proyecto de ley para la modificación del artículo 5.4.2

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MATERIA: SEGURIDAD VIAL. FALTAS
PROYECTO DE LEY PARA LA MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 5.4.2.
DE LA LEY 2148 QUE OBLIGA LA LOS CONDUCTORES
A
SOMETERSE A LAS PRUEBAS DE ALCOHOLEMIA
INICIATIVA LEGISLATIVA 1967-F-2015
PRESENTADA 01/07/2015
PROYECTO DE LEY
Artículo 1º.- Modifícase el artículo 5.4.2 de la Ley 2148, el que quedará
redactado de la siguiente manera:
“Artículo 5.4.2° - Obligación de los conductores.
Todo conductor está obligado a someterse a las pruebas que realice la
autoridad de control establecidas en el presente código y su
reglamentación, ya sea de carácter circunstancial o como parte de
operativos, a fin de detectar el nivel de alcohol en sangre o la presencia
en su organismo de cualquier otra sustancia que disminuya su aptitud
para conducir.
La mera negativa a realizar la prueba constituye falta. En este caso, el
agente de control prohíbe al infractor que prosiga conduciendo y ordena la
remoción del vehículo.”
Artículo 2º.- Regístrese, comuníquese al Poder Ejecutivo.-
FUNDAMENTOS
Señora Presidente:
La modificación a la norma que se propone en el presente proyecto de ley,
refiere a la necesidad imperiosa de la protección del principio de juridicidad
que debe respetar el ordenamiento jurídico local.
Actualmente, el artículo 5.4.2 de la ley 2148 (Código de Tránsito) que se
pretende por este proyecto modificar, dispone: “... La negativa a realizar la
prueba constituye falta. En este caso, a los fines de impedir que la persona
prosiga conduciendo, se presume, el estado de alcoholemia positiva o de
conducir bajo la acción de estupefacientes” (el resaltado me pertenece).
Esta presunción que realiza el Código de Tránsito para los conductores que
se niegan a someterse al control dispuesto por la autoridad, no puede
apartarse de los principios júridicos in dubio pro reo y de debido proceso
legal.
La conducta típica de la figura se limita a la negativa de sometimiento al
control, con lo cual no habría duda sobre su comisión ante el efectivo actuar
típico, no encontrándose razones para atribuir en el infractor conductas que
no pueden ser comprobadas sin intervención competente.
Presumir su estado positivo de dopaje correspondería a una extralimitación
en el arbitrio de las facultades propias del órgano a cargo en el ámbito de la
administración,
violando
claramente
los
principios
penales
constitucionalmente adoptados.
Las leyes podrán regular los derechos de los individuos, fijando sus alcances
y límites, pero, si la ley quiere desconocer el derecho individual,
reglamentándolo irrazonablemente, modificándolo o alterándolo de
cualquier otro modo, tal ley es carente de fuerza u obligación y el derecho
individual mantiene su vigencia a pesar de la ley que inconstitucionalmente
ha querido desconocerlo.
El articulo 18 de nuestra carta magna, al igual que la Convención
Interamericana de Derechos Humanos (art. 8, inc. 2, ap. 6) consagran la
garantía de no “autoincriminación”, por cuanto parecería erróneo el
resultado jurídico de la negativa a someterse a la realización del control.
Como consecuencia de la vigencia de la prohibición de autoincriminación, el
silencio del imputado no autoriza a efectuar presunciones en su contra, ya
que un actuar contrario implicaría una coerción indirecta sobre el sujeto.
Sabido es que, las garantías constitucionales son el soporte de la seguridad
jurídica. En sentido lato “son el conjunto de seguridades jurídicoinstitucionales 67 deparadas al hombre” (Bidart Campos, Germán. “Manual
de la Constitución reformada”). Ellas existen frente al Estado, son medios o
procedimientos que aseguran la vigencia de los derechos.
Dado que las figuras de “negativa de sometimiento al control” y las de
“estado positivo de alcoholemia o dopaje” se corresponden con acciones
típicas claramente diferenciadas, no existiría razón alguna para su
equiparación, en cuanto a sus efectos jurídicos.
Esta misma diferenciación se hace evidente al haber sido tratadas
oportunamente por el legislador, cada una bajo un tipo de sanción distinta.
Por un lado, el Régimen de Faltas de la ciudad de Buenos Aires, sanciona
la negativa del conductor a someterse a las pruebas establecidas en los
controles, correspondiendo a tal falta multa en dinero.
Por su parte, el Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires,
establece para el conductor del vehículo que circule en estado de ebriedad
o bajo los efectos de estupefacientes, una multa en dinero o días de
arresto, supletoria o accesoriamente.
Se observa que, mientras la conducción bajo el efecto de estupefacientes o
alcohol constituye una contravención, la mera negativa a someterse al
control de la autoridad dispuesto a tal efecto, constituye una falta.
Contraponiendo el Código Contravencional y el Régimen de Faltas, con el
artículo 5.4.2 del Código de Tránsito, se evidencia la confrontación de
soluciones o mejor dicho posiciones ante la misma problemática planteada.
El artículo del Código de Tránsito que se pretende modificar, indica
primeramente que la negativa al sometimiento de la prueba constituye una
falta aunque, en segundo término, indica que por esta negativa se presume
asimismo el estado positivo de alcoholemia o manejo bajo la acción de
estupefacientes; desplazando así sus efectos hacia el campo de las
contravenciones.
De esta manera, sería erróneo determinar que la negativa al sometimiento
constituye una falta, ya que luego la norma obliga al juzgador a subsumir la
consecuencia de la conducta del infractor / contraventor, por presumir el
consumo de sustancias, configurando una contravención.
El propio Código de Tránsito en su artículo 5.4.7 luego de su última
modificación introducida por la Ley 3003/09, establece que para los casos
de alcohol en sangre detectados en el infractor en grados mayores a los
permitidos, o ante la negativa a realizar la prueba, el agente de control debe
ordenar la remoción del vehículo.
Se evidencia entonces que para los casos de negativa a la prueba de alcohol
en sangre, no se presume su consumo, como si se lo hace en los casos de
control de estupefacientes.
Por su parte, los artículos 5.4.8 y 5.4.9 del mismo código establecen sobre
la detección de otras sustancias o la detección in fraganti que el agente de
control, ante un conductor que evidencie tener disminuida su aptitud para
conducir, debe proceder en forma análoga a lo establecido en el artículo
5.4.7.
Por ello resulta errado establecer como regla general la presunción de
dopaje o alcoholemia positiva, ante la negativa al sometimiento al control
(artículo 5.4.2), bastando la mera remoción del vehículo para impedir que se
continúe con la circulación y de esa manera salvaguardar el bien jurídico
tutelado. La doctrina sostiene que: “El criterio de que las garantías deben
acentuarse en relación directa con la magnitud del injusto de la infracción,
apareja la consecuencia paradojal de otorgar garantías mucho mayores al
parricida que al contraventor, o sea, al delincuente excepcional en perjuicio
del ciudadano común. Esto lleva a una minimización jurídica discursiva del
derecho contravencional que produce una maximización represiva no
registrada en los códigos y leyes penales propiamente dichos.”( Zaffaroni,
Eugenio Raúl, Alagia, Alejandro y Slokar,. Alejandro. “Manual de derecho
penal. Parte general.” Buenos Aires.)
Asimismo: “En el estado actual de la evolución del derecho, el sometimiento
del Estado al orden jurídico resulta no solo un imperativo constitucional o
legal sino también una condición necesaria para la subsistencia de la
sociedad como tal.” (Tawil, Guido “Administración y Justicia”.)
“Vale destacar que caer en la tentación de torcer la naturaleza de las normas
penales para escapar de los limites constitucionales, es propio de las mentes
autoritarias que invocando el bienestar general, dejan de lado las garantías
individuales para justificar el abuso de poder estatal (así la tesis citada por
Carlos Creus como invocada por James Goldschmidt, según la cual puede
distinguirse el derecho penal justicial del derecho penal administrativo, que
tendría otros principios propicios para la imposición de sanciones bajo
criterios de responsabilidad objetiva).” (“Cevasco, Luis Jorge; Fernández,
Walter. “Derecho Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”,
Di Plácido, 2.000.)
Al encontrarse regladas las conductas que previenen el buen desarrollo de
la actividad vehicular en nuestro Código de Tránsito, el mismo no debe
apartarse de los principios más fundamentales que abrazan el sistema
jurídico argentino.
En este sentido, “...las legislaturas provinciales y la de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, podrán dictar normas de naturaleza penal, vinculadas a
cuestiones que hacen al ejercicio de ese poder de policía y sobre materias
no aprehendidas por el Código Penal o sus leyes complementarias. Son las
denominadas normas contravencionales y de faltas.”
“De todas maneras, sus normas de fondo y forma deben regirse por los
mismo principios republicanos que tiene vigencia en el derecho procesal y
penal constitucional de legalidad, de reserva, respeto del debido proceso
legal, juez natural, in dubio pro reo, non bis in idem, aplicación de la ley mas
benigna, etc.; porque, en cuanto a su naturaleza tienen igual estructura que
el resto de las leyes penales y por ende, están sometidas a los mismos
criterios constitucionales que rigen a esta categoría normativa.”
“Las normas penales en general se caracterizan por contener la descripción
de una conducta prohibida y contemplar la aplicación de una pena para 69
quien viole la prohibición.”
“Es el derecho de faltas, un conjunto de normas de naturaleza penal,
vinculadas a las reglamentaciones de carácter administrativo propias de
cada comunidad y que hacen al ejercicio del poder de policía local, que se
complementan con el derecho contravencional.” (Cevasco; Fernández, op.
Cit.)
Son contundentes las palabras del Dr. Raul E. Zaffaroni como diputado
constituyente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, al versar sobre la
naturaleza jurídica de este tipo de normas penales (“Diario de Sesiones de
la Convención Constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, sesión del día
24/09/2000.): “Quisiera decir claramente a quien intente escudriñar en este
Diario de Sesiones el sentido y el alcance de este párrafo, que no pierda el
tiempo en inventarse de nuevo las teorías de James Goldschmidt sobre el
derecho penal administrativo, que es una cosa de Alemania Guillermina
anterior a la Primera Guerra Mundial que no tuvo nunca nada que ver con
nosotros. Que no intente inventar diferencias ónticas entre los delitos y las
contravenciones, porque no existen. Que no intente importar teorías como
las de las contravenciones de orden o las Ordnungswidrigkeiten que son
inventos modernos de los alemanes o de los austriacos y que no tienen nada
que ver con nuestro sistema vigente. Que tenga en cuenta que con esto
quisimos decir que en el ámbito contravencional rige estrictamente el articulo
19 de la Constitución Nacional y por si no sabe interpretar exactamente
dicho articulo, que lo que queremos decir es que no pretenda convertirse él
ni se convierta en juez de la moral de nadie... es voluntad de esta
Convención Constituyente que se quede en el molde y que se abstenga de
pretender juzgar la conciencia de su prójimo (Aplausos.) Técnicamente no
hemos podido hacer más, pero este es el claro mensaje que desde esta
Convención Constituyente enviamos a los futuros jueces de la ciudad.
(Aplausos.)” Apartándose de las preferencias dogmáticas de la doctrina
sobre el alcance, naturaleza y contenido de las normas contravencionales y
de faltas, claro es que nuestro sistema constitucional las coloca dentro del
sistema penal. Dado que la norma tiene un carácter penal, -que establece
ante la acción típica positiva, primeramente la retención del vehículo y en
una segunda instancia según se trate de una contravención o una falta, la
privación de la libertad o multa pecuniaria- no puede ella alejarse de los
principios generales que rigen este campo del derecho.
La propuesta del presente proyecto de ley pretende brindar una pacífica
solución al estado actual de la norma, ya que su modificación no olvida la
protección de los bienes jurídicos actualmente tutelados y preserva las
garantías propias de cada ciudadano conferidas por la misma Constitución.
Es que si bien el derecho penal administrativo es distinto de las otras
incriminaciones del derecho penal general, con ocasión de la especialidad
en sus preceptos, no está sin embargo separado de este, “no deja de ser
derecho penal verdadero y propio en la forma, en la sustancia y en la
finalidad misma; ya que el derecho heterogéneo, que en base a criterios de
oportunidad, se agrupa en torno a una rama de la administración pública, no
pierde por eso su naturaleza y no se aparta de los principios generales que
le son propios.
Es por las razones expuestas que, solicito se apruebe el presente Proyecto
de Ley.
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