full PDF - Cornell Library Windows on the Past

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TE LEV SA:
La doble derrota de los estrategas
RODOLFO WALSH
El mejor periodista latinoamericano
a 10 Años de su Secuestro
GUILLERMO SAMPERIO
.
y un relato de Walsh.·
EL 37
Núm. 1305
María Luisa Puga:
LA FORMA
DEL SILENCIO
.Un adelanto de
su nueva novela
México. D.F.•
~9~~ abril de
la cultura en
MEXI O
en la cultura '
I
1
Su lemento de Siem re!
6 HORAS DE TV
PARA LOS MANDELA
MAURICIO CIECHANOWER
.
inédito de
)OHN
REED:
El Día
de la
Libertad
de Expresión
35
RODOLFO W ALSH
El mejor periodista
latinoamericano
a 10 años de su secuestro
por la dictadura
Guillermo Samperio
Bueno, pues, intentaré involucrarme con una
obra que está íntimamente vinculada a la vida de
su creador y a momentos ominosos de la realidad
argentina, cuestión que implica un peligro: ser
arbitrario en la critica o profanar una existencia
que la Junta quiso sarcofagar. El peligro lo corro
y la arbitrariedad también, porque mi juicio es
más personal que teórico, asunto que no me incomoda porque se abre paso a través de la admiración que le tengo a Walsh desde hace más de
quince años.
Sí, zonas grises de la realidad argentina bañan
la literatura de Rodolfo J. '"' alsh. Y ello lo coloca
en una línea que tal vez él mismo eligió y que
viene de las primeras décadas de nuestro siglo:
Roberto Arlt yel grupo de BoedO.1 Al respecto"en
el Congreso Cultural de La Habana en 1968,
Walsh explicó: "Cuando las tierras de pastoreo
no se pueden ampliar ya más, empieza ese estancamiento económico que padecemos hasta hoy,
empieza de alguna manera ]a crisis, que todavía
no se ve como crisis, pero que Arlt la ve, la intuye
de alguna manera a partir de sus primeros libros.
Su primer libro creo que es de 1926, El juguete
rabioso, y ahí ya aparece toda la angustia, toda
la desesperanza, que va a ser la característica
esencial de la década de los 30, cuando ya la crisis
es reconocida por todo el mundo... En 1930 empieza, con el golpe de Uriburu, lo que se ha llamado «la década infame» 2 La idea contenida en
este pasaje a propósito de Arlt puede ser aplicada
también al propio Walsh. El autor de Los siete
locos y los de Boedo, a diferencia del grupo de
36
F1orida3 y Sur, vinculan su obra al proceso social
del país. Walsh asume el reto de aquella gente y
se sumerge en su circunstancia. Uno de sus libros
de relatos y uno de sus cuentos se titulan Los oficios terrestres, .. nombre que en mi opinión define su obra. Este título indica la filiación literaria
de Walsh: poco intentará el cuento extraño y fantástico ("El soñador",I965, y "Un kilo de oro",
1967); privilegiará el tratamiento literario de los
oficios de la Tierra. Cabe decir al paso que lo anterior implica más que nada una descripción.
Walsh, como Arlt, reconoce la crisis, es más la vive y la lleva en su existencia a partir del desastre
económico de su familia en 1937. 5 Cuando él habla, refiriéndose a la década infame, de angustia
y desesperanza está refiriéndose implícitamente a
varios de sus temas. Pero la desesperanza y la angustia implican, previamente, una caída, el fracaso, en fin, la degradación, especialmente de la
clase media argentina. No resulta nada difícil
rastrear la temática de la degradación en su
obra: Mauricio, que se suicida, en "Fotos"
(1965); la venganza producida "desde abajo" por
el centinela en "Imaginaria" (1965); el inspector,
el estanciero y el pequeño propietario, hombres
sumidos en una especie de fracaso onettiano, en
"Los dos montones de tierra" (1964); el traductor
de novelas policiales en "Nota al pie" (1967); la
derrota que inflinge el celador Cielty al héroe
Malcolm en "Un oscuro día de justicia" (1967); o
la miseria moral descrita en "La mujer prohibida" (1967). Y así podriamos encontrar otros sígnos terribles de la crisis yel derrumbe. Este asunto lo emparenta todavía más con Roberto Arlt.
Aquí podríamos tomar el camino de uno de sus
relatos más acertados: "Irlandeses detrás de un
gato" (1965) texto que forma parte de una serie
de cuentos sobre niños. Los alumnos del colegio
religioso írlandés andan detrás del alumno
nuevo, quieren .medir sus fuerzas, la capacidad
de Cato para enfrentarse a la comunidad. Viene
la pelea entre Cato y uno de los chicos, "fuerte y
prestigiado". Aparentemente gana Cato, pero en
el fondo gana un sitio dentro de la jerarquía del
poder colegial: el segundo. Los de abajo lo respetarán, pero él tendrá que respetar a los de arriba,
al celador y a las otras autoridades. ¿Triunfo
podría llamarse? En todo caso, triunfo y derrota,
o sitio en la crisis, ubicación en la degradación.
Este relato es casi autobiográfico, como puede
corroborarse en la memoria de infancia "El 37"
(1968). Creo, yes a lo que yo quería llegar, que
tal experiencia de la vida de J. Walsh, llevada a
la literatura, marcará cierto aspecto de su vida.
Me refiero a su participación política en el grupo
Montonero. Aclaro que no tengo derecho a meterme en esta cuestión y que puedo equivocarme,
pero ya traigo el impulso. En un texto de Lilia
Walsh, ella refiere que Rodolfo J. Walsh" ... se
había entregado de lleno a una militancia que
entendía debía ser rigurosa, sin tregua, dados los
objetivos que se había fijado la organización política-militar a la que pertenecía. Es decir, el trabajo concreto, cotidiano, ratuirió de todos sus es-
fuerzos y tuvo que postergar los enfoques analíticos."1> Cuando el movimiento Montonero se encuentra derrotado militarmente, Walsh decide
realizar tales "enfoques analíticos" y los turna a
su dirección, la cual no los toma en cuenta, o difiere de ellos; en todo caso, responde con el silencio. Walsh vaticinó en ellos cómo el enemigo, la
Junta Militar, acabaría con el movimiento.
Walsh era un hombre muy inteligente y tenia
gran capacidad analítica; lo demuestran sus textos policiales y sus reportajes periodísticos que alcanzan el rango de grandes novelas y dichas cualidades lo podrían haber puesto en un nivel de dirección; sin embargo, en el partido Montonero
ocupó un sitio intermedio, como el Cato. Decidió
o dejó que se decidiera, como lo dice su esposa,
"el trabajo concreto, cotidiano", es decir un oficio terrestre. Cuando él deseó que la guerra de
los montoneros fuera modificada radicalmente
en una inteligente retirada es decir, cuando intentó "dirigir" el destino de él y sus compañeros, el
fracaso ya estaba forjado. Vida y literatura: una
peligrosa correspondencia.
Ahora bien, si el tema de la degradación recorre la mayoría de sus trabajos y llega hasta los últimos momentos de su vida, atendiendo a una estructura más bien compleja y simplificada en mi
exposición, se encuentra otra línea: de resistencia
a la crisis o de lucha y critica, que es el elemento
coordinador, estabilizador, que no permite que
la caída sea un desplome rotundo. Esta línea establece una diferencia con el grupo de Boedo y
con Arlt, ya que ellos tenían una posición prácticamente anarquista fatalista de la crisis, lo que
no implica que sus productos literarios sean menos importantes. Y, al mismo tiempo, emparenta
a Rodolfo J. Walsh con los esCritores del XIX,
quienes combinaban el trabajo literario con otras
labores, pero principalmente con la política. Sigamos este elemento estabilizador.
Los tres relatos policiales de su libro Va·
riaciones en rojo, que mereciera el Premio Municipal en 1953, se inscriben en la última etapa tanto del peronismo como de la época de lo policial
en Argentina. Los relatos son típicamente policiales; se distinguen de otros, publicados entonces, por su calidad literaria excelente, sobre todo
en el caso de "La ventura de las pruebas de
imprenta" y de "Asesinato a distancia", éste en
sus descripciones poético-suntuosas, que luego
aplicará en el ciclo de los Irlandeses, emparentándose en el tono, como él mismo reconoce, con
la anónima traducción del volumen Cuentos de
lID soñador, de Lord Dunsany.7 Años después,
Walsh renegará de Variaciones en rojo. Pero me
atrevo a decir que existió una superación, ya que
su experiencia en el género policiaco lo llevará a
otras posibilidades de escritura y de investigación
de hechos reales que impregnan sus reportajes
Operación masacre (1957), El caso Satanowsy
(1958) y ¿Quién mató a Rosendo? (1969), yalgunos de sus relatos: "Los dos montones de tierra",
"Esa mujer", "Imaginaria", "Nota al pie", escritos entre 1964 y 1967, además de su obra de teatro La granada (1964). En toda esta producción
sucede algo curioso. Una de las criticas que más
se aplica al género policiaco que se cultiva en Latinoamérica es la de que transporta los r,nodelos
norteamericanos e ingleses, lo que limita la creatividad y convierte al texto en un mero juego de
la inteligencia y la malicia. Ante esta observación
pareciera que estamos condenados a no escribir
novelas policiales, pero aquí entra el aspecto curioso: Rodolfo Walsh comprobó que sí pueden
hacerse estas novelas, pero habrá que imprimirles una profunda modificación: el género
policiaco en Latinoamérica es, en lo fundamental, e1 relato con tema político. En ese sentido
surge un modelo nuevo de lo policial, determinado por el caracter de las policías y los ejércitos de
algunos países. El riesgo de esta literatura, desde
luego, es muy grande. Habría que decir que este
"nuevo género" se emparenta necesariamente
con el periodismo y con el testimonio, oficios del:
futuro encarnados en el desastre capitalista y en
EL 37
RodolEo Walsh
la crisis del socialismo. Tales oficios, que son
también los de Walsh, representan el elemento
estabilizador y de lucha en su obra. Ya no dentro
del género policial latinoamericano, pero en la
línea crítica, se enmarca su obra de teatro La batalla (1964), que además satiriza a un dictador
que muy bien podría ser Somoza, tema que
Walsh adelanta mucho antes que algunas novelas
que se publicaron después. Esto sucede también
en el relato titulado "Cartas" (1967) que capta de
manera magistral la crisis postperonista; hacia el
final, Moussompes, ya en el regazo de la locura, dice que no muere sino que volverá con los ejércitos
q combatir a los estancieros. Es decir, la crisis
tiene futuro. Walsh mismo regresó con los Ejércitos.
Por último, quiero decir que la filiación a los
oficios terrestres por parte de Rodolfo J. Walsh
proviene de su actitud frente a su historia: él encontró sus raíces en la producción literaria de su
país y en hombres como Bolivar. Esto implica la
filiación a una memoria labnoamericana, sin
despreciár por ello sus vínculos con las memorias
del extranjero. O sea, Walsh participó en el proceso ~e desepigonización, proceso tan vital y.tan
necesario para producir una vida y una literatura
de mayor profundidad en nuestros paísese
1
2
3
..
5
I
6
7
Nombre de un barrio de Buenos Aires que, al
mismo tiempo, fue dado a un grupo de intelectuales que cultivaban el texto social y anarquista. Esta definición, desde luego, es muy esquemática. El barrio era habitado, en general,
por la clase media empobrecida y la trabajadora.
Tomado de Panorama actual de la literatura
Iatinoameri~ Editorial Fundamentos, Caracas 1971, pág. 266.
Nombre de un sitio del centro de Buenos Aires,
dado también a un grupo de intelectuales,
entre los que se encontraba Jorge Luis Borges.
Se trata de un lugar sin problemas económicos.
Esta definición también es altamente esquemática.
Los textos que componen este volumen y la
gran mayoría de los que mencionaré pueden
encontrarse en Obra literaria, Siglo XXI, México 1981.
Su acercamiento a la realidad, lleva a Walsh a
redactar cuentos de corte altamente coloquial:
"Corzo" a965), "La máquina del bien y del
mal" (1966) y "La mujer prohibida" (1967).
Además, estos relatos tienen otro elemento común: la presentación del pícaro bonaerense.
En otros reportajes, Walsh se acercó también
al coloquialismo, quizá con un afán de confundirse con su país.
Tomado de Lilia Walsh, "Rigor e inteligencia
en la vida de Rodolfo Walsh", en Controversia; México, febrero de 1980, número 4, pág.
15.
. .
Ediciones Dintel, Buenos Aires 1958.
l 36 fue el año de la caída. Empezp con un
remate y terminó con un éxodo, una secreta ola de pánico.
Mi padre habia tenido la poca suerte de establecerse por su cuenta en plena crisis. En 1932
dejó un puesto de mayordomo de estancia en Río
Negro por una chacra arrendada en Juárez y una
casa alquilada en el pueblo. La razón de esa mudanza éramos nosotros~ los cuatro hijos que seríamos cinco al nacer mi hermana. Había que educamos: la exigencia, que él aceptó sin entusiasmo, era de mi madre. En cuatro años estábamos
en la ruina. Ahí fue el remate y la mudanza casi
furtiva al Azul, donde acabaron con lo que quedaba, el piano, el auto.
Fue muy brusco todo eso. Apenas tuvieron
tiempo de. ponemos en seguridad. Mis dos hermanos mayores fueron a casa de la abuela en
Buenos Aires; la más chica se quedó con ellos en
una pensión de la calle Moreno; con nosotros no
sabían qué hacer. Héctor tenía ocho años, yo,
diez. Alguien les dijo que en Capilla del Señor
había un colegio irlandés para huérfanos y pobres. Nos llevó mi padre. Recuerdo el día: 5 de
abril de 1937.
Los cambios fueron tan rápidos, violentos, que
hasta hoy me asombran. Todo estaba mal, absurdo, equivocado. La primera dificultad surgió con
el vestuario que mi madre había reunido precipitadamente, gastando sus últimos pesos. La lista
del colegio decía "overalls"; ella entendió,
compró, mamelucos grises en lugar de guardapolvos. Cuando Miss Annie, la encargada del
dormitorio, nos llamó a su oficina, la encontra-
E
mos bufando de ira y desprecio junto a las valijas
abiertas.
-¡Pero qué bruta! -repetía-o ¡Pero qué
analfabetal
.
Babeaba, boquita fruncida, anteojos caídos en
la cara gacha, 10 más parecido a la vieja de "Té
Mazawattee si la nieta le hubiera roto l$l porcelana.
Nunca había oído hablar de mi madre en esos
términos. Con los años, la diferencia entre "overalls" y "duster" llegó a ser para mí una cuestión
semántica; traductor, acudí nuevamente al
W ebster cada vez que apareció una de esas palabras. Por entonces no sabía inglés y no estaba en
condiciones de probar que la ignorante era Miss
ARnie.
La segunda confrontación llegó por la noche
en el comedor. Ahí me encontré con el plate de
sémola destinado por la Providencia a acompañarme durante años. Plato de zinc y contenido
inmutable, círculo blanco, desértico, cubierto de
una tibia costra blanca; salina del alma, podredumbre de la caridad en doscientas noches de
desamor idéntico. Me negué, no comí. Me negué
la -segunda noche,..y la tercera, la cuartt. Tengo
conciencia del rechazo visceral, el hambre enemiga, la astucia cada vez más empeñosa en lo
que intuia una batalla. Quiero decir que fingía lo
mismo que estaba sintiendo -nostalgia, desesperación-, pero acentuándolo, llevándolo a sus
límites últimos, hasta convertirme en un silen·
cioso espectáculo, cruzado de brazos ante lo inaceptable. A la cuarta o quinta noche me trajeron
un plato de caldo con una papa. Quizá no era
37
siguiente me descubrí con el cuerpo lleno de moretones. Estas tundas que aplicaba con diversos
pretextos eran el placer nocturno de Miss Annie.
Supongo que sus noches eran tristes cuando no
podía restablecer con la vara de mimbre el imperio de la justicia. Era una viejita sádica, miserable. Me río al escribir esto, a treinta años de
distancia, pero es la verdad.
Miss Annie no era una excéntrica. También
pegaban las celadoras y aun las monjas. Recuerdo el swing a la mandíbula con que la hermana
María Angela derribó a Kelly junto al pizarrón,
en plena clase. Fue un golpe seco, magistral;
aunque también es cierto que Kelly era muy chico y, quizás, algo flojo.
Todo esto resultaba, por lo menos, perturbador. En casa no me pegaban, salvo algún moquete ocasional. En Juárez había ido tres años al colegio religioso. Allí las hermanitas eran italianas,
fascistonas, ignorantes, pero nunca nos castigaron. A lo sumo nos proponían unos absurdos torneos de mortificaciones que debíamos ofrendar a
Cristo. Fuera de eso eran cariñosas y casi dulces.
Supongo que la diferencia consistió en que aquél
era un colegio pago, mientras que en Capilla éramos hijos de peones chacareros o desocupados.
En medio de estas tribulaciones casi no me afligió lo que al fin era el desastre más grande. Yo
salía de tercer grado en Azul, pero en Capilla no
había cuarto. Lo natural hubiera sido mandarme
al Fahy de Moreno, colegio de curas que tenía de
cuarto a sexto, pero evidentemente mis padres no
mejor que la sémola, pero lo acepté, sentí que
había ganado, yen mi fuero interno me reía de la
monjita rubicunda que presidía el comedor. Desde esa noche fueron ciento nueve platos de sémola y un caldo con una papa.
Por debajo de la autoridad había otras cosas
'que dirimir. En los dos colegios irlandeses en que
he estado, descubrí entre los pupilos una necesidad compulsiva de establecer las escalas del prestigio, el valor f la fuerza. Detrás del recibimiento
convencional del primer día, me estaban calibrando, situando tentativamente en una jerarquía.
Supongo que ese orden se heredaba de año en
año, «on los ajustes necesarios al recomenzar las '
clases. Yo llegaba tarde, los ajustes estaban hechos, irrumpía en un orden establecido provocando ansiedad, urgencia de saber quién era al
fin de cuentas, y así, sin deseo, vine a encontrarme en guardia frente al chico Cassidy, en el sol
"Solamente que Rodolfo
ya no puede hablarme
como aquella noche en
que la esperanza parecía
al borde de la
realización" .
Julio Cort~zar
del patio y el centro del círculo del pueblo, para
dirimir ese mítico tercer puesto que él ocupaba
hasta mi llegada.
Los dos primeros eran inamovibles. Delamer,
grande, bonachón, inofensivo por plena conciencia de su fuerza: vieja ballena que nadie osaba
di~utir, y él mismo sin discusiones interiores,
patriarca oscuro de once o doce años. Daleney,
38
que no era un grande verdadero, hechura política, mitad conjetura, mitad su hermana celadora,
muchacha rosada y dulce, deseable así que pasaron cinco años.
Peleamos pues. Cassidy tenía la cara llena de
granos, era angustioso pegarle. Pero tampoco había otra salida. Lo derroté y adquirí mi lugar en
la escala, que implicaba el derecho de tiranizar o
proteger a los menores y la saludable abstención
de molestar a los más fuertes. Durante el resto del
año no desafié ni fui desáfiado, pero ocasionalmente un acto de rebelión triunfante ponía al
descubierto el carácter semi-mitológico de nuestro ranking.
La verdadera ganadora de mi primera pelea
resultó Miss Annie. Alguien fue con el cuento, y
por la noche, cuando nos acostamos, vino a mi
cama y me pidió que me destapara. Esgrimía su
argumento preferido, una vara de mimbre sólida
y flexible. Me dio una paliza formidable. Al día
la cultura en
MEXICO
en la cultura
5unlernento ele 5ienllXP~
Dirw:tor GenerG1: José Pagés Llergo.
Director: Paco Ignacio Taibo 11
lef~ th redacdón: Geranio de la Tor~e
DUeño: Beatriz Mira
Redacción: Francisco Pérez Arce.
Mauricio Ciechanower. Rogelio
Vizcaíno.' Emiliano Pérez Cruz. Lui~
Hernández. Cosme Ornelas. Jorge
Belarmino Femánclez Toro•• Jesús
Ana~'a Rosique. Andrés Ruiz. Orlando
Ortiz. Victor Ronquillo. Juan Manuel
Payán. Héctor R. de la Vega. Carlos
Puig, Angel Valtierra, Pilar Vázquez.
Armando Castellanos.
'.
"¿ Cómo explican estos
trituradores del alma que
el mejor narrador
argentino de su generación
fuera esencialmente un
periodista".
Eduardo Galeano
lo averiguaron a tiempo en aquellos caóticos días
del derrumbe de nuestra casa. Debí repetir y las
clases de la hermana María Angela fueron para
mí un largo ejercicio de tedio, salvo sus fugaces
exhibiciones pugilísticas.
Las clases de inglés, en cambio, me entusiasmaron. Mrs. T. me inspiró un profundo cariño.
Creo que era viuda y con hijos de los que estaba
separada. Su situación era similar a la nuestra,
un destierro. La reconstruyo como una mujer de
treinta a cuarenta años, de pelo color arena, nariz ancha, ojos celestes. Una cara nada bonita,
llena de fuerza. Tenía una innata dulzura, pero
exteriormente era áspera y burlona. Le parecía
increíble que yo no supiera una palabra de inglés, cuando mi abuela (fantaseaba) no había
aprendido a saludar en castellano. Y aquí se
ponía a parodiar a mi abuela, sin conseguir una
semejanza puesto que no la conocía, pero con
tanta imaginación y verba que resultaba un tipo
divertidísimo. Me esforcé por responder a sus sar, casmos: en quince días estuve al tope de la clase,
en un mes admitió que debía pasar al grado ,siguiente. Amargo triunfo, que terminaba en la separación.
Desgraciadamente el cariño de Mrs. T. era algo que estaba en disputa en ese desierto. Supongo
que extrañaba a sus hijos y los reemplazaba con
nosotros. Nosotros éramos demasiados. Surgieron
preferencias, y de eso uná lucha, casi un calco de
la competencia por el prestigio, pero aquí yo e.staba dispuesto a ir más lejos, a no conformarme
con imposiciones externas. Mi rival era un chico
muy hermoso, inocente, menor que yo. Se llamaha O'Neill, un nombre de héroe y reyes, y no sólo
estaba en el grado de Mrs. T. sino en el dormitorio que ella cuidaba mientras yo padecía bajo la
férula de Miss Annie. No recuerdo en qué forma
violé las reglas del juego, supongo que humillando a O'Neill en público. La próxima vez que la
encontré en el recreo, ella no me habló. Durante
días pasó a mi lado como si no me viera. Después
me descubro una tarde encerrado en un aula
llorando desesperadamente hasta que entró,_me
abrazó, me consoló como pudo. Era una reeonc~i­
liación, pero también un final. ~e aparté poco a
poco de ella sin dejar de quererla.
Mi nueva rn.a.estra de inglés. Miss Jennie, eul
crimen, que he olvidado. Mi palomita se precipitó pe cabeza en el fuego. Dudando tal vez que la
lección moral bastara, Miss Jennie decidió completarla con una lección física. Me hizo extender
la mano y con una de esas largas reJ,!;las negras fileteadas de acero empezó a golpearme los nudillos con fúerza, lentitud y método, contando
cada golpe. Creo que si yo hubiera gritado, retirado la mano, encogido un dedo, el castigo
habría cesado. Pero me limitaba a mirarla, y eso
la sacaba de quicio, la enredaba y complicaba en
algo fatal que debía seguír. Cuando dijo "¡Diez'"
y sentí el último reglazo sobre la anestesia de los
anteriores, la lecci6n estaba completa. Le habia
perdido todo respeto: la historia de la cartulina
no era una representaci6n verdadera de lo ocurrido, era falsa, incluyendo al Cielo y al Infierno
que se prestaban a semejantes patrañas. En adelante mis relaciones con Miss Jennie fueron suma-
mente formales, fundadas en la perturbaci6n y
en el desprecio.
Todas estas cosas sucedieron en las primeras semanas. Eran una iniciaci6n. Después uno se
adaptaba, no incurría en pecados visibles. La falta de anécdotas posteriores, sugiere que me replegué totalmente, y el síntoma más claro de ese
aislamiento eS que perdí de vista a mi hermano
menor. Me consta que estuvo conmigo, pe.ro
prácticamente no lo recuerdo ni sé las cosas que
le-ocurrieron. o hice ámigos, fui un extranjero.
Del colegio no salimos en todo el año, ni siquiera a conocer el pueblo. Allí está, inmutable,
la edificaci6n chata, la capilla donde oíamos misas, los árboles pelados cuyas raíces hinchaban el
patio de baldosas amarillas donde jugábamos a la
bolita o la payana, los guardapolvos grises, el silbato nocturno de los trenes que volvían a mi casa. 1 o conozco un sonido más triste que ése.
Un domingo vino mi padre a vernos. Nos dejaron salir a la quinta contigua, sentarnos en el
pasto. Abrió un paquete, sacó pan y un salame,
comió con nosotros. Sospeché que tenía hambre,
y no de ese día. Habló de futbol, Moreno, Labruna, Pedernera: él y yo éramos hinchas de Ríver.
Tal vez hab16 de política. Era radical. La primera mala palabra que aprendí en casa fue uriburu.
Después vinieron otras, fresco, pinedo, justo.
Creo que de algún modo las identificaba ya con
lo que nos estaba pasando, con el plato de sémola. Durante un largo rato fuimos muy felices,
aunque lo veía apenado, ansioso de que le dijéramos que estábamos bien. Y, sí, estábamos bien.
Después supe lo mal que ellos lo pasaban. En realidad estaba aplastado, no conseguía trabajo.
Un día de noviembre o de diciembre vinieron a buscarnos. Es curioso, pero no lo recuerdo quizá
por haberlo esperado demasiado. Hubo otras
mudanzas, buenas y malas. La felicidad no estaba perdida para siempre: s610 había que tomarla
con cautela, sin quejarse cuando se esfumaba de
golpe. Empezaba a probar el sabor de mi época,
y eso era una suerte. Sin ella uno podría deseen.:
der al infierno, no ya montado en una palomita,
SiDO cargando un asno a la ~palda.
"Un nuevo tipo de
sociedad y nuevas formas
de producción exigen un
nuevo tipo de arte más
documental, mucho más
atendido a lo que es
mostrable" .
0-'
¡..
Rodolfo Walsh
una muchacha excepcionalmente bonita y algo
tonta. Para estimularnos en la vida había dibujado en una gran cartulina blanca el Cielo y el Infierno: arriba, a la izquierda, estaba Dios Padre
con su barba flotante y los brazos abiertoS; abajo,
a la derecha, se desgañitaba Satanás entre horribles llamaradas. En el espacio libre navegaba
una bandada de veinte o tremta palomas pinchadas con alfileres. Se suponía que las palomitas
éramos nosotros; llevaban nuestros nombres y
testimoniaban progesos o fracasos escalando el
paraíso o precipitándose al infierno. No tardé en
encabezar la flotilla celestial y tocaba ya los faldones del Creador cuando cometi algún horrible
39
TELEVISA
LA DOBLE DERROTA
DE lOS ESTRATEGAS
elevisa es el resultado tanto de una estrategia adecuada como de una falta absoluta
de estrategia; por una parte, la empresa
h~ desarrollo todo un proyecto bien calculado de
expansión y, por lo otra, el Estado ha sido incapaz de oponerle un sistema de comunicación.
Incluso aquellos gobiernos que parecían amenazar el futuro del sistema televisor, lo apoyaron
de forma sumisa y así, durante el sexenio de
Echeverría, se permite el nacimiento y desarrollo
de lo que hoyes el más impresionante grupo televisor, conformado por cuatro canales, un sistema
de cable y toda una organización técnica de
altísimo nivel a la altura de los mejores del mundo.
Asegurada ya su fuerza dentro del país, e incapacitado el Estado para oponer a Televisa un
plan eficaz o un sistema comunicativo que no sea
. una imitación destinada a jamás convertirse en
competidora, Televisa buscó afianzar su poderío
en Estados Unidos.
Y, de pronto, por vez primera, falla su estrategia y nos sorprende con una serie de desaciertos
de una torpeza escandalosa.
T
La doble batana de los noticieros
Los estrategas de la comunicación en Televisa
sabían que los noticieros de su sistema comercial
habían aplastado a la competencia que o&ecían
los canales oficiales.
Los noticieros de los canales del Estado, manejados por funcionarios incapaces de sacurdirse la
presión de los funcionarios censores, ya no eran
competencia para Televisa, pues habían perdido
sus mejores y más convincentes rostros y cambiado sus técnicos por causas baladíes. Al dominar Televisa el mercado televisivo de la noticia
parecía que cualquier cambio que pudiera hacerse en las pantallas no conllevaba riesgo alguno.
Televisa podía, incluso, desprenderse en el
territorio nacional del rostro más famoso y confiar en que quienes lo sustituyeran serían igualmente aceptados.'
Mientras tanto, un equipo de bien probados
servidores sería enviado a establecer, en los canales ya adquiridos en Estados Unidos, noticieros
cortados por el patrón que tan excelente resultado había dado en México.
La idea se vendió posiblemente al Estado, asegurando que, al fin, tendríamos en Estados Unidos un sistema de información que tratara nuestros problemas con cautela, incluso con una absoluta fidelidad a los intereses supuestamente nacionales. Esta promesa de llevar la noticia conveniente al norte, podía canjearse por la promesa
gubernamental de permitir una liberalización de
los noticieros de Televisa.
Salió el equipo hacia Estados Unidos y, efectivamente, se advirtió aquí una apertura que permitía, por ejemplo, ver en pantalla a los manifestantes opositores al régimen.
De alguna forma podía pensarse que la au40
diencia nacional había ganado algo en este curioso trueque.
La doble batalla parecía destinada a crear en
el norte un clima de defensa de nuestro gobierno,
y aquí democratizar una pantalla que había perdido credibilidad. Pero, de pronto, los dos &entes
se estremecieron.
En TV no todo sirve para todo
La primera sorpresa para los estrategas de Televisa fue observar que la teoría de que los televidentes fatigados ya no opinan, era incierta.
Creyeron que podrían trasladar un noticiero
de la mañana a la noche, sin tener en cuenta la
audiencia diferente y también una cierta inercia
que acostumbra al rostro que nos"babla. Este
traslado de un sistema matutino de noticias a la
noche, fue un fracaso y la pérdida, de pronto, de
ciertos rostros sorprendió e irritó a los televidentes:
Al mismo tiempo, nadie estudió un fenómeno
complejo y que resultaría fatal para Televisa: los
largos años de desarrollo del poderío, el manejo
de una riqueza desproporcionada, el triunfo
constante, habían ido creando un comportamiento altivo en todo el aparato humano del sistema.
Acostumbrados a asustar a secretarios de Estado e imponer sus opiniones en el máximo nivel,
los especialistas en comunicación exportados a la
Unión americana, no podían, de pronto, cambiarse ni fingirse.
La negada de los vencedores
Acaso no se trató tanto de que les molestara
que el equipo mexicano pretendiera impo,ner una
línea más conservadora y, sobre todo, más sumisa al gobierno mexicano; sino que los latinos que
habían venido manejando los noticieros de televisión en español en el país vecino, chocaron frontalmente con la prepotencia de los recién llegados.
.
Es posible que el enfrentamiento no hubiera sido tan brutal si las nuevas teorías se hubieran
ofrecido de forma más hábil. Pero el poder no es
hábil, sino despiadado con los conquistados.
La invasión de los mexicanos ricos debió de ser
un golpe, no tanto al espíritu democrático de los
comunicadores instalados en las emisoras de
habla españolá, casi todos procedentes de Cuba y
todos, cabe imaginárselos, poco dados al progresismo; sino a su orgullo profesional.
Por lo que se sabe, los nuevos dueños de la noticia hispana traían malas costumbres o malos hábitos para quienes los estaban esperando.
Los años de triunfo y de total imposición de
ideas y sistemas no facilitan el desarrollo de un
espíritu comunitario y participativo.
Los nuevos, de pronto, eran mostra<\os a la
opinión pública como enemigos de todo sistema
democrático de opinión. El choque llegó al enre-
mo y se produjeron dimisiones en masa de los
avasallados, y también una pérdida enorme de
credibilidad de los nuevos comunicadores.
A Televisa, de pronto, le habían retirado dos
tapetes al mismo tiempo, y el suelo temblaba.
Volver a lo que no debió cambiar
Los humillados estrategas de Televisa han comenzado a pensar que lo mejor es no cambiar nada cuando se triunfa. Y ahora tienen que recomponer el sistema destruido.
Esto significa, sencillamente, abandonar por
el momento el plan de invasión de los noticieros
norteamericanos en español y recomponer el noticiero de la noche en su canal más penetrante.
Pero todo esto no se hace sin sufrir no sólo un
descalabro emocional, sino también mostrar al
poder que todo el proyecto fue un desastre.
•
Pocas opciones les quedaban a los estrategas:
1. Cambiar el noticiero de la noche, apoyarse
en la pretendida liberalización de la noticia; calocar gente detrás de las cámaras capaz de entender que los tiempos cambian y que lo que ayer
dio triunfos, hoy puede dar &acasos. Hacer un
cambio de rostros en pantalla, desarrollar una
técnica al servicio de una televisión más apegada
a nuestro tiempo.
2. Mantener a los exportados fuera del país,
empleando su oficio en desarrollar la anunciada
agencia de noticias de TV. Iniciar una nueva
estrategia para convencer a los oponentes de que
no se trata de instalar en Estados Unidos un sistema de proganda al servicio del estado mexicano,
sino de llevar a la comunidad hispana los nuevos
aires democráticos que comienzan a azotar a los
viejos sistemas corruptos en los países de Hispanoamérica.
3. Volver a poner las cosas como estaban antes
de la doble y desastrosa estrategia.
Curiosamente, esta última decisión fue la elegida, aun cuando suavizada por maquinaciones
que no habrán engañado a alguien.
El rostro más famoso de Televisa vuelve a su
pantalla anterior y procurará aparentar que su
retorno se debe a la incapacidad de quienes lo sucedieron, cuando lo cierto es que vuelve derrotado en la más ambiciosa -de cuantas maquinaciones llevó a cabo Televisa.
Hay que suponer, sin embargo, que todo lo
ocurrido no es sino parte de una guerra total que
aún no llegó a los extremos que los estudiosos de
nuestra televisión ya predicen.
Es más que posible que poco a poco figuras situadas en lugares prominentes vayan cayendo, o
sean reinstaladas en posiciones menos esenciales.
Lo que no aparece posible es que la televisión
oficial aproveche todo esto para intentar colocarse en un nivel que no sea el que ahora parece ambicionar: ser igual a la televisión comercial en todo.
Paro-Ignacio Taibo 1
Libros
• ••• Excelente
••• Muy bueno
•• Bien
• Mejor no gastes tu lana
• RegáUJselo a
un enem4{o
Germán List Arzuhide
El movimiento estridentista (_.)
México, SEP/FEM,
1987
Lecturas mexicanas
(segunda serie, número
76)
$650.00
,
La obviedad cae por su propio peso: la historia la
escriben los triunfadores, lo mismo en la guerra
que en la micTohistoria de una huelga... y en la
guerra por el micropoder cultural.
Así, de la misma forma que el grito burlón del
e$tridentismo tuvo su auge en la cúspide del radicalismo mexicano de los 30, cincuenta años después los perdedores de entonces (el no grupo de la
revista Contemporáneos) ocupan un lugar privilegiado en el hábilmente maquillado panteón de
la cultura oficial. Sobre el estridentismo, desprecio y silencio aplastante. ¡Las vueltas que da la
vida... y la poütica!
Al margen de los aportes o fracasos del movimiento nacional más cercano a las vanguanlias
europeas (especialmente los futurismos ruso e italiano), la importancia de esta obra juvenil de List
Arzubide radica en el aporte documental para
una época que, afortunadamente, no termina de
discutirse.
Quizá cabría terminar esta recomendación con
un muestrario de gritos de guerra -no por ingenuos menos provocadores- de los estridentistas:
¡MUERA LA REACCION INTELECTUAL MOMIFICADA! ¡EL CLICHE ES LA SOGA DE
LAS IDEAS! ¡CHOPIN A LA SILLA ELECTRICAl 1VIVA EL MOLE DE GUAJOLOTEI (CO)
4
Alfred Bester
Carrera de ratas (••••)
- México, Planeta, 1987
Biblioteca Policiaca
$2500.00
Una demostración más de las posibilidades de la
n~vel~ p?li~~aca, a ca~g~ del gran ~a~ ~ la
Clenaa-fICClon, que tímJdamente lDCUrSlono en
el género por única vez en 1952 y fracasó por lá
persecución ~, el mal gusto editorial y
la apatía de los lectores norteamericanos.
El libro es una novela juguetona, llena de guiños al lector y estupendamente bien narrada, en
la que uno no sabe bien a bien a quién temer, si,
como dice Bester "a la macana del criminal o a la
pesadilla del neurótico". Excelente rescate de un
libro que debió haberse leído en español hace 30
años. Buena recreación del ambiente televisivo
en Nueva York cuando el medio estaba naciendo
(podrían hacerse interesantes extrapolaciones
con Televisa). '(PIT I1)
Manuel Vázquez Montalbán
La soledad del manager (- ._.)
México, Planeta, 1987
BiblioteCa Policiaca.
$2500.00
Nadie ha contado tan bien la España del postfranquismo como sus novelistas policiacos. Y entre ellos, nadie mejor que Manuel Vázquez Montalbán. Y entre sus libros (apenas otro mejor) La
soledad del manager. Un hombre muerto con
unos calzones femeninos en el bolsillo, es el punto
de partida para un recorrido nostálgico-gastron6miep-detectivesco por un país con mucho pasado y un discutible presente. Excelente. (pIT 11)
(donde todo lo que nos dan son chochitos o gotas
de información casi siempre adulteradas) aparece este libro que aborda con objetividad, aunque
desde una perspectiva oficial -que no oficiosael tan comentado asunto de los cambios, giros,
reformas, viraje o reconstrucción de la Unión Soviética emprendida por el actual secretario general del PCUS.
El primer acierto de Edua~do Montes es el haber abordado periodísticamente el asunto, es decir, eliminó cualquier pretensión académica y
erudita, lo que inyecta al texto un ritmo atractivo
y eficaz, amén de sustantivo. Por otra parte, el
aspecto informativo se apoya en tres entrevistas y
un apéndice, aunque habría ganado hastante
más profundidad, pensamos, si se hubieran incluido las "conversaciones con amigos moscovitas
y mexicanos residentes en la URSS" que menciona Montes, y tal vez una mínima "investigación
de campo" con el ciudadano común. (02)
Alberto Ruy Sánchez
Los nombres del aire
(-)
México, Joaquín Mortiz, 1987
José Vicente Anaya
Híkuri (••)
México, UAP, 1987
(Colección Asteriscos)
Contra la opinión de los poseedores de la verdad
absoluta, la explosión demográfica de poetas en
los años 70 trajo consigo una pluralidad de visiones y experiencias que ha provocado -tal vez de
ahí el enojo- la desaparición en la práctica, en
los versos, los poemas, los libros, de cualesquier
Centro de Irradiaci6n.
Esta pluralidad no sólo puede verse en la múltitud de caminos que recorren los poetas nacidos
en los 40 y 50, sino al interior
de una obra:
eclecticismo, influencias ~contradictorias" y una
mareada resistencia, en muchos. casos, a encerrarse en les comodidades del t:3tilo.
De todo esto nacen voces propias. Y de la contracu.ltura de los 60, la influencia be4t y la lectura renovada de clásicos distantes en época yespacio (de San Juan de la Cruz a la poesía cruna; de
Holderlin a Artaud, de V1l.Üejo a Huerta), el trabajo de José Vicente Anaya (Chihuahua, 1947).
HíIruri es a un tiempo el viaje interior por los
desiertos de un ceremonial tarahumara y la revuelta tenaz frente al universo masificado; la talla de "escrituras hechas y deshechas" y el golpe
verbal que testimonia: "¡BUSCO .LUGARES
QUE NO EXISTENl/ mi generación lo ha probado todo". (CO)
Eduardo Montes
La URSS de Garbachov (•••)
• México, Ediciones de
Cultura Popular,
1987
$1800.00
En esta "homeopática" sociedad en que vivimos
Relato lánguido e insensual (paradójicamente),
de prosa aliñada que por momentos se contamina
de un lirismo prescindible si de estructura narrativa estuviéramos hablando, pero... no nos atrevemos a ~nto; ni creemos que haya primado esta
inquietud y objetivo en Ruy Sánchez. El texto
tiene secuencias bastante logradas, principalmente lo que son historias dentro de la historia (y
que por contraste ponen de relieve la fragi}¡dad y
casi ausencia de esta última) y dos o tres momentos de la protagonista.
Tensión, intensidad, tramado y malicia serían
las grandes ausencias de este relato que agustinlarescamente <:alificamos, al inicio, de lánguido e
insensual. (02)
Süvia Tomasa Rivera
Apuntes de abril (•••)
México, Universidad
Veracruzana, 1986
(Ficción)
Poeta que no se desgarra no es poeta. ~i1via Tomasa todavía está a salvo de convertirse en un
personaje y sigue siendo capaz de tomar el riesgo
de sus palabras. En los poemas de este libro vuelve a la pasión y a la garra que mostró, sobre todo, en su primer libro: Duelo de espadas.
El amor, su ausencia en las calles de nuestra
ciudad, lo mismo que la grandeza del mar y el
encuentro de los amantes conforman la temática
de los desgarbados y auténticos poemas de una
veracruzana entre nosotros: "vivir en la ciudad!
es como un sueño largo/ uno no sabe nunca!
cuando va a bostezar/ y empieza a despertar...
(VR)
41-
A MANERA DE INDICE.•.
LA CASA
ólo cuando había ciclones cerraban esa
puerta -plegadiza de persiana. Tres batientes de cada lado. O a lo mejor siempre
por la noche, no me logro acordar. Los niños no
se fijan en esas cosas. La noche es la cama y todo
lo que se piensa mientras llega el sueño. Ese día,
no obstante, había ciclón, la puerta estaba cerrada en plena mañana y yo, luego de haber estado
en cama no sé cuántos días por el sarampión,
había recibido permiso para levantarme y andar
por la casa.
Era Acapulco, 1950, 1951. Miguel Alemán era
el presidente de México entonces... Tenía yo unos
seis... siete años; mi hermana todavía tartamudeaba -lo que era irritante- y mis dos hermanos mayores me deslumbraban porque eran hombres.
-Andar por la casa -dijo mi madre-, y mucho cuidadito con salirte a la terraza.
La lluvia chicoteaba contra el mosaica. Las luces estaban encendidas. No me acordaba cómo
era todo en la éasa; tantos dias oyéndola existir
desde mi cama, imaginándola sin mí. Extrañándome. La figura de mi madre me parecía muy alta, ancha y severa cuando me alzaba la cara por
la barbilla para repetirme: no vayas a salirte a la
terraza. Me tapaba la visión que estaba a punto
de tener: la sala, el comedor, el aparato de radio
tan grandote y pesado. RCA Víctor. Tenia ganas
de irme a ver en el espejo de cuerpo entero que
había en el cuarto de mis padres. Cuando nos servían panecitos fritos con la sopa de habas, corría
a ese espejo para tratar de verme el sonido craqueante que hacen cuando uno los mastica. Imaginaba ahora que iba a poder ver mi ausencia de
la casa. Ver, sobre todo, la terraza con su balancín gris en el extremo izquierdo. Afianzándonos
del tubo que sostenía el toldo, un pie en el asiento .
y otro en el respaldo, jugábamos a ser cobradores
de camión. En muchos días no había visto todo
ese espacio para correr; me impacientaba mientras mi madre me acababa de alisar el pelo chorreante aún. Repitiendo: no se te ocurra salirte a
la terraza.
Abata comprendo que tanto espacio vacío se
debía a los problemas económicos que mi padre
tuvo siempre. Pero si hay que comer, un niño es
feliz con lo que sea, de manera que tan mal no estábamos, y para mí la terraza con las dos jardineras que flanqueaban la entrada era el paraíso.
También quería ver el hotel que había enfrente. Ver si había turistas, para impresionarlos. Según yo los impresionaba con mi agilidad, con mi
aire misterioso, o con frases que sonaban bonito
-que no podían oír, ya que estaban lejos, y tam-
S
Un adelanto
de su novela
MARIA LUISA
~
PUGA:
LA'FORMA
DEL
SILENCIO
42
poco entender, ya que no eran mexicanos, pero,
según yo, se fijaban de inmediato en mí y quedaban marcados para siempre. Según yo, yo era especial. Según mis hermanos, era recogida.' No
era posible que fuera tanto más morena que ellos.
y además fea, añadian.
¿Era delgada mi madre, o gruesa? No recuerdo. Se murió tres años después de aquel ciclón.
Era una presencia que tenía que ver con esa' realidad que yo estaba descubriendo. La sombreaba,
la hacía cálida, emocionante y bonita... o la im-'
pedía, como en ese momento en que de pie, en el
quicio de la puerta de mi cuarto, me tapaba la
sala. Y sus palabras producían apenas un vientecito sobre mi cabeza. Su tono me sobresaltaba levemente, pero como que no tenía que ver conmigo, si yo apenas me había levantado.
¿No es cierto que cuando uno estaba enfermo
recibía un trato muy privilegiado? El papá traía
regalos: lapiceros transparentes o cuadernos para
iluminar. Los hermanos bajaban el tonito; se asomaban como azorados e intentaban ser amables.
En la comida venían siempre sorpresas y no tenía
uno que comer betabeles nunca. Ni poros. Mucha gelatina, eso sí, y cariño un montón.
Lo hacían a uno sentirse importante y medio
heroico. Especial.
Por eso en cuanto mi madre se quitó de enfrente, me fui derecho a la puerta que daba a la terraza. No bien había puesto la mano en la manija
cuando sentí el coscorrón. La miré sin palabras,
extrañada, dolida. Y ante su reclamo: ¿No fue lo
primero que te dije?, sentí la áspera forma del silencio. Esa vez fue áspera.
ACAPULCO
a leyenda cuenta que una tribu yope que
se había establecido en las inmediaciones
de la bahía se ve atacada por otra de origen náhuatl, que los derrota y los obliga a huir.
La tribu náhuatl era nómada, por lo que transitoriamente se establece en el lugar que arrebatara a los yopes. Durante su estadía en la cuenca de
la bahía nace Acatl, hijo del jefe de dicha tribu,
quien lo encomienda a la protección de Quetzalcóatl. Los nómadas abandonan el lugar que ocuparan, en busca de otros sitios de caza. Transcurren los añoS'}' Acatl, con el consentimiento de
su padre, parte en busca de su futura esposa, y en
su peregrinar llega al sitio donde se encontraba
una tribu y se enamora perdidamente de Quiáhuitl, la hija del jefe, sin saber que pertenecía a
la tribu yope que su padre había derrotado.
El padre de Quiáhuitl, pOI: el odio y rencor que
tenía contra el padre de Acatl que 10 había expul-
L
sado de las inmediaciones de la bahía, niega el
permiso para los esponsales y maldice a Acatl, invocando a sus dioses para que lo hechicen. Acatl,
entristecido, llega al refugio donde había nacido
y dando paso a su desüusión, sin saber que con
ello se rompía el hechizo, lloró tanto su amargura
que las lágrimas incontenibles de sus ojos humedecieron su atlético cuerpo, que POCO a POCO se
fue deshaciendo, derritiéndose completamente
para convertirse en un charco de lodo; no de sangre. .. de ahí, como hijos suyos, brotaron unos
carrizos.
Quetzalcóatl, furioso por el daño que le ha-bían ocasionado a su protegido, castiga a los yopes en la persona de Quiáhuitl, convirtiéndola en
una nube. Una tarde, la nube penetra por la bocana a la bahía y, habiendo localizado lQS carrizos, hijos de su amado Acatl, la fUria y los celos la
invaden, por lo que se arroja sobre ellos en forma
de tromba, destruyéndolos y arrasándolos para
morir en el lodazal y fundirse en Acatl, compartiendo así su destino.
LA
ESCU~l'EZ
in adornos. Sin ambages (¿qué es ambages?).
Siempre tiene que ser en plural y quiere decir rodeos o caminos intrincados. Rodeos de
palabras o circunloquios. Siempre me ha resultado una palabra de tono ocre y un poquito abollada. En fin. Le dije a Juan que 10 que me caía bien
de él era su escuetez. Su total y absoluta escuetez,
que corno tal no está en el diccionario, pero no le
hace. Y me respondió: Pues qué lío. Casi todo no
es más que palabras, y éstas se organizan a voluntad.
.
De acuerdo, pero hay de organización de palabras a organización de palabras. Vamos a ver...
S
JUAN
amina muy erguido y muy viendo de
frente. Rarísimo que "eche una ojeada" a
los lados o para atrás. Si la conversación
no le interesa, es paciente, se deja estar lJ,usente,
fija la vista en un punto indefinible que al cabo
de un rato uno percibe corno tÚDel en el que Juan
estuviera dormitando. Si la conversación le irrita, se va. Da la media vuelta y se va. Aun si él es
el interlocutor. Le irritan sobre todo las conversaciones con fondo moral o ideológico. Esas donde se emiten juicios. No sé, dice lacónico cada vez
que se le pide una opinión en esas circunstancias.
Esto es 10 que me pareció cuando lo conocí: soberbio, pedante, egoísta. Mata niñitas en los bosques, de ahí su aire de gran bondad. Frustrado.
Fracasado.
Un día sospeché que a 10 mejor no. Lo invitáa
la novela y aceptó.
C
DISTRITO FEDERAL
desamor, podría haber puesto como
titulo. Distrito Federal, nombre impersonal y frío, pero sobre todo ambiguo.
Los provincianos que llegan a él tienen que dejar
atrás sus costumbres cálidas, sus tonos, sus gestos,
sus afanes incluso. Su identidad, en una palabra.
El desamor. No el no amor. Porque amor sí se
puede sentir por el D.F., cuyo ~o: Défe, es
bastante lindo. Cuyas calles son entrañables bajó
cierta luz. Cuyas esquinas no se olvidan nunca
poI más que las rebanen los ejes viales, las dependencias del PRI o los ljoscos de la SEP, esos que
están siempre Cerrados ,,-vn l.'1IÍldado.
Un amor, sin embargo, que se apartó; se recogió en sí mismo a la espera de que 10 amado vuelva a sus cabales. Una nostalgia trepidante que,
como todas las nostalgias, hay que poner ecuánimemente a un lado para seguir viviendo. Una
forma amistosa de humanidad, no heterogénea,
pero posible, bienhurnorada, que al convertirse
en abuso se volvió irritante, agresiva... humillante.
Una ciudad que uno ama y odia. Una ciudad
O
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no text is missing.
Atención:
Una sección adicional
de cuatro páginas de publicidad en colores
no ha sido escaneada.
Aunque hay un lapso en la paginación,
no falta ningún texto.
que no es ciudad, pero sí el pasado de todos nosotros y nuestro irremisible presente. El caos que
hay que enfrentar para que no nos mate.
EL PAIS
a primera vez que tuve conciencia de esta
palabra fue cuando por c~iripada me dieron un premio en la escuela. Estaba en
cuarto de primaria, en ~capulco. Hacía calor y
la maestra -cuyos blusones eran desesperadamente parecidos- se paseaba de arriba abajo
por el salón, hablándonos de España. La clase
era de historia. De repente, interrumpiéndose en
seco, nos miró acusadoramente y lanzó una pregunta. No recuerdo cómo la formuló. Sí me
acuerdo de que no la entendí, como tampoco estaba entendiendo la clase. Pero de entre ese espeso y monótono rumor que eran sus palabras, algunas, como piedritas, se me iban quedando en
la conciencia. Alcé la mano y dije: visigodos.
Correcto. Y me entregó el álbum de estampitas.
Monografías eran. Cuatro estampas por línea.
Cuatro países por página: mapa, historia, escudo, bandera. Cuatro estampas hacían un país.
Cada país era distinto. Las estampas se compraban en las tiendas. Las tiendas eran todos aquellos locales en donde se vendía lo que a uno le interesaba: dulces y estampas. Juguetes pocos, ya
que éstos, por ser más caros, se vendían en otro
tipo de negocios. Las tiendas, pues, eran las misceláneas.
Con las estampas venían unas bolitas de chicle.
Abrir la bolsita, meterte el chicle en la boca y,
balanceándote en ambos pies, ver: la tengo, no la
tengo, la tengolatengola tengo. No la tengo.
Cuando me tocó la primera de México sentí:
yo. Yo. Soy yo. La bandera de los desfiles, de los
lunes antes de entrar a clases, de los eventos deportivos. La bandera de las composiciones: "Bandera querida, bandera adorada....., que tenía y
no tenía que ver con uno. El águila del escudo.
y luego comparar: la bandera de Alemania, la
de México, la de Birmania, la de México, la de
Suecia, la de México. Nunca me ocurrió desear
que la mexicana tuviera otros colores, otro diseño. Era, punto, y yo era mexicana, aunque la
historia de México comenzara en la escuela con
un "Al llegar al Estrecho de Behring.. .", y a partir de ahí ya no tuviera nada que ver con uno.
L
YO
l horror a una confrontación con uno mismo. El penoso esfuerzo por reconstruir
una historia propia de la que el noventa
por ciento no tuvo nada que ver con uno. Y después reconstruir la historia de cómo luchó' uno
por apropiársela y se quedó con la certidumbre
de que nadie, ni uno mismo, pudo nunca. Esas
historias del yo son siempre recuentos de la victimización de la que uno ha sido objeto. De la
enorme incomprensión que ha tenido que sufrir
uno siempre. Y todas las victimizaciones, todas
las incomprensiones han sido, son, equivalentes.
Un yo que en la relación afectiva, por ejemplo,
se dice ilusionado e ingenuo, con la confianza de
por fin estar siendo escuchado, entendido y, sobre todo, amado.
Un yo mexicano, pues, por qué no, si aquí nos
tocó vivir y no es grave, como dijo Carlos Fuentes; un yo que camina al pie de los murales de Rivera y Siqueiros, por el zócalo, por el museo de
Antropología, por la Avenida Reforma. Que vive
en la colonia Agrarista, que visita las pirámides o
pasa por el arco del monumento a la Revolución.
Que desde la carretera contempla la implacable '
extensión del D.F., o que se pierde entre la multitud de la terminal Taxqueña. Que recorre 36 horas en camión para llegar a su ciudad de origen, o
que se pasa cuatro atorado en el periférico de la
ciudad.
Un patriótico yo que aprendió a cantar el himno nacional desde niño, y supo de Morelos, de la
Corregidora, de don Miguel Hidalgo. Que llegó a
E
ser el titular fulano del pasaporte número tal, cuya pertenencia le garantiza una nacionalidad y
todas las prerrogativas que ésta confiere.
Y, claro, los deberes también.
Pero que en cuya cara azotan a diario los malos
humores de nuestra organización social. Que a
veces cae víctima y desaparece de la faz de la
tierra sin dejar rastro: quemado, aplastado, desaparecido, o sencillamente no tomado en cuenta
allá, en su cerro, entre su basura.
Ese yo que aparece en cualquier parte de la
República, en cualquier paísaje, en cualquier
curva de la carretera.
Un yo que supuestamente vota, ¿no, Juan?
-Hmm.
LA NOVELA
na novela puede ser una manera de ponerse en las cosas para entenderlas, para reconstruirlas o reorganizarlas. Para, recordarlas o conjurarlas. Es una manera de ser que
dura lo que dure esa novela. Exige cosas que a lo
mejor uno habitualmente no hace. Imprime curiosidades y percepciones específicas (que se recordarán luego como una etapa pasada). Desata
un lenguaje propio, cuya dirección uno no tiene
más remedio que seguir para ver qué ha sucedido
en esa escritura.
Claro que además existe U:la intención propia
de construir algo específico, y con tenacidad y
obsesión muchas veces se logra. Pero lo mágico
de la novela como género es que es como si uno
escogiera un pedazo de la realidad para acercárselo y verlo de a poquito, y al hacerlo uno está
moviendo, alterando algo que yace invisible, como dormido, y que al ser despertado se levanta y
habla... o se pone a existir, como se prefiera.
Hay novelas en las que ese algo se despereza
amodorradamente para acomodarse en la conciencia de quie~ escribe. Hay otras en las que lo
que sucede es que, sin querer, se ha desatado una
furia inquieta y vehemente. Una burla a veces, o
una \ernura. De antemano no se sabe nunca, y
todo puede suceder. Por eso el novelista es como
un mago ciego, que a su paso tanteante va encendiendo luces y titilaciones que no puede ver.
Cuando escribí mi primera novela (que nunca
terminé), pensaba que de lo que se trataba era de
escoger una estructura que a uno le gustara y
luego, simplemente, llenarla con historias propias; con tonos propios. Muy parecido a la manera en que uno alquila un cuarto. Este ha sido vivido por muchas vidas anteriores, cada cual muy
específica. En ese sillón se han apoyado mil cabezas para pensar en mil cosas. Ahora le va a tocar
'a uno. Si con un ~ ,de suerte el cuarto es limpio, casi casi se siente un desafío juguetón: a ver
qué sabes hacer tú; yo ya he visto muchas cosas.
Si, por el contrario, es medio sórdido, lo único
que ofrece es el lado ruin de la condición humana: lo que de muerte van dejando los otros a su
paso.
De manera que tomé Contrapunto, de Aldous
Huxley y, colocándomela muy de frente, muy
U
bien abierto el libro y derechito, procedí a hacer
la adaptación del primer capítulo. Era cosa de ir
buscándole equivalentes a todo: desde el paisaje
yel clima: Londres - Distrito Federal (aunque en
esos años no había todavía metro), hasta los personajes.
Difícil asunto.
Había cosas en las que se podía lograr una si·
metria perfecta: las parejas, los solitarios, los
viejos. Pero qué arduo encontrar la equivalencia
en las situaciones, en las preocupaciones. Vistos a
la luz de México, los personajes resultaban si no
bobos, lujosos hasta la irrealidad, y sus afanes
una monstruosa pérdida de tiempo.
Al esforzarme porque mis personajes se preocuparan de lo suyo, se me disparaban en direcciones tan opuestas a la que marcaba mi novela
modelo, que los dejaba a medio camino para in·
tentar meterme por otro ángulo. No entendía por
qué si la novela modelo me había calado tanto,
me resultaba imposible hacerla real en México.
Acá nadie tenía esa obsesión por el individualismo, por ejemplo. Si ponía a dos de mis personajes
a discutir, el derecho a la libertad interior, digamos, y simultáneamente trataba de llenarlos de
paisaje, de ruido cotidiano, de transeúntes percibidos al pasar -de reojo, como dicen-, era tan
arrasador e incontrolable lo circundante que,
cuando me daba cuenta, tanto ellos como yo mirábamos boquiabiertos la calle.
Pero, me recordaba, no tengo que hacer una
novela igual, qué chiste. Quiero hacerla equivalente: O sea, la equivalencia entre un londinense
y un defeño. Hyde Park y el parque de Chapultepeco ¿Por qué no? Un londinense y un defeño son
humanos ambos, con pternas y brazos. Yen el caso de los parques también es lo mismo: pasto, árboles, bancas.
Me fijaba entonces en los diálogos de Contrapunto que transcurren en un parque, y luego
procuraba imaginarme uno en Chapultepec (en
el bosque viejo, en donde uno encontraba tanto
español viejito añorando la madre patria, o las
parejas de novios muy abrazados, o los niños en
sus bicicletas). En el parque en Londres habría lo
mismo: niños, parejas, viejos tristes...
Pero no, no se podía. Algo distraía inevitablemente la atención: una irregularidad que Contrapunto no destilaba. Una falta de homogeneidad. En Londres todo era parte de un todo -con
sus diferencias, sus seres'infelices, feos o ruines.
Sus personajes maravillosos, bellOs o elegantes.
En el D.F. habia lo mismo, pero como en muchos niveles. Del más rudimentario al más sofisticado, y no se integraban. No eran un todo. Eran
tan distintos todos que no coexistían, sino que estaban contenidos en un mismo espacio muy al
azar.
El viejito' esp(Úlol en Chapultepec no era un
viejito simplemente, sino un viejito español que
lloraba por la Guerra Civil. ¿Y el viejito mexicano? O pertenecfa a la clase acomodada y no se
sentaba solo en un parque, o pertenecia a la desacomodada y mendigaba. ,
No se podía, no se podía...
LA CRISIS
e desestructuran las cosas: la pareja, la fa- 1
milia, la-sociedad, el pafs. Se viene abajo
todo en un torrente de palabras inútiles, cada vez más especializadas; más secas e incomprensibles; más ajenas al sentir humano. En
los años cuarenta la segunda guerra sacudió al
mundo. En los cincuenta el plástico lo llenó de
esperanza. En los sesenta fue el amor. En los setenta la muerte hizo nuevamente su aparición. Y •
en los ochenta la crisis. Las palabras suenan a ya,
dichas, ya probadas, ya fallidas. El ser humano l
sigue igual de vulnerable que siempre.
I
Las madres dicen sensatas: así está el mundo:
patas parriba. Los padres hablan de la ineficiencia de los gobernantes y l~ hijos sienten que ellos
son los únicos que se dan cuenta de que la vida es
una mierda •.
S
47
HARRY
BELAFONTE
Seis horas
de televisión
para los
- ....
.: .
.... ..
......
....
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Mandela
Ha eatado presente o ha hecho llegar su apoyo
solidario en innumerables oportunidades: iunto
a Martin Luther King, en los inicios de Miriam
Makeba y su lucha contra el apartheíd, a la par
de Nana Mouskouri en la triste noche de los coroneles griegos, en el proyecto ambicioso de "SOmos
el mundo", o en las distintas campañas contra el
hambre, en su &todos Unidos natal, a nivel internacional o regional. Firme en la brecha, siempre se ha contado con él.
Harry Belafonte, el intérprete y rescatador de
gran parte del folklore caribeño, anda metido en
otra empresa de no menor envergadura: la realización de una miniserie televisiva, de seis horas
de durací6n, destinada a rescatar la personalidad
-rica y apasionante- de los esposos Nelson y
Winnie Mandela.
Rica y apasionante personalidad signijicQ también, en buen romance, la historia de esta pareja
en términos desgarradores, de lucha y sacrificio
constante, de permanente riesgo y acoso, de un
sin fin de inconvenientes, casi podría decirse que
cotidianos.
El cantante norteamericano, como tanta otra
gente, ha confesado la profunda conmoción que
le provocó la lectura del libro de Winnie "Parte
ile mi alma", mismoen el que tienen cabida los
capitulos más conmovedores de la vida de ambos
protagonistas, muchos de ellos signados por interminables periodos carcelarios o de los procesos
previos conducentes a la prisión.
Es en base a esta obra que Belafonte se ha1l4
preparando esta producción, contando con la acttuJCÍÓn de Sídney Poitier en el papel de Nehon
Mandela, Jane Fonda en el de Mony Blackbum, .
quien juera dirigente del Block Sash, un movimiento de mujeres blanC08 en Sud6frlca.. las que
se han unido para oponerse al sistema del apartheid. El personaje de Pieter Botha, es muy probable que sea interpretado por Marlon Brando, y
aún no 8e hallaba resuelto quién protagonizaría a
Winnie Mandela.
La mayoría de las figuras convocadas por Belajonte, que generalmente perciben fabulosos honorarios, se han romprometido a trabajar por cifras exiguas y casi simbólicas, tratándose de
estrellas como las que se han mencionado. Conviene arotar que, antes de emba'rcarse en este
proyecto, Belafonte roA8tllt6 con los esposos
Mandela y étJtos le dieron su aprobación. La mayor parte de las locacione3 seleccionadas se hallan
en Africa y, dentro de ella, en Zambia, donde el
presidente Kenneth Kaunda prometió su colaboración.
El realizador y cantante ha expresado que no
se 1rllta solamente de una muestra ft1mica de corte poUtico, sino que también habrá de abordar
los aspectos humanos e inhumanos de la vida ba;0 el aparlheíd, osi romo de una historia de amor
.tan projundo como la de Nel«m fJ Winnie, ubicada en el marco del brutal contorno ~ .
Mientras aguardamos la culminación de esta
miniserle de televlsi6n, las &eis horas que deberán
raumir innumerables sU1uJciones protagonizad4I por los Mandela, ofrecemos varios tNlrrKM romo adelanto del libro "Parte de mi alma". M~
chas de estas porciones, seguramente, habrán de
tran8formane en ~ del filme dirigido
por Belajonte.
•
~
PARTE DE MI ALMA·
Winnie Mandela
l último día del juicio de Rivonia el estado
de ánimo era absolutamente extraordinario. La atmósfera en el tribunal era extremadamente militante, aunque por supuesto había lágrimas por todas partes, pero no lágrimas
de desesperaci6n. Hubo canciones y consignas de
libertad. "Apoyamos a nuestros líderes", "Abajo
el racismo". Recuerdo a Alan Paton hablando
por la mitigaci6n de la sentencia. Era tan sincero, un verdadero colega político; nunca lo olvidaré por eso. Esperábamos que los hombres fueran sentenciados a cadena perpetua -conocíamos las leyes-. Ellos no podían correr el riesgo
político de colgar a la direcci6n: los ánimos estaban tan caldeados y la presi6n internacional era
tan favorable que el país hubiera ardido.
Pero por supuesto, trajo como resultado un
sentimiento de desesperaci6n.. Sabiamos que
nuestros líderes se iban, y ¡cuán difícil seria reagrupar y reorganizar la resistencial Cuando una
lucha es clandestina, significa un nue.¡o patrón
para la propia vida y un nuevo concepto para la
perspectiva y pensamiento político del pueblo. Es
mucho más dificil concientizarlo en esas condiciones. Sabíamos que nos esperaban tiempos horribles,
Ese último día del juicio fue una expresi6n de
la determinaci6n del hombre negro de obtener su
libertad.
Una de las cosas más inolvidables fue la interpretación de canciones de libertad y del Himno
Nacional -"NICosi Slkelel'i.-Afrika"- como demostraci6n de buena voluutad para nuestros lideres. Durante años ellos han confirmado que ese
tipo de demostración significó mucho para ellos.
Cuando se va a prisión, se tiene que extraer inspiraci6n del recuerdo que se deja' atrás, y el estado
de ánimo de Nelson y sus compañeros ha seguido
siendo ~ejo del que rein6 ese día. Allí supimos
que obtendríamos nuestra libertad. Y que ésta
era una de las fases temporafes por las que teníamos que atravesar. Pero había que admitir que
fue un terrible revés para nuestra lucha. Fuimos
allí resignados; sabiamos que regresarlamos sin
nuestros esposos o hermanos.
E
• • •
Zindzi tema cuatro años y Zeni cinc:o. Yo las
sujetaba, después que su padre y los otros hombres habían sido considerados culpables. Esperábamos afuera, hasta que ellos fueran llevados a la
Prisión Central de Pretoria, para decirles adiós,
por última vez. Había miles de personas. No era
posible que los familiares se acercaran a los acusados. La gente trataba de empujarnos al frente,
para poder tocar las manos de los acusados por
última vez. Era desesperanzador. Estábamos en
mediodeesta gran multitud. Yo tenía cogida aZeni
por la mano y Zindzi estaba en mis brazos, cuando alguien me tocó el hombro, y ¿qué vi? Era un
policía alto, miembro de la Dependencia de Seguridad, que dijo: "Recuerda tu permiso. Debes
regresar a Johannesburgo a las doce en punto".
Allí estaba yo con mi pueblo, cantando el Himno
Nacional, y este hombre, con su mano en mi
hombro, recordándome que tenía que estar de
vuelta en Johannesburgo. Todo lo que pude hacer fue ignorarlo. ¡No te imaginast ¡El último
díat Mi esposo sentenciado a cadena perpetua y
yo tengo que pensar en términos de permiso Y en
la hora del día.
• • •
Si lees los expedientes del tribunal de la época,
puedes ver la menci6n sistemática de mi nombre
por parte del gobierno: las preguntas sobre toda
la gente con la que yo tenía contactos.
Peter Magubane, el fotógrafo, por ejemplo, no
fue confinado porque fuera un riesgo de seguridad. La idea era que él DO se pudiera comunicar
con nosotros, y por consiguiente, no pudiera ayudar a los niños. La razón por la que Magubane
pasó mucho tiempo en prisi6n fue sencillamente
porque le dio mucha ayuda a las hijas de Nelson.
Su relación conmigo fue presentada como política, pero la verdadera razón era castigarlo por
eso, en forma tal que nosotros sufriéramós indirectamente. Eso es lo que les han hecho a todos
los que han venido a darnos ayuda. Ni la abuela
-Helen Joseph- sufri6 tan malignos ataques
antes de que se vinculara estrechamente a nosotros. Esos ataques aumentaban y se hicieron más
y más insoportables a medida que yo me acercaba a ella y la trataba como una madre, que con el
tiempo fue para mí. Ella sufrió mucho. Simplemente es un ejemplo, pero esto le ha .ocurrido a
todos los que se acercaban a nosotros.
• • •
y lo primero que quiere hacer NeIson cuando
salga de la prisión, es viajar al campo para ver a
su pueblo, para ver las montañas y respirar el
aire fresco. El amor a su cultura, el amor a sus
tradiciones, el amor a ese país es muy fuerte y
verdadero. Está trabajando para liberar a su
pueblo porque lo ama mucho -recuerda a un
comerciante a quien estaba acostumbrado a comprarle cuando niño, en la pradera del Transkeiy entonces está ese río lleno de árboles que ellos
llaman Kei, alIado del cual él se sentaba y meditaba con los ancianos. Extraña todo eso, terriblemente. Para él, liberar a su país sería reconquistar ese sueño, verlo como lo vío cuando niño.
Se le permitió cultivar en la isla, la única cosa
que podia hacer en una forma relajada. En una
ocasión, NeIson me escribió una carta sobre una
pequeña rama de un árbol. Puede escribir un libro completo mirando esa ramita. Tenía unas
cuantas plantas de tomate, e inadvertidamente
dañó a una de las que quería mucho. Escribió dos
cartas (no te puedes exceder de las 500 palabras).
La primera carta de 500 palabras no fue suficiente. Describía la belleza de la planta de tomate,
cómo crecía y crecía, cómo podía darle vida porque la cuidaba, y cómo sin darse cuenta la dañó
y sus sentimientos cuando murió. La sacó de la
tierra y lavó sus raíces y pensó en la vida que pudo haber tenido.
No IJle puede escribir de política. En cartas romo esa, puedes imaginar lo que siente sobre ciertas cosas. Se puede .comparar eso con un niño que
crece en una situación política como ésta: en la
que uno, como padre, le da todo lo que puede,
cuida esa vida, la guía hasta una edad determinada, y después ves cómo es segada por circunstancias ajenas a ti, a los sentimientos de padre. Se
puede comparar esto, por ejemplo, con el asesinato de cientos de niños, en 1976. Si él me hu.biera escrito sobre eso, no hubiera recibido la
carta.
• • •
En los tribunales blancos nunca suplicamos
que se mitigaran las penas impuestas, sin que importara cuán cortas o largas fueran, pues esto
reduciría la moral del pueblo. Y de cualquier forma, no puedes pedir una mitigación si eres verdaderamente inocente y los que te acusan son los
verdaderos criminales.
En los tribunales superiores nos iba bien, pero
siempre teníamos que batallar en los inferiores.
Era por eso que siempre me sentía muy mal. Es
difícil ganar una causa abiertamente en los tribunales regionales, o magistraturas. Siempre estaba
en la espera de una sentencia. Te parece que sientes el aire caliente que viene de las narices del
magistrado y estás respirando vahos de hostilidad
que te consumen, mientras te encuentras en el
banquillo de los acusados.
En realidad, no recuerdo ningún tribunal inferior que no me encontrara culpable, excepto
cuando insulté al Sargento Fourie. La ironía de
esto está en que por las cosas que no he hecho, he
sido considerada culpable, y por la única cosa
que hice para satisfacción de mi corazón, no fui
considerada culpable.
Un día, el Sargento Fourie vino a mi casa en
Orlando, entró sin tocar, puso su mano en mi
hombro y murmur6 en afrikaans algo sin sentido,
que yo no entendí. Pienso en realidad que las personas no planifican cuando van a matar. Si yo
hubiera tenido algo en mi mano, en ese momento
específico, podría haber matado a ese hombre.
¡Qué falta de respeto! ¡Qué intromisión en mi
privacidadl Yo estaba en mi cuarto; y tenía la saya medio levantada -¡cielos!- y entró así, no se
retrajo y dijo "permiso". Me vio parada en esa
posici6n, en el cuarto, y continuó ¡como si yo
fuera un mueble! I Y puso su mano en mi hombrol
Yo no se como caí sobre su cuello. Todo lo que recuerdo es que lo agarré, y lo tire contra el piso,
que es lo que se merecía. Lo recuerdo con las
piernas levantadas al aire, gritando, y el armario
cayendo sobre él. Así fue como se rompió el
cuello (después se recuperó). Yo no sabía que la
mitad del ejército estaba afuera. Me llevaron en
un carro -seis de ellos- con una media puesta y
un zapato. ¡Fui así a la prisión!
Allí dijeron que yo me resistía al arresto. A Ceorge Bizos, nuestro abogado, yo lo escuchaba romo si fuera mi padre. Me trata de la misma forma que NeIson. Tiene la misma autoridad sobre
nosotros. El me dijo, fuera del tribunal: "¡Quiero
que te comportes como una dama frente al magistrado y no como una amazona!" Nelson siempre me dijo una de las cosas en la que NeIson y
George concordaban: "¡Zami eres completa y
totalmente indisciplinada! ¡Necesitas controlarte!" Yo no creo que soy indisciplinada. Pero hay
que utilizar el idioma que ellos entienden: para
tener paz, hay que ser violento.
• • •
Muchas veces cuando las niñas regresaban de
la escuela, encontraban la casa cerrada y tenían
que buscar en el periódico, para ver si yo estaba
detenida. El director de la escuela las llamaba y
les decía: "Miren,.no se preocupen cuando vean
en el periódico que su madre está detenida otra
vez". Nunca conocí a ninguno de esos maestros
de Waterford, que realizar.on el gran trabajo de
enseñar a mis hijas.
Como una fórmula de compensar, la persona
trata de hacer todo lo que se puede por los hijos y
quizá hasta se hace demasiado, porque se quiere
borrar de sus mentes el hecho de que no tienen
padre, y no sólo eso, que no tienen el amor materno que necesitan. Eso es muy duro para una
madre, especialmente en una etapa de guerra
perpetua, donde no podía darles ningún tipo de
seguridad. Nuestra casa era una extensión de la
estación de poli~ía. Todos los dias venían. Las niñas se atemorizaban. Ni las explicaciones podían
tranquilizarlas, porque yo no tenía protección.
Zindzi dijo un día: "¿Eres en realidad mi mamá?
Quizá tú seas simplemente una muchacha joven,
que papá contrató para que nos cuidara". Ella
había visto fotos de su padre, en las que tenía una
verdadera figura paternal, y aquí estaba yo, que
parecía una niña. Eso sólo demostraba su inseguridad. En ningún momento de sus vidas estuvieron seguras de tener a uno de sus padres con ellas.
Crecieron solas, con amigos. Sabían que las amábamos, pero nunca estuvimos allí para expresarlo; era amor a través de intermediarios.
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TESTIMONIO DE LA WJA ZINDZISWA,
ZINDZI, AL RESPECTO DE WINNIE MANDELA:
Ella es una persona muy dulce, pero cuando se
enfrenta a la policía su ira se convierte en algo infernal.
Mi madre nos ha hecho fuertes. Una vez ante
un tribunal, cuando mami fue declarada culpable, creo que fue en 1971, comencé a llorar.
Cuando salimos me dijo: "Nunca debes llorar,
porque les das satisfacción si haces eso".
Cuando se vive con alguien como mi madre, se
aprende a vivir sin temor. Me siento totalmente
inmune ante esta gente y sus amenazas. Simplemente continúo con lo que estoy haciendo.
En una ocasión, cuando se le permitió a mami
que viniera a Orlando, a pasar ~ fin de semana,
la Policía de Seguridad verificó si ella habia partido a tiempo hacia Brandfort. Irrumpieron en la
casa -nuestro perro los atacó<--, y ellos comenzaron a disparar, pero yo los ignoré y simplemente continué colgando la ropa lavada. Cuando vienen ahora, simplemente tocan a la puerta y tiran
piedras al techo. Y cuando hacen llamadas telefónicas amenazantes y obscenas, les cuelgo.
Si ahora recibo una llamada telefónica en
Swazilandia, y me dicen que mami ha sido arrestada, yo digo ¿y qué? Pero era duro cuando estábamos más pequeñas. En realidad, la mayoría de
mis amistades tenían miedo de visitamos en casa.
Hay personas que han sido arrestadas después de
visitarnos. Mi esposo me ayudó mucho porque él
no tenía mieG.,. de ir a nuestra casa.
He sufrido como todos los niños negros, de manera que tengo cierto deber y papel.que desempeñar en mi propia sociedad, independientemente
de ser la hija de Mandela. No puedo entender a
un ciudadano negro que haya sufrido y sepa
quién es el responsable de su sufrimiento, y
simplemente no haga nada. Me preparo para luchar por mis derechos.
En Soweto, puedes verte obligada a enfrentar
situaciones peligrosas por las noches; cuando algunos tipos ven muchachas que vienen por la calle y las llaman: "Oye tú, ven aquí" . Entonces, yo
digo quien soy. e inmediatamente piden disculpas. Eso siempre tiene éxito en mis apuros. O si
me quedo sin dinero en un taxi y digo quien soy,
el chofer me deja ir y siempre pregunta ¿Cómo
está tu padre? o ¿Cómo está Winnie, cómo le va?
Pienso que a mi madre le va bien porque tiene
grandes esperanzas y una firme determinación, y
ella sabe que no está sola. El pueblo sigue considerándola una líder. Viajan desde Johannesburgo para solicitar su asesoramiento. Tiene una capacidad increíble de unir al pueblo.
Ella va a obtener su liberación y sabe que el
pueblo está a su lado. Estoy muy orgullosa de
ella.
AO
John Reed
lNDU~lRIAL
~~
UNIONlSM
ELDIA
DE LA
LIBERTAD
DE
EXPRESION
(Este articulo fue publicado originalmente en el
New York World, el 12 de octuJjre de 1914, y se
reproduce por primera vez)
as aceras occidentales al costado de Unión
Square estaban cubiertas de flores, porque
era el día en que se celebraba la feria de
las flores, que siempre se realiza antes de la Pascua. En los bancos de la plaza, desempleados ca·
bizbajos, se inclinaban andrajosos sobre hombres
que buscaban trabajo torpemente revisando las
columnas de ofertas de empleo del periódico.
Exactamente una cuadra al norte, en la plaza de .
la calle 17, miles de personas se agitaban hacia
atrás y adelante, como olas, silenciosamente, es·
perando, casi con una actitud fatalist-a.
Izquierdistas del East Side, cuáqueros, trabajadores del servicio social e incluso políticos, eran
el centro de ansiosos grupos arracimados, discutiendo, predicando. Por todos lados la totalidad
de la plaza hervía y susurraba su discurso social.
Se estaba iniciando la Jornada de la libertad de
expresión. Era una extraña multitud mayoritariamente masculina; quizá compuesta en su mitad por curiosos y gente que hab(a venido a ver
un motín.
Se podía ver a Lincoln Steffens sumergido entre la multitud; Joseph O'Brien aleteando en los
límites de la masa, cardúmenes de extrañas mujeres radicales con el "uniforme" del Greenwich
Village, y otras con ropas de civil. Todos los intelectuales estaban ahí. Había cientos de socialistas
a pesar de que su diario oficial les había advertido que ignoraran el mitin. Y muchos IWW a los
que también se les había dicho que se apartaran
del acto.
Cerca de 40 desempleados de la calle Grand
habían venido marchando desde la parte baja de
la ciudad con extrañas pancartas: "Nosotros queremos la tierra, pueden quedarse con la cárcel".
A pesar de que uno de sus dirigentes me había
dicho antes que la IWW oficialmente no tenía
nada que ver con la agitación contra el desempleo que se había venido desarrollando durante
las pasadas semanas, y que los desempleados no
tenían nada qué ver con la IWW.
Traían pequeñas tarjetas en la cinta de sus
sombreros en las que se podía leer: "Pan o revolución. Unión de desempleados. Local de Nueva
York No. 1". Eran generalmente muy jóvenes o
viejos. Después· de. un rato alguien pasó algunos
L
SO
cientos de tarjetas con la consigna y todos fuimos
como ellos.
El resto de la multitud, quizá un millar, eran
esos andrajosos despojos que yacían sobre las aceras o cubrían las bancas de los parques en número creciente cada invierno.
Hablé con varios de los haraganes en las bancas del parque cercano. Había todo tipo de personas: vagos, cavadores de zanjas, borrachos, trabajadores ca!ificados sin empleo. Les pregunté
por qué.no iban ji} mitin que se hacia para ellos.
-Para qué, esos son obreros ordinarios -dijo
un viejo flaco-. Yo soy un relojero.
- o hay nadie en casa -dijo un hombre de
ojos lagañosos cubriéndose su cabeza morosamente con el sombrero-o Todos son idiotas. ¿Por
qué esos tipos hablan de control de la industria y
de algo como democracia industrial, cuando todo
lo que necesito es un empleo?
Un hombre con uniforme de conductor aseguraba que acababa de conseguir un empleo en los
tranvías, entonces ¡por qué preocuparse!
-Claro que es dificil, especialmente cuando tienes mujer e hijos como yo -insistió-. Mire, la
primera semana no pagan y además tienes que
comprarte tu uniforme, pero después de eso, sólo
tienes que aguantar el trabajo doce horas diarias,
y sacas un dólar y mec;lio por eso, y tu esposa
puede montar en los tranvías gratis, y...
Los policías no se mostraban de manera muy
evidente. Algunos de ellos con garrotes bajo su
abrigo, circulaban con naturalidad por los bordes de la plaza.
-Esto nos va bien -dijo uno-. No es que nos
guste particularmente golpear con una macana
en la cabeza a un tipo porque anda gritando. Dejémoslo gritar. Sólo que están locos. ¿Por qué?
¿Qué tiene de malo el sistema que andan insultando? ¿No es vertlad que un hombre que tenga
propiedades tiene 1lereeho a que lo protejamos?
El problema es que no tienen propiedades, o que
no se dan cuenta de lo necesarios que somos.
Coincid( con él en que ese era el problema.
Había transcurrido el tiempo del festival. Los
áridos desiertos del discurso de Berkman habían
pasado de largo peleando, la prensa prostituida y
la brutal policía "cosaca" se habían llevado su
parte. El "suave" Joe (esta vez no era el "salvaje"
Joe) O'Carron- se había hundido en las páginas
de la histori~ y la mitología griega y el interés ~n
el vendaje sobre S\l cabellera se había diluido pa-
ra siempre, y el joven Fagin de la Escuela Ferrer
estaba excitando a la gente como nunca lo habían
estado antes ese dia. Su rostro oscuro y sin grl!cia
ardia de pasión pura y la multitud lo percibió, .
- Los periódicos imprimieron un montón de
mentiras sobre el motín que habría de producirse
hoy aquí -=-gritó Fagin-. Y a ustedes que vinieron sólo movidos por la curiosidad, .he de decirles
que esto no es un circo. Esto es ':lna pro~a colÍtra el desempleo, contra la.cosa maligna q"ue extingue ~l fuego y la belleza en las almas de los
hombres haciéndolos trabajar doce horas diarias,
y permite que otros hombres vaguen por las calles
por millares persiguiendo un empleo en la ciudad
más rica del mundo... No me sorprendería que la
policía y los .thugs sedientos de sangre·· nos
aporreen legalmente. No estoy en contra de la
policía, yo he sido uno de ellos. Yo les digo a los
policías que no estamos aquí para iniciar un conflicto. Les pido que sean sinceros con ustedes mismos, que lean y escuchen y entiendan por qué un
hombre quiere matar a un policía, y los policías
quieren golpear a los·pobres.
Un sargento vieio y grisáceo, se rascó la cabeza
a mi lado.
-Dios sabe que deseo descubrir hasta dónde
quieren llegar -dijo-. Les pregunto y ·les pregunto, y todo lo que consigo es un embrollo de .
palabras. Yo no soy un hombre que lee, y no le
veo sentido a todo esto, somos gente que no habla
el mismo lenguaje.
Becky Edelson estaba hablando ahora, contando la historia de Cristo el agitador. La multitud
respondió a su eléctrica vitalidad como ante un
gran instrumento musical: irritada y entusiasta.
Para ellos esta pequeña muchacha de rostro dúctil, que había cubierto a O'Carroll con su propio
cuerpo de los garrotes de la policía, era una figura heróica mmo lo fue Gurley Byn ~n Paterson.
Había. varias oradoras, entre ellas Ida Gang a
quien los periódicos habían persistido en llamar
"la bella Marie Glantz", por alguna oscura razón; y lo primero que podía notarse era que las
mujeres parecían más fuertes, más apasionadas,
más poderosas que los hombres.
Cerea de la call~ 17, conté cerca de 60 pequeños grupos, apretujados en torno a debates privados y discusiones, reuniéndose o disolviéndose.
De ellos flotaban palabras y frases como: "democracia industrial", "solidaridad de la clase traba-
jadora", "socialización de las industrias" y "conciencia de clase" .
Un grupo grande atrajo mi atención, evidentemente a la espera de algo. Parecía estar compuesto, de esos jóvenes ruidosos, mal vestidos, que
rondan en las esquinas de las cantinas.
- La bronca debe empezar un poco después de
que él llegue -dijo uno-.
-¿Cuánto te dieron?
-Medio dólar -replicó otro- ¿Ya ti?
- Lo mismo, supongo que todos los muchachos
sa(;aron cincuenta centavos.
-Muy poco, creo -gruñó otro- El saca 8 dólares diarios.
Un poco después de esto, "él" apareció. Unjoven con ojos oblícuos y furtivos. Pidió a gritos
una caja para suhirse de manera que pudiera dirigirse al grupo.
- Tenemos que romper eso en quince minutos
-dijoun muchacho refiriéndose al mitin de Berkman-. Ese muchacho sí sabe hablar.
Le pedí al orador su nombre. Estaba un poco
nervioso al dármelo; finalmente dijo que era
Frank Urban, originalmente, por cierto, Urbansky, que había sido socialista y anarquista y que
ahora era un patriota; y que representaba al Foro
Internacional para la Paz y que iba a hablar. Yo
también estaba nervioso, porque cada vez que un
patriota inicia un discurso entre gente que usa su
cabeza, generalmente se produce un motín.
Tomó la caja que usaba como plataforma y entonces el pequeño Walkowitz, el artista, le rugió
apasionadamente diciendo que no debería hablar, que no debería interrumpir el otro mitin, y
le ordenó que devolviera la caja. Urban se desconcertó pero los thugs que lo acompañaban rodearon a Walkowitz y comenzaron a insultarlo.
Algunos radicales que escuchaban a Berkman
protestaron diciendo que éste era un acto de libre
expresión y que debería permitírsele hablar a Urban como a cualquiera. De manera que Urban
tomó la palabra e invocó a las sombras de nuestros padres que combatieron en Lexington para
que hicieran pedazos a la chusma extranjera que
estaba en el mitin y que pensaba que no todo estaba bien, y comenzó a insultar a Berkman de la
manera más vil.
Cuando mencionó a los héroes de Bunker Hill,
nuestros antepasados, los que rodeaban a Urban
levantaron un ronco aullido medio humano. En
un minuto la mitad de la audiencia de Berkman
había desertado para oir al recién llegado, pero
después de un rato todos regresaron, riéndose,
burlándose y susurrando. Berkman proseguía
hablando y esta vez decía cosas que produjeron
tempestades de aplausos. Y luego terminó y los
oradores del día tomaron su plataforma plegadiza y se la llevaron.
Pero la multitud no se fue. Media docena de
hombres y mujeres se treparon a cajas de jabón y
arengaron a su pequeña multitud.
-Bueno, ¿qué les parece la libertad de expresión? -les pregunté a dos policías.
-Preciosa -dijo un joven patrullero con violencia.
-Oh, está bien- concluyó su wmpañero-.
Los pobres tipOs tienen que vivir de algo, supongo. Quizá si lo hubieran hecho otras veces, no
necesitarían hablar tanto ahora. Tal como va, le
pido a Dios que nos dejen romper el mítin de una
vez. Tengo que quedarme hasta que termine, y
estoy perdiendo horas de sueño. (Traduccián PIT
Il)
(*) El sábado anterior en un mítin similar,
O'CorroU había sido apo"eado por la policía y
grupos reaccionarios; la prensa lo había bautizado como el "salvaje loe" a pesar de ser él el agredido. Sólo la intervención de Becky Edelson impidió que lo medio mataran. De ahí las referencias de Reed. (N. del T.)
(**) Nombre con el que se conocían las bandas
reaccionarias al servicio de políticos conservadores.
El cuadro que hay que ver·
e rato habla o
Sealtiel Alatriste
Creo que mllY POc()~ artistas, como Julio Cortúzar, han Il...gado a una comunión Int"'ll.~a con el jllZZ. Dicen, 'lue cuando Julio hablaba de jazz, !e trandormaba y que
cuando escribió sobre ello, transformó la literatura en música. En su prodigioso
cuento, "El Perseguidor", el problema del tie!llpo y del jazz, mientras nos nar~a la
grabación de un disco, alcanza su mejor acento: "y justamente cn ese momento
cuando Johnny estaba como perdido en la uleKrla, de golpe dejó de tocar y soltándole
un pufletazo a no sé quien, dijo: 'Esto lo estoy tocando mañuna', y los muchuchos se
quedaron cortados, apenas unos dos o tres siguieron unos compaces, como un tren
que tarda en frenar, y Johnny se golpeaba la frente y repetla: 'Esto ya lo toqué mañana', es horrible Miles, ésto ya 10 toqué mañana". Johnny, El Perseguidor, el saxofonista, personaje central del cuento de Cortázar, desesperadamente va en pos de si
mismo, o mejor, del alma que se libera en él cuando interpreta el blues. Siempre que
escucho jazz me represento a Johnny persiguiendo ese mañana, que, al menos gramaticalmente, él ya ha colocado en el pasado~"Esto ya lo toqué mañana"; siempre, lo
veo colltagiado de algo entre religluso.y· pagano, entre alegre y melancólico, entre
bufonesco y trágico. No sospechaba, cuando visité la exposición homenaje a Miguel
Covarrubias, que ah!, encerrada en la pintura de un cantante de blues, fuera a revivir al perseguidor; al alma, en estampida, huyendo de uno mismo; a esta especlé de
oximorón emocional que entrelaza los contrarios; y, que, de una manera rara,
evocarla a J ulio Cortázar y su prodigiosa facilidad para sacar del jazz un arte diferente.
En un cuadro -el que, por otro lado, sirve de 10Kotipo a la exposición- está
una negra, enfundada en un vestido verde esmeralda, Interpretando un blues; con la
cabeza echada hacia atrás, unas manazas que parecen bailar solas, liberadas de los
brazos, apuntán al techo del antro donde se encuentra; a sus espaldas, una orquesta
de Dixieland la acOmpaña: y del otro lado, en dos mesas, otros tantos negros se embelezan con su voz, ¿Cómo, me pregunto, sin música, uno cae en la seducción del sonido? La cantante, con los ojos cerrados (lo Imagina pues éstos no aparecen en la pintu- •
ra), parece per!legu,ir su voz, que en altibajos, en contrapunto con cada compás de la
trompeta, se le escapa, ¿qué acaso no es ella la dueña de su tono? ¿no lo es de las manos que le rebolotean la.~ muñecas? ¿tiene algún dominio sobre lo que ahí estil sucediendo; o, la sensualidad y el eroti~mo, que, sin saber porqué, adivinamos, tiene
otros orígenes, otros, quid, que toman por pretexto su voz callada y sus manos danzarinas? El dibujo mismo marca la importancia de esta otredad que, como signo, parece emanar de las manos liberadas, y asl, la pintura entera debe referirse al arabesco
con que, en el aire, éste hechiza, pues al poco tiempo de verla (estuve a punto de
escribir escucharla) nos damos cuenta que todo coincide ahl, y de ah!, todo se
desprende, pues la figura es frálti1: las piernas (contra lo que pudiera pensarse), son
de una delgadez infinita; huesudas, unidas al suelo (pues diflcilmente se podría decir
que sostcnidas) por dos pies tan delicados, ca.~1 irreales; hacia las caderas la situación
empieza a componerse, y una curva parece dar sentido al erotismo que presentimos;
pero no, no bastan los senos redondos, ni que una costura del vestido Oa de la cintura) converja en el ombligo; ni siquiera podriarnos apelar a los labios gruesos, o al
cuello largo; no, porque esa negra 10 tiene todo -el cuerpo entero, la voz, la sensualidad yel alma apresada 1.'0 las manos: o, dicho de otra manera, toda ella se libera
por las manos; es ahl donde, a pesar de est'!,~ Inmóvil, se evade a otra dimensión, a ese
sitio en el que el blues destruye el tiempo y el mañana se rezaga hacia el pasado. No sé
porque', pero intuyo que la cantante, se sabe electrizada por sus manos y cautivando,
al auditorio en ellas: presa de esas manos, la parroquiana del gorrito rojo le está dando rienda suelta a la nostalgia; presa de esas manos, también, una gorda, al fondo,
con un cierto aire de Sara Vaughn, palmea para que el blues estalle con toda la fuerza de sus slnsentldos.
La destreza de Miguel Covarrubias para retratar estos seres marginales es
Inaudita, lo mismo penetra en una prostituta mexicana, en un maestro de put'blo afi·
liado al PRI (}'a hablaré de ellos en otra nota), que en estos negros de tugurio. Se
trasluce, sin hacerse evidente, el oficio del dibujante, la experiencia del periodista.
Es indudable que su destreza se afiló en la talacha de la caricatura para el diario o la
revi.~ta, en la que tanlos de sus contemporáneos se enriquecieTllll. Entre otras muchas
cosas, Covarrublas nos enseña la casta, el estilo de los pintores de su generación. Yes
asi, también, como Covarrubia.~ puede dedicarse, a sus anchas, a pintar o a hacer caricaturas, pues en su oficio, ambas se entrelazan: la negra tiene algo de caricatures·
co, es cierto, como si el pintor no quisiera tomársela en serio. Extremando la imagen,
como si estuviera haciendo una de sus entrevistas imposibles (Shakespeare y Lois Ma·
yer); pero en esta, se trata de la entrevista imposible del negro con su voz. Esta
Ironla, que va a contra pelo con la nostalgia que inunda la pintura, con el claroscuro
del cabaret. nos permite intuir con mils facilidad el esplritu que persigue la cantante;
y es gracias a esta ironia, o caricatura, que en sitio tan tenebroso, la transparencia de
vasos y botellas sea un hecho casI milagroso, como si sólo el alcohol que en el cabaret
se bebe representara 10 Impoluto, y lo demás, lo Inmensamente masificado por las
sombras, pagara tributo a su mundaneidad. Es gracias a ese juego de transparencias
(a esa luz que perfila vasos y botellas), que el vestido de la negra irradia una luminosidad que provoca una cierta reverencia por su caricaturesca figura. AsI. el ciclo de la
caricatura, Ironia, transparenci_, nos ha traldo de vuelta al asunto de la esencia del
jazz. a eia dicotomía que ya intulamos con Cortázar como gula, a ese ilIito que se
desprende de las manos ¿cómo no ver en esas manazas caricaturescas. un signo al
mismo tiempo desfigurado y matafísico? ¿cómo no irnos con el guño de la Unea fácil
y al mismo tiempo sutil? ¿cómo no asirnos a lo que es evidente: nada ocupa el tiempo
real fuerll. de la música que 00 escuchamos? ¿valdrá la pena, se pregunta el espectador, si con esa música se destruye el tiempo, gastarlo en algo diferente? ¿valdrá la pena, parece decirnos Covarrubll<S, tomarnos todo tan a pecho? ¿o es que al final, la
broma, el humor, nos van a d.JScubrir la profunda metafísica, la sensualidad y el erotismo que cualquier sesión de jau despierta en quien la escucha?
Nrgro Drawi:lgs
rv¡iKuel Covarrubia.~. en la exposición en su homenaJe que se lleva a cabo en el Centro Cultural Arte Contemporáneo A.C.
Acu~;t'la de
51
esfuerzos son hechos aislados. Toda posibilidad
de continuidad se pierde.
Cortometrajes y escuelas
Amoralawelta
dela esquina .
La crisis del largometraje refleja mal el talento
de los jóvenes, cuyo ejercicio cinematográfico se
reduce a filmar brillantes trabajos escolares y a
rescatar el documental en el cortoDletraje.
Diamante, Elvira Luz Cruz: pena máxima, Mañana de cobre y Una isla rodeada de agua, son la
comprobación de que en México es posible observar criticamente la realidad nacional. Estos apasionantes ejercicios se encuentran reducidos a los
límites de sus escuelas y a ocasionales exhibiciones en los cineclubes.
Otra vez la estructura de la industria interviene, de una manera decisiva, para reforzar esas
pequeñas fronteras. En COTSA, el cortometraje
tiene que pagar para ser exhibido. Los planes gubernamentales de renovación cinematográfica
han pasado de largo ante esta aberración. Abrirle
un espacio al cortometraje y al cine universitario
es una condición indispensable para consolidar
las escuelas de cine, lo que permitiría generar un
importante semillero de nuevos directores, f~
tógrafos, editores, guionistas...
Cine independiente
El Cine Nacional en 86
LA BUSQUEDA
Gerardo Salcedo
l panorama del cine mexicano en 1986 se
salva por las excepciones. Ante la vorágine
de narcos y neoficheras, la hegemonía de
la concepción rosa de Televicine y el estancamiento de la producción estatal, se levantan algunos ejemplos de buen quelulcer cinematográfico. La lucha por un buen cine-es tarea-ootidiana,
que rema 1Sootra la oorrleote; 101 ~ y-algunos egresados del CUEC (Centro Universitario
de Estudios Cinematográficos de la UNAM) y del
CCC (Centro de Capacitación Cinematográfica)
son los principales protagonistas de esta tendencia, pequeña pero sólida.
En el circuito comercial, Los motivos de Luz y
Frida fueron los acontecimientos; para las geneTaciones de egre;sados el 111 COIlCUI3O de Cine Experimental, el Centro de Producción de Cort~
metraje, el CUEC y el CCC fueron la única posibilidad de hacer cine; con una concepción bastante peculiar, (re)surgieron dos cooperativas, la
Asociación de Técnicos y Actores (ATA) y la ~
operativa IUó MiXC(l8C; por último, el cine independiente concretó dos propuestas en ¿Cómo
E
ves? y Redondo.
Cooperativas
El propósito inicial de las dos cooperativas fue
el de crear un cine diferente. La ATA -dirigida
por Erlc del Castillo- es de reciente creación; y
Río Mixcoac -con la participación de los
Retes- tiene una tradición temporal más importante (Bandera rota fue su acta de nacimiento en
1978), pero sus resultados en 1986 fueron decepcionantes. Los náufragos del Liguria Y Los piratas, de Retes, así como El extraño hijo del sberiff
52
y Un adorable sinvergüenza, de la .~T A, demuestran que es insuficiente el propósito de no
filmar cintas sobre narcos.
Las &SI*aciones, facilonas, de querer facturar
un proyecto comercial y rentable son una tajante
contradicción con el cine de autor. Sus películas
tratan de llenar huecos -en la cartelera (cine infantil), pero su concepción no parte de la necesidad de romper o mol'lificar a una industria descompuesta y autocomplaciente. La organización
de cooperativas en la industria fflmica es un pr~
ceso necesario, pero lo urgente es concebir un estilo diferente. Crear -organizaciones laborales caroo alternativas en la producción para ofrecer
más de lo mismo, es repetir miméticamente los
vicios criticados.
Productores independientes
Manuel Barbachano, Hugo Scherer y otros
productores -pocos- han tratado de patrocinar
un cine distinto. La apuesta se ha concretado en
utilizar a los mejores directores de la década anterior, como Jaime Humberto Hermosillo, Felipe
Cazals y Paul Leduc; además del rescate de algunos proyectos independientes y su posterior comercialización.
Los obstáculos que tienen que enfrentar estos
productores son múltiples, el principal y más ~
deroso es una estructura burocrática que está al
servicio de las "familias sagradas", de los churros
taquilleros y de las empresas importadoras del cine norteamericano. En I4 motivos de Luz y Frida, la recuperación económica fue lenta, tuvieron que presionar a COTSA para que las cintas no fueran lanzadas .a las Balas-matadero y sus
¿Cómo ves? y Redondo podrían ser los
ejemplos más recientes del cine independiente.
La crisis, el alza de los precios en los materiales y
el reducido circuito de promoción han desmembrado al cine que se realiza fuera de los canales normales de la industria y los sindicatos.
Las dos cintas, pese a sus desventuras, son ejemplos extremos de una concepción libre del quehacer cinematográfico. Se ubican en el terreno de lo
experimental· y son una posibilidad que merecería haber consolidado una estructura paralela.
La Cineteca Nacional, las universidades, Zafra, los cmeclubes y]a red de cine de la SEP son
insuficientes. Si el optimismo fuera justicia, el cine independiente algún día contará con una eficiente posibilidad de existencia, romperá el monOlX;)lio sindical y una nueva ley cinematográfica
io alentará.
ID Concurso de Cine Experimental
El 111 Concurso es, hasta el momento, el mejor
esfuerzo que ha realizado el Estado y, paradójicamente, comprueba la ausencia de un proyecto
coherente y generacional -parece que ya no se
convocará otro concurso. Los resultados del concurso fueron normales: dos películas muy buenas
(Crónica de familia y Amor a la vuelta de la esquina), algunas abras menores y pocos &acasos
absolutos. Crónica y Amor fueron lanzadas al
matadero con toda impunidad.
Mientras, las productoras establ1es no encuentran una linea congruente: Robachicos y El
otro no representan la necesaria diferencia y son
verdaderos desperdicios. Producir pocas películas no asegura la posibilidad de aislar las infamias
de la iniciativa privada. El tiempo para rectificar
se ~ acabando.
Epílogo en antesala
Al final del régimen del J.LP, Baúl Busteros
(Redondo) calificaba a su generación de ser
"febriles antesa1istas"; las generaciones emergentes continúan practicando, como experiencia heroica,'la antesala. Una larga lista de directores
está esperando: Carlos Carcía Agraz, Nicolás
Echeverria, Daniel González Dueñas, Miguel
Mora, Dana Rothberg, Diego López...
Varias generaciones se consumen en la inactividad y en la antesala del IMCINE, y un sector
de la burocracia ya está reviviendo la Reseña de
Cine en Acapulco. Vienen días de fiesta y los
guiones más interesantes están archivados. ¿Hay
algo que valga la pena celebrar?
Ser joven
y de pilón
periodista
uando uno sale como flamante redactor/reportero de la Septién Gareía, supone (ingenuo al fin) que aun de cablero romenzará la larga marcha al pináculo del Periodismo Nacional.
Que, uno confía, como en las viejas historias
de la farándula periodística, abundarán los puestos de aprendiz, gato, suplente o (la juventud es
necia) de plano, titular de la más insignificante
fuente de información.
Uno sale de la escuela -dicen los cursis no necesariamente adultos- a devorar el mundo... y
tanto oímos de la sangre nueva, de las ideas frescas, del futuro de la Patria que, en serio, uno se
la come completa: ¿Quién no salió de la escuela
con la seguridad en el bolsülo de que, más temprano que tarde, Televisa sería "mi casa de trabajo", Excélsior mi tribuna o La Jornada mi lanzamiento como niu reporter?
Mas resulta que no. Como documentaba Manuel Buendía (Ejercicio periodístico, 1985), los
que "ya están" en los medios no dejan fácilmente
vocación, fuente de ingresos, responsabilidad pública, etcétera, por una turba creciente de licenciados comunicólogos, reporteros de escuela y
poetas sin beca.
Buendía, entonces, recomendaba a escuelas y
jóvenes lectores dirigir miras a la comunicación
social y a las relaciones públicas de instituciones
varias. Ya en 1982 el columnista de Red Privada
constataba una situación palpable en estos días .
por cientos de periodistas (jóvenes y viejos): el
mercado de trabajo está saturado.
Pero el mismo periodista lanzaba, en otro texto
del volumen citado, una espina para algún aferrado lector: "la obligación del periodista es escribir, aunque sea en una hoja volante".
Yo supongo que esta frase, retumbando en los
oídos, ha provocado que dos o tres insensatos sigan negándose a doblar el brazo y se empecinen
en buscar -en lugar de muros, como Orozcopequeños espacios de cuadratín, instantes radiofónicos para echar rollo, segundos de videO (aun
marginal).
Gracias y a pesar de Buendía (en el sentido antes referido), el periodismo no puede ser la técnica maquülística de la imagen de funcionarios e
instituciones públicas o privadas, ni solamente la
contribución profesional al desarrollo y necesario
fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil.
Gracias a Buendía, seguimos pensado que sobre la saturación de los medios, el periodismo es
-Perogrullo obliga- la búsqueda de información, el análisis socializador y la crítica independiente. y creativa en todos sus géneros... Y no
queremos seguir el consejo de consolación. o
nos gusta, Sr. Buendía, la oficina de prensa de...
C
El arte de la palanca
Pero el medio es duro y la competencia real. La
crisis es tan profunda, que en los diarios y revistas
ya casi no aceptan "aprendices" que les trabajen
gratis un año (¡así estará la cosal). Mucho más
Cosme Omelas
.
:¿¡j
..
difícil cuando uno se ha pasado la vida sin hacer
contactos ni relaciones públicas para "colocarse".
Triplemente difí<?il cu~ndo por timidez o firme
decisión (fácilmente estúpida en el medio mexicano) ha evitado la recolección de palancas y recomendaciones.
Después de recorrer redacciones, estaciones de
radio y tevé sin más recomendación que un
currículum chafa y una pequeña muestra de trabajos publicados, se descubre que uno anda en
las afueras, al margen, en las orillas. Cae en la
cuenta de que no ha rebasado la barrera secretarial y que el viejo truco de la oficina de personal
es un trámite directo a la próxima acera: "¿Es
cooperativista?". .. "por ahora no hay bolsa de
trabajo". "¿Ya pasó al sindicato?"... "nosotros le
llamamos" "¿Quién lo recomienda?' ¿Usted solito? ¡Aaaaahhhh1".
Alguien sale de la escuela y del primer y único
trabajo de reportero, lo despiden por solicitar
aumento de sueldo. Después, mientras "sale
algo", a engrosar las. filas de la burocracia (algún
boletín, alguna oficina cultural...). En los meses
siguientes, colocar textos en pequeñas y medianas
revistas, en algún diario donde siempre se es prescindible y gasto menor (ya te dan 4, a veces 5 mil
por colaboración sin límite de esfuerzo).
Del úilans al paraíso
El medio es duro, ni quien lo dude. Lo peor de
todo es que la dureza rompe los sueños, las ganas
de investigar, experimentar, crear la posible literatura bajo presión. Entonces, cuando ya rebasamos los 29 años y estamos a punto de alcanzar la
treintena (nos crece la cadera, extrañamos hijos
no tenidos y el éREA nos abandona a nuestra
suerte de adultos), si pescamos la chamba en el
tan anhelado Periodismo Nacional, hacemos lo
imposible por ser los nuevos duros, los inamovibles, los que "ya sufrimos la novatada" y estamos prestos para espantar al próximo inconsciente que dice traer la sangre nueva, aquella que hace falta al periodismo me...xi...c...
Sin embargo (y aunque usted no lo crea), todo
lo anterior no es un testimonio de frustraciones ni
una solicitud de empleo con la lástima como palanca que moverá el mundo. Por el contrario, el
frilaneeo te mal acostumbra a la libertad de
escribir de y como te plazca; te evita, por lo general, el maquinazo para cumplir la orden y/o los
compromisos del chayote.
Claro, no te da el oficio y la responsabilidad
del diarista impreso o electrónico, pero te aleja
-si quieres- del burocratismo mecánico y del
"patrioterismo medieval": el creer que la empresa de tu patrón es tuya, la mejor, la única.
Los jóvenes periodistas fuera de los medios
aprenden en seis meses lo que en la redacción les
lleva dos semanas, pero no tienen prisa (ni alternativa). Tampoco quitan el dedo del renglón: saben que una segunda obligación -completando
a Buendía- es aprovechar los espacios -cuando
se tienen- de ¡panera muy inteligenttJ.
Por ahora escriben, sobreviven... a veces
53
t ..
...' .
.. e¡
··S
... ~
publican. Esperan mejores tiempo .
alguien se aferra en llamar EL PARLAMENTO
DE LOS PUEBLOS.
¿Y dentro de los medios?
adie sabe quiénes formarían tan honorable
instancia. Mucho menos sus atribuciones, alcanPero un listado de sufrimientos no es un artículo.
ces y poder. " Algunos temen que se pudiera conTampoco el autoelogio del solitario la mejor resvertir en un arma de dos filos que propiciara, en
puesta política.
momentos difíciles, la ideologizaci6n y el abuso
Por ello, en una breve segunda parte de este
político, aunque fuera por la simple descalificatexto tendría que plantear algunas ideas que, peci6n "profesional" de un Colegio.
se a generalizar, no se pierdan en el limbo.
Los jóvenes periodistas dentro y fuera de los
l. El año pasado, varias agrupaciones de pemedios; los estudiantes de comunicaci6n y periodistas plantearon al Congreso la necesidad de
riodismo tienen la obligación y la necesidad de
estampar en la lista de salarios un salario mínimo
pensar y discutir las opciones organizativas, grepara periodistas. Nada pasó.
miales y profesionales que fortalezcan la posición
Haciendo a un lado la discusión sobre si el
del gremio frente a las empresas, el poder político
Congreso era el lugar indicado para tal propuesy la sociedad. Lo mismo en la búsqueda de forta, lo apabullante y obvio fue la ausencia de pemas y maneras realistas de responsabilizar a cada
riodistas organizados con capacidad de presión.
periodista en lo individual, sin restringir un ápice
Siendo muy radicales (o liberales al estilo grinla libertad de expresar y publicar sin ceñirse al
go), la casi ausencia de charros con grabadora y
más "mínimo", "plural", "nacionalista" código
estructura vertical adherida a la CNOP, tendría
moral prestablecido.
que hacernos brincar de alegría.
3. Quienes nos formamos en la diaria y semaSí, pero esta alegría tendría que acabar cuannallectura
ae diarios y revistas post-Excélsior de
do advirtamos la falta casi absoluta de rebeldes
Scherer,
nos
hemos ido con la fiata de los alcanindividuales o colectivos que superen, al mismó
de
libertad,
experimentació~lenguaje y deces
tiempo, el apoliticismo, la indiferencia y la caminuncia
del
nuevo
periodismo mexicano.
sa de fuerza del corporativismo.
-y
condenamos- a quienes por
Olvidamos
La democratización de los medios (en el senti- .
necesidad
o
soledad
(no estar en los grupos
do laboral) no puede partir de ninguna instancia
habitan
las
catacumbas
del "viejo peprogres)
gubernamental ni de la comprensión de "nuesriodismo",
"la
prensa
comercial",
Televisa o
tros representantes en la Cámara". Mientras los
Imevisión.
propios afectados (por el bajo salario, por la neTodos ellos, la mayoría del gremio, padecen en
gación de la libertad para informar, por el irresgran medida, el peso de la censura y la descalifipeto a la ética individual) no tengan la necesidad
cación intelectual: "eres-un-empleadito-libertadde respingar, ningún sindicato nacional, ningún
mis-timbales-no-te-pongas-flamenco-quién-teColegio, ninguna Uni6n democrática será más
paga".
que un membrete o un interesante núcleo de perNo hay duda de que en muchos casos se trata
sonalidades.
de cobardía, chambismo y mediocridad. Pero en
Los sindicatos de La Jornada y UnoMásUno
otros, aquellos profesionales que venden su fuerson una muestra interesante de organización que
za de trabajo a los medios más desprestigiados
a lo laboral suman la justa y necesaria vigilancia
(pero masivos), logran hacer valer su inteligendel sentido y la orientación de sus respectivos mecia,
calidad y limpieza. El resultado de ese trabadios.
jo
lento,
a veces an6nimo: abrir espacios para la
Los j6venes periodistas que logren flanquear
discusión, la información y la creatividad,
los ghettos del niuyornalism, tendrían que
muchas veces a contrapelo de la intención patrocuidar, a la vez, la defensa laboral (con absoluta
nal (desde una sección cultural hasta reporteros
independencia de la empresa) y la defensa de un
solos;
lo mismo una estación de radio roquera
medio plural y democrático.
que una del Estado; igual pequeños y visibles esDemocratizar sindicatos y cooperativas, es una
pacios en la televisión comercial y estatal).,
de las formas de oxigenar la oferta de trabajo.
Con todos los puestos a concurso: ¡Muera el cuEq este sentido, otra incitación al~;anti­
ñado del líder I ¡Abajo la hermana del yerno del
patriotismo y una prevención para despistados:
jefe de redacciónl ¡Fuera el nepotismo y la palanen este país no tfabajamos para patrones 00.ca de los Mediosl
mocráticos; en este país ningún proyecto es
nuestro -realmente nuestro. IYa basta de creer
Contra los ghettos de pureza
que el valor del periodista radica en la calidad de
"su" mediol (que sólo es suyo hasta que lo corren,
2. Desde hace algunos años, se habla insistentelo cortan o le censuran las notas). Ningúnmedio~
mente de la necesidad de un Colegio de Periodispor más democrático, progresista y de izquierda,
tas que -dicen quienes saben- tendría en sus
puede dar patente de buen periodista. Ningún
prestigio empresarial puede ser la medida del pemanos la impostergable labor de sanear y prestiriodista.
.
giar al maltrecho gremio periodístico.
Si estamos hablando del periodista mínimaLa impreparación, la incultura, la falta de étimente honesto y profesional. Si estamos hablanca y los bajos salarios serían, parece ser, los
do de trabajadores cuya fuerza de trabajo se conrubrns básicos para enaltecer esta profesión que
54
vierte en informaci6n, ideas, juicios. Si estamos
hablando de esto, debemos tener claro que los periodistas deben estar -y lo hacen- en todos lados. Igual que gritan los homosexuales, deberían
hacer los periodistas que no se miden por la calidad de su patrón: ¡estamos en todos ladosl En Televisa y El Nacional; en Canal 13 y La Prensa; en
Radio Mil o en Teleguía: en Radio Educaci6n o
La Jornada.
Democratízarlo todo, si no...
Por eso vuelvo a utilizar la palabra de moda: Democratizar. Es necesario que los jóvenes y los
viejos periodistas con vocación y ética estén en todos lados, luchen en todos los medios, defiendan
lo ganado.
Y de nuevo la necesidad de organización democrática y a pequeña escala (por ejemplo en
empresas o centros de trabajo) que permita la democratización de los medios, de todos los medios,
en especial de aquellos, a veces lo olvidamos, que
más lo requieren: los monopolios de televisión
nacional y todos los medios estatales que no
pueden .continuar siéndolo nadamás del Gobierno y su partido.
No podemos conformarnos con medios marginales ~ro democráticos. La tarea es democratizado todo, pero realmente todo. Si no, no vale.
Finalmente, acepto que es más cómodo y saludable lanzar bilis y griterío por lo marginados
que estamos ciertos jóvenes (no todos, pues hay
que recordar que México, un país de jóvenes, empieza a ser gobernado por alguno : Fernando
Schwartz es casi de mi generaci6n; el joven
Zabludovsky no es mucho mayor que nosotros;
los jóvenes dirigentes del PRI ya se afilan las uñas
para futuros reco}1:es y requisas nada juveniles... ).
Un poco más aburrido resulta intentar que las
generalizaciones sobre la democracia se hagan
realidad. Y más que aburrido, en muchas ocasiones desalentador.
Quiero suponer que las cosas están cambiando:
un movimiento estudiantil que pone en evidencia
a la burocracia, no es golpeado. Un sindicato
obrero como el SME -con todo y su inexistencia- moviliza a decenas de miles de inconformes
con la política econ6mica del régimen... Buó!lo,
hasta Ricardo Rocha parece más decente que
ciertos voceros oficiales frente a la movilizaci6n
social .
Algo parece estar cambiando (no sé que opinen
los ma~tros de Chiapas, virtualmente inexistentes). De no ser así, tendremos que seguir esperando mejores tiempos~ o dedicarnos a fabricarlos.
Para el compositor Guillermo Briseño es imposible democratizar los medios masivos. "Primero
la revolución -dice- y luego los democratizamos sin numerito". Tal vez tenga que ser así y en
tales circunstancias, luego tengamos que seguir
pelean~o con los burócratas del futuro ... Quién
sabe.... '
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