Don Chesús Yuste Cabello (CHA), en su calidad de Diputado del Grupo Parlamentario de la Izquierda Plural y al amparo de lo establecido en el artículo 185 y siguientes del Reglamento de la Cámara, formula al Gobierno las siguientes preguntas, solicitando su respuesta por escrito. Según estimación de la Asociación de Estafados Víctimas Financieras (Adevif), más del 30% de los desahucios que se producen en España afectarían a quienes han utilizado sus viviendas como aval para recibir un crédito de prestamistas privados y, en la mayor parte de los casos, han sido estafados. Al ser cada vez más difícil obtener un crédito por parte de bancos y cajas de ahorros, muchas personas están acudiendo a prestamistas privados. En muchos casos, se trata de personas mayores que desconocen el funcionamiento de este tipo de negocios. Para acceder al capital, suele ser condición necesaria utilizar una vivienda como aval, que el solicitante del préstamo ya tiene en propiedad o a falta de pagar una parte muy pequeña de la hipoteca. La estafa puede llevarse a cabo de diferentes formas, pero es habitual que el prestamista convenza al cliente de que firme ante notario la recepción del importe total del crédito, cuando en realidad se le abona sólo una parte y se pospone la entrega del resto del dinero. Así, la víctima del engaño se ve obligada más adelante a devolver un préstamo que nunca ha llegado a recibir y termina pagando la falsa deuda con su propia casa. Sin embargo, al existir un documento legal, los jueces suelen archivar el caso y las víctimas quedan desprotegidas. Ante esta situación presentamos las siguientes preguntas: ¿Qué medidas ha adoptado el Gobierno o piensa adoptar para proteger a las víctimas de estafas financieras o, en general, a las personas afectadas por desahucios derivados de créditos de prestamistas privados? ¿Qué medidas ha adoptado el Gobierno o piensa adoptar para facilitar que la administración de Justicia pueda demostrar que el prestamista se dedica a esta actividad de forma profesional para, una vez reconocida esta situación, poder exigirles todas las condiciones y garantías aplicables a cualquier otra entidad financiera, sin cuyo cumplimiento los contratos de préstamo serían nulos de pleno derecho? ¿Qué medidas ha adoptado el Gobierno o piensa adoptar para garantizar que todos los préstamos estén debidamente registrados en la administración tributaria y no solo para asegurar el cumplimiento de las obligaciones fiscales de quienes los suscriben, sino también para poder determinar si quienes prestan dinero lo hacen genuinamente como particulares o si se dedican a esto tan reiterada y/o extensivamente como para considerar que se trata de un negocio financiero sujeto a las obligaciones y garantías que tienen las demás entidades financieras? Palacio del Congreso de los Diputados, 19 de diciembre de 2013.—Chesús Yuste Cabello, Diputado. 184/043135 Respuesta: Nuestro Ordenamiento sólo reserva a las entidades de crédito el acceso y desarrollo de la actividad financiera cuando la misma conlleve la captación de fondos reembolsables del público, en forma de depósitos o bajo cualquier otra fórmula jurídica. La actividad financiera consistente en el mero ofrecimiento y concesión de créditos, con o sin garantía hipotecaria, es una actividad no reservada y, por tanto, de libre ejercicio legalmente. Se puede afirmar que ya se han adoptado importantes medidas de protección del deudor hipotecado, en general, aplicables en todos los casos, y no sólo cuando el acreedor hipotecario sea una entidad de crédito. Además, tales medidas no se dirigen sólo a aliviar la situación del deudor hipotecario ejecutado o en riesgo de serlo, sino que se encaminan, igualmente, a hacer más transparente la contratación de los préstamos hipotecarios. Efectivamente, la Ley 1/2013, de 14 de mayo, de medidas para reforzar la protección a los deudores hipotecarios, reestructuración de deuda y alquiler social, recogiendo lo ya previsto en el Real Decreto-ley 27/2012, ha paralizado los desahucios de vivienda habitual de personas en situación de especial vulnerabilidad y ha modificado el procedimiento de ejecución hipotecaria para adaptar el mismo a la Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 14 de marzo de 2013, previendo la posibilidad de que se pueda suspender dicho procedimiento si existen cláusulas abusivas. Por tanto, las medidas contenidas en esta normativa están dirigidas, por un lado, a intentar paliar la situación excepcional de los deudores hipotecarios que, a causa de la situación excepcional que vive actualmente el país, han visto alterada su situación económica y patrimonial y, por tanto, requieren de medidas de protección y, por otro lado, a reequilibrar el marco general aplicable a los préstamos con garantía hipotecaria, manteniendo el adecuado equilibrio entre ambas finalidades. Este nuevo marco establece tres fases sucesivas para los deudores situados en el umbral de exclusión, que son: la fase de reestructuración de la deuda (que incluye carencia en la amortización de principal y reducción de intereses), quita y, eventualmente, y en última instancia, la dación en pago para liberar de la deuda. Además, contiene una serie de medidas excepcionales que afectan a distintos ámbitos y entre las que destaca la ampliación del ámbito de aplicación del Código de Buenas Prácticas. El nuevo umbral prevé que podrán acogerse unidades familiares con rentas inferiores a 3 veces el Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples (IPREM), que cumplan además con otros requisitos (alteración significativa de las circunstancias económicas, circunstancias de especial vulnerabilidad). Este límite será de 4 veces el IPREM para unidades familiares con discapacitados y de 5 IPREM si quién tiene declarada la discapacidad es el propio deudor. Hay que tener en cuenta que aproximadamente un 40 % de los hogares familiares tienen rentas por debajo de 3 veces el IPREM. Es de destacar que, conforme al art. 5.1 del Real Decreto-ley 6/2012, de 9 de marzo, en su redacción dada por el apartado Cinco de la Ley 1/2013, de 14 de mayo, «el Código de buenas Prácticas incluido en el Anexo será de adhesión voluntaria por parte de las entidades de crédito o de cualquier otra entidad que, de manera profesional, realice la actividad de concesión de préstamos o créditos hipotecarios». El Código está abierto, pues, a la adhesión de los prestamistas no institucionales. En cualquier caso, a tales prestamistas no institucionales, y fuera de los casos en los que se hayan adherido voluntariamente al Código de Buenas Prácticas, las reclamaciones que proceda realizar por las prácticas ilegales de los mismos no son materia propiamente financiera, sino que estarían enmarcadas en el ámbito de aplicación de la legislación de protección al consumidor, tal y como se desprende, a sensu contrario, de la lectura del apartado 2 del artículo 1 de la Ley 2/2009, de 31 de marzo, por la que se regula la contratación con los consumidores de préstamos o créditos hipotecarios y de servicios de intermediación para la celebración de contratos de préstamo o crédito. Madrid, 20 de enero de 2014.—El Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. Y una ampliación de la respuesta del gobierno Respuesta: Como continuación a la respuesta del Gobierno registrada de entrada en esa Cámara con el n.º 115424, de fecha 30/01/201, se traslada lo siguiente: Además de las medidas puestas en marcha por el Gobierno, que se han señalado en la respuesta anterior, se dispone de las medidas que ofrece la legislación civil y penal. 1. Respecto al aspecto civil, el contrato de préstamo entre particulares es un contrato privado regulado en el Código Civil y sujeto a la concurrencia de los requisitos exigidos para todos los contratos en el artículo 1.261: consentimiento de los contratantes, objeto cierto que sea materia de contrato y causa de la obligación que se establezca. La ausencia de cualquiera de ellos dará lugar a la nulidad o anulación del contrato, según proceda, conforme está establecido en el artículo 1.300 y siguientes. En consecuencia, las medidas para proteger, desde la jurisdicción civil, a las personas que han celebrado un contrato de préstamo con un particular y consideren que su consentimiento está viciado o que falta el objeto del contrato o parte del mismo o la causa, ya existen, pudiendo presentar demanda instando la nulidad o anulabilidad del contrato, con los efectos correspondientes y solicitar la medida cautelar de suspensión del posible desahucio de la vivienda que constituya, en su caso, el aval otorgado en garantía del préstamo, hasta que haya un pronunciamiento judicial definitivo. 2. Por otra parte, en el ámbito penal, el artículo 250 del Código Penal vigente recoge como supuestos agravados de estafa, aquellos casos en los que el delito recaiga sobre cosas de primera necesidad, vivienda u otros bienes de reconocida utilidad social. Pero para intensificar esa protección, en el Proyecto de Ley Orgánica por la que se reforma el Código Penal, que fue aprobado por el Gobierno el 20 de septiembre de 2013 y que se encuentra en fase de tramitación parlamentaria, se ha revisado el catálogo de supuestos agravados que recoge el artículo 250, para incorporar, una referencia a los supuestos de delincuencia profesional y organizada; así como, aquellos casos en los que el delito se comete de un modo que llega a afectar a un elevado número de personas. En concreto, en el Proyecto de Ley de reforma del Código Penal, se añaden como supuestos agravados de estafa, aquellos casos en los que el delito afecte a un número elevado de personas o se cometa por un miembro de una organización o grupo criminal, constituidos para la comisión continuada de delitos de falsedad o estafa o los supuestos en los que el autor actúe con profesionalidad. A este respecto, se entiende que existe profesionalidad, cuando el autor actúa con el ánimo de proveerse una fuente de ingresos que no es meramente ocasional. Además, se prevén pena prisión de cuatro a ocho años y multa de doce a veinticuatro meses, cuando la estafa recaiga sobre una vivienda y se dé alguna de las circunstancias a las que se ha hecho referencia. También se impondrán estas penas cuando el valor de la defraudación supere los 50.000 euros; cuando la estafa se cometa con abuso de las relaciones personales existentes entre víctima y defraudador, o aproveche éste su credibilidad empresarial o profesional y en todo caso, cuando el valor de la defraudación supere los 250.000 euros. En consecuencia, existen medidas para proteger a las personas que se encuentran en la situación a la que se refiere la presente pregunta, habiéndose incrementado tal protección en las reformas proyectadas ya en tramitación. En relación con las medidas que ha adoptado el Gobierno o piensa adoptar para facilitar que la administración de Justicia pueda demostrar que el prestamista se dedica a esta actividad de forma profesional para, una vez reconocida esta situación, poder exigir todas las condiciones y garantías aplicables a cualquier otra entidad financiera, sin cuyo cumplimiento los contratos de préstamo serían nulos de pleno derecho, se informa que, en el procedimiento civil corresponde a la parte demostrar la ausencia de los requisitos del contrato privado para que el mismo pueda ser declarado nulo o anulable, según proceda, utilizando para ello todos los medios probatorios admitidos en Derecho. En el proceso penal, será el Ministerio Fiscal, en su caso, y la acusación quienes deban probar los elementos del tipo delictivo que se imputa, por medio de las pruebas admitidas en Derecho. Y eso es lo que se está realizando, pues se está empezando a dictar procesamientos contra presuntos autores de estas estafas. En consecuencia, no le corresponde a los órganos judiciales demostrar que el prestamista se dedica a esta actividad de forma profesional, siendo los mismos los competentes para declarar si ha resultado o no acreditado dicha circunstancia en cada uno de los procedimientos que se someten a su conocimiento. Madrid, 7 de febrero de 2014.—El Secretario de Estado de Relaciones con las Cortes.