¡CÓMO PUEDO NO PENSAR EN MIS CHICOS! Era el comienzo del gran desarrollo de Turín como capital del Reino de Piamonte. La construcción era el lugar donde entraban fácilmente los chavales que venían huyendo de la pobreza de los pueblos. Un ambiente cierto de explotación y abuso de los jóvenes más pobres. Ante situaciones concretas, ¿basta la confianza en Dios? 1 ¡CÓMO PUEDO NO PENSAR EN MIS CHICOS! La escena de hoy nos aproxima a la situación concreta de aquellos jóvenes llegados a Turín para ganarse la vida en tiempos de inicio de la industrialización, cuando surgía la gran capital del Piamonte en un clima social que dejaba de lado los derechos de los trabajadores y, más aun de los jóvenes. Don Bosco, describe brevemente el panorama y nos recuerda que todos ellos se juegan la vida todos los días, y se sienten obligados a hacerlo por un trozo de pan. Mientras tanto en los andamios, en las empresas, en los lugares de trabajo, es clara la ausencia de seguridad, las largas jornadas de trabajo, la escasez de los salarios… que el hermano de José, junto a la cama de su hermano en el hospital, sintetiza en una expresión muy clara: ¡Nos explotan y se enriquecen! Por eso, ante la falta de seguridad, la suerte o la casualidad explican mejor el hecho de sobrevivir al accidente que el recurso a Dios que plantea Don Bosco. Difícilmente podrá ser comprendido por quien se siente víctima de una situación que le afecta. Siempre reconociendo, la parte humana del problema: No me enfado con Dios, sino con los sacerdotes que no plantan cara ante la situación… y usted es uno de ellos. Eso siembra en don Bosco la duda y el interrogante sobre su propia vida. No puede quedarse indiferente: ¡Quizás tenga razón! ¿Cómo puedo no pensar en los chicos? ¿Cómo puedo pensar sólo en mi mismo? Y eso, rompe los esquemas de cuantos le rodean. ¿también los nuestros? 2 Imágenes Trabajos precarios de los jóvenes La caída de José desde lo alto del andamio La cercanía del educador al chaval al que todo le duele y no recuerda nada. Todos los sacerdotes ¿son iguales? Les has dado el Oratorio que, sinceramente no es poca cosa. Recursos y sugerencias para la propuesta y el diálogo Me duele todo… No recuerdo nada Dios te ha salvado la vida… ¡A nosotros no nos salva nadie! ¿Nos dicen que demos gracias a Dios? Me enfado con los que no tienen el valor de plantar cara Tu hermano no se equivoca del todo ¡Cómo puedo no pensar en mis chicos! ¡Se venden por un trozo de pan! Para una educación en valores El otro puede tener razón. ¡no se equivoca del todo! Siempre podemos hacer algo más Explotación El valor de “plantar cara” por alguien o por algo Competencias de referencia Competencia/compromiso ciudadano Competencia/autonomía personal Competencia espiritual 3 EDUCACION PRIMARIA Vamos a hacer una cosa. Vamos a cerrar los ojos y a pensar en alguien. Podemos pensar dónde está ahora, qué estará haciendo, con quiénes estará allí, si estará contento, preocupado, alegre… ¿En quién hemos pensado? ¿Alguien nos lo quiere decir? Ahora vamos a ver unos minutos de la película de Don Bosco. También el “piensa” como nosotros en alguien. Y ahí vamos a ver si vemos personas que se preocupan de otras. ¿Por ejemplo? Los amigos de Carlos… que piden ayuda Don Bosco que va a verle en el hospital D. Cafasso que está preocupado por la salud de Don Bosco D. Bosco. ¡Cómo puedo no pensar en ellos! ¡Pensar en los demás! ¡Preocuparnos por los demás! ¿Habrá alguien que ahora, en este momento, esté pensando en cada uno de nosotros? Personas de casa Algún familiar o amigo que tenemos lejos Algún compañero de mi barrio O… ¿Y Dios? ¿Pensará también en nosotros? Don Bosco insiste: “no puedo estar sin pensar en ellos y pensar solo en mi” ¡Sería egoísta! Y nosotros, como él, hoy vamos a fijarnos en alguna de esas personas que piensan en nosotros muchas veces, en esas personas que aunque no están aquí no pueden estar sin pensar en nosotros. Y vamos a dar gracias a Dios por ellas… ” Ahora, Señor, yo pienso en… y tengo que darte gracias porque… Me gustaría que pienses en ella y la sigas queriendo porque… ¡Luego cuando nos encontremos con ellos le decimos que las hemos recordado y les podemos preguntar si han pensado en nosotros! 4 EDUCACIÓN SECUNDARIA OBLIGATORIA “Me duele todo… No recuerdo nada” es todo lo que José es capaz de decir para manifestar la situación que está viviendo. Una expresión que refleja la situación de muchos de vosotros ante tantas cosas y situaciones de familia, escuela y sociedad, entre vuestros amigos, en vuestros amores y desamores, en el horizonte de vuestra vida en las que realmente os “duele todo”. Y, es que, en confianza, la edad, la adolescencia, los ambientes, las experiencias, las contradicciones y búsquedas personales provocan tantas otras situaciones que preferiríamos no recordar. Podemos abrir opiniones… En tal situación, vale la pena el intento de buscar otros aspectos que dan valor al día a día de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo por construir entre todos el futuro entre todos podemos alcanzar. Don Bosco, una vez más, comparte su punto de vista: es “Dios” quien nos salva la vida, nos da la posibilidad de una familia, de unos estudios, de una formación, de unas amistades, de un nivel de comunicación con los demás, de salud y de medios en un mundo donde otros jóvenes, como dice Carlos, tienen que trabajar quince horas al día y venderse “por un poco de pan”. Es verdad que, en su situación, Dios parece servirle de poco a Carlos que se rebela contra los que no se atreven a “dar la cara”. ¡Todos los curas son iguales! ¿Dar gracias a Dios? O ¿a la suerte? O…Pero lo más curioso: Don Bosco no rechaza su observación: ¡“no se equivoca del todo”! ¿Cómo lo veis? ¿Podemos hacer algo con lo que nos va regalando la vida en el día a día de nuestro ambiente? ¿Aprovecharlo? ¿malgastarlo? ¿Será mejor quedarnos en la queja porque nos “duele todo” y “no recordar nada”? ¿Y Dios? Como Don Bosco le damos la razón a Carlos. Por si acaso Don Bosco cree que Dios le pide “algo más”. ¿Y a nosotros? 5 BACHILLERATO – FORMACIÓN PROFESIONAL Hoy en nuestros ambientes muchos jóvenes podemos ser catalogados entre los grupos de privilegiados, si bien, otros no tanto. Los niveles de vida familiar, de oportunidades formativas, de acceso a los medios de comunicación, a la cultura, a Internet y las redes sociales, a una dedicación exclusiva al estudio, a niveles económicos superiores al de las necesidades básicas de las personas, a recursos relacionados con la salud, el bienestar, el ambiente social, el tiempo libre, -¡y podemos continuar!– están ahí, junto a los altos porcentajes de abandono escolar, de desempleo y de emigración juvenil si no de explotación y necesidad de venderse “por un poco de pan”. Un panorama similar al que denuncia Carlos, enfadado con ¡los que no tienen el valor de plantar cara! Y don Bosco le da cierta razón. Ahora bien, nosotros, cercanos a un futuro en la Universidad o en la entrada al trabajo, ¿preferimos quedarnos entre los que no tienen el valor de “dar la cara”? ¿Es más seguro? ¿Es más fácil? ¿Nos quedamos en que “lo que no se puede, no se puede y, además, es imposible”? o en que otra postura más comprometida ¿para qué? Lo cierto es que de lo que vayáis aprendiendo durante estos años de formación dependerá el mundo y la sociedad que, estamos preparando con nuestras aportaciones y omisiones, para disfrutarlo o padecerlo durante toda la vida. En el adiós a la adolescencia e inicio de nuestra juventud podemos volver la mirada a nuestra escuela, grupo, centro juvenil, pandilla de amigos y amigas o grupos de fe, y entrenarnos un poco en eso de “dar la cara”, pero como Don Bosco: “¡cómo no podemos pensar!” en mejorar las cosas. Quizás encontremos tiempos para sugerir la creación de grupos o la puesta en marcha de iniciativas y actividades, también virtuales, para dar voz a jóvenes que “den la cara” denuncien limitaciones o necesidades de cambio sugieran pistas para el cambio de la situación, sobre todo, de los jóvenes más pobres. Es decir, asumir con Don Bosco que ¡tienen parte de razón! 6 PADRES, MADRES, FAMILIAS ¡Ya les hemos dado mucho! dice Don Cafasso. Y Don Bosco:¡cómo puedo no pensar en mis chicos! Y nosotros ¿podemos no pensar cuando a pesar de las diferencias de edad y de situaciones, en la distancia del tiempo, encontramos, también en casa, situaciones de explotación más o menos figurada o que necesitan “venderse” para encontrar escucha, cariño o apoyo? Y es que ¿cómo no pensar en ellos cuando nos reclaman inventar nuevos sistemas de encuentro y de ayuda frente a la debilidad e indefensión del niño, la inestabilidad y rebeldía de los adolescentes, la falta de horizonte de los jóvenes, o el desencanto de los ya no tan jóvenes? No será como decía Don Bosco, que es imposible “no pensar en ellos” sin sentir que a lo mejor Dios nos esté pidiendo un poco más. Una realidad compleja que tiene múltiples y variados reflejos: la bronca, la paciencia, el silencio, la duda de si lo podíamos haber hecho mejor, la espera o la oración, que tampoco falta en muchos casos. Pero ¡dejemos hablar a las imágenes! José, tropieza en el andamio con el cubo, rompe la débil barandilla que difícilmente le protege y cae al vacío. Una imagen sugerente a la hora de reflexionar, dialogar y compartir lo que pensamos y lo que vivimos como adultos ante los obstáculos, la debilidad de las defensas y los vacíos de nuestros jóvenes frente a la invasión de los medios de comunicación en el proyecto educativo familiar de los chavales, los políticos que tratan de atribuirse el manejo o manipulación de los derechos, los deberes y la libertad educativa de las familias, la relativización moral de las conductas y del significado de los valores para muchas personas, y el afán de ignorar u ocultar la dimensión religiosa de la persona y otros aspectos que obstaculizan el caminar seguro de los jóvenes y debilitan las defensas en el andamiaje de su vida sin dejar otra salida que el vacío y la falta de sentido en su vida. ¡Cómo no vamos a pensar en ellos continuamente! 7 EDUCADORES, PROFESORES, ANIMADORES Carlos tiene una experiencia concreta que refleja en un grito desesperado: “¡a nosotros no nos salva nadie! grito captado por Don Bosco que, con su intuición educativa, entiende que “no se equivoca del todo”. ¿Y nosotros? ¿Es que no tenemos cerca a jóvenes de nuestros ambientes educativos y pastorales cuya experiencia familiar, afectiva, educativa o social, se va enquistando día a día en el “no hay nadie que me salve”? Los casos se multiplican y las estadísticas nos confirman el crecimiento de las enfermedades mentales o del suicidio juvenil. ¿Cómo es posible que ocurra esto cuando hemos alcanzado unos índices de bienestar tan altos? ¡Algo nos pasa! En el fondo, entre muchos de esos jóvenes sin horizontes, que no se equivocan del todo cuando se muestran convencidos de que no les va salvar nadie, nos toca a nosotros educadores ser “buena noticia” de salvación. Nuestra vocación educativa nos hace capaces de descubrir y potenciar los mejores recursos de cada joven, aunque en muchos casos sean mínimos. Ante la posibilidad intuida por Don Bosco de que el Señor nos está pidiendo algo más, podemos hacer el esfuerzo de reflexionar e interrogarnos para poner un rostro concreto a ese “algo más” en la presencia y relación con los jóvenes destinatarios, en nuestra preparación pedagógica y didáctica, en la vivencia más generosa de mi vocación educadora, en la búsqueda positiva de lo bueno que tiene cada joven, por malo que sea, que diría Don Bosco, en la capacidad de generar la creatividad, el afán de superación y las ganas de vivir en cada joven, en el testimonio de un compromiso que hunde sus raíces en la seguridad de transmitir el amor de Dios a los jóvenes, y en otros aspectos organizativos de nuestra labor educativa. ¿Posible? ¡Siempre que no nos resignemos a no pensar en ellos! O que caigamos en la cuenta de que, a lo mejor, Dios nos pide más. 8