Impreso por Francisco Rincón Durán. Prohibida su reproducción. 20 Viernes. 20 de junio de 2014 • LA RAZÓN España UN DÍA HISTÓRICO / EL PRIMER DISCURSO José María Marco * UN GUIÑO A LA LEALTAD CONSTITUCIONAL JUAN CARLOS I Don Felipe se compromete a profundizar los cauces de convivencia de todos los españoles, a promover los consensos y defender la estabilidad CONTINUIDAD EN LA ALTA JERARQUÍA DEL ESTADO POR LOS PRINCIPIOS DEL MOVIMIENTO NACIONAL El encargado de conducir la proclamación de Juan Carlos I el 22 de noviembre de 1975 fue el presidente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez Valcárcel. La proclamación como Rey, según dijo en su intervención, fue encaminada «a asegurar la continuidad en la más alta jerarquía del Estado y recibir el juramento del sucesor». FELIPE VI «SINCERA Y PROFUNDA GRATITUD» AL REY SALIENTE Ayer, el presidente del Congreso, Jesús Posada, fue el encargado de abrir la sesión conjunta del Congreso y el Senado para proclamar a Felipe VI. «Majestad, hace 39 años presenciasteis como testigo en este mismo lugar, la proclamación de vuestro padre», comenzó Posada, quien aprovechó además para expresar su «sincera, profunda y emocionada» gratitud a Don Juan Carlos. 2 El presidente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel y Nebreda, tomó los Evangelios en su mano y Don Juan Carlos juró «por Dios, y sobre los santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional». Tras el juramento, «en nombre de las Cortes Españolas y del Consejo del Reino» quedó proclamado Rey de España Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, que ha reinado durante casi cuatro décadas con el nombre de Juan Carlos I. aplausos El párrafo más aplaudido en 1975 fue el relativo al homenaje a Franco. A éste se añadió la ovación final al terminar su primer discurso como Rey de España. POR LA CONSTITUCIÓN La fórmula empleada por Felipe VI para su proclamación ante Las Cortes fue la de «juro desempeñar fielmente mis funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las comunidades autónomas». Tras el juramento, el presidente del Congreso, Jesús Posada, leyó la fórmula de la proclamación: «En cumplimiento de la Constitución queda proclamado Rey de España Don Felipe de Borbón y Grecia, que reinará con el nombre de Felipe VI. ¡Viva el Rey, viva España!». 7 aplausos con el recuerdo a su padre, a su madre, al referirse a sus hijas, al homenajear a las víctimas y al defender la unidad de España. Mención especial para la ovación final, el aplauso más largo desde el 23-F. De 1975 a 2014 Un mensaje a los ciudadanos Fran Carrillo* abía pronunciado más de mil discursos. Pero ninguno como el de ayer. Bajo el manto de un Congreso expectante, una ciudad entregada y un país que parece agitarse bajo vítores H republicanos, un nuevo monarca entraba en la Historia de España convencido del nuevo papel que debe jugar en ella. Felipe Vi será el primero que inicie su reinado en la era digital, que liderará bajo una coyuntura compleja, donde el descontento MADRID-Las circunstancias, la expectativa, las palabras de Don Juan Carlos al anunciar su abdicación el pasado 2 de junio, requerían que el Rey Don Felipe pronunciara un discurso programático en el que definiera su proyecto para España. No se trataba, claro está, de buscar el aplauso. Se trataba de señalar el marco en el que FelipeVI quiere que se desarrolle su reinado y de hacer comprensible la acción que quiere realizar. Es un esfuerzo que debemos agradecer. Demuestra que el Rey es consciente de los problemas que afectan a todos sus compatriotas, que está dispuesto a abordarlos todos, incluidos los más difíciles, y que confía en la capacidad de los españoles para solucionarlos mediante la palabra, el diálogo y la inteligencia. ciudadano con la clase dirigente había alcanzado máximos históricos. Felipe VI quiso en este sentido marcar distancias: «Los ciudadanos demandan, con toda razón, que los principios morales y éticos inspiren, y la ejemplaridad presida, nuestra vida pública». Los dos puntos centrales de la intervención fueron la unidad de España y la Monarquía, la Monarquía constitucional. La relevancia que les ha dado indica que conforman los dos grandes desafíos políticos que tiene por delante. En cuanto a la identidad de nuestro país, Felipe VI ha unido su reinado, es decir su vida y su obra, a la permanencia de la unidad de España. Claro que en España caben todas las formas imaginables de sentirse español: las lenguas, las culturas, las tradiciones, las costumbres. Ahora bien, tendrán que incorporar siempre la dimensión española y estar incluidas en el marco común a todos. No es un mensaje cualquiera, y deslinda con claridad lo que es aceptable y lo que no lo es. En España, y bajo FelipeVI, cabemos todos, como ha dicho el propio Monarca. Romper el marco nacional, intentar quebrar la unidad de la nación, es una vía cerrada, impracticable. En cuanto a la Monarquía, Don RECUERDO A FRANCO Con España todavía de luto oficial por el fallecimiento de Francisco Franco, Don Juan Carlos juraba el cargo y sus primeras palabras las dedicaba al anterior jefe del Estado. «Una figura excepcional entra en la Historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado», dijo el Rey. HOMENAJE A SU PADRE En su carta de presentación, Felipe VI quiso rendir tributo a su madre, a las víctimas, pero sobre todo a su padre. «Quiero rendir un homenaje de gratitud y respeto hacia mi padre, el Rey Juan Carlos I. Un reinado excepcional pasa hoy a formar parte de nuestra historia con un legado político extraordinario», dijo Don Felipe, antes de asegurar que quiso «ser Rey de todos los españoles. Y lo ha sido». Por último, aseguró que Juan Carlos «nos convocó a un gran proyecto de concordia nacional que ha dado lugar a los mejores años de nuestra historia contemporánea». Si su padre fue el Rey del Pueblo, él quiere ser el Rey de los ciudadanos. En su discurso lo dejó claro. Casi tres mil palabras que arrancaron con una convicción mayor: «Hoy comienza el reinado de un rey constitucional». Casi cuatro décadas antes, su padre no pudo decir esas palabras. España aún no tenía sancionada la nueva Constitución, de ahí que Juan Carlos decidiera otorgar esa legitimidad a las cortes franquistas homenajeando y recordando a Franco, «una figura excepcional». Primera diferencia que viene a resaltar, sin embargo, la semejanza con el actual proceso histórico. Si por entonces el Rey capitaneaba la Transición de una dictadura a una democracia, el reto de Felipe VI a partir de mañana es liderar la nueva transición: de la democracia a más democracia. Ese intento de demostrar legitimidad es una diferencia de Felipe VI respecto a su progenitor. Como también lo es la extensión de un Impreso por Francisco Rincón Durán. Prohibida su reproducción. 21 LA RAZÓN • Viernes. 20 de junio de 2014 UN DÍA HISTÓRICO / EL PRIMER DISCURSO Felipe ha reafirmado, como no podía ser menos, su lealtad al compromiso constitucional. Parece algo evidente, pero no lo es del todo en estosmomentos.Ydentrodelmarco constitucional, que es un marco democrático y aceptado por el conjunto de los españoles, el Rey ha manifestado su intención de cumplir las funciones y responsabilidades que le reserva la Constitución: neutralidad ideológica, sin duda, pero también moderación y arbitrio del funcionamiento de las instituciones. No se debe esperar, por tanto, ninguna acción excepcional fuera de los cauces establecidos (afortunadamente, el Rey no hizo ninguna referencia al detestable término de «regeneración»). El Rey lo es por su puesto en la Dinastía pero sobre todo por su obligado respeto a la Constitución. Dentro de esos cauces, en cambio, el Rey se acaba de comprometer a profundizar los cauces de convivencia, a promover los consensos, a defender la estabilidad. El Rey ha insistido en definirse a sí mismo como Monarca constitucional y, consciente de las exigencias de un momento nuevo, también ha puesto el acento en la ejemplaridad de la conducta. De nuevo, se debería ver en estas palabras una propuesta programática: para la Casa Real, sin duda, pero tambiénparaquienesleacompañaban en las Cortes. El Rey ha puesto el listón más alto. Eso debería empezar a notarse en quienes vayan accediendo, a partir de ahora, a los puestos dirigentes. El nuevo reinado empieza con un Monarca que pide más integridad, más preparación, más consistencia intelectual, ética y política. No es pequeña cosa. Como es natural en quien a partir de ahora representa la permanencia de la nación, Felipe VI ha hablado con generosidad de un pasado que sustenta el presente que él representa: de su padre, el Rey de todos los españoles, de la Reina Doña Sofía –de quien subrayó la digni- BANDERA PRECONSTITUCIONAL Y SÍMBOLOS RELIGIOSOS Una gran bandera preconstitucional del régimen franquista, vigente aún en 1975, presidía el entonces Palacio de Las Cortes de la Carrera de San Jerónimo en la proclamación del Rey Juan Carlos I. En el acto de proclamación, junto a la corona y el cetro –máximos símbolos de la monarquía españoles– se colocó una gran cruz y se celebró cinco días después de la entronización del Rey una «Misa del Espíritu Santo» en la iglesia de San Jerónimo El Real (Madrid). BANDERA CONSTITUCIONAL Y ACTO LAICO Felipe VI fue proclamado ayer como Rey de España, no sólo con la bandera nacional ondeando en el Congreso de los Diputados, sino con Madrid engalanada con miles de enseñas de España, especialmente durante el recorrido que los nuevos Reyes realizaron por la capital. Asimismo, y en lugar de una misa, Don Felipe y Doña Letizia optaron por un acto laico en el Palacio Real, con un besamanos al que estuvieron invitados más de 2.000 invitados representantes de la sociedad civil española. Referencias literarias: de Machado a Castelao Fue cuando Don Felipe habló de la «interrelación entre culturas y tradiciones», que «tiene su mejor expresión en el concierto de las lenguas». Las lenguas, dijo, constituyen las vías naturales de acceso al conocimiento de los pueblos y son a la vez los puentes para el diálogo de todos los españoles. «Así lo han considerado y reclamado escritores tan señeros como Antonio Machado, Espriu, Aresti o Castelao». 1.434 palabras Don Juan Carlos utilizó 1.434 palabras para su primer discurso como Rey de España. La intervención no llegó a superar los cuatro minutos. 2.984 palabras Don Felipe se extendió más que su padre en su primera intervención como Rey, que duró 26 minutos y alcanzó casi las 3.000 palabras. dad–, y también de la generación que consiguió traer la democracia a España. En ese recuerdo no podían faltar, y no han faltado, las víctimas del terrorismo. Sobre su sacrificio se sustenta todo el edificio de nuestra convivencia. Y en todos ellos cifró los valores de libertad, responsabilidad, esfuerzo y tolerancia que se le inculcaron y aquellos en los que él, junto con la Reina, está educando a la Princesa de Asturias y a la Infanta Sofía. Y fue a partir de la afirmación de la unidad de nuestro país, una España diversa y plural, cuando el Rey propuso los grandes motivos de una renovación social y económica. El empleo es la clave de fondo, pero para conseguir la prosperidad que lo produzca, Don Felipe insistió en la educación, en la cultura, en la innovación. Es un diagnóstico realista, y novedoso, de una situación que exige mucho más que contemplar con nostalgia un pasado que no va a volver. También obliga a DOÑA SOFÍA Y FELIPE, JUNTO AL REY La Reina Doña Sofía y el entonces heredero a la Corona, el Príncipe Felipe, arroparon al Rey Don Juan Carlos el día de su proclamación. No asistió su padre, Don Juan, que nunca llegó a reinar debido a la negativa de Franco y que, posteriormente, renunció a sus derechos en favor de su hijo. Al acto asistieron, además, jefes de estado de todo el mundo. LA REINA LETIZIA Y LAS INFANTAS LEONOR Y SOFÍA Junto a Felipe VI estuvieron la Reina Doña Letizia y las infantas Leonor y Sofía. En la tribuna del Congreso también estuvo la Reina Doña Sofía, la Infanta Elena y las Infantas Doña Pilar y Margarita. La gran ausencia, la del Rey Don Juan Carlos, que decidió no estar presente para no quitar protagonismo al nuevo Rey. Tampoco acudió a la proclamación ningún mandatario extranjero, puesto que Casa Real prefería dar imagen de austeridad. España todos, en particular a la generación del Rey y a los que vengan a partir de ahora, a tomarse radicalmente en serio su futuro y, en consecuencia, el futuro de su país. No estuvo de más, en esta perspectiva, la referencia al papel de España en el mundo, con un diseño sencillo y ambicioso a la vez, de cuáles son las líneas estratégicas: Europa, América (en particular los países iberoamericanos) y el Mediterráneo, Oriente Medio y el norte de África. Felipe VI se ha propuesto algo más ambicioso que preservar y continuar el extraordinario legado de su padre, el Rey Don Juan Carlos. Se trata de estar a la altura del reto que ese legado le propone: ir más para ser leal, leal a España. Eso es lo que el Rey ha venido a decirnos a todos los españoles en éste su primer gran y memorable discurso. * Profesor de Literatura Española e Historia de las Ideas Políticas en la UPCO, doctor en Literatura de España y licenciado en Filología Hispánica por la Complutense «¡Viva España!» TODOS PERMANECEREMOS UNIDOS «Os prometo firmeza y prudencia. Confío en que todos sabremos cumplir la misión en la que estamos comprometidos. Si todos permanecemos unidos, habremos ganado el futuro. ¡Viva España!». Un llamamiento a la unidad de todos los españoles precedió al final de la intervención de Don Juan Carlos aquel sábado 22 de noviembre de 1975. Le siguió una atronadora ovación de los presentes, que, puestos en pie, aplaudieron al recién proclamado Rey de España. «Muchas gracias. Moltes gràcies. Eskerrik asko. Moitas grazas» DESPEDIDA EN CUATRO IDIOMAS Felipe VI acabó su primer discurso como Rey dando las gracias en castellano, catalán, euskera y gallego, después de asegurar que «me siento orgulloso de los españoles y nada me honraría más que, con mi trabajo y esfuerzo de cada día, los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey». Por Carlos Castro discurso marcado por su inusual nerviosismo, manifestado en el constante trabado de conceptos, las marchas forzadas de palabras que siempre fluían sueltas en su boca. Se encontró más suelto y convincente cuando recordó a los que más sufren: las víctimas del terrorismo y los jóvenes que sufren el desempleo («hasta verse heridos en su dignidad como personas»). Si en 1975 Juan Carlos I hablaba de esa nueva etapa que se abría para España «iniciada en el trabajo, la paz y la prosperidad», pero con guiño a la herencia franquista, de la que sería «fiel guardiana», su hijo reflexionó ayer sobre una nación que no sólo se define a través de su Historia, sino también por aquello que aún está por venir, llamando a la «unidad, que no uniformidad», para superar «tiempos de tragedia, silencio y oscuridad». Una España, en definitiva, renovada, que debe mejorar ese valioso legado que en 1975 se proponía iniciar «una nueva etapa en la Historia». Fue una proclamación austera, sin fastos ni jefes de Estado, a diferencia de la proclamación de Juan Carlos I, un discurso que juró sobre la Constitución de 1978 y no sobre las Leyes Fundamentales del Movimiento, un discurso laico frente al protagonismo religioso del de su padre, un discurso de menor pompa retórica y enjundia metafórica, pero más contundente en ideas y fondo, cercano en el recuerdo a sus progenitores, firme en la defensa de esa España unida y diversa «en la que cabemos todos» y coherente en su disposición a escuchar y comprender a todos los ciudadanos. Los gestos delatan intenciones, determinan compromisos, principian acciones. Y sabe que su reinado se evaluará por lo que comuniquen sus hechos. De ahí ese epilogo cervantino «un hombre no es más que otro si no hace más que otro». No quiere ser campechano, quiere ser cercano. No desea liderar más allá de las responsabilidades que la monarquía parlamentaria le permite. Pero está dispuesto a ser el Rey que todos los ciudadanos querrían tener. Sus formas y maneras legitimaron ayer un fondo de mano tendida, voz fundida y mirada rendida: a sus padres, a su familia, a los españoles. Un discurso histórico para un momento histérico. * Director de La Fábrica de Discursos