PARTIDO COMUNISTA DE LOS PUEBLOS DE ESPAÑA

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PARTIDO COMUNISTA DE LOS
PUEBLOS DE ESPAÑA
MATERIAL DE FORMACIÓN POLÍTICA E
IDEOLÓGICA MARXISTA-LENINISTA
LOS FUNDAMENTOS DE LA FILOSOFÍA MARXISTA
AREA DE FORMACIÓN DEL PCPE
Índice
Presentación .................................................................................................................................. 4
CAPITULO I. SURGIMIENTO DEl MARXISMO ............................................................................. 5
1. Premisas socioeconómicas y políticas del surgimiento del marxismo. .....................................5
2. Fuentes teóricas del marxismo...................................................................................................6
3. Lenin desarrolla la filosofía marxista. .........................................................................................7
Capitulo II. MATERIALISMO DIALECTICO................................................................................... 8
1. El materialismo dialéctico, objeto del materialismo dialéctico, leyes y categorías del
materialismo dialéctico ...................................................................................................................8
2. Las leyes fundamentales del materialismo dialéctico. ...............................................................9
Capitulo III. EL MATERIALISMO HISTORICO ............................................................................ 11
1. El materialismo histórico, objeto del materialismo histórico, tesis fundamentales del
materialismo histórico. ..................................................................................................................11
2. Leyes del desarrollo de la sociedad y su carácter objetivo. ....................................................12
3. La actividad consciente de los hombres y su papel en la historia. ..........................................14
Capitulo IV. LA PRODUCCIÓN MATERIAL ES LA BASE DE LA VIDA SOCIAL...................... 14
1. Papel del trabajo en la aparición de la vida social. ..................................................................14
2. El modo de producción de los bienes materiales. Fuerzas productivas y relaciones de
producción.....................................................................................................................................15
3. Papel determinante del modo de producción en el cambio de las formas de la vida social...17
Capitulo V. DIALÉCTICA DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y DE LAS RELACIONES DE
PRODUCCIÓN. ............................................................................................................................. 20
1. Papel determinante de las fuerzas productivas respecto de las relaciones de producción. ..20
2. Desarrollo de las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción en la sociedad capitalista...........................................................................................23
Capítulo VI. BASE Y SUPERESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD. .............................................. 26
1. Concepto de base y supraestructura de la sociedad. ..............................................................26
2. Papel determinante de la base respecto de la supraestructura de la sociedad. ....................27
3. Activa función de la supraestructura. .......................................................................................30
Capítulo VII. LAS CLASES Y LA LUCHA DE CLASES. ............................................................. 31
1. El surgimiento y la esencia de las clases.................................................................................31
2. La estructura social y sus cambios. .........................................................................................35
3. La lucha de clases y los intereses de clase. ............................................................................37
4. Clases y partidos. .....................................................................................................................39
5. Necesidad histórica de la desaparición de las clases. ............................................................40
6. Las formas de la lucha de clases y la organización de clase del proletariado........................42
CAPITULO VIII. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA SOCIEDAD. ............................................. 43
2
1. Formación de la esfera de la vida política de la sociedad. ......................................................43
2. Tránsito de la organización no política (comunal) a la organización política de la sociedad. 44
3. Desarrollo de la organización política de la sociedad antagónica. ..........................................47
4. Aspectos esenciales de la organización política de la sociedad socialista. ............................50
Capitulo IX. LA REVOLUCIÓN SOCIAL...................................................................................... 51
1. La revolución social como regularidad de la sucesión de las formaciones
socioeconómicas. .........................................................................................................................51
2. Tipos históricos de revoluciones. .............................................................................................53
3. Las condiciones objetivas y el factor subjetivo de la revolución..............................................58
Capítulo X. LA CONCIENCIA SOCIAL Y SU PAPEL EN LA VIDA SOCIAL.............................. 59
1. El ser social, la conciencia social, carácter derivado de la conciencia social, carácter de
clase de la conciencia social. .......................................................................................................59
2. Formas de la conciencia social y función social. .....................................................................61
3. Psicología social e ideología social. Conciencia social y conciencia individual. .....................63
Términos clave............................................................................................................................. 66
3
Presentación
El texto que ofrecemos al lector, se destina como manual de estudio a todos los
miembros del Partido Comunista de los Pueblos de España y de los Colectivos de
Jóvenes Comunistas. En él se exponen de manera sistemática los fundamentos de la
filosofía marxista, el materialismo dialéctico y el materialismo histórico. El Comité
Ejecutivo del PCPE espera que este manual, elaborado a partir de diversos textos del
Instituto de filosofía de la Academia de Ciencias de la U.R.S.S., contribuya al
mejoramiento de la formación marxista leninista de todos los miembros del PCPE y de
los CJC.
Madrid, julio de 2010
4
CAPITULO I. SURGIMIENTO DEl MARXISMO
La doctrina marxista.– El marxismo forma una doctrina total y armónica en la que se
distinguen tres partes integrantes: la filosofía, la económica política y la teoría del
socialismo científico. Las tres se hallan interna e inseparablemente unidas entre sí.
La teoría general que sirve de base filosófica al marxismo, a su economía política, a la
estrategia y la táctica de los partidos marxistas, es el materialismo dialéctico e histórico.
Con la creación del materialismo dialéctico e histórico y la elaboración de su doctrina
económica, Marx y Engels pudieron convertir el socialismo de una utopía, de un sueño
acerca de un mañana mejor, en una ciencia que señala a los partidos comunistas el
camino de lucha por la edificación de la nueva sociedad. La concepción del mundo de
los partidos comunistas es el materialismo dialéctico e histórico. Sin asimilar la filosofía
marxista no es posible la comprensión del marxismo-leninismo.
1. Premisas socioeconómicas y políticas del surgimiento del marxismo.
El marxismo fue preparado por toda la marcha del desarrollo socioeconómico, político y
espiritual de la humanidad, más que nada por el desarrollo del régimen capitalista, las
contradicciones intrínsecas de éste y la lucha entre el proletariado y la burguesía.
Nacimiento del capitalismo.– A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX se
derrumbó el régimen social feudal y triunfó, en varios países europeos, un nuevo
régimen: el capitalismo.
El inmenso crecimiento de la productividad del trabajo y de la riqueza social alcanzada
con el progreso del capitalismo, no iba acompañado en absoluto del mejoramiento de la
situación de las masas trabajadoras. Al contrario, en un polo de la sociedad, en las
manos de la burguesía, se acumulaba la riqueza, y en el otro, entre los trabajadores,
sobre todo el proletariado, reinaba la miseria.
La proletarización de los pequeños productores, la explotación de los obreros, incluidas
las mujeres y los niños, las insoportables condiciones de vivienda y el desempleo,
particularmente acrecentado en los períodos de las crisis económicas de
superproducción, que se repetían regularmente (a partir de 1825) conformaban la
realidad capitalista. Esta realidad echaba por tierra las ilusiones sociales de los
ideólogos de la burguesía de los siglos XVII-XVIII que presentaban la liquidación de las
relaciones sociales feudales como instauración del reino de la razón, la justicia, la
igualdad y la fraternidad entre los hombres.
Proletariado y burguesía: sus primeras luchas. La clase obrera, que en el periodo
de las revoluciones burguesas ayudaba a la burguesía en su lucha contra los
5
estamentos feudales dominantes, al afianzarse la sociedad capitalista se vio frente a su
enemigo de clase: la burguesía.
La lucha del proletariado contra la burguesía comienza desde los primeros días de
existencia de la sociedad burguesa y cobra gran intensidad en las décadas treinta y
cuarenta del siglo XIX. Ahora bien, en esa época la lucha de la clase obrera contra la
burguesía revestía un carácter espontáneo, no estaba organizada. Los obreros
luchaban por su existencia, por su derecho a la vida, por poner coto a la explotación de
que eran objeto, pero sin alcanzar todavía a comprender el sentido histórico universal
del movimiento obrero, Sus acciones (huelgas e insurrecciones armadas) no se
hallaban iluminadas todavía por una teoría científica revolucionaria.
Marx y Engels probaron que el proletariado es un engendro necesario de la gran
industria capitalista y que su lucha contra el capitalismo era una expresión objetiva de
las contradicciones propias de dicho régimen social. Asimismo, demostraron que la
espontaneidad, la falta de organización y la dispersión de las luchas de la clase obrera
eran históricamente pasajeras y que podían superarse mediante la unión del
movimiento obrero espontáneo con la teoría científica socialista, por vía de la
organización de partidos proletarios de masas, vanguardia y dirigentes del proletariado,
pertrechados ideológicamente con la comprensión científica del desarrollo social.
Asimismo, Marx y Engels, demostraron que el socialismo es el resultado necesario,
sujeto a leyes, del desarrollo económico del capitalismo y de la lucha de clases
proletariado.
2. Fuentes teóricas del marxismo
Las fuentes teóricas del marxismo son la filosofía clásica alemana, la Economía política
clásica inglesa y el socialismo utópico francés.
Socialismo utópico.– Las contradicciones de la sociedad burguesa, el contraste de la
miseria de las masas trabajadoras y la opulencia de las clases dominantes, habían
hecho surgir como reflejo los sistemas del socialismo utópico. Sus más claros
exponentes, a comienzos del siglo XIX eran Saint-Simón, Fourier y Owen. Las ideas
socialistas de estos pensadores fueron una de las fuentes teóricas del marxismo. Lo
positivo del socialismo utópico era la crítica del régimen burgués, la enérgica denuncia
de las contradicciones y los vicios del capitalismo. No obstante los socialistas utópicos
no acertaban a ver en el proletariado la fuerza histórica llamada a imponer la
transformación socialista de la sociedad. Los socialistas utópicos ignoraban totalmente
los caminos y los medios para acabar con el capitalismo e instaurar el socialismo. Sus
prédicas no iban dirigidas a las masas trabajadoras, sino a todas las clases, a los
estadistas, a los “monarcas ilustrados”, invocando su ayuda para la realización de sus
planes. Fácil es comprender que, en estas condiciones y con todos sus aspectos
positivos, el socialismo utópico no podía ayudar al proletariado en su lucha contra la
burguesía.
6
Económica política clásica inglesa .– Ya con anterioridad a Marx y Engels se
hicieron intentos encaminados a penetrar en la esencia y en las leyes del capitalismo.
En este sentido fueron importantísimas las aportaciones de los representantes más
destacados de la economía política inglesa, Adam Smith y David Ricardo, quienes
sentaron las bases de la teoría del valor fundada en el trabajo. En su teoría económica
se contiene, al igual que en el socialismo utópico, una de las fuentes teóricas del
marxismo. En la creación de su economía política, Marx aprovechó críticamente las
doctrinas de Smith y Ricardo. Estos economistas, como exponentes que eran de los
intereses de la burguesía, no podían comprender el carácter transitorio del capitalismo,
que consideraban metafísicamente como un régimen eterno, como una forma absoluta
e inmutable de sociedad humana. Y ello les impedía descubrir la esencia del modo
capitalista de producción,
Filosofía clásica alemana.– Al aparecer en la palestra social los futuros fundadores
del marxismo, la filosofía dominante en Alemania era la filosofía idealista de Hegel. El
pensamiento hegeliano tuvo una gran importancia en la evolución y formación de las
concepciones de Marx y Engels. Para crear su concepción científica del mundo, Marx y
Engels reelaboraron críticamente la dialéctica hegeliana, tomando de ella su meollo
racional, esto es, la idea del desarrollo por medio de saltos y contradicciones.
La filosofía de Feuerbach también ejerció enorme influencia en la formación de las
concepciones filosóficas de Marx y Engels. La crítica de Feurbach al idealismo
hegeliano ayudó a Marx y Engels a romper con el idealismo filosófico y a marchar
resueltamente por la vía del materialismo. Del materialismo feurbachiano dice Engels
que fue el “eslabón directo” entre la filosofía de Hegel y la de Marx. Pero, a diferencia
de Feuerbach, Marx y Engels no rechazaron lo que había de valioso en la filosofía
hegeliana, la dialéctica la doctrina del desarrollo, sino que, penetrando en ella, la
reelaboraron sobre bases materialistas. De este modo, la filosofía clásica alemana, y
principalmente la dialéctica de Hegel y el materialismo de Feuerbach, fueron una de las
más importantes fuentes teóricas en la formación del marxismo, de la filosofía marxista.
3. Lenin desarrolla la filosofía marxista.
Después de la muerte de Marx y Engels, el marxismo en general y, como
fundamento filosófico, el materialismo dialéctico e histórico, fueron desarrollados
creadoramente en los trabajos de Lenin. Al nombre de Lenin y sus continuadores va
unida la nueva época de desarrollo del marxismo que se inicia a fines del siglo XIX y
comienzos del XX.
Lenin y sus continuadores desarrollaron el marxismo cuando el capitalismo entró
en su última fase de desarrollo, en la etapa imperialista. Lenin desarrolló las tres partes
integrantes del marxismo, filosofía, economía política y socialismo científico,
elevándolos a una nueva fase y dando respuesta a los problemas vitales y candentes
de los nuevos tiempos. Como señaló J.V. Stalin, –en cuestiones del leninismo– “el
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leninismo es la continuación directa del marxismo en la época del imperialismo y de las
revoluciones proletarias”.
Capitulo II. MATERIALISMO DIALECTICO
1. El materialismo dialéctico, objeto del materialismo dialéctico, leyes y
categorías del materialismo dialéctico
El materialismo dialéctico.– El materialismo dialéctico es la filosofía del marxismo.
Esta filosofía creada por Marx y Engels surgió en indisoluble conexión con el proceso
general de formación del marxismo como ideología del proletariado. El materialismo
dialéctico es el fundamento filosófico sobre el cual descansa el marxismo.
Punto de partida del materialismo dialéctico.– El punto de partida de esta filosofía,
surgida de la lucha multisecular entre materialismo e idealismo y entre metafísica y
dialéctica, es el reconocimiento de la existencia objetiva de la materia, de la naturaleza,
sujeta a eterno movimiento y desarrollo. En su obra Materialismo y empiriocriticismo ,
V.I. Lenin da esta definición del concepto de materia : “La materia es una categoría
filosófica que sirve para designar la realidad objetiva, dada al hombre en sus
sensaciones, copiada, fotografiada, reflejada por nuestras sensaciones y que existe
independientemente de ellas”.
Objeto del materialismo dialéctico.– El materialismo dialéctico tiene por objeto el
descubrimiento de la esencia material del mundo y de las leyes más generales del
desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Engels decía que la
dialéctica materialista es la ciencia de las leyes más generales del movimiento, del
desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. El estudio de las leyes y
categorías del proceso dialéctico constituye el contenido principal de la concepción
filosófica marxista del mundo.
Leyes y categorías del materialismo dialéctico.– Las leyes fundamentales del
materialismo dialéctico son las leyes dialécticas universales del desarrollo. Estas leyes
son: la ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos, la ley de la unidad y
lucha de los contrarios y la ley de la negación de la negación. Cada una de ellas refleja
un aspecto esencial, una faceta, una forma, un momento del desarrollo objetivo. Las
tres citadas leyes son solamente las más importantes, las leyes esenciales o
fundamentales del materialismo dialéctico, pero no las únicas. El materialismo
dialéctico opera además con categorías, tales como, por ejemplo, lo individual, lo
particular y lo general, causa y efecto, necesidad y casualidad, posibilidad y realidad,
contenido y forma, esencia y fenómeno, etc.
Estas leyes y categorías no son fruto de la cavilación, sino extraídas de la misma
naturaleza y de la vida social. De hecho Engels fundó el materialismo dialéctico
desarrollando una “dialéctica de la naturaleza” basada en la afirmación de que “en la
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naturaleza (...) se abren paso a la fuerza (...) las mismas leyes dialécticas (...) que
gobiernan los acontecimientos en la historia” (Anti-Düring, prefacio a la 2ª ed.).
Las categorías de la dialéctica materialista guardan estrecha relación con sus leyes
básicas. Así, la ley de la unidad y lucha de los contrarios se expresa a través de las
categorías “contrario” y “contradicción”. A su vez, las leyes de la dialéctica determinan
la correlación entre las categorías como expresión de los aspectos y las relaciones
generales entre las cosas. Así, las correlaciones entre el contenido y la forma, la
esencia y el fenómeno, la necesidad y la casualidad son una manifestación específica
de la ley de la unidad y lucha de los contrarios
2. Las leyes fundamentales del materialismo dialéctico.
Ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos .– es la ley en virtud de
la cual los pequeños y al principio imperceptibles cambios cuantitativos, al acumularse
gradualmente, alteran –a la larga o a la corta– la medida del objeto y provocan cambios
cualitativos, a consecuencia de lo cual cambian los objetos, desaparece la vieja
cualidad y surge otra nueva.
El desarrollo, esto es, el proceso de nacimiento de lo nuevo y de muerte de lo viejo se
presenta bajo dos formas: la evolutiva y la revolucionaria. Los cambios cuantitativos
que se producen en el proceso de desarrollo de los objetos representan la forma
evolutiva del desarrollo. Los cambios cualitativos, por el contrario, representan la forma
del desarrollo revolucionario. El desarrollo no adopta exclusivamente una o otra forma
de movimiento. Ambas se implican mutuamente. El desarrollo es la unidad de los
cambios evolutivos y revolucionarios.
El desarrollo evolutivo es la fase en que el objeto, fenómeno o proceso experimenta
cambios cuantitativos graduales. Estos no crean ni pueden crear de por sí una nueva
cualidad y se limitan a preparar el cambio cualitativo. Para que éste se opere es
necesario que los cambios cuantitativos se interrumpan, que se produzca un salto, por
medio del cual se lleve a cabo el tránsito de lo viejo a lo nuevo. El salto es la fase en la
que los cambios cuantitativos graduales del objeto, fenómeno o proceso hacen crisis,
se interrumpen y se pasa a los cambios cualitativos. Por ejemplo, el desarrollo del
capitalismo, principalmente en el período imperialista, prepara las premisas para el
tránsito al socialismo. Sin embargo, el incremento cuantitativo, evolutivo, de estas
premisas, no representa de por sí el tránsito a la nueva sociedad, a la abolición del
régimen burgués. Esto sólo se logra mediante la revolución socialista, mediante el salto
revolucionario. “El capitalismo –escribe Lenin– se cava su propia fosa, crea por sí
mismo los elementos del nuevo régimen, pero al mismo tiempo, sin el “salto” estos
nuevos elementos no cambian en nada la situación general de las cosas, no afectan a
la dominación del capital”.
Ley de la unidad y la lucha de los contrarios.– es la ley conforme a la cual todas las
cosas, todos los fenómenos y procesos poseen internamente lados y tendencias
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opuestos que luchan entre sí (p. e. el capitalismo es una unidad de clases antagónicas
o, dicho de otro modo, de contrarios que luchan entre sí –la burguesía y proletariado–.
La lucha de los contrarios es un complejo proceso de nacimiento, desarrollo y solución
de las contradicciones (p. e. el nacimiento del capitalismo entrañó también el
nacimiento de la contradicción entre la burguesía y el proletariado. Sin embargo, en los
primeros momentos del capitalismo el proletariado no tenía conciencia de su oposición
radical, de clase, a la burguesía. Los obreros luchaban contra las máquinas, pensando
que sus enemigos eran ellas, no los capitalistas, y combatían asimismo a los enemigos
de sus enemigos, los señores feudales. Sólo en el transcurso del tiempo cobraron
conciencia de que formaban una clase particular, en abierta contradicción con una
clase opuesta a ellos, la burguesía. Sobre la base de las contradicciones cada vez más
profundas de la producción capitalista, fue agudizándose la lucha entre ambas clases,
a la par que se ahondaba la oposición entre ellas).
La agudización de las contradicciones, sobre la base de la lucha de contrarios,
conduce a una división cada vez más profunda del todo único hasta que se alcanza,
finalmente, una fase del desarrollo de la contradicción en que los contrarios ya no
pueden existir en unidad. Llega, entonces, el momento de resolver la contradicción.
Pero las contradicciones solamente pueden resolverse en la lucha entre contrarios y
por medio de ella (p. e. la contradicción fundamental del modo de producción capitalista
–contradicción entre el carácter social de la producción y la apropiación privada
capitalista– solamente puede resolverse mediante la revolución socialista, por medio de
una aguda lucha de clases).
La solución, es decir, la superación de las contradicciones fundamentales, implica la
destrucción de lo viejo y el nacimiento de lo nuevo (p. e. la solución de las
contradicciones fundamentales del modo capitalista de producción entraña la
destrucción de éste y la aparición de otro nuevo, el modo socialista de producción.)
Ley de la negación de la negación.– es la ley cuya acción determina la conexión, la
continuidad entre lo negado y lo que niega. En virtud de ella, la negación dialéctica no
es una negación pura, que rechaza todo el desarrollo anterior, sino una condición del
desarrollo, que mantiene y conserva todo el contenido positivo de las fases anteriores,
que repite sobre una base superior ciertos rasgos de las fases iniciales y tiene,
considerado en conjunto, un carácter progresivo, ascendente.
Ejemplo: El punto de partida de todo el desarrollo de la producción social era una forma
en la que existía la unidad del trabajador y los medios de su trabajo, es decir, los
medios de trabajo pertenecían al propio productor. La propiedad capitalista nació de la
expropiación de una gran cantidad de pequeños productores. La gran propiedad
capitalista significaba la negación de la pequeña propiedad (primera negación). Pero la
propiedad capitalista es negada, a su vez, por una forma superior de propiedad, la
propiedad socialista (segunda negación). El desarrollo vuelve aparentemente al punto
de partida, pero a un nivel superior. Los productores directos, los trabajadores, son
dueños nuevamente de los medios de producción, pero la forma de propiedad ya no es
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individual, sino colectiva. Por tanto, la negación de la negación no es una mera
repetición del punto de partida, sino que absorbe, “sintetiza”, todas las conquistas
alcanzadas en las fases anteriores del desarrollo, reproduciendo en la fase superior del
ciclo algunos rasgos de la fase inicial.
Capitulo III. EL MATERIALISMO HISTORICO
1. El materialismo histórico, objeto
fundamentales del materialismo histórico.
del
materialismo
histórico,
tesis
El materialismo histórico.– El materialismo histórico es la teoría sociológica del
marxismo. Esta teoría fue creada por Marx y Engels al hacer ellos extensivo el
materialismo dialéctico al estudio de la historia social. El materialismo histórico es parte
inseparable de la filosofía marxista. Al poner al descubierto la conexión entre el
materialismo dialéctico y el materialismo histórico, Lenin escribía –en las tres fuentes y
las tres partes integrantes del marxismo–: “Marx profundizó y desarrolló el materialismo
filosófico, lo llevó a su término e hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al
conocimiento de la sociedad humana”.
El materialismo histórico, como el marxismo en su conjunto, surgió y pervive como
teoría y concepción del mundo del proletariado revolucionario.
Objeto del materialismo histórico.– El materialismo histórico tiene por objeto la
investigación de las leyes más generales del desarrollo de la sociedad humana, las
leyes del surgimiento, la existencia y las fuerzas motrices más generales del desarrollo
de la formación socioeconómica. Por tanto, El materialismo histórico no estudia uno u
otro pueblo, uno u otro país por separado, sino toda la sociedad humana en su
integridad, enfocada desde el ángulo de las leyes y fuerzas motrices más generales de
su desarrollo.
Tesis fundamentales del materialismo histórico.– En el prólogo a su trabajo
“Contribución a la crítica de la Economía política” Marx ofreció la formulación clásica de
las tesis fundamentales del materialismo histórico. En dicho prólogo Marx escribía: “En
la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura
jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El
modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política
y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino,
por el contrario, es el ser social lo que determina su conciencia. Al llegar a una
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determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad
entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es
más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las
cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época
de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos
rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian
estas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos
en las condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse con la exactitud
propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o
filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren
conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no
podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco
a estas épocas de revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que
explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto
existente entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna
formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas
que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone
siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas,
vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se
están gestando, las condiciones materiales para su realización”.
2. Leyes del desarrollo de la sociedad y su carácter objetivo.
El proceso histórico natural.– El materialismo histórico explica el desarrollo social
como un proceso histórico natural, esto es, como un proceso necesario sujeto a leyes,
como un proceso que no depende de la voluntad de los hombres, aunque haya surgido
de la acción de ellos en cuanto seres dotados de conciencia y voluntad.
Leyes del desarrollo de la sociedad y su carácter objetivo.– Las leyes del
desarrollo social son objetivas. Estas son independientes de la voluntad y la conciencia
de los hombres y determinan su voluntad, su conciencia y actividad.
Las leyes del desarrollo social suelen presentarse, las más de las veces, como
tendencias. Dichas tendencias se abren camino a través de muchos obstáculos e
infinidad de casualidades, a través de choques con tendencias opuestas. La colisión de
dichas tendencias conduce a que en cada momento histórico exista más de una
posibilidad. Pero la realización de una u otra posibilidad depende de la actividad de las
masas, de la marcha de la lucha de clases, de la política de los partidos.
Diverso carácter de las leyes sociales.– Las leyes sociales tienen un carácter
diverso: unas se dan en todas las formaciones económico-sociales, otras son propias
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de las formaciones basadas en clases antagónicas y otras, por último, son leyes
específicas de determinadas formaciones económico- sociales.
Entre las leyes sociales que rigen en todas las fases del desarrollo social están las
leyes del papel determinante del ser social respecto a la conciencia social; del papel
determinante del modo de producción respecto de una u otra estructura de la sociedad;
del papel determinante de las fuerzas productivas respecto de las relaciones
económicas; del papel determinante de la base económica respecto de la
superestructura; de la dependencia de la naturaleza social del individuo respecto del
conjunto de las relaciones sociales, etc. Estas leyes son leyes sociológicas generales y
rigen en todas las formaciones, incluido el socialismo. Estas leyes fueron descubiertas
por Marx y Engels, basándose en el estudio de las siguientes formaciones sociales: el
régimen de la comunidad primitiva, la sociedad esclavista, el feudalismo y el
capitalismo.
A diferencia de las leyes sociológicas generales, existen leyes propias sólo de
determinadas formaciones sociales (p. e. la formación social capitalista). Trátase, en
primer término, de la ley de la división de la sociedad en clases, típica sólo de
determinados modos de producción, la ley de la lucha de clases como fuerza motriz de
la historia, propia de las formaciones socioeconómicas que se asientan en el
antagonismo de clases. Estas leyes no rigieron durante el régimen de la comunidad
primitiva y dejarán de regir al desaparecer la división de la sociedad en clases.
Categorías del materialismo histórico.– El materialismo histórico, a la par que ha
investigado las leyes más generales del desarrollo social, ha creado, conceptos
generales y categorías que reflejan lo más esencial de los fenómenos y procesos
sociales. Entre estas categorías figuran las de formación económico-social, producción
social, condiciones de vida material de la sociedad, ser social, conciencia social, formas
de conciencia social, modo de producción, estructura económica de la sociedad, base y
superestructura, clase social, Estado, revolución, ideología y otros. Estas categorías
han sido elaboradas en el proceso de conocimiento, de la práctica histórica y , a su vez,
se comprueban y precisan en la práctica. Completando los conceptos y categorías ya
existentes, el materialismo histórico irá forjando otros nuevos, en el proceso de
conocimiento, a fin de poder reflejar los nuevos fenómenos y procesos.
Las leyes y categorías del materialismo histórico no pueden comprenderse al margen
de sus vínculos con las tesis del materialismo dialéctico. Así, por ejemplo, al examinar
las leyes que rigen el movimiento de las sociedades de clase, descubiertas por el
materialismo histórico –leyes de la lucha de clases y de la revolución social– no se
puede por menos de ver que representan la forma específica adoptada por las leyes
dialécticas generales de la unidad y lucha de contrarios, de la lucha entre lo viejo y lo
nuevo, entre lo positivo y lo negativo, y del tránsito de los cambios cuantitativos a los
cualitativos.
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3. La actividad consciente de los hombres y su papel en la historia.
La teoría del materialismo histórico acerca del desarrollo social como proceso histórico
natural, –esto es, sujeto a leyes objetivas– no minimiza el papel de los hombres, de su
actividad en el proceso histórico. Al contrario, el materialismo histórico considera que
las leyes del desarrollo social son leyes de la actividad de los hombres y que fuera de
dicha actividad no existen. De ahí que el materialismo histórico esté muy lejos de hacer
caso omiso del significado de la política, la conciencia social, los valores espirituales y
las ideas sociales. No existe contradicción alguna entre reconocer por un lado, la
existencia de las leyes objetivas del desarrollo social y en admitir, por otro, que son los
hombres y sólo ellos quienes hacen su propia historia. La actuación de los hombres y
de las clases sociales será progresiva o regresiva en función de que dicha actuación
contradiga o no las leyes sociales, es decir, en función de si actúan o no en la dirección
del desarrollo social.
La existencia de las leyes objetivas del desarrollo social y el conocimiento de ellas
permiten a las fuerzas sociales de vanguardia crear conscientemente la historia.
Cuanto mayor sea el conocimiento de la clase obrera de las leyes del desarrollo social
y mejor comprenda las leyes de la revolución social, tanto más exitosa será su lucha
por el socialismo, tanto más avanzarán la historia y el progreso social. Por eso, los
partidos comunistas marxistas-leninistas pertrechan a la clase obrera y a todos los
trabajadores con el conocimiento de las leyes sociales y con el arte de utilizarlas en la
lucha por el triunfo del socialismo.
Capitulo IV. LA PRODUCCIÓN MATERIAL ES LA BASE DE LA VIDA
SOCIAL.
1. Papel del trabajo en la aparición de la vida social.
El trabajo, factor determinante del desarrollo social.– La sociedad humana es una
parte especifica del mundo material, sujeta a sus propias leyes de existencia desarrollo.
El trabajo, la producción material, constituye la base y el factor determinante del
desarrollo de la sociedad desde los tiempos primitivos hasta nuestros días.
La producción de bienes materiales.– La producción de bienes materiales (alimento,
vestido, vivienda, combustible, etc.) es la condición esencial y decisiva de la vida
humana. Si el trabajo humano se suspendiera aunque sólo fuese unas semanas, la
sociedad desaparecería. El hombre se remontó sobre el mundo animal y logró someter
a las fuerzas naturales y desarrollar la cultura, gracias precisamente a la producción de
bienes materiales.
14
Instrumentos de producción.– El trabajo presupone como condición necesaria la
creación de instrumentos de producción. En el curso de la historia, los instrumentos de
trabajo han recorrido un largo camino de evolución: desde la piedra y el palo del
hombre primitivo hasta los modernos ordenadores que se emplean en la producción, la
ciencia y la administración.
La producción social surge cuando el hombre comienza a utilizar los instrumentos de
trabajo. Cuanto más avanza la sociedad, mayor importancia adquieren los medios de
producción creados por el trabajo humano.
Conciencia y sociedad.– Los sociólogos idealistas sostienen que la razón fue la
fuerza originaria que impulso el desarrollo de la sociedad humana. El materialismo
histórico reconoce la influencia de la conciencia humana en la vida social y en el
desarrollo de la sociedad pero no considera que la sociedad haya surgido de la
conciencia. Más aún, el materialismo histórico considera que es el trabajo el que ha
permitido el desarrollo de la conciencia del hombre.
La conciencia de los primeros seres humanos era muy primitiva. Sólo en el proceso de
trabajo, en la producción social y gracias a ella, fue elevándose la conciencia hasta
alcanzar el nivel actual.
Trabajo y sociedad.– Todos los éxitos logrados por el hombre en el sometimiento de
la naturaleza a sus necesidades, en el perfeccionamiento de sus facultades físicas e
intelectuales y en la formación y desarrollo de sus vínculos sociales se deben al trabajo
Lo cual da pie para afirmar que, en cierto sentido, el trabajo ha creado al hombre
mismo y a la sociedad humana. La actividad productiva material de los hombres ha
sido la base sobre la que ha nacido y desarrollado la sociedad humana.
2. El modo de producción de los bienes materiales. Fuerzas productivas y
relaciones de producción.
Fuerzas productivas.– En la producción no sólo se necesitan los instrumentos de
trabajo, sino también los hombres llamados a producirlos y a utilizarlos. Junto con los
medios de trabajo –que en cualquier periodo histórico son siempre resultado de la
pasada actividad productiva de los hombres– los hombres constituyen las fuerzas
productivas de la sociedad. Por tanto, las fuerzas productivas están constituidas por los
medios de trabajo creados por la sociedad, así como por los hombres que producen los
bienes materiales. Los hombres, los productores de bienes materiales, los trabajadores
son la fuerza productiva y determinante de la sociedad.
Relaciones de producción.– En el proceso de producción los hombres se relacionan
entre sí. Estas relaciones mutuas de los hombres en el proceso productivo son las
relaciones de producción. El concepto de relaciones de producción en el amplio sentido
del término abarca todas las formas de relaciones económicas entre los hombres. Entre
estas relaciones figuran, por ejemplo, la división social del trabajo entre los hombres
que se ocupan en las diversas ramas de la producción. También forman parte de las
15
relaciones económicas, de las relaciones de producción, la división del trabajo entre la
ciudad y el campo y las formas que adoptan sus mutuos vínculos económicos. Las
relaciones de intercambio, de compra y venta, caen asimismo dentro del campo de las
relaciones de producción. Así, pues, las relaciones de producción, en un amplio
sentido, comprenden las relaciones en el proceso de producción, intercambio y
distribución.
De todo el conjunto de relaciones de producción, lo esencial, lo determinante, es la
relación de los hombres con los medios de producción, las formas de vinculación de los
productores con los medios de producción o, lo que es lo mismo, las formas de
propiedad. La esencia de cualquier tipo de relaciones de producción se halla
determinada, ante todo, por la forma de propiedad sobre los medios de producción; es
decir, depende de quien posee los medios de producción (la tierra y el subsuelo, los
bosques, las materias primas, los instrumentos de producción, etc.).
Propiedad privada y propiedad social.– Según sean las formas de la propiedad (la
propiedad privada , o la propiedad social) y tomando en cuenta quien dispone de los
medios de producción –toda la sociedad o determinados individuos, grupos o clases–,
cabe distinguir dos formas fundamentales de relaciones sociales. Si los medos de
producción se hallan en manos de una parte de la sociedad en tanto que la parte
restante se halla desposeída de ellos, las relaciones humanas serán de dominación y
sometimiento, relaciones entre explotadores y explotados. Si los medios de producción
son de propiedad social, las relaciones entre los hombres serán de cooperación y
ayuda mutua.
Modo de producción.– Las fuerzas productivas de la sociedad y las relaciones de
producción de los hombres en su interacción forman el modo de producción. Un rasgo
importantísimo de cualquier modo de producción es la forma de distribución de los
medios de producción entre los hombres que toman parte en el proceso productivo y,
por consiguiente, el tipo de relación que mantienen los obreros con los medios de
producción. “Cualesquiera que sean las formas sociales de la producción –dice Marx,
en el Capital–, sus factores son siempre los medios de producción y los obreros. Pero
tanto unos como otros son solamente, mientras se hallan separados, factores
potenciales de producción. Para producir en realidad, tienen que combinarse. Sus
distintas combinaciones distinguen las diversas épocas económicas de la estructura
social”.
Si los medios de producción y los trabajadores se hallan vinculados en tal forma que
unos y otros son propiedad del esclavista tenemos entonces el modo esclavista de
producción. Pero si la vinculación entre los medios de producción y los trabajadores se
establece de tal manera que el propietario de dichos medios compra la fuerza de
trabajo con arreglo a un salario, tendremos en ese caso el modo capitalista de
producción.
Cada generación se encuentra con determinado modo de producción y se halla
sometida a las leyes de su desarrollo mientras no cambia dicho modo de producción.
16
Pero la transformación de este último no se opera arbitrariamente, sino con sujeción a
leyes, en consonancia con el desenvolvimiento de las fuerzas productivas.
3. Papel determinante del modo de producción en el cambio de las formas de la
vida social.
Ley del desarrollo de la sociedad.– Los cambios que se operan en el régimen político
social y en la vida espiritual de los hombres se hallan determinados por el modo de
producción. El cambio de régimen social, de las ideas sociales, de las instituciones
políticas y jurídicas y de las formas de la familia, en virtud del desenvolvimiento de la
producción, es ley del desarrollo de la sociedad.
Formaciones socioeconómicas.– Toda formación socioeconómica representa
determinada fase del desarrollo progresivo de la humanidad. La historia de la
humanidad es la historia del desarrollo y sucesión de las formaciones
socioeconómicas: al régimen de la comunidad primitiva sucedió el régimen esclavista,
al cual reemplazó, a su vez, el feudalismo; el régimen feudal se vio obligado a dejar
paso al régimen capitalista, durante el siglo XX dicho régimen fue sustituido, en algunos
países, por el régimen socialista. Este desplazamiento sucesivo de formaciones
socioeconómicas tiene por base la sucesión misma de modos de producción. Cuando
un viejo modo de producción es sustituido por otro nuevo, este paso va acompañado
de una transformación radical de todo el régimen social.
Estructuras internas de las sociedades.– La estructura interna de cada formación
socioeconómica depende igualmente del modo de producción. La historia demuestra
que el modo de producción determina, en última instancia, el régimen de vida social, la
estructura de clase de la sociedad, las ideas políticas, jurídicas, morales, etc. y las
instituciones correspondientes. Al respecto Marx decía –en su Prefacio a la
Contribución a la crítica de la economía política– que “El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual”.
La comparación de las diferentes formaciones económico-sociales atestigua que la
división de la sociedad en clases y la explotación del hombre por el hombre se hallan
vinculadas a modos de producción, históricamente determinados, que tienen por base
la propiedad privada sobre los medios de producción. Bajo el régimen de la comunidad
primitiva, en el que imperaba la propiedad social sobre los medios de producción no
existía la división en clases ni la explotación del hombre por el hombre. Al aparecer la
producción y la propiedad privadas sobre los medios de producción, la sociedad se
escindió en clases y entre los hombres se crearon relaciones de explotación, de
dominio y sometimiento. Tales son las relaciones características del régimen esclavista,
de la sociedad feudal y del capitalismo. “La esclavitud –señala Engels– es la primera
forma de explotación, la forma propia del mundo antiguo; le suceden la servidumbre en
la Edad Media y el trabajo asalariado en los tiempos modernos. Estas son las tres
grandes formas de avasallamiento que caracterizan las tres grandes épocas de la
civilización”.
17
Solamente cuando desaparecen los modos de producción basados en la propiedad
privada sobre los medios de producción y surge y consolida el modo socialista de
producción, se transforma radicalmente todo el régimen de vida social, se suprimen las
clases explotadoras, llega a su fin la explotación del hombre por el hombre y, por
último, se afianzan las nuevas ideas políticas y jurídicas que expresan los intereses de
los trabajadores.
Familia primitiva.– Al cambiar el modo de producción, cambiaron también las
relaciones gentilicias y familiares.
Bajo el régimen de la comunidad primitiva no existía la familia monogámica. La célula
económica fundamental era entonces la comunidad gentilicia. En las primeras fases de
la sociedad primitiva existía el matrimonio por grupos; más tarde, surgió la pareja
conyugal. En los primeros tiempos, la mujer desempeñaba el papel predominante en la
comunidad; esta posición emanaba del papel que cumplía en la producción. Las
mujeres, al ocuparse de recoger plantas alimenticias y hacerse cargo de la economía
doméstica, marcaron el comienzo de la agricultura primitiva, lo que fue de una
importancia fundamental para la obtención de los medios de sustento. La caza, que era
la ocupación de los hombres, no aseguraba una base firme de existencia. Por todo ello,
las mujeres llegaron a escalar una posición más elevada que la de los hombres. Con el
paso de la caza a la ganadería y más tarde de la agricultura de azada a la agricultura
de arado, los hombres llegaron a ocupar un puesto predominante en la vida social. El
matriarcado dejó paso al patriarcado. En tanto que anteriormente el origen de los hijos
y la herencia de bienes se computaban por la línea femenina, materna, ahora se
computaban por la línea masculina, paterna. Así surgió la familia monogámica que
tenía por jefe al hombre y que contaba con su propia economía, con su economía
privada. La aparición de la propiedad privada se halla unida indisolublemente a la
aparición de esta familia monogámica aislada que se convirtió en célula económica de
la sociedad.
Situación de la mujer.– A lo largo de casi toda la historia de la sociedad basada en la
explotación, la mujer ha vivido en una situación humillante y ha carecido de derechos.
El régimen de propiedad privada significó la esclavización de la mujer y su
transformación en propiedad del varón. Sólo el desarrollo de la gran industria y la
incorporación de la mujer a la producción abrió ante ella el camino de si liberación. “...
La gran industria –dice C Marx, en El Capital T.I–, al asignar a la mujer, al joven y al
niño de ambos sexos un papel decisivo en los procesos socialmente organizados de la
producción, crea las nuevas bases económicas para una forma superior de familia y de
relaciones entre ambos sexos”
Con la abolición de la propiedad sobre los medios de producción se crean las
condiciones necesarias para la plena igualdad –real y no simplemente formal– de
derechos del hombre y la mujer, tanto en la producción como en la vida político-social.
Asimismo, se crean también las condiciones para la igualdad real del hombre y la mujer
en la familia.
18
Gens y tribu.– La dependencia de las formas de vida social respecto del modo de
producción podemos verla también al examinar el origen y desarrollo de formas étnicas
e históricas de comunidades humanas como la tribu, la nacionalidad y la nación.
En la sociedad primitiva no existía la división de los hombres en naciones; la población
se dividía en “gens” y la vida económica quedaba encuadrada dentro de los límites de
la “gens”. Al desarrollarse la producción, los lazos económicos se extendieron a toda
una tribu y a las uniones de tribus. Pero las agrupaciones tribales no formaban
comunidades estables. Los lazos entre la tribu tan pronto se fortalecían como se
debilitaban hasta que el desarrollo de las fuerzas productivas y el reforzamiento de los
vínculos económicos agruparon a los hombres en comunidades más firmes y
duraderas.
Estado.– El Estado, nacido de la desintegración del régimen de la comunidad primitiva,
implicaba que los individuos ya no se dividían de acuerdo con su parentesco, sino por
razones territoriales. La división de la población sobre bases territoriales, junto con la
transferencia de las funciones de la “gens” al Estado, acabaron con el viejo modo de
vida tribal. Sin embargo, los Estados nacientes, después de destruir la comunidad
tribal, no formaban todavía una comunidad nacional. Tanto en la sociedad esclavista
como en la sociedad feudal, la población se dividía en nacionalidades. Y aunque ya en
la Edad Media se crearon en diferentes nacionalidades algunas premisas del
nacimiento de la nación –la comunidad de lengua y la de territorio–, a la par que se
daban ciertos elementos de comunidad cultural, no existía, en cambio, la comunidad de
vida económica, es decir, lazos económicos firmes entre diferentes lugares y regiones
del país, razón por la cual los hombres no podían agruparse aún en naciones
Estados nacionales.– El desarrollo del modo capitalista de producción destruyó la
dispersión y el encastillamiento propios de la sociedad feudal, amplió los vínculos
económicos y condujo a la creación de los Estados nacionales, a la desaparición de los
principados feudales aislados. Así pues, el desarrollo económico sirvió de base a la
aparición de una comunidad humana, históricamente estable, como nación. Las
naciones surgieron sobre la base del incremento de las fuerzas productivas y de la
consolidación de los lazos económicos entre gentes que vivían en un territorio común y
hablaban una misma lengua.
Naciones burguesas.– El desarrollo del capitalismo condujo a la formación de las
naciones burguesas y de los Estados nacionales o plurinacionales burgueses; pero el
capitalismo trajo también la desigualdad y la opresión de las naciones. El sistema
capitalista mundial de economía no se ha creado en virtud de un acuerdo voluntario
entre las naciones sobre bases mutuamente ventajosas, sino mediante la esclavización
económica y la sumisión de los pueblos; mediante las conquistas, anexiones y
usurpaciones coloniales.
19
Capitulo V. DIALÉCTICA DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y DE LAS
RELACIONES DE PRODUCCIÓN.
1. Papel determinante de las fuerzas productivas respecto de las relaciones de
producción.
Las fuerzas productivas y las relaciones de producción son dos aspectos de la
producción social. Las fuerzas productivas y las relaciones de producción no existen
separadas las unas de las otras. En realidad son inseparables las unas de las otras,
forman una unidad. La interacción de las fuerzas productivas y las relaciones de
producción obedece a la ley de la correspondencia de las relaciones de producción al
carácter y al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Esta ley expresa la
dependencia objetiva de las relaciones de producción respecto del desarrollo de las
fuerzas productivas y establece que las relaciones de producción se forman y modifican
bajo el efecto determinante de las fuerzas productivas.
Las fuerzas productivas.– Las fuerzas productivas son el factor más dinámico de la
producción. Esto se halla condicionado por la esencia misma del proceso de la
producción material, por el hecho de que este proceso se opera sin cesar, ya que los
hombres ni siquiera podrían existir si no dispusieran de bienes materiales. El desarrollo
de las fuerzas productivas condiciona los cambios que se operan en las relaciones de
producción.
.
Los instrumentos de trabajo.– Cuando la humanidad apenas se segregó del estado
animal, los instrumentos de piedra que usaban los hombres eran tan primitivos y poco
rentables que el individuo que los poseía no estaba en condiciones de hacerse con los
indispensables bienes materiales vitales. Los hombres se veían forzados a trabajar en
común, a ayudarse mutuamente debido a la debilidad de cada individuo por separado
frente a las fuerzas de la naturaleza. La principal fuerza productiva aquí era , en primer
término, el propio colectivo. Sobre esta base se plasmaron las relaciones colectivistas
de la comunidad primitiva.
La fabricación de herramientas de metal, sobre todo de hierro, elevó
considerablemente la productividad del trabajo. El empleo del hacha de hierro y de la
azada, del arado y de la fuerza de tracción animal, abrió amplias posibilidades al
desarrollo de la agricultura. La aparición de instrumentos de metal dio impulso a la
producción artesanal y a la construcción.
Los excedentes de productos, la división del trabajo y la propiedad privada.– Al
desarrollarse las fuerzas productivas, el hombre comenzó a producir más medios de
sustento de los que consumía de forma inmediata. Surgió así un excedente de
20
productos o plusproducto, precisamente entonces apareció la propiedad privada y la
desigualdad en la posesión de bienes.
A medida que se desarrollaban las fuerzas productivas iba penetrando la división del
trabajo en el proceso productivo, con lo cual se minaba la producción en común y la
propiedad comunal sobre los productos. Al desarrollarse la división del trabajo, surgió el
intercambio de productos; primero, entre las comunidades y más tarde entre distintos
productores. La aparición de la propiedad privada llevó aparejada la de la propiedad
sobre los medios de producción, la cual sirvió de base, a su vez, a la aparición de la
explotación del hombre por el hombre.
La esclavitud.– Cuando los hombres usaban instrumentos sencillos de trabajo para
cultivar la tierra o en la producción artesana sólo era posible apropiarse el plusproducto
o plustrabajo si se esclavizaba al trabajador, obligándolo por la fuerza a trabajar, es
decir, recurriendo directamente a la coerción.
La forma primera y más primitiva de explotación del hombre por el hombre es la
esclavitud. Esta forma de explotación se asienta en la burda violencia, con la ayuda de
la cual se convertía al hombre en medio de trabajo, en esclavo carente de cualquier
derecho. Todo lo que creaba el trabajo de los esclavos pertenecía al señor.
El feudalismo.– Históricamente el feudalismo es la segunda forma de explotación del
hombre por el hombre. La propiedad feudal de la tierra estaba relacionada con el
dominio directo sobre los hombres adscritos de una manera u otra a la tierra, a la sazón
el medio de producción decisivo. Pero el poderío del señor feudal no dependía tanto de
la extensión de sus tierras, cuanto del número de campesinos siervos que de él
dependían.
El régimen feudal se basaba en la explotación de los campesinos por los terratenientes.
Todas las formas de explotación feudal (la prestación personal y los distintos tipos de
censo) consistían en la apropiación terrateniente del trabajo ajeno o del producto de
éste. Bajo el feudalismo, la clase feudal se apropiaba del plusproducto en forma de
renta feudal del suelo.
En la práctica, la situación de los campesinos siervos se distinguía poco de la que
tenían los esclavos. La coerción directa al trabajo se empleaba en vasta escala
respecto de los campesinos, esto es, respecto a la principal clase explotada y la
principal fuerza productiva de esta sociedad. Con todo y con eso, el campesino siervo,
a diferencia del esclavo, podía pasar una parte del tiempo en su parcela, y, hasta cierto
punto, pertenecerse a sí mismo.
Bajo el feudalismo las fuerzas productivas alcanzaron un mayor desarrollo que en el
régimen esclavista. Se perfeccionaron los métodos de cultivo y mejoraron los métodos
de fundición y tratamiento del hierro. El progreso de los oficios y el paulatino
mejoramiento de la herramienta artesana prepararon las condiciones para el
surgimiento de las facturas capitalistas.
21
El capitalismo.– En la entraña de la sociedad feudal empezaron a surgir talleres
relativamente grandes, instalados por los mercaderes-acaparadores, los usureros y los
maestros ricos. Al no poder resistir la competencia con los grandes talleres, los
artesanos se arruinaron y pasaron a ser obreros asalariados. Al mismo tiempo al
extenderse la división social del trabajo y desarrollarse la producción mercantil fue
operándose una diferenciación entre los campesinos, es decir, su escisión en una
burguesía agraria y un proletariado agrícola. Así surgieron las relaciones capitalistas de
producción.
Al principio, las relaciones capitalistas de producción se apoyaban en los instrumentos
artesanales que sirvieron de base a la creación de los grandes talleres y las
manufacturas Pero, solamente cuando apareció la máquina y una nueva división del
trabajo –la división en el interior de la fábrica–, junto con el empleo en masa del trabajo
asalariado, se produjo la transformación total del modo feudal de producción en la
producción capitalista. La invención del telar mecánico, de la maquina de hilar, la
maquina de vapor, y a la par con ello, la aparición de un nuevo tipo de trabajador,
provocaron toda una revolución industrial. Apoyándose en las nuevas fuerzas
productivas, la burguesía acabó con la organización económica feudal.
El trabajo asalariado en la sociedad capitalista es, por su esencia misma, una
esclavitud asalariada. Si el esclavo romano estaba cargado de cadenas, el obrero
asalariado, según expresión de Marx se halla sujeto al propietario de los medios de
producción por ataduras invisibles. Las leyes implacables del modo de producción
capitalista aherrojan al obrero al carro del capital. Los defensores del régimen
capitalista dicen que los obreros “son libres”. Pero semejante aseveración no tiene
poco que ver con la realidad. Es cierto que formalmente, esto es, según las leyes los
obreros tienen derecho a marcharse de la empresa en que trabaja, pero entonces tiene
que ir a trabajar para otro patrono. Así resulta que la “libertad” bajo el capitalismo
significa, en la práctica, la plena libertad del capitalista de explotar a los obreros y la
“libertad” de los obreros para caer en el avasallamiento por los capitalistas.
El capitalismo es inseparable de la explotación de la mayoría de la población, de las
masas trabajadoras por una minoría insignificante. La explotación capitalista consiste
en que la clase capitalista se apropia la plusvalía creada por el trabajo de los obreros.
Los defensores del régimen capitalista dicen que los obreros “son libres”. Pero
semejante aseveración no tiene poco que ver con la realidad. Es cierto que
formalmente, esto es, según las leyes los obreros tienen derecho a marcharse de la
empresa en que trabaja, pero entonces tiene que ir a trabajar para otro patrono. Así
resulta que la “libertad” bajo el capitalismo significa, en la práctica, la plena libertad del
capitalista de explotar a los obreros y la “libertad” de los obreros para caer en el
avasallamiento por los capitalistas.
El socialismo.– En las entrañas del capitalismo surgen las premisas materiales para el
modo socialista de producción (gran industria, revolución científico-técnica ) . Sin
22
embargo, las nuevas relaciones de producción del socialismo no pueden formarse bajo
el capitalismo. La implantación del modo de producción socialista no puede producirse
por otra vía que no sea la de la revolución y la construcción consciente y planificada de
la nueva sociedad mediante la conquista del poder político por la clase obrera.
Desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción.– Las
fuerzas productivas y las relaciones de producción se desarrollan desigualmente y no
cambian al mismo tiempo. Lo primero que cambia en el desenvolvimiento de la
producción social son las fuerzas productivas y, ante todo, los instrumentos de trabajo;
más tarde y en consonancia con dichos cambios, cambian también las relaciones de
producción entre los hombres.
El hecho de que las relaciones de producción se rezaguen respecto al desarrollo de las
fuerzas productivas conduce a que se infrinja la correspondencia de las relaciones de
producción con el carácter de las fuerzas productivas y surja así una contradicción en
virtud de la cual las relaciones de producción frenan el progreso de las fuerzas
productivas (en la sociedad capitalista la transformación de las relaciones de
producción en freno para el progreso de las fuerzas productivas significa que el
desarrollo de la producción es extremadamente irregular, que se realiza a través de
altibajos, períodos de “prosperidad” y de crisis). Sin embargo, tarde o temprano, la
discordancia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción debe ser
superada, ya que así lo exige el desarrollo de la sociedad.
Transitoriedad de las formas sociales de la producción.– Las formas sociales de la
producción, esto es, las relaciones entre los hombres en la producción son
históricamente transitorias, se suceden las unas a las otras a lo largo de la trayectoria
del desarrollo económico. “Al alcanzar una cierta fase de madurez –escribe Marx, en El
Capital– la forma histórica concreta es abandonada y deja el puesto a otra más alta”.
Por consiguiente, el modo de producción se desarrolla y cambia mediante la solución
de las contradicciones que surgen.
En todas las formaciones sociales presocialistas, las fuerzas productivas y las
relaciones de producción entraron con el tiempo en una contradicción irreconciliable
que, en última instancia fue resuelta por medio de una revolución social; es decir
aboliendo las relaciones de producción ya caducas que se habían convertido en trabas
para el desarrollo social.
2. Desarrollo de las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones
de producción en la sociedad capitalista.
Las relaciones de producción del capitalismo se basan en la propiedad privada,
capitalista, sobre los medios de producción, que sirve para explotar a los obreros
asalariados. A diferencia de la economía natural del feudalismo, el régimen capitalista
descansa en la producción mercantil, ya en la fase superior de su desarrollo, cuando
también la fuerza de trabajo se convierte en mercancía. Entre los obreros y los medios
de producción se interpone el propietario capitalista. Antes de poner en acción su
23
fuerza de trabajo, el productor se ve obligado a venderla al propietario de los medios de
producción, es decir, al capitalista.
La ampliación de la producción mercantil.– Desde un punto de vista histórico, el
paso del régimen feudal a las relaciones capitalistas de producción fue un paso
progresivo. El capitalismo abrió al desarrollo de las fuerzas productivas posibilidades
más amplias que las creadas en la sociedad feudal, concentró la producción en las
grandes empresas e impulsó hacia delante el progreso de la técnica. La ampliación de
la producción mercantil acabó con la separación y el aislamiento de las haciendas y
regiones económicas y, al mismo tiempo, fundió los mercados locales en un solo
mercado nacional y, más tarde, en un mercado mundial único.
Carácter social de la producción y forma privada de la apropiación capitalista.–
Bajo el capitalismo la producción adquiere cada vez más un carácter social, en tanto
que subsiste la propiedad privada sobre los medios de producción. De ahí la
contradicción que surge entre el carácter social de la producción y la forma privada,
capitalista, de la apropiación. Esta contradicción que es la contradicción fundamental
del capitalismo se transforma a medida que se agudiza en un conflicto entre las fuerzas
productivas, por un lado, y las relaciones de producción, de intercambio y consumo en
su conjunto, por otro.
Crisis económicas de superproducción.– La finalidad de la producción capitalista no
es la satisfacción de las necesidades de la sociedad, sino la ganancia a cuenta del
trabajo no retribuido de los obreros. Movidos por la avidez de beneficios, los capitalistas
amplían la producción de mercancías sin tener en cuenta la demanda solvente de la
población. Como resultado de ello se crea periódicamente un excedente de
mercancías, a la vez que gran parte de la población carece de ellas. La diferencia entre
la suma de mercancías producidas en las empresas capitalistas y la demanda solvente
de las masas populares conduce a las crisis económicas de superproducción. Estas
crisis económicas del capitalismo son engendro de la contradicción entre el carácter
social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación del producto.
Esta contradicción condiciona la anarquía de la producción y el consumo limitado de las
masas debido a la explotación del trabajo por los capitalistas. La anarquía de la
producción capitalista y la explotación del trabajo por el capital hacen inevitables las
crisis económicas de superproducción.
Las crisis económicas de superproducción conducen a la pérdida de una inmensa
cantidad de fuerzas productivas. El cierre de fábricas a causa de la crisis y el despido
de trabajadores ponen fuera de acción fuerzas productivas reales. Muchos trabajadores
se ven condenados a un largo desempleo. Los trabajadores que han alcanzado cierta
edad pierden la esperanza de volver a trabajar. Muchos miembros de la joven
generación de la clase obrera no tienen acceso al trabajo ni en la producción ni en los
servicios. Los capitalistas se aprovechan de la crisis y del desempleo para bajar los
salarios y empeorar las condiciones de trabajo. Por eso, las crisis, además de acarrear
incontables calamidades a los que se quedan sin trabajo, empeoran la situación de
toda la clase obrera
24
El rasgo económico fundamental del imperialismo.– En nuestra época, esto es, en
la época del imperialismo se ahonda la contradicción entre el carácter social de la
producción y la apropiación capitalista. El rasgo económico fundamental del
imperialismo es el dominio que ejercen las agrupaciones monopolistas en la producción
y el mercado. En virtud de su posición monopolista, es decir, dominante, las
agrupaciones monopolistas dictan los precios de las materias primas y de los productos
fabricados, fijan las tarifas de salarios y disponen de los descubrimientos e inventos
técnicos. Las agrupaciones monopolistas presentan claras ventajas frente a los
propietarios aislados. A diferencia de estos, los monopolios pueden invertir grandes
capitales en la construcción de gigantescas empresas y en el reequipamiento técnico
de la industria. Pero, a la par con ello, frenan el progreso técnico, comprando nuevas
patentes de inventos, muchas de las cuales son guardadas en sus cajas fuertes.
Solamente cuando esperan que les rindan superbeneficios, los monopolios introducen
nuevas técnicas.
El capitalismo monopolista.– La dominación de los monopolios capitalistas –
nacionales o internacionales– significan un gigantesco crecimiento de la socialización
de la producción. En las empresas pertenecientes a los monopolios trabajan muchos
miles de personas. Los monopolios agrupan miles de empresas que llegan a constituir
un todo único. Llevan en cuenta las fuentes de materias primas, los mercados de venta,
los inventos y los perfeccionamientos. Los grandes bancos controlan casi todos los
recursos monetarios de la sociedad. Pero el colosal progreso de la socialización de la
producción favorece nada más que los intereses egoístas de un puñado de
monopolistas. Las masas populares no sacan ventaja sensible de ese enorme progreso
de las fuerzas productivas. Por consiguiente, el capitalismo monopolista, expresa un
alto grado de desarrollo de la contradicción fundamental del capitalismo: la
contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de
apropiación.
El capitalismo monopolista de Estado.– En medio de conmociones como las guerras
y las crisis, el poder estatal ayuda a los monopolios a superar las dificultades que éstos
no están en condiciones de vencer por su cuenta. Durante la guerra, el Estado levanta
empresas cuya construcción los monopolios no estiman ventajosa para sí, y luego, las
entrega a precios irrisorios a los monopolios privados. En las épocas de crisis, el poder
estatal trata de salvar los monopolios y los bancos de la quiebra, mediante préstamos y
ayuda pecuniaria a cuenta del Tesoro.
El capitalismo monopolista de Estado es el peldaño superior de la socialización de la
producción bajo el capitalismo. En este sentido, Lenin señalaba que el capitalismo
monopolista de Estado es la más completa preparación material del socialismo, es la
antesala del socialismo
La revolución científico-técnica.– La actual revolución científico-técnica conduce a la
continua socialización de la producción. Ello hace que el capitalismo y la propiedad
25
privada capitalista resulten cada día más incompatibles con las demandas del progreso
social de la humanidad.
Bajo el capitalismo, cuando la economía está supeditada a los intereses de lucro, a los
de la ganancia capitalista, la automatización desaloja a gran cantidad de trabajadores a
la categoría de innecesarios, engendra nuevos conflictos y contradicciones insolubles.
El capitalismo encauza la aplicación de los adelantos del progreso científico-técnico
hacia la esclavización del trabajo humano, hacia la preparación y sostenimiento de
guerras de exterminio, nunca en beneficio de los trabajadores, ni del desarrollo
universal del hombre.
La ley fundamental de nuestra época.– La contradicción entre las fuerzas
productivas actuales y las relaciones capitalistas de producción engendra la necesidad
histórica del paso del capitalismo al socialismo. La ley fundamental y más general de
nuestra época es, desde el punto de vista mundial, la ley que postula el paso de las
formas de vida social, creadas a lo largo de siglos y basadas en la propiedad privada,
al sistema socialista de economía. Por cuanto que la producción adquiere cada vez
más un carácter social y las fuerzas productivas sólo pueden aplicarse más
efectivamente como fuerzas sociales se deduce que las relaciones de producción
deben corresponder a esos cambios. El carácter mismo de las fuerzas productivas de
nuestra época exige el paso a la propiedad social sobre los medios de producción. Al
carácter social del proceso de producción sólo puede corresponder la propiedad social
sobre los medios de producción.
Capítulo VI. BASE Y SUPERESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD.
1. Concepto de base y supraestructura de la sociedad.
Los conceptos de “base” y “supraestructura” expresan la relación existente entre el
régimen económico de la sociedad y sus ideas e instituciones, a la vez que las leyes
que rigen los cambios que se operan en estas últimas. Al emplear los concepto de base
y supraestructura Marx compara la sociedad con un edificio: la sociedad tiene su propia
base, sus cimientos, sobre los que se erige la supraestructura formada por las ideas
sociales y las instituciones correspondientes. Pero las relaciones mutuas entre la base
y la supraestructura en la sociedad distan de ser tan simples como las que existen
entre las diferentes partes de un edificio.
Base de la sociedad.– La base de la sociedad comprende el conjunto de relaciones
económicas entre los hombres creadas en el proceso de producción material y de
reproducción de su vida. Entre ellas figuran ante todo las formas de propiedad sobre
los medios de producción, las relaciones económicas entre los distintos grupos y clases
sociales y, por último, las formas de distribución y de intercambio, que dependen de las
26
formas de propiedad sobre los medios de producción. Por lo tanto, la base es el
conjunto de las relaciones de producción, que constituyen la estructura económica de
una sociedad concreta.
Las relaciones de producción entre los hombres, que forman la base económica de la
sociedad, son materiales; existen objetivamente, al margen e independientemente de la
conciencia y la voluntad de los hombres; se crean en el proceso de la producción
material y cambian bajo el influjo del desarrollo de las fuerzas productivas. Las
relaciones económicas. Siendo como son la forma que adopta el desenvolvimiento de
las fuerzas productivas, se hallan determinadas por éstas, pero a su vez ellas mismas
determinan toda la supraestructura. “La estructura económica de la sociedad en cada
momento de la historia –escribe Engels en su Anti-Dühring– era, por tanto, el cimiento
real sobre el que se erigía luego, en última instancia, todo el edificio de las instituciones
jurídicas y políticas, de la ideología religiosa, filosófica, etc., de cada período histórico”.
Supraestructura de la sociedad.– La supraestructura social es la forma ideológica y
político-jurídica que reviste el contenido económico de la vida social. Forman la
supraestructura de la sociedad todas las concepciones sociales e instituciones que les
corresponden: el Estado, el derecho, los partidos políticos, las ideas políticas, la moral,
el arte, la filosofía, la religión, la Iglesia, etc. Por lo tanto, la supraestructura es el
conjunto de ideas, instituciones y relaciones sociales que surgen sobre una base
económica concreta.
Supraestructura y lucha de clases.– Las organizaciones y las ideas de la clase
dominante –su Estado, derecho, ideología– ocupan una posición dominante en la
superestructura de la sociedad. Son precisamente esas organizaciones, derecho e
ideología las que determinan el carácter, la fisonomía, de cada formación
socioeconómica de clase. Y a ellas se refieren los marxistas leninistas al hablar, por
ejemplo, de la supraestructura burguesa de la sociedad capitalista. Pero en las
condiciones del capitalismo surgen ideas y organizaciones revolucionarias de la clase
oprimida que también forman parte de la supraestructura de la sociedad. A diferencia
de las ideas e instituciones burguesas dominantes , las ideas y organizaciones
revolucionarias de la clase obrera no defienden la base capitalista, sino que, por el
contrario, luchan contra ella y se oponen a dicha base, a la par que educan, organizan
y movilizan a la clase obrera para la lucha contra el capitalismo y por el socialismo.
2. Papel determinante de la base respecto de la supraestructura de la sociedad.
Todos los elementos de la supraestructura se erigen sobre la base del régimen
económico de la sociedad de que se trata, se hallan condicionados por este régimen y
son producto y reflejo suyo. Al mismo tiempo, cada elemento supraestructural goza de
una relativa autonomía dentro de la dependencia que guarda con relación a la base.
Los diversos elementos de la supraestructura –el Estado, el derecho, las distintas
formas ideológicas (la filosofía, la moral, el arte y la religión)– muestran una distinta
vinculación tanto con la base como entre ellos mismos, y , a su vez, se hallan sujetos a
27
una acción mutua. Algunos elementos de la supraestructura, como el Estado, el
derecho, las organizaciones políticas y la ideología política, se hallan ligados de modo
directo e inmediato al régimen económico de la sociedad; en cambio, otros, como la
filosofía, el arte y la religión, están más alejados de la base y se vinculan con ella de
manera indirecta.
Estado y régimen político.– El Estado es una creación de las clases sociales
dominantes y sirve para defender sus intereses y aplastar, a la vez, las clases
enemigas. Ahora bien, las clases y, consiguientemente el Estado, son producto del
desarrollo económico de la sociedad. Las relaciones que mantienen las diferentes
clases sociales y sus partidos con el poder estatal son relaciones políticas. El régimen
político deriva del régimen económico y forma la supraestructura política de la
sociedad. Bajo el capitalismo, la burguesía es la clase económica dominante. Para
defender el sistema económico capitalista crea su propio Estado, el Estado burgués, y
elabora e impone a la sociedad su propia ideología política y otras formas ideológicas,
convirtiéndose de este modo en la clase dominante no sólo en el terreno político, sino
también en el espiritual, en el ideológico. En la sociedad burguesa, la clase obrera, las
masas trabajadoras, no sólo son oprimidas económicamente, sino también desde un
punto de vista político y espiritual.
El derecho.– El derecho forma la supraestructura jurídica de la sociedad. El derecho,
que predomina en cada sociedad, fija ante todo las relaciones de propiedad. El derecho
público y el derecho de propiedad sancionan el dominio económico y político de una
clase dada mediante la promulgación de leyes y normas jurídicas obligatorias para toda
la sociedad. Valiéndose del poder estatal, la clase dominante dicta sus leyes y
procedimientos, crea diversas instituciones u organizaciones (militares, judiciales,
represivas, ideológicas) que velan por las leyes y los procedimientos ventajosos para
dicha clase. Gracias al derecho, se erige en ley la voluntad de la clase dominante,
voluntad que se cumple mediante la fuerza coercitiva del Estado.
Los ideólogos de las clases explotadoras, dejándose llevar por sus propias ilusiones,
sostienen que las leyes o las normas jurídicas que ellos elaboran y defienden expresan
los intereses de la sociedad entera, de toda la nación. Sin embargo, la práctica social,
la lucha de clases y la historia de las diferentes formas jurídicas, constituciones e
instituciones correspondientes que se han ido sucediendo, demuestran que tanto esas
formas jurídicas como las teorías que las defienden tienen un carácter de clase, o sea
sirven los intereses de la clase que domina económicamente en la sociedad.
Derecho y régimen económico.– La sociología idealista afirma que el derecho crea
las relaciones económicas y determina la trayectoria de desarrollo de la sociedad, los
cambios sociales; sostiene asimismo que los legisladores, los jueces y los
administradores forjan consciente o inconscientemente esos cambios, ya que gracias al
poder que detentan pueden elaborar y utilizar las leyes sin el consentimiento de la
mayoría de la sociedad. Como es lógico, a este respecto, cabe preguntar ¿por qué los
legisladores de la sociedad feudal redactaban leyes que privaban de toda clase de
derechos a los siervos de la gleba? ¿Por qué consideraban justas esas leyes, si, en el
28
curso de las revoluciones burguesas, las leyes feudales, de casta, fueron abolidas en
virtud de su carácter injusto? ¿Por qué las leyes de la sociedad burguesa fueron
sustituidas en los países que emprendieron la construcción del socialismo por otras
nuevas, socialistas?. La sociología idealista no puede dar una respuesta
verdaderamente científica a estas cuestiones.
El derecho y el poder político tienen una naturaleza histórica; no han existido siempre,
ni existirán eternamente en la sociedad. Tanto en las sociedades esclavista y feudal
como en la sociedad burguesa, las clases explotadoras dominantes han ejercido –y
siguen ejerciendo– el poder estatal, así como el derecho a dictar e interpretar las leyes
sin la sanción de la mayoría de la población. Estas clases son producto de determinado
régimen económico de la sociedad, lo cual quiere decir que la causa determinante de la
sociedad no es el derecho, sino el régimen económico, y que aquél no es sino un
producto, un reflejo de éste.
Los partidos políticos.–. Un partido político representa la parte más avanzada de la
clase cuyos intereses defiende; lo integran hombres y mujeres que se guían por los
intereses, las ideas y los objetivos de determinada clase, engendrada por el régimen
económico de la sociedad. Las relaciones que mantienen las personas en el seno de
los partidos políticos revisten un carácter ideológico. Así, en el Partido Comunista las
relaciones que mantienen sus miembros entre sí tienen un carácter ideológico, pero
este partido no habría surgido ni podría existir ni luchar si no existiera la clase obrera,
es decir, la clase engendrada por el sistema económico capitalista.
Los cambios supraestructurales.– La causa fundamental de los cambios que se
operan en la supraestructura de la sociedad radica en los cambios de régimen
económico de la sociedad, los cuales se producen siempre que las fuerzas productivas
entran en contradicción con todo el sistema de relaciones de producción. Esto provoca
que una base económica deje paso a otra, en virtud de lo cual se transforma
radicalmente, con mayor o menor rapidez, toda la supraestructura de la sociedad. Pero
la nueva base económica no engendra automáticamente otra supraestructura. Tanto
las relaciones económicas como la supraestructura correspondiente son obra de los
hombres. En la sociedad dividida en clases, la supraestructura cambia mediante la
lucha entre los diferentes grupos y clases sociales.
Es típico de todas las formaciones sociales antagónicas el que los elementos de la
nueva base y la correspondiente supraestructura nazcan ya dentro del cuadro de las
estructuras económicas y políticas de la vieja formación. Esto se ve en el ejemplo de
las relaciones capitalistas nacidas en las entrañas del feudalismo europeo. Su aparición
iba acompañada de profundos cambios en la vida espiritual de la sociedad ligados a la
aparición de la ideología burguesa y la nueva cultura que hacían frente a la
superestructura feudal. Se desencadenó la lucha de todas las fuerzas sociales
antifeudales contra los estamentos privilegiados de la sociedad feudal, lucha cuyo
momento culminante fueron las revoluciones burguesas, que suprimieron las trabas
impuestas por el feudalismo al desarrollo de la producción capitalista y afirmaron la
dominación de la burguesía en la esfera de la política y la ideología.
29
Los cambios sucesivos en la supraestructura de la sociedad burguesa guardan ya
relación con el tránsito del capitalismo premonopolista al capitalismo monopolista
(imperialismo) y, luego, con el avance y la agudización de la crisis del capitalismo. Por
ejemplo, el tránsito de la economía capitalista desde su fase premononopolista a la
fase monopolista supuso la evolución reaccionaria de la democracia burguesa,
evolución caracterizada, de una parte, por la continua restricción de las libertades y
derechos democráticos y, de otra, por la creciente subordinación del aparato del Estado
a las diferentes agrupaciones monopolistas. Cuanto más impulsa el capitalismo las
fuerzas productivas, tanto más reaccionario se vuelve en los aspectos político e
ideológico.
La base socialista no puede nacer en las entrañas del capitalismo, ya que ello
requeriría la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción. El
capitalismo no crea más que premisas (materiales y espirituales) del socialismo. El
sector económico socialista surge por primera vez en el proceso de la revolución
socialista y se erige en base de toda la sociedad paulatinamente, a medida que son
desalojados los demás sectores económicos. Este periodo del devenir de la base
socialista se denomina periodo de transición. La supraestructura política de este
periodo es la dictadura del proletariado.
Independencia relativa de la supraestructura respecto de su base.– Los cambios
en la supraestructura se producen bajo el efecto de los cambios en la base; la
liquidación de la base vieja y la aparición de la nueva dan lugar a la transformación en
la supraestructura. Pero, al propio tiempo, la supraestructura posee una independencia
relativa respecto de su base. La historia la hacen los hombres, las clases sociales.
Ellos son los que reforman la base, realizan la revolución, cambian la supraestructura,
aplican la política, crean nuevas ideas y sostienen la lucha ideológica. De ahí que no
quepa entender la dependencia de la superestructura respecto de la base, como si se
tratase de un mecanismo automático. De ahí también que no se pueda explicar
cualquier cambio en la supraestructura sólo con causas económicas. La economía no
hace más que determinar la supraestructura social.
3. Activa función de la supraestructura.
Influencia de la supraestructura sobre la base.– Al señalar el papel determinante de
la base respecto de la supraestructura, el materialismo histórico no niega que la
supraestructura desempeñe una función activa e influya, a su vez, sobre la propia base
de la sociedad. Al contrario, el materialismo histórico reconoce que la supraestructura
es siempre una fuerza activa, que influye sobre todos los aspectos de la vida social,
incluida su propia base.
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Al establecer la primacía de la base y, a la par, poner de manifiesto el papel activo de la
supraestructura, su efecto sobre la base, el materialismo histórico se diferencia del
materialismo económico vulgar.
La acción mutua entre la base y la supraestrucura no debe concebirse como la acción
mutua entre dos “factores” independientes entre sí y situados en un mismo plano. La
acción mutua entre la base y la supraestructura descansa en la base económica, la
cual, al engendrar la supraestructura correspondiente, determina, a su vez, la
trayectoria de su desarrollo.
Influencia de la supraestructura sobre la base, el Estado y el derecho.– La
utilización del Estado por la clase dominante puede influir sobre la base económica en
un sentido progresivo, acelerando y facilitando el desarrollo económico, pero también
puede frenarlo con sus medidas, bien entendido que en este caso minará su propia
base económica y su política sufrirá un descalabro. Asimismo, el derecho también
influye activamente sobre la base económica a través de las leyes que promulga el
Estado sobre la propiedad, el trabajo, la herencia de bienes, el crédito, la industria, el
comercio, los inventos, etc.
El Estado y el derecho pueden debilitar la acción de ciertas tendencias económicas,
propias de un régimen económico dado, y reforzar, a su vez la acción de otras. Sin
embargo, ni el Estado ni el derecho pueden abolir la acción de las leyes económicas de
ese régimen.
Al influir sobre la base, la supraestructura en su conjunto o elementos sueltos de ella
pueden entrar en contradicción con dicha base o con algunos de sus elementos.
En la época contemporánea se ha acrecentado el papel de la supraestructura burguesa
como fuerza activa. Ello se debe a que actualmente la burguesía cifra más y más
esperanzas precisamente en los medios de influencia ideológica y política para
sostener el régimen capitalista y apagar la llama de la lucha revolucionaria por el
socialismo.
Capítulo VII. LAS CLASES Y LA LUCHA DE CLASES.
1. El surgimiento y la esencia de las clases
Las clases sociales son los grandes grupos humanos en los que se divide la sociedad.
La división de la sociedad en clases es resultado de causas económicas.
En la sociedad existen, además de las clases, otros grupos humanos que se
diferencian entre sí por rasgos que no son los de clase. Se trata de diferencias de
edad, de sexo, de raza, de profesión, etc. Algunas de esas diferencias se deben a
31
causas naturales (por ejemplo, las de edad y de sexo), otras, a causas sociales. Las
diferencias naturales no engendran de por sí diferencias sociales y sólo en
determinadas condiciones pueden guardar relación con la desigualdad social. Así, la
desigualdad entre razas no es de origen natural, sino histórico. La desigualdad social
de los sexos tampoco tiene explicación en las causas naturales, sino en las históricas.
En las etapas tempranas de la historia, al regir el matriarcado, la mujer ocupaba un
lugar de honor en la sociedad, perdiéndolo después bajo el efecto de los cambios de su
papel en la producción social. La división de la sociedad en clases no guarda relación
alguna en general con las diferencias naturales, existe dentro unas mismas razas,
grupos étnicos, sexo. La división de la sociedad en clases es resultado de causas
económicas. Según expresión de Engels, –en Anti-Düring–, “las clases de la
sociedad... eran en todas las épocas fruto de las relaciones de producción y de cambio,
es decir, de las relaciones económicas de su época”.
El desarrollo de las fuerzas productivas durante el régimen gentilicio condujo a la
división social del trabajo, lo que implicó la separación de los productores ocupados en
distintos tipos de producción, así como el intercambio de los resultados de su trabajo. A
la par con la división social del trabajo y con el intercambio, se desarrolló asimismo la
propiedad privada sobre los medios de producción. El desarrollo de la propiedad
privada condujo a la formación de las clases.
La separación entre la ganadería y la agricultura fue la primera gran división social del
trabajo. Esta dio un impulso a la aparición del cambio. El terreno para el cambio se
amplió aún más al producirse la segunda gran división social del trabajo: cuando el
trabajo artesano se separa del agrícola. Los productos de la artesanía se asignaban
enteramente al cambio. En las primeras épocas practicaban el cambio los jefes
gentilicios, los patriarcas. Con el progreso y la ampliación del cambio, los jefes
gentilicios comenzaron a tratar el patrimonio comunal como propiedad suya. El objeto
principal del cambio era el ganado, siendo éste el primero en convertirse en propiedad
privada. Ello dio lugar a la desigualdad patrimonial entre los miembros de la
comunidad.
Con el progreso de las fuerzas productivas se incremento la productividad del trabajo
social. El incremento de la productividad del trabajo social posibilitó la consecución de
plustrabajo y plusproducto, es decir, un excedente de trabajo y de producto por encima
de lo más indispensable para la vida del trabajador. Con el plusproducto surgió la
posibilidad de que la sociedad se dividiera en clases; ahora bien, la causa directa de la
división de la sociedad en clases fue la aparición de la propiedad privada sobre los
medios de producción.
A medida que la propiedad comunal sobre los medios de producción dejaba paso a la
propiedad privada las familias empezaron a tener una economía propia y a cambiar
libremente los productos de su trabajo, lo cual fue ahondando la desigualdad
patrimonial entre las familias y los miembros de la comunidad. Los ancianos, los
caudillos militares, los sacerdotes y otras personas, que dentro de la comunidad
gentilicia desempeñaban los cargos públicos, se enriquecieron y fueron apoderándose
32
de una parte de la propiedad comunal. El enriquecimiento esta aristocracia gentilicia se
aceleró con la esclavización de los miembros de las tribus extrañas hechos prisioneros
y con la de los miembros arruinados de su propia tribu. En consecuencia, aparecieron
en la sociedad grupos humanos ocupando distinto lugar en la producción social: las
clases.
Por tanto, las clases son grupos humanos que se diferencian entre sí, en primer
término, por su lugar en el sistema de producción históricamente determinado. Ello
quiere decir que cada clase debe enfocarse relacionada con un determinado modo de
producción, por el que ha sido engendrada, y que cada modo antagónico de producción
crea su propia división específica de la sociedad en clases (el esclavista, en esclavistas
y esclavos; el feudal, en señores feudales y campesinos dependientes de ellos; el
capitalista, en capitalistas y proletarios).
Dentro de cada sistema de producción las clases ocupan un lugar distinto o, incluso
diametralmente opuesto, lo cual depende de la relación que guardan respecto de los
medios de producción. En la sociedad dividida en clases antagónicas, la clase
dominante monopoliza los medios de producción, es decir, posee todos ellos o, por lo
menos, los más importantes, en tanto que la clase oprimida se ve privada de dichos
medios.
Del distinto tipo de relación en que se hallan las clases respecto de los medios de
producción depende también su función en la organización social del trabajo. Las
clases cumplen distintas funciones en la producción social: en la sociedad antagónica,
unas dirigen la producción, ejercen la gestión de la economía y de todos los asuntos de
la sociedad, se dedican, más que nada al trabajo intelectual; sobre otras recae el peso
del trabajo manual.
El desarrollo de la producción social, así como de toda la vida de la sociedad origina la
necesidad de distintas funciones de gestión. En la sociedad dividida en clases, la
gestión de la producción social suele hallarse en manos de la clase propietaria de los
medios de producción. Cuando unas u otras relaciones de producción llegan a ser
obstáculo para el progreso de las fuerzas productivas, cambia también el papel de la
clase dominante en la organización social del trabajo: dicha clase pierde su papel de
organizadora de la producción y degenera en excrecencia parásita en el cuerpo de la
sociedad. Esto ocurrió en su tiempo con la aristocracia agraria y sucede hoy con la
burguesía (que traspasa las funciones de organización a ejecutivos, a la cúspide de la
intelectualidad técnica, etc.).
Las clases se diferencian también por los modos y las proporciones de obtención
del ingreso social. Esta diferencia –que también depende de la relación que las clases
mantienen con los medios de producción– reviste indudablemente un significado
sustancial. Sin embargo, las clases no se constituyen ni en virtud de la comunidad de
las fuentes de sus ingresos ni en virtud de las proporciones de los ingresos. Si nos
limitásemos al examen de las fuentes y las proporciones de los ingresos no podríamos
determinar acertadamente las clases, segregarlas de entre la multitud de capas y
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grupos sociales que también pueden percibir su ingreso a partir de distintas fuentes.
Así, bajo el capitalismo, son distintas las fuentes de ingresos de los funcionarios
públicos, que cobran su sueldo del Estado, y las de muchos profesionales, que cobran
honorarios a particulares. ¿Acaso esto da motivos para considerarlos clases
especiales?
Definición de Lenin .– Todos los rasgos característicos de la división de la sociedad
en clases han sido sintetizados por Lenin en la siguiente definición: “Las clases son
grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un
sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se
encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que las leyes
refrendan y formulan en su mayor parte), por el papel que desempeñan en la
organización social del trabajo, y. Consiguientemente, por el modo y la proporción en
que perciben la parte de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos
humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos
diferentes en un régimen determinado de economía social”. V.I.Lenin, Una gran
iniciativa
Además de las diferencias de clase, existen en la sociedad otras diferencias sociales,
como digamos las diferencias entre la ciudad y el campo, es decir, entre la población
ocupada en los trabajos industriales y de servicios y la ocupada en trabajos agrícolas,
así como entre el trabajo manual y el intelectual.
En cada formación clasista la diferencia entre la ciudad y el campo posee sus
particularidades. Por ejemplo, en la sociedad feudal, las clases de los campesinos y los
señores feudales se concentraban sobre todo en el campo, mientras que en las
ciudades vivían principalmente artesanos, comerciantes y la naciente burguesía. En la
sociedad capitalista todas las capas sociales están representadas, aunque en grado
desigual, tanto en la ciudad como en el campo. De ahí la división, por ejemplo, en
burguesía y pequeña burguesía urbanas y rurales, de la clase obrera, en proletariado
urbano y rural, y así sucesivamente.
Son también diferencias sociales las que existen dentro de cada clase y grupo y que
expresan la existencia de grupos más pequeños en las clases. Por ejemplo, en la
burguesía, según sea el volumen y la magnitud de los medios de producción, se
distinguen los capitalistas pequeños, medianos y grandes
Pese a toda la diversidad de diferencias sociales, las principales y determinantes son
las de clase. Ello es así, en primer lugar, porque las diferencias de clase se desprenden
directamente de las relaciones en que se hallan los hombres con respecto a los medios
de producción. En segundo lugar, porque las clases son los grupos sociales más
poderosos, más numerosos, cuyas relaciones reciprocas y lucha ejercen el efecto
decisivo sobre toda la historia de la sociedad, sobre toda su vida social, política e
ideológica.
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Relaciones entre las clases.– La división en clases penetra toda la vida social de la
sociedad clasista. A su vez, las clases sociales se hallan ligadas las unas a las otras
por determinadas relaciones económicas. Estas relaciones permiten a las clases
explotadoras apropiarse el trabajo de los explotados. El conjunto de esas relaciones
forma la estructura clasista de la sociedad, constituye la base material, económica, de
la lucha de clases. Pero las relaciones entre las clases no se circunscriben a la esfera
de la vida económica, sino que obtienen su expresión más concentrada en la vida
política. Las relaciones entre las clases, la lucha entre ellas, se manifiesta también en
la esfera de la ideología, de la vida espiritual de la sociedad.
2. La estructura social y sus cambios.
El conjunto de las clases, las capas y los grupos sociales y el sistema de sus relaciones
mutuas constituyen la estructura social de la sociedad. Cuando cambia el modo de
producción cambia también la estructura social, unas clases ceden lugar a otras.
En la sociedad esclavista, al igual que en la feudal, la estructura de la sociedad reviste
una envoltura particular. En varios países de Oriente (por ejemplo, la India) la división
social tenía la forma de división en castas. En otros países esclavistas (Antigua Grecia,
Roma, etc.) así como en la sociedad feudal, las diferencias de clase se refrendaban
jurídicamente, con ayuda del poder estatal, mediante la división de la población en
estamentos. La ley fijaba a cada estamento su lugar particular en el Estado, unos u
otros derechos y deberes. El modo capitalista de producción simplificó la división de la
sociedad en clases y fueron abolidos los privilegios estamentales y de casta. Bajo el
capitalismo, los obreros son jurídicamente libres, pero carecen de la propiedad sobre
los medios de producción y dependen económicamente de los capitalistas. Esa es la
razón de que Marx y Engels califiquen el modo capitalista de explotación de sistema de
esclavitud asalariada.
Clases fundamentales.– Las clases fundamentales de la sociedad antagónica son las
que brotan del modo de producción dominante en ella y sin las que dicha sociedad es
inconcebible. Por ejemplo, en la sociedad capitalista las clases fundamentales son la
burguesía y el proletariado. En las relaciones y la lucha entre las clases fundamentales
se expresa la contradicción fundamental del modo de producción dominante y de la
sociedad en su conjunto. Por tanto, la contradicción fundamental del modo de
producción capitalista y de la sociedad burguesa es la contradicción entre burguesía y
proletariado.
Clases secundarias.– A la par que las clases fundamentales, suelen existir en la
estructura social las clases secundarias o de transición, condicionadas por la
conservación de los restos de los modos anteriores de producción o por la existencia
de gérmenes del nuevo modo de producción. Por lo tanto, las clases secundarias o de
transición son clases viejas o nuevas, relacionadas con las formas caducas o nacientes
de economía de la sociedad.
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Así, en las sociedades esclavistas existían pequeños labradores libres, así como
artesanos. En la sociedad feudal, a medida que crecían las ciudades crecían asimismo
las nuevas capas sociales: artesanos organizados en gremios y corporaciones,
comerciantes, etc. En la sociedad capitalista existieron durante mucho tiempo como
clase secundaria –y siguen existiendo en los países con fuertes vestigios feudales– los
latifundistas, grandes propietarios de tierra que emplean simultáneamente los métodos
capitalistas y precapitalistas de los campesinos.
Las capas medias.– En la mayoría de los países capitalitas existe como clase
secundaria la pequeña burguesía: campesinos, artesanos, pequeños comerciantes y
pequeños propietarios de casas, que constituyen una capa numéricamente
considerable, de sensible papel en la lucha política y ocupan un lugar económico
intermedio entre la burguesía y el proletariado. Los une a la burguesía el que son
propietarios privados (aunque su propiedad, a diferencia de la propiedad capitalista
privada, es, las más de las veces, una propiedad que se asienta en el trabajo personal);
y los une al proletariado el que son trabajadores y son victimas de la opresión
capitalista.
A medida que se desarrolla el capitalismo, la pequeña burguesía se va diferenciando:
un pequeña parte de ella se enriquece, transformándose sus miembros en capitalistas,
en explotadores, en tanto que su mayor parte se arruina, quedando reducidos sus
miembros a la condición de propietarios económicamente dependientes, de
semiproletarios o de proletarios. Pero este proceso de proletarización de la pequeña
burguesía no conduce a su total desaparición. Ello por una razón: el capitalismo –en su
fase monopolista– no transforma radicalmente la economía, es decir, no destruye
totalmente las bases del viejo capitalismo. Ello también por otra razón: porque al capital
monopolista no le conviene asumir todas las funciones de la producción. Le interesa
más dejar toda una serie de semejantes funciones en la esfera de las pequeñas
empresas. Como hacia constar Lenin –en Marxismo y revisionismo– “El capital crea de
nuevo, infaliblemente, toda una serie de “capas medias” (apéndice de las fábricas,
trabajo a domicilio, pequeños talleres diseminados por todo el país en virtud de las
exigencias de la gran industria, por ejemplo, de la industria de bicicletas y automóviles,
etc.). Estos nuevos pequeños productores se ven nuevamente arrojados también, de
modo no menos inevitable, a las filas del proletariado”. Junto a la proletarización de las
capas medias desplazadas de la producción se opera también un proceso de
crecimiento de las capas intermedias improductivas (p. e. sectores del personal de
servicios y de la administración
Entre las “capas medias” de la sociedad se encuentran también la mayoría de los
intelectuales, que representan una capa social intermedia. Esta capa comprende a
todas las personas que se consagran profesionalmente al trabajo intelectual. Se debe
incluir en esta capa social a todas las personas dedicadas a las llamadas “profesiones
liberales” (p. e. médicos, abogados, artistas, arquitectos, etc.) y a diversos
representantes del personal técnico, trabajadores científicos y de la enseñanza. Los
intelectuales jamás han constituido ni pueden constituir una clase especial. Ello se
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debe, ante todo, porque no ocupan una posición independiente en la producción de
bienes materiales. La actividad de gran parte de ellos (con excepción de los técnicos)
se desarrolla al margen de la producción de bienes materiales. Además, los
intelectuales no son homogéneos desde el punto de vista de clase, puesto que
proceden de distintas clases y están al servicio de distintas clases. De acuerdo con
ello, los intelectuales se dividen en la sociedad capitalista en intelectuales burgueses,
pequeño-burgueses y proletarios.
Vemos, por tanto, que la composición de clase de la sociedad se distingue por su gran
complejidad: además de las clases fundamentales pueden existir clases secundarias y
diferentes capas intermedias. Además de estas clases y capas pueden existir en la
sociedad capas más o menos considerables numéricamente que no forman parte de
una u otra clase determinada. Se trata de los desclasados, gentes que han perdido
toda suerte de vínculos con su clase, que no tienen una ocupación determinada y se
encuentran sumidas en los “bajos fondos”. Estas gentes son las que constituyen bajo el
capitalismo el lumpen-proletariado: mendigos, prostitutas, malvivientes, etc.
Los cambios que se registran en la situación social de las masas bajo el capitalismo, la
ruina de los pequeños patronos, la proletarización de los campesinos y artesanos y el
paso de una parte de los obreros a la condición de desempleados profundiza la
creciente oposición entre las clases fundamentales de la sociedad capitalista.
3. La lucha de clases y los intereses de clase.
Ley de las luchas históricas.– La lucha de clases es la fuerza motriz del desarrollo de
las sociedades de clase. En este sentido Marx significaba –en El dieciocho Brumario de
Luis Bonaparte.– que “todas las luchas históricas, ya se desarrollen en el terreno
político, religioso, filosófico o en otro terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad,
más que la expresión más o menos clara de luchas entre clases sociales, y que la
existencia y, por tanto, también los choques de estas clases, están condicionados, a su
vez, por el grado de desarrollo de su situación económica, por el carácter y el modo de
su producción y de su cambio, condicionado por éste”. Asimismo, Marx y Engels
caracterizaron –en el Manifiesto del Partido Comunista– las fases fundamentales de la
lucha de clases hasta la aparición del capitalismo: “Hombres libres y esclavos, patricios
y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y
oprimidos, se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, ya velada, ya
abierta, que desembocaba invariablemente en la transformación revolucionaria de toda
la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna”.
Las causas de la lucha de clases.– Los historiadores y sociólogos burgueses
consideran que la causa de la lucha de clases es “la incomprensión recíproca” entre las
clases, la “política torpe de las clases dirigentes de la sociedad”, la “labor de instigación
de elementos malintencionados”, etc. Pero la lucha de clases no tiene su origen en
nada de eso. La lucha de clases es engendrada por la situación opuesta que tienen las
distintas clases en la sociedad y por la contradicción de sus intereses.
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Interés y conciencia de clase. Los intereses de clase no vienen determinados por la
conciencia de la clase, sino por la situación y el papel de cada clase concreta en el
sistema de la producción social. El proletariado está privado de la propiedad sobre los
medios de producción y es victima de la explotación capitalista. Por tanto, está
interesado, por su propia situación objetiva, en que se destruya el capitalismo. La
burguesía, en cambio, se halla interesada, por su situación objetiva, en que se
perpetúe el régimen capitalista.
Antagonismos entre las clases. Los burgueses y los proletarios representan clases
antagónicas, ya que sus intereses son opuestos e irreconciliables. También fueron
antagónicas las clases fundamentales de las formaciones sociales que precedieron al
capitalismo: los esclavistas y los esclavos, los señores feudales y los campesinos
siervos. De ahí que, históricamente, fuera inevitable la lucha entre ellas.
También pueden ser antagónicas las relaciones entre las clases hostiles de distintas
formaciones que se suceden entre sí. Tales eran, por ejemplo, las relaciones entre la
burguesía y los señores feudales en la época en que los métodos burgueses de
explotación chocaron con los feudales. Sin embargo, como ambas clases eran
explotadoras se unían políticamente cuando se alzaba ante ellos un enemigo común:
las masas populares con el proletariado al frente.
Coincidencia de intereses.– Mientras la oposición entre los intereses de las clases es
la base de la lucha entre ellas, la coincidencia de intereses de las distintas clases
posibilita sus acciones conjuntas. En la sociedad capitalista moderna existen
condiciones objetivas para acciones conjuntas del proletariado, los campesinos, la
pequeña burguesía urbana y una parte de los intelectuales contra los monopolios. El
proletariado, en tanto que la clase más revolucionaria, tiene la misión de ser la fuerza
dirigente de la alianza de estos grupos.
Coincidencias temporales.– En la lucha de clases son posibles coincidencias
temporales de intereses de clases profundamente distintas por su naturaleza social,
cuando se alza ante ellas un enemigo común. Así, las tareas comunes a toda la nación,
como por ejemplo, la lucha por la liberación nacional en los países oprimidos por el
imperialismo pueden servir de base para acciones conjuntas de las masas trabajadoras
(la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía urbana, sectores de los
intelectuales) y la burguesía nacional. Como es lógico cada clase actúa con arreglo a
sus intereses de clase. Esta es la razón de que Lenin exigiese que se analizaran “con
precisión los diferentes intereses de las diferentes clases, que coinciden en ciertos
objetivos comunes, definidos y limitados.” V.I. Lenin. A propósito de la revolución de
toda la nación.
Intereses de grupo.– Dentro de una misma clase existen capas y grupos que a veces
pueden oponerse entre sí o entrar en contradicción con los intereses vitales de la clase
en su conjunto. Así, en el seno de la clase capitalista figuran la burguesía industrial, los
financieros, comerciantes, etc. Y dentro del proletariado encontramos obreros de
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diversas ramas industriales, de distintas regiones, calificados y no calificados, etc., con
sus propios intereses profesionales o de grupo. Los intereses de los diferentes grupos
en el seno de las clases tienen un carácter pasajero y temporal, mientras que el interés
general de clase es duradero y esencial. En los periodos que se agudiza la lucha de
clases los intereses de grupo quedan relegados a segundo plano con respecto a los
intereses generales de clase. La unidad de la clase obrera se forja prácticamente en el
curso de la lucha de clases.
Actitud ante el régimen político y social.– Los intereses vitales de las clases
determinan la actitud que estas guardan con el modo de producción dominante, con el
régimen político y social existente. En última instancia, las clases luchan entre sí para
conservar o destruir el régimen vigente y el modo de producción que le sirve de base.
El movimiento progresivo de la humanidad, es decir, el desplazamiento de unas
formaciones sociales por otras más elevadas, se opera a través de la lucha de las
clases antagónicas.
4. Clases y partidos.
La formación política e ideológica de las clases.– En el proceso de la lucha de
clases se produce la formación política e ideológica de las clases. Las clases sociales
recorren un complejo camino de desarrollo político e ideológico y dejan de ser objetos
del proceso histórico para convertirse en sujeto activo y consciente. Dejan de se ser
clases “en sí” para convertirse en clase “para si”. “Las condiciones económicas –
escribía Marx en “Miseria de la filosofía”– transformaron primero a la masa de la
población del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado a esta masa
una situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con
respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha..... esta masa se une,
se constituye como clase para sí”. Cuando una clase se forma como sujeto activo,
como clase “para sí” desempeñan papel fundamental el surgimiento de las
correspondientes organizaciones políticas, sobre todo los partidos políticos.
Los partidos políticos.– . La lucha de clases encuentra su expresión más acabada en
la lucha entre los partidos políticos. Los partidos políticos son la forma superior de
organización política de las clases. Los partidos políticos expresan los intereses
políticos de las clases y dirigen su lucha por el poder político. Sin embargo, no todos
los partidos políticos se presentan abiertamente como defensores de los intereses de
tal o cual clase. Algunos de ellos –especialmente los partidos de la burguesía– tratan
continuamente de enmascarar su relación de dependencia respecto de la burguesía y
ocultan los intereses de clase que realmente defienden. No obstante, en la lucha de
clases se exterioriza, más pronto o más tarde, la relación entre los partidos y las clases.
Diferencia entre los partidos y las clases.– Los partidos se diferencian de las clases
porque: a) jamás abarcan a toda la clase, sino que constituyen nada más que una parte
de ella; b) son resultado de la unión consciente de los representantes más activos de
una clase con miras a alcanzar determinados objetivos políticos de clase, en tanto que
39
las clases surgen espontáneamente, como fruto del desarrollo económico de la
sociedad. De ahí que el partido surja más tarde que la clase. Gracias a los partidos, las
clases toman conciencia de sus intereses vitales, se organizan políticamente y se
consolidan, lo cual ejerce una influencia decisiva en la trayectoria posterior de la lucha
de clases.
Diversidad de partidos en cada clase social.– La división de la sociedad en clases
no suele coincidir con la división de la sociedad en partidos. A menudo, una clase
social no está representada por un solo partido, sino por varios, que expresan, a la par
que los intereses de toda la clase, los de determinados grupos de la misma. La
diversidad de partidos burgueses en un mismo país obedece al propio fraccionamiento
de la burguesía como clase y la lucha entre ellos es, en la mayoría de los casos, reflejo
de las disparidades entre las diferentes fracciones de la burguesía. La diversidad de
partidos y organizaciones políticas en el seno de la clase obrera de cada país obedece,
en la mayoría de los países, a la diversidad de corrientes ideológicas en el seno de la
propia clase obrera.
El partido comunista.– El partido comunista es el partido de vanguardia de la clase
obrera, su parte organizada y activa políticamente. La mayoría de los obreros, no
puede alzarse hasta el nivel de conciencia de clase que distingue a su vanguardia. La
diferencia entre la parte avanzada de la clase obrera y toda la clase sólo se borrará
cuando el comunismo obtenga la victoria definitiva.
Los partidos oportunistas.– A la par que los partidos revolucionarios de la clase
obrera, existen en la mayoría de los países capitalistas partidos oportunistas y
revisionistas. El oportunismo y el revisionismo no son fenómenos casuales en el
movimiento obrero, son fruto de la influencia de la burguesía en el movimiento obrero.
La burguesía se vale de los partidos oportunistas y revisionistas para frenar el
desarrollo de la lucha de clase.
5. Necesidad histórica de la desaparición de las clases.
Luchas precursoras.– La conciencia de que el régimen de clase es un régimen injusto
y los llamamientos en pro de la abolición de la explotación aparecieron hace mucho
tiempo, en los albores del capitalismo. Ya en algunos movimientos campesinos contra
el feudalismo se planteaba la reivindicación de que se creara una sociedad en la que
no existiera la explotación del hombre por el hombre (p. e. en el movimiento campesino
dirigido por Tomás Münzer en la Alemania del siglo XVI). Sin embargo, todos los
movimientos libertadores de otros tiempos conducían, en el mejor de los casos, a
cambiar la forma de la explotación, sin que pudieran abolir la explotación misma. Ello
se debía a que los llamamientos en pro de la supresión de las diferencias de clase se
hallaban entonces en contradicción con las exigencias del progreso económico. En
aquellos tiempos no habían madurado aún las condiciones económicas necesarias
para la abolición de las clases. Tanto en las épocas anteriores al capitalismo como en
el período de desarrollo ascensional del régimen capitalista, la sociedad solamente
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podía desarrollar sus fuerzas productivas y su propia cultura en las condiciones de la
propiedad privada, de las diferencias de clase y sociales y de la explotación de la
mayoría por una minoría.
Realidad presente.– En la época del capitalismo desarrollado el poderoso crecimiento
de las fuerzas productivas creó las condiciones necesarias para que la abolición de las
diferencias de clase fuesen un progreso efectivo y no trajera consigo el estancamiento
o incluso la decadencia en el modo de producción social. En virtud de ello el afán de las
masas oprimidas y explotadas de destruir las diferencias de clase y sociales, de abolir
la desigualdad de clases coincidió con las necesidades del progreso económico, o sea,
con la necesidad objetiva. El desarrollo de la sociedad capitalista contemporánea creó
también premisas materiales para la liquidación de las viejas formas sociales de
división del trabajo entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el manual.
Misión histórica del proletariado.– El desarrollo económico de la sociedad, además
de hacer necesaria la abolición de las clases, ha engendrado también la fuerza social
capaz de cumplir esa misión histórica. Esta fuerza es el proletariado contemporáneo.
La victoria de la revolución socialista y la conquista del poder por el proletariado dan
comienzo al proceso de supresión de las clases. La meta final de la lucha de clase del
proletariado es la destrucción de la sociedad capitalista y la creación de una nueva
sociedad sin clases.
La clase más revolucionaria.– El proletariado es la clase más revolucionaria de la
sociedad. Pero ello no es así por ser la más pobre y la que sufre más. El capitalismo
también condena a la miseria y al sufrimiento a millones de campesinos de precaria
situación económica, a muchos miles de “lumpen-proletarios”, que frecuentemente no
sufren menos, sino más que los verdaderos proletarios; sin embargo , no por ello son
más revolucionarios. El carácter revolucionario del proletariado viene condicionado
tanto por el hecho de ser una clase explotada, interesada en el derrocamiento del
capitalismo, como porque entre todos los grupos de trabajadores oprimidos y
explotados es el único portador de un nuevo modo de producción, más elevado que el
capitalista: el modo socialista de producción.
Abolición de la propiedad privada.– No se puede abolir la división de la sociedad en
clases antagónicas conservando, al mismo tiempo, los fundamentos del capitalismo. La
existencia de clases antagónicas tiene como premisa la propiedad privada sobre los
medios de producción que conduce a la más profunda desigualdad económica entre los
miembros de la sociedad. Por tanto, la desaparición de las clases presupone la
abolición
de la propiedad privada sobre los medios de producción y el establecimiento de la
propiedad social sobre ellos, como resultado de lo cual todos los miembros de la
sociedad mantendrán la misma relación con dichos medios de producción. He ahí por
qué en el Manifiesto del Partido Comunista proclamaron Marx y Engels que los
comunistas podían expresar toda su teoría con una sola tesis. Abolición de la
propiedad privada. He ahí también por qué Lenin hacia constar –en “Una gran
iniciativa”– que “para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los
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explotadores, no basta con abolir su propiedad, sino que es imprescindible también
abolir toda propiedad privada sobre los medios de producción....”.
6. Las formas de la lucha de clases y la organización de clase del proletariado.
La lucha de clase del proletariado y sus diferentes formas.– La lucha de clase del
proletariado contra el capitalismo se sostiene en las distintas esferas de la vida de la
sociedad: la economía y los dominios social, político y espiritual. Esta lucha adopta tres
formas fundamentales: la económica, la política y la ideológica. Cada una de estas
formas de la lucha de clase del proletariado guarda relación con una forma concreta de
organización de clase.
La lucha económica.– La lucha económica es históricamente la primera forma de
lucha de clase del proletariado. En todos los países, la lucha de los obreros comenzaba
por la defensa de sus intereses económicos diarios. Los obreros luchaban por el
aumento de los salarios, la reducción de la jornada, el mejoramiento de las condiciones
de trabajo, etc. En esta lucha surgieron las primeras organizaciones del proletariado –
los sindicatos–, que se erigieron para él en escuela de lucha de clase. Las huelgas
parciales y generales son los principales medios de la lucha económica de la clase
obrera.
La lucha política.– La lucha económica por las demandas diarias tiene para la clase
obrera una importancia vital. Sin embargo, esta lucha no puede liberar a la clase obrera
de la explotación capitalista. Para ello se requiere la lucha política del proletariado. La
lucha política del proletariado es multiforme: desde la participación en las elecciones al
parlamento, a los ayuntamientos o a otros órganos del Estado hasta las
manifestaciones de masas, desde la utilización pacífica de la tribuna parlamentaria
hasta la lucha revolucionaria por el poder. La misión principal de la lucha política del
proletariado es la conquista del poder político.
Desde el punto de vista histórico, la lucha política se ha desarrollado tras la económica.
Sin embargo, la lucha política es una forma más alta de lucha de clase que la lucha
económica. Ello se debe a las siguientes causas:
1.- En la lucha económica contra sus explotadores pueden participar unos u otros
destacamentos de la clase obrera, y en la lucha política, los obreros y los capitalistas
se enfrentan como clases.
2.- En la lucha económica, los obreros defienden sus intereses inmediatos, diarios, con
frecuencia intereses de unos u otros grupos de la clase obrera, y en la lucha política,
sus intereses cardinales, los de toda la clase.
3.- En la lucha económica, si se libra al margen de la política, se forma en los obreros
nada más que una conciencia tradeunionista, es decir, la comprensión de sus intereses
profesionales, y en la lucha política bajo la dirección del partido marxista se forma en la
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clase obrera una conciencia auténticamente de clase, proletaria, la comprensión de sus
intereses cardinales de clase, de su misión histórica y de las tareas revolucionarias.
4.- La lucha económica hace indispensable la organización del proletariado en
sindicatos, y la lucha política exige que se cree un partido político marxista, forma
superior de organización de clase del proletariado.
La lucha ideológica.– A la par que la lucha económica y política se da la lucha
ideológica. Esta forma de lucha se propone liberar la conciencia de los obreros de las
ideas y los prejuicios burgueses, así como ayudar a la clase obrera a que adquiera
conciencia de sus intereses cardinales de clase. Esta conciencia la ofrecen a la clase
obrera la teoría del marxismo leninismo, el socialismo científico. La lucha ideológica es,
como forma de lucha, tan necesaria para la victoria definitiva del proletariado como las
demás formas de lucha de clases.
Una de las tareas centrales del partido comunista consiste en inculcar la ideología
socialista a los trabajadores. En la medida que las ideas socialistas van penetrando en
la conciencia de los trabajadores la lucha espontánea de éstos se transforma en lucha
consciente.
CAPITULO VIII. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA SOCIEDAD.
1. Formación de la esfera de la vida política de la sociedad.
Formación de la esfera de la vida política.– Con la aparición de las clases y la
agravación de los antagonismos de clase, la estructura de la vida social se hace más
compleja. Surgen nuevos tipos de relaciones sociales: las políticas y las jurídicas. Se
forma la esfera de la vida política. Esta esfera de la sociedad comprende varias
organizaciones e institutos sociales que no conocía la sociedad anterior a la división en
clases. El principal es el Estado, organización del poder político de la clase dominante.
En la sociedad de clases surgen igualmente partidos políticos y distintas
organizaciones sociales que se crean para conquistar o mantener el poder, para luchar
por la satisfacción de los intereses de unas u otras clases. Todas estas organizaciones
e institutos sociales, considerados en interconexión, constituyen la organización política
de la sociedad. Por consiguiente, se puede definir la organización política de cualquier
sociedad clasista como sistema de institutos, organizaciones e instituciones que
regulan las relaciones políticas entre las clases, naciones y Estados. La esfera de la
vida política de la sociedad abarca los institutos y las relaciones políticas, la conciencia
y la actividad políticas.
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2. Tránsito de la organización no política (comunal) a la organización política de
la sociedad.
Formación del Estado.– En la organización gentilicia primitiva, los órganos de poder
se asentaban sobre la propiedad social y la comunidad de intereses de los colectivos
humanos de base –las gens y las tribus–. Pero al surgir formas más desarrolladas de
división del trabajo y la propiedad privada sobre los medios de producción, los órganos
gentilicio-tribales de administración resultaron inadecuados en las nuevas condiciones.
Como señala Engels –en el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado– el
régimen gentilicio “fue destruido por la división del trabajo, que dividió la sociedad en
clases y remplazado por el Estado”.
La misión de Estado era atender las necesidades nacidas ya de las relaciones entre
propietarios privados. A medida que la propiedad privada se concentraba más y más en
manos de un pequeño grupo de particulares que la utilizaban para esclavizar a los
desposeídos el Estado representaba y defendía los intereses de los explotadores
contra las masas oprimidas y explotadas.
La aparición del Estado es producto del carácter inconciliable de las contradicciones de
clase. Cuando estas contradicciones llegan a ser insolubles surge la necesidad de una
organización especial del poder, que ya no coincide con el pueblo mismo y tiene la
tarea de mantener en la sumisión las clases oprimidas.
El Estado deja de ser instrumento de la sociedad, como eran los órganos de
administración gentilicia, para convertirse en fuerza, diríamos, “situada por encima de la
sociedad”, que se “enajena más y más de la misma”
Caracteres fundamentales del Estado.– El Estado posee tres rasgos o caracteres
fundamentales. El primero es el poder público, en oposición a la organización directa
del pueblo armado que existía en la sociedad gentilicia. Sería falso ver en los órganos
de gobierno o del poder coercitivo el signo característico del Estado. La coacción existe
bajo una u otra forma en cualquier tipo de sociedad, ya sea la organización gentilicia o
la familia, pero de por sí no constituye el Estado. Lo que realmente constituye el Estado
es el poder público, o sea, el poder que no coincide con el grueso de la sociedad y es
ejercido por una categoría especial de personas. El cuerpo permanente de
funcionarios, los destacamentos especiales de hombres y mujeres armados (el ejército,
la policía), los órganos punitivos y de inteligencia del Estado y los correspondientes
apéndices materiales –las cárceles–, tales son los principales componentes e
instrumentos del poder público.
El segundo, es la potestad para establecer impuestos. El mantenimiento de la
organización estatal implica los impuestos que debe abonar la población. A medida que
crece el aparato estatal, su mantenimiento consume más fuerzas y recursos de la
sociedad.
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El tercero, es la división territorial de los súbditos en lugar de la división con arreglo a
los vínculos de consanguinidad. La división territorial de los hombres contribuye al
progreso de los vínculos económicos y a la creación de condiciones políticas para su
regulación.
Funciones del Estado.– En apariencia, el Estado actúa como el representante de toda
la sociedad, pero, en realidad, el Estado no es otra cosa que la organización de la clase
dominante para la protección de sus intereses cardinales, ante todo la forma de
propiedad que esta clase representa.
El Estado defiende los intereses de la clase dominante en primer término dentro de los
límites de un territorio concreto. En esto consiste su misión principal dentro del país.
Pero, al mismo tiempo, el Estado también defiende los intereses de la clase dominante
en el exterior, protegiendo el territorio del país y sus riquezas frente a otros Estados, o
bien procurando ampliar el territorio nacional a cuenta de los vecinos o de otros países
que no disponen de suficientes fuerzas para hacerle frente. La función exterior del
Estado es la continuación de la función interior.
En la sociedad explotadora la función fundamental del Estado consiste en mantener en
la sumisión las clases oprimidas respaldándose en la fuerza, en los órganos de
coacción (el ejército, la policía, los servicios de inteligencia, los tribunales de justicia,
las cárceles, etc.).
Sin embargo, esta función principal no agota la labor interna del Estado. En tanto que
organización de la clase dominante, el Estado procura regular también las relaciones
entre los miembros de la clase dominante para contribuir a su cohesión en la lucha
contra las clases opuestas. En varios casos, el Estado regula asimismo las relaciones
entre las clases explotadoras, por cuanto defiende sus intereses comunes (así, el
Estado feudal, sobre todo en la época del absolutismo, protegía en cierta medida
también los intereses de los mercaderes, de la burguesía naciente). El Estado regula
asimismo todo el conjunto de relaciones sociales familiares, etc. contribuyendo a la
consolidación de un orden socioeconómico determinado.
Todas las funciones del Estado están subordinadas a la defensa de los intereses de la
clase dominante. Esto se refiere, igualmente a la función económica del Estado
explotador. Así, al abrir canales y tender carreteras, el Estado se propone, en primer
término, impulsar la producción y el cambio para elevar los ingresos de los
explotadores. En la sociedad burguesa contemporánea, el Estado también emplea
parte de los recursos recaudados entre la población en concepto de impuestos para
subsidiar los monopolios, colocar pedidos en sus empresas, salvar bancos, etc.
Asimismo, los gastos en educación, cubiertos fundamentalmente a cuenta de los
impuestos sobre los trabajadores, se hacen con vistas, ante todo, de formar mano de
obra calificada para los patronos. Por cualquier lado que abordemos el Estado en la
sociedad antagónica, es siempre la organización de la clase dominante, que defiende
sus intereses.
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Surgimiento de el derecho.– El derecho surgió juntamente con el Estado. En la
comunidad primitiva, las relaciones entre los hombres eran reguladas por las
costumbres, las tradiciones y las normas de la moral (normas generales de conducta,
cuya infracción suscitaba la censura pública). Pero la aparición de la propiedad privada
y la escisión de la sociedad en clases originaron la necesidad de normas (leyes) que
protegiesen la propiedad de la clase dominante y que debían imponerse por la fuerza
del Estado a los oprimidos. En la sociedad antagónica el derecho es un instrumento en
manos de la clase dominante para aplastar a los trabajadores.
El derecho, al igual que el Estado, reviste un carácter de clase. En la sociedad
antagónica, el Estado protege con ayuda del derecho la propiedad de la clase
dominante. El derecho legitima asimismo las normas que regulan las relaciones entre
propietarios. Cada propietario, al entablar relaciones con otros, quiere garantizar sus
intereses ya se trate del comercio, de la esfera monetaria, etc.
El derecho formaliza las relaciones de clases y grupos sociales (por ejemplo, la
igualdad formal ante la ley), la situación de la familia y las relaciones entre sus
miembros.
Determina igualmente el estado jurídico de todas las instituciones y organizaciones
sociales y da forma jurídica a la situación, los derechos y los deberes de los
ciudadanos. Así pues, el derecho abarca en uno u otro grado todos los aspectos de la
vida de la sociedad, todos los tipos de actividad de los hombres y todas las formas de
relaciones sociales.
Las relaciones políticas y jurídicas.– Con la formación del Estado y el surgimiento
del derecho se plasmaron nuevos tipos de relaciones entre los hombres, antes
desconocidas: las relaciones políticas y jurídicas. Las políticas son, en su base,
relaciones entre clases. Sin embargo, no todas las relaciones entre las clases pueden
considerarse políticas. Cuando los obreros venden su fuerza de trabajo al capitalista o
luchan por el mantenimiento o elevación del nivel de los salarios, estas luchas son
económicas y sociales, pero no políticas. Pero si los obreros, aunque sólo sean los de
un sector, presentan demandas a toda la clase capitalista o al Estado burgués, ya se
trata de lucha política consciente, de relaciones políticas.
Las relaciones políticas entre las clases expresan en forma concentrada sus cardinales
intereses económicos. Estas relaciones, al igual que las demás relaciones de
supraestructura, al cristalizar, pasan por la conciencia de los hombres. Se estructuran
de conformidad con los ideales y objetivos políticos, las concepciones de los partidos y
líderes políticos. La política de clase es una línea de conducta más o menos consciente
de una clase respecto de las demás clases de la sociedad y del Estado.
46
3. Desarrollo de la organización política de la sociedad antagónica.
A lo largo de la historia, la propiedad privada ha cambiado de tipo y forma y, a la vez,
han cambiado los tipos de estructuras de clase y los modos de explotación. En
consonancia con ello se modificaban las relaciones, concepciones e instituciones
políticas, esto es, toda la organización política de la sociedad.
La organización política de la sociedad esclavista.– En la sociedad esclavista, la
situación de los esclavos, carentes de derechos, la división de los miembros libres de la
sociedad en castas, grupos estancos, una parte de los cuales tenía una situación
particularmente privilegiada en la sociedad, se refrendaban en el derecho y las
relaciones jurídicas. El Estado era una dictadura de los esclavistas: protegía sus bienes
y privilegios, mantenía en la sumisión a los esclavos y otras capas de la población
opuestas a los esclavistas. Además, el Estado y su ejército mantenían en la sumisión a
la población de los países ocupados.
Las formas de gobierno en la sociedad esclavista eran diversas: despotismos orientales
(China, India, Oriente Medio), imperio (Alejandro Magno, Imperio Romano) y repúblicas
(Atenas, Roma en el primer periodo). Sobre las distintas formas de gobierno de la
sociedad esclavista Lenin decía –en Acerca del Estado– “Ya entonces surge la
diferencia entre monarquía y república, entre aristocracia y democracia. La monarquía
como poder de una sola persona, y la república, como ausencia total de un poder que
no sea electivo; la aristocracia, como poder de una minoría relativamente reducida, y la
democracia, como poder del pueblo...... Todas estas diferencias surgieron en la época
de la esclavitud. Pero, a pesar de estas diferencias, el Estado de la época de la
esclavitud era un estado esclavista, cualquiera que fuese su forma: monárquica,
republicana aristocrática o republicana democrática”.
En la sociedad esclavista también existían, además del Estado, partidos políticos
(baste recordar la lucha de partidos en Grecia y Roma) . A menudo, surgían también
organizaciones y alianzas secretas entre los esclavos. Las organizaciones religiosas
también desempeñaban un papel relevante en la vida política.
La organización política de la sociedad feudal.– El modo feudal de producción dio
vida a un nuevo tipo de organización política de la sociedad y de relaciones jurídicas y
políticas. También aquí la coacción extraeconómica se sumaba a la economía, aunque
la primera había cambiado (el explotador no tenía derecho a la vida del explotado). El
derecho feudal ofrecía privilegios a unos estamentos y privaba casi de todos los
derechos a otros.
En la sociedad feudal, el Estado se extendió inmensamente en comparación con el de
la sociedad esclavista. Los funcionarios, el aparato judicial, el ejército permanente y el
cuerpo de oficiales crecieron tanto que absorbían una parte considerable, y a veces la
mayor, de la clase dominante.
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Un rasgo distintivo de la sociedad feudal es el inmenso papel de la Iglesia en la
estructura del poder estatal, y no sólo como fuerza ideológica, sino igualmente política.
Por ejemplo, en Europa, la organización católica era una poderosa fuerza militar (las
órdenes); los señores feudales laicos tenían que compartir el poder con ella,
subordinándose a menudo a los feudales eclesiásticos.
Además del Estado, los institutos jurídicos y la Iglesia, entraban en el sistema de
organización política de la sociedad feudal las organizaciones y alianzas estamentales.
En la sociedad feudal no había partidos políticos en el sentido moderno de la palabra.
Las masas oprimidas, que participaban en las guerras campesinas y las sublevaciones
de las ciudades y defendían sus “fueros” contra las pretensiones de los señores
feudales creaban sus organizaciones que, con frecuencia, revestían la forma de
uniones religiosas.
En las postrimerías del feudalismo surgió el Estado absolutista, cuyo soberano gozaba
–a diferencia de lo que ocurría en los primeros tiempos del feudalismo– de un poder
ilimitado. El Estado absolutista seguía expresando y defendiendo los intereses de la
clase de los señores feudales. Como resultado de una serie de revoluciones
burguesas, el absolutismo fue derrocado en algunos países, dejando paso al Estado
burgués. El nacimiento del Estado burgués, comparado con el Estado feudal,
representó un gran progreso histórico.
La organización política de la sociedad capitalista.– La organización política de la
sociedad antagónica alcanza su máximo desarrollo bajo el capitalismo. Las relaciones
jurídicas y políticas de la sociedad capitalista reflejan las particularidades de sus
relaciones de producción. La igualdad jurídica formal de los hombres ante la ley, en
contrapeso a la desigualdad estamental, es un rasgo típico de las normas jurídicas de
la sociedad burguesa. El derecho pierde su carácter local, sus normas pasan a regir
todo el país. Las normas jurídicas no regulan sólo relaciones entre clases, sino también
todos los tipos de relaciones económicas en el terreno de la producción y la distribución
de bienes, en particular las relaciones monetario-mercantiles y financieras, la situación
de las organizaciones sociales, los partidos políticos y la prensa; se redactan
detalladamente las normas del derecho civil y penal, los derechos personales de los
ciudadanos, etc. Con todo, el derecho, lo mismo que en las épocas precedentes,
expresa antes que nada los intereses y la voluntad de la clase dominante –la
burguesía– y protege la propiedad burguesa.
Bajo el capitalismo se concluye el proceso de centralización del poder estatal iniciado
ya bajo el feudalismo; surgen Estados centralizados (nacionales y plurinacionales). Se
produce la llamada división de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Se perfeccionan
y crecen los principales órganos de poder estatal: la burocracia, el ejército, la policía, el
servicio de inteligencia y las cárceles. Los partidos políticos, a la par que el Estado,
ocupan un lugar de suma importancia en el sistema de organización política.
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El Estado burgués y sus formas.– El Estado burgués presenta distintas formas:
monarquía constitucional, en la cual el rey es el jefe del Estado; república
parlamentaria, en la que, junto al parlamento elegido, existe como jefe del Estado un
presidente también elegido; la república presidencialista, en la que el presidente
concentra en sus manos un poder considerable, ya que es, al mismo tiempo, jefe del
Estado y del gobierno. Sin embargo, pese a todas estas formas de Estado burgués y a
otras más que pudieran señalarse, su esencia sigue siendo la misma: representa el
dominio político de la burguesía, la dictadura de esta clase. A este respecto escribe
Lenin –en el “Estado y la Revolución”–: “Las formas de los Estados burgueses son
extraordinariamente diversas, pero su esencia es la misma: todos esos Estados son,
bajo una forma u otra, pero, en última instancia, necesariamente, una dictadura de la
burguesía”.
Democracia burguesa.– En la mayoría de los países capitalistas, la monarquía
absoluta hereditaria dejó paso al Estado representativo, cuyos órganos de poder se
eligen periódicamente con arreglo a una limitación mayor o menor de los derechos de
la población. Bajo el feudalismo, las masas trabajadoras carecían de derechos
políticos, pero en la democracia burguesa obtuvieron por vez primera el derecho a
tomar parte en la elección de los órganos del poder y a crear sus propias
organizaciones económicas y políticas y su prensa. Todo ello enriqueció las
posibilidades de la clase oprimida de luchar por sus intereses. Sin embargo, pese a su
carácter progresista en comparación con el régimen absolutista, la democracia
burguesa no es otra cosa que una democracia restringida, ya que, en la práctica,
solamente es democracia para una minoría explotadora. Lenin ha señalado que
mientras se mantenga en pie la propiedad privada sobre los medios de producción, la
propia república democrático-burguesa seguirá siendo forzosamente la dictadura de la
burguesía, una máquina para aplastar a la mayoría. Esta máquina está construida para
impedir que las masas trabajadoras participen decisivamente en la vida política, en la
dirección del Estado.
La “igualdad” jurídica burguesa.– Asimismo, la democracia burguesa es solamente
una democracia formal. Tras la igualdad jurídica que proclama para todos los
ciudadanos (en un país con régimen de democracia burguesa todos los ciudadanos
gozan formalmente de iguales derechos y libertades) se esconde la más profunda
desigualdad económica. Esta desigualdad determina que las posibilidades de disfrutar
de los derechos y libertades proclamados por el orden constitucional no sean las
mismas para los pudientes que para los desposeídos. Así vemos, por ejemplo, en lo
que hace a las libertades de palabra, de prensa etc., que, en la práctica, sólo pueden
hacer uso de tales libertades los que tienen en sus manos los edificios donde se
celebran las reuniones, los que poseen las imprentas, los que tienen acceso a los
medios de comunicación, etc.
El sufragio.– El sistema democrático electoral no transforma la esencia clasista del
Estado burgués, no lo convierte en instrumento de poder de la mayoría de la sociedad.
Mientras los capitalistas tengan en sus manos los medios de producción y conserven
49
su fuerza económica y política no habrá ley que no pueda volverse contra los
trabajadores, aunque haya sido aprobada bajo la presión de éstos. Sean cuales fueren
las leyes vigentes, la minoría que domina en la sociedad burguesa asegura sus
intereses mediante el aparato del poder ejecutivo, que de hecho es independiente del
parlamento elegido por la población. Integran dicho aparato ejecutivo funcionarios que
no responden de su gestión ante los electores y que constituyen una casta privilegiada,
unida por todas sus condiciones de vida a la burguesía.
4. Aspectos esenciales de la organización política de la sociedad socialista.
El Estado socialista y sus formas.– La conquista del poder por la clase obrera crea
un tipo nuevo de organización política de la sociedad, indispensable para construir el
socialismo y el comunismo. La base de esta organización política es el Estado de la
dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado no es el estado habitual, sino
un estado absolutamente nuevo. Defiende los intereses del pueblo, no sirve a los
explotadores, sino a los explotados; no está al servicio de una minoría pudiente, sino
de la mayoría trabajadora. Su misión no consisten reforzar la explotación del hombre
por el hombre, sino, por el contrario, en acabar para siempre con ella.
La clase obrera necesita el Estado de la dictadura del proletariado para aplastar la
resistencia contrarrevolucionaria de las clases explotadoras derrocadas y para construir
la nueva sociedad.
La historia nos muestra diferentes formas políticas del Estado socialista (forma
soviética, forma cubana, forma china, etc.). Las formas posibles del Estado socialista
no se limitan a las formas en que éste se ha plasmado hasta ahora. Además de éstas
también son posibles nuevas formas de Estado socialista, incluida la república
parlamentaria. La esencia de todas las formas posibles de Estado socialista es una: la
dominación política de la clase obrera, la dirección que ésta ejerce en la sociedad y el
Estado.
Con la victoria y consolidación del socialismo, con el paso de todas las capas de la
población a las posiciones políticas e ideológicas de la clase obrera el Estado de la
dictadura del proletariado deja de ser medio de aplastamiento de la resistencia de los
explotadores, que han desaparecido ya, y se convierte en la encarnación de la unidad
del pueblo. Adquiere, por lo tanto, un carácter de Estado de todo el pueblo. De suyo se
entiende que esto no significa que cambie la esencia del Estado socialista nacido de la
revolución proletaria, esto es, el papel dirigente de la clase obrera en la vida de la
sociedad socialista. Por eso es erróneo oponer la dictadura del proletariado al Estado
socialista de todo el pueblo.
El derecho.– Con la creación del Estado socialista nace también un nuevo tipo de
derecho: el derecho socialista.
50
El derecho socialista está al servicio de los intereses de la clase obrera y legitima
nuevas relaciones sociales: protege la propiedad social, fija la situación jurídica de los
órganos estatales y las organizaciones sociales, los derechos y los deberes de los
ciudadanos, etc. El Estado socialista funciona asentándose sobre las normas jurídicas,
y estas últimas desempeñan un papel activo en la vida de la sociedad porque el Estado
está a su salvaguardia.
Como es lógico el Estado socialista no puede, sea cual sea el grado de consolidación y
desarrollo del socialismo, prescindir nunca de medidas de coacción respecto de los
miembros de la sociedad que vulneran las leyes del Estado y obran contra los intereses
de la sociedad, del pueblo.
Las organizaciones sociales.– En la sociedad socialista las organizaciones sociales
de los trabajadores creadas ya bajo el capitalismo para luchar contra los explotadores
entran en el sistema de la nueva organización política e incorporan las masas a la
gestión de la sociedad y el Estado. Algunas de estas organizaciones sociales de
trabajadores se encargan de cumplir diversas funciones estatales (por ejemplo, los
sindicatos ejercen la protección del trabajo en las empresas). Las organizaciones
sociales de los trabajadores no son órganos directos del poder estatal, aunque
cooperen estrechamente con dichos órganos en la defensa de los intereses de los
trabajadores, en la construcción del socialismo y del comunismo.
El partido comunista.– El partido comunista es la fuerza orientadora y dirigente del
Estado socialista y de toda la organización política de la sociedad socialista.
Capitulo IX. LA REVOLUCIÓN SOCIAL.
1. La revolución social como regularidad de la sucesión de las formaciones
socioeconómicas.
La ley de la revolución social.– El desarrollo de la sociedad, al igual que el de la
naturaleza, se halla sujeto a la ley dialéctica del tránsito de los cambios cuantitativos a
los cualitativos, de acuerdo con la cual la evolución prepara la revolución. La revolución
social representa una forma específica de salto cualitativo.
La ley de la revolución social es una ley histórica. Esta ley obra solamente en las
sociedades de clase. Bajo el socialismo, el desarrollo de la sociedad se realiza sin
revolución social.
El tránsito de una formación social a otra.– En el desarrollo de la sociedad tienen
lugar tanto los cambios graduales evolutivos como los saltos en las distintas esferas de
la vida social. El tránsito de una formación económico-social a otra es preparado por el
desenvolvimiento de las fuerzas productivas de la sociedad y por los cambios de otros
51
aspectos de la vida social (p. e. la ciencia, la técnica, los medios de producción y
comunicaciones, etc.) que se gestan en la entraña misma del viejo régimen. Sin
embargo, esos cambios, no alteran el estado cualitativo de la sociedad en su conjunto;
de ahí que, con relación a dicho estado, deban considerarse como procesos evolutivos.
Estos procesos preparan el terreno de la revolución social.
Concepto de revolución social.– Se entiende por revolución social el salto cualitativo
en el desarrollo de la sociedad que tiene como resultado la sucesión de una formación
socioeconómica por otra. A diferencia de lo que sucede con la evolución, la revolución
no se lleva a cabo conservando el viejo régimen, sino destruyendo éste y
reemplazándolo por otro nuevo, es decir, transformando radicalmente el estado de la
sociedad. La revolución social es el cambio cardinal de todo el régimen social.
Causa de la revolución social.– La causa más profunda de las revoluciones sociales
radica en el conflicto entre las nuevas fuerzas productivas y las relaciones de
producción ya caducas. En su prólogo a la Contribución a la crítica de la economía
política, Marx señala que, “al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas
productivas chocan con las relaciones de producción que se convierten en trabas
suyas. Se abre, entonces, una época de revolución social”. En las entrañas del viejo
régimen suelen nacer también las nuevas relaciones de producción que corresponden
al carácter de esas fuerzas productivas (p. e. en las entrañas de la sociedad feudal se
desarrollaron considerablemente las relaciones capitalistas). Todo esto socava por
dentro el viejo régimen económico. Sin embargo este último no desaparece por sí
mismo, ya que tras él se hallan las clases caducas que pugnan por mantener a toda
costa sus posiciones. Así, por ejemplo, aunque a fines del siglo XVIII en Francia el
desarrollo de la economía capitalista había minado profundamente el régimen feudal, la
clase de los terratenientes, que poseía inmensas extensiones de tierra y disfrutaba del
poder político, trataba de mantener por todos los medios el viejo régimen. Fue
necesaria la revolución para barrer el viejo régimen económico y político, que impedía
el progreso de las fuerzas productivas y las relaciones burguesas.
El choque de clases.– El conflicto entre las nuevas fuerzas productivas y las caducas
relaciones de producción se manifiesta en el choque entre las clases. Unas clases
defienden las relaciones de producción ya caducas y el régimen político-social erigido
sobre ellas, en tanto que otras pugnan por destruirlas. Las clases revolucionarias
destruyen la supraestructura política y jurídica ya caduca y el viejo poder estatal a la
par que crean otro, nuevo. Las clases revolucionarias se valen de este poder para
llevar hasta el fin la destrucción de las viejas relaciones de producción y consolidar las
nuevas. Así, por ejemplo, la revolución burguesa de Francia en 1789-1794 abolió la
propiedad feudal agraria y los privilegios de casta y, de este modo despejó el camino al
libre desarrollo de las relaciones capitalistas que, a la sazón, desempeñaban un papel
progresivo. Las revoluciones sociales constituyen la expresión más elevada de la lucha
de clases.
Misión de la revolución social.– La misión e la revolución social es realizar profundas
transformaciones en las esferas principales de la vida social, esto es, en la economía y
52
la política. Asimismo, van ligados a la revolución social cambios más o menos
profundos en la vida espiritual de la sociedad, en su cultura.
En la esfera económica, el objeto principal de la revolución social consiste en resolver
el conflicto entre las crecientes fuerzas productivas y las caducas relaciones de
producción, en sustituir el viejo sistema de economía con uno nuevo, superior. Sirve de
premisa para ello, antes de nada, el cambio de propiedad sobre los medios de
producción. Por tanto, la revolución social resuelve el conflicto económico entre las
nuevas fuerzas productivas y las viejas relaciones de producción.
En la esfera política, la revolución resuelve el conflicto entre la caduca supraestructura
política y las nuevas relaciones económicas. La revolución crea una nueva
supraestructura política, jurídica, indispensable para consolidar y desarrollar la naciente
formación socioeconómica. Por tanto, la revolución social representa una
transformación radical de carácter político, que destruye la vieja supraestructura
política.
En el orden político, el principal carácter de la revolución es el paso del poder estatal de
manos de una clase a las de otra. Sin embargo, no todo paso del poder de una clase a
otra puede calificarse de revolución. Si vuelve al poder una clase caduca, que consigue
por cierto tiempo restablecer su dominación, no se trata de una revolución, sino de una
contrarrevolución o restauración del viejo orden de cosas.
Carácter y fuerzas motrices de la revolución social.– Las revoluciones se
diferencian por su carácter y fuerzas motrices. El carácter de la revolución depende de
qué contradicciones sociales resuelve y del régimen a cuya instauración conduce. Las
fuerzas motrices de la revolución son las clases que efectúan la revolución, que la
impulsan superando la resistencia de las clases caducas.
Las revoluciones pueden ser iguales por su carácter pero, en virtud de las condiciones
históricas, se distinguen las unas de las otras por las fuerzas motrices. Por ejemplo, las
fuerzas motrices de las revoluciones burguesas de los países eurooccidentales eran los
campesinos, las capas plebeyas de la población urbana, la incipiente clase obrera, la
pequeña burguesía y la burguesía, siendo ésta última no sólo una de sus fuerzas
motrices, sino asimismo la fuerza hegemónica y dirigente. En cambio las fuerzas
motrices de la revolución burguesa en Rusia fueron el proletariado y el campesinado,
correspondiendo a aquél la hegemonía.
2. Tipos históricos de revoluciones.
El tránsito de una formación socioeconómica a otra se realiza siempre a su manera
especial, según sean la formación socioeconómica que desaparece y la que nace. En
consecuencia con ello se distinguen los tipos históricos de revoluciones. La división de
las revoluciones en distintos tipos tiene por base, en primer lugar, el carácter de las
tareas históricas que cumplen (qué régimen derrocan y qué régimen instauran), y en
53
segundo lugar, su contenido de clase. A su vez, las revoluciones de un mismo tipo se
diferencian en muchos aspectos, en lo concerniente a sus formas, fuerzas motrices,
etc.
Tránsito del régimen de la comunidad primitiva al esclavista.– La primera sucesión
de formaciones socioeconómicas en la historia fue el tránsito del régimen de la
comunidad primitiva al esclavista. La peculiaridad de éste transito consistía en que
suponía la sucesión de una sociedad anterior a la división en clases por una sociedad
ya dividida en clases. Engels mostró –en su obra Origen de la familia, la propiedad
privada y el Estado– que la división en clases, plasmada paulatinamente en las
entrañas de la comunidad primitiva, llevó, en fin de cuentas, a un viraje revolucionario,
que derrocó los restos de las relaciones gentilicias.
El régimen esclavista significó un considerable paso adelante en la historia de la
humanidad, en comparación con la época primitiva. No obstante, el régimen basado en
la esclavitud se convirtió en traba para el desarrollo de las fuerzas productivas. Lograda
la completa dominación, la esclavitud agotó su razón de ser. Decayó el comercio,
empobrecieron tierras anteriormente ricas, comenzó a disminuir la población,
sobreviniendo la ruina de oficios florecientes en tiempos anteriores.
Con la decadencia de la producción esclavista se agudizó la lucha de los esclavos
contra sus opresores. Esta lucha llegó hasta el nivel de sublevación abierta. Las
sublevaciones de esclavos solían fundirse con las de los pequeños campesinos que se
arruinaban y se levantaban contra la poderosa y rica cúspide esclavista. Ofrecen un
ejemplo de ello las sublevaciones de los esclavos de Sicilia, la de Aristónico en Asia
Menor, la de Sáumaco en el Reino del Bósforo. La mayor de las sublevaciones de
esclavos fue el movimiento de Espartaco, que contó con la participación de más de
100.000 esclavos. Estas luchas socavaron el régimen esclavista. Sin embargo los
esclavos no pudieron alcanzar la victoria y establecer un nuevo régimen. Ello se debió
no sólo a su embrutecimiento y dispersión, sino también a que no eran portadores de
un nuevo modo de producción, más elevado que el esclavista. Odiaban a sus
opresores pero soñaban con el restablecimiento de la esclavitud patriarcal, que ya no
podía volver jamás.
Tránsito del régimen esclavista al régimen feudal.– Si bien en la sociedad esclavista
surgieron premisas para el tránsito al feudalismo, esta sociedad se vio en un callejón
sin salida debido a la ausencia de una clase revolucionaria capaz de llevar a cabo
dicho tránsito. Éste surgió por efecto de la desintegración de la sociedad esclavista en
Roma y de la desintegración de las relaciones gentilicias entre las tribus
conquistadoras de Roma. De la interacción de estos dos procesos nació el régimen
feudal
En comparación con el régimen esclavista, el feudalismo significó un paso adelante en
el desarrollo de la sociedad. Creció la división social del trabajo, se amplió el cambio,
se perfeccionó la técnica de la producción, sobre todo en los oficios urbanos. Con el
progreso del comercio surgió la necesidad de la producción a gran escala. Desde fines
54
del siglo XIV en Italia, y desde el siglo XVI en otros países, comenzaron a surgir las
primeras empresas, grandes para la época. Eran manufacturas pertenecientes a
capitalistas. Maduraban así, en las entrañas de la sociedad feudal, las relaciones
capitalistas.
La historia de la sociedad feudal varios movimientos revolucionarios que no
desembocaron en revoluciones sociales victoriosas. Tales fueron casi todas las guerras
e insurrecciones campesinas del período del desarrollo ascendente del feudalismo (p.
e. en Inglaterra, la sublevación de los campesinos acaudillados por Wat Tyler (1381);
en Francia, el movimiento el movimiento de campesinos conocido por “Jaqueria”
(1358); en Italia, la insurrección de Dolcino (1304-1307).
Estos movimientos campesinos alcanzaron un grado de desarrollo más alto que el de
los esclavos, pero su debilidad consistía igualmente en su carácter espontáneo y
desorganizado. No había madurado aún el tiempo para la sustitución del régimen
feudal por el capitalista. Tampoco había una clase capaz de llevar en pos de sí a los
campesinos. Las capas inferiores de la población urbana (los aprendices y los pobres)
eran demasiado débiles, desorganizadas y atrasadas para encabezar al campesinado.
La clase capaz de hacerlo sólo apareció cuando en las entrañas de la sociedad feudal
comenzaron a desarrollarse las relaciones capitalistas, cuando el régimen feudal
devino obstáculo para el progreso de las fuerzas productivas y entró en la época de
profunda crisis. En ese periodo comenzaron a madurar las premisas para las
revoluciones burguesas.
Tránsito del régimen feudal al capitalismo.– La lucha de los campesinos siervos
contra los opresores feudales se agravó sobremanera en el período tardío del
feudalismo, cuando la explotación se exacerbó al extremo. Esta lucha fue utilizada por
la burguesía ascendente para acelerar la caída del régimen feudal y sustituir la
explotación feudal por la capitalista. Las revoluciones de la época de la crisis del
feudalismo y del desarrollo ascendente del capitalismo se producían bajo la dirección
de la burguesía urbana, que, en unos casos, lograba la victoria mediante compromiso
con los señores feudales, y, en otros, sostenía la lucha hasta el derrocamiento resuelto
de estos últimos. El ejército combativo de estas revoluciones burguesas era el
campesinado unido a las capas plebeyas de las ciudades. Merced a sus acciones, las
revoluciones burguesas iban mucho más allá de los objetivos que se proponía la propia
burguesía. Tal es el caso de las revoluciones burguesas de Inglaterra en el siglo XVII y
de Francia en el XVIII. Estas revoluciones, particularmente la revolución francesa,
fueron –debido al papel que en ellas desempeñaron las acciones de los campesinos
revolucionarios y de los elementos plebeyos de las ciudades– más allá de lo que
deseaba la burguesía y, precisamente por ello, destruyeron más profundamente el
régimen feudal ya caduco.
Las revoluciones burguesas derrocaron la dominación de los señores feudales y
ofrecieron vasto campo al desarrollo del capitalismo.
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La peculiaridad de las revoluciones burguesas consiste en que son relativamente
rápidas; su misión principal es poner la supraestructura política en correspondencia con
el tipo económico capitalista gestado en las entrañas de la sociedad feudal y asegurar
las condiciones indispensables para el libre desarrollo del capitalismo. Esta es la razón
de que las revoluciones burguesas culminasen, por lo común, en la conquista del poder
político de la burguesía.
Tránsito del capitalismo al socialismo.– El tránsito del capitalismo al socialismo se
realiza mediante la revolución socialista. Por su carácter la revolución socialista se
distingue radicalmente de todas las revoluciones que la han precedido, ya que éstas se
limitaban a reemplazar una forma de explotación por otra. La misión de la revolución
socialista no estriba en cambiar la forma de la explotación, sino en acabar totalmente
con la explotación del hombre por el hombre, iniciando el paso de la sociedad dividida
en clases a la sociedad sin clases.
Las fuerzas motrices de la revolución socialista son el proletariado, el dirigente de la
revolución, y las numerosas capas de trabajadores explotados.
En la esfera política, la revolución socialista tiene la misión de poner la clase obrera en
el poder, instaurar su dictadura. A tal fin es preciso no ya sólo apartar la burguesía de
la dirección de la sociedad, sino, además, destruir toda la vieja máquina estatal,
adaptada a la opresión de los trabajadores, sustituyéndola con una organización del
poder completamente nueva.
La conquista del poder supone el comienzo de la revolución socialista. El nuevo poder
estatal –esto es, la dictadura del proletariado– no es sólo un instrumento necesario
para la destrucción del régimen caduco, sino que es también un instrumento necesario
para la construcción de la nueva sociedad. En este sentido, Lenin hacia constar –en
informe al VII Congreso Extraordinario del PC (b) de Rusia– que “Una de las
diferencias fundamentales entre la revolución burguesa y la revolución socialista
consiste en que para la revolución burguesa, que brota del feudalismo, se van creando
gradualmente, en el seno del viejo régimen, nuevas organizaciones económicas que
modifican poco a poco todos los aspectos de la sociedad feudal. La revolución
burguesa tenía una sola misión: barrer, arrojar, romper todas las ataduras de la
sociedad anterior. Al cumplir esta tarea, toda revolución burguesa cumple con todo lo
que de ella se exige: intensificar el desarrollo del capitalismo.
Muy distinta es la situación en que se halla la revolución socialista.... Aquí, a las tareas
destructivas se añaden otras nuevas, de inaudita dificultad: las tareas de organización”.
La dictadura del proletariado –esto es, el Estado de la clase obrera– es necesaria
asimismo para transformar económicamente la sociedad.
Mientras que las revoluciones burguesas empezaron cuando ya existían las formas de
la economía capitalista, que habían surgido espontáneamente en el curso de la
sociedad feudal, la revolución socialista no recibe, ya dispuestas, las formas
económicas socialistas. Aunque el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad
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capitalista prepara en todos sus aspectos las premisas del tránsito revolucionario a las
relaciones socialistas de producción, la economía socialista no puede gestarse en la
entraña misma de la sociedad capitalista. La construcción de la economía socialista
comienza una vez que el proletariado conquista el poder político. La clase obrera utiliza
este poder para transformar la economía capitalista en socialista. Si la revolución
socialista triunfa en países que han heredado del viejo régimen el atraso económico
(como ocurrió en la mayoría de los países que integraron el campo socialista), a las
tareas de reorganización de la economía se suman las de crear e impulsar en todos
sus aspectos la gran industria, que constituye la base material y técnica del socialismo.
La revolución socialista no sólo transforma radicalmente la vida política y económica de
la sociedad, sino también su cultura, su ideología. La transformación de la cultura
espiritual de toda la sociedad llega a su fin después de su transformación política y
económica.
A diferencia de la burguesía, que por ser una clase poseedora y rica tuvo la posibilidad
de crear una cultura propia y de forjar, en gran número, sus propios intelectuales,
incluso ya antes de que conquistara el poder político. El proletariado, como clase
explotada, carece de esa posibilidad en la sociedad capitalista. Cierto es que también
crea, bajo el capitalismo, elementos de la cultura socialista y que destaca de su propio
medio una pequeña capa de intelectuales proletarios. Sin embargo, solamente después
de conquistar el poder puede resolver la tarea de crear la cultura socialista y de forjar
una intelectualidad también socialista.
La misión de la revolución socialista –en lo que hace a la cultura– no es rechazar las
riquezas de la cultura creada por la humanidad, incluida la sociedad burguesa, sino
asimilarlas, apropiarse críticamente de sus mejores realizaciones. Al apropiarse
críticamente de todo lo mejor que tiene la cultura del pasado, el proletariado crea sobre
esta base su propia cultura, la cultura socialista, los numerosos cuadros de la
intelectualidad socialista.
Ley del desarrollo histórico.– Toda la historia anterior al socialismo se caracteriza por
el desarrollo desigual de los diferentes países y pueblos. La diversidad de condiciones
históricas y geográficas conducía a que las fuerzas productivas se desenvolvieran en
los diversos países a un ritmo desigual y, por tanto, a que dichos países pasaran por
una misma fase de desarrollo histórico en diferentes períodos de tiempo. Así, por
ejemplo, en la misma época en que el régimen de la esclavitud ya había surgido en
Egipto, Grecia y Roma, el régimen de la comunidad primitiva seguía existiendo aún en
la mayoría de los países. En la Edad Media el régimen feudal se extendía por la mayor
parte de Europa y Asia, en tanto que en África, América y Australia subsistían aún la
esclavitud y el régimen de la comunidad primitiva. El capitalismo triunfó en mayor
número de países que el régimen de la esclavitud y que el régimen de la comunidad
primitiva; con todo, bajo el dominio capitalista, quedaron también países en los que se
mantuvieron en pie las relaciones feudales y pre-feudales. Así, pues, es ley del
desarrollo histórico no solamente el cambio sucesivo de unas formaciones económicosociales por otras, sino también la coexistencia de ellas en determinados períodos.
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También es históricamente inevitable que durante cierto tiempo coexistan el capitalismo
y el socialismo.
3. Las condiciones objetivas y el factor subjetivo de la revolución.
Las condiciones objetivas.– Las revoluciones sociales no se hacen “por encargo” ni
pueden ser desatadas por un partido o grupo revolucionario en cualquier momento. La
condición objetiva para la revolución es la crisis del régimen caduco, la agravación de
todas sus contradicciones. Entre las condiciones objetivas para la revolución figura, en
primer lugar, el conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción.
Pero las condiciones objetivas de la revolución no se limitan sólo las causas
económicas. Además de éstas figuran también las condiciones sociopolíticas, ante todo
el desarrollo de las contradicciones de clase, la correlación de las fuerzas de clase. La
identificación de las premisas objetivas para la revolución con las económicas lleva a la
errónea conclusión de que la revolución madura automáticamente con el grado de
desarrollo de las fuerzas productivas.
La revolución sólo es factible cuando se agravan al extremo las contradicciones entre
las clases. Esa es la razón de que la revolución no pueda producirse siempre que haya
un conflicto entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Este conflicto
existe ya desde hace mucho tiempo en los principales países capitalistas, pero ello no
quiere decir que existan ahí todas las condiciones objetivas para la revolución. Para
que una revolución sea factible es preciso, además, que exista una situación
revolucionaria.
La situación revolucionaria.– La situación revolucionaria es un conjunto de
condiciones sociopolíticas que implican una profunda crisis del viejo régimen. La
situación revolucionaria se caracteriza, en primer lugar, por una crisis de la política de
las clases dominantes, que ya no pueden mantener su dominio en la antigua forma, es
decir, no pueden seguir gobernando como antes; en segundo lugar, por una
agravación, fuera de lo común, de la miseria y los sufrimientos de las clases oprimidas
y, como resultado de ello, por una considerable elevación de su actividad. Lenin definió
–en La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo– las condiciones
necesarias para el triunfo de la revolución social con las siguientes palabras: “Sólo
cuando las “capas bajas” no quieren lo viejo y las “capas altas” no pueden sostenerlo al
modo antiguo, sólo entonces puede triunfar la revolución. En otros términos, esta
verdad se expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional
general (que afecte a los explotados y a los explotadores)”. La situación revolucionaria
es una condición objetiva para la revolución.
El sobrevenir de la situación revolucionaria puede deberse a las más diversas causas:
conmociones económicas, bancarrota de la política del Gobierno, conflictos nacionales,
guerras, etc.
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El factor subjetivo.– Sin las condiciones objetivas, no puede producirse la revolución.
Sin embargo para que ésta se produzca y, tanto más para que triunfe, no se requieren
sólo las condiciones objetivas. La revolución también requiere, para su triunfo, del
factor subjetivo.
Figuran entre los elementos del factor subjetivo de la revolución: 1) la conciencia
revolucionaria de las masas, su disposición y decisión de sostener la lucha hasta el fin;
2) la organización de las masas y de su vanguardia, que posibilita la concentración de
todas las fuerzas capaces de luchar por la victoria de la revolución, actuar en forma
solidaria, y no fraccionada; 3) la dirección de las masas por un partido bastante experto
y templado en los combates, capaz de trazar una estrategia y una táctica acertadas y
hacerlas realidad.
Así, la revolución social reclama la unidad de las condiciones objetivas y subjetivas.
Esa es una ley de la revolución social confirmada, como hacia constar Lenin, por todas
las revoluciones y, en particular, por las tres revoluciones rusas del siglo XX.
Capítulo X. LA CONCIENCIA SOCIAL Y SU PAPEL EN LA VIDA
SOCIAL
1. El ser social, la conciencia social, carácter derivado de la conciencia social,
carácter de clase de la conciencia social.
El ser social.– El materialismo histórico entiende por ser social la vida material de la
sociedad, su producción y su reproducción. Entran en el ser social la producción social
y las condiciones indispensables para ella, incluida la reproducción de los hombres
mismos, el sistema de relaciones sociales que se forman entre los hombres en el
proceso de la producción de bienes materiales, es decir, las relaciones de producción
económicas, los aspectos materiales de la vida de la familia, las clases, las naciones y
otras formas de comunidades humanas. El ser social existe independientemente de la
conciencia social de los hombres.
Concepto de conciencia social.– Se denomina conciencia social al sistema de
concepciones e ideas típicas de toda la sociedad o de determinado grupo social. La
conciencia social se particulariza en diversas formas específicas (formas ideológicas), a
saber: las teorías e ideas sociales (entre ellas la ideología política y jurídica), la religión,
la filosofía, el arte y la moral. Cada una de esas formas de la conciencia cumple una
función especial. El concepto de conciencia social abarca también los sentimientos,
estados de ánimo, emociones hábitos y costumbres sociales que forman en su
conjunto la sicología de los hombres y mujeres de una sociedad o de una clase social
determinada. La conciencia social es un producto del ser social de los hombres.
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Carácter derivado de la conciencia social.– El materialismo histórico arranca de la
tesis de que el ser social es lo primario, y la conciencia social, lo derivado. Para el
materialismo histórico no es la conciencia social la que determina el régimen social y la
dirección que sigue el desarrollo de la sociedad, sino que, por el contrario, es el
régimen económico de ésta la que determina su conciencia social, las ideas sociales.
Dicho de otro modo: el materialismo histórico considera que no son las ideas las que
determinan la vida, sino que es la vida, el ser social, lo que determina las ideas. De ahí
que el materialismo histórico busque en la vida material de la sociedad y, ante todo, en
las relaciones económicas que contraen los hombres entre sí la fuente en que se
originan las ideas sociales.
Carácter de clase de la conciencia social.– En la sociedad dividida en clases, la
conciencia social, en todas sus formas, tiene un carácter de clase. Cada clase social
elabora sus propias concepciones, ideas y teorías. Sus sentimientos, disposición de
ánimo, hábitos, ideas y opiniones son producto de sus condiciones de vida y responden
a sus intereses de clase.
Cambios de conciencia y cambios sociales.– La conciencia de los hombres sufre
profundo cambios con el paso de una formación social de clase a otra. Así, por
ejemplo, mientras la sociedad sólo subsistía y podía subsistir sobre la base del trabajo
de los esclavos, la esclavitud era considerada una institución normal y necesaria por
los pensadores más avanzados (p. e. Aristóteles). Sin embargo, cuando el trabajo de
los esclavos dejó de responder a las necesidades del desarrollo económico y comenzó
a dejar paso al trabajo más productivo de los campesinos siervos, también se
produjeron cambios importantes en la conciencia de los hombres: se empezó a criticar
la esclavitud y a exigir su abolición. De modo análogo, al declinar la sociedad feudal e
incrementarse las relaciones burguesas los hombres fueron cobrando conciencia de
que el régimen feudal basado en la servidumbre era un régimen irracional e injusto.
Las ideas antifeudales de la burguesía se desarrollaron sobre la base de las nuevas
relaciones económicas burguesas que se habían ido plasmando en el seno mismo de
la sociedad feudal Las ideas de libertad e igualdad eran un reflejo ideológico de esas
nuevas relaciones y constituían un arma de la burguesía progresiva que en aquel
entonces encabezaba la lucha de las masas populares. Precisamente porque dichas
ideas expresaban una necesidad históricamente apremiante pudieron desempeñar un
papel de gran importancia (aunque no decisivo) en la destrucción de la sociedad feudal
y en el triunfo del nuevo régimen, el régimen burgués.
De la misma manera que la ideología burguesa nació en las entrañas de la sociedad
feudal al incrementarse las relaciones económicas burguesas, así también la ideología
socialista del proletariado (la teoría del socialismo científico) nació cuando el propio
desarrollo del capitalismo creó las premisas materiales del socialismo (elevado grado
de desarrollo de las fuerzas productivas y carácter cada vez más social de la
producción ) y en virtud del carácter antagónico del modo capitalista de producción y de
la lucha de la clase obrera contra el capitalismo y en pro de una nueva sociedad, la
sociedad socialista.
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2. Formas de la conciencia social y función social.
En la sociedad dividida en clases la conciencia social se presenta bajo distintas formas:
las teorías y concepciones sociopolíticas y jurídicas, la filosofía, el arte, la moral y la
religión. Cada una de estas formas de conciencia social tiene su propio objeto e influye
a su manera sobre el ser social y la conciencia de hombres.
La conciencia jurídica y política.– Con la aparición de las clases surgieron el Estado
y el Derecho y, en relación con ello, apareció también la ideología política y jurídica. La
ideología política es la expresión teórica sistematizada de las concepciones de
determinada clase social en lo tocante a la organización política de la sociedad, las
formas de Estado, las relaciones entre las distintas clases y grupos sociales, a su papel
en la vida de la sociedad, a las relaciones con otros Estados, etc. La ideología jurídica
es la expresión teórica sistematizada de la conciencia jurídica de la clase, es decir, de
sus concepciones en lo tocante a la naturaleza y el destino de las relaciones, normas e
instituciones jurídicas, a los problemas de la legislación, el tribunal, la fiscalía. La
ideología política es un arma importante en la lucha por el poder político, la defensa, la
argumentación y el fortalecimiento de determinado orden político y sus bases
económicas. La ideología jurídica tiene la misión de defender o afirmar el orden jurídico
a tono con los intereses de una determinada clase social.
En el curso de la lucha de clases, las clases oprimidas van forjando, en oposición a la
ideología política y jurídica de las clases explotadoras dominantes, sus propias ideas
políticas y jurídicas. Así, por ejemplo, la ideología política de la clase obrera, expresada
en la teoría, el programa y otros documentos del partido comunista que lucha por el
socialismo se contrapone a la ideología política de la burguesía.
La moral.– La moral es una de las formas de conciencia social más antigua. La moral
está dirigida, ante todo, al mundo interno del individuo y a su conducta.
La moral se desarrolla al calor de las necesidades sociales y se expresa en normas
que regulan la conducta humana. Ya en la sociedad primitiva existían hábitos y
costumbres que permitían regular las relaciones humanas entre los hombres, así como
entre los miembros de una misma tribu o entre diversas comunidades tribales. En la
sociedad de clases, la moral se pone de manifiesto en un complejo sistema de
principios, reglas y normas que expresan la posición económica y social, a la para que
los intereses de una clase dada. La conducta de los individuos se valora a la luz de
esas reglas, aplicando las categorías de lo bueno y lo malo.
Los principios, las normas y las reglas de conducta revisten el carácter de exigencias
sociales –y en la sociedad de clases el de exigencias de una clase determinada– en
cuanto a la conducta humana, el comportamiento del individuo con respecto a otro, a la
sociedad, al Estado, a la patria, etc. Mediante estos imperativos que cuentan con el
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respaldo de la opinión pública –ya sea de la sociedad entera o de una clase
determinada– se aprueba o se reprueba tal o cual acto humano.
En la sociedad de clases siempre impera la moral de la clase dominante, es decir, la
moral que defiende los fundamentos en que descansa la sociedad de que se trate. Esta
moral se impone a toda la sociedad a través de la escuela, la prensa y la Iglesia. Pero a
su vez las clases explotadas han forjado también –en oposición a la moral imperante
de los explotadores– sus propios principios morales.
En la sociedad actual encontramos dos sistemas básicos de moral, la moral burguesa y
la moral proletaria. En la moral burguesa impera el principio del individualismo,
mientras en la moral proletaria domina el del colectivismo. El primero corresponde a las
relaciones sociales en las que cada uno ve al otro como si fuera un objeto de uso, a la
par que considera a todos los demás como simple medio para alcanzar sus propios
fines, sus fines particulares. El segundo principio emana de las condiciones de lucha de
la clase obrera por la creación de una nueva sociedad; lucha que exige la solidaridad,
la ayuda mutua, la solicitud por los intereses comunes y la subordinación de los
intereses personales a los sociales.
El arte.– El arte es, junto con la moral, una de las formas más antiguas de conciencia
social. Podríamos definir el arte como forma estética de conciencia social e intelección
de la realidad, como forma especial de actividad creadora del hombre.
El arte apareció en la sociedad anterior a la división en clases ligado íntimamente a los
procesos de trabajo, al desenvolvimiento de la actividad práctica de los hombres. Es
sabido que los primeros vestigios artísticos se remontan a la época en que el hombre
ya sabía producir instrumentos de piedra, de hueso y de asta de cuerno. De ésta época
se conservan pinturas en rocas y cuevas, obras creadas con piedra, hueso o asta de
cuerno. Por entonces nacieron también la pantomima, la danza y la música primitivas
En la sociedad dividida en clases, el arte se desglosó de la producción y devino en
asunto de pocos: poetas, pintores, escultores, músicos, etc. Al margen de la esfera
profesional, el arte se fue desarrollando en forma de arte popular (mitología, folklore,
etc.), que remontaba con sus raíces a la sociedad anterior a la división en clases.
En cada fase de desarrollo de la sociedad de clases, el arte ha expresado los intereses
de las clases en pugna y se ha convertido en arma ideológica de lucha.
La religión.– La religión es una forma de conciencia social cuya aparición es anterior a
la sociedad en clases. Como las demás formas de la conciencia social es un producto
de determinadas condiciones del ser social.
En las fases más tempranas de la sociedad primitiva no se daba ninguna clase de
religión. Las ideas de los hombres primitivos no iban más allá del reflejo directo e
inmediato de sus relaciones con la naturaleza y con los demás miembros de la
comunidad primitiva. Pero las condiciones de vida extremadamente rigurosas, la
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impotencia en la lucha con la naturaleza, el pavor ante las terribles y espontáneas
fuerzas naturales de las que pendía constantemente la vida del hombre primitivo y la
ignorancia de las verdaderas causa de los fenómenos dieron origen a la religión. Al
aparecer la sociedad de clases y las contradicciones inherentes a ella, a las fuerzas de
la naturaleza que sojuzgaban a los hombres se unieron, además, las fuerzas sociales
que causaban a los seres humanos calamidades aún mayores que las inundaciones,
los terremotos y las epidemias. Estas fuerzas sociales eran para los hombres tan
secretas y misteriosas como las fuerzas espontáneas de la naturaleza que imperaban
sobre ellos. Tanto la impotencia del hombre primitivo en la lucha contra las fuerzas de
la naturaleza la naturaleza y su ignorancia de los fenómenos como la impotencia del
hombre de la sociedad dividida en clases frente a las fuerzas ciegas del desarrollo
social engendran la fe en seres sobrenaturales. Lenin escribió, acerca de las raíces
sociales de la religión en la sociedad capitalista las siguientes palabras: “En el
aplastamiento social de las masas trabajadoras, en la aparente impotencia total de
éstas ante las fuerzas ciegas del capitalismo, que se traducen todos los días y a todas
horas en sufrimientos mil veces más espantosos, más salvajes para los simples
obreros que todos los acontecimientos extraordinarios, las guerras, los terremotos, etc.:
en eso reside la raíz actual más profunda de la religión”.
El papel social de la religión puede ser progresista o reaccionario según sea utilizada
por las distintas clases sociales para sus fines políticos. En la sociedad capitalista, las
clases explotadoras se valen de la religión como instrumento de opresión espiritual de
las masas, para consolidar su dominación. Pero las masas populares pueden también
utilizar la religión como arma ideológica en la lucha contra la reacción y por el progreso
social. De hecho en la lucha contra la reacción y por el progreso social participan
muchos creyentes (p. e., en América Latina, los adeptos de la llamada teología de la
liberación). Por eso no es justo proclamar reaccionarios en política a los adeptos a
cualquier movimiento que se atiene a consignas religiosas. No obstante, el contenido
social positivo que en ciertos momentos adquiere la conciencia religiosa (p. e. la
teología de la liberación) no refuta la tesis fundamental de que la conciencia religiosa
es una conciencia deformada, por cuya razón la religión jamás puede ser una forma
adecuada de expresión de los intereses de las masas y del sentido de la vida humana.
3. Psicología social e ideología social. Conciencia social y conciencia individual.
Concepto de psicología social.– Se denomina psicología social a la conciencia
habitual que se forma espontáneamente en el proceso de la actividad cotidiana de los
hombres, de sus relaciones recíprocas. La sicología social comprende el conjunto de
sentimientos, estados de ánimo, emociones, hábitos, ideas, impulsos, costumbres, etc.,
de carácter social. La conciencia social abarca la sicología social.
Carácter de clase de la psicología social.– En la sociedad de clases los sentimientos
e ideas sociales de los hombres tienen un carácter de clase. Así podemos distinguir,
por ejemplo, una sicología burguesa y una psicología proletaria y hablar del “instinto de
clase” de cada una de ellas.
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Para dirigir la lucha de la clase obrera y de las más amplias masas, el partido
comunista debe tener en cuenta las diferencias en las sicología de las diversas clases y
grupos sociales. Lenin señaló reiteradas veces la diferente sicología de los obreros y
los pequeños propietarios; se refirió asimismo a la influencia que ejerce la sicología
pequeñoburguesa y advirtió del peligro que entrañaba. Los pequeños productores de
mercancías, decía Lenin –en La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el
comunismo– “cercan al proletariado por todas partes del elemento pequeñoburgues, lo
impregnan de este elemento, lo corrompen con él, provocan constantemente en el seno
del proletariado recaídas de pusilanimidad pequeñoburguesa, de atomización, de
individualismo, de oscilaciones entre la exaltación y el abatimiento”.
El carácter nacional.– De la psicología de las clases hay que distinguir las
peculiaridades de tipo psíquico comunes a todas las clases que forman una nación.
Son peculiaridades en cuanto al carácter, el gusto, la emotividad, etc, formadas bajo el
influjo de las condiciones generales del desarrollo de la nación de que se trate. Estas
peculiaridades se caracterizan por su gran estabilidad e imprimen su huella en todo el
campo de la conciencia social, en las diversas formas ideológicas. Así, refiriéndose a
las diferencias existentes entre el materialismo francés del siglo XVIII y el materialismo
inglés del XVII, Marx escribía –en “La sagrada familia”– lo siguiente: “La diferencia
entre el materialismo francés y el materialismo inglés es la diferencia que media entre
ambas nacionalidades”. Los rasgos síquicos de la nación se revelan con la mayor
nitidez en el arte, que expresa siempre las particularidades de la percepción artística de
la realidad, los gustos estéticos que se han ido formando históricamente, etc.
Psicología e ideología sociales.– La ideología social de una clase y su psicología no
son lo mismo. La psicología social de una clase es una conciencia que se forma
directamente en el proceso de la actividad cotidiana de los hombres, de sus relaciones
recíprocas. La ideología es un sistema más o menos armonioso de concepciones,
enunciados e ideas (políticas, filosóficas estéticas, morales y religiosas). La psicología
social de una clase cristaliza por sí misma, en forma espontánea en el proceso de la
actividad y la interacción de los hombres. La ideología es, las más de las veces, un
producto de la actividad consciente de los hombres, de los ideólogos.
La ideología de una clase no nace de la psicología social aunque guarda relación con
ella y se sujeta a su influencia. Así, por ejemplo, la condición necesaria para que
surgiese la ideología proletaria científica fue necesario que antes se desarrollara
espontáneamente el movimiento de la clase obrera, que ésta se movilizase en torno a
sus propias reivindicaciones, en las que ya se traslucía un indicio de conciencia de
clase. Pero mientras esta última no era más que un instinto, y no un conocimiento
claro, una profunda comprensión de los intereses de clase y de los objetivos históricos
del movimiento obrero, mientras era ante todo psicología, la clase obrera, en el terreno
ideológico, seguía estando prisionera, en gran medida, de la ideología burguesa. Sólo
bajo la influencia de ideología socialista forjada por Marx y Engels la psicología de los
obreros fue adquiriendo mayor madurez y conciencia.
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Para que la clase obrera se libere plenamente de la influencia de la psicología e
ideología burguesas se requiere la lucha revolucionaria y un cambio radical en sus
condiciones de vida. Sólo después de haber sido derrocado el capital y sólo sobre la
base de la dictadura del proletariado puede cumplirse la tarea de liberar plenamente y
definitivamente la psicología de los obreros de las influencias de la psicología e
ideología burguesas.
Conciencia individual.– La conciencia individual es la conciencia del individuo que
vive en la sociedad. La conciencia individual nace y muere al nacer y morir la persona.
La conciencia individual se forma bajo el influjo de las condiciones de vida de la clase a
la que pertenece el individuo, de las condiciones del medio circundante inmediato del
individuo (la familia, los amigos, los conocidos, etc.) y de las condiciones de vida
personal. La conciencia individual se halla, además, bajo el efecto de factores tales
como el nivel de desarrollo del individuo, el carácter personal, etc. Las vías específicas
del desarrollo individual determinan la diferencia del mundo espiritual del individuo del
mundo espiritual de los demás y crean la rica diversidad de individualidades humanas.
Conciencia social y conciencia individual.– La conciencia social y la conciencia
individual se hallan en constante interacción. Cada individuo, a lo largo de su vida, a
través de sus relaciones con los demás, por vía de la enseñanza y la educación
experimenta la influencia de la conciencia social, aunque no adopte una actitud pasiva
ante esta influencia, sino selectiva y activa.
Las normas de conciencia elaboradas por la sociedad a lo largo de su historia nutren
espiritualmente al individuo, influyen sobre sus convicciones, devienen fuente de
prescripciones morales, nociones y sentimientos estéticos.
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Términos clave
Cambios cuantitativos y cualitativos.– Se llaman cambios cuantitativos aquellos
cambios que afectan a la magnitud, volumen, intensidad, grado de desarrollo, número,
etc. de los objetos, fenómenos y procesos sociales. Los cambios cuantitativos pueden
oscilar ser mayores o menores, sin que ello lleve inmediatamente aparejado el cambio
de cualidad del objeto. No obstante los cambios cuantitativos tienen un límite más allá
del cual el más leve cambio de cantidad se traduce en un cambio cualitativo
Las ciencias naturales nos suministran numerosos ejemplos de cómo los cambios
cuantitativos, al alcanzar determinado límite, se convierten en cualitativos. Veamos
uno: si los elementos del átomo (protones, neutrones y electrones) al actuar y chocar
unos con otros se mueven con la energía de unos cuantos electronvoltios, los átomos
siguen siendo los mismos, no pierden su cualidad; podemos multiplicar la energía por
mil, y el resultado permanecerá invariable. Pero si aumentamos la energía hasta
millones de electronvoltios, se producirán cambios cualitativos en la estructura nuclear
de los átomos, como consecuencia de los cuales unos se convertirán en otros
cualitativamente distintos).
Se llaman cambios cualitativos aquellos cambios que modifican cualitativamente lo
existente. Como es lógico no toda modificación cualitativa de lo existente significa un
cambio cualitativo radical, esto es, un cambio de lo que los objetos y formaciones
sociales esencialmente son, de lo que hace que sean lo que son, y no otra cosa. El
capitalismo, por ejemplo, en su proceso de desarrollo deja de ser capitalismo
premonopolista para transformarse en capitalismo monopolista y, éste, a su vez, en
capitalismo monopolista de Estado. Sin embargo, la cualidad esencial específica del
régimen capitalista, la que hace que sea capitalismo, no desaparece. Sólo la supresión
de los rasgos esenciales, esto es, de aquellos que definen al capitalismo como una
cualidad económico-social determinada (la propiedad privada sobre los medios de
producción, el sistema de trabajo asalariado, la explotación de los obreros) significa la
destrucción de este régimen, su paso a una nueva cualidad. Esto sólo se logra
mediante la revolución socialista, mediante el salto revolucionario.
Cualidad.– La cualidad de una cosa es el conjunto de sus propiedades más
esenciales, esto es, de aquellas propiedades sin las que la cosa dejaría de ser lo que
es. Todas las formaciones socioeconómicas presentan una determinada cualidad. El
capitalismo, por ejemplo, constituye una determinada cualidad, esto es, un conjunto de
rasgos y aspectos característicos que le son esenciales y sin los cuales dejaría de ser
capitalismo: la existencia de una clase de poseedores de los medios de producción y
de una clase de obreros asalariados, la explotación de los obreros por los capitalistas,
etc. Al socialismo, como formación social cualitativamente nueva, le son propios e
inherentes otros rasgos: la propiedad social sobre los medios de producción, la
inexistencia de trabajo asalariado y de explotación del hombre por el hombre.
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Economía Política.– La Economía Política es la ciencia social de las leyes que rigen la
producción y la distribución de los bienes materiales de vida de la sociedad humana en
las distintas fases de desarrollo de ésta. El objeto de la Economía Política es poner al
descubierto las leyes económicas que presiden el desarrollo de la sociedad. Al poner
en claro las leyes de la producción y la distribución de los bienes materiales de vida en
las distintas fases del desarrollo de la sociedad, la Economía Política brinda la clave
para comprender todo el complejo proceso de la historia. La Economía Política enseña
que las relaciones de producción, surgidas en una determinada fase de desarrollo de
las fuerzas productivas, contribuyen hasta cierto momento al progreso de éstas. Pero
luego se convierten en una traba para las fuerzas productivas. Entonces surge la
inevitabilidad histórica de suprimir las viejas relaciones de producción y sustituirlas con
otras. La Economía Política es una ciencia de la clase obrera.
La explotación del hombre por el hombre.– La explotación del hombre por el hombre
consiste en que unos viven a costa de otros. Las tres formas fundamentales de
sociedad explotadora –la esclavitud, el feudalismo y el capitalismo– se distinguen entre
ellas, ante todo, por las relaciones que existen entre los propietarios de los medios de
producción y las masas trabajadoras que crean toda la riqueza social. La relación entre
la clase de los explotadores y la de los explotados es la principal relación de producción
de cada una de estas sociedades.
La esclavitud, el régimen de la servidumbre y el capitalismo son las tres fases
consecutivas de sojuzgamiento económico de las masas trabajadoras. El rasgo común
de estas formas de sociedad consiste en que las condiciones materiales de producción
y de vida en cualquiera de las tres se hallan en manos de la clase dominante que
obliga a las masas trabajadoras a que produzcan para ella.
En la época primitiva no existía la explotación del hombre por el hombre. Ésta sólo
apareció después de la desintegración de la sociedad primitiva, cuando el trabajo
comenzó a rendir un excedente, esto es, algo más de lo indispensable para la vida de
los propios trabajadores. El capitalismo es el último régimen social basado en la
explotación del hombre por el hombre. Pero, la explotación no es eterna. La ley objetiva
del desarrollo de la sociedad condiciona la inevitabilidad del hundimiento del
capitalismo, el cual está condenado a perecer a consecuencia de la revolución
proletaria. El socialismo es una sociedad libre de la explotación del hombre por el
hombre.
Formación socioeconómica.– La formación socioeconómica es un tipo determinado
de sociedad, un sistema social integro, que funciona y se desarrolla con arreglo a sus
leyes especificas sobre la base de su modo de producción concreto. La base y la
supraestructura son los elementos estructurales fundamentales de cualquier formación
socioneconómica. Además de la base y la superestructura, la formación
socioeconómica incluye otros elementos de la vida social (p. e. la vida cotidiana, la
familia).
Cada formación socioeconómica es una fase determinada en el desarrollo de la
sociedad humana, un sistema cualitativamente específico de relaciones
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socioeconómicas. La historia de la sociedad es la historia del desarrollo y la sucesión
de formaciones socioeconómicas. Por lo común se suelen señalar cinco formaciones
socioeconómicas fundamentales: la comunidad primitiva, el esclavismo, el feudalismo,
el capitalismo y el comunismo.
Las fuerzas productivas.– Los medios de producción –esto es, los objetos del trabajo
y los medios de trabajo– y la fuerza de trabajo, tomados en conjunto y en interacción,
forman las fuerzas productivas de la sociedad. Los trabajadores, con sus
conocimientos, su experiencia y hábitos de producción son la principal fuerza
productiva de la sociedad.
Con el desarrollo de la sociedad crecen y se multiplican las fuerzas productivas. Se
perfeccionan los instrumentos de trabajo; con los avances de la ciencia y de la técnica
se utilizan materiales continuamente nuevos en la producción. Al propio tiempo
aumentan los conocimientos de los trabajadores y se multiplica su experiencia de
producción.
Sirve de indicador de nivel de desarrollo de las fuerzas productivas la productividad del
trabajo social. El principal factor de crecimiento de la productividad del trabajo es la
creación de instrumentos y medios de trabajo más rentables, es decir, el progreso
técnico. El perfeccionamiento de los instrumentos y medios de trabajo existentes y la
creación de otros nuevos y más productivos, así como de nuevas tecnologías, el
fomento de la base energética y el reequipamiento sobre esta base de todas las ramas
de la economía constituyen el eje del fomento de la producción social.
En la sociedad capitalista, las leyes objetivas de la reproducción ampliada, las leyes de
la ganancia máxima y de la competencia capitalista constituyen las fuerzas motrices del
desarrollo de las fuerzas productivas.
Ley.– La ley, en su forma general, es una determinada relación necesaria entre cosas,
fenómenos o procesos; relación que responde a su naturaleza interna, a su esencia.
Las leyes –de la naturaleza y de la sociedad– son objetivas. No las crea la conciencia
ni la voluntad de los hombres, sino que existen independientemente de ellas. Las leyes
pueden ser más o menos generales, según el radio de acción de los fenómenos a que
se refieren. Hay leyes (como la de la conservación y transformación de la energía) que
rigen para todos los fenómenos de la naturaleza, y otras que sólo rigen para algunas
formas de movimiento de la materia, por ejemplo la biológica. Las leyes de la vida
social difieren, asimismo, en cuanto a su radio de acción: la vigencia de unas abarca
todas las formaciones en general (p. e. las leyes del papel determinante del modo de
producción respecto de la estructura de la sociedad), las de otras sólo se refiere a unas
formaciones determinadas (p. e. la ley de la división de la sociedad en clases).
Modo de producción.– Las fuerzas productivas de la sociedad y las relaciones de
producción de los hombres, consideradas en su interacción, constituyen el modo de
producción. Cuando se trata de un determinado modo de producción, se refiere a las
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fuerzas productivas y las relaciones de producción de una determinada fase del
desarrollo de la sociedad humana.
La historia conoce cinco modos fundamentales de producción: el primitivo, el
esclavista, el feudalismo, el capitalista y el socialista.
El régimen primitivo era una sociedad anterior a la división de ésta en clases. Los
regímenes del esclavismo, el feudalismo y el capitalismo son distintas formas de
sociedad basadas en la explotación del hombre por el hombre. El socialismo es un
régimen social en el que desaparece la explotación del hombre por el hombre.
Al desintegrarse la sociedad primitiva, el tránsito al régimen esclavista significó un paso
adelante del desarrollo social. El capitalismo, al suceder al feudalismo, fue un régimen
progresivo. Una vez cumplido su papel histórico, el capitalismo se ha convertido en
obstáculo reaccionario para el progreso de la humanidad. El capitalismo es sustituido
por otra forma, nueva y superior, de sociedad –el socialismo–, que viene a ser la
primera fase del comunismo.
Plusvalía.– El trabajo que el obrero invierte en la empresa capitalista se divide en dos
partes: Durante una parte de la jornada, el obrero produce con su trabajo un valor
equivalente al de su fuerza de trabajo. Es el trabajo necesario. Durante la otra parte de
la jornada, el obrero produce un valor del que el capitalista se apropia gratuitamente.
Es el plustrabajo.
El plustrabajo de los obreros asalariados es la fuente de todos los ingresos que se
obtienen sin trabajar en la sociedad burguesa: las ganancias de los industriales y los
comerciantes, los dividendos de los accionistas, el interés que cobran los banqueros, la
renta de los terratenientes, etc.
El valor creado por el plustrabajo es precisamente la plusvalía. La plusvalía es el
resultado del trabajo no retribuido a los obreros. La producción de plusvalía y su
apropiación por los capitalistas es el móvil del modo de producción capitalista.
La explotación del hombre por el hombre consiste en la apropiación por la clase
explotadora del plustrabajo de la clase explotada.
El plustrabajo existía ya antes del capitalismo. Pero, bajo la esclavitud y el feudalismo,
mientras predominaba la economía natural, había cierto límite para la apropiación del
plustrabajo. El esclavista o el señor feudal sacaba de los esclavos o siervos que
explotaba tanto trabajo cuanto era necesario para satisfacer las necesidades y los
antojos propios.
Mientras tanto, el capitalista convierte el producto del plustrabajo de los obreros en
moneda. El dinero puede volver a ponerse en circulación, como capital suplementario
que volverá a rendir nueva plusvalía. Por eso, la sed de plustrabajo bajo el capitalismo
no conoce límites. El capital acredita, como decía Marx, un hambre verdaderamente
voraz de plustrabajo
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Relaciones de producción.– En todas las fases del desarrollo histórico, la producción
es social. La efectúan sociedades, grupos humanos, más o menos grandes. En el
proceso de producción, los hombres entran en determinadas relaciones. Son
precisamente las relaciones de producción o relaciones entre los hombres en la
producción. Las relaciones de producción de los hombres en la sociedad no existen en
forma dispersa, sino formando un cierto sistema. En cada sistema concreto de
relaciones de producción ocupan un lugar decisivo las relaciones de producción entre
las clases fundamentales de la sociedad. Por ejemplo, bajo el capitalismo, son las
relaciones entre la burguesía y el proletariado. Las relaciones de producción del
capitalismo se basan en la propiedad privada, capitalista, sobre los medios de
producción, que sirve para explotar a los obreros asalariados
El conjunto de relaciones de producción constituye la estructura económica de la
sociedad. La estructura económica de la sociedad la conforma el sistema de relaciones
de producción dominantes. Es en este sentido que se habla de la estructura económica
del feudalismo, del capitalismo, etc.
Salto (concepto de).– El desarrollo evolutivo es la fase en que el objeto experimenta
cambios cuantitativos graduales. Estos no crean ni pueden crear de por sí una nueva
cualidad y se limitan a preparar el cambio cualitativo. Para que éste se opere es
necesario que los cambios cuantitativos se interrumpan, que se produzca un salto, por
medio del cual se lleve a cabo el transito de lo viejo a lo nuevo. El concepto de salto
expresa la fase del desarrollo en que los cambios cuantitativos graduales hacen crisis y
se pasa a los cambios cualitativos. La revolución social constituye el salto mediante el
cual se pasa de un régimen social caduco a otro nuevo y más progresivo, por ejemplo,
del feudalismo al capitalismo o de éste al socialismo.
Ser.– En el materialismo filosófico, la categoría de ser se considera idéntica al
concepto de materia, naturaleza.
Socialismo científico.– El término socialismo científico se utiliza para designar el
socialismo marxista. El socialismo científico fue resultado del profundo análisis que
Marx y Engels hicieron del modo de producción capitalista y de las leyes de su
desarrollo. El socialismo científico es la teoría que demuestra científicamente que el
socialismo es el resultado necesario e inevitable, sujeto a leyes, del desarrollo
económico del capitalismo y de la lucha entre las dos clases fundamentales de la
sociedad burguesa: la burguesía y el proletariado.
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