Guía pedagógica - addh.org.es - asociación para la defensa de la

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AÑO 2005
GUÍA PEDAGÓGICA
EDUCACIÓN
PARA L A P A Z
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GUÍA PEDAGÓGICA DE EDUCACIÓN
PARA LA P A Z Y L O S D E R E C H O S
H U M A N O S 2005
Material Didáctico recomendado para
trabajar en valores y derechos humanos con
alumnos de 4ªESO, 1ª y 2ª de Bachiller
Autor: Fernando Pedro Pérez
Autor: Fernando Pedro Pérez.
Diseño y maquetación: Cristina Ruiz Urionabarrenetxea
Colaboradores: Ane Barrenetxea, Zuleidy Hernández,
Jon Duñabeitia.
Depósito legal: BI-1169/05
EDITA: Asociación para la Defensa de la Dignidad
Humana. (ADDH)
ADDH
ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LA
DIGNIDAD HUMANA
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PRÓLOGO
través de esta nueva Guía de Educación para
la Paz -2005, queremos invitaros nuevamente
a reflexionar, en un año en el que el mundo
sigue en guerra. Queremos que os detengáis a pensar en el sin sentido de la violencia, que surge como
máxima expresión del egoísmo humano, así como
de las dolorosas consecuencias que tiene en la
población civil y hasta en los mismos combatientes,
que participan en una espiral de violencia sin fin.
Desde que comenzó la invasión de Irak por parte de
las tropas americanas, el 20 de marzo de 2003,
hasta hoy, han muerto más de 25.000 civiles y unos
mil soldados rasos (en las guerras rara vez mueren
los generales o quienes las planean).
Cada día que pasa el mundo se está dando cuenta
de que “las buenas intenciones” que pregonaban los
países beligerantes que hablaban de “liberar al pueblo iraquí de la opresión de su presidente Sadam, y
de liberar al mundo de la amenaza que este siniestro
personaje suponía por la posible posesión de armas
químicas”, eran meras excusas para apoderarse de
sus recursos económicos (Petróleo).
Los propios países invasores han reconocido que
nunca han existido tales armas y en cuanto a la
“liberación de los ciudadanos”, el transcurso de los
meses ha demostrado que una tiranía ha sido
suplantada por otra tiranía, la cual ha causado, al
igual que la anterior, miles de muertos inocentes (por
el momento más de 25.000), ha fragmentado al país,
que se encuentra al borde de una guerra civil y las
posibles “bonanzas” de la guerra”, han demostrado
ser en realidad un auténtico azote para la población
civil.
El verdadero motivo de la invasión: controlar la
segunda reserva petrolífera del mundo después de
Arabia Saudíta, es la auténtica llama que mantiene
viva la guerra.
Ahí siguen decenas de conflictos olvidados.
Decenas de países siguen violando los derechos
humanos. Las hambrunas y el sida continúan causando cada año millones de muertes en el continente africano sin que ningún país alce su voz en su
ayuda, como lo hicieron falazmente con el pueblo
iraquí.
Queridos amigos, nunca el mundo ha sido tan egoísta e insolidario. Nunca las Naciones Unidas, desde
su creación, han estado tan subordinadas al dinero,
al poder y a la corrupción (una corrupción que ha
salpicado hasta al propio presidente Kofi Annan, que
no ha sido capaz de erradicar la corrupción del pro-
A
grama Petróleo por Alimentos).
La Cumbre del Milenio, que pregonaba a los cuatro
vientos el fin del hambre en el mundo para 2005, ha
reconocido el fracaso de su intención.
Vivimos en un mundo que se rige por la razón de la
fuerza, en vez de por la fuerza de la razón.
En las páginas de esta guía os ofrecemos, a modo
de denuncia, datos reales e impactantes imágenes
de lo que está suponiendo la guerra de Irak para los
seres humanos que han tenido la desgracia de vivirla en primera persona. Un testimonio-denuncia que
clama por la paz en un mundo en guerra, y que pretende dejar constancia a las generaciones venideras
de los mismos errores que viene cometiendo sistemáticamente el ser humano, que no parece haber
aprendido de los graves errores cometidos tras las
guerras mundiales en las que murieron decenas de
miles de personas.Explosiones, miedo, hambre y
mucho dolor ... todo ello para que el país más rico del
mundo siga siendo, en las próximas décadas, el más
rico y el más fuerte.
Aunque el panorama sea desolador, siempre hay
una luz al final del túnel, al final de esta oscuridad
que invade la humanidad desde que está en la
Tierra. Esa luz radica en el conocimiento y en la
capacidad crítica, cada vez mayor, de los ciudadanos
del mundo, que exigen el final de los conflictos y un
mundo más igualitario.
Cada día son más las voces que se alzan contra la
desigualdad mundial, son más las personas que
piden a los países más ricos del G-8 que sean
menos egoístas, y condonen la deuda a los países
pobres, que exigen a sus naciones la cesión del
0,7% al desarrollo.
Y esta arma invisible. que nace como fruto del conocimiento y la sensibilización, está dando sus frutos.
El G-8 acaba acaba de anunciar la condonación de
la deuda a los países más pobres de la Tierra. Sin
duda, aunque es un paso pequeño, supone un
importante avance para quienes no nos resignamos
a renunciar a un mundo más justo, por desfavorables
que sean las noticias, y abre un camino de esperanza impensable hace sólo unos años, que ha nacido,
sin duda de las miles y miles de conciencias solidarias que cada día son más en cada rincón del planeta. Esta fuerza invisible es la que será paz de derrotar a las armas más sofisticadas que puedan fabricar
los “gendarmes del mundo”. Es cuestión de tiempo.
El camino será largo, pero los primeros pasos ya se
están dando. No os quepa la menor duda.
Fernando Pedro Pérez
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EDUCANDO PARA ALCANZAR UN MUNDO
SIN GUERRAS
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FOTOPALABRA- LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA
Mira estas imágenes y escribe en un folio lo que te sugieren.
Después realiza una puesta en común de tus conclusiones con tus compañeros.
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FOTOPALABRA- LAS
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MUERTES DE CIVILES
24.865. Cerca de uno de cada diez tenía menos
de 18 años.
Fallecidos en Bagdad: 11.264 .
Víctimas de la coalición: 9.270. Durante los tres
primeros meses, 6.616.
Muertos por atentados de insurgentes: 2.353.
Fallecidos por fuego cruzado: 623.
En noviembre de 2004, asalto a Faluya: perecieron 775 civiles.
Víctimas de ataques aéreos: 7.961.
Muertos por coches bomba conducidos por
suicidas: 990. Otros 781 perdieron la vida por
ataques de coches bomba sin la presencia de
kamikazes.
Víctimas de asesinatos delictivos: 8.935.
Heridos: Hay noticias de 42.500 personas, aunque las estimaciones hablan de 75.000.
LA GUERRA EN IRAK HA COSTADO LA VIDA
A 25.000 CIVILES EN DOS AÑOS
El 37% de las víctimas mortales han sido causadas por las fuerzas de la coalición, lideradas
por Estados Unidos, el 10% han sido causadas por los insurgentes y el 36% por la
criminalidad desatada por la quiebra del orden público.
a guerra en Irak se cobró la vida de 24.865 civiles
hasta marzo de este año, según un estudio presentado el 20 de junio en Londres por el Grupo de
Investigación de Oxford, que ha coordinado la estructuración de los datos acumulados diariamente por
www.iraqbodycount.net (Recuento de cuerpos en
Irak), el único grupo dedicado a esta contabilidad.
La tercera parte de las muertes ocurrió en los tres primeros meses de la invasión de Irak, pero se han producido dos veces más víctimas en el segundo año de
la guerra que en el primero, como consecuencia prin-
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cipalmente de la quiebra del orden público. No se contabilizan los muertos entre militares iraquíes, cuya cifra
es desconocida.
Las víctimas civiles causadas por la coalición liderada
por Estados Unidos representan el 37,3% del total.
Actos de terrorismo habrían causado algo más del
10% de muertes. Y cerca del 36% han sido causadas
por criminales que actúan con mayor impunidad desde
el comienzo de la guerra. La contabilidad extrae de las
cifras los datos sobre fallecidos en actos criminales
antes de la guerra, de tal modo que la estimación de
los muertos causados por la quiebra del orden
público se basa en el exceso de muertes respecto
al promedio.
Entre los fallecidos hay que contar 1.198 mujeres,
1.281 niños y 51 bebés. Uno de cada 498 habitantes en Bagdad ha muerto. Uno de cada 137
habitantes en Faluya. Uno de cada 90 en Tikrit,
lugar de nacimiento de Sadam Hussein.
El número mayor de víctimas, por profesiones, se
ha producido entre policías y fuerzas de seguridad.
Al menos 42.500 civiles han resultado heridos y la
invasión inicial causó el 41%.
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los gobiernos sean obligados por la ley internacional a contabilizar el número de víctimas que causan en sus intervenciones militares».
El Gobierno británico se ha negado en repetidas
ocasiones a ofrecer una estimación de las víctimas
causadas por la guerra y el viceministro de
Asuntos Exteriores, Bill Rammel, afirmó en el
Parlamento que tal contabilidad es técnicamente
imposible.
Otra organización benéfica surgida en Reino
Unido, Medact, que agrupa a profesionales de la
asistencia médica, ha advertido que el número de
víctimas civiles asociado a la invasión en Irak tendrá que sumar finalmente las muertes provocadas
por la destrucción de infraestructuras sanitarias o
los daños causados por las pérdidas de suministros básicos, como agua o electricidad.
Datos de la ONU señalan que el 75% de los hombres iraquíes están casados a los treinta años y
esa cifra se eleva al 96% cuando llegan a los 45
años. Los mismos datos señalan que el promedio
de hijos de una familia iraquí es de tres. Puesto
que el 80% de los fallecidos en la guerra son calificados como varones adultos, se puede estimar
que unos 50.000 niños en el país árabe han perdido a su padre en la guerra.
Otros estudios
Los datos han sido compilados tras cruzar las
informaciones procedentes de medios de comunicación occidentales por voluntarios británicos, que,
en el comienzo de la guerra en Irak, decidieron
seguir el ejemplo de un profesor universitario de
Estados Unidos, que utilizó una metodología similar para contabilizar los muertos en la guerra de
Afganistán.
Un estudio anterior publicado en 'The Lancet' estimaba el número de muertes en 100.000, pero se
basaba en un pequeño sondeo. Otro estudio
reciente financiado por la Organización de
Naciones Unidas y basado en un sondeo mayor
estimaba el número de muertes civiles en 25.000.
Uno de los fundadores del grupo británico, John
Sloboda, afirmó ayer que «el objetivo final es que
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UNA LARGA INVASIÓN
Militares de EE UU dicen que no hay estrategia que resista el primer día de batalla,
pero 26 meses de postguerra demuestran que Irak ha desafiado hasta las
previsiones más pesimistas.
uanto antes empecemos, antes volvemos a
casa», repetía el coronel Robert Knapp en
aquellos días de cansina espera en los campamentos del desierto kuwaití.
La invasión de Irak era inminente. Para cuando
empezó, el 20 de marzo de 2003, muchos de los
soldados americanos que protagonizaron esa polémica guerra llevaban ya seis meses desplegados.
Poco a poco los campamentos se habían convertido en precarias ciudades de lona y madera, surgidas improvisadamente en un desierto hostil donde
hasta los beduinos parecían chatarreros. No había
nada de romántico en la aridez de esa tierra con
nubes de polvo y noches heladas. Los militares per-
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dían la forma física eludiendo el sol plomizo a la
sombra de las lonas, donde limpiaban sus armas
cuatro o cinco veces al días en una guerra inútil
contra el destructivo poder de la arena que obstruía
la maquinaria. No había más motivación que la de
volver a casa, pero los días pasaban sin que el
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas se rindiese a la presión del Gobierno estadounidense, y
con ello nacía un rencor amargo contra quienes prolongaban su estancia en aquel infierno.
Todos creían que la batalla sería un paseo militar, y
los músicos del Ejército se habían llevado los instrumentos para el desfile triunfal. Los generales
incluso dudaban de que fuesen a encontrar algún
tipo de resistencia, y
les preocupaban qué
hacer con el Ejército
enemigo cuando sus
hombres se rindieran
en masa.
«Nosotros nos vamos
a centrar en tomar la
mayor parte del territorio que podamos», se
preparaba el general
John Kelly, a cargo de
la Primera División de
Marines. «A lo mejor
los iraquíes hacen el
resto».
Se refería a la esperanza de que la presencia de tropas americanas en su país
alentase a los iraquíes
para alzarse contra
Sadam Hussein sin
esperar a que éstos
llegasen a la capital.
«Ha construido su
régimen basado en el
miedo y la lealtad»,
decía el coronel Jim
Howcroft, que había
estudiado la personalidad del dictador durante años. «Cuando el miedo
y los instrumentos del miedo desaparezcan, todo
se desmoronará como un castillo de naipes».
Cuarto turno
Pese a como pueda sonar esa frase hoy,
Howcroft era uno de los más realistas entre los
mandos de los marines. No le preocupaba la guerra sino el después, «porque de eso va a depender cuándo me voy a casa». Si todo iba bien calculaba estar de vuelta con su familia en junio, y
en el peor de los casos, por Navidad. Para curarse en salud y evitar desilusiones, el general Kelly
les había dicho que se preparasen para volver
después de Pascua, pero ni él podía imaginarse
que dos años después seguirían allí. De hecho,
los marines están a punto de emprender su cuarto turno en Irak. «La verdadera prueba de fuego
va a ser cuando crucemos la frontera», decía
Kelly. «Lo que nos gustaría es poder llevar a cabo
este cambio de régimen sin pegar un solo tiro».
Hubo enfrentamientos en esas primeras horas
desde que las excavadoras tumbaron la alambrada fronteriza y abrieron paso a los tanques. Al
amanecer, los cráteres de las bombas y las garitas agujereadas daban prueba de ello, pero los
gritos de entusiasmo con que los niños iraquíes
salían a recibirles a la carretera mientras empujaban el botín de lo que habían saqueado en los
edificios públicos les hicieron creer que en dos
días estarían en Bagdad. Los marines tiraban
caramelos a los pequeños y repartían raciones
militares de comida sin reconocer el resentimiento que generaban a sus espaldas.
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La verdad de la guerra
El camino también sería mucho más largo de lo
esperado. Las tormentas de arena dispersaron
los convoyes, los muyahidines les emboscaron
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en cada oportunidad y la artillería de la Guardia
Nacional siguió cayendo sobre las tropas americanas hasta las mismas puertas de la capital. Un
Bagdad que hasta ese día vivía el bullicio de una
de las ciudades más vivas de Oriente Próximo,
que había albergado una clase media.
Una ciudad desconocida
UN LARGO CONFLICTO
20 de marzo de 2003: Inicio de la guerra: Bush
cumple sus amenazas y comienza la ofensiva contra Irak. La primera oleada de bombas cae sobre
Bagdad, mientras las tropas empiezan su camino
hacia la capital desde la frontera kuwaití.
9 de abril de 2003: Cae el régimen: los marines
cubren el rostro de una estatua de Sadam en
Bagdad con la bandera de EE UU. La imagen, que
recorre el mundo, simboliza la caída del régimen.
19 de agosto de 2003: La ONU, atacada: la sede
de Naciones Unidas en Bagdad es blanco de un
atroz atentado, que termina con la vida de diecisiete
personas, entre ellas la del enviado especial de Kofi
Annan, Sergio Vieira de Mello.
29 de noviembre de 2003: Embate al CNI: siete
agentes del Centro Nacional de Inteligencia perecen
en una emboscada de la insurgencia registrada al
sur de la capital. La cruenta posguerra que azota al
país se ha cobrado la vida de once españoles.
14 de diciembre de 2003: «Lo tenemos»: un
Sadam Hussein andrajoso y resignado es descubierto en un zulo cerca de su ciudad natal, Tikrit. En
el momento de su captura, el sátrapa se ofrece a
negociar .
8 de marzo de 2004: Primera Constitución: el Irak
democrático comienza su andadura con la firma de
la Carta Magna. El islam como religión del Estado es
uno de sus principales puntos.
31 de marzo de 2004: Faluya, escenario del horror:
cuatro extranjeros son descuartizados en la localidad suní. El resultado, EE UU lleva a cabo un riguroso cerco a la ciudad, que dura casi un mes.
14 de abril de 2004: La práctica del secuestro: la
captura de extranjeros y su posterior ejecución se
convierte en un nuevo ejercicio de hostigamiento.
Sus víctimas han sido, entre otros, norteamericanos,
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franceses e italianos.
28 de abril de 2004: Las imágenes de la vergüenza: las críticas arrecian sobre el Gobierno Bush al
destaparse las torturas que practican los soldados
estadounidenses en la cárcel de Abú Ghraib. Los
abusos se extienden también a los presos bajo control británico.
28 de mayo de 2004: Alawi, primer ministro: Iyad
Alawi, un chií laico de 58 años, es elegido por el
Consejo de Gobierno para dirigir al país. Cinco días
después, el jefe tribal suní Ghazi Ayil al-Yawar es
designado presidente del país.
28 de junio de 2004: Traspaso de poder: tras catorce meses de ocupación, EE UU traspasa el poder al
Gobierno transitorio. En este día histórico, juran sus
cargos los miembros del nuevo Gabinete.
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El régimen laico de Sadam Hussein sembró el
terror de la represión entre sus oponentes políticos o cualquiera susceptible de serle desleal,
pero había mantenido a raya al extremismo
islámico que imperaba entre sus vecinos.
Muchas mujeres vestían como occidentales,
trabajaban en hospitales y escuelas y hasta
ocupaban cargos de Gobierno. La vida nocturna florecía sin restricciones de alcohol y profusión de bares, billares y cafés.
Desde el mismo día en que los estadounidenses entraron en Bagdad, el caos se hizo dueño.
Desalojaron las cárceles para establecer sus
campamentos y confundieron con insurgentes
a todos los que disparaban. Observaron impasibles los saqueos, levantaron muros para protegerse de los coches bombas, acordonaron
los edificios y establecieron controles militares
en las calles.
La ciudad no ha vuelto a ser la misma.
Delincuentes comunes e insurgentes se reparten la industria del secuestro que ha arruinado
a cuantos tenían algo. Los padres no mandan
a sus hijos a la escuela por temor a que desaparezcan, y las jóvenes visten velo por su propia
protección.
Las bandas de islamistas que tratan de imponer
una cultura talibán han extendido su reino del
terror incluso hasta a los peluqueros -cinco asesi-
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nados en los dos últimos meses-, a los que prohíben afeitar las barbas de los hombres o hacer
cortes de estilo occidental.
El miedo sigue viviendo en Irak, y los marines
siguen pensando en la próxima Navidad.
30 de enero de 2005: Los iraquíes acuden a las
urnas: las primeras elecciones democráticas de la
era postSadam son una radiografía de la división del
país. Los chiíes acuden en masa a votar y entregan
a la AIU una ajustada mayoría absoluta en el
Parlamento. La mayor parte de los suníes prefieren
abstenerse.
28 de febrero: El ataque más cruento: la localidad
de Hilla es escenario del atentado más mortífero
desde la invasión del país, que acaba con la vida de
116 personas. La explosión se registra junto a una
multitud que hace cola en un centro de reclutamiento.
16 de marzo de 2005: Parlamento histórico: los 275
miembros de la primera Asamblea Nacional electa
del país juran su cargo, sin que se haya formado
Gobierno.
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
Steven Vincent, de
EEUU, había denunciado la presencia de infiltrados chiíes en la policía iraquí. Fue asesinado el 3 de agosto de
2005. En 2004 murieron 26 periodistas.
teven Vincent, 49
años, ocupa fríamente el casillero
número 46 en la lista
de periodistas muertos
en Irak desde que
estalló la guerra el 20
de marzo de 2003.
Sólo el pasado año
2004 fueron asesinados 23. Vincent fue
secuestrado y asesinado de tres balazos,
uno de ellos en la cabeASESINADO EN BASORA EL 46
za. Su cuerpo fue
encontrado en el arcén PERIODISTA DESDE QUE ESTALLÓ
de una carretera, en la
LA GUERRA
sureña ciudad de Basora
el pasado 3 de agosto.
a punta de pistola un día después de la publicaSu traductora iraquí, Nour Weidi, fue encontrada
ción de su primer artículo en The New York
malherida y ayer se recuperaba en un hospital.
Times, el mismo que le costó la sentencia de
Steven Vincent, ex crítico de arte reconvertido
muerte.
en reportero de guerra tras vivir de primerísima
Aunque el coronel de la policía local, Karim Al
mano los atentados del 11-S, acababa de escriZaidi, no quiso especular ayer con la autoría del
bir, hacía una semana, un durísimo artículo en
asesinato, todo parece apuntar a los grupos
The New York Times en el que denunciaba cómo
radicales de chiíes y en particular a los militanlos fundamentalistas chiíes se habían infiltrado
tes cercanos al clérigo Muqtada al-Sadr.
en la policía de Basora y recorrían las calles de
En su artículo y en las cartas a su esposa, publila ciudad en un «coche de la muerte», aplicando
cadas en su blog en Internet, Vincent criticaba
la ley del talión a los ex militantes del partido
también duramente al ejército británico por
Baaz de Sadam Husein.
hacer la vista gorda ante los abusos de poder de
El periodista, que trabajaba por cuenta propia y
los extremistas chiíes en el sur de Irak.
había publicado un libro de notable éxito sobre
El Comité para la Protección de los Periodistas
la guerra de Irak, La zona roja, fue secuestrado
(CPJ) y el Instituto Internacional de la Prensa
S
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(IPI) emitieron sendos comunicados condenando el asesinato de Vincent y urgiendo a las
autoridades iraquíes a abrir una investigación.
«La muerte de Vincent confirma que Irak sigue
siendo lamentablemente el país más peligroso
del mundo para trabajar como periodista»,
podía leerse en el comunicado del IPI. Desde
que arrancó la guerra, al menos 46 periodistas
y 20 técnicos de apoyo han muerto en el cumplimiento de sus labores informativas.
El asesinato de Vincent, causó una gran conmoción en la opinión pública norteamericana y
rompió el muro de la fatiga informativa sobre la
situación de Irak.
Vincent se trasformó repentinamente en reportero de guerra tras el 11-S y llevó hasta las últimas consecuencias un sentido del deber que
revistió con cierto tintes patrióticos. «Apoyaba
totalmente la Guerra de Irak, y creía que era
parte de una campaña mayor de EEUU contra
el fascismo islámico», escribía el reportero
Edward Wong, que lo conoció muy de cerca.
«Poco a poco, Vincent se sintió decepcionado
por el fallo de EEUU y Reino Unido a la hora de
defender la democracia en Irak», añadió
Wong. «Le preocupaba especialmente la
manera en que los políticos religiosos estaban
tomando el poder».
«Vincent pasó mucho tiempo con la gente llana
y con los artistas en Bagdad y en otras ciudades», recordaba ayer su editor, Mitchell Muncy.
«Eso le interesaba mucho más que las actividades del ejército norteamericano... Pasaba
horas y horas hablando con la gente de Irak,
no ya como reportero, sino como amigo».
«Basora era sin duda su lugar favorito en el
país», añadió Muncy.«Había decidido pasar
allí tres meses para investigar a fondo y poder
escribir un nuevo libro. Estudió cuidadosamente la situación de la seguridad antes de instalarse allí... Honestamente no pensaba, ni yo
tampoco, que algo así pudiera ocurrir».
Antes de la pieza sobre las milicias chiíes,
Vincent había escrito sobre la vida, el arte y el
feminismo en Irak. Sus artículos habían aparecido también en The Wall Street Journal,
Christian Sciencie Monitor y la revista Harper
s.
Su primer libro sobre la Guerra de Irak estuvo
varias semanas en la lista de los más vendidos
y ha sido traducido a varios idiomas. Su colega
Wong le recordaba ayer como «un hombre
bajo, enjuto y con una gran afición por los
puros».
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
LA FLORECIENTE 'INDUSTRIA' DEL SECUESTRO
Más de 200 extranjeros y un número muy superior de iraquíes han sido secuestrados
desde abril de 2004 hasta junio de 2005.
pesar de los más de dos años largos transcurridos desde el final oficial de la guerra, la extrema inseguridad que reina aún en Irak ha convertido
el secuestro de nacionales y extranjeros en uno de
los negocios mas rentables.
De los 20 ciudadanos extranjeros capturados desde
abril de 2004 hasta ahora, 30 han sido asesinados
y otros 15 permancen aún en manos de sus captores . de algunos de ellos , simplemente no se ha
vuelto a tener noticias.
Árabes, asiáticos u occidentales; colaboradores o
no de las fuerzas ocupantes, voluntarios, periodistas...cualquier ciudadano extranjero se expone a
ser secuestrado y sometido a la humillante ceremonia de implorar por su vida ante las cámaras.
De la larga lista de periodistas desplazados y capturados en Irak, un total de 46 han perdido la vida,
A
20
dos de ellos víctimas de un secuestro.
La liberación de Florence Aubernas y de Husein
Hanun Saadi, tras 157 días de cautiverio, se produce sólo unas semanas después de la puesta en
libertad, el pasado 22 de mayo, de tres informadores rumanos: Marie Jeanne Ion, Sorin Miscoci y
Eduard Ohanesian, raptados en los suburbios de
Bagdad el 28 de marzo.
Otros dos periodistas franceses, Christian Cesnot y
Georges Malbrunot, fueron capturados el 20 de
agosto junto a su chófer y liberados cuatro meses
después, en uno de los secuestros más largos de
los que se han producido en Irak.
El 'caso Sgrena'
El 4 de febrero, la italiana Giuliana Sgrena, enviada
especial de Il Manifesto, corría la misma suerte en
Bagdad. Sgrena permaneció un mes en poder de
sus captores. Cuando la liberaron, el vehículo en el
que viajaba fue atacado por tropas estadounidenses. Sgrena fue herida y su acompañante Nicola
Calipari, un miembro de los servicios secretos de
su país, fue abatido en esta operación.
A mediados del pasado mes de febrero, dos periodistas indonesios fueron privados de libertad y
mantenidos en poder de un grupo armado de la
insurgencia durante días.
El recurso a los secuestros -reivindicados tanto
como acciones de la insurgencia como por motivos
estrictamente económicos- comenzó a hacerse
casi cotidiana en Irak a partir de abril de 2004,
cuando dos cooperantes y un fotógrafo japoneses
fueron detenidos por las autodenominadas
Brigadas de Muyahidin, que amenazaron con
«quemarlos vivos» si Tokio no retiraba su contingente militar de Irak. Los tres fueron
puestos en libertad nueve días más
tarde.
En cada uno de estos golpes, las
reclamaciones políticas que reivindican públicamente los secuestradores
corren paralelas a las negociaciones
secretas para lograr la libertad a cambio de un rescate.
El 14 de abril, era asesinado ante las
cámaras el mercenario italiano
Fabrizio Quattrocchi, secuestrado dos
días antes junto a tres compatriotas
suyos, liberados el 8 de junio.
Tampoco tuvo suerte el surcoreano
Kim Sung Il.
La primera ejecución difundida ampliamente por los
medios de comunicación fue la del estadounidense
Nicholas Berg, cuya decapitación, minuciosamente
preparada, fue recogida en un vídeo. La difusión de
imágenes de rehenes en actitudes ultrajantes,
rodeados de hombres encapuchados y armados,
se convirtió entonces en un arma utilizada por los
insurgentes para desestabilizar la opinión pública
de los países implicados en el conflicto.
Filipinas fue el primer país en ceder ante la presión
provocada por la crisis de los rehenes. Tras el rapto
de uno de sus ciudadanos, el Gobierno filipino opta
el 16 de julio por retirar sus tropas.Cuatro días des-
pués, el rehén es liberado.
El 7 de septiembre de 2004, el
rapto en pleno día y en sus oficinas de Bagdad de las cooperantes Simona Torretta y Simona
Pari, colapsa Italia. Tras intensas
gestiones, las Simonas son liberadas el día 28 y regresan a su país
en medio de una multitudinaria
bienvenida escenificada por el
Gobierno de Berlusconi.
Otra responsable de una organización humanitaria
era Margaret Hasan. Hasan, que tenía una nacionalidad triple: británica, irlandesa e iraquí y que
había vivido en este país durante 32 años, desapareció en octubre de 2004. Su asesinato fue anunciado a mediados de noviembre. Su cuerpo no ha
aparecido, aunque sus captores han sido detenidos
en un extraño caso de eficacia policial.
Antes de Hasan, Kenneth Bigley, otro rehén británico, había sido decapitado en octubre. Este ingeniero había sido secuestrado junto a dos de sus colegas norteamericanos, Jack Hensley y Eugene
Armstrong, igualmente asesinados por el grupo de
Abu Musab al Zarqaui.
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
LOS NIÑOS TAMBIÉN SON VÍCTIMAS DE LOS
SECUESTROS EN IRAK
El desquiciado incremento de los secuestros de niños se ha convertido en uno de los
peores azotes para las familias iraquíes.
La práctica de raptar a menores se extiende como
la pólvora en territorio iraquí, en un ejemplo más
de la inestabilidad y el caos en el que se encuentra sumido el país árabe desde el fin de la guerra.
Sólo en la capital, cientos de grupos que actúan
en células de entre ocho y 15 personas están sembrando el pánico en una población azotada por
índices de criminalidad desconocidos hasta el
momento. El Ministerio del Interior iraquí estima
que entre 10 y 30 personas desaparecen diariamente en Irak. «Los niños salen más baratos que
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los mayores, pero las familias pagan antes», asegura un funcionario de ese Departamento.
e dispararon con una pistola. Hacía clic, clic,
pero no tenía balas». El pequeño Rafi simula disparar un arma imaginaria con los dedos y se enfada
cuando se le sugiere que el revólver pudo ser de
juguete. «¡No! ¡Era de verdad! Pero no tuve miedo»,
dice. El niño relata como si fuera una hazaña la jornada en la que los secuestradores simularon ejecutarlo.
«¿Cómo se puede hacer algo así con un pequeño de
M
seis años?», se indigna su madre, Anita. «Eran
sucios, mamá. Tenías las uñas sucias. Eran siete
hombres y eran malos (...) y me daban pastillas
[algún tipo de somnífero]. Por las noches hacían un
círculo y me ponían en medio (...) y se reían de mi».
Los raptores utilizaron la franqueza del chiquillo
como arma arrojadiza contra su familia.Al tercer día
del secuestro lo pusieron al teléfono para que
hablara con su padre. «Le pegaron y él
comenzó a llorar. Me decía: '¡Papá,
tengo hambre, no me dan comida,
dales el dinero!'», explica Nasser Khallil
Bahho, progenitor de Rafi.
Los lamentos de Ali fueron incluso más
estremecedores. El grupo que lo capturó consiguió el teléfono de su padre,
Abdul Sattar Hamad, en los Emiratos
Árabes Unidos. Sattar se encontraba
allí trabajando.
El menor, de 16 años, fue raptado por
la mañana a la salida del colegio. Por la
noche estaba hablando con Hamad.
«El primer día me dijo: '¡Papá, sálvame, quieren matarme!'». La segunda
ocasión nunca se le olvidará al economista de 52 años. «Ali estaba aterrorizado.Me gritó: '¡Papá, sálvame, quieren arrancarme los ojos y los riñones y
venderlos!' Era una forma de presionarme. ¿Qué puedes hacer cuando
escuchas a tu hijo decir eso?».
Raafi Khalil y Ali Sattar son tan sólo dos
de las incontables víctimas de uno de
los azotes que mayor turbación está
propagando entre las familias iraquíes:
el incremento desquiciado de los
secuestros de niños.
Aunque Sabah Kadham, portavoz del
Ministerio del Interior, aclara que el
fenómeno se reproduce desde la caída
del régimen anterior, la situación es tal
que el pasado 5 de enero varias decenas de familias afectadas por acciones
de este tipo se manifestaron frente a la Zona Verde
de Bagdad.
«Es una cuestión que se encuentra fuera de control. Teníamos que denunciarlo», admite Sabti
Yumaa, vicepresidente de la ONG Sociedad
Caritativa para salvar a los niños de Irak, una de las
agrupaciones que organizaron la convocatoria.
A la cita acudieron madres como Muna Hassan,
cuyo pequeño de cinco años fue raptado cuando
abandonaba un cumpleaños en la casa de un
amigo. «Me piden una gran cantidad de dinero que
no puedo pagar», declaró ese día a la agencia de
noticias Irin, dependiente de la ONU.
O féminas como Salua Shibini, cuyo hijo de seis
años fue ejecutado porque la familia no pudo reunir
el rescate exigido. «Quiero justicia. Mataron a mi
hijo y vengo aquí para mostrar mi indignación porque el Gobierno no hace nada para proteger a los
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niños»,
afirmó
Shibini al mismo
medio de comunicación. La señora
se atrevió incluso
a describir el
estremecedor
final de su vástago. Los criminales no sólo le asesinaron. Le cortaron las manos y
se las enviaron a
la familia.
En su despacho
del barrio de Ademiya, el comandante Moayiad
Saleh exhibe el enorme legajo de confesiones
arrancadas a secuestradores de niños. «En la
época de Sadam nunca vimos nada igual (...);
algún caso de padres que se divorciaban de su
esposa y escapaban con los niños», dice el oficial,
con 23 años de servicio en las Fuerzas de
Seguridad.
Saleh selecciona uno de los testimonios que, dice,
ilustra el grado de «degeneración» que está expandiéndose entre la sociedad iraquí. «Organizan el
secuestro de su propia familia, ¡es increíble!».
El relato fue firmado por Malik Hashem Abbas, un
desempleado de 23 años arrestado el 30 de
noviembre del año pasado después de que participara en el rapto del niño Husein Mahsen.
«Hace 10 días mi amigo Mayid Abdel Husein me
propuso participar en una operación para secuestrar a su propio primo, Husein Mahsen, que vivía en
Habibiya [Ciudad Sadr]. Me dijo que su familia tenía
mucho dinero. A las ocho de la mañana fuimos a
buscar a otros seis amigos y nos dirigimos hacia su
casa en dos vehículos, un minibús y un Opel.
Encontramos a Husein en la calle y uno de nosotros
lo agarró de la mano y lo metió en el coche. Lo retuvimos en la casa de un miembro del grupo durante
dos días. Se originó una pelea en el grupo porque
había gente que quería devolver al niño, pero Ali
Assel nos dijo que si intentábamos hacerlo nos
mataría a todos. Durante estos días intentamos
24
negociar con la familia, pero al final nos arrestaron.
Me arrepiento de lo que hice y es la primera vez
que lo hago. Nunca había sido detenido.Firmado:
Malik Hashem Abbas. Bagdad. 30 de noviembre de
2004».
La célula antisecuestro que lidera Moayiad Saleh la misma que se ocupa ahora del rapto de la periodista italiana Giuliana Sgrena- se integra en la unidad de lucha «contra el gran crimen» creada tras la
invasión norteamericana de 2003. Actualmente
cuenta con 260 hombres y 25 investigadores para
todo el país.
El desfase con el número de secuestradores al que
se enfrentan es brutal. «Estamos hablando de cientos de grupos organizados sólo en Bagdad. Actúan
en células de entre ocho y 15 personas.Muchos se
venden entre ellos a las víctimas», apunta Saleh. El
oficial admite asimismo que la gran mayoría de los
afectados por este delito no lo denuncia «por
miedo».
«En diciembre sólo nos notificaron cuatro casos de
niños y tres en enero», dice. Sabah Khadam, del
Ministerio de Interior, conjetura que los raptos de
menores ascienden a «centenares» y los de adultos, a «millares».
«¿Cientos de niños? ¡Son miles!», replica indignado Abdul Sattar Hamad, el padre de Ali. «Sólo en mi
barrio [Hay Binuk, al noreste de Bagdad] y desde
abril de 2003 la policía ha recibido 100 denuncias
de niños raptados», advierte.
Para las fuerzas de seguridad, el secuestro de
menores es tan sólo una expresión más de un país
sumido en la inestabilidad perpetua cuando no el
caos, cuyo mejor reflejo son unos índices de criminalidad desconocidos en el pasado.
Lejos de circunscribirse sólo a los raptos, la criminalidad se extiende a todos los ámbitos. Las bandas de delincuentes pueden llegar a robar bancos
como el que asaltaron en Ramadi -al oeste de
Bagdad- el 13 de enero y llevarse 10 millones de
euros o sustraer incluso las tapas de las alcantarillas, que según el diario Azzaman se revenden a 75
dólares en el mercado negro.
En julio del año pasado la policía lanzó una espectacular operación en pleno centro de Bagdad, en el
llamado distrito de Bab el Sheik, con cientos de policías que llegaron a capturar a medio millar de delincuentes en una sola jornada.
«Sadam [Husein] liberó a más de 100.000 delincuentes antes de la invasión. Esta gente hace cualquier cosa para ganar dinero y ahora los secuestros
se han convertido en una manera muy fácil de obtener dólares», añade Saleh.
El Departamento de Interior estima que entre 10 y
30 personas desaparecen cada día, especialmente
en el área de Bagdad, aunque estas cifras semejan
ser una simple aproximación ante la falta de medios
y la descoordinación que azota a las Fuerzas de
Seguridad.
«Se paga desde 1.000 dólares a 100.000 en el
caso de los iraquíes.Los niños salen más baratos
que los mayores pero las familias pagan antes. El
precio de los extranjeros -desde abril de 2004 cerca
de 170 foráneos han sido secuestrado y de ellos
más de 30 fueron asesinados, según la contabilidad
de France Presse- se incrementa si los secuestradores ven que se hace mucho ruido.Las campañas
de publicidad internacional a favor de los cautivos
en realidad incrementan su precio», manifiesta
Sabah Kadham.El funcionario aprecia que se está
intentado incrementar la protección de los colegios
para mitigar el rapto de menores.
La práctica de raptar chiquillos se extiende a todo el
territorio iraquí. En septiembre del año pasado las
fuerzas norteamericanas destacadas en el norte del
país denunciaron por ejemplo que al oeste de
Kirkuk actuaba una banda que había raptado en
aquella fecha entre 30 y 40 pequeños de las comunidades kurda y turcomana.
En la comisaría del barrio de Yarmuk, el comandante Omar Kaltham asevera que tan sólo en los
dos últimos meses han contabilizado cerca de 20
casos de pequeños secuestrados, incluida una
acción «masiva» en el suburbio de Al Dura, donde
una decena de chiquillos fueron capturados cuando
abandonaban la fiesta de cumpleaños de un amigo.
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Kaltham precisa que a
cada familia se le ha
reclamado un rescate
de 100.000 dólares.
El alcance que está
adquiriendo lo que ya
se apoda la «industria
del secuestro» podría
venir reflejado por el
caso del pequeño
Husein, raptado en
febrero del año pasado. Su padre, Restam
Husein -un comerciante de 40 años-,
fue uno de los pocos
que acudió a la policía.
Los agentes no sólo
reconocieron su incapacidad, sino que le
explicaron que esa
misma jornada ya
habían recibido seis
denuncias de secuestros de pequeños, entre los que se contaba un
bebé.Restam consiguió rebajar la demanda inicial
de 150.000 dólares y después de 14 días recuperó
a su hijo de nueve años. Durante las conversaciones subsiguientes con el crío, éste le dijo que lo
habían retenido en una casa junto a otros 10 menores secuestrados.«Los agarran en rebaños. Parece
que ahora tenemos que pagar una tasa por la vida
de nuestros hijos», señala el iraquí.
A Naser Khallil Bahho, el padre de Rafi, los captores le reclamaron 100.000 dólares. «Me amenazaban con lanzarlo al río. Tras seis días de negociación acordamos pagar 10.000 dólares. Tuve que
contratar a un ex criminal para que viniera a mi
casa, viera lo que teníamos y les convenciera de
que no podíamos hacer frente a esa cantidad. Mi
hermano y la prima de mi mujer fueron a entregar el
dinero. Los dirigían a través del teléfono portátil.
'Tuerzan a la izquierda, a la derecha'. Al final les
hicieron tirar la bolsa en un árbol. Por la noche nos
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devolvieron a Rafi», dice.
El pequeño se entretiene jugando con su hermana
a la pelota mientras se desarrolla esta conversación. Sin embargo, la pareja alerta sobre el legado
psicológico que le ha dejado el suceso. Ahora,
cuando se enfada le grita a su madre: «Pues saldré
a la calle para que me secuestren!».
Nada más retornar, el pequeño se sumió en una
profunda crisis convencido de que sus padres no le
querían y por eso no habían pagado antes el rescate. «Lo llevé a un psicólogo que me recomendó
comprarle muchos regalos para mostrarle que sí le
queríamos», observa Naser.
Pero el pago del rescate no asegura nada, como
avisa el comandante Moayiad Saleh. «El año pasado un grupo secuestró a Ali, un niño de 10 años, en
el barrio de Ali Al-Saleeh. El padre es un antiguo
responsable del Ministerio de Tecnología. Pagaron
10.000 dólares.Casi al mismo tiempo conseguimos
detener a los cuatro sujetos.Habían matado al niño.
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Ni siquiera pudimos recuperar el
cadáver», comenta. Tan sólo algunas
familias como Yinan Yasin, de 33
años, se han beneficiado de la fortuna. Su hija, Tabaarak Taleb, de nueve
años, fue secuestrada el 13 de junio
de 2004 frente a la puerta de casa.
«Solía jugar con sus amigas en las
calle. Ese día cuando vi que no
regresaba a las cinco de la tarde, salí
de casa y le pregunté a las niñas. Me
dijeron que había venido un hombre
y que se la llevó de la mano»,
comenta Yasin.
Al día siguiente su
hermana recibió una
llamada. «¿Estáis
buscando a una
niña? Si quieres ver
a tu sobrina tenéis
que pagar», le advirtió la voz anónima.
Los delincuentes le
exigieron 120.000
dólares, una fortuna
inasible para una
viuda como Yasin,
empleada en una
ONG local.
Después de varias jornadas de discusiones telefónicas en las que la madre intentó convencer a
dichos individuos de su error, ellos mismos lo asumieron. «Me llamaron un día y me dijeron:
'Nuestras fuentes confirman que no tienes dinero.
Te vamos a devolver a tu hija'». El 28 de junio, tras
16 días, Tabaarak volvió a casa.
«Estuvo un mes y medio sin decir palabra. Ahora ya
no sale a jugar con sus amigas. Todavía le duelen
los tobillos porque se los ataron con unas cuerdas
que le hicieron mucho daño. Poco a poco me contó
que la hacían dormir en el suelo y que sólo comía
arroz y agua. Tenía un viejo que le golpeaba con un
palo o que la abofeteaba para intentar saber cuánto dinero teníamos».
El secuestro de Ali supuso un vuelco en la vida de
Abdul Sattar Hamad. De manera apresurada abandonó su trabajo en los Emiratos y regresó a
Bagdad. «Lo raptaron el 9 de julio de 2003. Me
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pidieron un millón de dólares», afirma. Abdul
Sattar se expresa en un perfecto portugués
aprendido de su estancia en Brasil, donde ejerció como director del Banco Iraquí-Brasileño.
«Alguien les debió decir a esta gente que yo fui
director de un banco y pensaron que era millonario».
Día tras día y durante tres meses, Abdul Sattar
se mantuvo en contacto con los captores.
Hablaban de religión, de cultura.El padre intentaba crear un lazo de complicidad con los criminales.Pero las diferencias sobre el rescate eran
abismales. El grupo seguía insistiendo en el
millón de dólares. Abdul Sattar les ofreció pagar
20.000. «Lo último que dijeron fue: 'De acuerdo,
aceptamos la cantidad. Llamaremos más adelante'».
Desde entonces, hace más de un año, los secuestradores dejaron de llamar. Ni la más mínima noticia. Abrumado por lo ocurrido, Abdul Sattar se convirtió en investigador privado. Cada vez que la policía de su barrio detiene a un delincuente él se persona en la comisaría y asiste al interrogatorio.
Intenta conseguir alguna información sobre Ali. Su
esposa no cesa de llorar, dice.«Estamos tan cansados»...
Pese al tiempo que ha pasado, Abdul Sattar no
acepta un posible desenlace fatal. «Si lo hubieran
matado habría aparecido el cadáver».
Pero a veces recuerda el dramático llamamiento
que escuchó de la boca de Ali. «¡Papá, sálvame,
quieren arrancarme los ojos!».
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
El paro afecta al 70% de los iraquíes y la mayoría de la población sigue sin tener agua corriente
LOS IRAQUÍES SIGUEN VIVIENDO EN LA MISERIA
Y SIN LOS SERVICIOS BÁSICOS PROMETIDOS
Lejos de los discursos triunfalistas del presidente de EEUU, George W. Bush, que defiende los «efectos positivos» de la invasión, la mayoría de los iraquíes se sienten frustrados
por los graves problemas que, dos años después de la «liberación», afronta el país. No
hay seguridad ni tampoco servicios básicos ni trabajo, salvo para los que quieran enrolarse en las fuerzas armadas que han organizan los ocupantes estadounidenses.
a llamada «reconstrucción» de Irak, tantas veces
repetida por los ocupantes, es un absoluto fracaso. Los iraquíes recuerdan las promesas efectuadas
por los invasores estadounidenses y británicos tras
el derrocamiento de Saddam Hussein, pero el
«nuevo amanecer» prometido por los colonialistas,
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que incluía «democracia», «libertad» y «prosperidad» no se atisba por ninguna lado.
Las expectativas de mejora tras la «liberación» han
sido un espejismo. El desempleo, según las cifras
oficiales, alcanza al 70% de la población y la ausencia de servicios básicos, como agua corriente o elec-
tricidad, continúa siendo un grave problema
para la mayoría de la población del país.
También ha desaparecido el sistema público y
gratuito de la sanidad iraquí.
«Las fuerzas ocupantes sólo tienen éxito en el
saqueo de la cultura, historia y economía de
Irak y en asesinar a más de 100.000 iraquíes y
haber herido a otros tantos», afirma un comunicado de importantes clérigos suníes.
El texto, que fue hecho público tras una reunión
de las principales figuras suníes en una mezquita de Bagdad, insiste en que las condiciones
de seguridad y económicas siguen empeorando.
Los clérigos de esa comunidad del Islam, aproximadamente un 20% de los 26 millones de
habitantes de Irak, han exigido un «calendario
para la retirada de las fuerzas de ocupación»
como condición previa para participar en el proceso político impulsado por los ocupantes.
«Esperábamos que EEUU nos trajera prosperidad y libertad, pero dos años después sólo
hemos visto explosiones diarias, inseguridad y
carencias en los servicios públicos», explicó a
Hazem Shamari, propietario de una tienda de
alimentación en la capital.
«El problema es que, pese a todo, los iraquíes
en general aún están sufriendo», dijo Naim
Lefta, un comerciante chií, quien recordó que él
mismo fue secuestrado hace varios meses por
un grupo de delincuentes que «sólo me liberó des-
pués de que mi familia pagara un rescate de
40.000 dólares».
En opinión de Ali
Qasem Al Qasab,
miembro del Asamblea
Suprema
de
la
Revolución Islámica,
principal integrante de
la Alianza Unida Iraquí
(AUI), consideró que «lo
único positivo que
hemos visto en los últimos dos años ha sido la
celebración de las elecciones», en las que se
impuso la lista chií y en
las que la mayor parte
de la población suní no
participó.
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
LA ONU CONSTATA QUE LA OCUPACIÓN HA
LLEVADO “MAYOR SUFRIMIENTO” A LOS
IRAQUÍES
-Un grupo de expertos árabes concluye que la invasión y posterior ocupación han sido un fracaso
La invasión de Irak y su
posterior ocupación han
sido un rotundo fracaso,
según constata un
grupo de intelectuales
por el Programa de
Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD). Los
iraquíes han salido de
un “régimen despótico
que violaba sus libertades” para “caer bajo una
ocupación extranjera
que ha aumentado el
sufrimiento humano”,
sostienen. Los supuestos “salvadores” de Irak
se han convertido en
verdugos, ya que en dos
años han muerto violentamente 100.000 iraquíes
y “miles han sido encarcelados y torturados”.
os estadounidenses
han fracasado rotundamente en su supuesta
intención de “salvar” a los iraquíes de un “régimen despótico”. Esta afirmación no es en absoluto novedosa,
pero en esta ocasión viene avalada por un informe auspiciado por el programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) y el Fondo Árabe y Social.
Un grupo de intelectuales árabes ha evaluado en el tercer “Informe Árabe sobre Desarrollo Humano” la situación de las libertades en más de veinte estados. En el
caso de Irak, concluye que las condiciones de vida de
los iraquíes han empeorado desde que los ocupantes
creyeron haberles “liberado” de Saddam Hussein.
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Según señalan los expertos, la población de Irak ha
salido de un “régimen despótico que violaba sus
derechos y libertades básicas” para “caer bajo una
ocupación extranjera que ha aumentado el sufrimiento humano”.
El informe considera que el resultado de la invasión
militar encabezada por Estados Unidos ha sido, hasta
ahora, poco beneficioso para la población iraquí, y
constata que “las potencias ocupantes han sido incapaces de cumplir sus obligaciones con los Convenios
de Ginebra de proteger a los ciudadanos”.
Los autores del documento
considera que en “Irak se ha
registrado una pérdida de la
seguridad interna sin precedentes, con asesinatos y actos
de terrorismo en la mayor
parte del territorio, incluidos
ataques contra civiles iraquíes
y extranjeros, y organizaciones internacionales y humanitarias”. Asimismo, recuerda
que un “estudio científico” calculó que unas 100.000 personas han perdido la vida en Irak
como consecuencia de la
invasión y de la posterior violencia desatada. Para los
expertos del PNUD son las
mujeres las que más han sufrido loas consecuencias del
conflicto ya que “corrieron y
todavía corren el riesgo de ser secuestradas y violadas”, no sólo por parte de “pandillas” sino también de
algunos soldados que cometieron abusos sexuales
aprovechándose de que estaban detenidas.
Además, destacan que “miles de iraquíes fueron
puestos en prisión y torturados” y que esos detenidos, en su mayoría civiles, “fueron sometidos a tratos
inhumanos e inmorales” en la prisión de Abu Ghraib
y en otros centros.
El comité de expertos advirtió de que eso constituye
una “violación” de los Convenios de Ginebra que
regulan el derecho internacional humanitario en
casos de conflicto.
Ni los servicios básicos
El informe del PNUD constata, por otra parte, que las
potencias ocupantes en Irak tampoco han cumplido
con su obligación de procurar a la población civil las necesidades básicas, tal y
como habían prometido. “Las fuerzas de
ocupación lucharon por restaurar las
prestaciones básicas, pero fueron incapaces de proporcionar los servicios de electricidad, agua y teléfono existentes antes
de la guerra”, apunta el documento.
El programa de la ONU reprocha a
EEUU su escasa inversión en la
reconstrucción del país. Como prueba
presentan un informe estadounidense,
que señala que a finales de octubre
pasado las potencias ocupantes sólo
habían invertido 1.300 millones de
dólares en la reconstrucción de los
18.400 millones que el Congreso de
EEUU destinó para esa tarea, lo que
representa “menos del 7%” del total.
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
LA DESCOMPOSICIÓN DE UN ESTADO
Veinticuatro meses después de la invasión, la población iraquí vive en un permanente estado de terror
a causa de la violencia generalizada. Con la excusa del terrorismo, la policía secreta comete atrocidades.
Cada atardecer, Basima al Aani siente cómo se le encoge el corazón esperando a sus hijos del colegio.
Basima (sonrisa en árabe) se turna con otras madres para recogerlos y minimizar así el riesgo de que
sean secuestrados o se vean implicados en un incidente, pero en el Irak invadido nadie está a salvo.
«Nunca estuvimos peor que ahora, ni siquiera bajo el embargo y el régimen de Sadam», dice por teléfono con voz ahogada. «Ahora siempre tengo miedo».
esde que EEUU invadiera Irak, el terror que
generaba la dictadura ha dado paso a un constante pánico a la violencia. Coches bomba, ataques
insurgentes y terroristas, acciones militares norteamericanas y la llamada industria del secuestro mantienen
en vilo a una población pesimista ante un futuro incierto.«Esto es peor que nunca. Estamos tristes por
haber perdido un pasado malo, porque ahora tenemos un presente y un futuro peor», dice Asad Ali, coo-
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perante iraquí. «Irak se enfrenta a un abismo».
La endémica inseguridad generada por la insurgencia
opuesta a la invasión, los delincuentes liberados por
Sadam antes de su caída o autoliberados durante el
caos que siguió a la ocupación y los combatientes
extranjeros seducidos por la guerra santa contra
Estados Unidos desborda a las fuerzas locales y por
añadido a las extranjeras, más preocupadas por su
propia defensa tras perder más de 1.500 hombres en
dos años que por el destino de Irak.
Tras la disolución del Ejército de Sadam, decretada
por el ex gobernador norteamericano Paul Bremer
en mayo de 2003, Irak vivió un año de violencia sin
que nadie se preocupara de la seguridad de su
gente. Sólo en 2004 comenzaron a graduarse los
reclutas de la Fuerza de Defensa Civil de Irak
(ICDC), un embrión de ejército de 50.000 agentes
con dos semanas de entrenamiento sin apenas
medios. Declarados traidores, los agentes del IDCD
son uno de los objetivos de los ataques y son odiados por buena parte de la población.
«La policía secreta ha vuelto y peor
que antes, porque con la excusa del
terrorismo comete atrocidades», explica un empresario árabe que frecuenta
Irak. El miedo y la impunidad se traducen en prácticas violentas. Según el
informe de Human Rights Watch
(HRW) titulado ¿El nuevo Irak? La tortura y el maltrato de detenidos en custodia iraquí, las torturas son una práctica habitual en sus cárceles, como
también ocurría en las prisiones estadounidenses.«A los iraquíes les habían prometido algo mejor de lo que
había antes de la caída de Sadam;
desgraciadamente, siguen sufriendo
las acciones de un Gobierno que maltrata a sus presos con impunidad»,
denuncia Sarah Whitson, responsable
regional de HRW.
Aunque la idea de Washington era formar soldados iraquíes como paso previo a la retirada de sus tropas, la situación no es mejor desde que las ICDC
trabajan en las calles. Según France
Presse, Irak ha vivido más de 1.500
ataques en estos dos años. Los cálculos de víctimas son confusos: si bien la web iraqbodycount.net
informa de 20.000 muertos como consecuencia de
la invasión y la violencia, la revista médica The
Lancet aumenta el balance a 100.000, una cifra
muy contestada por EEUU. Una comisión de expertos europeos criticó hace escasos días a
Washington y Londres por obstaculizar la investigación sobre el número real de víctimas, pero los
escasos datos que se conocen son preocupantes.
Según un informe de BBC que cita fuentes del
Ministerio de Salud iraquí, sólo entre julio de 2004 y
enero de 2005 murieron de forma violenta 3.274
civiles; de ellos el 60% a manos de soldados aliados o del ICDC y el 40% en ataques insurgentes.
Más de 12.500 civiles resultaron heridos en ese
periodo.
La mal llamada posguerra iraquí resulta mucho
más sangrienta que la guerra. Hace un año, Irak
vivía una media de 20 ataques diarios: hoy esa cifra
se da sólo en Bagdad; el país sufre unos 80 incidentes al día según la coalición. Muchas calles de
la capital, como la céntrica Haifa, viven a diario de
acciones de guerra urbana. En diciembre, un alto
cargo del Ejército de EEUU admitía que ninguna de
las posiciones asignadas a sus tropas, destacadas
en Bagdad, era segura. «Desde luego, es territorio
enemigo», dijo.
Por otro lado, las acciones militares contra la insurgencia prosiguen.El último caso es Ramadi, en el
triángulo suní: según la oficina de información de la
ONU, parte de sus 300.000 habitantes está huyendo por si se convierta en otra Faluya. A ello hay que
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La verdad de la guerra
sumar los secuestros, que lejos de la impresión que
hay en Occidente se ceban en los iraquíes: entre 10
y 30 civiles desaparecen al día. «Los iraquíes están
de acuerdo en que la situación es mil veces peor
que hace dos años», afirma el empresario citado.
«En el país del petróleo el combustible escasea, no
hay luz ni agua corriente, los secuestros y las venganzas personales están a la orden del día y la
inseguridad es dueña del país».
Escasez de suministros
Por si no bastase con el miedo, la falta de suministros se ha complicado. «Este invierno estuvimos
semanas sin poder usar la estufa porque los precios son muy altos: 20 litros de queroseno cuestan
entre 10.000 y 12.000 dinares [su precio oficial es
de 200 dinares el litro]; la bombona de gas 7.000
[su precio oficial es de 500] y el litro de gasoil para
los generadores ha pasado de costar 10 a 500
dinares», explica Basima. Desde hace dos semanas, el teléfono de su casa está mudo y depende
del móvil. Pero ella, su marido y sus cuatro hijos se
han acostumbrado a que nada funcione en el nuevo
Irak. «Los cortes de luz son continuos y hay días
que duran 12 horas».
La protección del petróleo, para muchos motivo de
la invasión, está saliendo cara ya que las instalaciones petrolíferas son objetivo de la insurgencia.
Según datos publicados en diciembre por el
Ministerio de Petróleo iraquí, desde marzo de 2003
se han perdido más de 6.000 millones de euros en
actos de sabotaje.Sin embargo el país exporta dos
millones de barriles diarios, medio millón más que
durante la dictadura. Y nadie entiende el por qué de
la subida de precios. «Nuestros políticos son ladrones a quienes sólo interesa cuánto dinero pueden
robar. Pregúntele a ellos», espeta Asad.
Corrupción preocupante
La corrupción parece haberse instalado a la par que
la democracia. Si hace meses se conoció la auditoría que revelaba la desaparición de 5.200 millones
de euros destinados a la reconstrucción, la organi-
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zación británica Transparencia Internacional advertía esta semana en su último informe que Irak corre
el riesgo de convertirse en el lugar más propicio del
mundo para la corrupción.«Hoy Irak es el país más
corrupto de la Tierra. Los cupos de petróleo se los
reparten los nuevos gobernantes, y los contratos
más suculentos se los han llevado los norteamericanos inflados hasta en un 300%», prosigue el
empresario.
«No hay ninguna confianza en la clase política, la
imagen que hay de ellos es de corrupción. Todo lo
que ha cambiado en Irak son las caras», añade.
Algunos de los gestos políticos de los dos últimos
años han sido inquietantes, como la abolición del
Código de Familia de la era Sadam, el más avanzado del Golfo, que permitía a las mujeres divorciarse.
En cuanto a las elecciones democráticas celebradas el 30 de enero, para muchos fueron tan sui
generis que las tachan de «un reparto de poder por
otros medios». Los nombres de los 7.700 candidatos no se conocían por motivos de seguridad. La
alta participación chií reveló el deseo de esta mayoría, castigada por la dictadura, de estrenarse en el
poder y su victoria despertó recelos a que la democracia derive en una teocracia. Como ellos los kurdos -también víctimas de Sadam- se volcaron en
las urnas para asegurarse puestos clave del
Gobierno y obtener concesiones. Los suníes no
votaron y corren en riesgo de quedarse sin poder. Y
es que elecciones no siempre suponen democracia. «La amplia participación de chiíes y kurdos no
refleja valores democráticos, sino la pretensión de
alcanzar el poder», dice el analista Shlomo Avineri
en su artículo Ni fracaso, ni éxito, publicado por
bitterlemons-international.org.
Con el Parlamento formado y a la espera de consensuar un Ejecutivo, los aliados han empezado a
hablar de retirada en un momento especialmente
difícil, como advierte el vicepresidente saliente y
candidato a primer ministro Ibrahim Yafari, líder del
partido Dawa. «Hay terrorismo pese a la presencia
en Irak de soldados norteamericanos; no quiero ni
imaginar lo que ocurriría si se les pide que se
vayan. Podría significar el comienzo de la guerra
civil». En este ambiente y sin ONG que ayuden a
los civiles por miedo a los secuestros -sólo
Mensajeros de la Paz representa a España en la
antigua Mesopotamia-, la población se siente más
abandonada que nunca.
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
Relato de un testigo acerca del
horror y las mentiras en la ciudad iraquí tras la ofensiva de
EEUU.
El 8 de noviembre de 2003, el Ejército
de Estados Unidos desencadenó
sobre la ciudad iraquí de Faluya, considerada una de las plazas fuertes de
los combatientes rebeldes, el más
importante de los ataques que haya
lanzado hasta la fecha. EEUU informó
de que el asalto había supuesto un
enorme éxito, con la muerte de 1.200
insurgentes.La mayor parte de los
300.000 habitantes de la ciudad, mientras tanto, huyó para salvar la vida.
¿Qué es lo que ocurrió realmente en
el asedio de Faluya? En una investigación conjunta para el diario The
Guardian y el programa de televisión
informativo Channel 4 News, el doctor
iraquí Ali Fadhil ha recopilado las primeras informaciones independientes
que han salido de esta ciudad en ruinas,
en la que el médico ha encontrado decenas de cadáveres sin enterrar, perros
rabiosos y una población peligrosamente
amargada. Lo que sigue es un extracto del documental.
LO QUE NO SE HA
CONTADO DE FALUYA
odo empezó en mi casa de Bagdad. Metí en la
maleta mi equipo, la cámara y el trípode. Mi amigo
Tariq me recomendó que no nos lo lleváramos. «Los
combatientes», dijo, «podrían registrar el coche y pensar que somos espías». Tariq estaba aterrorizado con
nuestro viaje, y eso que él es de Faluya y que teníamos permiso de uno de los grupos de combatientes
para entrar en la ciudad bajo su protección. Sin embargo, Tariq se hace cargo mejor que nadie de que los
combatientes ya no son sólo un único grupo.
Eran las nueve de la mañana cuando cruzamos la
puerta principal de salida de Bagdad hacia el sur, con
cuidado de acercarnos lo menos posible a las caravanas de vehículos de los norteamericanos.La salida sur
T
es todos los días escenario de ataques de los insurgentes contra los norteamericanos, bien mediante
coches bomba o mediante emboscadas con granadas
propulsadas por cohetes.
Tardamos exactamente 20 minutos en llegar desde
Bagdad a la zona conocida como el triángulo de la
muerte, esa zona en la que se apoderaron del contratista británico Kenneth Bigley, a quien mantuvieron
secuestrado y finalmente decapitaron en la ciudad de
Latifiya. Se supone que es una zona bajo dominio del
Ejército norteamericano, pero los insurrectos han montado aquí puestos de control. A medida que la carretera iba avanzando por terrenos más rurales y más aislados me iba poniendo más nervioso porque, en cualquier momento, nos pararan salteadores de caminos y
nos robaran el caro equipo que llevábamos. En un
puesto de control, se acercó a la ventanilla del coche
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La verdad de la guerra
un encapuchado; llevaba al hombro
un viejo fusil AK-47 y quería que le
diéramos un donativo para la yihad
(guerra santa). En total, los individuos
eran seis, todos encapuchados.
Tanto el conductor como Tariq le dieron un donativo; yo tenía miedo de
que se pusiera a registrar el coche y
de que encontrara la cámara, así que
le enseñé mi documento iraquí que
me acredita como médico, con la
esperanza de que se conformara con
eso. Pidió perdón y nos rogó que le
disculpáramos.
A partir de entonces, no teníamos ya nada más por
delante, salvo el cielo y el desierto. Era la una y
media de la tarde, un mal momento para circular por
esta carretera; nos habían comentado que los bandoleros eran particularmente activos a estas horas
del día. Tariq señaló a cuatro hombres jóvenes vestidos de rojo, que habían dejado aparcadas dos motocicletas en la cuneta de la carretera. Estaban colocando un pequeño artefacto explosivo, de fabricación casera, hecho con una lata de aceite de cocina,
destinado al primer convoy norteamericano que
saliera de su base en las afueras de Faluya.
Dieron las tres y media de la tarde poco antes de que
llegáramos a Habaniya, a orillas de un lago que se
alimenta de las aguas del Eúfrates, un centro turístico que en tiempos estaba bajo el control de Uday, el
hijo mayor de Sadam. Este era el destino al que venían de vacaciones los faluyanos, que solían ser gente
de buena posición económica porque proporcionaban un número considerable de militares de alta graduación al Ejército de Sadam.
Ahora hacía muchísimo frío en aquel lugar, que estaba repleto de refugiados. Todas las casas de vacaciones estaban abarrotadas de gente, con casos de
dos familias por habitación. La primera familia con la
que nos cruzamos llevaba allí desde un mes antes
de que empezara el asalto [a Faluya]. Se nos acercó
un hombre que se llamaba Abu Rabe'e. Tenía 59
años y era constructor; dijo que quería lanzar un
mensaje a nuestra cámara. «No queremos esta
clase de democracia ni estos ataques a ciudades y a
36
la población con aviones, con carros de combate y
con humvees», dijo. El era también uno de los que
había huido de Faluya junto con su familia.Estaban
todos viviendo en un antiguo garaje de reparación de
automóviles de Habaniya.
La mayor parte de las personas con las que hablamos en Habaniya eran pobres y analfabetos y habían huido de Faluya ante el esperado asalto de los
estadounidenses. Algunos se alojaban en tiendas de
campaña; otros compartían las antiguas suites nupciales a las que venían las parejas de recién casados
cuando esto era un centro de vacaciones. Se peleaban entre ellos por convencerme de que grabara las
condiciones en las que estaban viviendo.
Todavía seguía en pie el parque de atracciones de
Habaniya, pero no había nada que funcionara. En
medio de la pista de coches de choque, una señora
mayor se había montado una cabaña con ladrillos y
vivía en ella con su hijo. Intenté hablar con ella pero
me dijo que me marchara de allí. En Habaniya no
disponían de gas para cocinar, por lo que los refugiados faluyanos talaban árboles para darse calor y
guisar la comida. Fue entonces cuando se presentó
alguien que dijo que había llegado a oídos de los
miembros de la resistencia que nosotros estábamos
haciendo preguntas. Decidimos dejar la cámara a
buen recaudo y marcharnos a una aldea más acogedora que conocía nuestro conductor. También
estaba a rebosar de refugiados procedentes de
Faluya.
Nos recibió un hombre de 50 años de edad, coman-
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dante de la Guardia Republicana iraquí en el antiguo
régimen. En un apartamento había apretujadas cuatro familias, todas ellas ricas en otros tiempos.Al igual
que tantos otros, el comandante había sido licenciado después de la liberación, cuando Estados
Unidos disolvió el Ejército y la policía. Ahora
estaba sin trabajo, su casa de Faluya estaba
destruida y él no era más que un refugiado
con cinco hijos y una mujer, no muy lejos de
la ciudad en la que antes pasaba sus vacaciones. Echaba pestes de los norteamericanos, pero también de los rebeldes iraquíes, a
los que acusaba, junto a los clérigos de la
mezquita, de ser los causantes de la destrucción de Faluya.
«Los muyahidin y los clérigos son responsables de la destrucción que ha asolado nuestra ciudad; nadie se lo va a perdonar», afirmaba con amargura.
«¿Por qué les echa la culpa a ellos? ¿Por qué
no echa la culpa a los norteamericanos y a
Alaui?», le preguntó Omar, el propietario del
apartamento.
«A los muyahidin les dijimos que nos dejaran
en paz a los faluyanos normales y corrientes», comenta Ali, otro refugiado «pero esos malditos
hijos de puta, los jeques y los clérigos, están todo el
santo día pintando una especie de cuadro absolutamente enloquecido de paraísos y mártires y de la victoria de los muyahidin. Y claro, como es natural, los
chicos se creen hasta la última palabra que pronuncian esos clérigos. Son jóvenes, y unos ingenuos, y
se olvidan de que ésta es una guerra contra el poderío de la maquinaria del Ejército norteamericano. Así
es como hacen que mueran todos estos chicos y que
nuestras ciudades salten por los aires como si se las
llevara el viento».
Se me ha ocurrido preguntarle al curtido veterano de
la Guardia Republicana las razones por las que habían permitido que estos jóvenes muyahidin se hicieran con las riendas de la ciudad, pero la verdad es
que no ha hecho falta que se lo preguntara.
Recuerdo haber estado en Faluya precisamente
antes de que empezaran los combates y de haber
visto cómo una multitud se congregaba alrededor de
un saco del que manaba sangre. En el saco había
prendido un folio de papel blanco en el que se leía:
«Aquí está el cadáver de un traidor. Ha confesado
que había trabajado como observador para la avia-
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ción norteamericana y que le pagaban
100 dólares al día».
Mientras estábamos allí, de pie, mirando el saco, me
enteré de que en cualquier tienda de discos com-
pactos de Faluya se podía comprar un CD en el que
aparecía el hombre del saco confesándolo todo
antes de que lo decapitaran. Esos eran los tipos que
ahora controlaban Faluya y no los viejos comandantes del Ejército de Sadam.
24 de diciembre
Por la mañana, desanduvimos el camino hacia
Faluya y nos enteramos de que había colas de gente
a la espera de que se les permitiera volver a entrar
en la ciudad. El Gobierno había anunciado que la
población de determinados barrios podía empezar a
regresar a sus hogares; también había prometido
que habría indemnizaciones.Alrededor del mediodía
nos habíamos acercado a menos de dos kilómetros
de la ciudad y comprobamos que se habían formado
cuatro colas cerca de la base de los norteamericanos. Eran casi todos hombres, que estaban a la
espera de que los militares de EEUU les facilitaran
un documento de identidad para permitirles volver a
sus casas.
Aquellos hombres estaban muy enfadados. «Esto es
una humillación.No voy a decir más. Estos docu-
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La verdad de la guerra
mentos de identidad no sirven más
que para obligarnos a los faluyanos a
doblar la cerviz en señal de deshonra», protestaba uno de ellos.
Estuve con el comandante Paul
Hackett, un oficial de la Infantería de
Marina, destinado como enlace en la
base de Faluya. Me aseguró que las
Fuerzas Armadas de Estados Unidos
no pretendía humillar a nadie, en
absoluto, pero que los documentos
de identidad eran necesarios por
razones de seguridad. «Lo que quiero decir es que, por lo que yo entiendo, al final van a poder colgar este documento de
identidad en una pared y conservarlo como recuerdo», comentó.
Tomaron huellas dactilares de todos mis dedos, me
sacaron dos fotografías de la cara, de perfil, y por último me fotografiaron el iris. A partir de aquel momento ya cumplía todos los requisitos para entrar en
Faluya, exactamente igual que cualquier otro faluyano.
25 de diciembre
Alrededor de las ocho de la mañana, Tariq y yo íbamos en coche hacia Faluya. No nos creíamos que de
verdad pudiéramos entrar en la ciudad.
En el puesto de control, los soldados norteamericanos estaban nerviosos. La vía de acceso al puesto
de control estaba formada por cantos rodados, por lo
que teníamos que circular muy lentamente.Los soldados emplearon 20 minutos en registrar mi coche y,
a continuación, nos cachearon a Tariq y a mí. Me
entregaron una cinta de color amarillo que tenía que
colocar en el parabrisas del coche para indicar que
había pasado el registro y que era titular de un contrato. Si no exhibía esta cinta amarilla, cualquier soldado norteamericano podía disparar contra mí por
ser un vehículo del enemigo.
Hacia las 10 de la mañana entramos en la ciudad.
Estaba completamente destruida y no había más
que ruinas por todas partes. Parecía una ciudad fantasma. Faluya era una ciudad moderna; ahora no
38
quedaba nada de ella. Dedicamos el día a andar por
entre los escombros de lo que había sido el centro de
la ciudad; no vi ni un solo edificio que estuviera en
condiciones de uso.
Los norteamericanos habían tendido en las calles
cintas blancas para impedir el paso a todos aquellos
que merodearan por zonas en las que todavía no
estaba permitido entrar. Me acordé del mercado que
había antes de la guerra, cuando no se podía dar un
paso por él por culpa de la muchedumbre que lo abarrotaba.Ahora todas las tiendas estaban marcadas
con una cruz, lo que significaba que habían sido
registradas por los soldados norteamericanos y no
ofrecían peligro. Los cadáveres, sin embargo, algunos de paisanos y otros de insurrectos, se estaban
pudriendo todavía dentro del edificio.
En esta zona había perros muertos por todas partes,
tirados en medio de las calles. A Bagdad habían llegado noticias de que había rabia en Faluya, pero yo
necesitaba encontrar un médico.
Los faluyanos son muy recelosos con los forasteros,
de modo que me pareció sorprendente que Nihida
Kadhim, un ama de casa, me invitara por señas a
entrar en su vivienda. Ella acababa de llegar de
regreso a la ciudad para comprobar el estado de su
casa; el Gobierno había anunciado tres días antes a
la población que todo el mundo tenía que empezar a
volver a sus hogares. Me hizo pasar al cuarto de
estar. Señaló con el dedo a un espejo en el que, con
su barra de labios, habían escrito una pintada. La
mujer no sabía inglés. Lo escrito decía «¡Al carajo
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Irak y todos los iraquíes!». «Es un insulto, ¿no?», me
preguntó.
Me fui de allí y eché a andar hacia el cementerio.
Volví a ver otra vez perros muertos. Un amigo mío de
Bagdad, el doctor Marwan Elawi, me había comentado que en el Hospital de Enfermedades
Infecciosas de Bagdad se registraba un caso de
rabia a la semana.El problema era que otros perros
se estaban comiendo los cadáveres y propagando la
enfermedad.
En mi camino hacia al cementerio, noté el olor a
muerte que salía de una casa. La puerta estaba
abierta y lo primero que vi fue un automóvil blanco
aparcado en el camino de entrada y, encima del
techo del coche, un lanzacohetes para RPG.
Entré en la casa y el ruido que provocaba la lluvia
sobre el tejado y la oscuridad del interior hicieron que
me entrara mucho miedo.
La puerta estaba abierta, todas las ventanas estaban
rotas y había un reguero de impactos de bala que
recorría desde la entrada hasta un cuarto de baño,
como si los disparos hubieran tratado de cazar algo
o a alguien. El cuarto de baño daba paso a un dormitorio y, cuando entre en él, vi el cuerpo sin
vida de un combatiente.Había perdido una
pierna, le faltaba una mano y no quedaba
intacto ni uno solo de todos los muebles de la
casa. Cuando salí de allí vi un osito de peluche en el suelo, bajo la lluvia, y una mina
explosiva de color verde.
Algunos de los combates más encarnizados
tuvieron lugar aquí, en el centro de la ciudad,
pero no se veía ni rastro de los entre 1.200 y
1.600 combatientes que los norteamericanos
decían haber matado. Me habían dicho que
en la ciudad, sin precisar dónde, había un
cementerio especial para los combatientes,
aunque la población aseguraba que la mayor
parte de los cuerpos la habían retirado de la
ciudad al término de la primera semana de
enfrentamientos.Era preciso que encontrara
a algún rebelde para que me contara la
auténtica historia de lo que había ocurrido en
la ciudad.Los norteamericanos habían anunciado que se había tratado de una gran victoria militar, pero yo no alcanzaba a comprender dónde habían enterrado a todos los combatientes muertos.
Después de haber visto aquel cadáver ya no me sen-
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tía nada a gusto con la idea de dormir en Faluya.
Aquel lugar estaba desierto y contaminado por la
muerte y por toda clase de armas. Imagínense dormir en un lugar en el que en cualquiera de las casas
que lo rodean puede haber uno, dos o tres cadáveres. Quería salir de allí.
26 de diciembre
Volví por la mañana a ver si encontraba el cementerio y a buscar pruebas de los combatientes que habían perdido la vida. Eran alrededor de las cuatro de la
tarde cuando llegué al cementerio de los mártires; no
había podido llegar antes porque todo el mundo me
abordaba, quería enseñarme sus casas destruidas y
me preguntaba las razones por las que los periodistas no venían a Faluya y no mostraban al mundo lo
que habían hecho los norteamericanos.También
dejaban traslucir su cólera contra el primer ministro
Iyad Alaui, por haber enviado a la Guardia Nacional,
integrada principalmente por chiíes, a colaborar con
los norteamericanos.
A la entrada del cementerio de los combatientes
había un cartel en el que se leía: «Este cementerio
es un tributo del pueblo de Faluya a los heróicos mártires de la batalla contra los norteamericanos y a los
mártires de las operaciones yihadíes contra los nor-
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La verdad de la guerra
teamericanos, conforme
a lo dispuesto y aprobado por el consejo de la
Azora de los muyahidin
en Faluya».
Cuando estaba entrando en el cementerio, trajeron los cadáveres de
dos hombres jóvenes.
Los rostros estaban
putrefactos. El conductor de la ambulancia
cogió los huesos de una
mano; la piel, putrefacta,
se había caído. «¡Dios
es el más grande!» exclamó, «¿Qué tiempos son
éstos que nos ha tocado vivir, que tenemos que recoger los huesos y las manos de nuestros hermanos?».
Empezó entonces a despotricar contra los miembros
de la Guardia Nacional, a los que dedicaba insultos
peores incluso que a los norteamericanos. «¡Esos
hijos de puta, esos hijos de mala madre!».Fue a
miembros de la Guardia Nacional a los que emplearon los norteamericanos para registrar las casas;
para los faluyanos, los guardias nacionales pasaron
a ser unos sicarios embrutecidos.En su inmensa
mayoría, los voluntarios de la Guardia Nacional son
chiíes pobres del sur. Son hombres que no encuentran empleo, lo suficientemente desesperados como
para apuntarse a un trabajo que los convierte en
objetivo de asesinato. «Los renegados nacionales»,
les llaman.
Conté las tumbas: había 74. Con los dos jóvenes
más, sumaban 76. Los nombres de las lápidas estaban escritos con tiza y algunos se habían borrado.
En una de las lápidas se leía: «Aquí descansa un
heroico mártir tunecino que ha muerto», pero no vi
ninguna otra prueba de los centenares de combatientes extranjeros que los estadounidenses habían
afirmado que utilizaban Faluya como su cuartel
general. Me hablaron de que había algunos yemeníes y saudíes, algunos voluntarios de Túnez y de
Egipto, pero los combatientes eran faluyanos en su
mayor parte. Los militares norteamericanos dicen
40
que tienen centenares de cadáveres congelados en
una fábrica de patatas fritas a cinco kilómetros al sur
de la ciudad, pero nadie ha obtenido autorización
para ir allí en los últimos dos meses, ni siquiera la
Media Luna Roja.
Salman Hashim lloraba junto a la tumba de su hijo,
que había sido uno de los combatientes de Faluya.
«Tenía 18 años. Quería empezar la carrera de médico o la de ingeniero cuando terminara este curso; era
el último año que pasaba en el instituto», explicó. La
madre del muchacho lloraba a los pies de esa misma
tumba y recordaba a su hijo muerto, que se llamaba
Ahmed. «La culpa la tiene Iyad Alaui» clamaba. «Si
pudiera, le cortaría el cuello en pedazos». A continuación se volvió hacia el túmulo de tierra que cubría
el cuerpo de su hijo: «Ya te decía yo que esos combatientes querían que te mataran». El padre del
chico la conminó a estar callada en presencia de la
cámara.
En la siguiente tumba estaba escrito un nombre
femenino, el de una mujer llamada Harbiyah. Se
había negado a marcharse de la ciudad, junto con su
familia, a los campamentos de refugiados.Un pariente suyo estaba de pie junto a la tumba. Según dijo, él
mismo la había encontrado muerta en su cama, con
al menos 20 agujeros de bala en su cuerpo.
Vi otros cadáveres en estado de putrefacción que no
tenían el aspecto de haber sido combatientes. En
una de las casas del mercado había cuatro cuerpos
dentro de la habitación de invitados. Uno de los cuer-
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pos presentaba el pecho y el estómago abiertos en
canal, como si los perros se lo hubieran estado
comiendo. Le habían arrancado las manos a la altura de las muñecas y le faltaban carne de un brazo y
partes de las piernas.
Traté de imaginar quiénes podrían ser estos hombres. Estaba claro cuáles eran las casas en las que
había habido combatientes: eran las que estaban
completamente arrasadas. En esta casa, sin embargo, no se veían impactos de bala por las paredes,
tan sólo aquellos cuatro muertos en el suelo, hechos
un ovillo los unos junto a los otros, y agujeros de bala
en las redes mosquiteras que cubrían las ventanas.
Me dio una impresión como de que estuvieran dormidos y les hubieran disparado a través de las ventanas. Eran los típicos jóvenes de la familia a los que
por lo común se les encarga la misión de que se queden allí para vigilar la casa.Esa es la tradición en
Irak: nunca dejamos vacía una casa. Aquellos cuatro
hombres se habían echado a dormir conforme a la
costumbre que tenemos de dormir cuando hay huéspedes, cuando extendemos nuestra mejor alfombra
en la habitación de invitados y los hombres se
acuestan los unos junto a los otros.
«Es la casa de Abu Faris. Creo que el cuerpo del
más gordo es el de su hijo, Faris», comentó Abu
Salah, cuya tienda de patatas fritas también quedó
destruida en el bombardeo.
Durante el resto del día todo el mundo me siguió
insistiendo en que les acompañara a ver sus casas.
Una vez más, me preguntaban dónde se habían
metido todos los periodistas. ¿Por qué no venían a
contar lo que había ocurrido en Faluya? El caso es
que, después de haber trabajado durante 18 meses
con periodistas, yo me había dado cuenta de que
para ellos era excesivamente peligroso venir a esta
ciudad, que los consideraban espías y que podían
terminar dentro de un saco. Como yo era allí la única
persona provista de una cámara, todos querían
enseñarme lo que había ocurrido con su casa. Tardé
horas.
27 de diciembre
A eso de las nueve de la mañana me levanté en mi
casa de Bagdad.Ya había tenido bastante de Faluya,
aunque todavía me duraba la sensación de que no
había llegado a comprender lo ocurrido allí. La ciu-
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dad estaba completamente destruida pero, ¿dónde
estaban los cadáveres de los combatientes muertos
por los estadounidenses?
Quise preguntar al doctor Adnan Chaichan sobre los
heridos. Lo encontré al mediodía en el hospital central de Faluya. Me informó de que, al desencadenarse el ataque, a todos los médicos y al resto del personal sanitario los mantuvieron encerrados en el
hospital sin siquiera dejarles salir para curar a nadie.
La Guardia Nacional Iraquí, de acuerdo con las órdenes recibidas de los norteamericanos, le había tenido atado, tanto a el como a todos los demás médicos, en el interior del hospital. Los yanquis habían
rodeado el hospital mientras la Guardia Nacional
había confiscado todos los teléfonos móviles y los
celulares. Parecía que Chaichan estaba más enfadado con los miembros de la Guardia Nacional que
con nadie más.
Chaichan añadió que en el interior de la ciudad sí
que funcionaban las líneas de teléfono, así que al
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
La verdad de la guerra
hospital llegaban llamadas de heridos en
demanda de ayuda y
él intentó impartir por
teléfono instrucciones
a los centros sanitarios y a las mezquitas
de la localidad sobre
la forma de tratar las
heridas. Sin embargo,
nadie pudo acceder al
hospital central, donde
estaba todo el material
sanitario, y la gente se desangraba hasta morir por
toda la ciudad.
Estaba ya a punto de hacerse de noche cuando
abandoné Faluya con mi coche de vuelta a Bagdad,
con la sensación de que apenas si había levantado
una primera capa superficial de lo que en realidad
había ocurrido allí. Sin embargo, está claro que al
destruir de forma total y absoluta esta ciudad suní,
con la colaboración de una Guardia Nacional principalmente integrada por chiíes, el Ejército de los
Estados Unidos ha aventado las semillas de una
guerra civil que se avecina sin remedio. Si se celebran elecciones ahora y triunfan los chiíes, la guerra
es inevitable. Todas las personas con las que he
hablado no tenían ninguna intención de votar. Nadie
de los que me he encontrado en estos cinco días
tenía en su poder una papeleta electoral.
Una semana después de que yo llegara a Londres
para realizar la película del programa Channel 4
News, llegó por la mensajería Federal Express la
cinta de la última entrevista. Se trataba de la entrevista con Alzaim Abu, que había sido el jefe de los
combatientes en el barrio de Shuhada, en Faluya, y
que se había enfrentado a los norteamericanos en
los primeros combates habidos en el centro de la ciudad. Habíamos empleado cerca de tres semanas en
nuestro intento de dar con él. Posteriormente, en la
misma noche en que yo salía para Londres, Tariq
recibió una llamada de este hombre, en la que le
anunció que estaba dispuesto a hablar.
De la entrevista sobraba un montón de paja; un montón de bravuconadas acerca de todos los norteame-
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ricanos que habían matado ellos, de que nunca se
iban a rendir y de cómo se iba a producir la victoria
final de los faluyanos. Reconocía que en la ciudad
había habido unos pocos combatientes extranjeros,
pero ninguno de ellos en las unidades que él mandaba; en su inmensa mayoría, todos los combatientes habían sido faluyanos.
Sin embargo, había algo que destacaba sobre todo
lo demás y que explicaba la razón de que el cementerio estuviera vacío y de que no se encontraran los
cadáveres. Afirmaba Abu que la gran mayoría de los
combatientes recibió órdenes de abandonar la ciudad el 17 de noviembre, nueve días después de que
comenzara el asalto.«La retirada de los combatientes se llevó a cabo en cumplimiento de una orden de
nuestra jefatura suprema. No nos fuimos porque no
quisiéramos combatir. Necesitábamos reagruparnos;
fue un movimiento táctico. Los combatientes decidieron volverse a desplegar en Amiriya y algunos marcharon sobre Abu Ghraib», destacó
Los militares estadounidenses han destruido Faluya,
pero lo único que han conseguido ha sido desperdigar a los combatientes. Han multiplicado además las
posibilidades de que se declare una guerra civil en
Irak al utilizar su nueva Guardia Nacional, integrada
por chiíes, para eliminar suníes.
En cierta ocasión, cuando un corresponsal extranjero, un irlandés, me preguntó si yo era chií o suní.
Le respondí que yo era suchí.Mi padre es suní y mi
madre es chií. Siempre me habían importado un
pimiento estas cosas. Ahora, después de lo de
Faluya, sí que importan.
LA GUERRA CIVIL SE VE EN EL VERTEDERO
IRAK CAMINA irremisiblemente hacia la guerra civil entre suníes y chiíes. La constatación
no procede de un informe del Pentágano o de una investigación periodística. Procede de
la experiencia de Haidar, en cuyo vertedero aparecen todos los días cadáveres con un tiro
en la sien
a dinámica es casi siempre la misma.
Madrugada. Primero se escucha el ruido de un
vehículo. Algo extraño, porque en Bagdad rige el
toque de queda. Después el automóvil detiene la
marcha. «Eso significa problemas», dice Yaaser
Haidar. A los pocos segundos se escucha un disparo. «Por las mañanas encontramos los cadáveres
tirados entre la basura. Los cubrimos y llamamos a
la policía. Se ha convertido en una rutina terrible. He
encontrado ya 50 muertos (desde el 2.003)», asegura el recolector de desechos de 54 años.
Antes de la guerra, Kisra wa Atash -una enorme
extensión situada en los límites de Bagdad-, era un
área repleta de almacenes.Los bombardeos norteamericanos y los saqueos la dejaron reducida a
L
escombros. Un monumental vertedero, convertido
en el hogar de los Haidar.
Para acceder hasta el lugar hay que circular por un
accidentado camino de tierra. La entrada está señalizada por los restos putrefactos de dos caballos. El
olor es insoportable. A pocos metros, media docena
de camiones descargan kilos y kilos de basura.
Las calles que conducen a la adyacente Ciudad
Sadr han sido tomadas por bandas de chavales
vestidos
con
una
suerte
de
uniforme
negro.Inspeccionan cada uno de los vehículos que
transitan por el lugar.«Son de la milicia (chií) de
Muktada (Al Sadr). Están buscando a un suicida»,
manifiesta con toda normalidad Ahmed Haidar.
El hijo de Yaseer reconoce que desde hace sema-
43
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La verdad de la guerra
nas el estilo de los homicidios ha sufrido un giro.
«Los muertos han aumentado y ahora todos aparecen con un tiro en la cabeza, las manos atadas
a la espalda y los ojos vendados. No sabemos qué
pasa», señala.
Procedentes de Kut, en el sur chií del país, los
Haidar se instalaron en Kisra wa Atash en 1974.
Durante años se ganaron la vida almacenando y
vendiendo chatarra. Ahora, se han convertido en
testigos del caos que azota a Irak. «Los dos primeros cadáveres que encontré eran de dos dirigentes del Baaz (el partido de Sadam Hussein) de
Kisra wa Atash. Todo el mundo los conocía.
Después apareció un director de un banco. El
resto son desconocidos. A veces están desnudos», precisa el chaval de 25 años.
Recientemente, Ahmed descubrió el cuerpo de
una chica vestida sólo con un camisón. También
con un balazo en el cráneo. Los asesinos habían
dejado un pequeño papel con un explícito mensaje: «Era una prostituta».
El pasado día 6 los Haidar confirmaron sus sospechas de que «algo extraño está ocurriendo en
Irak». Esa jornada, a las 4:30 de la madrugada,
Yaseer se despertó con los ladridos de sus
perros.El campesino se percató de la presencia de
un vehículo y una excavadora. Se ocultó tras unas
rocas porque adivinó «que eran peligrosos»,
añade.
“En el coche viajaban dos personas vestidas de
negro. Al instante apareció también un vehículo
44
blindado de esos que se usan en los bancos para
llevar dinero. Comenzaron a sacar a 12 personas
y yo regresé a casa para avisar a la policía.
Entonces escuché los disparos. Uno tras otro. La
máquina los enterró en una zanja. La policía llegó
a las 6:30 cuando todo había terminado”.
Casos como el del vertedero de los Haidar hacen
pensar que Irak se encuentra sumido en un atroz
conflicto civil, que guarda enormes paralelismos
con el que vivió Argelia. Según el vicepresidente
del parlamento iraquí, Hussein Shahristani, «la
definición de guerra civil se cumplirá cuando los
chiíes de a pie comiencen a devolver los golpes».
El homicidio de los 12 campesinos suníes de
Madain, una región sita al sur de Bagdad, podría
ser la primera señal de alerta de que la paciencia
de una comunidad devastada por cientos de atentados ha llegado a su fin.
«Es muy duro reconocer que la guerra civil ha
comenzado ya», admite el presidente de la Casa
de los Suníes, Adnan Al-Duleimi.Frente a su oficina cuelga una de las habituales pancartas negras
donde en estos días se publicita la muerte. La víctima no era otra que el hermano de un conocido
jeque local Abd as-Sattar Abd al-Jabbar, encarcelado desde hace seis meses por los norteamericanos bajo la acusación de supuestos vínculos con
la guerrilla.
«Abd al-Mumin Abd al-Jabbar, hermano del jeque
Abd as-Sattar Abd al-Jabbar. Asesinado el 20 de
abril de 2005. La última víctima de la guerra
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sucia», se lee sobre el pedazo de tela.
Los responsables de la Casa de los Suníes, una
de las dos principales agrupaciones de esta comunidad, distribuyen entre los visitantes de sus oficinas las impresionantes fotos de los 12 cadáveres
de Madain. Los cuerpos muestran trazos evidentes de hematomas.«Los torturaron antes de asesinarlos», acota Dhiyaa Al-Hadithy, portavoz de la
organización. Uno de los fallecidos perdió medio
cerebro.
Según las estadísticas
que
maneja esta entidad que representa a 11.000
mezquitas suníes
del
país,
al
menos 59 clérigos de esta confesión han sido
asesinados
desde abril del
2003, 30 de ellos
abatidos durante
el presente año.
«Hay una gran
operación contra
los religiosos suníes. Han arrestado a casi 300. No
se limita sólo a clérigos. En Madain están quemando casas de suníes, en Basra están arrestando a gente por ser suníes. Es pura limpieza étnica», defiende Adnan Al-Duleimi.
Pero la clave de lo que acaece hoy en día en Irak
no se encuentra en el análisis ni en las declaraciones de los protagonistas.Se halla en lugares
como el vertedero de los Haidar o en otro tan
estremecedor como el primero: la morgue central
de Bagdad.
El museo de la morgue
En una macabra ironía, el museo de este recinto
es quizás el único que parece haberse beneficiado del curso actual que ha tomado el país. Como
los demás fue saqueado tras la invasión de EEUU.
En cuestión de semanas pudo reemplazar su
espantosa colección de fotografías de crímenes.
Las instantáneas colgadas de las paredes mues-
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tras víctimas asesinadas de todas las maneras:
estranguladas, tiroteadas, apuñaladas, quemadas
y decapitadas, una práctica que, como en Argelia,
se ha convertido en un hábito en Irak.
«Era un chaval de menos de 30 años. ¿Ve las
marcas en la espalda? Golpes, signos de tortura.
Lo degollaron mientras estaba vivo. Es un estilo
que se utiliza en los crímenes de inspiración política o confesional. Se trata de meter miedo», acla-
ra el doctor Qais Hassan, de 40 años de edad,
mientras señala al retrato del muchacho decapitado.
«Todas las fotos son nuevas. Con todos los cuerpos que recibimos tenemos mucho donde elegir»,
ironiza el forense, convertido en nuestro cicerone
durante la visita a su particular museo del horror.
«Recibimos entre 5 y 10 decapitados por mes.
Durante la época de Sadam no teníamos más de
un caso de este tipo al año. Los últimos llegaron
hace dos semanas procedentes de Madain», precisa Qais.
El médico también cree que «la formación del
nuevo gobierno» del chií Ibrahim Jaafari el pasado
28 de abril «tiene relación» con el espectacular
aumento en el número de víctimas mortales que
llegan cada día a la morgue. «Justo en marzo
habíamos registrado un descenso en las estadísticas. Los fallecidos por arma de fuego de ese mes
fueron sólo 596 (en la dictadura rara vez superaban la veintena) frente a los 739 que tuvimos en
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La verdad de la guerra
enero y febrero. Pero en abril las cifras se han triplicado. Están encontrando cadáveres en los ríos,
en los basureros, por las calles... Pasa algo raro»,
advierte el facultativo. Su compañero, el doctor
Abdel Razaq Al-Obeidi, de 56 años, afirma que las
«las decapitaciones se han disparado en los últimos tres meses».
Dentro de la sala de disección -donde se alinean
los cuerpos instalados sobre camillas y los empleados intentan limpiar los charcos de sangre con
mangueras-, las conversaciones de los trabajadores derivan hacia el espanto absoluto.
“Sólo el viernes recibimos 45 cadáveres. Este país
es un caos", opina Amar Zuher, de 35 años. «Los
tipos que degüellan tienen que ser fuertes porque
es difícil separar las vértebras con un cuchillo. A lo
mejor antes eran carniceros».
Degollados
Al-Obeidi describe uno de los principales problemas que enfrentan en estos casos. «A veces nos
llega un día la cabeza y otro el cuerpo, y al final no
sabemos que cosa pertenece a quien. En una
ocasión nos enviaron a alguien decapitado que
encontraron en Bagdad y el cráneo apareció en
Kut (en el sur del país)», revela. En medio de la
desquiciada charla uno de los cirujanos acarrea
una camilla con un fallecido que muestra a los reunidos.«¡Fíjese, muerte natural, algo raro en estos
días!», dice entre las risas del resto.
Afuera de la morgue son llantos lo que hay. Hoy
son los de los familiares de 13 asesinados cuyos
cuerpos fueron descubiertos la pasada semana en
46
el barrio capitalino de Ash-Shab. Fue una ejecución sumarísima, otra de las novedades que en
palabras del doctor Qais indican un turbador giro
en el presente conflicto.
Hussein Abdel Hadi Al Janabi recibió tres tiros en
el corazón.«¡Es un mártir, un mártir, hay que
denunciarlo delante del gobierno!», gritaba como
un poseso uno de sus familiares mientras encaramaba el féretro a la vaca de una furgoneta.
«Desapareció hace 10 días. Se había quedado a
dormir en casa de su primo, en Zafaraniya (un
barrio del sur de Bagdad). Soldados de la Guardia
Nacional con el rostro cubierto con capuchas se
presentaron a las 3 de la mañana. Se lo llevaron y
no supimos nada más. Alguien sugirió que nos
pasáramos por la morgue para ver si estaba entre
todos estos muertos que encontrados estos días»,
sostiene Ali Hussein Hadi Al Janabi, otro primo del
difunto. «Están ejecutando suníes»
La realidad es que durante dos años, miles de
chiíes murieron en medio de brutales atentados o
en asesinatos del mismo estilo de los que ahora
azotan también a la comunidad suní. El máximo
jefe espiritual de los primeros, el gran ayatolá Ali Al
Sistani, siempre exigió a sus seguidores que no
respondieran.
La tensión confesional se disparó el 16 de abril
cuando dirigentes chiies afectos al Consejo
Supremo de la Revolución Islámica (CSRI) aseguraron que milicias suníes habían secuestrado a
150 miembros de su comunidad en Madain.
Los militares iraquíes no encontraron a rehén
alguno pero cuatro días más tarde el presidente
Jalal Talabani anunció el hallazgo de 50 cadáve-
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res en el río Tigris y vinculó este descubrimiento a
la hipotética crisis de Madain. Nunca se averiguó
la procedencia de los despojos humanos.
El 21 de abril miles de chiíes se manifestaron en
Kerbala solicitando a Sistani que les permitirá la
venganza. En esas mismas fechas comenzaron
las detenciones masivas de hipotéticos sospechosos.El 26 de abril la televisión local Al Iraquiya
anunciaba la captura de «305 presuntos
insurgentes». Cuatro jornadas más tarde el
propio ministerio del Interior reconocía la
detención de 11 imanes suníes en una sola
jornada.
En la mezquita de Umar al-Mukhtar en el
barrio de Al-Yarmuk todavía recuerdan los
gritos que acompañaban a los disparos al
aire de las fuerzas especiales de la policía .
«Nos insultaban y decían: "¡os hemos
aguantado demasiado!" Eran todos chiíes y
había milicianos de las Brigadas Badr (el
brazo armado del CSRI)», asegura Abdel
Halek Abdel-Latif, de 48 años.
Los empleados del templo todavía no han
logrado recomponer el desorden que dejaron a su paso las fuerzas de seguridad. La
librería está repleta de sillas tiradas por el
suelo, de ropa esparcida.La caja fuerte aparece reventada. «Se llevaron todo el dinero», añade Abdel-Latif, un trabajador del
recinto presente durante al acción de los
agentes el día 10.
La historia del imán Abdel Qarim Abdul Razak
es una contradicción en si misma. Fue trasladado a España por mediación de la ONG que
lidera el Padre Angel para operarse de una
dolencia cardiaca.Regresó curado a su país y
ahora figura entre los desaparecidos de esta
última campaña de detenciones.
«Comenzaron a golpearle delante de todos.
Le acusaban de asesinar a gente. Es un señor
enfermo y se desmayó. Es una ofensiva de la
gente de Badr contra las mezquitas suníes»,
denuncia Abdel-Latif, continúa.
Agujero de la muerte
El imán Husein Ghazi Al Samarrai fue detenido el
28 de abril en su domicilio de Bagdad. Dice que
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terminó en una celda de la llamada Zona Verde
acompañado por 74 suníes, incluidos otros dos
clérigos suníes. «Era un agujero de la muerte.
Nada más entrar querías vomitar. Teníamos que
dormir de lado. Había gente con la piel repleta de
úlceras. Con los brazos hinchados después de
haber estado colgados de ellos», apunta el religioso de 40 años. A la semana lo soltaron. «Te arres-
tan y te liberan sin explicación», añade.
En el vertedero de Kisra wa Atash, mientras pasea
a sus ovejas, Ahmed Haidar reflexiona sobre lo
que ocurre en su país. «Algún grupo está intentando crear problemas entre suníes y chiíes»,
dice. Es sólo una hipótesis. Su única certeza es el
«miedo que ahora tenemos por la noche. Con el
simple ruido de un motor me despierto. Lo asocio
a la muerte».
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avanzando y se voló.Las
bajas son mínimas para
la cantidad de gente que
podría haber muerto»,
explicó un general del
Ejército iraquí, Nasier
Abadie.
Está entregando pistolas a estos
profesionales para que puedan
defenderse, pues desde la invasión norteamericana 130 médicos iraquíes han sido asesinados o secuestrados.
a violencia en Irak está alcanzando tales cotas que el nuevo
Ejecutivo ha accedido a otorgar
licencias de armas a los médicos
que han recibido amenazas, según
reveló el pasado 5 de mayo el diario Al Sabaah.
En Ministerio del Interior se ha
comprometido a entregar pistolas
pero también rifles a los facultativos, a los que se entrenará en su
uso. El estamento médico se ha
convertido en un objetivo repetido
de secuestradores y criminales.
El Ministerio de Sanidad ha reconocido que desde la invasión norteamericana del país más de 130
médicos han sido asesinados o
secuestrados.
La crisis iraquí ha adquirido un tono
especialmente complejo por cuanto las acciones de simples delincuentes se solapan con los ataques de los grupos armados opuestos a la presencia de tropas extranjeras y al Gobierno que ahora dirige
Ibrahim al Yafari.
Siguiendo con su particular arremetida, los insurgentes mataron el pasado 5 de mayo al menos a 25 personas tan sólo en Bagdad, donde se registraron cuatro ataques contra las fuerzas de seguridad, incluido
uno que fue llevado a cabo por un enésimo suicida
que se inmoló junto a un grupo de personas que
esperaba frente a un centro de reclutamiento en el
aeropuerto de Muthana. Las explosiones se sucedieron como detonaciones sordas retumbando por
Más ataques
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LA VIOLENCIA OBLIGA AL
GOBIERNO IRAQUÍ A ARMAR
A LOS MÉDICOS
48
todo Bagdad desde primeras horas de la mañana. La
acción más mortal, la protagonizada por el kamikaze,
costó la vida a cerca de 15 iraquíes que esperaban
en una cola para solicitar trabajo el recinto de
Muthana, que ha sido objetivo de los movimientos
armados en repetidas ocasiones. «Un agente lo vio
venir y le dijo que se detuviera, se negó y continuó
En otro ejemplo de la
creciente audacia de las
acciones de los activistas, estos tendieron también una emboscada a
una patrulla de la policía
en Al Amil, al oeste de la
ciudad, en la que abatieron a nueve agentes
cuyos coches fueron
quemados. A los 15
minutos de esta acometida, un coche suicida explotó no lejos de allí, en el
área de Al Gazaliya, matando a otro miembro de las
fuerzas de seguridad y uno más detonó frente a la
residencia del general Hikmat Musa Salmane, un
alto cargo del Ministerio del Interior, acabando con
la vida de uno de sus escoltas.
La morgue del hospital Yarmuk volvió a llenarse de
cadáveres, mientras en el lugar de las deflagraciones se apreciaba una imagen repetida mil veces:
trozos de vehículos achicharrados, ambulancias
ululando...
La arremetida de los activistas no se limitó a
Bagdad y se extendió por diferentes villas del norte
del país incluida Samarra y Mosul.En esta última, al
menos cuatro miembros de los temidos comandos
de la policía iraquí -las fuerzas de elite de este
cuerpo- murieron y cinco resultaron heridos cuando
un coche conducido por otro kamikaze estalló al
paso de su convoy.
La psicosis en la capital es tal que un portavoz del
Ministerio del Interior citado por el diario Al Mashriq
decía que su departamento dispone de informaciones según las cuales los grupos armados tienen
dispuestos 70 coches bombas para hacerlos estallar en los próximos días.
Los medios de comunicación locales informan a
diario de decenas de detenciones en diferentes
barrios de Bagdad, mientras el ministro de
Seguridad Nacional, Abdul Kareem al Anezi, aseguraba que las fuerzas de seguridad «han establecido un cinturón de seguridad» en torno a la villa.
Para Wafiq al Samarrai, asesor de seguridad del
titular del Ejecutivo, esta arremetida de la guerrilla
«no es ni tan siquiera sorprendente.Lo estábamos
esperando. Lo que está pasando en un fenómeno
pasajero».
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VAMOS A REFLEXIONAR: LA VERDAD DE LA GUERRA
Estudiantes chiíes intentaron linchar a un líder suní por el asesinato de uno de sus dirigentes en
la Facultad de Farmacia. El odio
religioso llega a la universidad.
asar Sarhan decidió organizar
una celebración el día 2 de
mayo en la Universidad de Bagdad
para festejar el juramento como primer ministro de Ibrahim Yaafari. El
estudiante de 24 años de la Facultad
de Farmacia no sólo era uno de los
personajes más populares del recinto, sino un reconocido militante del
partido chií Dawa, al que pertenece
Yaafari.
«Pusieron fotos de Yaafari y se reunieron en la Facultad de Arte a cantar», explica Hamsa Ayad, una alumna de Farmacia de 19 años presente
aquel día en el centro.
La convocatoria concluyó después
de un confuso incidente protagonizado por un guardaespaldas suní del
director del Departamento de
Farmacia.Tres horas más tarde,
Masar Sarhan fue asesinado en
Saidia, el barrio del sur de la capital donde residía.
El homicidio desató una oleada de manifestaciones
de claro contenido confesional que incluso llevó a un
grupo de estudiantes, allegados al difunto, a intentar
linchar al decano de Farmacia, un profesor suní llamado Mustafa Al Hitti.
«La verdad es que más que una manifestación fue
una razzia contra los suníes y lo digo yo, que soy chií.
La gente gritaba '¡muerte a los baazistas!' (el partido
Baaz que lideraba Sadam Husein).Rompieron todo a
pedradas. Tuvimos que evacuar a Al Hitti porque querían asaltar su despacho», aclaró otro estudiante de
Farmacia, Ammar Eraibi, de 23 años de edad, refiriéndose a la protesta que se desarrolló el día 3, que
degeneró en violentos disturbios y en la clausura de la
M
ODIO RELIGIOSO EN LA
UNIVERSIDAD DE BAGDAD
50
universidad durante una semana.
Los incidentes son tan sólo un reflejo más de la progresiva tensión étnica que se percibe en Irak. «La
facultad era como una habitación repleta de gas y la
muerte de Masar fue la mecha que la hizo explotar»,
precisó Haidar Mahdi, otro alumno del centro de 21
años.
Los testimonios recogidos no clarifican el origen de la
confrontación.Los estudiantes coinciden en que
durante los festejos del día 2 de mayo, un guardaespaldas de Al Hitti se acercó portando una pistola al
cinto.
«Los guardias de la Facultad de Arte lo detuvieron y el
asunto terminó en pelea. Le pegaron una paliza», dice
Hamsa Ayad. Otro de sus compañeros, Bashr al Arawi
asegura que el guardián de Al Hitti «amenazó a todo
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el mundo».
Sarhan llegó a entrevistarse con el decano de la
facultad para intentar
resolver la disputa y después se marchó a su
casa. «Llegó en torno a
las 6 de la tarde. Estaba
aparcando frente al restaurante Tierra Feliz
cuando sendos Opel se
colocaron detrás. Se
bajaron dos hombres, se
aproximaron a la ventanilla de Sarhan y le dispararon tres tiros en la
cabeza», indicó Alaadin
Safah, un chaval de 22 años dueño de un pequeño
negocio de alimentación sito justo a metros de
donde se produjo el atentado.
El barrio de Saidia donde habita la familia de
Sarhan es un enclave de mayoría suní donde la
guerrilla iraquí es particularmente activa.
A la mañana siguiente, los compañeros de la víctima llegaron a la universidad gritando «¡Han matado a Masar!», según Hamsa Ayad. La protesta derivó en revuelta, con los estudiantes saqueando despachos de profesores, clases y rompiendo cristaleras a pedradas.El asunto se agravó cuando dos
vehículos de la policía fueron recibidos con cascotes, lo que les obligó a pedir refuerzos al ejército.
Numerosos profesores suníes tuvieron que salir del
lugar escoltados por las Fuerzas de Seguridad. «La
policía acabó disparando al aire, nos echaron a
todos y cerraron al universidad», añade Ayad, que
se refugió en la cafetería junto a decenas de alumnos en medio del caos.
«Nuestros hermanos suníes piensan que han perdido la batalla y por ello quieren acabar con la alegría de los chiíes. Antaño temíamos a los suníes
porque eran baazistas y ahora les tememos porque
a lo mejor son terroristas», dice Alaa Mahmoud, de
23 años.
Desde esa fecha, Mustafa al Hitti permanece en paradero desconocido.El máximo responsable de la facultad se vio obligado a emitir un comunicado que fue
recogido por el diario Azzaman el sábado pasado en
el que negaba cualquier vínculo con el homicidio. En
declaraciones a un diario norteamericano desde el
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lugar donde se oculta, el profesor dijo que planea
pedir asilo político «en un país civilizado».
El propio hermano de Masar, Ahmed Sarhan, exculpa a Al Hitti de quien dice que es «una persona adorable» y «cuyo hijo era un buen amigo de Masar»,
pero la muerte del estudiante ha dado origen a un
movimiento de protesta con un objetivo más amplio:
la expulsión de los profesores vinculados al antiguo
régimen.La última manifestación se registró el martes y en ella los estudiantes exigieron la dimisión de
la titular de Medios de Comunicación, Hamida
Smaysam.
«Varios de nuestros profesores son baazistas y no
están contentos con el hecho de que uno de los líderes del partido Dawa (Ibrahim Yaafari), que fue un
duro opositor al antiguo régimen, sea primer ministro», manifestó Salid Amad, que participó en la
revuelta del día 3 de mayo.
«Cualquiera que se benefició del régimen (de
Sadam Husein) es un criminal», acota Haidar
Mahdi, de 21 años, alumno también de Farmacia.
El director de Planificación de la universidad,
Mohamed al Atabi, advierte que la pretensión de
«eliminar» a todos los profesores que fueron militantes del Baaz supondría una criba casi absoluta
ya que la pertenencia era condición sine qua non
para ejercer como educadores. El peligro es que los
enfrentamientos creen una dinámica de violencia
confesional. Ahmed Sarhan rechaza entrar en esa
espiral, pero el tío de Masar, Rasul al Rubaiye no
opina lo mismo: «Nos vengaremos por su madre,
que dice que no puede vivir tras la muerte de
Masar».
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Christopher Leverkuhn.
20 años. Indiana
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ…?
Estas fotografías nos muestran que también los soldados americanos son víctimas de su
propia guerra. Son el testimonio de cuatro de los 800 militares atendidos en el hospital
Brooke (Texas), heridos en Irak como otros 7.000. A ellos hay que añadir 1.200 muertos.
¿Por qué y para qué si no había armas de destrucción masiva?. Por el petróleo.
Aaron Coates. 24 años.
California
“Iniciamos algo; lo tenemos que
terminar”. “Estábamos de camino
para reabastecer de combustible y
alimentos a unos compañeros a
bordo de un camión cisterna. Nos
dispararon tres granadas anticarro.
Una estalló contra el suelo, las
otras dos impactaron contra el
camión. No era un blindado y, además, había más de 3.500 litros de
gasolina en la parte de atrás.
Saqué el camión al desierto y salté
rodando para intentar apagar las
llamas. Nunca perdí la conciencia.
Me sedaron en Irak y desperté en
Texas”. En aquel ataque de agosto
de 2003, Aaron Coates perdió casi todos los dedos de
la mano derecha y sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en la cara y los brazos. “Todo lo que hicimos
en Irak mereció la pena. Teníamos que ir allí porque ningún país merece vivir de esa manera. Es terrible. No
iraquíes dice que no: “Puedo comprender lo que sienten, con gente ocupando tu propia patria y diciéndote lo
que tienes que hacer. Es como en EEUU: hay buena y
mala gente. No puedes odiar a todo un país sólo porque
un individuo decide jorobar a todo el mundo”.
Gabriel Garriga. 20 años. Illinois
hemos encontrado armas de construcción masiva ni
creo que las vayamos a encontrar. Deberíamos salir de
allí en un año o dos, pero creo que nos vamos quedar
más tiempo. Hemos comenzado algo y lo tenemos que
terminar”.
BJ Jackson. 22 años. Iowa
“A mi hija le asustaban las prótesis”. BJ Jackson perdió las dos piernas un día de permiso, el primero en mucho tiempo desde su llegada a Irak. Fue de compras con unos compañeros y el vehículo en
que viajaban pisó una mina de fósforo. Sufrió quemaduras en diversas partes del cuerpo y la amputación de los dedos índice y meñique
de la mano derecha. “Al principio, a mi hija mayor le asustaban las
prótesis. Ahora su pasatiempo favorito es montar a caballo encima
de ellas. Ya no le asustan”. Casado con Abigail, de 21 años, el cabo
Jackson es padre de dos niñas, Brilynn, de 3 años y Hailey, de 16
meses. “Cuando mi marido partió hacia Irak”, reconoce Abigail, “le
decía: “¿Por qué vas? ¿No pueden enviar a otro?”. Todo el mundo
decía lo mismo. Ahora, con todo lo que hemos pasado juntos, ya no
quiero que sea otro. Lo que hemos vivido no lo puede saber nadie
hasta que no vaya allí”.
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“Comprendo a los iraquíes”.
Como tantos jóvenes norteamericanos, Christopher se enroló en
la reserva a los 17 años para
poder pagarse la Universidad.
Enviado a Irak, en enero quedó
gravemente herido cuando el
convoy en que viajaba dando
escolta a un camión con 18.000
litros de combustible fue atacado. “Me siento muy afortunado
de que mis heridas fueran tan
leves”, asegura. “La pierna
izquierda se fracturó en tres secciones. A la derecha le faltaban
15 centímetros de hueso. Me dieron la opción de perder
o salvar la pierna, pero preferí perderla Aún me estarían operando y no estaría en la fase de rehabilitación en
la que me encuentro. Mi principal objetivo es volver a
casa cuanto antes”. Preguntado si guarda rencor a los
“Nuestro deber”. Hace un año Gisele
Garriga dejó el trabajo. Cuando supieron para qué, sus jefes le prometieron
que le guardarían el puesto. Gisele se
trasladó desde Illinois a Texas para cuidar de su hijo Gabriel, herido en una
emboscada en Irak en julio de 2003.
“Sus heridas internas eran muy graves”, dice “perdió más de un metro de
intestino delgado y su cavidad abdominal estaba al aire. Desde que llegó
aquí le han sometido a 21 operaciones”. Gabriel, en cambio,
cree que lo peor ha sido lo de la mano: “Soy zurdo y sufrí las
peores heridas en la mano izquierda. Estoy aprendiendo a
usar la derecha. Escribir con algunos dedos de menos resulta difícil”. Se alistó a los 17 años y le movilizaron tras el 11-S.
Su madre le preguntó si estaba loco. Él respondió: “Pienso
ir. Es nuestro deber”. De Irak siempre recordará la miseria:
“Viviendo en América te sorprende lo pobre que es esa
gente”.
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VAMOS A REFLEXIONAR- VÍCTIMAS DE SU PROPIA GUERRA
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de un 30% por debajo de las expectativas
del Pentágono, que planea ofrecer nuevos
extras y subidas de sueldo para captar personal. Las querellas de los soldados contra
el Departamento de Defensa se han multiplicado hasta un nivel histórico. La última
denuncia es la de ocho militares que han
terminado su servicio en el Ejército y a
quienes el Pentágono no deja marcharse
utilizando una orden extraordinaria (stoploss order, orden para frenar las pérdidas).
Esta política, que obliga a la permanencia
en filas más allá de lo estipulado por el
contrato, afecta en la actualidad a más de 9.000 soldados
en activo y a 160.000 en la
reserva o en la Guardia
Nacional.
«Destruir familias»
CRISIS MORAL ENTRE LAS TROPAS DE EEUU
DESPLEGADAS EN IRAK
Las querellas, la deserción, la depresión y el suicidio se multiplican sobre todo entre la
guardia nacional y los reservistas estadounidenses.
n los anuncios que animan a unirse a la Guardia
Nacional, con imágenes de estos soldados civiles
repartiendo ayuda humanitaria o controlando los bosques en helicóptero, el eslogan se repite: «Un fin de
semana al mes, dos semanas al año».
Hasta ahora la principal misión de la Guardia Nacional
-una buena forma de pagarse la Universidad, a través
de lo que suele ser un voluntariado social en casa- se
centraba en prestar asistencia si se rompía un dique
o se abatía sobre la ciudad un huracán.En el último
año y medio, la Guardia Nacional ha pasado de ayu-
E
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dar a los vecinos en caso de tempestad de nieve a
luchar en primera línea de guerra en Irak.
En la actualidad, suponen cerca del 40% de la fuerza
movilizada en lo que ya se conoce como el semi-draft,
el semi servicio militar obligatorio. Su estancia en Irak
se ha extendido más allá de todas las promesas de
Donald Rumsfeld, tanto que el senador republicano
John McCain ha declarado que retira al secretario de
Defensa «su confianza» por la situación de la Guardia
Nacional y los reservistas.
El reclutamiento en los últimos dos meses está más
La extensión del servicio y el
empeoramiento de las condiciones provocan una crisis de
moral en los militares y sus
familias, destrozadas por la
extensión continua de sus
servicios. En septiembre del
año pasado, justo antes de
comparecer ante un pequeño
grupo de miembros de la
Cámara de Representantes,
Candance Robison estalló en
lágrimas.
Su marido, el reservista Mike
Robison, desplegado en el
Golfo Pérsico un par de
meses antes de la invasión,
no volvería para Navidad,
sino, en teoría, en abril de
2005. Robison pidió al Congreso que dejara de
apoyar con sus votos la ocupación: «¿Cómo pueden ustedes, congresistas, mirarse al espejo
sabiendo que están destruyendo familias americanas?», les preguntó.
Desde entonces, la situación se ha deteriorado en
cuanto al número de víctimas -noviembre batió el
récord con 135 soldados fallecidos- y la extensión
de los turnos para mantener 150.000 militares en la
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zona. El Departamento de
Defensa reconoce que más de
5.500 militares han desertado
de sus filas desde la invasión de
Irak, donde han muerto más de
1.300 soldados y se estima que
cerca de 15.000 han resultado
heridos. El número de suicidios
se sitúa al menos un 20% por
encima de la media militar,
según los datos publicados en
febrero por el Pentágono, que
reconoció 22 casos el año pasado.
El regreso también está siendo
más duro de lo previsto. Al
menos uno de cada seis soldados estadounidenses que vuelven de Irak sufre trastornos psicológicos, y los expertos comparan el peligro de la falta de
tratamiento con el desastre de la
desatención de los veteranos traumatizados por la
Guerra de Vietnam (al menos el 30% sufrió estrés
pos-traumático y, de ellos, más de la mitad acabó
en la cárcel y con problemas de adicción).
Según un estudio del Instituto de Investigación del
Walter Reed, el hospital cercano a Washington
donde ingresan la mayoría de los militares heridos
a su regreso a EEUU, más del 17% de los soldados
padecen depresión aguda, ansiedad y estrés postraumático.
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VAMOS A REFLEXIONAR- VÍCTIMAS DE SU PROPIA GUERRA
VAMOS A REFLEXIONAR- VÍCTIMAS DE SU PROPIA GUERRA
icen que a la tercera va la vencida, y para al menos
13 marines estadounidenses lo ha sido.
Después de todo,
¿cuántas
veces
puede uno burlar a la
muerte? Ni siquiera
para el Ejército más
poderoso del mundo
es fácil mantener la
presencia de 135.000
soldados en un país
extranjero.
Para
lograrlo, el Pentágono
tuvo que ordenar en
enero el despliegue
de unidades que ya
habían estado dos
veces en Irak con turnos de al menos siete
meses cada uno, lo
que hace sentir a muchos que juegan a la ruleta rusa,
sin saber siquiera cuántas balas quedan en la recámara.
«Aquellos de nosotros que ya habíamos estados dos
veces estábamos bastante convencidos de que no
volveríamos», confesó a 'The Washington Post' el
marine Eric Young, de 22 años. La primera vez,
admite, «todos estábamos muy motivados porque no
sabíamos qué nos esperaba, no habíamos estado
nunca en combate». La segunda, la aceptaron con
resignación, pero la tercera «honestamente, me
cabrea mucho».
Algunos empiezan a pensar que Irak es peor que
Vietnam. Entonces se trataba de sobrevivir a una
pesadilla de 13 meses y luego intentar olvidarla. Hoy,
con un Ejército profesional en el que los reclutas firman por un mínimo de cuatro años, es mucho más
difícil ver la luz al final del túnel.
Young cruza los dedos. En agosto habrá vencido su
contrato con el Cuerpo de Marines y podrá licenciarse en cuanto vuelva a casa. Si lo logra. Jeffrey B.
Star, también de 22 años, murió en el mes de junio
tres semanas antes de finalizar su turno, al ser alcanzado por un misil mientras patrullaba en su vehículo
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UNO DE CADA SEIS SOLDADOS QUE VUELVE DE
IRAK SUFRE TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS
RULETA DE LA MUERTE EN IRAK
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blindado. Las esquirlas le seccionaron el cuello.
Tenía tan claro que sus días en el Ejército habían
acabado. Se habían matriculado en la universidad
municipal y su madre había desalojado a los inquilinos del sótano para proveerle de una vivienda independiente. Los marines trataron de tentarle con un
bono de 20.000 euros para que renovase, pero Star
ya había tenido suficiente. Formó parte de la primera
unidad que invadió Irak después de pasar varios
meses en el desierto de Kuwait, y aunque regresó a
tiempo de celebrar su cumpleaños con la familia a
final de mayo, volvió a perderse la Navidad por culpa
de un nuevo destino en Okinawa. Al regreso su unidad fue enviada a Faluya.
«Ya es bastante duro mandar a los chicos allí una
vez, pero enviarlos dos y tres veces se hace cada
vez más duro», se lamentaba Stan Taylor en el periódico local de Rockland (Nueva York), al despedirse
de su nieto de 20 años.
Con el índice de reclutamiento bajo mínimos y la
situación en Irak cada vez más empantanada
muchos se preguntan cuánto tiempo podrá aguantar
el Pentágono hasta que tenga que recurrir a la leva
para mantener las operaciones.
El coste psicológico de la invasión de Irak tiene sobre aviso al Departamento de Veteranos de EEUU,
que no se siente capaz de hacerse cargo de la oleada de problemas psiquiátricos que se avecina. Un
estudio publicado por el diario ‘The New York Times’ revela que uno de cada seis soldados que vuelve del país arábigo sufre serios problemas mentales. “Viene un tren cargado de gente que va a necesitar ayuda durante los próximos 35 años”, advirtió el director del centro de Recursos de la Guerra del
Golfo, Stephen Robinson, al rotativo neoyorquino.
e calcula que un millón de americanos han servido ya en Irak y Afganistán a través de diferentes
fases, lo que supone que 100.000 personas buscan
tratamiento psiquiátrico por depresiones mayores,
problemas de ansiedad y estrés postraumático.
“Estoy convencido de que la historia de esta guerra
va a ser las consecuencias de salud mental”, opinó el
doctor Stephen Joseph, que sirvió de asistente del
secretario de Defensa en temas de salud durante el
último Gobierno Clinton.
La incertidumbre de no saber cuánto durará los destinos, las continuas prórrogas de su estancia en territorio de guerra, sí como el estrés de la lucha urbana
y un enemigo que no viste uniformes en los ataques
de insurgentes hacen que las escuelas psicológicas
de esta guerra sean potencialmente muy dañinas.
Sólo entre octubre y diciembre de 2004, el Ejército de
S
Tierra tuvo que evacuar 885 hombres de Irak por
motivos psiquiátricos. Hasta julio de 2004, 31.000
veteranos de esta guerra abstracta contra el terrorismo habían pedido ayudas por quedarse imposibilitados física o mentalmente.
“Hay demasiados hombres que están bebiendo
mucho”, confió Paul Rieckhoff al rotativo, tras servir
durante diez meses en Irak. En su pelotón de 38
hombres, que volvió a casa haces diez meses, ocho
se han divorciado durante la estancia en la guerra o
al volver, y uno se ha suicidado. Muchos tienen crisis matrimoniales y dificultades para encontrar trabajo.
A eso hay que añadir el coste de los que quedan físicamente imposibilitados, ya que el 98% sobrevive a
las heridas pero la mayoría suele quedar desfigurado o con miembros amputados.
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TORTURAS EN IRAK
HUMAN RIGHTS WATCH AFIRMA QUE LA TOR
TURA ES RUTINARIA EN IRAK
El grupo de defensa
de los derechos humanos denuncia que en
las cárceles los presos son golpeados y
sometidos a descargas eléctricas.
as autoridades iraquíes torturan de forma rutinaria a sus presos, según aseguró el 24 de
enero de 2005 uno de los más destacados grupos de defensa de los Derechos Humanos,
Human Rights Watch (HRW), que cita ejemplos
de abusos que pueden sonar muy familiares a
aquellos que los sufrieron bajo el régimen del dictador Sadam Husein. Prisioneros golpeados con
cables de alambre y mangueras, que reciben
descargas eléctricas en los genitales y en las
orejas...HRW también denuncia que algunos prisioneros son privados de agua y comida, otros
L
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ingresados en minúsculas
celdas atestadas de presos.
«Al pueblo de Irak le prometieron algo mejor que
esto después de que
cayera el gobierno de
Sadam Husein», afirma
Sarah Leah Whitson,
directora ejecutiva de la
división
de
Oriente
Próximo y el norte de
Africa. «El Gobierno interino iraquí no está manteniendo sus promesas de respetar los derechos
humanos básicos. Tristemente, el pueblo iraquí
continúa sufriendo un Gobierno que actúa sin
impunidad en su tratamiento a los detenidos»,
añade.
Human Rights Watch afirma que ha entrevistado
a 90 prisioneros iraquíes entre julio y octubre de
2004, después de que el Gobierno del primer
ministro interino Iyad Alaui asumiera el poder.
Setenta y dos de ellos aseguraron haber sido torturados o maltratados.
«Los detenidos dicen haber sido pateados, recibido bofetadas, colgados durante periodos largos
de las muñecas con los brazos atados a la espalda, sufrido descargas en zonas sensibles del
cuerpo y haber sido obligados a permanecer
durante días con los ojos tapados o las manos
atadas», afirma el grupo en su informe.«En algunos casos, los detenidos han sufrido daños físicos irreversibles».
El informe también estima que el servicio de inteligencia de Irak ha violado los derechos de algunos oponentes políticos.
HRW destaca el uso sistemático de los arrestos
arbitrarios, encarcelamientos sin juicios de más
de cuatro meses, maltrato de niños detenidos y
situación infrahumana en los espacios reservados a los detenidos a la espera de juicio.
El informe aparece después del escándalo por el
tratamiento de Estados Unidos a los presos iraquíes en la prisión de Abu Ghraib, que estalló en
2004 tras descubrirse fotografías que mostraban
prisioneros siendo torturados y sometidos a abusos sexuales.
Aunque el informe de Human Rights Watch se
centra únicamente en las instituciones iraquíes,
y no en el trato de los soldados estadounidenses, el grupo de defensa de los Derechos
Humanos asegura que los asesores de la policía, la mayor parte de ellos norteamericanos,
han cerrado los ojos a los abusos.
«Las fuerzas de seguridad iraquíes, evidentemente, hacen frente a numerosos desafíos, que
incluyen a una insurgencia que ataca objetivos
civiles», declara Whitson. «Inequívocamente
condenamos la brutalidad insurgente. Pero la
ley internacional es clara en este punto: ningún
gobierno puede torturar a los detenidos en nombre de la seguridad», apunta la representante
de HRW.
El ministro iraquí de Justicia no ha negado los
resultados del informe de la organización defensora de los derechos humanos y ha declarado
que no es realista esperar un sistema judicial
perfecto en un país en guerra como Irak.
Un juez iraquí, bajo condición de anonimato,
confirmó a la agencia de noticias France Presse
que las violaciones de derechos del hombre
perduran y que los magistrados son remisos a
hacerse cargo de casos semejantes tras la destitución, en el pasado mes de octubre, del jefe
de instrucción Zouheir al-Maliki, que se interesó
por casos de torturas y detenciones ilegales.
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TORTURAS EN IRAK
«NECESITAMOS A ALGUIEN QUE SEPA
ARRANCAR UÑAS»
Agentes y soldados de EEUU pidieron permiso tras el 11-S a sus
superiores para presionar a los detenidos con técnicas especiales.
aLas pruebas aportadas por dos nuevos libros
demuestran que el 11-S alimentó en Estados
Unidos el deseo de poner en práctica unas técnicas más agresivas para interrogar a los sospechosos en el extranjero, y que eso acabó conduciendo a los abusos cometidos en
Guantánamo, Irak, Afganistán y otros lugares.
Una legión de abogados, políticos y soldados
se mostró entonces convencida de la legitimidad de una causa sustentada en el peligro sin
precedentes que suponían los terroristas. En un
reportaje especial, James Meek revela que fue-
60
ron los británicos quienes perfeccionaron estos
métodos de tortura y sentaron jurisprudencia
para legalizarla a través de un siniestro precedente: el brutal tratamiento dispensado a los
detenidos en Irlanda del Norte.
n día de otoño de 1942, Kim Philby, agente del
Servicio de Inteligencia británico, recibió un
mensaje de un compañero del MI5. Helenus Milmo
estaba a punto de desesperarse por culpa de un prisionero y supuesto espía español, Juan Gómez de
Lecube, que había sido sometido a interrogatorios
U
desde que fuera arrestado en el
Campo 020, nombre en clave de la
Casa Latchmere en Middlesex.
El MI5 y el MI6 albergaban grandes
esperanzas de obtener de Lecube
información que sirviera para acelerar
el fin de la guerra. Al cabo de una
semana, Milmo escribía: «No hemos
conseguido ningún progreso ( ). Va a
ser un hueso muy duro de roer». Poco
tiempo después, Milmo se puso en
contacto con Philby y le pidió permiso
para aplicar medidas especiales en el
interrogatorio del detenido.
Sesenta años más tarde, en los
meses que siguieron a los atentados
terroristas del 11 de septiembre de
2001 en Nueva York y Washington, los
homólogos de Milmo y Philby en la
inteligencia militar estadounidense y la
CIA se enfrentaron a un dilema similar. A lo largo y
ancho del mundo, los agentes y soldados norteamericanos estaban capturando e interrogando a
cientos de extranjeros que supuestamente guardaban una información cuyo conocimiento permitiría
evitar nuevos ataques terroristas. Al igual que
Milmo empezaron a vérselas con prisioneros testarudos y, también como él, escribieron a sus superiores en la cadena de mando pidiéndoles permiso
para tomar medidas especiales que les hicieran
hablar.
Ha habido que esperar más de medio siglo para
que el Gobierno británico hiciera públicos los detalles del Campo 020. El relato de la tortura en el sistema secreto de prisiones norteamericanas en el
extranjero y el apoyo a nivel oficial está saliendo a
la luz de una manera mucho más rápida.
Una causa 'legítima'
Durante el mes de febrero de 2005, los lectores británicos tuvieron la oportunidad de estudiar a fondo
el catálogo de memorandos e investigaciones
gubernamentales que han reflejado la evolución de
la política de torturas impulsada por la Casa Blanca
desde el 11-S hasta Afganistán, Guantánamo e
Irak, gracias a la aparición de Tortura y verdad, del
periodista estadounidense Mark Danner, y Los
papeles de la tortura, publicado por dos abogados
norteamericanos, Karen Greenberg y Joshua
Dratel. La imagen que traslucen los documentos
recopilados es la de un grupo de abogados, políticos y soldados convencidos no sólo de la legitimidad de su causa sino también del peligro sin precedentes que suponen los terroristas.
La violencia contra el prisionero y las humillaciones
del estilo de las practicadas en Guantánamo y Abu
Ghraib estaban absolutamente prohibidas por el
MI5. «No golpeen jamás a un hombre», escribió en
sus recomendaciones secretas a los interrogadores
Robin Stephens, comandante del Campo 020.
«Primero, es un acto propio de cobardes.Y, segundo, no es inteligente, porque el espía les dará una
respuesta para complacerles».
La carta de Milmo a Philby únicamente solicitaba
autorización para poner el práctica el Plan Chivato,
cuya máxima brutalidad consistía en tratar de convencer a Lecube de que otro espía le había delata-
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Torturas en Irak
do. El plan fracasó.
Unos pocos días después de acabar la guerra, el misterioso español fue deportado y
desapareció de la
Historia.
En la atmósfera febril
que envolvió a EEUU
justo después de los
atentados del 11-S, a
las recomendaciones
de Stephens se les dio
la vuelta. Se empezó a
insinuar que era necesario tener el valor de
apoyar la tortura.
«Mucha gente dice
que en la agencia necesitamos a alguien que sepa
arrancar uñas», insinuó transcurrido apenas un
mes del ataque un veterano de la CIA en The Los
Ángeles Times. Alan Dershowitz, catedrático de
Derecho en Harvard, escribió que los jueces debían emitir órdenes para permitir la tortura de sospechosos cuando las autoridades supieran de algún
modo que éstos ocultaban información acerca de
«una amenaza inminente a gran escala».
En enero de 2002, el abogado del Estado, Alberto
Gonzales (ahora fiscal general de EEUU) escribe a
Bush alegando que hasta ahora nunca había habido una guerra en la que los civiles fueran asesinados «de forma gratuita» ni donde se hiciera necesario «obtener información rápida» de los prisioneros. La Convención de Ginebra, según su argumento, es una reliquia pintoresca.
En octubre de 2002, el jefe de los equipos de interrogación de Guantánamo, teniente coronel Jerald
Phifer, ruega que se le permita causar un mayor
sufrimiento a los prisioneros. Pide que su gente
pueda obligar a los prisioneros a estar de pie durante cuatro horas, aislarlos a lo largo de 30 días o
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más, encapucharlos, interrogarlos hasta 20 horas
seguidas, someterlos a privaciones sensoriales, quitarles sus libros del Corán,
desnudarlos, afeitarlos a la
fuerza, intimidarlos con
perros, inducirlos a pensar
que ellos o sus familias
están a punto de ser asesinados o torturados salvajemente, exponerlos al frío,
amarrarlos, hostigarlos, y
empujarlos. El informe de
Phifer deja bien claro que
en Estados Unidos existe
una escuela de torturas:
«Cualquiera de estas técnicas que requieren algo
más que inmovilizar, golpear o empujar suavemente deberá ser administrada
únicamente por individuos entrenados específicamente para su aplicación segura».
Rumsfeld acepta
La solicitud de Phifer siguió su trámite burocrático
hasta el secretario de Defensa de Estados Unidos,
Donald Rumsfeld. En uno de sus informes de
diciembre de 2002 escribió apresuradamente: «Yo
me paso de pie entre ocho y 10 horas al día. ¿Por
qué limitar a cuatro el tiempo que se puede tener
así a un prisionero?». No fue hasta octubre de 2003
cuando Rumsfeld aprobó una versión atenuada de
la petición de Phifer.
La mayoría de los detenidos que han sido liberados
de Guantánamo dicen haber sido torturados y maltratados. El turco Nuri Mert habló de «tortura física
y psicológica». El sueco Mehdi Ghezali relató una
privación sistemática del sueño y condiciones extremas de temperatura, ruido y luz. El australiano
Mamdouh Habib dijo que una mujer que le interrogaba le había arrojado algo que parecía sangre
menstrual. Entre los británicos, Shafiq Rasul toda-
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vía sufre dolores de espalda tras ser encadenado
en corto; Martin Mubanga ha contado cómo lo pintaron con su propia orina a la vez que lo insultaban
por motivos raciales y lo pisoteaban mientras lo
tenían encadenado; a Moazzam Begg le mantuvieron aislado en Guantánamo durante 19 meses y a
Feroz Abbasi 18. El ruso Ayrat Vajitov ha descrito
un sistema de privación de sueño que cambiaba
automáticamente de celda a los internos cada 15
minutos. A ninguno de estos prisioneros se le ha
imputado crimen alguno.
Fue después de la visita a Abu Ghraib de Geoffrey
Miller, comandante en Guantánamo, cuando la tortura y las humillaciones de los guardias comenzaron en serio. Colocaron capuchas a los prisioneros,
los amenazaron, les pusieron una pistola en la
cabeza, se les hizo desnudar, les obligaron a comer
cerdo y a beber alcohol, los golpearon hasta hacerles sangrar , los colgaron de las puertas con las
manos esposadas, les hicieron creer que los iban a
electrocutar, les metieron la cabeza en el retrete,
les hicieron simular que se masturbaban, los amontonaron para luego fotografiarlos desnudos, les orinaron encima, los situaron frente a perros que los
amenazaban y, al menos en un caso, hasta llegaron a morderlos muy seriamente.
Los sodomizaron, les hicieron ponerse ropa interior
de mujer, les privaron del sueño, los expusieron al
sol del mediodía en verano, y los montaron como a
caballos.
Y lo peor todavía puede estar por llegar. Ha trascendido muy poco de las condiciones de vida en las
prisiones administradas por Estados Unidos en
Afganistán, donde siguen sin explicar ocho muertes
entre los detenidos y sin publicar un informe militar
interno. En el ensayo que acompaña a los documentos recopilados, Danner llama la atención
sobre el lenguaje de uno de los supervisores oficiales de Abu Ghraib, James Schlesinger, que en su
relato hablaba de «cinco casos de detenidos muertos [en todo el mundo] como consecuencia de abusos por parte del personal estadounidense».
En Afganistán, el peor tratamiento parece haberse
reservado para quienes fueron prácticamente
secuestrados por Estados Unidos en terceros paí-
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ses, encarcelados en Afganistán y posteriormente
trasladados a Guantánamo. En una declaración
jurada hasta ahora inédita que obtuvo el abogado
Clive Strafford-Smith, Husein Abdulqadr Yusuf
Mustafá, un profesor de Derecho Islámico con
nacionalidad palestina, cuenta cómo fue arrestado
en Pakistán en mayo de 2002, entregado a los
estadounidenses y conducido a Afganistán.
Husein dice que, cuando estaba en la base aérea
de Bagram, le vendaron los ojos, lo esposaron, lo
amordazaron, le taparon los oídos y lo sodomizaron
con un palo mientras tres soldados lo sujetaban
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Torturas en Irak
contra el suelo. «Fue horriblemente doloroso». La tortura se prolongó durante
varios minutos. «Creo que
tal vez quisieron hacerme
sentir tan avergonzado que
me durara el resto de mi
vida. Que me deshumanizara». Husein jamás ha
sido acusado de ningún crimen. Le tuvieron encerrado
sin darle explicación y lo
liberaron dos años después.
La justificación
A finales de 2001 y principios de 2002, cuando en
Estados Unidos más vociferaban los partidarios de
la tortura, se solía citar como justificación el caso de
Abdul Hakim Murad, detenido en Manila en 1995.
Según la versión que se popularizó en Estados
Unidos, la tortura de la policía filipina extrajo de
Murad confesiones que dejaron al descubierto un
plan para destruir un avión norteamericano mientras sobrevolaba el Pacífico y condujeron al FBI
hasta Ramzi Ahmed Yousef, copartícipe de la conspiración de Murad y también el hombre que estuvo
detrás de la bomba colocada en 1993 en el World
Trade Center. Los dos están actualmente cumpliendo cadena perpetua en cárceles de Estados
Unidos.
Lo cierto es que, aunque el plan y la tortura fueron
reales, la idea de que la tortura ayudó a salvar vidas
es una falacia.Las periodistas filipinas Marites Vitug
y Glenda Gloria descubrieron que Yousef fue en
realidad capturado al visitar al dentista en Pakistán.
Se había dejado la dirección de su odontólogo en el
apartamento en que urdió la conspiración. En cuanto al plan para destruir el avión, la información se
obtuvo de un ordenador que se encontró en el
mismo piso.
64
El testimonio más detallado de la opinión que antiguamente se tenía en Washington sobre la tortura
se hizo público en agosto de 2002, a través de un
memorándum que le mandó a Alberto Gonzales
Jay Bybee, entonces asistente del secretario de
Justicia. Devoto mormón, Bybee se pasó siete años
en los gobiernos de Reagan y Bush padre y regresó a la capital con la investidura de Bush junior.
Cuando el año pasado se filtró el informe de Bybee,
el Gobierno se desmarcó de él con una nueva opinión jurídicamente más benigna. Poco después se
compensó a Bybee con la presidencia de un juzgado federal en Las Vegas.
En su memorándum, la preocupación de Bybee no
es el bienestar de los sospechosos, sino el riesgo
de que un empleado del Gobierno de Estados
Unidos pudiera ser procesado.
Bybee hace lo posible por distinguir entre la «tortura», cuya aplicación sobre los extranjeros les está
vedada por ley a los ciudadanos de Estados
Unidos, y el «tratamiento cruel, inhumano y degradante», que no se les prohíbe. «Un daño físico,
para que se pueda considerar tortura, tiene que ser
equivalente en intensidad al dolor que acompaña a
una lesión grave, como el colapso de un órgano
vital, la afección de una función corporal o incluso la
muerte», escribe. «Infligir un daño o sufrimiento por
sí mismo, ya sea físico o mental, no es suficiente
para que se pueda hablar de tortura».
E D U C A C I Ó N
P A R A
Sin embargo, una vez un país había tratado de
establecer una definición aún más parca de la tortura: el Reino Unido. Y, según dice Bybee, el
Gobierno de Reagan se basó en la jurisprudencia
sentada en Europa para justificar su argumento de
que tortura es una palabra que se refiere únicamente a «prácticas extremas, deliberadas y extraordinariamente crueles». El precedente legal también tenía que ver con el
Reino Unido: en concreto, con el brutal tratamiento que se daba a los detenidos en Irlanda del Norte.
Como mínimo, el Reino Unido,
Estados Unidos y Canadá establecieron conversaciones sobre la guerra
psicológica ya en junio de 1951, cuando Sir Henry Tizard, el jefe de científicos del Ministerio de Defensa, se reunió en Montreal con científicos canadienses y con Cyril Haskins, el director de investigaciones de la CIA.Entre
los canadienses se encontraba
Donald Hebb, de la Universidad
McGill, que buscaba fondos para
estudiar la «privación sensorial» (anular la vista, el oído y el tacto para distorsionar la personalidad y la sensación de identidad de las personas).
Las primeras fotografías muestran a
los voluntarios aturdidos y con los ojos desorbitados, transmitiendo una imagen desasosegadamente parecida a la de los prisioneros que llegan a
Guantánamo.
Aterrorizados por la destreza que exhibían los
comunistas de Corea, China y la Unión Soviética a
la hora de transformar a los occidentales capturados, la CIA aceptó financiar el programa de privación sensorial y se lo encomendó a uno de los compañeros de Hebb, Ewen Cameron. Al cabo de seis
años de experimentos devastadores con drogas,
electricidad, mensajes en cintas magnetofónicas y
situaciones de aislamiento que se realizaron a
menudo sobre sujetos involuntarios, Cameron simplificó sus técnicas y, según McCoy, «estableció la
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base científica para el método de tortura psicológica en dos etapas de la CIA».
En la mañana del 9 de agosto de 1971, el Ejército
británico inició su programa de internamiento masivo, arrestando y encarcelando, sin mediar cargos ni
tribunales, a cientos de presuntos miembros del
IRA. Bajo esta tapadera se desarrollaba otro pro-
grama que se aplicó sobre 14 prisioneros para probar las nuevas técnicas de interrogación.
Jim Auld, ahora director de una organización en
defensa de los Derechos Humanos situada en
Irlanda del Norte, fue uno de los hombres capturados por el ejército. Tenía 20 años. En la prisión de
Crumlin Road fue brutalmente apaleado. Lo que
sucedió a continuación es, mirando en retrospectiva, el lazo que une los experimentos canadienses
de los años 50 y el trío Afganistán-GuantánamoIrak en el siglo XXI. Le pusieron una capucha, lo
desnudaron, lo vistieron con un mono, le esposaron
las manos a la espalda y lo metieron en un helicóptero. Tras un vuelo de 30 minutos lo arrojaron fuera
y le hicieron atravesar un terreno verde hasta que lo
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G U Í A
P E D A G Ó G I C A
Torturas en Irak
golpearon contra un
poste de cemento y perdió el sentido. Cuando
se despertó, lo estaban
arrastrando por un suelo
de madera. Le hicieron
ponerse en pie con las
piernas abiertas y las
manos pegadas a la
pared.Al fondo se oía un
sonido silbante amplificado. Las manos se le
durmieron en seguida,
pero cada vez que intentaba moverlas le pegaban con un bastón.
«Un rato después, el
ruido de fondo se fue
haciendo más presente (
) No podía concentrarme, el ruido estaba en el
centro de mi cabeza. En
este momento ya me
había cagado y meado
un par de veces. Me
sentaron en el suelo, me levantaron la capucha
hasta la nariz y me dieron un trozo de pan seco.
Simplemente era incapaz de tomármelo. Me bajaron la capucha, me pusieron de nuevo contra la
pared y me volvieron a golpear».
A ratos, se llevaban a Auld para interrogarlo y le preguntaban a quién conocía del IRA. «Si hablabas, te
librabas de la capucha y te quedabas en la sala de
interrogatorios. Aprendí a decir tonterías durante
horas». Calcula que lo mantuvieron contra la pared
siete días y siete noches.
Privación sensorial
Hasta el día de hoy, a Auld no se le ha acusado
nunca de ningún crimen. El episodio lo dejó men-
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talmente marcado, igual que
a los otros hombres que fueron sometidos a lo que más
tarde se bautizaría como las
cinco técnicas de privación
sensorial. Cuando el caso de
Auld llegó en 1977 al Tribunal
Europeo
de
Derechos
Humanos sentenció que, aunque el Reino Unido había violado el artículo 3 de la
Convención Europea de
Derechos Humanos y debía
indemnizar a sus víctimas, no
las había «torturado» propiamente.Dictaminó que las
cinco técnicas de poner al
detenido contra la pared,
encapucharlo, aturdirlo con
ruido, privarlo del sueño y restringirle la alimentación equivalían a un «tratamiento inhumano y degradante», pero no
a tortura.
Una de las razones por las
que la tortura persiste puede
ser que las voces que hablan
desde el sistema de seguridad de cualquier país instando al incremento de la brutalidad suenan inevitablemente más altas que las que hablan desde fuera y
exigen contención.Tras la II Guerra Mundial, Kim
Philby, el hombre del MI6 al que Helenus Milmo
había consultado sobre la manera de vencer la
resistencia del más tenaz prisionero de guerra,
resultó ser uno de los traidores que con más éxito
se han infiltrado jamás en el Servicio Secreto británico. A comienzos de los años 50, se requirió a
Milmo para que lo interrogara. Nunca consiguió
doblegar a Philby, y el agente del KGB escapó a
Rusia. Los contemporáneos de Milmo no fueron del
todo indulgentes. «Algunos tuvieron la sensación»,
escribió Peter Carter-Ruck cuando Milmo falleció
en 1988, «de que quizás era demasiado caballero
para desempeñar una tarea tan sórdida».
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TORTURAS EN IRAK
LA BBC MUESTRA LAS IMÁGENES DEL
'ABU GHRAIB BRITÁNICO'
lamarlo el Abu Ghraib británico es una clara exageración, pero las imágenes difundidas el
pasado 18 de enero en horario de máxima
audiencia por la BBC se convirtieron en un siniestro recuerdo de las horripilantes fotografías de los
abusos americanos en la famosa cárcel próxima a
Bagdad.
El presentador del último informativo de la cadena pública británica lo advirtió: las imágenes pueden dañar la sensibilidad del público. Y así fue: un
soldado que hace surf sobre un prisionero atado
de pies y manos; un prisionero que cuelga, aterrorizado, de unos barrotes, y dos iraquíes desnudos
obligados a simular sexo anal y oral son algunas
de las fotografías con las que los británicos se fueron anoche a la cama.
Las desagradables imágenes han salido a la luz
porque fueron utilizadas por el fiscal del consejo
de guerra que se está celebrando en Osnabrück
(Alemania), contra tres miembros del Regimiento
Real de Fusileros con una graduación similar a la
de cabo en España.
Los soldados -Darren Larkin, Daniel Kenyon y
Mark Cooley- están acusados de abusar de presos iraquíes en Camp Bread, a las afueras de
Basora, hacia mediados de mayo de 2003, poco
después del final de la Guerra de Irak. La defensa
mantiene que se les ordenó ser duros con los prisioneros porque en esa época se estaban produciendo
los saqueos y los robos por todo el país tras la caída
de Sadam Husein. El pasado 18 de enero, los tres
soldados se declararon no culpables, aunque Larkin
admitió haber asaltado a un prisionero y se enfrenta
a una pena de seis meses de cárcel.
El general Mike Jackson, jefe del Ejército de Tierra
británico, convocó rápidamente una rueda de prensa
en el Ministerio de Defensa en Londres para condenar cualquier acto de abuso. «Siempre nos hemos
L
Presos iraquíes fueron maltratados,
aterrorizados y obligados a simular
sexo anal y oral por soldados de los
Fusileros que les hacían fotografías.
tomado muy en serio cualquier acusación de abuso,
y vamos a estudiar el resultado de este consejo de
guerra por si pone de manifiesto otras cuestiones que
tengamos que tener en cuenta en el Ejército», señaló el veterano militar, cuyo rostro cobró enorme popularidad durante la campaña en Kosovo.
Los soldados fueron llevados a juicio porque uno de
los cuatro acusados -uno de los cuales ya fue condenado la semana pasada- llevó a revelar a un laboratorio de su pueblo el carrete que había tomado en
Irak.
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ABUSOS COMETIDOS POR LOS CASCOS AZULES
LA ONU RECONOCE QUE NO SUPO ATAJAR LOS
ABUSOS SEXUALES COMETIDOS POR SUS TROPAS
l escándalo de los presuntos abusos
sexuales por parte de cascos azules
en África se ha ampliado con la descripción de nuevos casos y de supuestas
amenazas a los investigadores de
Naciones Unidas. Las primeras acusaciones se realizaron en 2002, pero sólo
ahora se empieza a conocer su gravedad,
al tiempo que la organización internacional finalmente ha reconocido que tiene un
problema y ha tomado medidas contra los
presuntos culpables.
El 19 de diciembre de 2004, la ONU suspendía a dos cascos azules estacionados
en Burundi por presuntas conductas
sexuales inapropiadas que no divulgó,
pero aparentemente eso es sólo la punta
del iceberg. Naciones Unidas ha indicado
que investiga a más de 150 personas de
su misión en la República Democrática de
Congo, su mayor operación de paz en
África, por la misma razón y ha confirmado que se ha incautado de fotos y vídeos
pornográficos captados por su personal.
Un informe confidencial de esta organización detalla 68 casos de presuntas violaciones, prostitución y pederastia por parte
de cascos azules de Uruguay, Túnez,
Sudáfrica, Pakistán, Marruecos y Nepal,
según indicó el periódico 'The Washington
Post', que tuvo acceso al documento.
Además, soldados de los tres últimos países presuntamente amenazaron a los
investigadores de la ONU e intentaron
sobornar a testigos de los delitos para que
cambiasen su versión de los hechos.
«El abuso y la explotación sexual, particularmente de menores de edad, es genera-
E
Las guerras siempre llevan con sigo violaciones de los derechos humanos, aunque
sus protagonistas sean los mismísimos
cascos azules de la ONU que van para
imponer la paz. Los abusos por parte de
quien ostenta el poder, especialmente en
los conflictos, parece que son endémicos
de la condición humana. La ONU ha reconocido que no supo atajar los abusos
cometidos por sus tropas, en la República
Democrática del Congo, Uruguay, Túnez,
Nepal, Marruecos y Pakistán.
68
lizado y viene de largo»,
dice el informe, según el
diario.
Durante el fin de semana
emergieron algunos de los
rostros de la tragedia. Uno
de ellos es el de Helen,
una niña de 12 años que
fue violada por un casco
azul que la atrajo con un
vaso de leche, según
informó el corresponsal de
'The New York Times' en
Congo. Otra es una joven
de 18 años que fue arrastrada hacia unos matorrales en la ciudad de
Bukavu y violada por tres
soldados sudamericanos,
de acuerdo al diario 'Los
Angeles Times'. Según
este periódico, se desconoce el número total de
víctimas de abusos, porque el estigma de ese
delito hace que las mujeres no lo denuncien.
Suspendido
un alto cargo
Naciones Unidas ha confirmado la suspensión de
un alto cargo de nacionalidad australiana destacado en Congo, a quien se le vio en un bar con
prostitutas mientras la organización investigaba
las alegaciones de abusos sexuales. Además, un
civil francés que trabajaba para la ONU en la ciudad de Goma fue enviado el mes pasado a su
país de origen, donde ha sido acusado de pederastia.
El código de conducta de la organización mundial prohíbe a su personal y a los cascos azules
-que pertenecen a las fuerzas armadas de los
países miembros- pagar con dinero o favores por
relaciones sexuales, así como mantenerlas con
personas menores de 18 años.
La salida a la luz de los abusos sexuales previsiblemente aumentará la presión sobre la ONU
para que controle mejor las acciones de sus tropas y del personal civil que se encuentra en países en conflicto, donde son fáciles los excesos
sobre refugiados y personas de minorías vulnerables. La propia secretaria general adjunta para
asuntos de mantenimiento de la paz, Jane Holl
Lute, reconoció hace unas semanas que las
medidas adoptadas por la organización son insuficientes dada la complejidad y el alto número de
operaciones de la ONU.
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INFORME DE AI SOBRE EL ESTADO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL MUNDO
AMNISTÍA INTERNACIONAL DENUNCIA
LAS TORTURAS Y ABUSOS COMETIDOS EN LA
LUCHA ANTITERRORISTA
Amnistía Internacinal critica duramente el precedente creado por
EEUU con su 'gulag' de Guantánamo y los recortes a las libertades de
la legislación del Reino Unido.
las posturas adoptadas tanto por la
Administración Bush como por el
Gobierno Blair.En el caso de EEUU
sostuvo rotundamente que «es necesario cerrar Guantánamo, ese 'gulag'
de nuestro tiempo», cómo símbolo
del limbo legal en el que se mantiene
a cientos de prisioneros, privados de
cualquier tipo de derechos.
Al igual que hizo también el periodista Felipe Sahagún durante la
rueda de prensa en la que se presentó el informe de Amnistía
Internacional en Madrid, Beltrán criticó con dureza los casos de torturas
a los prisioneros cometidos por las
tropas de EEUU en Afganistán e
Irak, así como los atropellos contra
la población civil. Dijo que si bien era
alentador que una serie de países
habían abandonado la pena de
muerte, en el caso de la tortura sucede todo lo contrario y que hay un intento, especialmente por parte
de EEUU, de «redefinirla» y justificarla. Para el
director de Amnistía, es asimismo preocupante la
legislación antiterrorista del Reino Unido, que da
un poder omnímodo al Ministerio del Interior, vulnerando derechos ciudadanos elementales. En la
presentación recordaron también sus casos el
periodista marroquí y ex preso de conciencia de
conciencia de Amnistía, Ali Lmrabet y el luchador
por los Derechos Humanos de Guinea Ecuatorial e
igualmente ex preso de conciencia Plácido Micó.
Este denunció que Obiang utiliza también la excusa de la lucha internacional contra el terrorismo
para endurecer la represión contra la oposición
interna.
ESPAÑA NO MEJORA EN DERECHOS HUMANOS
as cifras aportadas en el Informe 2005 de
Amnistía Internacional presentado el 25 de
mayo simultáneamente en 100 ciudades del
mundo son alarmantes. Treinta y dos años después de que esta organización humanitaria elaborara su primer informe sobre la tortura, se
puede comprobar que todavía en 2004 fueron
104 los países donde se registraron casos de torturas y malos tratos a manos de las fuerzas de
seguridad, la policía y otras autoridades estatales. En 11 países también los grupos armados utilizaron la tortura o malos tratos contra sus rehenes durante ese mismo periodo. En 26 países se
L
70
llevaron a cabo ejecuciones judiciales y en un
total de 59 países había presos condenados a
muerte.
En numerosos países de los cinco continentes
también las mujeres han seguido siendo víctimas
de los malos tratos de sus parejas, de violaciones
[de carácter masivo en muchos conflictos étnicos]o mutilaciones genitales. El director de
Amnistía Internacional en España, Esteban
Beltrán, lamentó que «cuatro años después del
11-S los gobiernos no han cumplido su promesa
de hacer del mundo un lugar más seguro».
Beltrán dijo que es especialmente preocupante
n el informe de Amnistía Internacional sobre el estado de los Derechos Humanos en el
mundo durante 2004, aparecen este año, en el apartado de España, los terribles atentados
del 11-M. Sin embargo, no sólo se mencionan y condenan éstos, sino que también se alerta de
que a partir de ese momento aumentaron las denuncias de agresiones racistas, como las de El
Ejido y Elche, pero también casos de torturas y malos tratos, de índole racista y/o relacionados
con la detención en régimen de incomunicación. El informe recuerda que el Gobierno Aznar hizo
caso omiso al informe del relator especial de la ONU sobre la tortura de 2003, que reclamaba
que se garantizaran los derechos de personas detenidas en la lucha antiterrorista, y que el
actual Gobierno tampoco tomó ninguna medida al respecto, al menos hasta fines de 2004.
Amnistía también constata un incremento preocupante de malos tratos a menores en centros
de detención y de decenas de casos de mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas.
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TORTURAS EN IRAK
EL PENTÁGONO ACELERARÁ LA
“SUBCONTRATACIÓN' DE 'TORTURAS”
n economía, los términos subcontratar o
outsourcing se aplican cuando una
empresa encarga a otra que realice alguna
de sus actividades. Pero Estados Unidos lo
ha aplicado a la tortura a sospechosos de
terrorismo. Washington envía a los prisioneros a sus países de origen, en los que se
practica la tortura de forma generalizada, y
así se evita el peligro de escándalos como
los de Guantánamo o Abu Ghraib.
El sistema ha sido tan exitoso que el
Departamento de Defensa planea enviar a la
mitad de los 540 prisioneros que mantiene
en el campo de concentración de
Guantánamo a terceros países, entre ellos
Arabia Saudí, Yemen y Afganistán, según
informó el 11 de marzo el diario The New
York Times. Hasta el momento, 65 prisioneros ya han sido despachados a sus países
de origen. De ellos, 29 han ido a Pakistán,
siete a Francia, siete a Rusia, cinco a
Marruecos y cuatro a Arabia Saudí.
La medida quiere reducir las protestas nacionales e internacionales acerca de
Guantánamo, que se ha convertido en un
símbolo de las violaciones de los Derechos
Humanos realizadas por EEUU en su guerra
contra Al Qaeda. Washington no ha ocultado
su malestar por la decisión de la Justicia de
garantizar el derecho de habeas corpus de
los prisioneros en su base cubana, un problema que no se da cuando los detenidos
son entregados directamente a terceros países en los que ese derecho no se aplica.
La Administración Bush parece convencida
de que Guantánamo se ha convertido en un
lugar demasiado prominente dentro de la
guerra contra el terrorismo, y parece decidida a reducir su importancia. Como ha seña-
E
Ampliará el envío de presuntos terroristas a sus países de origen para ser
interrogados sin garantías y evitar así
escándalos en EEUU
72
lado un alto funcionario
de Defensa al Times,
«es obvio que el paisaje legal ha cambiado, y
esos son factores que
hay que tomar en consideración».
Muestra de ello es que,
desde noviembre de
2004, no ha llegado
ningún nuevo prisionero al campo. Sin
embargo, la decisión
final todavía no se ha
adoptado, ya que el
plan cuenta con la oposición de la CIA y los
Departamentos
de
Estado y Justicia. El 5
de febrero, el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, pidió más cooperación a otras agencias y departamentos gubernamentales para llevar a cabo más entregas de prisioneros. Paradójicamente, fue la CIA en 1995, durante
la Presidencia de Bill Clinton, quien creó el sistema de
entregas de presos a países en los que pudieran ser
torturados sin problemas. Michael Scheuer, el jefe de
la unidad de Bin Laden de la organización en los años
90, fue quien tuvo la idea. Cuando el sistema ya llevaba tres años funcionando, en 1998, el Congreso de
EEUU aprobó una resolución en la que se afirmaba
que «la política de Estados Unidos no es expulsar,
extraditar o hacer efectivo el regreso involuntario de
ninguna persona a un país acerca del cual haya una
base sustancial para pensar que esa persona puede
estar en peligro de ser sometida a torturas».
Según el ex director de la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos, George Tenet, hasta
los atentados del 11 de Septiembre se habían entregado alrededor de 70 terroristas a países en los que
se aplica la tortura.
En la actualidad, Scheuer ha dejado la CIA después
de publicar dos libros muy críticos con la política de
Clinton y Bush publicados bajo el nombre de
Anónimo. El ex espía sigue defendiendo las entregas
de prisioneros a terceros países, pero sólo en casos
concretos.
A veces, esta práctica ha provocado casos tragicómicos. El más famoso ha sido el del ciudadano canadiense, aunque de origen sirio, Maher Arar, que fue
detenido en Nueva York en 2002 y enviado ilegalmente a Siria a través de Italia. Arar fue torturado
durante meses con descargas eléctricas, apaleado e
incluso enterrado vivo. Al final acabó confesando todo
lo que sus interrogadores querían, «sólo para que
dejaran de torturarle», según una investigación del
semanario The New Yorker. Ahora Arar está en libertad sin cargos y ha demandado al Gobierno de
Estados Unidos.
Bush ha declarado que «la tortura nunca es aceptable, y nosotros no entregamos a gente a países en los
que se tortura». Sin embargo, John C. Yoo, el ex asistente del fiscal general (ministro de Justicia) durante
el primer mandato del presidente, ha declarado que
los acuerdos internacionales firmados por EEUU,
como la Convención de la ONU contra la Tortura, «no
pueden impedir que el presidente [de EEUU] ordene
torturar».
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TORTURAS EN IRAK
CRÍTICAS A LOS ALIADOS POR NO INVESTIGAR
LA MUERTE DE IRAQUÍES
La ex comandante responsable de la cárcel de
Abu Ghraib durante la
época de las torturas
asegura que entre los
reclusos había niños.
specialistas en sanidad pública
de seis países han reprobado a
los gobiernos británico y norteamericano por no llegar hasta el final en la
investigación de muertes de iraquíes
atrapados en el conflicto.
Veinticuatro expertos de Reino Unido,
EEUU, Australia, Canadá, España e
Italia afirman que la actitud de los
gobiernos es «absolutamente irresponsable». Según ellos, resulta «inaceptable» la fiabilidad dada por el
Ejecutivo británico a «datos extremadamente limitados» facilitados por el
Ministerio iraquí de Sanidad, porque
lo más probable es que calculen
excesivamente a la baja el número de
víctimas.La durísima declaración de
los expertos, publicada en la red por
el British Medical Journal, se produce
casi cinco meses después que la
revista médica Lancet publicara un
informe sobre la muerte de civiles en
Irak, en el que se calculaba que habían muerto unas 100.000 personas, la
mayoría mujeres y niños.
Este estudio fue descalificado por el
Gobierno británico con acusaciones
de nula fiabilidad, debido en parte a
que sus autores reconocieron que,
ante las difíciles condiciones de rea-
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lización, el informe no podía ser preciso.
Los expertos critican al Gobierno que
negara esos datos sin abrir una investigación propia. «La respuesta evidente para aclarar cualquier duda es
encargar un informe más amplio con
apoyo y ayuda oficiales, pero con la
debida independencia científica»,
puntualizan. Los datos del ministro iraquí son incompletos, porque en ellos
se contabilizan sólo las muertes por
causas violentas de las que se informa
a través de la organización de sanidad
pública y no incluyen las muertes del
primer año de guerra.
«El seguimiento de las víctimas», afirman los expertos en su declaración,
«es un imperativo de carácter humanitario. Comprender las causas de las
muertes es una responsabilidad fundamental de la sanidad pública, a
escala nacional e internacional. Sin
embargo, ni la opinión pública ni nosotros mismos como profesionales de la
sanidad pública estamos en condiciones de obtener
información comprobada y fiable acerca del grado
de mortalidad y morbilidad desde la invasión de
Irak».
En un comentario del British Medical Journal, el profesor Klim McPherson, de la Universidad de Oxford,
dice que es importante dar acceso público a cifras
creíbles. «El hecho puro y simple es que resulta
alarmante el cálculo de 100.000 muertes de más
atribuibles a la invasión de Irak. Esa cifra es ya la
mitad de las muertes de Hiroshima. Aparte de los
argumentos de tipo práctico, siguen en pie los argumentos de principio. ¿Es que no hemos aprendido
la lección que se deriva de la Historia de ocultar bajo
la alfombra un número alarmante de muertes? Esto
no es algo sobre lo que pueda extenderse manto
alguno de discreción política a los 60 años de
Auschwitz».
Entre los horrores de la Guerra de Irak, además de
la cifra de muertos destacan las torturas que los pri-
sioneros iraquíes sufrieron en la cárcel de Abu
Ghraib y de las que ahora se conoce otro escalofriante dato: había niños. Entre los menores que se
encontraban detenidos por el Ejército estadounidense en el momento en que se produjeron los abusos
se incluía un niño que parecía tener sólo unos ochos
años, informó una ex comandante de la prisión a los
investigadores, la brigadier general Janis Karpinski,
que dirigía la Policía Militar.
«Me contó que tenía casi 12 años», indicó Karpinski
a las autoridades que investigan los abusos a prisioneros en Abu Ghraib. «Me dijo que su hermano
estaba con él, pero realmente quería ver a su
madre. Estaba llorando», añadió.
La declaración de Karpinski se encuentra entre los
cientos de páginas de los informes del Ejército sobre
Abu Ghraib, según informó la Unión Americana para
las Libertades Civiles, que obtuvo los documentos
bajo una ley de libertad de información que investiga sobre los abusos de detenidos en Irak.
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CONFLICTOS OLVIDADOS
LAS GUERRAS SIN TITULARES
MÉDICOS SIN FRONTERAS ALERTAN SOBRE LOS 10 CONFLICTOS ACTUALES MÁS OLVIDADOS.
urante el pasado año 2004, numerosas crisis humanas costaron la vida y causaron mucho sufrimiento a
millones de personas sin que apenas tuvieran repercusión en los medios de comunicación ni en los centros de
toma de decisiones políticas», explica Rafael
Vilasanjuán, director general de MSF en el Estado español. «Como organización de ayuda humanitaria directa a
las víctimas, sentimos la obligación de llamar la atención
sobre las crisis humanas condenadas al olvido por intereses políticos, económicos o geoestratégicos».
La guerra en Chechenia, el conflicto interno en el norte
de Uganda, la crisis de Liberia, el fuego cruzado en
Colombia y la tuberculosis son sólo algunas de estas crisis en las que los equipos de MSF están asistiendo a la
población civil y constatando su vulnerabilidad frente al
olvido internacional. En Somalia, por ejemplo, la población civil vive atrapada en una guerra civil interminable,
donde la ausencia de un sistema de salud funcional hace
que cada año miles de personas mueran de enfermedades que se pueden curar. Pero este país no interesa al
mundo.
«El carácter crónico de las crisis a las que se refiere este
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informe no debe hundirlas en el olvido y la indiferencia»,
añade Rafael Vilasanjuán. «Anualmente provocan
muchas muertes y sufrimiento de forma silenciosa, lejos
de la vista de la inmensa mayoría, pero no por ello hay
que aceptar como ‘normal’ lo que es una aterradora y
mortífera realidad diaria para miles de seres humanos».
BURUNDI
En Burundi, un país que lucha por emerger de diez años
de guerra civil, el sistema de cobro de tarifas a usuarios,
o de recuperación de costes, se ha convertido en la piedra angular de la financiación de la asistencia sanitaria.
Como resultado, los más pobres del país están pagando
un precio catastrófico. Una encuesta médica reciente
realizada por MSF encontró que las tasas de mortalidad
multiplican por dos el umbral de emergencia y que quienes no pueden pagar apenas tienen acceso a la atención
médica. En regiones cubiertas por este sistema, las
muertes por malaria fueron dos veces superiores a las de
zonas que optaron por cobrar una tarifa plana reducida.
Una de cada cinco personas encuestadas dijo que no
acudía a los centros médicos ni siquiera cuando estaba
enferma porque no lo podían pagar, cosa que no sorprende en un país donde casi el 99% de las personas
vive con menos de 1 dólar americano al día y entre un 85
y un 90% de la población sobrevive con 1 dólar americano a la semana. Para muchos, incluso una simple consulta cuesta los ingresos medios de doce días de trabajo. Para acceder a asistencia médica vital, los enfermos
se arriesgan a empobrecerse todavía más, viéndose obligados a vender sus medios de subsistencia, herramientas y ganado, pidiendo prestadas sumas de dinero que
tardarán años en devolver. Los hospitales mantienen
confinados a los pacientes hasta que sus familiares
encuentran el dinero para pagar el tratamiento recibido.
La deficiente financiación del Estado y las prioridades de
los donantes internacionales sólo refuerzan este pésimo
sistema.
CHECHENIA
Una década de intenso conflicto continúa haciendo estragos entre la población de Chechenia. A pesar de que las
autoridades repiten que la situación se está normalizando, el país está en ruinas y más de 260.000 desplazados
viven en condiciones terribles tanto en Chechenia como
en la vecina Ingushetia. Desde setiembre del 2003, las
autoridades de Rusia e Ingushetia han presionado a los
desplazados en Ingushetia para que regresen a
Chechenia, donde la guerra no cesa. A mediados del
2004, 52.000 personas permanecían en Ingushetia intentando sobrevivir a las inclemencias del clima en lugares
no aptos para la vida ˇcampos de tiendas de campaña,
vagones de tren, fábricas abandonadas y almacenes sin
apenas acceso a servicios de salud, saneamiento o alimentosˇ. Casi todas las 539 personas entrevistadas por
MSF en el 2004 habían estado expuestas al fuego cruzado, bombardeos aéreos y fuego de mortero. Más de
una de cada cinco había sido testigo de asesinatos, y
casi la mitad habían visto cómo miembros de su familia
eran agredidos. Cerca del 90% de la población en los
campos chechenos y del 80% en Ingushetia tenían algún
familiar que había muerto a causa de la guerra. Más de
un tercio de las personas en Ingushetia se sentían inseguras, mientras que en Chechenia dos tercios expresaron su preocupación por su seguridad. Los arrestos y
«desapariciones» son frecuentes a ambos lados de la
frontera, y las autoridades están dispuestas a continuar
con el traslado forzado de los desplazados, de un emplazamiento inseguro e inapropiado a otro.
COLOMBIA
Olvidado por gran parte del mundo, el largo conflicto de
Colombia continúa causando miseria y desolación entre
los civiles. Más de tres millones de desplazados internos
viven principalmente en los arrabales de las grandes ciudades y la violencia es todavía la primera causa de muerte. Mientras el control sobre los cultivos de coca, el petróleo, la madera y otros recursos han alimentado este conflicto durante décadas, la mitad de la población colombiana vive en la pobreza más extrema. Resulta casi
imposible permanecer ajeno al conflicto, porque tanto el
Gobierno como las fuerzas antigubernamentales consideran a todo el mundo como potencial informador o colaborador. En zonas donde el control cambia de manos, los
civiles atrapados en medio pueden ser víctimas de amenazas, ataques o asesinatos. Varias facciones armadas
luchan por el control dentro de los suburbios, convirtiendo a la violencia y la intimidación en parte de la vida cotidiana de la gente. El personal médico sometido a amenazas se ve obligado a huir, mientras a los pacientes se
les saca por la fuerza de las ambulancias para ejecutarles. Incluso los suministros médicos se han convertido en
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un objetivo estratégico. Las herramientas de diagnóstico
y tratamiento para la leishmaniasis cutánea están fuertemente controladas porque la enfermedad, que principalmente afecta a los habitantes en zonas rurales, es percibida como un indicador de posibles insurgentes o de
quienes les dan apoyo. La vida en un estado de miedo
constante también está causando estragos en la salud
mental de la población.
COREA DEL NORTE
Un cataclismo provocado por la mano del hombre continúa haciendo estragos en Corea del Norte, donde la
población lucha contra la violenta represión y las privaciones masivas en un país que está prácticamente cerrado a cal y canto al mundo exterior. Según estimaciones,
a finales de la década de los 90, de dos a tres millones
de personas pasaban hambre y recientes testimonios de
refugiados revelan que la situación alimenticia y sanitaria
es todavía calamitosa. Aunque en el país entran grandes
cantidades de ayuda internacional, no hay forma de
saber si ésta llega a los más necesitados y son muchos
los que sospechan que gran parte de la asistencia recibida simplemente es desviada por el régimen militar. Las
reformas económicas, introducidas en julio del 2002, han
exacerbado los problemas, disparando la inflación, que
socava la capacidad de la población para conseguir los
alimentos más básicos. Para muchos desesperados norcoreanos, ni siquiera la huida de su país consigue acabar
con su angustiosa situación. Considerados como inmigrantes económicos por las autoridades chinas, la mayoría viven escondidos porque temen ser arrestados y
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repatriados a Corea del
Norte, donde se les encarcelará y someterá a un trato brutal. Los trabajadores humanitarios que intentan ayudar a
estos refugiados se enfrentan
al peligro de represalias por
parte de las autoridades chinas, que consideran la asistencia como una ofensa criminal.
El Alto Comisionado de la
Organización de Naciones
Unidas para los Refugiados
(ACNUR) hace años que no
ha visitado la región fronteriza
aunque China es un país signatario de la Convención para
los Refugiados de 1951.
Mientras el interés internacional continúa centrándose en
el programa de armas nucleares de Corea del Norte, se
presta muy poca atención al intenso sufrimiento que
padece la población de este país, tanto dentro como
fuera de sus fronteras, sin apenas acceso a los servicios
básicos y la seguridad que necesitan para sobrevivir.
ETIOPIA
Debido a la carencia crónica de alimentos y a la emergencia de enfermedades, más del 10% de los niños nacidos en Etiopía no pasan de su primer año de vida. Con
grandes zonas de este árido país propensas a las hambrunas, se estima que un 41% de los 63 millones de etíopes están desnutridos.
Las sequías en 1999 y 2001 fueron especialmente severas y el bajo nivel de pluviosidad desde principios del
2003 ha provocado la muerte de un 50% del ganado.
Afortunadamente, las recientes lluvias han dado un respiro. Para hacer frente a la persistente inseguridad alimentaria, el Gobierno ha iniciado un proceso de varios
años de reasentamiento de millones de personas en las
fértiles tierras bajas. Este programa de reasentamiento a
gran escala ha tenido unas consecuencias fatales para
algunas comunidades, exponiéndolas por primera vez a
zonas donde el paludismo es endémico.
Los competentes médicos etíopes luchan con los pocos
recursos que poseen contra enfermedades infecciosas
como el sida, la malaria, la TB y el kala-azar, cuyo tratamiento es caro y a menudo inaccesible.
En concreto, la malaria está causando estragos porque
la resistencia a los medicamentos hace que los antipalú-
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dicos habituales sean prácticamente inútiles en
la zona.
El Gobierno ha cambiado su protocolo de tratamiento de la malaria incluyendo ahora el uso de
la alternativa más efectiva hasta la fecha, la terapia combinada con artemisinina (TCA), pero los
insuficientes stocks internacionales de TCA amenazan con romperse.
Etiopía, importante aliado de EEUU en su
«Guerra contra el Terrorismo», cuenta con equipos de militares americanos desplegados en las
regiones cercanas a Somalia que califican su trabajo de «ayuda humanitaria». Los equipos médicos de MSF están viendo cómo la situación de
seguridad se va deteriorando debido a esta confusión de roles.
LIBERIA
Los intensos combates en el verano del 2003 en
la capital de Liberia, Monrovia, acabaron con la vida de
más de 2.000 personas y provocaron numerosos heridos. Pero más de un año después del fin de esta guerra
civil que ha durado 15 años, la situación de crisis continúa reinando en Liberia. Quedan pocas infraestructuras
en pie, dejando a la población sin los servicios más básicos como agua y electricidad. Los servicios de salud,
escasos en las principales ciudades, apenas existen en
las zonas más remotas del país y únicamente 30 médicos liberianos trabajan hoy en este país de más de 3
millones de personas. Las mujeres continúan siendo víctimas de la violencia sexual ˇdesde octubre del 2003 a
julio del 2004, más de 800 personas habían acudido a
MSF en busca de tratamiento provenientes de campos
de desplazados que albergan a 35.000 personas en el
norte de Monrovia. La frágil paz en Liberia peligra con las
presiones internas y externas. Según estimaciones, las
partes en su día enfrentadas sólo depusieron una tercera parte de las armas durante el proceso de desarme que
oficialmente terminó en octubre del 2004, mientras la
inestabilidad en los países vecinos, Costa de Marfil y
Guinea, amenaza con traspasar la frontera. Y a medida
que va creciendo el descontento general en muchos segmentos de la sociedad, más de 300.000 personas viven
todavía desplazadas dentro del país, con 300.000 más
refugiadas en los países vecinos.
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
La población volvió a ser víctima de la violencia
cuando estallaron los combates en el Norte de Kivu
en diciembre del 2004. Casi 150.000 personas huyeron desesperadamente de Kayna, Kayanbayanga y
Kirumba pocas semanas después de la huida de
otros miles en la región de Mitwaba. Estos son los
capítulos más recientes de una década de guerra,
que ha costado la vida de aproximadamente tres
millones de personas y ha arruinado las infraestructuras de un país sumido en la pobreza. Ciudades
como Bunia, provincia de Ituri, todavía padecen las
cicatrices de los combates del año pasado, con unos
índices de violaciones en aumento. Las divisiones
étnicas y políticas causan estragos en un país del
tamaño de Europa occidental y muchos congoleños
no pueden hacer frente ni a las necesidades más
básicas. Las milicias locales y tropas gubernamen-
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SOMALIA
UGANDA
Durante 18 años, los habitantes del norte de Uganda han
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tamientos provisionales en todo el norte del
país también se ha cobrado un precio muy
elevado. Sólo en noviembre del 2004, MSF
registró un incremento de la tasa de mortalidad en seis campos en los distritos de Lira y
Pader, donde enfermedades prevenibles
como malaria, infecciones respiratorias y diarrea están acabando con la vida de muchas
personas. Las recientes propuestas de paz
por parte del LRA y del Gobierno no han llevado a una mejora palpable de la situación
para unas personas que viven en condiciones
deplorables. SUDÁN
tales se aprovechan de los civiles en el Este del país. En
la provincia de Katanga, la precariedad y la falta de accesibilidad a las estructuras de salud se ven agravadas por
la llegada de desplazados internos. En todo el país, los
servicios médicos, cuando existen, son totalmente deficientes, la cobertura vacunal contra el sarampión apenas
supera el 50% y las pobres condiciones de saneamiento y
la falta de agua potable causan frecuentes brotes de cólera y fiebre tifoidea. Un acuerdo de paz firmado por siete
facciones enfrentadas en diciembre del 2002 condujo a un
gobierno de transición y al despliegue de las fuerzas de
paz de la ONU en el Este, pero la situación continúa deteriorándose. Incluso con las elecciones programadas para
junio del 2005, queda mucho por hacer para restaurar la
sensación de seguridad o la esperanza a una población
devastada por una guerra sin fin a la vista.
Catorce años de violencia han afectado de forma dramática a la población de Somalia, de nueve millones de
habitantes, con aproximadamente dos millones de desplazados o muertos desde que estalló la guerra civil en
1990 y, según estimaciones, cerca de cinco millones de
personas sin acceso a agua limpia o a atención sanitaria. El colapso del sistema de salud, junto con el de otros
servicios gubernamentales, ha afectado particularmente
a mujeres y niños: una de cada dieciséis mujeres muere
durante el parto, uno de cada siete niños muere antes de
cumplir su primer año de vida y uno de cada cinco antes
de cumplir los cinco años. Las catástrofes naturales
como las inundaciones en los valles de Juba y Shabelle
no han hecho más que empeorar el desastre humano,
causando elevados índices de desnutrición crónica y
enfermedades prevenibles. Aunque el recientemente elegido gobierno central ofrece un rayo de esperanza, la violencia todavía hace estragos entre la población mientras
las depredadoras milicias y los señores de la guerra ejercen el poder para conseguir beneficios económicos. De
enero a noviembre del 2004 en Galcayo, en una de las
zonas más estables de Somalia, MSF trató a casi 1.000
personas con traumas provocados por la violencia, incluyendo a 262 heridos por armas de fuego. La inseguridad
reinante en muchas zonas y la falta de atención internacional tienen como resultado un desierto de asistencia de
emergencia, abandonando a muchos segmentos de la
sociedad en una situación desesperada en medio del
más apabullante olvido.
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tenido que soportar un brutal conflicto sin repercusión
para el mundo exterior. Más de 1,6 millones de personas
ˇun 80% de la población del norte de Ugandaˇ se han
visto obligadas a abandonar sus hogares y ahora viven
en condiciones miserables. Los civiles son agredidos y
asesinados por el Lord’s Resistance Army (LRA) en sus
propias aldeas y en los campos en los que han buscado
refugio. El LRA ha raptado a decenas de miles de niños,
obligándoles a combatir y a conver- tirse en esclavos
sexuales, un temor que provoca que 50.000 niños se dirijan cada noche en tropel a los centros de las ciudades en
todo el norte provenientes de lugares incluso a 20 kilómetros de distancia en busca de un lugar seguro donde
dormir. El Ejército ugandés ha trasladado contra su
voluntad a cientos de miles de civiles a «aldeas protegidas» que ofrecen poca seguridad y apenas ningún tipo
de asistencia, y somete a la población a redadas brutales contra cualquier sospechoso de pertenecer a las milicias del LRA. Mientras el balance de muertos por la violencia directa alcanza las decenas de miles de personas,
la escasez crónica de alimentos y de agua en 200 asen-
El conflicto que desde febrero de 2003 mantiene Jartum con la región oeste de Darfur es
la última crisis africana que ha convocado la
presencia de las ONG sobre el terreno. Cruz
Roja apunta ya a dos millones de desplazados y refugiados y decenas de miles de muertos en las persecuciones de los habitantes de
la región por los janjaweed, las milicias árabes
progubernamentales.Estas guerrillas, no contentas con violar una y otra vez el alto el fuego,
asaltan a los convoyes de ayuda humanitaria
y la Media Luna Roja sudanesa ya ha denunciado cuatro o cinco ataques.
MSF ha denunciado en numerosas ocasiones
la inseguridad de los campamentos de desplazados, que sufren con frecuencia las sangrientas incursiones de las milicias.
En la frontera con Chad, Intermón Oxfam es
testigo de cómo se complica la situación por la continua
violencia y el avance de la sequía. Esta ONG cree que
febrero puede ser un mes clave para la supervivencia de
miles de desplazados. Los países donantes sólo han
comprometido 118 millones de dólares de los casi 1.500
solicitados por la ONU.
TUBERCULOSIS
La tuberculosis (TB) mata a una persona cada 15 segundos, acabando cada año con millones de vidas en los
países en vías de desarrollo aunque la enfermedad sea
curable. En realidad, una tercera parte de la población
mundial está infectada con el bacilo de la TB y cada año
ocho millones de personas desarrollan TB activa.
Actualmente, la mayoría de programas de lucha contra la
TB basan su diagnóstico en el análisis de esputos al
microscopio, desarrollado en 1882, y gran parte del tratamiento administrado depende de medicamentos creados hace 60 años. La terapia puede tardar hasta nueve
meses en completarse, mientras las cepas multirresistentes a los medicamentos (MDR-TB) y la coinfección
con el sida no han hecho más que aumentar el balance
de víctimas, convirtiendo la desastrosa situación en una
pesadilla. Existe la acuciante necesidad de cambios radicales en la forma de abordar la TB a nivel global, desde
la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos,
análisis de diagnóstico que detecten todas las formas de
TB en todos los pacientes ˇespecialmente en los niños y
personas que viven con el VIH/sidaˇ a programas de tratamiento innovadores que vayan más allá del
Tratamiento de Observación Directa a corto plazo
(DOTS). «Ha llegado el momento de admitir abiertamente que nunca conseguiremos controlar la TB prescribiendo más de lo mismo», afirma la Dra. Francine Matthys,
asesora de TB de la Campaña para el Acceso a
Medicamentos Esenciales de MSF. «Se necesitan grandes inversiones de inmediato para poder diagnosticar y
tratar de forma efectiva a todas las personas con TB en
el plazo de tiempo más breve posible».
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CONFLICTOS OLVIDADOS
CHECHENIA, LA GUERRA OLVIDADA
PESE A UNA LEVE MEJORÍA EN LA SEGURIDAD, LA REPÚBLICA SIGUE SUMIDA EN LA MISERIA Y EL OLVIDO, YA
QUE EL DINERO PARA LA RECONSTRUCCIÓN LLEGA A CUENTAGOTAS A CAUSA DE LA CORRUPCIÓN.
CRONOLOGÍA
Diciembre de 1994: las tropas rusas entran en el territorio de Chechenia.
Agosto de 1996: se firma el acuerdo de paz de Jasabiurt.
Octubre de 1999: se reanuda la guerra, después de que
Shamil Basáyev y sus hombres atacasen Daguestán.
Abril de 2000: finaliza la contienda, según Vladímir Putin,
pero la violencia no cesa en la república.
2003: se celebra un referéndum y unas elecciones presidenciales que gana Ahmad Kadírov.
Mayo de 2004: es asesinado Kadírov y elegido, tres
meses después en su lugar, Alú Aljánov.
s falso que las compensaciones se estén repartiendo
a toda la población. Nosotros no hemos recibido
nunca ni un céntimo para reconstruir nuestra vivienda.
Esas casas nuevas que han visto ustedes en el centro
son para los funcionarios del Gobierno republicano»,
asegura Jalima Majauli, una mujer de unos cuarenta
años que vende refrescos y frutos secos en un puesto
callejero de uno de los barrios del norte de Grozni, la
capital de Chechenia. En la misma acera, unos metros
más allá, Jalima muestra un edificio medio derruido. En
E
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el segundo piso de esa construcción se encuentra el
apartamento donde vive con su familia. «No tenemos
calefacción y me he quedado sin dinero para cambiar
otra vez los cristales de las ventanas, por eso hemos
tenido que cerrarlas con cartón», asegura mientras, en la
calle la temperatura es de quince grados bajo cero.
La parte superior de su casa, que en total tenía diez
pisos, está completamente destruida. La escalera interior
desaparece a la altura del quinto piso dejando abierto un
hueco que da a la calle y en el que unos pocos hierros
retorcidos de la barandilla son el único parapeto para evitar caer al vacío. «Esto es un peligro terrible para los
niños pequeños», afirma Jalima. Con ella viven su marido, su madre y sus cinco hijos, tres niñas y dos varones
de edades comprendidas entre los cuatro y los quince
años. La casa también carece de agua, como en la
mayor parte de la ciudad, aunque hay fluído eléctrico.
Zaur, su marido, recibe un subsidio de desempleo equivalente a 10 euros al mes y con la venta de comestibles
obtienen unos ingresos mensuales que no superan los
3.000 rublos -unos 80 euros-.
Según Taus Dzhabraílov, presidente del Consejo de
Estado de Chechenia -Parlamento provisional no electo-
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, el paro en la república afecta al 70% de la población activa. Dzhabraílov reconoce que no llega
dinero suficiente ni de Moscú ni tampoco de inversores privados. Aunque la situación se seguridad
ha mejorado un poco, nadie se atreve a arriesgar
su capital en un lugar en donde, según palabras de
Jalima, «todo puede explotar de nuevo en cualquier momento». Los secuestros, aunque han disminuido con respecto a años anteriores -en 2003
se produjeron 490 contra 160 en 2004-, siguen
ahuyentando a posibles empresarios.
Los 350.000 rublos -unos 10.000 euros- de compensación que el Gobierno ruso ha decidido conceder a cada persona que perdió su vivienda
durante la guerra no siempre llega a sus destinatarios. «El calvario de trámites burocráticos que hay
que superar para demostrar que una bomba te
dejó sin techo es interminable», se lamenta
Maleika Zaurbíkova, internada una vez más en el
Hospital número 9 de Grozni para ser sometida a
una complicada operación en su pierna izquierda,
la quinta ya desde agosto de 2001. Un misil alcanzó
entonces su casa. Su marido murió en el acto y ella resultó herida por la metralla. «Pasé un año entero en el hospital sin poder moverme», recuerda con angustia, pese a
que logró esquivar la amputación.
El mejor método para recibir lo antes posible las compensaciones es entregar el 30% o el 50% de su importe
como soborno. «Los trámites se aceleran de esa manera», declara de forma anónima un antiguo miembro de la
administración del que fue presidente de la república,
Ahmad Kadírov, asesinado el año pasado en un atentado. Ningún responsable checheno ha podido decir hasta
ahora cuántos edificios han sido ya reconstruidos en
Grozni y cuántos nuevos se han podido levantar, pero, a
simple vista, resulta evidente que, en conjunto, no alcanzan el 20%. Los escombros continúan sin retirarse.
«Limpiamos un solar únicamente cuando hay intención
de construir algo», señala Dzhabraílov.
Ruinas y cascotes
Entre un mar de ruinas y cascotes, en la capital chechena funcionan actualmente unos diez hospitales, tres centros de educación superior, entre ellos la Universidad de
Grozni, 55 escuelas, tres o cuatro fábricas y un único
estadio. No hay lugares donde la juventud pueda divertirse. Pese a la escasez del parque automovilístico, en la
república proliferan las gasolineras. Y es que el petróleo
sigue siendo la principal fuente de riqueza, aunque es el
Gobierno ruso el que la administra. Uno de los pocos edificios lujosos que hay en Grozni es el de la petrolera rusa
Rosneft, cuya filial Grozneftegaz extrae todo el oro negro
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que hay en Chechenia. Las autoridades locales confían
en conseguir que el Kremlin les devuelva pronto el control sobre las materias primas.
En Chechenia, hay ahora 1.180.000 habitantes, en el
resto de Rusia unos 400.000 y 100.000 en Europa y EE
UU. Los que hasta ahora vivían en los campos de refugiados de la vecina Ingushetia están siendo forzados a
regresar a sus ciudades y aldeas. La mayoría, sin embargo, no tienen ya donde ir. Al objeto de acogerlos, se han
creado los llamados Puntos de Alojamiento Temporal
(PVR). Uno de esos albergues se encuentra en la calle
Michurin de Grozni. Allí vive Visján Siríyev, un adolescente tetrapléjico y privado del habla desde que una
bomba le produjo un grave traumatismo en el cerebro.
Eso sucedió en 1994, cuando Visján tenía sólo seis años.
Con él viven ahora, en una única habitación, su madre,
Sheibad, dos hermanos y una hermana. De todos ellos,
sólo Sheibad ha conseguido trabajo en una obra, tarea
que tiene que compatibilizar con las labores domésticas
y el cuidado de Visján. «Ni siquiera sabemos si lo que le
pasa a mi hermano tiene cura o no. Ningún médico ha
querido hacerse cargo de él. Dicen que necesitaría un
tratamiento muy caro y habría que enviarle al extranjero», asegura Ruslán, el mayor de la familia. Sultán
Alimjadzhíyev, director del Hospital Pediátrico
Republicano de Grozni, afirma que las necesidades sanitarias de la población infantil de Chechenia son enormes:
«La cantidad de niños mutilados es escalofriante».
Padecen, además, muchas enfermedades debido al
deterioro del medio ambiente que la guerra provocó. Por
si no fuera suficiente, el 80% de los niños chechenos
sufren algún tipo de trauma psicológico grave.
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Es el cirujano que salvó la vida del terrorista checheno Shamil Basayev cuando
éste pisó, a finales de enero de 2000, una
mina que se llevó su pie derecho. Pero
también es el médico que curó las heridas de un mayor ruso que le juró desde
la mesa de operaciones que había sido
obligado a ir a la guerra. Traidor para
unos y otros, exiliado en EEUU desde
hace cinco años después de haber sido
invitado por Human Rights Watch,
Amnistía Internacional y Médicos por los
Derechos Humanos, Khasan Baiev narra
en un estremecedor relato la esencia de
su vida: el juramento hipocrático.
KHASAN BAIEV / MÉDICO CHECHENO EXILIADO EN EEUU
«PUTIN QUIERE ACABAR CON LA GUERRA, PERO A SUS
GENERALES NO LES CONVIENE»
l libro, presentado el 5 de septiembre en Madrid, lleva
precisamente ese título: El juramento, y repasa en conciencia y sin florituras las peripecias del doctor Baiev con el
conflicto checheno de telón de fondo. Necesitado de rehabilitación psicológica porque «mi cara reflejaba el cuadro de la
guerra», ahora vive en Boston con su mujer y sus hijos, pensando en hacer realidad algún día su sueño: ejercer de
nuevo la Medicina. ¿Volver a casa? «Demasiado peligroso», dice el doctor mientras los ojos le echan chispas. «He
sido testigo de muchos crímenes».
El cirujano dice que recibe información puntual y diaria de su
patria chica: «La gente desaparece sin dejar rastro, mueren
inocentes y soldados rusos sobre todo en los distritos montañosos donde continúan los bombardeos y los tiroteos.
Toda la república está en ruinas y la podríamos comparar
con Hiroshima y Nagasaki».
Después de las dos guerras ruso chechenas de 1994 y
1999, según los datos manejados por Khassan Baiev, en
Chechenia han muerto 250.000 personas, de ellas 40.000
menores, han quedado 26.000 huérfanos y el 80% de los
niños están enfermos psicológicamente.«Esto es un genocidio», concluye, pero a continuación no duda en condenar
los actos terroristas cometidos a manos de chechenos
como el secuestro de Beslán, ocurrido hace un año, donde
fallecieron decenas de niños. «Estos niños murieron a consecuencia de la guerra de Chechenia», dice el especialista.
«Por supuesto, no lo justifico».
¿Se arrepiente, pues, de haber sanado al azote de Rusia, al
E
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cerebro del ataque a Beslán? «Cumplí con mi deber de
médico. No soy policía.Si empezara a distinguir a mis
pacientes entre buenos y malos, musulmanes o cristianos,
entonces ¿qué clase de médico sería? Cuando estaba a
punto de amputarle, sí que pensé: 'Verás como voy a tener
problemas con el poder'». Los tuvo. «También debería
haber pensado si operaba o no a los mercenarios rusos que
venían a matar por dinero a mi pueblo. Recuerdo uno de
ellos, un mayor, que antes de la operación me juraba que no
había matado a nadie y que le habían obligado a firmar el
contrato. Le contesté: 'No soy Dios ni superior a los demás.
No te preocupes que voy a hacer todo lo posible para salvar
tu vida'». Un pequeño grupo extremista checheno quiso
más tarde fusilarle. «No soy un héroe», apostilla.
¿Qué opinión le merece el presidente ruso Vladimir Putin?
«Me consta que quiere poner punto final a la guerra chechena, porque no le interesa un conflicto tan largo ni le debe
agradar cuando le critican en Occidente. Pero a los generales que están en Chechenia, por el contrario, no les conviene que acabe porque es un buen negocio».
Aquel día de enero de 2000 el doctor Baiev cortó tanto
hueso que «los dientes centrales de la sierra se mellaron».
«Pasé 24 horas en el quirófano; ni siquiera salí para comer
o beber. De cada segundo, de cada minuto dependía la vida
de un hombre. Perdí todo el sentido del tiempo. Las manos
me pesaban cada vez más, hasta convertirse en pesos
muertos que se negaban a obedecer. Se me enredaban los
dedos en el hilo».
EL POLVORÍN DEL CÁUCASO
DIVERSAS CAUSAS ECONÓMICAS, TERRITORIALES Y ÉTNICAS HAN CONVERTIDO LA ZONA DEL NORTE CÁUCASO
EN UNA HISTORIA SIN FIN DE CONFLICTOS, CON CONSECUENCIAS HUMANITARIAS ALARMANTES
ada vez que estalla un conflicto en la zona norte del
Cáucaso, el mundo pone su atención en esa parte
del mundo y condena los hechos violentos. Sin embargo,
la región norcaucásica ha sufrido constantes guerras
internas e intervenciones militares extranjeras desde
hace una década.
Las principales causas son económicas. El petróleo y los
hidrocarburos que abundan en esta zona despiertan el
interés de la potencia rusa y de los países petroleros.
Mientras, la economía de estos países se mantiene inestable, el desempleo alcanza el 50 por ciento en algunos
de ellos y el medio ambiente se ha deteriorado. Además,
diversos informes de ONG como Amnistía Internacional
y organismos internacionales como el Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados denuncian
una serie de violaciones a los Derechos Humanos, de
muertes y la mala condición de los refugiados y desplazados, principalmente en Chechenia y en Ingushetia.
C
Chechenia. Es una república pobre, pero controla el oleoducto por el que circula el petróleo del mar Caspio a
Rusia y a Occidente. Además maneja unos cien millones
de metros cúbicos de gas, procedentes de los yacimien-
tos de Azrbaiyán, Kazajstán y Turkmenistán. Su posición
geopolítica la convierte en un punto estratégico en el
Cáucaso.
Proclamó su independencia en 1991 y su constitución la
define como estado secular, aunque la mayoría de la
población es musulmana -el 53 por ciento son chechenos, el 29 por ciento, ingush-, la que suma un millón de
habitantes.
Rusia no aceptó la separación de esta región y envió tropas en 1994 que intentaron derrocar al entonces presidente Dhorkar Dudayev. Los grupos armados separatistas chechenos atacaron no sólo objetivos militares, sino
civiles, lo que generó una cruenta guerrilla que dura
hasta hoy.
En 1996, el Ejército ruso fue derrotado en Chechenia, lo
que convenció a Boris Yeltsin de firmar un acuerdo de
alto el fuego con el presidente democráticamente elegido
en 1997, Aslán Masdájov. Sin embargo, el acuerdo no
prosperó y se mantuvo el clima de guerrilla y atentados.
En el 2000, los rusos tomaron Grozny y declararon ilegítimo a Masdájov.
En mayo de este año, la guerrilla separatista asesinó al
presidente Kadyrov (cercano al Kremlin) y, tras las
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Osetia del Norte. Después de la disgregación de la
Federación Rusa, Osetia del Norte se convirtió en región
autónoma en 1991. Un gran número de refugiados escaparon a Ingushetia donde encuentran dificultades para
volver.
En Beslán sufrieron el peor atentado de su historia que
dejó un saldo de 338 muertos. La solución del conflicto
en esta región está vinculada con Georgia, Moscú y
Osetia del Sur.
Georgia. Es una república presidencial desde 1995. En
1999, dos atentados casi le cuestan la vida al presidente
Shevardnadze. En ambos casos se mencionó la posible
participación de Moscú, vinculada con la construcción del
oleoducto que viene desde Azerbaiyán.
Dentro de la República de Georgia se encuentran la
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CONFLICTOS OLVIDADOS
recientes elecciones presidenciales realizadas en un clima de
atentados, el electo Alú Alájnov
sufrió la misma suerte de amenaza.
Ingushetia. Las tensiones estallaron después de la desintegración de la Unión Soviética en
1991. En octubre de 1992, los
diez millones de ingush eran
forzados a dejar sus hogares en
el distrito de Prigorodny en
Osetia del Norte. En 1995 firmó
un acuerdo con Osetia para el
retorno de los desplazados,
pero no se concretó. Este país
se convirtió en centro para los 70.000
refugiados y desplazados internos. Por
su localización, es el
objetivo
principal
para cometer atentados por parte de grupos
guerrilleros
separatistas.
Actualmente, cuenta, considerando a
los
desplazados,
con 300, 000 habitantes.
En junio de 2004, unos 570 militares chechenos armados
invadieron la república y atacaron su capital, Nazran,
asesinando a civiles y al ministro del Interior.
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En junio de 2005 se cumplían cuatro meses
desde que el rey Gyanendra tomó el poder en
un golpe de Estado prometiendo acabar con
una guerra civil que dura desde 1996 y que ya
se ha cobrado la vida de 12.000 personas. Sin
embargo, el giro dictatorial del monarca
nepalí, que disolvió el Parlamento y encarceló a los miembros de la oposición, no ha servido para enderezar un país que vive al borde
del precipicio y donde cada día hay manifestaciones que exigen el inmediato regreso a la
democracia. La guerrilla maoísta, cuyos
avances militares -ya controla un tercio del
territorio- han ido acompañados de pillajes,
abusos y ejecuciones sumarias, ha ampliado
sus objetivos a todas las infraestructuras,
incluidos los hospitales públicos.
región autónoma de Osetia del Sur y Abjazia.
El Soviet de Georgia anuló la independencia
de la primera y decretó el estado de emergencia. Luego de enfrentamientos entre guerrilleros osetos y tropas georgianas, la reconocieron en 1991. Sin embargo, Osetia del
Sur ha manifestado desde 1992 su interés
de vincularse con Osetia del Norte. Abjazia
se independizó en 1999, pero Tbilisi –capital
de Georgia- desconoció al nuevo Estado.
Aunque en 2001 Georgia y Abjazia firmaron un acuerdo
de no agresión, en octubre estallaron enfrentamientos
entre paramilitares georgianos y tropas abjazas.
Daguestán. En agosto de 1999 guerrilleros chechenos
lucharon contra las tropas federales en Daguestán.
Moscú intentó someter a los rebeldes partidarios del
wahabismo. Pero la guerrilla islámica no tuvo apoyo en
Daguestán.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad
Autónoma de Madrid, experto en Rusia y el Cáucaso,
Carlos Taibo, dijo que no vislumbra una solución a corto
plazo del conflicto, pero dependería de “un cambio en la
opinión pública rusa, que genere presión aguda sobre
sus gobernantes para que busquen una vía de negociación en Chechenia (…) un alto el fuego; garantías de que
el Ejército ruso no violente los Derechos Humanos; la
apertura de una línea de negociación con los segmentos
moderados de la resistencia independentista; el despliegue de observadores internacionales y un programa
internacional de reconstrucción”.
AÑO CERO EN SHANGRI LA
Nepal vive vive atrapado entre un rey absolutista y una brutal guerrilla maoísta que
aplica los métodos de Pol Pot en el territorio bajo su control.
o llaman los tres avisos. El primero consiste en una simple
visita; el segundo, en un linchamiento a manos de una muchedumbre; y el tercero, en la ejecución, acompañada de la mutilación del cuerpo del denunciado y
su exhibición pública como escarmiento.
Los maoístas de Nepal han recuperado los métodos de la
Camboya de Pol Pot en su objetivo de purificar ideológicamente
este pequeño y aislado reino del
Himalaya. El nuevo lema de la
guerrilla es el mismo con el que
los jemeres rojos firmaban las
sentencias de los enemigos del sueño revolucionario:
«Conservarte no es ningún beneficio, destruirte no es
ninguna pérdida».
Nepal vive atrapado entre un rey absolutista que tomó
el poder hace cuatro meses en un golpe de Estado y
una cada vez más brutal guerrilla comunista. Todo en
mitad de una guerra sin reglas en la que es imposible
L
distinguir entre buenos y malos.
La oficina del Centro para las Víctimas de la Tortura
de Katmandú es atendida por dos empleados que van
anotando escrupulosamente los relatos de las víctimas que van llamando a su puerta. El último recuento de casos indica que la guerrilla tortura al 60% de
sus detenidos. El Ejército, al 80%.
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Sukmaya ha traído sus desagravios
desde el distrito de Dang después de
que su pequeña aldea fue atacada en
mitad de la noche y su casa quedó
reducida a cenizas. ¿Fueron los soldados o los guerrilleros? No sabría decirlo. «Los soldados nos matan si ayudamos a los maoístas y los maoístas nos
matan si nos negamos a ayudarles.¿Qué podemos hacer?», se pregunta esta viuda de 55 años y madre
de siete hijos.
Da lo mismo qué dirección se coja al
salir de la capital, las carreteras están
siempre bloqueadas por militares uniformados o por guerrilleros descamisados, a menudo apenas niños que cargan con viejos y grandes rifles que
resultan desproporcionados para el
tamaño de sus cuerpos. Los enfrentamientos son diarios; las bajas entre la
población civil, también.
El país ha quedado dividido en zonas
donde el Estado sigue presente -el
valle de Katmandú y unas pocas regiones de interés estratégico-, el tercio
del país controlado por los rebeldes y
las zonas de nadie, que cambian de
manos casi a diario. «Están en todos
lados y no están», dice de los maoístas el capitán Pradhan, al frente de una
partida de 10 soldados en una de las
carreteras del distrito de Ramechap. «Cuando vamos
a un pueblo, las calles están totalmente vacías. Un
minuto después de marcharnos las han ocupado de
nuevo».
El conflicto entre la corona -apoyada por las Fuerzas
Armadas- y los rebeldes comunistas se ha agravado
desde que el rey Gyanendra anuló la democracia del
país el pasado 1 de febrero, devolviendo a Nepal a
los tiempos de la monarquía absoluta. Los militares
que defienden al rey han dejado de ser los únicos que
emplean la tortura, la violación y la extorsión en una
guerra que ya le ha costado la vida a 12.000 personas.
La guerrilla se encuentra en su momento más bajo de
apoyo popular desde su alzamiento en 1996, después de una ofensiva de cuatro años en la que sus
avances militares han ido sistemáticamente acompañados de pillajes, abusos y ejecuciones sumarias.
La vida bajo los gobiernos populares de las zonas
maoístas es una mezcla de terror y reeducación de la
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población bajo el marxismo que las organizaciones
humanitarias comparan con los peores tiempos del
estalinismo.
El movimiento comunista creció con rapidez en sus
primeros años de resistencia gracias a sus promesas
de igualdad para la mujer, el fin del sistema feudal
que gobierna la vida en Nepal y la lucha contra una
monarquía y una elite económica que acumulan casi
toda la riqueza del país. La ruptura de las conversaciones de paz con el Gobierno en 2001 fue el inicio de
lo que el líder rebelde, el misterioso Prachanda, ha
descrito como la «ofensiva final para liberar a las
masas».
El resultado ha sido la recuperación del Año Cero, el
término utilizado por los jemeres rojos en los años 70
para anunciar la destrucción completa del país -todo
aquello que no estuviera ligado directamente al
Partido Comunista- con la intención de reconstruirlo
después desde la nada. La guerrilla ha ampliado sus
objetivos a todas las infraestructuras, incluidos puen-
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P A R A
tes, carreteras, suministro eléctrico, pozos de agua
e incluso hospitales públicos.
Los funcionarios del Gobierno son sistemáticamente ejecutados, ya sean policías, ingenieros o simples
operarios. Los sospechosos de disentir con el régimen son sentenciados a muerte en juicios populares decididos a dedo por el comandante local.
El Ejército, que cuenta con 40.000 efectivos, ha
dejado de patrullar grandes áreas del territorio del
Estado para centrarse, sobre todo, en defender el
valle de Katmandú.
Los rebeldes han logrado infiltrarse en las instituciones del Estado, la Universidad, e incluso la policía,
donde cuentan con informadores que colaboran en
la búsqueda de objetivos entre los empresarios y
políticos nepalíes. Sus fuerzas, sin embargo, siguen
siendo insuficientes para tomar las calles de la capital y establecer la república comunista que anhelan.
Nadie espera la entrada triunfal de los maoístas en
Katmandú a corto plazo, pero la guerrilla demuestra
su fortaleza con continuas emboscadas, huelgas
generales y el bloqueo de todas las comunicaciones
con la capital. La mayor parte de las armas de los
rebeldes procede de robos y ataques a cuarteles de
policía.
Su suministro de víveres depende de la voluntad de
una población formada en un 70% por campesinos
pobres. A diferencia de los jemeres rojos de
Camboya, los guerrilleros comunistas nepalíes
carecen del apoyo de China o de la antigua Unión
Soviética, mientras que Cuba hace tiempo que perdió
la voluntad o la capacidad de animar revoluciones
ajenas. La extorsión se ha convertido, pues, en la
principal fuente de ingresos de los maoístas en su
desafío al Estado.
«Vienen todas las semanas a recoger dinero para la
revolución.No te puedes negar porque entonces te
identifican con los militares y te marcan como enemigo», asegura Amid, un viejo campesino de
Ramechap, que ha sido saqueado en varias ocasiones en los últimos años.
El deterioro de la imagen de los rebeldes se ha convertido en un problema para un movimiento que
depende, para el éxito de su revolución, del apoyo
popular y de la capacidad de reclutar nuevas fuerzas.
La necesidad de reclutar
Sus líderes aseguran que sus efectivos superan los
100.000 camaradas.La realidad es que no llegan a
20.000 adherentes, la mitad de las tropas del Ejército
regular nepalí. La solución de los maoístas ha sido
forzar a todas las familias de las zonas bajo su con-
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trol a ceder al menos a uno de sus hijos para la
causa.
El pasado mes de mayo la guerrilla se llevó a cerca
de 4.500 estudiantes de entre nueve y 15 años de
varias escuelas del distrito de Rukum, en el remoto
oeste. Los más pequeños fueron conducidos a campamentos maoístas para ser adoctrinados en el marxismo, y los más fuertes fueron enviados al frente en
las conocidas como «unidades infantiles».
En algunas aldeas las familias han empezado a ocultar a sus hijos pequeños ante el temor a que sean
secuestrados por la guerrilla, y, en especial, a sus
hijas por la posibilidad de que sean violadas por los
soldados.
Los nepalíes, más que nunca, se encuentran atrapados entre dos frentes. Por una parte, un rey dictatorial
y una elite económica que se niega a repartir la riqueza del Estado en uno de los 10 países más pobres y
con más desigualdades del mundo, según los informes de las Naciones Unidas.
Por otra parte, una guerrilla que dice luchar en su
nombre y que en los lugares donde gobierna ha
impuesto la ley del terror.El Shangri La está doblemente secuestrado.
89
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CONFLICTOS OLVIDADOS
TESTIMONIO DE UN MISIONERO DE UGANDA
José Carlos es un misionero españolque lleva 17 años viendo en Uganda lo inimaginable,
terror y crueldad en estado puro. Reproducimos aquí sus vivencias escritas en primera persona,
que nos habla de niños que se refugian en la misión para que otros niños no los secuestren para
la guerrilla o los maten
l pasado 20 de abril de 2005,
Alfred contó su historia ante
miles de atónitos oyentes en el
campo de desplazados de Atyak,
en el distrito de Gulu (norte de
Uganda). Hace exactamente 10
años, tal día como aquél en 1995,
la guerrilla del Ejército de
Resistencia del Señor (LRA en
siglas inglesas) atacó el lugar de madrugada por sorpresa y, tras matar a los pocos soldados que custodiaban el
pueblo, secuestraron a varios cientos de personas. Les
llevaron a la orilla del río Ayugi, a siete kilómetros, donde
les hicieron sentarse todos juntos.
Allí, tras separar a algunas mujeres embarazadas y
madres con niños, el número dos del LRA -Vincent Ottii,
oriundo de Atyak- les echó una breve e iracunda perorata reprochándoles su falta de apoyo a la guerrilla y tras
dar una orden los rebeldes, la mayor parte de ellos niños
y adolescentes, abrieron fuego durante dos interminables
minutos
Cuando Alfred abrió los ojos los guerrilleros se habían
E
90
marchado y a su alrededor había 250
muertos. Él mismo, ensangrentado e
irreconocible, apenas pudo dar unos
pocos pasos antes de perder el conocimiento. Cuando despertó en el hospital
se dio cuenta de que había sobrevivido
de milagro a los impactos de 11 heridas
de bala.
Este es el testimonio de una guerra que
todos quieren que concluya de una vez dura ya 19 años
en la región Acholi, una zona tan grande como Galicia,
limítrofe con Sudán, donde tradicionalmente la gente
vivía del cultivo de sus fértiles tierras y algo de ganadería. El conflicto tiene dos características que, por desgracia, se dan en una buena parte de las guerras africanas:
la primera es que desde su comienzo en 1986 apenas ha
despertado la atención internacional (en el norte de
Uganda no hay ni petróleo, ni minerales, ni intereses
comerciales o estratégicos). La segunda es la inusitada
crueldad contra la población civil, sobre todo las mujeres
y los niños.
El extraño líder del LRA es un profeta-visionario llamado
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Joseph Kony, que dice combatir para instaurar un gobierno basado en los Diez
Mandamientos y que ha sido llamado por
Dios para hacer caer el régimen actual del
«satánico», como le llama, presidente
Museveni. No se sabe mucho de él. Se
educó con misioneros católicos, fue monaguillo y en algunas de las pocas fotos que
existen de él aparece vestido de mujer.
También asegura que está poseído por el
Espíritu Santo, por el de un general chino y
por otro de un misionero italiano.
Sin embargo, y a pesar de tanta religiosidad
aparente, pocos grupos hay en el mundo
con tan poco respeto hacia la vida humana
como esta extraña secta que secuestra
niños, mata, viola y mutila salvajemente.
José Carlos.
Esta milicia ha mutilado salvajemente a
acholi. Muy a menudo salimos a los campos de desplacientos de personas -en su mayoría mujeres- a las que
zados durante varios días para dar cursillos de paz y
corta las orejas y los labios para infundir el máximo terror
derechos humanos. Suelo dedicar mucho tiempo a recia la población. El 90% de sus efectivos son críos.
bir a ex guerrilleros y escucharles. Tenemos un programa
de ayuda a un grupo de antiguos rebeldes a los que ayuDespiadados
damos con varios proyectos.
Hay veces en que piensas que la situación no hace más
Los secuestran en sus aldeas, escuelas, en las mismas
que empeorar y no ves el resultado de tu trabajo. Pero no
calles donde masacran por sistema a todos los adultos.
renuncio a leer, a rezar y reflexionar, a dedicar tiempo a
Después les someten a entrenamientos durísimos donde
los amigos y a hacer deporte. Es necesario para manteles hacen cometer todo tipo de barbaridades para quitarner el equilibrio, de lo contrario no puedes ayudar a la
les la sensibilidad y convertirlos en máquinas de matar.
gente porque sólo les transmites tus propias frustracioLes obligan a matar a sus compañeros cuando desertan.
nes.
Las niñas son esclavizadas para preparar la comida, limImposible olvidar la primera vez, en octubre del 2001,
piar o, simplemente, utilizarlas sexualmente.
cuando un día que estaba yo en la misión católica de
Los testimonios de los niños rescatados son similares. El
Pajule, nos llegó una carta firmada por uno de los jefes
de David es especialmente brutal:«Me ataron y recostarebeldes que pedía entrevistarse con líderes religiosos y
ron. Me dijeron que no gritara. Entonces un hombre se
tradicionales en un recóndito lugar a unos 20 kilómetros
sentó sobre mi pecho, otros hombres sostuvieron mis
de la carretera principal. La noche antes de la cita tuvibrazos, piernas, y uno mi cuello. Otro cogió un hacha.
mos una tensa reunión con los jefes del ejército regular,
Primero me cortó mi mano izquierda, luego la derecha.
los cuales insistieron en que nos daban tres horas para
Entonces otro, con un cuchillo, me cortó mi nariz, mis
convencer a los bad boys para que se rindieran incondiorejas y mi boca». En medio de tanto sufrimiento, el
cionalmente.
pequeño rogó a los rebeldes que por favor lo mataran. En
A la mañana siguiente dos jefes tradicionales y yo nos
cambio ellos envolvieron sus orejas en una carta donde
adentramos en el bosque y me inicié en un ritual que en
se les advertía a las personas a no unirse con las fuerzas
mi caso se ha repetido ya en varias ocasiones: niños de
gubernamentales
14 o 15 años que emergen de la hierba alta apuntándoAnte el fracaso de una solución militar, hace años que
nos con el fusil, caras inexpresivas de seres acostummuchos religiosos que trabajamos en este lugar decidibrados a la crueldad que no responden a los saludos,
mos apostar por una solución pacífica negociada. Y ésa
mucho menos a un apretón de manos, y cacheos para
es mi misión aquí desde que llegué hace casi una décaasegurarse de que no veníamos con armas. En pocas
da como religioso comboniano. Y a la búsqueda de esa
ocasiones se me han puesto más de corbata...
paz he consagrado mi vida africana.
Después, reunión bajo un árbol con el comandante, rodeDesde la sede diocesana de Justicia y Paz elaboramos
ados por 17 adolescentes -entre ellos dos chicas- en uniinformes sobre lo que sucede en el norte de Uganda y
forme militar, fusil en ristre. Tensión y miedo. Nadie sonpublicamos un boletín mensual en inglés y en lengua
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Secuestros
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P A R A
robando a sus soldados.Durante más de
un año el cambiar de sitio para dormir se
convirtió para mí en rutina. Todos los días
al llegar las seis de la tarde cuando
empieza a anochecer me entraba un
temblor y un dolor de hombros que me
resultaba insoportable, y me invadía la
tristeza cuando tenía que buscar un sitio
seguro para dormir. Comprendí aquello
de que «el Hijo del Hombre no tiene sitio
donde reclinar la cabeza», y aprendí a
entender mejor a los dos millones de personas que viven el miedo absoluto cuando llega la noche.
A finales de junio un grupo de líderes religiosos católicos, anglicanos y musulmanes decidimos irnos a dormir con los
miles de niños que todas las noches buscaban un sitio en las calles de Gulu.
Atrapados en un juego mortal de escondite los niños de
Uganda pasan las noches huyendo, escondiéndose de
asesinos crueles de su propia edad.
El juego de escondite empieza a la hora de acostarse,
cuando miles de figuras pequeñas surgen de las chozas
hechas de paja y marchan a paso firme hacia la misión,
el hospital o la ciudad más cercana. Duermen a las puertas, acurrucados entre ellos, compartiendo frío, sueño y
miedo. Mientras, en los arbustos, inadvertidos, hay otros
niños: los buscadores del LRA, armados con rifles de
asalto AK-47, garrotes y cuchillos, esperando el momento oportuno para secuestrar o matar a los que puedan.
ríe. Cada vez que me he reunido con los guerrilleros
siempre he intentado seguir el consejo que nos dieron
en un curso de mediación en conflictos que hice una
vez en Sudáfrica: escuchar, escuchar y no echar sermones. Ésos los dejo para mis feligreses en la parroquia los domingos.
Y escuchando con paciencia, poco a poco, el jefe fue
desgranando su historia: secuestrado en 1987 cuando
apenas tenía 10 años, sin apenas haber pisado la
escuela, fidelísimo oficial de Kony hasta que un día cae
en la cuenta de que lo que hace no tiene futuro y decide escaparse de Sudán y volver a casa, a Uganda.«Lo
que más nos preocupa son dos cosas: ser recibidos por
nuestros padres y que nos organicen un ritual de purificación». Le dijimos que sí.
A las dos de la tarde, aparecíamos en la misión de
Pajule con los 17 combatientes en el coche pick-up, y
tras ser recibidos por las autoridades locales entregaron
las armas. A los dos días Cáritas traía a la misión a los
padres de tres de ellos, y el resto aparecería a los pocos
días. Hoy están todos reintegrados.
Los recuerdos se me amontonan a la hora de escribir
estas líneas.Como aquel ataque que sufrimos en la
misión de Pajule, a finales de enero de 2003. Nada más
oír los primeros disparos me metí debajo de la cama
junto con dos niños. A la media hora empezaron a golpear la puerta mientras gritaban que si no abríamos la
tirarían abajo con una bomba. Fue la primera vez en mi
vida que me quedé paralizado de terror.
Mi compañero, un sacerdote ugandés, les abrió. Me
cegaron con sus linternas y cuando me di cuenta se
estaban llevando a uno de los niños. Intenté detenerlos los secuestradores no tendrían más de 12 años- , pero el
muchacho me dijo: «No te preocupes, Dios me ayudará». Durante más de un año viví con la conciencia atormentada: había permitido un secuestro delante de mí,
aunque pensaba que quizás si me hubiera resistido me
habrían matado.El muchacho consiguió escapar de la
guerrilla un año después.
Fui a verlo a su casa y lo que más me impactó es que no
me guardaba ningún rencor. «Me quedé muy preocupado por ti», le dije casi avergonzado. «Yo también me preocupé por ti» , me respondió.«Uno de los guerrilleros te
puso una mina debajo del asiento del coche antes de
irnos». Recordé que yo conduje el vehículo a la mañana
siguiente. Ojalá pudiera encontrarme un día con la persona que retiró la mina y me salvó la vida.
También recuerdo el día que nos detuvieron los soldados, el 28 de agosto del 2002. Nos hicieron caminar seis
E D U C A C I Ó N
Noches en vela
horas en una marcha interminable bajo el sol. Yo estaba
herido en un brazo y uno de mis compañeros, un sacerdote italiano de 70 años enfermo del corazón se ahogaba por el camino. Por la noche nos llevaron a las barracas militares, donde nos quitaron la camisa y los zapatos
y nos encerraron en una minúscula caseta sucia. Lo peor
de aquella noche, además del miedo, fue la sed. El jefe
militar dio órdenes de no darnos ni una gota de agua. Fue
la primera vez que entendí el grito de Jesús: «¡Tengo
sed!» y supe lo que era el odio que se regodea en ver
sufrir al inocente.
A las cuatro de la madrugada un soldado se me acercó
a la ventana y me susurró: «No soporto ver a un hombre
de Dios sufriendo».Nos dió una botella de un tercio de
litro de agua mineral para los tres. «Por favor, si me descubren me castigarán, no puedo daros nada más».
En abril de 2003, el jefe de la guerrilla Joseph Kony dio
orden de matarnos, porque según él le estábamos
Durante cuatro días el arzobispo y yo caminábamos seis
kilómetros con una manta al hombro, y por el camino se
nos unían los niños, como al flautista de Hamelín.
Terminé agotado, deprimido y con una tos imparable. A
mi lado había niños que hacían los deberes escolares. La
primera noche dispararon sin parar durante una hora
cerca de donde estábamos nosotros. La segunda llovió a
mares y nos empapamos. La tercera, me desperté cada
poco tiempo ante los gritos de niños que tenían pesadillas.
La cuarta noche estaban allí los de la BBC, la CNN,
agencias internacionales... Y es que tres obispos (un
católico y dos anglicanos) y un grupo de curas y monjas
durmiendo en la puta calle no es algo que se vea todos
los días. Improvisamos una conferencia de prensa y las
autoridades del distrito se subieron por las paredes, pero
no pudieron evitarlo.
Una vez, de la embajada de España me advirtieron que
«no me metiera en política y me dedicara a mi trabajo
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religioso». Les respondí que los niños soldado no son un
tema político, sino humanitario.De todos modos poco
puedo esperar del gobierno español. En 17 años que
llevo en el norte de Uganda nunca he visto a ningún
embajador, parlamentario ni representante del gobierno
español por aquí.
Cuando me encuentro con delegaciones de otros países
europeos casi me avergüenzo cuando digo que soy
español. Eso sí, poco antes de la guerra de Irak, Aznar
envió un telegrama a Museveni para pedir su apoyo a
Estados Unidos. Y me parece que la política exterior del
Gobierno de Zapatero tampoco tiene el mínimo interés
por la tragedia del norte de Uganda.
Mientras tanto, en la parroquia de Minakulu, a 30 kilómetros de Gulu, donde trabajo, hemos puesto en marcha un
dispensario para atender a la población de dos campos
de desplazados cercanos.Para eso pedimos la ayuda
económica que aparece al final del texto.
El norte de Uganda será un día un lugar precioso, donde
la gente vivirá en sus casas, las mujeres irán a cultivar
sus campos sin miedo a ser violadas o mutiladas y los
niños al atardecer se sentarán alrededor del fuego a
escuchar historias y cantar, como sucedía hace años.
Hasta que eso suceda, cada vez que veo las hileras
interminables de niños viniendo a dormir al hospital o
acudiendo a nuestro dispensario tosiendo sin parar, o
escucho a hombres como Alfred relatando sus historias
de infinita tristeza se me hace un nudo en la garganta y
cuando alguien me pregunta qué me pasa, empiezo a
contar la historia que para mí empezó aquel día de octubre del 2001 cuando entré con mis amigos en la selva y
me topé con niños que me encañonaron con el fusil.
Nadie me obligó. Y espero seguir haciéndolo mientras
pueda.
93
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P E D A G Ó G I C A
La naturaleza dotó al
primer estado negro
que ganó la independencia, en 1804, de
dilatadas playas con
palmerales
color
esmeralda que se
recortan en un fondo
de montes escarpados, cubiertos de
vegetación tropical.
Pero en vez de ocupar el lugar que merece en el mapa de los
itinerarios turísticos,
Haití sólo resulta
atractivo en virtud de
sus catástrofes.
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CONFLICTOS OLVIDADOS
E D U C A C I Ó N
P A R A
n tiroteo en Cití Soleil
entre las fuerzas de paz
de la ONU y la banda Dread
Wilne, que dice que luchará
“hasta la muerte” por la
vuelta del presidente jean
Bertrand Aristide, le costó el
pasado 15 de abril la vida al
joven de la imagen, a quien
llora su hermano. Según
varios testigos, el chico
murió po disparos de los
soldados de la ONU.
raba su dominio de la magia negra.
HAITÍ: EL LUGAR DONDE LAS COSAS SIEMPRE PUEDEN IR A PEOR
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2 0 0 5
U
Los paramilitares que derrocaron en marzo de 2004 al presidente Aristide y los seguidores
de éste dividen al país caribeño.
e tanto en tanto los medios periodísticos envían allí
a sus corresponsales a correr los mismos riesgos
que los soldados de Naciones Unidas,
abocados a la tarea de imponer la paz
en una nación que lleva dos siglos
desangrándose en un interminable ciclo
de guerras intestinas. Hace exactamente un año, el reportero Ricardo Ortega
perdió la vida en la antigua colonia francesa, cuando cubría para Antena 3 una
revuelta de tres semanas que culminó
con la purga del presidente Jean
Bertrand Aristide, el 29 de febrero de
2004.
La muerte de Ortega, alcanzado por un
disparo, ocurrió el 3 de marzo, durante
una manifestación en la que se celebraba la salida al exilio del ex sacerdote de
51 años. El caso de Haití, demuestra
P A Z
HAITI: LAS BALAS
DE LA ONU
TAMBIÉN SON
MORTALES
Miedo a las venganzas
D
L A
que a diferencia de lo que ocurre con los individuos, un
país siempre puede estar peor. Sirva de ilustración el
caso de un desconocido que, justo
hizo ayer un año, apareció acribillado
a balazos en el barrio de Bel Air, un
muladar que hace burla de su nombre
y continúa bajo el dominio de los chimeres, las bandas armadas que sustentaban a Aristide en el poder. Nadie
osaba a levantar el cadáver, que se
descomponía en basura. Los vecinos
preferían soportar la fetidez antes que
provocar la ira de los terroristas que
representan una versión actualizada
de los tonton macoutes del difunto
Francois Duvalier, el tirano que se
mantuvo en el poder entre 1957 y
1971 gracias a la brutalidad de su
aparato represivo y al terror que inspi-
Los soldados del batallón brasileño de la misión de estabilización de la ONU en Haití, (Minustah), tampoco querían exponerse a la venganza de los temibles chimeres. «El
trabajo de retirar el cuerpo corresponde la la Policía
Nacional Haitiana [PNH]. Nosotros no tenemos mandato
para hacerlo, sólo podemos avisarles y esperar a que vengan», explicó a France Presse el mayor Marcio Santos e
Silva, jefe de la patrulla que circulaba por las callejas polvorientas de aquella localidad. Ni falta hace decir que la PNH
no respondió a las llamadas de los brasileños, pues desde
que las fuerzas expedicionarias de Francia y EEUU la
constituyeron, reclutando a cuanto vago estuviera en condiciones de portar armas, sus miembros no hacen más que
defender sus propias vidas y dedicarse al deporte nacional
del pillaje. El cadáver permaneció allí hasta que los perros
y las aves carroñeras, las criaturas mejor alimentadas de la
isla, terminaron con él.
Gobierno sin autoridad
El Gobierno provisional encabezado por el presidente
Boniface Alexandre y el primer ministro Gerard Latortue
no ejerce ninguna autoridad efectiva. Los ex agentes del
Ejército que Aristide disolvió en 1995 para crear sus propias milicias, deambulan por los pueblos cobrando una
especie de diezmo a los campesinos que apenas sub-
sisten en base a los cultivos de caña de azúcar y de
bananas o a la venta de carbón, la principal fuente de
energía de un país donde la tala está acabando con el
bosque nativo.
Los chimeres de Aristide mantienen su hegemonía en el
norte de Haití y en los barrios más pobres de la capital,
Puerto Príncipe.Mejor organizados que los residuos del
Ejército nacional, estas bandas dominan el tráfico de
cocaína, aprovechando la aventajada posición geográfica de la isla como estación intermedia entre Colombia,
suministradora de la droga, y el gigantesco e insaciable
mercado consumidor de Estados Unidos. Al tradicional
método de quemar vivos a sus oponentes, los chimeres
han sumado las decapitaciones, una práctica que copiaron de los grupos de insurgentes islámicos de Irak. De
hecho, uno de los jefes de estas mafias confió a Herold
Jean Francoise, un haitiano que trabaja para la BBC, que
sus hombres pretenden convertir Puerto Príncipe en una
réplica caribeña de Bagdad, para lo cual se están abasteciendo «de suficientes explosivos como para hacer
volar la ciudad».
En resumen, uno de los dos países que configuraban
la antigua isla de La Española, principal exportadora
mundial de caña de azúcar, está repartido entre los
paramilitares que derrocaron a Aristide -en conspiración con Francia y EEUU, según insiste el susodicho
desde su exilio en Sudáfrica- y sus no menos feroces
rivales que amenazan con dejar en ruinas lo poco que
queda en pie de Haití, al menos que su líder se reinstale en el poder.
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PERSECUCIÓN DEL GENOCIDIO
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BAÑO DE SANGRE EN COSTA DE MARFIL
DA LA RAZÓN A
RIGOBERTA MENCHÚ Y
SOSTIENE QUE NO ES PRECISO QUE HAYA ESPAÑOLES
ENTRE LAS VÍCTIMAS
EL CONSTITUCIONAL ACEPTA QUE SE JUZGUE EN
ESPAÑA A GENOCIDAS DE CUALQUIER PAÍS
os tribunales españoles tienen el aval para investigar
y juzgar delitos de genocidio o similares de lesa
humanidad con independencia del país donde se cometieron las masacres, de si hay o no víctimas o torturadores de nacionalidad española o de si existen genocidas
escondidos en territorio nacional. Casi seis años después
de que la premio Nobel Rigoberta Menchú pidiera a la
Audiencia Nacional que investigara los crímenes cometi-
L
96
dos por la dictadura en su país, Guatemala, entre 1978 y
1996, el Tribunal Constitucional ha dado la razón a la activista de derechos humanos y ha fijado que el principio de
jurisdicción universal prima sobre cualquier otra consideración.
La sentencia desmonta punto por punto las tesis de la
Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo, que rechazaron los recursos de Menchú y forzaron, junto a la
Fiscalía, al entonces juez Guillermo Ruiz Polanco a
dejar en diciembre de 2000 la investigación por el
genocidio de unos 170.000 mayas y el desplazamiento forzoso de otro millón de indígenas en el país
centroamericano.
La sentencia es obra del vicepresidente del tribunal,
Guillermo Jiménez, quien sostiene que la Audiencia
y el Supremo fueron demasiado «restrictivos». La
Audiencia Nacional, recuerda la sentencia, forzó el
archivo de la investigación al entender que, a diferencia de los casos de Chile o Argentina, no se cumplía la «premisa de inactividad de la justicia guatemalteca». El Constitucional reprocha a la Audiencia
que se erija en árbitro para valorar la capacidad de
los tribunales de otros países, y señala que el
Convenio sobre Genocidio firmado por España «en
l pasado mes de junio, la ONu condenóa los ataques que han causado decenas de muertos en los
alrededores de la localidad de Duekoue, en el oeste de Costa de marfil. Esas acciones desataron
además actos de venganza de las poblaciones locales contra etnias rivales, por lo que cerca de 90 miembros de la tribu “guere” perecieron y otro centenar resultó herido. El Gobierno marfileño señaló, no obstante, que el número real de víctimas es impoible de determinar.
E
absoluto» prohíbe que cualquier tribunal de cualquier
país investigue los delitos o torturas cometidos en otro.
Según el alto tribunal, para activar la jurisdicción universal extraterritorial basta que el denunciante aporte
«indicios serios de la inactividad» de los tribunales del
país donde se cometieron los delitos. La Audiencia y el
Supremo fueron «más allá» y «requirieron de los
denunciantes una acreditación plena de la imposibilidad legal o de la prolongada inactividad judicial» de los
tribunales guatemaltecos.
El Constitucional también desacredita la tesis de que la
justicia no podía perseguir los delitos al no haber españoles entre las víctimas. «La restricción basada en la
nacionalidad de las víctimas» contradice la naturaleza del
delito, porque el pilar de la lucha contra el genocidio es su
«persecución universal» más allá del pasaporte de los
torturados, asesinados o desaparecidos. Si los tribunales
españoles sólo investigaran los crímenes contra nacionales estarían «cercenando» el tipo penal del genocidio,
dice el fallo.
En la misma línea, carece de sentido la tesis del Supremo
de limitar la investigación a los casos en que haya geno-
cidas localizados en territorio nacional. El Constitucional
recuerda que la extradición constituye «pieza fundamental para una efectiva consecución de la finalidad de la
jurisdicción universal».
«Creará polémica»
El Constitucional coloca de nuevo a la justicia española
en la vanguardia de la persecución de los crímenes contra derechos fundamentales, puesto que ya ocupó al
admitir las causas contra los genocidas argentinos y chilenos que abrió Baltasar Garzón. Al mismo tiempo, coloca en una delicada situación a unos tribunales en los que
se han presentado iniciativas que afectan a países y
casos tan dispares como Ruanda, Cuba o Corea del
Norte.El vicepresidente de Guatemala, Eduardo Stein,
vaticinó ayer que la sentencia creará «polémica», ya que
«supone un choque frontal contra derechos soberanos de
jurisprudencia nacional». No obstante, puntualizó que la
Constitución de su país ya establece que «los compromisos internacionales en materia de derechos humanos tienen preeminencia sobre la ley interna».
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
El XI aniversario del genocidio de Ruanda reabre el debate sobre la poca capacidad de la
Comunidad Internacional para evitar ésa y otras masacres y para hacer justicia.
l país más poblado de África padecía enfrentamientos
tribales de fondo entre los humus -85 por ciento de la
población- y los tutsis -14 por ciento-, pero esas rivalidades se vieron agitadas y alentadas por intereses políticos
nacionales e internacionales desde los tiempos de la descolonización. Con la independencia, en los años 60, los
humus accedieron al poder y muchos tutsis marcharon al
exilio, desde donde crearon el Frente Patriótico Ruandés
e intentaron regresar a Ruanda y arañar el poder. En 1990
ese enfrentamiento desembocó en una guerra civil entre
gobierno y FPR, sólo parada con los acuerdos de Arusha,
en 1993.
Pero el detonante final para que comenzara el genocidio
fue el asesinato del presidente Jevénal Habyarimana (de
la etnia hutu), en un atentado que destrozó su avión el 6
de abril de 1994. Una explosión aún hoy rodeada de enigmas: Le Monde se ha hecho eco de una investigación
francesa y de las acusaciones de antiguos miembros del
FPR (Frente patriótico Ruandés), que achacan al actual
presidente, Paul Kagame, la responsabilidad del magnicidio. Ese asesinato fue la excusa para que las milicias interahamwe comenzaran su masacre para exterminar a los
E
98
tutsis. En ese terreno abonado, la impasividad de la
comunidad internacional no paró la barbarie cuando estalló en abril de 1994. Menos de cien días (de abril a julio)
de cruentos asesinatos fueron suficientes para acabar
con la vida del 10 por ciento de la población ruandesa;
1.200.000 ruandeses se convirtieron en refugiados y
300.000 niños resultaron huérfanos. Según un informe
elaborado por el Ministerio de Cultura y Juventud ruandés, al menos 937.000 personas (en su mayoría tutsis
pero también algunos humus moderados) perdieron la
vida a consecuencia del genocidio. Una cifra que podría
aumentar a medida que (a partir de finales de año) avancen los llamados Procesos de Gacaca, juicios populares
en los que se buscarán los detalles de la verdad y se juzgarán a los responsables.
Cuando en abril de 1994 comenzó el genocidio nadie
quiso o pudo pararlo. El Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas había creado el 5 de octubre de 1993
una misión para supervisar el acuerdo de paz (UNAMIR)
y aprobó el despliegue de 2.500 efectivos, pero con
muchas limitaciones físicas y escasez de recursos y con
la misión de supervisar la paz y no para actuar como fuer-
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za de interposición ni de seguridad.
Tras el 6 de abril, algunas potencias occidentales replegaron sus
efectivos proteger sólo los intereses de sus nacionales; reacios a
reconocer legalmente como genocidio la masacre que se estaba produciendo. En la tercera semana de
genocidio, Naciones Unidas redujo
el contingente de UNAMIR a 270
hombres, presionada por el gobierno de Hill Clinton, que no consideró oportuno encender más alarmas, a pesar de que un informe
publicado por el Archivo Nacional
de Seguridad revela que tanto los
servicios secretos como
oficiales de defensa y
trabajadores humanitarios habían alertado de
la gravedad límite de la
situación. “¿Tienen las
naciones
poderosas
escondida una agenda
secreta? Odiaría pensar
que esta agenda está
determinada por consideraciones racistas”, se
pregunta Kagame.
Cómplices
Como explica intermon
en su informe El genocidio, diez años después,
países como Sudáfrica,
Kofi Annan.
Francia y Estados
Unidos habían facilitado a Ruanda armas y asesoría militar, a pesar de la crítica situación del país.
Una década después de genocidio, el nuevo régimen
político y la nueva constitución intentan establecer garantías para impedir la exclusión de grupos étnicos o políticos; la carta magna impide que ningún partido acumule
más de la mitad de los escaños del Parlamento y que el
presidente, primer ministro y el presidente del Parlamento
pertenezcan al mismo partido. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos han dado la voz de alerta por
las restricciones que la política de Kagame está imponiendo en la práctica a sus opositores. “¿Yo diría que no.
Lo que salió en los medios fue la punta del iceberg de algo
que sigue latente en la región. De hecho ahí están los
resultados, el que haya una guerra en el Congo tiene
como la mayor de las causas al conflicto ruandés, el con-
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flicto en general en los Grandes Lagos. Y que
Burundi esté con un conflicto constante es en
parte porque los genocidas ruandeses no
encuentran dónde ubicarse en la región y se
están moviendo por ahí y están desestabilizando
Burundi. Que Uganda esté combatiendo con
Ruanda también es por las riquezas del Congo.
En la región no hay nada comparado al genocidio, pero la situación sigue siendo inestable”,
explica Jacobo Ocharan, actual coordinador de
intermon para Burundi, que hasta 1998 vivió en
Ruanda. “Las cotas del horror están ahora tan
altas que difícilmente nos quejamos si no vuelve
a producirse algo parecido, pero ya se está produciendo un conflicto latente en toda la región. En
Ruanda ahora mismo no, pero en Burundi estamos hablando de 100-150 muertos cada semana. En el
Congo no hay ya ni cifras, pero llevan desde el 96 en guerra. Sería difícil un genocidio como el del 94 otra vez, pero
los mismos ingredientes casi siguen ahí y el conflicto
sigue latente”, explica Ocharan.
Sobre todo, en Ruanda las heridas del pasado siguen
pesando como una losa sobre el país. Aún hoy, como
reconoce Naciones Unidas, “se están recogiendo y uniendo pedazos” para reconciliar y pacificar un país afectado
además por un elevado índice de pobreza. El Tribunal
Internacional especial para Ruanda, establecido en
noviembre de 1994 (apenas siete meses después del
comienzo del genocidio), ya ha condenado a 11 personas
(cinco de ellos a cadena perpetua) como responsables
del genocidio. Pero más de 100.000 esperan su senten-
99
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cia por la participación directa en la masacre. La otra responsabilidad, la culpabilidad más difusa que corresponde
a la comunidad internacional, es más difícil de obrar. “El
genocidio de Ruanda nunca jamás debería haber pasado. La comunidad internacional le falló a Ruanda”, ha
reconocido diez años después Annan, que considera que
falló la voluntad política y las tropas, que la comunidad
internacional es culpable de “un delito de omisión”. El
actual secretario general de Naciones Unidas (que en
1994 era responsable de las misiones de paz de la ONU)
ya había reconocido su responsabilidad en 1999, tras la
publicación de un informe de una comisión independiente
que detallaba los errores, la pasividad y las omisiones de
la organización, entre ellas las del propio Annan, que no
transmitió al entonces secretario general, Boutros Ghali,
algunos informes (entre ellos uno de Dallaire) que alertaban sobre el inicio de la matanza de los humus sobre los
tutsis. La sombra de la sospecha de la incapacidad de las
Naciones Unidas va mucho más allá de lo que apatía”.
Annan ha ordenado abrir una nueva investigación y ha
reconocido que -aunque hasta hace dos semanas no lo
sabía- la organización disponía, guardada en un armario,
de la caja negra del avión en el que murió el presidente
Habyarimana.
“Una ONU independiente no interesa a nadie, quieren
que sea débil para culparla de sus fracasos”, acusa
Dallaire.
Pocas mejoras
Diez años no han sido suficientes para mejorar la eficacia
internacional en la prevención y la contención de conflictos, en la lucha contra los genocidios. Casos como
Somalia, Ruanda, Bosnia, o el más reciente de Haití forman ya parte de la historia negra de una ONU más debilitada aún tras el conflicto de Irak. “Naciones Unidas
demostró ser lenta en la prevención de conflictos. No lo
vio o lo vio y no quiso responder, hubo advertencias pero
no valió para nada. Veníamos con la resaca de Somalia
de 1993 y nadie quiso intervenir. Y luego la respuesta
humanitaria fue masiva, en ocasiones desorganizada. Se
pudieron mejorar y de hecho ya se están mejorando
cosas. Todos lo pudimos hacer mejor”, comenta Jacob
Ocharam, que cree que, sin embargo, no hay mejores
mecanismos ahora. “Ruanda sirvió para que saltaran
todas las armas, pero sigue la eterna disputa acerca de
las fuerzas de intervención y con qué mandato. Se empezó en esta última década a entenderse bastante claro que
el derecho de fronteras y la soberanía nacional no era lo
primordial en el caso de que hubiese una situación de
sufrimiento de la población, que el derecho a la vida estaba por encima del derecho a la soberanía. Pero con inter-
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
«Un genocidio no es un estallido de odio sino un hecho planificado», dice la autora de 'El lenguaje
de los huesos', donde narra su trabajo para la ONU en Ruanda y Yugoslavia.
venciones como Kosovo, Afganistán e Irak hemos vuelto
a dar un giro negativo ahora, el Parlamento europeo está
decidiendo sobre la fuerza de intervención rápida y esperemos que llegue a buen puerto, pero sobre todo en la
cuestión de los mandatos, los militares han demostrado
que pueden llegar a cualquier parte del mundo, pero la
cuestión es con qué mandato, para hacer qué. Si es para
repartir ayuda humanitaria está demostrado que lo hacen
más eficientemente las organizaciones humanitarias. Si
es para proteger a la masacre de civiles pues claro que sí,
para eso están. Y luego el mandato tiene que venir dado
claramente por Naciones Unidas.
Consciente de esa realidad, La Unión Europea (UE) pretende disponer en el año 2007 de ocho o nueve grupo de
combate de élite, formados cada uno por 1.500 soldados
y altamente equipados militarmente. Unos grupos que
deberían ser capaces de desplegarse en menos de 15
días para llevar a cabo misiones de prevención, mantenimiento de la paz o gestión de crisis al servicio de la ONU.
En ellos reside buena parte de la esperanza de la comunidad internacional para evitar que las palabras del presidente ruandés Kagame, más allá de un juicio, sean un
vaticinio: “El genocidio, -sentencia- donde quiera que ocurra, representa un fracaso de la comunidad internacional”.
CLEA KOFF, ANTROPÓLOGA FORENSE
«SIENTO QUE LES SOY ÚTIL A LOS MUERTOS», DICE
LA ANTROPÓLOGA FORENSE CLEA KOFF
o primero que
llama la atención
en ella son sus ojos.
Grandes, profundos,
hermosos. Muy poca
gente imaginaría que
han visto la vida y la
muerte casi a partes
iguales. Hija de madre
tanzana y padre norteamericano,
Clea
Koff (Londres, 1972)
investigaba esqueleClea Koff.
tos prehistóricos en
California cuando recibió una llamada del Tribunal por
los Derechos Humanos de Naciones Unidas para
L
investigar los genocidios en Ruanda y la antigua
Yugoslavia en su calidad de antropóloga forense. No
dudó en dar una respuesta afirmativa. Quizá pesara
en su ánimo una infancia donde aprendió a conocer
las injusticias y la necesidad imperiosa de restaurar la
legalidad, a través de los documentales sobre derechos humanos que realizaban sus progenitores.
Ahora, a sus 32 años, Koff ha participado ya en siete
misiones. Le satisface saber que puede ser «útil a los
muertos» devolviéndoles una identidad y encontrando pruebas que incriminen a sus ejecutores, y a los
vivos, al facilitar que recuperen los cadáveres de sus
familiares asesinados. Hoy, cuando decenas de miles
de cadáveres de víctimas del maremoto esperan a
ser identificadas en Asia, plasma en 'El lenguaje de
los huesos' su experiencia en el epicentro del crimen
101
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y del terror.
- La pregunta es obligada: ¿se acostumbra al horror alguien que convive con él?
¿Le siguen marcando las misiones como
al principio?
- Desde la primera, en Kibuye, Ruanda, me
di cuenta de que, mientras nosotros estábamos en la tumba, sirviendo a la muerte, también afectábamos a la vida de los familiares
que estaban allí arriba, rodeando la fosa.
Me afectó porque se trataba de algo imprevisto: la mayoría de los antropólogos forenses nunca ven a las familias de los cuerpos
que examinan. Tocar el brazo de una mujer
que ha reconocido una chaqueta, pero no
cualquier chaqueta sino la que viene de un
muerto, y no cualquier muerto sino uno que
tú has exhumado de una tumba, es abrumador emocionalmente. Colocar mi mano
en su brazo era un pequeño intento de decir
'lo siento'.
- ¿Hay diferencias entre los genocidios?
- Sí, en la medida en que una tumba contiene diferencias respecto a otra. Lo único
idéntico en cada país es el sentimiento que
te asalta cuando desentierras la primera
parte de un cuerpo y caes en la cuenta de
que bajo tus pies puede haber muchos más,
que los exhumarás y los escucharás en una
situación que los autores nunca imaginaron,
porque nunca pensaron que encontrarían
los cuerpos.
- Usted dice que los huesos hablan. ¿Cómo reconoce su lenguaje?
- Los antropólogos estamos entrenados para observar el cuerpo humano y averiguar lo que ha sucedido
para que sufra determinados daños. Además, en mi
caso ocurre que, cuando estoy con un esqueleto,
siento que lo escucho. No veo un montón de huesos,
sino, por ejemplo, a una mujer de 40 años con algunas caries, que lleva un collar y que fue golpeada en
la cabeza por detrás. Ella me dice estas cosas. Es
una interacción. Nuestro cuerpo recuerda algunos
hechos de nuestra vida, historias que están ahí para
ser dichas a quien pueda escucharlas.
- ¿Qué resultados busca?
- Lo que el Tribunal necesita saber es cuánta gente
había en las tumbas, cuántos hombres, mujeres y niños
y cómo murieron. Es decir: saber si ha habido un crimen
contra la Humanidad o muertes en combate.
- ¿De qué manera lo determina?
- El concepto de genocidio es legalmente definido
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como el intento de suprimir a un grupo en su totalidad
o en parte. Los cuerpos revelan el contexto en el que
ha ocurrido su muerte y así los procuradores del
Tribunal pueden ver si son crímenes contra la
Humanidad y no consecuencias de la guerra.
- Usted cuenta que su motivación inicial para investigar las masacres fue la de dar voz a quienes habían sido silenciados. ¿Sigue pensando igual?
- Sí, sólo que ahora veo la Justicia en diferentes niveles. La Justicia viene para devolverle a un cuerpo su
identidad e incriminar a los asesinos. Luego, está la
Justicia de los tribunales y de los libros de Historia.
Por último está la justicia para las familias, que pueden conocer lo que ocurrió con un pariente y recuperar su cuerpo.
-Además de realizar las autopsias, ustedes localizan las fosas comunes. ¿Ayuda eso a tener una
visión más amplia del crimen?
- Sí, porque la escena del crimen expone cómo los
autores hicieron su 'trabajo' con arrogancia, sin elimi-
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nar las evidencias de que las víctimas eran civiles. En
1999, en Kosovo, sí encontramos en cambio indicios
de que habían querido enterrar o calcinar a los muertos. Y eso también es importante porque indica que
los asesinos tenían conciencia de que estaban cometiendo crímenes. Si hubieran sido crímenes de guerra
no se hubieran encargado de enterrar los cuerpos.
- ¿Qué diferencias percibe entre las víctimas de
Ruanda y Kosovo, y las de masacres como el 11S o el 11-M?
- Hay similitudes, como que los familiares han perdido a alguien de repente de manera violenta y que
pueden tener o no un cuerpo sobre el que lamentarse.
- ¿Qué método de defensa usa un forense para no
dejarse llevar por los sentimientos?
- Las muertes te afectan, especialmente si eres como
yo, que pienso en los últimos momentos de esas personas y en sus familias, esperándolas. En mi trabajo
debo dejar de lado estos sentimientos. Pero si veo en
las noticias a una mujer que busca a su marido desaparecido hace nueve años en Srebrenica, se me saltan las lágrimas. Tampoco intento detenerlas. La
empatía es buena. Te ayuda a hacer tu trabajo con
respeto.
- ¿Qué lleva a una sociedad a cometer un genocidio?
- El genocidio no es un estallido espontáneo de odio.
Es un hecho planeado, organizado por unas cuantas
personas con poder. Preparan a un colectivo para
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que perciba a otro como que puede matar o ser matado, y después ofrecen a sus miembros cosas que
poseen esos rivales y que ellos raramente tendrán en
su vida normal: un caballo, tierra para arar, equipos
electrónicos
- El recurso a los asesinatos masivos y su mecánica van unidos a las guerras desde antiguo.
- He visto fotografías sobre las fosas comunes del
Holocausto y no hay mucha diferencia con las de
hace una década. Aunque, desde que los forenses
han entrado en la conciencia internacional, parece
que hay un mayor esfuerzo por ocultar los cuerpos y
las evidencias.
- ¿Qué siente cuando un tribunal condena a un genocida gracias a su trabajo?
- Nosotros estamos en la base de la pirámide de la
Justicia. Las evidencias forenses son el primer paso
para cualquier juicio por asesinato. Son las pruebas,
sin opinión ni ideas políticas, sólo los hechos. Puede
parecer poca cosa, pero no lo es. Las tumbas que
exhumamos muestran las evidencias de los crímenes
que los autores niegan. Siento que les he sido útil a
los muertos.
- ¿Qué planes tiene para el futuro?
- Quiero crear una agencia sin ánimo de lucro en los
Estados Unidos que establezca un enlace entre
aquellas familias donde hay adultos desaparecidos y
las oficinas de justicia que tienen miles de cuerpos sin
identificar guardados en frigoríficos o en fosas comunes sin nombre.
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Burundi extradita a 8.000 refugiados hutus huidos de los tribunales populares
que juzgan la matanza de 1994.
LA ALARGADA SOMBRA DEL GENOCIDIO EN RUANDA
a pesadilla del genocidio de 1994 turba todavía los
sueños de Ruanda. Once años después de la matanza de más de 800.000 personas en apenas 100 días, la
Justicia en este pequeño país de Africa es un plato que
llega tarde, se sirve frío y deja por completo insatisfecho.
Mientras ayer un tribunal de Bruselas condenó a 10 y 12
años de cárcel a dos comerciantes ruandeses culpables
de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad
por su participación en la matanza de 50.000 tutsis, el
Tribunal Penal Internacional sigue con su penosa labor
de juzgar a los cabecillas y responsables de la masacre.
Sin embargo, es la legalización de los gacaca (tribunales
populares) la que ha provocado la huida de miles de
hutus -considerados instigadores del genocidio-, su posterior repatriación forzosa, y el suicidio de, al menos, 35
personas en cuatro meses después de ser acusadas
ante esta suerte de justicia tribal.
«Hubo más de 35 suicidios entre el 15 de enero y finales
de mayo de 2005 de personas que fueron acusadas en
104
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mayo. Obligados por las autoridades
burundesas a agruparse en el campamento de Songore el 29 de mayo, fueron
repatriados por la fuerza a mediados de
junio, a pesar de haber solicitado asilo
político en Burundi, según Médicos Sin
Fronteras.
La expulsión contra su voluntad de estas
personas despertó las críticas y la alarma
en el Alto Comisionado de Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Según este organismo, la decisión de
Ruanda y Burundi de recalificar como
«inmigrantes ilegales» a estas personas,
«contraviene de manera absoluta el
Derecho Internacional».
«Entre gritos y llantos, la gente fue acomodada en el camión.La escena tenía
poco de voluntaria», explicó un testigo
presencial a la agencia misionera de
noticias MISNA. Tanto ACNUR como
Médicos Sin Fronteras y Amnistía Internacional (AI) han
condenado esta expulsión masiva. Según el responsable
de la agencia de la ONU en Africa, David Lambo, esta
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los gacaca. Se suicidaron al día siguiente de la acusación
o en el curso de los días siguientes y los hechos [de los
que fueron acusados] no fueron conocidos», explicó
Agustin Nkusi, responsable de estos tribunales populares, según publicó France Presse.
Los gacaca, inspirados en las antiguas asambleas lugareñas, pueden juzgar a todos los presuntos autores del
genocidio a excepción de los planificadores y los violadores, que son juzgados por los tribunales convencionales o por el Tribunal Penal Internacional bajo jurisdicción
de la ONU. Después de estar más de dos años y medio
en su fase experimental, los tribunales gacaca arrancaron a escala nacional en enero de 2005. La pena máxima que pueden imponer es de 30 años de reclusión.
Los suicidios de los 35 ruandeses son el final que los
8.000 refugiados hutus en la vecina Burundi pretendían
evitar. La legalización a nivel nacional de los gacaca sembró el pánico entre los miembros de esta etnia, que se
apresuraron a huir a la vecina Burundi durante el pasado
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acción viola la Convención de Refugiados de 1951.
Desde el Gobierno de Ruanda, la situación pinta de otro
color.Según el ministro del Interior, Jean Marie
Ngendahayo, «nada justifica la presencia de esa gente
en Burundi. Ruanda es un país en paz
y no hay persecuciones», aseguró a
la BBC.
Actualmente hay 12.000 gacacas
operativos, en los que las víctimas
acusan a quienes ellas consideran
sus atacantes. Según uno de los refugiados en Songore, «todos los hutus
son culpables para ellos [los tutsis]».
«Los tribunales populares hieren la
unidad de Ruanda y no serán todo lo
justos que deberían ser porque falta
unidad para la Justicia».Quien rechaza con firmeza los gacaca es monseñor Thadeé Ntihinyurwa, arzobispo de
Kigali, en una visita reciente a
España. Sin embargo, el papel de la
Iglesia en este país de mayoría católica está siendo quizá excesivamente
prudente y paciente. «Reconstruir un
país que ha vivido genocidios requiere tiempo», afirma el arzobispo que
reconoce que, por el momento, la
estabilidad es sólo un decorado: «En
las últimas elecciones el porcentaje
oficial de participación fue del 96%,
pero todo el mundo sabe que eso no
es cierto».
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
El 11 de Julio del 2005 se cumplían
diez años de las matanzas genocidas
de Srebrenica y Zepa en Bosnia. En
apenas tres días, entre 8.000 y 12.000
bosnios musulmanes fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes
por paramilitares serbobosnios, fuerzas regulares serbias y chetnicks,
mientras las mujeres y los niños eran
expulsados de ambos enclaves,
pasando estos a ser «étnicamente
homogéneos» bajo control de las
fuerzas serbias lideradas politicamente por Radovan Karadzic. Los
responsables de la matanza aún no
han compadecido ante los tribunales.
UNA DÉCADA DE IMPUNIDAD EN LOS BALCANES
EUU, la OTAN, la ONU... todo el mundo sabía que se
estaba exterminando a los musulmanes. Los satélites apreciaban con nitidez las grandes fosas comunes
que rodeaban los enclaves pero además conocían lo que
se había planeado hacer en Srebrenica desde casi un
año antes. Al menos tres agencias de inteligencia occidentales escucharon las conversaciones telefónicas serbias previas al ataque a la «zona protegida» de la ONU,
que había sido desarmada por la propia ONU para «no
molestar» a los entonces todopoderosos serbios.
Andreas Zumach periodista suizo y experto en los entresijos internos de la ONU, escribió que «además del norteamericano, el servicio secreto alemán, BND, el aparato militar germano y Francia, de la mano del entonces
jefe de la misión de la ONU en Bosnia, el general Bernard
Janvier, conocían los planes efectivos serbios de conquistar la zona protegida de Srebrenica en Bosnia
Oriental».
El servicio secreto francés, llegó a pinchar las conversaciones entre Momcilo Perisic (jefe del estado mayor serbio) y Ratko Mladic comandante en jefe de las fuerzas
serbobosnias en las que se explicitaba con todo lujo de
detalles cómo había de realizarse la operación. Nada, ni
los precedentes del 91-92 en las Krahinas de Croacia,
E
106
sobre todo en Vukovar en Eslavonia Oriental; el descubrimiento de los «centros de detención masivos» de los
alrededores de Prijedor, Omarska, Brcko..., la situación
de Sarajevo, Zenica... o los discursos panserbios fueron
suficientes para que «la Comunidad Internacional» detuviese la matanza en ciernes.
Nunca una masacre había sido tan minuciosamente
anunciada. Los hombres de Mladic, los paramilitares de
Arkan y 1500 soldados bajo las órdenes de Perisic y
venidos expresamente desde la vecina república de
Serbia, superaron a las fuerzas «disuasorias» holandesas sin pegar un solo tiro y se dedicaron a organizar la
deportación y el calendario de ejecuciones sin problemas. Así fue. Los holandeses se quedaron mirando
impertérritos cómo entraban los serbios y organizaban
tranquilamente la matanza mediante listados de los estupefactos, horrorizados e indefensos habitantes de
Srebrenica.
Días después, las fuerzas ucranias que «defendían»
«disuayendo» a los asediadores serbios de Zepa, ni
miraron: poco antes de la llegada en masa de las fuerzas
serbias, sin más, abandonaron el enclave y dejaron a la
población en manos del «orden serbio».
La parcial equidistancia internacional estaba del lado ser-
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bio. Srebrenica, Foca y Zepa
eran aislados bastiones bosnios
que «molestaban» en la creación de un «escenario de paz».
Durante los ataques serbios a
Srebrenica, por ejemplo, Tom
Kerremans, jefe de la unidad
holandesa de la ONU, pidió
apoyo aéreo de la OTAN seis
veces. Janvier se lo negó en
cinco con estas palabras:
«caballero, ¿no lo entiende?
Tengo que desembarazarme de
estos enclaves orientales».
Así fue, un mes después, una
sorprendente ofensiva croata,
dirigida y organizada en secreto
por EE.UU, recuperaba las
Krahinas y acogotaba en días a
las fuerzas serbias en Bosnia,
permitiendo la «readecuación
práctica» de un mapa «aceptable». El proceso «de paz» de Dayton estaba en marcha.
EE.UU lograban imponer su hegemónica mediación y
«pacificaban los Balcanes» dejando a los europeos con
un palmo en las narices.
Slovodan Milosevic, el hoy reo de los mismos que le per-
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mitieron desarrollar políticas de limpieza étnica para vertebrar su proyecto Gran Serbio y obstaculizar así los procesos democráticos de autodeterminación de las naciones yugoslavas, era encumbrado como un «estadista de
paz» junto al difunto pancroata Franjo Tudjman, mientras
las fosas comunes seguían aun frescas. .
EN ESPERA AÚN DE CASTIGO A LOS CULPABLES
iez años después, el TPIY
no ha condenado más que a
seis de los 19 inculpados, y los
dos presuntos principales responsables siguen en busca y
captura.
Huidos. El responsable político
de los serbios de Bosnia,
Radovan Karadzic, y el jefe militar de las milicias serbias de
Bosnia, Ratko Mladic, inculpados ambos por genocidio por
haber llevado a cabo una campaña de limpieza étnica contra
los no serbios. Karadzic se hallaría en el este de Bosnia, cerca
de la frontera con Serbia y con
Montenegro. Mladic estaría refugiado en Serbia.
Zdravko Tolimir, antiguo miem-
D
bro de la alta comandancia de
las milicias serbias de Bosnia,
acusado de crímenes de guerra
y contra la humanidad por su
presunta responsabilidad en la
deportación de los habitantes de
Srebrenica.
Juzgados. El de más alto rango
es Radislav Krstic, el general
que dirigió el ataque contra el
enclave. Purga una condena de
35 años de prisión. Le siguen el
coronel Vidoje Blagojevic (18
años), Dragan Jokic (9 años), y
los oficiales Dragan Obrenovic
(17) y Momir Nikolic (27). El soldado Drazen Erdemovic, que se
declaró culpable, salió de prisión
tras cumplir cinco años.
Procesados. El ex presidente
yugoslavo Slobodan Milosevic,
acusado de genocidio, crímenes
de guerra y contra la humanidad
en las guerras de Bosnia,
Croacia y Kosovo.
En espera de proceso. Los oficiales Vinko Pandurevic, Ljubomir
Borovcanin, Vujadin Popovic,
Drago Nikolic y Ljubisa Beara, por
planificar y las ejecuciones.
Los generales Milan Gvero y
Radivoje Miletic, por impedir la
llegada de ayuda humanitaria. El
capitán Milorad Trbic, por haber
participado personalmente en
los traslados y ejecuciones.
Mocilo Peresic, jefe del Estado
Mayor yugoslavo, por ayuda
logística a los autores de la
masacre.
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Legitimación del genocidio
El proceso de pacificación de Dayton sirvió para detener los enfrentamientos
bélicos pero sancionó y legitimó la limpieza étnica como instrumento válido
para la vertebración de proyectos políticos. La cantonalización de Bosnia
Herzegovina premiaba a los genocidas y
no permitía en la práctica que los miles
de desplazados en virtud de las «operaciones de homogeneización étnica»
regresaran a sus hogares. Fue el coste
de la paz, alegría de muchos, pero pan
coyuntural. Los agravios generadores
del conflicto siguen latentes, y en gran
parte «gracias» a que las consecuencias
de aquellas políticas genocidas no fueron reparadas.
Dayton fue además fruto exógeno del
enfrentamiento geopolítico entre la francofonía y la anglofonía a nivel planetario.
Incapaces los europeos de imponer el
plan Vance-Owens ( muy parecido al de
Dayton en cuanto a su filosofía cantonalizadora), Francia estaba además rabiosa ante la expansión anglófona que llevaba a los tutsi al poder en Ruanda y
derrocaba a Mobutu en Congo. La imposición de Dayton como «plan de paz»
viable por EE.UU tras la más que premeditada, secreta y determinante ofensiva croata, fue la guinda que demostraba el claro retroceso del caduco «Imperio» francés. Un claro «gol» por la
escuadra de Clinton a Francia en esa particular confrontación planetaria, y de paso a la entonces incipiente UE.
Una década después la «Comunidad Internacional»
homenajea a las víctimas «del último genocidio sobre tierra europea», obviando la tragedia chechena, que por lo
visto se desarrolla en Marte o Júpiter. Homenajea a los
miles de musulmanes muertos por el «odio y el fanatismo que generan los nacionalismos» obviando también
que desde entonces centenares de miles de musulmanes han muerto y mueren a diario en el planeta, eso sí
«fuera de Europa». Homenajea a los «exterminados»
que en su momento pudo salvar. A las víctimas del entonces «estadista» y amigo Milosevic, «garante de la estabilidad de los Balcanes».
Así es. Esa Comunidad Internacional que hoy «juzga»
pomposamente a Milosevic y Perisic y «busca» a
Karadzic y Mladic es la misma que en su momento les
dejó hacer. La misma que en su momento les legitimaba
108
veía «con horror» pero siempre terminaba legitimando
las consecuencias.
Y por eso, los conflictos balcánicos contemporáneos, que
comenzaron en Kosova en 1988 y se expandieron a toda
la Federación Yugoslava, siguen vigentes. La «lección»
de Dayton animó a los albaneses de Kosova a recuperar
por las armas la soberanía en 1998. Hoy Bosnia, así
como Kosova o Macedonia siguen «pacificadas» con
como interlocutores al mismo nivel, la misma que les
encumbraba como «fuerzas regulares», «fuerzas armadas constitucionales», la misma que legitimó los resultados prácticos de la limpieza étnica en las Krahinas croatas, en Bosnia Central y en los enclaves surorientales
con un «plan de paz» firmado por los genocidas, que
pocos años antes se habían repartido el pastel bosnio
garabateando en una servilleta de papel de un caro restaurante
Practica habitual e impune
Entre 1990 y 1996 la limpieza étnica fue utilizada como
práctica habitual en muchos conflictos, tanto balcánicos
como caucásicos o africanos. Karabaj, Abjazia, Osetia
del Norte, Ingushetia, Ruanda, Burundi. Chechenia...
decenas de conflictos se gestaron en torno a dicha práctica, y en la mayoría de ellos sus resultados fueron legitimados por los procedimientos de pacificación ulteriores.
Fueron «lección operativa» que animó a muchos por sus
réditos e impunidad. La Comunidad Internacional, los
pinzas, mientras los mimbres que pueden resucitar la
confrontación nunca han sido desenredados.
Diez años después de la masacre de Srebrenica, 60
años después del final de la II Guerra Mundial, las potencias vencedoras de aquella confrontación mundial son en
su mayoría las que rigen el Orden Internacional. Son las
que en los homenajes y actos protocolarios derraman
lágrimas de cocodrilo y, obviando evidentes pasajes de la Historia que les comprometen como
cooperantes necesarios en decenas masacres y
matanzas, moralizan hipócritamente sobre el
Bien, la Paz, la Democracia y la Libertad, sin
reparar honestamente en que hoy, son sus políticas hegemónicas las que generan violencia,
terror y genocidio cotidiano como lo fueron hace
10 años en Srebrenica y Zepa.
Las Srebrenica y Zepa del 2005 están en Irak, en
Congo, en Colombia, en Chechenia, pero como
entonces las «Comunidad Internacional» aplica el
doble rasero en función de sus intereses geoestratégicos, económicos o políticos. De ahí que en
realidad los fastos de este lúgubre 11 de julio no
sean los que en coherencia con la Historia debieran haberse celebrado, ya que ni «in memorian»,
ni por su «historial» en aquel conflicto, ni por su
trayectoria, ni por su actual quehacer; EE.UU, sus
aliados y las instituciones que controlan, desde la
ONU, al Tribunal Penal para la ex Yugoslavia, tienen legitimidad para adoctrinar, juzgar o condenar a nada ni a nadie.
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D E
CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
FUE LA FOTO que
hace 10 años conmocionó al mundo,
pasivo ante el
genocidio cometido por los serbios
contra musulmanes de la antigua
Yugoslavia.
La
mujer se llamaba
Ferida. Sus hijos
han
vuelto
a
Srebrenica para
explicar el acto
desesperado que
cometió su madre
LA VERDAD DE LA AHORCADA
Unos niños la encontraron
aquella mañana y avisaron al reportero Darko Bandic, que sólo disparó dos veces su cámara pensando que la imagen no interesaría a los responsables de la agencia AP.
Fátima Osmanovic sólo conserva una fotografía de su
madre. No tiene fuerzas para mirarla. Hace nueve años,
cuando ella tenía 10, le echó una mirada fugaz. Desde
entonces, cada vez que cierra los ojos y piensa en su
madre, esa imagen es la única que se le aparece. Fátima
es incapaz de recordar la cara de su madre o sus gestos.
Todo lo que le ha quedado de ella es esta fotografía, en la
que se ve a su madre con un vestido blanco y una rebeca de lana, colgada de un árbol con un lazo corredizo al
cuello, confeccionado con un cinturón y su chal trenzados
entre sí. Fátima y su hermano Damir se sintieron espantados ante su propia reacción al ver la foto. Aquello destruyó todos sus recuerdos más queridos.«Todavía me
siento incapaz de representarme mentalmente a mi
madre», dice Fátima, en un susurro.
La foto de Ferida Osmanovic se publicó en las primeras
páginas de todos los periódicos del mundo muy poco después de la caída de Srebrenica, el 11 de julio de 1995.
Desató una serie de interpelaciones en el Senado de los
Estados Unidos. ¿Cómo se llamaba aquella mujer, de
dónde era, qué humillaciones y perversiones había sufrido? ¿Había sido violada quizá, o había presenciado el
asesinato de sus seres queridos?
110
En una reunión con el entonces presidente Bill Clinton, el
vicepresidente Al Gore sacó a colación esta noticia, publicada en la primera página del Washington Post. «Mi hija
de 21 años me ha hecho preguntas sobre esta foto. ¿Qué
puedo decirle? ¿Cómo es posible que ocurran estas
cosas y que nosotros no hagamos nada? Mi hija está
asombrada de que el mundo permita que ocurran estas
cosas. Yo también lo estoy».
Aquella fotografía se convirtió en un símbolo. Se dio por
supuesto que la ciudad de Srebrenica, bajo la protección
de la ONU, gozaba de la consideración de «zona de
seguridad», pero terminó siendo precisamente el escenario del único caso de genocidio ocurrido en suelo europeo
que ha llegado a probarse judicialmente desde la
Segunda Guerra Mundial. Ahora que se acerca el décimo
aniversario de la matanza de más de 7.000 musulmanes,
Fátima y Damir han regresado a su antiguo hogar en
Srebrenica por primera vez desde entonces para contar la
historia que hay detrás de aquella fotografía.
Damir, de 23 años, y Fátima, de 20, son bosnios de religión musulmana; idénticos, desde el punto de vista étnico, a los serbios y croatas con los que comparten territorio. Todos ellos son eslavos del sur. Todos hablan el
mismo idioma. La única diferencia entre ellos es la reli-
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gión. A los de Bosnia los califican,
medio en broma, como los peores
musulmanes del planeta. Muchos no
son
especialmente
religiosos.
Muchos comen carne de cerdo,
beben alcohol y rara vez acuden a la
mezquita. Las chicas llevan pantalones Levis y zapatillas Nike.
Fátima es menuda y delgada, y tiene
una cálida mirada en sus ojos de
color oscuro y una sonrisa franca. A
primera vista, parece más enérgica y
más extrovertida que su hermano. En
principio era muy reacia a volver a
Srebrenica. Con anterioridad sólo
había estado en la ciudad una vez, el
año pasado, para firmar unos documentos, y comentaba que no sabía si
iba a encontrarse con fuerzas y valor
suficientes para volver. Sin embargo,
Damir encuentra catártica la experiencia.
Sentada en el monumento conmemorativo de la antigua base de las
Naciones Unidas en Potocari, Fátima
no puede seguir controlando las emociones que lleva todo el día tratando
de reprimir. A sus espaldas hay 1.300
tumbas. En julio se procederá a la
inhumación de otros 500 de los 7.000
hombres y niños que perdieron la
vida aquí. Fátima y Damir sueñan con
que se encuentren los restos de su
padre para que, junto con los de su
madre (ya han solicitado que sean
exhumados de su tumba en Tuzla),
puedan recibir aquí la adecuada
sepultura.
«Al verme en este lugar -afirma
Fátima- me pongo furiosa. ¡Es que no
puedo creer que nos haya ocurrido
todo esto a nosotros y a todas esas
otras familias! Cuando hemos estado
en la casa en la que vivíamos aquí, en Srebrenica, he
sentido como si tuviera detrás de mí a mi madre y a mi
padre. Ha sido como una vuelta atrás. La verdad es que
no he hecho ningún esfuerzo por olvidar a mi madre y a
mi padre. Siempre los he tenido en mi corazón».
Odio hacia su madre
Dice Fátima que, durante todos estos años, ha sentido
odio hacia su madre. «He hecho todo lo posible -explica-
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por convencerme de que no le
quedó más remedio que terminar así..., pero no lo he conseguido. A medida que me he ido
haciendo mayor, he dejado de
echarle las culpas de nada. He
llegado a darme cuenta de que
mi madre estaba fortísimamente unida a mi padre. Ella le quería con locura. Quizás no pudo
soportar que la separaran de
él. Quizás se lamentara de no
haber dejado a mi padre escapar por el bosque mucho antes
y quizás se sintiera culpable
por haberle empujado a presentarse en la base de la ONU,
por haber depositado su confianza en la comunidad internacional y haber conducido a su
marido a la muerte».
Al igual que su hermana, Damir
se sentía al principio reconcomido de rabia por el suicidio de
su madre. «Sí, al principio yo
sentía una especie de odio...
Sin duda alguna, para nosotros
fue muy duro que aquella foto
saliera publicada, pero en cierto sentido no estuvo mal, porque así todo el mundo pudo ver
los horrores que estaban ocurriendo aquí».
Fátima y Damir pasaron los
años de su primera infancia en
una minúscula aldea llamada
Jezero, a unos 30 kilómetros al
sudeste de Srebrenica y a sólo
cinco kilómetros de la frontera
serbia.El pueblecito está colgado en la falda de una montaña.
Abajo, el río Drina corre verde e
impetuoso, mientras detrás se
levantan los montes de Serbia. Fátima, que vivió aquí
hasta los siete años, apenas recuerda nada. “Parece
como si esta infancia horrorosa que he tenido me haya
hecho olvidar los momentos de felicidad que sin duda
debí de disfrutar aquí”.
Debido a su proximidad de la frontera Serbia, Jezero fue
uno de los primeros lugares objeto de «depuración racial»
en 1992.Grupos de soldados y paramilitares procedentes
de Serbia cruzaron la frontera para expulsar a los musulmanes. El objetivo era que el presidente Slobodan
111
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Milosevic hiciera realidad su sueño de
crear «la gran Serbia».
El primer miembro de la familia que cayó
fue un tío de Fátima y Damir, de 28 años,
al que mataron mientras recolectaba el
maíz.Los Osmanovic recogieron sus pertenencias y huyeron al noroeste.
Durante algunos meses los Osmanovic
vivieron con otras familias musulmanas en
otro pequeño pueblecito, pero temían que
empezara a escasear la comida atrapados
en una zona en la que se estaba multiplicando rápidamente el número de soldados
serbios. Les llegaron rumores de que
había refugiados que se estaban concentrando en Srebrenica y decidieron sumarse
a ellos.
Tan pronto como pusieron pie en la antigua
capital de las minas de plata, se encontraron con que estaba invadida por decenas
de miles de refugiados. Prácticamente no
había nada que llevarse a la boca.
Faltaban medicinas para los heridos que
había en el hospital. Los habitantes de Srebrenica habían
acaparado toda clase de alimentos. La población de la
ciudad, en otros tiempos relativamente próspera, era
aproximadamente de unos 9.000 habitantes antes de la
guerra. En marzo de 1993, se habían apelotonado en ella
más de 60.000 musulmanes no combatientes. Muchos de
ellos dirigían la vista hacia las montañas que rodeaban la
ciudad y se daban cuenta de lo que Srebrenica había pasado a ser: una prisión a gran escala.
La promesa del general
En un principio, los Osmanovic pudieron considerarse
afortunados.Un primo suyo había abandonado la ciudad
cuando empezaron los combates, gracias a lo cual la
familia y una veintena más de parientes gozaron del lujo
de tener un techo. Fátima está de pie en lo que era el
cuarto de estar, haciendo un esfuerzo sobrehumano por
no llorar. Damir recuerda los largos días del asedio. «Mi
padre era muy listo. Fabricaba pequeñas guitarras y cajas
de cigarros con maderas viejas. Luego las vendía para
sacar algo de dinero».
Los serbo-bosnios, apoyados por soldados, carros de
combate y artillería de Serbia no dejaban de atacar el
enclave. El jefe de las Fuerzas de Protección de las
Naciones Unidas, el general francés Philippe Morillon
decidió comprobar por sí mismo lo que estaba ocurriendo.
Cuando llegó, se vio rodeado por mujeres y niños enloquecidos. Su promesa de entonces le persigue aún, a él
112
D E
y a la ONU: «Desde este momento -anunció en plena
calle, megáfono en mano- están ustedes bajo la protección de las Naciones Unidas.Yo nunca les abandonaré a
su suerte».
Un mes después, el 16 de abril de 1993, el Consejo de
Seguridad de la ONU aprobaba una resolución que declaraba Srebrenica zona de seguridad. La ciudad iba a ser
desmilitarizada y, a cambio, se enviaría allí a soldados de
la ONU. Los Osmanovic recibieron esta noticia con gran
alegría. «Todo el mundo lloraba y reía a la vez -recuerda
Damir- y todos daban saltos sin parar y se abrazaban
unos a otros».
Sin embargo, vivir en una «zona de seguridad» no implicaba garantía alguna. A principios de julio de 1995, los
combates se volvieron a intensificar. La comunidad internacional hizo un intento de negociar con el general Ratko
Mladic, comandante en jefe del ejército serbo-bosnio, y
con Radovan Karadzic.
Selman Osmanovic creyó que sólo tenía una oportunidad
de sobrevivir: unirse a los 15.000 hombres que estaban
tratando de escapar de los serbios y emprender de noche
una caminata para atravesar los montes y los valles boscosos y cubiertos de niebla del Este de Bosnia. La ruta
había llegado a ser conocida con nombres como «el sendero de las lágrimas» y «el maratón de la muerte».
Su mujer, Ferida, le suplicó que no fuera. Las montañas
estaban sembradas de minas. Los soldados serbios
conocían los caminos que había de tomar aquella fila de
hombres, de más de 15 kilómetros, que debía cruzar, en
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su intento de llegar a territorio del gobierno bosnio, a más de 60 kilómetros de distancia.
Entre sollozos, Ferida comentó que lo mejor era
que la familia se mantuviera unida. Propuso presentarse en el cuartel general del batallón holandés, instalado en una antigua fábrica de la localidad de Potocari, a poco más de tres kilómetros
del centro de Srebrenica. Aunque las fuerzas de
pacificación allí destacadas eran escasas en
número y sólo disponían de armas ligeras,
Ferida convenció a su marido: «Allí tendremos
puestos en nosotros los ojos de todo el mundo.
La ONU y la OTAN acudirán a nuestro rescate,
tal y como nos han prometido».
Al amanecer del 11 de julio de 1995, la familia se
unió a la marea de refugiados que se dirigían al
norte. Había viejos ayudándose con bastones.
Ancianas que no cesaban de gemir y lamentarse.Madres jóvenes cargadas de maletas e hijos.
Encontraron cerradas las puertas de la base de Naciones
Unidas. Alrededor de 5.000 personas se habían metido
por un agujero hecho en la valla; otros 20.000 permanecían fuera, en estado de histeria. Por dos veces intentó
Selman escapar a través del bosque y las dos se vio obligado a retroceder ante una lluvia de obuses.
Tan pronto como los soldados serbios hicieron su entrada
triunfal en Srebrenica, pusieron en ridículo a la ONU y su
«zona de seguridad» porque, ayudados por las propias
fuerzas de pacificación internacionales, empezaron a
separar a todos los varones de entre los 17 y los 70 años
para «ser interrogados como sospechosos de crímenes
de guerra». A la mañana siguiente, unos autobuses se llevaron a las mujeres y a los niños a Tuzla.
«Nosotros cuatro echamos a andar hacia los autobuses.
Las mujeres no paraban de gritar. Yo me agarré a mi
padre porque siempre tenía la sensación de que, pasara
lo que pasara, el me defendería...Los chetniks [serbios] se
habían alineado a ambos lados de la carretera. Justo
cuando estábamos a punto de subir al autobús, echaron
mano a mi padre. Le apuntaron con sus armas y le conminaron a que se uniera a los demás hombres. Yo no
quería separarme de él, así que empecé también a andar
hacia los otros. Sin embargo, mi madre saltó del autobús
y, entre gritos y sollozos, consiguió arrancarme de mi
padre. Yo me abracé a él y le di un beso, aunque nunca
pensé que jamás lo iba a volver a ver».
Aquella noche, y durante los cinco días siguientes, alrededor de Srebrenica no se oyeron más que gritos de hombres y de muchachos a los que mutilaban y martirizaban,
los gritos de mujeres y niñas a las que violaron. Damir y
Fátima recuerdan que su madre se volvió como trastornada. «En un determinado momento empezó a repetir
una y otra vez 'ya viene mi marido, ya viene mi marido',
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pero quizás fuera entonces cuando se dio cuenta de que
jamás iba a volver», cuenta Damir.
«Luego mi madre nos dijo que nos quedáramos allí.
Cuando al día siguiente nos despertamos, no la vimos por
ninguna parte. Durante dos días estuvimos buscándola
por todo el campamento, llamándola a voces, pero no
conseguimos dar con ella».
No lejos de ellos, otros niños habían encontrado el
cuerpo de una mujer joven, con un vestido blanco y
una rebeca roja, colgando de un árbol del bosque que
rodeaba el aeródromo. Avisaron a un fotógrafo, Darko
Bandic, que sólo disparó dos instantáneas porque no
estaba seguro de que quisieran una foto así los responsables de la sección de fotografía de su periódico.
Nadie sabía de quién se trataba. Como dijo el
Guardian al día siguiente, «nadie lloró por ella cuando
la policía descolgó su cuerpo y sólo un único agente,
visiblemente aburrido, veló el cadáver mientras yacía
abandonado a las puertas del campamento».
«Desconocida tuzla»
Al final, la policía enterró el cadáver de aquella mujer en
una tumba anónima junto a la linde del campamento de
refugiados.En una tablilla de madera escribieron sencillamente: «Desconocida, Tuzla». Tuvieron que pasar seis
meses para que Fátima y Damir descubrieran, cuando un
periodista norteamericano les enseñó la foto, lo que había
sido de su madre. La primera vez que los niños visitaron
su tumba, escribieron el nombre de la madre en una lápida de piedra con un rotulador. Cuando volvieron, varios
meses después, no podían encontrar la tumba. Ahora que
la han hallado, sólo esperan conseguir reunirla, bajo tierra
y bajo la Historia, con el hombre al que amó.
113
G U Í A
Alrededor de 50.000
supervivientes, invitados
y dignatarios se reunieron
el 11 de julio en la localidad bosnia de Potocari,
cerca de Srebrenica, para
recordar y homenajear a
las víctimas de la peor
matanza en Europa desde
la
Segunda
Guerra
Mundial, y para enterrar
los cuerpos de 610 personas recientemente identificadas. Mientras los familiares pasaban ante los
ataúdes antes de ser enterrados, un altavoz retransmitía la oración musulmana por todo el valle.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
El reconocimiento de los fallos internacionales en la protección de los musulmanes de Srebrenica
y la exigencia de la captura de los principales acusados de la matanza marcaron el 11 de julio de
2005 el décimo aniversario del genocidio.
LA ONU ADMITE «GRAVES ERRORES» EN EL ANIVERSARIO
DE LA MATANZA DE SREBRENICA
a tragedia de Srebrenica siempre será una mancha
oscura en la historia de la ONU», indicó en la conmemoración Mark Brown, el enviado especial del secretario
general de las Naciones Unidas, Kofi Annan. Admitió que
la ONU cometió «serios y graves errores» y no logró proteger a los musulmanes de Srebrenica en julio de 1995
ante la irrupción de las tropas serbobosnias en ese enclave protegido por cascos azules de la organización internacional.
Unos 8.000 varones musulmanes fueron asesinados tras
la conquista de Srebrenica por el Ejército serbobosnio,
unos meses antes del fin de la guerra (1992-1995).
«Los principales culpables, no obstante, son aquellos
que organizaron y efectuaron la masacre», agregó el
enviado de Annan en referencia a que siguen prófugos
los ex líderes político y militar serbobosnios Radovan
Karadzic y Ratko Mladic, respectivamente.
L
114
Ambos están acusados por el Tribunal Penal
Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) de genocidio
en relación a la matanza de Srebrenica, además de otros
crímenes cometidos durante el conflicto bosnio.
Conmemoración en Potocari
A la conmemoración en el centro memorial de Potocari
asistieron decenas de miles de personas y unas cincuenta delegaciones de países y organizaciones internacionales, incluidos los tres copresidentes de Bosnia y los
presidentes de Croacia y de Serbia, Stjepan Mesic y
Boris Tadic, respectivamente.
En la ceremonia se registró un incidente, cuando el activista musulmán Ibran Mustafic apareció de manera no
anunciada en la tribuna y en una breve alocución, que
dijo pronunciar en nombre de las víctimas, llamó a la eli-
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ser ejecutados en un
almacén cercano. «Ahí
fue donde dispararon a
entre 1.000 y 1.200 bosnios musulmanes en dos
o tres horas. Estamos
hablando de una ejecución en masa con armas
automáticas»,
indicó
Amor Masovic, director
de
la
Comisión
Musulmana para las
P e r s o n a s
Desaparecidas.
El alcalde de Srebrenica,
Abdurahman
Malkic,
instó en la conmemoración a la comunidad
internacional a ayudar el
desarrollo de esta ciudad. «Si no pudieron
impedir el genocidio,
ayúdenos a vivir en el
futuro en paz y en tolerancia», pidió.
minación del «producto del genocidio», en clara alusión al ente
autónomo serbobosnio, formado
conforme al acuerdo de paz.
Varias decenas de jóvenes musulmanes vistieron ayer camisas
blancas con la inscripción «¿Es
crimen defender su pueblo?»
debajo de la foto de Naser Oric,
antiguo comandante de las tropas
musulmanas de Srebrenica, que
está siendo procesado por el TPIY
por crímenes de guerra contra serbios locales.
En el centro memorial de Potocari
recibieron ayer sepultura otras 610
víctimas identificadas de la masacre, después de que en los años
pasados en ese lugar fueran enterradas otras 1.327 personas.
Los dignatarios visitaron una fosa
común recientemente abierta
cerca de Srebrenica, donde vieron
los restos de unos 30 víctimas que
fueron enterradas allí después de
«LA VERGÜENZA DE EUROPA. EL GENOCIDIO DE 8.106 PERSONAS ASESINADAS»
n el exterior del Centro para la
Memoria, las familias de los fallecidos desplegaron una pancarta enorme donde podía leerse: «La vergüenza de Europa, el genocidio. 8.106 personas asesinadas en Srebrenica».
Mientras los familiares pasaban
delante de los ataúdes, posados
sobre el suelo, antes de ser enterrados en el Centro para la Memoria de
las víctimas de Potocari, unos altavoces retransmitían la oración musulmana por el todo el valle.
«Ellos mataron mi vida entera y la
única cosa que quiero ahora es ver
que los culpables pagan por ello»,
afirmó Fatima Budic, de 60 años,
quien perdió a su hijo Velija cuando
sólo tenía 14 años. Su marido Ohran
y otro hijo que por aquel entonces
contaba 16 años, siguen desaparecidos.
Un superviviente de Srebrenica,
E
Hana Avdic, de 41
años, que vive
ahora en Charlotte,
en el estado estadounidense
de
Carolina del Norte,
llegó el 11 de julio a
Bosnia para enterrar a su hermano
Ahmo, que fue ejecutado
cuando
tenía 36 años.
«Es la primera vez
que
vuelvo
a
Srebrenica desde
entonces. Siempre quise volver, pero
no para una ocasión tan triste», manifestó Avdic.
Meira Ibisevic, cuyo marido Ohran fue
sepultado ayer, dijo a los periodistas
que recién ahora es consciente de
que su esposo ya no existe. «Ya es
tarde para todo, sólo puedo seguir
sobreviviendo», agregó la mujer, sentada al lado de la tumba de su marido
con su hija, que no podía dejar de llorar.
«Lo que sucedió en Srebrenica debió
haber sido impedido, y no andar
ahora rindiendo homenajes», dijo
Meira.
115
G U Í A
Diez años después de
que se cometiera el
mayor crimen en Europa
desde el fin de la II
Guerra Mundial, las víctimas de la masacre de
Srebrenica siguen sin
recibir justicia. No sólo
numerosos casos de
desapariciones todavía
no se han resuelto, sino
que los principales responsables de aquellos
hechos siguen libres y
sin responder de sus
actos ante un tribunal.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
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a los hombres de entre 12 y 77 años de edad para interrogarlos sobre presuntos crímenes de guerra.
Dos días después de la ocupación comenzaron las
matanzas en la vecina localidad de Kravica, mientras las
fuerzas de paz internacionales entregaban a los serbios
a nada menos que 5.000 musulmanes que se habían
refugiado en Potocari a cambio de 14 soldados holandeses tomados como rehenes.
Muchos prisioneros prefirieron suicidarse. Otros murieron
hacinados en un hangar mientras eran tiroteados. Un
testigo vio cómo una excavadora y tres camiones repletos de musulmanes se internaban en un bosque y volvían vacíos. Se calcula que, tras la toma del enclave, se
ejecutó sumariamente a más de 8.000 musulmanes.
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Un año después de la matanza, el Tribunal Penal
Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) dictó contra
los jefes político y militar serbobosnios, Radovan Karadzic y
Ratko Mladic, acta pública de acusación formal por genocidio, crímenes de lesa humanidad y de guerra.
Aministía Internacional, en declaraciones recogidas por
Europa Press, considera que este episodio es quizá la
más grave de las violaciones de Derechos Humanos que
perdura en Bosnia y Herzegovina.Y es que tanto el ex
presidente serbobosnio Karadzic como el ex general
Ratko Mladic, cuyo arresto queda ahora en manos de
Serbia, todavía no han sido sometidos a juicio ante un tribunal que les juzgue por las atrocidades cometidas hace
10 años en Srebrenica.
CERCA DE 50.000 PERSONAS RECUERDAN A LAS VÍCTIMAS DEL GENOCIDIO
TRAS LA TOMA DEL ENCLAVE, SE EJECUTÓ SUMARIAMENTE A MILES DE MUSULMANES.
SREBRENICA: CRÓNICA DE UNA MATANZA QUE SIGUE SIN
CASTIGO
n 1992, cuando comenzó la guerra de Bosnia
Herzegovina, el 75% de la población de esta desdichada localidad de los Balcanes era bosnia y de religión
musulmana, frente a un 25% que era serbia.Un año después, Srebrenica fue declarada, junto a Sarajevo y otros
cuatro enclaves, «zona de seguridad» por la ONU.
Una fuerza de 600 soldados holandeses mal armados,
encargada de proteger a esta ciudad, no impidió que,
entre el 6 y el 8 de junio de 1995, las fuerzas serbias sitiaran Srebrenica, en la que se habían refugiado decenas
de miles de civiles huidos de otras áreas arrasadas en el
noreste de Bosnia. El asedio resultó particularmente fácil.
Cuando empezaron los bombardeos, dirigidos contra los
centros de refugiados, los musulmanes pidieron a
Naciones Unidas que les entregara las armas confiscadas, pero la solicitud fue denegada.Mientras el comandante holandés, teniente coronel Tom Karremans, pedía
en vano apoyo aéreo a sus superiores en Sarajevo, miles
de refugiados seguían llegando a la ciudad.
Ante tanta insistencia por parte de Karremans, el comandante general de la ONU, el general Bernard Janvier,
E
116
accedió a enviar una ayuda que sirvió sólo para detener
temporalmente la ofensiva serbia. Contando ahora con
un apoyo aéreo de la OTAN, el comandante holandés
lanzó un ultimátum a las tropas enemigas.
Los serbios no se retiraron, pero el mando de la ONU en
Sarajevo informó a Karremans de que su solicitud de
apoyo aéreo había sido hecha de forma inadecuada.
Después de haber recibido otra petición, Janvier decidió
enviar a Srebrenica los aviones de la OTAN que, sin
embargo, puesto que carecían de suficiente combustible,
fueron desviados a Italia para repostar. En ese momento, la base holandesa en Potocari albergaba a 20.000
refugiados, sobre todo mujeres, niños y enfermos.
A primeras horas de la tarde, el jefe militar de los serbios
de Bosnia, el general Ratko Mladic, acompañado de las
cámaras de la televisión serbia, entró en Srebrenica. «Ha
llegado el momento de vengarnos de los turcos», fueron
sus declaraciones.Una vez ocupada la ciudad, comenzó
la tragedia.
Más de 20.000 mujeres y niños fueron deportados en las
siguientes 30 horas y los serbios comenzaron a separar
lrededor de 50.000 supervivientes, invitados y dignatarios se
reunieron el 11 de julio, justo una
década después de que se perpetró
el genocidio de Srebrenica, en la
localidad bosnia de Potocari, para
enterrar los cuerpos de 610 personas recientemente identificadas.
Al inicio de la conmemoración, el
miembro
musulmán
de
la
Presidencia tripartita de Bosnia,
Sulejman Tihic, abogó por que se
haga todo lo posible para que sean
capturados todos los inculpados por
la matanza de Srebrenica. «Los criminales de guerra no pueden ser
héroes, porque no tienen nacionalidad ni religión», afirmó.
Mientras los familiares pasaban
delante de los ataúdes, posados
A
sobre el suelo antes de ser enterrados en el Centro para la Memoria de
las víctimas, un altavoz retransmitía
una oración musulmana.
Además de los supervivientes y de
los invitados locales, a la ceremonia
asistieron también varios presidentes de los países de la región, como
el croata Stipe Mesic y el serbio
Boris Tadic, a pesar de que unos
supervivientes habían dejado claro
que el representante de Belgrado
no sería bienvenido.
Al acto acudieron también el arquitecto del acuerdo de paz que puso
fin a la guerra en Bosnia, Richard H.
Holbrooke, y el director del Banco
Mundial, Paul Wolfowitz.
Carla del Ponte, la fiscal general del
Tribunal Penal Internacional para
los crímenes en la ex Yugoslavia
(TPIY), no participó en la ceremonia
como protesta por que aún no se
han detenido a los principales responsables de la masacre.
Los dignatarios visitaron una fosa
común recientemente abierta
cerca de Srebrenica, donde vieron
los restos de unas 30 víctimas que
fueron enterradas allí después de
ser ejecutadas en un almacén cercano.
«Ahí fue donde dispararon a entre
1.000 y 1.200 bosnios musulmanes en dos o tres horas. Estamos
hablando de una ejecución de
masa con armas automáticas»,
indicó Amor Masovic, director de
la Comisión Musulmana para las
Personas Desaparecidas.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Unas 6.000 personas están huyeronel pasado mes de julio del norte del país, donde el último
enfrentamiento entre los clanes locales se cobró al menos 76 vidas.
KENIA: GUERRA A MUERTE ENTRE TRIBUS
l menos 76 personas resultaron muertas a machetazos y disparos en Turbi, una aldea del nordeste de
Kenia, en la mayor matanza registrada en el país desde
la independencia. Los supervivientes
denunciaron que centenares de asaltantes, armados con machetes, fusiles
de asalto, granadas, arcos y flechas,
atacaron dos poblados y una escuela
de primaria el martes pasado. Las víctimas fueron en su gran mayoría mujeres y niños.
Los cadáveres, alineados sobre la
arena, estaban cubiertos de sangre y
había cargadores de balas esparcidos
por los suelos alrededor de los poblados de chozas. En total, se prepararon
seis fosas comunes, aunque un cuerpo fue dejado entre los arbustos.Se
trata de uno de los asaltantes. «Lo
dejaremos a las hienas», afirmó Guy
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Roba, un agente keniano.
Las Fuerzas del Orden han enviado a la zona helicópteros y tropas de refuerzo para capturar los asesinos e
impedir que haya nuevos actos de violencia.
Según la versión facilitada por los
supervivientes, el ataque se desencadenó cuando entre 200 y 500 individuos de la tribu Borana redujeron a los
guardias de seguridad de Turbi, cuya
población pertenece en su mayoría al
clan Gabra, y abrieron fuego contra las
viviendas y la escuela. Una abuela ha
declarado que una niña de sólo tres
años está ingresada en un hospital con
un profundo tajo en la garganta, porque los asaltantes trataron de cortarle
la cabeza.
Miembros del Gobierno informaron de
que policías y soldados kenianos, con
el apoyo de tres helicópteros, estaban siguiendo la pista
de los autores de la matanza, cerca de la frontera con
Etiopía.
La policía afirmó considerar el ataque como un acto de
bandidaje.Sin embargo, los habitantes del lugar han
asegurado que el asalto había sido llevado a cabo por
la tribu de los Boranas contra la de los Gabras, dos
clanes rivales que se disputan las tierras, el agua y los
pastos de la zona.
Esta teoría cobró fuerza cuando un misionero informó de
que 10 personas habían sido asesinadas a unos 30 kilómetros de Turbi.Las víctimas, que estaban viajando en
autobús, detuvieron su marcha al ver que la carretera
estaba cortada por piedras amontonadas.Unos hombres
armados aparecieron y preguntaron a qué tribu pertenecían los ocupantes del vehículo. «Borana», contestó el
misionero.
Fue entonces cuando «obligaron a seis adultos y cuatro
niños a bajar del autobús y les mataron», aseguró el
único superviviente, quien precisó que «esta matanza ha
sido en venganza».
«¿El Kenia de hoy puede transformarse en el Ruanda de
1994?», se preguntaba el diario local The Nation, aludiendo a los frecuentes enfrentamientos en el norte de un
país caracterizado por un clima semiárido, fuertes sequías y décadas de subdesarrollo y de abandono gubernamental. Desde diciembre se han intensificado los episodios de violencia entre las tribus. «Hay indicios de que
unas 6.000 personas están
huyendo», indicaron desde la
Cruz Roja Keniana.Las autoridades de Kenia se han mostrado impotentes para restablecer
la normalidad. Un informe del
año 2003 calculaba que en el
país había más de 150.000
armas sin la debida licencia.
La brutal violencia que se está
registrando en Kenia hace que
que las personas abandonen
sus aldeas. El riesgo es que en
la región se repita lo que en
Darfur -donde dos millones de
personas se vieron obligadas a
huir y otras 200.000 murierones hoy una triste realidad. El
éxodo desde el norte de Kenia
ya ha empezado.
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El RIF, una región inhóspita marroquí,
sufre una enfermedad además de la
miseria. Los tumores son más frecuentes que en otros lugares. Dicen que es
por los bombardeos con armas químicas del Ejército español en 1921. Pero
también allí Hasán II reprimió la rebelión con napalm.
EL EJÉRCITO ESPAÑOL FUE EL PRIMERO DE LA HISTORIA EN
USAR ARMAS QUÍMICAS CONTRA LA POBLACION CIVIL
i padre Ahmed falleció hace dos años por un cáncer
de garganta; un hermano suyo, mi tío Abdelaziz,
murió en el 2002 por uno de pulmón y mis primos Hamito
y Hassan también han muerto por cáncer sin cumplir los
50 años. Si alguien dice que esto es normal y que aquí
no pasa nada, que vaya a cualquier puerta del Rif al azar,
que llame y pregunte cuantos casos de cáncer ha sufrido esa familia y se sorprenderá».
Rachid Raja lleva años clamando en el desierto por la
¿mala suerte? de su familia. Los interrogantes obedecen
a las sospechas que tienen los habitantes de esta inhóspita región del norte de Marruecos de que el alto número
de casos de cáncer registrados en la zona se debe a la
utilización de armas químicas por parte del ejército español entre 1921 y 1925. Y también, aunque son menos
quienes se atreven a decirlo, por el Napalm utilizado por
el rey Hasán II para reprimir a sus súbditos rifeños a finales de los años 50.
Rachid es el dirigente del Congreso Mundial Amazig -la
lengua nativa de los rifeños-, con sede en París, que
aglutina a gran parte del movimiento bereber, y el impul-
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sor de la reunión que el pasado 5 de julio mantuvieron en
Nador una treintena de asociaciones rifeñas para denunciar al mundo la situación sanitaria que padecen.
Estas organizaciones acordaron pedir al Gobierno español que reconozca el uso de armas químicas -gas mostaza, en concreto- sobre los rifeños, que se les pida perdón por ello y que la reparación de aquel daño se traduzca en inversiones para la escasa red sanitaria existente en la zona, además de un estudio serio sobre si
aquellas armas químicas son el origen de ese cáncer.
Coincidiendo con esta reivindicación, el pasado martes,
Joan Tardá, portavoz de Esquerra Republicana de
Catalunya, (ERC), en el Congreso de los Diputados, presentó una proposición no de ley a la Cámara recogiendo
estas propuestas e instando al Gobierno español «que
reconozca su responsabilidad y se comprometa con la
organización y celebración de actos de reconciliación ,
fraternidad y solidaridad con las víctimas y sus descendientes».
España nunca ha negado que usara armas químicas
contra los rifeños durante la Guerra de Marruecos, pero
tampoco lo ha reconocido abiertamente. De hecho, es el
primer ejército de la historia que utilizó estas armas sobre
la población civil. Los precursores -contendientes en la I
Guerra Mundial- utilizaron el gas mostaza sólo en la línea
del frente marcado por las propias trincheras.
Del lado hispano uno de los testimonios mas valiosos de
la época y en el que se han basado muchos investigadores actuales, está en los escritos autobiográficos del
piloto Ignacio Hidalgo de Cisneros, publicados en el libro
Cambio de rumbo. Hidalgo estaba destinado en Melilla y
era el piloto del único avión, el Farman Goliat, que
España tenía en la zona capaz de cargar suficiente munición como para hacer un ataque serio sobre el enemigo.
«En aquellos días me tocó realizar una faena verdaderamente canallesca que me proporcionó el vergonzoso y
triste privilegio de ser el primer aviador que tiró iperita
desde un avión. Es curioso los años que tuvieron que
pasar para que me diese cuenta de la monstruosidad
que cometía tirando gases a los poblados moros»,
recuerda el aviador. Las bombas, de 100 kilos cada una,
procedían del arsenal de Cartagena y se hizo cargo de
ellas el entonces capitán Planell (que fue después ministro de Industria con Franco), al que se le dio el rimbombante título de jefe de la guerra química.
El revés que las fuerzas españolas sufrieron en Annual,
hizo que la cúpula militar buscara desesperadamente
algo para dar un final rápido al conflicto. La guerra química parecía la solución.
«Parecía confeti»
El primer objetivo con el que los aviadores españoles
estrenaron el gas mostaza fue una pequeña posición elevada, desde la que su guardia freía a tiros a los aparatos
españoles en cuanto tenían el mínimo despiste.
«Hicimos la pasada bastante bajos y metimos cuatro
bombas en la posición», relata Hidalgo de Cisneros. Al
día siguiente el piloto realizó, impaciente, una patrulla de
reconocimiento para comprobar los efectos de la iperita y
el resultado fue desolador: «Nuestra sorpresa fue inmensa cuando vimos, no sólo que la posición estaba entera,
sino a los moros de la guardia paseándose por ella, como
si en vez de iperita les hubiésemos tirado confeti».
La alternativa, según el piloto, fue atacar los zocos semanales de las diferentes cábilas. Estos mercados populares eran aprovechados por las fuerzas de Abdelkrim para
reclutar nuevos efectivos y organizar más ataques. El
problema es que estos zocos atraían al mismo tiempo a
los niños, mujeres y ancianos de la comarca.
Tras dejar caer durante varios días unas 60 bombas, los
resultados no eran mejores. «Parecía que los moros
hacían gárgaras con la iperita», describe Hidalgo. Entre
el personal de tierra de la base, rápidamente comenzó a
propagarse la mofa y las bromas sobre estos «temibles
guerreros químicos». Cuando veían que se preparaba el
Goliath para el ataque, todos recomendaban a sus pilotos que tiraran botellas de gaseosa -entonces, la fabricada en Melilla tenía muy mala fama- para destrozarles los
estómagos a los enemigos.«Pero las bromas se terminaron cuando un mal día una de estas bombas de gas
mostaza, se rompió durante su manipulación en la base,
sin llegar a estallar. El resultado fueron mas de 20 bajas.
Algunos tenían quemaduras atroces», recuerda Hidalgo.
Hoy, el asunto no admite bromas. «Todas las familias rifeñas tenemos dos cosas en común: al menos un emigrante y varios muertos de cáncer», comenta Omar
Khanfour, que lleva cuatro años luchando contra el tumor
que le diagnosticaron a su hijo Abdellah. Y, es que, en el
Rif para vencer al cáncer se necesita un plus de heroicidad y algo más que suerte. Consiguiendo un diagnóstico
a tiempo en la pobre red sanitaria de la zona, quedan
todavía por delante los cientos de kilómetros de infernal
carretera que separan a Nador y Alhucemas de Rabat,
donde están los únicos centros especializados en oncología de Marruecos, uno para adultos y otro infantil.
Una vez confirmado el diagnóstico por especialistas de
Rabat, queda ahora el tratamiento en un país que carece de Seguridad Social y en el que sus ciudadanos tie-
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todavía sobre el terreno, con un equipo de especialistas
que sean capaces de aclarar cual es la realidad del asunto y espero que empiece a trabajar el próximo año».
«Todo eso son palabras. Nosotros denunciamos también
la pasividad y corresponsabilidad de Marruecos con este
tema. Los datos se maquillan y se minimizan porque
nuestro gobierno nunca ha querido hacer una investigación a fondo y no creo que lo vaya a hacer ahora. No les
interesa porque si se hiciera un estudio científico podría
destapar también los efectos de la represión que sufrió el
Rif en 1958 y 59, en los que se llegó a usar el Napalm
contra poblados enteros», asegura indignado Rachid
Raja.
A este respecto, el especialista melillense en temas
militares Santiago Domínguez asegura que «el Rif
ardió por los cuatro costados por los efectos del
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Napalm en la represión de las revueltas del 58, que
estuvo dirigida personalmente por Hasán II, entonces
príncipe heredero». Según Domínguez están más que
demostrados los efectos cancerígenos del Napalm y
además su utilización en el Rif es mucho más reciente,
pero esto es un tema tabú en Marruecos y nadie se
atreve a hablar de ello.
También en España existe un silencio oficial sobre el
tema del 58 y toda la documentación está clasificada.
«No creo que la iperita tenga algo que ver con el cáncer después de tanto tiempo.Si esto fuera así hoy no
existirían los belgas y la mitad de los europeos, pues
los alemanes en la I Guerra Mundial sembraron el
suelo de Bélgica con gas mostaza, en especial en el
frente de Iper, que es el que da nombre a este arma»,
añade Domínguez.
DEL GAS “MOSTAZA” AL NAPALM
nen que pagar las consultas, tratamientos y medicamentos. Un año de tratamiento de quimioterapia en Rabat
para un niño cuesta mas de 6.000 euros, a lo que hay
que añadir los desplazamientos entre las poblaciones del
norte y la capital, una fortuna para la mayoría de la población cuyo salario, en caso de tenerlo, no supera los ocho
euros diarios.
Sin datos
A la entrada del Hospital Infantil de Rabat lo primero que
encontramos es la ventanilla de admisión y facturación,
junto a la Caisse (caja) donde se abonan los servicios
sanitarios del centro. En la segunda planta está la Unidad
de Oncología Infantil dirigida por la profesora Msefer
Alaoui, que ofrece una atención hospitalaria con 21
camas siempre ocupadas y tiene además una zona de
atención ambulatoria donde los pequeños siguen sus tratamientos de quimioterapia.
Allí operaron hace una semana a Abubabk, de 8 años, de
un cáncer de estómago. Sus padres, que viven en una
aldea cercana a Taurit, en la provincia de Oujda, siempre
habían oído el rumor de «las enfermedades que provocaron los aviones españoles en la época de nuestros
abuelos». Pero nunca le dieron importancia. Hasta que
un día, el pequeño se puso triste, perdió el apetito, dejó
de jugar y se echaba la mano continuamente a la barriga.
Sin embargo, las estadísticas de los últimos 10 años de
la profesora Alaoui no coinciden con los datos de las
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organizaciones rifeñas.«Mi experiencia es que en el Rif
no se da una incidencia mayor de cáncer infantil que en
el resto de Marruecos, aunque mis datos se limitan sólo
a los niños que llegan al hospital de Rabat.Es necesario
hacer una investigación sobre el terreno que nos confirme la incidencia real, porque una impresión popular no
es un estudio científico», afirma Alaoui.
«Para mí, lo realmente importante ahora es que llevo
más de nueve meses sin algunos medicamentos como
el D-Actinomycin que necesito para luchar contra el cáncer de estos pequeños. Y preciso 1.500 dosis anuales»,
añade la profesora.
El director del Instituto Nacional de Oncología de
Marruecos, profesor Brahim el Gueddari, coincide con su
colega: «En este centro se tratan a todos los adultos
enfermos de cáncer del país y, según mis datos, los
enfermos procedentes del Rif son un 28% del total y esto
supone un equilibrio con el resto de Marruecos».El
Gueddari cree que el principal agente del gas mostaza,
la Iperita, no está detrás de los casos de cáncer del Rif,
«porque ha pasado ya mucho tiempo de ello y creo que
estaría mas relacionado con hábitos y costumbres cotidianas de la población que con otras cosas».
Además apunta que en dosis controladas la iperita se
usa para combatir la leucemia. El profesor también afirma que sus datos se ciñen a los pacientes que llegan a
Rabat y hay que tener en cuenta que la población del Rif
está muy dispersa por las montañas y en muchos casos
les es muy difícil acceder a los servicios sanitarios. «Es
necesario un estudio epidemiológico que no se ha hecho
Mohamed Faragi.
1921
«El aire quemaba, la piel
se nos llenaba de ampollas y los pulmones me
ardían», estas palabras
podrían salir de la boca de
Kim Phuc, aquella niña
vietnamita que en junio de
1972, se convirtió en el
icono de los efectos que la
Guerra Química tiene
sobre la población civil.
Pero la realidad es que las
pronunció
Mohamed
Faragi en su casa cercana
a Alhucemas, cuando
relató la experiencia que
sufrió durante los bombar-
deos de gas mostaza que
la aviación española descargó por todo el Rif.
«Todo el ganado empezó
a morir después de aquellos bombardeos. Pero lo
peor se lo llevaron las personas que vivían cerca»
relata Faragi que, con 14
años vio lo que le pasó a
un vecino suyo: «a ese
hombre le explotó una de
esas bombas raras a
pocos metros y varios
amigos fuimos a ayudarle. Al principio estaba
vivo y lo intentamos llevar a su casa pero por el
camino se nos murió, el
cuerpo empezó a deshacerse y la carne se caía a
trozos». A sus casi 100
años, Faragi desconfía
de visitas y de promesas,
«porque
ha
venido
mucha gente en este
tiempo para preguntarme
lo qué pasó. Todos prometen mucho pero, al
final, nadie hace nada y
nuestras familias siguen
muriendo de cáncer».
Abdesalan Hadu.
1958
Abdeslam Hadu Amezian,
de 65 años, también es un
superviviente, pero de la
represión que Hassan II
llevó a cabo contra los rifeños a finales de los años
50. Hijo de uno de los
lugartenientes
de
Abdelkrim, y sobrino del
general Amezian -capital
general de Canarias
durante la dictadura franquista- tenía 20 años
cuando se convirtió en
uno de los cabecillas de la
revuelta rifeña contra la
monarquía alahuita de
Rabat. «Sólo queríamos
más autonomía, no la
independencia. Subimos
a las montañas e iniciamos un movimiento de
desobediencia civil. Pero
el rey nos dio 48 horas
para rendirnos y nos
mandó al ejército. Los
aviones y los helicópteros
eran americanos y franceses. Nos tiraron bombas
que quemaban todo en
medio kilómetro a la
redonda. Recuerdo que a
los supervivientes se les
caía la piel a cachos», afirma Abdeslam. Tras el fracaso de la revuelta -cuya
represión se saldó con
8.000 muertos, entre ellos
muchos niños-, pudo exiliarse a Almería donde
fundó
una
familia.
Mientras, Hasán II volvió a
emplear el Napalm y el
fosfato blanco contra civiles al bombardear, a finales de los años 70, campos de refugiados saharauis.
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a un monumento formado por
arcos levantado en pleno parque. Además de encender
miles de lámparas de papel
que arrojaron sobre un río cercano por las almas de los difuntos, los presentes rezaron concentrados en torno a la cúpula
que resistió en pie el bombardeo y que no ha sido reconstruida para recordar a las generaciones futuras la barbarie.
Tañidos
Japón se compromete a liderar un movimiento mundial por la eliminación de las
bombas nucleares , mientras la ONU alerta de la proliferación de cabezas nucleares.
HIROSHIMA PIDE EL FIN DE LAS ARMAS ATÓMICAS EN MEMORIA DE SUS 240.000 VÍCTIMAS
las ocho y cuarto de la mañana del 6 de agosto de
2005, justo a la misma hora a la que cayó la primera
bomba atómica de la historia sobre Hiroshima en 1945,
esta apacible ciudad de Japón volvió a paralizarse y a ser
el centro de atención de todo el mundo. Sesenta años
después de que el planeta asistiera horrorizado a la
mayor demostración de la capacidad destructiva del
hombre, 55.000 personas se reunieron en el Parque de
la Paz de esta urbe para recordar a las más de 240.000
víctimas mortales que dejó tan siniestro artefacto y para
pedir, de una vez por todas, el fin de las armas nucleares.
Y es que parece que la Humanidad no ha aprendido aún
las lecciones de Hiroshima y Nagasaki, donde otra
bomba atómica se cobró otras 140.000 vidas tan sólo
tres días más tarde. Desde entonces, nueve países Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia,
India, Pakistán, Israel y Corea del Norte- se han dotado
con este tipo de armamento y suman ya entre 10.000 y
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16.000 cabezas nucleares con una potencia veinte veces
mayor que la exhibida en Hiroshima.
Debido a la amenaza que esos arsenales suponen para
la seguridad del planeta, el alcalde de Hiroshima,
Tadatoshi Akiba, leyó una declaración por la paz que, por
su inusitada dureza, más bien parecía de guerra. En este
sentido, Akiba acusó a las principales potencias nucleares de «poner en peligro la supervivencia del ser humano» y criticó el papel que dichos estados desempeñaban
dentro de la Organización de Naciones Unidas. «Los
miembros del club nuclear usan su derecho para invalidar a la mayoría y perseguir sus fines egoístas», aseguró el primer edil nipón en un discurso que, por su combativo carácter político, se salió del tono pacífico que predominó en el resto de la ceremonia.
Durante la misma, se soltaron 1.000 palomas y se depositaron coronas y cazos de agua, que simbolizaban el
sufrimiento de los que agonizaron en aquel infierno, junto
Con unos minutos de silencio
sólo rotos por el tañido de una
campana de bronce, los asistentes homenajearon a las víctimas de la tragedia tumbándose en el suelo y simulando que
ellos también murieron aquel
fatídico 6 de agosto de 1945.
Ese día, el 'Enola Gay', un
bombardero estadounidense
B-29, dejó caer la bomba A,
apodada como 'Little Boy' (Niño
Pequeño) sobre el distrito central de Nakajima. El artefacto estalló a 590 metros del
suelo, liberó una cantidad de energía y calor comparable
a 13.000 toneladas de explosivos, quemó la piel y reventó los órganos de los habitantes de Hiroshima y su onda
expansiva dejó una estela de destrucción y horror nunca
vista hasta entonces.
«Los restos de mi padre nunca fueron encontrados. Por
eso, todos los que sufrimos aquello debemos impedir
que una tragedia así vuelva a repetirse porque muchos
japoneses están olvidando su pasado», explicó Fumie
Yoshida, quien tenía sólo 16 años cuando la bomba
explotó sobre su ciudad. Aunque su padre, su hermano y su hermana murieron, ella es una de las 'hibakusha' que sobrevivieron a aquel ataque, que forzó la rendición de Japón y provocó el fin de la Segunda Guerra
Mundial.
De los 350.000 habitantes que tenía Hiroshima en aquella época, se calcula que unos 90.000 perecieron sólo el
primer día, mientras que casi la mitad había muerto en
diciembre de 1945. Desde entonces, la bomba atómica
ha dejado a sus supervivientes tan terribles secuelas y
tumores que, en lo que va de año, han fallecido 5.373
ancianos que sufrieron la explosión en su juventud. Con
ellos, el Ayuntamiento de Hiroshima calcula que
242.437 de sus vecinos han perecido como conse-
cuencia de la deflagración.
Críticas al Gobierno
Debido a tan terrible pasado, el primer ministro nipón,
Junichiro Koizumi, se comprometió a que Japón lideraría
el movimiento por la abolición de las armas atómicas y se
enorgulleció del pacifismo de su país. Toda una paradoja porque, precisamente durante los últimos meses, el
imperio del sol naciente ha sufrido graves crisis con sus
vecinos por no reconocer las atrocidades cometidas por
sus tropas durante la guerra y por su intención de suprimir los principios antinucleares que rigen su Constitución.
Este crecimiento del militarismo japonés le costó ayer a
Koizumi las críticas de numerosos asistentes, que le
reprocharon sus polémicas visitas al santuario de
Yasukuni, donde se honra a varios criminales de guerra
ejecutados tras el fin de la contienda.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Kofi Annan,
se lamentó, en un discurso leído por el responsable de
desarme, Nobuyashu Abe, de que «el mundo había
hecho pocos progresos desde entonces» y alertó, en alusión a los conflictos de Corea del Norte e Irán, de que
«nos enfrentamos a una cascada de la proliferación
nuclear».
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Hace sesenta años, el 6 y el 9 de agosto de 1945, el lanzamiento de la bomba atómica acabó con
cientos de miles de vidas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
n la madrugada del 6 de agosto de 1945, la misión
de bombardeo especial número 13 despegó de la
isla de Tinian, en las Marianas, y se dirigió a un objetivo
prefijado al sur del Japón. Hacia las siete, las alarmas de
la defensa antiaérea alertaron de un ataque. Nada
excepcional. Desde noviembre anterior, el archipiélago
estaba sometido a un bombardeo intensivo. En la madrugada del 9 al 10 de marzo, 334 'Superfortalezas' habían
lanzado sobre Tokio 2.000 toneladas de bombas según
el método perfeccionado en Alemania. Fue el ataque
aéreo más mortífero de la guerra: 72.489 personas perdieron la vida de forma inmediata y más de un millón, su
casa en medio de una tormenta de fuego. Entre noviembre de 1944 y el final de la guerra, la USAF efectuaría
20.000 incursiones y lanzaría 134.000 toneladas de bombas, dejando más de 365.000 muertos, cerca de medio
millón de heridos y diez millones de personas sin hogar.
El avión que esa noche se dirigía hacia la isla de Honshu
no tenía la misión de realizar un bombardeo convencional. La bodega de la 'superfortaleza' 82 había tenido que
ser acondicionada para transportar una carga especial
bautizada como 'Little Boy': la segunda bomba atómica
de la historia estaba a punto de ser lanzada sobre
Hiroshima.
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Alamogordo, 16 de junio. El origen inmediato del arma
atómica se remontaba a seis años antes. El 2 de agosto
de 1939, Albert Einstein escribió a Roosevelt para informarle que el núcleo del átomo podía ser dividido a través
del bombardeo de neutrones, y la energía desencadenada podía provocar una explosión de potencia inimaginable. El presidente, que no recibió el mensaje hasta después de la invasión nazi de Polonia, no le concedió excesiva trascendencia hasta que su consejero Alexander
Sachs le contó la edificante historia de un tal Napoleón
que no escuchó los consejos de un tal Fulton para construir una escuadra de buques a vapor capaz de invadir
Inglaterra. Roosevelt captó la parábola y pasó a la
acción. Así nació el Proyecto Manhattan, que recibió su
nombre de una unidad especial del Cuerpo de Ingenieros
del Ejército adscrita a la Universidad de Columbia en
Nueva York. Bajo la tutela del general Leslie R. Groves,
el más impresionante elenco de investigadores de la historia, dirigido por Robert J. Oppenheimer, se dispuso a
resolver los problemas que implicaba la fisión del átomo.
La implicación de 125.000 técnicos y la inversión de
1.600 millones de euros dio su fruto a las 5.29 de la
mañana del 16 de julio de 1945 en el campo de experimentación de Alamogordo, en Nuevo México: la primera
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bomba atómica ocultó la luz del alba, generó
un hongo de color púrpura de 13 kilómetros
de altura y un cráter de 25 pies de profundidad y un cuarto de milla de diámetro. La
arena circundante se transformó en una sustancia glaseada de color verde jade. Un
reportero de 'The New York Times' describió
así sus impresiones: «Fue como si la tierra se
hubiera abierto y dividido los cielos. Uno tenía
la sensación de gozar del privilegio de contemplar el nacimiento del mundo, estar presente en el instante de la creación, cuando
Dios dijo: 'Hágase la luz'». Uno de los asistentes de Oppenheimer fue más rudo:
«Oppie, ahora somos todos unos hijos de
perra».
Contra Japón
«DIOS MÍO, ¿QUÉ HEMOS HECHO?»
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Potsdam, 24 de julio. La operación se llevó en tal secreto que ni el vicepresidente Truman sabía lo que se estaba haciendo. Cuando sucedió a Roosevelt el 12 de abril,
asumió con recelo la responsabilidad política del proyecto. El Comité Provisional del S-1, presidido por el secretario de Guerra Henry L. Stimson, le recomendó que la
bomba fuera utilizada contra Japón lo más pronto posi-
ble. Impresionado por el coste del artefacto, endurecido
por las terribles bajas que los ataques aéreos norteamericanos infligían rutinariamente al enemigo y asustado
por el derramamiento de sangre que supondría una invasión de Japón, el Comité trabajó con la suposición tácita
de que la bomba era un arma legítima que haría que los
japoneses, espantados, abandonaran sus planes de una
defensa fanática del territorio, y que «ablandaría» a los
rusos en la mesa de negociaciones.
El 24 de julio Truman comentó a Stalin que disponían de
una nueva arma de inusitado poder destructivo. El dirigente ruso no mostró mayor interés, y se limitó a vaticinar que «haríamos buen uso de ella contra los japoneses». La perplejidad del presidente era patente cuando,
ante la insistencia de Churchill por saber «qué tal ha
ido», respondió que «lo cierto es que no ha hecho una
sola pregunta». En realidad, el programa nuclear soviético había comenzado en febrero de 1943, y un físico de
Los Álamos, Emil Fuchs, estaba suministrando a los
rusos información «excelente y muy valiosa» sobre el
Proyecto Manhattan. De modo que, desde Potsdam,
Stalin instruyó a Molotov para que Igor Kurchatov, el
hombre clave del proyecto atómico soviético, «se diese
prisa en su trabajo». Los rusos lograrían su bomba cuatro años más tarde.
Hiroshima, 6 de agosto. Se inició una desenfrenada
carrera entre los soviéticos, que estaban ultimando sus
preparativos de invasión de Manchuria, y los americanos, que con su poder atómico esperaban tomar la iniciativa en el control de Extremo Oriente. El
Departamento de Guerra recibió la orden de que la
bomba fuera lanzada tan pronto como el tiempo lo permitiera, a partir de 2 de agosto. Fueron 'recomendadas'
cuatro ciudades: Hiroshima, Kokura, Nagasaki y Niigata,
por su importancia militar.
El 26 de julio, el crucero 'Indianápolis' transportó a Tinian
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NAGASAKI RECUERDA EL HORROR DE SU BOMBARDEO
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Nagasaki conmemoró el pasado 9
de agosto el sexagésimo aniversario del bombardeo atómico que
costó la vida a 140.000 de sus
habitantes. Su slcalde, Iccho Ito,
prometió ser el “último lugar del
mundo sometido al horror de las
armas nucleares” y estimuló al
pueblo estadounidense a dennunciar la política nuclear de la
Administración Bush.
los componentes de la bomba. Al despegar once días
después, el piloto Paul W. Tibbets no conocía a qué
punto de Japón debía dirigirse. A la altura de Iwo Jima se
le indicó que el servicio meteorológico mantenía como
blanco Hiroshima. La bomba se montó en vuelo, ya que
en caso de detonación prematura, era mejor perder un
avión que una base completa.
Veintiún días después de Alamogordo, a las 8.16 de la
mañana del lunes 6 de agosto, 'Little Boy' explotaba
sobre la ciudad. Los testigos recuerdan el flash sin ruido
y el viento huracanado posterior. Aquellos suficientemente cerca del punto de impacto fueron volatilizados. Los
situados alrededor de media milla del punto cero fueron
incinerados por la ola térmica de 3.000 grados centígrados, que causó quemaduras de primer grado a la población en un radio de tres kilómetros. La mayor parte de
víctimas la causaron los miles de pequeños incendios,
alimentados por la tormenta de fuego que arrasó la ciudad.
Lo peor estaba por venir. Pocos días después, la agencia de noticias Domei informaba que la bomba tenía
«extraños efectos... Incluso quienes sufrieron pequeñas
quemaduras y parecían al principio perfectamente
sanos, se debilitaron al cabo de unos días por alguna
razón desconocida». De los 280.000 civiles y 43.000 militares de la ciudad, se estiman en 78.000 los muertos instantáneamente, más 50.000-60.000 muertos en los
meses siguientes debido a hemorragias internas provocadas por la radiación. A finales de 1945 los fallecidos
eran 140.000 y en 1950 ascendían a 200.000.
Una hora después de la explosión, la tripulación del
'Enola Gay' seguía contemplando el hongo atómico
desde 500 kilómetros de distancia. En el registro de la
misión, el copiloto Robert A. Lewis escribió: «Dios mío,
¿qué hemos hecho?».
Tokio, 9 de agosto. El 26 de julio los aliados enviaron
128
desde Potsdam un ultimátum que no fue aceptado, y que
hizo inevitable el bombardeo de Hiroshima. El Gobierno
nipón buscaba desesperadamente un armisticio a espaldas del sector más intransigente del Ejército cuando se
produjo un nuevo ataque nuclear. Para la segunda
bomba se había escogido Kokura, pero por motivos de
visibilidad se optó por el blanco secundario. A las 10.58
del 9 de agosto el centro de Nagasaki fue destruido por
la bomba de plutonio 'Fat Man', más potente que 'Little
Boy', pero que causó menor destrucción debido a las
características del terreno. A fines de 1945 habían muerto 74.000 personas, y en 1950 la cifra llegaba a 140.000.
En un Consejo Imperial que se celebró en la madrugada
del día 9, el emperador aconsejó «afrontar lo insoportable», y ordenó al Gobierno que aceptase las condiciones
enumeradas en la declaración aliada de 26 de julio, «en
la inteligencia de que dicha declaración no implica ninguna exigencia que redunde en detrimento de las prerrogativas de Su Majestad». Truman consideró que este mensaje era contradictorio con la rendición incondicional.
Fue en una nueva reunión en el Palacio Imperial, el 14 de
agosto, cuando se decidió aceptar los términos de paz.
Esa noche, Hiro Hito grabó un discurso que debía ser
emitido a la mañana siguiente. Tras una melodramática
conspiración de militares irreductibles para apoderarse
de la grabación, Japón hizo oficial su redición al día
siguiente.
Oppenheimer dimitió como director de Los Álamos en
octubre, para convertirse en un acérrimo enemigo de la
bomba termonuclear. Nunca le dejó de preocupar el uso
militar de esa nueva fuente de energía, desde que,
durante la explosión de Alamogordo, evocó un inquietante pasaje del Bhagavad Gita: «Si la energía de un millar
de soles / Brillase al unísono en el cielo / Sería como el
esplendor de la Creación / Me he convertido en la Muerte
/ El destructor de mundos».
Tres hombres de Nagasaki, tras sufrir la bomba atómica en Hiroshima, volvieron a su ciudad
un día antes del segundo ataque.
VIAJE Y REGRESO AL INFIERNO
n un siglo de matanzas en masa, los bombardeos
de Hiroshima y Nagasaki marcaron el inicio de una
nueva era. El fin del mundo se transformó de repente
del capricho de los poetas y los profetas a una posibilidad trágicamente real. Entre los supervivientes de
aquella monstruosa masacre, tres hombres fueron al
mismo tiempo los más afortunados y los más desdichados, puesto que sobrevivieron el comienzo del fin del
mundo no una vez, sino dos. Sesenta años más tarde,
Tsutomu Yagamuchi, Akira Iwanaga y Kuniyoshi Sato
todavía se envían tarjetas en Año Nuevo .
Fueron a la vez los más afortunados y los más desdichados de los supervivientes. Hace 60 años desde que
Tsutomu Yamaguchi, Akira Iwanaga y Kuniyoshi Sato
sufrieron la monstruosa masacre provocada por las
E
explosiones atómicas, sobreviviendo al comienzo del fin
no una vez, sino dos.
El Sr. Sato, de 86 años, va en silla de ruedas y el Sr.
Yamaguchi, de 89 años, está prácticamente sordo de
un oído. Pero todos ellos rezuman ese vigor dignificado
de la ancianidad japonesa, la raza más sana y longeva
del mundo. «No esperaba vivir hasta los 80. El milagro
no es que continúe con vida ahora, sino que lograra
cumplir 29», cuenta Yamaguchi.
Estos tres hombres han sido víctimas de un destino tan
cruel e improbable que desafía a la realidad; en 1945,
los tres trabajaban en Hiroshima, donde cerca de
140.000 personas fallecieron por la explosión de la primera bomba atómica lanzada contra una ciudad.Sin
embargo, Yamaguchi, Sato e Iwanaga salieron con
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vida. Aturdidos y heridos, tambaleándose ante los
horrores que les rodeaban, partieron de la ciudad hacia
su tierra natal, Nagasaki.
El inicio de la guerra
repente sentí como un fogonazo de magnesio, un destello inmenso en el cielo, y a continuación salí despedido”.
El bombardero estadounidense Enola Gay había volado desde la isla de Tinian para dejar caer una bomba
atómica de uranio de 13 kilotones, apodada Little Boy.
Explotó a 580 metros sobre el centro de Hiroshima, a
las 8.15 horas.
«Creo que perdí el conocimiento durante un rato.
Cuando abrí los ojos, todo estaba sumido en una densa
oscuridad. Pensé que había muerto,
pero el cielo se aclaró un poco y me di
cuenta de que estaba vivo», recuerda
Yamaguchi. «Cuando el ruido disminuyó,
divisé una enorme columna en forma de
hongo de fuego que se elevaba hacia el
cielo. Era como un tornado que se alzaba y se extendía horizontalmente en la
parte superior. Percibí una luz centelleante, como los diseños de un caleidoscopio. Lo primero que hice fue comprobar que aún tenía mis piernas. Conseguí
llegar hasta un refugio antibombas,
donde encontré a dos jóvenes que me
dijeron: 'tienes unos cortes muy serios,
estás gravemente herido'. Entonces me
di cuenta de que tenía media cara quemada, además de los brazos».
Esta ciudad era una de las más dinámicas y cosmopolitas de Asia.Durante siglos, las innovaciones occidentales y la tecnología se filtraron en Japón a través de su
famoso puerto. Y, cuando el país se embarcó en su dilatada guerra contra China y EEUU, la
ciudad constituyó una crucial base militar e industrial.
Nagasaki estaba dominaba por la
empresa Mitsubishi Heavy Industries,
donde Yamaguchi, Iwanaga y Sato trabajaban como delineantes técnicos,
diseñando buques petroleros. «Nunca
creí que Japón hiciera bien al empezar
una guerra», comenta Yamaguchi. «Fue
demasiado inesperado.Yo no me lo
creía. De repente nos quedamos sin hierro, acero y petróleo. En el trabajo me
daba cuenta de la escasez de materiales
y no tardé en pensar que Japón no
podría ganar la guerra.»
Mientras Yamaguchi se preocupaba por
el futuro de su familia, empezaron a llegar las malas noticias: le iban a enviar,
junto con Sato e Iwanaga, a trabajar a
otro astillero, en Hiroshima.Para un
padre con un hijo recién nacido, no
podía haber peor momento, pero tampoco le quedaba elección.
Después de tres meses, recibieron
órdenes de regresar a Nagasaki el 7 de
agosto de 1945. El día anterior, prepararon las maletas y fueron a despedirse de sus colegas. Yamaguchi, que se
había olvidado un importante documento en su dormitorio, subió solo al
siguiente autobús, del que bajó en la
última parada.
«Caminaba hacia el astillero», relata
Yamaguchi, “que era un punto plano en
medio de campos de patatas. El día
estaba despejado y hacía una tempeDe arriba a abajo: Akira
ratura agradable. Me sentía de buen
Iwanaga, Tsutomo
humor. Mientras caminaba, escuché el Yumaguchi y Kuniyoshi Sat,
sonido de un avión. Levanté la vista y vi los tres hombres que sobreun B29, que lanzó dos paracaídas.
vivieron a Hirosima y
Nagasaki.
Todavía miraba hacia arriba cuando de
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Testigos del horror
Después de dos horas en el refugio,
Yamaguchi partió de nuevo hacia el astillero. La protección de una colina salvó
las vidas de Iwanaga y Sato, que se
hallaban en el interior de la oficina en el
momento de la explosión, despidiéndose
de sus compañeros.Un desorden de
muebles y cristales reventados invadía la
habitación, pero nadie había resultado
gravemente herido.
«No teníamos ni idea del tipo de bomba
que
habían
lanzado»,
explica
Yamaguchi. «Lo único que sabíamos era
que la causante había sido un solo artefacto». Lo que todo el mundo recuerda
es que la explosión se compuso de dos
partes. Primero llegó el fogonazo silencioso de luz cegadora y, unas fracciones
de segundo más tarde, la onda expansiva y el rugido atroz. Los tres compañeros cogieron una lancha motora para
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regresar a su alojamiento. «Desde
el bote veíamos la ciudad ardiendo», afirma Yamaguchi. Son escenas que recuerda cada superviviente, imágenes que todavía se
cuelan en sus sueños. Había niños
por todas partes, unos corriendo,
otros cojeando. «No lloraban»,
continúa Yamaguchi. «No vi una
sola lágrima. Tenían el pelo quemado y estaban totalmente desnudos.Detrás de ellos se elevaban
unos incendios descomunales. No
oí que nadie dijera nada, ni que gritara, tan sólo el crepitar de la ciudad en llamas».
Después de pasar toda una noche
sin dormir en un refugio antiaéreo,
emprendieron el camino hacia la
parte occidental de la ciudad, donde había una estación
de ferrocarril. Presenciaron a su paso nuevas escenas
de agonía: personas que se habían quedado ciegas,
otras con las caras tan abotargadas que resultaba imposible saber si eran hombres o mujeres, otras a las que la
piel les colgaba como si les hubieran despellejado.
«Vimos a una madre con un niño a su espalda que
parecía como si se hubiera vuelto loca. El niño que llevaba a la espalda estaba muerto y ni siquiera sé si ella
era consciente de eso. Vimos órganos internos de personas desparramados por ahí, otras con la lengua colgando o con los ojos fuera de las órbitas», cuenta
Iwanaga.
Al toparse con un puente destruido, los tres hombres
tuvieron que vadear el río haciéndose un hueco entre
los cuerpos que flotaban sobre las aguas. Llegaron a la
estación y Sato se vio separado de sus dos amigos por
la multitud. Le tocó a él ser testigo del último horror.
Frente a él, en el vagón del tren, se sentó un joven que
apretaba contra sus rodillas una especie de fardo torpemente envuelto con unos trapos. «Le pregunté que
qué llevaba. 'Me he casado hace un mes', me respondió, pero mi mujer ha muerto ayer. Quiero llevarla a su
casa, con sus padres'. Entonces apartó los trapos para
enseñarme un casco de soldado vuelto hacia arriba que
contenía la cabeza cortada de su esposa», recuerda
Sato.
Cuando llegaron a sus casas, aquellos hombres pensaron que no era más que cuestión de tiempo que ocurriera lo mismo en Nagasaki y que había que prepararse para ello. Sato e Iwanaga se encaminaron hacia sus
domicilios. El señor Yamaguchi se dirigió al hospital,
donde le fueron tratadas las quemaduras. El día
siguiente, se presentó en los astilleros para trabajar.
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La rendición
«Estaba cubierto de vendas y sólo se me podían ver los
ojos, los labios y la nariz. Informé al director y él me preguntó que qué era lo que había ocurrido allí. Le conté
que un sola bomba había destruido toda la ciudad por
completo, pero él estaba hecho una furia. '¡Una sola
bomba ha destruido toda una ciudad!', exclamó.'Está
claro que usted no está bien de la cabeza', me dijo. En
aquel momento, vi por la ventana otro enorme resplandor y toda la oficina salió volando por los aires. De pronto, ambos nos vimos tirados en el suelo. El director me
pedía ayuda, pero yo estaba tan molesto con él que
salté por la ventana y me marché de allí», relata
Yamaguchi.
Un segundo B29, de nombre Bock's Car, había dejado
caer una bomba de plutonio de 25 kilotones, conocida
como Fat Man. Habían muerto 70.000 personas o estaban agonizando en aquellos momentos. El señor
Yamaguchi se acurrucó en el refugio que había detrás
de su vivienda. «Debí quedarme allí una semana»,
cuenta, «sin saber si era de noche o de día. Llegó
entonces un día, el 15 de agosto, en que me di cuenta
de que a mi alrededor había otras personas llorando».
Estaban escuchando la alocución histórica de Hiro Hito,
la primera en la que un emperador japonés anunciaba
la rendición del país.«No sentí nada en aquel momento» recuerda Yamaguchi, “no sentía ni preocupación ni
alivio”.
En febrero, Yamaguchi vio morir a su hijo, nacido en
1945 «Sufrió la radiación de la bomba cuando no tenía
más que seis meses de edad», recuerda. «Tenía cáncer. Ha muerto un hijo con 59 años y ha dejado vivo a
un padre con 89».
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Nadie les daba trabajo, nadie
quería casarse con ellos y las
mujeres abortaban ante el
miedo de tener hijos deformes. Los ‘hibakusha’, los
supervivientes de los ataques
nucleares que asolaron
Hiroshima Y Nagasaki, no
sólo sufrieron los efectos de
las radiaciones. Durante años
vivieron aislados y despreciados por sus compatriotas.
Ahora, cuando se cumplen 60
años del bombardeo que destrozó sus vidas, rompen su
silencio.
LA MALDICIÓN DE LOS “HIBAKUSHA”
cho y cuarto del seis de agosto de 1945. El sol lucía
sobre un cielo límpido y sin nubes en Hiroshima
cuando un avión dejó caer un objeto blanco en un paracaídas. El Enola Gay soltaba Little Boy, la primera bomba
atómica utilizada contra objetivos humanos de la historia.
Tres días después, otro bombardeo norteamericano B29 dio tres vueltas alrededor de su objetivo, la ciudad de
Kokura, sin encontrar un solo claro que le permitiera un
lanzamiento preciso, de modo que se fue a la segunda
ciudad objetivo, Nagasaki, y soltó a Fat Man. Como consecuencia de las dos bombas más devastadoras de la
historia, a finales de 1945 habían parecido unas 140.000
personas en Hiroshima –se calcula que unas 60.000 de
ellas lo hicieron por la intoxicación de la radiación- y unas
75.000 en Nagasaki. Pero nunca se conocerá la cifra
exacta.
Tras el ataque a Hiroshima, el general Leslie R. Groves,
que estaba a cargo del proyecto de fabricación de la
bomba A, llamó a Robert Oppenheimer, su director científico, para informarse del bombardeo. “Parece que sonó
un bang tremendo cuando estalló”, dijo Groves, y Robert
Oppenheimer respondió: “Todo el mundo está bastante
O
132
contento y le transmito mi más sincera enhorabuena”.
Mientras, muchos de los que vieron las nubes con forma
de secta desde las afueras de Hiroshima y Nagasaki y
oyeron y sintieron la fuerza de las bombas a una distancia prudencial corrieron hacia el centro de las ciudades
en busca de familiares, o simplemente para ayudar. No
sabían que a ellos también les alcanzaría la tea de la
radiación, que los quemaría por dentro. Y aún habría
otros, aparentemente lejos de la explosión, que quedaron cubiertos por la lluvia negra. Les sorprendió su color,
causado por el polvo radioactivo que la explosión había
lanzado. Al principio se dejaron cubrir por él, pues sentían que les aliviaba del calor. Pero pronto envenenaría a
muchos de ellos.
Esta arma no se parecía a ninguna otra de las que habían visto antes; no sólo por su potencia, sino porque su
alquimia mortal hizo que sus efectos persistieran años y
años después de haber llorado a los primeros muertos.
Varias décadas más tarde, los cánceres provocados por
la exposición a las radiaciones seguían matando a los
hibakusha, los supervivientes de la bomba atómica.
Los hibakusha son una generación diferente: las únicas
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personas en el mundo que han sufrido en sus carnes el ataque de armas nucleares, que han sentido
su inmenso poder. No es de extrañar que muchos
de ellos se hayan convertido, una vez que han recuperado la salud en grado suficiente, en activos y
apasionados defensores de la paz. Para ellos son
mucho más evidentes los peligros de la proliferación
de armas nucleares.
Pero su lucha porque se oiga su voz, porque se los
reconozca como un tipo excepcional de víctimas de
guerra, ha sido muy dura. Ahora tenemos un concepto aproximado de lo que es una enfermedad por
radiación y de los efectos de una explosión nuclear,
pero entonces se desconocía totalmente. Se creía
que las personas aparentemente sanas, pero débiles e incapaces de trabajar debido a diversas dolencias causadas por la radiación, eran unos gandules.
Por otro lado, las quemaduras provocadas por las
radiaciones a temperaturas altísimas dejaban a
muchas personas con cicatrices y deformidades.
Estas quemaduras nucleares no se curaban como
las normales, sino que provocaban unas marcas
espesas llamadas queloides. La situación empeoró
aún más gracias a la censura impuesta a todos los
reportajes realizados en los lugares donde cayeron
las bombas A. Los norteamericanos, deseosos de
investigar el alcance de los daños provocados por
su nueva arma, pero temerosos de provocar una
escalada de indignación si se publicaban los horrores a los que había dado lugar, impusieron un Código de
Prensa. ¿Resultado? La información que podía haber
ayudado a entender los efectos de las enfermedades
provocadas por la radiación, como su relación con el cáncer o los defectos congénitos, fue censurada y nunca
llegó a la población. Por lo tanto, no se aplicaron los tratamientos adecuados, lo que aumentó el sufrimiento de
las víctimas.
Muchos hibakusha no sólo estaban físicamente desfigurados y con una pésima salud, sino que a menudo se los
aisló y se los condenó al ostracismo. Traumatizados y
mantenidos en la ignorancia de lo que realmente les
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había pasado, la mayoría permaneció en silencio. Los
que podían disimular mejor su condición pretendían ser
todo lo normales que podían. Además, las personas que
vivían en las zonas más afectadas por los bombardeos,
tanto en Hiroshima como en Nagasaki, pertenecían
generalmente a grupos discriminados en la cultura japonesa: los trabajadores de la carne y del metal, en
Hiroshima, donde esta religión había estado prohibida
hasta 1873. Eran personas que si en circunstancias normales obtenían menos apoyo y comprensión, después
de la guerra vieron incrementar su aislamiento.
La bomba atómica destrozó sus vidas. Muchos jóvenes
crecieron aterrados viendo cómo sus vecinos iban falleciendo uno tras otro, seguros de que a ellos les tocaría
pronto. A la tragedia diaria
se le sumó las dificultades
de algunos de ellos para
entrar en las escuelas o en
fábricas para trabajar; de
hecho, para conseguir un
empleo, muchos hibakusha
ocultaron su condición en
sus currículos. Casarse
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“DÍAS DESPUÉS, TODA MI FAMILIA FUE MURIENDO. ME QUEDÉ
TAN ABATIDA QUE PERDÍ LA FACULTAD DEL HABLA”
FUJIE YAMADA
Tenía 22 años cuando se lanzó la
bomba sobre Nagasaki.
l 9 de agosto de 1945, Fujie
cumplía 22 años. “La bomba
robó las preciosas vidas de mi
familia. Desde entonces nunca he
vuelto a celebrar mi cumpleaños”.
Fujie y su hermana mayor trabajaban en el Sindicato del Carbón de
Kyushu cuando, de repente, oyeron “una explosión y todo se volvió
negrísimo. El edificio se tambaleó.
Oí que se rompían los cristales y
me tiré bajo la mesa. Cuando vi de
nuevo un poco de luz, corrí a por mi
hermana”. Ella estaba viva, pero
tenía la oreja derecha partida por la
mitad. Fujie no recuerda dónde
huyeron.
“Eran alrededor de las seis de la
tarde cuando empezamos a caminar de vuelta a casa. Los edificios
se estaban quemando. Por el camino, alguien me llamó por mi nombre. Era una antigua compañera de
clase. ‘Por favor, di a mi familia que
estoy aquí’. Tenía la cabeza perforada por fragmentos de cristal y su
cara, cubierta de sangre, era irreconocible. Llegamos hasta un tranvía
negro calcinado que había salido
despedido de las vías. El conductor,
que aún parecía un ser humano,
estaba calcinado. Los cadáveres
que colgaban de las ventanas estaban completamente quemados por
un lado y parcialmente por el otro.
Mis nervios se quedaron tan paralizados que ni siquiera estaba asustada”. “Junto al río Urakami había
enjambres de personas desnudas,
tan quemadas que no se podía distinguir a las mujeres de los hombres
E
también se convirtió en un problema. “A los 20 años, me
enamoré de una chica, pero sus padres impidieron la
boda. Entonces se creía que la radiactividad que quedaba en nuestros cuerpos hacía que los niños nacieran
deformes”, dice Eiji Nakanishi, secretario general de
Hidankyo, confederación de víctimas de la bomba atómica, que tenía tres años cuando la tragedia se cebó sobre
su país.
El miedo a niños con malformaciones provocó que
durante años las mujeres abortaran al saberse embarazadas. Por eso no es de extrañar que Eiji llorara “cuando, tras el parto, conté los dedos a mi hijo y vi que los
tenía todos”, explica.
Fue a partir del desastre del atolón Bikini cuando diversas organizaciones internacionales que se oponían al
uso de armas nucleares ayudaron a levantar el silencio
de las víctimas. Los norteamericanos usaron este atolón
de las islas Marshall para probar bombas de hidrógeno.
L primera prueba la hicieron en noviembre de 1952, detonando una de diez megatones, más de 600 veces la
134
potencia de la de Hiroshima. Dos años después, en
marzo de 1954, una barca de pesca japonesa, la Luchy
Dragon, que faenaba cerca de la isla, fue alcanzada
por la lluvia radiactiva. Toda su tripulación fue hospitalizada y el operador jefe de radio murió. Hubo protestas internacionales. El incidente reforzó las peticiones
de prohibición de armas nucleares y de una mayor
información sobre sus efectos. Fue entonces cuando
se empezó a considerar a los hibakusha como un
grupo que necesitaba una ayuda especial, y ellos
comenzaron a organizarse.
Hoy quedan 270.000 hibakusha vivos. Pero se van
haciendo viejos y dentro de unos años no estarán con
nosotros. Su experiencia ocupa un lugar singular en la
historia de la destrucción del hombre por el hombre.
Desde que lanzaron bombas sobre ellos, se han llevado a cabo más de 2.000 pruebas nucleares. Y desde
que su voz se despertara claman por un mundo libre
de armas nucleares. Sólo los seres humanos pueden
tener un sueño tan grande.
ni a los niños de los adultos.
Lloraban y aullaban de dolor. El río y
sus orillas estaban atestados de
cadáveres”.
Al fin llegaron a su barrio y pasaron
por la casa de la joven que los había
llamado. Estaba totalmente destruida, y la hermana pequeña, sepultada por los escombros, pedía ayuda.
“pero no podíamos hacer nada por
ella. Corrí hacia mi casa, dejando
atrás esa voz que gritaba pidiendo
ayuda”.
Los gritos lastimeros de esa niña no
se le van de los oídos a Fujie. Y su
cara aún se le aparece. De la casa
de Fujie, a 900 metros del hipocentro,
no
quedó
ni
rastro.
Milagrosamente, su familia sobrevivió. “Mi padre nos decía: ‘No le
digáis a nadie que toda nuestra
familia está viva’. Casi todos habían
perdido a algún ser querido… Pero
cuando no había pasado ni una
semana, mi madre y mi hermana
cayeron enfermas. Mi madre tenía
todo el cuerpo perforado por trozos
de cristal. Aunque se los extrajeron,
sus heridas seguían sin curarse.
Pronto le salieron manchas de color
púrpura.
A mi hermana se le hincharon las
encías y vomitaba una especie de
coágulos. Las llevamos a urgencias,
pero no pudieron hacer nada por
ellas. Pusimos a nuestra madre y a
nuestra hermana en una choza que
construimos con trozos de tablas
rotas. Mi madre murió el 22 de
agosto. Treinta minutos más tarde,
mi hermana. Me quedé tan abatida
que perdí la facultad del habla. Mi
padre comenzó a sentirse mal en
septiembre y también murió”. Fujie
empezó a perder pelo y a excretar
deposiciones
sanguinolentas.
Estuvo varios meses postrada en
una cama, pero se recuperó.
“Algunos de los que estuvieron a las
radiaciones sobrevivieron, y otros
murieron… el porqué es un misterio.
Odio la guerra. No quiero que mis
hijos vivan una experiencia tan terrible”.
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“AL VISITAR PEARL HARBOR, ME DI CUENTA DE QUE AMBOS
CONTENDIENTES FUERON MALVADOS”
HIDEO KIMURA
Tenía 14 años cuando se lanzó
la bomba atómica en Hiroshima.
A los 12 años estuvo expuesto a
las radiaciones en Hiroshima.
iyomi Kouno (74) es poetisa.
En sus haikus habla de sus
recuerdos de la bomba atómica.
“El 6 de agosto de 1945 lucía una
tranquila mañana de verano. Tenía
14 años y vivía en un pueblecito en
la montaña, a una hora en tren de
Hiroshima, donde tenía dos hermanas. De pronto, el eco de un
estruendo reverberó en l valle. Salí
a ver qué era y, al otro lado de una
montaña, vi una nube gigante con
una extraña forma de champiñón
que se hinchaba y se expandía de
una forma un poco siniestra. No
sabíamos qué había pasado. Sin
embargo, a una estación cercana
llegó un tren lleno de heridos. Los
adultos comenzaron a murmurar:
Hiroshima había sido alcanzada por
una potente bomba y había sido
destruida. Mi madre, quizá preparándose para la muerte de mis hermanas, se quedó trenzando paja en
silencio. Trenzaba una cesta en la
que poner las cenizas de mis hermanas”.
Al día siguiente, la niña y su madre
tomaron el primer tren para
Hiroshima, pero tuvieron que bajarse en Yaga, la estación anterior.
Mientras andaban hacia la ciudad,
percibieron un hedor terrible. Era el
olor a carne quemada y a animales
podridos. “La carretera estaba llena
de gente que huía de la ciudad. El
pelo chamuscado, l cuero cubierto
de sangre, la piel abrasada.
Andaban penosamente, con los
brazos extendidos frente a ellos.
Era como el infierno”. “Había tantos
cuerpos quemados obstruyendo la
carretera que no podíamos andar.
H
Parecían demonios, con los órganos internos proyectándose hacia
fuera”.
“Mi madre y yo nos dirigimos al hospital de la Cruz Roja. Una de mis
hermanas era enfermera y trabajaba allí. Del edificio sólo quedaban
las paredes. Frente a la entrada
había una gran maceta, en la que
siempre había flores. Ahora aparecía una gran pila de estudiantes de
la escuela secundaria. Cada uno de
los cadáveres tenía sobre el pecho
una etiqueta: ‘Second Hiroshima
Junior’. Habían estado demoliendo
edificios para hacer líneas de fuego
para los ataques aéreos y la bomba
mató a 230 de ellos”. Dentro del
hospital se encontró con otro infierno viviente. La onda expansiva
había destruido todos los equipos
médicos y matado o herido a la
mayor parte del personal. “Había
pilas de heridos cubiertos de sangre. La gente lloraba, se quejaba y
se retorcía de dolor”.
Milagrosamente, su hermana resul-
tó ilesa. Muy aliviadas, ambas se
encaminaron a su casa, donde fueron testigos de más escenas horripilantes. “Creo que fue en Matobacho. Había un tranvía quemado.
Los cuerpos de los pasajeros habían salido despedidos por la onda
expansiva, pero sus brazos, arrancados del cuerpo, aún colgaban de
las tiras. Fue lo más espeluznante
que he visto en mi vida. Incluso
ahora siento escalofríos”.
Kiyomi fue profesora de enseñanza
primaria. Se casó y tuvo tres hijos.
“Durante mucho tiempo sólo pensaba en la crueldad de los bombardeos. Pensé que los EEUU eran malvados. Pero cuando tenía cincuenta
y tantos años, fui a Peral Harbor.
Me dijeron que muchos cadáveres
de americanos están sepultados en
los barcos y me di cuenta de que
ambos contendientes habían sido
malvados. También me gustaría
que los americanos visitaran
Hiroshima”.
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“UN FOGONAZO ME ATRAVESÓ Y TODO SE VOLVIÓ BLANCO. LUEGO
NO DISTINGUÍ A NADIE: TODOS ESTABAN QUEMADOS”
KIYOMI KOUNO
K
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ideo es pescador, un hombre
tranquilo que ha estado hospitalizado tres veces en los últimos
diez años. Cuando cumplió su tragedia. El texto que acompaña uno
de sus cuadros dice: “La mañana
del 6 de agosto de 1945, un grupo
de niños se encaminaba a las orillas del río Fukushima. Lucía un
limpio cielo de verano. Lo cruzaron
una cadena de bombarderos; el
del centro era el Enola Gay. Por
una puertecilla de su parte baja
salió una bomba pequeña y plateada, la Little Boy”. “Éramos chicos
y chicas de 12 años que, en virtud
de la Ley de Movilización
Nacional, participábamos en proyectos de demolición de edificios,
y 167 de nosotros nos fuimos ese
día a Hiroshima a cumplir con nuestro deber. Alrededor de las 8:00, se
apagaron las sirenas que anunciaban un ataque aéreo. Nos quedamos mirando el cielo, donde había
tres bombardeos había tres bombarderos B-29. De repente, algo centelleó bajo el del centro y vimos caer un
objetivo que brillaba al sol. Después
llegó un fogonazo de luz. El fogonazo atravesó mi cuerpo, junto con el
sonido de la explosión, y todo se volvió blanco. La onda de calor me
quemó de pies a cabeza. ¡Era abrasadora! Luego, un rugido furioso me
arrojó al suelo”.
Cuando volvió en sí, Hideo vio una
espesa nube de humo negro sobre
su cabeza. Los edificios de madera
estaban derrumbados. Los trozos de
madera, de barro y de tejas rotas
caían sobre la gente como si fueran
octavillas.
“No teníamos ni idea de lo que había
pasado. Mis compañeros de clase
se tiraron al río gritando: ‘¡Está
caliente! ¡Está caliente!’. Teníamos la
cara tan quemada que no nos reconocíamos, no distinguíamos a los
chicos de las chicas. Nos llamábamos en alto para reconocernos.
Todas las partes de nuestro cuerpo
que habían estado expuestas a la
luz: la cara, el cuello, los brazos, las
piernas, estaban quemaduras e
inflamadas. Cuando nos tocábamos
la piel, nos quedábamos con ella en
la mano y veíamos la carne roja que
había debajo. Todos saltaron al agua
para aliviar el dolor, pero los que
estaban más heridos fueron arrastrados por ella”.
“Me quedé ciego del ojo izquierdo.
Me dolía tanto que no dejaba de llorar, pero no había ningún médico disponible.
Estaban ocupados con los que tenían heridas más graves. Al final, me
curaron en casa, pero perdí el ojo”.
El hermano mayor de Hideo murió en
los bombardeos. Aunque su muerte
fue instantánea, la explosión le arrancó las piernas y los brazos, dejando el
cruel espectáculo de un cadáver que
se reducía a un torso.
“La primavera siguiente entré en un
centro de enseñanza secundaria,
era una escuela al aire libre porque
no había edificio. Los estudiantes
que habíamos sobrevivido estábamos allí. Teníamos cicatrices de las
quemaduras, queloides, se nos
había caído el pelo, teníamos los
oídos perforados y los labios vueltos hacia arriba. A las niñas les
daba tanta vergüenza que ocultaban con pañuelos y pedazos de tela
las queloides faciales. Éramos muy
feos, un espectáculo macabro. Nos
fue muy difícil tener una vida amorosa, casarnos. Muchos de nosotros lo hicimos con personas de ese
grupo”.
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Theodore 'Dutch' van Kirk entró
CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
en la Fuerza Aérea norteamericana a los 19 años. Durante el primer año de Universidad, los carteles que intentaban seducir a
nuevos aviadores cadetes le
convencieron de que su misión
en la vida era ir a la guerra. Y fue.
El 6 de agosto de 1945 el B-29
donde Kirk navegaba junto al
piloto Paul W. Tibbets, lanzó la
primera bomba atómica contra la
población civil de la ciudad japonesa de Hiroshima. Tenían
muchas ciudades de Japón
señaladas en el mapa, pero la
'Little Boy', acabó con la vida de más de
meteorología de aquella jornada quiso que 140.000 japoneses que aquella mañana a
fuera Hiroshima la ciudad con mejor visibi- las 8.15 horas comenzaban un día cuallidad para los pilotos. La bomba, llamada quiera.
ATAQUE A HIROSHIMA / 60 AÑOS DESPUES / THEODORE VAN KIRK / Navegante del bombardero 'Enola Gay'
«CON FRECUENCIA DIGO QUE SI PUDIERA VOLVER ATRÁS
LO VOLVERÍA A HACER»
los 84 años, su voz vivaracha confirma que el tiempo
todavía está a su favor a pesar de la edad. «Excepto
con mi rodilla», protesta. Y la memoria. No la suya, sino
la de toda la Humanidad. Hace seis décadas un día
como hoy, Theodore Dutch van Kirk formaba parte de la
tripulación del bombardero B-29 Enola Gay que lanzó la
primera bomba atómica sobre Hiroshima, en Japón. Era
su navegante, encargado de mantener el rumbo hacia el
objetivo.
Recogemos el testimonio del antiguo capitán, ahora un
ciudadano más, que se expresa con candidez, por no
emplear otros adjetivos, a nuestro juicio, sobre el hecho
de ser uno de los responsables de un evento que causó
la muerte a 140.000 personas y la destrucción de «cientos de objetivos militares», como prefiere recordar él. Su
forma de pensar es el mejor ejemplo de hasta qué punto
puede influir la educación y la opinión pública en el pensamiento de una persona, la cual aunque haya sido el
autor material del mayor genocidio de la historia puede
llegar a creer que ha obrado bien.
A
138
- Este sábado se cumplen 60 años del lanzamiento
de la bomba sobre Hiroshima, ¿qué significa para
usted una fecha como esta?
- No sé por qué la gente está montando tanto follón sobre
el tema. Para mí será un día como otro. Lógicamente me
acuerdo de lo que pasó, pero no entiendo toda la atención. No creo que hiciera nada importante.
- ¿Dice esto porque quiere indicar que usted únicamente estaba siguiendo órdenes?
- En absoluto. Podía haber dicho que no si hubiera querido.Pero era algo que quería hacer. Principalmente porque queríamos terminar la guerra. En ese momento
había 16 millones de personas envueltas en el conflicto.
Nosotros, por ejemplo, éramos simples civiles con uniforme y queríamos irnos a casa. Llevábamos casi cinco
años luchando y el fin seguía sin parecer cerca.
- Así, cuando subió al Enola Gay ese 6 de agosto de
1945, ¿sabía cuál era su misión?
- Sí. Habíamos estado preparándonos durante un tiem-
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po, sobre todo para la
maniobra de escapada.
Después del test hecho
en Nuevo México, las
personas que estaban allí
nos informaron de que si
estábamos en un radio de
0.8 kilómetros cuando
hiciera explosión la
bomba nuestro avión
corría el peligro de desintegrarse.
- ¿Sabía el resto de la
tripulación que se iba
a lanzar la primera
bomba atómica?
- No todos. En un
momento del vuelo, Paul
W. Tibbets, el piloto, se
fue a la cola del avión y se
lo comunicó a los que no
lo sabían.Pero oficialmente nadie dijo nunca
nada de lo que íbamos a
tirar en Hiroshima. Sin
embargo si formabas parte del Grupo 509 [formado por
unos 1.700 soldados] y no lo sabías, es que eras estúpido.Te dicen que vas a hacer una misión en la que el
avión puede explotar mientras ves a un grupo de físicos
nucleares dando vueltas por allí...
- Cuando Paul Tibbets anunció el objetivo del vuelo,
¿hubo alguien que expresara reservas o cuestionara
la misión?
- No, en absoluto. Habíamos dado a los japoneses
muchas oportunidades para rendirse. Les avisamos de
que podían enfrentarse a una lluvia de bombas desde el
aire. Lanzamos cientos de miles de panfletos sobre su
país diciéndoles lo que estaba ocurriendo y lo que tenían
que hacer, y ellos sólo nos habían dado Pearl Harbor.
Los líderes de Japón en esos días eran muy tozudos,
rendirse no formaba parte de su tradición, así que había
que utilizar medidas de choque para hacerles cambiar de
opinión.
- ¿Puede recordar el momento en el que tiraron la
bomba?
- Teníamos que tirarla a las 8.15 horas de la mañana.
Llegamos 12 segundos más tarde, después de un vuelo
de 6 horas [desde Tinian], entonces Tom Ferebee tiró la
bomba -a la que llamábamos Little Boy-, fallando el objetivo por 360 metros. Una distancia fantástica si se tiene
en cuenta la altitud desde la que se lanzó la bomba atómica, que por cierto, fue la única de uranio. Todas las
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siguientes fueron de plutonio. Como la bomba pesaba
más de 4 toneladas, el avión sufrió una sacudida debido
a la pérdida de peso. Inmediatamente, Paul Tibbets puso
el morro [del Enola Gay] hacia abajo para hacer un giro
de 180 grados para huir de allí rápidamente.
- ¿Tuvo miedo de no poder escapar a tiempo?
- Personalmente no. Hasta aquel momento habíamos
hecho todo según los planes. Yo no hubiera firmado por
participar en una misión suicida.
- ¿Qué puede decir sobre la explosión?
- Ocurrió unos 43 segundos después de que abandonara el avión.Como no teníamos ventanas en la parte trasera no pudimos ver más que un destello, en seguida
sufrimos los efectos de la onda expansiva que sacudió al
avión con una fuerza de 2,5 o 3 g. [unidad de fuerza gravitatoria].
Cuando pudimos, dimos la vuelta para ver los efectos de
la explosión sobrevolando el cuadrante sureste de la ciudad. La nube en forma de champiñón que se ha visto en
tantas fotografías se levantaba por encima de nosotros,
a pesar de que estábamos a 9.000 metros.Calculé que
superaba los 12 kilómetros de altura.
- ¿Cuál fue el primer comentario después de que la
bomba hiciera explosión?
- Creo que lo que se dijo fue: «Ha funcionado». Nunca
antes se había tirado una bomba atómica y ese modelo
tampoco había sido probado. Cabía la posibilidad de que
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no saliera bien. Sin embargo, no fue hasta que volvimos a la base cuando discutimos las implicaciones
de lo que acabábamos de hacer. Entonces creo que,
uno por uno, dijimos lo que pensábamos. Puede que
fuera Dick Nelson, el operador de radio quien mencionó: «Colegas, esta guerra se ha terminado. No veo
cómo los japoneses pueden levantarse ante un golpe
de tal magnitud».
- Se dice que Robert Lewis, el copiloto, tuvo
dudas sobre la moralidad del acto. Aseguran que
dijo: «Dios mío, qué hemos hecho».
- No es verdad. Dijo algo mucho más profano que no
voy a mencionar.Nadie en el Grupo 509 tuvo ningún
remordimiento sobre lo que hicimos. Ninguno de
nosotros se volvió loco o se fue a un
monasterio.Hemos tenido vidas magníficas con familias normales y hemos vivido como cualquier otro hijo
de vecino. Con frecuencia digo que si se pudiera volver atrás en el tiempo, y las condiciones fueran las
mismas que en 1945, lo volvería a hacer.
- ¿Diría que lo que hizo estuvo bien o mal?
- La bomba atómica salvó muchas vidas. La de nuestros prisioneros de guerra que estaban muriendo en
campos de concentración, malnutridos y recibiendo
maltratos. También las de mucha gente en
Indochina.Si vivías en Hiroshima cuando la bomba
explotó tienes que decir que eras un soldado más del
Ejército japonés que dio la vida por su país, pero si no
hubiéramos utilizado la bomba, la guerra no hubiera
finalizado el 14 de agosto.
¿Sabía que el mayor ataque aéreo de la guerra sobre
Japón en cuanto al número de B-29 fue después de
Nagasaki? Teníamos unos 1.000 bombarderos, ¿puede
usted imaginar el daño? Como mínimo hubiera sido
igual que lo que sucedió en Hiroshima. Ni siquiera una
rata podría haberse salvado si no hubiéramos lanzado
la bomba.
- Entonces, ¿a quién responsabilizaría usted de las
muertes de Hiroshima?
- Fue una lástima que muriera tanta gente, pero en mi
opinión los responsables son los líderes de Japón en
aquel momento, ellos fueron los que insistieron en
seguir luchando en lugar de enfrentarse a la realidad
que estaban viviendo.
- Cuando aparecieron las primeras imágenes de
destrucción de la ciudad, ¿qué efecto le causaron?
¿Le afectaron?
- He visto esas fotos y son horrendas. No cabe ninguna
duda, pero también he visto fotografías similares tomadas en Pearl Harbor después del ataque japonés, o de
la marcha de la muerte de Bataan, o de la violación de
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
30 años después de la
caída de Saigón, para
muchos vietnamitas la
guerra no ha acabado. El
Agente Naranja, uno de
los venenos más letales
del mundo, sigue matando. Las víctimas han
demandado a las empresas que fabricaron el herbicida. Cinco millones de
afectados exigen justicia.
a doctora Phan Thi Phi Phi
lleva 40 años trabajando con
personas expuestas al Agente
Naranja. Muchas han sufrido
años de desprecio, asegura, porque los vietnamitas creen que la
gente que tiene niños con malformaciones está pagando el precio
por la vida inmoral de sus ancestros. Phi Phi habla un suave francés con acento oriental, herencia
de la colonización gala en
Indochina. Está asistiendo en
París a una conferencia internacional sobre los efectos del mortífero herbicida que EEUU utilizó
como arma durante lo que los
vietnamitas conocen como “la
guerra americana”. Entre 1966 y
1971, Phi Phi dirigió un hospital en una zona de
Vietnam fuertemente castigada por la Fuerza Aérea
de EEUU (USAF). Cuando los bombardeos se intensificaban, los médicos, enfermeras y pacientes tenían
que correr por sus vidas, moviéndose a lo largo de la
carretera Ho Chi Minh. “Comíamos mandioca, vegetales, arroz y bebíamos y nos lavábamos con el agua
de los arroyos que llegaban de las montañas.
Seguíamos la Ho Chi Minh, y sólo había árboles
muertos a los lados”, recuerda.
Entre 1971 y 1973, Phi Phi sufrió cuatro abortos, el
L
Nan King. No éramos los únicos causando destrucción
y muerte, el tema venía desde que Hitler bombardeó
Gernika durante la Guerra Civil española. Si no quieres
víctimas, no empieces una guerra.
- ¿Ha tenido la oportunidad de hablar supervivientes?
- Con algunos de ellos, sí.
- ¿Cómo fue la experiencia?
- Fue como si dos personas que lucharon en bandos
opuestos en una guerra se encontraran por primera
vez.
- En 1968 se firmó el tratado de no proliferación
nuclear.Como uno de los primeros en utilizar armas
nucleares ¿cuál es su postura a este respecto?
- Aunque el tratado obviamente no me afecta personalmente, tengo que decir que estoy en contra de
todas las armas nucleares.No creo que nadie deba
tenerlas, pero esa no es la realidad.Sin embargo, no
pienso que vayamos a ver a un Gobierno responsable
utilizarlas. Lo que verdaderamente me asusta es que
los terroristas se hagan con una porque ellos no tendrían dudas en hacerlo.
LA MUERTE NARANJA
último casi la manda a la tumba. Ella no tiene dudas,
“la culpa es del Agente Naranja, un veneno que ya ha
contaminado a tres generaciones”. Con esa convicción, apoyada en décadas de estudios sobre el terreno, Phi Phi presentó hace un año, en un juzgado de
Nueva York, una demanda contra las empresas -Dow
Chemical, Monsanto y una docena más- que fabricaron los herbicidas para el Ejército de EEUU. “Quienes
produjeron el veneno deben pagar por las consecuencias”, clama la doctora.
La denuncia presentada por Phi Phi y otros dos afec-
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tados, en representación de unos cinco millones de víctimas vietnamitas del Agente
Naranja, afirma que la tierra y las gentes de
Vietnam fueron contaminadas hasta tal punto
por ese compuesto que el hecho de suministrárselo al Ejército de EEUU implicó la comisión de crímenes de guerra. Tras un año de
batalla legal, el caso fue desestimado en
marzo por un juez federal, aunque los abogados encargados del caso ya preparan el contraataque. Se trata del último episodio de una
epopeya que dura ya demasiado tiempo.
Todo comenzó en un laboratorio de la
Universidad de Chicago, en plena Segunda
Guerra Mundial. El profesor E. J. Graus, jefe
del departamento de Botánica, descubrió que
cierto tipo de vegetación de hojas grandes
podía ser destruida provocando un súbito e
incontrolado crecimiento en las plantas. Algo
parecido a inocularles un cáncer. La clave era
un agresivo compuesto químico, el 2,4-D (2,4ácido diclorofenoxiacético). Pensando que su
trabajo podría ser de gran utilidad en el escenario bélico, Graus contactó con el
Departamento de Guerra, aunque los militares
no le encontraron utilidad antes del final de la
contienda.
Tras la guerra, los militares retomaron el trabaLas piernas de Tran. La joven Tran Thi Hoan, de 16 años, nació
jo de Graus y en los años 50 dieron con una
sin piernas y fue abandonada. Su discapacidad, dice, no le
potente combinación de sustancias que pronto impedirá ir a la universidad. Una ambulancia la lleva cada día al
se hizo un hueco en los arsenales químicos del instituto.
Pentágono. Al 2,4-D le habían añadido 2,4,5-T
iniciar la operación Hades, más tarde bautizada como
(2,4,5-T-ácido triclorofenoxiacético). El efecto sobre el
operación Ranch Hand (un término muy vaquero,
follaje era demoledor, pero lo que no sabían -o ignoreferido a los peones que trabajan en un rancho). Su
raron- era que el 2,4,5-T guardaba en su interior una
objetivo era rociar con herbicidas -un método más
mortífera carga, la dioxina TCDD (2,3,7,8-tetraclorodirápido y eficaz que el francés- las selvas donde se
benzo-para-dioxina), un subproducto derivado de la
ocultaba el Viet Cong. Nueve meses después, el proproducción de herbicidas que la Agencia de
grama de fumigación había arrasado más de 3.600
Protección Ambiental (EPA) de EEUU ha definido
hectáreas en la provincia de Ca Mau, una zona de
como “uno de los más desconcertantes y peligrosos
fuerte actividad comunista en el sur. Los C-123 habívenenos conocidos”.
an deforestado el 95 por ciento de la zona marcada
En 1961, los primeros cargamentos de agentes quícomo objetivo. La misión fue considerada un éxito y
micos fueron enviados a Vietnam. Su cometido era
Ranch Hand recibió la aprobación total para continuar
destruir los recursos alimenticios y eliminar la vegetasu camino, coincidiendo con la progresista implicación que ocultaba los movimientos de tropas del eneción de EEUU en el conflicto.
migo. La idea no era nueva. En los años posteriores
En los nueve años posteriores, más de 80 millones de
a la ocupación japonesa de l Segunda Guerra
litros de productos químicos fueron rociados sobre las
Mundial, cuando París intentaba retomar el control
selvas, los ríos y los campos de Vietnam del Sur,
sobre la antigua colonia, el Ejército francés arrasó
envenenando a cerca de cinco millones de personas,
con operarios y máquinas miles de hectáreas, tras
incluidos numerosos soldados estadounidenses. Casi
concluir que la jungla jugaba a favor del enemigo.
el 60 por ciento de esa cantidad, más de 46 millones
El 13 de enero de 1962, tres aviones C-123 de la
de litros, fueron de Agente Naranja, el más tóxico y
USAF partían del aeródromo de Tan Son Nhut para
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peligroso de los herbicidas del arco iris.
Así llamados porque al naranja le acompañaban el rosa, verde, púrpura, blanco
y azul (este último contenía arsénico);
los colores identificaban a cada herbicida por una franja pinta en el exterior de
los bidones de más de 200 litros que llegaban desde EEUU a las bases norteamericanas en Vietnam. De esa manera,
no sólo se identificaban con facilidad,
también se evitaba que los curiosos y
los soldados conocieran la composición
de cada agente.
El resultado fue el envenenamiento de
buena parte de las propias tropas de
EEUU. Hoy en día, nombres como Bien
Hoa, Da Nang o Phu Cat, bases aéreas
La lucha de Duc de 17 años después de la guerra, Duc Hung nació con
desde las que partían los imponentes
oligodactilia (sin dedos en manos y pies). Aun así, su caligrafía es formidaC-123 cargados de venenos, están mar- ble y es muy inteligente.
cados en rojo sobre el territorio vietnamiacción del producto químico en esa zona. En el resto
ta por ser los lugares más contaminados del país. Un
del país, centenas de millares más se vieron afectaestudio de la propia USAF revelaba que la exposición
das por la exposición, directa o indirecta, o ka contaal Agente Naranja había aumentado considerableminación por la cadena alimentaria. Se estima que
mente los casos de diabetes entre sus pilotos y el
han muerto más de 76.000 niños y, según la Cruz
personal de tierra que sirvió en Vietnam. Estadísticas
Roja, otros 150.000 han ido gravemente afectados.
que se multiplican por miles en el lado vietnamita.
Sólo en la provincia de Luang Tri, donde estaba la
En 1965, Le Cao Dai, un médico de Hanoi, veterano
zona desmilitarizada que dividía el país, se registrade la guerra contra el colonialismo francés, se embarron más de 15.000 víctimas en un censo organizado
có en un viaje a lo largo de la Ho Chi Ming hacia
en 1998 por el Gobierno de Hanoi. Cerca de 2.000
Vietnam del Sur. Allí protegido por el camuflaje,
personas habían muerto con consecuencia de la
supervisó la creación de un hospital de
campaña clandestino para atender a los
soldados heridos en las tierras altas,
entre las ciudades de Pleiku y Kontum.
Entre 1966 y 1971, en medio de algunos
de los combates más terribles de la guerra, la improvisada unidad de Dai se veía
obligada a reubicarse cada vez que un
C-123 descargaba sus nubes tóxicas
sobre los bosques que les servían de
escudo. Dai falleció en 2002, tras padecer una breve enfermedad, a los 74
años. Antes de morir, convertido en uno
de los mayores expertos y activistas a
favor de las víctimas, publicó en 1997 su
diario personal de aquellos días: “Los
aviones rociaban su carga -relata-.
No sabíamos lo que era, sólo debía de
ser algún tipo de químico. Cuando las
Dan vuelve a sonreír. El labio leporino es una malformación provocada por
hojas se ponían amarillas y desaparecíla dioxina. En Hanoi se realizan docenas de operaciones como la que le
an, nos íbamos a un lugar más seguro”.
han practicado a Dan.
Al igual que sus compañeros médicos,
143
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sus pacientes y los habitantes
de las zonas afectadas. Dai no
tenía mucha protección contra
aquella misteriosa lluvia ni
conocía la horrible naturaleza
del veneno que flotaba a su
alrededor. “Utilizábamos trozos de plástico para cubrirnos.
Yo solía tapar también mi
hamaca. Sentíamos el olor a
químicos por todas partes.
Cuando los aviones se habían
marchado, en el río aparecían
peces muertos y -¿qué sabíamos nosotros?- los soldados
simplemente los cogían y se lo
comían”. A principios de los
años 70, Dai y otros médicos
vietnamitas empezaron a
notar que los soldados sufrían
Familias rotas. “Todavía recuerdo la pestilencia de aquella sustancia en mi ropa”.
enfermedades poco habituaVan An no puede olvidar, su hijo Thanh Pong, con encefalitis inducida por la dioxiles: varios tipos de cáncer, sobre na, se lo recuerda cada día.
todo de hígado, enfermedades
provocadas por inmunodeficienmuchos de los 2,6 millones de veteranos estadounicias, diarreas severas y malarias infalibles a todo tipo
denses de Vietnam habían comenzado a quejarse de
de tratamiento. También constataron numerosos
males -enfermedades cutáneas y varios tipos de cánabortos, nacimientos prematuros y tremendas malforcer- que se relacionaban con la exposición al Agente
maciones y defectos entre los hijos recién nacidos de
durante la guerra.
los soldados.
La historia posterior es bien conocida en EEUU. En
A las voces desde el interior de Vietnam se unieron
1983, los veteranos iniciaron una demanda contra los
numerosos científicos, incluyendo varios premios
fabricantes, hasta que un acuerdo judicial otorgó 180
Nobel y las más prestigiosas organizaciones de la
millones de dólares para compensar a los veteranos
ciencia norteamericana. Durante los últimos años del
norteamericanos. El Departamento de Asuntos para
conflicto exigieron el cese de la operación Ranch
Veteranos estableció una amplia lista de dolencias,
Hand –tildándola de “bárbaro y peligroso precedentes
incluyendo la enfermedad de Hodgkin, cáncer de
en el futuro de la guerra biológica y química”-, pero
próstata y de las vías respiratorias, sarcoma de tejido
los militares rechazaron todas las advertencias sobre
blando y enfermedades de la piel como chloracne
los posibles efectos sobre la salud y el medio ambien(acné severo) y más de 270.000 veteranos se registe. Así, hasta que en 1969, un grupo de científicos
traron para recibir compensaciones. En 1998, cerca
descubrió que el 2,4,5-T causaba defectos en animade 6.000 habían sido calificados para las mismas
les nacidos en laboratorios. El presidente Richard
cobrando hasta 1.989 dólares al mes para los afectaNixon tardó más de un año en anunciar la prohibición,
dos leves y más de 5.000 para aquéllos con severas
a pesar de la activa resistencia de buena parte del
minusvalías.
alto mando de usar el Agente Naranja en Vietnam.
Cantidades que contrastan con las ayudas disponiPara entonces, la USAF lanzaba una media de
bles para los veteranos vietnamitas que reciben una
900.000 litros al mes sobre Vietnam. El 7 de enero de
ayuda máxima de siete dólares mensuales en caso
1971, los C-123 realizaron su último ‘ataque’ oficial
de minusvalías.
contra la espesa vegetación de Vietnam.
Las estadísticas, la realidad a ojos vista, el paisaje
Ese año, otros estudio detectó la presencia del
arrasado, la tragedia de las víctimas… no dejan a
2,3,7,8-TCDD en el 2,4,5-T, mientras nuevas investidudas, pero la ciencia es bastante más caprichosa.
gaciones comenzaban a relacionar las dioxinas con
Incapaz de destinar suficientes recursos a la investiun amplio abanico de enfermedades, incluyendo cángación, Vietnam es consciente de su imposibilidad
cer y malformaciones congénitas. Para entonces,
para cuantificar el problema con precisión. Encontrar
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los recursos necesarios para probar una relación causa-efecto ha
sido imposible.
VÍCTIMA Y
“Es la mayor contaminación por
dioxina que se haya producido
VERDUGO
jamás. Las consecuencias son
aún muy graves y persistirán hasta
lmo Zumwalt fue
mediados del siglo XXI”, asegura
jefe de la Marina
el doctor Arnold Schecter, consien Vietnam. Antes de
derado el mayor experto mundial
morir, en 2000, conen la materia. “En los últimos años
fesó: “Sabíamos con
hemos acumulado evidencias de
exactitud lo que lanque la dioxina ha causado un gran
zábamos y sobre
número de efectos a la salud, pero
qué lugares lo hacíafalta la prueba irrefutable”, lamenmos”. Uno de sus
ta Schecter. Esto es: demostrar
hijos murió de enferque es el único causante de todas
medad de Hodgking
las enfermedades que sufren las
y otro nació con
víctimas.
daños en un cromoLos abogados de las empresas
soma. Dedicó sus
acusadas alegan que la demanda
últimos años a ayupor crímenes de guerra contra sus
dar a las víctimas
clientes es insostenible. Subrayan
vietnamitas.
que los fabricantes recibieron
órdenes del Pentágono para producir el Agente y que cualquier
tipo de compensación a los vietnamitas, debería ser el resultado de
L. Frey, que representa a la poderosa Dow, afirmó
negociaciones entre los gobiernos. El letrado Andrew
recientemente que las personas que
sufren privaciones aleatorias ponen
pleitos porque “forma parte de la
naturaleza humana buscar alguien a
quien culpar”.
El temor de la Casablanca en caso
de que prospere la demanda radica
en el hecho de que, si las víctimas de
varias generaciones de la guerra química son reconocidas y compensadas por la justicia norteamericana,
las partes del sistema legal se abrirán de par en par para que ‘otros
enemigos’ lleven a cabo denuncias
similares. En enero, el Ejecutivo presentó una declaración apoyando a
las empresas. Aseguraba que el tribunal no tiene autoridad “para juzgar
la validez de las decisiones del presidente en cuanto a tácticas de combate y armamento”. Y eso incluye el
Agente Naranja que Kennedy,
Jonson y Nixon ordenaron espaciar
Tres aviones C-129 del Ejercito Norteamericano rocian con herbicidas la selva
desde los cielos de Vietnam.
E
de Vietnam.
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LOS EXPERTOS: LAS CONSECUENCIAS PERSISTIRÁN HASTA
MEDIADOS DEL SIGLO XXI
LOS CIENTÍFICOS
John Constable y Arnold Schecter (EEUU).
Los mayores estudiosos del Agente Naranja.
“EL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS ES TANTO O MÁS RESPONSABLE QUE LOS FABRICANTES DEL VENENO”
En 1966, los vietnamitas dieron la señal de alarma. Y en 1968, Constable se
convertía en el primer científico en viajar a Vietnam para estudiar los efectos del
programa de herbicidas.
“La vegetación en las zonas afectadas había sido aniquilada y los cultivos, arrasados”. Schecter siguió sus pasos en 1983. “Entonces ya no había dudas. La
población fue expuesta a un agente tóxico. Pero la demostración científica de
que sus sufrimientos están directamente relacionados con el Agente Naranja ha
sido algo más difícil de conseguir”.
Entre 1966 y 1971 dirigió un hospital móvil en la selva de Vietnam del Sur. La
zona en la que operaba era rociada a menudo con Agente Naranja.
Tras la guerra sufrió cuatro abortos. Lleva más de 20 años dedicada a estudiar la
relación entre los niveles de cáncer en su país y la exposición a la dioxina. “Hay
una diferencia brutal entre los habitantes de las áreas contaminadas y las zonas
que no fueron rociadas”. En 2004, representando a unos cinco millones de víctimas, denunció a los fabricantes del Agente ante un tribunal de EEUU.
LA ACUSACIÓN
Jonathan Moore y Luu Van Dat Abogados que han presentado la
demanda contra los fabricantes.
“PARA EL JUEZ, EL AGENTE NARANJA NO ES UN VENENO. SE TRATA
DE UNA SENTENCIA INJUSTA Y DISCRIMINATORIA”
En marzo, el juez desestimó la demanda de las víctimas contra las
empresas químicas. Moore, en el lado norteamericano, y Van Dat, del
vietnamita, han dirigido todo el proceso.
“Es injusta y discriminatoria”, asegura Moore, en referencia al apoyo que
ese mismo magistrado dio a los veteranos de su país cuando, en 1983,
fueron indemnizados por los fabricantes. “Las verdaderas víctimas de la
guerra química fueron los vietnamitas y tienen todo el derecho a ser compensadas”, añade Van Dat. Ambos preparan ya la apelación.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Al cumplirse 30
años del final de
la Guerra de
Vietnam,
el
Gobierno de EE
UU y las familias
siguen buscando a los 1.835
desaparecidos
en combate.
LAS FAMILAS DE LOS SOLDADOS AMERICANOS
DESAPARECIDOS EN VIETNAM SIGUEN BUSCÁNDOLOS
LA DEMANDANTE
Pham Thi Phi Phi. Médico inmunobiologista y promotora de la demanda
contra las empresas químicas.
“QUIENES PRODUJERON EL AGENTE DEBEN PAGAR. SABÍAN LO
QUE PUEDE HACER AL SER HUMANO. LO SABÍAN”
P A R A
acía años que a Kimberly Thomas no la llamaba
un periodista para interesarse por la búsqueda de
su padre, «siete u ocho», recapitula la joven de 37
años, pero eso no significa que haya dejado de buscarlo. Cada día envía cartas a los congresistas, la
Casa Blanca, el Pentágono y otras autoridades contándoles las circunstancias en las que desapareció y
lo importante que es para su familia encontrar sus
restos. «Rezo para que perdiese la vida hace muchos
H
años, a nadie le gustaría pensar que un familiar suyo
ha pasado 30 años en un campo de concentración de
Vietnam -explica-. Hubiera sido terrible».
De pequeña tenía pesadillas con esa posibilidad,
pero luego creció asumiendo que estaba muerto. A su
madre le costó más, y de hecho tuvieron «tremendas
discusiones» al respecto. Cuando por fin asumió que
el amor de su vida había muerto, sólo le quedó soñar
con reencontrarse en el más allá. En 1998, la última
vez que Julia Ann Thomas tuvo que recordar el
aniversario de su desaparición, se suicidó ese
mismo día. «Le quiso más a él que a sus propias
hijas y nietos», dice Kimberly con amargura. Sus
palabras denotan cierto rencor. En su esfuerzo
por reconciliar sus sentimientos ha terminado por
culpar de todo a una guerra que se llevó por
delante a los dos e hizo de su vida un infierno.
«En las guerras todo el mundo pierde», les
recuerda a los estudiantes cuando da alguna
charla. Dice que reza cada día para que Irak no
se convierta en otro Vietnam, pero cada telediario pone a prueba su fe. «¿Aquí vamos otra
vez!», suspira horrorizada cada noche, cuando
ve en las noticias las caras de los últimos soldados fallecidos en tierras lejanas.
Unos 58.000 jóvenes americanos y más de un
millón de vietnamitas perdieron la vida en aquella
guerra contra el comunismo. Otros 1.835 esta-
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dounidenses siguen
«desaparecidos en
combate», y de ellos
cien estaban en las
lista de prisioneros
del Gobierno estadounidense, pero no
volvieron con los
liberados. Sus familias luchan para que
no se apague la
esperanza de recuperar sus restos. Es
esta presión constante, a nivel individual y de los grupos
que han formado, lo
que hace que un
departamento
del
Pentágono se dedique activamente a
rastrearlos.
Si Kimberly tuviera dinero para hacerlo, hace mucho
que se habría ido a Vietnam a buscar al pescador que
vio hundirse el helicóptero de su padre en el río
NahBe el 25 de noviembre de 1971. Según su testimonio, tomado por las fuerzas estadounidenses
pocos días después de que el aparato fuera derribado, al menos tres hombres sobrevivieron al impacto.
Le Van Vang se acercó hasta ellos en su balsa y rescató al que le quedaba más cerca. Después de llevarlo hasta la orilla que no estaba tomada por el
Vietcong, volvió hasta el aparato para ayudar a los
demás, pero habían desaparecido. Uno de ellos nadó
hasta la orilla. Del otro, un hombre que vestía una
camiseta blanca, nunca más se supo.
Según todos los testimonios, el padre de Kimberly era
el único que ese día vestía una camiseta blanca. El
temor es que aquel día nadase hasta la orilla equivocada y fuese hecho prisionero.
Imágenes oscuras
«Me encantaría al menos poder sentarme en ese
banco del río y descubrir una imagen bella y serena
con la que librarme para siempre de esas imágenes
oscuras de aguas infectadas de cocodrilos y vietnamitas disparando contra él», suspira la joven.
Marcados por el trauma y la confusión del accidente,
los que sobrevivieron no logran retraer las últimas
imágenes del sargento Jim Thomas. «La verdad es
que todos los hombres creen que, dado como era él,
incluso si hubiera alcanzado la orilla habría vuelto
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informes de prensa en los que las guerrillas indochinas han proclamado en diferentes ocasiones tener
prisioneros americanos, sin que EE UU haya querido
negociar con ellos. Según este mismo grupo, en 1970
y 1976 Francia pagó cantidades sin especificar para
recuperar a algunos de sus nacionales que Vietnam
sostenía que habían muerto en 1954.
La incertidumbre ha alimentado la leyenda y las pesadillas. Si el padre de Kimberly siguiera con vida hoy
tendría 62 años. Ella tenía apenas tres años la última
vez que lo vio. «Sólo me quedan imágenes difusas,
como una en la que estaba nadando con él en la piscina», rememora con la mirada perdida. «Es como
piezas aisladas de un puzzle. No tengo ninguna
memoria de cómo sonaba su voz o cómo olía su colonia. Sé que si por casualidad siguiera vivo y pudiera
volver, ahora que mi madre no está, sería un completo extraño entre nosotros».
Ningún prisionero
para rescatar a otros. Todos creen que está muerto».
Y aún así Kimberly se siente en deuda con él y con su
madre. La pesada misión de su vida será no descansar hasta que logre encontrar algo con lo que poner
un final a su duelo. Algo que enterrar, un lugar en el
que poner flores. Una ceremonia en Arlington que lo
reúna con sus camaradas muertos. Eso es lo que el
hermano del marine Raymond Heyne obtuvo el mes
pasado, después de 37 años de búsqueda: tres dientes que enterrar en Arlington y una 'chapa de perro'
con su nombre.
La ceremonia se hará en octubre, coincidiendo con el
encuentro de los supervivientes de la batalla de Kham
Duc/Ngok Tavak en la que Heyne perdiese la vida a
los 20 años tras diez horas de combate, pero hasta
ahora no se habían podido recuperar sus restos. Ha
sido el trabajo de investigación y la presión de la
organización Vietnam Veterans of America la que ha
logrado que ambos gobiernos trabajen juntos en las
excavaciones arqueológicas que los han devuelto a
casa. «Nuestro amigos y nuestros camaradas se quedaron detrás en el campo de batalla, eso es algo que
nos ha pesado durante todos estos años», contó el ex
marine Tim Brown, que no participó en la batalla que
más desaparecidos dejó en toda la guerra (32) porque tenía neumonía.
Lo que verdaderamente ha traumatizado a las familias e impedido que siguiesen adelante con sus vidas
es el rumor de que habían sido hechos prisioneros. El
grupo de veteranos y desaparecidos de Kentucky llamado Task Force Omega ha compilado numerosos
Las diferentes investigaciones que se han llevado a
cabo en el Congreso han concluido que no hay ningún prisionero estadounidense con vida en Vietnam.
El Fondo de Publicidad de Prisioneros de Guerra
(POW Publicity Fund) ofrece más de dos millones de
euros a quien liberara a un estadounidense clasificado como desaparecido y lo entregue a las autoridades. Desde 1993 nadie ha reclamado la recompensa.
Estados Unidos quiso poner fin a la leyenda de prisioneros americanos que languidecían en celdas de
bambú en algún lugar remoto de las selvas de Laos,
Camboya o Vietnam con la creación de un comité
presidido por el senador veterano de Vietnam John
Kerry, que en 1993 presentó un sentido informe. La
creencia generalizada es que en él se descartó cualquier posibilidad de que quedasen prisioneros con
vida, pero una lectura detallada revela párrafos
inquietantes, como el que aquí se reproduce: «Los
gobiernos de Nixon, Fox y Carter desestimaron la
posibilidad de que prisioneros americanos hubieran
sobrevivido en el sudeste asiático a la Operación
Retorno a Casa . Este comité ha descubierto evidencias que le impiden llegar a la misma conclusión.
Reconocemos que no hay pruebas, pero tampoco de
que los que no volvieron hayan muerto. Más aún, las
evidencias indican la posibilidad de que al menos un
pequeño grupo sobreviviese».
Lo único que el comité descartó es que hubiera una
conspiración oficial para abandonarles, pero con sus
palabras dejó sembrada la duda para siempre en el
corazón de los que no pueden olvidar.
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Los 465 miembros de un
grupo paramilitar colombiano
han entregado
sus armas y
recibirán durante 18 meses el
salario mínimo.
La única decisión unánime
es desmovilizar
a todos los
combatientes
antes de 2006.
A pesar de ese crimen, el jefe político
de las AUC, Ernesto Báez, asegura que éstas no van a
intervenir en política y menos a tiros.Respetarán a todos
los partidos y candidatos. Al mismo tiempo, otro comandante, Vicente Castaño, dijo que intentarán que la mitad
del próximo Congreso, que se elige en marzo de 2006,
DEJAR LAS ARMAS PARA COGERLAS
Franco, un paramilitar con cinco años de guerra a
sus espaldas, le gustaría irse de Colombia porque
piensa que hay mucha violencia.Y España es uno de sus
destinos soñados. Tiene un hermano que trabaja en
nuestro país desde hace tiempo y le cuenta que le va
bien. Además, poner un océano de por medio sería perfecto para evitar a la guerrilla y a quienes quieren vengarse de él y de sus compañeros por la cantidad de tropelías cometidas, algo que le obliga a estar siempre alerta, máxime ahora que deja las armas.
El chico, de 23 años, estaba al servicio del comandante
Don Berna, alias que utiliza un mafioso de vieja data
metido a paramilitar y que comanda, entre otros, el
Frente Héroes de Tolová, al que pertenecía Franco, y
que se desmovilizó hace una semana en La Rusia, una
finca en el oeste de Colombia. Como reinsertado a la
vida civil, el ex combatiente recibirá durante 18 meses el
equivalente a 150 euros, un poco más del salario mínimo
mensual colombiano, así como cursos de formación para
aprender un oficio diferente al de matar.
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Ejecutivo. También
las críticas que
despierta el hecho
de que esté detenido en una fincacárcel en lugar de
una prisión, acusado por la Fiscalía
de mandar asesinar en plenas
negociaciones de
paz a un político
que hacía campaña en su zona de
influencia. Al parecer, Don Berna lo
eliminó para que
no le hiciera sombra a un candidato
de sus afectos.
CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
A
E D U C A C I Ó N
Los 465 miembros del Tolová entregaron fusiles y munición, pero guardaron parte de su mejor armamento.
Aunque obviamente no lo dice, Don Berna pretende conservar alguna estructura militar para seguir traficando con
coca, que ha sido su principal actividad desde hace dos
décadas, junto a la de jefe de bandas de
delincuentes.Pero de unos cinco años a esta parte es
también un destacado miembro de las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), los llamados paramilitares, y
ahora forma parte del equipo negociador del proceso de
paz con el Gobierno.
Hace menos de un mes asumió el compromiso de desmantelar los distintos Frentes de las AUC que comanda
y las llamadas Oficinas de cobro de Medellín que están
bajo su responsabilidad. Se trata de centros en donde se
dirimen las diferencias que puedan surgir entre los narcotraficantes por causa del negocio, se cobran extorsiones y se planean asesinatos.
El que Don Berna no quiera desprenderse del todo de su
pasado, no es el único quebradero de cabeza para el
sean amigos de su causa.
Las diferencias de criterio reflejan la gran división interna
de las AUC, en donde cada comandante hace lo que le
parece con sus tropas y sus finanzas. La única decisión
casi unánime es desmovilizar a todos los combatientes
antes de final de año, si bien algunos jefes
se resisten a abandonar las armas porque
aún la guerrilla sigue activa y temen perder
el territorio y el poder que les arrebataron.
Hasta la fecha ya se han despojado de
armas unos 5.000 hombres y aún quedan
cerca de 15.000.
Un factor determinante para convencer a
todos de las bondades de la paz, es la extradición a Estados Unidos por narcotráfico, la
espada de Damocles que pende sobre las
cabezas de los líderes paramilitares, para
quienes envejecer en una cárcel norteamericana es la peor pesadilla.
A cambio de tener la seguridad de que no
irán allá, están dispuestos a ceder ejércitos,
dinero, poder y libertad. La incógnita es la
cantidad de poder y todo lo que ello implica
que están dispuestos a ceder. La respuesta
la da alguien que los conoce bien y que pide
anonimato para salvar el pellejo. «Algunos,
poco. Otros son sinceros y dejarán todo».
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Se llamaba Günter. Chris fue
el último. Entre uno y otro, el
Muro de Berlín se cobró otras
264 vidas. Cuando se cumple
el 15 aniversario de su caída,
sus familiares recuperan sus
historias
Günter Liftin (izda.) con su hermano Jünger
(centro). Günter tenía 24 años cuando murió
cruzando el muro.
EL PRIMER MUERTO DEL MURO
ar con el torreón es ardua tarea. Nadie diría que por
donde hoy campan tranquilamente edificios de viviendas discurría la temida franja de la muerte. De las más de
3.000 casetas -estratégicamente situadas para convertir el
Muro de Berlín en una frontera infranqueable, la mejor vigilada del mundo-, hoy día sólo quedan dos.
Milagrosamente, la que buscamos logró salvarse de los
tentáculos inmobiliarios que intentaron derribarlo. Toparon
con un tozudo berlinés, que ha convertido la conservación
del torreón en una suerte de leit-motiv.
Jürgen Litfin rehabilitó con la ayuda de sus amigos este
cubículo de cemento, para convertirlo en su segundo
hogar. Desde él vela por la memoria de su hermano.
Cuando se cumplen 15 años de la caída del muro de
Berlín -comenzó a hacerse añicos en la noche del 9 de
noviembre- Litfin recupera la historia de la primera víctima
que se cobró aquella mole de hormigón:
su hermano Günter Litfin. Y Karin
Gueffroy cuenta la de la última: su propio
hijo Chris Gueffroy. Entre el primero y el
último están los nombres de otras 264
personas que perdieron la vida intentando cruzarlo.
Todos los días, Jürgen Litfin acude al frío
torreón. Apenas dista medio kilómetro del
lugar donde su hermano, Günter Litfin,
fue abatido a tiros el 24 de agosto de
1961 cuando intentaba cruzar a nado el
canal que lo separaba del sector occidental. A pesar de que levantó los brazos
en señal de entrega y de que uno de los
dos soldados en la torre de vigilancia
D
152
advirtió a su compañero que no disparara, el joven berlinés
de 24 años recibió un tiro en la nuca, y se convirtió en el
primer mártir de un muro aún en ciernes.
«Hacía sólo diez días que habían comenzado a levantar
las alambradas», cuenta su hermano. «Si Günter hubiera
sabido que esa misma noche se había dado la orden de
disparar sobre cualquier fugitivo, nunca lo habría intentado», añade.
Lo que el régimen de Walter Ulbricht, el primer jefe de estado de la Alemania comunista, bautizó como «muro de contención antifascista», respondía a otra realidad bien distinta. Esa zona limítrofe, que a lo largo de varias generaciones fue ampliándose, acabó convirtiéndose en la frontera
más peligrosa de Europa. Era además la única levantada
con el objetivo de impedir que sus propios ciudadanos
abandonaran el país, no de protegerlos o impedir la entrada a terceros.
Antes de 1961, aunque dividida en cuatro
sectores -los cuatro aliados, potencias
vencedoras de la Segunda Guerra
Mundial-, Berlín era una sola ciudad. Sus
habitantes podían vivir en el sector soviético, trabajar en el británico y visitar a su
familia en el francés.
Hasta que el 13 de agosto, ante la mirada
atónita de los berlineses, un grupo de soldados comenzó a extender un alambre
de espinos, que días después flanquearían con una pared de ladrillos. Lo que pretendía contener el gobierno comunista era
el éxodo poblacional.Cada vez emigraban
más germano-orientales hacia el Oeste,
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donde había más oportunidades. Mientras
Berlín occidental florecía gracias a las subvenciones que le otorgaba el gobierno de Bonn, la
zona oriental se desangraba a base de pagar
indemnizaciones de guerra a la URSS.
Günter Litfin -un sastre de finos modales, presume su hermano, que trabajaba en un prestigioso taller del Ku damm- decidió probar suerte y, sin avisar a su familia, cruzar la frontera a
nado.Jürgen llevaba meses reformando para
él un apartamento en el Oeste, al que pensaba mudarse. Pero una bala asesina se cruzó
en su camino.
EL SIMBOLO. Un policía de la RDA recoge el cadáver de Peter Fechter,
Günter Litfin -cuya muerte no conoció su famimuerto en 1962 al tratar de cruzar el Muro. Tenía 18 años.
lia hasta dos días después gracias a la prensa
«del otro lado»- encabezaría una larguísima lista.
percibida. Sólo en contadas ocasiones se anima a hablar
Un año más tarde el mundo despertaba conmocionado al
del «espíritu jovial» de su hijo, «por los demás, aunque
ver las imágenes de un chaval de 18 años, Peter Fechter,
después yo no pueda conciliar el sueño durante días».
que moría desangrado en la alambrada del Check Point
Ni a Karin Gueffroy ni a Jürgen Litfin los encontraremos en
Charlie.
las fotos de aquellos que hace 15 años se bañaron con las
Entre 1962 y 1963 (los dos primeros años después de su
masas para celebrar la caída del Muro. «Aquella noche
construcción) se registró el mayor número de muertos y
sólo lloré, de alegría, porque se cumplía el sueño de mi
detenidos. Antes de que se levantara el segundo muro padre, lloré como no había llorado ni siquiera en el entierro
creado para habilitar un terreno por donde patrullar, la
de mi hermano», cuenta Jürgen Litfin, en este torreón
denominada franja de la muerte-, antes de que se cavaran
donde ahora quiere preservar su memoria. «No podía
las trincheras, antes de que los canales fueran vestidos
creer que por fin acabara aquel sistema criminal, que te
con mallas que impidieran a avezados buceadores cruzar
sometía a una vigilancia continua, que te obligaba por ley
bajo el agua, antes de las vallas electrizadas, todavía
a denunciar a tu padre o madre si resultaban sospechosos
había quien estampaba sus sueños contra aquella prohide deslealtad al régimen, que mataba o vendía a sus ciubición mortal, que no en vano acabó por llamarse el Telón
dadanos».
de Acero. El trágico goteo de víctimas no terminó hasta
Litfin pasó 10 meses en prisión por haber comprado muepocos meses antes de su derribo.
bles a un germano-oriental que luego trató de huir. «Me
Chris Gueffroy, con tan sólo 20 años, fue el último que peracusaron de haberle ayudado en el intento», dice todavía
dió la vida, el 5 de febrero de 1989, en el intento de conoincrédulo, como si contara la historia por primera vez. Pero
cer otro mundo. Su madre, Karin Gueffroy, quien 15 años
tanto él como su familia vieron la libertad mediante un
después sigue reteniendo las lágrimas, recuerda como su
generoso cheque del gobierno occidental. «Este gobierno
hijo le echó en cara que estuviera «secuestrada por una
(de la RDA) se lucraba con la venta de sus prisioneros»,
cuenta bancaria y un puesto de trabajo». «Sus palabras
dice indignado. El canje de entre 30 y 40 mil prisioneros
siguen sonando en mi cabeza», relata.
políticos (por sumas que rondaban los 100.000 marcos de
Frente al memorial que la ciudad de Berlín ha levantado
entonces, 50.000 euros de ahora) sirvieron, sin duda, para
cerca del lugar donde le dispararon (según averiguó a traalimentar las maltrechas arcas comunistas.
vés de las actas de los servicios secretos de la Stasi, el
La memoria es frágil y es fácil que pase desapercibida la
cuerpo de su hijo fue encontrado con la espalda contra la
doble fila de adoquines en el pavimento, que hoy recuerda
valla, con 10 agujeros de bala), reconoce que no es tan
por dónde transcurrieron los 45 kilómetros de Muro. Erich
difícil abandonarlo todo, tal y como le animó su hijo.
Honecker, uno de los artífices del telón y último presidente
Porque después de sufrir el acoso y los interrogatorios de
de la RDA, pasará a la historia por una famosa sentencia:
la policía durante meses, Karin Gueffroy solicitó un visado
«El Muro aguantará por lo menos 100 años».
de salida de la RDA para dejar aquel país que le había
Afortunadamente, la historia le quitó la razón. En la retina
robado lo más preciado.No se atrevieron a denegárselo.
quedan las imágenes de aquella multitud de personas
«Me veían demasiado decidida a acercarme al muro con
encaramadas a la que fuera una amenaza impertérrita
un ejército de madres, tan indignadas como yo, y dispuesdurante casi tres décadas, y que ahora podían asaltar a su
tas a que nos llenaran también el cuerpo de balas». Hoy
antojo.
se ha retirado del mundanal ruido e intenta pasar desa-
153
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D E
Israel hace retroceder la Historia
medio siglo. Su Muro de
Cisjordania es como el de Berlín.
95.000 palestinos han quedado
prisioneros de esta obra faraónica, a pesar de que hasta el propio Tribunal Superior de Justicia
Israelí lo ha declarado ilegal.
os israelíes se indignan si alguien
les compara con los alemanes.
Cuando José Saramago, tras una visita a Ramalla, equiparó la actuación
del ejército israelí en Cisjordania con
la ocupación nazi en la II Guerra
Mundial, se montó inmediatamente
una campaña mundial contra el
Premio Nobel portugués. Judíos de todo
el mundo utilizaron la prensa de sus países para denunciar la “perversidad” y la
“monstruosidad” de la comparación.
El Gobierno israelí, sin embargo, se empeña en imitar al
totalitarismo alemán. No al de Hitler en este caso, sino al
de la Alemania comunista, al que levantó el Muro de
Berlín. Todo el mundo libre llamó a aquella barrera inhumana el Muro de la Vergüenza, y celebró su derrumbe en
1989 como un día de fiesta para la Humanidad.
Ahora Israel reconstruye el Muro de la Vergüenza, pese
a la condena que acaba de dictaminar el Tribunal
L
LOS MUROS DE LA VERGUENZA
154
Internacional de La Haya y a los varapalos que el mismo
Tribunal Supremo israelí le atiza a esa obra ignominiosa.
Es como si el Gobierno de Sharon quisiera pasar a la
Historia por su capacidad de hacer retroceder medio
siglo a la propia Historia.
En el futuro quizá haya un Museo del Muro de
Cisjordania como el que existe en Berlín, en Check Point
Charlie. Allí se nos contarán historias desgarradoras,
similares a la que relata esta serie de fotografías, expuestas en el museo berlinés.
El protagonista será cualquier
muchacho palestino como
este joven alemán del Este,
Meter Fechter, de 18 años,
que el 17 de agosto de 1962
decide romper la barrera de
la ignominia.
De la RDA a Israel. La vergüenza berlinesa se inició en
la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 y duró hasta el 9
de noviembre de 1989. El
régimen comunista pretendía
frenar el éxodo de profesionales, técnicos y obreros cualificados que emigran hacia
Alemania occidental. Berlín
era el principal coladero, pues
vivía en una situación muy
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especial. Aunque la ciudad quedaba dentro de
Alemania Oriental, los acuerdos entre las potencias
vencedoras habían dividido a la antigua capital del
Reich en cuatro sectores: americano, británico,
francés y ruso, entre los que había libertad de movimientos.
Eso se terminó aquella noche veraniega de 1961.
En un primer momento, las autoridades del Este
cortaron en dos Berlín por medio de alambradas,
pero a la semana empezaron a construir un muro
de obra. En los años siguientes el muro fue desarrollándose como una criatura monstruosa que
tuviera vida propia. Hasta cuatro generaciones
sucesivas de Muro surgieron, la última en 1975.
Para esas fechas se extendía a lo largo de 155 kilómetros, 43 de ellos en el casco urbano de Berlín, y
estaba formado por 45.000 planchas de cemento
de 3,6 metros de alto.
Por el lado oriental se procedió a un trabajo de
demolición sistemático de los edificios cercanos,
para dejar un glacis cada vez más ancho que dificultase acercarse a él sin ser visto con antelación
por los vopos. Y a la vez que se destruía el tejido
urbano, se construían alambradas, zanjas, verjas,
sistemas de alumbrado y alarma, carreteras de servicio para los coches policiales y 302 torres de vigilancia. Todo ello atendido por un despliegue de
14.000 guardias y 600 perros-policía.
Por el lado occidental, en cambio, el Muro se conEL muro israelí, cuatro veces mas largo y dos mas alto que el de
virtió en un inmenso panel de grafitos y pinturas,
una manifestación de libertad de expresión en vio- Berlín, ha provocado el aislamiento de 95.000 oalestinos..
lento contraste con el complejo represivo construido
El Muro israelí no sigue el trazado de la antigua frontera
al otro lado.
anterior a la guerra de 1967, que según el proceso de
Pese a los extraordinarios medios dedicados por el régipaz debería volver a separar a Israel del Estado palestimen del Este al Muro de Berlín, 5.043 personas lograron
no. Con su construcción Israel se anexiona de hecho
burlarlo por todos los medios, incluido el globo o un cable
16.000 hectáreas de tierras palestinas, lo que supone un
tendido de lado a lado por el que una familia se deslizó
2,9 por 100 de la superficie de Cisjordania. El problema,
como si fuera un telesilla. Uno de cada diez fugados, 574
como siempre, es que en esas tierras hay incómodos
en total, era un guardia destinado precisamente a impepobladores, los palestinos. 95.000 palestinos como el
dir las fugas. Burlar el Muro llegó incluso a convertirse en
niño que riega las flores de la foto, casi el 5 por 100 de la
un fenómeno mediático. Una cadena de TV americana
población de Cisjordania, viven en la franja de tierra que
financió la construcción de un túnel por el que se fugaron
queda entre el Muro y la llamada línea Verde, es decir, la
29 berlineses orientales.
antigua frontera, que a ellos les está prohibido franquear.
Pero 239 personas fueron asesinadas como meter
Para esa gente su casa se ha convertido en una cárcel,
Fechte, cuando intentaban volar hacia la libertad.
se hallan prisioneros entre dos líneas de alambradas y
La vergüenza israelí se inició en el mes de junio de 2002.
cemento que les aíslan, una de Israel, la otra de
El Gobierno de Tel Aviv no pretende impedir que nadie se
Cisjordania.
vaya, sino que entren. La excusa que da para la consLos israelíes no quieren ser comparados con los alematrucción de su Muro es que una barrera contra los terrones, pero de hecho les superan en el capítulo Muro de la
ristas. Aún suponiendo que una barrera así impidiera la
Vergüenza. El suyo será cuatro veces más largo que el
acción del terrorismo palestino en Israel –lo que ponen
berlinés (650 kilómetros) y es ya el doble de alto, con sus
en duda los expertos-, tiene otros objetivos no declaraplanchas de hormigón de 8 metros.
dos menos nobles.
155
G U Í A
LOS GULAG soviéticos acabaron con la
vida de más seres
humanos que los
campos de concentración nazis. Antes
y después de la II
Guerra
Mundial,
Occidente no quiso
ver lo que hoy se
denuncia en el libro
del fotógrafo polaco
Tomasz Kizny que
muestra, por primera vez, imágenes
inéditas de aquel
genocidio. Los vencidos entre los vencedores
también
quieren justicia.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
LAS IMÁGENES QUE SIEMPRE NEGÓ STALIN
ulag es algo más que el acrónimo de Glávnoie
Upravlenie Lagueréi, que traducido al español signi-
G
156
fica Dirección General de los Campos.¿Qué campos?:
de exterminio, cientos de ellos, diseminados por todo el
mapa de la antigua Unión Soviética,
en los que fueron masacrados decenas de millones de seres humanos
entre 1929 y 1980 en uno de los episodios más sanguinarios que ha
vivido la Humanidad. Porque, por
paradojas de la Historia, los ojos de
los vencedores de la II Guerra
Mundial se concentraron en difundir
los horrores de otros campos, los de
los enemigos nazis. El mundo pudo
así conocer la verdad de los hornos
crematorios, los fusilamientos, las
violaciones y los sádicos experimentos de los que fueron víctimas los
«seres inferiores».
Conmocionada, la Europa de los
vencedores no quiso mirar si el mal
también habitaba entre sus filas. Sin
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embargo, y aunque faltan datos precisos, los investigadores de la represión
soviética afirman que los muertos en los
Gulags superan a los del horror nazi.
Uno de ellos es el fotógrafo y periodista
polaco Tomasz Kizny que ha pasado los
últimos 17 años de su vida investigando,
sobre el terreno, las huellas de la poco
conocida historia de esta represión brutal padecida por millones de inocentes.
Fruto de este trabajo es el libro Gulag para qué complicarse la vida buscando
otro título si en la cultura eslava esta
palabra es sinónimo de infierno-, una
obra (editada en España por el Círculo
de Lectores) que recopila todos los
datos, testimonios y, sobre todo, fotografías de lo que supuso aquella tragedia en
el subconsciente colectivo del pueblo
ruso. Por primera vez, Kizny muestra imágenes inéditas de las épocas más duras
de la represión y visita de nuevo aquellos
escenarios en los que comparte pluma y
cámara con los descendientes de los
pocos que sobrevivieron. «Muchos ex
presos viven todavía a la sombra de sus
antiguos campos porque no tienen donde
ir después de muchos años separados de
sus familias, ciudades y sus propios
recuerdos en aquel exilio de hielo», asegura el autor. Las fotos, en blanco y
negro, no enseñan, sin embargo, aquellas montañas de cadáveres o seres humanos esqueléticos que encontraron los vencedores aliados al liberar aquellos campos
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LOS PRIMEROS. Arriba, convoy de prisioneros en camino desde la estación
de ferrocarril de Múrmansk hacia el campo especial de Solovki, en 1928, año
de la primera gran represión estalinista.OBRA FARAONICA. Prisioneros trabajando en la construcción del canal que comunica el Mar Blanco con el Báltico,
y que costó millones de vidas. NIÑOS. Imagen tomada en 1946 en el campo
de Molotovo (Severodvinsk), donde murieron miles de jóvenes y niños.
de la muerte nazi. Pero tampoco se echan de menos.
Contemplar aquellas sombras sacando piedras en
canteras o abriendo canales faraónicos; imaginar a
esos «enemigos del pueblo» -hombres, mujeres,
niños y ancianos- trabajando a punta de fusil a 30 grados bajo cero, mal vestidos, con una dieta alimentaria
que rozaba la hambruna, con condenas casi eternas
que, al final, se reducían a un solo invierno -ésa era la
esperanza de vida en estos campos: un solo inviernoy a merced de la depravación de sus guardianes,
estremece el alma al más curtido de los lectores. Hitler
impuso es eslogan «El trabajo os hará libres» en sus
campos de exterminio.Stalin prefirió aquello de «El
trabajo es el camino de regreso al hogar» en los
suyos. Pocos lograron volver. Porque la mentira es la
mejor arma de los verdugos.
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CONSECUENCIAS DE LAS GUERRAS
Cuando terminó la II Guerra Mundial muchos
pensaron que serviría de antídoto para las
generaciones venideras. Pero nada cambiado.
En nombre de la civilización, el hombre conti-
núa con su absurda afición a luchar, a matar
semejantes: Irak, Afganistán, Sudán,
Chechenia… Estas imágenes demuestran eso,
que nada ha cambiado.
ANIVERSARIO II GUERRA MUNDIAL
SESENTA AÑOS DESPUÉS SEGUIMOS IGUAL
a II Guerra Mundial ha sido la mayor tragedia que el
mundo ha conocido en toda su Historia. La magnitud de conflicto y la inmensidad de sus consecuencias
son de tales proporciones que aún 60 años después no
existe la posibilidad de contarlo en toda su diabólica
intensidad. Tal vez porque no se encuentran las palabras adecuadas para transmitir lo sucedido es necesario todavía acudir a las cifras, que siempre, desgraciadamente, resultan frías e inabarcables.
En los cinco continentes y durante cinco interminables
años, más de 100
millones de personas murieron o
desaparecieron.
De ellos 40 millones eran civiles;
28 millones de
personas se quedaron sin hogar;
35 millones resultaron heridas y
otras 35 millones
fueron hechos prisioneros; más de
cinco millones de
niños se quedaron
huérfanos.
El odio al enemiAustria, 1945 / Costa de Marfil, 2000. Las cifras de víctimas de la II Guerra Mundial varían entre
go, la ausencia de
los 35 y los 100 millones según las estimaciones. En los últimos años han muerto en África nueve
cualquier vestigio
L
millones de personas en 13 conflictos.
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de humanidad, se vio
reflejado en el exterminio frío y deliberado de
11 millones de personas al margen de los
combates. Fue la
voluntad fanática de
dirigentes que capturan el alma de sus
pueblos para llevarlos
a cometer o a consentir las mayores aberraciones que el ser
humano es capaz de
imaginar. El odio se
llevó, con las excusas
Alemania, 1945 / Afganistán, 2005. Unos 20 millones de niños murieron durante la II Guerra
más absurdas, a
Mundial. Muchos otros quedaron huérfanos. Hoy se calcula que al menos un millón de niños
colectivos cuyo única
afganos ha perdido a sus padres en la guerra.
falta era el ser de raza
judía o gitana. En ocasiones el internamiento o la muerte eran
decretados por el simple hecho de haber
elegido la opción
homosexual.
Se organizó desde el
poder un sistema en el
que pueblos enteros
eran sometidos hasta
la muerte a la vejación
de un trabajo extenuante y sin remuneración. Se impuso la
esclavitud sexual sistemática de las superFrancia, 1944 / Sudán, 2004. Más de 21 millones de personas tuvieron que dejar sus hogares.
Algunos estuvieron en campos de concentración hasta 10 años después. El drama persiste
vivientes para satisfapara, por ejemplo, cuatro millones de sudaneses.
cer a las tropas ocupantes. Se sometió a
el 60 aniversario del final de la II Guerra Mundial, commiles de personas a experimentos tan crueles como
probamos como el ser humano no ha aprendido la lechacerles soportar, desnudos, temperaturas de varios
ción. Constatamos como las guerras, los conflictos
grados bajo cero para comprobar la resistencia al frío
regionales han sido desde 1945 una constante, y como
hasta que morían en medio de horribles dolores.
los grandes males que conllevan los conflictos, la
Gaseados, ahorcados, torturados, quemados vivos. Y
muerte, el hambre, los desplazamientos masivos, la
todo ello a lo largo de casi 2.000 días. Una barbarie sin
tortura y la carrera de armamentos están presentes en
parangón. Una debacle de tales proporciones que los
los rincones del planeta.
supervivientes pensaron que sería el mejor antídoto
Observar las imágenes que representan todo el horror
para las generaciones venideras. Después de aquel
de la II Guerra Mundial es contemplar las fotografías de
holocausto, el ser humano quedaría vacunado, inmunila situación por la que atraviesan muchos seres humazado contra la guerra para varias generaciones. O fue
nos en este mismo momento. Desplazamientos forzaasí.
dos masivos, tortura sistemática de los prisioneros,
Cuando aún viven muchos de los que lucharon y padebombardeos indiscriminados, disparos de francotiradocieron en aquel conflicto, en el año en que se cumple
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res a la población civil,
internamientos hasta
la extenuación o
muerte por hambre
son algunos de los
datos que nos acompañan con naturalidad
en cada uno de los
servicios informativos
actuales. A la II Guerra
mundial le siguieron
las guerras de independencia coloniales,
el expansionismo del
comunismo utópico
más intransigente, la
Japón, 1945 / Afganistán, 2001. Más de 26 millones de soldados fueron heridos entre 1939 y
ambición sin límites
1945. El número de heridos en Afganistán desde octubre de 2001 supera los 30.000. Hay 18.000
del capitalismo más soldados internacionales en el país.
atroz. El resultado es
de cada uno de los Estados. Nunca se cumplió. Se
una interminable lista de conflictos locales con nomestableció una frenética carrera de armamentos, con la
bres propios como Camboya, Vietnam, Congo, Argelia,
excusa de que eso implantaba un equilibrio. En 1952,
Corea, Nicaragua, China, India, Afganistán, Irak, Israel,
se fabricó la primera bomba H. Nagasaki e Hiroshima,
Sahara y tantos otros. Sólo el gigantismo y la concenlas dos ciudades arrasadas por las primeras bombas
tración en el tiempo separa la barbarie de la II Guerra
atómicas -lanzadas por Estados Unidos en 1945 para
Mundial de los conflictos parciales posteriores.
acelerar la rendición de Japón- no sirvieron de escarDiplomacia caduca. La ONU, el organismo con el que
miento. En 1956, el ser humano había fabricado
se dotaron los vencedores para evitar los conflictos
50.000 bombas atómicas; 35.000 por parte de Estados
futuros, ha resultado obsoleta. Sus intenciones, aquel
Unidos y 15.000 del lado del bloque soviético.
26 de junio de 1945 cuando 51 países firmaron la Carta
Es preciso reconocer que la existencia del miedo
de Naciones Unidas, no podían ser más razonables.
mutuo a la catástrofe nuclear evitó una nueva guerra
Se trataba de proclamar la igualdad de derechos, la
mundial. Pero los dirigentes de ambos bloques se las
renuncia al empleo de la fuerza para solucionar los
arreglaron para trasladar sus disputas a terceros paíconflictos y el respeto a la integridad e independencia
ses que sufrieron la
misma barbarie que
se había querido desterrar definitivamente
en 1945. El exterminio de los humus, en
Ruanda, el asedio
salvaje de Sarajevo,
la matanza prolongada en las junglas y
ciudades vietnamitas,
el hambre en Etiopía,
son sólo pinceladas
que demuestran que
nada ha cambiado.
Y eso a pesar de que
los medios de comuFilipinas, 1945 / Colombia, 2003. Murieron seis millones de judíos, cuatro millones de alema- nicación han jugado un
nes, 18 millones de soviéticos, dos millones de japoneses, cerca de 500.000 británicos, 300.000 papel importante como
factor de corrección
de las decisiones
equivocadas de los
políticos. Las imágenes de las atrocidades relatadas en
nuestros periódicos,
la barbarie que entra
en nuestros hogares
a través del televisor, han conseguido
concienciar a centenares de miles de
seres humanos a los
que ya es mucho
más difícil engañar
que antes.
Nadie contó en su
China, 1940 / Chechenia, 1995. Millones de personas murieron de hambre durante la II Guerra
día las atrocidades
cometidas por los alia- Mundial. En algunas ciudades, como Leningrado, se produjeron 800.000 muertes por este motivo.
Escenas similares se han seguido repitiendo.
dos en nombre de la
civilización. En 1945,
escépticos sobre las guerras justas. Los medios de
las ciudades de Japón, en las que sólo había personal
comunicación están llamados a jugar –probablemente
civil, fueron arrasadas de una forma innecesaria con
desde la guerra de Vietnam- un papel de control del
bombas incendiarias. Los reportes de la época sobre
poder al analizar con frialdad las causas y el desarrollo
las consecuencias de la bomba atómica hablaban de
de los conflictos. La guerra de Irak es el ejemplo más
una muerte placentera y de ausencia total de radiación
cercano.
posterior en la zona. Todo era lícito para aniquilar al
A pesar de todo, y cuando se cumple el 60 aniversario
contrario. Era una lucha muy clara entre el bien y el
del fin de la peor catástrofe de la Historia, las imágenes
mal. Los ciudadanos hoy son afortunadamente más
de los distintos
conflictos locales
nos llevan al
convencimiento
de que el se
humano
ha
aprendido poco
desde entonces.
Tal vez la diferencia, nuestra
única esperanza, es que ahora
podemos contemplar
esas
imágenes con
libertad
para
reflexionar sin
dejarnos arrastrar por la pasión
partidista
de
quien provoca
tanto sufrimienAlemania, 1945 / Chechenia, 2000. El plan Marshall, sólo una parte de la reconstrucción de Europa,
equivalió a 85.000 millones de dólares actuales. En 2003 Moscú llevaba 2.000 millones de dólares gasto innecesario.
norteamericanos… ¿Nunca más?
tados en econstruir Chechenia.
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La violencia es un
virus que se contagia con el contacto
directo, como la
gripe. Si un adolescente presencia una
acto con un arma de
fuego, se duplican
las probabilidades
de que en los dos
años siguientes él
sea quien tenga un
comportamiento
agresivo. Así lo asegura una investigación realizada entre
adolescentes de la
ciudad estadounidense de Chicago,
en la que se tuvieron en cuenta un
total de 150 factores de su entorno para
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delito con un arma de fuego.Dos años después, volvieron a encontrarse con los adolescentes para preguntarles si en ese tiempo habían visto a alguien disparar una pistola o si les habían disparado a ellos. El
23% contestaron que sí habían estado expuestos a
una agresión con arma.
Más de 150 variables
descartar cualquier contaminación en el
resultado.
Finalmente, a los tres años, hubo una tercera entrevista para saber si habían atacado a alguien con una
pistola, iban armados o habían participado en peleas
o amenazas. Un 12,4% contestó afirmativamente.
Tras el análisis y la criba de 153 variables -entre ellas,
sexo, raza, problemas legales en la familia, consumo
de drogas, etcétera-, los investigadores concluyeron,
como hoy publican en la revista Science, que aquellos jóvenes que habían presenciado en directo un
acto violento, tenían el doble de probabilidades de
tener un comportamiento violento. «Se puede decir
que la violencia es una enfermedad social contagiosa
y, por tanto, si aplicamos medicina preventiva y evitamos la infección de una persona, estamos impidiendo que otras muchas se infecten del mismo mal»,
argumenta Fenton Earls, profesor de la Universidad
de Harvard, que también ha participado en este trabajo.
Bingenheimer reconoce que no es fácil aislar la
influencia de un factor cuando se trata de situaciones
EL CONTAGIOSO VIRUS DE LA VIOLENCIA
esde hace décadas, los psicólogos, criminalistas y
otros expertos han investigado el impacto que tiene
sobre los menores delincuentes el hecho de vivir en un
entorno violento, en una familia donde se maltrata a la
mujer o donde el hijo sufre abusos sexuales.Y se ha
demostrado que son factores fundamentales en el desarrollo de un comportamiento agresivo, puesto que van
modelando sus mecanismos neuronales.
Sin embargo, no se tenía la certeza científica de la influencia de vivir en un barrio violento, al margen de las características personales de cada joven. Este es el misterio que
ha desentrañado el equipo dirigido por Jeffrey B.
Bingenheimer, de la Universidad de Michigan, después de
realizar 1.500 entrevistas a menores de entre 12 y 15 años
durante cinco años y en 78 barrios de Chicago.
En un primer encuentro, los investigadores recogieron
todos los datos sobre sus familias, sus personalidades, su
escuela... y, en función de este retrato, los agruparon
según las posibilidades que tenían de ser testigos de un
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162
sociales reales. «No podemos hacer ensayos clínicos ni experimentos, como se
hacen con los medicamentos, para estudiar los efectos de una pistola en la vida de
una persona», señala.
De hecho, y coincidiendo con su investigación, psiquiatras británicos del King's
College han revelado que los chavales
que tienen una determinada versión de un
gen son más propensos a ser violentos si
sufren maltrato en la infancia, según informa la BBC. En este caso, el estudio se ha
realizado con gemelos.
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PRÓLOGO..........................................................................................................................................4
“Putin quiere acabar con la guerra, pero a sus generales no les conviene .....................................84
El polvorín del Cáucaso ....................................................................................................................85
Año cero en Shangri La ....................................................................................................................87
Testimonio de un misionero de Uganda ...........................................................................................90
Haití: el lugar donde las cosas siempre pueden ir a peor ................................................................94
El Tribunal Constitucional acepta que se juzgue en España a genocidas de cualquier país ..........96
EDUCANDO PARA ALCANZAR UN MUNDO SIN GUERRAS ........................................................5
Vamos a reflexionar / Consecuencias de los conflictos
Fotopalabra. Las consecuencias de la guerra ..................................................................................6
Vamos a reflexionar / Conflictos olvidados
Ruanda: la memoria de la verguenza...............................................................................................98
“Clea Koff. “Siento que les soy útil a los muertos...........................................................................101
La alargada sobra del genocidio en Ruanda..................................................................................104
Una década de impunidad en los Balcanes ...................................................................................106
En espera aún de castigo a los culpables .....................................................................................107
La verdad de la ahorcada ...............................................................................................................110
La ONU admite “graves errores” en el aniversario de la matanza de Srebrenica .........................114
“La vergüenza de Europa, el genocidio de 8.106 personas asesinadas”.......................................115
Srebrenica: crónica de una matanza que sigue sin castigo ...........................................................116
Cerca de 50.000 personas recuerdan a las víctimas del genocidio ...............................................117
Kenia: Guerra a muerte entre tribus ...............................................................................................118
El ejército español fue el primero de la historia en usar armas químicas
contra la población civil...................................................................................................................121
Del gas mostaza al Napalm............................................................................................................123
Hirosima pide el fin de las armas atómicas en memoria de sus 240.000 víctimas .......................124
Dios mío, ¿qué menos hecho?.......................................................................................................126
Viaje y regreso al infierno ...............................................................................................................129
Infancia rota en Etiopía ...................................................................................................................137
La maldición de los “Hibakusha” .................................................................................................. 132
Fujie Yamada. “Días después, toda mi familia fue muriendo. me quedé
tan abatida que perdí la facultad del hablar .................................................................................. 135
Kiyomi Kouno. “Al visitar Pearl Harbor, me di cuenta de que ambos
contendientes fueron malvados”. ...................................................................................................137
Hideo Kimura. “Un fogonazo me atravesó y todo se volvió blanco.
Luego no distinguí a nadie : todos estaban quemados”.................................................................137
La muerte naranja.......................................................................................................................... 141
Las familias de los soldados americanos desaparecidos en Vietnam siguen buscándolos .........147
Dejar las armas para cogerlas........................................................................................................150
El primer muerto del muro ..............................................................................................................152
Los muros de la verguenza ........................................................................................................... 154
Las imágenes que siempre negó Stalin ........................................................................................ 156
Sesenta años después seguimos igual ......................................................................................... 158
El contagioso virus de la violencia................................................................................................. 162
Las crisis sin titulares........................................................................................................................76
Chechenia, la guerra olvidada ..........................................................................................................82
ÍNDICE ...........................................................................................................................................164
ÍNDICE
Vamos a reflexionar / La verdad de la guerra
La guerra de Irak ha costado la vida a 25.000 civiles en dos años .................................................12
Una larga invasión ............................................................................................................................14
Un largo conflicto ..............................................................................................................................16
Asesinado en Basora el 46º periodista desde que estalló la guerra................................................18
La floreciente industria del secuestro ...............................................................................................20
Los niños también son víctimas de los secuestros en Irak ..............................................................22
Los iraquíes siguen viviendo en la miseria y sin los servicios básicos prometidos .........................28
La ONU constata que la ocupación ha llevado mayor sufrimiento a los iraquíes........................... 31
La descomposición de un Estado.................................................................................................... 32
Lo que no se ha contado de Faluya .................................................................................................35
La guerra civil se ve en el vertedero ................................................................................................43
La violencia obliga al gobierno iraquí a armar a los médicos ..........................................................48
Odio religioso en la universidad de Bagdad .....................................................................................50
Vamos a reflexionar / Víctimas de su propia guerra
¿Por qué y para qué? .......................................................................................................................54
Crisis moral entre las tropas de EEUU desplegadas en Irak .......................................................... 55
Ruleta de la muerte en Irak ............................................................................................................ 56
Uno de cada seis soldados que vuelve de Irak sufre trastornos psiquiátricos ............................... 57
Human Rhigts afirma que la tortura es rutinaria en Irak ..................................................................58
“Necesitamos a alguien que sepa arrancar uñas”........................................................................... 60
La BBC muestra las imágenes de “ABU Ghraib británico” .............................................................67
La ONU reconoce que no supo atajar los abusos sexuales cometidos por sus presas..................68
Amnistía Internacional denuncia las torturas y abusos cometidos en la lucha antiterrorista...........70
El pentágono acelerará la “subcontratación de torturas”..................................................................72
Críticas a los aliados por no investigar la muerte de iraquíes ........................................................74
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Material Didáctico recomendado para trabajar en valores con alumnos de
4ºESO, 1º y 2º de Bachiller.
A.D.D.H.
ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA
DE LA DIGNIDAD HUMANA
AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIAN DONOSTIAKO UDALA
Dirección de Juventud y Educación Cooperación y Tolerancia
Gazteria Hezkuntza Lankidetza eta Tolerantziako Zuzendaritza
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