales y, en consecuencia, motejadas de acientíficas. Este planteamiento, que podría considerarse tradicional —¿qué historia de la medicina escrita en el siglo pasado con pretensiones de exhaustividad no comienza con la «medicina de los pueblos primitivos»?— tiene, por una parte, la ventaja de no incurrir en las acusaciones de etnocentrismo y cientismo, y por otra la de formular la pregunta acerca de qué sea la medicina en una perspectiva propiamente antropológica. Lo que de este modo se despliega ante nuestros ojos son algunas —¿tal vez todas?— las respuestas que, hasta donde podemos saber, la humanidad ha dado al desafío de la enfermedad. Esto conduce, a diferencia de lo que sucede en el modelo clásico al que acabo de hacer mención, a que, por ejemplo, la medicina empírica de las sociedades primitivas comparta capítulo, como veremos, con la de Sydenham y la de Pinel. Los modelos establecidos por Rothschuh, cuya denominación ilustra en más de un caso de manera suficiente el núcleo del modelo mismo, son doce. Después de exponer en un primer capítulo su propósito y la estrategia que seguirá para cumplirlo, partiendo de una primera división en «modelos naturalistas» y «sobrenaturalistas» —lo que constituye la diferencia fundamental con el planteamiento de Unschuld— comienza, en el segundo, por ocuparse de la «Iatrodemonología. La enfermedad producida por malos espíritus, demonios y el diablo»: un modelo de largo aliento, pues como el autor señala llega hasta la actual doctrina de las iglesias cristianas y está presente en textos médicos occidentales al menos hasta el siglo diecinueve. El tercer capítulo trata sobre «Iatroteología. Le enfermedad como consecuencia del pecado y como manifestación de la providencia divina». El cuarto sobre «Medicina astral — iatroastrología». Le siguen «Iatromagia», «Medicina empírica», «Patología humoral — Patología de las cualidades» (con incursiones en la medicina paracélsica y en la iatromecánica), «Los modelos de enfermedad de la iatrofísica. Medicina metódica. Iatromecánica. Iatromatemática», «Modelos iatroquímicos en medicina», «Modelos iatrodinámicos de la enfermedad. Psicodinamismo y biodinamismo», «Modelos iatromorfológicos», «Modelos filosoficonaturales de la medicina en la época del romanticismo alemán», y por fin «El modelo iatrotécnico de la medicina en los siglos diecinueve y veinte». Este planteamiento, que en algún caso puede parecer sorprendente, e incluso algo forzado, tiene a mi parecer la ventaja sobre los más clásicos de que, en la medida de lo posible —y de lo sensato— se libera del yugo cronológico tradicional. Para Rothschuh no hay, por ejemplo, una «medicina del Barroco», sino varias, en la medida en que en dicho marco historiográfico conviven una «medicina empírica» —Sydenham—, una «patología de las cualidades», humoralista a su modo —Daniel Sennert, Robert Boyle, Boerhaave—, una «iatromecánica» y una «iatroquímica» —no parece necesario mencionar nombre alguno en ambos casos—, una incipiente «iatromorfología» —Baglivi— y desde luego cuanta medicina «sobrenaturalista» pueda desearse. Y lo que puede decirse del Barroco puede aplicarse también, en medida variable —quizá muy inferior, pero no nula, en el presente—, a cualquier otro período. A mi juicio la aportación más valiosa de este modelo a la historia y la filosofía de la medicina consiste en hacernos cobrar conciencia de un hecho, la coexistencia de diversos sistemas médicos en un momento dado, que pone de relieve la innegable importancia de factores psicológicos tanto individuales como colectivos en la génesis y en la pervivencia de las diferentes construcciones teóricas en medicina; factores que atañen tanto al científico —en sentido lato o estricto— como al paciente que recurre a sus servicios. En tal medida es antropológico, en el sentido lainiano del término, el abordaje de Rothschuh; no en vano ambos fueron contemporáneos y compartieron un ambiente intelectual que continúa suscitando admiración y nostalgia. El planteamiento de Paul Ulrich Unschuld (nacido en 1943) es muy diferente pero, como veremos, no tiene nada que envidiar, en cuanto a capacidad analítica y poder de sugestión, al precedente. El título del texto aquí reseñado no puede ser más explícito: ¿Qué es medicina? Incluso cabría pensar que es demasiado ambicioso, si no fuera porque, efectivamente, el autor da una respuesta muy clara a tal interrogación en las páginas de su libro. En cuanto al subtítulo, que también tiene Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 293-298, ISSN: 0210-4466 295 LIBROS mucho que ver con las estrategia de la obra, y no sólo con ella, se entiende mejor, como en el caso precedente, si no se pierde de vista la formación de su autor: especialista en historia de la medicina china. Su abordaje, pues, a la pregunta fundamental se realizará por dos vías: las que representan las historias de ambas medicinas, oriental y occidental. ¿Habrá también dos respuestas? Pronto disipará el autor esta sospecha: «Frecuentemente oímos decir que la medicina occidental y la china son ‘alternativas’, o que a causa de su diferente naturaleza son ‘complementarias’ entre si. Es preciso poner en cuestión la veracidad de estas afirmaciones». Toda una declaración de principios, pues resulta evidente que, en lo concreto, ambas medicinas son tan poco miscibles como el aceite y el agua. Pero no es lo concreto lo que interesa a la pregunta sobre qué es medicina. La respuesta de Unschuld, que puede, legítimamente, no sonar bien a todos los oídos, es que sólo puede llamarse medicina al sistema de interpretación del cuerpo, sus enfermedades y su curación basado rigurosamente en leyes, que se supone, además, que son las que gobiernan la naturaleza en su conjunto, y más aún, que son «naturales» en sí mismas. La medicina mesopotámica, por poner un ejemplo, no se ajusta a este criterio; en cambio, la medicina china clásica y los sucesivos sistemas médicos de occidente —unos más que otros— se someten voluntariamente a él. Que, en lo factual, la medicina china tenga relativamente pocos puntos de contacto con, por ejemplo, la hipocrática, o la basada en el modelo experimental acuñado en Europa en el siglo XIX, tiene escaso valor al lado de lo esencial: lo que los creadores de ambos sistemas han querido es someter su inteligencia a unas leyes con presumible valor universal centradas en la dinámica natural. Por otra parte, si nos permitiéramos la debilidad de centrarnos en los hechos, tampoco la hipocrática sería medicina en comparación con la desarrollada en Europa y América en los dos últimos siglos. Como puede verse la pregunta de Unschuld es fundamentalmente filosófica, si bien, como siempre han hecho los más sensatos —pienso, cómo no, en Georges Canguilhem— para darle la respuesta más atinada se apoyará fundamentalmente en la historia, y sin duda es su condición de sinólogo lo que le puso en la pista que seguirá a lo largo de su texto. Una pista que arranca de un tema bien conocido por los historiadores de la medicina pero que nunca, que yo sepa, se había planteado como clave hermenéutica aplicable a las sucesivas reformas y/o revoluciones del pensamiento médico: la analogía entre el sistema social, y más explícitamente político, de una cultura y la imagen del cuerpo humano. Como acabo de señalar parece que Unschuld encuentra el cabo del hilo que seguirá a lo largo del libro en el origen de la medicina china, que coincide con el primer imperio surgido del período significativamente llamado «de los reinos combatientes»: una larga y trágica etapa de guerra civil que se clausuró gracias a la asunción de la filosofía confuciana por el nuevo régimen político, cuya principal tarea consistió en garantizar la correcta «homeostais» de tan enorme territorio mediante un sistema basado en el flujo de mercancías, información y normas comunes a través de los correspondientes canales de comunicación; algo que caracteriza también el nuevo modelo de medicina que para nosotros ha llegado a ser identificado como «medicina china clásica». Entre los historiadores de la medicina occidental era bien conocida, y desde hace mucho tiempo, la significación de la analogía entre macrocosmos y microcosmos para la medicina clásica griega, y la no menos importante que asocia la salud del cuerpo al sistema político —monarkhía frente a isonomía— en la clásica formulación de los conceptos de salud y enfermedad de Alcmeón. También era de sobra conocida la relación entre las ideas políticas de Rudolf Virchow y su concepción del organismo como una Zellrepublik; pero, hasta donde yo sé, nadie había llegado a postular que este modo de pensar, cuyo origen tiene mucho más que ver con lo inconsciente —o al menos con lo impensado, como diría Foucault— que con un propósito deliberado, tuviese un valor tan determinante en el nacimiento de un nuevo modelo de medicina. Unschuld rastrea los capítulos más importantes en la historia de la medicina occidental —siempre sobre el telón de fondo de la china— para intentar demostrar que en todos los casos la novedad —y la singularidad absoluta o relativa— de un modelo político y de relaciones sociales está en la base de una nueva propuesta de comprender, siempre con arreglo a leyes universales, las dinámicas del cuerpo en la salud y en la enferme- 296 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 293-298, ISSN: 0210-4466 ENSAYO-RESEÑA dad. Así encuentra, por ejemplo, una explicación a las novedades aportadas a la medicina por William Harvey en su condición de inglés en un período turbulento: la medicina harveyana, incluyendo en ella su descubrimiento de la circulación mayor, sería el resultado de esa peculiaridad política inglesa que representa la Carta Magna. No puedo, por razones obvias, entrar en el detalle de las explicaciones de Unschuld, pero quien tenga la paciencia —no hace falta mucha— de leerlas coincidirá, creo yo, conmigo en que resultan convincentes y enormemente sugerentes. Una consecuencia importante de este planteamiento es que su autor niega —como por otra parte vengo haciéndolo yo mismo desde hace bastante tiempo— la validez del modelo de las revoluciones científicas de Thomas S. Kuhn para la comprensión de los cambios experimentados por las teorías médicas a lo largo de la historia. Sin formularla explícitamente tal parece ser también la opinión de Rothschuh, en vista de su convicción de que los nuevos sistemas coexisten durante mucho tiempo con los antiguos. En este punto hay que apelar de nuevo a la psicología y recordar que en las hoy llamadas «ciencias de la salud» lo que interesa esencialmente al usuario de las mismas, y en medida sólo algo menor a su cultor, no es tanto la ciencia cuanto la salud. La medicina, como demuestra su historia, casi nunca ha sido científica de pleno derecho —no lo es hoy al cien por cien, sobre todo si la ciencia de la que hablamos es la experimental— lo que no ha impedido que mejor o peor cumpliera su función. Esta sería probablemente la conclusión más decisiva del abordaje de Rothschuh. En cuanto al de Unschuld, la fundamental sería que en medicina se llega a la ciencia —cuando se llega— por un camino eminentemente subjetivo, que tiene que ver sobre todo con la necesidad de seguridad, de ajuste con la realidad circundante —con las condiciones de vida colectivas—; un camino que, a diferencia de lo propuesto por la historia de la medicina basada en los grandes hombres y en el genio individual, toma como referencia el genio colectivo —lo que Herder o Schiller llamarían el genio de la época— entendido en el sentido menos grandilocuente del término, pues estaría orientado por la humanísima necesidad de paz, de concordia, de tranquilidad. Sí, es cierto: al final la historia y la psicología se dan la mano, y dejan para la orgullosa ciencia un lugar más humilde del que a ésta le gustaría. Se me vienen a las mientes, como no podría ser de otra manera, las ideas de dos maestros alemanes que, por razones obvias, podrían estar en la base del pensamiento de los autores analizados: Kant, en primer lugar, por su formulación de la condición inevitablemente apriorística de nuestros abordajes a la realidad, y Jung con su caracterización de tipos psicológicos que permitirían entender, por un lado, el radical condicionamiento psicológico de cada decisión y actitud humana, y por otro la coexistencia en una misma situación histórica de respuestas diferentes y a menudo antitéticas. No todos estamos en condiciones de abordar proyectos de este fuste; pero creo que quien haya tenido la paciencia de seguirme a lo largo de estas páginas se habrá sentido interesado por saber más; por leer, si tiene ocasión, ambas obras para penetrar en su detalle. Hace falta mucha madurez para plantearse una tarea semejante, y se necesita además esa chispa inexplicable que permite intuir, en un momento dado, un sentido común allá donde sólo parecía haber una sucesión de hechos a menudo dispares. Pero que no decaiga al menos nuestra capacidad de asombro, y que sepamos reconocer que reflexiones de esta índole tienen, a no dudarlo, una repercusión práctica que va mucho más allá de lo cotidiano. No dejemos, en suma, de preguntarnos con Unschuld qué es medicina y de reconocer, con él y con Rothschuh, que esa es una falsa pregunta, pues el espíritu de la medicina es el de Heráclito, o el de otro maestro alemán, Nietzsche: no el del ser, sino el del devenir. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 293-298, ISSN: 0210-4466 297 Asclepio. Revista de Historia de la Medicina y de la Ciencia, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, págs. 299-308, ISSN: 0210-4466 RESEÑAS SOLÍS, Carlos, La medicina magnética. Del Ungüento Armario al Polvo Simpático de Kenelm Digby, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 2011, 361 pp. [ISBN 97884-375-0643-2] Carlos Solís es un excelente y peculiar filósofo de la ciencia, interesado por el cambio científico. Primero se formó en las teorías que tras Kuhn evidenciaban la veloz carrera de la ciencia moderna, luego hizo un gran hincapié en la íntima relación entre historia y filosofía de la ciencia. Ha transitado por los grandes nombres de la física, así Kepler, Galileo o Newton, también ha sido un excelente profesor, como muestra la Historia de la ciencia escrita junto a Manuel Sellés (Editorial Espasa Calpe, Madrid, 2005). Siempre ha sido un escritor interesado en el estilo, que plasma muy bien en su acercamiento a la biografía y en su vena irónica que tal vez aprendió en Norteamérica. Muestra siempre una gran erudición y una inteligente lectura de las fuentes. Nos presenta ahora la obra de un curioso y olvidado personaje barroco, muy barroco como fue Kenelm Digby. Noble católico, tuvo una vida variada y atractiva: libertino y pendenciero, eremita y místico, científico y alquimista, católico y protestante, espía, corsario o político. Un individuo tan extraño como atractivo, que sin embargo fue respetado científicamente e incluso amigo de Descartes y otros sabios de prestigio. Esto hace reflexionar a autor y lector, sobre la pervivencia de ciertos personajes, famosos en su época y hoy desconocidos. Nos adentra en el problema de una intelección más generosa de la revolución científica, en la que caben actores y saberes muy diversos. Hay sabios que lo fueron en su época y hoy se consideran inútiles, mientras otros entonces desconocidos son hoy aclamados por sus imprescindibles aportaciones al saber. También hay «ciencias» muy estimadas siglos atrás y hoy consideradas casi patrañas y otras que eran entonces despreciadas y son hoy admiradas. Las revoluciones de la ciencia moderna no son nada sencillas, y los caminos de las ciencias son complejos. Tal es la gran lección que podemos extraer de los trabajos de Carlos Solís. El caso que nos es ahora presentado tiene un gran interés, un sabio apreciado en el siglo XVII y hoy desconocido. Fue un estudioso que se interesó por la filosofía y la historia naturales, la química, la medicina y la farmacia. Su escrito Two Treatises fue una presentación de las ideas de la época sobre materia y alma, en que desde un aristotelismo de base introducía novedades atomísticas y mecanicistas. Pero fue también reconocido por un tratamiento de heridas a distancia que se apoyaba en viejas fórmulas y en la creencia en la acción a distancia, que el magnetismo parecía apoyar. Sus escritos permiten conocer la importancia del pensamiento de Paracelso en la evolución de la química y la farmacia modernas. Propone un tratamiento sin duda absurdo, pues consideraba que el remedio podía aplicarse a la sangre de la víctima o al arma del agresor, que permite sin embargo curaciones tal vez debidas a que la herida solamente soportaba vendajes limpios y no terribles medicamentos heredados de la farmacia galénica. Nos ofrece el autor una edición de uno de sus escritos, procedente de una intervención en 1657 en una academia de Montpellier. El título es Discurso sobre la curación de las heridas mediante el polvo simpático. Sin duda la intelección renacentista de un mundo armonioso y relacionado es heredera del platonismo y hermetismo de Marsilio Ficino y sus seguidores, con influencia en estudiosos de la me- 299 RESEÑAS dicina como Paracelso, della Porta o Bacon. El microcosmos y el macrocosmos se relacionan y se influyen. No es extraña entonces la creencia en remedios que actúan a larga distancia. En su escrito aplica también sus saberes al tarantismo, así como a los antojos de las mujeres. Refiere el caso de la madre manchada con unas moras, cuya hija tenía verrugas con esta forma. Es interesante que un caso semejante es recogido por Feijoo, quien lo atribuye a Daniel Sennert. Pedro Laín (Historia de la Medicina, Barcelona, Salvat Editores, 1978, p. 327) considera a éste como una síntesis entre galenismo, paracelsismo y atomismo. Médico de prestigio, no acataba esas curaciones propuestas por Digby. También el benedictino habla de un caballero de Marchena de familia blanca, que es negro y con pelo ensortijado, porque su madre se fijó en un cuadro de los reyes magos. Desde luego sus hijos son mulatos. Tras tantos estudios sobre historia de la física, nos presenta ahora Solís un tratado de medicina. Sea bien venido al terreno médico, pues muestra bien que la medicina es un campo más en el terreno de la historia de las ciencias. Comprender la medicina dentro del mundo de las ciencias, es algo que muchos hemos pretendido por décadas. Pedro Laín recordaba la justificación de Laplace a Napoleón por haber incluido médicos en la Academia de Ciencias, es conveniente que se sienten entre sabios científicos. Pues bien, sea bienvenida esta invitación a sentarse entre los médicos y sabios a este personaje tan atrabiliario y divertido como erudito y estimado por sus contemporáneos. La habitual maestría y el inteligente estilo de Carlos Solís quedan una vez más patentes. José Luis PESET IH, CCHS, CSIC VV. AA., Historia de la Medicina en Colombia, 2 vols., Bogotá, Tecnoquímicas, Grupo Editorial Norma, 2008, 259 pp. [ISBN Tomo I: 978-958-45-0437-1] y 303 pp. [ISBN Tomo II: 978-958-45-1416-5] El Grupo de Historia de la Medicina y de la Salud se creó en 1995 bajo la dirección de Emilio Quevedo, quien ahora encabeza un selecto equipo de investigación para llevar adelante un riguroso proyecto de historia de la medicina colombiana. Se trata de una magnífica empresa que sabe aunar el estudio y la erudición con una cuidada y hermosa labor editorial, en que participan además Tecnoquímicas y Editorial Norma. Presentan dos volúmenes, el primero hasta 1782 (Prácticas médicas en conflicto 1492-1782) y el segundo hasta 1865 (De la medicina ilustrada a la medicina anatomoclínica 1782-1865). El primero comienza con el encuentro de dos culturas y dos medicinas en 1492 y termina con el enfrentamiento con la epidemia de viruela de 1782, expresión del desarrollo científico ilustrado. Se presenta la interacción de las medicinas indígena, negra y colonial mostrando una aproximación incluso más rica que la ofrecida por los autores, centrada en la medicina oficial. Se ocupan de enfermedades y enfermos, remedios, instituciones y profesionales, desde el chamán, los brujos, orishas y demonios hasta las yerbateras y hechiceras, desde el cirujano y sangrador, hasta el boticario y el médico. Las medicinas del conquistador, de las ciudades y de los gobiernos son presentadas. El protomedicato, las reformas de la medicina y el comienzo de las aulas médicas pasan por sus páginas. El segundo volumen termina con el cierre de la enseñanza en el Colegio de Rosario, cuando ha fructificado la medicina anatomoclínica de origen francés. En él nos muestra la llegada a Nueva Granada de la Ilustración europea y cómo se plasma en el saber y las prácticas de la medicina, así en la lucha contra las enfermedades epidémicas, en especial las viruelas. La enseñanza, la higiene, 300 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 RESEÑAS los hospitales, las publicaciones se van modelando primero por los ilustrados españoles y criollos, luego se convertirán en base esencial de la formación de la nación colombiana. Personajes como Mutis, Caldas o Zea son esenciales en estos cambios. Luego surge una universidad nueva, la ciencia francesa triunfa preparando un saber propio colombiano, mientras los médicos se enfrentan a nuevas situaciones tanto sociales y políticas, como enfermedades y crisis múltiples. Novedades como las epidemias de cólera o las discusiones sobre el método anatomoclínico constituyen la nueva medicina colombiana. El tomo tercero debe iniciarse con la puesta en pie de la escuela privada de medicina que dos años más tarde será la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia. Termina con la creación de las principales instituciones de la seguridad social colombiana y el Ministerio de Higiene entre 1945 y 1946. El cuarto será historia del presente pues llegará al siglo XXI, se centrará en la influencia de la medicina norteamericana y en la socialización de la medicina, en su continuo enfrentamiento con el mercado. También dedicarán unas páginas a la prospectiva y, en fin, un tomo será biográfico, el quinto. Se dirige la obra en primer lugar, como es lógico, a los médicos y a los pacientes, luego a quienes quieren comprender la sociedad, también la ofrecen para lectura y conocimiento. «Se trata, pues, de dar cuenta de la manera como la medicina moderna, científica y universitaria se ha desarrollado en Colombia, desde cuando ella se articulaba a las estrategias de construcción de una colonia española en este territorio hasta su situación actual en la compleja realidad nacional contemporánea» (I, xxii). Han tenido en cuenta las concepciones sociológicas de las profesiones, en este caso la médica. ¿Qué sentido tienen estas historias nacionales? Podemos recordar entre nosotros a Luis S. Granjel, quien tanto hizo por historiar la medicina española. Su Departamento en la Universidad de Salamanca tenía una biblioteca espléndida orientada a este fin y unos magníficos ficheros en los que incluso «el Palau» estaba recogido. También a José María López Piñero y su insistencia en el estudio de figuras menores y de la historia de la medicina y la ciencia españolas. Desde luego sirven para hacer justicia a muchos sabios —médicos y científicos— que de otra manera no figurarían en las historias universales. Además con ellas podemos entender mejor la ciencia, pues son un laboratorio que permite considerar factores que las historias internas de la medicina desprecian. Me refiero a factores sociales, económicos e incluso geográficos, antropológicos o culturales, incluidos los religiosos. Y desde luego tienen en cuenta aspectos nacionales esenciales para entender la ciencia. Con todas las reservas acerca de los nacionalismos, es indudable que las distintas naciones —sus gobiernos y súbditos— han condicionado la forma de hacer ciencia en cada país. Y Colombia no es excepción. Sean los primeros habitantes, sean los españoles, los negros o los criollos, más tarde los colombianos, sean los gobiernos monárquicos o republicanos, ellos han decidido sobre la medicina y la ciencia que querían —y podían— disfrutar. Dejan bien sentado que se consideran escritores de historia social de la medicina. «Se trata, además, de una historia social de la medicina. Esto significa una cierta visión, tanto de la medicina como de la historia. Las particularidades de la medicina, ya mencionadas, dependen de la configuración concreta de las sociedades en las que actúa, en el marco de relaciones globales ineludibles, para nuestro caso, desde hace más de quinientos años» (I, xxii-xxiii). Señalaría el lugar de los individuos en el mar de voluntades que los supera en medio de la interdependencia, de la «figuración humana» de Norbert Elias. Pretenden huir de la ideología del progreso y de la visión teleológica del proceso humano, de esa buscada luz al fin del túnel. Tiene su trabajo que ser además interdisciplinar, abarcando otras ciencias sociales y humanas. Sin duda, y también otras ciencias pues la medicina es una más y no se puede entender sin conocer el camino seguido por sus compañeras a lo largo de los siglos. Matemáticas, física, historia natural o química son integrantes importantes del quehacer médico, incluso desde el Renacimiento. Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 301 RESEÑAS No dejan de mirar atrás como historiadores, hacia su propio camino recorrido. «Esta tarea se inició en la Escuela Colombiana de Medicina, hoy Universidad El Bosque, en 1983, pasando por el seno mismo de Colciencias y del Instituto Nacional de Salud, hasta establecerse, en 1995, en el Centro de Historia de la Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. En el trabajo colectivo, este grupo de investigación, hoy llamado Grupo de Historia de la Medicina y de la Salud, ha insistido en la posibilidad de comprender la historicidad intrínseca de la medicina y la salud, pero siempre en su articulación con las estructuras más amplias de la sociedad y la cultura». Pude ser testigo del trabajo de este grupo en sus primeros tiempos, comprobando que suponían una auténtica revolución en la comprensión y la enseñanza de la medicina. Jóvenes entonces, muestran hoy un trabajo discutido, madurado y enriquecido. Sigue siendo «un trabajo de construcción colectiva: muchos ojos, muchas mentes, muchas manos y una sola historia» (I, xxiii). José Luis PESET IH, CCHS, CSIC GUILLEM-LLOBAT, Ximo, De la cuina a la fàbrica. L’aliment industrial i el frau. El cas valencià en el context internacional (1850-1936), Alacant, Publicacions de la Universitat d’Alacant, 2009, 158 pp. [ISBN: 8479084499 ISBN-13: 9788479084493] Una de las principales características de la monografía de Ximo Guillem es el indudable interés que puede suscitar entre las diversas áreas y campos disciplinares que se ocupan de la historia de la alimentación. Se trata de una circunstancia que viene explicada por los presupuestos historiográficos y metodológicos que ha utilizado el autor en su trabajo. Su texto es un claro ejemplo de la aproximación pluridisciplinar que caracteriza a los food studies. Además, el autor, al explicar el para qué de su investigación, aporta reflexiones muy valiosas que ayudan a entender la configuración de la actual cadena alimentaria, las limitaciones de su organización, e incluso los sistemas alternativos que la pudieron o la pueden sustituir. El trabajo cuenta con una acertada selección de fuentes primarias y de archivo, junto con un aparato crítico que ayuda a contextualizar los resultados y alcanzar los objetivos de un trabajo de investigación que reúne también la condición de texto docente. La monografía se divide en dos partes. En la primera se analizan los principales cambios experimentados por la cadena alimentaria en el marco de la Europa industrial de las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX. Así mismo, a partir de lo ocurrido en el contexto europeo, se aborda el caso valenciano desde la perspectiva centro/periferia y se subrayan las principales diferencias y coincidencias. En la segunda parte del trabajo, con un esquema similar en cuanto al contexto europeo y valenciano, el autor nos aporta una visión crítica del problema del creciente fraude alimentario que acompañó el desarrollo tecnológico y la transformación que vivió la cadena alimentaria en el período considerado. De acuerdo con los planteamientos historiográficos y metodológicos que hemos indicado, los cambios que afectaron a la producción, distribución y comercialización de los alimentos, son analizados desde la complejidad de los factores tecnológicos, científicos, económicos, demográficos, políticos, sociológicos y culturales que los determinaron. El procesado de los alimentos y su incorporación a lo que se conoce como factory system, representa, a juicio del autor, una de las principales novedades que marcó el paso de la cocina doméstica y el taller artesanal a la fábrica. Fue en aquel contexto de producción industrial donde se sitúa la aparición de nuevos alimentos como la leche condensada, la margarina o los cereales precocinados, o el desarrollo de formas nuevas de procesar los alimentos tradicionales. En realidad, como se 302 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 RESEÑAS recoge en la monografía, la cadena alimentaria experimentó una expansión sin precedentes, tanto en el territorio como en relación con el número de etapas que incluía: aumento de las distancias recorridas por el alimento desde su producción primaria hasta su consumo, aumento del número de intermediarios por los que pasaba el alimento, y una nueva relación entre el consumidor y el alimento. Los porqués de las razones de todos aquellos cambios aparecen analizados, tanto para el ámbito europeo como valenciano, en el primero de los capítulos: desde la importancia que tuvieron los procesos de urbanización y de crecimiento poblacional, a la emergencia de nuevas potencias agroalimentarias como Estados Unidos, Argentina o Australia y la presión que ejercieron sobre los mercados, pasando por las necesidades alimentarias de sectores como el ejército o la navegación, o la influencia que empezaba a mostrar la progresiva incorporación de la mujer al trabajo extra doméstico. El segundo de los capítulos está dedicado a analizar la influencia de las innovaciones tecnológicas en el surgimiento de una nueva organización de la producción de alimentos, así como su papel en la transformación de la dieta y los hábitos alimentarios de una parte importante de la población europea. Junto a la importancia que tuvieron los nuevos métodos de conservación de alimentos, la creciente mecanización de su procesado, o la mejora de los transportes en lo relativo a su distribución; en el trabajo se dedica un atención especial a la industrialización de la producción de los derivados lácteos y a los nuevos alimentos industriales, como la margarina o los extractos de carne. Pero, como indica el autor, aquel proceso de industrialización e innovación tecnológica también influyó sobre procesos tan antiguos como la operación de molido de los cereales y sobre la producción de productos tradicionales como el aceite, los licores o el chocolate. Además de recordar, que la progresiva aceptación del uso de toda clase de aditivos químicos, fue otra de las características de una industrialización marcada por el importante grado de involucración que tuvo la investigación científica en el ámbito de la alimentación. El caso de la sociedad valenciana resulta un buen ejemplo de la diversidad de situaciones de adaptación que acompañaron la emergencia del nuevo sistema de producción y consumo. La industria alimentaria valenciana no estuvo ligada al desarrollo de nuevos alimentos, sino más bien a una forma diferente de procesar los tradicionales y a su capacidad para introducirlos en los mercados internacionales. Los cambios en la dieta de los valencianos estuvieron relacionados, sobre todo, con la procedencia de los alimentos. La primera parte del libro concluye con un capítulo dedicado a analizar las novedades que mostró la comercialización alimentaria. Además de la aparición de nuevas fórmulas y sistemas de distribución y venta, la principal novedad residía, junto al incremento del número de intermediarios, en que el comerciante ya no tenía necesariamente una vinculación directa con la producción del alimento. Todas aquellas novedades revolucionaron la forma de consumo, pero condicionaron también la calidad de los alimentos, al propiciar prácticas de adulteración que buscaban un mayor beneficio. La expansión de la cadena alimentaria, como también la mecanización de la producción, generaron nuevos problemas relacionados con la calidad de los alimentos, y entre ellos destacó el aumento del fraude alimentario que es el objeto de análisis de la segunda parte de la monografía. El sexto de los capítulos nos ofrece un exhaustivo análisis del proceso de emergencia del fraude alimentario en la Europa industrial del siglo XIX y las primeras décadas del XX. La baja calidad de los alimentos y en particular su adulteración, acabaron por adquirir, en cierto modo, la condición de intolerables. El autor destaca la influencia que tuvieron en el ámbito europeo las iniciativas británicas de denuncia, prevención y control de la adulteración de alimentos. Tras recordar el origen de los problemas que mermaban la calidad de los mismos y su relación con los cambios experimentados en la cadena alimentaria, se ocupa de la evolución y de los principales tipos de adulteración, de la magnitud que alcanzó y de los alimentos que se vieron más afectados. El capítulo se completa con dos apartados dedicados a analizar, por un lado, aquellos otros factores, que más allá de las prácticas fraudulentas, pueden contribuir a deteriorar la calidad de los alimentos y que experimentaron transformaciones importantes durante el período considerado. La cuestión de las intoxicaciones Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 303 RESEÑAS e infecciones alimentarias y su prevención y control cobraron una creciente importancia, sobre todo tras el avance de los conocimientos bacteriológicos y químicos. En el segundo de los apartados, se ofrecen una serie de reflexiones sobre el diferente impacto que tuvo el fraude alimentario, en función del medio (rural o urbano, y dentro de éste las condiciones higiénicas de los barrios o distritos), el clima, la clase social de los consumidores, la procedencia del producto, o la forma en que se procesaban y elaboraban los alimentos El penúltimo de los capítulos analiza, como estudio de caso, el fraude alimentario en el contexto valenciano. A partir, sobre todo, de los datos proporcionados por las topografías médicas, aporta una panorámica sobre los principales problemas de adulteración y alteración de alimentos que se dieron tanto en el ámbito urbano, con la ciudad de Valencia como referente, como en el rural, la magnitud que alcanzó el problema de la falta de calidad de los alimentos y el tipo de adulteraciones practicadas. La monografía se completa con un capítulo y un apéndice destinados a analizar la percepción y la evolución del concepto de fraude alimentario y las dificultades que comportaba la estimación de su magnitud. Aunque la percepción popular del peligro del fraude fue incrementándose con el paso del tiempo, gracias a las denuncias provenientes, sobre todo, del ámbito médico y científico, la sensación de peligro mostró una importante diversificación socioeconómica. Pero en la toma de conciencia del problema que suponía el fraude alimentario también influyó su evolución conceptual. En el período cronológico que abarca la monografía, la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, el concepto de alimento puro mostró varios cambios y fue evolucionando hacía una conceptualización más laxa que coincidió con el debate que suscitó el uso de aditivos alimentarios como los colorantes y conservantes, o la introducción de estrategias de regulación como las que comportaban la estandarización del alimento y el etiquetaje. Pero, como muy acertadamente señala el autor y demuestra con el ejemplo de la regulación de alimentos en tierras valencianas, el control de la calidad de cada alimento fue resultado de un proceso de negociación entre diversos agentes sociales (médicos, químicos, políticos, productores y, en menor medida, consumidores), donde influyeron además de consideraciones de naturaleza sanitaria, elementos de carácter económico, político y cultural. Nos encontramos, por tanto, ante una monografía de lectura plural, de gran interés para los investigadores que desde diferentes miradas disciplinares se interesan por la historia de la alimentación, pero también muy recomendable como texto docente, al explicar, de manera didáctica y crítica, las bases de nuestro actual sistema de producción y consumo de alimentos, y ayudar a entender el papel que ejercieron los cambios de la cadena alimentaria, en las transiciones alimentarias y nutricionales que experimentaron las poblaciones europeo-occidentales durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Josep BERNABEU-MESTRE Universidad de Alicante PIMENTEL, J., El Rinoceronte y el megaterio: un ensayo de morfología histórica, Madrid, Abada Editores, 2010, 316 pp., [ISBN: 978-84-96775-67-1] Es gratificante leer un libro de Juan Pimentel. Su prosa destaca en nuestra comunidad de historiadores españoles de la ciencia. El texto que se reseña, una obra reflexionada y trabajada, es un ensayo en absoluto provocativo, más bien interesante, inteligente y atractivo. 304 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 RESEÑAS En principio no parece fácil ver, encontrar, comprender, una relación entre dos historias a priori tan diferentes, por lo que de primeras el nexo podría pensarse como un tanto forzado. Por un lado, la historia de un animal que forma parte de la biodiversidad actual, ambientada en el siglo XVI, que, exótico para los europeos, llegó desde levante a la península ofrecido como un presente zoológico real, continuando como regalo, sin arribar, a la Roma papal. Por otro, el hallazgo y discusión científica sobre un fósil, en concreto unos restos óseos pertenecientes a un mamífero extinguido, reclamado, exigido y, en consecuencia, enviado desde poniente a finales del siglo XVIII al Real Gabinete de Historia Natural de la metrópoli colonial, lo que dio lugar a un debate paleontológico y corroboró la existencia de especies extinguidas, realidad que cuestionaba el principio de plenitud de la creación/biodiversidad divina. Pero estos dos animales, el rinoceronte y el megaterio, «antes imaginados que vistos», son presentados conjuntamente al lector, reivindicando Pimentel el papel de la imaginación, frente a la «memoria histórica», en la confección de hechos científicos e históricos a través de un mecanismo, la analogía. El subtítulo, un ensayo de morfología histórica, señala la fórmula para la síntesis y el camino del discurso. Al autor no se le escapa la debilidad de la fórmula elegida, citando a F. Egmond y P. Mason (The Mammoth and the Mouse. Microhistory and Morphology), quienes señalan que en este tipo de investigación «los fenómenos comparados pueden revelarse dispares, heterogéneos, inconmensurables». En cualquier caso, y respondiendo a la pregunta del autor sobre la legitimidad de la analogía que plantea, hay que responder que sí lo es. Al menos para este caso concreto, aunque siempre pueda discutirse si es extrapolable de una manera general. Pero razones, argumentos y retórica construyen en este ensayo un discurso bien articulado y con una fuerte capacidad de persuasión. Y eso a pesar de las lógicas dificultades de encontrar analogías entre objetos de estudio de diferentes disciplinas biológicas y contextos históricos distintos y distantes. Como señala Pimentel, el rinoceronte y el megaterio son dos objetos orgánicos (el segundo lo fue en el pasado), pero cargados como materia inerte en los barcos en que fueron enviados a Europa, y ambos nacidos en los confines de imperios coloniales. Uno llegó a Lisboa desde el presente, el rinoceronte, hoy en día aún con representantes, pocos, pero en claro peligro de extinción debido a la caza furtiva: a su cuerno, objeto de deseo histórico en las farmacopeas, ahora incluso se le atribuye capacidad curativa del cáncer. El otro llegó desde el pasado, desde un mundo antiguo que ya no existía, el megaterio, fósil o subfósil para algunos, ya que se extinguió hace sólo unos pocos miles de años debido a cambios bruscos climáticos, no pudo adaptarse a las nuevas condiciones, o, quizás, no se sabe a ciencia cierta, por la acción del género humano, como plantean otros. En cualquier caso, ambos presentes exóticos destinados a las colecciones reales o papales, que incrementaban el deseo de conocimiento y curiosidad y que reflejaban los amplios límites de la obra de la creación. La historia del primero de ellos, no es para menos, ha sido argumento de una novela, ya lo indica Pimentel, El rinoceronte del Papa. Por su parte, creo que el segundo merecería asimismo una novela, «El megaterio del rey», que reflejara, entre otras cosas, el interés, y desconocimiento, de la monarquía española cuando, tras el descubrimiento del mamífero fósil cerca de Buenos Aires, desde la metrópolis se demandó al Virrey que hiciera llegar al Real Gabinete de Su Majestad en Madrid, un representante vivo, aunque fuese pequeño, o en su defecto muerto, pero bien conservado, relleno de paja y extremando las precauciones de su traslado trasatlántico. La primera historia, «El paquidermo armado», está dividido en tres capítulos: Itinerario, Palabras y Grabado. La segunda, «Un extraño cadáver», otros tres: Quimera, Huesos, Fósil. Y el epílogo, Vidas circulares. Respecto a este último apartado, hay que recordar la carga de eternidad que tienen las líneas circulares, no hay principio ni final, o, considerando desde otra perspectiva, que un círculo puede trazarse iniciándolo en un punto y cerrarlo volviendo a él. Pero las dos historias, los dos discursos paralelos en los que se investiga el doble trabajo de la ciencia y el arte con el rinoceronte y el megaterio, aunque desiguales y descompensados, están enlazados, muy bien por cierto, Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 305 RESEÑAS mediante analogías que ilustran las respectivas circulaciones de sus protagonistas, animal y fósil. Como la representación constituye un núcleo fundamental para las dos historias, 55 magníficas figuras ilustran y argumentan las analogías de la disertación, especialmente la central, la que Pimentel establece mediante la correspondencia inversa que mantienen rinoceronte y megaterio con relación a la piel, parte externa de la anatomía, y el esqueleto, parte interna En este sentido especialmente impactante es la última figura del libro, que representan los negativos de las imágenes principales del ensayo, la xilografía del rinoceronte de Durero y el grabado del megaterio de Bru y Navarro. En ella se recoge y compara, como el negativo de las anteriores, la figura del esqueleto del rinoceronte de Cuvier y la del megaterio con su piel, obra de Mauricio Antón. Esta última imagen del megaterio, ejemplo de reconstrucción paleontológica, entra de lleno en una actual demanda pública encaminada a la «resurrección» de homínidos fósiles y demás especies extinguidas. Tal vez no sea ajeno a esto el impacto de la película Parque Jurásico. En El Secreto de los fósiles Antón describe, a partir de evidencias científicas y de reflexiones especulativas, el arte de reconstruir animales extinguidos: «técnicas de anatomía, morfología funcional, interpretación de rastros y animación tridimensional por ordenador» se integran para devolver la apariencia perdida de los vertebrados fósiles. Más complicado es resolver cuestiones como el color del pelo o del plumaje, donde es necesario recurrir a la imaginación. En este sentido, invoco la novela The Dechronization of Sam Magruder de G.G. Simpson, uno de los paleontólogos más relevantes del siglo XX, artífice de la articulación de la teoría sintética de la evolución. Sirve como ejemplo de analogía, como la que establece Pimentel en su libro, entre el historiador y el paleontólogo, al tiempo que recuerda que ambos comparten su interés por el pasado. Simpson narra como el protagonista, Sam Magruder, es trasladado en el tiempo, al período Cretácico, durante el curso de un experimento científico. Este Robinson Crusoe del pasado consigue escribir en tablillas de piedra, excavadas en el futuro, un diario que cae en manos del Historiador Universal. En su diario Magruder aporta una sólida contribución para los artistas que restauraban dinosaurios, ya que él, aislado en su «isla cretácica», puede describir in vivo el color de la piel de los dinosaurios. Antón y demás reconstructores paleontológicos estarían agradecidos, si se diera el caso. Para terminar, sólo queda decir que este tipo de estudio, y en concreto este ensayo de Juan Pimentel, aporta una vía de investigación perfectamente integrable en los derroteros que actualmente sigue nuestra disciplina y, cargado de posibilidades, abre un debate sobre modelos y perspectivas para abordar determinadas cuestiones histórico-científicas. El libro está cargado de erudición, solidez intelectual y muy buenas formas profesionales, como no podía ser menos al tratarse de una obra de un competente experto en nuestra área de conocimiento, la historia de la ciencia. Francisco PELAYO Instituto de Historia, CCHS (CSIC) 306 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 RESEÑAS MENDEIROS, José Felipe, Os Azulejos da Universidade de Évora. The Tiles of the University of Evora, Évora, Universidad de Évora, 2002, 221 pp. [DL: PT175368/02] PINA, Madalena Esperança, Traços da Medicina na Azulejaria de Lisboa, Casal de Cambra, Caleidoscópio, 2010, 168 pp. [ISBN: 978-989-658-054-4] Es gratificante leer un libro de Juan Pimentel. Su prosa destaca en nuestra comunidad de historiadores españoles de la ciencia. El texto que se reseña, una obra reflexionada y trabajada, es un ensayo en absoluto provocativo, más bien interesante, inteligente y atractivo. Cualquier visitante en Portugal queda admirado por la riqueza de la azulejería, que reviste y embellece objetos, paredes y fachadas. Todo el Mediterráneo es rico en alfarería y cerámica, con una evidente influencia oriental. Pero la riqueza con que los muros del país vecino son revestidos destaca, mostrando una gran belleza y expresividad. Es evidente que no se trata tan solo de embellecer la arquitectura y la ciudad, sino también una forma muy rica de comunicación. Sin duda convergen en ésta variadas tradiciones, así el empleo de las imágenes en pinturas, esculturas o azulejería para la enseñanza religiosa. Esos interiores o exteriores decorados de las iglesias tenían, junto al gusto por la belleza, la intención de impresionar y adoctrinar a los fieles. Desde luego, en tiempos pasados el analfabetismo privilegiaba esa forma de transmisión de la doctrina, pero se cuidó por el poder de seducir o de aterrar de las imágenes. Así el catolicismo se mantuvo firme en la defensa de las representaciones de los santos y de la divinidad frente a otros cultos monoteístas. No fueron, claro está, los azulejos o las pinturas las únicas formas de transmitir las verdades religiosas, también los grabados, los libros, o las esculturas fueron útiles, siempre asociados a la palabra. La iglesia emplea siempre imágenes de la divinidad o los santos, e incluso de virtudes, pecados, premios o castigos, para aleccionar a los que en ella ingresan y progresan. Tampoco era tan solo la iglesia la que empleaba la imagen, pues el poder y sus vasallos usaron de ella. Las representaciones simbólicas reales o eclesiásticas (o de otras autoridades) estaban por todas partes, los súbditos y fieles las veían con respeto, temor o veneración. Los grabados críticos también fueron frecuentes, así con las facciones eclesiásticas en la Reforma o con los reyes o políticos en época contemporánea. Pero también se empleaban para dirigirse a los poderosos, es evidente que no era fácil llegar a ellos. Andrea Alciato y sus emblemas sirven para transmitir enseñanzas o peticiones, para intentar mejorar el mundo. Así los emblemas de Saavedra Fajardo o bien los de José Celestino Mutis para pedir a la corona española mejoras políticas, económicas o científicas en tierras peninsulares o americanas. A la historia del arte se deben muchas de las ornamentaciones y de los símbolos. Había una verdadera escuela de significados que se canonizó en el libro Iconologia de Cesare Ripa (1593). Y los científicos también han empleado la imagen, para explicar hechos naturales o experimentales, tanto en viejos manuscritos, como en modernos libros o en representaciones digitales cara al futuro. En este terreno los azulejos portugueses también tienen un notable papel, que descubrí en las viejas y hermosas paredes de la Universidad de Évora. Tengo que agradecer el paseo y las explicaciones del Prof. Augusto J.S. Fitas y de la Profª. Maria Fátima Nunes por las aulas del antiguo colegio jesuita. Como representación de la ciencia tienen estos azulejos una gran importancia. Son variados, muy variados los temas, religiosos, orientalistas, bucólicos (campo, pesca y caza), sociales (los retratos de caballeros)… pero muchos tienen que ver con el saber. Los meses, los elementos y las estaciones, los géneros literarios (la fundacional Eneida), la filosofía griega y la natural, la metafísica, la Biblia, la geometría y la astronomía, la física (polvos simpáticos y magnetismo, electricidad, el vacío), la geografía (elementos, estaciones, continentes)… recuerdos clásicos y humanistas, experimentos, instrumentos, fenómenos naturales… Llama la atención la presencia de ese absurdo remedio a distancia que eran los polvos simpáticos, que algunos jesuitas habían Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 307 RESEÑAS combatido como farsa protestante (Carlos Solís, La medicina magnética. Del ungüento armario al polvo simpático de Kenelm Digby, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 2011). Los azulejos nos llevan a los grabados que la ciencia utiliza, sean figuras anatómicas, esquemas matemáticos, experimentos físicos, planos y representaciones, etc... Destaca la figura de Prometeo con el feroz buitre como castigo, representante de la física. Desde luego, muestra bien el clasicismo de estos jesuitas, quienes no toman solo escenas de vida cotidiana o de vida académica y experimentos científicos. Junto a los temas clásicos justificados cuando se habla de literatura, arte o filosofía, llama la atención que se mantengan también éstos en azulejos de contenido científico. Prometeo ha robado el fuego a los dioses, en beneficio de los hombres y debe ser castigado. Así, el buitre representa a Júpiter enojado por esta traición de un semidios. Es el castigo que también la Biblia o san Agustín mantienen para los que se ocupan de temas profanos olvidando los divinos, cayendo en la ignorancia e incluso en la melancolía. El cruel pájaro ahonda en el hipocondrio, pues supone el dolor de la verdad nueva y el olvido de las doctrinas reveladas. Pero el conjunto, muy bien presentado en el libro que comento, publicado por la Universidad de Évora, es un canto al saber y a la ciencia. Sin duda, hay que tener en cuenta algunas de las características de la orden ignaciana, su interés por la ciencia y el clasicismo en primer término. Su apoyo al realismo y a las imágenes, también. San Ignacio y la orden jesuita pronto se decantan hacia la enseñanza y la investigación científica, sea para demostrar a través de la naturaleza las bondades y los poderes divinos, sea para definir una nueva sociedad en la que las clases dominantes tuviesen una cultura adecuada para ejercer su mandato. Los primeros jesuitas pasan por Alcalá y París, pero no son bien recibidos en España a diferencia de la invitación real de Portugal (Marcel Bataillon, Los jesuitas en la España del siglo XVI, ed. Pierre-Antoine Fabre, trad. Marciano Villanueva Salas, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 2010). No es extraño el interés de los jesuitas españoles por fundar una Universidad en Madrid, junto a la corte, como existían en importantes capitales europeas. No se les concede, pero pueden fundar el Colegio Imperial donde por casi dos siglos enseñan ciencia y técnica, humanidades y músicas. Si la corona portuguesa —a diferencia de la española— no crea universidades ni en la península ni en las colonias, ambas dejan a los jesuitas crear colegios a imitación del romano. El de Évora es fundado en 1559 para la formación de caballeros y de clérigos, con frecuencia misioneros, todos ellos presentes en los azulejos. Es restaurada la Universidad en 1973 tras un par de siglos de cierre. Sus paredes son embellecidas en el XVI y en el XVIII por azulejos, éstos con motivos culturales y científicos. Fechados en 1749, recibirían pronto la terrible atención del marqués de Pombal. Son abundantes también los temas médicos que Madalena Esperança Pina encuentra en la azulejería lisboeta. Es lógico en los que reflejan motivos religiosos; sean las obras de caridad o los milagros de santos, tienen repercusión clara en la medicina. También hay otros que tienen la misión de señalar lugares u oficios, que recuerdan el carácter médico de hospitales o aulas, incluso de acontecimientos. Destaca ese mono diablillo con lentes, en el barrio de Graça de Lisboa, burla del significado social de ese instrumento. La autora, tras proporcionar información sobre la historia de la medicina y de la azulejería, presenta los que muestran la higiene y la asistencia médica, los cinco sentidos, la muerte y la religión (Biblia y santos), la patología y la terapéutica. En fin, los que recuerdan las memorias médicas de la marina portuguesa, el XV Congreso Internacional de 1906, o bien la Sala dos Passos Perdidos da Faculdade de Ciências Médicas. Buena bibliografía completa el libro, con bellas ilustraciones también. José Luis PESET IH, CCHS, CSIC 308 Asclepio, 2011, vol. LXIII, nº 1, enero-junio, 299-308, ISSN: 0210-4466 NORMAS PARA LA PUBLICACIÓN DE ORIGINALES Asclepio admite para su publicación trabajos originales relacionados directa o indirectamente con la historia de la medicina y de las ciencias y la antropología médica. 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Los trabajos deberán presentarse en soporte disquete para sistemas compatibles, acompañados de dos copias en papel; también puede ser enviado al e-mail: [email protected]. Se recomienda no sobrepasar las 8.500 palabras. Deberá constar explícitamente el título del trabajo, el nombre, la dirección, la titulación y el puesto de trabajo de su autor o autores, así como teléfono, fax o e-mail. Deberá acompañarse de un resumen, en torno a 100 palabras, escrito en el idioma original del propio trabajo y su traducción inglesa así como de cinco palabras clave en la lengua original y en inglés. 3. La bibliografía irá en notas a pie de página, ajustándose a las siguientes pautas: — Libros: apellido e inicial del nombre de autor (en mayúsculas), año de publicación (entre paréntesis), título del libro (en cursiva), lugar de edición, editorial, páginas. Ejemplo: PESET, J.L. (1983), Ciencia y marginación. Sobre negros, locos y criminales, Barcelona, Crítica, p. 73. — Capítulos de libro: apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación (entre paréntesis), título del capítulo y a continuación la partícula En seguida del nombre del responsable de la obra colectiva, título del libro (en cursiva), lugar de edición, editorial, número de la primera y última página del capítulo y página de la que procede la cita. Ejemplo: ÁLVAREZ PELÁEZ, R. (1993), La fisiología cerebral y el desarrollo de la psiquiatría en el siglo XIX. En GONZÁLEZ DE PABLO, A. (coord.), Enfermedad, clínica y patología. Estudios sobre el origen y desarrollo de la Medicina contemporánea, Madrid, Ed. Complutense, pp. 315-328. — Artículos de revista: apellido e inicial del nombre del autor, año de publicación (entre paréntesis), título del artículo, nombre de la revista (en cursiva), volumen, número del fascículo (entre paréntesis), primera y última página del artículo, número de la página de la que procede la cita. Ejemplo: ALBARRACÍN. A. (1972), Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX. Asclepio, 24, 323-366. Las pautas referidas hasta aquí, servirán para la primera cita de una obra. Para citas ulteriores se empleará una forma abreviada que incluye solamente el apellido del autor (en mayúsculas), año de publicación (entre paréntesis) y página de donde proviene la cita: Ejemplo: LÓPEZ PIÑERO (1987), p. 14. 4. Las tablas, gráficas o ilustraciones que acompañen al texto deberán ir separadas y claramente identificadas, incluyendo su número de orden (por el que deben ser referidas en el texto), título y fuentes. 5. La publicación de originales no da derecho a remuneración- Los autores recibirán de forma gratuita un CD con el contenido de su trabajo en formato PDF y un ejemplar del fascículo donde aparezca su colaboración. 6. 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Estudios sobre el origen y desarrollo de la Medicina contemporánea, Madrid, Ed. Complutense, pp. 315-328. — Journal articles: the author’s surname, and first name initials; year of publication (between parentheses), article title, journal name (in italics), volume, issue number (between parentheses), first and last pages of article, and page containing the quotation. Example: ALBARRACÍN. A. (1972), Intrusos, charlatanes, secretistas y curanderos. Aproximación sociológica al estudio de la asistencia extracientífica en la España del siglo XIX. Asclepio, 24, 323-366. Guidelines provided thus far will be used for first quotations. Subsequent quotations will use a shortened format including only the author’s surname (in capital letters), year of publication (between parentheses), and page containing the quotation: Ejemplo: LÓPEZ PIÑERO (1987), p. 14. 4. 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ISSN: 0210-4466 Volumen LXiII 2011 Nº 1 Volumen LXIII ESTUDIOS El destierro de lo maravilloso. Hermafroditas y mutantes sexuales en la España de la Ilustración Francisco Vázquez y Richard Cleminson «Des hommes noirs et non pas des nègres»: Piel y raza en el siglo XVIII Paola Martínez Pestan La medicina mental en la novela corta hispana: el caso de Amado Nervo Christian Sperling Francisco Ramírez Vas: prensa y filosofía médicas en el tercer cuarto del siglo XIX Diego Peral Pacheco y José Luis Sánchez Álvarez Para o Estudo da Saúde Conventual no início do século XIX: as boticas Ricardo Pessa de Oliveira La fisiología del logos en Aristóteles José Javier Benéitez Prudencio El movimiento de proyectiles en la mecánica de Diego Hurtado de Mendoza y la nueva dinámica renacentista Virginia Iommi Echeverría La actividad matemática en España durante la Guerra Civil Francisco A. González Redondo Hacia una reinterpretación de la ciencia normal: Kuhn y la física de su tiempo (1940-1951) Juan Vicente Mayoral de Lucas TEXTO Naturaleza a través de la botánica y zoología en la literatura renancentista española: La Celestina Manuel Pardo de Santayana, Antonio García-Villaraco, Mar Rey Bueno y Ramón Morales LIBROS ENSAYO-RESEÑA Una tarea irrenunciable de la historia de la medicina: la reflexión sobre el qué y el cómo de las teorías médicas Luis Montiel RESEÑAS Madrid Sumario Nº 1 enero-junio 2011 Madrid (España) ISSN: 0210-4466