Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica

Anuncio
Monografías
de la
Asociación Española de Cirujanos
N.º 01
Controversias en la prevención
de la enfermedad tromboembólica
venosa y manejo perioperatorio
de los fármacos anticoagulantes
en el paciente quirúrgico
Coordinador:
Juan Ignacio Arcelus Martínez
Asociación Española de Cirujanos
Monografías
de la
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo
perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
© Copyright 2015. ARÁN EDICIONES, S.L.
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida,
transmitida en ninguna forma o medio alguno, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias,
grabaciones o cualquier sistema de recuperación de almacenaje de información, sin la
autorización por escrito del titular del Copyright.
El contenido del documento refleja las opiniones, criterios, conclusiones y/o hallazgos propios
de sus autores. Cualquier producto mencionado deberá ser estrictamente prescrito y utilizado
de acuerdo con la ficha técnica autorizada del producto en España.
La Editorial declina toda responsabilidad sobre el contenido de los artículos
que aparezcan en esta publicación.
ISSN: 2444-6947
ARÁN EDICIONES, S.L.
28006 MADRID - Castelló, 128, 1.º - Telf.: 91 782 00 35 - Fax: 91 561 57 87
e-mail: [email protected] - http://www.grupoaran.com
Monografías
de la
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo
perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Coordinador: Juan Ignacio Arcelus Martínez
Comité Editorial
Eduardo Mª Targarona Soler
José Vicente Roig Vila
José Mª Jover Navalón
Elena Martín Pérez
Pablo Moreno Llorente
Salvador Navarro Soto
Juan Carlos Ruiz de Adana Belbel
José Luis Salvador Sanchís
José Mª Enríquez Navascués
Introducción
Apreciado socio:
Una de las misiones de la AEC es la diseminación y actualización de los avances en el desarrollo de la cirugía a todos los niveles. Desde hace años la AEC se ha caracterizado y ha favorecido la publicación de obras en
diversos formatos que ha permitido conseguir este objetivo. La revista Cirugía Española se puede considerar
como el escaparate de mayor calidad de la sociedad: en la revista, una vez indexada, evaluada por pares y con
factor de impacto es donde se publican los avances o los resultados de los estudios más actuales de nuestra
actividad. El libro de Cirugía, con el proyecto de desarrollar la tercera edición, pretende ser la referencia obligada ante cualquier duda o necesidad de información para el cirujano en formación o ya formado. Las Guías
Clínicas, obra de especial éxito y reconocidas por todos los cirujanos, pretenden ofrecer de una forma concisa
las bases y esquemas de tratamiento de un área concreta de la cirugía y, finalmente, cada año publicamos
obras menores que intentan completar de forma más general algunos temas de actualidad. ¿Hacen falta más
publicaciones…? Algún lector podrá decir que no, especialmente ante la plétora de información de la que
disponemos en la actualidad, ante el éxito de Internet y la facilidad en la diseminación de la información. La
Junta Directiva que tengo el honor de presidir considera que sí, que hay lugar para un modelo intermedio,
y este son las Monografías de la AEC que pretenden, en un formato reducido, tipo revista, abordar de forma
exhaustiva temas de especial interés y actualidad, con una presentación ágil que permita al lector la puesta al
día tras su lectura. Este formato permite ser de rápida creación y publicación, y dar cabida a cualquier tema
que cualquier miembro de la Junta Directiva, de las secciones o miembro de la sociedad pueda proponer.
Prueba de ellos son los tres temas que presentamos en estos tres primeros números: ERAS, controversias en
prevención ETV y manejo paciente anticoagulado y cirugía robótica. Se puede argumentar que la calidad de la
publicación no está bien contrastada al no ser revisada por pares, pero la confianza en la profesionalidad del
editor responsable, y la supervisión y corrección por parte del Comité Científico de la AEC permiten asegurar
el rigor de su contenido. Me gustaría agradecer a diversas personas y entidades el desarrollo de este proyecto:
a la Junta Directiva que confió y dio crédito a esta propuesta, a los editores y autores, que aceptaron el reto de
desarrollar el proyecto en menos de 5 meses, incluyendo el verano, y a Arán Ediciones que, con la eficacia a la
que ya nos tiene acostumbrados, ha dado cuerpo al proyecto. También agradecer a los sponsors que de forma
ágil y generosa han dado soporte al proyecto. Estas Monografías se publicarán de forma electrónica y también
estarán disponibles en la app de la AEC. No se prevé una periodicidad regular en la publicación pero, tras esta
prueba piloto, se invita a todos los miembros de la AEC a proponer temas, títulos y editores; tampoco existe
un temario cerrado y circunscrito, es un modelo únicamente uniforme en cuanto a su formato que da cabida a
cualquier tema de actualidad. Espero que esta obra que tienes en tus manos sea de tu interés y será tu opinión
la que definirá si el camino elegido ha sido el adecuado.
E.M. Targarona
Presidente de la AEC
Sumario
Estratificación del riesgo del tromboembolismo venoso en el paciente quirúrgico......... 11
Juan Ignacio Arcelus Martínez
Cuándo empezar y cuánto tiempo mantener la profilaxis en pacientes quirúrgicos
de alto riesgo............................................................................................................................ 22
Eloy Espín Basany
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica
venosa en grupos especiales: cirugía bariátrica, cirugía mayor
ambulatoria y politrauma......................................................................................................... 29
Francisco S. Lozano Sánchez
Manejo perioperatorio del paciente anticoagulado.............................................................. 42
Juan Vicente Llau Pitarch y Raquel Ferrandis Comes
Estratificación del riesgo del tromboembolismo venoso
en el paciente quirúrgico
Juan Ignacio Arcelus Martínez
Hospital Universitario Virgen de las Nieves y Departamento de Cirugía, Universidad de Granada
RESUMEN
La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) postoperatoria constituye una grave complicación que puede
afectar al 15-30 % de los pacientes quirúrgicos generales cuando no se adoptan medidas para su prevención.
La probabilidad de presentación de ETV depende de
la presencia de factores de riesgo relacionados con el
paciente, así como del tipo de intervención quirúrgica
practicada y las circunstancias durante el ingreso. La
correcta valoración preoperatoria del riesgo tromboembólico, utilizando modelos diseñados para tal efecto,
permite agrupar a los pacientes en diferentes categorías
de riesgo e instaurar la profilaxis más adecuada en cada
caso. Existen algunos modelos propuestos para poder
estimar el riesgo de ETV tras cirugía mayor ambulatoria, así como para predecir la aparición de ETV postoperatoria tras el alta hospitalaria. También se han propuesto y evaluado sistemas de alerta electrónica vinculados
a modelos de estratificación del riesgo trombótico.
El riesgo de trombosis hay que medirlo con el potencial riesgo hemorrágico, que también depende de
las características del paciente y de la intervención quirúrgica a realizar. En los pacientes en los que el riesgo
hemorrágico contraindique la utilización de profilaxis
con fármacos anticoagulantes habría que recurrir a la
utilización de medios mecánicos.
Palabras clave: trombosis venosa profunda, embolismo pulmonar, factores de riesgo, estratificación de
riesgo, cirugía general.
IMPACTO DE LA ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA
POSTOPERATORIA
La ETV postoperatoria, en su forma de presentación
como trombosis venosa profunda (TVP) y especial-
mente cuando se produce una embolia pulmonar (EP),
constituye una complicación postoperatoria potencialmente grave que afecta a un porcentaje importante de
pacientes cuando no se adoptan medidas adecuadas
para su prevención. Así, esta enfermedad se considera
la principal causa de muerte evitable entre los pacientes ingresados en un hospital1. En este sentido, hay que
destacar que entre el 10 % y el 20 % de los pacientes
que sufren ETV fallecen en el primer mes tras su presentación, siendo la mortalidad mayor en los pacientes
con EP que en aquellos con TVP2. En muchos casos la
EP causa una muerte súbita, sin que haya tiempo de
realizar pruebas diagnósticas, por lo que solo son correctamente identificadas si se lleva a cabo un estudio
autópsico.
En la actualidad, la mayoría de los estudios epidemiológicos demuestran que la incidencia de ETV
sintomática postoperatoria se sitúa alrededor del 2 %
tras intervenciones consideradas de alto riesgo, como
cirugía ortopédica mayor, cirugía oncológica y cirugía bariátrica. Sin embargo, esta incidencia depende
del periodo de seguimiento de los pacientes ya que,
como comentaremos más adelante, la mayoría de las
ETV postoperatorias se detecta pasadas entre 2 y 4
semanas tras la intervención de los pacientes de alto
riesgo. Además de la morbimortalidad en fase aguda
de la ETV, no debemos olvidar sus complicaciones y
secuelas a largo plazo: recidivas tromboembólicas, síndrome postrombótico o desarrollo de una hipertensión
pulmonar crónica3.
Dado que la ETV postoperatoria permanece asintomática en muchos pacientes y cuando provoca síntomas de TVP o EP estos se atribuyen en muchas ocasiones a otros diagnósticos alternativos, es importante
analizar su incidencia desde varias perspectivas, que
incluyen la detección sistemática o cribado mediante
I 11 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
pruebas diagnósticas objetivas realizadas a todos los
casos, los resultados de series de autopsias y los registros y bases de datos administrativas, que se centran
sobre todo en los casos sintomáticos.
Detección de la enfermedad tromboembólica venosa
mediante métodos diagnósticos objetivos
Numerosos estudios llevados a cabo durante los últimos 30 años en los que se realizó un cribado de la
TVP con métodos diagnósticos de elevada sensibilidad, como la flebografía o pruebas isotópicas, han
permitido conocer la incidencia de la ETV en pacientes
sometidos a diferentes intervenciones quirúrgicas. Los
grupos de mayor riesgo son los de pacientes sometidos
a cirugía ortopédica mayor (artroplastia de cadera y
rodilla, y cirugía de fractura de cadera), politraumatizados y los operados por cáncer.
Los estudios prospectivos llevados a cabo en un
gran número de pacientes utilizando los mencionados
métodos diagnósticos para detectar la ETV postoperatoria de forma sistemática pusieron de manifiesto que
la mayoría de las TVP postoperatorias tienen su origen
en las válvulas venosas de las venas profundas de la
pantorrilla, quedando muchas limitadas a ese ámbito
y no ocasionando apenas síntomas. No obstante, el 1020 % de estos trombos distales, cuando no se tratan, se
extienden a sectores proximales del territorio venoso
femoropoplíteo, aumentando el riesgo de provocar
una EP, que puede producir la muerte en el 0,87 % de
los pacientes.
Estudios autópsicos
De acuerdo con los resultados de un estudio autópsico llevado a cabo en Escandinavia en pacientes que
fallecieron en los 30 días siguientes a una intervención quirúrgica, el 32 % de los cadáveres presentaban
una EP y se consideró que esta complicación había
sido la causante de la muerte en el 9,28 % de los pacientes4. Otro estudio similar realizado en la ciudad
de Sheffield, en el Reino Unido, demostró que la EP
fue responsable del 10 % de los fallecimientos ocurridos en el hospital5. Es destacable que el 25 % de los
pacientes habían sido intervenidos quirúrgicamente
una media de 13 días antes de sufrir la EP mortal.
Por otra parte, solo presentaban síntomas de ETV
el 19 % de los casos antes del fallecimiento, lo que
pone de manifiesto que la mayoría de las TVP que
desencadenan una EP masiva no presentan síntomas
antes de provocar esta grave complicación y, cuando lo hacen, estos síntomas no son correctamente
interpretados.
Otro aspecto destacable es el de la rapidez con la
que se presenta la EP, debutando muchas veces como
una muerte súbita. En este sentido, el estudio llevado a
cabo por Stein y colaboradores en Detroit puso de evidencia que en el 65 % de los pacientes que fallecieron
por una EP la muerte se produjo durante la primera
hora tras sufrir los pacientes los primeros síntomas6.
En este estudio tan solo se sospechó la existencia de
una ETV en el 30 % de los fallecidos por EP, lo que
resalta la necesidad de prevenir esta complicación tan
prevalente y difícil de diagnosticar y tratar a tiempo.
Registros prospectivos y bases de datos
Dado que los ensayos clínicos proporcionan información sobre pacientes seleccionados, excluyendo los
casos más “difíciles”, en la actualidad se han revalorizado los registros prospectivos que incluyen a todos
los pacientes observados en la práctica clínica real. Los
datos del registro RIETE, que se inició en 2011 y recoge en la actualidad cerca de 60.000 casos consecutivos
de ETV sintomática diagnosticados en los más de 130
hospitales participantes (la mayoría españoles), revelan que el 12 % de todos los casos habían sido intervenidos quirúrgicamente en las 8 semanas previas al
diagnóstico. Aproximadamente la mitad de los casos
presentaron clínica de EP y la otra mitad síntomas de
TVP. En los primeros 3 meses tras el diagnóstico de
ETV la incidencia de EP recurrente mortal fue 0,3 % en
cirugía ortopédica mayor, 0,5 % tras cirugía oncológica
y 0,4 % tras otras intervenciones7.
En otro registro llevado a cabo en Estados Unidos,
que incluyó 5.451 pacientes con TVP sintomática, se
observó que el 38 % de los pacientes se habían intervenido en los 3 meses previos a sufrir la trombosis y el
65 % estaban ingresados en el hospital en el momento
del diagnóstico8.
ETIOPATOGENIA Y FACTORES DE RIESGO
DE ENFERMEDAD TROMBOEMBÓLICA VENOSA
EN CIRUGÍA
La etiopatogenia de la ETV en general, y de la postoperatoria en particular, es compleja y multifactorial.
A mediados del siglo xix, Rudolph Virchow postuló
la clásica (y en parte todavía vigente) tríada etiopatogénica de la trombosis: activación de la coagulación,
estasis y lesión en la pared vascular. Varios estudios
experimentales han confirmado que se provocan trombos cuando se obstruye el flujo en una vena y se activa
localmente la coagulación, o cuando se genera estasis
al flujo y se lesiona la pared venosa. Clínicamente suele ser también necesario que coexistan al menos dos
I 12 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
factores de esta tríada para que se produzca una ETV.
En general, en la mayoría de los pacientes quirúrgicos
la ETV se produce en relación con una situación de
inmovilización y activación de la coagulación, por cáncer, sepsis o trombofilia. Por su parte, en los pacientes
sometidos a cirugía pélvica y ortopédica mayor además suele producirse una lesión directa en las venas
próximas a la zona operatoria.
La hipercoagulabilidad es habitual en los pacientes
quirúrgicos, como parte de la respuesta del organismo
a la agresión. Además, situaciones como la sepsis, el
cáncer o la presencia de trombofilias incrementan dicha hipercoagulabilidad. La disminución del flujo o
estasis en el sistema venoso profundo predispone la
aparición de la trombosis venosa, al permitir el acúmulo local de factores de la coagulación activados que no
son adecuadamente diluidos por la sangre circulante
ni pueden ser neutralizados por los inhibidores fisiológicos de la coagulación, que no llegan en condiciones
normales al estar el flujo muy enlentecido. Además, las
peculiares características físicas de la sangre hacen que
cuando se reduce el flujo venoso aumente su viscosidad, empeorando aún más la estasis. Por otra parte,
en situaciones de estasis se produciría hipoxia local y
lesión endotelial a nivel de las válvulas venosas9.
En condiciones fisiológicas el flujo venoso se acelera por la contracción de los músculos de las extremidades inferiores durante la deambulación. Por el
contrario, en situaciones de inmovilización (habituales
en los pacientes quirúrgicos hospitalizados) o cuando
existe obstrucción al flujo venoso por compresión tumoral de sectores venosos proximales, se puede iniciar
una trombosis venosa. La importancia de la inmovilización en la etiopatogenia de la ETV se pone de manifiesto por la elevada frecuencia de TVP y EP detectada
en estudios autópsicos en pacientes inmovilizados.
En los pacientes sometidos a cirugía abdominal
esofagogástrica, hepatobiliar, pancreática o sobre el
colon no suelen traumatizarse las venas iliacas ni de
las extremidades inferiores, siendo la inmovilización
y la hipercoagulabilidad los factores determinantes
en la formación de los trombos venosos, que suelen
originarse en las válvulas venosas de las venas de la
pantorrilla. Por el contrario, en la cirugía oncológica
pélvica (resecciones de recto, histerectomías, cistectomías, etc.), en la que se llevan a cabo maniobras de
disección sobre las venas iliacas, se pueden producir
desgarros endoteliales con exposición de la matriz subendotelial, muy trombogénica, y expresión de factor
tisular, que resultan en la formación de trombos en
ese ámbito.
Además, se ha demostrado recientemente que en
situaciones de sepsis y en pacientes con cáncer en tra-
tamiento quimioterápico se produce inflamación en la
pared venosa, mediada por la activación de las células
endoteliales y leucocitos. Los hallazgos de investigaciones recientes sugieren que, cuando se producen
pequeñas lesiones en al ámbito endotelial venoso, los
neutrófilos y las plaquetas se adhieren al trombo y se
activan liberando mediadores procoagulantes y proinflamatorios10,11. Entre estos destacan la trombina y
algunas citocinas, como el TNF y las interleucinas 6
y 8. A medida que el trombo crece, los neutrófilos al
principio y, posteriormente, los monocitos provocan
una reacción inflamatoria en la pared venosa.
Es importante entender bien los mecanismos etiopatogénicos antes descritos para poder correlacionarlos con los factores de riesgo de tipo clínico y permitir su identificación. Así, el riesgo de sufrir una ETV
postoperatoria depende tanto de las características
del paciente y de la intervención quirúrgica practicada como de otros factores relacionados con su ingreso
hospitalario: inmovilización y aparición de complicaciones postoperatorias, entre otros.
En general, los factores clínicos de riesgo de trombosis se dividen en dos grandes grupos: predisponentes y desencadenantes. Entre los factores predisponentes, intrínsecos o asociados al paciente y que son los
que suele presentar a su ingreso en el hospital, destacan edad avanzada, presencia de cáncer, obesidad,
trombofilia congénita o adquirida e historia previa de
ETV. Entre los factores desencadenantes o extrínsecos,
relacionados con su estancia en el hospital destacan la
inmovilización, la intervención quirúrgica y su duración, traumatismos y canalización de vías centrales.
Estudios llevados a cabo en la última década han puesto de manifiesto que las complicaciones perioperatorias aumentan el riesgo trombótico, particularmente
infecciones del tracto urinario, neumonías, utilización
de transfusiones e insuficiencia renal aguda.
En definitiva, la ETV es una enfermedad multifactorial y muchos pacientes presentan varios factores
de riesgo simultáneamente, sin que entendamos en la
actualidad como interactúan entre ellos12. Para poder
conseguirlo harían falta estudios que incluyan un gran
número de pacientes en los que, mediante análisis estadísticos de regresión logística múltiple, se pudiesen
identificar los factores predictivos independientes y
su posible sinergia.
ESTRATIFICACIÓN DEL RIESGO DE ENFERMEDAD
TROMBOEMBÓLICA VENOSA POSTOPERATORIA
Una correcta valoración de la presencia de los factores
antes comentados es necesaria para poder estimar el
riesgo potencial de cada paciente de sufrir ETV y así
I 13 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
adoptar las medidas profilácticas más adecuadas en
función de dicho riesgo. Durante los últimos años se
han propuesto tres categorías de riesgo tromboembólico, bajo, moderado y alto, para los pacientes quirúrgicos. Sin embargo, en su última edición (9.ª), las guías
del American College of Chest Physicians (ACCP) establecen cuatro nuevas categorías de riesgo para los
pacientes sometidos a cirugía no ortopédica: muy bajo,
bajo, moderado y alto13.
Actualmente existen dos enfoques prácticos para la
estimación del riesgo potencial de sufrir ETV de un paciente quirúrgico. El primero, más sencillo de aplicar,
consiste en asignar el riesgo agrupando a los pacientes
en función de la intervención quirúrgica que se va a
realizar. El segundo enfoque, más complejo, consiste
en una evaluación individualizada de los factores de
riesgo predisponentes y desencadenantes que presenta
cada paciente y, en función del número y su relevancia,
obtener una puntuación o score que sitúa al paciente
en el nivel de riesgo correspondiente.
Estratificación del riesgo trombótico basada
fundamentalmente en el tipo de intervención quirúrgica
Para simplificar el proceso de predicción del riesgo
trombótico se propusieron modelos relativamente
simples, como el contenido en las guías de 2004 del
ACCP, en el que la estimación de riesgo para pacientes quirúrgicos se basaba fundamentalmente en la
edad del paciente, el tipo de cirugía y la presencia
de factores de riesgo adicionales, si bien este último
aspecto era algo impreciso14. Basándose en la aplicación de este modelo, un estudio epidemiológico
(ENDORSE) en el que se han revisado más de 68.000
historias clínicas de pacientes hospitalizados en más
de 30 países, ha puesto de manifiesto que el 64 % de
todos los pacientes quirúrgicos encamados estaban
considerados de alto riesgo, aunque solo recibieron
profilaxis adecuada el 59 %15.
Posteriormente, las guías del ACCP de 2008, en
un intento (a nuestro juicio excesivo) de simplificar la
estratificación de riesgo de ETV postoperatoria, limitaron la decisión al tipo de intervención practicada,
de tal forma que se consideraban pacientes de alto
riesgo aquellos sometidos a cirugía ortopédica mayor
de artroplastia de cadera o rodilla o a cirugía de fractura de cadera1. En este modelo se consideraba que los
pacientes sometidos a cirugía general pertenecerían
mayoritariamente a la categoría de riesgo moderado.
Es llamativo que no se incluyera a los pacientes sometidos a cirugía oncológica en el nivel de alto riesgo.
La principal ventaja de este enfoque es que simplifica
mucho el proceso, al no tener que valorar la presen-
cia de un número considerable de factores de riesgo,
como en los modelos que comentaremos en el próximo
apartado. Sin embargo, esta simplificación puede subestimar el riesgo real de un paciente con varios factores
intrínsecos de riesgo que se someta a una intervención
de “riesgo bajo o moderado”. Así, por ejemplo, si un
paciente de 60 años, obeso, con varices en las extremidades inferiores e historia de ETV previa se somete a
una colecistectomía laparoscópica, de acuerdo con las
guías del ACCP de 2008, sería de riesgo moderado,
cuando en realidad se trata de un caso de muy elevado riesgo. La tendencia actual es a individualizar el
riesgo, ponderando la presencia en cada paciente de
factores predisponentes y desencadenantes, utilizando
para ello alguno de los modelos de estratificación del
riesgo se detallan a continuación.
Estratificación del riesgo trombótico individualizada
basada en la obtención de un score o puntuación
La 9.ª edición de las guías del ACCP, publicada en 2012,
incorpora dos modelos de estratificación basados en el
cálculo de una puntuación en función de la presencia
de factores de riesgo13. El primero, propuesto por Rogers y colaboradores, se obtuvo a partir de los datos
de más 180.000 pacientes sometidos a cirugía general,
vascular y torácica, incluidos en un registro. Analizando las variables independientes predictivas de ETV
sintomática se obtiene un sistema de puntuación o score que asigna los pacientes a categoría de muy bajo,
bajo o moderado riesgo de ETV16. Este modelo tiene la
ventaja de haber sido validado internamente, pero no
se ha sometido a validación externa y es complejo de
utilizar, ya que precisa algunos resultados de pruebas
de laboratorio. Además, no incluye una categoría de
alto riesgo, lo que podría llevar a muchos clínicos a
subestimar el riesgo de los pacientes.
El otro modelo incorporado por el ACCP en su 12.ª
edición es el propuesto por Caprini y colaboradores
hace más de 20 años, que ha experimentado diversas
modificaciones desde entonces17-19. Aunque este modelo estratificaba originalmente los pacientes en categorías de bajo, moderado, alto y muy alto riesgo en
función de la puntuación total, la 9.ª edición del ACCP
lo ha adaptado a las siguientes categoría de riesgo de
ETV en función de la puntuación total: muy bajo (0-1
puntos), bajo (2 puntos), moderado (3-4 puntos) y alto
riesgo (5 o más puntos) (Tabla 1)13. El desarrollo de este
modelo se basó en un análisis detallado de la literatura
científica con respecto a la influencia de los diferentes
factores de riesgo en la incidencia de ETV postoperatoria. De esta forma, el modelo de Caprini contempla la
mayoría de los factores de riesgo conocidos y es rela-
I 14 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
tivamente sencillo de utilizar, habiendo sido adoptado
en numerosos hospitales de varios países. La principal
ventaja de este modelo es que ha sido validado externamente en varios estudios, destacando el de Bahl y
colaboradores, que revisan de forma retrospectiva más
de 8.000 pacientes quirúrgicos generales a los que se
había aplicado este modelo y evalúan la incidencia de
ETEV sintomática en función de la categoría de riesgo20. Los resultados del estudio demuestran una buena
discriminación entre las categorías de riesgo. Hay que
destacar que ninguno de los 79 pacientes considerados
de bajo riesgo (puntuación de 0-1) sufrió ETV, mientras que alrededor del 2 % de los pacientes con una
puntuación mayor de 4 sufrieron esta complicación,
que llegó a afectar al 6,5 % de aquellos casos con una
puntuación de 9 o más.
El modelo de Caprini también ha sido validado en
cirugía plástica y reconstructora con buenos resulta-
dos21,22. Incluso se han comparado las versiones del
modelo de Caprini de 2005 con la de 2010 en este tipo
de cirugía, consiguiendo una mejor correlación entre
la puntuación y la incidencia de ETV en la versión de
200523.
También se ha validado en otorrinolaringología24 y
cirugía ginecológica oncológica25. Más recientemente,
Lobastov y colaboradores han correlacionado la puntuación con la incidencia de ETV detectada de forma
prospectiva mediante ecodoppler seriado de las venas
profundas de las extremidades inferiores en un grupo de 140 pacientes sometidos a cirugía abdominal y
neurocirugía26. Es destacable que la incidencia global
de TVP ascendió al 28 %; de acuerdo con el modelo de
Caprini, esta fue del 2 % en pacientes con 5-8 puntos,
26 % en aquellos con 9-11 puntos y 65 % si la puntuación era superior a 11. Las diferencias entre estas
tasas tan elevadas de ETV y las obtenidas en los otros
Tabla 1. Modelo de estratificación de Caprini basado en la presencia y ponderación de factores de riesgo y asignación de riesgo
según adaptación de la 9.º Guía del ACCP
1 PUNTO
2 PUNTOS
3 PUNTOS
5 PUNTOS
Edad 41-60 años
61-74 años
> 75 años
Ictus (< 1 mes)
Cirugía menor
Cirugía artroscópica
Historia ETV
Artroplastia programada de cadera
o rodilla
IMC > 25 kg/m2
Cirugía abierta mayor (> 45 minutos) Historia familiar ETV
Fractura de pierna, cadera o pelvis
Tumefacción MMII
Cirugía laparoscópica (> 45 minutos) Factor V Leiden
Daño espinal agudo (< 1 mes)
Varices
Cáncer
Gen de la protrombina 20210A
Embarazo o puerperio
Encamamiento
(> 72 horas)
Anticoagulante lúpico
Historia de abortos espontáneos
inexplicados o recurrentes
Férula de escayola
Anticuerpos anticardiolipina
Anticonceptivos o terapia hormonal
Acceso venoso central
sustitutiva
Aumento niveles homocisteína
Sepsis (< 1 mes)
Trombocitopenia inducida por
heparina
Enfermedad pulmonar grave,
incluida neumonía (< 1 mes)
Otras trombofilias hereditarias o
adquiridas
Función pulmonar disminuida
Infarto agudo de miocardio
Insuficiencia cardiaca congestiva
(< 1 mes)
Enfermedad inflamatoria intestinal
Paciente inmovilizado por
enfermedad médica
IMC: índice de masa corporal; ETV: enfermedad tromboembólica venosa.
Estratificación de riesgo según la puntuación total
Riesgo muy bajo:
0 puntos
Riesgo bajo:
1-2 puntos
Riesgo intermedio: 3-4 puntos
Riesgo alto:
≥ 5 puntos
I 15 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
estudios mencionados radican en que en el estudio de
Lobastov se llevó a cabo, como se ha comentado, una
detección prospectiva de la ETV mediante un cribado
sistemático, mientras que en los otros estudios solo se
incluyeron los casos sintomáticos que suelen representar el 10-20 % del total.
La Tabla 2 muestra la incidencia estimada de ETV
sintomática en función de la categoría de riesgo de la
adaptación que hace el ACCP del modelo de Caprini.
Como se aprecia en dicha tabla, el riesgo de ETV sintomática en los pacientes sometidos a cirugía general
(incluyendo cirugía digestiva, urología, vascular, de
la mama y tiroides) de alto riesgo de acuerdo con el
modelo de Caprini (> 4 puntos) asciende al 2 %. Por
su parte, este riesgo se eleva hasta el 2,7 % en los pacientes sometidos a cirugía plástica y reconstructiva
con una puntuación de 7-8.13
ESTIMACIÓN DEL RIESGO DE ENFERMEDAD
TROMBOEMBÓLICA VENOSA TRAS EL ALTA HOSPITALARIA
La mayoría de los métodos de estratificación de
riesgo hasta ahora comentados se diseñaron para
intentar estimar el riesgo de ETV postoperatoria,
fundamentalmente durante el ingreso hospitalario.
Sin embargo, en las dos últimas décadas se ha puesto
de manifiesto que un porcentaje importante de trombosis y embolias postoperatorias se detectan tras el
alta, lo que es hasta cierto punto lógico, dado que la
estancia hospitalaria de los pacientes quirúrgicos es
cada vez menor. Así, de acuerdo con los datos del
registro RIETE, antes comentado, el tiempo medio
transcurrido entre la intervención y el momento de
presentación de la ETV ascendió a 21 y 24 días tras
cirugía ortopédica mayor y oncológica, respectivamente. De hecho, más de la mitad de los casos se
diagnosticaron tras haber suspendido la profilaxis7.
Estos datos, así como otros estudios recientes, ponen
de manifiesto que el riesgo trombótico postoperatorio se prolonga durante varias semanas tras el alta
hospitalaria, especialmente en pacientes operados
por cáncer27,28.
La mayoría de las guías actuales de prevención de
ETV postoperatoria recomiendan prolongar la profilaxis farmacológica durante al menos 4 semanas tras
la intervención en caso de cirugía ortopédica mayor
o cirugía oncológica abdominopélvica13,29. Esta recomendación se basa en los resultados de varios ensayos clínicos aleatorizados y doble ciego y metaanálisis
en los que se demuestra que dicha prolongación de la
administración de heparina de bajo peso molecular
(HBPM) reduce significativamente la incidencia de
TVP (proximal y distal) al mes de la cirugía en comparación con su administración durante 7-10 días30,31.
Una limitación de esta recomendación es que se basa
en el tipo de cirugía y la presencia de cáncer, soslayando la influencia de otros factores. En este sentido,
sería importante poder estimar el riesgo de presentación de ETV tras el alta hospitalaria de forma más
individualizada en todos los pacientes (incluyendo a
los operados por patología no neoplásica), teniendo
en cuenta para ello no solo los factores de riesgo que
presenta el paciente en el momento de su ingreso y
el tipo de cirugía que se va a realizar, sino también la
posible influencia de otros factores relacionados con
su evolución postoperatoria. Para tratar de responder
a esta cuestión, Iannuzzi y colaboradores han llevado a cabo recientemente un estudio en una serie de
más de 560.000 pacientes quirúrgicos incluidos en la
base NSQIP del American College of Surgeons, con
objeto de identificar variables que se relacionan con
la aparición de ETV tras el alta hospitalaria y durante
el primer mes postoperatorio32. Una vez identificadas
mediante un análisis de regresión logística las variables predictivas independientes, crearon un modelo
de estratificación (Tabla 3) que validaron internamente en otros 280.000 pacientes procedentes de dicha
base datos.
Hay que destacar que, aparte de las variables como la
edad > 57 años, la duración de la cirugía > 100 minutos, la
Tabla 2. Estimación del riesgo de ETV sintomática en la práctica clínica actual de acuerdo con el modelo de Caprini en cirugía
general (abdominopélvica, bariátrica, vascular), plástica y reconstructora
Pacientes
Cirugía general
Cirugía plástica y reconstructora
Puntuación Caprini
Riesgo ETV
sintomática
% ETV sin profilaxis
--
<0,5 %
Categoría de riesgo
Puntuación Caprini
Riesgo ETV
sintomática
Muy bajo
0
0 %
0-2
Bajo
1-2
0,7 %
3-4
0,6 %
1,5 %
Moderado
3-4
1,0 %
5-6
1,3 %
3 %
Alto
>4
1,9 %
7-8
2,7 %
6 %
I 16 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
nes postoperatorias o la duración del ingreso hospitalario representan factores determinantes para la aparición
de ETV tras el alta. Los resultados de este estudio, que
adolece de validación externa independiente, son importantes porque plantean la necesidad de una estimación
preoperatoria del riesgo global de ETV postoperatoria y
una revaloración en el momento del alta para predecir
qué pacientes presentan un riesgo trombótico prolongado y adaptar la duración de la profilaxis a dicho riesgo.
Tabla 3. Modelo de Iannuzzi para la predicción de ETV tras el
alta hospitalaria
Variable
Puntos
Uso de esteroides
4
Edad > 57 años
2
Duración intervención > 100 minutos
2
Dependencia functional del paciente
2
Obesidad (IMC > 30 kg/m )
2
Tabaquismo
-1
0-1 Días de ingreso sin complicaciones*
0
Días de ingreso con complicaciones
5
1-3 Días de ingreso sin complicaciones
2
Días de ingreso con complicaciones
10
4-6 Días de ingreso sin complicaciones
6
Días de ingreso con complicaciones
12
7-8 Días de ingreso sin complicaciones
8
Días de ingreso con complicaciones
11
9-14 Días de ingreso sin complicaciones
8
Días de ingreso con complicaciones
10
2
ESTRATIFICACIÓN DEL RIESGO TRAS CIRUGÍA MAYOR
AMBULATORIA
*Complicaciones: infección intraabdominal, problemas cardiacos, dependencia
de ventilación asistida, neumonía, reoperación, insuficiencia renal, accidente
cerebrovascular, coma, shock, hemorragia y sepsis.
Estratificación de riesgo de acuerdo con la puntuación:
Bajo riesgo:
-1 a 8
Riesgo moderado: 9 a 13
Alto riesgo:
> 13
obesidad o el estado funcional de los pacientes, este estudio puso de manifiesto que la aparición de complicacio-
El porcentaje de pacientes intervenidos en unidades de cirugía mayor ambulatoria (CMA) sin ingreso
o de alta precoz ha aumentado considerablemente
en los últimos años, hasta cerca del 60 %. La complejidad de estas intervenciones y la edad de los pacientes operados en estas unidades también se han
incrementado, lo que podría conllevar mayor riesgo
de presentación de ETV; sin embargo, existen muy
pocos estudios prospectivos en cuanto a la incidencia
de la ETV y su prevención en cirugía ambulatoria.
En nuestro país, la Asociación Española de Cirugía
Mayor Ambulatoria (ASECMA) actualizó en 2011 las
recomendaciones de consenso para la prevención de
la ETV en este tipo de cirugía33. Este documento incluye un modelo de estratificación de riesgo basado
en la intervención que se va a practicar y las características del paciente. En la tablas 4 y 5 se muestra la
adaptación de este modelo a los pacientes quirúrgicos generales ambulatorios y las recomendaciones en
función del nivel de riesgo.
Tabla 4. Modelo de estratificación de riesgo para pacientes sometidos a cirugía general ambulatoria o de corta estancia
propuesto por la ASECMA
Intervención quirúrgica
Bajo riesgo
– Laparoscópica < 60´
– Hernias de pared unilaterales
– Cirugía perianal
– Cirugía de la mama
– Cirugía partes blandas extensas
Riesgo moderado
– Laparoscópica > 60´
– Hernias de pared bilaterales
Niveles de riesgo en función de las características del paciente
Nivel 1 (riesgo bajo)
– Edad < 40 años
– Embarazo y puerperio
– Tratamiento con estrógenos
– Insuficiencia cardiorrespiratoria
– Varices
– Enfermedad inflamatoria intestinal
– Sobrepeso (IMC = 25-35 kg/m2)
– Fumadores > 30 cigarrillos diarios
Nivel 2 (riesgo moderado)
– Edad 40-60 años
– Obesidad
– (IMC = 35-50 kg/m2 )
– Inmovilización > 3 días
– Síndrome mieoproliferativo
– Síndrome nefrótico
– Trombofilias clínicamente relevantes
– Parálisis extremidad inferior
I 17 I
Nivel 3 (alto riesgo)
– Edad > 60 años
– Historia ETV
– Cáncer activo
– Superobesidad
– (IMC > 50 kg/m2)
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Lozano y colaboradores han llevado a cabo un estudio en el que la profilaxis de la ETV con HBPM se adaptó al modelo de la ASECMA en un grupo de pacientes
sometidos fundamentalmente a cirugía herniaria y de
sinus pilonidal en una unidad de CMA, y en el que más
del 60 % de los casos fueron considerados de riesgo
moderado o alto34. Los autores buscaron la presencia de
trombofilia, identificándola en el 28 % de los casos. No
obstante, la incidencia de ETV postoperatoria fue mínima, lo que podría explicarse por la eficacia de la profilaxis utilizada según el modelo predictivo de ASECMA.
En las últimas guías de recomendaciones de prevención
de la ETV de la Asociación Española de Cirujanos se
adopta dicho modelo para la CMA35.
Analizando los datos de la base antes comentada
del NSQIP, Pannucci y colaboradores identifican una
serie de factores que se correlacionan con la presentación de ETV tras el alta en el primer mes del postoperatorio en pacientes sometidos a cirugía ambulatoria con
estancia en el hospital inferior a 24 horas36. La incidencia global de ETV fue del 0,15 % y los factores predictivos independientes fueron la cirugía artroscópica, la
cirugía de las varices, el embarazo, la edad > 59 años,
la obesidad mórbida (IMC ≥ 40 kg/m2), la presencia
de cáncer y la duración de la intervención superior a
las 2 horas. Mediante un análisis de regresión logística diseñaron una escala de estratificación con cuatro
categorías de riesgo. Una posible limitación de este
estudio es que la influencia de la cirugía venosa resultó determinante, con odds ratios de hasta 15,61. Sirva
como ejemplo que de los pacientes considerados de
Tabla 5. Recomendaciones para la prevención de la ETV
en pacientes de cirugía ambulatoria o de corta estancia
(adaptada de las recomendaciones de la ASECMA)
Riesgo de la
intervención*
Bajo
Moderado
Alto
Riesgo del
paciente*
Profilaxis recomendada
Nivel 1
Medidas físicas**
Nivel 2
Medidas físicas + HBPM a
dosis bajas (< 3.400 U)
Nivel 3
Medias físicas + HBPM a dosis
altas (> 3.400 U)
Nivel 1
Medias físicas + HBPM a dosis
bajas (< 3.400 U)
Nivel 2
Medias físicas + HBPM a dosis
altas (> 3.400 U)
Nivel 3
Medias físicas + HBPM a dosis
altas (> 3.400 U)
No aplicable a CMA
No aplicable a CMA
*La valoración de estos riesgos está recogida en la Tabla 4.
** Deambulación precoz, medias elásticas o compresión neumática intermitente.
muy alto riesgo, con una puntuación de más de 10, el
97 % se habían sometido a este tipo de cirugía. Aunque
realizaron una validación interna del modelo en un
subgrupo de pacientes procedentes de la mencionada
base, sería necesaria una validación externa y tratar de
obtener un modelo que no incluyese la cirugía venosa.
SISTEMAS DE ALERTA ELECTRÓNICA BASADOS EN
MODELOS SIMPLIFICADOS
DE ESTRATIFICACIÓN DE RIESGO
Uno de los primeros estudios que evaluó la utilidad
de las alertas electrónicas para mejorar la utilización
de la profilaxis en pacientes hospitalizados fue llevado a cabo por Kucher y colaboradores37. Para ello, se
evaluó mediante asignación aleatoria la aplicación de
un sistema informático que requería que los clínicos,
antes de realizar la prescripción electrónica, llevasen a
cabo una sencilla estimación de riesgo de ETV basada
en la presencia de ocho factores de riesgo. En otro grupo no se usaron dichas alertas, dejando la utilización
de profilaxis al criterio del médico responsable. En el
primer grupo, cuando el programa estimaba que el
paciente era de alto riesgo, el clínico recibía un aviso en
pantalla recomendando la utilización de profilaxis. En
los pacientes del grupo que recibía la alerta se redujo
la incidencia de ETV en los 3 primeros meses, a contar
desde el ingreso, del 8,2 % al 4,9 %.
En nuestro país, Lecumberri y cols., han analizado
el impacto de un sistema similar de alertas electrónicas basado en otro modelo de estratificación de riesgo
trombótico38. Utilizando dicho sistema, los médicos
de la Clínica Universitaria de Navarra recibieron una
alerta electrónica cuando el programa identificaba un
paciente de alto riesgo trombótico sin profilaxis, quedando a su criterio la prescripción de profilaxis antitrombótica. Por lo que se refiere a los pacientes quirúrgicos, más del 88 % recibieron profilaxis adecuada.
Por su parte, la incidencia de ETV sintomática durante
el ingreso hospitalario se redujo del 2,2 ‰ antes de
introducir las alertas, al 1,3 ‰ y 1,8 ‰ en el primer
y segundo año tras dicha intervención. Es destacable
que dicha reducción fue mayor en el grupo de pacientes médicos, en los que la calidad de la profilaxis antes
del estudio era peor.
Otra potencial ventaja de estos sistemas de alertas
vinculados a la prescripción electrónica es que podrían
mejorar la profilaxis preoperatoria en pacientes que
están ingresados algunos días antes de la intervención,
así como la profilaxis durante el ingreso en pacientes
que finalmente no son intervenidos, pero que debido a
la presencia de varios factores de riesgo presentan un
elevado riesgo trombótico39. Por ejemplo, un paciente
I 18 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
obeso, de más de 60 años, ingresado 5 días por una
diverticulitis aguda complicada que no se moviliza
apenas, presenta un elevado riesgo potencial de ETV
aunque no se intervenga.
También el modelo de estratificación de Caprini ha
sido vinculado a sistemas de alerta electrónica, con
muy buenos resultados. Así, por ejemplo, un reciente
estudio llevado a cabo en la Universidad de Boston
requiere que se realice en el ordenador la estimación
del riesgo con dicho modelo como paso previo a la
prescripción electrónica, recibiendo el clínico un informe en pantalla sobre el riesgo potencial de ETV y la
profilaxis recomendada, sin que sea obligatorio seguir
dicha recomendación40. Tras la implantación de este
sistema de alertas electrónicas, y de acuerdo con la
base de datos del centro hospitalario, se ha reducido
la incidencia de TVP y EP postoperatorias en un 85 %
y 55 %, respectivamente. Esta reducción no se había
conseguido hasta ahora con ningún otro modelo de
estratificación de riesgo.
En otro estudio llevado a cabo en una unidad de
cuidados intensivos quirúrgicos que también utiliza
un sistema similar basado en el modelo de Caprini,
los autores demuestran que el sistema electrónico es
más preciso que la estratificación manual utilizando la
versión impresa del modelo, tendiendo este último a
infravalorar el riesgo real41. De hecho, una infravaloración de más de 2 puntos en la puntuación final con
el sistema manual resultó en una mayor incidencia de
ETV durante el ingreso hospitalario (7,67 % frente a
4,59 %, p = 0,002).
generales de los pacientes y con diferentes intervenciones quirúrgicas, que se detallan en la Tabla 6, tomada
de la 9.ª edición de las guías del ACCP13. Hay que hacer
una interpretación cuidadosa de esta tabla, sobre todo
en lo que se refiere a los factores relacionados con la
intervención practicada, ya que los que aparecen detallados no constituyen (en general) una contraindicación
absoluta para llevar a cabo profilaxis farmacológica, sino
Tabla 6. Factores de riesgo hemorrágico en función de las
características del paciente y de la intervención, de acuerdo
con la 9.ª edición de las guías del ACCP
Factores de riesgo general
Sangrado activo.
Antecedentes de sangrado grave.
Trastornos de la coagulación conocidos, no tratados.
Insuficiencia hepática o renal graves.
Trombocitopenia.
Ictus agudo.
Hipertensión arterial no controlada.
Punción lumbar, anestesia espinal o epidural en las primeras 12 horas
tras la administración de HBPM, o si se administra la HBPM en las
primeras 6 horas tras la técnica neuroaxial.
Uso concomitante de anticoagulantes, antiplaquetarios o trombolíticos.
Factores dependientes del procedimiento/intervención
Cirugía abdominal
Varón, hemoglobina < 13 g/dL, cáncer y cirugía complicada definida por
dos o más procedimientos, disección difícil o más de una anastomosis.
Pancreatoduodenectomía
Sepsis, fuga pancreática o sangrado centinela.
ESTRATIFICACIÓN DEL RIESGO HEMORRÁGICO
Al estimar el riesgo trombótico de un paciente con
objeto de instaurar la mejor profilaxis posible, habitualmente mediante la administración de anticoagulantes, debemos siempre estimar simultáneamente el
potencial riesgo hemorrágico del paciente o la intervención que se va a practicar. En este sentido, es hasta
cierto punto sorprendente que el riesgo hemorrágico
y su predicción no hayan sido tan estudiados como el
riesgo trombótico.
Los datos del estudio ENDORSE pusieron de manifiesto que el 10 % de los pacientes considerados de
alto riesgo trombótico presentaban alguna contraindicación para la utilización de fármacos anticoagulantes. En estos casos habría que recurrir a los métodos
mecánicos, como las medias elásticas o sistemas de
compresión neumática intermitente, que no interfieren
con la hemostasia15.
Algunos estudios han identificado varios factores de
riesgo hemorrágico relacionados con las características
I 19 I
Resección hepática
Número de segmentos, resección extrahepática concomitante,
hepatocarcinoma, anemia y plaquetopenia.
Cirugía cardiaca
Uso de aspirina.
Uso de clopidogrel en los 3 días previos a la cirugía.
IMC >25 kg/m2, cirugía urgente, colocación de 5 o más bypass.
Edad avanzada, insuficiencia renal, cirugía distinta a la
revascularización, mayor duración de circulación extracorpórea.
Cirugía torácica
Neumonectomía o resección extendida.
Procedimientos en los que las complicaciones hemorrágicas
pueden tener consecuencias graves
Cirugía ocular.
Craneotomía.
Cirugía espinal.
Trauma espinal.
Procedimientos reconstructivos con colgajo libre.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
más bien para extremar las precauciones con una técnica
quirúrgica cuidadosa y una hemostasia minuciosa.
El problema radica en que es difícil estimar el riesgo
hemorrágico real a partir de los grupos placebo o control de ensayos clínicos, puesto que muchos pacientes
de alto riesgo hemorrágico son excluidos. Asumiendo
estas limitaciones, un metaanálisis de la literatura revisa
más de 30.000 pacientes incluidos en ensayos clínicos,
demostrando que la incidencia de complicaciones hemorrágicas que requirieron reintervención fue del 1 % y
1,8 % en los pacientes que habían recibido heparinas de
bajo peso molecular o heparina no fraccionada, respectivamente, y del 0,7 % en los que recibieron un placebo42.
Estos datos ponen de manifiesto que existe un riesgo
hemorrágico inherente a la cirugía y que los pacientes
sufren complicaciones hemorrágicas incluso cuando no
reciben profilaxis con anticoagulantes.
BIBLIOGRAFÍA
1. Geerts WH, Bergqvist D, Pineo GF, et al. Prevention of venous
thromboembolism: American College of Chest Physicians Evidence-Based Clinical Practice Guidelines (8th Edition). Chest.
2008;133:381-453.
2. Beckman MG, Hooper C, Critchley SE, Ortel TL. Venous
thromboembolism: a public health concern. Am J Prev Med.
2010;38:495s-501s.
3. Prandoni P, Lensing AW, Cogo A, et al. The long-term clinical course of acute deep venous thrombosis. Ann Intern Med.
1996;125:1-7.
4. Lindblad B, Sternby NH, Bergqvist D. Incidence of venous
thromboembolism verified by necropsy over 30 years. BMJ.
1991; 302:709-11.
5. Sandler DA, Martin JF. Autopsy proven pulmonary embolism
in hospital patients: are we detecting enough deep vein thrombosis? J Roy Soc Med. 1989;82:203-5.
6. Stein PD, Henry JW. Prevalence of acute pulmonary embolism
among patients in a general hospital and at autopsy. Chest.
1995;108:978-81.
7. Arcelus JI, Monreal M, Caprini JA, et al. Clinical presentation and time-course of postoperative venous thromboembolism: Results from the RIETE Registry. Thromb Hamost.
2008;99:546-51.
8. Goldhaber SZ, Tapson VF. A prospective registry of 5,451
patients with ultrasound-confirmed deep vein thrombosis.
Am J Cardiol. 2004;93:259-62.
9. Malone PC, Agtter PS. The aetiology of deep venous trombosis. QJM 2006;99:581-93.
10. Wakefield TW, Myers DD, Henke PK. Mechanisms of venous
trombosis and resolution. Arterioscl Thromb Vasc Biol.
2008;28:387-91.
11. Furie B, Furie BC. Mechanisms of thrombus formation. N Engl
J Med. 2008;359:938-49.
12. Laporte S, Mismetti P. Epidemiology of thrombotic risk factors:
the difficulty in using clinical trials to develop a risk assessment model. Crit Care Med. 2010;38(Suppl):s10-s17.
13. Gould MK, García D, Wren SM, Karanicolas PJ, Arcelus JI,
Heit JA, et al. Prevention of VTE in Non-orthopedic Surgical
Patients. Chest. 2012;141(Suppl2):e227s-277s.
14. Geerts WH, Pineo GF, Heit JA, et al. Prevention of
venous thromboembolism: the Seventh ACCP Conference on Antithrombotic and Thrombolytic Therapy. Chest.
2004;126(Suppl3):338S-400S.
15. Cohen AT, Tapson VF, Bergmann JF, et al. Venous thromboembolism risk and prophylaxis in the acute hospital care setting
(ENDORSE study): a multinacional cross-sectional study. Lancet. 2008;371:387-94.
16. Rogers S, Kilaru RK, Hosokawa P, Henderson WG, Zinner MJ,
Khuri SF. Multivariable predictors of postoperative venous
thromboembolic events after general and vascular surgery:
results from the Patient Safety in Surgery Study. J Am Coll
Surg. 2007;204:1211-21.
17. Caprini JA, Arcelus JI, Hasty JH. Clinical assessment of venous
thromboembolic risk in surgical patients. Semin Thromb
Hemost. 1991;17(Suppl3):304-12.
18. Caprini JA, Arcelus JI, Reyna JJ. Effective risk stratification of
surgical and nonsurgical patients for venous thromboembolic
disease. Semin Hematol. 2001;38(2 Suppl5):12-9.
19. Caprini JA. Risk assessment as a guide for the prevention
of the many faces of venous thromboembolism. Am J Surg.
2010;199(Suppl1):s3-s10.
20. Bahl V, Hu HM, Henke PK, et al. A validation study of a retrospective venous thromboembolism risk scoring method. Ann
Surg. 2010;251:344-50.
21. Seruya M, Venturi ML, Iorio ML, Davison SP. Efficacy
and safety of venous thromboembolism prophylaxis in
highest risk plastic surgery patients. Plast Reconstr Surg.
2008;122:1801-708.
22. Hatef DA, Kenkel JM, Nguyen MQ, Farkas JP, Abtahi F,
Rohrich RJ, et al. Thromboembolic risk assessment and the
efficacy of Enoxaparin prophylaxis in excisional body contouring surgery. Plast Reconstr Surg. 2008;122:269-79.
23. Pannucci CJ, Barta RJ, Portschy PR, Dreszer G, Hoxworth RE,
Kalliainen LK, et al. Assessment of post-operative venous
thromboembolism risk in plastic surgery patients using
the 2005 and 2010 Caprini risk score. Plast Reconstr Surg.
2012;130:343-53.
24. Shuman AG, Hu HM, Pannucci CJ, Jackson CR, Bradford CR,
Bahl V. Stratifying the risk of venous thromboembolism in otolaryngology. Otorynolaryngology. 2012;146:719-24.
25. Stroud W, Whitworth JM, Miklic, Schneider KE, Finan MA,
Scalici J, et al. Gynecologic Oncol. 2014;134:160-3.
26. Losbatov KV, Barinov VE, Schastlivtsev IV, Laberko LA. Caprini score as individual risk assessment model of postoperative
venous thromboembolism in patients with high surgical risk.
Khirurgiia. 2014;12: 16-23.
27. Sweetland S, Green J, Liu B, Berrington A, Canonico M, Reeves
G, et al. Duration and magnitude of the postoperative risk
of venous thromboembolism in middle aged women. BMJ.
2009;339:4583-90.
28. Alsubaie H, Leggett CY, Lambert P, Park J, Hochman D, Wirtzfeld D, et al. Diagnosis of VTE postdischarge for major abdominal and pelvic oncologic surgery: implications for a change
in practice. Can J Surg 2015; DOI: 10.1503/cjs.012314.
29. Lyman GH, Khorana AA; Kuderer MM, et al. Venous thromboembolism prophylaxis and treatment in patients with cáncer: American Society of Clinical Oncology clinical practice
update. J Clin Oncol. 2013;31:2189-204.
30. Bottaro FJ, Elizondo MC, Doti C, Bruetman JE, Pérez-Moreno
PD, Bullorsky EO, et al. Efficacy of extended thromboprophylaxis in major abdominal surgery: what does the evidence
show? A meta-analysis. Thromb HAemost. 2008;99:1104-11.
I 20 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
31. Kakkar VV, Balibrea JL, Martínez-González, Prandoni P,
CANBESURE Study Group. Extended prophylaxis with bemiparin for the prevention of venous thromboembolism after
abdominal or pelvic surgery for cancer. J Thromb Haemost.
2010;8:1223-9.
32. Iannuzzi JC, Young KC, Kim MJ, Gillespie DL, Monson JR, Fleming FJ. Prediction of postdischarge venous thromboembolism
using a risk assessment model. J Vasc Surg. 2013;58:1014-20.
33. Raich M, Bustos F, Castellet E, Castillo J, Docobo F, Domenech P,
et al. Actualización de las recomendaciones de tromboprofilaxis
en cirugía mayor ambulatoria. Cir May Amb. 2011;16:23-9.
34. Lozano FS, Sánchez-Fernández J, Santos JA, García-Alovio J,
Mateos R, González-Porras JR, et al. Venous thromboembolism
risk stratification and thromboprophylaxis with low molecular weight heparin in patients undergoing major ambulatory
surgery. Amb Surg. 2010;16:5-12.
35. Arcelus JI, Espín E. Prevención de la ETV en cirugía general mayor
no oncológica y ambulatoria. En: Prevención de la Enfermedad
Tromboembólica Venosa en Cirugía General y del Aparato Digestivo. Recomendaciones del Grupo de Trombosis de la Asociación
Española de Cirujanos. Madrid: Esmon Publicidad; 2013.
36. Pannucci CJ, Shanks A, Moote MJ, Bahl V, Cederna PS, Naughton NN, et al. Identifyng patients at high risk for venous
37.
38.
39.
40.
41.
42.
I 21 I
thromboembolism requiring treatment after outpatient surgery. Ann Surg. 2012;255:1093-99.
Kucher N, Koo S, Quiroz R, Paterno MD, Soukonnikov B, et al.
Electronic alerts to prevent venous thromboembolism among
hospitalized patients. N Engl J Med. 2005;352:969-77.
Lecumberri R, Marqués, M, Díaz-Navarlaz MT, Panizo E,
Toledo J, García-Mouriz A, et al. Manitainded effectiveness
of an electronic alert system to prevent venous thromboembolism among hospitalized patients. Thromb Haemost.
2008;100:699-704.
Kumar HR, Vavra AK, Kibbe M. The utility of venous thromboembolism risk assessment models in general and vascular
surgery. J Vasc Surg. 2014;2:355-61.
Cassidy MR, Rosenkranz P, McAneny D. Reducing postoperative venous thromboembolism complications with a standardized riskstratified prophylaxis protocol and mobilization
program. J Am Coll Surg. 2014;218:1095-104.
Pannucci CJ, Obi A, Álvarez R, Abdullah N, Nackashi A, Hu
HM, et al. J Am Coll Surg. 2014;218:898-904.
Leonardi MJ, McGory ML, Ko CY. The rate of bleeding complications after pharmacologic deep venous thrombosis prophylaxis. A systematic review of 33 randomized controlled
trials. Arch Surg. 2006;141:790-9.
Cuándo empezar y cuánto tiempo mantener la profilaxis
en pacientes quirúrgicos de alto riesgo
Eloy Espín Basany
Unidad de Colon y Recto. Servicio de Cirugía General. Hospital Universitario Valle de Hebrón.
Barcelona
INTRODUCCIÓN
La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) es una
complicación postoperatoria frecuente. Tan solo en
Estados Unidos, más de 4 millones de pacientes quirúrgicos desarrollan al año una ETV, ya sea en forma
de trombosis venosa profunda como de embolia pulmonar (EP)1. En nuestro país la incidencia e impacto
de dicha complicación también se ha estudiado y es
similar a la de nuestro entorno2.
La incidencia de la ETV postoperatoria está directamente relacionada con dos factores: el tipo de cirugía
llevada a cabo y los factores de riesgo presentes en
cada paciente. Es muy importante, por tanto, valorar
adecuadamente el riesgo trombótico de cada paciente
en función de la intervención que se va a practicar y
sus características personales.
En la actualidad se aceptan tres categorías de riesgo
de ETV en cirugía, con una incidencia 10 veces mayor
en los pacientes de alto riesgo al compararlos con los
de riesgo bajo3. En relación con la cirugía general, hay
diversos factores de riesgo de sufrir ETV claramente
identificados (insuficiencia venosa periférica, cirugía
mayor, obesidad, edad avanzada, historia de ETV, etc.)
ya detallados en el primer capítulo de esta monografía.
De la misma manera, también se conoce el riesgo asociado al tipo de intervención, siendo la cirugía mayor (incluyendo la cirugía bariátrica) clasificada como de alto
riesgo. Esta estratificación del riesgo ha sido también
desarrollada en el primer capítulo de esta monografía.
A pesar de tener plenamente reconocidos los factores de riesgo y formas de su estratificación, y de
contar también con diferentes métodos de profilaxis
tanto farmacológicos como mecánicos, la incidencia
de esta complicación sigue siendo alta. Las principales
recomendaciones sobre la prevención de la ETV están
recogidas en diferentes guías clínicas, tanto nacionales4,5 como internacionales6-8.
Tan importante es la decisión del tipo de medidas
de profilaxis de ETV como su correcta aplicación en
cuanto a tipo, tiempo de inicio y tiempo de finalización.
Sin embargo, a pesar de la supuesta implementación
de las recomendaciones recogidas en dichas publicaciones, las cifras de complicaciones trombóticas siguen
siendo altas. La causa más probable de este fenómeno
es la infrautilización o mala utilización de las medidas
de prevención en alguno de los aspectos mencionados.
De hecho, esto se ha observado ya en algunos estudios
publicados, como el ENDORSE (Epidemiological International Day for the Evaluation of Patients at Risk of venous
thromboembolism in the Acute Hospital Care Setting)9. En
dicho estudio internacional, que incluyó una revisión
de las historias de más de 68.000 pacientes ingresados
en 358 hospitales de 32 países diferentes, se observó
que únicamente el 71 % de los pacientes quirúrgicos
calificados como de alto riesgo recibieron la profilaxis
de manera adecuada, acorde con las guías del American
College of Chest Physicians (ACCP), que representan
las guías más influyentes en la actualidad.
Tanto la ausencia de medidas de profilaxis como
una duración inadecuada son las principales causas
de aparición de estas complicaciones10-12. La duración
adecuada de la profilaxis es especialmente importante
en los pacientes de alto riesgo, de los cuales hay dos
grupos de pacientes quirúrgicos: los ortopédicos y los
pacientes sometidos a cirugía oncológica. Ambos constituyen una parte importante del volumen de asistencia de nuestros hospitales en la actualidad.
En muchos de estos pacientes la ETV aparece semanas después de su alta hospitalaria. En una serie de
1.897 pacientes, en el 74 % la ETV se detectó tras el alta
hospitalaria. De estos pacientes, la ETV se presentó
I 22 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
en el primer mes del alta hospitalaria en el 66 %, en
el 18 % ocurrió 2 meses después y en el 15 % a los 3
meses13. Sin embargo, y a pesar de que conocemos el
riesgo prolongado de los pacientes de alto riesgo, las
cifras de un mantenimiento adecuado de las medidas
de profilaxis se sitúan solamente entre un 12 %10 y un
31 %12. Este hecho es tan frecuentemente observado
que se ha implementado la correcta práctica de la
profilaxis de la ETV como una variable de control de
calidad en diferentes programas, como el SCIP (Surgical Care Improvement Program), el NQF (National
Quality Forum) y las guías NICE (National Institute
for Health and Clinical Excellence), entre otros.
Esta ausencia de adherencia a las recomendaciones
actuales no solo tiene un impacto sanitario en el número
de pacientes con ETV en todas sus formas y sus cifras
de mortalidad, morbilidad y alteraciones funcionales,
sino que también tiene un impacto económico muy
importante. En un estudio recientemente publicado14
se utilizaron los datos de los pacientes del registro ENDORSE9, antes mencionado, para estudiar únicamente
los pacientes de los hospitales de los Estados Unidos
de América. Se observó que el 51,1 % de los pacientes
eran calificados de alto riesgo y que el 47,5 % recibieron
la profilaxis de forma adecuada. La adecuada implementación de la profilaxis en todos los pacientes que
lo requerían hubiera reducido el número de muertes:
en 15.875 si se hubiera utilizado heparina de bajo peso
molecular (HBPM) y en 10.201 si se hubiera utilizado
heparina no fraccionada (HNF). De la misma manera,
se hubieran reducido costes de tratamiento de complicaciones por un valor de 803 millones de dólares (con
HBPM) y de 262 millones en el caso de la HNF.
En cuanto a las medidas profilácticas mecánicas, hay
varios estudios publicados en la literatura que muestran
que la tromboprofilaxis mecánica tampoco se utiliza de
forma adecuada15 a pesar de que las guías internacionales recomiendan su uso (ACCP), especialmente en
aquellos pacientes que presentan contraindicaciones
para el uso de profilaxis farmacológica. De hecho, dicho estudio internacional demostró la poca aceptación
de estas medidas en los centros participantes que no
formaban parte de los Estados Unidos de América.
Las posibles razones por las que todavía se observa
una inadecuada implementación de las recomendaciones son varias: la ausencia de protocolos en algunos
centros, el bajo conocimiento de la evidencia al respecto16, la baja aceptación por parte de algunos pacientes
a la autoadministración de la medicación ambulatoria
inyectada, el coste de la profilaxis o la preocupación
por parte de los facultativos por complicaciones derivadas del uso de dicha medicación (hemorragias,
trombopenia, etc.), particularmente en el uso de
HNF17, a pesar de que hay varias publicaciones que
demuestran la seguridad del uso de la HBPM18-20.
Aunque se han publicado varias estrategias para
mejorar la implementación del uso de la tromboprofilaxis como son las auditorias, ordenes preformadas,
o alertas electrónicas en historias informatizadas21,22,
probablemente el mayor esfuerzo debe ser la formación médica continuada23.
Métodos de profilaxis en pacientes de alto riesgo
Los métodos de profilaxis en pacientes de alto riesgo
son básicamente los farmacológicos, los mecánicos y la
combinación de ambos (Tabla 1). Los pacientes de alto
riesgo deben tener algún tipo de profilaxis siempre, a
menos que exista una contraindicación clara para el
uso de todos ellos (altamente improbable).
El uso de filtro de vena cava no se contempla en
algunas guías (como las de la ACCP). Sin embargo, se
utiliza (especialmente los temporales) en casos muy
seleccionados de pacientes traumatológicos o de cirugía bariátrica en los que existe contraindicación del uso
de los métodos anteriormente mencionados.
La elección del método de profilaxis en los pacientes
de alto riesgo se realiza en función del tipo de cirugía y la
presencia de comorbilidades. No comentaremos la cirugía bariátrica ni la traumatológica por haber sido tratados
en otro capítulo de esta monografía, pero es en estos pacientes en los que generalmente se recomienda la combinación de métodos farmacológicos y mecánicos (por lo
general, la compresión mecánica intermitente) frente a la
utilización de métodos mecánicos únicamente24.
Por lo general, todos los pacientes de alto riesgo que
se van a someter a cirugía mayor, sea abierta o mínimamente invasiva, son tratados de forma profiláctica con
HBPM. Hay algunos países en los que en el contexto
de neurocirugía (especialmente en la cirugía craneal) se
prefiere la utilización de warfarina o de métodos mecánicos únicamente, o de HBPM de forma tardía (de inicio
al 4 día postoperatorio), por el temor a que el uso de medicación de inicio preoperatoria o en el postoperatorio
I 23 I
Tabla 1. Métodos de profilaxis antitrombótica
Métodos farmacológicos
Heparinas de bajo peso molecular.
Heparina no fraccionada.
Fondaparinux.
Otros (hirudina, antiagregantes,
dextranos, anticoagulantes orales).
Métodos mecánicos
Medidas de compresión elástica.
Compresión neumática intermitente.
Bomba de compresión plantar.
Combinación de métodos
Método farmacológico y mecánico.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
inmediato (HBPM) pueda aumentar el número de eventos hemorrágicos. Esto ocurre a pesar de que existen
revisiones sistemáticas y metaanálisis (con 6 estudios
randomizados) que demuestran la seguridad en el uso
de HBPM: su uso en 1.000 pacientes evita 91 episodios
de ETV (18 de ellos serán TVP o EP sintomática). Por
otro lado, se producirán 7 hemorragias postoperatorias
y 28 sangrados menores25.
La HNF se utiliza en aquellos pacientes que no pueden utilizar la HBPM (por ejemplo en algunos casos
de insuficiencia renal crónica).
Los métodos farmacológicos diferentes a HNF y
HBPM, como fondaparinux, warfarina, los inhibidores
de trombina o del factor Xa y la aspirina no son utilizados en los pacientes de alto riesgo en procedimientos
quirúrgicos habituales, a excepción del contexto de la
ortopedia o traumatología, por lo que no se comentarán en este capítulo.
Heparina no fraccionada
La HNF o convencional se une a la antitrombina e
inactiva la trombina (factor IIa) y al factor Xa en la
misma proporción. Se administra mediante inyecciones subcutáneas, iniciando su aplicación entre 2
y 4 horas antes de la intervención (5.000 unidades)
y continuando con la misma dosis cada 8-12 horas.
Puede ser necesario monitorizar su uso y puede revertirse con el uso de protamina. Su coste es inferior
a la HBPM. Existen varios metaanálisis y revisiones
que confirman su eficacia en la reducción de la ETV
(por ejemplo, TVP: reducción del 22 % al 9 %; EP
sintomática: del 2 % al 1,3 %; y EP mortal: del 0,8 %
al 0,3 % en uno de estos estudios)26,27. Sin embargo,
hay un aumento de complicaciones hemorrágicas de
hasta el 60 % que, aunque por lo general no tienen
impacto clínico importante (en menos del 3 % de las
ocasiones requiere su descontinuación), se debe controlar el número de plaquetas porque pueden producir trombocitopenia con mayor frecuencia que las
HBPM. Estas potenciales complicaciones asociadas
a su uso han hecho que en nuestro medio sean utilizadas de forma casi anecdótica como método de
profilaxis quirúrgica.
ción anti-Xa en general está ligada al peso del paciente,
pero solamente se requiere ajustar la dosis en casos
de embarazo, insuficiencia renal, obesidad mórbida
o desnutrición grave. En la Tabla 2 se pueden ver las
principales características de las HBPM que se utilizan
en nuestro medio, ordenadas por su efecto anti-Xa. En
la Tabla 3 se detallan las dosis utilizadas en los pacientes de alto riesgo.
La HBPM se ha comparado con HNF28,29, warfarina,
dextrano y con anticoagulantes orales3, principalmente
en el contexto de cirugía ortopédica. Las HBPM han
demostrado su seguridad en la administración, eficacia en la prevención y escasos eventos hemorrágicos o
complicaciones derivados de su utilización.
Fondaparinux
El fondaparinux ha sido evaluado extensivamente en
el contexto de la cirugía ortopédica donde, en general,
ha demostrado resultados similares a la HBPM cuando se ha iniciado su utilización 6 horas después de
Tabla 2. Heparinas de bajo peso molecular4
Efecto
anti-Xa/IIa
Peso
molecular
Vida
media
Bemiparina
8:1
3.600
5,3 h
Enoxaparina
3,3:1
4.500
4,5 h
Nadroparina
3:1
4.300
2,5 h
Dalteparina
2,3:1
6.000
2h
Tinzaparina
1,9:1
6.500
2h
Fármaco (nombre comercial)
Tabla 3. Heparinas de bajo peso molecular44
Fármaco
(nombre
comercial)
Dosis
Comienzo
Bemiparina
3.500 UI/día
2 horas antes o 6 horas después
de cirugía
Enoxaparina
40 mg/día
12 horas antes de cirugía
Nadroparina
≥ 3.800 UI/día*
12 horas antes y 12 horas
después de la cirugía
Dalteparina
2.500 UI/día **
2-4 horas antes y 12 horas
después de la cirugía
Heparina de bajo peso molecular
Tinzaparina
50 UI/kg peso/día ó
4.500 UI/día ***
2 o 12 horas antes de cirugía
Las HBPM, o heparinas fracionadas, se obtienen a
partir de la HNF mediante procesos químicos. Actúan
también inactivando la trombina y el factor Xa. Sin
embargo, su ventaja es una mayor actuación sobre el
factor Xa que sobre el factor lla (trombina), por lo que
tienen menor efecto hemorrágico. La eficacia de la fun-
*La dosis puede variar de acuerdo al peso del paciente (< 70 kg: 2.850 UI, ≥
70 kg: 3.800 UI) y a partir del 4º día postoperatorio (< 70 kg: 3.800 UI, ≥ 70
kg: 5.700 UI).
** La primera dosis sería de 2.500 UI, 2 -4 horas antes, seguida de 2.500 UI
12 horas después de la cirugía. Los días siguientes 5.000 IU/día.
*** La dosis variará dependiendo del peso y de la pauta de inicio de la administración
(60-90 kg: 4.500 UI 12 horas antes, < 60 kg o > 90 kg: 50 UI/kg/día; también se
seguirá esta pauta si la profilaxis comienza 2 horas antes de la intervención).
I 24 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
la cirugía30. En cirugía abdominal se ha comparado
con dalteparina y ha demostrado una eficacia similar,
pero también un aumento de episodios de hemorragia,
especialmente en el grupo de pacientes oncológicos31.
Aparte de las medidas profilácticas comentadas, es
muy importante que los pacientes quirúrgicos se movilicen precozmente tras la intervención y que deambulen con frecuencia.
Es también conveniente evitar que los pacientes permanezcan sentados en un sillón durante periodos prolongados puesto que, desde un punto de vista hemodinámico, dicha posición empeora la estasis venosa en
las extremidades inferiores. Así, los pacientes deberían
alternar esta posición con la de decúbito supino en la
cama, con las piernas ligeramente elevadas. También se
debe insistir en que los pacientes realicen movimientos
activos de flexoextensión de las articulaciones de los
tobillos de forma periódica, con objeto de movilizar la
sangre de las venas profundas de la pantorrilla.
Las medias elásticas de compresión decreciente
son preferibles a los vendajes elásticos, ya que no se
deforman ni se descolocan. No se ha demostrado que
el uso de medias hasta el muslo sea superior a las que
llegan hasta la rodilla y, además de un mayor coste,
por lo general son peor toleradas, por lo que acaban
utilizándose de forma incorrecta. En los pacientes en
los que se indiquen las medias elásticas de compresión
graduada decreciente (18-23 mm Hg en tobillo y 8-10
mm Hg en rodilla o muslo) es necesario descartar que
exista una arteriopatía periférica, ya que la compresión
podría provocar una isquemia arterial.
Cuándo iniciar la profilaxis en pacientes de alto riesgo
En la gran mayoría de los ensayos clínicos llevados a
cabo evaluando la eficacia y seguridad de la profilaxis
farmacológica con heparina y HBPM se inicia la profilaxis antes de la intervención. En el metaanálisis de
Mismetti, que incluye 51 ensayos clínicos en los que se
compara la HNF con la HBPM, en 50 estudios se inicia
la profilaxis con estos fármacos 2 o 12 horas antes de la
cirugía28. En España, todas las HBPM aprobadas para
la tromboprofilaxis en cirugía contemplan en su ficha
técnica el inicio preoperatorio excepto bemiparina, que
es la única excepción que también la contempla en el
inicio postoperatorio. La bemiparina puede administrarse tanto antes como después de la cirugía sin aumentar las complicaciones hemorrágicas32,33.
En pacientes de alto riesgo las HBPM se inician
12 horas antes de la intervención, a dosis de más de
3.400 U, por vía subcutánea, siguiendo con la misma
dosis cada 24 horas (Tabla 3). A este respecto, un estudio escandinavo demostró que el inicio de la profilaxis
con 5.000 U de dalteparina 12 horas antes de la intervención resultó más eficaz y tan seguro como el inicio
2 horas antes con dosis de 2.500 U del mismo fármaco,
en una población de pacientes sometidos a cirugía abdominal en la que dos terceras partes fueron operados
por cáncer. Fue precisamente este grupo de cirugía oncológica en el que la dosis elevada resultó más eficaz
y segura34. Sin embargo, en el caso de bemiparina, ya
mencionada anteriormente, por su estructura y farmacocinética se recomienda su empleo 2 horas antes de
la intervención o 6 horas después..
Un aspecto que no está suficientemente estudiado
y que no se suele contemplar en las guías de práctica
clínica es el referido a cuándo administrar la segunda
dosis después de la intervención. En este sentido,
parece razonable, en función de la farmacocinética
de los fármacos, hacerlo pasadas unas 10-24 horas
de finalizar la intervención en los pacientes de alto
riesgo.
Las pautas de utilización de profilaxis farmacológica (en concreto con HBPM) en pacientes en los que se
utiliza anestesia o analgesia neuroaxial (subaracnoidea
o epidural) han sido motivo de especial atención en
los últimos años, dado el riesgo potencial de aparición
de complicaciones hemorrágicas en el canal medular,
con graves secuelas neurológicas. Deben transcurrir al
menos 12 horas entre la administración preoperatoria
de la HBPM y el momento de la punción raquídea y
esperar al menos 6 horas tras esta última para administrar la primera inyección de HBPM postoperatoria35.
La vía de abordaje (laparoscópica o abierta) no modifica las recomendaciones en cuanto a dosis, inicio o
pauta en los pacientes de alto riesgo.
La posición de las diferentes guías clínicas o recomendaciones publicadas son muy similares, aceptando
que se sigan las pautas recomendadas en las respectivas
fichas técnicas de cada HBPM. La diferencia principal
entre unas guías y otras reside fundamentalmente en
que las pautas postoperatorias aprobadas y utilizadas
en Norteamérica son de inicio de la profilaxis pasadas
12-24 horas tras la cirugía, por lo que están muy alejadas del momento de la intervención y podrían tener
una menor eficacia, lo que influye en que algunas guías
Americanas se inclinen a favor de la pauta preoperatoria. Sin embargo, en Europa no se utilizan estas pautas
postoperatorias tardías de 12-24 horas, ya que la única
pauta postoperatoria aprobada es la de 6 horas tras la
cirugía, y es con bemiparina. Es por esta razón que algunas guías europeas no se inclinan solo a favor de la pauta preoperatoria y también dejan abierta la posibilidad
de iniciar la profilaxis en el postoperatorio inmediato4,5.
El estudio CANBESURE ha demostrado que con bemiparina la pauta postoperatoria de 6 horas es eficaz y se-
I 25 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
gura en cirugía oncológica36. También en la guía actual
de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM),
publicada recientemente, se mencionan ambas pautas
de inicio, recomendándose el inicio de la profilaxis en
el preoperatorio o tan pronto como sea posible en el
postoperatorio: esto incluiría la pauta postoperatoria de
6 horas frente a pautas más tardías como 12 y 24 horas
después del procedimiento quirúrgico5.
En el caso de que hubiera que asociar métodos
mecánicos, o bien emplearlos como único método de
profilaxis antitrombótica por existir contraindicación
para la anticoagulación, debemos iniciar su aplicación
en el mismo momento antes de iniciar la cirugía.
¿Cuánto tiempo se debe mantener la profilaxis
en pacientes de alto riesgo?
Tal y como se ha comentado, un alto porcentaje (más
del 70 %) de complicaciones trombóticas se presentan semanas después de la cirugía. En nuestro medio
se demostró que más del 50 % de los casos de ETV
sintomática postoperatoria aparecieron después de
interrumpir la profilaxis, cuya duración media fue
de 12 (operados por patología benigna) a 13 días (cirugía oncológica)2. Esto ocurre, como es obvio, más
frecuentemente en pacientes y cirugías de alto riesgo.
La evidencia actual, sobre todo en el contexto de cirugía traumatológica, oncológica y mayor abdominal,
apoya el uso prolongado de profilaxis para disminuir
las posibilidades de ETV tanto a corto como medio
plazo.
El mencionado estudio CANBESURE es el ensayo
clínico más extenso realizado hasta el momento en cirugía oncológica abdominal o pélvica con una HBPM
(bemiparina) para valorar la extensión de la profilaxis
en este tipo de pacientes36. En este estudio se consideró que la dosis más adecuada de bemiparina para
este tipo de pacientes era la de alto riesgo de ETV y
la pauta de inicio la postoperatoria, por lo que todos
los pacientes recibieron 3,500 UI/día de bemiparina
iniciada 6 horas tras la cirugía y durante 8 días para
después ser aleatorizados a recibir placebo o bemiparina durante 20 días más hasta completar las 4 semanas.
En los resultados se observó una reducción del riesgo
relativo de la variable combinada de TVP, EP no fatal
y muerte por todas las causas del 24,4% favorable a la
extensión de la profilaxis sin llegar a alcanzarse diferencias significativas. En el tromboembolismo venoso
(TEV) mayor si que hubo una reducción del riesgo
relativo significativa del 82,4 % (p = 0,010). El TEV
mayor incluía la TVP proximal a la rodilla, la EP y las
muertes relacionadas con la ETV. No se encontraron
diferencias significativas en los sangrados mayores y,
en general, la incidencia de hemorragias fue bastante
baja en ambos grupos y menor que la observada en
otros estudios similares con otras HBPM.
Más evidencias a favor de la prolongación de la
profilaxis son otros estudios anteriores al CANBESURE, como ENOXACAN II37 con enoxaparina y el
ensayo clínico de Rasmussen et al.38 con dalteparina.
Ambos demuestran que en la cirugía oncológica abdominal la prolongación de la profilaxis con HBPM
durante 4 semanas frente 8-10 días reduce significativamente la incidencia de ETV, sin aumentar las complicaciones hemorrágicas. Sin embargo, en aquellos
pacientes oncológicos sometidos a cirugía fuera de la
cavidad abdominopélvica, y que pueden ser movilizados precozmente, las guías de práctica clínica y las
diferentes sociedades científicas recomiendan un mínimo de prolongación de la profilaxis de 7-10 días4,8,39 o
hasta el alta hospitalaria. Esto se basa en que el riesgo
de aparición de ETV suele ser más elevado durante la
primera semana del postoperatorio.
En los pacientes en los que se hubieran indicado
medias elásticas durante el ingreso conviene que sigan
utilizándolas tras el alta para completar al menos un
periodo de 4 semanas, especialmente si la movilización va a estar limitada.
En resumen, en la actualidad, la mayoría de las guías
de práctica clínica recomiendan mantener la profilaxis
hasta el alta hospitalaria en todos los pacientes quirúrgicos sometidos a cirugía mayor y prolongar la profilaxis
con HBPM durante 4 semanas tras la cirugía en aquellos
I 26 I
Tabla 4. Recomendaciones actuales de la extensión de la
profilaxis
Guía
Recomendación en pacientes de alto riesgo
ASCO (2013)8
Al menos 7-10 días. Extender hasta 4 semanas en
pacientes sometidos a cirugía mayor oncológica
abdominal o pélvica.
ISTH (2013)43
Al menos 7-10 días. La extensión hasta 4 semanas
en pacientes después de una laparotomía y bajo
riesgo hemorrágico.
NCNN (2013)39
Extender hasta 4 semanas en pacientes sometidos a
cirugía mayor oncológica abdominal o pélvica.
ACCP (2012)6
Al menos 7 días y extender hasta 4 semanas en
pacientes sometidos a cirugía mayor oncológica
abdominal o pélvica.
SEOM (2013)5
Al menos 7-10 días. Considerar extender hasta
4 semanas en pacientes sometidos a cirugía
mayor oncológica abdominal o pélvica. Las mismas
recomendaciones para cirugía laparoscópica.
AEC (2013)4
Al menos 7-10 días. Considerar extender hasta
4 semanas en pacientes sometidos a cirugía
mayor oncológica abdominal o pélvica. Las mismas
recomendaciones para cirugía laparoscópica.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
casos de especial alto riesgo, como los operados por
cáncer o con historia de ETV previa (Tabla 4).
En referencia a la cirugía laparoscópica, debemos
decir que si se trata de cirugía oncológica se aplica el
mismo criterio que en cirugía convencional: prolongar
la profilaxis durante 4 semanas. De hecho, ya existe
evidencia que confirma este hecho, como en cirugía
laparoscópica por cáncer colorrectal, en la que extender la profilaxis a 4 semanas comparada con 1 semana
redujo significativamente la incidencia de TVP detectada por ecodoppler. Los episodios de ETV contabilizados hasta los 3 meses después de la cirugía fueron
significativamente inferiores en el grupo de profilaxis
extendida (0,9 %) al compararlos con el de profilaxis
reducida (9,7 %)40. Hay que destacar que la incidencia de TVP detectada antes del alta con dicha técnica
diagnóstica, realizada para asegurarse de que se analizaban pacientes sin ETV, al aleatorizarlos ascendió
al 17 %, cifra inesperadamente elevada en pacientes
que recibían HBPM, si bien la práctica totalidad de las
trombosis eran asintomáticas.
En el caso de cirugía laparoscópica no oncológica la
escasa evidencia actual41 no apoya el uso prolongado
de la profilaxis en todos los pacientes, y ésta deberá
evaluarse de forma individual en función del riesgo
del paciente. Sí hay evidencia en un grupo especial
de riesgo, como es la obesidad. Si la tromboprofilaxis
reduce de forma significativa (0 episodios de ETV a los
90 días de seguimiento) los episodios de ETV en pacientes de riesgo en cirugía laparoscópica bariátrica42,
podemos extrapolar estos resultados y aconsejar, fuera
de las guías actuales, que los pacientes con riesgo alto
mantengan la tromboprofilaxis por un espacio de 4
semanas en cualquier cirugía mayor, sea laparoscópica
o abierta, sea patología benigna o maligna.
7.
8.
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
19.
BIBLIOGRAFÍA
1. Anderson FA Jr, Zayaruzny M, Heit JA, et al. Estimated annual
numbers of US acute-care hospital patients at risk for venous
thromboembolism. Am J Hematol. 2007;82:777-82.
2. Arcelus JI, Monreal M, Caprini JA, et al. Clinical presentation and
time-course of postoperative venous thromboembolism: results
from the RIETE registry. Thromb Haemost. 2008;99:546-51.
3. Geerts WH, Bergqvist D, Pineo GF, et al. Prevention of venous
thromboembolism. American College of Chest Physicians. Evidence-Based Clinical Practice Guidelines (8th Edition). Chest.
2008;133(Suppl6): 381S-453S.
4. Prevención de la enfermedad tromboembólica venosa en
cirugía general y del aparato digestivo. Recomendaciones del
Grupo de Trombosis de la Asociación Española de Cirujanos
(AEC). Barcelona: Ed. Esmon; 2013.
5. Muñoz Martín AJ, Font Puig C, Navarro Martín LM, Borrega García P, Martín Jiménez M. Clinical guide SEOM on venous thromboembolism in cancer patients. Clin Transl Oncol. 2014;16:1079-90.
6. Gould MK, García DA, Wren SM, Arcelus JI, et al. Prevention
20.
21.
22.
23.
24.
I 27 I
of VTE in nonortophedic surgical patients. Antithrombotic
therapy and prevention of thrombosis: American College of
Chest Physicians evidence-based clinical practice guidelines
(9th Edition). Chest. 2012;141:227S-74S.
Prevention and treatment of venous thromboembolism.
International consensus treatment. International Angiology.
2013;32:111-252.
Lyman G, Bohlke K, Khorana A, Arcelus JL, et al. Venous
thromboembolismprophylaxis and treatment in patients with
cancer: American Society of Clinical Oncology clinical practice
guideline update 2014. J Clin Oncol. 2015;33:1-5.
Cohen AT, Tapson VF, Bergmann JF, et al. Venous thromboembolism risk and prophylaxis in the acute setting (ENDORSE study): a multinational cross-sectional study. Lancet.
2008;371:387-94.
Yu HT, Dylan MI, Lin J, et al. Hospital’s compliance with
prophylaxis guidelines for venous thromboembolism. Am J
Health Syst Pharm. 2007;64:69-76.
Rahne E, Dasgupta K, Burman M, et al. Postdischarge thromboprpphylaxis and mortality after hip or knee-replacement
surgery. CMAJ. 2008;178:1545-54.
Amin AN, Stemkowski S, Lin J, et al. Preventing venous
thromboembolism in US hospitals: are surgical patients receiving appropriate prophylaxis? Throb Haemost. 2008;99:796-7.
Spencer FA, Lessard D, Emery C, et al. Venous thromboembolism in the outpatient setting. Arch Intern Med. 2007;167:1471-5.
Huang W, Anderson FA, Rushton-Smith SK, Cohen AT. Impact
of thromboprophylaxis across the US acute care setting. PLoS
One. 2015;10 (3):e0121429. DOI 10.1371/journal.pone.0121429
Tapson VF, Decousus H, Pini M, et al. Venous thromboembolism prophylaxis in acutelly ill hospitalized medical patients:
findings from the International Medical Prevention Registry
on Venous Thromboembolism. Chest. 2007;132:936-45.
Bikdeli B, Sharif-Kashani B, Raeissi S, et al. Chest physicians’ knowledge of appropriate thromboprophylaxis insights form the PROMOTE study. Blood Coagul Fibrinolysis.
2011;22(8):667-72.
Bradley CT, Brasel KJ, Miller JJ, Pappas SG. Cost-ffectivemess
of prolonged thromboprophylaxis after cancer surgery. Ann
Surg Oncol. 2010;17:31-9.
Agnelli G. Prevention of venous thromboembolism in surgical
patients. Circulation. 2004;110(SupplIV):4-12.
Rasmussen MS, Jørgensen LN, Wille-Jørgensen P. Prolonged
thromboprophylaxis with low molecular weight heparin for
abdominal or pelvic surgery. Cochrane Database Syst Rev.
2009;(1)CD004318.
Arcelus JI, Villar JM, Muñoz N. Should we follow the 9th ACCP
guidelines for VTE prevention in surgical patients? Thromb
Res. 2012;130(Suppl1):S4-6.
Tooher R, Middleton P, Pham C, et al. A systematic review of
strategies to improve prophylaxis for venous thromboembolism in hospitals. Ann Surg. 2005;241:397- 415.
Baglin T. Defining the population in need for thromboprophylaxis - making hospitals safer. Br J Haematol. 2010;149:805-12.
Al.Hameed F, Al-Dorzi HM, Aboelnazer E. The effect of a continuing medical education program on venous thromboembolism prophylaxis utilization and mortality in a tertiary-care
hospital. Thromb J. 2014;Apr28:do:10.1186/1477-9569-12-9.
Kakkos SK, Caprini JA, Gerolaukos G, Nicolaides AN,
Standsby GP, Reddy DJ. Combined intermittent pneumatic
leg compression and pharmacological prophylaxis for prevention of venous thromboembolism in hih-risk patients.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
Cochrane Database Syst Rev. 2008;(4):CD005258. doi:
10.1002/14651858.
Hamilton MG, Yee WH, Hull RD, Ghali WA. Venous thromboembolism prophylaxis in patients undergoing cranial neurosurgery: a systematic review and meta-analysis. Neurosurgery.
2011;68:571- 81.
Koch A, Bouges S, Ziegler S, Dinkel H, Daures JP, Victor N.
Low molecular weight heparin and unfractioned heparin in
thrombosis prophylaxis after major surgical intervention:update of previous meta-analyses. Br J Surg. 1997;84:750-9.
Leonardi MJ, McGory ML, Ko CY. The rate of bleeding complications after pharmacologic deep venous thrombosis prophylaxis: a systematic review of 3 randomized controlled
trials. Arch Surg. 2006;141:790-9.
Mismetti P, Laporte S, Darmon JY, et al. Meta-analysis of low
molecular weight heparin in the prevention of venous thromboembolism in general surgery. Br J Surg. 2001;88:13-30.
Haas S, Wolf H, Kakkar A, et al. Prevention of fatal pulmonary
embolism and surgical mortality in surgical patients. A randomized double-blind comparison of LMWH with unfractioned
heparin. Thromb Haemost. 2005;94:814-9.
Turpie AG, Bauer KA, Eriksson BI, Lassen MR. Fondaparinux vs enoxaparin for the prevention of venous thromboembolism in major orthopedic surgery: a meta-analysis
of 4 randomized double-blind studies. Arch Intern Med.
2002;162:1833-40.
Agnelli G, Bergqvist D, Cohen AT, Gallus AS, Gent M, PEGASUS investigators. Randomized clinical trial of postoperative
fondaparinux versus perioperative dalteparin for prevention
of venous thromboembolism in high-risk abdominal surgery.
Br J Surg. 2005;92:1212-20.
Balibrea JL, Altimiras J, Larruzea I et al. Optimal dosing of
bemiparin as prophylaxis against venous thromboembolism in surgery for cancer: an audit of practice. Int J Surg.
2007;5:114-9.
Andreas L, Patrick V, Grohs JG. A prospective, active-control,
non-inferiority study of the effectiveness of low molecular
weight heparin in the prophylaxis of postoperative thrombotic
events in patients undergoing spinal surgery. Orthop Muscul
Syst. 2015;4:185.
34. Bergqvist D, Burmark US, Flordal PA et al. Low molecular weight heparin started before surgery as prophylaxis against deep
vein thrombosis: 2500 versus 5000 WaI units in 2070 patients.
Br J Surg. 1995;82:496-501.
35. Llau JV, DeAndrés J, Gomar C, Gómez-Luque A, Hidalgo F,
Torres LM. Anticlotting drugs and regional anaesthetic and
analgesic techniques comparative update of the safety recommendations. European J Anesthesiol. 2007;24:387-98.
36. Kakkar VV, Balibrea JL, Martínez-González J, et al. Extended prophylaxis with bemiparin for the prvention of venous thromboembolism after abdominal or pelvic surgery for cancer: the CANBESURE randomized study. J Thromb Haemost. 2010;8:1223-9.
37. Bergqvist D, Agnelli G, Cohen AT, Eldor A, Nilsson PE, Le
Moigne-Amrani A, et al. Duration of prophylaxis against
venous thromboembolism with enoxaparin after surgery for
cancer. N Engl J Med. 2002;346:975-80.
38. Rasmussen MS, Jorgensen LN, Wille-Jørgensen P, et al. FAME
Investigators. Prolonged prophylaxis with dalteparin to prevent late thromboembolic complications in patients undergoing major abdominal surgery: a multicenter randomized
open-label study. J Thromb Haemost. 2006;4:2384-90.
39. NCCN. Practice guidelines in Oncology. Venous Thromboembolic Disease. V.2.2008. http://www.nccn.org
40. Vedovati MC, Becattini C, Rondelli F et al. A randomized study
on 1-week versus 4-week prophylaxis for venous thromboembolism after laparoscopic surgery for colorectal cancer. Ann
Surg. 2014;259:665-9.
41. Tincani E, Piccolo M, Turini F, et al. Video laparoscopic surgery.
Is out-of-hospital tromboprophylaxis necessary? J Thromb
Haemost. 2005;3:216-20.
42. Magee CJ, Barry J, Javed S, Macadam R, Kerrigan D. Extended thromboprophylaxis reduces incidence of postoperative
venous thromboembolism in laparoscopic baratric surgery.
Surg Obes Relat Dis. 2010;6:322-5.
43. Farge D, Debordeau P, Beckers M, et al. International clinical practice guidelines for the treatment and prophylaxis of
venous thromboembolism in patients with cancer. J Thromb
Haemost. 2013;11:56-70.
44. http://www.aemps.gob.es/cima (fecha de acceso 1 de septiembre de 2015)
I 28 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica
venosa en grupos especiales: cirugía bariátrica, cirugía mayor
ambulatoria y politrauma
Francisco S. Lozano Sánchez
Hospital Universitario. Instituto de Investigaciones Biosanitarias. Universidad de Salamanca.
INTRODUCCIÓN
Incidencia y factores de riesgo
La enfermedad tromboembólica venosa (ETV) es una
entidad frecuente que ocasiona importante morbilidad
y mortalidad. Entre sus factores desencadenantes, la
cirugía y los traumatismos son situaciones preferentes
de riesgo. También es conocido, que una vez identificado el riesgo de ETV, es obligado indicar una eficaz
medida profiláctica.
Cirugía bariátrica (CB), cirugía mayor ambulatoria
(CMA) y politrauma (PT) son entidades de gran impacto clínico y socioeconómico. En lo que respecta a la
ETV, y a diferencia de otros tipos de cirugía en los existe
consenso sobre su riesgo y profilaxis, en CB, CMA y
PT persisten numerosas controversias relacionadas con
la heterogeneidad de pacientes y técnicas empleadas.
Por ello, la incidencia (y grado de riesgo) de ETV varía
notablemente según las circunstancias; conjuntamente,
cuando está indicada la profilaxis, las peculiaridades de
CB, CMA y PT dificultan la elección del método óptimo
y su metodología (inicio, dosis y duración). El presente
trabajo revisa la literatura y resalta las evidencias disponibles para el correcto manejo de estos pacientes.
La incidencia de TVP (1,2-1,6 %), EP (0,8-3,2 %), EP
fatal (0,03-0,3 %) y mortalidad global (0,1-2 %) oscila
en esos intervalos después de CB4. Dichos porcentajes
varían en las distintas series y según si la cirugía es
abierta o laparoscópica.
La revisión sistemática de Rocha y cols.5 afirma que
existe evidencia de que la CB por sí misma, sin otros
factores asociados, debe ser considerada de alto riesgo de ETV. Pero en la CB pueden concurrir un buen
número de factores que incrementan el riesgo de ETV.
Según Hamad y Bergqvits6, se resumen en: a) la propia
agresión anestésico-quirúrgica abierta o laparoscópica;
b) la patología que motiva la intervención; c) la edad
generalmente avanzada de estos pacientes; y d) la presencia de factores de riesgo adicionales, algunos más
frecuentes en los pacientes obesos (apnea obstructiva
del sueño, varices, infección, etc.) y otros generales
(historia previa de ETV, inmovilización, etc.).
Se han identificado factores de riesgo independientes de ETV tras CB: insuficiencia venosa crónica, IMC
> 60 kg/m2, obesidad abdominal, síndrome de apnea
del sueño, historia previa de TVP, tabaquismo, fuga
anastomótica, edad > 50 años y varones7,8. El valor de
la trombofilia en la CB ha sido recientemente investigado, llegando a la conclusión de que su presencia,
máxime la deficiencia de proteína S, es más frecuente
en obesos9.
La presencia de factores de riesgo hace que la CB
pase de alto a muy alto riesgo de ETV.
Riesgos de la laparoscopia: persiste la controversia
acerca del impacto de la laparoscopia en la ETV postcirugía laparoscópica (CL). La CL, respecto de la abierta,
comporta menor agresión y más rápida movilización y
recuperación de los pacientes, por ello podría ser con-
CIRUGÍA BARIÁTRICA
Un grupo de pacientes con problemas respecto a la
ETV son los obesos mórbidos sometidos a CB. Por un
lado, la obesidad es un factor de riesgo de ETV; así,
la incidencia de trombosis venosa profunda (TVP) y
embolia pulmonar (EP) sintomática se duplica en la
población obesa1. Por otro lado, existe un incremento
de cirugía por obesidad. Por ambos motivos, es sencillo comprender la asociación CB-ETV y sus consecuencias2; según el registro internacional, la EP es la
principal causa de mortalidad en CB3.
I 29 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
siderada menos trombogénica. Por el contrario, la CL
suele requerir tiempos quirúrgicos más prolongados
que la cirugía abierta, lo cual es un factor predictivo
independiente de EP10. Con respecto a la propia técnica
de CL, tanto el neumoperitoneo (y grado de presión
intraabdominal) como la posición anti-Trendelenburg
disminuyen el retorno venoso de las extremidades
inferiores, creando una estasis venosa que es directamente proporcional a la edad del paciente y la duración de la cirugía11. Aunque la CL requiere una estancia
hospitalaria más breve, puede que estos pacientes no
se movilicen en su domicilio. Finalmente, la CL, aunque menos traumática que la cirugía abierta, también
se asocia a hipercoagulabilidad postoperatoria12.
Una revisión de la literatura revela que la incidencia de EP sintomática fue más elevada tras cirugía abierta (0,8 %) que mediante CL (0,4 %)13. Por el
contrario, en más de 3.800 pacientes sometidos a CB,
durante 24 años, la incidencia de EP sintomática fue
similar en los operados por vía abierta (0,84 %) y laparoscópica (0,88 %)14.
Profilaxis
Tanto la American Society for Metabolic and Bariatric
Surgery15 como el American College of Chest Physicians (ACCP)16 consideran la CB de alto riesgo de ETV
y recomiendan profilaxis de forma rutinaria a todos
los pacientes operados. No obstante, las cosas no son
tan sencillas, al no existir total consenso sobre cuál es
la profilaxis más efectiva y segura.
• Los métodos farmacológicos son superiores, en
eficacia, a los métodos mecánicos (compresión
neumática intermitente, CNI, y medias de compresión elástica, MCE).
• Los métodos mecánicos no se recomiendan como
método profiláctico aislado.
• La profilaxis farmacológica (heparina de bajo
peso molecular o HBPM y heparina no fraccionada, HNF, o fondaparinux), en caso de no existir
contraindicaciones para su uso, es considerada de
elección. Las HBPM y HNF tienen igual eficacia,
si bien las HBPM presentan numerosas ventajas.
El fondaparinux tiene muy pocos estudios en CB.
• La asociación HBPM y un método físico es una
excelente combinación en pacientes de muy alto
riesgo (CB + factores de riesgo adicionales).
• Existen situaciones, en pacientes sometidos a CB,
que desaconsejan el empleo de anticoagulantes. En
dichos pacientes la alternativa son los métodos mecánicos o, en situaciones de muy alto riesgo, la colocación de un filtro en la vena cava inferior (VCI).
La inserción profiláctica de un filtro de VCI en pacientes de muy alto riesgo, sobre todo en aquellos con
contraindicación formal a los anticoagulantes, es una
opción que valorar. La existencia de filtros extraíbles
hace que esta opción sea teóricamente más atractiva.
Pero los filtros no previenen totalmente la posibilidad
de EP, incluso mortal14. Además, el filtro puede aumentar el riesgo de trombosis17. Una revisión sistemática y
un metaanálisis18 evaluando la efectividad y seguridad
de los filtros para prevenir el ETV en pacientes sometidos a CB identificaron 5 estudios (ninguno aleatorizado). No encontraron pruebas suficientes que apoyaran
la hipótesis de que los filtros reducen el riesgo de EP
y hubo pruebas, de baja calidad, de que los filtros se
asocian a mayor mortalidad y mayor TVP. Una posterior revisión sistemática19 que incluyó 18 estudios (sin
detectar ensayos controlados aleatorios) informó de
que la eficacia y seguridad del uso preoperatorio del
filtro de VCI, en pacientes sometidos a CB, son muy
heterogéneas y que no hay evidencia que sugiera que
los beneficios potenciales superen los riesgos significativos de esta terapia.
Por todo ello, el empleo de filtros sigue siendo un
tema controvertido y la mayoría de sociedades, que
han emitido informes al respecto, concluyen que la evidencia es insuficiente para recomendar los filtros de
VCI para la prevención primaria de ETV en CB. Se pueden consultar las posibles indicaciones en la Tabla 1.
Aspectos prácticos de la profilaxis con HBPM: inicio, dosis y duración
La gran mayoría de los estudios clínicos realizados con
HBPM en CB son no aleatorizados y de pobre calidad,
I 30 I
Tabla 1. Indicaciones del filtro de VCI (Tomado de las
recomendaciones del Grupo de Trombosis de la AEC)4
CIRUGÍA BARIÁTRICA
Posibles indicaciones:
• Historia previa de ETV.
• Insuficiencia venosa crónica grave.
• IMC > 50 kg/m2.
• Trombofilia.
• Síndrome de hipoventilación.
• Pacientes que sufren complicaciones postoperatorias.
• Contraindicación para la anticoagulación.
• Pacientes con movilidad muy reducida.
POLITRAUMA
Indicaciones absolutas:
• ETV diagnosticada y contraindicada la anticoagulación.
• Complicación hemorrágica durante el tratamiento de una ETV.
• EP en un paciente correctamente anticoagulado.
Indicación relativa a casos seleccionados:
• Muy alto riesgo de ETV y sin posibilidad de profilaxis adecuada.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
por lo que el nivel de evidencia es bajo16. Una encuesta
de la Society of American Gastrointestinal and Endoscopic Surgeons reveló que el 92,4 % utilizan profilaxis
farmacológica en CB. La mayoría que emplea HNF la
inician preoperatoriamente y el 49 % que utiliza HBMP
la inician postoperatoriamente. El 43 % mantienen la
profilaxis con HNF/HBPM tras el alta y el 28 % utiliza
filtros20.
Un metaanálisis18 también evaluó la efectividad
y seguridad de diferentes estrategias farmacológicas
para prevenir la ETV en pacientes CB, identificando 8
estudios. Uno mostró que la HBPM es significativamente más eficaz que la HNF en la prevención de ETV,
sin diferencias en el sangrado. Otro sugiere que la terapia prolongada con HBPM (después del alta) previene
mejor la trombosis respecto al tratamiento únicamente
intrahospitalario. No hubo pruebas suficientes para
apoyar que mayores dosis de HBPM sean más eficaces
que las dosis estándar para profilaxis de alto riesgo,
con una tendencia al aumento de hemorragia.
El reciente estudio EFFORT 21, aleatorizado y
doble ciego, evaluó enoxaparina preoperatoria
(40 mg/12 horas) frente a fondaparinux iniciado en
el postoperatorio (5 mg/24 horas) en pacientes sometidos a CB. Aunque fondaparinux alcanzó niveles
profilácticos anti-Xa superiores a enoxaparina, ambos
regímenes fueron igualmente similares en cuanto a la
incidencia de eventos trombóticos y hemorrágicos.
A pesar de que disponemos de numerosa bibliografía sobre tromboprofilaxis farmacológica con HBPM
en CB, persisten controversias sobre el método óptimo
que es preciso señalar:
• Inicio. En CB no existen estudios prospectivos.
Siguiendo las fichas técnicas, para las dosis de
HBPM de alto riesgo (> 3.400 UI) se recomienda
la administración preoperatoria 12 horas antes
de la cirugía para la mayoría de las HBPM o la
pauta postoperatoria, dependiendo de la HBPM.
En este sentido, la bemiparina tiene autorización
en España para el inicio postoperatorio en cirugía ortopédica y general.
• Dosis. Tema particularmente controvertido en
obesos sometidos a CB, pues no existe un acuerdo sobre la dosis óptima. En principio parece lógico elevar la dosis en los obesos. ¿Con dosis fijas
o ajustadas al peso del paciente? La 8ª edición de
la guía ACCP consideraba dosis tromboprofilácticas mayores (en torno al 25% de aumento) en
pacientes con cirugía bariátrica, pero la 9ª edición
ha eliminado esta recomendación y no se realizan otras recomendaciones específicas en cuanto
a la dosificación y la duración de la profilaxis en
I 31 I
cirugía bariátrica, y esta se equipara a los pacientes con riesgo quirúrgico alto16. En este sentido,
es preciso recordar que no existe una respuesta
lineal del efecto anti-Xa con la dosis de HBPM administrada; así, dosis elevadas (ajustadas al peso)
podrían provocar hemorragias, especialmente en
pacientes con pesos muy elevados. Por el contrario, las dosis fijas, independientes del peso, pueden resultar insuficientes en muchos casos con
elevado peso corporal22. El tema ha sido motivo
de varios estudios. Kalfarentzos y cols.23 compararon dos dosis fijas de nadroparina; las más
elevadas (9.500 UI/24 horas) fueron tan eficaces
como las más reducidas (5.700 UI/24 horas), pero
ocasionaron más hemorragias. Un estudio posterior mostró que la dosis de 40 mg/12 horas de
enoxaparina fue superior en eficacia a la de 30
mg/12 horas (0,6 % vs. 5,4 % de ETV), sin aumentar el riesgo de hemorragia24. Cuando las dosis
de 30 mg/12 horas de enoxaparina se cambiaron
a 40 mg/12 horas, los niveles anti-Xa aumentaron significativamente y el porcentaje de niveles adecuados también. Sin embargo, más de la
mitad de pacientes que recibieron 40 mg/12 horas no alcanzaron niveles terapéuticos, aunque
tampoco supraterapéuticos. Por ello, la dosis de
40 mg/12 horas podría no ser suficiente para
todos los pacientes sometidos a CB25. Intentando contrarrestar lo dicho, Borkgren-Okonek y
cols.26 compararon 40 mg/12 horas de enoxaparina en pacientes sometidos a CB con IMC ≤ 50
kg/m2 con otra pauta de 60 mg/12 horas si tenían un IMC > 50 kg/m2. Al alta recibieron 40
y 60 mg c/24 horas respectivamente. El 74 % de
los pacientes en ambos grupos alcanzó niveles
anti-Xa plasmáticos adecuados, con un 1,7 % de
hemorragias, sin que estas se correlacionaran con
niveles anti-Xa supraterapéuticos, presentes en el
8 % de los que recibieron 60 mg. Solo hubo 1 ETV
(0,45 %) en el grupo que recibió 40 mg. Recientemente se ha observado que 40 mg/12 h para
IMC ≤ 50 kg/m2 y 60 mg/12 h para IMC ≥ 50
kg/m2 inducen una actividad anti-Xa suficiente
para logar una profilaxis adecuada en adolescentes sometidos a CB27. En el caso de bemiparina, en
un estudio observacional en el que se pretendía
evaluar la mejoría en la función respiratoria en
209 pacientes sometidos a CB, se utilizaron dosis
de alto riesgo de 3.500 UI/día, sin que se observaran complicaciones tromboembólicas durante el
mismo28. En otro estudio posterior, realizado en
pacientes obesos aunque en cirugía ortopédica,
se compararon 2 dosis de bemiparina (3.500 UI/
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
día y 5.000 UI/día), siendo la incidencia de ETV
sintomática muy baja con ambos regímenes de
dosificación, y no se detectaron diferencias significativas entre ambos (0, 392 por persona-año,
95% IC: 0,055-2,780 en el grupo de 3.500 UI y
0,099 por persona-año, 95% IC: 0,025-0,397 en el
de 5.000 UI) y tampoco en cuanto a la incidencia
de hemorragias (no hubo ninguna hemorragia
mayor). Sin embargo, se observó una asociación
entre la incidencia de ETV y el peso corporal, habiendo una leve evidencia de que la dosis más
alta podría proporcionar un mayor beneficio a
medida que aumenta el peso de la población29.
Insistimos en que se trataba de pacientes sometidos a cirugía ortopédica y no a CB, por lo
que hay que tener cuidado en la extrapolación
de los resultados, al tratarse de poblaciones de
pacientes diferentes. Becattini y cols.30, revisando
la literatura sobre CB por CL, concluyen que la
utilización de dosis fijas de HBPM es preferible
a dosis ajustadas al peso del paciente, en las que
el riesgo de hemorragia se elevaría en caso de
IMC muy elevados. Por el contrario, una posterior revisión sistemática y metaanálisis31, que
también se ocupa del tema de las dosis de HBPM
ajustadas al peso del paciente, concluyen que en
CB el ajuste de la dosis parece estar asociado con
una menor tasa de ETV en el hospital en comparación con una estrategia de no ajustar la dosis,
aunque ello no alcanzó significación estadística;
esta práctica, sin embargo, aumenta los eventos
hemorrágicos importantes. Finalmente, otra revisión crítica, más reciente, concluye que la determinación rutinaria de anti-Xa en pacientes obesos para monitorizar la efectividad de la HBPM
no se justifica actualmente. Las concentraciones
anti-Xa no están fuertemente asociadas con la
trombosis o la hemorragia, aunque pueden existir circunstancias especiales, ya sea en pacientes
obesos o no obesos, en casos donde se altera la
eliminación de HBPM o hay una respuesta clínica
inesperada32. Para tratar de aunar criterios acerca
de la controversia entre dosis fijas y ajustadas al
peso, el estudio de Nutescu y cols.33 recomienda
incrementar la dosis de HBPM aproximadamente un 30 % y plantearse la monitorización de los
niveles anti-Xa plasmáticos en pacientes con peso
> 190 kg.
• Duración. No existe acuerdo sobre el mantenimiento óptimo de la HBPM, pero parece evidente
que debe continuarse después del alta hospitalaria. Varios estudios en CB demuestran que muchos pacientes presentan ETV sintomática tras el
alta hospitalaria y después de haber interrumpido
la profilaxis14,34. En la serie de Froehling y cols.35, la
TVP acumulativa después de CB fue 0,3 %, 1,9 %,
2,1 % y 2,1 %, a 7, 30, 90 y 180 días.
Raftopoulos y cols. 36 fueron de los primeros
en recomendar tromboprofilaxis extendida a
10 días de la CB frente a la profilaxis intrahospitalaria. Magee y cols.37, en 735 pacientes CB
que recibieron 2.500 UI de dalteparina antes de
la intervención, seguidas de 5.000 UI/24 h durante 1 semana en pacientes con banda gástrica
ajustable y 3 semanas en el resto de intervenciones, no observaron, con un seguimiento de
6 meses, ningún ETV sintomático. La mortalidad a 90 días fue nula. Tres pacientes sufrieron
hemorragias en el postoperatorio inmediato.
Por su parte, Woo y Kim38 proponen, sobre 200
CB, una profilaxis extendida con enoxaparina
de 2 semanas, no evidenciado ETV sintomáticas y 2 casos de hemorragia menor. Por tanto,
y aunque existen pocos estudios prospectivos
al respecto, se recomienda prolongar la HBPM
3-4 semanas tras la CB, máxime en casos con
factores de riesgo39.
En la Figura 1 se aprecia un resumen de recomendaciones sobre profilaxis de la ETV para la CB.
CIRUGÍA MAYOR AMBULATORIA
Nadie discute la eficacia y seguridad de la CMA, pero sí
la necesidad de emplear profilaxis antitrombótica, como
es práctica habitual en la cirugía convencional. Sobre el
binomio CMA-ETV hay escasez de datos. Su consecuencia es incertidumbre y variabilidad en la práctica clínica.
Figura 1. Prevención de la enfermedad tromboembólica venosa
(ETV) en cirugía bariátrica.
I 32 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Incidencia y factores de riesgo
A pesar de la elevada frecuencia y relevancia de la
CMA, sorprende la escasa información sobre la ETV en
este tipo de cirugía. No obstante, cada vez más guías
y consensos recomiendan la necesidad de identificar
pacientes de riesgo y emplear en ellos profilaxis farmacológica.
La incidencia y riesgo de ETV después de CMA
no se conoce con precisión. Diferentes estudios, todos
retrospectivos41-43, señalan una baja incidencia de ETV
en pacientes sometidos a CMA. Sin embargo, estudios
prospectivos con cribado sistemático de ETV reflejan
índices nada despreciables de TVP; no obstante, estos
estudios, recogidos por Ahonen44, se refieren únicamente a la artroscopia de rodilla.
Es cierto que la CMA incluye técnicas quirúrgicas
menos invasivas y de corta duración, lo que supone
una recuperación más rápida del paciente, pero también es cierto que cada vez se operan pacientes de más
edad, mayor comorbilidad y jóvenes con factores de
riesgo de ETV44-46. También las técnicas anestésicas han
cambiado y, aunque la anestesia neuroaxial pueda tener un efecto protector frente a la ETV, dicha técnica,
unida al carácter ambulatorio de la CMA, puede dificultar la aplicación de la profilaxis47,48.
El metaanálisis sobre el riesgo de la ETV tras colecistectomía laparoscópica realizado por Rondelli
y cols.49 puso en evidencia que la incidencia de ETV
fue un 50 % menor tras CL que abierta. Pero la CMA
engloba muchos procedimientos quirúrgicos, algunos
muy frecuentes (por ejemplo hernia inguinal); por ello,
obligatoriamente deben existir pacientes con riesgo de
ETV (mayores, historia previa de ETV, obesos, etc.). Es
bien conocido que los beneficios-riesgos se optimizan
al máximo cuando se estratifican bien los pacientes.
Con estos precedentes, la Asociación Española de
Cirugía Mayor Ambulatoria (ASECMA) realizó (2006)
y actualizó (2011) un consenso para la prevención de
la ETV en CMA50,51. El documento recomienda un modelo de estratificación del riesgo basado en la intervención a practicar y las características del paciente.
La combinación de ambos factores de riesgo permiten
estratificar los pacientes en tres grupos: bajo, moderado y alto riesgo; en los dos últimos se contempla la
administración de HBPM (Figura 2). Este consenso ha
sido asumido, con modificaciones, por la Associaçao
Portuguesa de Cirurgia Ambulatoria (APCA)53.
Posteriormente, la British Association of Day Surgery54 señala los factores de riesgo relativos a la CMA
(duración > 90 minutos o 60 minutos en cirugía de
pelvis o extremidad inferior) o de índole personal
(reducción de la movilidad, cáncer activo, edad > 60
Figura 2. Cálculo del riesgo tromboembólico en cirugía mayor
ambulatoria y decisión del método profiláctico a emplear según
ASECMA.
Riesgo de la cirugía: bajo (la mayoría de procedimientos);
moderado (por ejemplo, laparoscopia > 60 m; hernias de pared
bilaterales).
Riesgo del paciente: nivel 1 (bajo): edad < 40 años, embarazo/
puerperio, estrógenos, insuficiencia cardiorrespiratoria, varices,
enfermedad inflamatoria intestinal, IMC 25-35 kg/m2, fumadores
> 30 c/día; nivel 2 (moderado): edad 40-60 años, IMC 35-50 kg/
m2, inmovilización > 3 días, síndrome mieloproliferativo, síndrome
nefrótico, trombofilias relevantes, parálisis extremidades inferiores; nivel 3 (alto): edad > 60 años, historia previa de ETV, cáncer
activo, IMC > 50 kg/m2.
HBPM (m) = heparina de bajo peso molecular a dosis moderadas
(< 3.400 UI/día).
HBPM (a) = heparina de bajo peso molecular a dosis altas (>
3.400 UI/día).
años, deshidratación, trombofilia, obesidad, diferentes
comorbilidades, historia previa de ETV, hormonoterapia, anticonceptivos orales y venas varicosas con flebitis). En la misma dirección está el informe emitido
posteriormente por el comité de Northampton General
Hospital-National Health System (NHS)55.
Finalmente, un consenso internacional refiere que
la cirugía menor (definida como cirugía abdominal
inferior a 45 minutos) en pacientes de 40-60 años, sin
factores de riesgo, se considera de bajo riesgo de ETV.
Son de moderado riesgo, los pacientes de edad > 60
años, o pacientes de 40-60 años con historia de ETV
previa u otros factores de riesgo56.
Profilaxis
La evidencia sobre tromboprofilaxis en CMA es limitada. Existen pocos estudios, máxime si excluimos
procedimientos ortopédicos o laparoscópicos. De
I 33 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
hecho, no conocemos ningún ensayo aleatorizado y
controlado sobre tromboprofilaxis en cirugía general-CMA.
Disponemos de datos de cuatro ensayos no aleatorizados: el primero, realizado con 114 pacientes operados por hernia inguinal y tratados con HNF, pero
con el objetivo de valorar la influencia de la inyección
subcutánea en la aparición de complicaciones en la
zona de la herida operatoria56; un segundo estudio observacional empleó bemiparina en 203 pacientes sometidos a cirugía de la pared abdominal (hernias y eventraciones) por vía abierta o laparoscópica, con factores
de moderado (81,1 %) o alto riesgo (26,1 %) según el
consenso THRIFT, pero el mayor problema del estudio
fue que no realizaron cribado sistemático de la TVP57;
el tercero es un estudio retrospectivo realizado en 1.854
pacientes operados de hernia y que recibieron heparina profiláctica, si bien no refieren el motivo de su
indicación (estratificación del riesgo) ni la metodología
empleada43. Finalmente, un estudio prospectivo sobre
402 pacientes sometidos mayoritariamente a cirugía
de la pared abdominal, con la finalidad de validar el
referido consenso ASECMA. Los resultados apoyan la
hipótesis de que el grupo de pacientes con bajo riesgo
(35,1 %) no precisan HBPM. Complementariamente,
al estratificar el riesgo encontraron sorprendentemente que casi dos tercios de pacientes presentan riesgo
(56,7 % moderado y 8,2 % alto); en ellos la bemiparina,
a dosis de 2.500 o 3.500 UI/día según el riesgo, mostró
efectividad y seguridad en la prevención de la ETV58.
Conjuntamente, en el referido metaanálisis de
Rondelli y cols. 49, se pone de manifiesto la ausencia de ensayos clínicos randomizados y controlados que analicen la eficacia de la profilaxis tras
colecistectomía laparoscópica. No obstante, en tres
estudios abiertos en los que se comparó la profilaxis
con HBPM y con métodos mecánicos no hubo diferencias significativas. Los autores concluyen que
los beneficios de la profilaxis farmacológica precisa
estudios de más calidad, recomendando una estratificación de cada caso.
La escasez de datos y su fiabilidad lógicamente
propician inquietud entre los cirujanos, como lo demuestran las encuestas realizadas al respecto en diferentes países45,59-62. El debate existe: unos estratifican
el riesgo de sus pacientes, otros no; existen quienes
emplean HBPM y quienes no. Es cierto que el número
y complejidad de la CMA aumenta, y no extraña que
la mayoría de encuestas concluyan solicitando un consenso de actuación.
Desde hace años muchas sociedades científicas y
grupos de expertos han emitido recomendaciones sobre la prevención de la ETV en pacientes quirúrgicos;
sin embargo, hasta muy recientemente han sido inexistentes o muy breves las específicas para CMA.
¿Qué dicen las guías o consensos sobre la prevención de la ETV en CMA?
La última guía del ACCP recomienda que los pacientes sometidos a CMA/cirugía menor, máxime si son
menores de 40 años, deben ser considerados de bajo
riesgo de ETV y por ello no precisan profilaxis farmacológica16; “regla” que siguen otros63,64. En estos pacientes
solo se recomienda deambulación precoz y agresiva.
Por el contrario, hay numerosas guías o consensos que
recomiendan detectar pacientes de riesgo para emplear
HBPM (individualizar la profilaxis). Los grupos español
(ASECMA) y portugués (APCA) estratifican riesgos y
en aquellos pacientes de moderado y alto riesgo indican
HBPM a dosis de moderado o alto riesgo respectivamente51,52. Una guía francesa recomienda, en pacientes
con factores de riesgo sometidos a cirugía de la pared
abdominal, HBPM o medias elásticas65. La guía escocesa SIGN, Scottish Intercollegiate Guidelines Network66,
en los procedimientos denominados “Minimal Access
Surgery”, con factores de riesgo adicionales o procedimientos prolongados, recomienda HBPM/HNF. Diferentes guías británicas se posicionan igualmente; así, la
guía NICE (Nacional Institute for Health and Clinical
Excelence)67 recomienda que en pacientes sometidos a
CMA de riesgo de ETV, y bajo riesgo de hemorragia, se
debe añadir una HBPM (o HNF). La British Association
of Day Surgery53, el comité de trombosis del Northampton General Hospital54 o la guía Worcesterhire, ambas
del NHS68, informan en igual dirección. Finalmente, un
consenso más lejano, procedente de Australia y Nueva Zelanda69, también considera la administración de
HBPM en pacientes de CMA con factores de riesgo.
En lo que todos los consensos o guías coinciden es
en ofrecer profilaxis mecánica al ingreso, a todos los
pacientes sometidos a CMA, la cual debe continuar
hasta la deambulación normal del paciente. No existen
ensayos ni recomendaciones sobre los nuevos anticoagulantes orales en CMA, si bien es de esperar que sus
ventajas y buen perfil riesgo-beneficio deparen en el
futuro un lugar en la CMA70.
Aspectos básicos en relación con la profilaxis con HBPM (inicio, dosis
y duración)
Si no disponemos de datos objetivos sobre la indicación de las HBPM en CMA, todavía son menos los
existentes sobre la metodología de su empleo.
I 34 I
• Inicio. El momento óptimo para iniciar la HBPM
en CMA es 12 horas antes o 6 horas postcirugía
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Figura 3. Prevención de la ETV en cirugía mayor ambulatoria.
(postanestesia neuroaxial)44,58. Así lo recomiendan la mayoría de las guías51,54.
• Dosis. Según nivel de riesgo, habitualmente moderado (< 3.400 UI/día)51,58,65. En cualquier caso,
inyectar la HBPM en una zona alejada de la incisión quirúrgica56.
• Duración. Tampoco existe evidencia de calidad con
respecto a la prolongación óptima. Una vez iniciada la HBPM debe mantenerse 7 días51,58 o hasta la
movilización total del paciente, por ello algunos reducen este tiempo a 5-7 días65 o incluso a 3-5 días52.
Las recomendaciones se pueden encontrar en la
Figura 3.
POLITRAUMA
Los politraumatizados (PT) son un grupo de pacientes
que plantean ciertos problemas para la prevención de
la ETV. La relación PT-ETV es bien conocida; de hecho;
en estos pacientes es habitual encontrar todos los componentes de la tríada de Virchow (desencadenantes
de ETV). Así pues, no debe extrañar que tras sepsis
y fracaso multiorgánico, la ETV constituya la tercera
causa de muerte hospitalaria en PT que sobreviven las
primeras 24 horas71.
Incidencia y factores de riesgo
La incidencia de ETV en los PT es muy variable (758 %), dependiendo de las características del paciente (tipo de lesiones, gravedad, edad, etc.), el método
diagnóstico empleado, su frecuencia (por ejemplo,
ecografías seriadas) y la profilaxis empleada72. Además muchas TVP y/o EP son silentes o asintomáticas.
Los PT que no reciben profilaxis desarrollan con
alta probabilidad una ETV (hasta 60 % de TVP y 1 % de
EP mortales)73-75. La base de datos de la German Society for Trauma Surgery refleja que la ETV sintomática
tiene baja frecuencia (1,8 %) si los pacientes reciben
profilaxis. La EP más que frecuente es grave; si aparece
suele ser fatal en el 25,7 % de los casos77.
El ACCP considera todos los PT como de alto riesgo de ETV78. Conjuntamente, diversos estudios han
puesto de manifiesto la existencia de factores de riesgo
entre los PT71-73,75, 79. La base de datos sobre trauma del
American College of Surgeons identificó como factores de alto riesgo la edad > 40 años, las fracturas de
piernas o pelvis, el shock al ingreso, la lesión medular
con déficit neurológico y el trauma craneoencefálico;
conjuntamente son pacientes de muy alto riesgo la cirugía mayor, la lesión venosa, la ventilación mecánica
> 3 días y presentar 2 o más de los factores de alto
riesgo referidos. Así, los pacientes PT se clasifican en
alto y muy alto riesgo de ETV79.
En este sentido, existe un modelo matemático predictivo de ETV, denominado Risk Assessment Profile81,
que incluye: a) edad (3 intervalos); b) tipo de trauma
(cabeza, tórax, abdomen, columna, pelvis, extremidades, médula espinal) y escala de Glasgow; c) factores
iatrogénicos (catéteres, transfusiones, cirugía, reparación venosa); y d) enfermedades asociadas (obesidad,
cáncer, trombofilia y ETV previa). Cada aspecto tiene
una puntuación y su suma permite obtener una puntuación total que define el perfil de riesgo individual.
Tiene dos inconvenientes: carece de validación externa
y compleja aplicación.
Finalmente, el Injury Severiry Score (ISS) constituye
por sí mismo otro factor predictivo de riesgo (a más
ISS más riesgo de ETV); del 1,2 % (ISS > 25) pasa al
2,1 % (ISS = 25-34), 2,8 % (ISS = 35-49), hasta el 4,1 %
de ETV con ISS entre el 50-75 %75.
Profilaxis
Las opciones profilácticas en los PT son las mismas que
en la mayoría de los pacientes quirúrgicos (mecánicos,
farmacológicos y filtro de VCI). Los dos motivos que
van a condicionar su uso son el tipo de lesiones del
paciente y la presencia o riesgo de hemorragia.
Métodos mecánicos
Los métodos mecánicos disponibles son las MCE, los
dispositivos de CNI y las bombas venosas plantares.
Sus principales beneficios son que no aumentan el riesgo de sangrado, que su empleo no necesita monitorización, que son relativamente baratos y tolerados por
I 35 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
el paciente. Sus limitaciones más importantes vienen
dadas por la existencia de lesiones en las piernas o la
presencia de escayolas o fijadores externos que hacen
que no puedan utilizarse; la bomba plantar se puede aplicar en estos casos. Las MCE y CNI tampoco
pueden utilizarse en enfermos con patología vascular
periférica grave, insuficiencia cardiaca congestiva y
con trombosis confirmada, ya que puede favorecer el
desprendimiento del trombo (CNI).
No existe evidencia de que la utilización de las
MCE, como única medida, reduzca la incidencia de
la ETV en PT79. Sin embargo, parecen tener un efecto
sinérgico beneficioso junto a otros métodos de tromboprofilaxis.
Tampoco existe evidencia de que la utilización aislada de la CNI sea útil como profilaxis de la ETV en
PT, aunque en pacientes quirúrgicos un metaanálisis
demostrara una reducción del riesgo relativo de la
TVP del 47 % a favor de la CNI82. En el metaanálisis
de Velmahos y cols.83,84 específico para PT, la utilización de la CNI no encontró beneficio en la reducción
de la ETV al compararlo con ningún tipo de profilaxis.
Finalmente, Knudson e Ikossi76 observaron que la CNI
solo era efectiva en el grupo de pacientes con traumatismo craneoencefálico, si se comparaba frente a un
grupo sin profilaxis.
A pesar de la poca evidencia, el uso de dispositivos
mecánicos como única medida de profilaxis de la ETV
está recomendado por el ACCP en pacientes PT en dos
situaciones78:
hemorragia intraocular y coagulopatía. Son contraindicaciones relativas: traumatismo craneoencefálico sin
evidencia de sangrado, las laceraciones o contusiones
de órganos internos (por ejemplo, bazo) y los hematomas retroperitoneales asociados a fractura de pelvis o
lesión completa de médula espinal79,86.
Aspectos prácticos respecto a la profilaxis farmacológica: método
profiláctico, dosis, inicio y duración
• Cuando la profilaxis farmacológica está contraindicada por sangrado activo o riesgo de hemorragia. Preferiblemente utilizar los dispositivos
de CNI.
• Como método complementario de profilaxis junto a las HBPM, especialmente en los politraumatizados de muy alto riesgo trombótico, incluyendo las lesiones de columna vertebral y cráneo.
Métodos farmacológicos
Los fármacos utilizados en la profilaxis de la ETV en
PT son los habituales. La profilaxis farmacológica se
asocia a un riesgo de sangrado del 1-3 %, dependiendo del fármaco85. Las HBPM constituyen la base de la
profilaxis en PT y su indicación está bien recogida en
las guías del ACCP76 y de la Eastern Association for
the Surgery of Trauma (EAST)86.
Las contraindicaciones absolutas para el empleo
inicial de anticoagulantes en PT son: sangrado no
controlado, sangrado intracraneal, lesión de la médula espinal con presencia o sospecha de hematoma,
I 36 I
• Método. En la mayoría de PT sin riesgo de sangrado las HBPM constituyen la primera opción
profiláctica, por sus conocidas ventajas sobre la
HNF, aunque no hay ninguna HBPM con indicación específica en el paciente politraumatizado.
Knudson e Ikossi76 aleatorizaron 487 PT de alto
riesgo entre CNI y HBPM (seguidos mediante
ecografías); la incidencia de TVP fue 2,5 % en el
grupo CNI y 0,8 % en el HBPM. Geerts y cols.87
aleatorizaron 265 PT a HNF o enoxaparina (seguidos mediante flebografías); la incidencia de
TVP en el grupo HNF fue del 41 %, frente al 31 %
del grupo HBPM. La hemorragia fue del 2,9 %
(HBPM) y el 0,6 % (HNF), sin significación estadística. Actualmente el empleo de HNF en el
PT es infrecuente y discutido. La EAST86 señala
que la HNF no ofrece protección frente a la ETV
en PT. Por el contrario, el ACCP78 la recoge con
recomendación similar a HBPM. La HNF puede
jugar un papel junto con la profilaxis mecánica
en pacientes con alto riesgo de sangrado por la
posibilidad de revertir su efecto con sulfato de
protamina en caso de sangrado activo79. Respecto a fondaparinux, en pacientes PT existen pocos
estudios88; el ACCP no recoge su indicación en
PT78. Los anticoagulantes orales antivitamina K
plantean numerosos problemas y no se emplean.
Finalmente, no existe experiencia con los nuevos
anticoagulantes orales.
• Inicio. Los métodos mecánicos, si no están contraindicados, deben aplicarse al ingreso. El inicio
de la HBPM es un tema relevante y controvertido. Relevante, porque un estudio multicéntrico
puso de manifiesto que la omisión de la HBPM,
sin razones obvias, en las primeras 24 horas del
ingreso del PT está asociada a un incremento de
la mortalidad89. Abundando en los efectos nocivos de su retraso, Nathens y cols.90 constataron
que solo el 25 % de pacientes inició la profilaxis
en las primeras 48 horas, y observaron que un
retraso superior a 4 días multiplicaba por tres el
riesgo de ETV. Controvertido porque la HBPM
puede estar inicialmente contraindicada por la
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
presencia de sangrado o riesgo de hemorragia.
Su inicio se debe demorar hasta que no existan
contraindicaciones formales. Por ello, el momento para iniciar la profilaxis de la ETV en pacientes
PT en ocasiones es difícil de determinar, aunque
siempre debe ser lo más precoz posible. El comienzo estará determinado tanto por las lesiones
del paciente (diagnosticadas o sospechadas) y
riesgo o presencia de sangrado como por la necesidad de cirugía urgente. El momento de iniciar
la HBPM en el PT no está claro en la mayoría de
guías o consensos y deberá ser individualizado.
Esta se podría iniciar cuando el paciente está
hemodinámicamente estable, no precise drogas
vasoactivas, tratamiento intensivo con fluidoterapia o transfusiones sanguíneas y, lógicamente,
sin evidencia de hemorragia activa91. En PT con
riesgo de hemorragia el tiempo de evaluación se
puede centrar entre 24 y 48 horas92,92. Tras este
periodo los pacientes se podrían reevaluar y
valorar si existe alguna contraindicación formal
para la HBPM.
• Dosis. Mientras que en Europa la dosis estándar
de HBPM de alto riesgo utilizada en estos pacientes es cada 24 horas, la FDA recomienda en general, en Estados Unidos, dosis cada 12 horas. Así,
por lo que se refiere a la enoxaparina, el protocolo
en Europa consiste en 40 mg diarios, mientras que
en Estados Unidos es de 30 mg/12 horas. Aunque
en pacientes de alto riesgo ambas dosis son equivalentes en cuanto a resultados, en los PT existe
controversia y parece más recomendable ajustar
la dosis en función de las características del enfermo. Pero, ¿en qué pacientes?, ¿con qué test y
su frecuencia? Aunque el nivel de evidencia no
sea alto, se recomienda ajustar la dosis en niños,
ancianos, obesos y pacientes con insuficiencia renal, pues la respuesta a la HBPM es más difícil de
predecir. Investigaciones en PT, que ajustan dosis
de HBPM con niveles de anti-Xa, señalan que muchos pacientes (hasta el 70,5%) reciben una inadecuada profilaxis con 30 mg/12 horas93,94. Pero la
determinación del anti-Xa tiene algunos problemas; no hay consenso sobre si las determinaciones
se deben realizar en su pico o en su valle y sobre
cuáles son los rangos profilácticos idóneos. Conjuntamente en muchos hospitales no está disponible. La dalteparina (5.000 UI/día) también se ha
empleado como profilaxis de la ETV en PT, con
resultados similares a enoxaparina95. Dos tercios
de pacientes de la base de datos de la German
Society for Trauma Surgery que presentaron una
ETV lo hicieron en la tercera semana del ingreso
y por ello recomiendan prolongar en el tiempo la
profilaxis77.
• Duración. Es imprecisa la duración óptima de
HBPM en estos pacientes, pues existe gran dispersión de datos en relación con el tipo de lesiones, pequeñas muestras de pacientes y seguimiento limitado. Se recomienda que la profilaxis
debe mantenerse mientras permanezcan activos
los factores de riesgo y debe ser individual, a
tenor de la revisión de Yenna y Robers95. Estos
pacientes deben recibir profilaxis mientras no
consigan una movilidad adecuada, hecho que
va a depender del tipo de lesiones, el tratamiento realizado y las secuelas78. En caso de que el
paciente necesite profilaxis de la ETV de forma
prolongada por el tipo de lesiones (por ejemplo,
lesión medular) o complicaciones de las mismas,
se evaluaría la posibilidad de pasar de la HBPM
a una anticoagulación oral.
Filtro de vena cava inferior
Los filtros son una alternativa en la estrategia profiláctica de la ETV en PT, sobre todo en pacientes de
muy alto riesgo, fundamentalmente cuando existe
contraindicación para la profilaxis farmacológica91.
En los último años su empleo se ha incrementado, especialmente en EE.UU., favorecido por los desarrollos
técnicos (colocación percutánea, incluso en la propia
UCI y la existencia de filtros extraíbles), aspecto este
último particularmente interesante en los PT, ya que la
fase de riesgo suele estar limitada en el tiempo; a pesar
de ello, un trabajo multicéntrico, observó que cerca del
80 % no fueron retirados por diversas causas96.
No parece que los filtros profilácticos hayan mejorado los resultados en cuanto a supervivencia o menores índices de EP respecto de la profilaxis farmacológica91. No obstante, una reciente revisión sistemática
y metaanálisis concluyen que existe evidencia, aunque
baja, sobre la reducción de EP y EP mortales en los
PT con filtros vs. PT sin filtros; por el contrario, no
se apreciaron diferencias en la incidencia de TVP y
mortalidad97.
Junto a la discutida efectividad, los filtros presentan diversos problemas:
I 37 I
• Lógicamente no previenen la TVP, e incluso pueden aumentar su incidencia por debajo del filtro.
• Su empleo no está exento de riesgos y la incidencia de complicaciones está alrededor del 2,5 %.
• El acceso a la técnica no está disponible en todos
los centros hospitalarios.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
• Otro problema es el momento idóneo para indicar su colocación. Hasta un 6 % de EP en PT se
producen en las primeras 24 horas tras el traumatismo; por tanto, para que los filtros fueran
realmente efectivos su colocación se debería indicar precozmente76,81,91.
No existen ensayos clínicos aleatorizados con un
alto nivel de evidencia que avalen su empleo. Velmahos y cols.84,85 señalan que los filtros en PT seleccionados de alto riesgo pueden disminuir la incidencia de
EP. Las guías no llegan a estar de acuerdo. La EAST85,
bastante liberal, considera que los filtros pueden estar indicados en PT de alto riesgo donde la anticoagulación está contraindicada. El ACCP78 sugiere que
en los pacientes con traumatismos graves no deben
implantarse filtros para la prevención primaria de la
ETV. A la vista de todo ello, parece que la indicación
profiláctica de un filtro de VCI en PT debe ser individualizada según el paciente y las lesiones que este
presenta (Tabla 1).
Se puede consultar un resumen de las recomendaciones en las Figuras 4 y 5.
Figura 4. Riesgo tromboembólico en pacientes politraumatizados
y decisión del método profiláctico que se va a emplear.
BIBLIOGRAFÍA
1. Stein PD, Beemath A, Olson RE. Obesity as a risk factor in
venous thromboembolism. Am J Med. 2005;118:978-80.
2. Stein PD, Matta F. Pulmonary embolism and deep venous thrombosis following bariatric surgery. Obes Surg. 2013;23:663-8.
3. International Bariatric Surgery Registry. www.asbs.org/html/
rationale/rationale.htm.
4. Arcelus JI, Ramos JL. Prevención de la ETV en Cirugía General y del Aparato Digestivo. Recomendaciones del Grupo de
Trombosis de la AEC. Barcelona: Ed. Esmon; 2013.
Figura 5. Prevención de la ETV en pacientes con politraumatismo.
5. Rocha AT, De Vasconcellos AG, Da Luz Neto ER, Araújo DM,
Alves ES, Lópes AA. Risk of venous thromboembolism and
efficacy of thromboprophylaxis in hospitalized obese medical
patients and in obese patients undergoing bariatric surgery.
Obes Surg. 2006;16:1645-55.
6. Hamad GG, Bergqvist D. Venous thromboembolism in bariatric surgery patients: an update of risk and prevention. Surg
Obes Relat Dis. 2007;3:97-102.
7. Sapala JA, Wood MH, Schuhknecht MP, Sapala MA. Fatal pulmonary embolism after bariatric operations for morbid obesity: a 24-year retrospective analysis. Obes Surg. 2003;13:819-25.
8. González R, Haines K, Nelson LG, Gallagher SF, Murr MM.
Predictive factors of thromboembolic events in patients
undergoing Roux-en-Y gastric bypass. Surg Obes Relat Dis.
2006;2:30-5.
9. Holländer SW, Sifft A, Hess S, Klingen HJ, Djalali P, Birk D.
Identifying the Bariatric Patient at Risk for Pulmonary Embolism: Prospective Clinical Trial Using Duplex Sonography and
Blood Screening. Obes Surg. 2015; Mar 26. [Epub ahead of
print].
10. Chan MM, Hamza N, Ammori BJ. Duration of surgery independently influences risk of venous thromboembolism after
laparoscopic bariatric surgery. Surg Obes Relat Dis. 2013;9:88-93.
11. Maillo CL, Martín E, López J, Jover JM, Martínez J, Margalet I,
et al. Effect of pneumoperitoneum on venous hemodynamics
during laparoscopic cholecystectomy. Influence of patients’
age and time of surgery. Med Clin (Barc). 2003;120:330-4.
12. Milic DJ, Pejcic VD, Zivic SS, Jovanovic SZ, Stanojkovic ZA,
Jankovic RJ, et al. Coagulation status and the presence of
postoperative deep vein thrombosis in patients undergoing
laparoscopic cholecystectomy. Surg Endosc. 2007;21:1588-92.
13. Podnos YD, Jimenez JC, Wilson SE, Stevens CM, Nguyen NT.
Complications after laparoscopic gastric bypass: a review of
3464 cases. Arch Surg. 2003;138:957-61.
14. Carmody BJ, Sugerman HJ, Kellum JM, Jamal MK, Johnson
JM, Carbonell AM, et al. Pulmonary embolism complicating
bariatric surgery: detailed analysis of a single institution’s
24-year experience. J Am Coll Surg. 2006;203:831-7.
15. American Society for Metabolic and bariatric Surgery: www.
asmbs.org
I 38 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
16. Gould MK, García DA, Wren SM, Karanicolas PJ, Arcelus JI,
Heit JA, et al; American College of Chest Physicians. Prevention of VTE in nonorthopedic patients. Antithrombotic therapy
and prevention of thrombosis, 9th ed: American College of
Chest Physicians evidence-based clinical practice guidelines.
Chest. 2012;141(Suppl2):e227s-77s.
17. Vaziri K, Bhanot P, Hungness ES, Morasch MD, Prystowsky
JB, Nagle AP. Retriavable inferior vena cava fi lters in highrisk patients undergoing bariatric surgery. Surg Endosc.
2009;23:2203-7.
18. Brotman DJ, Shihab HM, Prakasa KR, Kebede S, Haut ER,
Sharma R, et al. Pharmacologic and mechanical strategies
for preventing venous thromboembolism after bariatric surgery: a systematic review and meta-analysis. JAMA Surg.
2013;148:675-86.
19. Rowland SP, Dharmarajah B, Moore HM, Lane TR, Cousins J,
Ahmed AR, et al. Inferior vena cava filters for prevention of
venous thromboembolism in obese patients undergoing bariatric surgery: a systematic review. Ann Surg. 2015;261:35-45.
20. Pryor HI, Singleton A, Lin E, Lin P, Varizi K. Practice patterns
in high-risk bariatric venous thromboembolism prophylaxis.
Surg Endosc. 2013;27:843-8.
21. Steele KE, Canner J, Prokopowicz G, Verde F, Beselman A,
Wyse R, et al. The EFFORT trial: Preoperative enoxaparin
versus postoperative fondaparinux for thromboprophylaxis
in bariatric surgical patients: a randomized double-blind pilot
trial. Surg Obes Relat Dis. 2015;11:672-83.
22. Celik F, Huitema AD, Hooijberg JH, van de Laar AW, Brandjes
DP, Gerdes VE. Fixed-dose enoxaparin after bariatric surgery:
the influence of body weight on peak anti-Xa levels. Obes
Surg. 2015;25:628-34.
23. Kalfarentzos F, Stavropoulou F, Yarmenitis S, Kehagias I, Karamesini M, Dimitrakopoulos A, et al. Prophylaxis of venous
thromboembolism using two different doses of low-molecular-weight heparin (nadroparin) in bariatric surgery: a prospective randomized trial. Obes Surg. 2001;11:670-6.
24. Scholten DJ, Hoedema RM, Scholten SE. A comparison of two
diff erent prophylactic dose regimens of low molecular weight
heparin in bariatric surgery. Obes Surg. 2002;12:19-24.
25. Rowan BO, Kuhl DA, Lee MD, Tichansky DS, Madan AK.
Anti-Xa levels in bariatric surgery patients receiving prophylactic enoxaparin. Obes Surg. 2008;18:162-6.
26. Borkgren-Okonek MJ, Hart RW, Pantano JE, Rantis PC Jr, Guske PJ, Kane JM Jr, et al. Enoxaparin thromboprophylaxis in
gastric bypass patients: extended duration, dose stratification,
and antifactor Xa activity. Surg Obes Relat Dis. 2008;4:625-31.
27. Mushtaq A, Vaughns JD, Ziesenitz VC, Nadler EP, van den
Anker JN. Use of Enoxaparin in Obese Adolescents During
Bariatric Surgery-a Pilot Study. Obes Surg. 2015; Feb 26. [Epub
ahead of print].
28. Martí-Valeri C, Sabaté A, Masdevall C, Dalmau A. Improvement of associated respiratory problems in morbidly obese
patients after open Roux-en-Y gastric bypass. Obes Surg
2007;17:1102-10.
29. Vavken P, Lunzer A, Grohs JG. A prospective cohort study
on the effectiveness of 3500 IU versus 5000 IU bemiparin in
theprophylaxis of postoperative thrombotic events in obese
patients undergoing orthopedic surgery. Wien Klin Wochenschr 2009;121(13-14):454-8.
30. Becattini C, Agnelli G, Manina G, Noya G, Rondelli F. Venous
thromboembolism after laparoscopic bariatric surgery for
morbid obesity: clinical burden and prevention. Surg Obes
Relat Dis. 2012;8:108-15.
31. Ikesaka R, Delluc A, Le Gal G, Carrier M. Efficacy and safety
of weight-adjusted heparin prophylaxis for the prevention of
acute venous thromboembolism among obese patients undergoing bariatric surgery: a systematic review and meta-analysis. Thromb Res. 2014;133:682-7.
32. Egan G, Ensom MH. Measuring anti-factor xa activity to monitor low-molecular-weight heparin in obesity: a critical review.
Can J Hosp Pharm. 2015;68:33-47.
33. Nutescu EA, Spinler SA, Wittkowsky A, Dager WE. Low-molecular-weight heparins in renal impairment and obesity:
available evidence and clinical practice recommendations
across medical and surgical settings. Ann Pharmacother.
2009;43:1064-83.
34. Hamad GG, Choban PS. Enoxaparin for thromboprophylaxis
in morbidly obese patients undergoing bariatric surgery: findings of the prophylaxis against VTE outcomes in bariatric
surgery patients receiving enoxaparin (PROBE) study. Obes
Surg. 2005;15:1368-74.
35. Froehling DA, Daniels PR, Mauck KF, Collazo-Clavell ML,
Ashrani AA, Sarr MG, et al. Incidence of venous thromboembolism after bariatric surgery: a population-based cohort
study. Obes Surg. 2013;23:1874-9.
36. Raftopoulos I, Martindale C, Cronin A, Steinberg J. The effect
of extended post-discharge chemical thromboprophylaxis on
venous thromboembolism rates after bariatric surgery: a prospective comparison trial. Surg Endosc. 2008;22:2384-91.
37. Magee CJ, Barry J, Javed S, Macadam R, Kerrigan D. Extended thromboprophylaxis reduces incidence of postoperative
venous thrombembolism in laparoscopic bariatric surgery. Sur
Obes Relat Dis. 2010;6:322-5.
38. Woo HD, Kim YJ. Prevention of venous thromboembolism
with enoxaparin in bariatric surgery. J Korean Surg Soc.
2013;84:298-303.
39. Gugliotti DV. What is the optimal venous thromboembolism prophylaxis for patients undergoing bariatric surgery?
IMPACT consults. Proceedings of the 2nd Annual Cleveland
Clinic Perioperative Medicine Summit. Cleveland Clinic J
Med. 2006;73(Electronic Suppl1):S17-8.
40. Riber C, Alstrup N, Nymann T, Bogstad JW, Wille-Jørgensen P,
Tønnesen H. Postoperative thromboembolism after day-case
herniorrhaphy. Br J Surg. 1996;83:420-1.
41. Wessel N, Gerner T. Thromboembolic complications in ambulatory surgery. A retrospective study of 1691 patients. Tidsskr
Nor Laegeforen. 1996;116:615-6.
42. Enoch S, Woon E, Blair SD. Thromboprohylaxis can be omitted in selected patient undergoing varicose vein surgery and
hernia repair. Br J Surg. 2003;90:818-20.
43. Engbaek J, Bartholdy J, Hjortso NC. Return hospital visits
and morbidity within 60 days after day surgery: retrospective study of 18,736 day surgical procedures. Acta Anaesthesiol
Scand. 2006;50:911-9.
44. Ahonen J. Day surgery and thromboembolic complications:
time for structured assessment and prophylaxis. Curr Opin
Anaesthesiol. 2007;20:535-59.
45. Wasowicz-Kemps DK, Biesma DH, Schangen van Leeuwn J,
Van Ramshorst B. Prophylaxis of venous thromboembolism
in general and gynecological day surgery in the Netherlands.
J Thomb Haemost. 2006;4:269-71.
46. Lozano FS, Sánchez J, González JR, García J, Santos JA, Mateos
R, et al. Slow femoral venous flow and venous thromboembolism following inguinal hernioplasty in patients without
or with low molecular weight heparin prophylaxis. Hernia.
2015; Feb 8.
I 39 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
47. Roderick P, Ferris G, Wilson K, Halls H, Jackson D, Collins R,
et al. Towards evidence-based guidelines for the prevention of
venous thromboembolism: systematic reviews of mechanical
methods, oral anticoagulation, dextran and regional anaesthesia as thromboprophylaxis. Health Technology Assessment.
2005;49:1-78.
48. Chelly JE. Thromboprophylaxis and regional anesthesia in the
ambulatory setting. Int Anesthesiol Clin. 2011;49:166-73.
49. Rondelli F, Manina G, Agnelli G, Becattini C. Venous thromboembolism after laparoscopic cholecystectomy: clinical burden and prevention. Surg Endosc. 2013;27:1860-4.
50. Raich M, Bustos F, Castellet F, Castillo J, Gómez JA, Jiménez B,
et al. Recomendaciones de tromboprofilaxis en cirugía mayor
ambulatoria. Cir May Amb. 2006;11:11-7.
51. Raich M, Bustos F, Castellet E, Castillo J, Dacobo F, Domenech
P, et al. Actualización de las recomendaciones de tromboprofilaxis en cirugía mayor ambulatoria. Cir May Amb. 2011:16:23-9.
52. Pinho C, Campos M, Ramos M, Céu Lourenco M, Teixeira S.
Recomendacoes de tomboprofilaxia em cirurgia ambulatoria.
Associacao Portuguesa de Cirurgia Ambulatoria. 2013.
53. British Association of Day Surgery (2007) BADS directory of
procedures 2007.
54. Thrombosis Committee. Northampton General Hospital.
NHS. Thromboprofilaxis Guidelines for Adult Patient. NGHGU-187; 2012.
55. Nicolaides AN, Fareed J, Kakkar AK, Comerota AJ, Goldhaber
SZ, Hull R, et al. Prevention and treatment of venous thromboembolism. International Consensus Statement. Int Angiol.
2013;32:111-260.
56. Wright DM, O’Dwyer PJ, Pateson CR. Influence of inyection
site for low dose heparin on wound complication rates after
inguinal hernia repair. Ann R Coll Surg Engl. 1998;80:58-60.
57. Hidalgo M, Figueroa JM. Prophylaxis of venous thromboembolism in abdominal wall surgery. Hernia. 2000;4:242-7.
58. Lozano FS, Sánchez J, Santos JA, García J, Mateos R, González, JR, et al. Venous thromboembolism risk stratification and
thromboprophylaxis with low molecular weight heparin in
patients undergoing major ambulatory surgery: an observational prospective study. Amb Surg. 2010;16:5-12.
59. Anwar S, Scott P. Current practice for anticoagulation prophylaxis in inguinal hernia surgery: a questionnaire survey.
NZ Med J. 2003;116:U583.
60. Raich M, Martínez J, Bustos F. Encuesta nacional sobre la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa en cirugía
mayor ambulatoria. Cir May Amb. 2004;9:31-6.
61. Shabbir J, Ridgway PF, Shields W, Evoy D, O’Mahony JB,
Mealy K. Low molecular weight heparin prophylaxis in day
case surgery. Ir J Med Sci. 2006;175:26-9.
62. Sanjay P, Woodward A. A survey of inguinal hernia repair in
Wales with special emphasis on laparoscopic repair. Hernia.
2007;11:403-7.
63. Squizzato A, Venco A. Thromboprophylaxis in day surgery.
Int J Surg. 2008;6(Suppl1):S29-30.
64. Muntz JE, Michota FA. Prevention and management of
venous thromboembolism in the surgical patient: options by
surgery type and individual patient risk factors. Am J Surg.
2010;199(Suppl1):S11-20.
65. Samama CM, Gafsou B, Jeandel T, Laporte S, Steib A, Marret E,
et al; French Society of Anaesthesia and Intensive Care. Guidelines on perioperative venous thromboembolism prophylaxis.
Update 2011. Short text. Ann Fr Anesth Reanim. 2011;30:947-51.
66. Scottish Intercollegiate Guidelines Network (SIGN). Prevention
and management of venous thromboembolism: a national clinical
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
78.
79.
80.
81.
82.
83.
84.
I 40 I
guideline. Edinburgh: SIGN; 2010. (SIGN publication no. 122).
[cited 10 Dec 2010]. Available from URL: http://www.sign.ac.uk
National Institute for Health and Clinical Excelence (NHS).
Venous thromboembolism: reducing the risk. NICE clinical
guidelines 92. January 2010. www.nice.org
Worcesterhire. NHS. Guideline for thromboprofilaxis in adult
(18 years and older) in general medical patients and inpatients
undergoing surfgery. Guideline reviewed and aproved on 17th
April 2014.
Prevention of Venous Thromboembolism. The Australia &
New Zealand Working Party on the management and Prevention of Venous Thromboembolism. 4th Edition, 2007.
Squizzato A, Romualdi E, Dentali F, Ageno W. The new oral
anticoagulants, do they change the benefit vs. risk for thromboprophylaxis in association to ambulatory surgery? Curr
Opin Anaesthesiol. 2010;23:722-5.
Geerts WH, Code KI, Jay RM, Chen E, Szalai JP. A prospective
study of venous thromboembolism after major trauma. N Engl
J Med. 1994;331:1601-6.
Krasiński Z, Urbanek T, Krasińska B, Kaczmarczyk J. Thromboprophylaxis in patients with multiple organ injuries--is there an alternative to low-molecular-weight heparins (LMWH)?
Ortop Traumatol Rehabil. 2011;13:229-40.
Shackford SR, Davis JW, Hollingsworth-Frielund P, Brewer
NS, Hoyt DB, Mackersie RC. Venous thromboembolism in
patients with major trauma. Am J Surg. 1990;159:365-9.
Knudson MM, Collins JA, Goodman SB, McCrory DW. Thromboembolism following multiple trauma. J Trauma. 1992;92:2-11.
Rogers FB. Venous thromboembolism in trauma patients: a
review. Surgery 2001;130:1-12.
Knudson MM, Ikossi DG. Venous thromboembolism after
trauma. Curr Opin Crit Care. 2004;10:539-48.
Paffrath T, Wafaisade A, Lefering R, Simanski C, Bouillon B,
Spanholtz T, et al; Trauma Registry of DGU. Venous thromboembolism after severe trauma: incidence, risk factors and
outcome. Injury. 2010;41:97-101.
Guyatt GH, Akl EA, Crowther M, Gutterman DD, Schuünemann HJ; American College of Chest Physicians Antithrombotic Therapy and Prevention of Thrombosis Panel.
Executive summary: Antithrombotic Therapy and Prevention of Thrombosis, 9th ed: American College of Chest Physicians Evidence-Based Clinical Practice Guidelines. Chest.
2012;141(Suppl2):7S-47S.
Bendinelli C, Balogh Z. Postinjury thromboprophylaxis. Curr
Opin Crit Care. 2008;14:673-8.
Knudson MM, Ikossi DG, Khaw L, Morabito D, Speetzen LS.
Thromboembolism after trauma. An analysis of 1602 episodes
from the American College of Surgeons National Trauma Data
Bank. Ann Surg. 2004;240:490-8.
Greenfield LJ, Proctor MC, Rodríguez JL, Luchette FA, Cipolle MD, Cho J. Posttrauma thromboembolism prophylaxis. J
Trauma. 1997;42:100-3.
Vanek VW. Meta-analysis of effectiveness of intermittent pneumatic compression devices with a comparison of thigh-high to
knee-high sleeves. Am Surg. 1998;64:1050-8.
Velmahos GC, Kern J, Chan LS, Oder D, Murray JA, Shekelle
P. Prevention of venous thromboembolism after injury: an evidence-based report--part I: analysis of risk factors and evaluation of the role of vena caval filters. J Trauma. 2000;49:132-8.
Velmahos GC, Kern J, Chan LS, Oder D, Murray JA, Shekelle P. Prevention of venous thromboembolism after injury: an
evidence-based report--part II: analysis of risk factors and evaluation of the role of vena caval filters. J Trauma. 2000;49:140-4.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
85. Norwood SH, McAuley CE, Berne JD, Vallina VL, Kerns DB,
Grahm TW, et al. A potentially expanded role for enoxaparin
in preventing venous thromboembolism in high risk blunt
trauma patients. J Am Coll Surg. 2001;192:161-7.
86. Rogers FB, Cipolle MD, Velmahos G, Rozycki G, Luchette
FA. Practice management guidelines for the prevention of
venous thromboembolism in trauma patients: the EAST
practice management guidelines work group. J Trauma.
2002;53:142-64.
87. Geerts WH, Jay RM, Code KI, Chen E, Szalai JP, Saibil EA, et al.
A comparison ol low-dose heparin with low molecular-weight
heparin as prophylaxis against venous thromboembolism after
major trauma. N Engl J Med. 1996; 335:701-7.
88. Lu JP, Knudson MM, Bir N, Kallet R, Atkinson K. Fondaparinux for prevention of venous thromboembolism in
high-risk trauma patients: a pilot study. J Am Coll Surg.
2009;209:589-94.
89. Ho KM, Chavan S, Pilcher D. Omission of early thromboprophylaxis and mortality in critically ill patients: a multicenter
registry study. Chest. 2011;140:1436-46.
90. Nathens AB, McMurray MK, Cuschieri J, Durr EA, Moore EE,
Bankey PE, et al. The practice of venous thromboembolism prophylaxis in the major trauma patient. J Trauma. 2007;62:557-62.
91. Dossett LA, Adams RC, Cotton BA. Unwarranted national
variation in the use of prophylactic inferior vena cava filters
92.
93.
94.
95.
96.
97.
I 41 I
after trauma: an analysis of the National Trauma Databank. J
Trauma. 2011;70:1066-70.
Adams RC, Hamrick M, Berenguer C, Senkowski C, Ochsner
MG. Four years of an aggressive prophylaxis and screening
protocol for venous thromboembolism in a large trauma population. J Trauma. 2008;65:300-6.
Malinoski D, Jafari F, Ewing T, Ardary C, Conniff H, Baje M, et
al. Standard prophylactic enoxaparin dosing leads to inadequate
anti-Xa levels and increased deep venous thrombosis rates in critically ill trauma and surgical patients. J Trauma. 2010;68:874-80.
Costantini TW, Min E, Box K, Tran V, Winfield RD, Fortlage
D, et al. Dose adjusting enoxaparin is necessary to achieve
adequate venous thromboembolism prophylaxis in trauma
patients. J Trauma Acute Care Surg. 2013;74:128-33.
Yenna ZC, Roberts C. Thromboprophylaxis after multiple trauma: what treatment and for how long? Injury.
2009;40(Suppl4):S90-4.
Karmy-Jones R, Jurkovich GJ, Velmahos GC, Burdick T, Spaniolas K, Todd SR, et al. Practice patterns and outcomes of
retrievable vena cava filters in trauma patients: an AAST multicenter study. J Trauma. 2007;62:17-24.
Haut ER, Garcia LJ, Shihab HM, Brotman DJ, Stevens KA,
Sharma R, et al. The effectiveness of prophylactic inferior
vena cava filters in trauma patients: a systematic review and
meta-analysis. JAMA Surg. 2014;149:194-202.
Manejo perioperatorio del paciente anticoagulado
Juan Vicente Llau Pitarch1, Raquel Ferrandis Comes2
Jefe de Sección. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínico
Universitario de Valencia. Profesor Asociado de Fisiología. Universidad de Valencia.
2
FEA. Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor. Hospital Clínico Universitario
de Valencia. Profesora Asociada de Fisiología. Universidad de Valencia
1
INTRODUCCIÓN
El manejo de la terapia anticoagulante durante el
periodo perioperatorio es una situación clínica frecuente que debe equilibrar el riesgo trombótico del
paciente con el riesgo hemorrágico inherente a la
propia cirugía. Este último puede verse incrementado por el tratamiento anticoagulante y suponer un
sangrado mayor que, eventualmente, puede poner
en riesgo el resultado del propio acto quirúrgico e
incluso la vida del paciente. El balance más adecuado de anticoagulación-hemostasia sigue presentando
cuestiones no resueltas y de difícil consenso1, como
el tiempo óptimo de retirada de un fármaco antes
de la cirugía, la conveniencia o no de la realización
de la “terapia puente” o cuál es la mejor forma de
gestionar los nuevos anticoagulantes orales de acción directa (ACOD) como apixabán, dabigatrán o
rivaroxabán.
Para la mejor comprensión del tema, consideramos
importante comentar, en primer lugar, la necesidad de
valoración de los riesgos trombótico y hemorrágico
de forma individualizada en cada paciente, según sus
características personales y el tipo de cirugía al que
va a ser sometido, para desarrollar después el manejo
perioperatorio de los distintos fármacos. Finalmente,
y a partir de los datos obtenidos, se hará un resumen
de las recomendaciones más importantes.
VALORACIÓN DE RIESGOS TROMBÓTICO Y HEMORRÁGICO
El manejo perioperatorio de los pacientes en tratamiento anticoagulante se basa en una correcta valoración de los riesgos trombótico y hemorrágico. Hasta la
fecha no se ha validado un método de estratificación
específico para el periodo perioperatorio, por lo que ha
sido necesario adaptar las escalas generales propuestas
y utilizadas en otros contextos.
El riesgo trombótico (Tabla 1) clasifica a los pacientes en bajo, moderado y alto riesgo, suponiendo
un riesgo anual inferior al 5 %, entre el 5 % y el 10 % o
superior al 10 %, respectivamente, de sufrir un evento
tromboembólico2-4. Este riesgo sería el asumido en un
paciente al que se suspende el antagonista de la vitamina K (AVK) y no recibe terapia puente con heparina de bajo peso molecular (HBPM). No obstante, esta
escala es orientativa, porque puede no considerar circunstancias personales que aumenten el riesgo trombótico y que deben valorarse individualmente (como
por ejemplo el riesgo trombótico asociado a la cirugía).
Respecto al riesgo hemorrágico, cabe diferenciar
el riesgo de sangrado inherente a la propia cirugía del
eventual incremento del sangrado esperado a causa
del efecto de un fármaco anticoagulante o antiagregante. Siguiendo esta premisa, se puede establecer
una relación de procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos en los que la asociación con el tratamiento
anticoagulante puede determinar un incremento del
sangrado (Tabla 2). Más allá de un simple listado de
procedimientos, existen dos propuestas interesantes
que se aproximan a la idea de estratificación de riesgo hemorrágico en los pacientes en tratamiento antitrombótico. En uno de los casos5, la estratificación del
riesgo hemorrágico perioperatorio se basa en cuatro
factores predictivos: los antecedentes de sangrado del
paciente, ser portador de válvula mitral mecánica, tener una neoplasia activa y recuento bajo de plaquetas,
denominándose genéricamente “BleedMAP”. La otra
propuesta se denomina puntuación “HASBLED”, e incluye como predictores de sangrado la hipertensión,
la función renal y/o hepática alterada, los antecedentes de ictus o de sangrado previo, tener un INR lábil,
I 42 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Tabla 1. Modelo de estratificación del riesgo trombótico en pacientes sometidos a procedimientos quirúrgicos*
Portadores de válvula cardiaca
mecánica
Riesgo alto
Cualquier prótesis mitral
Antiguas válvulas aórticas
ACV < 6 meses
Riesgo
moderado
Bioprótesis cardiaca con alguno
de los siguientes: FA, ACV previo,
HTA, DM, ICC, > 75 años
Riesgo
bajo
Fibrilación auricular
Tromboembolismo venoso
Puntuación CHA2DS2-VASc > 4
ACV < 3 meses
Patología valvular reumática
ETV reciente (< 3 meses)
Trombofilia tipo: déficit de proteína C, S o
antitrombina, anticuerpos antifosfolípidos o
alteraciones múltiples
Puntuación CHA2DS2-VASc 2-4
ETV hace 3-12 meses
TVP recurrente
Enfemedad neoplásica activa
Trombofilia tipo: factor V Leiden heterozigoto,
mutación heterozigota del factor II.
Bioprótesis cardiaca sin FA ni otros Puntuación CHA2DS2-VASc 0-1 sin otro
factores de riesgo para ACV
factor de riesgo ni ACV previo
ETV > 12 meses sin otro factor de riesgo
ACV: accidente cerebrovascular; FA: fibrilación auricular; HTA: hipertensión arterial; DM: diabetes mellitus; ICC: insuficiencia cardiaca congestiva; CHA2DS2-VASc:
congestive heart failure/left venricular dysfunction, hypertension, age > 75 (doubled), diabetes mellitus, stroke (doubled), vascular disease, age 65-74, sex cathegory
(female); ETV: enfermedad tromboembólica venosa.
*Adaptado y modificado de: Douketis JD, Spyropoulos AC, Spencer FA, Mayr M, Jaffer AK, Eckman MH, et al. Perioperative management of antithrombotic therapy.
Chest. 2012;141(Suppl2):e326S-e350S. Llau JV, Ferrandis R, López-Forte C. Antiagregantes y anticoagulantes – Manejo del paciente quirúrgico anticoagulado. Cir
Esp. 2009;85(Suppl1):7-14. Baron TH, Kamath PS, McBane RD. Management of antithrombotic therapy in patients undergoing invasive procedures. N Engl J Med.
2013;368:2113-24.
MANEJO PERIOPERATORIO DE LOS PACIENTES
EN TRATAMIENTO CON FÁRMACOS ANTAGONISTAS
DE LA VITAMINA K
Tabla 2. Procedimientos quirúrgicos y no quirúrgicos en los
que puede haber un incremento del sangrado si se asocian
con la terapia antitrombótica
Grupo de procedimiento
Tipo de procedimiento
Cirugía urológica
Resección transuretral de próstata
o vejiga
Nefrectomía
Biopsia renal
Cirugía general (en órganos
de gran vascularización)
Cirugía renal de cualquier tipo
Cirugía hepática
Cirugía esplénica
Cirugía general (riesgo
hemorrágico local)
Cirugía intestinal con riesgo de
hemorragia en la anastomosis
Cirugía mayor
Cirugía neoplásica
Artroplastia de cadera o rodilla
Reconstrucción extensa en cirugía
plástica
Cirugía de riesgo si hay
incremento del sangrado
Cirugía cardiaca
Cirugía intracraneal
Cirugía espinal
Endoscopia digestiva
Polipectomía de pólipo sésil > 1-2 cm
Otros
Colocación de marcapasos o
desfibrilador subcutáneos
El manejo perioperatorio de los AVK se basa en la decisión de realizar o no un protocolo de terapia puente.
Es decir, si se va a suspender el fármaco y sustituir por
otro anticoagulante de vida media más corta, o simplemente se va a suspender el fármaco durante unos
días sin sustitución. Esta decisión debe estar basada en
los riesgos trombótico y hemorrágico de cada paciente
en su circunstancia particular perioperatoria, evitando
realizar la terapia puente de forma sistemática e idéntica en todos los pacientes.
Suspensión del AVK previo a la cirugía
edad > 65 años y la historia de consumo de drogas o
el alcoholismo. Un resultado igual o superior a 3 en
pacientes crónicamente anticoagulados por fibrilación
auricular (FA), o por otra razón, se catalogó como un
predictor independiente de sangrado en el estudio
prospectivo-observacional-multicéntrico original6.
Con objetivo de minimizar el riesgo de hemorragia perioperatoria, parece recomendable suspender el AVK
antes de un procedimiento invasivo o una cirugía,
aunque, en determinadas circunstancias con muy bajo
riesgo de sangrado, esta suspensión puede no ser necesaria. El tiempo de suspensión debe ser el adecuado
para garantizar la competencia hemostática en relación
con el INR alterado, considerándose adecuado un INR
inferior a 1,5 en el momento de la cirugía. El tiempo
medio que se ha estimado depende del fármaco, situándose en 5 días en el caso de warfarina y siendo
suficiente 2-3 días en el caso de acenocumarol7. Este
intervalo puede acortarse en aquellos casos asociados
a menor riesgo hemorrágico, en los que se puede permitir un INR 1,5-1,8.
I 43 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
Reanudación del fármaco tras la cirugía
Tras la mayoría de las cirugías, la primera dosis del AVK
se puede administrar a partir de las 24 horas del postoperatorio si ha sido posible iniciar la tolerancia oral. De
este modo, el INR se encontrará en rango terapéutico en
torno al quinto día, sin aumentar el riesgo de sangrado8.
En los casos en que no sea posible iniciar la tolerancia
oral de forma precoz se debe considerar la administración de una HBPM durante los primeros días del postoperatorio hasta asegurar que la ingesta oral puede permitir una anticoagulación adecuada con el AVK.
Monitorización perioperatoria del AVK
Dada la variabilidad farmacodinámica que presentan
los AVK, se sugiere la realización de una prueba de
monitorización de la coagulación unas 12 horas antes
de la cirugía, de forma que aquellos casos en los que el
INR siga elevado pueda administrarse vitamina K (1-2
mg por vía oral) y evitar así la necesidad de reversión
directa del efecto del AVK con la administración de
plasma o de concentrado de complejo protrombínico
(CCP), o la suspensión de la cirugía9.
Necesidad de terapia puente durante la interrupción
del AVK
La necesidad o no de terapia puente es un tema muy
debatido actualmente. La decisión debe basarse fundamentalmente en la estratificación del riesgo trombótico1,
2
. Sin embargo, en los últimos meses se han publicado
diversos artículos sobre la mayor incidencia de sangrado en los pacientes que reciben una HBPM como terapia
puente antes de la cirugía10, 12. El más reciente de todos
es un ensayo clínico en pacientes con fibrilación auricular (FA) que recibieron terapia puente con una HBPM a
dosis terapéuticas administrada cada 12 horas12.
El manejo de pacientes con elevado riesgo trombótico se ha realizado tradicionalmente con terapia
puente con HBPM, aunque hay algunos estudios con
HNF. En estos casos el uso de terapia puente está ampliamente aceptado. Con este régimen el riesgo trombótico es bajo (alrededor del 1-2 %).
Mucho más controvertido es el manejo de los pacientes de moderado riesgo trombótico. Clásicamente estos pacientes se han manejado de forma similar
a los de elevado riesgo, aunque son precisamente
estos pacientes los que más se beneficiarían, al menos según los estudios recientemente publicados y
citados anteriormente10-12, de no recibir terapia puente: la incidencia de eventos trombóticos no parece
estar incrementada al retirar el AVK y la inciden-
cia de sangrado parece mayor en los casos en que
se administra una HBPM. Ya la 9.ª Conferencia del
ACCP2 propuso la no realización de terapia puente
para pacientes con moderado riesgo trombótico que
fueran a ser sometidos a cirugía con elevado riesgo
hemorrágico (como la cirugía cardiaca o la endarterectomía carotídea). En estos casos, cabría plantear
el uso exclusivamente de HBPM o HNF a dosis de
tromboprofilaxis postoperatoria. En la misma línea
(evitar la terapia puente), se propone el manejo de
aquellos pacientes en los que la indicación de la anticoagulación prolongada con AVK hubiera sido un
antecedente de trombosis venosa11.
En pacientes con bajo riesgo trombótico la terapia
puente parece innecesaria. Por tanto, se ha propuesto
la no interrupción de los fármacos AVK en procedimientos de bajo riesgo hemorrágico y trombótico, y
la suspensión sin terapia puente cuando el riesgo hemorrágico sea elevado (5 días para warfarina y 3 días
para acenocumarol).
Protocolos de realización de terapia puente
Resulta muy interesante revisar la propuesta de diferentes dosis de HBPM en los tres protocolos de administración descritos (Tabla 3). Apoyándose en el corto
espacio de tiempo que un paciente se encuentra “no
anticoagulado” cuando se suspende la administración
crónica de un AVK, y en que la dosificación a dosis
altas (terapéuticas) de HBPM parece implicar un incremento del sangrado perioperatorio, la propuesta
de administrar dosis intermedias o profilácticas debe
ser tenida muy en cuenta, sobre todo en los pacientes
que no presentan un elevado riesgo trombótico. Por
otra parte, sí debe remarcarse que, en todo caso, la
administración de la última dosis de HBPM se deberá
siempre realizar 24 horas antes de la cirugía, evitan-
I 44 I
Tabla 3. Propuesta de regímenes de administración
de heparina de bajo peso molecular para la realización
de la terapia puente
Tipo de protocolo
Fármaco y dosis
Dosis altas
(terapéuticas)
Bemiparina 115 UI/kg/24 h
Enoxaparina 1,5 mg/kg/24 h o 1 mg/kg/12 h
Dalteparina 200 UI/kg/24 h o 100 UI/kg/12 h
Tinzaparina 175 UI/kg/24 h
Dosis intermedias
Enoxaparina 40 mg/12 h
Dosis bajas
(profilácticas)
Bemiparina 3.500 UI/24 h
Enoxaparina 40 mg/24 h
Dalteparina 5.000 UI/24 h
HNF: heparina no fraccionada; TPTA-ratio: tiempo parcial de tromboplastina
activado en relación al basal.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
do la administración la tarde anterior, sea cual sea el
protocolo elegido. Esta cuestión, además de ser importante para minimizar el riesgo de hemorragia perioperatoria, también lo es para poder realizar técnicas
anestésicas neuroaxiales para aquellos procedimientos
quirúrgicos en los que estén indicadas, cumpliendo
así con la ventana de seguridad que se recomienda
entre la última administración de HBPM y la punción
neuroaxial13. Por último, también es interesante destacar la recomendación de disminuir a la mitad la última dosis de HBPM (o incluso administrar sólo una
dosis profiláctica) cuando se ha elegido un protocolo
de terapia puente con dosis terapéuticas de administración diaria; esta práctica no tiene influencia en el
riesgo trombótico y sí puede tenerla en el hemorrágico relacionado con la cirugía porque, siguiendo esta
recomendación, los niveles plasmáticos anti-Xa en el
momento de la cirugía serían inferiores y fuera de rango de anticoagulación completa.
el riesgo es moderado la decisión final se basará
en la valoración individual de los factores personales y quirúrgicos en cada caso. Se deben tener
en cuenta las siguientes consideraciones:
– La dosis de HBPM que se administrará a los
pacientes que reciban terapia puente dependerá del riesgo individual de trombosis y de
sangrado, habiendo tres propuestas fundamentales: dosis terapéuticas, dosis intermedias
o dosis profilácticas.
– En los pacientes que reciban una dosis terapéutica de HBPM en la terapia puente se recomienda administrar la última dosis 24 horas
antes de la intervención.
– La reintroducción de la anticoagulación en los
pacientes en los que se haya realizado terapia
puente se realizará a partir del día siguiente
a la cirugía, con HBPM a dosis intermedias o
profilácticas. Se sugiere incrementar las dosis
de HBPM a partir de las 48 horas tras la cirugía, manteniéndolas hasta alcanzar un INR de
al menos 2,0 tras la reintroducción del AVK.
Recomendaciones de manejo en cirugía programada
Podemos plantear las siguientes recomendaciones, extraídas y adaptadas a partir de las propuestas de los
artículos de referencia1-4,14-16:
• Cirugía menor: en los pacientes que van a ser
intervenidos de una cirugía dental o dermatológica menor, en aquellos pacientes programados
para cirugía de cataratas o que se van a someter a
un procedimiento endoscópico sin polipectomía,
la mejor alternativa es el mantenimiento de la
administración de los AVK. Se recomienda, el día
antes de la cirugía, realizar un control de INR,
que debe encontrarse en rango bajo.
• Cirugía sin terapia puente: en los pacientes en
los que sea necesario interrumpir el tratamiento anticoagulante con AVK antes de la cirugía y
en los que no se considera necesaria la terapia
puente, se recomienda dejar de tomar el AVK 3
o 5 días antes de la misma (acenocumarol o warfarina respectivamente), reiniciando su administración en las primeras 24 horas tras la cirugía,
una vez alcanzada la competencia hemostática.
En los pacientes en los que no se pueda iniciar
la anticoagulación oral se recomienda valorar
la administración de una HBPM en el periodo
postoperatorio hasta el momento de la introducción del AVK; la dosis de la HBPM se valorará
en función del riesgo trombótico y hemorrágico.
• Cirugía con terapia puente: en pacientes con
alto riesgo trombótico se recomienda la administración de terapia puente con una HBPM. Si
Manejo de los AVK en cirugía urgente
Para revertir el efecto de los AVK de forma urgente (< 6 horas) se han empleado varias posibilidades
terapéuticas: plasma fresco, concentrado de complejo protrombínico (CCP) y factor VIIa, además de la
administración de vitamina K (5-10 mg iv)17. En los
casos en que sea posible retrasar la reversión 18-24
horas, puede ser suficiente la acción de la vitamina K
administrada de forma intravenosa, pero si la reversión debe realizarse en un plazo menor el tratamiento
será la administración de plasma o de CCP (los CCP
son más eficaces y rápidos en la reversión del efecto
de los AVK que el plasma)17. El factor VIIa no se debe
emplear en primera elección.
Una de las cuestiones que más controversias despierta, y sobre la que no es fácil alcanzar un acuerdo,
es con qué INR es seguro intervenir quirúrgicamente
a un paciente. Evidentemente, la respuesta inicial es
que depende del tipo de cirugía, y más concretamente del riesgo inherente a una intervención quirúrgica
determinada. Sin embargo, las recomendaciones más
habituales establecen que con un INR inferior a 1,5 la
intervención quirúrgica se puede realizar, en general,
sin riesgo hemorrágico (con excepción de determinadas situaciones como neurocirugía o las intervenciones
del polo vascular del ojo, en los que el INR objetivo
debe ser 1,2)14.
Otra cuestión básica es la estrategia que se debe
seguir en caso de necesidad de administración de he-
I 45 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
moderivados para su reversión inmediata. En general,
se puede afirmar que la administración de CCP producirá una reversión más rápida y con menos cantidad de
volumen administrado que si se emplea plasma fresco18,19. Aunque se han propuesto regímenes de administración con dosis fijas14, en general la dosis de CCP
necesaria depende sobre todo del INR de partida, contando también con el INR objetivo que se plantee para
el inicio de la cirugía. Así, las dosis oscilan entre 25 UI/
kg para los casos de INR entre 2 y 4 a 50 UI/kg para los
pacientes con un INR superior a 6; en todos los casos
se recomienda la adición de vitamina K intravenosa
(10 mg) tanto para potenciar el efecto del CCP como
para, fundamentalmente, prolongar su efecto hemostático18. Si se decide la administración de plasma como
estrategia de reversión, el volumen necesario será de
15-30 ml/kg, lo cual puede llegar a suponer hasta 2
litros de plasma para conseguir el objetivo.
Finalmente, caben unos comentarios respecto a los
aspectos de seguridad en la reversión de los efectos de
los AVK. Es necesario dejar constancia de lo siguiente:
fundamentalmente en los riesgos hemorrágicos de
la intervención quirúrgica a la que va a ser sometido
el paciente y trombótico de la situación clínica por la
que el paciente ha sido anticoagulado (Tabla 1)2-4. No
es este el lugar ideal para hacer una revisión completa
de los mismos, pero sí para, al menos, recoger algunos de sus datos esenciales (Tabla 4)23,24.
Entre sus indicaciones actuales como anticoagulantes para tratamiento crónico, en función de cada
uno de los ACOD, podemos encontrar la prevención
de complicaciones tromboembólicas en pacientes en
pacientes en FA, tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa (trombosis venosa profunda o
embolismo pulmonar) y prevención de las complicaciones tromboembólicas tras un episodio de trombosis. Las dosis en cada caso son diferentes, debiendo
destacar que en función del fármaco se administrarán
una o dos veces al día (Tabla 5).
A partir de lo publicado hasta el momento, y a
pesar de las discrepancias entre las diferentes publicaciones, se pueden hacer las siguientes recomen-
• La reversión de los AVK con cualquier hemoderivado conlleva un riesgo trombótico, dado que el
paciente que se encuentra anticoagulado lo está
por razones obvias de necesidad.
• La administración de CCP, de efecto más rápido,
se ha relacionado con un leve incremento de las
complicaciones trombóticas en relación con el
empleo de plasma fresco (3,9 % frente a 2,8 %,
respectivamente20).
• Las precauciones de seguridad en la administración de CCP incluyen la evaluación de la enfermedad de base que determina la necesidad de
anticoagulación, si el paciente padece una patología hepática, y evitar dosis repetidas y dosis
demasiado elevadas según lo recomendado21,22.
Tabla 4. Aspectos esenciales de la farmacocinética de los ACOD
Apixabán
Rivaroxabán Dabigatrán
Mecanismo de acción
Anti-Xa
Anti-Xa
Anti-IIa
Pico de acción (Tmáx)
3-4 h
2-4 h
1/2-2 h
Metabolización hepática /
excreción fecal-biliar
75 %
66 %
20 %
Excreción renal de fármaco
activo
25 %
33 %
80 %
Vida media plasmática
8-15 h
7-11 h
14-17 h
Tabla 5. Dosis de los ACOD en función de sus indicaciones
Apixabán
Rivaroxabán
Dabigatrán
MANEJO PERIOPERATORIO DE LOS PACIENTES
QUE RECIBEN ANTICOAGULANTES ORALES DIRECTOS
Tromboprofilaxis
2,5 mg /12 h
10 mg/24 h
220 mg/24 h
en cirugía
(12-24 postop.) (6-10 h postop.) (1-4 h postop.)
ortopédica
Los ACOD tienen como características esenciales
no solo su administración oral, sino, más importante,
su mecanismo de acción directa sobre una diana específica de la coagulación. Así, sin mediación de la antitrombina como en el caso de las HBPM, los ACOD se
pueden clasificar en inhibidores directos de la trombina (dabigatrán) o inhibidores directos del factor Xa
(los denominados genéricamente “xabanes”, que en
el momento actual están representados por rivaroxabán, apixabán y edoxabán). Sus características farmacocinéticas hacen que precisen un apartado especial
en las recomendaciones de su manejo, basándose
Prevención
de ictus en
fibrilación
auricular
I 46 I
Tratamiento
de ETV:
Primera
semana
Primeros
6 meses
6-12 meses
5 mg/12 h
20 mg/24 h
110-150 mg/12 h
10 mg/12 h
15 mg/12 h*
150 mg/12 h**
5 mg/12 h
20 mg/24 h
2,5-5 mg/12 h
20 mg/24 h
(*) Durante las primeras 3 semanas. (**) Misma dosis durante todo el tratamiento
después de al menos 5 días de tratamiento con un anticoagulante parenteral.
ETV: Enfermedad tromboembólica venosa
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
daciones globales y “de consenso” de manejo de los
ACOD, basándonos en la farmacocinética de cada
ACOD, en los análisis post-hoc de algunos ensayos
clínicos y en los datos preliminares de algunos registros ya publicados23-35.
si el aclaramiento de creatinina se sitúa entre 3050 ml/min, se sugiere incrementar el tiempo de
supresión de los ACOD: rivaroxabán y apixabán
2 días, dabigatrán 3 días.
• En pacientes que van a ser sometidos a una cirugía de moderado-alto riesgo hemorrágico el
esquema de supresión se realizará de la siguiente
forma:
– Aclaramiento de creatinina > 50 ml/min: 2
días para apixabán o rivaroxabán, 3 días para
dabigatrán.
– Aclaramiento de creatinina < 50 ml/min: 3
días para apixabán o rivaroxabán, 4 días para
dabigatrán.
– En pacientes que vayan a ser intervenidos de
un procedimiento neuroquirúrgico los intervalos de supresión serán al menos los mismos
anteriormente citados, pudiendo incrementarse en 24 horas en función de la valoración
individual de cada caso.
• A pesar de que se ha publicado que la terapia
puente parece incrementar el riesgo hemorrágico
sin disminuir el riesgo trombótico en estos pacientes y hay autores que no la recomiendan36,37,
la evidencia de esta práctica específicamente en
pacientes de alto riesgo trombótico (CHA2DS2VASc superior a 5) es muy baja. Por ello, en estos momentos se puede sugerir que en aquellos
pacientes con alto riesgo trombótico se valore la
realización de terapia puente con una HBPM,
suprimiendo el ACOD 5 días antes de la cirugía y administrando la HBPM durante 3-4 días
antes de la misma, en función del aclaramiento
de creatinina. La reintroducción del ACOD se
hará en los días siguientes a la cirugía, manteniendo la anticoagulación con HBPM hasta ese
momento.
Función renal
A los pacientes en tratamiento crónico con alguno
de los ACOD, particularmente con dabigatrán, que
vayan a ser sometidos a una intervención quirúrgica,
se les deberá valorar la función renal en función de su
aclaramiento de creatinina.
Manejo de los ACOD en cirugía programada (Tabla 6)
Para el manejo habitual se recomienda la estratificación del riesgo trombótico y hemorrágico (Tabla 1).
• En los pacientes que van a ser intervenidos de
una cirugía de riesgo hemorrágico mínimo,
como cirugía dental o dermatológica menor, en
aquellos pacientes programados para cirugía de
cataratas o que se van a someter a un procedimiento endoscópico sin polipectomía, se sugiere
mantener el tratamiento anticoagulante con el
ACOD hasta 24 horas antes de la cirugía y reiniciarlo lo antes posible.
• E n pacientes con bajo riesgo trombótico
(CHA2DS2-VASc inferior a 2) y hemorrágico, y en
los que además la función renal no esté alterada
(aclaramiento de creatinina > 50 ml/min) se sugiere la supresión del ACOD en base al siguiente esquema: rivaroxabán y apixabán 24 horas,
dabigatrán 2 días. En estos mismos supuestos,
Tabla 6. Intervalos de supresión de cada uno de los ACOD
en el periodo perioperatorio, basados en la función renal
y en el riesgo hemorrágico de la intervención quirúrgica
Tiempo mínimo sugerido de supresión desde la última toma
del ACOD
Fármaco
ClCr (ml/min)
Apixabán Rivaroxabán Dabigatrán
> 50 30-50
> 50 30-50
Riesgo hemorrágico bajo*
1 día 2 días
2 días 3 días
Riesgo hemorrágico
moderado/alto
2 días 3 días
3 días 4 días
Riesgo trombótico alto
Valorar terapia puente con una HBPM
Manejo de los ACOD en cirugía urgente no demorable
Un aspecto esencial del manejo de los ACOD es la
cirugía urgente no demorable. Es importante tener en
cuenta las siguientes sugerencias esenciales:
• El inicio de la cirugía se demorará, si es posible,
al menos 24-36 horas desde la administración de
la última dosis del fármaco correspondiente (dos
vidas medias).
• No se recomienda administrar ningún componente hemostático (plasma fresco, concentrado
de complejo protrombínico, factor VIIa) de forma profiláctica. En el caso de que el paciente presente una hemorragia vital como consecuencia
*En pacientes con función renal normal sometidos a procedimientos de “muy
bajo riesgo hemorrágico”, los ACOD no se interrumpirán, aunque la última toma
se deberá hacer un mínimo de 24 horas antes de la cirugía.
I 47 I
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
directa o indirecta del tratamiento anticoagulante (por ejemplo, hemorragia cerebral espontánea
o traumática) hay que valorar la administración
de alguno de los componentes hemostáticos que
se consideran a continuación para tratamiento
del sangrado.
• Se sugiere el inicio de la cirugía con un manejo
del eventual sangrado empleando el tratamiento
hemostático habitual si fuera necesario. Como
guía para el mismo no es adecuado el empleo de
los test de coagulación. Sin embargo, su normalidad asegura la competencia hemostática.
• No existe, en el momento actual, ningún antídoto comercializado para los ACOD ni ningún
hemostático capaz de revertir de forma completa
su acción anticoagulante. El control local de la
hemorragia (incluyendo la actuación quirúrgica)
y el tratamiento de soporte estándar deben ser
los aspectos fundamentales para el manejo de
la hemorragia asociada a la administración de
cualquiera de los ACOD.
• Entre los distintos hemostáticos se ha propuesto la
administración de concentrado de complejo protrombínico (especialmente en el caso de rivaroxabán o apixabán, a dosis inicial de 25 UI/kg, pudiendo repetirse en caso necesario) o factor VIIa
(escasa evidencia). El dabigatrán es dializable, por
lo que se puede plantear como opción en su caso.
BIBLIOGRAFÍA
9.
10.
11.
12.
13.
14.
15.
16.
17.
18.
1. Patel JP, Arya R. The current status of bridging anticoagulation. Br J Haematol. 2014;164:619-29.
2. Douketis JD, Spyropoulos AC, Spencer FA, Mayr M, Jaffer AK,
Eckman MH, et al. Perioperative management of antithrombotic therapy. Chest. 2012;141(Suppl2):e326S-e350S.
3. Llau JV, Ferrandis R, López-Forte C. Antiagregantes y anticoagulantes – Manejo del paciente quirúrgico anticoagulado. Cir
Esp. 2009;85(Suppl1):7-14.
4. Baron TH, Kamath PS, McBane RD. Management of antithrombotic therapy in patients undergoing invasive procedures. N Engl J Med. 2013;368:2113-24.
5. Tafur A, McBane R, Wysokinski WE, Litin S, Daniels P, Slusser
J, et al. Predictors of periprocedural bleeding among patients
on chronic anticoagulation. J Thromb Haemost. 2012;10:261-7.
6. Omran H, Bauersachs R, Rübenacker S, Goss F, Hammeerstingl C. The HAS-BLED score predicts bleedings during bridging
of chronic oral anticoagulation: results from the national multicenter BNK Online bRiDging REgistRy (BORDER). Thromb
Haemost. 2012;108:65-73.
7. Kovacs MJ, Kearon C, Rodger M, Anderson DR, Turpie AG,
Bates SM, et al. Single-arm study of bridging therapy with
low-molecular-weight heparin for patients at risk of arterial
embolism who require temporary interruption of warfarin.
Circulation. 2004;110:1658-63.
8. Douketis JD, Johnson JA, Turpie AG. Low-molecular-weight
heparin as bridging anticoagulation during interruption of
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
I 48 I
warfarin: assessment of a standardized periprocedural anticoagulation regimen. Arch Intern Med. 2004;164:1319-26.
Woods K, Douketis JD, Kathirgamanathan K, Yi Q, Crowther
MA. Low-dose oral vitamin K to normalize the international
normalized ratio prior to surgery in patients who require
temporary interruption of warfarin. J Thromb Thrombolysis.
2007;24:93-7.
Steinberg BA, Peterson ED, Kim S, Thomas L, Gersh BJ, Fonarow GC, et al. Use and outcomes associated with bridging
during anticoagulation interruptions in patients with atrial
fibrillation. Circulation. 2015;131:488-94.
Clark NP, Witt DM, Davies LE, Salto EM, McCool KH, Douketis JD, et al. Bleeding, recurrent venous thromboembolism, and
mortality risksduring warfarin interruption for invasive procedures. JAMA Intern Med. 2015;175:1163-68.
Douketis JD, Spyropoulos AC, Kaatz S, Becker RC, Caprini
JA, Dunn AS, et al. Perioperative bridging anticoagulation
in patients with atrial fibrillation. NEJM DOI: 10.1056/NEJMoa1501035.
Gogarten W, Vandermeulen E, Van Aken H, Kozek S, Llau JV,
et al. Regional anesthesia and antithrombotic agents: recommendations of the European Society of Anesthesiology. Eur J
Anesth. 2010;27:999-1015.
Kozek-Langenecker SA, Afshari A, Albaladejo P, Aldecoa
C, De Robertis E, Filipescu DC, et al. Management of severe
perioperative bleeding - Guidelines from the European Society
of Anaesthesiology. Eur J Anesthesiol. 2013;30:1-112.
Douketis JD. Perioperative management of patients who are
receiving warfarin therapy: an evidence based and practical
approach. Blood. 2011; 117: 5044-9.
Wysokinski W, McBane II RD. Periprocedural bridging management of anticoagulation. Circulation. 2012;126:486-90.
Ageno W, Gallus AS, Wittkowsky A, Crowther M, HylekEM, Palareti G. Oral anticoagulant therapy. Chest.
2012;141(Suppl2):e44S-e88S.
Colomina MJ, Diez-Lobo A, Garutti I, Gómez-Luque A, Llau
JV, Pita E. Perioperative use of prothrombin complex concentrates. Minerva Anestesiol. 2012;78:358-68.
Garcia DA, Crowther MA. Reversal of warfarin: case-based
practice recommendations. Circulation. 2012;125:2944-47.
Sarode R, Milling TJ, Refaai MA, Mangione A, Schneider A,
Durn BL, et al. Efficacy and safety of a 4-Factor Complex Concentrate in patients on vitamin k antagonists presenting with
major bleeding: a randomized, plasma-controlled, phase IIIb
study. Circulation. 2013;128:1234-43.
Sorensen B, Spahn DR, Innherhofer P, Spannagl M, Rossaint R.
Clinical review: prothrombin complex concentrates – evaluation of safety and thrombogenicity. Critical Care. 2011;15:201.
Rodgers GM. Prothrombin complex concentrates in emergency bleeding disorders. Am J Hematol. 2012;87:898-902.
Llau JV, Ferrandis R, Castillo J, De Andrés J, Gomar C,
Gómez-Luque A, et al. Manejo de los anticoagulantes orales
de acción directa en el periodo perioperatorio y técnicas invasivas. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2012;59:321-31.
Ferrandis R, Castillo J, De Andrés J, Gomar C, Gómez-Luque
A, Hidalgo F, et al. Perioperative management of new direct
oral anticoagulants: a question without answers. Thromb Haemost. 2013;110:515-22.
Weltermann A, Brodmann M, Domanovits H, Eber B, Gottsauner-Wolf M, Halbmayer WM, et al. Dabigatran in patients
with atrial fibrillation: perioperative and periinterventional
management. Wien Klin Wochenschr. 2012;124:340-7.
Controversias en la prevención de la enfermedad tromboembólica venosa y manejo perioperatorio de los fármacos anticoagulantes en el paciente quirúrgico
26. Sié P, Samama CM, Godier A, Rosencher N, Steib A, Llau JV, et
al. Surgery and invasive procedures in patients on long-term
treatment with direct oral anticoagulants: thrombin or factor-Xa
inhibitors. Recommendations of the Working Group on Perioperative Haemostasis and the French Study Group on Thrombosis
and Haemostasis. Arch Cardiovasc Dis. 2011;104:669-76.
27. Pengo V, Crippa L, Falanga A, Finazzi G, Marongiu M, Palareti G,
et al. Questions and answers on the use of dabigatran and perspectives on the use of other new oral anticoagulants in patients
with atrial fibrilation. Thromb Haemost. 2011;106:868-76.
28. Llau JV, Ferrandis R. Letter by Llau and Ferrandis Regarding
Article, “Bridging Evidence-Based Practice and Practice-Based Evidence in Periprocedural Anticoagulation”. Circulation.
2013;127:e616.
29. Gallego P, Apostolakis S, Lip GY. Bridging evidence-based
practice and practice-based evidence in periprocedural anticoagulation. Circulation. 2012;126:1573-6.
30. Levy JH, Faraoni D, Spring JL, Douketis JD, Samama CM.
Managing new oral anticoagulants in the Perioperative and
Intensive Care Unit Setting. Anesthesiology. 2013;118:1466-74.
31. Hidalgo F, Gómez-Luque A, Ferrandis R, Llau JV, De Andrés J,
Gomar C, et al. Manejo perioperatorio de los anticoagulantes
32.
33.
34.
35.
36.
37.
I 49 I
orales directos en cirugía urgente y sangrado. Monitorización
y tratamiento. Rev Esp Anestesiol Reanim. 2015;doi: 10.1016/j.
redar.2015.01.002.
Ferrandis R, Llau JV. Old and new anticoagulants: what are
the guidelines saying? Reg Anesth Pain Med. 2014;39(Suppl1)
:e63-e65.
Faraoni D, Samama CM, Ranucci M, Dietrich W, Levy JH.
Perioperative management of patients receiving new oral
anticoagulants. Clin Lab Med. 2014;34:637-54.
van Veen JJ, Makris M. Perioperative management of
anti-thrombotic therapy. Anaesthesia. 2015;70(Suppl 1):58-67.
Breuer G, Weiss DR, Ringwald J. “New” direct oral anticoagulants in the perioperative setting. Curr Opin Anesthesiol.
2014;27:409-19.
Beyer-Westendorf J, Forster K, Pannach S, Ebertz F, Gelbricht V, Thieme C, et al. Rates, management and outcome of
rivaroxaban bleeding in daily care: results from the dresden
NOAC Registry. Blood. 2014:124:955-62.
Schulman S, Carrier M, Lee AYY, Shivakumar S, Bklostein M,
Spencer FA, et al. Perioperative management of dabigatrán: a
prospective cohort study. Circulation. 2015;132:167-73.
Patrocinado por:
Investigamos para crecer en salud
Descargar