En la ciudad de Santa Fe, a los 29 días de julio del año dos mil quince, se reúnen en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Sala Segunda de la Cámara de Apelación en lo Laboral, Dres. José Daniel Machado, Sebastián César Coppoletta y Julio César Alzueta, para resolver el recurso de apelación puesto por la parte actora, contra la sentencia dictada por el Señor Juez de Distrito 1 de Primera Instancia en lo Laboral de la Segunda Nominación de Santa Fe, en los autos caratulados: “FERNÁNDEZ, Alejandro c/FINEXCOR S.R.L. S/ENFERMEDAD DEL TRABAJO” (Expte. 8- Año 2015). Acto seguido el Tribunal se plantea las siguientes cuestiones: PRIMERA: ¿Se ajusta a derecho la sentencia impugnada? SEGUNDA: ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar? Dispuesto el orden de votación, resulta: Machado, Coppoletta, Alzueta. A la primera cuestión el Dr. Machado dice: Apeló la parte actora la sentencia obrante a fs. 209/211, expresando sus agravios contra la misma según el memorial agregado a fs.235/247. La demandada los responde mediante pieza de fs.290/294. Tal como se trae la controversia a esta alzada, la discusión central que proponen las partes refiere a la demostración, o no, de la relación causal adecuada entre el daño y las tareas, en el contexto del tipo de pretensión intentada con fundamento en el dispositivo de responsabilidad de Derecho común. Denuncia la recurrente que, al respecto, el Sr. Juez de la anterior instancia ha incurrido en una serie de contradicciones, y cabe decir que así se desprende de la sola lectura de la decisión en crisis. En efecto, tras reseñar las modalidades riesgosas de la tarea que tiene por comprobadas a partir de tres testimonios coincidentes de compañeros de labor (f. 172 y siguientes), como así también el daño verificado por “sucesivas juntas médicas” que establecieron una incapacidad parcial y permanente del 20% y agregar, como indicio concurrente, que la ART Liberty se avino al pago total del resarcimiento a su cargo conforme al sistema tarifado de riesgos del trabajo, por todo lo cual “parecería que le asiste razón al accionante”, desestima luego la pretensión integral intentada contra el empleador con fundamento -si es que lo comprendo bien- en que conforme al tipo de acción intentada no hay presunciones de causalidad y que, por ende, quien demanda debe “demostrar que la dolencia es producto del trabajo”, lo que considera desmentido por la circunstancia de que en febrero 17 de 2006 la junta médica ante la Secretaría de Trabajo determinó que el actor era portador de una lumbociatalgia derecha (fs.65 y 206). Esta última consideración parece partir de un error en las fechas, puesto que si lo que se quiere sugerir es la preexistencia del daño, mal podría haberla respecto a una enfermedad que en la demanda se denuncia adquirida como producto de las tareas cumplidas durante el año anterior, o sea el 2005 (fs.3 vta., último párrafo). Al contrario entonces, esa misma junta, ratificada luego en 2009, es fuente de posible imputación. Además, y para poner las cosas en su quicio, la “relación causal” no es epistemológicamente una “cosa”, un “sujeto” ni un “objeto”, respecto del cual los testigos, los peritos, ni nadie, puedan decir que le han visto o intuido ambulando fantasmagóricamente por el ámbito de trabajo. Su demostración, por tanto, no es sino una operación intelectual que consiste en el enlace entre un hecho antecedente (las condiciones de trabajo) y una consecuencia (el daño), basada en las reglas tendenciales del suceder previsible (art.901 Cód. Civ.). O, dicho de otro modo, es un juicio de probabilidad (no de certeza) que basado en la lógica, el estado de la ciencia, la estadística o la experiencia humana común permite establecer que un cierto efecto corresponde generalmente a cierta causa; o viceversa, que de cierta causa puede previsiblemente esperarse determinada consecuencia. Este “juicio de probabilidad”, agregan Cifuentes-Sagarna, “debe hacerse en abstracto y sin juzgar lo que en concreto aconteció”, puesto que “la habitualidad objetiva del suceso implica su normalidad” (Cfr. Código Civil Comentado y anotado; La Ley, 2003, I-629). La doctrina de daños denomina a la técnica a emplear como “pronóstico póstumo” (o prognosis póstuma) puesto que el juez, ex post facto, ha de preguntarse por lo que resultaba previsible esperar de una acción u omisión al momento en que el agente la produjo. En definitiva, como recordaba ya Jorge Bustamante Alsina en su obra clásica Teoría General de la Responsbailidad Civil (Abeledo Perrot, Ed.1993, pág. 264),con cita de Jaime Santos Briz, establecer una relación causal no supone un predicado de certeza sino un juicio de probabilidad, puesto que todo sistema que hace de la culpa el eje de la imputación no puede reprochar al sujeto sino por aquello que se domina por la voluntad, lo que no sucede con las consecuencias imprevisibles. En el caso, el tipo de tareas que describen con precisión los testigos en dos pasos consistentes el primero en levantar “el asado” (piezas de entre 15 y 32 kilos, “hasta mil veces al día”) desde el piso hasta la balanza, y el segundo, de la balanza a la tarima elevada en la que estaba “la roldana” para ingresarlo a la cámara frigorífica, suponía que ambas operaciones exigían agacharse de manera repetitiva para luego extenderse bajo la constricción de un peso que podía ser de cierta importancia. Por supuesto que asigno a la expresión “hasta mil veces” sentido figurado, pero incluso así la metáfora indica que se trataba de una labor reiterada muchas veces. La idoneidad causal o concausal de este modo de desplegar la rutina laboral no parece que pueda discutirse a la luz del público y notorio judicial, ya que cientos de causas análogas en cuanto al tipo de esfuerzo son falladas atribuyéndole el carácter de actividad riesgosa. En todo caso lo que ha estado en discusión en el ámbito de la ciencia médica es si se puede calificar como accidente traumático o es, en cambio, el episodio crítico o agudo de una enfermedad, lo cual, en el contexto del tipo de acción aquí intentada es completamente irrelevante (CSJN en “Silva, Facundo c/Unilever de Argentina SA”). La atribución, como dije, responde al riesgo de actividad con base tanto en las consideraciones sobre las cosas inertes del Plenario CNAT N° 266 en “Pérez, Martín c/Maprico SA” (del 27.12.88: “En los límites de la responsabilidad establecida por el art.1113 el daño causado por el esfuerzo desplegado por el trabajador para desplazar una cosa inerte puede imputarse a riesgo de la cosa”) , como en las que sobre las exigencias del trabajo realizó la CSJN en las causas “Nobriega, Horacio c/YPF” (30.08.88) y “Lantin, Ramón c/Peldaño SRL” (04.04.89) según las cuales dado que es propio e inherente al trabajo humano una relación necesaria con las cosas, resulta que “ha de apreciarse la eventual incidencia que en relación a las que debió manipular el trabajador, pudieron tener las posturas que debió adoptar en su trabajo” ya que “por más que se intente la acción fundada en el art.1113 CC., la relación laboral no se evapora ni independiza de las circunstancias conducentes, pues los perjuicios no pueden dejar de asociarse con las tareas que cumplía el trabajador, sin que pueda desecharse una pretensión sin el debido examen de las labores y de la forma en que se cumplieron”. Cito estos precedentes algo remotos ya que es a partir de los mismos que se abandonó el forzado distingo que prevalecía en la jurisprudencia anterior entre el daño “inherente al riesgo o vicio de la cosa” y el daño “a propósito de las cosas”, es decir el resultante del esfuerzo que demande usarlas o aprovecharlas. Antes todavía, tras su integración constitucional, la CSJN falló en las causas “Arias, Blanca c/Establecimiento Textil Oeste” (11.03.86) y “Sandez, Luis c/Cía. Química SA” (11.12.86) había establecido que aquélla distinción “excede los límites de una interpretación razonable del art.1113 cód.civil ya que desnaturaliza su significado jurídico” en tanto “es arbitrario desconsiderar las características de las cosas y los esfuerzos que requieran al obrero”. Estas sentencias que memoro coronan el proceso de lo que Ramón Daniel Pizarro ha denominado “La mutación interpretativa del art.1113” (Revista de Derecho Privado y Comunitario, Rubinzal, N° 15, pág. 93) dando cuenta de la sucesiva ampliación de los alcances de dicha norma hasta comprender, como lo testimonia a texto expreso el nuevo código civil, al riesgo de la actividad, sea cual fuere el papel que en la misma desempeñen las cosas. Lo que interesa al derecho, afirmaba Pizarro ya en 1997, es que el daño corresponda causalmente al riesgo creado por otro. El vocablo cosa, en síntesis, “abarca la actividad laboral y sus circunstancias de realización” (SCBA; 29.09.2004, en “Ferreyra, Gustavo c/Benito Roggio e Hijos SA”; en LLBA 2004-1088, con nota de Ricardo Cornaglia) y por ende “en los límites de la responsabilidad del art.1113 el daño causado por el esfuerzo desplegado por el trabajador para desplazar una cosa inerte puede imputarse al riesgo de esa cosa” (CNAT, Sala VII, 27.02.2006, “Pérez, Walter c/Aircom SA”, Microjuris 6905, citado por Jorge Galdós en Revista Derecho de Daños 2006-3: La evolución de la teoría del riesgo creado”, pág.76.) Por fin, cabe mencionar que aunque resulten en principio normas extrañas a la acción intentada, el Dec. 49/14 culminó por reconocer la calidad de enfermedad profesional a las patologías lumbares como la verificada en autos, bien que bajo tiempos y condiciones de exposición que han dado motivo a fuertes críticas de la doctrina (Cfr. FORMARO, Juan J. en Riesgos del trabajo, Hammurabi, 2014, pág.108 y sus citas). Y ello no es menor, puesto que si un sistema tan restrictivo como el de la LRT terminó por presumir la relación causal directa y exclusiva entre el trabajo y las tareas en los siguientes términos...... ACTIVIDADES LABORALES QUE PUEDEN GENERAR EXPOSICION - Hernia Discal Lumbo-Sacra con o sin compromiso radicular que afecte a un solo segmento columnario. - Tareas que requieren de movimientos repetitivos y/o posiciones forzadas de la columna vertebral lumbosacra que en su desarrollo requieren levantar, trasladar, mover o empujar objetos pesados. …...mal puede predicarse que en el contexto de la acción resarcitoria integral no tengan ninguna relación causal o concausal. En todo caso, debió ser la demandada quien probara la concurrencia de alguna de las eximentes previstas por el art.1113 CC, lo que no ha ocurrido. La CS en la causa “Rivadero” (del 14.08.13) ha descalificado como arbitraria a la sentencia que no obstante tener por establecida la incidencia concausal de las tareas no acordó a la víctima resarcimiento alguno. Párrafo aparte merece la llamada prueba “informativa” agregada a fs.109, que consiste en la opinión de un profesor de neurocirugía de la UBA de acuerdo con el cual “el trabajo de esfuerzo y con movimientos repetitivos no sería una causa de la patología (lumbociatalgia), pudiendo actuar como un factor secundario desencadenante de los síntomas”. Obviamente no se trata de una pericia médica, la cual no consiente en nuestro ordenamiento ni en ninguno conocido la modalidad “a distancia” y sin contacto alguno con la persona periciada. Tampoco se trata, en sentido técnico, de una prueba informativa tal como la disciplina nuestra legislación, en tanto la misma debe recaer sobre constancias o asientos relativos a concretas circunstancias de hecho y que obren claramente individualizados en registros en poder de quien informa (art.228 CPCC). De modo que la erudición abstracta no califica como tal. A lo sumo estaríamos entonces en presencia de una suerte de amicus curiae, cuya opinión experta o calificada puede servir de orientación para el tribunal. Pero incluso aceptándola en tal carácter, bien leída, no excluye la contribución concausal al daño en tanto desencadenante de los síntomas lo cual, desde el punto de vista de la salud práctica que interesa al derecho, es lo verdaderamente relevante como origen de la incapacidad, que es lo que se indemniza. Sin síntomas -sin “manifestación invalidante” como de ordinario le llaman las normas- no hay lugar a resarcimiento alguno. En la demanda de 2011 se cuantificó la pretensión en la suma de $ 146.000, pero de modo más o menos contemporáneo se acordó con la ART Liberty un pago de $ 33.000 resultante de la aplicación de las fórmulas legales de cálculo de la incapacidad de ganancia (lucro cesante) con arreglo al sistema tarifado (f.103). En lo que respecta a la cuantificación del daño, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe se ha expedido sobre la insuficiencia de ese sistema resarcitorio antes del dictado del Dec. 1694/09 y la ley 26.773, in re "Roda, Delfino c/ Consolidar A.R.T. S.A. y otro -Accidente y Enf. de Trabajo- (Expte. 162/10) sobre Recurso de Inconstitucionalidad” (Expte. C.S.J. nro. 102, año 2012), de fecha 27/08/13 (A y S t 252 p 110/121), en el cual, el voto de la mayoría expresado por el Dr. Falistocco sostuvo: "En efecto, de la condena a Consolidar A.R.T. S.A. a pagar al actor la indemnización por incapacidad derivada del accidente de trabajo sufrido por el actor, pero en los términos del texto originario del artículo 14 de la ley 24557, vigente al momento del accidente (1999), surge manifiesto el envilecimiento de los topes indemnizatorios regulados por la ley especial de accidentes de trabajo, lo que demuestra la incoveniencia de adoptar este sistema para el caso de autos, ya que favorece la licuación de la indemnización por daños laborales en perjuicio de Delfino Roda." A su vez, que el sistema tarifado de indemnización por riesgos del trabajo antes del dictado del Dec. 1694/09 era insuficiente como reparación de los daños es declarado por esta última norma en tanto en sus considerandos ponderó que el régimen anterior padecía de “una imperfección estructural como instrumento de protección social” que no había sido salvada por el anterior DNU 1278/00, ya que el mismo “no fue suficiente para otorgar a ese cuerpo legal un estándar equitativo, constitucional y operativamente sostenible”. Luego, la ley 26.773 produjo un sustancial mejoramiento del sistema pues introdujo un adicional del 20% referido a “todo otro daño” que, evidentemente, se refiere a daños extrapatrimoniales como los reclamados por el actor en su demanda, y además establece un sistema de reajuste de las prestaciones dinerarias mediante el índice RIPTE. Estas dos novedades del sistema no se encontraban presentes al momento del acuerdo de pago con la ART en fecha 15/03/12 -fs. 103-; con lo cual se desprende que lo percibido por el actor como pago sistémico efectuado por la ART no puede considerarse como indemnización total de los daños sufridos que produzca el efecto de liberar al empleador (en tanto responsable civil) lo cual otorga basamento suficiente para, realizando el control de constitucionalidad y convencionalidad que corresponde efectuar a cada Juez conforme la estructura difusa del mismo en el sistema argentino, declarar en éste caso la inconstitucionalidad del art. 39.1 de la ley 24.557. La suma abonada por la ART, por supuesto, debe ser deducida de la pretensión integral estimada en la demanda. La diferencia de $ 113.000, tras los intereses usuales en el fuero entre la fecha de la estimación y la de esta sentencia, proyectan una cifra cuya significación económica coincide, siempre en trazo grueso y dentro de las facultades de justiprecio que al efecto acuerda el art. 245 C.P.C.C., con la que esta Cámara viene estableciendo como valor medio indicativo del punto total de incapacidad (comprensivo también de los daños extrapatrimoniales) en el contexto de la pretensión resarcitoria integral. Por ello, considerando la edad de la víctima y demás circunstancias personales relativas a la disminución de capacidad para generar ingresos materiales, y por otra parte los padecimientos que habrán de acompañarle por ser inherentes al tipo de dolencia limitando su vida de relación y sus posibilidades de disfrute recreativo, considero justo y prudente estimar en la suma de Pesos Doscientos Cincuenta Mil ($ 250.000) el resarcimiento adecuado a la fecha de esta sentencia (y comprensiva por ende de intereses retrospectivos, tanto compensatorios como moratorios), suma que devengará en lo sucesivo y hasta su efectivo pago un interés anual del 36%. Voto por la negativa, propiciando se haga lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito, se haga lugar a la demanda y se condene a la demandada Finexcor S.R.L. al pago de la suma de Pesos Doscientos Cincuenta Mil ($ 250.000.-) en concepto de resarcimiento por daños a la salud (reparación integral de los patrimoniales y extrapatrimoniales), suma que se fija a la fecha de esta sentencia y que, por ende, comprende los intereses retrospectivos (compensatorios o moratorios) hasta su fecha, devengando en lo sucesivo un interés anual del 36%. Costas de ambas instancias a cargo de la vencida. A la misma cuestión el Dr. Coppoletta dice: Que coincide con las conclusiones del preopinante, por lo que vota en idéntico sentido. A la misma cuestión el Dr. Alzueta dice: Que se adhiere a la solución por los fundamentos de los preopinantes, por lo que vota en idéntico sentido. A la segunda cuestión los Dres. Machado, Alzueta y Coppoletta dicen: Que atento el resultado de las votaciones precedentes corresponde: 1) hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito, hacer lugar a la demanda y condenar a la demandada Finexcor S.R.L. al pago de la suma de Pesos Doscientos Cincuenta Mil ($ 250.000.-) en concepto de resarcimiento por daños a la salud (reparación integral de los patrimoniales y extrapatrimoniales), suma que se fija a la fecha de esta sentencia y que, por ende, comprende los intereses retrospectivos (compensatorios o moratorios) hasta su fecha, devengando en lo sucesivo un interés anual del 36%; 2) imponer las costas de ambas instancias a cargo de la vencida; 3) los honorarios de esta Instancia se fijan en el cincuenta por ciento (50%) de los que, en definitiva, corresponda regular en baja instancia por el trámite principal. Por los fundamentos y conclusiones del Acuerdo que antecede, la SALA II DE LA CÁMARA DE APELACIÓN EN LO LABORAL R E S U E L V E: Hacer lugar al recurso de apelación intentado por la actora y, en su mérito, hacer lugar a la demanda y condenar a la demandada Finexcor S.R.L. al pago de la suma de Pesos Doscientos Cincuenta Mil ($ 250.000.-) en concepto de resarcimiento por daños a la salud (reparación integral de los patrimoniales y extrapatrimoniales), suma que se fija a la fecha de esta sentencia y que, por ende, comprende los intereses retrospectivos (compensatorios o moratorios) hasta su fecha, devengando en lo sucesivo un interés anual del 36%. Imponer las costas de ambas instancias a cargo de la vencida. Los honorarios de esta Instancia se fijan en el cincuenta por ciento (50%) de los que, en definitiva, corresponda regular en baja instancia por el trámite principal. Resérvese el original, agréguese copia, hágase saber y oportunamente bajen. Concluido el Acuerdo, firman los Señores Jueces por ante mí, que doy fe. Dr. MACHADO Dr. COPPOLETTA Dr. ALZUETA Dra. Claudia BARRILIS (Secretaria)