Espléndido dibujo que mantiene en su esquema general la

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1| ANÓNIMO ESPAÑOL (Siglo XVIII)
Proyecto para un retablo de la Transfiguración
(Primer tercio del siglo XVIII)
Dib/15/85/82
Dibujo sobre papel amarillento verjurado : pluma, pincel, tinta y aguada parda y azul ;
imagen visible 1532 x 725 mm, en un marco de 1762 x 825 mm.
Barcia n.º 712.
Espléndido dibujo que mantiene en su esquema general la tradición retablística madrileña del último tercio del siglo XVII, sobre todo de Pedro de la Torre, añadiendo características ya propias de la primera mitad del siglo siguiente.
Es un retablo de un solo cuerpo con cuatro columnas de orden compuesto y fuste estriado, y en los intercolumnios las esculturas de san Juan
Evangelista y san Lucas.
En el centro se coloca un gran tabernáculo con columnas de fuste liso y
encima una pequeña imagen de la Virgen con el Niño sobre marco oval,
propio de alguna devoción local. Sobre esta, un gran cuadro de la Transfiguración ocupa buena parte del cuerpo central y penetra en la zona superior rompiendo el entablamento. Sobre la cornisa se asientan las virtudes,
y las partes laterales del cascarón se decoran con otras dos pinturas de temas evangélicos, probablemente milagros de Cristo.
Desde la catalogación de Barcia hasta hoy este dibujo ha sido objeto de
variadas atribuciones. Barcia lo consideraba obra anónima del siglo XVII,
probablemente de algún discípulo de A. Cano. Recogía luego la inscripción
a lápiz de Isidoro Rosell, borrada mientras estuvo el dibujo depositado
fuera de la Biblioteca Nacional, según la cual se correspondía con el retablo
de Carmelitas de Santa Teresa de Madrid, con el cuadro de la Transfiguración copia de Rafael. Afirmación que no convencía a Barcia, ya que el cuadro del dibujo no era el que está hoy en El Prado procedente del convento,
y al tiempo le extrañaba que no apareciera ningún santo ni distintivo carmelita. A pesar de estas dudas, en la exposición de Madrid de 1926 se aceptaba la postura de Rosell. Muchos años después (Agulló en Madrid hasta
1875) se vincula el dibujo con Teodoro Ardemans para un templo dedicado
al Salvador que probablemente no se llevó a cabo. V. Tovar (en Dibujos de arquitectura y ornamentación 1991) mantiene esta atribución a Ardemans e insiste en la idea de que era el proyecto para el retablo del convento de Santa
Teresa, fechándolo entre 1685 y 1690. Esta idea la repite con posterioridad
(Tovar 1995, 2002). Sin embargo, cuatro años antes, Blasco Esquivias
(1991) ya había descartado esta autoría por considerar que no guardaba semejanza alguna con las trazas conocidas de Ardemans. Más recientemente
D. Rodríguez (en La Real Biblioteca 2004) propone una nueva atribución: sugiere que podría tratarse de una primera versión, anterior a la definitiva, de
José Benito de Churriguera para el retablo mayor de la iglesia del Salvador
de Leganés. En 1701 se le había adjudicado la hechura a este artista según
las trazas presentadas en 1700 por Manuel Arredondo y con añadidos de
José Jiménez. Es cierto que la iconografía concuerda en gran parte, pero
hay un detalle muy significativo: la Virgen, con toda probabilidad imagen
de devoción popular, que preside como protagonista el retablo en el dibujo,
ha desaparecido, algo nada habitual en la tradición española. Aún más importante es la utilización de columnas de orden compuesto y fuste estriado. Ya en las trazas de Arredondo y Jiménez, como han demostrado Rodríguez G. de Ceballos (1972) y M. P. Corella (1976), las columnas eran salomónicas y no es creíble que Churriguera cambiara el tipo de columnas
para enseguida decidirse de nuevo por las salomónicas, como aparecen
hoy día, más aún cuando tanto éxito había tenido pocos años atrás con el
retablo de San Esteban de Salamanca. Aunque ya el mismo D. Rodríguez
reconoce que hay algunos aspectos del lenguaje arquitectónico que pudie-
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ran ser ajenos a Churriguera, creemos, de acuerdo con B. Blasco, que el repertorio ornamental y ciertos detalles arquitectónicos son inusuales en el
artista, como las palmetas, las a modo de rocallas en forma de gota invertida o el entablamento bulboso, que nunca aparecen en sus otras trazas. En
conclusión, mientras no aparezcan nuevos datos hay que seguir considerando el dibujo como anónimo. Por lo que se refiere a su datación, es posterior a lo que hasta ahora se pensaba y podría situarse a finales del primer
tercio del siglo XVIII. [JMP]
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