Estudio de artesanía española - Ministerio de Educación, Cultura y

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ARTESANÍA ESPAÑOLA DE VANGUARDIA
Innovación y diseño en las industrias artesanas contemporáneas
EXCELENTES
LOEWE
Calidad y vanguardia son los dos factores que han
cimentado y salvaguardado durante más de un siglo
y medio de historia la continuidad de esta legendaria
firma de artículos de piel cuyo futuro se augura aún
más prometedor de la mano de su actual director
artístico, el británico Stuart Vevers. La capacidad de
Loewe para adaptarse a los nuevos tiempos,
manteniendo el espíritu original de la marca, está
dando sus mejores frutos junto a Vevers quién
además de explorar novedosas aplicaciones en el
campo de la piel está revisando y actualizando con
gran acierto una selección de los artículos
históricamente más representativos de la firma con
la intención de custodiar a la marca por el camino
de la innovación través de la excelencia del
producto.
Fundada en Madrid en 1846 por el maestro marroquinero de procedencia alemana Enrique Loewe
Roessberg, la casa se ha distinguido desde sus inicios por la calidad de sus productos de piel elaborados
artesanalmente. Loewe Roessberg desarrollaría su conocimiento y destreza en el mundo de la piel de la
mano de los grandes artesanos de la capital española de la época, habituales proveedores de la corte. Para
la década de 1890 la primera tienda que luciría el nombre de Loewe en la puerta, ubicada en la madrileña
calle Príncipe, ya habría adquirido un importante renombre entre los aristócratas, atraídos por sus
productos a medida y bajo pedido. Tanto fue así que el rey Alfonso XIII le otorgaría en 1905 el título
oficial de “Proveedor de la Corte Real”.
Esta determinación de su fundador por elaborar artículos artesanales de marroquinería de alta calidad tuvo
su continuidad en las generaciones inmediatamente posteriores y ha perdurado hasta hoy. La historia de
Loewe a lo largo del siglo XX es un ejemplo de progresión poco frecuente y excepcional por cómo ha ido
sorteando los avatares históricos y adaptándose a cada nueva época. Así, el mismo año que acababa la
guerra civil española, abría su boutique insignia en la Gran Vía de Madrid y tan sólo un año después hacía
lo propio en el Paseo de Gracia de Barcelona a pesar de que eran pocos quienes podían permitirse adquirir
sus artículos. Entre los afortunados, sonados nombres como Ava Gardner, Deborah Kerr o María Callas
serían embajadoras de lujo para la firma. En esta época, Loewe inició un periodo de expansión hasta los
años setenta que le llevaría a abrir tiendas por toda la geografía española y también en ciudades como
Londres, Hong Kong y Tokio. Al frente se encontraba ya el bisnieto del creador, Enrique Loewe Lynch,
hoy presidente de la Fundación Loewe. Pero si hay algo que destaca en particular entre todos sus artículos de piel, son sus bolsos. En los años
setenta, la firma lanzaría el que se ha convertido en el símbolo de la marca: el Amazona. Un modelo
flexible hecho en ante deportivo que carecía de forro, algo posible gracias a la pericia de los artesanos que
aseguraban que cada puntada dentro y fuera del bolso fuera maestra. En los ochenta se haría muy popular
también el Napa Flamenco, un bolso informal de coloridos tonos que
carecía casi de estructura y que se convirtió en una metáfora de la
expresión radical de la época. Asimismo, la calidad de la piel es una
cuestión indivisible en el caso de Loewe. No es posible hacer
determinados bolsos o prendas artesanalmente si el material de
partida no es el adecuado. La piel usada por Loewe procede de un
cordero criado en la región templada del Pirineo español. Se trata de
pieles extremadamente suaves de tan sólo 0,7 milímetros de grosor,
teñidas orgánicamente, abrillantadas a mano y pulidas con cilindros
de cristal. Destacan también por su colorido, como el famoso ante oro que evoca el color de la tierra
quemada por el sol. Todo ello en conjunto otorga a las pieles de Loewe de la flexibilidad, color, brillo y
resistencia adecuados para los desafíos técnicos planteados en su diseño, que finalmente han de ser
resueltos por quienes confeccionan las piezas artesanalmente en los talleres de accesorios de Getafe
(Madrid) y el de prendas Ready to Wear de Barcelona.
En 1996 el principal grupo de bienes de lujo del mundo, LVMH, adquiriría Loewe tras un primer acuerdo
de distribución internacional que ya se había establecido previamente en los años ochenta. Si bien, su
base se continúa encontrando en el Madrid que la vio nacer; esa capital “exótica, elegante y eléctrica” en
palabras de Stuart Vevers. Seducido por España, igual que en su momento lo fue el fundador de la firma,
Loewe ha entrado bajo su tutela creativa en otra era. Vevers ha recuperado, por ejemplo, el mítico bolso
Amazona y lo ha actualizado otorgándole llamativos colores como el rosa chicle o asas en tonos flúor.
En lo que se refiere a la colección Ready to Wear, Loewe presenta en su desfile en París dos veces al año
las propuestas más experimentales de Vevers: pieles ultra finas y ligeras, con texturas a base de corte al
láser o colores imposibles. Además, el británico acaba de lanzar una nueva colección que se ha
denominado Leather Icons, integrada por productos básicos de piel como pantalones pitillo, faldas tubo o
chaquetas moteras. Asimismo, Loewe continúa ofreciendo piezas totalmente personalizadas y exclusivas
a través de su colección anual Made to Order.
LLADRÓ
Si hay una empresa que no necesita presentación, esa
es Lladró. Sus piezas de porcelana decorativa se
encuentran presentes en los hogares de todo el mundo
desde que iniciara su expansión en los años sesenta,
siendo una de nuestras firmas más internacionales.
Lladró es paradigma de un modelo empresarial que
combina tradición y modernidad de una manera
ejemplar tanto en sus productos como en su gestión
empresarial. Además, en los últimos tiempos, se ha
lanzado a colaborar con diseñadores de múltiples
rincones del planeta contando con la distinguida
contribución de Jaime Hayon, nuestro diseñador más
internacional, que colabora con la empresa como
asesor artístico.
Fundada en Valencia en 1953 por los hermanos Juan, José y Vicente Lladró, la empresa se concibió como
un taller de creación artística y producción artesana destinado a la concepción y producción de figuras de
porcelana de alta calidad. Con un estilo expresivo muy personal y característico, sus figuras desde
siempre han estado muy ligadas a la manifestación de los sentimientos más trascendentales de la vida.
En los años sesenta Lladró inició su expansión internacional, cautivando primero al público
estadounidense y después a otros países con una arraigada afición por las figuras de porcelana como
Reino Unido y Alemania. La aceptación de las piezas de Lladró en la cultura anglosajona favoreció la
introducción de la firma en otros países más remotos como Australia y Nueva Zelanda, e incluso Japón en
los años setenta. La empresa destina hoy el 80% de su producción a la exportación y concentra gran parte
de sus ventas en los mercados norteamericano, japonés, australiano y británico.
A pesar de esta escalada internacional, Lladró continúa siendo una empresa con una producción
totalmente artesanal. La firma crea todas sus figuras en lo que se ha venido a denominar La Ciudad de la
Porcelana, ubicada en el municipio valenciano de Tavernes Blanques. Más que una fábrica, se trata de un
taller de artesanos a gran escala donde conviven los estudios de los artistas con otros espacios destinados
a la formación, la investigación y el esparcimiento, de manera que estos puedan dar lo mejor de sí mismos
en un entorno inspirador. Estas instalaciones se inauguraron en 1969 y desde entonces han ido creciendo
hasta alcanzar los 100.000 m2 con los que cuenta hoy. Aquí, los tres hermanos Lladró han sido artistas y
mecenas al mismo tiempo, formando a nuevos maestros y discípulos procedentes sobre todo de la
Facultad de Bellas Artes y de la Escuela de Artes y Oficios de San Carlos de Valencia.
Lladró además sigue siendo en la actualidad una empresa totalmente familiar. Las hijas de Juan, Ángeles
y Rosa, dirigen hoy la empresa junto con su padre. Los tres, junto con Jaime Hayon en calidad de asesor,
forman el comité de creatividad cuyo cometido es revisar todas las propuestas de los escultores y del
equipo de diseño, concretar qué temáticas se trabajarán y decidir qué proyectos se llevarán finalmente a
cabo. Sin dejar de lado su estilo personal, Lladró se ha adentrado últimamente en otros terrenos a través
de la innovación y la diversificación de sus productos, incorporando incluso piezas funcionales.
Asimismo ha iniciado un periplo de colaboraciones con diseñadores de prestigio afines a la marca como
Bodo Sperlein, el estudio Committee o los valencianos CuldeSac. Con el proyecto Re-Cyclos estos
diseñadores han conseguido devolver la vida a piezas del pasado que habían quedado descatalogadas,
otorgándoles un nuevo aire de elegancia y un significativo toque contemporáneo.
Una de las grandes apuestas de Lladró ha sido reclutar como
asesor artístico al madrileño Jaime Hayon, el diseñador español
con mayor repercusión internacional en estos momentos. Es
importante decir que cuando Hayon inició su colaboración con la
firma, hace ahora algo más de cinco años, aún no había
alcanzado el renombre que tiene en la actualidad. Lladró intuyó
por su trabajo hecho hasta el momento, muy sensible a la
producción artesana, que Hayon podría aportar algo especial a la
empresa. Y así fue. No sólo ha asesorado a Lladró en la estética
de sus nuevas producciones sino que también ha creado para la
firma colecciones propias. Con The Fantasy (en la imagen), que daba rienda suelta al mundo surreal y de
fantasía que caracteriza al universo creativo Hayon, Lladró dio una tripe vuelta de tuerca a su estilo
dejando clara su apuesta por las nuevas tendencias y por continuar estando presente en los hogares de las
generaciones venideras. Como taller de arte que es además de empresa, Lladró cuenta con piezas suyas en
museos como El Hermitage de San Petersburgo (Rusia), el Museo del Cincuentenario de Bruselas
(Bélgica), el Museo Internacional de Cerámica de Faenza (Italia) o el Museo Nacional de Cerámica
González Martí de Valencia, entre otros. Además, ha recibido en varias ocasiones el Premio Príncipe
Felipe, que ha venido a reconocer su labor de internacionalización (1993), su competitividad (1997) y su
gestión de marca (2002). En la actualidad cuenta con cerca de 1000 empleados, filiales en el extranjero,
una red de tiendas propias situadas en las principales zonas comerciales del mundo y cerca de 4000
puntos de venta distribuidos por 123 países.
CERÁMICA CUMELLA
Fundado en 1880 en Granollers (Barcelona), la trayectoria de
este taller cerámico estuvo muy vinculada a lo largo del siglo
XX al nombre del artista Antoni Cumella, Premio Nacional
de Artes Plásticas en 1980. Lo que inicialmente fue un
obrador familiar dedicado a la elaboración de cerámica y
alfarería popular, principalmente ollas y cazuelas, encaminó
progresivamente su producción hacia la cerámica aplicada a
la construcción de la mano de Antoni Cumella, una
estructura que hacía posible al mismo tiempo la realización
de su obra personal. Sería a partir de los años sesenta cuando
el taller se especializa en la producción de gres destinado a la
arquitectura, testigo que toma su hijo, Toni Cumella
Vendrell, tras el fallecimiento de su padre en 1985.
Antoni Cumella, fascinado desde joven por las obras de Gaudí y el pabellón que construyó Mies van der
Rohe para la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, solía trabajar a menudo con arquitectos de
la época entre los que destacan nombres como Josep María Fargas, Enric Tous, Antoni de Moragas y José
Antonio Coderch. Con Xavier Busquets, por ejemplo, colaboró en varios proyectos, como el muro-celosía
hecho en 1960 para la nueva sede del Colegio de Arquitectos de Barcelona o los revestimientos del
edificio de la Mutua General de Seguros (Barcelona, 1978). Con Oriol Bohigas y Josep María Martorell
proyectaría en los años sesenta su propia casa de Granollers, donde Antoni Cumella incluyó muchas de
sus indagaciones creativas aplicadas a la cerámica y a los espacios.
Del mismo modo, su hijo Toni Cumella haría lo propio a partir de los años ochenta con arquitectos de su
tiempo: Cristian Cirici, Pep Bonet, Lluís Clotet y Óscar Tusquets del estudio Per, Josep María Botey, el
dúo Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, Patxi Mangado, José Antonio Martínez Lapeña & Elías Torres
así como Jean Nouvel, entre otros. El taller se ha centrado definitivamente en la cerámica aplicada a la
construcción, tanto para la creación de innovadoras obras contemporáneas como para la rehabilitación de
edificios históricos. Muy celebradas han sido sus sucesivas intervenciones en el Hospital de Sant Pau o el
Parque Güell de Barcelona y también sus más recientes colaboraciones con arquitectos como Alejandro
Zaera-Polo, Enric Ruiz-Geli y el estudio Enric Miralles & Benedetta Tagliabue.
Con Alejandro Zaera-Polo, co-fundador junto con Farshid Moussavi del estudio londinense Foreign
Office Architects, Cerámica Cumella participó en el proyecto del pabellón de España para la Exposición
Universal de Aichi (Japón) en 2005. El diseño del pabellón destacaba por su espectacular fachada
multicolor, en forma de celosía a gran escala realizada mediante piezas cerámicas hexagonales de
potentes tonos. Con esta envoltura a modo de celosía los arquitectos querían reflejar en clave
contemporánea el legado islámico-cristiano de la cultura española. Las piezas hexagonales hacían
referencia a las tracerías propias del estilo gótico e islámico, decoraciones arquitectónicas formadas por
combinaciones de figuras geométricas. Sus potentes colores provenían de elementos recurrentes de la
cultura española como el vino, la sangre de las corridas de toros, el sol o la arena. En 2010, Cerámica
Cumella ha trabajado también en otra celosía para el Centro de Educación Infantil y Primaria Martinet de
Cornellà de Llobregat, un proyecto de Mestura Arquitectes.
Con el estudio Enric Miralles & Benedetta Tagliabue, dirigido por ésta última tras el fallecimiento de
Miralles, la empresa ha colaborado en los proyectos del Parque de Diagonal Mar y el Mercado de Santa
Caterina de Barcelona (en la imagen). La cubierta de éste, terminado en 2005, ha sido uno de sus trabajos
más visibles y eso que sólo se puede
divisar en su totalidad desde los pisos de
mayor altura de los edificios vecinos.
Cumella elaboró los paneles hexagonales
cerámicos que componen la ondulante
cubierta, cuyo colorida disposición
caleidoscópica está inspirada en las cajas
de frutas y verduras.
Asimismo, la vivienda Villa Nurbs que el arquitecto Enric Ruiz-Geli terminó en 2009 en Empuriabrava
(Girona) ha sido otro de los proyectos más notorios en el que la empresa de Granollers ha participado en
los últimos tiempos. Su fachada, que parecen escamas de reptil, está hecha con piezas cerámicas
volumétricas que requirieron una sofisticada digitalización previa y que fueron perfiladas posteriormente
de manera manual y pintadas por el artista Frederic Amat.
Por su trayectoria previa, su importante producción artística y la progresiva integración de procesos
tecnológicos punteros al mismo tiempo que ha mantenido una producción artesanal, Cerámica Cumella
recibió en 2009 el Premio Nacional de Artesanía, considerando que aúna de una forma excepcional los
valores de un oficio tradicional gestionado con una clara visión de futuro. Tradición, innovación,
investigación y desarrollo tecnológico, son los atributos que mejor definen la actividad de esta empresa
que ha sido capaz de abrirse a la colaboración con otros colectivos profesionales aportando una gran
calidad técnica y formal.
TEIXIDORS
El dulce tacto y la sencilla belleza,
única e irrepetible, de cada uno de los
productos de Teixidors son la cabeza
más visible de una comprometida
historia empresarial que bien merece
la pena conocer en detalle pues otorga
además a estas extraordinarias piezas
textiles un emotivo valor añadido del
que resulta imposible no quedar
totalmente fascinado. Teixidors nació
como una cooperativa textil en 1983
en Terrassa (Barcelona) de la mano de Marta Ribas, trabajadora social especializada en psiquiatría, y Juan
Ruiz, ingeniero técnico en electrónica y textil. El objetivo era integrar laboral y socialmente a través de
una actividad que pudiera servir como terapia a personas con dificultades de aprendizaje, es decir con
discapacidad psíquica. Para tejer en un telar hace falta coordinar una actividad física y mental que resulta
ideal para estimular la psicomotricidad de las personas con problemas de aprendizaje. Si para cualquier
persona la acción de tejer ya es considerada positiva, más lo es para este tipo de discapacitados pues
obliga a coordinar una serie de movimientos con las manos y los pies, mantener la atención, seguir un
ritmo así como respetar un orden y una disciplina.
La empresa partió totalmente de cero: formó al personal en el arte de tejer, diseñó los productos,
desarrolló una estructura comercial e incluso tuvo que construir los telares de madera en los que
trabajarían sus empleados. La principal razón para ello fue que no existían en el mercado español telares
profesionales como los que ellos iban a necesitar, basados en modelos originales de principios del siglo
XIX. Sí existían fuera de España pero el coste de traerlos era demasiado elevado. Así, en el verano de
1982 fabricaron sus seis primeros telares con la ayuda del Centro de Formación y Trabajo Flog de Maig
de Cerdanyola, dependiente de la Diputación de Barcelona. El verano siguiente sería en los talleres de la
Escuela de Artes y Oficios del Ayuntamiento de Terrasa donde encontrarían la oportunidad de construir
otros seis telares más. Asimismo, la cooperativa consiguió recuperar del desguace maquinaria del siglo
pasado, como no podía ser de otra manera en esta zona de tanta tradición textil. Hoy cuentan con 22
telares y un taller de carpintería propio que ha permitido, además de la fabricación de nuevos telares a
medida que los han ido necesitando, ir introduciendo en los mismos las mejoras necesarias que iban
surgiendo según avanzaban los años.
En los talleres de Teixidors se tejen desde productos para vestir, como bufandas o chales, hasta
complementos para la casa como mantas, cubrecamas, colchas, cortinas, mantelerías y cojines. Para ello
emplean diferentes tipos de materiales como el algodón, el lino, la seda y las lanas Merino, Mohair,
Cashmere, Alpaca, Shetland y Lambswool. Si bien la elección de la calidad de los tejidos es muy
importante, también lo es la manera en que posteriormente se trabajen. En Teixidors los tejidos se
realizan artesanalmente. En su taller, ubicado en un antiguo local en el que hasta los años setenta se
fabricaban medias de nylon, los tejedores manejan las lanzaderas y los batanes con las manos mientras
que sus pies van escogiendo los pedales apropiados con la precisión de un percusionista. Poco a poco, la
urdimbre se va entrecruzando con la trama y aparece el tejido. Después, una repasadora comprueba, mide
y pule los nudos de la urdimbre, corrigiendo cualquier posible desliz. Tras una fase de lavado y
planchado, se ultiman los flecos y vainicas para finalmente coser las etiquetas.
Sus productos no siguen modas, son sencillos y sobrios, pero
irradian la fuerza y la calidad inconfundibles de lo hecho
artesanalmente. De su diseño se encarga un pequeño
departamento formado por Antònia Bové, diplomada en diseño
textil y encargada de la estrategia de producto, Montse Lligé,
diseñadora textil y encargada de I+D, y Jaume Mas, técnico
textil. Su producción, aunque reducida debido a sus
condicionantes productivos, es requerida en países como
Alemania, Italia, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Austria, Suecia,
Reino Unido, Estados Unidos y Japón. Dentro del complicado sector textil, dominado por cambiantes
modas y por gigantes de producciones escandalosamente competitivas, Teixidors ha encontrado su hueco
aún yendo completamente a contracorriente con un insólito proyecto empresarial de integración laboral
basado en un trabajo creativo pensado expresamente para personas en riesgo de exclusión, con una
configuración a modo de cooperativa que da además la oportunidad a sus trabajadores de convertirse en
socios de pleno derecho. Todo ello le valió en 2008 para recibir el Premio Nacional de Artesanía, el más
importante galardón de este sector que entrega la Fundación Española para la Innovación en la Artesanía
(FUNDESARTE) a través del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España. Con ello se
reconoció no sólo su labor social y su esfuerzo por recuperar un oficio artesano, sino también cómo han
conseguido rescatarlo manteniendo toda su esencia pero adaptándolo a las vicisitudes del mercado actual,
con unos productos de diseño elegante y sensible capaces de atravesar fronteras y de resultar competitivos
dentro y fuera de España.
ENRIC MAJORAL
La trayectoria de Enric Majoral
(Sabadell, 1949) como joyero
artesano y autodidacta tiene sus raíces
en la Formentera de los años setenta.
Habiendo pertenecido a una familia
ligada a la artesanía marroquinera,
estudió en la Escuela de Artes y
Oficios de Sabadell y en la
Universidad Politécnica de Barcelona
donde se formó como delineante y
arquitecto técnico. Sin embargo,
encaminaría definitivamente su futuro por la senda de la orfebrería y joyería autodidacta a su llegada a la
isla balear en 1972. Si uno conoce la isla, aprecia a simple vista cómo ésta impregna cada una de las
piezas que Enric Majoral diseña. Es su fuente de inspiración y para él “un espacio de reconstrucción,
regeneración y renovación de energías”, según sus propias palabras.
La obra de Majoral tiene por tanto un sello personal inconfundible que fusiona de una manera magistral
su fascinación irrefrenable por la naturaleza de la isla, donde a día de hoy continúa pasando la mitad más
calurosa del año, con un lenguaje estético contemporáneo insólitamente avanzado teniendo en cuenta el
carácter remoto y poco accesible de Formentera. Este estado virgen sin embargo, que es precisamente lo
que la convierte en un lugar especial, ha potenciado además paralelamente en él un gusto por el
primitivismo que Enric Majoral plasma especialmente en su obra personal.
Aunque en un principio su actividad estuvo ligada a los mercados de artesanía que empezaban a asentarse
en Ibiza y Formentera en los años setenta, en la actualidad cuenta con nueve tiendas propias y un número
de puntos de venta en aumento dentro y fuera de España, entre los que se encuentran países como Israel o
Japón. Entre sus dos talleres, ubicados en Barcelona y Formentera, trabajan 15 artesanos. El diseño de las
piezas lo define Enric, pero recientemente se han incorporado también como diseñadores su hijo Roc
Majoral y Abril Ribera. Ambos empezaron a aprender el oficio en el taller en 1994, pasando a ser
diseñadores de la casa en 2003.
Al mismo tiempo que se ha ido expandiendo comercialmente, sus creaciones se han ido dividiendo
progresivamente en dos líneas de joyería. En la actualidad, Majoral desarrolla por un lado colecciones y
por otro su obra personal. Las colecciones tienen una estructura más comercial; abarcan toda una
concienzuda familia y son la expresión de un estilo de joyería moderno que combina materiales
novedosos y técnicas poco ortodoxas. Su obra personal, sin embargo, es su expresión artística y tiene una
fuerte carga conceptual. Es la más ligada al primitivismo y a la experimentación.
De su obra personal destacan trabajos como las Joies de Sorra, unas piezas de textura áspera y granulada,
como si estuvieran recubiertas de arena. Están hechas en plata, oro o bronce y presentan unos colores
oxidados y una pintura que las asemejan a fósiles o pequeños objetos de pasado remoto que se hubieran
quedado sedimentados en la playa. También es muy significativa la colección Trossos de Formentera,
piedras que Enric Majoral ha recogido de los acantilados de la isla y que ha convertido en joyas. Se trata
de piezas trabajadas con la sierra y el buril y que conservan los líquenes y musgos que el agua y el sol les
han hecho crecer. Son pequeños seres vivos, enmarcados en metal y convertidos en piezas de joyería.
De sus colecciones, son especialmente espectaculares
por su lenguaje estético contemporáneo las piezas de la
trilogía integrada por las líneas Tonga, Samoa y Fiji,
todas ellas inspiradas en las guirnaldas y collares de
flores típicos de la Polinesia. También destacan por su
corte minimalista las colecciones Posidònia y Xips,
unas piezas que evocan respectivamente las plantas
marinas del mismo nombre que a menudo se
amontonan secas en las playas formentereñas y la joyería étnica de países árabes hecha tradicionalmente
de monedas. Asimismo, en la colección Porcellana se observa el gusto de Majoral por introducir
materiales a veces poco frecuentes en la joyería como es en este caso la porcelana.
Enric Majoral cuida tanto el diseño de sus piezas como el del resto de soportes que acompañan a lo que se
ha convertido ya hoy en toda una marca. En 2010 ha renovado el diseño de su imagen gráfica de la mano
del diseñador Martín Azúa. Su nuevo logotipo refuerza esa sensibilidad hacia las formas primitivas del
fundador de la firma. Además, su web ha incorporado una tienda on-line ejemplar que destaca por la
impecable calidad del material gráfico que permite, al posible interesado en comprar, apreciar al detalle
las particularidades de cada pieza. Enric Majoral recibió en 2007 el Premio Nacional de Artesanía que
otorga el Ministerio de Industria de España y también ha sido galardonado con el Premio a la Trayectoria
que entrega el Colegio de Joyeros de Cataluña, JORGC. Tiene dos piezas de la serie Joies de Sorra en la
colección permanente del Museum of Arts and Design (MAD) de Nueva York y su obra personal es
requerida por galerías internacionales como la también neoyorquina Aaron Faber.
ARTURO ÁLVAREZ
Adoptando el nombre de uno de sus
fundadores y principal diseñador de la
marca, nace en 1994 en Santiago de
Compostela la firma de iluminación
Arturo Álvarez. La corta trayectoria de
esta empresa es un significativo ejemplo
de cómo una pequeña iniciativa artesana
puede llegar a convertirse en una gran
marca. Su historia resulta original,
además, por la manera en que Álvarez ha
ido adaptándose a las tendencias,
investigando con nuevos materiales al mismo tiempo que recuperaba técnicas antiguas y artesanales que
ha ido enriqueciendo con las tecnologías más avanzadas.
Arturo Álvarez trabajó especialmente el vidrio durante la primera etapa de la empresa, revisando de un
modo muy personal la técnica Tiffany, que tradicionalmente venía combinando vidrio de múltiples
tonalidades y tiras de cobre en la tulipa de la lámpara. Simplificando esta técnica al máximo y utilizando
estaño, los primeros modelos de Arturo Álvarez se manifestaron como una versión sencilla y minimalista
de las lámparas Tiffany, hechos con pocas piezas de vidrio y en un solo color aunque en ocasiones muy
puntuales llegaban a incorporar hasta un máximo de tres tonos.
Ésta fue la principal actividad de Arturo Álvarez hasta que en 2003 la necesidad de empezar a explorar
otros caminos creativos le condujo a nuevos materiales como el mosaico de vidrio, la madera, las tiras de
polipropileno, la silicona o las mallas metálicas de construcción. Álvarez descontextualizó algunos de
estos materiales, sacándolos de su entorno habitual y aplicándolos a la iluminación. Así surgió la lámpara
Bety hecha con tiras de polipropileno, que hoy forma parte de los fondos del Museo de Artes Decorativas
de Barcelona. También está hecho con el mismo material el modelo Aros, cuyo diseño además fue
concebido basándose en técnicas de cestería tradicionales. Recientemente está trabajando en particular el
tablero marino, de donde han surgido dos atractivos diseños de estilo nórdico denominados Uxi y Shio.
En 2007 la empresa decide dar un importante paso adelante incorporando diseños de otros profesionales
del sector. Surge así Lab Arturo Álvarez, una nueva línea de productos concebida como un laboratorio de
ideas y un espacio de reflexión en torno al mundo de la iluminación. Héctor Serrano, El Último Grito y
Martín Azúa son algunos de los diseñadores que han colaborado ya con esta nueva marca de Arturo
Álvarez que se caracteriza por la estética rompedora de sus diseños. De esta nueva línea es la imponente
lámpara V de Héctor Serrano o la Guau de El Último Grito que reproduce el efecto de un eclipse y fue
galardonada con un premio de diseño Red Dot en 2010.
Por otro lado, Arturo Álvarez realiza además piezas a medida para proyectos. Uno de sus últimos trabajos
lo ha hecho de manera totalmente artesanal en colaboración con el diseñador Martín Azúa con quien
acaba de confeccionar una escultural lámpara de pie para el espacio ON/OFF de uno de los edificios de la
Cidade da Cultura de Santiago de Compostela, concebida por el arquitecto Peter Eisenman.
Los procesos de elaboración artesana tienen un gran
peso en el diseño de los productos de esta firma gallega.
Sin embargo, su apuesta por la innovación le ha
conducido a un modelo muy específico de producción
que alterna procedimientos artesanos con técnicas
innovadoras realizadas por operarios altamente
cualificados. Su particular modelo híbrido forma parte
de lo que se están viniendo a denominar artesanías
industriales. Una nueva manera de entender la artesanía
totalmente volcada en la protección de los valores
culturales que ésta transmite a la vez que incorpora
materiales y tendencias estéticas actuales así como
metodologías y herramientas empresariales propias de
nuestro tiempo. Arturo Álvarez quedó finalista en los Premios Nacionales de Artesanía de 2008 y sus
lámparas Gea y Fluo han sido galardonadas con el premio de diseño Good Design que concede The
Chicago Athenaeum en 2008 y 2009 respectivamente.
CERABELLA
Los orígenes de esta empresa de velas artesanales
se remontan a 1862 cuando Francisca Abella dejó
atrás su pueblo leridano natal para emprender la
aventura de la ciudad, abriendo un obrador de
candelas y cirios en el barrio del Raval de
Barcelona. En un principio, su producción estuvo
orientada hacia productos de uso eclesiástico y de
consumo básico que suplieran la falta de luz
eléctrica. El obrador se llamaría Cerería Abella
hasta que en los años setenta del siglo pasado la
cuarta generación de la familia emprende el camino
hacia la modernización de la empresa. Es entonces
cuando nace la marca actual, Cerabella, surgida de
lo providencial del apellido de su fundadora.
En la década de los setenta la generación que
todavía hoy lleva la gerencia de la empresa
decidió, sin abandonar la fabricación de los productos básicos que hacían hasta el momento, empezar a
investigar en las posibilidades decorativas de las velas más allá del mero uso funcional. Es en esta época
cuando la empresa impulsa la primera ampliación del obrador, primero a Cerdanyola del Vallès y
posteriormente a Sentmenat, donde se ubican actualmente sus instalaciones de casi 8.000 m2 en la
provincia de Barcelona. En la localización inicial del Raval continúa hoy la venta al por mayor.
Así, Cerabella comenzó a diversificar su producción sumando la vela decorativa al que había sido hasta
entonces su producto tradicional. En los años ochenta monta su departamento creativo, integrado en la
actualidad por cuatro personas de formación multidisciplinar que conocen además a fondo el oficio
artesano, una cuestión crucial para poder explorar las posibilidades expresivas de la cera. En los noventa,
comenzaría a realizar colaboraciones con personalidades del ámbito creativo como André Ricard, Javier
Mariscal, Óscar Tusquets o Toni Miró. Más recientemente, la firma ha colaborado con diseñadores
industriales emergentes como Luki Huber, Martín Azúa e Hiroshi Tsunoda.
Cerabella, que hoy ya cuenta con la quinta generación
incorporada a la empresa, está integrada por 64 trabajadores
de los cuales 45 elaboran artesanalmente el producto con
ayuda de ciertos procesos industriales. Pero aunque algunos
procesos previos o de acabados se hayan mecanizado, en el
campo de la cerería la mayor parte de la producción es fruto
de un trabajo artesanal. De hecho, las velas dependen de
algo tan primario como la meteorología para acelerar o
retardar el proceso de solidificación. En Cerabella se continúa haciendo la inmersión, la única forma de
hacer velas cilíndricas de cierto grosor sumergiendo la mecha en sucesivos baños de cera hasta que se
consigue el cuerpo deseado. Aunque en muchas de sus velas decorativas se utiliza el moldeado, vertiendo
cera fundida en moldes, posteriormente se pasan manualmente por diferentes coladas para conseguir
efectos de texturas o color. El proceso puede implicar desde horas hasta un día entero para una sola vela.
Además, Cerabella no sólo es un caso ejemplar por lo significativo de actualización; también lo es por la
concienzuda expansión de la comercialización de sus productos. Su catálogo se encuentra hoy dividido en
diferentes líneas que abarca, además de las velas eclesiásticas, todo tipo de productos para decoración,
regalo, ocasiones especiales, velas perfumadas y velas de exteriores. Destaca su colección de velas de
autor, que entronca con las tendencias actuales, para la que ha formado tándem con personalidades como
los diseñadores de moda Sybilla y Ailanto o el reconocido ilustrador internacional Jordi Labanda.
Además, ha producido velas para marcas como Loewe, Carolina Herrera, Germaine de Capuccini y la
vanguardista firma Comme des Garçons. Vende internacionalmente y sus productos se pueden encontrar
en prestigiosas tiendas como la Conran Shop británica. En 2009, Cerabella fue seleccionada por su
colección “Alga, Fossil y Gea” como finalista de la categoría de Producto en los Premios Nacionales de
Artesanía que entrega el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio de España.
CASOS DE ESTUDIO
APPARATU
Hace sólo cinco años que
Xavier Mañosa (Barcelona,
1981) montó Apparatu y en
tan corto espacio de tiempo
ha conseguido posicionarse
como uno de los más
interesantes ceramistas del
momento. Por aquella época
se encontraba instalado en
Berlín. Quizá coger
perspectiva le sirvió para terminar dedicándose a lo que desde pequeño había visto hacer a sus padres y
que había rechazado por rebeldía durante su formación como diseñador industrial en la Escuela Superior
de Arte y Diseño Llotja de Barcelona. Lo interesante en su caso ha sido la combinación de ambos
factores. Su perspectiva y afán por experimentar como diseñador más el conocimiento del oficio por el
entorno familiar, aunque suele subrayar que su proceso es principalmente artesanal y que “lo de diseñar”
sólo le sale si alguna vez “piensa antes de hacer”.
Su padre, Joan, aprendió el oficio de manos de un ceramista portugués. Junto con su pareja, Aurora,
montarían su propio taller que ahora comparten con su hijo Xavier, quien hasta el año 2009 tuvo su base
creativa en Berlín. El taller se encuentra en Sant Cugat (Barcelona), en un antiguo polígono industrial
donde anteriormente se fabricaban cerámicas para el sector de la construcción y que ahora funciona como
un centro de antigüedades, así que el entorno resulta de lo más inspirador.
Lo que distingue a Mañosa como ceramista
contemporáneo es fundamentalmente su
atrevimiento a la hora de mezclar materiales y
de explorar nuevas expresiones formales. De
este modo, sus primeras piezas iban desde la
recreación en cerámica de la forma de un
extintor hasta floreros inspirados en las ubres
de una vaca. Los floreros Pissarro fueron una
de sus primeras propuestas con repercusión;
hechos en loza y recubiertos con pintura de
pizarra, permitían al usuario su constante personalización al poder escribir con tiza sobre ellos.
Asimismo, no dudó en revestir de lana sus floreros Costurero inspirados en la forma de una bobina de
hilo. Últimamente ha mezclado plástico y metal en su colección Der/Die/Das (en la imagen), unos
jarrones y floreros cerámicos que presentan coloridos churretes realizados con estos materiales y que
proceden de objetos encontrados y fundidos en el taller.
Otra cuestión que Xavier Mañosa abordó desde el inicio, que es manifestación evidente de su formación
como diseñador y de su pertenencia a una generación digital, fue la puesta en escena de su obra. Por un
lado, se definió como marca. Apparatu hace referencia a la palabra “aparato” y fue una expresión surgida
tras un accidente fonético entre el alemán y el catalán. Por otro, dio visibilidad a su trabajo a través de una
web y de su participación en innumerables eventos dentro y fuera de España. Las piezas de Apparatu se
han podido ver en las ferias y festivales sobre diseño contemporáneo de Londres, Frankfurt, SaintÉtienne, Tokio, Nueva York, México y Estocolmo. También en Madrid y Barcelona, pero su visión es
completamente internacional y no se ciñe al mercado español, prueba de ello es que su web sólo está en
inglés.
Además, Xavier Mañosa está continuamente abierto a colaborar con otros diseñadores. Con el estudio de
origen turco-alemán Mashallah Design desarrolló la serie Superfax, que se llamó así porque la fueron
definiendo por fax estando los primeros en Berlín y Mañosa en el taller de Barcelona. Mashallah es un
estudio centrado en los procedimientos digitales, lo cual choca con la producción artesanal de Apparatu y
quizá por eso resulta tan especial la colección de objetos cerámicos definidos digitalmente que surgió
entre ambos. Recientemente, Xavier Mañosa ha colaborado también con el diseñador gráfico e ilustrador
Alex Trochut, nieto del famoso tipógrafo que inventara el tipo Súper-Veloz. De la misma edad que
Mañosa y muy bien considerado en el mundo de la ilustración, la tipografía y el diseño gráfico actual,
ambos han realizado unas piezas conjuntamente con ilustraciones de Trochut además de los floreros
Manga, inspirados en los abrigos plumíferos.
LUZIFER LAMPS
En los planes de Mariví Calvo
(Valencia, 1960) y Sandro Tothill
(Brisbane, Australia, 1966)
probablemente nunca estuvo
programado montar una empresa de
iluminación. Todo surgió de una
manera fortuita cuando Mariví Calvo,
licenciada en Historia del Arte y en
Bellas Artes, manipulaba unas chapas
de madera sobre una mesa de luz que
utilizaba para hacer collages. Los
efectos luminosos que produjo la
chapa de madera al interactuar con la luz sorprendieron a ambos. Tanto, que lo utilizaron como idea para
embarcar a una serie de artistas en una exposición en la que se utilizaría este sistema como soporte de las
obras. Corría el año 1996 y la progresiva aceptación que en exposiciones sucesivas fueron teniendo las
lámparas hechas por Calvo y Tothill en colaboración con artistas utilizando este sistema, les planteó la
necesidad de organizarse como empresa. Y así fue como surgió Luzifer lamps.
La empresa, conocida hoy en el ámbito internacional como LZF,
siempre ha tenido una producción artesanal. Desde los primeros
modelos hechos en colaboración con artistas, que Mariví Calvo y
Sandro Tothill hacían en su propia casa, hasta la industria artesana
que son hoy con sede en una antigua bodega de Chiva (Valencia).
La elaboración de sus imponentes lámparas, que ganan en
expresividad en espacios colectivos, se realiza en estas
instalaciones reconvertidas en un inmenso taller artesano donde
tras adquirir y seleccionar las planchas de madera natural, las
tratan y troquelan para el montaje a mano. Primero se les da forma,
después se les aplica cola o pequeños herrajes y, por último, se les
coloca la instalación eléctrica. Las lámparas de LZF no son en realidad ni objetos puros de artesanía ni
tampoco industriales, se encuentran a medio camino. Ni tienen una estética tradicional, pues son piezas de
diseño contemporáneo concebidas por diseñadores, ni están elaboradas en serie industrialmente sino con
medios artesanales en ediciones reducidas.
LZF empezó muy pronto a realizar colaboraciones con diseñadores. Los modelos Hola (1997) y
Margarita (1999) diseñados por Miguel Herranz marcaron el inicio de un interesante camino por el que la
empresa continuaría adentrándose años después, tras un malogrado coqueteo con el polipropileno a
finales de los años noventa. Recién estrenado el siglo XXI, Luzifer lamps decide volver a sus orígenes
centrándose en la chapa de madera como difusor de luz. Sus investigaciones le llevarían en 2001 a
patentar el Polywood, un tratamiento aplicado a la chapa a base de poliéster que mejora las propiedades
de éste material de manera que resulta más maleable y se puede manipular, troquelar y cortar mejor.
La colaboración que Luzifer lamps han mantenido con diseñadores desde sus inicios ha resultado muy
fructífera para la empresa pues estos, tal y como se le presupone a un diseñador, le han dado mil y una
vueltas a la chapa de madera. Los primeros fueron Miguel Herranz y Ray Power, que empezaron a
colaborar con la empresa a finales de los años noventa. Herranz ha realizado algunos de los modelos más
emblemáticos de la marca, como los ya nombrados Hola y Margarita confeccionados con una ancha
chapa de madera ondulada al estilo de los años setenta. Después llegaron los modelos Sioux (2003) y
Mikado (2004), con otro concepto totalmente diferente pues estaban hechos ya con planchas troqueladas
de un ancho mucho menor. La Mikado, con los juegos de luces y sombras que producen sus flecos,
recibió un premio Design Plus en 2006. También recibió éste premio el mismo año el sinuoso modelo
Link de Ray Power, quien recientemente ha firmado el aerodinámico modelo Air distinguido asimismo
con un premio Good Design en 2009. Y en los últimos tiempos otra de sus colaboraciones más fructíferas
la vienen realizando con el estudio del valenciano Luis Eslava, quien ha creado arrebatadores modelos
como Agatha o Armadillo así como el primer paso de la empresa hacia la diversificación de sus
productos: el parabán Paisley.
ISOBRE
Luis Garrido (Cádiz, 1977) y Alejandro
Ulloa (San Sebastián, 1971) decidieron
montar iSobre el día en que vieron a Steve
Jobs, alma máter de la empresa de
productos electrónicos Apple, sacar el
nuevo ordenador portátil que presentaba la
firma de un sobre de oficina. Se trataba
del MacBook Air, el portátil más delgado
diseñado hasta el momento. La maniobra
de Steve Jobs aquel mes de enero de 2008,
muy dado a los golpes de efecto de este tipo en las presentaciones de novedades de Apple, corrió como la
pólvora desde San Francisco al resto del planeta encendiendo la mecha de estos dos apasionados por la
fotografía, la moda y el diseño gráfico asentados en Cádiz, que inmediatamente se pusieron manos a la
obra para diseñar una funda de piel acorde con un producto de semejante valor.
Habiendo detectado que en el mercado no existían muchas fundas de piel para ordenadores con un
mínimo de calidad y sin perder de vista la ocurrencia de Jobs, Luis y Alejandro decidieron diseñar una
funda para el MacBook Air precisamente con forma de sobre estilo Manila. El punto lo pondría que se
trataría de una funda hecha con piel de vacuno español de primera calidad y cosida por los más
experimentados artesanos de Ubrique, localidad gaditana conocida internacionalmente por ser donde se
realizan a mano los productos de piel de algunas de las firmas de complementos de moda más
importantes del mundo. Para rematar el diseño, bastó con añadir unos simples botones rojos y un cordón
para el cierre. Una pieza de corte tan sencillo como el producto que lo había inspirado.
Las fundas comenzaron a comercializarse rápidamente y, en un principio, sin marca. De hecho fueron los
propios primeros compradores quienes las empezaron a llamar iSobres, utilizando la i latina inicial con la
que Apple suele bautizar a sus productos en referencia a Internet. Con este panorama, no parecía que
tuviera mucho sentido montar una tienda al estilo tradicional para comercializar estas fundas. Lo más
lógico, sin duda, era hacerlo a través de Internet. Y así fue exactamente como lo hicieron, confiando en
expertos en la materia el desarrollo de la plataforma.
iSobre se han terminado por configurar como una marca en la
que Luis y Alejandro actúan como diseñadores, mientras que los
artesanos de Ubrique son quienes hacen realidad las ideas
creativas, aportando su conocimiento en la materia y en el
manipulado de la misma. El proceso de producción es muy
sencillo y comienza con una cuidada selección de las piezas de
nobuk y piel de vacuno. Las piezas se cortan y se cosen
manualmente con las medidas necesarias, siendo prensadas asimismo a mano. Incluso los botones, que
también son de vacuno, se lijan, liman, pintan y cosen a mano.
Aunque el proyecto nació inspirado en un producto en particular, la familia iSobre ha ido creciendo y
abarcando otros productos de Apple así como nuevos estilos. En la actualidad, algunos modelos son
fundas compatibles que se pueden usar tanto con el modelo MacBook Air como con el MacBook.
Adicionalmente, se han incorporado nuevas opciones para las versiones Pro de 15 pulgadas. El iSobre
original, que se llama Vintage, presenta un color camel que le asemeja al sobre Manila. Pero aparte han
surgido nuevos estilos, como el colorido Urban o el más serio y lujoso Minimal. Asimismo, la familia de
fundas iSobre se ha completado con opciones para las diferentes versiones de los teléfonos iPhone y, por
supuesto, para la tablet iPad.
La principal comercialización de los productos de iSobre se realiza a través de la tienda on-line, que se
puede visitar en inglés y en castellano. Esta visión internacional de sus diseños y su tienda en Internet
hace que el 80 por ciento de las ventas de iSobre a través de la web provengan de fuera de España. Sus
productos además, lejos de ser un conflicto para Apple, se venden en todos los Apple Retail Providers de
Europa así como en varias tiendas exclusivas de Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón.
SAGENCERAMICS
De la unión de La Cerámica
Valenciana de José Gimeno (Manises,
1925) y la diseñadora industrial
Nieves Contreras (Valencia, 1979)
nació en 2006 la marca
Sagenceramics, una nueva línea de
productos de diseño contemporáneo
lanzada por la veterana fábrica de
Manises con el objetivo de incorporar
a su producción una novedosa
tipología de piezas que hasta ese
momento nunca antes habían sido contempladas seriamente por la empresa como línea de negocio. El
modo en que lo hicieron es digno de estudio. Si hay algo a lo que los expertos en branding y definición de
nuevas líneas de negocio siempre aluden, es a la diversificación de marcas cuando, como en un caso
como este, una legendaria empresa a la que se la identifica con un determinado producto tradicional
decide dar el paso de actualizarlo pero sin cortar con la producción que venía realizando hasta la fecha.
Así fue como Vicente Gimeno, actual descendiente de la familia fundadora de La Cerámica Valenciana,
confió en la joven diseñadora industrial Nieves Contreras el proceso de creación de la nueva marca. Por
un lado, La Cerámica Valenciana continuaría con su producción habitual de piezas clásicas y azulejos
mientras que bajo la marca Sagenceramics se comercializaría una línea de productos más actual. Toda la
dirección de arte, es decir desde la imagen de la marca hasta la elección de los diseños, la llevaría a cabo
Nieves Contreras quien además de ser diseñadora industrial está especializada en gestión del diseño y
desarrollo de nuevos productos.
La idea de ambos era crear una nueva marca de objetos cerámicos con una clara vocación innovadora y
experimental pero al mismo tiempo con una producción artesana, totalmente volcada en la conservación
de técnicas tradicionales y conocimientos alfareros. Se trataba de hacer perdurar esta tradición,
actualizándola con objetos funcionales o decorativos de estética contemporánea así como experimentando
con nuevas técnicas, materiales e incluso tipologías alternativas.
Así fue como surgió la primera colección de Sagenceramics
en 2006, para la que como debut Nieves Contreras diseñó
gran parte de las piezas. Destacó el florero Bany! (en la
imagen), en el que las flores podían disfrutar de un baño en
toda regla. La pieza, que proponía una nueva disposición de
las flores en horizontal, cuenta incluso con un desagüe en
forma de tapón. Asimismo resultó novedosa la pieza Vasq,
un centro de mesa que también se podía llenar de agua para
colocarle velas flotantes encima o, como guiño, ponerle un patito de plástico.
Adicionalmente, Nieves Contreras ha incorporado a otros diseñadores al catálogo de Sagenceramics
como Elise Berthier, Frédéric Lintz, David Cercós, Víctor Carrasco y el estudio Nadadora. Así se unió al
catálogo de Sagenceramics el florero Fago de Elise Berthier, compuesto de una serie de tubos torneados a
mano y unidos entre sí con elásticos de colores; el propio usuario decide qué aspecto final le da. Y
también así llegó el sujetavelas Cross diseñado por Nadadora, una cruz con orificios de diversos tamaños
que permite acoplarle velas de diferentes diámetros. La huevera Ovni de Frédéric Lintz y el set de café
Ou! de David Cercós resultan novedosas también por su parte por el juego de analogías formales que
plantean.
En La Cerámica Valenciana se sigue trabajando de manera totalmente artesanal. En 2006 quedó finalista
en la categoría de Producto de los Premios Nacionales de Artesanía. Sus técnicas más habituales son el
torneado directo de la arcilla y el modelado manual, con y sin ayuda de molde. Las piezas se bizcochan,
cociéndolas en el horno a 1000º C una primera vez. Tras ser bizcochadas, se esmaltan bañándolas
manualmente. A continuación se repasan las impurezas y fallos de esmalte antes de decorarlas. La
decoración la realizan tanto de forma directa sobre la pieza como utilizando la técnica del estarcido, una
plantilla que define el perfil del dibujo. Para ello utilizan pinceles de pelaje muy fino y delicado. Y una
vez decoradas, se les da la cocción final.
VIALIS
A medidos de los noventa, el diseñador
Jaime Serramalera (Barcelona, 1956)
decidió probar suerte en el ámbito
empresarial con el convencimiento, y el aval
de su trayectoria previa, de que podría ser
capaz de aportar algo nuevo a un mundo que
conocía muy bien: el de la zapatería. Tras
haberse formado como diseñador industrial
entre la escuela EINA de Barcelona y el
Politécnico de Milán, se trasladó a Menorca
con el objetivo de aprender el oficio de
zapatero. Al poco tiempo fundó la que sería
su primera marca de zapatos, María Design.
Más tarde se uniría a Pielsa como
responsable de producto, donde trabajó once
años. Al cumplir los cuarenta, le picó de nuevo el gusanillo de tener su propia marca. Serramalera echaba
en falta en el mercado español la existencia de una marca de zapatos de mujer con un diseño especial,
pues la oferta de la época le resultaba de lo más homogénea. Así, decidió ponerse él mismo manos a la
obra y probar de nuevo suerte como empresario.
Corrían finales de los años noventa cuando Serramalera empezó a tantear la aceptación de sus primeros
diseños con una pequeña colección de cuatro sandalias que puso a la venta en el barrio del Born de
Barcelona. Se encargó de todo, desde el diseñó de los modelos hasta la cajas donde iban metidos e incluso
compró las pieles. La fabricación, sin embargo, la dejó en manos de especialistas confiándola a un
pequeño taller de zapatos de Elda (Alicante). La acogida fue algo más que aceptable; Serramalera
recuerda que en aquella primera etapa a veces vendían hasta los muestrarios. Animado por la estable
aceptación que iban teniendo sus primeros diseños, llegó a la conclusión de que debía empezar a abrir
tiendas propias. A la primera, inaugurada en 1998 en el mismo barrio que había visto nacer la marca, le
han sucedido otras siete más distribuidas entre la propia Barcelona, Madrid y Berlín.
Efectivamente a Jaime Serramalera no le faltaba razón cuando
pensaba que hacía falta en el mercado español una firma de zapatos
para mujer que fuera capaz de proponer algo nuevo y especial, con
un diseño particular, fresco y atrevido. Vialis verdaderamente vino a
cubrir un hueco en el que había un notable vacío en España.
Estéticamente, uno de sus puntos más atractivos fue su interesante
mezcla de referencias, en especial procedentes de diseños clásicos
pero a su vez combinadas con influencias escandinavas y
connotaciones folk. Al mismo tiempo, se trataba de zapatos con una
vida útil muy larga; El segundo propósito que se planteó Serramalera cuando ideó la marca. El objetivo
era, por tanto, lograr un estilo de zapatos sofisticado y con una personalidad muy particular pero cómodos
por encima de todo, para poder ser llevados a diario. Y aquí es donde entra en juego un tercer factor: la
calidad. Sin ella, no es posible hacer zapatos que aguanten un trote cotidiano.
En la actualidad, Vialis cuenta con medio centenar de trabajadores. En el equipo de diseño trabajan tres,
que se apoyan a su vez en los conocimientos de las dos patronistas, la costurera y el técnico de calidad de
la fábrica de Alicante. Como apoyo externo, colabora con el estudio de diseño gráfico de Emilio
Lekuona, que se encarga de la dirección creativa de su imagen.
La mayoría de los zapatos de Vialis se realizan artesanalmente en Alicante, aunque la firma trabaja con
una perspectiva global por lo que algunas de sus líneas, como la de las zapatillas playeras Aro que sacó en
2004, se fabrican en Vietnam. En las instalaciones de Alicante, realizan desde sandalias totalmente
hechas a mano de principio a fin hasta botas. El tiempo medio de elaboración de unos zapatos es de dos
horas, interviniendo en el proceso entre 12 y 14 personas. Dependiendo de la colección, pueden estar
realizando entre 15.000 y 33.000 pares por temporada. Hoy la marca vende en más de treinta países a
través de 300 tiendas multimarca.
PESETA
Laura Martínez del Pozo (Bilbao, 1978) y Jaime
Sevilla Moreno (Sagunto, 1978) se juntaron para
montar Peseta a principios del siglo XXI con la
intención de hacer productos textiles. Su gran pasión
eran las telas, por eso las piezas de Peseta destacan por
encima de todo por su interesante conjugación textil.
Éste sería el cincuenta por ciento de su ADN. El otro
cincuenta por ciento responde a su muy estudiado y
reducido catálogo; una particular selección de
complementos que se han convertido en
representativos del sello Peseta y entre los que
destacan sus bolsos mochileros, carteras y riñoneras.
Además, también realizan carteras, cinturones,
billeteras, estuches, llaveros o mantelerías.
Al principio su producción era muy reducida. Sólo
elaboraban pequeñas series con telas encontradas en
todas partes del mundo. Cada modelo tenía su nombre y sus detalles propios. Con el tiempo la demanda
creció, por lo que en 2006 decidieron montar una tienda-taller en el barrio de Malasaña de Madrid. En la
actualidad, sus diseños se producen en dos talleres más, siendo uno de ellos una cooperativa del Sur de la
provincia. Laura se encarga de los diseños y es quien junto con los talleres marca las directrices las
piezas; Jaime se ocupa de las ventas, la gestión y la comunicación. Ninguno de los dos tiene formación
previa en producción artesana ni en gestión empresarial; sencillamente se dedican a lo que sabe hacer
mejor cada uno.
Según fue creciendo la marca, la presentación de
sus nuevos productos a través de colecciones se
terminó por convertir en una necesidad. Desde
2009 y siguiendo el calendario de la moda,
presentan dos colecciones al año. Así, a los
productos básicos de la casa añaden accesorios
diferentes a lo habitual y apuestas atrevidas. Aparte
han realizado colaboraciones con otras marcas,
algunas tan importantes como el reconocido
diseñador estadounidense Marc Jacobs para quién han hecho hasta el momento gorras para ir en bicicleta,
un bolso de grandes dimensiones con forma de ukelele, una cartera que ellos llaman Pasaportera y un
bolso de grandes dimensiones bautizado como Bolsaco. También han colaborado con la firma vasca
Loreak Mendian y los españoles establecidos en Berlín Potipoti. Asimismo han diseñado un Kit Museo
para llevar un cuaderno, bolígrafo y postales, que se vende en la tienda La Central del Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Desde su web venden nacional e internacionalmente y sólo con
echarle un vistazo no cabe ninguna duda de que quién está detrás pertenece a una generación digital.
Aunque la marca haya crecido, en Peseta todo continúa haciéndose totalmente a mano. Como la
producción depende directamente de las telas que adquieren, eso termina por definir el aspecto final de
muchos de los modelos. Algunas telas las encuentran en tiendas y mercados de todo el mundo en sus
viajes. Otras proceden de fabricantes españoles de tejidos tradicionales o han sido compradas en ferias de
telas, a través de Internet o a fabricantes y almacenistas con muestrario. Aceptan donaciones de amigos y
familiares, pues a lo mejor de ello surgen telas que nunca hubieran comprado. También en menor medida
reciclan prendas o realizan estampación propia en digital.
Les gustan los tejidos que tienen una historia que contar. Desde una tela de rayas ibérica de tumbona
hasta los estampados temáticos de Estados Unidos, los tartanes escoceses, las africanas enceradas de
colores locos, los provenzales franceses, el denim japonés, los tejidos rústicos del norte de Europa, la tela
mejicana de Purépecha, los hilados egipcios, las cretonas y popelines de flores de Gran Bretaña o
estampados raros procedentes de India o China. Aparte de que las mezclas se hacen con un criterio
estético, un factor sorpresa en sus productos es que pueden estar juntando una tela griega con otra
estadounidense, lo cual culturalmente conecta dos países que en diferentes épocas históricas fueron dos
imperios.
MARRE MOEREL
Dice de sí misma que se siente una artesana
industrial. Por un lado, porque gran parte de su
trabajo lo realiza artesanalmente. Por otro, porque al
mismo tiempo trabaja como diseñadora industrial. Y
es que Marre Moerel (Breda, Holanda, 1966) ha
tenido una formación tan nutrida que no se la puede
definir utilizando una sola cualificación. Primero se
formó en su Holanda natal como diseñadora de
moda. A los 18 años salió de su país para estudiar
Escultura en Inglaterra. Posteriormente completó su
educación con un master en diseño de mobiliario en
el Royal College of Art de Londres. De ahí saltó a
Nueva York, donde durante diez años trabajó como
diseñadora, artista y docente en la Parsons School of
Design. En 2002 aterriza en Madrid, en cuyo barrio
de Malasaña abrió un multiespacio que funciona
simultáneamente como galería, tienda y taller.
Mientras que por un lado Marre Moerel ha diseñado piezas de mobiliario para marcas como la sueca
Offecct o la española Celda, por otro una gran parte de su trabajo está relacionado con un proceso
totalmente artesanal. En este contexto es donde se manifiesta de una manera más evidente su formación
como escultora. En su tienda-taller de Madrid elabora la mayoría de sus piezas y además las comercializa
ella misma. Si como diseñadora de mobiliario trabaja con cualquier tipo de materiales, en este otro
terreno manifiesta una preferencia total por la cerámica. Los diseños
que realiza en éste contexto son una mezcla de esculturas y objetos
funcionales. Moerel explica que ya desde que estudiaba Escultura
tendía a hacer piezas muy funcionales, motivo por el cual decidió
formarse posteriormente como diseñadora de mobiliario para tratar de
entender si ese era su camino y asimismo averiguar si era posible
hacer objetos funcionales de una manera escultural. Sin embargo, en
este asunto continúa a día de hoy navegando entre dos aguas, lo que la
convierte en una rara avis muy especial. Para Moerel el equilibrio
estaría en combinar un cierto trabajo técnico, como el que realiza
como diseñadora, con la implicación emocional que requiere trabajar
artesanalmente.
En el ámbito artesano, formas muy recurrentes en sus piezas proceden de terceros objetos; algunos de
ellos cotidianos, otros encontrados fortuitamente. Moerel reproduce sus formas en barro, en ocasiones
sacando moldes, y cuando éste aún está blando lo manipula, deforma o combina con otras formas
obteniendo así piezas nuevas. El proceso es totalmente intuitivo y no realiza esquemas ni dibujos previos
por ordenador, como por el contrario se suele hacer en el diseño de mobiliario. Algunas de sus piezas más
conocidas son la serie de lámparas Biology, los boles de la serie Botany, los jarrones con ramas Rozen y
la colección Mutations, surgida a partir de raíces y vísceras de animales como riñones o hígados. Se trata
de piezas con mucho carácter en las que a primera vista se aprecia el trabajo artesano y personal que hay
detrás. Moerel crea estas piezas, además, utilizando el mismo lenguaje contemporáneo con el que concibe
sus diseños de mobiliario.
Por otro lado, Marre Moerel se convirtió en la comercial de sus piezas artesanas totalmente por accidente,
aunque era una idea que le rondaba en la cabeza. Algunas de sus primeras creaciones cerámicas las
empezó comercializando la firma italiana Cappellini, una de las empresas más vanguardistas en el ámbito
del hábitat. Colaborando con esta empresa, Moerel se dio cuenta de que era muy difícil tener un control
sobre la apariencia final de los objetos, las ventas reales y la promoción de los productos. Además,
cuando se diseña para empresas puede ocurrir que algunas piezas nunca lleguen a ver la luz, algo que
como a todos los diseñadores también le ha ocurrido a Moerel. Y así fue como decidió montar su propia
tienda-taller. De esta manera sus piezas siempre verían la luz y tendría controladas de primera mano las
ventas y su promoción. Marre Moerel es una habitual de ferias como la parisina Maison & Objet.
LA MEDITERRÁNEA
De la asociación de 17 profesionales
del vidrio asentados en la localidad
valenciana de L’Ollería surgió en
1975 el embrión de La Mediterránea,
una empresa visionaria para la época
especializada en la transformación del
vidrio reciclado. A pesar de las
dificultades históricas y económicas
del momento, la empresa crecería de
manera continua llegando a fusionar
en 1982 tres cooperativas locales, surgiendo así definitivamente La Mediterránea tal y como se la ha
conocido posteriormente. Su producción se basaba en una amplia oferta de productos de decoración y
menaje realizados principalmente en vidrio y posteriormente también en cerámica, que se llevaban a cabo
en una fábrica diferente en la localidad de Ribarroja. Tras un par de décadas de continúo crecimiento y
expansión, exportando a más de setenta países y siendo galardonada con múltiples premios que rondan la
cuarentena, La Mediterránea no pudo esquivar la primera crisis económica del siglo XXI que le terminó
llevando a un concurso de acreedores y después a la liquidación. Recientemente, el fondo de capital
riesgo Valcapital ha repescado la empresa con el objetivo de relanzarla.
En La Mediterránea se alternaban hasta el momento del cierre en 2008 procesos completamente
artesanales de manipulación del vidrio con otros totalmente mecanizados. Uno de los cambios más
importantes del reflote emprendido por Valcapital consiste precisamente en la desaparición de éste último
pues dependía de un horno que consumía mucha energía y obligaba a producir grandes tiradas de un solo
producto. Así, en estos momentos, la empresa se ha decantado por una producción mucho más flexible
hecha en hornos de tamaño medio y pequeño, apostando totalmente por procesos artesanales,
ocasionalmente semiautomáticos.
Dependiendo del tipo de pieza, la producción resulta más o menos
artesanal. En los modelos de las nuevas líneas denominadas
Ecovintage y Trendy, los productos son trabajados semiartesanalmente
de manera que el vidriero recoge el vidrio del horno y lo sopla dentro
de un molde para después acabar la pieza manualmente. En cambio,
las piezas de la línea Art son plenamente artesanas. Esto implica que
los maestros vidrieros de La Mediterránea trabajan el material sin
moldes, sacando una masa de vidrio del horno y colocándola sobre un
soporte de hierro para trabajarla a mano con papel o madera. El hecho
de utilizar papel o madera hace que el vidrio se enfríe de forma más
lenta y que el maestro tenga más tiempo para trabajar la pieza, lo cual
favorece a su vez un acabado más brillante.
Por otro lado, La Mediterránea enfocará de ahora en adelante en la configuración de un nuevo catálogo
mucho más ligado al diseño contemporáneo, una operación que será tutelada por quien hasta la fecha
había sido la coordinadora del departamento de diseño, Silvia García. Así, las colaboraciones con
diseñadores externos que tanta notoriedad habían dado anteriormente a la marca seguirán adelante. Como
ejercicio de iniciación de esta nueva etapa, La Mediterránea confió en el colectivo de diseñadores
Proyecto Revival (una agrupación a la que se le dedica más adelante un capítulo). Su propuesta consistió
en realizar una labor de revisión e investigación de moldes y piezas descatalogadas con el objetivo de
determinar si era posible su recuperación para la elaboración de nuevos productos. Surgieron así nuevas
lámparas, centros de mesa, decantadores y juegos de copas.
Por otro lado, con uno de los creadores de su pieza más icónica, Héctor Serrano, La Mediterránea tiene
previsto nuevos lanzamientos. La relación con el diseñador valenciano asentado en Londres viene de
largo, desde que junto con Alberto y Raky Martínez diseñara el botijo con forma de botella de plástico La
Siesta. Curiosamente una pieza hecha en cerámica ha sido el símbolo con el que se ha identificado a la
empresa durante muchos años. La Mediterránea prepara ya con Serrano una nueva colección de lámparas
de vidrio y corcho así como otros objetos.
PROYECTOS Y COLABORACIONES
OFICIS SINGULARS
La institución Artesanía Catalunya viene desarrollando desde
2007 un interesante proyecto de colaboración con el
diseñador Gerard Moliné (Barcelona, 1977) dirigido a
reactivar una serie de oficios artesanos de gran arraigo en
diversas zonas de la geografía catalana. Estos oficios, que
han sido reconocidos bajo la denominación Oficis Singulars
de Catalunya, son actividades muy vinculadas a una materia
prima en concreto así como a una población o demarcación
específica catalana, factores que en su día terminaron por
generar una producción artesana particular en determinadas
zonas. Así, se han considerado Oficis Singulars la cerámica
de La Bisbal, el alabastro del Sarral, la sal de Cardona, la piel
de Vic o Igualada y la palma de Terres de l’Ebre, entre otros.
Bajo la dirección de Gemma Amat y la coordinación de
Gerard Moliné, el proyecto Oficis Singulars incide
específicamente sobre cada oficio promoviendo su adaptación al mercado contemporáneo al mismo
tiempo que preserva su autenticidad. Además de la recuperación de oficios tradicionales de Cataluña, los
objetivos de cada actuación son la búsqueda de nuevos lenguajes, el diseño de nuevos productos y el
establecimiento de una nueva metodología de comercialización.
Gerard Moliné, que se formó como diseñador industrial en la escuela Elisava de Barcelona, ha ido
reorientando su actividad con el transcurso de los años hacia el mundo de la artesanía. Tras haber
trabajado como diseñador industrial junto con Martin Azúa hasta el año 2006, Moliné decidió volcarse
definitivamente a título individual en la evolución y el progreso de los oficios artesanos convencido del
valor emocional de los objetos de producciones limitadas frente a las tiradas masivas industriales.
Además de coordinar Oficis Singulars, está realizando en la actualidad otro proyecto similar con las
artesanías de la Ruta del Tequila en México.
Para Moliné, el reto está en impulsar la innovación preservando la
cultura local; es decir, fusionar tradición y vanguardia sin perder la
identidad. Para ello, ha aportado a través de Oficis Singulars una de
las cosas que mejor saber hacer como diseñador: plantear nuevos
objetos. Con la colaboración de otros diseñadores, en cada oficio de
los que este programa ha incidido hasta la fecha se ha trabajado
conjuntamente con los artesanos en la creación de una nueva
colección de objetos. La interacción ha propiciado que diseñadores
y artesanos generaran los nuevos productos en equipo, aportando
cada uno el conocimiento en el que está especializado: el diseñador
su visión sobre la producción contemporánea, las tendencias y la
estética, y el artesano su pericia y sabiduría sobre el comportamiento del material. El resultado ha sido
una serie de objetos de lo más sugerentes. Algunos proponen nuevas piezas, como el cono de cerámica
para helados surgido en el proyecto de la cerámica de La Bisbal. Otros revisan objetos ya existentes,
como la cesta para la bici hecha de palma. Pero todos ellos enamoran a primera vista, de manera que uno
de los grandes objetivos ha quedado cumplido ya que de lo que se trataba era generar objetos que nos
volvieran a emocionar.
BONESTIL
Creada en 1987 en la localidad valenciana de
Vallada, la trayectoria de esta empresa especializada
en mobiliario hecho artesanalmente con fibras
vegetales ha estado desde sus inicios muy ligada al
diseñador Ximo Roca. En los años ochenta, el
mobiliario tejido a mano con fibras naturales se
encontraba en triste decadencia debido al auge de
otros materiales y a que su estética tradicional no
ligaba con el gusto High Tech de la época. En los
últimos tiempos, sin embargo, este tipo de
mobiliario está viviendo un nuevo auge. Dos de las
principales razones de este resurgir están siendo, por
un lado, el hallazgo y desarrollo de nuevas fibras
sintéticas más resistentes y, por otro, la colaboración
de las empresas productoras con diseñadores que están transformado y actualizando radicalmente el estilo
de este tipo de mobiliario. Y precisamente esto es lo que desde 1989 viene haciendo Ximo Roca para
Bonestil, mucho antes de que tuviera lugar éste resurgir en la primera década del siglo XXI.
La colaboración de Bonestil con Roca se ha desarrollado en varios niveles a lo largo de estos años, pero
principalmente su labor ha sido la de diseñador y director de arte. Aparte de haber firmado sus propios
modelos, Roca ha confiado externamente el diseño de otras piezas a profesionales de prestigio como el
trío Lievore Altherr Molina, Lola Castelló o Pete Sans. Entre todos, las piezas de Bonestil empezaron a
destacar por su inusual estética, muy cercana en apariencia al mobiliario contemporáneo diseñado para
interiores. Así, muchos de sus modelos destacan por la combinación de la médula de caña natural con
otros materiales como la madera y en especial el tubo de acero, que ayuda a conformar la estructura de las
piezas y fue introducido por Bonestil como gran novedad en la confección de las patas.
La apuesta estética que inició la empresa no modificó ni un
ápice su forma de trabajar artesanalmente. Sus sillas,
sillones y mesas se tejen a mano con la única ayuda de un
punzón. Cada producto es tejido por manos expertas, para
cuya confección se necesitan entre 4 y 6 horas de trabajo.
Este proceso de trenzado manual mejora la transpiración de
las piezas y les otorga un mejor envejecimiento. Los
tejedores son principalmente mujeres de esta zona de
Valencia, que cuenta con una gran tradición en el trabajo de
las fibras vegetales y cuyo saber va pasando de madres a
hijas. Posteriormente, las piezas se sumergen en las cubas de
tintes que fortalecen los tejidos y después se las deja secar al sol durante 48 horas. En la actualidad,
Bonestil utiliza también fibras sintéticas y ha cambiado las cubas de tinte por baños que reúnen los
requisitos industriales y ecológicos que requiere la ley. Los tintes químicos que se utilizaban para pintar
la médula natural se han sustituido por tintes hidroalcohólicos, más respetuosos con el medio ambiente.
En el año 2000, el Centro de Artesanía de la Comunitat Valenciana le concedió la Etiqueta de Artesanía
que acredita su carácter artesanal, siendo la única empresa del sector de mueble contemporáneo a la que
se le había otorgado hasta el momento el calificativo de producto artesano.
PROYECTO REVIVAL
Con el objetivo de ofrecer nuevas
propuestas creativas a aquellos sectores
interesados en revitalizar su actividad
nació en 2007 Proyecto Revival, un
colectivo de diseñadores emergentes
asentado en la Comunidad Valenciana
integrado por Alejandro Catalá, Álvaro
Hernández, José Alburquerque, Vicente
Luján, Marina Rodríguez y Pedro
Ochando. Desde sus inicios, debido a la
naturaleza renovadora del colectivo,
Proyecto Revival ha estado muy ligado a
la colaboración con empresas de producción artesana con dificultades para adaptarse a la actual situación
de su mercado.
Así, su primer proyecto lo realizaron junto con la fábrica de Manises Cerámicas Cabo, una empresa que
se había visto obligada a cerrar cuatro años atrás y se hallaba en proceso de demolición. Entre los objetos
que iban a ser aniquilados se encontraba una ingente cantidad de piezas ya bizcochadas. Proyecto Revival
trató de reconfigurar estas piezas, en su mayoría objetos de menaje y decoración típicos de la producción
cerámica de la zona, dotándolas de un nuevo uso y forma. El proyecto se llamó “Nuevas Propuestas
Cerámicas” y transformó ceniceros, tazas, saleros, platos, fuentes o ensaladeras de corte tradicional en
lámparas, floreros, portavelas e incluso altavoces de estética contemporánea. El ejercicio se llevó a cabo a
modo de taller, a través del cual los diseñadores investigaron qué nuevos usos se podía dar a aquellas
piezas y qué posibilidades de adaptación tenían al lenguaje estético actual. El proyecto pretendía
paralelamente ir más allá de la empresa en particular que les ocupaba, mostrando nuevos modos de
trabajar la cerámica en colaboración con diseñadores con el fin de estimular la industria tradicional
cerámica de Manises. Las piezas resultantes fueron dadas a conocer a modo de exposición en múltiples
localizaciones incluido el Salón de Artesanía de Valencia en 2009, donde tuvieron la oportunidad de
mostrar más de cerca al gremio artesano el ejercicio de diseño realizado por Proyecto Revival.
Después, Proyecto Revival se ha ocupado de otros materiales
como el papel o el vidrio. Con el papel han trabajado
desarrollado nuevas propuestas de mobiliario e iluminación,
desde estanterías a mesas de centro o lámparas. El ejercicio se
denominó “Ensayos sobre papel” y entre todas las propuestas
destacó la Paperlamp de Pedro Ochando, un modelo de
suspensión realizado con pulpa reciclada de papel.
Asimismo, en el año 2010 iniciaron un proyecto de colaboración
con la empresa valenciana especializada en objetos artesanales
de vidrio La Mediterránea. La labor de Proyecto Revival se centró esta vez en la revisión y recuperación
de moldes y piezas de vidrio descatalogadas con el objetivo de ampliar sus posibilidades de uso a través
de la creación de nuevas familias de productos. Así, a partir de la combinación de diversos recipientes
surgieron las luminarias Yunca y los centros de mesa Nadú; también una nueva tipología de vasos y
decantador para vino denominados Vaivén, a los que se les incorporó una esfera de vidrio en la base con
el fin de facilitar un movimiento giratorio que aireara y liberara el aroma de la bebida.
ARTESANÍA & DISEÑO
Un local gratuito en el centro de Murcia, tres meses por
delante y un proyecto creativo que desarrollar,
autogestionar y divulgar. Ésta fue la permuta que la
Consejería de Cultura y Turismo en colaboración con la
Asociación de Promotores Inmobiliarios de la región de
Murcia ofreció en el verano de 2010 a los diseñadores
Cristina Carpena (Yecla, Murcia, 1981) y José
Alburquerque (Murcia, 1984) a través del programa
Distrito Artístico. Con el fin de revitalizar y dotar de
actividad aquellos locales de la ciudad de Murcia que se
encuentran en desuso, el programa Distrito Artístico
pone una serie de locales a disposición de artistas y
creativos murcianos para que estos desarrollen
proyectos de producción, exhibición o autogestión
artística. El doble objetivo es a su vez la promoción de
proyectos artísticos y su divulgación cultural,
favoreciendo la participación ciudadana a través de
espacios cotidianos.
Así, Cristina Carpena y José Alburquerque plantearon, durante los tres meses que les fue concedido uno
de estos locales, diversas acciones encaminadas a explicar al público general en qué consiste el diseño
como profesión y cómo es el proceso que se sigue a la hora de diseñar un producto. Además de mostrar
piezas diseñadas por profesionales de la región y de organizar un taller de creación de productos,
desarrollaron en vivo una línea de productos cuyo proceso fueron documentando y mostrando a los
visitantes, desde la fase de investigación hasta la exposición de los prototipos resultantes. Para ello,
atraídos por la rica tradición artesana de Murcia, decidieron trabajar en alianza con artesanos de la zona.
El proyecto se denominó Artesanía & Diseño y no era la primera vez que Cristina y José colaboraban con
artesanos pues ambos formaron parte del grupo fundacional de Proyecto Revival, del que aún
Alburquerque es miembro. En esta ocasión, trabajaron con la empresa especializada en esparto Arteblanc
de la localidad de Blanca y con el taller de alfarería y cerámica Romero y Hernández de Totana.
Tras una primera fase de investigación y análisis en torno a los materiales y técnicas con los que trabajan
estos dos talleres, Cristina y José fueron realizando los bocetos de los nuevos productos buscando aportar
nuevas aplicaciones. Cada idea se iba consultando con los artesanos para evaluar su viabilidad. Dado que
algunas piezas combinaban los dos materiales, fue fundamental coordinar a los talleres para su
producción. Las piezas de barro condicionaron el orden ya que la variabilidad de la temperatura y la
situación en el horno determinan las dimensiones finales de cada pieza. Así, una vez hechas las piezas de
barro, éstas viajaban hasta Blanca para que los estereros pudieran realizar su parte. Las tres piezas
resultantes son un ejemplo más de la excepcional fuerza que tiene un producto cuando dos sectores como
el del diseño y el artesano trabajan conjuntamente. La lámpara destaca por la bandeja de barro que rodea
su pantalla de esparto, que permite posar pequeños objetos sobre ella; la alfombra se divide en dos piezas
concéntricas, siendo una de ellas una diana para jugar a los dardos; y el taburete, con forma de macetero,
esconde un espacio de almacenaje tras su cojín de esparto.
TITO
Juan Pablo Martínez (Úbeda, 1969) es hijo del prestigioso alfarero Juan Martínez Villacañas, conocido
como Tito, quien recibió el Premio Nacional de Artesanía en el año 2006. La labor de compromiso total
con el oficio emprendida por Juan Martínez Villacañas en los años sesenta desde su taller de Úbeda, ha
encontrado una valiosa prolongación en la obra de su hijo Juan Pablo Martínez quien da continuidad hoy
al taller Alfarería Tito de su padre, ya jubilado, y a la labor de toda una familia de gran tradición alfarera.
Así, Juan Pablo continúa hoy investigando y recuperando técnicas, pero sobre todo difundiendo los
valores de la alfarería a través de nuevos canales.
Uno de sus proyectos más recientes, con el que quedó
finalista en la categoría Innova de los Premios
Nacionales de Artesanía en 2008, lo realizó a petición
de la Fundación Federico García Lorca. Se trataba de
reproducir una serie de piezas en colaboración con
artistas del panorama internacional para la exposición
Everstill comisariada por Hans Ulrich Obrist, que se
celebró entre 2007 y 2008 en la casa-museo del poeta
en Granada conocida como la Huerta de San Vicente.
Hans Ulrich Obrist realiza este tipo de muestras en
diferentes casas-museo de personajes emblemáticos de
todo el mundo. En esta ocasión, una selección de treinta
artistas visitarían la de Lorca para concebir posteriormente una obra basada en el entorno del poeta. Juan
Pablo Martínez se encargaría de materializar la obra de la artista neoyorquina Roni Horn y el mexicano
Pedro Reyes. A petición de la primera, Alfarería Tito realizó una fiel reproducción utilizando nuevas
técnicas y materiales de una antigua perula, o cántaro de aguardiente, que había en casa de Lorca. Por su
parte Pedro Reyes, identificando el agua como un elemento recurrente en la obra del poeta, pediría a Tito
realizar un conjunto de “botijos imposibles” (en la imagen), algunos de ellos de complicada elaboración
por sus formas retorcidas que corrían riesgo de quebrarse durante el proceso de cocción.
Asimismo, Alfarería Tito ha realizado colaboraciones
con otros profesionales, como el arquitecto y diseñador
Xavier Claramunt (en la imagen), mientras que por otro
lado ha encontrado en el cine la plataforma ideal para
dar visibilidad a los valores de la alfarería tradicional.
De su taller han salido piezas que han contribuido a la
recreación de épocas pasadas en películas como
“Alatriste”, dirigida por Agustín Díaz Yanes y basada
en el protagonista de la serie de novelas escritas por
Arturo Pérez-Reverte “Las aventuras del capitán Alatriste” ambientadas en el Madrid del siglo XVII.
También ha realizado piezas para la película “Carmen” de Vicente Aranda, “Rosa y Negro” de Gérad
Jugnot, “Los Fantasmas de Goya” de Milos Forman, “De tu ventana a la mía” de Paula Ortiz así como
para la serie producida por Televisión Española “Águila Roja”.
Resulta también destacable por parte de Juan Pablo Martínez la labor que realiza internacionalmente
trazando canales alternativos de difusión. En Nueva York, por ejemplo, muestra sus piezas en
colaboración con las tiendas Carter & Cavero especializadas en la comercialización de aceite de oliva
español donde Tito vende sus productos además de realizar demostraciones en vivo de cómo se elaboran.
LA ALPUJARREÑA
Conservando técnicas autóctonas a la par que
incorporando nuevas, La Alpujarreña lleva desde
1922 realizando alfombras artesanales desde la
granadina localidad de La Zubia. Todo comenzó
cuando un pintor de Granada reclutó a grupo de
entre los múltiples telares artesanos familiares que
había en el barrio del Albaicín para fundar La
Alpujarreña. Desde entonces la empresa viene
elaborando alfombras empleando el nudo
autóctono alpujarreño, que data del siglo XIII y se
realiza de una manera completamente manual
mediante telares verticales donde se van tejiendo
los bucles sobre la urdimbre con la ayuda de una
varilla de metal. Posteriormente incorporó la
técnica del nudo turco o gordiano, cuyo empleo en España se remonta al siglo XVII y que consiste en
formar el entrelazamiento de tal modo que las dos puntas del hilo se encuentren juntas en el espacio
comprendido entre dos cadenas contiguas de la urdimbre. Finalmente en los noventa incorporaron el
tufting manual, para el cual se utiliza una pistola que inserta cada nudo en su posición correspondiente
siguiendo un dibujo que previamente se ha hecho sobre una lona tensada en un bastidor metálico.
En La Alpujarreña, que cuenta hoy con un taller de más de cuarenta artesanos, todo el proceso de
elaboración se realiza íntegramente a mano. En sus instalaciones de La Zubia tiene lugar desde el diseño
de los bocetos y su dibujo sobre los telares hasta el tintado de lanas, el anudado y los retoques finales.
Esta estructura le permite además realizar diseños a medida
para proyectos especiales, uno de sus grandes valores. Sus
productos además están hechos con materiales naturales
como el algodón, el yute, el lino y la pura lana virgen, siendo
en un 95% biodegradables.
La Alpujarreña es un caso ejemplar de empresa artesana que
ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos en múltiples
aspectos empresariales y en particular en lo que se refiere al
diseño de sus productos. Por un lado, cuenta con un
departamento creativo a través de cuál lanza sus propios
diseños. Por otro, ha establecido interesantes colaboraciones
con diseñadores externos. Destacan especialmente las
colaboraciones realizadas con la diseñadora holandesa
Bárbara Broekman, con el diseñador madrileño Jacobo PérezEnciso y con los valencianos Herme Ciscar y Mónica García.
La visión global por ejemplo de Pérez-Enciso, quien no sólo trabaja como ilustrador y diseñador gráfico
sino también como creador de espacios, dio como fruto un par de piezas de gran aporte decorativo. Se
trata de los modelos Arquitectura y JAPS, realizados con tufting manual; mientras que el primero se
distingue por su fuerte carácter ilustrativo, el segundo presenta una arrebatadora mancha de color que
dota a los espacios interiores de una vibrante energía. Por su parte, de Herme Ciscar y Mónica García
destaca especialmente el modelo Luces del Norte, que cambia de color dependiendo de por dónde se esté
mirando la pieza. Recientemente, además, La Alpujarreña ha elaborado las alfombras diseñadas entre
Javier Guerrero y Jon Gasca que comercializa la firma de origen vasco Stua, Premio Nacional de Diseño
2008.
SARGADELOS
La historia de esta empresa gallega,
fundada en 1806, alternó a lo largo del
siglo XIX momentos gloriosos de gran
expansión con un triste cierre motivado
por pleitos familiares. Sería a mediados
del siglo XX cuando se iniciara la
recuperación de esta legendaria empresa,
que llegó a producir 20.000 piezas de loza
anualmente y en su mayor etapa de
esplendor dio trabajo a más de mil
familias de la zona contando incluso con la colaboración de expertos ceramistas del extranjero. Tras su
recuperación, iniciada en los años cincuenta, Sargadelos se ha convertido progresivamente en todo un
símbolo de la cultura galaica, trabajando mano a mano con artistas gallegos como Luis Seoane e Isaac
Díaz Pardo. Sus porcelanas se distinguen por la fuerte personalidad de sus diseños, inspirados en las
formas tradicionales y los motivos particulares de la cultura visual de Galicia.
La producción de Sargadelos abarca desde servicios y complementos de mesa, figuras ornamentales y
joyería hasta piezas especiales de porcelana para empresas, como los grifos de cerveza de Estrella Galicia
o determinados modelos de lámparas que comercializa la conocida firma Santa & Cole. En ocasiones
recupera modelos vintage, servicios y piezas de otras épocas que vuelve a introducir en el mercado en
series limitadas y numeradas. Las vajillas, figuras y joyas de porcelana de Sargadelos se decoran y
rematan artesanalmente después de salir de los hornos de sus factorías en O Castro (Sada, A Coruña) y
Sargadelos (Cervo, Lugo). Si bien en parte se comporta como una industria cerámica, su componente
manufacturero es tan importante que prácticamente resulta imposible encontrar dos productos
exactamente iguales. Sus procesos no están robotizados y toda la decoración se realiza a mano con
pinceles o estarcidos, nunca con calcas serigráficas. Además, ha desarrollado un proceso único de
horneado con el que consigue alcanzar esos colores tan luminosos propios de la marca.
Pera explorar su lado más experimental,
Sargadelos colabora habitualmente desde los
años cincuenta con artistas y diseñadores de
dentro y fuera de Galicia. Así, recientemente
ha elaborado la taza gigante que el artista
brasileño José Damasceno exhibió en 2008 en
el Museo Reina Sofía de Madrid. También el
artista Antonio Murado trabajó en 2007 en las
propias instalaciones de Sargadelos en el
desarrollo de un juego de café que le había encargado el New Museum de Nueva York. En estos últimos
años, la empresa ha realizado también colaboraciones puntuales con jóvenes diseñadores españoles como
los dúos Ailanto o El Último Grito. Los hermanos Aitor e Iñaki Muñoz de la firma de moda Ailanto
trasladaron a unos floreros ese toque especial de sus estampados por el que destacan sus colecciones; en
este caso la inspiración fue tomada de su colección Otoño-Invierno 2006-2007. Rosario Hurtado y
Roberto Feo de El Último Grito, por su parte, han visto convertidos en porcelana a través de Sargadelos
sus famosos Micos (en la imagen de la página anterior), unos juguetes abstractos que les comercializa la
empresa italiana Magis con los que los niños pueden jugar e interactuar adoptando múltiples posiciones.
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