El Parque Nacional Mburucuyá y la Reserva Natural Provincial

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La inclusión de pastizales de Alto Valor de Conservación dentro de la Agenda del FSC.
Un cambio importante y urgente dentro del contexto ambiental mundial.
El caso de la región del Iberá en Corrientes, Argentina.
1
El bioma de pastizales templados es el más alterado del planeta y el más amenazado en la mayoría de los países donde se encuentra .
Este ambiente, que alguna vez cubrió el 8 % de la superficie terrestre, se ha reducido a menos de la mitad de su extensión original, y
apenas el 4 % se encuentra bajo algún tipo de protección legal. En conjunto estos pastizales, hogar de extraordinarios ensambles de vida
silvestre, han sido reemplazados por campos dedicados a la agricultura intensiva y por pasturas ganaderas, fragmentados, urbanizados y
degradados y, en las últimas décadas, sustituidos por masivas plantaciones forestales. Luego de satisfacer las necesidades del ser humano
durante siglos, hoy los pastizales templados son los ecosistemas más amenazados del planeta. Sin embargo, aún perduran alguna s áreas
de pastizales naturales que representan una oportunidad única para su conservación y uso responsable, entre las cuales se encuentran los
1,2,3,4
de las eco-regiones de Campos y Malezales y de los Esteros del Iberá, en el noreste de Argentina
.
Dentro de una estrategia de planificación del uso del territorio que considere la interrelación de lo económico con lo
ecológico y lo social, una simple aplicación del sentido común indicaría que las eco-regiones con mayor densidad de
servicios ecológicos deberían recibir un tratamiento particularmente cuidadoso, como zonas que contribuyen a mantener la
estabilidad de regiones más amplias5,6. En estos sistemas, se debería tender a un uso multi-funcional del espacio que
asegure la convivencia de diversas actividades agropecuarias con la oferta de otros servicios que proveen los ambientes
naturales, y que se consideran esenciales para mantener la salud ambiental del entorno: la generación de trabajo y
equilibrio demográfico en el territorio rural; la purificación natural del aire y de las fuentes de agua dulce; el mantenimiento
del paisaje y del hábitat para la vida silvestre; el control de causas y efectos del calentamiento global; el control de
inundaciones; la preservación del patrimonio histórico-cultural; la recreación y el turismo natural; y la provisión de
alimentos y de materia prima para abastecer al mercado interno5.
Inevitablemente, una estrategia de este tipo debería ser asumida como un proyecto colectivo de una sociedad organizada.
La fuerza de tareas necesaria para asumir este desafío debería estar conformada por todos los grupos de interés
(económico, social, cultural, ambiental), por los usuarios de la tierra, la comunidad científica/tecnológica y,
fundamentalmente, contar con la participación comprometida de las autoridades de gobierno. Para lograr racionalizar
estrategias viables y efectivas, esta interacción debería estar motorizada por el mejor conocimiento científico y técnico
disponible y por el conocimiento tradicional relevante en los diferentes ámbitos.
La experiencia en Argentina sugiere que no es sencillo trasladar esta situación ideal a la práctica. Sólo recientemente se ha
intentado organizar ámbitos de discusión para ordenar la gestión territorial en el marco de leyes nacionales. En algunos
casos, las autoridades responsables de adaptar y aplicar estas leyes en el ámbito provincial interpretaron esta visión como
un “freno para el desarrollo” con distintos argumentos, y el resultado ha sido que los sectores ligados a la conservación del
ambiente y a la ciencia y tecnología no han visto reflejados sus aportes en los resultados o directamente han quedado
excluidos de la discusión7. En contrapartida, este “aval” de la administración pública fortaleció los argumentos
productivistas del sector industrial para continuar con un avance irrestricto sobre ambientes naturales, aún sobre aquellos
de reconocido valor de conservación7.
En este contexto, la inclusión de políticas relacionadas con los pastizales de Alto Valor de Conservación en la Agenda del FSC
podría tener un impacto muy importante sobre el destino de estos ambientes. Esto se debe a que, debido a la imposibilidad
de certificar plantaciones establecidas sobre desmontes realizados con posterioridad al año 1994 y a las fuertes
restricciones y exigencias relacionadas con Bosques de Alto Valor de Conservación impuestas en los P&C del FSC, entre
otras cuestiones, numerosas empresas forestales han cambiado su foco hacia áreas cubiertas por pastizales naturales. Una
consecuencia ha sido que los pastizales de las eco-regiones de Campos y Malezales y de los Esteros del Iberá en Argentina
están siendo rápida y masivamente transformados en plantaciones forestales de especies exóticas, con el impulso y
prevalencia de políticas de producción muchas veces contrapuestas a las de conservación, por estar en zonas
marginalmente aptas para la agricultura tradicional y por lo tanto sobre tierras de bajo valor relativo en el mercado (lo cual
incrementa notablemente la relación costo-beneficio económico) y, fundamentalmente, por la falta de reconocimiento por
una parte de la sociedad del costo ambiental que implica esta transformación 87.
Actualmente, el acceso a la certificación FSC es una necesidad para la mayor parte de las principales empresas involucradas
en esta transformación en gran escala. Por lo tanto, aumentar el nivel de exigencia para certificar, en función de
valoraciones ecológicas racionales y adaptadas a las particularidades de estos ecosistemas, imponiendo grandes
restricciones para acceder a la certificación FSC en zonas cubiertas por pastizales de Alto Valor de Conservación, podría
significar que estas empresas se decidan a concentrar su actividad en zonas de menor sensibilidad ambiental. Esto abriría la
posibilidad de implementar un desarrollo multi-funcional de los pocos espacios rurales asociados a los escasos pastizales
naturales de Alto Valor de Conservación que aún persisten en el país.
Los esteros y pastizales de la región del Iberá.
Distintos trabajos analizan la vulnerabilidad ecológica-ambiental de las eco-regiones de Argentina5,6. En estos casos, el
concepto de vulnerabilidad está asociado a la oferta relativa de servicios ecológicos, porque los ecosistemas que los
proveen en mayor cantidad están más expuestos a perderlos frente a una intervención humana o una catástrofe natural8.
De sus resultados surge que la eco-región de los Esteros del Iberá, junto con las del Bosque Atlántico y Delta del Paraná
(identificadas con los números 7, 8 y 10 en la Figura 1), son las que concentran actualmente la mayor oferta relativa de
servicios ecológicos dentro del territorio argentino (Figura 2).
Figura 1. Eco-regiones de Argentina. Fuente: Administración de Parques Nacionales (1998)
Figura 2. Cálculo del valor promedio (1937-1960-1988-2002) de servicios ecológicos en el territorio argentino de acuerdo
a valores estimados por Costanza et al. (1997). Fuente: Carreño y Viglizzo (2007)
La eco-región Esteros del Iberá comprende el mayor sistema de humedales de Argentina, sobre el paleo-abanico fluvial que
abarca los esteros del Iberá, Batel-Batelito y Santa Lucía, junto a los pastizales inundables del sector nor-occidental de la
cuenca del río Aguapey9 (Figura 3). La misma incluye esteros, lagunas, bañados y cañadas conectados con diferentes cursos
de agua y ambientes terrestres de pastizales, palmares y bosques de distintos linajes fitogeográficos.
El patrón de paisaje de este macrohumedal, su origen, la química de sus aguas, su elevada riqueza de especies vegetales y
animales, su estado relativamente prístino y su posición biogeográfica lo hacen un sistema único en América, siendo uno de
los humedales más diversificados de la biosfera en clima cálido10. Al mismo tiempo se trata de una de las principales fuentes
de agua limpia del país, donde viven más de 1.600 especies de plantas vasculares, más de un millar de especies planctónicas
y unas 615 especies de vertebrados (cerca del 10% del total anotado para los ambientes acuáticos de la biosfera), entre las
cuales se cuentan 13 especies de mamíferos, cinco de reptiles, una de anfibios y 25 especies de aves global o localmente
amenazadas de extinción o vulnerables10,11,12,13,14,15,16. Por este motivo, puede ser considerado un sitio clave de
biodiversidad o “hotspot”.
En 1983, se creó mediante ley provincial la Reserva Natural Provincial Iberá con el propósito de conservar “los recursos
naturales, las principales características fisiográficas, las bellezas escénicas y los ecosistemas” de la cuenca hídrica más
representativa y mejor conservada de esta eco-región. Con una visión de conservación de los recursos naturales ligada al
desarrollo económico y social, la Reserva Iberá está integrada por unas 800.000 hectáreas de campos de propiedad privada
destinados a distintas actividades productivas, y unas 500.000 hectáreas de tierras del Estado provincial destinadas a
conservación estricta que forman parte del Parque Provincial más grande del país (Figura 3). En el año 2007, la importancia
de su conservación fue jerarquizada con el Artículo 65 de la Constitución Provincial, que la declara “patrimonio estratégico,
natural y cultural de la Provincia de Corrientes a los fines de su preservación, conservación y defensa”, y dispone además la
necesidad de aprobar normas que tiendan a su protección, no dejando dudas de la importancia que el Iberá reviste para la
sociedad correntina.
A su vez, el mantenimiento de la continuidad ecológica de esta Reserva Provincial con los Esteros del Santa Lucía es de
fundamental importancia para la preservación de los ambientes que conforman el Parque Nacional Mburucuyá (Figura 3),
un área protegida nacional de 17.660 hectáreas que incluye pastizales, sabanas de palma Yatay y bosques de linaje
Chaqueño que no se encuentran dentro de la Reserva Iberá. Fue creado en el año 2001 mediante la Ley Nacional N° 25.447,
al ser donada al estado nacional por el matrimonio Pedersen para preservar estos ambientes, estudiados durante años por
el propio Troels Pedersen quien fue un eximio botánico.
Posteriormente, en el año 2002, un sector del humedal fue declarado “sitio Ramsar”, es decir, incluido dentro de la lista de
Humedales de Importancia Internacional en el marco de la Convención sobre los Humedales (Ramsar, Irán, 1971) de la cual
Argentina es Parte Contratante. Esto “le confiere el prestigio del reconocimiento internacional y expresa el compromiso del
6
gobierno de tomar todas las medidas necesarias para asegurar el mantenimiento de sus características ecológicas” . Si bien
17
el sitio Ramsar abarca unas 24.550 hectáreas en los alrededores de la laguna Iberá (ver Figura 3), los compromisos
18
asumidos por el país al firmar esta Convención y, en particular, el concepto Ramsar de “uso racional” , se aplican a todos
los humedales y recursos hídricos del territorio nacional y no únicamente a los sitios designados Humedales de Importancia
Internacional. Su aplicación es crucial para asegurar que los humedales puedan seguir desempeñando su función vital de
sustento de la diversidad biológica y el bienestar humano18,19.
Figura 3. Zonas de Alto Valor de Conservación en la eco-región Esteros del Iberá y sus vecinas en la eco-región de Campos y Malezales. Códigos. AVP-1:
Región Occidental del Iberá; AVP-2: Cuenca del río Aguapey; CR01: Estancia Puerto Valle; CR02: Estancia San Juan Poriahú; CR05: Aguapey; CR07: Parque
Nacional Mburucuyá; CR08: Galarza; CR10: Rincón del Socorro/Iberá; CR11: Lomada de San Alonso; CR12: Concepción-Chavarría.
Estudios recientes demostraron el valor especial que tienen los pastizales naturales de las lomadas y cordones arenosos
que emergen en medio de los humedales para la conservación de la biodiversidad de la macrofauna en todo el sistema20.
A su vez, los pastizales naturales del oriente de esta región están incluidos dentro de las Pampas y Campos de Argentina,
una de las áreas prioritarias para la conservación de pastizales templados a nivel global1,2,3,4.
Fuente: Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Iniciativa para la Conservación de Pastizales Templados.
(TGCI: Temperate Grasslands Conservation Initiative)
A nivel nacional, se ha elaborado un diagnóstico del estado de conservación de los pastizales templados del país con el fin
de contribuir al desarrollo de una estrategia de conservación para los mismos: el inventario de Áreas Valiosas de Pastizal
(AVPs; Fundación Vida Silvestre Argentina). Este forma parte de una iniciativa global enfocada a la identificación,
documentación y conservación de una red mundial de sitios críticos para la biodiversidad de ecosistemas de pastizales21.
En el caso de las aves de pastizal, dieciséis de las veinticuatro especies amenazadas de Argentina están presentes en el
noreste de Corrientes, por lo que esta zona representa el último refugio para conservar el conjunto más representativo de
las aves amenazadas de pastizal en el país. Debido a la presencia de un número considerable de especies de aves
globalmente amenazadas en varias localidades de los Esteros del Iberá y cuencas del Aguapey y Miriñay, estas áreas han
sido identificadas como “Áreas Claves para la Conservación de Aves Amenazadas”22 y posteriormente como “Áreas
Importantes para la Conservación de las Aves (AICAs)” 23. Además, los pastizales mesopotámicos de Argentina, que incluyen
el Iberá y la cuenca del Aguapey, son considerados un "área de endemismo" a nivel mundial 24 porque poseen especies de
aves que se encuentran restringidas geográficamente (con menos de 50.000 km 2 de área de ocupación) y están
amenazadas de extinción. Asimismo, en el análisis de “vacíos de conservación” a nivel global se determinó que el Iberá y el
Aguapey representan dos prioridades globales para el establecimiento de nuevas áreas protegidas ya que allí se encuentran
las únicas poblaciones viables de especies de aves que no están protegidas en ningún otro sitio25.
En la región del Iberá se identificaron cinco Áreas Valiosas de Pastizal y siete Áreas Importantes para la Conservación de
Aves, que incluyen los pastizales de la cuenca del Aguapey, los que cubren algunos de los cordones y lomadas arenosas que
emergen entre los esteros y bañados de la Reserva Iberá, y las planicies arenosas del oeste de la depresión del Iberá sobre
la divisoria de aguas entre las cuencas del Iberá y del Batelito/Batel y del Santa Lucía23,26,27(ver referencias en la Figura 3).
Esta última área, a su vez, mantiene la continuidad ecológica hacia los ambientes chaqueños y, en particular, con el Parque
Nacional Mburucuyá, conformando actualmente un corredor biológico cuyo valor ha sido destacado por los responsables
del manejo de esta área protegida nacional, la cual tiene un tamaño insuficiente para evitar extinciones locales de algunas
de sus especies más importantes de no mantenerse conectada al Iberá28.
En conjunto, estos pastizales permiten la subsistencia de
más de 300 especies de plantas herbáceas – equivalente a
la diversidad de árboles de las selvas subtropicales húmedas
de Argentina – y de mamíferos, aves e insectos que otrora
se distribuyeron por los pastizales templados de la Pampa
argentina, de Uruguay y del sur de Brasil, hoy muy
amenazados ante el avance de la agricultura industrial.
Además, los mismos coexisten con comunidades boscosas y
palmares particularmente raros para el país29,30, que están
siendo afectados por la transformación del paisaje
circundante.
Foto: Palmares de la palmera enana yatay poñí (Butia paraguayensis)
reemplazados por plantaciones forestales.
Las plantaciones forestales como amenaza para la preservación de la región del Iberá
Históricamente, la matriz de actividades productivas de la región del Iberá estuvo dominada por la ganadería extensiva
sobre pastizales naturales, a la cual se sumaban algunos cultivos (productos frutihortícolas para autoconsumo y para
abastecer el mercado interno, plantas ornamentales y arroz). Durante las dos últimas décadas se consolidó un rápido
proceso de cambio del paisaje, impulsado por distintas políticas tendientes a ampliar la superficie del país ocupada por
plantaciones de especies forestales exóticas de crecimiento rápido. Actualmente esta región se encuentra dentro de uno de
los focos forestales de mayor crecimiento de América Latina, siendo Corrientes la provincia con la mayor superficie
forestada del país - 420.000 hectáreas - y con posibilidades de ampliar esta superficie en 1.000.000 a cerca de 3.000.000 de
hectáreas más31. En la cuenca del Iberá,
corredor Iberá-Mburucuyá y región del
Aguapey se han forestado unas 190.000
hectáreas de pastizales (Figura 4)
principalmente con especies del género
Pinus (P. elliottii, P. taeda e híbridos) y
en menor medida Eucalyptus.
Figura 4. Zonas de Alto Valor de Conservación de
la región del Iberá, y plantaciones forestales a
noviembre de 2010. Códigos. AVP-1: Región
Occidental del Iberá; AVP-2: Cuenca del río
Aguapey; CR01: Estancia Puerto Valle; CR02:
Estancia San Juan Poriahú; CR05: Aguapey; CR07:
Parque Nacional Mburucuyá; CR08: Galarza; CR10:
Rincón del Socorro/Iberá; CR11: Lomada de San
Alonso.
Esto ocurre aún cuando en la zona existen restricciones ambientales críticas para la implantación, el manejo posterior y la
extracción del producto terminado, mayormente relacionadas con las condiciones de drenaje deficiente. Prueba de ello es
que en el marco de la política nacional de incentivos a las plantaciones forestales, gran parte de esta zona había sido
32
declarada como “no apta” para recibir ayuda económica . A pesar de esto, las autoridades provinciales promovieron su
incorporación, quedando ésta condicionada a la existencia de una intensa labor de sistematización del drenaje de los lotes a
32
trabajar (Figura 5).
Figura 5. Obras hidráulicas que necesariamente deben asociarse a la actividad forestal dentro de la región del Iberá debido a las condiciones de drenaje
deficiente: implantación en líneas sobreelevadas o “camellones”, canales de drenaje, terraplenes.
El avance de la actividad forestal sobre estas tierras amenaza su valor para la provisión de servicios ecológicos de
indiscutible valor para la sociedad. A fin de evaluar y alertar sobre cuáles podrían ser las consecuencias ambientales de
transformar estos ecosistemas dominados por pastos en otros dominados por monocultivos de árboles exóticos, se hizo
una revisión bibliográfica cuyos resultados se resumen a continuación.
1. Cambios en la productividad primaria (ganancia de carbono o tasa de crecimiento)
Si se considera sólo la biomasa aérea (tallos, hojas, etc.), la acumulación de biomasa es mayor en las plantaciones forestales
que en el campo natural. Sin embargo, evidencias locales y de otras partes del mundo indican que en el caso de los
pastizales, el suelo mineral no ganaría materia orgánica tras ser forestado, y que en sistemas húmedos el suelo podría
incluso perder carbono33.
Esto se debe a que el secuestro de carbono y su acumulación en el suelo como materia orgánica dependen principalmente
de los aportes de biomasa vía raíces y de la actividad metabólica del suelo. Las plantaciones forestales destinan una fracción
menor de su producción primaria a estructuras subterráneas; típicamente la relación entre biomasa aérea y subterránea en
bosques húmedos y plantaciones se aproxima a 5:1 mientras que en pastizales la relación suele ser inferior a 1:2, y además
en el suelo forestal cambia la biodiversidad de los microorganismos descomponedores y disminuye la complejidad de la
materia orgánica de origen vegetal33,34,35. Por todo esto, cuando se compara la ganancia de carbono en plantaciones
forestales y en pastizales naturales incluyendo en los cálculos la acumulación de carbono en la materia orgánica del suelo,
en sitios en donde las precipitaciones son altas (mayor a 840 mm/año, similares a las condiciones en el Iberá) las pérdidas
de carbono orgánico del suelo que se producen en las áreas forestadas son mayores que el aumento de carbono
almacenado en la biomasa aérea, por lo que el balance es negativo34.
Resulta así una falacia justificar automáticamente el reemplazo de pastizales naturales por forestaciones bajo el argumento
de que funcionen como un mecanismo eficiente de secuestro de carbono, ya que para ello se debe separar la ganancia de
carbono del sistema de la cantidad total de carbono que el sistema logra finalmente almacenar. Un análisis profundo de la
potencial compensación de la emisión de gases invernadero por la transformación de pastizales a plantaciones forestales
debería contemplar el tiempo de residencia del carbono en el ecosistema una vez fijado, por lo que habría que ponderar
diferencialmente el carbono estable alojado en la materia orgánica del suelo de aquel que reside en la biomasa y que, luego
de la cosecha, regresa a la atmósfera tras ser usado como leña o materia prima para industrias33.
Por otro lado, el aporte de materia orgánica a partir del descarte de la forestación luego de la cosecha puede ser
sobrevalorado, en tanto una gran parte de ese material es degradado (respirado) y no logra ser incorporado al suelo debido
a la lenta recuperación del ecosistema que sobreviene luego de la cosecha. Los materiales orgánicos quedan expuestos a
elevadas temperaturas y a procesos oxidativos rápidos que impiden su incorporación al suelo. Esto debe computarse como
un aporte neto al dióxido de carbono atmosférico36.
Más allá de esto, debido a la indivisible conexión que existe entre los ciclos del carbono, el agua y los nutrientes en los
ecosistemas, es necesario analizar cómo los cambios en la producción primaria aérea en las plantaciones forestales con
respecto a los pastizales que reemplazan, pueden propagarse hacia la dinámica hidrológica y la fertilidad de los suelos, y
estos análisis deberían comprender más de un turno de corte para evaluar la dinámica ecológica a largo plazo y las
posibilidades reales de restauración de los ecosistemas si se necesitara recuperar sus servicios ecológicos.
2. Cambios en el uso del agua e impactos hidrológicos
Los humedales son zonas donde el agua es el principal factor controlador del ambiente de manera global, así como de la
vida vegetal y animal asociadas. Se denomina humedal a los ambientes donde la capa freática se encuentra en la superficie
del suelo o cerca de ella, o donde la tierra está cubierta por agua. La estructura del paisaje y los rasgos biogeoquímicos de
un humedal se han ajustado a un régimen característico de variación en la lámina de agua a lo largo de miles de años 10.
Cada humedal tiene un ensamble particular de especies cuya presencia o segregación espacial depende de esta función de
pulsos, y pueden adaptarse a los cambios en la secuencia de inundaciones y sequías dentro de ciertos límites; algunas
funciones del ciclo vital de las especies que habitan el humedal son más favorecidas cuando ciertos estados hidrológicos
ocurren y pueden resultar bloqueados cuando sequías o inundaciones extremas o permanentes sobrepasan el estado
crítico del organismo o población10. Así, cualquier uso del suelo que modifique esta dinámica de pulsos de inundación y
sequía, o aísle un sector del humedal de la misma, causará un impacto importante sobre el funcionamiento del humedal en
su conjunto. La evidencia disponible indica que la transformación a gran escala de pastizales a plantaciones forestales que
se está llevando a cabo en la región del Iberá, sería uno de éstos.
Uno de los riesgos de la sustitución de un paisaje de pastizales por plantaciones forestales es la reducción o desaparición de
10
algunos humedales, debida a las modificaciones en el balance del agua en la cuenca de aporte . La información disponible
indica que esto se relaciona con uno o más de los siguientes procesos: se modifica la posición del almacenamiento del agua
(suelo en pastizales vs. dosel de las forestaciones); las especies leñosas usadas consumen más agua que los pastizales
(mayor transpiración); el suelo forestado recibe menor volumen de agua por intercepción del agua de lluvia y evaporación
en el dosel; disminuye entonces la cantidad de agua disponible para el drenaje profundo y escurrimiento superficial,
procesos responsables de la recarga de acuíferos y de la alimentación de cursos y cuerpos de agua o del “rendimiento
hidrológico” del sistema10,33,37,38. Sumando estos procesos, el balance hídrico (la relación entre entradas y salidas de agua)
de los sitios forestados puede ser negativo, lo cual se intensificaría en períodos de sequía10. En cualquier caso, su
33
rendimiento hidrológico es menor si se lo compara con el de los pastizales que reemplazan .
A esto se suma el hecho de que los árboles pueden usar fuentes de agua subterránea que no están disponibles para los
pastos, creando un flujo hidráulico que induce la descarga desde las áreas de pastizales vecinas hacia la forestación39,40.
Sobre esta base se ha propuesto que la plantación de árboles sobre pastizales podría ser una práctica de manejo útil para
disminuir el nivel freático en regiones con napas superficiales, la cual se ha puesto en práctica con éxito en algunas zonas de
la región del Iberá (Malena Srur, CLT comunicación personal). Se ha demostrado que este proceso puede conducir a la
salinización del suelo en regiones con balance hídrico negativo33,41,42. Teniendo en cuenta que algunos sectores del paisaje
43
dentro del Iberá pueden presentar esta condición durante el período estival , existe el riesgo de salinización de suelos
durante años secos.
Los impactos sobre la cantidad y calidad del agua
tienen relevancia tanto a nivel del sitio donde se ha
instalado la plantación como aguas abajo,
atravesando escalas (desde el rodal a la cuenca
hídrica) y hábitats (desde terrestres a acuáticos). Si
bien hasta el momento no se han hecho estudios
específicos en el Iberá sobre cuáles podrían ser los
impactos sobre la “configuración hidrológica” del
humedal por la transformación a gran escala de los
pastizales en plantaciones forestales, los resultados
de estudios realizados en otras partes del país y del
mundo alertan sobre una amenaza potencial
demasiado grave como para desconocerla, al menos
en el marco de los principios precautorio y
preventivo.
A los posibles impactos sobre la configuración hidrológica del
humedal relacionados con los procesos antes mencionados, hay
que sumar aquellos concernientes a las obras hidráulicas
(“camellones”, terraplenes y canales, ver Figura 5) que
necesariamente se asocian a la implantación, manejo posterior y
extracción de la madera de las forestaciones en este paisaje de
drenaje deficiente. Estas obras, por mejor diseño de traza que
tengan, implican una disminución del área de escurrimiento de las
aguas al estar ubicadas sobre una planicie cuya pendiente es muy
inferior al 1% y aíslan grandes sectores del humedal de su dinámica
natural de pulsos de sequía e inundación, por lo que seguramente
causen un impacto acumulativo negativo importante pero que se desconoce por completo44.
3. Cambios en el uso de nutrientes y su influencia en la fertilidad de los suelos
Estudios que comparan las propiedades de los suelos de pastizal con los de plantaciones forestales vecinas en la región
pampeana concluyen que “las plantaciones forestales acidifican el suelo y el agua de los arroyos de las cuencas que ocupan,
principalmente debido a una elevada acumulación de cationes (calcio y magnesio principalmente) en la biomasa arbórea. La
magnitud del impacto de estos cambios sobre la acumulación de aluminio (tóxico) en el suelo y agua es aún incierta, pero
merece atención.”33. Estos resultados concuerdan con los de otros similares45,46,47,48,49,50 y con los de una síntesis global51
que indican que los suelos de las plantaciones forestales se acidifican con respecto a los del uso del suelo anterior en 98 de
los 114 casos evaluados, con una disminución media de 0,3 unidades de pH y disminuciones de entre 0,5 – 1,6 unidades en
el 25% de los casos.
Otros estudios estiman que sólo tres rotaciones de pinos implantados sobre suelos poco fértiles implican una remoción de
fósforo equivalente a la que se produciría a lo largo de 20.000 años por procesos naturales36. Cuando los troncos son
sacados con su corteza, el 58% del fósforo, el 44% del magnesio, el 39% del potasio y el 35% del calcio contenido en el árbol
pueden salir del sistema36.
Estos números indican que incluso una sola rotación tendrá un efecto substancial sobre la fertilidad del suelo y que los
niveles remanentes de calcio, fósforo y otros nutrientes podrían no ser suficientes para cubrir las necesidades de una
segunda o tercera rotación. Sin embargo, en la región se está perfilando un sistema productivo que abarcaría al menos tres
turnos de corte, sin que exista siquiera una evaluación adecuada acerca de la sustentabilidad productiva de esta propuesta.
Los nutrientes incorporados en la biomasa arbórea se exportan y eliminan para siempre del sistema con la cosecha, por lo
que sucesivos ciclos de cosecha y plantación podrían resultar no sólo en la pérdida de fertilidad del suelo en cuanto a su
contenido de nutrientes, sino también en una acidificación permanente del suelo que podría perdurar por décadas luego de
abandonada la actividad forestal48, imposibilitando tanto la regeneración de la vegetación natural en el sitio como su
reconversión a otros cultivos.
4. Cambios en la biodiversidad. Impactos sobre especies de flora y fauna amenazadas de extinción.
Las forestaciones implantadas en ecosistemas abiertos de sabanas, pastizales y humedales generan una fuerte
discontinuidad en el paisaje y pueden representar una barrera para la distribución local de muchas especies vegetales y
animales. En el caso de la fauna silvestre, los principales impactos se relacionan con la pérdida de calidad y extensión del
hábitat, así como su fragmentación en manchones discontinuos, creando las condiciones para un consecuente aumento de
la endogamia y depresión poblacional, todos factores que anteceden la extinción de una población animal determinada. A
las densidades de plantación usualmente empleadas en
la región, a partir de los cinco a seis años de implantada
la forestación desaparece prácticamente toda la
vegetación natural bajo la cubierta de árboles, por lo
cual es imposible que puedan sostener las comunidades
naturales de fauna silvestre. La fauna acuática también
puede sufrir procesos de toxicidad crónica o aguda en
caso que no existieran medidas cuidadosas de manejo
de agroquímicos10, y por los potenciales cambios en la
calidad y cantidad del agua a nivel de sitio y cuenca33.
El reemplazo masivo de estos ambientes abiertos por
plantaciones forestales producirá inexorablemente una
caída de la complejidad y abundancia de la fauna
silvestre nativa. En estos casos, el impacto negativo es
grande porque las especies de pastizal son
reemplazadas por otras características de bosque o de
bordes de bosque, estas últimas en general ampliamente distribuidas y adaptadas a ambientes modificados por el hombre.
De hecho, este cambio en el uso del suelo se menciona como una de las principales amenazas directas e indirectas para la
52
preservación de las especies de fauna que habitan en la región , y en particular para 3 de las 5 Áreas Valiosas de Pastizal y
23,26,27
6 de las 8 Áreas Importantes para la Conservación de Aves identificadas en la zona
.
Esto cobra importancia adicional al estar hablando de algunas especies de fauna silvestre que, estando gravemente
amenazadas de extinción en el territorio nacional, actualmente encuentran su hábitat principal para la Argentina en los
pastizales de la región del Iberá14,23,53,54.
El venado de las pampas
Una de ellas es el venado de las pampas, uno de los mamíferos más escasos del país (catalogado como “casi amenazado de
extinción” a nivel internacional según UICN 2010; catalogado como “en peligro de extinción” a nivel nacional según
Resolución 144/83, SAREM 2000, Díaz y Ojeda 2000; incluida en el Apéndice I de CITES). Fue declarada Monumento Natural
Provincial mediante decreto 1555/92, lo cual obliga a
proteger tanto a los individuos de la especie como a
su hábitat, y exige contar con una autorización
expresa de la Dirección de Flora y Fauna de la
provincia para iniciar cualquier actividad productiva
que implique una transformación del mismo.
Se estima que en tiempos históricos habitaban la
Argentina millones de venados, pero en la actualidad
su población no excede los 2000 ejemplares (Figura
6). Los pastizales del noroeste del Aguapey sirven
como refugio para alrededor de quinientos de ellos,
que representan así una de las últimas esperanzas
para la Argentina de la subespecie más norteña de
este cérvido. Por esto, la transformación de estos
pastizales en plantaciones arboladas supondría la
extinción de una subespecie de venado única en el país y la desaparición de la que es la segunda mayor población de la
especie para la Argentina32,55,56.
Hay registros de la presencia de otra población de esta especie en las planicies del oeste de la cuenca del Iberá, dentro de
los campos de una empresa forestal (Empresas Verdes Argentina S.A.) que actualmente está en proceso de evaluación para
certificación FSC por RainforestAlliance/Smartwood (su ubicación se indica con un signo de interrogación en la Figura 6). El
antiguo propietario de un campo de la zona relata la presencia de venados hasta hace 20 años (Pedro Perea Muñoz,
comunicación personal), y en relevamientos más recientes se cita la presencia de rastros57. A fines de los 90, grandes
extensiones de pastizales de esta zona fueron transformados en plantaciones forestales, por lo que debería evaluarse si
esta población sobrevive en la zona o, de lo contrario, en qué medida su extinción local reciente se relaciona con la
transformación del hábitat y diseño inapropiado de las áreas de plantación y conservación. Es importante destacar que, aún
en ausencia de poblaciones locales de venados, estos hábitats resultan críticos en escenarios deseables de recuperación
futura de la especie a nivel regional.
Un trabajo de este tipo debería usarse como estudio de base para evitar extinciones futuras de otras especies o del mismo
venado de las pampas en otras áreas forestales de la provincia como la del Aguapey (Ignacio Jiménez-Pérez: carta a la
Iniciativa Nacional de Argentina en el marco de la evaluación para la certificación FSC de Empresas Verdes Argentina S.A.),
teniendo en cuenta que, hasta el año 2008, el 23% de los pastizales del Aguapey se transformaron en plantaciones de pinos
y eucaliptos, con una tasa de transformación que, de mantenerse, conduciría a la desaparición del hábitat remanente de
58
venado de las pampas en los próximos 35 años .
Figura 6. Distribución histórica y actual del venado de las pampas en Sudamérica (izquierda) y de las poblaciones relictuales dentro de la región del Iberá
(derecha). Fuente: Parera y Moreno (2000).
Aves amenazadas por la forestación en Corrientes
En el año 2000 y 2001, Aves Argentinas con el apoyo de Birdlife International y las Naciones Unidas (UNEP-CMS) desarrolló
investigaciones en la provincia de Corrientes sobre el estado de poblaciones de aves de pastizal consideradas amenazadas
de extinción a escala global. Los resultados fueron presentados en diversos ámbitos, y en el año 2004 se presentó en el
informe “State of the World Birds” como un “caso de estudio” el hecho que la forestación de especies exóticas sobre una
matriz de pastizales afecta la viabilidad a largo plazo de aves amenazadas del pastizal 59. Los resultados también se
incorporaron al “Red Data Book” compilado por UICN, donde se indica expresamente a la forestación sobre pastizales
naturales como una amenaza mundialmente reconocida para un conjunto de 10 especies típicas de pastizales naturales de
60
la Mesopotamia de Argentina . Finalmente, las gestiones realizadas por las ONGs de conservación ante los organismos
responsables del establecimiento de la ley 25.080 de “promoción de las plantaciones forestales” determinaron la
suspensión de los subsidios durante algunos años hasta que se mejorara el mecanismo de evaluación ambiental de los
predios aptos para las forestaciones. Sin embargo, las forestaciones han seguido aumentando en continuo desmedro de las
poblaciones de aves globalmente amenazadas que, según indican estudios recientes61, cada vez son más escasas en la
región.
Entre las aves amenazadas que habitan los pastizales de la
región se encuentra el yetapá de collar (Alectrurus risora). Esta
llamativa ave está adaptada al uso de pastizales con
vegetación herbácea alta. Durante los últimos 150 años esta
especie ha disminuido sus poblaciones en un 90%, primero por
el avance de la agricultura y en la actualidad por el avance de
las forestaciones en el noreste argentino. Los pastizales que
habita el yetapá de collar se dan en la Argentina únicamente
en un sector de la vecina provincia de Formosa y en la gran
región del Iberá y Aguapey. El sistema de apareamiento,
nidificación y alimentación depende de los hábitats de pastizal
alto, desapareciendo tanto en áreas de alta carga ganadera
62,63
como en áreas de producción forestal .
Otra especie de la región considerada globalmente amenazada (categoría “En Peligro”) es el tordo amarillo (Xanthopsar
flavus), cuyas poblaciones también han disminuido en los últimos 100 años. La situación del tordo amarillo es crítica,
solamente quedan dos poblaciones en Argentina, una en el sur de Entre Ríos y una en la cuenca del Aguapey y el extremo
norte del Iberá en coincidencia total con el área que está siendo forestada con exóticas desde el año 2000. La especie ha
abandonado muchos de los bañados donde su presencia era habitual, ya que estos han sido drenados o secados por la
23,64
actividad forestal o las mismas plantaciones instaladas en sus inmediaciones . El tordo amarillo se reproduce en colonias
61
en los bañados ubicados entre lomadas, los sitios de mayor uso para forestaciones .
Además de estas dos especies de aves muy amenazadas y a la vez carismáticas, existen en la región otras especies de aves
23,60
en peligro de extinción en los pastizales y humedales de la gran región de Iberá y la cuenca del Aguapey
: el águila
coronada (Harpyhaliaetus coronatus), el atajacaminos de bañado (Eleothreptus anomalus), la monjita dominica
(Heteroxolmis dominicana), la cachirla dorada (Anthus nattereri), el tachuri coludo (Culicivora caudacuta) y los capuchinos
(género Sporophila.).
Al impacto de las forestaciones sobre la avifauna del pastizal natural, se suma el hecho de que el rico elenco de aves de
bosques de la región se halla principalmente en bosques pluriespecíficos con fisonomía selvática y muy pocas de las
especies colonizan o utilizan los bosques de pino o eucalipto65. Un estudio sobre el impacto de las forestaciones de exóticas
sobre los ensambles de aves en zonas aledañas a los esteros del Iberá, mostró que plantaciones de Pinus de 12-14 años, de
Eucalyptus de 4-10 meses, y Eucalyptus de 15 años de edad, presentan menor riqueza y abundancia de aves, y una
composición de especies diferente a la de los ambientes circundantes (fragmentos de bosque higrófilo, bosque en galería,
bañados, pastizales y bordes de esteros) 65.
5. Cambios en la biodiversidad. Impactos relacionados con la capacidad invasora de las especies de pinos
cultivadas.
Además de los impactos directos, existe un riesgo cierto de propagación o invasión de la especie más difundida en las
plantaciones de la zona (Pinus elliottii) hacia los ambientes naturales de alto valor de conservación de los actuales Parque
Provincial Iberá y Parque Nacional Mburucuyá66.
Debido a su importancia para la actividad forestal a nivel mundial y de su notable capacidad para colonizar ambientes
naturales, el género Pinus se ha convertido en el grupo de especies forestales más invasor para todo el hemisferio Sur,
avanzando sobre ecosistemas de pastizales, humedales, dunas litorales y estepas arbustivas en la mayoría de los países de
América del Sur, así como en Sudáfrica, Australia, y Nueva Zelanda 67,68,69,70. Los pastizales parecen particularmente
vulnerables al avance de los pinos invasores como proponen trabajos realizados en la región pampeana, donde la invasión
de pinos afecta la biodiversidad y los procesos ecosistémicos71,72,73. Recientemente, un panel internacional de especialistas
en invasiones biológicas advirtió que Argentina está ingresando en un proceso de forestación que puede resultar riesgoso si
no se toman en cuenta los efectos negativos de la
proliferación espontánea de las coníferas que
llevaron a severos daños ambientales en otros países
74
como Sudáfrica y Nueva Zelanda .
En una revisión de antecedentes y análisis preliminar
del riesgo de invasión de los ambientes naturales de
la Reserva Iberá por Pinus elliottii66, se concluye que
“el escenario ambiental está planteado como para
que en los próximos años se produzca en el área un
proceso severo de expansión de Pinus elliottii que
podría convertirse en la principal amenaza para la
conservación del Iberá.”
El mismo se basa en los siguientes criterios: la región
de distribución natural de esta especie (sur de los
Estados Unidos, América Central e islas del Caribe) es
muy semejante al Iberá en términos climáticos (clima
templado-húmedo, sin estación seca y con verano caluroso); los ambientes en donde la especie prospera naturalmente
(humedales del sur del Estado de Florida) son muy similares a los ambientes típicos del Iberá, lo cual permite a P. elliottii
establecerse incluso sobre embalsados en un proceso que podría llevar a la
formación de islotes fijos y a la transformación de la dinámica de los esteros;
75
la especie tiene numerosos antecedentes como invasora en Sudáfrica , en
76
77
Australia y en Brasil , incluyendo en este último caso, áreas ecológicamente
similares a las de Iberá78, ubicadas sobre climas semejantes y a latitudes
79
comparables .
El proceso de invasión de pinos en Iberá parece encontrarse en una etapa
inicial, lo que resulta consistente con las fases de demora que típicamente se
reportan entre el establecimiento de una plantación y la detección de
66
evidencias de avance espontáneo . Sin embargo, ya se han detectado densas
regeneraciones espontáneas sobre pastizales y humedales aledaños a las
plantaciones, y ejemplares aislados a distancias significativas de la fuente de
semillas más próxima (Sergio Zalba, GISP; Malena Srur y Sofía Heinonen, CLT;
“Pico” Fraga, Subdirector de Parques y Reservas de la provincia de Corrientes;
guardaparques Pascual Pérez, Mariano Sotelo y Maximiliano Navarro, CLT;
comunicación personal).
Foto: Renoval de pino sobre embalsado en la Laguna Iberá (Sitio Ramsar)
a más de 400 metros de la costa.
Al igual que para las plantaciones, el impacto de las coníferas invasoras sobre la hidrología puede ser enorme, sobre todo
cuando reemplazan vegetación no forestal74. En Sudáfrica, la invasión de pinos consume 232 millones de m 3 de agua al año
con reducciones del caudal en las cuencas muy invadidas que van del 30 al 70%80.
6. Impacto sobre el valor escénico de los ambientes naturales del Iberá, el acceso a la tenencia de la tierra, la
generación de empleo local y oportunidades laborales para las mujeres.
El precio que se debe pagar por una mayor producción agropecuaria es una menor prestación de servicios ecológicos
(Figura 7). Este impacto no es igual en todos los ecosistemas: cuando se convierte una zona de humedales en un campo
para cultivos, el impacto sobre los servicios ambientales suele ser muy alto, y el perjuicio potencial a terceros por esta
pérdida puede no justificar la rentabilización de esas tierras a través de la agricultura81.
Figura 7. Izquierda: Relación estimada entre el margen bruto económico y el valor de los servicios aportados por el ecosistema de pastizal pampeano
durante la década del 90. Derecha: Efecto esperado de la intervención humana sobre el valor de los servicios del ecosistema en distintos biomas de la
cuenca del Río de la Plata. Fuente: Viglizzo y Frank (2006). Nota: La región del Iberá incluye los ecosistemas indicados como “Humedales de la
Mesopotamia” y “Campos y Malezales”.
Entre todos los servicios ecológicos que prestan los pastizales y humedales de la región del Iberá y que son ampliamente
reconocidos, los vinculados con la estética de la naturaleza y el paisaje (tales como la recreación y el turismo) han
empezado a adquirir un alto valor económico y comercial.
Es así que, en una región donde el nivel de desocupación es superior al total provincial y en seis de los diez municipios de la
cuenca del Iberá supera el 30% de la Población Económicamente Activa, el que tiene menor índice de desocupación es
82
Colonia Carlos Pellegrini (18,8%, datos al año 2001; ver ubicación en la Figura 8) coincidiendo con la mayor proporción de
empleo en el sector privado dentro de un esquema productivo basado en el ecoturismo, y donde prácticamente todos sus
habitantes trabajan vinculados directa o indirectamente a esta actividad.
En el otro extremo, el municipio de San Miguel tiene un 40,6% de desocupación y un 58,8% de la población con
Necesidades Básicas Insatisfechas82. Esta zona era tradicionalmente de producción ganadera y frutihortícola, y actualmente
es una de las de mayor superficie forestada de la cuenca del Iberá. Estos índices han sido atribuidos a procesos de expulsión
de comunidades campesinas debido a la crisis de las producciones regionales y falta de apoyo por parte del Estado – que
sólo subsidia la actividad forestal en el marco de una ley de promoción nacional y leyes provinciales complementarias-, a la
falta de estrategias adecuadas de reconversión productiva, y a la propia expansión de la actividad forestal que importa
mano de obra de provincias vecinas con más tradición en labores forestales82,83,84.
Si bien los datos disponibles son fragmentarios y poco concluyentes, los mismos indican que a nivel local, la percepción de
los habitantes es ambivalente respecto de la implantación de grandes áreas forestadas. Se tienen percepciones positivas,
negativas o neutras de acuerdo a si las familias tienen o no una relación laboral con las empresas forestadoras, pero la
mayoría de las familias coinciden en que la sustitución de las chacras (generadoras de empleo formal o informal durante
todo el año) por plantaciones forestales ha tenido un efecto negativo sobre la generación de empleo local, y el porcentaje
de familias desocupadas en los parajes del municipio de San Miguel asciende a 62% 83.
En cuanto a la cuestión de género, la instalación de establecimientos forestales masivos podría haber contribuido a ampliar
la brecha de inequidad de género a nivel local, ya que el empleo generado en estos emprendimientos es sólo masculino.
Según datos de San Miguel, sólo los hombres jóvenes de las familias que tienen alguna relación laboral con las empresas
forestadoras, tienen la posibilidad de trabajar formal o informalmente en las mismas83.
La gran mayoría de las comunidades campesinas y pastoras locales se encuentran en una situación precaria respecto al
acceso a la tierra. Este aspecto no es desconocido por las empresas, que teniendo un conocimiento legal aceitado,
especulan a través de presiones y de coacciones para que los pobladores cedan las posesiones que por derecho les
pertenecen85. En particular en las comunidades dedicadas a la producción frutihortícola a pequeña escala del sector
occidental del Iberá, el avance de las forestaciones significa una amenaza en dos aspectos principales: por un lado la
imposibilidad de incorporar nuevas tierras a su producción, por el otro, el descenso de las napas que estas comunidades
emplean para regar sus cultivos. Si bien este dato no está directamente relacionado a la tenencia, sí lo está en cuanto a
que estas comunidades entienden la tenencia como un emergente del trabajo sobre la tierra.
Por otra parte, en el último año y tomando como ejemplo el éxito del perfil productivo del municipio de Colonia Carlos
Pellegrini, se ha propuesto un ambicioso proyecto de desarrollo basado en el ecoturismo denominado “Ruta Escénica del
Iberá”86. Esta propuesta es impulsada por nueve de los diez municipios que conforman la Reserva y por ONGs locales. El
mismo busca potenciar las bellezas naturales propias de cada zona (bosques, inmensos pastizales, esteros o lagunas), abrir
accesos públicos acompañados por seccionales de Guardaparques y crear una imagen de marca común que comunique al
turista que la misma señalización, calidad de servicio, atención y atractivos naturales caracterizan a todo el Iberá (Figura 8).
El gran valor de este circuito
es la posibilidad de ser
iniciado en cualquiera de sus
extremos,
otorgando
al
visitante una visión integral
de una de las regiones más
bellas y “salvajes” del norte
argentino.
Sin embargo, en cinco de los
nueve municipios que han
adherido al proyecto de Ruta
Escénica del Iberá, las plantaciones forestales están
reemplazando los ecosistemas naturales y
agroecosistemas heterogéneos por una cubierta
continua de árboles exóticos. Esto representa un
fuerte impacto escénico que no puede ser mitigado10,
y que debería ser tenido en cuenta especialmente en
esta zona de gran potencial para el desarrollo
ecoturístico.
Foto: Plantaciones en el camino de acceso a la “Ruta Escénica”
desde el Portal San Nicolás.
Estos impactos deberían ser valorados en este
contexto productivo potencialmente diverso en donde
las plantaciones forestales desplazan usos del suelo
tradicionales y ambientalmente más amigables, e
impiden la replicación en toda la región de un modelo que ha probado ser exitoso en uno de sus Municipios, teniendo en
cuenta que las tierras ubicadas en la región del Iberá, según el mapa de aptitud forestal de los suelos de Misiones y
Corrientes elaborado por INTA – PNUD – SAGPyA, han sido clasificadas como sólo “Marginalmente aptas” para la actividad
forestal (Categoría F4 del mapa).
Figura 8. Proyecto “Ruta Escénica del Iberá”. Fuente: Folleto de difusión del proyecto.
Reflexiones finales
Las leyes provinciales y la sociedad correntina a través de su Constitución Provincial exigen buscar estrategias para la
conservación de la diversidad natural y cultural de la región del Iberá. La información recabada en este texto constituye una
fuerte advertencia sobre el hecho de que la transformación de pastizales por cultivos forestales exóticos dentro de áreas de
Reserva o altamente sensibles desde el punto de vista ecológico dentro de esta región, no es compatible con este mandato
y seguramente generará un fuerte conflicto de intereses entre sus diferentes actores y entre el sector público y el privado
dedicado a la actividad forestal.
La certificación FSC provee las bases para un apropiado sistema de manejo ambiental y un efectivo sistema de control, que
en un país como Argentina constituyen prácticamente la única forma de asegurar que una empresa forestal esté
funcionando con estándares ambientales y sociales acordes con la ley y en algunos casos superiores; prueba de ello son los
compromisos asumidos por muchas de las principales ONGs ambientalistas del país como miembros de la Iniciativa
Nacional, y la imagen de credibilidad cada vez más sólida que se está creando en los consumidores a nivel nacional.
Sin embargo, sus estándares de certificación fueron desarrollados sobre la base de valoraciones realizadas en regiones
boscosas o selváticas, por lo que en regiones de pastizales de Alto Valor de Conservación no resultan lo suficientemente
fuertes y completos como para evitar la aparición de numerosas externalidades sociales y ecológicas directamente
relacionadas con las plantaciones forestales, y resulta poco creíble validar una certificación “predial” de la explotación en
un contexto regional de alta modificación ambiental y cultural.
Un ejemplo concreto es el de Empresas Verdes Argentina S.A., que ha forestado unas 50.000 hectáreas sobre la divisoria de
cuencas de los Esteros del Iberá y del Batelito-Batel, zona identificada como Área Valiosa de Pastizal y Área Importante para
la Conservación de las Aves y que se encuentra, en parte, dentro de la Reserva Provincial Iberá. Actualmente el manejo
forestal de esta empresa está en proceso de evaluación según estándares FSC por la certificadora Rainforest
Alliance/Smartwood y, aparentemente, luego de solicitarse algunas acciones correctivas mayores, el diseño predial y
manejo de sus plantaciones resultarían compatibles con los mismos. Sin embargo, se desconocen por completo los posibles
impactos que podría tener esta transformación a gran escala de pastizales de Alto Valor de Conservación sobre la
configuración hidrológica del humedal en su conjunto y sobre la viabilidad a largo plazo de las especies de fauna y flora
amenazadas de extinción presentes en la zona, no adaptadas a una fisonomía de bosque; las posibilidades de controlar una
potencial invasión de una de las especies de pino más utilizada, de reconocida capacidad invasora en ambientes similares; y
los beneficios sociales reales que puede tener este tipo de explotación, siendo que la cultura forestal no está presente en la
población local.
Por todo lo expuesto, consideramos indispensable incorporar la dimensión de valoración de los ambientes de pastizales
naturales en la política y la normativa del FSC, agregando a sus estándares de certificación Principios y Criterios
específicamente desarrollados con este fin, de la misma manera que lo hacen actualmente para bosques. De otra manera
se corre el riesgo de estimular de forma inadvertida la degradación de los últimos relictos protegidos y/o de Alto Valor de
Conservación de este bioma, de la flora y fauna asociadas y de los recursos y servicios ecológicos que prestan a la
sociedad. Asimismo, creemos conveniente que, hasta tanto estos principios sean desarrollados, medie una medida
cautelar “suspendiendo” todos los procesos de certificación FSC dentro de la Reserva Provincial Iberá y las Áreas Valiosas
de Pastizal delimitadas en los mapas que ilustran este texto.
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Documentação Luís Eduardo Magalhães.
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