Cambio climático Considerado el mayor reto de nuestros tiempos, el cambio climático pone en tela de juicio la forma en que los seres humanos hemos impulsado nuestro desarrollo al grado de arriesgar a todo el planeta. A lo largo de la historia, el clima nunca ha cambiado tan rápido como en los últimos 160 años. Los estudios reflejan que estos cambios no son naturales, sino causados por la acción humana. El Reporte Stern, uno de los documentos clave sobre los costos del cambio climático, cataloga este problema como la “mayor falla del mercado”, por las omisiones en considerar los efectos negativos del desarrollo económico en la base que lo sustenta: el medio ambiente. Los cambios en el clima se están dando por el consumo de combustibles fósiles como petróleo, carbón y gas natural. Empleamos esos recursos a diario, cada vez que cocinamos, nos bañamos, prendemos la televisión o manejamos. La quema de estos combustibles genera y libera a la atmósfera dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero (GEI), lo cual provoca que la temperatura global de nuestro planeta vaya en aumento y se modifiquen los patrones climáticos, con daños severos al medio ambiente y a nosotros mismos. Los efectos del cambio climático ya son evidentes: aumento gradual en el nivel del mar, patrones de lluvias cambiantes, sequías prolongadas, disminución de los glaciares de montaña, derretimiento de los casquetes polares y mayor incidencia de huracanes, entre otros. Todo esto pone en riesgo la supervivencia de numerosas especies, con graves efectos para la biodiversidad, y tiene consecuencias en prácticamente todos los sectores de la economía. Por lo tanto, es necesario actuar de inmediato para limitar el incremento promedio de la temperatura global a menos de 2°C, a partir del cual los daños pueden ser irreversibles y el deterioro en nuestra calidad de vida muy significativo. Proyectos WWF trabaja en múltiples proyectos relacionados con cambio climático tanto en el ámbito federal como con varios estados de la república. En ellos se entrelazan temas relacionados con políticas públicas, agua, conservación de ecosistemas, energía, manejo forestal sustentable, turismo, mitigación, adaptación y transversalidad. Conoce nuestros proyectos sobre cambio climático. ¿Qué puedo hacer yo? La acción individual y colectiva es la base para contribuir a la disminución del problema y exigir a nuestros gobernantes un mayor compromiso. Las decisiones que tomamos de manera rutinaria son claves para lograr un cambio sustancial, pero necesitan hacerse de manera consciente e informada. Aquí damos algunas ideas para tomar acción hoy. Retos Dado el efecto en regiones y sectores, las soluciones para hacer frente al cambio climático no son sencillas. Por un lado, los países que más emiten gases de efecto invernadero como China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia y Japón deben reducir su huella de carbono y sentar el ejemplo para el resto del mundo. Por otro lado, los países que casi no generan emisiones, pero que por su ubicación geográfica sufren de manera directa y constante los impactos del cambio climático (países insulares y costeros, África Subsahariana y la región de los Himalayas, por ejemplo) necesitan hacer inversiones significativas para minimizar daños. Si agregamos los intereses económicos de países productores de petróleo como Arabia Saudita, Rusia, Estados Unidos e Irán, la complejidad para resolver el problema de manera consensuada es evidente. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático busca generar los mecanismos de acuerdos vinculantes (obligatorios) para atender el problema de cambio climático; sin embargo, después de 22 años aún no hay avances significativos y el único instrumento existente, el Protocolo de Kioto, está a punto de concluir sin que haya acuerdos para una segunda etapa. Así, hacer frente al cambio climático implica múltiples ámbitos: desde acciones específicas a nivel local, pasando por cambios tecnológicos, investigación científica, aplicación en políticas públicas, hasta negociaciones de alto nivel en el contexto global. Ciencia básica El cambio climático es el resultado de muchas de las actividades que los seres humanos realizamos como parte de la vida moderna. En particular, nuestra dependencia de petróleo, gas y otros combustibles fósiles para generar energía ha alterado el ciclo de carbono y con ello la composición de la atmósfera, una delgada capa de gases que rodea a la Tierra. El clima global es el resultado de un delicado equilibrio en los gases de la atmósfera, que hemos perturbado. La atmósfera está compuesta principalmente de nitrógeno y oxígeno (aproximadamente 78 y 21%, respectivamente). El 1% restante se compone de diferentes gases como argón, dióxido de carbono y vapor de agua, entre otros. Dada la mínima proporción de estos gases y su importancia en el balance energético de la Tierra, pequeñas alteraciones pueden tener efectos significativos en el clima. Para entenderlo, es necesario saber dos cosas: qué es el efecto invernadero y cuáles son los gases que lo potencian. El efecto invernadero El efecto invernadero ocurre de manera natural en nuestro planeta y gracias a él existe la vida como la conocemos. Sin este efecto la temperatura media de la Tierra sería más fría, en promedio de -18°C. Cuando la radiación del sol llega a la Tierra, una parte se refleja directamente y otra es absorbida por la superficie, los océanos y la atmósfera. La superficie terrestre re-emite parte de esta energía hacia el espacio en forma de radiación infrarroja, pero gases como vapor de agua, metano y dióxido de carbono absorben y reflejan una porción significativa de esta radiación. Ello hace que la superficie y las capas bajas de la atmósfera sean más calientes de lo que serían por la sola radiación solar. A los gases que comparten la propiedad de reflejar el calor emitido por la superficie terrestre se les llama “gases de efecto invernadero” (GEI). El aprovechamiento de los combustibles fósiles (gas LP, gasolinas, diesel , combustóleo, carbón y gas natural) ha permitido el crecimiento económico a partir de la revolución industrial por la variedad de usos que tienen: generación de energía eléctrica; producción industrial y agrícola; transporte y servicios. Sin embargo, su combustión produce CO2. La quema y tala de vegetación natural con el fin de crear espacios para agricultura, ganadería, sistemas urbanos o industria también produce dióxido de carbono. La extracción de combustibles fósiles, la cría de ganado, la descomposición de residuos y el tratamiento de aguas residuales producen metano (CH4), uno de los principales gases de efecto invernadero. Con este simple recuento resulta evidente que las concentraciones de los GEI han aumentado en los últimos siglos a causa de las actividades humanas. La transferencia de energía en la Tierra se regula a través del ciclo hidrológico, las mareas, los vientos y las corrientes marinas, entre otros procesos. Una mayor temperatura en la superficie terrestre y oceánica propicia cambios en estos procesos reguladores, principalmente en el ciclo hidrológico.