número completo

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Youkali: revista crítica de las artes y el pensamiento
nº 17, diciembre de 2014
revista semestral en formato electrónico
para encontrarla: www.youkali.net
edita: tierradenadie ediciones, S.L.
I.S.S.N.: 1885-477X
las afirmaciones, las opiniones y los análisis que se encontrarán en el presente
número de Youkali, son responsabilidad de sus autores.
© los autores
(copyleft, salvo indicación en otro sentido)
coordinación: Montserrat Galcerán Huguet y Matías Escalera Cordero
participan en el número: Emmanuel Rodríguez, Francisco Déniz, Juan Cruz
López, Nerea Fillat, Matías Escalera Cordero, J.S. de Monfort, Maite Aldaz,
Mario Espinoza Pino, Montserrat Galcerán Huguel, Alberto García-Teresa,
Gerardo Fernández Bustos, Verónica Gago, Diego Sztulwark, Diego Picotto,
Javier Ugarte, Israel Sánchez, Juan Antonio Hormigón, Mª Ángeles Maeso,
Francisco Álamo Felices, Fernando Barbero Carrasco, AIvo Maldonado, Luis
Luna y Jacobo Muñoz.
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 2
maquetación: tallerV
portada y contraportada: Maite Aldaz (la imagen de la portada ha sido tomada de Guanyem Barcelona)
Las imágenes que salpican las páginas de este número de Youkali han sido tratadas a
partir de una copia digitalizada de Tout le monde n’a pas eu la chance d’avoir des
parents communistes, de Jean-Jacques Zilbermann.
Í N D I C E
Breve editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
pág.
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Municipalismo:
- Emmanuel Rodríguez: De los ayuntamientos democráticos
al municipalismo democrático . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Francisco Déniz: Sí se puede. Y se debe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Juan Cruz López: Asaltados o asaltantes: municipalismo y
movimientos sociales en la coyuntura electoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Nerea Fillat: entrevista a Victor Rubio, parlamentario de EH-Bildu,
sobre su experiencia en política municipal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Montserrat Galcerán Huguet: Nota sobre La apuesta municipalista. La democracia
empieza por lo cercano, del Observatorio Metropolitano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Miscelánea:
- Gerardo Fernández Bustos:
Utopía y teleología en Tomás Moro y Nicolás Maquiavelo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Verónica Gago, Diego Sztulwark y Diego Picotto:
El intelectual orgánico o el cartógrafo (o ¿cómo discutimos el impasse de lo político
radical en un frente común contra el neoliberalismo?) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Javier Ugarte:
Del cociente intelectual a los informes PISA,
o cómo culpar a los humildes de sus fracasos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Matías Escalera Cordero:
Izquierda, nación e identidad: consideraciones
sobre el proceso soberanista en Cataluña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Israel Sánchez:
Agamia: relaciones sexosentimentales para indignadxs . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Inter(w)express... Juan Antonio Hormigón: Ocho (8) respuestas
rápidas para ocho (8) preguntas clave (cuestionario de la redacción) . . . . . . . . . . . . . . . .
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Elementos de producción crítica
- •Mª Ángeles Maeso:
Poetisas: rebeldes o sumisas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- CARPETA:
Puerta América / Poesía 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Un clásico, un regalo
- ¿Qué es el marxismo)
de Jacobo Muñoz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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- Reseña de El tiempo cifrado, alumbramiento y transición,
de Matías Escalera Cordero, por Francisco Álamo Felices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Una sinfonía llena de preguntas sin respuesta, reseña de Un mundo lleno de
canciones de amor espantosas , de Rafael Calero Palma
por Fernando Barbero Carrasco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Reseña de Una lectura política de Oxford 7,
de Pablo Tusset, por Alberto García-Teresa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Reseña de Antología de poetas hermafroditas,
de Carlos Aguasaco, por Luis Luna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Historia de tres, reseña de Tan lejos de Dios,a
de Roxana Popelka, por J.S. De Montfort . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
- Noticia (y acuse de recibo) de obras de Alicia Es. Martínez, Conrado Santamaría,
Manuel Márquez, Virginia Villaplana, Jorge Maíz, Jorge Brunete,
Antonio Orihuela y David G. Arístegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
página 3
Análisis de efectos / Reseñas
BREVE EDITORIAL
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En este final de este año clave en muchos aspectos para el devenir de la crisis y de los procesos sociales y
políticos en marcha, presentamos este décimo septo número de nuestra revista semestral YOUKALI.
Lo inicia un bloque temático homogéneo, como viene siendo costumbre en nosotros, de cuatro artículos y una entrevista en torno al fenómeno del municipalismo en sus diversas vertientes política, social,
práctica y electoral.
A continuación, en nuestra sección Miscelánea, incluimos cinco artículos de temática diversa, pero igualmente interesante, que van del concepto de la agamia, como alternativa sexo-sentimental crítica, las utopías
clásicas, la práctica política radical, un análisis en profundidad del informe PISA, y una directa interpelación a la izquierda catalana respecto a su papel en el actual proceso soberanista. Todo ello junto con nuestro habitual cuestionario Inter(w)express, esta vez, dirigido a uno de los intelectuales y activistas culturales
más lúcidos de nuestra dramaturgia, Juan Antonio Hormigón.
En Elementos de Producción crítica, ofrecemos el artículo de Mª Ángeles Maeso, “Poetisas: rebeldes o
sumisas” y la cuarta entrega de la carpeta “Puerta América/ Poesía”, a cargo, en este número, de Ivo
Maldonado.
En Análisis de sentidos/reseñas, tenemos la de Francisco Álamo Felices sobre la novela El tiempo cifrado,
alumbramiento y transición, de Matías Escalera Cordero. Y de Fernando Barbero Carrasco sobre Un mundo
lleno de canciones de amor espantosas, de Rafael Calero Palma; de Alberto García-Teresa sobre Oxford 7, de
Pablo Tusset; de Luis Luna, sobre Antología de poetas hermafroditas, de Carlos Aguasaco; de J.S. De Montfort,
sobre Tan lejos de Dios, de Roxana Popelka.
Amén de la sección Noticias y acuse de recibo, en donde se da cuenta de ocho títulos, que van de la poesía a la novela, pasando por el ensayo y la experimentación literaria.
Para terminar con Un clásico, un regalo; en esta ocasión el texto de Jacobo Muñoz, ¿Qué es el marxismo?
En fin que quien se aburra de fiestas familiares y de felicitaciones del nuevo año aquí tiene material de
sobra para abstraerse y refugiarse del bullicio mundo durante una buena temporada.
Sea como sea, os deseamos, desde Tierradenadie Ediciones, un feliz año 2015, a todos, a nuestros desinteresados colaboradores, a nuestros amigos y a nuestros fieles lectores.
Una nota final: mientras terminábamos la composición de este número de YOUKALI, ha fallecido una
amiga imprescindible: Salomé Ramírez. Muchas gracias, Salomé, por haber sido como fuiste.
Tierradenadie ediciones
Ciempozuelos
Diciembre de 2014
La Constitución garantiza la autonomía de los
municipios. Estos gozarán de personalidad
jurídica plena. Su gobierno y administración
corresponde a sus respectivos Ayuntamientos,
integrados por los Alcaldes y los Concejales.
Los Concejales serán elegidos por los vecinos
del municipio mediante sufragio universal,
igual, libre, directo y secreto, en la forma
establecida por la ley. Los Alcaldes serán elegidos por los Concejales o por los vecinos. La ley
regulará las condiciones en las que proceda el
régimen del concejo abierto
Con estas palabras se despachaba el art. 140 del borrador final de la Constitución de 1978. Se recogía así
el principio de autonomía municipal, se establecía la
elección directa de concejales, se recuperaba a la figura histórica del concejo abierto, y en los dos artículos
siguientes se permitía la asociación entre municipios
(las mancomunidades) al tiempo que se proclamaba
la necesidad de que las haciendas locales tuvieran
una provisión financiera suficiente.
Al menos sobre el papel, la Constitución recogía
algunos de los elementos que habían sido consustanciales a las tradiciones democráticas del país —el federalismo, el republicanismo y el anarquismo— y que
MUNICIPALISMO
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La Constitución y los ayuntamientos democráticos
hacían del municipio y de su autonomía la piedra
angular de la vida cívica. Ciertamente se trataba de
un reconocimiento tangencial, marginal, limitado,
que quedaba relegado a un par de artículos. Baste
decir que el reglamento que reguló las administraciones locales, la Ley de Bases del Régimen Local se
retrasó todavía siete años, hasta 1985, prueba quizás
de lo poco que importaban los municipios en la
nueva democracia española.
Las primeras elecciones municipales se celebraron, sin embargo, casi inmediatamente después
del referéndum de la Constitución de diciembre de
1978. Se convocaron para abril de 1979, pasado un
mes de que se celebraran las primeras elecciones generales bajo mandato constitucional. Por ellas los ciudadanos fueron llamados a elegir concejales y
alcaldes, a elegir lo que en la época recibió el nombre
de «ayuntamientos democráticos». Si descontamos
los simulacros pleibiscitarios de las Cortes franquistas, había que retrotraerse a abril del '33 o enero del
'34 en Cataluña para recordar unas elecciones municipales libres. En 1933 las izquierdas, republicanas y
obreras, obtuvieron una abrumadora mayoría en casi
todas las capitales de provincia. Sólo el medio rural,
y apenas el de la franja norte y centro del país, quedó
para los partidos conservadores.
Aparentemente y a juzgar por el conteo de los
votos, las elecciones de 1979 fueron casi una repetición de las de 1933. El PSOE obtuvo cerca del 30 % de
los votos, casi lo mismo que la UCD. El PCE recibió
más dos millones de votos y el 13 % de los sufragios.
Los partidos de la extrema izquierda (el PTE, la ORT,
el MCE, la OIC, la LCR) obtuvieron también cerca de
medio millón de votos, lo mismo que la Coalición
Democrática de Fraga. Las izquierdas en su conjunto
obtuvieron unos resultados todavía mejores que los
que habían obtenido un mes antes. En las grandes
ciudades y en los cinturones industriales su victoria
fue arrolladora. Valga decir que en lo que entonces
era la provincia Madrid, las izquierdas rozaron el 59
%: casi un 39 % para el PSOE, un 17 % para el PCE y
un 3 % para la ORT. Todas los municipios importantes de la entonces emergente región metropolitana, a excepción de Pozuelo de Alarcón, quedaron
YOUKALI, 17
por Emmanuel Rodríguez López
(Fundación de los Comunes)
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DE LOS AYUNTAMIENTOS DEMOCRÁTICOS AL
MUNICIPALISMO DEMOCRÁTICO
MUNICIPALISMO
en manos de la izquierda que pactó la unidad en los
gobiernos municipales. Incluso la ORT obtuvo una
alcaldía de importancia, Aranjuez. Con apenas diferencias, la historia fue similar en la región metropolitana de Barcelona, en las grandes ciudades
andaluzas, en Valencia, etc.
ISBN: 1885-477X
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¿Municipalismo en la Transición?
¿Qué elementos abrieron a la izquierda ese triunfo
tan rotundo en las elecciones municipales de 1979?
Sin duda no se trató sólo del recuerdo de los años
treinta. Desde finales de los años sesenta se venía
produciendo una nueva agitación en las emergentes
periferias urbanas. En los poblados chabolistas que
todavía se desperdigaban en los arrabales de muchas
ciudades, en las promociones de construcción pública dedicadas al alojamiento de la inmigración de aluvión, en los grandes polígonos de vivienda de protección oficial levantados por los constructores del
franquismo se repetían demandas relativas a las
malas calidades de la vivienda, el pésimo urbanismo
y la práctica ausencia de equipamientos públicos y
servicios sociales. Es lo que en la época se conoció
con el término «crisis urbana».
Desde mediados de la década de 1960, enfrentados a estas carencias y aprovechando los resquicios
de la legislación del tardofranquismo, pequeños grupos de vecinos preocupados empezaron a encontrarse, a organizarse, a promover las primeras
protestas. Fueron el embrión de las asociaciones de
vecinos. En sus primeros años estas estuvieron
integradas por los mismos que participaban activamente en los conflictos de fábrica que entonces pro-
movía Comisiones Obreras. En muchos casos
nacieron de hecho a partir de las comisiones o
comités de barrio ligadas a la organización de fábrica. También participaban católicos «progresistas»
arremolinados en torno a las parroquias y a unos
curas cada vez más radicalizados que del «apostolado obrero» pasaron a militar en la izquierda.
También se integraron algunos jóvenes estudiantes,
procedentes de los partidos de extrema izquierda, y
que en su voluntad de «proletarizarse» habían acabado viviendo en los barrios, así como algunos profesionales que ayudaron a articular las demandas de
los vecinos de acuerdo con los procedimientos técnicos y administrativos que se requerían.
Antes incluso de la muerte de Franco, ese
movimiento vecinal que se había cocinado durante
casi una década había adquirido dimensiones importantes. Para 1975 era un hecho público, había tomado
las mismas formas asamblearias que predominaban
en las fábricas y promovía conflictos que tenían un
enorme impacto y simpatía social. De otra parte y
debido al abandono de las instituciones, las asociaciones de vecinos se convirtieron en algo más que
sujetos de demandas. En muchos casos, abrieron los
primeros locales de reuniones, organizaron algunos
servicios imprescindibles (como el alumbrado básico, transportes, a veces también baños públicos) así
como elementos entonces cruciales para aquellas
comunidades huérfanas de casi todo: las fiestas de
barrio, las primeras bibliotecas, cursos nocturnos.
Por volver al caso de Madrid, poco después de la
muerte de Franco las asociaciones de vecinos,
reunidas en la Federación Provincial, fueron capaces
de convocar inmensas manifestaciones contra la
carestía de la vida, el fraude del pan y por la propia
legalización de la Federación. Sorprendido y fascinado por esta capacidad de generar autoorganización y
recursos propios, un sociólogo que luego sería reputado (Manuel Castells) escribía entonces: «El
movimiento ciudadano tiene planteado en 1977 su
conversión en instrumento de organización y gestión
popular capaz de articular la democracia de base con
la democracia representativa»1. Y ciertamente en
Madrid, como en Bilbao, Barcelona u otras ciudades
se habían creado las condiciones suficientes como
para que la democracia tuviera una «base» local,
municipal, popular, una base para una democracia
algo más que representativa.
A la contra, sin embargo, de lo que fue su trayectoria hasta 1977, una década después el movimiento
vecinal se había vaciado. Sin duda, el tejido asociati-
1.- Manuel Castells, Ciudad, democracia y socialismo, Madrid, Siglo XXI, 1977.
MUNICIPALISMO
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Antes incluso de aquellos primeros comicios municipales, en 1977, cuando se convocaron las primeras
elecciones generales a iniciativa del reformismo, los
partidos con presencia en los barrios, el PCE-PSUC,
las organizaciones de la extrema izquierda (PTE,
ORT, LCR, MCE) así como el propio PSOE,
empezaron a convertir las asociaciones de vecinos en
una de las muchas arenas política en las que
enfrentaban y resolvían sus diferencias. Desde muy
pronto, por tanto, la lucha por la hegemonía, especialmente cuando la ola de conflictos empezó a ceder,
rompió el espíritu unitario y asambleario.
Sencillamente, las asociaciones de vecinos se estaban
convirtiendo en plataforma de lanzamiento de las
candidaturas de los partidos. Las elecciones de 1979
confirmaron un proceso ya en marcha. Los requerimientos de los nuevos gobiernos municipales que
abrumadoramente habían sido ganados para la
izquierda completaron este proceso de vaciamiento
del movimiento con la cooptación de líderes vecinales, técnicos y militantes de barrio.
Con unos ayuntamientos gobernados por la
izquierda, una parte del movimiento en las instituciones y con unas asociaciones que se empezaban a
vaciar por la lucha política interna el juego de la
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unitario y compartido. Más allá sin embargo de algunas intuiciones, nunca se formuló como un proyecto
institucional propiamente dicho. Importaban las
viviendas, los colegios, los ambulatorios. Importaba
incluso que hubiera mecanismos ciudadanos de control de todo ello, pero rara vez se pensó en instituir
mecanismos de democracia municipal que fueran
más allá de las demandas concretas. Por eso y sin
muchos reparos, se aceptaron los cauces representativos que se instituyeron en la Transición y con ellos
el papel raquítico de los municipios en la democracia
española. De hecho, la crisis del movimiento vecinal
fue casi inmediata, y siguió el mismo curso de la
institucionalización sindical y política.
ISBN: 1885-477X
vo contaba con más medios, locales, cooperativas,
influencia institucional. El movimiento había también logrado buena parte de sus objetivos. Se habían
construido ambulatorios, colegios, mejorado notablemente las infraestructuras urbanas. De hecho, en
Madrid y por impulso de un puñado de asociaciones
de vecinos se llegó a acometer lo que fue la mayor
operación de vivienda pública en Europa en la década de 1980. Por presión de los barrios chabolistas y de
aquellos de promoción pública levantados a finales
de la década de 1950, se ordenó la construcción de
nueva planta de 30 barrios de la periferia de la ciudad, un total de 40.000 viviendas. La llamada
Operación de Remodelación de Barrios consiguió
realojar a 150.000 personas con un coste total de
200.000 millones de pesetas de inversión pública.
Pero justo cuando se acabaron las obras, en 1986, las
asociaciones eran sólo un recuero de aquello que una
vez fueron. El movimiento vecinal había quedado
reducido a una mera correa de transmisión de las
administraciones municipales. La política vecinal, la
«democracia de base» que anunciara Castells había
sido resumida a lo que entonces y con cierto desprecio se llamó «política de baches y farolas».
En la crisis del movimiento vecinal confluyeron
muchos factores. Algunos no se pueden considerar
propiamente políticos. La Transición coincidió con
una de las crisis económicas más importantes del
siglo, la de 1973, que terminó por enfrentar al
movimiento en los barrios con problemas que desbordaban el marco urbano. El paro masivo, la ausencia de empleo y expectativas para los más jóvenes, y
sobre todo la heroína golpearon como un mazo sobre
el tejido social de estos barrios, quebrando solidaridades internas y corroyendo unas comunidades que
nunca dejaron de ser frágiles. De otra parte, el
movimiento vecinal murió en cierto modo de éxito.
Al conseguir, gracias a su esfuerzo, viviendas
homologables a las de los barrios de clase media,
equipamientos, servicios, buenos transportes, esos
fragmentos que hasta entonces habían consistido
antes en un rosario de pequeños pueblos que en una
ciudad propiamente dicha quedaron asimilados al
resto de la urbe. Integrados así en las dinámicas metropolitanas, la vida comunitaria que había sostenido
al movimiento tendió a disolverse en la mucho más
amplia del conjunto metropolitano.
Pero aunque estos factores fueran importantes no
hay duda de que los elementos políticos resultaron
determinantes en la posterior languidez del
movimiento vecinal. Y aquí es preciso tomar un dato
de partida: aquella «democracia de base» que
reconocía Castells, y que es el fundamento del
municipalismo democrático, no pasó nunca de ser
pura potencia de un movimiento que se impulsaba
efectivamente gracias a las asambleas y a un sentido
MUNICIPALISMO
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«democracia de base» de Castells parecía condenado. Poco a poco las asociaciones acabaron por ser
prolongaciones de la administración y lugares para
hacer carrera política, al tiempo que su posición
como contraparte o contrapoder local quedó reducida a la mera recolección de demandas concretas por
parte de los vecinos.
Aunque mayoritario, siempre se podrá decir que
este no fue el destino único de las experiencias
muncipalistas que se alumbraron en los años de la
Transición. Hubo asociaciones de vecinos que se
resistieron a la institucionalización o incluso que
hicieron un uso de esta que trataba de retroalimentar
los poderes locales en lugar de suprimirlos. Hubo
también experiencias en localidades concretas, el
caso más conocido es el de Marinaleda y algunos
pueblos de la sierra de Cádiz, en el que el ayuntamiento se convirtió en un activador de experiencias
de gobierno directo, autogestión económica e instancia de redistribución de la riqueza.
Quizás el caso más interesante de estas experiencias propiamente municipalistas, pero que apenas se
reconocieron en este término, fue lo que ocurrió en
algunas localidades vascas entre finales de los años
setenta y principios de los años ochenta. En medio de
una ola de movilización social que irrumpía con más
fuerza que en muchas otras partes del Estado
español, que desde las luchas de fábrica se había
extendido al territorio, a los movimientos ecologistas
y feministas así como a toda una pluralidad de experiencias juveniles, las elecciones municipales de 1979
se convirtieron en algo más parecido a un experimento de insurrección popular que a unos comicios
democráticos.
Desde 1978, en muchos municipios de la
Euskalherria industrial se venían convocando gigantescas asambleas públicas. En estas participaban casi
todas las formas de la izquierda local, desde las distintas corrientes abertzales, entonces divididas en
media docena de formaciones políticas, hasta los partidos de la izquierda comunista con bastante fuerza
en algunas localidades (especialmente la LKI y el
MK), además de libertarios, autónomos, ecologistas,
feministas, contraculturales de distintos tipo. La efervescencia del momento había dado lugar a una rica
paleta de colores políticos y de subjetividades militantes.
En muchos pueblos estas asambleas decidieron
hacer de derecho lo que en cierto modo ya estaban
haciendo de hecho: presentar candidaturas propias y
gobernar los municipios. Esta era también la posición
política fundamental de lo que entonces era ya el
tronco principal de la izquierda abertzale, la coalición Herri Batasuna (Unidad Popular) que se había
formado en abril de 1978. Y fue gracias a este
movimiento popular y asambleario que se venía gestando durante casi un año que HB obtuvo tan buenos
resultados en las elecciones generales y luego en las
municipales de 1979. Consiguió ser la segunda
fuerza en número de concejales en el País Vasco. Los
grandes municipios del hinterland industrial de
Donostia (Errentería, Hernani, Pasaia) y algunos del
interior de Bizkaia (Llodio) tuvieron alcaldes y concejales que muchas veces provenía de estas mismas
asambleas. Sencillamente es imposible comprender
la fuerza de la izquierda abertzale, desde entonces, si
no se comprende en sus raíces municipales, su base
en contrapoderes territoriales reales y efectivos.
Pero en 1979, este movimiento, a cuyo frente se
puso la coalición de unidad popular desbordó con
mucho lo que luego sería el partido de la izquierda
abertzale. En esa ocasión fueron elegidos más de
1.500 concejales de candidaturas independientes,
que muchas veces se alimentaron de ese mismo
espíritu unitario y asambleario. En ningún otro
punto del Estado se produjo nada parecido y en
ningún otro se produjo durante años una retroalimentación positiva entre instituciones y movimientos de base.
La oportunidad de un nuevo municipalismo democrático
Al considerar el papel de los municipios en el régimen político que se instituye en 1978 y las experiencias municipalistas que se sucedieron en la
Transición cabe preguntarse si la actual coyuntura
política da para pensar y al mismo tiempo replantear
en términos prácticos el papel de los municipios en
tanto clave de bóveda de la democracia. Desde hace
poco tiempo, el vocabulario político de la emancipación se ha enriquecido con la reincorporación del
término «municipalismo». Con este se trata de recuperar una idea de democracia que arranca de las
instituciones que resultan más cercanas a los ciu-
MUNICIPALISMO
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tas exitosas de los años setenta. El espacio virtuoso de
ese nuevo municipalismo consistiría por tanto en una
suerte de sutura de la herida entre institución y
movimiento, que sin suprimir la diferencia puede llegar a generar mecanismos virtuosos entre democracia local y la articulación de contrapoderes
autónomos y los ayuntamientos.
Sin duda, los retos de la apuesta municipalista
son en este terreno enormes. Su oportunidad política
no sólo depende de la capacidad de articular una
relación de fuerzas que sea favorable a estas candidaturas en un terreno tan difícil como el electoral.
También es preciso que esta tensión basada en la
cooperación y generosidad para con un proyecto
compartido se sostenga en el tiempo sobre la base de
un movimiento amplio y expansivo. Será además
necesario que lo haga en unas condiciones en las que
los límites institucionales, políticos y económicos a la
democracia municipal son enormes, tal y como manifiesta su débil posición institucional, su crónico
déficit financiero, su sobreenduedamiento, así como
la nueva legislación que limita aún más la autonomía
municipal y el control democrático sobre los gobiernos locales. Por esa misma razón, el proyecto municipalista deberá considerar como parte crucial de su
programa la efectuación de un proyecto constituyente a nivel de Estado. En esta remisión continua
de las escalas que componía el viejo federalismo
(municipio, comunidad, estado), el proceso constituyente tendrá el doble papel de democratizar los
niveles superiores del Estado y ampliar los márgenes
de la democracia municipal. Parece que sólo así será
posible una democracia profunda en la que el
municipio juegue ese papel primero y protagonista
en la vida cívica y política que casi todos los proyectos de democracia radical le han otorgado.
ISBN: 1885-477X
dadanos, los municipios. Se recupera así también un
campo de reflexión que, si bien históricamente fue el
basamento de la tradición republicana federal, hasta
fechas recientes había quedado acotado a una parte
de la tradición libertaria y a determinados propuestas del ecologismo social.
Con nombres diversos, Guanyem, Ganemos,
Marea Atlántica, Si se puede, los proyectos de candidaturas municipalistas se han ido salpicando
durante los últimos meses por toda la geografía
peninsular. Los informa una aspiración fundamental
del 15M: democracia real. Se trata, en definitiva, de
reunir a los sujetos activos de una población, a todos
aquellos que quieren aportar algo a cambiar o mejorar su ciudad, sobre la base de un programa que se
podría considerar un mínimo común: democratizar
los ayuntamientos, expulsar a la clase política y a sus
clientelas, hacerlo de una forma transparente y bajo
control ciudadano, municipalizar aquellos servicios
en manos de la oligarquías bancaria e inmobiliaria,
impulsar la recuperación de los servicios públicos,
renegociar la deuda y promover el impago de aquella que se considera ilegítima. Son las mismas demandas que se han articulado en los últimos años y para
las que ahora se busca una expresión municipal adecuada.
Lo que bien pudiera ser la «convención» de este
nuevo municipalismo está basado, además, en
algunos principios que quizás puedan neutralizar e
ir más allá de los límites que se presentaron en los
años setenta. El primero y más evidente es que el
proyecto unitario no está como en la Transición trufado de distintas posiciones políticas con voluntad de
hegemonía. Antes bien, sobre la base de un consenso
mínimo dominado por la prioridad de la «democratización», parece que lo que prima es la generosidad
y la suspensión tanto de las diferencias ideológicas
como de los proyectos partidarios en competencia.
La prioridad otorgada a los mecanismos de decisión
directa, los controles ciudadanos sobre los candidatos, los «contratos éticos» y sobre todo la dimensión de movimiento (municipal) de la apuesta
pueden, caso de seguir esta tendencia, llegar a convertirse en cortafuegos eficaces frente a la lógica de
poder y representación que se impone también al
nivel primario de gobierno en los municipios.
Si esta tensión llega a sostenerse en el tiempo,
podríamos asistir de hecho a un cambio político sustancial. La toma de las instituciones municipales lejos
de suponer la clausura de los contrapoderes locales
podría ser un mecanismo de reforzamiento y multiplicación de los mismos; una suerte de reproducción
ampliada y masiva de las experiencias municipalis-
MUNICIPALISMO
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SÍ SE PUEDE. Y SE DEBE
por Francisco Déniz
Comienza a normalizarse el creciente grado de politización social. Éste se manifiesta no sólo en el
aumento de la participación en acciones colectivas,
en el carácter político de sus contenidos, en la reconstrucción del debate público sobre nueva agenda política, sino también en las urnas (como pusieron de
manifiesto las elecciones europeas de 2014). Unos
han saludado este cambio de conducta política mientras que otros andan preocupados por la alteración
del orden que ello podría suponer. Lo cierto, y lo evidente, es que en los últimos meses, y al calor de los
resultados electorales de las elecciones al parlamento
europeo, las percepciones sobre la política han cambiado y todos los actores reparan en ese hecho procurando dotarse de instrumentos para afrontar futuras
convulsiones en el orden social vigente emanado de
la llamada transición, cuyo cuestionamiento ha
sobrepasado el ámbito de la minúscula izquierda
extraparlamentaria para adentrarse en territorios
hasta ahora vetados de la opinión pública y el sentido común.
Una de las claves que podrían ayudarnos a encuadrar este cambio de actitud de la ciudadanía es el
tránsito de una Conturbación Social Endógena
(Déniz, 2014)1 a una Conturbación Social Expresa,
consistiendo lo determinante del hecho en descubrir
las claves del tránsito. Son diversos los factores que
han contribuido a esta novedosa situación que
comienza a bautizarse como el fenómeno Podemos.
Pero es quizás su dimensión estatal y el enorme eco
mediático lo que llama más poderosamente la atención: el contagio y propagación de la necesidad
repentina de expresar políticamente el descontento y
malestar generalizado, que ha sorprendido a sus propios inspiradores y, por supuesto, a sus oponentes.
Eso es a nuestro juicio lo verdaderamente novedoso
de esta irrupción, porque situaciones parecidas se
han dado en otros ámbitos locales, en otros espacios,
otros tiempos y con otros actores, pero orientados en
un mismo sentido: la reconstrucción de un espacio
político crítico y alternativo que redefina, entre otras
cosas, el modelo de Estado.
Es el caso de Alternativa Sí se puede por Tenerife
(actualmente Sí se puede), una organización sociopolítica de ámbito canario gestada en 2006 que surge
de la confluencia de pequeñas organizaciones de la
izquierda canaria, del ecologismo político y del activismo social que coinciden en las grandes luchas
tinerfeñas del comienzo del milenio. A continuación
desglosamos las claves del surgimiento de esta organización, que tiene en el municipalismo uno de sus
parámetros básicos, para entender lo que impulsó la
recuperación del sentir crítico ciudadano, convirtiéndose en una referencia ideológica y política en
Canarias.
El objetivo de las tres ‘erres’: redistribución, rehabilitación y regeneración)
Ya en Lanzarote se había iniciado el camino hacia la
recuperación y construcción de un espacio de
izquierdas similar al que Sí se puede pretendió poco
después. Allí, el desmoronamiento de los criterios de
legitimidad del modelo Construcción-TurismoInstituciones, alertó a todos los canarios de lo que iba
a suceder en el resto del País, un fenómeno que después resultó extendido al conjunto del Estado.
Para entender la conformación de este espacio
político alternativo en las Islas, es necesario indicar
que, en los territorios donde se ha planteado alguna
vez la resolución de la contradicción nacional, donde
ha habido fuertes reclamaciones nacionalistas de
1 Por Conturbación Social Endógena entendemos un descontento generalizado poco explícito, que no se expresa de manera total,
ni siguiendo los canales institucionales al uso, sino que busca salidas a su energía potencial, a veces de manera desesperada, a
veces de forma colectiva, a veces individual, o del clan, pero siempre de forma disruptiva, brusca, repentina, con altas dosis
de impredecibilidad y de difícil canalización. El escenario de esta Conturbación Social Endógena se desarrolla normalmente
en ámbitos cercanos a lo privado, aunque a veces pisa la arena de lo público, y en rarísimas ocasiones el ámbito político. Déniz,
F.; Escrache y legitimidad. En Betiko Fundazioa, fundacionbetiko.org. 22, Abril 2014, p. 12.
MUNICIPALISMO
Redistribución de la riqueza y los recursos, la
Rehabilitación del territorio y el cuerpo social, y la
Regeneración de la Democracia y la vida política2.
Con ese esquema para la acción comenzó su andadura.
Sí se Puede: un proyecto que se construye de abajo
hacia arriba en las ideas y en el territorio. Debemos
enfatizar el carácter municipalista de izquierdas de
nuestro proyecto; la necesaria articulación comarcal;
2 Alternativa Sí se puede por Tenerife; Construyendo el programa. Propuesta de bases programáticas. Tenerife, Mayo, 2006.
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Mientras que algunos diagnosticaban la falta de
anclajes sociales como algo físico, otros, además,
entendían que el discurso de la izquierda llevaba
mucho tiempo a la deriva, y también necesitaba de
nuevos anclajes teóricos en las propuestas y, sobre
todo, en el diagnóstico de la situación. Por lo tanto,
desde este punto de vista, y con el objetivo de poner
en pie el espacio político izquierdista absolutamente
deteriorado, la reconstrucción del discurso ha sido
un elemento clave.
Todos los análisis que hacía esta incipiente formación política dictaminaba la falta de anclajes sociales
reales de los grupos de izquierda. Se concluía en la
debilidad de los núcleos tradicionales del movimiento obrero y sus aledaños, así como en la escasa cohesión y significación social de los existentes, lo que
debilitaba profundamente las expectativas, no sólo
de crecimiento electoral sino, también, de legitimación social. La fuerte presencia en Canarias de los
grupos nacionalistas liberales y liberal-conservadores en significativos ámbitos sociales fue tenida en
cuenta para diseñar una estrategia de implantación
social perdida. Recuperar los anclajes, insertándose,
o creando nuevos núcleos proclives a las nuevas
ideas era entonces, y lo es aún, una tarea prioritaria.
Por ello, en esa fase anterior al inicio ‘oficial’ de la crisis, con un bagaje considerable en los movimientos
sociales, y al final del ciclo álgido de movilizaciones,
se plantea, como no podía ser de otra manera, la tesitura de asaltar las instituciones convirtiendo en
opción electoral toda la energía acumulada. En efecto, eran muchas las presiones del sector movilizado
para que se diera este paso, pero partiendo de un respeto escrupuloso al discurso que se había ido articulando y a las reivindicaciones que habían alentado
ese ciclo de movilizaciones. Reivindicaciones con un
marcado acento local y territorial, por lo que no fue
casualidad que en el primer párrafo de su primer
Congreso se leyera:
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Recuperar y construir anclajes sociales
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diverso grado, siempre ha existido una significativa
implantación de la izquierda soberanista. En
Canarias siempre ha tenido mucha raigambre este
espacio político y mucha gente se reclama de él. Este
componente está muy presente en los inicios del proyecto. Además de la izquierda soberanista, forman
parte inicial del proyecto el ecologismo político muy
activo en el Archipiélago, así como personas indignadas de todo tipo (antes de que se popularizara este
concepto para referirse a gente con una motivación
política concreta). También se incorporan otras personas desencantadas de la socialdemocracia, activistas de movimientos vecinales, sectores juveniles muy
activos en sus municipios, dando cuerpo a la organización.
La clave que explica la confluencia de los sectores
citados en Sí se puede en Tenerife en el año 2007 se
encuentra en el resultado lógico de las intensas, sostenidas y masivas movilizaciones acontecidas en la
Isla desde el comienzo del milenio. El ciclo de movilizaciones se inició en apoyo al pueblo de Vilaflor
contra la instalación de torres de alta tensión en ese
municipio, y desembocó en las luchas contra un
puerto industrial en el litoral de Granadilla, pasando
por un cuestionamiento profundo de los planes
generales de ordenación del territorio y de las políticas antipopulares de la época de la burbuja inmobiliaria anterior a la crisis. Todas estas experiencias curtieron a un sector significativo y muy activo de la ciudadanía que construyó nuevas estructuras de participación y nuevos contenidos para la protesta (Déniz,
2006). Cuando ese ciclo iba llegando a la curvatura
que marcaba su cenit, un grupo de personas vinculadas a organizaciones del movimiento social observaron la oportunidad y la necesidad de dar una salida
política a la demanda ciudadana.
Pero no era sencillo: el temor a una nueva edición
del enésimo fracaso de la reorganización de las
izquierdas impuso el respeto escrupuloso a la decisión de las asambleas como metodología básica, y un
acuerdo entre sus fundadores para funcionar
mediante consensos sin forzar decisiones mientras
no hubiera acuerdos claros. De ahí que el carácter
profundamente asambleario fuera determinante
para la supervivencia del proyecto que hoy cuenta
con veinte concejales y una alcaldía en Buenavista del
Norte.
En realidad, los objetivos explícitos del proyecto
no eran transformar profundamente la sociedad. Se
trataba, nada más y nada menos, de levantar unos
mínimos democráticos deteriorados tras el paso del
huracán neoliberal. Por eso Sí se puede hablaba de la
MUNICIPALISMO
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la concepción de la Isla como un sistema autónomo;
la visión de Canarias como una comunidad unida y
diversa; […]3
Para hacer realidad esa idea, los comités debían dar
respuesta a los problemas locales y a las demandas
ciudadanas reales, no desde las abstracciones de un
futuro mejor, sino desde las alternativas concretas a
los problemas particulares. Quizás, debido a ese celo
por no separarse de la población, no se observó que,
a partir de un momento determinado, el debate político comenzaba a discurrir por otros derroteros. Un
debate que organizaciones como la que nos ocupa
coadyuvaron a implementar a través de todo el tejido social: la crítica profunda del sistema actual y sus
instituciones se expandió, entre otros, gracias a proyectos como Sí se puede.
Uno de los aciertos de esta organización y de los
movimientos sociales desarrollados en la Isla durante la primera década del siglo, y que ha sido recogido posteriormente por otros, fue ponerle nombre y
apellidos a los destinatarios de las protestas (Rivas,
1998, 208)4. Así, el concepto capitalismo, tan denostado por añejo, cobraba vida y se renovaba ante la
gente. En la creación de ese nuevo marco para la
acción colectiva, esa fue una tarea clave que explica,
entre otras cosas, la sensación de acoso y posterior
desconcierto de algunos dirigentes de la casta político-empresarial canaria.
Otra premisa básica para construir nuevos anclajes sociales fue la firme decisión de abandonar el
exclusivismo de los círculos izquierdistas o una versión colonial y adaptada de la Gauche Divine, diversificando y ampliando el público destinatario de su
oferta política. Convencidos de que su resonancia –o
no– en la mayoría sociológica es la que evaluaría el
acierto y la justeza de sus análisis y propuestas, decidieron dejar de hablarle únicamente a los ya convencidos de sus credos. Buscaron otros criterios para la
cohesión social, liberaron otras zonas del electorado y
del debate, y se mimetizaron con algunos barrios y
pueblos, convencidos de que la comunidad puede llegar a ser en sí misma un valor contra el capitalismo.
En ese postulado no sólo influyó la convicción
radicalmente democrática, pues se insistía en que “la
realidad local es la que facilita una democracia de base verdadera”, sino también el peso en esta formación del
movimiento ecologista y de defensa del territorio,
pues a la vez se indicaba que:
“[…] debido al cenit de los combustibles fósiles
[…] será el ámbito local […] sobre el que deberemos reconstruir sistemas socioeconómicos autónomos y coherentes.”5
El discurso
Por otro lado, la redefinición del proyecto pasaba,
necesariamente, por una adecuación del discurso al
nuevo diagnóstico de la situación. El contacto con las
organizaciones ciudadanas y la emergencia de nuevos actores daba al activismo político claves relevantes para construir un nuevo tono discursivo. Entre
otras cosas, la apropiación del discurso movimientista por el poder político, en sus distintas versiones
socialdemócrata, populista conservadora y nacionalista liberal, imponía una redefinición del mismo
desde nuevas bases. Tanto el nacionalismo, el feminismo, el ecologismo, como el tan manido concepto
de políticas sociales, emblema de la izquierda histórica, han sido reelaborados por el neoliberalismo
dominante durante las últimas décadas. Algunos
izquierdistas pugnaron durante mucho tiempo
intentando convencer al ciudadano de que ese era un
discurso de la izquierda, sin darse cuenta de que los
discursos son construcciones sociales mediatizadas
sistemáticamente por el ejercicio de las prácticas, la
actividad de los oponentes, la realidad cambiante y
la evaluación resultante de un poderoso sentido
común. Cuando el discurso de la oposición es mimetizado, engullido y desfigurado por el poder, no
queda otro remedio que actualizarlo desde nuevas
bases, nuevas metodologías, reconsiderando sus
objetivos. Empeñarse en demostrar la certificación de
propiedad del discurso es, no sólo irreal, sino profundamente improductivo de cara a conseguir recuperar una posición perdida. Eso le ha pasado factura
a una izquierda que ha perdido mucho tiempo en
intentar acreditar su patente en el registro de la propiedad de los discursos; sin darse cuenta que una vez
alcanzan visibilidad en la opinión pública, los discursos y las claves interpretativas y las propuestas son
herramientas en manos de los agentes sociales que
pugnan por construir una posibilidad política. Nadie
es dueño del discurso político: éste es un proceso
construido en una dura contingencia que consiste en
ver quién orienta su resultado, qué es lo que queda
en el sentido común. Por lo tanto, en los ámbitos ideológicos citados, no cabe duda de que el neoliberalis-
3 1º Congreso de Alternativa Sí se puede por Tenerife. Noviembre de 2008.
4 Rivas, A.; “El análisis de marcos”. En Ibarra, P. y Tejerina, B.; Los movimientos sociales. Transformaciones políticas y cambio cultural.
Trotta, Madrid, 1998.
5 1º Congreso… Obra citada.
Y en este nuevo escenario de oportunidades ya nadie
quiere ser miembro de una comparsa. La gente quiere discutir y decidir, lo que parece ser una tendencia
irreversible en esta fase postmoderna. El mismo
argumentario a favor de la autodeterminación de los
pueblos se está reduciendo al derecho a decidir, pues
es un argumento difícilmente rebatible desde la perspectiva democrática. El modelo energético, presupuestario, de ordenación del territorio, etc. son sólo
ejemplos de objetivos en esta recién inaugurada
dinámica de construcción del estado democrático.
Así pues, si no estamos llegando al fin del modelo de
representatividad más clásico, desde luego que éste
está seriamente dañado. Una nueva forma de ser
joven y una adultez víctima de los recortes y el neoliberalismo ramplón, consciente políticamente de lo
que sucede, no quiere ser representada, quiere decidir y ejecutar. No sabemos si estamos ante un nuevo
sujeto histórico pero, desde luego, la irrupción de
diferentes fenómenos participativos autónomos
construye una nueva visión del sujeto de cambio.
La visibilidad
El carácter artesano y limitado alcance de la prensa
alternativa y el ninguneo de los grandes medios debido a una gran variedad de sesgos en el tratamiento
de los movimientos sociales8, ha sido uno de los
mayores lastres en la difusión de los proyectos políti-
6 2º Congreso de Sí se puede: Ponencia de estrategia. Una táctica y estrategia canelas. Buenavista, 2012, p. 9.
7 Garí, D.; “Sí se puede, podemos, y la política en la era postmoderna”. www.alternativasisepuede.org, julio, 2014.
8 La información transmitida por los medios sobre los movimientos sociales padece claros condicionantes de tipo profesional,
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En ese logro no cabe duda de que darle la palabra al
pueblo ha sido clave. Poner en valor el enorme potencial ciudadano para discernir de qué manera se fabrica una sociedad más democrática, tiene en la participación su clave principal, pues es ahí donde se desatan todas las energías creativas y movilizadoras,
únicas capaces de reformar los sistemas políticos
cuestionando muchas inercias de los partidos clásicos, para situarlas en un camino que, si bien no es
irreversible, augura un largo y prometedor recorrido.
Es ni más ni menos que el derecho y el deber de participar. Y de ahí al derecho a decidir no hay sino un
punto y seguido del mismo párrafo, pues es su consecuencia más lógica desde una perspectiva democrática radical; es decir, desde la perspectiva democrática.
Desde los foros mundiales contra la globalización, hasta las asambleas abiertas en los barrios o en
las diferentes dinámicas sociales, laborales y vecinales, no hay sino uno cuantos años en que se ha pro-
“El hecho de que esto sea así viene explicado porque las condiciones sociales sobre las que se asentaba el partido moderno, y su interpretación de la
historia, han sido transformadas. La unidad de
clase, y el partido como guía y portador de la verdad, sólo existe de manera residual. La heterogeneidad social lo es también política, de ahí que la
representación del mundo sea plural. Ha caducado la pretensión clásica de representar al conjunto de las clases sociales subalternas (Garí, 2014).7
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La participación
ducido el contagio a casi toda la izquierda del planeta, posibilitando que su argumentario se modifique
en atención, no sólo a un proceso de autocrítica, sino
también debido al empuje ciudadano en un contexto
político y económico caótico y, además, diferente.
Ello ha abundado en el cuestionamiento clásico y
dicotómico de izquierdas y derechas, para presentar
al pueblo o ciudadanía como sujeto, modificando
entonces el cometido clásico de los partidos clásicos
de izquierdas.
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mo ha sabido ocupar progresivamente ese espacio y
reorientarlo hacia sus propuestas políticas y actuaciones. Entonces, la necesidad de reorientarlo en un
sentido progresista pasa por reinventarlo de nuevo.
Y esa carencia de aportar algo nuevo al debate ciudadano es uno los problemas en que la izquierda ha
estado sumida durante largo tiempo, y que ahora
parece que comienza a resolver con acierto impulsando nuevas propuestas.
Esa obsesión por conectar con la ciudadanía, una
ciudadanía canaria profundamente despolitizada e
incapaz de ubicarse en los discursos y en las prácticas
políticas, llevó a Sí se puede a emprender estrategias
para la cualificación de su discurso opositor.Se hace
entonces un esfuerzo considerable por abandonar el
‘consignismo’ y los argumentos estereotipados que
explicaban ya pocas cosas. Otra realidad, otro
momento, demandaba otras formas y otros significados (Déniz, 2006). Conectar con la gente debía suponer, al menos, hablar de lo que lo que a la gente le
preocupaba, y no de lo que la organización creía que
a la gente debía de preocuparle. En ese contexto, la
moderación en las formas y la radicalidad en los contenidos se convirtieron en un dogma para las intervenciones públicas del colectivo6; lo cual se reveló
como una estrategia acertada dada las características
de la población.
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cos alternativos. A su vez, la importancia creciente de
los medios de comunicación en la conformación de
las identidades, el sentido común y la opinión pública constituyen un obstáculo casi insalvable para formaciones que ansían entrar en el debate ciudadano y
llegar a las máximas audiencias partiendo de métodos rudimentarios y sin presencia alguna en los
medios de referencia. Quizás un desconocimiento de
la obra de Gramsci, quizás el desánimo que produce
la omnipresencia de los grandes grupos de poder
nucleados en torno a los grandes aparatos comunicativos, quizás todo mezclado, lo cierto es que la preocupación por asaltar el mundo de los noticiarios, las
tertulias y las ondas sólo era tratado de manera ocasional, como hecho extraordinario y bajo el miedo al
estigma de la espectacularización de algunas acciones políticas. En cualquier caso, la batalla final por el
asalto a los titulares informativos comenzaba a verse
como tarea prioritaria sin menoscabo de estar convencidos de la cantidad de obstáculos a superar. Eran
conscientes de ello, además, porque poseían la convicción de que lo fundamental de los discursos no se
encontraba sólo en su argumentación (históricamente estereotipada en exceso, rígida, y llena de tics panfletarios) sino en su formato y visualización.
No obstante, la presencia prominente de profesionales del periodismo en esta formación y algunas
experiencias anteriores muy interesantes de los grupos nacionalistas que participaron en la fundación de
la misma, coadyuvaron a que la organización lentamente fuera ocupándose profusamente de esta cuestión. Convencidos de que “somos lo que comunicamos”, crearon un gabinete de comunicación que contemplara la frescura del discurso y las ideas, y adoptara nuevos criterios en la forma de comunicar la
política. También crearon un grupo de creativos que
tuvo grandes aciertos en algunas escenificaciones de
la propaganda política. También, y como no podía
ser de otra manera, se enfatizó el uso prioritario de
las nuevas tecnologías. La página web fue y es un
instrumento esencial, pero también las redes sociales,
inundadas con opiniones, llamamientos y controversias de toda la militancia.
Sin embargo puede decirse que el saldo no ha
sido del todo positivo en este aspecto, al menos en lo
que se refiere a romper el cerco impuesto en los gran-
des medios y en los grandes escenarios del debate
político. Quizás, el que Sí se puede no tenga todavía
presencia en el Parlamento de Canarias pesa en los
medios a la hora de conceder espacios, quizás los
citados sesgos que los rigen impongan un veto a la
disidencia, quizás un poco de todo lo anterior; el caso
es que sólo se logra entrar con relativo éxito en las
noticias locales de los diarios impresos y digitales. Y
ello fue debido al logro de las primeras actas de concejales: a partir de ese momento, de manera casi sistemática ocupan una o dos noticias diarias.
Que Sí se puede dio importancia a la comunicación
lo demuestra el hecho de que, incluso se organizan
charlas y seminarios al respecto para formar a comunicadores y activistas de los medios, haciendo hincapié en no cometer los errores comunicativos más
usuales de los movimientos sociales9 (ya que, en
parte, Sí se puede era y es la expresión política de
muchos de ellos).
De la política a la Política
Si entonces se concibió como estrategia válida –y casi
como la única posible– la progresiva y lenta politización de las reivindicaciones locales y su cuidadoso
encuadre en marcos más generales de acción colectiva (Amplificación de Marcos), sucede que el desvelamiento del deterioro de los pilares básicos del Estado
incrementa la conciencia política ciudadana, abundando en el debate cotidiano y acelerando la toma de
conciencia local, que se va orientando hacia lo global.
Se convence la gente de que lo local y cotidiano es la
expresión de lo global, y empieza a asumir parte de
la crítica anti-sistema con franca naturalidad o, por lo
menos, otorgándole visos de racionalidad (cosa que
los más viejos del lugar no recordaban que sucediera). Por consiguiente, la situación actual y su sujeto
principal, la ciudadanía movilizada y hastiada,
demanda otro estilo más agresivo, más combativo,
más propio de una fase claramente de transición
política y, por supuesto, más Política (con mayúsculas). ¿Quiere ello decir que el trabajo político local no
tiene ya sentido? En absoluto, lo que quiere decir es
que éste, debe y puede, sin temor alguno, ir acompasado de un discurso que propugne un nuevo proceso constituyente de Estado para construir otro mode-
comercial, y es objeto de todo tipo de presiones. Además, estas noticias suelen estar marcadas por una tendencia al sensacionalismo, lo excitante, el conflicto, los incidentes, y las anécdotas. Por otro lado, las noticias se exponen como si fueran incidentes aislados, sin profundizar nunca en sus causas y se prioriza a los líderes en detrimento de la temática y los contenidos de
los movimientos.
9 Política de comunicación ausente, no planificada, descoordinada, difusa, sin mensajes claros, desenfocada, endogámica, no
integrada. En www.alasbarricadas.org, 2012 También, en mi opinión, sería un error la politización excesiva del mensaje. Ver también, Sabucedo, J. M., Rodríguez, M.; Los medios de comunicación de masas y conducta política. Biblioteca Nueva, Psicología
Universidad. Madrid, 2010.
MUNICIPALISMO
asambleario, ya por el convencimiento de que las
opiniones personales no siempre coinciden con las
de sus partidos; o, en fin, porque las siglas no podían
suplantar a las mayorías, lo cierto es que Sí se puede
entendió, también prematuramente, que la unidad
de las izquierdas, más que juntando siglas, debe
construirse juntando personas que respalden esos
proyectos. Por eso recorrió y recorre la accidentada
geografía canaria buscando personas y grupos con la
capacidad de aunar voluntades que den un vuelco al
modelo dominante.
Otro tiempo
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Esta nueva situación de pobreza in extremis tiene
en el suicidio asociado a la situación de empobrecimiento (pérdida de empleo, de vivienda, separación de hogares, vuelta a los hogares paternos
y/o maternos de familias enteras, etc.) y, sobre
todo, al aumento de los intentos de suicido también asociados a dicha situación, su referencia
más simbólica, más dramática, más cruel. Son
estas imágenes, elevadas circunstancialmente a la
categoría de noticias principales en muchos
medios de comunicación relevantes, las que han
provocado dos fenómenos en la población; en primer lugar, ira y rabia que lleva a la paralización,
al miedo y podríamos afirmar sin temor a equívocos, a un terror paralizante, un temor que se cronifica y que inmoviliza; y por otro lado, a una
indignación que ha llevado a muchas gentes afectadas y no afectadas a solidarizarse y a emprender las acciones ya conocidas. Ambas sensaciones
están presentes en la sociedad.
La ola de protestas que ha conducido al Estado
español a un relativo ciclo álgido de movilizaciones ha propiciado también que muchas reivindi-
página 15
Hoy, las consecuencias de las circunstancias socioeconómicas y, creemos que en cierta medida, el que
muchas plantillas de profesionales del periodismo
padezcan directamente esta situación, ha producido
una mayor permeabilidad de los medios de comunicación hacia la disidencia política. Y, qué duda cabe,
en la base de algunas respuestas políticas y electorales se encuentra la enorme visibilidad que los discursos políticos disidentes y sus dirigentes tienen en significativos medios de comunicación. Bien para conocerlos un poco más, bien para vilipendiarlos, el caso
es que comienzan a formar parte de la parrilla de
opciones preferentes de los receptores. Es decir, el
contexto actual de crisis y de profundas desigualdades y dramas que afectan a tantas personas y colectivos, ha producido una mayor democratización de la
información política ciudadana, produciendo significativos cambios en buena parte de la opinión pública
que, en diverso grado, pasa a cuestionar el modelo de
Estado. Como ya apuntamos en otro lugar:
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lo de convivencia. Esa al menos parece ser una
demanda muy sentida por considerables y significativos sectores de la población.
Entonces, a principios del 2000, al igual que
ahora, en Tenerife se respiraba una sensación incipiente de que el modelo estaba agotado; de que las
diferentes hegemonías del Archipiélago se agotaban
y que debían producirse alteraciones en el bloque de
poder isleño. Pero en aquellos primeros momentos
las alternativas no podían perderse en el futuro, la
gente las necesitaba para ¡ya! No servían ni debían
estilarse más las promesas de un futuro por fases. La
gente comenzaba a solicitar que se saltasen las etapas
previas del futuro prometido. Y Sí se puede intuyó
prematuramente la posibilidad de exigir la apertura
de un nuevo proceso constituyente, de ahí que tuvieran que radicalizar el discurso, pues la gente movilizada lo exigía. No era un invento del partido ni el
fruto de un programa elaborado a puerta cerrada.
Todo lo contrario, el programa se escribía según lo
que las asambleas y movilizaciones ciudadanas iban
dictando. Eran, en gran medida, las Oportunidades
Políticas las que provocaron aquella ola. Pero agobiados por la carencia de anclajes sociales y bases suficientes que respaldaran una nueva transición, Sí se
puede decidió comenzar por el trabajo duro y de base
en los municipios, ampliando el punto de mira no
solo a los sectores movilizados y a los intelectuales de
clase media sino, también, a otros sectores, tanto del
pequeño empresariado (pequeño comercio) como de
sectores subalternos muy alejados de las esferas del
poder (campesinado pobre, víctimas de expropiaciones de suelo agrícola, mujeres despedidas en precario, etc.). Hoy, parece que ese trabajo en lo local debe
y puede presentarse como una dimensión de una
tarea global. Casi una década más tarde, en ésas se
encuentra la organización.
Otro hallazgo importante en ese proceso de búsqueda referido fueron las personas como sustento de
la unidad de las izquierdas. Ya sea por su carácter
MUNICIPALISMO
caciones sectoriales se sumen a la misma bajo el
paraguas de la indignación generalizada.”
(Déniz, 2014)
Pero, además, asistimos al retorno de la radicalidad
de las formas, contradiciendo en parte lo aprobado
en el segundo congreso de Sí se puede. Hoy, el deterioro social y político y el descrédito tan enorme de las
instituciones de la Transición, ha incidido en la vuelta
de la Política y legitima la radicalidad de las formas
y de los contenidos.
Sí se puede, por haberse constituido justo antes de los
tiempos duros de la crisis, justo antes de la penetración fuerte de la protesta social en el tejido del ideario social, quedó atrapada en los medios de comunicación en las secciones locales. Pero es desde ahí
desde donde concibió su asalto a las portadas de los
medios, a las instituciones para, posteriormente asaltar la Política con mayúsculas. En todo caso, nuevas
oportunidades aparecen en el horizonte.
BIBLIOGRAFÍA
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 16
Alternativa Sí Se Puede por Tenerife; Construyendo
el programa. Propuesta de bases programáticas.
Tenerife, Mayo, 2006.
1º Congreso de Alternativa Sí Se Puede por Tenerife,
2008
2º Congreso de Sí se puede: Ponencia de estrategia
para el 2º Congreso. Una táctica y estrategia canelas. Buenavista, 2012.
Déniz, F.; Escrache y legitimidad. En Betiko Fundazioa,
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Déniz, F.; “Oportunidad y significado de la protesta
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la encrucijada. Anuario de movimientos sociales.
Betiko Fundazioa, Barcelona 2006.
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Tejerina, B.; Los movimientos sociales. Transformaciones políticas y cambio cultural. Trotta, Madrid,
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Sabucedo, J. M., Rodríguez, M.; Medios de comunicación de masas y conducta política. Biblioteca
Nueva, Psicología Universidad. Madrid, 2010.
por Juan Cruz López
MUNICIPALISMO
ASALTADOS O ASALTANTES: MUNICIPALISMO Y MOVIMIENTOS SOCIALES EN LA COYUNTURA ELECTORAL
1.- CRUZ LÓPEZ, JUAN: «Crisis y fracturas: brechas para la acción política constructiva del anarquismo», en Estudios, nº 2; 2012, pp. 27-33.
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su enésima transfiguración y bien dispuesto para,
acaso una vez más, digerir de un solo bocado el novísimo menú de contradicciones que se alumbran en
su seno.
Fuera de ahí, y sacudido diariamente por el torbellino de noticias que dan cuenta de la decrepitud del
régimen, el ciudadano medio ―educado socialmente en la cultura del individualismo de consumo y el
delegacionismo político― pareciera desconfiar de
cualquier fórmula organizativa que implique una
impugnación del sistema de gobernanza actual, lo
que, a nuestro modo de ver, se evidencia en el contraste entre la percepción social de los políticos y los
amplios porcentajes de participación en los procesos
electorales que, a cada tanto, evidencian los tácitos
consensos imprescindibles para el normal funcionamiento del sistema parlamentario actual1.
En este contexto, el análisis estratégico de la situación presente elaborado por algunos sectores de los
movimientos sociales que han formado parte del ciclo de movilizaciones al que hacíamos referencia anteriormente, ha favorecido que, en consecuencia con
las tradiciones electoralistas de las que bebe buena
parte de su militancia, se halla fermentado un discurso que, si bien legitima la labor de intervención polí-
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Resulta imposible otear el panorama político actual
sin seguirle el rastro a la crisis económica que desde
2007 sacude la economía mundial. En el Estado español, su correlato de reformas y ajustes estructurales
ha dado forma a una profunda revisión del marco
político, social y laboral en el que viven millones de
personas, profundizando las diferencias de clase y
acabando, aunque no de cuajo, con los sueños de
progreso permanente y bienestarismo a ultranza socializados por los ingenieros del consenso a través de
sus medios de desinformación durante el ciclo económico del boom del ladrillo.
En el terreno, mucho más prosaico, de la política
parlamentaria, el gobierno en mayoría absoluta del
Partido Popular ha permitido la puesta en marcha de
todo un programa de reformas de carácter neoliberal
que contaron con la oposición a pie de calle de importantes sectores de la sociedad (asambleas de base,
colectivos profesionales, mareas ciudadanas, etc.),
principiando con ello un interesante ciclo de movilizaciones a través de las cuales se han ido implementando nuevas formas, y no tan nuevas, de intervención política en las que el modelo organizativo de carácter asambleario ha recuperado el protagonismo
que ya tuvo en otros momentos de mucha mayor
efervescencia social (pensamos, por ejemplo, en el ciclo movilizatorio de finales de los años 70).
Sea como fuere, la multiplicación de los colectivos
y asambleas de base, la consolidación de los espacios
de convergencia política, la proliferación de centros
sociales y la paulatina, aunque también dificultosa,
federación política de algunas de estas iniciativas
(pensamos, por ejemplo, en la vertebración del movimiento por la vivienda en su amplio espectro), no deja de percibirse como un guiño insurgente, como un
conato de resistencia al pareciera que irrefrenable
avance del capitalismo postindustrial, fortalecido por
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I
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tica de los movimientos sociales, aspira a multiplicar
la capacidad de transformación de los mismos asaltando las instituciones y, por tanto, poniendo en pie
disímiles herramientas de participación electoral
que, a corto plazo, ensayarán su puesta a punto en las
elecciones municipales que en el Estado español se
celebrarán en 20152.
Según como se mire, podría ser harto difícil o, por
el contrario, muy sencillo, hacer una puesta en común de las características fundamentales de los distintos ingenios electorales puestos en pie por los actores políticos comprometidos con la estrategia del
asalto a las instituciones. En un principio, se nos antoja
que su compromiso con las reglas del juego democrático parte del convencimiento ético de que el sistema de gobernanza parlamentario, y sus instituciones, es apropiado para dirimir los asuntos del común, de la res publica. Así, y a falta de un cuestionamiento integral de la normatividad vigente, se aspira
a poner pie en las instituciones con dos finalidades
prioritarias: 1) adecentar la casa (menos corrupción,
más transparencia y participación), 2) trasvasar poder a los movimientos sociales y, en ese sentido, empoderarlos desde arriba, facilitándoles recursos, legitimando sus discursos y, quizá en última instancia,
otorgándoles parcelas de autoridad para, llegado el
caso, autogestionar políticamente determinados espacios para los que se reclamen competentes.
Teniendo en cuenta las limitaciones de este esbozo y asumiendo las inesperadas derivas del proceso
puesto en marcha, sería injusto obviar que esta estrategia ha conseguido movilizar, aun en los pueblos
más pequeños, a un gran número de personas que
hasta ahora habían permanecido al margen de la participación activa en la arena política. Por otro lado, las
opciones que se reclaman del municipalismo han logrado acumular fuerzas recogiendo la experiencia
militante de cientos de personas formados políticamente al calor del 15M y sabiendo utilizar el capital
simbólico de un buen puñado de personalidades3 de
los movimientos sociales que, al amor de la querencia ajena y quizá intoxicados por el resultadismo, han
dado el paso de fortalecer las candidaturas electorales que reclaman ganar la ciudad para los de abajo.
A lo que se aspira ―digámoslo claro y con perdón de la expresión― es a estar donde se parte el bacalao, tomando el poder desde lo más cercano y revertiendo la composición de fuerzas en el terreno institucional para, desde el diálogo permanente con los
movimientos sociales, acelerar los cambios necesarios para dar la vuelta a la tortilla y, de una vez, arrebatar la gobernanza al capital, poniendo la estructura política al servicio del pueblo, es decir, al servicio
del interés general de la ciudadanía.
Todo esto, dicho tal que así, pareciera actualizar el
catecismo político de cualquier opción de izquierdas
que bebiera del marxismo. ¿Pero es que no es así?
Bajo nuestro punto de vista, causa sorpresa, cuando
no estupor, que determinadas lecturas estrechas de la
ecología social o el municipalismo libertario4, se estén utilizando como base teórica para dar forma a la
enésima versión actualizada de la estrategia electoral
de organizaciones y partidos de izquierda que en su
reciente devenir político poco deben a los postulados
de autonomía y federalismo que se hallan en la base
de las tesis municipalistas5. Que Murray Bookchin
no reniegue de la participación en los procesos electorales de carácter local, no lo justifica, y que la estrategia de asalto a las instituciones sea secundada por
un sector importante de los movimientos sociales,
tampoco.
II
En este caso, no se trata de patrimonializar6 ningún
concepto teórico ni de limitar las posibles lecturas (y
relecturas) de unos textos cuya permeabilidad se antoja clave para dar frutos como los que están dando7;
2.- Nos referimos con ello a las candidaturas agrupadas bajo la marca Ganemos y, a pesar de que no concurran finalmente a las elecciones
municipales del siguiente año, a las candidaturas de la marca Podemos (cuyo estreno en la arena política española es inminente).
3.- Quizá sería injusto recurrir a la palabra líderes.
4.- Resulta imprescindible acercarse a la obra del anarquista norteamericano Murray Bookchin para tener una visión más detallada de
los postulados de la ecología social o el municipalismo libertario. Algunos títulos a tener en cuenta serían Historia, civilización y progreso, La ecología de la libertad o Seis tesis sobre municipalismo libertario.
5.- No es un secreto los estrechos vínculos que guarda la marca Ganemos con Izquierda Unida. Al igual que tampoco se ignora el importante papel jugado por Izquierda Anticapitalista en la puesta en marcha de Podemos.
6.- Entiéndase este concepto como el intento de hacer suya cualquier idea o teoría por parte de una corriente política determinada.
7.- El Confederalismo Democrático, por ejemplo, como modelo de organización aplicado en la región kurda de la Rojava (Kurdistán sirio), es buen ejemplo de las aplicaciones prácticas de las teorías de Bookchin. Aquí para saber más: http://www.todoporhacer.org/elconfederalismo-democratico-un-acercamiento-al-conflicto-kurdo
MUNICIPALISMO
impone sus intereses y obliga a transigir con sus demandas. Precisamente por ello, planteamos que todo
proyecto de transformación que tome como referente la capacidad de intervención política de los movimientos sociales, debe aspirar a construir un sistema
de gobernanza, ya no solo paralelo al institucional, sino enfrentado al mismo y, por tanto, que asuma desde primera hora la necesidad de deslegitimar las estructuras de participación de las que, históricamente,
se ha dotado el enemigo para hacer valer sus bazas.
No obstante, sabemos que hay una brecha evidente entre las formas de acción política que devienen del parlamentarismo y aquellas otras que, fuera
del foco, transforman la realidad de otra manera (de
espaldas a las instituciones y, a veces, en contra de
ellas). Por otro lado, tampoco es inusual que se establezcan puentes de unión entre ambas formas de entender el juego del qué hacer. De hecho, esta interconexión ayuda en ocasiones a que haya un trasvase de
fuerzas de un lado a otro de ―si se nos permite el símil musical― ambas escenas, lo que al cabo supone
una hibridación de los discursos y las estrategias
muy connatural a nuestro tiempo, en el que las formas tradicionales de encuadramiento político de los
sectores populares, la forma partido y la forma sindicato, arrastran una crisis de legitimidad que parece
insuperable9 y que, en cierta forma, es extensible a
todas las estructuras organizativas (como las asociaciones de vecinos) a través de las cuales a vehiculizado sus demandas la clase trabajadora en los últimos
cuarenta años.
8.- Pensamos, como no podía ser de otra manera, en el análisis del poder realizado por Michel Foucault. En ese sentido, se nos antoja
imprescindible la lectura del clásico contemporáneo Vigilar y castigar.
9.- De hecho, los partidos políticos y los sindicatos se sitúan entre las instituciones peor valoradas por la ciudadanía en los barómetros
del CIS. Ver: http://www.cis.es/
10.- Para el caso, resulta interesante la lectura del artículo «Los movimientos sociales frente al ascenso de Syriza y la izquierda parlamentaria» publicado en Diagonal: https://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/24233-movimientos-sociales-frente-al-ascenso-syrizay-la-izquierda-parlamentaria.html
YOUKALI, 17
Hibridación, decimos, que en el terreno de la praxis
acaba por esbozar dos amenazas para los movimientos sociales que se han de enfrentar de forma ineludible10: la ruptura de la unidad de acción y la institucionalización de sus propuestas.
En el primer caso, y volviendo a la situación actual, pensamos que la aparición de las candidaturas
electorales de carácter municipalista está restando
fuerzas a la lucha política, social y laboral de base. No
cabe duda de que la puesta en marcha de una herramienta electoral que plantea disputar la hegemonía
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III
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según nuestra opinión, se trata, más bien, de hacer
una lectura completa de las tesis municipalistas que,
por un lado, rehúya de los planteamientos cortoplacistas tan al gusto de los profesionales de la política y,
por otro, permita analizar en profundidad la solidez
de algunos planteamientos que parecieran adolecer
de una obsolescencia inevitable.
Nos explicamos. Resulta difícil entender que discursos en apariencia superadores, de carácter radical
y que se reclaman, incluso, revolucionarios, convivan
y den fuste a una estrategia electoral cuyo análisis del
poder nos parece desfasado y algo obtuso. Defender
a día de hoy que el poder, tal que así, reside en las
instituciones, implica no haber tomado en cuenta lo
mejor del análisis político y social vinculado a las teorías críticas de la modernidad8. Ampararse en una
visión estática del poder (el poder reside en las instituciones) impide negar la base relacional de toda relación de poder. Según lo dicho, deberíamos tener claro que si, a día de hoy, las instituciones tienen poder
es porque en el proceso de construcción social de las
mismas, alguien se lo ha otorgado. Continuando con
este razonamiento, parece improbable que, haciendo
caso al discurso público de alguno de los líderes de
las candidaturas municipalistas, se pretenda vaciar
de poder a las instituciones participando en ellas y,
por tanto, legitimándolas. No es una frase hecha. A
nuestro modo de ver, y según un análisis del poder
que toma de base su carácter relacional, la única manera de vaciar de poder a las instituciones es fortaleciendo los movimientos sociales autónomos a las
mismas.
Además, la lectura descontextualizada de los postulados del municipalismo libertario emprendida
por estos nuevos actores políticos, obvia en gran medida la interpretación clásica de la estructura del
Estado defendida por los anarquistas. En ese sentido,
una lectura de las tesis municipalistas ajustada a su
marco teórico, tendría en cuenta el carácter social, no
neutral, de toda institución política. Por eso mismo,
no se puede plantear que las instituciones, en este caso, los ayuntamientos, sean tecnologías de gestión política neutrales. Los cabildos municipales, como institución, forman parte de un sistema de gobernanza
con inercias propias, que delimita sus competencias,
MUNICIPALISMO
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política en el ámbito municipal a los llamados partidos de la Troika (PP y PSOE fundamentalmente), exige
una inversión de esfuerzo militante que, no queda
otra, se acabará restando de la confrontación de base.
De hecho, la misma articulación de la estrategia electoral, con todo su correlato de elaboración de listas,
designación de candidatos y planificación de campañas, ya supone un distanciamiento insuperable entre
la militancia a pie de calle de los movimientos sociales y aquellos que han decidido tirarse al barro de la
arena electoral. En ese sentido, entendemos que este
proceso propicia la generación de fracturas, debilita
el potencial de movilización y, se quiera o no, acaba
por adormecer las luchas11.
En el segundo caso, la institucionalización de los
movimientos sociales, la amenaza se plantea sobre todo para aquellos que conservan una visión impugnadora del conjunto del sistema político y que, por tanto, no conciben la toma de posiciones de los movimientos sociales como un fin en sí mismo, sino como
un paso ineludible para, por un lado, socavar el poder
de las instituciones hegemónicas y, por otro, articular
desde la base un modelo organizativo que ponga en
pie nuevos sistemas de gobernanza política, antagónicos al régimen, sin duda, pero dotados del necesario potencial de cambio para enfrentar el reto de la autogestión en tiempos de un previsible colapso12.
A partir de aquí, y teniendo en cuenta todo lo dicho anteriormente, creemos se evidencia una, no por
sabida, menos interesante realidad que permea la
existencia de todos los espacios de confluencia política, de los cuales, los movimientos sociales no dejan
de ser un ejemplo más. Nos referimos a la diferenciación, con toda su escala de grises de por medio, entre
los actores políticos que asumen las reglas del juego
parlamentario y aquellos otros que, no transigiendo
a las mismas, las impugnan desde fuera, apostando
por un modelo no predeterminado de autoorganización que desborda el marco institucional.
Unos y otros, según cómo se mire, pueden asumir
sin mayor riesgo algunos postulados del municipalismo libertario esbozado por Bookchin y que en el
Estado español cuenta con precursores de la talla de
Felipe Alaiz13. Decíamos que pueden asumir algunos
postulados, pero no todos, ya que, al menos para nosotros, las tesis del municipalismo libertario solo pueden entenderse en su conjunto y en toda su profundidad, si su lectura se realiza tomando como referencia
el marco teórico en el que se inscriben, el del anarquismo social, y teniendo en cuenta la pluralidad de
referencias históricas que ilustran la teoría y de las
que, por ejemplo, ya tomó nota el mismo Kropotkin
en El apoyo mutuo o El Estado y su papel histórico.
IV
Dicho esto, ahora cabe preguntarse hasta qué punto
los sectores de los movimientos sociales no transigentes con la estrategia electoralista pueden servirse
de una propuesta política, el municipalismo, cuya interpretación se haya tan mixtificada en el contexto
político actual y que, al mismo tiempo, no ha contado históricamente con demasiadas simpatías en el
movimiento anarquista organizado en el Estado español.
Bajo nuestro punto de vista, antes que eso, se necesita apostar con convicción por la plena autonomía
de los movimientos sociales. Y junto a ello, construir
una cultura política que genere identidades nuevas y
en la que, le pese a quien le pese, la política de organizaciones no merme la capacidad de intervención
política de las asambleas y colectivos que, desde la
base, sirvan de apoyo a la lucha social de los de abajo y, como decíamos con anterioridad, permitan construir un sistema de gobernanza nuevo, no solo al
margen de las instituciones democráticas sino socialmente construido contra ellas14.
A partir de ahí, cualquier sueño emancipatorio
definido, puesto en negro sobre blanco sobre el papel, debe confrontarse con la crudeza de la experiencia práctica. Es precisamente ahí donde, bien leído,
aporta el municipalismo algunas claves que no dejan
de resultar interesantes para el planeamiento a medio plazo de una estrategia de intervención política
tendente a contrabalancear el poder de las instituciones del capitalismo.
En ese sentido, y renunciando de antemano a dejarse arrastrar por cualquiera de las supuestas direc-
11.- Llegados a este punto, consideramos oportuna la lectura de la «Postura de CNT ante la Asamblea Ciudadana de Córdoba y la posibilidad de una candidatura a las próximas municipales» que se puede leer en http://www.cnt.es/noticias/c%C3%B3rdoba-postura-de-cnt-ante-la-asamblea-ciudadana-de-c%C3%B3rdoba-y-la-posibilidad-de-una
12.- El siglo de la gran prueba, de Jorge Riechamnn, publicado por Baile del Sol, se nos antoja una lectura interesante para vislumbrar el
panorama que se nos abre en las próximas décadas.
13.- De Felipe Alaiz podemos destacar su obra Hacia una Federación de Autonomías Ibéricas.
14.- Aquí recomendamos la visualización de la charla ofrecida por Carlos Taibo bajo el título: ¿Tomar el poder o construir la sociedad desde abajo? , en https://www.youtube.com/watch?v=mYSRIyZr5VA
MUNICIPALISMO
Gamonal, en Burgos, hablan muy positivamente de la
capacidad de autodefensa de una asamblea de barrio
que, en un momento clave, sabe adoptar las medidas
oportunas para hacer valer sus intereses. No solo eso,
a día de hoy, experiencias de este tipo ponen el foco
en la necesidad de entrar de lleno en una pelea que, al
menos por nuestra parte, se nos antoja perentoria por
su especial complejidad: disputarle a las administraciones su legitimidad para hacer o deshacer en todo lo
concerniente a la planificación urbanística.
Efectivamente, la toma de conciencia colectiva en
nuestros barrios pasa, de forma ineludible, por enfrentar los problemas derivados de la planificación
urbana. No se trata, por tanto, de entrar en el juego
de la micropolítica presupuestaria, sino de hacer valer los intereses de la gente en la pelea por el espacio
público. En ese sentido, la lucha por el territorio empieza dentro de la ciudad. Asumimos buena parte de
la crítica antiurbana de las corrientes antidesarrollistas, pero no podemos obviar que detrás de las tramas
especulativas y los procesos gentrificadores hay un
sinnúmero de víctimas cuyo coste vital en muchos
casos es inasumible. Por eso mismo, sería interesante
fomentar análisis críticos de los procesos de urbanización que nazcan de los propios afectados; análisis
que, a su vez, sirvan de base para la movilización e
intervención política de los centros sociales, las asambleas vecinales y los colectivos de vivienda que operan en cada barrio.
15.- Ver De la autodeterminación al municipio libre, en http://www.nodo50.org/fella/pub/b5/b5autodeter.php
16.- En este punto, y como posible ejemplo, recomendamos la visualización de la charla ofrecida en el local de CNT-Aranjuez por Kostas
Jasanis y Mario Tursunidis y que llevó el título de Movimientos alternativos en la actual crisis griega http://www.cnt.es/noticias/aranjuezcr%C3%B3nica-v%C3%ADdeo-y-fotos-acto-informativo-griegos?page=3
17.- Sobre comunalismo o municipalismo de base, ver http://lahaine.org/pensamiento/comunalismo_base.htm
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Finalmente, y apuntados ya algunos aspectos que
consideramos relevantes a la hora de entrever posibles cauces de acción política autónoma y transformadora para los movimientos sociales, no queremos
obviar un hecho diferencial que, a nuestro modo de ver,
dificulta la divulgación y puesta en práctica de las tesis del municipalismo libertario en el Estado español,
esto es, la inveterada inexistencia de organizaciones
de carácter anarco-comunista en suelo peninsular.
Efectivamente, serían las organizaciones que se reclaman del anarquismo social y organizado, aquellas
que beben del anarco-comunismo clásico, las que, en
líneas generales, tendrían planteamientos más cercanos al municipalismo (o, más concretamente, al municipalismo de base17, es decir, aquel que renuncia ex-
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ciones revolucionarias que, estructuradas en comités
o grupos de afinidad libérrimos, pretendan dirigir a
las masas por el camino de la Revolución, las clases
populares pueden echar mano del acervo experiencial heredado de anteriores periodos de conflictividad para, en esta situación de espera, poder empezar
a pergeñar lo que Luis Andrés Edo llamó el
Municipio Paralelo15.
Desde luego, la del anarquista de Calpe no ha de
ser una proposición menor. Para empezar, permitiría
lanzar un debate a propósito de la posible federación
de colectivos y asambleas dispuestas a romper con el
sistema de gobernanza cimentado en el parlamentarismo. Por otro lado, promovería una toma de conciencia relacionada con los asuntos cercanos que, ya
en primera instancia, facilitaría la politización de
buena parte de la ciudadanía no movilizada. Sin duda alguna, este redimensionamiento del campo de
acción política de la gente de a pie, favorecería la articulación de un programa de objetivos cuyo progresivo cumplimiento reforzaría la confianza en la capacidad de autoorganización política de los de abajo. A
partir de ahí, no se antoja descabellado intuir la paulatina consolidación de una cultura política de individualidades bregadas en la pelea por lo común, sin
cuya base resultaría implanteable la reaparición de
una conciencia colectiva nueva (menos egoísta, menos delegacionista, más proclive a soñar).
Siguiendo con este planteamiento, no cabe duda
de que una de las tareas prioritarias de los movimientos sociales antagonistas al estado de las cosas
actual, ha de ser, antes que nada, trabajar por la emergencia de una ética política distinta, menos sectaria,
menos politizada, más apegada a lo comunitario, a los
valores de apoyo mutuo y solidaridad incondicional.
Una ética insurgente que, bajo nuestro punto de vista,
fermenta poco a poco en todas las luchas de base y
que, podemos sospechar, crecerá conforme se vayan
multiplicando los espacios de autogestión política,
los colectivos de acción directa, las asambleas de barrio, los grupos de apoyo mutuo, los centros sociales,
las redes informales de solidaridad, etc16.
En ese aspecto, la deseable revitalización de las luchas vecinales puede jugar un papel importante en la
dinamización de los movimientos sociales cuya acción se desenvuelve en el marco de la ciudad.
Experiencias de lucha como las del barrio de
MUNICIPALISMO
peligro del aislamiento de los mismos. Un debate de
carácter transversal que sirva para dirimir objetivos,
establecer lazos de unión entre sectores afines a las
opciones superadoras y permita alumbrar una nueva
conciencia política que posibilite imaginar alternativas de gobernanza nuevas. Bajo ese prisma, revisitar
las tesis del municipalismo libertario, actualizando
sus propuestas y contextualizando debidamente su
teoría, se nos antoja útil en el camino a recorrer, teniendo en cuenta que no hay soluciones fáciles ni
tampoco programas políticos que nazcan con certificado de excelencia práctica. Sea como fuere, y ya acabamos, el tiempo dirá hasta qué punto ha servido para algo el pretendido asalto a las instituciones. Por
nuestra parte, nos resulta complicado entender qué
de bueno tiene para los movimientos sociales esa
apuesta electoral. Lo dicho, ya lo veremos pues.
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plícitamente al recurso electoralista). En el Estado español, la organización que históricamente mejor ha
podido representar dicha tendencia fue el grupo
Askatasuna, ligado a la revista del mismo nombre, y
que durante su primera época (hablamos de mediados de los años 70) se planteó como embrión de una
organización anarco-comunista vasca cuyo proyecto
político tomaba como referente, entre otros muchos,
el municipalismo libertario18. Actualmente, y salvando las distancias entre épocas y actores, ha sido la organización Procès Embat, de reciente creación, la que
ha tomado el relevo en el intento por poner en pie una
organización de carácter anarco-comunista cuyos objetivos son: 1) la construcción del poder popular a través de la consolidación de organizaciones sociales
fuertes y estables, 2) la socialización del poder político a través de la consecución de un modelo de organización cercano a la democracia directa, y 3) la superación del capitalismo a través de la implantación de
un modelo de socialismo plural19.
Más allá de lo anterior, sea por la debilidad de este tipo de organizaciones, sea por la falta de aplicabilidad de los postulados del municipalismo libertario
en las circunstancias actuales (desconocimiento de la
teoría, disenso en la interpretación de sus conceptos,
etc.), no parece muy cercana la asimilación por parte
de los movimientos sociales de un programa de intervención política cercano al municipalismo de base, es decir, aquel que renuncia a cualquier vía de
participación electoral.
Eso no quita que, bajo nuestro punto de vista, sea
necesario establecer un debate serio a propósito de la
tensión siempre presente entre las posibilidades de
institucionalización de los movimientos sociales y el
18.- CARMONA PACUAL, Pablo César: Transiciones. De la Asamblea Obrera al proceso de Pacto Social (Fundación Anselmo Lorenzo.
Madrid: 2004).
19.- Ver https://procesembat.wordpress.com
MUNICIPALISMO
ENTREVISTA A VICTOR RUBIO, PARLAMENTARIO DE
EH-BILDU, SOBRE SU EXPERIENCIA EN POLÍTICA
MUNICIPAL
por Nerea Fillat
Esta entrevista deriva de la idea inicial del dossier sobre
municipalismo incluido en este número en el que queríamos reflejar algunas de las reflexiones y prácticas innovadoras que, a nuestro juicio, acompañan el proceso actual de
presentación de candidaturas municipalistas. Nos parecía
oportuno que ante el interés despertado por estas candidaturas, que suponen un cierto salto al vacío para muchos de
sus componentes, pudiéramos contrastar experiencias ya
relativamente asentadas en otras partes del territorio.
Lamentablemente nos ha fallado la entrevista proyectada a
las CUP catalanas que intentaremos publicar en un número posterior.
R.- El hecho de que se pudiese concurrir a las elecciones legalmente, porque hay una parte de Bildu que
estaba ilegalizada por los tribunales españoles, cambia de forma brutal el mapa político en Euskalherría.
La primera vez que como Bildu nos presentamos a
las elecciones sacamos unos resultados espectaculares, ni nosotros mismos podíamos pensar que la
gente, asqueada de una forma de hacer política,
apostara tan decididamente por nuevas formaciones
que planteamos otro modelo de sociedad totalmente
diferente. Lo conseguimos, o la ciudadanía guipuzkoana puso en nosotros su confianza y ahí estamos,
en la Diputación guipuzkoana con todo un programa de medidas si no revolucionarias, desde luego
muy, muy, muy avanzadas, poniendo en la base de la
política institucional a las personas; en Guipuzkoa
página 23
P.- Cuéntanos un poco, por favor, Bildu en qué instituciones tiene representación, territorialmente cómo
está distribuida esta representación, dónde es mayoritaria, dónde es minoritaria, para que nos podamos
hacer un mapa…
YOUKALI, 17
Respuesta.- Bildu surge en principio como una confluencia de diversos grupos y partidos políticos de la
izquierda vasca, de la izquierda vasca soberanista.
Tenemos que darnos cuenta de que lo que se viene
denominando el régimen del 78, después de la
Transición, no contó con importantes sectores aquí
en Euskalherría que rechazaron esa transición, reclamábamos una ruptura. Durante muchos años, la
situación de conflicto político que se ha vivido en
nuestro país, impidió la confluencia de diversas líneas de actuación de las izquierdas vascas. Tras el
anuncio de la organización armada ETA de cese definitivo de la actividad militar se da un cambio de escenario en la política vasca, lo cual posibilita lo que
hasta entonces había sido difícil. Y diversos agentes
comenzamos a darnos cuenta de que era posible la
confluencia de toda la izquierda soberanista vasca en
un bloque amplio, una especie de unidad, ..Sí, un bloque amplio, de ahí surge Bildu. En principio con grupos como Alternatiba, la izquierda abertzale tradicional y EuskoAlkartasuna a los cuales se ha venido a
unir Aralar y diversas personas independientes. En
resumidas cuentas eso es Bildu; mi papel en toda esta
película es que cuando se produce la posibilidad de
concurrir a las elecciones, diversos compañeros me
comentan si estaría dispuesto a cambiar, o a complementar, la lucha en la calle con la lucha institucional.
Y, bueno, me parece una buena idea y ahí estamos,
de parlamentario en el Parlamento de Navarra.
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Pregunta - Para empezar nos gustaría que nos hablaras de la experiencia de Bildu, qué es Bildu; que sitúes por favor a quien está leyendo, que nos cuentes
dónde gobierna, cuándose formó, con qué propósito,
por qué, qué planes ha desarrollado, una visión
general del contexto de Bildu en esta última legislatura
MUNICIPALISMO
nos hacemos con la mayoría de los Ayuntamientos,
lo cual, al estar en la Diputación y en los Ayuntamientos, nos posibilita desarrollar un programa
totalmente o diametralmente opuesto a lo que se
venía haciendo. Conseguimos también Ayuntamientos en importantes zonas de Guipuzkoa, perdón de
Vizcaia, del Norte de Navarra, de la cuenca de
Pamplona. Posteriormente en las siguientes elecciones volvemos a aumentar la representación de EHBildu en otras Instituciones y las últimas elecciones
europeas, desde luego nos indican que EH-Bildu hoy
en día es una fuerza en auge en todo Euskalherría
con excelentes resultados tanto en Nafarroa como en
Araba.
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P.- Ahora que estamos al fin de la legislatura qué
valoración hacéis de estos últimos cuatro años que
han sido los más intensos.
R.- Nuestro proyecto político no trata de “quítate tu,
para ponerme yo” y desde luego no se puede materializar en cuatro años en Guipuzkoa que es donde
hemos conseguido mayores cuotas de presencia institucional. Pero se está haciendo algo, se está avanzando, entendemos que bastante en temas como
transporte público, cuidados o sea el tema de las residencias de ancianos, gestión de residuos,… se está
avanzando pero desde luego cuatro años son insuficientes para darle la vuelta a esta sociedad. Todo nos
hace pensar que vamos a seguir con importante presencia en las Instituciones, por lo tanto nosotros
vamos a seguir con este cambio, para una nueva
sociedad en Euskalherría. Aquí en Nafarroa el régimen que emana de la Constitución española y del
amejoramiento del Fuero navarro, consideramos que
es un régimen totalmente anti-democrático, ni
siquiera fue consultada la ciudadanía navarra con un
engaño tan grande como decir: el pacto entre
Navarra y el Estado español es de igual a igual, por
tanto no vamos a consultar a la ciudadanía. Mientras
que en otras comunidades se vota el Estatuto que
rige la comunidad aquí ni siquiera se nos dio esta
posibilidad, no se nos dio a los navarros y navarras la
posibilidad de votar, por lo tanto,a nuestro entender
estamos en un régimen totalmente anti-democrático,
que ha sido mantenido por UPN, la derecha más
caciquil y más cazurra del Estado español con el
apoyo del Partido socialista, de UGT y de CCOO. ¡Ha
sido tal el hartazgo!.., pues durante la época de las
vacas gordas había dinero para todo, pero ahora que
ha venido la crisis, se ha quedado en evidencia, que
el régimen no sabe gobernar para todos, que está
gobernando para unas élites, el régimen que tenemos
en Navarra se ha quedado desnudo. Yo creo que hay
importantes sectores en la sociedad navarra que
están reclamando un cambio y EH-Bildu, en la medi-
da de nuestras posibilidades, en la medida de que la
ciudadanía deposite su confianza en nosotros en las
próximas elecciones, vamos a impulsar ese cambio.
Va a ser un cambio con otras fuerzas, sabemos que
hay otras fuerzas que también están apostando por
ese cambio, con generosidad pero también con contundencia vamos a pelear por ese cambio.
P.- ¿Cuál es el planteamiento de las políticas sociales que habéis hecho?, ¿cuáles son las líneas generales que os planteáis? Cuéntanos luego cuáles son las
experiencias de cambio más interesantes, haciendo
especial hincapié en el tema de las basuras, en todo
el conflicto de la incineración en Guipuzkoa y en el
transporte, en la movilidad y en el conflicto sobre
desarrollo o no de las obras públicas. Si empiezas
por favor con las líneas de las políticas sociales,
vivienda, o lo que consideres. Unas líneas maestras.
R.- La política que se ha venido haciendo desde
todas las Instituciones, donde ha estado tanto UPN,
Partido socialista o PNV aquí en Euskalherría han
ido orientadas al negocio, han ido orientadas al crecimiento, no se ha tenido en cuenta a las personas.
Nosotros entendemos y es lo que estamos intentando con mayor o menor acierto y con muchos errores,
por supuesto, pero desde luego con un objetivo claro:
hay que poner en todas las políticas a las personas.
Por ejemplo, está claro que desde las Instituciones
sólo se ha tenido en cuenta el trabajo productivo;
nosotros hacemos una valoración totalmente negativa de este punto y queremos incluir en las políticas
públicas el trabajo reproductivo, todo lo que sea promocionar la vida, pues al final la reproducción es
promocionar la vida, es garantizar la existencia del
ser humano pero en unas condiciones para todas las
personas, tanto mujeres como hombres en igualdad
de condiciones. Es cierto que la mujer ha tenido
avances, pero claro, ¡de dónde partíamos! Ha habido
ciertos avances que nos hacen creer o nos dan una
falsa imagen de que hay igualdad y eso hace que
todo el trabajo reproductivo no sea valorado en sus
justos términos. Por lo que entendemos que hay que
poner a todas las personas en igualdad de condiciones, hacer una sociedad en la que el trabajo productivo y el reproductivo sean iguales. Eso quiere decir
que quien opte por el trabajo reproductivo, y por tal
entendemos todo el trabajo doméstico, todo el trabajo de cuidado de personas discapacitadas, o de personas mayores, - todo eso tiene que estar remunerado por la sociedad. Es un cambio muy revolucionario en cuanto a la idea, pero desde luego es el objetivo y puede servir de motor para cambiar totalmente
la forma de hacer política.
Ése es un eje fundamental…
P.- Sí, sí, trabajode cuidados
R.- Nuestro siguiente paso es que la Diputación de
Guipuzkoa acaba de firmar con 16 Ayuntamientos
para que la Diputación se quede con 16 residencias
de ancianos. Los Ayuntamientos no podían hacerse
cargo de estas residencias, con lo cual se corría el riesgo de que se privatizaran y se metieran empresasbuitre a gestionar los cuidados de nuestros mayores.
Diputación, con el plan que había, lo que ha hecho es
firmar un acuerdo con 16 municipios para que esas
residencias de personas mayores pasen a la
Diputación, sean transferidas a la Diputación y así
MUNICIPALISMO
P.- Hemos hablado de cuidados. ¿Alguna otra línea
importante?
R.- Actualmente son las dos que estamos desarrollando de forma más enérgica. Tenemos una línea que
actualmente está en estado embrionario, de las ayudas sociales. En Guipuzkoa sí que se ha producido
un incremento del dinero destinado a ayudas sociales, es la única Administración en la que se ha producido un aumento de las partidas destinadas a ayudas
sociales, ¿por qué?, porque hemos hecho una fiscalidad diferente y hemos conseguido ingresos; la
Hacienda guipuzkoanaha sido la única Hacienda del
Estado español que ha conseguido más ingresos
durante la crisis, porque hemos puesto una fiscalidad
progresiva que ha gravado a las grandes fortunas y
eso nos ha permitido tener un remanente de dinero
que hemos destinado a las políticas sociales.
R.- Nuestro planteamiento con el tema de los residuos es muy claro: la crisis que estamos viviendo no
solamente es una crisis, como nos hacen ver, que se
va a acabar, que son unos años que vamos a pasarlo
mal…, no, es una crisis real del sistema y además es
una crisis ecológica. El capitalismo pretende, para
salir de esta crisis, acelerar el consumo y acelerar la
producción. El consumo acarrea producción de residuos, producción de basura. Nosotros en esto somos
muy,muy, muy radicales. Entendemos que con los
actuales ritmos de crecimiento la vida en el planeta
va a ser inviable, por lo tanto, tenemos que empezar
a cortar y queremos hacerlo desde el nivel local,
desde la concienciación ciudadana, pueblo a pueblo,
queremos empezar a cortar ese sistema consumista y
para ello una de las políticas es hacer a los ciudadanos responsables. Y ahí es donde encuadramos el
tema de la gestión de los residuos. En el momento en
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P.- De los proyectos que comentábamos al principio,
¿me puedes contar algo? porque creo que es interesante la experiencia de la incineradora, la movilidad,
y yo creo que merece un pequeño capítulo por lo
menos la gestión de las obras públicas que se heredaron, la paralización de algunas de ellas, si nos lo
puedes contar brevemente.
YOUKALI, 17
R.- No tanto aquí en Nafarroa que lo que se ha hecho
ha sido a nivel municipal; nosotros damos mucha
importancia al ciclo formativode 0 a 3 años; entendemos que es un ciclo formativo y que no solamente
obedece a dejar aparcados a nuestros hijos, entendemos que ahí, en esas políticas es donde hay que hacer
hincapié para que la mujer pueda decidir libremente
entre la maternidad o criar a los hijos y estar en el
mercado laboral. Un ejemplo, un pequeño ejemplo,
en algunos Ayuntamientos en los que venimos
gobernando históricamente, aparte del dinero,…
bueno en los ciclos de 0 a 3 años el 33% lo paga la
Administración foral, 33 % los padres y 33% el municipio. Pues nosotros lo que hacemos es pagar más del
33% para que no sean cuidadoras las que estén con
los chavales de 0 a 3 años, sino que sean educadoras;ponemos más dinero en la parte que corresponde
al Ayuntamiento para que en la contratación no sean
cuidadoras, que es lo que la derecha entiende.
Otro pequeño ejemplo. En Guipuzkoa que es
donde sí que tenemos un programa político, llamado GuipuzkoaBerria, un nueva Guipuzkoa, ahí tenemos varios planes ya desarrollados, por ejemplo, las
cuidadoras de las residencias de ancianos eran mayoritariamente mujeres de una cierta edad que se
encontraban en una situación laboral terrible que iba
a empeorar conla reforma laboral. La Diputación de
Guipuzkoa en manos de EH-Bildu intervino a favor
de estas mujeres. La patronal de las residencias nos
puso demandas, tuvimos que acudir a los Tribunales,
nos hemos visto las caras con los empresarios en el
Tribunal superior de Justicia del País Vasco que finalmente nos ha dado la razón para que a las trabajadoras de estas residencias no se les aplique la reforma
laboral, lo cual suponía un empeoramiento, una
vuelta de tuerca más en sus precarias condiciones de
trabajo. Pero hemos ido más lejos en lo que comentaba antes del trabajo reproductivo: cuando decimos
reproductivo decimos en general…
garantizar su función pública y que sigan siendo
públicas.
Esto ¿qué supone?, pues que las condiciones de
trabajo de las personas que trabajan allí van a verse
mejoradas sustancialmente, que se van a crear puestos de trabajo, en Guipuzkoa se están creando puestos de trabajo en el tema de la asistencia social y es
algo que tenemos bastante avanzado. Un ejemplo
más de cuál es nuestra política poniendo a las personas en el centro de la actividad.
ISBN: 1885-477X
P.- Perdona, ¿qué prácticas se han podido desarrollar
para conseguir este objetivo?
MUNICIPALISMO
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YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
que una persona es consciente de los residuos que
genera, cambia sus hábitos de consumo. ¿Qué quiere decir esto?, que si coges tu basura, no la separas en
tu domicilio, la metes toda junta y la dejas a una
Institución a que lo gestione ella, una Institución que
va a privatizar a los lobbies de las basuras, detrás de
los cuales están o las Koplowitz o Florentino Perez,
que son los que tienen la mayoría de la gestión de las
basuras aquí en el Estado español, - en Italia es la
mafia- ;o sea entendemos que la política que estamos
llevando en la gestión de los residuos es una política
anticapitalista muy, muy importante. Nosotros nos
comprometimos en Guipuzkoa a hacer una política
de gestión de residuos que evitase tanto su incineración como su acumulación en vertederos. La incineradora no se va a hacer en Guipuzkoa, hemos rescindido el contrato que el PNV había firmado con varias
empresas para construirla, fue una de las primeras
actividades que desde la Diputación promovimos y,
próximamente, se van a cerrar tres vertederos en
Guipuzkoa. Estamos demostrando que hay sistemas
de separar la basura en casa, lo que se viene en llamar “el puerta a puerta”, u otros modelos. Se está
identificando el modelo de “el puerta a puerta” con
Bildu, hay otros modelos, hay experiencias que
demuestran que se pueden alcanzar tasas de reciclaje del 80%. ¿Qué hacemos nosotros?, pues a la vez
que hacemos partícipes a la ciudadanía de la cogestión de sus residuos, hemos creado plantas de compostaje, cercanas a donde se generan las basuras, en
las que conseguimos un compost muy bueno; con
ello cerramos el círculo de la materia orgánica convirtiéndolo en abono para los campos. Aquí ya no
estamos hablando de teoría, como estábamos
hablando hace cuatro años, lo estamos poniendo en
práctica allí donde estamos implantados y desde
luego estamos contando con la oposición del resto de
grupos políticos. Aquí se unen todos contra nosotros
porque entendemos que es una patada al capitalismo, una patada al desarrollismo salvaje y una patada a los intereses del resto de grupos políticos que
están haciendo de la gestión de los residuos algo
político con una irresponsabilidad terrible al convertir el tema de los residuos en un pim-pam-pun contra Bildu, cuando en realidad es un pim-pam-pum
contra el futuro y contra un modelo sostenible, ya no
de Euskalherria, estamos hablando a nivel mundial.
Además, la normativa para el 2020 de la Comunidad
económica europea está marcando unas directrices
que a día de hoy el único sitio donde se están cumpliendo es Guipuzkoa y sabemos que el modelo guipuzkoano está entre los más valorados por diversas
instituciones preocupadas por el tema de la gestión
de las basuras – lo sabemos porque nos están llamando de toda Europa.
P.- Así, más brevemente, danos cuatro ideas de transporte y obras públicas.
R.- Vale, transporte. Nosotros solamente tenemos
competencias en Guipuzkoa con el tema del transporte. Cuando entramos en la Diputación vimos que
había un desconcierto con las concesiones del tema
del transporte público. Entendimos que para mantener un desarrollo sostenible y una vertebración de las
diferentes comarcas que conforman una provincia o
un territorio se necesita un transporte público y nosotros entendemos transporte público como servicio
fundamental. En Guipuzkoa acabamos de hacer un
plan de transporte público, nos ha costado hacerlo
porque lo hemos hecho a partir de Asambleas en los
municipios más grandes, hemos hecho un proceso
participativo sin precedentes, no conocemos este
proceso en ningún sitio, desde luego en
Heuskalherria no se había dado antes. En él han participado más de cuarenta, perdón, más de cuatro mil
personas en asambleas para hacer un diagnóstico de
cómo está el servicio de transporte público, ha sido
un diagnóstico hecho por los técnicos de Diputación,
por los concejales de los pueblos y por las asambleas
populares en los pueblos, hemos hecho un diagnóstico muy serio y acabamos de presentar un plan por
el que se hace una inversión mucho más fuerte en el
transporte público, se aumentan las líneas, se aumentan los kilómetros que van a recorrer los transportes
públicos y se crean 57 puestos de trabajo nuevos en
Guipuzkoa. Es una apuesta por entender el transporte público no como un negocio sino como un derecho
de la ciudadanía. ¿Con esto qué se pretende?, en el
fondo es otra patada al capitalismo: mientras estamos viendo como la mayoría de las Instituciones
dan ayudas a la compra de coches, nosotros entendemos que lo que hay que impulsar es el transporte
público. Aquí en Nafarroa esta misma semana pedimos una comparecencia del Sr. Zarraluqui que es el
consejero para el tema de transporte.
P. Nos cuentas por favor las políticas concretas que
habéis hecho en torno a las obras públicas.
R.- Cuando entras a una Institución te encuentras
con la mochila de lo que viene de atrás. Es cierto que
existe una ideología muy metida en la ciudadanía en
el sentido de que cuánta más obra pública se haga,
mejor para el ciudadano. Diciendo además que en el
Estado español o aquí, en el caso de Navarra tenemos peores infraestructuras que el resto de Europa,
lo que es mentira. Nosotros a la obra pública, a las
infraestructuras, le damos la importancia que tiene;
en una comunidad con unos parámetros de crecimiento bajos la obra pública tira del crecimiento
hasta cierto punto, pero pasado este punto en que se
P.- ¿No se ha podido avanzar prácticamente en ningún proceso que lleve a la desobediencia institucional, por ejemplo, como algunos Ayuntamientos o
Comunidades gobernadas por el PP han hecho de
manera abierta?
P.- Pero haciendo una reflexión más global, ¿qué
limites le ves al organigrama municipal, al municipalismo, al gobernar desde lo local simplemente, ya
que te atienes a la legislación que se genera en otros
lados, qué límites le ves a ese organigrama, qué posibilidades hay de cambiar las cosas desde la organización municipal?
R.-Primero, he pasado de las obras públicas a la
deuda porque nosotros entendemos que ésa es la
deuda ilegítima. Entendemos que las Instituciones
deben endeudarse para suplir o para dar servicio a la
ciudadanía, dentro de unos márgenes. Entendemos
que hay Ayuntamientos que se han endeudado,
algunos de los nuestros, para mantener las residencias de ancianos o para dar servicio educativo de 0 a
3 años; entendemos que la deuda en sí no es mala,
pero siempre dentro de unos márgenes y lo que ha
disparado la deuda, ha sido la obra pública, las grandes infraestructuras. En el caso concreto de Aoiz, que
es uno de los más endeudados, tiene serios problemas para hacer frente a la deuda que tiene, hasta
ahora estamos haciendo frente a esa deuda pero
hemos pedido un informe a la Cámara de Contos de
R.- EH-Bildu somos una fuerza municipalista. Eso
quiere decir que somos partidarios de que todas las
competencias que puedan darse desde el municipio,
que las gestione el municipio, de la subsidiariedad,
que los servicios los den las Administraciones más
cercanas. Para nosotros eso es fundamental. Pero el
problema y el por qué no ha crecido el municipalismo es la financiación. La financiación de los municipios ha estado muy ligada a la burbuja inmobiliaria
y ha habido, cientos, miles de alcaldes que no han
querido plantearse realmente una financiación.
Nosotros pensamos que las Haciendas, por ejemplo
en el caso navarro, la Hacienda navarra que es la que
recauda la mayor parte de los impuestos, no puede
seguir actuando como un padre que cede dinero a los
Ayuntamientos. O hay que cambiar el sistema de
MUNICIPALISMO
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R.- Sí, sí, sí,..
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P.- Nos hemos pasado de las obras públicas a la
deuda que era otro de los temas importantes porque
en cualquier apuesta municipalista, aunque haya
algunos municipios vascos que no están tan endeudados, el panorama en Navarra de muchos municipios es que hay una fuerte deuda,el mismo
Ayuntamiento de Aoiz que lo gobierna Bildu tiene
muy fuertes problemas de endeudamiento.
la Organización Canal de Navarra-Itoiz que es uno
de los pilares de la obra que endeudó a Aoiz.
Imagino que la Cámara no tardará mucho en darnos
este informe y es muy probable que esto sea una
auditoría de las cuentas de Aoiz y en un futuro …,
veremos qué se puede hacer, desde luego lo que
hagamos en ese Ayuntamiento será lo que decida la
Asamblea de vecinos. Entendemos que este tema no
tiene que decidirlo ni el alcalde de Bildu, ni los concejales de Bildu ni siquiera el restode corporativos, el
Ayuntamiento; entendemos que es un tema de
mucho calado que puede marcar la trayectoria de
este municipio y desde luego eso lo decidirá la ciudadanía de Aoiz…No es algo que corresponda solamente al Ayuntamiento.
Con el tema de la deuda hay que matizar. En el
Estado español, de la deuda que acumula el Estado,
solamente el 5% es deuda municipal y de ese 5% del
total, más de la mitad lo tiene el Ayuntamiento de
Madrid… Las Instituciones más cercanas a la ciudadanía, que son los Ayuntamientos, son las mejor gestionadas, salvo Valencia, Madrid,…Hablamos de
deuda, las Comunidades autónomas tienen más
deuda y el Estado tiene más deuda, pero solo el 5%
es deuda municipal, lo que nos lleva a reafirmarnos
en lo que pensamos: las Instituciones, en la medida
en que son más cercanas a la ciudadanía han gestionado mejor y los Ayuntamientos pequeños son los
que menos deuda acumulan. Por ahí va nuestra política de darle la importancia que merecen a los municipios, los concejos y los pueblos.
ISBN: 1885-477X
compensa, la obra pública lastra las arcas públicas y
se convierte en un expolio a las arcas públicas, pasa
dinero público a bolsillos privados. Nos hemos
encontrado con problemas; las Instituciones en las
que estamos ahora no están especialmente endeudadas, los municipios vascos en general, contrariamente a lo que se pretende, no son municipios terriblemente endeudados, existen algunos con problemas
de endeudamiento, pero las Instituciones vascas no
están muy, muy endeudadas comparadas con otras.
Con la reforma del artículo 135 y con la ley de estabilidad presupuestaria te dejan muy poco margen porque lo que puede suceder es que te intervengan. Si
haces una auditoría, que las estamos haciendo, y
decides no pagar la deuda, existen ciertos riesgos de
que te intervengan estas Instituciones y en algunos
Ayuntamientos podría ser problemático. A día de
hoy no hemos adoptado ninguna postura con respecto a la deuda ilegítima, que no es tan grande, en los
Ayuntamientos vascos no es tan grande como se
pueda pensar, pero entendemos que se puede avanzar por ahí.
MUNICIPALISMO
recaudación de impuestos o hay que pasar una parte
importante de los impuestos recaudados a los municipios, porque sin autonomía financiera no puede
haber subsidiariedad. Pero para nosotros es fundamental potenciar el municipio, con el máximo de
competencias, que es precisamente todo lo contrario
al proceso que estamos viviendo en el Estado español con la ley de racionalidad de las entidades locales, y con la ley que UPN y el PSN pretenden poner
en Navarra: quitar competencias a los municipios y
dárselas a las Diputaciones o a las Comunidades
autónomas; para ello ahogan económicamente al
municipio y como éste no puede dar los servicios a la
ciudadanía, o los privatizan o los da la Diputación,
con lo cual el servicio empeora notablemente.
Nosotros pensamos que es un tema a explorar. Las
leyes del Estado español no dejan avanzar en este
sentido pero en un futuro próximo hay que darle la
vuelta. De los tres niveles de la Administración: la
local, la autonómica y la estatal, nosotros apostamos
por la local.
ISBN: 1885-477X
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P. - ¿Quieres contar algo más? Algo de la experiencia
que tenéis que merezca la pena, la experiencia que
tenéis es bastante vasta…
R.- El nivel municipal es el más fácil de controlar por
la ciudadanía y las líneas que guían nuestra política
municipal se basan en tres puntos: la lucha en la
calle, o sea el movimiento ciudadano tiene que
ponerse las pilas, por ej, aquí en Euskalherria existe
una trayectoria, existe un movimiento con altibajos,
con claroscuros y con aciertos y con fallos, pero existe un movimiento asociacionista importante; la lucha
institucional, el estar en las Instituciones, que no es
estar ahí para calentar un sillón sino para que estas
Instituciones apuesten por el bien común, por políticas diferentes y desde luego lo más importante, sin el
que las otras dos luchas no van a ser posibles, un
cambio de mentalidad. Tenemos que hacer que la
gente participe, no es fácil, no es fácil. Cuando convocamos Asambleas en los pueblos, a las primeras no
suele acudir gente, porque nos han educado en dejar
que los elegidos tomen las decisiones. La lucha ideológica para que la gente sea consciente de su propio
poder es la que más nos está costando llevar adelante, pero es cierto también que cuando llamas a una
Asamblea de pueblo, si a la primera viene poca gente
pero se consigue que esta dinámica se instaure en los
barrios y en los pueblos, la gente empieza a responder. Estamos viendo movimientos muy, muy interesantes en algunos Ayuntamientos donde la gente se
está dando cuenta realmente de lo que supone tener
el poder. Es complejo, son tres luchas: de calle, ideológica e institucional llevarlas a la vez. Entendemos
que una no puede ir por delante de la otra y llevarlas
a las tres a la misma velocidad es uno de los problemas con los que nos estamos encontrando.
Entendemos que si queremos realmente transformar
esto, tiene que ser así.
MUNICIPALISMO
NOTA SOBRE La apuesta municipalista. La democracia
empieza por lo cercano, DEL OBSERVATORIO METROPOLITANO (Madrid, Traficantes de sueños, 2014)
YOUKALI, 17
cuanto a las competencias y al mismo tiempo
en cuanto a la financiación, ya que las fuentes
de los recursos para los
ayuntamientos son relativamente reducidas
y en gran medida han
estado ligadas a la regulación del suelo, lo
que les convirtió en
agentes decisivos en el
boom de la construcción en los decenios
pasados. Si las candidaturas municipalistas
democráticas se oponen a seguir el camino
de una nueva burbuja
inmobiliaria, su situación financiera tenderá a empeorar por lo que se hará necesario estudiar los presupuestos desde otro ángulo.
En tercer lugar y como consecuencia de lo anterior, los Ayuntamientos han quedado extremadamente endeudados. Recurrieron a la deuda en un
momento de crédito fácil en el que gozaban de estrechos lazos con las Cajas de Ahorro, pero la débacle en
la construcción ligada al desmantelamiento de las
Cajas, los ha dejado con créditos a los que hacer frente sin contar con un flujo continuado de ingresos. Por
ello los autores recomiendan que la primera tarea de
las candidaturas municipalistas en caso de resultar
vencedoras deberá ser el llevar a cabo una auditoría
completa e imparcial de la deuda. Sólo así se podrá
rechazar el pago de la misma o en su caso renegociarla, al tiempo que se piden responsabilidades por la
mala gestión anterior.
En cuarto lugar se augura que por las razones
anteriormente mencionadas y dada la complejidad
de los espacios urbanos, la gestión tendrá que inventar nuevas formas institucionales: estar muy abierta
ISBN: 1885-477X
El libro objeto de este comentario surge urgido por
una coyuntura: la que se abre en este país con las
elecciones municipales de 2015 y el nacimiento de
diversas iniciativas municipales para concurrir a
ellas. Por primera vez desde la Transición, el desencanto frente a los grandes partidos ha dado paso a
una voluntad de autoorganización en muchos pueblos y ciudades de la geografía española que están ya
poniendo a punto iniciativas ciudadanas para hacerse con el poder a nivel municipal. En algunas de ellas
alienta la idea de que “la democracia empieza por lo
más cercano”, que el poder local es el más cercano a
la ciudadanía y en cierto modo el eslabón primero
del edificio democrático.
El texto que comentamos discute con esta idea: a
ojos de sus autores esta asunción, por más que intuitivamente parezca certera, tiene varios puntos oscuros. En primer lugar, no es claro ya en el mundo globalizado actual que los territorios coincidan con las
comunidades. Es decir, si bien en pueblos o barrios
relativamente pequeños, tal vez siga dándose esa
identificación en la medida en que sus habitantes
siguen haciendo vida en “su” pueblo o en “su”
barrio, ésta no es ya la situación en muchas de las
zonas de las grandes ciudades que han quedado
incorporadas a las áreas metropolitanas de las ciudades de su entorno. Así es en Barcelona, en Madrid y
en muchas otras ciudades grandes. La unidad territorial del “barrio” queda relativamente diluida en el
espacio metropolitano y sus habitantes prefieren
comunidades no de barrio con las que mantienen
lazos más estrechos que con sus convecinos. No hay
pues nada “natural” en esas comunidades que pueda
servir de base para una política democrática común.
En segundo lugar, dicen sus autores, las competencias de los poderes locales son extraordinariamente reducidas; dependen en gran medida de decisiones que se toman a niveles superiores: regionales,
autonómicos, nacional-estatales o incluso europeos,
razón por la cual una política local exitosa debe tener
en cuenta esa dependencia. Dependencia legal en
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por Montserrat Galcerán
MUNICIPALISMO
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al contacto con los movimientos sociales, implicar a
la mayor parte de la población en el debate y la toma
de decisiones, especificar muy bien las condiciones
para el ejercicio de los cargo e implementar formas
de control y de transparencia. Aún así, dicha gestión
posiblemente entrañe conflictos con autoridades de
nivel superior que tiendan a bloquear el funcionamiento de tales municipios. Tal vez éste sea la nota
más interesante del texto y de la actual coyuntura: la
apuesta municipalista se dibuja como un momento
decisivo en la transformación democrática del
Estado español que, por primera vez en muchos
años, reactualiza la dimensión democratizadora de
las luchas populares de los decenios anteriores.
Además de su aspecto programático el libro tiene
también alcance histórico. El primer capítulo se dedica a reconstruir la historia del municipalismo en la
España moderna; se narran las experiencias del XIX
situando la cuestión del gobierno local en las grandes asonadas de aquel siglo, tanto los pronunciamientos militares como la apuesta federalista y la
experiencia cantonalista durante la Primera
República (1868-1874). Se menciona también, algo de
pasada, la importancia del concepto en el pensamiento y la práctica anarquista.
El capítulo segundo retoma experiencias municipalistas europeas del s. XX, en especial el movimiento de los Provos holandeses y algunas notas sobre los
Verdes alemanes. En este punto se hubiera podido
insertar con más fuerza la experiencia de los movimientos de okupación en algunas ciudades europeas, entre otras en Ámsterdam, Hamburgo y Berlin,
donde este movimiento logró mantener durante
decenios algunos barrios ocupados obligando a la
Administración a fuertes concesiones. El capítulo termina con algunas referencias a los movimientos vecinales en América latina.
Frente a estas experiencias internacionales el capítulo tercero y el cuarto están centrados en la península, el tercero con un análisis sobre la ciudad como
“máquina de crecimiento” (Growth machine) y el
cuarto con un estudio del caso Madrid, al que el
Observatorio ha dedicada ya varios trabajos. El capí-
tulo tercero analiza con detenimiento el rasgo específico de la ciudad capitalista contemporánea que la
convierte en una máquina económica, es decir en un
conjunto de dispositivos que hacen del incremento
del suelo urbanizable, del aumento de su precio y de
la atracción de población y de fuentes de negocio las
claves de su riqueza. Según esta perspectiva, absolutamente enraizada en el ideario neoliberal, el objetivo primero y principal de la corporación municipal
es atraer negocio al municipio, liberando suelo y
haciéndolo atractivo a partir del supuesto de que esta
actividad redundará en beneficio de los habitantes
pero el bienestar de éstos es secundario con relación
a las actividades económicas y especialmente inmobiliarias. Se desarrolla así lo que los autores denominan un “empresarialismo urbano”, estrechamente
vinculado a los gestores financieros que vincula las
oligarquías locales con las nacionales y globales.
El “caso Madrid” entra de lleno en este análisis.
Los gastos faraónicos de la etapa de Gallardón, que
pesan ahora como una losa sobre la deuda municipal, formaban parte del proyecto de convertir la ciudad en una de las primeras ciudades globales del
planeta. La puja por las Olimpiadas, las ventajas concedidas a varias corporaciones multinacionales, el
fallido plan de Eurovegas, eran todos ellos proyectos
para que la máquina de dinero que supone la ciudad
se ponga a funcionar a pleno rendimiento sin parar
mientes en las dimensiones del endeudamiento.
Aunque los planes hayan fallado nos hemos quedado, sin embargo, con la deuda lo que tiene como consecuencia reducciones y recortes en todos los gastos
que dependen del municipio y la Comunidad, en
especial los servicios sociales tales como educación,
sanidad y vivienda.
A pesar de su reducida extensión (166 pág.) el
libro da un repaso más que suficiente a los temas más
sobresalientes de lo que podemos denominar la
“apuesta municipalista” por lo que es una lectura
más que recomendable en las contiendas que se avecinan. ¡Ojalá que sirva para robustecer y hacer más
crítico el empeño por ejercer con formas de nuevo
cuño el poder local en los próximos años!
MISCELÁNEA
UTOPÍA Y TELEOLOGÍA EN TOMÁS MORO Y NICOLÁS
MAQUIAVELO
por Gerardo Fernández Bustos
Introducción
2.- Todo ello, unido a la asidua meditación sobre la obra de los historiadores antiguos, configura la <<lunga esperienza delle cose moderne et una continua lezione delle antique>> sobre la que se funda su sabiduría política, atenta siempre <<alla verità effettuale della
cosa>> y no <<alla immaginazione di essa>>. Maquiavelo (2011), página 14.
3.- Sin embargo, el que se opongan a la Reforma, parece que no quiere decir que se alineen sin más a favor de la Iglesia de Roma. En el
caso de Erasmo, este “no sueña con una sublevación contra lo eclesiástico sino con una reflorescentia, un renacimiento de lo religioso,
una renovación de la idea cristiana como consecuencia del retorno a aquella pureza nazarena que una vez tuvo”, Zweig (2005), página 82. En el caso de Moro, es significativo que no comulgue con el método a través del cual la Iglesia se ha encarnado en el campo
de la filosofía, la escolástica: “Había adoptado ese aire solemne de los escolásticos, consistente en repetir más que en responder, pues
creen que la brillantez de una discusión está en la facilidad de memoria”, Moro (2012), página 102. Es decir, que estos autores no se
sienten comprometidos con los teólogos y con la Iglesia de los Pontífices, a pesar de estar vinculados al Evangelio.
4.- Habría que decir, más concretamente, que lo que pretende Maquiavelo es “liberar Italia de los bárbaros” que han construido sus alianzas, a menudo con el favor de los propios gobernantes italianos, con los diferentes estados de la península. Este deseo de liberación de
la patria se podría encuadrar perfectamente dentro del anhelo de una estabilidad política en el gobierno. Véase a este propósito la
Exhortación a ponerse al frente de Italia y liberarla de los bárbaros, Maquiavelo (2011), página 155.
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1.- “Es hora de detenernos un poco a ver esta faceta de Moro. Tanto él como su obra serían incomprensibles sin el movimiento humanista que avanza por Inglaterra”, Moro (2012), p. 15. “Tal era la atmósfera de Oxford a principios del siglo XVI. Este grupo de hombres, en contacto y verdadera hermandad con los del continente, establecen la corriente de humanismo cristiano más característica
de Europa y que tiene en Erasmo su principal abanderado”, íbidem.
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dicho, los recovecos del humanismo cristiano que se
desarrolla en el norte de Europa y que tiene a la
Reforma como antagonista (en el caso de Erasmo, sin
el cual sería imposible entender lo escrito por Moro, el
enfrentamiento con Lutero será crucial)3. Por otro lado, en Maquiavelo encontraremos una preocupación
por la situación en la que se encuentra Italia, obedeciendo la redacción de El Príncipe -como puede verse
en las páginas finales- a la urgencia de dar al país
transalpino estabilidad política y social, además de
hacer de su patria una entidad política fuerte4. La
ISBN: 1885-477X
Aunque a primera vista pudiera parecer descabellado
llevar a cabo una lectura conciliadora entre Utopía de
Tomás Moro y El Príncipe de Maquiavelo, en ambas
obras las inquietudes que sus respectivos autores repasan les llevan a dibujar paisajes parecidos aunque
dispuestos de manera diferente. En primer lugar,
mientras que en Moro lo que se plantea no es sino una
utopía influenciada por el humanismo cristiano que
ensancha sus alas en esos momentos en Europa1, en
El Príncipe lo que se quiere es atender a la “verdad
efectual” de la cosa y no a la “imaginación de ésta”2.
En principio, parece obligado decantarse por una u
otra concepción de lo política (y del poder), tan distintas entre sí. En un vistazo inicial encontraríamos pues
la visión utópica de Moro y la visión distópica de
Maquiavelo, al menos en lo que parecen ser las intenciones de cada autor. Con un margen de apenas tres
años entre la publicación de una y otra, ambas parecen hablar distintas lenguas, con sus abecedarios propios, aunque ambas recorren la gramática (corrigiéndola para llevarla a su terreno) que transita por la
Europa del siglo XVI.
En primer lugar, tenemos la lengua de la Utopía
(vocablo inventado por Moro) que recorre, como he
MISCELÁNEA
ISBN: 1885-477X
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obra la escribe el autor italiano en el momento en que
los Medici han retornado al poder, tras la república
popular impuesta por Carlos VIII de Francia, obligándole a un ocio forzado en sus posesiones de
Sant’Andrea in Percussina. Sin embargo, tanto esta
obra como los Discorsi serán publicados póstumamente en 1931 y 1932. Tenemos, no obstante, conciencia de su redacción en la intensa correspondencia que
establece Maquiavelo con Francesco Vettori (embajador de Florencia ante el papa León X, hijo de Lorenzo
el Magnífico y sucesor de Julio II)5, en la que intentaba llamar la atención de los Medici para así obtener
un puesto que le permitiera poner en escena sus intensas ideas políticas. Es precisamente este hecho -el que
nunca Maquiavelo pudiese ver en carne y hueso sus
ideas- lo que paradójicamente induce a pensar este
proyecto como algo tan irrealizable como la Utopía de
Moro. Mientras que en el primero fueron las propias
cláusulas de la realidad, es decir la propia situación
de un ocio forzado del autor, alejado del mundo de la
política, las que lo tiñeron de tal, en el segundo fue el
carácter intrínseco de su obra lo que impedía su concreción en la realidad de la política del XVI. Sin embargo, ello no quiere decir que ambas obras no contengan gramíneas de auténtica utilidad social y política que, barridas por el viento de la Historia, habrían
ido a parar a diferentes épocas en las que habrían terminado germinando. A este propósito, se ha hablado
del comunismo de Moro y de la actualidad de las ideas de Maquiavelo en la política moderna (aunque es-
ta supuesta actualidad acabe siendo un punto de vista completamente reduccionista de los escritos de
Maquiavelo). Intentaremos ver si ello es así.
A pesar de que pueda parecer que Moro y su proyecto no expresan en ningún momento más que un
pacifismo caduco, no es ni mucho menos así. Es cierto
que en El Príncipe de Maquiavelo la violencia y la guerra están justificadas en pos de la estabilidad y la fuerza del principado y su gobernante. Sin embargo, Moro
no duda “en pagar fuertes sumas a mercenarios zapoletas”6, por ejemplo, además de tener una visión de la
guerra que le sitúa en las cercanías del florentino.
El filósofo y el político
A lo largo de la historia de la Filosofía han sido numerosos los filósofos que se han agenciado con el poder,
bien en aras de una tranquilidad económica que les
permitiese centrarse plenamente en sus estudios, bien
para inducir a los gobernantes a desarrollar sus ideales políticos. Recuérdese, por ejemplo, el caso de
Platón, quien realizó dos intentos fallidos para poner
en práctica sus ideas en Siracusa. Este tipo de encuentros nos arrojan varias preguntas, ¿Pueden caminar
juntas filosofía y política?, ¿puede el filósofo ponerse
al servicio de los gobernantes sin perder su autenticidad y sin que sus ideas se diluyan en las decisiones de
estos?. Alrededor de estas dos preguntas (aunque serían más de dos, claro está) gravita otra cuestión concerniente a los requisitos que tenga que cumplir una
teoría para ser calificada de filosofía, es decir, de aquellas dos se desmiembra la cuestión de la filosofía institucional frente a otras manifestaciones que puedan
ser en toda regla filosóficas. Estas preguntas retumbarán tanto en Utopía como en El Príncipe en tanto que,
como proyectos políticos que son, se interrogarán sobre la manera en la que puedan ser llevados a cabo.
En el caso de Moro, esta relación del filósofo con el
poder se ve de manera negativa, entendiendo que en
ella el primero siempre ocuparía el lugar del siervo7.
Es cierto que en la lectura de Utopía es el mismo Moro
quien en más de una ocasión le anima a Hitlodeo a intervenir en la causa pública, insistiendo en que si sus
consejos fuesen oídos por los gobernantes el beneficio
sería mutuo. Sin embargo, si tomamos, como creo que
debe tomarse, las opiniones de Rafael Hitlodeo como
5.- Maquiavelo (2011), página 15
6.- Historia de la Filosofía. Vol. 5. La filosofía del Renacimiento. Siglo XXI, editores. Madrid, 1979, página 197. Citado en Moro (2012), página 19.
7.- “Me extraña, mi querido Rafael, que siendo el que eres y dada tu ciencia y conocimientos de lugares y hombres, no te hayas colocado al servicio de alguno de esos reyes. Habría sido un placer para cualquiera de ellos. Al mismo tiempo le habrías instruido con tus
ejemplos y conocimientos de lugares y de hombres”. Moro (2012), página 89. Ante esta pregunta, Rafael responde: “...Pero lo que no
me pueden pedir es que, además, tenga yo que convertirme en siervo de ningún rey”. Íbidem.
MISCELÁNEA
Medicis. Es cierto que esta urgencia del florentino parecía provenir en parte de una preocupación por la
propia economía, aunque no se pueden ignorar sus
largos años de ejercicio activo en la política, los cuales
le habrían permitido conocer los vericuetos de la situación italiana e internacional. También se podría
decir que Maquiavelo propone, para reformar totalmente el Estado, concentrar el poder en una sola persona (como ejemplos servirán el de Moisés y el de
Rómulo), la cual debe ser autosuficiente, del mismo
modo que el Estado que gobierna, por lo que parecería fuera de lugar que esa persona, el príncipe, estuviera influenciada por los consejos de un secretario
virtuoso. Sin embargo, el mismo Príncipe parece querer ser una guía para aquellos gobernantes que quieran hacer de su estado un principado fuerte, por lo
que a mi juicio habría que pensar que Maquiavelo, al
contrario que Moro, abogaba activamente por una intervención del filósofo en la política10. Volveremos sobre ello en la conclusión.
Organizar un Estado
9.- Moro (1012), página 124.
10.- Véase simplemente el escrito que dirige el autor a Lorenzo de Medici al comienzo del libro. Maquiavelo (2011), página 43-45.
11.-“De todos modos, mi querido Moro, voy a decirte lo que siento. Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por
el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad” Moro (2012), página 126.
Asimismo, cuando se habla de la disposición de los jardines de las casas, se dice por boca de Rafael: “Todos pueden entrar y salir en
ellas. Nada se considera propiedad privada. Las mismas casas cambian cada diez años, después de echarlas a suertes”. Moro (2012),
página 144.
12.- “Cuando considero en mi interior todo esto, más doy la razón a Platón. Y menos me extraña que no quisiera legislar a aquellas ciudades que previamente no querían poner en común todos sus bienes. Hombre de rara inteligencia, pronto llegó a la conclusión de
que no había sino un camino para salvar la república: la aplicación del principio de la igualdad de bienes“. Moro (2012), p. 127.
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8.- Cuando Moro le pregunta si “no se alejará de nosotros esa dicha si los filósofos ni se dignan siquiera asistir a los reyes con sus consejos”, Rafael contesta: “No son tan displicentes y, sin duda, lo harían de buena gana. Ahí están multitud de libros escritos por ellos
sobre estos temas. Pero sucede que no siempre los jefes de Estado están dispuestos a escucharlos. El mismo Platón se daba cuenta de
que los jefes de Estado, equivocados desde niños con ideas perversas y viciadas, necesitaban ejercitar la filosofía para aprobar los consejos que les dieran los filósofos...¿No crees que si yo propusiera a cualquier jefe de Estado unas medidas sanas y tratara de desterrar
las costumbres que originan tantos males, me tomarían por loco o me despedirían?”. Moro (2012), página 114. Otro ejemplo lo encontramos en la siguiente afirmación de Rafael Hitlodeo: “En los consejos reales no vale ir con sutilezas ni distinciones. Hay que aprobar abiertamente las peores decisiones y firmar los decretos más arbitrarios”. Moro (2012), página 126.
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Una vez que hemos visto lo que ambos autores tienen
que decirnos sobre la unión del filósofo con el poder,
conviene detenerse en qué tipo de proyecto político se
propone tanto en Utopía como en El Príncipe.
En Utopía la primera característica podría ser la
supresión de todo conato de propiedad privada11. En
la introducción del libro Pedro Rodríguez Santidrián
habla del “comunismo” de Utopía, y ciertamente parece que, a grandes rasgos, lo apuntado por el inglés
no se alejaría de una visión en la que todo fuera de todos, pues a la supresión de la propiedad privada le seguiría la igualdad de bienes como principio básico12.
De estas dos notas nacería una tercera característica:
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las del propio Moro, son numerosas las veces en que
este sostiene la inutilidad que supondría tal acción8.
Incluso ante la insistencia de Moro de que lo que habría que hacer es insinuarse de forma indirecta9,
Rafael contesta que de obrar así, el único resultado posible sería que las ideas del filósofo se deformasen para poder pasar la censura de los gobernantes. De estas
afirmaciones, me causa una cierta incredulidad el pensar que la única manera entonces en la que el proyecto de Utopía pudiera hacerse real sería tal y como viene reflejado en el libro, es decir, mediante una especie
de volcado de lo literario (o filosófico) en la realidad.
Sin duda, este copiar la letra y el espíritu de Utopía en
la materialidad de la Inglaterra del siglo XVI parece
cuando menos increíble. Por otro lado, el mismo
Moro, parece ser, desempeñó el cargo de Sheriff de la
ciudad de Londres, por lo que no rehuyó el protagonismo en la esfera pública ni mucho menos. De hecho,
una de las características del proyecto utópico es precisamente ese vivir por el bien público, por lo que debemos entender que esa esfera pública no emana del
cetro del Rey. Es decir, que lo que me parece claro es
que la preocupación por lo público de Moro es tan patente que esta no se tranquilizaría si su lugar estuviera junto al trono real, más bien al contrario, pues ese no
parece el mejor lugar desde el que mejor se ordena esa
esfera. Sin embargo, ya digo, me parece difícil pensar
en una transformación de la sociedad inglesa de entonces según los parámetros de Utopía sin hacerla pasar bien por una influencia en los poderes fácticos,
bien por una de revolución del pueblo.
Por otro lado, el caso de Maquiavelo también gira
en parte en torno a la pregunta de si los filósofos pueden y deben agenciarse con los políticos. Ya se ha hablado sobre su deseo cuando escribe a Francesco
Vettori por saltar a la escena política de la mano de los
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la desestimación de la riqueza como medida de valor
de las cosas13. Incluso cuando se habla de la supresión de la ociosidad en Utopía, parece que la eliminación de la moneda conlleva que los utopianos destierren la ociosidad y se den ávidos al trabajo14, sin que
este pueda verse como un medio para enriquecerse,
sino como una manera de mejorar la comunidad.
Es curioso cómo Moro nos dice, por medio de
Rafael, que “los vasos de noche y otros utensilios dedicados a usos viles se hacen de oro y plata”, así como que “con estos mismos metales se forjan las cadenas y los grilletes que sujetan a los esclavos”15. Este
razonamiento parece mostrar que lo que pretende
Moro no es tanto suplantar el protagonismo del oro
(y del dinero en general) por algún otro sistema alternativo, como por ejemplo el trueque, sino que lo realmente fundamental sería que no hubiese una medida
del valor de las cosas más allá de su utilidad para la
comunidad. De todos modos, el juego que lleva a cabo el londinense parece bastante sutil e ingenioso,
puesto que utiliza ese protagonismo del oro que cualquier lector (ya que nunca hemos vivido en Utopía)
reconocerá como unidad de medida del valor de las
cosas, para llamar la atención sobre la inconsistencia
de tal convención en las sociedades del siglo XVI.
Asignarle este material a la confección de las cadenas
y grilletes de los presos no es sino una ironía que pone de manifiesto que la exclusividad del oro va ligada
a su alto valor, lo cual no obedece a ningún tipo de inquietud que tome el beneficio de la sociedad como
prioritaria. Por esta vía, se afirma que el único uso posible del dinero en Utopía sea el de pagar a mercenarios extranjeros en el caso de una posible guerra16.
Esto se entiende de la siguiente manera: puesto que,
en el caso de una guerra, conviene salvaguardar la vida de los utopianos y no exponerlos a la farragosa batalla, se ha de pagar un buen número de mercenarios
para que la lleven a cabo (este es uno de los contados
puntos en los que Moro se acercaría a Maquiavelo).
De todas formas, la supresión del dinero deja constancia, otra más, de la igualdad que se persigue en
Utopía (igualdad de bienes, derechos y libertades), la
cual será una nota distintiva del Humanismo que
profesa Moro.
Esta igualdad se extendería hasta el reparto equitativo de la comida, aunque en este punto parece haber algunos matices que antes no habíamos encontrado. Estos surgen cuando Moro afirma que tanto el
príncipe, el pontífice, los traniboros, así como los embajadores y todos los extranjeros merecen una consideración especial17. Aunque esta afirmación no se saldría del guión de la época en la que se redacta el texto, sí que llama la atención por cuanto es una de las
pocas líneas en las que el igualitarismo de Moro parece resquebrajarse.
Otro punto importante de las consideraciones de
Moro es, a mi juicio, cuando habla sobre la justicia en
Utopía. Como si escribiese desde la actualidad, el inglés cree que entendiéndola como la virtud que atribuye a cada uno su derecho, su existencia es más bien
escasa en el Londres del XVI. Habría en este dos justicias distintas: una para pobres y otra para ricos. Sin
embargo, la ley en Utopía no parte de ninguna especie de derecho natural18, sino que -como recuerda
Moro con el ejemplo de la muerte de Ananías- se cir-
13.- “Pero en el hombre existe otra causa de avaricia: el orgullo. Éste se vanagloria de superar a los demás por el boato de una riqueza
superflua. Un vicio que las instituciones de los utopianos han desterrado”. Moro (2012), p. 159
14.- Moro (2012), página 166.
15.- Moro (2012), página 171.
16.- “Pero, sobre todo, lo destinan a movilizar y pagar espléndidamente a mercenarios extranjeros, pues prefieren exponer a la muerte a
éstos que a sus conciudadanos”. Moro (2012), p. 169
17.- “...lo que hay de mejor en el mercado se distribuye equitativamente por los comedores, según el número de comensales.
Consideración especial merecen el príncipe, el pontífice, los traniboros, además de los embajadores y todos los extranjeros -cuando
los hay, que son pocas veces-.”. Moro (2012), p. 161.
18.- “Tanto es así, que, si quisiéramos, hoy día, definir la justicia -los antiguos autores se complacían en definirla como la virtud que atribuye
a cada uno su derecho-, no la encontraríamos en ninguna parte de la vía pública. O tendríamos que admitir que es -si así puedo llamarla- una especie de distribuidora de raciones...A no ser que estas personas pretendan que este derecho nace de una justicia fundamental...y que llaman derecho natural“. Moro (2012), p. 56
20.- Moro (2012), página 206-208.
21.- Maquiavelo (2011), página 47.
22.- “Concluyo, pues, de nuevo que un príncipe debe estimar a los nobles, pero no hacerse odiar del pueblo”. Maquiavelo (2011), página 126.
23.- La importancia del pueblo se pone de manifiesto sobre todo en el caso del principado civil, aunque esto no quiere decir que los ciudadanos sean algo más que un medio para conseguir el poder, al igual que los nobles: “No por medio de crímenes y otras violencias
intolerables, sino con el favor de sus ciudadanos, surge así un principado que podríamos llamar civil (para llegar al cual no es necesario basarse exclusivamente en la virtud o exclusivamente en la fortuna, sino más bien en una astucia afortunada), digo que se
asciende a dicho principado o con el favor del pueblo o con el favor de los grandes”. Maquiavelo (2011), página 84.
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19.- “Pero Cristo, creador y dispensador de todo bien, después de haber legado a sus seguidores una comunidad pitagórica y la caridad, nos dejó un ejemplo espléndido: la pena de muerte a Ananías, culpable de haber infringido la <<ley de comunión>> o de la
amistad”. Moro (2012), página 57.
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cunscribe a la comunidad19. La justicia en Utopía es,
por tanto, el medio a través del cual se distribuyen y
se racionan los derechos y las libertades. Además, ha
de ser clara al pueblo, pues ¿de qué sirve una ley, que
lo que pretende es dar a conocer a cada uno sus deberes y derechos, si está tan embrollada que resulta ininteligible?. A la claridad se le sumaría la brevedad
del corpus legislativo. Pero lo que me parece más significativo es que se suprimen todo tipo de mediaciones entre los ciudadanos y la justicia. La figura del
abogado resulta anacrónica. Cada ciudadano puede
defender su causa ya que las leyes son pocas y están
claras20. Se implementa así una acción directa de la
ciudadanía en la resolución de los conflictos que puedan surgir entre ella.
Por otro lado, el caso de Maquiavelo es bastante
distinto en lo que a la organización de los Estados se
refiere. En primer lugar, parece no detenerse demasiado en cómo estos estados deban organizarse, entendiendo por esto que no se para a describir la manera en la que las instituciones que los componen deban constituirse y articularse entre sí. El poder ha de
residir en una única persona, el príncipe, el cual, de
igual manera que el principado que gobierna, debe
ser autosuficiente. En lo que sí es minucioso es en describir los diferentes tipos de Estado y cómo se ha de
comportar el príncipe para conservarlos o ganarlos.
Así vemos que el Estado puede ser o bien una república o bien un principado. En este segundo caso encontramos dos posibilidades: que sean hereditarios o
nuevos. Si son nuevos, pueden ser completamente
nuevos (Milán para F. Sforza) o a modo de miembros
añadidos al Estado hereditario del príncipe que los
adquiere (Nápoles con respecto al rey de España)21.
Como he dicho, son numerosos los comentarios del
florentino a lo largo de El Príncipe acerca de cómo ha
de comportarse el príncipe ante el pueblo que gobierna, así como son numerosas las matizaciones que se
hacen sobre el mantenimiento de los ejércitos (figura
sobre la que nos detendremos más adelante). Sin embargo, llama la atención que no se detenga en reflexionar cómo han de comportarse las instituciones de dichos estados (a la manera como lo hará por ejemplo
Spinoza en el Tratado teológico-político), quizá porque
mientras que para Moro la sociedad parece ser un
cuerpo con numerosos órganos de gobierno -cuyo
buen funcionamiento reside en el buen entendimiento que debe haber entre ellos para lograr una mejor
comunidad-, para Maquiavelo únicamente habría
agentes, y no órganos o instituciones, que podrían ser
utilizados por el príncipe para fortalecer su poder y el
de su Estado.
De ahí que uno tenga la sensación de que el florentino no pretenda subvertir el orden de las cosas, como
lo hará Moro, sino más bien decirnos cómo ha de utilizar el príncipe ese orden de cosas con el fin de fortalecer el Estado. Sin ir más lejos, en el caso de los nobles estos no pueden ignorarse si uno quiere hacer política. Estos están ahí y han de ser útiles para el príncipe. En ningún momento se duda de su existencia o
se juguetea con su eliminación22. Se entienden como
otra fuerza más que entra en la escena política, cuyo
contrapeso sería el pueblo, el cual en ningún momento ha de ser descuidado, puesto que tan importante
como estimar a los primeros es hacerse amar o temer
por el pueblo23. Sin embargo, en todo momento el
pueblo no es más que un medio para el príncipe, mientras que en Utopía parecía ser un fin en sí mismo, has-
MISCELÁNEA
ta el punto que no se entendería la cotidianidad de la
isla sin los utopianos y al revés: no podríamos comprender el carácter de estos si no hubiesen sido moldeados desde su nacimiento por la manera en que se
gestionan las cosas en Utopía. Sea como fuere, cuando Maquiavelo entiende lo político como composición
de fuerzas -tal y como ha señalado Gabriel Albiac24se desentiende de toda descripción paisajística del
Estado -a la manera como Platón lo hiciese con la polis ideal en La República- para pasar a centrar su análisis en la voluptuosidad de los hombres, es decir, en el
terreno de las pasiones y las maneras en que estas
puedan ser aprovechadas por el príncipe. Es quizás
esta la razón por la que Maquiavelo no se pare a hablar de “organización” del Estado (ideal), puesto que
no tendría ningún sentido, más allá del literario o descriptivo. Parece estar diciéndonos que lo verdaderamente útil es aquello a lo que en todo momento dicha
organización parece estar supeditada: las pasiones
humanas. El pueblo y los ciudadanos -al igual que los
nobles-, por tanto, dejan de tener un valor en sí mismo; no importan tanto como entidades sino como
agentes pasionales, de los cuales el príncipe ha de ganarse su amor o su temor.
Sobre la guerra
De acuerdo con lo dicho anteriormente a Maquiavelo
no le interesa tanto detenerse a describir cómo se habrían de comportar unos supuestos organismos de
gobierno como el papel que puedan tener los diferentes agentes en los asuntos políticos (es decir, la utilidad que puedan tener para el príncipe). Entre estos
agentes encontramos el pueblo y los nobles, pero
también los ejércitos. Un estado ha de tener un ejército propio fuerte, que nunca se abra a la posibilidad de
la deserción o la rebelión. Por ello que las tropas mercenarias “no hagan nunca sino daño”25. Una buena
gestión de las tropas abre las puertas a la estabilidad
del Estado, y ello parece ser porque la guerra es más
que una posibilidad, es un hecho. No hay que olvidar
que los estados pueden originarse a través de guerras.
Además de ello, también puede ser una manera de
conservarlos y no dejarlos caer en las manos inadecuadas26. La toma de partido es algo inevitable y el
tiempo en que se toman las decisiones parece ser un
factor fundamental -la premura en la toma de decisiones es válida no sólo para el Estado, sino también para el príncipe-. Por ello, por la importancia de estar
preparado ante cualquier enfrentamiento posible, resulta esencial tener un ejército propio saneado. De ahí
que el florentino hable sobre la dificultad añadida que
suponía para los emperadores romanos tener un ejército que no se entregara a la avaricia y la crueldad de
los soldados27.
Muy al contrario que el italiano, Moro desarrolla
en el libro primero un auténtico alegato contra la guerra y sus altos costes28. Es en el libro segundo, sin embargo, donde se justifica que se vaya a una guerra en
determinados casos29. Aparte de la necesidad de ali-
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24.- “La hipótesis de esa misantropía como método, de esa misantropía metódica, permite colocar entre paréntesis todo y así asentar las
bases de un criterio incuestionable. En este caso, tanto en Maquiavelo como en Guicciardini, la constatación de que no hay posibilidad
de entender nada partiendo de hipótesis de moralización de lo político, tiene la función de sencillamente colocar todo ese campo de lo moralizante fuera del ámbito regulable del análisis y pasar a entender el funcionamiento de las relaciones políticas en otros términos, en términos
de composición de fuerzas“. G. Albiac (2011), p. 46. La cursiva es mía.
25.- “Y la experiencia nos hace ver que príncipes solos y repúblicas armadas llevan a cabo acciones capaces de engrandecer extraordinariamente su poder, mientras que las tropas mercenarias no hacen nunca sino daño. Además, es más difícil que caiga bajo el poder
de uno de sus ciudadanos una república armada con tropas propias que otra armada con tropas foráneas”. Maquiavelo (2011), página 97.
26.- “Y si alguno dijera que el rey Luis cedió la Romaña a Alejandro y el reino de Nápoles a España para evitar una guerra, le respondo
con las razones dichas anteriormente: no se debe jamás permitir que continúe un problema para evitar una guerra porque no se la evita, sino
que se la retrasa con desventaja tuya“. Maquiavelo (2011), página 58. La cursiva es mía.
27.- “Se ha de tener en cuenta, en primer lugar, que mientras en los otros principados sólo se ha de luchar con la ambición de los grandes
y la insubordinación del pueblo, los emperadores romanos se enfrentaban a una tercera dificultad: tener que soportar la crueldad y
la avaricia de los soldados”. Maquiavelo (2011), p. 127. En lo referente a lo dicho aquí acerca de “los grandes” y del pueblo, me remitiré a lo dicho anteriormente, es decir, que Maquiavelo ve como medios tanto a unos como a otros, a lo cual se vienen a sumar los soldados. Estos son medios para la obtención de un estado así como para su conservación. Conviene destacar, sin embargo, que lo dicho no valdría en el caso de los principados civiles.
28.- “Piensa, por último, que trato de demostrarles que todos los preparativos de guerra en que tantas naciones se empeñan no hacen
sino esquilmar a los pueblos, y agotan sus recursos para, después de algún efímero triunfo, terminar en total fracaso. Que lo prudente
es conservar el reino de los mayores, enriquecerlo lo más posible y hacerlo más y más próspero. Que ame a su pueblo y que éste le
quiera, que conviva con las gentes de paz, gobernándolas con dulzura. Que lo justo es desinteresarse de los otros reinos. Que lo que
le cayó en suerte le basta y le sobra para un buen gobierno”. Moro (2012), p. 118.
29.- Uno de esos casos es el que “un pueblo, dueño de un suelo,, que no necesita y que deja improductivo y abandonado, niegue su uso
y su posesión a los que por exigencias de la naturaleza deben alimentarse de él”. Moro (2012), p. 158. En algunos casos, como recuerda una nota a pie de página en esta edición, se ha visto aquí una defensa del colonialismo inglés. Sea como fuere, parece que todo acto bélico estaría aquí justificado por la obtención de recursos que no sean aprovechados por un pueblo.
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tud de libertades y derechos del (o de un) pueblo -para lo que la guerra sí que sería un medio-, Maquiavelo
no entiende de nada más que de asegurar la fortaleza
del Estado y del príncipe, sin que ello nos lleve a pensar que dicha fortaleza estaría cimentada en el cuidado de las libertades y derechos de los ciudadanos.
30.- Moro (2012), p. 212-217. En lo dicho aquí aprovecho en parte lo indicado en la nota 88 de la presente edición.
31.- “Para ellos, el mayor timbre de gloria es vencer al enemigo con habilidad y engaño”. Moro (2012), p. 215. La guerra ganada con sangre es bastante más desventajosa que la victoria sobre el enemigo con habilidad y engaño.
32.- “Procurar tu propio bien sin violar estas leyes es de prudentes. Trabajar por el bien público es un deber religioso. Echar por tierra la
felicidad de otro para conseguir la propia es una injusticia. Privarse, en cambio, de cualquier cosa para dársela a los demás es señal de una
gran humanidad y nobleza, pues reporta más bien que el que nosotros proporcionamos. Al mismo tiempo esta buena obra queda recompensada por la reciprocidad de servicios. Y por otra parte, el testimonio de la conciencia, el recuerdo y el reconocimiento de aquellos a
quienes hemos hecho bien producen en el alma más placer que habría causado al cuerpo el objeto de que nos privamos. Finalmente,
Dios compensa con una alegría inefable y eterna la privación voluntaria de un placer efímero y pasajero...En consecuencia, bien pensado y examinado todo, siguen pensando que todas nuestras acciones, incluidas todas nuestras virtudes, están abocadas al placer como a su fin y felicidad“. Moro (2012), página 183. La cursiva es mía.
33.- “...y convertir el concepto de la cristiandad como mera comunidad religiosa en el de una cristiandad universal, un amor entregado,
solícito y humilde a la humanidad”. Zweig (2005), página 96
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Parece, pues, que bastante de lo dicho en El Príncipe
gira en torno a la fortaleza del Estado, mientras que
en Moro se contemplan otros aspectos tales como la
buena administración de los recursos de la comunidad (la igualdad de bienes), las libertades de los utopianos, así como su felicidad. La presencia de esta última detalla hasta qué punto son importantes para el
inglés los ciudadanos y cómo el hecho de que estos
lleven una vida buena es algo crucial y concierne el
ámbito de la política. En efecto, parece como si, en su
deseo por evaporar los límites entre la moral y la política -cosa que no ocurrirá ni por asomo en
Maquiavelo-, acaba responsabilizando a esta última
de cosas como la felicidad de los individuos de un
Estado, algo que debería a priori pertenecer exclusivamente al ámbito de la moral (aunque dejamos en
suspenso que pueda hacerse una división tal, es decir,
que pueda desligarse la moral de la política).
Otro ejemplo de lo que acabo de decir lo encontramos en el concepto de placer. Cuando Moro habla
acerca de la manera en la que los utopianos persiguen
el placer nos induce a pensar que su búsqueda ha de
tener siempre como horizonte el mismo placer de los
demás. La búsqueda del placer es comprensible,
puesto que a ello nos dirige nuestra propia naturaleza,
y seguirla es de sabios. Naturaleza y moral están imbricadas, pidiendo que el hombre se afane en el placer, no sólo para sí mismo, sino para los demás32. En
efecto, la cristiandad universal que el humanismo de
Moro y de Erasmo33 reivindican afirma la existencia
de una compensación por las buenas obras, o dicho
de otro modo, por aquellas que van encaminadas a
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La naturaleza de Moro y la fama del Príncipe
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mento por parte de un pueblo, vemos que otras causas de guerra justa serían defender las propias fronteras, expulsar a los enemigos invasores, derrocar a un
dictador así como responder a injurias y agravios30.
Las situaciones que llevarían a los utopianos a un enfrentamiento con otro pueblo serían estas, aunque habría que decir que la guerra ha de evitar un alto coste
humano para los ciudadanos, y en esto parece acercarse a Maquiavelo -aunque sus posturas referentes a
los mercenarios sean contrapuestas- ya que persigue
el mal menor mediante (casi) cualquier medio31.
El giro que parece tomar Moro con respecto a esto
a lo largo del libro parece atender más a las exigencias
de la realidad que a las de la utopía. Ello es comprensible, pues a pesar de que Utopía sea una isla -formación idílica para no tener ninguna necesidad de pensar en ejército alguno-, la existencia de la Inglaterra de
Moro parece hacer demasiado fantástico cualquier relato en el que las armadas brillen por su ausencia.
Ahora bien, mientras que la optimización de los recursos (optando siempre por el mal menor y las artimañas que sean necesarias para obtenerlo) es algo a lo
que atienden tanto Moro como Maquiavelo, sí que
parece que es fruto de intereses distintos. Mientras
que en Moro hay una cierta responsabilidad moral con
el pueblo (llama la atención que casos por los que declarar una guerra sean proteger a los ciudadanos, pero también derrocar a un posible dictador que no permitiese desarrollarse plenamente a otros ciudadanos),
en Maquiavelo el principal interés es la fortaleza del
príncipe, así como del estado que se gobierna. Incluso
cuando el primero se pone la máscara del florentino
se parece demasiado a sí mismo como para abandonar sus propios ropajes en favor de una consideración
completamente maquiavélica de la política. Volvemos
a la preocupación de Moro por el pueblo, por la ciudadanía, de una manera plena, sin ambigüedades, la
cual permanece ausente en Maquiavelo ya que este lo
observa (junto con los nobles y los ejércitos) como un
medio para asegurar el poder y la fortaleza del
Estado. Mientras que Moro parece perseguir la pleni-
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producir placer en los demás (el causante de esta
compensación sería Dios, quien “compensa con una
alegría inefable y eterna”34).
Ahora bien, volviendo al concepto de felicidad,
¿qué podríamos decir sobre esta?, ¿dónde encontraríamos la felicidad en Utopía?. Pues esta no parece ser
otra cosa que salvaguardar la libertad interior y cultivar el espíritu35. Sin embargo, no podríamos contentarnos diciendo que la felicidad supone únicamente
una dicha interior, puesto que está directamente relacionada con el placer, el cual hemos visto que ha de
darse hacia los demás. La felicidad sería el placer sumo, pero además no podría haber virtud sin placer,
pues es una virtud seguir la naturaleza, y esta nos empuja a buscarlo. Es decir, lo virtuoso será perseguir el
placer, el cual aparece como el posibilitador de la felicidad. Encontraríamos, por tanto, triada compuesta
por la felicidad, la virtud y el placer36 que estaría macerada con ciertos principios religiosos (como hemos
visto en el caso del placer).
Hay así un hedonismo moreano que busca conjugar esos tres elementos, barnizándolos con una pátina de universalismo religioso, por lo que no resulta
extraño que, en el razonamiento de Moro, se apele a
la naturaleza como clave de bóveda que posibilita tal
conjugación. La colocación de este concepto no parece nada arbitraria; no así el mismo concepto, el cual
bien podría calificarse de arbitrario, ya que en numerosos casos hemos visto que hacer pasar por natural
cualquier cosa es el camino más corto de otorgarle un
cierto aire de ciencia o de objetividad. Así la naturaleza aparece como aquello que valida el argumento de
Moro: la búsqueda de placer está en nuestra propia
naturaleza, siendo lo virtuoso seguirla.
La búsqueda de la felicidad en Maquiavelo deja de
ser objeto de sus preocupaciones desde el momento
en el que la naturaleza viene a ser suplantada por la
fortuna y la virtud37. Si, como dijimos, el faro alrededor del cual gira la obra del italiano no es ya la integridad de la vida pública, sino la figura del príncipe, no
es de extrañar que el autor afirme que sea éste el que
pueda llegar al gobierno gracias a ambas cosas. En
principio, la fortuna es una diosa caprichosa38, por lo
que hacer depender completamente de ella el gobierno de los asuntos humanos sería demasiado arriesgado39. En la Italia de la época lo que habría es una dependencia irracional de la fortuna, y no un cuidado de
la virtud; por ello, entre otras razones, que se escriba
34.- Moro (2012), página 183.
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página 38
35.- “Las instituciones de esta república no buscan más que un fin esencial: rescatar el mayor tiempo posible en la medida en que las
necesidades públicas y la liberación del propio cuerpo lo permiten, a fin de que todos los ciudadanos tengan garantizados su libertad
interior y el cultivo de su espíritu. En esto consiste, en efecto, según ellos, la verdadera felicidad“. Moro (2012), página 156. La cursiva es mía.
Antes de esta afirmación, el autor afirmaba que todos los utopianos trabajan en actividades útiles (para la comunidad, se entiende),
sin tener una carga excesiva de trabajo, lo cual posibilita que puedan desarrollar su libertad y cultivar su espíritu, es decir, ser felices.
Encontramos, por ello, que la felicidad no se encontraría exclusivamente en el trabajo, aunque tampoco, como he intentado mostrar
anteriormente, en la ociosidad desenfrenada. Tener tiempo para cultivar el propio espíritu no debe, claro está, confundirse con la
ociosidad.
36.- “En lo referente a la étca o filosofía de las costumbres, inciden en los mismos problemas que nosotros. Se plantean el problema del
bien o felicidad del alma, del cuerpo y de los bienes externos. Les preocupa saber si el término <<bien>> conviene a estas tres categorías o sólo a las dotes del espíritu...Discuten sobre la virtud y el placer. Pero la principal y primera controversia se centra en saber
dónde está la felicidad del hombre. ¿En una o varias cosas? Sobre este punto, parecen estar inclinados, más de la cuenta, a aceptar la opinión
de los que defienden el placer como la fuente única y principal de la felicidad humana”. Moro (2012), página 179.
37.- Sin embargo hay que decir que en El Príncipe sí que existe la figura del príncipe natural, pero ello no modifica lo dicho, puesto que
esta figura no es sino aquel que lo es por antigüedad y continuidad (Maquiavelo, 2012, página 48). Mientras que en Moro parece
haber todo un aparataje para defender una cierta idea de naturaleza humana, en Maquiavelo si quisiéramos hacer la misma operación
(la de elaborar un magma del cual todos los hombres participasen) encontraríamos conceptos tan desestabilizadores como las pasiones, la fortuna, la propia virtud, etc. Al contrario, en Moro sí que habría una esencia humana, la cual sería bueno respetar. Ello es
lo que en Utopía se busca; incluso cuando se habla de la igualdad de bienes y de la libertad, se da por supuesto que todo hombre las
busca y, en el momento en que sea necesario, las cuidará (no únicamente las suyas, sino también las de los demás).
38.- Una muestra formidable del azar al que está siempre sujeta la Fortuna la encontramos en la obra “La Fortuna” de Rubens, en la que
esta aparece apoyada sobre una esfera que a su vez flota en el mar, arrojada a los vaivenes caprichosos que el viento le induce.
Cualquier movimiento fortuito de la diosa podría acabar tanto en desgracia como en dicha, sin que exista una ecuación razonable para
dilucidar cuáles serían las instrucciones a seguir si se quisiera alcanzar la primera. Todo ello adquiere una dimensión más humana
cuando se advierte que del equilibrio sutil de la diosa no depende únicamente su propio destino, sino el del resto de los mortales. La
diosa quedaría ajena a la dicha o desgracia que reparte, siendo solo el artífice de su consecución -de igual manera que, en ciertos relatos mitológicos, los actos humanos son pesados en una balanza por la justicia ciega, la cual en su ceguera admite que no reconoce
a aquel a quien se premia o se castiga-. http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/la-fortuna/
39.- “Y dado que el hecho de convertirse de particular en príncipe es fruto de la virtud o de la fortuna, parece, en principio, que la una
o la otra de estas dos cosas mitigue en parte muchas de las dificultades; sin embargo, el que se ha abandonado menos a la fortuna se
ha mantenido mejor”. Maquiavelo (2011), página 66
MISCELÁNEA
el Estado. Ya se ha dicho aquí que la relación del príncipe con su Estado parece ser proporcional: lo que el
príncipe debe ser para sus súbditos, el Estado debe
serlo para los otros estados.
40.- “Por otra parte, César Borgia -llamado vulgarmente duque Valentino- adquirió el Estado gracias a la fortuna de su padre, y con el
irse de ella lo perdió, a pesar de haber recurrido a todo tipo de medios y haber hecho todas aquellas cosas que un hombre prudente
y virtuoso debía hacer para poner sus raíces en aquellos Estados que las armas y la fortuna de otros le habían proporcionado...Así
pues, si se estudia atentamente todas las acciones del duque, se podrá ver que se había procurado fundamentos sólidos para su futuro poder”. Maquiavelo (2011), página 71.
41.- Maquiavelo (2011), página 141.
42.- “...por el contrario, otros muchos no han podido mediante la crueldad conservar el Estado ni siquiera en tiempos pacíficos, por no
hablar de los dudosos y arriesgados tiempos de guerra. Creo que esto es debido al mal uso o al buen uso de la crueldad. Bien usadas se
pueden llamar aquellas crueldades (si del mal es lícito decir bien) que se hacen de una sola vez y de golpe, por la necesidad de asegurarse, y luego ya no se insiste más en ellas, sino que se convierten en lo más útiles posibles para los súbditos”. Maquiavelo (2012),
página 83. La cursiva es mía. Aunque Maquiavelo se detenga brillantemente en una supuesta bondad de la crueldad, es necesario remarcar que lo hace no tanto según parámetros morales, sino en términos de utilidad. La crueldad que se lleva a cabo “de una sola
vez y de golpe” es más útil al príncipe que aquella que por demorarse deja que el problema persista.
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Habría, pues, varios interrogantes alrededor de las
posturas que Moro y Maquiavelo toman en sus respectivas obras. Ya dijimos al principio del trabajo que
las dos posturas podrían correr el riesgo de ser irreconciliables, aunque merece la pena detenerse a verlo
y, en el caso de que así sea, decir por qué lo son.
La utopía de Moro, aún tomando como referente
(como vimos en el caso del oro) la propia realidad de
la Inglaterra del siglo XVI, permanece en una esfera
que, si bien en ningún momento de aquel siglo se puso en práctica, a menudo parece haber formado parte
(aunque no se haya hecho explícito) de ciertos movimientos sociales a lo largo de la Historia. Creo que podríamos encontrar las líneas mas gruesas de Utopía en
el ideario de más de un movimiento ciudadano actual, en los cuales, entre otros puntos, se defiende y se
reivindica la igualdad de bienes y la revisión del sentido de propiedad privada. Parece que esas gramíneas moreanas han ido solidificando en las acciones de
pequeños corpúsculos sociales. Quizás sea ese su ambiente, pues parece que las propuestas que hace el inglés no son fácilmente traspasables a las sociedades
occidentales una vez que se desecha la idea de que el
filósofo pueda hacerse un hueco junto al político. Este
es, según intenté apuntar antes, uno de los problemas
principales de lo relatado por Moro: la manera en la
que la utopía deba realizarse en la materialidad de la
cotidianidad. Al situar su relato en una isla, al llamarla no-lugar, y en definitiva al pintar un paisaje completamente irreal, Moro parece dejar en suspenso la utilidad política que pueda tener su mensaje. Sin embargo, la Historia no es ni mucho menos un abandono al
pathos de las fórmulas que les son dadas a los hombres, sino que en ella se intuye principalmente el cam-
página 39
Conclusión: Utopía y Teleología
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El Príncipe. Aún así, aunque a Maquiavelo -en su afán
por perseguir la fortaleza del estado- le interesan más
aquellos príncipes que lo son por virtud (como
Moisés, Ciro o Rómulo), la fortuna es contemplada como otra vía a través de la cual el particular puede convertirse en príncipe. Incluso habría quien, como es el
caso de César Borgia, pasó de la fortuna a la virtud40.
Habría que entender por virtud no sólo la pericia
para manejar los asuntos públicos, sino el talento del
propio príncipe para que “cada una de sus acciones le
proporcione fama de hombre grande y de ingenio excelente”41. Si, como dijimos, se conciben el pueblo, los
nobles y el ejército como medios para un fin, y entendemos que dicho fin sería la fortaleza del estado, no
podríamos establecer esta relación medios-fin sin pasar antes por el príncipe, claro está. Por lo que la fortaleza del estado, su imagen hacia el resto de estados, estaría condicionada por el semblante que el propio
príncipe irradia. Un príncipe virtuoso sabría construirse una imagen que trabajaría a favor de la fortaleza e
integridad del estado. No debemos entender aquí virtud como una capacidad cargada de buenas intenciones, puesto que se afirma en numerosas ocasiones a lo
largo del libro que aunque (para el príncipe) siempre
es mejor ser amado que temido, lo es también ser temido que odiado. Quizás por esto último que el autor
abra la puerta a un buen uso de la crueldad por parte
del príncipe42. Aparte de la utilidad que pueda tener
la crueldad para el príncipe, ya dijimos anteriormente
que este debía saber usar la zorra y el león, entendiendo por esto último el saber amedrentar a los lobos, algo que no es sino otra llamada más de atención sobre
la importancia de tener un príncipe fuerte al mando
del Estado que no dude en utilizar las argucias y los
métodos que sean necesarios para detentar el poder.
Esto, a mi juicio, no quiere decir que a Maquiavelo le
obsesione que el príncipe pueda en todo momento salirse con la suya, eternizando su mandato por los siglos de los siglos. Hay, al contrario, un cierto sentido
de la utilidad de ese tipo de prácticas, pero no de utilidad únicamente para el príncipe, sino de utilidad para
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43.- “Este intento de salvación es utópico y el arca a lo mejor se hunde. Pero la utopía da sentido a la vida, porque exige, contra toda
verosimilitud, que la vida tenga un sentido; don Quijote es grande porque se empeña en creer, negando la evidencia, que la bacía del
barbero es el yelmo de Mambrino y que la zafia Aldonza es la encantadora Dulcinea. Pero don Quijote, por sí solo, sería penoso y
peligroso, como lo es la utopía cuando violenta a la realidad, creyendo que la meta lejana ha sido ya alcanzada, donfundiendo el
sueño con la realidad e imponiéndolo con brutalidad a los otros, como las utopías políticas totalitarias”. Magris (2001), página 12.
página 40
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bio o la sustitución de esas fórmulas por otras como
uno de sus motores. ¿Qué sería de la esperanza si no
nos quedara más que abandonarnos a ese pathos, por
ejemplo? Apenas la reconoceríamos dentro del telar
de las distintas épocas. La utopía, tal y como afirma
Claudio Magris, no es sino la afirmación de la salvación humana, la intuición de que los muebles quemados por las fórmulas de ese pathos puedan ser restaurados en un futuro43. Aquella no puede pretender ser
un sustituto de la realidad, en cuanto que eso sería peligroso, tanto como confundir el sueño con la vigilia.
De la misma forma que, como nos recuerda Magris,
un Don Quijote utópico por sí solo no sería más que
la figura trémula del delirio (sin ese Sancho en quien
encuentra el contrapeso y aquello que de verdad otorga realidad a sus ocurrencias -al mismo tiempo que las
re-ubica, esto es, las dota de un justo sentido-, la obra
de Moro sería mero pasatiempo si careciéramos de
los referentes de la propia realidad. La materialidad
de la realidad que se cristaliza en ese siglo convierte
Utopía en algo aprovechable, puesto que esta se ofrece a abrir alguna hendidura en los asuntos políticos
(reales).
A este respecto, el personaje de Hitlodeo me parece crucial, puesto que es aquel que, comunicando la
manera en la que viven los utopianos, accede a ofrecerse como reflejo inexacto (de ahí su gracia) del mundo de los hechos que pueblan sus interlocutores. Da
la sensación que narrando su historia, Hitlodeo establece un juego de espejos, o quizá habría que decir de
espejismos, puesto que por mucho que se busque en
aquella Europa no se encontrará Utopía. El papel de
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Hitlodeo podría ocuparlo el propio Moro en la
Europa de finales del XV y principios del XVI, puesto
que ya sólo comunicando cómo viven los utopianos
establece un compromiso con su propia época.
Así me parece que la moralización de la política
que lleva a cabo el autor responde a este querer erigir
la utopía en modelo para la realidad efectiva de las
cosas. Por ello que se hable, a mi parecer, de la naturaleza humana como cierta clave de bóveda para asegurar la viabilidad de su proyecto. El concepto de naturaleza parece esconder siempre una seguridad en lo
que se diga de ella que lo hace incontestable, pero al
mismo tiempo esconde una precariedad de los argumentos que se esgriman a continuación (en este caso,
por ejemplo, que es de virtuosos buscar el placer no
sólo de uno mismo sino de los demás), puesto que para anular dichos argumentos bastaría con cuestionar
ese concepto.
Pero el razonamiento no estaría completo si no hiciéramos el mismo movimiento en sentido inverso, es
decir, si no viésemos que también el mundo efectivo
de los hechos se impone en Utopía por pura coherencia, ya que si no fuese así esta sería un mero delirio.
Por ello que no pueda negar la guerra como motor de
la Historia; y por ello también que admita el engaño
como una habilidad en ciertos casos. No pretendo decir que Moro sólo coja de la realidad los malos ejemplos, sino que la realidad le obliga en ciertas ocasiones
a prestarle una atención que hace que esta se acabe inmiscuyéndose en la idealidad de Utopía. Se establece
un juego de reciprocidades, pues, en el que ambas
partes (Realidad y Utopía) se influencian y cobran
sentido una junto a la otra, pero también en el que la
utopía adquiere un carácter precario, puesto que no
podrá ser aprovechada más que en pequeñas dosis,
en acciones locales que modifiquen no una ciudad entera (ni su gobierno), sino pequeñas parcelas de la vida social de esa ciudad. Es, como se ha dicho en este
trabajo, en estos momentos cuando Moro más se parece a Maquiavelo, aunque ello quizás sería una verdad a medias.
Si Moro a veces se parece un poco a Maquiavelo,
habría que decir que este último no se viste con los ropajes del inglés. El Príncipe no pretende en ningún
momento querer ser un proyecto utópico, claro está,
aunque sí que obedezca al deseo de Maquiavelo de,
partiendo del ser de la Florencia de entonces, llegar a
lo que esta debería ser. Parece que se configura así una
45.- “Se equivocarán si piensan que Savonarola habla metafóricamente; o si dijeran que este tipo de lenguaje es únicamente un recurso
para la seducción de personajes más o menos incultos, más o menos pobres, más o menos desesperados. Sí es cierto, naturalmente,
que las capas más pobres de la población sintieron un inmenso entusiasmo hacia el <<profeta armado>>; pero, ¡cuidado!, ese entusiasmo fue compartido por casi todos los sectores de la ciudad, en diversos grados. El lenguaje de Savonarola es inequívoco; ningún
elemento de metáfora hay en la erección de Dios en único gobernante de Florencia y en la atribución a sí mismo -a Savonarola- del
papel de transmisor de las órdenes divinas”. Albiac (2011), página 59.
46.- Soy consciente de la diferencia de significados entre uno y otro. Es cierto que en el libro se alude las más de las ocasiones a la figura del Rey, pero también es cierto, me parece, que Moro no resume el gobierno de un Estado únicamente en esta figura.
47.- Reclamando, por ejemplo, una igualdad ante la ley o una justicia que valore más los intereses de la comunidad que los beneficios
de la propiedad privada.
página 41
MISCELÁNEA
44.- Albiac (2011), página 57.
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fía política de El Príncipe existe una teleología que
subsume la política a la consecución de un Estado
fuerte, lo cual pasaría por la habilidad del príncipe para ganarse a sus súbditos. Sin embargo, sí que me parece importante contraponerlo a la apuesta que Moro
hace en favor de una permeabilidad de la realidad ante los influjos de la utopía. Es como si en Utopía se escribieran dos libros al mismo tiempo: uno el que nos
relata la vida en la isla a través de Hitlodeo y otro que
sería el contexto de la Europa del XV-XVI en el cual
dicho relato se inscribe. Este contexto real, al mismo
tiempo que le arrebata cierta magia al relato de Moro
-lo afecta de cierta precariedad-, le da también, como
Sancho hiciese con Don Quijote, su sentido. Por ello
que hagamos hincapié en que, por mucho que Moro
no sea partidario de que el filósofo pueda influir en
las decisiones del político o del Rey46, el ejercicio que
supone Utopía no se entendería sin la pretensión de
querer ser una influencia, no ya para la cabeza visible
de un Estado, sino para el conjunto de sus habitantes.
Pienso que algunos movimientos sociales actuales
-tales como el 15-M, pero también asociaciones ecologistas o aquellas que han llevado a cabo valientemente la ILP por la dación en pago- comparten en cierto
sentido el itinerario intelectual del libro de Moro47,
aunque no sólo eso; me parece que su presencia en la
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teleología que desestima cualquier conato de moralización de la vida desde el momento en que pretende
asistirse de los hechos históricos para llegar a constatar la identidad de aquello que sea (que debiera ser) lo
político. Ello se debe, en parte, a que Maquiavelo ya
había visto de lo que la utopía era capaz de hacer en
la la república de Savonarola (quien pretendía instaurar en Florencia <<el reino de Dios en la tierra>>). En
ella se daría cuenta de que aquella no alcanzaba a los
estratos más incultos de la sociedad, sino que era capaz de embaucar incluso a las gentes más cultas; tanto Maquiavelo como Guicciardini constataron que la
utopía (de Savonarola) no se cimentó sobre “una base
campesina más o menos desesperada”, propicia al
embaucamiento, sino “sobre uno de los focos mayores de progreso económico y social de la Europa del
final del XV”44. Savonarola no hablaba metafóricamente cuando decía querer hacer brotar el reino de
Dios en la tierra, su lenguaje no es un mero recurso de
seducción45. De ahí quizás el rechazo que supone para Maquiavelo las actividades del predicador.
No podría establecer hasta qué punto la utopía de
Savonarola podría parecerse a la de Moro, pero con lo
dicho sí que parece que la relación de Maquiavelo con
las utopías políticas no era muy buena. Podríamos decir que, en el caso que nos ocupa, frente a la utopía de
Moro que establece una relación de reciprocidad o
completitud entre ella y la realidad, Maquiavelo parece apostar al contrario por una teleología. Quizás ello
explique por qué, como me preguntaba al principio
de este trabajo, Maquiavelo sí acepta que el filósofo
pueda agenciarse con el político (o príncipe) en aras
de construir o mantener un Estado fuerte, mientras
que Moro centra su atención en salvaguardar el espacio público, en el cual los ciudadanos parecen haberle
robado el protagonismo al príncipe. También por ello
que el florentino vea en los nobles, el pueblo y el ejército medios para la consecución de un fin, mientras
que Moro parece, al menos en el caso del pueblo, pensarlo como un fin en sí mismo, hasta el punto de tomar en consideración la felicidad de los ciudadanos.
No descubrimos nada si decimos que en la filoso-
MISCELÁNEA
los utopianos sería adoptar cierta impostura, sobre todo si tenemos la certeza de no ser El Príncipe.
BIBLIOGRAFÍA.
Tomás Moro, Utopía, Alianza editorial, Madrid, 2012.
Maquiavelo, El Príncipe, Alianza Editorial, Madrid,
2011
Gabriel Albiac, Sumisiones voluntarias. La invención del
sujeto político: de Maquiavelo a Spinoza, Editorial
Tecnos, Madrid, 2011
Erasmo de Rotterdam, Educación del príncipe cristiano,
Editorial Tecnos, Madrid, 2007
Stefan Zweig, Erasmo de Rotterdam: Triunfo y tragedia de
un humanista, Paidós, Barcelona, 2005
Tommaso Campanella, La ciudad del Sol, Ediciones
Akal, Madrid, 2006
Mondolfo, Figuras e ideas de la filosofía del Renacimiento,
Editorial Losada, Buenos Aires, 2004
Claudio Magris, Utopía y desencanto, Editorial
Anagrama, Barcelona, 2001
ISBN: 1885-477X
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sociedad habla del deseo de estos movimientos por
influir en cuantas más conciencias mejor, ya que esto
supondría en ciertas ocasiones convocar a los poderes
fácticos a modificar sus comportamientos groseros.
Habría, por tanto, una llamada de atención de la ciudadanía hacia la ciudadanía, pero también encontraríamos cierto poso maquiavélico en el hecho de que
se admite que la toma de decisiones se da normalmente desde arriba48. Cierto es que ya no hablamos de
príncipes ni ejércitos de la manera como lo hiciese el
florentino, pero pocos podrían hoy en día argumentar la inexistencia de malas copias de unos y otros en
cualquier diario actual. Lo que quiero decir es que
creo que, pese a que Utopía y El Príncipe establecen
lenguajes diferentes, una lectura separada de ambos
nos entregaría bien al delirio, bien a la resignación.
Querer leer la Utopía de Moro como algo real sería lo
mismo que Sancho abandonase a Don Quijote a sus
propias ficciones, algo poco aprovechable como materia política. Además de que ello sería imposible después de (o debido a) Maquiavelo. Del mismo modo,
creerse hoy en día El Príncipe sin conocer cómo viven
48.- Es cierto que a esto se podría replicar que no es lo mismo presentar una ILP ante los representantes de esos poderes fácticos para influirlos, que pretender sustituir esos mismos poderes por otros más democráticos, como podría ser el caso de los indignados. Sin embargo, en este segundo caso, también econtramos ciertos sectores (y esto es importante, por cuanto que movimientos como el 15-M
no se resumen en una única voluntad) que admiten la importancia de formar un partido político o tener protagonismo en los medios
y entre los propios partidos políticos.
MISCELÁNEA
EL INTELECTUAL ORGÁNICO Y EL CARTÓGRAFO
(o ¿cómo discutimos el impasse de lo político radical en un frente
común contra el neoliberalismo?)
por Verónica Gago, Diego Sztulwark y Diego Picotto*
diendo de vista el mapa de posibles que contienen las
luchas sociales (en particular, las figuras del desacato
y de la inteligencia colectiva que aparecen en las crisis, como en el 2001 argentino o 15-M español, etc.).
Este “borramiento” es simultáneo con la instauración
de un puñado de significantes destinados a ocupar el
lugar del origen o la fundación.
Concretamente, tres son los problemas centrales
de esas “soberanías novedosas”: el primero, es que
tienen una comprensión muy tradicional y simplifi-
2.- En el sitio Lobo Suelto! (www.anarquiacoronada.blogspot.com) se han publicado varias intervenciones en torno a Podemos. La contraposición entre el texto de Raúl Sánchez Cedillo (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/06/el-posse-de-podemos-notastras.html) y el firmado por Nacho Murgui, Jacobo Rivero y Ángel Luis Lara (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/07/ganarla-democracia-cambiar-nuestras.html) permite apreciar cómo, sobre un fondo similar de experiencias y lenguajes, resaltan énfasis y
hasta tácticas diferenciadas.
3.- “Monstruo” fue la palabra elegida por Ángel Luis Lara para referirse a los potenciales de Podemos. Abierto, hábil, capaz de combinar
un programa extraído del 15-M con imágenes provenientes de América del sur. En una conversación radial sostenida en Clinämen,
en FM La Tribu , el “Ruso” Lara expresaba el entusiasmo por el “momento” Podemos, con una seria preocupación por el desplazamiento de la política de la intensidad del 15-m a la política del significante, expresada tanto en la adhesión a los textos de Laclau,
como en la restricción de las prácticas políticas del tejido a social al marco electoral. (Se puede escuchar esta conversación en:
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/clinamen-podemos-un-progresismo-la.html
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* Este texto fue publicado inicialmente en el sitio Lobo Suelto (www.anarquiacoronada.blogspot.com)
1.- Ver al respecto la informada entrevista de Maura Brighenti al economista Pablo Míguez http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/argentina-en-default-tecnico-entrevista.html.
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En momentos en los que el gobierno nacional choca
contra los mecanismos más reaccionarios de la governance global1 y en España se activa la esperanza en
torno a las posibilidades políticas de “Podemos”2, el
ejercicio de problematizar el esquema político-discursivo que Ernesto Laclau llamó “populista”, y que
sustenta en alguna medida a ambas experiencias,
puede parecer inoportuno. Pero quizás sea al revés:
en la medida en que actúa como base conceptual de
una comunicación entre la situación de Sudamérica y
el sur de Europa, este modo de concebir lo político
adquiere un nuevo interés y ofrece más aspectos a la
discusión. Sobre todo, porque el contraste no es sólo
geográfico. Juega un papel productivo, también, el destiempo: si de este lado del Atlántico ya tenemos
mucho material para el balance y discutir a Laclau
puede sonar a cierre, del otro, la irrupción de ese
incipiente “monstruo”3 que es Podemos nos coloca
más ante una pregunta abierta.
La preocupación central respecto de las políticas
autodenominadas “populistas” es que, nacidas de la
insatisfacción y de la rebelión contra el neoliberalismo, y habiendo ensanchado derechos sociales, acaban organizando las expectativas políticas en torno a
la capacidad de recrear “soberanías novedosas”, per-
MISCELÁNEA
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YOUKALI, 17
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cada de la fuerza del neoliberalismo: en lugar de
apreciarlo como un dispositivo gubernamental
cuyos mecanismos funcionan a nivel global y a nivel
micro político –incluso cuando queda deslegitimado
como ideología– se lo ve como mera cosmovisión
favorable a los grupos dominantes. El segundo, es
que considera al tejido social desde arriba, es decir,
subordinándolo a la lógica estatal (en lugar de entenderlo a partir de una dinámica cuya autonomía resulta fundamental para producir transformaciones). Y
el tercero consiste en que las instituciones, las de
estas “nuevas soberanías, aunque voluntariosas, operan necesariamente dentro de las estructuras de
governance del mercado mundial. Estos problemas
quedan completamente de lado en la secuencia
populista fundamental: demanda-insatisfecha/articulación discursiva de esas demandas y constitución
de un conflicto de intereses/representación, siempre
discursiva, de nuevo tipo/políticas innovadoras.
Con todo, este texto pide indulgencia de antemano. Lo que aquí se plantea son preguntas. El mencionado destiempo de los procesos políticos a considerar
y la diversidad de contextos fragilizan cualquier certeza de largo alcance. Se suma una dificultad extra: la
complejidad de la argumentación que se despliega a
lo largo del escrito en tres niveles: 1. Un balance más
bien argentino sobre la disputas entre “populistas” y
“autonomistas” (con el irónico reduccionismo que
implican siempore, de por sí, estos términos); 2. Un
cierto involucramiento del discurso filosófico en las
polémicas políticas (centradas en los argumentos de
Ernesto Laclau y de Gilles Deleuze) y 3. El intento de
participar en la conversación –a la que nos invitan
amigxs de España- sobre las influencias e intercambios que vale la pena realizar entre las experiencias
de disputa social e ideológica con el neoliberalismo
entre el sur de Europa –al que casi desconocemos– y
Sudamérica.
Fuga y hegemonía, una alternativa que se repite
La reflexión política crítica –que renace donde la
resistencia a las políticas neoliberales se agudiza en el
contexto de la crisis, es decir, en una coyuntura en la
que ya no es posible imponer dócilmente la dominación a las clases subalternas– encuentra en la obra de
Laclau un ejemplo teórico inspirador. No son pocos
los núcleos militantes que leen su obra y asumen sus
esquemas. Releída hoy, a la luz de la coyuntura griega o española, la enseñanza de Laclau rejuvenece,
beneficiada del prestigio que las experiencias de los
gobiernos llamados progresistas de Sudamérica proyectan sobre el sur de Europa4.
Dos tesis centrales parecen resumir la lección de
las políticas que surgen de la crisis y que a su vez
buscan expresarse en la filosofía. Uno: que la política
debe ser comprendida como expresión de un conflicto de “intereses” (acotando, así, el juego de la representación de un modo que la teoría de Laclau –leída
al detalle– no autorizaría). Dos: que la acción política
consiste en instaurar una hegemonía, esto es, coaligar
demandas con miras a constituir una convergencia
plural de fuerzas capaces de abrir un espacio nuevo
en la cultura y en el control de estructuras estatales,
opuesta a las políticas (“neoliberales”) que se limitan
a transmitir designios del mercado
La mediación entre lucha de intereses y articulación hegemónica –en esto sí se sigue estrictamente a
Laclau– queda a cargo de la producción discursiva
(entendida a partir de las enseñanzas del estructuralismo lingüístico). Se concibe, así, que el sentido de
las luchas políticas en una coyuntura específica surge
del funcionamiento de una lógica combinatoria
–“equivalencial”/”diferencial”–, en la que se constituye, o bien se bloquea, la puesta en serie (la constitución política) de las demandas en juego. Es en este
intento por establecer una comunicación de demandas equivalenciales con relación a un cierto nombre
(“significante flotante”) que determinados significantes (los políticamente relevantes en una determinada situación) se vacían/llenan, se universalizan/particularizan.
4.- Esta comunión ha llegado en la Argentina al rango de política oficial. Pensadores de renombre como Jorge Aleman y Ricardo Forster,
ambos funcionarios del gobierno nacional, incluyen dentro de sus respectivas agendas encuentros frecuentes con el núcleo dirigente de Podemos.
MISCELÁNEA
Destituyentes e instituyentes: ¿cómo se supera el
neoliberalismo?
6.- En el caso de Argentina, las fuerzas políticas en el gobierno abrieron un fenomenal proceso de movilización en torno a la Ley de
Medios, en conflicto con el principal grupo mediático del país (Clarín). Si se evalúa la traducción de esa disputa en la producción de
contenidos mediáticos y culturales en la prensa y la televisión, el resultado no es nada impresionante. Aunque hay experiencias sumamente interesantes, lo general es que esta disputa divide la enunciación mediática en un binarismo muy sencillo: “a favor” o “en contra” de las políticas oficiales.
7.- La referencia a Deleuze no se debe a que su obra de lugar a una política en específico, ni porque sea la más visitada por quienes desean radicalizar o cuestionar la insuficiencia de la crítica populista al neoliberalismo, sino porque de ella extraemos tres nociones que
están en el centro de la discusión que aquí proponemos: la de “fuga”, la de “cartografía” y la de “muro de imposibilidad”.
8.- Es lo que surge de la impresionante lista de apoyos internacionales de prácticamente todas las corrientes de la izquierda intelectual
(http://apoyointernacionalapodemos.wordpress.com).
9.- Entre los lectores más recientes de Deleuze, Jon Beasley Murray (Posthegemonía, teoría política y América Latina, Paidós, Bs. As., 2010)
ha sido uno de quienes ha intentado promover esta diferencia de imágenes a partir de una confrontación con la obra de Laclau.
Mientras la teoría de la hegemonía confía en los discursos y las coherencias ideológicas a la hora de establecer consensos o bien rupturas, la post-hegemonía se identifica con un mundo “cínico”, en donde lo que determina la práctica política –las revoluciones y las
estabilizaciones- son los afectos y los hábitos. Beasley Murray asume que las política neoliberales, tanto como las populistas, constituyen mediaciones alternativas para la común expropiación del poder constituyente de la multitud por parte del poder constituido.
En la primera parte de su libro afronta el desafío de refutar a Laclau en el terreno de la comprensión del peronismo como modelo
último del populismo.
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5.- En la Argentina, la expresión más interesante de politización de los intelectuales fue la reunión de Carta Abierta. Se trata de una experiencia que reúne, hace ya un lustro, a cientos de militantes e intelectuales que funcionan en asambleas públicas y que han apoyado
varias políticas del gobierno. Los citados Forster y Aleman han participado de ese espacio desde el comienzo. Sus posiciones habituales son de defensa cerrada y teorización de lo actuado por el poder ejecutivo. El caso de Horacio González, director de la Biblioteca
Nacional y fundador de Carta Abierta, es algo diferente, dada su insistencia, que es también una impronta en su modo de gestión institucional, en dialogar con los componentes más libertarios de la cultura política argentina. Su autonomía política se manifestó en
varias ocasiones: en el caso de la violencia a los Qom, ante el ascenso del general Milani a Jefe del Ejército –acusado de participar de
la represión de la dictadura- o en relación al alineamiento oficial con el Papa Francisco.
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Otras imágenes conceptuales inspiran políticas libertarias en los momentos de crisis. Nos detenemos en
algunas ideas presentes en la obra de Gilles
Deleuze7, uno de los pensadores que ha inspirado a
muchos de quienes apostamos (aquí y allá, entonces
y ahora) por una política que piense de otro modo.
Este “otro modo” no se reduce sólo a una diferencia
de tácticas (tal vez incluso en cuestión de tácticas, en
la lucha contra el despojo por todos los medios, las
diferencias puedan no ser grandes)8, sino de imágenes mentales y sensibles9. En sus textos no encontra-
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La pregunta clave que estas teorías intentan responder parece ser la siguiente: ¿cómo se pasa de las
luchas que protagonizan los movimientos a la producción de hegemonía? La experiencia de resistencia
frente a las políticas de austeridad en Europa actualizan, sobre todo en los casos de Cyriza y Podemos, discusiones muy similares (dentro de lo que cabe) a las
que recorrieron hace más de una década a los movimientos populares e indígenas de Sudamérica.
Entonces como ahora, aquí como allá, la comprensión hegemónica/discursivista de lo político
tiende a resolverse en beneficio de una categoría
sociológica específica: la de los intelectuales –y su
capacidad de articulación comunicativa5. Este desplazamiento de un proceso múltiple de la discusión
política a un centro comunicativo privilegiado, cuando ocurre, reduce la complejidad del proceso devaluando el momento de creación de sentidos practicado por las sociedades en movimiento. Los requerimientos de la máquina mediática y los procesos electorales (para no entrar a evaluar los cerrojos institucionales) constituyen un desafío evidente: sin ellos se
hace muy difícil imaginar que las propias fuerzas
puedan tomar las posiciones estratégicas que les permitan frenar el despojo. Pero, por otro, son estos mismos requerimientos mediático-electorales los que
demasiado a menudo licuan estas fuerzas y boicotean estos propósitos6.
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mos la idea de la política como conflicto de intereses y
hegemonía: es precisamente esta ausencia lo que conduce a que sus detractores a negar que esta filosofía
se ocupe de la política y mucho menos que pueda inspirar política alguna.
Contrariamente, al partir de un radical rechazo
del consenso, la filosofía de Deleuze da una respuesta diferente al campo de los problemas llamados
“políticos”. Su punto de vista no es el de los “conflictos”, en general, sino el de aquellos conflictos en los
que se emprende una fuga10. De ahí que en lugar de
la secuencia “conflicto/lingüística-estructural/hegemonía pos-neoliberal” encontramos en Deleuze algo
más parecido a “fuga/mapa de nuevos afectos/creación de agenciamientos”11.
Si volvemos aquí a confrontar ambas posiciones a
partir de la experiencia recorrida estos años, no es
para reeditar antiguas antinomias entre populistas
(que no logran romper efectivamente con el neoliberalismo) y autonomistas (que devienen, devenimos,
incapaces de estructurar procesos políticos en el
tiempo)12. Ambas imágenes resultan caricaturales13
y hasta cierto punto anacrónicas14. Y si registran algo
de su verdad lo hacen sólo negativamente (el autonomismo “destituye”, pero no “instituye”; el populismo “instituye”, pero no “constituye”). El paso del
tiempo debería ayudarnos a superar estas imágenes
como modo de relanzar el debate político en torno a
los procesos constituyentes (de democracia radical o
absoluta) frente al neoliberalismo.
La crítica más evidente que puede plantearse a la
imagen política inspirada en el pensamiento de
Laclau es su reduccionismo, al menos en una doble
expresión:
1.-la reducción de las prácticas sociales a meras
“demandas” y
2.- la reducción de la pluralidad de procesos políticos a una lógica unificada y formalista de la
hegemonía extraída de las reglas lógicas (articulación vía equivalencia o diferencia de valores entre
los términos) de la lingüística estructural.
No se trata, obviamente, de señalar un defecto teórico, sino que es el intento por identificar aquello que,
en el punto de vista de esta filosofía, obtura o inhibe
un balance más crudo de los límites de las políticas
populistas en desarrollo en Sudamérica.
El problema político que se plantea pasa por descubrir el modo de reconocer lo que hay de avance
táctico en ciertas iniciativas de los gobiernos “progre-
10.- Entendemos la “fuga” de un modo más amplio y plural que el “éxodo”. La imagen del éxodo ha sido muy discutida durante la
década pasada, sobre todo a partir de autores como Michel Hardt, Toni Negri y Paolo Virno. Entendidas como tácticas específicas de
vaciamiento de la legitimidad y la legalidad, las políticas de éxodo deben enfrentar la cuestión de un “afuera”, no siempre percibido
por las luchas. La “fuga” en cambio no precisa afuera alguno y no es patrimonio de actores políticos reconocidos como tales. La fuga
no es negativa. Interesa la fuga por lo que abre. La fuga, tal y como la entendemos, rompe un imposible, abre un posible, crea una
potencia (ver: Perros Sapienz, Redondos a quien le importa, biografía política de Patricio Rey, Tinta Limón Ediciones, Bs. As., 2013).
11.- Para referencias del caso argentino, sobre el modo en que estas dinámicas de fuga y creación de agenciamientos (cultura de la feria,
de la inmigración, de las economías anómalas) se dan como apropiación desde abajo de las condiciones del mundo neoliberal, puede
verse el libro de próxima aparición “La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular” publicado este año por Tinta
Limón Ediciones.
12.- Llamamos “autonomistas”, en el contexto argentino, no a quienes adhieren a una doctrina, sino a aquellos que forjaron su sensibilidad a partir de ciertos rasgos del ciclo de luchas de que va desde mediados de los ’90 hasta principios del ’00 encuentra su epicentro en 2001.
13.- Caricaturas como éstas no dejan de reconocer los avances concretos que puedan haber en experiencias agrupadas bajo el nombre
de “populismo” (nombre inadecuado, ya que incluso en la obra de Laclau no deja de evocar un cierto congelamiento histórico respecto de experiencias de la década del ‘50 y de remitir a una constitución del pueblo desde arriba), ni permite valorar experiencias que,
como el zapatismo, no se caracterizan por su fugacidad. También puede resultar inadecuado el nombre “autonomismo” si recae en
una cierta figura de la lucha obrera de los años sesentas y no se enriquece con las experiencias de las últimas décadas.
14.-El anacronismo viene dado por el hecho de que durante estos años se han producido todo tipo de matices y fusiones entre autonomistas y populistas. Si bien es cierto que entre los cuadros del kirchnerismo la idea de conducción política vertical restringió el intercambio con la tradición activista provenientes de las luchas del 2001, es muy visible en la base de las propias movilizaciones kirchneristas la pervivencia de autonomistas sensibles al kirchnerismo y kirhcneristas con vocación autónoma.
15.- Aunque en la mayor parte de su obra Laclau prácticamente se desentiende de la noción de estado, no pocos intelectuales argentinos
que trabajan al interior de la constelación populista prefieren hablar de estado antes que de la foucaultiana gubernamentalidad. Como
señala Pablo Esteban Rodríguez: “Quisiera comenzar con una cita extraída de la “nueva época” de la clásica revista El Ojo Mocho,
uno de los grandes faros intelectuales argentinos en los ’90. Se trata de una entrevista a Eduardo Rinesi, actual rector de la
Universidad Nacional de General Sarmiento, publicada a fines de 2011. Refiriéndose a Michel Foucault (p.19), ubicándolo dentro de
un pensamiento, digamos, antiestatalista, afirma lo siguiente: “Las cosas que estamos pensando en la Argentina no van tanto en la dirección
de pensar en formas no estatales o extraestatales o antiestatales de funcionamiento de la vida social. Me parece que hemos dejado de pensar que la
libertad está del otro lado del Estado, digamos así, para pasar a pensar (y me parece que allí estamos en el corazón de la gran tradición republicana
clásica) que uno es libre no contra el Estado, sino en el Estado o gracias al Estado, no fuera de la ley o contra la ley, sino dentro de la ley y gracias
a la ley”. Uno de los entrevistadores, Alejandro Boverio, acababa de señalarle que “en los ’90 no había Estado y, mientras tanto, se leía
a Foucault”, y Rinesi retruca: “lo que en algún sentido pedía el progresismo era todo lo que Foucault criticaba: una estatalidad fuerte”. No es el único lugar en el que Rinesi, y otros con él, se refieren a Foucault en estos términos”. En contraposición, Rodríguez retoma una lectura foucualtiana del papel actual del estado en la Argentina: “El Estado que vuelve no es el que intenta dirigir todos los
ámbitos de la existencia garantizando un tipo de seguridad, sobre todo, la subjetiva, sino el que garantiza a los individuos que estará allí cuando quiera llevar adelante sus iniciativas, en forma cuidada para las clases medias y, obviamente, en forma precaria para
las clases populares. Esto se puede ver en la cantidad de leyes sobre la salud que se han sancionado en los últimos años tomando
como base la demanda de los supuestos afectados (antitabaco, fertilización asistida, menúes light en los restaurantes, programas de
fomento a la actividad física, etc.), pero también en el momento en que los representantes de la feria de La Salada viajan con la comitiva presidencial al exterior (el tan mencionado viaje a Angola), o en el hecho de que el Estado multiplica y superpone programas de
asistencia que deben tanto al diseño de macropolíticas públicas como a la contingencia y la precariedad de aplicación. Es en esa contingencia y precariedad donde interviene una racionalidad neoliberal, como dice Gago, “desde abajo”. Su ponencia, sobre la vigencia de Foucault a 30 años de su muerte concluye: “Para finalizar, entonces, creo que la “vuelta del Estado” se emparenta íntimamente con la “vuelta de Foucault” para analizar lo que ocurre en América Latina y para imaginar nuevas formas políticas y sociales.
Déjenme ser obvio: como el eterno retorno de Nietzsche, no retorna lo mismo. El Foucault que retorna, el de la genealogía del neoliberalismo, permite comprender al Estado que retorna. Es para festejar que el neoliberalismo macroestructural haya perdido predicamento, y para estar en guardia frente a los intentos que habrá, desde ya, en reimponerlo ni bien se acentúen los problemas que hoy
estamos viendo aparecer. Pero, también, y esto es lo que quiero plantear, es para comenzar a ver la lógica neoliberal desde otro ángulo, mucho más inquietante, que no se manifiesta en declaraciones de principio ideológicas sino en prácticas concretas de existencia
de una miríada de sujetos provenientes de diferentes grupos sociales. Las luchas políticas que vendrán tendrían que jugarse, también, en este terreno”. (http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/el-neoliberalismo-el-mito-del-estado-y.html).
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Para discutir la filosofía de Deleuze no vamos a acudir a sus textos. No nos interesa ahora la práctica de
la filosofía como esclarecimiento de categorías, sino
el conjunto de preocupaciones e intuiciones que
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La mediación progresista
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sistas” (o “populistas), evitando el compromiso con
un modo de gubernamentalidad “neodesarrollista”
que devalúa –explícita o implícitamente– las tentativas por replantear sus propios límites.
hacen que, en una coyuntura determinada, ciertas
ideas adopten un valor político. No se trata, tampoco, de reseñar cómo se dio en la Argentina la gubernamentalidad llamada progresista, sea en la versión
oficial que subraya la participación de movimientos
sociales como conductos de demandas para ser procesadas por el estado a cambio de legítimas mejoras
materiales y simbólicas15; sea la interpretación de la
crítica, ciertamente amarga, de quienes denuncian el
proceso en curso como un mero “simulacro manipulador”). Vale la pena, en cambio, preguntarse por el
vínculo existente entre los límites del proceso político actual (tomado por el binarismo neodesarrollismo/liberalismo) y la necesidad de superar la neutralización de perspectivas que, por intentar pensar de
otro modo, podrían aportar un nuevo vigor a las
luchas democráticas.
Un breve recorrido ayuda a resituar históricamente la disyunción entre estos puntos de vista
(“populistas” y “autonomistas”), que no se dio
durante el periodo intenso de las luchas contra el
neoliberalismo –que va de 1996 al 2002–, ni a partir
del gobierno de Duhalde y la masacre del Puente
Pueyrredón que le puso límite, sino a partir de la llegada del peronismo al gobierno, bastante después de
las elecciones del 2003.
MISCELÁNEA
mo leído –y desdeñado– como mero objetivismo. La
crítica de la economía política –la transformación de
los modos de hacer sociedad a partir de la producción
social del valor– resulta desplazada/sublimada. Y, en
su lugar, se asume una dialéctica que consta de un
polo significante (politicismo/culturalismo) y un polo
significado (gestión neokeynesiana de la economía)17.
Dialéctica, resistencia y fuga
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Para las diferentes izquierdas que se fueron sumando al gobierno (procedentes o no del peronismo),
sobre todo a partir del conflicto con los exportadores
de granos (allá por los años 2008-2009), se trataba
principalmente de formular los términos de la invención de un pueblo nuevo, constituido a partir de los
fragmentos y despojos de la crisis. Dos fuertes procesos de interpelación se pusieron en marcha a tales
fines: una estabilización económica sustentada en la
ampliación del consumo (y un modo de inclusión a
través del esta dinámica) y una fuerte interpelación
simbólica en la cuestión de los derechos. La viabilidad de esta articulación nacional-popular intensa, en
un momento de innovación política en buena parte
de Sudamérica, tuvo como condición de posibilidad
(y como límite estructural) una inserción en el mercado mundial fundada en la exportación de commodities y en el neoextractivismo16.
Esta articulación se da también como una refutación de las izquierdas críticas consideradas como
“economicistas”. El acento “culturalista” (o “politicista”, como en el caso de Laclau) enfatiza la interpelación imaginaria/simbólica en detrimento de marxis-
Cuando se dice que Deleuze rechaza el conflicto,
aclaremos ahora que no lo hace como forma de recobrar lo consensual, sino más bien para rechazar dos
imágenes predominantes: la de la ruptura del consenso y la del cambio social. Según la primera, las
sociedades cambian cuando se contradicen (dialéctica hegeliana). Según la segunda, las sociedades se
transforman cuando ingresan en procesos estratégicos de poder-resistencia (Foucault). Para Deleuze –y
también para Guattari– las sociedades, sobre todo,
huyen. Y precisamente lo que hemos perdido de vista
durante esta última década larga es esta potencia
activa de la huida.
La huida, tal y como la entienden estos autores y
la practican en las luchas, es lo opuesto al retraimiento neoliberal en un mundo privado. Remite, más
bien, a la substracción practicada frente a las estructuras que asignan valores y jerarquías a la vida.
Pensar una política en el rastro de las diversas huidas
supone, entonces, un arte articulatorio mayor, capaz
de aprender la riqueza del momento destituyente de
la hegemonía neoliberal y de proyectar rasgos institucionales a favor de nuevas formas de existencia.
Lo que la filosofía política (populismo) y la mediación progresista se resisten a ver, (porque no cabe en
sus esquemas) es el valor estratégico del exceso subjetivo producido por las luchas en los proceso de invención de políticas18. Y esta ceguera, que se evidencia en
16.-Aunque habitual, la crítica ambientalista al llamado modelo neoextractivista nos resulta insuficiente. Con fuerte riesgo moralista, se
desentiende del momento urbano-plebeyo que, por ejemplo en la Argentina, fue fundamental como lucha (piquetera) en la crisis. La
necesaria crítica al “neoextractivismo” debería tomar dos recaudos. El primero es evitar pensar este proceso de modo reducido:
extractiva no es sólo la actividad que tiene por objeto los bienes llamados “naturales”, sino también la captura de valor social a partir de diversos dispositivos propios del capital financiero. El segundo, evitar subordinar la dimensión democrática implicada en las
resistencias populares a la dimensión precaria de la gubernamentalidad, hecha mayormente de políticas sociales. Este segundo aspecto implica tener en cuenta el valor de la mediación estatal, de captura y redistribución de renta en la constitución de la gubernamentalidad progresista. Posiblemente no contemos con un “modelo” alternativo al neodesarrollista en curso, incluso porque éste no llega
tampoco a ser un “modelo” coherente. Podemos enfrentar, en cambio, los aspectos notoriamente antidemocráticos de esta gubernamentalidad, como los mecanismos fundamentales que surgen de la subsunción capitalista de la sociedad y la naturaleza. Siguiendo
y desplegando los elementos que surgen de las luchas/fugas, se abren procesos de comprensión/desplazamiento (se puede llamar a
esto “mapeo”), momentos de constitución de fuerzas antagonistas con estos elementos neodesarrollistas/neoliberales. Esta es, seguramente, la tarea de la investigación militante.
17.-Esta dialéctica “culturalista” contiene un carácter fetichista: en apariencia es la reconfiguración nacional y popular (polo significante) la que se impone y define las posibilidades de la “economía política” (polo significado).
18.-La cuarta tesis de Walter Benjamin del célebre texto “Sobre el concepto de historia” recuerda que las cosas “espirituales y refinadas”
están presentes en la lucha de clases “de otra manera que como idea de un botín que corresponde al vencedor”, tal y como sucede con
las clases dominantes. Ellas “están vivas en esta lucha como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como tenacidad, y tienen efecto retroactivo en la lejanía del tiempo. Vuelven a cuestionar una vez y otra cualquier victoria otorgada a los dominadores. Lo
mismo que las flores se vuelven mirando hacia el sol, así también lo pasado, gracias a alguna misteriosa forma de heliotropismo”.
19.- En Buenos Aires, el Instituto de Investigación y Experimentación Política (IIEP) (www.iiep.com.ar) emplea esta expresión para abrir
un nuevo espacio de politización entre organizaciones territoriales e investigadores. Para un desarrollo de la noción de un nuevo conflicto social en la genealogía de la gubernamentalidad en la Argentina se puede consultar: http://www.herramienta.com.ar/revistaherramienta-n-54/del-2001-al-nuevo-conflicto-social-una-genealogia-de-la-gubernamentalidad-a
20.-Según el Colectivo Situaciones, el impasse de la radicalización democrática constituye la otra cara de la hegemonía neodesarrollista.
Ver: Colectivo Situaciones, Conversaciones en el impasse, dilemas políticos del presente, Tinta Limón ediciones, Bs.As., 2009. La relevancia
del impasse es resaltada en el libro a partir de entrevistas con diversos autores como Antonio Negri, León Rozitchner, Raquel
Gutiérrez Aguilar o Santiago López Petit, entre otros (véase: http://tintalimon.com.ar/libro/CONVERSACIONES-EN-EL-IMPASSE)
21.- Durante los últimos años, prácticas como el escrache fueron llevados muchas veces adelante por contingentes sociales que, como los
llamado “caceroleros”, se apropiaron del repertorio expresivo de las manifestaciones del 2001, invirtiendo su sentido. Si en aquellos
años la presencia popular y piquetera impuso a las clases medias indignadas un espacio de convergencia común, opuesta a las premisas del neoliberalismo, los recientes “caceroleros” asumen una serie de demandas propias y recortadas del común popular, estructuradas en torno a la sacrosanta alianza entre familia, seguridad y propiedad. En este contexto, lejos de disputar el valor y el contenido de estas prácticas, resulta absolutamente habitual escuchar en los discursos oficiales una referencia completamente condenatoria al escrache como práctica. Algo similar ocurre con los cortes de rutas y piquetes (véase “Cacerolas Bastardas”: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2012/09/cacerolas-bastardas_21.html?q=cacerolas+bastardas)
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Para comprender este proceso, vale la pena retomar
aquellos aspectos –líneas de fuga– contenidos o neutralizados (satisfacción/desactivación) por la media-
YOUKALI, 17
Un Nuevo Conflicto Social19
ción progresista. No para imaginar lo que pudo
haber sucedido y no sucedió, ni para pretender que
las cosas pudieran volver a comenzar donde fueron
interrumpidas, sino para, en el plano de las percepciones políticas, volver a situar fuerzas y problemas
que podrían ayudarnos a superar el impasse de las
luchas democráticas.20
Y esta cuestión de percepción no es nada menor.
Si lo propio de la mediación progresista es fijar un
espacio de percepción política diáfana, lo específico
del nuevo conflicto social es opacar una realidad que
se tiñe de dinámicas ambivalentes: se torna verdaderamente imposible percibir sus tramas.
Lo que algunos movimientos piqueteros, e incluso los escraches de HIJOS, ponían en juego allá por
los años 96-2002 tenía una dimensión irreductible a
meras demandas (y otra que sí podía ser parcialmente satisfechas mediante la creación de puestos de trabajo, políticas sociales y la activación de los juicios
contra la impunidad). La realización/reducción de
una sola de sus dimensiones delimitó su potencial,
interrumpiendo el desarrollo de un/os posible/s que
las fugas preparaban21.
Los escraches y los piquetes, entre otras formas de
lucha, son o fueron formas de huida. Pero ¿huida de
qué? Vista desde hoy, la respuesta es aún más interesante de lo que pudimos comprenderla entonces:
huir quería decir, pues, fuga de una sociedad del trabajo y de la justicia que ya resultaba imposible en los
términos conocidos. Esta imposibilidad (de sostener
la sociedad del trabajo en el actual ciclo del capital)
conducía –de seguir la línea de fuga– a la necesidad
de inventar nuevos modos de comprender la praxis
colectiva.
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el esfuerzo por reducir este exceso a mero pliego de
demandas, no es gratuita. Lo reprimido vuelve y lo
hace negativizado, como resistencia oscura y boicot a
los esquemas de inclusión y democratización.
Este retorno de los elementos subjetivos y materiales excluidos y negativizados, actúa frecuentemente
como rechazo reaccionario sobre la mediación política (oportunismos de mercado, desenfado racista, ejercicio pornográfico de jerarquías) y presiona sobre los
puntos de restricción que constituyen la arquitectura
ultra-precaria de la nueva gubernamentalidad.
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Ese camino no se ha explorado del todo. Entendida
como mero reclamo de empleo, esa “demanda”
redunda en la precariedad de los planes y del trabajo en negro. No seguir la huida, no armar los mapas,
no imaginar posibles, no invertir más imaginación
política en nuevo elementos institucionales: he ahí
una defección de la política. Una defección que tiene
por epicentro la estatización (en el sentido de una
articulación entre derecho y economía) y que consiste en mejorar, vía consumo, las condiciones de vida,
bloqueando otros modos posibles de existencia.
Y con los escraches otro tanto. Producto del muro
de imposibilidad que las políticas de impunidad
imponían, estas modalidades de producción democrática de justicia fueron reconducidas en la mediación estatal a unos actos judiciales y de reparación
simbólica absolutamente necesarios y reivindicables,
pero que no se combinaron con una ampliación y
una intensificación de las prácticas llamadas de derechos humanos hacia las nuevas resistencias (cosa que
sí sucedía, y de modo muy notorio, en su momento).
Piquetes y escraches han desarrollado, para el
caso argentino, los rasgos de una secuencia de creación de una potencia (política) frente a este “muro de
imposibilidad” del que nos habla Deleuze; rasgos
inaugurados entre nosotros, seguramente, por las
Madres de Plaza de Mayo durante la dictadura, al
convertir el lugar de la víctima en el sitio de constitución de una nueva potencia pública: fuga y creación.
Si las políticas de la fuga deben validarse por su
capacidad de cumplir/compartir ciertos objetivos22,
las filosofías políticas populistas deben asumir que
muchas veces la mediación progresista que proponen impone un marco –la agenda del desarrollo- que
entrampa las fugas, justo al interior del marco que
puede ser subvertido por ellas.
Las políticas de la fuga vienen a señalar tres aporías de las gubernamentalidad progresista. En primer lugar, la presencia de fuertes lógicas neoliberales
ligadas a la extensión de los mecanismos financieros
de diversas escalas que compiten con (e incluso
explotan a) la mediación social. Segundo, la articulación de la agenda neodesarrollista/neoestractivista
con unas estructuras neoliberales que permanecen
intocadas. Y, finalmente, el hecho de que estas lógicas
financieras –que subordinan la riqueza social a la
explotación feroz y que crean tendencialmente zonas
soberanas y de violencia para estatal– operan en las
partes oscuras de la sociedad y del mismo estado que
querría regularlas, pero los impulsos legalistas y
democráticos del poder público no entran, ni a regular, ni a comprender23.
La máquina hegemónica de construcción de equivalencias sorteó uno de sus principales desafíos: la
posibilidad de que renazca, en lo inmediato, un modo
alternativo de estimar, de valorar la vida y lo social.
La neutralización de la fuga convierte en ingenuos y
en románticos a quienes desean continuar el movimiento de la fuga respecto de las restricciones neoliberales y neodesarrollistas del presente24. Y la eficacia de esta impugnación/subordinación puede resultar tanto más terminante cuanto más los componentes de una sensibilidad autónoma valoran ciertos
avances tácticos en las confrontaciones que da el
gobierno.
La política en curso logró activar, hasta cierto
punto, la producción de equivalencias entre realidades de mercado y realidades de derecho. La economía política y la reparación estatal ocuparon el lenguaje total de la política. Pero el ciclo virtuoso de esta
política parece muy erosionado. Le toca ahora sortear el segundo desafío: evitar que los efectos oscuros
y adversos de los aun estrechos marcos de la gubernamentalidad no derriben lo que aún queda de
expectativas de cambio por la derecha. ¿Cómo comprender y combatir ese “populismo oscuro” que
todo lo invade?; ¿hemos de convertirnos, en la fase
defensiva y declinante del ciclo, a un defensismo de
tipo liberal (antisecuritista)?, ¿es tal el horizonte de
este modo de pensar lo político?
22.-Los trabajos de Raquel Gutiérrez Aguilar, justamente, muestran la importancia concreta de las políticas del común, que superan las
categorías de público-estatal y privado-mercado con que se atenaza las luchas contra el neoliberalismo/patriarcalismo/neodesarrollismo en el continente (http://www.anarquiacoronada.blogspot.com.ar/#!http://anarquiacoronada.blogspot.com/2014/08/leo-la-historia-reciente-de-america.html).
23.-Rita Segato desarrolla esta lógica de la excepción para la actualidad de América Latina bajo el nombre de “segunda realidad”. Esta
lógica de la excepción es el lugar desde el cual Segato critica la articulación estatal que se substrae a la voluntad democrática (y eventualmente progresista). Ver Rita Laura Segato, La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Tinta Limón Ediciones,
Buenos Aires, 2013.
24.- El ensayista Christian Ferrer es quien mejor ha notado la continuidad de imagen de felicidad, de modelo de consumo, de producción de conocimiento y de patologías entre el periodo “neodesarrollista” y el supuestamente dejado atrás modelo “neoliberal”:
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/07/entrevista-christian-ferrer-la.html?q=christian+Ferrer
y
http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2013/05/clinamen-todo-es-politico.html?q=christian+Ferrer.
MISCELÁNEA
res territoriales y sindicales reaccionarios del propio
peronismo y la cultura política vertical que subordina los debates políticos a la conducción política25.
En ese sentido, junto con la fenomenología del
nuevo conflicto social, los rasgos centrales de la acumulación económica y política, nunca debatidos
democráticamente, constituyen determinantes que
inciden negativamente a la hora de radicalizar los
propios componentes democráticos del proceso26.
¿Qué podemos?
26.-Una de las críticas que se dirigen con sensatez a la experiencia de varios gobiernos progresistas es que aun alterando situaciones profundamente injustas no logran transformar las estructuras neoliberales. Su performatividad no alcanza (aunque hay que aprender
de ella, cuando actúa como componente activo y democratizador) en muchos casos, a producir cambios profundos. En el caso argentino de la lucha por los derechos humanos se ha avanzado de modo fundamental en muchos aspectos, pero no se ha logrado una
redefinición de los dispositivos de las fuerzas de seguridad. En el plano de los derechos, no se ha logrado implicar de un modo sustancial a la población en la constitución de instituciones capaces de desarrollar derechos desde abajo en relación a la tierra y la vivienda. La lucha contra el poder financiero de extracción de renta está aún en pañales. El conjunto de estas limitaciones devienen impotencia política (del gobierno y de los movimientos) capitalizable por derechas reaccionarias, en menor medida por progresismos
banales y aun en menor medida por una izquierda militante que no logra romper con esquemas de radicalización abstracta.
27.-Véase la entrevista “Latinoamérica enseñó a Podemos una política de lo imposible” a Íñigo Errejón: http://anarquiacoronada.blogspot.com.ar/2014/08/latinoamerica-enseno-podemos-una.html?q=errej%C3%B3n
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25.- En el fondo la discusión sigue siendo entre política y gestión. ¿Es la política lo que ocurre y se subsume en la gestión o hay una diferencia de naturaleza entre ambas, a partir de la cual es pensable una dialéctica virtuosa, en que la política abre mundos y la gestión
se ocupa de tramitar democráticamente la innovación política? Si las teorías que se autodefinen como populistas acaban por afirmar
muy tradicionalmente la primera opción, la comprensión alternativa, que ha sido sostenida por muchas luchas de Europa y de
América Latina, insiste en abrir una nueva vía de articulación entre gestión y política desde el ángulo de la invención autónoma de
la política (Ver: Miguel Benasayag y Diego Sztulwark; Política y situación, de la potencia al contrapoder; Ediciones De mano en mano,
Bs.As., 2000).
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Hemos hablado de los gobiernos progresistas como
avances tácticos. Esto se ve, sobre todo, en la apertura de espacios de participación (de modo paradigmático, la movilización en torno a cuestiones como los
derechos humanos o la ley de medios), en la revalidación de discursos históricos de las militancias, en la
ampliación (cierto que precaria) de las políticas de
captación de renta para financiar políticas sociales y
en el papel desarrollado por estos gobiernos en la
constitución de espacios de cuestionamiento al consenso neoliberal global.
El problema es que cuando se trata de defender a
estos gobiernos, no suele haber espacio para salirse
de un binarismo bastante infantil. En el caso argentino, hay varias cuestiones que son muy difíciles de
discutir. A saber: el patrón de acumulación y adquisición de divisas (el sistema financiero, los agro-negocios, la megaminería, la concentración y extranjerización de la economía, etc.); el apañamiento a los pode-
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Núcleo autoritario del llamado neodesarrollismo
La coyuntura presente, en la medida en que aparece
definida a partir de una alianza entre todos aquellos
que desde el sur realizamos críticas al consenso neoliberal, es auspiciosa y crea un espacio de necesaria
discusión.
El espacio de esta discusión aparece definido por
experiencias que se desarrollan según un doble eje.
Uno vertical, que se define dentro de cada país como
el pasaje de la lucha social a la síntesis electoral, y
otro con eje horizontal, transnacional, de diálogo e
influencias sur-sur. Sobre el primer eje, Iñigo Errejón,
de Podemos, enuncia así el caso de España: “Podemos
no hubiese sido posible sin el aprendizaje latinoamericano y tampoco sin el 15-M, eso no significa que
represente al 15-M porque éste es políticamente irrepresentable, por ser un movimiento muy diverso. El
que reclame eso para sí, o no ha entendido nada del
15-M, o está mintiendo. Sin embargo, es verdad que
el 15-M y su ciclo de protestas modificaron elementos fundamentales de nuestra cultura política, abrieron grietas en los consensos, modificaron la agenda y
pusieron a las élites en la defensiva. No modificaron
los equilibrios de poder en el Estado, pero por debajo, en la sociedad civil, se están empezando a producir cambios culturales muy importantes”27.
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insuficientes) de lo estatal-nacional. Las “política de
lo imposible” (las que promueven la creación de nuevos posibles) en nombre de las cuales –¡por suerte!actúa Podemos, no pueden quedar presa del resultado
de “un equilibrio de fuerzas posibles”.
Pero tampoco podemos pedirle todo a Podemos.
Quizás este sea el punto en el cual la discusión debe
abrirse aun con más fuerza: la buena nueva de
Podemos es la organización política multinivel. Se
trata de evitar que en nombre de esta buena nueva se
repita un aplanamiento de estos niveles a partir del
efecto de centro estratégico que posee la apuesta al
estado29. En todo caso, una política multinivel puede
partir de una constatación: del hecho de que en el
estado se gestiona según la relación de fuerzas y sus
conflictos (también en Sudamérica), mientras que la
tarea de atravesar lo imposible concierne a las luchas
que no dejan de fugar.
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En torno al segundo eje, Errejón percibe la coyuntura sudamericana como “una política de la expansión,
una política de lo imposible, si quieres, y no un afán
utópico, porque hemos visto que todo lo que era
imposible, según los que se beneficiaban de que todo
se haga siempre de la misma forma, cuando empujas
el horizonte hacia adelante, se consigue hacer. Insisto
en la renegociación de los contratos, acá, de hidrocarburos, de la deuda en el Ecuador, de la redistribución, que era imposible. Lo posible es el resultado de
un equilibrio de fuerzas en políticas. En la medida de
que lo posible estaba determinado por los que mandaban, generaba resignación. El horizonte de lo posible se puede empujar, nosotros hemos nacido haciéndolo. Hicimos una campaña sin dinero de los bancos,
sino con dinero de la población: con 110.000 euros,
cuando 3 millones de euros fue el gasto del siguiente
partido, del PSOE, y del PP ni qué decir”.
Como parte de la discusión sobre cómo se constituye, en la actual situación de crisis capitalista en
Europa, una hegemonía pos-neoliberal, conviene
retener la advertencia de Christian Laval y Pierre
Dardot28 sobre el hecho que el neoliberalismo no se
reduce a un conjunto de políticas económicas ni a
una ideología de las élites. En efecto, discutir al neoliberalismo como razón gubernamental (Foucault),
nos lleva a no confundir la crisis de la razón neoliberal con su superación.
Lo que está en discusión, entonces, no es el valor o
la esperanza que representa esta posición de Podemos
(o la de los gobiernos progresistas en Sudamérica),
sino los riesgos de simplificación en los que se pudiera incurrir al identificar la lucha contra el neoliberalismo al plano de los discursos (tan necesarios como
28.- Christian Laval y Pierre Dardot, La nueva razón del mundo, ensayo sobre la sociedad neoliberal. Ed. Gedisa, Barcelona, 2013.
29.-Para ampliar esta cuestión, es interesante el diálogo entre Álvaro García Linera y María Galindo, así como la lectura que Rosa Lugano
y Raquel Guitérrez Aguilar hace de la relación entre gobierno y voz autónoma.
MISCELÁNEA
DEL COCIENTE INTELECTUAL A LOS INFORMES
P.I.S.A., O CÓMO CULPAR A LOS HUMILDES DE SUS
FRACASOS
por Javier Ugarte Pérez1
1.- El autor agradece los comentarios al artículo de Santiago Guerrero y Eugenia Panadero.
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denominado “factor g”), tiene fundamento genético
y apenas es modificable por el ambiente; por añadidura, durante algunas décadas se pensó que se correlacionaba con el tamaño cerebral porque un cerebro
grande indicaba una inteligencia superior (y a la
inversa).
Otro psicólogo que levantó su fama sobre los test
fue Lewis M. Terman; este, al igual que Goddard,
consideraba que la inteligencia era cuantificable,
innata y heredada, por lo que los resultados aportados por test representaban cualidades objetivas. La
publicación por Terman de La medida de la inteligencia
(1916) supuso un hito porque, además de justificar la
noción de “cociente intelectual” (C.i. en sus siglas castellanas; i.q. en las inglesas), pretendía identificar a
los delincuentes, retardados y demás inadaptados a
la vida en sociedad. Por ello, los test se aplicaron para
obtener resultados numéricos que sintetizaran
cocientes intelectuales que, a su vez, reflejaran inteligencias naturales. A partir de ese dato se organizó la
enseñanza por méritos en varios países, aunque asignando menores presupuestos a quienes puntuaban
bajo. También se crearon empresas con el fin de perfilar los test y pasarlos, lo que se convirtió en una
fuente de ingresos para numerosos psicólogos. Un
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La política del último siglo se mueve oscuramente en
la intuición del fenómeno de que apenas quedan tierras ni materias primas a conquistar; por ello, lo que
debe ser creado, a la vez que preparado para la conquista, son cuerpos y voluntades individuales. Tras la
selección biológica se encuentra la idea de dirigir la
vida. Uno de los casos más frecuentes de biopolítica
por su extensión, a la vez que sutil porque no afecta
a la sangre ni la carne, fueron los test de inteligencia;
en la mano de los eugenistas jugaron un papel muy
importante a la hora de asentar las tesis de un determinismo biológico que culpa a quienes peor puntúan de sus fracasos. No obstante, el psicólogo Alfred
Binet creó los test, en el tránsito del siglo xix al xx, con
la finalidad de corregir deficiencias en el aprendizaje
infantil y, con ese objetivo, resultan herramientas útiles. En la distribución de pruebas numéricas, lingüísticas o espaciales, los resultados que se obtienen ayudan a detectar las capacidades menos desarrolladas
de los alumnos; gracias a ello se pueden estimular y
reforzar tales capacidades hasta que el alumno se
ubique en la media de su edad.
Sin embargo, los eugenistas, que intentaban dirigir la evolución social interviniendo en la herencia
genética, estaban convencidos de que la debilidad
mental tenía bases mendelianas y la inteligencia era
determinada por un único gen de efecto dominante;
tal era la postura, al menos, de Henry H. Goddard
(Gould, 2007: 245). Como psicólogo, Goddard introdujo los test de Binet en Estados Unidos en la primera década del siglo pasado; en sus manos resultó que
el 80% de los inmigrantes judíos, italianos y de la
Europa del este que desembarcaban en la isla Ellis
(Nueva York) padecían deficiencia mental, lo que
provocó un notable incremento en el número de
deportaciones. Bajo tales supuestos, la inteligencia es
una cualidad innata y unitaria (a lo que alude el
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Una triste historia: los test de inteligencia.
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ejemplo cuestionable de cómo median la inteligencia
los test de Terman es el siguiente: un indio de
Norteamérica llega a una ciudad y ve pasar a un
hombre blanco del que afirma “El hombre blanco es
perezoso porque camina sentado”; ¿a qué medio de
transporte se refiere el indio? La única respuesta válida es “bicicleta” porque las piernas suben y bajan
como si se caminara (Gould, 1997: 262-263)2.
La relevancia social del proyecto y la razón de su
inmoralidad consiste en que el dato que hubiera
debido servir para animar a las autoridades a invertir recursos en quienes se encontraban en desventaja
-como correspondía con la intención de Binet- se
empleó para abandonarlos a su suerte. No obstante
se podría sostener con mayor fundamento que fue la
creencia en una inteligencia hereditaria, que se concentraba en ciertos linajes y razas, lo que hizo que
autores como Goddard o Terman-junto a muchos
otros- buscaran una base científica para tal prejuicio;
bajo semejante necesidad, las investigaciones genéticas de Mendel, que fundamentaban la heredabilidad
de numerosos caracteres pero que permanecían
ignoradas hasta la fecha, fueron recuperadas y valoradas. Desde la perspectiva liberal, los test constituyen una herramienta con la cual unos poderes públicos preocupados por el futuro de la nación seleccionan y siembran las semillas que estimulan la laboriosidad individual; por esa vía confían en cosechar
beneficios con mínima intervención e inversión. Por
añadidura se sostenía que los débiles mentales, cuando carecen de entrenamiento profesional y perspectivas de empleo, abandonan la escuela “y pasan fácilmente a las filas de los asociales, o se unen al ejército
de los descontentos bolcheviques” (Terman en
Gould, 1997: 271).
El uso segregador de los test comenzó hace un
siglo. Las autoridades estadounidenses de la costa
este los utilizaron masivamente sobre reclutas de
procedencia europea; conociendo su inteligencia
inferían la de sus comunidades de origen, como si tal
dato fuese tangible (como la altura y el peso) y, además, compartido por toda una colectividad. Expertos
como Robert M. Yerkes, presidente de la Asociación
Psicológica Americana, sometieron a los test a miles
de soldados reclutados para combatir en la Primera
Guerra Mundial. Los resultados se publicaron en
1920 y, en el capítulo titulado “Relación del nivel de
inteligencia con la nacionalidad”, incluían la inteligencia de los reclutas según su país de origen; a partir de tales datos Yerkes concluyó que “en general los
países de habla inglesa y los escandinavos ocupan
los primeras puestos de la lista, mientras que los últimos pertenecen a los países eslavos y latinos”
(Citado en Chorover, 1986: 95).
El Presidente de la Asociación Psicológica
Americana basó tal afirmación en las superiores tasas
de Cociente intelectual entre los descendientes de los
primeros colonos llegados a Estados Unidos: cuando
se consideraba que la edad mental adecuada para
una democracia eran los 16 años, los ingleses apuntaban una edad mental de 14,87 y los escoceses de
14,34, seguidos efectivamente por varios países
angloparlantes (Canadá: 13,66; irlanda: 12,32) y
escandinavos (Dinamarca:13,69; Suecia: 13,30;
Noruega: 12,98). En último lugar se encontraban los
reclutas de ascendencia rusa (11,34), italiana (11,01) y
polaca (10,74), quienes procedían de familias que llevaban escaso tiempo en territorio estadounidense
Chorover, 1986: 96)). Por añadidura se trataba de personas cuya lengua materna no era el inglés ni formaba parte de la familia germánica (que incluye, entre
otros idiomas, al neerlandés, alemán, sueco, noruego
y danés). Por los motivos expuestos, los recién llegados del sur y del este europeos tenían dificultades
para comprender algunas preguntas mientras carecían de referencias para responder otras relacionadas
con la historia o costumbres de su nueva tierra. Por
su parte, los negros del país no pasaban de 10,41 años
mientras las prostitutas que ofrecían sus servicios a
soldados no llegaban a los 10 años (Gould, 1997: 293).
No obstante, los resultados podían ser aún peores
2.- Stephen J. Gould (1997: 296) ofrece varios ejemplos de preguntas que, bajo la pretensión de indicar una inteligencia natural, mostraban
valores o informaciones propias del tiempo y lugar donde fueron elaboradas; por ejemplo, esta: “Christy Mathewson es un famoso: a)
escritor, b) artista, c) jugador de béisbol, d) comediante” (la respuesta correcta es la c). En la misma línea, Chorover (1986: 79-81).
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para inmigrantes y minorías raciales. En la década de
1920, psicólogos del Gabinete californiano de investigaciones sobre la juventud comprobaron que, cuando
pasaban los test a estadounidenses (tanto blancos
como negros), mexicanos y chinos, los mexicanos
eran los que menos puntuaban; cuando a los anteriores se añadían jóvenes de pueblos originarios de
Norteamérica estos obtenían resultados tan pobres
como los mexicanos (y por razones parecidas). Los
blancos, como no sorprenderá, se situaban en la cúspide de la escala intelectual. En parte, el hecho se
debía a que las autoridades californianas habían establecido un sistema ilegal de segregación educativa
que obligaba a los jóvenes hispanos a estudiar en centros peor dotados que el resto de niños y adolescentes; como consecuencia, los mexicanos se encontraban uno o dos años por detrás de los estadounidenses que descendían de europeos. Sin embargo, los
psicólogos que estudiaron el fenómeno lo atribuyeron a la suposición de que “no más del 20 o 25 por
ciento del plasma germinal mexicano es blanco”
(Citado en Stern, 2005: 98. Traducción propia). El
hecho de que los jóvenes nacidos en Estados Unidos
puntuaran siempre mejor que sus primos y coetáneos nacidos en México no alteraba tales conclusiones.
Los test fueron uno de los principales instrumentos empleados por quienes querían reducir la inmigración para convencer de la realidad de sus temores, tanto sobre la mezcla racial como acerca de la elevada fecundidad de los menos capaces. Concebidos
de esta manera, tales pruebas guardaban mayor
similitud con la craneometría del siglo xix -disciplina
pseudocientífica que asociaba la forma del cráneo
con caracteres psicológicos o intelectuales- que con la
técnica pedagógica para la que fueron concebidos
(Gould, 1983: 178-179). Pese a ello contaron tanto con
el respaldo de gobernantes como de profesores de las
universidades de Harvard, Stanford y Princeton, por
citar solo casos estadounidenses; las autoridades
políticas y académicas declaraban en tono autoritario
haber demostrado que negros, mexicanos e inmigrantes del este y sur de Europa, junto a la clase trabajadora de su país, tenían menor C.i/i.q. que el público que los escuchaba o leía, formado por anglosajones de las clases media y alta.
Paralelamente, los varones de cualquier grupo
también puntuaban con notas superiores a las mujeres del mismo sector de población; el dato reflejaba el
menor nivel educativo de las mujeres y su escaso
desempeño de puestos de responsabilidad, al tiempo
que justificaba sus menores salarios cuando realizaban similares trabajos que los varones. Tales afirmaciones se basaban en los datos que arrojaban estudios
-entre las que se incluyen los propios test- que violaban criterios elementales de prudencia. Visto el trasfondo de las pruebas cabe destacar que, en fecha tan
temprana como 1936, las autoridades soviéticas
tuvieran la lucidez de prohibir los test por considerarlos antidemocráticos, en parte porque reflejaban
realidades estadounidenses en lugar de recoger las
del país donde se aplicaban (Vloeberg, 1981: 604).
Con el aval que proporcionaron los resultados de
Goddard y Terman (entre otros autores), los legisladores estadounidenses de las décadas de 1920 y 1930
aprobaron leyes que impidieron asentarse a quienes
integraban las razas judía, latina y eslava por suponerles una inteligencia y moralidad -ambas, estrechamente unidas- inferiores a los estándares que las
autoridades deseaban para los pujantes Estados
Unidos. En el país norteamericano, la primera ley
que restringía el asentamiento de individuos pertenecientes a etnias y razas atrasadas se aplicó en 1921,
pero no sería la última. El Presidente estadounidense
Calvin Coolidge -que rigió los destinos del país entre
1923 y 1929- ratificó una legislación que prohibía
entrar en la nación norteamericana a los grupos señalados por los autores, junto a los asiáticos. Por esta
vía, la ciencia legitimaba una ideología segregacionista en lo exterior que protegía a los estadounidenses de mezclas inapropiadas. La medida suponía, en
realidad, una discriminación económica puesto que
quienes levantaban sospechas procedían de las regiones pobres de Europa y, en el cambio de siglo,
Estados Unidos buscaba población alfabetizada. Así
se disfrazaba con ideología racial lo que en realidad
era el deseo de atraer inmigrantes con una formación
adecuada para integrar la pujante clase media del
país. Por ello, quienes viajaban en los camarotes de
categoría superior apenas eran controlados cuando
descendían de los navíos, puesto que su estatus reflejaba talento.
Cierto es que para entender el determinismo con
el que se interpretaban los datos debe recordarse que
todos los estudios del siglo xix y primer tercio del xx
defendían confusas nociones sobre la herencia, ya
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que creían que esta abarcaba un amplísimo conjunto
de rasgos físicos y hábitos que iban de la predisposición al trabajo y la paternidad responsable a la tendencia al alcoholismo o la precocidad sexual. El
Estado, guiado por el temor a la degeneración que
provocaban herencias malsanas, intervino en la vida
de los individuos: en unos casos por compasión, en
otros porque se esforzaba en alcanzar objetivos políticos -como la creación o expansión de un imperio- y
por razones económicas, entre las que destacaba la
necesidad de conseguir la mano de obra sana y abundante -y, por lo tanto, también barata- que precisaban
fábricas y negocios. No obstante resulta imprescindible que ese recurso abundante y módico no se muestre proclive a las revueltas debido a su mala situación
socioeconómica; el equilibrio en tal combinación
constituye la clave de la paz social. Convencer a los
fracasados de sus desdichas constituye un importante paso en esa dirección.
Una muestra de las inquietudes de la época y su
falta de consistencia es que, a mediados de la década
de 1920, el gobierno británico encargó un estudio
sobre la deficiencia mental que vio la luz en 1929.
Tras cinco años de investigación, los redactores concluyeron que había, por lo menos, trescientos mil
deficientes en inglaterra y Gales, lo que doblaba el
número recogido en el informe anterior (publicado
en 1908). Las cifras de 1929 se explican porque la
mayor parte de los deficientes procedían de familias
que padecían una pobreza que se podría calificar de
“crónica”. En ellas se encontraba: “una proporción
mucho mayor de <dementes, epilépticos, pobres, criminales (reincidentes los más), desocupados, habitantes continuos de los barrios bajos, prostitutas,
borrachos y otros ineptos sociales>, que en las familias en las que no existía debilidad mental“ (Kevles,
1986: 101).
El hecho de que en dos décadas se hubiese doblado el número de deficientes levantó sospechas, no
tanto por el incremento en sí -en una época donde
abundaban los estudios que apuntaban en el mismo
sentido- cuanto por la magnitud del mismo. Existía la
posibilidad de que se aplicasen criterios más laxos
sobre lo que se entendía por deficiencia mental que en
el informe anterior; no obstante se sumaban otras
razones. En inglaterra y Gales se diagnosticaba el problema cuando se comparecía ante un tribunal correccional y solicitaban socorros puntuales o el ingreso de
algún familiar en un asilo. Por ello, “no había forma
de calcular la preponderancia de la deficiencia <en las
clases prósperas, en las que la excentricidad suele
ocultarse en el servicio diplomático>” (el genetista
británico J. B. S. Haldane en Kevles, 1986: 115); a ese
primer sesgo se une un segundo cuando se olvidan o
silencian los casos donde los individuos de clases
altas son condenados por quiebra (debido a su
incompetencia para administrar los recursos que tienen en sus manos) o estafa (debido a mala disposición) sin que se les califique de “deficientes”.
En el mismo año de publicación del informe
comenzó la Gran Depresión, que afectó duramente a
Estados Unidos y al Reino Unido, entre otras naciones. La crisis no fue provocada por la clase obrera ni
por ningún segmento de población estigmatizada en
los test; por el contrario fue consecuencia de un alza
espectacular en el valor de las acciones de empresas
que cotizaban en Bolsa (factor impulsado por capitalistas en busca de rápidos beneficios); a ese hecho se
sumó una burbuja inmobiliaria que se concentró en
el Estado de Florida pero se extendió por el conjunto
de la Unión. Cuando las empresas estadounidenses
dejaron de invertir en el exterior y los bancos repatriaron capitales, la crisis se expandió por la mayor
parte de las naciones desarrolladas.
Así, en décadas de agitación y demandas sindicales que exigían una redistribución de la riqueza, pensadores de diferentes disciplinas se esforzaron por
demostrar que la división entre adinerados y menesterosos estaba inserta en los méritos respectivos (esto
es, en su naturaleza). Desde el punto de vista de las
élites occidentales si las diferencias entre ambos grupos eran grandes, la causa se debía a que las capacidades de unos y otros diferían tanto como su distancia en la jerarquía social e internacional; por tal motivo, unas personas trabajaban y vivían miserablemente mientras otras disfrutaban de buenas ocupaciones
y alojamientos. Resulta razonable que las afirmaciones realizadas sobre las clases sociales dentro del
Reino Unido y respecto a los inmigrantes estadounidenses se generalizaran a la concurrencia entre
naciones. La ideología liberal justificaba que los ejércitos conquistaran territorios y las empresas dominaran mercados, mientras numerosos investigadores
avalaban tales iniciativas con teorías, auscultaciones
y mediciones.
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Ahora bien, la Segunda Guerra Mundial constituyó
un umbral en la historia del siglo xx. En la posguerra que siguió, los Estados europeos intervinieron
fuertemente en la economía con el fin de reconstruir
las zonas devastadas por la contienda, domeñar al
capitalismo sin control de las décadas anteriores -al
que se responsabilizaba de la grave depresión que
había aupado a Hitler al poder y, en último término,
a la guerra- y reducir la distancia entre clases sociales. Durante casi tres décadas las sociedades prosperaron con escasos sobresaltos económicos y se redujo la distancia entre clases, pero en la segunda mitad
de los años sesenta comenzaron a incubarse importantes problemas; estos provocaban tensiones en la
economía y sociedad de Estados Unidos y, en menor
medida, en un Reino Unido que se veía descolgado
de la ola de prosperidad que disfrutaban sus vecinos
continentales. En ambos Estados se experimentaban
las primeras dificultades para continuar los programas de regulación estatal de la economía con elevados impuestos que tantos éxitos habían cosechado
hasta el momento; se trata de un problema que luego
sufrirían las naciones occidentales en su conjunto.
En los lugares donde habían estallado revueltas
contra el sistema imperante-como las que tuvieron
lugar en 1968 en Estados Unidos, Francia o Checoslovaquia, entre otros Estados- se mostraba, además, el rechazo de las nuevas generaciones a un
modelo dirigista de sociedad que conseguía igualdad socioeconómica al precio de ignorar las demandas de cambio que venían de la base, sobre todo entre
los jóvenes (Judt, 2006). Ese malestar fue el contexto
donde prendió una segunda fase de interés por los
test de inteligencia a partir de la publicación en 1969
por Arthur Jensen, en Harvard Review, de un artículo
donde sostenía que la mayor parte de las diferencias
raciales que mostraban los C.i. resultaban heredadas
(esto es, eran genéticas): “La conclusión en lo que respecta a la acción social fue que ningún programa de
educación podría equiparar el status social de blan-
cos y negros y que los negros debían ser educados
preferentemente para los trabajos más mecánicos a
los que les predisponían sus genes” (Lewontin, Rose
y Kamin, 1987: 31).
Con un cambio de ropaje -de la sangre a la capacidad neuronal- persistía la convicción de que las
diferencias individuales resultan insalvables, por lo
que se malgastaría el dinero invertido en ayudar a los
desfavorecidos. En función del principio de que la
capacidad intelectual se oculta en la sangre, el Estado
puede desentenderse de las necesidades de los torpes, lo que conlleva un ahorro que beneficia, sobre
todo, a grupos favorecidos que no demandan servicios públicos porque prefieren entornos exclusivos
donde rodearse de sus iguales (por ejemplo, en colegios de élite); por ello los adinerados se muestran
indiferentes a la calidad de las prestaciones públicas.
Por su parte, la clase media aspira a que los impuestos que paga reviertan en su exclusivo favor; si es
remisa a compartir los beneficios sociales con desvalidos de su territorio se puede calificar de “hostil” su
reacción a que los poderes públicos ayuden a inmigrantes de naciones pobres (como los mexicanos residentes en Estados Unidos o los africanos en Europa).
Ahora bien, de aceptar que la inteligencia resulta
algo cuantificable que se transmite por herencia aparece un problema de orden epistemológico: existen
personas con una memoria prodigiosa, otras de rápidos reflejos y otras -sin agotar la lista de posibilidades- que asombran por su capacidad para realizar
cálculos mentales; sin embargo quien posea uno de
los talentos mencionados no tiene porqué destacar en
otros. Ante tal pluralidad de aptitudes, ¿qué se considera inteligencia? Resulta obvio que las personas con
buena formación desarrollan sus capacidades en
mayor medida que quienes carecen de instrucción y,
por ello, los primeros se presentan confiados a las
pruebas pero inseguros los segundos, pese a lo cual
los expertos insisten en que los test miden cualidades
innatas, puras. Si es así, cuestiona el genetista
Richard Lewontin, ¿por qué se permite que las personas usen gafas para responder a las preguntas? A lo
que el investigador alega que no somos proclives a
distinguir cualidades arbitrarias, pero “estamos interesados por las diferencias en la habilidad que muestran tareas socialmente construidas que son relevantes
para la estructura de nuestra vida real en sociedad”
(1993: 31. Traducción propia; cursiva del original).
El contenido de los apartados anteriores no desdice el hecho de que la ideología racista- entendida en
sentido nacional, como cuando se hablada de la
“raza británica” o la “raza francesa”- que imperaba
en los dos últimos siglos se encuentra en declive
debido a la mezcla creciente de poblaciones, gracias
a la facilidad para viajar y una creciente migración
MISCELÁNEA
por motivos económicos. También influye en el declive la desaparición de políticas imperialistas, el incremento simultáneo de acuerdos entre Estados occidentales y unificación de sus mercados, de los que la
Unión Europea constituye una buena muestra.
Como categoría científica, el concepto de “raza” también ha perdido credibilidad, dado que las diferencias intragrupales en relación con la altura, peso y
capacidad intelectual (entre otros rasgos) superan las
extragrupales. Una vez aminorada la oposición obrera al dominio burgués en los países “avanzados”, la
xenofobia concentra en la lucha entre naciones -o bloques económicos- las inquietudes actuales. Las autoridades no pueden plantear sus inquietudes en términos idénticos a los vigentes en décadas anteriores,
cuando extendían el temor a la degeneración racial
como explicación a sus dificultades en la apuesta
imperialista.
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Los informes p.i.s.a. y sus objetivos
En este contexto se comenzaron a elaborar los informes del Programa internacional para la Evaluación
de Estudiantes o informes P.i.S.A. (en sus siglas inglesas: Programme for International Student
Assessment), que se realizan cada tres años a petición
de gobiernos e instituciones educativas. Las pruebas,
a cargo de la O.C.D.E. (siglas de la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económicos: O.E.C.D.
en inglés), se pasan a jóvenes de 15 años en tres ámbitos: habilidad lectora, matemáticas y ciencias naturales3. En cada nación se utilizan muestras representativas de entre 4.500 y 10.000 alumnos, aunque las
autoridades educativas pueden presentar un número superior de candidatos a pruebas que, en conjunto, duran unas tres horas; como se ve, los jóvenes no
disponen de mucho tiempo (ni de segundas oportunidades) para mostrar sus conocimientos y habilidades. En los informes se sostiene que el futuro económico de un Estado depende de la puntuación que
obtengan sus estudiantes en las pruebas porque una
nota elevada les permitirá adaptarse con éxito a las
continuas demandas de un mundo complejo y cambiante, al igual que pasaba con los test; como sucedía
entonces, los datos que obtienen individuos se
emplean para comparar naciones.
Antes de analizar los resultados de los informes
P.i.S.A. conviene aclarar que en la Comunidad de
Madrid (entre otras Comunidades Autónomas), y en
la estela de este tipo de exámenes, se realizan anualmente las denominadas “Pruebas de Conocimientos
y Destrezas indispensables” (en sus siglas: C.D.i.).
Estas pruebas se centran en las materias de lengua y
matemáticas; desde 2005 se pasan a todos los alumnos de 6º de Primaria y desde 2008 también a los de
3º de Secundaria. Como su nombre indica, las pruebas tienen la finalidad de comprobar el grado de
adquisición de los conocimientos y destrezas que se
consideran esenciales para cada etapa. Luego se
publica un listado de centros educativos en función
de la puntuación obtenida por sus alumnos, en orden
descendente, para que los padres conozcan el puesto
del centro en la clasificación a la hora de elegir el
colegio al que enviarán a sus hijos o cambiarle de
centro si el actual no les parece adecuado.
En un sistema educativo como el español, donde
los colegios privados (concertados o no) resultan ubicuos y realizan un filtrado de sus alumnos (normalmente por razones económicas) resulta fácil predecir
el resultado: los colegios públicos tienden a quedar
peor situados porque no realizan tal filtrado, por lo
que en ellos se concentran los alumnos de bajo estatus social, tanto nacionales como inmigrantes. Para
agravar la situación, las autoridades educativas tienden a equiparar el resultado de los alumnos con la
calidad de la enseñanza que reciben en el centro,
como si no existieran otros factores de enorme peso
(de los que se hablará más adelante) que inciden en
la formación del alumnado y, en conjunto, en el resultado de las pruebas.
Dada la repercusión de los resultados, en los cen-
3.- información obtenida de la página web de la propia O.C.D.E.:http://www.oecd.org//keyfindings/-2012-results-overview.pdf (en lo que
sigue se citará como P.i.S.A, Results overview 2012). Otra página donde viene información con enlaces a los distintos países es la
siguiente: http://www.oecd.org//keyfindings/-2012-results.htm.
4.- El hecho, en teoría evolutiva, es denominado la “hipótesis de la Reina Roja”, en alusión al personaje de la obra Alicia a través del espejo de Lewis Carroll, donde se cuenta que los súbditos de la Reina Roja deben correr lo más rápido posible solo para permanecer en
el mismo sitio porque su país se mueve con ellos.
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1º) La buena puntuación general que obtienen los
jóvenes angloparlantes de Reino Unido,
Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda,
Canadá e irlanda. Los estudiantes de estos seis
países tienden a ubicarse en puestos selectos
del listado aunque en matemáticas Estados
Unidos se desliza al número 30; en cambio, en
habilidad lectora y ciencias todos ellos quedan
entre los veinte primeros.
2º) La buena puntuación que también reciben los
adolescentes nórdicos con Finlandia a la cabeza de islandia, Noruega y Dinamarca en los
tres campos de estudio. No obstante, los suecos
se descuelgan de este selecto grupo para quedar en la posición 32 en matemáticas (entre
lituanos y magiares).
3º) Otro grupo de jóvenes con buena puntuación
son los asiáticos que se presentaron a las pruebas: coreanos, japoneses y singapurenses (además de los chinos mencionados con anterioridad). Sin embargo existen importantes diferencias socioculturales entre las naciones occidentales y asiáticas porque estas últimas sostienen
sistemas educativos que incluyen castigos físicos y donde los suspensos constituyen una
humillación; por ello se dejarán sin analizar sus
resultados.
YOUKALI, 17
escalafón con una puntuación superior a los 530 puntos; en el lado opuesto se clasificaron peruanos, indonesios, jordanos y colombianos (entre otros) por
debajo de 400 puntos. Ahora bien, China convocó a
jóvenes de regiones o ciudades prósperas que representan escasamente el estado o nivel educativo del
país, por lo que sus resultados no se tomarán en consideración, ya que carece de sentido comparar un
conjunto nacional con ciudades o regiones punteras
de otra; pese a ello, los redactores de P.i.S.A. no piensan lo mismo, convencidos como están de que debe
crecer el número de Estados que se someten a su
escrutinio. Por similar motivo se desecharán los
resultados de Liechtenstein, territorio que no llega a
los cuarenta mil habitantes y cuyas puntuaciones no
cabe homologar con territorios que superan los cien
millones de habitantes, como Japón o Estados
Unidos.
Por supuesto se pueden focalizar los resultados
de numerosas maneras y quien escribe este texto destaca tres aspectos:
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tros educativos (públicos o privados) se prepara con
intensidad y ansiedad a los colegiales para la prueba
con el fin de que queden en el mejor puesto posible
o, de lo contrario, el centro podría perder alumnado
y verse abocado al cierre. Los docentes, para evitar tal
destino y con el fin de defender su empleo y prestigio, aparcan los contenidos del programa que no se
califican en las pruebas C.D.i. y se centran en aquello
que puntúa en ellas; así, los conocimientos o habilidades que su alumnado gana por un lado lo pierde
por otro (lo que dejan de aprender en las semanas
previas a la C.D.i.). Resulta muy discutible que tales
exámenes muestren la calidad educativa de cada centro escolar; en cambio es seguro que inclinan la
balanza hacia los centros donde el nivel socioeconómico de los alumnos resulta más elevado y tensa la
programación de todos los colegios hacia los contenidos que aparecen en las pruebas. También es seguro
que, de mantenerse los exámenes, en los próximos
años los centros van a mejorar las puntuaciones de
sus estudiantes a base de concentrarse más y más en
ellas; en contrapartida perderán importancia los contenidos que no se evalúan en las pruebas, lo que
puede perjudicar la formación del alumnado en los
cursos siguientes, ya que las materias de cada curso
se basan en lo aprendido en años anteriores.
No obstante, como la mayoría de colegios preparará a sus estudiantes para las pruebas, no variarán
mucho su posición en el listado porque, cuando todo
el mundo corre a la vez, acaba por permanecer en el
mismo sitio4. Resulta difícil creer que las autoridades
responsables no sepan o sospechen tal sesgo, pese a
lo cual se empeñan en someter al alumnado a estos
exámenes; inevitablemente surge la pregunta: ¿por
qué lo hacen entonces? Cuesta pensar que les mueva
otro objetivo que el de favorecer una enseñanza privada que resulta más barata que la pública (aunque
sea concertada), así como abrir aún más el sector educativo como campo de inversión para el capital. Para
comenzar y como sucedía con los test, algunas
empresas privadas hacen negocio al elaborar o diseñar las pruebas.
Volviendo a los informes P.i.S.A. el último realizado hasta la fecha, en el que participaron estudiantes
de 61 países, data de 2012 y se centró en los resultados de las pruebas matemáticas. En los tres ámbitos
fueron adolescentes de las regiones chinas de
Shanghái, Macao y Hong Kong, junto a los Corea del
Sur y Japón, quienes se situaron en lo más alto del
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Mediterráneo que siempre estuvo ahí. Tampoco
debería sorprender que, a similar porcentaje de inversión en relación con el P.i.B. (siglas de Producto
Interior Bruto), países con una importante y reciente
afluencia de inmigrantes de naciones poco desarrolladas, como España, queden en peor lugar que naciones donde esa presencia resulta menor o que es directamente emisora de emigrantes, caso de Polonia.
Sin embargo no todo el mundo está de acuerdo
con las últimas observaciones. Entre los discrepantes
se encuentra la propia O.C.D.E., que en su informe
P.i.S.A. 2003 destaca lo siguiente:
Además de los factores señalados es evidente la
correlación entre renta per cápita y puntuación.
Ningún país de Europa Occidental queda por debajo
del puesto 35 en los tres apartados y no se encuentran
países africanos, sudamericanos, asiáticos o de
Oriente Medio por encima del puesto 35 en ninguno
de los apartados (excepto Vietnam). Otra excepción
de mayor relieve la constituyen territorios como Catar
o Emiratos Árabes Unidos, de una gran riqueza ligada al precio de recursos naturales como petróleo y gas
pero cuyos jóvenes alcanzan resultados mediocres en
las pruebas. Ahora bien, los Estados de Oriente
Medio son ricos (más que desarrollados) pero sufren
una gran volatilidad en sus ingresos debido al monocultivo de una única fuente de ingresos; por añadidura se trata de regiones que hace medio siglo eran desiertos demográficos y económicos (además de climáticos) y donde la inversión educativa ha tenido poco
tiempo para mostrar todos sus beneficios.
Resulta comprensible que jóvenes de países desarrollados como Finlandia o Suiza disfruten de unos
recursos (públicos y privados) de los que carecen
quienes viven en zonas menos desarrolladas y, por
añadidura, de alta natalidad como es el caso de los
indonesios, jordanos, colombianos o peruanos. Una
elevada inversión pública conlleva numerosas ventajas: un menor número de alumnos por aula; colegios
bien construidos y equipados que, además, se rodean
de un entorno agradable; mayor proporción de becas
para jóvenes desfavorecidos; alumnos que disfrutan
de una mejor orientación educativa en los centros,...
Lo sorprendente sería que los Estados que invierten
más en educación no obtuvieran mejores resultados;
pocas veces se descubrirá con menos esfuerzo un
Las desviaciones respecto a la línea de tendencia
sugieren que un gasto reducido por alumno no
puede equipararse automáticamente con el bajo
rendimiento de los sistemas educativos. El gasto
por alumno de edad comprendida entre los seis y
los 15 años en la República Checa equivale aproximadamente a un tercio y en Corea a aproximadamente la mitad de los niveles de inversión de
Estados Unidos y, sin embargo, tanto la República
Checa como Corea se sitúan entre los países con
mejor rendimiento en la evaluación, mientras que
Estados Unidos se sitúa por debajo de la media de
la OCDE. Asimismo, España y Estados Unidos
presentan un rendimiento similar, pero, mientras
que Estados Unidos gasta aproximadamente
80.000 USD [dólares estadounidenses] por alumno de edad comprendida entre los seis y los 15
años, en España esta cifra solamente alcanza los
47.000 USD” (2004: 102-103)5.
Cuando comparan la República Checa, Corea y
Estados Unidos, los elaboradores del informe soslayan que el coste de la vida y los sueldos docentes son
superiores en el país norteamericano que en los otros
dos; por ello carece de sentido equiparar valores
absolutos, como hacen cuando apuntan un gasto de
80.000 U.S.D. en Estados Unidos frente a 47.000 U.S.D.
en España. En cambio, si la inversión educativa se
mide en relación al P.i.B. se observa que, con datos del
año 2011, el porcentaje estadounidense es del 5,4%
mientras el checo es de 4,5% y el coreano del 5,2%
(Banco Mundial, 2014)6; tal hecho reduce notablemente las diferencias: 5% en España frente a 5,4% en
Estados Unidos (en ambos casos, referidos a 2010).
quizás los pobres resultados estadounidenses, pese
a invertir en educación un 0,9% más que la República
Checa, en parte se expliquen por el porcentaje de
alumnado inmigrante, de bajo estatus socioeconómico (mexicano, centroamericano), que se encuentra en
5.- Se puede acceder al mismo en la página web: http://www.oecd.org//39732493.pdf
6.- Disponible en: http://datos.bancomundial.org/indicador/SE.XPD.TOTL.GD.ZS
7.- Resulta destacable, por otro lado, que en unos informes donde se presentan correlaciones entre inversión educativa y resultados de
sus estudiantes, sus autores a menudo prefieran hablar de “gasto” en lugar de “inversión”, como sucede en el párrafo que se acaba
de citar al igual que, entre otros, en la Figura 2.20 del informe de 2003 (P.i.S.A., 2004: 102).
8.- Disponible en: http://www.oecd.org//keyfindings/-2012-PS-results-esp-SPAIN.pdf
9.- Disponible en: http://www.oecd.org//keyfindings/-2012-results-mexico-ESP.pdf
10.- Disponible en: http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/pisa-2012-results-overview.pdf
11.- Disponible en: http://www.oecd.org//keyfindings/-2012-results-US.pdf
12.- Disponible en: http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/PISA-2012-results-UK.pdf
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hogares, poseen adecuados recursos económicos y
culturales, disfrutan de ayuda extraescolar cuando lo
precisan, viajan al extranjero como turistas o para
aprender idiomas, visitan museos y exposiciones,...,
lo que obviamente constituye un sesgo en favor de
alumnos que viven en naciones de antiguo desarrollo (como las occidentales) y, al tiempo, descienden
de progenitores con titulación universitaria; en contrapartida perjudica a las demás naciones y clases
sociales. En realidad lo que sucede entre familias de
diferente nivel socioeconómico se parece mucho a lo
que ocurre entre jóvenes de sociedades con distintos
grados de desarrollo: los prósperos parten con
muchas ventajas y obtienen buenos resultados con
más facilidad.
Paralelamente se encuentra cierta tendencia entre
nivel de desarrollo y porcentaje de P.i.B. destinado a
educación: el Estado finlandés dedica el 6,8% de su
riqueza a este apartado mientras el peruano, con
mayor porcentaje de jóvenes que el país nórdico, destina solamente el 2,5% (Banco Mundial, 2014). Los
demás Estados nórdicos se sitúan en porcentajes
similares o superiores al escandinavo, mientras la
media anglosajona es del 5,9%, aunque en este caso
la media resulta sesgada hacia arriba porque Estados
Unidos, de gran peso demográfico y económico, solo
dedica el 5,4%. En todo caso es significativa la distancia que se percibe entre porcentaje de riqueza dedica-
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las escuelas del país norteamericano; tal proporción
de inmigrantes no aparece en las checas ni coreanas
(en el caso de que aparezcan en alguna medida)7.
No obstante, la afirmación anterior se conjuga con
otra donde los autores de los informes reconocen que
los alumnos más desfavorecidos socioeconómicamente son más propensos a repetir curso, incluso
cuando se los compara con alumnos de similar rendimiento (P.i.S.A. España, 2012: 4)8. Según algunos
informes, en el conjunto de la O.C.D.E. un alumno con
un nivel socioeconómico superior obtiene 78 puntos
más en matemáticas -lo que equivale a dos años de
escolarización- que un alumno con un nivel socioeconómico inferior (P.i.S.A. México, 2012: 4)9, aunque
otros informes reducen la diferencia a la mitad
(P.i.S.A. Results overview, 2012: 12)10. En cualquiera de
ambos casos, los mexicanos se sitúan un año o dos
por debajo de los estadounidenses, al igual que sucedía en los test de inteligencia; por su parte, italianos e
israelitas vuelven a quedar tan mal parados como
entonces en las comparaciones (aunque ya no sea el
caso de los polacos).
No obstante se señala que la diferencia en los
resultados según el estatus socioeconómico de los
estudiantes estadounidenses aún resulta mayor que
en otros países (P.i.S.A. Estados Unidos, 2012: 1 y 4)11
y que lo mismo sucede con los británicos (P.i.S.A.
Reino Unido, 2012: 1)12. Los redactores de los informes no explican el hecho, quizás por resultarles
embarazoso, pero podría deberse a la importante desigualdad que sufren los ciudadanos de ambos
Estados, ya que viven en territorios donde se encuentra una élite muy rica frente a una enorme proporción
de personas con bajos ingresos. En este factor puede
residir la otra explicación para los mediocres resultados de los jóvenes estadounidenses en algunas pruebas. Por añadidura, las chicas quedan por debajo de
los chicos en matemáticas, al igual que las mujeres
puntuaban menos que los varones en los test.
Otra tendencia que se vislumbra es que los hijos
de progenitores universitarios obtienen mejores
notas que quienes descienden de padres con escasa
formación por factores como el hecho de que los adolescentes reciben mejor orientación académica en sus
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da a educación y resultados; es decir, los Estados
angloparlantes consiguen puntuaciones muy similares a los nórdicos pese a separarles1,5% de riqueza
invertida en educación: 7,4% de media entre nórdicos; 5,9% de media entre angloparlantes (en realidad
menos, por el peso de Estados Unidos).
Por su parte, los jóvenes españoles, italianos o
portugueses, que viven en Estados que dedican en
torno a un 5% de su riqueza a educación (italia: 4,3;
España: 5 y Portugal: 5,6) quedan en puestos comprendidos entre el vigésimo y el trigésimo de la lista.
Así, los adolescentes latinos de Europa, que viven en
sociedades con un desarrollo situado entre los nórdicos y angloparlantes por un lado y, por otro, entre los
balcánicos (griegos, serbios, rumanos, albanos, croatas, montenegrinos, búlgaros), sudamericanos y de
Oriente Medio (aunque más cercanos al primer
grupo que al segundo), obtienen también una puntuación intermedia entre estos conjuntos de naciones
(pero próximos al primer grupo); por su parte, los
franceses, culturalmente cercanos a españoles e italianos, pero que viven en un Estado que invierte más
en educación (5,7% en 2011, pero 5,9% durante los
dos años anteriores), quedan mejor situados que los
jóvenes de los demás países del sur de Europa. Todo
ello resultaba previsible.
No sorprende la situación educativa de los nórdicos, dado que viven en territorios que invierten
mucho en educación, crecen en naciones donde la
riqueza está mejor repartida que en Estados Unidos
y los padres de los adolescentes que se presentan a
las pruebas suelen estar formados, por lo que consiguen buenos resultados. Tampoco sorprende el
resultado de los otros grupos de jóvenes: latinos del
sur de Europa, balcánicos, sudamericanos o asiáticos
porque, más o menos, cada grupo se ubica donde se
esperaría encontrarlo. No obstante se encuentran
resultados sorprendentes: los estonios quedan muy
por encima de sus vecinos letones y lituanos pese a
vivir en Estados que dedican un porcentaje parecido
de su riqueza a educación (en torno al 5%) mientras
los jóvenes suecos, que disfrutan de un 7% de inversión educativa, obtienen resultados poco brillantes
que quedan por debajo de sus vecinos bálticos. A esto
se suman paradojas como la de los vietnamitas, que
viven en un país de escaso desarrollo debido a su
pasado colonial y cuya población tuvo que librar prolongadas y devastadoras luchas contra la ocupación
extranjera (francesa primero; luego estadounidense),
pero cuyos adolescentes consiguen unos excelentes
resultados.
Conviene estudiar peculiaridades que afectan a
países concretos como Finlandia o Estonia: por ejemplo, la organización de sus sistemas educativos, autonomía de los colegios, edad a la que se bifurcan los
currículum o consideración pública hacia el profesorado (¿su sociedad contempla al docente como un
profesional que se entrega al bien público o como
alguien que ha fracasado en el laudable objetivo de
enriquecerse en una empresa privada y, por ello, no
tiene otra alternativa que la docencia?). Las respuestas a estas preguntas permitirán explicar algunos
puntos obtenidos por los estudiantes (digamos, subir
o bajar tres o cuatro puestos en la clasificación), pero
difícilmente ofrecerán las claves de unos resultados
más ligados a la inversión en educación (la actual y la
que afectó a generaciones anteriores) que a ningún
otro factor. Paralelamente, si la docencia en secundaria facilitara el acceso a un puesto en la universidad
para quienes realicen un doctorado (o se sometan a
las pruebas pertinentes), numerosos docentes verían
gratificado su esfuerzo en lugar de contemplar su
trabajo con adolescentes como el fin de toda carrera
profesional. No hace falta pedirles que sus alumnos
puntúen bien en ciertas pruebas para mantenerles en
el empleo o subirles el sueldo; cabe imaginar otras
vías de estímulo.
Una primera respuesta a los buenos resultados de
las naciones angloparlantes podría consistir en que
disfrutan de antiguo desarrollo, por lo que salen bien
paradas en la clasificación. Ahora bien, esto vale para
Reino Unido y Estados Unidos; en menor medida
valdría para Canadá, Australia y Nueva Zelanda,
debido a que la configuración de sus Estados es más
reciente y al hecho de que fueron colonizados por
inmigrantes de escasa cualificación. Sin embargo la
afirmación de ninguna manera es aceptable en el
caso de los irlandeses, pueblo tradicionalmente asolado por la pobreza que buscaba oportunidades en
Reino Unido o allende los mares. Esta es la cuestión
a elucidar de los informes: cómo comprender que las
naciones angloparlantes consigan buenos resultados
con una inversión, en porcentaje de P.i.B., solo un
poco superior a las naciones latinas: 5,9% para los
primeros (en realidad menos, dado el bajo porcenta-
MISCELÁNEA
je estadounidense) y 5% para los segundos. Y cómo
explicar que la conclusión del Presidente de la Asociación Psicológica Americana sobre la superioridad
de angloparlantes y nórdicos parezca seguir en vigor
casi un siglo después de haberla defendido.
YOUKALI, 17
que sobrepasa el peso curricular que muchos países
otorgan a estos campos.
El motivo de que las artes tengan tanto peso radica en que un estudiante italiano y español debe conocer la enorme riqueza cultural de su medio o, de lo
contrario, no se le considerará una persona formada.
Así, se espera que muestre cierta soltura, por ejemplo, al mencionar las características del Renacimiento, la pintura de Velázquez o la obra de Cervantes; se
juzgaría escandaloso que titulara en España quien no
haya leído una línea de El Quijote o que lo hiciera en
italia quien desconozca La divina comedia. Por ese
motivo se concede importancia a las humanidades en
el currículum de estas naciones; a ese hecho se suma
la presencia de disciplinas como la ética o la educación para la ciudadanía en la enseñanza media y
luego la filosofía en el bachillerato (aunque esta última ya se estudie a una edad posterior a la que se realizan las pruebas). Por añadidura, en algunos casos se
suma el aprendizaje de la cultura grecorromana,
dado el número e importancia de los restos arqueológicos que se encuentran en el sur de Europa y la
enorme influencia que han tenido las antiguas Grecia
y Roma en la configuración de las naciones mediterráneas. Last but not least, al tratarse de Estados
menos secularizados que los angloparlantes y nórdicos, en las aulas se estudia una religión católica (o los
alumnos que no la eligen disponen de un tiempo de
estudio) que no aparece en los currículum de muchos
otros países y que también ocupa unas horas semanales imposibles de emplear en otras enseñanzas.
Cuando se suma el tiempo dedicado al aprendizaje del inglés (al que se une, cada día con mayor frecuencia, el estudio de un segundo idioma, como el
francés o alemán), la formación en materias de contenido filosófico, la adquisición de conocimientos artísticos (historia del arte) y habilidades del mismo
campo (dibujar, tocar un instrumento, leer y redactar
poemas o historias breves), el estudio de la cultura
clásica, junto a la presencia de una asignatura de reli-
ISBN: 1885-477X
Consideremos, por simplificar el análisis, que la
representación de jóvenes y de inmigrantes pobres
no varía mucho entre angloparlantes y europeos del
sur (con la posible excepción de Portugal, más emisor
que receptor de inmigrantes). Como explicación de la
diferencia entre la puntuación obtenida por jóvenes
de ambos grupos de naciones se propone la siguiente tesis: los Estados angloparlantes reciben mejores
calificaciones porque las pruebas están sesgadas en
su favor, como sucedía con los test de inteligencia en
la edad dorada de su aplicación. La tesis se justifica
de la siguiente manera: puesto que las pruebas
miden habilidad lectora, junto a conocimientos matemáticos y de ciencias naturales, soslayan buena parte
del currículum sobre el que basan sus sistemas educativos el resto de naciones. Así, en el caso de los países latinos son innumerables las horas que dedican
los estudiantes a lo largo de su vida escolar a aprender idiomas (fundamentalmente inglés); el hecho
constituye algo infrecuente en naciones angloparlantes, dado que sus habitantes emplean un idioma que
constituye la actual lengua franca de la humanidad. El
tiempo no dedicado a aprender idiomas puede volcarse sobre muchas actividades de reflejo directo o
indirecto en P.i.S.A.
Ahora bien, el problema de los jóvenes latinos
también afecta a los nórdicos y de Europa oriental;
por ello, los mediocres resultados de los sureuropeos
deben explicarse de alguna otra manera para comprender que también puntúen peor que los adolescentes de otras naciones que se ven obligados a
emplear muchas horas en el estudio del inglés. Una
primera explicación a esta segunda cuestión radica
en el hecho de que para nórdicos, alemanes y holandeses resulta más fácil aprender inglés que para italianos o españoles, dado que -como se señaló anteriormente- los primeros componen la familia de lenguas germánicas que incluye al inglés, mientras los
segundos conforman otra rama lingüística, la románica (o romance). Una segunda razón, de mayor
peso, es que los estudiantes de las naciones latinas
también emplean buena parte de su tiempo en el
estudio de materias relacionadas con el conocimiento del arte (historia del arte dentro del programa
general de historia) y su aprendizaje en las materias
de dibujo y pintura, música y literatura (esta última
dentro de la programación de lengua castellana), lo
página 63
Una explicación de los resultados p.i.s.a.
MISCELÁNEA
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YOUKALI, 17
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gión o su alternativa (estudio asistido) se reúne entre
una cuarta y una tercera parte del peso curricular del
alumnado italiano o español. Es obvio que los jóvenes que se forman en naciones donde el arraigo de
las humanidades resulta menor y la materia de religión no aparece en el currículum jugarán con ventajas de partida en las pruebas P.i.S.A.; es probable que,
al margen de la inversión educativa, sea esto lo que
explica las superiores puntuaciones de los adolescentes nórdicos y de Europa del este en relación con los
latinos.
Por el conjunto de razones expuestas, naciones
como España, italia o Portugal se encuentran con una
doble desventaja: frente a las angloparlantes notan el
gran peso de los idiomas extranjeros en su currículum; frente a las nórdicas y del este de Europa, el
importante arraigo de las humanidades y la religión
católica. Por ello, los angloparlantes logran buenas
puntuaciones al no computar en las pruebas el aprendizaje de idiomas ni la formación humanística, de
igual manera que en los test no computaban tradiciones ni conocimientos propios de la cultura popular u
originaria de los inmigrantes. Si las materias que no
se califican en P.i.S.A. desaparecieran del currículum
en beneficio de las que se puntúan es obvio que los
resultados de sus estudiantes mejorarían: ¿es esto lo
que la sociedad española desea?¿un currículum pensado para mejorar puntuaciones en P.i.S.A.?
Si no es lo que se persigue al menos cabe señalar
que se perciben algunos pasos en esa dirección. La
nueva L.O.M.C.E. (Ley Orgánica para la Mejora de la
Calidad Educativa), que en España da sus primeros
pasos, sigue esa senda al reducir el peso de las enseñanzas artísticas y filosóficas en el nuevo currículo
con el explícito objetivo de enfrentarse mejor a las
pruebas P.i.S.A., pese a mantener -e, incluso, incrementar- la importancia de la religión. Cuando
gobierne un nuevo partido, el Ministro de educación
correspondiente no querrá ser acusado de que bajo
su mandato los estudiantes del país obtienen peores
calificaciones que bajo el Ministro anterior (presumiblemente de un partido de la oposición), por lo que
resulta probable que no se atreva a recuperar unas
materias que ya comienzan a marginarse. Lo que
sucede en España resulta un problema general: los
Estados se ven animados a eliminar todo aquello que
no puntúa en P.i.S.A. para lograr mejores calificaciones en esas pruebas (al igual que se hace con los contenidos de lengua y matemáticas de cara a las pruebas C.D.i.). Difícilmente se puede ser ingenuo en este
punto, ya que las evaluaciones educativas inclinan
los currículum en esa dirección; a ello se suma una
falta de visión de futuro en la mayoría de gobiernos
que les impulsa a conseguir resultados que tengan
rédito en votos en un breve plazo de tiempo.
¿Y qué propone la O.C.D.E. para rellenar tanto hueco,
dado que el número de horas de las materias que le
importan no se pueden incrementar de manera desproporcionada? El hecho es que no se puede pasar,
por ejemplo, de tener cuatro o cinco horas semanales
de matemáticas o física a tener ocho o diez horas, en
parte porque existen alumnos que detestan tales
materias y en parte por la fatiga que aparece cuando
una persona se concentra mucho tiempo en la misma
tarea. Para ello, la O.C.D.E. ofrece una respuesta que
no debe sorprender, dado el objetivo y estructura de
la Organización: una educación financiera que
podría aunar el gusto por los números de los estudiantes de ciencias con la atracción por los conceptos
y la organización social de quienes aman las humanidades. Así, el informe 2012 termina con un apartado titulado Students and Money: Financial Literacy
Skills for the 21st Century (“Estudiantes y dinero: habilidades y conocimientos financieros para el siglo
xxi”; pp. 36-40). En estas páginas se alaban las ventajas de quienes poseen conocimientos financieros a la
vez que se anima a gobiernos y autoridades educativas a implicarse en la tarea de difundirlos.
La educación financiera, de la que ya se muestran
las primeras comparaciones entre países, configura
un área que puede sustituir a las poco lucrativas enseñanzas artísticas y humanísticas y, por esa vía, preparar a los futuros ciudadanos para desenvolverse en
un sistema capitalista que los autores de los informes
parecen presuponer ilimitado en el espacio y el tiempo. Por ello, los estudiantes deben planificar su futuro y -en unos Estados que reducen el presupuesto
educativo y el importe dedicado a becas- prepararse
a pedir préstamos con los que pagar los caros estudios superiores. En palabras de David Harvey: “El
enorme endeudamiento de los estudiantes en Estados
Unidos se ve ahora reproducido en Gran Bretaña,
Chile o China, mientras que el endeudamiento para
financiar la prosecución de la vida cotidiana ha ido
aumentando a un ritmo asombroso“ (Harvey, 2014:
192). Esta parece ser la clave de la apuesta que realiza
la O.C.D.E. por una educación financiera; se trata de
algo difícil de comprender bajo otros puntos de vista
porque las generaciones anteriores pudieron ahorrar
(o hipotecarse) para adquirir una vivienda sin una
especial preparación en la administración de sus limitadas finanzas. El lema parece ser: ¡menos becas y
más préstamos para estudiantes! Tal apuesta no
excluye la posibilidad de convertir en autónomos a
virtualmente todos los trabajadores, con lo que desaparecería las obligaciones que actualmente tienen
hacia ellos empresas y Estados. La educación financiera les prepara para moverse en ese futuro.
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revista Mundo Científico, nº 6, págs. 604-605.
página 65
STERN, Alexandra M. (2005): Eugenic Nation. Faults
and Frontiers of Better Breeding in Modern America.
University of California Press, Berkeley y Los
Angeles (California) y Londres (Reino Unido).
ISBN: 1885-477X
que prescinda de los contenidos y habilidades que
carezcan de traducción inmediata al tiempo que estimula a cada individuo a contar solo con sus recursos.
Bajo tal visión, el concepto de “ciudadano” queda
reducido al de productor y consumidor que gestiona
privadamente sus asuntos y no necesita al Estado
más que para protegerle de quienes intenten violentar su persona, como en la descripción realizada por
Thomas Hobbes en su distopía Leviatán. Por ello, lo
más sensato sería tomar la misma decisión que adoptaron las autoridades soviéticas de los años treinta en
relación con los test de inteligencia: prescindir de las
pruebas P.i.S.A. porque no se ajustan a la tradición del
país ni a los objetivos que debe perseguir un sistema
educativo con una visión a largo plazo de los intereses de una población. Como sucedía con los test, la
perversidad de pruebas como C.D.i o P.i.S.A radica en
que los resultados que deberían servir para dedicar
más recursos a los centros o poblaciones que obtienen peores resultados se utilizan para responsabilizarlas por sus fracasos.
Si la finalidad de los test aplicados en Estados
Unidos hace un siglo era rechazar a los inmigrantes
con una formación inadecuada para integrar la pujante clase media del país, en la actualidad el propósito
de la O.C.D.E. es reorganizar los sistemas educativos
con el fin de adaptar a los jóvenes a una economía de
libre mercado y reducido papel del Estado. Por ello
quienes redactan los informes se congratulan cuando
nuevos gobiernos se animan a presentar a sus estudiantes a las pruebas, aunque acaben mal situados en
ellas; aún se alegran más cuando se incrementa la lista
de los -por el momento- escasos Estados que se animan a evaluar las habilidades financieras de sus adolescentes. Sin embargo, la finalidad de un sistema
educativo debería ser la reducción de los niveles de
analfabetismo y fracaso escolar mientras aumenta el
porcentaje de personas que terminan estudios profesionales o superiores. Para lograr ambos fines no hace
falta la asistencia de los informes P.i.S.A. ni de las pruebas C.D.i.; menos aún se necesita que los alumnos
muestren maestría financiera.
MISCELÁNEA
IZQUIERDA, NACIÓN E IDENTIDAD: CONSIDERACIONES
SOBRE EL PROCESO SOBERANISTA EN CATALUÑA.
por Matías Escalera Cordero
ISBN: 1885-477X
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… ni en dioses, reyes, [naciones] ni tribunos…
… proletarios de todos los países, uníos…
… leed hasta el final…
Hace unos meses, un aguerrido compañero, batallador en mil frentes y curtido en mil batallas, abatido
por lo que veía a su alrededor, y al calor de una vieja
discusión acerca del combate por las palabras y de
cómo la izquierda se las había ido dejando arrebatar
una tras otra, me escribía sobre la denominación que
había que aplicar a España en estos términos:
«Querido Matías, la cuestión fundamental es cuál
puede ser la razón para que todos los países tengan
su nombre y el nuestro no lo tenga (al menos en una
buena parte de los documentos de la presunta
izquierda). Se dice España; ¿acaso lo ignoran? ¿Se
puede así hacer una política nacional-popular en
nuestro país? ¿Tenemos acaso país?»
No recuerdo exactamente qué le respondí entonces, o si lo hice; pero ahora lo hago: ¡No; rotundamente no!… ¡No lo tenemos, ni lo necesitamos!... Los
trabajadores no necesitamos país, ni nación, ni identidad territorial, pues nos desprendimos de la vieja
servidumbre de los señores y del sometimiento a la
tierra –aunque muchos aún no se hayan enterado–
hace más de un siglo.
La patria de los trabajadores no tiene fronteras, es
un estado de la realidad, no del territorio, ni de la lengua, ni de las costumbres de sus aldeas o comarcas;
la patria de los trabajadores es su común sufrimiento
y explotación, estén donde estén; son las ideas de justicia social y de solidaridad de clase que nos permitan alcanzar nuestro auténtico objetivo, una sociedad
nueva, justa, comunitaria y libre de la sujeción y la
sumisión a los viejos y a los nuevos amos; pero también a los viejos y a los nuevos prejuicios y embustes
fabricados por los que nos dominan; como ese que
da por sentado que les debemos algo por haber nacido casualmente en el mismo espacio o por hablar
casualmente la misma lengua materna.
Es algo que aprendí muy temprano, antes incluso
de tener ideología propia, a los dieciséis años, en el
instituto, cuando un compañero de clase nos explicó
a todos el significado de La gran ilusión, el magnífico film de Jean Renoir, con las inolvidables actuaciones de Jean Gabin y E. von Stroheim, estrenado en
1937, justo cuando estábamos bregándonos a brazo
partido con nuestros viejos amos, cuando a mi abuelo y a tantos otros abuelos de los cuatro puntos cardinales los asesinaron por ser trabajadores, no por
haber nacido donde nacieron; y cuando miles de
otros trabajadores de todo el mundo sintieron la llamada del internacionalismo proletario y quisieron
acompañar en la lucha y en la derrota a los trabajadores que luchaban entonces por una república social y
democrática.
Aquella explicación fue, para mí, como una revelación, los seres humanos nos dividíamos en castas,
en dos clases, unos eran dueños de los destinos de
otros, y los otros vivían sujetos a sus caprichosos
deseos, tanto en la paz como en la guerra. Aunque lo
más importante no era eso, sino el hecho de que,
cuando hay que tomar decisiones que de verdad nos
afectan, nuestros amigos, nuestros camaradas, no
son los amos de nuestras vidas, por más que compartan la misma nacionalidad o lengua que nosotros, o
incluso el mismo cautiverio, sino que nuestros compañeros son los que de verdad son como nosotros, a
pesar de que no hablemos el mismo idioma o hayamos nacido en territorios diferentes.
Sí, las palabras España y Cataluña, o Euskadi, o
Castilla, o Galicia, son eso, meras palabras –flatus
vocis–, que no nos afectan objetiva y realmente, sólo
de un modo subjetivo y parcial; como tampoco nos
afectan “estado español” o “països catalans”, o “País
Vasco”, o Euzkadi, o Galiza, o Hispania, o Iberia, o
“federación ibérica”… ¡Qué más nos da el nombre o
la ortografía!... Ni el nombre ni la ortografía cambiarán ni un ápice nuestra condición de trabajadores
sometidos a la disciplina del capital y de las castas
señoriales, o de las élites culturales, económicas y
políticas, o de los caciques que gestionan para ellos
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ERC (que, más allá de su denominación, es un partido puramente nacionalista), a costa de su propia fractura y de la fractura de la izquierda catalana.
Ofrecerles banderas y escapatorias con las que
ocultar sus vergüenzas y por las que escabullirse, no
es nuestra lucha, no lo ha sido nunca, sea cual sea la
bandera y sea cual sea el feudo o territorio al que
representa; la nuestra es otra muy distinta. Otra cosa
es que no queramos entablarla o que no resulte fácil,
o que no sepamos cómo emprenderla, o que los trabajadores no se sientan vinculados subjetivamente a
ella, y nos agarremos entonces al primer subterfugio
de lucha aparente, sea nacional o identitaria, como a
un clavo ardiendo, para hacer como que hacemos
algo, o para justificar nuestra inoperancia e incapacidad como organizaciones y gentes “de izquierda”.
Porque, ¿de verdad se creen los compañeros de la
CUP y de Iniciativa (ICV) que tras la independencia,
pongamos por caso, incluso “a coste cero”, Cataluña
se convertiría en algo diferente de lo que es hoy?, en
una especie de república social siquiera; ¿realmente se
lo creen? Porque, si es así, la cosa es más grave de lo
que parece. Y más teniendo en cuenta que el “coste
cero” en estas cosas no existe… Cuando se desatan las
emociones nacionales y locales, el coste cero no existe.
Cuando Michael Billig (Capitán Swing, 2014) responde a la pregunta de por qué las gentes no olvidan
su identidad nacional, recurre a lo que él denomina
“nacionalismo banal” y cotidiano, esas señales identitarias que están por doquier y que forman parte de
nuestras vidas sin saberlo, sin ser conscientes de
ellas, como “eficaces recordatorios” de nuestra inclusión en una tribu. Por eso nos resulta tan difícil salirnos de esa dinámica gregaria e impersonalizadora, y,
por eso, el nacionalismo “continúa siendo una fuerza
ideológica fundamental en el mundo contemporáneo”. Desprenderse de esos lazos sutiles, y ocultos en
el medio, que nos ligan a nuestras tribus incondicionalmente no es tarea fácil, pero muchos trabajadores
en pleno siglo XIX la emprendieron, y se reconocieron como una clase internacional y universal; y, otros,
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esos territorios… ¿Qué más nos ha dado nunca cómo
hayan llamado a los territorios en los que nos han
sometido o nos someten? Que los llamen como quieran, desde el siglo XIV, sabemos que las palabras no
crean la realidad, que decir “República de
Catalunya” no crea una realidad diferente necesariamente de Catalunya o Cataluña o Catalonia, como
decir “República Popular China”, no hace de China
una república popular, o decir URSS no hizo del
“Imperio ruso” una sociedad socialista, salvo en el
deseo de millones, durante un tiempo, de que eso
fuese así. No importan los nombres, importan las
realidades, y una “República de Catalunya” presidida por Mas o Junqueras, en la UE, con el euro, como
repiten una y otra vez, no sería muy diferente de lo
de ahora… Lo otro es nuestro deseo, de la CUP o de
ciertos sectores de ICV, o de muchos compañeros de
izquierda, el deseo de que no fuese así, de que tras el
cambio de nombre se diese un cambio de realidad,
pero con la correlación de fuerzas actuales y tal como
se han planteado las cosas eso no pasa de ser una
pura ensoñación.
De cualquier modo, nuestra aspiración como trabajadores desde el principio fue “un estado de las
cosas”, o, si se quiere, una modificación del estado de
las mismas, el socialismo, el comunismo libertario, la
anarquía… Pero nunca una identidad nacional. Lo
nuestro no son las fronteras sino su abolición; por eso,
no entiendo el papel que están desempeñando en
todo este proceso soberanista una parte de la izquierda catalana; no entiendo las fotografías de los compañeros de Iniciativa (ICV) y de la CUP, como si de viejos mayordomos de corte se tratase, justificando el
tramposo ardid que han urdido sus señores para
seguir legitimados en su estatus de dominio y de
poder social y político, en esa que llaman ya “nueva
Transición catalana”… ¿Qué se les ha perdido a esos
compañeros en los salones de la Generalitat legitimando los intereses políticos de sus élites locales? Las
mismas élites, las de CIU y, desde hace un tiempo, las
de Esquerra (ERC), que manejan el país a su antojo, en
connivencia, las de CIU, con las que ahora quieren
pasar por enemigas (¿quién ha sostenido durante
décadas las políticas estatales españolas en Madrid?;
¿quiénes se han comportado y se comportan en
Euskadi y en Cataluña como los dueños de la finca?).
No; no merece la pena gastar por parte de los de
abajo una energía tan necesaria, si se quiere dar una
alternativa social de clase, en un proceso de este tipo,
exclusivamente nacional, tal como van demostrando
los hechos; cuando los parámetros de la lucha nos
están situando, en todo el estado, en un escenario de
confrontación de clases como hacía tiempo que no se
daba. Por lo que, más allá de su deseo, lo único que
parece que están haciendo los compañeros de la CUP
y de ICV, al final, es dar oxígeno a CIU y cancha a
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durante el siglo XX, la continuaron, contra todos los
vientos y todas las mareas nacionalistas, y otros, en
este siglo XXI, nos empeñamos aún en que no se apague la llama de ese viejo –nuevo– internacionalismo.
Soy consciente de que sostener lo que sostengo me
enfrentará a algunos (o bastantes, tal vez) muy buenos compañeros y amigos; como sé que ya está sucediendo esto en Cataluña entre viejos buenos compañeros y camaradas. Tal vez la culpa sea mía, de mi
falta de sensibilidad ante las banderas, las identidades nacionales y las fronteras… Acaso no sea más que
una deficiencia emocional o sentimental, este rechazo
de lo nacional, y que debido a ello cause, sin quererlo, un daño imprevisto a los amigos y compañeros
que sí sienten todas esas cosas de un modo sincero e
íntimo (no es mi intención). O, tal vez, sea cierto,
como otro compañero me dice, que este escrito, además de resultar innecesario e inútil, llegue tarde.
Sea como sea, voy a dejar claro desde ahora
mismo que lo que llama una muy buena amiga, y
aún mejor intelectual –de Barcelona–, la “parte
democrática de la cuestión” no la pongo en absoluto
en cuestión; pues por supuesto que cualquier parte
significativa o insignificante de la población de un
territorio no tiene por qué renunciar al “derecho a
decidir su forma de organización política” en relación con otro estado, incluso a independizarse… No
es eso lo que le planteo a mis camaradas y compañeros de la izquierda catalana, sino si es esa una tarea
de las organizaciones de la izquierda política y social.
Puesto que lo sea de los sectores liberales o conservadores de la pequeña burguesía (como lo fue del capital del siglo diecinueve), lo entiendo y lo veo lógico,
pero que sea tarea de las organizaciones que representan, en la Europa y en el mundo de hoy, a los trabajadores, no lo entiendo. ¿Cómo hemos podido
dejarnos arrebatar una de nuestras palabras claves
desde el principio, globalidad, internacionalidad…?
Que el PP y este Gobierno “no está tratando la
cuestión correctamente”; es más, que el PP y este
Gobierno son una máquina de hacer nacionalistas e
independentistas, nadie lo duda… Pero en la historia
y en política no se dan puntadas sin hilo, y lo que
habría que preguntarse es por qué justamente el PP y
sus gobiernos han bloqueado todo proceso negociador desde su impugnación del nuevo estatuto,
impulsado durante el gobierno de Zapatero, que
habría resuelto el encaje de Cataluña con el resto del
estado durante algunas décadas más, sin causar disfunción alguna en la gobernanza del mismo. A veces,
se tiene la impresión de una cierta innegable connivencia de CIU y del PP en el manejo, en las idas y
venidas, de toda esta tensión; y que maniobran de un
modo interesado –dosificándolas– con las emociones, inevitablemente encontradas, que despierta.
Porque si es cierto que las emociones nos consti-
tuyen esencialmente, y que estas, en muchos casos,
cruzan aparentemente y atraviesan las clases sociales, lo importante para los trabajadores, lo determinante, es saber si estas son beneficiosas o perjudiciales para nosotros, y, lo que es más importante, si son
nuestras de verdad, o si, en realidad, nos las han
construido para apoderarse de nuestra voluntad
aquellos que nos dominan, esas mismas castas que
nos someten y subyugan. La sujeción y vinculación
sentimental a un espacio determinado, a mi aldea, a
mi comarca, a mi tierra, a mi lengua, ¿no será una de
ellas?, y una de las más poderosas; como la idea del
amor que hemos heredado del constructo ideológico
cortesano y romántico, o como esa emoción construida que hace que muchos trabajadores consideren el
espacio en el que son explotados como suyo, que tantos y tantos asalariados se consideren aún, contra
toda evidencia, parte de su empresa, como de su
nación. Emociones que convierten al otro, a quien no
la siente, en loco o traidor… Esa emoción deletérea
que rompe los lazos de clase, como rompe los de la
amistad y los de la familia. Y no bromeo con esto;
algunos, en Cataluña, en Euskadi, ya sabéis a qué me
refiero, pues ese desgarro ya lo habéis sufrido o lo
estáis sufriendo; el mismo que vi extenderse, como
un cáncer, por los pueblos de la vieja Yugoslavia.
Se me puede objetar que la conciencia de clase, el
sentido de pertenencia a la clase trabajadora, puede
ser una de esas emociones construidas también; pero
la pertenencia a una clase no es fruto de ninguna
emoción, es una hecho objetivo y material, y la toma
de conciencia de nuestra exacta situación en el mapa
social es un dato adquirido, en general, por la reflexión y por un esfuerzo de la inteligencia analítica y
racional, generadora de debate y de comunicación,
pero nunca de silencio. La toma de conciencia de
clase, de la situación ajustada o excéntrica –desclasada– que ocupamos en el mapa social, es una laboriosa adquisición de la inteligencia y del razonamiento
dialogado; jamás se da en el silencio ni en el aislamiento.
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tario, a Joaquim Brugué, miembro de la Comisión de
Control de la consulta del 9N, a propuesta de ICV;
dos segundos después de su renuncia a la misma,
porque la convocatoria, según explica, "no ofrece
garantías democráticas", le llamasen fascista y traidor. Ese mismo pesado consenso que inclina a un
honesto militante de la contracultura catalana a mandarnos a todos los izquierdistas españolistas, que “no
entendemos” o no nos sentimos entusiasmados por
el “proceso catalán”, directamente al psiquiátrico.
Ese silencio impuesto y auto impuesto que hace
que una persona como Nuria Amat, Premio Ramon
Llull de les Lletres Catalanes, en 2011, se sienta encarcelada en un mundo orwelliano. O que pretende convertir a TV3 en Telemadrid, ante la mirada complaciente de unos y atónita de otros. O que lleva a
Gregorio Morán, uno de los analistas más lúcidos de
la prensa actual, procedente de la izquierda antifranquista más consecuente y honesta, y profundo conocedor de las realidades vasca y catalana, que lleva
escribiendo para La Vanguardia veinticinco años, a
expresarse como se expresa en su artículo sabatino
del 25 de octubre, titulado “Sobre la disolución de la
izquierda.1”.
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Comienza Gregorio Morán. Para preguntarse, más
adelante: «¿En qué se diferencia Convergència de la
CUP?» Y responderse de la forma más rotunda: «En
nada que sea fundamental, porque para ambas en
este momento el objetivo es el mismo, la independencia; lo demás es letra pequeña.»
Si Joaquim Brugué, Nuria Amat y Gregorio
Morán, que no son unos cualquieras en Cataluña,
que no son sospechosos de anti catalanismo precisamente, que no hablan por hablar; si gente así se
expresa como se expresa y se sienten como se sienten, es que algo está pasando, algo que no anuncia
nada bueno.
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«Es una sensación nueva, algo que en más de veinticinco años de escribir artículos en Barcelona, no
había sentido nunca. La sensación de sentirse controlado, como si los depositarios del control político estuvieran esperándote para hacerte pagar con
palos verbales –de momento sólo verbales– las
licencias a que te obliga vivir en una sociedad cada
vez más alucinante…»
Sí, algunos de los valles hundidos de mi tierra me
maravillan, como la línea inacabable del horizonte
abierto de la gran llanura al atardecer; el cielo velazqueño de Madrid, al crepúsculo, me parece insuperable, a veces; pero he visto valles más hermosos, horizontes abiertos más espectaculares y atractivos, y cielos que te quitan el hipo, bajo los que he sido tan feliz
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Silencio impuesto o auto impuesto, silencio que se
impone al otro o un silencio fundamentado en el
miedo, letal, empobrecedor y aniquilador del pensamiento y de las sensibilidades distintas y diversas
entre los trabajadores y el común de las gentes, como
ha sucedió en Euskadi durante decenios. Un silencio
que sólo beneficia a los amos, los que lo han inducido y los que se han aprovechado de sus efectos; si no,
que se lo digan a los señoritos del PNV; el mismo
silencio que ha permitido el expolio del clan Pujol
durante décadas en Cataluña ante la vista de todos,
simplemente porque eran “de los nuestros”; y el
mismo silencio que permite la construcción de un
relato idílico y mentiroso (como lo son todos los relatos fundacionales de las naciones, sean estas cuales
quieran) de los orígenes e historia de la nueva patria;
como el que en 1714 las élites catalanas estaban
luchando por Cataluña, y no por un monarca para
España, inmersas en un conflicto geopolítico entre las
dos casas reales más poderosas de la Europa continental de la época; o ese otro relato que dice que las
derechas nacionalistas catalana o vasca (léase CIU y
PNV) no eran exactamente como la derecha española, que no se dedicaban al mangoneo y al latrocinio;
o que Madrid (no nosotros, que somos puros y
damos lecciones de moral y ética política) nos robaba; o ese otro que dice que éramos más europeos y
modernos, o el que predice que, al día siguiente de la
independencia, los trabajadores catalanes van a
entrar directamente al paraíso que sus nuevos amos
les van a ofrecer, así porque sí, de modo gratuito, sólo
porque serán, de pronto, más ricos, y Europa y el
mundo y los poderes fácticos del estado español se
rendirán extasiados a sus encantos y no reaccionarán,
y el nuevo pastel será tan suculento que las sobras
que les dejarán a los trabajadores que hayan caído
dentro de las nuevas fronteras establecidas les hartarán y durarán para siempre.
La misma imposición de silencio que hace que los
que ayer alababan y bailaban el agua y reían las gracias y cualquier ocurrencia, en cualquier foro identi-
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o más que bajo los de mi tierra de origen. E igual me
sucede con las gentes de mi tierra, que por ser de mi
tierra no son ni mejores ni peores que las demás gentes que he conocido. Lo que me importa de ellas es si
son como yo o no, qué intereses defienden, los de los
trabajadores o los de las castas que los dominan; esto
es, me interesan las razones por las que viven y
luchan, es todo lo que necesito saber.
Ya he dicho que, desde muy joven, sentí que los
procesos nacionales no son (salvo en coyunturas
coloniales e imperialistas) una tarea de los trabajadores. Recuerdo que las ikurriñas, las banderas barradas o verdiblancas, daba igual, de nuestros actos y
encuentros, a finales del Franquismo, no me gustaban mucho, aunque entonces no significaban, para
mí, aún lo que luego significaron, una extraordinariamente bien urdida trampa en la que muchos trabajadores caerían; por eso es por lo que sostengo tan
firmemente que la tarea de la CUP y de ICV, como de
toda la izquierda catalana, ahora sería sumarse a los
esfuerzos por desalojar del poder político a las élites
sociales y políticas de todo el estado y no sostenerlas
bajo ningún concepto, rechazar el anzuelo, no caer en
la trampa.
Los que manejan la caña hablan y agitan el fantasma del nacionalismo español para distraer a sus presas, pero el nacionalismo español todavía no ha
hecho su aparición, sólo está meneando su cola, el
dragón aún está dormido, espero que no despierte.
Cuando llegué a la antigua Yugoslavia, a la universidad de Ljubljana (Eslovenia) desde Moscú, allá
por 1987, nada hacía presagiar lo que luego vendría
tan rápida e inesperadamente; por aquellos tiempos
se hablaba de democratizar la Federación, de controlar el gasto de los presupuestos federales, de modernizar la gestión de la economía autogestionada socialista y la burocracia administrativa, etcétera… hasta
que llegó 1989 y la caída del muro de Berlín y las
burocracias comunistas de cada una de las repúblicas,
especialmente las serbia y la croata vieron que el discurso socialista, el relato social-realista había sucumbido y que ellos, como estaba haciendo la nomenklatura soviética debían reciclar su discurso, cambiar de
relato, si querían continuar siendo y ejerciendo como
tales élites locales en los nuevos regímenes capitalistas que se anunciaban, y el relato que nunca falla, el
que siempre está a disposición de todas las élites, del
tipo que sean, el que es más rápidamente digerible
por los pueblos sometidos a presión es el nacionalista; y eso hicieron. A eso se dedicaron concienzudamente. Y, en tres años, en sólo tres años, esos pueblos
estaban dispuestos a la inmolación.
Cuando una de mis jefas del departamento de
Hispanistika, en nuestras conversaciones, me aseguraba que habría una guerra, yo la miraba incrédulo y
le decía que en Europa era imposible, que eso no
pasaría nunca... Claro que esta situación nada tiene
que ver con aquella, pero leamos entre líneas…
Aquí, eso, en España, en Europa, en la UE, eso no
puede pasar: me dicen… Aducir esa comparación es
insensato, es no tener en cuenta las coyunturas, es
como “dar patadas a la historia”: me dicen… Pero
llevar a los pueblos a la guerra es tan fácil, compañeros; llevar a los trabajadores de un lado a batirse con
los trabajadores del otro lado, es tan fácil, camaradas… Yo lo he visto, lo vi. Tan sólo bastaron tres años
de tensiones, de agitación propagandística, y ahí
estaban los tanques arrasando el parque en donde mi
hijo pequeño había jugado o el aparcamiento en
donde yo dejaba mi Opel Corsa. Sólo tres años y el
sentido común, la razón, la capacidad de analizar el
mundo lógica y racionalmente por las masas de trabajadores serbios, croatas, musulmanes, eslovenos y
albaneses habían sucumbido; y todo era emoción
nacional exaltada, todo eran lágrimas vertidas a
moco tendido ante el ritmo enloquecedor de los himnos nacionales y el flamear de las banderas agitadas
al viento. Parece increíble, ¿verdad?
Hoy, unos bromistas simulan el fusilamiento del
concejal del PP, durante las fiestas de su pueblo;
mañana, las sedes del PSC y del PP aparecen llenas
de pintadas, luego, se apedrea a un autobús en
Lleida; las familias y los amigos rompen sus relaciones por el tema, un intelectual desafecto tiene que
dar de baja su cuenta en Twitter acosado por los
insultos y amenazas; los departamentos universitarios, los claustros se dividen en dos; en las redacciones de los periódicos y de las emisoras de radio y TV,
se sugiere, primero, el silencio, o se obliga, luego, al
silencio, y llega la propaganda; las organizaciones
sociales y políticas se fraccionan, las palabras y los
gestos cada vez van adquiriendo mayor agresividad;
y un día cualquiera sectores de la ultraderecha deciden atacar y provocar la ira, y jóvenes independentistas deciden responder a la provocación, y el
Gobierno “no tiene más remedio” que “hacer cumplir la ley”, y ya está… Así de fácil.
Tanto para un gobierno, como el español, que ha
resistido la presión terrorista de ETA durante decenios, como para los que se sienten lógicamente agredidos, a uno y a otro lado del espectro, ya tenemos la
violencia justificada en ambos bandos, y la lucha
social y política de clase desalojada de Cataluña. Así
de sencillo.
No es “política del miedo”, no estoy trazando
paralelismos, cuando hago referencia a Yugoslavia,
sólo estoy dando los parámetros de un escenario posible, que no se dará del mismo modo y exactamente
igual, por supuesto; pero que sí provocará los mismos
efectos, la hegemonía totalitaria de un solo discurso, el
nacional; la división y la fractura artificial entre los trabajadores catalanes, y entre una parte de estos y una
Otro de los argumentos más extendidos que esgrimen una buena parte de mis camaradas y compañeros que están por el “derecho a decidir”; es que la consulta soberanista abrirá una brecha en el modelo político y social que surge de la Transición y de la
Constitución del 78, y que el esfuerzo independentista de una parte de la izquierda viene justificado, como
en Escocia, no tanto por el lado identitario, sino por el
bienestar y desarrollo de la clase trabajadora catalana… ¿Seguro?, ¿de verdad creen que la lucha de clases puede ser sustituida por el independentismo?
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O sea, que primero gastamos un montón de energía
en la ruptura y luego en soldar esa ruptura… Si convocar ahora una huelga o una acción conjunta en
Euskadi y en Cataluña junto con el resto de las organizaciones del estado es casi tarea imposible, pues
acaso se confundan con el resto de los trabajadores
españoles; con una frontera de por medio ya olvidaos.
Un movimiento liderado por Artur Mas (CIU),
Oriol Junqueras (ERC), el obispo de Solsona (la
Iglesia católica que se apunta un bombardeo), una
señora de clase media y una monja; cuyos líderes
más representativos juran y perjuran que tras la independencia nada va a cambiar; que ellos, con el euro,
sin fisuras, con la Merkel y con la Comisión, si hace
falta; que no tengan miedo de nada, que las bases del
sistema capitalista y financiero de la Cataluña independiente ni se tocan, que los intereses de la banca,
de las empresas y de las compañías multinacionales
estarán garantizados, etc. Un movimiento así concebido, que calca el modelo transversal y pactista de la
Transición española (de hecho, se habla de la
“Transición catalana”), ¿de verdad va a dar un sistema diferente al actual?, ¿para ese viaje se necesitan
estas alforjas?, desactivar la lucha de clases en
Cataluña o el País Vasco, y convertir todo en una
lucha nacional (en ese “Madrid nos roba”, que ocultaba el hecho de que el latrocinio y el expolio se perpetraban desde el corazón mismo de Barcelona), ¿de
verdad beneficia a los trabajadores?
Para que se me entienda, ¿no es sospechoso que
las luchas sociales en Cataluña hayan casi desaparecido en la práctica, que las luchas sociales y políticas
más creativas y novedosas, como el 15M, Rodea el
Congreso, las marchas de la dignidad o Podemos, en
estos momentos, se hayan dado y se estén dando, en
lo esencial, fundamentalmente fuera de Euskadi y de
Cataluña; o que incluso iniciativas como Guanyem,
que tenían su origen en Cataluña, hayan quedado o
estén a punto de quedar engullidas por la vorágine
plebiscitaria? A veces, me pregunto qué hubiese
sucedido si las izquierdas vascas y catalanas, desprendidas por un momento de sus discursos nacionales, se hubiesen sumado con entusiasmo a las
movilizaciones de estos dos o tres últimos años contra las castas y las élites que nos gobiernan; hoy
podríamos estar hablando acaso de la apertura real
de un proceso constituyente. Si hubiesen apretado a
sus respectivas castas nacionalistas, en vez de darles
esos balones de oxígeno político, entonces sí que
podríamos estar hablando de una alternativa real y
factible al régimen actual.
Pero desde que la consulta y la independencia se
ha convertido en el eje y objetivo único de la política
catalana, todo lo demás casi ha desaparecido… Las
mareas han desaparecido, Ada Colau y su Guanyem
ha sido sustituida por Forcadell y la ANC; ha desapa-
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buena parte de los del resto del estado; una fractura
que solo beneficiará a quienes realmente se benefician
de ella; y una frustración enorme, que desmovilizará y
anulará durante decenios la posibilidad de cualquier
otro intento de un genuino cambio social.
Hace poco, se han celebrado elecciones en BosniaHerzegovina, unos comicios que se juzgaban como
cruciales; sin embargo, los ciudadanos, los trabajadores de Bosnia, desanimados por la inutilidad de su
clase política, divididos entre la cólera y la desesperación, decía el corresponsal de Le Temps, han pasado olímpicamente de ellas. Un desencanto tan profundo y general que ha vuelto a beneficiar, una vez
más, a las respectivas élites nacionalistas que se dividen el castigado territorio en disputa, la musulmana,
la croata y la serbia, justo los mismos que les prometieron el oro y el moro si ganaban sus respectivas
guerras nacionales. Un conflicto que les costó a los
trabajadores de Bosnia más de cien mil muertos (sí,
aquí mismo, en Europa, a tiro de piedra geopolítico),
y cuyos despojos, convertidos en privilegios y ventajas, ahora disfrutan exclusivamente esas élites nacionales en un gobierno tripartito territorial, proveniente de los acuerdos de Dayton, firmados, en medio del
desastre, hace diecinueve años.
No es que aquí vaya a suceder exactamente lo
mismo, ya lo he dicho, nada se repite de idéntico
modo, pero me temo que esa misma general frustración nos acecha. Me refiero a esa frustración que
viene cuando los trabajadores que han creído que
acotando el espacio con una frontera nueva los problemas se resolverán, como si hubiese en ello una
especie de causa/efecto, comprueban que eso no es
así, y que una lucha no sustituye a la otra (la suya
propia), que la causa territorial sólo beneficia a las
nuevas élites locales. Pero es que, además, en estos
días las coordenadas de la lucha, tal como se han
definido desde el 15M, pero incluso desde mucho
antes, desde el movimiento altermundialista de finales del siglo XX, nos llevan a otras latitudes políticas
y trazan otros mapas del antagonismo social muy
diferentes.
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recido cualquier rastro de reacción social respecto de
la corrupción interna, como de cualquier otra de las
áreas de confrontación social que estaban abiertas.
De tal manera que, mientras que en el resto del estado es precisamente la indignación y el hartazgo frente a esas conductas el detonador de las respuestas
sociales y políticas que buscan un cambio de régimen
y de élites, en Cataluña es como si se hubiese paralizado la sustitución de su propio viejo/nuevo régimen
y sus viejas/nuevas élites.
Sin embargo, en Euskadi, tras la frustración y
parálisis provocada por los años de plomo de ETA y
de su entorno, y la paulatina recuperación de los
espacios sociales por discursos no nacionales, algo
está cambiando; y la irrupción de Podemos, así como
la presentación de candidaturas como IrabaziGanemos Euskadi, junto con la experiencia acumulada por Ikune, la plataforma de independientes, dispuestos a converger en “algo nuevo”, está trastocando ya el mapa político vasco (no digamos en
Navarra), justo contra lo que ellos denominan el cuatropartidismo (que es otra forma del bipartidismo
orgánico y paralizante); una ventana abierta, al fin,
que deja entrar un poco de aire fresco en ese territorio. No es de extrañar que también esto afecte, en la
práctica, al espacio político y social ocupado por
Bildu, en el que el municipalismo, como práctica y
ámbito de encuentro, se ha abierto paso como una
alternativa de clase al predominio absoluto del discurso nacional.
Fue, en parte, por todo ello por lo que tantos sentimos la desaparición del PSUC como una pérdida
irreparable, no sólo para los trabajadores de Cataluña,
sino también para los trabajadores de todo el estado.
¡Qué claridad estratégica respecto del tema nacional
había en esa vieja organización!... Una claridad semejante a la del viejo anarquismo y el pujante movimiento libertario catalán, que no se dejó nunca confundir
por sus amos… ¿Dónde queda la rosa de foc, esa
“rosa de fuego”, la Barcelona proletaria y libertaria, la
Barcelona abierta al mundo en la que nos mirábamos
con envidia mi generación? La miro ahora y, si no
fuese por espacios aún resistentes al canto de sirena
nacionalista, no vería más que la capital de la
Cataluña provinciana más casposa, esa que llaman
“del interior”, en donde se refugian los Pujol y los
Ferrusola, protegidos y a salvo por la omertà debida
por los siervos a las viejas castas señoriales. La han
convertido en lo que no ha sido nunca, una ciudad
escaparate, como cerrada sobre sí misma, una
Disneylandia de cartón piedra, un puro decorado
para turistas, si no fuese por sus barrios secretos y por
sus Can Vies; igual que esos espacios propagandísticos pro-consulta (el famoso de Esquerra Republicana
del “ayer y hoy” era directamente un insulto a la inteligencia de los catalanes), o engendros tan demencia-
les como el dirigido por Isona Passola, presidenta de
la Academia Catalana de Cine, subvencionado por
crowdfunding, por la Generalitat y TV3, titulado
L'endemà, en donde se les promete a los catalanes sin
el menor rubor ni sentido del ridículo el oro y el
moro; una Cataluña maravillosa, propia de los “mundos de Yupi” (y, claro está, todo “de gratis”); como si
ellos no hubiesen gobernado la sanidad catalana
nunca, la educación catalana nunca, los servicios
municipales nunca, o los mossos d’esquadra nunca.
Como si el señor Junqueras, o Artur Mas y toda la
compañía jamás hubiesen sido responsables de nada,
ni de Banca Catalana, ni del expolio comisionista, ni
de los municipios, ni de la capital, ni de las instituciones catalanas, en general; en fin, de nada.
Respecto de esta impostura y respecto del papel
de sus élites en la transformación y vaciamiento de
Barcelona, convendría releer con atención el breve
pero enjundioso artículo de José Mansilla, miembro
del Observatorio de Antropología del Conflicto
Urbano (OACU) de Barcelona, titulado precisamente “Modelo Barcelona, fútbol y dinastías de poder”,
publicado en DIAGONAL (24/10/2014), para darse
cuenta de los estrechos lazos que ha habido, desde el
franquismo hasta el independentismo, entre las
empresas del ex-presidente del FC Barcelona Josep
Lluis Núñez, de su hijo y de sus acólitos (clanes
semejantes a los Pujol-Ferrussola) y el modelo de
desarrollo urbanístico de la capital catalana…
Veamos algunos de sus párrafos más interesantes:
«Si hay una característica que destaque sobremanera en el tan manido “Modelo Barcelona” es la famosa colaboración público-privada impulsada desde
las instancias municipales. Presentada como una
forma moderna, actualizada, de intervención
municipal sobre la ciudad, esconde realmente la
externalización y privatización de las políticas del
Ayuntamiento bajo al mantra del neoliberalismo…
/… Y es aquí donde aparecen empresas como
Núñez y Navarro, las cuales, junto a otras como
Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) o
Obrascón, Huarte y Laín (OHL), ya colaboraban
hace 50 años en el diseño de la ciudad a través de la
vinculación de parte de su equipo técnico, así como
de miembros de sus Consejos de Administración,
con la política municipal de aquel entonces. En
pleno siglo XXI continúan haciéndose con los mejores solares y la mayoría de las contratas de obra que
se ejecutan en Barcelona, constituyendo una auténtica dinastía local…»
Pero aún hay más:
«Nuestro protagonista, Josep Lluis Núñez, cedió el
mando del Futbol Club Barcelona en el año 2000 a
Joan Gaspart, perteneciente casualmente a otra
familia miembro de la élite empresarial de la capi-
‫٭٭٭‬
Pero volvamos al “derecho a decidir”; decidir, qué
exactamente… ¿El fin de la dominación de clase, la
naturaleza del sistema económico y la organización
social del nuevo espacio, o simplemente el trazado de
las nuevas fronteras?, porque si los trabajadores catalanes no pueden decidir las dos primeras cuestiones,
objetivamente les trae al pairo la última, salvo –ya lo
sé– en el terreno subjetivo de las emociones construidas por los relatos nacionales (idénticos en todas las
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Y es que, si la ciudad es el elemento vertebrador fundamental de las sociedades modernas, el síntoma de
las mismas; e incluso podría decirse, con Lefebvre,
que es el corazón de los movimientos insurreccionales frente al poder uniformador de las clases dominantes; no veo muchas diferencias entre la Barcelona
actual y el Madrid de Botella, de Gallardón y de
Esperanza Aguirre. ¿Dónde ha quedado aquella
Barcelona que envidábamos?
Entiendo que esa típica clase media conservadora
o medio liberal, que subjetivamente ha dejado de ser
clase trabajadora, a la que representan CIU y ERC,
que el señor Oriol Junqueras, que Artur Mas, que
Carme Forcadell o la monja Teresa Forcades se sientan arrobados ante el agitar de banderas y la llamada
de la patria, eso lo entiendo; pero que los compañeros de la CUP o de ICV, o incluso que Ada Colau, con
lo que ha bregado en la PAH contra esos señores propietarios de media Cataluña, no reaccionen con contundencia, eso ya no lo entiendo.
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tal catalana, en esta ocasión dueña del grupo hostelero HUSA. Así, mientras el “Modelo Barcelona”
impera y estas dinastías se suceden en el futbol y en
la economía, las clases sociales más bajas siguen
jugando un papel de comparsa en el reparto del
pastel urbano. La ausencia de formas y canales de
participación auténticos, de empoderamiento
popular en definitiva, los sitúa justo en el mismo
lugar que hace cinco décadas.»
latitudes; trufados normalmente de cantos y de lágrimas de cocodrilo).
Pero, aún más, pongámonos en el caso de que sí,
de que todo este esfuerzo y energía social desperdiciada por los trabajadores, que esta suspensión de la
lucha de clases, tiene sentido… ¿Se puede construir
una nación con más del sesenta por ciento de la
población de un territorio en contra?
Dice David Fernández (CUP) en Carne Cruda 2.0,
en julio de 2013: "Queremos la independencia para
luchar contra nuestra oligarquía y los mercados". No
queremos una nación del siglo XIX, repiten los compañeros de la CUP, “queremos salir de la Unión
Europea, de la Troika, de la Deuda, del fraude y de la
regresión social…” Entonces, qué hace la CUP apoyando de modo tan entusiasta a los que, ni de lejos
van a permitir la materialización de esos deseos; y
que representan exactamente todo lo contrario. ¿Qué
hace David Fernández dando la mano y abrazando
al señor Artur Mas, sin necesidad alguna, sin que
nadie se lo pida o exija?, o saliendo en sus fotografías de familia como mera comparsa (florero, han
dicho otros…) O qué hace el compañero Joan
Herrera en tal tesitura; entiendo la división interna
que este proceso está creando en ICV. ¿Qué hacéis
vosotros en esas fotografías de familia?
En algunas ocasiones, sí, la lucha nacional puede
estar ligada coyuntural y excepcionalmente a la
lucha de clases, como sucedió durante el periodo
colonial o incluso en Euskadi hasta la VI Asamblea
de ETA, en la que los sectores de izquierda abandonaron la organización. Pero este, creo, no es el caso de
la Cataluña o la Euskadi actuales. Y digo más, por si
alguien piensa, a estas alturas, que soy españolista y
esas cosas; si hay un territorio en la España actual en
el que aún se pueda ligar la lucha nacional con la
lucha de clases, no serían ni Euskadi ni Cataluña,
sino Galicia, pues allí sí las élites locales tradicionales,
los caciques del PP, fundamentan aún una parte de
su dominio en los prejuicios culturales y lingüísticos,
y la identidad del pueblo gallego sí está sometida a
presión intolerable. Pero este no es el caso de la
Cataluña y la Euskadi actuales.
Esta es la razón por la que en la CUP e ICV todo
este proceso está terminando por pasar una cierta –y
previsible– factura a las organizaciones, que las ha
debilitado objetivamente; pues a pocos se les escapa
que la única organización que sale fortalecida, en él,
es la de la pequeña burguesía nacionalista, Esquerra
Republicana, como loca por zamparse a los sectores
sociales más conservadores, y garantes del orden
capitalista, que han apoyado tradicionalmente a CIU.
Aunque tras el 9N la figura de Mas haya salido aparentemente fortalecida.
Dice David Fernández que su efusivo abrazo a
Artur Mas, tras las votaciones del 9N, no tiene por
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qué explicarlo, que él es como es y que no debe dar
razón de sus gestos; pero yo creo que sí debe hacerlo.
Los abrazos a Mas hay que explicarlos, pues no son
un gesto personal (aunque aun así serían muy significativos, por repetidos), sino que, por lo que representan ambos y por el contexto en los que se dan, son
gestos claramente políticos; en realidad, son la visualización más clara de la suspensión de la lucha de clases en Cataluña por parte de la CUP; como lo es, me
parece, el hecho de que Jordi Pujol fuese a votar tan
ricamente ante la “indiferencia del pueblo”, según las
crónicas, cuando no ante la “deferencia” de una
buena parte del público (no me imagino, la verdad, a
Blessa o a Bárcenas o a cualquier político corrupto en
Madrid o en Sevilla o en Valencia o en Valladolid
esperando la cola para votar tan tranquilamente en
medio de la indiferencia popular).
Esos abrazos hay que explicarlos, y muy bien, si
consideramos que Artur Mas y CIU representan a la
casta más netamente comprometida con el proyecto
neoliberal y con el sistema de corrupción que nos ha
traído a donde estamos. Pues no es que la propia sede
de CIU esté embargada para cubrir la responsabilidad civil de las causas judiciales abiertas en el caso
Palau de la Música, por ejemplo; o que su fundador
sea quien es; es que CIU, no sólo ha apoyado y apoya
con entusiasmo el TTIP, el nuevo tratado de libre
comercio entre EEUU y la Unión Europea, junto con
el PP, PSOE y UPyD, como se manifestó en la votación de mayo de 2014 en Congreso de los Diputados;
sino que, aún más recientemente, después del 9N, ha
sido la única formación que ha apoyado al Partido
Popular (y no ha sido la primera ni la única vez que
han votado juntos contra el resto de la cámara),
urgiendo a Europa a acelerar la negociación del
mismo con Estado Unidos y a su firma inmediata.
Y todos esos abrazos, además, cuando David
Fernández y la CUP ponen tantas trabas a su integración en Guanyem Barcelona y en la convergencia con
otras fuerzas de izquierda como ICV-EUiA, Podem
Barcelona o el Partido X, para dotar a la candidatura
de un componente abiertamente de clase; mientras
que, por el contrario, la monja benedictina Teresa
Forcades y su Procés Constituent se aprestan a fagocitar el proyecto, dotándole de un sesgo indudablemente nacionalista y vaciándolo justamente de su
componente de clase.
Dice Lluís Orriols (El País 13/11/14) que "La
explosión independentista se produjo a partir de
2012 y está relacionada con la llegada del PP al
Gobierno en Madrid y la crisis económica" y que "a
partir de ahí empieza a construirse el relato de que
una Cataluña independiente estaría mejor”; y que
“eso convenció a muchos que hasta entonces no se
reconocían independentistas".
Otros, como Josep Centelles i Portella (Octaedro,
2014), consideran que “cada hecho histórico, sin
necesidad de ser falseado, es susceptible de ser interpretado de varias formas”, pues “los pueblos tienen
derecho a interpretar su propia historia”. Esto es,
que, en realidad, los acontecimientos son como un
gran autoservicio en el que cada uno puede servirse
a discreción para construirse, y relatarse, a sí mismo
y al otro. Y llevan toda la razón. Por eso, no es de
extrañar que en el actual relato de la “izquierda catalana”, orquestado por ERC principalmente, como
señala Lidia Falcón, no solamente el enemigo (tan
fácilmente localizable, en este caso, debido a la torpeza de Mariano Rajoy y de las políticas del PP, en
general) sea siempre externo a las propias élites
extractoras catalanas, sino que incluso hayan desaparecido del pasado común el Partido Republicano
Democrático Federal, de Francesc Pi i Margall, que
en 1930 obtuvo aún 16 escaños, o el Bloc Obré y
Camperol que se convertirá en el POUM (Partido
Obrero de Unificación Marxista), e incluso el PSUC o
la CNT, creada en Barcelona en 1910; y que, como me
señalaba un amigo libertario catalán, no hace mucho,
en un rizo que riza todos los rizos, algunos quieran
hacer de sus líderes históricos, empezando por
Durruti, prohombres del nacionalismo catalán.
Pero, si todos los pueblos tienen derecho a mentirse un poco sobre su propia historia, descontados fenómenos y foros tan frikis como el esperpéntico congreso celebrado el pasado mes de noviembre en Arenys
de Munt, organizado por el Institut Nova Història
(entidad subvencionada por la Generalitat) e inaugurado por los alcaldes de las dos Arenys; apoyado y
bendecido por gentes como Manuel Cuyàs, autor de
las memorias de Jordi Pujol, o Víctor Cucurull, miembro del secretariado nacional de la Asamblea Nacional
Catalana (ANC), en el que se querían hacer catalanes
a Cervantes, Da Vinci, Colón, Santa Teresa e tutti
quanti… ¿qué hace las mentiras de unos mejores que
las de los otros?; ¿qué hace a las mentiras catalanistas
mejores que las españolistas? ¿Qué hace que el relato
De cualquier forma, lo que no puede ser de ninguna
manera es pretender el “coste cero” para los pueblos
y los trabajadores de un territorio que emprende el
camino de la secesión (la afirmación reciente de
Artur Mas, que se suma a otras de Oriol Junqueras en
ese sentido, de que una Cataluña unilateralmente
independiente no pagará su parte de la deuda, si no
hay acuerdo con Madrid, es una completa estupidez). Es como esa imagen entre patética y lamentable, pero muy ilustrativa, del propio Oriol Junqueras
llorando en la radio pidiendo por favor la independencia de Cataluña entre pucheros.
Y es que Oriol Junqueras es el típico representan-
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la CUP y de ICV sean meras comparsas en él, o
meros invitados a la “fiesta nacional” y a las fotos; los
trabajadores del resto del estado, al menos, los que
pensamos y vemos las cosas así, no podemos apoyar
ese proceso, como no lo hace una gran parte de la
clase obrera catalana.
Pues, como se ha demostrado tras el 9N (en realidad, lo que ya se sabía de antes, elecciones tras elecciones), no más de un tercio de los catalanes, mayores de 16 años, apoyan el actual proceso soberanista;
y que la clase obrera, como se ha demostrado en el
cinturón barcelonés, se siente completamente ajena al
mismo. Sólo en ocho de las cuarenta y dos comarcas
hay una clara mayoría pro-independencia; pero es
que, en las zonas más pobladas, urbanas e industrializadas de Cataluña solo un tercio se mostró a favor.
Así no hay brecha en la pared, la brecha se ha
abierto justamente por otro lado por el lado cuyo síntoma es Podemos, por el lado de la confrontación
vertical, entre los de arriba y los de abajo, no es horizontal ni transversal, como se pretende por parte de
Junqueras y de Mas.
Y algo de todo esto deben estar percibiendo los
compañeros de la CUP y de ICV cuando se han negado a salir en la gran foto de Mas y de Junqueras,
durante la presentación de la “nueva hoja de ruta del
independentismo”, tras el 9N, en esa auténtica teatralización y baño de multitudes que fue la intervención
de Artur Mas del pasado 25 de noviembre, en la que
propuso ya sin ambages, como única alternativa, la
lista única plebiscitaria del “todos juntos que somos
catalanes”, que anularía y enterraría definitivamente,
bajo su prudente caudillaje, la confrontación de clases y las luchas sociales en Cataluña, que es lo que la
nueva élite local pretende. Aunque lo más chocante
de todo y lo que mejor indica, desde mi punto de
vista, el despiste de la izquierda catalana, hoy, es que
sea Duran Lleida, el más listo de la partida, el que
tenga que decir que “hay vida más allá de la independencia”.
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nacionalista catalán sea mejor que el relato nacionalista español con el que nos acunaron?
Este, lo repito, no es nuestro juego; ese es su juego,
no el de los trabajadores. Para nosotros todas las mentiras son la misma mentira. No debemos caer en sus
redes, en las trampas que nos tienden, tampoco en sus
brazos, querido David Fernández. Los trabajadores
debemos construir nuestro propio relato, que no es
nacional, sino de clase. No es la soberanía nacional,
nuestro relato, sino la soberanía popular, la lucha de
clases, en donde no caben abrazos transversales.
Algunos camaradas catalanes, convencidos de
que este proceso soberanista es una oportunidad
para abrir una brecha en el régimen del 78, me dicen
que al dret a decidir la independencia le seguirá el
dret a decidir todo, como sostienen los compañeros
de la CUP. Que “tenemos que aprovechar la grieta
que se ha abierto en la pared del 78 para cambiar de
régimen, para tumbar la pared entera, para iniciar
un proceso constituyente que nos permita volver a
definirnos al conjunto de los españoles en lo político,
en lo nacional y en lo social. Y que si, desde el resto
de España, participamos en el dret a decidir, si le
damos nuestro apoyo, tumbaremos juntos la pared;
pues, cuando Catalunya logre la independencia significará que habrán cambiado tantas cosas, y tanto
las cosas, que los catalanes no se van (no nos vamos)
a conformar con seguir siendo gobernados por una
casta, y empezarán (empezaremos) a reclamar el
derecho a decidirlo todo, como dice el lema de la
CUP; y que los trabajadores del resto del estado
tenemos que ser el martillo que tumbe la pared, no
el cemento que tape sus grietas, pues, si Catalunya
cambia, cambiaremos todos. No debemos perder
esta oportunidad histórica”.
Esos camaradas saben que no habría nada que me
satisficiese tanto como ese escenario, una Cataluña
social de los trabajadores que abriese la espita de un
cambio revolucionario en el resto de España, o que
desencadenase un proceso de cambio social profundo en el sur de Europa y en Europa entera. Pero me
temo que, tal como están planteadas las cosas, es un
escenario atractivo, sí, pero ilusorio… Y es que como
les digo a ellos, y ellos mismos me reconocen, todo se
resume en una cuestión de correlación de fuerzas.
Si hubiera en Cataluña un movimiento obrero y
unas izquierdas fuertes, organizadas, con planteamientos sólidos y una estrategia de cambio, que
tuviera la hegemonía social, de modo que lo nacional
no desplazase a lo social, que la identidad no suplantase a la lucha de clases, todo sería distinto, claro;
pero no es así.
Mientras la CUP e ICV sean incapaces de ligarse
a un mismo proyecto de clase, y se lo dejen en bandeja a Forcades y su Procés Constituent; mientras ERC
lidere, junto con CIU el proceso, y los compañeros de
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te de esas élites pequeñoburguesas de los campos
político y cultural que tras el barniz tierno y emotivo
del relato de “mi tierra” (muy sincero, seguro) pretenden medrar y ampliar su parcela de poder y
dominar la pirámide social nacional en un territorio
delimitado a su medida y acotado para su ejercicio
de caza particular, como nuevos señores de ese
nuevo feudo soñado y deseado.
Por eso, he dicho antes que no tengo argumentos
contra las emociones, pues contra las emociones no
hay argumentos que valgan y menos con las patrióticas, las religiosas o las futboleras, pues son por
naturaleza sectarias e inmunes a todo razonamiento.
Mis prevenciones son de tipo material e histórico; a
los trabajadores, es un hecho, no se nos ha perdido
nada en los juegos identitarios, solo nos ha tocado
perder, sencillamente porque esa no es nuestra lucha;
los estados nacionales son frutos de pactos entre las
élites económicas con capacidad auténticamente
decisoria, a lo largo del tránsito del Feudalismo a la
constitución de la Europa Moderna, por eso España
fue producto del pacto entre las élites de los reinos de
Aragón y de Castilla, no de la voluntad de sus vasallos o de sus siervos; y dejará de serlo cuando las élites económicas y sociales verdaderamente decisoras
lo crean conveniente u oportuno para sus intereses;
por eso, se mantienen expectantes ante todo este proceso, tanto en Cataluña, como fuera de Cataluña,
porque de momento no les interesa, no ven ganancia
en ello.
Sin embargo, soy consciente de que la clase no es
el único vínculo ni la única vía de socialización de un
trabajador, ya lo he dicho, reconozco que los trabajadores, igual que los amos, que todos estamos construidos por el imaginario/mundo que vivimos, una
suma de costumbres, de hábitos, de instituciones y de
sentimientos que nos hacen como somos y que nos
permiten asociarnos a otros y sentirnos miembros de
una comunidad; pero esos hábitos, esas instituciones,
esas ideas y esas emociones no son sino constructos
históricamente transitorios, generalmente fruto de las
condiciones en que se da la explotación de una clase
sobre otra, como bien sabemos; no son esencias inmutables y dadas de una vez para siempre, y el pensamiento crítico materialista nos dio la posibilidad,
desde finales del diecinueve, de repensarnos y repensar nuestras formas de relacionarnos con los demás y
dio a los trabajadores la posibilidad de construir su
propio imaginario/mundo y los lazos a partir de los
cuales se ligarían a los suyos, la solidaridad de clase y
la desterritorialización de sus cuerpos y sus espíritus;
es decir, la extraordinaria posibilidad de sentirse desligados de sus amos y ligados a otros trabajadores en
cualquier parte del mundo en el proceso de su liberación. Lo que me pregunto aquí es por qué la abandonamos, por qué nos hemos dejado arrebatar tan fácil-
mente esa conquista por nuestros amos… Que la
mayoría de los trabajadores no sean conscientes de
ello, lo entiendo; pero que los dirigentes políticos de
formaciones de la izquierda obrera, como ICV y la
CUP, no lo sean, es para señalarlo.
Además de que, cuando se pone en marcha un
proceso de este tipo, se sabe cómo empieza, pero no
cómo acaba. No hay gratuidad en ese proceso ni
siquiera para hacer una “Andorra del Mediterráneo”.
Me sorprende que haya aún quien quiera hacer pensar a los catalanes que todo será limpio y fácil, que
tras la declaración de independencia el estado español se plegará así, por las buenas, rendido a la evidencia y a las maravillas de sus argumentos incontestables, y que no reaccionará más allá de una pataleta internacional; pero que al final se hará cargo, sin
decir ni pío, de toda la deuda catalana (incluso de la
que la propia Cataluña ha adquirido con el estado
español; sin hablar, claro, de la parte alícuota que le
corresponde de la deuda internacional de la que
debe hacerse solidaria, como sucedió, después de la
guerra en Yugoslavia); y que, por si fuera poco, la
comunidad internacional los acogerá inmediatamente en su seno sin costes, sin contrapartidas. Esto es lo
más inconsciente de todo, hacer pensar a los catalanes que no habrá una reacción por parte española o
europea a su acción; creer que el nacionalismo español o que la geopolítica ya se han expresado.
‫٭٭٭‬
Sé que hay compañeros y compañeras que no están,
ni estarán de acuerdo con estos planteamientos por
algunas de las “cuestiones de base” que lo fundamentan. Por ejemplo, el que dé por sentado que “la
lucha de clases es siempre un enfrentamiento de
clase contra clase, cosa que –según estos compañeros– nunca ocurre así” exactamente. O cuando desprecio “la materialidad de los imaginarios comunitarios”, y no entiendo las izquierdas nacionalistas
como fenómenos propios de la lucha contra el franquismo y de la Transición, como “apuestas por disputar ese imaginario”, a las burguesías locales; y que
debido a ello “la cultura política de las clases populares en el País Vasco y Cataluña ha sido mucho más
potente que en los demás territorios”, aunque eso
–reconocen– está cambiando, sin duda, por las transformaciones en la composición de clase, por la desaparición de ETA, por las movilizaciones del 15M, de
las mareas, del fenómeno Podemos, etcétera… Y que
volver a la idea de la pura lucha de clase contra clase
no es “la forma más adecuada de afrontar la cuestión”.
Pero resulta que es eso justamente lo que este
escrito señala como más asombroso, que el Capital
nos haya arrebatado nuestra capacidad de imaginar-
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mos de un modo estúpidamente suicida. Por eso soy
tan beligerante.
Sé que algunos pueden echar de menos en el
escrito “la posibilidad de una estrategia respecto de
la cuestión nacional que no haga imposible la lucha
de clases”. Ese equilibrio lo consiguieron, creo, en
época moderna, el PSUC, en Cataluña, y Euskadiko
Ezquerra y la LKI (Liga Komunista Iraultzailea, esto
es, la LCR vasca), en Euskadi; por eso fueron los enemigos a batir por unos y otros. Y, durante el proceso
descolonizador en América y en África, es justo señalar los casos de la Cuba revolucionaria, de la
Nicaragua sandinista, o de la Federación de Malí y,
luego, el Senegal de Leopold Sédar Senghor (quizás),
o el Congo de Patrice Lumumba. Intentos, la mayoría, desgraciadamente fallidos.
De lo que se trataría, pues, es de que los compañeros de ICV y de la CUP se desligasen de la tutela
de sus amos y que emprendiesen un camino independiente de ellos, y que se decidiesen finalmente
por la lucha de clases, sin renunciar, por supuesto, a
lo que son también, habitantes de un determinado
territorio en el que se han sedimentado lenguas,
hábitos, costumbres, celebraciones, recuerdos y emociones, pero teniendo en cuenta que no todos, que no
todas son suyas ni tienen por qué serlo; y que todo
ello puede cambiar y ser reconstruido.
¿Y cómo nos organizarnos para vivir juntos,
entonces?, me pregunta otro gran compañero, muy
crítico con una parte de lo dicho hasta aquí.
De momento, no gastando ni una pizca de energía en procesos transversales como este, que no interesan objetivamente a la clase obrera, que la dividen
y que sólo benefician a otros (élites locales aspirantes
o ya activamente extractivas), y centrarnos precisamente en su desalojo en cualquiera y todas las partes
del estado; e intentar un verdadero cambio de régimen, concentrándonos en la batalla social… Y, luego,
si lo conseguimos, encontrar una fórmula que satisfaga a los pueblos y no a sus élites. Acaso una república federal social y avanzada, como propugnan los
compañeros y compañeras de Federalistes
d'Esquerres; o una federación de repúblicas volcadas
en la construcción de una nueva Europa (que es el
futuro; pues este debate, en realidad, ya es el pasado), comprometidas con la democratización de los
órganos de gobierno y de gestión europeos, hasta
alcanzar un espacio continental distinto a este que el
Capital nos ofrece. Ese sería un buen marco de relaciones y un buen objetivo histórico para los pueblos
ibéricos, para los del sur de Europa y para los de toda
Europa, en realidad.
Y para los carentes de imaginación, para aquellos
que necesitan modelos, hay uno extraordinariamente creativo en marcha; y muy cerca de nosotros, justo
en los límites geopolíticos de esta Europa decaída,
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nos y concebirnos como clase, que hayamos asumido
que hacerlo es algo del pasado, que disputar su imaginario transversal y territorial, "cultural", es de una
naturaleza estratégica superior –así porque sí– a
rechazarlo de plano. Contra esa derrota conceptual
es contra la que arremeto, como cuando les tuve que
explicar a mis alumnos que la palabra obrero no era
un insulto (es algo parecido...) Me niego a admitir
siquiera que la elaboración política, social y cultural
de la izquierda en Cataluña y el País Vasco sea o haya
sido más dinámica que en el resto de los territorios,
debido a la acción de su disputa del imaginario
nacional interclasista, porque objetivamente no es
así; desde hace décadas las izquierdas del País Vasco
(desde la VI Asamblea) y Cataluña (desde la desaparición del PSUC) me parecen como cazuelas que se
cuecen en su salsa; y esto ha sido más evidente desde
el 15M, en los que han sido territorios prácticamente
desaparecidos.
Pero es que, además, en ese marco de pensamiento, ¿dónde queda nuestra lucha global, contra un
capitalismo global, como trabajadores? Que muchos
trabajadores catalanes tienen más que ver con sus
amos catalanes, porque comparten el mismo imaginario nacional, que con los trabajadores navarros y
aragoneses, porque son navarros y aragoneses y no
poseen un imaginario común; pues claro que sí, claro
que esto es así, lo reconozco, una vez más; pero eso
es así no debido a un avance estratégico, sino a una
derrota histórica; eso es así porque nos hemos dejado
arrebatar nuestra propio ser real, objetivo e incuestionable, el que somos trabajadores antes que cualquier
otra cosa.
Es impresionante cómo el Capital nos ha arrebatado una de las ideas motrices, más originales y
potentes del movimiento obrero, la internacionalidad (la desterritorialización de nuestros cuerpos y
nuestras almas, que decía más arriba); mientras que
el capital industrial y financiero hace tiempo que dejó
arrumbada la noción de territorio y de patria, los trabajadores se empeñan en mantenerla contra sí mis-
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cansina y recurrente. Ha surgido y se experimenta en
una castigada región en donde vive un pueblo atravesado de fronteras, el Kurdistán. Allí se está abriendo paso una de las experiencias más atractivas y estimulantes de superación de la vieja dinámica del estado nación y de la lucha nacional. Se trata del modelo
confederal y democrático de Kurdistán, propuesto
por Abdullah Öcalan a su propio pueblo, el kurdo, y
a la comunidad internacional, que trasciende el concepto de los sistemas nacionales estatales, y que propone “un sistema democrático de las personas sin
estado”. Un sistema en el que todos los sectores de la
sociedad desarrollan sus propias organizaciones
democráticas, mediante procesos y acciones políticas
ejercidas en cuanto ciudadanos libres confederales,
cuyo poder deriva de su propio empoderamiento
como personas en todas y cada una de las áreas que
constituyen la vida de las gentes.
El Confederalismo Democrático es la propuesta
que Abdullah Öcalan hace para una solución factible
y revolucionaria de la cuestión kurda, y también para
abrir una vía de escape del avispero en que las potencias han convertido Oriente Medio; pero no es solo
eso, es mucho más –y he aquí lo más sorprendente–,
que Öcalan y las fuerzas que la están llevando a cabo
están convencidas de que “esta práctica política
puede ser clave para la liberación y verdadera democratización de los pueblos del mundo”.
Más interesante aún, acaso, para nosotros, tocados sin duda, lo queramos o no, por el etnocentrismo
occidental, es el hecho de que detrás de esta propuesta de Abdullah Öcalan, están los planteamientos de
Murray Bookchin y de Immanuel Wallerstein, cuyas
aportaciones al pensamiento y a las prácticas liberta-
rias, ecologistas y sociales hicieron evolucionar al
propio Öcalan desde un estatalismo nacional a un
socialismo libertario y democrático fundamentado
en la llamada “administración política no estatal” o
“democracia sin Estado”, fundamentada esencialmente en la asamblea de trabajadores.
El Confederalismo Democrático desliga, pues, el
derecho de los pueblos a su autodeterminación del
concepto del estado nación y de la frontera territorial
a la que la burguesía europea lo había encadenado,
convirtiéndolo en una oportunidad para el “establecimiento de una democracia de base, sin necesidad
de buscar nuevas fronteras políticas”. He ahí un
modelo para todos nosotros. Un modelo que nos permite independizarnos y autodeterminarnos de nuestras propias élites locales y ligarnos a la lucha de clases sin el viejo y pesado lastre nacional.
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AGAMIA: RELACIONES SEXOSENTIMENTALES PARA
INDIGNADXS
1.- El artículo justificará y expondrá brevemente un modelo relacional que aparece desarrollado en la web www.agamia.es y en el blog
www.contraelamor.com.
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monogamia desde el flanco de la heteronomatividad.
Lo que pudo parecer un movimiento exclusivamente gay se enriqueció enseguida con el lesbianismo, la
bisexualidad, la transexualidad y, por fin, el queer y
la performatividad del género. Atacado en dos de sus
pilares, el modelo patriarcal monógamo heteronormativo de raigambre religiosa se ha convertido, a día
de hoy, en un manojo de dudas, inseguridad e ineficacia, tanto teórica como práctica, hasta el punto de
que se puede decir que todo el sistema, a pesar de su
mencionada hegemonía, vive en pleno cuestionamiento.
Las tentativas de resolución de tan extenso problema no sólo no se han hecho esperar, sino que en
muchos casos han procurado adelantarse a las etapas
más graves de la afección. Desde que Fromm actualizara el concepto de amor a mediados de los 50, definiendo una nueva manera de “ser en el amor”, innumerables propuestas, más o menos reformistas, han
buscado la piedra filosofal que permitiera rencontrarse con la solución eficaz, a ser posible conservando la estructura de pareja.
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Sabemos que nuestro modelo sexosentimental, o
relacional, o amoroso, no está perfectamente engrasado. Sabemos, incluso, que recibe críticas en su conjunto y que se nos ofrecen alternativas en algunos de
sus aspectos más significativos. Pero, si hacemos un
pequeño recorrido por los síntomas de lo que se
viene llamando la “crisis de la monogamia”, nos
encontraremos con algo más que una crítica.
Veámoslos en su conjunto o, mejor, recordémoslos,
todos a la vez, de modo que descubramos con claridad hasta donde alcanza la “gravedad” del enfermo.
He denominado simplemente “monogamia” a lo
que el feminismo denomina, con toda exactitud y justicia, “modelo patriarcal monógamo heteronormativo”, y que se materializa en la pareja heterosexual
indisoluble o concebida con vocación de indisolubilidad. Esta estructura de familia tradicional entró, a
finales de los años 50 (discúlpese aquí el etnocentrismo occidental), en una recesión que se ha mostrado
imparable hasta nuestros días. Las bodas dejaron de
ser religiosas y, después, de ser bodas, mientras, en
paralelo, crecían los divorcios, aumentaba el número
de parejas que cada persona llegaba a formar a lo
largo de su vida, y se reducía la duración de las mismas. El modelo monógamo indisoluble de raigambre
religiosa ha sido, así, paulatinamente sustituido por
la monogamia secuencial laica que hoy podemos considerar hegemónica.
Es evidente que el factor que más ha contribuido
a esta transformación ha sido la larga y constante
lucha del feminismo por obtener una igualdad que, a
medida que empoderaba a la principal víctima de la
pareja, la mujer, ha ido liberándola de la cárcel de la
pareja. Pero el cuestionamiento de la igualdad de
género se acompañó enseguida del cuestionamiento
del género, y las luchas de las minorías sexuales discriminadas se sumaron al despedazamiento de la
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por Israel Sánchez1
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Si bien la sangría ha sido contenida, especialmente
con la ayuda de la revolución conservadora de los
años 80, cuyas consecuencias ideológicas aún sufrimos, tanto la desarticulación del modelo como su
inadaptación a las necesidades sociales han ido invariablemente a más, hasta alcanzar el estado actual en
el que, junto al cuestionamiento teórico, coexiste un
generalizado escepticismo, fruto del fracaso y la infelicidad personales, también generalizados.
Este rápido vistazo debería ofrecer razones más
que suficientes para un cuestionamiento radical,
tanto del modelo clásico, que llamaré también “amoroso”, como de su actualización secuencial. Pero añadiré a ellas dos hechos evidentes cuya gravedad considero que convierten la crítica con vocación de alternativa en una necesidad insoslayable. La primera
evidencia es el efecto destructivo que el modelo amoroso tiene sobre los afectos no amorosos. El balance
afectivo de la monogamia puede llegar a dar un
resultado neto positivo sólo en el caso de que la lupa
se aplique exclusivamente sobre la relación de pareja. Si la mirada se amplía, es indefectible que el juego
de incompatibilidades dará como resultado una
reducción de la integración social de la persona. Si a
esta pérdida de integración del individuo en pareja
se suma la pérdida de integración de las otras personas con respecto a ella, es decir, si a lo que pierde
uno, compensado tal vez con la formación de la pareja, se suma lo que pierden los terceros, obtenemos el
balance socio-afectivo negativo tan característico del
amor. Obtenemos, dicho sea de paso, una paradoja
que le es aún más propia: el amor queda, en la práctica, íntimamente emparentado con el odio, y no precisamente como su opuesto. Al actuar como un
mecanismo masivo de destrucción de lazos sociales,
se puede decir, sin pretensión poética alguna, que el
amor es una forma de hostilidad.
La otra evidencia lacerante es la existencia de un
ejército de excluidos afectivos, lumpen del amor,
frente al que el sistema de parejas cerradas se muestra impermeable. No me remitiré, de momento, a la
lógica de la ideología del amor para demostrar su
existencia necesaria, sino a la experiencia personal de
cada lector/a a la hora de ubicar afectivamente a la
gran masa de perdedores que el juego amoroso deja
como un genocidio de soledad invisibilizada.
Ancianxs, discapacitadxs, personas que no encajan
en el modelo cultural de normalidad o incluso de
belleza, inadaptadxs, y, en general, pertenecientes a
la mitad de cola en las escalas mediante las que el
amor determina el objeto de deseo ortodoxo, se
encuentran presos en una vida que el amor mismo, y
ellos como pertenecientes a la cultura que lo glorifica, considera invivible.
La alternativa reformista
En 1956, el psicólogo humanista Erich Fromm publica El Arte de Amar. El nuevo enfoque con el que, en
este texto, es tratada la formación y conservación de
la pareja monógama heteronormativa sigue siendo
hoy el punto de partida de innumerables publicaciones mediante las que se ofrece y reactualiza una
misma solución a un mismo problema, siempre igual
de irremediable.2
La novedad característica introducida por
Fromm, que da título al texto, es el tratamiento de la
monogamia como un arte. Ante la tendencia histórica a su disolución, el psicólogo alemán entiende que
se debe pasar al ataque. La productividad espontánea del amor se ha reducido notablemente, de modo
que a su inercia se añade una actitud proactiva: Hay
que ayudar al amor. Nadie puede quejarse de fracasar en su proyecto de pareja si antes no se ha formado expresamente para ese proyecto.
La originalidad del texto no estriba en el repertorio de herramientas ofrecidas, (extraídas, según él
mismo confiesa, de Zen en el arte del tiro con arco, de
Herrigen), sino en la decisión de aplicarlas a un
ámbito que, hasta ese momento, se había entendido
como un proceso natural, que debería conducir al
éxito a poco que cada quién se dejara llevar por el
instinto y la voluntad.
2.- Hago un análisis pormenorizado de la estrategia desplegada en El Arte de Amar en http://www.contraelamor.com/2014/03/sobre-elarte-de-amar-manual-agamo-de.html?zx=6b420401d1a386c, y http://www.contraelamor.com/2014/04/sobre-el-arte-de-amar-ii-laendeblez-de.html
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3.- No me detendré en opciones intermedias en las que un cierto “despertar” a la existencia de las mujeres produce fórmulas de igualitarismo accidental como el “amor confluente” de A. Giddens (La transformación de la intimidad, Cátedra, 1995) o la “ambigamia” de
J. Sherman (http://www.psychologytoday.com/blog/ambigamy/201406/ambigamy-the-secret-living-the-good-double-life)
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conseguirlo, frente a la visibilidad.
No deja de ser irónico que el vicio al que se atribuye este fracaso sea, precisamente, el individualismo. La tendencia contemporánea a la fragmentación
en células individuales debe ser compensada con el
trabajo individual para formar parejas. Inconscientemente, Fromm regatea como un experto negociante:
Nos amenaza primero con la soledad absoluta, para
ofrecernos después una pareja solipsista que, aunque
empeora nuestra integración social original, la mejora con respecto a su primera oferta.
En general, las propuestas posteriores han aceptado la obligación de luchar individualmente contra el
individualismo en pos de la formación de una pareja
que constituye, aislada y por sí misma, la excelencia
de la socialización. Cuando, en 2005, Z. Bauman
extiende su crítica a la modernidad líquida hasta los
vínculos humanos, está reivindicando de nuevo el
compromiso de la voluntad contra sí misma; el trabajo forzado del amor.
La preocupación que subyace a toda esta línea
ideológica es, obviamente, la disolución de la familia
tradicional. Ésa es la razón por la que el problema de
la igualdad de género queda siempre al margen de la
discusión. El amor, y la pareja como su producto
natural, son bienes autónomos y superiores a la
igualdad, dado que la implican, junto con otras innumerables excelencias. Bastarán unas leves notas de
determinismo biologicista para defender que la
mujer debe liberarse/realizarse dentro de la pareja,
pues fuera de ella las únicas igualdades posibles son
la de la soledad y la de la frustración de sus predisposiciones naturales y existenciales.
La sensibilidad de género ha producido, sin
embargo, su propio reformismo3. Recogiendo las
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Pero el verdadero problema queda escamoteado
desde el principio. Fromm establece, con escaso rigor
y nulo análisis sociológico, la necesidad absoluta del
amor como respuesta a la búsqueda de sentido existencial. El amor, dirá, resuelve la “separatidad” originaria, fuente de toda angustia, mediante el encuentro
con otra persona en la estructura de la pareja heterosexual, para la que estamos naturalmente conformados.
Que la naturaleza humana tenga un destino tan
específico despierta un sinnúmero de suspicacias
que Fromm procura acallar mediante un lenguaje
irracionalista de inspiración oriental, cuyo recurso
argumentativo típico será la paradoja. Frente a las
contradicciones trágicas de los amores cortés y
romántico, este lenguaje paradójico de supuesta
complementariedad armónica de contrarios será rescatado una y otra vez por los defensores del modelo
amoroso tradicional en su versión revisada, hasta el
punto de convertirse en el rasgo característico de la
actual cultura popular del amor.
El éxito del que El Arte de Amar ha disfrutado
desde su publicación lo ha convertido en el clásico
por excelencia en la materia. El hecho de que las propuestas posteriores no hayan realizado apenas aportaciones significativas le otorga, además, la condición
de Biblia contemporánea del amor.
Gracias al libro de Fromm y a sus numerosos
sucedáneos, nuestra cultura ha incorporado la idea,
de profundo significado conservador, de que, si el
amor no funciona, es porque no se ha realizado suficiente trabajo amoroso. Logrando así eludir la crítica
radical, el amor queda integrado a la filosofía capitalista del trabajo, según la cual, el nacimiento no concede derecho a la vida, sino a ganarse la vida, haciendo posible el no ganarla y ser reducido a la falta efectiva de vida.
Así, la narración del éxito de una sola relación
amorosa (la del autor, casado en terceras nupcias, por
ejemplo), justifica la continuidad del sistema completo, dado que el parámetro “trabajo” da acceso a dicho
éxito. Con la normalización de este enfoque se consigue, además, un triunfo clave: Controlar el progresivo aumento de la visibilización del fracaso. Dado que
éste es consecuencia de no merecer amor, la persona
fracasada asumirá la responsabilidad de su propia
ocultación como mal menor. Más que invisibilizado
mediante la desviación de la atención, el fracaso
amoroso queda oculto por la propia lógica de la
exclusión: si no tener amor es no merecerlo, la ocultación de esa carencia es una ventaja, a la hora de
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suspicacias expresadas por Simone de Beauvoir contra el papel que el amor, como parte del sistema ideológico patriarcal, otorgaba a la mujer, diversxs
autorxs han señalado y recopilado a lo largo de décadas la lista de agravios de las que el amor debía
retractarse, y producido, contra todo pronóstico, no
un análisis crítico del amor como subsistema del
capitalismo patriarcal, sino una disociación teórica
entre dos tipos de amores, uno asociado a la opresión
machista, y otro a la nueva mujer feminista.
A ésta línea ideológica se la ha llamado “crítica al
amor romántico”. Una crítica superficial y conformista, por las razones que a continuación expongo.
En primer lugar, como ya he insinuado, opino
que el concepto “amor romántico” se utiliza como
cajón de sastre en el que se vierten todos los recortes
desechados del viejo traje del amor. No hay tal cosa
como el “amor romántico”. Hay un amor del romanticismo y un amor actual cuya exaltación destructiva
enraíza parcialmente en el primero y es producto
genuino de las transformaciones culturales del. s XX.
Lo que llamamos “amor romántico” no se puede
entender, entre otras cosas, sin el empoderamiento
femenino contemporáneo, que tiene como indeseable consecuencia la extensión de la sensibilidad del
oprimido en tanto que tal, así como la utilización de
esa sensibilidad por parte del opresor para que aquél
entregue su recién adquirida libertad a la satisfacción
de los anhelos que más lo debilitan.
En segundo lugar, la distinción entre “amor
romántico” y “verdadero amor” no es radical, pues
acepta en el sustituyente las señas de identidad de lo
sustituido, siempre que éstas mitiguen su intensidad4. El amor no romántico sigue formando parejas
definidas y suscitando los sentimientos posesivos
que le son propios. Conservar al amor como el rey de
todos los bienes5, así como la estructura en que tal
bien se alcanza a través del compromiso de otra persona, es conservar las condiciones de fomento de la
posesión, némesis del nuevo amor no romántico.
Aderezado con el culto a la intuición emocional en
detrimento del pensamiento racional y consciente, y
llevadas por ella a la reducción de la exigencia ética,
el amor no romántico acaba reduciéndose a un
esfuerzo voluntarista por conservar el amor amputando en él todo aquello que se considera indeseable.
En esta cirugía ideológica, el género también pasará por el quirófano para recibir unos retoques que eliminen los aspectos más castigados por los críticos factores atmosféricos, sacando a la luz una forma de ser
mujer u hombre de frescura renovada. Cuando estos
recortes se extreman, el nuevo amor queda reducido a
un vago concepto de fuerza universal positiva que
quita toda razón de ser a la distinción.
Frente a una exigua crítica al sistema ideológico
del amor como conjunto, la crítica al amor romántico
se ha convertido en la actitud hegemónica dentro del
feminismo, constituyendo lo que Kathleen Barry
llama “defeminismo”, es decir, paso atrás del feminismo que adquiere su preeminencia al recoger a las
fuerzas conservadoras descolgadas de la vanguardia.
Al prevalecer sobre la crítica al amor, la crítica al
amor romántico tapona las dinámicas transformadoras usurpando un lugar de punta lanza que no le
corresponde.
La usurpación de este lugar no coincidente con su
sensibilidad ideológica es mi tercera objeción. La
cuarta será, precisamente, dicha sensibilidad.
Aventurando un juicio de intenciones, me atreveré a
decir que la crítica al amor romántico es la tentativa
de aunar las exigencias mainstream del feminismo,
especialmente la denuncia de la relación entre el
amor y la violencia de género, con la resistencia a
renunciar al amor como experiencia emocional, es
decir, como placer. El amor como conjunto placentero de emociones ligado a una pareja cuya exclusividad no se problematiza ha sido, hasta ahora, el
núcleo último que la crítica al amor romántico conserva tras aceptar la combatividad que acompaña de
suyo a la crítica al patriarcado. En realidad, la crítica
al amor romántico no hace sino reconocer el sentido
y la fuerza de esa combatividad, evitando poner por
ello en peligro el propio ideal romántico. Si este juicio es cierto, estaríamos ante un planteamiento solapadamente hedonista de riesgo mínimo y escaso
aliento transformador.
4.- En su libro Love and Limerance: The Experience of Being in Love (1979), D. Tennov utiliza la interesante estrategia de eludir el término
“enamoramiento” para acuñar el concepto, pretendidamente más científico, del estado emocional “limerancia”. La limerancia, que
no es otra cosa que lo que siente quien está enamoradx (en el sentido más popular y tradicional del término), puede así ser descrita sin miramientos como una forma de obsesión, perfectamente patológica, inherente a la ideología del amor.
5.- En la, por lo demás muy acertada, conocida campaña de la Comunidad de Madrid contra el maltrato de género en las relaciones
sexosentimentales adolescentes, “No es amor, identifícalo”, aún en vigor, subyace, junto a la condena de aquellos comportamientos ya señalados como generadores de violencia, el principio inamovible de que el amor es, de por sí, incompatible con el mal. Junto
con el apoyo institucional, el/la usuarix recibe la tarea de filtrar los subproductos tóxicos que el amor genera. La campaña convierte a la adolescente maltratada en una trabajadora en contra de la persona que la maltrata pero a favor de la ideología que la sustenta, en un típico ejercicio de autolegitimación ideológica. Esta crítica de doble moral es mediáticamente unánime e independiente de
la orientación política, lo cual parece razón suficiente para ser suspicaz con respecto a su supuesto igualitarismo.
6.- La bibliografía de referencia sobre poliamor es reducida y se puede consultar en cualquier fuente. Recientemente se ha traducido al español uno de sus textos principales, con el título Ética Promiscua (D. Easton, J. W. Hardy, Melusina, 2013). Inspirado en su título original
(The Ethical Slut, literalmente “La Puta Ética”) la página mayoritariamente española http://www.golfxsconprincipios.com/ es el principal
sitio web en lengua castellana. La mayor comunidad en esta lengua se encuentra, sin embargo, casi con seguridad, en México D.F.
7.- La teoría “queer”, término inglés traducible como “raro” o “aberrante”, sitúa su punto de mira en la diversidad sexual y de género, así como sobre la marginación que ésta produce. Su vocación, por ello, no suele ser tanto una reflexión sobre la conveniencia de
dicha categoría, como sobre el derecho a disponer libremente ella.
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No todas las alternativas a la monogamia heteronormativa se han situado del lado de la seguridad emocional. Ante el chantaje al que el amor somete a la
persona mediante la amenaza de los celos, los márgenes del sistema se han poblado de actitudes diversas
cuyo factor común es la renuncia a la paz afectiva
como lugar de llegada existencial. En la supuesta felicidad completa del amor, estas opciones ven una ataraxia o evitación del dolor que conlleva la renuncia al
placer. La adopción del principio inverso, es decir, la
búsqueda del placer como fin prioritario, ha producido diversos modelos de relación que se explican en
gran medida mediante los mecanismos que utilizan
para minimizar el dolor, así como por los desiguales
éxitos obtenidos en el descubrimiento del componente sugestivo de este dolor, y las estrategias desarrolladas para combatirlo.
Desde que la sexualidad femenina irrumpió
como poder político entre las décadas de los 50 y 60,
produciendo como resultado lo que conocemos
como “revolución sexual”, no ha habido solución de
continuidad en las tentativas por escapar a la jaula de
la monogamia. Los conceptos de “amor libre” y
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El compromiso con la libertad: poliamor y queer
ISBN: 1885-477X
El hedonismo convertido en bandera de liberación
sexosentimental ha ofrecido una vía mucho más fértil cuando se ha atrevido a enfrentarse a la pareja
monógama como estructura y a liberar al sexo, antes
que al sentimiento, de su aparato represivo.
“pareja abierta”, acogidos con entusiasmo mayoritario, sufrieron una regresión con la revolución neoconservadora de los años 80, que encontró un firme
punto de apoyo en las carencias buenistas de las nuevas actitudes sexuales.
Pero, en los años 90, la retraída libertad sexual
recobró bríos en la forma de una propuesta notablemente articulada: el poliamor6.
Desde sus orígenes, el poliamor buscó mecanismos para anteponer la libertad sexosentimental a la
fidelidad, embarcándose en una aventura cuya determinación y audacia han resultado disuasivas para la
mayoría, y ha impedido el alcance cultural de que
gozaron sus menos elaboradas antecesoras. Mediante
una ética de pactos explícitos que permite graduar la
exposición al dolor de las personas involucradas en las
relaciones, el poliamor reserva, si no de facto, al menos
de iure, la autonomía amorosa individual. La consecuencia es hoy día aún casi impensable para la gran
mayoría de la sociedad: el establecimiento de un
número indefinido de relaciones de pareja.
La premisa capital del poliamor es revolucionaria, y la consecuencia es nada menos que el estallido
de la definidísima pareja tradicional en una multiplicidad de posibilidades estructurales cuya lista (trieja,
cuatreja, tribu, matrimonio grupal,…) aún hoy no ha
terminado de escribirse.
El poliamor toma por los cuernos el toro de la
doble moral amorosa y se lanza sin red al otro lado
del problema: dado que el amor es una ficción de felicidad en la que la frustración sexosentimental conduce al daño muto sistemático, afrontemos la realización sexosentimental y abordemos de forma abierta,
consciente y colectiva, el daño que suscite. Se sitúa,
así, en una categoría ética netamente superior, tanto
al amor como a sus alternativas reformistas, y da respuesta, además, a los problemas del solipsismo
monógamo y de la depredación sexual a la que se
expone el ideal del amor libre.
La puesta en entredicho del número dos como
constitutivo de la perfecta relación sexosentimental
conducirá a idéntica relativización del fundamento
biológico y cultural de dicha cantidad mágica: el
complejo biológico-cultural del sexo-género.
Contemporánea de la constitución formal del poliamor, la teoría queer7 ofrece el perfecto marco de refle-
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xión para replantear, no ya el número de las relaciones posibles, sino la condición de las personas que las
integran. Así, la suspensión de la categoría de género refuerza el sentido de la multiplicidad de las relaciones, desvaneciendo definitivamente el mito platónico del andrógino demediado que busca su restauración.
Las reglas en que se fundamentan los pactos
poliamorosos han sido objeto de constantes revisiones, especialmente en lo que respecta al establecimiento de jerarquías. Los conceptos de pareja “primaria”, “secundaria” y “terciaria” barajados por el
primer poliamor, heredados de la estructura de
“pareja” y “amantes” de la cultura monógama, han
sido contestados con una idea de horizontalidad
entre las relaciones que busca desplazar la atención
hacia el componente tanto sentimental como colectivo de las relaciones. Este poliamor “no jerárquico” o
“de segunda ola” recibe un nuevo impulso crítico a
través de la llamada “anarquía relacional”8, que
denuncia la separación entre relaciones sexuales y no
sexuales conservada por los poliamores de primera y
segunda ola. Se critica, asimismo, la “política de pactos”, que resulta amenazante para la libertad efectiva, considerándola fundada en una desconfianza original impropia de las relaciones sentimentales más
relevantes.
Pero la expansión del poliamor es reducida.
Aunque goza de una cierta popularidad tanto en los
países nórdicos como en EEUU (se calculaban
500.000 poliamorosxs estadounidenses en 2009,
muchos de los cuales, sin embargo, viven el poliamor
desde una perspectiva socialmente conservadora o
incluso religiosa), se trata de una forma de vida muy
minoritaria en la Europa mediterránea o Latinoa-
mérica y, sobre todo, ignorada. Para la gran mayoría
de la población de estas regiones no sólo el término
resulta desconocido, sino que ni siquiera existe alternativa “civilizada” a la pareja monógama tradicional
(recuérdese que el contenido sexual del superbestseller literario Los Hombres que no Amaban a las
Mujeres, causa evidente de su éxito, no tenía sólo que
ver con el morbo del componente sádico de las relaciones entre el asesino y sus víctimas, sino también
con la novedad mostrada por el carácter toscamente
poliamoroso de las relaciones sexosentimentales de
lxs protagonistas).
¿Qué ha impedido que la formalización de la
pareja abierta, que con tanto entusiasmo fue recibida
en los 60 en su versión informal, se convierta en una
tendencia dominante o, al menos, comparable con su
popular precedente?
Es obvio que la oleada de conservadurismo sufrida desde los 80 tiene mucho que decir. Pero hay razones endógenas al poliamor que merece la pena analizar. Decía que uno de los problemas que éste venía a
solventar frente al amor libre era la depredación
sexual. Es inevitable que ésta tenga lugar en los
ámbitos del poliamor, pero está perfectamente tipificada como ilegítima (de hecho, tiene incluso un nombre: “polifake”, o falso poliamor) y, por lo tanto, la
teoría poliamorosa ofrece herramientas para construirse al margen de ella. Sin embargo, no todo el
estrés emocional que acompañaba a la incertidumbre
de la pareja abierta ha sido abordado con el mismo
éxito por la teoría poliamorosa. Si el contragolpe conservador encontró a una sociedad que, en parte,
agradecía retornar a un modelo donde los celos volvían a ser escuchados como expresión de la protesta
frente a las relaciones sexuales externas, esta ventaja
no ha perdido vigencia para restringir la expansión
del poliamor. La respuesta ofrecida por la teoría
poliamorosa, la “compersión” o empatía con la alegría que a la pareja le produce su relación externa, es
interesante y necesaria, pero enteramente insuficiente, y la prueba es que el tema central de cualquier
taller poliamoroso son siempre los celos y las actitudes que sirven, no para erradicarlos, lo que se considera imposible, sino para mitigarlos lo suficiente
como para que resulten llevaderos.
El contexto de hambruna sexosentimental al que
nos entrega nuestra cultura decanta a la gran mayoría por la conservación de lo que se tiene en detrimento de la persecución de lo que se desea. Ésa es la
razón por la que el poliamor sí ha prosperado en
8.- Una traducción del Manifiesto de la anarquía relacional (2006), escrito por la sueca Andie Nordgren, puede leerse aquí: http://elbosqueenelquevivo.blogspot.com.es/2013/12/manifiesto-corto-e-instructivo-para-la.html
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9.- “Al crear ese elemento imaginario que es “el sexo”, el dispositivo de sexualidad suscitó uno de sus más esenciales principios internos de funcionamiento: el deseo del sexo -deseo de tenerlo, deseo de acceder a él, de descubrirlo, de liberarlo, de articularlo como
discurso, de formularlo como verdad-. Constituyó al “sexo” mismo como deseable”” M. Foucault, Historia de la Sexualidad I. La
Voluntad de Saber. (1976) Siglo Veintiuno Editores (1995). Pág.190
Agamia
Llamo “gamos” a la unión o casamiento sobrentendidos inspirados en el matrimonio objetivo y formal.
Llamo “relación gámica” a aquélla cuya sustancia es
un gamos. El sexo, sea cual sea su forma, es el sacramento del gamos; el acto que lo constituye.
Lo que llamamos “relación de pareja”, “noviazgo” o, simplemente, “relación”, no es otra cosa que
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una relación gámica. Los términos “compañerx”,
“amigx especial” o “persona especial” son otros tantos sinónimos de “relación gámica”. El uso del concepto “relación” es subordinado por nuestra cultura
a la relación gámica. Cualquier otra relación necesita
ser especificada para dar a entender correctamente
su naturaleza. Necesita además, y por ello, definirse,
en primera instancia, en función de la presencia o
ausencia de gamos y, por tanto, del sexo que le da
existencia. Se habla de “amistad” o “relación de
amistad” allí donde existe una relación inespecífica
de cierta intensidad sin gamos. Se habla de “relación
laboral” allí donde hay una relación laboral sin gamos
(mientras que, en presencia de gamos, se hablará de
“relación” y se añadirá “con compañerx de trabajo”
cuando se quiera especificar la identidad de la persona con la que se ha formado). Se habla de “amante”
allí donde existe una relación sexual clandestina, en
tanto que el sexo, o sacramento del gamos, es conculcado al evitar el establecimiento de gamos.
La agamia es un modelo de relación consistente
en la eliminación del gamos y, con ello, de la relación
gámica, mediante la reconsideración y redistribución
de los componentes de la relación gámica para su utilización libre en las relaciones. Según la terminología
de la agamia, el significado de “relación” se remite a
su significado genérico de “vínculo o conexión entre
seres”. De manera más o menos estrecha, todos los
seres están vinculados. La relación o vínculo entre
seres humanos es un término completamente inespecífico con respecto a las características de dicha relación. Cualquier determinación de la naturaleza de
una relación necesita ser descrita por añadidura
mediante la descripción de dichas características. La
relación entre los seres es, simplemente, el ser que
intermedia su existencia.
La agamia es, por tanto, el abandono del elemento sustancial de la estructura de nuestras relaciones
sexosentimentales; un modelo diferente y opuesto al
sistema monógamo heteronormativo, así como a
cualquiera de sus alternativas, todas ellas, hasta
ahora, gámicas.
La agamia es contraria al establecimiento de
estándares de relaciones cuyo objetivo sea concretar
a priori las conductas que a dichos estándares les son
propias. Entre esos estándares, la agamia rechaza con
especial determinación el modelo de finalidad reproductiva, centrado en la actividad sexual, llamado
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colectivos altamente cohesionados y sexualizados
como los LGTB y BDSM, pero no fuera de ellos. Para
que la compersión sea una emoción accesible se debe
antes superar el pánico a la soledad no deseada que
puede sobrevenir a la apertura de la pareja, amenaza
muy real entre la/el ciudadanx de clase obrera medix
cuya integración sociosexual es altamente precaria,
especialmente pasada la época de la vida a la que se
asigna la tarea de buscar pareja. Ni el poliamor de
segunda ola ni la anarquía relacional dan respuesta a
esta dificultad. La razón es su apego a otros aspectos
clave de la ideología amorosa en la que se fundamenta la heteronormatividad monógama, especialmente
aquéllos identificados con la obtención de placer
sexosentimental, como la glorificación del amor o el
culto a una liberación sexual que debe traducirse,
ingenuamente, no en una transformación del papel
social del sexo, como insinuaba Foucault9, sino en la
satisfacción sexual que el sistema promete a la vez
que reprime.
Sostengo que una rápida ojeada de la evolución
del modelo sexosentimental desde los 50 expuesta
hasta ahora revela una progresiva transformación
libertaria que arranca con la sustitución de la monogamia indisoluble por la secuencial, y que llega hasta
la punta de lanza marginal de la anarquía relacional,
encontrando, como resistencia, junto a la reivindicación ultraconservadora de la indisolubilidad del
matrimonio, las adaptaciones circunstanciales al
cambio ofrecidas por el modelo de trabajo forzado
del amor, de Fromm, y la defensa encubierta del
amor que constituye la crítica al amor romántico.
El objetivo del presente texto es la exposición
somera de esta historia, así como la presentación de
un modelo que aspira a dar respuesta a los conflictos
clave de los que aquélla no ha logrado aún desembarazarse. Doy por concluida la primera tarea y paso a
realizar la segunda.
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“pareja”, y preconizado por la filosofía del amor. La
agamia considera las relaciones como fenómenos
dinámicos cuyo análisis sólo puede ser descriptivo y
circunstancial, y cuyos objetivos sólo se preestablecerán en el entorno de la realización de un bien. La agamia es la evitación activa de que un determinado
estereotipo de relación, tradicionalmente llamada
“amorosa”, subsuma al resto bajo su patrón. La agamia no establece modelos de relación, y los protocolos que puede generar son siempre modificables y
quedan subordinados a su eficacia.
Así, la agamia no es un paso más en la transformación de las relaciones amorosas monógamas e
indisolubles en relaciones de amor libre. Es un paso
otro, que abandona y rechaza la sustancia misma del
modelo para establecerse fuera de él. La agamia es la
confianza plena en que la pareja es una estructura
innecesaria y que la vida de las personas y las sociedades puede y debe construirse en el desentendimiento de ella. Los obstáculos que este desentendimiento presenta son producto tanto de la omnipresencia de la cultura del amor, como de los hábitos en
que ésta nos ha educado, y no de dificultad alguna
que la agamia propiamente presente. La agamia se
entiende, por ello, no sólo como el modelo más deseable, sino como el sexosentimentalmente más económico, toda vez que es aquél del que diariamente nos
arranca la cultura del amor. Y digo “nos arranca”
porque el libre crecimiento de nuestras relaciones es
el espacio abierto que el gamos encauza en forma y
contenido. El gamos, por lo tanto, es algo, mientras
que la agamia es todo. No es un modelo, sino el espacio de generación de los modelos en tanto que
adquiere conciencia.
De todas las herramientas de que la agamia se
acompaña para no convertirse en un propósito estéril, la primera y principal es el rechazo al relato ideológico del amor. El mensaje principal de este relato,
en torno al que se mueven el resto de las ideas que
transmite, es que el amor, es decir, la formación del
gamos, es la única vía para la realización afectiva personal, y que ésta es el eje de la felicidad en su sentido
más amplio.
“Sin gamos, el resto de la vida sólo puede ser
miserable, mientras que con gamos la vida miserable
es digna de ser vivida”. La perversión clasista de este
principio salta a la vista cuando se expresa con claridad. Pero, a la vez, su verdad parece insoslayable si
no se desarticula la estructura sexosentimental del
gamos que el amor prescribe. Es decir, que incluso
considerando que el amor forme parte de un sistema
socioeconómico injusto, no hay alternativa a empezar la construcción de la felicidad a través del amor.
En este escollo han naufragado hasta ahora todas las
propuestas contramorosas.
Según el subsistema ideológico del amor, las personas necesitamos alcanzar el clímax sentimental que
sólo el amor ofrece, a lo que se añade que la realización completa de la vida sexual es imprescindible y
sólo puede producirse en un contexto amoroso. La
agamia niega este principio. Para la agamia, el clímax
sexosentimental amoroso es la compensación a la
deficiente socialización a la que el propio amor contribuye, y es esta misma socialización deficiente la
que predispone a la experiencia extática del enamoramiento. En una integración social suficiente y cordial, la única razón para que una sola relación sexosentimental produzca un éxtasis afectivo es que su
aportación sea destacadamente superior a cualquiera
de las restantes, e incluso a su conjunto, lo que resulta contradictorio. En otras palabras: la persona socialmente sana (no digo realizada, sino sólo sana) no
puede experimentar enamoramiento en el sentido en
el que lo presenta el amor, del mismo modo que la
persona normalmente alimentada, aunque experimente hambre, no puede hacerlo de un modo crónicamente voraz. Aunque dicha experiencia sea posible en circunstancias excepcionales (y que no tienen
por qué ser ventajosas), debe entenderse que el
modelo no es susceptible de ser adoptado por individuos afectivamente equilibrados, y que el primer
requisito para su éxito es inducir una pandemia de
soledad.
Para evitar el adoctrinamiento amoroso, la agamia se declara “contra el amor” de manera radical,
evitando la masiva propaganda amorosa del sistema,
así como el caballo de Troya de las propuestas reformistas.
Pero, ¿cómo construir, en un entorno hegemónicamente amoroso, una sana vida social en sus parámetros sexosentimentales?
La adscripción a la sustitución de la familia por la
agrupación libre no es suficiente, incluso en el modo
abierto, no reducido a la formación de tribus poliamorosas, que entiende la agamia. El problema principal es la eliminación de la hambruna sexosentimental, que sirve de fermento a la lucha fratricida en la
que la ética desaparece y los celos se convierten en la
lógica de construcción del gamos.
Ya se ha dicho que la persona socialmente integrada no extrae beneficio alguno de la sobrecompensación afectiva obtenida en el gamos. No necesitamos
ser considerados especiales si el papel cotidianamente realizado en el grupo es el resultado de nuestro
desarrollo específico, y tanto papel como especificidad son reconocidos por el grupo. El sexo, sin embargo, está atado y bien atado a este reconocimiento, de
modo que no hay tal si no se realiza sexualmente. En
nuestra cultura, lo que somos para el grupo nos lo
expresa el grupo a través del sexo que nos concede.
10.- En The Pshychology of Jealousy and Envy, P. Salovey (comp) The Guilford Press (1991), conjunto de estudios experimentales realizados por psicólogos mayoritariamente especializados en la emoción de los celos, encontramos reiteradamente una conclusión contraria al tratamiento dado por el nuevo discurso amoroso, que pretende convertirlos en un indicio de amor opresivo y machista.
Según los autores, el factor determinante de su aparición no es condicionante genético, caracterológico o familiar alguno, sino un
conjunto de factores situacionales. Mi conclusión es que esto es tanto como decir que el individuo sano siente celos si las circunstancias son propicias para ello, de modo que la emoción de los celos queda así despatologizada y equiparada a cualquier otra de su
sistema afectivo funcional.
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Por eso, los celos no son un simple dolor superable
mediante paciencia y esfuerzo. Los celos son la
auténtica pérdida de lugar social en el grupo, que es
como decir “la pérdida del ser”, en tanto que el ser
humano es ser social. Es por esta razón por lo que
sólo colectivos de notable cultura sexual combaten
con éxito la represión sexual de los celos. Para la
mayoría, sin embargo, la ausencia de alternativas
sexuales, la biografía de hambruna sexual, determina
una descompensación entre dolor generado por los
celos y placer generado por la liberación sexual, que
decanta del lado de la vida dentro del gamos, incluso
en los casos en que existe una sólida convicción en su
contra. Esto explica también la aparente liberación
sexual de la que disponen las clases altas, frente a las
tendencias conservadoras de que la clase obrera hace
gala en el ámbito sexual10.
La agamia se dota de tres herramientas claves
para desatar el nudo del sexo. La primera es su designificación. El poder del sexo como símbolo de reconocimiento social se asienta en cuatro significados
fundamentales: reproducción, protección frente a la
hostilidad externa y del sexo mismo, fusión amorosa
(realización del gamos) y posesión. De todos ellos, la
posesión es el más arraigado en nuestra psique y el
más poderoso a la hora de otorgar significado.
Debemos entender, pues, cómo el sexo significa para
recordar que no significa, y empezar por profundizar
en la conciencia (es decir, accediendo a la inconsciencia) de que relacionarse sexualmente no debe conllevar posesión alguna. Vaciado por completo de significado, el sexo pierde su verdadera función social,
que está lejos de ser el placer, y pasa a convertirse en
un significante vacío, apto para adoptar significados
nuevos, asociarse a otros lenguajes, o diluir su relevancia social. El sexo habrá perdido, además, el
poder motivador que alimenta su búsqueda en nuestra sociedad. Es a esta pérdida del morbo sexual a la
que las propuestas más transgresoras no se han atrevido a enfrentarse hasta la fecha, por su carácter de
aparente retorno a la represión sexual. Pero debemos
entender que el hecho de que hubiera un sexo que
liberar no implicaba la existencia de un sexo en libertad, sino sólo la existencia de un sexo cautivo, que tal
vez lo fuera sólo en tanto que cautivo.
La designificación, con su consecuente exploración erótica y su resignificación posterior, se acompaña de una estrategia de afrontamiento de los celos
enteramente imprevista. Para la agamia, los celos son
la manifestación socialmente deslegitimada de la
indignación individual en el ámbito de la posesión
sexual: La denuncia de la filosofía de la competencia
cuando se produce la derrota en dicha competencia.
Los celos señalan pérdida de papel social a través de
pérdida de posesión sexual. Son, por lo tanto, una
forma de indignación, es decir, de denuncia de una
injusticia, con la particularidad de que esa injusticia
está socialmente deslegitimada y corresponde, además, a un orden moral injusto. Pero lo que debemos
entender, y aquí tanto los poliamores de primera y
segunda ola como la anarquía relacional se descuelgan por completo de la agamia, es que los individuos
necesitan construir su pertenencia al grupo, y esta
pertenencia depende en gran medida de los vínculos
afectivos establecidos en él. La agamia sustituye el
término “celos” por el de “indignación” para hablar
de la reivindicación de los afectos de los que depende el individuo para experimentar su pertenencia al
grupo. El peso de la pertenencia escapa, mediante la
designificación, de lo sexual, para extenderse por
toda forma de interacción. La indignación será legítima cuando responda a expectativas razonables, e ilegítima cuando no lo sean.
Junto con el concepto de “expectativa razonable”,
responsabilidad del receptor de la acción, es clave el
de “evitación de trauma”, responsabilidad del efector de la acción. En el contexto de una pareja gámica
que proyecta escapar del gamos podría considerarse
expectativa razonable una apertura sexual sincroni-
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zada, y un comportamiento traumatico, causa de
indignación legítima, la liberación sexual individual.
Una expectativa no razonable sería, por ejemplo, la
conservación indefinida del gamos.
Por último, la agamia propone la sustitución del
modelo de belleza opresiva, propio de la cultura estética de origen audiovisual contemporánea, por el de
una belleza literalmente ética, es decir, la asociación
de la belleza al fin del bien: Será bella aquella persona cuya vida sea más ética.
Esta aparente excentricidad o utopía de la agamia
es un paso, en realidad, muy pequeño, cuyo obstáculo, otra vez, es la propaganda de la ideología del
amor, esta vez en su componente estético. Es sólo en
el ámbito del sexo donde la estética prevalece por
sobre la ética. En cualquier otro entendemos, y aquí
no hay conflicto con la cultura popular, que la belleza es trivial, y que el valor de los individuos es ajeno
a este parámetro. Pero la sobrevaloración del amor
arrastra consigo la sobrevaloración de la belleza,
imponiendo la escala de atractivo sexual a la escala
de valor social. Somos lo que nuestra belleza, en el
sentido amplio del concepto “atractivo”, nos atribuye (y nuestro valor de belleza se efectúa, como indicaba más arriba, en el sexo obtenido).
En una sociedad en la que el amor no es hegemónico, un sexo designificado no encuentra herramientas para otorgar valor social. Las encontraría, eso sí,
para otorgar valor sexual, fuera éste de la importancia que fuera. Pero no hablamos de una vida social
para buenxs al margen de una vida sexual para
guapxs. La designificación hace aflorar el verdadero
origen del placer sexual, si es que éste es su función
más deseable, poniendo en entredicho el valor de
nuestro concepto de belleza, y generando el de una
nueva belleza sexual que se relaciona, lógicamente,
con la capacidad para producir mayor placer sexual,
es decir, con la propia técnica sexual. Como en cualquier otra actividad, la belleza será el correlato de la
habilidad, y ésta accesible a cualquier persona hasta
niveles sobradamente adaptativos. El acceso al sexo
es así democratizado por esta nueva belleza ética que
consiste, simplemente, en la comprobación experimental de la belleza.
Es posible que, tras lo expuesto, parezca un despropósito afirmar que la agamia es un modelo de
aplicación sencilla cuya vocación es no restringirse a
los colectivos en los que se confina el poliamor. La
sencillez teórica del poliamor se acompaña de un
notable esfuerzo emocional que dificulta su práctica.
La agamia, por el contrario, sólo necesita de la teoría
como impulso, siendo su aplicación inmediata y de
nulo sacrificio emocional. Renunciar al gamos, especialmente si no se vive ya dentro de él, sólo requiere
de la determinación de hacerlo. La vida ágama no
exige una formalización de pertenencia que conlleve
aparecer en un desierto inhóspito que, con suerte, se
irá poblando poco a poco. Muy al contrario, es el
reconocimiento de que nuestra actual y precaria integración sexosentimental gámica es nuestro necesario
punto de partida, del que tenemos derecho a liberarnos sin riesgos traumáticos toda vez que nuestros
actos sean éticos, es decir, que concedan el mismo
valor a nuestros fines que a los fines de lxs otrxs.
Actuar a partir de la renuncia al gamos es, como la
construcción del mismo, una opción sexosentimental
(habría que decir ahora “eróticoafectiva”) que construye nuestro lugar social a lo largo de nuestra vida.
Pero mientras que el gamos lo hace mediante grandes
apuestas suicidas tras cuya pérdida obliga a empezar
de cero, la agamia afirma progresivamente sus vínculos, y las evoluciones de éstos tienen como resultado un crecimiento neto continuo. Así, si la vida gámica es una apuesta por el paraíso cuyo resultado es la
soledad, la agamia es la integración progresiva cuyo
resultado es la evolución del crecimiento individual
al social.
La agamia, por lo tanto, nace con una vocación
netamente mayoritaria, como propuesta para todxs
aquellxs que son conscientes de que el amor tiene la
forma de indeseable vía forzosa, y que la única razón
para no renunciar a él es la ausencia de alternativas
viables. La agamia es viable. La agamia es todo lo
demás.
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INTER(W)EXPRESS
Ocho (8) respuestas rápidas para ocho (8) preguntas clave
una entrevista con Juan Antonio Hormigón
1. ¿De todas las que cumples cuál crees que es
tu función más importante o la que tú consideras más decisiva dentro de ADE?
Es difícil responder a esta cuestión. Mis tareas
en la ADE no son antitéticas a mi entender, sino
complementarias. Mi condición de Secretario
General implica ocuparme de la gestión pero
igualmente de dirigir las actuaciones en la política cultural. Todo ello, claro está, en colaboración con la Junta Directiva y el acuerdo de la
asamblea anual de socios. Pero este aspecto desemboca tanto en la dirección de la revista ADE
Teatro como en la editorial Publicaciones de la
ADE. Ambas cuestiones explicitan una concepción de la cultura teatral, y definen también
nuestra dimensión de empresa cultural de base
societaria y sin ánimo de lucro: es decir, que
cualquier beneficio se reinvierte en nuestra actividad. Quedan más apartados, pero estos que
acabo de enunciar son, desde mi punto de vista,
las columnas que sustentan la ejecutoria de la
ADE.
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cosa de la ADE, porque es frecuente que en mi caso
ambos planos se confundan.
Pero sobre todo, tengo la convicción de que
muchos valemos más que uno, que reunirse y agruparse nos permite reconocernos y nos da una capacidad de acción e intervención mucho más amplia. Yo
podría haber hecho muchas cosas en solitario, pero
hacerlo desde la ADE ha multiplicado su difusión, ha
posibilitado realizar proyectos grupales, ha propiciado la solidaridad y la ayuda mutua, etc. Por eso la
ADE se ha convertido como antes dije, en una
empresa cultural de base social, que diseña programas y prácticas de trabajo con unos objetivos cultura-
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La ADE surgió en su día, hace treinta y dos años,
como una necesidad de los directores de escena de
agruparnos y combatir por el reconocimiento profesional y por tener un mecanismo de intervención en
la política teatral. Fui el primer Secretario general y
salvo unos pocos meses, lo he seguido siendo a lo
largo de todo este tiempo. Es cierto que he vinculado
mucho mi trabajo profesional a la ADE, pero ha sido
fruto de un proceso paulatino y también de haber
logrado construir un instrumento de acción bastante
sólido. Cuando planteo algo de forma personal fuera
de aquí, con frecuencia tengo que explicitar que no es
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2. ¿Cuál fue, en su momento, la razón por la
que vinculaste tu vida personal y profesional
de un modo tan intenso y comprometido a
ADE, y qué razones hacen que sigas aún en la
brega de un modo tan enérgico?
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les precisos, democráticos, que buscan producir cambios en la mentalidad y el desarrollo progresista de la
sociedad española.
3. ¿Es posible, en la España actual, un teatro sostenible e influyente socialmente al margen de las
leyes del Mercado?
Por supuesto que es posible, en la medida en que
exista un sector público teatral fuerte, solvente y
cohesionado, con objetivos precisos u una política
cultural coherente que establezca pautas de acción,
criterios de repertorio y fomente el acceso de los
públicos. Incluyo en este apartado un sistema mixto
en cuanto a la financiación, pero que responda igualmente a criterios como los expuestos. Lamentablemente esto no ha sido materia que haya interesado lo
más mínimo a los partidos políticos que o bien nada
sabían, o querían lavarse las manos respecto a la
inversión pública en cultura y más específicamente
en cultura teatral. Venimos reclamando esa política
cultural desde siempre, como también un Pacto de
Estado por la cultura, que elimine los absurdos vaivenes a que nos vemos sometidos según gobiernen
unos u otros y lo que es más grotesco, unas personas
u otras de la misma formación.
En España la mayor parte de los políticos, entiéndase los diputados y dirigentes de las formaciones
representativas, como los cargos públicos en general
y los de cultura en particular, consideran los apoyos
públicos a las actividades de cultura como un mal del
que no es posible prescindir. Poco importa que en
toda Europa la inversión en cultura y en particular en
artes escénicas por parte de los gobiernos centrales,
los regionales y los municipales sea cuantiosa y constante, ni que se establezcan argumentaciones precisas que expresan la razón de todo ello. Aquí se ignoran, lisa y llanamente se ignoran, a pesar de que sean
directrices que hoy mantienen la totalidad de países
de la Unión Europea y del este de Europa.
4. ¿Cuáles son los límites ideológicos y políticos
que un gestor y un agente de la cultura como tú
sabe que no debe traspasar?, ¿te los han marcado o
tratado de marcar explícitamente alguna vez?
Es una pregunta muy importante la que me haces.
Efectivamente mi condición de dirigente de una
entidad como la ADE que es plural, tanto en los
aspectos ideológicos como políticos y estéticos, me
exige la observancia de un equilibrio necesario y responsable. Pero eso no significa caer en la inaneidad
ni en ese fenómeno tan común de la equidistancia,
que encuentro tan deleznable e incluso en ocasiones
repugnante.
Nosotros nos hemos definido desde siempre
como una asociación profesional y cultural, situada
en una esfera distinta a la que compete a los partidos
políticos o los sindicatos. No existen mandatos políticos aunque sí debemos mantener una dialéctica con
los poderes constituidos, en la que se preserve nuestra condición y salgan adelante nuestros objetivos,
tanto en la esfera profesional como en la instauración
de una política cultural.
Dicho esto, cuando represento a la ADE en una
conversaciones, en alguna negociación, intento plantear las posiciones que son mayoritarias en el seno de
nuestra entidad, manifestadas en Congresos, asambleas, seminarios, encuentros o en nuestra revista.
No siempre coinciden plenamente con las mías, pero
como dirigente de la ADE tengo la obligación de responder a estos planteamientos que, por supuesto,
nunca son contrarios a lo que pienso porque en tal
caso me apartaría, pero que en ocasiones plantean
actitudes de mayor moderación de lo que entiendo
que sería oportuno. Pero en cualquier caso esta cuestión es más bien conceptual. En la práctica el diseño
de nuestras posiciones se adopta de una manera sencilla y explícita sin mayores problemas, porque la
posición mayoritaria es en defensa de la cultura, el
teatro, la democracia o la justicia, por ejemplo.
En cuanto a las presiones, de modo explícito no se
han dado, pero sabemos que lo hacen o lo intentan.
El contenido crítico de mucho de lo que hacemos, les
gusta poco a los detentadores de cargos públicos que
no tienen conciencia patriótica alguna ni piensan en
el progreso del país, sino que sólo contemplan sus
propios intereses, a veces ni tan siquiera los del partido gobernante. Podré un ejemplo: En el pasado
conseguimos que existieran subvenciones nominativas para algunas entidades culturales sin ánimo de
lucro de dimensión nacional y proyección internacional. Ello garantizaba un margen de independencia y
la posibilidad de elaborar un presupuesto coherente
entre otras cosas. Pues bien, la llegada del señor
Lasalle a la Secretaría de Estado de Cultura supuso la
eliminación de dicho procedimiento lisa y llanamente, sin negociación alguna. Podría haberse hablado
de reducir las contribuciones por la crisis, pero era
otra cosa lo que se pretendía. Se trataba de recuperar
el control absoluto y de castigar a quienes no dijeran
sí a todo, incluidas sus tropelías. Claro que a la larga,
he visto pasar a un montón de mediocres por estos
cargos que no se sabe donde están, cuando menos no
en el ámbito cultural, y nosotros seguimos adelante.
5. ¿Es posible, o deseable, como muchos piensan, la
neutralidad política e ideológica en la gestión y la
acción cultural?
La neutralidad no existe en este campo, como tampoco la información objetiva. Es una añagaza justificati-
La ADE tiene treinta y dos años de existencia como
ya dije, lo cual es en si mismo un logro importante.
Sin duda ha contribuido a dignificar la figura del
director de escena, que llegó a nuestro país con
mucho retraso. Hemos instaurado entre nuestros
asociados una conciencia profesional. De hecho, elaboramos un “Código ético” de los directores de escena, que contempla cuestiones tan básicas como la
solidaridad, el respeto hacia los colegas, la responsabilidad que debe presidir nuestra tarea, etc. Hemos
planteado muchas cuestiones de orden puramente
profesional, pero creo que este tipo de planteamientos posee un calado mucho más hondo.
La ADE elaboró hace unos años, en 2006, las
“Bases para un proyecto de Ley del Teatro”. Es una
propuesta de la que nos sentimos muy orgullosos y
que pensamos, no es vana ilusión, que un día se hará.
También propusimos antes de las elecciones de 2007,
“35 propuestas para la gobernación de los teatros en
España”, un documento que tiene plena vigencia
porque nada se ha hecho y hemos ido a peor.
En un plano más general, nuestra revista ADE
Teatro o nuestras Publicaciones de la ADE han contribuido al conocimiento de obras españolas y
extranjeras, clásicas y contemporáneas, que nunca se
habían publicado o traducido en su mayoría o que
estaban fuera de circulación desde hace mucho tiempo. Pero además hemos ofrecido monográficos en la
revista respecto a temas de política y sociología del
teatro, así como otros referidos a la práctica escenica,
la información internacional, etc.
Además hemos mantenido a través de nuestros
Congresos, seminarios, encuentros, presentaciones,
etc., una reflexión constante sobre aspectos formativos y de discusión sobre problemas concretos de las
artes escénicas en España, en sus diferentes facetas.
Hemos mantenido y mantenemos unas relaciones
internacionales todo lo amplias que permiten nuestros recursos, hemos propiciado y llevado a efecto
proyectos de investigación, como los que dedicamos
a las autoras o directoras en el teatro español, etc.
Más allá de los aspectos relativos a nuestra actividad diaria y concreta, creo que este conjunto de acti-
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Una bien sencilla y que ya he enunciado: desde el
punto de vista privado la cultura se convierte en mercancía en nuestro sistema actual. Lo público, cuando
se aplica realmente como concepto y práctica concreta, deriva en la preservación del producto cultural
para que en principio, pueda conservar sus valores
intrínsecos. Que nadie entienda mal mis palabras. Yo
no propongo la gratuidad de los bienes culturales de
inmediato y por decreto, pero sí de una adecuación
que permita que sean accesibles a la mayoría de la
población y que mediante este intercambio, se contribuya en alguna medida a su sostenimiento. Eso no
quita para que en el horizonte pueden formularse
propuestas más contundentes, que exijan cambios
profundos en el modo de producción.
Por otra parte, en lo referente al teatro, aparece la
figura del director autoproductor o del pequeño
colectivo teatral que intentan hacer teatro. Con frecuencia esta es una labor esforzada, de profunda
entrega y plagada de riesgos de todo tipo. A estas
opciones se les considera “privadas”, e incluso se ven
forzadas a adoptar la forma de empresas, pero nada
tiene que ver con los grandes empresarios aunque
7. ¿Crees que tu trabajo, y ADE, repercute, de un
modo apreciable y práctico, en la situación del teatro en nuestro país?
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6. ¿Hay alguna diferencia apreciable hoy entre la
gestión privada y la gestión pública de la cultura,
en general, y del teatro, en particular?
alguno se lo cree. Todo este tejido, cuya continuidad
y estabilidad está siempre en la cuerda floja, necesita
una articulación diferente en cuanto al concepto productivo y a su apoyo público.
Lo mismo podríamos decir de otras esferas de la
producción cultural, pero son tantas las especificaciones que sería preciso hacer, que esta cuestión exigiría
mucho espacio y tiempo para exponerla.
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va de que se está con la derecha o con el poder de la
clase dominante. Quiero decir con esto que caben las
posiciones abiertas, no sectarias, que contemplen la
diversidad, aunque cada una de estas conductas exijan definición. Para mí, como es lógico, luchar por un
teatro relevante como hecho y bien de cultura, que se
esfuerce en la consecución de la calidad de sus realizaciones, que proponga un repertorio que estimule
los valores humanistas, democráticos y transformadores de la vida social y de la condición de los ciudadanos, que se confronte en consecuencia con esa concepción del teatro o la cultura como simple mercancía tan presente en nuestro país ahora, me parece un
programa de acción política en si mismo.
Lo interesante es que dicho programa puede ser
asumido por personas con ideologías diferentes aunque seguramente partícipes de algunas convicciones
ineludibles. Yo diría que esto es ser de izquierdas.
Ahora bien, en mi vida he conocido a personas que
dicen ser de derechas pero que en su comportamiento cívico o cultural son lo contrario. En cierto modo
son de izquierdas sin saberlo. También, debo decirlo,
gentes que se les llena la boca con mucha revolución
y mucho pronunciamiento, y que en ambos casos son
todo lo contrario. No invocaré a ninguno de los clásicos para decir que donde se muestra la posición respecto a la cultura y la condición de los individuos, es
en la práctica cívica y social.
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vidades inciden sin duda en nuestro mundo escénico, tanto en la ampliación del repertorio como en el
cuestionamiento crítico de una práctica rutinaria o en
la propuesta de unos objetivos que lo sitúen como un
importante instrumento de crítica o reflexión sobre
nuestra vida social. El problema es que no siempre se
ve o se quiere ver, todo lo que hemos hecho y seguimos haciendo.
8. ¿Cuál es la función de la revista ADE-Teatro en
todo ello?, ¿qué balance harías de su papel a lo
largo de estos años?
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Lo primero que debo establecer es que la revista ADE
Teatro tiene veintiocho años de existencia y va por el
número 152. Además de que incluimos una obra en
cada entrega, inédita o nunca traducida al castellano,
hemos reunido a lo largo de todos estos años unos
materiales que en mi opinión son de suma importancia
para el conocimiento del teatro, su práctica, su teorización, su formación técnica, su valoración crítica, etc.
Dedicamos claro está, un apartado a las cuestiones
inmediatas, no sólo teatrales, que nos afectan como
ciudadanos. Esto ocupa fundamentalmente la sección de editoriales. Pero los apartados más extensos
estan remitidos a paises, comunidades, aspectos de
la realización escénica u otros, y nada tienen de
coyuntural.
Nuestra revista no ha pretendido limitarse a una
actualidad estrecha que se desvanece a los pocos días
de ocurrir. Hemos preferido una reflexión sobre el
teatro perdurable, que responda a la filosofía general
y objetivos de nuestra Asociación. Otra cosa es hasta
donde llega. Pensando en categorías teatrales no
estamos mal, en relación al país somos tan minoritarios como cualquier revista cultural o de pensamiento. Recuerdo lo que dijo Lledó y recogió Anguita en
un discurso: Hemos pasado de la sociedad sin libros
a la de la televisión. Estoy de acuerdo con ese diagnóstico, que sigue siendo el que hiciera Larra en los
años treinta del siglo XIX, y que nos explica lo que
somos como país y nuestras insuficiencias colectivas.
1ª Pregunta ¿Qué hay detrás del asco al término poetisa?
La prevalencia del término poeta, frente a poetisa no
tiene que ver con argumentos de normativa gramatical, pues hoy, ambos son correctos: poeta es un sustantivo común en cuanto al género y así consigna el
DRAE la voz poeta con la abreviatura com. (“nombre
común en cuanto al género”) He señalado hoy, porque la indicación de nombre común aparece por pri-
2ª pregunta: ¿Qué aspectos sociolingüísticos pueden explicar el asco hacia el empleo de “poetisa”?
Para responder a esta pregunta tenemos que detenernos en el momento en que emergen las mujeres escritoras y esto sucede durante el romanticismo. Con todas las prevenciones sobre los límites cronológicos
que provoca datar el romanticismo español3, acordaremos que las fechas que tenemos para situar una
eclosión de escritoras durante el discutido movimiento romántico, según la datación de Marina
Mayoral, abarcan de 1830 a 1870.
En ese periodo del XIX en el que, según esta misma autora, se produjo la aparición de numerosas es-
* Universidad de Verano, Plaza de la Cebada, 29-junio-2014
1- Señalo los tres tomos de la Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización Celia Amorós, Ana Miguel Eds,. Minerva
Ediciones,2005
2.- La RAE sigue manteniendo esta doble entrada (poeta y poetisa), pero modifica el género de poeta (ahora bajo la abreviatura com.)
3.- Tradicionalmente, el período romántico se ha enmarcado entre 1798, el año de la publicación de Lyrical Ballads de Wordsworth y
Coleridge, y 1824, fecha de la muerte de Lord Byron
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
mera vez en la vigésima segunda edición (2001) del
DRAE. En todas las ediciones anteriores, la voz poeta aparecía como sustantivo masculino, para el femenino había la entrada separada poetisa2. El uso del
género común del sustantivo poeta está avalado, entre otros por Antonio de Nebrija quien, en
su Diccionario latino-español de 1492 recoge
ya poeta como única forma para «varón» y «hembra».
Y lo mismo sucede con el término poetisa, igualmente documentado por la historia de la lengua: Poetisa
es coherente con la evolución del idioma para fijar femeninos a partir de sustantivos desde el latín que terminan en a: abad-abadesa. Papa-papisa. Profeta-profetisa. Safo es poetisa y Sor Juana Inés de la Cruz es
la única poetisa, musa décima, equiparándola con la
Antigüedad clásica. Si ambos términos tienen su uso
normativo y son correctos, los argumentos para la
opción de uno u otro término sólo serán de carácter
sociolingüístico por las connotaciones negativas que
arrastra la forma femenina poetisa de este sustantivo.
página 93
Tomemos estas dos palabras: poeta y poetisa, y sigamos su rastro genético para desentrañar de dónde
vienen las connotaciones negativas de una de ellas, la
palabra poetisa. Adelanto que soy de las que he evitado ese apelativo por la connotación peyorativa que
conlleva el término, yo misma he repetido cien veces:
“No, poetisa no, que me suena a mujer desmayada o
a punto de pedir las sales”. Esas connotaciones de
mujer del suspirillo romántico es lo que hemos heredado pegado a la palabra poetisa. Pero, cuando empecé a escarbar por mi cuenta para saber quiénes
eran esas mujeres, que yo no estudié en la universidad, aunque en Filología hubiera una asignatura dedicada a la literatura del siglo XIX, me llevé una gran
sorpresa, tanto por la categoría de sus obras como
por el carácter de sus biografías.
A las preguntas que me surgieron tras el sonrojo
por no haberlas buscado antes pretendo responder
aquí, con voluntad del reconocimiento hacia ellas, las
poetisas, y hacia los trabajos de la investigación feminista que las han recuperado, para que hoy hablemos
con propiedad, empleando el término poeta o el término poetisa, sin engaños1.
YOUKALI, 17
por Mª Ángeles Maeso*
ISBN: 1885-477X
POETISAS: REBELDES O SUMISAS
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
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YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
critoras en el panorama literario; autoras que, según
los estudios bibliográficos que emplea Marina Mayoral4, le permiten afirmar que sobrepasan el millar,
aunque sean escasísimos los datos que tenemos tanto sobre ellas como sobre sus obras5.
Lo cierto es que las mujeres entran en la escritura
al amparo de una estética literaria que:
- propicia el gusto por lo particular frente al
universalismo clasicista;
- el análisis del individuo concreto, de su entorno y de sus circunstancias;
- potencia la imaginación y la fantasía;
- sustituye el ideal de precisión lógica por el
de colorido y expresividad.
La libertad temática del romanticismo conllevó un
gran abanico de temas para la poesía, además de una
poesía amorosa, que enfatiza la expresión de la intimidad, (signos de interrogación y exclamación, puntos suspensivos) se prodiga una poesía narrativa en
consonancia con la revitalización del Romancero antiguo y una poesía moral y social de matiz satírico o
festivo. Sucede también que en nombre de la libertad
romántica personal para hablar de todo, el paquete
temático de la nueva estética propicia el desarrollo
de la literatura de conflictos sociales. Podemos decir que la literatura romántica es muy comprometida. Recordemos que el modelo viene de Byron.
Señalo estas notas para tener presente que la exaltación de la intimidad que se juzga cursi en el caso de
las poetas, está igualmente presente en los poemas
de ellos, a los que sin embargo se les perdona como
característica de estilo6. Con esa misma marca, hay
buenos poetas y hay ripiosos poetastros. Así que en
el caso de las mujeres que emergen en el romanticismo bien pudo haber sucedido que emergiera, junto
al término poetisa, para las buenas, el de poetastra
para las malas. Pero no sucedió esto, ellas cargarán
con el apelativo de poetisas ya con las mismas connotaciones negativas que el de poetastro. Ellos son poetas o poetastros, si son malos. Ellas, sólo poetisas que
es lo mismo que decir, todas malas.
De ese amplio abanico temático que ofrece la li-
bertad romántica, a ellas, a las poetisas, lo que se les
adjudica es el canto de la intimidad o la expresión de
la sentimentalidad derivada de la contemplación del
paisaje. Ellos, los poetas, no tienen límites temáticos
ya que pueden hablar de todo. El nuevo artista considera que tiene una misión social, profeta de los
tiempos modernos, ángel caído, añora otra patria
más pura, y hace ver a los demás el ideal. Pero el
abordaje sin límites de estas cuestiones es únicamente masculino.
En resumen, la nueva estética propicia la expresión de la intimidad; hace uso de una libertad para
eliminar límites a cualquier temática. Esa nueva libertad se ve favorecida por el cambio de rol social en
la figura del artista que vive de su trabajo. Las mujeres que se proponen ser poetas, pero las literatas, serán excluidas de esta libertad romántica.
3ª pregunta: ¿Y qué sucede cuando ellas, las poetisas, abordan temas impropios del “alma de mujer”?
Rosalia de Castro (1837-1885) se queja de lo que entrañan estos prejuicios en un poema metaliterario, señala el desajuste discriminatorio entre masculino y
femenino y se pregunta:
De aquelas que cantan ás pombas i as frores
todos din que teñen alma de muller,
pois eu que n’as canto, Virxe da Paloma
¡ai!, ¿de qué a terei?
Rosalía de Castro, Follas Novas, 1880.
¿De qué la tendré?, es la pregunta que cierra el poema, que es lo mismo que preguntarse qué clase de
monstruo seré? Rosalía problematiza su propia personalidad. Ella no canta a las palomas y a las flores,
ella no se reconoce en lo que se espera de la poetisa7. Como tampoco Carolina Coronado, Concepción
Arenal, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Rosa-rio de
Acuña y otras se ajustaron a ningún patrón dado para que encajara en la supuesta alma de mujer.
Las mujeres del XIX que resisten frente al discurso dominante patriarcal, carecen de modelos de au-
4.- En la introducción a Escritoras Románticas españolas, 1990 se puede afirmar que las escritoras románticas sobrepasan el millar.
5.- Aunque Rosa Chacel afirmara que en España no hubo romanticismo y que la expresión femenina de la sensibilidad romántica no
apareció en España antes del siglo XX, se trata de una afirmación que también rechazó Susan Kirkpatrick, (1991: 11) en su estudio
sobre las autoras románticas españolas entre 1835-1850.
6.- Bécquer, por ejemplo, también carga con el apelativo de cursi, pero se le indulta en cuanto renovador de estereotipos
7.- Manuel Seco en su Diccionario de dudas, en la entrada poeta: aplicado a mujer, recoge una cita de Rosalía de Castro en 1859
(«Madame de Staël, tan gran política como filósofa y poeta», La hija del mar.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
Tiemblo escucharla. ¿Será manía?
Oigo un murmullo cerca de mí:
no me cuadra
tal palabra;
que el murmullo
que al arrullo
de la sátira
nació
me lastima
con su giro
y un suspiro
me arrancó.
Si han de ponerme nombre tan feo,
todos mis versos he de romper.
No me cuadra
tal palabra;
no la quiero;
yo prefiero
que a mi acento
lleve el viento
y cual sombra
que se aleja
y no deja
ni señal,
a mi canto
que es mi llanto
arrebate
el vendaval.
4ª pregunta: ¿Quiénes eran estas mujeres que así
denuncian el rechazo al término “poetisa”?
Rosario de Acuña: (Madrid 1850 –Gijón, 1923)
Dramaturga, poeta, articulista. Una militante y vanguardista del pensamiento feminista, una mujer que
página 95
¡Ya viene, mírala! ¿Quién?
–Esa, que saca las coplas.
–Jesús, qué mujer tan rara.
–Tiene los ojos de loca.
Diga V., don Marcelino,
¿será verdad que ella sola
hace versos sin maestro?
–¡Qué locura!, no señora;
anoche nos convencimos
de que es mentira, en la boda:
si tiene esa habilidad
¿por qué no le hizo a la novia,
siendo tan amiga suya
décimas o alguna cosa?
–Una décima, es preciso
dije– el novio está empeñado:
«ustedes se han engañado
me respondió, no improviso.»
–Siendo la novia su amiga,
vamos, ¿no ha de hacerla usted?–
«Pero por Dios, si no sé,
¿no basta que yo lo diga?»
La volvimos a rogar,
se levantó hecha una pólvora,
y en fin, de que vio el empeño
se fue huyendo de la boda.
Esos versos los compone
otra cualquiera persona,
y ella luego, por lucirse,
sin duda se los apropia.
–Porque digan que es romántica.
–¡Qué mujer tan mentirosa!
–Dicen que siempre está echando
relaciones ella sola.
–Se enseñará a comedianta.
–Ya se ha sentado ¡la mona!
Más valía que aprendiera
a barrer que a decir coplas.
–Vamos a echarla de aquí.
–¿Cómo? –Riéndonos todas.
–Dile a Paula que se ría.
–Y tú a Isabel, y tú a Antonia.
Ja ja ja ja ja ja ja.
Ya mira, ya se incomoda.
Ya se levanta y se va…
¡Poetisa!
Raro capricho la mente sueña:
Será inmodestia, vana aprensión.
Tal palabra
no me cuadra;
a su sonido
a mi oído
no murmura
con dulzura
de canción;
no le presta
la armonía
melodía
y hace daño
al corazón.
YOUKALI, 17
LA POETISA EN UN PUEBLO
Otras rechazan abiertamente el término poetisa como Rosario Acuña en este poema:
ISBN: 1885-477X
toridad, de referentes para ejercer su obra, tienen que
irse muy lejos y mirar hacia Safo, que es la poetisa, y
poetisas se nombran también ellas, pero muy pronto fueron conscientes del uso peyorativo que conllevaba ese nombre y lo hicieron frente. Algunas, como
Carolina Coronado, denuncian descarnadamente la
burla de que son objeto, en un poema de 1845
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
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YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
se separa del marido antes del primer año de casados,
hablamos de 1876, por no consentir la infidelidad masculina aceptada por la costumbre, lo que es sorprendente dada la época. Librepensadora, defensora de la
separación de la Iglesia y el Estado. Mujer de polémicas, que, junto con sus convicciones republicanas y su
apasionada defensa de la libertad le iban a ocasionar
graves contratiempos a lo largo de su vida. Su obra de
teatro “El padre Juan”, prohibida por anticlerical la lleva a la ruina. En uno de sus artículos «La jarca de la
Universidad» 1911, que le envía a Luis Bonafoux, editor del periódico francés El Internacional de París,
muestra su indignación y utiliza la ironía para denunciar las vejaciones de que fueron objeto un grupo de
estudiantes universitarias extranjeras en Madrid. El
artículo, que fue reproducido también enEl
Progreso de Barcelona, causó tal escándalo por la ferocidad con que denuncia R.de Acuña la bestia machista, que motiva una huelga de estudiantes con masivo
seguimiento. Ante la perspectiva de ir a la cárcel,
Rosario de Acuña opta por huir a Portugal. Dos años
después, en 1913, regresa del exilio con un indulto. A
su vuelta a Gijón deposita su esperanza en la clase trabajadora, ahora más que nunca se siente cerca de los
desheredados, de los que sufren y padecen, de los que
se retuercen ante las iniquidades de la sociedad: «¡Si
no es por vosotros, proletarios, esto se acaba, se acaba!», dice en uno de sus artículos con los que asiduamente participa en la Aurora social, periódico socialista de Asturias. En la ceremonia de inauguración de la
Escuela Neutra Graduada de Gijón, pronuncia una
conferencia, El ateísmo en las escuelas neutras8, donde
pide a las madres que confíen sus hijos en otro modo
de educar: “Mandad, mujeres y madres, vuestros hijos
y deudos a la Escuela neutra, que ha de contribuir a la
civilización de Gijón, sin duda avergonzado al mirar
en sus calles tantos rapazuelos que, con MUCHÍSIMA
RELIGIÓN DOGMATIZADA, se burlan de los ancianos, escarnecen a las mujeres, maltratan a los animales, roban frutas, se apedrean e insultan y sirven después como manadilla de dulces corderos, para comparsas de manifestaciones fanáticas y supersticiosas”.
A su muerte, en 1923, aunque ella había expresado su deseo de un entierro silencioso, fue acompañada por un cortejo popular, representantes de las logias “Jovellanos” y “Riego”, del Ateneo Obrero, del
Círculo Reformista y de otras sociedades democráticas, así como por destacados dirigentes de las asociaciones obreras.
Carolina Coronado (Almendralejo, 1820 + Lisboa
1911). Si el romanticismo había propiciado una temática social desde una mirada compasiva hacia los tipos marginales de la sociedad, como manifiesta
Espronceda en sus poemas a mendigos o condenados a muerte, ella denuncia a una fiera intocable, más
feroz que cualquier alimaña y que, sin embargo vive
en el seno de la sociedad:
El marido verdugo
¿Teméis de ésa que puebla las montañas
Turba de brutos fiera el desenfreno?…
¡Más feroces dañinas alimañas
La madre sociedad nutre en su seno!
Bullen, de humanas formas revestidos,
Torpes vivientes entre humanos seres,
Que ceban el placer de sus sentidos
En el llanto infeliz de las mujeres.
No allá a las lides de su patria fueron
A exhalar de su ardor la inmensa llama;
Nunca enemiga lanza acometieron,
Que otra es la lid que su valor inflama.
Nunca el verdugo de inocente esposa
Con noble lauro coronó su frente:
¡Ella os dirá temblando y congojosa
Las gloriosas hazañas del valiente!
Ella os dirá que a veces siente el cuello
Por sus manos de bronce atarazado,
Y a veces el finísimo cabello
Por las garras del héroe arrebatado.
Que a veces sobre el seno transparente
Cárdenas huellas de sus dedos halla;
Que a veces brotan de su blanca frente
Sangre las venas que su esposo estalla.
Y que ¡ay! del tierno corazón llagado
Más sangre, más dolor la herida brota,
Que el delicado seno macerado,
Y que la vena de sus sienes rota…
Así hermosura y juventud al lado
Pierde de su verdugo; así envejece:
Así lirio suave y delicado
Junto al áspero cardo arraiga y crece.
Y así en humanas formas escondidos,
Cual bajo el agua del arroyo el cieno,
Torpes vivientes al amor uncidos
La madre sociedad nutre en su seno.
En otro de sus poemas “Libertad” explica por qué las
8.- ttp://www.telecable.es/personales/mfrie1/obras/conferencias/ateismo.htm
Esta poetisa, con motivo de la fundación de la
Sociedad Abolicionista, leyó su poema “A la abolición de la esclavitud en Cuba” (1868). Tal escándalo
provocó el poema y unas declaraciones suyas contra
los manejos yankees, que le costaron el cese a su marido, Horacio Perry, como primer secretario de la
Embajada de Estados Unidos en Madrid.
No, no es así: al mundo no se engaña.
Sonó la libertad, ¡bendita sea!
Pero después de la triunfal pelea,
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
¿Qué derecho tendrás, noble Castilla,
para dejar cadenas en sus manos,
cuando rompes los cetros soberanos
al son de libertad que te acaudilla?
no puede haber esclavos en España.
¡O borras el baldón que horror inspira,
o esa tu libertad, pueblo, es mentira!
A Carolina Coronado, el poeta satírico Manuel del
Palacio le dedica unos versos que evidencian que no
se le perdonan sus intromisiones políticas:
Tierna, discreta, sensible,
Yo te admiro, Carolina;
Pero, ¡ay!, me das mucha pena
Cuando me hablas de política!
Concepción Arenal (El Ferrol 1820-1893). Más conocida por sus trabajos en el campo del Derecho, es poeta, ensayista. Consiguió asistir como oyente, disfrazada de hombre, a las clases de Derecho de la
Universidad Central de Madrid. Viuda a los nueve
años de matrimonio, presenta a concurso en 1860 el
ensayo “La beneficencia, la filantropía y la caridad” a
la Academia de Ciencias Morales y Políticas, firmado
con el nombre de su hijo de diez años, que obtiene el
primer premio. La sorpresa del jurado, cuando abren
la plica y descubren que está escrito por una mujer,
les pone en un brete, porque esto nunca había sucedido. Aún así, el jurado sostiene su merecimiento y
emite a la prensa una nota de explicación que inicia
“por amor de madre”9. A su obra La mujer del porvenir, de 1884 corresponde este fragmento:
9.- «Por amor de madre. La Academia de ciencias morales y políticas, publica las siguientes líneas: “Enterada la Real Academia de que
don Fernando Ágel del Carrasco y Arenal, cuyo nombre estaba escrito en el pliego cerrado que acompañó a la Memoria premiada
sobre beneficencia, es un niño de diez años; y constando a la corporación, después de las investigaciones que ha estimado conducentes, que quien la escribió fue doña Concepción Arenal de García Carrasco, la cual puso en lugar de su nombre el de su hijo don
Fernando, ha acordado que se tenga a dicha señora como autora de la Memoria para los efectos del programa de 3 de Julio de 1859,
y que este acuerdo se anuncie en la Gaceta”. Felicitamos a la escritora moralista por su triunfo, que demuestra su talento y a la vez
los sentimientos maternales.» (El clamor público, periódico del partido liberal, Madrid, viernes 28 de junio de 1861, pág. 3.)
página 97
“¡Libertad! ¿qué nos importa?;
¿qué ganamos, qué tendremos?:
¿un encierro por tribuna
y una aguja por derecho?
¡Libertad! ¿de qué nos vale
si son los tiranos nuestros
no el yugo de los monarcas,
el yugo de nuestro sexo?
¡Libertad! ¿pues no es sarcasmo
el que nos hace sangriento
con repetir ese grito
delante de nuestros hierros?
¡Libertad! ¡ay! para el llanto
tuvímosla en todos tiempos;
con los déspotas lloramos,
con los tribunos lloraremos,
que, humanos y generosos,
estos hombres, como aquellos,
a sancionar nuestras penas
en todo siglo están prestos
Los mozos están ufanos,
gozosos están los viejos,
igualdad hay en la patria,
libertad hay en el reino.
Pero, os digo, compañeras,
que la ley es sola de ellos,
que las hembras no se cuentan
ni hay Nación para este sexo.
Por eso aunque los escucho
ni me aplaudo ni lo siento;
si pierden ¡dios se lo pague!
y si ganan ¡buen provecho!”
YOUKALI, 17
Libertad
A la abolición de la esclavitud en Cuba
Si libres hizo ya de su mancilla
el águila inmortal los africanos,
¿por qué han de ser esclavos los hermanos,
que vecinos tenéis en esa Antilla?
ISBN: 1885-477X
expectativas de éxito por una renovación política de
tipo liberal deja a las mujeres sin nada qué celebrar:
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
página 98
YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
Si la ley civil, mira a la mujer como un ser inferior al hombre, moral e intelectualmente
considerada, ¿por qué la ley criminal le impone iguales penas cuando delinque? ¿Por
qué para el derecho es mirada como inferior
al hombre, y ante el deber se la tiene por
igual a él? ¿Por qué no se la mira como al niño que obra sin discernimiento, o cuando
menos como al menor? Porque la conciencia
alza su voz poderosa y se subleva ante la
idea de que el sexo sea un motivo de impunidad: porque el absurdo de la inferioridad
moral de la mujer toma aquí tales proporciones que le ven todos: porque el error llega a
uno de esos casos en que necesariamente tiene que limitarse a sí mismo, que transigir
con la verdad y optar por la contradicción.
Es monstruosa la que resulta entre la ley civil y la ley criminal; la una nos dice: «Eres un
ser imperfecto; no puedo concederte derechos.» La otra: «Te considero igual al hombre y te impongo los mismos deberes; si faltas a ellos, incurrirás en idéntica pena.»
Es inevitable leer la argumentación precedente sin
recordar a la pionera del feminismo, Olimpia de
Gouges, que durante la Revolución Francesa había
escrito, casi cien años antes, en 1791, Los Derechos de
la Mujer y de la Ciudadana defendiendo que, si la mujer tiene derecho a subir al patíbulo, también tiene
derecho a subir a la tribuna.
Tanto Carolina Coronado como Concepción
Arenal formaron parte de la “Sociedad Abolicionista
Española” que se crea en 1865. Imperdonable es la
ausencia de reconocimiento como luchadoras por la
abolición de la esclavitud, ignorando la intervención
de las poetisas y literatas del XIX, no solo con poemas
antiesclavistas, sino por su participación pública a favor de la liberación en mítines y manifestaciones10. El concurso literario que convocó el periódico
“El abolicionista” en 1866 fue ganado por Concepción Arenal con su poema “La esclavitud de los negros”. En el realiza una valiente acusación contra los
poderosos, los cristianos, los traficantes y los poseedores de esclavos, a los que da el calificativo de fieras
y en el que también culpa a las mujeres del abuso:
“hasta el punto de llamar a una dueña de esclavos le-
ona furiosa y feroz verdugo. La poeta, en este punto,
no excluye a las mujeres del horror, adelantándose a
las historiadoras feministas de la década de los setenta que investigaron sobre las mujeres que ejercieron
la violencia y la opresión sobre sus semejantes a lo
largo de la historia; actitud que ciertas feministas no
muy documentadas rechazaban en aras de una supuesta bondad intrínseca de las mujeres”11.
Tener alma de mujer implica sobre todo no ser
dueña de un de un discurso, sino reproducir el heredado. Centrarse en la temática de la intimidad y la
enfática expresión de los sentimientos. Pero resulta
que ellas, las poetisas, están escribiendo, publicando,
opinando, denunciando, entrando de lleno en los
conflictos sociales de su época. Y lo que ponen sobre
el tapete es que en la búsqueda de esa identidad de
autora, por el que se interroga Rosalía de Castro, se
topan con que su situación es similar a la del esclavo.
Quien va a elaborar un discurso literario denunciador de la condición femenina equiparable a la esclavitud será la poetisa y novelista cubana Gertrudis
Gómez de Avellaneda en su novela Sab, publicada en
1841, en España, primera novela antiesclavista de la
historia, anterior a La cabaña del tío Tom de la escritora norteamericana Harriet Beecher Stowe. En ella, la
denuncia la esclavitud es consecuencia inevitable de
la postura igualitarista de su autora. Es una faceta de
un sistema ideológico más amplio que abraza, entre
otros elementos, la defensa de todas las minorías o
grupos humanos oprimidos, incluyendo al indio y a
la mujer:
“Oh, las mujeres! Pobres y ciegas víctimas!
Como los esclavos, ellas arrastran pacientemente su cadera y bajan la cabeza bajo el yugo de las leyes humanas. Sin otra guía que
su corazón ignorante y crédulo, eligen un
dueño para toda la vida. El esclavo, al menos, puede cambiar de amo, puede esperar
que juntando oro, comprará algún día su libertad, pero la mujer, cuando levanta sus
manos enflaquecidas y su frentre ultrajada
para pedir libertad, oye el monstruo de voz
sepulcral que le grita: ‘En la tumba’”. Son
palabras puestas en boca del propio esclavo
Sab, hacia el final de la novela y que ponen
de manifiesto cuán inseparables son las lu-
10.- Aunque España contaba con una ley de abolición de 1837, su aplicación solo se llevaba a la práctica en el territorio metropolitano,
excluyendo los territorios los de ultramar, lo que colocó a España en la vergonzante situación de ser la penúltima nación abolicionista, seguida sólo por Brasil.
11.- Victoria Prieto Grandal, art. Escritoras románticas españolas contra la esclavitud, 2010
Que Leopoldo Alas Clarín, en escriba esta frase: “La
poetisa fea, cuando no llega a poeta, no suele ser más
12.- El sufragismo, en Celia Amorós y Ana de Miguel, Teoría feminista de la ilustración a la globalización, T.III. 2005
13.- La norma no escrita esgrimida como respuesta, “no hay sitio para señoras”, se aplicó también a las que posteriormente lo intentaron: Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán (que, solicitó su ingreso en tres ocasiones: 1889, 1892 y 1912) y tantas otras hasta que
en 1978 ingresara la primera mujer, Carmen Conde.
14.- Solos de Clarín, 1881
15.- No es la única perla de este autor. Echad un vistazo a la Regenta: C.V y XXVI, por ahí la encontraréis ridiculizada con el nombre
de “Jorge Sandio” ¿Y quién es este Jorge Sandio adjudicado como apodo? Pues nada menos que la castellanización chusca de
George Sand. Sus lectores del momento se partirían de risa con la gracia.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
página 99
5º pregunta. ¿Qué les hace odiosas?
YOUKALI, 17
Es el caso de Gertrudis Gómez de Avellanada.
En otra de sus novelas, de 1842 defiende el divorcio como la solución a una unión no deseada, cosechando a sus primeros detractores por el abierto feminismo que ya destaca en su obra. Su tercera novela será Espatolino, obra de corte social, en la que denuncia la terrible situación en que se encuentra el sistema penitenciario de entonces.
Con la poeta, novelista, dramaturga y ensayista
Gertrudis Gómez de Avellaneda, se iniciaría una injusticia histórica que arrancó en 1853 con la negativa
a ser admitida RAE, aunque contara, desde que se
trasladó a España, con el respeto de los círculos literarios del Madrid de mitad del XIX y con el respeto y
admiración de los grandes intelectuales de la época:
Alberto Lista, Juan Nicasio Gallego, Manuel Quintana o José Zorrilla. La negativa para su ingreso en la
Academia por ser mujer produjo intensas polémicas
que ella misma avivó: “La presunción es ridícula, no
es patrimonio exclusivo de ningún sexo, lo es de la
ignorancia y de la tontería, que aunque tienen nombres femeninos, no son por eso mujeres”13.
que una fea que se hace el amor en verso a sí misma”14 indica tal grado de desprecio que, si tenemos
en cuenta el talento, voluntad y valor de estas mujeres a las que llaman poetisas, mide un grado de rencor que solo puede explicarse por motivos no verbalizados15.
Baste este ejemplo para señalar que ellos no escatiman medios para denostarlas. Ellas sí tenían que ser
muy fuertes para pelear en ese frente de la humillación y el escarnio. Gertrudis Gómez de Avellaneda,
Carolina Coronado, Concepción Arenal, Rosario de
Acuña… Apenas cuatro nombres de esas poetisas
cursis que hemos imaginado al lado del suspirillo
evanescente. Y que sin embargo están reivindicando
derechos de la mujer, como la educación, denunciando los malos tratos por parte de los maridos, el inhumano trato en las cárceles que deja en total desamparo a los reclusos y reclusas, ejerciendo la defensa de
la libertad de pensamiento frente al absolutismo. ¿Qué puede explicar –no justificar– el odio con
el que se les somete a constante escarnio?
Creo que para considerar el rechazo tan feroz a la
figura de la escritora en el XIX hay que tener en cuenta la transformación económica hacia una sociedad
industrial que va a modificar la figura del artista,
ahora es un autor-trabajador autónomo, no dependiente de un mecenas, ahora vive de su pluma mediante las colaboraciones en forma de artículos o de
capítulos de novelas por entregas a la prensa escrita.
Ya no se vive del patrocinio al amparo de tal o cual
conde o duque, sino de la propia escritura o de las
conferencias; el desarrollo de la prensa periódica, durante el siglo XIX hace del escritor periodista, articulista, novelista que publica por entregas, etc. De la escritora también. Ellas también entran y resultan muy
peligrosas, al menos en dos frentes:
1.-Como competidoras ante las reducidas “ofertas de
empleo”. Ellas también viven de su pluma, publican y cobran por sus artículos y se las ve como enemigas competidoras en un mercado a las que conviene expulsar.
2-Como nuevos sujetos que emergen desde su antigua condición de objeto al papel de narradoras, y
que pueden cuestionar la verosimilitud del perso-
ISBN: 1885-477X
chas abolicionistas de la emergencia del pensamiento feminista. En la década de los 30 en
América se formaron grupos antiesclavistas
de ideología liberal, de los que formaban
parte las mujeres, muy activos, recogían firmas de apoyo, organizaban conferencias, denunciaban la complicidad de las iglesias en
el mantenimiento de la inferioridad de los
negros. La iglesia, a través de la asociación
de pastores congregacionistas, reaccionó
publicando una carta pastoral en la que sostenía que el papel de las mujeres no consistía
en tratar asuntos públicos. “Las mujeres más
conscientes comprendieron que era necesario luchar globalmente por un nuevo orden
de cosas”, señala Alicia Miyares12.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
naje mujer, representado en los textos de los autores, ya sea en poemas, dramas o narraciones, donde la mujer suele aparecer estereotipada, bien con
la marca de la perversa Eva (apasionada, histéricas,
depresivas, irracionales, suicida) O bien con la
marca maternal Ave (piadosa, perdonadora, leal,
casta, sufrida, amable, silenciosa) Muda, sobre todo muda, como dice Bécquer:
(…)
Ella tiene la luz, tiene el perfume,
el color y la línea,
la forma, engendradora de deseos;
la expresión, fuente eterna de poesía.
¿Que es estúpida?… ¡Bah! Mientras callando
guarde oscuro el enigma,
siempre valdrá, a mi ver, lo que ella calla
más que lo que cualquiera otra me diga…
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YOUKALI, 17
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¿Qué hacen las mujeres escribiendo, elaborando un
discurso propio, si Bécquer ya anda publicando sus
Rimas, en periódicos? Ellas, las poetisas, lo que tienen que hacer es callarse, abandonar la pretensión de
convertirse en sujeto del discurso, y funcionar como
objeto mudo en el poema, que ya ellos lo saben todo
y puedan celebrarlas como estúpidas, pero mudas,
misteriosas, inalcanzables. Vagamente humanas.
Pero ellas, Rosalía de Castro, Carolina Coronado,
Gertrudis Gómez de Avellaneda, Concepción
Arenal, Rosario de Acuña, entre otras, no leídas por
si algo de la condición de las cursis poetisas XIX se
nos pegara, nos salen al paso de los grandes conflictos de su tiempo y es una falta tremenda de rigor crítico y de honestidad intelectual separar su nombre
de las luchas contra la esclavitud, entre otras muchas
luchas que también emprendieron en pro del derecho a la educación de la mujer. Ellas no callaron y
ahora, hablar de ellas implica hablar de federalismo;
de educación laica; de los inicios del feminismo; de
movimientos obreros; de abolición de la esclavitud,
de anticlericalismo…
6ª. Pregunta: ¿No será esta la causa para que se les
silencie tanto?
Yo lo dejo aquí, con la esperanza de haberos provocado un poco de curiosidad por las poetisas rebeldes.
Y un poco de desconfianza para leer o releer lo que
heredamos. Porque no siempre estamos empezando.
TRES VOCES DESDE CHILE
Por Ivo Maldonado
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
PUERTA AMÉRICA / POESÍA
4
Hago llegar esta granada oscura de tres voces particulares dentro del constructo-artístico de la poesía chilena, tres voces diferentes entre sí y muy distintas a
las voces habituales de esta parte del mundo. Es bueno que se conozca la otra
mitad, esa mitad más estética pero no por eso menos profunda. Dejo esta señal
para los oídos atentos que buscan en el fondo de las cosas la materia indisoluble, pero como decía el gran poeta Gonzalo Rojas: “Lo peor de un poema es la
presentación”. Abrazos fraternos a los lectores de YOUKALI desde este trozo
de tierra empuñado por los volcanes que acechan las olas del cielo.
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ISBN: 1885-477X
Diego Maquieira (Santiago, 1951), es un poeta y
artista plástico chileno. Premio Pablo Neruda
1989, es considerado un poeta trascendente por
la crítica de su país, a pesar de su escasa producción literaria. Hijo de diplomático vivió su
infancia en Nueva York. El constante desplazamiento por culturas e idiomas distintos, debido
al trabajo de su padre, dio a su que hacer la
característica para definirse como un poeta
internacional chileno. Su primer libro, Upsilon,
fue publicado en 1975. A este primer poemario
le siguieron Bombardo (1977), poema visual; La
Tirana (1983), Los Sea Harrier en el firmamento
de eclipses. Poemas de anticipo (1986); Los Sea
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ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
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Harrier (1993) –el primer poemario en formato de compact disc–; su antología
de Vicente Huidobro titulada El oxígeno invisible (1991) y la última edición de La
Tirana y Los Sea Harrier, publicada en noviembre de 2003.
LA TIRANA IV
(HOTEL VALDIVIA)
No quiero hablar del medio papelón
Velázquez. Perdóname, pero no había
nadie. No fue nadie a tu estreno
cuando te arrendaste el HOTEL Valdivia
para restaurar la Inquisición de Lima
que te quedaba más cerca
y complacer así a tu Iglesia.
Nos recibiste subido en el techo copiado
a la pata al cola de Miguel Ángel
Y te tirabas desde allá arriba
a hacer volar la pieza principal
de los Reyes Católicos.
Estaban tus peores amiguitas
La Pío Nono, La Carla y la Reina María
Así fue que tu amigo el prelado buenmozo
que merodeaba por el sector
se persignara como el mar
La media fiesta, Rodríguez, los pocos invitados
que iban llegando volaban por los salones
porque los cuerpos iban en el aire, Velázquez
agarrando lámparas y gritando amor
a los ataques inmisericordes de tus perros
No sabíamos cómo monjas salir de ahí
Y ya estábamos pensando en dar la muerte
cuando te vino un fuerte bajón a la cara
y se te ocurrió echar a volar a la mamá
mente fuera de aquí, y verla paseándose
desconsolada por los pasillos del HOTEL
os educaron para atrás padre
Bien preparados, sin imaginación
EL GALLINERO
Nos educaron para atrás padre
Bien preparados, sin imaginación
Y malos para la cama.
No nos quedó otra que sentar cabeza
Y ahora todas las cabezas
Ocupan un asiento, de cerdo.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
Nos metieron mucho Concilio de Trento
Mucho catecismo litúrgico
Y muchas manos a la obra, la misma
Que en esos años
Repudiaba el orgasmo
Siendo que esta pasta
Era la única experiencia física
Que escapaba a la carne.
Y tanto le debíamos a los Reyes Católicos
Que acabamos con la tradición
Y nos quedamos sin sueños.
Nos quedamos pegados
Pero bien constituidos;
Matrimonios bien constituidos
Familias bien constituidas.
Y así, entonces, nos hicimos grandes:
Aristocracia sin monarquía
Burguesía sin aristocracia
Clase media sin burguesía
Pobres sin clase media
Y pueblo sin revolución.
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Teníamos fuerte afición al vino
le rendíamos culto a los racimos de uva
y éramos arrogantes, crédulos
pendencieros
Preferíamos la muerte
a perder la libertad
y llevábamos la alegría del amor
hasta las puertas del infierno
hasta desafiar a la misma muerte
desnudándonos en pleno combate
o agrandándonos las heridas recibidas
Y si veíamos en peligro la vida
de nuestras mujeres y la nuestra
nos dábamos muerte por gusto continuo
Y éramos tan arrebatados en la guerra
que jamás actuábamos de acuerdo a un plan
No conocíamos ni la humildad
ni la caridad, ni la abnegación
ni la dulzura
Éramos serios y semifabulosos
y adorábamos a nuestras esposas
que adoraban el falo y el oro.
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ARS VITAE
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BANQUETE FRATERNO
Domingo noche a la comida privada
que diseñamos con el canciller de Ratzi
bajo un toldo en el desierto de Al Bumba
y los dos solos como mesas de arrimo
y con nuestros gorros de Armani
fue de una ociosidad acongojante:
Mire me dijo, “y si quiere salir vivo
de aquí mejor escúcheme. Nuestra religión
no es un baile. No es una balsa de perdidos
en el mar, ni un manicomio de adivinos.
Su estructura profunda e inamovible
no es libertaria, sino sacramental
y por lo tanto, jerárquica, ¿me sigue?”
Así en ese tono me hablaba, Luchino
y me salía con implantes así como éste;
“Nuestros dogmas no son murallas
que nos impiden ver
sino ventanas abiertas al infinito”.
Así igual seguía hablándome, Luchino
mientras yo chupaba mi Bellaterra
con uvas rosadas y quesos hediondos
“Nuestra liturgia no es una farándula
no es una pesadumbre que solicite
a Teresas tetonas ni a desvergonzados
Nuestra liturgia no vive de escalofríos
y sorpresas, de ocurrencias cautivadoras
sino de repeticiones solemnes”.
Así seguía mientras yo seguía bebiendo
hasta que lo calmé en un momento dado
y le dije: las brevas van una maravilla
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
Enrique Lihn: Poeta, novelista y ensayista
chileno nacido en Santiago de Chile en
1929. Realizó sus estudios básicos en el
Saint George College, posteriormente en el
Colegio Alemán y en la Escuela de Bellas
Artes de la Universidad de Chile.
Miembro de la generación del 50, inició
muy joven la carrera literaria, incursionando no sólo en poesía sino también en el
campo de la novela, el ensayo y la
crítica. Fue profesor del Departamento
Humanístico de la Universidad de Chile y
en 1965 viajó a Paris mediante una beca de
museología de la Unesco. Posteriormente
vivió en Cuba y EE.UU., gracias a la beca
Guggenheim obtenida en 1978. Su obra
poética consta de numerosas publicaciones, entre las que se destacan: Nada se
Escurre en 1949, Poemas de este tiempo y de otro en 1955, Poesía de paso en
1966, Situación Irregular en 1977, A partir de Manhattan en 1979, El Paseo
Ahumada en 1983 y Diario de la muerte en 1989. De los galardones obtenidos
sobresalen el Premio Municipal de Poesía 1970 por su obra La musiquilla de
las pobres esferas y el Premio Casa de las Américas de Cuba por su obra Poesía
de paso en 1966. Falleció en 1988.
Pero escribí: tuve esta rara certeza,
la ilusión de tener el mundo entre las manos
—¡qué ilusión más perfecta! como un cristo barroco
con toda su crueldad innecesaria—
Escribí, mi escritura fue como la maleza
de flores ácimas pero flores en fin,
el pan de cada día de las tierras eriazas:
una caparazón de espinas y raíces
YOUKALI, 17
Escribí: fui la víctima
de la mendicidad y el orgullo mezclados
y ajusticié también a unos pocos lectores;
tendí la mano en puertas que nunca, nunca he visto;
una muchacha cayó, en otro mundo, a mis pies.
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Ahora que quizás, en un año de calma,
piense: la poesía me sirvió para esto:
no pude ser feliz, ello me fue negado,
pero escribí.
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PORQUE ESCRIBÍ
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
De la vida tomé todas estas palabras
como un niño oropel, guijarros junto al río:
las cosas de una magia, perfectamente inútiles
pero que siempre vuelven a renovar su encanto.
La especie de locura con que vuela un anciano
detrás de las palomas imitándolas
me fue dada en lugar de servir para algo.
Me condené escribiendo a que todos dudarán
de mi existencia real,
(días de mi escritura, solar del extranjero).
Todos los que sirvieron y los que fueron servidos
digo que pasarán porque escribí
y hacerlo significa trabajar con la muerte
codo a codo, robarle unos cuantos secretos.
En su origen el río es una veta de agua
—allí, por un momento, siquiera, en esa altura—
luego, al final, un mar que nadie ve
de los que están braceándose la vida.
Porque escribí fui un odio vergonzante,
pero el mar forma parte de mi escritura misma:
línea de la rompiente en que un verso se espuma
yo puedo reiterar la poesía.
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Estuve enfermo, sin lugar a dudas
y no sólo de insomnio,
también de ideas fijas que me hicieron leer
con obscena atención a unos cuantos psicólogos,
pero escribí y el crimen fue menor,
lo pagué verso a verso hasta escribirlo,
porque de la palabra que se ajusta al abismo
surge un poco de oscura inteligencia
y a esa luz muchos monstruos no son ajusticiados.
Porque escribí no estuve en casa del verdugo
ni me dejé llevar por el amor a Dios
ni acepté que los hombres fueran dioses
ni me hice desear como escribiente
ni la pobreza me pareció atroz
ni el poder una cosa deseable
ni me lavé ni me ensucié las manos
ni fueron vírgenes mis mejores amigas
ni tuve como amigo a un fariseo
ni a pesar de la cólera
quise desbaratar a mi enemigo.
Pero escribí y me muero por mi cuenta,
porque escribí porque escribí estoy vivo.
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YOUKALI, 17
Nada tiene que ver el dolor con el dolor
nada tiene que ver la desesperación con la desesperación
Las palabras que usamos para designar esas cosas están viciadas
No hay nombres en la zona muda
Allí, según una imagen de uso, viciada espera la muerte a sus nuevos amantes
acicalada hasta la repugnancia, y los médicos
son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios usuarios
la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen
porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora
Nada tiene que ver la muerte con esta imagen de la que me retracto
todas nuestras maneras de referirnos a las cosas están viciadas
y éste no es más que otro modo de viciarlas
Quizá los médicos no sean más que sabios y la muerte -la niña
de sus ojos- un querido problema
la ciencia lo resuelve con soluciones parciales, esto es, difiere
su nódulo insoluble sellando una pleura, para empezar
Puede que sea yo de esos que pagan cualquier cosa por esa tramitación
Me hundiré en el duelo de mí mismo, pero cuidando de mantener
ciertas formas como ahora en esta consulta
Quiero morir (de tal o cual manera) ese es ya un verbo descompuesto
y absurdo, y qué va, diré algo, pero razonable
mente, evidentemente fuera del lenguaje en esa
zona muda donde unos nombres que no alcanzan a ser
cuando ya uno, qué alivio, está muerto,
olvidado ojalá previamente de sí mismo
esa cosa muerta que existe en el lenguaje y que es
su presupuesto
Invoco en la consulta al Dios
de la no mismidad, pero sabiendo que se trata
de otra ficción más
sobre la unión de Oriente y Occidente
de acápites, comentarios y prólogos
Un muerto al que le quedan algunos meses de vida tendría que aprender
para dolerse, desesperarse y morir, un lenguaje limpio
que sólo fuera accesible más allá de las matemáticas a especialistas
de una ciencia imposible e igualmente válida
un lenguaje como un cuerpo operado de todos sus órganos
que viviera una fracción de segundo a la manera del resplandor
y que hablara lo mismo de la felicidad que de la desgracia
del dolor que del placer, con una sonriente
desesperación, pero esto es ya decir
una mera obviedad con el apoyo
de una figura retórica
mis palabras no pueden obviamente atravesar la barrera de ese lenguaje desconocido
ante el cual soy como un babuino llamado por extraterrestres a interpretar
el lenguaje humano
Ay dios habría que hablar de la felicidad de morir en alguna inasible forma
de eso que acompañó a la inocencia al orgasmo a todos y a cada uno
ISBN: 1885-477X
Nada tiene que ver el dolor con el dolor...
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
de los momentos que improntaron la memoria
con impresiones desaforadas
Cuando en la primera polución
-mucho más mística que la primera comunión- pensabas en Isabel
ella no era una persona sino su imagen el resplandor orgástico de esa creatura
que si vivió lo hizo para otros diluyéndose para ti carnalmente
en el tiempo de los demás
sin dejar más que el rastro de su resplandor en tu memoria
eso era la muerte y la muerte advino y devino
el click de la máquina de memorizar esa repugnante devoradora
acicalada en palabras como éstas tu poesía, en suma es la muerte
el sueño de la letra donde toda incomodidad tiene su asiento
la cárcel de tu ser que te privaba del otro nombre de amor
escrito silenciosamente en el muro
o figuras obscenas untadas de vómito
tu vida que -otra palabra- se deslizó, sin haberse podido
engrupir en lo existente detenerse en lo Pasajero hundir el hocico
feliz en el comedero, golpear por un asilo nocturno
con el amor como con una piedra
la muerte fue la que se disfrazó de mujer en el altillo
de una casa de piedra y para ti de sombra y humo y nada
porque ya no podías enamorar a su dueña, temblando
del placer de perderla bajo una claraboya con telarañas
tienes que reconstituir ese momento ahora que la dueña de la casa es la
muerte
y no la otra, esa nada ese humo esa sombra
darte el placer de ser ella y de unirte a ella como los labios de Freud
que se besan a sí mismos
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Si se ha de escribir correctamente poesía...
Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.
Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.
Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.
YOUKALI, 17
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Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.
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Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus
nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
Pablo Mackenna Dörr (Santiago, 1969), realizó sus estudios primarios en
Colegio Tabancura. Tiene un año de estudios de Arquitectura y dos de
Administración de Empresas, así como tres de Filosofía en la Universidad
de Heidelberg, en Alemania. Sus
obras a la fechas son: Papas cocidas,
poesía, Santillana, 2001. Cuarenta
Noches, relatos, Planeta, 2006. Anatomía del amor perfecto, poesía, Pehuén,
2008; con prólogo de Raúl Zurita.
Actualmente prepara un libro de
cuentos y otro de poesía.
china
una chinita me sonrió
en el bazar de Li-Huan
en el centro de Hong Kong
casi lloro de tristeza
cuántos siglos habrían de pasar,
silenciosos
cuántas estaciones
cuántos lomos partidos
de adoradores del arroz
lavando cada grano
conspirando bajo el sol de Cantón
para moldear esa sonrisa
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Bangkok Hotel
lloran las monedas en la mesa de luz
llora la niña en la ventana
titilan cinco estrellas fatuas
el cielo entero de Bangkok
se descerraja
lloran las sábanas en los tendederos
la vergüenza almidonada
Buda
impertérrito en la plaza
No voy a vadearte amor
No voy a vadearte amor, no voy a vadearte
que el rugir del aullido en tu entraña
esta tarde no me hace temblar
Con el pecho desnudo y mi monta
Porque No voy a vadearte amor, no voy a espantarme
desde lo hondo, a la hondonada
decidido te vengo a lacear.
Y aunque el hueso se hiele y se parta
Con la escarcha que corre en tu sangre:
ni voy a alejarme amor, ni voy a dejarte
no pretendas hacerme callar.
Que No voy a vadearte amor, no voy a frenarme
¡si es menester mis alforjas lacera
desmembrados se cuelen mis sueños!
¡Convierte en guijarros las marcas
que de amantes, curtieron mi cuerpo!
Destierra al mar, de mí las huellas:
de aguardiente, tabaco y encierros
de mi lazo que llora de noche
y va trenzando sus propios recuerdos.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
vengo pronto a arrojarme en tus fauces:
¡que tu furia de viejos glaciares,
desde el cuello me prenda y me arrastre!
Que no voy a vadearte más, no voy a esperarte
aunque brames preñada de esteros
aunque tiñas de azufre tus labios
con la sangre de todos los cerros.
Aunque cuelguen de ti, la maldita
la desdicha de tantos arrieros.
el cielo se desborda en tus páramos
fisgonea tu silueta, grietas, pliegues
el cuenco de tus manos
la hipnosis y el vértigo de tu ombligo
en el gesto piadoso de tu pubis
(como las manos temblorosas de un niño frente al altar)
donde se contiene, resopla húmedo y descansa
te baña el universo
se cobija infinito el silencio
se esconde la noche entera
YOUKALI, 17
el cielo comienza en tus pies
tan solo un salto
y te vuelves estrella
ISBN: 1885-477X
el cielo comienza en tus pies
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Que No voy a vadearte mas, no voy a escaparme
Vengo presto a empaparme en tus muertos
pues prefiero ahogarme en tu turba
que seguir orillando tus besos.
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN CRÍTICA
sigilosos tus pies, tu frente erguida
desgarra tu cuerpo quirúrgico
como la quilla vuelta de un naufragio
el hálito inmenso del firmamento
el cielo comienza en tus pies
y trepa sigiloso y madreselva
dibujándote a soplos
como el artesano al cristal candente
te envuelve como un guante
y ahoga en un abrazo vaporoso
el jadeo de tu piel
el cielo se mira en tus ojos
crepita en tus pestañas
aletean, mariposas, tus párpados
las antípodas agitan su reflejo
se desatan los monzones
y enmudece la tierra al contacto de tu voz
el cielo recorre tu boca, penetra en tu garganta
titila en tu pecho
como el fulgor de una luna en el agua
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el cielo persigue tu estela, las huellas
de arcilla, guijarros, la hierba
y a cada paso
te vuelve a atrapar, te envuelve y te germina
como al pistilo
el abrazo fecundo de las abejas
y es que el cielo tiene una herida
rasgado como un lienzo
arponado el vientre
como el cerrojo de una llave diamantina
que eres tú
porque el cielo comienza, nace y muere
cada vez
allí donde tú terminas
en el eterno big bang de tu pulso
que arremolina la luz en tu seda
precipitándose al origen
como una flecha expulsada
desde el arco curvo del tiempo
al silencio de tu primer latido
Una de las más sintomáticas y recurrentes líneas narrativas de
la última novela española se ha construido desde –y para– la
recuperación de la denominada, tanto desde la crítica académica como su apologética paralela en lo referente al despliegue
publicitario de los grandes grupos editoriales, «memoria histórica» caracterizada por el obsesivo despliegue de discursos preñados de problemáticas y contradicciones centrados en personajes trazados desde el más radical individualismo narrativo
(psicologismo y monólogo interior), traumas larvados, catarsis
justificativas de anteriores comportamientos y un edulcorado
sentimentalismo que suele enmarcarse y tamizarse a través de
una matriz argumental sostenida por figuras y acontecimientos
emblemáticos.
Sin embargo, bajo ese supuesto barniz de intelectualismo
comprometido y de reflexión acerca de nuestra «verdad histórica» contemporánea, lo cierto es que se ha conformado, desde
esas historias, un oscurecimiento, cuando no una premeditada
(re)utilización, de las auténticas circunstancias histórico-ideológicas (guerra civil y transición), que terminaron desembocando
en el pactismo de la izquierda, el abandono consiguiente de los
postulados marxistas, la desaparición de la lucha obrera y de la
explotación cotidianas cuyo corolario ha sido el dejarse devorar
y asimilar, utilizando siempre el manido recurso de la «modernidad», por el despiadado neoliberalismo ya, definitivamente, instalado y dominante en todos los niveles del Estado.
Así lo esquematiza y desenmascara el profesor Juan Carlos Rodríguez1:
Pero según las imágenes establecidas, los EEUU eran la libertad y la democracia y los rusos eran el estalinismo
totalitario. De modo que el asunto no tenía color. Aunque no solo se trató del technicolor frente al gris: había,
repito, verdadero miedo capitalista a que los trabajadores y los intelectuales europeos se inclinaran hacia un
modelo socialista, solo que democratizado. Y por ahí empezó el exacerbamiento politicista, el antimarxismo visceral en cualquier sentido. […] Y de hecho ahí surgió todo el problema: libertad, sí, pero nada de anticapitalismo. Y ese era el desafío para los partidos comunistas del sur europeo: cómo seguir luchando contra el capitalismo, evitando a la vez que los identificaran con la URSS. Y eso era lo difícil para el PCE/PSUC en España: por
ello, sus dirigentes –para conseguir que “las masas” los consideraran demócratas– se lo concedieron todo a los
liberales burgueses o cuasi franquistas todavía.
1 Rodríguez Gómez, Juan Carlos, De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, Madrid, Akal, 2013, pp. 30-32.
ANÁLISIS / RESEÑAS
página 113
por Francisco Álamo Felices
(Universidad de Almería)
YOUKALI, 17
El tiempo cifrado, alumbramiento y transición, una novela de Matías Escalera
Cordero (Amargord, 2014)
ISBN: 1885-477X
RESEÑA
ANÁLISIS / RESEÑAS
Esto es, la desaparición de la novela social y comprometida ha desarrollado en la narrativa contemporánea,
como antítesis del realismo, un patológico tratamiento del yo y de sus procesos internos de introspección. Las
contradicciones ideológicas y la explotación, cada vez más feroz, han dejado de estar presentes como tema
novelesco. El olvido de las fuerzas sociales, muy consciente y estructurado, ha sido aceptado casi por unanimidad. Frente a esto, la ficción nostálgica se ha impuesto, un modelo narrativo que no sólo cumple “con una
función propagandística que fomenta la ideología dominante, sino que ésta contribuye al sustento de un
engaño colectivo construido a base de un consumo compulsivo de ficción2.
Frente a este discurso homogéneo y consolidado, aparece el contrapunto artístico-literario alternativo y
de compromiso con la dialéctica materialista de Matías Escalera.
La novela El tiempo cifrado (inédita, desde el final de su proceso de reescritura definitiva, a principios de
este siglo, hasta ahora) es otra herida abierta, como el resto de la producción literaria de nuestro autor, dentro del corpus novelístico anteriormente referido y del corporativismo elitista de sus representantes más significativos en el mercado del libro.
Con un más relajado tratamiento de su habitual y desbordante uso de los procedimientos paratextuales3
–frente a, por ejemplo, Un mar invisible (2009) –, Escalera Cordero despliega, en estas páginas, una desconsoladora –en tanto que anti-triunfalista– historia de pérdidas y traiciones personales y políticas que descubre,
de manera directa, sin culpas ni expiaciones consoladoras, el verdadero rostro de todos aquellos perdedores
y derrotados que dejó el mitificado tiempo de la denominada, y ya sacralizada, «Transición». El autor recurre en su texto, y alternando en la narración la omnisciencia editorial junto a los diálogos, las analepsis temporales y el monólogo interior, al encuentro «generacional» entre el profesor de Universidad Fernando
Aróstegui (detenido por asesinato) y su hijo Javier (otro perdedor en la vida), a una disección del tiempo feliz
de la utopía de la España de la modernidad postfranquista y de su alienación social y juvenil, encuadrado
entre el final de la Dictadura (de 1973 a 1976) y la descomposición posterior de las esperanzas y proyectos
sociales populares junto a la degradación del orgullo de la militancia política de los compañeros de viaje de
Fernando (entre 1986, año emblemático, y 1987).
Matías Escalera conforma una estructura argumental que, alternando una historia sentimental, íntimamente ligada al compromiso político del protagonista, desemboca en el fracaso vital de éste y de su violenta
tragedia final. Ahora bien, tomándole la palabra a José Aranda, toda esta trama se instala, en oposición, por
tanto, a cualquier concesión melodramática y sensiblera evanescente y vacua:
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[…] en la realidad de la sociedad presente, como único lugar útil y válido para materia novelable; y que ahí y
desde ahí, más nos inquieta y desazona, más abre y hace saltar la paz y tranquilidad nuestras, de nuestros hábitos y costumbres más fundados y normales, más domésticos y familiares, de nuestras más terribles noches del
alma4.
Así se plasma la relación amorosa –seca, directa, sin contemplaciones pseudo-románticas– entre Fernando y
su amante extranjera Anja. El abandono (huida), sin apenas explicaciones, que éste realiza de su mujer Elena,
absorbido por su fidelidad al Partido y, sobre todo, por su falta de ubicación y hastío ante la realidad del país.
De esta manera se confiesa a su hijo Javier: «Tu recuerdo (ni el de tu madre) no debía entorpecer ni estorbar un destino tan afanosamente construido, precisamente, para olvidar [...]» (p.46)5. La sórdida vida de Carmen (pareja de
Javier), asesinada mientras se prostituía con un degenerado e influyente político6: «Este hijo. Esta mujer (porque él lo sabía perfectamente –¿cómo no lo iba a saber?– que Carmen era una puta de lujo y que su hijo era un camello,
que no servía ni para chulo de aquella mujer)» (p. 185). O el retrato de Ricardo (antiguo camarada de Fernando),
otro fracasado y desorientado personaje, abandonado, en su caso, por su mujer Paula.
2Álvarez-Blanco, Palmar y Dorca, Toni (coords.), Contornos de la narrativa española actual (2000-2010), Iberoamericana-Vervuert, 2011, p. 28.
3 Destacan, no obstante, la utilización del epígrafe alógrafo, el cual, después del propio título, funciona como el elemento paratextual que más incidencia e información puede ofrecer sobre el contenido o sentido de la obra (cfr. los epígrafes que, abriendo cada capítulo de la novela, sitúa
Escalera referidos a letras y estribillos de los más conocidos grupos de música pop nacional, en perfecta simbiosis extradiegética con la historia
narrada).
4 Aranda Aznar, José, El que habita el olvido, (Contraportada José Antonio Fortes), Barcelona, Anthropos, 1987.
5 Las referencias tomadas de la primera edición: Madrid, Amargord, 2014.
6 A cuyo intermediario mata Fernando en una catarsis extrema, de contornos purificadores pero sin salvación posible, que sirve de epílogo al proceso de concienciación que éste realiza tras el descubrimiento doloroso de que su entrega personal y política han sido un fraude.
ANÁLISIS / RESEÑAS
Toda una galería de actores, cuyos desustanciados trayectos y proyectos personales, dinamitan, desde la
médula, el placentero psiquismo pequeño-burgués y las cínicas reconversiones ideológicas de las otras nebulosas propuestas literarias de mercado «regeneradoras» y escamoteadoras de ese tiempo histórico.
De todo lo anterior emana el hecho de que la configuración diegética de la narración y el trazado de esos
personajes sólo adquiere luz y sentido bajo las circunstancias político-sociales que, por entonces, se vivieron
junto, claro está, a los débitos que se pagaron y los sacrificios que quedaron en la cuneta del olvido y del oprobio. Sirvan estos ejemplos:
a) El mercadeo político y la traición a la lucha obrera.
Capítulo XIX: «DEMÓCRATA UNO: Ha llegado el tiempo del beneficio, ya era hora de que nos incorporáramos a la fiesta, ¿no os parece? (risas)» (p. 129).
b) La disolución del ideario y de la praxis marxistas y el entreguismo a la burguesía capitalista:
Fernando a Paco (miembro del PCE): «¿Qué coño significa eso de pensar “en marxista”?» (p.145).
Ricardo (sindicalista) a Fernando: «Me parece que así estamos todos; necesitamos que nos convenzan otra
vez, que nos digan que vale la pena, que ha valido la pena todo cuanto hemos hecho, lo que hemos dejado atrás,
toda la puta vida que hemos tenido [...]» (p. 160).
Fernando a Ricardo: «[…] pero vosotros -la clase obrera, por dios-, vosotros ya no interesáis a nadie […]»
(p. 161).
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Destaca, por otro lado, en El tiempo cifrado, otra de la constantes presencias arquitectónicas del universo literario de Matías Escalera Cordero, nos referimos a su denuncia de la consideración de la literatura como un
inane –lingüístico/formalista/espiritual– discurso al servicio y consolidación de la ideología dominante: «La
poesía no ha sido otra cosa que la épica de la Nada» (p. 17), a lo que se le une, como programática de otra enseñanza-explicación de los textos literarios, un vasto despliegue teórico-histórico por dos de las obras más sintomáticas de la literatura española de crisis entre épocas, productos, en suma, de las etapas de transición entre ideologías en lucha. Se trata, en este caso, del Libro de Buen Amor (que es utilizado, además, en una conferencia
que sobre el Arcipreste realiza Fernando, como modelo axial de las contradicciones ideológicas que puede
supurar un texto y envolver, a la vez, a las del propio personaje), y del Infante Don Juan Manuel, así como
–en época ya contemporánea–, Señas de identidad, de Juan Goytisolo, y La verdad sobre el caso Savolta, de
Eduardo Mendoza.
El resto de aspectos/denuncias que Escalera Cordero expone recorren desde las sospechas sobre la técnica cuando funciona al servicio de los intereses económicos de las grandes multinacionales, el submundo
escondido tras los neones de las grandes urbes y sus lacras, especialmente la prostitución, como metáfora
poderosa y como una de las más vergonzosas consecuencias de la explotación más miserable, hasta la alerta
–siempre presente en las preocupaciones de Matías Escalera– frente al poder alienante que están imponiendo las palabras y los discursos falsos con la pérdida de sus referentes colectivos y sociales como otra de las
estrategias del neoliberalismo dominante.
Con la novela El tiempo cifrado, Matías Escalera, junto a su hábil y magistral dominio de las técnicas y
recursos literarios, nos expone –de manera desnuda y desmitificadora, desde la más radical opción de la realidad como materia novelable– la demolición, la crisis, el abandono y la derrota de las fuerzas de la izquierda entre los años 70 y 80, cuando acudieron prestas al seductor cuerno de la abundancia del capitalismo que
ya embriagaba a los que se empezaban a postular como césares de la modernidad en este país.
Un texto, pues, para la reflexión desde la otra cara de las historias noveladas complacientes y terapéuticas al
uso. Un libro que nos devuelve a la verdad de unos hechos que explican las consecuencias actuales.
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c) El patético mundillo cultural universitario, parodiado de modo agrio e inmisericorde en el capítulo XXX.
ANÁLISIS / RESEÑAS
RESEÑA
UNA SINFONÍA LLENA DE PREGUNTAS SIN RESPUESTA
Un mundo lleno de canciones de amor espantosas, de Rafael Calero Palma
(Alhulia, 2014)
ISBN: 1885-477X
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por Fernando Barbero Carrasco
Un mundo lleno de canciones de amor espantosas es
un libro de relatos del profesor, escritor y poeta
Rafael Calero Palma. Se trata de una sinfonía
contrapuntística: al leerlo, se pueden escuchar
varias melodías y distinguir diferentes sonidos:
corcheas de emoción, notas dulces y acordes llenos de dolor. Su título ya nos advierte y orienta.
Su lectura nos lleva directamente al espanto
cotidiano; a continuación, dos líneas más abajo,
nos hace volar a la magnífica vibración que nos
aporta el amor.
Son doce historias que cabrean. No enfadan,
no indignan, no incomodan: ¡cabrean! Cuando
se finaliza cada uno de los relatos es recomendable tomarse unos minutos de tregua; no se debe seguir con la lectura sin el necesario descanso emocional. No obstante, como los mejores vinos, junto al rasposo buqué del sabor amargo de uno de los
cuentos, se advierte sin esfuerzo la suavidad de una mirada llena de compasión o una actitud solidaria;
y entonces, el deseo de odio y las ganas de revancha que han colmado al lector bajan de nivel y el impactado se une a los perdedores y a quienes tratan de auxiliarles o simplemente de comprenderles.
Cuenta Rafael Calero Palma cosas que le salen de dentro; cosas que antes se le han metido (quién
sabe cómo). Historias muy cercanas que hablan de viejos enfermos del futuro; de mujeres espléndidas
que miran a los ojos y tienen hambre y de trabajadores orgullosos y dignos que lloran impotentes tirados en una acera.
El autor hace sobrevolar a García Márquez y a Bukowski sobre todo el libro y lo hace con un canon
de muerte que se anuncia, mostrándonos por ejemplo, a una mujer tocando fondo y vendiéndose por
piezas o nos hace preguntarnos qué es más real: ¿la telebasura o los telediarios?
Lo que nos deja muy claro Calero, con su literatura directa al mentón (también están presentes de
forma implícita en la obra, Mike Tyson y Jack Dempsey), lo que ya intuíamos hace algún tiempo: que la
vida es muy cabrona. Por el mismo precio, nos hace vivir el primer Consejo de Ministros de un Gobierno
absolutamente reconocible, en el que se expresa por boca de su presidente el verdadero programa político, el oculto. Y de esta sencilla manera, entendemos qué es eso (o qué era eso), que se dio en llamar el
estado de bienestar.
La pluma de Rafael Calero Palma, anárquica, libre y andaluza no se detiene ante nada, no respeta ni
el día de Navidad: lo comprime a un acto de muerte cotidiana, triste, pero cotidiana y a un bocadillo de
jamón con tomate y aceite de oliva, sin olvidar café, copa y cigarrillo (ya sabes: el muerto al hoyo y el
vivo…). Los relatos que conforman Un mundo lleno de canciones de amor espantosas, se leen con rabia y nos
hacen preguntarnos algunos porqués.
Afortunadamente, Rafael Calero Palma no nos da las respuestas, ni nos resuelve los enigmas. Esto es
responsabilidad directa del lector.
ANÁLISIS / RESEÑAS
Pablo Tusset (el autor de Lo mejor que le puede pasar
a un cruasán, En el nombre del cerdo y Sakamura,
Corrales y los muertos rientes) despliega en su última
obra una historia de ciencia ficción que, aunque
pudiera partir de premisas que manifiestan una
crítica a los desarrollos políticos y económicos neoliberales, finalmente presenta un relato que reafirma el statu quo y que desactiva todo proyecto antagonista.
El autor emplea un narrador omnisciente en
presente para desarrollar la novela, la cual cuenta
con una correcta construcción de personajes. La
acción avanza alternando distintos focos de atención. Así consigue una narración ágil, que contiene
cierto tono ligero y socarrón. Sin embargo, a pesar
de un inicio fluido, acusa el lento avance de la
trama principal y termina por languidecer.
Oxford 7 nos lleva al año 2089, a una colonia
espacial destinada exclusivamente a albergar a la
Universidad, situada a 200.000 km de la Tierra, que
tiene plena autonomía. Muestra un escenario posterior a una gran crisis económica producida en
2013, en donde se critica la pasividad y el aletargamiento de esos momentos (recordemos que el libro
se publica en abril de 2011; semanas antes del
15M): «Por culpa de los malditos políticos que nos
ocultaron la verdad, supongo, y de la maldita
gente normal, para qué nos vamos a engañar. Todo
el mundo prefería ocuparse de la liga de fútbol que
[sic] mirar lo que estaba pasando a su alrededor.» (p. 75). De hecho, en dicha colonia, en el presente ficcional,
arranca una gran protesta estudiantil. Esto da pie a que Tusset pueda mostrar una sociedad marcada por un
control policial extremo, pero que llega a lo absurdo antes que a lo trágico. De hecho, trata de lanzar puentes
con la novela 1984 (tanto en referencias solapadas como explícitamente), aunque resultan bastante burdos.
Así, el control se ejerce a través de una asfixiante imposición de multas e impuestos; la denominada «fiscalidad punitiva» (p. 77). Se evita de este modo el uso de la violencia (que está condenada moralmente también).
Los habitantes del mundo ficcional viven en una tecnocracia. La tecnología posibilita grandes recursos
para el bienestar (como alcanzar los 150 años de vida o cultivar en el desierto) pero también es empleada para
reforzar ese control: todas las personas llevan un chip bajo la piel que, con la excusa de permitir un control
médico constante (posibilita análisis de sangre instantáneos), que sirve de coartada para que los ciudadanos
accedan a colocárselo voluntariamente, señala también su posición en todo momento.
Asimismo, la educación formal se encuentra regida por los criterios de rentabilidad económica, por la búsqueda del mayor lucro posible. Toda la política educativa, no sólo a nivel administrativo, está destinado a ello.
Por ejemplo, algunas asignaturas de estudio son: «Historia de Coca-Cola e Historia de Apple como materias
optativas» (p. 33). La presencia de publicidad en las aulas es también explícita. A su vez, la narración recoge
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Una lectura política de Oxford 7, de Pablo Tusset
(Destino, 2011)
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por Alberto García-Teresa
RESEÑA
ANÁLISIS / RESEÑAS
un entorno repleto de marcas comerciales, que aparecen transcritas en el texto para buscar, por un lado, el
reconocimiento del lector y, por otro, para reproducir la apabullante presencia de las grandes empresas en
esa sociedad.
Tusset señala nuestro presente de manera explícita y constante, comparándolo. Así, a nivel represivo indica que nuestra realidad era mucho peor que el presente del mundo ficcional (cárceles, violencia policial). La
lectura política que se extrae de todo ese planteamiento es que el sistema neoliberal se ha sofisticado y ha conseguido que el consumo atraviese toda la estructura social hasta el punto de anular la acción antagonista.
Sin embargo, el escritor nos sitúa en un contexto que termina por inclinarse hacia la utopía antes que hacia
la crítica del presente como podría parecer al principio. La profundización de los rasgos políticos y sociológicos contemporáneos no lleva a la plasmación de un futuro sombrío y degradado, sino a una sociedad con
muchos tintes ideales (y en la que el autor no sabe solventar bastantes problemas de coherencia para llegar a
ella). En esa historia, se ha producido una expansión económica muy importante, aunque en la Tierra (absurdamente, como el Sol y la Luna, aludida aquí en inglés; Earth, Moon, Sun) viven millones de personas en condiciones miserables. Sin embargo, «los pobres actuales sólo lo son en comparación con los ricos actuales: comparados con los pobres del siglo 20 [sic] parecerían burgueses acomodados. Eso es el hipercapitalismo» (p.
123). El sistema se sostiene del siguiente modo (un modo bastante inconsistente y con muchos problemas de
verosimilitud siguiendo incluso la lógica de la política del mundo ficcional retratado):
«Basta formar a unos pocos entre los mejores para mantener la productividad, y el resto puede vivir
en la holganza permanente. Desde luego ese resto no dispone de apartamentos tan confortables
como los pocos que nos formamos, trabajamos, producimos y después tributamos el ochenta por
cierto de nuestras ganancias para mantener a los que todavía hablan de amor, de arte y de justicia
social» (p. 124).
A su vez, no hay rastro de las transformaciones medioambientales. Es más; en una ridiculización negacionista y conspiranoica llega a afirmar (y no perdamos de vista de que se trata de una novela publicada en 2011):
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«––Nada comparado con el partido que se les sacaba a las patrañas sobre el cambio climático a finales del siglo 20 [sic].
»––Quizá algunos científicos estaban equivocados, pero eran honestos.
»Deckard sonríe:
»––Usted sabe perfectamente que eso no es verdad. Lo cierto es que nadie que opinara en contra de
lo establecido, nadie cuyo pensamiento no hubiera sido políticamente corregido, podía sobrevivir en
aquel contexto de pensamiento único» (p. 126).
Hay que señalar que los personajes que dialogan en este pasaje (Deckard es la rectora de la universidad, y
habla con un longevo profesor disidente y progresista) entienden en su conversación como establecido el
consenso acerca del cambio climático y a quienes muestran la acción humana como causante del mismo. No
están aludiendo al «pensamiento único» neoliberal, sino al «pensamiento único» ecologista que, según ellos,
impera en nuestro tiempo.
De hecho, en un momento dado, varios de los estudiantes rebeldes, que están infringiendo leyes y poniendo en riesgo sus carreras y sus vidas, se preguntan:
«––Pero, ¿de qué somos esclavos nosotros?, ¿de las leyes que previamente aprobamos en el parlamento de la Unión Occidental, aunque sea de manera indirecta?, ¿de las corporaciones, de las marcas comerciales, que son poderosas sólo en la medida en que nosotros consumimos sus productos
con gran satisfacción?
»––No: somos esclavos de un sistema que distorsiona nuestras verdaderas voluntades (...).
»––Vale, ahora míralo de esta otra manera: en realidad no estamos luchando contra ninguna opresión, la cruda verdad es que nos hemos inventado un entretenimiento emocionante para descansar
de la rutina.» (p. 103).
Es más; aparece la rebeldía como un deseo romántico: «Lucho porque mi naturaleza me impulsa a ello.
Porque siento que la libertad es requisito previo a cualquier otro bien» (pp. 129 -130). Finalmente, la falta de
argumentos y las motivaciones un tanto carentes de entidad política de los estudiantes sublevados hace que
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dicha revuelta no quede más que como una ingenua expresión de oposición al control, sin expectativa de
transformación social. No en vano, se termina calificando (desde la perspectiva del principal líder de los
movimientos contestatarios; es decir, por una persona que está luchando por ello) de «anarcocircense» (p.
251) la propaganda que los grupos antisistema distribuyen en la Tierra. Con todos esos procedimientos narrativos, el pensamiento y la acción críticos y disidentes quedan, en definitiva, ridiculizados.
Por otro lado, los estudiantes rebeldes necesitan viajar a la Tierra y contactar en Barcelona con ese líder
subversivo ya aludido. Su llegada y su periplo por la ciudad sirven para aportar la mirada extrañada y perpleja del ajeno sobre la cotidianeidad. De hecho, el relato de su visita, con minuciosas y costumbristas descripciones de un mundo muy similar al actual, también debido al enfoque pretendidamente cómico de su
abordaje, salvando las distancias, recuerdan las peripecias de Sin noticias de Gurb. Desde esa perspectiva,
Tusset establece muchos vínculos con nuestros días: se acumulan las referencias geográficas, sociológicas y
deportivas (con el FC Barcelona como fondo). A ellas se suman los continuos guiños culturales (al jazz y al
cine clásico, básicamente) que se encuentran diseminados a lo largo de todo el volumen. A través de ellas, el
escritor busca la complicidad del lector con los personajes, más allá del anclaje con el presente. Sin embargo,
teniendo en cuenta el conjunto, se revela, finalmente, cierta autocomplacencia, pues el autor abusa de ellas, y
se acumulan con gratuidad sin responder a necesidades narrativas.
Por todo ello, Oxford 7 resulta una novela floja, con algunos giros en la trama y varias acciones realmente
incoherentes, además de ser inconsistente en múltiples aspectos y que ofrece, en definitiva, una visión complaciente de la realidad.
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RESEÑA
Antología de poetas hermafroditas, de Carlos Aguasaco
(Amargord, 2014)
por Luis Luna
La extranjería y el desplazamiento marcan
la intensa poesía de Carlos Aguasaco
(Colombia, 1975), publicado en España por
Amargord ediciones. Se trata de una
muestra construida de heterónimos, es
decir, alteridades que son el mismo poeta y
que construyen una voz diversa en la unidad. Esta aparente complejidad se entiende desde una postura donde la perspectiva
del creador se complementa con la obra y
con el lector. Hay cierta fatiga del yo en
Aguasaco y eso se deja notar a lo largo de
todo el texto. De lo que aquí se trata es del
poema sin caer, claro está, en un simple
solipsismo metapoético. En esa tesitura,
Aguasaco se burla de la existencia de un
poeta real, habida cuenta del abuso del
biografismo para explicar el texto. Una
apuesta mayor en un contexto en el que la
extranjería marca no solo una matria –el
lenguaje- sino también un especial modo
de ver y reconstruir la realidad.
Aguasaco se niega, al través de esta
muestra representativa, al exotismo del
poeta latino en EEUU, que escribe en una
lengua que no le es propia y pasa a ser un
objeto de consumo. Muy al contrario, desde
una perspectiva extrañada, se encarga de
desmontar las falacias habituales de una
ciudad como Nueva York, devoradora y
acogedora a la vez. Interesa especialmente a
este respecto comentar los textos del metro
de dicha ciudad. En ese contexto, anclado
en un no lugar, con la identidad débil que todo viajero posee, el autor colombiano se muestra como un auténtico contemporáneo, escribiendo en los bordes, desde la más absoluta intertextualidad, para buscar un camino
que dialogue con los poetas latinoamericanos más representativos. Como observa el prologuista del libro no es
fácil escribir poemas con el enorme peso de la tradición latinoamericana. Y sin embargo, Aguasaco sale airoso
de ese encuentro con la ciudad que describieron Lorca o José Hierro desde esta orilla del Atlántico. Decir algo
interesante desde y de Nueva York es hoy poco menos que una apuesta o una impostura. Hay que arriesgar. El
autor lo hace y el resultado son unos poemas intensos que van descubriendo una serie de figuras espejo tan
extrañadas como el propio heterónimo que las incluye en sus poemas. Son esas figuras las que componen la
coreografía de los días corrientes, de los desplazamientos del esclavo que no entiende de patrias o de nacionalidades. Esa “falta” incide también en la superación de unos cánones nacionales que no se corresponden con la
sociedad en continuo movimiento en la que existimos y nos desplazamos. La idea no es ya pertenecer a un
canon colombiano, peruano o guatemalteco, sino precisamente no pertenecer, no identificarse.
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No identificarse para ser, para lograr la plenitud de los alcances. ¿Qué espacio ficcional ocupa, precisamente
el migrante? Su tierra es, por decirlo de algún modo, el propio desplazamiento. Aguasaco lo sabe bien y sus
poemas construyen una especial mirada que está, por decirlo de algún modo, consensuada con las distintas
voces y tradiciones con las que establece diálogo. Esa comunicación se establece a partir no solo de la temática, sino también de los recursos técnicos. La imagen es sin duda uno de los fuertes de esta poesía rotunda.
Antonio Méndez Rubio nos lo dijo muy bien: hace falta subvertir el poder desde un lenguaje otro, que el
poder no pueda absorber. La metáfora, el ritmo, cierto neobarroco presente en estos textos conspiran contra
lo establecido, precisamente ese dogma establecido de la frontera que tanto afecta a los desplazados. Y es que
la frontera es exterior pero también interior y no entiende otro lenguaje sino el de la metáfora que pueda
derribarla. Palabras como arietes o fisuras en el muro de lo marcado por el albur de los que dominan.
Poesía como resistencia y desobediencia, como anclaje contra y en el movimiento. Todo poeta migrante es
clandestino aunque haya sido absorbido por el tráfago de su nuevo hogar. Ejerce en la clandestinidad su lengua, que es su lengua madre, pero que también es otra, la que ha logrado crear para soportar la existencia. Es
ahí donde el hermafroditismo, la ambigüedad y la soledad, a veces terrible, que se respira en estos poemas
se hacen soportables y se pueden erigir en máscaras frente al otro. Se trata, pues, de buscar la identidad en la
no-identidad, allí donde es posible escapar de los conceptos tiempo y espacio que ubican a los sujetos.
Poesía, pues, de la desubicación o de la ubicación otra, la del verdadero ser, ajeno a las identidades que le
superponen y le amordazan. Carlos Aguasaco es y busca ser, en lo trabajadamente propio, en ese espacio
interseccional donde la poesía es la lengua primera y única.
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RESEÑA
HISTORIA DE TRES
Tan lejos de Dios, de Roxana Popelka
(Baile del Sol, 2014)
ISBN: 1885-477X
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por J. S. De Montfort
El título del último libro de relatos de Roxana
Popelka (Gijón, 1966), Tan lejos de dios (Baile del
sol, 2014), hace referencia a una cita del presidente -y dictador- mexicano Porfirio Díaz y que
dice así: “¡Pobre México”, tan lejos de Dios y tan
cerca de los Estados Unidos”. La alusión aparece en el relato precisamente titulado Tan lejos de
dios, un relato ambientado en Oaxaca (México)
y que supone una remembranza de la visita de
una hija a su padre (y a la nueva familia de este).
Como sucede con toda colección de relatos
no unitaria, se hace difícil rastrear un patrón
común. Sin embargo, sí podría decirse de todos
ellos que son relatos donde la sustancia no es el
estilo ni la intriga, sino más bien lo que podríamos llamar “el estudio clínico de un caso”. Así,
con excepciones, los relatos tienden a centrarse
en la descripción precisa de un personaje (o dos)
a quien -casi siempre- algo ya le ha sucedido.
Esto es: la tragedia ya fue, solo que no se ha
materializado. Diríamos pues que, en un sentido
general, los cuentos de Tan lejos de dios están atravesados por un afán testamentario. Y tal voluntad se caracteriza por su enfática asertividad.
La infidelidad es uno de los grandes temas
del libro. Así, se podría decir que se trata de relatos de parejas en los que siempre aparece un tercero. Y ese tercero es alguien a quien, de alguna
manera, sí no se espera, ya se presiente. Por eso,
la sombra de la triada no siempre se presenta con
el disfraz de un ser humano, sino que la discordia toma también muchas otras formas amenazantes: la tristeza, la infelicidad, la falta de ternura, el pasado irresuelto que retorna, etc
Los dramas son, por lo general, bastante clásicos: el tipo casado que se larga con la niñera, el novio inmaduro, la chica soltera de cierta edad, el padre que marcha al extranjero y forma una segunda familia, la inexorabilidad de la gestación de un hijo, la alumna que se lía con el profesor, etc
Ello no significa, empero, que los personajes encarnen tipologías o arquetipos, pues cada uno de ellos
tiene una historia individualizada. Y es en esa aserción de las particularidades de cada vida (en los detalles
de cada hombre, de cada mujer) donde reside el efecto literario de los textos. Pero también en su variabilidad
estructural, que otorga viveza y una espontaneidad gozosa a la lectura; y una franqueza limpia de la prosa,
también. A este respecto, he de reconocer que, por alguna razón, he ido leyendo el libro no de una sentada
(aunque sí cronológicamente, un relato después del otro, respetando su orden) en movimiento. Lo comencé
en el aeropuerto del Prat y lo seguí leyendo en autobuses, trenes, metros y hasta caminando. Yendo, pues, de
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alguna manera, al mismo ritmo con el que fluye la prosa de Popelka: haciendo coincidir la lectura con la fugacidad misma de la(s) vida(s) que se nos cuentan en Tan lejos de dios.
En los textos de Popelka, los personajes no se mueven entre ideales, sino que se enfangan en la existencia,
pues no les queda más remedio que seguir caminando, y así, no renuncian. Y es en esa nada ejemplarizante
resistencia donde los textos de Popelka encuentran su carácter modélico. Pues, en general, se trata de historias sin importancia, corrientes, sin moraleja, historias que renuncian a la metáfora, a la catarsis y a la emotividad (y que, de alguna manera, nos suenan). En este sentido, los relatos de Tan lejos de dios, se constituyen en
collages desgajados, conscientes de su anónima tragedia. Lo que salva a los personajes (y que torna fructífera la lectura) es el atisbo de sus anhelos, que se cuelan por debajo de los pliegues del texto. Y, así, la resolución de los relatos se produce al modo del alivio, pues queda siempre un leve resquicio para la salvación; y
no tanto al modo de la esperanza o fungidos por la frescura del deseo, sino más bien en tanto que resistencia
(la vida entendida como resistencia). Un reconocimiento de la voluntad por -querer- seguir en pie, en la lucha,
son estos relatos de Popelka. Y esa es, a mi parecer, la gran fortaleza de esta gavilla de historias mínimas, realistas y algo crueles (por su ineluctable desdicha, casi casi determinista).
Decir, por último, que es un gran acierto su formato de bolsillo, portátil, y que permite que el libro se nos
acomode al tránsito ordinario y no nos importune, sino que nos haga compañía y, hasta cierto punto, nos
sirva de consuelo (y de alivio).
ANÁLISIS / RESEÑAS
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
En este número, damos también noticia y acusamos recibo de:
- En tiempos sin nombre, de Alicia Es. Martínez
- Cancionero de escombros con hoguera, de Conrado Santamaría
- Huella del lobo, de Manuel Márquez
- El instante de la memoria: una novela documental, de Virginia
Villaplana
- Hirsutos y maleantes, de Jorge Maíz
- Poema insurrección, de Jorge Brunete
- El amor en los tiempos del despido libre, de Antonio Orihuela
- ¿Por qué Marx no habló de copyright?, de David G Aristegui
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
ISBN: 1885-477X
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En tiempos sin nombre, de Alicia Es. Martínez
(Lastura, 2014)
“En la era sin nombres / dejamos de existir. Perdido todo: / el nombre / sólo nos queda / la Lucha”; esta escueta y
terminante afirmación (en castellano y en francés) es todo lo que nos anuncia la contraportada de este
En tiempos si nombre / Dans le temps sans noms, de Alicia Es. Martínez, poemario denso, cortante, desolado y sensible de una de las voces más firmes de la poesía actual, editado por una de los sellos editoriales más singulares, arriesgados y atractivos del panorama de la edición de poesía hoy; una editorial –a
la que ya hemos acogido en nuestras páginas– que lanza a esta magra plaza del libro de poesía en
España ediciones bilingües en castellano y gallego portugués y ahora también en castellano y francés. Y,
además, no cualquier título, como demuestra este En tiempos si nombre y otros como los firmados por
Ángel Guinda o María Ángeles Maeso, en la misma colección, por ejemplo; sino muy bien seleccionados y delicadamente editados.
He aquí dos perlas de este hermoso collar:
Atardece en el Polígono
Dos mujeres cruzan vuelos
Todavía están los obreros en la oficina
UNA MUJER
Canta un agua de su tierra
ANÁLISIS / RESEÑAS
IX
LA HISTORIA
Los árboles atrapados en la acera
Acarician su cabello
Lanza hojas al aire
Cartas de amor
Que habrá de cruzar el mar
Sus ojos le están viendo. Él
Sonríe
XI
REQUIEM POR LOS TRABAJADORES
Huestes de ángeles imperiofollados
Recogen a los trabajadores del mundo
Se arrojan tierra a los ojos
Hoy se firma el Acta de Defunción del siglo XXI
No voy a hablar. Lo prometo
No gritaré
No levantaré banderas
ni haré sonar trompetas de guerra
No volveré a llamarles camaradas
ni siquiera compañera
YOUKALI, 17
Hazme lo que quieras
ISBN: 1885-477X
Ya no hay nada que decir
Puta me entrego
Mis manos. Mis hombros.
Mis piernas.
Mi cabeza. Mi sexo
Yo ya no soy yo.
Soy tu mano de obra…
página 125
¿Qué acaso compartimos el pan?
ANÁLISIS / RESEÑAS
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
Cancionero de escombros con hoguera, de Conrado Santamaría
(Trabuco Ediciones, 2014)
En palabras de su prologuista, Antonio Orihuela, este poemario del poeta y combatiente social es «un
poemario que nos anima a la lucha con la mejor arma que los de abajo han cultivado desde siempre para encender
la rabia: la canción, el lugar donde las gargantas se descubren compañeras, el lugar donde respiran las heridas, el
lugar donde se encienden los corazones para gritar a una contra la injusticia, contra el silencio y la explotación que
nos hacen los de arriba».
Y justamente eso es este libro la materialización de los géneros de la poesía popular de todos los tiempos actualizados, revividos en sentido estricto, por una voz vibrante y apasionada. Una invitación a cantar juntos la esperanza en unos tiempos, como estos, en que algo se anuncia y las gargantas se aprestan
a cantar juntas de nuevo. Un verdadero cancionero nuestros días.
He aquí su invitación primera.
INVITACIÓN
Dadme oídos, compañero,
compañera,
que aquí os doy mi cancionero,
mi bandera.
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 126
De escombros son mis canciones
como el mundo
que nos hacen, de ilusiones
moribundo.
Mas yo espero, compañero,
compañera,
hacer de escombros sendero
y alta hoguera.
No estoy solo en esta lucha
con mi rabia,
pues yo sigo a gente mucha,
gente sabia.
Vamos juntos, compañero,
compañera,
que otro mundo vividero
nos espera.
Huella del lobo: autoayúdate, de Manuel Márquez
(La Mano que Escribe, 2014)
ANÁLISIS / RESEÑAS
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 127
Huella del lobo: autoayúdate, de Manuel Márquez es un libro singular, en realidad es más que un libro es
un bloc de notas; es, como aparece en la portada del mismo, “tu bloc de notas”, porque es un libro para
ti y tuyo sensu estricto. Un “compañero de viaje”, como dice su autor, en el que cada página marcada con
la huella impresa del lobo, y que se abre con un aforismo o una sentencia invitatoria, debe ser refrendada por la nuestra, por nuestra huella escrita personal e intransferible, si acaso la tenemos o queremos
dejarla impresa en él o en el mundo… Llamémoslas huellas de destinos personales, libres y construidos
por nosotros mismos (a ser posible).
ANÁLISIS / RESEÑAS
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
El instante de la memoria: una novela documental, de Virginia Villaplana
(Off Limits, 2010)
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 128
Este libro, de 2010, nos ha llegado no casualmente, sino causalmente (como otras muchas cosas, en realidad, casi todo lo que nos sucede), hace unos meses, y de ella damos ahora noticia a nuestros lectores.
Se dice de él que es una novela documental construida mediantes “secuencias fílmicas” y que es “el
resultado de un proceso largo, complejo y transdisciplinar de investigación acerca de la construcción de
la memoria, el trauma y su representación”. Sobre la represión franquista y el consiguiente relato sobre
el que “se edificó la versión oficial de la Transición”.
El Instante de la Memoria es un collage hecho como se dice en su contraportada de “nudos de experiencia”, personal y colectiva que iluminan no sólo la memoria del pasado, sino la visión de nuestro presente.
En este singular relato caleidoscópico, de imágenes, documentos, testimonios, datos, etcétera, que
constituyen el todo narrado y narrativo… las fosas anónimas, la resistencia maqui, los “poemas premonitorios” de Lucía Sánchez Saornil y los dolorosos de la uruguaya Amanda Berenguer durante su estancia en la España de los cincuenta. En fin un ejercicio valiente y genuino de investigación no solamente
socio-histórica, sino también artística y novelística, de una autora, Virginia Villaplana Ruiz, nacida en
París en 1972, que nos invita a “la resistencia frente a la imposición de la desmemoria y la opresión”.
Hirsutos y maleantes, de Jorge Maíz
(Calumnia / Els Oblidats, 2014)
ANÁLISIS / RESEÑAS
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
“Tanto cuidar los envoltorios / que los contenidos / se nos han podrido…” Este es uno de los textos que componen este breve pero estimulante Hirsutos y maleantes, de Jorge Maíz.
Y, en efecto, en la poesía y en la escritura de este cordobés afincado en Mallorca, como en todo arte y en
toda poesía con consistencia, envoltorio y contenido se confunden, en realidad, nada es envoltorio, pues
en su poesía queda claro que el cómo decir las cosas incluye la posición ante las cosas mismas… De
modo que esas imágenes, la caja ratonera, el templo de la ley, las letras del alfabeto griego beta y gamma, las
tumbonas frente a las piscinas, las neveras o las manzanas; así como la disposición visual fracturada y dispersa del poema, no son mero juego, son más que puro significado, son auténtico referente, auténtica
cosa/mundo, fracturado/a, desvelado y puesto ante nosotros con rabia y emoción también auténticamente líricas.
Reparen, por favor, en LAS PRIMERAS LUCES, el último poema del libro, antes de los epílogos.
MODERNOS CON MANZANAS
Teléfono inteligente de última generación
café espumoso
Starbucks
3,99 euros
tonificadoras zapatillas para tocinos sobrantes
chaqueta reversible
cargadores universales
LAS PRIMERAS LUCES
Nos hemos citado
con pies juntitos
en el lado oscuro de la luna
Laura me acompaña
frente a la nada
sentados
una luz apenas brilla
YOUKALI, 17
………
ISBN: 1885-477X
Truman Burbank
en nuestras vacaciones caribeñas
compartiendo tumbona frente a la piscina con forma de
playa
todo financiado en cómodos plazos
página 129
y amigos virtuales
nanotecnología
gobierno de bobócratas
mano a mano con
ANÁLISIS / RESEÑAS
Sin coberturas
ni alborotos ni estampidas
asustados
pero todo con sonrisas
ilusoria estancia
tras la mirilla
Aurora asoma
emanando ventiscas
un mundo nuevo
se nos aproxima
Primeras luces
junto a nuestra hija
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
Poema insurrección, de Jorge Brunete
(Pensaré Cartonaras & La Fábrica de Panflets SA, 2014)
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 130
Si como afirman las compañeras y compañeros que impulsaron este hermoso y combativo proyecto editorial valenciano, “Pensaré Cartoneras es un principio de existencia… y una apuesta”; cada uno de los
títulos publicados por ellos y de sus irrepetidos e irrepetibles libros/obras de arte lo son también; como
lo es exactamente este Poema insurrección de Jorge Brunete, y como lo es el concepto que de la poseía
tiene el propio Jorge Brunete, “un principio de existencia”, “una apuesta”.
con Juan y con todxs lxs juanes,
lxs que están en la Luna y lxs que me
acunan
cuando está por llegar
el dia que tot rebente
Así comienza y así continúa…
Justamente reventando el lenguaje poético acomodado en nuestros sentidos, como una sacudida que
desea despertarnos de nuestras inercias, incluso de las que no consideramos ya meros automatismos
heredados, sino palabras y actos de habla rompedores o tal vez hasta subversivos, pero que no dejan de
ser igualmente respuestas previsibles y conservadoras de lo que hemos recibido así por dado… Porque
Jorge Brunete, nos quiere a los viejos que empuñábamos hoces y martillos, aunque no nos entienda bien,
no entienda del todo ya nuestras vejas “palabras difíciles”… Y es entonces cuando nos da las suyas, las
de su generación, cuando el mundo, este mundo, entra y sale del poemario como un fragmentado vómito, pero también como una presentida esperanza.
2
La distancia es mucha
/JUAN en el extremo
más extremo/ del árbol
del-un árbol artificial
más extremo
más extremo
ANÁLISIS / RESEÑAS
por eso un martillo y una hoz y mil banderas
por eso ritmo de vals
por eso trabajadores avanzando por distintas calles/
distintos colores/ distintas dentadiras
por eso_que son multitud_que son masa_que son
por eso un sujeto biopolítico y revolucionario
auténticamente revolucionario
des-lum-bran-te:mente revolucionario
/que no es JUAN
su nombre
el nombre de ese sujeto
/no es JUAN
[te invito al nuevo menú del BurgerKing]
Son estos jóvenes nuevos poetas (pues no todos los jóvenes son nuevos) como Jorge Brunete, o como Pedro
Luis Verdejo, o como David Trashumante (por citar a otros dos jóvenes compañeros de Valencia; o como
Jorge Maíz, desde Mallorca, entre otros), los que están abriendo algunas de las sendas más atractivas y
ampliando los registros –tarea necesaria y útil donde las haya– de una poesía crítica actual, poliédrica y viva
como nunca, que no deja de dar cuenta de mil modos diferentes de nuestro tiempo presente.
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
Nos hubiese gustado reproducir aquí el impresionante poema titulado LA LUZ REFLEJADA EN EL
UNO, pero su extensión nos lo impide, en su lugar reproducimos dos que contienen la vibración del conjunto. El primero, sin título, abre la sección titulada “El Amor”, y dice así:
YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
Este extenso, denso y poliédrico poemario, que lleva el título de un poema de María Ángeles Maeso, El
amor en los tiempos del despido libre, publicado por una de las editoriales más activas y que más arriesga,
en los últimos tiempos, en el campo de la poesía crítica, lo firma quien se ha convertido en uno de los
poetas y pensadores centrales de la poesía española actual, Antonio Orihuela; que atraviesa, además,
una etapa de plena madurez personal, intelectual y literaria.
Este extenso, denso, emocionante y poliédrico poemario –dedicado a las primeras víctimas de este
nuevo capitalismo totalitario que acaba de ser definitivamente apuntalado con la reciente Ley Mordaza–,
en donde podemos encontrar, imbricados indisolublemente, “trazas de vida personal” y juicios acerca
del estado de las cosas, está escrito justamente desde la convicción que expresa el último brevísimo
poema/verso que lo cierra: “Este sueño solo se tiene una vez”.
página 131
El amor en los tiempos del despido libre, de Antonio Orihuela
(Amargord, 2014)
ANÁLISIS / RESEÑAS
Todo lo que te rodea,
bien mirado,
invita a entrar.
Y el segundo es el titulado precisamente TODO LO DEMÁS ES GRATIS
Lo que le cuesta moverse a la montaña,
Hacerse presencia a la nieve,
Adquirir solidez al humo,
Textura a los sueños.
Lo que le cuesta a las fronteras abrirse,
a los brillos opacarse,
al deseo pararse,
y a lo enmarañado desenredarse.
Lo que le cuesta a lo superficial ser profundo,
claro a lo misterioso,
próximo a lo extraño.
Lo que le cuesta al llanto reír,
al túnel arrojar luz,
al yo ser nosotros,
al recuerdo olvidar lo que te quise.
Lo que cuesta encontrarte amor,
lo que cuesta.
Ah, y por si lo habíamos olvidado…
La gran cacería no es en Botswana,
nos está cazando aquí,
y en manada. [SÁLVESE QUIEN PUEDA]
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 132
Antonio Orihuela, dixit.
NOTICIAS / ACUSE DE RECIBO
¿Por qué Marx no habló de copyright?, de David García Aristegui. Prólogo de
César Rendueles e Igor Sábada
(EnClave, 2014)
«Muy pocas alternativas a la propiedad intelectual convencional han integrado en sus proyectos alguna clase de
crítica del mercado de trabajo, una redefinición de la categoría de trabajador intelectual, una solución viable para
las tareas de mediación, formas de retribución justa de actividades artístico-culturales o, incluso, alguna clase de
complicidad con proyectos políticos antagonistas más amplios. La opción mayoritaria ha sido dejar esas cuestiones
abandonadas a la espontaneidad de la Red, como antes el liberalismo propuso abandonarlas a la espontaneidad del
mercado», estas lúcidas palabras, provocadoras de reflexión y de análisis, y sonrojantes para los que miran
ANÁLISIS / RESEÑAS
a otro lado por pereza o apatía teórica y práctica desde eso que se podría denominar izquierda cultural
y social, están sacadas del espléndido prólogo que firman César Rendueles e Igor Sábada para este
exhaustivo y espléndido recorrido histórico de David García Arístiegui, que va desde los orígenes del
concepto mismo de los “derechos de autor” y de la “propiedad intelectual”, hasta las cuestiones más
candentes suscitadas en nuestros días; pasando por cómo se plantea la cuestión en el universo marxiano, y las posibles alternativas. Y que plantea de forma certera y valiente, en suma, una desoladora paradoja, pues es un hecho que si «las licencias Creative Commons y la filosofía del copyleft fueron el resultado del primer movimiento social generado en torno a la propiedad intelectual, y si bien es cierto que
el software libre goza de buena salud, la cultura libre no». Y esto hay que explicarlo, ya no vale mirar
hacia otro lado desde la izquierda cultural y social. Pues «creer que el uso de las Creative Commons, por
sí solas, van a acabar con la precariedad y con los abusos de la industria», es una estúpida presunción,
cuando no, una imperdonable muestra de candidez.
Y, en efecto, «más que nuevos tipos de licencias, lo que son necesarias es instancias colectivas para la
gestión de la propiedad intelectual y los derechos de autor».
Lo que se necesitan, en suma, son sindicatos y organizaciones autoconstituidas que defiendan los
derechos de los trabajadores de la cultura, en cuanto tales trabajadores. Y, como señalan los editores del
libro también, «este es un intento de empezar a sentar las bases históricas, ideológicas y discursivas para
ese proceso». Tan vital y necesario de cara a una cultura auténticamente libre y comunal.
He aquí su
Índice
SEGUNDA PARTE: DESARRROLLO 87
El largo siglo XIX 89
Revolución y propiedad industrial 89
Los orígenes de las entidades de gestión 93
YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
PRIMERA PARTE: ORÍGENES 31
La Revolución Inglesa y el nacimiento del copyright 33
La primera revolución que hizo perder la cabeza a un rey 33
Revolución Gloriosa: a Locke lo que es de Locke 36
Daniel Defoe y las primeras luchas por los derechos de autor 39
La lucha está en los tribunales y no en el Parlamento 43
La Revolución Francesa y los derechos de autor 47
Diderot y los encargos del gremio de libreros de París 47
La paradoja de Condorcet 52
1777: el nacimiento del autor 54
Estallido, revolución y colapso 57
De la Inquisición a las Cortes de Cádiz 63
Inquisición, libros y censura 63
Cervantes y el Quijote apócrifo 66
Quevedo y el laberinto de la edición en el siglo XVII 69
Luces y sombras durante el siglo XVIII 72
Revoluciones liberales y reacciones absolutistas 74
El copyright cruza el Atlántico 79
Los derechos de autor de Thomas Paine, el revolucionario ubicuo 79
Un mundo editorial sin censura y sin propiedad intelectual 81
Harriet Beecher Stowe y las paradojas del copyright en EEUU 83
página 133
Prólogo 9
Prefacio: Todos los derechos reservados 17
Todos los derechos reservados 19
El marco europeo y el marco anglosajón de propiedad intelectual 21
Propiedad intelectual y propiedad industrial, un problema que viene de lejos 23
Recorrido del libro 26
ANÁLISIS / RESEÑAS
Víctor Hugo y la internacionalización de la propiedad literaria 99
Los textos prohibidos del XIX 103
¿Por qué Marx no habló de copyright? 109
El desahucio de Marx 109
Burgués y bohemio 114
Los dilemas de los anarquistas 123
El siglo de la propiedad intelectual 131
Globalización, propiedad intelectual y propiedad industrial 131
La politización del arte 134
Entidades de gestión, sindicatos y cooperativas 140
Huelgas y movilizaciones sin mono azul 145
Miseria de la autoría 152
ISBN: 1885-477X
YOUKALI, 17
página 134
TERCERA PARTE: CULTURA LIBRE 157
La revolución y nosotros que la quisimos tanto 159
Capitalismo contracultural 159
Software libre y copyleft 163
Llega la cultura libre 167
Mitos del copyleft y la cultura libre 172
¿No hay alternativa? 179
Fuego cruzado 179
Marx a la carta 183
El doble fracaso de la propiedad intelectual 189
Innumerables miembros 198
Adenda: Los copyrights de Marx 207
Bibliografía 213
Índice onomástico 225
por Jacobo Muñoz
UN CLÁSICO, UN REGALO
¿QUÉ ES EL MARXISMO?
A Manuel Sacristán
El marxismo de Jacobo Muñoz
Presentación del clásico ¿Qué es el marxismo? (1975)
1.- En términos socio-genéticos, el estudio de Francisco Vázquez La filosofía española. Herederos y pretendientes. Una lectura sociológica
(1963.1990) (Abada, Madrid 2009) resulta esencial para el análisis de estas redes. También para enmarcar el desarrollo filosófico y académico de Jacobo Muñoz. Especialmente Págs. 355 – 385. Para caracterizar el origen del “canon escolástico” del que hablamos cuando
nos referimos a las “redes hegemónicas” (canon que llega hasta el presente), la obra de José Luis Moreno-Pestaña La norma de la filosofía. La configuración del patrón filosófico tras la Guerra Civil, Biblioteca Nueva, Madrid 2013.
2.- En diversas ocasiones el filósofo ha defendido que la Filosofía es la “autoconciencia crítica de una cultura en un momento histórico dado”. Es decir, un discurso crítico que para dotarse de contenido reflexivo tiene que mantener un diálogo estrecho con las artes, las ciencias y la praxis política que da vida a una época. Pues es ahí, en medio del latido de la cultura y la sociedad, en las motivaciones profundas de sus variadas manifestaciones (y contradicciones), donde la filosofía encuentra su ecosistema material.
YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
Con la publicación de Lecturas de Filosofía Contemporánea (Materiales, 1978), Jacobo Muñoz (Valencia, 1942) coronaba una década que le consagraría como figura destacada de una nueva generación de intelectuales españoles. La generación que –además de renovar el panorama filosófico nacional– articuló el proceso de transición
institucional entre la academia franquista y la universidad del período democrático. En el caso específico de
Muñoz, ésta transición se haría a través de cierta ruptura: no sólo su habitus se hallaba lejos del canon escolástico
cultivado por la vieja curia académica, sino que la línea de trabajo por la que sería reconocido era abiertamente
opuesta al régimen: el marxismo. Ya desde muy joven, Muñoz fue capaz de forjar un crisol intelectual verdaderamente singular, integrando un conjunto de conocimientos y disposiciones que rebasaban los límites impuestos por el estrecho campo filosófico español. En términos sociológicos, podríamos decir que adquirió un capital
cultural alternativo al de las redes filosóficas hegemónicas1; si éstas se caracterizaban por practicar una exégesis ahistórica y puramente conceptual de la Filosofía, limitada a los textos sagrados de una no menos sacralizada tradición de pensadores, la formación del filósofo transitaría decididamente por ámbitos ajenos al canon. Así,
la Literatura, la Política y la Historia, consideradas por la academia “externas” a lo filosófico, cumplirán un papel central en el desarrollo intelectual de Muñoz, influyendo decisivamente en su acercamiento al marxismo y
en su concepción de la Filosofía2.
Dentro de Lecturas de filosofía contemporánea, el artículo ¿Qué es el marxismo? brilla como apuesta madura y
original en el marco del pensamiento crítico de la época. Estamos ante un escrito que –si bien recoge las influencias del magisterio de Manuel Sacristán– promueve un discurso innovador dentro de la constelación de marxismos del período. Para entender adecuadamente el contenido de la obra de Muñoz, y sobre todo el vigor de es-
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una introducción, por Mario Espinoza Pino
UN CLÁSICO, UN REGALO
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YOUKALI, 17
ISBN: 1885-477X
te texto sobre el marxismo, tenemos que situar su producción intelectual en dos planos diferentes aunque interrelacionados: uno internacional, de carácter histórico más global, y otro nacional. Desde una perspectiva histórica general, el texto de Muñoz se inscribiría temáticamente en las fronteras del marxismo occidental, corriente
caracterizada por otorgar centralidad al discurso filosófico y cuya factura provenía –mayoritariamente– del horizonte universitario (alejado, pues, de las tradicionales clases populares del capitalismo industrial)3. Las problemáticas vinculadas con la esfera cultural y la epistemología –que tuvieron una importancia esencial desde finales de los 50 hasta bien entrados los 70–, dieron lugar a una producción intelectual replegada hacia cuestiones
hermenéuticas y/o filosóficas sobre la obra de Karl Marx. Algo que, por otra parte, resultaba lógico después de
1956 y el proceso de desestalinización de la URSS. El deshielo y el fin de la dogmática del Dia-Mat impulsaron
la proliferación de nuevas interpretaciones del legado de Marx. Los intelectuales marxistas se vieron en la necesidad de reinventar –desde su propia realidad social y nacional– un discurso crítico más allá de los fracasos
de la URSS. Tenían que re-apropiarse a Marx lejos de los cánones teológicos que había forjado el estalinismo (que,
además, procuró invisibilizar con celo gran parte de la obra del filósofo).
Lo que estaba en juego en los debates tardíos del marxismo occidental era –de manera central– una imagen
política e intelectual renovada de Marx para el presente, una imagen que revitalizara, al mismo tiempo, el discurso del marxismo como tradición crítica y emancipatoria. El estalinismo, un verdadero trauma histórico para la izquierda, requería ser criticado y rebasado. En este marco, y en el de la pugna contra la burocracia soviética y el
nuevo orden neoliberal, es en el que habría que ubicar las distintas apuestas de los marxismos durante la etapa
post-estalinista. Un período que hizo de la obra de Marx un verdadero Kampflatz ideológico, teórico y político.
Fue el momento de diversas relecturas de la obra del pensador alemán a partir de figuras de la tradición filosófica occidental (Spinoza, Hegel, Rousseau, Freud, etc.), del “redescubrimiento” de sus textos de juventud y del
nacimiento de diversos “ismos” que entrarían en conflicto. Uno de los teatros clásicos del antagonismo entre interpretaciones –y lo que es más importante, entre las concepciones de emancipación que latían en ellas– será el
ambiguo y complejo debate entre marxistas “humanistas” y “científicos” (un desencuentro que, por cierto, merecería hoy una lectura menos “apasionada” y más socio-históricamente situada). Este debate tuvo lugar a nivel internacional en diversos foros intelectuales, algunos no necesariamente marxistas, y fue esencial en la medida en que contraponía distintas maneras de enfrentar el legado de Marx en las áreas más candentes del momento: la epistemología, el ámbito de la subjetividad y la praxis4. El texto de Jacobo Muñoz ¿Qué es el marxismo?, posee un valor sustancial en medio del fragor de ésta y otras controversias de la época, ya que –como veremos– no rehuirá la matriz de las discusiones, sino que se posicionará de un modo original ante ella.
En el plano nacional, el texto del filósofo valenciano se hallaba en pugna con la recepción de Louis Althusser
en España, encarnada por autores –tan distintos, dicho sea de paso– como Juan Carlos Rodríguez y Gabriel
Albiac. De hecho, este escrito y otros de Lecturas deberían entenderse como un intento por introducir nuevos argumentos en una discusión política e intelectualmente bloqueada. Si bien es cierto que la posición de Muñoz fue
muy acerada contra al althusserianismo hispánico –la línea del Col.lectiu Crítica (1976) y la revista Materiales
(1977), que él mismo cofundó, así lo demuestran–, supo ir más allá de los exabruptos y el desdén que algunos
discípulos de Sacristán mostraban por la filosofía francesa. Con ¿Qué es el marxismo? Muñoz entraba de lleno en
uno de los debates “clásicos” del marxismo occidental, la disputa teórico-política sobre la epistemología de Marx;
solo que él, en lugar de detenerse en la mera denuncia de las “logomaquias” parisinas, en la descalificación fácil
de Althusser, respondió frontalmente al debate inspirado por el pensamiento de Jindřich Zelený5. Más allá de
estar de acuerdo o no con las reservas del filósofo hacia la corriente althusseriana, esta confrontación fue uno de
los pocos espacios fértiles de una conversación que pudo tener lugar y que, por desgracia, terminó disolviéndo-
3.- Este movimiento de “vuelta a Marx” vendría a coincidir, grosso modo, con la profunda transformación que sufrirán las clases trabajadoras en los países centrales de la economía-mundo capitalista. El fortalecimiento del welfare state y la promoción de las clases populares
hacia trabajos de cuello blanco, permitieron una sensible mejora del standard de vida en general; la posibilidad de obtener una cualificación avanzada, abrió el sector público (Servicios, Enseñanza, Salud) a los hijos e hijas de los antiguos trabajadores industriales, que
tomarían progresivamente distancia de las ocupaciones vinculadas con el trabajo manual. El marxismo, como corriente de pensamiento histórica, se vio afectado por estas transformaciones productivas: numerosos jóvenes empezaban a tomar contacto con el pensamiento de Marx durante su etapa educativa, lo que modificó las bases sociales del propio marxismo, que comenzaría a nutrirse de jóvenes
intelectuales radicalizados. Algunos de estudiantes llegarían a la universidad y lograrían construir una carrera académica de éxito. Ver:
Eric Hobsbawm, How to change the world, Yale University Press, USA 2011, “The influence of Marxism 1945-1983” Págs. 344 – 385; Perry
Anderson, Consideraciones sobre el marxismo occidental, Siglo XXI, Madrid 1979.
4.- Los temas de la subjetividad y la praxis comenzaron a adquirir un mayor relieve a partir de 1968, desbancando progresivamente a las
cuestiones epistemológicas en el ámbito del marxismo occidental.
5.- Especialmente por su obra La estructura lógica de “El Capital” de Marx, Barcelona, 1974.
UN CLÁSICO, UN REGALO
página 137
YOUKALI, 17
6.- Sobre este debate es importante señalar el texto de Lecturas de filosofía contemporánea titulado Filosofía de la Praxis y Teoría General del
Método (1976), ya que es ahí donde la polémica “Analíticos vs Dialécticos” adquiere mayor relieve. Junto a ¿Qué es el marxismo?, este
texto constituye una de las mejores contribuciones críticas de Jacobo Muñoz durante los años 70.
7.- El concepto de “praxeología” fue elaborado por Manuel Sacristán en su análisis sobre “el género literario” de El Capital de Karl Marx.
Bajo ese rótulo sintetizaba los rasgos centrales del marxismo como tradición. Ver: ¿A qué género literario pertenece El Capital? en Manuel
Sacristán, Escritos sobre El Capital, El Viejo Topo, Barcelona 2004. Originalmente publicado el año 1996 en el número 66 de la revista
Mientras Tanto.
8.- El concepto de “síntesis dialéctica” debe ser entendido tal y como Manuel Sacristán lo esbozaba en su introducción al Anti-Dühring: como la producción de una totalidad concreta –ese “análisis concreto de una situación concreta”– a partir de los análisis científicos elaborados por las ciencias sociales. Sintetizar en una concepción del mundo tales datos, de manera que lo cualitativo y concreto sea recuperado en un mapa global, es el trabajo fundamental de toda lucha ideológica –en sentido no peyorativo– y un requisito previo para una praxis bien situada. Ver: Manuel Sacristán, La tarea de Engels en el Anti-Dühring, prólogo a Friedrich Engels, Anti-Dühring,
Grijalbo, México D. F. 1968.
ISBN: 1885-477X
se con efectos filosóficos muy débiles: una suerte de “diálogo de sordos”. Algo muy típico, por otro lado, del canon filosófico dominante, perezoso a la hora de profundizar en las propias problemáticas –ese gesto mínimo de
leerse bien entre sí, requisito esencial para construir cualquier comunidad de pensamiento–. Una cosa parecida
puede decirse, aunque ésta otra discusión tuviese mucho más relieve a nivel académico, del intercambio entre
“analíticos y dialécticos”6 que aconteció aquellas mismas fechas, y en el cual participará también el texto de
Jacobo Muñoz (dedicándose a despejar, sobre todo, los malos entendidos y clichés fáciles sobre Marx).
Entrando directamente en la materia del texto, ¿Qué es el marxismo? elabora una cartografía crítica de todos
los marxismos del período, situando el pensamiento de Karl Marx como uno de los paradigmas intelectuales más
importantes de la contemporaneidad. Jacobo Muñoz es plenamente consciente del abigarrado mapa de apuestas teórico-políticas con el que convive: el marxismo “estructuralista” (Althusser), el marxismo “humanista” (de E.
Fromm a Praxis), el marxismo soviético posterior al deshielo, la vertiente escatológica (E. Bloch), la crítica de corte frankfurtiano y las nuevas recepciones de Lukács (Escuela de Budapest) y Gramsci. Yendo más allá de las etiquetas, y siguiendo de cerca a Sacristán, Muñoz establecerá una definición del marxismo que le permitirá romper con la forma en que estaban planteándose las discusiones hasta entonces. El marxismo no podía reducirse
sin más al status de una teoría científica al uso (como parecían apuntar Althusser y su escuela), pero tampoco
podía banalizarse como si se tratase únicamente de un impulso moral –todo lo filosóficamente fundamentado
que se quiera– por transformar el mundo; impulso que se traduciría, finalmente, en praxis política. El marxismo se caracteriza, según Muñoz, por ser una praxeología7, esto es, por articular dos niveles diferenciados de acción.
Para empezar, es una teoría que permite generar conocimiento acerca del modo de producción capitalista con
todas “las cautelas analíticas de la ciencia”. Un conocimiento valioso para fundamentar –segundo nivel– un proyecto revolucionario de transformación social. Este último no es deducible de ninguna “ciencia” o “saber”, sino
que se basa en un compromiso ético-político con las clases subalternas y un ideario comunista de justicia social.
Los resultados de la investigación marxista –gracias a su síntesis dialéctica en una concepción del mundo antagonista8– permiten evaluar y comprender el escenario social en que vivimos; un requisito esencial a la hora de
proyectar y deliberar sobre fines prácticos, ya que ello posibilita la elaboración un programa político transformador
a la altura de las circunstancias.
La confusión de los dos niveles señalados, o la minusvaloración de uno de ellos, solía constituir –como apunta Muñoz– una de las mayores fuentes de incomprensión y dificultad de diálogo intra e inter paradigmático. Las
acusaciones al marxismo de no ser “teoría pura” en un sentido académico (B. Croce, W. Pareto) –ya clásicas– o
de caer en naturalismos o historicismos varios (K. Popper), saltaban por encima de la distinción e interrelación
entre los niveles teórico y práctico. Este paso, clarificador y potente, replanteaba los términos de diversas discusiones: no se trataba de privilegiar, como hacían los humanistas, un voluntarismo postulador de ideales al tiempo
que desconocedor de las condiciones sociales y económicas; pero tampoco podía uno sumergirse en la gran
Teoría o en una fetichización cientificista del marxismo, como si el conocimiento pudiera servir de algo cuando
se abandonan los motores de la consciencia y la praxis. Jacobo Muñoz se distanciaba de los marxismos humanistas y subjetivistas al no querer renunciar ni al conocimiento en sentido estricto (a los métodos de análisis histórico, económico y sociológico que dan entidad al pensamiento de Marx) ni a su capacidad de prognosis racionalmente fundada. A la vez, se separaba de aquellos que postulaban una teoría marxista omnicomprensiva y teoricista, dónde todo se apostaba a una perfección conceptual abstracta y no al análisis crítico y empírico de las realidades sociales. La discusión entre “humanistas” y “científicos” estaba cimentada, pues, en un error de base:
en el desconocimiento del carácter praxeológico del marxismo.
Antes de abordar las características concretas de la teoría marxista, Muñoz contextualiza histórica y sociológicamente su desarrollo, explicitando así las condiciones materiales de su aparición. De este modo, el filósofo rom-
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pe con algunas de las imágenes más extendidas sobre la evolución intelectual de Marx y la difusión de su pensamiento (el “politicismo” de Mehring, por ejemplo, o la visión “invertida” de Kautsky, que pensaba –muy erróneamente– que la intelligentsia socialista precedía a la lucha de clases). Al insistir en el contexto genético de la teoría marxista, el autor pone al descubierto los límites de los enfoques epistemológicos de corte analítico: apelar
únicamente al exangüe “contexto de justificación” no resulta nada operativo cuando hablamos de Marx, llegando a ser incluso un procedimiento mistificador. Y es que la dimensión genética es fundamental para entender
tanto la naturaleza de clase de la teoría marxista como los campos de saber que ésta integra en su seno. En este
sentido, Muñoz retrata la evolución histórica del pensamiento de Karl Marx (y Friedrich Engels) señalando la
importancia de su itinerario social, intelectual y político; es su forma de enfrentar las desigualdades desde sus
primeros artículos periodísticos, su modo de situarse ante la “cuestión social” de los años 40 (s. XIX)9, lo que
provocará un progresivo posicionamiento de clase en su mirada filosófica. Posición que le permitirá profundizar
en el conocimiento de la economía y la estructura de la sociedad moderna, y que le llevará lejos de la Economía
Política clásica (Adam Smith, David Ricardo, Jean Baptiste Say, etc). De hecho, es la adscripción consciente de Marx
a la causa del proletariado lo que garantiza la objetividad y capacidad analítica a su proyecto (y, forzando un poco los
tempos de la epistemología, reflexividad avant la lettre10): en la medida en que la Economía clásica se había convertido en un discurso justificador de las relaciones de producción capitalistas –de su miseria estructural y explotación–, sólo un análisis económico y social de clase podía romper con su carácter ideológico y reificador. Karl
Marx mostrará que la sociedad capitalista no estaba fundada en las “relaciones naturales” o “eternas” defendidas por los economistas, sino en relaciones históricas –esto es, transitorias– abiertas a su conocimiento y transformación colectiva. El capitalismo no era, por tanto, el fin de la historia.
Por otra parte, el análisis que Jacobo Muñoz hace de la “autoconsciencia teórica de Marx” es –en unas pocas páginas– una de las mejores síntesis críticas en castellano sobre el trabajo teórico del pensador alemán.
Retomando a Lenin, Muñoz entiende que la crítica de la economía política de Marx bebe, en su desarrollo, de tres
fuentes fundamentales: la filosofía idealista alemana, la política revolucionaria francesa y la economía política inglesa.
Pero a estas fuentes agrega una más, el movimiento obrero. Como ya esbozamos antes, la experiencia de Marx con
las clases trabajadoras será esencial en su trabajo por forjar un análisis de la sociedad complejo e innovador, muy
diferente del practicado por la Economía clásica de entonces. Desde 1844 con sus Manuscritos Económico
Filosóficos, pero muy especialmente desde Miseria de la Filosofía (1847), Karl Marx avanza en su Crítica de la economía política integrando las influencias arriba mencionadas. El culmen de su largo trabajo de investigación económico tendrá lugar en El Capital (1867), que buscará “Desvelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna”, es decir, las leyes socio-económicas que rigen la formación social capitalista y su reproducción.
Jacobo Muñoz, siguiendo al Marx más “dinámico”, apuntará que se trata de conocer de las leyes que rigen el
origen, la existencia y la muerte de un “organismo social” dado (en este caso, la sociedad burguesa). Marx construye así una mirada científica multi-disciplinar o, como ha señalado E. Wallerstein hablando de su propio enfoque sistémico, unidisciplinar: una epistemología capaz de articular en su seno la historia, la economía, la sociología, la ciencia política y la crítica de las ideologías. Y es que son todas estas disciplinas o áreas las que confluyen en el análisis inaugurado por Marx11.
Al tratarse de una teoría compleja y totalizadora, cuyo enfoque integra dimensiones cualitativamente distintas entre sí, su novedad provocó no pocos debates epistémicos de calado. Algunos de ellos se produjeron alrededor del concepto de “ley” manejado por Marx, mientras que otros –especialmente los que acontecieron en
el largo post-estalinismo– se concentraron en las dificultades para compatibilizar las tendencias estructurales (sincrónicas) y genéticas (diacrónicas) coexistentes en la teoría marxiana del modo de producción. Mientras que Althusser
resolvía este último problema otorgando una relevancia fundamental a la articulación estructural del modo de
producción capitalista12, tratando el horizonte histórico y el cambio social como algo de menor relieve, Jacobo
9.- Un acontecimiento fundamental que rescata Jacobo Muñoz, y que muchas veces suele pasarse por alto, es la importancia de la revuelta
de los tejedores de Silesia (1844) a la hora afianzar el punto de vista de clase del propio Marx y su compromiso comunista.
10.- Karl Marx no renunciará a su compromiso de clase a la hora de hacer ciencia; de hecho, es un autor que explicita su punto de partida crítico y sus posiciones políticas. Rompe, por tanto, con cualquier pretendida “neutralidad axiológica” en el análisis social. Lo que
Marx hace es integrar, de un modo consciente, su compromiso político y al mismo tiempo su tarea científica. Y ello sin caer en el acomodo de las ciencias a otros fines que no sean los propios de la investigación, tal y como denunciará en más de una ocasión respecto
a ideólogos y pseudo-científicos burgueses.
11.- Jacobo Muñoz defenderá que Marx hace un alegato –ya desde su juventud– por la unidad de la ciencia a partir de un único “método
materialista”. En cualquier caso, lo que resulta fundamental es entender que su concepción de la ciencia social desborda la antítesis
diltheyana entre geisteswissenschaften y naturwissenchaften.
12.- Esto es, a la articulación sincrónica del modo de producción capitalista en diferentes instancias que poseían autonomía relativa entre sí:
la ideología, el derecho, la política y la economía. Un conjunto en el que la economía y las relaciones de producción determinaban, en
última instancia, el sistema social existente.
13 Obra que hoy día es considerada más un conjunto de fragmentos –elaborados por David Riazanov– que un texto con entidad en sí mismo. Ver: Terrell Carver, The German Ideology never took place, en http://marxismocritico.com/2013/05/06/the-german-ideology-nevertook-place/
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Muñoz –influenciado por Zelený– interpretará la teoría marxista como un análisis genético-estructural. En su obra
La estructura lógica de “El Capital” de Marx, Jindřich Zelený intentaba comprender la nueva noción de ciencia
planteada por el filósofo alemán estrechamente vinculada con su objeto: la sociedad burguesa y sus dinámicas
de transformación. Zelený asume –del mismo modo que Althusser– que no es el hombre “el centro” de los análisis maduros de Marx, sino la organización y el movimiento de la sociedad capitalista. Pero el esfuerzo del filósofo checo no partirá de ninguna “ruptura epistemológica”, sino, más bien, de una reinterpretación materialista de Hegel que permitía conciliar las dimensiones históricas y teóricas del pensamiento de Marx. Como
apunta Muñoz, el trabajo de Zelený trata de realizar una historización radical de los conceptos de Karl Marx,
mostrando que su epistemología rompe con la conceptualización clásica del pensamiento científico de herencia
cartesiana y galileana (un pensamiento ontológicamente sustancialista y atemporal). Marx construye un “concepto de concepto” relativizador de cualquier esencia fija y absoluta, habilitado para comprender la estructura y
la dinámica de la sociedad en su decurso histórico; se trata de elaborar categorías históricamente relativas, capaces de explicar la emergencia de un organismo social, sus contradicciones internas y su muerte.
Al hablar así de las categorías utilizadas por Marx, Muñoz trataba de mostrar que las dimensiones teórica e
histórica del análisis marxiano no eran contradictorias ni estaban separadas. La teoría tampoco era “superior”
a la historia (algo que parecía seguirse del discurso de Althusser por su insistencia en lo sincrónico). El conocimiento teórico reconstruía activamente las relaciones efectivas de la sociedad capitalista, pero abstrayendo sus
determinaciones y disponiéndolas en un discurso que refiguraba dichas relaciones en un orden explicativo distinto. El discurso científico –las teorías del modo de producción y el valor-trabajo– expresaba las relaciones internas y necesarias de la realidad capitalista, manteniendo una autonomía relativa frente a los hechos explicados (característica típica, si se quiere, de cualquier teoría). Ahora bien, hablamos de una autonomía siempre histórica y empíricamente vinculada con la propia sociedad capitalista, con su objeto teórico actual. El conocimiento del capitalismo no se fundaba en otra cosa que en el trabajo de análisis de datos, abstracción empírica y refiguración conceptual que permitía entender –a partir de ciertas hipótesis– sus legaliformidades. Por otro lado,
Muñoz, siguiendo a Zelený, no caía en los errores de las soviéticas “teorías del reflejo” ni en los de lecturas genéticas à la Lucien Goldmann, que tendía a correlacionar fenómenos económicos, teóricos y culturales a través
de una causalidad expresiva demasiado mecánica (muy inspirada en Lukács, por cierto).
La teoría de Marx en El Capital era un análisis que pretendía conocer una realidad socio-económica procesual,
la lógica inmanente del capitalismo, atravesada por diversos antagonismos y tensiones inscritos en su propia estructura. Dichos antagonismos servían de base a la teoría marxista de la revolución, que trataba de aprovechar
las fallas y grietas del ciclo del capital para intervenir y transformar la sociedad. Las contradicciones del capitalismo –que emanan de la contradicción básica entre capital y trabajo– provocan diferentes crisis que pueden ser
espacios de posibilidad para la revolución social. Pero hablamos de posibilidad y no de necesidad: el marxismo no
es una teología ni una metafísica, sino un conocimiento de la sociedad que apunta a una praxis transformadora, praxis supeditada a la inmensa variedad de variables políticas, económicas e ideológicas que constituyen una
coyuntura dada. Crisis puede ser –cuando las condiciones así lo indican–sinónimo de oportunidad revolucionaria, pero jamás garantía de la revolución en sí (y muchos menos de su éxito). En cualquier caso, lo que la teoría permite es realizar prognosis basadas en el conocimiento de la situación y las legaliformidades del propio
capitalismo.
En cuanto al ámbito de la filosofía o filosofar marxista, Jacobo Muñoz muestra lo anti-filosófico –por anti especulativo– del gesto marxiano en obras como La Ideología Alemana13 (1845-46), donde asistimos a una suerte
de “liquidación de lo filosófico” (la filosofía alemana queda reducida a falsa consciencia o discurso abstracto acerca de las condiciones sociales del pueblo alemán). Sin embargo, y más allá del contexto de esta obra y otras anteriores que ya incidían en esta idea (como la Introducción a la Crítica del Derecho de Hegel, 1844), hay que señalar
que los discursos de Marx y Engels, a lo largo de su trayectoria, apuntan más bien hacia una nueva concepción de
la filosofía. No en el sentido de una gran “meta teoría”, como pudiera defender una el primer Althusser, sino como una nueva práctica intelectual –políticamente situada– cuyo objeto sería el análisis, la crítica de datos y la construcción de fines. Podríamos considerar este filosofar, en tanto deliberación crítica y proyección de objetivos conscientes, como un espacio intermedio entre la teoría y la práctica; una mediación vital a la hora de evaluar los re-
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sultados del análisis marxista y organizarlos en un programa político. En definitiva, una tarea de clarificación
de la propia consciencia en su apertura hacia la acción.
Si, como vimos, el marxismo era una praxeología, los autores que lo criticaban por tratarse de un naturalismo
no podían sino errar en su forma de conceptualizar su naturaleza teórico-práctica. El marxismo no era un collage de falsas deducciones, confusiones entre medios/fines o hechos/valores. Mucho menos un discurso que fuese inconsciente de su tarea y sus diferentes líneas de intervención. Se trataba, precisamente, de clarificar la consciencia a través del conocimiento, actitud crítica que no podía sustituir –como ya señalamos– a la toma de decisiones (una cosa era el conocimiento teórico, otra el proyecto político). Por otra parte, la teoría marxista –fundada en un método de investigación que producía resultados válidos– podía servir a causas ajenas a la liberación de la clase obrera: el uso que políticos como Bismarck hicieron de ella indica que, aunque la investigación
inaugurada por Karl Marx tuviese sólidas raíces en una perspectiva de clase, sus análisis podían ser utilizados
en contra del grupo social que pretendía revolucionar la sociedad. A esta pseudo-crítica habría que sumar aquella que entendía el marxismo como historicismo, divulgada hasta la saciedad por Popper; ambas acusaciones formaban parte del arsenal del pensamiento analítico contra el marxismo. No obstante, tampoco la crítica “historicista” era sostenible: confundir una prognosis fundada en el conocimiento científico (siempre falible y probable) con una suerte de profecía, es un acto, como poco, de mala fe (epistémica, política o ambas). Interpretar el
concepto de “ley” del que habla Marx, un concepto de ley social e históricamente situado, como una suerte de
ritmo histórico inflexible y necesario, banaliza muy burdamente el aparato analítico del marxismo; lo convierte en una suerte de teología “materialista” de la salvación. Algo que podría enunciarse así: “Si las contradicciones del capitalismo tienen su ritmo y legalidad necesaria, sólo nos queda esperar a que se cumpla la profecía”.
Sin embargo, cuando las contradicciones del capitalismo estallan, lo que sucede es bien distinto: se abre un campo de posibilidades políticas en disputa. La situación puede ceder ante las clases dominantes en su estrategia
por la recomposición del mando, tal y como ha sucedido en diversas crisis (el keynesianismo, por ejemplo, es
el avatar económico de la solución capitalista a una crisis), o puede que el contexto permita disputar el escenario a través de una apuesta revolucionaria y socialista (entre ambas respuestas hay, por supuesto, una inmensa
escala de grises). Sea como fuere, no hay leyes “universales” históricas ni “destinos” inexorables en el pensamiento de Karl Marx. Algo así choca frontalmente con su concepción del conocimiento y la investigación social.
Con ¿Qué es el marxismo? Jacobo Muñoz elaboraba –a través de un impresionante esfuerzo sintético– toda una
cartografía histórica y teórica de la tradición marxista contemporánea. No sólo salía al paso sus últimas tendencias, problemas y críticas, sino que apostaba por transformar el escenario de las discusiones. Al poner el acento en
la naturaleza praxeológica del marxismo, Muñoz trataba de revitalizar el vínculo entre teoría y praxis, uno de los grandes olvidos del marxismo occidental. Por tanto, su participación en las disputas hermenéuticas y epistemológicas
debe entenderse desde una posición fronteriza: aunque el texto propusiese una comprensión adecuada de la teoría
marxista, aquella inspirada en Zelený, no se trataba ya de volver a la dimensión estrictamente gnoseológica del
marxismo. La inspiración en el filósofo checo le permitía cerrar un largo capítulo de la teoría marxista para abrir
otro: lo importante, al fin y al cabo, no eran “las estructuras” ni caminar en círculos alrededor de la gran “teoría”,
sino el regreso al análisis sociológico, económico y político. Una vuelta a esa crítica de datos fundamental para producir teoría y decidir, tras una deliberación y una síntesis dialéctica de la coyuntura, cómo intervenir en la sociedad para transformarla. Una vuelta, en definitiva, al presente. El marxismo será, como defenderá el autor al final
de su texto, “una totalidad consciente” compuesta de “una teoría, una crítica y una práctica”. Ni podía reducirse
a mera práctica moralmente cualificada, ni a su fetichización en un saber científico tan omnipotente como inoperante. Rescatar esa dimensión intermedia de crítica social, proyección de fines y trabajo con la realidad era la clave para salir del atolladero que autores como Perry Anderson denunciaran por aquella época: esa suerte de repliegue cultural y filosófico de los herederos de Karl Marx. Si bien Muñoz no dio el salto al análisis sociológico (o más
“empírico”) que podría seguirse de este y otros textos de Lecturas de filosofía contemporánea, lo cierto es que puso su
empeño en desbrozar un terreno que –justo antes de los conservadores 80– resultaba muy difícil de roturar. Pero
es de ese terreno, fértil y singular, del que ha podido nutrirse el marxismo crítico que de un tiempo a esta parte
ha vuelto a emerger en España. Un marxismo praxeológico que tiene en Jacobo Muñoz –en su obra de entonces
y en su producción filosófica actual– una fuente esencial: un maestro14.
14 Sobre este marxismo praxeológico, ver: Mario Espinoza Pino, Jacobo Muñoz, lector de Karl Marx. La construcción del marxismo crítico en
España: la vía praxeológica en V.V.A.A. Constelaciones Intempestivas, Biblioteca Nueva, Madrid 2014 (obra homenaje a Jacobo Muñoz, actualmente en Prensa). Puede consultarse y descargarse gratuitamente en el siguiente enlace: https://www.academia.edu/5536655/Jacobo_Mu%C3%B1oz_lector_de_Karl_Marx._La_construcci%C3%B3n_del_marxismo_cr%C3%ADtico_en_Espa%C3%B1a_la_v%C3%ADa_
praxeol%C3%B3gica
1.- M. Sacristán, La universidad y la división del trabajo, Realidad, 21 (1971), p. 6.
2.- M. Sacristán, Russell y el socialismo, epílogo al volumen de A. J. Ayer, Russell, Barcelona, 1973, p. 175.
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El marxismo ha de ser, sin duda, considerado, en sus líneas fundamentales, como uno de los grandes paradigmas del pensamiento contemporáneo. Sentada esta tesis -por lo demás, harto obvia-, se impone añadir en
seguida, entrando en un terreno menos fácil, que los intentos de conseguir una determinación extensional
medianamente unívoca del término conceptual “marxismo” parecen estar, en nuestros días, condenados al
fracaso. EI vacío abierto a raíz de la crisis del dogmatismo stalinista –que sólo aparentemente había coagulado
una unidad cuya definitiva, y al parecer irreversible, fragmentación habría que cifrar en la muerte de Engels,
cuando menos- ha ido siendo llenado, en las últimas décadas, por las más diversas reelaboraciones (o “lecturas,) del legado de Marx: la cientificista y racionalista de la escuela de Althusser, la utópico-escatológica de Ernst
Bloch o de los nada homogeneizables representantes de la teoría de la sociedad, de observancia frankfurtiana (Escuela de Frankfurt), la humanista y ecléctica de tanto lector entusiasta de los textos de juventud de Marx,La soviética -obediente todavía a su ya vieja sacralización del marxismo en un corpus más o menos escolásticamente sistematizado del que, no obstante, se ha eliminado la aportación, en otro tiempo tenida por “decisiva“, de Stalin-, la maoísta (Mao) y, en fin, la que- algo más recientemente pareció venir a insinuarse a través
de una muy peculiar recuperación de Gramsci, del Lukács de los años veinte y del Lenin más conscientemente voluntarista. A esta lista, ya de por sí bastante impresionante, habría que añadir nuevos epígrafes: el debido, por ejemplo, a la “nueva izquierda húngara, que continúa la obra del viejo Lukács (y en este sentido se
habla ya de una “Escuela de Budapest”) y, por supuesto, los correspondientes a las diferentes tendencias en
que se subdividen y ramifican todas estas grandes corrientes y a pensadores aislados a los que se deben penetrantes replanteamientos de algún aspecto del paradigma marxista (como es el caso, muy singularmente,
de Lucio Colletti y Jindrich Zeleny).
Cabría encontrar, no obstante, un común denominador a todas estas tendencias (aparentemente coaguladora, cada una de ellas, de un concepto dé “marxismo”: su deuda respecto de las discusiones, perplejidades,
planteamientos y aportaciones que llenaron, con singular vitalidad, ese período de la historia del marxismo
que mediante el hundimiento de la II Internacional y la definitiva consolidación de las tesis de Stalin. Cada
una de estas “lecturas” recientes viene privilegiando -con bagajes metodológicos nuevos y obviamente diferentes, como es lógico-, uno u otro de los dos grandes elementos en cuya particular articulación cabe cifrar la
especificidad del marxismo. (No otra cosa ocurrió, ciertamente, en los años citados. De ahí, convendría recordar, la coherencia respecto de la situación actual del marxismo que revelan los insistentes intentos a que venimos asistiendo de “recuperación, teórica de aquel período histórico.
Esta especificidad del marxismo -de la que de manera puramente tentativa y provisional vamos a ocuparnos
aquí, a propósito, exclusivamente, del propio Marx, esto es, prescindiendo de las sucesivas lecturas del mismo
a que se ha podido asistir en nuestro siglo y, por supuesto, del problema de si algunas de ellas han venido, en
definitiva, o no a desarrollar pseudomarxismos más o menos influyentes (sean éstos el de Kautsky, el de
Marcuse o el de Konstantinov, pongamos por caso)- condiciona, por lo demás, el impasse en el que vienen a terminar los intentos a que se ha podido asistir últimamente de contrastación del mismo con otros paradigmas
de pensamiento. Lo peculiar del marxismo, lo que de una u otra manera determina esa “especificidad” suya
es, en efecto, la decisión con que se identifica de proseguir conscientemente la milenaria lucha contra el mal
social basándola en conocimiento adquirido con las cautelas analíticas de la ciencia, antes de integrarlo en la
totalización de la perspectiva revolucionaria”1. Conocimiento, por lo demás, al que el propio Marx ha contribuido con su particular producción de piezas decisivas, piezas que -coherentemente tanto con la motivación
básica del marxismo cuanto con sus condiciones históricas y sociales de posibilidad- han de ser, pues, consideradas como “elementos fundamentales de la consciencia revolucionaria .del proletariado ascendente”2.
Así, pues, el marxismo -cuya naturaleza de clase viene a ser explícitamente recogida y subrayada por sus
fundadores- comprende y articula dos niveles distintos: el del conocimiento científico de la realidad social (la macrosociología marxista, como dicen unos, la teoría del modo de producción capitalista desarrollada básica-
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¿QUE ES EL MARXISMO?
A Manuel Sacristán
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mente en El Capital, como dicen otros, su aparato crítico-categorial, su teoría de las ideologías y ese conjunto, en fin, de grandes hipótesis hermenéuticas para el que acostumbra a reservarse el rótulo de “interpretación materialista de la historia” y de cuya puesta en práctica ha dejado ejemplos especialmente útiles el propio Marx en su 18 Brumario, etc.) y el de la programación política con vistas a la transformación revolucionaria
de la realidad así conocida por la clase obrera (y sus aliados). En este preciso sentido puede, pues, decirse que
el marxismo llama, a un tiempo, a la práctica política y al análisis científico de la sociedad. Análisis que el
propio Marx pudo, en consecuencia, caracterizar como “expresión teórica“ de una determinada práctica revolucionaria.
La comunicación interparadigmática no siempre resulta fácil, como es bien sabido. Cuando uno de los paradigmas es el marxismo, resulta más bien imposible. O, al menos, eso parece indicar la experiencia de que
se dispone. particularmente representativo resulta el caso de las confrontaciones entre el marxismo y la filosofía analítica. (De hecho, las que hace ya décadas se intentaron .entre la fenomenología y el existencialismo, por
un lado, y el marxismo por otro, vinieron a acabar en una trivializadora vampirización, por parte de aquellas dos corrientes, de tal o cual pieza del arsenal hermenéutico y metodológico del marxismo.) Por de pronto, se trata de una confrontación entre una filosofía académica (incluso ejemplarrnente académica) y otra que
no lo es. Por otra parte, la aparente inconmensurabilidad de los standards vigentes en uno y otro paradigma
ha hecho que el marxismo se haya visto “descalificado” una y otra vez por parte de los analíticos en base a
razones lógicas, epistemológicas, etc. (Y, desde luego, también -aunque en este caso inconfesadamente- por
razones políticas.) Esto es, por ser un “historicismo”, o un “naturalismo” o, aún más frecuentemente, por no
ser una ciencia, por no ser “teoría pura”3.
El marxismo no es, ciertamente, una ciencia. O, mejor dicho, no es sólo una ciencia. Por lo demás, todas estas “descalificaciones“, no resultan única -y ni siquiera fundamentalmente- adscribibles a los analíticos. Lo esencial al respecto -por mucho que parezcan ignorarlo quienes se aferran a la consoladora tesis de que el saber nació el día en que un puñado de académicos vieneses lanzó su Manifiesto por una concepción científica del mundoya fue dicho a comienzos de nuestro siglo por ideólogos de tan brillante carrera como Croce, Pareto y tutti quanti. En su Historia de la historiografía italiana del siglo XIX Croce, por ejemplo, distanciándose definitivamente de su
maestro Labriola y de su propia fase marxistizante, razona -pensando fundamentar así, como años después
Schumpeter y tantos otros, la visitada tesis de la caducidad de El Capital en cuanto análisis teórico de la sociedad capitalista y, por extensión, la del marxismo todo- que los textos que componen la principal obra de Marx
se adscriben descalificadoramente a géneros muy distintos. En lugar de constituir un tratado homogéneo de
“economía política“, como en principio cabría esperar, entrañan un conjunto de “cánones“ o pautas metodológicas para la interpretación del pasado, un cuerpo propiamente teórico, en el que -no sin cierto eco de viejas metafísicas- se lleva a cabo algo así como un análisis del capitalismo moderno y un impulso “profético“ o “elíptico“ -cuyo desarrollo se adscribe a la acción política- hacia una sociedad de cuño diferente.
Nadie negará, ciertamente, que esta “interrelación“ de géneros -a la que tan anticipadoramente recurre
Croce en su “descalificación” del marxismo- es un hecho. Es más: precisamente en ella cabe cifrar, como se
ha indicado antes, la especificidad del marxismo. Croce inaugura un tipo de crítica “formal“, o “epistemológica, de los escritos de Marx de singular recurrencia en los análisis contemporáneos del marxismo. Desde un
paradigma de pensamiento que hace de la “teoría pura“ (esto es, neutral respecto de cualquier posible programación político-social) standard crítico básico, nada más coherente que “descalificar“, un empeño como el
marxista, cuyo propósito central es la fundamentación y formulación racional de un programa histórico de
transformación de la sociedad. Croce yerra, ciertamente, al equiparar a Marx con Ricardo, por mucho que en
el terreno propiamente científico pudiera haber aprendido de él. Porque si bien la aportación de Ricardo tampoco es “puramente“ teórica, en el sentido del nivel posteriormente alcanzado por la teoría económica bur-
3. Especialmente representativos resultan, en este sentido, la confrontación entre el racionalismo crítico de inspiración popperiana y la
teoría crítica de la sociedad que tuvo lugar en 1961 y cuyas actas se han recopilado bajo el rótulo genérico de La disputa del positivismo en la sociología alemana (hay versión castellana, Barcelona, 1969) y el número que no hace mucho consagró la Revista de Occidente,
bajo la dirección de Alfredo Deaño, al polémico tema de las relaciones entre el análisis y la dialéctica [Revista de Occidente, 138 (1974)]:
De este número destacar dos trabajos -el de Alfredo Deaño y el de José Luis Blasco- que evidencian con irregular crudeza las razones del impasse final al que !e llega en todas estas contrastaciones (en las que, dicho sea de paso, no suele intervenir ningún marxista). Alfredo Deaño parte del método analítico y de su instrumento más potente, la lógica formal, y lo contrasta con un pretendido “método dialéctico”, del que lo fundamental serían las célebres contradicciones. Así enfocadas las cosas poco tiene que hacer el
marxismo (esto es, ese marxismo) en semejantes confrontaciones académicas.
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guesa, en él no se da dicho proyecto básico. Pero Croce acierta cuando -en el marco de su apología indirecta
del capitalismo: que no otras suelen ser las razones políticas conscientes o inconscientes de todas esas críticas
formales del marxismo- apunta, con intención negativa, a la naturaleza praxeológica del marxismo. Ni teoría
pura, pues, ni mero programa político. Una y otro en un tipo de interrelación cofecundante sobre cuya factura habrá, sin duda, que volver con mayor detenimiento. (La ignorancia de esta característica medular del marxismo explica, por lo demás, tanto la actitud de los socialdemócratas clásicos y de los althusserianos de anteayer, con su énfasis reductor en la naturaleza teórica del marxismo, como la de los nuevos y viejos utópicos, con
su identificación del marxismo con la mera postulación de ideales.)
De la actividad mediadora entre la teoría y el programa cabría decir, no sin cierta petición de principio,
que es propiamente “filosófica“. En ella sería posible cifrar, en efecto, la dimensión filosófica del marxismo.
Marxismo que es, por otra parte, una antifilosofía (si como “filosofía“ entendemos cualquiera de los significados tradicionales, pseudosistemáticos, del término). A las otras dimensiones, la científica y la política, ya se
ha aludido, así como a las condiciones históricas y sociales clasistas de posibilidad del marxismo. Quedan de
este modo, simplemente, trazadas las coordenadas de un panorama que será preciso llenar más, en la escasa
y puramente provisional medida, por supuesto, de lo ahora posible.
4. Cita tomada del volumen de Lenin ¿Qué hacer?, en Obras escogidas, Moscú, 1960-1961.
5. Aunque el concepto de alienación no puede ser asumido en su sentido más restrictivamente económico, acaso pueda verse en él, por
ejemplo, en ese exclusivo sentido, un precedente, en cuanto trabajo asalariado, esto es, trabajo sin medios de producción, del más propiamente teórico de plusvalía, tal y como éste es desarrollado en El Capital.
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En pocas ocasiones se demuestra tan estéril el standard metodológico básico de la filosofía analítica de la ciencia en su versión clásica, según el cual a la hora de sopesar cualquier cuerpo de conocimientos hay que prescindir del contexto genético para ceñirse, con ejemplar ascetismo, al de validación, como cuando hay que habérselas con el marxismo. No se trata, ciertamente, de trazar (a la manera del viejo Mehring) un puente subordinador de la evolución de las posiciones teóricas de Marx a las diferentes fases de su evolución política (en
cuanto enmarcadas, en cualquier caso, en la evolución general del período histórico en el que le tocó vivir).
Ni tampoco de rescatar la también harto conocida tesis, recientemente criticada por Althusser, de que los motivos del Marx maduro (el Marx más explícitamente sistemático) “venían“, de algún modo, “dados“ en el
mundo ideológico de su período de formación, de tal manera que bastaría con reconstruirlos críticamente para sacarlos a la luz... Por lo demás, esta tesis resulta harto deudora, al menos en su enfoque metodológico último, de la ideologista visión de la génesis del socialismo científico que en su día enunciaria Kautsky: “Se hizo claro en la mente de los miembros individuales de este estrato (la intelligentsia burguesa elaboradora de la
versión izquierdista de la herencia hegeliana) que había surgido el socialismo moderno y pasaron así a transmitirlo a los proletarios más desarrollados intelectualmente, los cuales a su vez fueron introduciéndolo en
las luchas de clases según las condiciones lo permitieron“4. Más bien ocurrió lo contrario, desde luego. A saber: que el nacimiento de la lucha de clases en su estadio específicamente contemporáneo (esto es, como enfrentamiento central entre burgueses y proletarios) precedió a la evolución teórica de los jóvenes hegelianos e
hizo así posible la respuesta marxista.
A diferencia, pues, de lo que ocurre con otros paradigmas de pensamiento -respecto de los que el atenimiento al contexto de validación aún podría resultar, al menos a una primera y un tanto acrítica mirada, medianamente plausible-, esta insistencia en las “condiciones históricas y sociales de posibilidad, del marxismo
es empeño necesario no sólo para comprender su génesis, sino también su particular naturaleza de clase.
Naturaleza que de algún modo determina, como veremos, la autoconsciencia científica misma de Marx. Ya
en 1845 Engels evidencia un suficiente nivel de autoconocimiento de su propia posición proletaria con ocasión
de un artículo escrito para el periódico cartista The Northern Star. Igual cabría decir del Marx de los años inmediatamente posteriores a 1842-1844, esto es, del Marx que ha entablado ya relación personal con el movimiento obrero francés y que ha profundizado en la lectura de la literatura socialista del momento (lectura que
será, ciertamente, una de las constantes de su actividad intelectual). Pero en ningún punto de su obra -en la
que quizá sería preferible distinguir entre elementos preteóricos y propiamente teóricos5 a la hora de carac-
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l. Las condiciones históricas y sociales de posibilidad del marxismo
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terizar una evolución respecto de la que la distinción entre dos grandes fases, una “ideológica“ y otra “científica“ resulta insostenible, dado el nivel unitario de autoconsciencia acerca de sus fines intelectuales y prácticos, autoconsciencia propiamente antiideológica, que caracteriza a Marx desde, cuando menos, su
Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel de 1844- ha sistematizado Marx esta relación entre un
determinado nivel de la evolución de la lucha de clases y su propio trabajo teórico como en los textos escritos con empeño más o menos autodefinitorio a propósito de El Capital.
El Capital presupone, como el propio Marx reconoce en dichos textos, un determinado nivel de desarrollo tanto del régimen capitalista de producción y de las relaciones de producción a él correspondientes (con la
consiguiente irrupción del proletariado militante, con el que Marx entra en contacto ya en 1844), como de la
economía política clásica. De ahí el doble movimiento crítico de Marx: crítica de la validez (esto es, objetividad) de los primeros análisis pretendidamente “científicos, del capitalismo a cuya elaboración pudo asistir y
crítica del capitalismo mismo. Al igual que Kant, en su Kritik der reinen Vernunft, no pensaba estar haciendo
“razón pura“ (es decir, metafísica especulativa), sino crítica de la misma; Marx no pensaba -como declara explícitamente en el subtítulo de El Capital- estar haciendo economía política, sino su crítica. Y crítica, al mismo
tiempo, de larealidad capitalista.
En una de sus últimas obras Marx ha dejado fugaz constancia explícita del standard por el que se guía su
crítica de la economía política: “Llamo canalla a quien intenta acomodar la ciencia no a un punto de vista emanado de ella misma (por muy erróneo que éste puede ser), sino a intereses que le son ajenos, a intereses extraños e impuestos a ella”6. Este standard viene, por otra parte, estrechamente vinculado al que le mueve en su
crítica del capitalismo como tal. Si los economistas políticos clásicos sólo pueden aspirar al rango de “científicos” mientras la lucha de clases permanece latente o se trasluce simplemente en manifestaciones aisladas lo que les permite considerar y presentar el orden capitalista como la forma absoluta y definitiva de la producción
social, en lugar de una simple fase históricamente transitoria del proceso evolutivo de la misma-, el capitalismo,
en la medida en que por un lado incrementa las fuerzas productivas, socializando de manera creciente el trabajo, y, por otro, lo hace en el marco de unas relaciones de producción nada socializadas, sino individualistas y privatistas, posibilita él mismo, en virtud de este desarrollo contradictorio, la superación de la sociedad
capitalista. Sólo que dicha contradicción objetiva no representa otra cosa que la posibilidad de abolir y superar el sistema. El desarrollo de dicha posibilidad depende ciertamente, de la acción consciente (acción militante, acción organizada), de la clase que encarna, de modo más o menos duradero, los intereses de la sociedad entera, esto es, los intereses de la especie en cuanto representada por la sociedad de que se trate (en este caso, la
capitalista).
Una clase a la que, en consecuencia, Marx caracteriza, en un determinado momento, como la “clase universal“. De ahí que al “arma de la crítica“ -o lo que es igual, al propósito de fundamentación científica de la acción revolucionaria que le lleva a criticar a los economistas clásicos, que una vez que la lucha de clases ha
irrumpido declaradamente abandonan su aparente imparcialidad y disimulando la realidad hacen de su
“ciencia“ una pseudociencia enmascaradora y, en este sentido, específicamente “ideológica“- una Marx su
llamada a la “crítica de las armas“, esto es, a la acción revolucionaria misma.
Marx considera, pues, que una vez históricamente cristalizada la formación social capitalista, con su nivel
específico de lucha de clases, no era posible un estudio “imparcial” de la misma “sin remontarse sobre el horizonte de la burguesía“7. Todavía Ricardo pudo ver, sin ponerse conscientemente al servicio de los intereses
del capitalismo (esto es, sin hacer su apología directa), en la contradicción de los intereses de clase, en la contradicción entre el salario y la ganancia y entre la ganancia y la renta del suelo, de la que no era ignorante,
una “ley natural de la sociedad“. A partir de 1830 ya no era posible ignorar el conflicto frontal, sin embargo.
Dentro del horizonte de la burguesía a lo más que podían aspirar los economistas a quienes aún cabía aplicar el rótulo de “científicos“ (esto es, a los economistas que no habían optado por convertirse en “espadachines a sueldo“ o “apologistas de conciencia turbia“) era a armonizar (à la J. S. Mill) la economía política del capital con las aspiraciones del proletariado.
En este estado de cosas incide la decisión marxiana de criticar la economía política clásica. Decisión que
se confunde, en realidad, con la que tomó en 1843 -fecha en la que cabe datar el arranque de sus estudios de
6. MEW, 26, p. 112.
7. MEW,23, pp. 20 ss.
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temática económica- de penetrar en la “anatomía, de la sociedad capitalista con el fin de criticarla y fundamentar así sus objetivos comunistas, o lo que es igual, la realizabilidad de los mismos. No otro sentido tiene,
ciertamente, la expresión “socialismo científico“ -que juzgada con los standards propios de la filosofía analítica es, sin duda, un contrasentido-. Al hablarse de “socialismo científico“ se apunta, simplemente, a la fundamentación racional de objetivos socialistas mediante el conocimiento científico de la articulación interna de
la sociedad que, en virtud de éstos, se ha optado por transformar. A diferencia de los revolucionarios puramente especulativos, esto es, ajenos al conocimiento científico y, en consecuencia, “utópicos“, Marx sí que sabía el camino a recorrer con vistas a una definición racional de sus objetivos.
La crítica marxiana de la economía política tiene, pues, un carácter básico de clase, a pesar de, o, precisamente, por, su propia exigencia de “imparcialidad”. Como tiene también, según acabamos de ver, unas “condiciones sociales de posibilidad”. “Esta crítica -dice Marx refiriéndose a la necesaria crítica de la economía política clásica-, en la medida en que una clase es capaz de representarla, sólo puede estar representada por
aquella clase cuya misión histórica es derrocar el régimen de producción capitalista y abolir definitivamente
las clases: el proletariado“8. La producción capitalista moderna no era, en efecto, para Marx -como Engels recuerda en su Prólogo de 1886- otra cosa que “una simple estación de tránsito en la historia económica de la
humanidad“9. Y no sólo económica, cabría añadir.
8. Ibídem, p. 22.
9. Ibídem, p. 38.
10. Convendría no olvidar que Marx no utilizó nunca la expresión “materialismo dialéctico”.
11. M. Sacristán, Karl Marx, Barcelona, 1974.
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La teoría del modo de producción capitalista desarrollada por Marx en El Capital -prosiguiendo y consumando un trabajo cuyo arranque explícito puede cifrarse en 1859, pero que data, en realidad, más bien, de la época de la Miseria de la filosofía- es, pues, fruto indirecto de su enfrentamiento crítico con la economía política clásica, economía cuya concepción tradicional critica, sin abandonar por ello su temática. Inicia, más bien, un tratamiento cualitativamente nuevo de la misma. (No hay que olvidar, por otra parte, que Marx estaba ya en posesión
tanto de una definitiva claridad acerca de sus objetivos políticos, según se ha dicho, como de las líneas fundamentales de su “nuevo materialismo“, sistematizadas en La ideología alemana10 y, de manera mucho más sintética, en el célebre Prólogo a su Contribución a la crítica de la economía política. Su teoría de las ideologías había quedado ya, por otra parte, ultimada en la primera mitad de la década del 40. De esta teoría no es posible prescindir, por lo demás, a la hora de enjuiciar el enfrentamiento de Marx con la economía política clásica, a la que
critica, como acabamos de ver, entre otras cosas por presentar, coincidiendo en ello con todas las ideologías,
como “natural“ lo que es meramente “histórico“. Puestos a hacer historia breve de la evolución de Marx, convendría quizá recordar también -a la manera, por otra parte, de síntesis de lo dicho- que el primer Marx temático completo es el Marx de 1844. No en el sentido de poderse hablar ya en esa fecha de un marxismo consumado en el conjunto de sus proposiciones teóricas, por supuesto, sino en el de la presencia de la totalidad de las
vertientes temáticas sobre las que con el paso del tiempo irían induciendo aquéllas. El Marx de 1844 ha hecho
ya suyas, en efecto, las “tres fuentes y partes“ de las que hablaba Lenin: la filosofía clásica alemana -de la que
arranca su crítica general de la cultura capitalista y, por extensión, de toda cultura clasista-, la economía política
inglesa -cuyos textos comenzó a frecuentar en 1841, llevado de ese empeño de penetrar en la “anatomía de la
sociedad“ al que se debe su ulterior análisis sistemático del modo de producción capitalista- y la política revolucionaria francesa. A estas tres fuentes y partes habría que añadir, como ha hecho recientemente Sacristán11],
una cuarta: el movimiento obrero, presente ya y operante incluso en la retrasada Alemania de aquellas fechas.
Precisamente en 1844 tuvo lugar, como se recordará, la insurrección de los obreros textiles de Silesia.
Unitariamente consideradas, estas cuatro “fuentes y partes“ se identifican con esa trama tan particularmente
“marxista“ que constituyen la consideración científica de la historia cuya columna vertebral han dibujado los
autores de La ideología alemana y una particular estrategia revolucionaria basada en la misma.
“Desvelar la ley económica del movimiento de la sociedad moderna,, o lo que es igual, formular “las leyes particulares que regulan el origen, la existencia y la muerte de un organismo social dado y su sustitución
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2. La autoconsciencia teórica de Marx
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por otro superior“, por un lado, y exponer “la organización interna del modo de producción capitalista en su
promedio ideal...“, por otro, constituyen, como el propio Marx enuncia explícitamente, el objetivo del análisis teórico desarrollado en El Capital. Esta formulación de objetivos plantea, ciertamente, entre otros, dos
grandes problemas que de algún modo han condicionado algunas de las polémicas desarrolladas en los últimos tiempos en torno al (posible o hipotético) “nuevo“ .concepto marxiano de ciencia. Uno de ellos afecta
al concepto de “ley“, con el que opera el autor de El Capital. El otro viene corporeizado por la aparente contradicción entre la dimensión histórica y la estructural en el doble objetivo analítico formulado por Marx. Este
último es, sin duda, el problema determinante, en la medida en que afecta tanto a la metodología general empleada por Marx en El Capital como a la propia concepción marxiana de la realidad. (Concepción que, como
veremos, condiciona también la posición básica de Marx respecto del conocimiento científico y el problema,
interno a éste, de la relación entre ciencia social y ciencia natural).
Como ha hecho ver Zeleny12 en un estudio realmente sobresaliente -y, en cierto modo, definitivo- sobre
la cuestión que nos ocupa, Marx desarrolla un tipo genético-estructural de análisis como única vía resolutiva
posible de dicho objetivo teórico, sólo aparentemente contradictorio. En el marco de dicho análisis, que lo es
de una estructura, la del modo de producción capitalista, de la que se asume que nace, evoluciona y está llamada a desaparecer, Marx recurre a un tipo de explicación científica en el que conceptuar significa “expresar el carácter de un determinado tipo, organismo o todo determinado que está en desarrollo o evolución“13.
En virtud de este nuevo modelo de explicación -que recoge, sin duda, aunque a nivel puramente formal, motivos hegelianos- las categorías jamás son concebidas ahistóricamente, de tal modo que ninguna forma o determinación económica es presentada -a diferencia de lo que ocurre en el marco de la economía burguesa clásica- como propia de todas las fases evolutivas de la sociedad humana. En este preciso sentido Marx supera,
según Zeleny, cuyo enfoque hacemos nuestro, la fijación mental (o lo que es igual, la fijación conceptual) , relativizando -en virtud de su concepción histórico-práctica del hombre y de las condiciones sociales de la vida
humana- las formas de la realidad y, en consecuencia, las del pensamiento. Esta doble relativización (lógica
y ontológica) es tal en virtud de una obvia necesidad fundacional: “la estructura tradicional, sustantiva-atributiva, del pensamiento científico, tal como la concibió la filosofía de la edad moderna -por ejemplo, en la
metafísica de Descartes, en el pensamiento de Locke o en la filosofía alemana prekantiana- ha sido revolucionada por Marx al relativizarla sobre la base de la interpretación dialéctico-procesual de la realidad“14.
Marx rompe, pues -enlazando en cierto modo, como ya se ha dicho, con Hegel y aun con el Leibniz de la
Monadología-, con la tradición galileo-cartesiana, es decir, con su interpretación mecanicista de la causalidad
y del movimiento, por un lado, y con la estructura sustancialista-atributiva de su pensamiento (que conlleva
una determinada concepción de lo lógico y de la derivación lógica), por otro. La economía política burguesa
queda así relacionada con un modo general de pensamiento (correspondiente, sin duda, como es obvio, a
una determinada concepción de la realidad) que, de acuerdo con su enfoque fijista y sustancialisla (que absolutiza el esquema jerárquico de unas sustancias y unos atributos, unos modos y unos accidentes, etcétera, rígidamente determinados), hace de las propiedades de las cosas, “propiedades fijas y sustanciales, independientes de toda relación en una totalidad histórica perecedera”15. En Marx, por el contrario , “el proceso real
objetivo, unilateral en su materialidad y conocido cada vez más objetiva y profundamente“, un proceso en
autodesarrollo que se manifiesta de formas diferentes, esto es, históricamente relativas16, ocupa el lugar de la
vieja “sustancia“ (cartesiana, etc.).
Consecuencia central de este desplazamiento es, por supuesto, esa relativización de las formas de pensamiento a que ya se ha aludido. Pero ésta debe ser entendida en un sentido a un tiempo plural y muy preciso: en el de la caducidad histórica, en el de la interpenetración de las categorías, en el de la relativización de
la contraposición entre lo absoluto y lo relativo (con su destrucción de las pretensiones de validez absoluta
de ciertas formas premarxistas de pensamiento y el enunciado de los límites relativos dentro de los que ten-
12. J. Zeleny, La estructura lógica de “El Capital” de Marx, Barcelona, 1974.
13, Ibídem, p. 22.
14. Ibídem, p. 41.
15. Ibídem, pp. 27 ss.
16. Ibídem.
17. Ibídem.
18. MEW, 1, p. 27.
19. J. Zeleny, op. cit., p. 61.
20. Ibídem, pp. 63-64.
21. K. Marx, Grundrisse, p. 28
22. J. Zeleny, op. cit., p. 65.
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drían validez plausible) y, por último, “en el sentido de captación de la dependencia de las categorías y formas lógicas respecto de las formas de la sociedad humana, en evolución histórica17.
Que la relativización marxiana de la estructura atributivo-sustancialista tiene un precedente claro en la crítica hegeliana del pensamiento tradicional es cosa poco discutible para Zeleny, desde luego. Su interpretación
de la presunta reelaboración marxiana de algunos motivos hegelianos se beneficia, de todos modos, de un
fundamento argumental de solidez poco común (y que contrasta, ciertamente, con el de quienes cancelan este punto mediante el simple recurso a tales o cuales “invariantes estructurales “) .
En el orden argumental de Zeleny el problema de la relación entre el procedimiento de exposición teórica y la historia real (o lo que es igual, el problema de la relación entre lo lógico y lo histórico) precede al tratamiento de la relación Hegel-Marx: Conocer es, para Marx, como nadie ignora, reproducir intelectualmente, de manera adecuada, la realidad, realidad material que precede, obviamente, a la consciencia. Teniendo
dicha realidad un carácter procesual -histórico, en definitiva- no podrá ser conocida “adecuadamente“ por mero recurso a una refiguración pasiva y paralela de la misma en el pensamiento. Este tiene una capacidad constructiva con un movimiento relativamente independiente del proceso material en cuanto tal. Resultado de dicha
“capacidad constructiva“ es un tipo de reflejo o “reproducción intelectual“ de la realidad que se concibe como “forma ideal de expresión, de la misma. En lo que a El Capital concierne dicho proceder se traduce, por
un lado, en una derivación del movimiento en el plano del desarrollo teórico a partir del movimiento de la
historia real, de las conexiones básicas de éste. En este preciso sentido establece Marx que el movimiento en
el plano del desarrollo teórico “refleja... simplemente la vida del material“18. Por otro lado, el análisis teórico
de Marx se separa constantemente del decurso y de la superficie de la realidad y expresa idealmente las relaciones internas necesarias de esa realidad”19. Esta .operación, es, por lo demás, la condición necesaria de cualquier apropiación conceptual de la realidad. Lo que no permite inferir, obviamente, como el mismo Marx subrayó repetidas veces, que el movimiento relativamente autónomo de la explicación teórica -explicación en
la que hay necesariamente hechos históricos, esto es, no deducibles por vía puramente teórica- pueda sustituir nunca a la propia historia real.
Pieza clave de todo este enfoque es, sin duda, la específica concepción marxiana de la forma lógica, forma a la que rotula como “concepto“, “conocimiento conceptuante“. Marx elabora, según Zeleny, un concepto de “concepto“ que unifica de manera inextricable el enfoque estructural y el genético, como corresponde
al método cuyas líneas generales elabora en acto en su tipificación teórica del modo de producción capitalista. “El concepto es para Marx -escribe Zeleny- la reproducción intelectual de la articulación interna, de la estructura interna de un objeto, y precisamente de esa estructura interna en su desarrollo, en su génesis, en su
existencia y en su muerte“20. De acuerdo con el enfoque procesualista marxiano, el objeto es captado, pues,
en el concepto, en su naturaleza genético-estructural, o lo que es igual, en su legalidad genético-estructural.
“No se trata -escribe Marx a propósito del conocimiento conceptuante del modo de producción capitalistade la relación en que se sitúan las relaciones económicas en la sucesión histórica de las diferentes formas de
sociedad. Y aún menos de su sucesión “en la idea” (representación vaga de la génesis histórica), sino de su
articulación dentro de la moderna sociedad burguesa“21. Ahora bien, como acota Zeleny, “esa articulación:
a) no es estática, sino que existe sólo “en el movimiento”, es devenir sobre la base de la forma devenida y conduce a la ruina de esa forma devenida, a la génesis y al devenir de otra forma; b) y esta articulación procesual
en la forma devenida posee conexiones internas con la historia en las fases en las que la forma estudiada se
ha convertido en “forma devenida”. No son conexiones. simples ni es posible expresarlas con un mero paralelismo. No es posible exponer científicamente la articulación procesual en la forma devenida sin tener en
cuenta la génesis histórica, así como los procedimientos teóricos capaces de interpretar las conexiones estructural-procesuales en la forma devenida y al mismo tiempo el contexto histórico-genérico anterior al devenir de
la forma investigada“22.
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Marx establecería así, en suma, en su elaboración del conocimiento conceptuante de una determinada realidad, una relación de “correspondencia paralela“ en el caso de un desarrollo histórico-factual de las categorías que fueran desde las más abstractas a las más concretas y de “incongruencia, cuando el curso histórico hubiera sido diferente (Zeleny ejemplifica esta doble relación con el desarrollo de la simple forma de valor hasta la forma monetaria y con el caso de la explicación de la tasa media de beneficio, en el que no hay coincidencia entre el análisis teórico y el proceso histórico, respectivamente).
De acuerdo con este enfoque, que viene a resolver (o, por lo menos, a señalar un posible camino resolutorio de) un debatido problema, “el conocimiento teórico del capitalismo en su ‘estructura típica interior‘ y
el conocimiento de la historia real de las relaciones capitalistas de producción se condicionan y presuponen
recíprocamente“23. Si, como escribió Marx24, el estudio de la economía de la sociedad burguesa, en cuanto
fase superior, de desarrollo de todo un proceso histórico, nos da la clavé para entender la economía de las sociedades anteriores (en el sentido mismo en el que puede decirse que “la anatomía del hombre es una clave
para la anatomía del simio“), sólo una vez conseguida (esto es, construida) la comprensión teórica del capitalismo en su estadio de madurez definitiva, en virtud de un análisis genético-estructural que pone al descubierto sus conexiones internas, será posible entrar en la historia científica de las relaciones capitalistas de producción. Porque, ciertamente, “la tarea de elaborar el conocimiento científico del capitalismo“ (o de cualquier
otro modo de producción, podríamos decir extendiendo el argumento), “no se puede... reducir a la exposición de la historia de las relaciones capitalistas de producción“ (o de las correspondientes a dicho otro modo
de producción). Lo que no impide, como ya se ha dicho, que la “exposición“ deba ir precedida de un amplio
trabajo de “investigación“, histórica25.
En el contexto de esta aportación metodológica se integra, obviamente, el método de derivación “dialéctica“ a cuyo uso se recurre en El Capital, sin que ello suponga, desde luego, abandono del método deductivo
tradicional, pongamos por caso, ni ofrecimiento de una alternativa “global“ al mismo por parte de Marx. En
su análisis del desarrollo de las formas de valor, con las transiciones de unas a otras, Marx remite a una presunta necesidad (necesidad que no resulta identificable, según se acaba de insinuar, a la puramente analítica
o lógico-formal). Marx ha llevado a cabo, por el contrario, un proceso lógico-dialéctico de derivación cuya secuencia “es reflejo de las conexiones necesarias de las formas reales y precisamente de su interna estructura
conceptual”26 y resulta, por lo demás, inseparable de la concepción procesual de la estructura misma de la
realidad a que ya se ha hecho alusión. Se trata, como ha hecho ver Zeleny, de “una relación de consecuencia
histórico-necesaria sui generis, o, si se prefiere, de una derivación empíricamente vinculada, que es, en definitiva, la forma lógica específica del “conocimiento conceptuante“ de Marx. En la medida en que se trata de un
conocimiento que versa sobre un proceso histórico cuyo reflejo explicativo se busca -esto es, cuyas conexiones internas han de ser lógicamente reconstruidas-, Zeleny puede concluir que “la explicación de la ‘expresión
ideal‘ de la realidad investigada por medio de la relación de consecuencia lógico-dialéctica y de las transiciones lógico-dialécticas es el presupuesto necesario para conceptuar la historia real; la “expresión ideal” no se
puede obtener sino partiendo de la investigación de la historia real27.
El tipo de análisis que Marx inaugura en El Capital atiende, por tanto, de manera unitaria, a la génesis histórica y a la “derivación (génesis) lógico-dialéctica en la forma de la expresión ideal de la realidad investigada”28. No se trata, pues, de procesos separados -uno de ellos puramente histórico y el otro puramente lógico-, sino de la “expresión ideal“, como ya se ha dicho, del proceso histórico. Conviene recordar, por lo demás, que para ser realmente operante el tipo de derivación a que nos referimos exige el cumplimiento de ciertas “condiciones“ previas, cuya enumeración ayudará a completar, sin duda, la imagen del trabajo científico
realizado por Marx cuya exposición sintética aquí se busca. Son éstas, siguiendo a Zeleny, “un conocimiento
empírico profundo de la materia en el terreno cuyo análisis teórico se quiera realizar por medio de la forma
23. Ibídem.
24. Cf . K. Marx, Contribución a la crítica de la economía política, Madrid, 1970, p. 275.
25. J. Zeleny, op. cit., p. 108.
26. Ibídem, p. 82.
27. Ibídem, p. 83.
28. lbídem, p. 86.
29. Ibídem, p. 93.
30. Ibídem, p. 94.
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materialista y dialéctica de derivación“29; el reconocimiento de que “la forma dialéctica... tiene sus limitaciones”, como señaló el propio Marx30. O lo que es igual, que “la exposición teórica de totalidades en desarrollo por la derivación materialista y dialéctica tiene que enlazar en determinados puntos con la realidad histórica factual entendida como presupuestos comprobados, no derivables dialécticamente, de los cuales parte la
derivación materialista y dialéctica“31. Y, por último, que “el todo estudiado, en desarrollo haya alcanzado
en la realidad un determinado grado de madurez“ y que “las investigaciones anteriores hayan acumulado cierto material de conocimiento sobre él”32.
Este enfoque de la cuestión -en cuya profundización habrá de entrar, por lo demás, quien quiera sopesar
de alguna manera los aspectos puramente científicos y metodológicos, esto es, no primariamente praxeológicos, del legado de Marx, si es que es lícito recurrir a tal distinción- determina un punto de vista específico acerca de la relación Hegel-Marx que no deja de resultar, por cierto, bastante fiel a las declaraciones al respecto del
propio Marx en los escritos autoclarificatorios del último período de su vida. La vinculación metodológica entre Marx y Hegel -o lo que es igual, la adscripción a ambos de un pretendido método dialéctico que procede
violando el tabú lógico-formal de la consistencia- ha girado no pocas veces precisamente en torno a la cuestión
de las contradicciones. Ya hemos visto, por de pronto, que un posible uso del método lógico-dialéctico marxista -tal y como éste viene a ser aplicado, según Zeleny, en el marco del análisis genético-estructural del capitalismo que Marx desarrolla en El Capital- nada tendría, ni tiene, que ver con ese otro “método dialéctico, que algunos adscriben a un marxismo “deudor“ de la dialéctica hegeliana. Caben pocas dudas, por otra parte, de que
así como en la ciencia galileana la búsqueda de relaciones (extrínsecas o intrínsecas) se basaba en el supuesto
de una esencia fija y de propiedades esenciales fijas, en el pensamiento de Marx la relacionalidad del pensamiento se funda en la concepción procesual-relacional”33 de la realidad, realidad como proceso que sustituye,
ya en Hegel, a la vieja concepción de la realidad como “esencia“. Y caben también pocas dudas de que “esta
concepción intrinsecista de la realidad conduce a la concepción de la contradictoriedad como algo más esencial de esta nueva relacionalidad procesual“34, rasgo, por lo demás, “ónticamente propio de dicha estructura“,
esto es, no equiparable a una fuente o motor externo a la misma35. Como bien puede, sin embargo, pensarse,
en este caso se trata de algo bien distinto a las contradicciones lógico-formales.
En la medida en que Marx apunta que su método dialéctico “no es sólo diferente del de Hegel, sino que
es su contrario directo“36, asume la existencia de una relación específica entre el método hegeliano y el suyo
propio. Hay, en principio, entre uno y otro una relación histórica: ambos están más allá de esa concepción clásica de los métodos de derivación que restringe éstos a relaciones lógicas de consecuencia de carácter puramente analítico. Como es sabido, Hegel distingue entre método empírico, método matemático y método dialéctico (o “filosófico“) y abre para este último el campo del “contenido inmanente de la cosa“, campo cuya
“necesidad interna, debe enunciar37. De este modo, sienta las bases de ese “pensamiento conceptuante“ dialéctico (empíricamente vinculado, según nuestra terminología) que Marx pone en funcionamiento en El
Capital. Ahora bien, Hegel identifica, de acuerdo con su enfoque idealista, el pensamiento con las leyes objetivas de la
realidad, subordinando, en suma, la ontología a la lógica. Con ello obvia el problema central: el de la relación entre la derivación lógico-dialéctica, a la que incumbe construir el sistema científico del objeto, y la historia real.
Con ello, produce un doble efecto negativo: por un lado hipertrofia la función del pensamiento (al que convierte en un auténtico demiurgo de lo real) y, por otro, ahorra a éste el trabajo de “conocer adecuadamente la
realidad en su estructura ontológica dialéctica“. Hegel y Marx quedan así separados por una concepción radicalmente antitética de la relación entre ser y pensamiento. Si Hegel los identifica, subordinando los fenómenos concretos bajo determinaciones lógicas generales, con lo que no acierta a “explicarlos“, Marx enuncia
32. Ibídem, p. 95.
33. Ibídem, pp. 95 ss.
34. Ibídem.
35. Ibídem.
36. MEW, 23, p. 27.
37. J. Zeleny, op. cit., p. 100.
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31. Ibídem.
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la prioridad del primero sobre el segundo, y asigna a éste la tarea de refigurar adecuadamente (esto es, activamente) la realidad. Para decirlo con palabras de Zeleny: “contra la interpretación idealista de la unidad dialéctica de lo lógico y lo histórico sobre la base del principio de la identidad del pensamiento y el ser, Marx
pone la concepción materialista sobre la base de la refiguración de la realidad por el pensamiento”38. Esta
crítica de Hegel es, por otra parte, muy temprana en Marx. Ya en su Crítica de la filosofía hegeliana del estado
Marx apunta que el conceptuar al que hay que tender .no consiste, como dice Hegel, en reconocer en todas
partes las determinaciones del concepto lógico, sino en captar la lógica específica del objeto específico”39.
Marx comparte, asimismo, con Hegel la-recusación de la situación de privilegio que en el ámbito de la explicación científica venía ocupando la causalidad en el sentido galileano-newtoniano. Esta pasa a ser concebida como una de las múltiples formas posibles de “mediación“. Como escribe Lenin, en Hegel “la causalidad
no es más que una de las determinaciones de la conexión universal”, conexión cuyas “recíprocas transiciones“ tiene en cuenta, desde un principio, el autor de la Fenomenología del espíritu40. El concepto de mediación
asume, sin embargo, en Hegel un significado intelectualista y logicista que falta en Marx. En El Capital se habla más bien de “condicionamiento”, “conexión“, “acción“. La redistribución de la utilidad que de cara a su
objetivo analítico pueda tener la metodología analítico-reductiva y analítico-causal propia del paradigma galileo-newtoniano no equivale, ciertamente, por parte de Marx a una renuncia total a la abstracción reductiva
propia de ese paradigma. Hace de ella, simplemente, un momento “de la reproducción intelectual del todo
dialécticamente articulado“, todo que debe ser entendido en un sentido muy próximo al que actualmente tiene el concepto de sistema.
Esta ampliación del enfoque causal-mecanicista a favor de una atención explícita a formas diversas de acción e interacción no mecánicas (en las que la causa, por ejemplo, es traspuesta a efecto y viceversa, tanto en
la fase de desarrollo de la génesis del objeto como en el desarrollo del “objeto devenido“, o en las que un determinado fenómeno puede ser a la vez causa y efecto), resulta inseparable, por supuesto, de la concepción
ontopraxeológica de la realidad de la que parte Marx, o lo que es igual, de los dos principios de la misma: “el
principio de la unidad del mundo” (con el que se apunta a ese monismo específico, que tiene, como veremos,
una determinada traducción en la tendencia marxiana a asumir la tesis de la “unidad de la ciencia,) y “el principio del autodesarrollo, esto es, la opinión de que el estado absoluto de las cosas y de los fenómenos consiste
en hallarse en movimiento, hallarse en un proceso de transformación“41.
En el caso concreto del objeto de El Capital, éste es, por lo demás, un “organismo sometido constantemente a procesos de transformación“, un proceso cuyos momentos, que sólo existen “en el curso del movimiento“, son a la vez “presupuesto y resultado“ del movimiento del objeto. Nada menos sostenible, pues, de cara al mismo que el determinismo científico basado “en la absolutización de la causalidad mecánica“42.
Categorías centrales del nuevo determinismo (determinismo no deudor del primado de la causalidad mecanicista) son, sin duda, las de la contraposición y la contradicción. Este es, como bien podrá suponerse, otro de
esos puntos centrales de la crítica marxiana de la economía política clásica, en la que -con diferente gradación,
según se trate de Ricardo y Sismondi o de James Mill y los apologistas vulgares del tipo de McCulloch,
Bastiat, etcétera- la negación, ignorancia o presunta resolución sintética, a nivel superficial, de las contraposiciones y del carácter intrínsecamente antagónico y contradictorio de las formas económicas capitalistas es
momento esencial de todo su edificio teórico. Las contradicciones y contraposiciones de las que aquí se habla son, ciertamente, inmanentes a una realidad (en este caso, la realidad capitalista, cuyo sujeto es, para
Zeleny, el capital mismo) que se concibe en autodesarrollo, en proceso constante. En este preciso sentido, Marx
prosigue la crítica hegeliana tanto de la concepción puramente superficial de la contraposición como de la
eliminación de las contradicciones (esto es, del reconocimiento de la existencia de las mismas) en “la ciencia“
por parte de la filosofía prekantiana. Importa subrayar que Hegel apuntaba, en las formulaciones iniciales de
su método dialéctico, a las concepciones de Wolff y no a la ley lógico-formal de la no contradicción en su forma actual -esto es, como ⌐(p ∧ ⌐p)-, ni menos a la consistencia como propiedad metateórica de los sistemas
axiomáticos, etcétera.
38. Ibídem, p. 103.
39. MEW, 1, p. 296.
40. V. I. Lenin, Philosophische Hefte, en Werke,38, Berlín, 1964, p. 153.
41. Cf. J. Zeleny, op. cit., p. 124; MEW, 23, p.28; Grundrisse, etc.
42. J. Zeleny, op. cit., p. 122.
43. NEW, 23, pp. 511-512.
44. Ibídem, p. 28.
45. lbídem, p. 12.
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La teoría marxiana de la revolución viene, por Io demás, basada en esta concepción de la contradictoriedad intrínseca del capitalismo, de cuyas contradicciones inmanentes son expresión los fenómenos “relativamente
externos“ de los antagonismos sociales. Y, concretamente, en la contradicción central, a que ya nos referimos contradicción de la que el sujeto revolucionario, el proletariado, ha de servirse como un arma-, entre un determinado desarrollo de las fuerzas productivas, que impone la socialización creciente del trabajo, y unas determinadas relaciones de producción, que imponen la apropiación privada de los productos del mismo. Como
el propio Marx señala explícitamente, “el desarrollo de las contradicciones de una forma de producción histórica... es el único camino histórico de su disolución y recomposición“43.
Este enfoque del problema de las contradicciones y de las contraposiciones inmanentes a las formaciones
sociales existentes no puede, en definitiva, sino ser identificado con una concepción “esencialmente crítica y
revolucionaria“ de la realidad -que Marx hace suya-, que “incluye en la comprensión positiva de lo existente al mismo tiempo la comprensión de su negación, de su ruina necesaria, (que) concibe cada forma en el fluir
del movimiento, o sea, también según su lado perecedero...“44.
Convendría no olvidar, por último, que este método genético-estructural, con el que Marx pretende captar la “lógica específica, de un “objeto específico, (el capitalismo), y que no resulta, por tanto, “universalizable“, esto es, convertible en un “método dialéctico, que convenientemente abstraído de El Capital haya de ser
necesaria y convenientemente aplicado a cualesquiera objetos posibles, es elaborado y puesto en funcionamiento desde una determinada autoconsciencia teórica de tipo general. En sus escritos autodefinitorios Marx
se remite a una concepción de “ciencia“ que equipara ésta al conocimiento mediante “teorías“, esto es, por
recurso a legalidades, a regularidades empíricamente observables. Hay en Marx, en este sentido, una búsqueda de modelos de explicación científica que bien pueden entenderse, al menos en cuanto a la intención marxiana, a la actual manera empírico-analítica, aunque tampoco pueda ignorarse el elemento organicista operante
en todo este enfoque. Que Marx no distinguía radicalmente entre explicación científica en el campo de las ciencias sociales y en el de las naturales es cosa que se desprende, en efecto, casi literalmente de sus propias declaraciones: “En el análisis de las formas económicas de nada sirven el microscopio ni los reactivos químicos.
La capacidad de abstracción debe sustituir a uno y otros... El físico observa los procesos naturales allí donde
éstos se presentan en la forma más ostensible y menos velados por influencias perturbadoras, o procura realizar, en lo posible, sus experimentos en condiciones que garanticen el desarrollo del proceso investigado en
toda su pureza. En la presente obra nos proponemos investigar el régimen capitalista de producción y las relaciones de producción y distribución que a él corresponden... Lo que de por sí nos interesa aquí no es precisamente el grado más o menos alto de desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de las leyes naturales de la producción capitalista. Nos interesan más bien estas leyes de por sí, estas tendencias que actúan y
se imponen con férrea necesidad. Los países industrialmente más desarrollados no hacen más que poner delante de los países menos progresivos el espejo de su propio devenir“45.
Las, anteriores. declaraciones de. Marx -y otras similares- han motivado interpretaciones de su obra -desarrolladas por autores entre los que ya es un lugar común destacar a K. R. Popper- en un sentido historicista.
Aunque de este problema nos ocuparemos más adelante, quizá no esté de más detenerse ahora brevemente
en el problema que, sin duda, plantean expresiones como “leyes naturales”, “férrea necesidad“, etc. En realidad, estas “leyes naturales“ no pueden ser entendidas en el sentido causal-mecanicista de la legalidad científico-natural (que la teoría analítica de la ciencia de nuestros días está sometiendo, por cierto, a revisión, y
cuya pretendida validez sub specie aeternitatis ya relativizó históricamente el propio Marx en su concepción de
la naturaleza), sino como concreciones histórico-lógicas de una determinada circunstancia social (concreciones
históricas, esto es, en orden al estadio del proceso real mismo del que se trate; concreciones lógicas, esto es, en
orden a la teoría que capta y reconstruye dicha realidad). Por otra parte, el énfasis en el adjetivo “natural“ o
la alusión a una determinada “necesidad“ resultan no menos interpretables a la luz global de la tesis marxiana de la participación de los individuos y de las clases en un proceso económico cuya estructura profunda
(Wesen) no les es transparente, proceso que se les presenta como algo “objetivo“, que ocurre independientemente de ellos mismos, esto es, de acuerdo con una legaliformidad que en este sentido preciso no pueden
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menos de considerar -de manera específicamente ideológica- como “naturalmente necesaria”. Pero son, en realidad, los mecanismos, las condiciones de las relaciones de producción -relaciones que son históricas, esto
es, no “naturales“- quienes les someten a ella. (No otra es, dicho sea de paso, la condición social de posibilidad de las diferentes ideologías. Marx lo ha expresado bien claramente a propósito de la ideología religiosa:
“El reflejo religioso del mundo real sólo podrá desaparecer por siempre cuando las condiciones de la vida diaria, laboriosa y activa, representen para los hombres relaciones claras y racionales entre sí y respecto a la naturaleza. La forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, sólo se despojará de su halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libremente socializados y puesto
bajo su mando consciente y racional“)46.
La interpretación naturalista y absoluta del concepto de ley con el que opera Marx (y que está en la base de
toda presentación del mismo como “historicista“) olvida, ciertamente, que toda legalidad es, como el autor de
El Capital sabía muy bien, racionalidad en un sentido muy preciso. Esto es, obediencia al mecanismo de un
“si... entonces...“ que es eminentemente condicional. De este modo se dice que algo es “racional, cuando obedece al sistema legal vigente en una estructura dada. Toda racionalidad -y toda legalidad- es, por tanto, condicional, o lo que es igual, interna a una estructura. Sobre esta base cabrá distinguir, por ejemplo, entre una “racionalidad capitalista“ y una “racionalidad en sentido marxista”. En el primer caso racionalidad equivaldrá
a sujección a la legalidad propia del sistema capitalista, esa legalidad que Marx reconstruye y tipifica en El
Capital. En el segundo, racionalidad equivaldrá a “implicación del ejercicio del trabajo productivo”, como hizo ver el viejo Lukács47. En cualquier caso, sin embargo, cuando Engels proclamaba ante la tumba de Marx
que “de la misma forma que Darwin ha descubierto las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx
ha descubierto las leyes del desarrollo de la historia humana”, estaba aparentemente abonando la concepción
que aquí se ha criticado (siguiendo, por lo demás, al propio Marx). En las anteriores palabras de Engels, y en
el razonamiento global que vienen a sintetizar es posible encontrar, no obstante, buena parte de lo que aquí
hemos llamado “la autoconsciencia teórica, de Marx. Su tesis, por ejemplo, de la unidad de la ciencia (inseparable de la tesis misma de la unidad del mundo con que se identifica el monismo marxista).
El 19 de diciembre de 1860 Marx escribe a Engels las siguientes reveladoras palabras a propósito de El origen de las especies de Darwin: “Por más que expresado toscamente a la inglesa, he ahí el libro que contiene los
fundamentos histórico-culturales de nuestra manera de ver“48. Marx saluda, ciertamente, el “golpe de gracia“ presuntamente “definitivo” que Darwin -a quien intentó infructuosamente dedicar el segundo tomo de
El Capital- había dado a la teleología en las ciencias de la naturaleza. Ya en 1857, sin embargo, al hablar en su
Contribución a la crítica de la economía política de la sociedad burguesa como “forma superior de organización
social“ respecto de las que la habían precedido -y clave, por lo tanto, para la comprensión de las mismasMarx recurría, como vimos, a una analogía con la evolución de las especies animales y eliminaba todo presupuesto finalista de su concepción tanto del proceso histórico-natural como del proceso histórico-social. La
interrelación de uno y otro -que explica sus manifestaciones a favor de una sola ciencia- databa, sin embargo,
de mucho antes, como ha hecho ver Valentino Gerratana en un penetrante trabajo dedicado a este problema49. Ya en los Manuscritos del 44 se había hecho del trabajo productivo de los hombres la base de su historia y el presupuesto de la historia de la propia naturaleza: “La industria -escribe Marx- es la relación histórica real de la naturaleza y, por tanto, de las ciencias naturales, con el hombre“50.
Este motivo, que se recoge y profundiza en La ideología alemana, es asumido igualmente por Marx como
clave explicativa de la escisión y extrañamiento desarrollados entre la filosofía (y unas “ciencias humanas,
deudoras de la misma) y las ciencias naturales, unas ciencias que han penetrado crecientemente en la vida
humana mediante la industria, sentando así, por lo demás, las bases para la “emancipación, del hombre, en
tanto que la filosofía quedaba ajena a dicho proceso: “Las ciencias naturales han desarrollado una enorme actividad y se han apropiado de un material siempre en aumento. A pesar de Io cual la filosofía ha seguido ajena a ellas en la misma medida en que dichas ciencias han permanecido ajenas a la filosofía. La momentánea
46. Ibídem, p. 94.
47. Holz-Kofler-W. Abendroth, Conversaciones con Lukács, Madrid, 1969, p. 30.
48. K. Marx-Fr. Engels, Correspondencia (MEW, 27 ss.).
49. V. Gerratana, Marxismo e darwinismo, et Ricerche di storia del marxismo, Roma, 1972 (trad. castellana: Barcelona, 1975).
50. MEW, Ergänzungsband, I, pp. 542 ss.
La discusión acerca del status del marxismo ha llevado, en no pocas ocasiones, a plantear el problema de la
relación de éste con la filosofía. Marx no se ha ocupado, ciertamente, demasiadas veces de la cuestión. Pero en
las ocasiones en que lo ha hecho, ha sido lo suficientemente claro como para permitir la consideración de la
misma como problema cancelado. Texto básico al respecto es, sin duda, La ideología alemana. Pero lo esencial
51. Ibídem.
52. Ibídem.
53. La expresión es del propio Marx: MEW,23, p. 393
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unión entre ambas no ha sido más que una ilusión fantástica. La voluntad para conseguir dicha unidad existía, pero faltó la fuerza para ello“51. Se revela así una contradicción cuyo tratamiento resolutivo no podrá ser
otro que el de su propia consumación práctica. Sólo entonces las ciencias naturales se convertirán, al fin, “en
la base de las ciencias humanas, al igual que ahora se han convertido ya... en la base de la vida humana efectiva,. Lo que revela que “la historia misma es una parte real de la historia natural, de la humanización de la
naturaleza“. De donde Marx concluye que “la ciencia natural incluirá un día a la ciencia del hombre, como
la ciencia del hombre incluirá a la ciencia natural; entonces no habrá más que una ciencia“52.
Como bien puede verse, se trata -hasta aquí- de un enfoque del problema resuelto con léxico todavía “filosófico“ y desde los supuestos básicos del antropologismo naturalista más o menos feuerbachiano al que
Marx se allegaba por aquellas fechas. La perspectiva de la unidad de la ciencia es contemplada aún desde esa
parte de la historia natural que es, según se afirma explícitamente, la historia humana (historia que no viene
a ser, en definitiva otra que la historia del proceso de humanización de la naturaleza y de naturalización del
hombre y que debía ser, por tanto, rescatada de la “especulación filosófica“). En textos posteriores Marx se
distancia del posible antropologismo de esta tesis de la historicidad de la naturaleza, cuya prioridad respecto del hombre pasa a subrayar, para poner todo el énfasis en la tesis de la necesidad de la investigación de la
naturaleza y de la sociedad con un mismo método científico (al que Marx llama “método materialista”), esto
es, con un método que elaborando racionalmente un determinado material empírico vaya procurando resultados crecientes en ambos frentes (resultados entre los que Marx situaba en un importante lugar a los obtenidos por el propio Darwin). No otro es el sentido último del materialismo de Marx, con su tesis de la prioridad de la materia sobre la consciencia y de Ia unidad del mundo y de la ciencia. Tesis que está, por lo demás, tan alejada del materialismo “abstractamente modelado a partir de las ciencias naturales”53, como del
talante básico de quienes establecen un hiato insalvable entre las Natur y las Geisteswissenschaften. Esto es, tan
alejada de los “fiscalismos“ de todas las observancias como de una “teoría crítica de la sociedad, heredera, al
modo frankfurtiano, de la metaciencia centroeuropea de inspiración diltheyana.
Sólo este concepto de ciencia -que recurre a explicaciones teóricas cuyo nervio son unas determinadas legalidades- resulta defendible a la vista del objetivo último de Marx: elaborar estrategias de acción revolucionaria
basadas en prognosis (que son, ciertamente, algo muy distinto de las “profecías“ de las que habla Popper) derivadas del conocimiento científico de la realidad a transformar y de sus mecanismos legaliformes. Realidad que es ella
misma, por lo demás, la del proceso histórico específico de unas fuerzas productivas y unas relaciones sociales en las que éstas se enmarcan, y fuera del cual no hay conocimiento científico posible de “la sociedad”.
(Convendría observar, al mismo tiempo, que desde este enfoque general Marx elabora, ciertamente, un modelo peculiar de análisis totalizador. Y no en el sentido, obviamente, de las corrientes que privilegian la síntesis
respecto del análisis por vía intuitiva, a la manera más o menos metafísica y espiritualista de los vitalismos de
todos los tiempos, sino en el de un recurso a legalidades científicas diferentes -cuyo status, en definitiva histórico y “condicional“, esto es, interno a la teoría en la que se formulan, nunca es perdido de vista- y cuya captación unitaria garantiza “el conocimiento concreto de la situación concreta“, exactamente ese conocimiento
que hacen imposible los análisis puramente “económicos“, o puramente “políticos“, o puramente “sociológicos“).
Que la estrategia revolucionaria se base unas veces en una determinada concepción de la historia -como ocurre en La ideología alemana, preferentemente- y otras en una determinada teoría explicativa de la estructura interna de un período (el dominado por el modo de producción capitalista) de la misma -como ocurre en los últimos escritos de Marx- es cosa que, ciertamente, nada quita, ni añade, a nuestra argumentación.
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ya está dicho antes: en la Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel de 1844. La vía resolutoria de
la otra cara de la cuestión -esto es, si Marx inaugura o no un nuevo tipo de relación con la filosofía- debe, sin
embargo, buscarse en la actividad teórica y práctica desarrollada por Marx una vez consumado su ajuste de
cuentas con lo que él mismo llamó su “consciencia filosófica” anterior.
Pretexto de la reflexión acerca de la naturaleza y función de la filosofía (y de la religión) a que procede
Marx en el segundo de sus textos citados es la situación política y social de la Alemania de la época, país que
acaba de sufrir una restauración “en primer lugar, porque otros pueblos se atrevieron a hacer la revolución y,
en segundo lugar, porque otros pueblos sufrieron la contrarrevolución“. A diferencia, pues, de la Francia de
la revolución, Alemania sólo se ha encontrado con la libertad “el día de su entierro“. Ahora bien, este pueblo
que no es contemporáneo histórico del presente -en la medida en que sus condiciones se cuentan por debajo
del nivel de la historia- sí es contemporáneo filosófico del mismo. Por lo tanto, razona Marx -exponiendo así
su influyente tesis, luego ampliamente desarrollada por Lukács, de la “miseria alemana“- “si en lugar de las
oeuvres incomplétes de nuestra historia real, criticamos las oeuvres posthumes de nuestra historia ideal, la filosofía, nuestra crítica figura en el centro de los problemas de los que el presente dice that is the question. Lo que
en los pueblos es la ruptura práctica con las situaciones del Estado moderno, en Alemania, donde esas situaciones ni siquiera existen, es ante todo, la ruptura crítica con el reflejo filosófico de dichas situaciones“54.
La consideración de esta ruptura crítica y la naturaleza de dicho “reflejo“ es, precisamente, el objeto explícito del trabajo de Marx. Protagonistas de aquélla son “el partido político práctico“ (que se propone “negar la filosofía“, una filosofía que es la prolongación abstracta de las condiciones reales del país, con vistas a
hacer posible el paso a la revolución real de las mismas, esto es, a la eliminación del antiguo régimen) y el
“partido político teórico, (que arranca de la filosofía y no ve “en la lucha actual” otra cosa que “la lucha crítica de la filosofía contra el mundo alemán“).
Marx replica críticamente a ambos partidos (no sin antes haber hecho suyo el objetivo revolucionario). A
los primeros les objeta que por mucha razón que tengan “al reclamar la negación de la filosofía“ se olvidan del
hecho, harto simple y determinante, de que la filosofía debe ser incluida “en el ámbito de la realidad alemana, que ellos se proponen revolucionar y tanto más decisivamente cuanto que “el germen real de la vida del
pueblo alemán no ha crecido hasta el momento más que dentro de su cráneo”, o lo que es igual, que en el
pueblo alemán sólo ha vivido su época histórica correspondiente en la filosofía. De ahí que concluya recordando a los “políticos prácticos“ que no pueden acabar con la filosofía sino “realizándola“. A los segundos
les objeta que la filosofía existente hasta la fecha no era sino una parte de ese mundo cuya revolución persiguen. Es más, era el complemento del mismo, por más que ideal. La lucha que actualmente se desarrolla en
Alemania, les razona en consecuencia, no es una lucha de su “nueva“ filosofía contra el mundo alemán, dado que ésta es una filosofía cuyas premisas son las de la propia filosofía anterior, es decir, las de la filosofía
alemana de la que parten. De ahí que acabe recomendándoles que se apliquen a sí mismos el arma de la crítica y viendo que sus postulados revolucionarios sólo pueden “mantenerse en pie, al precio de negar las premisas de su propia filosofía (que son, como ya se ha dicho, las de la filosofía anterior), en lugar de oponer una
filosofía a otra nieguen “la filosofía como filosofía”. O lo que es igual, acaba recomendándoles que realicen
la filosofía eliminándola.
En cualquier caso, la conclusión última de Marx pasa por la recusación de la “filosofía como filosofía“.
Los del “partido práctico, deben realizarla en la medida en que lo que buscan es revolucionar unas situaciones reales que “ni siquiera existen“. Para romper con ellas antes han de desarrollarse y no en la filosofía (que
viene a ser así “una formulación elíptica de estadios de vida social no alcanzados“)55, sino en el mundo real. De lo contrario sólo lucharán contra ese “reflejo filosófico“ de las mismas. Tienen razón, pues, al pedir la
negación de la filosofía. Pero antes han de realizarla, en la medida en que ésta es tal “reflejo filosófico” de unas
situaciones aún por venir. Dicho reflejo es, sin embargo, un reflejo invertido: esta “filosofía como filosofía” ignora su propia naturaleza de tal, ignora los hechos de los que es reflejo ideal, no real. Como tal es ideología
(en el sentido técnico desarrollado en La ideología alemana, no en el más genérico de sobreestructura) y su portador es una falsa consciencia.
54. MEW, I, pp. 383 ss.
55. Cf. M. Sacristán, Lenin y el filosofar, Realidad,, 19 (1970), p. 7.
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Los del “partido teórico, deben eliminar la filosofía como filosofía“ en la medida en que ésta ha sido, hasta
la fecha, tal reflejo invertido, tal ideología. Ahora bien, no sustituyéndola por un nuevo reflejo ideológico, por
una nueva filosofía (que siempre hundirá sus raíces en la anterior), sino por una lucha real (no en el plano
ideal, esto es, filosófico) a favor de unos objetivos clara y racionalmente formulados como tales. La realización de la filosofía *es decir, de la lucha contra una determinada realidad social cuya miseria quiere superarse- exigirá, pues, la previa abolición de la misma en cuanto ideología, en cuanto alimento, en suma, de
una falsa consciencia.
La “filosofía como filosofía” queda, así asumida como una ideología (bien en cuanto pseudosaber, esto es,
conjunto de filosofemas o proposiciones especulativas que se presentan engañosamente como vehículo de conocimiento efectivo, bien en cuanto manojo de ideales y objetivos no reconocidos como tales) cuya necesidad
es, por lo demás, de tipo histórico. Eliminado el fundamento real de la misma (esa miseria social que exige los
más diversos “enmascaramientos“), la ideología (sea ésta la religiosa, sea la filosófica), no será ya necesaria.
Marx completa en La ideología alemana este análisis de la naturaleza ideológica de la “filosofía como filosofía” con una crítica epistemológica, histórica, política, sociológica e incluso lingüística de la metafísica tradicional (y, en general, de toda filosofía especulativa). En este sentido puede bien decirse que anticipa motivos
esenciales de las otras dos grandes críticas contemporáneas de la metafísica: la nietzscheana y la analítico-positivista. (Hay párrafos de La ideología alemana, dicho sea de paso, que traen necesariamente a la memoria algunas reflexiones del último Wittgenstein). Engels completaría más tarde el análisis crítico marxiano de la naturaleza y función de la filosofía con su remisión constante a un filosofar concebido -más allá de cualquier posible pretensión sustantivizadora- como actividad crítica incidente, bien sobre el conocimiento, bien sobre la
práctica, bien sobre la creación humana en sentido lato. El ejemplo máximo de este filosofar -tan específicamente “antifilosófico“-, un filosofar identificable con una actividad cuyas dos grandes dimensiones. son la
construcción de fines y la crítica de datos, ha de buscarse, sin embargo, en la actuación teórica y práctica que inaugura Marx inmediatamente después de esta crítica juvenil a la falsa consciencia filosófica cuyo esquema
acabamos de reconstruir y a la que es fiel hasta el fin de sus días.
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La consideración del marxismo como un naturalismo -esto es, como un magma en el que no se distingue suficientemente entre la teoría y la decisión .de aplicarla con fines prácticos, o en el que se infieren, incurriendo
en el paralogismo de la falsa deducción, enunciados valorativos y/o normativos de enunciados fácticos, o en
el que se identifican, en suma, hechos y valores, medios y fines- es ya un lugar común en la crítica formal o
metodológica del mismo. La actividad entera de Marx, sin embargo, obedeció a un planteamiento de todo
punto distinto del que reconstruyen estos críticos (que no por ello dejarán de tener razón, ciertamente, si
aquello a lo que apuntan con la acusación de incursión en falacia naturalista es a algunos pseudomarxismos
más o menos influyentes de nuestro siglo). La intención última de Marx -argumentar a favor de unos fines
revolucionarios mediante el conocimiento científico de la realidad historicosocial a transformar- se identifica
con un trabajo constante de clarificación, mediante el conocimiento y la asunción de unos fines expresamente
formulados como tales, de la consciencia de una de las dos grandes clases cuya lucha central determina el carácter antagónico de las presentes formaciones sociales de base capitalista. En este preciso sentido, el marxismo no puede ser identificado con lo que en él hay de conocimiento o de postulación de conocimiento (una
determinada comprensión de la historia, una teoría explicativa del funcionamiento interno del modo de producción capitalista), porque éste ha podido servir también de base para la decisión de poner en práctica fines
contrarrevolucionarios. (Y baste, en este sentido, con remitir al caso de Bismarck y de sus consejeros estudiosos de los primeros rudimentos de la teoría marxista de la lucha de clases.) Como tampoco puede ser identificado, sin más, con su programa de acción política ni con los fines u objetivos rectores de éste.
Los fines revolucionarios enunciados por Marx son fines que representan, ciertamente, los intereses de una
determinada clase social que por su naturaleza misma es la única que puede pretender, en la medida en que
esto sea posible, representar los actuales intereses de la especie humana como tal. Son fines, pues, históricos.
(Como el marxismo mismo, dicho sea al margen). También son históricos, sin embargo, los fines de la clase
cuyo interés central es la perpetuación del estado de cosas existente. De ahí que no se adelante demasiado
con la mera insistencia en la historicidad de los fines como tales y en la posible racionalización de éstos en orden, precisamente, a la historia. Existe una racionalidad capitalista (y la de toda su cultura clasista, de arcaica tradición esclavista) y una racionalidad tentativamente socialista, que son, en un sentido muy preciso, cons-
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4. El marxismo no es un naturalismo
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ciencia racional del capitalismo y consciencia racional del socialismo. Nada más “ideológico“, ciertamente, que recurrir en este contexto a instancias absolutas (por mucho que la “racionalización” de la consciencia capitalista 1o haya exigido una y otra vez), dado que toda racionalidad es, a la manera definida, relativa. Que el filósofo crea que su tarea acaba aquí56, esto es, ayudando a formular lo evidente (aunque, desde luego, no tan
evidente, según parece, para algunos), no debe hacer olvidar, sin embargo, que la resolución efectiva del problema pasa, como el propio Marx ha hecho ver muy bien, por otro sitio. Porque la clarificación epistemológica no puede sustituir, por muy necesaria que sea, a la decisión concreta, a la decisión que por su propia naturaleza hacen suya, aun sin formular siempre racionalmente los fines que la orientan, las clases que corporeízan el antagonismo central de nuestro mundo. (Porque esta decisión, la decisión a favor de unos fines determinados -independientemente, convendría subrayar otra vez, del grado de formulación racional de los
mismos- es, por su propia naturaleza, una decisión clasista. Y no podrá ser de otro modo, ciertamente, en tanto aquel antagonismo subsista.) La aportación de Marx ha sido, en este sentido específico, doble. Y quizá sepa cifrar en ella, precisamente, la buscada “especificidad“ del marxismo. Ayudar a que sepan al fin lo que hacen y por qué lo hacen quienes, sin saberlo, lo hacen57. Y formular racionalmente “lo que puede querer y hacer el
proletariado y el resto del pueblo dominado“, por decirlo con palabras de Labriola58. Voluntad que constituye, sin duda, el único “fundamento real“ del socialismo. A conciencia, por supuesto, de que es preciso enmarcar ese “fundamento real” en “las presentes condiciones de la sociedad capitalista“59, sin las que aquella “voluntad“ no tendría justificación histórica. (Dato éste, por cierto, en el que hunden sus raíces no pocas
de las dificultades actuales del programa marxista.)
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5. El marxismo no es un historicismo
“El desarrollo de las contradicciones de una forma histórica de producción -escribe Marx con palabras que
ya hemos citado- es el único camino de su disolución y recomposición“60. Este paso ha sido interpretado no
pocas veces (en el marco, por ejemplo, del marxismo “ortodoxo” de la II Internacional) en un sentido restrictivamente determinista o fatalista, como si Marx estuviera aludiendo a un mecanismo necesario de desarrollo de las contradicciones que llevara, por sí mismo, a la “disolución” de las formas históricas de producción.
Esta interpretación de un párrafo célebre de Marx -cuya extensión a la comprensión materialista de la historia en su totalidad debemos, básicamente, a Popper- olvida, como ya se ha dicho, el otro elemento revolucionario tantas veces señalado por Marx: el elemento subjetivo, esto es, la acción consciente de clase que hace de
las contradicciones del capitalismo armas de una lucha que no es un proceso puramente “objetivo“, es decir,
un proceso “necesariamente“ obediente a tales o cuales “leyes” inflexibles de la historia.
La evolución reciente del capitalismo prueba, por lo demás, que las posibilidades de frenar y desviar el
desarrollo de las contradicciones, mediante la acción consciente del poder capitalista y el trabajo de sus ideólogos y aun científicos (como Keynes), no son precisamente escasas. Es evidente, desde luego, que de la teoría marxista de la revolución caben dos enfoques, según se ponga el énfasis en la necesidad o en la posibilidad
de ésta. Quienes se aferran (de manera “historicista“) al primero, insistiendo en unos “ritmos, o “cadencias“
de la historia que “impondrán“ el paso del capitalismo al socialismo, desvirtúan, sin embargo, el análisis entero de Marx y la intención última de su trabajo de fundamentación y orientación científica de una determinada estrategia revolucionaria. El motor básico de la situación revolucionaria, la contradicción, no es otra cosa -en la perspectiva marxista- que “condición de posibilidad, del proceso revolucionario mismo. La política
-la política conscientemente revolucionaria y la política conscientemente reaccionaria- es la otra cara del pro-
56. Tal tarea hay que agradecer a J. Muguerza, en la reciente “autocrítica de la razón analítica” a que ha procedido en su trabajo Lógica,
historia y racionalidad. Este trabajo, que es la aportación de Muguerza al volumen de Revista de Occidente al que nos referimos en la
nota 3, plantea con claridad poco común la cuestión, ciertamente espinosa, de las limitaciones de los análisis predominantemente
epistemológicos. Limitaciones cuya prueba puede bien encontrarse en la “ruptura” del nivel homogéneo de su discurso a que
Muguerza se ve obligado al final de su trabajo.
57. Para esta reflexión, cf. el contexto global del célebre lema marxiano: “No lo saben, pero 1o hacen”, en El Capital, I.
58. A. Labriola, Socialismo y filosofía, Madrid, 1969, p. 124.
59. Cf. M. Sacristán, Por qué leer a Labriola, prólogo a su traducción del texto de Labriola citado en la nota 58, pp. 2 ss.
60. MEW, 23, pp. 511-512.
UN CLÁSICO, UN REGALO
ceso. Proceso cuya tipificación por Marx es igualmente desvirtuada por quienes ponen todo el énfasis en el
momento subjetivo del mismo, descuidando el trabajo teórico de fundamentación de la realizabilidad de sus
objetivos. (En la clarificación terminante de este problema habría que cifrar, dicho sea de paso, lo más notable de la aportación propiamente praxeológica de Lenin al marxismo)61.
Convendría no olvidar, por otra parte, que el propio Marx -que solía decir de sí mismo en los últimos años
de su vida “Por lo que hace a mí, yo no soy marxista“- ya salió al paso de las posibles interpretaciones “historicistas, de su pensamiento. En una carta de 187762, Marx se allega a la tesis de Chernichevski de que -a diferencia de lo que afirmaban los “economistas liberales”- Rusia podría “apropiarse de todos los frutos“ del
sistema capitalista “por el procedimiento de desarrollar sus presupuestos históricos“. O, lo que es igual, que
podría llevar a cabo dicha apropiación sin destruir la comunidad aldeana, sin “proletarizar, su población
campesina y “pasar por las torturas del sistema capitalista“. Acto seguido escribe Marx: “El capítulo (del libro I de El Capital) sobre la acumulación originaria no se propone más que describir el camino por el cual ha
nacido en la Europa del Oeste el orden económico capitalista a partir del seno del orden económico feudal.,
Lo que aplicado al caso de Rusia le permite concluir: “Si Rusia aspira a convertirse en una nación capitalista
al modo europeo-occidental -y en los últimos años se ha esforzado mucho en ese sentido- no lo conseguirá
sin transformar antes en proletarios buena parte de sus campesinos; y entonces, una vez absorbida por el torbellino de la economía capitalista, tendrá que soportar las implacables leyes de ese sistema exactamente igual
que los pueblos “profanos”. Eso es todo.“ Y termina ejemplificando con la plebs romana su visión nada eurocéntrica ni fatalista de la determinación histórica.
Desde la perspectiva marxiana no puede hablarse, pues, de un carácter “fatal” o “necesario“ de las posibilidades abiertas por las relaciones estructurales. Marx no se propuso nunca elaborar recetas suprahistóricas,
formular “leyes“ inexorables de tipo “universal“ (esto es, no internas a la estructura de una formación dada),
ni “garantizar“, en suma, el advenimiento de nada, aunque algunas de sus verbalizaciones pueden, sacadas
de contexto, invitar a pensarlo. De ahí las últimas palabras de esa curiosa refutación avant la lettre de la manipulación popperiana de su pensamiento: “Así pues, unos acontecimientos de llamativa analogía, pero desarrollados en diferentes medios históricos, desembocaron en resultados por completo diferentes. Si se estudia cada uno de esos procesos por sí mismo y luego se compara unos con otros, se encuentra fácilmente la
clave del fenómeno; pero nunca se conseguirá abrir sus puertas con la ganzúa de una teoría histórico-filosófica general, cuya mayor excelencia consista en ser suprahistórica“.
61. Para todo 1o anterior, cf. el trabajo de Sacristán, La universidad y la división del trabajo.
62. MEW,19, p. 107. Cf. G. Márkus, Marxismo y “antropología”, Barcelona, 1973, p. 185 y especialmente la nota 13 del traductor.
63. Sacristán, Por qué leer a Labriola, l. c., p. 17.
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ISBN: 1885-477X
En el marco interno del paradigma marxista pueden hacerse, corno hemos visto, diferentes usos del concepto de método. Ni el método genético-estructural que guía el análisis marxiano de la “lógica específica de ese ‘objeto específico‘ que es el capitalismo occidental “en su media ideal”, ni el método dialéctico-totalizador de los
análisis históricos marxianos, con su búsqueda de la concreción por la vía de un conocimiento global que “no
reconoce alcance cognoscitivo material (sino sólo metódico-formal) a las divisiones académicas“63, ni la tesis
filosófica del materialismo (“filosófica“ por su generalidad trascendente al universo de discurso posible de las
ciencias positivas), ni el postulado general del socialismo (como denominador común de un conjunto de fines explícitamente formulados como tales), pueden agotar, sin embargo, aisladamente considerados, el problema de
la especificidad del marxismo.
Cabría cifrar ésta, sin embargo, como se ha argumentado en el presente texto, en orden a un concepto superior (esto es, más general) de “método“. Podría hablarse así de “método marxista“ a propósito de un método cuyo objeto es el conocimiento científico de la realidad histórico-social (que consiste mediante el aparato
teórico vigente en su propio paradigma, pero no necesariamente sólo con él) y la transformación de la misma de acuerdo con unos fines revolucionarios no inconscientes de su naturaleza de tal y específicamente clasistas. Así planteadas las cosas no habría inconveniente en recuperar el lema del joven Lukács: “En cuestio-
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6. El marxismo como totalidad consciente de una teoría, una crítica y una práctica
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nes de marxismo la ortodoxia se refiere exclusivamente al método“64. Si la “ortodoxia” no afecta, pues, a tal
o cual aspecto del legado teórico de Marx, menos podrá hablarse de “envejecimiento“ del marxismo porque
tal o cual aspecto de su corpus teórico haya perdido la validez u operatividad que tuvo en su momento (en el
supuesto de que realmente haya ocurrido tal). De “envejecimiento“ o “crisis“ del marxismo sólo cabrá hablar, ciertamente, el día en que toda sociedad antagónica y toda cultura clasista hayan sido superadas. Sin olvidar, por lo demás, que incluso en el supuesto de que el sujeto de la revolución hubiera muerto, como arguyen algunos, la idea de aquélla podría alentar largamente como idea -precisamente- “regulativa“.
64. G. Lukács, Historia y consciencia de clase, Barcelona-México, 1969, p. 2.
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