Clasificaci¢n de los Sistemas de Seguridad Social U4Mod 1

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DIPLOMADO EN SEGURIDAD SOCIAL
MÓDULO 1: PANORAMA GENERAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL
Diplomado en Seguridad Social
Módulo 1: Panorama General de la Seguridad Social
UNIDAD DIDÁCTICA 4
CLASIFICACIÓN DE LOS SISTEMAS DE SEGURIDAD SOCIAL
INDICE
Introducción
1. Modalidades de los Sistemas de Seguridad Social.
1.1. De acuerdo con la Naturaleza del sujeto que Administra el Sistema
1.2. Según la Cobertura de la Protección
1.3. Desde la Óptica de las Contribuciones
1.4. En función del Régimen de Financiamiento del Sistema
2. Clasificación de los Sistemas de Pensiones.
2.1. Administración del Sistema
2.2. Tipo de Beneficio
3. Relación entre Planes de Pensiones Públicos y Privados.
3.1.
3.2.
3.3.
Ventajas e Inconvenientes de los Regímenes Privados
El debate entre Sistema Público o Privado de Pensiones
Los nuevos Regímenes de pensiones en América Latina
4. Clasificación de los Sistemas de Seguridad Social en México.
4.1.
4.2.
De acuerdo a la Entidad Jurídica que administra el Sistema
De acuerdo a la Cobertura
Resumen
Bibliografía
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Diplomado en Seguridad Social
Módulo 1: Panorama General de la Seguridad Social
Introducción
A lo largo del siglo XX se desarrollaron y perfeccionaron sistemas nacionales de prestaciones de
salud, vejez, invalidez, sobrevivientes y otras prestaciones, para proteger a amplios segmentos de la
población. Fueron organizados, aunque en tiempos diferentes, con base en fuentes y orígenes
comunes y en forma de seguros sociales, regímenes de asistencia y esquemas no contributivos,
seguros voluntarios, organismos de solidaridad, fondos de asistencia mutua, etc., estos sistemas
nacionales, que ahora son obligatorios, están sólidamente anclados en la legislación social de los
distintos países. Este resultado ha sido obtenido independientemente de la ideología política vigente
o del entorno económico, demográfico y social, e incluso del nivel de desarrollo, puesto que
regímenes de esta naturaleza se han establecido en la inmensa mayoría de los países del mundo.
En la actualidad, dichos sistemas constituyen por doquier la piedra angular de los sistemas de
protección social. Las formas en que se responde a la necesidad de garantizar una protección social
a la población son muy diversas, no sólo según el país de que se trata, sino también a menudo
dentro del mismo. Los sistemas actuales son el resultado de múltiples factores y se caracterizan por
las diferencias existentes entre los entornos económicos, sociales, políticos e ideológicos, los
objetivos de los gobiernos y de sus dirigentes y las soluciones que se proponen.
Sin embargo, en la actualidad por los cambios demográficos y epidemiológicos se pone cada vez
más en tela de juicio su eficacia y su viabilidad futura. Las nuevas realidades que han centrado la
atención en los sistemas existentes son, entre otras, el entorno económico, la evolución demográfica
y el desarrollo de nuevos estilos de vida y de comportamiento individual.
Aunque estos regímenes fueran organizados en un principio por el Estado, diversas iniciativas
precedieron a la intervención pública en el ámbito de la protección como es el caso de las pensiones:
seguros voluntarios individuales e iniciativas individuales y, tal vez, colectivas a cargo de los
empleadores, en aras de conseguir una estabilidad de la mano de obra y vincular a los trabajadores
con sus empresas proporcionándoles una serie de prestaciones, en especial, pensiones de vejez.
Con este objetivo, los empleadores constituyeron sus propios fondos de pensiones de vejez.
El Estado participó en un principio en la organización de los sistemas de seguridad social
estableciendo regímenes de pensiones en su calidad de empleador (pensiones para los funcionarios)
y su intervención consistió en la mayor parte de los casos en ampliar el campo de aplicación de la
legislación para incluir a otras categorías de trabajadores. Este resultado se consiguió por primera
vez en Alemania, con la creación por Bismark, en 1889, de un seguro de invalidez y de vejez para
los trabajadores; Dinamarca siguió con el ejemplo con el establecimiento, en 1891, del primer
régimen no contributivo de prestaciones de vejez.
Sólo en contadas ocasiones los regímenes actuales fueron establecidos todos de una sola vez. Por
lo general, se constituyeron mediante adiciones sucesivas y su evolución aún continua, por lo cual
son sumamente complejos. Se comprueba a menudo la existencia en un sólo país de regímenes
paralelos basados en principios diferentes o aplicables a diferentes categorías de la población. Por
otra parte, aunque el Estado continúe siendo el elemento principal en todas partes, las iniciativas
privadas desempeñan un papel importante en muchos países. Además, aunque la extensión de la
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protección para abarcar a todos los residentes se haya conseguido en muchos países, en otros, el
alcance de la protección continúa siendo muy limitado.
De aquí que sea necesario distinguir si la financiación se refiere a un sistema universal o profesional
e, igualmente, si se trata de contingencias comunes o profesionales, así como si la financiación se
refiere al régimen que da cobertura a los trabajadores por cuenta ajena o si se trata del régimen de
autónomos o trabajadores independientes por cuenta propia. Del mismo modo, debe diferenciarse
cuando se estudia la financiación de las prestaciones si son económicas, sanitarias y de servicios
sociales, puesto que la distinta naturaleza de estas puede condicionar la fuente de su financiación.
La diferencia entre regímenes y sistemas financieros aplicables, igualmente suelen marcar
diferencias en la forma de financiarse, especialmente en relación a quien soporta la carga financiera
de las cotizaciones sociales: empresarios y trabajadores conjuntamente o solamente los
trabajadores. En la práctica, la mayoría de los países aplican modelos mixtos, con prestaciones
contributivas y no contributivas, cuya financiación corre a cargo de cotizaciones sociales y
aportaciones de Estado.
Igualmente influyen en el sistema financiero aplicable, y por ende en el origen de los ingresos, la
consideración de que la planificación económica de la Seguridad Social establezca el equilibrio en el
corto, medio o largo plazo, con una mayor o menor integración en el plan macroeconómico de cada
país.
1. Modalidades de los Sistemas de Seguridad Social
Una clasificación de los regímenes de seguridad social empieza con la distinción entre sistemas
públicos y privados, entre la cobertura de los diversos sistemas y entre regímenes generales y los
que amparan solamente a determinadas categorías de trabajadores. Para reflejar adecuadamente la
situación existente en la práctica, cabe advertir que estos elementos se han combinado de diversas
maneras.
1.1. De acuerdo con la naturaleza del sujeto que administra el sistema, cabe hablar de:
1) Gestión Pública.
Es aquélla que viene atribuida en exclusiva a una o varias entidades públicas. Es el sistema de
gestión más común desde que se acuñaran por la mayoría de los países los postulados de
Beveridge tras la Segunda Guerra Mundial.
Beveridge propugnaba la gestión pública como solución a la dispersión que registraban los seguros
sociales independientes y que impedían el desarrollo de políticas sociales conjuntas. Por otro lado,
se buscaba la eliminación del ánimo de lucro como mecanismo de mejora económica y justicia
social.
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Dentro del sistema de gestión pública, pueden distinguirse a su vez diferentes modalidades:
 Sistemas de carácter nacional, regional o local del sistema en cuanto a la cobertura
geográfica del colectivo protegido.
 Sistemas de carácter central en la gestión de los servicios, es decir Instituciones que actúen
con carácter único a nivel central en su correspondiente nivel geográfico, ya sea nacional,
regional o local.
 Gestión por órganos públicos desconcentrados con personalidad jurídica y patrimonio propio.
Esta es la figura más usual que se fundamenta en la combinación del mantenimiento del
carácter público con el mayor nivel de autonomía posible para garantizar la capacidad de
gestión y agilidad que demanda la sociedad actual a los sistemas de protección.
2) Gestión Privada.
Es aquella que se atribuye a compañías aseguradoras, entidades financieras o empresas
especializadas con personalidad jurídica privada, como es el caso de las Afores. Son los esquemas
de protección que algunas empresas privadas ofrecen a sus trabajadores y los seguros personales o
familiares que algunos trabajadores adquieren a las aseguradoras privadas, así como la
administración e inversión de recursos pensionarios que realizan las AFORES y la venta de rentas
vitalicias que se colocan a través de estas.
Encuentra sus fundamentos más remotos en los postulados de Adam Smith según los cuales, el
hombre, al buscar su propio beneficio, genera más riqueza social que si se planteara como objetivo
el enriquecimiento colectivo.
Los partidarios de este sistema atribuyen, como norma general, una mayor capacidad del sector
privado para conseguir una gestión eficaz y eficiente.
3) Modelos de gestión mixta.
Hablamos de modelos mixtos en aquellos casos en los que se combinan ambas modalidades
(pública y privada) de gestión, pudiendo darse a su vez, distintas posibilidades:
 Determinadas prestaciones vienen atribuidas a órganos públicos y otras al sector privado. Es
frecuente que en varios países, la protección básica y obligatoria se atribuya al Sistema
público y la complementaria o voluntaria al Esquema privado.
 El sistema se articula sobre diversos pilares que combinan a su vez diversas formas de
financiación, atribuyendo la gestión de las soportadas bajo regímenes de capitalización al
sector privado y las sustentadas sobre regímenes de reparto al sector público.
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1.2 Según la cobertura de la protección
Cualquiera que sea el modelo, la finalidad de los sistemas de Seguridad Social es la de otorgar una
prestación adecuada ante la presencia de determinadas contingencias y necesidades que las
mismas protegen. Siguiendo las clasificaciones de la OIT, las distintas técnicas o mecanismos que
se han articulado en la provisión de seguros y prestaciones, se pueden identificar cuatro grandes
grupos:
1) Regímenes universales. A través de estos regímenes, se otorgan a todas las personas
residentes de un país, servicios de pensiones a quienes hayan sobrepasado la edad prescrita
en la correspondiente legislación, así como otras prestaciones con independencia de sus
ingresos, su situación laboral o de la totalidad de sus ingresos. Las prestaciones pueden ser
de cuantía uniforme, aunque pueden existir complementos en favor de las personas de edad
carentes de recursos suficientes.
En los países donde existen estos regímenes universales, en el caso de las pensiones se
establece un segundo nivel, también obligatorio, mediante el que se conceden pensiones en
función y proporción al tiempo de actividad y a las cotizaciones aportadas. Estos sistemas
están presentes básicamente en los países nórdicos de Europa -por ejemplo, en Dinamarca,
Suecia o Finlandia-.
En este supuesto protector, de carácter no contributivo, la financiación proviene de los
recursos fiscales -el conjunto de la población financia con sus impuestos, tasas u otros
ingresos fiscales el sistema de cobertura ante una necesidad social que puede afectar a
cualquiera de los ciudadanos.
No se establece ninguna relación entre el derecho y cuantía de las prestaciones y una
aportación contributiva previa. Su campo de aplicación, es decir, la población protegida, se
extiende al conjunto de los ciudadanos residentes en el país. Es el modelo propugnado por
Beveridge y aplicado en los países anglosajones en donde las prestaciones se configuran
como un derecho ciudadano.
2) Regímenes de Seguro Social. En la actualidad, la mayor parte de los regímenes vigentes a
escala mundial, se basan en el principio del seguro social. Después de la creación del primer
régimen de esta categoría, establecido en Alemania en 1889, el modelo se reprodujo en la
mayor parte de los países europeos. Entre las dos guerras mundiales se propagó en América
Latina y en América del Norte, y después de la Segunda Guerra Mundial en muchos países de
Africa, Asia y el Caribe.
Los gastos del seguro social se sufragan mediante cotizaciones del empleador y en muchos
casos también del trabajador, con o sin subvenciones del Estado. La afiliación es obligatoria
para las categorías profesionales de que se trata y, en algunos países, para toda la población.
El derecho a pensiones y prestaciones se determina en función de la vida activa del
beneficiario (períodos de cotización o de empleo) y en función de las ganancias del
beneficiario a lo largo de su vida profesional.
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A través de estos sistemas, se otorgan prestaciones a las personas que, además de haber
cumplido una determinada edad, además hayan acreditado un período prescrito de cotización
o de empleo. En estos regímenes se busca que exista una relación entre las cuantías de las
prestaciones y los ingresos obtenidos en la actividad. Por ello, la cuantía de las prestaciones
depende del período previo de cotización y del nivel de las cotizaciones ingresadas.
Estos regímenes únicamente dan protección a quienes se encuentran previamente afiliados al
régimen, como consecuencia del desarrollo de una actividad laboral o profesional, dejando sin
cobertura de protección a quienes aún no cumplen con los requisitos para acceder a las
prestaciones. Esta falta de cobertura se va solucionando, en una etapa posterior de desarrollo
del régimen, mediante la introducción de regímenes asistenciales o no contributivos, que
otorgan protección a quienes carecen de recursos suficientes para la cobertura de sus
necesidades.
En este modelo, su financiación corre a cargo de las cotizaciones sociales, en base a las
cuales se determina el derecho a las prestaciones así como su cuantía. Las cotizaciones son
satisfechas por los empresarios, trabajadores y el Gobierno o solamente por uno de ellos,
según se trate de contingencias comunes o profesionales y el sistema de financiación que se
aplique.
3) Regímenes de asistencia pública. Mediante estos regímenes se establecen prestaciones a
todas las personas necesitadas de un país, región o localidad condicionadas a la
comprobación de sus recursos y de los gastos a los que, de forma inevitable, deben hacer
frente. Estos regímenes fueron los primeros establecidos en el denominado "modelo
atlántico", y están presentes en muchos países.
En este caso la financiación proviene de los recursos fiscales -el conjunto de la población
financia con sus impuestos, tasas u otros ingresos fiscales el sistema de cobertura ante una
necesidad social que puede afectar a los ciudadanos de más bajo ingreso.
Esta forma de asistencia social está destinada a las personas excluidas del campo de
aplicación del régimen principal o que perciben prestaciones sociales insuficientes para cubrir
sus necesidades.
4) Modelos mixtos. En estos esquemas coexisten prestaciones con cobertura de seguro social
o profesional junto con otras prestaciones de cobertura universal. De este modo se
complementan entre sí las prestaciones logrando una mayor eficacia protectora.
En estos casos la financiación suele ser igualmente mixta: las prestaciones que tienen una
naturaleza contributiva o profesional se financian a través de cotizaciones sociales,
recaudadas estas por el propio sistema de Seguridad Social, y la protección de naturaleza no
contributiva y de cobertura universal proviene de aportaciones del presupuesto del Estado.
En la financiación de estos modelos suele prevalecer la importancia de una u otra fuente de
financiación, que suele determinar la característica dominante. Así, el modelo que se aplica en
los países de la Comunidad Iberoamericana es preponderantemente contributivo (profesional)
con manifestaciones asistenciales en algunos sistemas (pensiones para mayores sin
cobertura contributiva y sin recursos económicos).
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1.3 Desde la óptica de las contribuciones, podemos referirnos a:
1) Modelos contributivos.
Son aquellos que se fundamentan, esencialmente, en las contribuciones o cotización de
trabajadores, empresarios y en muchos casos del gobierno. Consecuentemente, el colectivo
protegido (ámbito subjetivo de aplicación) se limita a los trabajadores, sus familiares y sobrevivientes
(modelo profesional o laboral) y, la protección (ámbito material de aplicación del sistema) incorpora
la cobertura de necesidades reservadas al mundo laboral como el seguro social, accidente de trabajo
y el desempleo.
La mayoría de los sistemas actuales surgen tras la revolución industrial y a consecuencia de los
cambios socio-familiares y culturales que comporta la nueva sociedad industrializada.
Consecuentemente, nace vinculada al mundo del “trabajo por cuenta ajena” y a la cobertura de los
“riesgos derivados de las nuevas formas de trabajo”.
2) Modelos no contributivos o asistenciales.
Los elementos diferenciales con el modelo contributivo son la extensión de los seguros y
prestaciones a la totalidad de la población y la conformación del ámbito material en atención a
situaciones genéricas de necesidad (con independencia de su vinculación al trabajo) de carácter
individual u originario (no tienen sentido las prestaciones de derecho derivado puesto que cualquier
ciudadano en estado de necesidad puede acceder a la protección por derecho propio)
Estos modelos, generalmente, se financian vía impuestos ya que son del alcance general para la
población o bien a toda la población de bajos ingresos.
3) Modelos de protección mixta.
Son aquellos que combinan ambas técnicas manteniendo una protección especializada del colectivo
de trabajadores en la esfera contributiva y una protección de carácter básico para la población que
no accede a la esfera contributiva.
Es frecuente que la financiación de las distintas manifestaciones protectoras sea igualmente diversa,
de manera que las prestaciones de naturaleza contributiva se financien con las aportaciones de
empresarios y trabajadores, mientras que las prestaciones de carácter asistencial o no contributivo,
lo hagan a través de impuestos generales.
1.4 En función del régimen de financiamiento del sistema, podemos distinguir entre modelos
de capitalización, de reparto o mixtos.
1) Modelos de reparto.
El sistema de reparto se organiza sobre la base de un aporte obligatorio realizado por los
trabajadores en actividad, con el que se forma un fondo común de carácter solidario para atender
los gastos de los seguros y prestaciones del sistema. Pueden existir de dos tipos: 1) fondeados,
cuando las contribuciones del sistema son suficientes para cubrir los gastos y existen remanentes
que se van a las reservas, lo cual permite sostener al sistema por varios años, y 2) no fondeados,
son aquellos cuyos ingresos totales no alcanzan a cubrir el monto de las prestaciones y por lo tanto
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requieren de apoyos extraordinarios (subsidios) del gobierno para cubrir el gasto que originan las
prestaciones.
Este es el modelo más comúnmente utilizado en los sistemas contributivos.
2) Modelos de capitalización.
Son aquellos que articulan la protección en función del ahorro generado a lo largo del tiempo por las
propias personas protegidas, más los rendimientos de cualquier índole que se hayan producido.
Las corrientes neoliberales contemporáneas propugnan la adopción de este sistema como
mecanismo de descarga del erario público, incentivo del ahorro productivo con la consecuente
dinamización económica y garantía de viabilidad de los sistemas de protección puesto que solo se
comprometen los recursos disponibles.
Por contra, suele señalarse como principal desventaja la depreciación que sufre el capital a lo largo
del tiempo, la imposibilidad de garantizar la suficiencia de las pensiones que se generen y la ruptura
del principio de solidaridad.
El sistema de capitalización presenta, a su vez, dos modalidades:
 La capitalización individual en la que cada individuo va generando su propia “cuenta
particular” y
 La capitalización colectiva en la que un conjunto determinado de asegurados aportan para
capitalizar las pensiones de todos ellos. Este sistema permite la incorporación de dos
elementos primordiales del aseguramiento social: la dispersión del riesgo y la introducción de
mecanismos de solidaridad.
Este sistema fue utilizado de manera generalizada en los momentos originarios de los seguros
sociales de carácter contributivo y, generalmente, fueron abandonados a medida que se fue
evolucionando hacia sistemas integrados de seguridad social. En la actualidad se observa una nueva
tendencia a la utilización de esta modalidad en la región iberoamericana.
3) Modelos de financiación mixta.
Son aquellos que combinan ambas técnicas de financiamiento (capitalización y reparto) pudiendo
apuntarse, a su vez, la siguiente clasificación de los modelos mixtos:
Sistema multipilar: es aquel que establece diversos niveles o pilares de protección asignando un
sistema diferente de financiación a cada uno de ellos.
En general, puede apuntarse que los sistemas mixtos tienen el atractivo de repartir los riesgos que
se atribuyen a los modelos clásicos de capitalización y reparto e, igualmente, compartir las ventajas
de los mismos.
2. Clasificación de los Sistemas de Pensiones.
Existen diversos criterios para clasificar a los planes de pensiones, las clasificaciones más comunes
están en función de las siguientes 3 características: 1) Administración del Sistema, 2) Tipo de
Beneficio, y 3) Régimen de Financiamiento.
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2.1
Administración del Sistema. Desde el punto de vista de la administración del sistema se
pueden dividir en 3 esquemas:
1) Planes Públicos. Son creados por el Estado, quien generalmente los administra a través de
una Institución de carácter pública, pueden ser de nivel nacional, regional o local. Estos
planes a su vez pueden ser de carácter contributivo o laboral, no contributivo o asistencial y
mixto.
2) Planes Privados. Son aquellos que instrumentan algunas empresas privadas para sus
trabajadores. Actualmente en la CONSAR existen más de 2000 planes de pensiones
registrados por empresas privadas a favor de sus trabajadores. También existen los planes
de carácter voluntario que el sector financiero (aseguradoras privadas) ofrecen a los
trabajadores para su protección. Por lo general son de capitalización individual, donde los
beneficios están en relación directa con las contribuciones
3) Esquemas mixtos. Son aquellos donde el otorgamiento de las prestaciones están divididos
una parte administrado por una Institución Pública y otra parte por una institución privada
como las Afores.
2.2
Tipo de Beneficio. Considerando el criterio del beneficio que se otorga se pueden dividir en
3 tipos de planes pensionarios:
1) Beneficio Definido. En estos tipos de planes se especifica por adelantado en la norma
correspondiente el monto del beneficio a obtener por el afiliado, este beneficio dependerá
directamente del salario obtenido por el trabajador, durante los últimos años de su vida
laboral, y del número de años cotizados al sistema. El monto de la pensión se otorga en forma
vitalicia y para sus beneficiarios, si los hubiera de acuerdo con la normatividad establecida en
el plan.
2) Contribución Definida. En estos planes no se especifica el monto del beneficio por
adelantado, sólo se determina el monto de las contribuciones a pagar. Los beneficios
dependerán de la acumulación de las contribuciones, de la tasa de interés para la
capitalización de los recursos, y del monto de las comisiones. Al momento del retiro al
trabajador se le otorga una pensión en forma de renta vitalicia o a través de un retiro
programado. En general, en estos sistemas se incluye un monto de garantía como pensión
mínima.
3) Mixtos. Los sistemas mixtos combinan las ventajas de los sistemas de beneficios definidos y
de contribuciones definidas, otorgando una parte del beneficio que podría ser un nivel mínimo
de pensión a través de un esquema de beneficio definido, y otra parte de la pensión a través
de un esquema de contribuciones definidas.
2.3
Régimen de Financiamiento, desde el punto de vista del esquema financiero que se utilice
para solventar el monto de los beneficios, se pueden dividir en 3 tipos:
1) Planes de Reparto. En este esquema las contribuciones de los trabajadores activos, junto
con las de sus empleadores y las del gobierno, financian con sus aportes las prestaciones de
los jubilados actuales del plan y, como contrapartida, adquieren el derecho a recibir una
pensión durante su vida pasiva. En este sentido, los regímenes de reparto pueden ser
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definidos como un contrato social intergeneracional por medio del cual los trabajadores activos
financian las pensiones de los pasivos, renovando este acuerdo en el tiempo.
Los regímenes de reparto pueden ser de “aportaciones definidas” o de “beneficios definidos”.
En el primero de ellos, los trabajadores contribuyen al sistema a través del pago periódico de
contribuciones fijadas en la legislación y adquieren el derecho de recibir beneficios
previsionales cuando se pensionan. Las prestaciones son indefinidas y están en función de
los recursos existentes en ese momento determinado. En este sentido, se denomina reparto
“puro”, ya que en cada período se reparten los fondos que ingresan al sistema. En los
regímenes de reparto de “beneficios definidos”, el monto de las mismas es fijado de
antemano, y es necesario realizar cálculos periódicos para adaptar el comportamiento de las
variables con los compromisos preestablecidos.
En especial, un factor de naturaleza política que contribuye a deteriorar rápidamente el
equilibrio financiero de los regímenes previsionales de reparto se deriva del relajamiento en
las condiciones para el otorgamiento de los beneficios.
Estos regímenes se pueden distinguir, a su vez, según la manera en que establecen las
prestaciones: las mismas pueden ser uniformes o estar en relación con los niveles salariales
percibidos durante la vida activa.
Desde el punto de vista demográfico, la tasa de sostenimiento del sistema previsional
depende del comportamiento poblacional, en particular, del fenómeno conocido como
envejecimiento de la población.
2) Planes de Capitalización. En los regímenes de capitalización individual “puros”, los aportes
personales se acumulan en la cuenta de capitalización individual. Las prestaciones
previsionales dependen del saldo de las respectivas cuentas, esto es, de la suma de los
aportes realizados y de la tasa de rentabilidad obtenida a los largo de los años. En estos
sistemas no existe solidaridad intergeneracional ni intrageneracional.
En el régimen de capitalización puro los aportes de los trabajadores durante su vida activa se
acumulan en las cuentas de capitalización individual. Estos fondos son invertidos en un menú
determinado de instrumentos financieros: de modo que, en la práctica, los rendimientos de
estas inversiones integran también las cuentas de capitalización individual. En el momento en
que los afiliados obtienen los beneficios de la prestación por vejez, se toma en consideración
el fondo individual acumulado y, junto a otro parámetros financieros y actuariales, se calculan
los beneficios que percibirán durante la vida pasiva. En este caso, entonces, las prestaciones
previsionales dependen directamente de los aportes realizados durante la vida activa y de la
rentabilidad obtenida por el fondo de pensión. Por esta razón, el régimen de capitalización
puede ser considerado también como de “aportes definido y prestación indefinida”. El fondo
de los recursos puede ser: Colectivo o Individual.
 Colectivo, la reserva se va a un fondo común donde se acumulan los recursos para el
pago individual de los beneficios, debido a los cambios demográficos que afecta
directamente al pago de las obligaciones, estos planes usan el régimen de “prima media
escalonada” para el pago de las contribuciones (son incrementos periódicos de las primas
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de financiamiento a través de los años). Este régimen dependerá de: proyecciones
financieras, monto de la reserva actuarial constituida y la tasa de interés real.
 Individual, este sistema se constituye a través de la apertura de cuentas individuales a
nombre de cada trabajador, quien tiene la propiedad de los recursos y el monto de la
pensión dependerá del saldo acumulado en la cuenta individual por concepto de
contribuciones, rendimientos, pago de comisiones y en su caso de ahorro voluntario.
3) Esquema Mixto. Por otra parte, como ya se ha señalado, existen sistemas previsionales que
combinan elementos de reparto y de capitalización. La porción de reparto, financiada con
aportes previsionales y/o impuestos, tiende a garantizar un haber previsional mínimo para la
población cubierta por el sistema, mientras que la porción de capitalización, financiada con
aportes obligatorios y voluntarios, es utilizada como un mecanismo de ahorro previsional para
la vejez. En estos casos, los beneficios previsionales son el resultado de los aportes
realizados, de la rentabilidad de los fondos de pensiones y de la forma que funciona la porción
solidaria del sistema.
Este modelo mixto coincide con el esquema de tres pilares para la seguridad económica de la
vejez propiciado por el Banco Mundial. En efecto, el sistema está constituido por un pilar
obligatorio, de administración pública, financiado con impuestos, con objetivos redistributivos y
garantiza una prestación mínima. El segundo pilar, de administración privada y financiado con
aportes obligatorios, está destinado a incrementar el saldo de las cuentas individuales y los
niveles de las pensiones. Finalmente, el tercer pilar, de administración privada, está financiado
con ahorro voluntario y apunta a mejorar el nivel de los beneficios previsionales (Banco
Mundial 1994).
3. Relación entre planes de pensiones públicos y privados.
El desarrollo de los regímenes públicos de pensiones ha sido notable desde hace aproximadamente
un siglo, en especial en los últimos 60 años. Pese a ello, esta extensión gradual de la protección
pública no ha impedido el desarrollo de sistemas privados de protección. En la actualidad, se han
establecido en muchos países, tanto en desarrollo como industrializados, regímenes privados muy
diversos.
El establecimiento de un régimen privado puede ser el resultado de la iniciativa de un empleador
(régimen de empresa), de la negociación colectiva (regímenes profesionales e interprofesionales) o,
por iniciativa individual de los trabajadores la compra voluntaria de un seguro para el retiro. En
algunos países, los regímenes establecidos por los empleadores son con creces los más comunes,
mientras que en otros son más frecuentes los que se basan en convenios colectivos. Existen
grandes diferencias en cuanto al tipo y a la técnica propia de estos regímenes.
El desarrollo de regímenes privados suele estar estrechamente vinculado con la situación de los
regímenes públicos. Regímenes privados pueden complementar a los regímenes públicos cuando la
tasa de sustitución es baja o cuando, como en los sistemas de tipo Beveridge, la tasa uniforme de la
pensión se ha fijado en un nivel relativamente bajo. Pueden tener como objetivo la protección de los
trabajadores cuyas ganancias son superiores al salario medio cuando las pensiones tienen un tope.
En principio, cuanto más bajo es el nivel de las pensiones y el de la pensión máxima, mayores
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oportunidades existen para establecer regímenes privados. Incentivos fiscales generosos también
contribuyen a su desarrollo, como se ha comprobado en varios países industrializados. Regímenes
privados también pueden sustituir a regímenes públicos. Por ejemplo, hay países en los que los
regímenes privados ofrecen una cobertura cuando menos del mismo nivel que el ofrecido por el
régimen público de pensiones vinculadas con las ganancias, y en los que un régimen privado puede
sustituir a un régimen público para determinadas categorías de personas aseguradas cuyo
empleador está autorizado para desafiliar a sus trabajadores del régimen público con la condición de
afiliarlos en un régimen complementario reconocido (por ejemplo, Japón, Reino Unido, Singapur y
Suiza).
En 1981, Chile empezó a organizar un régimen de cuentas individuales administrado por empresas
del sector privado que sustituyó al régimen público para todos los nuevos ingresantes en el mercado
laboral. Los trabajadores eligen la empresa que administrará su cuenta individual en el fondo de
pensiones. Otros países de América Latina han establecido desde entonces regímenes que
sustituyen ya sea parcial o voluntariamente el régimen público por un régimen administrado por
intereses privados, tal el caso de Perú, Colombia, Argentina, Uruguay, México y Bolivia entre otros.
En general, el desarrollo de la protección social pública no ha frenado la expansión de la protección
privada. En cierta medida, la seguridad que garantizan los regímenes públicos ha estimulado una
necesidad de protección complementaria y ha abierto nuevas posibilidades para la iniciativa privada.
Por otra parte, la existencia de regímenes privados ha demostrado ser un estímulo para mejorar los
regímenes públicos que, en varios países, han establecido un segundo pilar de protección obligatoria
reduciendo así el espacio que se ofrecía al sector privado. No obstante, se observa en la actualidad
un interés renovado por la protección privada y es posible que la expansión de esta protección vaya
a la par con una cierta contracción de los regímenes públicos en varios países.
En muchos de ellos existe una relación reconocida entre el sector público y el sector privado porque
todos los componentes de la protección se consideran como un conjunto. Se calcula el monto total
de la pensión que convendría garantizar sumando las prestaciones públicas y las privadas. En
consecuencia, los regímenes se coordinan con este fin. Esta coordinación puede ser más estrecha
cuando se garantiza una tasa global de sustitución de los ingresos.
3.1. Ventajas e inconvenientes de los regímenes privados.
Los intereses de los regímenes privados pueden entrar en conflicto con los de los regímenes
públicos respecto de la asignación de recursos financieros, es decir, las cotizaciones pagadas por las
personas aseguradas y/o los empleadores. Los debates sobre el papel de los regímenes públicos
ocupan actualmente un lugar prioritario en muchos países. A menudo, trascienden el marco de las
consideraciones técnicas y plantean cuestiones de ideología, en especial, el papel que corresponde
al Estado.
Sea lo que fuere, pueden señalarse objetivamente las siguientes ventajas:


La existencia y desarrollo de regímenes privados deja abierto el camino para iniciativas de
grupos interesados y permite que complementen con su propio esfuerzo la protección pública.
Los regímenes privados tienen la flexibilidad necesaria para satisfacer las necesidades
especiales de empresas, ramas de actividad u ocupaciones específicas.
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Módulo 1: Panorama General de la Seguridad Social
Pueden ser más eficaces que los regímenes públicos en la gestión de las solicitudes en
materia de prestaciones, gracias al incentivo que constituye la competencia.
Cuando no son obligatorios, los regímenes privados han de financiarse en base a la
capitalización y de preferencia, con una capitalización total. Por consiguiente, han de
acumular un volumen considerable de fondos que pueden invertirse, lo cual puede aumentar
el ahorro y aportar una contribución importante a la formación del capital nacional.
En cambio, los regímenes privados pueden criticarse por diversas razones basadas en las
consideraciones siguientes:





En la mayor parte de los casos los regímenes privados persiguen fines lucrativos y sus costos
administrativos resultan a menudo altos como consecuencia, en particular, de sus gastos de
promoción. En muchos países, se ha comprobado que los gastos administrativos y las
utilidades pueden representar entre el 35 y el 50 por ciento de las cuotas que se pagan.
Menoscaban la solidaridad nacional. Su cobertura es frecuentemente muy limitada y
favorecen a las categorías más prósperas de la población haciendo caso omiso de los
trabajadores económicamente más desfavorecidos. Los incentivos fiscales a que tienen
derecho a menudo y que constituyen de hecho un subsidio sufragado con fondos públicos,
funcionan en la misma dirección.
Los regímenes privados están expuestos al riesgo del mercado y, por consiguiente, no
ofrecen una seguridad completa si el Estado no adopta las medidas necesarias para
garantizar su solvencia.
El ajuste de las pensiones con arreglo a las fluctuaciones económicas es mucho más difícil en
regímenes privados financiados mediante capitalización que en regímenes financiados a
través del reparto. En la práctica, resulta casi imposible establecer mecanismos
preestablecidos de indización.
En el caso de movilidad profesional, que requiere que el trabajador cambie frecuentemente de
régimen de protección, la garantía de los derechos de pensión plantea problemas complejos
cuya solución es difícil.
3.2. Los nuevos regímenes de pensiones de América Latina
En 1981, el sistema público de pensiones de Chile financiado mediante el reparto sufrió una reforma
radical y se convirtió en un régimen privado de ahorro obligatorio cuya gestión se confió a una serie
de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Las principales características de este régimen
son que el empleador ya no cotiza y la financiación total, por tanto, es realizada sólo mediante
cotizaciones de los trabajadores que poseen cuentas individuales. La cuantía de las pensiones
depende de las cotizaciones pagadas por el afiliado y de los intereses acreditados en su cuenta
individual. El papel del Estado se limita a establecer las normas, a supervisar a las AFP y a
garantizar pensiones mínimas.
Además de Chile, otros siete países reformaron sus respectivos sistemas en la primera mitad de los
años noventa. El Perú lo hizo en 1993, Colombia y Argentina en 1994, Uruguay en 1996, Bolivia y
México en 1997, y el Salvador en 1998.
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Con la finalidad de facilitar la comprensión de los nuevos regímenes de estos países, a continuación
se presenta un cuadro con sus características principales.
Características principales de los nuevos regímenes de pensiones de América Latina
Chile
Perú
Colombia
Argentina
Uruguay
México
Bolivia
El Salvador
cerrado
mantenido
mantenido
mantenido
mantenido
cerrado
cerrado
cerrado
obligatoria
voluntaria
voluntaria
voluntaria
voluntaria1
obligatoria
obligatoria
obligatoria
AFP
AFP
AFP
APJP
AFAP
AFORES
AFP
IAFP
Cotización destinada al
ahorro (%)
10
10
10
7,5
7,5
6,5  subv.
10
4,52
Comisiones  s e g u r o
(en % del salario)
2,94
3,72
3,49
3,45
2,62
4,42
3,0
3,5
Sistema público basado en
el reparto
Sistema privado basado
en la capitalización
Afiliación de los nuevos
ingresantes en el
mercado laboral
Denominación de las
instituciones gestoras
de los fondos
bono de
bono de
bono de
indemnización no
transferencia al indemnización bono de
Cotizaciones anteriores reconocimiento reconocimiento reconocimiento por jubilación reconocidas seguro de vida
reconocimiento
por jubilación
Seguro de invalidez y
seguro de vida
privado
privado
privado
privado
privado
público
privado
privado
Organismo de supervisión
especial
especial
integrado
especial
integrado
especial
integrado
especializado
Rentabilidad mínima
relativa
relativa
relativa
absoluta
ninguna
ninguna3
relativa
sí
sí
sí
sí
no
sí
Pensión mínima
Notas:
Fuente:
sí
no
reglamentada
no
AFP: Administradoras de Fondos de Pensiones.
AFJP: Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones.
AFAP: Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional.
AFORES: Administradoras de Fondos de Ahorro para el Retiro.
IAFP: Instituciones Administradoras de Fondos de Pensiones.
1
La afiliación al sistema de capitalización es obligatoria para los salarios elevados.
2
La tasa de cotización aumentará progresivamente hasta llegar al 10 por ciento.
3
Se solicitan garantías a las AFP.
Queisser, Monika: The Second Generation Pension Reforms in Latin America, pg. 40, OCDE, París, 1998.
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4. Clasificación de los Sistemas de Seguridad Social en México.
En México como ya se mencionó en las unidades anteriores existen alrededor de 150 Sistemas de
Seguridad Social en todo el país. Los cuales se pueden clasificar de diversas formas, utilizando en
este caso los siguientes 2 criterios: 1) En función de la Institución que administra el sistema y 2) De
acuerdo a la cobertura.
4.1. De Acuerdo a la Entidad Jurídica que Administra el Sistema.
Los sistemas se pueden clasificar de la siguiente forma:
1) Sistemas Públicos. En esta vertiente se pueden ubicar a los sistemas de Seguridad Social
en México más grandes o de mayor cobertura, como es el caso del IMSS, ISSSTE, Seguro
Popular, y los 32 Institutos Estatales de Seguridad Social, entre otros, así como la Afore
PENSIONISSSTE.
Adicionalmente estos sistemas se pueden dividir en Sistemas Nacionales, Regionales y
Locales de Seguridad Social. En nacionales se ubican el IMSS, el ISSSTE, el Seguro Popular,
y el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas (ISSFAM), entre los más
importantes. A nivel regional se podrían clasificar los 32 Institutos Estatales de Seguridad
Social. Por último en una clasificación municipal se ubicarían el Instituto Municipal de
Pensiones (IMPE) del municipio de Chihuahua en Chih., la Dirección de Pensiones y
Beneficios Sociales de Torreón, en Coahuila, el Fondo de Pensiones Municipal de San Luis
Potosí, en San Luis Potosí, y el Sistema Individual para el Retiro y Jubilación Municipal
(SIRJUM) de Mérida, Yucatán, entre un número no cuantificado de diversas entidades
municipales de Seguridad Social.
2) Sistemas Privados. De acuerdo con la CONSAR en México existen a octubre de 2012, 2,002
planes privados de pensiones, patrocinados por 1,822 empresas los cuales protegen a
1,350,123 personas de los cuales el 93% son trabajadores activos,4% son pensionados, y 3%
son trabajadores inactivos con derechos adquiridos.
Los recursos financieros que administran estos planes privados ascienden a 416,483 MP lo
que representa el 3% del PIB del primer trimestre de 2012. El 58% de estos planes, es decir
1,156 operan bajo un esquema de beneficio definido, el 9% bajo un régimen de capitalización
o de contribución definida y el 33% opera mediante un esquema mixto. También existen en
México 11 Afores de carácter privado.
3) Mixtos. En esta categoría se puede ubicar el seguro de retiro cesantía y vejez del IMSS y del
ISSSTE, ya que en ambos casos la administración e inversión de los recursos, así como la
individualización de los mismos, su registro y contabilidad en cuentas individuales, así como la
administración de los recursos por retiro programado y la administración de los recursos bajo
el esquema de rentas vitalicias y seguros de sobrevivencia son administrados directamente
por las Afores y aseguradoras especializadas en rentas vitalicias.
Por lo que respecta a la administración de la afiliación de los trabajadores, el registro de
número de años cotizados, los trámites pensionarios y el otorgamiento de la concesión de
pensión o en su caso de la negativa de pensión, es otorgada por el IMSS o por el ISSSTE.
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4.2. De acuerdo a la Cobertura.
Las Instituciones de Seguridad Social se pueden clasificar en los siguientes rubros:
1) Universal o asistencial, en este punto se pueden ubicar al Seguro Popular quien otorga
servicios de salud a la población no asegurada y de más bajos recursos, los 16 programas
estatales establecidos en igual número de entidades federativas para otorgar una pensión a
los adultos mayores en algunos casos de 60 y más y en otros casos de 65 y más y hasta 70 y
más según la Entidad Federativa que lo otorgue, siempre y cuando no cuenten con una
pensión de alguna otra institución de seguridad social. Dentro de esta clasificación también se
ubica la pensión para adultos de 65 y más establecida a nivel nacional por SEDESOL y el
Seguro Popular.
2) Seguro Social (Profesional o laboral), dentro de este rubro destacan el IMSS con un
régimen laboral de seguridad social, de carácter contributivo para los trabajadores del sector
privado; el ISSSTE que se caracteriza por constituir un régimen de seguridad social de
carácter contributivo para los servidores públicos del Gobierno Federal y los 32 Institutos
Estatales de Seguridad Social, cuyos asegurados son trabajadores públicos de los Gobiernos
Estatales y en algunos casos municipales
3) Mixtos, en México aún no existen esquemas de seguridad social de carácter universal que
complementen las prestaciones formalmente con sistemas de tipo laboral o que algún régimen
otorgue un tipo de prestación y en otro se reciban otras prestaciones.
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Resumen
Las principales consideraciones que contienen en los apartados anteriores podemos sintetizarlas del
modo siguiente:

No existe un modelo preestablecido aplicable a la financiación de la Seguridad Social, si
bien las características del modelo de protección social, de las contingencias que cubre,
los regímenes a los que se aplica y de la naturaleza de las prestaciones, suelen ser
factores determinantes en la configuración del esquema financiero de los sistemas.

Como regla general, en los sistemas profesionales las cotizaciones son la principal
fuente de financiación.

En los sistemas universales, por el contrario, los recursos fundamentalmente provienen de
las aportaciones públicas.

En los sistemas contributivos de reparto tienen una gran importancia para su estabilidad
la relación demográfica (relación entre pensionistas y activos) y las tasas de reemplazo
(relación entre prestaciones y aportaciones realizadas). Dado que las prestaciones están
definidas, el equilibrio puede venir por la vía de los ingresos o de la moderación de los
gastos a través de reformas con efectos a medio y largo plazo.
En estos sistemas, generalmente de financiación mixta, las cotizaciones obligatorias se
distribuyen entre empresarios y trabajadores. Las aportaciones públicas pueden estar
afectadas a una determinada prestación o bien aplicarse a la financiación del conjunto de la
protección.

La constitución de reservas en los sistemas de prestaciones definidas dan una mayor
estabilidad a los tipos de cotización, cuestión importante para determinar con estabilidad
los costes sociales de la Seguridad Social.

En los sistemas de capitalización individual la financiación es por cotizaciones. Las
reservas acumuladas y sus rendimientos financieros determinan la cuantía de las
prestaciones. En estos sistemas de aportación definida son muy importantes, en la
configuración de la pensión, la magnitud de los gastos de gestión que se detraen de las
aportaciones, la política de inversiones y la evolución de los mercados financieros.

El importe de la cotización, o cuota, es el producto del tipo por la base. El primero se fija
normativamente y las bases vienen determinadas por el nivel de salarios, con unas cuantías
mínimas o un límite máximo, que marcan el intervalo de aseguramiento público. En algunos
sistemas públicos de pensiones, además, se limita la cuantía máxima que puede alcanzar la
prestación económica reforzando así la limitación de cobertura del sistema.

El siguiente esquema expresa, a modo de síntesis, las fuentes de financiación de acuerdo
con las características de los modelos de universales y profesionales de protección social.
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Públicos
1. Administración del Sistema
Privados
Mixtos
Universal
Asistencialista
2. Cobertura
Profesional o laboral
Mixtos
Contributivos
3. Contribuciones
No contributivos, universal o asistencialista
Mixtos
Reparto
4. Régimen de financiamiento
Capitalización
Mixtos
Bibliografía
1. Asociación Internacional de la Seguridad Social (AISS) “Evolución y tendencias de la
Seguridad Social 1998 – 2001” Ginebra.
2. Alonso Olea M. Y Tortuero Plaza J.L.: Instituciones de Seguridad Social.
3. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Sistema de protección social
en México a inicios del siglo XXI, Capítulo IV, Los sectores en el sistema de protección social,
2012.
4. Jiménez Adolfo: Los Problemas Futuros de la Financiación de la Seguridad Social. Revista de
Treball. Generalitat Valenciana 1988.
5. Ley del IMSS y Ley del ISSSTE.
6. Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), Master en Dirección y Gestión de
Planes y Fondos de Pensiones, 2005.
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Módulo 1: Panorama General de la Seguridad Social
7. Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), Master en Dirección y Gestión de
los Sistemas de Seguridad Social , 2005
8. Organización Internacional del Trabajo (OIT), Principios de la Seguridad Social, 2001.
9. Organización Internacional del Trabajo (OIT), Seguridad social: un nuevo consenso 2002.
10. Bonilla García, Alejandro y Conte-Grand, Alfredo H. 1998. Pensiones en América Latina. Dos
décadas de reforma. Lima. OIT.
11. Holzmann, Robert. 2000. «El enfoque del Banco Mundial respecto de la reforma de las
pensiones.» Revista Internacional de Seguridad Social (Ginebra, Asociación Internacional de
Seguridad Social (AISS)), vol. 53, núm. 1.
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