"Tocar la fibra", mucho más que motivar

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“TOCAR LA FIBRA”, MUCHO MÁS QUE MOTIVAR
(psicobiología del rendimiento)
Vivir intensamente el partido es mucho más que estar motivado o responsabilizado. El
cerebro es un sistema que procesa información exterior e interior al organismo. El partido,
el entrenador, los aficionados, el rol desempeñado en el equipo, los aplausos, las críticas,
el resultado… es información externa vivida por cada futbolista según su carácter y su
estilo o manera de “pensar”. La fatiga, las molestias físicas, la responsabilidad, las dudas,
el error, el futuro, la ansiedad, el miedo, el enfado… es información interna que también es
procesada de manera diferente por cada futbolista.
El cerebro interpreta toda la información que le llega considerando el riesgo que conlleva,
viviéndola como reto o amenaza, despertando atracción o rechazo hacia la situación
percibida. Las cosas no son como son sino como parecen, como se perciben. La
información, según es interpretada, siempre activa el sistema nervioso autónomo o
vegetativo poniendo en marcha estados emocionales concordantes. El carácter y las
experiencias vividas organizan un estilo particular de procesamiento de la información o de
pensar (cognitivo). La persona siente como piensa y piensa como siente. Es la
traducción mente-cuerpo, cuerpo-mente. Mente y cuerpo forman un todo, interactúan
mutuamente, no es una antes o después que la otra, son dos dimensiones de la misma
realidad. Sistema reticular, hipotálamo, amígdala cerebral y neurotransmisores (cortisol,
dopamina, adrenalina, noradrenalina, endorfinas) son algunos de los componentes que
configuran la bioquímica del rendimiento. Más que nunca cobran sentido afirmaciones
como “vivir el partido”, “tocar la fibra”, “poner pasión”. Sin duda, saber activar la buena
bioquímica acerca al rendimiento.
ATENCIÓN-CONCENTRACIÓN. El organismo ante una situación percibida como reto o
desafío libera cortisol, hormona que activa los estados de alerta o atención. El mejor
trabajo sobre la atención es vivir el partido como un desafío asequible aunque no exento
de dificultad. Apelar con reiteración y de manera cansina a la necesidad de estar atento
puede abrir dudas y temores, provocando el efecto contrario, un efecto depresor que
reduce el estado de alerta.
Luka Modric, Xavi Alonso, Sergio Busquets juegan en estado de alerta, concentrados,
leyendo continuamente el juego, viven y sienten el partido, son lo que están haciendo,
hacen de cada partido su desafío particular.
AGRESIVIDAD-INTENSIDAD. Ante una amenaza o posibilidad de agresión el organismo
libera adrenalina, hormona que predispone a defenderse y luchar, componente clave
de la agresividad. El partido siempre hay que vivirlo desde el duelo con el rival, al que hay
que superar para que no lo haga él a la inversa, debiendo estar más listo y trabajar más y
mejor hasta superarle. Muchos futbolistas salen a “jugar”, orientados más hacia la
corrección táctica sin vivir el duelo con el rival. El partido es un duelo en el que uno maneja
sus propias armas, esfuerzo, actitud, trabajo bien hecho… El objetivo es superar al rival.
Diego Simeone ha conseguido que el Atleti viva siempre el duelo con cualquier a sus
rivales, tratando de superarles no solo en el juego sino también en intensidad y
agresividad. Diego Costa es el máximo exponente de un equipo agresivo en su estilo de
juego.
FATIGA. Cómo se interpretan las primeras señales que el cerebro recibe de la fisiología
de la fatiga determinan el comportamiento del futbolista a partir de dicho momento. La gran
mayoría percibe la fatiga como amenaza y tiende a regular su esfuerzo, algunos temen
que el entrenador se percate y les sustituya, otros llegan a temer lesionarse… Muy pocos
la interpretan de forma objetiva o científica y entienden que pueden seguir con esfuerzo,
tolerándola, ya que ello les ayuda a mejorar. Así pues, la fatiga tiene un componente
cognitivo por el que se regula su fisiología y se mantiene el rendimiento o todo lo
contrario, se multiplica la sensación de fatiga disminuyendo el rendimiento.
Posiblemente una de las diferencias entre Mikel Rico y Beñat radica en la capacidad de
trabajo, en su tolerancia a la fatiga, determinante para tener mayor o menor participación
en el equipo titular del Athletic Club. Los jugadores que tienden a regularse ante las
primeras señales de fatiga no tienen una buena condición física pues limitan su mejora por
no saber trabajar en fatiga.
MOTIVACIÓN, ILUSIÓN. La motivación está asociada al incremento de la dopamina,
neurotransmisor que activa (sistema simpático), da energía, predispone para la acción,
incrementa el sentimiento de deseo. Motivar de forma efectiva equivale a aumentar la
fabricación de dopamina en el organismo. Disponer de teóricas motivaciones para
entrenar y competir no sirve de nada si existe una traducción emocional, el aumento de
dopamina y la activación o predisposición a la acción.
El Racing Club de Santander es un claro ejemplo de cómo un equipo con una motivación
especial, unidos por la crisis social y económica de la entidad, fortalecido por las
dificultades y envalentonado por su justa reivindicación, ha sido capaz de superar a
equipos de mayor potencial, como Sevilla y Almería.
JUGAR “SIN PRESIÓN”. El aumento de dopamina, cortisol y adrenalina ante una
situación percibida de riesgo predisponen a la acción. Entender y explicar correctamente
el incremento de la activación nerviosa ante el inicio del partido ayuda a entrar en él
bien preparado, concentrado. En cambio, alarmarse por esos nervios, temer que puedan
provocar errores, dispara la dopamina de forma excesiva, provocando tensión muscular,
aumento de la tasa cardiaca, respiración corta y acelerada, aumento de la conductancia en
la piel, disminución de la atención, lentitud en el procesamiento del juego y las tomas de
decisión… Interpretar las primeras señales de la ansiedad de forma positiva ayuda a entrar
en el juego y jugar sin presión, mientras que asustarse ante ellas dispara la ansiedad,
aumenta la presión y dificulta el rendimiento.
Benzema, Ramos, Piqué, Xavi Hernández, Iniesta, Rakitic… juegan sin presión, con la
activación idónea, motivados, sin tensión, muy centrados en la tarea. Compiten al más alto
nivel sin presión, mejor dicho adaptados a la máxima exigencia.
ESTRÉS COMPETITIVO. Desde mi punto de vista no se puede confundir el estrés
competitivo con el estrés propiamente dicho. Éste tiene que ver con la distancia existente
entre las expectativas percibidas y los recursos que cree disponer para hacerles frente;
cuanto mayores son las expectativas percibidas desde el entorno y más dudas tiene el
futbolista sobre sus propia competencia mayor es el estrés. En cambio, el estrés
competitivo tiene que ver con el nivel de activación con el que habitualmente se vive
la competición.
Futbolistas habituados a entrenar y competir con un elevado nivel de activación suelen
acabar con lesiones recurrentes debido al desgaste ocasionado en músculos, tendones y
articulaciones por entrenamientos y partidos a lo largo del tiempo. Son futbolistas muy
competitivos cuyo organismo acaba no soportando la intensidad con la que compiten
habitualmente. Pujol y Villa podrían responder a este perfil. Rafa Nadal somete a su
organismo a mayor estrés competitivo que Roger Federer, por lo que ha estado más
expuesto a las lesiones en el largo plazo.
La zona del organismo más debilitada o dañada envía más información y más difusa que
otras partes del cuerpo. La amígdala cerebral procesa estas señales (molestias físicas)
poniendo al futbolista en estado de alerta que interpretar de dos maneras diferentes,
tratando de ignorarla pero trabajando con la lógica lesión generada o parando por el lógico
miedo a volver a lesionarse. Entonces, el futbolista se ve atrapado en un bucle en que sus
molestias le tienen permanentemente tensionado y su preocupación recurrente se
somatiza más en la zona debilitada multiplicándose las molestias. La solución debe ir por
reducir el estrés físico y psíquico sin necesidad de reducir el rendimiento.
DISFRUTE. Existe cierto debate entre los entrenadores en cuanto a “disfrutar” o “sufrir”
sobre el terreno de juego. Los entrenadores jóvenes, cada vez más preparados saben de
la importancia de encontrar disfrute intrínseco al máximo esfuerzo y a la concentración
máxima sobre la tarea. Cuando se invita al futbolista o al equipo a disfrutar no se hace solo
por restarle presión y ayudarle a desatar su talento en el partido, que también, sino, sobre
todo, porque el disfrute intrínseco al juego libera endorfinas, componentes bioquímicos
que acompañan a la satisfacción y placer. Las endorfinas tienen un efecto muy positivo
porque adormecen la fatiga, retroalimentan la motivación y mantienen en el esfuerzo.
Disfrute es un síntoma que identifica al flow, estado ideal de ejecución, donde la
concentración y la eficacia en el desarrollo de la tarea son máximas, donde se desata el
talento en su máxima expresión.
No es casualidad que coincida la mejor versión de Messi o Cristiano Ronaldo con aquellos
partidos en que se les ve disfrutar sobre el terreno de juego. Los mejores quizás lo son
también por su capacidad de disfrute en las situaciones de máxima dificultad y
exigencia.
Así pues, pensamientos y emociones son dos caras de una misma realidad. No es
suficiente tener la cabeza en orden si la dimensión emocional no acompaña. De esta forma
el entrenador es mucho más que un motivador, se convierte en un “alquimista” que ha de
crear la “pócima” emocional que invite a darlo todo y a desatar el talento, individual y
colectivo. El entrenador ha de saber “tocar la fibra”, mover la emotividad, crear un
estado de ánimo que acerque al rendimiento óptimo.
Por encima del trabajo del entrenador el propio futbolista debe asumir el bonito reto de
aprender a tener la llave de sus estados emocionales. Independientemente de que su
entrenador sepa tocar más o menos la fibra ha de saber hacerlo él, sobre sí mismo. Se
convertirá en una persona autónoma a nivel emocional, sin verse zarandeado por las
circunstancias que acontecen en torno a él, y tendrá la llave de su rendimiento deportivo y
bienestar personal.
A modo de conclusión, medicina y psicología deben ir de la mano y coordinar su trabajo
sobre el futbolista. Queda mucho por investigar y explicar desde un planteamiento
multidisciplinar. Mi experiencia en la mayoría de equipos en los que he trabajado ha
sido muy positiva en mi relación con los servicios médicos. Me han respetado y
ayudado, haciéndome sentir uno más entre los profesionales de los servicios médicos.
Sirva este artículo como un gesto de reconocimiento y agradecimiento hacia los doctores
José Naranjo y Juan José Jiménez (Sevilla FC), Ximo Mas (Levante UD, ahora en el R.
Madrid),Luis Silvestre (Valencia CF), Rafael Ramos y Pablo Grande (Real Valladolid)
Carlos Beceiro (Rayo Vallecano), Carles Hernández (Nàstic de Tarragona) y Luis Tárrega
(CD Castellón). Sin ellos no tendría tan clara esta visión multidisciplinar.
José Carrascosa (Psicólogo del Deporte / Director www.sabercompetir.com)
www.futbolsesion.com
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