Publicación Daphne Violencia Intrafamiliar

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INFORME PUBLICACIÓN DAPHNE II.
VIOLENCIA FILIO PARENTAL: MENORES QUE AGREDEN A SUS PADRES
INDICE:
Págs.
Introducción
2
Revisión Teórica
3
Aplicación buenas prácticas
9
Intervención desde la Prevención primaria: Programa de competencias
parentales
10
Intervención desde la Prevención secundaria: Guía de detección
temprana
16
Intervención desde la Prevención terciaria: Programas de intervención:
La intervención desde un modelo cognitivo conductual y un modelo
de intervención sistémica
20
Presentación de casos
Caso 1 Colonia San Vicente Ferrer
Caso 2 Asociación Arcos de Altea
Caso 3 Cínica Mediterránea de Neurociencias
Caso 4 Centro de Reeducación de Menores Jaume I
Caso 5 Centro di Solidarietá di Reggio Emilia
36
43
50
54
60
1
INTRODUCCIÓN
La ASOCIACIÓN ALTEA ESPAÑA PARA LA INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN EN LA ACCIÓN
SOCIAL es una organización sin ánimo de lucro, constituida en junio de 1996,
entre cuyos objetivos se encuentran:
√ la formación permanente de profesionales y voluntarios
desarrollan su actividad en distintos ámbitos de la Acción Social.
que
√ la promoción de líneas de investigación que ayuden a mejorar la
calidad de los servicios prestados en dicho ámbito.
La Asociación Altea-España constituye una red que hace posible el intercambio
de experiencias entre profesionales de la acción social. Esta red permite la
gestión de programas europeos que tratan de luchar contra las desigualdades
sociales en la infancia, adolescencia y juventud, posibilitando el desarrollo de
acciones de investigación, formación e integración profesional en un entorno
intercultural europeo.
La asociación Altea-España, durante 2007 y 2008, promovió un proyecto de
investigación en el marco del programa europeo Daphne II, dedicado a prevenir
y combatir todos los tipos de violencia hacia los niños, adolescentes y mujeres,
así como a proteger a las víctimas y a los grupos de riesgo. Dicho proyecto,
titulado “Violencia Intrafamiliar: Menores que agreden a sus padres”, tuvo una
duración de un año, colaborando en él profesionales y asociaciones de
intervención con menores y sus familias de siete países de Europa (España,
Alemania, Francia, Italia, Polonia, Portugal y Reino Unido).
En España se trabajó en la Comunidad Valenciana y se contó con la
colaboración de la Conselleria de Bienestar Social y la Secretaría Autonómica
de Justicia e Interior de la Generalitat Valenciana, con la Universidad de
Alicante y con las asociaciones de acción social Emaús y Arcos de Altea.
2
REVISIÓN TEÓRICA
1. Definición del problema
Entendemos por violencia filio-parental todo acto realizado por los hijos contra
sus padres, tutores o guardadores, con la finalidad de utilizarlos o tiranizarlos.
Con esta actuación los hijos buscan causar daño y/o molestia permanente,
utilizando la incomprensión como axioma; amenazan o agreden para dar
respuesta a un hedonismo y nihilismo creciente; muestran conductas de
desapego transmitiendo a los padres que no les quieren.
2. Síntesis de la base teórica de la que partimos
¿Qué hay en la base del comportamiento de los menores que agreden a
sus padres?
Respecto de la presencia o ausencia de factores genéticos hay autores que
sostienen que está constatada la ausencia de dichos factores en los agresores
a los padres. Se trata, por tanto, de una conducta que no tiene su raíz en lo
biológico (no existen causas biológicas que determinen la aparición de esta
conducta específica), sino causas de tipo ambiental inmediato o general.
(Chartier, 2000)
Sin embargo hay autores como Vicente Garrido que relacionan este tipo de
comportamiento (en su grado extremo) con la psicopatía.
A juicio de este autor, “la psicopatía tiene un componente hereditario que es
difícil de determinar y que sin duda variará en los individuos. Pero promediando
las estadísticas, podemos decir que el 50% de esa condición puede deberse a
la herencia que recibe. Ahora bien nadie debe pensar que hay un < gen de la
psicopatía>; una condición compleja como esta ha de ser el producto de la
acción combinada de muchos genes actuando al unísono. Ahora no sabemos
de qué modo esa combinación genética lleva a moldear determinados aspectos
del funcionamiento cerebral, ni cómo éste va a producir el estilo de
comportamiento que definimos como propio del psicópata. Hemos de
reconocer esta laguna en nuestro conocimiento con humildad: hay un largo
trecho entre el ADN de una persona y su conducta perdurable de aprovecharse
de los otros, de mentirles, de manipularles.
Sin embargo resulta apasionante revisar alguno de los datos que se han
recogido en la investigación reciente del cerebro de los psicópatas. Por
ejemplo, si analizamos las formas en que las personas procesan el lenguaje,
vemos que los no psicópatas reaccionan ante palabras cargadas de emoción
(amor, odio, madre, dolor) con una rapidez e intensidad que no muestran los
psicópatas. Estos responden igual ante esas palabras que ante otras
desprovistas de carga emocional (ventana, silla).
Otro tipo de estudio muestra la dificultad de los psicópatas para procesar las
emociones. Cuando se hace un escáner cerebral y se mide la cantidad de
sangre que llega a su cerebro (en concreto a los lóbulos temporales), los
psicópatas muestran una mayor actividad que los no psicópatas en tareas que
requieren que tomen decisiones que implican palabras cargadas
emocionalmente…, lo que significa que requieren una mayor actividad cerebral.
3
¿Por qué esas dificultades con las emociones? No lo sabemos, pero lo que
creemos en la actualidad es que esa tarea emocional procede de una
diferencia neurológica heredada, que muy probablemente pueda ser – al
menos hasta cierto punto- compensada por el ambiente y la educación que
reciba de niño.”1
No obstante lo indicado anteriormente, las teorías que más se mantienen en la
actualidad sostienen la existencia de una interacción herencia–aprendizaje
(factores biológicos – factores ambientales). Las diferencias las encontramos
en el peso que se da a unos y otros factores por los distintos autores. En
nuestra opinión, el peso de los factores hereditarios es menor que el de los
factores ambientales en lo referente a la aparición de comportamientos
agresivos, pues la herencia genética supone una tendencia que puede ser
desarrollada o modificada por el ambiente.
Como mantiene Javier Urra “El saber que existe un temperamento innato
puede aliviar a los padres de la tensión que supone pensar que no son
responsables al cien por cien de la personalidad de su hijo (lo que no quiere
decir que no influyan y mucho)”2
Lo que sí es necesario erradicar de raíz es el falso determinismo que
acompañan a algunas teorías biologicistas, dado que en ningún caso se debe
confundir herencia con inmutabilidad.
El perfil del hijo agresor:
En general se trata de adolescentes varones, con edades entre los 12 y los 18
años, con especial densidad porcentual entre los 15 y los 17. Es de destacar el
escaso porcentaje de mujeres, alrededor de un 10 % en la actualidad, y la
diferencia cualitativa de las agresiones por ellas protagonizadas. En los
varones, las agresiones son más “primarias”, más brutales desde el punto de
vista físico, llegan a extremos más intensos de violencia física. Por su parte, las
acciones protagonizadas por las chicas se caracterizan por un carácter
psicológico más “refinado”, se atienen menos a lo físico y más a lo mental y a
los sentimientos, y hacen gala de un refinamiento emocional que en muchas
ocasiones llega a afectar seriamente al equilibrio psíquico de los progenitores.
Las madres son las víctimas principales de estas agresiones. Las explicaciones
a esto son obvias: percepción de una mayor debilidad física en ellas; más
tiempo de contacto de los hijos con la madre que con el padre.
También hemos señalado que los niños, adolescentes y jóvenes agresores de
sus padres pertenecen a familias “normalizadas”, de clase media y alta, de lo
cual se puede deducir que es en un entorno claramente favorable desde el
punto de vista económico, cultural y educativo donde fructifican
mayoritariamente estas conductas.
1
Garrido Genovés, V. Los Hijos tiranos. El síndrome del emperador. 5º reimpresión. Barcelona, Ed.
Ariel, 2005. pp. 100-102.
2
Urra, Javier. El pequeño dictador: cuando los padres son las víctimas. Madrid, Ed. La esfera de
los libros. 2006
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Podemos decir que el perfil de los adolescentes agresores se articula en tres
grandes bloques que no son excluyentes entre sí, sino que pueden darse
rasgos de todos ellos en el agresor.
- Hedonistas-nihilistas
Constituyen el grupo más amplio de agresores. Para ellos la primacía es la
satisfacción del propio interés, independientemente de cuál sea y de las vías
para conseguirlo. Educados en la autosatisfacción, la ausencia de
responsabilidades y de exigencias, crecen con la idea de que ellos son “únicos”
y llegan a no tener conciencia de la existencia de reglas morales que regulan la
convivencia. Los demás son sólo un instrumento para la satisfacción de sus
deseos y cuando se resisten a serlo, son un obstáculo con el que hay que
enfrentarse e incluso acabar. Niegan que haya pautas de comportamiento
exteriores a ellos o que recorten la primacía de lo individual.
No aceptan que haya otros puntos de vista o necesidades que cubrir que no
sean las propias. Llegan a considerar el domicilio paterno (en el que se
encuentran) como un alojamiento con todas las ventajas y ninguna exigencia
que cumplir. En buen número huyen de cualquier actividad educativa o
formativa. Suelen coincidir con grupos formados por individuos con su mismo
sistema de vida, “los colegas” con los que el joven establece un vínculo que
toma prioridad por encima de los vínculos familiares y llegan a ser unos
auténticos déspotas para con sus padres, a quienes incluso llegan a cambiarles
las cerraduras del domicilio, con los que les impiden el normal acceso.
- Patológicos
En algunos de los agresores encuadrados aquí nace la agresividad por una
mala o incorrecta asimilación de las relaciones de amor-odio materno-filiales
(más allá de los celos edípicos), estableciéndose un cuadro de ansiedad de
separación con alta inseguridad y baja autoestima que media en la futura
conducta violenta. Además, con el tiempo, pueden llegar a estar dominados por
la dependencia de la droga, lo que les lleva a una creciente necesidad de
dinero que debe ser satisfecha con la extorsión a los padres, el robo de los
bienes familiares, etc.
Algunos autores entienden que detrás del comportamiento de los menores que
agreden a sus padres existe un problema psicopatológico. En concreto se
habla de un trastorno antisocial de la personalidad e incluso de una psicopatía.
El diagnóstico del trastorno antisocial de la personalidad exige que la persona
en particular posea al menos tres de las siguientes características:
1. Incapacidad para cumplir con las leyes y normas de la sociedad.
2. Engaño y manipulación.
3. Impulsividad, (es decir, actuar sin pensar en las consecuencias).
4. Irritabilidad y agresividad.
5. Despreocupación temeraria por la propia seguridad o la de los demás.
6. Irresponsabilidad, huida de las obligaciones.
7. Falta de remordimientos o sentimientos de culpa por haber herido,
maltratado o dañado de alguna forma a otras personas.
Sin embargo, la personalidad antisocial llega a ser mucho más peligrosa si se
acompaña de rasgos que son propiamente descritos como pertenecientes al
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trastorno conocido como psicopatía. En opinión del profesor Vicente Garrido el
psicópata tiene rasgos de personalidad que lo diferencian del trastorno
antisocial de la personalidad como son:
1. Encanto peculiar (falso, superficial) que oculta un ego de gran intensidad.
Convencimiento oculto de que uno es muy superior a los otros.
2. Incapacidad de sentir las emociones morales básicas (compasión piedad,
amor...). El otro es alguien que puede contabilizarse como un obstáculo o un
recurso a favor de sus propósitos, pero no como alguien con el que expresarse
como ser humano.
- Con violencia aprendida
Estos casos materializan el principio de que “la violencia engendra violencia”.
Quien desde niño percibe que las situaciones de poder se basan más en la
posesión de los medios para imponerla violentamente y que a la postre es la
violencia el único camino para prevalecer, no llega a tener conciencia de que
hay otros procedimientos, y cuando su edad y su físico se lo permiten, se
dedica a “imponer su ley” tal y como ha visto desde antes que en su entorno
familiar otros han procedido. En este caso, el hecho de que el padre agreda a
la madre ante el hijo pequeño, o que el padre o la madre maltraten porque
antes sufrieron maltrato son circunstancias que hacen que el niño interiorice el
uso de la violencia contra los padres como instrumento eficaz y procedimiento
de “diálogo”.
A esto también contribuye el hecho de que haya padres que en situaciones de
pérdida de equilibrio exterioricen conductas violentas. Es posible que además
del factor de modelamiento, exista también un factor genético de base.
A grandes rasgos, podemos encontrar varias confluencias en los perfiles
descritos como: desajustes familiares; desaparición real o metafórica del padre
varón (dejación de sus funciones paternas o despreocupación hacia su
desempeño); conducta agresiva del niño, iniciada en edades más tempranas
por desplantes, negaciones y actitudes violentas hacia los padres y los adultos;
hijo único o varón único en el domicilio de los padres porque sus hermanos o
hermanas más mayores ya lo han abandonado. En la mayoría de los casos el
agresor no niega su condición de tal o su participación en los hechos, aunque
la frialdad y el realismo con que lo narran sobrecoge.
Etiología de las conductas violentas
No creamos que es un tópico. Este tipo de conductas infantiles nace de unos
factores muy claros: los niños crecen en un entorno donde nadie es capaz de
poner coto a sus apetencias y delimitarles los márgenes de lo permitido. Es
decir, los padres no saben decir que “NO”. Este “NO” no implica la violencia
con que a veces los padres acostumbran a acompañar sus decisiones para que
los hijos las acaten (esta violencia colaborará a que el hijo la interiorice como
sistema para lograr que otros acaten su voluntad). (Naouri, 2003)
Factores sociales
En principio, existe una causa general: nos guste o no confirmarlo, vivimos en
una sociedad excesivamente permisiva donde parece que no tiene que haber
normas y que todo debe estar permitido en aras de una libertad que no quiere
saber de responsabilidades. Este es el entorno “global” difícilmente controlable
6
por los padres pero que hay que tener en cuenta. La permisividad aludida, que
lleva a la satisfacción de todos los deseos independientemente de cuáles sean,
crea en los niños el convencimiento de que todos sus deseos deben cumplirse
y cuando no, hay que rebelarse violentamente contra quienes les ponen coto,
los padres.
A ello debemos unir que se tiende a delegar la tarea educativa al mundo del
ocio, sobre todo el ocio comercializado, cuando lo que hay que hacer es
compartir ese ocio del hijo. En este sentido, afirmamos que la práctica
extendidísima de dejar que el televisor “se encargue” de vigilar y mantener
entretenidos a los hijos es muy negativa siempre que sea el único recurso de
los padres y que éstos no compartan con sus hijos, con un diálogo activo y
creativo, la visión de programas específicamente infantiles (parece claro que si
la televisión y el mundo de la imagen está muy presente en el mundo actual, el
niño debe ser educado por sus padres para acercarse a ellas de un modo
correcto). Esta delegación parece más frecuente en hogares fragmentados.
Otros factores sociales serían también:
. El cuerpo social ha perdido fuerza moral (desde la corrupción no se puede
exigir), produciéndose una evidente carencia de valores.
. Una sociedad que pierde de forma creciente su responsabilidad. Todo se
quiere alcanzar sin esfuerzo.
. Grandes cambios en la vida de los niños. Pasan demasiado tiempo solos. Los
adultos vivimos contra reloj. Hemos perdido los tiempos dedicados al diálogo, a
la escucha…
. Las modificaciones en la estructura familiar han supuesto cambios
importantes en las relaciones padres hijos:
- Familias con uno o dos hijos a los que no puede faltar nada material.
- Desestructuración de parejas llevadas de forma conflictiva en las que, en
ocasiones, se utiliza al niño como “arma arrojadiza” contra el otro cónyuge.
- Nuevas configuraciones familiares: parejas compuestas por uniones que
aportan hijos de anteriores uniones, parejas homosexuales…
- Aumento de familias monoparentales, en las que se observa soledad,
sobreprotección…
. Inexistencia de foros de comunicación social. Se vive hacia dentro de las
propias familias. Disminuyen los espacios de comunicación y reflexión entre
familias y entre jóvenes. Podemos hablar de una disminución importante de
redes sociales.
Factores pedagógicos:
-
Señalaríamos entre ellos los siguientes:
Las diferencias educativas entre los padres y los hijos, debido a los diferentes
modelos educativos en los que han crecido.
El aumento de la desconfianza recíproca entre padres y maestros o la falta de
reconocimiento social de la escuela.
Delegación de las funciones parentales: Los padres no ejercen su labor. Se ha
dejado de inculcar lo que es y lo que debe ser. Faltan criterios educativos
estables. Se intenta compensar la falta de dedicación con la excesiva
permisividad, incluso con la defensa a ultranza, ante profesores u otros adultos,
de comportamientos inadecuados.
7
-
-
-
Falta de reconocimiento de la autoridad. Hay padres que no sólo no se hacen
respetar, sino que menoscaban la autoridad de los maestros, de la policía, o de
otros ciudadanos cuando, en defensa de la convivencia, reprenden a sus hijos.
Los roles parentales clásicamente definidos se han diluido, lo cual es positivo si
se comparten obligaciones y pautas educativas, pero resulta pernicioso desde
el posicionamiento de abandono y desplazamiento de responsabilidades.
Atonía social y delegación de obligaciones: Hay miedo, distintos miedos: el del
padre a enfrentarse con el hijo, el de la madre a enfrentarse con padre e hijo, el
de la sociedad a recriminar a los jóvenes cuando su actitud es de barbarie.
Esta situación deriva a la delegación de las funciones parentales, educativas y
correctivas en la policía, jueces…
En muchos casos la inmadurez personal o como pareja de los padres va en
detrimento de sus responsabilidades educativas. A ello acompaña a menudo la
falta de implicación y responsabilidad en el crecimiento de los niños, el no
compartir el tiempo con ellos con la excusa de que no se tiene tiempo o se está
excesivamente cansado o alterado por las exigencias profesionales y el no
ponerle límites al hijo, o bien por el convencimiento de que ello es
contraproducente pues “la represión o contravenirle las apetencias puede
crearle traumas” o por miedo a no saber cómo hacerlo (no olvidemos que “el
oficio de padre no se enseña, lo vamos aprendiendo poco a poco, aplicando el
sentido común y las pautas de que el niño debe ser guiado para que en su
maduración aprenda a dirigirse a sí mismo”). (Rodríguez, 2004).
Añadamos otros aspectos: no corregir desde el principio las conductas
agresivas de los hijos, reírse de ellas como si fuesen una “gracia” del niño,
cosa que en ocasiones hacen los padres y adultos, refuerza su conducta
violenta, pues es errónea aunque tal vez no conscientemente “premiada”. Los
niños a quienes los padres no han puesto límites se convierten en niños
malcriados en la primera infancia, pues son incapaces de controlarse y de
entender la existencia de los demás con lo que esta existencia tiene de
restrictivo para los deseos y acciones propias.
Cuidado con las cóleras y las pataletas del niño, no hay que admitirlas pues
pueden convertirse en su forma predilecta de expresión más “cómoda”, pues al
ver que causan incomodidad en los padres son entendidas por el niño como un
“arma” muy efectiva. A partir de esas pataletas puede enzarzarse en
discusiones en las que pretenda la satisfacción de sus deseos, o plantear
desafíos. Algunos de ellos pueden ser rehusar cumplir sus obligaciones,
molestar deliberadamente, acusar (a los hermanos, primos o amigos, a la
madre ante el padre o al padre ante la madre); mostrarse muy susceptible o
fácilmente molestable, y muy obstinado, rencoroso o vengativo. Como vemos,
todos estos comportamientos conforman una conducta en la que prevalece el
egoísmo del propio interés y la conducta agresiva frente a quienes no ceden a
ellos.
Grandes errores en la vida actual están en el origen de la violencia de los hijos
contra los padres: la falta de valoración y de respeto a los demás; una cultura
del ocio poco creativa que nos convierte en consumidores pasivos; habitual
consumo excesivo de alcohol y posible consumo de drogas que afecta a los
adolescentes cuando no son capaces de autocontrolarse; ausencia de
conversaciones entre padres e hijos; la pérdida de límites y de noción de
autoridad de muchos menores; y no son menos importantes la primacía del
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máximo hedonismo como meta vital inmediata y la violencia general del
contexto social.
APLICACIÓN BUENAS PRÁCTICAS
Como hemos mencionado anteriormente, durante 2008, nuestro proyecto de
investigación “Violencia Intrafamiliar: Menores que agreden a sus padres” se
concluyó con unas recomendaciones que denominamos BUENAS
PRÁCTICAS. En este nuevo proyecto se han puesto en marcha algunas de
esas recomendaciones y en base a los resultados obtenidos se concretan los
siguientes aspectos que consideramos de especial relevancia para la correcta
atención a los casos de violencia filio parental:
1. Necesidad de elaborar un Programa Integral de acción que permita actuar
simultáneamente desde los tres niveles de prevención: primaria, secundaria y
terciaria. De esta manera se constituiría un continuo de acciones que permitiría
trabajar la eliminación o reducción de factores desencadenantes de la aparición
de casos de violencia filio parental, se llevaría a cabo el establecimiento de
medidas que garantizaran la detección e intervención temprana, así como
intervención sobre aquellos menores y familias que presenten patrones de
conducta de violencia filio parental ya consolidados y graves.
2. Para la puesta en marcha de este Programa Integral se hace necesario
garantizar la implicación en el mismo de los distintos sistemas que participan
en la atención a la infancia y juventud. Especial relevancia tiene el sistema
educativo que sin duda se presenta como un espacio privilegiado para la
detección e intervención temprana sobre los casos de violencia familiar.
3. Necesidad de la intervención conjunta de los distintos sistemas de atención a
la infancia y adolescencia, esencialmente el sistema escolar, sanitario y de
servicios sociales generales y especializados. Sin duda se requiere de la
intervención en un mismo momento de la aplicación de diferentes programas y
recursos que pertenecen a distintos sistemas de atención. Deben evitarse las
dinámicas de trasvase de casos “este caso debe ser atendido desde otro
sistema”. Por el contrario, debemos caminar hacia la existencia de programas y
servicios mixtos cuya confluencia permita una mejor atención a los casos de
violencia filio parental.
4. Para la correcta definición del problema y por tanto de las acciones a llevar a
cabo y para definir los servicios/programas que deben participar así como las
fórmulas de coordinación, se hace necesario trabajar tomando como punto de
partida la elaboración de un Plan de Caso diseñado con la participación de los
profesionales que han de intervenir con independencia del sistema al que
pertenezcan (sanidad, educación, servicios sociales…). Elaborar sistemas de
programación de las acciones y evaluar los resultados obtenidos se convierte
en una tarea indispensable para mejorar la eficacia y eficiencia de nuestras
acciones.
5. Debemos considerar como indispensable que la intervención en casos de
violencia filio parental debe contemplar las actuaciones sobre el menor y su
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familia. Este procedimiento debe convertirse en una estrategia básica de
intervención y sólo cuando se demuestre imposible o inadecuada la misma
podrá trabajarse por separado con el menor y su familia. La violencia filio
parental debe entenderse en el interior de las dinámicas de relación
intrafamiliar y por tanto su abordaje requiere de una perspectiva integral. Sólo
de esta forma evitaremos los procesos de culpabilización de padres o de hijos y
potenciaremos una vía de responsabilización de las partes en conflicto,
indispensable para la solución del mismo.
6. Necesariamente hemos de contar con estrategias de intervención desde la
no voluntariedad. Nos encontramos con casos, en la actualidad la mayoría, que
conocemos a partir de las denuncias que se realizan, generalmente de padres
a hijos y que conllevan la respuesta desde el sistema jurídico penal de
menores. Como hemos podido comprobar del análisis de las intervenciones
sobre casos de violencia filio parental derivados desde el sistema jurídico penal
de menores, se pueden conseguir niveles de eficacia importantes involucrando
en la solución del problema a las partes implicadas, menores y familia. El
hecho de que un menor sea sancionado por las leyes penales no debe
confundirse con que la solución del caso pase exclusivamente por la
intervención sobre el menor.
Desde estas ideas básicas y contando con las aportaciones de los trabajos
presentados por los socios participantes en el proyecto se elabora y pone en
funcionamiento el PROGRAMA DE INTERVENCIÓN INTEGRAL que a
continuación se presenta desde la intervención primaria, secundaria y terciaria.
Intervención desde la Prevención Primaria. Como es sabido, se trata de
desarrollar acciones dirigidas a la población en general, sin necesidad de que
hayan ocurrido episodios de violencia filio parental. Para ello existen múltiples
programas de formación de padres, escuelas de padres, etc. que tienen la
finalidad de dotar o mejorar las competencias parentales con el objetivo de
eliminar o disminuir la posibilidad de que aparezcan factores de riesgo que se
han estudiado como desencadenantes de la violencia filio parental y que ya
hemos mencionado en las bases teóricas.
Desarrollamos a continuación, algunos aspectos generales a tratar en la
formación de padres como factor preventivo ante la violencia filioparental3
La sociedad de los últimos veinte años ha cambiado significativamente y con
ello la familia. La sociedad actual se caracteriza por ser cada vez más diversa,
heterogénea, discontinua, plural, compleja, cambiante, etc. Estas
características sociales han determinado una serie de modificaciones y
transformaciones en el seno familiar. Para J. Urra algunas de las
características sociales y familiares que están influyendo en el aumento de la
tiranía de hijos hacia padres podrían resumirse en:
- Una sociedad permisiva que educa a los niños en sus derechos y no en
sus deberes, donde impera el hedonismo, la cultura del placer y el
relativismo y el consumismo como valores dominantes.
3
Estos aspectos han sido aportados por Silvia Martínez Amorós. Psicopedagoga de la Unidad de
Atención e Intervención del Plan PREVI (Prevención de la Violencia en el ámbito escolar).
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-
Unos medios de comunicación que suelen ser alarmistas y difuminan la
gravedad de los hechos. Por otra parte, estos medios de comunicación
son utilizados por las familias como “canguros”.
Hay un gran cambio en la forma de vida, ya que la incorporación de la
mujer al mundo laboral hace que los niños pasen mucho tiempo solos.
La estructura familiar se ha modificado: aumenta el número de familias
nucleares que tienen poco contacto con otros miembros familiares, se
aprecia mucha desestructuración de parejas de adultos que revierten
negativamente en los hijos, no existen foros de comunicación social
viviendo cada vez más hacia dentro de las casas, se observan dos
extremos de familias, aquellas en los que los niños pasan mucho tiempo
solos y aquellas sobreprotectoras en las que las familias acompañan en
todo a sus hijos.
Hay una delegación de la función educadora de las familias a otras
instituciones sociales, la escuela, la policía, los jueces, los servicios
sociales, etc.
Estos cambios producidos vertiginosamente en un corto espacio de tiempo han
ido acompañados a partir de la década de los 70, según refleja Nardone, G
(2003) en sus investigaciones, de la asunción de un estilo educativo permisivo
de los padres hacia los hijos y de una mayor sobreprotección en contraposición
al estilo educativo autoritario asumido por la familia tradicionalmente. También
lo recoge así J.M. Escudero que explica como la sociedad ha dado un giro de
un esquema de relación patriarcal autoritario a otro excesivamente centrado en
el niño, sin represión.
Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de estilos educativos autoritarios
y permisivos? Es necesario que en primer lugar describamos los estilos
educativos familiares y cuáles de ellos son los que mayoritariamente se
asumen en el modelo de familia actual y que a la vez correlacionan con las
familias donde se producen situaciones de violencia filioparental. Para ello, nos
basaremos en las investigaciones de Baumrind (1967) que fueron completadas
por Maccoby y Martin (1983) quienes clasificaron los estilos educativos en
función de cuatro factores: la aplicación de las normas, de la exigencia de
responsabilidad, de la comunicación en el seno familiar y del afecto entre los
diferentes miembros de la familia. Estos cuatro estilos son: autoritario,
permisivo, autoritativo o democrático e indiferente o negligente. Además, de
estos cuatro reflejaremos el estilo educativo no recogido por estos autores pero
sí definidos por otros y que debido a los cambios sociológicos (reducción del
número de hijos, desarrollo del estado de bienestar, aumento de la cultura del
placer, etc) se dan cada vez más en nuestras sociedades. Nos referimos al
estilo educativo sobreprotector.
A continuación pasamos a describir brevemente los cinco estilos educativos:
-
ESTILO EDUCATIVO AUTORITARIO:
Se caracteriza por establecer normas muy rígidas puestas desde la autoridad
paterna, una exigencia de madurez muy alta, con poca comunicación familiar y
poco afecto en el seno de las relaciones familiares. Las pautas educativas son
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rígidas, estrictas, severas donde se utiliza la coacción, el chantaje emocional,
ridiculizar, sobrecorregir y reprochar. El niño no es libre para expresarse y
conducirse.
Las investigaciones realizadas a partir de la conceptualización de Maccoby y
Martin reflejan que este estilo genera en los hijos percepción de los padres
como hostiles, resentimiento, fracaso en las variables de competencia social,
falta de espontaneidad y de orientación propia, atribución de su conducta a
fuentes externas de control, dificultad para internalizar valores morales y éticos,
escasa motivación de logro, bajo rendimiento escolar, pobre ajuste
socioemocional, agresividad y rebelión, ira, testadurez, venganza, rebelión,
introversión y sumisión temerosa. (Moreno y Cubero, 1990)
-
ESTILO EDUCATIVO PERMISIVO:
El estilo educativo permisivo como hemos dicho se caracteriza por un mínimo
control en las normas familiares, pocas exigencias de madurez y
responsabilidad a los hijos y un alto afecto en el seno familiar y en la
comunicación. Este estilo está caracterizado básicamente por una falta de
límites en el seno familiar, donde los niños crecen sin normas ni referentes y
con la sensación de que todo vale.
Las consecuencias psicológicas de estas pautas educativas favorecen que los
niños sean mas abiertos y comunicativos, pero con más riesgo en el uso de
drogas y alcohol, a ser más impulsivos y menos controlados, a tener resultados
académicos más pobres, a tener menos percepción del riesgo y tener
conductas más temerosas y combinado con otros factores a ser más agresivos
y desarrollar conductas antisociales. Algunos autores como Urra, J. (2006)
apuntan que los niños que se salen siempre con la suya, a los que se les dice
que sí a todo lo que plantean, acaban creyendo que no son importantes para
sus padres y pueden terminar convirtiéndose en pequeños tiranos. Autores
como J.A. Marina dicen que este tipo de estilos educativos son peligrosos y
afirma: “que un sistema educativo que dice “dejar hacer” es como un
reglamento de tráfico que dijera artículo único: vaya usted por donde quiera”.
-
ESTILO EDUCATIVO INDIFERENTE O NEGLIGENTE:
Maccoby y Martin (1983) añadieron una categoría que hace referencia a los
padres no implicados en la educación de sus hijos y permisivos, para
distinguirlos de los padres permisivos que sí están interesados en sus hijos.
Este estilo es el más disfuncional y el que peor consecuencias tiene para los
niños. Es el estilo en el que no existe un control en las normas, ni exigencias,
pero tampoco existe comunicación ni afecto. No se establece un interés por el
bienestar de los hijos ni por la educación de los mismos e igual se puede
producir prácticas autoritarias que permisivas. Hay una indiferencia ante las
actitudes y conductas del hijo. Permisividad y pasividad. Libertad sin límites. No
se ofrece un estilo eficaz al que imitar. Hay ambivalencia y variabilidad.
Como hemos dicho es el que peor consecuencias tiene en el desarrollo del
niño y genera conductas poco adaptadas socialmente, dificultad para incluirse
12
en grupos no permisivos, sentimiento de falta de cariño, inseguridad y
ansiedad, baja autoestima y autocontrol, desprecio a los educadores y a la
escuela, falta de normas, dependencia, falta de respeto, egocentrismo,
actitudes desafiantes.
Este estilo es el que suele darse con niños/as con problemas de conducta
graves y con conductas agresivas hacia los demás. El tipo de sociedad actual
caracterizada por una falta de tiempo de los padres hacia la educación de sus
hijos ha hecho que este estilo vaya en aumento.
-
ESTILO DEMOCRÁTICO O AUTORITATIVO:
Este estilo responde a que haya un alto índice en las variables utilizadas: alto
nivel de exigencias, normas en el seno familiar, alto nivel de comunicación y
alta afectividad en las relaciones familiares. Es el estilo donde la autoridad está
basada en el diálogo, en el amor, la sensibilidad, la comprensión, donde la
familia es una fuente de bienestar y hay una preocupación por el bienestar de
los hijos. Los padres establecen normas y van dando autonomía a los hijos
conforme éstos van creciendo. Se oye su punto de vista y se negocian ciertas
normas, no aquellas que son fundamentales. Se hacen cumplir las normas y se
razonan y explican de forma que el niño y el adolescente van interiorizándolas
porque las sienten como propias.
Este estilo tiene como consecuencias para los hijos el desarrollo de personas
normalmente adaptadas, con confianza en sí mismas, con un comportamiento
productivo a nivel escolar, familiar, social y posteriormente, laboral. Con una
autoestima ajustada, con independencia, con responsabilidad personal y con
conductas socialmente valoradas. Es por ello, que las familias que desarrollan
este estilo sufren menos situaciones de violencia filioparental.
Como vemos es el estilo al que deberíamos tender y quizá es el que requiere
más preparación y formación.
-
ESTILO SOBREPROTECTOR:
Hemos querido añadir este estilo porque es un estilo en aumento en la
sociedad actual debido a ciertas características de nuestra sociedad y que,
aunque cercano al permisivo, no responde estrictamente a los patrones
establecidos por éste. Muchos autores ya apuntan la existencia de este estilo y
las investigaciones sobre acoso escolar valoran el estilo sobreprotector entre
los factores de riesgo.
Urra, J. (2006) recoge este estilo y define que las creencias de los padres
sobreprotectores se basan en que éstos piensan que los chicos deben ser
cuidados en todo momento, protegidos y mimados mientras vivan en el hogar
de los padres y que no se exigen responsabilidades porque ya crecerán y
asumirán responsabilidades cuando sean mayores. Por tanto, siguiendo los
cuatro criterios establecidos por el modelo de Baurmind podríamos decir que
son padres que no fijan normas, no exigen responsabilidades, hay una
afectividad y una comunicación basada en el proteccionismo y aislamiento de
13
los problemas del mundo. Además, suelen ser padres que van más allá no
pidiendo responsabilidades a sus hijos sino que los exculpan y fomentan la
externalización en los hijos, ya que buscan siempre explicaciones causales no
en la responsabilidad de los niños sino en culpables externos.
Los efectos que genera este modelo según Urra, J (2006) son: genera en los
hijos dependencia, falta de iniciativa, egoísmo, intolerancia, tiranía,
desadaptación social. Son niños inseguros, sin autonomía, con temores, con
miedos inespecíficos, tienen baja autoestima, toleran mal la frustración, no
tienen sentimientos de culpa, se mueven por impulsos y buscan satisfacciones
inmediatas, no son capaces de terminar actividades que conlleven esfuerzo y
recibir la gratificación después. No se responsabilizan de las consecuencias de
sus actos.
Este estilo puede provocar dos efectos contrarios: niños inhibidos y con falta de
habilidades sociales, sin capacidad para resolver problemas ya que sus padres
responden y resuelven sus problemas por ellos, con lo que nos encontraríamos
niños más pasivos que podrían ser objeto de acoso escolar. Y por otro lado
niños agresivos que pueden ser acosadores, ya que al carecer de falta de
normas y de exigencia de responsabilidades y exculpación continua por parte
de sus padres, puede generar este tipo de perfil.
Clásicamente las diferentes investigaciones sobre los estilos educativos han
apuntado a los efectos negativos del estilo autoritario aspecto que ha
fomentado que desde las diferentes instituciones educativas y desde los
distintos enfoques teóricos psicoeducativos se transmitiera este estilo como
necesario de extinguir llevando a fomentar otros más adecuados. Esto ha
llevado a que se confunda en muchas ocasiones que un estilo educativo
adecuado es aquel totalmente contrario al autoritario, es decir aquel donde no
hay normas ni exigencias y sí mucho afecto y comunicación, este estilo sería el
estilo permisivo. Así lo reflejan las investigaciones de Nardone, G. (2006) en las
que en una muestra entre europeos se recogió que sólo el 5% de las familias
siguen empleando este estilo educativo.
Pero, ¿podemos pedir a las familias que sepan cuales son las estrategias más
adecuadas para educar a sus hijos si los valores que se transmiten y los
mensajes sociales les dicen totalmente lo contrario? Es evidente que no
podemos culpabilizar a los padres sin darles las herramientas necesarias para
poder formarlos.
Es por ello, que se hace evidente que desde las instituciones en contacto con
las familias se realice una formación a las familias, porque como señala
Thomas Gordon “a los padres se les culpa, pero no se les educa” y se les
exige que sepan asumir una paternidad responsable en una sociedad que no
sólo no acompaña sino que presiona para que se le siga proporcionando una
cultura del placer y del hedonismo a los menores.
Y ¿qué podemos hacer ante esta problemática? Indudablemente formar a los
padres desde las distintas instituciones y administraciones, pero básicamente
desde la administración educativa, la social y la sanitaria. Sólo una intervención
14
primaria para formar a las familias podrá prevenir la intensificación de los
problemas de violencia filioparental.
La realización de esta tarea formativa debería abarcar tres pilares básicos que
deben ser complementarios: en primer lugar, debemos aumentar la transmisión
de información coherente que le llega a las familias, en segundo lugar, se tiene
que fomentar la participación de las mismas en la educación de sus hijos
potenciando sobre todo la implicación en la vida escolar y finalmente, se deben
desarrollar estrategias más formativas a través de la creación de escuelas de
padres y madres y cursos formativos dirigidos a éstos.
La formación de las familias a través de la educación de los padres debe
entenderse en un marco donde más allá de la formación continua de los
padres/madres debe ser un punto de encuentro-reflexión con otras familias que
favorezca el enriquecimiento mutuo. Es decir, debe ser un espacio para la
información, formación y reflexión dirigido a padres y madres con el objetivo de
ayudar a las familias con menores a su cargo a que puedan desarrollar
adecuadamente sus funciones cuidadoras, educativas y socializadoras,
favoreciendo la adquisición de pautas saludables de dinámica familiar que
faciliten la comunicación, la convivencia y en definitiva el desarrollo integral de
los menores como miembros activos y solidarios de la sociedad. (Hernández,
2006).
Con el fin de fomentar el interés, la participación y la implicación de las familias
la metodología por tanto, que debe seguir estas escuelas de padres, debe ser
flexible, abierta, cambiante, activa, participativa, variada, dinámica… para
mantener motivados a los padres y para favorecer el diálogo entre ellos.
Las temáticas que debe abordar la formación a padres con el fin de prevenir la
violencia filioparental serán primordialmente las siguientes:
- Establecimiento de normas y disciplina positiva en el seno familiar: qué
son las normas, por qué son importantes, distintos tipos de normas,
criterios para establecer las normas familiares, cómo hacerlas cumplir,
qué hacer si no se cumplen, supervisión de las normas en el seno
familiar.
- Exigencia de responsabilidad y madurez: establecer responsabilidad a
los hijos/as adecuada al momento evolutivo, fomentar de la autonomía y
la independencia, potenciar la madurez en los hijos/as.
- Mejora de la comunicación familiar: la asertividad, la comunicación
positiva ante las críticas, la escucha activa, la búsqueda de soluciones
conjuntas ante los problemas, la ayuda y guía familiar.
- Fomento de la afectividad en el seno familiar: el conocimiento real de los
hijos/as, la expresión del afecto, la empatía, la autoestima, el fomento de
expectativas positivas hacia los hijos/as.
- Otras temáticas a trabajar en la formación a padres serán Educación
para el tiempo libre, los estudios de los hijos/as, conocimiento de las
etapas evolutivas, prevención de drogas, educación sexual, manejo del
entorno que les rodea.
15
Las administraciones, los educadores, los medios de comunicación y la
sociedad en general deben ser conscientes de la difícil tarea de ser padre en
los tiempos actuales y que las familias no son más que actores sin un guión
escrito que poder seguir que deben improvisar en muchas ocasiones bajo la
intuición, la presión social y las expectativas del entorno, muchas veces
contradictorias, sobre cómo deben educar a sus hijos. Es por ello, que para
poder prevenir un problema tan acuciante y agudizado como es la violencia
filioparental debemos fomentar la formación de las familias a través de las
redes de formación a padres que deben ser promovidas por las distintas
instituciones.
Intervención desde la Prevención Secundaria: Guía de detección
temprana
Nos planteamos en este nivel dos cuestiones básicas como son la detección y
la intervención temprana. Para ello hemos elaborado una Guía de detección
temprana que contiene los indicadores de riesgo que en nuestro análisis de
casos han aparecido con más frecuencia y que por tanto consideramos que
pueden ser utilizados como detectores de una posible aparición de situaciones
de violencia filio parental. De igual forma se ha indicado por cada uno de los
países el procedimiento que deberá llevarse a cabo para promover una
intervención temprana sobre el caso. Las estrategias de intervención son
similares a las llevadas a cabo desde la prevención terciaria, adecuándolas a
los distintos contextos en los que se desarrollan y por ello las describiremos en
el apartado siguiente.
Utilidad de la Guía
Se pretende optimizar un instrumento que permita la detección temprana de los
casos y su identificación a la vez que clarifique los procedimientos por los que
debe canalizarse el tratamiento de los mismos.
Nos encontramos ante casos sobre los que se interviene de forma muy tardía, casi
siempre cuando existe una judicialización del problema (intervención desde el
ámbito penal juvenil) tras denuncias de agresiones bien por parte de los propios
padres o de otros profesionales.
La intervención tardía y la judicialización suponen una dificultad añadida al
tratamiento del problema, que debe incorporar una intervención sobre el núcleo
familiar y no sólo sobre el menor.
16
Indicadores de riesgo
INDIVIDUALES
FACTORES PARENTALES
Padre
Historia de malos tratos
Expediente de protección
Antecedentes como autor de delitos relacionados con maltrato
familiar
Pobre autoestima
Bajo capacidad de manejo en situaciones cotidianas (C.I. ,
certificado de minusvalía
Pobres habilidades interpersonales
Falta de capacidad empática
Poca tolerancia al estrés
Problemas psicológicos (fundamentado en diagnóstico)
Problemas de salud mental (fundamentado en diagnóstico)
Problemas de adicción a tóxicos
Enfermedades crónicas/severas
Madre
CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO/ JÓVEN
Baja tolerancia a la frustración
Apático
Problemas de conducta
Temperamento difícil (carácter innato)
Hiperactivo
Discapacidad física (fundamentado en diagnóstico)
Discapacidad psíquica (fundamentado en diagnóstico)
Discapacidad sensorial (fundamentado en diagnóstico)
Enfermedad mental (fundamentado en diagnóstico)
Enfermedad crónica
Consumo de drogas
Procesos delincuenciales
Absentismo escolar
Abandono escolar (a partir de un curso escolar)
Fracaso escolar
Agresividad hacia los padres
Desobediencia reiterada de las normas paternas
Grupo de iguales en situación de riego
Aislamiento social (carece de grupo de iguales de referencia)
Forma de resolución de conflictos de forma agresiva
Forma de resolución de conflictos por evitación
Bajo nivel de autoestima
Locus de control externo (sitúa las responsabilidad de sus
actos en los otros)
Bajo nivel de empatía
Bajo nivel de habilidades sociales (habilidades
interpersonales)
17
Víctima de malos tratos
Víctima de abusos sexuales
Víctima de malos tratos en la escuela
Protagoniza malos tratos en la escuela
Hedonista - nihilista (satisfacción del propio interés por encima
del otro)
Impulsividad
Engaño y manipulación
Carencias afectivas
FAMILIARES
INTERACCIÓN PATERNO FILIAL
Desadaptada
Escasa comunicación y/o comunicación negativa
Ciclo ascendente de conflicto y agresión
Técnicas de disciplina coercitivas
Déficit /carencias afectivas hacia el niño
No transmisión de valores pro sociales (tolerancia, respeto..)
Expectativas inadecuadas sobre el menor
Pautas de crianza inadecuadas
Modelos parentales inadecuados
Dejación /delegación de funciones parentales
Déficit asertividad
Relaciones de apego inadecuadas
Sobreprotección
RELACIONES DE PAREJA
Conflicto conyugal/ruptura de pareja
Estrés permanente
Violencia y agresión
Hijos no deseados
Problemas de inestabilidad de pareja
CONFIGURACIÓN FAMILIAR
Monoparental
Familias reconstituidas
Hijo único
Hijos adoptivos
Convivencia de familia extensa en el núcleo familiar
Crianza en familia extensa
Familia estable
18
SOCIOCULTURALES
AMBITO LABORAL
Desempleo con prestación
Desempleo sin prestación
Estrés laboral
Trabajo precario (economía sumergida, temporalidad,..)
Largas jornadas laborales de los padres
Economía estable
Ama de casa
Padre Madre
REDES SOCIALES DE APOYO
Aislamiento social
Escasa utilización de recursos formales de apoyo
Alta movilidad social
FACTORES CULTURALES
Aprobación cultural del uso de la violencia
Aceptación cultural del castigo corporal
Aceptación cultural del consumo de estupefacientes
Actitud negativa hacia la mujer
Estilo de vida marginales (mendicidad, delincuencia,
prostitución)
Pertenencia a grupos sectarios
Padre Madre
DETECCIÓN TEMPRANA Y PROCEDIMIENTO DE ATENCIÓN Y
DERIVACIÓN
La guía desarrollada anteriormente reúne parte de una serie de indicadores
que aparecen en los casos de violencia filio parental que están siendo tratados
en centros o programas, principalmente de reeducación de menores. Hemos
seleccionado aquellos que aparecen con más frecuencia y que por lo tanto
pueden servir de predictores a la hora de detectar e intervenir de forma
temprana.
La presente guía será utilizable por los profesionales de atención primaria,
tanto del ámbito de la Educación como de la Sanidad y de los Servicios
19
Sociales. Su finalidad es detectar de forma temprana la aparición de
indicadores de riesgos de manera que se proceda a la intervención inmediata
desde los programas de apoyo y orientación a la familia. Estos programas
pueden ser desarrollados desde cualquiera de los tres ámbitos de actuación
antes citados.
En aquellos casos que por la intensidad del problema se detecte la situación
aconsejando su derivación a Servicios Sociales Especializados de Atención a
la Familia e Infancia (SEAFI, Programas de Orientación – Mediación,…) por
encontrarse el menor en situación de riesgo, el equipo que detectó el caso
deberá remitir un informe al Equipo Social de Base del domicilio donde resida
el menor. Este equipo será el encargado de elaborar el diagnóstico para
proceder, en su caso, a la derivación del servicio especializado.
Cuando se valore la necesidad de separación provisional del menor de su
núcleo familiar, se procederá conforme a lo establecido en el Manual de la
Consellería de Bienestar Social4 “El papel del ámbito social en el abordaje de
situaciones de desprotección infantil”
Intervención desde la Prevención Terciaria. Durante el desarrollo de nuestro
proyecto hemos analizado dos estrategias de intervención basadas en
modelos diferentes.
La primera que a continuación describimos con detenimiento está basada en el
modelo cognitivo conductual desarrollado por el equipo técnico y educativo de
la Colonia San Vicente Ferrer de Valencia y la segunda basada en el modelo
sistémico puede consultarse en la página web5 de la Escuela Vasco Navarra de
Terapia Familiar.
DESCRIPCIÓN DEL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN CON FAMILIAS Y
MENORES CON CONDUCTAS DE MALTRATO DESARROLLADO POR LA
COLONIA SAN VICENTE FERRER6
INTRODUCCIÓN
La Colonia San Vicente Ferrer es un Centro de Reeducación de menores
infractores perteneciente a la Consellería de Justicia y Administraciones
Públicas, que está gestionado por los Terciarios Capuchinos (Amigonianos). En
la Colonia se atiende pedagógicamente, desde el año 1922, a adolescentes y
jóvenes de ambos sexos. El centro está ubicado en el término municipal de
Burjassot (Valencia) y dispone de 72 plazas para cumplimiento de medidas en
régimen cerrado, semiabierto, abierto y convivencia en grupo educativo.
Es en la “Colonia San Vicente Ferrer” donde se crea y comienza a
desarrollarse, en el año 2004, el “Programa de intervención con familias y
menores con conductas de maltrato”. Desde entonces se ha trabajado con
más de 130 familias,
4
Este documento puede obtenerse en la página Web de la Consellería de Bienestar Social de la
Generalitat Valenciana
5 www.avntf-evntf.com
6
La descripción que se detalla ha sido realizada por las autoras del programa de intervención Pepa
Sánchez Heras; María José Ridaura Costa y Cristina Arias Salvador.
20
MARCO TEÓRICO
El programa de intervención está diseñado basándonos en el modelo teórico de
la Psicología cognitivo-conductual. Modelo que mejor explica y predice la
conducta humana y que está avalado por numerosos estudios científicos.
El ser humano nace muy indefenso pero con una enorme capacidad de
aprendizaje. Desde el nacimiento, excepto algunos reflejos, aprendemos
absolutamente todo. Y en este proceso, realizamos buenos y malos
aprendizajes. Es decir, aprendemos comportamientos que nos van a ayudar a
ser más felices y otros que complicarán esta tarea. Así desde este modelo se
entiende que todos los comportamientos se pueden modificar, mejorando la
calidad de vida de las personas.
Un determinado comportamiento se puede aprender de diferentes maneras
(origen). Existen varias formas de aprendizaje: por asociación, imitación,
refuerzo positivo o refuerzo negativo.
Por otro lado, las conductas tienen tres niveles de respuesta que se encuentran
interrelacionados. Así, hablaremos de Respuesta Cognitiva –pensamientos,
imágenes y recuerdos-, Respuesta Fisiológica/emocional –emociones y
sensaciones físicas que dependen del sistema nervioso autónomo-, y
Respuesta Motora –aquellos comportamientos que realiza la persona para
modificar su medio-. Ante cualquier situación, la persona piensa algo
determinado y en función de estos pensamientos, tiene una serie de
sensaciones físicas y emociones y realiza una conducta para conseguir una
consecuencia determinada. Por ejemplo: para una persona que le da miedo
hablar en público, la situación sería presentar un trabajo. Pensará que lo va a
hacer fatal, que se quedará sin voz, que hará el ridículo, etc. y sentirá tensión
en los músculos, calor, taquicardia, nerviosismo. Por último, ante estos
pensamientos y emociones probablemente lo que hará será decir que está
enferma para no exponer el trabajo.
Destacar que dentro de la psicología cognitivo-conductual, es muy importante
el papel de los pensamientos, de cómo las personas interpretamos las
situaciones para tomar una u otra decisión y emitir distintos comportamientos.
Es distinto por lo que empieza un problema a los fenómenos por los que dicho
problema se mantiene. Las conductas se mantienen por las consecuencias
(beneficios, premios o refuerzos) que obtenemos al emitirlas. Podemos obtener
cosas positivas (refuerzo positivo) o eliminar sensaciones desagradables de
nuestro ambiente (refuerzo negativo).
En cuanto a las conductas de maltrato en sí, y tal y como se ha comentado
anteriormente, las personas nacemos sin experiencia previa y conforme vamos
viviendo, aprendemos a comportarnos de una determinada manera, en función
de lo que ganemos o perdamos. Los chicos que agreden, física o verbalmente,
a sus padres, consiguen sus propósitos, como obtener cosas materiales,
librarse de una bronca, hacer lo que quieran o sentirse bien por tener el control
de la casa.
Ahora bien, si lo anterior es cierto, también lo es que cuando nacemos
podemos hacerlo teniendo un temperamento fácil o difícil, y esta parte sí que
21
es innata. Cuando hablamos de temperamento nos referimos al carácter, al
conjunto de características psicológicas que tiene una persona y que, en parte,
determinan su forma de comportarse, y decimos en parte, porque la mayoría de
estos chicos, aunque con mucho más trabajo, podrán socializarse
correctamente. Es aquí donde cobra importancia el papel de los padres y por
tanto, la doble dirección del problema.
A los padres nadie les enseña a educar. Muchos se enfrentan a este desafío
con voluntad e ilusión, pero no siempre con las ideas claras. Educar es una
ardua tarea, que se complica muchísimo cuando los hijos han nacido con un
temperamento difícil. Pero este temperamento está y debe estar mediatizado
por los padres, por las pautas de crianza que utilicen.
Los padres que utilizan unas pautas de crianza adecuadas, conjugan el afecto,
la disciplina y la comunicación, y suponen modelos positivos para sus hijos.
Saben poner límites, supervisar que no se rebasen, imponen consecuencias
cuando se transgreden y refuerzan cuando se cumplen. Son aquellos que
escuchan a sus hijos, que hacen un uso adecuado del “NO” y del “SÍ”, y que no
caen en constantes contradicciones.
Si desde pequeños los padres no van moldeando los comportamientos
negativos de los niños difíciles, enseñándoles que de esta forma no
conseguirán sus objetivos, el niño crecerá y su temperamento difícil y
conductas negativas crecerán con él, con la diferencia de que cuando son
pequeños, son más o menos controlables, y cuando son adolescentes las
conductas negativas son más exageradas y descontroladas, llegando incluso al
maltrato.
ESTRUCTURA DEL PROGRAMA DE INTERVENCIÓN Y METODOLOGÍA
A la hora de diseñar y estructurar este programa de intervención, tuvimos muy
presente la necesidad de trabajar de forma paralela tanto con hijos como con
los padres, ya que consideramos que los problemas familiares deben
conceptualizarse como un problema, cuanto menos, dimensional. En el seno
de las familias se establecen dinámicas negativas, en las que, tanto en su
origen como en su mantenimiento, participan los padres y los hijos, siendo por
tanto ambas partes responsables del proceso y por consiguiente, siendo
necesaria su implicación en la intervención para manejar y cambiar conductas
inadecuadas que se están retroalimentando mutuamente.
Este hecho nos ha llevado a trabajar de forma individualizada con los hijos pero
también con los padres, así como con padres e hijos conjuntamente. Asimismo,
con el objetivo de dotar de estrategias concretas, reforzar los aprendizajes y
como apoyo al malestar y el sentido de culpabilidad con que se encuentran
cuando llegan al Centro un elevado porcentaje de familias, llevamos a cabo
una formación grupal con el conjunto de padres (“Escuela de Padres”).
También trabajamos con los adolescentes en grupo.
Nuestro modelo de trabajo es esencialmente psicoeducativo, en el que la
práctica diaria adquiere una importancia crucial.
22
El objetivo general del programa es disminuir hasta llegar a extinguir los
comportamientos agresivos y violentos de los hijos hacia sus padres,
mejorando la relación entre ellos.
Para alcanzar dicho objetivo, se trabajaba a través de cinco bloques de
intervención (Padres individualmente; Hijos individualmente; padres en grupo
(Escuela de Padres); Hijos en grupo; Padres más hijos), que se desarrollan en
cuatro fases (Evaluación, Hipótesis; Intervención y Seguimiento).
En la Fase de Evaluación, se recoge información, tanto de padres como de
hijos para poder entender el problema, identificando la conducta problema,
viendo que variables pueden predecirla y que consecuencias la controlan
(Pastor y Sevillá, 1990).
En esta fase trabajamos con dos de los bloques de intervención: Padres
individualmente e hijos individualmente.
En la Fase de Hipótesis se explica el origen y mantenimiento del problema,
tanto a los padres de forma individualizada como en el grupo de padres de una
forma más general. Se explica cuál es el problema de su hijo, por qué aparece
y qué variables hacen que dicho problema se mantenga a lo largo del tiempo.
En esta fase trabajamos con dos bloques de intervención: Padres
individualmente y padres en grupo (“Escuela de Padres”).
En la Fase de intervención, se enseñan, tanto a los padres como a los chicos,
aquellas técnicas, estrategias y habilidades que les ayuden a resolver el
problema. Por otro lado, se ensaya y se pone en práctica todo lo aprendido.
En esta fase trabajamos con los cinco bloques de intervención
simultáneamente
En la Fase de Seguimiento, se van observando los resultados a corto plazo y
si estos resultados se mantienen a lo largo del tiempo, incluso una vez haya
finalizado la intervención.
En esta fase trabajamos, en el centro durante la parte final del internamientoi,
con los padres y los hijos, en sesiones individuales y conjuntas. Objetivo de
esta fase es también observar los resultados durante el cumplimiento de la
libertad vigilada y una vez acabada la misma.
Los objetivos específicos de cada bloque de intervención son los siguientes:
BLOQUE-I. PADRES EN INDIVIDUAL
OBJETIVOS:
1-Evaluar el problema funcionalmente.
En aras a realizar un diagnóstico acertado y planificar adecuadamente la
intervención, es necesario evaluar el problema, obteniendo la información
necesaria para poder realizar el Análisis Funcional de la conducta o conductas
problema, de forma que una vez concluido podamos contestar a las siguientes
preguntas: ¿Cuál es concretamente el problema?, ¿Cómo aparece? y ¿Qué
variables hacen que se mantenga a lo largo del tiempo? La información se recoge
a través de la entrevista semiestructurada, de la observación directa y de
diferentes cuestionarios y autoregistros, durante dos o tres sesiones.
23
2-Entender claramente por qué se mantiene el problema de conducta de su hijo.
Tras realizar la evaluación y poder seguir avanzando con ciertas garantías en
la intervención, es fundamental que los padres entiendan la hipótesis
explicativa del problema. En nuestra experiencia la mayoría de los chicos con
los que hemos trabajado presentan un problema conductual, instrumental y
aprendido. Muchos padres, influidos por otros autores y por la necesidad de
calmar su sentimiento de culpa y buscar razones externas a los
comportamientos agresivos de sus hijos, piensan que sus hijos tienen un
problema orgánico, genético, y crónico como una enfermedad mental, una
psicopatía, etc.
Por ello y para que se impliquen en la intervención, es importante que los
padres entiendan que el problema de sus hijos es aprendido y por tanto,
modificable, que se mantiene por los beneficios que consiguen al emitir la
conducta agresiva, que asuman su parte de responsabilidad y sepan qué
conductas, que mantienen el comportamiento agresivo de su hijo, han de
cambiar.
3-Flexibilizar las ideas irracionales.
Teniendo en cuenta todos los acontecimientos negativos vividos en el último
tiempo, la mayoría de padres acuden a las sesiones con mucho malestar y con
pensamientos negativos sobre su hijo, sobre la solución del problema, incluso
sobre ellos mismos. Algunos de estos pensamientos negativos están
distorsionados, son irracionales. Esto es, no están basados en la evidencia,
generan emociones difíciles de controlar y no son útiles para conseguir
nuestros objetivos. Por ejemplo: “Aunque me hubiese comportado de otra
manera mi hijo hubiese hecho lo mismo”; “Mi hijo es esquizofrénico”; “Toda la
culpa es mía”.
Es importante detectar la existencia de estos pensamientos y abordarlos para
poder avanzar adecuadamente a la intervención, ya que pueden interferir de
forma significativa.
4-Aprender a reforzar positivamente.
El refuerzo positivo es una de las técnicas más potentes para mantener conductas
positivas a lo largo del tiempo. Además ayuda a construir y mantener una
adecuada autoestima y favorece la relación positiva y afectiva entre las dos
partes. Cuando comenzamos a trabajar, tanto con los padres como con los hijos,
observamos que les cuesta ver cosas positivas en el otro. Durante mucho tiempo
su forma de relacionarse y comunicarse se ha basado en la crítica, la exigencia e
incluso el desprecio. Por ello, es fundamental que aprendan a valorarse por lo que
son, y no exclusivamente por lo que hacen, que sean capaces de expresarse
cosas positivas, de decirse lo que les gusta del otro, de felicitarse, de mostrarse
afecto, etc.
5-Revisar los fines de semana.
Cuando llega el momento de que los chicos comienzan a disfrutar de permisos de
fin de semana al domicilio familiar, dichas salidas se preparan con ambas partes
24
clarificando los objetivos de las mismas y firmando un contrato conductual en el
que se especifican las normas que los padres les piden y las consecuencias, tanto
positivas (privilegios) como negativas (sanciones) que obtendrán en función del
cumplimiento o no de las normas. Tras las salidas se revisa, con ambas partes, lo
más detalladamente posible, cómo ha transcurrido el fin de semana.
Principalmente nos interesa conocer cómo se han sentido, si el hijo ha cumplido
todas las normas que aparecían en el contrato, y en el caso de haber incumplido,
cómo han manejado los padres la situación y cómo ha reaccionado el chico ante
esto. Por otro lado, se intenta obtener información acerca de la actitud del hijo y
los padres, el tipo de comunicación, la participación en la dinámica familiar, etc.
Tras recoger toda esta información, damos feedback, reforzamos y trabajamos los
aspectos a mejorar.
6-Trabajar las tareas y los contenidos del grupo.
En estas sesiones individuales se revisan los contenidos trabajados en el grupo
de padres (“Escuela de Padres”). Las explicaciones en grupo se realizan de
forma general, sin centrarnos en cada caso en concreto. Así pues, con los
padres individuamente concretaremos los aspectos de su caso, observaremos
si se ha entendido lo explicado en el grupo y se revisarán las tareas.
METODOLOGÍA:
Los dos primeros objetivos (“Evaluar el problema funcionalmente” y “Entender
claramente por qué se mantiene el problema de conducta de su hijo”), se trabajan
con los padres de forma individual durante la fase de “Evaluación” y la fase de
“Hipótesis”.
Las sesiones se realizan con los padres. Es importante motivar a ambos
progenitores para que asistan a las sesiones, ya que ambos son en parte
responsables del problema familiar y, de ambos depende el proceso de cambio
de su hijo, y por consiguiente de la dinámica familiar. En ocasiones nos
encontramos con que los padres, por motivos laborales, de horarios…delegan
en las madres la función de asistir a las sesiones. Como sabemos la
coherencia educativa es una de las variables importantes y que influye en el
comportamiento de el/la hijo/a de forma significativa, a la hora de educar. Cada
uno de los progenitores tiene su estilo y si únicamente modifica su forma de
relación y acción con el hijo uno de ellos, el problema no se resolverá porque
se seguirán reforzando, por alguna de las dos partes, los comportamientos
negativos o castigando algunos positivos.
En aquellos casos en los que los padres están separados, se interviene
sistemáticamente con el progenitor encargado de la educación de el chico
(normalmente con quien vive), aunque recomendamos que a la hora de
evaluar, en la medida de lo posible, se obtenga información del otro progenitor.
A partir de este momento, si se valora como pertinente, se interviene con los
dos, bien en sesiones conjuntas o bien en sesiones individuales, dependiendo
del caso.
25
Asimismo, siempre que sea posible, también se tendrá en cuenta a otras
personas significativas en la dinámica familiar y en el mantenimiento del
problema (abuelos, parejas sentimentales de los padres, tíos, hermanos, etc.).
Las sesiones se desarrollan semanalmente y duran aproximadamente 60
minutos.
Si durante la evaluación detectamos, en alguno de los padres, problemas
individuales secundarios al problema principal (por ejemplo, consumo de
sustancias tóxico-dependientes; Trastornos de Ansiedad; Depresión Clínica;
Problemas de Pareja; Trastornos de Personalidad; etc.), no los trabajamos,
pero intentamos derivarlos a otro recurso (UCAS; Psicólogos o Psiquiatras,
públicos o privados, etc.). Trabajamos en un centro de reforma en el que la
prioridad es atender educativamente a cada uno de los chicos que se
encuentren ingresados por cualquier tipo de delito. La intervención que
realizamos en los casos de violencia filio-parental requiere de mucho trabajo y
esfuerzo. Por ello, por cuestiones prácticas y de temporalidad,
lamentablemente no podemos intervenir en los problemas emocionales
individuales de los padres. No obstante, entendemos que dichos problemas
también afectan a la relación y por tanto a la dinámica familiar y es fundamental
resolverlos.
En la mayoría de sesiones se mandan tareas para la próxima sesión. Hay que
reforzar que las traigan hechas, ya que nos dan mucha información acerca de
si se han cumplido los objetivos o si hay que continuar trabajándolos. También
hay que insistir en que han de realizarlas los dos, ya que los dos son parte
activa en la intervención y necesitamos feedback de ambos progenitores.
En ocasiones nos encontramos con padres resentidos, con sentimientos de
culpa, con desconfianza, con miedo, con desafíos, con pensamientos muy
rígidos, etc. Por ello, es importante que tengamos habilidades sociales,
autocontrol emocional, y principios éticos claros, ya que, tanto en evaluación
como en intervención se nos presentarán situaciones difíciles que tendremos
que manejar.
El número de sesiones es flexible, ya que esto va a estar condicionado, tanto
por las características de los padres como por el propio criterio del profesional.
Es posible que haya contenidos en los que tengamos que incidir una y otra vez
a lo largo de las sesiones. Por ejemplo, a la hora de trabajar los pensamientos
irracionales, con unos padres necesitaremos una sesión y con otros
necesitaremos algunas más.
BLOQUE-II. ADOLESCENTES EN INDIVIDUAL
OBJETIVOS:
1-Evaluar el problema funcionalmente
La pertinencia de este objetivo y su desarrollo es el mismo que realizamos en las
sesiones con los padres de forma individual.
2-Asumir su parte de responsabilidad en el problema.
A los hijos les cuesta mucho asumir su parte de responsabilidad en los problemas
con sus padres. Justifican sus agresiones verbales y/o físicas, su desobediencia,
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sus escapadas de casa, en definitiva sus comportamientos negativos hacia sus
padres, culpabilizándolos a ellos de sus propias acciones.
El que los hijos asuman su parte de responsabilidad en los problemas con sus
padres supone uno de los objetivos fundamentales para poder continuar de forma
efectiva con el resto de la intervención, ya que si entienden que sus reacciones y
problemas dependen exclusivamente de causas externas, serán muy resistentes
al cambio.
3-Aprender a resolver problemas.
A los chicos les cuesta mucho evaluar las consecuencias a largo plazo.
Generalmente, se mueven por los refuerzos inmediatos y fáciles de conseguir,
costándoles mucho demorar la gratificación. Así mismo, muchos tienen una baja
capacidad de empatía. Es decir, les cuesta ponerse en el lugar del otro y entender
sus sentimientos. Por esta razón, también les cuesta ver las consecuencias para
los demás, tanto positivas como negativas, y si las ven, las valoran y, por tanto,
puntúan, como poco importantes. Generalmente estos chicos no saben resolver
problemas de forma adecuada y normalmente se equivocan en sus decisiones,
que les traen nuevos problemas. Por ello, ayudamos a los chicos a que detecten
las señales que les indiquen que tienen un problema, que definan metas
apropiadas y diferentes alternativas de solución, y que elijan la alternativa más
adecuada, pensando en las consecuencias a largo plazo para ellos y para los
demás. Por último les ayudamos a diseñar un plan de acción concreto para llevar
a cabo la alternativa seleccionada.
4-Cumplir con las normas de convivencia familiar.
Cuando los chicos ingresan en el centro llevan mucho tiempo sin cumplir normas,
han dejado de ver a sus padres como figura de autoridad y viven el día a día
haciendo su voluntad sin contar con los demás miembros de la casa y haciendo
cualquier cosas para cumplir sus deseos. La mayoría de estos chicos han crecido
teniendo exceso de “sí” por parte de sus padres, desarrollando la idea de que
están cargados de derechos y que sus padres únicamente tienen obligaciones
para con ellos. Otros han tenido exceso de “no” y han terminado por revelarse
frente a esa situación, dejando de cumplir las normas.
Ayudamos a los chicos a que aprendan a evaluar la necesidad de la norma como
mecanismo para poder entendernos y para poder convivir dentro de un grupo:
sociedad, amigos, trabajo, pareja, y por tanto, también la familia. Asimismo es
importante que entiendan que ellos son los hijos y que pueden expresar sus
necesidades y deseos e intentar negociarlos con sus padres, pero que son sus
padres quienes tienen la autoridad y por tanto, la última palabra.
5-Controlar su agresividad
Nos encontramos con que hay chicos que utilizan la agresividad de una forma
totalmente instrumental. En general estos chicos tienen un alto control emocional
y se dan el permiso voluntariamente de tener conductas agresivas con el objetivo
de intimidar y conseguir lo que quieren. No obstante, también nos encontramos
con chicos con una agresividad más reactiva. Es decir, son más impulsivos. En
estos chicos también hay una parte instrumental que les ha llevado a generalizar
estas reacciones porque han obtenido beneficios al emitirlas, pero realmente tiene
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menos control sobre sus reacciones. Los segundos, tras la realización de las
conductas agresivas, se sienten más culpables que los primeros. El objetivo va
destinado a entrenar a controlar la agresividad fundamentalmente a los últimos,
los primeros no lo necesitan.
6-Flexibilizar los pensamientos irracionales
La funcionalidad de este objetivo y el abordaje que se le da, es el mismo que con
los padres en las sesiones individuales. No obstante con chicos con un
pensamiento muy rígido e irracional recomendamos no trabajar los pensamientos
distorsionados, ya que no es efectivo. Contradicen cualquier cosa que se les dice,
teniendo dificultades para razonar y comienzan a pensar que les quieres
convencer. En estos casos es mejor, al menos en un primer momento, centrarnos
en la parte conductual, siendo ésta la única forma de que puedan comprobar que
lo que piensan no es del todo cierto.
METODOLOGÍA:
Las sesiones individuales se realizan con el chico que emite conductas de
maltrato en casa. Dichas conductas pueden materializarse en agresividad física
y/o psicológica hacia sus padres, hermanos, abuelos, y/u objetos del ámbito
familiar.
Este bloque consta de diez sesiones aproximadamente que se desarrollan
semanalmente y que duran aproximadamente 60 minutos. No obstante, el número
de sesiones es aproximado, se podrán añadir o quitar sesiones en función del
caso, de las características del chico, del ritmo de las sesiones, del grado de
comprensión… Siempre que el terapeuta lo considere oportuno.
Si durante la evaluación detectamos problemas secundarios al problema principal
(por ejemplo, consumo de sustancias tóxico-dependientes, problemas de celos
hacia hermanos/as o hacia parejas sentimentales del padre o madre, depresión,
trastornos de ansiedad, etc.), los trabajaremos también ya que pueden estar
influyendo en el problema principal o ser causa del mismo.
En este bloque de intervención las sesiones son teórico-prácticas.
En la mayoría de sesiones se le mandan tareas para la próxima sesión. Es
importante reforzar que las hagan, ya que nos dan mucha información acerca de
si se han cumplido los objetivos, o si hay que continuar trabajándolos.
Muchos de los chicos con los que nos encontramos se muestran resentidos,
emocionalmente distanciados de sus padres, y en ocasiones con bloqueos o
negativas ante la intervención. Por esto, al igual que con los padres, es importante
que el terapeuta tenga habilidades técnicas, de autocontrol emocional, éticas y
sociales, ya que, tanto la evaluación como la intervención, están llenas de
situaciones difíciles que hay que saber manejar.
BLOQUE-III. PADRES E HIJOS/AS
OBJETIVOS:
1-Mejorar la relación entre padres e hijos.
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Cuando los chicos ingresan en el centro llevan mucho tiempo, sin considerar a sus
padres como figura de autoridad y manteniendo con ellos relaciones utilitarias y de
abuso, donde no hay cabida para la expresión del afecto. Es fundamental
restablecer los roles en el sistema familiar y trabajar todos los aspectos
relacionados con las normas. No obstante, es muy importante que además de
centrarnos en qué papel debe adoptar cada cual en el sistema familiar, se trabaje
la parte afectiva y emocional en aras a mejorar la relación entre ambas partes.
Aprendiendo a valorarse y valorar al otro, y vivenciando de forma positiva los
beneficios que tiene sentirse parte de una unidad familiar y vivir en ella.
2-Mejorar la comunicación entre los padres y los hijos.
Antes de comenzar a resolver sus problemas, la comunicación entre padres e
hijos estaba muy deteriorada. En la mayoría de casos había una muy escasa o
ausencia total de comunicación y la que había era completamente negativa,
basada en las críticas malintencionadas, en los reproches y en las exigencias. Por
ello, a padres e hijos se les entrena de forma grupal en habilidades sociales y
comunicativas. Durante las sesiones conjuntas ponemos en práctica estas
habilidades de forma que se hagan cumplidos, que se expresen peticiones, que
se realicen críticas honestas, que se escuchen, etc.
3-Preparar el reencuentro y las salidas.
Las primeras interacciones, tras el ingreso en el centro, son complicadas para
ambas partes. La última vez que hablaron y se vieron fue en los Juzgados de
Menores, después de un episodio de tensión y violencia. Para ayudarles en este
primer encuentro o en esta primera comunicación, además de clarificar los
objetivos, tanto a los padres como a los hijos, preparamos previamente a ambas
partes. No les forzamos a que se muestren afectivos entre ellos ni a que hablen de
temas importantes o trascendentes, pero sí exigimos, a ambas partes, que
mantengan el respeto. Les pedimos que no hablen de lo sucedido y que no
saquen “trapos sucios”. Esto se trabajará en sesiones conjuntas cuando el
terapeuta lo considere conveniente, de forma que evitemos críticas deshonestas,
sentimientos negativos y conductas descontroladas. El objetivo de las primeras
interacciones es que ambas partes se queden con “buen sabor de boca”, y
experimenten que es posible relacionarse y comunicarse sin agresividad.
El objetivo final del internamiento es que los hijos vuelvan a vivir en el domicilio
familiar, pero para conseguirlo con ciertas garantías hay que ir poco a poco en la
intervención. Así, antes de comenzar a salir con los padres, los chicos tienen que
realizar correctamente una serie de pasos. En primer lugar tienen que ponerse en
contacto con los padres con una llamada telefónica y, en tono de respeto, pedirles
que vayan a visitarlo. Las visitas se realizan en el centro y si funcionan bien, se
realizarán algunas visitas, de aproximadamente dos horas, fuera del centro.
Superado este objetivo, padres e hijos podrán disfrutar de un día de permiso de
convivencia familiar y si toda va bien, comenzará a disfrutar de permisos de fin de
semana al domicilio familiar.
4-Realizar contratos y revisarlos periódicamente.
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Cuando los chicos comienzan a pasar los fines de semana en casa se firma un
“contrato conductual” entre ellos y los padres. El objetivo final es que ambas
partes sean autónomas. Para ello, después de realizar varios contratos escritos,
pasaremos al contrato verbal.
Aunque el contrato lo preparamos antes con los padres, y se revisa con ambas
partes después del fin de semana, el mensaje a los hijos es que son los padres
quienes ponen las normas y las consecuencias y quienes manejaran las diferentes
situaciones durante el fin de semana. Es fundamental que esta cuestión la tenga
clara ambas partes, y no piensen que es el centro el que sancionará los
comportamientos negativos. Nuestra intención es que los padres vayan ganando
autoridad y no se creen relaciones de dependencia con el centro, porque llegará
un día en que tendrán que resolver los problemas con los hijos sin el apoyo del
centro.
5-Poner en práctica las técnicas para aumentar y disminuir comportamientos.
Este objetivo se trabaja transversalmente durante todas las sesiones,
especialmente durante la firma del contrato, donde los padres tiene que poner en
práctica las técnicas para aumentar y disminuir conductas aprendidas, (refuerzo
positivo, extinción, costo de respuesta…), bien en sesiones individuales o en la
“Escuela de Padres”.
6-Afrontar el conflicto.
En el trabajo con las familias no podemos obviar lo relacionado con lo que
aconteció en el seno de las mismas y que les llevó a la situación de encontrarse
separados, con los chicos en el centro. Entendemos que es una parte
fundamental en el trabajo, ya que si toda la intervención se basa en la disciplina e
imposición de normas no estamos resolviendo el problema en su totalidad. Es
importante que expresen cómo se sentían con la dinámica de relación que tenían
antes de ingresar en el centro, que expresen qué significan los unos en la vida de
los otros y porqué, que se expresen cosas positivas, que hagan compromisos de
cambio y concreten porqué están dispuestos a hacerlo.
El momento de trabajar estos objetivos lo marcará el criterio del terapeuta. Es una
sesión delicada donde se ponen sobre la mesa muchos sentimientos, algunos
positivos y otros no tanto, y no todas las familias están preparadas para afrontarlo
en el mismo momento de la intervención.
METODOLOGÍA:
Los objetivos de este bloque se trabajan durante varias sesiones, dependiendo de
la información obtenida durante la evaluación y de la evolución del caso. Tendrán
una periodicidad semanal y durarán aproximadamente una hora.
En estas sesiones, participan tanto los padres como los hijos. Se trata de
sesiones conjuntas en las que se ponen en práctica cuestiones que han sido
explicadas en sesiones individuales y grupales, tanto con las familias como con
los adolescentes.
En cuanto a la firma del contrato, destacar que esta sesión se ha preparado de
forma individual con cada parte, por lo que en la sesión conjunta, el papel que
juega el educador y el terapeuta, es de “testigo”. Favorecemos que manejen la
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situación entre ellos y únicamente intervenimos cuando aparecen problemas que
solos no saben resolver. El objetivo es que los padres se muestren como
autoridad y los hijos entiendan y acepten dicha autoridad. Si intervenimos
demasiado, los hijos pueden pensar que la autoridad es el centro y no toman en
serio a los padres.
Cada familia posee un ritmo de aprendizaje, por lo que, en el caso de que el/la
chico/a no muestre una actitud de acuerdo y aceptación de normas y
consecuencias no tendrá salida hasta que dicha actitud cambie.
La metodología que se utiliza durante estas sesiones son los contratos
conductuales, role-playing, técnicas de negociación, etc.
En estas sesiones conjuntas observamos todas las dificultades con las que se
encuentran, tanto padres como hijos/as, a la hora de poner en práctica todo lo
aprendido en las sesiones individuales. Daremos feedback, reforzando todo
aquello que hacen bien y diciéndoles todas aquellas cosas que tienen que
mejorar.
BLOQUE-IV. PADRES EN GRUPO (“Escuela de Padres”)
OBJETIVO GENERAL:
El objetivo general de este bloque es dotar a los padres de estrategias y
habilidades para mejorar sus pautas de crianza y la relación con sus hijos. El
objetivo último es que a través del comportamiento de los padres, los hijos
abandonen sus conductas agresivas.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
1-Entender qué es un problema de conducta.
A lo largo de estos años hemos trabajado con más de 120 familias, y
basándonos en nuestra experiencia, la violencia de hijos a padres se trata, en
la mayoría de los casos, de un problema aprendido y no genético. En los casos
en los que tras la evaluación detectamos que efectivamente esto es así, es
fundamental que los padres lo entiendan para poder corregir los
comportamientos que, con la mejor intención y sin ser del todo conscientes de
ello, están reforzando las conductas negativas y agresivas de sus hijos.
2-Comprender por qué se inicia y qué hace que se mantenga un problema de
conducta.
Explicamos el origen y el mantenimiento de los problemas de conducta de una
forma general, ya que de forma más específica se explica en las sesiones
individualizadas con los padres
3-Conocer las características típicas de un adolescente.
Muchos padres piensan que sus hijos, por el exceso de comportamientos que
han realizado, son diferentes al resto de adolescentes. Nuestro objetivo en esta
sesión es que a los padres les quede claro que su hijo no es un “extraterrestre”,
simplemente es un adolescente, con la mayoría de características similares a
31
todos los demás, pero que lamentablemente ha aprendido a comportarse de
forma agresiva para conseguir sus propósitos. Por ello, es importante que
conozcan las características peculiares de esta fase evolutiva de sus hijos.
4-Conocer estrategias para aumentar y disminuir conductas.
Los padres han probado diferentes estrategias para manejar las conductas y
actitudes negativas de sus hijos y no les han funcionado. En esta sesión se
explica a los padres técnicas y herramientas concretas y cuál es la mejor forma
de aplicarlas y ante qué situaciones.
5-Entender qué significa “educar”.
Muchos padres piensan que educar es ofrecer a los hijos todo lo que les piden
y que ser un buen padre es ser amigo de tu hijo. Otros piensan que hay que
colmarlos de amor y cariño sin necesidad de decirles que “No” por la creencia
errónea de que esto les puede hacer crecer con cierto trauma. Otros piensan
que sus hijos, por una especie de ciencia infusa, deberían saber que sus
padres les quieren, y se centran exclusivamente en la parte de disciplina. Es
importante que los padres entiendan que educar a los hijos es una obligación
suya y que recoge tres variables fundamentales: afecto incondicional, disciplina
adecuada y comunicación adecuada.
6-Aprender a poner normas y a supervisarlas de manera adecuada.
Al igual que a los chicos, explicamos a los padres la necesidad de las normas
para poder vivir en grupo. Asimismo les dotamos de estrategias a la hora de
controlar y supervisar el comportamiento de sus hijos de forma adecuada.
7-Aprender a realizar y recibir críticas honestas.
Entrenamos a los padres a decirles a sus hijos asertivamente lo que les
molesta de ellos y a pedirles cambios de comportamiento y actitud. Por otro
lado les entrenamos a que reciban las críticas de sus hijos, aunque sean
deshonestas, sin entrar en el juego ni perder el control.
8-Aprender a pedir las cosas, diferenciando entre pedir-exigir.
Entrenamos a los padres a hacer peticiones de forma asertiva. Es importante
que los padres entiendan que hay cosas que se deben exigir (norma) y otras
que no, que se pueden pedir, pero aceptando que la otra persona te diga que
“no”. Hacer una petición no es dar una orden ni tampoco implica que el otro se
sienta forzado y obligado a acceder a nuestros deseos.
9-Aprender a decir NO.
La mayoría de padres con los que nos encontramos tienen dificultades para
decir que no a las peticiones o demandas de sus hijos, por miedo a que tengan
una reacción descontrolada y se desencadene un nuevo conflicto. Sin embargo
32
es fundamental que aprendan a hacerlo y se expongan (manteniendo la
ansiedad a corto plazo) para a largo plazo resolver el problema y dejar de
funcionar por alivio (refuerzo negativo). Les damos herramientas para que lo
hagan sin perder su objetivo ni enfadarse.
METODOLOGÍA:
En este bloque utilizamos una metodología teórico−práctica, consistente en
breves explicaciones teóricas, role-playing, visualización de vídeos, etc.
Este bloque de intervención consiste en terapia EN grupo, no DE grupo.
Nuestro objetivo en este sentido es que las explicaciones sirvan para todos y
las sesiones sean más amenas, NO que se ayuden entre ellos. Seremos
nosotros siempre los que dirijamos la intervención. Es recomendable que las
cuestiones más personales se trabajen con los padres en las sesiones
individuales. No obstante, no podemos negar que el hecho de que los demás
padres vean que hay más padres con sus mismos problemas, les hace no
sentirse tan raros, facilitando el proceso de cambio.
Se han programado once sesiones. Este formato es totalmente flexible, por lo
que si se considera necesario añadir alguna sesión es bueno que se haga.
Entendemos que estas sesiones en grupo tienen que ser dirigidas por un
Psicólogo o Pedagogo. Éste puede ser ayudado por un co−terapeuta, que
podría ser un educador.
En nuestra experiencia, el número ideal para formar el grupo son cuatro o cinco
familias, aunque, como siempre, dependerá del criterio del terapeuta y de las
características de las familias.
Hemos observado que existen una serie de características en las familias que
facilitan el funcionamiento del grupo, aunque será el profesional, el que decida,
en último término, que familias van a ser miembros del mismo. Estas
características son: compresión de la hipótesis explicativa del problema (que
asuman su parte de responsabilidad), que no existan problemas emocionales
en ningún padre (como consumo de alcohol o drogas) y que se comprometan a
asistir a todas las sesiones.
Los padres siempre van a llevar tareas para casa. Éstas se recogerán en las
sesiones en grupo o en las individuales y se comentarán en las individuales,
aunque si las recogemos en el grupo les preguntamos si han tenido algún
problema.
Las sesiones de los padres en grupo van a ir paralelas, en la medida de lo
posible, a las sesiones de los padres individualmente, los hijos individualmente,
el grupo de hijos y los adolescentes con los padres.
BLOQUE-V. ADOLESCENTES EN GRUPO
OBJETIVO GENERAL:
1-Adquirir Habilidades Sociales.
Los chicos, especialmente con sus padres, están acostumbrados a utilizar un
estilo de comportamiento agresivo, ya que han aprendido que comportarse de
esta forma tiene más beneficios para ellos. Es frecuente que, cuando
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explicamos a los chicos el estilo asertivo, no se identifiquen con él y valoren
como poco realista la posibilidad de utilizarlo es su ambiente natural.
Les explicamos que ser asertivos con los demás, no sólo garantiza que
defendamos nuestros derechos sin pisar los de los demás, sino que además
aumentan las probabilidades de conseguir nuestro objetivo. Asimismo les
decimos que les enseñamos a ser asertivos, como una forma de comportarse
con los demás, más adecuada a la que han estado utilizando hasta ahora.
Después ellos eligen si ponerla en práctica o no con sus amigos u otras
personas, pero con los padres, tanto en las sesiones que se realicen
conjuntamente, como en casa, les exigiremos que utilicen el estilo asertivo.
OOBJETIVOS ESPECÍFICOS:
1-Conocer el significado de Habilidades Sociales.
2-Diferenciar entre estilo de comportamiento agresivo, pasivo y
asertivo, remarcando las ventajas del estilo asertivo.
3-Aprender a realizar peticiones de forma asertiva.
4-Aprender a aceptar el NO.
5-Aprender a rechazar peticiones de forma asertiva (Decir NO).
6-Aprender a expresar críticas asertivamente.
7-Aprender a afrontar (rechazar o aceptar) críticas asertivamente.
8-Aprender a hacer y recibir cumplidos.
METODOLOGÍA:
Estas sesiones se realizan en grupo con los chicos con los que se está
interviniendo, bien en un grupo específico o bien dentro pero dentro de su
grupo educativo de convivencia con los demás compañeros.
Este bloque consta de 8 sesiones que se desarrollan semanalmente y que
duran aproximadamente 60 minutos. Cabe comentar que el número de
sesiones es aproximado, ya que, es fundamental adecuarnos al funcionamiento
del grupo, teniendo en cuenta sus características de comprensión, atención,
comportamiento, etc. No pasaremos a explicar una nueva habilidad hasta que
la anterior no esté superada.
Las sesiones se desarrollan por un psicólogo, pedagogo o educador. Al igual
que en el grupo de padres, se trata de sesiones teórico-prácticas en las que se
realizan breves explicaciones teóricas, rol-playing, dinámicas de grupo, etc.
Normalmente, las sesiones se estructuran de la siguiente manera: resumen de
la sesión anterior; breve explicación teórica del tópico que toque trabajar (hacer
críticas honestas, rechazar peticiones, hacer cumplidos…); practicar a través
de rol-playing lo explicado y pedir feedback de la sesión, (haciendo preguntas
concretas sobre lo explicado y extrayendo conclusiones).
Los objetivos que se van a trabajar en este bloque, se pueden trabajar de
forma individual. Sin embargo, aconsejamos hacerlo en grupo ya que es más
sencillo, dinámico, ameno y motivador, poner en práctica cada tópico a través
de la técnica de rol-playing. La técnica de rol-playing en sesiones individuales,
donde únicamente están el terapeuta y niño, resulta mucho más tedioso y a los
chicos les cuesta más “soltarse” en la puesta en práctica. Además el rol-playing
nos da información acerca del grado de comprensión sobre los contenidos
explicados.
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Las explicaciones serán muy breves, dedicando más tiempo a ensayar y
practicar con los chicos. Es importante facilitar al máximo la participación.
Tenemos que evitar que se aburran y que se distraigan, al tiempo que
entiendan los conceptos.
La disposición de los participantes será en semicírculo. Como material
utilizaremos una pizarra y tarjetas en las que están descritas diferentes
situaciones para poder realizar rol-playing de cada tópico.
RESULTADOS
Desde el año 2004 hasta hoy ha aumentado de forma significativa el número
de ingresos por delitos de violencia filio-parental. Concretamente en la Colonia
en el año 2004, ingresaron 8 menores; en 2005,18 menores; en el año 2006,
fueron 22; en 2007, 27 menores; en 2008, 33 y en el año 2009 fueron 35 los
menores que ingresaron por “maltrato familiar”.
En la actualidad hay 31 chicos por este delito y a lo largo de todos estos años
hemos trabajado con más de 130 familias. A través del seguimiento de las
familias con las que se ha intervenido, podemos decir que los resultados del
programa son positivos.
Estos resultados están avalados por un estudio en el que se ha investigado
longitudinalmente, desde el año 2004 hasta el 2008, la efectividad del
programa y las variables relacionadas con el problema y con el pronóstico del
mismo (Sánchez, J., 2008, Tesis Doctoral). En este estudio se evaluó la
mejoría teniendo en cuenta diferentes tratamientos. T1 (intervención específica,
pasando por los cinco bloques de intervención del programa), T2 (intervención
específica pero sin pasar por todos los bloques de intervención del programa) y
NT (ninguna intervención específica, más allá de la que se ofrece
educativamente a todos los chicos y chicas que ingresan en la Colonia).
Pese a que no se obtienen resultados estadísticamente significativos, respecto
a las tres modalidades de tratamiento, lo cierto es que sí aparece en los
resultados una tendencia importante en el t1, indicando una mayor mejoría con
el tratamiento completo (cinco bloques de intervención). Es importante señalar
que la muestra del estudio es pequeña, pudiendo ser esta una de las razones
que expliquen la tendencia y no los resultados estadísticamente significativos.
A continuación se describen las variables relacionadas con el buen y mal
pronóstico en tres momentos temporales diferentes ((Sánchez, J., 2008, Tesis
Doctoral).
MOMENTO
AL
INGRESO
TRAS EL
INTERNAMI
VARIABLES
RELACIONADAS CON LA
MEJORÍA
Familia nuclear
-Hacer y recibir críticas
asertivamente
- Rechazar peticiones de
VARIABLES RELACIONADAS
CON LA NO MEJORÍA
-Familia monoparental padre o
reconstituida madre
-Expulsiones por agredir al
profesor
-Idealización de valores
marginales y machistas
-No asumir la responsabilidad
de los hechos
-No tolerar la frustración
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ENTO
EN
LIBERTAD
VIGILADA
manera asertiva
-Cumplir las normas en casa
-En el hogar las normas están
claras
- Los padres refuerzan
positivamente
-Las críticas de los padres son
asertivas.
-Estar trabajando o
estudiando
-Rechazar peticiones
adecuadamente
-Tener metas prosociales
-Cumplir las normas
-Padres que no saben decir no
-No estar haciendo nada (ni
estudiar ni trabajar)
-Amigos con comportamientos
delictivos
-No asumir la responsabilidad
de los hechos
-Consumo de cannabis y/o cocaína
-Problemas de drogas y/o
alcohol en la madre
-Neurosis madre
ESTUDIO DE CASOS
CASO Nº 1: Colonia San Vicente Ferrer
El joven ingresa, con sentencia firme, en la Colonia San Vicente en octubre de
2008, por un delito de maltrato familiar y lesiones (agresión física y verbal)
dirigido hacia su madre y hermana. Ese mismo mes se comienza a realizar la
intervención.
Los hechos se cometen en agosto de 2007 y en octubre de 2008 el Juzgado de
Menores le impone la medida de nueve meses de internamiento en régimen
semiabierto y seis meses de libertad vigilada, con sometimiento a terapia
familiar.
Finalizó la medida judicial impuesta por el delito de maltrato familiar en julio de
2009. No obstante, continuó en el centro hasta enero de 2010 por tener que
cumplir otra medida judicial de nueve meses de internamiento en régimen
semiabierto por un delito contra la salud pública.
INDICADORES DEL CASO
1-INDIVIDUALES
Factores parentales
Pobre autoestima por ambos padres; Poca tolerancia al estrés del padre;
Enfermedades crónicas severas del padre.
Características del joven
Baja tolerancia a la frustración; Apático; Problemas de conducta; Consumo de
drogas; Procesos delincuenciales; Absentismo escolar; Agresividad hacia los
padres; Desobediencia reiterada de las normas paternas; Grupo de iguales en
situación de riesgo; Forma de resolución de conflictos de forma agresiva;
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Forma de resolución de conflictos por evitación; Bajo nivel de autoestima;
Locus de control externo; Bajo nivel de empatía; Bajo nivel de habilidades
sociales; Víctima de malos tratos; Victima de malos tratos en la escuela;
protagoniza malos tratos en la escuela; Hedonista-nihilista (satisfacción del
propio interés por encima del otro); Engaño y manipulación.
2-FAMILIARES
Interacción paterno-filial
Escasa comunicación y/o comunicación negativa; Ciclo ascendente de conflicto
y agresión; Dejación/delegación de funciones parentales; Sobreprotección.
Relaciones de pareja
Estrés permanente
Configuración familiar
Hijo adoptivo; Convivencia de familia extensa en el núcleo familiar; Familia
estable
3-SOCIOCULTURALES
Ámbito laboral
Estrés laboral (padre); Largas jornadas laborales del padre; Economía estable
(padre); Ama de casa (madre)
HISTORIA FAMILIAR
Cuando el chico ingresa en la Colonia tiene 15 años. Vivía en una pequeña
población de la provincia de Valencia, con sus padres, de 55 y 50 años, su
hermana mayor, de 29 años, y los abuelos maternos. La madre es ama de
casa y se dedica al cuidado de los mayores, el padres es empresario y la
hermana trabaja en la empresa familiar.
Cuando el chico contaba con dos años de edad fue tutelado por la Consellería
de Bienestar Social, pasando a vivir a una residencia durante cuatro años,
hasta que se formaliza la adopción. Por aquel entonces su hermana, que sí es
hija biológica, contaba con 14 años de edad.
Fue un hijo completamente deseado. Sus padres con valores cristianos
arraigados, se sentían motivados con la idea de adoptar para ofrecer ayuda,
mejores condiciones de vida y la posibilidad de tener en la familia a algún chico
con una situación familiar difícil. El hecho de conocer la dura historia de la corta
vida del chico les desencadenó sentimientos de compasión que hicieron que,
desde el principio, fuesen muy condescendientes y permisivos con él, pasando
por alto rabietas y comportamientos negativos, permitiéndole que se saliese
con la suya y consintiéndole en exceso, dándole mucho refuerzo material. No
obstante, la madre era más normativa consistente y coherente en las pautas de
crianza. Sin embargo, el padre era mucho más laxo e incoherente, hacía
pactos con su hijo basados en promesas, otorgando premios antes de que se
diese la conducta deseada. Asimismo, tenía cierta tendencia a reforzar los
comportamientos positivos de los demás, y a mostrar su gratitud, a través del
37
dinero. Esto también lo hacía con el chico, quien aprendió a hacer las cosas si
se le recompensaba económicamente.
Con la hermana, pese a la distancia generacional, siempre ha estado vinculado
afectivamente. Sin embargo, cuando comienzan a aparecer los
comportamientos negativos se van distanciando porque ella intenta ejercer
autoridad sobre él y éste no se lo permite.
A nivel escolar realizó la educación primaria en una escuela unitaria. Su red
social era escasa y realizaba actividades recreativas propias de un pueblo
pequeño (ir al ordenador de la biblioteca municipal, jugar con los amigos en el
río, etc.). El cambio de primaria a secundaria supuso un factor de riesgo
importante para él. Se encontró en un instituto grande, en otra población, al que
asistían gran variedad de chicos y chicas, se relacionaban entre ellos de una
forma al que él no estaba acostumbrado, poniendo de manifiesto una falta de
habilidades sociales, y hacían actividades muy diferentes a las que él realizaba
en el pueblo. En este contexto comenzó a sufrir bulling en el colegio,
descargando su malestar en casa. Poco tiempo después comenzó a formar
parte del grupo de los iguales que le acosaban y empezó a realizar conductas
de riesgo e incluso llegó a acosar a otros compañeros. Comenzó a consumir
drogas (abuso del hachís y uso de la cocaína) y se inició en la venta de hachís,
realizó algunos hurtos, comenzó a presentar problemas de disciplina en la
escuela, agresiones a compañeros, y conductas absentistas. En casa el
comportamiento también empeoró. Se sistematizaron la desobediencia y la
pasividad absoluta de sus responsabilidades, comenzaron los gritos, las
amenazas y los insultos, hasta que acabó agrediendo físicamente a la madre,
que era la que intentaba imponerse y controlar sus conductas negativas. Dejó
de pasar tiempo con la familia, atrincherándose en su habitación la mayor parte
del tiempo y ocupando su tiempo libre en estar en la calle con los amigos,
consumiendo droga y divirtiéndose provocando a los demás.
Cuando comenzaron a aparecer los problemas los padres buscaron ayuda de
los servicios sociales de base. A través del SEAFI, realizaron una intervención,
tanto con él como con sus padres. No obstante el chico no acudía a todas las
sesiones y después del verano la situación empeoró.
El chico tiene una capacidad media de aprendizaje, es elocuente y agradable al
trato, se encuentra vinculado afectivamente a sus padres y normalmente
colabora en lo que se le pide. Por otro lado, presenta una alta deseabilidad
social, tiene un carácter infantil y dificultades de relación y le cuesta ponerse en
el lugar de los demás.
OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN
Los objetivos, tanto con los padres como con el chico, se desarrollan en tres
momentos temporales diferentes. Fase de acogida (aproximadamente el primer
mes de internamiento); Fase de intervención (la mayor parte del internamiento);
Fase de seguimiento (los últimos meses de internamiento).
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FASE DE ACOGIDA
OBJETIVOS PADRES
Confiar en el personal educativo y técnico
del centro, aportando la información
necesaria para poder evaluar el problema
funcionalmente
Conocer la dinámica de funcionamiento del
centro y colaborar en la consecución de
objetivos propuestos
Entender la hipótesis explicativa del
problema familiar
Asumir su parte de responsabilidad en el
problema familiar
OBJETIVOS CHICO
Conocer el reglamento de régimen interno
del centro y adaptarse a la dinámica de
funcionamiento
Establecer lazos afectivos y de familiaridad
con el equipo educativo y técnico y con sus
compañeros de grupo.
Concienciarse de su situación personal y del
objetivo del internamiento
Confiar en el personal educativo y técnico
del centro, aportando la información
necesaria para poder evaluar el problema
funcionalmente
Asumir la responsabilidad de sus acciones
FASE DE INTERVENCIÓN
OBJETIVOS PADRES
OBJETIVOS CHICO
Implicarse activamente en la intervención
Mantener un adecuado comportamiento en
el centro y en casa durante los permisos de
fin de semana
Recuperar el rol de autoridad dentro de la
Participar activamente en su proceso
familia
reeducativo
Eliminar los sentimientos de compasión por Asumir su parte de responsabilidad en el
su hijo
problema familiar
Saber imponer una disciplina adecuada
Asumir la responsabilidad de sus acciones
en la relación con los demás sin justificarse
constantemente
Aumentar la coherencia educativa entre
Ser coherente con sus acciones y
ambos
verbalizaciones,
acompañando
sus
propósitos con la acción
Aprender técnicas para aumentar y
Mejorar la relación familiar
disminuir conductas y ponerlas en práctica
adecuadamente
Recuperar la capacidad para ver cosas
Mejorar la comunicación con sus padres
positivas en su hijo y aprender a reforzar
positivamente
Mejorar la comunicación con su hijo
Aumentar la capacidad de empatía hacia
sus padres y hermana
Mantenerse en el NO (padre)
Aumentar su capacidad de esfuerzo
Entender la diferencia entre pedir y exigir
Mejorar su tolerancia a la frustración
(padre)
Evitar el chantaje emocional para conseguir Mejorar su autoestima y autoconcepto
que su hijo haga lo que desea (padre)
Flexibilizar ideas irracionales relacionadas
Aprender a resolver problemas
con la culpabilidad, la posibilidad de cambio
de su hijo, etc.
39
Exponerse a las situaciones problemas y
ganar confianza en sí mismos a la hora de
resolverlas
Aceptar la autoridad de sus padres,
cumpliendo con las normas de convivencia
familiar y asumiendo las consecuencias
derivadas del incumplimiento de las mismas
Controlar su agresividad
Evitar manipular y chantajear a sus padres
para conseguir sus propósitos
Flexibilizar los pensamientos irracionales
Mejorar su forma de relacionarse con los
demás a través del entrenamiento en
conductas
asertivas,
evitando
las
provocaciones a los demás como medio
para llamar la atención
Mejorar sus hábitos escolares y mantener
un rendimiento adecuado en la escuela
Mantenerse abstinente en el consumo de
cannabis
Interiorizar y generalizar a su ambiente
natural las conductas, habilidades y
actitudes aprendidas en el centro.
FASE DE SEGUIMIENTO
OBJETIVOS PADRES
OBJETIVOS CHICO
Ganar autonomía en la relación con su hijo, Ganar autonomía en la relación con sus
evitando relaciones de dependencia con el padres, evitando relaciones de dependencia
centro
con el centro
Entender la necesidad de seguir poniendo Generar metas de vida realistas, a medio y
en práctica las habilidades aprendidas, largo plazo, y planes de acción adecuados
incluso cuando su hijo vuelva a casa
para llevarlas a cabo
Mostrar confianza en su hijo
Ser consciente de los logros obtenidos y
sentirse internamente reforzado por ello, sin
perder de vista los aspectos a mejorar
Entender la medida de libertad vigilada Entender la medida de libertad vigilada
como parte del mismo proceso reeducativo como parte del mismo proceso reeducativo
METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN
-Convivencia y aprendizaje diario del chico en su grupo educativo.
-Realización del Camino de Santiago en bicicleta con compañeros y
educadores.
-Asistencia diaria a la escuela.
-Control de tóxicos durante los fines de semana.
-Salidas de fin de semana al domicilio familiar, con periodos más largos durante
las vacaciones (Navidad, Fallas, Pascua, y verano).
-Participación del chico y su familia en el “Programa de intervención con
familias y menores con conductas de maltrato”, en los 5 bloques de
intervención.
40
REINCIDENCIA DURANTE LA INTERVENCIÓN
Al principio del internamiento el chico se mostraba resentido con los padres.
Pese a esto, durante la primera visita se mostró afectivo con ellos, aunque los
mensajes fueron encaminados a pedirles cosas, y a recriminarles que le
hubiesen denunciado, adoptando un rol de víctima y hablándoles de su
sufrimiento.
Respecto al comportamiento en el centro, la adaptación, tanto a la dinámica de
funcionamiento como de su grupo educativo, fue lenta. A pesar de que no
realizaba conductas negativas graves, manifestaba serias dificultades para
aceptar la figura de la autoridad. Le costaba cumplir con las normas de
convivencia y tenía problemas para relacionarse con los demás.
Cuando comenzó a salir los fines de semana a casa, en general funcionaron
con normalidad. Nunca volvió a reincidir en cuanto a la realización de
conductas agresivas, ni físicas ni verbales. Sin embargo, a lo largo de la
medida judicial, realizó diferentes conductas negativas durante las salidas,
fundamentalmente de desobediencia. En una ocasión llegó a casa a la hora
acordada, pero después saltó por la ventana y se volvió a marchar; en dos
ocasiones dio positivo en cannabis en la analítica realizada tras las salida; y en
diferentes ocasiones intentó chantajear y manipular a los padres para
conseguir diferentes objetivos (que los padres se sintiesen mal, que le
permitiesen salir más tiempo o que ocultasen información al centro para evitar
alguna consecuencia).
La madre tenía más capacidad de reacción que el padre ante los chantajes
(estrategia que él mismo utilizaba con el hijo, siendo su principal modelo). El
padre en alguna ocasión cedió o presionó a la madre (intentándola chantajear
también) para que cediese. La madre era más capaz de tolerar la frustración y
afrontar las situaciones difíciles. El padre mostraba mayor temor a volver a la
situación de antes y tendía a funcionar por refuerzo negativo, cediendo ante los
chantajes del chico por miedo a que se desatase un nuevo conflicto. Además el
padre tenía un estilo de comportamiento pasivo-agresivo. Pasaba por alto
muchas conductas y actitudes negativas de su hijo y se iba llenando de
malestar, hasta que por un hecho puntual, en ocasiones menos grave que
otros, explotaba y hacía comentarios inadecuados o sancionaba en exceso.
Esto a su vez provocaba que en ocasiones levantase los castigos.
VALORACIÓN TÉCNICA DEL PROCESO Y RESULTADOS
El chico estuvo en el centro quince meses, aunque de ellos sólo nueve fueron
por el delito de maltrato familiar. El resto fue por un delito contra la salud
pública.
En el mes de julio de 2008, fecha en la que finaliza el periodo de internamiento
impuesto por agredir a su madre y hermana, se concluye la intervención
individual y familiar sistematizada y estructurada.
41
De julio de 2008 hasta enero de 20010, periodo que dura la medida judicial
impuesta por el delito contra la salud pública, se continúa realizando un trabajo
socio-educativo diario dentro de su grupo de convivencia. Por otro lado, se
llevan a cabo intervenciones psicológicas puntuales, individuales y familiares, y
se realiza el seguimiento del caso, trabajando en la derivación del mismo, en
coordinación con el equipo de medio abierto, durante el último mes.
Los resultados de la intervención han sido, y siguen siendo positivos.
• El chico ha mejorado la relación con los padres. Se comunican más y
mejor. Les pide consejos para tomar decisiones, en casa el ambiente se
ha normalizado, pudiendo hablar de cosas intrascendentes y de cosas
personales y familiares. Comparte tiempo con la familia, ya no pasa las
horas muertas en su habitación y realiza actividades con los padres y
hermana. Se muestra afectivo con ellos y viceversa.
• Ha mejorado la relación con el abuelo. Antes de ingresar en el centro,
eran dos auténticos extraños que ni siquiera se hablaban. Hacían como
si el otro no existiese. En la actualidad, pese a que la relación no es muy
fluida, mantiene diálogo sin conflicto y su relación se ha normalizado.
• No han vuelto a repetirse las conductas de maltrato en casa. Ante los
desacuerdos, que los siguen habiendo, o ante situaciones en las que no
consigue lo que quiere, su comportamiento es más controlado. En
ocasiones se victimiza para conseguir sus propósitos, pero si le dicen
que no, pese a insistir, no va más allá. Por otro lado, aunque menos que
antes, en ocasiones los padres siguen siendo incoherentes en la manera
de reaccionar ante determinados comportamientos del chico, porque el
padre a veces cede para evitar conflictos. El chico se aprovecha de esta
situación
• Ha aprendido a aceptar la autoridad de los padres, cumpliendo
normalmente con las normas. Colabora en las tareas domésticas siendo
responsable diariamente de la limpieza y aseo de su habitación y de
poner y quitar la mesa. Durante los fines de semana, en ocasiones, va al
campo a ayudar a su padre y colabora en alguna tarea extra de la casa,
como limpiar el patio. Respecto a los horarios, en alguna ocasión sigue
teniendo dificultades para cumplirlos y llega una hora u hora y media
tarde, pero asume la consecuencia (no salir al día siguiente).
• Es más capaz que antes de asumir la responsabilidad de sus acciones y
pide disculpas cuando evalúa que se ha equivocado.
• Mejoró su autoestima y sus habilidades sociales. En general es más
asertivo y realiza menos llamadas de atención, aunque ha de seguir
mejorando en esto.
• En cuanto al consumo, continúa consumiendo cannabis, por el momento
de forma controlada.
• A nivel formativo obtuvo el graduado en ESO, durante el curso 20082009. En la actualidad trabaja en la empresa familiar, que dirige su
padre. No obstante muestra dificultades para mantener el esfuerzo y en
ocasiones confunde su rol de trabajador con el de jefe.
42
CASO Nº 2: .Asociación Los Arcos de Altea.7
CÓDIGO DE IDENTIFICACIÓN: MJ01
FECHA DE NACIMIENTO: 18-06-90
LUGAR DE RESIDENCIA: Urbano
Quien realiza la denuncia? Padre
Fecha en que se cometen los hechos: Se producen de manera reiterada
entre diciembre de 2004 y mayo de 2006.
Fecha en la que se impone la medida: Julio de 2005.
Fecha de inicio de la medida: Octubre de 2005.
Tipo de medida y duración: Se acumulan varias medidas de libertad
vigilada refundiéndose finalmente en un único expediente de reforma,
teniendo que cumplir el joven un total de 24 meses.
Fecha de finalización de la medida: Finalización según liquidación de
medida en marzo de 2010.
Otras medidas impuestas previamente, durante el cumplimiento y
después del cumplimiento:
En febrero de 2005 se produce un internamiento en centro semiabierto
por maltrato familiar.
Durante el periodo de internamiento prolongado (mayo 2006-marzo
2008), el joven aprovechando las salidas de fin de semana comete dos
delitos de robo con violencia (fuera del entorno familiar), por los cuales
se le imponen medidas judiciales en medio abierto.
INDICADORES DE RIESGO: (aplicamos aquí la guía de indicadores de
elaborada en el proyecto)
INDIVIDUALES
FACTORES PARENTALES
Carencia de habilidades en el cuidado del hijo
Pobre autoestima
Problemas de adicción a tóxicos
Enfermedades severas
7
Este informe ha sido elaborado por Joan Font, Antonio Ortega, Yolanda Soler y Manuel Navarro del
Equipo de Medidas Judiciales de la Asociación Loa Arcos de Altea
43
CARACTERÍSTICAS DEL NIÑO/JOVEN
Baja tolerancia a la frustración.
Problemas de conducta
Consumo de drogas
Absentismo escolar
Fracaso escolar
Agresividad hacia los padres
Desobediencia reiterada de las normas paternas
Grupo de iguales en situación de riesgo
Forma de resolución de conflictos de forma agresiva
Bajo nivel de autoestima
Bajo nivel de empatía
Bajo nivel de habilidades sociales
Impulsividad
FAMILIARES
INTERACCIÓN PATERNO FILIAL
Desadaptada
Escasa comunicación y comunicación negativa
Ciclo ascendente de conflicto y agresión
Estilo educativo contradictorio
Dejación/delegación de funciones parentales
CONFIGURACIÓN FAMILIAR
Menos de tres hijos
Monoparental
Hijo único
SOCIOCULTURALES
ÁMBITO LABORAL
Pérdida de rol
Pérdida de autoestima y poder
Trabajo precario
MOTIVO DE INTERVENCIÓN: Imposición de Medida Judicial en Medio
Abierto por un delito de maltrato habitual y siete delitos de maltrato familiar.
TIPO DE VIOLENCIA:
Física y verbal.
Continuada.
Reiterada.
44
VÍCTIMA: Padre
FECHA DE INICIO DE LA INTERVENCIÓN: Octubre de 2005
OBJETIVOS Y METODOLOGÍA DE INTERVENCIÓN APLICADA:
Desde el inicio de nuestra intervención se han sucedido varias
interrupciones por internamiento que nos han obligado a reformular los
objetivos atendiendo a las nuevas necesidades que iban apareciendo en el
caso. A continuación detallamos los objetivos y metodología aplicada,
recogidos en los dos Programas Individualizados de Ejecución que se han
planteado desde nuestra Entidad.
Programa Individualizado de ejecución – 18 de noviembre de 2005
OBJETIVOS:
Ámbito del menor:
Fomentar la reflexión del menor sobre los hechos acaecidos y
analizar su situación actual, para que conozca las consecuencias y
repercusiones que producen tanto en su entorno social como familiar.
Orientar al menor para que acuda al Programa de Atención a la
Familia e Infancia, con el fin de entrevistarse con el psicólogo del
programa, y así poder empezar una terapia con el padre y el hijo,
para mejorar en lo posible la relación paterno-filial.
Instruirle en Habilidades Sociales, para conseguir mantener buenas
relaciones con su grupo de iguales, tanto en el Instituto como fuera
del mismo:
Reconocimiento de los sentimientos.
Resolución de problemas.
Control de impulsos.
Ámbito familiar:
En cuanto a las relaciones familiares y a la instrucción en estrategias
educativas, es el Servicio de Atención a la Familia e Infancia (SEAFI)
a través del psicólogo, el encargado de trabajar con el padre, para de
esta manera conseguir una buena estabilidad emocional en el núcleo
familiar. El objetivo desde el Programa de Medidas Judiciales es
llevar un seguimiento de las pautas marcadas desde el SEAFI e
intentar que se lleven a cabo tanto por parte del padre como del
menor.
Ámbito formativo:
Erradicar el absentismo escolar que presenta el menor:
Cambiar el concepto que tiene el menor respecto al Centro
Escolar.
Averiguar los verdaderos motivos por los que no asiste al
Instituto.
45
Explicarle la obligación que tiene de asistir al Centro con
regularidad.
Explicarle los beneficios que conlleva su asistencia al Centro.
Crear hábitos en el menor que proporcionen la realización de
tareas escolares.
Crear de forma consensuada un horario que contemple la
realización de tareas escolares.
Ámbito de ocio y tiempo libre:
Favorecer el mantenimiento de actividades deportivas, en su tiempo
libre.
METODOLOGÍA:
Las actividades y tareas realizadas en la medida han sido coordinadas y
compaginadas con la intervención del psicólogo del SEAFI.
Entrevistas semanales del educador del Programa de Medidas
Judiciales con el menor.
Seguimiento del menor en el Instituto, a través de reuniones con el
tutor o jefe de estudios.
Entrevistas semanales con el padre del menor.
Realización de ejercicios prácticos de Habilidades Sociales.
Realización de fichas sobre Habilidades Sociales.
Reuniones de coordinación con el ESB y con el psicólogo del SEAFI.
Programa Individualizado de ejecución – 14 de julio de 2008
OBJETIVOS:
Ámbito del menor:
Favorecer el adecuado desarrollo de ese proceso de cambio ya
iniciado que permita erradicar por completo las conductas infractoras
e interiorizar herramientas y valores como la empatía y el respeto
que le acerquen más a la postura de la víctima.
Asumir las consecuencias, compromisos y obligaciones que se
deriven de la medida judicial y de un eventual incumplimiento de la
misma.
Favorecer el aumento del umbral de tolerancia a la frustración.
Favorecer el aumento del nivel de autonomía personal.
Promover el desarrollo de las habilidades sociales necesarias para la
adecuada gestión de los conflictos.
Verificar que su estado afectivo emocional efectivamente ha
mejorado y proporcionar el apoyo necesario en caso de apreciar
carencias y fragilidad en este ámbito.
Ámbito formativo-laboral:
Favorecer que el joven desarrolle todas aquellas capacidades y
habilidades que le permitan consolidar el empleo que acaba de
encontrar.
Obtener el carné de conducir.
46
-
Favorecer que surja una motivación mínima de cara a matricularse
en la EPA con el fin de obtener el graduado escolar.
Ámbito sanitario:
Realizar un seguimiento acerca del consumo de cannabis y alcohol
continuando con nuestro trabajo de prevención y orientando al joven
al recurso adecuado en caso de observar síntomas alarmantes de
consumo.
Ámbito familiar:
Realizar un seguimiento de las relaciones entre padre e hijo
verificando que la mejoría se han consolidado y aportando las
orientaciones oportunas tanto en el caso de que no se haya
producido esa consolidación como en aquellas situaciones en las que
las partes acepten y necesiten una ayuda y acompañamiento para
mejorar la convivencia.
Trabajar con el menor la necesidad de respetar determinadas
decisiones de su padre y la conveniencia de empezar a plantearse su
relación de una forma más madura y menos absorbente.
Ámbito de ocio y tiempo libre:
Ofrecer al joven nuestra orientación y apoyo de cara a organizar
adecuadamente el tiempo destinado al ocio, explorando alternativas
que constituyan ofertas sanas y constructivas.
METODOLOGÍA:
Entrevistas del educador de la medida con el joven donde se
trabajarán los diferentes objetivos planteados en el PIE, aplicando las
técnicas y los medios necesarios para lograr su consecución y
realizando las tareas conjuntas entre el técnico y el joven que se
consideren necesarias.
Acompañamientos previstos para favorecer el logro de los objetivos
propuestos (SERVEF, CREAMA, etc.).
Contactos y entrevistas por parte del educador de la medida con el
padre del joven.
Tareas encomendadas al joven como contenido de la ejecución de la
medida.
Reuniones, contactos e intercambios de información con los
responsables del Equipo Social de base.
En su caso, contactos con los profesionales de los diferentes
recursos que intervengan en el desarrollo del PIE.
REINCIDENCIA DURANTE LA INTERVENCIÓN: SI
En octubre de 2005 se inicia la primera medida de libertad vigilada, tras
unos episodios de agresiones hacia el padre, que se venían sucediendo
desde diciembre de 2004.
En febrero de 2006 se produce un internamiento cautelar en régimen
semiabierto, por reincidencia.
47
-
-
-
En marzo de 2006 se deja sin efecto el internamiento cautelar en
régimen semiabierto y se sustituye por una medida de libertad vigilada
cautelar.
En mayo de 2006, de nuevo por otra agresión, se decide modificar la
medida de libertad vigilada cautelar por un internamiento cautelar en
régimen semiabierto.
A partir de esa fecha, se inicia un periodo de internamiento sin
interrupciones hasta marzo de 2008 (fecha en la que se retoma la
intervención en medio abierto).
REINCIDENCIA POSTERIOR A LA INTERVENCIÓN: La intervención aún
no ha finalizado
VALORACIÓN TÉCNICA DEL PROCESO Y RESULTADOS:
Estamos ante una situación peculiar debido a las sucesivas interrupciones en
nuestra intervención y, en consecuencia, la participación de otros equipos
vinculados a la ejecución de medidas judiciales de internamiento.
Ello supone que para una valoración técnica se deba tener en cuenta la
imposibilidad de desarrollar un continuo en nuestra intervención desde el inicio,
en octubre de 2005.
En ese sentido, el programa individualizado de ejecución planteado en un
principio no pudo ser desarrollado según la programación prevista debido al
internamiento del joven.
Cuando se retoma definitivamente la libertad vigilada de manera estable y sin
interrupciones, en marzo de 2008, es cuando se lleva a cabo el desarrollo de
un proyecto educativo según lo previsto desde un principio.
En esta valoración técnica es necesario destacar que el trabajo realizado
durante el internamiento por el equipo del centro y el propio proceso
madurativo del joven, han permitido de manera plausible nuestra intervención
desde el medio abierto.
Los recursos empleados en nuestra intervención se han elegido atendiendo a
las necesidades detectadas en un principio y a las que han ido apareciendo a
lo largo de la intervención.
Cuando se inicia la intervención, en 2005, se implica al Equipo Social de Base
y al SEAFI del municipio para tratar de abordar la problemática familiar. Otro
recurso con el que se trabaja es el escolar.
Tras el período de internamiento, los recursos que han participado y están
participando en el programa individualizado del joven son los siguientes:
-
Equipo Social de Base: este recurso nos proporciona espacio físico
para las entrevistas con el joven y ha realizado y realiza un trabajo de
orientación y gestión en cuanto a ayudas y prestaciones que, debido
48
-
-
-
-
-
a la situación económica del joven, se han valorado como
necesarias. Asimismo, ha intervenido a la hora de favorecer un
empleo en el Ayuntamiento para este usuario.
SERVEF (Servicio Valenciano de Empleo y Formación): se ha
utilizado este recurso como pieza fundamental a la hora de llevar una
búsqueda activa de empleo.
INEM (Instituto Nacional de Empleo): derivamos al joven a este
organismo con el fin de tramitar una prestación a la que se tiene
derecho cuando finaliza un internamiento.
CREAMA (Entidad dinamizadora de la actividad económica y social
de la Marina Alta): junto al SERVEF, se ha empleado este recurso en
la búsqueda activa de empleo.
Ayuntamiento: la oferta de empleo desde esta institución a través de
subvenciones estatales ha permitido obtener un trabajo temporal al
joven.
Fuerzas Armadas: el joven se ha presentado a las pruebas de
ingreso, que ha superado pero no se le ha asignado plaza.
Actualmente se llevan ejecutados 14 meses de libertad vigilada de los 24
previstos. Los resultados parciales que en este momento se pueden ofrecer
son positivos. En relación al tipo de violencia que origina la medida, ha remitido
por completo, y no se han vuelto a dar episodios de maltrato al padre. La
convivencia ha mejorado de manera importante y el joven afronta la relación
con el padre de manera más madura y empática, y desde el respeto, el afecto y
la preocupación hacia la situación del otro. Paralelamente se ha dado un
proceso evidente hacia una autonomía personal y el joven presenta un
adecuado nivel de habilidades relaciones y de recursos personales que le
permiten funcionar satisfactoriamente de manera autónoma. En cuanto a
conductas delictivas distintas al maltrato familiar, no se tienen noticias de
reincidencia y apreciamos una normalización social en el joven.
49
CASO Nº 3: Clínica Mediterránea de Neurociencias8
MARÍA 16 AÑOS
MOTIVO DE INGRESO
Ingreso Urgente en la Unidad de Adolescentes de la Clínica Mediterránea de
Neurociencias a petición de su madre (Abril 09).
Problemas conductuales graves de varios años de evolución que incluyen
agresividad verbal y física hacia su madre, absentismo escolar, asociación con
iguales conflictivos, consumo de tóxicos, mentiras y pequeñas fugas de casa.
DATOS DEMOGRÁFICOS
Mujer de 15 años, hija única.
Descrita a nivel premórbido como introvertida, sensible, con dificultades para
verbalizar sentimientos y poca capacidad de afrontamiento de dificultades.
En el colegio tiene dificultades con iguales, por el retraimiento llegando a ser
víctima de bullying en los últimos años de la primaria.
Cercana a los padres, alta dependencia emocional de la madre (negativa a
separarse de ella en la infancia, a dormir sola….)
FACTORES FAMILIARES
Familia socio-económico medio-alto.
Padre fallece de forma repentina once meses antes en un accidente en casa.
La madre supera bien el duelo en un par de meses y aparentemente normaliza
su actividad.
María no exterioriza aparentemente tristeza se muestra cada vez más irritable,
cambia de grupo de iguales y comienza una escalada a nivel conductual.
Manejo permisivo (antes de la problemática los límites no se perciben
necesarios debido al buen carácter premórbido)
INGRESO INVOLUNTARIO, NEGATIVA A COLABORAR INCIALMENTE
8
Este informe ha sido realizado por Auxi Javaloyes de la Cínica Mediterránea de Neurociencias
50
SOSPECHA DIAGNÓSTICA: Cuadro depresivo y trastorno disocial secundario
EVALUACIÓN: Entrevista familiar, contacto con el colegio, evaluación
individual:
- BECK
- SDQ
- INVENTARIO DE PERSONALIDAD
INTERVENCIÓN:
- TERAPIA INDIVIDUAL:
o Ayuda con la verbalización de emociones y resolución de
conflictos
o Afrontamiento del duelo
o Habilidades sociales
o Autoestima
o Empatía / reconocimiento del impacto emocional de sus
conductas
- TERAPIA FAMILIAR:
o Refuerzo del vínculo afectivo
o Estilo de manejo: afecto + límites
- TERAPIA DE GRUPO:
o Conductas prosociales
o Resolución de conflictos
TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO:
- antidepresivo
- neuroléptico
EVOLUCIÓN:
51
Ingreso duración siete semanas
Retorno gradual a casa
SEGUIMIENTO EN CONSULTAS EXTERNAS (última cita hace dos semanas)
- Desaparecen conductas disruptivas
- Comienza el curso escolar sin problemas
- Normalización de síntomas depresivos
INTERVENCIÓN A NIVEL SOCIAL:
- Reorganización tiempo libre con iguales
INTERVENCIÓN A NIVEL EDUCATIVO:
- Cambio de centro
- Apoyo psicopedagógico
EVOLUCIÓN:
“….estaba tan perdida y tan sola, y me sentía tan mal que las peleas me
mantenían viva…
“…..aunque parezca absurdo, llegué a pensar que mi madre tenía la culpa de
que papá muriera y quería que ella sufriera como yo estaba sufriendo…
“ …. Como llegué a sentirme lo peor, no me sentía capaz de tener amigos
normales, ni de estudiar, ni de hacer nada bueno en la vida…
FACTORES DE RIESGO:
Maltrato filiopaternal aparece como consecuencia clara al cuadro
depresivo que se desencadena por acontecimiento vital negativo
52
A NIVEL PERSONAL:
- Pocas habilidades de afrontamiento
- Retraimiento, poca capacidad de verbalización de las emociones
- Inseguridad, alta dependencia emocional
A NIVEL FAMILIAR:
- Estilo de manejo permisivo / alta dependencia emocional
A NIVEL SOCIAL:
- Bullying
- Cambio de grupo de iguales
- Consumo de tóxicos
PERFILES INGRESADOS CON VIOLENCIA FILIOPATERNAL:
-
-
Violencia mediada sobre todo por factores ambientales (crianza
inadecuada)
Violencia como parte de un cuadro psiquiátrico agudo
Violencia como consecuencia de factores individuales (CI-límite,
trastorno por déficit de atención con hiperactividad.) + FACTORES
AMBIENTALES (modelamiento familiar, estilo de crianza inadecuado,
iguales conflictivos, absentismo escolar…)
53
CASO Nº 5: Centro De Reeducación de menores Rey Jaime I9
La presente intervención se enmarca dentro del protocolo de actuación
específica desarrollado por el equipo técnico del centro de reeducación de
menores Rey Jaime I, para aquellos casos en los que, menores y/o jóvenes,
ingresan en nuestro centro tras la imposición (de manera cautelar o firme) de
una medida de internamiento por la comisión de un delito (o presunto delito)
calificado como maltrato familiar.
El criterio de inclusión comprende también, aquellos otros casos en los que, si
bien la medida de internamiento responde a otro tipo de infracción, durante su
cumplimiento se tiene conocimiento (o se sospecha), de la existencia de
violencia ejercida por los menores/jóvenes hacia sus progenitores (en un
sentido amplio), bien porque así lo refiera la familia o el propio menor/joven,
bien porque se detecten esta situación de violencia filio-parental durante el
desarrollo de la intervención.
En este sentido, cabe mencionar que el diseño del mencionado protocolo, en
cuanto a su estructura y contenido, ha evolucionado conforme a la participación
de este equipo en diversos programas de investigación sobre violencia
intrafamiliar, proyectos promovidos por la iniciativa europea del Programa
Daphne, más concretamente, en aquellos orientados a la problemática de la
violencia filio-parental “Menores que agreden a sus padres”,
En el caso que nos ocupa, relatamos una intervención aún no finalizada, que
ilustra las particularidades y dificultades que este tipo de violencia tiene para
con el desarrollo y la evolución del caso, así como para con las personas
implicadas, entendiendo no solo la díada agresor/a-víctima, sino también a
todos aquellos familiares implicados (en el caso de separaciones o rupturas:
cada progenitor y su respectiva pareja, así como la familia extensa que
participa de la situación en un sentido u otro).
El presente abordaje, se centra en un menor (y en su familia) al que, en el
momento de su ingreso, apenas le faltan unas semanas para cumplir la
mayoría de edad, y al que llamaremos Enrique.
Enrique ingresa en nuestro centro para cumplir una medida cautelar de
internamiento en régimen cerrado terapéutico, por un tiempo aproximado de
seis meses, por unos hechos constitutivos de un delito de maltrato familiar y
amenazas.
La sentencia recogería, meses más tarde, como hechos probados, que
Enrique, encontrándose en el domicilio familiar, se dirigiera a su madre
iniciando una discusión en el curso de la cual le propinó varios puñetazos,
impactando uno de ellos en el ojo derecho, causándole un traumatismo ocular
con hemorragia subconjuntival, conminándole además, con una botella de
9 Este informe ha sido realizado por Carmen María Ruiz-Cutillas; Salvador CarpiGarcía,; y Antonio Moreno-Tenas del Equipo técnico del Centro de Reeducación de
Menores “Rey Jaime I”, de Picassent (Valencia)
54
cristal y un cuchillo jamonero, haciendo ademán de continuar pegándole, en un
contexto de gran agresividad.
En los días posteriores a su ingreso en el centro, la información con la que
iniciamos el abordaje del caso (salvo aquella recogida en el auto de
internamiento), no es otra que la proporcionada tanto por el propio menor, por
un lado, así como por cada uno de los progenitores con sus respectivas
parejas, por otro, entrevistas que son realizadas en todo momento por
separado.
En función de los hechos denunciados por la víctima (Encarna, la madre de
Enrique), el Ministerio Fiscal, responsable de la instrucción de los
procedimientos, así como de la investigación de los hechos, decide solicitar al
Juez de Menores la adopción de una medida cautelar, por estimar que lo hacía
aconsejable la gravedad de los hechos, su repercusión y alarma social
producida, la existencia de indicios que implicaban al menor en el delito que se
le imputaba, así como los reiterados incumplimientos que estaba
protagonizando durante el transcurso de una medida de libertad vigilada.
Es por ello que, en base a la información recogida en el auto de internamiento
cautelar, el ingreso de Enrique supone la aplicación del protocolo de actuación
específica en casos de violencia filio-parental, por lo que la planificación de la
intervención contempla este tipo de violencia, dada la agresión a su madre.
Uno de los principales objetivos de la intervención será, pues, la existencia de
conductas reiteradas de violencia verbal, no verbal, y física, emitidas por parte
de Enrique hacia su madre, una de las cuales acaba en la agresión que motiva
la denuncia por la que se le impone la medida cautelar, evidenciándose la
presencia de comportamientos que podrían encuadrarse en cuatro
dimensiones de maltrato: maltrato físico, psicológico, emocional y financiero.
Todo ello en base a lo referido por la familia, información coincidente con la que
se desprende de los resultados de la Escala de violencia filio-parental (EVF-P)
que, en un estado primigenio, hemos desarrollado como complemento a la
entrevista.
La evaluación de las conductas de maltrato se ha realizado mediante
entrevistas, mantenidas con el menor, con la persona receptora de dichas
conductas, así como también con el resto de familiares.
Las sesiones iniciales, suponen la primera toma de contacto entre el menor y
los técnicos. Se trata de una primera aproximación a la situación actual en la
que se encuentra Enrique. En ellas se efectúa la entrevista inicial, se realiza la
recogida de datos, se administra aquellas pruebas psicológicas que se estiman
oportunas, llevándose a cabo una exploración general en la que se sondean las
principales áreas de intervención con menores infractores (situación familiar,
estilos educativos parentales, estado del itinerario educativo, grupo de iguales,
aprovechamiento del tiempo, consumo de sustancias, o medidas judiciales
anteriores, entre otras), examinando la presencia de factores de riesgo así
como la posible existencia de factores de protección.
Por otra parte, la primera toma de contacto con los familiares (madre-pareja
ésta, por un lado, y padre-pareja de éste, por otro) revela la existencia de
intenso conflicto entre los ex-cónyuges, que deviene de un pasado
matrimonio que acaba en ruptura, con una separación traumática,
de
un
en
en
55
apariencia no resuelta (a juicio de los técnicos) por parte del padre de Enrique,
y generadora de una importante e inagotable fuente de conflicto interno.
En ambos casos se cuenta desde el primer momento con la presencia, por
separado, de los dos progenitores de Enrique, acompañados de sus
respectivas parejas, con los que se mantiene una primera toma de contacto, en
la que se inicia la recogida de datos, explorándose la situación familiar, se
analiza el relato de la historia familiar narrada por ambas partes, el estado de la
situación de conflicto hasta la vivencia de la agresión y posterior imposición de
la medida de internamiento, así como los estilos educativos parentales y la
interacción familiar, sondeando aspectos más específicos (supervisión,
disciplina, etcétera).
En este sentido, se destaca por encima del resto de la información obtenida, el
hecho que Fernando, el padre del menor, justifique constantemente la agresión
sufrida por la madre, minimizándola e incluso que llegue a cuestionar la autoría
de la misma, apuntando la posibilidad de que se originara durante forcejeo
entre Encarna, su pareja (Luis Manuel) y Enrique. La valoración de los hechos
por parte de Fernando, queda resumida en el siguiente comentario “su
habitación era su castillo, no tendrían que haber entrado así en ella”, o “su
madre no es quien para hacer eso, ésa no es su casa, la casa es de mis hijos”,
justificando la reacción violenta de su hijo, así como la situación acaecida tras
la separación.
El padre de Enrique se comporta, en las primeras visitas, como referente único
para su hijo frente a la figura de la madre que es quien lo ha denunciado, no
presente en estos momentos tan duros para el menor.
Por otro lado, la madre acepta la situación de rechazo que Enrique manifiesta
hacia ella, y se muestra receptiva respecto de las indicaciones de los técnicos.
Entiende la necesidad de un abordaje previo con el menor en previsión de un
encuentro entre ambos.
También se mantiene contacto con los técnicos de medidas judiciales en medio
abierto, responsables de la supervisión de las anteriores medidas de libertad
vigilada que en su día se impusieron al menor, quienes se desplazan hasta
nuestro centro y realizan un exhaustivo traspaso de información sobre la
ejecución de las medidas anteriores, sobre la intervención realizada hasta el
ingreso de Enrique, y de la situación pasada y presente del caso.
De estas sesiones de evaluación, se destaca la importante dependencia a
sustancias tóxicas que presenta Enrique en el momento de su ingreso,
circunstancia que le provoca un moderado síndrome de abstinencia durante las
primeras semanas de internamiento. Se destaca una clara afectación en la
autoestima del menor, especialmente en las dimensiones académica y social, y
en menor medida, emocional y física. Presenta unos prototipos de personalidad
en los que predomina el oposicionismo, la rebeldía, la rudeza, la tendencia
límite, la autopunición; significativas carencias respecto de la idea de quien es,
así como en cuanto a la sensibilidad social, con una elevada discordancia
familiar, y cierta desvalorización de si mismo; por último sobresale su
inclinación hacia el abuso de sustancias, con predominio de comportamientos
impulsivos. La valoración del nivel de riesgo global es alta, por lo que se
anticipa y planifica una supervisión acorde con esta valoración.
56
Respecto de los indicadores de riesgo de la Guía de intervención temprana, en
cuanto a los factores parentales individuales, éstos no se detectan (véase
aquellos relacionados con las interacciones paterno-filiares). En referencia a los
relacionados con las características del menor, se destaca: a) baja tolerancia a
la frustración, b) apático, c) problemas de conducta, d) hiperactivo (diagnostico
clínico), e) consumo de drogas, f) procesos delincuenciales, g) absentismo
escolar, h) abandono escolar, i) fracaso escolar, j) agresividad hacia los padres,
k) desobediencia reiterada de las normas paternas, l) grupo de iguales en
situación de riesgo, m) forma de resolución de conflictos de forma agresiva, n)
bajo nivel de autoestima, ñ) locus de control externo (sitúa la responsabilidad
de sus actos en los otros), o) bajo nivel de empatía, p) bajo nivel de habilidades
sociales (interpersonales), q) hedonista-nihilista.
En cuanto a los indicadores de riesgo familiares, en aquellos referidos a la
interacción paterno-filial, se valora: a) desadaptada, b) escasa comunicación
y/o comunicación agresiva, c) ciclo ascendente de conflicto y agresión, d)
técnicas de disciplina coercitivas, e) pautas de crianza inadecuadas, f) modelos
parentales inadecuados, g) dejación/delegación de funciones parentales, h)
déficit de asertividad, i) relaciones de apego inadecuadas, j) sobreprotección.
Respecto de las relaciones de pareja: a) conflicto conyugal/ruptura de pareja,
b) estrés permanente, c) problemas de inestabilidad de pareja. La configuración
familiar destaca por estar esta reconstituida por parte de cada cónyuge.
De los indicadores socioculturales, en el ámbito laboral: a) economía estable;
respecto de las redes sociales de apoyo: no se detectan indicadores de riesgo,
en contraposición a los factores culturales: a) aprobación cultural del uso de la
violencia, b) aceptación cultural del castigo corporal, c) aceptación cultural del
consumo de estupefacientes (los tres anteriores, por parte del padre).
En base a la información referida anteriormente, se establece una serie de
objetivos de intervención planteados en función de las necesidades del menor,
y su familia, elaborándose objetivos específicos para cada una de las díadas
progenitor-pareja, dado que conforman núcleos de convivencia claramente
diferenciados.
Una vez evaluadas las necesidades del menor, la situación familiar, formuladas
las hipótesis, y establecidos los objetivos de intervención, se inicia la fase de
intervención.
El protocolo de actuación sobre violencia filio-parental, se estructura en cuatro
fases diferenciadas, a modo de estadios cronológicos en función de la
evolución del caso, que se inicia con la fase de evaluación, en la que se realiza
la exploración, valoración, formulación de hipótesis y finalmente se establecen
los objetivos del abordaje, seguida de otra en la que, fundamentalmente, se
interviene sobre la situación actual que presenta el menor, incidiendo en sus
factores de riesgo y en sus necesidades, con atención en la responsabilización
sobre los hechos protagonizados. Posteriormente se inicia una tercera fase, en
la que predomina el abordaje respecto de las interacciones entre el menor y
sus referentes adultos, en este caso, mediante sesiones por separado entre el
menor y cada uno de los progenitores con sus respectivas parejas. Para,
finalmente, y tras la valoración favorable en cada una de las fases anteriores,
realizar un seguimiento de la evolución y consolidación de los progresos
adquiridos durante el periodo de intervención.
57
En este sentido, brevemente, la intervención con Enrique durante estos
primeros meses de internamiento, se ha centrado en la vivencia de la agresión,
la asunción de responsabilidades, de las consecuencias que los actos propios
tienen para con los otros y con uno mismo, el trabajo de la empatía, de la
exteriorización de las emociones propias, de la identificación y comprensión de
la de los demás, así como el entrenamiento en autocontrol emocional, y la
instrucción en habilidades sociales.
Respecto de los progenitores, se ha intervenido de manera diferenciada: con
Fernando, el padre, se ha confrontado la situación de conflicto permanente que
mantiene con su ex-mujer y madre del menor, en referencia a los beneficios
que esta situación tiene para con Enrique, reforzándose las interacciones
adecuadas, instruyéndole en habilidades de crianza, con el objetivo de crear un
vínculo sincero y beneficioso para su hijo.
Esto es así, en referencia a la influencia negativa que ciertos modelos de
conducta de Fernando han tenido y tienen en Enrique: sus creencias, valores y
actitudes manifestadas por el padre respecto de la situación de conflicto con
Encarna, así como respecto del consumo de sustancias toxicas, su enfoque
respecto de las relaciones de pareja, en la que se evidencia un importante
sesgo machista, predominando la posesión así como roles rígidos, o la
situación de internamiento, que vivencia como propia por una experiencia
pasada.
En cuanto a Encarna, la madre, se le ha mantenido informada en todo
momento, con la mirada puesta en un posible encuentro con Enrique, en el
momento mas adecuado en función del estado de la intervención, encuentro
para el que se han evaluado y potenciado previamente estrategias
interpersonales y de comunicación con la madre.
La intervención se ha realizado mediante sesiones individuales con el menor
desde el equipo técnico, centradas en posibilitar el reconocimiento por parte del
menor de su responsabilidad en los hechos, así como en la gestión de los
sentimientos de culpa que pudieran derivarse de ello. Asimismo, desde los
hogares de convivencia en los que se estructura el centro, los educadores
participan activamente del desarrollo de las intervenciones, afianzado los
contenidos, reforzando el progreso, todo ello en coordinación y contacto
permanente entre los diversos equipos del centro.
Finalmente, transcurridos más de cinco meses desde el ingreso de Enrique, se
produce el encuentro entre el menor y su madre, un reencuentro
aparentemente sincero e intenso en el plano afectivo, planificado con todas las
reservas, y a partir del cual se inicia el paulatino reestablecimiento del vínculo
madre-hijo.
Después de prácticamente seis meses desde que Enrique ingresara en el
centro, se celebra la audiencia, en la que las partes llegan a una conformidad,
por lo que el menor se reconoce autor material de la agresión, por ello se le
impone una medida firme de internamiento por tiempo de un año (con el abono
del tiempo cumplido durante el periodo cautelar) iniciando, en ese momento, el
periodo de tiempo que le resta por cumplir en régimen semiabierto.
En los meses siguientes al encuentro entre Enrique y Encarna, la evolución del
caso ha sido ciertamente irregular, característicamente marcado desde el inicio
58
de su internamiento por la lentitud, aunque el progreso experimentado mes a
mes ha sido generalmente continuo.
El primer permiso de salida, supuso cierta desestabilización en la situación en
la que se encuentra el menor. Ocho meses después de su ingreso, Enrique
podía residir durante unos días en casa de su padre. No obstante, el menor
aprovecharía para reencontrarse con su grupo de iguales, convivir en casa de
Fernando y su pareja, Tere, así como para visitar a su madre.
El permiso transcurriría sin incidentes, aunque dada la evolución tan pausada
que ha experimentado, en el momento actual se plantean y anticipan las
dificultades obvias al estado en el que nos encontramos, y a las
particularidades del caso.
En todo este tiempo, se han potenciado las interacciones positivas con su
padre, con el que ha estrechado el vínculo afectivo. Por otro lado, se ha
restablecido la relación con la madre, en proceso de consolidación desde
entonces. Ha protagonizado una evolución personal ligeramente satisfactoria
que continúa consolidándose a día de hoy, encontrándose actualmente frente a
una situación, el disfrute de permisos de salida, que supone un paso más en su
proceso reeducativo, cuando quedan apenas cuatro meses para que finalice su
internamiento, tiempo que se continuará empleando en trabajar intensamente
con los dos progenitores.
Las hipótesis de trabajo respecto de la situación actual plantean un amplio
abanico de posibilidades, que contempla desde la consolidación de las
conductas adaptadas, entre las que se encuentra la negativa a volver a
consumir sustancias tóxicas, el mantenimiento de las interacciones adecuadas
con Encarna, con la disminución del conflicto entre los progenitores, estado que
podría coincidir temporalmente en su evolución con la finalización de su
internamiento en el centro, hasta el extremo opuesto marcado por un retroceso
en su situación, refugiándose de nuevo en los valores desviados de su grupo
de iguales, que presenta importantes factores de riesgo, como conductas
delictivas, consumo de sustancias, o la ausencia significativa de control
parental, así como de su referente adulto paterno, retomando el consumo de
sustancias, y relacionándose nuevamente de forma violenta con su madre.
El devenir de las próximas semanas indicará hacia donde debe dirigirse la
intervención, en función de la situación que se manifieste durante esta nueva
etapa en la que se encuentra Enrique (periodo de concesión de permisos de
salida, de retorno progresivo y controlado a su entorno cotidiano, de puesta en
práctica de las habilidades y estrategias abordadas durante estos meses de
intervención), devenir que influirá en la planificación del resto de su medida, en
este caso, en medio abierto, como complemento de la de internamiento, con la
finalidad de que el regreso del menor a la situación de libertad vigilada, sea
adecuadamente supervisada, durante los próximos meses que le restan.
Meses, no obstante, que afronta en una situación significativamente mas
ventajosa (aunque sin poder considerarse, a día de hoy, normalizada) que la
que presentaba en el momento de su ingreso, con una situación familiar que,
aunque en permanente conflicto, pueda mitigarse en lo referente al menor y a
su futuro próximo.
Las dificultades en los casos de violencia filio-parental son evidentes: aparte de
la actuación genérica sobre los factores de riesgo y las necesidades de los
59
menores infractores, las agresiones por parte de los hijos hacia sus
progenitores conllevan ciertos añadidos que, en determinados casos, pueden
llegar a dificultar enormemente la evolución de los procesos de cambio, dado
que victima y agresor/a puede que convivan en la misma casa, mantienen una
relación directa de parentesco, el deterioro del vínculo afectivo puede llegar a
ser extremo, y, en casos como el de Enrique, se heredan conflictos ajenos al
propio menor, como rupturas traumáticas no resueltas que, convierten la
situación de maltrato familiar en un mero aspecto secundario, en una
consecuencia derivada de una problemática de índole superior a la que, una
intervención realizada desde un centro de reeducación, debe enfrentarse por el
superior interés del menor.
CASO Nº 6: Centro di Solidarietá di Reggio Emilia10
1) Intervención
Fecha: Febrero 2009
Origen: CEIS
Nombre y edad del menor (al momento de la intervención): Mario, 20 años
Envío
Son los abuelos maternos quienes sugieren a los padres tomar contacto con el
CEIS. Ellos conocen el centro porque su hijo participa allí en el programa
“Cocaína No”.
Los padres del menor se dirigen al CEIS en un contexto de emergencia: Mario
tiene un accidente de coche y se sospecha que la causa del mismo es el abuso
de sustancias. El tío toxicodependiente teme que la familia le impute a él la
responsabilidad.
Tipo de violencia
- Verbal: amenazas, insultos, descalificaciones contra su padre y la compañera,
su madre y el marido.
- Física: contra la madre
- Hacia sí mismo: accidentes de coche, amenaza de suicidio (tirarse por la
ventana con el hermano pequeño en brazos).
- Uso de sustancias: uso indebido de cannabis, alcohol y probablemente
cocaína.
- Trastornos mentales: no se diagnostica ningún trastorno.
- Restricciones legales: no tiene sanciones penales, solo sanciones civiles:
retirada del carné de conducir
- Enfermedades: ninguna
Nivel Socio-económico medio.
El padre trabaja con su hermano menor, propietario de una mueblería
heredada de sus padres. Su compañera, comerciante, tiene una tienda de
10
Este informe ha sido realizado por Mariapia Distéfani y Anna Bassioli del Centro di Solidarietá di
Reggio Emilia.
60
fotocopias.
La madre ha trabajado con su madre después de la separación pero la relación
se interrumpe en mayo de 2009. Su marido es policía, hijo único de padres
separados que viven en Roma.
Mario ha intentado trabajar con su padre como aprendiz, pero fue despedido
por robo.
La hermana es estudiante.
Inicio del problema: en 2003, coincidiendo con el nacimiento de su hermano.
Historia familiar
Los padres de Mario se separaron en 1994 por iniciativa de la madre que alega
que se sentía sola y abandonada.
La madre después de la separación va a vivir a casa de sus padres. En 1998
inicia una nueva convivencia y se instala en un piso de propiedad de su madre,
en el mismo edificio. Vuelve a casarse en 2001 y de esta unión nacerá un hijo
después de dos años. Las dos familias de la madre, la de origen y la
reconstituida, constituyen un único núcleo.
El Padre conoce a Sara en 2002 y comienzan la convivencia en 2003.
Mario y su hermana, confiados a la madre, han mantenido relaciones regulares
con su padre hasta que, por el empeoramiento de los comportamientos de
Mario (violencia, robo, amenazas y el uso de su hermano como rehén), la
madre y su marido lo "envían " con su padre sin haberlo acordado previamente,
una primera vez en marzo y una segunda en el verano de 2009.
Mientras tanto, la madre y la abuela materna, han interrumpido las relaciones
después de un choque en el que se ve involucrada la hermana de Mario, en el
cual la abuela sale en defensa de su nieta.
El hermano, últimamente, ha agravado sus problemas de habla (tartamudez).
61
?
?
Casados 1967
Roma
Convivencia 19971998
tox
1970
Convivencia 2003
S.
Casados 1988- Separados 1994
M.1957
Convivencia 1998- Casados 2001
A.
F. 1967
Ma. 1989
Si. 1992
Al. 2003
62
Justificación
Los padres se muestran ambivalentes. Cuando los terapeutas ponen de relieve
los aspectos graves y puntos del problema, los padres lo minimizan. Cuando
los terapeutas se expresan de un modo que devalúa / minimiza el problema, los
padres comienzan a preocuparse, a ser activos, cooperativos y leales,
oscilando entre la adhesión a las peticiones del niño y delegarlo, entre los
sentimientos de exaltación y de insuficiencia e impotencia. En este momento
los padres esperan que Mario esté convencido de la necesidad de una
intervención curativa, pero él tiene un punto de vista muy diferente.
Sistema de creencias
1.Para Mario y su hermana el "problema" son los adultos;
2. Para el padre y el marido de la madre, el "problema" es la “explosividad" y
pérdida de control de la madre;
3. Para la madre el "problema" es el hijo sintomático, síntomas atribuibles a los
efectos de la ausencia paterna.
4. Para los abuelos, el "problema" está relacionado con la pareja reconstituida,
que no está disponible para enfrentarse con los problemas del hijo.
5. El mito de consenso es que el trabajo es la única salvación.
2) Intervención
Primera fase: Evaluación
* Participación de los padres en las reuniones de auto-ayuda desde noviembre
de 2008
* 3 reuniones familiares, dirigidas por un psicoterapeuta, con especial atención
a la geografía familiar. Tratándose de una familia reconstituida, se consideró
apropiado reunirse con el núcleo original y por separado con el núcleo
reconstituido
* 3 entrevistas individuales de Mario con el educador.
Interrupción
En la fase de evaluación, la familia extensa profundamente implicada, no
acepta la intervención que la separa.
Segunda etapa: Configuración de la acción
Los padres regresan con la terapeuta de los abuelos que tiene por objetivo
construir un escenario con todos los adultos involucrados:
• 2 entrevistas con los padres
• 1 entrevista con la pareja reconstituida
• Entrevistas con la pareja reconstituida y con los abuelos maternos
Objetivos
- Retomar el diálogo interrumpido a través de la clarificación;
- Identificar una estrategia común para abordar los problemas de Mario y
determinar "quién hace qué"
- Legitimar el derecho de cada núcleo a la libre determinación y a la
diferenciación
- Reducir el espacio de juego (poner a unos contra otros) y la manipulación de
63
Mario
- Crear una estructura sostenible
- Hacer sentir y mostrar a Mario que los adultos son capaces de pensar y
trabajar por él
- Contener los síntomas de Mario
Dinámica relacional
Presencia de secuencias familiares repetidas de ambivalencia entre
acercamiento / alejamiento:
- La madre repite el modelo materno internalizado cuando se muestra
dominante, autocentrada y controladora
- La madre, incapaz de compartir la responsabilidad, padece el peso de la
soledad
- La madre, incapaz de sintonizar sus necesidades con las de su hijo, se acerca
y se aleja de acuerdo a sus propias necesidades.
- Activación del padre: instrumental, en contextos de emergencia, aunque viene
a priori descalificado/desconformado.
- La idea de familia “única" parece hacer referencia a la familia nuclear original.
En realidad se descalifican las funciones de apoyo y cuidado de los respectivos
compañeros de sus padres. Funciones que en un primer momento fueron
aceptadas y posteriormente rechazadas por los mismos progenitores.
Función del síntoma
El aislamiento social y el uso de cannabis parecen coincidir con el nacimiento
de su hermano, como para mantener el control familiar y sustituir el vacío
dejado por su madre (nueva maternidad), por el padre (iniciación de la
convivencia) y el marido de la madre (en el papel de padre).
El último brote de comportamiento violento contra su madre, parece coincidir
con el abandono sufrido por Mario de parte de su novia. Se podría hacer la
hipótesis de que Mario expresa resentimiento hacia el universo femenino.
3) Resultados de la intervención
Tratamiento en curso.
Objetivos alcanzados
- El punto de partida.
- La toma de conciencia de la gravedad del problema: hipótesis de un trastorno
mental de Mario y del malestar psicológica de los hermanos (su hermana ha
comenzado un tratamiento psicológico)
- La preocupación de los padres a proteger al hijo menor de la violencia
asistida.
- Claridad en la visión del problema: ver los patrones que se repiten entre
generaciones.
- La toma de consciencia de que Mario juega con sus contradicciones, sus
disidencias y sus rencores
Recursos y puntos fuertes del tratamiento
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- El carácter imperativo de la propuesta terapéutica libera a la familia del
enredo.
- El tratamiento al inicio de la familia extensa como unidad, permite desenredar
la madeja para disipar la relación
- La co-terapia incluye cuando la familia tendía a excluir para jugar por
separado
- Tratar a todos permite eludir cualquier juego de manipulación
- En la evaluación, el terapeuta y el educador han considerado junto con la
familia que el consumo de sustancias es de poca importancia en relación con
los problemas relacionales.
- Los terapeutas tienen dos puntos de vista opuestos sobre la nueva familia de
la madre: uno compasivo (con el riesgo de debilitar su poder) y uno
persecutorio (con el riesgo de juzgarlo y alejarlo).
Recursos y fortalezas de la familia
1. El "buen" funcionamiento antes del matrimonio, de la familia reconstituida por
la madre, marginando al padre y haciendo sentir a los hijos en posición de
poder, ha sido un presagio de problemas futuros.
2. El padre, un poco “por sus características personales”, y un poco “por la
pérdida de función de padre”, tiende a ejercer más el papel de amigo.
3. El futuro esposo de la madre, invistiéndose plenamente en el papel de padre,
es como si hubiera cuidado de su propio yo-niño (hijo de padres separados).
4. La compañera del padre, en oposición a la madre, pudo fallar en su intento
de ser normativa animada por el resentimiento hacia los chicos que, desde su
punto de vista, le han negado la posibilidad de casarse y tener hijos.
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