CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION 1 SESIONES ORDINARIAS 2005 Supl. (1) al Orden del Día Nº 3226 SUMARIO: Observaciones formuladas al dictamen de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia, contenido en el Orden del Día Nº 3.226. Pinedo. (26-D.O.-2005.) Buenos Aires, 26 de octubre de 2005. Al señor presidente de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, don Eduardo O. Camaño. S/D. De mi mayor consideración: Tengo el agrado de dirigirme a usted a efectos de formular observaciones al Orden del Día N° 3.226/ 05 que contiene el dictamen de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Justicia referente al expediente 5.318-D.-05, sobre un proyecto de ley reglamentario de la facultad del Poder Ejecutivo de indultar o conmutar penas. Las siguientes observaciones las presento conforme a las disposiciones previstas en el artículo 113 del Reglamento de esta Cámara. En relación con el proyecto y con el dictamen en cuestión, hay varios aspectos a dilucidar. El primero es si el Congreso puede reglamentar normas constitucionales que establecen las facultades de los otros poderes del Estado. No cabe duda de que el Congreso es el organismo del Estado con facultad para reglamentar derechos y garantías de los ciudadanos establecidos por la Constitución. Ello es así no sólo por el viejo principio según el cual “no hay derechos absolutos”, sino porque está especialmente previsto en el artículo 28 de la Constitución. Entiendo que el Congreso, que puede legislar y limitar los derechos más sagrados de la persona, que es el centro de la protección del derecho, también puede reglamentar el ejercicio de sus facultades por parte de otras agencias o ramas del Estado. Digo esto por dos motivos, además del anterior. El primer motivo es que si bien una ley promulgada puede ser declarada violatoria de la Constitución por el Poder Judicial, por vulnerar la zona de reser- va de la administración, no es menospreciable el hecho de que el propio Poder Ejecutivo deba intervenir necesariamente en el dictado de cualquier ley reglamentaria de sus facultades. El segundo motivo, a mi criterio, para aceptar que el Congreso pueda dictar leyes que reglamenten el ejercicio de facultades de otro poder, es lo dispuesto por el artículo 75, inciso 32, de la Constitución, cuando establece que “corresponde al Congreso hacer todas las leyes y reglamentos que sean convenientes para poner en ejercicio todos (los poderes) concedidos por la presente Constitución al gobierno de la Nación Argentina”. La conclusión de esta norma es que para poner en ejercicio el poder de indultar –por ejemplo–, el Congreso podría hacer los reglamentos del caso. Aclarado a mi criterio este punto, corresponde mencionar que lo que no puede hacer el Congreso es negar a otro poder una facultad que le da la Constitución o contradecir los límites que la propia Constitución le impone al ejercicio de dicha facultad. En este sentido, del mismo modo en que el artículo 36 de la Constitución prohíbe indultar o conmutar las penas que correspondan a los traidores a la patria por actos de sedición, no parece inconstitucional el que se establezca que el Poder Ejecutivo estará limitado en el ejercicio de la facultad de indultar por el derecho internacional, cuando este derecho imponga normas de penalización efectiva de crímenes de lesa humanidad, crímenes que incluyen todos los actos de terrorismo, hayan sido cometidos por quienquiera que los haya cometido. Ahora bien, si de aplicar la Constitución se trata, opino que es de toda obviedad que debe considerarse la existencia del artículo 18 de la misma, que dispone que “ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso”, artículo que mantuvo toda su vigencia cuando se incorporaron a la Constitución los tratados internacionales de derechos humanos en 1994, pues dicha incorporación fue hecha por el inciso 22 del artículo 75 de la Constitución “en las condiciones de su vigencia”, aclarándose que dichos tratados “no derogan artículo 2 Supl. (1) al O.D. Nº 3.226 CAMARA DE DIPUTADOS DE LA NACION alguno de la primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos”. No me cabe duda alguna respecto de que la única rama del Estado con capacidad constitucional para opinar sobre validez, nulidad o aplicabilidad de normas es el Poder Judicial, pues así lo establece el artículo 116 de la Constitución. Por ello, considero inconstitucionales los actos del Congreso que dicten sentencias o, en otras palabras, que dispongan nulidades de actos administrativos o aun de leyes que hayan generado derechos subjetivos. Sólo el Poder Judicial puede declarar que alguien tiene o no tiene un derecho. Las facultades otorgadas directamente por la Constitución a uno de los poderes del Estado, según doctrina autorizada (Marienhoff, Sagüés), son “actos institucionales” o “cuestiones políticas no justiciables” (caso Lange, fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, 237:271). Sin embargo, el Poder Judicial podría intervenir si el Poder Ejecutivo se hubiere excedido en el ejercicio de sus facultades constitucionales y de dilucidar esto es de lo que se trata. Es por ello que es el Poder Judicial el que deberá expedirse sobre validez o nulidad de indultos o conmutaciones de penas, aun cuando tales actos estén relacionados con crímenes de lesa humanidad, que son los crímenes más graves. Es el Poder Judicial el que debe resolver si un indulto de terroristas fue dictado dentro de los límites constitucionales o no, o si vulnera el derecho de gentes o no. O se cree en las instituciones o no se cree en ellas. Yo, aunque no siempre coincida con todas las sentencias, creo en el Poder Judicial, respeto sus fallos y no haré nada para quitar del medio a un poder del Estado que es el que debe garantizar los derechos y garantías constitucionales de los habitantes de la Argentina. En definitiva, considero que el proyecto del diputado Conte Grand que dio origen a este despacho, está de acuerdo con las normas constitucionales, pero no así el dictamen en consideración, que dispone nulidades en casos concretos, en sede legislativa, al final de su artículo 1°, por lo que no puede ser acompañado. Atento a lo expuesto y las razones que expondremos oportunamente en el recinto, dejamos constancia de la presente observación en los términos reglamentarios fijados. Federico Pinedo. Volver