Discursos, sermones y tertulias: formas de

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DISCURSOS, SERMONES Y TERTULIAS. FORMAS DE COMUNICACIÓN
ORAL EN LA NUEVA GRANADA
Luis Evencio Mayorga Figueroa*
Responde a la pregunta No. 158: Teniendo en cuenta que no había radio, televisión ni
teléfono, ¿Cómo fluía la información por todo el país y qué importancia tuvo el
chisme? (Juan García, Grado 6, Puerto Carreño, Vichada).
RESUMEN
En este ensayo se exponen y analizan tres formas de comunicación oral (discurso, sermón y
tertulias) imperantes en la coyuntura de la Independencia neogranadina. Al abordarse cada
una de estas tres formas de expresión oral se devela la importancia de los conceptos de
obediencia y lealtad en un medio cargado de restricciones al tiempo que permite meditar
sobre el ambiente social del proceso de Independencia neogranadina. Consecuentemente, la
preocupación por interpretar el sentir de una gran multitud anónima pero ávida de
independencia permite señalar la importancia del chisme dentro de esta reflexión. En esa
medida, la palabra hablada en donde oyente y receptor incurren en una operación elemental
pero clave de la comunicación oral, terminará señalando la importancia de espacios como
las misas y plazas al tiempo que devela la importancia del pueblo como actor activo en un
proceso donde cambiar o mantener la representación respecto a la dependencia con la
metrópoli española significa sopesar el legado independentista.
Palabras clave: Discurso; sermón; tertulias; chismes.
*
Estudiante de la Escuela de Historia, Universidad Industrial de Santander.
INTRODUCCIÓN
El ensayo que se presenta a continuación es el resultado de participar en el concurso
Historia Hoy: Aprendiendo con el Bicentenario de la Independencia del Ministerio de
Educación Nacional de Colombia. Hemos sido seleccionados en una etapa previa con el fin
de responder la siguiente pregunta: 158) Teniendo en cuenta que no había radio, televisión
ni teléfono, ¿Cómo fluía la información por todo el país y qué importancia tuvo el chisme?
El acercamiento a una respuesta como parte de la segunda fase del concurso (Desarrollo de
la investigación y escritura del ensayo) permite ser oportuno en lo siguiente: al estudiar el
tránsito de la información en los albores de la Independencia neogranadina tropezamos con
la carencia de un soporte tecnológico que agilizara las comunicaciones como existen en
nuestro tiempo (televisión, Internet, teléfonos móviles). A partir de dicha problemática
surge la inquietud de analizar las formas por las cuales fluía la información en dicha época,
la cual estuvo marcada por una intensa actividad política, social, económica y cultural, y en
donde además nuestro país tiene su génesis cómo República.
A partir de ello es pertinente antes de abordar nuestro tema considerar dos momentos
dentro de este ensayo con el fin de dar respuesta a la pregunta previamente seleccionada:
1) Si bien la información en el otrora virreinato neogranadino se puede registrar
mediante la escritura, ésta no mostraba otras formas de comunicación como las
orales. Los discursos, sermones y tertulias fueron formas de comunicación oral
indiscutibles que para los tiempos de la Independencia neogranadina adquirieron
una mayor presencia en el sentido que esta forma de comunicación podía o no
revalidar ciertos conceptos (Ocampo, 1974, pp. 7-13)1. A fin de sortear los riesgos
del anacronismo, este ensayo señalará los conceptos de obediencia y fidelidad2
como protagonistas de la Independencia con España, donde se requerían de
elementos orales -quizá más que otras formas de comunicación- que anclaran una
serie de creencias en cada uno de los miembros de la sociedad a fin de consolidar un
proyecto guiado por los mismos gestores del grito independentista.
No obstante, estas formas de comunicación oral no agotaban otras expresiones de esa
misma categoría. La preocupación por interpretar el sentir de una multitud anónima pero
1
Los conceptos son pues entendidos en palabras de Javier Ocampo, no en la determinación de una definición
semánticamente estricta sino en el movimiento histórico de su significado considerando así la importancia de
escenarios, personalidades que de una manera u otra vendrían a señalar la importancia de la Independencia
neogranadina.
2
Estos dos conceptos describen mejor las formas de comunicación oral referidas y nos llevan a meditar sobre
el ambiente social que se desarrollaba en los albores de la Independencia neogranadina. Destacamos
igualmente que algunas fuentes que se delinean dentro de este ensayo han sido ya examinadas por el Ocampo
López; sin embargo, su relectura ha señalado otras formas de pensar esa realidad independentista,
rastreándose así nuevos significados.
ávida en los escenarios donde se llevaba a cabo el proceso de Independencia, permite
señalar un segundo momento en nuestra reflexión.
2) Movidos por la aspiración de dar una respuesta a lo que sería la importancia del chisme
en la realidad coyuntural, es pertinente por tanto revisar desde el punto de vista histórico
sus implicaciones como los documentos donde podemos encontrar estos registros orales.
DISCURSOS, SERMONES Y TERTULIAS: FORMAS DE COMUNICACIÓN
ORAL
Los discursos, sermones y tertulias como formas de comunicación oral imperantes en la
sociedad de la Independencia, hacían de este territorio un espacio de diferencias (los
sermones, discursos y tertulias no hacían por si solos que las diferencias regionales se
agudizaran, lo que sí lograban las cargas ideológicas, políticas y culturales transmitidas en
dichas formas de comunicación oral). En esa medida, la Independencia neogranadina, más
que un marco temporal de nuestra historia se convertía en un escenario donde protagonistas
de diversa índole tornaban este territorio como propio y adecuado para manifestar desde allí
las más diversas y complejas acciones: la Nueva Granada ya no era la colonia de la
metrópoli sino un lugar donde se proclamaba la libertad invocada por Antonio Nariño,
Jorge Tadeo Lozano y otros. Este selecto grupo de hombres, seguros de poder garantizar un
orden social diferente al régimen impuesto durante trescientos años de dependencia,
intentaba desde los más intrincados escenarios posicionar una retórica en la que se pudiera
confiar. Así, la comunicación oral a la que apelarían daría cuenta de la supresión o
activación de ciertos preceptos. En efecto, la emisión de un discurso, sermón u otra forma
de expresión significaba la formación de conceptos pero también la adulteración de los
mismos: las operaciones más sencillas de la expresión oral podían o no crear destinos
inseparables o determinantes. En ese sentido, la disposición de un individuo oferente y
emisor de ciertas propuestas definía las acciones de otros a los cuales les concernía ampliar
las dimensiones de un conducto de fácil acceso para el pueblo: en esa medida, lo expresado
por Antonio Nariño en un discurso o un sermón, guiaban o a lo sumo expresaban las formas
de concebir y reconocer las nuevas circunstancias históricas de este reino.
De ese modo, la lucha por conservar o desvirtuar las relaciones coloniales cobró
importancia desde la comunicación oral en la medida en que cada una de sus
manifestaciones buscaba la revalidación, consolidación o transformación de las expresiones
que ya habían hecho recepción en la sociedad neogranadina a través de tres siglos de
dependencia. Con las expresiones orales mencionadas se debe entender que gran parte de
sus usuarios se debe entender que gran parte de sus usuarios hacían parte de un acto no sólo
concerniente a un comportamiento individual, sino más bien a un esfuerzo colectivo.
Las sociabilidades –concentradas en tertulias- producto de la discusión y del consenso de
sus actores construían una opinión mediada por las circunstancias político-sociales de la
época. Así pues, la naturaleza asociativa de esos nexos, definió la identidad de un grupo
cultural denominado los Ilustrados (Silva, 2002, p. 53). En ese panorama podemos señalar
los esfuerzos de José Ignacio de Pombo en Cartagena por gestar y consolidar una sociedad
patriótica cuyo espacio estuviese auspiciado por la misma administración colonial. Así
mismo vale la pena resaltar la importancia de la Real Expedición Botánica, cuya dirección
en su momento recayó en José Celestino Mutis y a la que asistieron personajes importantes
que tomaron renombre en los hechos del 20 de julio de 1810.
DEL DISCURSO A LA PROCLAMA
Quizás fue el discurso el elemento imperante en los albores de la Independencia
neogranadina al reflejar lo punzante de su lenguaje en un espacio donde se intenta crear y
posesionar una opinión, para luego plantear en otros escenarios su consolidación.
El discurso identificado como parte de lo oral juega un papel importante en la formación
política del individuo, al actuar como elemento clave de comunicación a través del cual
fluían sentimientos compartidos.
En tal relación cabria exponer el discurso pronunciado por Jorge Tadeo Lozano en el
Colegio Electoral de Cundinamarca en 1813. Este discurso marca una pauta importante de
la visión que se mantenía de las regencias entre los recién independizados neogranadinos.
La exposición que parte de una valoración histórica desde la llegada de Cristóbal Colón y
su empresa conquistadora hasta la deposición de Fernando VII en España, traza una historia
donde pone en evidencia el pro y contra de cada uno de los reyes que ocuparon la corona
española desde Carlos V, Felipe II y su desdichada suerte tras la destrucción de su armada
invencible hasta Fernando VII y su expulsión de la Corona tras los hechos que según Tadeo
Lozano se fraguaron desde su círculo político y no desde América como se intenta
demostrar en este discurso.
Así pues, las juntas que se organizarían tras los hechos de 1808 en la España ocupada por
un destacamento numeroso de franceses, transformarían poco a poco el panorama político
tanto en la Península como en América. En efecto, las juntas tal como las entendía Jorge
Tadeo Lozano, más que la búsqueda del retorno del monarca a la corona, obedecían a un
grupo de
traidores ministros que renunciaron el legitimo carácter, que los condecoraba
para revestirse de otro nuevo enteramente espurio; pagados para conservar el
orden, se prevalecieron de su autoridad, para introducir la sedición con
apariencia de sostener al Soberano, agotaron los caudales de este Reino, para
dar pábulo a la rapacidad de los Juntistas de Sevilla (1813, p. 12)
Estas circunstancias precipitaron el 20 de Julio de 1810 una reacción contra la sediciosa
facción ministerial.
El discurso de Tadeo Lozano se presenta como indicador de toda una realidad a la cual este
reino por circunstancias externas se enfrentaba a su Independencia. ¿Por qué la fidelidad al
Rey debía platearse en escenarios americanos, siendo desde la Península donde se trazaban
tales circunstancias? Ésta y otras preguntas, más que respuestas, precipitan las mismas
palabras de Tadeo Lozano:
Vosotros dignos Representantes del Estado Soberano de Cundinamarca![...]Ya
estaréis convencidos, digo, de la justicia con la que América resiste el impulso
del torrente de la sedición regentista, de la extremada moderación, con que
reivindica sus derechos; y de la inaudita felicidad con que la Divina
Providencia ha dispuesto que recupere su libertad, sin que en ningún tiempo se
le pueda tachar de pérfida y traidora; pues en que en nada ha concurrido a la
destrucción del Imperio Español (p. 25)
La Independencia neogranadina entendida dentro de las circunstancias políticas que
afectaban a la Península en el primer decenio del siglo XIX y a las que alude en su discurso
Jorge Tadeo Lozano, plantea en un primer momento las relaciones que América y España
habían trazado por tres siglos y que se mantenían aun tras la Independencia, como la
religión, idioma y costumbres; pero al momento delineaba la continuación de unas
relaciones mediadas por el carácter simbólico de estos factores.
Lo representativo en esta expresión oral era la forma posible, aunque manejada en diversos
matices, de realizar balances históricos de tres siglos de dependencia como lo refiere Tadeo
Lozano, pero también de sopesar y sancionar esas relaciones. Al respecto, cabria dar la
visión de un criollo que además de ser partidario de la Independencia considera que aquella
coyuntura era una forma de reafirmar la nueva condición de este reino.
Antonio Nariño, en su discurso del 13 de junio de 1813 con ocasión de la apertura del
colegio electoral, expone sus consideraciones acerca de la Independencia:
[…] Vosotros sabéis el sistema que la España siguió con la América desde su
descubrimiento hasta nuestros días; contenta con sacar de ella los productos de
sus riquísimos suelos, jamás pensó en mejorarlos; a nosotros se nos mantenía en
una perfecta ignorancia en materias de gobierno, y no sólo no se nos daba parte
en él, no solo se nos prohibía el estudio del Derecho Publico y de Gentes, sino
hasta los libros que nos podía ilustrar en esta materias (1982, p. 62)
En ese ambiente la idea de libertad era más fácil de reafirmarse: “[…] la masa general de la
nación no se alimenta de ideas sublimes sino de sensaciones: hagámosles sentir las ventajas
de la libertad y ellos la desearan” (p. 70).
En esa medida, el discurso además de servir como medio de comunicación, señalaba desde
ciertas concepciones (libertad, fidelidad) la desacralización de la corona española sin que
ello significase una acusación precisa, directa de los hechos coyunturales. La denuncia por
sí sola, sin recurrir a la acusación, validaba una práctica contestataria guiada por un grupo
selecto de personajes que dentro de la sociedad neogranadina podían pasar de enunciar una
simple noticia a cargar ideológicamente el discurso subrayando una disociación de destinos
(Bordieu, 1993, p. 138; Chartier, 1995, p. 135)3. No obstante, la desacralización tendrá
3
Al hablarse del “otro” como individuo que mantiene una potestad (moral, jurídica) en escenarios donde las
relaciones objetivas tiende a reproducirse en las relaciones de poder simbólico, la disociación no es más que
la ruptura de esa relaciones, en la medida que lo simbólico separa el destino propio de un destino común.
también su papel protagónico dentro del sermón al tiempo que se subraya una de las
grandes discusiones de la coyuntura independentista: fidelidad y obediencia.
El discurso por sí solo no agotaba ni los espacios ni los actores a quienes de una manera u
otra relacionaba tanto en la invasión napoleónica a España como en las incidencias en
América.
Las proclamas en un espacio en el cual la información oral resultaba de gran importancia,
guardan otro punto importante del contenido y contexto de las circunstancias del primer
decenio del siglo XIX. En efecto, la distancia entre lenguaje, tiempo y espacio fue aliciente
para que esta forma de comunicación oral actuase y orientase particularmente al individuo
y al resto de las personas. Pero valdría al respecto preguntarnos sobre las condiciones en las
cuales se daba la posibilidad de lectura de esas proclamas u otros papeles. La lectura de
proclamas terminan señalando la importancia de la iglesia e incluso de la plaza; los temas
abarcaban desde situaciones concretas sobre las circunstancias acaecidas en España a partir
de 1808 hasta el llamado a la población para la lucha por la libertad.
En Cartagena las noticias recibidas desde Cádiz cobraban importancia al tiempo que el
lector y redactor de esta expresión trataba de precisar, a modo de ejemplo, las
circunstancias por las que la Isla de León se erigió en la Junta en 1810 como una opción
para mantener la “la autoridad soberana” (Extraordinario, 1810, p. 9). Sin embargo, esta
noticia que en un primer momento se exteriorizaba, luego se convertía en aliciente para que
en América y en particular, en el Reino de Nueva Granada la “fidelidad y obediencia” no
fuese socavada a raíz de la invasión napoleónica en España y la desdicha de su Rey. La
búsqueda de un destino común y la retorica de la fraternidad acentuaban aún más una
realidad que se mediaba por la figura simbólica de un Rey cautivo y al que se temía dejar
de representar como estandarte de un cuerpo histórico-político.
El bando de la Junta Suprema de Santafé, promulgado en el cabildo de Cali en enero 29 de
1811 volvía a señalar el tema de la divulgación de noticias venidas de España. Dentro de
este bando se cita la orden del 30 de abril de 1810 que reza de la siguiente manera:
Prohíbe Su Majestad que en los periódicos de Indias se inserte gacetas
extranjeras, relaciones ni papeles de nuestra gloriosa revolución, aunque vayan
a la península en nuestro idioma, si no estuvieren autorizados en debida forma
por el Gobierno, y renovando la prohibición contenida en la circular expedida
por el ministerio de mi cargo en 1 de Noviembre de 1808, quiere su Majestad
que los expresados jefes, las autoridades, los diocesanos y aún los santos
tribunales de la inquisición, celen con el mayor rigor no se introduzcan
proclamas y otros papeles con que nuestros enemigos intentan seducir a los
pueblos fingiendo ventajas que no han conseguido para desalentarlos, fomentar
la rebelión y sustraerlos, si pudieran, del orden y debida obediencia a las leyes
(García, 1960, p. 53).
En esa medida las preocupaciones por presentar un balance de noticias que contradijesen
máximas como la obediencia o que no pudiesen ser sostenidas bajo la justificación de los
hechos mismos, contraponían el supuesto de seguir manteniendo este reino bajo la
dependencia española. Así pues, cuán rápido se restringiese el acceso a la información
escrita, la oral abría un espacio en el cual la sociedad neogranadina se hiciera participe
directa o indirectamente de la realidad peninsular.
Sin embargo esa información escrita terminaba señalando las preocupaciones por
interpretar el sentir de aquella multitud anónima, receptora de información e ideas que se
coreaban y vociferaban sobre los hechos políticos de 1810. Una aproximación a los
comportamientos de esa multitud que terminaba valiéndose de rumores o chismes con el fin
de formar una opinión sobre los acontecimientos de esta fecha, se señalarán en el segundo
apartado de este ensayo a fin de aproximarnos a comprender la importancia de estas formas
de comunicación oral.
EL SERMÓN
Hemos expuesto hasta el momento una forma de comunicación oral que manifiesta desde
diversos ángulos la visión de la independencia neogranadina, sin embargo el sermón es otro
punto importante de estas expresiones orales por que en el momento de su emisión a través
de su representante más inmediato, el sacerdote, se aprestaron a formar la opinión de la
época, “si bien las clases dirigentes tenían clara su separación de España, las masas no la
entendían del todo” (Garrido, 2004, pp. 467-479).
En tales circunstancias el sermón de Antonio de León pronunciado en la catedral de Santafé
de Bogotá en 1816 guarda otra dimensión de la independencia, distinta a la que hemos
presentado en otra forma de comunicación oral.
Aquel discurso —que aparece como titulo— pero que se encauza claramente en su
contenido hacia un sermón refleja la “inclinación criolla realista” (De León, 1816 p. 1-58)4.
Aquella disertación oral que hace referencia a la obediencia a los reyes mantiene el claro
propósito de emparentar aquella realidad con la vivida y narrada en la Biblia del trasegar de
los Israelitas:
Yo hallo tanta correspondencia, tanta conformidad, y semejanza entre los israelitas
oprimidos por los egipcios, y los relialistas de los patriotas, que no he podido menos
de compararlos entre sí, para que palpablemente se vea cuanto ha sido la misericordia
de Dios librarnos de tan dura servidumbre (p. 8).
La idea prominente y que a la vez refleja la fidelidad hacia la Corona española se une en
una especie de aversión a lo venidero, específicamente a la independencia definitiva de este
reino con respecto a España. En cada punto de aquella exposición oral lo bíblico y lo
neogranadino se unen en un elemento común: por más que persista el sufrimiento la
fidelidad seguirá intacta, a lo menos eso esperanzaba Antonio de León tras tener
conocimiento del arribo de Morillo, con el fin de reconquistar estos reinos.
Ahora bien, la fidelidad al Rey se exponía en las siguientes palabras:
[…] una rendida obediencia al Rey, y a sus ministros nos asegura la absoluta
posesión de cuanto podemos desear para nuestra felicidad que consiste en estas tres
cosas, á saber: en la conservación inmaculada y pura de nuestra santa religión; en la
seguridad de nuestras personas, nuestro honor, y nuestros intereses; y en la paz,
abundancia, y unión de los pueblos bajo una sola cabeza (pp. 28-29).
4
Ver también el sermón pronunciado por De León, Antonio. (1808, pp. 1-7). Un sermón en acción de gracias
donde se destaca párrafo a párrafo la constante inclinación fidelista a la corona española.
La idea de fidelidad al Rey no hubiese sido mejor representada que con la ayuda del sermón
avivando el sentimiento de reconquista dadas las circunstancias de la fecha; sin embargo
cabria recordar las palabras de Roger Chartier al plantear la desacralización del Rey por
medio del discurso, el sermón como una forma de socavar la autoridad (1995, pp. 127-151).
La tendencia se mantiene pero en forma inversa, es decir, la sacralización del Rey juega un
papel importante al tiempo que se anhela la vuelta al viejo orden, siendo la representación
la que se mantiene dentro de las fronteras de sacralización y desacralización de la figura del
rey, y es allí donde la comunicación oral abre el espacio para que aquella frontera sea
susceptible de ser traspasada.
En esa medida, podemos destacar igualmente el alcance de la prédica de Antonio de León,
donde se deja de sentir la influencia de la Independencia desde el púlpito; era la forma de
comunicación oral el medio claro y preciso de expresar esas realidades, contrario a las
publicaciones que requerían cierto nivel de conocimiento y que sólo podrían moverse en un
circulo de la sociedad muy exclusivo; de igual manera Antonio de León actuaba como
intermediario entre el mundo que se alineaba conforme a las intenciones de reconquista y
otro que se formaba con la intención de movilizar sus sentimientos.
No obstante, es importante señalar que el sermón si bien se podía alinear con los intereses
realistas, el mismo emisor de esta forma de comunicación podría dar legitimidad a la
contraparte que buscaba resistir a la reconquista española. Así pues, el sermón predicado en
1815 en Santa Fe por Juan Fernández de Sotomayor, quien fuese vicario de Mompós,
posibilita disertaciones valorativas acerca de las condiciones sociales en las que se
mantuvieron los tres siglos de dependencia española ; sin embargo, la importancia de este
sermón radica en el hecho de concretar desde la palabra hablada el choque entre el mundo
español del siglo XV y el mundo americano no sin antes basarse, en buena medida, en
prejuicios religiosos que deben tenerse en cuenta al momento del análisis histórico.
La analogía entre el mundo granadino y el bíblico es un punto en el cual se apoya esta
forma de comunicación con el fin de justificar desde la historia misma las condiciones
sociales que imperaban, y con las cuales coincidían Fernández de Sotomayor y Antonio de
León. Fernández de Sotomayor hilando sobre las circunstancias del 20 de julio de 1810
evidencia esta fecha como memorable en el tiempo “[…] como fueron para Israel los días
del triunfo de Judit cobre Olofernes, y de Matatias contra el impío Nicanor! Si, en este día
fueron derrocados los tiranos: y se derribo el trono que ya tenía minado sus maldades”
(1815, p. 23).
Ahora bien, ¿Cuáles eran las condiciones que posibilitaron la emisión de este sermón? La
respuesta se ha esbozado detenidamente, ya que la contraparte era también reflexiva de la
importancia del sermón como elemento a favor de sus intereses:
[…] en hora buena que haya hombres tan infatuados, que desconociendo las
ventajas de no depender de la España, ni de sus Reyes, prefieran por un vil
interés, ó por consultar a sus pasiones esta coyunda degradante; nosotros
bendeciremos en todo tiempo la mano del Sr que despedazo nuestras cadenas, y
le entonaremos himnos y canticos de gracias, por que nos ha restituido la
posesión de los derechos esenciales al hombre, tal es entre otros el de constituir
y formar por nuestro consentimiento las autoridades que deban gobernarnos
(pp. 27-28).
Era en esa medida como debía constituirse el naciente territorio independiente, por la cual
un cierto número de individuos pensaba dominar a sus semejantes dentro de un mismo
espacio, un derecho por el cual aplicaba a un gobierno democrático; al menos así lo
entendía Fernández de Sotomayor cuando daba su sermón.
Ahora bien, hasta este punto es significativo considerar las acotaciones de la profesora
Margarita Garrido al referirse a la importancia del sermón en la formación del individuo.
Sin embargo presentamos respecto a esta postura nuestro sermón donde se hace hincapié en
efecto a tales relaciones, donde el sostenimiento de las nuevas relaciones políticas
involucraba la reciprocidad de las partes, de las menos formales pero importantes, y por
tanto implicaba enseñarles para que no sean seducidos, previniendo a los incautos para que
no se dejen sorprender, por último anatematizados el fanatismo, ese monstruo que tantos
males le han causado al género humano (Garrido, 2004, p. 30).
El modelo eucarístico, si bien dejaba espacio para los sermones realistas, de por sí éste no
llenaba todos los campos de explicación de la realidad social en la coyuntura
independentista. En esa perspectiva, la otra cara en la cual se trataba de gestar la otra visión
del mundo desde el sermón patriótico revela dos estadios importantes en la formación de la
opinión y de la vida de cada individuo si tenemos en cuenta que el sermón, además de
orientar el cuerpo como discurso orienta también el alma como palabra venida de Dios. Por
otra parte, el contraste de opiniones respecto a la figura del rey dentro del sermón señala
por oposición una forma de comunicación como el discurso que distaba, al menos, de un
sentimiento común con una historia monárquica. En esa medida cada palabra, párrafo e
idea se abrían vía en un espacio cargado de restricciones donde la libertad halla su
antónimo en la obediencia al rey.
No obstante, en el desarrollo de estos espacios las circunstancias podían o no propiciar un
análisis libre donde se pudiesen recalcar asuntos políticos de carácter tanto internos como
internacionales donde creencia y obediencia se relacionan en un ejercicio básico de dialogo.
En esa medida las tertulias exponían un espacio que para fines del período colonial
planteaba una discusión sobre la problemática independentista.
LAS TERTULIAS
El enfoque al que ha de aludirse dentro del estudio de las tertulias implica en un primer
momento entenderlas como la creación de una esfera pública (literaria, política, etc.) En la
cual diferentes grupos construían un mercado del juicio crítico, siendo ésta portadora de
trasformaciones profundas en las costumbres culturales establecidas en un espacio público
y a su vez politizado (Chartier, 1995, p. 180); la politización de la esfera pública resulta
bastante importante en los cambios de opinión individual o colectiva, sobre todo en las
relaciones entre obediencia y creencia como lo refiere R. Chartier.
Por otro lado, las tertulias se plantean bajo la dicotomía de lo público y privado; Roger
Chartier, en su definición de lo público alude a un espacio en el que las personas privadas
hacen uso público de la razón; así, las tertulias se identifican en un espacio donde una
comunidad crítica domina el mercado de la discusión.
En esa medida las tertulias, además de ser una forma de comunicación oral adquirieron
dimensiones públicas y privadas como medios para crear pautas de opinión, como
examinaremos a continuación.
José Ignacio de Pombo, gestor de intereses para la Nueva Granada, no podía dejar de lado
en su examen sobre la educación la ayuda que podía hacer a ella una sociedad patriótica,
como también un periódico económico y a su vez la imprenta.
La Sociedad Patriótica de amigos del país, en palabras de Pombo, debía estar compuesta
por sujetos de “conocido talento y patriotismo” a cuyo cargo estuviese la edición de un
periódico político-económico en el que se tratasen puntos claros, sencillos y breves
particularmente referentes a la economía rural; aquella sociedad para el Consulado de
Cartagena debía contar con el debido honor de socio que el Gobierno otorgase, en esa
misma tónica el periódico era “útil para la instrucción pública” y la regla por la cual debía
ser gobernado por las Sociedades de las que tanto recomienda: Campomanes, Jovellanos,
Peñaranda (Ortíz, 1965, pp. 170-171).
Para años antes a 1810 era dentro de la Sociedad Patriótica donde se departían temas que
aquel círculo consideraba importantes: cabe decir que si bien esta tertulia en su momento
dado conjugaba intereses, estos no se contraponían a los de la Corona, ya que José Ignacio
de Pombo consideraba ajustes al comercio neogranadino más no exponía una separación
con la metrópoli.
Asimismo, la tertulia de la sociedad del “Buen Gusto”, era una asociación cuyos
participantes iban desde abogados hasta algunos versados en ciencia y cuyo presidente era
elegido entre ellos mismos (De Torres y Peña, 1960, pp. 76-77). El principal fin era
dedicarse a las humanidades y sobre todo enfatizar en el desarrollo de la elocuencia. Sus
publicaciones se enfatizaban en la política y moral además de “papeles que se dieron a la
luz sobre la educación, no se veía otra cosa que los miserables centones de los filósofos
gentilizantes, hasta llegar en uno de ellos a hablar con irreverencia y desacato del
Evangelio” (p. 77); la publicación de un semanario les permitió además plasmar estas ideas
señaladas por el presbítero Torres y Peña.
Por otro lado, el ejercicio de la opinión política diferente en un primer momento de la
opinión religiosa permite considerar una relación poco proclive a la obediencia, aunque ha
de considerarse esta relación con cierto cuidado porque en ambos casos la opinión se gesta
en espacios privados y las intenciones pueden orientarse hacia un fin o discrepar del
mismo. Esto resulta importante de resaltar con el fin de aclarar las relaciones entre la
comunicación oral (el sermón), y la tertulia; no obstante las relaciones entre uno y otro
tema resultan hasta intricadas cierto punto al tiempo que se aluden a las circunstancias
ordinarias y comunes de la existencia humana.
El texto de las Reflexiones que hacia un sujeto en cierta Tertulia, sobre las utilidades que
ha producido el mundo de Napoleón (1808, pp. 162-169) resulta clave en este aspecto ya
que señala uno de los temas más álgidos en 1808 como lo era la figura de Napoleón, sus
políticas y sus consecuentes implicaciones en España.
El autor del texto mencionado anteriormente es desconocido, pero en él plasmó las
relaciones entre lo político y religioso del mundo de Napoleón para considerar luego esas
repercusiones en España y en Nueva Granada:
Parece que todos los autorizados por las intrigas del usurpador Bonaparte para
venir a gobernar estas provincias, han sido repulsados vigorosamente por los
pueblos: y estas pruebas tan ilustres del amor a la pureza de la Religión bastan
para inmortalizar la nobleza y el heroísmo de la América. Hacedlo siempre así,
Americanos, y seréis eternamente felices. Grabad con vuestro ejemplo y
máximas en los corazones de vuestros hijos profundamente esta divina lección:
primero morir que obedecer a superiores que no profesan ni protegen la
Religión Católica, que es el único punto de nuestro juramento y fidelidad5.
De esa manera las formas de articular juicios y de construir y salvaguardar una identidad
de opinión compartida, como la religión, plantean la lucha por dominar la historia y así
trazar una visión del mundo al paso que se desvirtuaban o ratificaban los acontecimientos.
Por otro lado, las utilidades que ha dado el mundo francés más que ser un punto del
progreso (que sin lugar a dudas se enumeran dentro de esta tertulia) gestadas de la mano de
un “déspota tirano” (Napoleón) al que se alude con cierta ironía, obedecen dentro de esta
reflexión a una intención de poder acumular un capital simbólico con el que se pueda por
tanto orientar las expectativas de los individuos, dentro de un marco de intenciones. Al
5
Al final de esta expresión se anota el siguiente pie de página: “Esa política endiablada de libertad de cultos,
es un engaño manifiesto. No hay más que un Dios, una Religión, una verdad, y una buena fe. Todo lo demás
es ridículo filosofismo, libertinaje, disensiones, y perdición eterna” (Reflexiones, 1808, pp 166-167).
respecto, Pierre Bourdieu dedicó a este tipo de circunstancias unos párrafos que
consideramos pertinentes acotar:
Las luchas por el reconocimiento son una dimensión fundamental de la vida
social y que se basa en la acumulación de una forma particular de capital, el
honor en el sentido de reputación, de prestigio, y que hay pues una lógica
específica de la acumulación de capital simbólico, como capital fundado sobre
el conocimiento y reconocimiento (Bordieu, 1993, p. 33).
En esas relaciones lo que se emite debe concordar con las intenciones referentes a unas
conductas6 que implican de por sí una obediencia.
Al seguir señalando los apuntes referentes a esta tertulia es pertinente exponer las
conclusiones a las que alude el gestor de esta forma de comunicación. Si la España se añade
a las otras iníciales de sus tres santos patronos, por este orden (F.I.E.L) ¿Qué se puede
esperar de esto, sino fidelidad a Dios, al Rey, y a la Patria? Y si a las cuatro letras se les
quiere añadir la inicial de celo patriótico que le anima ¿Quién duda que la obra saldrá
FELIZ? ¡Permita Dios que así sea! (Reflexiones, 1808, p. 169).
El motivo de tan eufórica apelación culmina con un epitafio dedicado a la memoria de José
Celestino Mutis, quien fuese director de la Expedición Botánica:
EPITAFIO
Don Celestino Mutis, hombre grande
Gloria de España y honra de este pueblo
Cuya fama no cabe en toda Europa,
Aquí descansa en paz, ¡o pasajero!
Sabio lo llama el mundo por que supo
La ciencia de sanar más que Galeno,
Y en el Arte Botánico fue tanto
Que Lineo por el ya no es Maestro.
Más tu por eso no lo llames Sabio,
Si, porque fue filosofo del Cielo,
Que supo con virtudes ejemplares
Enseñar que su premio era eterno.
Llanto común ha honrado su sepulcro,
Honra que solo se le da a los buenos:
Y tú, viador, si agradecidos fueres,
Dirige a Dios por el tus tiernos ruegos.
6
Bourdieu llama “conductas” a las que pueden ser orientadas con relación a fines sin estar conscientemente
dirigidas hacia esos fines (1993, p. 22). Esa dicotomía solo se resuelve en la medida que el sujeto convenga en
sus intenciones. Esta tertulia permite desde un espacio dado tanto el intercambio de ideas como una
regulación de concepciones dentro de una perspectiva moral e histórica; el espacio mismo
de su debate presuponía que la realidad francesa de la mano de Napoleón Bonaparte fuese
tema de discusión al tiempo que desequilibraba el orden imperante en España. Dicho de
otra manera, al hablarse de Napoleón y, de la obediencia y fidelidad al Rey de España, la
tertulia jugó un papel importante ya que se planteaba en un espacio auspiciado por la
misma Corona, donde se pretendía exponer una cara de esas circunstancias históricas.
Sin embargo, como lo señalaba anteriormente José Ignacio de Pombo ser “socio” de un
espacio en el que se pudiera reproducir prácticas acordes con ciertos intereses resultaba
bastante “útil”. El consentimiento de estos espacios era ya una consecuencia de un proceso
al que paulatinamente se trataba de posicionar una unidad encarnada en la opinión
debidamente politizada, que vemos a partir del empleo del concepto “ciudadano”7.
7
Al respecto ver: Herrera (1825, art. 1, 2, 3 y 31). DEL CHISME AL RUMOR
El chisme es otra de esas formas de comunicación oral donde se pueden considerar nuevas
dinámicas del período independentista. Sin embargo, señalar documentos concretos donde
podamos medir su incidencia en la sociedad o considerar propiamente la palabra “chisme”
en un espacio social que posibilitase nuevos significados históricos, son dispares en nuestra
historiografía nacional al igual que en la realidad de su momento histórico. No obstante, el
chisme como parte del comportamiento humano se ha venido señalando desde el período
colonial con el fin de considerar ciertos mecanismos en los cuales se ponía en ejercicio un
control social en un espacio jerarquizado. Resulta importante entonces destacar puntos de
vista históricos y ejemplos concretos en los que el “chisme” terminaba señalando esas
dinámicas orales importantes pero poco estudiadas en el período de Independencia
nacional.
La intención de considerar al chisme como una forma de comunicación oral imperante
dentro del orden colonial neogranadino, se plantea conceptualmente bajo lo “público” y
“privado”. Al respecto, quizás Alonso Valencia Llano es quizás el historiador que ha
entrado específicamente en esta temática introduciendo este problema-análisis al campo
histórico, relacionado con el caso de estupro en Villa de Ibarra (Quito) en 1780:
[…] el chisme puede ser entendido como una forma de represión, en tanto que
la murmuración se extiende con el fin de sembrar un sentimiento de rechazo
hacia los involucrados en ella. Es gracias a este mecanismo, como el
amancebamiento de la pareja se hizo “público y notorio, pública voz y fama
(Valencia, 1988, p. 39).
En esa medida lo “publico” como un primer paso hacia la secularización de la sociedad
colonial amplia aún más los análisis respecto a los cambios de conducta. Conforme a esto,
la secularización debe entenderse como el proceso en el que se hacen visibles ciertas pautas
de comportamiento tales como el delito, el pecado y la libre opinión establecidas
primeramente a nivel individual, pero que a través del tiempo se afianzarán como un nuevo
precepto que afectará a toda la sociedad: conceptos como “público”, por ejemplo,
demandarán un espacio propio. Con estas descripciones recordamos que la Iglesia fue una
institución clave dentro de la vida colonial. Su incidencia en la vida del vecino, del indio y
del mestizo neogranadino significaba un punto importante dentro de su formación moral y
ética. Quebrar los principios católicos conducía a un rechazo dentro de una sociedad
jerarquizada, lo que fomentaba el empleo de mecanismos de control social y represión. En
esa medida, el chisme, a partir del menoscabo de la moralidad y de la ruptura de sus normas
vendría a señalar esos mecanismos anteriormente descritos. Dentro del campo del delito y
el pecado, como lo señala Alonso Valencia, el chisme trataba de regular acciones y valores
que contradijesen las pautas mismas de comportamiento y expresión que se han cimentado
en esta sociedad colonial.
Al referenciar que la sociedad neogranadina actuaba bajo argumentos de diferenciación
social, el chisme puede ser reconocido a su vez como un arma de agresión social. Respecto
al tema Jaime Jaramillo Uribe ha presentado unos planteamientos pertinentes de mencionar:
“El conflicto entre la ley y la realidad, entre las nociones nobiliarias de privilegio y el
impulso hacia la igualdad que representaba el mestizaje” (Jaramillo, 1989, p. 186) fue el
punto principal para que en el trascurso del siglo XVIII se sostuviesen largas controversias
judiciales por motivos de honor y de intereses ligados a la estirpe, para probar la
“hidalguía”, la búsqueda por precisar la “limpieza de sangre” y por el uso y tratamiento de
“don”.
El chisme actuaba como mecanismo de control social al interior de una sociedad
jerarquizada, al tiempo que se malintencionaba su emisión dentro de un proceso de
diferenciación social cada vez más complejo debido a la presión ejercida dentro de la
estructura neogranadina por un grupo conocido como los Mestizos. Este panorama tendía a
agudizarse en la medida que en los albores de su Independencia la sociedad neogranadina
planteaba en diversos niveles la pugna por intereses que residían tanto en principios
jerárquicos como por precisar las condiciones. Por otro lado, el chisme existente en el
período de la Nueva Granada señalaba la importancia de ciertos personajes (los chisperos)
para quienes lo oral se traducía en señalar incidencias, o en su defecto alentar el furor
popular.
El chisme también podía dar cuenta de los acontecimientos censurables, registrando los
comportamientos de esa multitud que cada vez se acercaba a su independencia:
[…] Habiéndose notado con admiración que las mujeres que por razón de su
sexo debían retraerse de los bullicios populares, recogiéndose en aquellos
momentos en sus casas, se ha visto con sentimiento que unas por el espíritu de
curiosidad, y otras por otros principios menos sencillos, se han acumulado un
gran número en la agitación, aumentándola con voces descompuestas, y aún tal
vez irritantes, y lo mismo los muchachos que al cargo de sus padres y maestros
deben ser contenidos y moderados; por lo que se previene se abstengan en lo
sucesivo de semejantes desordenes…(De Obando y Obando, 1808, p. 20).
Esa preocupación por señalar el sentir de la multitud sobre la independencia también la
encontramos en diarios políticos, en uno de ellos se expone:
[…] Día 21… Orgulloso con su libertad paseaba lleno de contento por plazas y
calles. El esposo contaba a la esposa sus esfuerzos y sus hazañas: el amigo felicitaba
al amigo: grandes, y chicos, hombres y mujeres: todos los corazones rebosaban en
alegría…” (Diario Político, 1810, p. 11).
Otros como José Gregorio Gutiérrez Moreno (bogotano) que fuese en su momento abogado
de la Real Audiencia y parte de la nómina de funcionarios del proceso de Independencia
ciertamente se preocuparon por considerar las minucias de los hechos como memorables:
El viernes 20 del corriente como a las 12 del día, comenzó en la Calle Real a
divulgarse la especie de que Llorente había dicho iniquidades contra los criollos…la
voz se fue esparciendo, y tuvo la fortuna de electrizar a varios patricios, y
particularmente a Don Francisco Morales, en términos que no pudiendo contenerse le
dijo a Caldas, que pasaba por el frente de la puerta de Llorente, que no le hiciese
atención alguna a éste porque era un sastrezuelo indecente, y había dicho mil cosas
contra los criollos… con este motivo levantó Morales la voz y se comenzó a agregar
gente, dirigiéndose toda en pelotón hacia la tienda, gritando todos desaforadamente
(“Carta de José Gregorio Gutiérrez…”, 1810)8
Estos temas ciertamente terminaban preocupando aún más a ciertos escritores , los cuales
trataban de precisar las razones del proceso de Independencia:
[…] no dejaron desde este tiempo de sentirse ya los primeros rumores del
descontento, que avivados continuamente por los secuaces del sistemas
revolucionario, minaron rápidamente los fundamentos del gobierno (De Torres
y Peña, 1960, p. 83).
El presbítero Torres y Peña como testigo cuasi presencial de estos hechos terminaba sus
observaciones señalando que tanto el furor popular como las repercusiones de la política
napoleónica hacían que “hombres entrasen engañados en la revolución”. La información
que llegaba desde lo oral, entonces, sería una de las razones para que unos y otros se
involucrasen en el proceso independentista, al recoger en ella el sentir inconforme de la
multitud hacia las reglas que los habían oprimido, creando los mecanismos sociales que
hemos mencionado anteriormente. No debemos olvidar la importancia de lo escrito,
reconocida por la oralidad, y su consiguiente desarrollo en tiempos de la empresa
independentista.
8
Pequeños apartes de esta carta fueron publicados con notables alteraciones bajo el título Epistolario de José
Gregorio Gutiérrez Moreno (1912). Allí no se indica el nombre del autor, y se hace aparecer como una carta
dirigida a Cartagena. Esa misma versión fue reproducida en Epistolario (1960). La carta fue íntegramente
publicada en Hernández de Alba (1967).
CONCLUSIONES
Los albores de la independencia neogranadina fueron un período histórico donde se tendían
a caracterizar por medio de lo oral (discurso, sermón y la tertulia) conceptos como
obediencia y lealtad, partes de una realidad bastante compleja. Lo peculiar de cada una de
estas expresiones orales era que intentaban desde su propio espacio y circunstancias
presentar una postura que señalase o no una “ruptura” con la figura del Rey que encarnaba
a la monarquía española, al tiempo que éstas trataban de dar un significado a la coyuntura
histórica que se estaba presentando.
Sin embargo, esas formas referidas de comunicación oral no agotaban otras expresiones
como el chisme y el rumor que en últimas vendrían a destacar los comportamientos de un
gran número de neogranadinos al tiempo que señalaban la preocupación de quienes les
interesaba demostrar el sentir de esa multitud. En esa medida, la importancia del chisme
estaría condicionada por las mismas circunstancias en las cuales operaba: al interior de una
sociedad jerarquizada, donde la palabra hablada significaba, en ciertos escenarios, la
movilización de un gran número de personas. En efecto, el chisme ponía en escena una
serie de prácticas que si bien eran sancionadas e inaceptables dentro de esta sociedad,
terminaban señalando su importancia como único medio de expresión oral que aludía a
circunstancias que escapaban a otras expresiones, incluso a la misma escritura. .
Consecuentemente, unas y otras expresiones orales subrayaban esas formas complejas de
cómo fluía la información, que a su vez eran contrastantes dentro de un espacio y un tiempo
en el que se intentaba posesionar una retórica homogénea sobre la Independencia. La tarea
del historiador convendría en estos casos destacar en qué momento la “incredulidad” hacia
la monarquía y el Rey pudo más que la “credulidad” de esas representaciones, la lectura de
un tiempo precipitado frente a sus necesidades son contrastes que se deben tener en cuenta.
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