“Hielos Continentales: Génesis, Desarrollo y Término del último

Anuncio
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO/Argentina) Universidad de San Andrés en cooperación con la Universidad de Barcelona
MAESTRÍA EN RELACIONES
Y
NEGOCIACIONES INTERNACIONALES
CICLO 2004/2005
TRABAJO DE INVESTIGACIÓN FINAL
“Hielos Continentales: Génesis, Desarrollo y
Término del último litigio limítrofe entre la
Argentina y Chile”
Alumno: DEMARIA, LUCAS EZEQUIEL
Director: CARLOS B. CHERNIAK
Buenos Aires, 28 de noviembre, 2008
RESUMEN
El objetivo fundamental del presente trabajo, es comprobar la hipótesis que guía y que
pretende recorrer ininterrumpidamente el análisis del mismo; y que señala que los
sucesivos intentos por afianzarse como estados nacionales, tanto Argentina como Chile,
se vieron enrolados en sucesivos conflictos, hasta llegar a presentarse frente a la
hipótesis de un enfrentamiento bélico entre ambos países. Lo antes expresado condujo a
la celebración de diferentes instrumentos jurídicos, que sin embargo contendrían una
serie de errores geográficos engendrados por los peritos Barros Arana y Francisco P.
Moreno, encargados de la delimitación territorial entre ambos Estados y que darían lugar,
con el tiempo, al surgimiento del denominado “Diferendo por los Hielos Continentales”.
Los errores a los que hacemos mención, si bien no contenidos en el Tratado de Límites
de 1881, fueron cometidos al momento escoger los puntos por los cuales pasaría el
límite, tomando puntos geográficos que no respetaban el principio de las “altas cumbres
que dividen aguas” contenido en el tratado madre al que hiciéramos referencia.
En el caso de Chile se tomó el Cerro Stokes, que significó que la Argentina se aproximara
a los fiordos, como asimismo, una pérdida de territorio entre el citado cerro y el
encadenamiento principal de la Cordillera. En el caso de Argentina, se tomó el Monte Fitz
Roy como punto del límite, lo que significó la pérdida del territorio que recorre desde el
Cordón Moreno hasta dicho cerro. Este error no solamente quedó avalado por los
acuerdos entre Francisco Moreno y Barros Arana en 1898, sino también por el Laudo
Arbitral de 1902, el Acuerdo Presidencial de 1991 y el Laudo de Laguna del Desierto en
1994; todos instrumentos que inhibieron a la Argentina para eliminar al Fitz Roy como
hito.
Finalmente, el Acuerdo de 1998 pone fin al tan mentado Diferendo por los Hielos
Continentales, con la firma del Acuerdo sobre los Hielos Continentales de ese año, por
cuyo intermedio se acuerda la traza definitiva y se precisa el límite entre el Monte Fitz
Roy y el Monte Daudet.
Sin embargo, y para concluir, es preciso señalar que independientemente de los errores
cometidos por los peritos, el acuerdo sigue el principio de las “altas cumbres divisorias de
aguas” -es decir el criterio orográfico sostenido históricamente por la Argentina y con
respaldo jurídico en el Acuerdo de Límites de 1881- que se mantuvo en casi la totalidad
de la extensión del territorio delimitado.
Lucas Ezequiel Demaria
2
AGRADECIMIENTOS
Este trabajo habría sido imposible sin la colaboración entusiasta de muchas personas, a
las que quiero agradecer especialmente.
Mi primer reconocimiento es hacia el Consejero Carlos Cherniak, director de esta tesis,
quien a lo largo de muchas horas de trabajo me estimuló y orientó con sus reflexiones y
sus opiniones, no siempre coincidentes con las mías.
En segundo término, quiero agradecer al Ministro Carlos Foradori, testigo y partícipe de la
resolución de lo que ha sido la última temática limítrofe con la República de Chile, y
además quien me ayudó de manera desinteresada en todas las temáticas relacionadas
con la cuestión de los Hielos Continentales.
Un lugar especial merece también en este agradecimiento el Embajador Horacio Chalian,
Presidente de la Comisión Nacional de Límites, sin cuya ayuda habría sido imposible
acceder al terreno donde sucedió la disputa. En este sentido, vaya también mi
agradecimiento a todos los integrantes de la citada Comisión, que me orientaron y
ayudaron en todas las cuestiones geográficas.
A los Ministros Javier Sanz de Urquiza, Joaquín Otero y Alejandro Lamarque de la
Dirección de Límites y Fronteras de la Cancillería Argentina, lugar donde me encuentro
destinado, quiero también expresarles mi agradecimiento, ya que fueron ellos los que
desarrollaron en mí el interés por los Hielos Continentales.
También quiero expresar mi gratitud al Ministro Gustavo Bobrik, cuyos sabios consejos
seguramente no han evitado errores en esta tesis, de los que me hago completamente
responsable.
No puedo dejar de agradecer a los colegas y amigos, María Fernanda Waisman y Diego
Boriosi, quienes me ayudaron en el pulido final del presente trabajo.
A la Universidad Católica Argentina, mi primer hogar universitario y la institución que me
formó, y al Instituto del Servicio Exterior de la Nación, que completó y enriqueció mis
conocimientos, vaya también mi gratitud.
Y finalmente, a mis padres, José E. Demaria y Lucía C. Pérez, que siempre estuvieron a
mi lado y fomentaron en mí el placer del estudio, y a todos los que haya olvidado, que
seguramente no son muchos, gracias.
Lucas Ezequiel Demaria
3
ÍNDICE
Presentación
Capítulo I:
.......................................................................................................
Definiciones técnicas
........................................................
06
08
Capítulo II: Breve historia de la composición geográfica de la
Argentina y de Chile
.............................................................
12
II.1
La conformación geográfica de ambas naciones ..........................................
12
II.2
Las relaciones entre la Argentina y Chile ........................................................
13
II.2.a Los inicios ..................................................................................................
13
II.2.b 1855 a 1881 .............................................................................................
15
II.2.c El Tratado de Límites de 1881 ..................................................................
16
II.2.d La Convención de 1888 sobre peritos demarcadores
............................
17
II.2.e El Protocolo Errázuriz - Quirno Costa ........................................................
17
II.2.f El Acuerdo para Facilitar las Operaciones de Deslinde Territorial (1896)
18
II.2.g La situación política (1896-1898) .............................................................
19
II.2.h El laudo de la Puna de Atacama
.............................................................
20
II.2.i La situación política (1899-1902) .............................................................
21
II.2.j La sentencia arbitral de Eduardo VII ........................................................
22
II.2.k Las relaciones entre 1902 y 1956 .............................................................
25
II.2.l El reinicio de las disputas limítrofes
........................................................
26
II.2.m El Laudo Palena – Río Encuentro .............................................................
28
II.2.n El conflicto en Laguna del Desierto
........................................................
29
II.2.o El Canal de Beagle ....................................................................................
30
Capítulo III: Surgimiento del problema limítrofe en la zona de los
Hielos Continentales .............................................................
34
III.1 Introducción .......................................................................................................
34
III.2 El Monte Fitz Roy .............................................................................................
35
III.3 El Monte Stokes
37
.............................................................................................
III.4 El comienzo de la discusión sobre Hielos Continentales................................. 37
Lucas Ezequiel Demaria
4
Capítulo IV: Negociaciones y solución de la cuestión de los
Hielos Continentales .............................................................
40
IV.1 Los cambios en la política exterior de Chile ....................................................
40
IV.2 Los cambios en la política exterior de la Argentina ......................................
41
IV.3 Las relaciones bilaterales: marzo de 1990 a agosto de 1991 ........................
43
IV.4 La Declaración Presidencial sobre Límites entre la Argentina y Chile
.....
45
IV.5 La cuestión de los Hielos Continentales: agosto, 1991 a octubre, 1994 .....
46
IV.6 El laudo de Laguna del Desierto ......................................................................
48
IV.7 La cuestión de los Hielos Continentales: octubre, 1994 a junio, 1999 ..........
50
IV.8 El Acuerdo entre la Argentina y Chile para precisar el recorrido del límite
desde el Monte Fitz Roy hasta el Monte Daudet (1998) .................................
53
IV.9 Posibles críticas del Acuerdo de 1998 .............................................................
54
Capítulo V: Conclusiones
...........................................................................
57
.............................................................................................
59
ƒ
El Tratado de Límites de 1881 ......................................................................
59
ƒ
Convención Lastarria-Uriburu ....................................................................... 61
ƒ
Protocolo Errázuriz - Quirno Costa .............................................................
63
ƒ
Protocolo de 1896 .........................................................................................
66
ƒ
Protocolo Relativo a la Reposición y Colocación de Hitos en la Frontera
Anexos Jurídicos
Argentino – Chilena de 1941 ....................................................................... 68
ƒ
Tratado de Paz y Amistad de 1984 .............................................................
ƒ
Declaración Presidencial sobre Límites entre la República Argentina y la
República de Chile.........................................................................................
ƒ
74
80
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la
República de Chile para Precisar el Límite en la zona comprendida entre el
Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet.................................................................. 105
ƒ
Acuerdo entre la República Argentina y la República de Chile para precisar el
recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Cerro Daudet (1998)
111
Fuentes primarias...............................................................................................
123
Fuentes secundarias.........................................................................................
123
Lucas Ezequiel Demaria
5
Presentación
Desde su origen mismo como estados modernos, la Argentina y Chile tuvieron diversas
crisis diplomáticas por cuestiones limítrofes, que casi los llevó a enfrentarse bélicamente
en tres oportunidades.
Cabe destacar, sin embargo, que el hecho no es casual, ya que los dos países
comparten el segundo límite terrestre más largo del mundo, después del que existe entre
Canadá y los Estados Unidos. Se trata de 5 116 km., que van desde el Monte Zapaleri,
en el norte de la Argentina, hasta el Canal de Beagle, al sur.
La cuestión limítrofe empañó en muchos casos la relación bilateral. Sin embargo, con la
firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984 se inició un proceso que culminó en la
década de 1990, y que apuntó a resolver la totalidad de las diferencias limítrofes
pendientes.
El objetivo general del presente trabajo es explicar la génesis y solución del último litigio
limítrofe entre ambos países. Para ello se hará especial énfasis en las dimensiones
política y geográfica del problema relegando a un segundo plano las cuestiones jurídicas
que, sin embargo, aflorarán con fuerza en diversos puntos del trabajo.
La hipótesis central que se intenta demostrar es que el conflicto por los Hielos
Continentales tuvo su origen en una serie de errores geográficos cometidos por los
Peritos Barros Arana, por la República de Chile, y Francisco P. Moreno, por la República
Argentina, y que a pesar de la celebración del Acuerdo de 1991 (con la denominada
“Poligonal”) y del fallo definitivo sobre Laguna del Desierto del año 1994; estos errores
persistieron hasta 1998, cuando se firmó un acuerdo específico sobre los Hielos
Continentales. Este texto vino a resolver definitivamente la delimitación en la zona de los
Hielos Continentales (o “Campos de Hielos Sur”, según la denominación chilena), y
superó definitivamente los errores antes mencionados, y que se originaron en una
apreciación geográfica equivocada por parte de los Peritos Moreno y Barros Arana.
A los efectos de lograr el objetivo general propuesto, a lo largo del trabajo se perseguirán
tres objetivos específicos.
El primero de ellos se dará en el primer capítulo, y consistirá en revisar los principales
conceptos técnicos que involucró el conflicto sobre los Hielos Continentales. En este
punto serán de capital importancia los aportes de P. Lacoste (2003) y Rey Balmaceda
(1997), entre otros.
Lucas Ezequiel Demaria
6
El segundo objetivo específico se abordará en el capítulo II y consistirá en revisar muy
someramente la relación bilateral de Chile y la Argentina desde una perspectiva centrada
en los problemas limítrofes, para así poder contextualizar adecuadamente el caso
específico de los Hielos Continentales.
A partir de la información recolectada, en los capítulos 3 y 4 se abordará el caso de los
Hielos Continentales, tercer objetivo específico y caso eje de este trabajo. Primero se
analizará la posición que tienen ciertos hitos geográficos en el problema, y luego se
estudiará la distinta relevancia dada a lo largo del tiempo a cada uno de ellos.
Finalmente, las conclusiones volverán sobre todo lo anterior, con el fin último de
demostrar la veracidad o no de la hipótesis adoptada.
Lucas Ezequiel Demaria
7
Capitulo I: Definiciones técnicas
Pablo Lacoste (2003) señala que el término “límite” proviene del latín limes, palabra
empleada para denominar la línea fortificada que separaba a los romanos de los pueblos
bárbaros. Contrariamente a lo que se suele afirmar, el limes no era para los romanos una
línea delgada y recta. Por el contrario, se trataba de una franja ancha, un espacio
articulado por puestos avanzados, fortificaciones principales y secundarias, y calzadas de
retaguardia para casos de emergencia.
La “frontera”, en cambio, ha sido tradicionalmente la parte de un territorio situada
enfrente, o bien frente a “lo otro”. Esto puede ser otro pueblo al cual se considera par
(frontera entre Estados), o bien puede tener otra entidad, y ser un territorio desconocido o
un pueblo considerado “bárbaro”.
En los siglos XIX y XX se avanzó considerablemente en el proceso de definición de los
límites internacionales, según una particular concepción que los entendía como líneas
imaginarias surgidas de un acuerdo político entre Estados soberanos.
En este sentido, el límite separaba el territorio de cada uno; allí era donde terminaba la
autoridad de un Estado y comenzaba la del otro. Pero además, el límite era un elemento
indispensable para un Estado, tan vital como su población, su territorio y su organización
jurídica. Según esta concepción, no existía Estado sin límite territorial. Por ello, el límite
debía ser muy claro, dado que debía señalar con exactitud hasta qué lugar ejercía su
autoridad el Estado.
La frontera, en cambio, era mucho más difusa e incluía el territorio periférico. Según esta
misma perspectiva, se trataba de un espacio de amplitud variable en la cual los grupos
humanos interactuaban y desarrollaban una forma peculiar de actividad social, cultural y
económica. Pero todo esto estaba condicionado por la existencia de un límite
internacional, ya que esto era lo que definía la posibilidad de existencia de una frontera, y
de su problemática.
Para la concepción de los romanos el “límite”, era una idea basada en lo militar (línea de
fortificaciones), a diferencia del concepto moderno, que lo entiende desde una
perspectiva jurídico-política (establecimiento de una sucesión de puntos extremos de
jurisdicción de un Estado). Mientras que la “frontera” según la noción de los siglos XIX y
XX, es la faja o zona cuya profundidad varía por la influencia de varios factores que
presenta cada frontera particular.
Lucas Ezequiel Demaria
8
Para Rey Balmaceda (1993), para poder determinar el límite entre dos Estados es
necesario atravesar por cuatro etapas cuyo orden no puede alterarse, y que son:
⇒ La Alocación. Consiste en la distribución de territorios conforme a un acto jurídico.
En la América hispana, la Cordillera de los Andes representaba el límite bien
ostensible entre dos jurisdicciones vecinas: la Capitanía General de Chile al
occidente y el Virreinato del Río de la Plata al oriente. Esa alocación territorial
quedó convalidada por el Congreso de Panamá de 1826, ratificado posteriormente
por el Congreso Interamericano reunido en Lima en 1847, cuando se concretó el
principio del uti possidetis.
⇒ La Delimitación: consiste en la firma de documentos que definen la línea limítrofe.
“Delimitar” es el acto jurídico-político mediante el cual se establece un criterio para
trazar una línea de límite. Entre Chile y la Argentina, la delimitación se dio
esencialmente en el Tratado de 1881 y en otros documentos sucesivos.
⇒ La Demarcación. Comienza con el alindamiento en el terreno mediante la
colocación
de
signos
visibles,
naturales
o
artificiales.
Estos
artilugios,
generalmente hitos, representan la línea limítrofe descrita en un tratado, laudo o
sentencia. La tarea puede resultar compleja, entre otras razones debido a las
dificultades de acceso a ciertas regiones, a la falta de precisión en la descripción
de la traza fronteriza, a las discordancias entre las cartas geográficas en que ella
aparece trazada, a la realidad del terreno, etc.
Nancy Martínez (2005) señala que en un estadio previo a la demarcación sobre el
terreno se indican las coordenadas de cada uno de los puntos fijos del límite y
pueden anexarse cartas o mapas en los que se dibuja la línea límite en cuestión.
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el valor de las cartas, por ser sólo una
representación ideal, cede ante la realidad encontrada en el terreno al momento de
la demarcación. Así por ejemplo no se puede poner un hito donde no existe el
accidente geográfico señalado en la carta, por imposibilidad evidente, ni tampoco
se puede hacerlo en un lugar que, marcado en la misma carta, sea repudiado por el
texto del tratado. Lo acordado por escrito, tiene superior jerarquía que el trazo en
una carta.
Como consecuencia de todo ello, las dificultades en la demarcación, muchas veces,
pueden dar lugar a nuevos tratados, a arbitrajes o a una indefinición fronteriza más
o menos prolongada.
Lucas Ezequiel Demaria
9
⇒ El Mantenimiento. Consiste en mantener, reparar y reemplazar todo artilugio
utilizado en la demarcación. En algunos casos son hechos naturales los que
pueden dañar e incluso hacer desaparecer el hito. Un ejemplo clásico de ello es la
acción de ríos que cambian su cauce durante las crecidas.
Los límites pueden ser naturales o artificiales. Los primeros son aquellos que siguen
accidentes geográficos, como por ejemplo cadenas montañosas, ríos o lagos. Los
segundos, en cambio, son independientes de los accidentes topográficos y siguen líneas
especiales, como una línea astronómica (por ejemplo, un paralelo o meridiano), una línea
geográfica (la línea de las altas cumbres principio orográfico, la de divisoria de aguas
criterio hidrográfico), la línea media de un lago (el Thalweg), la línea de las mayores
profundidades de un río, o el uti possidetis, es decir, el límite que los países contratantes
tenían al tiempo de su independencia.
Sin embargo, esta clasificación no obsta al hecho de que en el fondo, y por definición,
todos los límites sean convencionales, puesto que aún aquellos que siguen, por ejemplo,
una cadena de montañas, necesitan contar con el acuerdo de los países limítrofes, sea
ese acuerdo fruto de una convención, un tratado escrito, o bien del reconocimiento ínsito
que resulta de la costumbre. En todos estos casos, siempre hay un acuerdo entre los
Estados interesados.
Por último, y para el caso de la presente tesis, resulta clave centrarse brevemente en dos
conceptos que han sido centrales en los conflictos limítrofes entre Chile y la Argentina.
Uno es el de “divisoria de aguas”. Se trata de una línea según la cual las corrientes
superficiales fluyen en dos sentidos diferentes. Siendo más precisos, se puede decir que
una divisoria de aguas es la línea que separa dos cuencas hidrográficas.
Por otro lado, el “principio orográfico” se encuentra establecido en el Acuerdo de
Límites de 1881, que reza de la siguiente manera: “El límite entre la República Argentina
y Chile es, de norte a sur, hasta el paralelo 52 de latitud, la cordillera de los Andes. La
línea fronteriza correrá en esa extensión por las cumbres más elevadas de dichas
cordilleras que dividen las aguas y pasará por entre las vertientes que se desprenden a
un lado y otro”.
El segundo concepto central es el ya mentado “uti possidetis juris”. Tras la
independencia de España, los países latinoamericanos sustentaron este principio de
derecho según el cual las regiones aun no ocupadas no carecían de dueño, sino que
existía una posesión que, sin ser material, era de derecho, y consistía en el derecho
inalienable de poseer y ejercer su soberanía, en esas regiones no ocupadas
Lucas Ezequiel Demaria
10
materialmente. Este principio quedó consagrado en el derecho americano en el Congreso
de Panamá de 1826, más precisamente en los artículos 21 y 22 del tratado resultante.
A lo largo de los años, la aplicación del uti possidetis se tornó muchas veces difícil. En
efecto, algunas regiones no habían sido exploradas ni habitadas. Las reales cédulas no
eran precisas y además existían límites coloniales para distintos efectos como los
administrativos, los eclesiásticos, y demás, que no siempre coincidían entre sí.
Este hecho dio lugar a disputas territoriales posteriores, principalmente en aquellas
regiones que no estaban bien especificadas en los documentos (2005).
Lucas Ezequiel Demaria
11
Capitulo II: Breve
historia
de
la
composición
geográfica de la Argentina y de Chile
1. La conformación geográfica de ambas naciones
Siguiendo a Rómulo Félix Menéndez (1982) y a Carlos Escudé (1992), es factible
afirmar que a diferencia de lo que relatan los textos oficiales, la Argentina no es la
continuación del Virreinato del Río de la Plata.
La Argentina, como tal, nace el 25 de mayo de 1810, y tras varias campañas militares
primero, y luego a través de varios acuerdos limítrofes, logra su conformación
geográfica en la década de 1880. Sin embargo, quedan varios puntos limítrofes en
discusión con los países vecinos, que serán solucionados por medio de nuevos
acuerdos, o bien a través del arbitraje de otras potencias.
Lo mismo puede afirmarse respecto de lo que relatan los textos oficiales chilenos,
donde se indica que Chile es la continuación de la Capitanía General de Chile.
Como bien lo explica Pablo Lacoste (2003), Chile comienza su vida independiente el
12 de febrero de 1818, y tras varias campañas militares logra su conformación
geográfica después de la Guerra del Pacífico, con la firma del Tratado de Ancón, en
1884.
De lo anterior se deduce que ya desde el inicio mismo de su independencia, ambos
países comenzaron un proceso de expansión en diversos sentidos.
Según De Ramón (2001), Chile abarcaba al momento de la colonización española sólo
una tercera parte del actual territorio entre Copiapó y Concepción, más la ciudad de
Valdivia y sus alrededores, y al sur, la isla grande de Chiloé. Todo el resto del territorio
de lo que hoy es Chile estuvo abandonado o entregado a grupos indígenas no
dominados, como fue el caso del pueblo mapuche, o bien se trató de provincias que
estuvieron en disputa o en manos de países vecinos.
Desde fines del siglo XVIII y comienzos del s. XIX, empezó a aumentar el interés por
las tierras australes, puesto que de hecho se trataba de verdaderas tierras “no
ocupadas”, que no estaban bajo la jurisdicción de ningún país, aunque de derecho, de
acuerdo con las Constituciones chilenas de 1822, 1823, 1828 y1833, la Republica de
Chile se extendiera por el sur, hasta el Cabo de Hornos.
Lucas Ezequiel Demaria
12
Para 1842, el gobierno de Chile ya estaba decidido a iniciar la ocupación del Estrecho
de Magallanes y lo hizo con la construcción del Fuerte Magallanes o Bulnes, la actual
Punta Arenas.
Sin embargo, el proceso de ocupación del territorio entre medio, al sur del río Bío Bío
comenzó recién a partir de la década de 1860, al entrar en guerra con los araucanos
(Concha Cruz y Cortes, 2003). Según De Ramón (2001), esto se debió a tres razones.
Una fue la guerra con España de 1865, y que obligó a ocupar los territorios mapuches
de la costa del Arauco, por temor a un desembarco español.
La segunda fue la necesidad de coordinarse con el Ejército argentino que, desde
1879, procedía con toda su fuerza a aplastar la resistencia mapuche al sur de su
territorio. Esto explica la importancia que Chile dio a la finalización de la autonomía
mapuche, enviando en febrero de 1881 al propio Ministro de Interior a encabezar las
fuerzas que ocuparían el resto del territorio aún no anexado a Chile.
Y, finalmente, una última causa que motivó la ocupación de territorios australes fue el
comienzo de la segunda Guerra del Pacifico entre Chile, Perú y Bolivia (1879-1884),
hecho que urgía al gobierno chileno a dejar a sus espaldas un problema solucionado y
una frontera establecida.
La Argentina por su parte, comenzó su proceso de expansión hacia el sur una vez
finalizada la Guerra del Paraguay (1870). Adolfo Alsina inicia un primer avance hacia
el sur, pero tras su muerte y con la asunción del General Roca como Ministro de
Guerra, comienza una segunda fase mucho más veloz, con el fin de evitar la
expansión de Chile sobre la Patagonia, anexar una amplia pampa fértil y sobre todo
terminar con los malones, que en 1876 habían llegado a sesenta leguas de Buenos
Aires, tomando 300 000 cabezas de ganado y 500 cautivos.
Es así, que la Campaña del Desierto, sumada a la expedición naval del Comodoro Py
en 1878, llevaron a un Chile enfrascado en la guerra del Pacífico a la mesa de
negociaciones, en la que se llegó a un Tratado de Límites, el de 1881, que dio a la
Argentina 1 077 000 km2 y estableció el límite entre ambas naciones.
2. Las relaciones entre la Argentina y Chile
a. Los inicios
Luego de varios años de vida independiente, en 1826 entre las Repúblicas de las
Provincias Unidas del Río de la Plata y Chile firman el primer tratado bilateral, que
se tituló “Tratado de Amistad, Alianza, Comercio y Navegación”. El texto establecía
Lucas Ezequiel Demaria
13
en su artículo 3 que ambas Repúblicas se obligaban a garantizar la integridad de
sus territorios y a obrar contra todo poder extranjero que intentara mudar los límites
ya reconocidos antes de su emancipación.
Aunque nunca entró en vigor, queda demostrado que en este acuerdo, tanto la
Argentina como Chile estimaron que sus límites eran, en principio, los de las
antiguas divisiones administrativas que provenían de la Capitanía General del
Reino de Chile y del Virreinato del Río de la Plata.
Sin embargo, durante la época de Rosas las relaciones entre los dos países
sufrieron varias dificultades, principalmente debido a la actividad de los inmigrantes
argentinos contrarios al gobierno de Buenos Aires y a la cuestión territorial de la
Patagonia, de la que Rosas había comenzado a ocuparse con la primera campaña
del desierto.
La principal cuestión territorial era la ocupación que Chile llevó a cabo en una
porción de territorio del Estrecho de Magallanes, en 1843 y que dio inicio a varios
litigios limítrofes, que se prolongaron por años entre ambos países. De hecho,
inmediatamente después de la ocupación comenzó un agrio debate diplomático,
que se abrió con la protesta formulada por el Gobierno de la Confederación
Argentina en 1847.
Con la llegada al poder de Justo J. de Urquiza, después de la batalla de Caseros,
las relaciones entre ambos países mejoraron. Como consecuencia de ello, el 30 de
agosto de 1855 se celebró un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con
Chile, en cuyo artículo 39 se dispone que ambas Partes reconocen como límites de
sus respectivos territorios los que poseían al tiempo de separarse de la dominación
española en 1810 (uti possidetis) y acuerdan en aplazar la cuestión relativa a la
determinación de dichos límites, para discutirla después pacífica y amigablemente.
A pesar de lo acordado en 1855, ambos países ya venían trabajando sobre los
documentos coloniales. El gobierno argentino había encomendado esta tarea a
Pedro de Angelis, quien redactó la “Memoria histórica sobre los derechos de
soberanía y dominio de la Confederación Argentina a la parte austral del continente
americano comprendida entre las costas del océano Atlántico y la gran cordillera de
los Andes”, publicado en 1852. La misma tarea le fue encomendada por el gobierno
de Chile a Miguel Amunátegui, que publicó su trabajo en 1853. Otros historiadores y
juristas participaran en este debate.
Lucas Ezequiel Demaria
14
Pablo Lacoste (2003) afirma que existe una enorme dificultad a la hora de
interpretar los documentos coloniales para fijar fronteras internacionales, debido a
que fueron elaborados en un contexto histórico determinado y con un fin muy
concreto: fijar separaciones internas dentro de un mismo imperio.
Con el acuerdo de 1855, estos documentos tuvieron que ser reinterpretados para
objetivos completamente distintos, como era el establecer límites internacionales, y
en un contexto histórico completamente diferente. De ahí que Lacoste (2003)
subraye el surgimiento de tres dificultades centrales a las que tuvieron que
enfrentarse tanto los expertos chilenos como los argentinos:
1. Diferencia de naturaleza. Los documentos coloniales daban cuenta de
jurisdicciones internas de un imperio y, por lo tanto, no fijaban delimitaciones
exactas. Además, estaban sujetos a cambios instantáneos según la voluntad del
monarca y podían contener superposición de jurisdicciones y hasta zonas no
definidas con claridad.
2. Conocimiento geográfico. Los documentos elaborados con técnicas del s. XIV
poseían varios anacronismos respecto de la situación geográfica del s. XIX.
3. Frontera jurídica y frontera efectiva. Los españoles nunca fueron capaces de
ocupar la Patagonia, por lo que fue de hecho territorio no ocupado, aun cuando
la Corona nunca lo haya reconocido formalmente.
Desde la ocupación por parte de Chile del Estrecho de Magallanes, el Gobierno
argentino reclamó la totalidad de esta porción de territorio. Ante esto, Chile replicó
exigiendo diversos territorios en la zona patagónica, a veces del río Santa Cruz
hacia el sur, otras, desde el río Negro hacia el Estrecho.
La escalada diplomática fue en aumento, y los polemistas argentinos llegaron a
negar los derechos de Chile al sur del Bío Bío. El debate culminó en el diseño de un
“Chile fantástico” y de una “Argentina fantástica”.
b. Las relaciones entre 1855 y 1881
Después del Tratado de 1855, la discusión por la cuestión de límites cesó por varias
razones. Del lado de Chile, se puede nombrar la guerra con España y la guerra de
la Araucanía. Del lado argentino, la guerra de la Confederación contra Buenos Aires
y luego la guerra contra el Paraguay.
Recién a partir de 1871 se reinician las conversaciones entre ambos países y como
consecuencia de ello, se firman varios protocolos que sentaban las bases de un
Lucas Ezequiel Demaria
15
acuerdo, aunque ninguno de ellos obtuvo el consentimiento formal de las dos
Partes. Desde 1871 hasta 1880, se analizaron seis proyectos principales, algunos
fueron firmados pero ninguno tuvo aprobación parlamentaria.
En los meses que precedieron a la Guerra del Pacifico, las relaciones entre Chile y
la Argentina se encontraron en una situación sumamente difícil, a causa del litigio
sobre la propiedad de la Patagonia, del Estrecho de Magallanes y de las islas
adyacentes.
Durante los años 1877 y 1878 se oyó hablar mucho de guerra y si se evitó fue
porque la Argentina carecía de una escuadra capaz de medirse con la de Chile.
Vino entonces la Convención Fierro – Sarratea de 1878, por la cual se adoptó el
siguiente modus vivendi: Chile continuaría ejerciendo por algún tiempo jurisdicción
en el Estrecho de Magallanes e islas adyacentes, y la Argentina en las costas e
islas del Atlántico (Bulnes Pinto, 2000). Esta nueva situación, sumada al comienzo
de la Campaña del Desierto por el General Roca, llevó a las Partes nuevamente a
la mesa de negociaciones, firmándose el 23 de julio de 1881 un Tratado de Límites.
c. El Tratado de Límites de 1881
Este Tratado (cf. Anexo) consta de un preámbulo, seis artículos y una cláusula final.
En los tres primeros artículos se determina el límite, que es de Norte a Sur hasta el
paralelo de 52º la Cordillera de los Andes, siguiendo las cumbres más elevadas que
dividan aguas. Luego se establece la línea que va desde el paralelo 52º hasta
Punta Dungeness, y por último se fija el límite en la Isla Grande de Tierra del
Fuego, desde el meridiano del Cabo del Espíritu Santo hasta el Canal del Beagle,
dejando para Chile la parte occidental junto con las islas al sur del Canal, y para la
Argentina la parte oriental junto con las islas en el Atlántico.
En otro artículo se establece la neutralidad del Estrecho de Magallanes,
asegurándose la libre navegación para todas las banderas, y prohibiéndose en él la
construcción de fortificaciones.
En definitiva, este Tratado resultó ser una transacción entre las partes: a Chile le
fue atribuido el Estrecho de Magallanes y a la Argentina la Patagonia; en cuanto la
isla de Tierra del Fuego, fue dividida a la mitad.
Pero a pesar del acuerdo de límites, los conflictos por su demarcación comenzaron
inmediatamente después de su firma.
Lucas Ezequiel Demaria
16
d. La Convención de 1888 sobre peritos demarcadores
Tras varios años de estancamiento en las negociaciones sobre la demarcación del
límite, el 20 de agosto de 1888 se firmó la Convención Lastarria-Uriburu (cf. Anexo),
que se hizo efectiva el 11 de enero de 1890. Consecuentemente, el gobierno
argentino nombró como perito al ingeniero Octavio Pico y el de Chile, a Diego
Barros Arana.
De acuerdo con lo estipulado por el tratado de 1881 y la convención de 1888, en
1892 se reunieron los peritos argentino y chileno, pero no lograron ponerse de
acuerdo por el límite en el sector patagónico.
El perito chileno, Diego Barros Arana, formuló, en enero de 1892, la teoría del
divortium aquarum, o sea, la separación entre los ríos que van al Atlántico y los que
desembocan en el Pacífico, y pretendió imponerla a su colega argentino, Octavio
Pico, como criterio previo al comienzo de la tarea de demarcación.
Por su parte, Pico se mantuvo firme en su postura de defender como criterio la línea
de más altas cumbres, independientemente de su continuidad como línea divisoria
de aguas. Pico sostuvo que la cordillera de los Andes era la barrera natural entre
los dos países.
La divergencia esencial en torno del criterio a ser utilizado en los trabajos de
demarcación provocó la suspensión de las negociaciones entre ambos peritos
(Cisneros y Escudé, 2000).
e. El Protocolo Errázuriz – Quirno Costa
La suspensión del trabajo de los peritos y los incidentes entre Chile y los Estados
Unidos (Caso Baltimore, 1891/1892), llevó a un aumento en las tensiones entre la
Argentina y Chile.
Es por ello que en 1893 se buscó salir del estancamiento a través del Protocolo
Errázuriz – Quirno Costa (cf. Anexo), estableciendo que el límite pasa por el
“encadenamiento principal de los Andes”. Esto desvirtuaba la tesis del perito chileno
de seguir siempre el divortium aquarum continental, aun cuando éste se hallare en
las planicies patagónicas.
Por otro lado, se estableció que la soberanía de cada Estado sobre su litoral
marítimo seria absoluta, de modo tal que la Argentina no podría pretender ningún
punto sobre el Pacifico, ni Chile en el Atlántico. Y por último, se acordó que para
Lucas Ezequiel Demaria
17
determinar el meridiano del cabo Espíritu Santo, había que atenerse a la geografía
del lugar, prescindiendo de lo que pudiere resultar de presuntas cartas geográficas.
Pero a pesar de la firma del Protocolo de 1893, el trabajo demarcatorio en los años
siguientes sería casi nulo. Esto se debió en gran parte a la introducción del principio
del divortium aquarum por parte del perito chileno Barros Arana, quien declaró que
el encadenamiento principal de los Andes es el divortium aquarum (Oficina de
Límites Internacionales , Acta del 1/1/1894).
En la Argentina se estimaba que el protocolo de 1893 había dado solución a los
problemas que había planteado la demarcación. En este orden de ideas, la
Argentina había renunciado a la posibilidad de contar con puntos sobre el Océano
Pacifico, a cambio de que Chile abandonara su tesis de divisoria continental de
aguas (Barberis y Pfierter, 1998).
f. El Acuerdo para facilitar operaciones de deslinde territorial de 1896
En abril de 1896 se intentó resolver el conflicto a través de un nuevo tratado (cf.
anexo) en el cual las partes someterían las divergencias que surgieran a Su
Majestad Británica, para que ella arbitre.
Los artículos 2º y 3º del Tratado precisaban el objeto del arbitraje. En ellos se
preveía que los peritos determinarían en la Cordillera de los Andes la línea de límite
al sur del paralelo de 26º 52’ 45’’ S y en la región vecina al paralelo de 52º. Si las
líneas trazadas por los peritos coincidían, ellas constituirían el límite internacional.
En aquellos casos en los que hubiera divergencia, en cambio, serían resueltos por
el árbitro. Así se incluyó el problema limítrofe en la región de la Puna de Atacama
(Martínez, 2005).
La cuestión por la Puna de Atacama surge tras la Guerra del Pacífico, mediante el
tratado de tregua suscripto entre Chile y Bolivia en 1884, el cual estableció que los
territorios comprendidos desde el paralelo de 23º S hasta la desembocadura del río
Loa en el Pacífico quedaban sujetos al régimen político y administrativo de Chile.
Pablo Lacoste (2003) afirma que cuando Bolivia advirtió que las fuerzas chilenas
avanzaban victoriosas, realizó una operación diplomática para amortiguar el
impacto de su derrota: le canjeó a la Argentina la Puna de Atacama por el territorio
de Tarija, que se encontraba en litigio entre ambos países. Así se dispuso por el
Tratado Vaca Guzman – Quirno Costa, firmado el 10 de mayo de 1889. Esta
maniobra generó un nuevo conflicto de límites con Chile. Porque después de su
victoria en la Guerra del Pacifico, Chile anexó territorios de Bolivia y Perú. Bolivia,
Lucas Ezequiel Demaria
18
con su maniobra, se aseguró la soberanía sobre Tarija y transfirió a la Argentina el
conflicto con Chile por la Puna.
g. La situación política (1896-1898)
A pesar de los diversos acuerdos firmados entre los dos países y del trabajo de las
comisiones de límites, entre 1894 y 1897 sólo se había logrado colocar treinta hitos.
La falta de acuerdo entre los peritos Moreno y Arana, agravadas por la fundación de
pueblos en las zonas en litigio, aumentó la tensión a ambos lados de la Cordillera, y
se contempló con la posibilidad de una guerra entre ambas naciones. Como
consecuencia de ello, comenzó una carrera armamentista que supuso la compra de
acorazados y la adquisición de armamento.
Frente a esta situación, solamente quedaban dos caminos: aplicar el protocolo de
1896 que sometía las controversias al arbitraje de Su Majestad Británica, o bien la
guerra, sostenida por los sectores belicistas a ambos lados de la cordillera.
El 20 de junio de 1898, el presidente argentino José E. Uriburu se reunió con los
diplomáticos chilenos para fijar un plazo a los peritos y estudiar la forma de acelerar
el proceso demarcatorio. Con el dialogo abierto una vez más, durante el mes de
septiembre de 1898 fueron firmadas cuatro actas:
1. Acta del 15 de septiembre. Establecía que a fin de facilitar el examen y
resolución de todos los puntos que incluía la cuestión de límites, (los
gobiernos argentino y chileno) convenían en tratar separadamente cada una
de sus partes, a saber (Cisneros y Escudé, 2000):
a) de la relativa al límite de la región comprendida entre los paralelos de
23º y de 26º 52' 45'' de latitud sur (Puna de Atacama).
b) de la relativa al límite desde el paralelo de 26º 52' 45'' hasta las
proximidades del paralelo de 52º.
c) de la relativa al límite en la región vecina al paralelo 52 a que se
refiere la última cláusula del art. 2º del Protocolo de 1893 (Seno de
Ultima Esperanza).
2. Acta del 17 de septiembre. “en la región comprendida entre los paralelos
23o y 26o 52' 45" (la Puna de Atacama) examinadas las líneas propuestas por
los peritos, y no habiendo sido posible arribar a conclusión alguna común, se
acordó suspender la consideración del asunto" (Cisneros y Escudé, 2000).
3. Acta del 22 de septiembre. Fijaba las diferencias de los peritos argentino y
chileno respecto de la línea general de frontera desde los 26o 52' 45" hasta
Lucas Ezequiel Demaria
19
las inmediaciones del lago Viedma. Esta tercera acta aclaraba que “en vista
de las anteriores declaraciones contradictorias que plantean una cuestión que sólo el
árbitro puede resolver y no habiendo sido posible arribar a arreglo alguno directo”,
los negociadores “convinieron, en nombre de sus respectivos Gobiernos, en remitir
al de Su Majestad Británica copia de la presente acta, de las actas de los peritos leídas
y de los tratados y acuerdos internacionales vigentes para que, con sujeción a la base
segunda del compromiso de 17 de abril de 1896, resuelva la divergencia de que se ha
dejado constancia precedentemente”.
Los documentos anteriormente mencionados se entregarían por medio de los
representantes diplomáticos argentino y chileno acreditados en Londres,
quienes debían solicitar además a la Corona Británica que, en su carácter de
árbitro, “proceda a designar la comisión que deberá verificar el estudio previo del
terreno y a resolver las divergencias en conjunto y en un solo fallo” (Cisneros y
Escudé, 2000).
4. Acta del 22 de septiembre. “a la línea que debe separar a la República de Chile
en la región vecina al paralelo 52o de latitud sur” (región del seno de Última
Esperanza) y señalaba que la controversia en torno a esta línea fronteriza
debía ser remitida al Gobierno de Su Majestad Británica “para que resuelva las
citadas divergencias y determine la línea divisoria en la región nombrada, previo
estudio del terreno por la Comisión que designará al efecto”.
En la tercera acta se establece que las líneas de ambos peritos concuerdan en los
puntos 331 y 332 por parte del perito chileno, con los puntos 304 y 305 por el perito
argentino. Este acuerdo deja fuera de arbitraje el sector en que las partes están de
acuerdo, punto que será desarrollado en el capítulo siguiente del presente trabajo.
h. El laudo de la Puna de Atacama
El día 2 de noviembre de 1898, dos nuevas actas fueron firmadas, por las que se
establecía el principio de solución para la Puna de Atacama. En ellas se convino
que se reuniría una conferencia en Buenos Aires con delegados de ambos Estados
para trazar el límite en la Puna, y que en caso de no hallar una solución, el límite
sería fijado por una comisión integrada por el Ministro Plenipotenciario de los
Estados Unidos y un delegado de cada parte.
A pesar de que las partes reunidas en Buenos Aires para solucionar la cuestión del
límite en la Puna de Atacama no llegaron a un acuerdo, la cuestión fue solucionada
tras la conformación de una comisión liderada por el Ministro Plenipotenciario de los
Lucas Ezequiel Demaria
20
Estados Unidos, W. Buchanan. Esta comisión dictó su laudo el día 24 de marzo de
1899, por el cual atribuyó 59 000 km2 a la Argentina y aproximadamente 12 000 km2
a Chile.
Fuente: Barberis y Pfirter,
pag. 98,1998.
i. La situación política (1899-1902)
Tras estos acuerdos y el encuentro entre los Presidentes Julio Argentino Roca y
Federico Errázuriz en el Estrecho de Magallanes, los días 15, 16 y 17 de febrero de
1899, se logró establecer un promisorio espacio de dialogo entre ambos países.
Sin embargo, más allá de los intentos de acercamiento entre ambos países, la
carrera armamentista continuó, y a ello se sumaron algunos incidentes fronterizos.
A pesar del encuentro con Errázuriz, Roca decidió fortalecer la posición argentina
evitando una posible alianza entre Chile y el Brasil, ya que a Chile le convenía
abrirle un segundo frente a la Argentina. Por ello digitó hábilmente una visita a Río
de Janeiro para agosto de 1899, donde fue recibido por el presidente Manuel
Campos Salles, visita que luego fue retribuida en octubre de 1900. No hubo pactos,
pero sí un apreciable acercamiento que cerraba la posibilidad de un eventual
segundo frente.
Lucas Ezequiel Demaria
21
Mientras tanto, seguía el trámite del arbitraje en Londres. La reina Victoria nombró
un tribunal arbitral, formado por Lord Edward Macnaghter, el mayor general Sir
Charles Ardagh, el Coronel Thomas H. Holdich y el Mayor E. Hills. La tarea habría
de durar desde 1899 hasta 1902. Terminados los alegatos iniciales, el Coronel
Holdich fue designado para reconocer sobre el terreno la zona en litigio.
Paralelamente, el 28 de mayo de 1902 se firmaron en Santiago de Chile los
denominados Pactos de Mayo. El primero de ellos fue un tratado general de
arbitraje, el cual creó un sistema de arbitraje obligatorio para “todas las controversias
de cualquier naturaleza” que se suscitaren entre las Partes, excepto aquellas que
afectaren algún precepto de la Constitución Nacional de uno u otro país. Las Partes
podrían recurrir a él de común acuerdo, o unilateralmente. El árbitro designado era
S. M. Británica, quien debía decidir “de acuerdo con los principios del Derecho
Internacional”. El fallo sería inapelable y su cumplimiento quedaba “confiado al honor
de las Naciones signatarias”.
El otro acuerdo fue una convención sobre limitación de armamentos navales, por la
que se comprometieron igualmente a no aumentar durante cinco años sus
armamentos navales sin un aviso previo de 18 meses a la otra Parte.
También se suscribió un acta para solicitar al árbitro británico que designara una
comisión para demarcar el límite que fijaría la sentencia.
j. La sentencia arbitral de Eduardo VII
Un día antes de la sentencia, el Tribunal arbitral aprobó un informe que elevó
conjuntamente con la cartografía correspondiente a S. M. Británica. Dicho informe
consideraba que las líneas orográfica e hidrográfica frecuentemente eran
inconciliables, y que ninguna de ellas se ajustaba al espíritu de los tratados que el
árbitro debía interpretar.
Ante estas circunstancias, el Tribunal decidió apartarse, en alguna medida, de los
acuerdos que debía aplicar, según el compromiso arbitral, y fijar una línea
alternativa que se hallaba dentro de las pretensiones máximas de las Partes y que
se ajustaba a su voluntad.
En consecuencia, el informe dividió la zona en litigio en cuatro regiones: la del paso
de San Francisco, la cuenca del Lago Lacar, la región que se extiende desde las
inmediaciones del Lago Nahuel Huapi a las del lago Viedma, y la zona adyacente al
Seno de Última Esperanza.
Lucas Ezequiel Demaria
22
La sentencia arbitral del día siguiente estableció en lo referente a estos territorios:
Artículo 1º- El límite en la región del Paso de San Francisco será formado por
la línea divisoria de las aguas, que extiende desde el hito ya erigido en ese paso
hasta la cumbre del cerro denominado Tres Cruces.
Artículo 2º- La hoya del lago Lácar se adjudica a la República Argentina.
Artículo 3º- Desde el Paso de Pérez Rosales, cerca de la parte norte del lago
Nahuel Huapi, hasta las inmediaciones del lago Viedma, el límite pasará por el
monte Tronador, y desde allí hacia el río Palena por las líneas de división de
aguas determinadas por ciertos puntos obligatorios que hemos fijado sobre los
ríos Manso, Puelo, Futaleufú y Palena-Encuentro o Carrenleufú, adjudicando a
la Argentina las hoyas superiores de dichos ríos, aguas arriba de los puntos que
hemos fijado, incluyendo los valles de Villegas, Nuevo, Cholila, Colonia 16 de
Octubre, Frío, Huemules y Corcovado; y a Chile las hoyas inferiores aguas
abajo de dichos puntos.
Desde el punto fijo sobre el río Palena, el límite seguirá el río Encuentro hasta
el pico llamado Virgen, y desde allí a la línea que hemos fijado cruzando el lago
General Paz, y desde allí por la línea divisoria de las aguas determinada por el
punto que hemos fijado sobre el río Pico, desde donde ascenderá a la divisoria
principal de las aguas del continente sudamericano en la loma Baguales, y
seguirá dicha línea divisoria de las aguas hasta una cumbre cuya denominación
local es La Galera. Desde este punto seguirá ciertos tributarios del río Simpson
(o brazo austral del Aisén), que hemos fijado y alcanza el pico llamado ApYwan, desde donde seguirá la línea divisoria de las aguas, determinada por un
punto que hemos fijado en un promontorio de la ribera norte del lago Buenos
Aires. La hoya superior del río Pico queda así adjudicada a la Argentina y la
inferior a Chile. Toda la hoya del río Cisnes (o Frías) se adjudica a Chile, y
también toda la hoya del Aisén, con la excepción de un trecho en las cabeceras
del brazo sur que incluye una estancia llamada de Koslowskey, que se adjudica
a la Argentina.
La continuación ulterior del límite queda determinada por líneas que hemos
fijado cruzando los lagos Buenos Aires, Pueyrredón (o Cochrane) y San Martín,
quedando así asignadas las porciones occidentales de las hoyas de estos lagos a
Chile, y las porciones orientales a la Argentina, encontrándose sobre los
cordones divisorios los elevados picos llamados monte San Lorenzo y Fitz-Roy.
Lucas Ezequiel Demaria
23
Desde el monte Fitz-Roy hasta el monte Stokes la línea fronteriza ha sido ya
determinada.
Artículo 4º- Desde las inmediaciones del monte Stokes hasta el paralelo 52 de
latitud sur, el límite seguirá primeramente la divisoria continental de las aguas,
determinada por la sierra Baguales, apartándose de esta última hacia el sur para
cruzar el río Vizcachas hacia el monte Cazador en la extremidad sureste, de
cuya montaña cruza el río Guillermo, y se junta nuevamente con la divisoria
continental de aguas al oriente del monte Solitario, siguiéndola hasta el paralelo
52 de latitud sur; desde cuyo punto el resto de la frontera ha sido ya demarcado
por acuerdo mutuo entre los Estados respectivos.
La superficie disputada en este arbitraje fue de 89 421 km2, de los cuales se
adjudicaron a Chile 50 500 km2 y a la Argentina 38 921 km2. Este laudo no
especificó cual es el criterio de delimitación aplicable a todas las secciones
sometidas a arbitraje, sino que, alternando los criterios orográfico e hidrográfico en
cada tramo del límite, efectuó una suerte de distribución equitativa del terreno, sin
ofrecer argumentos que apoyaran o descalificaran las posiciones de las Partes
(Barberis y Pfirter, 1998).
Sin embargo, la Argentina y Chile no formularon objeciones con respecto a la
prescindencia del derecho que fuera indicado al árbitro. Por el contrario, ambos
países aceptaron la decisión.
Lucas Ezequiel Demaria
24
Fuente: Barberis y Pfirter,
pag. 105,1998.
k. Las relaciones (1902-1956)
Los Pactos de Mayo y el arbitraje de Gran Bretaña, significaron no sólo el final de la
carrera armamentista y la paz armada entre la Argentina y Chile. También
determinaron la abrupta pérdida de interés por las cuestiones de límites. En la
agenda de las relaciones bilaterales, la cuestión limítrofe perdió la prioridad que
había tenido en los anteriores cincuenta años (Lacoste, 2003).
Sin embargo algunas cuestiones fueron surgiendo después del laudo británico.
En primer lugar, se encuentra el error en la demarcación encabezada por Holdich
en 1903, donde debían colocarse los hitos 16 y 17 en la zona del Río Palena, que
luego sería llevado a laudo.
También se sumaria el caso del Canal del Beagle, cuando el navío Almirante
Brown, de la marina de guerra argentina, demostró que el canal de Beagle
contornea a la isla Navarino, dejando al este las islas de Picton, Nueva y Lennox. El
gobierno chileno no aceptó esta tesis y sostuvo que el Beagle seguía derecho hacia
el este, pegado a la costa de Tierra del Fuego, dejando al sur las tres islas citadas
que, de este modo y de acuerdo al tratado de 1881, pertenecerían a Chile (Scenna,
1981). Como fruto de las negociaciones, en 1905 los gobiernos argentino y chileno
Lucas Ezequiel Demaria
25
redactaron un proyecto de arbitraje conocido como Vergara Donoso-Rodríguez
Larreta, pero el mismo no tuvo la aprobación necesaria. Luego en 1915 hubo otro
Protocolo para llegar a un arbitraje, pero el mismo tampoco fue ratificado. En 1938,
se intentó nuevamente con la firma de otro Convenio de Arbitraje, pero al igual que
los anteriores, tampoco fue ratificado.
Según Miguel Scenna (Scenna, 1981), durante la segunda presidencia de Yrigoyen
(1928-1930), el Mariscal Hindenburg, hizo llegar confidencialmente a través del
Inspector General del Ejército Argentino, General Severo Toranzo, que los servicios
de inteligencia germanos poseían pruebas de que Chile se aprestaba a invadir el
territorio argentino. Una línea de invasión caería sobre Zapala, para seguir a la
ciudad de Neuquén y llegar hasta Bahía Blanca. Otra línea entraría por los ríos
Mayo y Senguer, para luego seguir hasta Comodoro Rivadavia. Yrigoyen instruyó al
Alférez de navío Alberto Sautú Riestra para inspeccionar y fotografiar los pasos
cordilleranos y certificar la presencia en ellos del Ejército chileno. La misión del
Alférez fue exitosa e hizo fracasar el proyecto chileno.
El 16 de abril de 1941, los representantes de los gobiernos argentino y chileno
firmaron el Protocolo sobre Reposición y Colocación de Hitos, que también creó la
Comisión Mixta de Límites, integrada por personal de ambas naciones. El objetivo
de dicha Comisión era el de revisar el estado de los hitos y fijar otros intermedios,
estableciendo al detalle la frontera, así como también determinar las coordenadas
exactas de todos los hitos de la frontera argentino-chilena.
La comisión poseía un plan de trabajo y disposiciones generales que
reglamentaban su labor. Allí se preveía la elaboración de una carta geográfica de
toda la frontera en escala de 1:50 000, que cubría un ancho de cinco kilómetros a
cada lado del límite. Por consiguiente, la comisión dividió la frontera en dieciséis
secciones, enumerándolas desde el sur hacia el norte y desde entonces trabajó
hasta la actualidad.
Cabe destacar que en 1947 aviones norteamericanos fotografiaron parte de la
Patagonia Austral, tras lo cual Chile comenzó a realizar cambios en su cartografía,
expresados en el mapa de 1953 del Instituto Geográfico Militar de Chile, que luego
sería retirado de circulación.
l. El reinicio de las disputas limítrofes
Durante la primera presidencia (1946-1951) y la segunda (1951-1955) del General
Perón, la política latinoamericana, y en especial la referida a los países vecinos,
Lucas Ezequiel Demaria
26
estuvo centrada en la concertación de acuerdos bilaterales de cooperación y
complementación, cuyo objetivo fue la creación de una comunidad solidaria con
América Latina. No se presentaron problemas importantes en lo que respecta a las
cuestiones de límites. En 1954 las Cancillerías de ambos países llegaron a un
principio de acuerdo en el cual se disponían a dividir por la línea media al Canal del
Beagle, y someter las islas a arbitraje. Este convenio finalmente no fue firmado, y
con la caída del General Perón (1955) las relaciones entre los dos países volvieron
a tensarse.
Es en esta época donde según Lacoste (2003) se da un resurgimiento de las ideas
chauvinistas basadas en la tesis del “Chile fantástico”. Este movimiento impulsa un
cambio en los textos escolares, donde aparecen nuevas representaciones
territoriales de Chile en las cuales se afirmaba la pertenencia de la Patagonia a
Chile. Ejemplo de ello es el texto de Francisco Frías Valenzuela de Historia y
Geografía de 1957, en el cual el autor explica el acuerdo de 1881 en los siguientes
términos:
Si bien es cierto que la Argentina se abstuvo de intervenir por las armas en la
contienda iniciada el 79, no lo es menos que no dejó de aprovecharse de la
situación apremiando a Chile a resolver la cuestión de límites en las horas más
difíciles de la crisis internacional. Finalmente, al término del gobierno de Pinto
se firmó el tratado del 28 de julio de 1881, en el cual renunció Chile a la
Patagonia.
Para principios de la década del 60’, la Argentina, a través de los escritos de Diego
Luis Molinari, volvía a surgir en la Argentina la tesis de la “Argentina Fantástica”,
con la aprobación del Instituto Geográfico Militar.
Durante el gobierno de A. Frondizi (1958-1962), se dieron los incidentes en el islote
Snipe, ubicado en el Canal de Beagle, hechos que en realidad ya habían tenido un
episodio previo durante el Gobierno de P. Aramburu.
Los chilenos colocaron una baliza ciega (sin luz) en el islote ubicado en la zona de
litigio, y personal de la Armada Argentina procedió posteriormente a retirarla y a
colocar en su lugar una baliza luminosa con identificación argentina (Lanús, 1986).
El 17 de agosto de 1958 se dio por concluido el incidente con una declaración
conjunta en la que ambos gobiernos expresaron que volvían las cosas al estado en
que se encontraban en enero de ese año, y que la Argentina se comprometía a
retirar las fuerzas del islote.
Lucas Ezequiel Demaria
27
Hacia marzo de 1960, ambas Cancillerías llegaron a un entendimiento completo,
que finalmente terminó plasmándose en cuatro acuerdos:
1. Protocolo de Arbitraje en la región del Río Encuentro.
2. Protocolo de sometimiento a la Corte Internacional de la Haya la cuestión de
las Islas Picton y Nueva.
3. Acta adicional al Protocolo del 16 de abril de 1941, por el cual si los peritos
no se ponían de acuerdo sobre la colocación de los hitos y las Cancillerías
tampoco, cualquiera de las partes podía elevar el asunto al árbitro Británico.
4. Convenio de Navegación en los Canales Fueguinos.
Sin embargo, estos acuerdos enmarcados dentro de los denominados “Pactos del
Sesenta”, fueron rechazados por el Senado de Chile en 1960, para posteriormente
ser retirados del Congreso chileno por parte del Presidente Eduardo Frei en 1965.
m. El laudo Palena – Río Encuentro
Como consecuencia del Informe Holdich de 1903, en septiembre de 1964, Chile
solicitó al Gobierno de S. M. Británica una interpretación sobre el recorrido del límite
entre los hitos 16 y 17. El error consistía en que el río Encuentro no nacía donde
decía el laudo arbitral:
“Desde el punto fijo sobre el río Palena, el límite seguirá el río Encuentro hasta el pico
llamado Virgen, y desde allí a la línea que hemos fijado cruzando el lago General Paz…”
(Articulo 3° Laudo Arbitral de 1902).
Sin embargo, en el transcurso del año siguiente, el oficial demarcador británico,
Bertram Dickson, erigió el hito XVI en la confluencia de los ríos Palena y Encuentro
y al hito XVII a orillas del lago General Paz. Dadas las dificultades en el terreno,
resulto imposible colocar el hito correspondiente en el Cerro de la Virgen, tal cual lo
enunciaba el laudo.
En 1907, el Ingeniero Luis A. Álvarez, contratado por el gobierno argentino para
localizar geográficamente el Río Encuentro, informó que la ubicación del hito XVI no
se correspondía con lo expresado en el laudo y que el mismo debía localizarse a
unos quince kilómetros hacia el oeste, en tanto no era posible que desde allí se
pudiera alcanzar el Cerro de la Virgen según lo estipulado en el Laudo; error
material que el Gobierno Argentino informó oficialmente al Gobierno de Chile en
diciembre de 1913. Por su parte, para finales del mismo año, este último rechazó
los reclamos relacionados a la ubicación del hito XVI, alegando que el Fallo de 1902
era de carácter inapelable.
Lucas Ezequiel Demaria
28
Tras la conformación de la Comisión Mixta Argentina-Chilena de Límites en 1941,
en el año 1948 en sus trabajos en el terreno, no lograron ubicar el hito XVI y a su
vez, pone de manifiesto las dificultades que se presentaron para seguir el Laudo a
partir del Cerro de la Virgen hacia el norte.
Ante la falta de acuerdo respecto de la ubicación geográfica del hito XVI, ambos
gobiernos deciden someter el diferendo a consideración de la Corona Británica en
la sección de frontera comprendida entre los hitos XVI y XVII, en noviembre de
1964.
La sentencia arbitral fue firmada por la Reina Isabel II el 9 de diciembre de 1966, y
quedaron para Chile las partes más pobladas y las tierras de mejor calidad, aunque
el 71% del territorio en disputa, que en su mayor parte eran montañas, le
correspondió a la Argentina.
Fuente: Barberis y Pfirter,
pag. 110,1998.
n. El conflicto en Laguna del Desierto
La situación de los límites entre ambos países vuelve a surgir a fines de octubre de
1965 en una reunión en Mendoza entre los Presidentes Arturo Umberto Illia y
Eduardo Nicanor Frei. En ella se acordó acelerar los trabajos de la Comisión Mixta
de Límites, a fin de evitar nuevas situaciones conflictivas. Sin embargo, el 6 de
Lucas Ezequiel Demaria
29
noviembre, una patrulla de carabineros fue enviada a investigar la situación del
señor Domingo Sepúlveda en la zona de Laguna del Desierto, violando lo acordado
en Mendoza (Scenna, 1981). Esta patrulla se encontró con una guarnición de
gendarmes, que instó a los carabineros a retirarse. Ante la negativa de parte de los
carabineros chilenos, se produjo un intercambio de fuego que dio como resultado la
muerte del Teniente Hernán Merino Correa de los carabineros. Los sobrevivientes y
el cadáver de Merino, son trasladados en avión a Río Gallegos.
Posteriormente, antes de concluir el año de 1965, una declaración conjunta
estableció que la Comisión de Límites debía reunirse en Balmaceda, a fin de
inspeccionar el hito 62 y de efectuar un reconocimiento terrestre y aéreo de la zona.
o. El Canal de Beagle
A fines de noviembre de 1967, se produjo la incursión sin autorización previa de la
cañonera chilena Quidora en Ushuaia, en aguas de jurisdicción argentina. La
incursión provocó una nota de protesta que fue entregada por el canciller Costa
Méndez al embajador Hernán Videla Lira.
El gobierno trasandino, aunque reconoció el desvío del Quidora hacia aguas
territoriales argentinas, hizo observaciones respecto del fuego intimidatorio que
efectuó contra el barco de guerra chileno el aviso argentino Yrigoyen (Scenna,
1981).
Como resultado de estos incidentes, en diciembre de 1967, el gobierno chileno,
invocó el artículo 5º del Tratado General de Arbitraje de 1902, y recurrió
unilateralmente al árbitro británico. La Cancillería argentina respondió que de
acuerdo con lo acordado anteriormente, ambos gobiernos debían someter sus
diferendos limítrofes ante la Corte Internacional de Justicia.
No obstante, el gobierno chileno insistió en el arbitraje británico. Incluso, el 1º de
mayo de 1969, la Cámara de Diputados chilena aprobó una declaración,
exhortando
al
gobierno
argentino
a
someterse
a
la
alternativa
elegida
unilateralmente por las autoridades de Santiago (Cisneros y Escudé, 2000).
Esta disputa pareció encontrar una solución cuando se emitió la llamada
“Declaración Buenos Aires” en junio de 1970, que dio origen a la negociación
definitiva, que culminó un año después, con la firma del compromiso arbitral por
parte de los Presidentes Lanusse y Allende.
Lucas Ezequiel Demaria
30
El compromiso establecía que el árbitro británico designaría una Corte Arbitral
compuesta por cinco jueces de la Corte Internacional de Justicia para determinar el
límite entre ambos países en la zona del Canal del Beagle y para que declarase a
qué país pertenecían las islas Picton, Lennox y Nueva. Se acordó, además, que si
la decisión de la Corte era sancionada por S. M. Británica, valdría como sentencia.
El 18 de febrero de 1977, la Corte Arbitral dio a conocer su decisión unánime,
fijando el límite del canal y reconociendo la soberanía chilena sobre las tres islas en
disputa. Dos meses después, el 18 de abril de 1977, S. M. Británica sancionó la
decisión de la Corte Arbitral y declaró que ella constituía la sentencia arbitral
(Barberis y Pfierter, 1998).
Inmediatamente después de la publicación del laudo, Chile lo aceptó y comenzó a
aplicarlo en el terreno, por lo que pretendió extender su jurisdicción marítima a 200
millas alrededor de las islas, quebrando el principio bioceánico establecido en el
acuerdo de 1893. Al día siguiente, el Gobierno argentino emitió un comunicado por
el que se anunciaba que se respetaría los compromisos internacionales asumidos
pero que se dejaba constancia que no se admitiría una decisión que vulnerara
derechos soberanos e intereses permanentes argentinos, jamás sometidos a
decisión de arbitro alguno; para que en enero de 1978 dar a conocer su Declaración
de Nulidad unilateral del laudo británico.
Ante esta nueva situación a lo largo de 1978 hubo diversas negociaciones para
tratar de solucionar el diferendo. Pero a pesar de estos intentos diplomáticos, y de
las reuniones presidenciales del Plumerillos (20 de enero de 1978) y de Puerto
Montt (20 de febrero de 1978), el único camino que se veía era la guerra.
En septiembre de 1978, las FFAA argentinas comenzaron a delinear el “Operativo
Soberanía”, que consistía en un plan de batalla que comenzaría dos meses
después, en diciembre.
El plan establecía el inicio de las operaciones en el Canal de Beagle con fuerzas de
la Armada y un ataque en conjunto entre el Ejército y la Fuerza Aérea en cuatro
puntos diferentes de la frontera, buscando cortar el territorio chileno por la mitad.
Según Bruno Passarelli (1998), los muertos en la primera semana de operaciones
se estimaban en 20 000, y no se descartaba una posible regionalización del
conflicto. El 21 de diciembre debían comenzar las primeras operaciones, y cerca se
estuvo de ello, si no fuera porque el mal clima impidió a la flota de guerra argentina
comenzar las acciones.
Lucas Ezequiel Demaria
31
Al promediar la mañana del 22 de diciembre, el Papa Juan Pablo II tomó la iniciativa
de tratar de evitar la guerra, y les dijo a los miembros del Colegio Cardenalicio:
“Confirman la urgencia de la necesidad de luchar a favor de la paz, las tristes
noticias llegadas recientemente del continente sudamericano. Es motivo de
profundo dolor y de íntima preocupación el enfrentamiento que se ha ido
agudizando en este último período entre la Argentina y Chile, a pesar del
vibrante llamamiento de paz hecho a los responsables por parte de los
Episcopados de los dos países, vivamente apoyados por mi predecesor Juan
Pablo I” (Tapia, 1997).
Tras esta intervención de Juan Pablo II, se logró evitar la guerra, y el Santo Padre
decidió mediar entre las partes, nombrando al Cardenal Samoré para lograr este
cometido.
El 8 de enero de 1979, ambos países firmaron el Acta de Montevideo, por la cual se
sometían a la mediación papal. Sin embargo, las conversaciones y discusiones se
prolongaron por varios años más.
Finalmente, el 29 de noviembre de 1984, los Ministros de Relaciones Exteriores de
la Argentina, Dante Caputo, y Chile, Jaime del Valle Allende, y el Representante de
Juan Pablo II, Cardenal Agostino Casarolli, firmaron en Roma el Tratado de Paz y
Amistad (cf. Anexo). La solución generada en el citado acuerdo deja entrever que la
traza desde los puntos A a F no tiene ninguna base jurídica y que los puntos fueron
determinados por mutuo acuerdo entre las partes. De hecho, esta traza puede
pensarse como una “poligonal marítima”, una suerte de antecedente del Acuerdo de
1991 en la zona de los Hielos Continentales.
El Acuerdo de Paz y Amistad dio por finalizado el diferendo por el Canal del Beagle
y generó un nuevo período de relaciones entre los dos países.
Lucas Ezequiel Demaria
32
Fuente: Carta I Anexa al Tratado de
Paz y Amistad, 1984.
Lucas Ezequiel Demaria
33
Capítulo III: Surgimiento del problema limítrofe en la
zona de Hielos Continentales
1. Introducción
El comienzo del problema limítrofe por los denominados “Hielos Continentales” o
“Campos de Hielo” puede remontarse a las negociaciones realizadas por ambos
países tras el Acuerdo para Facilitar las Operaciones de Deslinde Territorial de 1896.
En este tratado, las partes se comprometían a someter las divergencias que surgieran
a Su Majestad Británica para que ésta arbitrare en el caso en que los peritos no
estuvieren de acuerdo.
A pesar de las dificultades entre los peritos, en 1898 se firman en Santiago de Chile
varias actas para acelerar el proceso demarcatorio y determinar aquellas áreas que
serían sometidas al arbitraje de S. M. Británica. Los Peritos Arana y Moreno
suscribieron sendas actas, donde cada uno identificó su trazado de la línea general de
la frontera por puntos y trechos con números. Luego de varias reuniones pudo
comprobarse que existían coincidencias y divergencias entre las líneas que proponían
ambos peritos.
En el sector de los Hielos Continentales, ambos peritos estuvieron de acuerdo en el
límite a ser establecido, y por ello no fue sometido al arbitraje de S. M. Británica. Es
decir, el trecho identificado por Barros Arana entre los puntos 331 y 332 y por Moreno
con los números 304 y 305.
Concretamente para Arana, desde la Cordillera del Chaltén (punto 331), la cual dividía
las aguas de la hoya hidrográfica del Lago Viedma que desagua en el Atlántico por el
río Santa Cruz de aquellas vertientes chilenas que desaguan en los canales del
Pacífico. El otro punto, establecido por la Cordillera del Stokes (punto 332), que divide
las aguas de la hoya hidrográfica del Lago Argentino, que también desagua en el
Atlántico a través del río Santa Cruz, de las vertientes de los ríos chilenos que
desaguan en el Pacifico (divortia aquarum).
Por su parte, Moreno identificó el tramo entre los números 304 y 305 con el Monte Fitz
Roy y los cerros que se elevan en el centro del ventisquero del Lago Viedma (principio
orográfico).
Ambos peritos advirtieron que había una coincidencia en este tramo, y por ello
firmaron dos actas. Una se suscribió el 22 de septiembre de 1898. En ella, los peritos
Lucas Ezequiel Demaria
34
afirmaron que las líneas entre los puntos 331 y 332 señalados por Arana y los puntos
304 y 305 por Moreno eran concordantes.
Unos días después, el 1º de octubre del mismo año, el Ministro Plenipotenciario de la
República Argentina, Zacarías Sánchez, y el Canciller chileno, Alejandro Bertrand,
firmaron una segunda acta, en la cual afirmaron la coincidencia ente los puntos 331 y
332 (Chile) con los puntos 304 y 305 (Argentina).
El resultado final de la suscripción de estas dos actas consistió en que el tramo no fue
sometido al arbitraje de S.M. Británica. Incluso en el laudo de 1902 se reafirma la
coincidencia en el artículo 3º, cuando dice “Desde el monte Fitz Roy hasta el monte Stokes
la línea fronteriza ha sido ya determinada”.
Sin embargo, en el informe presentado un día antes del Laudo, en el último párrafo del
punto 22 se establece:
“... De este punto seguirá la línea media del lago (San Martín) hacia el sur, hasta
un paraje frente a la punta que termina en la orilla sur del lago, en la longitud
72, 47 Oeste, desde donde el límite se trazará hasta el pie de esa punta y
ascenderá a la línea divisoria de aguas local hasta el Monte Fitz Roy y de allí a
la línea de división de aguas continentales al Noroeste del Lago Viedma, aquí el
limite ya ha sido determinado por las dos Repúblicas”.
Esta última parte del informe ya hace suponer que la divisoria de aguas continentales
se encontraba más al Oeste del Monte Fitz Roy, dado que desde éste se iría a un
punto al Noroeste del Lago Viedma, hasta encontrar dicha divisoria.
Pero a pesar de la coincidencia, ambos peritos estaban equivocados o buscaban
puntos de referencia que, aunque no estuvieran de acuerdo con los Tratados firmados,
se convirtieron en puntos de coincidencia.
2. El Monte Fitz Roy
Este cerro se ubica a los -49º 16’ 16’’ de latitud y -73º 02’ 35’’ de longitud. Según Rey
Balmaceda (1993), es muy posible (y así lo aceptan escritores chilenos) que los
primeros hombres no indígenas que avistaron la enhiesta cumbre del Fitz Roy hayan
sido, a fines del siglo XVIII, Antonio de Viedma y sus compañeros provenientes del
Atlántico. Es interesante recordar la descripción que proporciona Viedma, que avistó
aparentemente el Cerro desde el extremo Noroeste del lago que le recuerda:
Lucas Ezequiel Demaria
35
“En el fondo de esta ensenada que forman las sierras, hay dos piedras como dos
torres, la una más alta que la otra, cuyas puntas muy agudas, exceden a todas las
sierras vecinas en altura, sin nieve en ella, y les llaman los indios Chaltén” (Hoy
Fitz Roy y cerro Torre).
Por su parte, Francisco P. Moreno (Moreno, 2001) afirmó,
“...que como es un volcán activo no ha sido mencionado por navegantes ni
viajeros, y como el nombre de Chantén que le dan los indios lo aplican también
a otras montañas, me permito llamarle volcán Fitz Roy, como una muestra de la
gratitud que los argentinos debemos a la memoria del sabio y enérgico
almirante inglés que dio a conocer a la ciencia geográfica, prestando al mismo
tiempo inmensos servicios al comercio, las costas de la América austral; sus
minuciosos y magníficos trabajos siempre serán admirados”.
Este cerro de 3 400 m.s.n.m, se erigió en apoyo de un hito como consecuencia de los
acuerdos alcanzados en 1898 entre Moreno y Arana, luego reafirmados por el laudo
británico de 1902 y finalmente por el laudo de 1994 sobre Laguna del Desierto.
Como se dijo previamente la posición del Monte Fitz Roy estaba fuera del Cordón
Principal y fuera de la divisoria de aguas. Con los informes posteriores, este hecho
quedó confirmado.
En el informe del capitán Crosthwait, del día 1 de junio de 1903, referido a su visión del
cerro Fitz Roy desde el extremo oriental del lago Viedma, se dice que:
“El monte Fitz Roy era el punto más conspicuo. Se destacaba magníficamente i
es muy característico i singular, tan parado que no se sujeta en él la nieve.
Parecía estar situado muy al oriente de la línea general de la cordillera tal como
lo había supuesto el señor Bertrand”.
Días después, en el informe presentado por el coronel Holdich a la Comisión
demarcadora, se dice:
“Se llama también la atención a las observaciones del Capitán Crosthwait
acerca de la posición del monte Fitz Roy i la probabilidad de que esta montaña
no esté en la divisoria principal de las aguas, asunto que requiere naturalmente
mayor prueba i que de ningún modo viene a invalidar el Fallo (Oficina de
Límites Internacionales de la Argentina, 1906)”.
Lucas Ezequiel Demaria
36
La mayor prueba solicitada por el Coronel Holdich se daría en 1916, en una expedición
que descubrió el Cordón Mariano Moreno, y que demostró así que el Cerro Fitz Roy no
era la montaña más elevada de la zona, que no formaba parte del cordón principal de
la Cordillera de los Andes y tampoco de la divisoria de aguas continentales, pues está
emplazado en territorio con pendiente Atlántica.
3. El Monte Stokes
Ubicado a los -50°49' 14’’ de latitud y a los -73°12’ 00’’ de longitud, este monte fue
descubierto en la expedición del renombrado británico Charles Darwin en febrero de
1834. Fue él quien realizó el bautismo del Monte Stokes en honor de su asistente
cartográfico. El cerro, de 2.060 m.s.n.m (o más precisamente “desde sus
inmediaciones”) es el comienzo de la cadena de los Baguales, que desde ahí hasta el
paralelo 52 fue delimitada por el laudo de 1902 (cf. art. 4 del Laudo Arbitral).
En algunos escritos chilenos se suele hablar del “Falso Stokes” en lugar del Cerro
Mayo, alegando que “fue corrido al sur por los expertos argentinos a finales del siglo
XIX y comienzos del siglo XX” (Fagerstrom, 1995). También esta situación se da en
otros escritos y cartas de lectores.
Sin embargo, en vista del mapa chileno de 1906, la ubicación de dicho cerro es clara y
también lo es la ubicación del Cerro Mayo, que se encuentra varios kilómetros al norte.
De todos modos, no debe dejar de tomarse en cuenta que en el citado mapa, la línea
del límite no pasa por el Monte Stokes, sino más bien por sus inmediaciones, que van
desde el Monte Cubo hasta el Cerro Daudet, cumpliendo desde el punto de vista
chileno el informe del Laudo de 1902, que afirmaba “desde las proximidades del Monte
Stokes”.
La Argentina, por su parte, siempre tomó este cerro como punto limítrofe, fuera o no
parte de la divisoria de aguas. Esto recién será develado en los trabajos realizados en
1998, que confirmaron que dicho Monte tiene “vertiente Pacífica” de los Andes.
4. El comienzo de las discusiones por la zona de los Hielos Continentales
Según la entonces Senadora por Santa Cruz, Cristina Fernández de Kirchner (1996):
“la carta de la Comisión Chilena de Límites, editada en 1906, que comprende la
Zona de los Hielos, entre los paralelos 49° a 50° Sur, respeta escrupulosamente,
en una zona inexplorada, los Glaciares Argentinos, como el límite en la
cordillera Darwin, entre el Cerro Murallón y el Cerro Bertrand. La carta editada
Lucas Ezequiel Demaria
37
en 1953 fue retirada de circulación en 1957, debido a que el Senador chileno
Balmaceda inició un gran movimiento en la opinión pública de su país al
sostener que la cartografía del Instituto Geográfico de Chile era deficiente. En
esa cartografía, el límite penetraba en territorio argentino frente al Cerro
Campana. Estas cuestiones no merecieron por parte de ninguna de ambas
Cancillerías denuncia ni protesta diplomática ya que no había conflicto. Por otra
parte, resulta paradójico que se pretenda fundamentar un presunto conflicto en
cartografía chilena, cuando hace pocos días se ha anunciado que recién ha
concluido dicho país la cartografía a escala de la cual no contaba respecto de la
zona en cuestión”.
Pero a pesar de lo expresado por la entonces Senadora, podrá verse que la
cartografía de ambos países ya marcaba algunas diferencias en el sector comprendido
entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Stokes. Ejemplo de ello es lo expresado
anteriormente sobre la situación del Stokes.
Aunque la diferencia cartográfica en una zona que era prácticamente inexplorada
podía existir, el momento en el cual este sector pasa a ser una diferencia explícita
entre ambas naciones es en la reunión de la UNESCO realizada en Sydney en 1981,
en el marco de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, cultural y
Natural, aprobada por la Conferencia General de las Naciones Unidas. En esta
ocasión, la Argentina propone la incorporación del “Parque Nacional Los Glaciares”
creado en 1937, y que abarca una extensión de aproximadamente 600 000 hectáreas,
como patrimonio mundial. Para ello tuvo que cumplir una cantidad de requerimientos
formales, como adjuntar un mapa donde se localizaba el parque referido, fijándose el
límite en la zona de los Hielos Continentales, según la histórica posición oficial
argentina (Cherniak, 2005).
En dicha ocasión, el representante de la República de Chile, manifestó ciertas
reservas en relación con un diferendo territorial, basándose en lo instituido, en el
artículo 11, inciso 2º de la Convención de 1972.
La replica del representante argentino, Secretario Pallarino fue:
“El delegado argentino ante la 5ta. Sesión del Comité de Patrimonio Mundial,
presenta sus atentos saludos a los honorables miembros del Comité, y en
relación a la declaración efectuada por el Sr. Representante de la República de
Chile, se notifica por la presente la respuesta de la República Argentina, para su
incorporación en las Actas de Sesión, cuyo texto oficial es el siguiente:
Lucas Ezequiel Demaria
38
‘Con relación a la declaración efectuada por el representante de Chile
acerca del Parque Nacional Los Glaciares, la delegación argentina
rechaza con firmeza esa improcedente declaración, ya que toda la
extensión del Parque se encuentra ubicada incuestionablemente en
territorio argentino. Es la primera vez que Chile pretende cuestionar los
límites en esa región. El Parque fue creado en 1937, existiendo una
ocupación argentina efectiva, pacífica y no contestada hasta hoy de toda
esa zona que le pertenece por el Tratado de Límites firmado entre la
Argentina y Chile en 1881. El delegado argentino reitera a los
honorables miembros del Comité las seguridades de su consideración
más distinguida’. (Bobrik, 1985)
A su vez, el Geógrafo chileno César Gatica Muñoz afirma que el inicio de la disputa
limítrofe sobre los “Campos de Hielo Sur” tiene sus inicios en los primeros años de la
década de 1980, cuando recibió de parte del Director de Límites de la época, Don
Arturo Ayala, el encargo de examinar y centralizar la documentación cartográfica y
escrita referida tanto a los Hielos como a Laguna del Desierto. A ello agrega que en
esos días, Chile y la Argentina se encontraban abocados al proceso de Mediación
Papal, por lo cual evidentemente habría resultado perturbador para este proceso
abordar otra cuestión relativa a límites (Browne, 1999).
Lucas Ezequiel Demaria
39
Capítulo IV: Las negociaciones y la solución a la
cuestión de los Hielos Continentales
1. Los cambios en la política exterior chilena
Según Van Klaveren (1998), a lo largo de su historia, las relaciones exteriores de Chile
han incluido elementos de continuidad y de cambio, que estuvieron siempre asociados
a la estabilidad (política, social, económica) interna e internacional, tanto en el ámbito
regional como en el mundial.
Estas relaciones se han desarrollado en tres planos: el estratégico-territorial, el político
diplomático y el económico.
La faz estratégico-territorial es la que ha mostrado una mayor estabilidad, lo cual se ha
manifestado en la constancia y regularidad que siempre evidenció la Cancillería
chilena a la hora de dirimir cuestiones limítrofes. El debate político relativo a las
cuestiones territoriales ha sido, por lo general, intenso, pero a la vez, es el que ha
recogido mayor consenso en lo referido a los principios y definiciones básicas. Muchas
de estas cuestiones se originaron en las indefiniciones típicas del período colonial y en
posteriores dificultades de demarcación, que incluso se han mantenido hasta tiempos
muy recientes. Y es precisamente este fenómeno el que ha sido un elemento
diferenciador de la política exterior chilena frente a la errática conducta de los demás
países de la región.
Se podría afirmar que la década de 1990 en Chile comenzó cuando se escrutó el
último voto del plebiscito de 1988, por el cual el general Augusto Pinochet Ugarte se
vio obligado a llamar a las elecciones generales que elegirían a su sucesor. Y el inicio
de los ‘90 marcó profundos cambios en la política trasandina, tanto en lo interior como
en lo exterior. Es claro que los cambios ocurridos en la dimensión doméstica han sido
los más visibles y notorios, pero aunque menos perceptibles, la política exterior chilena
también ha sufrido transformaciones radicales.
El establecimiento de un gobierno democrático en 1990, en el marco de un proceso de
transición
pacífico
y
consensuado,
pero
también
muy
prolongado,
implicó,
naturalmente, la búsqueda de reinsertar a Chile en el ámbito internacional. Este
proceso de reinserción se buscó en un contexto ciertamente cambiante, múltiple y
complejo, tanto en el ámbito internacional como en el regional, en lo cual intervinieron
componentes tanto políticos como económicos.
Lucas Ezequiel Demaria
40
Una visión general de la política exterior chilena permite identificar importantes
elementos de cambio, especialmente evidentes en el área política y en el área
diplomática.
Las definiciones territoriales y estratégicas del país, por el contrario, han presentado
una mayor continuidad. Pero a pesar de ello, a partir de 1990 se observan ciertas
modificaciones que apuntan especialmente hacia una solución definitiva de las
diferencias limítrofes pendientes con la República Argentina. Ello revela un cambio en
las percepciones sobre el peso de los actores territoriales en las relaciones bilaterales,
que incluso queda en evidencia en “la frecuencia con que ahora se habla de relaciones
vecinales en lugar de relaciones limítrofes” (Van Klaveren, 1997).
2. Los cambios en la política exterior argentina
Con el retorno de la democracia en diciembre de 1983, el gobierno del Doctor Raúl
Alfonsín debió afrontar la ardua tarea de reconstruir el sistema democrático, lidiando a
la vez con el peso de una abultada deuda externa, agravada tras la crisis mexicana de
1982, e intentando resolver la cuestión de los derechos humanos.
Según Cisneros y Piñeiro (2002), el gran logro de este gobierno en el ámbito de las
relaciones internacionales fue convertir a la Argentina, del país más belicoso de la
región, a un creíble defensor de la paz. Esta actitud coincidía con los resabios de
idealismo krausiano que eran propio del radicalismo argentino, y que hacia encuadrar
la aspiración de paz en la región dentro de apelaciones muy ideologizadas al desarme
mundial. Con poco realismo, se adscribió a la idea de que la deuda externa debía ser
sometida a un tratamiento político.
En un sentido más realista, Alfonsín tuvo la firme decisión de avanzar en un acuerdo
con Chile, sin marcar las diferencias ideológicas con el entonces gobernante del país
trasandino, el General Augusto Pinochet. El resultado fue el Acuerdo de Paz y Amistad
de 29 de noviembre de 1984, al que se llegó tras un inédito llamando a una consulta
popular convocada a través del Decreto Nro. 2.272/84, la que finalmente tuvo lugar el
día 25 de noviembre de 1984.
También es durante su gobierno cuando se sientan las bases fundamentales de lo que
luego sería el MERCOSUR. El punto de inicio puede ser fechado en noviembre de
1985, cuando los presidentes Alfonsín y Sarney firmaron la Declaración de Iguazú, y
luego en julio de 1986, cuando se firmó el Acta para la Integración Argentino-Brasilera,
Lucas Ezequiel Demaria
41
con la que se pone en marcha el Programa para la Integración y Cooperación
Económica (PICE).
Sin embargo, tras cinco años de gobierno, y con varios planes económicos fallidos, la
hiperinflación azotó a la Argentina. Paralelamente, la cuestión militar no había logrado
ser resulta y el gobierno de Alfonsín sufrió varios levantamientos militares.
Según Escudé y Cisneros (2000), la Argentina en este momento se encontraba
completamente aislada del mundo occidental. A tan solo siete años de la Guerra de
Malvinas, nuestro país continuaba sufriendo un bloqueo a las compras de armas por
parte de los Estados Unidos (Enmienda Humphrey-Kennedy de 19771) y del Reino
Unido.
Sin embargo, durante el Gobierno de Alfonsín hubieron algunas excepciones al
mencionado aislamiento, para citar sólo algunas: la integración del Grupo de Apoyo a
Contadora2, y principalmente los acuerdos de pesca con los soviéticos en aguas de
Malvinas (julio de 1986), la no adhesión al TNP (Tratado de No Proliferación de 1968)
por considerarlo discriminatorio al pregonar por el “desarme de los desarmados” y la
no ratificación de Tlatelolco (firmado en 1967, que prohíbe el uso, producción,
adquisición y empleo de armas nucleares en la región) por entenderlo como una
versión regional del TNP.
A fines de los ochenta, y a diferencia de Chile, el cambio en la política exterior
argentina no estuvo tan marcado por el retorno de la democracia, sino más bien por
cuestiones económicas entre las cuales se pueden enumerar: ajuste externo,
retracción de la inversión, caída del producto por habitante, deterioro de la
recaudación tributaria, déficits públicos, inflación, fuga hacia el dólar y depreciación
monetaria.
Escudé (2003) plantea: “la novedad crucial que cambió radicalmente esta situación quizás
haya sido la hiperinflación de 1989 y 1990. La hiperinflación, un problema monetario, hizo a las
dirigencias y al público argentinos más conscientes de sus bolsillos. Significó el derrumbe del
gobierno de Alfonsín, que debió renunciar meses antes de la terminación de su mandato,
cediendo su lugar al presidente electo”.
1
Enmienda realizada a la Sección 620-B de la Ley norteamericana de Ayuda Exterior, aprobada por el
Congreso de los Estados Unidos en 1977, la cual entró en vigor a partir de octubre de 1978. La misma
suspendía toda ayuda militar a la Argentina por las violaciones a los derechos humanos.
2
El Grupo Contadora fue creado por Colombia, México, Panamá y Venezuela en 1983 para promover la paz
en los conflictos armados en Centroamérica, en especial, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Luego, en
1985, se conformó el Grupo de Apoyo a Contadora compuesto por Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.
Lucas Ezequiel Demaria
42
Para Miryam Colacrai (2003), producido el cambio de administración en julio de 1989,
el nuevo presidente, Carlos Menem, fijó como estrategia fundamental de su gobierno
mejorar la inserción de la Argentina dentro de un contexto internacional de cambio,
estableciendo una fuerte vinculación de los objetivos políticos y económicos internos
con las oportunidades y constreñimientos provenientes del marco externo. Durante su
gobierno se asumió el escenario de un mundo unipolar como eje estructurante de la
dimensión estratégico-militar, y los presupuestos del consenso de Washington
significaron el diseño de una nueva economía política para la Argentina.
El paradigma adoptado por la gestión de Menem partió de la percepción de una
Argentina como un país débil, y del vínculo con los Estados Unidos y los países
desarrollados de Occidente como una necesidad tanto económica como estratégica.
Partiendo del supuesto de la Argentina como componente débil de una relación
asimétrica con los Estados Unidos, la política exterior de la administración Menem se
orientó a convencer a gobiernos e inversores de que la Argentina podía ser un socio
confiable.
Según Escudé (2000), la política exterior de Menem “continuó con la política de Alfonsín
de acercamiento político a Chile, avanzando en el proceso de demarcación de límites, promovió
la apertura de mercados e intentó profundizar el proceso de integración económica con Brasil”.
Estas afirmaciones se encuentran planteadas en las presentaciones del entonces
Ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo, ante el Senado, en 1990:
“Para que podamos aprovechar plenamente el rico potencial de ese marco
internacional, es imprescindible alejar los riesgos de conflicto con otros países,
fortalecer nuestra credibilidad frente al mundo y encarar con decisión la
solución del angustiante y prioritario problema económico. Nuestros objetivos
de política exterior son simples y concretos. Deseamos avanzar en la solución
de las controversias en que somos parte. Deseamos profundizar nuestra amistad
con todos los países. Y deseamos ampliar los horizontes de nuestro comercio y
cooperación con el continente americano, Europa y otras regiones del mundo”.
(Fraga, 2002).
3. Las relaciones bilaterales: marzo, 1990 a agosto, 1991
Con la asunción en Chile de Patricio Aylwin (11 de marzo de 1990), las relaciones con
la República Argentina, liderada por el presidente Carlos Menem, comenzaron a dejar
atrás las antiguas rivalidades, para generar una nueva relación de amistad y
Lucas Ezequiel Demaria
43
crecimiento basada en una mutua confianza, en aras de lograr la integración entre
ambos Estados.
El problema potencial con el que se encontraron ambos mandatarios era la no
finalización de la demarcación (y delimitación) de la frontera común.
La primera alternativa que se manejó fue la firma, el 29 de agosto de 1990, de la
denominada “Declaración Presidencial de Santiago”, una serie de acuerdos de
cooperación tendientes a iniciar e implementar una nueva relación bilateral (Martínez,
2005). En relación con las cuestiones limítrofes, se incluyeron las cuestiones no
resueltas de límites entre ambos Estados. Para ello, ambos presidentes solicitaron al
presidente de la Comisión Mixta de Límites de cada país la preparación de un informe
detallado sobre todas las cuestiones aun pendientes relativas a la demarcación del
límite internacional.
El día 12 de septiembre de 1990 se presentó el informe de la Comisión Mixta de
Límites (Acta 132), en el cual se definían los 24 puntos geográficos en los que
persistían puntos pendientes de demarcación, y estos eran:
1. Cerro Negro o Volcán (Provincia de La Rioja).
2. Cumbre Sur de la Corrida de Cori (Provincia de La Rioja).
3. Cerro Bayo (Provincia de La Rioja).
4. Cerro Agua de la Falda (Provincia de La Rioja).
5. Sector comprendido entre el hito San Francisco y el Cerro Tres Cruces
(Provincia de Catamarca).
6. Cerro Puntiagudo y Lamas (Provincia de San Juan).
7. Cerro Dos Hermanas (Provincia de San Juan).
8. Cerro De los Patos (Provincia de San Juan).
9. Volcán Tupungatito o Bravard (Provincia de Mendoza).
10. Cerro de las Polleras (Provincia de Mendoza).
11. Ventisquero del Río del Plomo (Provincia de Mendoza).
12. Cerro Mora (Provincia de Mendoza).
13. Volcán Copahue (Provincia de Neuquén).
14. Cerro Rehue (Provincia de Neuquén).
15. Cerro Paimún (Provincia de Neuquén).
16. Cerro Campana (Provincia de Neuquén).
17. Cerro Pantojo (Provincia de Neuquén).
18. Cerro Volcánico (Provincia de Río Negro).
19. Cerro Cap (Provincia de Río Negro).
Lucas Ezequiel Demaria
44
20. Cerro "W" y Tres Hermanos (Provincia de Santa Cruz).
21. Sector comprendido entre el hito 62 y el Monte Fitz Roy (Provincia de Santa
Cruz).
22. Sector comprendido entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet, conocido
como “Hielos Continentales” (Provincia de Santa Cruz).
23. Sector comprendido entre el Cerro Daudet y el punto situado a 72º 57’ de
longitud Oeste en la Sierra Baguales (Provincia de Santa Cruz).
24. Hito en la orilla norte del Canal de Beagle (Provincia de Tierra del Fuego).
Cabe destacar que en citada acta quedó reflejado el hecho de que en las 16 secciones
de frontera, los trabajos se encontraban en su etapa final, con excepción de la zona de
los hielos, en parte de las secciones III y IV.
Poco después, aprovechando la visita del Presidente Aylwin en el mes de agosto de
1991, ambos presidentes firmaron una Declaración Conjunta mediante la cual se
definían los límites entre las dos Repúblicas.
4. La Declaración Presidencial sobre Límites entre la Argentina y Chile
Tomada la decisión política por parte de ambos mandatarios de resolver
definitivamente las cuestiones limítrofes pendientes entre ambos países, se acordó
utilizar como marco referencial el Acta 132 y se convino en rubricar el día 2 de agosto
de 1991 la “Declaración Presidencial sobre Límites entre la República Argentina y la
República de Chile”. Esta declaración resolvía las diferencias, de acuerdo con tres
sistemas diferentes y teniendo en cuenta las características de los veinticuatro tramos
en cuestión.
En el primer anexo a la declaración, cuyo título era “Acuerdo entre el gobierno de la
República Argentina y el gobierno de la República de Chile para precisar el límite en la
zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet”, se estableció el
recorrido del límite entre ambos Cerros, a través del establecimiento de tramos rectos
basados en 19 puntos.
Este acuerdo, luego denominado “Poligonal”, debía contar con la ratificación de los
Congresos de ambos países para hacerse efectivo.
El segundo anexo de la Declaración se titulaba “Decisión y bases para someter a
arbitraje el recorrido de la traza del limite entre la República Argentina y la República
de Chile en el sector comprendido entre el hito 62 y el Monte Fitz Roy”. Se estipuló
que el arbitraje se regiría por las normas previstas en el Tratado de Paz de 1984.
Lucas Ezequiel Demaria
45
En el tercer anexo, se instó a resolver los veintidós casos restantes, que se basaban
en cuestiones técnicas de demarcación, según el criterio sustentado por la Comisión
Mixta de Límites, es decir, con un criterio esencialmente equitativo. Los demarcadores
utilizaron el sistema de “bigotes” (entradas y salidas de ambos territorios), método que
permitió realizar correcciones en los hitos demarcatorios y fijar definitivamente el límite
en las zonas en cuestión (Cherniak, 2005).
Con respecto al primer anexo de la Declaración Presidencial, éste establecía una línea
poligonal entre las trazas de máxima de ambos países, que buscaba resolver la
cuestión dividiendo la zona en mitades. En rigor, fueron 1 057 km2 para Chile y 1 278
km2 para Argentina.
La Poligonal, por lo tanto, era más que nada una formula convencional, consensuada
políticamente y específicamente para este límite. Además, se acordaba que el límite
estaría formado por los tramos de rectas comprendidos entre 19 puntos geográficos,
identificados por coordenadas (Browne, 1999).
5. La cuestión de los Hielos Continentales: agosto, 1991 a octubre, 1994
Luego de la firma de la Declaración Presidencial sobre Límites entre la República
Argentina y la República de Chile por parte de los Presidentes Menem y Aylwin, ésta
ingresó en el Congreso de la Nación Argentina por la Cámara de Diputados, a través
del mensaje Nº 350. Sin embargo, su tratamiento en Comisión fue demorado hasta
junio de 1992.
En respuesta al tratamiento del “Acuerdo entre la Republica Argentina y la Republica
de Chile para precisar el limite en la zona comprendida entre el Monte Fitz Roy y el
Cerro Daudet”, el día 3 de julio de 1992 la Convención Nacional de la Unión Cívica
Radical dio a conocer su rechazo a través de una resolución, en la cual fundamentó su
decisión en la ausencia de dictámenes técnicos, científicos y jurídicos, que fueron
omitidos al momento de la firma del citado acuerdo.
También dentro del ámbito del Partido Gobernante de entonces surgieron voces de
desacuerdo respecto del Acuerdo de 1991. En particular, el entonces Gobernador de
la Provincia de Santa Cruz, Dr. Néstor Kirchner y su señora, la Senadora Cristina
Fernández de Kirchner, acusaron a través de distintos medios de prensa al entonces
Canciller Guido Di Tella y a la Cancillería Argentina, por tener una actitud “entreguista”
del territorio nacional, refiriéndose fundamentalmente a la forma de resolver las
cuestiones de Laguna del Desierto y de los Hielos Continentales.
Lucas Ezequiel Demaria
46
Estas primeras expresiones fueron las que ubicaron al Gobernador y después a la
Senadora en el plano nacional.
Pero también dentro de otros círculos de la sociedad civil argentina comenzaron a
aparecer voces contra el Acuerdo. Entre ellos puede destacarse a la Sociedad
Argentina
de
Estudios
Geográficos,
la
Academia
Argentina
de
Asuntos
Internacionales, la Academia Argentina de Geopolítica, la Academia Nacional de
Geografía, la Academia Nacional de Historia y las solicitadas de 50 gremios,
publicadas en el diario Crónica el día 26 de agosto de 1992.
Según Sergio Gabriel Eissa (2005), Menem decidió apurar los tiempos, presionando a
sus legisladores, y adelantando su viaje a Chile para el 1º de septiembre de 1992. Sin
embargo, luego de una reunión de Di Tella con los diputados radicales, que ratificaron
su rechazo al Tratado, se conoció además que, los diputados justicialistas, miembros
de las Comisiones que estudiaban el tema, Francisco Toto, Humberto Romero,
Graciela Caamaño y José Manuel Corchuelo Blasco, votarían en contra del Acuerdo.
De esta manera, en ese momento el gobierno parecía contar solamente con 13 votos
contra 12 en la Comisión de Defensa y con 13 votos contra 14 en la Comisión de
Relaciones Exteriores. Ante esa situación, se tomó la decisión de postergar el debate
hasta el 26 de agosto, con vistas a ganar tiempo y buscar la opinión favorable de la
sociedad.
Para julio de 1992, no se contaba aún con el número de votos necesario para aprobar
el texto en la Cámara de Diputados de la Nación. Ante este estado de cosas y la
creciente oposición interna, el Gobierno decidió congelar la discusión. Prueba de ello
fueron las declaraciones brindadas el día 14 de julio de 1992 por el entonces
Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Dr.
Carlos Ruckauf, al diario Ámbito Financiero. En ese entonces, el diputado Ruckauf dijo
que “no se han hecho consultas necesarias a la Comisión Argentina de Límites y al Instituto
Geográfico Militar”.
Carlos Cherniak (2005), por su parte, afirma que al otro lado de la cordillera la cuestión
de los Hielos Continentales no era considerada un tema importante por parte de la
opinión pública en el momento en que fue firmado el Acuerdo. A pesar de ello, un año
después, con una publicación de un artículo en La Tercera de Chile el día 8 de agosto
de 1992, con el titulo “La Argentina quedaría a 8 kms. del Pacifico”, varios diputados
de la oposición al gobierno de Aylwin, liderados por Antonio Horvath y Federico
Ringeling, plantearon al entonces Canciller de Chile que el Acuerdo limítrofe favorecía
ampliamente a la República Argentina.
Lucas Ezequiel Demaria
47
Ante esta situación, a ambos lados de la cordillera, los dos Presidentes en su
encuentro en el día 29 de agosto de 1992 decidieron congelar las discusiones sobre el
Acuerdo en ambos Congresos.
Desde esa fecha hasta el día 21 de octubre de 1994, las discusiones por el Acuerdo
entre la República Argentina y la República de Chile para precisar el límite en la zona
comprendida entre el Monte Fitz Roy y el Cerro Daudet se mantuvieron estancadas en
los foros legislativos de ambas naciones.
6. El laudo de Laguna del Desierto
Como se señaló anteriormente, el segundo anexo de la Declaración Presidencial fue el
acuerdo para someter a arbitraje la zona comprendida entre el hito 62 y el Monte Fitz
Roy, zona conocida como Laguna o Lago del Desierto.
El Tribunal estuvo compuesto por cinco miembros, de los cuales dos fueron
nombrados directamente por las partes y los otros tres por mutuo acuerdo y quedó
constituido en la ciudad de Río de Janeiro, a partir del 16 de diciembre de 1991.
Tras casi tres años de presentaciones de memorias y contramemorias, el 21 de
octubre de 1994 el Tribunal dicto su sentencia, dándole la razón a la tesis argentina.
Entre las conclusiones a las que llega el Tribunal, cabe destacar los puntos 107, 108 y
109 del Laudo, que se refieren al Monte Fitz Roy:
107. Estas conclusiones requieren de cierta precisión en el punto fronterizo
correspondiente al monte Fitz Roy. En efecto, cuando los peritos de ambas
Partes se reunieron en 1898, cada uno de ellos propuso lo que, en su opinión,
era la línea general de la frontera según el Tratado de 1881 y el Protocolo de
1893. En cuanto al sector limítrofe objeto de este arbitraje, el perito chileno
propuso como punto 331 de su proyecto que la línea pasara por la cordillera del
Chaltén, que divide la hoya hidrográfica del lago Viedma o Quicharre, que
desagua en el Atlántico por el río Santa Cruz, de las vertientes chilenas que van
a desaguar en los canales del Pacifico. Por su parte, el perito argentino propuso
como punto 304 de su proyecto, que el límite pasara por el cerro Fitz Roy. En
septiembre de 1898 el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile y el Ministro
plenipotenciario argentino en Santiago comprobaron que el punto 331 de la
propuesta chilena coincidía con el punto 304 de la argentina. En ese entonces,
se creía que el monte Fitz Roy, que formaba parte de la que Chile denominaba
Lucas Ezequiel Demaria
48
“Cordillera del Chaltén”, se hallaba dentro de la divisoria continental de aguas
sita en esa cordillera.
108. Durante el desarrollo del arbitraje de 1898-1902, y como consecuencia de
los trabajos técnicos de las Partes, se comprobó que el monte Fitz Roy se
hallaba al este de la divisoria continental. Así lo manifiestan el Chilean
Statement y el informe del capitán Crosthwait. Igualmente, el comisionado
demarcador británico, Sir Thomas Holdich, se refiere en su informe final al
monte Fitz Roy y menciona la probabilidad de que esa montaña no se encuentre
en la divisoria principal de aguas, una cuestión que, por supuesto, requiere un
examen ulterior y, de todos modos, no invalida el Laudo.
109. En el presente arbitraje, la Memoria argentina expresa que hubo acuerdo
entre los dos Gobiernos en que el monte Fitz Roy era un punto del límite. Chile,
por su parte, manifestó en su Contramemoria que compartía la opinión de
Argentina en cuanto a que hubo acuerdo entre los dos Gobiernos en que el
monte Fitz Roy era un punto del límite. Según las partes, debido a este acuerdo
el laudo de 1902 hizo pasar el límite por el monte Fitz Roy que se halla en la
cuenca atlántica. Debe interpretarse entonces que la pretensión máxima de Chile
indicada en el parágrafo 94 fue modificada, de acuerdo con la Argentina, en el
sentido de que la línea limítrofe, dentro de la llamada cordillera del Chaltén,
hiciera la inflexión necesaria para tocar el monte Fitz Roy. En resumen, pues la
pretensión máxima de Chile en 1898-1902 respecto del sector limítrofe
sometido a la decisión de este Tribunal fue el divortium aquarum continental
natural y efectivo, salvo el caso del monte Fitz Roy (Tribunal Arbitral
Internacional, 1994).
Lucas Ezequiel Demaria
49
Fuente: Barberis y Pfirter,
pag. 122,1998.
7. La cuestión de Hielos Continentales: octubre, 1994 y junio, 1999
El tema clave para la República de Chile en el Tratado de 1991 era la Laguna del
Desierto, y no los Hielos Continentales. Por ello es que debe destacarse que con tan
solo 20 días como Canciller de Chile, le tocó a José Miguel Insulza enfrentar el fallo
desfavorable sobre una zona tan sensitiva para la población chilena, debido al ya
citado enfrentamiento entre los Carabineros de Chile con la Gendarmería Nacional
Argentina, que había resultado en la muerte del Teniente de Carabineros Merino
Correa.
Además, en palabras del mismo Insulza (Browne, 1999) y para su sorpresa, el laudo
resulto ser 100% favorable para la República Argentina:
Lucas Ezequiel Demaria
50
“En ese momento, el Consejo de Seguridad Nacional de Chile, en la única
declaración pública sobre el fallo, con participación de los cuatro comandantes
de las Fuerzas Armadas y de Orden, aceptó el fallo y demandó el fin de todos
los problemas limítrofes. Era el momento para aprobar Hielos, pero
desgraciadamente no fue aprovechado”.
Para el entonces Vicecanciller argentino, Andrés Cisneros (Browne, 1999):
“el fallo arbitral sobre Laguna del Desierto, si bien permitió cerrar el anteúltimo
diferendo pendiente impactó negativamente sobre la posibilidad de hacer otro
tanto con los Hielos, al menos en seguida. Por un lado, los sectores en Chile
opuestos al acuerdo por Hielos dramatizaron fuertemente el resultado del
arbitraje, presentándolo como una gran derrota, y a Argentina como victimario,
a pesar de que el gobierno de Chile lo aceptó inmediatamente y el nuestro lo
recibió con mesura y evito y desalentó triunfalismos”.
Por su parte, el entonces Senador de la República de Chile, Adolfo Zaldívar Larraín,
comentó:
“es sabido que en Chile dicho fallo fue mal recibido y considerado injusto. Este
elemento es responsable de que algunos sectores sostengan que Chile ha
resultado perjudicado por el conjunto de los 24 puntos. Otra consecuencia, aún
más significativa, es que la opinión pública chilena, históricamente partidaria de
los arbitrajes internacionales, seguramente se opondría hoy a un eventual
arbitraje sobre Campo Sur” (Zaldívar, 1996).
Ahora bien, tras el fallo de Laguna del Desierto, la aplicación del Acuerdo de 1991
para precisar el límite entre el Fitz Roy y el Daudet tenía un serio problema, y éste era
el Cerro Fitz Roy.
Como bien lo presentó el entonces Presidente de la Comisión de Límites de la
Argentina ante la H. C. de Diputados de la Nación el 22 de diciembre de 1998:
“La relación entre la sentencia de 1994 con lo que tratamos aquí es evidente y
se hubiera hecho más evidente en caso de contar con mapas para ver el punto de
arranque del tratado que es el cerro Fitz Roy. Debido a la sentencia de 1994, el
cerro quedó encerrado en una especie de anzuelo que dificulta la marcha directa
hacia la divisoria continental, al noroeste del Lago Viedma (...). Es entonces
necesario que las autoridades con facultades para hacerlo delimiten el camino,
que informen cómo marcha la comisión y por dónde. Chile y Argentina son los
Lucas Ezequiel Demaria
51
que deben fijar la nueva delimitación. A la espera de esa delimitación, la
Comisión de Límites debe mantenerse en la punta del cerro...” (Diario de
Sesiones de la H. C. de Diputados, 22 de diciembre de 1998).
Ante la complicación dada por el fallo de Laguna del Desierto, se intentaron nuevas
soluciones para revivir el Acuerdo de 1991 sobre Hielos Continentales. Entre ellas se
encontró el protocolo Adicional Menem-Frei, que consta de nueve puntos, y que fue
firmado el 10 de diciembre de 1996. Este nuevo texto pretendía tranquilizar a las
opiniones publicas de ambos países respecto del control de los recursos hídricos,
aunque también vuelve a reafirmar en su punto 8 el carácter de punto indiscutido de
de la frontera común que tiene el Cerro Fitz Roy y el acceso que ambas partes deben
tener a él.
Al año siguiente, con la falta de acuerdo parlamentario a ambos lados de la Cordillera,
se gestionó una nueva intervención papal, en aras de lograr la ratificación
parlamentaria.
Sin embargo, ninguno de estos intentos logró destrabar la situación de estancamiento
que tenia el Acuerdo de 1991. Finalmente el 24 de junio de 1997, tras una reunión del
MERCOSUR en la ciudad de Ushuaia, el entonces Canciller, Guido Di Tella dijo: “La
Poligonal está muerta, hemos hecho el luto, la hemos bendecido y la hemos enterrado”
(Browne, 1999).
Antes de la defunción de la Poligonal, se acordó conformar un equipo de expertos para
que se estableciera una nueva traza de límite. Quien quedaría a cargo de esta misión
seria el Ministro de Primera Carlos Foradori, que desde el primer momento comenzó a
reunirse con la Directora de la Dirección de Fronteras y Límites de Chile, Embajador
María Teresa Infante. Foradori debió conformar un grupo multidisciplinario sobre
Hielos Continentales (G.T.CON.), en el que participaron las Academias de Geografía y
de Historia, el Instituto Geográfico Militar, el Instituto Nacional del Hielo Continental
Patagónico y el Estado Mayor Conjunto.
Por parte de Chile, la idea de darle un fundamento geográfico a la línea estancó
nuevamente las negociaciones, dado que los negociadores chilenos establecieron
como condiciones para mantener las negociaciones que se respetara la proximidad de
los fiordos y la entrada al Fitz Roy. Argentina, por otro lado, estimó necesario que una
nueva traza pasara sobre las cumbres del Cordón Pietrobelli y por el Monte Stokes.
Para los meses de septiembre y octubre de 1998, la G.T.CON realizó una misión en la
zona de los Hielos Continentales. “La operación fue previamente informada a la Cancillería
Lucas Ezequiel Demaria
52
chilena, como un eslabón más en el proceso de construcción de confianza”, afirmó el Ministro
Foradori. “Esta misión corroboró la necesidad de ‘delimitar’ y luego recién ‘demarcar’, tanto el
límite que va desde el Monte Fitz Roy hasta un punto al Oeste del Lago Viedma sobre la
divisoria continental de aguas, como en el extremo sur, la llegada al Cerro Daudet a partir del
Cerro Stokes” (Cherniak, 2005). En esta misión se obtuvieron las siguientes
conclusiones:
a. El Fitz Roy se encuentra en la cuenca atlántica.
b. El Stokes es cuenca pacífica.
c. Corta distancia entre la divisoria y los fiordos Andrews y Peel.
Tras el acuerdo interno logrado por la G.T.CON y el apoyo político por parte de la
UCR, el Socialismo y de otras fuerzas políticas que luego conformarían la Alianza, y
que no querían recibir el problema de los Hielos en su gobierno, la Argentina tuvo
mayor fuerza frente a los negociadores chilenos. A esto debe agregarse el hecho de
que un nuevo fracaso podría dar a lugar a un nuevo arbitraje, cosa que Chile tras
Laguna del Desierto no estaba dispuesto a aceptar.
Sin embargo, el deseo de llegar a una solución definitiva se matrializó el 2 de junio de
1999, cuando los miembros de los congresos de ambos países cerraron el último
conflicto limítrofe pendiente, al ratificar en forma simultánea el Tratado por los Hielos
Continentales.
8. El Acuerdo entre la República Argentina y la República de Chile para precisar el
recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Monte Daudet, de 1998
Tras largos años de discusiones, el 16 de diciembre de 1998 se firmó el Acuerdo para
precisar el recorrido del límite desde el Monte Fitz Roy hasta el Monte Daudet. Este
acuerdo esta compuesto por un preámbulo, y luego esta divido en siete artículos.
El primero de ellos es el que establece la división de la zona a ser precisada de
delimitación en dos secciones:
Sección A: Desde el Cerro Murallón hasta el Cerro Daudet. En esta sección, el
límite comienza en el Cerro Murallón, y de ahí en dirección sur va pasando por
distintos cerros que son divisoria de aguas, hasta el Cerro Spegazzini Sur, desde
donde se sigue mediante rectas que unen nueve puntos geográficos (A, B, C, D, E,
F, G, H e I). Entre el punto J y el K, el límite pasara por la divisoria de aguas. Desde
este último punto, el límite corre uniendo otros puntos identificados como L y M. A
partir del punto M, nuevamente se irá por la divisoria de aguas, pasando por los
Cerros Petrobelli, Gardener y Cacique Casimiro, hasta tocar el punto Ñ, desde
Lucas Ezequiel Demaria
53
donde partirá una recta hasta el punto O. La línea desde el punto O pasará por el
Cerro Teniente Feilberg prosiguiendo por la divisoria de aguas hasta el punto P,
desde donde partirá la recta uniendo el punto Q y el Cerro Stokes. Desde este
Cerro la línea tocará otros tres puntos (R, S y T), hasta llegar al Monte Daudet.
Sección B: Desde la Cumbre del Monte Fitz Roy hasta el Cerro Murallón. Esta
sección da por resuelta la salida desde el Monte Fitz Roy a través de la divisoria de
aguas del citado cerro, hasta un punto geográfico al Sur de éste, y desde allí partirá
otra recta en dirección Oeste, para luego continuar por el paralelo del lugar, hacia el
Occidente. Esto significa que Chile mantuvo su pretensión de conservar un acceso
al citado Monte, pero la Argentina también obtuvo una salida desde las cercanías
de la Aguja Bífida del Fitz Roy, hasta el Noroeste del Lago Viedma, sobre la
divisoria continental de aguas. A partir del área determinada entre los paralelos de
Latitud Sur 49º 10’ 00’’ y 49º 47’30’’, y los meridianos de Longitud Oeste 73º 38’ 00’’
y 72º 59’ 00’’, se encomienda a la Comisión Mixta de Límites Argentina-Chile la
realización conjunta de una carta a escala 1:50.000, como requisito indispensable
para la demarcación en el terreno, aplicando el Protocolo sobre Colocación y
Reposición de Hitos en la Frontera Argentino-Chilena de 1941 y el Plan de Trabajos
y Disposiciones Generales que rige a la COMIX, en particular el punto 1.21.
Conforme lo que establece este punto, la línea limítrofe debe dirigirse a la divisoria
de aguas continental, en cumplimiento con el Tratado de Límites de 1881, del
Protocolo de 1893, del informe de mapas y sentencia de 1902, y de los restantes
instrumentos jurídicos con anterioridad a 1941. En base a lo expresado, desde el
paralelo del lugar se llegará hasta la divisoria de aguas continentales, la cual se
encuentra en el Cordón Moreno y desde ahí se seguirá siguiendo la divisoria dentro
de dicho Cordón hasta llegar al Monte Murallón.
El tercer artículo establece que las aguas que fluyen y desaguan en el Río Santa Cruz
serán considerados como recurso hídrico propio de la República Argentina, y del
mismo modo, serán consideradas chilenas las aguas que fluyen hacia los fiordos.
El resto de los artículos versan sobre el medio ambiente y las emergencias, a
excepción del artículo sexto, el cual incluye los anexos como parte del acuerdo.
9. Las críticas al acuerdo de 1998
Dentro de las principales críticas hechas al Acuerdo de 1998 y al de 1991 sobre la
zona, la más importante es que el trecho ubicado entre el Monte Stokes y el Daudet
fue delimitado por el Laudo arbitral de 1902, que fue aceptado por ambos países.
Lucas Ezequiel Demaria
54
En este sentido, el Rey de Gran Bretaña expresó en el artículo 4to:
“Desde las inmediaciones del monte Stokes hasta el paralelo 52 de latitud sur, el
límite seguirá primeramente la divisoria continental de las aguas, determinada
por la sierra Baguales, apartándose de esta última hacia el sur para cruzar el río
Vizcachas, hacia el monte Cazador en la extremidad sureste, de cuya montaña
cruza el río Guillermo, y se junta nuevamente con la divisoria continental de
aguas al oriente del monte Solitario, siguiéndola hasta el paralelo 52 de latitud
sur; desde cuyo punto el resto de la frontera ha sido ya demarcado por acuerdo
mutuo entre los Estados respectivos”.
Ante esta cuestión, cabe señalar que este techo había sido delimitado por el Laudo
Arbitral de 1902, pero era de complicada aplicación porque en su redacción establecía
“desde las inmediaciones del Monte Stokes”. Esta situación fue enmendada con el
Acuerdo de 1998, que establecía que la cima del dicho Monte sería por donde pasaría
el límite, y que desde allí hacia el Este buscaba la divisoria continental de aguas, hasta
llegar al Monte Daudet.
Otra cuestión fue la de Laguna Escondida, cerca de los fiordos Andrews y Peels. En
este punto, la línea limítrofe se desplaza al Este para no cortar los fiordos y mantener
la continuidad del territorio chileno, saliendo de las altas cumbres divisorias de aguas.
El Acuerdo de 1998 fue fruto de un proceso de negociaciones. La República Argentina
logró que el límite se desplazara desde el Monte Fitz Roy hasta el Cordón Moreno. A
partir de allí, el límite correría hacia el sur, manteniendo bajo su jurisdicción los
glaciares Viedma y Moreno. Chile, por su parte, logró que en la zona sur del continente
el límite, sí o sí, pasase por el Monte Stokes. Desde allí se desplazaría hacia el Este,
alejándolo de los fiordos y es ante esta situación que la Laguna Escondida quedó bajo
soberanía argentina pero rodeada por los fiordos chilenos evitando de esta manera
cortar la continuidad geográfica de Chile.
La Dra. Ana Maknis (1999) afirma que:
“el Acuerdo de 1998 cede a Chile las nacientes y fuentes de alimentación de la
cuenca atlántica del río Santa Cruz, que se encuentran en el Campo de Hielo
Sur, que es argentino, y en los glaciares periféricos de desagüe atlántico.
Demarcando con la poligonal de 1998, el Campo de Hielo Sur en su totalidad y
la mayor parte de la superficie de los glaciares periféricos de desagüe quedan en
Chile”.
Lucas Ezequiel Demaria
55
Maknis (1999) también incluye dentro de las críticas al Acuerdo el término “divisoria de
aguas”, que en su texto no se especifica el tipo del que se trata “si es la propia de un
accidente orográfico; continental o local, que son las dos posibilidades de línea hidrográfica”.
En respuesta a esta cuestión, el Acuerdo de 1998, en su artículo tercero, estableció
que las nacientes del río Santa Cruz son de propiedad de la República Argentina. Por
lo tanto, más allá de las posibles críticas que ha recibido, el Acuerdo fue un gran logro
por parte de la Cancillería Argentina, ya que consiguió este reconocimiento por parte
de Chile.
En este punto, cabe citar al Ingeniero Raúl Lopardo, del Instituto del Agua y del
Ambiente, quien en la Reunión de las Comisiones de Relaciones Exteriores y Defensa
afirmó:
“El Artículo 1 es muy importante, porque se refiere a que en la zona en cuestión
no será aplicable el Protocolo Específico Adicional sobre Recursos Hídricos
Compartidos de agosto de 1991. Nuestro problema era que la cuenca del río
Santa Cruz, junto a sus nacientes en el Glaciar Viedma, fuera considerada un
recuso hídrico compartido. El artículo 3 establece que en el marco del presente
acuerdo, las partes declaran que todas las aguas que fluyen hacia y desaguan por
el río Santa Cruz serán consideradas a todos los efectos como recurso hídrico de
la República Argentina (...). Además, tuvimos el cuidado de verificar que
efectivamente figurase en el acuerdo un segundo punto muy importante. Dicho
punto establece que cada parte se compromete a no alterar en cantidad y calidad
las aguas, es decir que no solamente no se puede desviar el curso ni impedir el
desarrollo de ningún tipo de actividad, sino que cualquier problema de
contaminación queda absolutamente vedado por la firma eventual de este
acuerdo”.
Lucas Ezequiel Demaria
56
Capítulo V: Conclusiones
Llega el momento de volver sobre lo analizado, con el fin último de revisar nuestra
hipótesis central de trabajo.
Como se ha podido ver a lo largo del presente trabajo, y en especial en el capítulo II, el
establecimiento del límite entre las Repúblicas de Argentina y Chile no fue una tarea fácil,
sino más bien el producto de 150 años de discusiones territoriales (hasta 1881) y
limítrofes (hasta 1998), durante las cuales muchas veces el uso de la fuerza fue una
posibilidad más cercana que remota.
La aparición de un límite y de una frontera entre ambos países no fue sino el resultado
lógico de la aparición, expansión y afianzamiento de los dos estados nacionales. Y este
proceso se produjo, en parte, a través de la conquista de nuevos territorios que
anteriormente eran del dominio de los pueblos originarios.
En consecuencia, se puede afirmar que sólo cuando los dos ejércitos estuvieron al
alcance el uno del otro, la problemática limítrofe comenzó a ser una cuestión prioritaria en
la relación bilateral (ya determinada la cuestión territorial en 1881).
Es en este contexto de alta conflictividad por razones limítrofes surgen intentos de
acercamiento plasmados en distintos acuerdos, que sin embargo los peritos de ambos
países incurrieron en un error, que al no contar con los adelantos técnicos modernos,
fijaron puntos limítrofes que no eran los que establecían los instrumentos legales
firmados por ambos países.
Como se analizó en el capítulo III, estos puntos son el Monte Fitz Roy y el Monte Stokes,
ninguno de los cuales formaban parte del encadenamiento principal de la Cordillera de
los Andes y no dividen las aguas continentales.
Para la Argentina, el error cometido al considerar el Monte Fitz Roy como parte del límite
significó la pérdida del territorio que va desde el Cordón Moreno hasta dicho cerro. Este
error de considerar al Monte Fitz Roy como hito, no solamente quedó afianzado por los
acuerdos entre Francisco Moreno y Barros Arana en 1898, sino también por el Laudo
Arbitral de 1902, el Acuerdo Presidencial de 1991 y luego el Laudo de Laguna del
Desierto en 1994, todos instrumentos que dejarán a la Argentina sin la posibilidad de
eliminar al Fitz Roy como hito.
Para la República de Chile, el error en el Monte Stokes significó que la Argentina se
aproximara sobre los fiordos y una pérdida de territorio entre el citado cerro y el
encadenamiento principal de la Cordillera. Al igual que en el caso del Fitz Roy, una serie
Lucas Ezequiel Demaria
57
de textos legales afianzaron la idea de que el Cerro Stokes fuera establecido como hito.
Ellos fueron los acuerdos de 1898, el Laudo Arbitral de 1902 y el Acuerdo Presidencial de
1991.
Sin embargo, a diferencia del caso del Fitz Roy, la ubicación precisa del Monte Stokes
fue confirmada en los trabajos de campo que llevaron a la firma del Acuerdo de 1998,
dando fin a una historia binacional centrada en las cuestiones limítrofes.
De todo lo anterior se concluye que la hipótesis queda demostrada, en el sentido en que
los dos errores geográficos produjeron un diferendo, el de los Hielos Continentales, que
perduró a lo largo de un siglo (hasta 1998), pero que salió a la luz recién en la Reunión
de la UNESCO realizada en Sydney en 1981, en el marco de la Convención sobre la
Protección del Patrimonio Natural, Cultural y Natural.
Con la firma del Acuerdo sobre los Hielos Continentales de 1998, se define la traza y
precisa el límite entre el Monte Fitz Roy y el Monte Daudet.
Más allá de las imprecisiones geográficas que han sido demostradas, el acuerdo sigue el
principio establecido en 1881 de altas cumbres divisorias de aguas (principio orográfico)
en casi toda la extensión del territorio delimitado, salvo en aquellos lugares donde se ha
demostrado que la traza del límite evita el citado acuerdo por cuestiones geográficas.
Hoy día, sólo resta la aplicación del Acuerdo en el terreno, lo cual requerirá el trabajo de
Comisión Mixta en la zona, realizando las fotos aéreas y luego las mediciones de los
puntos, para luego poder confeccionar la cartografía necesaria en una escala de
1:50.000. Una vez realizada, y con la aprobación de ambas Comisiones, se pasará a la
etapa final, que es la demarcación en el terreno. Con ello culminará la demarcación de la
segunda frontera más larga del mundo.
Lucas Ezequiel Demaria
58
Anexos Jurídicos
Tratado de Límites de 1881
En el nombre de Dios Todopoderoso. Animados los Gobiernos de la República
Argentina y de la República de Chile del propósito de resolver amistosa y dignamente
la controversia de límites que ha existido entre ambos países, y dando cumplimiento al
artículo 39 del Tratado de abril del año 1856, han resuelto celebrar un Tratado de
Límites y nombrado a este efecto sus plenipotenciarios, a saber: S.E. el Presidente de
la República Argentina al doctor don Bernardo de Irigoyen, Ministro Secretario de
Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores; S.E. el Presidente de la
República de Chile a don Francisco B. de Echeverría, Cónsul General de aquella
República; quienes, después de haberse manifestado sus plenos poderes y
encontrándolos bastantes para celebrar este acto han convenido en los siguientes
artículos:
Artículo 1º. El límite entre la República Argentina y Chile es, de norte a sur, hasta el
paralelo 52 de latitud, la cordillera de los Andes. La línea fronteriza correrá en esa
extensión por las cumbres más elevadas de dichas cordilleras que dividen las aguas y
pasará por entre las vertientes que se desprenden a un lado y otro. Las dificultades
que pudieran suscitarse por las existencias de ciertos valles formados por la
bifurcación de la cordillera y en que no sea clara la línea divisoria de las aguas, serán
resueltas amistosamente por dos peritos nombrado uno de cada parte. En caso de no
arribar éstos a un acuerdo, será llamado a decidirlo un tercer perito designado por
ambos gobiernos. De las operaciones que practiquen se levantará un acta en doble
ejemplar, firmada por los dos peritos, en los puntos en que hubiesen estado de
acuerdo, y además, por el tercer perito en los puntos resueltos por éste. Esta acta
producirá pleno efecto desde que estuviere suscripta por ellos y se considerará firme y
valedera sin necesidad de otras formalidades o trámites. Un ejemplar del acta será
elevado a cada uno de los gobiernos.
Artículo 2º. En la parte austral del continente y al norte del Estrecho de Magallanes, el
límite entre los dos países será una línea que, partiendo de Punta Dungeness, se
prolonga por tierra hasta Monte Dinero; de aquí continuará hacia el oeste, siguiendo
las mayores elevaciones de la cadena de colinas que allí existen, hasta tocar en la
altura de Monte Aymond. De este punto se prolongará la línea hasta la intersección del
meridiano 70 con el paralelo 52 de latitud y de aquí seguirá hacia el oeste,
coincidiendo con este último paralelo hasta el divortia aquarum de los Andes. Los
Lucas Ezequiel Demaria
59
territorios que quedan al norte de dicha línea pertenecerán a la República Argentina; y
a Chile lo que se extienda al sur, sin perjuicio de lo que dispone respecto de la Tierra
del Fuego e islas adyacentes, el artículo tercero.
Artículo 3º. En la Tierra del Fuego se trazará una línea que partiendo del punto
denominado Cabo del Espíritu Santo en la latitud 52o 40', se prolongará hacia el sur,
coincidiendo con el meridiano occidental de Greenwich, 68o 34', hasta tocar en el
Canal Beagle. La Tierra del Fuego, dividida de esta manera, será chilena en la parte
occidental y argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas, pertenecerán a la
República Argentina la isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta,
y las demás islas que haya sobre el Atlántico al oriente de la Tierra del Fuego y costas
orientales de la Patagonia; y pertenecerán a Chile todas las islas al sur del Canal
Beagle hasta el cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del Fuego.
Artículo 4º. Los mismos peritos a que se refiere el artículo primero fijarán en el terreno
las líneas indicadas en los artículos anteriores y procederán en la misma forma que allí
se determina.
Artículo 5º. El Estrecho de Magallanes queda neutralizado a perpetuidad y asegurada
su libre navegación para las banderas de todas las naciones. En el interés de asegurar
esta libertad y neutralidad, no se construirán en las costas fortificaciones ni defensas
militares que puedan contrariar ese propósito.
Artículo 6º. Los gobiernos de la República Argentina y de Chile ejercerán pleno
dominio a perpetuidad sobre los territorios que respectivamente les pertenecen según
el presente arreglo. Toda cuestión que, por desgracia, surgiere entre ambos países, ya
sea con motivo de esta transacción, ya sea de cualquier otra causa, será sometida al
fallo de una potencia amiga, quedando en todo caso como límite inconmovible entre
las dos Repúblicas el que se expresa en el presente arreglo.
Artículo 7º. Las ratificaciones de este tratado serán canjeadas en el término de
sesenta días, o antes si fuere posible, y el canje tendrá lugar en la ciudad de Buenos
Aires o en la de Santiago de Chile. En fe de lo cual los plenipotenciarios de la
República Argentina y de la República de Chile firmaron y sellaron con sus respectivos
sellos, y por duplicado el presente tratado en la ciudad de Buenos Aires, a veintitrés
días del mes de julio del año de nuestro Señor 1881.
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
60
Convención Lastarria-Uriburu
Los gobiernos de la República de Chile y de la República Argentina, animados del
común deseo de dar ejecución á lo estatuido en el tratado celebrado por ambos en 23
de julio de 1881, con arreglo á la demarcación de los límites territoriales entre uno y
otro país, han nombrado sus respectivos plenipotenciarios á saber:
Su Excelencia el Presidente de la República de Chile, al señor don Demetrio Lastarria,
ministro de relaciones exteriores. Y Su Excelencia el Presidente de la República
Argentina, al señor doctor José E. Uriburu, su enviado extraordinario y ministro
plenipotenciario en Chile.
Quienes, debidamente autorizados al efecto, han acordado las estipulaciones
contenidas en las cláusulas siguientes:
I. El nombramiento de los dos peritos á que se refieren los artículos 1º y 4º del tratado
de límites de 1881, se hará por los gobiernos signatarios dentro del término de dos
meses, contados desde el canje de las ratificaciones de este convenio.
II. Para auxiliar á los peritos en el desempeño de sus funciones, cada uno de los
gobiernos nombrará también en el mismo plazo cinco ayudantes.
El número de estas podrá aumentarse en proporción idéntica por una y otra parte,
siempre que los peritos lo soliciten de común acuerdo.
III. Los peritos DEBERAN ejecutar en el TERRENO, la demarcación de las líneas
indicadas en los artículos 1º, 2º y 3º del tratado de límites.
IV. Pueden, sin embargo, los peritos confiar la ejecución de los trabajos á comisiones
de ayudantes.
Estos ayudantes se nombrarán en número igual por cada parte.
Las comisiones ajustarán sus procedimientos á las instrucciones que les darán los
peritos, de común acuerdo y por escrito.
V. Los peritos deberán reunirse en la ciudad de Concepción de Chile, cuarenta días
después de su nombramiento, para nombrarse de acuerdo sobre el punto ó puntos
de partida de sus trabajos, y acerca de los demás que fuere necesario.
Levantarán acta por duplicado de todos los acuerdos y determinaciones que tomen en
esa reunión, y en el curso de sus operaciones.
Lucas Ezequiel Demaria
61
VI. Siempre que los peritos no arriben á acuerdo en algún punto de la fijación de límites
ó sobre cualquiera otra cuestión, lo comunicarán respectivamente á sus gobiernos,
para que estos procedan a designar el tercero que ha de resolver la controversia,
según el tratado de límites de 1881.
VII Los peritos podrán tener, á voluntad del respectivo gobierno, el personal necesario
para su servicio particular, como el sanitario ó cualquiera otro; y cuando lo estime
conveniente para su seguridad, podrán pedir una partida de tropa á cada uno de los
dos gobiernos, ó únicamente al de la nación en cuyo territorio se encontraren; en el
primer caso, la escolta deberá constar de igual número de plazas por cada parte.
VIII Los peritos fijarán las épocas de trabajo en el terreno, é instalarán su oficina en la
ciudad que determinaren, pudiendo, sin embargo, por común acuerdo, trasladarla
de un punto á otro, siempre que las necesidades del servicio así lo aconsejaren.
Cada gobierno proporcionará al perito que nombre y á sus ayudantes, los
elementos y recursos necesarios para su trabajo; ambos pagarán en común los
gastos que ocasionen las oficinas y el amojonamiento de los límites.
IX Siempre que quede vacante alguno de los puestos de perito ó ayudante, el
gobierno respectivo deberá nombrar el reemplazante en el término de dos meses.
X. La presente convención será ratificada, y el canje de las ratificaciones se hará en la
ciudad de Santiago ó en la de Buenos Aires, en el más breve plazo posible (...).
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
62
Protocolo Errázuriz – Quirno Costa
Primero.- Estando dispuesto por el artículo 1º del tratado del 23 de julio de 1881 que
"el límite entre Chile y la República Argentina, es, de norte a sur, hasta el paralelo 52
de latitud, la cordillera de los Andes, y que la línea fronteriza corre por las cumbres
más elevadas de dicha cordillera, que dividan las aguas, y que pasará por entre las
vertientes que se desprenden a un lado y a otro"; los peritos y las subcomisiones
tendrán este principio por norma invariable de sus procedimientos. Se tendrá, en
consecuencia, a perpetuidad, como de propiedad y dominio absoluto de la República
Argentina, todas las tierras y todas las aguas, a saber: lagos, lagunas, ríos y partes de
ríos, arroyos, vertientes que se hallen al oriente de las más elevadas cumbres de la
Cordillera de los Andes que dividan las aguas; y como de propiedad y dominio
absoluto de Chile, todas las tierras y todas las aguas, a saber: lagos, lagunas, ríos y
partes de ríos, arroyos, vertientes que se hallen al occidente de las más elevadas
cumbres de la Cordillera de los Andes que dividan aguas.
Segundo.- Los infrascriptos declaran que, a juicio de sus gobiernos respectivos, y
según el espíritu del Tratado de Límites, la República Argentina conserva su dominio y
soberanía sobre todo el territorio que se extiende al oriente del encadenamiento
principal de los Andes, hasta las costas del Atlántico; como la República de Chile, el
territorio occidental hasta la costa del Pacífico; entendiéndose que, por las
disposiciones de dicho tratado, la soberanía de cada Estado sobre el litoral respectivo
es absoluta, de tal suerte que Chile no puede pretender punto alguno hacia el
Atlántico, como la República Argentina no puede pretenderlo hacia el Pacífico. Si en la
parte peninsular del sur, al acercarse al paralelo 52, apareciere la cordillera internada
entre los canales del Pacífico que allí existen, los peritos dispondrán el estudio del
terreno para fijar una línea divisoria que deje a Chile las costas de esos canales; en
vista de cuyos estudios ambos gobiernos la determinarán amigablemente.
Tercero.- En el caso previsto por la segunda parte del artículo primero del tratado de
1881, en que pudiera suscitarse dificultades, "por la existencia de ciertos valles
formados por la bifurcación de la cordillera y en que no sea clara la línea divisoria de
las aguas", los peritos se empeñarán en resolverlas amistosamente, haciendo buscar
en el terreno esta condición geográfica de la demarcación. Para ello deberán, de
común acuerdo, hacer levantar por los ingenieros ayudantes un plano que les sirva
para resolver la dificultad.
Lucas Ezequiel Demaria
63
Cuarto.- La demarcación de la Tierra del Fuego comenzará simultáneamente con la
de la cordillera, y partirá del punto denominado Cabo Espíritu Santo. Presentándose
allí a la vista, desde el mar, tres alturas o colinas de mediana elevación, se tomará por
punto de partida la del centro o intermediaria, que es la más elevada, y se colocará en
su cumbre el primer hito de la línea demarcadora que debe seguir hacia el sur, en la
dirección del meridiano.
Quinto.- Los trabajos de demarcación sobre el terreno se emprenderán en la
primavera próxima, y simultáneamente, en la cordillera de los Andes y en la Tierra del
Fuego, con la dirección convenida anteriormente por los peritos, es decir, partiendo de
la región al norte de aquélla y del punto denominado Cabo Espíritu Santo en ésta. Al
efecto, las comisiones de ingenieros ayudantes estarán listas para salir al trabajo el
quince de octubre próximo. En esta fecha estarán también arregladas y firmadas por
los peritos las instrucciones que según el artículo 4º de la convención de 20 de agosto
de 1888, deben llevar las referidas comisiones. Estas instrucciones serán formuladas
en conformidad con los acuerdos consignados en el presente protocolo (...).
Octavo.- Habiendo hecho presente el perito argentino que para firmar con pleno
conocimiento de causa el acta de 15 de abril de 1892, por la cual una subcomisión
mixta chileno-argentina señaló en el terrreno, el punto de partida de la demarcación de
límites en la cordillera de los Andes, creía indispensable hacer un nuevo
reconocimiento de la localidad, para comprobar ó rectificar aquella operación,
agregando que este reconocimiento no retardaría la continuación del trabajo, que
podría seguirse simultáneamente por otra subcomisión; y, habiendo expresado, por su
parte, el perito chileno que, aunque creía que ésa era una operación ejecutada con
estricto arreglo al Tratado, no tenía inconveniente en acceder a los deseos de su
colega, como una prueba de la cordialidad con que se desempeñaban estos trabajos,
han convenido, los infrascriptos, en que se practique la revisión de los trabajos
ejecutados, y en que, caso de encontrarse error, se trasladará el hito al punto donde
debía ser colocado, según los términos del Tratado de Límites.
Noveno.- Deseando acelerar los trabajos de demarcación, y creyendo que esto podrá
conseguirse con el empleo de tres subcomisiones en vez de dos que han funcionado
hasta ahora, sin que haya necesidad de aumentar el número de los ingenieros
ayudantes, los infrascriptos acuerdan que, en adelante, y mientras no se resuelva
crear otras, habrá tres subcomisiones, compuesta cada una de cuatro individuos, dos
por parte de la República Argentina y dos por parte de Chile, y de los auxiliares que de
común acuerdo se considerare necesario.
Lucas Ezequiel Demaria
64
Décimo.- El contenido de las estipulaciones anteriores no menoscaba en lo más
mínimo el espíritu del Tratado de Límites de 1881, y se declara, por consiguiente, que
subsisten en todo su vigor los recursos conciliatorios para salvar cualquiera dificultad,
prescritos por los artículos primero y sexto del mismo.
Undécimo.- Entienden y declaran los ministros infrascriptos, que tanto por la
naturaleza de algunas de las precedentes estipulaciones, como para revestir las
soluciones alcanzadas de un carácter permanente, el presente protocolo debe
someterse previamente a la consideración de los Congresos de uno y otro país, lo cual
se hará en las próximas sesiones ordinarias, manteniéndosele, entre tanto, en reserva.
(...) Isidoro Errázuriz - N. Quirno Costa.
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
65
Protocolo de 1896
Primera. Las operaciones de demarcación del límite entre la República Argentina y la
República de Chile, que se ejecutan en conformidad al tratado de 1881 y al protocolo
de 1893, se extenderán en la Cordillera de los Andes hasta el paralelo veinte y tres de
latitud austral, debiendo trazarse la línea divisoria entre este paralelo y el veintiseis
grados, cincuenta y dos minutos y cuarenta y cinco segundos, concurriendo a la
operación ambos gobiernos y el gobierno de Bolivia, que será solicitado al efecto.
Segunda. Si ocurrieran divergencias entre los peritos al fijar en la Cordillera de los
Andes los hitos divisorios al sur del paralelo 26 o 52' y 45" y no pudieran allanarse
amigablemente por acuerdo de ambos Gobiernos, quedarán sometidas al fallo del
Gobierno de Su Majestad Británica, a quien las partes contratantes designan, desde
ahora, con el carácter de árbitro encargado de aplicar estrictamente, en tales casos,
las disposiciones del tratado y protocolo mencionados, previo estudio del terreno, por
una comisión que el árbitro designará.
Tercera. Los peritos procederán á efectuar el estudio del terreno en la región vecina al
paralelo 52, de que trata la última parte del artículo segundo del protocolo de 1893, y
propondrán la línea divisoria que allí debe adoptarse si resultare el caso previsto en
dicha estipulación. Si hubiere divergencia para fijar esta línea, será también resuelta
por el árbitro designado en este convenio
Cuarta. Sesenta días después de producida la divergencia, en los casos a que se
refieren las bases anteriores, podrá solicitarse la intervención del árbitro por ambos
gobiernos de común acuerdo; o por cualquiera de ellos separadamente.
Quinta. Convienen ambos gobiernos en que la actual ubicación del hito de San
Francisco, entre los paralelos 26 y 27, no sea tomada en consideración como base o
antecedente obligatorio para la determinación del deslinde de esa región, estimándose
las operaciones y trabajos efectuados en ella en diversas épocas, como estudios para
la fijación definitiva de la línea, sin perjuicio de realizarse otros que los peritos tuvieran
a bien disponer.
Sexta. Los peritos, al reanudar sus trabajos en la próxima temporada, dispondrán las
operaciones y estudios a que se refieren las bases primera y tercera de este acuerdo.
Séptima. Convienen, asimismo, ambos gobiernos en ratificar el acuerdo tercero del
acta de 6 de septiembre de 1895, para la prosecución de los trabajos de demarcación,
Lucas Ezequiel Demaria
66
en el caso que se presentara algún desacuerdo, a fin de que estos trabajos, como es
el propósito de las partes contratantes, nunca sean interrumpidos.
Octava. Dentro del término de 60 días después que hubiera sido firmado el presente
acuerdo, los representantes diplomáticos de la República Argentina y de la República
de Chile, acreditados cerca del gobierno de Su Majestad Británica, solicitarán
conjuntamente de éste la aceptación del cargo de árbitro que se le confiere, a cuyo
efecto los respectivos gobiernos impartirán las instrucciones necesarias.
Novena. Los gobiernos de la República Argentina y de la República de Chile abonarán
por mitad los gastos que requiera el cumplimiento de este acuerdo (...).
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
67
Lucas Ezequiel Demaria
68
Lucas Ezequiel Demaria
69
Lucas Ezequiel Demaria
70
Lucas Ezequiel Demaria
71
Lucas Ezequiel Demaria
72
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
73
Tratado de Paz y Amistad de 1984
En nombre de Dios Todopoderoso,
El Gobierno de la República de Chile y el Gobierno de la República Argentina,
Recordando que el ocho de enero de mil novecientos setenta y nueve solicitaron a la
Santa Sede que actuara como Mediador en el diferendo suscitado en la zona austral,
con la finalidad de guiarlos en las negociaciones y asistirlos en la búsqueda de una
solución; y que requirieron su valiosa ayuda para fijar una línea de delimitación, que
determinara las respectivas jurisdicciones al Oriente y al Occidente de esa línea, a
partir del término de la delimitación existente;
Convencidos que es deber ineludible de ambos Gobiernos dar expresión a las
aspiraciones de paz de sus Pueblos;
Teniendo presente el Tratado de Límites de 1881, fundamento inconmovible de las
relaciones entre la República Argentina y la República de Chile, y sus instrumentos
complementarios y declaratorios;
Reiterando la obligación de solucionar siempre todas sus controversia por medios
pacíficos y de no recurrir jamás a la amenaza o al uso de la fuerza en sus relaciones
mutuas;
Animados del propósito de intensificar la cooperación económica y la integración física
de sus respectivos países;
Teniendo especialmente en consideración la “Propuesta del Mediador, sugerencia y
consejos”, de doce de diciembre de mil novecientos ochenta;
Testimoniando, en nombre de sus Pueblos, los agradecimientos a Su Santidad el
Papa Juan Pablo II por sus esclarecidos esfuerzos para lograr la solución del diferendo
y fortalecer la amistad y el entendimiento entre ambas Naciones;
Han resuelto celebrar el siguiente Tratado, que constituye una transacción, a cuyo
efecto vienen en designar como sus Representantes:
Su Excelencia el Presidente de la República de Chile al señor Jaime del Valle Alliende,
Ministro de Relaciones Exteriores;
Su Excelencia el Presidente de la República Argentina al señor Dante Mario Caputo,
Ministro de Relaciones Exteriores y Culto;
quienes han convenido lo siguiente:
Lucas Ezequiel Demaria
74
Artículo 1° Las Altas Partes Contratantes, respondiendo a los intereses fundamentales
de sus Pueblos, reiteran solemnemente su compromiso de preservar, reforzar y
desarrollar sus vínculos de paz inalterable y amistad perpetua.
Las Partes celebrarán reuniones periódicas de consulta en las cuales examinarán
especialmente todo hecho o situación que sea susceptible de alterar la armonía entre
ellas, procurarán evitar que una discrepancia de sus puntos de vista origine una
controversia y sugerirán o adoptarán medidas concretas tendientes a mantener y
afianzar las buenas y relaciones entre ambos países.
Artículo 2° Las Partes confirman su obligación de abstenerse de recurrir directa o
indirectamente a toda forma de amenaza o uso de la fuerza y de adoptar toda otra
medida que pueda alterar la armonía en cualquier sector de sus relaciones mutuas.
Confirman asimismo su obligación de solucionar siempre y exclusivamente por medios
pacíficos todas las controversias, de cualquier naturaleza, que por cualquier causa
hayan surgido o puedan surgir entre ellas, en conformidad con las disposiciones
siguientes.
Artículo 3° Si surgiere una controversia, las Partes adoptarán las medidas adecuadas
para mantener las mejores condiciones generales de convivencia en todos los ámbitos
de sus relaciones y para evitar que la controversia se agrave o se prolongue.
Artículo 4° Las Partes se esforzarán por lograr la solución de toda controversia entre
ellas mediante negociaciones directas, realizadas de buena fe y con espíritu de
cooperación.
Si, a juicio de ambas Partes o de una de ellas, las negociaciones directas no
alcanzaren un resultado satisfactorio, cualquiera de las Partes podrá invitar a la otra a
someter la controversia a un medio de arreglo pacífico elegido de común acuerdo.
Artículo 5° En caso de que las Partes, dentro del plazo de cuatro meses a partir de la
invitación a que se refiere el artículo anterior, no se pusieren de acuerdo sobre otro
medio de arreglo pacífico y sobre el plazo y demás modalidades de su aplicación, o
que obtenido dicho acuerdo la solución no se alcanzare por cualquier causa, se
aplicará el procedimiento de conciliación que se estipula en el Capítulo I del Anexo N°
1.
Artículo 6° Si ambas Partes o una de ellas no hubieren aceptado los términos de
arreglo propuestos por la Comisión de Conciliación dentro del plazo fijado por su
Presidente, o si el procedimiento de conciliación fracasare por cualquier causa ambas
Lucas Ezequiel Demaria
75
Partes o cualquiera de ella podrá someter la controversia al procedimiento arbitral
establecido en el Capítulo II de1 Anexo N° 1.
El mismo procedimiento se aplicará cuando las Partes, en conformidad con el Artículo
4°, elijan el arbitraje como medio de solución de la controversia, a menos que ellas
convengan otras reglas.
No podrán renovarse en virtud del presente artículo las cuestiones que hayan sido
objeto de arreglos definitivos entre las Partes. En tales casos, el arbitraje se limitará
exclusivamente a las cuestiones que se susciten sobre la validez, interpretación y
cumplimiento de dichos arreglos.
Delimitación Marítima
Artículo 7° El límite entre las respectivas soberanías sobre el mar, suelo y subsuelo de
la República Argentina y de la República de Chile en el Mar de la Zona Austral a partir
del término de la delimitación existente en el Canal Beagle, esto es, el punto fijado por
las coordenadas 55° 07’,3 de latitud Sur y 66° 25’,0 de longitud Oeste, será la línea
que una los puntos que a continuación se indican:
A partir del punto fijado por las coordenadas 55° 07',3 de latitud Sur y 66° 25’,0
longitud Oeste (punto A), la delimitación seguirá hacia el Sudeste una línea
loxodrómica hasta un punto situado entre las costas de la Isla Nueva y de la Isla
Grande de Tierra del Fuego, cuyas coordenadas son 55° 11’,0 de latitud Sur y 66°
04’,7 de longitud Oeste (punto B); desde allí continuará en dirección Sudeste en un
ángulo de cuarenta y cinco grados, medido en dicho punto B, y se prolongará hasta el
punto cuyas coordenadas son 55° 22’, 9 de latitud Sur y 65° 43’,6 de longitud Oeste
(punto C); seguirá directamente hacia el Sur por dicho meridiano hasta el paralelo 56°
22’,8 de latitud Sur (punto D); desde allí continuará por ese paralelo situado a
veinticuatro millas marinas al Sur del extremo más austral de la Isla Hornos, hacia el
Oeste hasta su intersección con el meridiano correspondiente al punto más austral de
dicha Isla Hornos en las coordenadas 56° 22’,8 de latitud Sur y 67° 16’,0 de longitud
Oeste (punto E); desde allí el límite continuará hacia el Sur hasta el punto cuyas
coordenadas son 58° 21’,1 de latitud Sur y 67° 16’,0 longitud Oeste (punto F).
La línea de delimitación marítima anteriormente descrita queda representada en la
Carta N° I anexa.
Las Zonas Económicas Exclusivas de la República Argentina y de la República de
Chile se extenderán respectivamente al Oriente y al Occidente del límite así descrito.
Lucas Ezequiel Demaria
76
Al Sur del punto final del límite (punto F), la Zona Económica Exclusiva de la República
de Chile se prologará, hasta la distancia permitida por el derecho internacional, al
Occidente del meridiano 67° 16’,0 de longitud Oeste, deslindando al Oriente con el alta
mar.
Artículo 8° Las Partes acuerdan que en el espacio comprendido entre el Cabo de
Hornos y el punto más oriental de la Isla de los Estados, los efectos jurídicos del mar
territorial quedan limitados, en sus relaciones mutuas, a una franja de tres millas
marinas medidas desde sus respectivas líneas de base.
En el espacio indicado en el inciso anterior, cada Parte podrá invocar frente a terceros
Estados la anchura máxima de mar territorial que le permita el derecho internacional.
Artículo 9° Las Partes acuerdan denominar “Mar de la Zona Austral” el espacio
marítimo que ha sido objeto de delimitación en los dos artículos anteriores.
Artículo 10° La República Argentina y la República de Chile acuerdan que en el
término oriental del Estrecho de Magallanes, determinado por Punta Dungenes en el
Norte y Cabo del Espíritu Santo en el Sur, el límite en sus respectivas soberanías será
la línea recta que una el “Hito Ex-Baliza Dungeness”, situado en el extremo de dicho
accidente geográfico, y el “Hito I Cabo del Espíritu Santo” en Tierra del Fuego.
La línea de delimitación anteriormente descrita queda representada en la Carta N° II
anexa.
La soberanía de la República Argentina y la soberanía de la República de Chile sobre
el mar, suelo y subsuelo se extenderán, respectivamente, al Oriente y al Occidente de
dicho límite.
La delimitación aquí convenida en nada altera lo establecido en el Tratado de Límites
de 1881, de acuerdo con el cual el Estrecho de Magallanes está neutralizado a
perpetuidad y asegurada su libre navegación para las banderas de todas las naciones
en los términos que señala su Artículo V.
La República Argentina se obliga a mantener, en cualquier tiempo y circunstancias, el
derecho de los buques de todas las banderas a navegar en forma expedita y sin
obstáculos a través de sus aguas jurisdiccionales hacia y desde el Estrecho de
Magallanes.
Artículo 11° Las Partes se reconocen mutuamente las líneas de base rectas que han
trazado en sus respectivos territorios.
Cooperación Económica e Integración Física
Lucas Ezequiel Demaria
77
Artículo 12° Las Partes acuerdan crear una Comisión Binacional de carácter
permanente con el objeto de intensificar la cooperación económica y la integración
física. La Comisión Binacional estará encargada de promover y desarrollar iniciativas,
entre otros, sobre los siguientes temas: sistema global de enlaces terrestres,
habilitación mutua de puertos y zonas francas, transporte terrestre, aeronavegación,
interconexiones eléctricas y telecomunicaciones, explotación de recursos naturales,
protección del medio ambiente y complementación turística.
Dentro de los seis meses de la entrada en vigor del presente Tratado, las Partes
constituirán la Comisión Binacional y establecerán su reglamento.
Artículo 13° La República de Chile, en ejercicio de sus derechos soberanos, otorga a
la República Argentina las facilidades de navegación que se especifican en los
Artículos 1° al 9° del Anexo N° 2.
La República de Chile declara que los buques de terceras banderas podrán navegar
sin obstáculos por las rutas indicadas en los Artículos 1° y 8° del Anexo N° 2,
sujetándose a la reglamentación chilena pertinente.
Ambas Partes acuerdan el régimen de Navegación, Practicaje y Pilotaje en el Canal
Beagle que se especifica en el referido Anexo N° 2, Artículos 11° al 16°.
Las estipulaciones sobre navegación en la zona austral contenidas en este Tratado
sustituyen cualquier acuerdo anterior sobre la materia que existiere entre las Partes.
Cláusulas finales
Artículo 14° Las Partes declaran solemnemente que el presente Tratado constituye
la solución completa y definitiva de las cuestiones a que él se refiere.
Los límites señalados en este Tratado constituyen un confín definitivo e inconmovible
entre las soberanías de la República Argentina y de la República de Chile.
Las Partes se comprometen a no presentar reivindicaciones ni interpretaciones que
sean incompatibles con lo establecido en este Tratado.
Artículo 15° Serán aplicables en el territorio antártico los Artículos 1° al 6° del
presente Tratado. Las demás disposiciones no afectarán de modo alguno ni podrán
ser interpretadas en el sentido de que puedan afectar, directa o indirectamente, la
soberanía, los derechos, las posiciones jurídicas de las Partes, o las delimitaciones en
la Antártida o en sus espacios marítimos adyacentes, comprendiendo el suelo y el
subsuelo.
Lucas Ezequiel Demaria
78
Artículo 16° Acogiendo el generoso ofrecimiento del Santo Padre, las Altas Partes
Contratantes colocan el presente Tratado bajo el amparo moral de la Santa Sede.
Artículo 17° Forman parte integrante del presente Tratado:
a) el Anexo N° 1 sobre procedimiento de Conciliación y Arbitraje, que consta de
41 artículos;
b) el Anexo N° 2 relativo a Navegación, que consta de 16 artículos; y
c) las Cartas referidas en los Artículos 7° y 10° del Tratado y en los Artículos 1°,
8° y 11° del Anexo N° 2.
Las referencias al presente Tratado se entienden también hechas a sus respectivos
Anexos y Cartas.
Artículo 18° El presente Tratado está sujetó a ratificación y entrará en vigor en la
fecha del canje de los instrumentos de ratificación.
Artículo 19° El presente Tratado será registrado de conformidad con el Artículo 102
de la Carta de las Naciones Unidas.
En Fe de lo cual, firman y sellan el presente Tratado en seis ejemplares del mismo
tenor, de los cuales dos quedarán en poder de la Santa Sede y los otros en poder de
cada una de las Partes
Hecho en la Ciudad del Vaticano, el veintinueve de noviembre de mil novecientos
ochenta y cuatro.
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
79
Lucas Ezequiel Demaria
80
Lucas Ezequiel Demaria
81
Lucas Ezequiel Demaria
82
Lucas Ezequiel Demaria
83
Lucas Ezequiel Demaria
84
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
85
Lucas Ezequiel Demaria
86
Lucas Ezequiel Demaria
87
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
88
Lucas Ezequiel Demaria
89
Lucas Ezequiel Demaria
90
Lucas Ezequiel Demaria
91
Lucas Ezequiel Demaria
92
Lucas Ezequiel Demaria
93
Lucas Ezequiel Demaria
94
Lucas Ezequiel Demaria
95
Lucas Ezequiel Demaria
96
Lucas Ezequiel Demaria
97
Lucas Ezequiel Demaria
98
Lucas Ezequiel Demaria
99
Lucas Ezequiel Demaria
100
Lucas Ezequiel Demaria
101
Lucas Ezequiel Demaria
102
Lucas Ezequiel Demaria
103
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
104
Lucas Ezequiel Demaria
105
Lucas Ezequiel Demaria
106
Lucas Ezequiel Demaria
107
Lucas Ezequiel Demaria
108
Lucas Ezequiel Demaria
109
Extraído del Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
110
Lucas Ezequiel Demaria
111
Lucas Ezequiel Demaria
112
Lucas Ezequiel Demaria
113
Lucas Ezequiel Demaria
114
Lucas Ezequiel Demaria
115
Lucas Ezequiel Demaria
116
Lucas Ezequiel Demaria
117
Lucas Ezequiel Demaria
118
Lucas Ezequiel Demaria
119
Lucas Ezequiel Demaria
120
Lucas Ezequiel Demaria
121
Extraído del Archivo Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Lucas Ezequiel Demaria
122
Fuentes primarias
Archivo de la Dirección de Límites y Fronteras, Ministerio de Relaciones Exteriores,
Comercio Internacional y Culto.
Comisión Nacional de Límites, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio
Internacional y Culto.
Dirección de Tratados, Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y
Culto.
Fuentes secundarias
Barberis, Julio A y Pfierter Armas, Los límites de la República Argentina, Cuadernos de
Derecho Internacional; Edit. Ábaco de Rodolfo Depalma, Buenos Aires, 1998.
Barros Browne, Hielos de la Paz- Historia de la negociación para resolver el último
conflicto limítrofe entre Chile y Argentina, Santiago de Chile, 1999.
Bobrik, Gustavo Cristian, El limite internacional en el Parque Nacional Los Glaciares,
Prudentia Iuris, Buenos Aires, 1985.
Bulnes Pinto, Gonzalo, Resumen de la Guerra del Pacifico, Editorial Andrés Bello,
Santiago de Chile, 2000.
Castro, Jorge, Del problema limítrofe a la alianza con Chile, en Archivos del presente,
Numero 6, oct/nov 1996.
Cherniak, Carlos Bernardo, La cuestión de los Hielos Continentales como modelo de
construcción de una política de Estado, Tesis de la Maestría en Relaciones
Internacionales, FLACSO, Buenos Aires.
Cisneros, Andrés y Escudé, Carlos, Historia General de las Relaciones Exteriores de la
República Argentina, Buenos Aires, GEL, 2000, secciones dedicadas a las
relaciones con Chile.
Cisneros, Andrés, La lógica jurídica y la lógica de la integración, en Archivos del
presente, Numero 6, oct/nov 1996.
Colacrai, Miriam, La Política Exterior Argentina hacia los vecinos durante los ´90,
documento de trabajo N° 1, Centro de Estudios Internacionales y de Educación
para
la
Globalización,
Universidad
del
CEMA,
en
http://www.cema.edu.ar/ceieg/download/MColacrai.pdf (Consultado: 14 de abril de
2008)
Lucas Ezequiel Demaria
123
Concha Cruz, Alejandro y Maltes Cortes, Julio, Historia de Chile, Bibliografía
Internacional, Santiago de Chile, 2003.
De Ramón, Armando, Breve historia de Chile (desde la invasión incaica hasta nuestros
días 1500-2000), Editorial Biblos, Buenos Aires, 2001.
Eissa, Sergio Gabriel, Hielos Continentales, las variables internas en la política exterior
argentina, Fundación Síntesis, Buenos Aires, 2005.
Escude, Carlos, La muerte de la política exterior: el callejón sin salida de un Estado
parasitario, en http://www.atlas.org.ar/Archivos/pp21.pdf (2003).
Escude, Carlos, Realismo Periférico, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1992.
Fagerstrom, Rene Peri, ¿Por qué perdimos Laguna del Desierto?, Edición Salón
Teniente H. Merino Correa, Santiago de Chile, 1995
Fiore, Jorge y De Vera, Gustavo, 1902: el protagonismo de los colonos galeses en la
frontera argentino-chilena, Municipalidad de Trevelin, 2002.
Fernández de Kirchner, Cristina, Hielos Continentales: A propósito del trabajo
¿Aprobación, trabajo o superación? que firman los senadores Cafiero, de la Rosa,
Gioja y Sala, Dirección General Oficial e Imprenta, Provincia de Santa Cruz, 1996
Fraga, Rosendo, La Política Exterior Argentina a través de los Mensajes Presidenciales
al Congreso (1854-2001), Centro de Estudios de Política Exterior, Buenos Aires,
2002.
Lacoste, Pablo, La imagen del otro en las relaciones de la Argentina y Chile (1534-2000),
Fondo de Cultura Económica, 2003.
Lanús, Juan Archibaldo, De Chapultepec al Beagle. Política exterior argentina, 19451980, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.
Maknis, Teresa Ana, Limite Argentino – Chile. Cuenca Atlántica del Rio Santa Cruz,
Edición Ampriede, 1997.
Martínez, Nancy Magdalena, Hielos Patagónicos. El final de una larga historia limítrofe
con Chile. De la concepción a la implementación, Tesis Final, Maestría en
Investigación Histórica.
Menéndez, Rómulo Félix, Las conquistas territoriales argentinas, Circulo Militar, Buenos
Aires, 1982.
Moreno, Francisco P., Viaje a la Patagonia Austral, Elefante Blanco, Buenos Aires, 2001.
Lucas Ezequiel Demaria
124
Oficina de Límites Internacionales de la Argentina, La frontera argentino – chilena,
Buenos Aires, 1906.
Passarelli, Bruno, El delirio armado, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998.
Pinochet, Augusto, Geografía Militar, Instituto Geográfico Militar de Chile.
Rey Balmaceda, Raúl C., El campo de hielo y la poligonal. ¿Fin a la cuestión de límites
con Chile?, Revista Historia; Año XIII, Septiembre-Noviembre 1993.
Scenna, Miguel, Argentina-Chile. Una frontera caliente, Editorial de Belgrano, Buenos
Aires, 1981.
Sánchez Muñoz, Alfredo, Geografía de Chile, Bibliografía Internacional, Santiago de
Chile, 2003.
Storani, Federico, Hielos continentales y la línea poligonal, en Archivos del presente,
Numero 6, oct/nov 1996.
Tapia, Luís Alfonso, Esta noche: La guerra, Ediciones de la Universidad Marítima de
Chile, 1997.
Valdés Soublette, Juan Gabriel, La política exterior de Chile y el proceso de integración
con Argentina, CARI, 1999.
Van Klaveren, Alberto, Continuidad y cambio en la política exterior chilena, en Argentina
– Chile ¿desarrollos paralelos?, Torcuato Di Tella compilador, Isen, Buenos Aires,
1997.
Van Klaveren, Alberto; Inserción Internacional de Chile, en Chile en los Noventa;
Presidencia de la República; Dolmen Ediciones; Santiago, 1998.
Zaldívar Larraín, Adolfo, El acuerdo conveniente para Argentina y Chile, en Archivos del
presente, Numero 6, oct/nov 1996.
Lucas Ezequiel Demaria
125
Descargar