Sentencia del Tribunal Supremo 1600/2009 sala de lo

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Roj:STS 1600/2009
Órgano:Tribunal Supremo. Sala de lo Contencioso
Sede:Madrid
Sección:6
Nº de Recurso:380/2005
Nº de Resolución:
Fecha de Resolución:31/03/2009
Procedimiento:RECURSO CASACIÓN
Ponente:OCTAVIO JUAN HERRERO PINA
Tipo de Resolución:Sentencia
Resumen:
RESPONSABILIDAD
PATRIMONIAL.
IMPUGNACIÓN
DE
ACTOS
PRESUNTOS.
INADMISIBILIDAD POR EXTEMPORÁNEO: IMPROCEDENCIA, DOCTRINA DEL T.C..
VALORACIÓN DEL DAÑO.
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a treinta y uno de marzo de dos mil nueve
Visto por esta Sección Sexta de la Sala Tercera del Tribunal Supremo el recurso de
casación interpuesto por el Procurador de los Tribunales D. Francisco Velasco Muñoz
Cuéllar, en nombre y representación de Dña. Rocío , contra la sentencia de 11 de
marzo de 2003, dictada por la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia
Nacional, Sección Octava, en el recurso 233/2001, en el que se impugna la
desestimación presunta de la reclamación de responsabilidad patrimonial formulada a
la entidad Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA). Han sido partes
recurridas el Abogado del Estado en la representación que legalmente ostenta de la
Administración del Estado y la entidad AENA representada por la Procuradora de los
Tribunales Dña. Lucía Agulla Lanza.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO .- La sentencia de la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia
Nacional de 11 de marzo de 2003 , objeto de este recurso, contiene el siguiente fallo:
"PRIMERO.- INADMITIR el recurso contencioso-administrativo formulado por Dª Rocío ,
contra la resolución presunta de AENA a que se contraen las presuntas actuaciones.
SEGUNDO.- No formular expreso pronunciamiento sobre las costas producidas".
SEGUNDO .- Una vez notificada la citada sentencia, se presentó escrito por la
representación procesal de Dña. Rocío , manifestando su intención de interponer
recurso de casación, que no se tuvo por preparado por razón de la cuantía, formulando
recurso de queja que fue estimado por auto de esta Sala de 28 de octubre de 2004 , lo
que determinó que por providencia de 16 de diciembre de 2004 se tuviera por
preparado, siendo emplazadas las partes ante esta Sala del Tribunal Supremo
TERCERO .- Con fecha 7 de febrero de 2005 se presentó escrito de interposición del
recurso de casación, haciendo valer tres motivos, el primero al amparo del art. 88.1.c)
de la Ley de la Jurisdicción y los demás de la letra d) de dicho precepto, solicitando
que se case la sentencia recurrida y se dicte otra por la que se declare la admisibilidad
del recurso contencioso administrativo interpuesto contra la desestimación presunta
por el Ministerio de Fomento de la reclamación de responsabilidad patrimonial por el
accidente sufrido el 2 de enero de 1998 en el Aeropuerto Madrid-Barajas y estimando
el mismo, se declare la resolución recurrida contraria a Derecho, estableciendo como
situación jurídica individualizada su derecho a ser indemnizada en las cantidades
detalladas en los escritos de demanda y conclusiones.
CUARTO.- Admitido a trámite el recurso, se dio traslado a las partes recurridas para
que formalizaran escrito de oposición, en el que la representación de AENA solicita la
desestimación del recurso y la confirmación de la sentencia impugnada, sin que en
ningún caso pueda estimarse como situación jurídica individualizada el derecho de la
recurrente a ser indemnizada en las cantidades detalladas en los escritos de demanda
y conclusiones por no ser objeto del presente recurso y asimismo, carecer de la
preceptiva prueba fehaciente de los daños reclamados; por su parte, el Abogado del
Estado rechaza los motivos de casación formulados y solicita la desestimación íntegra
del recurso.
QUINTO.- Conclusas las actuaciones quedaron pendientes de señalamiento para
votación y fallo, a cuyo efecto se señaló el día 25 de marzo de 2009, fecha en que tal
diligencia ha tenido lugar.
Siendo Ponente el Excmo. Sr. D. OCTAVIO JUAN HERRERO PINA , .
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Según se refleja en la sentencia de instancia, el objeto del proceso es la
desestimación presunta de la reclamación de indemnización solicitada a la entidad
pública empresarial AENA, por las lesiones y secuelas derivadas de la caída sufrida por
la recurrente en el Aeropuerto de Madrid-Barajas el día 2 de enero de 1.998, cuando
se encontraba embarcando en el vuelo 1001 de la Compañía "Air France", con destino
Paris, accidente ocurrido en el "finger" correspondiente y, según se alega, con motivo
de encontrarse el suelo resbaladizo.
Señala la Sala de instancia que "el artículo 13.3 del Real Decreto 429/1993, de 26 de
marzo , por el que se aprobó el Reglamento de los procedimientos de las
Administraciones Públicas en materia de responsabilidad patrimonial, establece que
transcurridos seis meses desde que se inició el procedimiento, o el plazo que resulte de
añadirles un periodo extraordinario de prueba, de conformidad con el artículo 9 de este
Reglamento , sin que haya recaído resolución expresa o, en su caso, se haya
formalizado el acuerdo, podrá entenderse que la resolución es contraria a la
indemnización del particular, y que el artículo 46.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio ,
dispone que el plazo para interponer el recurso contencioso-administrativo será de dos
meses contados desde el día siguiente al de la publicación de la disposición impugnada
o al de la notificación o publicación del acto que ponga fin a la vía administrativa, si
fuera expreso, y, si no lo fuera (como es el caso), el plazo será de seis meses y se
contará, para el solicitante y otros posibles interesados, a partir del día siguiente a
aquel en que, de acuerdo con su normativa específica, se produzca el acto presunto."
Con tales previsiones normativas y teniendo en cuenta que: "
La Sala de instancia razona la declaración de inadmisibilidad del recurso en los
siguientes términos:
" ".
SEGUNDO.- No conforme con ello la interesada interpone este recuso de casación en
cuyo primer motivo, formulado al amparo del art. 88.1.c) de la Ley de la Jurisdicción ,
se denuncia la infracción de los arts. 67.1 de la citada Ley jurisdiccional, 218 de la LEC,
11 de la LOPJ y 120.3 y 24.1 de la Constitución, los tres primeros en relación a la
motivación de la sentencia y su congruencia y el último a la tutela judicial efectiva
causante de indefensión, así como la jurisprudencia que cita, en cuanto no se fija el
dies a quo que ha servido al Tribunal para el inicio del cómputo del plazo legal para su
interposición ni el dies ad quem que le permita justificar la extemporaneidad del
recurso, y no contiene pronunciamiento alguno sobre las alegaciones de la parte en el
sentido de que el silencio negativo es una ficción establecida en beneficio del
particular, que le permite esperar a que se produzca la resolución expresa o considerar
desestimada su petición e interponer el recurso; y tampoco se contestan las
alegaciones formuladas en cuanto a al dies a quo, sin que la Sala argumente sobre su
rechazo.
Invocándose en este motivo la falta de motivación e incongruencia de la sentencia
recurrida, convine referir la doctrina jurisprudencial establecida al efecto, que en
cuanto a la motivación se recoge, entre otras, en la sentencia de 7 de julio de 2004,
que cita las de 21 de marzo y 14 de mayo de 2002 , y que entre otras cosas señala
que:
El Tribunal Constitucional ha precisado el alcance de la motivación de las sentencias,
así en la 13/2001, de 29 de enero señala lo siguiente:
"
Desde el punto de vista de la exigencia de congruencia de las sentencias y por lo que
se refiere la omisiva, que sería el caso planteado en este motivo, esta Sala ha señalado
al efecto en sentencia de 19 de julio de 2002 ,
En el mismo sentido, la jurisprudencia viene indicando que la congruencia no requiere
una correlación literal entre el desarrollo dialéctico de los escritos de las partes y la
redacción de la sentencia. Basta con que ésta se pronuncie categóricamente sobre las
pretensiones formuladas (sentencias del Tribunal Supremo de 11 de abril de 1991, 3
de julio de 1991, 27 de septiembre de 1991, 25 de junio de 1996 y 13 de octubre de
2000 , entre otras muchas).
Desde estas consideraciones no cabe apreciar las infracciones que se denuncian en
este motivo de casación, pues la Sala de instancia, como se ha indicado en el primer
fundamento de derecho, precisa cual es la normativa que aplica en cuanto a los plazos
y régimen del silencio administrativo en la materia, señala los hechos que entiende
determinantes para su decisión y termina razonando la consecuencia jurídica de la
aplicación de aquella normativa al caso, rechazando de manera implícita las
alegaciones que en el trámite abierto al efecto se formularon por la recurrente,
acudiendo a lo que entiende interpretación más favorable y aun admitiendo la "errática
y singular tramitación administrativa", de manera que el Tribunal a quo da razones
suficientes para que las partes tengan conocimiento del fundamento de la decisión y
puedan ejercitar convenientemente los medios de impugnación previstos en la ley, sin
que sea exigible, como se recoge en la doctrina antes expuesta, una respuesta
específica a cada una de las alegaciones que la parte formuló en el trámite abierto al
efecto ni una determinada extensión en la fundamentación, habiendo dado una
respuesta suficiente a la parte sobre la cuestión planteada y propiciando que la
impugnación por misma de tal decisión se haya producido con pleno conocimiento de
las razones de la decisión, aunque la misma fuera distinta de la sostenida por la parte
en sus alegaciones.
Por todo ello este primer motivo de casación debe ser desestimado.
TERCERO.- En el segundo motivo de casación, formulado al amparo del art. 88.1.d) de
la Ley de la Jurisdicción , se denuncia la infracción del art. 13 de la Real Decreto
429/93 , los arts. 142.6 y 7 y 89.1 y 4 de la Ley 30/1992 , el art. 24.1 de la
Constitución y la jurisprudencia que cita, relativa a la obligación de la Administración
de dictar resolución expresa, sin que dicha inactividad y el silencio negativo deba
perjudicar los intereses del ciudadano que reclama, pues las normas permiten al
particular elegir entre interponer el recurso contencioso administrativo contra la ficción
que supone el silencia negativo o esperar que se produzca la resolución expresa.
Razona sobre dichas infracciones y concluye que cuando la Sala sentenciadora declara
la inadmisión del recurso por haber perecido el derecho a recurrir, lo hace
interpretando erróneamente y en perjuicio del recurrente el art. 13.3 del Real Decreto
429/93 , en relación con el art. 142 de la Ley 30/92 y ambos en relación con el art.
46.1 de la Ley de la Jurisdicción .
Este motivo, a diferencia del anterior, debe prosperar, pues ha de tenerse en cuanta al
efecto la doctrina del Tribunal Constitucional, plasmada en numerosas sentencias, por
todas la 27/2003, de 10 de febrero, 59/2003, de 24 de marzo, 154/2004, de 20 de
septiembre y 132/2005, de 23 de mayo , según la cual, "el derecho a la tutela judicial
efectiva consagrado en el art. 24.1 CE comporta como contenido esencial y primario el
de obtener de los órganos jurisdiccionales integrantes del Poder Judicial una resolución
razonada y fundada en Derecho sobre el fondo de las pretensiones oportunamente
deducidas por las partes (por todas, STC 172/2002, de 30 de septiembre, FJ 3 ). No
obstante, también hemos indicado que, al ser un derecho prestacional de configuración
legal, su ejercicio y dispensación están supeditados a la concurrencia de los
presupuestos y requisitos que haya establecido el legislador para cada sector del
ordenamiento procesal (SSTC 252/2000, de 30 de octubre, FJ 2; 60/2002, de 11 de
marzo, FJ 3; 143/2002, de 17 de junio, FJ 2 ), por lo que el derecho a la tutela judicial
efectiva se satisface igualmente cuando los órganos judiciales pronuncian una decisión
de inadmisión, apreciando razonadamente en el caso la concurrencia de un óbice
fundado en un precepto expreso de la Ley que a su vez sea respetuoso con el
contenido esencial del derecho fundamental (SSTC 48/1998, de 2 de marzo, FJ 3;
77/2002, de 8 de abril, FJ 3 ).
En consecuencia, las decisiones judiciales de cierre del proceso son
constitucionalmente asumibles cuando respondan a una interpretación de las normas
legales que sea conforme con la Constitución y tengan el sentido más favorable para la
efectividad del derecho fundamental (SSTC 39/1999, de 22 de marzo, FJ 3; 259/2000,
de 30 de octubre, FJ 2 ), dada la vigencia aquí del principio pro actione.
Hemos dicho además que los cánones de control de constitucionalidad se amplían
cuando se trata del acceso a la jurisdicción, frente a aquellos supuestos en los que ya
se ha obtenido una primera respuesta judicial (SSTC 58/2002, de 11 de marzo, FJ 2;
153/2002, de 15 de julio, FJ 2 ). Ello impide determinadas interpretaciones y
aplicaciones de los requisitos legales que "por su rigorismo, por su formalismo excesivo
o por cualquier otra razón revelen una clara desproporción entre los fines que las
causas de inadmisión preservan y los intereses que sacrifican (por todas, STC
252/2000, de 30 de octubre, FJ 2 ) (STC 203/2002, de 28 de octubre, FJ 3 )".
El Tribunal Constitucional ha contemplado de manera específica la caducidad de la
acción en relación con la impugnación en vía contencioso administrativa de las
desestimaciones presuntas o por silencio administrativo, elaborando un cuerpo de
doctrina, a partir de la sentencia 6/1986, de 21 de enero, ratificada por otras
posteriores (SSTC 204/1987, de 21 de diciembre, 63/1995 , de 3 de abril, 188/2003,
de 27 de octubre y 220/2003, de 15 de diciembre), doctrina que se recoge y ordena de
manera completa en la sentencia 14/2006, de 16 de enero y que se sintetiza en la
sentencia 39/2006, de 13 de febrero de 2006 en los siguientes términos: "la doctrina
indicada parte de que el silencio administrativo es una mera ficción legal para que el
administrado pueda, previos los recursos pertinentes, llegar a la vía judicial y superar
los efectos de la inactividad de la Administración y parte, asimismo, de que no puede
calificarse de razonable una interpretación que prime esa inactividad y coloque a la
Administración en mejor situación que si hubiera efectuado una notificación con todos
los requisitos legales (SSTC 6/1986, de 21 de enero; 204/1987, de 21 de diciembre;
180/1991, de 23 de septiembre; 294/1994, de 7 de noviembre; 3/2001, de 15 de
enero, y 179/2003, de 13 de octubre ), para continuar entendiendo que, ante una
desestimación presunta, el ciudadano no puede estar obligado a recurrir en todo caso,
so pretexto de convertir su inactividad en consentimiento del acto presunto,
imponiéndole un deber de diligencia que no le es exigible a la Administración, y
concluir, en definitiva, que deducir de este comportamiento pasivo el referido
consentimiento con el contenido de un acto administrativo en realidad no producido
-recuérdese que el silencio negativo es una mera ficción con la finalidad de abrir la vía
jurisdiccional ante el incumplimiento por la Administración de su deber de resolver
expresamente- supone una interpretación absolutamente irrazonable, que choca
frontalmente con el derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24.1 CE )
en su vertiente de acceso a la jurisdicción (SSTC 188/2003, de 27 de octubre; y
220/2003, de 15 de diciembre ; y las en ellas citadas). Y sabido es que, aun cuando el
tema de la caducidad de las acciones constituye en principio un problema de legalidad
ordinaria que corresponde resolver a los órganos judiciales art. 117.3 CE , adquiere
dimensión constitucional cuando, conforme se sostiene en las Sentencias citadas, la
decisión judicial supone la inadmisión de una demanda como consecuencia de un error
patente, una fundamentación irrazonable o arbitraria y, consecuentemente, el
cercenamiento del derecho fundamental a obtener una resolución de fondo
suficientemente motivada que deseche cualquier interpretación rigorista y
desproporcionada de los requisitos legalmente establecidos para el ejercicio de la
acción ante los Tribunales."
Conviene señalar que la indicada sentencia 14/2006 precisa, por referencia a la
220/2003 , que aunque las resoluciones judiciales declararan la caducidad de la acción
contencioso administrativa mediante una interpretación razonada de la norma aplicable
que no puede calificarse como arbitraria, "ello no significa que dicha interpretación no
suponga una vulneración del derecho fundamental reconocido en el art. 24.1 CE ,
habida cuenta que, si "el canon de constitucionalidad aplicable al presente caso no es
el de la arbitrariedad, propio del control de las resoluciones judiciales obstativas del
acceso al recurso, sino el de la proporcionalidad, que margina aquellas interpretaciones
que por su rigorismo, formalismo excesivo o desproporción se conviertan en un
obstáculo injustificado del derecho a que un órgano judicial resuelva sobre el fondo de
la cuestión a él sometida", "debemos concluir que la exégesis que aquella incorpora a
su fundamentación ha desconocido la obligada observancia del principio en el acceso a
la jurisdicción, así como las exigencias que, con carácter general, se derivan del art.
24.1 CE en relación con el orden de lo contencioso-administrativo, que ya no puede ser
concebido como un cauce jurisdiccional para la protección de la sola legalidad objetiva
o, si se prefiere, como un proceso al acto, sino, fundamentalmente, como una vía
jurisdiccional para la efectiva tutela de los derechos e intereses legítimos de la
Administración y de los administrados' (STC 86/1998, de 21 de abril, FJ 5 ) ... Y ello
porque, como ya hemos tenido oportunidad de afirmar, 'la omisión de un
pronunciamiento sobre el fondo, imputable a la Sentencia objeto de esta queja,
desvirtúa la finalidad de la institución del silencio administrativo, por cuanto
transforma en una posición procesal de ventaja lo que es, en su origen, el
incumplimiento de un deber de la Administración, como el de dar respuesta expresa a
las solicitudes de los ciudadanos (art. 94.3 de la aplicable LPA , y art. 42.1 de la
vigente Ley 30/1992 ), permitiendo de tal modo que, pese a la persistente negativa o
resistencia a tal deber por parte del ente público, éste quede inmune al control
jurisdiccional plenario que viene exigido por el art. 106.1 de la Constitución. Se
produce, así, la denunciada lesión del derecho del demandante a la tutela judicial
efectiva sin indefensión proclamado por el art. 24.1 de la Norma suprema, en su más
primaria o genuina manifestación, cual es la del acceso a la jurisdicción,
señaladamente para articular la defensa del ciudadano frente a los poderes públicos
(STC 48/1998, FJ 3 .b), lo que conduce derechamente a la estimación del amparo'
(SSTC 86/1998, de 21 de abril, FJ 7; y 188/2003, de 27 de octubre, FJ 7 )".
Finalmente, dicha sentencia añade que "no puede calificarse de interpretación más
favorable a la efectividad del derecho fundamental aquélla que computa el plazo para
recurrir contra la desestimación presunta del recurso de reposición como si se hubiera
producido una resolución expresa notificada con todos los requisitos legales, cuando,
como se ha dicho antes, caben otras interpretaciones que, en último término, eviten la
contradicción y posición contraria al principio que supone admitir que las notificaciones
defectuosas -que implican el cumplimiento por la Administración de su obligación de
resolver expresamente- puedan surtir efectos "a partir de la fecha en que el interesado
realice actuaciones que supongan el conocimiento del contenido y alcance de la
resolución o acto objeto de la notificación o resolución, o interponga cualquier recurso
que proceda" (art. 58.3 LPC ), esto es, sin consideración a plazo alguno, y sin
embargo, en los casos en que la Administración ha incumplido total y absolutamente
su obligación de resolver, como son los de silencio con efecto desestimatorio, imponer
sin otra consideración el cómputo del plazo para acceder a la jurisdicción a partir del
día en que, de acuerdo con la normativa específica que resulte aplicable, se entienda
presuntamente desestimada la petición o el recurso potestativo de reposición -art. 46,
apartados 1 y 4, LJCA -.
Tal doctrina, reiterada entre otras por las sentencias 239/2007 de 10 de diciembre y
106/2008, de 15 de septiembre , lleva a considerar que la interpretación de las normas
efectuada por la Sala de instancia, no se acomoda a las exigencias del derecho a la
tutela judicial, impidiendo el acceso de la parte al proceso y con ello una resolución de
fondo sobre la reclamación planteada, beneficiándose con ello la Administración
causante de la inactividad y apreciando la caducidad de la acción en perjuicio del
administrado, que no puede ver cerrada tal vía mientras subsiste el incumplimiento por
la Administración del deber de dictar la correspondiente resolución expresa, frente a la
cual podría reaccionar el interesado abriendo la vía de impugnación jurisdiccional.
Por todo ello y apreciando las infracciones que se denuncian por la recurrente, procede
estimar este motivo de casación.
CUARTO.- La estimación del anterior motivo de casación determina, sin necesidad de
examinar el tercer motivo, que haya de resolverse lo que corresponda dentro de los
términos en que aparece planteado el debate, según establece el art. 95.2. d) de la
Ley de la Jurisdicción .
A tal efecto conviene señalar, que la jurisprudencia viene exigiendo para que resulte
viable la reclamación de responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas,
que el particular sufra una lesión en sus bienes o derechos que no tenga obligación de
soportar y que sea real, concreta y susceptible de evaluación económica; que la lesión
sea imputable a la Administración y consecuencia del funcionamiento normal o
anormal de los servicios públicos y que, por tanto, exista una relación de causa a
efecto entre el funcionamiento del servicio y la lesión, sin que ésta sea producida por
fuerza mayor (Ss. 3- 10-2000, 9-11-2004, 9-5-2005).
Por lo que se refiere a las características del daño, la Ley 30/92 establece que habrá de
ser efectivo, evaluable económicamente e individualizado, concretando (art. 141.1 )
que sólo serán indemnizables las lesiones producidas al particular provenientes de
daños que éste no tenga el deber jurídico de soportar de acuerdo con la Ley.
En tal sentido señala la sentencia de 11 de noviembre de 1993 que, "para que el daño
sea indemnizable ha de ser real y efectivo, no traducible a meras especulaciones o
simples expectativas, incidiendo sobre derechos o intereses legítimos -S. 17-12-1981
-, evaluable económicamente, cuya concreción cuantitativa o las bases para
determinarla pueden materializarse también en ejecución de sentencia -SS.
13-11-1981 y 14-4-1981 - e individualizado en relación con una persona o grupo de
personas, daño producido por la actividad de la Administración en relación de causa a
efecto, pesando sobre el perjudicado la carga de la prueba de la concurrencia de los
requisitos legales para que surja la obligación de indemnizar."
Por lo que se refiere al lucro cesante la jurisprudencia viene exigiendo la certeza del
mismo, que se manifiesta en la realidad de la actividad, desarrollo y rendimiento, de
manera que no pueden considerarse como tal las aspiraciones, deseos y previsiones
cuya materialización no resulte contrastada y constituya una mera eventualidad, pues,
como señala la sentencia de 18 de octubre de 1993 , "como ganancias meramente
posibles, pero inseguras, dudosas o contingentes, por estar desprovistas de
certidumbre y carecer de prueba rigurosa, no es admisible su cómputo para fijar la
indemnización reclamada, según ha declarado la Jurisprudencia de este Tribunal, entre
otras, en sentencia de la Sala Tercera -Sección Tercera- de fecha 20-2-1989 "; en el
mismo sentido se expresa la sentencia de 28 de enero de 1999 , que además precisa
que se excluye, igualmente, la posibilidad de que a través del concepto de lucro
cesante y del daño emergente se produzca un enriquecimiento injusto, y que, como
también señala la sentencia de 3 de febrero de 1989 , es necesaria la prueba que
determine la certeza del lucro cesante.
Pues bien, a la vista de este planteamiento general y frente a las alegaciones de la
Administración demandada, ha de entenderse justificada la relación de causalidad
entre el funcionamiento del servicio y la caída de la recurrente que determinó sus
lesiones y secuelas de las que derivan los perjuicios cuya reparación pretende, ya que
el hecho de que se justifique que no hubo lluvia en ese día en el aeropuerto (aunque sí
la hubo el día anterior) y no había otros elementos que propiciaran la caída, es lo
cierto que el propio Jefe de Ingeniería y Mantenimiento, al ser requerido de informe al
respecto, justifica la situación señalando que el pavimento existente en alguno de los
túneles, adecuado en cuanto a deslizamiento en estado seco, ve disminuida su
adherencia si existe agua en el mismo o si en las tareas de limpieza se encera el
mismo, y que advertida la situación se ha indicado al personal de limpieza que se
abstenga de aplicar cera, si bien la ausencia de agua no siempre puede garantizarse al
entrar personal de rampa por la escalera adosada a la pasarela móvil, añadiendo que
existe una previsión de sustituir en unos meses esas pasarelas y cambiar el tipo de
pavimento, por lo que confiamos que en dicho plazo quede resuelto el problema. El
alcance de tal informe y su relación con el caso se refleja en la carta respuesta dirigida
al representante de la recurrente el 9 de febrero de 1999, en la que se señala que tras
realizar las investigaciones pertinentes, se ha decidido abonar a su representada el
coste de la asistencia médica que le fue prestada debido al accidente sufrido en
nuestras instalaciones, añadiendo que "en cuanto al pavimento del túnel fijo del T1 en
el cual su representada sufrió el incidente, le informo de que han sido sustituidas esas
pasarelas, y por tanto el tipo de pavimento de que disponían, con lo que esperamos
que no vuelvan a repetirse sucesos como el que nos ocupa". Se deduce de todo ello las
deficiencias que presentaba el pavimento de las pasarelas sustituidas y la atribución
del "incidente" por los propios servicios del aeropuerto a esas deficiencias, en cuanto
muestran la esperanza de que su sustitución evite que se produzcan tales sucesos, lo
que junto a la realidad no cuestionada de la caída en el lugar y momento señalado por
la parte, llevan a entender justificada el expresado requisito del nexo causal.
Mayores dificultades presenta la acreditación del daño en los términos exigidos por la
jurisprudencia, respecto de todos los perjuicios cuya reparación se pretende por la
recurrente.
No plantea problemas y se reconoce por la propia parte demandada el gasto
correspondiente al nuevo billete para volver a su lugar de residencia que tuvo que
satisfacer la recurrente, por importe de 88.900 pesetas, también resultan justificados
los gastos derivados de la intervención a la que tuvo de someterse a su regreso a San
Francisco, por importe de 8.239 dólares, que se reflejan en la documentación emitida
por la compañía de asistencia sanitaria, que figura traducida en los autos. Sin
embargo, no puede decirse lo mismo en cuanto a los gastos de contratación de una
bailarina, por importe de 20.682,38 dólares, cuya única justificación es la emisión de
talones de muy diversa cuantía, que lejos de justificar una contratación para
sustitución de la recurrente en el centro de Bailes Flamencos parece referirse a
actividades de muy distinto alcance por su reflejo económico. Otro tanto sucede con la
cantidad de 17.700 dólares por espectáculos programados en los que no ha podido
participar, que se reflejan en una lista sin que en ningún momento se justifique la
existencia de contratación al respecto y alcance de la intervención de la recurrente
desde el punto de vista económico, lo que no resulta de los escasos anuncios de los
espectáculos que se acompañan, que además ponen de manifiesto la actuación de
otras personas en algunos de ellos e incluso el carácter de Concierto Anual de
Estudiantes en cuanto al de 28 de febrero de 1999, que como tal no resulta afectado
por la situación de la recurrente.
Por lo que atañe al lucro cesante, la parte fija una cantidad diaria en relación con las
cantidades que percibió durante los años 1996 y 1997, pero basta observar los
documentos justificativos de tales ingresos para apreciar que los mismos corresponden
a su condición de Directora Artística y Gerente de Bailes Flamencos, condición que
podría verse afectada durante el tiempo en que la recurrente permaneciera de baja por
el tratamiento de sus padecimientos, en cuanto no pudiera ejercer como tal, con
independencia o no de la retirada de la prótesis implantada, siempre que los ingresos
correspondientes no estuvieran garantizados para tal supuesto, lo que no se ha
especificado ni justificado en modo alguno, pero en ningún momento se acredita que
como consecuencia de las lesiones y secuelas haya dejado de desempeñar tales
funciones, lo que sería presupuesto necesario a acreditar por la recurrente para
justificar la pérdida de ingresos en tal concepto, en cuanto son dichos ingresos los que
se toman por referencia, y respecto de los cuales no se prueba que vayan a
desaparecer por el hecho de que la interesada no pueda bailar. Es claro que la
incapacidad que al efecto se reconoce en el informe pericial emitido en autos, puede
afectar a las condiciones en que la interesada desempeñe sus funciones de Directora
Artística y Gerente del Centro de Bailes Flamencos, es decir, en cuanto a su
participación directa en la enseñanza, con o sin reflejo económico en la retribución de
sus funciones, pero ello son circunstancias que debió acreditar la misma para que
pudieran valorarse por el Tribunal y, en su lugar, optó por reclamar la pérdida de unos
ingresos sin justificar convenientemente que dejó de desempeñar las funciones por las
que los percibía.
Todo ello es predicable de la valoración de la secuela que también refiere a la pérdida
de tales retribuciones hasta los 72 años, a razón de 50.269 dólares por año, con el 3%
de IPC, que además y desde esa consideración no deja de ser una eventualidad que no
resulta indemnizable como tal.
No obstante, entiende la Sala, que el deficiente planteamiento de la parte no impide la
valoración de los perjuicios que sí resultan acreditados, como son las lesiones
padecidas y secuelas, que se describen en el informe pericial emitido en las
actuaciones, y que determinaron la intervención quirúrgica de la recurrente, en
régimen de cirugía mayor ambulatoria, siendo remitida a su domicilio en 24 horas,
mantenida con yesos y férulas durante 2-3 meses, precisando fisioterapia y quedando
como secuelas: calcificaciones del ligamento deltoido, lo que supone mayor rigidez y
pérdida de la normal elasticidad y se traduce en menor recorrido articular y dolor en
los movimientos que tensen el ligamento; y la más considerable y relevante, que es
artrosis precoz asimétrica del tobillo, en cuanto produce dolor, rigidez y fallos, con
carácter progresivo, problemas que repercuten en la vida normal y profesional de la
paciente, de tal forma que por la imposibilidad de la flexión dorsal del tobillo (no pasa
del ángulo recto), le incapacita para su normal actividad profesional.
Pues bien atendiendo a tales circunstancias, la Sala entiende que la valoración de las
lesiones, intervención y periodo del proceso curativo, así como las secuelas
resultantes, todo ello en relación con la específica afectación a su profesión de
bailadora de Flamenco, llevan a determinar como prudente y proporcionada la
indemnización por tales conceptos en la cantidad de 100.000 euros, que unida los
534,30 euros correspondientes al nuevo billete de avión, más la cantidad equivalente
en euros a la fecha del gasto (enero de 1998) de 8.239 dólares, constituyen el total de
la indemnización a favor de la recurrente por los hechos objeto de este recurso,
cantidad que devengará los intereses legales desde la reclamación el 17 de septiembre
de 1998 hasta la notificación de la sentencia de instancia y desde esa fecha los
intereses legales a que se refiere el art. 106.2 de la Ley de la Jurisdicción .
QUINTO.-
Por
todo
ello
procede
estimar
parcialmente
el
recurso
contencioso-administrativo interpuesto, en los términos que resultan del anterior
fundamento de derecho; sin que haya lugar a la imposición de las costas en la
instancia ni en este recurso de casación.
FALLAMOS
Que estimando el segundo motivo invocado, declaramos haber lugar al presente
recurso de casación nº 380/2005, interpuesto por la representación procesal de Dña.
Rocío contra la sentencia de 11 de marzo de 2003, dictada por la Sala de lo
Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional, Sección Octava, en el recurso
233/2001 , que se casa; y en su lugar, con estimación parcial del recurso
contencioso-administrativo
interpuesto
por
dicha
representación
contra
la
desestimación presunta de la reclamación de responsabilidad patrimonial formulada a
la entidad Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), declaramos el derecho
de la recurrente a ser indemnizada en dicho concepto por la Administración
demandada en la cantidad de 100.534,30 euros, más la cantidad equivalente en euros
a la fecha del gasto (enero de 1998) de 8.239 dólares, cantidad total que devengará
los intereses legales desde la reclamación el 17 de septiembre de 1998 hasta la
notificación de la sentencia de instancia y desde esa fecha los intereses legales a que
se refiere el art. 106.2 de la Ley de la Jurisdicción . Sin imposición de las costas de
este recurso ni de la instancia.
Así por esta nuestra sentencia, que se insertará en la Colección Legislativa, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos. 
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