Las Nuevas Turbulencias de la Economía Latinoamericana

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TITULO: LAS NUEVAS TURBULENCIAS DE LA ECONOMÍA
LATINOAMERICANA.
AUTOR: Claudio Katz.
RESUMEN: La economía latinoamericana se ha vuelto más vulnerable por el efecto
combinado del endeudamiento externo, la especialización industrial exportadora en
productos de baja elaboración, el déficit comercial y la expansión del desempleo y la
pobreza.
La teoría del imperialismo interpreta porqué la región se inserta en los escalones
más bajos de la nueva división internacional del trabajo e ilustra los mecanismos del
intercambio desigual en su comercio exterior. También demuestra que el carácter periférico
y dependiente de Latinoamérica se remodela con el paso del tiempo. Por otra parte, la
teoría del desarrollo desigual y combinado esclarece cómo se mixtura en la región la
modernización con el atraso. Explica cómo opera un proceso dualizante, que sin generar el
estancamiento absoluto de la zona bloquéa su desenvolvimiento económico. Esta
concepción permite, además, entender, las causas de la creciente disparidad entre
Latinomérica y el Sudeste Asiático, puntualizando que ambas regiones mantienen su
condición de subdesarrolladas.
La estatización de la deuda, las privatizaciones y la flexibilidad laboral benefician a
los nuevos grupos de la clase dominante aliados a las corporaciones extranjeras. Pero estas
políticas aumentan la insolvencia de los estados, reduce la capacidad de compra y potencia
los desequilibrios comerciales, erosionando el poder económico-político de las burguesías
latinoamericanas. Este debilitamiento se refleja en el programa de la Cepal, que abandonó
su proyecto de industrialización autónoma y renunció a toda estrategia de superación del
subdesarrollo.
2
El neoliberalismo recurre a mistificaciones ideológicas para encubrir su programa
de atropellos sociales y no logra justificar su contradictoria práctica económica. Se ha
generalizado en la actualidad una reacción crítica contra la Teoría de la Dependencia, a
pesar del evidente aumento de la sujeción externa de América Latina. Estos
cuestionamientos objetan los aciertos y no los errores del dependentismo.
La crítica del modelo neoliberal es simplificada cuándo se divorcia el análisis de la
¨exclusión¨ del aumento de la tasa de plusvalía o cuándo se interpreta el ¨rentismo¨ de la
clase dominante cómo un comportamiento no capitalista. La burguesía no se ha
¨transnacionalizado¨, pero su entrelazamiento con el capital extranjero puede desembocar
en esta transformación. Su pérdida de autonomía política y el afianzamiento de una nueva
burocracia prohijada por el FMI, la OMC y el Banco Mundial al frente de los estados,
indica la existencia de un proceso de ¨recolonización¨. El futuro de América Latina
depende de la protesta social en curso y del afianzamiento de un proyecto emancipatorio.
3
LAS NUEVAS TURBULENCIAS DE LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA.
En los últimos años se acentuó la tradicional vulnerabilidad de la economía
latinoamericana frente a las crisis internacionales. La recuperación de la ¨década perdida¨
del 80 fue exigua, ya que en 1994 bajo el impacto del tequila mexicano la reactivación
regional se frenó y un nuevo ascenso volvió a frustrarse en 1997-98, cómo consecuencia de
la crisis asiática. Posteriormente, el pánico causado por la cesación de pagos de Rusia, la
devaluación brasileña y la hectombe económica del Ecuador congeló la reanimación de la
economía.
América Latina retrocedió en todos los terrenos. Perdió relevancia industrial,
decayó su participación en el comercio internacional y fue desplazada por el Sudeste
Asiático cómo principal destino periférico de las inversiones extranjeras. La brecha que
separa a la región de los países desarrollados se amplió visiblemente. En 1978 el ingreso
per capita en las naciones centrales superaba en cinco veces a los países más avanzados de
la zona y en 12 veces a los más retrasados. Pero en 1999 estas diferencias se habían
ampliado a 7 y 30 veces, respectivamente1.
Para los neoliberales este resultado es consecuencia del incumplimiento del
¨programa de reformas ¨. Pero cuándo critican la insuficiencia de la apertura comercial o
las limitaciones de la flexibilización laboral, olvidan que han instrumentado estas medidas
en la última década sin lograr ninguno de los resultados prometidos. Los anti-liberales
argumentan, en cambio, que la crisis regional es consecuencia de la aplicación de un
¨modelo dualista, regresivo y excluyente¨. Pero este cuestionamiento a la política
económica en curso no caracteriza los procesos sociales subyacentes, ni indaga su lógica
capitalista.
4
Esta misma superficialidad prevalece cuándo se atribuyen las turbulencias de la
economía latinoamericana a la ¨globalización¨. Los neoliberales afirman que sus iniciativas
garantizan la participación de Latinoamérica en los beneficios de este proceso, mientras
que los antiliberales sostienen un diagnóstico opuesto. Pero ambas visiones eluden analizar
las transformaciones objetivas de la mundialización y su impacto sobre Latinoamérica e
ignoran los cambios de hegemonía que están en curso en el bloque de las clases dominantes
de la región.
Para superar estas limitaciones hay que interpretar las cuatro principales
transformaciones económicas registradas en la región -el efecto del endeudamiento externo,
la fragmentación industrial, la explosión de pobreza y el deterioro de los términos de
intercambio- cómo desequilibrios derivados del carácter periférico y dependiente de
Latinoamérica. Este análisis requiere partir de las teorías del imperialismo y del desarrollo
desigual y combinado.
CUATRO DESEQUILIBRIOS.
El meteórico aumento de la deuda externa constituye la manifestación más evidente
de las contradicciones económicas de la región. El pasivo aumentó de 79.000 millones en
1975 a 370.000 millones en 1982 y volvió a saltar a 435.000 millones en 1990. Pero desde
esa fecha hasta la actualidad se elevó a 750.000 millones, desmintiendo que el ¨fin de la era
estatista¨ implique alguna reducción de esta hipoteca. La deuda constituye un mecanismo
de reestructuración económica que viabiliza la adaptación de la región a la nueva división
internacional del trabajo. Así cómo en el pasado sirvió para financiar la adquisición de
manufacturas y la provisión de materias primas en favor de los países centrales,
actualmente acelera un giro hacia la especialización exportadora en productos de baja
elaboración, en desmedro del mercado interno. En algunos países esta especialización se
5
concentra en el procesamiento de materias primas y en otros en la producción de insumos
industriales o en el ensamblaje de partes.
La industria latinoamericana ya no es el principal motor de crecimiento, está muy
expuesta a la competencia exterior y se abastece de una avalancha de importaciones. Las
nuevas inversiones apuntalan sólo a los sectores internacionalmente competitivos y
desarticulan el viejo complejo metal-mecánico local. Por eso, decrece el uso de los
servicios de ingeniería adaptativa y se retraen las actividades de investigación y desarrollo.
El modelo de armaduría-montaje mundialmente conectado ha reemplazado el intento
anterior de industrialización integral 2.
La especialización exportadora fue acelerada mediante una drástica apertura que
redujo el arancel comercial promedio del 45 % al 13 % en apenas una década. Aunque las
exportaciones de la región pasaron del 14 % al 23 % del PBI regional entre 1980 y 1995,
los precios de los productos declinaron y el ingreso adicional finalmente obtenido fue
insignificante. Las importaciones aumentaron 127 % entre 1990 y 1996 frente a una suba
del 76 % de las exportaciones. Cómo consecuencia de esta reorientación, la participación
latinoamericana en el comercio mundial cayó en 1995 a sólo el 3,6 % de estos
intercambios, es decir al nivel más bajo del siglo XX 3.
El giro aperturista no implica un simple retorno de Latinoamérica a su antigua
función de vendedora de materias primas y compradora de mercancías manufacturadas. El
modelo en curso instaura una nueva escala de intercambio desigual, basado en la
exportación de productos agro-industriales escasamente elaborados y la importación de
bienes de fabricación más compleja. Las ventas abarcan desde bananas e insumos
petroquímicos hasta partes de automóviles, pero las compras siempre incluyen
computadoras de última generación o nuevos productos farmacéuticos. Por eso la brecha
tecnológica se amplía, la relación de precios es más desfavorable y el déficit comercial se
6
acrecienta. En la implementación de su nuevo comercio intra-industrial e intra-firma, las
grandes corporaciones especializan a sus filiales latinoamericanas en la industrialización
básica de materias primas y en actividades mano de obra intensivas, provocando un
intercambio comercial cada vez más deficitario para la región4.
Estas transformaciones aumentaron el desempleo, redujeron los salarios y
provocaron una terrorífica expansión de la pobreza. De acuerdos a mediciones que difieren
en la definición de ¨pobre¨, la miseria afecta en Latinoamérica a un número que oscila entre
150 y 224 millones de personas. Esta magnitud se ubica por encima del porcentaje
prevaleciente antes del comienzo de la crisis de los 80 y ha provocado la reaparición de
epidemias erradicables y una desnutrición infantil que causa estragos.
La explosiva combinación de endeudamiento externo, especialización exportadora
en productos de baja elaboración, intecambio comercial deficitario y erosión del poder
adquisitivo desencadena las periódicas turbulencias de la economía latinoamericana. Pero
este diagnóstico es tan sólo un punto de partida del análisis. Para interpretar qué está
sucediendo en América Latina hay que estudiar la actual vulnerabilidad de la región
utilizando una teoría explicatíva del carácter históricamente periférico y dependiente de la
región.
IMPERIALISMO.
La teoría del imperialismo explica las relaciones existentes entre las economías
centrales y periféricas en cada etapa histórica del capitalismo. Indaga cómo en cada uno de
estos períodos (capitalismo naciente del siglo XIX, imperialismo clásico de la primera
mitad del siglo XX y el capitalismo tardío posterior) se registraron cambios en la división
internacional del trabajo, que determinaron la reestructuración general de la economía
latinoamericana5.
7
Al investigar los mecanismos de apropiación de los recursos de la periferia por
parte de las potencias centrales- la teoría del imperialismo esclarece cuáles son las nuevas
formas comerciales, financieras e industriales de esta confiscación que impactan sobre
América Latina. El imperialismo actual ya no se distingue exclusivamente -cómo en el
pasado- por añadir la exportación de capital a la exportación de mercancías, ni por agregar
las inversiones externas a la sujeción crediticia. Implica un avance en la
internacionalización productiva bajo el comando de las grandes corporaciones, que induce
la especialización de cada país dependiente en la realización de cierto tipo de tareas6.
Esta reestructuración jerárquica y fracturante del proceso productivo refuerza la
succión de recursos de la periferia por el centro y cumple la función de atenuar los ciclos
depresivos y prolongar las fases de prosperidad de los países desarrollados. Y aunque el
grueso de las inversiones el comercio y la producción se desenvuelve en la propia ¨tríada¨
de las naciones avanzadas, este mecanismo facilita estratégicamente la reproducción
mundial del capital.
Los datos del ensanchamiento de la distancia que separa a los países centrales y
periféricos son abrumadores. Actualmente el 20 % de los habitantes del mundo localizados
en los países ricos absorbe el 86 % del consumo privado y la fortuna de los tres
multimillonarios más poderosos sobrepasa el PBI acumulado de 48 naciones atrasadas. La
tendencia polarizante es indiscutible. En 1870 el PBI per capita de Estados Unidos y Gran
Bretaña era 9 veces mayor que los países considerados más pobres de la época, pero en
1990 esta diferencia se elevó a 45 veces, en comparación a naciones cómo Chad o Etiopía.
Otro cálculo destaca que la brecha de ingresos entre los países más prósperos y
empobrecidos se ensanchó de 30 a 60 veces entre 1965 y 1990. Además, en 100 países la
renta por habitante es actualmente inferior a 1980, mientras que las 200 personas más ricas
del planeta duplicaron su activo neto entre 1994 y 1998. Dos comparaciones escandalosas
8
completan este panorama. El gasto en Estados Unidos de cosméticos es mayor a la
inversión en educación básica de toda la periferia y el consumo de helados en Europa
totaliza una suma superior a los servicios sanitarios y de agua potable de todas las regiones
subdesarrolladas.7
No cabe ninguna duda que en este mapa, Latinoamérica se ubica en el campo de los
subdesarrollados y que su dependencia financiera, comercial e industrial constituye un
ejemplo típico de sujeción al imperialismo. La deuda externa es la evidencia más
contundente de este sometimiento. América Latina ha seguido la misma pauta de todos los
países del Tercer Mundo, que luego de reembolsar -entre 1982 y 2000- cuatro veces el
monto adeudado, cargan con un pasivo tres veces y medio superior. Todas las recompras y
reconversiones tipo Brady han aumentado la deuda y el peso de su refinanciación. En
general, la deuda de los países periféricos constituye un mecanismo que perpetúa la
confiscación de riquezas de las naciones subdesarrolladas y por eso se mantiene cómo una
hipoteca ilevantable, a pesar de representar apenas el 5 % del total de la deuda pública y
privada mundial (2 billones sobre una masa de 40 billones) 8.
Este endeudamiento le ha otorgado al FMI un papel típicamente imperialista sobre
las políticas económicas de los gobiernos latinoaméricanos. Los numerosos fondos de
inversión que -a diferencia de los 80 concentran el grueso de las acreencias de la regiónnegocian con los países deudores a través de este organismo. El FMI exige austeridad fiscal
para garantizar los pagos y obliga a los gobiernos a refinanciar la deuda a tasas usurarias,
que encarecen el crédito y obstaculizan la adopción de políticas expansivas. El ingreso y la
salida de capitales se han vuelto determinantes de comportamiento de la economía y este
patrón ¨capital-dependiente¨ del ciclo dificulta el crecimiento prolongado.
Existen distintas formas de gestionar el sometimiento que impone la deuda.
Algunos países -cómo México y Brasil- priorizan la obtención del superávit comercial a la
9
estabilidad cambiaria y otros -cómo la Argentina- jerarquizan la paridad de la moneda al
desbalance comercial. Son dos opciones de un mismo ajuste -por medio de la devaluación
o la deflación- que apuntan a asegurar el pago de los intereses.
En el plano comercial, la dominación imperialista se expresa en una apertura
importadora en favor de Estados Unidos, que obtuvo en la última década un superávit con
Latinoamérica compensatorio de los déficits que detenta con otras regiones del mundo.
Incluso países tradicionalmente excedentarios cómo Brasil o Argentina afrontan
desbalances comerciales que potencian las presiones devaluacionistas.
Otra evidencia del status dependiente de Latinoamérica es su papel marginal en la
actual reorganización del comercio que comanda la OMC. Los países de la región carecen
de misiones permantes en la cúpula de esta organización y no influyen en las decisiones de
los organismos que resuelven diferendos 9. Por eso, los dictámenes siempre perjudican el
ingreso de sus productos a las naciones desarrolladas y además, soportan crecientes
presiones para tributar por los bienes complejos que se patentan en los países avanzados 10.
La explosión de pobreza que soporta Latinoamérica es también consencuencia de
las transferencias de ingresos en favor de los países centrales. Los ¨ajustes¨ para pagar la
deuda, la pérdida de empleo derivada de la destrucción de industrias ¨no competitivas¨, el
giro exportador especializado y la apertura importadora han conducido a un estrechamiento
del poder adquisitivo y a una contracción de la demanda solvente, que provocan el rápido
agotamiento de las fases reactivantes. La economía latinoamericana ha quedado atrapada
en un círculo vicioso de medidas empobrecedoras, que recortan el poder adquisitivo para
¨asegurar la confianza¨ de los inversores extranjeros y que terminan ahuyentando esta
misma afluencia de capitales, cuándo la retracción de la capacidad de compra desencadena
recesiones prolongadas11.
DESARROLLO DESIGUAL Y COMBINADO.
10
La teoría del desarrollo desigual y combinado constituye la segunda clave para
explicar porqué se agravan las turbulencias de la economía latinoamericana. Complementa
el análisis de las relaciones de dependencia estudiando a la economía mundial cómo una
totalidad unificadora de formas avanzadas y retrogadas de producción, que determina la
existencia de variadas combinaciones de modernidad y atraso en la periferia. Algunos
sectores y países progresan, mientras que el conjunto de las naciones subdesarrolladas se
distancian del centro12.
La teoría del desarrollo desigual-combinado ha tenido gran impacto en las ciencias
sociales, porque permite superar la tradición positivista que concibe la evolución del tercer
mundo cómo un proceso de progresivo acercamiento y convergencia con el primer
mundo13. En oposición a este enfoque, destaca que la industrialización tardía, dependiente
e inacabada de la periferia agrava las contradicciones de las economías subdesarrolladas.
La teoría puntualiza que la industrialización latinoamericana no es inviable, sino
estructuralmente frágil por la baja competitividad, el sistemático desbalance comercial, el
descontrol interno de la acumulación y la ausencia de un mercado doméstico de alto poder
adquisitivo. Plantéa que el tradicional debate sobre la posibilidad o imposibilidad del
crecimiento industrial en los países periféricos es inconducente, porque el capitalismo
impulsa la acumulación en todo el mundo. Pero en este desarrollo, la industria periférica
arrastra las desventajas históricas que obstaculizan estructuralmente su desenvolvimiento14.
Estas barreras son consecuencia de las transformaciones registradas en el
capitalismo a principio del siglo XX. A partir de ese momento se rompió la coexistencia de
la acumulación de capital en los países avanzados con la acumulación originaria de las
naciones retrasadas y el primer proceso se convirtió en un impedimento para la
transformación del segundo en secuencias auto-sustentadas de desarrollo. Desapareció el
márgen de crecimiento autónomo que anteriormente permitió a naciones inicialmente
11
retrasadas cómo Alemania, Estados Unidos y Japón alcanzar y sobrepasar a países ya
adelantados, cómo Francia, Bélgica o Inglaterra. Esta posibilidad abortó desde el momento
que las potencias centrales incrementaron la absorción de plusvalía de la periferia a través
de múltiples canales comerciales, financieros e industriales. El mercado mundial se
estabilizó cómo eje articulador de distintas modalidades capitalistas, semi-capitalistas y
pre-capitalistas, ampliando las diferencias nacionales, sectoriales y regionales de
desenvolvimiento y yuxtaponiendo las formas avanzadas y primitivas de desarrollo15.
El capitalismo mundializado no desindustrializa, sino que ha congelado
relativamente el mapa de los países avanzados y retrasados. No frustra, por ejemplo, en la
actualidad el crecimiento de Brasil o Corea, pero impide que alcancen o sobrepasen a
Estados Unidos y Japón, cómo ocurrió en etapas anteriores de este modo de producción.
La teoría del desarrollo desigual y combinado explica el carácter dualizante de la
reestructuración industrial implementada en Latinoamérica en las últimas dos décadas.
Aclara cómo la modernización de la industria ha coexistido con la creciente desarticulación
de todo el proceso de acumulación. Actualmente se fabrica en la región el mismo volúmen
de productos, con dos tercios del personal anteriormente utilizado. Mediante inversiones
que impusieron mayor esfuerzo laboral a los operarios, la productividad se elevó entre
1990 y 1996 a un ritmo del 3,7 % anual en la Argentina, del 2,9 % en México y del 2,8 %
en Brasil frente al 2,3 % en Estados Unidos. Este incremento achicó la brecha de
rendimiento (de un 66 % al 50%) con los países centrales, en los sectores reconvertidos de
la industria latinoamericana (por ejemplo siderurgia o automotriz). Pero este acortamiento
de las diferencias coexiste con su ampliación en las ramas marginadas de esta
transformación (por ejemplo, plásticos o maquinaria no eléctrica)16.
Se está produciendo una gran fractura entre actividades exportadoras prósperas y
quebrantos de sectores orientados al mercado interno. Este contraste se evidencia en el
12
crecimiento de las máquilas y la decadencia de la industria tradicional en México o en la
modernización de la plantas exportadoras de insumos agro-industriales y la debacle de la
industria provincial en la Argentina. Mientras que los empresarios exportadores se
benefician con la disminución del costo salarial que provoca la pauperización y el
desempleo, esta caída de los sueldos afecta el crecimiento prolongado. En 13 de 18 países
latinoamericanos, el salario mínimo real de 1998 fue inferior al vigente en 1980 y algunos
estudios destacan que el poder de compra efectivo ha caído de manera inusitada 17.
La capacidad adquisitiva de la población se ha contraído bajo el peso de las leyes
flexibilizadoras que incrementaron la tasa de explotación. El mejor índice de este aumento
es la expansión del trabajo informal, es decir de las actividades realizadas sin protección
social. En la última década, 84 de cada 100 nuevos puestos de trabajo fueron informales y
remunerados con salarios inferiores entre un 40 y un 60 % al sector formal. Esta
fragmentación también polariza y debilita el poder adquisitivo18.
Un modelo teórico reciente sintetiza el efecto actual del desarrollo desigual y
combinado sobre las economás periféricas, ilustrando cómo el sector exportador de alta
productividad participa en la formación de los precios del nuevo campo de valorización
internacionalizado, mientras que el sector doméstico continúa determinando los precios
locales. Esta dualización se acentúa porque las divisas generadas por las ramas
exportadoras no compensan las pérdidas ocasionadas a la industria local tradicional por la
apertura importadora. El déficit comercial se profundiza y la tendencia devaluatoria se
afirma cada vez que este desbalance no puede paliarse con mayor endeudamiento19.
VARIEDAD DEL SUBDESARROLLO.
La teoría del desarrollo desigual y combinado explica también la indiscutible
polarización de la economía mundial. Incluso algunos autores20que proclaman la
¨obsolescencia del esquema centro-periferia¨ y la ¨inutilidad de la denominación de Tercer
13
Mundo¨, confirman el aumento de las desiguladades entre los países que ingresan o quedan
marginados de la actual ¨era de la información¨. Reconocen que el ¨trabajo calificado
informacional¨ se localiza en los países centrales, mientras que el ¨trabajo taylorista
degradado¨ se ubica en la periferia. Esta divisoria consolida una ¨arquitectura estable¨ de la
economía en un polo dominante, que albergando sólo al 15 % de la población mundial
concentra el 90 % de la producción de alta tencología y el 80 % de las actividades
informáticas. Dentro de esta rígida segmentación opera la ¨geometría variable¨ del
subdesarrollado, modificando el status periférico de cada país en función de las pautas de la
acumulación que emanan desde el centro.
Diferenciar al conjunto de los países avanzados del bloque de naciones atrasadas es
el punto de partida para una conceptualización más precisa del lugar de cada nación en el
mercado mundial. Esta caracterización debe contemplar la existencia de una cierta variedad
de situaciones intermedias (países dependientes no periféricos, semi-periféricos, centrales
no dominantes) y también debe distinguir entre las situaciones periféricas superiores,
intermedias e inferiores. Estos últimos tres estratos permiten en América Latina, por
ejemplo diferenciar a Brasil, Chile y Haití y la misma clasificación sirve también para
considerar que el conjunto de la región presenta un nivel de desarrollo mayor que Africa,
pero inferior al sudeste asiático.
Es cierto que el aumento de la pobreza ha empujado a varias zonas y países
latinoamericanos a niveles de barbarización semejantes al continente negro. Pero en su
totalidad, la región no ha sufrido un nivel de degradación social y criminalización de esa
magnitud y tampoco ha quedado reducida a un campo de batalla por el saqueo de los
recursos naturales. Las cifras de pauperización latinoamericana asustan, pero los datos de
Africa espantan. En este continente el consumo alimenticio retrocedió 20 % en los últimos
25 años y los desnutridos aumentaron de 103 a 215 millones de personas 21.
14
Pero por otra parte, ningún país latinoamericano registró durante las últimas
décadas tasas de crecimiento equivalentes al sudeste asiático. Hay naciones -cómo Corea
del Sur- que lideraron inicialmente este avance cómo factorías exportadoras, pero que
posteriormente desarrollaron sus mercados internos y tendieron a distanciarse de
Latinoamérica. Explicar porqué la región ¨perdió el tren¨ frente al sudeste asiático es un
tema recurrente de la literatura económica, que no encuentra interpretación satisfactoria
fuera de la teoría del desarrollo desigual y combinado.
Los neoliberales explican el ¨éxito asiático¨ frente al ¨fracaso latinoamericano¨ por
la preeminencia del mercado frente al estatismo, mientras que los neoestructuralistas
atribuyen este resultado a la gravitación acordada a la política industrial 22. Pero ambas
caracterizaciones descontextualizan el problema, al indagar principalmente los logros o los
desaciertos de las políticas económicas, desconociendo que estas orientaciones no
constituyen una libre libre elección de los países periféricos. Se omite, además, que Corea y
Taiwan han sido excepciones a la regla general del retroceso periférico y que la repetición
de su performance es por lo tanto improbable.
También es frecuente presentar a Corea, Taiwan o Singapur cómo ejemplos de
emancipación de la relación centro-periferia, ignorando que estos países no han superado
su condición dependiente, cómo se demostró en la crisis iniciada en 1997. Al verse
obligados a participar de una competencia directa con empresas norteamericanas, europeas
o japonesas, las corporaciones coreanas han debido aceptar la regla del más fuerte e iniciar
un proceso de desmantelamiento, apertura o fusión de los ¨Chaebols¨. Esta reorganización
no implica -hasta ahora- un retroceso comparable al de Latinoamérica y tampoco ha
impedido la recuperación en curso. Pero aunque se ubique en un escalón periférico
superior, las economías del Sudeste Asiático continúan siendo vulnerables a los flujos de
15
capital y son candidatas a ocupar un rol subordinado en la eventual constitución de un
bloque regional. 23
En realidad, la industrialización del sudeste asiático tuvo muchos puntos de
semejanza con el proceso que protagonizaron Argentina en los años 50 y Brasil en los 60.
La diferencia radica en qué las condiciones objetivas favorables al desenvolvimiento
industrial que inicialmente aparecieron en los países más avanzados de Latinoamérica
posteriormente florecieron en el sudeste asiático. Este cambio obedeció a que el avance
registrado en la internacionalización de la economía convirtió la ventaja latinoamericana
(cierto desarrollo previo del mercado interno) en un obstáculo para las nuevas inversiones
externas centradas en la exportación y en el aprovechamiento de la fuerza de trabajo barata.
No hay que olvidar, además, que la larga historia de sublevación popular e inestabiliad
política en Latinoamérica indujo el giro inversor hacia regiones asiáticas, que bajo la
ocupación militar norteamericana protagonizaron procesos muy singulares de urbanización
y transformación agraria.
La búsqueda de la mano de obra disciplinada y barata ha continuado orientando los
flujos de inversión hacia otros países asiáticos. Ante el aumento del productividad y la
consiguiente elevación del salario registrada en Corea o Taiwan, las corporaciones tienden
a localizar sus filiales en Malasia, Filipinas o Indonesia. Pero lo que muchos entusiastas del
modelo ¨explotador-exportador¨ ignoran es que la competitividad basada en bajos salarios
impide desenvolver un ¨círculo virtuoso¨ de crecimiento basado en el consumo interno, que
aproxime a las economìas periféricas a las centrales.
Este obstáculo es una limitación histórica que enfrentan todos los países que
llegaron tarde a la distribución del mercado mundial y que no se resuelve simplemente con
inversiones. Al contrario, los flujos de capital atraídos por la baratura de la fuerza de
trabajo y orientados a la exportación terminan provocando agudos desequilibrios cuándo se
16
generaliza la sobreproducción o declina la competitividad de los sectores anteriormente
prósperos. En ese momento, el aumento del desempleo y la pobreza evidencian el carácter
ilusorio de la convergencia de la periferia con el centro.
EL GIRO DE LA CLASE DOMINANTE.
Las transformaciones registradas en América Latina no obedecen sólo a los
cambios objetivos de la economía mundial. Derivan también del giro estratégico que
impusieron las clases dominantes locales a través de la adopción de políticas neoliberales.
Los principales grupos capitalistas han forjado una nueva alianza con las denominadas
¨corporaciones transnacionales¨. Este cambio es comparable al giro que en el bloque
hegemónico se produjo entre 1940 y 1970, cuándo la alianza de los terratenientes con el
capital extranjero fue sustituida por el acuerdo de los capitalistas industriales con las
corporaciones foráneas.
Estos grupos extranjeros se han convertido en los indiscutidos protagonistas de este bloque
en la actualidad. Un gran proceso de transformación interna afecta a toda la burguesía
industrial, que al abandonar la política sustitutiva de importaciones perdió la batalla por el
liderazgo regional. Sólo los grupos que han logrado adaptarse a las nuevas condiciones
competitivas subsisten cómo socios menores de las corporaciones foráneas.
Esta nueva alianza es la gran beneficiaria de la remodelación económica de
América latina. El manejo de la deuda externa es particularmente ilustrativo de este
equilibrio, porque los sectores capitalistas nacionales airosos lucraron con el aumento de
este pasivo en igual medida que los acreedores. El mayor beneficio fue obtenido por las
empresas cuyas deudas fueron estatizadas. Se desembarazaron de sus obligaciones y por
eso, ahora proclaman que la deuda es un ¨compromiso de toda la nación que debe ser
honrado¨.
17
En el caso argentino, el grueso de la estatización se produjo durante 1980-82 y
desembocó en la cesación de pagos y la hiperinflación. Este salvataje insumió el 25 % del
PBI, es decir entre 5 y 8 veces más que operaciones semejantes realizadas en los países
desarrollados 24. La erogación fue tan descomunal porque sirvió para financiar la fuga al
exterior del patrimonio de muchos empresarios endeudados. Posteriormente, este drenaje
de fondos no se detuvo y actualmente los capitales depositados fuera del país representan
un tercio del producto bruto. En la década del 90, la salida de capitales habría incluso
superado el pago de intereses de la deuda 25.
En México otro tipo de rescate se concretó durante los 90 con la renacionalización
de los bancos afectados por el Tequila. Este auxilio significó una pérdida del 15 % del PBI
para el erario público. En Brasil, los empresarios fueron auxiliados mediante devaluaciones
que desvalorizaron las deudas internas acumuladas en moneda local. Pero estos ajustes
agravaron el peso de los pasivos externos y derivaron en mayores impuestos y restricciones
al gasto social del estado. Todas estas variantes de la estatización revelan que el sector más
poderoso de las clases dominantes latinoamericanas ha utilizado la deuda para su propio
beneficio.
Este mismo grupo ha participado activamente en la privatización masiva de las
empresas públicas. El traspaso del patrominio estatal se implementó mediante la
subvaluación de activos, la revalorización artificial de títulos utilizados cómo instrumentos
de pago y la absorción de pasivos por parte del sector público. Por eso la deuda pública
externa creció en lugar de reducirse. Las privatizaciones han sido una fuente de ganancias
extraordinarias para sus nuevos propietarios, que obtienen subsidios encubiertos y lucran
con tarifas elevadas, servicios deficientes y magras inversiones.
La clase dominante local también se beneficia con la gestión de los nuevos créditos
externos destinados a extender la privatización a todos los campos de la vida social. Los
18
préstamos orientados a introducir sistemas jubilatorios de capitalización individual, a
mercantilizar los sistemas de salud, a arancelar la educación y a flexibilizar el trabajo crean
negocios en actividades anteriormente limitadas al dominio del mercado. Con esta
¨segunda generación¨ de reformas que restringen el gasto social, el estado refuerza su perfil
de organismo dedicado a recaudar impuestos para pagar viejas deudas. El colmo de este
círculo vicioso son los préstamos tomados para paliar el desempleo y la pobreza, que
genera la propia política privatizadora.
Los mismos grupos capitalistas locales participan del actual giro exportador, basado
en el el aprovechamiento de los recursos naturales y la baratura de la fuerza de trabajo. Por
eso, promueven la flexibilización laboral e impulsan condiciones de trabajo de gran
explotación, cómo las vigentes en las maquiladoras de la frontera mexicanonorteamericana (salarios hasta treinta veces inferiores a los vigentes en Estados Unidos)26.
Esta misma intensificación del trabajo mal remunerado se observa en Argentina, Chile o
Brasil. La clase dominante se reinserta en los ¨nichos¨de competitividad mundial,
acentuando el escandaloso acaparamiento del 40 % del ingreso total en manos del 1 % de
la población 27.
NUEVAS CONTRADICCIONES Y DESEQUILIBRIOS.
Los nuevos beneficios que obtiene la clase dominante latinoamericana son al
mismo tiempo el origen de crecientes desequilibrios económicos, que erosionan su poder
económico y deterioran su control del sistema político. La burguesía regional es un sector
históricamente débil por su origen oligárquico, frágil base social y conducta antipopular
durante el proceso de consolidación de la nación. Estas flaquezas se han potenciado a partir
de su articulación con las ¨corporaciones transnacionales¨.
En primer lugar ha resignado el manejo directo del estado al compartir su control
con el FMI y los representantes de las empresas foráneas. Por eso detenta una capacidad
19
negociadora menor frente a las compañías extranjeras rivales y ha perdido incidencia en la
puja tradicional de Europa y Estados Unidos por el dominio de los negocios de la región.
En segundo lugar, el aumento de la deuda externa de los estados -que tanto
benefició a los sectores que se desembarazaron de sus pasivos- ha desembocado en una
sitiuación de insolvencia, que debilita el poder de toda la burguesía latinoamericana. El
descontrol de la deuda encarece el credito y aumenta el ¨riesgo-pais¨, limitando el
desarrollo local de la acumulación. Sólo los sectores que han transferido su actividad hacia
otras zonas sortean esta dificultad. Al recibir el auxilio estatal, los capitalistas
latinoamericanos nunca estuvieron directamente afectados por la deuda, pero tampoco se
favorecen con el incesante aumento de este pasivo.
En tercer lugar, la especialización exportadora no amplía el espacio de acumulación
bajo su control. La burguesía industrial latinoamericana participa de la formación de
mercados regionales en condiciones de creciente extranjerización de la propiedad
industrial. A diferencia de la clase dominante europea no se integra a un bloque que batalla
por la hegemonía del mercado mundial, sino que participa de un mercado (como por
ejemplo el Mercosur) que es disputado en esa confrontación. Mientras que las
corporaciones foráneas están copando las ramas más lucrativas, los grupos nacionales
concentrados venden sus compañías o mantienen participaciones minoritarias. Esta
tendencia se ha reforzado con la pérdida de la influencia que tenían las empresas públicas
ahora privatizadas. Las filiales norteamericanas y europeas han ganado posiciones de
manera avasallante en la Argentina, significativa en México y más atenuada en Brasil. La
quiebra masiva de pequeñas y medianas empresas que no logran reconvertirse en
subcontratistas es una clara evidencia de la extranjerización en curso28.
En cuarto lugar, el déficit comercial -derivado de la combinación de
especialización exportadora y aperturismo importador- multiplica los desequilibrios, puesto
20
que este desbalance se acentúa con la creciente remisión de utilidades por parte de las
corporaciones. Las inversiones directas recibidas por América Latina durante los 90 -que
priorizaron la modernización del transporte y las comunicaciones para reforzar el perfil
exportador- superaron el promedio mundial, pero las transferencias por regalías y el giro de
beneficios hacia las casas matrices también alcanzaron récords internacionales. Por esta
razón, el crecimiento sostenido enfrenta el obstáculo recurrente del déficit de la balanza de
pagos.
En quinto lugar, América Latina ha quedado sometida a una nueva escala de
intercambio desigual en su comercio. El avance actual de la mundialización acentúa la
penalización de la menor productividad de la región, a través de una decreciente retribución
comercial del trabajo realizado en la zona. Esta sanción -que siempre acompañó la
internacionalización de la economía- fue significativamente menor mientras el capitalismo
estuvo incuestionablemente organizado en torno a un sistema de precios y salarios
nacionales29. Pero la actual constitución de espacios homogéneos de circulación de
mercancías bajo el control de ¨empresas transanacionales¨ -que organizan su inversión,
producción y comercialización a escala mundial- agrava el intercambio desigual. Una
división internacional más jerárquica y segmentada del trabajo (salarios nacionales más
diferenciados y productividades más divergentes entre los sectores que operan para el
mercado externo y local), impacta negativamente sobre Latinoamérica30.
En sexto lugar, las reformas neoliberales han creado un nivel de desempleo y
pobreza que limita severamente la acumulación. Algunos autores estiman que entre un 15 y
un 20 % de la población latinoamericana goza de un nivel de vida equivalente al primer
mundo, mientras que los dos tercios han retrocedido hacia el infierno de un cuatro
mundo31. Partiendo de esta radiografía puede entenderse porqué el atropello al salario
retroalimenta la crisis. A diferencia de los países avanzados, el segmento con capacidad
21
adquisitiva para sostener un proceso de estable crecimiento no sólo es reducido, sino que ha
declinado en forma pavorosa. En la Argentina, por ejemplo, se ha producido un colapso de
la tradicional clase media. En ninguna región de Latinoamérica tienden a formarse el tipo
de zonas salariales comunes, que caracterizan a las áreas pertenecientes a los bloques
dominantes (como por ejemplo, la Comunidad Europea)32.
Con el aumento de la explotación en Latinoamérica se refuerza este deterioro de la
capacidad de compra y se generalizan las dificultades para vender las mercancías al valor
que fueron producidas. La constitución de una ¨norma de consumo fordista¨ semejante a la
vigente en los países centrales quedó definitivamente bloqueada a partir de la ¨década
perdida¨ y en la actualidad ya no se discute cómo generalizar la venta de bienes de
consumos durables, sino cómo frenar la degradación alimenticia, educativa o sanitaria. La
desconexión entre las necesidades sociales y las exigencias de la rentabildad asume formas
cada vez más dramáticas.
El efecto combinado de todas las contradicciones mencionadas es la causa de la
creciente inestabilidad de los regímenes políticos latinoamericanos. Esta crisis abarca desde
la interrupción de los mandatos, hasta la disgregación de los gobiernos o el colapso de los
estados. La lucha por el botín entre los distintos grupos de poder acentúa la corrupción y
desborda la capacidad del personal político de la clase dominante para manejar estas
tensiones dentro de la clásica división de poderes y por eso tiende a generalizarse un giro
hacia formas autoritarias. Esta evolución erosiona la cohesión de los sistemas políticos y
quita legitimidad a los grupos que ejercen el poder frente al conjunto de la población.
MISTIFICACIONES NEOLIBERALES.
Los neoliberales no presentan una explicación de las transformaciones registradas
en Latinoamérica, sino una simple justificación apologética de los cambios que han
instrumentado. Su doctrina ha servido para ordenar las políticas gubernamentales en
22
función de una agenda de la clase dominante que exije reducir el costo de la fuerza de
trabajo, atacar los sindicatos, restringir el gasto social y promover la desigualdad. Han
encubierto esta acción con una ideología que glorifica el mercado, endiosa la soberanía del
consumidor y embellece la gestión privada.
Pero estas ideas mistificadoras han sido permanentemente adaptadas a la necesidad
de implementar medidas económicas muy variadas. Especialmente frente a la deuda, los
neoliberales mantienen un discurso cínico. Por un lado, plantean que el problema es tan
grave que cualquier moratoria conduciría a terribles represalias por parte de los acreedores.
Por otra parte, argumentan que una deuda tan elevada ¨ya no es un problema¨ si se
refinancian los intereses. Obviamente omiten el terrible costo que tiene este pago para la
mayoría de la población.
Las privatizaciones son presentadas cómo grandes avances frente al ¨estatismo
ineficiente¨, pero silencian toda la madeja de subsidios indirectos que sostiene a las nuevas
compañías. También ponderan la desregulación de los sistemas financieros, sin mencionar
que los nuevos mecanismos crediticios no han logrado elevar la tasa de ahorro interno.
Solamente han abaratado los costos de las corporaciones a costa del quebranto de las
pequeñas y medianas empresas.
Para los admiradores de Hayek, Friedman y Von Mises el aumento de la pobreza
obedece a causas demográficas (¨hay mucha gente¨), educativas (¨no están capacitados para
trabajar¨), culturales (¨procrean irresponsablmente¨) o laborales (¨falta cultura del trabajo¨).
Afirman que la ¨única manera¨ de reducir la miseria es incrementar la tasa de crecimiento.
Pero aquí olvidan que este aumento no redujo la pobreza durante la intensa
industrialización de 1950-70. Tampoco registran que en la última década prevaleció una
clara relación inversa entre aumento del PBI y la disminución de la indigencia en Argentina
y México. Ignoran que por la automática vía del crecimiento se ha estimado que en el
23
mejor de los escenarios, la pobreza se eleminaría en un plazo de... 100 a 400 años 33. Lo
mismo ocurre con el empleo. Suponer que por el espontáneo incremento del nivel de
actividad disminuirá la desocupación, equivale a ignorar que el PBI regional subió al 5,5 %
anual entre 1950 y 1980 y el empleo sólo aumentó al 2,9 %.
El neoliberalismo pondera la apertura comercial. Argumenta que su efecto
modernizador de las empresas conduce a un ¨derrame¨ de mejoras del empleo y del poder
adquisitivo. Pero el cumplimiento de este presagio se posterga año tras año, porque es
evidente que el crecimiento espontáneo por el simple impulso de la competencia es una
ilusión. No se plasma en cualquier circunstancia, ni en cualquier país.
Utilizando un disfraz contemporáneo, el neoliberalismo repite las teorías más
arcáicas del atraso latinoamericano. Plantéa que el subdesarrollo obedece a la ¨insuficiencia
de capital ¨ y propone superar esta limitación potenciando las ¨ventajas comparativas¨ de la
región, mediante la intensificación del libre comercio y la atracción de inversiones
extranjeras. Pero en las etapas que efectivamente existió ¨insuficiencia de capital¨ esta
carencia no obedeció a una tara local, sino a la transferencia de recursos hacia los países
centrales. Y en otros períodos de mayor ahorro, estabilidad fiscal y recepción de créditos e
inversiones foráneas, no fue la ¨falta de capital¨ sino su utilización lo que trabó el despegue
económico. Tampoco el proteccionismo brinda una explicación de este fracaso, porque
Latinoamérica mantuvo -en general- un grado de apertura comercial muy superior a los
países centrales34.
El neoliberalismo resulta inservible para aclarar cualquier aspecto del atraso
regional. Cómo atribuye al capitalismo un comportamiento invariablemente virtuoso, no
puede ofrecer ninguna pista de porqué sus desequilibrios son tan agudos en Latinoamérica.
Imagina que la región es económicamente débil porque ¨desconfió del merado¨ y no logra
24
explicar porqué el giro privatizador reciente no ha elevado la competitividad internacional
de la zona.
ADAPTACIONES DE LA CEPAL.
Mientras que el neoliberalismo expresa el programa de la clase dominante, el
pensamiento de la Cepal refleja las contradicciones que genera su implementación. Por eso
los teóricos de este organismo cuestionan los resultados de las políticas implementadas en
la última década, aunque sin criticar su aplicación, ni proponer su anulación35.
Adoptando un lenguaje afín al neoliberalismo, la nueva visión neo-estructuralista de
la Cepal ha sustituido la vieja defensa del ¨desarrollo autónomo¨ y el aumento del poder
adquisitivo por la reivindicación de la ¨competitividad internacional¨. Pero este giro
privatista no es adoptado con entusiasmo, sino alegando la inevitable incorporación al
¨nuevo paradigma mundial¨. Se afirma que la globalización obliga a abandonar los viejos
modelos, aunque reconociendo que Latinoamérica está resignando logros del pasado sin
obtender a cambio ningún beneficio significativo. La Cepal estima que existe igualmente
un cierto márgen de negociación para mejorar la situación periférica de la región.
Los principales exponentes de esta corriente también aceptan que el giro exportador
ha profundizado la ¨industrialización trunca¨. Pero a diferencia de los años 60 ya no
observan la ¨heterogeniedad estructural¨ (es decir, el divorcio entre las ramas
internacionalmente competitivas y el resto del sistema productivo local) cómo un rasgo
totalmente nocivo 36. Al contrario, estiman que la modernización del sector exportador
motorizará el progreso del sector doméstico, olvidando todos los cuestionamientos
realizados en el pasado a la desarticulación entre ambas esferas. Las montañas de papel
escrito para criticar el ¨crecimiento hacia afuera¨ han sido diplomáticamente archivadas. Lo
mismo ocurre con las críticas a la apertura importadora, que por lo general ya no incluyen
25
propuestas de defensa de la producción local frente a la devastadora competencia exterior
37
.
Las investigaciones de la Cepal no ocultan el pavoroso aumento de la pobreza y
exhortan a promover un ¨crecimiento con equidad¨. Pero sus propuestas no sugieren cómo
en los años 60, la redistribución del ingreso, la reforma agraria o la implantación de
impuestos progresivos. A lo sumo, se convoca a suavizar la miseria aplicando ¨planes
sociales¨ de los gobiernos. Pero incluso esta propuesta es acompañada de advertencias
contra cualquier desborde del equilibrio fiscal.
En el tema de la deuda, la Cepal repite que existe ¨co-responsabilidad ¨ de los
acreedores por su ¨imprevisión¨ cómo prestamistas ante el ¨descontrol¨ de los tomadores
del crédito. Por eso reclaman perdones o reducciones del pasivo y bregan periódicamente
por la constitución de ¨un frente países deudores¨. Pero estas propuestas han quedado tantas
veces sin respuesta, que en la actualidad ya ni siquiera tienen repercusión periodística. Se
ha demostrado que ningún banquero se compadece de sus deudores y que sólo tomarían en
cuenta el impacto de medidas de fuerza, que los gobienos latinoamericanos ni siquiera se
atreven a insinuar.
La adaptación de la Cepal a su viejo antagonista liberal ilustra la preponderancia de
las corporaciones imperialistas frente a los grupos locales en el nuevo bloque dominante.
Pero también evidencia los desequilibrios que ha creado esta primacía y la pérdida del
horizonte estratégico propio que singularizó durante décadas a la burguesía industrial de la
región.
ANTI-DEPENDENTISMO.
La reacción contra el dependentismo es una de las características del pensamiento
latinoamericano actual. Aunque Kay 38afirma que la problemática centro-periferia ha sido
26
integrada al nuevo enfoque neoestructuralista, lo cierto es que ha perdido relevancia para la
Cepal y además, ha sido abandonada por sus principales exponentes de los años 60 y 70.
El dependentismo plantéo que el descontrol sobre el proceso interno de
acumulación caracteriza a un país periférico y atribuyó este rasgo a la preponderancia del
capital extranjero39. Señaló que una desigualdad perdurable separa a los países avanzados y
retrasados y criticó la teoría de la convergencia entre ambas regiones.
Pero uno de sus voceros, F.H. Cardoso40anticipó el giro antidependentista con su
¨teoría del desarrollo asociado¨, al afirmar que la inversión extranjera ¨internacionaliza los
mercados internos¨ eliminando los obstáculos para el crecimiento regional. Aquí ignoró
que estas inversiones terminan ampliando la brecha que separa a Latinomérica de los países
avanzados, porque fogonean el aumento de la deuda externa a través de la remisión de
utilidades, los pagos de patentes y el desbalance comercial. Cardoso señaló correctamente
que el status periférico de la región no anula los procesos locales de acumulación, pero
desconoció las contradicciones que impiden a los países subdesarrollados salir de su
atraso41.
En esa misma época, otros autores42iniciaron la crítica ¨endogenista¨ al
dependentismo, cuestionando el excesivo énfasis acordado al papel de los elementos
externos que obstaculizan el progreso regional, en desmedro de las causas internas de esa
dificultad. Otros teóricos centraron la crítica en destacar que una situación periférica sólo
implica graves desequilibrios en la balanza de pagos43.
Pero más recientemente, el dependentismo fue abandonado por sus figuras más
renombradas. Dos Santos44ya no considera al subdesarrollo cómo un producto de la
dominación de los países centrales y por eso estima, que la aplicación de políticas
industrializadoras permite superar el atraso y Marini45afirma que este objetivo se logrará
conformando bloques regionales., Gunder Frank46 ha llegado a la conclusión que la
27
dependencia es una ¨quimera¨, al caracterizar que no existen desarrollos autónomos
nacionales. Opina que los países desconectados de la economía mundial en los períodos de
crisis, se reintegran a este circuito en las fases de prosperidad. En el campo marxista,
algunos críticos del dependentismo como B. Warren y N. Harris reforzaron sus objeciones,
afirmando que la tasa de crecimiento es mayor en la periferia que en centro y que el
potencial expansivo del capitalismo es idéntico en ambas regiones47.
Pero toda esta oleada de críticas al dependentismo cuestiona los aciertos y no los
defectos de esta concepción. Desconoce que este enfoque partió correctamente de un
análisis totalizante del capitalismo cómo sistema mundial, estructurado en torno a regiones
que son beneficiadas o perjudicadas por sistemáticas transferencias de riquezas. El
dependentismo destacó que el subdesarrollo de Latinoamérica obedeció históricamente al
papel subordinado de la región cómo abastecedora de materias primas y cómo mercado de
manufacturas de los países centrales.
En sus vertientes de izquierda, esta escuela partió de una jerarquización de la
economía internacional cómo principio analítico retomando a los autores marxistas que
adoptaron el enfoque mundializante (Trotsky, Luxemburgo, Bujarín) frente a quiénes
optaron por visiones centradas en la acumulación nacional (Kautsky, Plejanov,
Hilferding)48. Estas corrientes también aceptaron la tesis central de la teoría del
imperialismo (el reconocimiento de una tendencia al ensanchamiento de la distancia que
separa a los países avanzados y retrasados), al reformular las distintas visiones de los
teóricos marxistas clásicos. Recogieron el análisis de Lenin de la gravitación del capital
financiero, la interpretación de Luxemburgo del agotamiento de las regiones pre-capitalista
y la tesis de Bujarin de la rivalidad por nuevos mercados de aprovisionamiento y venta de
mercancías. Pero también asimilaron la percepción que tuvo Marx de la polarización del
proceso mundial, cuándo reemplazó su primera exploración del tema colonial (textos sobre
28
la India, Bolivar y la guerra de Texas) por un enfoque más elaborado (análisis de Irlanda,
Polonia y Rusia). En esta revisión sustituyó la reivindicación del rol civilizatorio del
colonialismo por una crítica a su función asifixiante del desarrollo de los países atrasados49.
La aproximación dependentista a la teoría del imperialismo (actualmente
abandonada) formó parte de la denuncia de los mecanismos de dominación que soporta
Latinoamérica (que también han dejado de mencionarse). Y la incursión en esta temática
fue el acierto de este enfoque, que ahora objetan sus antiguos seguidores. Las limitaciones
del dependentismo se sitúan en otro plano. Se equivocó metodológicamente al trata de
indagar ¨leyes del capitalismo dependiente¨ específicas de Latinoamérica, omitiendo que
las economías de la región son particulares pero no detentan leyes originales y
diferenciadas del modo de producción vigente. Por eso conviene ¨pensarlas¨ a partir de
concepciones universales -cómo el marxismo- que no pertenecen ni al centro, ni a la
periferia50.
SIMPLIFICACIONES ANTI-LIBERALES.
Numerosos enfoques críticos actuales del ¨modelo neoliberal¨ mantienen los viejos
criterios analíticos de la Cepal o del dependentismo. Se objeta, por ejemplo, el aperturismo,
la desindustrialización o la vulnerabilidad financiera, utilizando teorías que explican el
atraso regional por razones demográficas (abundancia de mano de obra), culturales
(colonización hispánica retrógrada), políticas (constitución de estados débiles) o
económicas (especialización agro-minera). Con fundamentos estructural-funcionalistas
(heterogeneidad estructural, dualismo o enclave) se busca explicar la yuxtaposición de
modernidad y atraso en la periferia, sin relacionar esta mixtura con el funcionamiento y las
leyes generales del capitalismo. En otros casos se intenta pensar restrictivamente el
subdesarrollo ¨desde Latinoamérica¨.
29
Un ejemplo de estas simplificaciones es la conexión que habitualmente se establece
entre el aumento de la ¨exclusión¨ y las politicas ¨rentistas¨ de los grupos dominantes.
Retomando los análisis dependentistas de la ¨marginalidad social¨ y del ¨pillaje¨ se explica
la regresión de la distribución del ingreso en función de la dilapidación financiera de los
recursos de los región.
Pero si bien es cierto que los banqueros amasan fortunas cobrando tasas usurarias y
comisiones increíbles, no hay que olvidar que su ganancia representa tan sólo una porción
de la plusvalía que se distribuye también entre las corporaciones extranjeras y los
capitalistas locales. Los empresarios latinoamericanos no constituyen un grupo pasivo,
intermediario, ni puramente ¨rentista¨. Esta denominación no retrata ni al conjunto de la
burguesía regional, ni a sus grupos nacionales (los empresarios argentinos frente a los
brasileños, o los chilenos frente a los peruanos). Ninguna interpretación genética,
culturalista o religiosa ha logrado demostrar que los capitalistas latinoamericanos adopten
un comportamiento diferente de los empresarios de cualquier otra latitud.
La imágen de la clase dominante regional cómo una capa parasitaria y tributaria del
capital extranjero es afín a la caracterización de los capitalistas latinoamericanos cómo
¨satélites¨ manipulados por las ¨metrópolis¨. Autores cómo Gunder Frank desarrollaron
este enfoque al jerarquizar el estudio de los procesos comerciales o financieros y al
enfatizar exclusivamente el carácter mono-exportador de las economías periféricas51. Un
razonamiento equivalente inspira el uso actual de los términos de ¨exclusión y rentismo¨ y
este enfoque impide comprender el proceso de inserción productiva de Latinoamérica en la
nueva división internacional del trabajo.
Otro error es la caracterización del retroceso productivo de la región cómo un
proceso ¨desindustrializador¨. Esta visión sólo es rigurosa cuándo retrata la destrucción del
tejido industrial de ciertas zonas, cómo consecuencia de la competencia importadora o de la
30
reconversión de actividades ¨obsoletas¨. Pero en América Latina no prevalece una
degradación industrial absoluta, sino un giro hacia la especialización exportadora a costa de
la fabricación local integrada. Este proceso afianza el carácter fragmentario de la
semiindustrialización dependiente iniciada en los años 50. Con métodos más tecnificados
se expande el procesamiento de materias primas o el armado de piezas, que implican una
simultánea reorganización y modernización del proceso productivo.
Otra simplificación aparece con la tesis de la ¨reprimarización¨ que sugiere un
retroceso pleno de Latinoamérica a su viejo papel de exportador agro-minero. Aquí se
confunde la especialización de la región en los escalones más bajos de la división
internacional del trabajo, con la simple restauración del modelo de producción de materias
primas. Con este enfoque se vuelve a suponer erróneamente, que el capital extranjero
intenta ahogar toda industrialización de las naciones subdesarrolladas para asegurar la
primacía de la industria metropolitana. Nuevamente se confunden las limitaciones del
desarrollo regional con la imposibilidad de este desenvolvimiento, olvidando que las
corporaciones extranjeras lejos de oponerse a toda forma de industrialización son las
principales promotoras de la localización de plantas mano de obra intensivas en la
periferia52.
Las teorías del imperialismo y del desarrollo desigual y combinado permiten
superar estas simplificaciones porque no plantean la problemática latinoamericana en
términos de oposiciones elementales del tipo: ¨capitalismo-feudalismo¨, ¨predominioausencia total de la burguesía¨ ,¨factibilidad-imposibilidad de la industrialización¨. Al
contrario, explican cuáles son las fuerzas que impidiendo el estancamiento absoluto de la
periferia, limitan al mismo tiempo su desenvolvimiento.
NUEVAS CATEGORÍAS.
31
Es indudable que en América Latina se está procesando un cambio de excepcional
profundidad. El agravamiento de la deuda, la especialización exportadora, la explosión de
pobreza y la nueva escala de intercambio desigual desestabilizan los regímenes políticos,
erosionan los tradicionales sistemas de dominación e imponen drásticos reordenamientos
de las estructuras estatales. ¿ Pero cuál es el correlato social de esta transformación ?
Algunos autores estiman que la burguesía latinoamericana se ha
¨transnacionalizado¨, cómo consecuencia de la desarticulación económica de la región y de
su creciente integración al circuito del capital mundializado53. Pero esta caracterización
sería adecuada si el término transnacionalización sólo indicara la creciente asociación de
empresarios latinoamericanos y foráneos. Pero ¨transnacionalización¨ tiene un significado
distinto al de ¨extranjerización¨ o ¨entrelazamiento empresario internacional¨. Implica que
la burguesía anteriormente nacional tiende a desaparecer cómo grupo diferenciado con
raíces en cierto territorio, para constituirse en un sector participante de la acumulación
mundial, sin intereses específicos o primordiales en un país.
Esta calificación de transnacional se aplica seguramente a los grupos financieros o a
los países que se han convertido en apéndices de Estados Unidos (por ejemplo, Panamá),
pero no se adecúa a la realidad actual de la burguesías argentina, mexicana o brasileña. La
fuente de poder de estos sectores es la plusvalía extraída a los trabajadores de sus países en
actividades situadas en estas zonas. El grueso de los negocios que alimenta sus beneficios
se desarrolla dentro de las viejas fronteras.
Es cierto que estos límites se están modificando aceleradamente y que la
diferenciación de cada burguesía en función de la localización de su propiedad tiende a
replantearse. Pero corresponde precisar en qué casos y en qué medida la
internacionalización del proceso productivo mundializa efectivamente las formas de
propiedad. Por el momento en América Latina prevalecen modalidades de integración
32
dependiente y subordinada a las corporaciones imperialistas. La burguesía regional no
participa en la formación de un bloque hegemónico, ni siquiera cómo socio menor. A
diferencia por ejemplo de los ¨países pobres¨ que ingresan en la Comunidad Europea, no se
entrelaza con una clase dominante que disputa la primacía del mercado mundial.
Es prematuro predecir el rumbo de las burguesías latinoamericanas porque en pleno
terremoto de reestructuraciones económicas coexisten tendencias de evolución muy
diferentes. Hay procesos de acelerada absorción al área de dominio directo de Estados
Unidos (Nafta, maquilas, ensamble de negocios en centroamérica y ensayos de
dolarización). Pero también se constituyen mercados regionales cómo el Mercosur, que si
se dotan de una moneda propia se mantendrían dentro del status tradicional de
dependencia. Además, existen en Latinoamérica varios epicentros de regresión social
absoluta y descalabro del estado, cuyo afianzamiento derivaría en procesos de
balcanización y crisis prolongada.
La transnacionalización es sólo una alternativa de este mosaico de opciones. La
utilización indiscriminada del término presenta el mismo inconveniente que la
caracterización de la burguesía regional cómo un sector ¨comprador¨ o ¨comisionista¨
desinteresado del desarrollo regional. La tesis de una ¨lumpenburguesía causante del
lumpendesarrollo¨, por ejemplo, deducía equivocadamente de la transferencia de recursos
de la periferia al centro, la inexistencia de clases dominantes enraizadas en la región y
partícipes activas del proceso de explotación 54.
Para formular un diagnóstico acertado de la transformación de la clase dominante
hay que observar tanto las mutaciones en las relaciones de propiedad, cómo los cambios
registrados en la burocracia que comanda los estados. Tal cómo ocurrió en el pasado, las
características de la clase social dominante sólo condicionan la configuración específica de
cada sociedad. Este resultado depende también del rumbo que fija el grupo que controla los
33
resortes del estado, a través de decisiones que moldean el capitalismo de cada país. Y en
este plano es llamativo que el grado de ¨transnacionalización¨ de la alta burocracia de los
estados latinoamericanos sea habitualmente superior al prevaleciente entre la burguesía.
Esta tendencia se expresa directamente en la conformación de una capa de
funcionarios adiestados por el FMI y el Banco Mundial, que está ocupando todos los
lugares estratégicos del aparato estatal. La carrera, remuneración y futuro laboral de este
personal está más vinculado a los servicios que prestan a los organismos internacionales
que a las funciones que cumplen en favor de la clase empresaria local. Por eso, son más
permeables a las exigencias de los bancos y las empresas imperialistas que a los
requerimientos de la burguesía regional.
Esta sustitución de las viejas burocracias latinoamericanas -educadas en la región y
acostumbradas a gestionar empresas publicas- por una nueva elite cosmopolita es un
eslabón central del reforzamiento de la dependencia comercial, financiera y tecnológica,
que permite hablar de una ¨recolonización¨ de Latinoamérica. Se puede objetar que la
denominación ¨colonización¨ o ¨semicolonización¨ fue utilizada a principio del siglo XX
para describir la ausencia total o parcial de independencia formal por parte de los países
subdesarrollados, en una situación muy diferente a la actual55. También es cierto que estas
categorías perdieron rigurosidad a partir de la posguerra, primero por la desaparición de los
viejos imperios coloniales y luego por el surgimiento de países periférico-superiores
gobernados por clases capitalistas autónomas. Algunos autores utilizan para estos casos, la
denominación de países ¨semi-industrializados dependientes¨ 56.
Todas estas precisiones son válidas y deberán contribuir a encontrar el término más
adecuado para definir la actual situación de mayor asociación de los capitalistas periféricos
con los grupos centrales y creciente subordinación política al imperialismo. Este
sometimiento se ha naturalizado incluso cómo un dato inevitable de la globalización. A
34
falta de otro concepto más exacto, el término ¨recolonización¨ resalta esta reducción de los
márgenes de independencia política detentados por los países latinoamericanos.
PROTESTA GLOBAL Y EMANCIPACIÓN SOCIAL.
La asociación de los capitalistas locales con las corporaciones imperialistas y la
imbricación de los funcionarios estatales con las burocracias de los organismos
internacionales desacreditan el papel papel dirigente de la clase dominante frente al
conjunto de la población. Y este desprestigio potencia la resistencia popular frente al
atropello de las conquistas sociales que ha prevalecido en la última década. Importantes
oleadas de protestas no sólo enfrentan el interminable ajuste neoliberal, sino que abren el
camino para poner fin a la hemorragia de la deuda, a la terrible pauperización y al aumento
de la explotación
Al comenzar el nuevo siglo, América Latina es un volcán de crisis políticas y
levantamientos sociales. Pero uno de los rasgos más promisorios de esta resistencia es su
empalme con la protesta global que ha comenzado contra la ¨Internacional del Dinero¨, que
conforman el Banco Mundial, la OMC y el FMI. Las manifestaciones en los centros
financieros y comerciales (Seattle, Washington, Ginebra, Londres) tienden a enlazar las
reivindicaciones de los trabajadores del centro y de la periferia en una nueva red de
solidaridad entre los pueblos. La misma mundialización que ensancha la brecha entre los
países avanzados y subdesarrollados aproxima los reclamos de los oprimidos de ambos
polos.
El futuro de Latinoamérica está muy vinculado a la profundización de esta protesta
global contra el capital, que replanteará la perpectiva de un porvenir socialista. Ningún país
periférico puede aspirar a convetirse en una gran potencia capitalista, pero todos pueden
intentar cumplir un rol en la historia apostando a un proyecto emancipatorio común.
Agosto 2000
35
BIBLIOGRAFÍA CITADA.
1
-Kay Cristóbal. ¨Estructuralismo y teoría de la dependencia en el período neoliberal¨. Nueva Sociedad n 158,
diciembre 1998.
2
-Benavente J, Crespi G, Katz J. Stumpo G ¨Nuevos problemas y oportunidades para el desarrollo industiral de
América Latina¨. Realidad Económica, n 153, enero-febrero 1998 y 154 , febrero.marzo 1998, Buenos Aires.
3
-Bouzas Roberto y French Davis. ¨La globalización y la gobernabilidad en países en desarrollo¨ Revista de la Cepal,
número extraordinario, octubre 1998, Santiago.
36
4
-Di Fillipo Armando. ¨La visión centro-periferia hoy¨ Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre 1998,
Santiago.
5
Ver distintos significados del imperialismo en -Sutcliffe Bob. ¨Conclusión¨ y Owen Robert. ¨Introducción¨. Owen
Roger, Sutcliffe Bob. Estudios sobre la teoría del imperialismo¨, Era, México, 1978.
6
Ver las diferencias históricas del imperialismo en Magdoff y los cambios actuales en Gulap. -Magdoff Harry.
¨Imperialismo sin colonias¨. Owen Roger, Sutcliffe Bob. Estudios sobre la teoría del imperialismo¨, Era, 1978,
México. -Gulap Haldun. ¨Debate on capitalism and development¨. Capital and class, n 28, spring 1986, London.
7
El cálculo del ensanchamiento histórico de la brecha entre países avanzados y retrasados fue hecho por Lant Pritchett del
Banco Mundial (ver La Nación, 12 de setiembre de 1999). Las estimaciones más recientes sobre esta brecha fueron
realizadas por organismos de las Naciones Unidas-PNUD y del Banco Mundial (Ver Clarin 12 de julio de 1999 y La
Nación 16 de setiembre de 1999).
8
Ver: -Toussaint Eric. ¨Quebrar el círculo infernal de la deuda¨. Le Monde Diplomatique, setiembre 1999, Buenos
Aires.
Tamibien: -Beinstein Jorge. ¨Tomar distancia de los centros de dominación¨. Le Monde Diplomatique, setiembre 1999.
9
-George Susan. ¨Seattle, antes, durante y despuès¨. Le Monde Diplomatique, Enero 2000, Buenos Aires.
10
-Bray Marjorie. ¨Trade as an instrument of dominance¨ Latin American Perspectives, n 108, vol 26, september 1999,
Los Angeles.
11
Ver: Salama Pierre. ¨Las nuevas causas de la pobreza en América Latina¨. Ciclos n 16, 2do semestre 1998, Buenos
Aires.
12
Trotsky aplicó por primera vez esta categoría para explicar cómo Rusia detentaba simultáneamente ramas modernizadas
en una estructura social arcaíca e interpretó que esta amalgama obedecía a la transformación de la economía mundial en
una entidad rectora de los procesos nacionales de acumulación. Trotsky León. Resultados y perspectiva. Ed Cepe.Buenos
Aires, 1972.
13
-Lowy afirma que junto a la determinación económica de la lucha de clases es la tesis marxista más ampliamente
asimilada en los últmos 50 años. Lowy Michel. "La teoría del desarrollo desigual y combinado". Dialéktica, n 9,
octubre 1997, Buenos Aires.
14
Ver: -Sutcliffe Bob. ¨Imperialismo e industrialización¨. Owen Roger, Sutcliffe Bob. Estudios sobre la teoría del
imperialismo¨ , Era, 1978, México.
15
La noción de orígen althusseriano ¨formación económico-social¨ permite entender la modalidad concreta que adoptó la
mixtura de modos de producción diferentes en Latinoamérica en cada época y país. Explica cómo se realizó la articulación
entre el capital extranjero y las clases dominantes locales.
16
-Katz Jorge. ¨Aprendizaje tecnológico ayer y hoy¨. Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre 1998. Buenos
Aires.
17
Ver informe de la Cepal (Página 12, 18 de mayo de 2000) y datos recogidos por Herrera Ernesto. ¨Amerique Latine:
l´ordre liberal en plein desordre¨. Imprecor n 441, novembre 1999, Paris.
18
Ver informe de la OIT (La Nación, 24 de agosto de 1999 ) y otros datos en Ocampo José. ¨Cincuenta años de la
Cepal¨. Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre 1998, Santiago.
19
-Husson Michel.”Mise en concurrence et loi de la valeur internationale” Congres Marx International II. 30
septembre-3 octobre 1998, Paris.
20
Castells Manuel. La era de la información.Vol 1, (cap 2). La sociedad red. Alianza Editorial , 1996, Madrid..
21
Ver Mbembe Achille.¨Las nuevas fronteras del continente africano¨.Le Monde
Diplomatique, n 5, noviembre 1999, Buenos Aires.
22
Sobre esta discusión: Salama Pierre. “De rapport de la finance au travail en Amerique Latine et en Asie du
nord et du sud” Congres Marx International II. 30 septembre-3 octobre 1998, Paris.
37
23
-Bello Walden. “The Asian economic implosion”. Race and Class vol 40, n 2/3, october 1998-march 1999,
London.
-Spracks Colin “The eye of the storm”. International Socialism n78 Spring 1998 .
24
-Arias Xosé Carlos. ¨Reformas financieras en América Latina,1990-1998¨. Desarrollo Económico n 155, vol 39,
octubre-diciembre 1999, Buenos Aires.
25
-Basualdo Eduardo. ¨Acerca de la naturaleza de la deuda externa¨. Libro Página 12, abril 2000, Buenos Aires.
26
-Habel Jeanette. ¨La primera frontera entre el norte y el sur¨. Le Monde Diplomatique, diciembre 1999, Buenos
Aires.
27
Ver -Heredia Mariana. ¨Desigualdades sociales y desarrollo económico¨. Realidad Económica n 167, octubrenoviembre 1999, Buenos Aires.
28
-Minsuburg Naum. ¨América Latina ante la globalización y transnacionalización de la economía¨. Realidad
Económica, n 151, octubre-diciembre 1997, Buenos Aires.
29
Esta es la explicación que plantearon los teóricos marxistas (Mandel, Bettelheim) frente a las explicaciones del
intercambio desigual centradas en la asimetría de los mercados y los recursos tecnológicos (Prebisch) o en la vigencia de
salarios nacionales diferenciados (Emmanuel). Ver: Katz, Claudio. "Intercambio desigual en América Latina" Economía
latinoamericana: de la década perdida a la nueva crisis. (cap 4) Editorial Letra Buena, Buenos Aires, abril, 1993.
30
El funcionamiento de la ley del valor a escala internacional se modifica en la dirección de formar una tasa de
ganancia media común entre las empresas que compiten a escala global y cuyos capitales se movilizan sin respetar
los trazados fronterizos. Ver: Carchedi, Guglielmo. Frontiers of political economy, (cap 7) Verso 1991, London.
31
-Petras James, Veltmeyer Henry. ¨América latina al final del milenio¨. Cuadernos del Sur, n 29, noviembre 1999,
Buenos Aires.
32
Un índice de este rasgo es el desigual poder de compra que detentan las horas de trabajo de distintos países. La capacidad
adquisitiva de una hora de trabajo estadounidense equivalente -en 1995- a 80 horas de trabajo de la India se ha duplicado
en comparación a 1980. Ver-Freeman Alan. “Crisis and the poverty of nations”. Historical Materialism n 4, 1999,
London.
33
-Lusting Nora. ¨Pobreza y desigualdad: un desafío que perdura¨ Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre
1998, Santiago.
34
-Birdsall Nancy, Lozada Carlos. ¨Shocks externos en economías vulnerables¨. Revista de la Cepal, número
extraordinario, octubre 1998, Santiago.
35
Ver: -Ferrer Aldo. ¨Raul Prebisch y los problemas actuales de América Latina¨. Ciclos n 10, !er semestre 1996,
Buenos Aires. También .¨La economía no es aburrida¨ Clarin,17 demarzo de 2000. Además:
-Furtado Celso. ¨El nuevo capitalismo¨. Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre 1998, Santiago.
36
-Rodriguez Octavio. ¨Heterogeneidad estructural y empleo¨ Revista de la Cepal, número extraordinario, octubre
1998, Santiago.
37
Ver este giro en: -Bielschowsky Ricardo. ¨Evolución de las ideas de la Cepal¨. Revista de la Cepal, número
extraordinario, octubre 1998, Santiago.
38
-Kay Cristóbal. Ver obra citada.
39
-Amin Samir. La desonexión. Ed Pensamiento Nacional, 1988, Buenos Aires.
40
-Cardoso Fernando H. Dependencia y desarrollo en América Latina, Siglo XXI, 1973, Buenos Aires.
41
Cardoso atacó el ¨subconsumismo narodniki¨ de la izquierda dependentista, retomando los argumentos -que a principio
del siglo XX - utilizaron ciertos críticos en Alemania y Rusia (Hilferding, Tugan, Bulgakov) contra los autores marxistas y
populistas, que remarcaban el efecto nocivo de la pobreza y el bajo nivel de consumo sobre la acumulación. Compartió
todas las ilusiones armonicistas de estos críticos, al suponer que la debilidad de la demanda podría superarse mediante un
funcionamiento equilibrado del capitalismo basado en políticas de regulación estatal o monopólicas. Ver: Cardoso
Fernando H. ¨La originalidad de la copia¨ Revista de la cepal, segundo semestre 1977, Santiago y ¨El desarollo en el
banquillo¨ Revista de Comercio Exterior, agosto 1980, México.
38
42
Kalmanovitz Salomón. El desarrollo tardío del capitalismo (cap 5), Siglo XXI, 1983, Bogotá.
43
Esta corriente retomó la tesis desproporcionalista de Hilferding (los desequilibrios intersectoriales originan la crisis y su
regulación asegura la acumulación) para explicar el desbalance estructural del comercio exterior latinoamericano. Pero
ignoró que el desequilibrio externo representa tan sólo una de las desproporciones características de la periferia, cuya
atenuación parcial potencia otros desajustes. Cuándo el giro exportador coexiste, por ejemplo, con el mayor endeudamiento
se acentúa la pérdida de divisas y si además se desenvuelve a costa del mercado interno termina reduciendo la base local
de la acumulación.Ver: Olivera Francisco. ¨Patrones de acumulación¨ Investigación Económica n 143, 1978, México.
44
-Dos Santos Theotonio. ¨The theoretical foundations of the Cardoso Government¨, Latin American Perspectives n 98
, vol 25, january 1998, Los Angeles.
45
Marini Ruy Mauro. ¨La izquierda y las nuevas dependencias¨. Las palabras y las cosas, 11 de febrero de 1990, Buenos
Aires.
46
-Frank André Gunder. El subdesarrollo del desarrollo. Nueva Sociedad, 1991, Caracas.
47
Ver: -Howard M.C, King J.E. A history of marxian economics, (cap 9, 10, 11) vol II, 1992, Princenton
48
Ver Varios Autores. Sobre el imperialismo. Comunicación n 26, Madrid, 1975.
49
Ver varios autores en el número especial sobre el tema de la revista Nueva Sociedad, n 66, mayo-junio 1983. También:
Aricó José. Marx y América Latina, Cedep, Lima, 1980.
50
Cuevas planteó que la problemática de la dependencia no tiene estatuto de teoría por su grado insuficiente de
abstracción y generalidad. Ver -Dos Santos, Theotonio. Imperialismo y dependencia, Era, 1986, México y la crítica
en: Cuevas Agustín. ¨Comentarios¨. Clases sociales y crisis política en América Latina. Siglo XXI, 1977, México.
51
Esta visión se basada en una caracterización del orígen del capitalismo latinoamericano fundada en el desarrollo del
comercio colonial, que no tomaba en cuenta las transformaciones de las relaciones de producción en el agro. Se inspiró en
la tesis defendida por Sweezy contra Dobb durante el ¨debate sobre la transición¨ del feudalismo al capitalismo en Europa.
En lugar de situar la ¨desacumulación originaria¨ que soportó Latinoamérica en el contexto de la acumulación originaria
europea ,supuso que el capitalismo ya era el modo de producción dominante. Por eso concibió a este un sistema en
términos comerciales. Esta misma confusión perdura en la actual tendencia a ignorar la primacía de los procesos
productivos en la caracterización del capitalismo.
52
-Ayres Ron, Clark David. ”Capitalism, industrialsation and dependency” Capital and Class n 64, spring 1998,
London.
53
-Robinson William . “Latin America and gloabl capitalism”. Race and Class vol 40, n 2/3 , october 1998-march 1999,
London.
54
La teoría de la lumpenburguesía se desarrolló defendiendo la tesis del origen mercantil-capitalista de América Latina en
oposición al plantéo de la ¨colonización feudal¨. Buscaba demostrar el carácter socialista y no democrático-burgués de la
revolución, cómo si las tareas polìticas de la segunda mitad del siglo XX derivaran directamente de la naturaleza de un
proceso consumado cuatro centurías antes. Varios autores refutaron esta simplificación historiográfica destacando la
existencia de distintas formas híbridas de producción, surgidas de la disolución, el dominio, la supervivencia o la símbiosis
que provocó el contacto entre los diversos modos de producción que existieron en la región. La dependencia de
Latinoamérica se afianzó justamente por la articulación de estas modalidades con un mercado mundial dominado por los
paises avanzados. Ver: Gunder Frank André. Lumpenburguesía y lumpendesarrollo. Laia,1979, Barcelona y la crítica de
Cueva Agustín. El desarollo del capitalismo en Latinomérica, Siglo XXI, 1980, México.
55
Astarira Rolando. ¿ Semicolonia o país dependiente ?. Debate Marxista n 10, junio 1988, Buenos Aires.
56
-Mandel Ernest. “Semicolonial countries and semiindustrialized dependent countries”. New International, 1986,
New York.
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