8. Tareas de invierno en el huerto El invierno es una época en la que nuestro huerto tiene menos actividad. Además, el clima no suele acompañar para realizar tareas al aire libre, por lo que es el momento en el que aprovecharemos para trabajar más dentro que fuera de casa. Muchas de nuestras plantas están en reposo vegetativo, aunque hay algunas plantas que florecen en esta época. Es el caso del jazmín, el brezo y el pensamiento. También hay árboles de hoja perenne como el abeto y el ciprés que mantienen todo su vigor durante esta época. Aprovechando este parón de muchas plantas, podemos dedicarnos a otras tareas que son igualmente importantes y necesarias para el mantenimiento del huerto. Es el momento perfecto para diseñar, reparar y revisar nuestras herramientas y útiles del huerto, acolchar y proteger nuestras plantas del frío, abonar la tierra y utilizar tratamientos preventivos de cara a posibles plagas durante la primavera. Durante todo este tiempo, controlaremos la proliferación de plantas no deseadas en nuestro huerto. Es interesante tener en cuenta que no es lo mismo trabajar en noviembre que en febrero, por lo que a continuación detallamos las tareas específicas de cada mes. Las tareas de invierno mes a mes: Durante noviembre, todavía conservamos algo de calor y no han llegado las nevadas, por lo que hay algunas plantas que aún podemos plantar. Es el caso de las habas, los ajos, las espinacas, las lentejas y las zanahorias. También es buena época para realizar semilleros protegidos de cebollas para su posterior trasplante en primavera. Es un buen momento para sacar esquejes de aromáticas, practicar acodos y estacados (ver recolección, secado y usos de las plantas medicinales). También es tiempo de plantar algunos arbustos como el grosellero, el frambueso y las plantas ornamentales de bulbo como los tulipanes y los jacintos. En cuanto a la recolección, deberemos retirar los frutos caídos de las plantaciones de verano para evitar que se pudran en el suelo y traigan plagas. Es la época en la que recogeremos para consumo endivias, coles, calabazas y las primeras remolachas, nabos y rábanos. A finales de este mes ya se pueden comenzar a proteger las plantas más sensibles al frío o las heladas, tarea que culminaremos en diciembre si fuese necesario. En los huertos urbanos, podemos aprovechar para hablar con los jardineros y que nos permitan recoger las hojas caídas de los árboles. Esta materia, aportará carbono a nuestras composteras e incluso las podríamos utilizar como acolchado para proteger la tierra de nuestras plantas. Si disponemos de sistemas de recogida de agua de lluvia, es el momento de ponerlos a punto, para aprovechar más eficientemente la frecuente pluviosidad de esta época. En el mes de diciembre podremos recolectar los cultivos propios del invierno como son espinacas, escarolas y otras lechugas de invierno, nabos y rábanos es el último mes en el que deberíamos plantar los ajos si no lo hemos hecho ya y una última tanda de espinacas si lo hacemos en la primera mitad de este mes. Aprovecharemos podar los frutales y arbustos comestibles, así como plantar algunos de ellos a raíz desnuda y aprovechar para replantar setos si los tuviésemos. Retiraremos el riego automático. Es un buen momento para recolectar ortiga y hacer purín, que aplicaremos de manera preventiva a nuestras plantas y guardaremos en un lugar alejado de la luz solar para posteriores aplicaciones. En enero comienzan a alargarse los días y por tanto las horas de luz son mayores. No plantaremos nada en esta época aunque podremos recolectar algunas lechugas que hayan sido protegidas con anterioridad y otros cultivos de hoja y raíz que tengamos en la tierra. Es el momento de tirar de los alimentos que hayamos conservado durante los meses de verano (ver métodos pasivos de refrigeración y conservación de alimentos). Aprovecharemos este mes para reparar herramientas y hacerles una puesta a punto, y diseñar el huerto de cara a la temporada primavera-verano. Febrero es el momento de comenzar los semilleros protegidos de aquellas plantas para la próxima temporada que tienen un tiempo de germinación y crecimiento inicial lento (apio, berenjena, pimiento, puerro y tomate son algunos ejemplos. Trasplantaremos los nuevos plantones de fresas si no lo hemos hecho en septiembre. Comenzaremos a preparar la tierra los cultivos de primavera, mullendo, y abonando las nuevas tierras. Podemos comenzar la siembra al aire libre de guisantes, habas y nabos que recogeremos en primavera. Breve explicación de los procedimientos a realizar: Proteger Aquellas plantas que tengamos en macetas y podamos transportar, las llevaremos al interior de la casa o las colocaremos en el invernadero. Para el resto, podemos realizar sistemas de protección in situ. Es típica la protección con plásticos perforados que permitan la circulación del aire. Para terrenos amplios, se puede crear un túnel con alambres y plástico. Estos túneles suelen venderse ya hechos en viveros especializados. Si nuestro huerto está en la terraza y queremos proteger los cultivos, podemos hacer uso de garrafas plásticas de 5 litros (tendremos que cortar el culo de la botella y retirar el tapón para permitir la aireación, luego colocaremos ésta sobre la planta, enterrando un poco sus bordes para evitar que se mueva. Es ideal para plantas de porte pequeño como aromáticas, fresas y lechugas). O bien aprovechar nuestra barandilla para hacer una estructura que agarre el plástico invernadero. Recordar que las raíces de aquellas plantas que estén en macetas de barro, resistirán mejor el frío de las heladas al ser este un regulador térmico. También podemos acolchar con paja u hojas secas la superficie de la tierra de nuestros cultivos para proteger el suelo. Acolchar De esta manera evitamos que el terreno quede expuesto al contacto con el aire frío. Entre otras ventajas del acolchado, reducimos la erosión de la lluvia, mantenemos húmeda la tierra, evitamos la proliferación de maleza y enriquecemos la tierra con la degradación de estos materiales tras unos meses de contacto con los microorganismos contenidos en la tierra. El procedimiento es sencillo, sólo hay que colocar una capa de entre 5 y 10 cm de paja u otros materiales secos (como las hojas caídas de los árboles o las propias plantas que vayamos eliminando de nuestros terrenos o macetas) sobre la tierra, de manera que rodeen pero no tapen nuestros cultivos. Otra opción es utilizar grava o piedras volcánicas, pues estas, además de ser muy eficientes a la hora de evitar la proliferación de hierbas indeseadas, recogen calor durante el día para desprenderlo por la noche, ayudando así a mantener la tierra a una temperatura constante. Este procedimiento es más sencillo en huertos en macetas. Prevenir Una de las mejores maneras de prevenir la aparición de hongos en nuestras plantas durante esta época es no realizar poblaciones muy densas. De esta manera, permitimos la aireación entre las hojas de nuestros cultivos y su rápido secado en casos de lluvia. En plantaciones en terraza, la limitación del espacio hace que sea necesaria la densificación de los cultivos, por lo que utilizaremos otros métodos preventivos. Dos preventivos magníficos que se utilizan normalmente en agricultura ecológica son el purín de ortiga, que además de estimular el crecimiento es efectivo contra el mildiu y la araña roja y la decocción de cola de caballo, también de acción fungicida preventiva y dinamizora del crecimiento. Para conocer estas recetas y otras, os remitimos al taller de Salud de las plantas que realizaremos en diciembre de este mismo año. Para el tratamiento de hongos que ataquen a los troncos de los árboles, podemos utilizar una mezcla de ceniza, arcilla y leche en polvo. Abonar Utilizaremos compost, humus de lombriz u otro abono orgánico que tengamos a nuestra disposición a finales del invierno. De esta manera, plantas, árboles y arbustos tendrán nutrientes para crecer al final de su período de parón vegetativo. Con una capa de 2-3 cm será suficiente. Para macetas que no permitan la adición de más materia orgánica, podemos utilizar abonos líquidos como por ejemplo purín de ortiga, humus líquido por medio de lombriz o algún preparado industrial a base de guano. No recomendamos el uso de estiércol de animal en macetas, debido a su olor y a la necesidad de maduración del mismo para incorporarlos sobre la tierra. Para terrenos exteriores, es aconsejable realizar una mezcla de distintos residuos animales para conseguir un abono equilibrado. Una composición equilibrada para la plantación de solanáceas, por ejemplo, se compone de un 60 % de estiércol de oveja con un 40% de vaca. Según las necesidades de nuestra tierra podemos aplicar estiércol teniendo en cuenta la composición siguiente (sacado de un manual de jardinería realizado por la comunidad de Madrid): - Los excrementos secos de vaca, ricos en potasio, hacen buena combinación con los excrementos de caballo. - Los de cerdo son ricos en potasio pero es un abono muy fuerte, por lo que se recomienda mezclarlo con los de oveja, caballo o vaca. - Los de oveja, cabra y conejo son ricos en nitrógeno. - La gallinaza o estiércol de gallina contiene fósforo, calcio y oligoelementos. Podar Aunque algunos puristas de la agricultura orgánica no recomiendan la poda, por lo general nosotros recomendamos la poda por los siguientes motivos: - Eliminamos las ramas secas, rotas y enfermas. - Eliminamos aquellas ramas que compitan con el espacio vital de otras o corran peligro de rotura con un golpe de viento. - Aumento de la productividad. Para más información sobre la poda, ver La poda: poda de olivos. Reparar Es una de las actividades que podemos realizar a cubierto, protegiéndonos del frío y ayudando a aprovechar mejor el tiempo en esta época en la que no hay tantas labores en el huerto. Por un lado, debemos reparar aquella herramientas que se hayan deteriorado, sea por problemas con el mango, que suele ser de madera y puede haberse roto o podrido, sea por el oxidado del hierro contenido en un herramienta que no hayamos guardado con precaución. Además, podemos aprovechar para limpiar y desinfectar las herramientas que tanto trabajo han tenido durante el verano. La madera es un material que podría ser cobijo de plagas y enfermedades debido a que es un material blando y natural. Estas enfermedades son inadvertidas y podrían volver a manifestarse tras la vuelta al huerto. Las limpiaremos sumergiéndolas en agua con lejía o caldo bordelés durante una hora. El uso de un canalón mejor que un bidón nos permitirá ahorrar agua en la limpieza. Para las macetas en desuso, también podemos retirar la tierra que sepamos contaminada y barreremos los restos con un cepillo de cedras. A continuación usaremos un trapo húmedo con lejía para limpiar los restos que hayan podido quedar. Para la parte metálica, utilizaremos un paño mojado en alcochol de 90 grados una vez hayamos retirado con agua todos los restos de tierra. Secaremos bien para evitar la oxidación. Otras tareas necesarias: Por último, sólo queda añadir a la lista una tarea muy necesaria de invierno que no podemos olvidar. Después de los duros meses de trabajo durante la primavera y el verano, el invierno es el mejor momento para el agricultor para descansar y realizar aquellas actividades que más le gusten con tranquilidad. Después de una sacrificada temporada de trabajo, vemos por fin recompensado nuestro esfuerzo con un poco de tiempo libre, que aprovecharemos como más nos apetezca y que nos dará fuerzas para comenzar de nuevo el año con entusiasmo y buena cara.