///Plata, 23 de noviembre de 2006. AUTOS Y VISTOS: este expte. N

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///Plata, 23 de noviembre de 2006.
AUTOS Y VISTOS: este expte. N° 3647, caratulado "Villamil Amelia Ana
c/Estado Nacional s/Daños y perjuicios", que proviene del Juzgado Federal de
Primera Instancia de Junín.
Y CONSIDERANDO QUE:
EL DR. FLEICHER DIJO:
1. Llegan estos a la Alzada en virtud de los recursos de apelación interpuestos
por el Estado Nacional (fs. 489) y por la parte actora (fs. 491) contra la
sentencia de primera instancia obrante a fs. 483/486 vta. que hizo lugar a la
defensa de prescripción planteada por la demandada y, en consecuencia,
rechazó la demanda incoada por la actora contra el Estado Nacional por daños
y perjuicios. Impuso las costas del juicio por su orden.
2. Los embates de la parte actora contra la sentencia de grado conciernen a la
admisión por el juez a quo de la defensa de prescripción planteada por la
demandada.
El agravio de la parte demandada se refiere a la distribución de las costas por
su orden.
3. Corresponde señalar que el 27 de octubre de 1998 Amelia Ana María
Villamil demandó al Estado Nacional por los daños y perjuicios ocasionados
por la privación ilegítima de la libertad y posterior desaparición de su hijo,
Jorge Ayastuy, y de su nuera Marta Elsa Brugnone.
El 16 de noviembre de 1993 el juez civil a cargo del Juzgado N°58, Secretaría
N°88 de Capital Federal, dictó sentencia en la causa por declaración de
ausencia con presunción de fallecimiento de estos familiares de la parte actora
y dispuso que la muerte presunta de los cónyuges, Jorge Ayastuy y Marta Elsa
Briguera, debía fijarse el día 5 de junio de 1979. Posteriormente, por sentencia
del 20 de diciembre de 1996, sustituyó la declaración de ausencia con
presunción de fallecimiento por la de ausencia por desaparición prevista en la
ley 24.231, y fijó como fecha presunta de la desaparición forzada el día 6 de
diciembre de 1977.
El juez a quo hizo lugar a la defensa de prescripción de la acción de
responsabilidad civil extracontractual interpuesta por el Estado Nacional ya
que estableció como fecha inicial para el cómputo del plazo de la prescripción
liberatoria, la que puso término, desde el punto de vista jurídico, al estado de
incertidumbre acerca del destino o paradero de las personas desaparecidas.
Estimó, que esa fecha fue el 16 de noviembre de 1993, es decir, aquélla en que
se dictó la sentencia que declara la muerte presunta de los cónyuges, en los
autos caratulados "Ayastuy Jorge Brugnone Marta Elsa s/ausencia con
presunción de fallecimiento", expte. N°66994/89 tramitado ante el Juzgado
Nacional en lo Civil N°58, Secretaría N°88 de la Capital Federal.
En consecuencia, y en virtud de que la demanda fue interpuesta el 27 de
octubre de 1998 el juez de primera instancia concluyó que la acción se hallaba
prescripta pues se había cumplido el plazo bienal previsto en el art. 4037 del
Código Civil.
4.La parte actora se agravia de la sentencia en crisis por considerar que, en el
caso, la causa de la obligación es un delito de ejecución continuada en el
tiempo. En tal sentido afirma, que el desconocimiento del destino o paradero
de las víctimas obstaría a la apreciación del daño e imposibilitaría, en
consecuencia, establecer el punto de arranque del curso de la prescripción.
Concluye, entonces, que atento a que las víctimas de la detención ilegítima no
han recuperado su libertad, la acción civil sería imprescriptible.
Por otra parte, sostiene que el plazo de prescripción no sería el establecido por
el art. 4037 del Código Civil, sino el del art. 4023 del mismo cuerpo
normativo, en tanto establece que "toda acción personal por deuda exigible se
prescribe por diez años, salvo disposición especial".
Afirma, subsidiariamente, que en caso de tratarse de una prescripción bienal el
plazo se habría interrumpido con el pedido de conversión de la sentencia de
declaración de ausencia por fallecimiento presunto por el de desaparición
forzada de personas prevista en la ley 24.321. Ello así, sostiene que esta
última sentencia fue dictada el 20.12.96 y la presente demanda fue promovida
el 27.10.98. Concluye, entonces, que el plazo de prescripción bienal no se
habría cumplido.
Señala, por último, que el plazo de prescripción no debe contarse desde el
dictado de la sentencia sino desde su notificación a la parte; que la
prescripción no habría sido sólo interrumpida por el pedido de conversión
antes señalado, sino también por el inicio del beneficio de litigar sin gastos; y
que el juez de primera instancia no ha considerado que la parte demandada
reconoció implícitamente la deuda cuando señaló que la parte actora tenía la
facultad de optar por el beneficio extraordinario otorgado por el Estado
Nacional en favor de los causahabientes de las víctimas por desaparición
forzada.
5. La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el Fallo "Almonacid
Arellano y Otros vs. Chile", sentencia del 26 de setiembre de 2006, dijo: "La
reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación
internacional requiere, siempre que sea posible, la plena restitución (restitutio
in integrum), la cual consiste en el restablecimiento de la situación anterior a
la violación. De no ser esto posible, cabe al tribunal internacional determinar
una serie de medidas para que, además de garantizar el respeto de los derechos
conculcados, se reparen las consecuencias que produjeron las infracciones y
se establezca el pago de una indemnización como compensación por los daños
ocasionados. Es necesario añadir las medidas de carácter positivo que el
Estado debe adoptar para asegurar que no se repitan hechos lesivos como los
ocurridos en el presente caso. La obligación de reparar, que se regula en todos
los aspectos (alcance, naturaleza, modalidades y determinación de los
beneficiarios) por el Derecho Internacional, no puede ser modificada o
incumplida por el Estado obligado, invocando disposiciones de su derecho
interno.
Ahora bien, ninguna duda cabe acerca de que el instituto de la prescripción
liberatoria es una disposición de derecho interno, de gradación inferior a la
constitucional. Y por ser de derecho interno, cede irremediablemente frente a
una norma de carácter internacional receptada en la Constitución Nacional.
De manera tal que, con respecto a las indemnizaciones derivadas de delitos de
lesa humanidad, no es aplicable plazo alguno de prescripción, ya sea si la
acción se iniciare a partir de lo que establece el art. 29 del Código Penal, o si
se intentare en sede civil, atento lo que seguidamente se invoca.
Esto es así atento que, con respecto a los plazos de prescripción liberatoria que
fija el Código Civil, es dable destacar que, en modo alguno podrían ser
invocados con sustento, ya que "Debe recordarse que la prescripción no puede
separarse de la pretensión jurídicamente demandable" (Fallos:308:1101), y en
este caso, el origen del reclamo reparatorio se basa en el daño ocasionado por
un delito de lesa humanidad, y no en uno derivado de una relación meramente
extracontractual, o de un delito penal que no tiene la especial connotación de
su imprescriptibilidad.
Por otro lado, aún si se quisiera considerar un plazo de prescripción, esto no
sería factible, ya que el carácter de delito permanente mientras no se
establezca el destino o paradero de la víctima desaparecida ha quedado
establecido por la Convención interamericana sobre Desaparición Forzada de
Personas, aprobada el 9 de junio de 1994 por la Asamblea General de la
Organización de Estados Americanos, cuya ratificación fue autorizada por el
Poder Legislativo Nacional mediante ley 24.556, y en las condiciones de su
vigencia, goza actualmente de jerarquía constitucional (ley 24.280) art. 75,
inc. 22 de la Constitución Nacional.
Asimismo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re "Tarnopolsky,
Daniel v. Nación Argentina y otros" ha dicho: "…La definición del cese del
acto ilícito que genera responsabilidad ha sido determinante del curso de la
prescripción en numerosos precedentes en los cuales este Tribunal, no
obstante sus diferencias fácticas con el presente, ha hecho aplicación de
idénticos principios generales" ( conf. Fallos: 311:1478 y 2236; 312:1063).
Es así que a los fines de la aplicación de un supuesto comienzo de un plazo de
prescripción, toda "ficción jurídica" deviene inaceptable frente a la realidad
palpable de la existencia de este delito permanente mientras no se establezca
el destino o paradero de la víctima desaparecida, tal como determina
taxativamente la Convención ut supra citada.
En conclusión, cabe hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la
parte actora y revocar la sentencia de primera instancia en cuanto declara la
prescripción de la acción.
6. En cuanto a la resolución del fondo de la litis cabe remitir al voto del Dr.
Schiffrin in re "Gómez, Nora Edith c/Y.P.F. s/ley 9688" fallo del 7 de
septiembre de 1995 -cuya copia se agrega al presente- y, en consecuencia,
ordenar la devolución de la causa al Señor Juez de primera instancia para que
se pronuncie al respecto.
7. Respecto de la apelación interpuesta por el Estado Nacional contra lo
resuelto por el a quo, tal como se señaló más arriba, se circunscribe a criticar
la decisión de primera instancia por haber fijado las costas en el orden
causado. Dada la solución a la que se arriba, que implica la continuación del
trámite de la causa, el tratamiento del agravio formulado resulta insustancial,
por lo que cabe desestimar dicho planteo.
Costas de ambas instancia respecto del artículo aquí resuelto, a cargo del
Estado Nacional vencido.
Por ello, propongo al Acuerdo: a) hacer lugar al recurso de apelación
interpuesto por la parte actora contra la sentencia de primera instancia, la que
se revoca con el alcance que antecede. b) Desestimar por insustancial el
recurso de apelación interpuesto por el Estado Nacional. c) Ordenar la
devolución de la causa al Señor Juez de primera instancia para que se
pronuncie sobre el fondo de la litis. d) Costas de ambas instancia respecto del
artículo aquí resuelto, a cargo del Estado Nacional vencido.
EL DR. SCHIFFRIN DIJO:
Que adhiere al voto del distinguido colega, Dr. Fleicher.
Por ello, SE RESUELVE: a) a) hacer lugar al recurso de apelación interpuesto
por la parte actora contra la sentencia de primera instancia, la que se revoca
con el alcance que antecede. b) Desestimar por insustancial el recurso de
apelación interpuesto por el Estado Nacional. c) Ordenar la devolución de la
causa al Señor Juez de primera instancia para que se pronuncie sobre el fondo
de la litis. d) Costas de ambas instancia respecto del artículo aquí resuelto, a
cargo del Estado Nacional vencido.
Regístrese, notifíquese y oportunamente devuélvase.
Fdo. Dres. Leopoldo Hector Schiffrin - Gregorio Julio Fleicher - Jueces Sala
II.
Dr. Carlos Roman Compaired:excusado.
A CONTINUACIÓN SENTENCIA DE SALA SEGUNDA CITADA
PRECEDENTEMENTE DICTADA EN
EXPTE.12.851/942,"GOMEZ,NORA EDITH c/Y.P.F.s/LEY 9688" EL 7
DE SEPTIEMBRE DE 1995:
//la ciudad de La Plata, a los 7 días del mes de spetiembre de mil novecientos
noventa y cinco,reunidos en Acuerdo los señores jueces que integran la sala II
de la Cámara Federal de Apelaciones,toman en consideración el
expediendiente n* 12.851/94, caratulado:"GOMEZ,Nora Edith c/Y.P.F. s/ley
9688"que procede del Juzgado Federal de Primera instancia N*2,secretaria N*
4 de La Plata, para conocer y decicir el recurso deducido contra la sentencia
de fs...
El Tribunal establece la siguiente cuestión a resolver:se ajusta a derecho la
sentencia recurrida?.
Practicado el pertinente sorteo,resultó el siguiente orden de votación:Doctores
Román julio Frondizi,Leopoldo H. Schiffin y Sergio O. Dugo.
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO:
1.La sentencia de la primera instancia,obrante a fs. 141/141 vta.,ha hecho
lugar a la excepción de prescripción articulada por la demandada, y ha
rechazado la demanda interpuesta por...G. contra la empresa YPF SA por
indemnización ex ley 9688.Las costas del juicio las ha impuesto a la actora
vencida.
2. El decisorio ha sido apelado por..G....con expresión simultánea sde
agravios,que no ha sido contestada por la demandada.El recurso ha sido
concedido...
3. La recurrente se agravia porque el a quo ha hecho lugar a la excepción de
prescripción opuesta por la accionada.
Sostiene, en sustancia, que si bien G. conocía la dolencia que la afectaba miopía - desde largo tiempo atrás, como resulta de las constancias emanadas
de diversos médicos que se encuentran agregadas a la causa, no había tomado
conocimiento de su incapacidad en los términos de la ley 23.643,aplicable al
caso.
Es oportuno aclarar, ante todo,que esta ley sería aplicable al
caso,precisamente,según sea la fecha de toma de conocimiento de su
incapacidad por la actora,extremo de hecho cuya acreditación corre por cuenta
de ésta.De manera que el razonamiento se invierte:primero ha de establecerse
cual es la fecha de toma de conocimiento y luego se podrá determinar si es o
no aplicable la ley 23.643 y, en particular,su artículo 19.Así lo tiene
determinado esta Cámara a traves de jurisprudencia pacífica y uniforme de
ambas Salas.Por lo que a mi respecta me he expedido en tal sentido en
numerosas oportunidades (vide,entre tantas otras,la causa "Pompeo Tutolo
c.EFA s/indemnización por enfermedad accidente",expte. N* 10.083,fallado
el 26.09.91 por mi voto con la adhesión del Dr. Reboredo).
Hecha esta aclaración,cabe ir al núcleo de la cuestión y, en tal sentido,
recordar que, en el régimen legal de los accidentes de trabajo ex ley 9688 antes y despues de las reformas introducidas por la ley 23.643 - el curso de la
prescripción arranca desde la fecha en que el trabajador ha tomado
conocimiento de su incapacidad y no desde la fecha en que ha sabido de sus
dolencias.Así lo ha declarado la Cámara en numerosos fallos:entre muchos
otros,"Caso,Adfolfo c.EFA s/indemnización art. 212",expte. N*
10.991/92,fallado el 16.02.93 por mi voto con la adhesión del Dr.
Hemmingsen.
Ello sentado cabe concluir que el agravio debe prosperar.repárese en
que,como tantas veces he tenido oportunidad de repetir,no se indemnizan
dolencias sino incapacidades,de donde bien sostiene la recurrente, no es
posible afirmar que por el hecho de conocer su afección en la vista de larga
data la actora hubiese conocido por ese solo motivo su incapacidad laboral.No
existe prueba alguna de que este conocimiento se haya verificado antes de dos
años de la fecha de interposición de la demanda. Al contrario, el perito médico
afirma,...,y reafirma...,que G. tomó conocimiemnto de su incapaccidad laboral
en septiembre de 1991.
De tal manera que,según las constancias de la causa, ha de concluirse que el
plazo de la prescripción no estaba cumplido.
Si mi propuesta prosperase, cabria revocar la sentencia en cuanto ha sido
materia de recurso;y asi también lo propongo.Digo en cuanto ha sido materia
de recurso pues la prescripción ha sido declarada respecto de la acción por
resarcimiento de la incapacidad producida por la miopía,mientras que, en lo
que hace a la derivada de la escoliosis,tambien rechazada por el a quo, el
decisorio no ha sido motivo de agravios y,por ende, ha entrado firme a la
Alzada.
4.En tales condiciones y teniendo en cuenta que, en el sublite, la prescripción
ha sido deducida y resuelta como defensa de fondo...el Tribunal deberá, ex
artículo 126,ley 18.345, decidir definitivamente y, en tal caso de condena, fijar
su monto.
En tal sentido el punto central a dilucidar - habida cuenta de las pretensiones y
negaciones que integran la litis y las pruebas producidas acerca de los hechos
invocados por las partes - no es otro que el de si ha existido o no nexo causal
entre la miopía que padece la actora y las tareas que ésta prestó para la
demandada.Recuérdese que la dolencia en cuestión no ha sido negada,ni ella
ni su cuantía,por la ex empleadora de G..
El perito médico dice,al respecto,..que "de probarse exceso de fijación visual
en ambientes iluminados artificialmente,puede admitirse la incidencia laboral
concausal..." y agrega al dar explicaciones...,"...que el estar 12 hrs. trabajando
bajo luz artificial,concentrada y sobrefijada la vista (ya que no sería lo mismo
si se laborara bajo luz artificial en trabajos manuales con la vista "relajada")
ha coadyuvado en la evolución y agravación de la patología".
Como el perito médico no ha visitado el lugar de trabajo de G.,la premisa
fáctica de la que mueve su razonamiento no resulta probada por la pericia
misma,sino que ha de buscar sustento en las demás pruebas arrimadas a la
causa.
La testigo O.,quien depone...,compañera de trabajo de G., afirma que las
oficinas contaban con luz artificial y que aquella hacía facturas y trabajaba
con máquinas de escribir y calcular.A su vez el testigo R.,quien a afirma haber
sido jefe de la actora -n.b.,le compenden la generales de la ley pues tiene
juicio pendiente contra YPF - describe las tareas que habría cumplido la
actora,descripción que no coincide sino en que se trataba de tareas
administrativas con la que hizo la testigo O.,para concluir afirmando,que al
pasar a contaduría,G. trabajaba en las oficina con luz artificial.
El dictámen técnico del ingeniero laboral ...,informa, en lo que aquí
interesa,que la actora cumplió tareras administrativas.con relativa libertad de
movimientos, sobre cuya intensidad y especificidad no puede emitir opinión
por no haber hallado elementos de juicio objetivos (preguntas 2 y 5).Tampoco
puede informar sobre el tipo de máquinas que utilizaba G..Afirma el perito
que los lugares de trabajo inspeccionados tienen amplios ventanales por cuya
razón durante las horas diurnas la iluminación es de tipo natural no
considerada perjudicial.Repárese,por último,que si bien la intensidad media de
iluminación que menciona la pericia es inferior a los rerquerimientos que ella
mnisma enuncia para las oficinas de contaduría, se trata tan solo de la
intensidad producida por medios artificiales.Nada dice la pericia acerca de la
intensidad------------------------------------------total de iluminación reinante en
los espacios en los cuales la actora trabajó. Ello así, las expresiones de los
testigos acerca de que las oficinas tenían luz, artificial devienen inconducentes
a los fines de la causa: se trata de un hecho absolutamente normal que, en si
mismo, no prueba nada en el pleito.
En suma, examinadas estas probanzas a la luz de los principios de la sana
crítica ex art. 386 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, no
encuentro acreditada la premisa fáctica de la que moviese el razonamiento del
perito médico que concluyó en la afirmación de la existencia de nexo causal
entre las afecciones de Gómez y sus tareas para YPF.
5. Por las consideraciones que preceden y normas legales citadas, propongo al
Acuerdo que el tribunal decida definitivamente no hacer lugar a la demanda.
Las costas de la primera instancia deben imponerse a la actora vencida (art.
68, primera parte del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Sin
costas de Alzada atento la falta de sustanciación, (norma citada, segunda
parte). Así lo voto.
EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
I. Estoy de acuerdo con lo que manifiesta el Dr.Frondizi sobre la
inadmisibilidad de----------defensa de prescripción opuesta por la accionada,
lo cual obliga a revocar la sentencia de primer grado en cuanto ha sido materia
de recurso, y con el alcance que indica el voto del colega preopinante.
II. En cambio, no estoy de acuerdo en que la Cámara producida la revocación
de lo decidido en primera instancia tenga jurisdicción para resolver
directamente el fondo de la litis, o sea, la procedencia de la indemnización por
enfermedad-accidente que se reclama, desestimándola.
El Dr. Frondizi funda la existencia de jurisdicción para proceder de tal guisa
en lo prescripto por el art. 126 de la Ley de Organización y Procedimiento de
la Justicia Nacional del Trabajo, norma que reza así: Revocación de la
sentencia de primera instancia. Si la Cámara, al resolver sobre la apelación,
modificare total o parcialmente la sentencia de primera instancia, incluirá en
la suya la decisión definitiva y fijará el monto en el caso de condena. Esta
regla no se aplicará cuando se revoquen sentencia que admitan excepciones
previas o cuando el procedimiento de primera instancia anterior a la sentencia
esté viciado de nulidad" Este precepto, en su primera parte, no parece sino
decir que en los puntos en que se revoque o reforme la sentencia de primera
instancia, el tribunal de segunda debe resolver enteramente la cuestión
planteada, pero no expresa que deba decidir también las cuestiones que no
fueron objeto de apelación.
Tampoco parece que el segundo párrafo de la norma aludida, interpretado a
contrario sensu, indique que queda autorizada la resolución en la alzada del
conjunto de las cuestiones planteadas en la causa -aunque, no sean materia de
apelación- cuando las defensas opuestas por la parte apelada no hayan sido
admitidas como excepciones previas.Este es, empero, el razonamiento que
efectúa el distinguido colega preopinante para justificar que, después de haber
dado razón al agravio de la apelante relativo a la prescripción declarada por el
a quo en su contra, y sobre la base de ese solo recurso, el Tribunal -según su
propuesta- rechace la demanda de la apelante examinando la defensa de fondo
que no fue aún objeto de pronunciamiento en primera instancia.
III. En primer término, aquello que realmente cabe extraer del párrafo aludido,
empleando un razonamiento directo, y no a contrario, consiste en que no
corresponde al tribunal de alzada pronunciarse sobre cuestiones que no hayan
sido objeto de pronunciamiento válido en la primera instancia.
Si esta es la deducción que fluye directamente del segundo párrafo
examinado, no será admisible que a la vez se lo quiera hacer autorizar, por
medio del argumento indirecto (a contrario) aquello que argumentando por
simple razonamiento resulta descartado.
Por lo demás, el sentido común se opone a este singular proceder, según el
cual si la prescripción hubiese sido considerada como excepción previa en
primera instancia, el juez, revocada la que el declaró, deba expedirse sobre el
fondo, pero si, en cambio, el mismo punto fue decidido en igual sentido, como
único objeto de sentencia final, la Cámara que revoca la prescripción
declarada pueda (o deba) conocer del fondo y rechazar la acción instaurada
por aquel que llegó a la alzada exclusivamente en procura de que se revisara
esa única decisión adoptada por el a-quo sobre la prescripción a favor de la
parte apelada IV. Asimismo, el principio tantum devolutum quantum
apellatum y el que prohíbe la reformatio in pejus tienen jerarquía
constitucional tanto en materia penal como civil.
En tal orden de ideas, los principios aludidos no sólo fueron proclamados por
la Corte Suprema en la esfera del proceso penal desde el célebre precedente
"Mario Sixto Gómez" (Fallos: 234:270, del año 1956) sino que ya antes
habían sido reconocidos por el Alto Tribunal en el campo del proceso civil.
Para ese último ámbito, en el caso "Bianchi de Piccaluga, Rosa", (Fallos:
229:953), la Corte Suprema estableció principios que bien resume Fernando
De la Rúa de la siguiente forma: "I) No hay jurisdicción de alzada sin un
recurso interpuesto y mantenido ante el tribunal del recurso; II) El tribunal de
alzada no puede decidir en perjuicio recurrió, causando un resultado
contradictorio con el fin de defensa que provocó el recurso; III) En ello está
involucrada la garantía constitucional de la defensa en juicio, el respeto de la
intangibilidad de las sentencias firmes y el derecho del apelante a que no se
modifiquen los puntos en que están consentidas; IV) No hace excepción el
caso de normas de orden público porque el orden público está pendiente
también de la sujeción de la jurisdicción a sus debidos límites" ("Límites de
los Recursos y Prohibición de la "Reformatio in Peius" en Materia Penal y
Civil", publicado en La Ley, T. 1982-B, pag. 102, cita de la pag. 107; en el
mismo sentido v. el artículo de Juan José Azpelicueta, "La reforma en
perjuicio del apelante (reformatio in pejus)", El Derecho, T. 66, pag. 595 y
sigs.; Fallos: 274:110; 277:9; 300:1117).
V. Los principios aludidos no forman, empero, la totalidad del marco en que
debe insertarse el art. 126 de la ley 18.345 para su debida comprensión.
Al respecto, queda por examinar el problema referido a las cuestiones
planteadas por la parte que no apela por ser vencedora y que fueron
desestimadas -o eventualmente omitidas, como en el presente caso- por el juez
a quo.
Debemos partir de que, aún cuando en el proceso civil, a diferencia del penal,
no existe un derecho constitucional a la segunda instancia (v. sobre la materia
penal el reciente fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re:
"Giroldi, Horacio Daniel y otro s/ Recurso de Casación", g-342. XXVI, de 7
de abril de 1995), también es verdad que cuando la ley establece la segunda
instancia, las partes no pueden ser privadas del acceso a ella (v. Fallos:
303:1929 y sus cita, y, 307:966, entre otros).
Dado que la parte vencedora no puede deducir recurso por falta de interés, se
perjudicaría su derecho a la revisión en segunda instancia de los puntos
decididos en su contra en la primera, si lo establecido en el punto en el que
venció es revocado en segunda instancia y el Tribunal respectivo no queda
habilitado para conocer los restantes. De otra manera, las decisiones en contra
del apelado, que no pudieron ser recurridas por éste, pasarían en cosa juzgada,
por arriba de su derecho, privándolo de una instancia establecida por la ley.
La solución se halla expuesta por Fassi y Yáñez, quienes explican que: "La
circunstancia de que los poderes decisorios del tribunal se encuentren
limitados por la extensión del recurso, no implica que queden excluídas de su
conocimiento aquellas cuestiones oportunamente planteadas por la parte
vencedora no obstante fueron desestimados por la sentencia de primera
instancia. Por el contrario, debido a que la parte vencedora no puede apelar de
la sentencia, por falta de interés jurídico y de que la Cámara asume, con
motivo de la apelación interpuesta por el vencido, competencia plena sobre
todo el tema litigioso, ese tipo de cuestiones quedan sometidas a la decisión
del tribunal" (v.,Fassi, Santiago C. y Yáñez César D., "Código Procesal Civil
y Comercial", Ed. Astrea, Buenos Aires 1989, pag. 503).
Y añaden estos autores: "Si bien no existe uniformidad de criterios acerca de
si pesa o no sobre la parte gananciosa la carga de tener que reiterar ante la
alzada las cuestiones que le fueron desestimadas por el fallo de primer grado,
pues algunos autores y fallos entienden que es necesario que el triunfador
reedite esas cuestiones al contestar la expresión de agravios o el memorial de
la parte contraria, otra corriente doctrinaria y jurisprudencial -mayoritariaconsidera que aquellas cuestiones quedan implícitamente sometidas a la
decisión del tribunal de alzada como consecuencia del recurso interpuesto por
la otra parte" (op. cit., pag. 503).
VI. Como ejemplo de la primera posición ponen Fassi y Yáñez a Colombo y a
diversos tribunales de la Capital Federal, y, de la segunda, a Palacio. En esto
último corresponde añadir que el criterio mencionado en segundo término ha
sido tradicionalmente sostenido por la Suprema Corte de la Provincia de
Buenos Aires (v. Ibáñez Frocham, "Tratado de los Recursos en el Proceso
Civil", 4ta. edición, La Ley, Bs. As., 1969, pags. 168/169).
Palacio, además, alinea a la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
primer criterio, diciendo que el Alto Tribunal "ha declarado que las sentencias
de los tribunales de alzada deben contener decisión sobre las defensas que,
oportunamente opuestas ante el inferior y rechazadas por éste, son mantenidas
en la segunda instancia por la parte triunfadora, aún cuando la apelación
hubiese sido deducida (como no puede ser de otra manera) por la parte
vencida" (Palacio, Lino Enrique, "Derecho Procesal Civil", Ed. AbeledoPerrot, Bs. As. 1975, pag. 467; el subrayado es mío).
Esta es una verdad a medias, pues, si bien la Corte Suprema requiere que las
cuestiones propuestas en primera instancia por la triunfadora en esa etapa sean
replanteadas por la misma ante la alzada con ocasión del recurso de la
contraria, para que el tribunal quede habilitado a considerarlas, no exige, en
cambio, que tales cuestiones fueran desestimadas en primer grado. En efecto,
los casos que el propio Palacio cita (247:111 y 253:463), y otros más (Fallos:
234:307; 256:434; 296:72, entre otros), se refieren a supuestos en los que, por
el sentido del pronunciamiento de primera instancia, éste no tuvo necesidad de
resolver las cuestiones restantes.
Creo que el reparo contra la posición de la Corte Suprema, como realmente se
expresa en sus fallos, resulta simple: tanto la parte vencida como la
triunfadora tienen derecho a la segunda instancia que la ley crea. Por ello, las
cuestiones rechazadas en primera instancia que planteó la vencedora, pero no
impidieron su victoria, deben ser revisadas en la segunda, y, del mismo modo,
las cuestiones que propuso en primera instancia la perdidosa apelante -y
fueron replicadas por la contraparte en esa instancia- deben ser primeramente
resueltas en ella. Si la sentencia de primer grado, por la forma en que resolvió
la causa; no las trató, el tribunal de alzada habrá de devolverla a primera
instancia para que allí se las considere y decida.
Dentro de este planteo es comprensible que se exija a la parte vencedora que
habilite la segunda instancia manifestando su voluntad condicional de poner
en juego el mecanismo de revisión de las cuestiones decididas en su contra en
primera instancia, pero que no le han impedido ganar esa etapa. En cambio, no
se advierte qué justificación racional tiene obligarla a que se agravie de las
decisiones que no existen.
En el subjúdice, formular tal exigencia, siguiendo mecánicamente la
jurisprudencia del Alto Tribunal, llevaría a imposibilitar el tratamiento de la
cuestión de fondo, porque la demandada no la volvió a plantear ante la alzada.
Pero, repitamos, tal exigencia, comprensible cuando se trata de cuestiones
resueltas en primera instancia, no lo es cuando las cuestiones planteadas por la
vencedora no han sido objeto de pronunciamiento en esa etapa.
VII. La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es
laudable en cuanto rechaza la tesis extrema según la cual cualquier cuestión
omitida en primera instancia debe ser objeto de pronunciamiento sobre la base
del recurso de la contraparte de quien propuso aquéllas (jurisprudencia
bonaerense citada por Augusto M. Morello, Gualberto L. Sosa, Miguel A.
Passi Lanza y Roberto Berizonce, en su obra "Códigos Procesales en lo Civil
y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación, Comentados y
Anotados, Editora Platense y Abeledo-Perrot, 1971, T. III. pag. 173 y
sentencia de la Sala II de esta Cámara Federal de abril 15 de 1969, in re
"Bery, Eduardo c/Zambrini, Luis M.", La Ley, T. 135, pag. 609/610; no sé si
será esta la verdadera posición de Palacio, atenta la ambigüedad de sus
apreciaciones en el último párrafo de la pag. 465 de su Tratado, T. V, ya
citado).
Pero el límite indiscriminado que pone la Corte Suprema peca tanto por
exceso como por defecto. Lo segundo, cuando no requiere el rechazo en
primera instancia de las cuestiones planteadas por la parte apelada, y lo
primero, cuando exige a esa parte una actividad impugnativa condicional
contra resoluciones que no se han producido.
Estas deficiencias provienen, a mi juicio, de que, si bien las consideraciones
relativas al derecho de impugnar las decisiones adversas ha sido tenido en
cuenta por la citada jurisprudencia del Alto Tribunal, éste apoyó sus
resoluciones, principalmente, en una secuencia mecánica del principio que
obliga a los jueces a decidir todas las cuestiones relevantes que le sean
oportunamente planteadas.
En síntesis, pues, estimo que los principios tantum devolutum quantum
apellatum, y de prohibición de la reformatio in pejus, cuya raigambre
constitucional proclama la jurisprudencia de la Corte Suprema, impiden que,
sobre la sola base del recurso del apelante perdidoso en primera instancia, la
alzada decida las cuestiones planteadas por la contraparte que no hayan sido
objeto de rechazo en primera instancia, y, en caso de mediar tal rechazo, la
parte afectada debe renovar las cuestiones en segunda instancia, a fin de
habilitarla, conforme lo tiene declarado la Corte Suprema de Justicia.
En cambio, si las cuestiones aludidas no han sido objeto de decisión en
primera instancia, no cabe exigir a la parte apelada ninguna reserva, debiendo
devolverse la causa a primera instancia en el supuesto de que se revoque en la
segunda el punto que dio la victoria en su momento a dicha parte.
Tal solución respeta, en el sub iúdice, el derecho al debido proceso de la
demandada, que omitió renovar ante la alzada sus planteos defensivos, no
considerados en primera instancia.
VIII. No encuentro que del texto mismo del Código de rito derive una
solución opuesta a la que acabo de exponer. En efecto, el art. 278 de dicho
cuerpo legal se refiere sólo a las cuestiones omitidas en la sentencia de primer
grado en perjuicio del apelante, siempre que éste lo solicite al expresar
agravios. En cuanto al art. 277, queda limitado por la enfática expresión del
tantum devolutum quantum apellatum contenido en el art. 271, que guarda
relación directa con el art. 277.
Tal principio, con su correlato de la prohibición de la reformatio in pejus
resultan exigencias ineludibles de los postulantes de bilateralidad y
contradictoriedad que hacen a la esencia del debido proceso legal de la
Constitución, por lo que no pueden autorizarse soluciones procesales que
signifiquen su desconocimiento. No lo es, sin embargo, la facultad de la
contraparte en un recurso, de impugnar condicionalmente los puntos
planteados por ella que tengan resolución negativa en primer grado. Hay
mucha distancia entre esta pauta, respetuosa de los principios mencionados, y
la afirmación, incompatible con los mismos, de que la apelación habilite a la
alzada para resolver las cuestiones no incluídas en aquella que ni siquiera ha
sido objeto de decisión por el a-quo.
En consecuencia, voto por la revocación de la sentencia apelada en cuanto fue
motivo de recurso, o sea, en punto a admitir la prescripción referida a la
enfermedad de la vista padecida por la actora, correspondiendo devolver la
causa al Señor Juez de primera instancia para que se pronuncie sobre el fondo
de la litis.
EL DOCTOR DUGO DIJO:
I. Que el voto del distinguido colega, Dr. Schiffrin, trae nuevamente a debate
un problema que se puede resumir en el siguiente planteo e interrogante:
Revocada la sentencia de primera instancia, que no ha resuelto el fondo del
asunto por haber hecho lugar a la prescripción opuesta por el demandado,
¿debe el tribunal de alzada resolver todas las cuestiones planteadas en los
escritos constitutivos del proceso y mantenidos en los recursos ante la
Cámara, o, en cambio, se debe limitar a dejar sin efecto la prescripción
declarada y reenviar las actuaciones al juez de primera instancia para que se
pronuncie sobre el fondo del asunto?.
II. La cuestión dista de ser novedosa. En el año 1955 la entonces Cámara
Nacional Civil de la Capital Federal se pronunció en el sentido -que compartode que en la situación de que se trata el Tribunal de alzada debe pronunciarse
plenamente.
Tal solución, repetida posteriormente en numerosos precedentes judiciales,
encuentra también expreso apoyo legislativo en la recta interpretación de los
arts. 126 de la Ley de Organización y Procedimiento de la Justicia Nacional
del Trabajo, y 277, 278 y 279 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación.
III. Tal solución, por otra parte, en la que determina la jurisprudencia de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, expuesta en los precedentes de Fallos
308:821 y 311:2385. Esta jurisprudencia es particularmente aplicable, pues ha
sido desarrollada en las apelaciones ordinarias ante ese Tribunal previstas en
los arts. 254 y 255 del C.P.C.C.N. y 24, inc. 6º del decreto ley 1285/58. Esa
particular relevancia resulta del sencillo argumento de que este recurso se
gobierna y se asemeja en su esencia al recurso de apelación ordinaria ante esta
Cámara. En ella el conocimiento del Alto Tribunal goza de la misma amplitud
que el de los jueces de primer o segundo grado, pudiendo pronunciarse,
además, tanto respecto de cuestiones de hecho como de derecho, y ya sea éste
común como federal. "Este Tribunal -ha dicho la Corte Suprema- participa de
un criterio amplio en la materia -acorde con la debida tutela de la garantía de
la defensa en juicio (art. 18 de la Constitución Nacional-, fundado en que, con
excepción de las cuestiones expresa o implícitamente excluídas, el tribunal de
apelación tiene con respecto a las pretensiones y oposiciones oportunamente
interpuestas la misma competencia que corresponde al juez de primera
instancia" (Fallos 308:821).
Por tanto, por su analogía con el recurso de apelación cuya resolución motiva
este pronunciamiento y la aplicación supletoria de sus normas al recurso
ordinario de apelación ante la Corte, es en esos fallos del Alto Tribunal donde
debe buscarse la solución correcta. No en los que ha emitido con motivo del
recurso extraordinario federal contemplado en el art. 14 de la ley 48, que
responde a propósitos enteramente diferentes al de una apelación ordinaria y,
en lo que más interesa, se gobierna por reglas procesales propias y mucho más
estrictas en virtud de su naturaleza estrictamente excepcional.
IV. El principio de la doble instancia reconoce numerosas excepciones legales y jurisprudenciales- fundadas en razones de economía procesal. Dicho
principio sólo requiere que existan dos sentencias que examinen la demanda y
su contestación; no que cada una de las cuestiones planteadas sea sometido a
un doble examen. Es cierto, como señala el colega preopinante, que cuando la
ley establece la doble instancia las partes no pueden ser privadas del acceso a
ellas. Ocurre que del mero cotejo de la definición del significado con las
constancias de la causa surge la ausencia de dicha privación.
El juez de apelación, decía Chiovenda, se encuentra frente a la demanda en la
misma posición que el Juez de primer grado en el momento de ir a fallar; le
corresponden los mismos poderes y deberes (Instituciones, t. 3. p. 382). No
existen los fallos parciales ni las sentencias incompletas en nuestra
legislación, y si el doble grado fuera imperativo ¿cómo se admite prueba en
segunda instancia (arts. 260, 262, 263 y concordantes del C.P.C.C.N., sin
permitir que el juez de primera instancia se pronuncie considerando los
nuevos hechos probados? ¿Cómo el art. 253 del mismo código permite que en
caso de que se declare la nulidad de la sentencia de primera instancia, la
alzada debe resolver el fondo del asunto si, en pureza técnica, no existe
sentencia de primera instancia puesto que la anulación la hace desaparecer
jurídicamente? ¿Cómo el art. 277 manda a la alzada a resolver sobre los
intereses y daños y perjuicios, u otras cuestiones derivadas de hechos
posteriores a la sentencia de primera instancia que, por definición, no fueron
tratadas por el juez de grado inferior?
En definitiva, si el juez de primera instancia no se pronuncia sobre el fondo,
acogiendo la prescripción opuesta, si en la alzada se rechaza esta excepción,
debe pronunciarse el "iudicium rescissorium", es decir, substituirse la
sentencia desestimatoria por prescripción, por la que corresponda
pronunciarse sobre todas las cuestiones planteadas (Chiovenda, Instituciones,
p. 383; Carnelutti, Sistema, t. 3, ps. 615 y 731).
V. No advierto violación alguna al principio de la reformatio in pejus, toda
vez que francamente no alcanzo a comprender como pueden ser reformadas
cuestiones que son únicamente consideradas en esta instancia y cuya solución
ha sido omitida por la lógica del pronunciamiento del a quo que admitió la
prescripción, tema, que tampoco se encuentra alcanzado por aquella
prohibición al mediar expreso recurso del vencido en el punto. Por otra parte,
ese razonamiento lleva a la peligrosa consecuencia de convertir poco menos
que en inconstitucional el art. 278 del C.P.C.C.N. Menos aun del principio
tantum devolutum quantum apellatum, si en supuestos como el de autos, la
Cámara tiene las mismas atribuciones y obligaciones que el juez de primera
instancia. Tampoco creo que vulnere el sentido común -como sostiene el
distinguido colega preopinante- la solución legislativa que dispone que si la
prescripción es considerada como excepción previa la Cámara deba devolver
el expediente al juez de primera instancia si revoca esa declaración, mientras
que en casos como el presente, debe fallar sobre los restantes capítulos.
Ocurre, sencillamente, que si la prescripción es tratada como excepción en el
juicio, por definición procesal, no se llevó a cabo la etapa probatoria ni se
pudieron presentar alegatos. La respuesta es obvia, dictar una sentencia
definitiva en esas condiciones es fáctica y jurídicamente impracticable.
Por los fundamentos que he expuesto, y los mejores desarrollados en el voto
del juez Frondizi, adhiero a su propuesta.
Por ello, y a mérito del Acuerdo que antecede, por mayoría se resuelve:
1. Revocar la sentencia apelada en cuanto hizo lugar a la defensa de
prescripción de la acción por indemnización por enfermedad accidente ex ley
9688
2. Decidir definitivamente la causa rechazando tal acción por los fundamentos
expresados en los puntos 4 y 5 que anteceden. Con costas de primera instancia
a la actora vencida. Sin costas de Alzada.
Regístrese,notifíquese y devuélvase.Fdo.Jueces Sala Segunda,Dres.Sergio O.
Dugo.Romnm Julio Frondizi y Leopoldo H.Schiffrin (en disidencia parcial).
Dra.Laura Amelia Benavidez de Salvático.Secretaria.
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