La iglesia colegiata de Santa María de Gandía. Investigaciones

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Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 729-738
ISSN: 0007-9502
La iglesia colegiata de Santa María de Gandía.
Investigaciones recientes
Cristina VIDAL LORENZO
Gaspar MUÑOZ COSME
Introducción
La Colegiata
El objetivo de esta ponencia es dar a conocer los resultados obtenidos tras las
recientes intervenciones arqueológicas que hemos llevado a cabo en la iglesia colegiata de Santa María de Gandía, coincidiendo con las obras de restauración que se
están realizando en este importante edificio, bajo la dirección del arquitecto Alberto
Peñín y la financiación de la «Fundació d’Amics de la Seu».
Dado que la documentación escrita acerca de las primeras etapas constructivas
de la iglesia está prácticamente desaparecida, con este trabajo de investigación se
pretendía confirmar la existencia de anteriores edificaciones, máxime teniendo en
cuenta que la excavación llevada a cabo en una fecha anterior (1999) en la primera
capilla del ala norte había arrojado sugerentes indicios1.
Estilísticamente se trata de una iglesia con tipología propia del gótico catalán,
con traza similar a otras iglesias valencianas de la época, y que fue objeto de dos
fases constructivas claramente diferenciadas.
1. CAMPS, C., CARDONA, J. y RUIZ, E., «Informe de la intervención arqueológica en la capilla de San
Martín de Gandía», Valencia, 2000.
2. Documentación inédita del Llibre de la Seu aportada por el arquitecto Alberto Peñín.
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La iglesia de Santa María de Gandía es un edificio de una única nave cubierta por
una bóveda de crucería con claves decoradas (historiadas y heráldicas), y nueve pares
de capillas ojivales erigidas entre los contrafuertes sobre los cuales descargan los arcos,
y en las que se abren pequeños óculos similares a los de la nave mayor. El presbiterio
está separado de la nave mediante un arco triunfal ojival, y tras el incendio que sufrió
el edificio en 1936, que destruyó el ábside, se construyó uno nuevo de ladrillo con
girola. La torre campanario también fue objeto de numerosas remodelaciones, al
igual que los contrafuertes que en el siglo XVI fueron derribados y reconstruidos2.
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La más moderna corresponde a las obras de ampliación promovidas a finales del
siglo XV por la duquesa María Enríquez, un personaje singular ya que estaba emparentada con dos poderosas familias. Por un lado, era prima hermana de Fernando el
Católico, y, por otro, viuda dos veces de dos hijos del papa Borja Alejandro VI. Tras
el asesinato de su último marido a las orillas del río Tíber en Roma, María Enríquez
ejerció como regenta en el ducado de Gandía entre 1497 y 1511, período durante el
cual se llevaron a cabo las mencionadas obras de ampliación en la iglesia, convertida
en colegiata en 1499, según bula de su suegro, el papa Alejandro VI.
Las obras consistieron en prolongar la nave central con cuatro tramos más (en
un inicio había sólo cinco capillas) y cerrar el tramo ampliado con una innovadora
portada en el imafronte, conocida como puerta de los Apóstoles, actualmente en restauración. De ésta diría Teodoro Llorente que «por la actitud y movimiento de las figuras, la hermosura de las cabezas y el artístico plegado de los paños, bien se ve que al dibujo
de las severas ojivas góticas les dio vida, con aquellas estatuas, el soplo del Renacimiento»3.
Y es que efectivamente, las obras de ampliación de la colegiata se realizaron
durante la transición del Gótico al Renacimiento, momento en el que a nivel arquitectónico se respetaban las antiguas reglas —las únicas novedades se aprecian en el
programa ornamental de los arcos, destacando la presencia de una elegante decoración helicoidal en éstos y del escudo de Alejandro VI en las claves—, pero que
tanto la escultura como la pintura presagiaban ya la imposición del nuevo estilo.
Prueba de ello son las ya citadas esculturas de la puerta de los Apóstoles y las
espléndidas pinturas de sus retablos, hoy en día casi todos desaparecidos, en los que
participaron artistas de gran renombre4.
No obstante, la construcción original de la iglesia de Santa María de Gandía
data de finales del siglo XIV y principios del XV (1380-1425), es decir, de la época
de los Duques Reales Alfonso el Viejo y su hijo Alfonso el Joven, bajo cuyos auspicios se levantó el templo trecentista, con cinco capillas a ambos lados y portada lateral ornamentada con la imagen de Santa María de la Asunción en el ángulo de la
ojiva, y cautivadoras figuras de ángeles en una de las arquivoltas.
Ahora bien, según todos los indicios, debajo de ese templo yacía la primitiva
iglesia cristiana de la reconquista (siglo XIII), erigida según algunos autores sobre
una antigua mezquita musulmana5. Y eran esos vestigios los que se pretendían
documentar mediante la investigación.
La excavación
Una vez realizado el estudio histórico, la primera fase de excavación se llevó a
cabo en cinco capillas laterales de la iglesia. Dichos trabajos se tuvieron que hacer
con bastante premura de tiempo dado que es un edificio actualmente en uso.
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3. LLORENTE, T., España. Valencia. Sus monumentos y artes, Barcelona, Tomo II, 1889, p. 681.
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4. Véase LLORENTE, T., 1889, op.cit.; SANZ Y FORÉS, P., «Memorias de Gandía», Revista de Gandía, 21 de
septiembre de 1889; BERTAUX, É., «Monuments et souvenirs des Borgia dans le royaume de Valence»,
Gazette des Beaux-Arts, vol. I, París, 1908, pp. 201-220; DE LEÓN, A., Guía del Palacio Ducal y de otros
insignes recuerdos de los Borjas en la ciudad de Gandía, Valencia, 1926, pp. 148-173.
5. PERLES MARTÍ, F. G., Historia gráfica de Gandía, Gráficas Colomer, Oliva, 1981, pp. 56; AGUILAR, I. y MUT,
F., «Iglesia Colegiata de Santa María de Gandía», Catálogo de monumentos y conjuntos de la Comunidad
Valenciana, Servicio de Patrimonio Arquitectónico, Consellería de Cultura, Generalitat Valenciana,
Valencia, 1983, pp. 438-444; COMPANY, J., La Colegiata de Gandía, folleto, Bancaixa, Valencia, 1992.
La presencia de ese muro es constante en cada una de las capillas, si bien en cada
una apareció de una forma distinta, máxime teniendo en cuenta que todas ellas fueron objeto de diferentes intervenciones a lo largo de los siglos, especialmente aquellas dirigidas a la introducción de tumbas o fosas de inhumación (recordemos que
durante el siglo XVI se enterraron en la iglesia ilustres personajes de la familia Borja,
tradición que se vio especialmente reforzada en los siglos XVII y XVIII).
Así en la capilla 1 sur se conservaba entero, y junto a él apareció una tumba
más tardía (s. XVI) que en un momento dado fue reutilizada como osario y de la
que procede una vinajera de vidrio azul, cuya asa está diseñada con una decoración
propia del siglo XVI, y un cáliz fragmentado con un elegante pie.
En la capilla 2 sur, dicho muro fue cortado para introducir en él una tumba
que se halló totalmente sellada, cubierta por una bóveda de ladrillos que en su origen se apoyaban sobre dos viguetas de madera, las cuales se hallaban desplomadas
en el interior de la tumba. Las paredes de ésta estaban enlucidas, pero sorprendentemente, a pesar de que la cubierta sellaba el recinto funerario, éste se encontró
totalmente vacío, y la pared oriental picada y derrumbada. Una explicación a este
hecho es que, en un determinado momento, se haya vaciado el contenido de la
tumba, picado su muro oriental por razones desconocidas, y vuelta a cubrir con esa
bovedilla de ladrillos que por su forma y factura parece pertenecer a una época posterior (¿s. XVIII?).
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Uno de los hallazgos más interesantes en estas capillas fue la presencia de la
cimentación de un muro de aproximadamente un metro de ancho, apoyado directamente sobre el nivel geológico, que corre en dirección este-oeste, pasando por
debajo de los contrafuertes de las actuales capillas, y que interpretamos como el
perteneciente a la cimentación de la primitiva iglesia cristiana del siglo XIII.
De la capilla 3 sur sabíamos que en el año 1569 se había llevado a cabo una
profunda remodelación a causa de los malos olores que desprendía, de lo cual se
deduce que fue vaciada por entero y vuelta a rellenar. Y efectivamente, en el nivel
más profundo hallamos dos tumbas enlucidas vacías, cubiertas por un potentísimo
nivel de relleno del que proceden numerosos fragmentos cerámicos medievales
de variada tipología. Más adelante, en este relleno se introdujeron otras tres fosas de
inhumación, vaciadas en la Edad Moderna, en cuyo relleno se encontraron dos
monedas, identificadas como vellones uno de la época de Carlos V (1552-1556) y
otro de la época de Felipe IV (1646).
La excavación de estas unidades estratigráficas permitió dejar al descubierto la
cimentación de los actuales muros de la capilla, detectándose en su muro oriental
la presencia de un muro de un metro de ancho, encajado entre dos muros de ladrillo y que aparentemente es la continuación del supuesto muro del siglo XIII encontrado en las otras dos capillas, pero que para introducir las sucesivas fosas y tumbas
fue totalmente arrasado. Evidencia del mismo en el otro lateral oeste no pudimos
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Junto a dicha tumba, en la mitad sur de la capilla, se localizaron numerosos
restos óseos sin conexión anatómica alguna, pertenecientes a unos nueve individuos, en su mayoría adultos masculinos, así como veinte clavos de ataúd. Debajo
de la cimentación del muro sur se hallaba el cuerpo de un infante que yacía extendido en dirección este-oeste y en posición decúbito supino; a la altura de la pelvis,
el cuerpo se introducía por debajo del muro, de lo que se desprende que era ésa un
área de cementerio antes de las obras de ampliación de la colegiata.
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encontrar ya que ese contrafuerte fue totalmente rehecho y apuntalados sus cimientos en 1569.
De manera que decidimos continuar la excavación en el otro lateral del templo, con el fin de encontrar el muro simétrico al del siglo XIII.
Y, efectivamente, lo hallamos. En la capilla 1 norte apareció también cortado ya
que ésta fue objeto de numerosos enterramientos: una tumba de igual factura que la
de la capilla 1 sur, dos fosas de inhumación excavadas en el relleno que cubría dicha
tumba, y una cripta de la Edad Moderna. La tumba y la cripta fueron vaciadas y vueltas a rellenar, mientras que las fosas contenían enterramientos primarios.
El más moderno corresponde al enterramiento decúbito supino de un individuo masculino adulto, junto al cual aún se apreciaban algunos restos del ataúd. La
otra fosa contenía un enterramiento más singular, ya que el difunto —también un
individuo masculino adulto— fue enterrado con un ajuar consistente en un cáliz
con el pie muy decorado y dos elegantes vinajeras de vidrio azul. Éstas poseen asas
aún más estilizadas que la de la vinajera de la capilla 1 sur, y están ornamentadas
con laticinios o hilos blancos en la base y en el extremo inferior del cuello, y aplicaciones de goterones también blancos, simulando aristas, en el resto del cuerpo de
la pieza. Por la situación estratigráfica y el estilo renacentista de las piezas creemos
que se trata del entierro de un canónigo de la primera mitad del siglo XVII, o las
postrimerías del siglo XVI.
Finalmente, en la capilla 3 norte es donde hallamos el muro mejor conservado. Aquí también se encontraron restos de fosas y huesos humanos sin conexión
anatómica, así como una vinajera de vidrio azul semejante a la de la capilla 1 sur,
siendo de destacar la presencia de un enterramiento primario debajo del supuesto
muro del siglo XIII, perteneciente a un infante colocado en dirección suroeste-noreste, del cual no se conservaba la cabeza. Todas las evidencias apuntan a que se trata
de un enterramiento de época islámica.
Finalizada esta investigación, y ya confirmada la existencia de un muro perimetral, seguramente perteneciente a la primitiva iglesia de la reconquista, quedaba
por localizar el cierre de dicho edificio, objetivo de la segunda fase de excavación
recientemente concluida.
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Dicha investigación se llevó a cabo en la nave central, a través de una cuadrícula de 6,5 x 3,5 metros, que luego se amplió otros 4 metros más en forma de L
hacia los pies de la iglesia, una vez que comprobamos que en ese tramo no se
encontraba el cierre del edificio.
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Debajo del pavimento y preparados modernos de la cuadrícula principal, se
localizó un nivel arqueológico cortado por cuatro tumbas, siendo la más grande la
situada a los pies de la capilla 4 norte. Estas tumbas fueron vaciadas y vueltas a rellenar con tierra y pequeñas piedras y en su entorno se encontraron los restos de al
menos tres individuos adultos y dos infantiles.
El resto del espacio investigado estaba prácticamente cubierto por fosas de
inhumación excavadas en la arcilla natural del terreno, la cual fue perfectamente
cortada para tal fin, formando una «calle» que atraviesa la cuadrícula en dirección
este-oeste. En el sector oriental se localizó una gran fosa integrada por varias fosas
arrasadas por expolios y afectadas por la construcción de tumbas posteriores. De su
excavación se recuperaron los restos óseos de al menos once individuos, de los cua-
La compleja reconstrucción de estos enterramientos nos ha permitido detectar
que tales individuos, la mayoría adultos masculinos, fueron inhumados en fosas
superpuestas orientadas este-oeste y de difícil datación dado que los materiales
exhumados —cerámica, principalmente— son muy escasos y de amplia cronología,
debida a las sucesivas transformaciones a que ha sido sometido este sector.
Junto al lateral sur de la cata se localizó otra fosa de inhumación, parcialmente arrasada, pero que aún contenía el enterramiento primario de un individuo adulto masculino, que sujetaba en sus manos un ajuar funerario consistente en un cáliz
de vidrio de color verdoso así como dos vinajeras de ese mismo material, muy similares a las halladas en el osario de la capilla 1 sur, aunque de aspecto más tosco.
La excavación del sector ubicado al oeste de este enterramiento nos proporcionó uno de los resultados más interesantes de esta investigación, ya que junto a esa
fosa se localizó un elemento constructivo que identificamos como parte del cimiento de una columna que, en principio, podría pertenecer a la primitiva iglesia del
siglo XIII. Es de planta circular y está formado por piedras informes unidas con
mortero de cal, dispuestas en torno a un elementos arquitectónico cilíndrico.
La presencia de este significativo cimiento situado a la altura del contrafuerte
occidental de la capilla 4 norte nos hizo pensar en la existencia de otra posible
columna en el contrafuerte homólogo de la capilla 3 norte, de ahí que decidiéramos levantar el bloque de tierra arcillosa, que a modo de testigo se conservaba en
la esquina sureste de la cuadrícula, junto a una de las tumbas más tardías. Y efectivamente, debajo del mismo se localizó la impronta de otro cimiento, de similar
forma y tamaño que el anterior, exactamente a la altura del contrafuerte oriental de
la Capilla 4 Norte. También está excavado en la arcilla natural, la cual, curiosamente, no había sido arrasada.
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les sólo tres se encontraban en la posición original, así como una moneda de la
época de Felipe IV.
Otro hallazgo arquitectónico de gran importancia —en el tramo ampliado de
la cuadrícula principal— fue el del cimiento del muro de cierre de la iglesia levantada en época de los Duques Reales (finales del siglo XIV y principios del siglo XV),
que se encontraba adosado al cimiento del contrafuerte occidental de la capilla 5
norte, desde donde parte en dirección norte-sur. Tiene unas dimensiones de 0,90
metros de ancho y un metro de largo, hasta donde es cortado por la fosa de construcción de una cripta de considerables dimensiones (3,40 por 3,80 metros), de la
que sólo se apreciaba parte de la bóveda de ladrillo mezclado con mortero
que la cubría, y cuyo interior está totalmente colmatado de tierra de relleno mezclada con pequeñas piedras.
En cuanto al cimiento del muro de cierre, éste está rellenando una fosa excavada en los niveles de relleno de otra fosa de inhumación, de la que proceden los
restos óseos de al menos seis individuos adultos, de los cuales cinco podrían ser
masculinos y uno femenino, así como escasos fragmentos cerámicos de cronología
medieval y moderna.
La mitad norte de esta cimentación está construida sobre la arcilla natural, sin
llegar por tanto al nivel geológico de gravas, mientras que su mitad sur descansa
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Para la construcción de esa cripta se tuvieron que vaciar y arrasar las fosas de
enterramientos anteriores ubicados dentro de esta «calle» delimitada por la arcilla
natural del terreno.
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sobre el relleno de una fosa de inhumación, es decir, se trata de un muro construido en época posterior a la de las fosas de inhumación localizadas en esa «calle»
excavada en la arcilla natural de la que hablábamos antes, y que, como decíamos,
interpretamos como el perteneciente al de cierre de la iglesia erigida bajo los auspicios de los Duques Reales.
Conclusiones
Una vez concluidas las dos fases de la intervención arqueológica en la iglesia
colegiata de Santa María de Gandía es indudable que los resultados arrojados por
dicha investigación han sido muchos y muy sugerentes, si bien aún quedan algunas
incógnitas por resolver.
Gracias a tales resultados estamos en condiciones de afirmar que, efectivamente, debajo de la actual iglesia se hallan los vestigios de la primitiva iglesia de la
reconquista, fechada en la segunda mitad del siglo XIII.
Como ya hemos visto, de dicha iglesia se conservan los cimientos de sus
fachadas laterales así como los de dos columnas, hecho que nos ha inducido a pensar que se trataba de un templo de planta basilical. A pesar de ello, estos datos son
todavía insuficientes para poder demostrar las características de la planta del edificio primitivo, y sería necesario encontrar otros elementos simétricos que reforzaran
esta hipótesis.
Entre los ejes centrales de ambas columnas hay una distancia próxima a los
3,70 metros, lo que parece razonable como retícula estructural, distancia que coincide con la que la separa del muro lateral. Una retícula estructural de estas características nos podría llevar a un muro de cierre situado unos dos metros más hacia el
oeste que el hallado.
No obstante, los únicos datos comprobados hasta el momento son la anchura
de 15,5 metros de la nave de la iglesia primitiva y el grueso del muro lateral de cierre de aproximadamente un metro.
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En definitiva, si bien creemos imprescindible continuar la investigación en un
área más amplia, estos hallazgos nos inducen a plantear la hipótesis de que la primitiva iglesia del siglo XIII era un templo de considerables dimensiones, de planta
basilical, y no del tipo de las iglesias con arcos de diafragma como habíamos pensado en un inicio, teniendo en cuento la tipología de iglesias de esa época en
Valencia.
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Respecto a los restos fúnebres, es interesante destacar la presencia de una práctica funeraria consistente en la construcción de criptas, tumbas y fosas de inhumación dispuestas en dirección este-oeste, en las que fueron enterrados, sobre todo,
individuos masculinos de la edad adulta. Al parecer, varios de ellos pudieron ser
canónigos de esta iglesia, en vista de los ajuares vítreos pertenecientes a cálices y
vinajeras de estilo renacentista hallados durante la excavación, destacando especialmente el enterramiento 2 de la capilla 2 norte y el enterramiento 3 de la cuadrícula
principal. Ahora bien, es muy posible que dichos objetos litúrgicos hubieran sido
utilizados para prácticas de seminario o conservados como objetos simbólicos, ya
que según la tradición católica los instrumentos consagrados no deben ser enterrados en contacto con el cuerpo de un difunto.
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FIG. 1. Planta de la iglesia colegiata de Santa María de Gandía con la indicación del área excavada (Fases 1 y 2).
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FIG. 2. Planta de la iglesia colegiata de Santa María de Gandía con la indicación de los restos arquitectónicos localizados tras la excavación.
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FIG. 4. Ajuar funerario del enterramiento 2 de la capilla 2 norte (Foto: Ángel Serrano).
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FIG. 3. Cimiento del muro de cierre de la iglesia del siglo XIII, hallado en la capilla 3 norte.
(Foto: Cristina Vidal).
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FIG. 5. Ajuar funerario del enterramiento 3 de la cuadrícula principal. (Foto: Gaspar Muñoz).
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