Intervención del Ministro Ricardo Alday en la sesión del proceso de

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MISIÓN PERMANENTE DE MÉXICO
Intervención del Ministro Ricardo Alday en la sesión del proceso de negociaciones
intergubernamentales sobre la Representación Equitativa e Incremento de la Membresía del
Consejo de Seguridad y otros temas relacionados.
“La cuestión del veto”
Nueva York, marzo 9, 2016
Señora Presidenta:
Al final de la Segunda Guerra Mundial, los principales aliados se reunieron en Dumbarton Oaks
con la intención de establecer un nuevo orden internacional que fuera capaz de evitar la
parálisis que hasta entonces había caracterizado a la Liga de las Naciones.
Con ese objetivo en mente, diseñaron un sistema de seguridad colectiva anclado en la premisa
de acciones unánimes por parte de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad. El
ejercicio del veto era contingente a un compromiso solemne que hasta la fecha no se ha
cumplido.
Ese compromiso quedó registrado en la Declaración Conjunta emitida por los 5 miembros
permanentes, que fue leída por Francia durante la Conferencia de San Francisco, el 7 de junio
de 1945 y que descansa en el principio fundamental del veto como responsabilidad, no como
privilegio.
Si ello era válido entonces, lo es más ahora. En 1945 el Estado y sus prerrogativas tenían
carácter absoluto. Setenta años después, el Derecho Internacional y la mayoría de nuestras
Constituciones han colocado al ser humano y la dignidad del ser humano en el centro de las
acciones del Estado y de la comunidad internacional.
La protección del ser humano representa por tanto, un valor universal bajo la tutela del Derecho
Internacional. Para México, es claro que los arreglos institucionales de la Carta de Naciones
Unidas no pueden ir en contravención de sus metas y objetivos.
El abuso del veto contraviene por lo tanto el derecho internacional y socava los principios
básicos de la humanidad y el mandato de la conciencia pública, que constituyen los principios
cardenales del derecho internacional humanitario.
Señora Presidenta,
En 1945, México se abstuvo de apoyar la fórmula que permitió la instauración de facto del veto
para los cinco miembros permanentes, y votó a favor de la propuesta australiana para restringir
el derecho de veto a decisiones tomadas al amparo del Capítulo VII de la Carta.
Si el otorgamiento del veto no gozó entonces del apoyo unánime de los Estados miembros, el
hecho de que estemos debatiendo su utilidad siete décadas después, es señal inequívoca de
que sigue sin tener respaldo amplio, y esta falta de consenso es el motor que impulsa las
tendencias a favor de limitar su uso y los llamados a abolirlo.
Por su naturaleza intrínseca, el veto establece una distinción discriminatoria entre los cinco
miembros permanentes (P5) y el resto de los Estados miembros, que pone en entredicho la
igualdad soberana que debe prevalecer entre los Estados.
El poder de veto o la amenaza de su uso, ni fomentan la unidad ni promueven necesariamente
la búsqueda de entendimientos, por el contrario, obstruye y desvirtúa el interés común; y como
hemos podido comprobar en años recientes, ha fomentado la división entre sus miembros.
La situación en Medio Oriente y más recientemente la crisis en Siria y su catastrófica dimensión
humanitaria, por destacar algunos ejemplos, nos muestra dolorosamente el impacto del abuso
del veto cuando uno o varios Estados con esa prerrogativa, anteponen intereses nacionales por
encima de su responsabilidad primordial para mantener la paz y la seguridad internacionales
conforme se los exige y confía la Carta.
Estas experiencias, Señora Presidenta, nos llevan a preguntarnos qué consecuencias habría si
más de 5 Estados miembros, con sus agendas e intereses particulares respectivos, pudieran
hacer uso del veto. ¿Queremos realmente impulsar la creación de un órgano con más
miembros permanentes?
Señora Presidenta,
México considera que este anacronismo de la posguerra de 1945 y de la guerra fría, resulta
improcedente para atender los retos actuales a la paz y la seguridad internacional, y socavan la
credibilidad, unidad, legitimidad y transparencia del Consejo de Seguridad ante el resto de la
comunidad internacional.
Si bien la eliminación del veto constituye una aspiración legítima, consideramos que la única
posibilidad realista de reforma del veto estriba en su regulación; en la promoción de medidas
para limitar su uso y en hacer de ese ejercicio un principio rector de la reforma integral del
Consejo de Seguridad.
El enorme apoyo de la membresía a la iniciativa franco-mexicana para restringir el uso del veto,
y el Código de Conducta complementario que propuso y consolidó el Grupo ACT, refrendado a
lo largo de esta jornada por numerosas delegaciones, envían un mensaje claro y contundente a
los 5 miembros permanentes.
Hacemos un llamado a los miembros permanentes para que siguiendo el ejemplo de Francia,
se comprometan con el resto de la membresía a implementar estas herramientas, a fin de
reafirmar su compromiso con el proceso de reforma y de la mejora en los métodos de trabajo
del Consejo de Seguridad.
Señora Presidenta:
México está convencido de que la reforma del Consejo de Seguridad no se conseguirá
otorgando nuevos privilegios a algunos Estados en aras de satisfacer ambiciones nacionales y
con menoscabo de las características que deben privar para la función óptima de éste órgano.
México y el Movimiento Unidos por el Consenso estamos dispuestos a discutir alternativas que
sin ampliar el número de miembros permanentes, nos permitan conseguir una reforma integral
y realista del Consejo de Seguridad, con el apoyo más amplio posible y basada en los
principios establecidos en la Decisión 62/557.
Muchas gracias
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