Revista de la tertulia literaria Buero Vallejo Nº 8 Octubre 2015 O l e a j e María Alonso Pilar Aranda Natalia Benítez Cibeles Lola de Francisco Sylvia Galán Julia Gutiérrez Conchi González Miguel Ángel Llanos Juliana Mallén Bienvenida Poetas de la tertulia El Faro, Idea Vilariño Colaboraciones Especiales Teresa Agustín Patricia García-Rojo Prado Martínez Mª Teresa Menéndez Miguel Ángel Mesa Alejandro Palacios Adela Rosa Ruiz Dirección y Coordinación: Pilar Aranda Diseño y Maquetación: Conchi González Revisión: Natalia Benítez Miguel Ángel Mesa Pongo el acento’ Cuaderno de poesía A modo de despedida Libre. Hogar sin muros. En cualquier escollo o ausencia. Barco de carga de diamantes, en bruto, hacia la isla. Arena de playa que custodia la pisada de pescadores que han salido al mar, hasta el regreso. Granos de maíz esparcidos en un campo perdonado. Copos de nieve sobrellevando agosto… Hogar en el destierro. Hachas de papel. Lenguas de fuego frente a sermones falsos. Víctima en la victoria. Memoria del horror y la muerte. Poesía. Bienvenidos todos Pilar Aranda Volver al inicio Poetas de la tertulia - María Alonso [El secreto] Me desperté en la noche y te oí pronunciar frases extrañas, “yo le maté” decías, y tu voz reflejaba tanto odio... Luego abriste los ojos. De repente. Me mirabas a mí, a través de mi piel te traicionabas, tus puños se crisparon, tu garganta gimió, se alteraron los golpes de tu pecho y volviste al sueño en un suspiro abierto de inquietudes. Yo sentí que el dolor me traspasaba, que el miedo se escondía en la pared oscura de aquella habitación donde momentos antes tú y yo nos enlazamos con el deseo unido a nuestros cuerpos. - Dime tu nombre, dije.-Mi nombre es mi secreto, llámame como quieras. Ponme un nombre de flor, o de montaña, o de animal salvaje, o de mujer tan sólo. Y me miraste igual, como en tu sueño, con el odio del tiempo en la pupila. No encontré qué decir y me dormí a tu lado y soñé con tu cuerpo de serpiente anudado a mi cuerpo, destrozando mis huesos, devorando mi sangre. Y al recordar de nuevo tus palabras cuando el alba rompía sus rincones no supe si escapar por la cerrada puerta o abrazarte más fuerte, para ahuyentar tu absurda pesadilla. Volver al inicio María Alonso - Poetas de la tertulia [Un nombre] Mar y Ría, salado y dulce, sólo agua. Sólo vida que corre, un nombre, un pensamiento y poco más. El comienzo de alguien y el final de uno mismo. María. Ya es bastante para una sola vida. [Tómate tu tiempo] Tómate el tiempo, amor, que necesites, ya no tenemos prisa. Ya se han roto los diques y el aire ha desbordado los sonidos. Ya el vacío calienta los rincones, ya estamos separados, espalda contra espalda, ya ni duele el silencio ni el abrazo encuentra su destino. Ya somos dos extraños en el mismo lugar de la costumbre. Podemos compartir el lecho sin mirarnos, sin sentir la impaciencia de los cuerpos. Vete guardando ropa en la maleta, tira todo lo viejo en los rincones. Yo me ocupo, también, de la basura. ¡Tantos años queriendo reciclar las caricias! Ahora no importa ya, ya no tenemos prisa. Ya podemos mirarnos con el desprecio justo sin que nos tiemble el alma en la mirada. Toma el tiempo de adiós que necesites o vacía de nuevo tu maleta. Yo aun te puedo ofrecer: el sol de la nostalgia, el aire del silencio y el espejo del cuarto de invitados. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Pilar Aranda [La Terraza] A Miguel Llanos Muestra el mismo abandono de una vieja estación de tren clausurada, el oscuro escenario de mil años atrás, si los tuviera. Sospecho de algún libro arrinconado adentro, páginas rotas, vuelo de palabras sueltas, sin registro, en torno a una luz ilusoria, de pasillo. No sería extraño que perdure algún olor en el espacio, como vino que ha entrado en la madera. Es la misma, lo sé, la que veía entonces y veo ahora, pero aseguro, definitivamente, en ella ha callado la música. Esquinada, en lo alto, en el vacío, tristemente oscura, la terraza. Volver al inicio Pilar Aranda - Poetas de la tertulia [La última palabra] El silencio siguió creciendo, compacto como un muro. Tres días tuvo a sus pies encogida, con velo negro, cada vez más cansada, la última palabra, Que obedeció en la hora, soltó el luto en el suelo y voló igual que una brizna de nada vapuleada por el aire. [Pasado] Bajan de rodillas los montes, y cercan el desvelo de unos ojos que miran el pasado. Nombres, signos, escenas recrean la memoria, pero falta el despertar de ese silencio del aire que afila el borde de las hojas en el árbol, y escuchar los latidos de otro tiempo. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Natalia Benítez [El tiempo] El tiempo me ha dejado heridas en las manos, sonrisas en los labios, y en los ojos, a veces un paisaje de mar fugaz, como un instante. El tiempo que aún se posa sobre mis pies maltrechos sobre mi espalda frágil, sobre mi pulso. Ese tiempo que un día era como el halcón al que nunca alcanzaba porque estaba muy lejos, porque volaba alto. Hoy lo tengo conmigo apretujado y quieto, exprimido. Y lo tomo a diario como si fuera sólo el zumo de todas las mañanas. El tiempo, ese tiempo inseguro que nunca comprendía mis ansias de alcanzarle. Ese tiempo que al fin, se hizo dueño absoluto de mi piel y mi sangre. Volver al inicio Natalia Benítez - Poetas de la tertulia [El recuerdo] Te vas cerrando lento, interminable, cambiando de paisaje. A lo lejos el aire abre paso a tus manos y vas dejando un poso de gestos y palabras. Y así, casi sin ruido se queda en la garganta la esencia de tu nombre, desnudo, transparente, marcando bien las sílabas, una a una infinitas, únicas y perfectas. Y en esa esencia pura de tu nombre va quedando tu historia. [Volverás] Yo se que volverás por aquellos caminos de musgo y hojarasca. Regresarás al fin cuando el sol se desplome detrás de las montañas, cuando las caracolas rompan este silencio de abismos insondables, cuando se canse el mar de arañarse en la arena… Cuando nada interrumpa lo que tengo que amarte. Llegarás, como siempre, con el silbido alegre danzando entre tus labios, y yo te esperaré, con la misma sonrisa, con la misma palabra guardada entre mi sangre, extenderé mis manos y nada habrá cambiado, nada podrá impedir que me pierda de nuevo. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Cibeles [El viejo olmo] Acabo de cumplir los 100 años y no he llegado ni a la mitad de mi vida, pero tengo mucha experiencia y mucha sabiduría. Crecí en un internado; primero me cuidaron muy bien en una maceta y luego me trasplantaron al jardín. Fui feliz, con tantos mimos y cuidados. Las niñas del internado, las monjas, los que venían de visita, todos me dedicaban palabras de cariño y admiración. Regaban mis raíces… Limpiaban mis hojas. ¡Qué arbolito tan esbelto… y como crece…! A los sesenta las cosas ya no eran igual; mi tronco se volvió robusto tenía mucho follaje, y daba una sombra tan fresquita, que todos venían a cobijarse bajo mis ramas en las largas y calurosas tardes del verano. Escuché sus secretos, sus ilusiones y amores. A veces, a mi alrededor se formaba una alfombra de pétalos blancos de margaritas…. Me quiere….no me quiere…. Me quiere… no me quiere… Yo me conmovía y agitaba mis hojas para refrescar sus ardores y sus pensamientos. ¡Qué vida tan interesante pasé escuchando las historias de todos los que venían a sentarse bajo mis ramas...! Puede decirse que he vivido muchas vidas. Algunas veces, venían a pedir peras al Olmo, y eso sí que no se lo podía dar. ¡Cuánto lo siento…! Es que no soy un árbol frutal y no puedo hacer milagros. Crecí tanto que mis ramas sobresalen por encima de los muros del convento y también dan sombra a los que pasean por fuera cerca de allí; una vez quisieron podarme y cortarlas, pero hubo mucha gente que se opuso y así me salvé. Soy muy conocido y admirado, pero nunca se me subió la fama a la cabeza, porque tengo una copa muy alta y unas raíces muy profundas. Chicas subid por las ramas hasta la copa… mirad por encima del muro… mucho más allá… contemplad el mundo… y cuando salgáis en busca de la aventura, no olvidéis que yo sigo aquí, y seguiré 200 o 300 años más, y siempre os estará esperando el viejo olmo. Volver al inicio Cibeles - Poetas de la tertulia [Mil soles] De vuelta a mi hogar. Después de tantos años de añoranza, necesito cerrar la herida para siempre. La casa de mis penas y alegrías. La del amor y el dolor. ¿Por qué me fui? Ahora regreso para morir en sus entrañas. La veo a lo lejos, tan lejos y la acerco con la fuerza del imán de mis recuerdos. ¿Querrá recibirme? ¿Por qué no están las ventanas abiertas? ¿Y el columpio roto, dónde está? ¿Y el gato en el tejado tomando el sol? Por fin llego. La casa es un montón de escombros. Los ratones se pasean por encima sin perder la dignidad. Escucho las voces de los otros y les dedico un saludo cariñoso imaginando que me oyen. Por la chimenea no sale humo. Ya lo encenderé con los restos del desastre porque, a pesar de todo, el sol brilla en cada uno de los cristales rotos y tengo ganas de cantar. A lo lejos, se acerca un gato, cauteloso, solicitando ser el centinela de mi nuevo hogar. Mil soles brillan entre los escombros. Nos quedamos. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Lola de Francisco [Entre Octavio y yo] Donde principias mar, donde te viertes si en el vacío que te espera altivo o en la risa sin risa de mi mente. Donde principias tiempo, vida mía en los cerros sin ropa de tu cuerpo o en la vida desnuda de mis ríos. Ejército de humo y de mentira borradas las formas, sueltas ya las bridas vagando en las noches calientes heridas. Adónde vas, latido, carne, sueño trenzados sin razón y sin sosiego en esa soledad que explica la otredad, de los seres que solo se consuelan perdidos en amor y poesía. Volver al inicio Lola de Francisco - Poetas de la tertulia [Recuerdos viajeros] Venían por el camino de rosas encendidas con la risa, rompiendo el silencio de la noche, atravesando los cauces secos de los ríos y hablando para sí en silencio. Leían en el cielo la ruta de las estrellas, a sabiendas de que no había caminos, con la luna llena supieron de las formas ocultas y comprendieron. Abruptos los finales de tibios inicios, abruptos y bellamente salvajes. [Movimiento en Febrero] La luz me presta la mirada, respira entre los rayos indecisa la palabra. Escucho a través de los pasos el silencio y palpo los contornos de las sombras Arrecia el frio. Me tocan los sueños suspendidos volando por las rutas de la piel y traen olores a naranja y olivo. Para saltar al mar y recorrer caminos encendidos lo único que quiero es memoria y olvido. La mano toca el vuelo de los pájaros y la risa tus ojos que no miran. Ausencia y más ausencia. Sobre mis pies mi cuerpo y sobre ti la nieve de un febrero que se mueve entumecido. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Sylvia Galván [Los fantasmas del pasado] Los fantasmas del pasado revolotean en mi alcoba en las noches de soledad y silencio. Se arremolinan junto a mi lecho, comparten mi almohada susurrándome palabras que no quiero recordar, sucesos que debería olvidar. En las penosas noches de invierno, los espectros tenaces del pasado se agolpan unos a otros, danzan sobre el velador con sus túnicas blancas ocupando mis ojos. Sólo en la madrugada, con las primeras luces del alba, se desvanecen. Volver al inicio Sylvia Galván - Poetas de la tertulia [O t o ñ o] Días tristes y otoñales que auguran el invierno en la meseta. Llorando en el nicho están los lirios, gimiendo las azucenas. Olor dulzón y melancólico en el aire. En la noche, ahuyentando a la muerte, boniatos y castañas en la hoguera. Rumor de escarcha, presagios brunos tiempo de nostalgias y de pérdidas. Envuelta en las brumas de la embriagada conciencia, comenzando a disiparse, permanece adormecida tu presencia. Árbol despojado, campo yermo, hojas secas que revolotean y se esparcen sobre las esperanzas y lo efímero de los sueños. Llanura esteparia doliente y seca Sobresalto, Temor, Espanto Castilla se cubre con túnica negra. Miedo a que las primeras lluvias y los primeros vientos borren para siempre el recuerdo, ya tan tenue, de tu presencia. [Pogromo] Muerde la noche la luz que respira con sombra propia. Con sombra de miedo ajeno camina la antorcha ufana de su poder. El horror, como serpiente de fuego, se adueña de las casas en donde se come pan ácimo en Pascua. La antorcha, la luz, la noche y las sombras se multiplican por cien. Huyen los más, despavoridos, cruzando el puente de hierro. Los menos se enfrentan a las turbas con la rabia acumulada por el tiempo. Y los piadosos… ¡ah, los piadosos! en ese momento infame, impotentes, elevan al Eterno, ¡Bendito sea Él! una oración. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Conchi González [Presagios] “Casi nada anuncia lo más terrible de la vida” Joan Magarit Bajo la herrumbre de las algas y el poniente bate el mar su monotonía, y vuelan las gaviotas desordenadas y bucean los peces entremezclados, como si ayer no hubiese anidado entre sus hebras la tormenta como si mañana, bajo su luz, no fuera a desaparecer algún otro navegante. Nada es lo que parece –insiste el mar-, ni el estrépito, ni la decadencia, ni la añoranza. Volver al inicio Conchi González - Poetas de la tertulia [La vertiente frágil] Un pasado simple es -ya en síun hecho extraordinario. Cada recuerdo, cada olvido son los equilibrios de la vertiente frágil e insólita de la existencia. Apenas perceptible. A menudo modesta. Un pasado simple es -ya en síuna declaración de resistencia. [Amputación] - Viaje a los Midlands Tú dirás que sólo son sombras tristeza de esta secuencia de días grises empachados de lluvia. Dirás que es añoranza de luz de lengua cálida y hierba crujiente bajo los pies. Y sonreirás por hacerme sonreír desde la distancia de noches que nos separan a través del espacio hueco de tu voz a mi voz. Y yo callaré, sabiendo que es el filo de la vida que estoy viviendo sin ti, la amputación de los abrazos, la insumisión a una ausencia que no sospeché. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Julia Gutiérrez [El tiempo] Tómate el tiempo en copas de cristal frías y transparentes. Tómate el tiempo en frascos fracasados de arena fina y templada. Puedes robarle un borde a la luna y disponerlo como cuenco, o usar la vasija perdida y hallada en la falda de aquella montaña. Bébete el tiempo a sorbos pequeños para destilar todos los segundos enjaulados. Quizá debes romper todos los envases y dejar caer a borbotones su sabor… Báñate en su esencia y sumérgete en él. Una vez, otra... y verás que todo desaparece. Volver al inicio Julia Gutiérrez - Poetas de la tertulia [Agua] La existencia en la inexistencia. Silencio. El agua. Agua, agua y agua. Me ahogo, me recoge, me traga. Salgo, floto, respiro, me hundo. Otra vez en la inexistencia… [Divagaciones] La materia se mueve sin desorden. Se coloca despacio, sin apenas percibirla igual que giran los planetas, y se aleja la luna. El cuerpo, como si de mi terremoto se tratase, se desplaza en vértigos. La vida se coloca en el universo y cada milímetro del organismo y cada milésima del ser se posiciona. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Miguel Ángel Llanos [Si fuera de repente] Si fuera de repente que viniera la muerte a darme un abrazo, beso y sepultura, sabed que bien pensado tengo ese momento. Y en ese breve cerrar y abrir de ojos quiero los ojos tener abiertos y alto el ánimo, y mi orgullo de hombre, herido de otras muertes, no dará un paso atrás, ni ha de negar su hora de luna o mediodía, para ir donde me lleve el aliento helado que nada dice ni promete. Llorad si otro remedio no hubiera viéndome tan serio tan lejano y tan frío porque ya soy piedra, hoja seca, agua estancada, vieja herrumbre, y recordad que no he vivido para la muerte, ni fue mi risa para lágrimas, ni mis besos negocio de funerales, pues he sido feliz en muchos días y tanta deuda de amor contraje que no puede cobrar todo la muerte y al contado. Por tanto de amigos buenos debo, tanto de enamoradas mujeres, una fortuna dejada por los pájaros, el oro a puñados en los abrazos de mi madre miles de amaneceres que presencié agradecido, otras tantas noches de igual precio y desprecio a no hacer cuánto no debía en alma y conciencia no me lloréis mucho, no me lo merezco, aunque venga a darme abrazo, beso y sepultura, y bien pensado, no tan de repente, que ruido hubo hace años. Viajo desnudo y conforme. La maleta de mi suerte y mi vida, repartida se queda entre vosotros. Volver al inicio Miguel Ángel Llanos - Poetas de la tertulia [El maestro del hambre] Ignorante sobre el origen de las especies, de los cataclismos que ocurren siempre lejos, ajeno a las extravagancias de la crisis global y sus cadáveres, a la conjunción astral que decidió su destino hasta hoy en día, el mendigo desaparece entre la basura, como un cangrejo en los agujeros de la playa; escarba, hurga, arranca y lanza por los aires latas vacías, cartones, bolsas de plástico, como un animal famélico y hambriento con la presa a su alcance. Se yergue al fin con una caja de la que extrae un gran trozo de pizza, y caminando despacio sobre el muladar interminable, se aleja con la respuesta en la boca. El maestro del hambre, la clase dominante, decide suspender las preguntas hasta mañana. [El viejo amor] Ni el viejo amor que arrastro por los barcos de pesca desde que vine al mundo, ni la belleza herida de la tarde y su humedad, ni el calor del verano, ni el vino compartido que me sabe a tu boca en la vieja taberna donde te despediste de la vida -la risa, como siempre, a flor de pielpodrán contener nunca el temblor de mis manos cada vez que presienta que baja la marea y no estás esperándome. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Juliana Mallén [Riga] Me acuerdo aún a miles de kilómetros de viaje, te diría que ví un pájaro azul, acercarse desde el ancho cielo. Y pararse en un tierno brote, que salía de una rama, de un color tan intenso… Una cultura diferente, con bosques inmensos, ¡qué más puedo decir! Y cuando regresé, todo en los mismos entornos, las mismas transparencias igual que cuando tú estabas. Volver al inicio Juliana Mallén - Poetas de la tertulia [Reflexiones] A la hora del alba no encontré una palabra, ni un camino esperándome, ni el calor que yo creí merecer. Caí sobre la escarcha helada, y lloré con mi sombra. -entendí lo que había perdidoCon gritos al viento por lo que jamás abrazaría, por lo que jamás mis pupilas verían. Me entregué al tiempo, uniéndome a la rutina. [Poesías de un tiempo] Disfrutar con tu recuerdo necesita el corazón, a tu jardín va el aliento, remediar el infortunio, briznas que la helada truncó. Se agrupan brillos en haces ¡tal vez! surja el vergel, tras el murmullo de la vida hasta hacer el amor destino. Pausadamente las manos apartan el claroscuro y , dinámicamente, se va ampliando el filamento de la luz. Hace un clic el olor primaveral, en grietas de las iglesias, en las orillas de los charcos, y los huecos de las aceras. ¡Qué placidez! hacer del amor destino. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Prado Martínez [Gaviota cautiva] Corrí con frenesí sin un destino, hasta alcanzar la cima en la colina, en un atardecer tenso y plomizo como los nubarrones de mi vida. Me cobijó sobre la alfombra verde aquel tapiz de flores tan sencillas, brisa de terciopelo me envolvía besando el arrebol de mis mejillas. Escapando de aquella encrucijada, prisionera del miedo entre sus brazos, esclava de un amor hostil e ingrato que profanó mis sueños con agravios. Cautivo entre mis alas de gaviota, sobornados mis lazos maternales, tenaz adicto al sexto mandamiento con sus requerimientos ancestrales. Atrapada entre el miedo y el deber, hoy adultos los hijos engendrados, en este vientre fértil y paciente que acunó mi regazo maltratado. Hoy he visto pasar una gaviota libre y fugaz cruzar por mi ventana, y he corrido a buscar mi libertad que vi languidecer cada mañana. ¡Cuántos interrogantes a mi estrella! en vigilias preñadas de impotencia, tan alejado de esta jungla nuestra mi único baluarte era su inercia. Abandoné ese infierno de improviso y jamás volveré la vista atrás, autómata sin rumbo hacia lo incierto tras el tesoro de la libertad. Iré en busca de ¡tantas añoranzas! que me robaron el miedo y el deber, profanados mis senos y mis labios haciéndome sentir un perro fiel. Rescataré mis olas de gaviota, sé que mi estrella me acompañará, no pudo despejar la marejada, pero sí alumbrará mi dignidad. Volver al inicio Prado Martínez - Poetas de la tertulia [La bailarina] Se quebraron las notas del piano, fugaz la inspiración entre mis dedos, vibrando la nostalgia en el teclado, tocando una balada en su recuerdo. Era una sílfide entre bambalinas su esbelto talle sobre el escenario, ingrávida y selecta bailarina, el enigma de un cisne solitario. Creció mi inspiración en su cintura cautivado en su danza peregrina, tan delicada y frágil su figura de cálida y bohemia golondrina. Mi amor se sumergió en su indiferencia, la sentí de mi alcance tan lejana, esclava de mi tímida elocuencia, como el viento que silba en la sabana. Y un día que, confuso ante el piano, la magia naufragaba entre su hechizo, sentí el sutil aliento de sus labios en el mítico edén del paraíso. Orquídea sugestiva y armoniosa me regaló sus tersas primaveras, mi exótica y etérea mariposa puso fe con un beso a mis quimeras. Surgió en la fantasía de mis sueños como triunfal preludio su balada, que me inspiró la musa de mi ingenio, como una sinfonía inacabada. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Mª Teresa Menéndez [Mª Jesús] Lamentos de mis lamentos ecos de la noche son insomnios de mis tormentos. Búhos que con alas dais a mi ventana cerrada, dolor que el día distrae forzado por la algarada. Dolor que solo consuela el silencio de la almohada. Cuando mi amiga murió eco en la noche quedaba de la oquedad permanente que ocultaba mi garganta. . Volver al inicio Mª Teresa Menéndez - Poetas de la tertulia [La de ayer] Soy la de ayer, la que respiraba bajo tu sombra. La que amó. ya no ama, - la que el amor perdió, de tanto zozobrar por tu persona-. [Vivir] Soy la de ayer, la que quisiste que no fuese lo que era, más hoy soy esta la que en la luz respira estando sola. . . Vivir es un sueño ahogado en el vacío de la nada. ¡Oh! Quizás despertemos sin cadenas, ni pies, en anhelos de barro. ¿Conjeturas, sortilegios? Es igual, soñemos. En Ti ¡Oh Dios! -Confiemos . . Volver al inicio Poetas de la tertulia - Miguel Ángel Mesa [Tras los visillos de la ternura] Tras los visillos de la ternura se velan las figuras que se abrazan, no hay distinción, ni desavenencia, únicamente la dulzura de las manos que se despojan de vendas y temores para abrirse a la brisa crepuscular y al sutil atrevimiento de la transparencia. Hoy recorren abrazados las orillas de su mar, para buscar juntos el horizonte en el que lo cotidiano sea la tierra fértil donde se entrelace la sensatez y el juego, la ternura y el sello de sus besos, el trabajo por descifrar veredas y anhelos. Cuando el cariño da alas a la pasión por la vida, no hay lindes ni contornos, no hay discriminación ni sexos, no hay armarios ni desdenes ni desprecios. Pues el Amor les une y bendice desde sus adentros, sonríe confiado, decidido, burlesco, hasta arrebatarles la mirada, el asombro y su desvelo. Volver al inicio Miguel Ángel Mesa - Poetas de la tertulia [Un nuevo lenguaje] Solo cuando lo sientas como una herida o un temblor en las entrañas, podrás interpretar la revelación del don que se te ha concedido. Para volver a reencontrarte tras el exilio del deseo. Y así descifrar palabra a palabra, beso a verso, el lenguaje de la ternura que un día perdimos. Para que no se oculte más el sol en tu camino. [Reencontrarse] Una confusa bruma de olvido fue descendiendo leve, implacable, sobre la cotidianidad y las estelas de sus recuerdos. Fue desconociendo huellas y facciones, lo entrañable de la sangre, la añoranza del ayer, para reinventar cada día el presente y su embriagadora revelación. Ya nada fue igual. La sombra amable de los árboles, el trino de las aves bulliciosas, nuevas amistades en los márgenes, las gotas de lluvia sobre el rostro, las calles desconocidas de vuelta al hogar. Una tarde escuchó cantos, invitaciones que atraía como un irresistible eco la brisa, hasta hacerle abandonar la senda habitual de sus pasos sobre la arena de la playa, para dejarse conducir por la luz que se reflejaba en miles de destellos sobre el agua color esmeralda. Una amplia sonrisa iluminó su rostro, pues comenzó a respirar de nuevo, y a estremecerse, envuelto en un húmedo y apasionado abrazo que le resultó evocador, familiar, al fin perdido, reencontrado en la profunda y acogedora inmensidad del mar. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Alejandro Palacios [Los efectos del tiempo] Raudo de entre mis manos te resbalas. ¡Oh! Cómo te disipas tiempo vano, que con rumor sonante vas ufano o con tus mudos pasos me señalas. Ayer eras mañana y ya eres hoy. Mañana el que eres hoy, serás ayer. Nadie escapa al rigor de tu poder, nadie puede bajar de tu convoy. ¡Oh, tiempo! Que me tienes o trasladas, que concedes el don de la esperanza, que dejas desengaño o destemplanza cuando forjas tus pérfidas celadas. . Volver al inicio Alejandro Palacios - Poetas de la tertulia [Me gustan los olivares] Me gusta ver las filas de olivares, cubriendo el suelo con verdor sombrío. Me gusta ver las ondas de sus mares con brisa plateada en el estío. Y me gusta el olor de la almazara, Aroma de mi tierra que acaricia Me gusta ver brotar en alfaguara El oro que produce tal delicia. Y me gusta en el pan de la mañana, el sabor del aceite cada día, costumbre saludable y cotidiana, orgullo del quehacer de Andalucía. [Las fuentes de un poema] Puede ser danza, música un anhelo, una puesta de sol, un alborozo, un latir de proyectos en esbozo, esperando en la vida un alto vuelo. Un sueño que te eleva raudo al cielo. la sonrisa de un niño, su sollozo, Una causa que te hunde en negro pozo, O un debatir en duro y largo duelo. Arrojo, coraje, ardor, temor o huida. Un vivir suspirando en la ventana, O un sin vivir lamiéndose una herida. Un amor que entre calmas se desgrana. Alimentando pulsos de la vida. Como el sol alimenta la mañana. Volver al inicio Poetas de la tertulia - Adela Rosa Ruiz [Mujer] Eres mujer, como tal, predispuesta a la locura. Miles de años avalan la capacidad creadora de la hechicera de la vida, arquitecta del amor, guardiana de la maravillosa melodía del alma. No olvides que Eres, con mayúscula, la campana de la iglesia que une los arcos celestes con los prados del mundo. El alquimista te concedió el milagro. El puente en el que habita lo que ha de ser y su misterio infinito. Volver al inicio Adela Rosa Ruiz - Poetas de la tertulia [Abandonado espacio] Encontré una esquina en el poliedro donde descansar y olvidé refugios, recuerdos. Fui vacío. Nadie. Sin piel me di a la fuga, okupa del polvo en el tiempo del último instante. Hasta que sentí el dolor de un aroma en mi pecho. Quedé como el moscardón, rota entre cristales, navegando un vacío de dientes sin encías y una lluvia lenta. [El cerezo] A la sombra del cerezo el silencio no es abismo. Es oración de la tierra sin pecado. Sin deseo. Sin penitencia... Es el reino de lo que es en cada instante y, por siempre, templo sagrado. Volver al inicio el faro Idea Vilariño por Miguel Ángel Llanos Hablaremos sobre una poeta que, en el primer libro publicado, “La suplicante”, aparecían poemas escritos a los diecisiete o dieciocho años con estos versos: “En la arena caliente/ temblante de blancura/ cada uno es un fruto/ madurando su muerte”. Contemplaba a las personas que tomaban el sol. La muerte estará siempre en la poesía de Idea aunque lograra demorarla durante ochenta y nueve años, al tiempo que esos versos juveniles retratan ya una personalidad complicada y tortuosa. Idea Vilariño nació un 18 de Agosto de 1920 en Montevideo, ciudad donde moriría el 28 de Abril de 2009, veinte días antes que Mario Benedetti ya, entonces, ingresado en otro hospital. Ambos pertenecieron a la generación llamada del 45, junto a Emir Rodríguez Monegal, Manuel Clap y el gran amor de la Vilariño: Juan Carlos Onetti. Idea era hija de Leandro Vilariño, un poeta anarquista del que ella dice: “le considero el mejor lector de poemas que he conocido, insistía en los acentos, en las pausas…” Su madre fue Josefina Romani, una mujer enferma y gran aficionada a la lectura. Era la tercera de cinco hermanos, cuyos nombres delataban el alma poética del padre: Azul, Alma, Idea, Poema y Numen. Idea Vilariño fue profesora de literatura en el grado de secundaria, crítica literaria de distintas revistas en las que participó, como Marcha o Brecha y traductora de Shakespeare así como de Raymond Quenneau, uno de los integrantes de la escuela patafísica. Fue una poeta reconocida desde bien joven y conocida por su afición a enamorarse, de manera ininterrumpida, de varios hombres a la vez sin importarle la edad, incluso de su maestro de literatura, veinticinco años mayor. Una compañera de liceo, Silvia Campodónico, decía que llamaba a los muchachos desde el balcón y les provocaba. Nunca tuvo prejuicios ni le importó la fama. De niña vivió en la calle Inca, en una casa con jardín y estanque que ella recordará siempre, porque las mudanzas sucesivas fueron a peor. Allá por el año dos mil, vivía cerca del parque Rodó de Montevideo; yo, casual y temporalmente, en el barrio de Pocitos, en la calle Gabriel Pereira, acogido por doña Beatriz, la madre de mi amigo Luis Nieto, a quién compensaba la estancia tomándola diariamente la presión, tanto a ella como a sus amigas. Volver al inicio el faro Idea Vilariño Una tarde entramos en un café del barrio, mi amigo Gustavo y la pintora Ana Olmo. Gustavo me señaló a una anciana sentada en un largo asiento de cuero, recostada en la pared, conversando con una joven. “Aquella mujer es Idea Vilariño”, me dijo, la autora de Amor. Amor desde la sombra desde el dolor amor te estoy llamando desde el pozo asfixiante del recuerdo sin nada que me sirva ni te espere te estoy llamando amor como al destino como al sueño a la paz te estoy llamando con la voz con el cuerpo con la vida con todo lo que tengo con desesperación con sed con llanto como si fueras aire y yo me ahogara como si fueras luz y me muriera. Desde una noche ciega desde el olvido desde horas cerradas en lo solo sin lágrimas ni amor te estoy llamando como a la muerte amor como a la muerte. Fue uno de mis escasos momentos de gloria pero, entonces, desconocía sus poemas y solamente pude mirarla con curiosidad, exenta de la gratitud que hoy y para siempre le guardo. Idea Vilariño participó en todas las revistas literarias creadas por aquella generación de intelectuales “La generación crítica” como la bautizó Ángel Rama, en la que destacaba un hombre seductor llamado Juan Carlos Onetti. Cualquiera de nosotros sería incapaz de encontrar un algo de seducción mirando una fotografía de Onetti. Un hombre que parecía vivir en un mundo desconocido, que se casó cuatro veces y pasó los últimos doce años de su vida en la cama, en pijama, fumando y bebiendo whisky. Debió ser un gran amante y fue, sin lugar a dudas, un magnífico escritor, además del eterno amor de nuestra protagonista. Un amor bronca de encuentros y despedidas y vuelta a empezar. Como diría de ellos la periodista Blanca Elena Pantin: Idea era hierática, Onetti maldito, una mezcla perfecta que debía probarse. Una noche, Onetti la llamó desesperado que corriera a su casa; ella estaba con alguien que la amaba y le dejó. Volver al inicio el faro Idea Vilariño Pasó la noche en la cama con él, tocándose las espaldas y leyendo cada uno un libro. A la mañana siguiente le tomó el rostro con ambas manos y le dijo: sos un burro, un perro, sos una bestia, Onetti. Y se fue. Fueron amores desesperados, amores perros pero, a esa fijación de la poeta con Onetti, le debemos, sin duda, unos poemas admirables, poemas del rencor y la derrota, poemas dolorosos que escribe con los sentimientos en la mano: con el hígado, el corazón, con los riñones y el sexo. El poeta argentino Juan Gelman estableció la siguiente semblanza, en su obra “Idea Vilariño o la memoria de mañana”: “Gaspara Stampa, la poeta italiana del Renacimiento, quería vivir ardiendo sin sentir el mal, a Idea Vilariño, solo le fue concedido lo primero”. En una entrevista a Onetti, le recordaron una frase de la poeta, refiriéndose al escritor: “Nunca sabrá quién fui,” ¿por qué dijo eso Idea? -No sé, respondió Onetti, nunca sentí que estuviera enamorada de mí -¿Cómo que nunca estuvo enamorada? ¿Y los poemas que le escribió? -No digo que no estuviera, si no que nunca sentí que estuvo. Lo suyo fue muy cerebral, muy intelectual. -¿Nada más?- insistió el periodista. -También cama- añadió. De la despedida de ambos quedó la indiferencia, acaso fingida, de Onetti que volvió a recogerla en su cama, cuando la cama era ya su patria y su despacho, su lugar de recibir y su mesa de escritura. Cuando Idea le reprochó a Dolly, la mujer de Onetti, su complacencia con las infidelidades del escritor, ella dijo que solamente le interesaba la felicidad de su marido. Quedó también el poema titulado “Ya No”, de una dureza inacabable y al mismo tiempo, creo que de gran ternura, un poema dedicado al hombre yacente del pitillo y el vaso de whisky. Volver al inicio el faro Idea Vilariño Ya no será ya no no viviremos juntos no criaré a tu hijo no coseré tu ropa no te tendré de noche no te besaré al irme nunca sabrás quién fui por qué me amaron otros. No llegaré a saber por qué ni cómo nunca ni si era de verdad lo que dijiste que era ni quién fuiste ni qué fui para ti ni cómo hubiera sido vivir juntos querernos esperarnos estar Ya no soy más que yo para siempre y tú ya no serás para mí más que tú. Ya no estás en un día futuro no sabré donde vives con quién ni si recuerdas. No me abrazarás nunca como esa noche nunca. No volveré a tocarte. No te veré morir. Conviene poner las cosas en su lugar y decir que el amor tortuoso de ambos se sostuvo por razones comerciales. Que nunca existió ese ir y venir del beso a la destrucción, con la intensidad y la frecuencia publicada. Hay cosas demasiado íntimas en la vida de la poeta y el creador de Santa María, que no debe recoger este modesto trabajo, cuya finalidad es dar a conocer una forma de escribir rotunda, en primera persona, una poesía en permanente búsqueda, de alguien que parece vivir de fracaso en fracaso, que hace de cada herida un poema. Si muriera esta noche si pudiera morir si me muriera si este coito feroz interminable peleado y sin clemencia abrazo sin piedad beso sin tregua alcanzara su colmo y se aflojara si ahora mismo si ahora entornando los ojos me muriera sintiera que ya está que ya el afán cesó y la luz ya no fuera un haz de espadas y el aire ya no fuera un haz de espadas y el dolor de los otros y el amor y vivir y todo ya no fuera un haz de espadas y acabara conmigo para mí, para siempre y que ya no doliera y que ya no doliera Volver al inicio el faro Idea Vilariño . En una conversación que mantiene con Mario Benedetti en 1971, ella cuenta: “Escribir poesía es el acto más privado de mi vida, realizado siempre en el colmo de la soledad, realizado para nadie, para nada. A la mañana siguiente me olvido y pueden pasar meses antes que encuentre esas líneas, el poema escrito de una vez, aunque a veces escrito ocho o diez veces seguidas”. Idea Vilariño padecía de asma y, de 1945 a 1947, sufrió de unos eczemas agresivos que la mantuvieron mucho tiempo en cama. Vestía de negro o de violeta oscuro, trajes y blusas intensamente blancos y collares de perlas con una o dos vueltas. Usaba aros y a veces boina. El pelo recogido en rodetes o cubriéndole los hombros. En sus retratos, su frente parece un médano, los pómulos bruñidos, nunca sonriente, los ojos hastiados, más que tristes, perdidos en otra orilla. Es otra, acaso otra, la que va recobrando su pelo, su vestido, su manera, la que ahora retoma su vertical y su peso y después de sesiones lujuriosas y tiernas, sale por la puerta entera y pura y no busca saber, no necesita y no quiere saber nada de nadie. Al entierro de la poeta que recitaba con voz hastiada, apenas acudieron una docena de personas, contando a dos representantes del gobierno. Al de Benedetti más de dos mil, a pesar de tan numerosa diferencia, fueron amigos. Ella dejó claramente dicho antes de morirse: “Nada de cruces. No morí en la paz de ningún señor. Cremar.” La mujer que sabía hacer fuego y jardines, encuadernar y tejer, amar y hacer poemas, consiguió su propósito: vivir con intensidad, vivir siendo tal cual era. Volver al inicio Colaboraciones Especiales Teresa Agustín En la presentación de su libro “Lantanas”, decía Teresa Agustín, que necesitaba de tiempo en tiempo, escuchar el silencio, rodearse de silencio, aguardar las visiones y las palabras que solamente en silencio se revelan: “El poema es el silencio que se traga el alba blanquecina” dice en uno de sus versos. El silencio como soliloquio interior de nuestro pulso, de nuestro estado de ánimo, de nuestra forma de ser a la inversa. Leo los poemas hechos con delicadeza, bordados despaciosamente y sin embargo, hay mucho más que palabras bellas, hay una sobriedad evocadora y triste, la concisa descripción de todos los momentos a lo largo de una vida, que el “azul” termina robándonos para dejarnos huérfanos el resto de nuestros días. Los versos de Teresa tienen la hondura de los aforismos afortunados, prácticamente están construidos con la misma economía de palabras. Nunca una sola lectura resulta suficiente, hay que regresar de nuevo a su propuesta, tras el primer impacto, tras un corto paréntesis de reflexión. No hay nada de amabilidad en los versos, que a veces parecen (me parecen a mí) escritos por alguien que ya no está, que escribe desde una misteriosa equidistancia para hablarnos de un tiempo perdido: “las infancias terminan pareciendo lejanas y mágicas linternas”. Escribe dibujando los bordes de los acontecimientos, como si un desconocido pudor le impidiera mostrarse más cercana. La mayor parte de las reseñas poéticas, terminan por resultar tediosas al escribir sobre el vacío de las propias impresiones, sobre la subjetividad de la emoción descubierta o bien sobre aquella que no encontramos. No debo insistir más sobre una forma elegante de hacer poesía como la de Teresa Agustín, en todo caso, recomendaros cualquiera de sus libros. Por Miguel Llanos Volver al inicio Teresa Agustín El poema viene, va, se pierde en un trozo de papel que lleva el viento. El poema tiene alas, vuela lejos tiene sus propios motivos, su propia levedad, es seda y tiempo. El poema es el silencio que se traga el alba blanquecina. Volver al inicio Teresa Agustín [Petición] Invéntame un corazón, madre, para volver a amar, dame tu mano, madre, el mío, mi corazón se ha roto. Fueron mil amores, madre y muchos fantasmas y muchas veces, madre, me besó una rana. Tengo prisa, mucha, madre. Tengo la vida alrededor de mis pies, atada con cordones azules al cuero de la muerte. No puedo andar, madre, no podemos andar, madre. Tú y yo somos mujeres sin cuerpo, que esperan. Volver al inicio Patricia García-Rojo Patricia García-Rojo nació en Jaén en 1984, y es poeta, narradora y profesora de literatura en un centro educativo de secundaria. Dice que llegó a la poesía a través de un pequeño libro de Pedro Salinas, una tarde cualquiera, su abuelo, el tiempo libre y sin dueño de los largos días de verano. En 2012 se publicó su primer poemario con el título Amar es aquí, después de varios años escribiendo poemas en su blog Ridícula Calamidad y tras su éxito en el mundo de la literatura juvenil y fantástica. Esta vocación “accesoria”, sin embargo, no le quita ningún mérito ni manifiesta una segunda fila en la agilidad de esta joven poeta. Sus poemas fluyen con una soltura inesperada, sólo posible en aquellos que empastan pensamiento y efecto, sentimiento y escritura. “Cuando lees poesía, sientes antes de entender”, dice, y eso es exactamente lo que sucede. Al final de cada uno de sus textos perdura la sensación de continuidad entre el leído y nuestra propia vida. No son poemas inacabados. Son poemas que se adhieren y retoman vida en el propio lector. Y esto es lo que hace inusual la poesía de Patricia. Que nada es ajeno, son un diálogo con la cotidianeidad, con el hogar, el amor, las despedidas y los reencuentros, las ganas de vida. Los pequeños detalles de la rutina escritos como elementos sustanciales de la felicidad. Mientras consolida su trayectoria en la literatura con el reciente galardón Gran Angular 2015 otorgado a su novela El Mar, Patricia continúa afianzándose en el ámbito de la poesía con El hombre, la casa, la luz, segundo poemario editado a finales de 2014 y que, como el anterior, convence al lector de prolongarse en otro verso. Por Conchi González Catalán Volver al inicio Patricia García-Rojo [En la salud y en la enfermedad] cuando estás enfermo y enredas en las sábanas tu cuerpo de hombre, tengo miedo. y me quedo mirándote mientras te duermes como si con el simple acto de posar mis ojos en ti te estuviese recuperando. te cuento cuentos -porque era lo que hacían con nosotros de niños-, acariciándote con la voz y con los dedos. luego rezo, si respiras mecido por el sueño, y le pido a dios cosas pequeñas: que te baje la fiebre, que no tosas, que deje de gotearte la nariz. yo sé que a dios le hace gracia este pánico infantil a tu debilidad, y me imagino que hace útiles mis remedios caseros: las infusiones, la miel, las canciones y los besos. Volver al inicio Patricia García-Rojo [Microscópica] de hormiga, de partícula o bacteria, es mi poder para salvarte tan leve, tan idiota, que grito, grito, grito, sin alzar la voz grito y no sé si me escuchas Volver al inicio La resurrección de los muertos Francisco Félix Caballero (1984) Con fuerza llama la atención el título, La resurrección de los muertos, que ha dado a su obra el joven autor. Doctor en Estadística, investigador, asoma ahora a la figura poética con la publicación de este libro. Desde el primer poema Preludio, sucumbe al tiempo como principal recursos en sus versos. El tiempo, en pasado y futuro, en trenes y estaciones. También amor, encuentros, ausencia y duda. Sueños y realidad, La cruel realidad de las esquinas. Todo ello en versos claros, donde conviven metáforas con expresiones de calle. Pongo el acento’ Pongo el acento’ en el contraste de algunos poemas, intransigencia en versos, rotundos y cerrados, el ruido que no escuchas es solo ruidos y la concesión en precario al amor, en poemas como Mi gitana o Párteme en dos la cordura, con expresiones que parecen recogidas del Sur. Por Pilar Aranda Tornaviaje Pilar de Vicente-Gella (2015) Tras varios poemarios publicados por esta autora, vinculada desde su niñez a las artes, Tornaviaje nos lleva de la mano a ideales, infancia y a su hermano fallecido, un viaje de regreso al lugar del que se partió, con versos sencillos y sutiles. Pongo el acento’ en la curiosa indicación del principio de sus páginas, instando al lector al orden en la lectura de los poemas, exhortación que se esclarece a medida que se avanza hasta comprender que es indispensable, pues, de un poema a otro, la autora va adentrándose, con una cadencia paciente y sucesiva en recuerdos y sentimientos, hasta hacernos parte de su añoranza, hasta posicionarnos en la misma perspectiva que ella tiene frente al porvenir. Por Conchi González Volver al inicio Cuaderno en Nueva york José Hierro (1998) La mirada del poeta recorre la ciudad de Nueva York, que aparece ante sus ojos, como algo mágico y, a la vez, imprescindible; como algo que ya vivió y ahora regresa para ser vivido de nuevo. Aquí quiere dejar sus últimos versos; acaso intuye su cercano final. “Nadie comprendió entonces sus palabras, por eso andan ahora, las palabras, pasando por los vientos, ávidas de que alguno las recoja siglos después de ser pronunciadas, aquí están aguardando que alguno las escuche, aquí donde confluyen Broadway y la Séptima Avenida “ Y bajo esta premisa, Hierro, mantiene un diálogo múltiple con la gran ciudad; los altos rascacielos, que con las luces “Se arrugan como serpientes”, “Se desangran por sus miles heridas luminosa”. El tiempo se entrelaza con este espacio múltiple y vertical, donde aparecen hombres que como él llevan mucha vida y parte de la muerte a sus espaldas. Por eso, nos encontramos en sus poemas con personajes tan dispares, como Lope de Vega, al que cita en repetidas ocasiones, Beethoven, Gloria Fuertes, Franz Schubert, o Miguel de Molina. El poeta se encuentra con su música, con sus palabras, con sus lágrimas, en esta ciudad donde nada parece morir. Afirma Hierro que el presente no existe en sí mismo, es solo un punto de intersección entre el pasado y lo que está por venir. Esta interesante afirmación, nos retrotrae al pensamiento fundamental de Heráclito “Todo fluye”, “Ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo rio”. Todos desembocamos en otro tiempo, en otro lugar que ya estaba pensado para nosotros. Versos intensos, llenos de sabiduría, no exentos de nostalgia, en los que la muerte es íntima amiga y compañera de la vida. Metáforas profundas que se incorporan al pensamiento del poeta, con composiciones libres en muchos casos o de medida perfecta en otros. Pongo el acento’, a orillas del East River, donde con toda seguridad José Hierro, nos dejó estas palabras: “En esta encrucijada, flagelada por vientos de dos ríos, que despeinan la calle y la avenida, pisoteada su negrura por gaviotas de luz, descienden las palabras a mis manos, picotean los granos de rocio, buscan entre mis dedos las migajas de lágrima” Por Natalia Benítez Volver al inicio 12 Marzo 2015 Microrrelatos VII Microteca de las Bibliotecas Públicas Municipales de Madrid, Adela Rosa Ruiz obtuvo el segundo premio y María Alonso quedó finalista. .Los trabajos premiados se leyeron a principios de verano en el Parque del Retiro. En la Biblioteca Pablo Neruda, se dio homenaje a la poeta Ángela Figuera con presencia de Ramón Figuera – hijo de Ángela- y la intervención de la poeta María Victoria Reyzabal. Se completó el acto con la lectura de poemas a la figura de la autora, entre cuyos participantes se encontraron Julia Gutiérrez, Conchi González, Miguel Ángel Mesa y Pilar Aranda. 28 Abril 2015 El taller de Escritura de la Biblioteca Pablo Neruda presentó, el libro Pasen y Lean, entre cuyos colaboradores, dos poetas de nuestra tertulia, María Alonso Ordás y Adela Rosa Ruiz Cuaderno de Poesía 8 Octubre 2015 12 mayo 2015 La Fundación Loewe, homenajeó, en el Instituto Cervantes de Madrid, al poeta Pablo García Baena, uno de los grandes poetas de la segunda mitad del siglo XX, Premio Príncipe de Asturias y Premio Reina Sofía. Poeta de la discreción y la dignidad, en palabras de Luis Antonio de Villena. Pilar Aranda acudió al acto del que cuenta “vi una edad en su presencia y mucha luz en sus palabras”. Enhorabuena a Pablo García Baena. Se presentó, en la Biblioteca Pablo Neruda, una Antología homenaje a Marcos Ana. En el acto intervinieron, además de Marcos Ana, poetas como Juan Carlos Mestre, Manuel Rico, María Angeles Maeso, así como algunos de los integrantes de esta tertulia de poesía. En la organización de dicho acto participó, además, la directora de la Tertulia, Pilar Aranda. Volver al inicio A modo de despedida [Arte Poética] Que el verso sea como una llave que abra mil puertas. Una hoja cae; algo pasa volando; Cuanto miren los ojos creado sea, y el alma del oyente quede temblando. Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Estamos en el ciclo de los nervios. El músculo cuelga, como recuerdo, en los museos; Mas no por eso tenemos menos fuerza: El vigor verdadero reside en la cabeza. Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas! Hacedla florecer en el poema; Sólo para nosotros viven todas las cosas bajo el Sol. El Poeta es un pequeño Dios. Vicente Huidobro Nuestro agradecimiento al equipo de la Biblioteca Pública Municipal Canillejas y del Centro Cultural Buero Vallejo por la cesión de las instalaciones y las facilidades que nos dan para el desarrollo de esta actividad abierta al público. Gracias también por su empeño en la difusión de la cultura y el fomento de la creatividad. Volver al inicio