ALEGATOS EN EL JUICIO DE AMPARO. GARANTIA DE

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257865. . Pleno. Sexta Época. Semanario Judicial de la Federación. Volumen LXXXII, Primera Parte, Pág.
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ALEGATOS EN EL JUICIO DE AMPARO. GARANTIA DE AUDIENCIA. Es indiscutible
que el derecho a formular alegatos constituye un elemento básico que de acuerdo con nuestro
sistema de derecho constitucional y procesal, contribuye a configurar dicha garantía de
audiencia. En efecto, si por garantía constitucional de audiencia entendemos la seguridad que
nuestra Carta Magna otorga a toda persona, en su artículo 14, en el sentido de que nadie
podrá ser privado de la vida, de la libertad o de sus propiedades, posesiones o derechos, sino
mediante juicio seguido ante los tribunales previamente establecidos, en el que se cumplan
las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las leyes expedidas con
anterioridad al hecho, debe concluirse lógicamente que para satisfacer dicha garantía
constitucional no basta con que a una persona se le cite legalmente o se le dé la oportunidad
de iniciar un juicio, antes de resultar afectada en sus propiedades, posesiones o derechos, sino
que, además, es indispensable que en dicho juicio se cumpla con las formalidades esenciales
del procedimiento. Tratándose del juicio de garantías ante un Juez de Distrito, las
formalidades del procedimiento son las establecidas por la Ley de Amparo, en el capítulo IV,
de su título segundo, y, entre ellas, resultan particularmente esenciales las preceptuadas por
su artículo 155, que regula la conducción de la audiencia constitucional, audiencia que
también suele llamarse de "pruebas, alegatos y sentencia", para destacar con claros caracteres
los tres elementos o etapas básicamente estructurales de la misma. Por otra parte, es
conveniente dejar bien sentado que el orden de tales etapas en la celebración de la audiencia
constitucional, no es un orden caprichoso o arbitrario, sino que constituye un orden lógico
que, en tanto que tal, es también configurativo de la garantía de audiencia, ya que, por una
parte, resulta obvio que los alegatos, siendo aquellas argumentaciones que las partes tienen
derecho a producir respecto de los elementos de prueba aportados al juicio, en relación con
los hechos que cada una de ellas ha tratado de demostrar en la secuela del procedimiento, sea
para llevar al juzgador al convencimiento sobre la legitimidad de sus propias pretensiones, o
bien sobre la improcedencia o ausencia de fundamento legal de las de su contraparte, sólo
podrán producirse una vez que hayan sido desahogadas todas las pruebas admitidas de las
ofrecidas por las partes en el juicio; y que, por otra parte, el juzgador no podrá emitir su fallo
definitivo sin antes tener a su disposición debidamente requisitados, todos los elementos que
la ley prescribe (los alegatos entre otros), como estructurantes del procedimiento en cuestión.
Amparo en revisión 7624/61. Rodrigo Calvillo Juárez y coagraviados. 7 de abril de 1964.
Unanimidad de dieciséis votos. Ponente: María Cristina Salmorán de Tamayo.
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