SECRETO DE FAMILIA Y OTROS POEMAS, POR BLANCA VARELA

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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
1
Blanca
Varela
Secreto de familia
y otros poemas
BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
JULIÁN
Biblioteca Digital
Muestrario de
Poesía 42
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Secreto de familia y
otros poemas
Blanca Varela, Perú
Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía
42
Editor: Aquiles Julián, República Dominicana.
Primera edición: Abril 2009
Santo Domingo, República Dominicana
¿Qué somos?
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por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes
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BIBLIOTECA
DIGITAL DE
AQUILES
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Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo
Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164
Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro,
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Contenido
Y voy hacia la muerte que no existe / Adolfo Castañón
Primer baile (V)
Bodas
Vals
(Tell me the truth)
Secreto de familia
(Pobres matemáticas)
Conversación con Simone Weil
(Es fría la luz de la memoria)
Justicia
Concierto animal
A rose is a rose
(Aquella torturada nube)
Una ventana
Así sea
Auvers-sur –oise
Canto villano
Casa de cuervos
Currículum vitae
Dama de blanco
Deseos, piedras, cielo a jirones
Ejercicios
En lo más negro del verano
Escena final
Fuente
Historia
Persona
Juego amoroso
(El día queda atrás)
A lo mejor eres tú mismo
El rayo ha pefumado ferozmente nuestra casa
Nadie nos dice
Destiempo
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo
A media voz
Así debe ser
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Visitación
Diálogo
Strip tease
(Hoguera de silencios)
Poderes mágicos
Último poema de junio
Puerto Supe
Fútbol
(Si esta línea viajara al infinito…)
(Sobre la tierra de sal yacen sin ojos…)
Rejas
Tápies
El falso teclado
Ternera acosada por tábanos
Esta mañana soy otra
Despierto
El amor es como la música
El mar pliega las alas al atardecer…
Estréchame las manos…
Hoguera de silencios…
Invierno y fuga
La lección
La muerte se escribe sola…
Lección de anatomía
Malevitch en su ventana
Máscara de algún dios
Monsieur Monod no sabe cantar
Nadie sabe de mis cosas
Palabras para un canto
Poema
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos
Sin fecha
Supuestos
Talvez en primavera…
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Más allá del dolor y el placer / Octavio Paz
Blanca Varela /Ana María Gazzolo
Blanca Varela: el filo de la voz / Peter Elmore
Una poeta en carne viva / David Hidalgo Vega
Resplandor de la inteligencia / Diego Otero
Reacciones a su muerte / Varios escritores
Elogio de Blanca Varela / Mario Vargas Llosa
Blanca Varela / biografía
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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“Y voy hacia la muerte que no existe…”
por Adolfo Castañón
Ese puerto existe (1959) fue el primer libro de
Blanca Varela, una mujer de apariencia frágil y de
recia fibra audaz. Lo publicó, “un poco contra su
voluntad, casi empujada por sus amigos”, la editorial
de la Universidad Veracruzana en su colección
“Ficción”, con un prólogo afilado y clarividente de su
amigo el poeta Octavio Paz, quien la conoció en París
cuando ambos eran muy jóvenes. Aliada con el pintor
Fernando de Szyszlo, la poeta recorrió al lado de su
amigo y esposo los talleres y las buhardillas, las salas
de los museos y de las universidades, los cafés y los
puentes, junto con otros jóvenes hispanoamericanos,
como el nicaragüense Carlos Martínez Rivas y los
mexicanos Rufino y Olga Tamayo, entre una legión
de amigos.
El libro debe su título a Paz. Blanca –un buen nombre para una dama finísima
dedicada a la ingrata tarea de buscar un lugar en la tierra para la voz de la
poesía– contó cómo el título original iba a ser el de una pequeña localidad
marítima del Perú: Puerto Supe. A Paz no le gustó el título y ella respondió con
una voz casi exasperada: “Pero, Octavio, si ese puerto existe.” El sonrió, siempre
atento a las insinuaciones de la poesía en el habla diaria: “Ese es el título,
Blanca, ya lo tenemos.”
Aunque escrito por una muy joven poeta –que no creía en las artes sino en la
eficacia de la palabra y el poder del signo, para frasear a Paz–, el breve libro era
ya una obra enunciada por una voz inusitadamente poderosa, no opulenta,
intensa a fuerza de contención y velocidad asociativa.
Varela había participado junto con su maestro, el alto poeta surrealista Emilio
Adolfo Westphalen (amigo y compañero de César Moro), en la notable revista
Las moradas. De ellos aprendió ese arte del balbuceo y del quiebre que es una de
sus mayores contribuciones a la lírica castellana. Y de la amistad y afinidad con
ese pétreo poeta calcinante, Westphalen, trajo ella a la lírica el acento despojado
y veloz, la cuerda nunca monótona y el tono de asertiva e inusitada sobriedad
que invita a la invención de otra cordura. Pero ya desde ese primer libro se
puede advertir otra huella o, más bien, otro rumbo en su metabolismo poético:
el de la palabra armada en el taller de los pintores y escultores contemporáneos
y abierta al diálogo con las artes plásticas: Picasso, Matisse, Léger, Van Gogh,
Giacometti, Brâncuşi, a quienes ella y Fernando de Szyszlo pudieron conocer –a
veces en persona, a veces sólo a través de su taller, siempre por su obra.
Blanca Varela restituyó al cuerpo de la lírica hispanoamericana una tensión
atenta, una inteligencia ética en la fragua y en la composición del poema que
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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parecía dictada por la lección sobria de esos maestros de las artes plásticas
modernas a quienes conoció en París en los años cincuenta, cuando –como ha
dicho Szyszlo– “estaban vivos todos los monstruos”: Simone de Beauvoir (de
quien fue confidente y amiga), Sartre, Breton, Bataille, Malraux, Camus,
Duchamp, Giacometti, Éluard, Papaioannou, Cioran...
La pequeña e inteligente Blanca era rápida como la brisa y simpática como un
rayo de luz. Tenía una conciencia escrupulosa del otro, y tal vez esa fue la razón
de que haya hecho tantas amistades en esa ciudad, donde parece haber conocido
a todos: uno por uno, una a una. No maravilla que se haya llevado de vuelta a
Lima, como un regalo transparente, esa lección ética y estética de sobriedad y
convivialidad que de algún modo ya traía un poco en la sangre.
Era Blanca como un límpido estandarte de la más alta nobleza espiritual
americana. Nuestro maestro y amigo José Luis Martínez la conoció cuando fue
embajador de México en Perú y ella lo puso en contacto con la pléyade limeña
de entonces: Carlos Germán Belli, Javier Sologuren, Ricardo Silva Santisteban
y, a la distancia, Luis Loayza, Julio Ramón Ribeyro, Jorge Eduardo Eielson.
Además, lo acompañó a visitar al historiador Raúl Porras Barrenechea y, desde
luego, a visitar librerías de lance. Poco después, cuando José Luis Martínez fue
nombrado director del Fondo de Cultura Económica en 1977, designó a Varela
directora de la filial en Lima.
Fueron años de intensa actividad en la promoción cultural. Secretamente,
Blanca seguía puliendo sus versos por las noches o las madrugadas en su casa de
Barranco, frente al mar, mientras leía poesía clásica española. Canto villano,
Ejercicios materiales, El libro de barro fueron saliendo de sus manos como
fulgurantes piedras pulidas. Le dio al FCE en Lima, y desde Lima, un vuelo que
sabría mantenerse luego, en los siguientes años, con el poeta Jaime García
Terrés, y más tarde, durante la primera administración de Miguel de la Madrid.
No, no había mucho dinero, a pesar de los aires de grandeza que les gusta darse
casi siempre a los mexicanos. Pero la nobleza de Blanca, su voluntad y su
conocimiento preciso del terreno –era una señora no sólo digna sino
tremendamente práctica– fueron armando, con ayuda del poeta y tipógrafo
Abelardo Oquendo, una breve biblioteca peruana con ediciones y coediciones
propias. Tan celosa con los recursos como con las erratas, Blanca tenía una
verdadera cultura económica –para jugar con el nombre de nuestra editorial– y,
al final de su gestión, tengo entendido, dejó como herencia para las siguientes
administraciones un pequeño capital para seguir haciendo y distribuyendo
libros americanos en América.
Blanca Varela, además de escribir poemas cortantes y elocuentes, para buscar la
voz de su voz, sabía hablar cara a cara y al tú por tú, al vos por vos, con el
príncipe y con el mendigo. Gracias a ella, a su amistad inteligente, a su
magnetismo y tesón figuran en el catálogo del FCE los nombres del Inca
Garcilaso, Mario Vargas Llosa, Luis Loayza, Julio Ramón Ribeyro, José María
Arguedas, Franklin Pease y muchos otros.
Menuda, fina, divertida y certera, Blanca no pasaba inadvertida. Una anécdota:
durante uno de los festivales internacionales de poesía de la ciudad de Medellín,
organizados por Fernando Rendón y Ángela García, Blanca fue invitada a leer
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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poemas en un inseguro barrio de las afueras, todavía dominado a fines de los
ochenta por la violencia y la guerrilla. A la lectura asistieron unos encapuchados
armados. Al final uno de ellos se acercó y sacó de una bolsa otra, donde venía
cuidadosamente envuelta la edición inconfundible de Canto villano que se había
publicado en México. Era evidente que el libro había sido leído muchas veces. El
encapuchado le pidió a Blanca que se lo firmara sin dedicárselo. Así lo hizo ella,
y el hombre vestido de verde desapareció. Poco después vio acercarse a un
estudiante sin máscara que llevaba en la mano el libro que Blanca acababa de
firmar. Se despidió de ella con un beso y una sonrisa. Esta anécdota transluce
algo del alma generosa de Blanca, poeta, lectora, alentadora de jóvenes poetas,
editora, ciudadana y gran señora de la palabra y el silencio, guardia celosa del
lugar del canto.
Cuando, en plena campaña de Vargas Llosa por la presidencia de la república,
los también escritores y también políticos Julieta Campos y Enrique González
Pedrero (a la sazón, efímero director del FCE) hicieron una visita a Lima,
sostuvieron una cena con el escritor y su esposa Patricia. Además, los
acompañábamos Mauricio Merino y el suscrito testigo. La cocina –deliciosa– la
preparaba una simpática señora danesa, amiga de Blanca, que me recordó a otra
santa, Karen Blixen. Eran los años rudos y crudos de la actividad de Sendero
Luminoso. Durante la cena, Blanca dijo poco, pero todos dejaban de hablar
cuando ella tomaba la palabra. Blanca traía la palabra limpia, la palabra
verdadera del que sabe conversar y debatir a mano limpia y puede hablar y
callar con todos.
Sus últimos años tácitos fueron una lección que ahora, después de su partida,
seguirá creciendo. Para recordármelo, además de los poemas en sus libros,
tengo una pequeña llama prehispánica tallada en cuarzo y ceñida por un anillo
de plata. Es un juguete o un amuleto de sacerdote inca que Blanca Varela me
regaló en uno de sus últimos viajes a México diciéndome: “Cuídalo para que te
cuide.” Ahora nos toca cuidarla a ella en nosotros. ~
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Primer baile (V)
Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino varios, superpuestos,
espejeantes, horribles.
¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino la noche y el sueño que
sucede al sueño?
Despegar los párpados significa morir, desprenderse de una estrella. El ritual es
breve, la entrega absoluta. Se grita con los ojos cerrados, empapado de sudor o
crujiendo de frío: te amo porque tu latido ocasiona catástrofes, huracanes,
guerras.
Te amo porque te bañas en un inmenso vacío y te alimentas de tinieblas. Nado
en tus redondas pupilas ciegas como en un estanque infernal. Tus propiedades
no tienen número y abundan las especies innominadas, estériles pero eternas.
Te amo porque eres una ficción malvada y saludable. Si cesaras se extinguiría mi
existencia de inmediato. Te podría hacer desaparecer en un abrir y cerrar de
ojos. Pero, luego, ¿cuál sería el castigo?
Bodas
Perdidos en la niebla
el colibrí y su amante.
Dos piedras lanzadas por el deseo
se encuentran en el aire.
La retama está viva,
arde en la niebla,
habitada.
Vals
No he buscado otra hora, ni otro día, ni otro dios que tú.
Laberinto, pirámide de humo, altura que canta,
pozo que amenaza, tierra de abismo, primavera ciega.
La soledad nos une en la humedad del guisante, en la hinchazón de la ola,
en el sudor de la raíz.
(Brota en el polvo gris de Lima la baya cargada de ira.
Gira el vals, manantial de orina, vaho dorado y golpe bajo,
labios negros, estrujados, fantasma que se
acaricia bajo las uvas amarillas y se flagela al alba con las estrellas.)
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Asciendo y caigo al fondo de mi alma
que reverdece, agónica de luz, imantada de luz.
Es este ir y venir bate el tiempo las alas
detenido para siempre.
Recrearte: polvo, brizna, herida.
Perderte: gesto, contacto, olvido.
Buscar tu sombra, reconocerte tras una ventana,
mancha de sol, sombra de lluvia, en cualquier calle del mundo.
Perseguirte, concenado girasol,
como una piedra encadenada al aire,
arrastrando la tierra, cauda que enciende universos,
que se desvanece en una plaza.
La mirada que soy entorna la puerta, atisba el vacío,
otea el cielo en ruinas.
En la rama vencida estalla una breva furiosa, la pupila en llamas
buscándote, exigiendo su razón de luz.
(tell me the truth)
dime
¿durará este asombro?
¿esta letra carnal
loco círculo de dolor atado al labio
esta diaria catástrofe
esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni fin
este mercado donde la muerte enjoya las esquinas
con plata corrompida y estériles estrellas?
Secreto de familia
soñé con un perro
con un perro desollado
cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
pregunté al otro
al que apaga la luz al carnicero
qué ha sucedido
por qué estamos a oscuras
es un sueño estás sola
no hay otro
la luz no existe
tú eres el perro tú eres la flor que ladra
afila dulcemente tu lengua
tu dulce negra lengua de cuatro patas
la piel del hombre se quema con el sueño
arde desaparece la piel humana
sólo la roja pulpa del can es limpia
la verdadera luz habita su legaña
tú eres el perro
tú eres el desollado can de cada noche
sueña contigo misma y basta
(pobres matemáticas)
cuando nada quede de ti ni de mí
habrá agua y sol
y un día que abra las puertas más secretas
más oscuras más tristes
y ventanas vivas como grandes ojos
despiertos sobre la dicha
y no habrá sido en vano que tú y yo
solo hayamos pensado lo que otros hacen
porque alguien tiene que pensar la vida.
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Conversación con Simone Weil
- Los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
- el hombre es un extraño animal.
En la mayor parte del mundo
la mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris,
a la gravedad y la gracia?
¿Se acabó para nosotros la esperanza de
ser mejores ahora?
La vida es de otros.
Ilusiones y yerros.
La palabra fatigada.
Ya ni te atreves a comerte un durazno.
Para algo cerré la puerta,
di la espalda
y entre la rabia y el sueño olvidé muchas
cosas.
La mitad de los niños se van a la cama
hambrientos.
- los niños, el océano, la vida silvestre, Bach.
- el hombre es un extraño animal.
Los sabios, en quienes depositamos nuestra
confianza,
nos traicionan.
- los niños se van a la cama hambrientos.
- los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.
Me acuerdo. ¿Me acuerdo?
Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco.
Viene una niña de lejos. Doy la espalda.
Me olvido de la razón y el tiempo.
Y todo debe ser mentira
porque no estoy en el sitio de mi alma.
No me quejo de la buena manera.
La poesìa me harta.
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Cierro la puerta.
Orino tristemente sobre el mezquino fuego de
la gracia.
- los niños se van a la cama hambrientos.
- los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta.
Las cifras no sacian.
- el hombre es un extraño animal.
(Es fría la luz de la memoria…)
Es fría la luz de la memoria
lo apenas entrevisto brilla
con insistencia
gira buscando el casco de botella
o el charco de lluvia
tras cualquier puerta que se abre
está la luna
tan grande y plana
tan fuera de lugar
como si de un cuadro se tratara
óleo sobre papel
endurecido por el tiempo
así cayeron en la mente
formas y colores
casualidades
azar que anuda sombras
vuelcos en la negra marmita
donde a borbotones
se cuecen gozo y espanto
crece el yeso de un cielo
mil veces lastimado
mil veces blanqueado
se borra el mundo y se vuelve
a escribir
hasta el último aliento
sólo esto
eternidad aparente
mísera astilla de luz en
la entraña
del animal
que apenas estuvo
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Justicia
vino el pájaro
y devoró al gusano
vino el hombre
y devoró al pájaro
vino el gusano
y devoró al hombre
Concierto animal
(1999)
SI me escucharas
tú muerto y yo muerta de ti
si me escucharas
hálito de la rueda
cencerro de la tempestad
burbujeo del cieno
viva insepulta de ti
con tu oído postrero
si me escucharas
A rose is a rose
inmóvil devora luz
se abre obscenamente roja
es la detestable perfección
de lo efímero
infesta la poesía
con su arcaico perfume
[Aquella torturada nube]
V
Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
desgarrando,
chocando con masas de ángeles.
Cóncava,
valva de nieve y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.
Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.
Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.
Una ventana
Vuelvo a contar mis dedos.
(La flor helada, la desconocida cabeza
que me acecha se
descuelga y da voces.)
Yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces,
hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes
y árboles que persiguen a los hombres
y perlas arrancadas de malignos estanques
o de negros pulmones sepultados
y horriblemente vivos.
La araña que desciende a paso humano me conoce,
dueña es de un rincón de mi rostro,
allá anida, allí canta hinchada y dulce
entre su seda verde y sus racimos.
Afuera, región donde la noche crece,
yo le temo,
donde la noche crece
y cae en gruesas gotas,
en mortales relámpagos.
Afuera, el pesado aliento del buey,
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
la vieja fiebre de alas rojas,
la noche que cae
como un resorte oscuro sobre un pecho.
Así sea
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,
que fue un día.
Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de fiesta.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.
Auvers-sur -oise
Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando.
Insiste.
Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del
teléfono.
Te equivocas.
Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos,
latigazos.
No. Es música.
No. Alguien llora muy despacio.
No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
lame el cielo pálido y vacío.
No. Es un incendio.
Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres,
todas las cosas desaparecen en esa melodía ardiente.
Tú estás solo, al otro lado.
No te quieren dejar entrar.
Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil.
Si el gusanito transparente, enroscado, insignificante.
Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide
con tu vientre turbio y caliente su inexpugnable
redondez.
Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y
de la vida.
No puedes entrar.
Dicen.
Canto villano
y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato
observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla
como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío
rubens cebollas lágrimas
más rubens más cebollas
más lágrimas
tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente
emparedada
y el hueso del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo
es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne
mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea
no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos
Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinitasobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
Curriculum Vitae
digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.
Dama de blanco
el poema es mi cuerpo
esto la poesía
la carne fatigada
el sueño el sol
atravesando desiertos
los extremos del alma se tocan
y te recuerdo Dickinson
precioso suave fantasma
errando tiempo y distancia
en la boca del otro habitas
caes al aire eres el aire
que golpea con invisible sal
mi frente
los extremos del alma se tocan
se cierran se oye girar la tierra
ese ruido sin luz
arena ciega golpeándonos
así será ojos que fueron boca
que decía manos que se abren
y se cierran vacías
distante en tu ventana
ves al viento pasar
te ves pasar el rostro en llamas
póstuma estrella de verano
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
y caes hecha pájaro
hecha nieve en la fuente
en la tierra en el olvido
y vuelves con falso nombre de mujer
con tu ropa de invierno
con tu blanca ropa de
invierno
enlutado
Deseos, piedras, cielo a jirones
IV
Deseos, piedras, cielo a jirones,
ni un ave.
Estoy huyendo.
Una nueva montaña,
un río joven, sin ira.
Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana distinta, sin colores,
para poner mis ángeles,
mis calles donde siempre hay humo y sorpresa.
Ejercicios
I
Un poema
como una gran batalla
me arroja en esta arena
sin más enemigo que yo
yo
y el gran aire de las palabras
II
miente la nube
la luz miente
los ojos
los engañados de siempre
no se cansan de tanta fábula
20
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
III
terco azul
ignorancia de estar en la ajena pupila
como dios en la nada
IV
pienso en alas de fuego en música
pero no
no es eso lo que temo
sino el torvo juicio de la luz
En lo más negro del verano
El agua de tu rostro
en un rincón del jardín,
el más oscuro del verano,
canta como la luna.
Fantasma.
Terrible a mediodía.
A la altura de los lirios
la muerte sonríe.
Sobre una pequeñísima charca,
ojo de dios,
un insecto flota bocarriba.
La miel silba en su vientre
abierto al dedo del estío.
Todo canta a la altura de tu rostro
suspendido como una luz eterna
entre la noche y la noche.
Canta el pantano,
arden los árboles,
no hay distancia,
no hay tiempo.
El verano trae lo perdido,
el mundo es esta calle de fuego
donde todas las rosas caen y vuelven a nacer,
donde los cuerpos se consumen
enlazados para siempre
en lo más negro del verano.
21
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
En un rincón del jardín
bajo una piedra canta el verano.
En lo más negro,
en lo más ciego y blanco,
donde todas las rosas caen,
allí flota tu rostro,
fantasma,
terrible a mediodía.
Escena final
he dejado la puerta entreabierta
soy un animal que no se resigna a morir
a eternidad es la oscura bisagra que cede
un pequeño ruido en la noche de la carne
soy la isla que avanza sostenida por la muerte
o una ciudad ferozmente cercada por la vida
o tal vez no soy nada
sólo el insomnio y la brillante indiferencia de los astros
desierto destino
inexorable el sol de los vivos se levanta
reconozco esa puerta
no hay otra
hielo primaveral
y una espina de sangre
en el ojo de la rosa.
Fuente
Junto al pozo llegué,
mi ojo pequeño y triste
se hizo hondo, interior.
Estuve junto a mí,
llena de mí, ascendente y profunda,
mi alma contra mí,
golpeando mi piel,
hundiéndola en el aire,
hasta el fin.
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
La oscura charca abierta por la luz.
Éramos una sola criatura,
perfecta, ilimitada,
sin extremos para que el amor pudiera asirse.
Sin nidos y sin tierra para el mando
Historia
puedes contarme cualquier cosa
creer no es importante
lo que importa es que al aire mueva tus labios
o que tus labios muevan el aire
que fabules tu historia tu cuerpo
a toda hora sin tregua
como una llama que a nada se parece
sino a una llama
Persona
el querido animal
cuyos huesos son un recuerdo
una señal en el aire
jamás tuvo sombra ni lugar
desde la cabeza de un alfiler
pensaba
él era el brillo ínfimo
el grano de tierra sobre el grano
de tierra
el autoeclipse
el querido animal
jamás cesa de pasar
me da la vuelta
Juego amoroso
Las manos a la altura del aire
a dos o tres centímetros del vacío
no se mirará nada preciso
la polvareda que pasa
el inesperado cortejo de plumas
23
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
arrancadas al vuelo
la nubecilla rosada
y tonta que ya no es
el cierraojos y el ábrelos
en la breve opacidad
de una luz que no se ve
y el sueño pies de goma
y azules y brillantes
las estrellas
rientes
párpado sobre párpado
labio contra labio
piel demorada sobre otra
llagada y reluciente
hogueras
eso haremos a solas
(El día queda atrás…)
El día queda atrás,
apenas consumido y ya inútil.
Comienza la gran luz,
todas las puertas ceden ante un hombre
dormido,
el tiempo es un árbol que no cesa de crecer.
El tiempo,
la gran puerta entreabierta,
el astro que ciega.
No es con los ojos que se ve nacer
esa gota de luz que será,
que fue un día.
Canta abeja, sin prisa,
recorre el laberinto iluminado,
de fiesta.
Respira y canta.
Donde todo se termina abre las alas.
Eres el sol,
el aguijón del alba,
el mar que besa las montañas,
la claridad total,
el sueño.
A lo mejor eres tú mismo
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete
bajo tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te
lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos,
endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz
propietario de una boca escarlata que muge.
Pega el oído a la tierra que insiste en levantarse y respirar.
Acaríciala como si fuera carne, piel humana capaz de
conmoverte, capaz de rechazarte.
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el
saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los hombros de los fantasmas
que es ridículo caerse de trasero
with music in your soul
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra
casa
El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed, tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día? ¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.
Nadie nos dice
Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta
Destiempo
I
Se fue el día,
las escamas del sueño giran.
Todo desciende,
la noche es el tedio.
En el desierto, a oscuras,
temerosa del amor
la ostra llora a solas.
Caen las lívidas hojas de tu frente,
Te alejas, negra burbuja sin destino.
Se abren súbitamente mil calles,
arrecifes en llamas
retienen tu cuerpo helado como una lágrima,
nada te hiere,
el coral clava su garra en tu sombra,
tu sangre se desliza, inunda praderas,
salta de las ventanas como un rojo sonido
y todo esto no es sino el otoño.
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo
VII
Toda la palidez inexplicable es el recuerdo.
Travesía de muralla a muralla,
el abismo es el párpado,
allí naufraga el mundo
arrasado por una lágrima.
A media voz
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
la lentitud es belleza
copio estas líneas ajenas
respiro
acepto la luz
bajo el aire ralo de noviembre
bajo la hierba
sin color
bajo el cielo cascado
y gris
acepto el duelo y la fiesta
no he llegado
no llegaré jamás
en el centro de todo
esta el poema intacto
sol ineludible
noche sin volver la cabeza
merodeo su luz
su sombra animal
de palabras
husmeo su esplendor
su huella
sus restos
todo para decir
que alguna vez
estuve atenta
desarmada
sola casi
en la muerte
casi en el fuego
Así debe ser
Así debe ser el rostro de dios
el cielo rabiosamente cruzado
por nubes grises, violetas
y naranjas
y su voz
el mar de abajo
diciendo siempre lo mismo
tan monótono
tan monótono
como el primer
y el último día
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Visitación
Dejé al demonio encerrado
en un cajón
en su pequeño lecho de crespón
afuera el ángel vuela
toca la puerta
espera
en una mano la rima
como una lágrima
en la otra el silencio
como una espada
échame de mi cuerpo
son las doce
sin sol ni estrellas
Diálogo
Él abre la boca
es roja por dentro
ella abre los ojos
su córnea es blanca
como la luna
se está quieta
la córnea luna
iluminando apenas
la bienamada encía
adentro
con silencio
a boca cerrada
a oscuras
habitan ambos
Strip-tease
Quítate el sombrero
si lo tienes
quítate el pelo
que te abandona
quítate la piel
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
las tripas los ojos
y ponte un alma
si la encuentras
(Hoguera de silencios)
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
así alumbra su blanco la tiniebla
así nace la interminable coda
así la mosca desova en el hilo de luz
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
Poderes mágicos
No importa la hora ni el día
se cierran los ojos
se dan tres golpes con el
pie en en suelo,
se abren los ojos
y todo sigue exactamente igual
Último poema de junio
Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La
hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne y hueso.[¿Pétalos?
¿Flores?Preciosismobienvestido,
[muertodehambre, vaderretro.
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente mortales
Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas
de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas
criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies.
Y además estas manos y estos dientes, para mostrarlos estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos.
Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia
cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un sombrero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo
invisible.
Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi
corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmines, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de
fuego irreconciliable.
¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte?
¿Al único sueño?
La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés
y alto) es una falsa noticia.
Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante
y negra como una aguja que atraviesa un collar de
ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos
creados en un abrir y cerrar de ojos.
El dolor es una maravillosa cerradura.
Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira
mirar.
Arte blanca: cerrar los ojos y vernos.
Ver: cerrar los ojos.
Abrir los ojos: dormir.
Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades
de la luz y del tiempo.
Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y
el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro
más amado.
Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te conviertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo.
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en
el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge
que finge, que sueña en voz alta, que me despierta.
(1993)
Puerto Supe
Está mi infancia en esta costa,
bajo el cielo tan alto,
cielo como ninguno, cielo, sombra veloz,
nubes de espanto, oscuro torbellino de alas,
azules casas en el horizonte.
Junto a la gran morada sin ventanas,
junto a las vacas ciegas,
junto al turbio licor y al pájaro carnívoro.
¡Oh, mar de todos los días,
mar montaña,
boca lluviosa de la costa fría!
Allí destruyo con brillantes piedras
la casa de mis padres,
allí destruyo la jaula de las aves pequeñas,
destapo las botellas y un humo negro escapa
y tiñe tiernamente el aire y sus jardines.
Están mis horas junto al río seco,
entre el polvo y sus hojas palpitantes,
en los ojos ardientes de esta tierra
adonde lanza el mar su blanco dardo.
Una sola estación, un mismo tiempo
de chorreantes dedos y aliento de pescado.
Toda una larga noche entre la arena.
Amo la costa, ese espejo muerto
en donde el aire gira como loco,
esa ola de fuego que arrasa corredores,
círculos de sombra y cristales perfectos.
Aquí en la costa escalo un negro pozo,
voy de la noche hacia la noche honda,
voy hacia el viento que recorre ciego
pupilas luminosas y vacías,
o habito el interior de un fruto muerto,
esa asfixiante seda, ese pesado espacio
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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poblado de agua y pálidas corolas.
En esta costa soy el que despierta
entre el follaje de alas pardas,
el que ocupa esa rama vacía,
el que no quiere ver la noche.
Aquí en la costa tengo raíces,
manos imperfectas,
un lecho ardiente en donde lloro a solas.
Fútbol
A Vicente y Lorenzo
juega con la tierra
como con una pelota
báilala,
estréllala,
reviéntala
no es sino eso la tierra
tú en el jardín
mi guardavalla mi espantapájaros
mi atila mi niño
la tierra entre tus pies
gira como nunca
prodigiosamente bella
(Si esta línea viajara al infinito…)
Si esta línea viajara al infinito y se dilatara hasta convertirse en puro aire.
Si pudiera encontrar la puerta más estrecha. Un esguince, un guiño y reptar
nuevamente sobre la arena. Súbita simiente, pez rey de la pezuña incipiente,
cristalina, sin uñas, sin dientes, sin útero ni testículo. Sin agujero donde incubar
memorias de la especie. Transparente tabernáculo abuelo de la entraña donde
dormita el ojo ciego del ser.
Ángel novísimo, incapaz de cerrar los ojos que la velocidad ha desvelado.
Cabellos al viento, aureola del vértigo. Mano-hélices-alas, y la bajada al légamo
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
de una playa original y virgen.
(Sobre la tierra de sal yacen sin ojos…)
sobre la tierra de sal yacen sin ojos
los negros estandartes del mar
¿qué se hicieron los aires submarinos
bajo los cuales flameaban
antes de la batalla?
¿qué se hicieron la impavidez de la carne
y el lujo de la sangre
vistiendo la untuosa escama de la noche?
en la marmita de los pobres
su gloria se tornará bocado
magro aceite
tal vez eructo y pena
Reja
cuál es la luz
cuál la sombra
Tàpies
(puertas)
1
hombre en la ventana
medio punto negro
ángel ciego o dormido
2
puerta con noche encima
abajo y dentro
3
ubre de yeso lágrima de yeso
pisada en el centro de la nube
4
33
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Como el mundo
puerta entre la sombra y la luz
ente la vida y la muerte
5
el justo golpe
la mano la música de la mano
la rebusca en el fuego
El falso teclado
toca toca
todavía tus dedos se mueven bien
el dedo de la nieve y el de la miel
hacen lo suyo
nada suena mejor que el silencio
nuestro desvelo es nuestro bosque
aguza el oído como una hoz
a trillar lo invisible se ha dicho
para eso estamos
para morir
sobre la mesa silenciosa
que suena
Ternera acosada por tábanos
podría describirla
¿tenía nariz ojos boca oídos?
¿tenía pies cabeza?
¿tenía extremidades?
sólo recuerdo al animal más tierno
llevando a cuestas
como otra piel
aquel halo de sucia luz
voraces aladas
sedientas bestezuelas
infamantes ángeles zumbadores
la perseguían
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
era la tierra ajena y la carne de nadie
tras la legaña
me deslumbró el milagro mortecino
la víspera el instinto la mirada
el sol nonato
¿era una niña un animal una idea?
ah señor
qué horrible dolor en los ojos
qué agua amarga en la boca
de aquel intolerable mediodía
en que más rápida más lenta
más antigua y oscura que la muerte
a mi lado
coronada de moscas
pasó la vida.
Esta mañana soy otra
esta mañana soy otra
toda la noche
el viento me dio alas
para caer
la sin sombra
la muerte
como una mala madre
me tocó bajo los ojos
entonces dividida
dando tumbos
de lo oscuro a lo oscuro
giré recién llegada
a la luz de esta línea
en pleno abismo
abriéndose
y cerrándose la línea
sin música
pero llamando
sin voz
pero llamando
sin palabras
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
llamando
Despierto...
VIII
Despierto.
Primera isla de la conciencia:
un árbol.
El temor inventa el vuelo.
El desierto familiar me acoge.
Alguien me observa con indiferencia.
El amor es como la música...
IX
El amor es como la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis recuerdos,
y una música futura,
la promesa.
Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.
El mar pliega las alas al atardecer...
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
VI
El mar pliega las alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.
Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no bastaría la eternidad.
Estréchame las manos...
II
Estréchame las manos,
la única luz que nos queda,
no me dejes olvidada
en la cima de una ola.
Aléjate
Aparten ese frío paisaje de cipreses,
escombren esos náufragos que ocultan el horizonte.
La vida es una noticia conmovedora.
Atravieso el desierto,
la terrible fiesta en el centro de un cielo derribado.
Estoy casi olvidando.
Hoguera de silencios...
hoguera de silencios
crepitar de lamentos
por el camino de la carne
sangre en vilo
se llega al mundo
así alumbra su blanco la tiniebla
así nace la interminable coda
así la mosca desova en el hilo de luz
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
la tierra gira
el ojo de dios no se detiene
qué haríamos pregunto
sin esta enorme oscuridad
Invierno y fuga
Nieve, labios rojos,
una gota de fuego,
un grito que nadie escucha.
Éste es el día en que llega
la ácida primavera,
en que es dulce la herida
de estar vivos.
Alto horno del cielo,
fulgor de plumas,
adiós que el aire quema
en pleno vuelo.
En aire, tierra y cielo,
en mi, en ti,
en nosotros muere el invierno.
Diamantino estertor,
irritada claridad,
lágrimas que la luz arrebata y fecunda.
Muerte llena de oro.
Todo es posible
en ese activo sueño.
La lección
Como una moneda te apretaré entre mis manos
y todas las puertas cederán
y lo veré todo
y la sorpresa
no quemará mi lengua
y comprenderé entonces el crecimiento de las plantas
y el cambio de pelaje en las pequeñas crías.
Hallaré la señal
y la caída de los astros
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
me probará la existencia de otros caminos
y que cada movimiento engendra dos criaturas,
una abatida y otra triunfante,
y en cada mirada morirá la apariencia
y desnudo y bello
te arrojará la fábrica entre nosotros.
La muerte se escribe sola...
la muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez
entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada
trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
baja la escalera
el corazón se deshoja
la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
enrejados
no se borran
no se borran
no se borran
Lección de anatomía
más allá del dolor y del placer la carne
inescrutable
balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos
colores
la carne convertida en paisaje
en tierra en tregua en acontecimiento
en pan inesperado y en miel
en orina en leche en abrasadora sospecha
en océano
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MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
en animal castigado
en evidencia y en olvido
viendo la carne tan cerrada y distante
me pregunto
qué hace allí la vida simulando
el cabello a veces tan cercano
que extravía alojo en su espesura
las bisagras silenciosas cediendo
lagrimeando tornasol
y esa otra fronda inexplorada
en donde el tacto confunde
el día con la noche
fresca hermosa muerte a la mitad del lecho
donde los miembros mutilados retoñan
mientras la lengua gira como una estrella
flor de carne carnívora
entre los dientes de carbón
ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del amor
saciándote saciándose saboreando el ciego bocado
los mondos los frágiles huesecillos del amor
ese fracaso ese hambre
esa tristeza futura
como el cielo de una jaula
la tierra gira
la carne permanece
cambia el paisaje
las horas se deshojan
es el mismo río que se aleja o se acerca
tedioso espejo con la misma gastada luna de yeso
que se esponja hasta llenar el horizonte
con su roñosa palidez
merodean las bestias del amor en esa ruina
florece la gangrena del amor
todavía se agitan las tenazas elásticas
los pliegues insondables laten
reino de ventosas nacaradas
osario de mínimos pájaros
primavera de suaves gusanos agrios
como la bilis materna
más allá del dolor y del placer
la negra estirpe
el rojo prestigio
la mortal victoria de la carne
40
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Malevitch en su ventana
1
ah mon maitre
me has engañado como el sol a sus criaturas
prometiéndome un día eterno todos los días
de lo inexacto me alimento
y toda el agua de los cielos es incapaz de lavar
esta ínfima y rebelde herida de tiempo que soy
polvo rebelde sí
con los cabellos de polvo desordenado
para siempre jamás por un peregrino pensamiento
persigo toda sagrada inexactitud
suave violencia del sueño
palabra escrita palabra borrada
palabra desterrada
voz arrojada del paraíso
catástrofe en el cielo de la página
hinchada de silencios
aquí el ojo comienza a desteñirse
a no ser
y la voz se quiebra inaudita
( alguien ha perdido definitivamente su balsa )
a la deriva sobre el océano
sopla el viento de la indiferencia
por la puerta entreabierta llega la aurora
más silenciosa y pálida que nunca
es el día sobreviviente con su carreta vacía
sigue brillando la lámpara penitente
pero no creo en su luz
ni compro la muerte con nombre de pez
ni es cierto que bajo su escama mortecina
dios nos contempla
2
sí señores
este es otro día inevitable
en que me alimento de lo inexacto
de la monstruosa fruta que aletea
de la huella en el aire
del recuerdo
del azogue perdido en alguna alcantarilla
de lo irrecuperable que se acumula y agiganta
41
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
en afiebrados cristales
y cruza el aire como una llama
recién nacida
flamante cuerpo en pugna con el sol
la farsa diaria desaparece tras una mano
que enciende y apaga a voluntad
su propia luz
penitente claridad
arde el oscuro aceite de la conciencia
sobre esta mesa que es todo el mundo
al otro lado de la ventana
alguien ha resuelto el enigma
para entrar en la vida basta un puerta
el otro lado sigue igual
nada que la luz no atraviese y oculte
nada que no sea la antigua y sagrada inexactitud
que golpea maderos bate alas
e incendia gargantas y corazones
3
hoy me despierta
con su delgado resplandor abstracto la esperanza
la oscuridad del naufragio
se escapa como un gato por la ventana
y alguien vuelve
sí
alguien vuelve desvelado y sin prisa
con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos
Máscara de algún Dios
Frente a mí ese rostro lunar.
Nariz de plata, pájaros en la frente.
¿Pájaros en la frente?
Y luego hay rojo
y todo lo que la tierra olvida.
Humedad con poderes de fuego
floreciendo tras las negras pestañas.
Un rostro en la pared.
Detrás del muro, más allá de toda voluntad,
más lejos todavía que mirar y callar:
¿qué?
42
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer?
¿Y al otro lado? ¿Al revés?
Vuela la mano, nace la ínea,
vibrante destino, negro destino.
Por un instante la melodía es clara,
parece eterna la tarde,
purísima la sombra del cielo.
Vuelvo otra vez . Pregunto.
Tal vez ese silencio dice algo,
es una inmensa letra que nos nombra y contiene
en su aire profundo.
Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa
sea amor, un gigantesco amor
en cuyo centro ardemos.
Tal vez el otro lado existe
y es también la mirada
y todo esto es lo otro
y aquello esto
y somos una forma que cambia con la luz
hasta ser sólo luz, sólo sombra.
Monsieur Monod no sabe cantar
querido mío
te recuerdo como la mejor canción
esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres
que ya no soy que ya no seremos
y sin embargo muy bien sabemos ambos
que hablo por la boca pintada del silencio
con agonía de mosca
al final del verano
y por todas las puertas mal cerradas
conjurando o llamando ese viento alevoso de la memoria
ese disco rayado antes de usarse
teñido según el humor del tiempo
y sus viejas enfermedades
o de rojo
o de negro
como un rey en desgracia frente al espejo
el día de la víspera
y mañana y pasado y siempre
noche que te precipitas
(así debe decir la canción)
cargada de presagios
43
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
perra insaciable ( un peu fort)
madre espléndida (plus doux)
paridora y descalza siempre
para no ser oída por el necio que en ti cree
para mejor aplastar el corazón
del desvelado
que se atreve a oír el arrastrado paso
de la vida
a la muerte
un cuesco de zancudo un torrente de plumas
una tempestad en un vaso de vino
un tango
el orden altera el producto
error del maquinista
podrida técnica seguir viviendo tu historia
al revés como en el cine
un sueño grueso
y misterioso que se adelgaza
the end is the beginning
una lucecita vacilante como la esperanza
color clara de huevo
con olor a pescado y mala leche
oscura boca de lobo que te lleva
de Cluny al Parque Salazar
tapiz rodante tan veloz y tan negro
que ya no sabes
si eres o te haces el vivo
o el muerto
y sí una flor de hierro
como un último bocado torcido y sucio y lento
para mejor devorarte
querido mío
adoro todo lo que no es mío
tú por ejemplo
con tu piel de asno sobre el alma
y esas alas de cera que te regalé
y que jamás te atreviste a usar
no sabes cómo me arrepiento de mis virtudes
ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas
y mentiras
con mi indecencia de niño que debe terminar este cuento
ahora ya es tarde
porque el recuerdo como las canciones
la peor la que quieras la única
no resiste otra página en blanco
y no tiene sentido que yo esté aquí
destruyendo
lo que no existe
44
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
querido mío
a pesar de eso
todo sigue igual
el cosquilleo filosófico después de la ducha
el café frío el cigarrillo amargo el Cieno Verde
en el Montecarlo
sigue apta para todos la vida perdurable
intacta la estupidez de las nubes
intacta la obscenidad de los geranios
intacta la vergüenza del ajo
los gorrioncitos cagándose divinamente en pleno cielo
de abril
Mandrake criando conejos en algún círculo
del infierno
y siempre la patita de cangrejo atrapada
en la trampa del ser
o del no ser
o de no quiero esto sino lo otro
tú sabes
esas cosas que nos suceden
y que deben olvidarse para que existan
verbigracia la mano con alas
y sin mano
la historia del canguro -aquella de la bolsa o la vidao la del capitán encerrado en la botella
para siempre vacía
y el vientre vacío pero con alas
y sin vientre
tú sabes
la pasión la obsesión
la poesía la prosa
el sexo
el éxito
o viceversa
el vacío congénito
el huevecillo moteado
entre millones y millones de huevecillos moteados
tú y yo
you and me
toi et moi
tea for two en la inmensidad del silencio
en el mar intemporal
en el horizonte de la historia
porque ácido ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre
Nadie sabe de mis cosas
45
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
( dedicatoria)
1
a ti capaz de desaparecer
de ser atormentado por el fuego
luminoso opaco ruin divino
a ti
fantasma de cada hora
mil veces muerto recién nacido siempre
a ti capaz de hacer girar la llave
de inventar el sol en un cuarto vacío
a ti ahogado en un océano de semejanza
náufrago de cada mañana
esclavo propietario de zapatos periódicos
algunos libros
tal vez padre o hijo
guardián de resecos jardines de aves de paso
a ti
observador de la tarde
infatigable lector del reloj del sueño
de la fatiga del tedio de la esposa
a nadie sino a ti
2
(cualquier hora del día)
en una hoguera extinguida
esa mujer sacrificada
cerraba los ojos y nos negaba la dicha de su agonía
3
y un perro una gota de lluvia una familia de paseo
como en un cuadro entraban para siempre en la memoria
una vuelta de tuerca y otra y otra un peldaño que cruje
siempre a la misma altura de la oscuridad
la dicha puede ser este brebaje oscuro el neón de las cinco
de la tarde la más esplendorosa verdad
así casi ciegos encontrando generosa como nadie la miseria
cruzando el muro invisibles
manos tan pálidas no han existido jamás en otras manos
ni tanto calor en tanto frío ni ojos tan llenos de otros
ojos contemplaron la tarde
y frente al mar negra ruina y portentosos círculos de
bruma
rodeándonos
y el rojo lengua río perro mosca y la tarde la reina de
desnudos
46
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
malvados brazos en su balcón de ceniza
4
(noche y descontento)
pitada cruel canción de ciego
la noche comienza a respirar
todo se aleja
todo se pierde
cárcel cine amarilla luna de farmacia
a las ocho a las nueve a las diez
convertido en un fantasma cruel besas a mil mujeres
acaricias sus senos para los otros
me das asco
y es esta náusea lo mejor de mi vida
5
(conversaciones insidiosas)
alguien dice tu nombre
-es un libro interesante y habla de un héroe
anónimo por cierto
hay una estrella azul al fondo de mi vaso
inagotable estrella
debe brillar en tus ojos cada vez que la miro
cómo debes reír para los otros
tú cordero disfrazado de cordero
tú lobo a solas
tú atrozmente niño
-los bellos pensamientos señores
no ocultan el perfume de la carne
hemos de transpirar en los museos como bestias
sumisas bestias en su rincón de terciopelo
-Picasso por ejemplo...
7
hila su imposible claridad nuevamente la envenenada
sonrisa solar
¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el
hedor de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo?
más tarde será tarde cuando la soledad invente lo mejor
nuevamente tus labios tus ojos las ruinas de tus caricias
el mar de mi pecho
la soledad «estrella de mis noches»
nadie sabe de mis cosas
47
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Palabras para un canto
¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido en el esmalte al alcanzar el fruto.
Llegamos con la puntual indiferencia del nuevo día
saltando sobre la desgracia con precisión de atletas.
Hemos dormido bajo las estrellas
hemos perdido el tiempo.
Parcas, Ancon,Chavín de Huantar.
Esas son las palabras del canto.
¿Cómo fue ayer aquí?
No hablemos de dolor entre ruinas.
Es más que la palabra,
en el aire de todas las palabras,
el aliento humano hecho golpe en la piedra,
sangre en la tierra,
color en el vacío.
Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.
Por el mismo camino del árbol y la nube,
ambulando en el círculo roído por la luz y el tiempo.
¿De qué perdida claridad venimos?
Poema
Hoy estás en los brazos
de mi feroz imaginación
brazos que han matado
brazos con que tapo mis ojos
con un gesto de lobo
para buscarte un hogar
un lento y suave infierno
donde todo calor
provenga
de una furtiva lágrima
oh líquido mundillo
oh jadeante fantasma
no eres
48
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
49
sino el ojo que estalla
y que deja caer
como si no ocurriera
sus mejores colores
en mi entraña
ojo que hociquea
que peino con la más pura saliva
aquí en mis brazos
entre mis torpes alas de mamífero
la muy compuesta y perdurable nada
para siempre te guarde
y el buen mal ojo salta
y se eleva en el oscuro cielo de mi lecho
y ese cielo
es el marco impreciso de una frente
que ya no reconozco
esa sombra ese objeto esa cosa
con boca con nariz y con oídos
Porque ya no eres un ángel sino un hombre
solo sobre dos...
Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos
pies cansados sobre esta tierra que gira y es terriblemente
joven todas las mañanas.
Porque sólo tú sabes que hay música, jadeos, incendios,
máquinas que escupen verdades y mentiras a los cuatro
vientos, vientos que te empujan al otro lado, a tu hueco
en el vacío, a la informe felicidad del ojo ciego, del oído
sordo, de la muda lengua, del muñón angélico.
Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes
es morir ni creer en la muerte, ni aceptar que eres tú
mismo tu vientre turbio y caliente, tu lengua colorada,
tus lágrimas y esa música loca que se escapa de tu oreja
desgarrada.
Sin fecha
a Kafka
Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero
un pie y luego otro.
Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la
inevitable sombra que se adelanta y voltea la esquina, a
tientas.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Suficientes razones, suficientes razones para desandar,
descaer, desvolar.
Suficientes razones para mirar por la ventana. Para observar
la mano que cuenta a oscuras los dedos de otra mano.
Poderosas razones para antes y después. Poderosas razones
durante.
La hoja de afeitar enmohecida es el límite.
Lasciate ogni speranza voi ch'entrate.
No se retorna de ningún lugar. Y la regla torcida lo confirma
sobre el aire totalmente recto, como un cadáver.
Y hay otras.
Palidez, sobresalto, algo de náusea.
Misterioso, obsceno chasquido del vientre que canta lo que
no sabe.
La luz a pleno cuerpo, como un portazo. Adentro y afuera.
No se sabe dónde.
Y las demás. ¿Existen?
Infinitas para la duda, evidentes para la sospecha.
Dejarse arrastrar contra la corriente, como un perro.
Aprender a caminar sobre la viga podrida.
En la punta de los pies. Sobre la propia sombra.
No más grande que ellos ni más pequeña.
Uno, dos, uno, dos, uno, dos, uno.
Uno atrás, otro adelante.
Contra la pared, boca abajo, en un rincón.
Temblando, con un lívido resplandor bajo los pies, no más
grande que ellos ni más pequeño.
Tal vez, tal vez la estancada eternidad que algún alma
inocente confunde con su propio excremento.
Malolientes razones en la boca del túnel.
Y a la salida.
A la postre tantas razones como cuellos existen.
Defenderse del incendio con un hacha. Del demonio con
un hacha, de dios con un hacha.
Del espíritu y la carne con un hacha.
No habrá testigos.
Se nos ha advertido que el cielo es mudo.
A la más se escribirá, se borrará. Será olvidado.
Y ya no existirán razones suficientes para volver a colocar
un pie y luego el otro.
No obstante, bajo ellos, no más grande que ellos ni más
pequeña, la inevitable sombra se adelantará.
Y volteará la misma esquina. A tientas.
50
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Supuestos
el deseo es un lugar que se abandona
la verdad desaparece con la luz
corre-ve-y-dile
es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan callada la voz de la verdad
que es imposible oírla
calor de fuego ido
seno de estuco
vientre de piedra
ojos de agua estancada
eso eres
me arrodillo y en tu nombre
cuento los dedos de mi mano derecha
que te escribe
me aferro a ti
me desgarra tu garfio carnicero
de arriba abajo me abre como a una res
y estos dedos recién contados
te atraviesan en el aire y te tocan
y suenas suenas suenas
gran badajo
en el sagrado vacío de mi cráneo.
Tal vez en primavera...
Tal vez en primavera.
Deja que pase esta sucia estación de hollín y lágrimas
hipócritas.
Hazte fuerte. Guarda miga sobre miga. Haz una fortaleza
de toda la corrupción y el dolor.
Llegado el tiempo tendrás alas y un rabo fuerte de toro o
de elefante para liquidar todas las dudas, todas las
moscas, todas las desgracias.
Baja del árbol.
Mírate en el agua. Aprende a odiarte como a ti mismo.
Eres tú. Rudo, pelado, primero en cuatro patas, luego en
dos, después en ninguna.
Arrástrate hasta el muro, escucha la música entre las
piedrecitas.
51
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
52
Llámalas siglos, huesos, cebollas.
Da lo mismo.
Las palabras, los nombres, no tienen importancia.
Escucha la música. Sólo la música.
Más allá del dolor y del placer
Prólogo de Octavio Paz a la primera edición de Ese puerto
existe
No eran tiempos felices aquéllos. Habíamos salido de
los años de guerra, pero ninguna puerta se abrió ante
nosotros : sólo un túnel largo (el mismo de ahora,
aunque más pobre y desnudo, el mismo túnel sin
salida). Paredes blancas, grises, rosas, bañadas por una
luz igual, ni demasiado brillante, ni demasiado opaca.
Esos años no fueron ni un lujoso incendio, como los de
1920, ni el fuego graneado de 1930 a 1939. Era, al fin, el
mundo nuevo, comenzaban de verdad los "tiempos modernos". Luz abstracta,
luz que no parpadea, conciencia que no puede ya asirse a ningún objeto exterior.
La mirada resbalaba interminablemente sobre los muros lisos, hasta fundirse a
su blancura idéntica, hasta no ser -ella también- sino muro uniforme y sin
fisura. Túnel hecho de una mirada vacía, que ni acusa ni absuelve, separa o
abraza. Transparencia, reflejo, mirada que no mira. ¿Cómo huir, cómo romper
los barrotes invisibles, contra quién levantar la mano? Amos sin rostro,
multitudes sin rostro, horizonte sin rostro. Perdimos el alma y luego el cuerpo y
la cara. Somos una mirada ávida pero ya no hay nada que mirar. Alguien nos
mira. ¡Adelante! El mundo se ha puesto de nuevo en marcha. Vamos de ningún
lado a ninguna parte.
Algunos no se resignaron. Los más tercos, los más valientes. Quizá los más
inocentes. Unos se entregaron a la filosofía. Otros a la política. Unos cuantos
cerraron los ojos y recordaron : allá, del otro lado, en el "otro tiempo", nacía el
sol cada mañana, había árboles y agua, noches y montañas, insectos, pájaros,
fieras. Pero los muros eran impenetrables. Rechazados, buscábamos otra salida
-no hacia fuera, sino hacia adentro-. Tampoco adentro había nadie : sólo el
desierto de la mirada. Nos íbamos a las calles, a los cafés, a los bares, al gas neón
y las conversaciones ruidosas. Guiados por el azar -y también por un instinto
que no hay más remedio que llamar electivo- a veces reconocíamos en un
desconocido a uno de los nuestros. Se formaban así, lentamente, pequeños
grupos abiertos. Nada nos unía, excepto la búsqueda, el tedio, la desesperación,
el deseo. En el hotel del Etats-Unis oíamos jaz, bebíamos vino blanco y ron,
bailábamos. "El Alquimista" leía poemas de Artaud o de Michaux.
Caminábamos mucho. Un muro nos detenía : sus manchas nos entregaban
revelaciones más ricas que los cuadros de los museos. (Fue entonces cuando, en
verdad, descubrimos la pintura.) "En este hotel vivió César Vallejo", me decía
Szyszlo. (La poesía de Vallejo también era un muro, tatuado por el hambre, el
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
53
deseo y la cólera.) En una casa de la Avenida Victor Hugo los
hispanoamericanos soñaban en voz alta con sus volcanes y sus pueblos de adobe
y cal y el gran sol, inmóvil sobre un muladar inmenso como un inmenso toro
destripado. En invierno Kostas se sacaba del pecho todas las islas griegas,
inventaba falansterios sobre rocas y colinas y a Nausica saliendo a nuestro
encuentro. En esos días llegó Carlos Martínez Rivas con una guitarra y muchos
poemas en los bolsillos. Más tarde llegó Rufino, con otra guitarra y con Olga
como un planeta de jade. Elena, Sergio, Jacques, Gabrielle y Ricardo, André,
Lena, Monique, Georges y Brigitte, Arturo, Jean y ustedes, vistas, entrevistas,
sueño o realidad, verdades corpóreas, sombras,
Gertrude, Dorothy, Mary, Claire, Alberta,
Charlotte, Dorothy, Ruth, Catherine, Emma,
Louise, Margaret, Ferral, Harriet, Sara,
Florence toute nue, Margaret, Toots, Thelma,
Belles-de-nuit, belles-de-feu, belles-de-pluie,
Le coeur tremblant, les mains cachées, les yeux au vent,
Vous me montrez les mouvements de la lumière.
Vous échangez un regard clair pour le printemps,
Le tour de votre taille pour un tour de fleur,
L'audace et le danger pour votre chair sans ombre,
Vous échangez l'amour pour des frissons d'épées,
Des rires inconscients pour des promesses d'aube,
Vos danses sont le gouffre effrayant de mes songes
Et je tombe et ma chute éternise ma vie,
L'éspace sous vos pieds est de plus en plus vaste,
Merveilles, vous dansez sur les sources du ciel.
(Paul Eluard, Capitale de la Douleur)
No creíamos en el arte. Pero creíamos en la eficacia de la palabra, en el poder
del signo. El poema o el cuadro eran exorcismos, conjuros contra el desierto,
conjuros contra el ruido, la nada, el bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era
defenderse, defender a la vida. La poesía era un acto de legítima defensa.
Escribir : arrancar chispas a la piedra, provocar la lluvia, ahuyentar a los
fantasmas del miedo, el poder y la mentira. Había trampas en todas las
esquinas. La trampa del éxito, la del "arte comprometido", la de la falsa pureza.
El grito, la prédica, el silencio : tres deserciones. Contra las tres, el canto. En
aquellos días todos cantamos. Y entre esos cantos, el canto solitario de una
muchacha peruana : Blanca Varela. El más secreto y tímido, el más natural.
Jardines de fuego, chorros de plumas negras.
Diez años después, un poco contra su voluntad, casi empujada por sus amigos,
Blanca Varela se decide a publicar un pequeño libro. Esta colección reúne
poemas de aquella época y otros más recientes, todos ellos unidos por el mismo
admirable rigor. Blanca Varela es un poeta que no se complace en sus hallazgos
ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a
tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un
signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por
el fuego y la sal, el amor, el tiempo y la soledad. Y, también, una exploración de
la propia conciencia. En sus primeros poemas, demasiado orgullosa (demasiado
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
54
tímida) para hablar en nombre propio, el yo del poeta es un yo masculino,
abstracto. A medida que se interna en sí misma -pero, asimismo, a medida que
penetra en el mundo exterior- : la mujer se revela y se apodera de su ser. Cierto,
nada menos "femenino" que la poesía de Blanca Varela; al mismo tiempo, nada
más valeroso y mujeril : "Hay algo que nos obliga a llamar 'mi casa' al cubil y
'mis hijos' a los piojos". Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión :
"Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla
como una rata envenenada...". Y en otro pasaje : "El pueblo está contento
porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esta es la inmortalidad".
La pasión brilla, arde, se concentra y afila en una frase que es, a un tiempo, un
cuchillo y una herida : "Amo esa flor roja sin inocencia".
En un número reciente de la Nouvelle Revue Française se compara la anemia de
la actual poesía italiana con la vitalidad de los jóvenes poetas
hispanoamericanos (fenómeno en el que, como siempre, aún no han reparado
nuestros críticos). Y agrega el escritor francés : "los jóvenes poetas de lengua
española, originarios de América Latina, son los hijos pródigos del surrealismo y
de la escuela andaluza". La fórmula, acaso demasiado general, no carece de
verdad. No sé si Blanca Varela se reconoce en Lorca, Alberti o Aleixandre,
aunque tengo la certeza de que Cernuda es una de sus lecturas favoritas. En
cuanto al surrealismo (palabra que no dejará de irritar y desconcertar a más de
un crítico) : en efecto, Blanca Varela es un poeta surrealista, si por ello se
entiende no una escuela, una "manera" o una academia, sino una estirpe
espiritual. Pero, en este sentido, también son -o fueron- surrealistas muchos de
los poetas andaluces y precisamente (Lorca, Cernuda y Aleixandre) en sus
momentos más altos. Otro tanto ocurre con los hispanoamericanos de la misma
generación. ¿Por qué no decir, entonces, que Blanca Varela es, nada más y nada
menos, un poeta, un verdadero poeta?
En Blanca Varela hay una nota, común a casi todos los poetas de su tiempo, que
no aparece en los grupos anteriores, trátese de españoles, hispanoamericanos o
franceses. Los poetas de la generación anterior se sentían, por decirlo así, antes
de la Historia : los nuevos, después. La Víspera y el Día Siguiente. Antes de la
Historia : en espera del Acontecimiento, el Salto, la Revolución o como quiera
llamarse al profetizado cambio final. No hubo cambio o, si lo hubo, tuvo otro
crácter, otras consecuencias y otra tonalidad. Después de la guerra no salimos al
Paraíso o al Infierno : estamos en el Túnel. La poesía anterior a la guerra se
propuso perforarlo o hacerlo estallar; la nueva pretende explorarlo, como se
explora un continente desierto, una enfermedad, una prisión. La rebelión, el
humor y otros ingredientes son menos explosivos pero más lúcidos. Explorar :
reconocer. La nueva poesía quiere ser un re-conocimiento. El mundo exterior,
ayer negado en provecho de mundos imaginarios o de sueños utópicos,
comienza a existir -aunque no a la manera ingenua de los "realistas"-. Para
algunos nuevos poetas la realidad no es algo que hay que negar o transfigurar,
sino nombrar, afrontar y, así, redimir. Operación delicada entre todas, ya que
implica una reconciliación con esa realidad, es decir, una búsqueda de su
sentido y, al mismo tiempo, una transformación de la actitud del poeta. (Esa
transformación, me apresuro a señalarlo, no puede ser exterior; no significa un
cambio ante el mundo sino un cambio del ser mismo del poeta). En el nuevo
poema, de una manera que apenas empezamos a sospechar y que sólo comienza
a hacerse visible en unas cuantas obras aisladas, al fin han de conciliarse las
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
55
tendencias que desgarran ahora al hombre. ¿Asumir la realidad? Más bien :
Asunción de la realidad.
Blanca Varela es un poeta de su tiempo. Y, por eso mismo, un poeta que busca
trascenderlo, ir más allá. Apenas escrita la última frase, siento su inexactitud :
en poesía no hay más allá ni más acá. Vanidad de las clasificaciones literarias : a
nada se parecen más estas líneas de un poeta del siglo XIV (el Almirante
Hurtado de Mendoza) : A aquel árbol que mueve la hoja, / Algo se le antoja...,
que a estos versos de Blanca Varela (que también recuerdan a Busson y a Basho)
: Despierto. / Primera isla de la conciencia : / Un árbol.
La poesía no tiene ni nombre ni fecha ni escuela. Ella también es un árbol y una
isla. Una conciencia que despierta.
París, 10 de agosto de 1959
Blanca Varela: "Más allá del dolor y del
placer"
Por Ana María Gazzolo
Más allá de tendencias, modas, afanes innovadores, la ruta
expresiva de Blanca Varela se distingue por el imperturbable
apego a la verdad interior que la impulsa. Así ha sido y será.
Y aunque esa verdad haya surgido penosa, grave, el lenguaje
ha tratado de serle fiel, de recortarse según sus límites, de
ajustarse a sus complejas modulaciones. Con el tiempo, ese
lenguaje ha llegado a moverse dentro de los linderos
precisos de lo que debe ser dicho, ¿para qué más en un
universo poético que no es concesivo en lo más mínimo?
La obra de Blanca Varela hasta hoy recogida tiende a la
parquedad y a la concentración. Seis libros publicados desde
1959, ninguna prisa y una severa autocrítica. Son sus títulos: Ese puerto existe
,Luz de día , Valses y otras falsas confesiones , Canto villano , Ejercicios
materiales y El libro de barro ; además, una edición de poesía reunida, bajo el
título de Canto villano , y dos antologías aparecidas en Lima y en Madrid. En
todos ellos habita un ser estremecido por las condiciones de la existencia, no
únicamente la suya, y cuyo género es sólo relativamente importante en función
del tratamiento de algún tema específico. Casi nada hay en estos versos que se
identifique con patrones aceptados de lo femenino. La mirada que sustenta la
expresión revela una femineidad que cuestiona, que se hace fuerte en la
debilidad, que llama a las cosas por su nombre, que no se esconde sino encara;
una femineidad, repito, poco común, poco reconocida, que no ha dado lugar a
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
56
un tópico.
Enclavada en la que se ha dado en llamar "generación del 50", su voz es
inobjetablemente personal y madura desde su primera entrega conocida; la
evolución de su poética ha ido en la dirección de una cada vez mayor concisión,
ha buscado el encuentro con un lenguaje de apariencia seca, desnuda, que
pudiera revelar una visión descarnada de la existencia, y ha llegado, en su poesía
más reciente, a expresarse frecuentemente mediante toques o pinceladas
aisladas que componen un cuadro de difícil lectura, cuyo desentrañamiento
requiere del lector una inmersión en territorios usualmente no transitados.
Pero en los inicios de su lenguaje poético éste se expandía dando vuelo a la
imagen, una inclinación sin duda emparentada con los usos surrealistas que se
difundían en el Perú de los años cuarenta. Sin embargo, la trayectoria poética de
Varela no confirma una filiación surrealista, antes bien, con el tiempo la imagen
se hace menos azarosa y menos espléndida, sigue siendo imagen, pero escueta,
incisiva, al servicio de la idea y del pensamiento y no del propio lenguaje. Tal vez
por una necesidad de autorreconocimiento y de uniformidad, decide eliminar
trece poemas del primero de sus libros en la edición mexicana de su poesía
reunida, diez de ellos formaban "El fuego y sus jardines", título de la primera
parte del poemario, y los otros tres aparecían al final. Curiosamente, en la
mayoría de ellos las imágenes de influencia surrealista se extienden
autogenerándose, y su eliminación reduce la huella de este "ismo". Uno de esos
casos es "La ciudad", poema que abría Ese puerto existe:
La ciudad oprimida por los pájaros,
por su corazón de campana ardiente,
por su corazón agitado como peces sobre espejos de oro,
respira como un árbol frente a la tempestad,
como un niño que arroja piedras para detener al viento,
con su boca de isla abandonada,
con su boca de doncella enardecida por el sol.
Su viaje a París, en 1949, la puso en contacto con el pensamiento existencialista,
el cual echaba sus raíces en la realidad de la Europa de la postguerra. El
existencialismo se alimentaba en cierta forma de la vida cotidiana, de sus
situaciones extremas, y era fácil embeberse de él viviendo en una ciudad que
había conocido los límites de la supervivencia. En la poesía de Varela se irán
acentuando la honda reflexión existencial y los sentimientos de desencanto y
náusea, rasgos que, aunque asociados a este ámbito, invaden sin embargo toda
su producción pues se hallan identificados con una manera personal de ver el
mundo. Cuando diez años después publique su primer libro en México, Octavio
Paz recordará en el prólogo las preocupaciones y los sentimientos de esos años
vividos en común con otros artistas latinoamericanos y en sus palabras puede
también advertirse cierta consonancia con el existencialismo, debido a la
inevitable huella dejada por los tiempos: "No creíamos en el arte. Pero creíamos
en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o el cuadro eran
exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada, el
bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era defenderse, defender a la vida. La
poesía era un acto de legítima defensa. Escribir: arrancar chispas a la piedra,
provocar la lluvia, ahuyentar a los fantasmas del miedo, el poder y la mentira".
Para Octavio Paz, la poesía de Blanca Varela era un signo de su tiempo, el cual
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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no hacía más que nombrar: "Después de la guerra no salimos al Paraíso o al
Infierno: estamos en el Túnel. La poesía anterior a la guerra se propuso
perforarlo o hacerlo estallar; la nueva pretende explorarlo, como se explora un
continente desierto, una enfermedad, una prisión. La rebelión, el humor y otros
ingredientes son menos explosivos pero más lúcidos".
La poesía, para Varela, es en sí misma la búsqueda de un fin que se sabe
imposible, es a la vez esa búsqueda con su carga de imperfecciones y el fin que
no se alcanza. La poesía no sirve para volcarlo todo indiscriminadamente, sino
para llenarse de lo oculto y arañar lo verdadero. La sinceridad de sus postulados
poéticos se manifiesta en el tono áspero, seco, punzante y a la vez duro que
aplica a sus composiciones; sus versos están desprovistos de elementos
engañosos y de paliativos. La poeta practica una escritura contenida, retraída,
encerrada en su propio secreto, observación que no se basa únicamente en los
poemas breves o en la versificación entrecortada y brusca presente en todos sus
libros. Desde su primera obra ha empleado también la prosa poética, o cierta
condición de narratividad contrastante con la condensación semántica de sus
otros poemas, pero incluso en estas composiciones es posible hallar un
movimiento de retracción cuando decide mantener ocultos los elementos que
podrían revelar un misterio o cuando rehusa identificar al sujeto poético. La
contención no existe sólo en la apariencia física del poema, sino que mora en la
esencia misma de la entidad creadora; dicha estética austera tiene su asidero en
un "rigor ético", como advierte Roberto Paoli. No es posible entender los
poemas de Blanca Varela sin considerar su profunda relación con el silencio,
con el enorme peso que puede llegar a tener lo no dicho.
En Ese puerto existe encontramos desde el primer momento términos que
contradicen el aire de paz que podría asociarse al paisaje marino y a los años
infantiles, a los que hace constante referencia. Allí están los vocablos
desestabilizadores ("espanto", "destruyo"), las variantes de "sombra" ("oscuro",
"negro", "noche", "turbio", "pozo"), el enfrentamiento con el tiempo; están la
desolación y el abandono y la que será incorregible tendencia a ir más allá de las
apariencias. Se halla, sobre todo, su singular mundo interior aflorando gracias a
un proceso de descubrimiento, emprendido desde el inicio, y según el cual no
sólo se recuerda la infancia, sino que se la desmantela. Tanto la figura del 'pozo'
como la de la 'noche' son recurrentes en la poesía vareliana y se van nutriendo
paulatinamente de significados; por otro lado, la acción de escalar o ascender es
también frecuente y se halla ligada a la oscuridad y a lo subterráneo, así como
aparece, por lo general, enfrentada a su contraparte, la caída, o a la idea de
profundidad: "Junto al pozo llegué, / mi ojo pequeño y triste / se hizo hondo,
interior. // Estuve junto a mí, / llena de mí, ascendente y profunda" ("Fuente").
En los versos que ponen en juego estos elementos es reconocible un proceso de
interiorización, de mirar hacia adentro, que se hará más profundo en adelante;
el ámbito figurado de esa interiorización es la noche enriquecedora o la
oscuridad del pozo.
En varios poemas de este libro Varela adopta un "yo" poético masculino que,
más bien, puede ser interpretado como universal. Es posible que haya percibido
en la utilización del género femenino un carácter restrictivo, así como, a su vez,
indicativo, por restringido, de la persona que se esconde tras el poema. Cuando
finalmente irrumpe el "yo femenino" su asunción es paralela a otros actos
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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similares de su ser creador. 'Aceptar', 'asumir', son verbos casi siempre tácitos
que subyacen a su actividad creadora y vital, son parte de una actitud que
rechaza el engaño, pero que de ningún modo se resigna; no corresponden a
actos pasivos, hay rebeldía encubierta e ironía mordaz detrás de ellos. Veamos
un caso perteneciente a Valses y otras falsas confesiones:
Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos.
Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto,
el saltito, la imagen que te saca la lengua.
No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es
ridículo caerse de trasero with music in your soul.
("Auvers-sur-Oise")
Existe, además, para el caso de los temas considerados femeninos, un
tratamiento intencionalmente áspero y abrupto, con el que tuerce el camino
usualmente transitado. El tema de la maternidad, sin ser tan abundantemente
tocado en su obra, es un ejemplo de escueta emotividad o de consideraciones
violentas: "hay algo que me obliga (...) a llamar 'mi casa' al cubil y 'mis hijos' a
los piojos" ("Primer baile"). Un poema relacionado con este asunto merece ser
citado por entero, se trata de "Casa de cuervos", publicado en su poesía reunida
en la sección "Otros poemas" y posteriormente incluido en Ejercicios materiales,
como todos los de la mencionada sección. El título mismo supone ya un
cuestionamiento y desde los versos iniciales es posible entrever que la relación
madre-hijo no está planteada precisamente en términos ejemplares:
porque te alimenté con esta realidad mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
Luz de día se inicia con un poema en prosa titulado "Del orden de las cosas", en
el cual expresa en cierta forma su arte poética. Esta preocupación volverá a
surgir, pero en este caso la ironía se enseñorea para anotar incluso las posturas
externas adecuadas para favorecer la creación y encubrir tras ellas las actitudes
auténticas, la verdadera disposición interior que nace de la desesperación; el
poema pone de manifiesto la lucha constante con las palabras, el carácter
evanescente de las ideas, sensaciones e intuiciones poéticas, la tremenda
dificultad de atraparlas con el lenguaje y el inevitable fracaso que se asocia a
esta empresa. Leamos algunos fragmentos:
Poner en marcha una nebulosa no es difícil, lo hace hasta un niño.
El problema está en que no se escape, en que entre nuevamente
en el campo al primer pitazo. (...)
Volviendo a la desesperación: una desesperación auténtica no se
consigue de la noche a la mañana.
Hay quienes necesitan toda una vida para obtenerla. (...)
Recomencemos: estamos acostados bocarriba (en realidad la posición
perfecta
para crear es la de
un ahogado semienterrado en la arena).
Llamemos cielo a la nada, esa nada que ya hemos conseguido situar.
Pongamos allí la primera mancha. Contemplémosla fijamente.
Un pestañeo puede ser fatal.
Este es un acto intencional y directo, no cabe la duda. Si logramos hacer
girar la mancha
convirtiéndola en un punto móvil el contacto estará hecho.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
59
Repetimos: desesperación, asunción del fracaso y fe.
Este último elemento es nuevo y definitivo.
Al tema de la escritura poética se asocian también, en otros momentos de la
producción de Varela, el apartamiento de los recursos superficiales y manidos,
el cansancio de una lucha de resultado imposible y la facultad del poema-canto
de aliviar el peso de la existencia. De su primer libro descarta estos versos: "El
golpe del canto que se enciende / como una hoguera posible contra la muerte";
en ellos el 'canto' o el poema son un arma ardiente contra la aniquilación y a
favor de la permanencia. Con el repudio de lo superfluo se relacionan, por
ejemplo, "A rose is a rose" (Valses y otras falsas confesiones), en el que además
se rechaza la figura de la flor: "inmóvil devora luz / se abre obscenamente roja /
es la detestable perfección / de lo efímero / infesta la poesía / con su arcaico
perfume"; y "Ultimo poema de junio" (Ejercicios materiales): "Pienso en esa flor
que se enciende en mi cuerpo. La hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de
carne y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores? Preciosismo bienvestido, muertodehambre,
vaderretro. // Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente
mortales". Con la lucha fatal e insuficiente con las palabras se relacionan los
siguientes versos: "un poema / como una gran batalla / me arroja en esta arena
/ sin más enemigo que yo // yo / y el gran aire de las palabras" ("Ejercicios", en
Valses...); "no he llegado / no llegaré jamás / en el centro de todo está el poema
/ intacto sol / ineludible noche" ("Media voz", en Canto villano); "palabra escrita
palabra borrada / palabra desterrada / voz arrojada del paraíso / catástrofe en
el cielo de la página / hinchada de silencios" ("Malevitch en su ventana", en
Ejercicios materiales).
A partir de Luz de día se van enriqueciendo algunos elementos de sentido a la
vez que se acentúan sus líneas de enlace; es así como a la simple contraposición
de la sombra a la luz, y de sus variantes, la noche y el día, se vinculan el sueño y
la realidad.
El sueño es esclarecedor por la libertad de sus mecanismos, es una forma
creativa de ver: "El día queda atrás, / apenas consumido y ya inútil. / Comienza
la gran luz, / todas las puertas ceden ante un hombre / dormido"; "la claridad
total, / el sueño" ("Así sea", en Luz de día). Ya en su primer libro el sueño
aparecía en una orilla distinta a la de la muerte, ambos vinculados con una
preocupación por el paso del tiempo: "¿Qué significará el amanecer para quien
no conoce sino la noche y el sueño que sucede al sueño? / Despegar los
párpados significa morir, desprenderse de una estrella" ("Primer baile"). En la
poética vareliana introducirse en las tinieblas es penetrar el camino de la
autenticidad, la cual no es favorecida por la luz del día que acoge las apariencias,
no las esencias; la búsqueda interior a través de túneles y pozos simbólicos
grafica el difícil acceso a la verdad. Lo verdadero habita en la oscuridad y, por
extensión, en lo arduo, en lo oculto, en lo profundo; la mentira, en cambio, se
exhibe en la claridad del día. La noche recoge y obliga a interiorizar, de ella nace
una forma de vida; el día deslumbra, dispersa y engaña, da lugar a una forma de
muerte: "El mundo será esa claridad que nos pierde" ("Antes del día", en Luz...);
"miente la nube / la luz miente / los ojos / los engañados de siempre / no se
cansan de tanta fábula" ("Ejercicios", en Valses y...); "vieja artífice / ve lo que
has hecho de la mentira / otro día" ("Noche", en Canto villano); "me has
engañado como el sol a sus criaturas"; "nada que la luz no atraviese y oculte /
nada que no sea la antigua y sagrada inexactitud" ("Malevitch en su ventana", en
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
60
Ejercicios...); "la verdad desaparece con la luz" ("Supuestos", en Ejercicios...);
"Llegar a eso.
Al inexplicable balcón sobre la noche silenciosa y desvelada. Retroceder hacia la
luz es volver a la muerte" ("Lentos círculos...", en El libro de barro). También la
poesía se manifiesta en ese espacio interior sombrío, otra razón para huir de su
ropaje superficial y falsamente luminoso, otra razón para rendirse al silencio.
Es en la sombra donde aguarda la verdadera luz y donde tiene lugar el
nacimiento a la vida, escalar las paredes de un pozo es ir en pos de esa luz de la
conciencia: "Hacer la luz aunque cueste la noche" ("Antes del día"); "Asciendo y
caigo al fondo de mi alma / que reverdece, agónica de luz, imantada de luz"
("Vals", en Luz...); "El vuelo enterrado. El agujero del cielo cielo, el firmamento
del pozo y la raíz de siete brazos luminosos" ("En una mano...", en El libro...).
Frente a este manejo temático que invierte los términos y sus significados
usuales (oscuridad = luz interior = verdad; luminosidad = oscuridad interior =
engaño), la muerte no tiene un rol dramático, no se la teme ni se la cree una
salida, pues más allá de ella no se advierte nada: "Y voy hacia la muerte que no
existe, / que se llama horizonte en mi pecho" ("Destiempo", en Ese puerto...);
"Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes es morir ni creer en
la muerte" ("Auvers-sur-Oise", en Valses...); "el que asciende de mar a río / de
río a cielo / de cielo a luz / de luz a nada" ("Camino a Babel", VII, en Canto...).
Es en los poemarios más recientes de Varela, sobre todo en Ejercicios
materiales, que las referencias a la muerte se hacen más recurrentes e
involucran consideraciones sobre la vida en las que predomina también una
visión de desolación y desencanto; en "Ternera acosada por tábanos" emplea la
imagen de un tierno animal perseguido que alude a la vida como algo no
cumplido, traicionado en sus posibilidades, algo que no puede ser lo que es: "era
la tierra ajena y la carne de nadie"; "qué agua amarga en la boca / de aquel
intolerable mediodía / en que más rápida más lenta / más antigua y oscura que
la muerte / a mi lado / coronada de moscas / pasó la vida". La muerte se
prepara en la vida, esta comprobación nace de la lucidez y el afán de no
engañarse que distinguen el discurso vareliano: "soy la isla que avanza sostenida
por la muerte / o una ciudad ferozmente cercada por la vida" ("Escena final");
"la carne que sustento y alimenta / al gusano postrero / que buscará en las
aguas más profundas / dónde sembrar / la yema de su hielo" ("Claroscuro").
El libro de barro, tal vez una de las colecciones poéticas más herméticas de
Varela, contiene referencias más veladas a este tema, pero en el trasfondo la
muerte, como parte de una cadena interminable, se enlaza con la vida en una
sucesión que caracteriza a la especie; de hecho el poemario se abre y se cierra
con alusiones a la articulación vida-muerte y a la relación simbólica del mar con
ésta, la estructura del poemario refleja el diseño circular de los ciclos vitales.
Pero uno de los poemas vincula los textos poéticos a la muerte, son como
emanaciones que la desafían, que instauran en ella misma la semilla de la
eternidad: "Poemas. Objetos de la muerte. Eterna inmortalidad de la muerte.
Algo así como un goteo nocturno y afiebrado. Poesía. Orina. Sangre".
El mundo que este libro de poemas en prosa encierra tiene que ver con la senda
de la estirpe humana sobre la tierra, con la huella de lo primitivo y su
proyección, con la implacable soledad de la existencia. La voz que habla no dice
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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'nosotros' sino para marcar la desunión, habla de otros, antes, y de sí misma,
algunas veces; el tono es impersonal y hosco, el punto de vista, de quien impone
distancia. Entre el espacio en el que habita esa voz y el de su invisible oyente se
percibe la amplitud del cosmos. En el 'libro de barro' se inscribe la vida humana,
desde el origen, el barro modela la casa y guarda la memoria del hombre. La
entidad a la cual se dirige esa voz tiene antecedentes en la producción anterior
de Blanca Varela, un dios con minúscula que incluso pueda crearse a imagen del
hombre, pero en sus dos últimos libros la mención es más frecuente. En "Vals
del Angelus" (Valses y...) el tono se eleva hasta la increpación cuando se dirige a
Dios, sin nombrarlo, para echarle en cara su responsabilidad en los males de
este mundo y, como consecuencia, en el desconcierto humano, representado por
la propia poeta y su desamparo; en el último verso invierte los términos de un
principio básico del Génesis, es Dios quien termina por parecerse a ese despojo
atroz en que ha convertido al hombre:
Formidable pelele frente al tablero de control;
grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa
marmita celeste.
Ve lo que has hecho de mí.
Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura,
guiándome con
sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba. (...)
Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.
En El libro de barro la divinidad es una figura que declina, pero aún aquella que
habita el espacio celeste al que constantemente mira el hombre; la frecuencia de
imágenes o de entidades que irradian desde lo alto en relación con esa voz
humana que permanece abajo es notoria en el poemario. El tercer poema del
libro incide en la decadencia pero también en el alcance de su poder aún
vigente, el cual se concentra en el símbolo de la mano ya anteriormente
registrado en la obra vareliana:
La mano de dios es más grande que él mismo.
Su tacto enorme tañe los astros hasta el gemido.
El silencio rasgado en la oscuridad es la presencia de su carne
menguante.
Resplandor difunto siempre allí. Siempre llegando. Revelación:
balbuceo celeste.
Día cerrado es él. Dueño de su mano, más grande que él.
En Ejercicios materiales el tratamiento de la imagen divina subraya la
irreverencia, la idea del maltrato y la irónica visión de un ser desgastado y
perseguido. En el poema que da título al libro, la divinidad es un verdugo del
hombre (el "matarife") y éste, sometido y condicionado, nada puede hacer: "que
así vamos y estamos / que así somos / en la mano de dios". En "Ideas elevadas",
en cambio, la divinidad es equiparada a una mosca y la elevación mística a estar
en lo alto de una escalera; el estatuto irónico y la ambigüedad ponen su sello en
este texto que habla de una divinidad como objeto descartable: "tenemos la
lengua dura los devoradores de dios / de ese dios que crece cada noche / con
nuestros pelos y uñas / de ese dios aplastable / perecible / digerible".
En la poesía de Blanca Varela la configuración del yo poético y del tú es algo
compleja, tiende a su no anifestación, a la ambigüedad, a la apertura; lo menos
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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frecuente en ella es el discurso que una mujer que ama dirige a su objeto
amoroso, en cambio asoma un ser, muchas veces no definido sexualmente, que
inquiere, que comprueba, que desenmascara y cuyo juicio es implacable. Este
ser habla de un hombre contemporáneo que vive sin esperanza, que no tiene
otra salida que repetir los mismos actos cada día, corroborando su inutilidad, y
que no se abre hacia el futuro pues al final de la vida sólo está la nada: "no creo
en nada de esta historia / y sin embargo cada mañana / invento el absurdo
fulgor que me despierta" ("Es más veloz el tiempo", en Valses...); "digamos que
ganaste la carrera / y que el premio / era otra carrera / que no bebiste el vino de
la victoria / sino tu propia sal / que jamás escuchaste vítores / sino ladridos de
perros / y que tu sombra / tu propia sombra / fue tu única / y desleal
competidora" ("Curriculum vitae"); "harta de timo y de milagros / de ensayar el
trapecio hasta la parálisis / de la iniciación de cada día / de haberte tragado el
sapo con la sopa / el sapo de la náusea pura / y el sapo de la náusea práctica / et
alors. / ya no te queda nada..." ("Camino a Babel", en Canto...). Algunas veces
ese ser adquiere la forma de un animal (son por otro lado muchas las menciones
a animales de todo tipo y el nombre genérico 'bestia' es recurrente) y su
aparición se relaciona con un cuestionamiento del propio yo. A través de esta
identificación se pone el acento sobre la vida, de manera amplia, y sobre la
degradación y el deterioro de las condiciones de la existencia humana: "tú eres
el perro tú eres la flor que ladra / (...) tú eres el desollado can de cada noche /
sueña contigo misma y basta" ("Secreto de familia", en Valses...); "yo soy aquélla
/ que vestida de humana / oculta el rabo / entre la seda fría" ("Claroscuro");
"soy un animal que no se resigna a morir" ("Escena final", en Ejercicios...).
La voz poética de Blanca Varela se impone a quien la lee, lúcida, fuerte, sin
ambages; penetra el hueso de la vida, atraviesa la carne desgarrada, desecha la
piel, la suavidad y la apariencia; padece las arduas luchas de la especie, no
propone un mundo ilusorio ni una puerta abierta que no sea la de la muerte.
Habla desde el auténtico meollo de sí misma, asumiendo la voz de la estirpe
humana. Con ella no queda sino "aprender a caminar sobre la viga podrida"
("Sin fecha", en Ejercicios...).
Blanca Varela: El filo de la voz
Por Peter Elmore
Lúcida e intensa, incandescente y enigmática, la
obra poética de Blanca Varela está entre las más
altas y valiosas de la lírica hispanoamericana del
siglo XX. Compañera de los poetas de la
generación peruana del 50 y cómplice de los
surrealistas en el París de la posguerra, Blanca
Varela -y no sólo por el hecho de ser mujer en
medios mayoritariamente masculinos- no se
confundió nunca entre los grupos de sus
interlocutores y sus pares. Desde temprano, la vocación de su escritura se reveló
radicalmente contemporánea y, al mismo tiempo, ajena a cualquier entusiasmo
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
63
gregario.
El libro inaugural de Blanca Varela, Ese puerto existe (1959), lleva un prólogo
consagratorio de Octavio Paz y, aunque es la primera entrega de la poeta, se
trata ya de un libro maduro. El trabajo creativo de diez años, denso y decantado,
se concentra en un volumen cuyo título es, según ilustra una anécdota bastante
conocida, hijo de la amistad y el azar. Puerto Supe se iba a llamar el libro, pero
Paz -que ignoraba la existencia de ese pueblo costero en el norte del Perú- opuso
reparos, creyendo que se trataba de un nombre forzadamente simbólico. El
título definitivo surgió cuando Blanca Varela le aclaró al poeta mexicano que ese
lugar, en efecto, existía. Sitio de la imaginación y la experiencia, el ámbito del
poemario tiene su origen en la geografía y la historia, pero la alquimia de la
palabra lo transfigura hasta el punto de transformarlo en un territorio alucinado
e íntimo.
La voz poética no es, por lo demás, una emanación de la biografía. Así, el yo que
habita los poemas de Ese puerto existe es masculino. Máscara y doble de la
poeta, esa persona lírica declara tanto su arraigo en el litoral como su soledad:
"Aquí en la costa tengo raíces,/manos imperfectas,/ un lecho ardiente en donde
lloro a solas", dicen los versos finales del texto que abre el libro.
Planteada ya la situación existencial del hablante, Ese puerto existe se ofrece
como un drama compuesto de soliloquios: a la vez delirante y ascético, el yo
entrega fragmentos de su iniciación en el oficio y el misterio de la poesía. "Junto
al pozo llegué,/ mi ojo pequeño y triste/ se hizo hondo, interior", se lee en
"Fuente". Esa transformación de la subjetividad trasciende la rutina cotidiana,
pero no la experiencia de lo real. De hecho, en la encrucijada de lo interno y lo
exterior, en la brega por establecer el propio ser y estar en el mundo, es que se
halla el centro de gravedad del poemario. "¿Asumir la realidad? Más bien:
asunción de la realidad", escribió Octavio Paz, con perspicacia, a propósito de
los poemas de Ese puerto existe. Sin duda, esa "asunción de la realidad" supone
la actividad de una conciencia que, con insistente rigor, encara al mundo y se
examina a sí misma. Uno de los efectos de esa operación reflexiva es,
inevitablemente, el desdoblamiento del propio ser: "Hallaré la señal/ y la caída
de los astros/ me probará la existencia de otros caminos/ y que cada
movimiento engendra dos criaturas,/ una abatida y otra triunfante/(...)", dice la
voz poética en "La lección".
Dobles y pares
El motivo de la dualidad recorre e inquieta toda la obra de Blanca Varela. "Cuál
es la luz/ cuál la sombra", pregunta con lacónica ironía el yo en "Reja", de Canto
Villano (1972-1978). Una reflexión afín se halla en un pasaje de El libro de barro
(1993-1994): "Digo isla y pienso en mar. Digo mar y pienso en isla ¿Son lo
mismo?" Un pacto vincula a los elementos y los torna indesligables: en los
dominios de la imaginación, la ley de la contigüidad es la que rige. El imán de la
cercanía hace que los términos no sólo se necesiten recíprocamente, sino que los
roles sean -en cierto modo-intercambiables. En los lazos de parentesco, esa
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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mudanza de posiciones cobra un sentido más desgarrado, más urgente. Así, la
hija que apostrofa a la madre, sin rodeos ni falso pudor, en el extraordinario
poema inicial de Valses y otras falsas confesiones (1964-1971) es también la
madre que, con amarga ternura, se dirije a su hijo en "Casa de cuervos", de
Ejercicios materiales (1978-1993).
La otra cara de la moneda de la identidad es el asombro que despierta el propio
cuerpo: "Extrañeza de la propia mano, la que toco. La ajena mía. Eso existe.
Zona inexplorada de la carne íntima. Otra tierra en la tierra. Eso en la soledad
del cuerpo tendido en la noche", se lee en El libro de barro. La de Blanca Varela
es, así, una poesía del re-conocimiento: no se orienta hacia un trasmundo
metafísico o utópico, sino que redescubre esa otra "tierra en la tierra" en la cual
se respira, se siente, se piensa y se sueña. Como otro gran poeta de la generación
del 50, Jorge Eduardo Eielson, o como César Vallejo en Trilce, Varela escribe de
(y desde) la descarnada conciencia de un misterio: el de la existencia física,
carnal. "Soy un simio, nada más que eso y trepo por esta gigantesca flor roja",
declara la voz poética en "Primer baile", de Ese puerto existe. El ánima es una
criatura del animal. Se comprende entonces que Ejercicios materiales evoque en
su título, con acusado contraste, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de
Loyola, de un modo análogo a aquél en que Noche oscura del cuerpo, de
Eielson, remite a la poesía mística de San Juan de la Cruz.
Radical y visceral, la experiencia de hallarse en el mundo es la que alimenta a la
imaginación verbal: "Hay una rueda, hay algo que nos obliga a brincar, a buscar
un sitio, a perderlo, a llamar "mi casa" al cubil y "mis hijos" a los piojos. Santa
palabra", se lee en la sexta estancia de "Primer baile", de Ese puerto existe. El
cuerpo que habita y es habitado se revela aquí femenino, aunque en esa etapa
temprana de la poesía de Varela el yo sea gramaticalmente masculino. Décadas
más tarde, en "Casa de cuervos", hogar y maternidad se estrechan en la
metáfora que apela al hijo y expresa el desamparo de la separación: "Así este
amor/ uno sólo y el mismo con tantos nombres que a ninguno responde/ y tú
mirándome/como si no me conocieras/ marchándote/ como se va la luz del
mundo/ sin promesas/ y otra vez este prado/ este prado de negro fuego
abandonado/ otra vez esta casa vacía que es mi cuerpo/ adonde no has de
volver".
El silencio expresivo
Ni cívica ni sentimental, la poesía de Blanca Varela desdeña la grandilocuencia:
su estilo no es caudaloso. El emblema que ilustra a esta poética no es el río, sino
la fuente. En el cauce del verso o del poema en prosa, así como cuando se
condensa en el aforismo o se despliega en la interpelación, el lenguaje de Blanca
Varela se distingue por la rica nitidez de su textura. "Vuelvo otra vez.
Pregunto./Tal vez ese silencio dice algo,/ es una inmensa letra que nos nombra
y contiene/ en su aire profundo", se lee en un poema de Luz de vida (19601963). La conjetura de la voz lírica señala una forma de entender el ejercicio y el
sentido de la poesía. En efecto, la poeta no busca la proliferación y el exceso,
sino la concentración y el despojamiento. Así, saber decir es aprender a no decir
de más: "Nada suena mejor que el silencio/ nuestro desvelo es nuestro bosque",
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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afirman dos versos del poema que da título a El falso teclado (2000), el último
de sus ocho poemarios. Libre de hojarasca, la poesía de Blanca Varela canta y se
decanta. En ella, la inteligencia de la pasión y la pasión de la inteligencia
tiemplan la materia de un lenguaje que vibra y exalta, interroga y conmueve.
Desde Este puerto existe hasta El falso teclado, la travesía de Blanca Varela es,
sin duda, una de las más fascinantes en la lírica contemporánea de América
Latina.
Una poeta en carne viva
Por David Hidalgo Vega
Ningún espíritu puede quedar inmune después de leer a Blanca Varela. Algo se
rompe, rasga o tritura dentro de cada nuevo lector. Sus versos son revelaciones
que muchos quisieran no tener. Con
frecuencia otros autores los toman
prestados para, a manera de epígrafes
desgarrados, abrir la puerta a las
historias más grises. Epígrafes como: "El
dolor es una maravillosa cerradura". O
tal vez: "Merodean las bestias del amor
en esa ruina/ florece la gangrena del
amor/ todavía se agitan las tenazas
elásticas/ los pliegues insondables
laten". Y aun más: "¿De qué balcón
hinchado de miseria se arrojó la dicha
una mañana?". Todos con su nombre al
final. No hay que rebuscar demasiado en sus páginas para encontrar esas frases
que parecen alaridos. En el prólogo de una antología que el INC acaba de
publicar, la escritora Giovanna Pollarolo advierte: "Para leer a Blanca es preciso
disponerse al sobresalto, a la tensión, a la desesperanza y el miedo". Intriga
conocer al puño detrás de esas líneas. Es probable que muchos de sus lectores
apenas recuerden su voz. A diferencia de otros autores, Blanca Varela no suele
dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien discretas. Incluso es
poco usual verla en lecturas de poetas. La escritora Rocío Silva Santisteban,
estudiosa de su obra y amiga cercana, recuerda una de esas pocas ocasiones, a
fines de los años ochenta. "Había pasado varios años sin publicar y sin dar un
recital, y Cesáreo Martínez la invitó para leer su obra en el Instituto Peruano
Soviético. Fue un montón de gente, porque era como muy raro". El pintor
Fernando de Szyszlo, quien estuvo casado con ella y con quien hasta ahora
mantiene una fuerte amistad, también lo considera un privilegio escaso. "No
recuerdo haberla escuchado leer sus poemas más de dos veces", comenta. "Pero
cuando la he escuchado ha sido emocionante, porque es muy insegura,
conmovida por lo que está leyendo". Son momentos íntimos: se diría que
pronuncia sus versos como si estuviera revelando un secreto a la fuerza.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Silencios
La crudeza de sus versos provoca preguntar si hubo épocas felices en quien los
escribió. Las hubo. Una amiga de la universidad de San Marcos la recuerda
como una joven hermosa, intensa, de respuestas rápidas. También hay huellas
de sus pasos por la recordada peña Pancho Fierro junto con Jorge Eduardo
Eielson, Augusto Salazar Bondy, Javier Sologuren: el núcleo de la generación
del 50. "Teníamos escapadas a la música con Iturriaga, Pinilla y los Arguedas,
José María y Celia. Blanca bailaba muy bien, era muy alegre", recuerda Szyszlo.
En los años posteriores, la poeta se divirtió bailando en París. Octavio Paz --su
padrino literario-- la llamaba La Reina del Mambo: en la casa del poeta
mexicano inventaba formas de bailar el ritmo que llegaba ardiendo desde
América. "Siempre tuvo muy buen oído para la música tanto como para la
poesía", refiere Szyszlo. A la poeta de los versos dramáticos incluso le gustaba
cantar. Podía entonar valses acompañada por la guitarra de Arguedas, a cuya
casa de Puerto Supe llegaba ella con cierta frecuencia. En alguna época compuso
boleros. No hay referencias precisas de cuándo ese espíritu empezó a atardecer.
"Entre los veinte y cuarenta años tuvimos una vida social muy activa --recuerda
el pintor--. Íbamos mucho al teatro Segura. Veíamos obras como "La vida que te
di", de Pirandelo; "Los árboles mueren de pie", de Casona; "Los hermanos
Karamazov", de Dostoievski. Éramos de ir a las exposiciones, conciertos". Ella
ha ubicado su etapa fundamental en París. Hace cuatro años, en un texto
autobiográfico para El Dominical de El Comercio, Blanca Varela describió su
gusto por las palabras desde niña, sus dudas de adolescente, sus vivencias
universitarias y su estancia esencial en esa ciudad. En ese período se interrumpe
su crónica. "Lo que pasó después, lo demás, si no está escondido entre mis
poemas, entonces está irremediablemente perdido", escribió. La madurez la
empujó a la reserva. Incluso gente que la conoce de varias décadas recuerda que
siempre ha tenido una actitud prudente, ajena a los sentimentalismos. "Es una
persona que puede mostrarse cariñosa y preocupada, pero no a un punto que se
diga maternal", dice la también poeta Rocío Silva Santisteban, quien prepara
una importante antología de ensayos sobre Varela. De hecho, cuando apareció la
primera edición recopilatoria de "Canto villano" --publicada a fines de los
setenta por el Fondo de Cultura Económica de México-- la poeta quedó un tanto
decepcionada porque la editorial había puesto una rosa en la carátula. Al
parecer en referencia al poema en que ella afirma que esa flor "infesta la
poesía/con su arcaico perfume". En una segunda edición, la ilustración de la
carátula fue cambiada por el cuadro "Perro semihundido en la arena", de Goya,
que sin ser demasiado dramático figura en la serie negra del artista. La poeta
quedó encantada. Otro episodio que la retrata ocurrió en los años noventa,
cuando, alentada por amigos, accedió a postularse como regidora de Barranco,
el distrito donde ha vivido por mucho tiempo. Se acercaba el Día de la Madre y
la oficina de cultura organizaba una actividad para las señoras del distrito.
"Vinieron a la oficina y dijeron: 'sería bonito poner un poema de la señora
Blanca'. Entonces yo le digo: 'Blanca, ¿tendrás un poema por el Día de la
Madre?'. Y ella responde: 'Ni pensarlo, no tengo nada. Tengo cosas horribles,
todo el mundo se va a asustar'", sonríe Fina Capriata, compañera de esos días en
el municipio. Por esos días ocurrió también la tragedia que la marcó
irreversiblemente: la muerte de Lorenzo, el segundo hijo que tuvo con Fernando
de Szyszlo, en un accidente aéreo.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Penas
Es el Rubicón de su tristeza, la línea de no retorno. Su forma de asumir el luto
fue como el presagio de un mayor aislamiento: "Anunció (a sus conocidos) que
nadie le comentara nada, que nadie le dijera ni una palabra. Nadie se atrevió a
variar aquello", recuerda una amiga cercana. Pero el dolor quebró su salud. "Fue
una tragedia tal que ninguno de los dos nos hemos recuperado nunca", sostiene
Szyszlo. La familia entera fue abatida a un punto extremo. "Las hijas de
Lorenzo, por ejemplo, no pudieron hablar durante los primeros cinco años". El
estrecho círculo de personas que la frecuenta en sus almuerzos familiares de los
miércoles sabe que su corazón tampoco se reconstruyó del todo. "Ni ella ni yo
somos abuelos chochos. Con nosotros ocurre que hemos querido tanto a
nuestros hijos, que es como tener una cuenta bancaria que se derrocha.
Entonces ha quedado poco para los nietos, aunque los queremos mucho", dice el
padre de Lorenzo y Vicente. Alguna vez, en una entrevista, Varela explicó que en
su poesía sintetiza los sentimientos sin referencias directas a la realidad.
"Incluso cuando murió mi hijo, un momento muy duro para mí, lo que escribo
son poemas sobre el dolor pero no hago referencia al suceso", afirmó. En
realidad, es un tema casi vedado. Uno de sus autores favoritos, el rumanofrancés Paul Celan, tiene un poema que bien puede explicar ese silencio: ¿qué
tiempo es éste/en el que una conversación/es casi un crimen/porque incluye/
tantas cosas explícitas? Blanca Varela, cuya vida depende de las palabras,
sintetizó su dolor pero quedó disminuida físicamente. Por eso ha reducido sus
actividades a lo indispensable. Hace un tiempo la Universidad de Harvad la
invitó para una lectura de sus poemas, pero ella declinó. Así ha rechazado otras
invitaciones. Parece valorar la tranquilidad por sobre todas las cosas. Es su
derecho: ha viajado a los límites del espíritu para traer la belleza. Su obra ha
pagado sus silencios.
"El libro de barro y otros poemas"
Anoche llegó a la presentación de su antología y se retiró sin decir palabra.
Apenas unas fotos, unos cuantos libros firmados. En el auditorio del Museo
Nacional de Arqueología y Antropología de Pueblo Libre una respetuosa
asamblea se había reunido para homenajearla. La poeta Rocío Silva Santisteban
abrió la noche con una reseña de su trayectoria. Recordó los días en que Varela
ejerció la crítica literaria, su labor al frente de la oficina del Fondo de Cultura
Económica en el Perú y como cabeza de la sección local del Pen Club. "En los
ochenta, una antología editada por Javier Sologuren hizo que se volviera una
autora de culto entre poetas jóvenes", apuntó. El escritor Abelardo Sánchez
León, otro de los presentadores, destacó su lenguaje, que parece estar "escavado
en su propia alma, en su propia manera de ver el mundo". Luis Guillermo
Lumbreras, director del INC --que edita "El libro de barro y otros poemas"--, la
elogió como parte de la generación del 50, por que "expresó con su arte parte
importante de la historia del Perú". Ella estaba emocionada. Se notaba.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Resplandor de la inteligencia
Por Diego Otero
La belleza es el resplandor de la inteligencia,
escribió alguna vez Antoni Gaudí, y la frase le
queda como un guante a la obra poética de Blanca
Varela. Una obra que desde fines de los años
cincuenta fue afilándose, concentrándose y
ganando densidad simbólica hasta convertirse, con
un libro llamado “Concierto animal” (1999), en una
de las cúspides de la historia de la poesía peruana:
“recortarse las uñas /el pelo / los deseos /aprender
a pensar en lo pequeño / en lo inmenso / en las estrellas más lejanas / e
inmóviles / en el cielo /espantado por mí”, dice ahí, con elocuente economía,
como quien tiene la certeza de que la poesía se parece más al aire vital y
ordinario que a una joya.
Creo que fue Mario Montalbetti quien trazó, a propósito de un homenaje
precisamente a Varela, una reveladora síntesis de los grandes momentos de la
poesía peruana. Decía que Vallejo y Martín Adán son, para la primera mitad del
siglo XX, lo que Jorge Eielson y Blanca Varela para la segunda. Curiosamente,
todos estos poetas (salvo Adán, claro) han estructurado sus proyectos sobre una
interrogación del cuerpo. Pero si en Eielson, su compañero generacional y
amigo, el cuerpo es un territorio de celebración sensorial que se transfigura en
experiencia sagrada, en Varela es el espacio de la duda, lo dual, los límites: entre
interior y exterior, luz y sombra, vida y muerte, carne y espíritu.
Intensidad y altura
Dice Varela en “Casa de cuervos”, uno de sus poemas emblemáticos: “despertar
/ en la gran palma de dios / calva vacía sin extremos / y allí te encuentras / sola
y perdida en tu alma / sin más obstáculo que tu cuerpo / sin más puerta que tu
cuerpo”. Reflexión sobre la maternidad pero también testimonio de un
abandono, “Casa de cuervos” ejemplifica ese magnífico juego de opuestos que es
la obra de Varela. Influida por el existencialismo y por el surrealismo, ella supo
tomar de estas corrientes solo lo que su riguroso temperamento creativo
necesitaba; y supo, desde ahí, plasmar una poesía desde la que surgen, como
símbolos encarnados, los estremecedores elementos de un ritual pagano y
sagrado a la vez.
Con la muerte de Blanca Varela tenemos la inquietante certeza de que la poesía
peruana empieza a convertirse en patrimonio exclusivo de la historia. El
reconocimiento —hispanoamericano, con premios y ediciones de lujo— le llegó
tarde, claro, como suele suceder con los auténticos grandes. Aunque quizá una
parte de ella así lo quiso. Después de todo, en su poesía surge permanentemente
la sensación de que uno escribe siempre en secreto, encerrado en un armario,
sin ambiciones ni esperanzas, más allá de nuestras necesidades, deseos o
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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carencias, con la humildad y la urgencia de quien solo respira y encuentra luz en
ese acto. Casi como un testimonio de la biología.
Nadie nos dice
Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
solo en el reino animal
hay ejemplos de tal comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta
Reacciones
Siento un vacío terrible. Y lo que me impresiona es que siempre su poesía habló
sobre estos vacíos, sobre estos agujeros, sobre estas sensaciones de que las cosas
son como cáscara de huevo, como ceniza, son nada. Es como si su muerte
confirmara todo lo que ella dijo sobre la existencia, que era una especie de
muerte permanente. Su poesía ya lo dijo todo en ese territorio terrible de lo que
es estar y no estar.
Rossella Di Paolo. Poeta
Siempre nos impresionó su autoridad para hablar de poesía. La seriedad con la
que ella tomaba el oficio, sin dejar de ser también una mujer preocupada por su
entorno, por su época y hasta por la moda. Su poesía nos ha marcado por ser tan
intensa y tan vital a la vez. Estoy muy triste porque hacía tiempo que no la veía.
Carmen Ollé. Poeta y escritora
Ella representa todo el talento y las posibilidades de la poesía escrita por
mujeres. Su búsqueda de una poética fiel a la experiencia de su género,
marginado, sin voz en el orden lingüístico patriarcal, es un ejemplo a seguir en
la construcción de un canon literario plural y siempre poderoso en el Perú. Con
nosotras, las poetas, fue generosa y solidaria, compartió muchos espacios de
amistad. Felizmente, en vida fue reconocida y recibió muchos homenajes, no
hubo ingratitud hacia ella.
Doris Moromisato. Poeta
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Lamento mucho la partida de Blanca. Ella fue sin duda una de las más
importantes poetas de Hispanoamérica, de gran y justa resonancia en las
últimas décadas. Es todo lo que puedo decir en este momento tan triste.
Carlos Germán Belli. Poeta
Blanca ha sido, en el Perú, una de las mujeres pioneras del uso de la palabra con
gran capacidad de recursos. Su propuesta poética ha sido muy contundente,
creo que su fuerza radicaba en que podía manejar lo que se tenía que decir y lo
que no se tenía que decir. Su silencio ha sido estratégico, importante. Ella me
acercó mucho más a lo literario. Era muy generosa y recuerdo en estos
momentos las reuniones en su casa. Era una mujer de temple. Una mujer
autónoma. Ha sido para mí un gran ejemplo no solo por su poesía sino también
por esa autonomía y búsqueda personal. Por eso, con Mariela Dreyfus le
dedicamos “Nadie sabe mis cosas” como un homenaje.
Rocío Silva-Santisteban. Poeta
Elogio de Blanca Varela
Por Mario Vargas Llosa
Llueven los premios sobre Blanca Varela –ayer el
Octavio Paz de Poesía y Ensayo, el Ciudad de
Granada, el Federico García Lorca, ahora el Reina
Sofía- justamente cuando no está en condiciones de
saberlo, pues se halla retirada y sola en un territorio
que imagino tan privado, misterioso y mágico como
su poesía. Pero, si pudiera enterarse, sé muy bien cuál
sería su reacción: de maravillamiento y susto, porque,
entre todos los poetas de este tiempo que me ha
tocado conocer, no hay uno sólo tan ajeno a la feria de
las vanidades y a la ilusión o a la codicia del éxito,
como Blanca Varela.
Aunque, sin duda, la poesía haya sido la pasión más sostenida de su vida, para
ella nunca fue un oficio, un quehacer público. Más bien, un vicio recóndito,
inconfesable, cultivado en la clandestinidad, con celo y reserva tenaces, como si
su exposición a la luz, a los ojos de los demás, pudiera dañarlo.
Que llegara a publicar esa media docena de libros ha sido una especie de
milagro, más obra de la insistencia de sus amigos que de su propia voluntad.
Entre esos lectores privilegiados a los que mostraba sus versos a escondidas
estuvo Octavio Paz, que prologó su primer libro y la ayudó a ponerle título. (Ella
quería que se llamara "Puerto Supe" y a él no le gustaba. "Pero ese puerto existe,
Octavio". "Ahí tienes el título, Blanca: Ese puerto existe).
La conocí a mediados de 1958, cuando ella y su esposo de entonces, el pintor
Fernando de Szyszlo, hacían maletas para viajar a los Estados Unidos, donde
pasarían dos años. Vivían en un estudio precario construido en una azotea del
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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barrio limeño de Santa Beatriz. Yo partía en esos días a Europa y durante cuatro
años no volví a verla, pero, sin embargo, desde ese primer día la quise y la
admiré, como han querido y admirado a Blanca Varela todos quienes han tenido
la fortuna de frecuentarla, de gozar de su generosidad y de su inteligencia, de
esa manera tan cálida y tan limpia de entregarse a la amistad, de enriquecer la
vida de quienes se le acercan.
En medio siglo de amistad, sobre todo en aquellas largas reuniones de los
sábados, la he oído hablar casi de todo. De esa generación de poetas del
cincuenta de que formó parte, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge
Eduardo Eielson, que, con dos poetas de una generación anterior, César Moro y
Emilio Adolfo Westphalen, revolucionaría la poesía peruana, enclavándola en la
vanguardia de la modernidad. De Breton y los surrealistas, de Sartre, Simone de
Beauvoir y los existencialistas a los que conoció en los años que vivió en París.
De sus filias y fobias literarias y de tanta gente que la impresionaba y que amó o
detestó. Y la he oído, cómo no, muchas veces, ayudada por un par de whiskies
para vencer su timidez, decir esas maldades y ferocidades impregnadas de tanta
gracia y humor que hacían la felicidad de sus oyentes y que irremediablemente
se volvían bondades porque Blanca, pese a haber pasado por experiencias muy
difíciles y haber sido tan perceptible y tan sensible al dolor y al sacrificio, ha sido
siempre un ser ontológicamente alérgico a toda forma de maldad, mezquindad e
incluso a esas menudas miserias que resultan de la vanidad, el egoísmo y demás
sordideces de la condición humana. Pero estoy seguro de no haberla oído jamás
decir palabra sobre su propia poesía, y, en cambio, la he visto tantas veces,
cuando la interrogaban sobre ella, escabullirse con frases esquivas y cambiar
rápidamente de conversación.
Su poesía participa de esa misma reserva y, aunque alude a muchos temas, es de
una parquedad glacial sobre sí misma. A diferencia de otras, a veces de alta
estirpe, que se lucen y pavonean, orgullosas de sí mismas, la de Blanca Varela se
retrae y disimula, mostrándose apenas en escorzos, y dejando sólo huellas,
anticipos, a fin de que, nuestro apetito desatado por esos lampos de belleza,
busquemos, indaguemos, lo que oculta en su entraña, ejercitando nuestra
fantasía y volcando nuestros deseos para gozarla a cabalidad.
Discreta y elegante, como las hadas de los cuentos, la poesía de Blanca Varela ha
ido apareciendo de tanto en tanto, con largos intervalos, en unos poemarios
breves, ceñidos y perfectos, Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y
otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Ejercicios materiales
(1993) y, por fin, su poesía reunida, con dos recopilaciones inéditas, Donde todo
termina abre las alas (2001). Cada libro suyo dejaba a su paso un relente de
imágenes de engañosa apariencia, pues, bajo la delicadeza de su factura, sus
juegos de palabras, la levedad de su música, se embosca una áspera
impregnación de la existencia, una fría abjuración del ser en trance de vivir para
morir. La vida late siempre en ellas, pero amenazada y en capilla, sometida sin
cesar a ordalías atroces. En uno de sus más intensos poemas, de Ejercicios
materiales, la vida ("más antigua y oscura que la muerte"), aparece
transfigurada en una ternera a la que acosan miles de moscas, un patético
animal impotente para defenderse de las menudas bestezuelas que la
atormentan. La fuerza del poema reside en que consigue hacernos sentir que
aquel destino no es sólo lastimoso, que hay en él cierta inevitable grandeza, la de
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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los héroes de las tragedias clásicas, que morían sin resignarse, resistiendo, a
sabiendas de que la derrota sería inevitable.
Así ha resistido Blanca la adversidad y las pruebas a que está sometida toda
vida, con gran coraje y estoicismo, y con una elegancia natural, inconsciente.
Toda su vida trabajó, en trabajos alimenticios que afrontaba con buen humor y
empeño –periodismo, relaciones públicas, librera, editora-, creciéndose hasta lo
indecible, con temple de hierro, ante las vicisitudes más duras, incluida la más
terrible de todas: la pérdida de su hijo Lorenzo, en un accidente de aviación,
hace once años. Al mismo tiempo, siempre hubo en ella el ser que escribía, un
ser frágil, delicado, inseguro, sensible, indefenso por su inconmensurable
decencia e integridad ante las vilezas y ruindades cotidianas de este mundo
sórdido, de frustraciones y traiciones, por el que ella siempre consiguió pasar
incontaminada, sin hacer una sola concesión, sin desfallecimientos ni cobardía.
Ésa es la historia que relata su avara y sutil poesía, bajo sus inusitadas
metáforas, y sus extrañas exploraciones en el mundo de las cosas menudas, los
insectos, los rumores del mar, los pájaros marinos, las voces del arenal y los
paisajes del cielo.
A fines de los años setenta, cuando, más por amistad hacia mí, que se lo pedí,
que porque la tarea la entusiasmara, Blanca resucitó el centro peruano del
P.E.N., viajamos juntos a esas conferencias y congresos que convoca aquella
organización de escritores que por tres años me tocó presidir. En Egipto, en
Dinamarca, en Alemania, en España recuerdo a Blanca haciendo esfuerzos
denodados para pasar inadvertida, para ser invisible, y la angustia que la
sobrecogía cuando no tenía más remedio que intervenir (lo hacía en voz baja y
veloz, en un francés monosilábico, pálida y demacrada por el esfuerzo). Y, sin
embargo, todos los que se codearon con ella y la conocieron en aquellas
reuniones, la recuerdan y siempre voy encontrando por el mundo poetas y
escritores que me preguntan por ella, porque en esos fugaces encuentros su
inconfundible manera de ser, su halo, su varita, su silencio locuaz, su encanto
involuntario, los chispazos luminosos de su inteligencia, se les grabaron en la
memoria, y les dejó el convencimiento de haber entrevisto a un ser fuera de lo
común, a una mujer de carne y hueso que estaba también hecha de sueño,
gracia y fantasía.
Pese a ella misma, en los últimos años, poco a poco, la poesía de Blanca Varela
ha ido conquistando dentro y fuera del Perú los lectores y la admiración que
merecía, rompiendo el círculo entrañable en que hasta entonces estuvo
reducida, y muchos poetas jóvenes, sobre todo mujeres, se han ido acercando a
ella, buscando su amistad y sus consejos. Eso debe haberla hecho feliz, sin duda:
sentir que estaba viva entre los seres más vivos que tiene la existencia, que son
los jóvenes, y, sobre todo, saber que su poesía no sólo a ella la había hecho vivir
y defendido contra el infortunio, que también a otros ayudaba y daba fuerzas
para soportar la existencia y ánimos para escribir.
Blanca, queridísima Blanca: yo siempre lo supe, pero qué bueno que en este
invierno callado de tu vida, cada vez más gente lo sepa también, y te lea, te
quiera, te premie y reconozca en ti toda la inmensa sabiduría, talento y
humanidad generosa que has contagiado a tu alrededor, con que has escrito y
vivido la poesía.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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Blanca Leonor Varela
Gonzáles / Biografía
(Lima, Perú, 10 de agosto de 1926 - 12 de marzo de
2009 ) estaba considerada como una de las voces
poéticas más importantes de la actualidad en América
Latina. Se inició en la poesía en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de la capital peruana,
donde ingresó en 1943 para estudiar Letras y
Educación.
En esta universidad conoce a Sebastián Salazar Bondy,
Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, y a quien
sería su futuro esposo, el pintor Fernando de Szyszlo con quien tuvo dos hijos.
A partir de 1947 empezó a colaborar en la revista "Las Moradas" que dirigía
Westphalen; En 1949 llegó a París, donde entraría en contacto con la vida
artística y literaria del momento de la mano de Octavio Paz, una figura
determinante en su carrera literaria, que la conectaría con el círculo de
intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia.
De esta etapa data su amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux,
Alberto Giacometti, Léger, Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros.
Después de su larga temporada en París, Varela vivió en Florencia y luego en
Washington, ciudades donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales
trabajos periodísticos.
En 1962 regresa a Lima para establecerse definitivamente y cuando viaja suele
hacerlo principalmente a los Estados Unidos, España y Francia.
El hecho que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés,
inglés, italiano, portugués y ruso implica un reconocimiento a su obra fuera de
las fronteras de su país natal. A diferencia de otros escritores, Blanca Varela no
acostumbraba a dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien
escasas y discretas.
Ha sido condecorada con la Medalla de Honor por el Instituto Nacional de
Cultura del Perú.
Murió el 12 de marzo de 2009, a la edad de 82 años. Sin duda los peruanos
pierden a una gran poeta y a la mujer más representativa del siglo XX y XXI
Obras
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Ese puerto existe. 1959
Luz de día (poemario) 1963
Valses y otras falsas confesiones. 1971
Ejercicios materiales.
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
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El libro de barro.
Concierto animal.
Canto Villano. (Su primera recopilación fundamental) 1978
Poesía escogida.
Como Dios en la nada. Se trata de su antología de 1949 a 1988.
Donde todo termina abre las alas. (Poesía reunida)[2] 1949 - 2000
El falso teclado. 2001
Premios
Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001.
En octubre de 2006 se convirtió en la primera mujer que gana el Premio
Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con
50.000 €.
Durante la ceremonia de entrega del premio antes mencionado, el 10 de mayo
de 2007, en el palacete del Ayuntamiento de Granada, se anuncia que Blanca
Varela gana la XVI edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana,
dotado con 42.100 €, convocado conjuntamente por el Patrimonio Nacional de
España y la Universidad de Salamanca.
Tomado de Wikipedia
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Muestrario de Poesía
1. La eternidad y un día y otros
poemas / Roberto Sosa
2. El verbo nos ampare y otros poemas
/ Hugo Lindo
3. Canto de guerra de las cosas y otros
poemas / Joaquín Pasos
4. Habitante del milagro y otros
poemas / Eduardo Carranza
5. Propiedad del recuerdo y otros
poemas / Franklin Mieses Burgos
6. Poesía vertical (selección) / Roberto
Juarroz
7. Para vivir mañana y otros poemas /
Washington Delgado.
8. Haikus / Matsuo Basho
9. La última tarde en esta tierra y otros
poemas / Mahmud Darwish
10. Elegía sin nombre y otros poemas /
Emilio Ballagas
11. Carta del exiliado y otros poemas /
Ezra Pound
12. Unidos por las manos y otros
poemas / Carlos Drummond de
Andrade
13. Oda a nadie y otros poemas / Hans
Magnus Enzersberger
14. Entender el rugido del tigre / Aimé
Césaire
15. Poesía árabe / Antología de 16
poetas árabes contemporáneos
16. Voy a nombrar las cosas y otros
poemas / Eliseo Diego
17. Muero de sed ante la fuente y otros
poemas / Tom Raworth
18. Estoy de pie en un sueño y otros
poemas / Ana Istarú
19. Señal de identidad y otros poemas
/ Norberto James Rawlings
20. Puedo sentirla viniendo de lejos /
Derek Walcott
21. Epístola a los poetas que vendrán /
Manuel Scorza
22. Antología de Spoon River / Edgar Lee
Masters
23. Beso para la Mujer de Lot y otros
poemas / Carlos Martínez Rivas
24. Antología esencial / Joseph Brodsky
25. El hombre al margen y otros poemas /
Heberto Padilla
26. Réquiem y otros poemas / Ana
Ajmátova
27. La novia mecánica y otros poemas /
Jerome Rothenberg
28. La lengua de las cosas y otros poemas
/ José Emilio Pacheco
29. La tierra baldía y otros poemas / T.S.
Eliot
30. El adivinador de hojas y otros poemas
/ Odysseas Elytis
31. Las ventajas de aprender y otros
poemas / Kenneth Rexroth
32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas /
Czeslaw Milosz
33. El barco en llamas y otros poemas /
Jaroslav Seifert
34. Uno escribe en el viento y otros
poemas / Gonzalo Rojas
35. El animal que llora y otros poemas /
Antonio Gamoneda
36. Los andamios del mundo y otros
poemas / Ledo Ivo
37. Dominican Style y otros poemas /
Alexis Gómez Rosa
38. Poesía francesa actual / Muestra de 40
autores
39. Número equivocado y otros poemas /
Wislawa Szymborska
40. Desde la república de la conciencia y
otros poemas / Seamus Heaney
41. La tierra giró para acercarnos y otros
poemas / Eugenio Montejo
42. Secreto de familia y otros poemas /
Blanca Varela
MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA
Colección
Muestrario de
Poesía
2009
76
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