producciones históricas y críticas de fantochines (1923

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PRODUCCIONES
HISTÓRICAS
Y CRÍTICAS DE
FANTOCHINES
(1923-1935)
Marzo de 2015
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2
(1)
PRODUCCIONES
HISTÓRICAS
Y CRÍTICAS DE
FANTOCHINES
(1923-1935)
Fanthochines es hoy una obra desconocida para el público tras haber
estado ausente de los escenarios durante décadas. Sin embargo, entre
1923 y 1935, esta ópera de cámara con música de Conrado del Campo
y libreto de Tomás Borrás conoció hasta diecisiete puestas en escena,
tanto en España (Madrid, Zaragoza, Barcelona, Palma de Mallorca) como en el extranjero (Lisboa, Buenos Aires, Bruselas, Tournai,
Malinas).
Como complemento a la coproducción de Fantochines por parte de
la Fundación Juan March y el Teatro de la Zarzuela, se ha preparado
este listado con los datos técnicos de las producciones de esta obra
que se han podido documentar entre 1923 y 1935, junto con extractos
de algunas de las críticas aparecidas en la prensa de la época.
Además, en el libreto preparado para esta producción, se incluye un
ensayo acerca de la recepción de Fantochines en estos mismos años.
1.
Fotografía aparecida en Mundo Gráfico tras la representación de
Fantochines en el Teatro Real (enero de 1924)
3
ÍNDICE DE PRODUCCIONES
1. Madrid: Teatro de la Comedia (21-XI-1923) 07
2. Lisboa: Teatro Nacional de São Carlos (XII-1923) 19
3. Madrid: Teatro Real (1-I-1924) 21
4. Zaragoza: Teatro Principal (12, 14 y 16-II-1924) 27
5. Barcelona (15-III-1924) 30
6. Palma de Mallorca: Teatro Principal (22-III-1924) 31
7. Buenos Aires: Teatro Colón 33
8. Madrid: Unión Radio (24-XII-1927) 38
4
9. Madrid: Unión Radio (4-VIII-1928) 39
10. Madrid: Unión Radio (1-III-1930) 40
11. Madrid: Unión Radio (4-III-1930) 41
12. Madrid: Unión Radio (3-II-1931) 42
13. Madrid: Teatro Calderón (16-VI-1934) 43
14. Bruselas: Salle du Studio “Inter-Nos” (12-I-1935) 47
15. Bruselas: Salle du Concert du Conservatoire de Bruxelles (26-I-1935)
16. Tournai: Théatre Communal (14-IV-1935) 55
17. Malinas: Théatre Communal (24-IV-1935) 59
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.
Madrid: Teatro de la Comedia
21 de noviembre de 1923
(estreno)
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos
(Rodríguez) del Pozo (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: ¿Quinteto Hispania? Conrado
del Campo (viola), José Cubiles (piano)
Decorado: Manuel Fontanals
7
Juan del Brezo (Juan José Mantecón), “Estreno
de la ópera de cámara Fantochines de Conrado
del Campo y Tomás Borrás”, La Voz (22-11-1923)
(…) Tres obras nuevas nos ha ofrecido la compañía
Ottein y Crabbé, de autores vivientes: Bodas de oro, del
belga Augusto Maurage; La guitarra, del argentino Felipe
Pedrell, y Fantochines, que ayer estrenaron, de C. del
Campo y Tomás Borrás; pero sólo en las dos últimas se
intentó innovar y sobrepasar el género. (…)
Un escenario en el que su autor, Tomás Borrás, se ha
cuidado más de una modernidad externa y circunstancial que íntima y profunda, lo que no le priva, a pesar de
su arcaico argumento ni de su texto literario, no extremadamente depurado, de gracia y capacidad lírica, ha
servido a Conrado del Campo para fraguar una música
en la que el eclecticismo es causa de su buen triunfo y de
la cierta “injusticia” que, según el poeta, es en arte todo
eclecticismo.
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Nadie niega a C. del Campo su cumplida técnica de músico, ni tampoco la inquietud, que le hace moverse en derredor de todas las especies musicales. Esto mismo es lo
que acaso hace que ante muchos aparezca su obra como
poco consistente y definida, a pesar de lo abundante y
cuidadosa. Fantochines es muestra clara para aquellos
que aprecian esta actitud de C. del Campo. El espectador
salta sin incomodidades del aria fácil, que rememora
populares aficiones, a complicadas melodías, sostenidas
por una armonía y orquesta con el regusto más moderno
y actual. Esto, que ya al principio hemos apuntado, podrá
restar unidad y plenitud a la obra; pero tiene, en cambio,
la fortuna de complacer a las gentes, que sin parar en la
2.
Diseño de la primera edición del libreto de Fantochines, por Luis
Bagaría (Madrid, Marineda, 1923)
significación total, se quedan con los trozos y trocitos
más de su gusto. Puede que de hecho sea esta la única
posición en que el equilibrio que toda obra de arte presupone entre productor y consumidor sea el más estable
y el que logre entre ambos, si no un maridaje sancionado
por las leyes, un ayuntamiento tanto más placentero
cuanto más esfuerzo.
3.
Portada de La Voz (14 de noviembre 1923). En la imagen: Tomás
Borrás (autor del libreto), la soprano Ángeles Ottein (intérprete
de Doneta en el estreno) y el barítono Armand Crabbé (Lindísimo). Centro: Conrado del Campo (compositor)
A.M.C. (Ángel María Castell), “Informaciones y
noticias musicales: ópera de cámara Fantochines, de Conrado del Campo y Tomás Borrás”,
ABC (22-11-1923)
Así como puede darse la constancia de la inconstancia,
cabe una forma de eclecticismo tan apretado y de líneas
tan precisas como una doctrina definida y autónoma
dentro de su propio ámbito; con ello adquiere semejante
posición un relieve tan peculiar como otra cualquiera
más precisa y contundente. Es acaso más difícil definirse
así y hacer de estas fluctuaciones espirituales un original
modo de moverse que entrañe una lógica en la trayectoria del caminar de árbol en árbol que excluya el trivial
mariposeo, lo caprichoso y arbitrario, para que pueda
dar la sensación de una sincera necesidad y no acomodaticia conveniencia que suene a falso y hueco. Fantochines
es simpático por su intento, y la labor de sus autores
mereció unánimes aplausos. Fontanals permitió con gracioso decorado que la farsa de los polichinelas fuera bien
realizada. Ottein y Crabbé, cuya inteligente labor ha sido
durante la presente temporada altamente pregonada, pusieron, con Carlos del Pozo, todo su cordial entusiasmo
en la interpretación de la obra, con lo que sobradamente
se significa de qué calidad no sería su intervención en el
éxito de ayer tarde.
La temporada de ópera de cámara que el buen gusto
debería haber hecho prolongar cerró ayer sus reuniones
con una última audición de la deliciosa obra, de Pergolesi, La serva padrona y el estreno de Fantochines, ópera
escrita para Ángeles Ottein y Armando Crabbé por Tomás Borrás, que ha trazado con su autorizada pluma de
literato culto y experto un cuadro de picaresca travesura
y ambiente novelesco del siglo XVIII, y por Conrado del
Campo, que ha compuesto una música de orientaciones
modernistas sin los atrevimientos técnicos y las modalidades armónicas de los Bartok y los Schoemberg [sic].
Fantochines son los muñecos que el titerero exhibe, y
cuya acción explica. Su mecanismo es prodigioso. Diríase que son las pasiones humanas el secreto resorte que
los hace mover, sentir y expresar.
El joven y apuesto Lindísimo abandona su aldea y llega a
Venecia en busca de Doneta, con la que ha de casarse si
quiere recibir la herencia que con esa condición le ha le-
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gado un pariente. Por estar en el secreto la también joven
y avispada doncella, y creer que al inexperto aldeano debe
seducirle mejor la timidez de una mujer recatada, se le
muestra así, disimulando su jovialidad alocada. No es ese
el tipo soñado y apetecido por Lindísimo, y para evadir el
compromiso urde la fábula de otra herencia, que recibirá
precisamente si no se casa con Doneta. Prendado de sí
mismo, y en pos de aventuras amorosas, se brinda en festines a las bellas venecianas, y es Doneta la que, herida en
su amor propio, que es el más impropio de los amores en
estos lances, y dando rienda suelta a femeninas sutilezas y
audacias, acaba por rendir contrito y enamorado al petulante mancebo. Y colorín, colorado… este cuento de fantoches, con su escenario de guiñol y todo, pero de los cuales
son dos seres vivientes, se ha acabado entre los aplausos
unánimes y efusivos de un público selectísimo que llenaba
todas las localidades del Teatro de la Comedia.
El asunto, como dice el Titerero, deliciosamente encarnado por Carlos del Pozo, es escabroso, pero termina en
boda, y la moraleja, proclamada al unísono por los tres
personajes que hablan, se reduce a estas palabras: la mujer
que más gusta es la que más sabe.
Borrás ha hecho un libro finamente grotesco, de delicada
caricatura, como exige la fisonomía moral de sus personajes, fantásticos en la forma y humanos en el fondo.
Para que la acción se desenvuelva en el esplendor de su
carácter, las decoraciones de los dos escenarios, el de los
muñecos de carne y el de los de cartón, son también modernistas y de buen efecto, y la indumentaria de la Ottein
y Crabbé es rica y de refinado gusto.
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Pero con ser el libro de tan grata originalidad y merecer
la excelente acogida que le dispensó el público, el éxito, y
puede decirse que el triunfo, fue para Conrado del Campo, que ha compuesto para Fantochines una música muy
inspirada, graciosa, riente, y no hay para que decir, tratándose de quien se trata, que rica de instrumentación,
despojada de serviles efectismos. El donaire musical ha
de asociarse al gracejo de la acción y si recurre a la sonoridad silofónica [sic, por «xilofónica»] para subrayar las
palabras de los monigotes mecánicos, en los recitativos
y en los monólogos y los diálogos líricos de los personajes, la orquestación es adorno filigranado de las líneas
melódicas, siempre diáfanas, fragantes, jugosas. El auditorio, entusiasmado, hizo repetir un primoroso número,
que se inicia con una canción, la de las tres rosas, para
derivar en un dúo tiernamente apasionado, que Ángeles
y Crabbé dijeron admirablemente. Conrado del Campo,
que formaba parte de la orquesta, tuvo que ponerse en
pie para recibir la justa ovación que se le tributaba, y
ese homenaje se reprodujo a la terminación cuando la
concurrencia reclamó con sus aplausos la presencia en el
proscenio de los autores, de los intérpretes, y el director
de orquesta, maestro Blanch, rubricando de este modo el
felicísimo éxito de Fantochines.
La partitura de Conrado del Campo es indudablemente
una de las páginas de más importancia y trascendencia
que enriquecen la música española contemporánea. Se
comprende el entusiasmo que a su servicio pusieron la
Ottein, Crabbé, Del Pozo y los maestros que compusieron la orquesta. En lo cómico no cabe mayor seriedad
de composición, ni más belleza de ideas en lo estético.
Por eso creemos que el triunfo de Conrado del Campo
es también un triunfo para la ópera nacional y, por supuesto, una valiosísima adquisición para los artistas que
cultivan el delicioso género de la ópera de cámara.
4.
El Titerero, por Bagaría
Ad. S. (Adolfo Salazar), “Comedia: Fantochines, ópera de cámara de Tomás Borrás y
Conrado del Campo”, El Sol (22-11-1923)
La pequeña temporada de “óperas de cámara”, que
la compañía Ottein-Crabbé-Del Pozo ofrecía en el
teatro de la Comedia ha terminado ayer, con gran
sentimiento de quienes sienten predilección por este
encantador departamento de la música de escena.
Para su programa de despedida esos artistas dieron
una excelente versión de La Serva Padrona (…); y
para cumplir fielmente lo ofrecido en sus carteles,
el estreno de Fantochines, de Borrás y Del Campo.
Querían esos intérpretes –tan merecedores de un
caluroso aplauso por sus deseos tanto como por sus
realizaciones- reunir en su despedida lo más antiguo y lo más nuevo en esos espectáculos. Muy siglo
XVIII y muy siglo XX, en resumen, y este propósito fue también, a lo que parece, el que movió a los
autores de Fantochines a escribir su comedia. Dice el
programa –que suele ser el eco oficioso de lo que los
autores piensan de sus producciones– que a más de
una modernidad de factura aspirante al superlativo,
esa obra tiene a la vez un sabor tradicional, siendo
a un tiempo espectáculo “sutil y sencillo, galante y
elegante, avanzado en cuanto a su orientación tanto
como clásico en cuanto a su estética”.
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Los propósitos fueron, pues, inmejorables, y la realización no se ha quedado corta, pues si en lo escénico
se está siempre en la duda de si aquello es antiguo o
moderno, en lo concerniente a la música no existe sino
el “embarras du choix” para clasificar cada momento
que nos brinda: ya es un giro de aire antiguo, ya unos
guiños “modernistas”, ya un eco de “ópera seria”, ya el
brillo falaz de la opereta, ya el recitativo, ya la zarzuela,
ya el cuplé.
Es probable que nuestro gusto particular, poco aficionado a estos eclecticismos, hubiese sacado más provecho
de haber sido elegido solamente uno de entre tales aspectos, o cada uno de ellos, por turno. Y quizás también
pensaba así el público que, encantadoramente atento,
se mostraba complacidísimo en cuanto la música se
definía en un sentido más concreto, así por ejemplo en
la “canción de las rosas” y en un dúo (que fue repetido), donde el compositor se acerca más a la tradicional
acepción del “número”. Porque, interpretando con gran
sutileza el pensamiento del libretista, el Sr. Del Campo
ha concebido su obra como una larga melopea que se
desarrolla constantemente, aprisionando aquí y allá
frases y giros o diseños que plasman en forma más o
menos definida, conforme de vez en cuando se concreta la acción escénica entre el flujo discursivo de los
personajes.
El interés plástico está concentrado principalmente en
el retablillo de los títeres, que es donde se determina el
trascurso de la acción, y es allí, al mismo tiempo, donde
se refugia la comicidad de la obra. La manera, breve y
atinada, con que el músico subraya estos momentos, es,
a nuestro juicio, lo sobresaliente de la obra.
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5.
Recreación de la escena para el libreto, por Bagaría
El escenógrafo Sr. Fontanals encontró un modo sumario de disponer la escena, agradable en su perfecta
arbitrariedad.
Carlos del Pozo fue el Maese Pedro de ese tingladillo, y
lo fue de un modo tan acertado como grande el entusiasmo y afecto que puso en su cometido. Asimismo la
labor de Ángeles Ottein y del señor Crabbé fue extremadamente simpática, por el interés dedicado a sus
papeles y su desinterés personal; el éxito obtenido por
esos artistas fue, sin embargo, personalísimo, uniéndose
al de ellos el de Pedro Blanch, director de la orquestita. Deseémosles análogos aplausos en su excursión
a vecinos países y un pronto regreso a los escenarios
madrileños.
José de Forns, “Un gran éxito de Conrado
del Campo: estreno de la ópera cómica
Fantochines (libreto de Tomás Borrás)”,
¿Heraldo de Madrid?, (¿22-11-1923?)
(…) El abordar con ciertas probabilidades de acierto el
naciente género, no era labor fácil que pudiese confiarse
a cualquier músico. Se requería, por el contrario, de un
autor que a la vez poseyese sólida cultura un sustrato
dramático y profundo conocimiento de la técnica, ya
que, no siendo así, tan fácil era caer en la exageración
erudita de limitarse a escribir un correcto “pastiche”,
como, deseoso de aportar innovaciones, convertir un
estilo, por esencia sencillo y melódico, en rebuscado y
pedantesco “snobismo” de amanerado procedimiento.
Por ello consideramos como uno de los mayores aciertos el haber acudido a un maestro de las excepcionales
cualidades de Conrado del Campo, máxime al saber que
trabajaba sobre un libreto de un literato tan preparado y
selecto como Tomás Borrás.
De esta colaboración ha nacido Fantochines, que casi
puede considerarse como ponderado modelo de lo que
la moderna ópera de cámara ha de ser, ya que resulta,
sin duda alguna, lo más exquisito, nuevo y acertado que
dentro del género se ha escrito, y es a la par original y
atractiva obra teatral y valiosa y admirable obra artística.
El libreto tiene en sí todos los requisitos para llenar cumplidamente su misión: suave aroma de comedieta clásica;
sazonada mezcla de picardía y amor en la fábula; una
técnica teatral y escénica valiente y atrevida; texto de
atrayente modernidad formal, y hasta un ligero carácter
simbólico de sabor distinguido. (…)
Conrado del Campo, maestro de maestros en el difícil
arte de la música, del que puede decirse que con el más
amplio criterio y el más tolerante eclecticismo ha ido
formando la actual falange de compositores jóvenes de
todos los órdenes, se ha mostrado en su última partitura
en una nueva faceta hasta ahora poco conocida por el
público. Compenetrado perfectamente del complejo estilo, en el que deben hallarse fundidos la ligereza y frescura melódica con todos los más atrevidos recursos de la
técnica armónica e instrumental, ha sabido compaginar
en bellísimo y atractivo conjunto la aparente frivolidad y
la espontánea inspiración ideológicas, con esa maravillosa y rica sabiduría de procedimientos que sitúan al actual
catedrático de composición en relevante plano ante las
más altas personalidades mundiales.
La unidad de estilo, siempre elegante y aristocrático, se
manifiesta en el transcurso de toda la partitura, prestando, tanto a los recitados como a los pasajes cantables,
ese carácter de nobleza que debe siembre prevalecer en
una obra de tal elevación. Y como acompañamiento a esa
perpetua melodía, se suceden en la pequeña orquesta, integrada por un piano, quinteto, flauta y xilófono, los más
ágiles ritmos y mejor delineados diseños, en un constante tejido contrapuntístico, en el que cada instrumento
ofrece variadísimos efectos y matices de su peculiar
naturaleza.
El triunfo de Conrado fue, a la par, del técnico profundo
y del autor inspirado, y si hemos de ser sinceros nos atreveríamos a afirmar que este último aspecto se sobrepuso
a aquél, como lo prueban las entusiastas y calurosas
ovaciones que escuchó durante toda la obra, nacidas más
de la emoción sentida y sincera de los espectadores que
de la admiración reflexiva hacia el gran maestro. Como
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dejamos consignado, los aplausos subrayaron todos
los números, obligando a repetir una canción, pícara y
ligera, que cantó deliciosamente la Ottein. En el transcurso de la representación, el autor, que cooperaba con
la ejecutante a la interpretación de su obra, tuvo que
corresponder repetidas veces a las efusivas aclamaciones
del público, subiendo a escena al terminar, y levantándose el telón ocho o diez veces.
Angeles Ottein y Armando Crabbe, fueron con Carlos
del Pozo, los insuperables artistas de siempre, y en sus
respectivos papeles, se hicieron acreedores a los mayores
elogios. El decorado, muy modernista y acertado, fue
entonado complemento de ese espectáculo delicioso que
ayer presenciábamos y en el que Conrado del Campo se
nos mostró en un nuevo aspecto del que pueden esperarse días de gloria para nuestro arte lirico teatral.
“Teatro de la Comedia. Compañía de ópera de
cámara: estreno de Fantochines” (1923)
14
El nombre de Conrado del Campo es siempre de los que
primero se asocian a toda empresa que lleve un objetivo de renovación artística, de entusiasmo generoso, de
noble estímulo, sin que otro interés venga a mezclarse a
este legítimo anhelo y a desvirtuarlo con un sentimiento de cálculo utilitario. Con estas mezclas en todos los
espíritus el arte musical español sería una triste cosa, y
es necesario, como ha ocurrido en este caso, que el ideal
se sobreponga a otras consideraciones y el artista se conceda el placer raro y precioso de crear por gusto de crear,
sin otro estímulo que el de su satisfacción interior.
De estos raros ejemplos de fervor continuado y efusivo
es Conrado del Campo uno de los más ilustres y de los
más infatigables. Su bagaje musical está lleno de obras en
las que fue perseguido el perfeccionamiento y en las que
no se manifiesta otra avidez que la de la belleza. Quiere
esto decir de cuánta emoción limpia y honrada es deudor
el arte de España a Conrado del Campo, y esta partitura
de Fantochines es una obra deliciosa, original, inspirada,
es una obra de plenitud, llena de graciosa facilidad, de finura expresiva selectísima, de sabio y macerado aprovechamiento de cuantos legados ha hecho al arte la estética
moderna. Obra conjuntamente de él y de Tomás Borrás,
el poeta siempre despierto también a toda tendencia
bella, poseedor de un talante sugestivo, ágil, exquisitamente orientado hacia todo cuanto la novedad tiene de
elegante, de aristocrático desdén hacia las viejas normas,
y con igual desprendimiento del prosaísmo que nos
cerca, ambos triunfaron de esa manera espontánea y gustosa en que es tan grato triunfar al verdadero artista, que
al crear no quiso ni un momento hacer una concesión al
criterio establecido o al rumbo que conduce ciertamente a los éxitos fáciles. El público numerosísimo de esta
jornada ovacionó con fervor las páginas inspiradas, rió
las situaciones de fina gracia, se interesó en la intriga, se
entusiasmó ante la originalidad penetrante del procedimiento, tuvo una de esas felices sorpresas, por desdicha
tan raras, que le hacen interrumpir con murmullos, con
aplausos y con exclamaciones las representaciones afortunadas del ingenio.
Ángeles Ottein cantó, hizo y vistió la obra de modo admirable; Armand Crabbé fue, como siempre, el cantante
y actor sobrio, inteligente, lleno de aciertos, y Carlos del
Pozo puso su ingenio cómico en una intervención compleja y difícil de manera brillante.
El decorado respondió al tono general de la representación, que fue un verdadero modelo del género, y, en
fin, Fantochines marcó una jornada memorable, que nos
complacemos en consignar con el aplauso que merece.
6.
Doneta, por Bagaría
Conrado del Campo, orientado a la moderna, pero sin
acudir a los rebuscamientos y efectos que, como norma
continuada tienen otros, que desfiguran su carencia de
personalidad con el ropaje ajeno, no hace ni ha hecho
concesiones al mal gusto ni al mercantilismo.
Como Musset, Conrado del Campo bebe en su vaso, aunque sea pequeño. Ayer, este vaso fue amplio, rebosante,
lleno de sinceridad, de honradez y de sabiduría. Su musa
ha sabido subrayar la poesía de Borrás, y ha tenido aciertos de indiscutible valor, dándole a toda la «comedieta»
una unidad de sencillez de fácil melodía y de agradable
amenidad, sobresalitando a lo largo de la partitura dos
canciones que dijo admirablemente la Ottein, y que fueron repetidas tras calurosas ovaciones para la cantante y
para el autor, que modestamente ocupaba un puesto en
la orquesta.
“Comedia: ópera de cámara”, La acción,
(22-11-1923)
En la última función de esta infrecuente serie de representaciones de ópera de cámara, se ha puesto en escena
Fantochines, «cuento galante», de Tomás Borrás, musicado por Conrado del Campo, el compositor joven, el
artista noble, que puestos los ojos en lo más alto de sus
ideales artísticos, camina sin vacilaciones por el sendero
que previamente se trazó para su satisfacción íntima y
personal.
El público saboreó las delicias de esta bella obrita, interpreta con entusiasmo y arte por la Ottein, Crabbé y Del
Pozo, aplaudiendo calurosamente al autor y a los intérpretes, que tan buen rato acababan de hacerle pasar.
Fantochines da nuevo relieve a sus autores, que han
demostrado una vez más su cultura, su buen gusto y su
alejamiento de las canciones vulgares y prosaicas.
15
“Ópera de cámara en la Comedia y Conrado
del Campo”, La Correspondencia de España
(22-11-1923)
Ayer, con el teatro lleno, se celebró en la Comedia la
última representación de la serie de óperas de cámara
que tan favorable acogida ha tenido entre los amantes de
la música. (…) El estreno de la ópera en un acto, libro de
Tomás Borrás y música de Conrado del Campo, escrita
especialmente para los selectos artistas Ottein-Crabbé,
constituyó un éxito rotundo, que caldeó al público –cosa
rara en este género musical, brisa perfumada y sedante
del espíritu–, dando ocasión a que autores y ejecutantes
fueran efusivamente ovacionados por su labor, en verdad
inmejorable.
Tomás Borrás ha trazado con fina ironía y espiritual
desenfado un grotesco asunto de fantoches, muy humano y muy moral, pues que termina en boda, alrededor
del eterno leit motiv [sic] del amor y el interés, que el
músico engarzó con efusivos matices de pasión, finura, «moción» y brío en una sabia instrumentación, rica
en variadísimos ritmos, colores y asonancias de la más
moderna escuela musical, que no empañan ni un instante el diseño melódico, ni sirven, como sucede con tanta
frecuencia, para encubrir la pobreza imaginativa.
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Aquí, no. Desde el prólogo recitado de la farsa que ha de
representarse, en que el violoncelo [sic] sigue con emocionante naturalidad las inflexiones de la voz humana en
su burla a los principios consagrados, hasta el final de la
obra, que anuncia la gran verdad «en amor vale más la
experiencia, el arte de hacerse amar, que la inocencia y
aun la ciencia», toda la música se desarrolla en una for-
ma apasionada y vehemente muy cantabile, de mórbida
melodía, grata al oído, y originalísima instrumentación
(sin disonancias recusables), frecuentes apoyaturas y
bruscos cortes orquestales, que subrayan de un modo
picaresco determinados instrumentos de la orquesta la
mutua burla que Lindísimo y Doneta se propinan.
(…) La canción picaresca de las tres rosas, toda pasión,
insinuante, de enormes dificultades y alta tesitura, que
termina en dúo, fue dicha por la Ottein de un modo magistral. Se repitió. Digamos una vez más que el éxito de
Conrado del Campo guardó pareja con la irreprochable
ejecución de los artistas y orquesta. Nuestra felicitación
más entusiasta.
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Lisboa: Teatro Nacional de São Carlos,
diciembre de 1923
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles
Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos (Rodríguez) del Pozo (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: ¿Quinteto Hispania?
Decorado: Manuel Fontanals
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Madrid: Teatro Real,
1 de enero de 1924
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos
(Rodríguez) del Pozo (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: no se ha podido documentar
Decorado: Manuel Fontanals
Dirección de escena: Eladio Chao
21
7.
Fotografía aparecida en Mundo Gráfico tras la representación de
Fantochines en el Teatro Real (enero de 1924)
A.M.C. (Alfonso María Castell), “Estreno de
Fantochines en el Real”, ABC (2-1-1924)
(…) También ha sido venturoso el alcanzado anoche con
los mismos notables intérpretes, Ángeles Ottein, Armando Crabbé y Carlos del Pozo, pero trocada en gran
orquesta la reducida que la estrenó y también dirigida
por el maestro Pedro Blanch.
22
Ad. S. (Adolfo Salazar), “Teatro Real: óperas
pequeñas y óperas de cámara” (1924)
Entonces hablamos del asunto, cuya picaresca fábula ha
teatralizado con gran acierto el ingenio de Tomás Borrás;
haciendo humano lo guiñolesco y combinando la acción
escénica de los fantochines de carne, hueso y espíritu
con la de los de cartón y percalina, y revistiéndolo todo
de un modernismo que resalta especialmente en el decorado; y si, lector, adquieres el libro, lujosamente editado
por cierto, en su formato y en las ilustraciones que amenizan el texto; tu complacencia se completará.
(…) Los autores de Fantochines habrán pensado seguramente si les era de conveniencia o no pasarse desde
el pequeño guiñol de la Comedia al escenario del Real
–muy inteligentemente preparado, es verdad, por el Sr.
Chao–. Yo, que entonces expresé mi juicio sobre esa
obra, no voy a meterme ahora a discutir esa iniciativa de
unos y de otros. Tanto más cuanto que el público acogió atentamente las tres obras representadas. Ángeles
Ottein, Armando Crabbé, Carlos del Pozo y el director
de orquesta Pedro Blanch fueron muy festejados por su
actuación, muy justamente.
El modernismo de la música de Conrado del Campo
no es tan extremista. Ello le ha valido el anatema del
sectarismo, en el que el ilustre compositor tiene discípulos y fieles devotos; pero también le vale el aplauso y
la alabanza unánime de los que no comulgan con ruedas
de futurismo. Es presumible además que en esa comunión no estén todos los que son; pero evidentemente
son todos los que están. Son los del anatema, y quedan
excluidos por propia voluntad de los muchísimos espectadores que anoche aplaudieron con sincero entusiasmo
al maestro, después de deleitarse con la labor de operista
perfectamente documentado como técnico y fundamentalmente inspirado como creador. A través de una
substanciosa y brillante instrumentación, prueba de la
autoridad indiscutible de Conrado del Campo, el auditorio experimentó intenso deleite con la luminosa idea
melódica destacada siempre aun en aquellos episodios
de la acción en los que palpita la frivolidad o lo grotesco
de las figuras que trazó el humorismo.
José de Forns, “Fantochines en el Real”,
Heraldo de Madrid (2-1-1924)
El éxito se manifestó decisivo, triunfal en el dúo de
Doneta y Lindísimo, que se repitió; pero antes de la frase
apasionada que arrancó el aplauso y demanda de la repetición, el auditorio se había dejado seducir por la música,
que esfumada, refleja misterios de una noche veneciana,
con ecos de serenata, y sigue riente, graciosa, subrayando el recitado del titerero socarrón, hasta iniciarse en
ese dúo de gracia y voluptuosidad, elegante en su giros y
delicioso en su expresión.
(…) Frecuentes aplausos subrayaron los principales momentos de la pequeña ópera y al final se levantó el telón
muchas veces, escuchando el insigne compositor español
una ovación entusiasta y unánime. Hemos de reconocer
que la delicada instrumentación, al ser ampliada a un
conjunto de cuerda tan nutrido y perfecto, adquiere gran
intensidad de matices, colorido y contrastes, proporcionando a la magnífica partitura el máximo efecto y
carácter dramático.
Finalmente, el aplauso y los bravos determinaron la
ovación final, la que requiere la presencia en el proscenio
de los autores, acompañados de la Ottein, Crabbé y Del
Pozo, rindiéndoles por tres veces el homenaje que merecen; los primeros, por el mérito de su producción, y los
segundos, por lo admirable de su labor. La enhorabuena para los artistas debe ser doble por su trabajo y por
ver coronada con la victoria la iniciativa de crear este
espectáculo de ópera de cámara y llevarla al Real, donde
alcanza la acogida a que es acreedor por su exquisitez
artística.
(…) Dirigió la orquesta el maestro español Pedro Blanch,
que llega por primera vez al regio coliseo, después de
haber conquistado legítima reputación en el difícil arte
de dirigir durante su brillante carrera en Portugal y casi
todas las provincias españolas.
Dirigió muy bien el maestro Blanch, y la escena, enriquecida con detalles y esmeros, complació por completo a la
concurrencia, que fue numerosa y distinguida, figurando
en ella los Reyes (…).
Al fin, a la oncena función de abono se ha renovado el
cartel del Teatro Real con una sesión de ópera de cámara
a cargo de los notables artistas Ángeles Ottein, Armando
Crabbé y Carlos del Pozo.
Como puede verse por lo reseñado, el espectáculo de
ayer resultó muy interesante, considerado en su intrínseco valor artístico. Empero, hemos de oponer varias
objeciones a un cartel como el que anoche nos ofrecieron en el Real, por considerar que se aparta del carácter
que deben tener las representaciones de nuestro primer
teatro de ópera. No llega nuestro exclusivismo a creer
que de él deban prescribirse las pequeñas óperas de
dos personajes, especialmente cuando son de la importancia técnica y teatral de Fantochines y El secreto de
23
Susana; mas consideramos como grave error el dedicar
a este género una sesión entera, pues además de caer así
fácilmente en la monotonía, el local no se presta por sus
excesivas dimensiones a un estilo en el que tanto influyen los detalles. (…)
Ariel, “Teatro Real: Fantochines”,
La Libertad (2-1-1924)
24
(…) No hace mucho tiempo que, con ocasión de su estreno en la Comedia, quedó juzgada esta obra, que señala
un tan total acierto de arte. El donaire de la letra, alarde
de habilidad teatral para hacer con solo tres personajes
vivos una trama de sutil complicación escénica; la novedad de la intervención de los muñecos en la unidad de
la farsa, y la gracia burlona del poeta rafagueando sobre
el movimiento de la acción dramática, se armonizan con
la exquisítez: de la partitura, tal vez lo más completo de
Conrado del Campo.
8.
Final del segundo cuadro. Dibujo de Bagaría para el libreto de
Fantochines
9.
Final del segundo cuadro. Dibujo de Bagaría para el libreto de
Fantochines
Y al aumentarse su valor orquestal, no solo no se ha
desvirtuado la linda ópera conocida en la Comedia, sino
que aumenta su importancia, toda la maestría con que
domina la instrumentación ese admirable compositor,
que en Fantochines hermana con toda la plenitud de su
talento vigoroso, la inspiración lozana y la técnica completísima. Bien pueden los autores de El Avapiés sentirse
satisfechos de este nuevo éxito, pues que tanto significa
su labor en el esfuerzo en pro de la ópera nacional. Y
añádase a esa perfección la de los intérpretes. La insuperable Ángeles Ottein admirable en toda la obra y ovacionada especialmente en la deliciosa canción. Crabbé,
el gran artista, haciendo un magnifico Don Lindísimo y
cantando, como él sabe hacerlo, el bellísimo madrigal.
Y, finalmente, Carlos del Pozo, extraordinario cómico,
diciendo maravillosamente el prólogo y dando toda la
donosura apicarada que es menester al Maese Pedro del
retablo amoroso.
Muy bien el maestro Blanch al frente de la orquesta.
Y completan la eficiencia estética del espectáculo el
decorado y los figurines, quien, por cierto, ha ilustrado
la artística edición del libro de Fantochines que acaba de
publicarse.
(9)
25
26
(10)
4
.
Zaragoza: Teatro Principal, 12, 14 y 16
de febrero de 1924
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles Ottein
(Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos (Rodríguez)
del Pozo (Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Quinteto Hispania
Decorado: Manuel Fontanals
Dirección de escena: Julio Tubilla
10.
Detalle del libreto que acompañó a la representación de Fantochines
en el Teatro Principal de Zaragoza (12, 14 y 16 de febrero de 1924).
27
11.
Lindísimo, por Bagaría
12.
Dibujo de Bagaría para el libreto de Fantochines
G.S., “Compañía de orquesta de cámara” (1924)
Acogida con verdadero interés y simpatía la compañía de
ópera de cámara, dio anoche la segunda representación.
(…) Fantochines, del maestro Conrado del Campo, larga
y monótona partitura, pierde todo decoro artístico sin
ganar con ello un éxito de público. Obra desorientada,
absurda, soporífera y algo indignante, parece venir de un
profano que no supiera de música y menos de teatro. Es
lamentable que se haya incluido tan desdichado engendro en el corto repertorio de esta acertada tournée. (…)
28
(12)
29
5
.
Barcelona: 15 de marzo de 1924
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles
Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo),
Carlos (Rodríguez) del Pozo (Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Quinteto Hispania
Decorado: Manuel Fontanals
Dirección de escena: Julio Tubilla
30
6
.
Palma de Mallorca: Teatro Principal,
22 de marzo de 1924
Dirección musical: Pedro Blanch
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles
Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos
(Rodríguez) del Pozo (Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Quinteto Hispania
Decorado: Manuel Fontanals
Dirección de escena: Julio Tubilla
31
32
7
.
Buenos Aires: Teatro Odeón,
fecha exacta desconocida
Dirección musical: José María Franco
Intérpretes: Compañía Ottein-Crabbé. Ángeles
Ottein (Doneta), Armand Crabbé (Lindísimo), Carlos
(Rodríguez) del Pozo (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Quinteto Hispania
Decorado: Manuel Fontanals
33
“Arte y teatro: Odeón”, La Prensa
(…) Fantochines, del compositor español maestro Conrado el campo, es la obra de un artista y de un músico. Muy
moderna en cuanto a factura, contiene páginas de gran
belleza y gracia, tales como la canción de Doneta, la serenata de Lindísimo y el dúo entre estos, verdaderamente
delicioso. La inspiración del maestro del Campo es fluida
y elegante, con un ligero tinte español; la instrumentación, para reducida orquesta, consigue delicados matices, sonoridades agradables y nuevas; y es de singular
importancia en el teatro, pues la partitura comenta con
fidelidad y fino buen gusto las divertidas aventuras que
se desarrollan en la escena.
La escenografía, muy moderna, es original y de hermoso
efecto. En primer plano actúan los artistas en un cuadro
sobrio; en segundo plano, existe un diminuto escenario,
cuyas decoraciones cambian y en el cual numerosos títeres toman parte en la acción.
La señorita Ángeles Ottein cantó su parte con bella voz
y buen gusto y se desempeñó como actriz, en el papel de
Boneta [sic], en forma irreprochable. El barítono Crabbé
estuvo escénica y vocalmente a la altura de sus anteriores creaciones y el señor Carlos del Pozo, en su papel de
titiritero, dijo con gracia, sobriedad e intención su parte
recitada.
El maestro Franco fue un director inteligente y cuidadoso: nos dio una excelente y colorida versión de Fantochines que se merece un elogio sin reservas. (…)
34
Amado Burro, “Debutó con éxito en el Odeón
la Compañía Ottein-Crabbé”, Última hora
La compañía Ottein-Crabbé, ha iniciado bajo los mejores
auspicios su temporada de ópera de cámara en el Odeón.
Una concurrencia selecta, entre la que figuraba el presidente de la República, dio brillo al debut de dicho elenco,
que mereció una cariñosa (…).
A continuación, se dio a conocer la ópera en un acto Fantochines, libro de Tomás Borrás, con música de Conrado
del Campo. Hay en esta composición musical, aciertos
y fallas. El músico, con el plausible afán de seguir las
modernas tendencias del arte musical, se ha mostrado
un poco pretencioso, olvidándose que se trataba de una
ópera de cámara, que por definición debe ser simple en
todo sentido.
Esa preocupación de tomar demasiado en transcendental la partitura, hace que por momentos adolezcan de
cierta pesadez que el público siente con visible cansancio. Por lo demás, Fantochines, tiene páginas inspiradas
y sobre todo un bonito dúo en la última parte, que gustó
mucho. El libro de Tomás Borrás, discreto y al parecer
adoptado [sic] a la música en lugar de ser lo contrario.
“Odeón: tuvo gran éxito la presentación de la
compañía Ottein Crabbé”, Diario Español
“Ópera de cámara en el Odeón: anoche iniciose
la temporada”, La Razón
Un espectáculo altamente amable es el que anoche ofrecieron en este teatro los artistas que forman la Compañía de la Ópera de Cámara, a las órdenes de la soprano
Ángeles Ottein, el barítono Crabbé y del maestro José
María Franco. Asistieron a la fiesta el presidente de la
República, doctor Alvear, y su distinguida esposa acompañados de distinguidas personalidades. La elegante
sala del Odeón estaba muy concurrida de un auditorio
verdaderamente selecto.
Iniciose, anoche, en el Odeón, la anunciada temporada
de “óperas de cámara” organizada por los conocidos artistas soprano Ángeles Ottein y barítono Armando Crabbé, con la colaboración del bajo cómico Carlos del Pozo
y de un septeto –quinteto de cuerda, piano y flauta– que
dirige el maestro José M. Franco. (…)
Para fin de la fiesta fue estrenada la ópera española Fantochines letra de Tomás Borrás con música del maestro
Conrado del Campo. Venía precedida de fama la última
producción de Conrado del Campo y se esperaba su
estreno con interés, que no fue defraudado.
(…) Lo mejor de la ópera es la música, debida al celebrado maestro Del Campo. Con corte de música moderna,
llena de melodías, Fantochines es obra que puede aspirar
a ocupar importante puesto en la producción de la música grande. Tiene una romanza de tiple muy compuesta,
otra romanza de barítono de gran fuerza y dos dúos
inspiradísimos, que arrancaron aplausos entusiastas.
Ángeles Ottein, Armand Crabbé y Carlos del Pozo cantaron sus tres papeles de la ópera con un entusiasmo y
una maestría encomiables. Para los tres hubo ovaciones
calurosas, como asimismo para la orquesta y su director
maestro Franco. (…)
Fantochines era esperado con cierto interés. Era la primera obra de Conrado del Campo que llegaba a nosotros.
Compositor fecundo, no se ignoraba que había abordado
todos los géneros, cimentando su reputación en España,
con producciones de distinto carácter, que –según el
decir de un crítico– se acreditaban a la consideración y
al respeto, cualquiera que fuesen los gustos o las ideas
estéticas de cada cual.
Días pasados nos hicimos eco de un juicio sobre la
«ópera española», de este músico, que anoche se nos
dio a conocer. Se sabe, pues, que Tomás Borrás brindó
a Conrado del Campo con una historieta galante, cuyo
desarrollo reúne a un titiritero y sus fantoches con la
pareja de amantes. Esta mezcla híbrida es, quizá, la única
nota curiosa del libro de Tomás Borrás, que resulta más
pretencioso que interesante, y cuya «verve», cuyo estilo
no revelan ni ingenio, y, a veces, ni buen gusto. Conrado
del Campo, empero, lo ha aceptado entendiendo poder
hacer con él una “ópera española” –según el decir de los
profetas– ¿Ópera española? Confesamos que el españolismo no lo hemos advertido en esa su partitura, que, a
pesar de todo, es de una calidad artística superior a la del
libro. En la partitura notamos un cambio, la más descon-
35
certante coexistencia de estilos distintos y opuestos: por
un lado inflexiones, fórmulas, maneras caras a los debussystas, pero sin la fluidez, la vivacidad, o la “souplease” propias del discurso musical del autor de Pélleas; y,
por otra, una declamación un tanto ampulosa, un lirismo
superficial. Hay, con todo, algunos momentos vertidos
con la gracia, con la emoción que reclamaban del compositor. Pero, en conjunto, la obra comunica la impresión
de un trabajo inanimado, artificial, insincero.
“L’opera da camera all’Odeon”,
La Patria degli Italiani
Ieri sera al teatro Odeon, con un elegante e colto pubblico, nel quale notavansi S. E. il Presidente della Repubblica, dottor Alvear e la sua signora, Regina Pacini Alvear,
fu dato il primo espettaculo dalla Compagnia di Opera
de Cámera «Ottein-Crabbé» con un programa delizioso.
(…) Chiuse la serata l’opera spagnola, nuovissima, in un
atto Fantochines, libretto di Tomas Borrás, musica del
maestro Conrado del Campo, che nella graziosa sceneggiatura di marionette veneziane, secondati da una
musica moderna ma con tutto il colore vivace dell’epoca
rappresentata, placque non poco e procuró ancora un
vivissimo esito alla valorosa cantatrice, che ha conquistato tutto il prestigio di una inteligente artista. Angeles
Ottein e al Crabbé che ci ha dato nuova e bella prova del
suo eccezionale valore.
Non sappiamo ancora quando avremo la seconda rappresentazione, che certamente avverra nel pomeriggio.
36
13.
Doña Tía, por Bagaría.
“La semaine musicale: musique-opéra de
chambre”, Le Courrier de la Plata
Le trio Angeles Ottein, Armand Crabbé et Carlos del
Pozo, accompagné de l’orchestre de chambre, a fait son
debut, hier soir à l’Odéon, dans d’excellentes conditions
artistiques.
Mlle. Ottein, Messieur Crabbé et del Pozo, mènent avec
finesse cette suggestive comédie-lyrique. M. Crabbé,
tout à fait remis de sa maladie de l’en passé, en pleine
possession de son organe, est le distingué artiste d’antan.
Mlle Ottein séduit avec ses notes perlées. Et les heures
passent brèves! (…)
(…) Il ne faudrait pas penser que cette iniciative ne
presente point d’obstacles. Pour briller, s’imposent des
oeuvres sérieusement écriteset des artistas de premier
choix, pour que l’exécution répondre à la valeur musicale. Les trois protagonistas sont garants du talent des
chanteurs: Mlle. Ottein et M. Crabbé sont connus du
public par leur passage au Colon, et M. C. del Pozo vient
précédé d’une sérieuse réputation.
(…) L’anecdote des Fantochines est une trouvaille non de
l’actualité. Elle revét l’élégance et la galanterie du temps
de Watteau. Sur un héritage laissé à conditions que
«Lindissimo» se marie avec «Doneta», se déroulent des
péripéties drôlatiques. Les deux personnages se méconnaissent d’abord, et, au final, se découvrent des qualités réciproques et s’unissent. Un théâtre de Fantoches
intervient et accompagne l’action de ce marivandage.
Le gentil et galant livret de M. T. Borrás a inspiré à M.
Conrado del Campo une composition très moderne tout
en étant pétrie de charme.
37
8
.
Madrid: Unión Radio,
24 de diciembre de 1927
Director: ¿José María Franco?
Intérpretes: Sylvia Serolf (Doneta), José Angerri
(Lindísimo), José del Río (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Orquesta de cuerda y piano
(¿miembros de la Orquesta de Unión Radio?)
38
9
.
Madrid: Unión Radio,
4 de agosto de 1928
Director: ¿José María Franco?
Intérpretes: Sylvia Serolf (Doneta), José Angerri
(Lindísimo), José del Río (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Orquesta de cuerda y piano
(¿miembros de la Orquesta de Unión Radio?)
39
10
.
Madrid: Unión Radio,
1 de marzo de 1930
Director: José María Franco
Intérpretes: Jesusa Flores (Doneta), José Angerri
(Lindísimo), Carlos (Rodríguez) del Pozo
(El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Orquesta de Unión Radio
40
11
.
Madrid: Unión Radio,
4 de marzo de 1930
Director: José María Franco
Intérpretes: Jesusa Flores (Doneta), José Angerri
(Lindísimo), Carlos (Rodríguez) del Pozo
(El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Orquesta de Unión Radio
41
12
.
Madrid: Unión Radio,
3 de febrero de 1931
Director: José María Franco
Intérpretes: Ángeles Ottein (Doneta), José
Angerri (Lindísimo), Carlos (Rodríguez) del Pozo
(El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Orquesta de Unión Radio
42
13
.
Madrid: Teatro Calderón,
16 de junio de 1934
Dirección musical: Conrado del Campo
Intérpretes: Ángeles Ottein (Doneta), José Luis Lloret
(Lindísimo), José Marín (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Decorado: -
43
“Calderón: Selecciones líricas obtienen un gran
éxito en su presentación”, Heraldo de Madrid
(18-6-1934)
Ante un público selecto y entusiasta se han inaugurado
en el Calderón las «Selecciones líricas» que constan de
tres partes, a saber: El alguacil de Rebilledo, adaptada por
Cuyás de la Vega, magistralmente inetrpretada por Sélica
Pérez Carpio, Fantochines, de Tomás Borrás, con música
de Conrado del Campo, fino y acertadísimo acto de ópera, inteligentemente escrito y adecuadamente musicado,
que interpretaron a tono José Luis Lloret, Ángeles Ottein
y Marín. Y finalmente, Corrida de feria, de Mauricio y
Salvador Bacarisse (…)
H., “Calderón: Festival lírico”, Luz (18-6-1934)
(…) Fantochines, la bella ópera de cámara estrenada hace
años en nuestra ópera por Angeles Otteín, constituyó
la parte central del programa. La bella obra de Borrás y
Conrado del Campo obtuvo una excelente interpretación. La Otteín, magnífica de voz, escuchó frecuentes
ovaciones. Lloret hizo un Lindísimo pleno de buen
gusto, Marín, actor proteico, improvisó con dos ensayos
el titiritero, saliendo airoso de su cometido. (…)
El público aplaudió con entusiasmo la labor de los mencionados artistas y reclamó al final de cada acto la presencia de los autores en escena. Tomás Borrás, haciendo
honor a su ejecutoria de autor modesto y eficaz, no quiso
saludar desde el proscenio al terminar la afortunada representación de Fantochines, que en realidad fue la parte
fuerte de la velada (…).
44
14.
Dibujo de Bagaría para el libreto
(14)
45
46
(15)
14
.
Bruselas: Salle du Studio “Inter-Nos”,
12 de enero de 1935
Director musical: Franz André, Georges Devaux
Intérpretes: Théâtre Inter-Nos. Anna Talifert,
Madeleine Farrère (Doneta), Georges Goda
(Lindísimo), Armand Crabbé (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Decorado: Jules Delattre
15.
Cartel que anuncia la representación de Fantochines en el Studio
“Inter-Nos” de Bruselas (12 de enero 1935).
47
H. Mangin, “Les concerts”,
Le Peuple (15-1-1935)
Mais, au fait, est-ce un concert? Est-ce un espectacle?
Disons: “séance lyrique et musicale” ce será plus vrai.
Le studio du célèbre baryton Armand Crabbé à déjà reçu
le baptéme l’an dernier sous le nom d’ “Inter Nos”, comme isntitut d’art vocal et théàtral.
Parmi les personnages servant à la demonstration de cette thèse, les trois principaux sont des personnages vrais,
et tous les autres sont des marionettes.
L’entreprise de M. Crabbé, qui se poursuit et se développe avec un succès crois sant, est à peu près sans équivalent: en effet, prése té dans un cadre intime (60 spectateurs máximum) dans les decors forcément réduits et
simplifiés, certaines ceuvres à deux ou trois personnages, - anciennes ou modernes- est chose rare à ytouver,
et malaisée à réussir: pour peu que le résultat demeure
mediocre, on fait “petit” et l’effet d’art es traté.
Le Titerero commente les faits en les scandant ironiquement.
Et l’expérience semble démontrer bien clairement qu’un
cadre restreint convient infiniment mieux à la gráce, á
la finesse, a l’intimite de certaines œuvre lyriques qui
correspondent dans la littérature musicale à ce qu’est la
comédie de salón dans la littérature dramatique.
M. Georges Goda et Mille Farrére chantèrent et jouèrent
finement les róles de Lindisimus et de la sémillante et
astucieuse Donete. (…)
Et voici la chose vérifiée à l’occasion d’une nouvelle manifestation d’art où M. Crabbé nous offre à voir et, plus
encore, à entendre, l “Servante Maitresse”, de Pergolése,
œuvrette toujours fraiche malgré qu’elle porte le poids
de deux siècles d’existemce, et les Fantoches, de l’Espagnol contemporain Conrad del Campo. (…)
48
En personnage muet, M. Jules Delattre figura un amusant Scapin, mais il fit bien mieux encore pour la circonstance: cést lui, en effet, qui brossa les délicieuses
images que constituait chacun des petits décors peints
qui servirent à Fantoches, petite comédie lyrique dont la
donnée première (poéme de Thomas Boras) est d’une
gráce piquante et un tantinet licencieuse, mais dans un
goût parfait, proclamant que la gente dame bachelière ès
arts éroyiques a plus de titres et de charmes décisifs que
telle ingénue de blanche et inerte candeur….
Et ce dernier étante M. Crabbé sui meme, on peut dire
que la présentation du sujet était étudiée et parfaitement
au point.
Un orchestra réduit, discret et bien ajusté, dirigé par M.
Franz André, suffit à pourvoir aux exigences instrumentales de cette triple execution, qui fut couronnée d’un
succés accentué.
Paul Tinel, “Au Théâtre Inter-Nos, Fantoches”,
Le Soir (16-1-1935)
Le théâtre Inter-Nos, qui s’est déjà signalé par plusieurs
initiatives artistiques, vient de donner la création d’une
comédie lyrique en un acte et deux tableaux, due à la collaboration de Thomas boras, pour le poème, de Conrado
del Campo, pour la musique, et d’Armand Crabbé, pour
la traduction française rythmique. (…)
Cette pièce, que nous appellerions volontiers une opérette à thèse, reçut le baptème du feu… de la rampe le
26 novembre 1923 au théâtre de la Comédie à Madrid.
Le compositeur, actuellement âgé de 52 ans, enseigne
l’harmonie au Conservatoire de cette ville. Son oeuvre abondante, diverse, inégale, n’est pas publiêe. Elle
comporte cinq opéras, plusieurs poèmes symphoniques,
huit quatuors à cordes, una dizaine de mélodies, des
pages pour piano. De cet ensemble se détachen en particulier relief son Quatuor en si mineur, sur des thèmes
asturiens, son poème d’orchestre La divina Commedia
[sic], une petite suite pour quatuor à cordes, inspirée
des rimas de Bécquer intitulée Caprichos románticos, et
Fantoches. Ce qui nous retient dans ce dernier ouvrage,
ce n’est pas la coleur ibérique d’un Granados, d’un Falla
ou d’un Albéniz –l’écriture de notre auteur a trop subi
l’influence des classiques allemands pour dénoncer
un romantisme qui soit spécifiquement espagnol. On y
apprécie une verve et un esprit ironique qui conviennent
à merveille à la satire de stemps actuels, qu’est sa comédie. Sommes-nous autre chose que des fantoches, dont le
destin tire les ficelles? (…)
Au Théâtre Inter-Nos de Bruxelles.
“Fantoches, comédie lyrique de Conrardo
del Campo, musique de Thomas Boras [sic]”,
Le Radio (20-1-1935)
Le théatre Inter-Nos poursuit victorieusement son programme artistique. Sa dernière representation vient de
remporter un succès largement mérité. L’affiche annonça
la création de “Fantoches”, l’œuvre lyrique espagnole
de Thomas Boras, traduite et entièrement réalisée et
mise en scène par Armand Crabbé, aidé du décorateur J.
Delattre. L’exécution musicale étalt dirigée par M. Franz
André, l’excellent chef d’orchestre de l’I. N. R. Nous
ne reprendons pas la description de l’action qui a été
publiée dans un de nos précédents numéros, mais tennos
à signaler lòpinion que M. Paul Tinel, critique musical, a
publiée dans le “Soir” au sujet de cette brillante interprétátion: “Le personnage du Titerero fut incarné par
M. Armand Crabbé, qui l’a créé, en langue espagnole, à
Madrid. Chaque interprétation de cet artiste fait apprécier davantage son style, son autorité scénique, son art
de la diction, sa comprehension des œuvres qui s’est, au
surpius, manifesté par une traduction rythmique qui a
gardé l’esprit de la piéce.
49
50
(16)
15
.
Bruselas: Salle de Concert du
Conservatoire de Bruxelles,
26 de enero de 1935
Director musical: François Gaillard
Intérpretes: Théâtre Inter-Nos. Anna Talifert,
Madeleine Farrère (Doneta), Georges Goda
(Lindísimo), Armand Crabbé (El Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: miembros de la Orquesta Mozart
Decorado: Jules Delattre
16.
Detalle del libreto que acompañó a la representación de Fantochines
en el Conservatorio de Bruselas (26 de enero de 1935).
51
“Fantochines en francés”, ABC (31-1-1935)
En el teatro Suter-nos [sic], de Bruselas se ha estrenado la deliciosa ópera de cámara de Tomás Borrás, con
música de Conrado del Campo Fantochines. La obra ha
sido traducida por Armand Crablé [sic] y sus intérpretes belgas lo fueron Mme. Talifert, del teatro Real de la
Moneda, y M. Georges Goda.
La segunda representación se dio en la sala del Conservatorio, para conocimiento de los alumnos y después se
ha seguido representando en los teatros de taquilla.
La prensa hace grandes elogios de Fantochines, calificándola de la más original y curiosa entre las modernas
óperas de cámara.
52
17.
Portada de la segunda edición del libreto de Fantochines, por
Augusto (Madrid, compañía Íbero-Americana de publicaciones,
1931).
(17)
53
54
(18)
16
.
Tournai: Théatre Communal,
14 de abril de 1935
Director musical: François Gaillard
Intérpretes: Théâtre Inter-Nos. Madeleine Farrère
(Doneta), Georges Goda (Lindísimo), Armand
Crabbé (Titerero / Doña Tía)
Instrumentistas: Bethune (violín), Rassaert
(violonchelo), A. d’Haene (piano).
Decorado: Jules Delattre
18.
Cartel que anuncia la representación de Fantochines en Tournai
(14 de abril de 1935).
55
“Le Théâtre Inter-Nos a Tournai” (20-1-1935)
(…) La soirée avait été réservée à deux créations Fantoche, comédie musicale espagnole en un acte et Noces
d’Or, idylle lyrique en trois tableaux (…). La première
oeuvre est une fantaisie originale parée d’une musique
délicieuse de Conrad [sic] del Campo, toute baignée de
soleil, dont la présentation au Conservatoire de Bruxelles en janvier dernier fut très appréciée. (…)
56
19.
Detalle del Studio “Inter-Nos” en Uccle-Bruselas, donde se
representó Fantochines en 1935. La sala tenía una capacidad
máxima de sesenta espectadores.
(19)
57
58
(20)
17
.
Malinas: Théatre Communal,
24 de abril de 1935
Director musical: Intérpretes: Théâtre Inter-Nos. Madeleine Farrère
(Doneta), Georges Goda (Lindísimo), Armand Crabbé
(Titerero, Doña Tía)
Instrumentistas: Willemot (violín), Rassaert
(violonchelo) y A. d’Haene (piano)
Decorado: Jules Delattre
20.
Detalle del libreto que acompañó a la representación de
Fantochines en Malinas (24 de abril de 1935).
59
Producciones históricas y críticas de Fantochines (1923-1935) [PDF].
Madrid, Departamento de Actividades Culturales de la Fundación Juan March,
2015 [Consulta: fecha de consulta].
Disponible en Web:
http://www.march.es/musica/detalle.aspx?p4=1001&l=1
Departamento de Actividades Culturales de la Fundación Juan March, con la
colaboración de Purita Echanove y Elena Horta.
Diseño y maquetación:
Dolores Iglesias
60
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