Deporte, dopaje y filosofía olímpica

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20" Jornadas 167-170,2006
Deporte, dopaje y filosofía olímpica
Voy a presentarles algunos aspectos distintos de lo habitual, cuando se habla de
deporte, hasta cierto punto por amenidad, y hasta otro punto porque creo que es
necesario. Todos los aquí presentes sabemos lo que es deporte. Es ejercicio físico,
son entrenamientos, es competición, es reglamentación, son resultados, son éxitos
y fracasos, es gloria e infierno, es riqueza y miseria.
Las raíces de la ambición deportiva
La ambición humana advirtió Maquiavelo no tiene límites. Por muy alto que
escale el horno sapiens, el narcisismo de su insaciable ego siempre le pide que
suba un poquito más para que el aplauso del público sea todavía mayor. Sin
embargo, no parece que este deseo de alcanzar las cumbres más elevadas del
poder y el prestigio social sea igual de intenso en todos los miembros de nuestra
especie. ¿Porqué algunos individuos muestran desde su adolescencia unas impresionantes ganas de comerse el mundo y hacerse un hueco en los libros de Historia,
mientras otros parecen más que satisfechos pasando de todo y alejándose del
mundanal ruido?
La revista Time acaba de dedicar su portada a las múltiples investigaciones científicas que, desde diferentes disciplinas, están intentando desvelar las claves biológicas, psicológicas, sociales y culturales que determinan el hambre de gloria que
caracteriza a nuestra especie. "La conciencia del prestigio es algo típicamente
humano", afirma el antropólogo estadounidense Edward Lowe. "No nos basta con
tener una casa y comida sobre la mesa. La gente siempre quiere más". Algo de
esto pasa con algunos atletas, sobre manera con los deportistas de élite.
Es muy probable que esta preocupación por el lugar que ocupamos en la pirámide social tenga raíces muy profundas en nuestro pasado evolutivo. Se sabe que
muchos animales establecen jerarquías muy claras desde su nacimiento. Los lobos,
por ejemplo, ya empiezan a dividirse entre alphas superiores y betas inferiores
cuando sólo son cachorros luchando por una buena posición para poder mamar la
leche de su madre.
Desde el principio, los alphas son más rápidos más curiosos y más celosos de su
espacio, suelen recorrer distancias más largas, tienen descendencia cada año y
viven hasta los 10 años. Los betas sin embargo, nunca se alejan del hogar, apenas
tienen crías y suelen morir antes de cumplir 4 años.
Entre los humanos, también es frecuente que en una misma familia algunos hermanos muestren desde muy pronto un claro espíritu emprendedor, mientras otros
prefieren tumbarse a la bartola. "En todas las sociedades humanas", explica el
antropólogo Lowe, "siempre hay algunas personas que luchan por alcanzar un
estatus alto de forma agresiva, y otros que muestran mucho menos interés en su
posición social". Estas variaciones de comportamiento, que suelen ser evidentes
incluso durante el periodo de la infancia, han llevado a los científicos a explorar el
peso potencial de la genética en el nivel de ambición que muestra cada individuo.
Algunos estudios realizados con gemelos idénticos que fueron separados al
nacer y se criaron en familias distintas han demostrado que sus perfiles psicológicos en este terreno muestran una similitud de entre un 0%y un 50%. Esto sugiere
que los genes tienen una influencia significativa en el grado de ambición que
muestra un individuo, pero que los factores ambientales también son cruciales
para entender este fenómeno emocional.
La influencia familiar
En primer lugar, la actitud de los progenitores hacia el rendimiento escolar y el
éxito social de sus hijos puede ser determinante a la hora de moldear una personalidad obsesionada con ser siempre el número uno. Los psicólogos consideran que
unos padres que marcan objetivos exigentes pero realistas para sus hijos, y aplauden sus triunfos sin humillarles por sus fracasos, proporcionan a sus hijos los nive-
les más altos de confianza en sí mismos. Esto ocurre en el ámbito deportivo casi
siempre. Tampoco debemos olvidar la tiranía de muchos padres para con sus hijos,
entrenadores y árbitros, en la competición deportiva, sobre manera en la etapa de
crecimiento físico e intelectual (infantil, juvenil ... )
Sin embargo, lo que es mucho más dificil de controlar, y quizá tenga un efecto
mayor, es la influencia de la clase social a la que pertenece una determinada familia. Los niños que se crían en un entorno de opulencia y privilegio tienen más riesgo de caer en la tentación de la pereza, mientras que los que experimentan el
extremo opuesto de la miseria tienen a resignarse con mucha mayor facilidad y a
tirar la toalla ante la falta de oportunidades. Excepto en los boxeadores.
La mayoría de los estudios que se han realizado en este terreno, por lo tanto,
Sugieren que generalmente son las clases medias las que producen los individuos
más ambiciosos, ya que su situación socioeconómica es la que más "ansiedad de
estatus" produce. Es decir, los que están en el medio son los que se encuentran en
una situación de seguridad relativa que les ofrece oportunidades para crecer, pero
siempre bajo la amenaza de que podrían perderlo todo en cualquier momento.
Psicológicamente, esta situación es como una espuela constante que obliga a los
individuos a luchar como mínimo por mantener su lugar en la pirámide, o para
escalar más arriba.
En definitiva, la ambición es, como tantos aspectos de la personalidad, el resultado de una lotería vital en la que entran en juego los genes, la familia y las circunstancias socioeconómicas de cada individuo. Estos hechos podrían ser las raíces de la ambición deportiva.
Deportistas de élite, cuerpos de dolor
El deporte de élite es la antítesis de la salud. Constantes lesiones, aceleración
del proceso de envejecimiento, estrés, incapacidades y minusvalías, drogadicción,
alcoholismo, desorientación y frustración, son algunas de las secuelas que padecen muchos de esos super hombres y mujeres admirados por todos.
Es el pacto con el diablo: vender el cuerpo y la mente a cambio de la victoria.
"Desde hace ocho años, no paso un solo día sin dolores. Tengo las rodillas, los
tobillos y la espalda destrozados y sé que son las secuelas del deporte de élite, de
exprimir la máquina del cuerpo más allá de sus posibilidades; pero a pesar de
todo, lo volvería a repetir". Así resume Juan Antonio San Epifanio, Epi, las consecuencias de su entrega al baloncesto durante dos décadas.
El portador de la antorcha olímpica en los Juegos de Barcelona es un hombre
muy castigado por las lesiones. "Desde que cumplí los 30, me levanto cada
mañana con dolores. Sé que jamás pasaré un día sin ellos". Tiene destrozados los
tobillos, operadas las rodillas, la cabeza llena de cicatrices, bursitis en los codos y
problemas de espalda y columna cervical. "Mientras estás jugando no eres consciente de los excesos que cometes, pero cuando te retiras, te toca pagarlos". En
1990, Epi estuvo dos meses jugando con una rodilla gravemente lesionada, ni
siquiera podía entrenar, sólo iba a los partidos. Los médicos le dijeron que debía
operarse, pero esperó a que terminara la Liga. "Yo sabía que el equipo me necesitaba y no entré en el quirófano hasta el día siguiente de ser campeones. Te acostumbras a jugar con dolores, vendado, inyectado para paliar el daño, y aprendes
que sin espíritu de sacrificio no se llega a nada". Se levantaba de la cama agotado, nunca tuvo un mes de vacaciones ni un fin de semana libre, y en algún
momento llegó a plantearse abandonar el baloncesto. En esos momentos es
cuando "la mente debe estar muy preparada para superar las lesiones y hacer
frente al golpe de la derrota. Cuando ganas, simplemente sientes que has cumplido con tu deber, pero cuando pierdes, la decepción es tremenda porque no estás
preparado", asegura el ex internacional.
El caso de Epi no es único. Todos los deportistas de primera categoría han tenido que aprender a convivir con el dolor.
XX JORNADAS CANARIAS DE TRAUMATOLOGIA Y CIRUGIA ORTOPEDICA
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© Del documento,los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,2011.
DR. M. VITORIA ORTIZ
Catedrático de Medicina de la Educación Física y el Deporte de la Universidad del País Vasco (UPVIEHU)
DR. M. VITORIA ORTIZ
El fútbol, violenta tradición
Hace tiempo que en los campos de futbol alguien decidió cambiar la rugiente
calderilla sintáctica por acciones más gruesas. Hace tiempo que en política sucedió
algo parecido y ahora lo que se cotiza no es la intensidad de la oratoria, la estructura del discurso ni su dardo reflexivo, sino la profundidad de tiro de un insulto, el
feo tirabuzón de una amenaza. En esta dirección vamos componiendo el puzzle de
una posmodernidad que alberga entre sus hábitos la crueldad flamígera del toro
embolao y el foiclore de torturar a los mendigos en los cajeros automáticos, algo
así como el germen de una nueva gramática parda que tienen en los estadios sus
réplicas trogloditas.
En algunos campos de futbol alguien suelta una liebre infartada en el descanso,
o una gallina sin norte, o premia al personal festivo con el lanzamiento de una
cabeza de cerdo, asumiendo maneras de un Corleone hispano. Tal es el atrezzo
inaudito de una parte de la hinchada, elementos absurdos que no le valdrían a
Lautréamont (mágico conciliador de elementos opuestos) ni para improvisar un
salivazo.
Convertidos los estadios en vertederos de una quincalla lingüística que cae
desde la grada en forma de flato, ahora faltaba que los habituales probasen otras
extensiones de su cretinismo y las monedas de canto fuesen la nueva artillería de
sus hondas, la munición sólida de ese rebuzno que les unge la testa como un gregoriano cultural.
La última diana de estas prácticas de tiro (versión alevín de lanzamiento de
azada), ha sido el auxiliar del Valencia Deportivo, Vicente Egido Rozas, en Mestal la.
Algún ballestero de la estupidez le abrió la ceja con un euro, haciéndole una flor de
sangre que cuando salió del campo iba ya algo crecida. El árbitro Megia Dávila suspendió el encuentro y la hinchada a la calle.
Cada año, más o menos, alguien se descuelga con el asunto de la violencia en el
deporte como naipe comodín. Y entonces se emprende un diálogo con fecha de
caducidad donde las palabras se enjaezan, hacen sonar un par de días su campanilleo hueco y de nuevo a lo nuestro. Es una tradición indispensable.
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Como acabamos de ver, desgraciadamente, la violencia en el fútbol es ya una
tradición estable. Y las tradiciones normalizan lo que se propongan. La Inquisición
llegó a ser tradición también. A veces, alterando a Cocteau, entiendo que el fútbol
es imprescindible, pero no sé para qué. Será tradición.
El doping no solamente es algo ilícito en el
mundo del deporte sino tamllién un hecho
cultural de hábito
Por doping se entiende el uso de sustancias capaces de aumentar la eficacia
atlética. Sus comienzos pueden situarse con la aparición de la "bomba", a base de
simpatina, que se. utilizó para drogar a los caballos con el fin de que consiguieran
mejores rendimientos, otorgando así toda la ventaja a los apostadores sin escrúpulos. El resultado final han sido los esteróides anabolizantes o "píldoras de Rainbo",
que hipertrofian a los músculos, produciendo secundariamente agitación, excitación, delirios, impotencia y hasta tumores. En el deporte su empleo es ilegal y para
la salud del deportista es un peligro, por lo cual, el doping está prohibido.
Pero el doping no sólo es un hecho deportivo o farmacológico: es también un
fenómeno de costumbre. El uso de sustancias prohibidas está bastante difundido
entre la población deportiva, la cual no puede ser aislable en un mundo en el que,
hoy en día, casi todos hacen deporte a cualquier edad y a distintos niveles. El
mundo está decididamente "Aogado": no se puede definir de otra manera a una
sociedad que bebe, fuma, toma pastillas, se "mantiene" con café, fitting, dietas, etc.
Hoy en día. estamos rodeados de enfermos con pace maker (marcapasos), cardiópatas compensados, parejas estériles con hijos, nefropáticos hemodializados, infartados revitalizados, por bypass, etc. Si pensamos. un momento, y comparamos la
vida con una maratón metafórica,. poniendo los años en lugar de los kilómetros,
todas estas conquistas excepcionales de la ciencia aplicada a algunos "inaratonianos" de la vida, acaso no son doping?; entonces, con plena conciencia ¿nos sentimos verdaderamente obligados a colocar la cruz sobre el atleta que, viviendo en
"este" mundo y respirando "este" aire perfumado por la ciencia, ciencia ficción y
milagrismo, pide ayuda a la misma ciencia no para sobrevivir, sino con la esperanza de vivir, aunque sea a lo mejor solamente un día, como un campeón?
Es, sobre todo, un problema cultural. El muchacho que va a correr la carrera del
colegio, que influye en la nota de educación física, ve como su madre, preocupada,
le suministra en el desayuno una "dosis" doble de alimento. ¿Qué puede pensar?
Que si dos huevos, bajo el punto indiscutible de su madre pueden hacerle alcanzar
el aprobado, quizá cuatro huevos, ocho o diez, consigan darle la victoria.
El atleta se prepara para la competición con entrenamientos específicos, o sea,
orientados al perfeccionamiento del gesto atlético que le demanda su disciplina
deportiva, así como con entrenamientos no específicos que se ocupan de sus músculos y su circulación. Y, también> de otras y diferentes áreas de su vida, como son
[a alimentación, la sexualidad, los ritmos de sueño y vigilia ... Todo esto es justo,
pero genera prejuicios peligrosos: el atleta percibe que para vencer son necesarios
demasiados factores favorables. La "mala hierba" del doping crece precisamente
bajo esta especie de bosque de suposiciones; todas con un sello propio de validez;
el problema nace cuando 9ste sello sufre una inflación de manera fantasmagórica e
irracional.
La irracionalidad del doping va mucho más allá. de la traición al. mensaje olímpico de "que venza el mejor". El canadiense Ben Jonson venció los 100 metros en
las últimas Olimpiadas de Seúl con un tiempo que parece irreal; pero fue descalificado, perdiendo la medalla de oro, cuando los análisis demostraron que estaba
"drogado". Escándalo. Pero, ¿quién sabe cuántos otros se. han "dopado" como él y
no han ganado nada? ¿Ganaría Ben Jonson o el doping? Haría falta probar lo contrario: ¿cómo acabaría el presunto mito del doping si Ben venciera incluso después
de, meses de abstinencia controlada?
El doping es, sobre todo, una mentalidad que se puede y se tiene que cambiar
para que el esfuerzo sea conjunto, para que el impulso parta de la base más que de
cualquier opinión leader, para que ya desde el colegio y desde la familia, se ridiculice el doping y sea excluido, a priori, para que se le quite la máscara de sedicente y
seductor pasaporte para la gloria y devolverlo a su definición exacta: un trueque
entre la propia salud y la propia imagen; para que se le quite la perniciosa fascinación de lo prohibido.
Puede ser dificil, pero es posible; a lo mejor incluso utilizando instrumentos propios de la psicología científica, como el mental training: sistema que ayuda al atleta a
concentrarse, relajarse, programarse de la mejor manera posible, liberarse de la
ansiedad y poder hacer del deporte un factor de superación, es decir, de maduración.
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Quino Ruiz, Campeón de Europa y subcampeón del mundo de judo, cuenta que
"muchas veces estás entrenando con cuatro o cinco dolores brutales, pero cuanto
más te duele, más estímulo sientes para continuar. El deporte de é/ite te deforma
porque vives para ganar, pero no lo tenemos en cuenta. No me hubiera importado
que me quitaran diez años de vida a cambio del título de campeón del mundo ". El
judo, uno de los deportes de competición más duros, provoca lesiones en las rodillas, luxaciones claviculares a causa de las malas caídas, entorsis de tobillos y roturas capsulares de las falanges de los dedos, por agarrar el quimono del oponente.
En el judo, al igual que en el boxeo y demás deportes en los que hay que dar un
peso determinado, se suma la "presión" de los kilos. "Yo he visto a un compañero
bajar cinco kilos en una noche o engordar nueve en un día para estar apunto en la
báscula antes de la competición". En 1993, tras quedar campeón de España, una
lesión en la rodilla (rotura total del ligamento cruzado anterior) y la tenacidad de un
médico que le obligó a operarse, le impidieron revalidar su título de subcampeón
del mundo. "Me caían unos lagrimones tremendos por no poder competir, pero
gracias a aquella decisión, hoy puedo seguir en la brecha".
El deporte es la antítesis de la salud, porque somete al organismo a una serie de
esfuerzos para los que no ha sido creado. Los entrenamientos tan intensos que se
realizan no permiten la recuperación del organismo. En las pretemporadas de
determinados deportes, cuando los profesionales tienen que cargar baterías, se llegan a realizar dos y tres sesiones de entrenamiento cada día, lo que provoca un
elevado número de lesiones, ya que ni el aparato cardiorrespiratorio ni el osteomuscular tienen tiempo de recuperarse. La preparación física es demasiado intensa
y no se respeta el descanso, lo que incide en el descenso del rendimiento de los
deportistas de élite.
Para muchos médicos deportivos, la alta competición provoca un envejecimiento prematuro, debido al gran desgaste al que se someten los músculos, los huesos
y el aparato cardiorrespiratorio, y a las múltiples oxidaciones que liberan los radicales libres y que tienen una relación directa con la enfermedad y el cáncer. Es previsible que la intensidad y la frecuencia de los entrenamientos de élite provoquen
futuros problemas metabólicos y je envejecimiento, pero será el tiempo el que lo
demuestre.
La aceleración del gasto físico conlleva también una disminución de la actividad
cerebral: aparecen problemas de motivación y de memoria, lo que a su vez repercute negativamente en los resultados físicos.
¿Por qué todas las escuelas de psicología
condenan el doping?
El psicoanalista Petacchi, al oír a un ciclista decirle que: "hoy en día, con tal de
vencer una etapa volante, mataría a mi padre y a mi madre", concluyó que la
expresión no es tan exagerada como en principio parece si se hace referencia a las
figuras paternas que cada hombre tiene dentro de su propio Super Yo freudiano. El
deber, la moral, los valores: éste es "el contenido" del Super Yo. Contra el cual, el
~ contenido infantil y animal del inconsciente está. en lucha continua, sobre todo en
las personalidades neuróticas conflictivas y acomplejadas, donde el principio de
placer y el de la realidad se superponen sin tregua.
El doping es un "Pacto con el diablo" al que se recurre para sobrepasar al padre
y a todo lo que el padre representa. Los riesgos son el autocastigo catártico del
sentido de culpa por haberse atrevido a tanto. Petacchi lo llama "sadismo
estúpido".
Soavi, otro psicoanalista, habla de Lucifer y de. los Ángeles: los fantasmas del
doping evocan conflictos infantiles y ancestrales; el intento de "robar la victoria"
lleva a problemas edípicos no solucionados y de rivalidad fraterna como recuerda.
el jungiano Carotenuto a ese odio eterno que sienten los débiles hacia los fuertes,
que ha sido la raíz de todas las guerras y las. revoluciones, de la historia. Esto. bastaría para traducir las motivaciones al doping en una confesión de rabiosa inferioridad.
Carotenuto explica también por qué el doping ha sido condenado no sólo por
los médicos y los moralistas sino también por la opinión pública. El entusiasmo por
el deporte, incluido el que siente el simple espectador, deriva del hecho .de que el
aplauso al campeón contiene el júbilo de notar que en el mundo existe todavía un
sitio donde no es posible engañar; no existen recomendaciones para saltar más
alto que los demás o para correr más veloz. Bajo este punto de vista el doping es
un engaño, una ofensa, un atentado al anhelo colectivo hacia un mundo limpio y
un deporte puro.
Desde el punto de vista de la óptica transaccional, Moiso piensa que el equívoco
del doping nace del hecho de que en la competitividad de hoy en día se pone el
énfasis sobre la superación del, adversario más que sobre la diversión y la puesta a
prueba de uno mismo.
El rogersiano Zucconi evidencia en los atletas una "personalidad con riesgo"
causada por el mensaje implícito (a lo mejor no tanto) emitido por la familia y por
el entrenador, para los que "si vences eres amado, si pierdes eres tonto y malo ".
La logoterapia adopta posiciones semejantes y el "mensaje" que conduce fueradel c~mino sería: "si vences te quedarás satisfecho, si pierdes estarás desesperado". Exito y satisfacción no son sinónimos; el significado que hay que dar a la propia vida es, y debe ser, para, un hombre que quiera ser digno de tal nombre mucho
más que el, a pesar de todo, legítimo pero temporal y parcial objetivo de una victoria.
Para el adieriano Kosovof el fenómeno doping es el fruto de una cultura hipercompetitiva, cuya bonificación requeriría una dirección social de amplio espectro.
Por el momento sólo queda intervenir psicoterapéuticamente sobre los habitués
del doping para restablecer el equilibrio existencial en personalidades problemáticas. Para Prunelli, perteneciente a la misma escuela, el doping es dependencia
autolesión, abdicación de la autodeterminación; es decir "sentir, que no se es" es 1
a mortificación del cuerpo. Si el doping puede hacer algo, mucho más puede hacer
la autoestima, el esfuerzo, el conocimiento de las propias posibilidades.
Según la sociología avanzada, el doping es parte integrante de un nuevo modo
de vivir el deporte, entendido como búsqueda exasperada de la afirmación y de
una imagen vencedora.
Reda, exponente de la escuela cognitivo comportamental, cree que al doping
recurre el atleta incapaz de analizar y gestionar sus propias emociones y factores
cognitivos (pensamientos, imágenes, expectativas, diálogos internos) conectados
con ellos, es decir, incapaz de reflejarse, compararse, ponerse en discusión y por
tanto obligado a encomendarse a otras ayudas emotivas. Por tanto, la mejor prevención del doping sería un tratamiento psicoterapéutico que favorezca el desarrollo del sujeto.
Limitándose a atletas pertenecientes a deportes de equipo, Kosovof ve al
doping, bajo el punto de vista de la escuela relacional, como un instrumento al que
recurrir cuando el sujeto se ve incapaz de realizar de otro modo una relación gratificante con los demás componentes del grupo: compañeros, dirigentes o público.
En la óptica biogenética, Víctor Luca Traetta considera el doping como efímero
artificio para compensar la incapacidad de aceptación de la realidad y tener los pies
en el suelo (grounding): el que se "dopa" firma una rendición más que una confesión de impotencia.
"Uno es si tiene". Para Luca Donadío, psicoterapeuta gestaltanalítico, ésta es la
fórmula que abre las puertas del doping .. Por el bienestar se busca en la aceptación
de los propios límites y en el contacto con las propias emociones más que en la
conquista, a cualquier precio (incluido doping). de un éxito que dé prestigio. Uno
"es" si es él mismo, si se realiza según las propias posibilidades naturales, sin subterfugios. El que se droga se engaña a sí mismo antes que a los adversarios y a los
jueces.
La prestación agonística es un estrés, como lo es el entrenamiento. "Reacción de
estrés" significa adaptación fisiológica, participación del sistema neuropsico-endocrinológico en su totalidad. El doping es, incluso, contraproducente por cuanto que
bloquea el proceso de conclicionamiento natural y de adaptación al máximo
esfuerzo.
Inmadurez y neurosis
La conclusión es verdaderamente poco gratificante para los consumidores de
sustancias con cualidad de doping. Parece que pueden ser clasificados sólo en dos
categorías: o son inmaduros o son neuróticos. En cualquier caso, son personalidades trastornadas, privadas de un óptimo equilibrio psíquico. La sugerencia que
hacemos para todos ellos es la de la ayuda psicológica, muy cercana a los niveles
de la propia psicoterapia.
Las presuntivas razones sociales y económicas del doping son secundarias y no
determinantes, son excusas cómodas, totalmente injustificadas, como son por
ejemplo, las monstruosas deformaciones musculares de les culturistas, cuya gloria
no produce millones sino sólo, para ellos, la exaltación de un vano narcisismo y,
para quien los ve, un sentimiento de piedad conmiserativa.
Rodando sobre las cenizas de Heras
Hace un mes fui invitado a la Challenge de Mallorca para hablar del dopaje en el
ciclismo. Reconozco que era dificil mi misión, pero mi deber era asistir y exponer
doctrina en un ambiente hasta cierto punto hostil y dificil. Expuse con toda crudeza
la realidad actual y la que viene con la aprobación de la nueva ley en España. Me
escuchó el que quiso, que fue la mayoría y aprovecho para presentaros algunos
aspectos del ambiente.
A mediodía, a dos pasos de la playa de Magaluf, hay un funeral. Ante los participantes de la Challenge de Mallorca pasan las cenizas de Heras, el ciclista que hasta
el miércoles había ganado cuatro ediciones de la Vuelta y que sólo conserva tres.
La cuarta se la ha quitado un test antidopaje emborronado con EPO. Cenizas sobre
su carrera deportiva. En febrero, el cielo azul de Mallorca es táctil, parece que se
pude palpar. El enjambre de turistas que pisan la isla con sandalias y calcetines a
media asta disfruta de los dos productos regionales: sol y playa. Para los otros ocupantes de Magaluf los ciclistas, era día de entierro. A soplar sobre las cenizas del
compañero caído. Es un gremio manso Siempre pedalea. Caiga quien caiga. Hacia
delante, pendiente sólo de la rueda del que le precede, sin girarse ante el estruendo de un deporte en derribo.
Es Freire, un campeón del mundo con voz y criterio, el que da la visión del proletariado: "Siempre" se "la carga el corredor". Apunta al entorno. "Es una exageración sancionar con dos años a un ciclista, sobre todo si lo comparamos con lo que
ocurre en otros deportes". Su compañero Horrillo recita un argumento paralelo:
"No sé si toda la responsabilidad es del corredor ". Con todo, el vizcaíno del
Rabobank enfoca hacia la normativa: "Todos sabemos que está ahí y que te pueden
caer dos años".
El ciclismo está en fase de eclipse. Tapado por la yuxtaposición de escándalos.
Juan Fernández, director del Phonalk también se aferra al reglamento: "Es duro,
pero hay que cumplirlo". Al tiempo, sale en defensa de Heras: "Siempre ha tenido
una conducta intachable, ha creado afición a este deporte". Era un campeón y
ahora es un olvidado. Sobre la salida de la última jornada de la Challange aletea
una pregunta recurrente: ¿Hay solución? Fernández lanza la suya: "Depende de los
directores y los médicos. Tiene que haber un control estricto y, al corredor que
supere los límites hay que apartarlo ".Es una teoría. La realidad, mientras tanto, va
mutilando dorsales.
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Deporte, dopaje y filosofia olímpica
DR. M. VITORIA ORTIZ
La filosofía olímpica
Pierre de Fredy, Barón de Coubertin (1863 1937). fue el humanista francés que
propuso el restablecimiento de los Juegos Olímpicos. Su propósito lo consiguió el
23 de junio de 1894, dentro del histórico Congreso sobre Deportes desarrollado, en
la Universidad de la Sorbona. Se constituyó el Comité Olímpico Internacional y los
primeros Juegos Olímpicos de la. época moderna tuvieron lugar, en Atenas, en la
primavera de 1896.
La base filosófica propuesta por Pierre de. Coubertin tiene su fundamento en la
cultura, la democracia y el humanismo que utiliza el deporte como correa transmisora de sus ideales, persiguiendo como postulados básicos de acción, la mejora
.psicofisica del ser humano por la práctica deportiva, el perfeccionamiento de las
relaciones internacionales, procurando un mundo mejor y. más pacífico, convocando para ello, de forma natural y cuadrienal, a la gran fiesta de la juventud del
mundo que son los Juegos Olímpicos.
Los Juegos de Olimpia tuvieron en sus mejores épocas, una esencia eminentemente religiosa y litúrgica .. tratando con ellos de honrar al gran dios nacional Zeus,
padre de dioses y hombres y patrón del Santuario. Dentro del rico bagaje cultural
que Grecia legó a Occidente se incluye el deporte, que ellos concibieron como una
confrontación incruenta y enriquecedora por la que se glorifica al vencedor y a la
vez se consideraba y respetaba al vencido, sobre todo cuando ha luchado noblemente.
La doctrina filosófica de Pi erre de Fredy es el Olimpismo. Desde sus temblorosos
e inciertos inicios ha pasado a ser considerado como la potencia sociológica más
fuerte del siglo XXI. Es, sin duda, la fuerza penetrante capaz de convocar cada cuatro años puntualmente a deportistas de diferentes razas, sistemas políticos, religio-
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nes y lenguas. Todos tienen en común competir con nobleza bajo la bandera de los
cinco aros olímpicos. No hay en el mundo ninguna otra actividad científica, filosófica, cultural o política que sea capaz de aglutinar a tan número de adeptos.
El juramento olímpico
En la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos, todos hemos contemplado emocionados cómo un atleta representativo del país organizador proclama el juramento olímpico que afecta a todos los participantes en los Juegos. El
texto es el siguiente:
En nombre dé todos los competidores prometo que participaremos en estos
Juegos Olímpicos respetando y cumpliendo sus reglamentos con autentico
espfritu deportivo, para mayor gloria del deporte y honor
de nuestros países.
Doctrina olímpica
Entre las catorce mil páginas impresas que se distribuyen entre libros, folletos y
artículos, Pierre de Eredy legó a la posteridad su pensamiento y sus ideas. Sirvan
brevemente algunas de estas frases que hablan de cultura, de historia del
Olimpismo, de pedagogía, del deporte y de la educación.
El Olimpismo es una gran maquinaria silenciosa, cuyas ruedas no rechinan y
cuyo movimiento no cesa nunca, a pesar de los puñados de arena que algunos lanzan contra ella, con tanta perseverancia como falta de éxito, para tratar de impedir
su funcionamiento. (1920)
Durante mucho tiempo el atletismo renovado del siglo XIX, no ha sido más que
el pasatiempo de una juventud rica y semiociosa. Nuestro Comité ha luchado más
que nadie para hacer de él el placer habitual de los jóvenes de la pequeña burguesía y ahora debe hacerse completamente accesible al adolescente proletario. Todos
los deportes para todos. (1919)
"Mens fervida in corpore lacertoso ": un espíritu ardiente en un cuerpo bien
entrenado (1911). Parodiando el lema del poeta latino Juvenal (siglo 11.) 'Mens sana
in corpore sano" Coubertin le da una nueva variante a la máxima y trata de expresar con la nueva versión semántica el equilibrio psicojisico y pujante del atleta bien
preparado.
El Olimpismo pertenece a la historia. Celebrar los Juegos Olímpicos es reclamar
la historia. (1915)
La educación atlética ejerce por lo menos idéntica acción sobre la moral que
sobre lo físico ... y si por un lado desarrolla los músculos, también forma el carácter
y la voluntad; en una palabra: produce hombres (1889). La indispensable necesidad
de la cultura física y la cultura del carácter, no excluye lafbrmación de la inteligencia ni de la sensibilidad. Se trata de un todo armonioso.
Bilbao, febrero 2006.
XX JORNADAS CANARIAS DE TRAUMATOLOGIA Y CIRUGIA ORTOPEDICA
© Del documento,los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria,2011.
Hay más teorías. La de Martín Perdiguero, por ejemplo: "La vida es libre. Cada
uno debe hacer lo que quiera. Estoy en contra de todas las sanciones y de una
sociedad tan hipócrita. Alfinal, todo lo pagamos los ciclistas". Tiene el corredor
madrileño una visión del ciclismo más cercana al espectáculo que a la esencia del
deporte: "El que quiera espectáculo que ponga los documentales de La 2". Según
Perdiguero, la opinión pública quiere asistir al circo romano: subidas como el
Angliru etapas maratonianas, sufrimiento ..., y además, emoción, luchas, alternativas Osea, espectáculo. Pero luego, cuando se descubre que alguien ha recurrido a
la farmacia, se le da la espalda.
Es cierta la presencia de esta hipocresía. Sin embargo, permitir la "barra libre"
en aras del espectáculo convertiría a un deporte legendario en una versión sobre
ruedas de esa lucha libre americana en la que varios colosos hormonados simulan
combates a muerte.
"Lo peor -defiende Gregario Moreno, presidente de la asociación de organizadores espafroles- es que todos los procesos por dopaje se alargan en el tiempo.
Hay que zanjarlos cuanto antes, sin que ocupen durante meses páginas en los
periódicos". El positivo de Heras, por ejemplo .. nació en un control del 17 de septiembre. Aún dura, pendiente de un recurso. del corredor. Mientras, sus cenizas
vuelan por el aire de la salida. Sus compañeros ponen los músculos al ralentí. Toca
etapa. Ellos pedalean hacia delante, el ciclismo, hacia atrás.
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