Revista de Ant7qXJlogfa Seis nuevas razones 16gicas para desconfiar de Levi-Strauss La presente es una ree1aboracion de una ponencia presentada en e1 Segundo Congreso Argentino de Antropo10g'ia Social desarrollado en Buenos Aires en 1988. Con e1 correr de estos pocos ailos, se ha convertido en uno de nuestros trabajos de 10s que menos razones tenemos para arrepentirnos. Su publicacion en estas paginas obedece menos a1 hecho de que hasta ahora habia permanecido inedito que a 1a necesidad de iniciar una discusion sobre 1a aplicabW" dad y replicabilidad de 10s metodos. De quince ailos a esta parte, el estructuralismo no hace mas que acentuar su declive. No digamos ya en 10s Estados Unidos, donde jamas logro imponerse cabalmente, y en donde e1 contexto academico, inclinado entonces hacia el pragmatismo, nunca estuvo en condiciones de comprender ciertas afirmaciones 1evistraussianas demasiado sutiles, como 1a de que "los mitos se piensan a si mismos", 1a de que "existen pueblos que cultivan diferencias", sociedades que "se niegan a la historia", 0 culturas en las que "la sincronia triunfa sobre la diacronia". Tampoco digamos en este pais, en el que el libro de texto de historia antropologica vigente hasta hace poco habia side escrito en 1937, y en el que un conservadurismo generalizado permite tanto seguir creyendo a pies juntillas en la eficacia del analisis estructural como sostener la plena cientificidad del psicoanalisis. Pero aun consultando !as paginas de L 'Homme, el organo oficial de la prensa esoueturalista (0 post-estructuralista), es para cualquiera evidente que el metodo se ha cristalizado hasta el grade de la quebradura y que, ya fuera del control de Levi-Strauss, ha perdido fluidez, creatividad y verosimilitud EI estructuralismo acabara colapsando, sin duda al~ guna, si es que no 10 ha hecho ya. Pasara a integrar el arc6n de 105 recuerdos antropologicos, como tantos otros metodos y teorias. La crttica que aqui sigue no tiene, ni de lejos, la intencion de propinarle un golpe de gracia. Por el contrario, y no resignandose a que el estructuralismo se extinga simplemer'lte porque paso de m6da, pretende rendirle algo asi como un tributo, inspeccionando las razones por las cuales el metodo de analisis estructura1 positivamente no funciona, pero recuperando, por via de 1a negacion, indicios para fundar alguna vez un metodo mejor. En este senti do, nuestra crltica ha de interpretarse por un lado como testimonio de un intento frustrado por ahondar en una formalizacion que e1 estructuralismo aduce como promesa, y par el otro como explicacion de los motivos de su fracaso. La heuristica positiva concomitante a esta crltica Oa teoria de modelos que ofrecemos como alternativa a la de Levi-Strauss) se expone en otra parte (cf. Reynoso 1990). La que aqui comenzamos a plantear no tiene nada que ver con una busqueda empirica de 10s atropellos cometidos par Levi-Strauss en el analisis espedfico de este a aquel mito, tal como la emprende, por ejemplo, Marvin Harris. Tampoco habremos de denunciar, a 1a manera de Paul Shankman, 1a contradiccion existente entre los archivos etnogrificos y las generalizaciones levistraussianas. Menos aun cuestionaremos, como 10 hace Hymes, la legitimidad moral del origen etic de las categorias estructuralistas, ni aborreceremos los textos 1evistraussianos, como 10 hace Geertz, porque estan autosellados en libros que parecen existir tras un crista!. Ninguna de estas impugnaciones demuestra, logicamente, la impropiedad del metodo, sino que mas bien presuponen en alguna medida su pertinencia: de otra manera se habrian concentrado en 10 unico que importa verdaderamente (su capacidad de funcionac miento), re1egando los improperios, 10s dictamenes subjetivos y las efusiones sentimentales alas paginas de comentario. Creemos que Levi-Strauss ha sido solida y transparentemente confutado desde diversas perspectivas y a 10 largo de distintos nive1es de articulacion, y que 1as mejoras criticas que se Ie han hecho estan muy 1ejos de haber side conjuradas por 1as respuestas ironicas que * El autor es Profesor Titular de Elementos de Linguistica y Semi6tica y Profesor Adjunto de TeoMs Antropol6gicas Contemporaneas en la Carrera de Ciencias Antropo/6gicas de la Universidad de Buenos Aires. Sus investigaciones conciernen a la teOM antropoi6gica reciente, a la etnomusicologia y al disefio de programas y epistemiologias para integrar tecnicas y modelos de inte/igencia artificial a /as ciencias sociales. el amontona al final de El Hombre Desnudo. Pero se podna decir que, dado que se ignora cual es la masa de refutaci6n que puede soportar una idea sin desmoronarse y dado que la evidenda acumulada en su contra es circunstancial, esas mejores criticas carcomen el metodo sin desarticularloj decidir si este sigue 0 no todavia en pie ala luz de 10 que se ha dicho es aun una cuesti6n opinable. Esta constataci6n es, sin embargo, del todo mar~ ginal respecto de 10 que aqu1 se proyecta. No se trata ahora de emprender otra critica mas 0 menos ideologizada en contra de una teor1a, sino de concretar desde dentro de ella la puesta en crisis de una actitud metodol6gica que lleva, en ultimo analisis, a un juego intelectual, mal planteado inc1uso como puro juego, y que es susceptible todav1a de lograr aceptaci6n como modelo especulativo y como concepci6n ludica de la disciplina, mas alla de Levi-Strauss y mas aHa del estructuralismo como tal. Por dicha raz6n no se apunta en la cr1tica subsiguiente al estructuralismo como idealidad 0 como me to do potencialmente satisfactorio, a un estructuralismo como podr1a haber sido 0 como se decanta de los hallazgos mas logrados de- los estructuralistas mas brillantes, sino a 10 que el metodo ha llegado a ser en el momenta de c1ausura de las Mito16gicas: una especie de filosofia heterogenea que esgrime el rigor de las matematicas, pero que opera y sobrevive gradas a la ambigtiedad de la ret6rica. Aqu1 se va a cuestionar el metodo en 10 que constituye su fundamento y su condicionalidad: a saber, su isomorfismo 0 su equivalencia con otros tipos de analisis que integrarian con el una c1ase trans disciplinaria. Gran parte del esquema estructuralista depende, a la larga, de una constanda semantica que permite remitirlo, superponerlo, proyectarlo hacia otros marcos de referenda (la Teona de la informaci6n, la de las Categonas, la de la Comunicaci6n, la Cibernetica, el algebra de grupos, la fonologia estructural, la semiologia) cuya encarnaci6n antropo16gica y cuya integraci6n sistematica el estructuralismo levistraussiano presume ser. A manera de ejemplificaci6n global de nuestro cuestionamiento, resulta oportuno evocar la igualaci6n entre el intercambio de mujeres y el intercambio de signos y mensajes que Levi-Strauss plantea primero en Las Estructuras Elementales del Parentesco y luego en la Antropologia Estructural 0985;1973:51-73). No es diflcil darse cuenta que el "sistema comunicacional" que en esos casos se postula es por completo ilusorio: el "mensaje" de la mujer intercambiada Centropia pura, por no portar informaci6n) no resulta de la concatenaci6n de elementos diferenciales, remitentes a su vez a un c6digo de significaci ones, ni discurre por un canalligado a una modalidad corporal de percepci6n, ni comporta significado traducible alguno, ni esta en tanto signo "en lugar de otra cosa" que no sea ella misma en el proceso concreto 0 material de su intercambio. EI intercambio de mujeres, en consecuencia, no ostenta el menor isomorfismo con nada de 10 que define basicamente un circuito y un fen6meno de comunicaci6n, por 10 que corresponde poner en tela de juicio el establecimiento levistraussiano del simil a titulo de recurso heuristico, asi como las consecuencias y explicaciones que su metifora permite deducir Cd.Reynoso 1986a). Si bien Levi-Strauss es dueno, por supuesto, de llamar "comunicacional" a su modelo, este calificativo por s1 solo no otorga el derecho metodo16gico de usurpar el prestigio de y de extra polar consideraciones desde una Teoria de la Comunicaci6n que jamas podria aceptar el intercambio de mujeres como objeto propio, ni reconocer en el las formas que rigen la organizaci6n de su paradigma, como no sea un difuso aire de familia. E1 error levistraussiano que este ejemplo tipifica pertenece a la familia de sofismas que podriamos llamar, colectivamente, inadecuaciones formales, contrapuestas alas equivocadones de hecho. Las inadecuadones formales constituyen una c1ase elusiva e insidiosa que recubre, como habra de verse, aspectos tan variopintos como el transito de atributos entre conceptos que deberian poseer una significaci6n aparte, el despliegue de categorias anallticas 0 metaf6ricas sistematicamente incorrectas y el uso ~tichista de imagenes de las ciencias duras en contextos operativos que no han satisfecho los requisitos minimos de la sensatez metodol6gica. Practicando un afinamiento de detalle, modificando la escala, centraremos ahora nuestra critica en la constituci6n de seis definiciones levistraussianas (la de "oposici6n binaria", la de "c6digo", la de "estructura", la de "sistema", la de "grupo de transformaci6n" y la de "modelo"), para luego revisar la aceptabilidad de las conc1usiones que deriva de su juego redproco. Revista de Antropologfa Es ostensible que bajo la categoda camtin de "oposici6n binaria", Levi-Strauss subsume toda una serie de relaciones y operaciones que no son en SI opositivas, a que por 10menos no 10son en igual grado y en el mismo sentido: tales sedan, entre otras, la diferencia, la ausencia, la negaci6n, la simetda, la asirnetda, la inversi6n, la enantiosis, la transformaci6n, la permutaci6n, el cambia de valencia. Los criticos que han sabido advertir esta ambiguedad inicial (Burridge 1967; Douglas 1%7; Wilden 1979; Greimas 1971), par una u otra raz6n, siempre han declinado u olvidado examinar sus consecuencias. La concreto es que, desde una 6ptica rigurosamente 16gica a matematica, todas las operaciones enumeradas son irreductibles. Su simple inventario trasluce la imposibilidad de establecer entre ellas un comtin denominador formal; algunas ataiien a contradicciones radicales, otras a diferencias de enclave a 10 largo de un continuum anal6gico, otras a moduladones discretas, otras a polaridades, otras a transiciones de Hmites y otras mas a diferenciaciones filogeneticas. Pese a la declamada dependencia levistraussiana de la lingiilstica, las oposiciones y diferencias que proliferan no estan siquiera acotadas gramaticalmente; todo puede en principio operar como termino oposirivo: sucesos, cosas, cualidades. Cuando al inaugurar el metoda analizando el mito de Edipo, Levi-Strauss equipara la "sobreestimaci6n" y la 'subestimaci6n" de los lazos de parentesco par una pane can la "afirmaci6n" y la "negaci6n" de la autoctoelia del hombre par otra, 10 que hace es postular la equivalencia relacional entre una diferencia "anaI6gica" de grado y una dicotomla "digital" y "binaria" que implica una diferencia de naturaleza (d. Levi-Strauss 1973:194-195). La expresi6n cuasimatematica que nos dice que la sobreestimaci6n de X es a la subestimaci6n de X 10 que la afirmacion de Y es a la negaci6n de Y es doblemente err6nea. Por un lado, el Hmite entre una afirmaci6n y una negaci6n es categ6rico, taxativo, y se dispone segtin una jerarqula de tipificaci6n 16gica bien analizada: negar es negar una afirmaci6n. La transici6n entre estimar mucho y poco, en cambia, pudiera ser infinitamente matizada, y entre ambos palos, estirables en cualquier direcci6n, mediarla una zona difuminada de indiferencia 0 incertidumbre. En 10 que respecta a la tipficaci6n 16gica, sobreestimar y subestimar no se escalonan en una jerarqula: mientras que si se niega una afirmaci6n, no se subestima 10 que se sobreestima. Par otra parte, para validar la expresi6n relacional sabre la que Levi-Strauss va construyendo sus estructuras seria preciso que los objetos respectivos de todos los terminos tambien se acoma den en una relaci6n bien opositiva, bien de identidad, 10que rotundamente no es el caso. Levi-Strauss, empero, equipara ambas relaciones. Todo su estructuralismo se origina en esta falacia, y sigue adelante a traves de decisiones del mismo jaez. La violencia que aSIse ejerce sabre el objeto no es consonante, par cierto, can la expresi6n algebraica mediante la que el analisis nos habla de su exactitud. Una exactitud espuria, nada renuente a proponer operaciones tanto 0 mas absurdas que la multiplicaci6n de conejos por manzanas. De aqul en mas, la slntesis formal del mito, en presuntuosa notaci6n matematica, no hace sino encubrir el caracter intuitivo y arbitrario de la 16gica en base a la cual funciona. Lo mas importante (y 10 que Levi-Strauss tampoco advierte) es que las oposiciones que el encuentra no se dan espontaneamente en el objeto como producto a huella de "una caractedstica universal de la mente humana", sino que surgen en la interpretaci6n como propiedad espedfica e inevitable de la naturaleza del analisis que se practica. Hitler y Schweitzer no son opuestos, a menos que el analista estipule cual es el criterio en base al cual se los contempla. No existen, contrariamente a 10 que muchos sostienen, contextos u objetos directamente "anaI6gicos" ni naturalmente "binarios" 0 "digitales". Existe, sl, un principia, desarrollado como fundamento mismo de la informatica que afirma que todo contexto a conjunto de casas e~ mediata 0 inmediatamente binarlzable. Esto significa que, dado un complejo a conjunto de cosas a clasificar, es posible siempre encontrar un sistema de codificaci6n que otorgue una categorla diferencial de base binaria a cada uno de sus elementos. No existe tampoco limite alguno para el ntimero de sistemas de codificaci6n que se puede construir sabre este principio: en informatica, sin ir mas lejos, se utilizan corrientemente dos c6digos binarios distintos de caracteres, llamados ASCII y EBCDIC. Mas atin, la posibilidad de encontrar siempre un factor, componente semantica 0 eje opositivo no configura una mis- Revista de Anrropologfa teriosa propiedad de las cosas que aparece con mayor vitalidad en algunos fen6menos que en otros, sino, apenas, un coroiilrio trivial del criterio 16gico de la identidad y de las formas posibles dedefinir, construir o trazar la diferencia. En terminos de binarizaci6n en el sentido informatico, no ex'isten tampoco cosas tales como "oposiciones" binarias entre dos entidades que conforman el inventario de un c6digo, sino solamente diferencias identicamente arbitrarias. En un c6digo binario sobre unalfabeto 0 conjunto de mas de dos elementos no ha1f)e~tidades opuestas privilegiadas; todas las diferencH1sson iguales. El sistema binario de numeraci6n estaasociado alas mismas operaciones que los demas sist~mas numericos. Lo cual implica, de paso, que no hay lugar en las matematicas para la "oposici6n" binaria; esta no es ni siquiera una operaci6n matematica que alguien haya definido alguna vez. Ahora bien, sea como sea, Levi-Strauss encuentra, especialmente en sus Mito16gicas, toda una serie de oposiciones, tanto plausibles como excesivas, que Ie permiten de alg(In modo cerrar un drculo en tomo de un inmenso corpus, que de inmediato se constituye como sistema. El cierre de este drculo, admitiendo contra toda evidencia que las oposiciones haBadas por el en realidad sean tales, sera oportunamente cuestionado mas adelante. Lo que ahora importa es destacar que en el analisis estructural, estas operaciones, que ya sabemos heter6clitas, no obedecen a una 16gica que delimite a priori 0 formalmente cuales han de ser los ejes opositivos, sino que estos se van multiplicando con forme alas necesidades y como producto del analisis mismo. Tenemos entonces que la naturaleza del conjunto de los ejes que determinan las oposiciones admisibles y que punruan los contextos no es sintetica, ni estructurada, ni sistematica, sino analltica, contingente y a posteriori. Esto implica que un personaje mitico, supongamos, de sexo var6n y edad avanzada, puede "oponerse" tanto a una mujer, como a un joven, una nina, una anciana, un animal, un objeto inanimado, segiin el eje de articulaci6n que se escoja con arreglo a la conveniencia del momento. Esto implica tambien ni mas ni menos que la disoluci6n del metodo, una instancia ya advertida entre otras por Morris Freilich 0975:207-208). El cuadro siguiente ilustra una pequena muestra al azar de oposiciones levistraussianas. En el pueden observarse categorias contingentes de la historia intelectual de nuestra civilizaci6n y por 10tanto dudosamente activas en un contexto etnografico: naturaleza/ cultura, estricto/figurado, activo/pasivo, animal/humano. Algunas categorias opositivas tienen que ver con diferencias de naturaleza (mortal, no morta!), otras con diferencias circunstanciales en procesos dclicos de fases Ouna Bena, luna nueva) y as! sucesivamente. Vegetariano Carnivoro Cima Fondo Cocido Crudo Arriba Abajo Animal Humano Iluvia Manantial Naturaleza Cultura D1a Noche Colaboraci6n Antagonismo Luna llena Luna nueva Mortal No mortal Humedo Seco Fresco Rancio Crudo Podrido Tierra Agua Aire Tierra Despiadado Compadecido Compatriota Sano Venenoso Flojo Fuerte Dulce Malo Bueno Fermentado No fermentado Puro Diluido Estrieto Figurado Activo Pasivo Agente Paciente Caer Saltar Luminoso Oscuro Dulce Extraiio Empalagoso Amargo Sobre fundamentos semejantes no hay, en rigor, un metodo, por cuanto las oposiciones pueden plantearse a partir de un comienzo escogido de cualquier referente, de cualquier atributo y de cualquier acci6n, y sobre e.ltipo yel tamano de diferencia que a uno se Ie ocurra. Diez minutos de reflexi6n bastan para advertir que, no existiendo una pauta para la selecci6n de los sucesivos ejes, el encadenamiento de las oposiciones puede establecerse aiin en el caso de que en el mito a analizar no se haga referencia a nada especialmente significativo (Cf.Reynoso 1985). Sea cual fuere el evento, cualidad 0 fen6meno que aparezca en una instancia narrativa cualquiera, a la que llamaremos A, el solo hecho de que por un tiempo no vuelva a repetirse genera espontaneamente una "oposici6n", no-A; es analtticamente posible, en consecuencia, definir oposiciones binarias segiin se quiera en puntos del relato escogidos al azar. Tambien es palpable que las oposiciones que pueden identificarse depende de la forma en que se narre un evento, cuesti6n que es eliminada del horizonte de problemas decretando que todas las versiones de un mito (incluso la parafrasis 0 el resumen del analista) son igualmente validas. La generaci6n no reglada del conjunto de los ejes los hace parecerse a otras entidades te6ricas multiplicativas y no acotadas, como los "instintos" y las "pulsiones" de la antigua psicologia, 0 como las "necesidades" del funcionalismo. Resulta ir6nico que haya sido el propio Levi-Strauss el crttico mas agudo de este tipo de categorias ad hoc, siendo que a el mismo los ejes opositivos, y con ellos las probabilidades de dar con una relaci6n plausible, se Ie multiplican entre los dedos como se multiplican los panes en el Evangelio. Como veremos luego, Levi-Straussni siquiera aprovecha la potencialidad de los contextos que recorre para su codificaci6n binaria, puesto que ni remotamente lleva a cabo, ni mucho menos descubre, nada que se parezca a una codificaci6n. Hacemos notar que, entre otras maniobras, LeviStrauss se 1asingenia para escindir 1aanalitica del mito (e1aborada en 1a etno10gia de 1as Mito16gieas) de 1a analltica de las clasificaciones (ejemplificada en 1as etnografias que nutren ElPensarniento Salvaje), cuando 5010 esta iiltima podria servir de base empirica para sustentar a aquella. Desembarazado de 1amo1estia de 105 insumos ernie, se siente libre para decretar por su OJeD.ta males son 1as oposiciones pertinentes. Dejemos por ahora de 1ado que Levi-Strauss instituya sus oposiciones arbitrariamente, siendo que existen procedimientos axiomaticos para deslindar este tipo de diferenciaciones (en ciertos dominios) con plena anuencia ernie, como ser el analisis componenci.a1. ,Podemos seguir sostenie.ndo, a 1a 1uz de 10 expuesto, que el binarismo conforma un fundamento activo y operante en 10s productos etnograficos? Mas alIa de 1aimprobabilidad intrinseca de este argumento, el testimonio antropo16gico indica rotundamente que no. Hoy en dia se dispone de una amplisima evidencia, aportada por 1aAntropo10gia Cognitiva, respecto a que 1as oposiciones binarias no alcanzan a explicar 10s diferentes sistemas de clasificaci6n que se encuentran en 1as distintas cu1turas. Los .llamados "paradigmas ortogona1es" y 10s "arboles perfectos" (que serian 1as macroestructuras 16gicas de 1aclasificaci6n que con firmarian 1a actuaci6n de diferenciaciones binarias consecutivas en un dominio componencia1 dado) son, como se ha demostrado hasta e1 hartazgo, empiricamente raras (cf. Kay 1966; Wallace y Atkins 1960; Perchonock y Werner 1969). Las pocas que se han presentado en publicaciones especializadas son, resue1tamente, mas un producto de 1a manipu1aci6n academica que de 1a actividad conceptual de 10s pueblos etnograficos. Vamos a hacer un esfuerzo por poner entre parentesis, como dicen algunos, el hecho de que LeviStrauss, en su obsesi6n por 1as oposiciones, no sea consecuente en todo momenta con 10s estatutos que eI mismo se fija. En 10s mitos 530 y 531, por ejemplo, el heroe es "sa1vado por arriba" mediante una canasta IES EDICIONES ONCO Florida 165 • 52 piso of. 505 Tel. 30-8025 • Buenos Aires que Ie alcanzan 1asmuchachas-mariposa, seres inocentes que han vo1ado hasta e1jen 10s mitos 7 a 12, que se oponen a aquellos, e1heroe es rescatado porun jaguar, animal temib1e que se desliza por e1 suelo. Es pues "sa1vado por abajo", siendo que para preservar la parsimonia de las inversiones y de acuerdo con 1as reglas del juego, hubiera sido menester no que se 10 ayudara, sino que se Ie agrediera, como salta a la vista: A riesgo de que estallen, incluiremos ademas entre 108parentesis, junto a mil transgresiones como esta, 1as interpretaciones 1evistraussianas (no precisamente esporadicas) que 1indan con el ridiculo: antes que nada, la que contra pone 10s ojos a 10s excrementos, bajo e1 pretexto de que 10s ojos no se pueden mover de su lugar, mientras que 10s excrementos se mueven ... inevitablemente 0968: 192). Las "oposiciones" 1evistraussianas se pueden cuestionar, empero, en sentidos mucho mas fundamenta1es que e1anecd6tico. Aun suponiendo 1apertinencia y la correcd6n algebraica de 1as oposiciones que se descubren, 1as mismas no nos dirian nada acerca de una intencionalidad 0 de un principio generador subyacente: incluso si el mito no fuese mas que glosolalia, 0 incluso si sus terminos se generaran a1eatoria 0 estocasticamente, vo1verian a presentarse siempre 1as mismas pautas: porque no es e1 discurso, ni e1 objeto, ni e1espiritu, ni el1enguaje e1 que las produce, sino e1 analisis el que las segrega. Ni siquiera puede decirse que e1 pensamiento sa1vaje, en su producci6n mitica, resulte privilegiado en cuanto al numero 0 al estilo de las oposiciones que muestra: el mismo patr6n reaparece, en efecto, en 1a poesia decadentista del simbolismo Frances segun James Boon (976), en 10s suenos, tanto etnograficos como occidentales, segun Adam Kuper (979), en todo e1 Antiguo Testamento bfulico segun Andriolo (1973, 1981), Freilich (975), Jacobs (976) y Peck (968), en • Prevencion • Intervencion Comunitaria psicologica en Salud Mirto Videla • Matrices de Aprendizaje. Constitucion del sujeto en el proceso de conocimiento. Ana P. de Quiroga e1 vestuario burgues seg(In Marshall Sahlins 0980:210254), y hasta en e1 teatro griego preclasico segun LeviStrauss, porque el mito de Edipo resu1t6 no ser tampoco un mito. Como bien dice Rubio Carracedo, "indudab1emente, Levi-Strauss fuerza 1as oposiciones donde s610 existen diferencias. E1 mismo parece tener conciencia de ello, pero e1 metodo binario Ie obliga L..l a instituir esta fa1sa uniformidad" 0976:205,242). Marvin Harris, por su parte, expresa que el producto de estas operaciones"puede consistir en cualquier cosa que guarde un vago parecido con una 'oposici6n'" y que eI hallazgo de estas oposiciones s610 requiere "una pizca de ingenio" 0982: 191). Aqui no hemos hecho otra cosa que imponer una envo1tura algo mas formal a estos inevitables juicios, que desde ya compartimos. Levi-Strauss suele hablar de "c6digos" con la mas tranquila indiferencia respecto del nivel de tipificaci6n en el que supuestamente los c6digos se despliegan. Violentada ella misma por una multitud de similes linglilstico, semiol6gicos y comunicacionales, la categoda estructuralista de "c6digo" se presenta entonces, indistintamente, haciendo referencia a una muchedumbre incoordinada de cosas. Tenemos asi tanto un "c6digo binario" como un "c6digo culinario", uno "meteorol6gico", uno "sensible", uno "botanico", uno "ritual" y hasta uno "filos6fico", que a veces se comportan buscando interre1acionarse y otras resaltando sus idiosincracias. La pregunta eS:iDeterminan, acaso, las oposiciones bin arias el indicio 0 e1 testimonio de la actuaci6n de un c6digo? iSon dichas oposiciones, sin mas, el c6digo? iExiste, entre 10s hechos sacados ala luz par laanalltica 1evistraussiana, algo asi como un c6digo, binario, poliva1ente 0 10 que fuere? iEs este c6digo especificable a traves de paut~s emic 0 etic de codificaci6n? Aclaremos que la 16gica seg(In la cual se rige, por ejemplo, la Tearia de la Informaci6n, dificilmente admitiria entidades tales como un "c6digo culinario", en el sentido que Ie atribuye Levi-Strauss, y que quiza sea mas propiamente el de "gramatica"; hablada mas bien de contextos 0 dominios a los que se aplica un c6digo de transformaciones, y que en conjunto pueden (0 no) constituir un sistema en el que los diferentes ambitos son sometidos a conversiones equivalentes de codificaci6n, a traves quiza de una serie de metarreglas atinentes a la especificidad de cada uno. Esta precisi6n es, sin embargo, a 1a esca1a de 1a indeterminaci6n levistraussiana. comparativamente preciosista. Piensese en 10 que es, intuitivamente, un verdadero c6digo, como ser el Morse: una tabla de equivalencias entre pares de termin05; 0 mejor, un conjunto no redundante y exhaustivo de feglas de transformaci6n, que son por un 1ado univocas y por el otro reversibles. Es factible, en consecuencia, tanto encodificar como descodificar, y tambiCn, si se quiere, transcodificar, pasar de un c6digo a otro, en 1a medida en que exista un metac6digo. Las reglas de transformaci6n suponen, ademas ser exhaustivas para cada dominio dado: la codificaci6n opera siempre sin incertidumbre y sin residuo. Los c6dig05, por Ultimo, se mueven hacia 0 desde e1 sentido, aunque a veces, como en el Morse, no lleguen direetamente a eL En e1 caso del celebre c6digo binario 1evistraussiano, 10 que se suscita no es en realidad un proceso de codificaci6n, sino mas rigurosamente uno de imputaci6n clasificatoria. No se oponen, pongamos par caso, 1a carne y 105 atuend05 como tales, sino como "naturaleza" y "cu1tura-, respectivamente. Con eSta prescriptiva no se determina c6mo se reescribe una entidad siguiendo !as regIas de reescritura del c6digo (Ias que por otra parte variarian de acuerdo con el eje se1eccionado), sino que se enuncia solamente a que clase dicha entidad pertenece. Esta pertenencia se deriva, por aiiadidura, de !as clases que anallticamente hace falta oponer en un momento dado. Siendo que este procedimiento de imputaci6n, una vez cumplido, no es unlvoca y directamente reversible, no cabe hab1ar en absoluto de haber concretado una codificaci6n, ni de haber demostrado 1a actuaci6n de un c6digo inherente a1 fen6meno. Puesto que uno de 10s terminos de la presunta codificaci6n levistraussiana ataiie a especimenes, personajes 0 indiviuos, en tanto que la adscripci6n analltica que se Ie apareja ataiie a clases de contenido innumerable, no existe la menor esperanza de deducir inequivocamente, partiendo de esta adscripci6n, 1a identidad de los referentes miticos originarios. Es conmovedar que haya side e1 propio LeviStrauss quien reprochara a Propp que el analisis que este auspiciaba permitia ir "de 10 concreto a 10 abstracto", pero no volver "de 10 abstracto a 10 concreto" 0979:128-131); como metod610go, Levi-Strauss in- curre, en su discurso fallido sobre los c6digos, en el rnismo tipo de extravio formalista que habia proscripto en su papel de critico. AI confundir el c6digo con la clase, el tambien "aniquila su objeto". La clasificaci6n encubierta que el practica es en ultima instancia un procedimiento infalibleque siempre encontrara su resoluci6n: la famosa "prueba de Cantor" demuestra, matematicamente, que existen mas clases de cosas que casas rnismasen un genero dado, no importa que estas sean 0 no finitas. Proponemos una prueba que avalara esta aserd6n: imagfuese un par de objetos, atributos 0 acdones cualesquiera. Siempre, absolutamente siempre, es posible imaginar una forma de adscribir aclases opuestas algunas de sus cu~lidades, conductas 0 aspectos respectivos. Esta peculiaridad no tiene nada que ver con la naturaleza idiosincratica de la mentalidad salvaje, con pensamientos ligados a 10 concreto, con la temperatura sodal 0 con la estructura caracteristica de los mitos. Se trata, apenas, de un efecto bien conoddo de la l6gica de clases. No hay Hmitepara el numero de clases a las que podamos imputar clasificatoriamente un objeto. La ret6rica de la adscripd6n de clases trabaja asi, inadvertidamente, con un amplio margen de probalilidades a su favor. Los c6digos verdaderos, sin embargo, siempre alardeados pero nunca estableddos, brillan aqui por su ausencia. AIcontrario de 10que Levi-Straussparece presumir, el conjunto de las oposidones, aun suponiendo que se trate de un conjunto acotado (que claramente no 10es), no se traza, ni revela, ni constituye una "estructura". Sem:intica y epistemo16gicamente, esta es quiza la paradoja mas chocante: he aqui que estamos ante un estructuralismo que no ha podido determinar, en el universo de 10que analiza, ninguna estructura reconocible como tal conforme a cualquier definici6n vigente. Reden puede hablarse de estructura a partir de un patr6n 0 de una disposici6n posidonal determinada, ya se trate de una disposid6n estable 0 de un estado en una serie de metamorfosis, ya se conciba la estructura como un ente observable 0 un constructo conceptual. El estructuralismo levistraussiano no ha estableddo jamas 10 que los autores de habla inglesa llaman un pattern, una pauta, una configuraci6n, una estructura; en toda su busqueda no ha elucidado nunca ni el mas vago perfil de una forma; cuando mucha, ha desenvuelto una secuenda de oposiciones al azar, sin comienzo, sin fin, y sin una regIa que precise los enclaves de sus articulaciones, su conformaci6n jerarquica y sus Hmites.Todas las figur,ascomplejas en que abunda la imagineria levistraussiana (hexagonos, triangulos culinarios, figuras volumetricas y polidimensionales) s6lo poseen como relaciones hasta cierto punto fundadas alguna que otra diagonal 0 bisectriz en cuyos extremos se acomodan las oposiciones; todos los demas elementos estructurantes de la geometria (aristas, lados, angulaciones) son aiiadiduras que no responden a ningun analisis real. Aunque. las oposiciones no se hubieran revelado invalidas, el sistema no pasa de ser un amontonamiento. No puede haber estructura sin morfologia. No puede haber estructura careciendo, como se carece, de un punto de partida Hmpido para trazar las oposidones, ni siendo el final del analisis tan impredecible que puede sobrevenir en el mismo mito 0 mil mitos despues. No puede haber estructura tampoco si las oposiciones se apoderan del metodo, despedazando primero el mito en sus partkulas en una anaHticaque no tiene como contrapartida una sintesis ordenadora que recomponga sus objetos. En otras palabras, y como corolario: Si consideramos legltimo codificar 0 mas bien imputar cada elemento del mito como integrante de una clase cualquiera, a condici6n de hallar en el corpus un opuesto plausible de esa misma clase, las estructuras arbitrarias 0 ilusorias que se pueden imponer al sistema son, matematicamente, infinitas. Su significaci6n objetiva es, por consiguiente, nula. Lasunicas estructuras a la vista son las que presentan, tauto16gicamente, los propios mitos al ser reproducidos 0 el propio analisis mientras se desenvuelve. En todo caso, las reladones planteadas por LeviStrauss no hacen menci6n a situaciones 0 entidades genuinamente posicionales, sino a instancias semanticas que, una vez introducidas para·motivar la oposid6n, se escamotean con prisa y disimulo. Las relaciones por el halladas no son, en otras palabras, reladones opo'sitivas entre momentos 0 categorias sintictica, sino oposiciones entre significados que contradicen las premisas del metodo. Elanalisis de Levi-Straussno es estructuralista en sentido estricto, pues siempre es el significado denotativo 0 connotativo de los terminos (y no su situaci6n relacional abstracta) 10que sirve de criterio para la manipulaci6n a que se los somete. En el estructuralismo de Levi-Strauss,en fin, no hay lugar para las estructuras. Los mitos se derivan a partir de una operaci6n Oaoposici6n binaria) que, al volverse sobre si misma, es incapaz de generar una sucesi6n sintagmatica 0 de engendrar superficies y volumenes ideacionales. Al no existir un canon estructural en pleno sentido (esto es, un inventario sintagmatico de elementos secuencialmente dispuestos), no hay posibilidad de engendrar una mitologl'a a partir del unico principio de desarrollo que aportan las oposiciones binarias. EIestructuralismo no devela, en suma, cual es la estructura sintiicticaml'nimadefinitoria del mito, que hace posible, operando sobre ella, generar toda la mitologl'a y dar pie a todo el analisis. Seg6n cualquier definici6n admisible, un sistema es un conjunto de elementos interrelacionados, de un modo tal que una transformaci6n operada sobre uno de ellos ocasiona transformaciones concomitantes sobre otros elementos. Teniendo en cuenta la magnitud del sistema indagado por Levi-Strauss y siendo que el curso de las oposiciones y transiciones de ejes opositivos es indecidible, el hecho de haber logrado cerrar el mismo un drculo de transformaciones, relacionando todo con todo, s610puede ser fruto de una manipulaci6n intencional 0 de un milagro. Pero no hay necesidad de ser suspicaz: en realidad no hay tal sistema. Dejemos de lado que la clausura del cicio sea incompatible con la dinamica y la continuidad de la mitopoesis: ninguna dttgresi6n ingeniosa sobre diacronl'a y sincronl'a es capaz de anular esta antl'tesis, ning6n rodeo ret6rico puede esconder la certeza de que los mitos viven, se transforman y mueren en el tiempo. Dejemos tambien de lado la sospechosa casualidad de que en las Mitol6gicas no subsistan "medias oposiciones" no resueltas, como si nunca hubiera habido historia, como si mitologlas enteras no hubieran desaparecido junto con sus mitopoetas. Lo que ahora nos mueve es dejar sentada la convicci6n de que, para que una oposici6n binaria tenga sentido 0 credibilidad, deberl'a resolverse en el interior de un mismo cuerpo de fen6menos, en el seno de un mismo conjunto cultural 0 en el marco de una tradici6n comprobable. Recordemos que al principio, cuando Levi-Strauss estaba abocado a promocionar!as bondades del metodo, el drculo de las oposidones se cerraba incluso en el ambito de un solo mito: el analisis de Edipo es, en este sentido, representativo de una concepci6n mas sana, mas vigorosa y mas controlada que el de la metaflsica difusionista que invade el metodo a partir del tercer volumen de las Mitol6gicas, donde no s610 todos los tiempos devienen contemporaneos, sino que todas las distandas se tornan contiguas. Desde EIOrigen de la Maneras de Mesa, en efecto, Levi-Straussse siente autorizado a cancelar las oposidones pendientes del mito bororo que toma como punto de partida, por medio de correspondencias entresacadas de diversos mitos de America del Norte. De am en mas, ya no explica la cultura bororo, ni los mitos bororo en si mismos, en su diferencia y en su mitologicidad: el protagonista pasa a ser ahora el pensamiento humano en general, el espl'ritu, que es tambien el cuerpo, y que opera sobre los mitos de la misma manera que podrl'a haber operado sobre cualquier otro objeto. ' La clausura del cicio, lograda a fuerza de una erudici6n fantastica, de una imaginaci6n a toda prueba y de las transgresiones 16gicasde siempre, ya no puede disimular que el sistema se ha disuelto. El logro es circular con respecto a la tradici6n que Ie precediera (porque ya se conoda que los temas ml'ticos eran recurrentes), como con respecto a la parabola que traza (porque al fm del camino se encuentra, explicante, el mismo pensamiento humano que ya se daba como presupuesto). Para los desdichados bororo, cuya mitologl'ase esperaba elucidar, el drculo de su propio sentido se ha completado en otra parte, demasiado lejos. Para Levi-Strauss, los mitos, las variantes de Ios mitos, y en rigor toda la mitologl'a que 10 ocupa, conforman 10 que en rnatematicas se denomina un "grupo de transformaci6n". Ciertos subconjuntos miticos dentro suyo, ademas, se ordenan como si se tratara de un tipo especifico de grupos, llamados "grupos de Klein",incluyendo un tema, el contrario del tema y sus inversas 0983:586-587). En estas referencias alas altas matematicas y en su apertura hacia terminos tales como "operadores y "jerarqul'as",encuentra Levi-Strauss el fundamento totalizador y vertebrante de todo su analisis, yel pretexto para presentar su estructuralismo como mediador entre una antropologl'a hasta am displiscente y el futuro mundo de certidumbres de la ciencia. Ninguna de estas metiiforas, por desdicha, puede sostenerse en pie, ni a6n suponiendo que las categorl'as levistraussianas cuya destrucci6n 16gica hemos cumplimentado sean 10 que en realidad debenan ser. Veamos, por empezar, como se define, elementalmente, un grupo. Un grupo puede ser finito 0 infinito: el sistema de los numeros enteros constituye el caso mas nitido de los grupos infinitos. Para que un sistema sea grupo, debe definirse un conjunto de elementos junto con una operaci6n, de manera tal que al efectuar la operaci6n entre los elementos, el resul- tado constituya un elemento del mismo grupo. Toda la matematica de grupos exige el mantenimiento de tres reglas. • En primer lugar, el con junto debe contener un "elemento neutro", de modo que al efectuar la operaci6n entre este y cualquier otro elemento, el resultado sea igual a dicho elemento. Para el con junto de los numeros enteros y la operaci6n de suma, el elemento neutro es, naturalmente, el cero; para ese mismo conjunto y la multiplicaci6n, en cambio, el elemento neutro es el numero l. • La segunda regIa exige que para cada elemento del conjunto tiene que existir en el conjunto su inverso respectivo, tal que la operaci6n de un elemento por su inverso y luego la conmutaci?m de esta sean iguales. Para los numeros enteros y la operaci6n de suma los inversos son el negativo y el positivo del mismo numero absoluto. • Finalmente, la operaci6n establecida debe ser asociativa. Por ejemplo, (a • b) • c = a • (b • c) Desde todo punta de vista, los mitos no forman un grupo de transformaci6n, y eUo por tres motivos. En primer lugar, porque la observaci6n opositiva de LeviStrauss no ha previsto la existencia de un elemento neutro, ni se puede imaginar uno. En segundo, porque la doble oposici6n binaria, al no operar sobre un eje invariable, no restablece indefectiblemente un elemento igual al originario. Y en tercer lugar (y esto es 10mas definitorio) porque los mitos, en tanto e1emenOtIoVorQC1l ~.dmodo ckPtoGl.ICcJd.A CIom1oaAk ULcl Vlwr1.OC1O cs.l Rio Or )a I'1a1a fi~~~~~ '0"7-='=:' :-2,..,;.;;. ._~ tos de un grupo, no se constituyen s6lo mediante sucesivas oposiciones binarias, sino que tambien y primordialmente se construyen sobre un eje sintagmatico, como secuencias lineales dotadas de continuidad semantica, mediante una operaci6n no declarada en la definici6n de grupo. Es real que ciertas ramas de las matematicas modernas permiten aplicar isomorfismos, pero 10 hacen siempre dentro de llmites muy precisos, y hasta estrechos: correspondencias de estructuras algebra icas, homorfismos de predicados topo16gicos, identidad de las ecuaciones que describen el sistema, analogias de estructuras jerarquicas. Se exige en todo caso una prolija trasposici6n termir~o a terminG que Levi-Strauss de ninguna manera acata en sus f6rmulas y mucho menos en sus insinuaciones. El obtiene con ello la ilusi6n de un enlace .amplio que s610 se justificaria al cabo de una superposici6n sin residuos. Llega as! escasamente, como,dirfa Mouloud, a ciertos "epimorfismos" 0 reflejos parciales, que sirven para amedrentar al profano 0 para compensar el exceso de ret6rica, pero que no alcanzan a configurar concordancias plenas. Llevado a ciertos extremos no queridos, es comprensible que Levi-Strauss quisiera iluminar la vaporosidad de sus definiciones, haciendo creer que las matematicas estaban de su lado, como 10estaban la poesla y la imaginaci6n. Acaso hay a pretendido sugerir asi, hablando de matematicas, tanto la neutralidad de sus juicios como,la rectitud del camino entre estos y el mundo. Hablando de matematicas (fundamento de legitimaci6n por excelencia) se pretende infundir a los metodos desplegados objetividad, replicabilidad y rigor. Pero ni el analisis estructural ni, para e1 caso, la expresi6n algebraica de un sistema, constituyen deducciones neutrales originadas en un plano de contenidos empiricos, sino que son, a todas luces, operaciones voluntariosas de imposici6n de forma, realizadas desde fuera, que definen 0 redefinen inteligiblemente el nivel de las cosas concretas. Y en esta ocasi6n 10 han redefinido mal. Aunque existen diversas prefiguraciones y anuncios profeticos, el uso de modelos en la disciplina se inaugura con las especulaciones de Levi-Strauss en La Noci6n de Estructura en Etnologfa, de 1952, artlculo que constituye el celebre capitulo :xv de la AntropologfaEstructuralC1973:249-309). Sus afirmaciones han definido el tono, el objeto yel nivel de las discusiones subsiguientes, y por elio es preciso citarlas textualmente. Dice Levi-Strauss: El principio fundamental afirma que la noci6n de estructura social no se refiere a la realidad empirica, sino a los modelos construidos de acuerdo con esta. L..l. Se trata ...de saber en que consisten estos modelos que son el objeto propio de los analisis estructurales. El problema no corresponde a la etnolog'ia sino a la epistemolog'ia, porque las definiciones que daremos a continuaci6n no dependen para nada de la materia prima de nuestros trabajos. En efecto, pensamos que para merecer el nombre de estructura los model os deben satisfacer exclusivamente cuatro condiciones. En primer lugar, una estructura presenta un caracter de sistema. Consiste en elementos tales que una modificaci6n cualquiera en uno de ellos entrana una modificaci6n en todos los demas. En segundo lugar, todo modele pertenece a un grupo de transformaciones, cada una de las cuales corresponde a un modelo de la misma familia, de manera que el conjunto de estas transformaciones constituye un grupo de model os. En tercer lugar, las propiedades antes indicadas permiten predecir de que manera reaccionara el modelo, en caso de que uno de sus elementos se modifique. En fin, el modele debe ser constru'ido de tal manera que su funcionamiento pueda dar cuenta de todos los hechos observados 0973:251-252). Las parafrasis de estas palabras que podemos encontrar en la Iiteratura antropol6gica son innumerabIes, pero por desdicha los terminos concretos del acto fundacional han sido fatalmente los expuestos. Podr'iamos senalar en estos parrafos clasicos numerosos gaIimat'iasy entuertos conceptuales, sin necesidad de sobreimprimirle ningun enfasis : la confusi6n Iisa y lIana de las estructuras con los modelos; la asombrosa afirmaci6n de que "una estructura presenta caracter de sistema"; la idea de que en un sistema todas las variables son igualmente sensibles y determinantes, y de que todas las· demas se yen afectadas cuando se modifica una de eIlas; la equivocada identificaci6n de un modelo con un miembro de un grupo de transformaciones estructurales; la ins6Iita observaci6n de que en un modelo puede haber no ya una estructura, sino una estructura social, contradictoria con el aserto de que la materia prima de los referentes es irrelevante para dicho constructo. La palpable Iigereza de los juicios levistraussianos (que, como antrop610gos, nos ocasiona mas pesadumbre que indignaci6n) no har'ia necesaria una recusaci6n en regIa si la nuestra fuese una ciencia madura. Es por escrupulo metodol6gico (y no por dudar de la madurez epistemica del lector) que procederemos, no obstante, a subrayar los desatinos mas ofensivos. Los errores de Ia argumentaci6n levistraussiana son innumerables, y nos inclinamos a sentir que su reconocimiento no depende de la adscripci6n a una doctrina determinada por parte del cr'itico. AI contrario de 10 que piensa Levi-Strauss, (a) Las estructuras no son model os. Existe cierto acuerdo respecto de que las estructuras sean determinadas invariantes, configuraciones, disposiciones de componentes 0 constantes que se pueden presentar ya sea en un modele que representa a un sistema 0 en un discurso anal'itico cualquiera que se refiere a una realidad mas 0 menos "dada'. No es imperativo que todo modelo de una realidad enfatice su caracter de sistema, ni tampoco es inevitable que todo modele este conminado a exaltar 0 probar la existencia de estructuras. Existe una amplia libertad para inspeccionar la relaci6n entre realidades, sistemas, estructuras y modelos, Iibertad que se va perdiendo, necesariamente, por poco que los diversos terminos se utiIicen como si fueran equivalentes. 1 Si se igualaran sin mas estructuras y modelos (yen principio ser'ia leg'itimo hacerIo, si a quien formula una doctrina Ie place) se pierde, obviamente, la posibiIidad de identificar y caracterizar aquellas mediante manipulaciones operadas sobre estos. Naturalmente, 10 que se llama "modelo" en un marco te6rico puede recibir el nombre de "estructura" en otro: un caso a prop6sito es el de la econometr'ia en re/aci6n con la 16gica (Suppes CEHASS Institucion Educativa por el Rescate, Valorizacion, Desarrollo y Difusion de la Cullura Nacional Sudamericano·Argentina Carrera: e,ENCIAS DE LA CULTURA Curso: PROMOTORESCUL TURALES (Resol. UNESCO) Materias: Culturas indigenas: horizontes culturales (etnohistoria, arte, lite ratu ra, etc.); Pensamiento argentino-sudamericano; Industrias culturales; Metodologia y tecnicas de investigacion; Introducci6n a la Antrapologia, cultura popular e historia. • Educaci6n directa y a distancia. Seminarios a grupos de trabajo en su prapio lugar, con apoyo de materiales visuales, sonoras y escritos. Perfeccionamiento docente, con constancia de asistencia. • Consejo academico: Jorge B. Rivera, Adolfo Colomb res, Isabel Hernandez, Jorge Lafforgue, Diana Picotti. • Comite Cientifico Asesor: Guillermo Bonfil Batalla, Darcy Ribeiro, Miguel Chase-Sardi, Ticio Escobar, Abel Posse, Juan Schobbinger, Luis Roijas Aspiazu Centro de estudios Historicos, Antropologicos y Sociales Sudamericanos Informes e inscripci6n: Salta 1064 (1074) Capital Federal Tel. 26-3163 1988: 112); pero semejante confusi6n jamas se da en el interior de un mismo entramado conceptual. (b) Las estructuras no "presentan caracter de sistema'", sino que mas bien los sistemas (reales 0 ideales) poseen real 0 idealmente una estructura, definida par !as invariantes relacionales que se revelan al cabo de una serie de transformaciones; se pueden postular (y de hecho se hace habitualmente) diferentes estructuras y niveles estructurales en el interior de un sistema representado en un modelo. 2 (c) En ninglin sistema conocido que tenga algo que "\o"efcon una realidad m:inimamente compleja la totalidad de las variables reacciona a la modificaci6n de una rualquiera de elIas: siempre hay variables mas 0 menos sensibles, mas 0 menos criticas 0 determinantes, al punto que existe una "teorIa de las jerarquias" que estudia la importancia 0 faha de importancia relativa de 105diversos conjuntos de variables en un sistema y un '"analisisde la sensibiIidad" que aborda las propiedades matematicas de ese estado de cosas. 3 (d) En la epistemologia y en las matematicas estructuralistas, un grupo de transformaciones define una estructura, y de ninguna forma un modelo; seglin otra definici6n estructuralista aceptable, un grupo se puede considerar como un tipo especial de estructura, pero jamas como la forma necesaria 0 la esencia de todo modelo. 4 (e) Aun admitiendo la legitimidad de imprimir un senti do atipico 0 idiosincratico a la noci6n de modelo, un modelo no es necesariamente un miembro de una familia de transformaciones, pues la relaci6n entre una operaci6n transformacional discreta y un modelo no es ni remotamente uno a uno; si las variables del modelo admiten manipulaci6n (y no tendrIa sentido pensar en un modelo que restrinja esta posibiIidad), un solo modelo puede puede dar cuenta de una, muchas 0 inflOitas series de transformaciones. Un modelo que representara un solo estado en una serie de transformadones serIa rotundamente inutil para dar cuenta de la serie, y no seria susceptible de modificarse para examinar la re-estructuraci6n 0 la dinamica del sistema al cual representa. (f) Puesto que Levi-Strauss ha identificado a los modelos con las estructuras, la suposici6n de que el modelo se transformara "en caso de que uno de sus eleme,ntos se modifique" es err6nea; en su propia epistemologia, las estructuras (y consecuentemente los modelos) no constituyen conjuntos de elementos sino conjuntos de relaciones; la modificaci6n de un elemento en nada incide sobre la estructura y la trayectoria de un sistema, en tanto las relaciones entre los terminos se mantengan constantes. En una teorIa sisternica consistente, la incidencia de un elemento sobre el conjunto depende del valor de sus relaciones en el tejido estructural del sistema. Mas que la escala de la equivocaci6n, sorprende la densidad de los errores, la forma en que se aglomeran en una muestra textual minima casi sin necesidad de interponer elipsis. Toda la construcci6n se apoya sobre arena, y su denuncia se toma forzosa. La lectura levistraussiana de la doctrina estructuralista preexistente ha sido a todas luces apresurada, superficial y confusa, y en 10 que respecta a su discurso sobre modelos es induso infiel alas definiciones y usos que el mismo asentara; la resultante de ello es el caos que acabamos de cartografiar, donde todos los tipos 16gicos se ofrecen pOI' el precio de uno y donde no se cumple en absoluto el objetivo que el mismo se ha propuesto de saber en que consisten estos modelos que son el objeto propio de los analisis estructurales". Virtualmente no hay en todo el cuerpo de la cita una sola proposici6n que sea correcta en alguna epistemologia imaginable 0 que no resulte contradictoria con aserciones contiguas . Sea que pal'adigmaticamente examinemos sus correspondencias con otros marcos categoriales 0 que sintagmaticamente examinemos su consistencia interna, la formulaci6n levistraussiana deviene insostenible. Estructuras, transformaciones, modelos y sistemas no deberIan ser, creemos, conceptos difusamente intercambiables de acuerdo con los vaivenes del mercado ret6rico; se trata de aspectos que, cualquiera sea la amplitud semantica de sus definiciones y cualesquiera sean las diferentes personalidades ontol6gicas que hayan asurnido en el curso del tiempo, han sido distinguidos con daridad en todas las epistemologias mas 0 menos responsables, con la posible excepci6n de las que se construyeron en nuestra disciplina tras el advenirniento del estructuralismo. No es que esos terminos, pOI'unadecisi6n autoritaria, no puedan definirse en un marco te6rico a traves de denotaciones que en otros marcos corresponden a otras categorIas; 10 verdaderamente ineorreeto es que en el interior de una sola perspeetiva sus signifieaciones se eonfundan. Con cierto esfuerzo de reconstrucci6n pOI'parte del lector es posible corregir 10 que Levi-Strauss efeetivamente dice e infundirle un eontenido aceptable: que la estructura social de un sistema concreto s610 se capta en un modelo relativamente abstracto, que un modelo permite dar cuenta de y predecir determinadas transformaciones del sistema representado, que estas transformaciones no son estocasticas sino que responden a cierta pauta, que la estructura de un sistema se revel a a 10 largo de las transformaciones a las que se somete el modelo, etcetera. Esta lectura algo mas correeta, pero idealizada, es, sin duda, la que realizan eotidianamente los antrop610gos y los criticos de la discipIina, de otra manera, alguien se habria dado cuenta antes de que el esquema teoretico esta Iisa y lIanamente mal plante ado y no habrIamos tenido que ser nosotros quienes trajeramos a eolaci6n el easo recien aqui y ahora. En todo el discurso antropo16gieo sobre los modelos levistraussianos, los ostensibles errares de la formulaci6n original invariablemente se pasan por alto, como si existiera un acuerdo secreta para no poner en relieve su precariedad (Cf.Vogt 1960; Nutini 1965; Parain-Vial 1969; Scholte 1973; Caws 1974; Chaney 1978; El Guindi y Read 1979). Si las equivocaciones de Levi-Straussnos sorprenden, la conformidad de los criticos nos deja estupefactos. Las lecturas redentoras, empero, no alcanzan para poner los modelos en marcha . Lo mas grave de todo esto es que en la presentaci6n que de ellos hace LeviStrauss, la naturaleza de los modelos, la forma en que estos modelos reflejan una realidad y apoyan una teoria nos ha sido escamoteada, tal vez conscientemente. En los ensayos levistraussianos no hay una clara delimitaci6n entreel modelo y el discurso asertivo comun, y es esa misma fluidez 10 que dificulta saber en que consiste el modelo y c6mo trabaja. EI mode1o de marras es soluble en lenguaje, se disuelve al sumergirse en las pretextaciones ret6ricas e ideol6gicas que 10 circundan, se mimetiza con el drculo de adjetivos con que se 10celebra. Es cierto que las argumentaciones de Levi-Strauss que asumen un tonG formal difieren de las demas por cierto carkter diagramatico y por la generosidad de sus lances anal6gicos: pero todo ello es harto indisciplinado, yen todo el discurso modelico levistrausssiano 10 mas necesario esta sistematicamente ausente: no existe ni una gramatica inherente al modelo, ni una fundamentaci6n 16gicade su capacidad productiva, ni una forma pautada y replicable de operarlo, ni un conjunto enunciable de reglas de modelizaci6n. En la jerga cientifica,si la palabra "modelo" significa algo, ello es la capacidad de re-producir una herra- MANUAL DEL PROMOTOR CULTURAL 3 TOMOS ADOLFO COLOMBRES BASES TEORICAS DE LA ACCION II. LA ACCION PRACTICA III. DOCUMENTOS Y MATERIALES DE TRABAJO EDITORIAL HUMANITAS CARLOS CALVO 644 • 1102 • Bs. As. Tel. - Fax: (01) 362-0746 mienta que (como diria Ayer) pone en pie de igualdad a los pontlfices y a los jornaleros, y que permite llegar a conc1usiones parecidas partiendo de los mismos interrogantes; suprema paradoja: ninguna escritura, ninguna analitica es, en toda la antropologia, mas idiosincratica e inimitable que la levistraussiana. En la encrucijada de las referencias eruditas a la lingi.ilstica, a la cibernetica, alas matemiticas estructurales y a la teoria de la informaci6n el modelo levistraussiano no es definidamente nada de eso: no cumple con el deber .de delimitarse y con ello no se compromete a ningun c6digo de conducta. Tras la fachada de la interdisciplinariedad se esconde, de hecho, el labeiinto de la indisciplina. Lapregunta que debemos hacernos eS:ique es para Levi-Straussefectivamente un modele? iES acaso una entidad imaginaria que se puede "materializar" y "operar" -por asi decirlo- mediante un flujo de palabras? iEs una herramienta que podria constituirse de diversas formas, incluso en una discusi6n verbal entre intelectuales? iES un constructo heter6clito, formado de aserciones, imagenes, maquetas, circuitos y mecanismos?iEsuna nueva suerte de metafora?iEsun diagrama en un papel, acompaiiado por una nota explicativa que prescribe su forma de uso?.:Es,mas formalmente, una entidad conceptual que se puede traducir de acuerdo con determinados principios de simbolizaci6n en un conjunto de grafos, vectores y parentesis?iES un artificiopuramente 16gico,un nucleo plat6nico capaz de transcodificarse y corporizarse bajo diversas formas de representaci6n? iO es mas bien un conjunto no pautado de proposiciones, que el escritor va "transformando" guiado por su intuici6n a medida que, discursivamente, se simula la modificaci6n de sus variables? Ademas, iQue privilegio exime a los modelos levistraussianos de la estipulaci6n de aquello en que se fundamentan, de la identificaci6n precisa de los rigores que hacen que se les deba tener confianza?iCualesson los atributos de estos model os que Ie confieren la adecuaci6n descriptiva y el poder explicativo que reclaman?.:Cualesson los prerrequisitos a los que se atienen y las reglas que reconocen en materia de precisi6n conceptual, exhaustividad y coherencia interna? Los interrogantes son infinitos, pues la necesidad misma d~ que Levi-Strauss recurra a una entidad instrumental que despues no caracteriza mas que a traves de su uso que sistematicamente la encubre, resulta enigmatica. Podriamos seguir haciendonos preguntas que nadie nos contestara: iPOrque hablar de modelos, despues de todo? .:Cu~i1 es el quantum de precisi6n que debe poseer un modelo para contrarrestar los efectos envolventes de la subjetividad, la connotaci6n y la ideologia? iC6mo puede verficarse la correcci6n descriptiva y la eficacia predictiva de un modelo? iESun modelo una herramienta de una teoria, una estructura escondida en la realidad, un metodo 0 un avatar 0 manifestaci6n esquematica de la teoria misma? tCual es el sentido de desplegar la sutileza de apabulIar a este 0 aquel infeliz colega por no haberse dado cuenta que las "estructuras sociales" pertenecen al plano del modelo (y no a la realidad) para terminar encubriendo (0 ignorando), a fin de cuentas, la topologia, la capacidad funcional, el status etnol6gico, el regimen interno y la configuraci6n formal de ese constructo? Sin reflexionar sobre su propio silencio en las materias verdaderamente cruciales, Levi-Strauss sigui6 entonando loas a la modelizaci6n cientifica en los casi cuarenta aiios siguientesj pero jamas nos porporcion6 un solo modelo explkito y digno de ese nombre, a no ser que se acepten como model os elaboraciones literarias -brillantes 0 letargicas, ese no es el punto- que en nada difieren, epistemol6gica e instrumental mente hablando, de cualquier otra estructura 0 de un despliegue imaginativo de sentido comun. A menos que exista alguna reseiia que desconozcamos, Levi-Strauss, por ejemplo, nunca se dign6 a demostrar la forma en que se manipula una variable de un modele para observar su comportamiento diferencial, pese a que esta es una de las razones recurrentes que justifican su construcci6n. Este estado de cosas nunca se modific6, por mas que los intelectuales mas conspicuos de la epoca participaron en el debate. Para Levi-Strauss 105 modelos siguieron siendo nebulosos y polimorfos, y nadie se atrevi6 a despertarlo de esta etapa de sus sueiios dogmaticos, ni sinti6 la necesidad de hacerlo. Alguna evoluci6n hubo con el correr del tiempo, pero no fue para mejor. Hacia 1946, en una contribuci6n sabre sociologia francesa en una obra colectiva, los modelos "aunno se confundian can las estructuras, sino que eran "dispositivos anal1ticos capaces de reducir la complejidad con creta de los datos a estructuras mas simples y elementales" 0946: 525). En la etapa intermedia es cuando mas proliferan las identificaciones extravagantes, como cuando afirma que las estructuras sodales consisten en modelos etnol6gicos (0 cuyas caracteristicas los tornan cientificamente mani pulables; es decir, son sistematicos, transformacionales, predictivos y exhaustivos 0953:279-280). En Tristes Tr6Picos se encuentra tal vez la justificaci6n mas escueta y mas dasica: Despues de Rousseau, y de una manera que me parece decisiva, Marx enseii6 que la ciencia social ya no se construye en el plano de los acontecimientos, as! como tampoco la flsica se edifica sobre los datos de la sensibilidad: la finalidad es construir un modelo, estudiar sus propiedades y las diferentes mane;as como reacciona en ellaboratorio, para aplicar seguidamente esas observaciones a la interpretacion de 10 que ocurre empiricamente, y que puede halIarse muy alejado de las previsiones 0973:45-46; original de 1955). Eventualmente, empero, los modelos volvian a identificarse con la cosa en si 0 con identidades ideales emergentes de operaciones abstractas: un modelo cientifico -afirmaba Levi-Strauss- "es un objeto que puede aislarse facilmente, con contornos bien definidos, cuyos diferentes estados revelados par la observacion se pueden analizar can referencia a unas pocas variables" 0964:544). Estas afirmaciones son de par si inespecificas, pero si se las concatena alas anteriores el contrasentido es inquietante:tcomo se can cilia, por ejemplo, el argumento empirista de que un modelo es un "objeto que puede aislarse" can el dictum racionalista de que se trata de una construccion ideal a de un "dispositivo anal1tico"?Los razonamientos de Levi-Strauss sobre los modelos son, sin duda, precarios; 10 malo del caso es que ni siquiera se trata de una precariedad consistente. No hay modelos autenticos en la especulacion levistraussiana y tampoco los ha habido despues. A la luz de 10 sucedido con posterioridad a la presentacion de Ikvi-Strauss podemos decir, sin pretender probar ahara el particular, que la practica disciplinaria de construcci6n de modelos qued6 menos instaurada para siempre que rrematuramcntc aholida. Las Mito16gicascubren dos mil paginas. Hay alga de estremecedor en el hecho de que alguien haya invertido tanto trabajo en anudar categorias tan etereas que no pueden ni empezar a articularse. Asusta tambien pensar en el tiempo que uno mismo necesit6 para deshauciar un paradigma cuya artificiosidad se ve tan claramente ahora. Es factible que sea uno el unico equivocado, al presumir que los modelos aniropologicos tienen valor de uso y que estan diseiiados verdaderamente para funcionar. Quien sabe. Hasta es posible que tad a el mundo se haya dado cuenta antes de estas cosas, y que quiza 10 unico que en algun momenta falIo fue la comunicaci6n mutua de nuestras conjeturas. Con todo, nos permitimos dudar que las sospechas acerca del sistema levistraussiano est en habitualmente mejor fundamentadas que este mismo: tCUantas Crlticas hay que se extrav'ian en detalles minusculos sobre sifones de almejas, que descubren la sombra de Hegel detras de Descartes 0 que aducen fantasmas romanticos tan improbables como la hermeneutica, habiendo cuestiones epistemo16gicas tan apremiantes para poner en los primeros pianos? Nuestras razones 16gicas para desconfiar de LeviStrauss no son nada mas que seis. Han de serlo forzosamente ahora, porque a nosotros se nos ha terminado el espacio y a quienes leen, quiza, la paciencia. Ante los dudosos artilugios de Levi-Strauss, la reacci6n de los academicos ha venido favoreciendo ampliamente el camino de la tolerancia, como si la desmesura de su pretensi6n, la riqueza de sus observaciones colaterales y el esplendor de su estilo excusaran las fallas de un modelo que ha confundido los atributos de todos los niveles, la naturaleza de todas las operaciones y la significaci6n de todos los conceptos. Se habla de la ambigiiedad de Levi-Strauss como admirandola en el fondo, y se admite su arbitrariedad como si fuera una prerrogativa suya. Hoy se 10 deja entrar pasivamente en su crepusculo, como antes se 10 dej6 imponerse. Lo mismo da. Se seguira creyendo, despues de todo, que el error estaba en otra parte: en su escaso trabajo de campo, en su indiferencia par la perspectiva del actor, en la trivialidad de los descubrimientos, en su pedanteria de especulador de escritorio. Pero quedara vigente 10 menos cierto: la impresi6n de que el metodo que propuso funcionaba. Aun ante la perspectiva amenazante de que esa impresi6n sobreviva mas que estas notas, aun ante la posibilidad de que el residuo de beneficio que haya dejado el estructuralismo sea menor que el esfuerzo necesario para neutralizar sus errores, hemos tornado la determinaci6n de desencadenar, por una vez, la fuerza de una critica interna. Lo hemos hecho no para sugerir que hemos sido capaces de refutar a LeviStrauss, sino en espera de que se genere un dialogo con otros. Uno que esclarezca en que medida el estructuralismo sera un incentivo, un ejemplo 0 un obstaculo para la Antropolog'ia que de aqu'i en mas habra de constituirse. 1 Las definiciones alternativas son innumerables, pero el nucleo del sentido de todas las que hemos consultado nunca pasa por la asimilaci6n de "estructura" y "modelo"; la entidad del "sistema" es variable de un cientifico a otro, pero muy de tarde en tarde se 10 confunde con la estructura y jamas con el "modelo" Cd.].G.Miller 1978:22-23; Mouloud 1969; Wilden 1979; Klir 1984; von Bertalanffy 1982, 1984; Rapoport 1984). Nuestra formulaci6n alberga un implkito deliberado que par ahora dejamos latente: que no es posible determinar la entidad "sistematica" de una realidad compleja si no se construye un modelo. 2 Pueden verse diferentes definiciones correlativas de sistema y estruetura en la literatura estructuralista y en los estudios encuadrados en la teoria general de sistemas, dinamica de sistemas, ete. Cf. James Grier Miller 1978:9-50; Aracil 1983, passim. 3 Sobre las organizaciones jerarquicas, d. Whyte, Wilson y Wilson 1973; Aracil 1983:35-36. Sobre el analisis de la sensibilidad en la moderna teona de la modelizaci6n, vease Rothenberg 1989:88-89; D'Ambrosio 1989:142-146. 4 Veanse las definiciones estructuralistas clasicas de obin Gandy (1976). Definimos formalmente un modelo mas adelante, en multiples ocasiones y segun diferentes perspectivas. Como definiciones alternativas cf.Miller1978, passim; Aracil 1983: 15-38. Hemos tratado con mas detalle el concepto de "grupos de transformaci6n" en Reynoso 1986. ANDRIOLO, Karin R.; 1973. "A Structural Analysis of Genealogy and Worldview in the Old Testsment". AmericanAnthropologist. 75, p. 1657-1669. ANDRIOLO, Karin R.; 1981. "Mith and History: A General Model and its Application to the Bible". American Anthropologist. 83, p. 261-284. ARACIL, Javier.; 1983. Introducci6n a la Dinamica de Sistemas. Madrid, Alianza. BOON, James A.; 1976. 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