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La toma de la palabra como proceso
de aprendizaje y participación
Relatos de adultos alfabetizados
Índice
Presentación ……..……………………………...……………………………... 3
Introducción ………...……………………........………………………......…
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1. Leer y escribir, un gran deseo y una cuenta pendiente ...………….......
8
2. Creciendo en colectivo .....………...……………………….………………. 16
3. Mis grandes amores…...…………………………………………………..... 22
4. Momentos que me marcaron para siempre………………………….......
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5. La historia de mi vida………………………...……………………………... 38
Inspectores de la Dirección de Educación de Adultos de Lomas de Zamora
Mónica Piñeyro | Guillermo Echeverría | Neonila Hupalo
Coordinadores provinciales del programa
David Pereyra | Walter Marigo
Coordinadora regional de política socio-educativa
Ester Celona
Equipo técnico de Alfabetización y Terminalidad de Lomas de Zamora
Prof. Mary Celona | Prof. Teresa Corimayo | Prof. S. Machado |
Prof. María Rocha | Lic. Mariel Wojtiuk
Jurado del Concurso
Alfredo Fernández, abogado y escritor | Walter Besuso, docente y escritor |
Federico Girón, escritor
Los relatos de este documento fueron editados por el equipo técnico
de la Dirección Provincial de Política Socio-Educativa para una mejor lectura del mismo.
Dirección de Producción de Contenidos
Edición Prof. Fernando Rodríguez | Armado María Correa
[email protected]
julio de 2009
La toma de la palabra como proceso
de aprendizaje y participación
Relatos de adultos alfabetizados
Presentación
“Alfabetizarse no es aprender a repetir palabras, sino a decir su
palabra”. Paulo Freire
Para poder transformar es necesario desear. Los deseos, las aspiraciones, la necesidad
de mutar son los motores fundamentales para la construcción del futuro anhelado; los
pilares imprescindibles para transformar la utopía en realidad concreta y el futuro en
presente. Como dijo Eva Perón, donde hay una necesidad nace un derecho, y este derecho debe ser defendido y respaldado por un Estado siempre presente e inclusivo.
Este cuadernillo que hoy tienen en sus manos es fruto de muchos deseos transformados
en realidad gracias a la perseverancia y predisposición de hombres y mujeres que desearon y trabajaron fuertemente para que el derecho de todos de aprender a leer y escribir
se cumpla.
Leer y escribir posibilita acceder a nuevos conocimientos, a nuevos saberes, estar informados, comprender críticamente la realidad social y política en la que vivimos, así como
también a leerle un cuento a un hijo, escribirle una carta a un familiar lejano, expresarnos y contarle a otros, presentes y futuros, nuestra propia historia.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Los relatos que aquí se presentan pertenecen a hombres y mujeres que han padecido
en algún punto de sus recorridos vitales la vulneración del derecho a la educación, del
derecho a ir a la escuela y, de esta manera, de aprender a leer y a escribir. Estos hombres
y mujeres han tenido el gesto generoso de compartir sus historias y demostrarnos cómo
los deseos compartidos pueden transformar la realidad individual y colectiva en más
justa y solidaria.
El Programa de Alfabetización “Encuentro” es una de las líneas que el Estado impulsa
para que el futuro se transforme en presente. Este cuadernillo es uno de sus frutos. Sigamos soñando y trabajando juntos por muchos más.
Dirección Provincial de Política Socio-Educativa
Dirección General de Cultura y Educación
de la provincia de Buenos Aires
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
Introducción
“La idea que organiza todas nuestras ideas es que la educación tiene que ser para todos”.
Mario Oporto
Director General de Cultura y Educación
de la Provincia de Buenos Aires
El Programa de Alfabetización "Encuentro" es una política impulsada desde el Ministerio
de Educación de la Nación, e implementada en nuestra provincia desde la Dirección
Provincial de Política Socio Educativa, dependiente de la Subsecretaría de Educación de
la Dirección General de Cultura y Educación.
Su propósito, además de basarse en el destierro del analfabetismo en nuestra comunidad, apunta a generar una transformación que promueva en los participantes el deseo
de seguir aprendiendo en miras a posicionarse como ciudadanos portadores del derecho
a la educación y la participación.
Los objetivos principales del programa son los de proporcionar a los jóvenes y adultos no
alfabetizados los conocimientos y medios necesarios para mejorar su calidad de vida y la de
su familia, en tanto la educación es un derecho humano y social que brinda las condiciones
para una mayor igualdad de oportunidades; así como también generar procesos institucionales que permitan el armado de propuestas adecuadas a cada comunidad, el acrecentamiento del compromiso, y la motivación de las organizaciones y organismos estatales.
Este cuadernillo es el resultado de un proceso comprometido entre alfabetizadores y
alfabetizandos del Distrito de Lomas de Zamora que culminó con la producción colectiva de diferentes relatos relacionados con momentos, historias y procesos, que quienes
estaban aprendiendo a expresarse desde la lecto-escritura deseaban compartir con la
comunidad. Participaron además el Movimiento Evita, la Federación Tierra y Vivienda,
Barrios de Pie y el Frente Transversal. Asimismo, se agradece al diputado Luis Fernando
Navarro por su importante colaboración en todo el proceso.
Acompañados e incentivados también por los Coordinadores Regionales de políticas
socioeducativas de la zona y luego de un proceso intenso de aprendizaje, los alfabetizandos decidieron tomar la palabra. De esta manera redactaron pequeños ensayos libres
que dan cuenta de la realidad en la que están inmersos, los obstáculos que cada uno
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
debió superar y que marcaron su vida, y las ganas de salir adelante que actuaron como
motor para seguir aprendiendo.
Estos relatos fueron divididos en cinco ejes temáticos que los enmarca y los agrupa con
el fin de darles una línea editorial que los contenga.
El primer eje se denomina “Leer y escribir, un gran deseo y una cuenta pendiente”, y está
relacionado directamente con los relatos de quienes eligieron dar cuenta de los obstáculos que detuvieron su proceso personal de aprendizaje, las herramientas de lecto-escritura, y la forma en que sintieron la necesidad de retomar y profundizar este camino.
El segundo eje, “Creciendo colectivamente”, engloba los cuentos que reflejan el compromiso y los frutos de procesos llevados adelante desde la fuerza y la convicción de toda
una comunidad. Este eje resulta sumamente importante dado que expresa la confianza
y la esperanza de que toda transformación es posible en la búsqueda por un proyecto
de país más justo e integrador.
El tercer eje apela a “Mis grandes amores” y recupera las herramientas de carácter emocional con que cuenta cualquier persona a la hora de superar condiciones adversas para
su desempeño social. Puestas en relación con un familiar, una pareja o un amigo, estas
herramientas funcionan como marco de contención para motorizar y afianzar las posibilidades de convertir los deseos en realidad.
Francisco Gutiérrez explica que “el único aprendizaje que puede influir significativamente
en la conducta de los demás es el que el individuo descubre e incorpora por sí mismo”.
Es así que el cuarto eje, “Momentos que me marcaron para siempre”, se incorpora como
un sinfín de pequeñas situaciones, algunas alegres y otras desgarradoras, pero que forman parte de aprendizajes personales que trazaron nuevos caminos para cada uno de
los alfabetizandos; caminos que confluyeron en la consolidación de nuevos horizontes y
deseos de superación.
Por último, “La historia de mi vida” es el resultado de quienes decidieron animarse a
contar aquella historia personal conformada por una variedad de momentos que los hicieron aprender y crecer, y que conformaron su propio sistema de valores y subjetividad.
Biografía que en esta ocasión desean compartir con la comunidad y que una vez puesta
a circular saberes, enriquece los espacios que recorre. Porque “cuando la gente habla,
cuando pone sobre la mesa sus preocupaciones, sentimientos, pensamientos y deseos,
se libera y construye autonomía y confianza colectiva. Todos estos saberes puestos en
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
circulación son la única manera posible de construir la realidad sentida dentro de la
comunidad (identificando problemáticas y potencialidades) para poder (…) pensar un
proceso de desarrollo endógeno y colectivo”*.
No se puede pensar la alfabetización por fuera de la responsabilidad social para la construcción de sociedades más justas e igualitarias en lo que hace a la apropiación de conocimientos y del capital cultural de la Nación, el fortalecimiento de los lazos vinculares, y
la relación con el conjunto de las Instituciones del Estado.
Las posibilidades de crecimiento de una comunidad sólo pueden ser aprovechadas en su
máxima expresión si todos asumimos el compromiso de aprender y entre-aprendernos
colectivamente. El Programa de “Alfabetización-Encuentro” apunta a fortalecer la comunidad y seguir construyendo contextos educativos para que los derechos colectivos sean
garantizados por el Estado. Este cuadernillo es el resultado de una comunidad que une
fuerzas, recursos y deseos para trasformar las necesidades en derechos.
*Ponencia “A rodar por los barrios” presentada en el III Congreso Nacional de Extensión Universitaria, UNL, Ciudad de Santa Fé. Autores: Cassan, Darío; Fabi, Jacqueline;
Polla, Carla.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
1. Leer y escribir, un gran deseo
y una cuenta pendiente
CUMPLIENDO UN DESEO PENDIENTE,
María Cecilia Biela, EGBA 701
Nací en Avellaneda, tengo 36 años. Mi niñez fue muy triste, soy la tercera hija de
mi madre, tuve nueve hermanos más, y como siempre pasa, los más grandes tienen que cuidar a los más chiquitos; por cuidar a mis hermanos no pude estudiar.
En la adolescencia pasé un problema con mi propio padre, quiso abusar de mí,
entonces a los 14 años me puse de novia y mi deseo era irme de mi casa porque
no quería ver a mi papá. Entonces, quedé embarazada de mi primera hija, que
hoy tiene 19 años. Al año que nació me casé, hoy tengo tres hijos en total, y me
dedico a ellos. Los cuido, los educo y los hago estudiar, y yo también estoy estudiando. Me siento muy bien al venir a la escuela, este fue un deseo pendiente
hasta el momento. Siempre quise poder terminar mis estudios, lo que no pude
hacer cuando era niña por todos los problemas que me presentó la vida, creo que
ahora lo puedo lograr.
Me siento muy feliz porque tengo el apoyo de mis hijos y toda mi familia.
UN DESEO MUY GRANDE,
María Elena Mogro, EGBA 715
María Elena nació en Sucre y pasó parte de su niñez en Cochabamba. A los 9
años perdió a sus padres en un accidente de tránsito y a partir de ahí vivió de
casa en casa hasta los doce años, que fue cuando su madrina de comunión
se hizo cargo de ella. Mary, para permanecer en la casa tuvo que trabajar. Fue
muy dura su vida… no tuvo posibilidades de concurrir a la escuela hasta los
quince años que empezó en una escuela nocturna. Pero no asistió más de un
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
mes porque tenía dificultad para retener las letras y una mala experiencia con
su maestra la llevó a abandonar la escuela.
A los diecisiete años se fue sola a Buenos Aires a trabajar en la casa de una familia judía por cinco años. Uno de los hijos del matrimonio se casó y se fueron
a vivir a Israel, y la quisieron llevar pero no la pudieron convencer.
Después de esto, por un año trabajó y vivió en una panadería. Luego consiguió
trabajo de empleada en una casa compuesta por tres hijos (Guillermo, María
Luz y Claudia) y los padres, Nidia y Félix. Hoy continúa trabajando allí, pero solo
convive con Nidia (que ya tiene ochenta y ocho años).
Ella cuenta que el paso por esta casa le devolvió un poco la alegría y la esperanza de seguir para adelante. Considera que fue una revancha que le debía el
destino.
Hoy en día Mary tiene un deseo muy grande, que es aprender a leer y escribir.
Este texto fue narrado por la alumna y escrito por su docente.
QUEDARME PARA SEGUIR ESTUDIANDO,
Marisa Raquel Romero, EGBA 701
Soy Marisa Raquel Romero, lo más importante que me pasó fue venir a Buenos
Aires de paseo en las vacaciones. Pero después ya no pude volver porque mi tío
se había enfermado, tuve que quedarme para cuidarlo y entonces empecé el
colegio donde por suerte me fue bien.
Cuando mi tío se había recuperado me preguntó si quería volver a Corrientes o
quedarme y seguir estudiando. Decidí quedarme porque si yo volvía ya no iba a
tener la posibilidad de continuar estudiando, ya que mi tío me ayuda y pienso
seguir hasta que termine la secundaria.
Si todo va bien me gustaría estudiar enfermería.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
LEER Y ESCRIBIR, LO PRINCIPAL,
Mario Orlando Torres, EGBA 701
Nací el 25/11/1950 en Santiago del Estero. Fui a la escuela hasta 2° grado, de
ahí empecé a trabajar de peón golondrina y en Tucumán en la zafra, después fui
a Rosario de la Frontera a la cosecha de porotos, pasé al Chaco a la cosecha de
algodón y así pasaron mis años de sol a sol trabajando, no conocía ni sábado
ni domingo. Así hasta mis 20 años. Me llamaron al servicio militar para hacerlo
en Paraná Escuadrón Ingenieros Blindados.
En el 71´ me vine con un compañero a Buenos Aires. Llegamos a Retiro nos
fuimos a un hotel a Palermo y a los tres días empecé a trabajar en un lavadero
de coches. Después trabajé en un bar como lava copas. Pasó un año y entré de
barrendero en ‘Mantenga limpia a Buenos Aires’, me dejaron sin trabajo. Vi un
aviso del diario y entré a trabajar en el frigorífico Pedro en sección conservas,
después de 11 años cerró por quiebra, no me pagaron nada y empecé a trabajar
en una curtiembre en Avellaneda, (trabajé diez años y medio, también cerró por
quiebra y no me pagaron nada).
Luego entré en el Hospital Gandulfo de albañil y me quedé sin trabajo por Mal
de Chagas, tenía problemas de columna. Me anoté en los planes de $150 del
Club de Madres Esperanza y Progreso, mi tarea era mantenimiento en la vía
pública.
Lo más importante que tengo es mi casa, mi familia y poder terminar la Escuela
para no ser un analfabeto más, lo principal es saber leer y escribir.
POR UN FUTURO MEJOR,
Iván Alejandro Bin, EGBA 701
Me llamo Iván Bin, nací en Lomas de Zamora el 1 de marzo de 1991.
Hice casi toda mi escuela primaria en el colegio Asunción de María hasta noveno año y cambié a un colegio de Lanús porque repetí. Creí que allí iba a
terminar mis estudios, sin embargo, tuve que empezar a trabajar con mi papá
y no pude seguir yendo a la escuela. Fue un año duro, trabajé todos los días y
parecía que nunca iba a mejorar mi situación.
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
Hoy estoy aquí sentado en la sociedad de fomento “La Loma” que cede sus
instalaciones a la EGBA nº 701 y estoy tratando de terminar noveno. Creo
que puedo y trato de esforzarme, todavía no sé qué quiero seguir estudiando
pero estoy contento de esta oportunidad. ¡Ah! Todavía sigo trabajando con mi
papá, pero no es para siempre porque espero un futuro mejor.
SIN PRISA PERO SIN PAUSA,
Catalina Caceres, EGBA 706
Vivía en Santa Marta, Lomas. Mi hija me trajo a Fiorito, porque estaba enferma.
Empecé a trabajar en el comedor como cocinera, con Marta, Zulema y Rosario,
hasta que me llegó la jubilación, que tanto esperaba.
Sigo ayudando, estudio, quiero aprender a leer y a escribir… Con paciencia,
porque me cuesta. Quiero seguir trabajando y ayudando en el comedor.
MI NUEVA ESCUELA, UN LUGAR DE ENCUENTRO,
Natalia Jiménez, EGBA 706
Yo recuerdo cuando era chica que en el colegio me trataban muy mal, me pegaban, se reían de mí... fui hasta tercer grado...después dejé la escuela y me
quedé en casa.
Ya de grande a los catorce años, quince, fui otra vez a la escuela en Fiorito...
dejé porque había un chico que me cargoseaba mucho...
Así llegué al comedor y empecé con Wilson y Mary... hasta que llegó la Seño Silvia.
Me siento bien... quiero aprender para terminar la escuela, no falto nunca, estoy
contenta porque hice amigas, como Analía, Jesús, con los que me llevo re bien.
Me gustaría trabajar para poder comprarme ropa, zapatillas, tener mi plata. No
busco novio, me gusta estar sola.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
MI SEGUNDA FAMILIA,
Angélica Gauna, EGBA 706
Vine de la provincia del Chaco, del campo, con mi papá a conocer mi familia. Tenía
quince años. Jovencita conocí al padre de mis hijos.
Antes vivíamos en la casa de mi suegra hasta que nos dieron un terrenito y así
pudimos hacernos nuestra casilla. Sufrí mucho con uno de mis hijos siempre
enfermo, estuvo internado mucho tiempo en Casa Cuna.
Mis hijos fueron al colegio y no los recibían y cuando iban eran discriminados.
Decidí no mandarlos más, me decían que necesitaban una maestra diferencial.
Hasta que pusieron una maestra en el comedor, la seño Silvia y así empezaron a
estudiar de nuevo. Vamos todos, mis hijos, mi esposo y yo.
Me siento bien, contenta, porque estoy aprendiendo a sumar, restar, a conocer
las letras y me pone muy feliz que ya sé firmar. Siempre busqué una maestra
que le prestara más atención a mis hijos, gracias a la seño Silvia, la primer
maestra que la tenemos en nuestro corazón... a Sandra, Marisú y Abel también
son todos muy buenos y queridos, a ellos hay que comprenderlos, somos como
una familia.
¡POR LA MEDALLA Y EL DIPLOMA!,
Marta Carrizo, EGBA 706
Un día conocí a dos personas que me ayudaron mucho y me siguen ayudando:
Juana y Alberto, ya que soy una persona sola.
Vivo con una de mis hijas, en una casilla muy pobre, ella está con sus problemas
y luchando con sus cuatro hijos.
Empecé a ir a todas las marchas, a participar de los talleres y trabajo en el comedor. Ayudo en la cocina, limpio, siempre estoy. También empecé a estudiar,
quería aprender a leer y escribir porque es feo no saber. Me sentía mal, sabía
firmar pero no valía nada porque no sabía leer.
Empecé con los alfabetizadores, compañeros Wilson y Mary, muy buenos, pero
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
yo siempre pedía una maestra y me puse muy contenta cuando apareció la
señorita Silvia con Angélica.
En el comedor me siento bien, en familia, con mis compañeros, con la maestra.
No falto nunca me gusta estar con todos.
Mi vida fue muy sufrida no quiero recordar mucho ya que fui una mujer golpeada, me pegaba mucho mi marido. El era muy violento y gracias a mi papá,
ya que con su ayuda pude criar a mis tres hijas. Una la tengo en Río Cuarto y
las otras dos acá en Fiorito.
Ahora estoy contenta porque empecé a leer carteles, títulos de los diarios, los
nombres de las calles, todavía me cuesta mucho manejar el valor del dinero
pero sé que con el tiempo la seño me va a enseñar, somos muchos y todos
queremos su atención. Quiero seguir estudiando en el comedor Construyendo
y terminar el colegio, que me den el diploma y la medalla junto con mis compañeros y la seño Silvia.
APRENDER POR UNA VIDA MEJOR,
Luis Jiménez, EGBA 706
Tengo veinticuatro años, estoy en el comedor. Antes estaba trabajando en la
cooperativa.
Ahora estoy trabajando: limpiando las plazas, haciendo zanjas, sacando la basura de las calles. Empezamos a construir el pozo del baño y estamos colocando los caños. Así los compañeros y las maestras van a estar mejor… porque es
importante.
Vivo con mi mamá, papá y mis cinco hermanos, los demás están casados y
otros fallecidos. En total éramos doce.
Estoy estudiando a la mañana, quiero aprender a leer y a escribir para conseguir
un trabajo mejor y formar una familia.
Por ahora no tengo novia… busco. Me gusta estar en la escuela a la mañana,
me divierto más…
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Y APRENDER MUCHAS COSAS MÁS…,
Jesús Gómez, EGBA 706
Tengo treinta años. Vivo con mi papá y Magdalena.
Cartoneo a la tarde en Lanús. Tenía un carro pero lo tuve que vender para darle
de comer a mi caballo. Al final se lo di a mi tío porque no lo podía mantener.
Vengo a la escuela, en el comedor. Quiero terminar el colegio y aprender muchas cosas más. Especialmente, a leer mejor y a escribir, aunque mejoré mucho
la letra gracias a las tareas de la seño.
Me gusta estar en el comedor, me divierto mucho, me siento cómodo con
mis compañeros. También trabajo, ayudo en todo lo que me piden, me gusta
hacerlo.
Estoy solo, no tengo novia y como dice la seño, estoy en la búsqueda.
MI GRAN DEUDA PENDIENTE,
Laura Sena, EGBA 706
Nací en Colonia Cabral, pero me fui a vivir a Saladas, provincia de Santa Fé. Mi
mamá era cocinera en hoteles y cuando tenía diez años me llevaba para que la
ayudara a pelar papas, a limpiar, en fin...
Ya de grande comencé a trabajar de mucama. Me casé, tuve cinco hijos, cuatro
nenas y un varón, después me separé.
Trabajaba en casas de familia para poder criar a mis hijas, con la ayuda de mi
madre y mis hermanas.
Un día me escribe mi prima desde Buenos Aires, diciéndome si quería trabajar
en la casa de un matrimonio.
Así dejé mis hijos con mi mamá...
Pasó el tiempo, pude traer a mis hijos y mi patrona les daba trabajo en las casas
de los amigos. Con el tiempo se casaron y formaron sus familias.
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Mi patrona me quería mucho, cuando falleció me llamó a mi y no a su hija.
Cuando a la señora le agarró un derrame cerebral se le puso todas las comodidades. Ella tenía un carácter muy fuerte, pero yo le agarraba la mano y ya sabía
lo que necesitaba. No quería nada de la hija porque decía que ella y el yerno la
querían envenenar, el hijo si la cuidaba.
El día que falleció fue en mis brazos, le acaricié la cara y le di un beso. Estuve
con ellos casi cuarenta años. El señor me prestó dinero y me lo iba descontando
de mi sueldo, así me pude comprar un terrenito.
Me mudé varias veces. En donde estoy actualmente vivía con mi mamá que
falleció a los noventa y dos años. Ya hace veinte años que estoy en el barrio.
Mi hija mayor vive en Corrientes, tiene una verdulería y tres hijos. La otra es
doctora de huesos y la tercera vive en el sur casada. La última es Juana, tiene
cinco hijos.
Ahora soy jubilada, gracias a mis patrones que me aportaron todos los años de
trabajo. Vivo tranquila en mi casa y soy alumna del comedor. Quiero terminar
la primaria y el secundario es una gran deuda pendiente en mi vida.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
2. Creciendo en colectivo
FACUNDO QUIROGA, MI BARRIO,
Elena Olivera, EGBA 725
Mi nombre es Elena y desde el año 1988 vivo en el barrio Facundo Quiroga,
partido de Lomas de Zamora.
Cuando compré el terreno, no tenía tejido, mi casa solo estaba compuesta por
una cocina, un dormitorio y el baño estaba a medio terminar. No tenía ventanas
y el piso era de tierra.
No pasaban los colectivos. Para ir a trabajar tenía que caminar diez cuadras
hasta Camino Negro, cuando llovía había que entrar en el barro y el agua para
poder llegar a mi hogar.
Con mucho esfuerzo, poco a poco se fue poblando el barrio. Entonces, nos
reuníamos con los vecinos de la cuadra y poníamos entre todos dinero para
comprar tierra, cascote y rellenar la calle. Así fue mejorando día a día y hoy es
un hermoso barrio, tenemos de todo: luz, gas, agua, teléfono, recolección de
residuos, escuelas y hasta líneas de colectivos.
PASO A PASO,
alumna de la Sociedad de Fomento San Martín, EGBA Nº 704
En el año 1957 el Barrio San José era muy distinto que ahora y todas las calles
eran sin asfalto.
Al poco tiempo se empezó a construir el Colegio Nº 25, las primeras aulas
fueron tres y eran de madera, pero al poco tiempo hicieron otras tres aulas.
Pasaron 3 ó 5 años y trajeron tranvías, que funcionaron como aulas.
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
En esa época no existían ni gas, ni luz eléctrica. Todos los chicos participábamos de las quermeses para poder juntar dinero y así ayudábamos a crecer al
colegio.
Después de unos años sacaron un tranvía porque tenía goteras y el otro tranvía se
usaba como comedor, para repartir mate cocido a todos los chicos. Más adelante
empezaron a construir la escuela, sacando las aulas de madera.
En 1960 y algunos años más, los chicos del barrio íbamos a la sociedad de
fomento “San Martín” a mirar la televisión que allí había. Nos gustaba mirar
Rin Tin Tin y Lassie. En un fuerte de soldados, el perro Rin Tin Tin ayudaba a
“los buenos”, que se defendían de los indios. Ahora pensamos que los indios
no eran tan malos como mostraban en la serie. Ellos defendían su lugar porque
eran invadidos. Eran seres humanos como nosotros.
Ahora nos sentimos orgullosos de estudiar, en la Sociedad de Fomento, donde
hace tantos años la gente de este barrio venía a divertirse, jugar y mirar televisión. Fin.
CON LA AYUDA DE DIOS,
Primitiva Pérez, EGBA 726
En el año 1956 llegamos al barrio con mi marido y mi hija mayor. Era un barrio
bastante despoblado, sin luz, sin asfalto y casi sin agua, ya que cuando había
era muy escasa, porque teníamos dos o tres canillas retiradas de nuestras casas.
Hoy gracias a Dios y a algunos dirigentes ya tenemos agua en casa, antes teníamos que comprarla, se la pedíamos a un abuelito.
Había uno o dos colectivos para poder viajar, no teníamos gas y nadie tenía
teléfono, sufríamos muchas veces las inundaciones.
Teníamos muchos problemas, nos manejábamos con faroles y con velas y hoy
está adelantado a lo que era. Sufríamos mucho por falta de limpieza en todo
el barrio.
Las personas no se ocupan de ordenar y limpiar los lugares y más si tienen
negocios. Tiran todo, y lo que no se vende va a parar al piso, y así se va acumulando mugre.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Lo triste de esto es que no nos damos cuenta y con el paso del tiempo, empiezan a aparecer enfermedades desconocidas y aquí se conforman diciendo:
¡Apareció un virus!
Y bueno, ahora ya tenemos una autopista con varios medios de colectivos,
tenemos micros de larga distancia, hospitales, varios locutorios, iglesias y varias
escuelas.
BARRIO EL MARTILLO,
Alcira Magallán, EGBA 725
En Lomas se formó un barrio tan humilde que faltaban el agua y la luz. Al barrio
lo llamaban “El Martillo” porque día y noche la gente martillaba para hacer su
casa.
Todos los vecinos hacían reuniones para juntar dinero para los gastos.
Se pasó por muchos peligros porque había varias clases de bichos. Los padres
estaban algunos sin trabajo y no había para comprar caños ni cables.
Así siguió adelantando el ex barrio ‘El Martillito’, con esfuerzo y sacrificio, poco
a poco con mucha voluntad sigue adelante. Ahora tenemos agua, gas, teléfono, luz y hasta luz de mercurio.
Se merecía un nombre muy importante y pensaron bien en ponerle “Barrio
Facundo Quiroga”.
CON EL PULMÓN DE TODOS LOS VECINOS,
Ramona Beníte, EGBA 725
Cuando llegamos con mi pareja, vinimos a un pedazo de tierra que nos cedieron para empezar a vivir.
Era un lugar lleno de pastizales tan altos que daban miedo, y no sabíamos por
donde empezar ya que no contábamos con dinero. Así fue que pedimos ayuda
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
a todos nuestros conocidos y nos facilitaron chapas y maderas. Con eso hicimos
un pequeño ranchito para comenzar a vivir. No había luz ni agua, y al igual que
nosotros estaban muchas otras personas.
Por suerte con mi pareja teníamos trabajo, él cobraba por mes y yo trabajaba
en limpieza en casa de familia.
Con los vecinos hacíamos rifas, loterías y campeonatos de fútbol. Con lo recaudado
se compraban llaves para la luz y caños para el agua.
Caminábamos diez cuadras para tomar el colectivo y nos llenábamos los pies de
barro. Para solucionar este problema volvimos a hacer rifas y con eso se pudo
hacer las veredas, para poder ir a trabajar sin barro.
Todo lo hicimos a pulmón entre todos los vecinos. Nos ayudábamos para mejorar, aunque sea un poco, nuestro querido barrio.
Después, cada uno compraba tejido de alambre para cercar los terrenos y así cada
uno podía edificar sin sacarle parte del terreno al otro.
Nuestro lugar comenzó a tener cara de barrio y no de villa. Al tiempo se podía
diferenciar las veredas de las calles, antes era todo un solo campo.
Hoy en día tenemos luz eléctrica, agua y algunos hasta gas natural.
Ojalá algún día tengamos las escrituras de cada terreno para el futuro de nuestros
hijos y nietos, y trabajo para poder pagar los impuestos.
LUCHANDO POR LO NUESTRO,
Haydee Guzmán, EGBA 725
Esta es mi historia de vida: con mi esposo en ese tiempo éramos muy jóvenes
y soñábamos con tener nuestro hogar. De repente nos enteramos que daban
terrenos y nos ubicamos en un lugar.
Vivíamos en un hogar precario, no teníamos luz, ni agua; acá la gente era muy
solidaria se trabajaba día y noche para progresar y tener un buen hogar.
Era todo muy sacrificado, soportábamos viento, lluvia, frío, calor e inundaciones. Pero siempre estábamos juntos con mis vecinos, cuidando nuestro lugar,
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
luchando como lo hizo el caudillo que luchó para tener lo suyo. Por eso a este
barrio lo bautizaron con el nombre de “Facundo Quiroga”.
Actualmente todo cambió para bien. Estamos felices con mi esposo y mi hija
porque el barrio progresó. Tenemos luz, agua, escuelas, unidad sanitaria, calles,
colectivos y negocios.
TRABAJANDO POR LOS CHICOS,
Silvina López, EGBA 701
Me llamo Silvina y vivo desde que nací, aquí en Lomas de Zamora, en el Barrio
La Loma de Temperley.
Estoy orgullosa de ser lomense porque veo el progreso de mi barrio, asfaltaron calles que eran de tierra, el alumbrado de la calle Armesti, el entubado del arroyo Las
Perdices y a muchos como a mí nos solucionaron las inundaciones.
Me alegra ser recibida por la Sociedad de Fomento “La Loma”, allí puedo realizar distintas actividades, llevo a mis hijos a fútbol, también voy a practicar
handball y todo es gratuito. Se hacen peñas y ciclo de cine. También festejamos
las fiestas patrias con comidas típicas y juegos.
Me alegra poder ver los progresos del Club, como mejoran las instalaciones y
todo los que trabajan por los chicos, además lo bien que tratan a la escuela de
adultos.
MI BARRIO SAN JOSÉ,
alumna de la Sociedad de Fomento San Martín, EGBA 704
Nos encanta este lugar del Barrio San José en Temperley.
Ahora mientras estamos en nuestro Centro de Alfabetización, podemos ver el
intenso tránsito por la avenida Eva Perón, que antes se llamaba Pasco.
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DGCyE / Subsecretaría de Educación
Mucha gente la conoce ya que es la ruta principal para llegar a la costa para las
ansiadas vacaciones o por lo menos para ir a pasear a Quilmes.
Esta avenida comenzó siendo de tierra, cuando toda esta zona era de cabañas,
surcadas por el arroyo “Las Perdices”, en el cual los vecinos se refrescaban en
sus claras aguas. También hubo en la zona un hipódromo.
Luego su asfalto fue angosto y a sus costados había enormes eucaliptos que
acompañaban con su sombra y su suave aroma a la gente que por ahí transitaba. Al llegar al cruce con Caaguazú había vías y barreras, por ahí corría el
Ferrocarril Provincial, que salía de la estación “Avellaneda”, ubicada muy cerca
del ahora Shopping “Alto Avellaneda”. La parada se llamaba “Pasco” y ese fue
el transporte que permitió que mucha gente decidiera comprar su terrenito y
construir su casa en esta zona ya que en pocos minutos llegaban de sus lugares
de trabajo cercanos a Capital.
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3. Mis grandes amores
EL REGALO MÁS HERMOSO DE MI VIDA,
María Isabel Cozzolino, EGBA 701
Me llamo María Isabel Cozzolino. Les cuento que hay tres cosas importantes
en mi vida y son mis hijas: Abril, Carla y Cinthia. Las tres tienen un importante
lugar en mi vida.
Cinthia, la más grande, tiene catorce años. La tuve de soltera y luché mucho por las
diferencias sociales, el desaire de la gente por ser madre soltera, aprender a luchar y
mantenerme firme en lo que quería.
Después de cuatro años rehice mi vida, conocí a mi marido y tuve a Carla de
ocho años y a Abril de cuatro años. Ellas son la luz de mi vida, el motivo de no
dejarme vencer con cada obstáculo que se me presenta en el camino.
Por ellas es que hoy me encuentro acá estudiando, aprendiendo cada día para
poder superarme y llegar a la meta que me propuse.
AMOR DE BUEN CORAZÓN,
Virginia González, EGBA 726
Esta es la historia del bicicletero Luis, como lo llamaba la gente.
Era un hombre muy humilde y de buen corazón. Todas las mañanas, antes de
abrir su negocio, pasaba a saludar a Juana, la kiosquera. Era una señora alta,
rubia, de ojos claros, bonita, de la cual él estaba enamorado.
Cada vez que la veía, su cuerpo se estremecía, sus manos sudaban, pero nunca se le declaraba. Tomaba una taza de café que ella le convidaba y seguía su
rumbo.
Un día Luis abrió su negocio y apareció Luciano, su hijo mayor, que le dijo:
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• Es hora, papá, de que rehagas tu vida. Lo de mamá pasó hace mucho tiempo.
¿Todavía no le declaraste tu amor a Juana?
• No, no pude, no me animo.
• Ella es una buena mujer y humilde como vos.
• No sé, quizás mañana tenga el valor de hacerlo.
• Bueno, yo me voy tengo que sacar a Valentín.
• ¿Quién es Valentín?
• Es un perro que me regalaron, ¿venís a casa a comer esta noche?
• No, esta noche salgo a comer con Juana ¡Ojalá tenga suerte!
Al día siguiente, Luis decidió confesar su amor. Cuando llegó, lo estaba esperando Juana con la taza de café, como todas las mañanas. El tomó valor y le dijo lo
que sentía. Juana no estaba sorprendida ya que lo anhelaba tanto.
Juntos comenzaron una nueva vida, casados y felices.
MI FAMILIA,
Claudia Galazo, EGBA 701
En mi familia lo que más me gusta es estar con mi mamá, hermanos, hijos y
abuela.
Con mis hermanos hablo de muchas cosas importantes para mí, también con
mi mamá que me aconseja para con mis hijas.
Me gusta estar con mi abuela porque a ella le cuento todo y me escucha. Cuidar a mis hijas Johana y Bárbara y enseñarles como tienen que ser.
Me encanta estar con todos ellos pero también estar sola, me gusta el silencio
y la tranquilidad.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
MIS BELLEZAS,
Patricia Alejandra Romero, EGBA 701
Me llamo Patricia Alejandra Romero. Lo más importante que me pasó en la
vida, fue tener a mis tres hijos. A mi primera hija Jazmín, la tuve muy chica,
tenía dieciséis años. Fui mamá soltera y mis papás me ayudaron a cuidarla,
porque el papá nunca se hizo cargo.
Cuando mi nena tenía un año y siete meses, conocí a Gabriel.
Para mí, mi familia es lo más importante que me pasó en la vida.
Gabriel me ayudó mucho, me demostró que se puede volver a formar una familia. Siempre estuvo conmigo y Jazmín, en las buenas y en las malas.
Cuando tuvimos a Alan y a Eric, reconoció a Jazmín como su hija para que tenga el mismo apellido que sus hermanitos.
Hoy ya están grandes, Jazmín está en quinto grado, Alan en primer grado y Eric
en el jardín.
Soy feliz y agradezco todos los días la familia que logré formar.
CRECIENDO JUNTAS,
Zulema Carrizo, EGBA 701
Después de nueve meses y todo programado llegó el día que nació una hermosa
niña; yo, su abuela, estuve pendiente de su mamá desde que ella fue mi bebé.
Con todos mis miedos no alcanzaba a disfrutar ese nacimiento, porque pensaba
que aún era muy chica, esa mujer que estaba obsequiándome una nueva vida.
Hoy al verla entre pañales, llantos y mamaderas, la observo crecer todos los días
junto a su hija.
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MILENA: LO MEJOR QUE ME PUDO PASAR,
Ayelén Pérez, EGBA 701
Era un 25 de noviembre cuando me enteré que estaba embarazada. Fue una
noticia que me tomó de sorpresa tanto a mi como a mi familia.
Todos en ese momento estuvieron muy contentos, al tercer mes de mi embarazo fue cuando recién caí que iba a ser mamá y tuve una gran responsabilidad
desde ese momento.
Cuando llegó el día de ir a tenerla, estuve muy asustada. No sabía nada de lo
que me iba a pasar. Fue un parto medio riesgoso, porque cuando nació me desgarré, pero después de tantos sufrimientos, dudas y pesares, al fin llegó mi querida hija Milena Milagros Díaz Pérez, que hoy en día tiene tres años de vida.
Esta historia que cuento es la mejor que me pudo pasar hasta ahora en mi vida.
DANIEL, MI ORGULLO,
Sofía Ramírez, EGBA 701
Durante el año 2000 por circunstancia de la vida tomé la responsabilidad de
criar a mi sobrino nieto de dos meses de vida, ya que sus padres murieron. Yo
sin ser madre lo crié lo mejor que pude y hoy me siento inmensamente feliz y
orgullosa por su educación, respeto e inteligencia en la escuela, club, iglesia y
familiares.
Daniel es el que comparte los días dándome cariño, alegría, compañía y el
amor que es recíproco. Me siento orgullosa, feliz de haber tomado semejante
responsabilidad ya que me brinda un amor tan grande que hace felices mis días
cuando me dice: Tity te quiero, sos mi vida y mi tía, porque mis padres están
guiándome desde el cielo. No los conozco, pero por las fotos y vos, los amo y
los llevo en mi corazón.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
UNA AMIGA MUY ESPECIAL,
Rita Norma Marín, EGBA 701
Tengo una amiga muy especial. Su nombre es María Angélica y hace cinco años
que nos conocemos. Lo interesante de ella es que es un ser especial, porque, a pesar de no ser vidente, crió y cría a sus hijos con mucho amor, con educación, muy
limpitos y prolijos.
Todas las mañanas, espera el micro para mandarlos al colegio. Es una persona
buena, dulce y educada, hace sus quehaceres en la casa y la conoce mejor que
cualquier otra persona.
Lee sus libros en Braille y así ayuda a sus hijos con sus tareas.
Por las tardes nos reunimos con ella, tomamos unos mates y charlamos de todos
los temas. Se puede hablar porque nos ayuda espiritualmente e irradia con sus
palabras paz y dulzura, y todo lo que dice es siempre muy alentador.
María Angélica es una persona extraordinaria, tratable y dulce. En su cara se
ilumina una sonrisa que parece dibujada a pesar de su condición, no tienen días
malos, es ejemplar. Sus ejemplos son una enseñanza de vida.
LOS AMORES DE MI VIDA,
Mariela Alicia López, EGBA 701
Mi nombre es Mariela Alicia López. Nací el día 10/7/73. Mi padre se llama Jorge
Luis López y mi madre Susana Beatriz Cortés. Tengo cinco hermanos: tres mujeres y dos varones.
Mi niñez fue algo complicada pero a medida que fui creciendo la vida me enseñó a valorarme como persona y mujer. A los 17 años de edad, ya era mamá
de una nena a la cual la llamé Eliana Belén López. La crié sola hasta que tuvo 3
años, ya que cuando yo tenía 19 conocí al hombre con el cual tengo dos hermosos hijos: Lucas de 11 años y Fabricio, de 13.
Hoy con 35 años tengo lo que una mujer quiere tener: una familia constituida
un esposo amoroso, comprensible y sobre todo compañero.
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A pesar de ser una persona joven, mi hija Eliana me hizo abuela. Ella solo tiene
17 años y es mi reflejo, aunque una madre quiere lo mejor para los hijos. La
vida nos enseña que los hijos son del mundo, aunque una quiere que estén
para toda la vida con los padres.
Mi nieta se llama Aylin es lo más hermoso que Dios me dio.
Ella me dio las fuerzas para seguir adelante y es la alegría de la casa.
Amo a mi familia, es lo más bello que tengo y me gusta cuidarlos. Les enseño que
tienen que ser unas buenas personas, amables y respetuosos para con los demás.
No sé que más contarles tengo todo lo que necesito.
No soy un ejemplo de vida pero, trato de que mis hijos crezcan con una buena
familia y sobre todo un buen padre.
GRACIELA RODRÍGUEZ, UNA GRAN PERSONA,
Silvia Isabel Estrella, EGBA 709
Hay una persona que vive en Lomas de Zamora. En este momento, no sabe que
voy a contar su historia de vida. Seguramente ella sin saberlo está ocupándose
de lo suyo... ¿Quieren saber qué es? Es llevar una escuela adelante lo mejor posible, peleando para que sus chicos tengan un plato de comida, guardapolvos,
zapatillas, que vengan médicos (oculistas, pediatras, etc.). Se nota que ama a su
escuela. A veces pienso que la escuela es como su casa.
Ya sabía que ella era buena persona se le nota en el trato que tiene para con
las personas de la comunidad, no tiene problemas en recibir y charlar con los
papás que se acercan, a veces para elogiarla, otras para criticarla: Siempre está
dispuesta a dialogar.
Es una mujer que ha sufrido mucho, la conozco hace 25 años era maestra de
3º grado, hoy es la directora de la escuela nº 74 “Batalla de Maipú”. Me parece
que es un pilar más de esa institución.
En su juventud tuvo que enfrentarse a una separación, fue madre y padre para
sus dos hijos. Con el tiempo volvió a formar pareja, pensó haber alcanzado el
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
cielo con las manos, pero no fue así, su marido y compañero falleció, dejándola con un hijo y volvió a ser madre y padre. Así y todo sigue con su frente en
alto, nadie sabe de su soledad, angustias, siempre se presenta con una gran
sonrisa.
Creo que Dios le dio esa mochila tan pesada, porque sabe que ella puede llevarla. No sé de donde saca fuerzas para seguir adelante. La verdad la quiero
mucho y la admiro, es una gran persona. Su nombre es Graciela Rodríguez.
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4. Momentos que me marcaron para siempre
MI NENA VESTIDA DE BLANCO,
Susana Ester Giradles, EGBA 701
Yo me llamo Susana y les quiero contar que tengo una linda familia con la cual
soy muy feliz, pero mucho más feliz fui cuando se casó mi hija, la emoción era
tan grande que lloré mucho.
Todos los vecinos esperaron en las puertas de sus casas para verla salir vestida
de novia.
A ella siempre la quisieron mucho y en la catedral había mucha gente emocionada.
Después vinieron los nietos y sigo siendo feliz.
Espero que esta pequeña historia les parezca un poquito interesante.
VOLVIENDO DE LA ESCUELA CON EL DIEZ,
Ester Ramirez, EGBA 706
Sucedió en un barrio muy humilde llamado Fiorito, partido de Lomas de Zamora. Nos pasó algo interesante y muy bueno que merece ser contado.
Mi hermana compartió la escuela con El Grande, nada menos que con Diego
A. Maradona. Con él volvíamos de la Escuela N° 63 todas las tardes, jamás hubiéramos imaginado que llegaría a tener tanta suerte.
Queda su recuerdo donde el vivió, en la calle Azamor entre Mario Bravo y Filardi.
Una casita de pobre cuando de pronto… ¡Oh sorpresa! La vida lo recompensó
por su esfuerzo. ¿Por qué? Porque se lo merecía, porque la fortuna y Dios evaluaron su pobreza, su miseria y su sufrimiento. La angustia de ver a su familia pasar
necesidades, como tantas otras familias argentinas.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
El era solo un chico más como tantos de nuestro barrio. Pasó el tiempo, creció
y ese hombre soñaba.
Llegó a tener todo lo que quiso y a su familia la pudo sacar de la miseria, con mucho esfuerzo llegó hacer todo lo que quiso, a pesar de todo quería ser así.
LA HISTORIA DE VALERIA,
David Gauna, EGBA 709
Personajes: La madre Rosa, el padre Jorge y Valeria. Lugar: en un barrio.
Esta historia comienza con una chica llamada Valeria. Ella tiene catorce años
y vive en un barrio humilde que se encuentra en la localidad de Lomas de Zamora. Su familia está compuesta por su madre Rosa, el padre Jorge y Valeria,
única hija. Es una chica normal como toda adolescente y también estudia; está
en turno mañana. Siempre va a ver a su tía Herminda con su mamá Rosa y por
el camino ella le aconseja lo bueno y lo malo, de esos chicos que se drogan
porque andan por la calle.
Un día Valeria se enamoró de un muchacho más grande, que siempre le decía cosas cuando pasaba. El chico se drogaba pero a Valeria no le importaba.
Ella se los presentó a sus padres, fue bien recibido, Valeria hizo oído sordo a los
consejos de su madre.
Pasaron los días, su manera de ser cambió y la actitud también. Les faltaba el
respeto a sus padres y no tenían autoridad sobre Valeria, ya no iba al colegio,
no encontraban forma de sacarla de la droga. Un sábado por la madrugada,
los dos se fueron para nunca más volver. Al despertar su madre se sorprendió
al no ver a Valeria, salió a buscarla, pero no la encontró.
Hasta hoy sus padres no bajan los brazos, porque tienen la esperanza de encontrarla. Desapareció un sábado de abril de 1998 por la mañana. Esta es una historia
real como muchas historias de chicos llevados por la droga. Fin...
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DELFINA Y SU VIRUS,
Dolores Pérez, EGBA 726
Voy a contar algo que no pensé que me podía pasar.
Tengo una nieta que se llama Delfina, que es el amor de mi vida.
Mi chiquita comenzó con una gastroenteritis que según los médicos se le iba a
pasar con una dieta. Así empezó una semana de ir y venir.
Ese viernes me habían llamado al trabajo porque el médico les dijo que los
análisis le habían dado mal. Tenía un virus. En el colectivo no podía contener las
lágrimas, no quería imaginar cuánto estaba sufriendo.
Al llegar al hospital vi unas miradas que me dieron mucho miedo. Me acerqué,
me contaron que el virus estaba en el intestino y perjudicaba a los riñones. Dijeron que había mucho riesgo a tal punto que podía morir.
Pedí si podía verla, pero me dijeron que no. Fui a la guardia, estaba en terapia
y les pedí “¡Por favor!” que me dejaran verla. Tal vez vieron mi angustia, no sé.
Pero pude entrar a ver a mi chiquita.
La vi con todo su cuerpo hinchado, ni siquiera podía abrir sus ojitos. La besé y
le dije cuanto la amaba y que no la iba a dejar. Me acuerdo que cuando se lo
decía me apretaba, sí, me apretaba la mano como si quisiera aferrarse a mi.
Entonces vi que mucha gente se acercaba y me decían que ellos se iban a poner
en oración. A Dios le pedí con todas mis fuerzas que la ayudara a salir de esa
enfermedad.
En un par de semanas empezaron a funcionar todos los órganos que no funcionaban y vi que los médicos no encontraban una explicación porque era imposible
que una personita con esa enfermedad mejorara de esa forma.
No sé si fue ella, si fueron mis ganas o esa gente. Agradezco a todas esas personas que pidieron por su salud.
Lo que yo sé, es que Dios está en esos momentos en los que una está desesperada.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
UN ACCIDENTE DESAFORTUNADO,
Pablo Casas, EGBA 701
Hace dos años atrás había pedido una moto prestada a un amigo. Tenía que ir
a lo de mi abuela, que estaba enferma. Cuando estaba yendo empezó a llover.
No se veía nada, hasta que choqué y me quebré el brazo. Tuve que pagar lo que
rompí de la moto. Desde ese día tengo más cuidado.
LA MEJOR NOTICIA,
Marta Aciar, EGBA 701
El 10 de mayo del año 2008 a las 16 y 30 horas nació Keyla, la beba de Antonela, mi mejor amiga. Después de una complicada cesárea no había esperanzas de
que Antonela se salvara. Luego de haber entrado en coma, vivimos momentos
desesperantes, no había qué hacer para ayudarla a salir de ese estado. La beba
gracias a Dios, nació bien pero no podíamos verla. Las horas pasaban y pasaban
y no sabíamos nada de ella. Los médicos no nos daban ninguna respuesta.
Después de una larga angustia, salió una partera quien estuvo con Antonela y
nos dijo que ya había despertado, pero todavía no la podíamos ver. Fue como
si el alma nos hubiese vuelto al cuerpo.
Horas más tarde pudo reencontrarse con su beba. Hoy Keyla tiene tres meses de vida,
crece feliz y contenta al lado de su madre, quien me eligió como madrina.
¡Es la mejor noticia que pude recibir!
Eliminar esta línea y sustituir por una punteada.
COSAS QUE NO SE PUEDEN EXPLICAR,
Fabiana Soledad Fernández, EGBA Nº 701
Había una vez un chico que se llamaba Claudio, que trabajaba día y noche
para mantener a su familia. Un día salió a comprar en moto con unos amigos.
Vinieron dos chicos a robarle, Claudio trató de defenderse y le tiró una botella
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que le pegó a uno de los chicos. El chico se cayó y cuando se levantó sacó un
arma y la descargó en su cuerpo.
Claudio quedó tirado en el piso, muerto.
Uno de los chicos que estaba lastimado, subió a la moto y se la llevó. El otro lo
siguió con su moto.
Claudio dejó a su mujer y a su hija de tan solo un año. ¿Cómo le podrá explicar,
la mamá a su hijita de qué manera murió su padre?
FORMANDO UNA FAMILIA,
Nancy Suárez, EGBA 701
Soy Nancy Soledad Suárez. Lo más importante de mi vida fue el nacimiento de
mis dos hijos Yamila y Joaquín. A mi niña la tuve cuando tenía 16 años fue uno
de los mejores momentos de mi vida.
Aunque después de ahí tuve que empezar a trabajar para darle una vida mejor,
a la que tuve. Fue duro educarla sola, más viviendo con mis padres, pero seguí
adelante con mi vida y luché para que puedan tener lo que yo nunca tuve “una
familia”.
Cuando tenía 22 años conocí al papá de mi segundo hijo, estuvimos juntos y formamos la familia que siempre quise tener por cuatro años, pero no funcionó por los malos tratos. Decidimos separarnos porque la relación que teníamos era insoportable.
Ya hace un año que estoy separada y tenemos una buena relación, así el sigue con su
vida y yo con la mía. Les damos a nuestros hijos todo el amor del mundo, sin contarle
lo que nos pasa en nuestras vidas, así todo es más fácil para los cuatro. Llevamos una
vida mucho más tranquila que antes.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
MI HERMANA MARÍA,
Andrea Fabiana Correa, EGBA
¡Hola soy Andrea! Y el recuerdo que más me pegó es el de mi hermana María.
Ella era un año y medio mayor que yo, éramos tan compinches que siempre
estábamos juntas.
Hasta que se puso de novia, quedó embarazada y se casó. Yo me quedé triste, aunque igual iba a su casa, pero ya no era lo mismo. Pasó el tiempo y ya tenía cuatro
chicos, cuando tuvo el cuarto se enfermó mal porque los tres primeros fueron parto
normal y el cuarto cesárea, ahí quedó anémica, se le complicó con una infección de
muela que le fue a los pulmones. La operaron tres veces y no pudieron salvarla. Falleció dejando cuatro chicos el mayor de 11 años, la nena de 9 años, el nene de 3 años
y el bebé de 10 meses. Con sólo 28 años nos dejó.
Ahora pasaron trece años y es como si fuera ayer y no me puedo olvidar. La extraño mucho y espero que algún día me pueda encontrar con ella. Un día muy
lejano, porque quiero disfrutar de mis nietos.
EL DÍA ESPERADO,
Yanina Franco, EGBA 701
El primer partido de fútbol de mi hijo fue entre otros muy importante en mi
vida.
Era un día muy esperado por todos en especial por mí. Desde sus primeros
pasos soñaba con verlo jugar a lo que a él tanto le gusta; estaba soleado y la
ansiedad era cada vez mayor.
Un momento antes de salir me vio, sonrió y me saludó.
Se llenaron de lágrimas mis ojos al verlo entrar en la cancha con su equipo,
todos vestidos igual y esa picardía que lo caracteriza.
No recuerdo el resultado pero siempre va a quedar en mi memoria su sonrisa
y su alegría.
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¡MIS 15 AÑOS!,
Solange Noemí González Cobo, EGBA 701
Mi nombre es González Cobos Solange Noemí. Tengo 17 años, nací el 12 de
enero.
Hoy voy a contarles una parte muy importante un hecho que jamás voy a olvidar.
“Mis 15 Años”.
Recuerdo cuando pequeña soñaba con cumplir, lo antes posible, 15 años. Me
veía entrando del brazo de mi padre..., con un vestido hermoso con un vestido
espectacular y que todos puedan verme pasar la mejor etapa de la adolescencia; soñaba con reunir a todos mis seres queridos y poder compartir con ellos
una noche de sueños y mil emociones. Me veía haciéndoles recordar ¡cuánto
los quería con cada palabra!
Bueno en fin, todo lo que uno quiere como chica, sentirse aunque sea por una
noche... la Princesita que cumple sus sueños...
Pero después de todo mi pequeña inocencia caía nuevamente a la realidad y la
realidad, muchas veces nos deja marcas y cosas que a veces pensamos que es
mejor no recordar.
¡Bien! ¡Dentro mío sabía que jamás sería posible! Porque primero mis padres se
estaban separando y hacía dos años que no los veía en orden.
Segundo las condiciones no eran las más adecuadas.
Tercero ese sueño saldría muy costoso, tanto que decidí nunca contarlo a nadie.
Bueno, faltaban días, y nadie veía ni decía nada ¡Para mi punto de vista todo
estaba demasiado raro! Yo preguntaba y todos hacían oídos sordos.
En fin llegó el día, y todos estaban desaparecidos, me levanté y en casa no había nadie todo fue extraño ¡sospeché algo, de alguna broma o algo así! Pero
no, estaba sola.
Bueno llamó mi madrina y le pregunté si podía ir a su casa, y dijo: sí, venite.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Al llegar ahí me hizo pasar a su habitación me senté sobre la cama y se dirigió
hacia el placard y me dijo: tengo algo para vos, y yo le pregunté: ¿Qué es? Y
contestó: ¡algo que no esperas y te va a encantar! Y yo sólo sonreí y dije: ¿a
ver? (toda curiosa) y me dijo: cerrá los ojos. Yo lo cerré y espere a que me dijera
que los abriera.
Al abrir mis ojos vi un hermoso vestido blanco con mostacillas rosas y celestes;
todo era hermoso... tal cual yo lo quería y junto a él una caja, una caja donde
había un par de sandalias plateadas altas ¡finísimas! Y yo no hice más que abrazarla y quedarme sin palabras, luego me puse a llorar y di las gracias, después
pregunté pero... ¿Cuándo lo voy a usar?
Ella sonriente contestó: ¡hoy corazón, hoy! ¿Y dónde? ¡En tu fiesta, en tu cumple! Y
dijo: dale preparate que a las 19 horas te espera la peluquera en tu casa para peinarte
y maquillarte. Yo le dije sin poder creer: no, ¿en serio? Si, sol, ¡sí! Dale, dale me dijo
y yo dije: bueno... y ansiosa corrí a prepararme, estaba nerviosa, temblaba, lloraba,
reía, ¡no sabía que hacer mil sensaciones me inundaban!
Todo fue perfecto. Y bueno ¡ya estaba lista! Al salir a la puerta de mi casa...
un auto hermoso color blanco con moño rosa me estaba esperando, mis tíos
filmaban y sacaban fotos, yo lloraba. Me llevaron a pasear.
Me hicieron una ceremonia en la iglesia donde colocaron sobre mi cabeza una
preciosa corona (llena de strass blanco).
Al llegar al salón Fra Noi, situado en avenida Pasco todos estaban ahí. ¡Y lo más importante y lo más conmovedor de la historia que al levantar mi cabeza mi papá me
estaba esperando! Todo fue como lo soñé, no hice más que llorar y caer rendida en
sus brazos... Creo que esa noche me marco para siempre. ¡Tener a mi familia reunida
y junta una vez más, después de once años! Mis deseos más profundos fueron cumplidos; (y sólo lo sabía yo), ¿habrá alguien más?
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LOS QUINCE DE MI NIETA ANA LAURA,
Eva, EGBA 709
Los quince años de mi nieta Ana Laura se festejaron en la Sociedad de Luis Guillón.
Se empezó a planificar como tres años antes, por lo cual íbamos juntando cosas
para la fiesta: Entre todos nos ayudaron, tíos, primos, papá y mamá.
Se festejó el 31 de enero del año 2004, se realizó una gran fiesta, esperada con
mucha ansiedad por todos y más para mi. Fue una emoción tremenda verla
tan linda y simpática, con un vestido celeste. La fiesta duró hasta las seis de la
mañana, con la alegría de que todo lo planeado por nosotros estuvo tan lindo
y alegre.
¡Qué lindo fue!
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
5. La historia de mi vida
YO, LORENZA DEL VALLE PÉREZ,
Lorenza del Valle Pérez, EGBA 701
Nací el 30 de julio de 1950 en Tucumán. Mi mamá se llamaba Albiana y tuvo
cuatro hijos, dos varones y dos mujeres, y yo soy la menor. El mayor se llamaba
Antonio Pérez y mis otros hermanos José Luis y María Rosa. Yo me llamo Lorenza del Valle Pérez. No conocí a mi papá porque murió cuando tenía un año
y mi mamá formó otra pareja. De esa pareja tuvo tres hijos más, dos varones y
una mujer que es discapacitada.
Mi hermano y yo, nos criamos con mi abuela, la mamá de mi mamá, una mujer
trabajadora, muy trabajadora. Éramos muy pobres, ella era florista a domicilio.
Mi hermano y yo de muy chicos, empezamos a trabajar como lustrabotas por
las casas, para traer el pan.
Mi hermano pudo ir a la escuela, pero yo no y no me quejo, aprendí desde muy
chica a trabajar. Empecé a limpiar en casas de familia, tenía doce años y a los
catorce años aprendí a coser en un taller.
Así era mi vida. A los veintiún años mi abuela murió y quedé sola en esta vida.
A los veintidós me enamoré y me fue mal, aunque de ese amor nació una hija
preciosa que amo con todo mi corazón.
Después vine a Buenos Aires. Aquí me casé, formé mi hogar y tuve otra hija
preciosa que amo con mi vida, pero siempre tuve que cargar con mi mamá y mi
hermana discapacitada. Doy gracias a Dios que salió a mi encuentro y formé mi
familia con mi marido que tenía cuatro hijos y los crié, son hijos del corazón. En
total son seis hijos, todos casados, tengo treinta y dos nietos y cinco bisnietos.
Soy feliz con mi marido y toda mi familia. Con 58, trabajo, estudio y agradezco
a Dios por la vida que me da, lo bendigo cada día.
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DURAZNITO, UN CHICO HUMILDE,
Eduardo Gómez, EGBA 725
La historia de Duraznito es la de un chico que nació en Ingeniero Budge, partido de Lomas de Zamora.
Su casa era muy humilde y sus padres, Olga y Ariel, trabajaban juntando cartón
en la Capital. Cada vez que salían a trabajar llevaban a su hijo con ellos.
Con el transcurso del tiempo el niño fue creciendo y tomando conciencia del
sacrificio que hacían sus padres para que no le faltara la comida y pudiera estudiar.
Al terminar la escuela primaria, decidió ingresar en el colegio militar con el objetivo de poder cambiar su realidad.
Mientras Duraznito estudiaba, sus padres continuaban juntando cartón para
subsistir. Ellos estaban orgullosos de su hijo, que a pesar de todas las adversidades continuaba esforzándose para poder tener un futuro mejor.
Un buen día Duraznito cobró su primer sueldo y se dirigió directamente a su casa.
Allí estaba su madre, él la sorprendió con un beso y un abrazo muy fuerte, y le dijo: ¡Querida mamá, vos y papá nunca más van a pasar necesidades!
Su madre lloraba de alegría al ver a su hijo que estaba progresando y por primera vez lo llamó Carlitos, su verdadero nombre.
HISTORIA DE VIDA,
Leandro Ariel, EGBA 701
Esta es la historia de mi vida. De bebé me cuidó mi abuela, cuando era un poco
más grande me fui a vivir con mis tíos y me criaron hasta los 19 años. Después
me fui a vivir con mi mamá.
Conocí a mi papá cuando tenía 12 años, él es una persona muy buena y trabajadora. Cuando era chico sufrí mucho porque no me crió mi mamá. Ella nunca
iba a mis fiestas de cumpleaños y yo me ponía triste.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Cuando era chico jugaba mucho a la pelota. Cuando tenía 10 años empecé a
drogarme con mi hermanastro y ahí comencé a descarrilarme. Me mandaba
muchos mocos y la gente me tenía bronca porque entraba a robar a las casas
y me hacían denuncias.
Después me hice más grande, mis tíos me llevaron a hacer tratamiento para
dejar las drogas, pero no funcionó. Cuando era un poco más grande me junté
con mi novia y tuve un nene que ahora tienen 2 años y medio.
OCHO HIJOS, TODA UNA VIDA,
Itatí Aquino, EGBA 701
Durante mi niñez y adolescencia pensaba casarme y tener muchos hijos. Pasó el
tiempo y conocí a mi actual esposo Oscar, con el me casé.
Después de diferentes dificultades, por el trabajo, la vivienda, etc., nos establecimos definitivamente en la casa que actualmente vivimos. Una vez que Oscar
consiguió un buen trabajo decidimos tener nuestro primer hijo y así sucesivamente hasta el octavo.
Mi ilusión se hizo realidad pero no sabía lo que significaba la educación y la
responsabilidad de sus crianzas. Hoy puedo contar del esfuerzo sobrehumano
que hacemos todos los días para que nuestros hijos estudien y así puedan tener
un buen trabajo. Hay momentos en que no contamos con dinero para viajar
y yo los tengo que acompañar caminando. Voy a las escuelas para saber qué
materiales necesitan para las clases.
Pero estoy contenta porque pronto van a poder trabajar y de esta forma ayudar
en la alimentación de los más pequeños.
LA PELOTA Y YO, SIEMPRE ALIADAS,
Nancy Ramírez, EGBA 701
Cuando era más chica me gustaba estar con los chicos y nos poníamos a jugar a la
pelota en la calle, en el patio o nos íbamos a la cancha. Hasta ahora me gusta jugar a
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la pelota. Hasta los 17 años lo hice y después quedé embarazada. Mi hija fue lo mejor
que me pasó en la vida. Ahora tiene 5 años y se llama Milagros.
Me anoté en la escuela, me gusta venir, pero más me gusta cuando hacemos
gimnasia y cuando jugamos a la pelota me encanta. Me gustaría anotarme en
un club.
RECUERDO DE MI BARRIO,
Isabel Ramírez, EGBA 701
El barrio donde yo vivía era todo de tierra. Estaba cerca del arroyo, teníamos escasos negocios y tenía que caminar unas cuadras para hacer los mandados.
En este lugar tuve a mis hijos y los críe bien educados, pobres pero educados,
como me criaron a mí. Ahora me encanta más el barrio por las mejoras en el
asfalto, cambió mucho, hicieron la salita de primeros auxilios y cambió también
mi forma de ser con los vecinos.
HISTORIA DE NUESTRA GENTE,
Antonia Madrid, EGBA 701
Me llamo Rosa nací en Tucumán, mejor dicho en la provincia de Tucumán que le
llaman el “jardín de la república”. Es una provincia muy linda, pero muy chiquita, casi
todos se conocen con todos. Nací y viví allí hasta los 13 años, en el campo en un lugar
que se llama El Rincón desde allí para ir al pueblo a hacer los mandados tenía que
caminar 8 kilómetros lo mismo que para ir al colegio. La mayoría de mis primas no
terminaron la primaria, porque desde los 8 años ya tenían que ir a trabajar a la zafra.
Yo les estoy contando de hace 25 años atrás.
Antes nos ponían a trabajar con máquinas, la gente trabajaba a sol y a sombra
como dice el refrán. Por ejemplo, mi familia se levantaba a las tres de la mañana para trabajar, iban con machetes y volteaban la caña una por surco, es
decir, punto a punto. Luego a pelar la caña (puntear), después apilar (hacer
montones) y por último venía el tractor con el carro, va es una manera de decir,
porque traía como mínimo cinco carros.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Para cargar las personas grandes, chicos y ancianos tenían que levantar el montón
de cañas subir por un tablón hasta llegar al carro y así hasta llenar. Cuanto más lleno
estaba el carro más pesaba porque le pagaban por tonelada.
También les cuento que gracias a Dios yo nunca tuve que trabajar en eso, pero
lo viví muy de cerca, era duro. Ahora las cosas cambiaron y la gente no se mata
tanto como antes, pienso que cambió todo para bien gracias a las maquinarias
que hay ahora.
CON GANAS DE TRABAJAR,
Juan Manuel Amaya, EGBA 701
Me llamo Juan y nací 1/1/91, en Buenos Aires. Tengo un hermano mellizo, ambos comenzamos juntos la escuela a los 6 años en la EPB Nº 78 de Lomas de Zamora. Allí estudié con mi hermano hasta los 12 años, después repetí varias veces octavo y noveno. Ya no podía seguir allí, porque los chicos eran muy nenes
para mí. Busqué una escuela de adultos cerca de mi casa y llegué a la Sociedad
de Fomento La Loma. Allí me recibió con cara seria la seño Mirtha y me dijo que
podía terminar mis estudios, que no faltara y me pusiera “Las pilas”. Todavía no
lo puedo creer ya llegamos a agosto, tengo buenos compañeros y compañeras,
compartimos gratos momentos con sonrisas, y algún que otro reto.
Estoy contento y sé que cuando termine deseo trabajar.
PROGRESANDO,
Rosa Jiménez, EGBA 701
Me llamo Rosa Jiménez. Tengo 55 años. Estoy casada y tengo varias hijas. Vine
de un pueblito de Santiago del Estero, allí no había tiempo para estudiar, era
más importante salir a ganarse el pan, como trabajadora golondrina, en diferentes quintas. Hacía de todo, desde niñera hasta limpiar las casas, sembrar o
cosechar.
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Hasta que tomé la decisión de venir a Buenos Aires. Aquí me instalé en una casa de
familia con cama adentro, la señora que me dio el trabajo fue muy buena conmigo,
me enseñó a coser, bordar y tejer. Además me permitía tener novio.
Conocí a mi marido y armamos una familia, nos vinimos a vivir a Lomas de Zamora, en ese entonces. Este barrio “San José” era un gran descampado, había
muy pocas casas y sólo llegaba una línea de colectivo hasta unas diez cuadras
de mi casa.
Mis hijos se criaron jugando a pescar en las lagunitas, contando cañas y sin ningún peligro como los de ahora. Fueron a la escuela, se casaron, tuvieron hijos
y yo sentí las ganas de ir a aprender a leer y escribir, me acerque a la escuela de
adultos y allí con la señora Beti, pude lograrlo.
En este momento la señora Mirtha, que tiene toda la paciencia del mundo, trata de que lea todo tipo de cuentos, libros de historietas y los números negativos
¡Qué dolor de cabeza!
Se que voy progresando y por fin tendré mi título para poder seguir estudiando
y ser útil en mi trabajo. Deseo ayudar a personas mayores a darse cuenta que la
vida nos regala otro oportunidad. No la dejen pasar...
DE TUCUMÁN A BUENOS AIRES,
Lorenza del Valle Pérez, EGBA 701
Me presento: me llamo Lorenza del Valle Pérez, alias “Loli”. Mi vida fue muy
dura, fui madre soltera. Luego formé una familia, tengo nietos y una hermana
discapacitada a cargo; sin embargo, siempre trato de estar alegre y hacer mis
“carteras”. Soy costurera y lo hago lo mejor posible, tengo gran iniciativa y a
pesar de mis jóvenes 57 años todavía me da gusto saber que puedo progresar,
seguir estudiando y formar un futuro mejor.
Cuando llego al colegio me gusta charlar con los jóvenes, siempre los aconsejo
para que continúen estudiando y los aliento a seguir, a pesar de todas las trabas
que se les presenten en el camino.
Siempre confío que Dios tiene el mejor presente para regalarme y por ello nunca bajo
los brazos a pesar de todos los problemas que tengo y de lo sola que los afronto
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
diariamente. Mi sueño es aprender a diseñar carteras y tener mi propia empresa:
donde yo esté al frente de la misma. Soy capaz y tengo fuerza para lograrlo ¿y si no,
pregunten en mi barrio, en mi escuela y a mi seño Mirtha?
DESDE LANÚS…,
Alejandro Gauna, EGBA 706
¡Hola! Soy Alejandro Catalino Gauna. Nací el 31 de Octubre de 1980, en el hospital
Evita, en la ciudad de Lanús, con dos kilos setecientos. Estuve en incubadora por 24
horas, por bajo peso, hasta que me recuperé y me dieron de alta.
Nos fuimos a vivir a Fiorito a una casa prestada.
Me crié con mis primos y mi hermano. Jugábamos cosas peligrosas, cada dos
por tres nos peleábamos. Vivíamos de la quema, cartoneábamos ya de chiquitos.
Luego nos tuvimos que mudar a la casa de la prima de mi papá. Estuvimos un
buen tiempo los cuatro, hasta que se separaron. Yo tenía dos años.
Volvimos a vivir con mi tía, iba mucho a una iglesia evangélica. Ya con seis años
conocí la palabra de Dios. Tengo mis tíos que son pastores.
Un día, mi mamá, habló con un delegado para que le diera un terreno y a la
semana siguiente se lo da. Cuando nos mudamos ya tenía ocho años.
A esa edad conocí a Juana y Alberto, los coordinadores del comedor.
Alberto armaba equipos de fútbol, con chicos vecinos y de la facultad. Después
se acabó todo. Empezó a organizarse el comedor con los vecinos. Las mujeres
cocinaban para la gente del barrio. Empezamos con las marchas para pedir los
planes, mercaderías.
Fueron pasando los años, conozco a Flavia… nos pusimos de novios y luego
hicimos pareja. En el año 2005 tuvimos una hija. Seguimos yendo a la iglesia.
En el año 2007 tuvimos a Joaquín y así formé mi familia.
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HABÍA UNA VEZ EN LOMAS…,
María Andrada, EGBA 706
Yo me llamo María Andrada.
Les cuento mi historia. Comencé trabajando en el comedor comunitario, como
ayudante de cocina. Así pasó el tiempo. Luego empecé alfabetizando a personas que no sabían leer ni escribir, que no tuvieron la oportunidad de estudiar. A
mi me enorgulleció poderles transmitir algo de lo que sabía. Empecé a valorar
lo que hacía y me alegra que esas personas puedan terminar sus estudios con
los docentes que tenemos. También los alumnos las quieren mucho a ellas.
En lo personal, tuve un golpe muy grande. Mi hermana estuvo presa por cosas
que hizo. Para la familia fue un golpe muy grande. Una buena fue que el juez
le dio arresto domiciliario y por mi intermedio puede estudiar.
Sigo ayudando a la docente, ya que al tener alumnos de los tres ciclos necesitan
mucha atención…Y sigo trabajando en el comedor.
POR LA ESPERANZA QUE EMPECÉ A TENER,
Romina Sforza, EGBA 706
De niña fui muy feliz, mi mamá trabajaba en un almacén que le hizo mi padre
cuando aún estaba embarazada de mí, hasta que nací.
Al poco tiempo se separaron, mi madre comenzó a tomar alcohol, se sentía
muy sola. Trabajaba en una salita y me crió a su manera, como pudo.
Había días que tomaba mucho, yo lloraba y ella se levantaba, me hacía la mamadera o una papilla y seguía durmiendo.
Fui creciendo y comenzando a tener noción de lo que pasaba. Me acuerdo
cuando tenía cinco años y me mandaba a comprar vino y se reía de mí porque
yo iba quejándome. Sentía mucha rabia cuando estaba tomada, no entendía
por qué lo hacía.
Nunca me dejó tener amigas por miedo a que me pasara algo.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Con el tiempo conoció a un hombre. Tuvo dos hijas y me parecía un buen tipo,
pero también comenzó a tomar.
Vivíamos cerca de la estación de Caraza, después nos fuimos a una villa muy
fea, yo ya tenía diez años. Cuando estábamos viviendo ahí, comenzó a pegarle.
Mi padre comenzó a frecuentar la casa por eso el hombre le pegaba, era muy
celoso.
Mi mamá vendió la casilla que era de él y nos fuimos por sus maltratos a un
departamento con tres piezas, cocina y comedor, relindo.
Al poco tiempo volvimos a Fiorito, a la casa de mi abuela y mi mamá empezó
a tomar pastillas de toda clase, a beber también. Yo ya tenía trece años. Un día
la llevé al hospital con mi hermana.
A los dieciséis años conocí al padre de mis hijos, vivimos en una casilla del padre
de él. Mi tortura había comenzado nuevamente, el también bebía y se gastaba
toda la plata.
Así conocí a Juana. Nunca supieron de mis problemas. Hace dos años que siento la
ayuda que me dan. Gracias por conocerlas, por el cariño que me tienen, por la esperanza que empecé a tener, que la vida puede continuar de otra manera.
Y AHORA ENGANCHADA PARA ESTUDIAR,
María Tolosa, EGBA 706
Nací en la provincia de Entre Ríos (Diamante). Cuando tenía seis años me trajeron a Buenos Aires, ciudad Evita, un pariente de mi mamá. Me dejaron en una
“casa de familia” de un matrimonio militar con un hijo.
Me tenían como una sirvienta. Iba al colegio cuando “me daban permiso”. Ahí
estuve hasta los doce años.
Algo pasaba en ese momento en el país, después me enteré que fue la Revolución del 55. Ellos ya no me querían tener y me mandaron de nuevo a Entre
Ríos.
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Yo tenía catorce años y mi hermana me trajo a Buenos Aires. Trabajé en casa
de familia con “cama adentro” hasta los dieciocho años. Y seguí cambiando de
trabajo, sola, sin familia, amigos, hasta los veintiocho años que encontré a mi
pareja y me casé.
Compramos un terrenito con una casilla en Fiorito, pasé muchos sufrimientos, pobreza, soledad, tuve mis cuatro hijos varones, me separé. Pero lo más doloroso en
mi vida fue cuando mataron a mi hijo, no quería vivir más, vendí todo pero tuve que
seguir adelante por mis otros hijos y trabajar para mantenerlos.
Volví a Entre Ríos con uno de mis hijos ya grande. Él conoció a una chica, se casó y se
quedó a vivir ahí. Yo me volví, compre una casilla en Fiorito y vivo sola. Mis hijos están
todos con su familia, luchando. Me ayudo cartoneando todos los días.
En estos treinta años valoro mucho a mis compañeros y amigas, Rosario y Nilda.
Participo en todo lo que puedo, me gustan las charlas, el trabajo solidario de
las marchas y de tanto estar en el comedor, la seño “me enganchó para estudiar”. Me gusta, estoy cómoda, disfruto y aprendo. Me siento bien, reímos,
festejamos todas las fiestas, cumpleaños, son todos muy buenos, compañeros.
Así son mis días…
EL COMEDOR, MIS MAESTRAS: MI FAMILIA,
Fabián Delgado, EGBA 706
Me crié en la calle solo. Desde los nueve años hice muchas cosas malas que no
debía hacer, anduve en la droga, fumaba cualquier cosa y bebía.
Tuve una infancia muy triste. Conocí mucha gente en la calle, que me abrían las
puertas, pero también que me la cerraban. Sé que era por mi carácter rebelde
y contestador, nunca hacía caso.
Crecí y como siempre me gustó participar en las marchas de protesta, allí conocí a Juana y Alberto del comedor Construyendo. Gracias a ellos tuve un lugar
para estar. Tengo un plan, trabajo, ayudo a mis compañeros en todo lo que
puedo. Me siento útil, que puedo dar muchas cosas.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Estoy acompañado y gracias a ellos cambié mucho. Aunque a veces no hago
caso, después me duele y me arrepiento.
Así se me fueron abriendo muchas puertas, le debo mucho a toda la gente que
está en el comedor. Hago de cuenta que tengo entre mis compañeros todo el
cariño que no tuve de mi familia.
Todo lo que tengo es el comedor. A mis compañeras, que son mayores, las
tengo en cuenta como si fueran mi mamá.
Sé, que a veces no me comporto bien cuando estamos todos estudiando, soy maleducado y creo en algún momento faltar el respeto a las maestras, pero después me
siento muy mal... porque la escuela es como el hogar que nunca tuve, por eso estoy
estudiando, porque quiero cambiar y tener un futuro mejor.
Le agradezco a la señorita Silvia por el sostén que me dio y me sigue dando en
las buenas y malas. También a Sandra y a mi querida maestra Marisú, que venga
pronto y se recupere porque la extraño. Al maestro Abel que me escuchó y a
todos los compañeros y compañeras que están a mi alrededor.
DE SALTA A BUENOS AIRES,
Lis Alarcón, EGBA 706
Contaré una breve historia de mi vida, desde mi llegada a Buenos Aires. Nací en
mi Salta natal, provincia donde crecí junto a mis padres y mis siete hermanos.
Éramos muy humildes.
A los diecisiete años mi prima y su esposo me invitaron a conocer Buenos Aires. Eran las vacaciones de verano, estuve un mes, me gustó mucho. Conocí
muchos lugares importantes, por ejemplo, el cabildo, la catedral, el museo, el
hipódromo, el Congreso, etc.
Luego regresé a mi provincia donde seguí estudiando. A mitad de ese año falleció mi padre de un paro cardíaco en su trabajo y desde allí comenzaron grandes
problemas en mi familia.
Mi madre quedó sola y sin trabajo, no nos podía mantener. Tomé la decisión de
dejar de estudiar, estaba en tercer año de la secundaria, para poder trabajar y
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ayudar a mi madre. Me comuniqué con una prima que vivía en Capital
para que me consiguiera trabajo. Vinieron a buscarme y comencé de
niñera en Barrio Norte.
Tenía un buen sueldo, por lo tanto podía enviar dinero a mi madre para
que mis hermanos pudieran estudiar.
Así pasaron varios años, trabajando y viajando en diciembre, para las fiestas. Me encontraba con mi familia, mis amigos y mis ex compañeros, pero
en la mesa de la cena de Noche Buena y de Fin de Año se sentía la ausencia
de mi padre que no estaba... Era el momento más triste de la vida, fue muy
duro para todos, acostumbrarnos a estar sin él.
En febrero regresaba y seguía trabajando.
Pasados los años, mis hermanos terminaron de estudiar, dos se recibieron de mecánicos y el otro de profesor de dibujo. Están muy agradecidos conmigo porque los ayudé muchísimo al enviarle dinero para sus
gastos, libros y materiales didácticos. Ahora están trabajando con un
buen sueldo, en una buena situación económica acompañando a mi
madre.
Teniendo veintitrés años conocí a mi pareja actual, en un colegio en
Capital donde trabajaba de camarera. Servía el menú a los directivos y
alumnos. Trabajé seis años. Luego me mudé a Fiorito, Lomas de Zamora,
porque el tenía su familia ahí.
Así nació mi primera hija, Yéssica. Ahora soy madre de seis hijos, cuatro
varones y dos nenas.
Mi vida no fue muy buena porque no tenía una vivienda propia y alquilábamos por distintos lugares de Fiorito.
Pasamos situaciones extremas, el no tenía un buen trabajo y yo tenía que
trabajar. Lo hacía en casas de familia de lunes a viernes de 8 a 17 horas, pero
no nos alcanzaba, teníamos que pagar alquiler, comer, gastos de la casa.
Pasaron los años, la señora donde yo trabajaba cayó enferma de arteriosclerosis y la tuvieron que internar en un neuro-psiquiátrico. El señor
me tuvo que indemnizar por cinco años de trabajo.
Recibí un buen dinero de ellos y pude comprar un terrenito donde vivo con mi
marido y mis seis hijos.
Actualmente estoy sin trabajo, me ayudó juntando cartones todos los días en
Capital, tengo un plan social de ciento cincuenta pesos que no me alcanza para
nada y la beca por estudio, con todo alivio un poco la canasta familiar.
Estoy en el comedor muy cómoda, estudiando. Me siento bien, rodeada de
compañeros y de la señorita Silvia que es muy buena y muy copada. Quiero
seguir adelante.
LA SECRETARIA DE LA SEÑO,
Rosario Torres EGBA 706
Vine de la provincia de Chubut jovencita, con veinte años y sola con mi hijo a trabajar, con cama adentro, como se decía en ese entonces. Estuve trabajando algunos
meses hasta que por un altercado con la patrona, por mi hijo, me tuve que ir.
Empecé entonces, por mi cuenta, limpiando casas de familia y así poder mantener a mi hijo.
Pasó un tiempo, tuve a otro hijo, seguí trabajando. Ya instalada en Fiorito tuve
algunos problemas con vecinos que decían que “dejaba solos a los nenes”, en
ese tiempo tenían cuatro y cinco años, pero yo tenía que trabajar y no tenía a
nadie cerca para que me los cuide. Vino la policía, me consiguieron una casilla
y un jardín para que dejara a mis hijos.
Seguí luchando mientras los chicos crecían. En ese tiempo tuve una nena y la
di en adopción a una señora llamada Apolonia Vega, que le dio todo lo que yo
no podía, pero mi amor hacia ella siempre estuvo presente. Tenía que seguir
trabajando.
Recuerdo que me enfermé y me internaron, estuve muy mal, mi comadre me
cuidaba y cuidaba a los chicos, también tengo presente a mi cuñada Catalina
que en ese tiempo me ayudó mucho.
A mi compañero no vale la pena ni nombrarlo. Siempre luché sola, fui madre y
padre de mis hijos.
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Toda mi vida fue un sufrimiento, muy difícil, de luchas y soledades… Lo peor fue
cuando perdí a uno de mis hijos en circunstancias difíciles, pensé que me moría.
Pero la vida me regaló unos hermosos nietos que ahora crio.
Estoy en un comedor comunitario, trabajando con muchas ganas, ayudo a
otros, estudio y comparto con mis compañeros alegrías, tristezas y también
pongo orden, así dice la seño que soy su secretaria.
Quería compartir con ustedes una parte de mi vida.
23 AÑOS Y UNA FAMILIA MARAVILLOSA,
Flavia Claveo, EGBA 706
Hola, soy Flavia y nací en 1985 en Monte Grande. Tengo veintitrés años. A los
pocos días de nacer tuve paperas y varicela, estuve mucho tiempo internada.
Cuando me dieron el alta mi mamá quedó internada en el mismo hospital, por
causa de una enfermedad llamada cáncer. Los médicos hicieron lo imposible
para salvarla.
Tenía ocho meses de vida cuando ella falleció, no la alcancé a conocer, no la disfruté, ni le di un beso, ni un abrazo, pero siempre la llevo en mi corazón.
A los tres años mis abuelos me llevaron a una ciudad muy linda llamada San Clemente del Tuyú, ahí tuve una vida buena, conocí a mis hermanos, tíos, primos y
amigos. Allí viví hasta los siete años y mi tío me trajo a Buenos Aires porque tenía
ganas de conocer a mi papá, pero cuando lo vi por primera vez le tuve miedo.
Conocí a su mujer y a sus nuevos hijos. No me quise quedar.
Viví con mis tíos hasta los doce años, hasta que me fui nuevamente para San
Clemente. Allá la pasé bárbaro, me festejaron mis quince años y estudiaba.
En el 2000 fallece mi abuela materna, ahí se acabó mi vida, se me había ido lo
que más quería y mi abuelo se quedó solo.
En el 2002 decidí volver a Buenos Aires definitivamente con mi tía, estuve con
ella por un tiempo. Luego me fui a vivir a la casa de mi papá, pero duré poco.
No sé si fue por no tenerle confianza o por otra cuestión.
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
De ahí me fui con mi hermana, pero no me podía tener, me llevó con una señora llamada Guillermina. A ella le doy las gracias por todo lo que hizo por mí,
pero como me peleaba mucho con su hija me tuve que ir.
Vine a Fiorito en el 2004. En una marcha que participé conocí al que sería mi
marido, Alejandro. Estuvimos un tiempo de novios, y después decidimos juntarnos. Ese mismo año fallece mi abuelo dejándome destruida.
Al año siguiente, 2005, tengo a mi hija Alejandra y decidimos ir a la iglesia
evangélica.
Hoy por hoy le doy gracias a Dios por tener una familia, un marido bueno y
trabajador.
En el 2007 nace mi segundo hijo, Joaquín.
Hoy con mis veintitrés años nunca imaginé tener una familia maravillosa.
ESTUDIANDO PARA ENSEÑAR,
María Cristina Moreira, EGBA 709
Cuando era chica me gustaba ir al jardín y después al colegio, pero por ayudar a
mis padres a trabajar no terminé la primaria. Hacía todo tipo de trabajo, como
por ejemplo, ir a traer leña del campo, cortar la jarrilla para barrer, acarrear el
agua para nosotros y los animales que tenían mis padres. A mí me gustaba ir a regar la chacra de noche, con un farol, lo encendía para poder ver lo que regaba.
Con mi madre iba al matadero para carnear. Mi alegría era ir a trabajar con ella
siempre, pero llegó la hora que tenía que casarme, vino mi primera hija, estaba
muy orgullosa y gracias a Dios que me tocó un buen esposo.
Gracias a la familia que tengo soy lo que soy: Tenemos algunas veces la suerte de
ir de vacaciones los dos; por ejemplo a San Luis: Vamos a la casa de mi cuñada, al
río, a las sierras, ir a disfrutar las vacaciones cuando se puede ir. También disfruté
cuando visité a mi familia en Mendoza, es tan lindo.
A medida que nacían mis hijos los disfrutábamos y también nos alegramos
cuando vino el primer nieto, era un alboroto y después sucesivamente cuando
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llegaron todos los otros nietos y nietas. El 28-5-06 vino nuestro primer bisnieto
Jeremías y ahijado. Mi esposo dice: vos sos el bastón de la casa, para todo lo
que sea te das tiempo, estoy muy contento por vos porque estás haciendo lo
que te gusta que es estudiar, participar y ser unidos con toda la familia, a la que
a mi me quieren también.
Es lindo cuando llega el día del padre o de la madre o alguna fiesta, nos reunimos
para divertirnos. Les cuento que me gusta participar en los colegios de mis hijos,
también en el jardín y ahora estoy muy contenta porque estudiamos folklore con
mi esposo. Estamos muy orgullosos de nuestros hijos.
También les digo que tengo una excelente maestra que se llama Gladis, gracias
a ella estoy aprendiendo lo que me gusta, nos enseña para el bien de uno y
para enseñarles a nuestros hijos.
LUCHANDO POR UNA VIDA MEJOR,
Nilda Pereyra, EGBA 706
Nací en Tucumán. Mi madre tuvo ocho hijos. Yo soy la anteúltima. Perdí a mi
papá cuando tenía cinco años y mi mamá nos crió a todos con mucho esfuerzo.
Cuando tenía 18 años me vine a Buenos Aires, a trabajar. Así estuve diez años
con cama adentro. Después salí un par de veces a ver si conseguía con retiro.
Pasó el tiempo, era la época de Perón, su muerte, y conocí a mi pareja y tuve
ocho hijos.
La vida me tenía preparado lo peor… tuve gemelos. Uno vivió cuatro horas y
murió, al otro lo tuve hasta los tres años, porque el destino me lo llevó en un
accidente de tránsito.
Él estaba, con sus hermanitas, jugando en la vereda y un Falcon, corriendo una
picada, entró en la casa y me lo mató. A otro hijo también lo chocó, pero se
salvó.
Siguió mi destino, porque yo ya no tenía más ganas de vivir…
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La toma de la palabra como proceso de aprendizaje y participación
Anduve por los psicólogos, con mis hijos. Trabajando para mantenerlos, ya que
para ese tiempo el padre nos abandonó.
Pero, todavía, el destino me tenía preparado otra cosa… uno de mis hijos entró
en las drogas, así empezó otra batalla difícil.
A la mañana lo dejaba en el centro, me iba a trabajar y a la salida lo pasaba a
buscar, durante un año y tres meses, hasta que le dieron el alta. Luego se fue a
vivir al Chaco y yo terminé una batalla.
Hoy, puedo decir que tengo una casa, con mucho sacrificio. Voy al comedor
a estudiar. Estoy haciendo la pensión de siete hijos y la sigo peleando…Y eso
que no les conté todo… solamente una parte de mi vida.
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Provincia de Buenos Aires
Gobernador
Sr. Daniel Scioli
Director General de Cultura y Educación
Prof. Mario Oporto
Vicepresidente 1o del Consejo General
de Cultura y Educación
Prof. Daniel Lauría
Jefe de Gabinete
Dr. Aníbal Redondo
Subsecretario de Educación
Lic. Daniel Belinche
Director Provincial de Política Socio-Educativa
Prof. Horacio Bouchoux
Director de Producción de Contenidos
Lic. Alejandro Mc Coubrey
Dirección Provincial de Política Socio-Educativa
Torre Gubernamental I - piso 14 Calle 12 y 50 (1900) La Plata
Provincia de Buenos Aires / Tel. (0221) 4295405 / 5261
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