artículo - Universidad de Playa Ancha

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Figueroa C. García M. (Primer Semestre 2009) Gestionando la Diversidad en la
Organización Escolar: ¿Cómo y porqué qué la debemos hacer realidad?”
Visiones de la Educación. Publicación del Departamento de Ciencias de la
Educación. Facultad de Educación. Año 15. Universidad de Concepción Chile.
pg.33 42.
Claudio Figueroa López (Ph. D.) Educational Policy and Management. Higher
Education. University of Oregon. United States.
Universidad de Playa Ancha de Ciencias de Educación, Facultad de Ciencias
Educación [email protected]
Mary García Morgan (Mg.) Magíster en Gestión de Políticas Nacionales
con mención en Educación y Cultura. CENLADEC, Universidad de
Playa Ancha. Supervisora Departamento Provincial de Educación de
Valparaíso, del Ministerio de Educación. Casilla 34-V.
Correo
electrónico: [email protected]
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Gestionando la Diversidad en la Organización Escolar: ¿Cómo y
porqué qué la debemos hacer realidad?”
Claudio Figueroa López
Mary García Morgan
2009
2
RESUMEN: Este artículo busca responder a la pregunta ¿Cómo se puede
gestionar una unidad educativa, a partir de reconocer la diversidad al
interior de ella? Esta interrogante, toma mayor importancia hoy en día
porque en la mayor parte de las unidades educativas del país, sus
directores y docentes reflexionan y cuestionan sobres sus propias
capacidades para responder a las múltiples demandas y necesidades
que traen sus estudiantes; particularmente las de aquellos que trabajan
en centros que atienden la población escolar más vulnerable del país.
En este contexto, el papel que tienen la gestión educativa, la cultura
organizacional y la diversidad de la escuela en el desarrollo de procesos
educativos de calidad como lo son el trabajo en equipo y el
aprendizaje colaborativo es de suma importancia.
Palabras claves: Cultura Organizacional, gestión, trabajo en equipo,
diversidad, aprendizaje.
This paper tries to respond to the following question: How an
organizational unit could be managed if we do not consider its internal
diversity? Today, the question is important because the administrators
and teachers from these unites think and question their own capabilities
to match the multiple demands and needs from their students. Specially
in the schools that serve the most disadvantage student population in
the country. Within this context, the rol that educational management,
organizational culture and the school diversity of the school has in the
development of processes of quality such as team work and
collaborative learning, are very important.
KEYWORDS: Culture Cultura Organizacional, gestión, trabajo en
equipo, diversidad, aprendizaje.
Claudio Figueroa López (Ph. D.) Universidad de Playa Ancha de Ciencias de
Educación, Facultad de Educación,. Avda. Gran Bretaña Nª 40/ 2º Piso, Playa
Ancha-Valparaíso. Casilla 34-V. Correo electrónico: [email protected]
Mary García Morgan,
Magíster en Gestión de Políticas Nacionales con
mención en Educación y Cultura. CENLADEC, Universidad de Playa Ancha.
Supervisora Departamento Provincial de Educación de Valparaíso, del
Ministerio
de
Educación.
Casilla
34-V.
Correo
electrónico:
[email protected]
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Gestionando la Diversidad en la Organización Escolar: ¿Cómo y
porqué la debemos hacer realidad?”
Claudio Figueroa López
Mary García Morgan
Introducción
Este artículo apunta a potenciar el desarrollo de una reflexión
que en el presente está instalada entre los docentes y directivos de las
organizaciones escolares en nuestro país y, particularmente, en aquellas
escuelas y liceos que atienden a la población estudiantil más vulnerable
de la sociedad. La gestión de una unidad educativa que reconoce la
existencia de la total y plena diversidad al interior de ella, implica la
necesidad de desarrollar políticas y normas institucionales, estrategias
de trabajo en equipo, de comunicación, definir acciones, tomar
decisiones que demandan
al centro escolar cambios sustanciales,
siendo uno de ellos, tal vez, el más relevante, la transformación que se
debe producir al interior de la cultura organizacional de la escuela.
En
este
contexto
se
debe
considerar
que
la
cultura
organizacional permite generar un sello e identidad propia que
identifica a la institución y la caracteriza como tal. Una cultura que
reconoce y valora la diversidad al interior de ella, se sustenta en tres
principios fundamentales: respeto por las diferencias, derechos humanos
e igualdad de oportunidades y escuela para todos. Sin embargo, para
lograr
una adecuada atención a la diversidad, a las necesidades
educativas de todos los alumnos y alumnas, se requiere una gestión
que propicie el trabajo colaborativo entre todos los sujetos involucrados
en el proceso educativo y en este contexto el rol del director, su estilo
de liderazgo, la promoción de una cultura de altas expectativas juega
4
un rol preponderante. Aquellos establecimientos educativos que
procuran de manera conjunta, entre sus actores, las mejores respuestas
para atender el desafío de enfrentar el trabajo con la diversidad de sus
estudiantes, junto con favorecer el desarrollo de los aprendizajes de
estos, se transforman en organizaciones que aprenden y crecen como
institución
Cultura Organizacional
Numerosos estudios ya han concluido que
la cultura que se
desarrolla al interior de una organización y, particularmente, al interior
de las organizaciones educacionales contribuye a dar identidad y un
sentido de unidad a todos aquellos actores que se desenvuelven al
interior de éstas. En este sentido surgen definiciones como la de Robbins
(1987), quien señala que “la cultura organizacional se refiere a un
sistema de significados compartidos entre sus miembros y que distingue
a una organización de las otras.” (p. 254)
Por su parte, Cummings (2007), expresa que existen
siete
característicos que, al ser combinadas y acopladas, revelan la esencia
de la cultura de una organización:
“a) Autonomía Individual. El grado de responsabilidad, independencia y
oportunidad que las personas tienen en la organización para
ejercer iniciativa.
b) Estructura. El conjunto de niveles, normas y reglas, así como la
intensidad de supervisión directa de la dirección.
c) Apoyo. El grado de ayuda y cordialidad que muestran los gerentes a
sus subordinados.
d) Identidad. La medida en que los miembros se identifican con la
organización en su conjunto más que con su grupo o campo de
trabajo.
5
e) Recompensa al Desempeño. El grado en que la distribución de
premios al personal se base en criterios relativos al desempeño de
los trabajadores.
f) Tolerancia del Conflicto. El nivel de conflicto presente en las relaciones
de compañeros y grupos de trabajo, así como la disposición a ser
honesto y abierto ante las diferencias.
g) Tolerancia del Riesgo. El grado en que se estimula o alienta a los
trabajadores a ser agresivos, innovadores y a correr riesgos.” (p.
499).
Por lo tanto, podríamos decir que la cultura de la organización es
una imagen compuesta, formada por estas siete características las que
pueden combinarse y de esta manera obtener organizaciones
altamente diferentes. La combinación de estas características ha de
constituir la
base de los sentimientos y significado compartidos que
tienen los miembros respecto a su organización, de como se hacen las
cosas en ella y de la manera en que han de obrar, enfrentar y resolver
sus problemas.
Las características antes citadas son relativamente estables y
permanentes en el tiempo, de modo que la cultura organizacional es
duradera y relativamente estática en su propensión al cambio. Esto, nos
permite visualizar, un elemento importante, el reto que supone modificar
la cultura y enfrentar la diversidad en ella.
En esta línea, y de acuerdo al mismo Robbins (1987), las
principales funciones de la cultura organizacional son:
“Definir fronteras, transmite un sentido de identidad a los miembros
de la organización, facilita la generación de un compromiso, más
grande que el interés personal de un individuo, incrementa la
estabilidad del sistema social, sirve como un mecanismo de
control que guía y moldea las actitudes y el comportamiento de
los empleados. Pero junto con ello, también implica el desarrollo
6
de ciertos obstáculos a enfrentar: barreras contra el cambio,
barreras hacia la diversidad, barreras contra las fusiones y
adquisiciones, etc. (p. 595)
Valentín
Martínez
Otero
(2003),
académico
de
la
Universidad
Complutense de Madrid, por su parte, señala que:
“...la cultura es unitaria y plural, por cuanto es un entramado
heterogéneo
de
conocimientos,
creencias,
sentimientos,
actitudes, valores, gustos, relaciones, costumbres, rituales, etc. ...
entre cultura y escuela hay íntima relación. La cultura escolar es
en esencia educativa, en el sentido de que cala en la
personalidad. ... Cada miembro de la comunidad contribuye con
su sello a generar esa cultura” (p. 2).
En este marco, la cultura de la escuela, depende de las personas
(actores educativos) que la conforman, quienes a su vez absorben
aspectos culturales de la sociedad en la que están insertos y, por ende,
de la propia institución. De este modo, nuevamente, Martínez Otero
(2003) señala que:
“La cultura escolar es el resultado de significados que se
seleccionan, intercambian y propagan... y que se reflejan en sus
elementos constitutivos como son: normas (escritas o no), mitos,
símbolos, ritos, lenguaje y
formas y estilos de comunicación,
producciones (libros, material educativo, etc.), (supuestos que
sustentan la organización y su funcionamiento, y los valores …de
esta forma la cultura, intencionada o inintencionadamente,
penetra en el educando a través del proceso de enseñanzaaprendizaje,
pero
personales.
Habrá
también,
pues
por
que
medio
cuidar
de
estas
las
dos
relaciones
grandes
manifestaciones de la cultura escolar, de manera que confluyan
hacia un único fin: la formación integral.” (p. 3 - 5).
7
Es precisamente, aquí ante la presencia de esta antinomia, donde
cabe reflexionar en torno al rol de la diversidad, y de cómo ésta es
acogida y gestionada al interior de las propias organizaciones y,
particularmente, al interior de las organizaciones educativas, las que,
como se ha visto, no escapan a las características ya expuestas en
cuanto al desarrollo de sus propias culturas, pero si desempeñan un rol,
completamente, diferente como es el generar aprendizajes que
permitan a las futuras generaciones desempeñarse, integrarse y aportar
a la sociedad.
Diversidad
En un sentido amplio, el Diccionario Enciclopédico Larousse (1993)
define diversidad como “Variedad; abundancia de cosas distintas” (p.
368). Sin embargo, si nos adentramos en la profundidad del concepto,
se podrá comprender que el tema de la diversidad es consustancial al
hombre, pues ésta es una característica de la conducta y condición
humana que se manifiesta en el comportamiento y modo de vida de
los individuos, en sus estilos de pensamiento, circunstancia que se dan
en todos los niveles evolutivos y de desarrollo de la vida del hombre en
sus diversas etapas y situaciones. Precisamente, es esta diversidad la
que cada profesional de la educación, en las escuelas, debe enfrentar
cotidianamente en las aulas, y en las unidades educativas en general.
Las raíces de ella las podemos encontrar en una variedad de factores
sociales, étnicos, culturales, económicos, religiosos, físicos, sensoriales,
emocionales, sexuales, etc., sin embargo, pese a que de una manera u
otra, siempre han estado presentes en las escuelas, tradicionalmente,
estas diferencias no han sido abordadas en si mismas, sino que ha
primado
un
tratamiento
educativo
de
carácter
más
bien
homogeneizante en su interior. Es así que Espech (2003) plantea:
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“…la acepción más precisa en este sentido apunta a considerarla
como una desviación de lo que es común a un determinado
grupo cultural y etnias particulares, que, esencialmente, se
traduce en una diversidad de aspectos íntimamente relacionados
a nivel cognitivo, cultural, social y afectivo” (p. 7)
Hoy día, la diversidad es un aspecto que cada vez se hace más
evidente en el seno de las comunidades educativas, las cuales han de
enfrentar una tensión adicional permanente desde sus docentes,
directivos, estudiantes y apoderados. Exigencias sistémicas que “las
obligan” ha hacerse cargo de gestionar y enfrentar esta realidad cada
vez más demandante. En este contexto, no es extraño escuchar al
interior de las escuelas y liceos, principalmente, en aquellas que
atienden a los sectores más vulnerables de nuestro país, reclamos o
peticiones por parte de los docentes y directivos en torno a la falta de
condiciones, instrumentos y/o capacidades para hacer frente a este
nuevo escenario cada vez más evidente y demandante, que supera el
antiguo modelo homogeneizante educativo. El
cobertura
escolar,
tradicionalmente,
la
incorporación
masiva
no tenían acceso regular
aumento de la
de
sectores
a las
que,
escuelas, la
permanencia de visiones tradicionales del sistema educativo y su
administración y gestión, una formación inicial docente que aún no se
actualiza ante estas nuevas exigencias y demandas del sistema y de la
sociedad, cambios de visión que no asumen la necesidad de
transformaciones de fondo en nuestras culturas, generan fuertes
tensiones en el seno de las comunidades educativas.
La atención al tema de la diversidad, no tiene larga data en el
campo educacional. Es un concepto surgido a fines de la década de
1970 y se encuentra entrecruzado con el concepto de Necesidades
Educativas Especiales (NEE). En 1978, el Informe Warnock, citado por la
Comisión de Expertos de la Educación Especial en documento del
9
Ministerio de Educación de Chile (MINEDUC), en el año 2004, se
establece:
“…que los fines de la educación son los mismos para todos los
niños, niñas y jóvenes, independiente de su condición, y que la
educación debe asegurar un continuo de recursos para dar
respuesta a la diversidad de necesidades educativas de todos los
alumnos, de tal manera que éstos puedan alcanzar los fines de la
educación” (p. 10).
Sin embargo, este Informe, expresamente, hace referencia a los
alumnos que presentan problemas de aprendizaje en su proceso de
escolarización y que demandan una atención más específica y
mayores recursos educativos para su desarrollo.
Actualmente, el aprender juntos, sin exclusiones, es un principio
que se ha ido instalando en las sociedades democráticas, lo que
implica abrir las puertas de los centros educativos a todos los niños y
niñas, en edad escolar; independientemente de sus condiciones físicas,
intelectuales, emocionales, socioeconómicas, étnicas o de alguna otra
índole. En este marco, las actuales políticas educativas se sustentan en
ideas que conciben a la escuela como agente efectivo de cambio y
de oportunidades para las nuevas generaciones, en coherencia con el
modelo de sociedad más democrático, tolerante e incluyente. Lo
expuesto involucra, de acuerdo al Secretaría de Educación Pública
(SEP), México, en el texto Antología de Educación Especial (2000) “tres
principios fundamentales: respeto por las diferencias, derechos humanos
e igualdad de oportunidades, escuela para todos.”(p. 38). Son estos
principios, los que sustentan un ideal de persona, de ciudadano o
ciudadana que se ha de formar en las aulas con una serie de atributos y
características, de habilidades y capacidades, que le permitan
integrarse a la sociedad.
10
Espech (2003) menciona que en el marco de la Reforma
Educacional Chilena:
“...los principios de equidad e igualdad de oportunidades y
pertinencia, considerando las actuales tendencias pedagógicas,
reconocen al individuo como centro del ser educativo, el
currículum común debería potenciar, a partir de las capacidades
de cada sujeto, la construcción de un conocimiento que permita
adquirir las competencias propias de la dimensión individual y
social del ser humano, y responder adecuadamente a las
necesidades que en forma transitoria o permanente pudieran
requerir algunos (as) estudiantes” (p. 9).
En este punto la gestión de la diversidad en la escuela o liceo es
un tema a abordar. Lo podemos enfrentar en un sentido amplio,
rompiendo con ello los tradicionales paradigmas uniformadores de los
procesos educativos en los centros escolares y haciendo énfasis en que,
de acuerdo a Espech (2003) “...integrar la diversidad a la escuela quiere
decir que todos los alumnos(as) tengan las mismas posibilidades de
progresar conforme a sus intereses, necesidades y aptitudes” (p. 7).
Todo lo expuesto nos lleva ahora a plantearnos ante el concepto
de gestión, y particularmente el de gestión educativa. De acuerdo a
García (2006):
“En general, los procesos de gestión han de definirse de acuerdo
a la teoría que los sustenta, cualquiera ésta sea y asignando
énfasis diferentes en concordancia con el sustrato teóricoideológico de fondo. Lo que si ha de estar claro, que la gestión es
de por sí una acción humana, que involucra procesos” (p. 52).
Gestión Educativa
Según Lavín (2003), gestar “Es dar vida, es hacer crecer algo,
desde un ser vivo, a una idea o un proyecto; gestor es quien procura
11
que ese ser, algo, idea o proyecto se lleve a cabo; y gestión sería por lo
tanto, la acción y el efecto de gestionar.” (p. 24). De acuerdo a lo
dicho, se puede desprender, entonces, que la gestión se basa en la
acción humana al interior de las organizaciones,
que apunta a
desarrollar un complejo de acciones articuladas que permiten, en su
conjunto, orientarse en pos de un objetivo definido y común.
Desde esta perspectiva Figueroa (2004) señala que en una
gestión educativa eficaz:
“El proceso de gestión implica las funciones de planificar,
organizar
y controlar y se vinculan entre sí mediante la
función de liderar. ... Ha de ser aquella que permite que los
alumnos aprendan... lo cual implica que los equipos de
trabajo
que actúan al interior de las organizaciones
educativas presenten una visión clara, comprensiva y
concordada de los objetivos que se desean lograr, como
así también, de los procedimientos y acciones necesarias
para su consecución.” (p. 10-12).
Estando de acuerdo entonces, en que es objetivo primero de la
escuela o liceo que los alumnos aprendan, y teniendo claro, que
cuando se habla de aprendizaje, éste se encuentra asociado a las
competencias que los estudiantes han de desarrollar a lo largo de su
proceso educativo para poder desenvolverse y desarrollarse en la vida,
el tema central de este artículo nuevamente aflora ¿Cómo se puede
gestionar una unidad educativa, a partir del reconocimiento de la
diversidad al interior de ella, no tan sólo por parte de los alumnos que
aprenden, sino que también por parte de los docentes que educan?
Una primera respuesta a este proceso y, fundamental para el
desarrollo del mismo,
es gestionar
la convivencia y el clima
organizacional en su interior, vale decir, el fortalecer una cultura de la
convivencia que, de acuerdo a Magendzo (2004) sea “...constructora
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de sujeto, de derechos y responsabilidades; una cultura que sea fuente
de empoderamiento y de aceptación del otro.” (p.2). En este contexto,
el reconocimiento y valoración de la diversidad ha de estar en las bases
mismas de la cultura organizacional de un centro educativo, y es ahí,
donde un Proyecto Educativo Institucional (PEI) con una misión y una
visión consensuada y conocida por todos los actores de la unidad
educativa,
juega
un
rol
relevante
al
momento
de
definirse
institucionalmente frente a ella. Se ha de recordar, que tanto la misión
como la visión representan en un sentido amplio, el derrotero principal
que ha de guiar la gestión institucional de la escuela, y son en si mismos
el marco ideológico que caracteriza la cultura organizacional de ésta.
Es en estas definiciones centrales donde debe aparecer de manera
explícita el tema de la diversidad, llevando a lo que Maturana (2003)
expresa como “…aprender a vivir las acciones que constituyen al otro
como legítimo otro.” (p. 44), lo cual nos lleva a la valoración de la
persona humana más allá de las diferencias existentes, la valoración de
los aportes que cada individuo-actor desde su saber, rol, posibilidad y
responsabilidad, pueden aportar en el proceso de gestionar una
organización educativa, dispuesta a aprender de todos y con todos.
Hoy día trabajar con la diversidad en una escuela, significa
gestionar un establecimiento inclusivo, lo cual es primordial si queremos
sentar las bases de una sociedad verdaderamente democrática,
pluralista, tolerante y respetuosa. De acuerdo a Esplech (2003):
“El respeto a la diversidad supone aceptar y valorar a cada ser
humano en esencia y dignidad; considerar la cultura del niño o la
niña proveniente de un grupo social determinado, o la cultura de
su pueblo originario, tiene como fin desarrollar personas integrales
y plenas.” (p. 7).
Es así como una organización educativa ha de ser en esencia, de
acuerdo a Monti (2004) “...un agente de cambio de los principios de
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homogeneización y transformación de un ambiente que acoja la
diversidad y la creatividad que ella entraña.” (p. 333).
Según, Stainback y Stainback (1999), citados por Duran (2005),
existen algunos principios que orientan el reconocimiento de las
diferencias en una escuela abierta a la diversidad. A saber:
“a) Establecer una filosofía escolar basada en el principio
democrático e igualitario.
b)
Incluir a todas las personas implicadas en la educación
(maestros, padres, alumnos...) en la planificación y toma de
decisiones.
c)
Adaptar el currículo según las necesidades del alumnado.
d)
Mantener flexibilidad en las estrategias metodológicas de
enseñanza.
e)
Acentuar los procesos de interacción, para hacer posible
una educación de calidad para todos. El conocimiento a
fondo de las diferencias y una actitud abierta hacia ellas,
asegura igualdad; la flexibilidad en las formas de trabajo
permite la equidad; ambos conceptos, igualdad y equidad
son valores que permiten considerar la diversidad en sí
misma,
como
una
fuente
de
aprendizaje;
valorar
positivamente la diversidad, es valorar a los alumnos y
alumnas por lo que son como personas y lo que pueden
hacer,
más
que
por
lo
que
tienen
o
no
tienen.”
(http://www.odiseo.com.mx/experiencia/)
En este marco aprender a trabajar con la diversidad es una tarea
no menor para una organización educativa donde el currículum que
en ella se desarrolle ha de ser el reflejo de manera más o menos
14
explícita de los valores, principios y prácticas que se implementen en la
unidad escolar tanto dentro del aula como fuera de ella, los que se
concretizan por medio de un Proyecto Institucional, con finalidades
educativas y objetivos institucionales claros, con un proyecto curricular
que, además, considere el Marco Curricular Nacional, que identifique y
responda a las variadas necesidades e intereses de los alumnos y
demás actores que en la comunidad interactúan; con diseños de aula,
que en coherencia con los instrumentos ya señalados, considere las
diversas necesidades educativas de sus estudiantes , y que en general,
sirven de marco de referencia para el quehacer de los docentes en el
centro educativo. Un currículo que valore y represente la importancia
de aprender del otro a partir de su diferencia, que reconozca que eso
conduce a la organización a un permanente aprender, potenciando
sus capacidades, fortaleciendo valores y principios institucionales,
dando cuerpo y sustento a una unidad educativa que reconoce en la
diversidad una oportunidad de mejora y un potencial enorme de
crecimiento institucional.
La adecuada atención a la diversidad de las necesidades
educativas de los alumnos requiere un
todos los sujetos involucrados
trabajo colaborativo entre
en el proceso educativo y en este
contexto la gestión que se haga al interior de la escuela y el rol del
director y su estilo de liderazgo juegan un rol preponderante. El desafío
que implica promover un cambio de una cultura cerrada y uniforme a
una que acoja y valore la diversidad, más allá del discurso, sino que en
su accionar diario,
involucra la acción y el convencimiento de todos.
Comprende, además,
que el liderazgo del director debe apuntar a
fortalecer esta convicción, promover el trabajo de equipo y de una
cultura altamente colaborativa y con altas expectativas, en proceso de
permanente aprendizaje y reconocimiento de todos.
15
De lo hasta aquí expuesto es posible señalar de manera puntual,
que para gestionar escuelas que reconozcan, valoren y crezcan en la
diversidad en su más amplio sentido
se deben dar una serie de
condiciones en su interior. Si nos ceñimos al modelo de Aseguramiento
de la Calidad trabajado por el Ministerio de Educación, como modelo
ordenador de los procesos que se viven al interior de la escuela, se
podrían agrupar algunas de las condiciones relevantes requeridas, de
la siguiente manera:
En el área de Liderazgo:
a) Contar con marcos institucionales, normativas y políticas educativas
destinadas a fomentar prácticas inclusivas, teniendo como base las
propias orientaciones y definiciones dadas por el Estado y el
Ministerio de Educación en su conjunto.
b) Promover un estilo de liderazgo y de gestión institucional que impulse
el trabajo colaborativo entre los docentes y los actores educativos,
en general,
asegurando la calidad del
proceso enseñanza-
aprendizaje, donde se planifique, construya y evalúe de forma
conjunta la acción educativa. Esto implica que las decisiones
curriculares y de funcionamiento institucional de la escuela deben
tomarse entre todos aquellos que llevan el proceso educativo y
pedagógico a la práctica. De esta forma, es posible asegurar que
cuando los equipos docentes se enfrentan a la tarea de elaborar sus
proyectos educativos y curriculares, la respuesta a la diversidad
debe tornarse en un eje central en la toma de decisiones.
c) El gestionar una escuela que responda a diferentes necesidades,
requiere de una organización que permita buscar alternativas para
solucionar posibles problemáticas y encontrar nuevos servicios y
apoyos, para fortalecer la actualización docente, la vinculación con
los padres de familia y la comunidad en general.
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d) Promover una cultura de altas expectativas creyendo, firmemente,
que si todo alumno puede aprender, entonces debe aprender,
debiendo, por lo tanto, propiciar las mejores estrategias que den
respuesta a este imperativo.
En el área de Gestión Curricular:
a) Desarrollar
un
currículo
amplio,
flexible
y
de
concepción
constructivista, que se adapte a la diversidad, pero que tenga como
base, un conjunto de aprendizajes obligatorios mínimos, que
aseguren la igualdad de oportunidades a todos los niños y niñas del
sistema escolar.
b) Que los docentes sean capaces
de implementar sus clases
considerando y atendiendo a las diversas necesidades educativas
que presentan sus estudiantes y las experiencias previas que éstos
traen. Construir trayectorias educativas reconociendo en sus propios
alumnos el valor intrínseco de la diversidad en ellos y el potencial que
ello implica, lo cual
significa considerar
estrategias diversas,
actividades adecuadas, adaptaciones curriculares, etc.
c) Garantizar en el aula un clima favorable al aprendizaje de todos los
alumnos y alumnas, con reglas claras y consensuadas entre todos.
d) Generar
y
compartir
criterios
y
procedimientos
flexibles
de
evaluación a los estudiantes, permitiendo con ello que los alumnos y
alumnas puedan efectivamente demostrar lo aprendido al interior de
sus aulas.
En el área de Convivencia Escolar:
a) Una cultura escolar que desarrolle una alta valoración a la diversidad
como elemento enriquecedor del desarrollo personal y social de los
sujetos.
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b) Un clima escolar que favorezca el desarrollo de las relaciones y
emociones, en el marco de una convivencia que promueva la
tolerancia, el reconocimiento y el respeto entre todos.
En el área de Recursos:
a) Reconocer en los profesionales que se desempeñan al interior de la
escuela
la
necesidad
de
fortalecer
sus
conocimientos
y
capacidades de manera tal que les permita atender de manera más
eficaz las demandas de aprendizaje de sus estudiantes.
b) Valorar y reconocer
las potencialidades y aciertos de todos los
actores de la comunidad educativa.
Estos pueden ser algunos de las condiciones requeridas en función
de una mejor gestión de la diversidad al interior de la escuela.
A modo de conclusión:
La diversidad es una característica inherente a la conducta y
condición
humana
y
que
se
hace
evidente
por
medio
del
comportamiento y modo de vida de los individuos, así como en sus
maneras de pensar, circunstancia que se da en todos los niveles
evolutivos de la vida y en todas las situaciones. Esta diversidad tiene
amplia repercusión en la escuela y/o liceo, particularmente, en las
aulas, puesto que es en ese escenario educativo, concreto, donde se
expresan
e
interactúan
de
forma
continua
y
permanente
manifestaciones de la diversidad de los alumnos que las conforman
como así también de sus propios docentes.
Desde
el
reconocimiento
de
esta
realidad,
la
organización
educativa debe generar y gestionar respuestas que permitan una
18
atención educativa efectiva a la diversidad. Estas
acciones que se
pueden desplegar para educar en la diversidad y para la diversidad se
pueden centrar en tres grandes áreas:
1. A nivel del centro educativo y que, por lo mismo, tienen un carácter
amplio y general,
como por
ejemplo a través
de normas
organizativas, de convivencia, de líneas de trabajo entre los
docentes apuntando a crear un marco que posibilite la realización
de actividades para y con la diversidad.
2. A nivel de la acción docente, tanto en el ámbito de preparación de
la enseñanza como de su accionar en el aula. Se releva aquí
el
trabajo de los Objetivos Fundamentales Transversales (OFT) presentes
en nuestro Marco Curricular los que juegan un rol relevante en el
desarrollo de los procesos educativos.
3. A nivel de los y las estudiantes que conllevan una concientización y
junto con ello una autorreflexión de ellos, su autoconocimiento y
valoración de sí mismos, como también de los demás.
La invitación final es a que las comunidades educativas puedan
convocarse a reflexionar sobre el verdadero valor que implica el
reconocer a la diversidad y asumirla como una oportunidad para
enriquecer las relaciones entre las personas y las posibilidades de
interacción
para
nuevos
aprendizajes
en
las
organizaciones
educativas, en ambientes integradores, con la libertad de crear y
utilizar diversas formas de trabajo que reconozcan y potencien estilos
de aprendizaje y niveles de competencia para cada estudiante que
forma parte del centro escolar.
Aquellos establecimientos educativos, que son capaces de
gestionar las mejores respuestas para atender de manera efectiva a
la diversidad de sus estudiantes, no sólo
favorecen el adecuado
desarrollo de estos, sino que son los que más aprenden y más crecen
como institución.
19
Referencias
Comisión de Expertos de Educación Especial, Ministerio de Educación
(2004) “Nueva Perspectiva y Visión de la educación Especial: Informe de
la Comisión de Expertos”, Santiago de Chile.
Cummings. W., (2007) “Desarrollo Organizacional y Cambio”, 8ª edición,
http://books.google.cl/books?isbn=9706866354
Diccionario Ilustrado Larousse. (1995). Buenos Aires, Argentina.
Duran, T (2005) “Odiseo: Revista Electrónica de Pedagogía”, Año 3,
Núm.4http://www.odiseo.com.mx/experiencia/20050227_duran_diversid
ad_htm.
Espech, M. Azocar P. y otros. (2003). “Diseño de una propuesta
metodológica para la Educación en la diversidad” Ediciones
Universidad Católica “Cardenal Raúl Silva Henríquez”.
Figueroa, C. (2004). “Gestión Eficaz”. “Aportes para el Mejoramiento de
la Gestión Educativa Local”; CENLADEC, Unidad De Gestión Escolar
Ministerio de Educación de Chile.
Universidad de Playa Ancha,
Valparaíso, Chile.
García, M. (2006). “Descripción de la Integración de Jóvenes con
Necesidades Educativas Especiales asociadas a Discapacidad en
Liceos Focalizados de la Provincia de Valparaíso: una mirada desde sus
docentes”. Trabajo de grado en Magíster, CENLADEC, Universidad de
Playa Ancha, Valparaíso, Chile.
Lavín, S. (2003). “Proyecto Ciga”. Santiago de Chile
Magendzo, A. (2004). “Currículum, Convivencia Escolar y Calidad de la
Educación”, MINEDUC. Santiago de Chile.
Martínez-Otero. V ( 2003) . “Cultura Escolar y Mejora de la Educación”.
htttp://www.lasalle.edu.mx/diplo_inst_las/docs_diplo/2domodulo/cultur
a_escolar_mejora.pdf.
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