Número de registro: 17103 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 163/2002.
Número de registro: 17103
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XV, Junio de 2002
Página: 610
AMPARO DIRECTO 163/2002. AUSTREBERTO CORONA Y CARLOS, Y OTROS.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Los conceptos de violación planteados por el quejoso, por su propio derecho y por
su representación, son parcialmente fundados, pero insuficientes para conceder la protección
constitucional solicitada, como a continuación se demostrará.
En primer término, el impetrante del amparo arguye, en síntesis, que la Sala responsable
violó en su perjuicio las garantías individuales consagradas en los artículos 14 y 16 de la
Constitución Federal, debido a que no tomó en cuenta las manifestaciones que realizó en su
escrito de agravios acerca de que la Juez natural omitió estudiar la procedencia de la vía
ejecutiva elegida por la actora, lo que la constreñía a analizar si los documentos presentados
por ésta cumplían con los requisitos establecidos en la ley para ser considerados como título
ejecutivo, argumentando el tribunal de alzada que la improcedencia de la vía no fue opuesta
como excepción en su contestación de demanda, lo que le impedía ocuparse de esos agravios,
ya que no fueron materia de la litis de origen, porque ello vulneraría los derechos de la
demandante; por lo que estima que aquél perdió de vista que el análisis de la procedencia de
la vía es una cuestión que debe ser estudiada de oficio, tanto en la primera como en la
segunda instancias, no obstante que no se haya contestado la demanda, o que habiéndose
contestado, no se haya hecho valer esa cuestión como una excepción.
Le asiste la razón al peticionario del amparo, en cuanto a que la Sala responsable incurrió en
un error al omitir estudiar los agravios que formuló en torno a que la Juez de origen no
analizó la procedencia de la vía ejecutiva, en función de que el estado de cuenta certificado,
en lo relativo al cálculo de intereses, no se ajustaba a los términos del contrato base de la
acción; aduciendo que al no haber sido opuesta como excepción no formaba parte de la litis
de primer grado, dado que ésta se conformaba con las acciones deducidas y las excepciones
opuestas, tal y como hubieren sido acreditadas ante el juzgador de primer grado, para evitar
que se analizaran cuestiones sobre las que alguna de las partes no haya sido oída y respecto
de las cuales el Juez no estuviere en posibilidad de declarar el derecho; toda vez que
efectivamente el tribunal de apelación no estudió los agravios en función de que era
improcedente la vía ejecutiva mercantil, dado que la certificación contable, en cuanto al
cálculo de intereses, era incongruente con lo pactado en la cláusula quinta del contrato
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fundatorio de la acción, puesto que la procedencia de dicha vía, aun cuando sea una cuestión
ajena a la litis, y no obstante que no se haya hecho valer como excepción al contestar la
demanda, debe ser analizada por el juzgador de primera instancia de manera oficiosa; sin
embargo, el tribunal de alzada debe examinar esta cuestión sólo en el caso de que fuera
materia de los agravios planteados en el recurso de apelación, tal y como ocurrió en este
asunto sujeto a estudio.
Cobra aplicación sobre el particular, el criterio sustentado por el entonces Segundo Tribunal
Colegiado del Sexto Circuito, mismo que ya especializado en materia civil ahora resuelve, en
el amparo directo 389/96, tesis que se encuentra publicada en la página 767, Tomo IV,
correspondiente a septiembre de 1996, Novena Época del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, que es del tenor literal siguiente: "VÍA EJECUTIVA,
IMPROCEDENCIA DE LA. PUEDE DECLARARSE EN APELACIÓN POR CAUSAS
DIVERSAS A LAS EXPRESADAS EN LAS EXCEPCIONES OPUESTAS EN EL JUICIO.
El estudio oficioso que corresponde realizar al Juez natural sobre la procedencia de la acción
ejecutiva, permite concluir que es una cuestión ajena a la litis, pues ésta sólo se integra con
las acciones deducidas y excepciones opuestas; por tanto, es correcto declarar improcedente
la vía ejecutiva en segunda instancia por razones diversas a las manifestadas en las
excepciones opuestas, siempre que en los agravios expresados en apelación se haga valer la
causal de improcedencia en que sustenta su determinación el tribunal ad quem.".
Ahora bien, no obstante que indebidamente la Sala responsable no examinó los agravios del
ahora quejoso en relación con la esgrimida incongruencia del cálculo de los intereses en el
certificado contable, en función de la improcedencia de la vía ejecutiva mercantil, sino que
analizó el segundo argumento prescindiendo del primero, lo cierto es que dicha omisión no es
suficiente para conceder al amparista la protección constitucional solicitada, ya que por lo
que ve al fondo de la cuestión alegada, no le asiste la razón, por los motivos y fundamentos
que por economía procesal este Tribunal Colegiado enseguida expondrá, pues a nada práctico
conduciría otorgar el amparo de la Justicia Federal al impetrante de garantías para el efecto
de que el tribunal de alzada remediara tal abstención si de cualquier manera, una vez hecho lo
anterior, arribaría a la misma conclusión: El argumento relativo a la incongruencia del estado
de cuenta certificado en el cálculo de los intereses debió haber sido planteado por los
demandados como excepción y probado en el juicio de origen; por lo que no hay necesidad
de esperar la promoción de una nueva demanda de garantías en contra de la resolución que
dictará la Sala responsable, para negar el amparo que desde ahora puede y debe ser negado.
En efecto, el hoy quejoso en su escrito de expresión de agravios de apelación, en lo tocante a
la improcedencia de la vía ejecutiva, adujo lo siguiente: "A) La parte actora presentó la
demanda que da origen al juicio que nos ocupa en la vía ejecutiva mercantil y presentó con su
escrito inicial, en calidad de supuestos documentos base de la acción: un contrato de apertura
de crédito hipotecario industrial y una supuesta certificación contable emitida por un
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contador de la persona moral demandante. B) En consecuencia de lo anterior y partiendo de
la base de que el estudio de la vía ejecutiva debe hacerse incluso de oficio por la autoridad
enjuiciante, resulta incuestionable que tocaba al Juez Cuarto de lo Civil de esta capital
analizar, se insiste, aun de oficio, si es que la parte actora cumplió con la obligación de
exhibir el documento fundatorio de su acción que, en el caso y de conformidad con lo
establecido por el artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, debió ser el contrato en el
que se hizo constar el crédito otorgado por la institución crediticia junto con el estado de
cuenta certificado por el contador facultado de la institución de crédito acreedora, en la
inteligencia de que dicho estado de cuenta por disposición expresa de la ley forma parte del
título base de la acción. Esto es, en el presente caso no se puede hablar de la existencia de un
título ejecutivo si es que falta cualquiera de los 2 dos documentos a que se refiere el artículo
68 de la Ley de Instituciones de Crédito y que son, repito, el contrato de crédito y el estado de
cuenta certificado por el contador de la persona moral acreedora. C) El contrato de apertura
de crédito hipotecario industrial de fecha 11 once de diciembre de 1993 mil novecientos
noventa y tres, exhibido por el demandante en el presente juicio, contiene una cláusula que
específicamente se refiere a los intereses que la suma mutuada causaría. Es el caso que el
ciudadano Juez Cuarto de lo Civil de esta capital, para nada se ocupó de estudiar o analizar si
en el juicio que nos ocupa la parte actora cumplió con la obligación de exhibir el título
ejecutivo que establece la ley, menos aún, se ocupó de estudiar si es que los documentos
presentados por el demandante cumplían con los requisitos que marca la ley para que
pudieran ser considerados como el título ejecutivo tantas veces mencionado. Es más, respecto
del estado de cuenta certificado ni siquiera se ocupo de mencionarlo, lo que demuestra que
dicho juzgador no se tomo la molestia ni de leerlo y quizás ni siquiera se haya dado cuenta de
su existencia ... pues desde mi punto de vista el supuesto estado de cuenta certificado por el
contador de la institución crediticia, en modo alguno puede ser considerado como parte del
título ejecutivo a que se refiere el artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito. Se
impugna el supuesto estado de cuenta certificado por el contador de la institución
demandante, en atención a lo siguiente: I. Como se recordará, la cláusula quinta del contrato
de apertura de crédito presentado en este juicio por el demandante, de manera muy clara
señala que el cálculo de los intereses se hará: I.1. A partir de los saldos insolutos. I.2. Servirá
de base para el cálculo de los intereses la tasa líder, esto es, la que sea mayor de entre el costo
porcentual promedio o CPP, la tasa de Cetes o la tasa TIIP interbancaria. I.3. A la tasa líder,
se aumentarían los puntos adicionales que determinara la dirección de la tesorería de la
persona moral demandante. I.4. Los intereses, dada su variabilidad, serán ajustados el día
primero de cada mes, aumentándolos o disminuyéndolos en razón de la fluctuación de las
tasas de referencia. I.5. Por último, los puntos adicionales a que se refiere el apartado I.3.
precedente, también serían revisables mensualmente. Si revisamos el estado de cuenta en
estudio, encontraremos que si bien se hace referencia a los saldos insolutos del crédito, en el
apartado 4 cuatro correspondiente a los ‘intereses ordinarios pendientes de cubrir (recursos
fondo) únicamente se hace mención de una tasa base de referencia’, indicándose el CPP en
los periodos que van del 1 uno de marzo de 1995 mil novecientos noventa y cinco, hasta el 30
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treinta de septiembre de 1997 mil novecientos noventa y siete, mientras que en el apartado 5
cinco denominado ‘intereses moratorios generados a la fecha’, por el periodo que va del 26
veintiséis de junio de 1994 mil novecientos noventa y cuatro y hasta el 30 treinta de
septiembre de 1997 mil novecientos noventa y siete, se menciona que la ‘tasa base de
referencia’ es la TIIP, salvo 4 cuatro periodos de excepción que van del 1 uno de diciembre
de 1995 mil novecientos noventa y cinco, al 31 treinta y uno de ese mismo mes y año, y del 1
uno de septiembre de 1996 mil novecientos noventa y seis, al 30 treinta del mismo mes y año,
en los que se citan a los Cetes y al CPP en lugar del TIIP, como la tasa base de referencia.
Salta a la vista la incongruencia y no se necesita ser perito en contabilidad ni es menester
agotar una prueba pericial contable, para darse cuenta de que el estado de cuenta no se ajusta
a los términos establecidos en la cláusula quinta del contrato base de la acción, por lo cual
resulta imposible considerar al mencionado estado de cuenta como parte del título ejecutivo a
que se refiere el artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito. En efecto: Suponiendo sin
conceder que la tasa líder hubiera sido el CPP, como se menciona en el apartado número 4
cuatro del estado de cuenta, es obvio que en los términos de la cláusula quinta del contrato,
los intereses moratorios deberían calcularse utilizando esa misma tasa de referencia, sólo que
multiplicada por 1.5 uno punto cinco veces. Por tanto, no se explica el porqué para el cálculo
de los intereses ordinarios se utiliza el CPP y para el cálculo de los intereses moratorios se
utiliza la tasa TIIP, pero lo que sí se puede concluir, aun sin ser perito en contabilidad y sin
tener que recurrir a una prueba pericial contable, es que definitivamente el estado de cuenta
que nos ocupa no se ajusta a los términos del contrato junto con el cual supuestamente
debería constituir el título base de la acción y, por ello, al no existir título ejecutivo, la vía
escogida es improcedente y así deberá de ser declarado por esta autoridad. En apoyo de lo
anterior, me permito invocar la tesis emitida por el Primer Tribunal Colegiado del Vigésimo
Circuito, que a continuación transcribo: ‘Novena Época. Instancia: Tribunales Colegiados de
Circuito. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo IX, febrero de
1999. Tesis XX.1o.175 C. Página 547. No.194,543. VÍA EJECUTIVA MERCANTIL,
IMPROCEDENCIA DE LA, POR CÁLCULO ERRÓNEO DE INTERESES
RECLAMADOS EN CANTIDAD LÍQUIDA. Si del análisis que reporta el estado de cuenta
anexado al contrato base de la acción se advierte un cálculo erróneo con respecto a los
intereses reclamados en cantidad líquida, ello es suficiente para declarar la improcedencia de
la vía ejecutiva mercantil intentada, porque los documentos base de la acción no constituyen
título ejecutivo en términos del artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, ya que
aquéllos deben contener el desglose correspondiente de los movimientos que les dieron
origen en cantidades líquidas y citar al efecto los elementos que sirvieron de base para arribar
a tal conclusión, los cuales precisamente deben ser los pactados por las partes en el convenio
base de la acción, y de utilizarse otros distintos, el demandado queda imposibilitado para
conocer el porqué de la cantidad que se le exige, lo que evidentemente le causa un estado de
indefensión. PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL VIGÉSIMO CIRCUITO. Amparo
directo 91/98. Banco Nacional de México, S.A. 30 de septiembre de 1998. Unanimidad de
votos. Ponente: Rolando Nicolás de la A. Romero Morales. Secretario: Juan Carlos Sierra
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Zenteno.’."
En cuanto a estos argumentos, debe indicarse que no le asiste la razón al amparista, en virtud
de que la sola exhibición del contrato de apertura de crédito y del estado de cuenta certificado
por el contador facultado por la institución bancaria, es suficiente para ejercer la vía ejecutiva
mercantil sin que sea necesario algún otro requisito, de conformidad con lo dispuesto por los
artículos 68 de la Ley de Instituciones de Crédito y 1391, fracción VIII, del Código de
Comercio, ya que el primero de ellos preceptúa que los contratos o pólizas en los que se
hagan constar los créditos, junto con los estados de cuenta certificados por el contador
facultado por la institución de crédito, serán títulos ejecutivos sin mayores requisitos;
mientras que el segundo dispositivo prevé que el procedimiento ejecutivo tiene lugar cuando
la demanda se funda en documento que traiga aparejada ejecución, quedando incluidos
aquellos que por disposición de la ley tengan ese carácter.
Es aplicable, en lo conducente, la jurisprudencia 23/2000, de la Primera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 217, Tomo XII, noviembre de 2000,
Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice: "CONTRATO
DE CRÉDITO Y SU ESTADO DE CUENTA CERTIFICADO POR EL CONTADOR
FACULTADO POR LA INSTITUCIÓN DE CRÉDITO. ES SUFICIENTE SU
EXHIBICIÓN CONJUNTA PARA EJERCER LA VÍA EJECUTIVA MERCANTIL, SIN
QUE SEA NECESARIO ADJUNTAR LOS PAGARÉS RELACIONADOS CON DICHO
CONTRATO (ARTÍCULO 68 DE LA LEY DE INSTITUCIONES DE CRÉDITO). El
citado precepto en lo conducente dispone que: ‘Los contratos o las pólizas en los que, en su
caso, se hagan constar los créditos ... junto con los estados de cuenta certificados por el
contador facultado por la institución de crédito acreedora, serán títulos ejecutivos, sin
necesidad de reconocimiento de firma ni de otro requisito. ...’; por su parte, el artículo 1391,
fracción VIII, del Código de Comercio señala: ‘El procedimiento ejecutivo tiene lugar
cuando la demanda se funda en documento que traiga aparejada ejecución. Traen aparejada
ejecución: ... VIII. Los demás documentos que por disposición de la ley tienen el carácter de
ejecutivos ...’. Ahora bien, el análisis relacionado de dichos preceptos permite concluir que el
juicio ejecutivo mercantil procede, entre otros casos, cuando se funda en un documento que
por ley tiene el carácter ejecutivo como sin duda lo es el contrato de crédito junto con el
estado de cuenta certificado por el contador facultado por la institución de crédito acreedora;
de manera que no es necesario, para la procedencia de la vía ejecutiva mercantil, que la
mencionada institución acreedora exhiba también con la demanda los pagarés con los que se
documentó o garantizó el crédito a que dicho contrato se refiere, pues la ley no exige este
requisito, máxime que de la interpretación gramatical del aludido artículo 68, se advierte que
el contrato de crédito junto con el referido estado de cuenta constituirán título ejecutivo, sin
necesidad de otro requisito.".
En este orden de ideas, el estado de cuenta certificado por el contador facultado por el banco
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acreedor exhibido junto con el contrato de apertura de crédito, no solamente da lugar a la
procedencia de la vía ejecutiva mercantil, sino que conforme al propio artículo 68 de la Ley
de Instituciones de Crédito hace prueba plena de los saldos resultantes a cargo de la parte
acreditada, a menos que se pruebe lo contrario, es decir, la presunción de que el estado de
cuenta certificado hace fe de lo que en él se consigna, salvo prueba en contrario, implica
forzosamente un hacer a cargo del demandado que consiste en el ofrecimiento de medio de
convicción idóneo tendiente a destruir dicha presunción, ya que el deber del Juez de origen
de analizar oficiosamente la procedencia de la vía ejecutiva, no puede llevarse al extremo de
que por sí mismo introduzca al juicio pruebas para desvirtuar lo indicado en el estado de
cuenta, verbigracia, ordenar el desahogo de una prueba pericial contable, lo cual no sería
factible por el solo hecho de que la ley no le impone esta obligación. En efecto, en términos
de lo previsto en el ya referido artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, en relación
con la acción ejecutiva, al Juez del conocimiento únicamente le corresponde examinar de
oficio: a) La existencia del crédito; b) La especificación desglosada de los saldos resultantes
del mismo a cargo de la parte acreditada; c) Que los saldos sean señalados por el contador del
banco acreedor; y, d) La exigibilidad del pago del crédito por haber vencido el plazo o
llegada la condición que afectara la obligación; de lo que se colige que cualquier
irregularidad que presente el saldo desglosado en el estado de cuenta bancario, como la que
pretende hacer valer el impetrante del amparo sobre el cálculo de los intereses, ya no
concierne a los elementos de la acción ejecutiva, cuyo estudio es oficioso, sino que constituye
una excepción tendiente a impedir que ésta prospere, pero que se debe hacer valer ante el
propio Juez natural para que se pronuncie sobre ella al dirimir la controversia; lo que no
sucedió en el caso particular, tal y como acertadamente concluyó la Sala responsable, además
de que el legislador no estableció en el precepto legal de referencia, que para que el contrato
de crédito y el certificado contable constituyeran título ejecutivo era indispensable que
coincidieran los intereses, sino simplemente se refirió a la identidad entre ambos documentos,
por lo que esta discrepancia, como ya se dijo, deberá hacerse valer en vía de excepción en el
juicio, con la finalidad de que sea objeto de prueba y pueda determinarse si existió o no un
cálculo erróneo en esos conceptos.
Sirve de apoyo a lo anterior, la jurisprudencia número 16/2002, de la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, emitida en sesión de fecha veintisiete de febrero de
dos mil dos, al resolver la contradicción de tesis 47/2001-PS, entre las sustentadas por el
Segundo Tribunal Colegiado del Décimo Primer Circuito y el Primer Tribunal Colegiado del
Vigésimo Circuito (criterio de este último que fue invocado por el quejoso en sus agravios de
apelación), publicada en la página 405, Tomo XV, abril de 2002, Novena Época del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, bajo el rubro: "VÍA EJECUTIVA
MERCANTIL. EL HECHO DE QUE LOS INTERESES PLASMADOS EN EL
CERTIFICADO CONTABLE NO COINCIDAN CON LOS PACTADOS EN EL
CONTRATO DE CRÉDITO, NO AFECTA SU PROCEDENCIA. La anterior Tercera Sala
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación estableció en la tesis 3a./J. 15/94, publicada en
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la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Número 78, junio de 1994, página 28, de
rubro: ‘ESTADOS DE CUENTA BANCARIOS. REQUISITOS PARA QUE
CONSTITUYAN TÍTULOS EJECUTIVOS.’ que, conforme a una recta interpretación del
artículo 68 de la Ley de Instituciones de Crédito, debe concluirse que además de exhibirse el
contrato o la póliza en los que, en su caso, se hagan constar los créditos que otorguen las
instituciones bancarias, para que los estados de cuenta expedidos unilateralmente por
contadores facultados por dichas instituciones constituyan títulos ejecutivos y hagan fe, salvo
prueba en contrario, en los juicios respectivos, éstos deben contener un desglose de los
movimientos que originaron el saldo cuyo cobro se pretende. En congruencia con tal criterio,
si el título con el que se está ejerciendo la acción de que se trata agota esas exigencias, la vía
ejecutiva será procedente, toda vez que precisamente en el desglose que haga el contador del
banco, en lo tocante al rubro de intereses, se explicarán detalladamente los periodos, factores
o tasas que tomó en consideración para obtener el saldo que por ese concepto se ejercita, lo
cual a su vez permitirá que el deudor demandado se entere de las operaciones o movimientos
que se realizaron y, en su momento, oponga las excepciones que a su derecho convengan
respecto del monto, si considera que no se cumplió con lo pactado en el contrato, y haga valer
los instrumentos que se hayan estipulado, de manera que el hecho de que los intereses
plasmados en el certificado contable no coincidan con los pactados en el contrato, no es una
cuestión que afecte la procedencia del juicio, sino más bien es un aspecto que afectaría al
saldo total de las prestaciones reclamadas, ya que el legislador no estableció mayores
requisitos de procedencia, es decir, no dispuso que para que el contrato de crédito y el
certificado contable constituyeran título ejecutivo, era indispensable que coincidieran los
intereses, sino que simplemente se refirió a la identidad entre ambos documentos, por lo que
esa discordancia deberá hacerse valer en vía de excepción en el juicio, a fin de que sea objeto
de prueba y pueda determinarse si existió o no un cálculo erróneo en esos conceptos.".
Por todo lo anterior, es de sostenerse que a pesar de que la Sala responsable efectuó el estudio
de los agravios de apelación, prescindiendo del argumento toral del ahora quejoso referente a
la improcedencia de la acción ejecutiva mercantil, lo cierto es que, como ya se vio, la
conclusión a la que llegó es correcta, por lo que, se reitera, el estudio de la procedencia de la
vía no implica que el juzgador del conocimiento deba hacer el examen de las irregularidades
que presente el estado de cuenta, ya que basta su exhibición junto con el contrato de apertura
de crédito para que se declare la procedencia de la vía ejecutiva, siempre que de ambos
documentos se desprenda la existencia del crédito, la especificación desglosada de saldos
resultantes del mismo a cargo de la parte acreditada, que los saldos los señale el contador del
banco acreedor y la exigibilidad de pago del crédito por haber vencido el plazo o llegada la
condición que afectara la obligación; requisitos respecto de los cuales el amparista no suscitó
controversia en la apelación, con la finalidad de hacer patente que la vía ejecutiva mercantil
era improcedente por faltar alguno de ellos y, mucho menos, en su demanda de garantías
expone argumento alguno en torno a dicha cuestión, motivos por los cuales no es dable a esta
potestad federal realizar pronunciamiento alguno sobre el particular.
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Al ser parcialmente fundados, pero insuficientes para conceder la protección constitucional
solicitada, los conceptos de violación esgrimidos por el quejoso, y al no advertirse que se
haya cometido en su contra alguna violación manifiesta de la ley que lo haya dejado sin
defensa y que este tribunal debiera reparar de oficio, atento lo dispuesto por el artículo 76 bis,
fracción VI, de la Ley de Amparo, se concluye que la sentencia reclamada no es violatoria de
garantías y ello autoriza a negar el amparo y protección de la Justicia Federal, negativa que se
hace extensiva a los actos de ejecución atribuidos a la Juez de origen, en virtud de que no se
reclamaron por vicios propios.
Tiene aplicación la jurisprudencia 105, sustentada por la entonces Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 68 del Tomo VI, Materia
Común, del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, que dice:
"AUTORIDADES EJECUTORAS. NEGACIÓN DE AMPARO CONTRA
ORDENADORAS.-Si el amparo se niega contra las autoridades que ordenen la ejecución del
acto que se estima violatorio de garantías, debe también negarse respecto de las autoridades
que sólo ejecutaron tal acto por razón de su jerarquía.".
Por lo expuesto y con fundamento en los artículos 107, fracciones III y IX, de la Constitución
General de la República; 46 y 158 de la Ley de Amparo; 35 y 37, fracción I, inciso c), de la
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión no ampara ni protege a Austreberto Corona y Carlos, Alisa
Losas Prefabricadas, Sociedad Anónima de Capital Variable, y María Isabel Verónica Macip
Blanco de Corona, en contra de los actos que reclaman de la Primera Sala del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de Puebla, consistente en la sentencia dictada con fecha veinte
de febrero de dos mil dos, dentro del toca de apelación número 1806/2001, que modificó la
pronunciada el seis de septiembre de dos mil uno, emitida por la Juez Cuarto de lo Civil de
esta capital, en el expediente 1515/97, relativo al juicio ejecutivo mercantil promovido por
Confía, Sociedad Anónima, Institución de Banca Múltiple, Ábaco Grupo Financiero, en
contra del quejoso y otros; negativa que se hace extensiva a los actos de ejecución que se
atribuyen a esta última.
Notifíquese; con testimonio de esta resolución, devuélvanse los autos a la Sala de su origen y,
en su oportunidad, archívese el expediente como asunto concluido.
Así, por unanimidad de votos, lo resolvió el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil
del Sexto Circuito, integrado por los Magistrados Ma. Elisa Tejada Hernández, Gustavo
Calvillo Rangel y Raúl Armando Pallares Valdez. Fue ponente el último de los nombrados.
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