UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA “JOSÉ SIMEÓN CAÑAS” FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y DE HUMANIDADES EL MARXISMO INTEGRAL DE JOSÉ CARLOS MARIATEGUI: POSIBILIDAD Y ALTERNATIVA PARA UN MUNDO FRAGMENTADO JOSÉ HUMBERTO FLORES MUÑOZ TESIS DOCTORAL SAN SALVADOR, EL SALVADOR, C.A., Agosto de 2007. A siglo y medio de El Capital 2 “Un proyecto revolucionario, para ser eficaz, debe insertarse en una tradición histórica. Mariátegui lo sabía bien. Pero para ser precisamente revolucionario debe, en más de una ocasión, forzar a esa misma historia, desplegar sus velas contra el viento y navegar en dirección contraria a la corriente. Saber amalgamar voluntad y determinismo es lo que, en última instancia, permite superar los escollos del reformismo y del aventurerismo; las seducciones de la derecha y de la izquierda extremas. Estamos en las fronteras del pensamiento de Mariátegui. Recordemos que murió en 1930, muy joven, y dejando una obra inconclusa”. Alberto Flores Galindo en “Para situar a Mariátegui” “Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero tenemos también el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es el fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria. Los pueblos con más aptitud para el progreso son siempre aquéllos con más aptitud para aceptar las consecuencias de su civilización y de su época”. José Carlos Mariátegui, Lo nacional y lo exótico 3 PRESENTACIÓN “El socialismo aparece siempre en la decadencia, en el Urtengang pero no es síntoma de la decadencia misma; es la única y última esperanza” José Carlos Mariátegui, Obras Completas, T1. Es muy difícil hacer un trabajo sobre el marxismo, ya que no existe un contexto apropiado para la recepción de tales ideas. El sentido común instalado sostiene que con la caída del Muro de Berlín el socialismo no tiene ya nada que decir. En Europa más que en América Latina, se cree que el marxismo ha agotado su capacidad de aportar orientaciones, tanto en la teoría como en la práctica. Muchas veces, tanto detractores como filo-marxistas de otros tiempos, anuncian que el marxismo ha sido superado. En realidad, creemos que lo que ha entrado en crisis y tiene ya poco que decir es una cierta praxis del marxismo: la que se dio en la experiencia soviética de 1917 hasta 1989. Sin embargo, si bien se puede hablar de la crisis de una praxis, no se puede hablar de extinción de la idea. La crisis nos ha llevado a otros cambios. “La crisis del paradigma teórico sólo será comprensible como una ruptura en la 4 continuidad y una continuidad en la apertura sobre la base del error y la verdad”1 para establecer las condiciones de un nuevo marxismo. Esto quiere decir que es válido presentar y actuar una teoría que, si bien ha sido implementada imperfectamente, con el agravante que en algunas situaciones se llegó a excesos que pasaron sobre la dignidad del ser humano, como en el caso del marxismo stalinista, ha demostrado también manifestaciones con mucha imaginación, sobre todo, para adecuarse a las nuevas exigencias del mundo. Es más: en los últimos tiempos, en América Latina se están respirando otros vientos, por el fortalecimiento de muchos movimientos sociales, por la asunción al poder por parte de algunos partidos de izquierda, por las resistencias permanentes de muchos colectivos, por la imaginación y la creatividad de la izquierda en algunos contextos locales, por la sensibilidad mundial que ha caracterizado a la izquierda, por la voz levantada ante las agresiones del imperio, etc. Todas esas son buenas noticias, que nos llevan no a un mero triunfalismo, sino al compromiso del esfuerzo permanente para posibilitar otro mundo: más justo, más fraterno y más humano. Mariátegui nos ha interesado por el carácter creador de sus propuestas. Y decimos creador, no tanto por la brillantez de sus ideas o por la originalidad de sus proyectos, sino por un proceso, frecuentemente doloroso, de su encuentro con el marxismo2. Mariátegui no fue marxista por el hecho de leer únicamente las obras de Marx o conocer todo el aparato teórico de éste. Es algo más. Mariátegui es marxista porque supo encontrarse con Marx y llegar al fondo de su idea. Lo que 1 MIGUEL ROJAS GÓMEZ, “Para una estética abierta”, en, PABLO GUADARRAMA y CARMEN SUÁREZ GÓMEZ, Filosofía y Sociedad, tomo II, Editorial Félix Varela, La Habana, 2000, p. 457. 2 Cfr. JORGE OSHIRO, “Labriola y Mariátegui o la cuestión del marxismo creador”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 5, número 5, Editora Amauta, Lima, pp. 169-179. 5 nos interesa de Mariátegui es observar el proceso en el cual él asumió el marxismo, cómo fue el encuentro de Mariátegui con Marx y el marxismo. En este sentido, siguiendo a Althusser, no sólo nos ocupa el pensamiento de Mariátegui, es decir, su producción literaria, sino que nos interesa, sobre todo, su acto de pensar. Esto quiere decir, que debemos abordar el problema de cómo asumió el marxismo. Por consecuencia, observamos que el pensamiento sin la actividad del pensar es palabra y signos muertos. Y esto es importante para el problema filosófico de la actualidad. Muchos podrán decir que el marxismo como discurrir filosófico está muerto; sin embargo, eso lo podemos decir de la praxis soviética. Pero si un pensador pone en acto el pensamiento de Marx, entonces, todo lo que dijo Marx, recobra una vigencia filosófica. Así, se toman en cuenta dos cosas: el pensamiento de Marx y la acción del pensador, del cómo en la actualidad, en sus circunstancias, piensa el pensamiento de Marx. En este proceso se vuelve un pensamiento vivo. Dicho en otras palabras, Mariátegui vivificó el marxismo en su acto de pensar y, a la vez, su acto de pensar entró en su pensamiento, para proponer desde esas dos perspectivas “el marxismo creativo y heroico” atinente al continente americano. El marxismo de Mariátegui tiene muchas aristas que hicieron posible que su propuesta fuera integral. Desde el marxismo tuvo varias fuentes: el idealismo estético de Croce, la idea de revolución de Lenin, el trabajo de los mitos de Sorel, el marxismo creador de Labriola, los temas culturales de Gramsci, la sociedad nueva de Gobetti. Además, acompañó estas fuentes de avenidas de reflexión antipositivista visualizadas ya en Bergson y en Nietzsche principalmente. Sus gustos estéticos estuvieron marcados por Bernard Shaw, Waldo Frank, George Gras y César Vallejo, entre otros. Mariátegui en su asunción del marxismo tuvo que pasar por muchas vicisitudes con propios y extraños. Desde las luchas internas con el APRA y, especialmente, con Haya de la Torre o con los miembros de la Secretaría de la Tercera Internacional de América Latina, a su discusión en su libro Defensa del 6 Marxismo, con Henri de Man y con la permanente pugna con los gobernantes de su tiempo, en especial con Leguía. Mariátegui fue un marxista creador por muchas razones: por su conocimiento de Marx y de los marxistas de su tiempo, por su conocimiento de la realidad peruana y europea, porque asumió el marxismo con pasión y voluntad, porque lo asumió por una responsabilidad ética y estética y, sobre todo, porque lo asumió como su forma de vida. En síntesis, podemos decir que Mariátegui asume el marxismo en forma “agónica” que “es lucha, es pasión, es vida”3 y, en definitiva, es una ética y una militancia. Mariátegui, en esta línea, hizo un esfuerzo filosófico, sin saberlo él, ya que buscó permanentemente salirse de los límites de cualquier punto de vista que se presentase como deudor de un sistema de pensamiento o de una totalización4. Con ello, aunque intentó salirse de totalizaciones, se enrumbó por el camino más holístico de su propuesta. Así, se decantó por este camino filosófico porque hizo uso de la crítica hasta en la filosofía misma y en las posturas dogmáticas de algunos marxistas de su tiempo. Otra razón primordial para decidirnos a trabajar en la obra de Mariátegui, fue por su espíritu libre, creativo, dinámico y abierto. Esto tal vez no esté expresado a lo largo de este trabajo; sin embargo, releyendo su obra, investigando a sus contemporáneos, leyendo sus debates, nos parece que podemos atisbar este espíritu que nos hemos referido. Así, convencidos de la vigencia del marxismo, de su genuina alternativa al modelo neoliberal, notamos que Mariátegui nos podía llevar no solamente a recrear el marxismo, sino a dar aportaciones significativas para construir un modelo alternativo en nuestros países. La alternativa de Mariátegui no consiste en una mera asunción al poder o la sumisión de los partidos de izquierda a las elecciones parlamentarias; es algo más: es recobrar la vitalidad de las muchedumbres a partir de sus organizaciones 3 FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui y Unamuno”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 1, número 1, Editora Amauta, Lima, 1989, p. 157. 4 IGNACIO ELLACURÍA, “Filosofía ¿para qué?”, en, Reflexiones Filosóficas, Colección Paideia, Departamento de Filosofía, Universidad José Simeón Cañas, San Salvador, 1998, pp. 9-10. 7 y sus movimientos, teniendo en cuenta las idiosincracias de los pueblos y sus personas. No se trata, únicamente, de un modelo económico, sino de un modelo integral que toma en cuenta todas las dimensiones: lo político, lo económico, lo cultural, lo social, lo educativo, lo ecológico, lo ético, lo religioso, etc. Mariátegui recogió todo este ímpetu en el Amauta que se mostró como un factor aglutinante de un conjunto de prácticas políticas y culturales. “Lejos de ser un resabio de la visión ecuménica de un Mariátegui “europeizante”, comenzamos a ver en la revista un resultado de la peruanización de su proyecto socialista y el eje de todas las iniciativas que contribuyó a crear en Perú hasta su muerte”5. Pero no sólo en sí mismo nos interesa el marxismo de Mariátegui. En el esfuerzo del peruano se denota, también, que a través del marxismo en confluencia con el indigenismo, trata de buscar un elemento identitario y constitutivo para América Latina. Mariátegui se sitúa, al igual que otros precursores del siglo XIX y principios del siglo XX, entre los pensadores que intentaron darle carta de ciudadanía a todas las expresiones culturales e intelectuales de América Latina. Ellos fueron constructores de nuestra América, buscando, ante todo, un nosotros latinoamericano. Las expresiones de estos pioneros fueron variadas: desde gestas libertarias hasta construcciones teóricopolíticas que beneficiaban las reinvindicaciones latinoamericanas. En esta órbita de pensamiento podemos recordar el papel de José Martí6, quien con la construcción de un nuevo discurso, acorde con los tiempos, trata de 5 FERNANDA BEIGEL, El itinerario y la brújula, El vanguardismo estético y político de José Carlos Mariátegui, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003, p. 204. 6 “El texto de “Nuestra América” de 1891, de José Martí, pone en movimiento un dispositivo complejo, que apunta a enfrentar una serie de tensiones presentes en el ámbito latinoamericano. Este texto tendrá como componente esencial la instalación discursiva de un nuevo e inquietante sujeto cultural: un nosotros latinoamericano. En la construcción de este nuevo sujeto (tan antialdeano como antisarmientino), Martí cree encontrar una base capaz de reequilibrar los factores de un proceso de modernización y de frenar el expansionismo norteamericano. En este esfuerzo, Martí traduce una vivencia particular de la experiencia de la 8 proponer un sujeto cultural, dejando atrás toda actitud aldeana de los latinoamericanos, para convertirse en sujetos protagónicos en América, desde la historia común que tienen todos sus pueblos, además de todas las señales de identidad cultural. En este esfuerzo de unión se debe “volver a lo propio” y desde ahí proclamar un andar que nos debe llevar a sociedades más modernas. Otros pensadores que buscaban el pensamiento común latinoamericano lleno tanto de creatividad como de ímpetu de lucha, lo demostraron líderes como Simón Bolívar o Francisco de Miranda. El primero ideó una América unida que saliera de los resabios coloniales. El segundo, alejándose de una visión colonialista, propuso formular un proyecto de emancipación global para el subcontinente, a partir de la unidad cultural y política de la América independiente7. En síntesis, consideramos necesaria la vertiente más humana y más práctica para la izquierda en la actualidad, sobre todo, en el esfuerzo sostenido que se le deben dar a las muchedumbres, a los colectivos y a las organizaciones. La izquierda comenzará su ascenso nuevamente, no sólo porque el modelo capitalista ha caído en grandes contradicciones, sino por el papel protagónico que asume el sujeto viviente y plural de América Latina expresado en las mujeres, los indígenas, los negros, los niños, las personas de la tercera edad, los inmigrantes, los jóvenes, los niños, etc. En sí, la revolución permanente de América Latina debe ser integral y debe apuntar a todas las dimensiones del ser humano y de la sociedad. Aun con todos los escollos que hemos apuntado anteriormente, nos parece fundamental hacernos tres preguntas, que van a ser la brújula y la carta de navegación de este trabajo: ¿por qué sigue siendo necesario el marxismo?, y en modernidad en América Latina” en CARLOS OSSANDÓN, “Nuestra América”, en, RICARDO SALAS (Ed.), Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos Fundamentales, volumen III, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 205, p. 719. 7 Cfr. CARMEN BOHÓRQUEZ MORÁN, Francisco de Miranda. Precursor de las independencias de América Latina, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2002, pp.335-337. 9 nuestro caso, en un contexto latinoamericano ¿por qué tomar como punto de referencia el marxismo de José Carlos Mariátegui? ¿puede ser alternativa el marxismo latinoamericano a la vorágine del neoliberalismo y la globalización económica? Deseo, en esta introducción, además, agradecer a muchas personas que me apoyaron en este esfuerzo de largo aliento. A Estela Fernández, por su esmerada dirección a lo largo de todo el trabajo, por su saber filosófico del pensamiento latinoamericano de lo cual me dejó una lección imborrable. A la dirección del doctorado en Filosofía Iberoamericana, especialmente al Dr. Héctor Samour, por su apoyo permanente en las diferentes etapas de mis estudios. Agradezco a los lectores que con paciencia leerán este trabajo. A las autoridades de la Universidad Don Bosco que, con comprensión y paciencia, me dieron un apoyo institucional importante durante los últimos años, para que yo culminara este trabajo. Un especial agradecimiento al Dr. Zenón Depaz, filósofo peruano, experto en Mariátegui, a quien me encontré en Perú por un encuentro latinoamericano de universidades, y que me dio información valiosa de la bibliografía actualizada sobre Mariátegui. No puedo dejar de mencionar a los profesores de la UCA del programa Doctorado en Filosofía Iberoamericana, quienes me enseñaron que la filosofía es una forma de enfrentar la vida: Raúl Fornet Betancourt, Jordi Corominas, Antonio González, Carlos Beorlegui, Manuel Mazón, Héctor Samour, Estela Fernández, Antonio Sidekum, entre otros. A mis compañeros del programa del Doctorado de Filosofía Iberoamericana con quienes compartí años de estudio: Beatriz, Ricardo, Ruí, Herman y Oscar. 10 A mis compañeros de trabajo de la Universidad Don Bosco; especialmente a mis contertulios de la hora del café, con quienes compartimos los pensamientos, las discusiones y de cuando en cuando, los últimos acontecimientos del fútbol internacional. A todos ellos muy agradecidos: Mario, Rubén, Rudy, Milton, Mónica, Héctor y Manuel. Un agradecimiento a Héctor Grenni y a Mario Méndez con su oportunas observaciones redaccionales del documento; a Lili, amiga, constructura y luchadora, por ofrecerme sus comentarios vitales, sobre todo en la orientación de que “otro mundo es posible”; a Angela que, desde algún lugar, me estará acompañando en esta lucha por la vida; a mis padres quienes impulsaron mis inquietudes intelectuales. Y finalmente, con especial agradecimiento, a mi esposa y mi pequeña hija, Susana y Susanita, quienes me acompañan con amor en el camino de la vida. 11 INTRODUCCIÓN: Cuestiones Metodológicas “En el comienzo fue la acción” (En el Fausto de Goethe). 1. Palabras previas Una de las características de nuestro tiempo es la crisis. Ciertamente, tendríamos que indicar el alcance de estos términos, cosa que hacemos en estas páginas. De momento le llamamos crisis al fenómeno complejo e incontrolable que vive la humanidad, y que se caracteriza por la falta de orientación y de rumbo. Esta falta de orientación se nota en varios aspectos: el económico, el político, el religioso, el social, el ecológico, etc. Algunos pensadores, seguidores de la deconstrucción y del pensamiento débil, ven en tal crisis una oportunidad para inaugurar un cambio de época y el surgimiento de lo que denominan postmodernidad. De esta oportunidad se deriva lo que podemos llamar el fin de muchas instituciones: el fin del Estado, el fin del sistema, el fin del sujeto, el fin de las ideologías, el fin de la historia, el fin de la metafísica, etc. Con esta proclamación del fin de tantas cosas se puede ver el comienzo de algo que no tiene definición propia, sino que deviene de la negación de su antónimo: la modernidad. Sin embargo, nosotros pensamos que no podemos desprendernos tan fácilmente de la modernidad, que será siempre un referente, al menos por un tiempo más. Pero esta postmodernidad, que es el contexto de nuestra época, como vivencia cotidiana y como forma de pensamiento, encierra un conjunto de dificultades, tales como la fragmentación, el individualismo, el anti-sistema, lo anti-nacional, etc., que aparentemente se muestran como incongruentes con el mensaje y el discurso que ofrecen. 12 Esta nueva época, sin lugar a dudas, se está diseñando como reacción a lo que se ha llamado la modernidad. La postmodernidad se define en la medida en que niega, a la vez, la modernidad. Pero ¿qué es lo que se le echa en cara a la modernidad? Son muchos hechos. Algunos son: los totalitarismos sanguinarios, las guerras mundiales y los modelos infrahumanos. Como ya hemos dicho, la postmodernidad marca un diagnóstico de nuestra época, de una época que podría mostrar una crisis, pero que encierra un hálito de esperanza para construir un mundo posible que sea mejor que el que tenemos. La postmodernidad no se encuentra sola, es la expresión cultural e ideológica del capitalismo en su etapa actual, es decir del modo de acumulación que llamamos “globalización económica”. Entonces: La globalización o mundialización en la etapa actual (predominio del capital financiero y libre flujo de capitales en el mercado mundial) es el contexto socio-económico de la posmodernidad. Esta globalización es un hecho y como tal debemos enfrentarlo. Así, debemos re-pensar el mundo globalizado. ¿Qué consecuencias nos trae esto? Los beneficios de la globalización son innegables, pero también son ciertos sus límites. Otro fenómeno que determina la época que vivimos es el modelo económico neoliberal. Y lo hace desde dos puntos de vista. El primero, porque se ha autoproclamado como el modelo único, aún cuando se noten sus grandes deficiencias internas. El segundo, porque el subsistema económico se ha sobrepuesto a los otros subsistemas (político, cultural, social), lo que ha provocado que el subsistema económico del modelo neoliberal, determine nuestras relaciones a nivel macro y micro en nuestra sociedad (la globalización). Lo dicho anteriormente es claro por muchas señales que tenemos: ya sea por la globalización que hemos diseñado; o por la gran brecha entre ricos y pobres; o por la disminución de la capacidad decisoria de los estados nacionales frente a las trans-nacionales y a las instancias económicas mundiales que determinan el futuro de los pueblos y su desarrollo. En este breve análisis nos 13 encontramos ante fenómenos que se relacionan entre sí, por ejemplo: la clausura de la búsqueda de un modelo económico alternativo ya que el modelo neoliberal de mercado se autoproclamó como el mejor y el culmen de todos los modelos o el único modelo posible. Esta idea ¿acaso no nos evoca aquella anemia de búsquedas de un mundo mejor que la sociedad sufre? ¿No tienen en común, la postmodernidad y el modelo único, el desencanto frente a la ausencias de utopías que marquen el rumbo de un mundo más humano? La fragmentación epocal ¿no tiene relación con el discurso ideológico del mundo único y el pensamiento único? Parece ser que tanto la postmodernidad como la globalización y el modelo neoliberal, sin quererlo, se articulan ideológicamente entre sí. De esto se concluye que han barrido con las alternativas; al menos así lo proclaman sus patrocinadores. En conclusión, a pesar de los grandes avances que hemos tenido en la última época, denotamos una frialdad cultural que nos conduce al resquebrajamiento de una autocrítica sana. Todo esto nos impide visualizar el futuro, “pues el futuro ya está hecho”. En este ambiente, por tanto, se afirma la idea de que tenemos un modelo económico vasto y global, el cual, poco a poco, será la solución de todos los problemas del planeta. En este sentido, el modelo económico es único, necesario y suficiente, con lo que se concluye que no se necesita la búsqueda de un modelo nuevo. Si todo está dado según la lógica antes descrita, y ya no se necesita la búsqueda de alternativas, sobran, por supuesto, los esfuerzos teóricos y de fundamentación. Por tanto, la idea de un mundo único exige un discurso vacío de proyecciones y una filosofía inactiva que solamente describa los acontecimientos. Y es aquí donde la postmodernidad y la globalización económica se unifican para convertirse, sin conciencia, en el modelo hegemónico en el que se produce el poder autoritario. Con esta investigación queremos recoger las dos inquietudes mencionadas: En primer lugar, a) la época postmoderna y la globalización económica; y luego, 14 b) la tarea de la filosofía en su dimensión crítica, en la búsqueda de alternativas potentes para nuestro continente. En esta búsqueda de alternativas, nuestra posición es que debemos apostar por una vía marxista, de momento entendida como interpretación o, si se quiere, comprensión, una cosmovisión, y no tanto como una receta acerca de la forma de Estado que hay que instaurar. Se trata de una comprensión nueva del marxismo, que tome en cuenta a todos los seres humanos y a todo el ser humano, que también se ocupe de re-fundar un tipo nuevo de sociedad y una relación nueva con la naturaleza. Estamos hablando, por tanto, si cabe la palabra, de un enfoque holístico del marxismo. Sin embargo, el marxismo, especialmente desde la caída del Muro, ha entrado en descrédito, ya sea porque falló como modelo político o porque fue un sistema que reprodujo la racionalidad moderna en su interior. Ambos enfoques encierran un error de apreciación y de profundización del marxismo, ya que lo que ha fracasado es una cierta praxis del marxismo. La izquierda política forma parte del problema, ya que ha carecido de creatividad y talante para enfrentar la situación actual: ¿Será que hay una izquierda que no quiere despedirse del socialismo “omnicomprensivo” que trazó el camino en décadas pasadas? ¿No será que se sigue colocando en el mundo como enemiga del capitalismo más que como constructora de una alternativa frente a él? ¿Buscará el socialismo de Estado del pasado? No cabe duda que la izquierda y el socialismo deben decir una palabra aquilatada sobre los sucesos actuales. En el mismo orden de ideas, el socialismo aparece siempre como una posibilidad. Una posibilidad que no necesariamente debe cristalizarse en una forma de Estado. Es otro el socialismo que necesitamos. El socialismo que nos urge es aquél que nos ayude a entender qué tipo de sociedad queremos, a qué comunidad le apostamos, qué ser humano queremos construir, qué mundo habitable queremos. Tal vez sea el tiempo de darle paso a un socialismo más 15 humano que estatal, más político y cultural que economicista, más particular que universal y más comunitario que totalitario. En este sentido, y recogiendo todo lo dicho anteriormente, el fin de la investigación es presentar el Marxismo del peruano José Carlos Mariátegui8 que, desde un enfoque integral, puede dar elementos importantes para repensar una propuesta teórica que responda a los retos actuales que plantea la globalización capitalista y la hegemonía del pensamiento único. Este concepto de integralidad merecerá un estudio más detenido. De momento, diremos que la integralidad no es una forma única y cerrada de comprender al marxismo. Todo lo contrario. Lo integral se refiere a la amplitud que puede tener el enfoque marxista, tan amplio que no se quede solamente en el problema económico, sino que se abra a muchas posibilidades como pueden ser la política, lo social, la cultura, lo psicológico, etc. Un marxismo que reclame una mirada holística que recoja, sobre todo, las demandas de los excluidos de este mundo. ¿Por qué el pensamiento de Mariátegui es pertinente para este tipo de problemas? ¿Por qué el pensamiento de Mariátegui puede ser una alternativa desde América Latina? Creemos que hay rasgos interesantes en el pensamiento del peruano, que nos ayudarán a responder esas interrogantes. Uno de los rasgos principales de Mariátegui es que intentó plantearse un marxismo que no sólo se ocupara de la vertiente económica, sino de las demás vertientes importantes para los seres humanos y la sociedad. Otro rasgo, tan importante como el anterior, es que Mariátegui asumió el problema del Perú, su nación, desde una 8 José Carlos Mariátegui (1898-1930) nacido en Huacho, Perú, escritor, periodista, político. Fue uno de los primeros teóricos marxistas en América Latina. De origen humilde y autodidacta se dedicó al trabajo de tipógrafo y en el campo intelectual se desarrolló como escritor y periodista. Su vida transcurrió en un período de revoluciones económicas y sociales en Latinoamérica y Europa que se plasmaron, tanto en su compromiso literario como político. Su estancia en Europa lo convierte en fiel defensor del marxismo. Asimismo, recibe influencia de la tradición filosófica de Croce; la lectura de Marx, a partir de Labriola, “Los Consejos de Fábrica”, de Gramsci; y la descripción del mito de Sorel. Regresa al Perú con el deseo de proponer un socialismo más latinoamericano centrado, principalmente, en la comuna indígena. En 1924 crea el AMAUTA, un espacio literario donde confluyen intelectuales de varias ramas. 16 perspectiva marxista. Y, en estas dos perspectivas, utilizó el método marxista para el análisis de su país. Más allá de cualquier triunfalismo por la figura de Mariátegui, valoramos su perspectiva de intelectual orgánico que se hizo cargo, con las limitaciones del caso, de la realidad que le tocó vivir. Pero hay en Mariátegui, además, una contribución muy importante para la construcción del marxismo en América Latina: la confluencia entre el socialismo y el problema del indio. De esto hay mucho que decir. Hay una preocupación genuina por radicalizar el problema del socialismo en América Latina mediante un método que, hasta la fecha, no había sido implementado por pensador alguno en América Latina. En este esfuerzo se denota el talento creativo de Mariátegui, quien nos ofrece avenidas de reflexión para la solución del problema nacional, del problema agrario y del problema del indio. Todos estos problemas, al menos en América Latina, gozan de actualidad, porque son una agenda pendiente en los estados del continente. 2. Planteamiento del problema. Para muchos, con la caída del muro de Berlín no sólo acababa el siglo sino una de las épocas más ricas y compleja de la historia humana, como también más destructivas: la modernidad. Al menos ése era el anuncio de sus detractores. De esta cuestión no podemos estar seguros, pero sí de que nos encontramos en una época nueva y singular. Con la caída emblemática del socialismo se estaba clausurando, para algunos, la época de la modernidad, de esa modernidad que nos había dejado consecuencias negativas: guerras, totalitarismos, imperialismos etc. Con la terminación de la modernidad no sólo se pretendía que había terminado un modelo y una ideología, en este caso la socialista, sino que se terminaba también con una forma de pensar y de plantearse los problemas. Se proclamó que la modernidad había fracasado y que debíamos comenzar una nueva época. Consecuentemente, la postmodernidad se autodefinía negativamente, como 17 aquello que no es modernidad: “Queremos ser postmodernos, entonces desconstruyamos todo aquello que por asomo se nos presente como moderno”9. Por tanto, estos últimos años, en lugar de conducirnos a enfoques certeros, nos han llevado a una época en la que tenemos la sensación de ir a la tierra de la indiferencia y de la apatía y, especialmente, de la desorientación10. Y, unido a este desacierto, aparece una cierta anemia intelectual que nos lleva a no plantearnos el problema de nuestra crisis. Desde la caída del Muro, se han dado dos acontecimientos que han radicalizado el problema de la sociedad actual dejándonos una cuota de crisis que a veces no podemos enfrentar. En primer lugar, algo que condiciona la crisis actual es la globalización económica11. Algunos sostienen, como Antonio González, que la globalización es la expresión epocal de las tendencias expansivas intrínsecas al sistema económico capitalista. En esta lógica se promulga una mundialización de la economía, donde se implementa la libertad de mercado. Esta libertad de mercado se expresa en la reducción de los estados nacionales12 y la reformulación del Estado por medio de la implementación de procesos de privatización, desregulación o descentralización; ello es acompañado por una reestructuración productiva donde se da la liberalización de precios, los 9 En este sentido, podemos enunciar muchos trabajos importantes de: Marta López Gil, Daniel Carbone, Cristina Reigadas, Ana Zagarí, Mario Heler y Carlos Cullen, todos presente en el libro ¿Posmodernidad? , Editorial Biblos, Argentina, 1988. Enrique Marí, en el Prólogo, presenta la postmodernidad como desencantamiento generalizado. 10 Frederic Jameson considera la postmodernidad como una época incapaz de pensar en términos históricos, donde prima la idea de la naturalización de lo social, en su libro Teoría de la Postmodernidad, Editorial Trotta, Madrid, 2001: “El modo más seguro de comprender el concepto de lo postmoderno es considerarlo como un intento de pensar históricamente el presente en una época que ha olvidado cómo se piensa históricamente” , Introducción, p.9. 11 Cfr. ANTONIO GONZÁLEZ, Los problemas de la aldea global, en, www.geocities.com/filozofio/sistema.html, Curso de Filosofía de la sociedad mundial, Doctorado en Filosofía Iberoamericana, UCA, San Salvador, 2000. 12 WILLIAM ROBINSON, Nueve tesis sobre nuestra época, policopiado, UCA, Managua, Nicaragua, 1996. Al respecto afirma el autor que en la actualidad las transnacionales son más poderosas que los estados, ya que los estados se encuentran al servicio de la lógica de la acumulación: la vieja fase de la nación-estado del capitalismo ha sido reemplazada por la fase transnacional del capitalismo. 18 aranceles bajos, el intercambio de mercancías, la flexibilización de la mano de obra, etc. En segundo lugar, este sistema económico se presenta como único y sin alternativas posibles. En este sentido, el modelo neoliberal de mercado se expone como la única vía de solución. De los aspectos antes mencionados, se deduce que este mundo, que se nos aparece como único, está fragmentado. El problema principal de la fragmentación es que los diferentes subsistemas están separados entre sí, cada uno actúa sin referencia al otro. Así, lo económico no tiene nada que ver con la política, con la ética o con lo cultural. Tampoco la política está permeada de los demás subsistemas, todos actúan unilateralmente. Ante este problema de un mundo único que no admite alternativas y que, a la vez, se encuentra fragmentado, presentamos la alternativa del marxismo de Mariátegui, como una perspectiva integral. En otras palabras, analizamos críticamente el aporte marxista de Mariátegui como también su posibilidad de rendimiento en la actualidad. Trabajaremos el problema enunciado desde una triple perspectiva: teórica, metodológica y práctica. A continuación presentaremos cada uno de los problemas con sus enunciados. 2.1. El problema teórico. En esta perspectiva nos plantearemos el problema en términos teóricos: planteamiento y fundamentación del problema desde la perspectiva de las tradiciones académicas marxistas, y las dimensiones y categorías teóricas que se involucran en la resolución. Aquí nos encontraremos con las tareas teóricas y epistemológicas a resolver. Sintéticamente, lo responderemos en dos momentos. En primer lugar, esbozaremos teóricamente la postmodernidad y la globalización y presentaremos brevemente algunas características actuales del 19 modo de producción capitalista; y presentaremos la consecuencia que de ello se deriva: la fragmentación, de la que haremos un breve análisis y presentaremos brevemente el alcance del término. En segundo lugar, trataremos de explicar el marxismo de Mariátegui. En esta perspectiva no nos preguntamos tanto por el marxismo, sino por el marxismo de Mariátegui. En este sentido, podremos contestar los siguientes enunciados del problema: ¿por qué el marxismo de Mariátegui es marxismo?13 Si Mariátegui es marxista, entonces ¿cuál es su marxismo?14 ¿Su marxismo es una construcción latinoamericana? ¿Qué relaciones podemos establecer entre Marx y Mariátegui? ¿Qué relaciones podemos establecer con los marxistas de su época? ¿Construyó Mariátegui un socialismo peruano? ¿Cuáles son las dimensiones de este socialismo “nacional”? ¿Cuál es la especificidad del marxismo de Mariátegui? 2.2. El problema metodológico. Aclaramos que este problema no consiste en explicar la metodología del trabajo, eso lo haremos en el lugar correspondiente. Se trata, más bien, de probar metodológicamente el marxismo de Mariátegui, en el que consideramos la integralidad como una de las características principales. En este sentido, debemos revisar, desde los textos de Mariátegui, si su metodología de análisis es marxista. Lo central consistirá en preguntarnos sobre las contribuciones del marxismo teórico y práxico de Mariátegui. En una palabra, en esta perspectiva probaremos el marxismo de Mariátegui y contestaremos al enunciado principal de la investigación: ¿En qué sentido podemos hablar del marxismo integral de Mariátegui que pueda servir de alternativa ante la fragmentariedad de la sociedad? Fundamentar esta parte es la médula de este trabajo. 13 La pregunta no me parece ociosa, ya que Mariátegui no se presentó como un marxista ortodoxo de su tiempo. Ni siquiera pudo inscribirse en el Partido Comunista; la vida no le dio tiempo. 14 Mariátegui se presenta como una visión marxista más abierta y menos cerrada que sus contemporáneos. Su marxismo se tiene que revisar a partir de la influencia de Sorel, Labriola o Gentile, y sus contemporáneos como Gramsci y Rosa Luxemburgo. En este marxismo menos cerrado cabían preguntas por la cultura, la educación, la visión antropológica de la revolución. 20 A la pregunta que hemos formulado, debemos responder desde tres dimensiones principales: Primero, debemos abordar la explicación marxista de Mariátegui sobre la realidad peruana y mundial. Esta explicación la hace a partir del subsistema económico, para luego, desde ahí, explicar los demás subsistemas. Este paso de lo económico a lo político, cultural, social, artístico es una de las características peculiares de su marxismo que nos da pistas importantes para probar su marxismo integral. Segundo, siguiendo con la integralidad del marxismo mariateguiano, explicaremos cómo Mariátegui hace del problema del indio un problema nacional y continental, desde un referencial marxista. Tercero, siguiendo la dimensión anterior, explicaremos la confluencia entre el socialismo y el indigenismo. En síntesis, nos cuestionaremos cómo Mariátegui utilizó las categorías marxistas para explicar problemas locales como el del indio y el del Perú. 2.3. El problema práctico. En esta perspectiva se prueba si el planteamiento y la fundamentación del problema, desde la perspectiva de América Latina, da un rendimiento positivo. Se exige, por tanto, que todos los planteamientos expuestos tengan una tarea de rendimiento para nuestra sociedad. Aquí daremos cuenta de las tareas políticas y éticas que supone el marxismo integral. Indagaremos si el marxismo de Mariátegui nos ofrece lecciones para el presente y, sobre todo, si la propuesta del marxismo integral es una alternativa viable a lo que hemos llamado mundo único fragmentado. Los enunciados estarán centrados en la siguiente dirección: ¿Es viable el marxismo integral de Mariátegui para el mundo fragmentado? ¿Podemos repensar el marxismo desde el marxismo integral de Mariátegui para una propuesta latinoamericana? ¿El marxismo integral 21 supera la visión de un marxismo cerrado? ¿Es posible que este marxismo nos ofrezca avenidas potentes de fundamentación para encontrar una salida a la crisis de nuestra época? ¿Es oportuno el marxismo mariateguiano para este nihilismo complejo en el cual nos encontramos?. 3. Justificación. El problema antes apuntado, el pensamiento único y el modelo único, arrastra consecuencias negativas que resultan ser un desafío para la filosofía. La fragmentariedad, en medio de la proclamación de la inexorabilidad de la globalización, se ha vuelto un discurso ideológico de quienes detentan el poder. Sin embargo, la fragmentación no es nueva, sino que se estipula en la cintura de la modernidad cuando se separan los diferentes subsistemas; un ejemplo de ello es la separación de la ciencia con la política, o bien la separación de la ética con la política. La imposición de la modernidad como modelo total es paralela a la fragmentación de las esferas o subsistemas, a la especialización de los campos, a la pérdida de horizontes holísticos y el predominio de una racionalidad puramente instrumental. Con el tiempo esta fragmentación se ha radicalizado. La postmodernidad ha radicalizado esta fragmentariedad de la sociedad. Una de las preocupaciones de este trabajo es intentar describir el problema de nuestra época. Aun cuando nos encontramos ante una crisis, no resulta fácil determinar con precisión qué está en crisis y qué es lo que ha perdido vigencia. En esta descripción de nuestra época se impone que expliquemos su fragmentariedad. Ante esta situación, pretendemos proponer una alternativa socialista inspirada en el marxismo. Éste aparece como una posibilidad: construir una convivencia más integral y humana. A grandes rasgos, pudiese parecer que el marxismo está descalificado por los errores históricos de una versión del marxismo, como lo relata la propaganda inoficiosa de sus detractores. El socialismo es una visión del mundo, es un pathos de vida, es una 22 lectura de la realidad, es una forma de encargarse de la realidad, que resulta muy difícil de descalificar acríticamente. Las preguntas, entre otras, podrían ser: ¿Cuál es el marxismo que necesitamos para estos tiempos? Evidentemente, hacernos estas preguntas implicará necesariamente buscar una alternativa marxista que responda a nuestro continente latinoamericano. Nuestra preocupación será mostrar un marxismo alternativo: no alternativo a otras visiones marxistas, sino alternativo al modelo económico vigente. En este orden de ideas, la finalidad de este trabajo, consecuentemente, es estudiar con detenimiento el marxismo de José Carlos Mariátegui. Así, este trabajo versará sobre el estudio del marxismo de Mariátegui (marxismo pionero de los años treinta del siglo XX) para buscar una alternativa de organización social en el presente. La investigación del marxismo de Mariátegui se justifica por la necesidad de recuperar el tipo de marxismo que exige nuestro continente. El marxismo integral de Mariátegui, como lo hemos propuesto, no se refiere a una visión integrista del marxismo, ni tampoco a un marxismo cerrado, ni mucho menos a un concepto absoluto. Cuando utilizamos el término integral, no se referie a que el peruano pensó que el socialismo de su tiempo (europeo) podía confluirse con un enfoque de vida comunitaria indígena. Al tratar de hacer esta síntesis, hizo una lectura “integral” del marxismo, en la que no sólo se preocupaba del aspecto económico, ni de la vanguardia del partido, sino del pathos del revolucionario, de las condiciones de la tierra, de las condiciones del indígena, presentó ese problema como el problema nacional o el problema del Perú. Nos parece que la izquierda siempre debe estar regresando al pueblo, a la gente que representa. Y este camino podría ser viable. Mostraremos este marxismo integral en tres momentos culminantes. En un primer momento, el teórico, trataremos de hacer un análisis de la propuesta marxista de Mariátegui y, especialmente, verificaremos cómo Mariátegui construyó su propuesta socialista. En un segundo momento, el metodológico, 23 daremos las razones para hablar de un marxismo integral de Mariátegui. Aquí tocaremos algunos puntos como la formación de Mariátegui, el problema del indio como problema nacional y la explicación, con método marxista sobre la realidad peruana de su época. En el tercer momento, el práctico, mostraremos el rendimiento filosófico de Mariátegui en la actualidad. En este espacio confrontaremos la propuesta mariateguiana con el problema de la fragmentariedad actual. La estructura capitular Este escrito está compuesto por cinco capítulos, cada uno de ellos tiene una introducción y una pequeña conclusión. Estos capítulos obedecen al desarrollo de la hipótesis que nos hemos planteado. El último capítulo que es la confrontación de la hipótesis tiene el objetivo de ser la conclusión general de la tesis. La estructura es la siguiente: • Introducción: Cuestiones Metodológicas. • Capítulo I: El mundo único fragmentado: abordará el problema de nuestra sociedad desde dos perspectivas: la postmodernidad y la globalización. • Capítulo II: La vigencia del marxismo: tratará de la pertinencia del marxismo para los problemas de la sociedad actual, principalmente en América Latina. • Capítulo III: El Pensamiento de José Carlos Mariátegui: describirá en grandes líneas toda la riqueza del pensamiento de Mariátegui, entre lo que se destaca el problema del indio, la confluencia entre el indigenismo y el socialismo, la importancia del arte y la cultura en la revolución, el internacionalismo, etc. • Capítulo IV: El marxismo integral de Mariátegui: presentará la vigencia del marxismo de Mariátegui y un análisis de su propuesta integral. 24 • Capítulo V: El mundo único fragmentado ante el marxismo integral: describirá la confrontación de la hipótesis: ante un mundo fragmentado cabe la posibilidad y la alternativa del marxismo integral de Mariátegui. • Bibliografía. 4. OBJETIVO GENERAL: Proponer una alternativa filosófica, fundamentada en el marxismo integral de Mariátegui ante la postmodernidad y la fragmentariedad de la sociedad, con énfasis en América Latina. Objetivos Específicos: • El objetivo teórico: En primer lugar, mostraremos en qué consiste la fragmentariedad en la época postmoderna. Para este cometido buscaremos analizar, desde una perspectiva filosófica, la postmodernidad, la globalización y el modelo económico neoliberal. Luego estableceremos una relación entre ellas. En segundo lugar, explicaremos en qué consiste la especificidad el marxismo de Mariátegui, así como estableceremos la importancia de su marxismo para los problemas del continente latinoamericano, especialmente en nuestra época. • El objetivo metodológico: No sólo se trata de presentar una serie de autores que son recuperados en el pensamiento de Mariátegui, sino una serie de problemas que nutren la reflexión filosófica. Paralelamente, trataremos la integralidad desde la lectura que hace Mariátegui de la realidad, es decir, investigando cómo relee la realidad peruana desde una clave marxista, de tal manera que no sólo se ocupa del problema económico, sino también del aspecto político, social, cultural, etc. 25 • El objetivo práctico: Se trata aquí de mostrar la pertinencia de los aportes de José Carlos Mariátegui para una fundamentación filosófica que permita comprender la realidad social, política y cultural de América Latina y proyectar alternativas teóricas y prácticas, en el actual contexto de fragmentariedad y dominación. Aquí se confrontará filosóficamente el marxismo integral de Mariátegui con la fragmentariedad, para ver el rendimiento filosófico del primero en la actualidad. 5. LA Hipótesis: Ante la fragmentación del mundo único ocasionado por la globalización en consonancia con la postmodernidad, es posible proponer el proyecto de un marxismo integral basado en el pensamiento de José Carlos Mariátegui, que resulte sugerente para una alternativa socialista en América Latina. Esto implica que, a su vez, se den tres pasos que obedecen a los planteamientos del problema anteriormente delineado (el problema teórico, el problema metodológico y el problema práctico). 1. Mostrar que la postmodernidad, junto con la globalización económica, produce la fragmentariedad en la sociedad. 2. Mostrar que el marxismo integral de Mariátegui es un verdadero marxismo que se extiende a vertientes que van más allá de lo económico. Mostraremos la fundamentación filosófica de este marxismo integral, explicando en qué consiste su integralidad. 3. Mostrar que este marxismo integral se presenta viable para las alternativas de una construcción filosófica en América Latina, 26 especialmente si la visión marxista de Mariátegui puede contribuir a la discusión actual. Analizaremos dicha propuesta, continuando con el esquema anterior, de la siguiente manera: Primero, verificaremos si la postmodernidad, como un fenómeno cultural amplio y como una forma de pensamiento (que se está conformando en los últimos tiempos), nos está produciendo una sociedad fragmentada en pedazos. Si se verifica la fragmentación tendremos que mostrar que algunas de sus vertientes más decisivas son la estrategia de la globalización y el modelo económico, los cuales, a su vez, condicionan la misma fragmentación. Para este cometido, analizaremos el sustento filosófico tanto de la posmodernidad como de la globalización y del modelo económico. Lo haremos según el siguiente esquema: Posmodernidad Globalización (Modelo Económico) Fragmentación Segundo, estableceremos una alternativa para este problema de la fragmentación que se da como hecho social. La alternativa que proponemos es el marxismo. El marxismo que vemos viable es el de la vertiente menos estatal y vertical. Es un marxismo más integral y humanista, que posibilita apropiarnos de todas la dimensiones del ser humano y de la sociedad. En este sentido, pensamos que el proyecto socialista de José Carlos Mariátegui, desde una vertiente integral, es potente para dar alternativas culturales (de organización social), políticas y éticas muy importantes para los sectores que, en América de Latina, están excluidos. 27 Marxismo Proyecto socialista integral Analiza los subsistemas Marxismo integral de Mariátegui Desde este esquema mostraremos, al menos desde la filosofía, que el marxismo tiene mucho que dar de sí. Ya no podemos esperar del marxismo una vertiente de Estado, de vanguardia o de partido, sino más bien un referente colectivo de todos aquéllos que optamos por el marxismo. Esta demostración de la vigencia del marxismo será hecha desde el referente de José Carlos Mariátegui. En primer lugar, por tratarse de un pensador latinoamericano que se empeñó en hacer una síntesis importante: entre el socialismo e indigenismo. En segundo lugar, por asumir el problema nacional de su país Perú, desde las categorías marxistas y las necesidades de su pueblo: el problema de la tierra. En tercer lugar, porque suscribió su pensamiento como una filosofía de la praxis, lo cual le permitió ponerse como problemas filosóficos aquéllos que la idea de una filosofía homogenizadora no consideró. Así elevó a problema filosófico el problema del indio, de la tierra, de lo nacional, la praxis, etc. En esta vertiente, fue un seguidor de los americanistas del siglo XIX. Tercero, tal como lo hemos dicho antes, debemos revisar si este marxismo de Mariátegui tiene algo que hacer hoy. En este espacio se impone que nos preguntemos por las implicaciones éticas y políticas. Eso nos llevará a enfrentar la fragmentación desde el marxismo integral. Así, el marxismo integral puede responder, entre otras cosas, al modelo hegemónico y único, del cual la globalización y el modelo económico han hecho su sustento ideológico y que resulta inaceptable por las razones anteriormente expuestas. Aunque se trate de una alternativa al modelo único, no quiere decir que sea la única alternativa. 28 Marxismo integral de Mariátegui Fragmentariedad discurso hegemónico alternativa al modelo único 6. La Metodología El camino de esta investigación no tiene como finalidad periodizar la obra completa de Mariátegui; tampoco esbozar un análisis biográfico de su corta trayectoria. Lo que se propone es un esquema de análisis a partir de las ideas del peruano para que sirva de interpretación a uno de los grandes problemas de la actualidad: la fragmentariedad que ocasiona el modelo neoliberal y su ideología de la globalización económica. Al tratar el pensamiento de Mariátegui partimos de sus mapas categoriales que hemos estudiado en su propio contexto y, además, en un menor grado, comparado con algunas problemáticas de nuestro tiempo. De las categorías de Mariátegui utilizadas para explicar el marxismo partimos para elaborar la propuesta de su Marxismo integral. En este camino no se han expuesto únicamente en solitario sus ideas, sino que se han confrontado con otros pensadores que han desarrollado propuestas en temas de la globalización, la postmodernidad, el marxismo, el indigenismo, el pensamiento latinoamericano, etc. 7. Para terminar. 29 No hay duda que el contexto y la época que describimos en el primer apartado de esta Introducción representan un reto cualificado para la filosofía. La filosofía tiene una palabra que decir sobre esta crisis. Si hemos anotado que vivimos en la actualidad una desorientación, ahora se impone que la filosofía se encargue, en primer lugar, de entender y comprender esta época. Es el momento de darle vuelta a la afirmación que hacía Marx acerca de los filósofos: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”15. Ahora urge, en medio de esta desorientación, interpretar el mundo para luego establecer algunas avenidas de transformación. Pero otro reto que enfrentamos es el establecimiento del estatuto crítico de la filosofía. Es urgente la crítica filosófica ya que es necesario sospechar de ciertas seguridades que se nos venden como ideología: el pensamiento único. Esta actitud filosófica de dudar ante lo dado nos permite preguntarnos a fondo sobre la globalización y el modelo económico imperante y, especialmente, plantearnos una manera alternativa de ver las cosas. Esta alternativa precisamente consiste, primariamente, en entender las cosas tal como están y en la posibilidad de preguntarnos si pueden estar de otra manera. Es así que la filosofía debe preguntarse sobre el diseño de la globalización, sobre el puesto del ser humano en este modelo y cuestionarse sobre la posibilidad de alternativas al modelo único. En una palabra, debemos cuestionar todos los supuestos que nos vende la ideología del mundo único. Con esta visión abandonaremos el dogmatismo tan extendido en nuestra época y el escepticismo que nos ofrece un horizonte incierto en lo que todo da igual. 15 Cfr. KARL MARX, y F. ENGELS, “Tesis sobre Feuerbach”, en, La Ideología Alemana, Traducción de Wenceslao Roces, Pueblos Unidos, Buenos Aires,1975. 30 CAPÍTULO I: EL MUNDO ÚNICO: FRAGMENTADO. Contextualización del problema de nuestro tiempo. “El mundo que ahora se anuncia es un mundo en el que existe un solo amo y un solo sistema. Tenemos un mundo con un solo imperio, que llega a todas partes. De repente se hace claro que ya no queda ningún lugar de asilo. El imperio está en todas partes. Llega a tener el poder total y lo sabe. La autoproclamada “sociedad abierta” constituye la primera sociedad cerrada, de la que no existe escape hacia afuera”. Franz Hinkelammert, entrevista para revista Éxodo. 1. Introducción. El título de estas páginas contiene una paradoja. No se trata de exponer el antiguo problema filosófico entre lo uno y lo múltiple, entre el movimiento y lo que permanece, que afrontaron Parménides y Heráclito en la Antigüedad. El problema que aquí abordamos es mucho más modesto. El título obedece más bien a la imperiosa necesidad de preguntarnos qué está ocurriendo en nuestra sociedad. Debemos preguntárnoslo por el simple hecho de buscar alternativas viables para un mundo mejor. Si bien es cierto que este planteamiento nos podría parecer utópico, considero que es una exigencia ética que permea las realidades económicas, políticas, sociales y culturales. 31 El objetivo de este capítulo es tomarle el pulso a la cultura, a la sociedad mundial. Se trata de un diagnóstico filosófico que busca reconocer cómo anda el mundo y en qué bases teóricas descansa su desarrollo. Pero se hace necesario buscar una forma de acercamiento que nos permita verlo no en forma general, sino en algunos de sus detalles. Por eso, proponemos realizar esta mirada a nuestra actualidad sobre dos avenidas principales: el postmodernismo y la globalización económica. ¿Por qué razón? Porque es lo que tenemos como dominio hegemónico16. Así el dominio hegemónico se da a partir de la globalización económica, que es una de las propuestas de la racionalidad moderna, ya que se ha erigido en las últimas décadas como el único “mundo” posible que, al ideologizarse, se ha constituido en un poder único e insaciable17. Sin embargo, el postmodernismo y algunos intelectuales que se denominan postmodernos, críticos de la modernidad18, desarrollan un pensamiento ideológicamente funcional al proceso de globalización económica, que en algunos casos despierta sospechas fundadas de complicidad ideológica. Una complicidad perceptible en algunas características que más adelante detallaremos, tales como: la fragmentariedad, el desvanecimiento del vínculo social, la propuesta de una ética relativa, la destrucción del estado, la disolución del sujeto, etc. Frederic Jameson expresa con agudeza la simbiosis de estos dos fenómenos: “La cultura postmoderna global –aunque estadounidense- es la expresión interna y superestructural de toda una oleada de dominio 16 Lo que produce el dominio hegemónico es la globalización económica en su vertiente capitalista. Luego “al imponerse el capital apoyado en la lógica del mercado mundial, se impusieron teorías que expresaban esta dominación y que se suelen sintetizar con el nombre de neoliberalismo”: Cfr. FRANZ HINKELAMMERT, “El huracán de la globalización, la exclusión y la destrucción del medio ambiente vistos desde la teoría de la dependencia”, en, Pasos, No. 90, San José, 1998, p.15. 17 Perry Anderson afirma que el neoliberalismo es la ideología más hegemónica que ha habido en la historia. Cfr. PERRY ANDERSON, “Las ideas y la acción política en el cambio histórico, en, Teoría Marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, pp. 386. 18 El término “moderno” se remite al siglo V y significa “actual”. En aquel momento los cristianos eran modernos respecto de los paganos. Estos eran considerados antiguos. Moderna es la conciencia que tiene una época de haber superado, por rupturas, sus lazos con el pasado. En este sentido, la postmodernidad tiene un problema semántico: si la postmodernidad es el después de la modernidad, la postmodernidad será lo actual: ¿no es la postmodernidad una fase más de la modernidad? 32 militar y económico de los Estados Unidos en el mundo... Sería –el postmodernismo- la lógica cultural del capitalismo avanzado19”. Jameson indica que el hecho cultural es subsumido en el hecho económico, sobre todo porque la cultura se ha entronizado en la mercantilización, presentándose los dos fenómenos como uno solo: “De este modo, en la cultura postmoderna “la cultura” se ha vuelto un producto por derecho propio; el mercado se ha convertido en un sustituto de sí mismo y en una mercancía, como cualquiera de los productos que contiene... La postmodernidad es el consumo de la propia mercantilización como proceso20”. El enfoque postmoderno y globalizador no es la única perspectiva desde la cual leeremos la realidad. De momento, quiero abordar filosóficamente estos dos hechos por tratarse de enfoques homogenizadores. Pero hay otras razones de peso que nos llevan a plantearnos la pertinencia de estos dos enfoques. Una de ellas, y que nos parece focal, es la discusión sobre la modernidad, ya sea para de-construirla, para superarla o para culminarla. La modernidad explica cómo vivimos hoy, nuestros errores históricos y nuestros posibles aciertos. De la modernidad no es tan fácil salirse y mucho menos superarla. Posiblemente estamos en el comienzo de una transición o tal vez empezamos a preguntarnos por el problema. Muchos han reaccionado frente a la crítica a la modernidad. Entendemos esa crítica como señal inequívoca de los problemas que estamos viviendo: unos, los postmodernos, afirman que la descomposición de la modernidad es irreversible; otros, sostienen, que la modernidad puede y debe ser defendida e 19 20 FREDERIC JAMESON, Teoría de la Postmodernidad, Editorial Trotta, Madrid, 2001, p.10. Ibid., p.11. 33 incluso ampliada21. Sea cual fuere la postura que se adopte ante la modernidad, en el futuro que se nos avecina, tal como lo prevemos ahora, nos enfrentaremos a profundas y desconcertantes contradicciones en las que experimentaremos esperanzas envueltas en desesperación. Ya algunos pensadores habían atisbado el problema: Husserl propuso “ir a las cosas mismas”; Marx proclamó la transformación del mundo en vez de interpretarlo; Vattimo habla de la asunción del pensamiento débil; Held proclamó la necesidad de una democracia cosmopolita; Giddens y U. Beck, se refieren a la “modernidad reflexiva”; Giddens habla de la “modernidad tardía”; Jameson, del capitalismo tardío. Ciertamente las interpretaciones han sido variadas. Otra de las discusiones de peso relacionada con la modernidad, se refiere a la importancia del sujeto. Del sujeto, al igual que de la modernidad, es difícil salirnos: ya sea para apoyarlo como para negarlo. Las diferentes corrientes filosóficas abordan el problema: unos niegan al sujeto; otros trasladan el concepto de sujeto al modelo económico; y otros suplantan el sujeto individual por el concepto de intersubjetividad. Los filósofos de América Latina también proponen un sujeto concreto, vivo y corporal22. Es más, para muchos filósofos latinoamericanos solamente se pueden atisbar soluciones para los pueblos de América Latina, si se tiene en cuenta la importancia del sujeto: “Muchas veces, la historia aparece más como algo hecho que como algo que se hace, más como un resultado que como un principio, pero esto puede deberse a que no se considera el sujeto último de la historia, sino tan sólo a lo que los individuos van poniendo en ella. Como quiera que sea (...), no parece pequeña tarea, ni tampoco totalmente utópica, el que la humanidad entera, como sujeto último 21 Cfr. ALAIN TOURAINE, Critica de la Modernidad, Fondo de la Cultura Económica, Buenos Aires, 1994, p.178. Ver para el tema el libro: ALAIN TOURAINE, La sociedad postindustrial, Editorial Ariel, Barcelona, 1973. 22 Cfr. FRANZ HINKELAMMERT, La vuelta del sujeto humano reprimido frente a la estrategia de la globalización, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002, p. 341-351. 34 de la historia, pueda llegar a ser la creadora y la dueña de su propio curso histórico, de la vida histórica entera”23. La discusión está abierta. Desde la modernidad y el sujeto, esperamos abordar otros temas fundamentales: la metafísica, los grandes relatos, la cultura, la historia, la fundamentación, el pensamiento débil, etc. Pero este capítulo tiene, además, otras pretensiones. No basta con analizar las diferentes corrientes filosóficas para solucionar los problemas. En la actualidad advertimos una crisis. Y esa crisis tiene bastantes expresiones: el deterioro natural, la pobreza extrema, las guerras, la violencia, etc. Esta crisis es transversal, ya que se exterioriza desde el campo político y económico hasta el campo ético y religioso. Una de las expresiones de la crisis, después de la II Guerra Mundial, fue que la humanidad se encontró sin rumbo. Uno de los momentos álgidos de la modernidad había caído. Otros señalan el final de la década de los sesenta como otro momento de crisis, en el que aparecen muchos movimientos que luchan porque se den cambios en el mundo. La crisis ha sido relatada como crisis de transición24, cuestionamiento de hegemonía25, fin de las ideologías, etc. La crisis en la sociedad, en términos generales, se manifiesta en dos síntomas fundamentales: el primero se refiere a una desorientación generalizada: no sabemos qué rumbo tomar; en segundo lugar, la desorientación es descrita por 23 IGNACIO ELLACURÍA, “Historización del Bien Común y de los Derechos Humanos en una sociedad dividida”, en, Estudios Filosóficos, tomo II, Uca Editores, San Salvador, 1999, p. 561. 24 Cfr. IMMANUEL WALLERSTEIN, “La crisis como transición”, en, Dinámica de la crisis global, Siglo Veintiuno editores, Madrid, 1998, p. 15-60. El autor propone que la crisis del mundo es estructural. Para él, la crisis consiste en el fallecimiento de la economía-mundo capitalista. El fallecimiento de un modelo nos lleva a otro. Ese lapso del paso de un modelo a otro, Wallerstein lo explica como transición. 25 Cfr. GIOVANNI ARRIGHI, “La crisis como hegemonía”, en, Op. Cit., 1988, p. 62-118. Arrighi acepta la tesis de Wallerstein. Aun cuando el autor escribe a finales de los ochenta, se puede advertir que visiona la hegemonía mercantilista de Estados Unidos. 35 muchos como novedad: estamos viviendo nuevos caminos. En esta novedad se delatan muchos riesgos26. La crisis es pluriforme y se denota en muchos campos. Sin embargo, Xavier Zubiri, en Nuestra situación intelectual27, visualiza que la sociedad, en la mitad del siglo XX, está en crisis debido a que la situación intelectual se encuentra en un estado profundamente paradójico28. Zubiri describe lúcidamente los factores que influyen para que nos encontremos en esta situación de postración: primero, la confusión de la ciencia; segundo, la desorientación del mundo y tercero, el descontento íntimo del hombre consigo mismo29. La crisis se radicaliza mucho más en la crítica sobre la modernidad. Nos hallamos en un profundo “malestar de la cultura”30. Pero el quid del problema no es la crítica de la modernidad en sí misma. Lo que inquieta es algo más profundo: al de-construir la modernidad -según autores postmodernos- nos asaltan las preguntas: ¿con qué nos quedamos?, ¿sólo el hecho de renunciar a la modernidad nos hace posmodernos?, ¿con esa renuncia podemos advertir los “tiempos nuevos”? Preguntémoslo de otra manera: ¿qué estamos viviendo hoy?, ¿así debemos vivir’? 26 Cfr. ULRICH BECK, La sociedad del riesgo global, Siglo Veintiuno editores, Madrid, 2002. Cfr. XAVIER ZUBIRI, “Nuestra situación intelectual”, en, Naturaleza, Historia, Dios, Alianza Editorial, Fundación Zubiri, Madrid, 1987, p. 29-87. 28 Ibid, p. 30-36. Para Zubiri el problema no se centra únicamente en la ciencia o en el científico, sino que va más a fondo: el hombre contemporáneo ha renunciado a su situación intelectual. 29 JUAN NICOLÁS, Teorías de la verdad en el siglo XX, Editorial Tecnos, Madrid, 1997. Nicolás afirma, en la introducción del libro: “Surgen por doquier síntomas de esta crisis: aceleración histórica que hace ineficaces para una generación los valores de la anterior, pérdida de convicciones suficientemente potentes como para instaurar un proyecto coherente de sociedad, desestructuración del saber en parcelas con fines desconectados entre sí, soledad en medio de un mundo intercomunicado, diferencias económicas y sociales cada vez mayores y fragilidad del sentido indvidual y colectivo”. 30 JUAN NICOLÁS, Alternativas actuales a la crisis de la metafísica moderna, conferencia dictada en la Universidad José Simeón Cañas, UCA, San Salvador, 2002. El autor parafrasea a Freud para denotar lo mal que estamos viviendo. En el sitio: www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/ 27 36 La postmodernidad y la globalización económica son el punto de partida de este estudio sobre nuestra situación actual, mientras que para explicar la crisis de la época actual nos centraremos en aquello que, en el título de este capítulo, hemos llamado “mundo único: fragmentado”. Lo que pretendemos expresar es cómo este mundo único, por el efecto de la globalización económica, se ha convertido en un mundo subsumido bajo un poder hegemónico. La unicidad del mundo viene de la única vía de poder en la sociedad capaz de dirigir a la humanidad: el capitalismo. Sin embargo, este mundo único, ideologizado, convertido en un poder global, está fragmentado. La fragmentación del mundo único desalienta a las alternativas sociales y políticas en el mundo, rompe con el vínculo social, pragmatiza la ética y hace de la política, una vez más, un subsistema dependiente del modelo económico. Volviendo al tema del título, El mundo único: fragmentado, se refiere a un dato desde el que pretendemos hacer una descripción de nuestro tiempo. De eso trata el contenido de estas líneas. Para llegar a constatar que el mundo único está fragmentado ocupamos -tal como lo hemos hecho para la descripción de nuestra situación actual- de dos fenómenos contemporáneos de gran envergadura: La postmodernidad y la globalización. A simple vista pudiese resultar que los dos fenómenos son irreconciliables. Pensamos que no. Aun cuando los dos fenómenos tienen puntos de partida y de llegada disímiles, el uno sirve de caldo de cultivo para el otro. A la globalización, por ejemplo, le sienta bien la mirada anti-fundamentalista y anti-esencialista de la postmodernidad. Una de las finalidades de esta indagación es relacionar los dos fenómenos en vista de realizar una crítica a la radicalización del discurso homogenizante del mundo único, del pensamiento único. Más allá de un mundo único, toda esta ideologización lleva a institucionalizar un discurso uniforme al cual no le caben alternativas. El discurso único nos advierte que se ha puesto punto final a la búsqueda de otras alternativas (económicas, sociales, culturales, políticas, etc.), y advierte que no necesitamos la figura de un mundo plural. 37 Para esta ideología neoliberal, lo que importa es que el mundo esté fragmentado. Pero lo plural no es lo mismo que lo fragmentado. En la pluralidad hay variedad de alternativas, hay diálogo, hay apertura etc. En la fragmentariedad no hay diálogo, los subsistemas se encuentran divorciados, hay marginación y exclusión. Cada subsistema se hunde en un autismo social impenetrable. Tal como afirma Roig31, un mundo fragmentado, es lo que esperan y desean los sectores de poder. Este es uno de los elementos que produce la profunda crisis de nuestro tiempo. Cabe aclarar que no nos oponemos a la afirmación de algunos pensadores con respecto a que nos encontramos en una sola sociedad mundial32. Sin embargo, la conformación de una única sociedad mundial no significa homogenización, como sí ocurre en el caso de la globalización. Ciertamente, no podemos pensar que la universalidad de oportunidades es igual para todos los humanos del planeta por el simple hecho de compartir productos que se encuentran en la mayoría de mercados locales, tales como la Coca-Cola. Este es un caso de homogenización estéril. El fenómeno de la mundialización es algo más: se da por el simple hecho que nuestras actividades cotidianas están decisivamente influidas por sucesos que ocurren en otras partes del mundo. Los hábitos de vida locales han adquirido consecuencias universales. La decisión de comprar un producto tiene repercusiones no sólo en la división internacional del trabajo, sino en los ecosistemas terrestres. Lo inaceptable es aceptar que del planteamiento del mundo único pasemos sin más a la concepción ideológica del único mundo –tal como lo aprueban los ideólogos del “discurso único”- en el cual no caben alternativas. 31 Cfr. ARTURO ANDRÉS ROIG, “La fragmentación y nuestro mundo”, en, Ética del poder y moralidad de la protesta: La moral latinoamericana de la emergencia, Ensayo hispánico, Buenos Aires, 1998, p. 3. 32 Cfr. ANTONIO GONZÁLEZ, Un solo mundo, la relevancia de Zubiri para la teoría social, Tesis doctoral, UCA, San Salvador, 1995, en www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/agtdind.html; JORDI COROMINAS, Ética Primera, aportación de X. Zubiri al debate ético contemporáneo, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2000, p. 39-99. 38 Al poner en diálogo las diferentes perspectivas filosóficas, podremos abordar autores postmodernos (Lyotard, Vattimo, Rorty, etc); también autores críticos de la modernidad (Foucault, Jamenson, Derrida, etc); como otros que tratan de presentar algunas alternativas a la modernidad (Habermas, Dussel, Hinkelamert, Roig, etc). Del cúmulo de estos autores, especialmente de algunos, tendremos la posibilidad de estudiar la globalización, especialmente en su vertiente económica y como hecho cultural. Lo que nos ocupa, de momento, es leer la crisis de nuestro tiempo desde la relación de los fenómenos que he citado con anterioridad: la postmodernidad y la globalización. Pero el cometido no será únicamente diagnóstico; sino que trataremos, en lo posible, de exponer las posibilidades que tiene cada uno de los fenómenos para aportar a la solución del problema planteado. 2. La globalización 2.1. Algunas palabras previas. En la primera parte de este capítulo abordamos el tema del postmodernismo. En esta segunda parte, explicaremos el fenómeno de la globalización. Además, haremos ver cómo la relación, inconsciente si se quiere, entre el postmodernismo y la globalización produce un binomio ideologizador, capaz de afectar las relaciones vitales de la sociedad. La globalización33 es, de seguro, la palabra o consigna peor empleada, menos definida y comprendida34. En este sentido, la globalización es un concepto 33 Ver el artículo de JAIME LORING, “La Globalización”, en, REVISTA ESTUDIOS CENTROMERICANOS ECA, UCA Editores, San Salvador, 2001, p. 369-382. El autor se esfuerza por conceptuar el fenómeno de la globalización, especialmente el problema antropológico, ético y de derechos humanos. 34 ULRICH BECK, ¿Qué es es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona,1998. Esta obra trata, con bastante calma, la problemática de la globalización: su ambigüedad y su estructuración política. 39 en el que se pueden distinguir varias dimensiones: la técnica que se refiere a la comunicación, la ecológica, la económica, la de la división del trabajo y la cultural. No hay duda que entendemos esta terminología de globalización de muchas formas. Unos pensadores contemplan que el término globalización es la última versión de la colonización, de la neocolonización o de la expansión de los mercados financieros occidentales. Otros, un poco más indulgentes, han tratado de eludir el uso anteriormente descrito reescribiéndolo desde una significación diferente, como mundialización o planetarización. Hay otro grupo de pensadores, el tercero35, que no ha rechazado el término ni ha tratado de modificarlo gramaticalmente. Se ha dedicado a pensar los procesos, las fuerzas institucionales y los desafíos asociados a la globalización. Así, este grupo ha dejado atrás el concepto anacrónico de nación para hablar, por ejemplo, del alcance de la crisis ecológica en el planeta; de la necesidad de una ética planetaria; de la necesidad de mecanismos supranacionales para legislar, arbitrar y reforzar las leyes globales y los derechos humanos36. Desde esta variedad de concepciones nos asaltan muchas preguntas sobre la globalización: ¿es un proceso de internacionalización?, ¿es la unilateralidad de un modelo económico?, ¿es un presupuesto de la modernidad?, ¿es una moda cultural?, ¿es nueva?, ¿es el sistema capitalista mundial en su última etapa?, ¿es un fenómeno translocal? 35 En este grupo podemos mencionar a Niklas Luhmann, Anthony Giddens, Immanuel Wallerstein, Ulrich Beck y Jurgen Habermas. 36 EDUARDO MENDIETA, “Política en la era de la globalización: crítica de la razón política de Enrique Dussel”, en, ENRIQUE DUSSEL, Hacia una filosofía política crítica, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001, p. 15-16. 40 2.2. Aproximación a la conceptuación de globalización37. Hablar de globalización es tan fácil como difícil. Es fácil porque muchos lo entienden como un hecho indiscutido y natural. Lo describen, muchas veces, para justificar ciertas formas de organización social. Superficialmente, describen todas las ventajas incomparables de “entrar” en procesos globalizadores: la comunicación, la tecnología, etc. No hay duda que ellos, sus apologistas, presentan a la globalización como un hecho ideologizado, cuando afirman: “solamente los anormales no quieren entrar en este proceso innovador de organización social”. Es difícil, porque nos encontramos con un problema muy ambiguo. Es necesario abordarlo filosóficamente, especialmente, porque los procesos globalizadores afectan las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales. Ciertamente, el grado de afectación, positiva o negativa, lo sufren todos, aunque hay que aclarar que no de la misma manera. Por esto mismo, al escribir estas líneas, hacemos ver la relación de los procesos globalizadores con la tendencia occidental cultural postmoderna, para describir el fenómeno y el problema de nuestra sociedad actual. Para este cometido no arrancamos del análisis sociológico, sino de aquella situación social que está ideologizada y que se presenta como una novedad beneficiosa desde su sustrato. El hecho de la globalización, junto con la superación de la modernidad por medio de la postmodernidad, se presenta como 37 Es interesante aquí el artículo de HÉCTOR SAMOUR, “Globalización, cultura e identidad, en Teoría y Praxis, número 7, Universidad Don Bosco, San Salvador, 2006, pp. 66-86. En este trabajo Samour, siguiendo las conceptualizaciones de ULRICH, BECK en ¿Qué es la globalización?.., explica qué se quiere decir con los términos de globalización, globalismo y globalidad. El primero, globalización, alude a “los procesos en virtud de los cuales los Estados nacionales soberanos se entremezclan e imbrican mediante actores transnacionales y sus repectivas probabilidades de poder, orientaciones, identidades y entramados varios”, en, op. cit., P. 67. Mientras que el globalismo es “la concepción según la cual el mercado desaloja o sustituye el quehacer político; es decir, la ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo”, en, op. cit. P. 67. La globalidad, en cambio, supone que “vivimos en una sociedad mundial, en la que no hay espacios cerrados y ningún grupo ni país puede vivir al margen de los demás”, en op. cit., P. 68. 41 el único camino que nos hace un mundo único, constituyéndose en sólido sistema al que no le caben alternativas. Pensamos que hay que someter esa postura al crisol de la crítica. Es más, este hecho de la globalización podría afectar a la reflexión filosófica si no se hace nada al respecto. Es lo que expresa Raúl Fornet Betancourt Con las siguientes palabras: “Justamente hoy, en el contexto de la globalización neoliberal, corre la filosofía peligro de convertirse en un discurso ideológico que apuntala el curso histórico vigente mediante su contribución teórica a la legitimación del imperativo que se impone como la ley sagrada de dicho curso de la historia”38. Fornet va más allá del problema: advierte que la misma legitimación que se hizo de la modernidad, ahora se podría repetir al hablar de la globalización: “Deberíamos evitar que la filosofía actual se escriba en el sentido de una legitimación de la globalización neoliberal, como no hace mucho todavía pudo escribirse una legitimación de la modernidad...”39. El problema de la conjunción, si se quiere inconsciente, de la globalización y la postmodernidad, es que se presenta como camino único sin ninguna alternativa. Es un problema de unilateralidad que no acepta ningún tipo de alternativas. Desde esta perspectiva, ya no sólo el poder económico y el poder político se presentan como omnipotentes, sino que la cultura misma se presenta como un polo poderoso que justifica las convivencias cotidianas desde la perspectiva ideologizada de la postmodernidad fusionada con la globalización. Al respecto, la sociedad tendrá que decir alguna palabra. 38 RAÙL FORNET-BETANCOURT, “La globalización como universalización de políticas neoliberales: apuntes para una crítica de la filosofía”, en, Transformación incultural de la Filosofía, Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001, p. 320. 39 Ibid., p. 321 42 Debemos partir de un hecho: las relaciones sociales en el mundo han sufrido, con el tiempo, procesos de mundialización y de globalización. Todos, en el planeta, vivimos afectados por las acciones que desempeñamos en él. Todos vivimos ciertos grados de afectación. Y esta afectación, no sólo ocurre porque está en boga la comunicación o la tecnología, sino debido a aspectos más primarios: el de la convivencia humana con la naturaleza, por ejemplo. Con este enfoque nos distanciamos del concepto naturalista de la sociedad presentada como la simple agregación de los individuos en una zona geográfica. Más bien, estamos acudiendo al concepto de sociedad que destaca la dimensión de socialidad de los seres humanos: no se trata que nosotros, hombres y mujeres, estemos colocados en una sociedad, sino que es la socialidad que está presente en nosotros mismos. Es un rasgo constitutivo del ser humano. Esta socialización es parte de la humanización. Así, la humanidad se recibe por los procesos de humanización, por aprendizaje en una comunidad humana. Esta relación estructural entre socialización y humanización se cristaliza por medio de la relación entre las diferentes actividades del ser humano, a saber: económicas, culturales, políticas, sociales, etc. Todas estas actividades funcionan en relación con el todo (la estructura) en forma de subsistemas. Así, cada subsistema está implicado en el otro y viceversa. De toda esta pluralidad de relaciones e intercambios podemos aducir que el mundo como hecho estructurado está afectado de todo en todos. Desde este modo primario de afectación podemos afirmar que nos encontramos en un proceso de mundialización. Sin embargo, esta forma de relaciones no es explicada por los apologistas de la globalización. Ellos, por el contrario, presentan el proceso global como si se tratará de la última oferta del mercado: “Si entramos a la globalización estaremos al día, beneficiándonos de muchas ventajas...” No todos participamos de la globalización de la misma manera. El subsistema económico tiene fuerte impacto en el sub-sistema ecológico. Países muy 43 poblados como China e India, cuyos habitantes han visto mejorar sustancialmente su nivel de vida en los últimos años, demandan en sus hogares y trabajos mucha tecnología; esto ha causado que el mundo demande mucho más petróleo; las productoras de petróleo no dan respuesta a la demandas porque no refinan lo suficiente. Ante este problema, el precio de los combustibles sube exageradamente; las refinadoras buscan elevar la producción de combustibles y éstos, a su vez, contaminan ríos por los desechos inservibles. Hechos aparentemente aislados o inconexos, por la configuración estructural del mundo, producen una reacción en cadena. Antonio González ofrece una interesante explicación de la globalización. Él advierte que el horizonte ineludible de la filosofía social y política en el presente es la ''sociedad mundial'' constituida por los procesos de globalización. El ''analogado principal'' del concepto de sociedad ya no son las ''sociedades nacionales'', constituidas en el interior de los diversos estados, sino la red mundial de vínculos sociales en la que tienen lugar todos los procesos sociales del presente. Continúa González diciendo que asistimos a una transición semejante a la que se produjo desde la pólis griega a los estados nacionales modernos. Este tránsito no es un cambio instantáneo, sino más bien implica procesos sociales que ocupan toda una época. Tampoco es un proceso unilineal, sino que puede conocer avances y retrocesos. Sin embargo, el sentido fundamental de estas transformaciones sociales viene impuesto por tendencias intrínsecas al sistema económico capitalista. Se trata de un sistema que en su misma estructura fundamental está orientado hacia el crecimiento y hacia la expansión. El capitalismo ''globaliza'' los vínculos sociales de una forma que, a largo plazo, resulta inevitable mientras se mantengan las características fundamentales de este sistema económico40. 40 Cfr. ANTONIO GONZÁLEZ, Un solo mundo: relevancia de Zubiri para la teoría social, Tesis doctoral, Universidad de Comillas, Madrid, 1995, p. 383-390. 44 Ciertamente, la 'globalización' económica no es un proceso todavía completado. Una auténtica globalización solamente tendrá lugar cuando exista un único mercado global para todos los bienes y servicios. Sin embargo, una característica de nuestra época es la toma de conciencia sobre los efectos más visibles de este proceso. Uno de estos efectos es la pérdida de capacidad ejecutiva de los gobiernos nacionales sobre los procesos sociales y económicos que afectan a los propios ciudadanos. Y, al mismo tiempo, la pérdida de control de los propios ciudadanos sobre la política económica de los propios gobiernos41. Con todo, podemos pensar que la globalización es un hecho. Antonio González lo expresa con las siguientes palabras: “Esta globalización es un hecho, y constituye un acierto analítico de la teoría de la dependencia el haberse situado en esta perspectiva. No estamos ante una internacionalización en cuanto estrechamiento de los lazos entre los Estados, que podrían seguir siendo tomados como unidades de análisis, sino ante una globalización estricta. Las estructuras de los individuos y de los grupos en el "interior" de cada "nación" están constitutivamente afectadas por factores globales.42 Autores como Giddens o Zubiri se inclinan por pensar que, en la actualidad, la sociedad en sentido propio tiene un carácter mundial. Así, Giddens señala que el mundo se ha convertido en un solo sistema social, que no es sólo un entorno dentro del cual se encuentran las sociedades concretas, sino una auténtica sociedad mundial. Igualmente, para Zubiri nuestra época es "la primera en que la humanidad constituye, todo lo laxamente que se quiera, una sociedad verdaderamente una y única".43 41 Ibid., p. 15. ANTONIO GONZÁLEZ, “Orden Mundial y Liberación”, en, ESTUDIOS CENTROAMERICANOS, ECA, UCA Editores, San Salvador, 1995, p. 629-654. 43 ANTONIO GONZÁLEZ , “Un sólo mundo...”, en, op. cit., P. 347. 42 45 Jordi Corominas, siguiendo la línea de pensamiento de A. González afirma: “En la actualidad las acciones cotidianas y las formas de vida de cada uno, anteriormente a la cultura y al universo simbólico de cada cual, están lastradas y forman sistemas con acontecimientos que ocurren en el otro lado del planeta y con formas de vida absolutamente dispares. Es, precisamente, la constatación del hecho actual de que no hay acción humana alguna que no esté afectada por una estructuración mundial de las formas de vida la que nos lleva a afirmar que la sociedad hoy es mundial”.44 Y continúa: “... Mientras una minoría de la humanidad se encuentra en su casa en cualquier capital del mundo con sus cadenas de hoteles mundiales, sus centros de compras y sus barrios residenciales, la mayoría de la humanidad vive en una situación muy parecida a la de los salvadoreños de barrios marginales. Su marginación es una necesidad para mantener la jerarquía de la sociedad mundial. No es cierto, como a veces se dice, que los pobres no estén afectados por la globalización. Al contrario, probablemente sean ellos los más profundamente afectados por un sistema económico-político mundial que parece tener la necesidad de la exclusión y la radical heterogeneidad económica de la población para mantenerse como tal”.45 El problema no consiste en que la globalización no produzca beneficios; el problema estriba en que sus beneficios son para unos pocos. No cuestionamos la 44 JORDI COROMINAS, “Sociedad Mundial y Democracia”, en, ESTUDIOS CENTROAMERICANOS ECA, UCA Editores, San Salvador, 2000, p. 423. www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/democracia.html. Documento de 15 páginas. 45 JORDI COROMINAS, op. cit. , p. 424. 46 globalización como fenómeno, lo que cuestionamos que esta organización de convivencia social no acepte alternativas y que por lo tanto a la humanidad no le quede más remedio que comulgar con ella sin ningún tipo de crítica constructiva. Uno de los trabajos de la filosofía será, precisamente, des-ideologizar todo el discurso montado alrededor de la globalización. Para realizar este proceso de des-ideologización debemos echar mano de los mitos de la globalización. Debemos de-construir el término para luego afrontar la tesis principal de este trabajo: que el mundo único está fragmentado; que este mundo “único” ha sido volado en pedazos hasta la fragmentación por el uso excesivo de la propaganda de los beneficios de la globalización; que la supuesta postmodernidad, como superación de la modernidad, lo único que ha hecho es desencantar a la sociedad en su función crítica y, más aún, la ha descalificado como una estructura capaz de buscar alternativa frente a la ideología del camino único, del mundo único. Así, la globalización, como la presentan sus defensores, no es una descripción de una economía del entorno ni una construcción ideológica que explica que la economía no se ha mundializado, sino que se ha reorganizado y reestructurado según los intereses de tres grandes bloques económicos: Estados Unidos-Canadá, la Comunidad Europea y Japón. Al respecto diría Fornet: “A la globalización de estas tres potencias... la llamamos triadización que significa que los procesos de integración tecnológicos, económicos y socioculturales entre las regiones mundiales más desarrolladas llegan a ser más generalizados, intensivos e importantes que la integración entre estas tres regiones y los países menos desarrollados o entre estos países”46. 46 RAÚL FORNET-BETANCOURT, “La globalización como universalización”, en, op. Cit., p.30. 47 La crítica a esta visión nos produce la pregunta ¿por qué globalizar únicamente el sustrato económico? ¿Por qué globalizar este modelo de mercado? ¿Al tratarse de una globalización unilateral estamos homogenizando la globalización? El producto de la homogenización es que la visión de la globalización del modo económico aparece como la única salida a los graves problemas de la humanidad. Es así como la globalización no solamente se convierte en un referente ideológico y hasta “metafísico”, sino también ético, para que las naciones del mundo puedan ponerlo en marcha. En el fondo, estas líneas no tratan, como he dicho, de analizar los hechos sociológicos o políticos, sino de revisar el contexto y de indagar cómo se colocan preguntas éticas y antropológicas al fenómeno de la globalización. 2.3. Globalización económica Es difícil hablar de globalización, como anotamos, porque muchos han tratado de explicar de qué se trata. Unos pretéritos: desde que se inventaron las colocan su origen en tiempos embarcaciones que ofrecieron oportunidades de intercambio de mercancías para producir un acercamiento de las fronteras. Así, por tanto, se considera a la globalización y al hecho económico como un binomio ideal: al hablar de la globalización sus defensores se refieren a la globalización de la economía y, más enfáticamente, a la globalización de los mercados. No cabe duda que una de las tendencias mundiales más importantes es la tendencia a la globalización, entendiendo por tal, los procesos encaminados a uniformar a la sociedad en lo que concierne a la aplicación de políticas generales, sin hacer diferencias importantes en atención de lugar, historia, 48 cultura y circunstancias específicas47. Esta visión de globalización ha diseñado una sociedad con nuevas relaciones. El término “globalización” tal como lo entendemos ahora, puede ser ubicado a finales de los años ochenta y principio de los noventa. La globalización llegó al relevo de los términos “internacionalización” y “transnacionalización” que eran conceptos que describían las redes que existían entre los estados48. Esta primera utilización del término expresaba que la globalización sería la consideración de una condición empírica de la conexión compleja evidente en todas las partes del mundo. La conexión compleja49 debería sobreponerse a las distancias culturales por medio de experiencias políticas, educativas, del consumo y de los medios masivos, etc. Desde un amplio sector de la sociedad se identifica a la globalización o mundialización como una nueva economía, es decir, como una nueva forma de producción, distribución y consumo de aquellos bienes que tienen el fin de satisfacer una determinada fracción de nuestras necesidades; pero nada más lejos de la realidad. El sistema económico que actualmente regula estas actividades es el capitalismo, que hace ya más de 500 años aparecía en el centro de Europa, aunque no podamos decir que se consolide realmente hasta cerca de tres siglo más tarde. Evidentemente se nos presenta una economía mundial con nuevas características, pero siempre debemos estudiarla dentro de las coordenadas del capitalismo. El capitalismo global no es sino la penetración del capital en nuevos espacios, tanto en las propias sociedades en las que ya estaba instalado como en 47 Cfr. ALEJANDRO SERRANO CALDERA, Razón, derecho y poder, reflexiones sobre la democracia y la política, Hispamer, Managua, 2004, p.73. 48 Cfr. LEELA DE SOUZA, “El reto de la globalización y la emergencia de los movimientos fundamentalistas”, en, RAUL FORNET-BETACOURT (Ed.), Culturas de poder, Interacción y asimetría entre culturas en el contexto de la globalización, Documentación del IV Congreso Internacional de Filosofía Intercultural, , Descleé de Brouwer, Bilbao, 2001, pp. 61-81. 49 Cfr. JOHN SAXE-FERNÁNDEZ, Globalización: crítica a un paradigma, Instituto de Investigaciones Económicas, DGAPA, México, 2002, p. 9-69. 49 otras donde su aparición era escasa o nula, para llevar a cabo su lógica inherente de valorización. Una de las primeras definiciones de globalización y modelo económico se dio a partir del concepto de modernidad. Entendiendo la globalización como un hecho de interrelaciones, Giddens la definió como: “la intensificación de las relaciones mundiales que entrelaza a las localidades distantes de tal manera que los eventos locales se modifican por los eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa”50. Robertson fue más allá con su concepto de globalización al relacionarla con una comprensión global que se refiere a la proximidad espacial y temporal, especialmente por la tecnología. Para Walter Fernández, la globalización está íntimamente relacionada con la imposición de una sola economía y una sola cultura sobre el mundo, que se expresa por la hegemonía del modelo económico liberal en todo el globo terráqueo. Esta visión obedece más a una interpretación histórica y empírica en un proceso multisecular. Así, este autor51 expresa que la globalización es la tercera ola del colonialismo, después del control político y militar de Europa sobre el Sur global, y del control de las economías del Sur a través de la ayuda externa y militar. Ahora, la tercera etapa está expresada en la vigencia de una nueva forma de cultura por medio del consumismo reforzado por los medios tecnológicos. Este modelo económico se caracteriza por relaciones económicas desiguales basadas especialmente en la internacionalización del comercio que trae consecuencias negativas, tales como: la degradación ambiental, el 50 ANTHONY GIDDENS, The Consequeces of Modernity, Stanford University Press, Stanford, 1999, p.64, citado por DE SOUZA LEELA, “El reto de la globalización y la emergencia de los movimientos fundamentalistas”, en, Op. Cit., p.63. 51 Principalmente WALTER FERNÁNDEZ, “La globalización y la ética de una cultura única”, en, RAÙL FORNET-BETACOURT (ed.), Culturas y poder, Op. Cit., p. 29-50. 50 desempleo (la aniquilación de la sociedad del trabajo por la sociedad del desempleo y el subempleo) y los cambios culturales, esto último especialmente expresado en la cultura del consumo. Esta cultura del consumo ideologiza las formas democráticas de convivencia atribuyendo a la globalización bondades instrínsecas que suelen ser falacias refutables: la globalización beneficia a todos por medio del consumo de productos estandarizados a nivel internacional. Es así como las diferentes clases sociales, supuestamente, pueden acceder a los beneficios del mercado que son ampliamente difundidos por los medios de comunicación masiva. Los seres humanos pueden participar de la globalización en la medida en que consuman productos de marcas reconocidas en todas partes del mundo. En conclusión, los procesos sociales están sujetos al modelo único económico que se exterioriza por el modelo único de cultura visualizado en el consumo desmedido. Este consumo es exigido para ser reconocido como personas con valores situadas en una clase social. Desde esta perspectiva, y con la ayuda de los medios de comunicación, la globalización es presentada como un hecho natural que trae ventajas incomparables a la humanidad. Lo que ha sucedido, con esta visión, es que ha existido una flagrante fusión entre lo económico y lo cultural. Otros, como Alain De Benoist, entienden la globalización como un hecho geopolítico: “La globalización está creando una reorganización caracterizada primariamente por una des-territoriorización generalizada de capital. “Espacio de lugar”, está siendo remplazado por “espacio de flujo”. En otras palabras, el territorio se reemplaza por la red, que ya no corresponde a un territorio particular sino que se inscribe dentro del mercado mundial, independientemente de ataduras nacionales políticas. Por primera vez en la historia, el espacio económico y el 51 político ya no están atados. Este es el sentido más profundo de la globalización”52. La globalización no nos permite asegurar tres supuestos que manejan sus defensores: primero, que la globalización es un fenómeno reciente; segundo, que la globalización nos ofrece igualdad de condiciones para todos; y tercero, que con la globalización se está instaurando un modelo al cual no le cabe alternativa. Al no dar por sentado estos supuestos, la reflexión crítica de la globalización se vuelve una exigencia inclaudicable. La globalización no es, por mucho que algunos autores se empeñen en afirmarlo, un fenómeno natural. Estos mismos autores también proclaman al mercado o a la relación salarial, categorías propias del capitalismo, como verdaderos fenómenos naturales. Están dejando de lado que éstos no son sino construcciones sociales del hombre, que por unos u otros motivos se presentan muy consolidados en los países occidentales, pero que están donde están por la mera acción humana. Lo mismo ocurre con la globalización: no es un fenómeno natural hacia el cual deriva la evolución lógica de la humanidad, sino un proyecto social, político y económico que se está intentando construir. Precisamente por eso tanto su éxito como su fracaso dependerán de la propia acción del hombre. Por lo tanto, para acercarnos al estudio de la globalización, debemos movernos dentro del análisis del sistema capitalista. La globalización del capital es una tendencia que en todo momento ha sido característica del sistema. En épocas anteriores el mundo desplegó una serie de características que nos permitían hablar de economía mundial, pero ésta no pudo consolidarse debido a causas diversas: la Primera Guerra Mundial, el insuficiente grado de concentración del capital, el escaso arraigo de la idea del mercado como factor absoluto de distribución de la riqueza, etc. En ese caso fue Gran 52 ALAIN DE BENOIST, “Confrontig Globalization”, en, Telos número 108, 1996, p. 119, citado en, RAPHAEL MADU, “La cultura africana y otras culturas de cara a la globalización”, en, RAÚL FORNET-BETANCOURT, Culturas y poder, op. cit., p.206. 52 Bretaña la potencia hegemónica que marcó las pautas de liberalización, mientras que en la actualidad es Estados Unidos quien se ha erigido como líder. Esta estrategia global, la de los mercados globales, se realiza mediante las grandes burocracias privadas de empresas transnacionales. La estrategia totaliza los mercados globalmente con la colaboración de las nuevas tecnologías53. Este modelo capitalista se constituye desde tres mercados principales: el mercado de las empresas transnacionales, algunas de las cuales, tienen más capital que el Producto Interno Bruto de muchas naciones en desarrollo; el mercado financiero, que moviliza diariamente 1,2 trillones de dólares e integra al instante todas las bolsas de valores produciendo una especulación financiera sin precedentes; y el mercado de los medios de comunicación social, que son grandes oligopolios o monopolios que nos transmiten al instante no sólo hechos y sucesos, sino una interpretación de tales sucesos54. Otro de los problemas de la globalización es su dinámica misma: su capacidad de homogenizar y hegemonizar al mismo tiempo. No se trata de abrir el proceso de globalización hacia todos. La dinámica se ha ideologizado. La globalización afirma que se trata de un proceso de unificación de todas las personas y su desarrollo haciéndolos similares; pero lo que ocurre es el predominio de una cultura dominante y de un centro hegemónico que se imponen a la periferia. Así, la globalización está cifrada en una teoría sobre la historia y la política que es reflejada en una interdependencia compleja. Pero esta homogenezación está presente en los sectores de la vida humana: la lengua, la economía, la música, la educación, etc. Esta cultura homogenezada – la que se ha impuesto- es la cultura del Norte (Estados Unidos y Europa) situándose como 53 Cfr. FRANZ HINKELAMMERT, “La transformación del estado de derecho bajo el impacto de la estrategia de la globalización”, en, Pasos No. 117, DEI, San José, 2005. 54 Cfr. FRANCISCO IBISATE, “Neoliberalismo y globalización”, en, Estudios Centroamericanos ECA, No. 600, UCA, San Salvador, 1998, p. 894-895. 53 la cultura hegemónica sobre las otras culturas55. La cultura hegemónica, por tanto, tiende a imponerse; las otras culturas, en su afán ya sea de aceptación o rechazo, se abren para reproducir los valores de la cultura “fuerte”. Recapitulando, los problemas que encontramos en esta globalización económica son los siguientes: la simultaneidad de la integración transnacional y de la desintegración nacional, en cuyo mercado mundial van desapareciendo los pocos países “puros”; las corporaciones tansnacionales tienen especial interés en los estados débiles; la sustitución del trabajo mediante el saber y el capital produce un desempleo masivo y un empleo informal sin ningún tipo de seguridad social; la doble relatividad de la pobreza en la cual se incluye la inclusión de los actores y la exclusión de los más pobres, entre otros puntos56. Se ha llegado a tal polarización de la globalización económica que únicamente prevalecen los criterios de un modelo de mercado. Algunos consideran que del mercado capitalista hemos hecho una idolatría57. Esta idolatría consiste en darle carácter dogmático a todas las prácticas del mercado capitalista. Consecuentemente, se construye con el tiempo el discurso “globalista” que hace ver la globalización como una moda, eufórica y determinista, acrítica y superficialmente aceptada por los grandes públicos consumistas. Este nuevo paradigma de la globalización, como lo llaman sus promotores, está sustentado en los intereses del capital. 55 Muchos llaman a la globalización, principalmente sus críticos, con epítetos, tales como: “americanización”, “occidentalización”, “McMundo”, “turbo-capitalismo”, “nueva internacional”. 56 Cfr. ULRICH BECK, Qué es la Globalización. Falacias del globalismo, repuestas a la globalización, Piadós, Barcelona, 1998, p. 139-141. 57 Cfr. HUGO ASSMAN, La idolatría del mercado, DEI, San José, 1997, p. 131-187. Este es un interesante estudio que el autor hace desde la economía y la teología. 54 Este ‘discurso pop’ sobre la globalización se ve sustentado en lo que Bob Fitch ha llamado globaloney, que significa la construcción del edificio ideológico alrededor de la globalización y de sus características expansivas. Pero este concepto encierra varias falacias. La primera de ellas es la creencia en una progresión hacia la globalización que arrastra a todas las naciones y pueblos a un conjunto común de relaciones de mercado. Es más, en esta perspectiva el la globalización que propone el sistema capitalista nos aparece como un sistema “formidablemente” poderoso58. La segunda, es la presentación de la globalización como la “ola del futuro”, donde sus ideólogos presentan un mundo con tecnología de alto poder. La tercera falacia, que se basa en una postura triunfalista, es la afirmación de que ante la globalización no existen alternativas59. 2.4. Crítica a los mitos sobre la globalización Los teóricos que se decantan a favor de la globalización, en un esfuerzo ideológico, presentan ciertas “bondades” de los procesos de globalización como hechos consumados. En este esfuerzo de presentar la globalización como un hecho irreversible, han contribuido muy acríticamente los medios de comunicación social, algunos académicos y personas influyentes en el mundo. Veamos a continuación algunos de esos mitos. 2.4.1 La globalización es algo nuevo. Uno de los primeros mitos a superar es la presentación de la globalización como hecho nuevo y reciente de la cultura occidental. Como dijimos en las letras de arriba, no se trata de un hecho reciente. La globalización de la economía habría comenzado ya con el intercambio de mercancías que se produjo entre los siglos XIII y XVI. 58 Cfr. TERRY EAGLETON, “Un futuro para el socialismo”, en, CLACSO, Buenos Aires, 2006, p. 470. Cfr. JAMES PETRAS, “La globalización: un análisis crítico”, en, JOHN SAXE-FERNÁNDEZ, Gloabalización, imperialismo y clase social, Lumen Humanitas, Buenos Aires, 2001, p. 60-69. 59 55 Otro de los mitos es que a la globalización se le considera como un “hecho natural”. Esto quiere decir que la globalización es un fenómeno que devino por las misma relaciones sociales, que nadie la diseñó, ni como hecho ni en sus consecuencias. Además, si es natural no tiene por qué ser criticado ni combatido. Todavía más: ningún modelo social basado en la planificación puede subvertir los objetivos benéficos de la globalización. Frente a esos mitos podemos afirmar que la globalización no es algo nuevo. Cuando hablamos de globalización estamos hablando de un proceso que se extiende por más de 500 años. En este sentido, la globalización es un proceso ligado íntimamente al desarrollo del capitalismo como modo de producción intrínsicamente expansivo respecto de territorios, poblaciones, recursos y procesos culturales60. Algunos, fundamentados en la existencia de un sistema mundial61, defienden la tesis según la cual la globalización ha comenzado desde hace 5000 años y no con el capitalismo. Ciertamente con este enfoque se hace coincidir el nacimiento de la globalización con el nacimiento de las primeras formas de vida comunitaria. Advierten estos autores que se debe hacer una historia de la globalización que se sustente en algunos estadios, que represente una periodización en años diferente a la que había construido Europa. Así, el primer estadio se define en el núcleo de las culturas de Mesopotamia-Egipto, desde donde se despliega un fuerte influjo cultural en el Cercano Oriente; el segundo estadio es el de las Culturas del caballo y el hierro, en las se cuales desarrolla el 60 Cfr. CARLOS VILAS, “Seis ideas falsas sobre la globalización”, en, Globalización: crítica a un paradigma, Instituto de Investigaciones Económicas, DGPA, México, 2002, p.73. 61 INMANUEL WALLERSTEIN, The Modern World-System, Academic Press, New York, 1974; Id., The politics for the World-Economy, Cambridge University Press, Cambridge, 1984, citado en, ENRIQUE DUSSEL, “La globalización y las víctimas de la exclusión: desde la perspectiva de la Ética de la liberación”, en, RAÚL FORNET-BETANCOURT, (Ed.), Culturas y Poder, Op. Cit., 2003, p. 109- 140. 56 armamento y el comercio de algunos productos como la seda, que se amplía a rutas más allá de las europeas, como las rutas de China e India62. El tercer estadio va De Bizancio a Bagdad, cuando la dominación musulmana se vuelve un hecho y Europa es una región periférica de la nueva cultura dominante: la musulmana. El cuarto estadio, el sistema-mundo con Europa como centro, es considerado por algunos autores como el nacimiento de la modernidad. Comprende dos modernidades: la primera, que se centraba en el apogeo del Renacimiento63; la segunda, se centra en la inclusión de un nuevo paradigma: el científico. En esta etapa, hasta la fecha, el sistemamundo ha tenido un desarrollo expansivo que se verificó, por ejemplo, desde la conquista de Amerindia. Dussel explica que esta expansión del sistema-mundo ha afectado las relaciones éticas entre los pueblos, principalmente, las de Occidente. Entre las afectaciones tenemos la violencia con que los dominadores se han impuesto sobre los conquistados; la explotación económica como estructura, lo cual llevó al “centro-Europa” a explotar las riquezas de las regiones de la periferia; la dominación política metropolitana que consistía, por ejemplo, en que las colonias estuvieran bajo la égida política y económica de los reyes europeos; la hegemonía cultural del sistema-mundo, en la cual, el centro de todos los valores culturales es Europa64. Si Dussel, siguiendo a Wallerstein, explica el fenómeno de la globalización como producto de la hegemonía de la modernidad y como expansión del 62 En esta diferenciación de estadios me apoyo de las tesis de ENRIQUE DUSSEL, La globalización y las víctimas de la exclusión, Op. Cit., p. 114-117. 63 Hegel consideraba que la modernidad arrancaba con el Renacimiento y la unía a otros hechos trascendentales: la Reforma Protestante, la Revolución Francesa, la Ilustración. Desde esta perspectiva, España y Portugal no tienen nada de modernas, mucho menos los países de América Latina. 64 Además de la cita de ENRIQUE DUSSEL, La Globalización y las víctimas de la exclusión, Op. Cit., p. 359-386, Véase, ENRIQUE DUSSEL, Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, Editorial Trotta, Madrid, 2000. 57 modelo cultural occidental, debemos estar atentos, por ejemplo, a la explicación que da Giddens sobre la globalización desde las consecuencias de la modernidad. Él visualizaba la globalización como el resultado de las inherentemente expansivas características de la modernidad, a las cuales denominaba “agrupaciones organizacionales”. Estas características se especificaban en el sistema capitalista de producción, la industrialización, la competencia administrativa de la nación-estado y el orden militar65. 2.4.2 La globalización es un proceso homogéneo66. “En la globalización todos podemos participar”. Detrás de este mito hay otra realidad, un problema dialéctico: mientras unos gozan la mayoría de los beneficios del consumo, otros tienen que pagar la factura ecológica por el excesivo consumismo de la vida occidental. Es más, lo ideologizado estriba en afirmar que por medio del consumo exacerbado los seres humanos podemos participar de las ventajas inocultables de la globalización. Es por eso que la globalización económica es la que tiende a dominar el espectro del planeta. El problema es que al globalizar el área económica creemos y asumimos como válido que estamos globalizando el aspecto político o cultural. Cuando afirmamos que las ventajas de la globalización son un mito es porque asumimos que esta misma globalización económica está conformada según el modelo económico vigente. El problema se hace más complejo. Estamos claros que todos nos relacionamos con la globalización porque de alguna manera nos afecta. El grado de afectación, según nuestras posibilidades, podrá ser negativo o positivo. El hecho que la globalización nos afecte a todos no quiere decir que todos nos beneficiemos de ella de manera homogénea. 65 66 Cfr,. ANTHONY GIDDENS, the Consecuences of Modernit, Op. Cit. Cfr. CARLOS VILAS, Op. Cit., pp. 75-80. 58 En la globalización se da un desarrollo desigual en sus diferentes niveles: en la actualidad, se encuentra más desarrollada la globalización en materia financiera. La práctica financiera acelerada y creciente de la economía mundial marca una diferencia importante con respecto al modo de organización previo al capitalismo. Puede afirmarse que estamos en presencia del tercer nivel de la globalización del capital, el financiero, que está por encima del nivel productivo (segundo nivel) y el comercial (primer nivel). La globalización financiera introduce en el sistema económico una marcada volatilidad, agravada por el carácter de corto plazo que predomina en las corrientes de inversión financiera. Esta volatilidad reproduce un perfil marcadamente especulativo de la economía mundial, es decir, una “economía de casino”, tal como lo afirmaba Keynes. La vulnerabilidad de los mercados ha estado a la orden del día, con casos de la década de los noventa que podemos rememorar: el crack mexicano de 1994 y su “efecto tequila” sobre economías del Sur o la caída de algunos mercados asiáticos. 2.4.3 La globalización nos permite entrar en el “primer mundo”. Para los defensores del discurso globalizado es claro que la globalización tendrá la capacidad de cerrar las brechas económicas entre los países ricos y los países pobres. La globalización contribuirá para que las grandes asimetrías entre los países ricos y los países pobres se minimicen. Estudios que han hecho economistas como Samir Amin y Emmanuel Arrighi, en la última parte de siglo XX, desmienten este mito aduciendo que la expansión del capitalismo mundial conduce a diferenciaciones crecientes entre regiones del mundo con desiguales niveles de desarrollo67. Los informes del PNUD anuales dicen que la brecha entre los más ricos y los más pobres se ha agudizado en los últimos años. 67 Ibid., p. 78-79 59 2.4.4 La globalización es la llave del progreso. La globalización se presenta como la mediación que va a llevar a los ciudadanos un mejor bienestar y una mejor calidad de vida. Sin embargo, es inocultable el gran desempleo y subempleo en el mundo, debido al traslado de los mercados productivos industriales al mercado especulativo financiero. Además, se ha dado un deterioro masivo de los salarios reales. El trabajo deja de ser remunerador. Otra falacia de la globalización es la afirmación de que habrá una flexibilización laboral que beneficiaría al trabajador. Sin embargo, ésta ha llevado a la desprotección del trabajador, acrecentando en un gran porcentaje el número de los trabajadores de la economía informal. 2.4.5 La globalización de la economía favorece la globalización de la democracia68. Muchos defensores de la globalización explican este fenómeno con la caída de la antigua Unión Soviética y los países de Europa del Este que llevan un rumbo directo hacia la democracia. La globalización de la economía maneja un concepto reducido de democracia: el de las representaciones. El modelo liberal se conforma con cuidar la libertad de los individuos y los estados, por ejemplo, para la elección de sus gobernantes. Eso no basta. La democracia, al menos la contemporánea, advierte que los ciudadanos no sólo deben elegir a sus gobernantes, sino que deben ser partícipes dinámicos de los cambios sociales que les toca vivir. Los ciudadanos deben ser sujetos de la democracia. El camino de los ciudadanos implica al menos cuatro dimensiones: autonomía, igualdad, sentimiento de eficacia y responsabilidad. Se exige que el ciudadano participe de su comunidad revitalizando los espacios públicos. Lo contrario sucede con el modelo de mercado: se fortalece el individualismo y se privilegian los espacios privados. 68 Ibid, p. 90-91. 60 3. El problema de la globalización. Los mitos a los cuales nos hemos referido ya encierran un problema serio. Pero no se trata sólo del problema “ideologizador” de la globalización, tema que trataremos en las conclusiones. El problema al que nos referimos radica en el mismo hecho de la globalización. Algunos autores, como ya hemos mencionado, afirman que la globalización surge de las relaciones comerciales que se inauguraron en los albores de la época Moderna. Este proceso, en el cual las relaciones globales se ensanchan, produce, en el planeta, mayores relaciones internacionales, haciendo que los estados nacionales se diluyan en el consenso mundial, especialmente, si están mediados por el subsistema económico. El problema, por tanto, radica en que la globalización es una globalización económica. Quinientos años después del nacimiento de la modernidad, la globalización, en lugar de ser una globalización de los diferentes subsistemas, se ha convertido en “la” globalización económica. Los demás sub-sistemas están supeditados al hecho económico. Así, la globalización es la globalización del modelo económico vigente: el capitalismo. Este capitalismo que para muchos está en su etapa avanzada, se manifiesta no tanto en un modo de producción concreto, sino en la generalización del mercado financiero basado en una economía de servicios. Este modelo económico ha agravado el crecimiento de la desigualdad entre el Norte y el Sur. La quinta parte de las personas del mundo poseen el 86% del PIB, el 82% de los mercados de exportación, el 62% de las inversiones extranjeras. En 61 cambio, la quinta parte más pobre del mundo, unos 1200 millones, dispone de menos de un dólar diario para vivir69. La actual estructura política de los estados permite la existencia de un mercado financiero mundial en el que el 80% de las transacciones corresponde a movimientos especulativos de corto plazo. La lógica de estos movimientos es la reproducción del dinero a través del dinero y no la creación de riquezas de un mercado productivo que genere, por ejemplo, más fuentes de trabajo. Este mercado de servicios, por tanto, cuenta con productos globales más poderosos que las naciones-estado, como Kodak, Disney, capaces de romper las barreras fronterizas entre los estados. La globalización es un gran aliado de esta etapa del capitalismo, especialmente en su carácter expansionista. El capital y el mercado se han internacionalizado. El capital hoy no sólo se traslada a los lugares más alejados del mundo, sino que es capaz de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria gracias a la nueva infraestructura proporcionada por las tecnologías de la información y a las nuevas condiciones institucionales mundiales. Las bondades del modelo económico franqueado por la globalización es para unos pocos. Esto trae problemas en varios órdenes, a saber: el desempleo es masivo produciendo una migración galopante; la generación de un excesivo consumo por parte de las naciones poderosas ha impactado en el hecho ecológico del planeta; el consumo que provoca la globalización se va colocando como una pauta cultural de Occidente, etc. Según esta visión de la globalización, ésta se ha desarrollado históricamente en consonancia con el desarrollo del capitalismo en la época moderna. 69 Cfr. Todos estos datos de las diferentes gestiones de los subsitemas en: JORDI COROMINAS , “Sociedad Mundial y democracia”, en, Op. Cit. P. 438-439. 62 Hay otra vertiente que debemos tener en cuenta: la cultural. También en este aspecto la globalización aparece como un hecho beneficioso. Muchos autores lo llaman el “globalismo pop”70. La globalización se presenta como un paradigma, es decir, capaz de ofrecer una serie de propuestas generalmente aceptadas, afectando la forma en que se entiende el pasado y dando particulares tintes a la visión que el ser humano tiene sobre el futuro71. La globalización, en este sentido, forma parte del léxico periodístico y televisivo. Los productos globalizados se han popularizado a tal punto que se ha creado una “cultura” del consumo alrededor de ellos. La globalización, desde esta vertiente, se convirtió, en los últimos años, en el paradigma a seguir. 4. La postmodernidad. Cuando hablamos de postmodernidad nos estamos refiriendo a un concepto polisémico. Encontramos muchas manifestaciones “postmodernas” en algunos subsistemas actuales, a saber: en el arte, en la arquitectura, en la teología, en la educación, en la filosofía, etc. Ante tal panorama, reconocemos que analizar el fenómeno de la postmodernidad es una tarea sumamente compleja en la que se corren muchos riesgos, como hacerlo de manera limitada, o bien, por no llegar a fondo del problema o pecar de dogmáticos o de prejuiciosos. “La postmodernidad participa de todos los post-ismos (post-historia, post-industrialización, post-estructuralismo, post-socialismo, postmarxismo, post-cristianismo, etc.): la sensación de una inseguridad generalizada, una voluntad de distanciamiento de cierto tipo de pasado, o de rechazo de cierto tipo de vida y de conciencia, la 70 Cfr. JOHN SAXE-FERNÁNDEZ, “Globalización e imperialismo”, en, Globalización: la crítica a un paradigma, DGAPA, Universidad Autónoma de México, 2002, p. 15. 71 Cfr. THOMAS KHUN, La estructura de las revoluciones científicas, Fondo de Cultura Económica, México, 1971, p.13. 63 sensación de discontinuidad sentida y sufrida en el curso común de la historia”72. El problema de la postmodernidad, primariamente, se ha enfocado desde dos puntos de vista: por un lado, alguna vertiente intelectual considera que la postmodernidad es un problema filosófico (la asunción del pensamiento débil, la desestructuración del sujeto fuerte, los juegos del lenguaje); otros por su parte, aducen que es un problema cultural. Tanto unos como otros nos descifran algunas pistas de la problemática actual. Hay quienes afirman que muchos de nuestros problemas derivan de la aceptación o del rechazo que podamos hacer de la modernidad. Otros hablan de la posible deslegitimación de los relatos de la modernidad73, o de la relación dialéctica entre la postmodernidad y la modernidad. Otros entienden la postmodernidad como pauta cultural dominante del capitalismo tardío74, como un estado de la cultura, o, finalmente, como algo que viene después de la modernidad, o como la asunción de la conciencia en crisis que caracteriza a la modernidad misma. “La crisis del paradigma de la modernidad (la razón instrumental, el proyecto científico técnico, la economía de mercado, la centralidad del individuo, la pretensión de universalidad del modo de ser, de pensar y de creer occidentales, entre otras características apuntadas más abajo) produjo un fenómeno propio del tiempo de crisis: la así llamada postmodernidad”75. 72 LEONARDO BOFF, “La postmodernidad y la miseria de la razón liberadora”, en, Pasos No. 54, San José, 1994, p.12. 73 Cfr. JEAN-FRANCOIS LYOTARD, La condición Postmoderna, Ediciones Cátedra, Madrid, 1989. El autor explica detalladamente la deslegitimación del discurso moderno a partir de los juegos del lenguaje, especialmente desde el discurso científico y político 74 FREDERIC JAMESON, La teoría de la Postmodernidad, Editorial Trotta, Madrid, 2001. El autor expone que los rasgos más sobresalientes del postmodernismo como norma cultural hegemónica en la etapa multinacional del capitalismo se refieren a la nueva constitución del objeto, el sujeto, el tiempo y el espacio. 75 LEONARDO BOFF, Op. Cit., p. 11. 64 Es necesario abordar el problema. De momento se impone reflexionar el tema y no tanto suscitar desde ya, posibles adhesiones o rechazos personales. Pero ¿cómo podríamos entender la postmodernidad? ¿Como crisis epocal? ¿Como estado de la cultura? ¿Como sustento ideológico del capitalismo tardío? 4.1. Tipificaciones del pensamiento postmoderno. Podríamos diferenciar tres tipos de postmodernismos76: a. La postmodernidad como ruptura con la modernidad. La postmodernidad quiere rechazar el proyecto moderno centrado en el poder, en la dominación, en el enriquecimiento a partir del individuo blanco, occidental, cristiano y la objetivación de todo lo demás. En la economía, el mercado hoy mundialmente integrado constituye una de las grandes construcciones sociales de la modernidad. La postmodernidad quiere romper con todo eso. Por ello reafirma la diferencia, proclama el derecho de la existencia del otro, insiste en la superación del binarismo, bueno/malo, civilizado/bárbaro. Se acabó el logocentrismo, el patriarcalismo. Tiene lugar la diversidad, la singularidad, las cuales ya no deberán ser reprimidas sino favorecidas. b. La postmodernidad como realización final de la modernidad. El núcleo central de la modernidad buscaba la emancipación del individuo, siempre visto como un momento de totalidad mayor. La pretensión de la postmodernidad se centra, en cambio en que el individuo goza de plena libertad y de una posibilidad de elegir ilimitadas. El individuo establece sus valores. Las utopías salvacionistas están descalificadas. Los proyectos globalizadores, -como el capitalismo, el socialismo, el iluminismo76 En esta tipificación es sugerible consultar a JOSÉ MARÍA MARDONES, Postmodernidad y cristianismo, el desafío del fragmento, Sal Terrae, Santander, 1989; LEONARDO BOFF, “La postmodernidad y la miseria de la razón liberadora”, en, Pasos, DEI, San José, 1994 ; CARLOS ROJAS OSORIO, La filosofía en el debate postmoderno, Euna, San José, 2003; MARÍ ENRIQUE (Ed.) (1988), ¿Postmodernidad?, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1988. 65 reafirman los postmodernos, condujeron a guerras con millones de muertos. Debemos descreer de esas utopías colectivistas, debemos atender más bien al individuo y su subjetividad, ya que es desde esa dimensión que se fundan los valores de convivencia. Al establecer que en torno al individuo se centran los valores, caben, entonces, todos los estilos de vida, formas literarias, códigos de conducta, escala de valores y tradiciones religiosas. El llamado es a la tolerancia. Pero la tolerancia postmoderna está basada en que no existe ninguna verdad objetiva; los individuos fabrican sus verdades. La postmodernidad asume todo y lo estetiza todo. Todo es bueno mientras me sienta bien. Todo tiene el mismo valor e interés. De esta situación resulta la fragmentación de todo, la disolución de cualquier canon, la permanente crisis de identidad, la renuncia a cualquier profundidad, denunciada como metafísica, y la destrucción de cualquier compromiso radical. c. La postmodernidad mundializado. Los como que expresión avalan esta de la tesis, crisis como del capitalismo crítica de la postmodernidad, dicen que los postmodernos promulgan el descompromiso total. Éste es posible porque ya se encuentra en un mundo estabilizado al cual no le caben alternativas. No existe una auto-crítica del sistema, sino que lo único existente es el consumo del sistema. El pluralismo descomprometido del postmodernismo condujo a que más de la mitad de la humanidad viva en extrema pobreza. Para los críticos del postmodernismo, ésta es la expresión ideológica del capitalismo global, de una sociedad basada en el mercado mundial como principio de organización de vida. Es la expresión cultural del modo de producción actual. Por la falta de horizonte utópico de los postmodernos, dicen sus críticos, ellos están muy lejos de superar la modernidad. Más bien, los postmodernos muestran el lado débil de la modernidad expresado en la 66 falta de solidaridad, la fascinación patológica de los mass media, la manipulación de la religión, el consumo desenfrenado, la postura de una ética del simulacro, etc.77 En muchos autores, estas tres concepciones se mezclan. Debemos tener claridad sobre la discreta diferenciación y similitud de las tres formas de entender la Postmodernidad. A continuación, expondremos una serie de problemas que nos plantean algunos autores europeos y latinoamericanos. J-F. Lyotard con su propuesta “La caída de los metarrelatos” se suscribe como uno de los pensadores fundantes en el plano filosófico de la posmodernidad. Lyotard y muchos otros postmodernos afirman que la modernidad está en revisión y este hecho ha producido crisis en la sociedad. Esta crisis, a grandes rasgos, ha comenzado desde que la sociedad ha entrado a la edad llamada post-industrial. El objetivo del trabajo de Lyotard en La condición postmoderna es abordar el saber en las sociedades más desarrolladas: “no se puede saber lo que es el saber, es decir, qué problemas plantea hoy su desarrollo y su difusión, si no se sabe nada de la sociedad donde aparece”78. El tipo de sociedad condiciona las transformaciones culturales que han afectado las reglas del juego de la ciencia, la literatura, las artes en relación a la crisis de los relatos, entendidos éstos como discursos legitimadores de ciertas verdades parciales que han permitido un alto grado de certidumbre. La postmodernidad, para Lyotard, 77 Cfr. CARLOS CULLEN, “Ética y Postmodernidad”, en, ¿postmodernidad?, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1988, p.164-167. La ética del simulacro se cuida de no centrarse ni en el valor ni en el bien. Se obra por pura simulación y simulacros aislados. 78 JEAN FRANCOIS LYOTARD, La condición postmoderna, op. cit., p.33. 67 “no es una época nueva, es la reescritura de ciertas características que la modernidad había querido o pretendido alcanzar, particularmente al fundar su legitimación en la finalidad de la general emancipación de la humanidad”79. Expresará además: “El postmodernismo no es el fin del modernismo sino su estado naciente, y este estado es constante.80 En síntesis, para Lyotard, la postmodernidad es un volver a reescribir la sociedad, con la intención de superar la concepción de la razón, la sociedad, el hombre y el arte que lleva consigo la modernidad. Pero ¿por qué se la debe volver a reescribir? Sencillamente porque la modernidad se construyó sobre los grandes relatos y desde ellos se ha fundamentado una única forma de ser en la sociedad. Estos relatos han legitimado las instituciones y las prácticas sociales y políticas. Estos grandes relatos o “metarrelatos”, como la liberación de los pueblos, la democracia, la razón, la justicia, la emancipación, etc., ideologizaron todo el proyecto moderno. La meta-narrativa ofrece una explicación global y globalizadora que desde fuera intenta justificar el vínculo social, el papel de la ciencia y el valor del conocimiento. “En la sociedad y la cultura contemporánea, sociedad postindustrial, cultura postmoderna, la cuestión de la legitimación del saber se plantea en otros términos. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea cual sea el modo de unificación que se le haya asignado: relato especulativo, relato de emancipación”81. 79 JEAN FRANCOIS LYOTARD, Reescribir la Modernidad, en, Revista de Occidente, número 66, 1986, Madrid, p. 32. 80 JEAN FRANCOIS LYOTARD, La postmodernidad (explicada a los niños), Gedisa, Barcelona, 1990, p.13. 81 JEAN FRANCOIS LYOTARD, La condición postmoderna, op. cit., p.32. 68 Un metarrelato es una forma de discurso cuya pretensión es abarcarlos todos, dominar las reglas de las distintas clases de enunciados y de los distintos géneros de discursos. “Simplificando al máximo, se tiene por postmoderna la incredulidad con respecto a los metarrelatos. Esta es sin duda un efecto del progreso de las ciencias; pero este progreso, a su vez, la presupone. La función narrativa pierde sus functores, el gran héroe, los grandes peligros, y el gran propósito. Hay muchos juegos del lenguaje diferentes, es la heterogeneidad de los elementos. El criterio de legitimidad es tecnológico, y no resulta pertinente para juzgar lo verdadero de lo justo”82. Lyotard ejemplifica el metarrelato en la lógica hegeliana. La dialéctica absorbería en un único discurso toda otra forma enunciativa. Se trataría de una homogenización del discurso y un proceso de identidad radical. Esto sería para Lyotard una falta de respeto a las diferencias. La postmodernidad, además, será aquello que alega lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma; aquello que se niega a la consolación de las formas bellas, al consenso de un gusto que permitiría experimentar en común la nostalgia de lo imposible; aquello que indaga por presentaciones nuevas, no para gozar de ellas sino para hacer sentir mejor que hay algo que es impresentable. Así, la postmodernidad deja a un lado la representación, con lo cual se aleja de lo verdadero y de lo fundado, quedándose, eso sí, en el mero ensayo. Así, la ciencia, la moral y la política moderna adquieren legitimación en el gran relato emancipatorio o especulativo 83 . El gran relato, el relato maestro, es característico de la filosofía moderna, en la persecución de la verdad, del saber, de la ciencia. La razón única ilumina la verdad en un sistema armónico. Y esta 82 JEAN FRANCOIS LYOTARD, op. cit., p.10 Cfr. ESTHER DIÁZ, “¿Qué es la postmodernidad?”, en, ¿Postmodernidad? Editorial Biblos, Buenos Aires, 1989. 83 69 verdad está sustentada por los sujetos que participan en el hecho científico. Para Lyotard, en la postmodernidad este relato pierde credibilidad. La ciencia entra en crisis84. La ciencia ya no se presenta como un saber cerrado en sí mismo, sino que se encuentra cifrada en muchos relatos y en muchas respuestas. En la actualidad, el ambicioso sueño de teorías unificadas ha sufrido un colapso. En la ciencia, las disciplinas ya no buscan un metarrelato legitimador, sino que buscan, en diálogo con muchos actores, una efectividad que muchas veces es posible en su relación con la tecnología. En este mismo orden de ideas, para Lyotard, la condición postmoderna está impulsada por las implicancias de la “informatización de las sociedades”. Este proceso de informatización redefine el status del saber en los países industrializados85. En estos tiempos ya no se investiga ni se enseña para buscar la verdad, sino para responder a la pregunta ¿para qué sirve? Si estudiamos literatura, filosofía o historia, la importancia de ese estudio no estriba en el hecho de saber, sino en la respuesta a: ¿para qué nos puede servir estudiar estos saberes de las humanidades? Los estudiantes y profesores han dejado de pensar en términos de los metarrelatos, por ejemplo, de la emancipación de la humanidad o bien de los tratados metafísicos que han sustentado a la modernidad. Por el contrario, la enseñanza gira en torno a la aplicación que podamos hacer de todo lo que sabemos. El saber ha roto sus relaciones con las viejas narraciones de autojustificación para adherirse a un sistema productivo basado en la rentabilidad y la eficacia. En moral y política no se ha corrido una suerte diferente, como vimos anteriormente. Se ha roto el “subjectum” único que fundamenta todo quehacer ético y político. Se rechazan las totalizaciones y se expanden las tolerancias. 84 Las ciencias no pueden ser legitimadas por un relato único como suponía la modernidad. Las ciencias actuales juegan, cada una, su propio juego. En la lógica de Lyotard, los relatos no se legitiman en sí mismos, sino que necesitan de otros relatos. Consecuentemente, la ciencia teóricamente se legitima a sí misma, pero en la práctica el respaldo proviene de la técnica. 85 JEAN FRANCOIS LYOTARD, La condición postmoderna, p. 15 y ss. 70 Contamos con muchas subjetividades a series diversas de normatividades que han convertido al mundo de los valores en un calidoscopio moral. Lyotard, para proponer vigorosamente las diferencias, en oposición al metarrelato de la identidad, se basa en los “juegos del lenguaje”86 y en la inconmensurabilidad de las reglas de cada régimen de enunciados. Desde esta óptica, Lyotard fragmenta la unidad, especialmente porque entiende que la sociedad no es un ente único y cerrado, sino que es una realidad de posiciones diversas entre sí. “Las colectividades sociales han dado paso a átomos individuales atrapados en un cañamazo de relaciones complejas y móviles situadas en puntos por los que pasan mensajes de naturaleza diversa. Los juegos de lenguaje son el mínimo de relación exigido para que haya sociedad”.87 La inconmensurabilidad de las reglas88 de juegos de lenguaje implica que no hay un género de discursos cuya finalidad sea detentar todas las reglas para todos ellos. No hay un supersistema lingüístico que abarque todas las reglas de todas las familias de los enunciados. Lo que existe es una serie de juegos para cada enunciado. Lyotard rompe la unidad, apela a la diferencia, preconiza los átomos individuales por encima del todo social. Para Lyotard, las relaciones sociales se establecerían con las reglas del juego de lenguaje, donde prevalece el consenso desde los diferentes actores: 86 Recoge el mismo espíritu de Wittgenstein, cuando afirmaba que el juego lingüístico es algo imprevisible que no está fundamentado. Tampoco es racional o irracional, sino que esta ahí como nuestra vida. 87 JEAN FRANCOIS LYOTARD, op. cit., p.39. 88 Con estas inconmensurables reglas Lyotard ataca las pretensiones universales. Sin embargo, toda esa teoría es muy discutible. Ver ARTURO ANDRÉS ROIG, “Necesidad de una segunda independencia”, en, Cuadernos Americanos, No. 100, UNAM, 2003, p. 23-25. 71 “Las reglas no tienen su legitimación en ellas mismas, sino que forman un contrato, explícito o no, entre los jugadores...a falta de reglas no hay juego, una modificación incluso mínima de una regla modifica la naturaleza del juego, y un enunciado que no satisfaga las reglas no pertenece al juego definido por éstas”89. Lyotard, en síntesis, expone las reglas narrativas del juego del lenguaje: en primer lugar, las reglas no tienen legitimación en sí mismas, sino que se validan mediante el contrato entre los jugadores (el emisor, el receptor). Segundo, sin reglas no hay juego; si se modifican las reglas es otro juego el que se inaugura. Tercero, todo enunciado debe ser considerado como una jugada hecha en un juego mayor. Para Lyotard, el lazo social se define por la existencia de juegos de lenguaje imbricados. Para él, sólo deben existir consensos de tipo local y contratos temporales. El autor francés busca distanciarse de las totalizaciones sustentadas en consensos universales. La condición postmoderna asume al lazo social como un vínculo múltiple de pliegues cada vez más intrincados y mudables. Esta característica del lazo social obstaculiza la consolidación de los grandes relatos de la historia y de la ciencia, ya que rompe en su comprensión con la dualidad que generaba la heroicidad y quienes la detentaban. Consecuentemente, el lazo social queda limitado a meros juegos pragmáticos que dan cabida a la inestabilidad y a la paradoja. La ciencia postmoderna, según lo anterior, aparecerá como una investigación de inestabilidades. Otro autor importante es el italiano Gianni Vattimo con su propuesta del pensamiento débil. Según Vattimo, el pensamiento actual no se puede entender si no es a partir de las aportaciones de Nietzsche y de Heidegger. Vattimo utiliza, al igual que Heidegger, el término “verwindug” que indica la superación de lo moderno y que no consiste en aceptar sus errores, sino en un rebasamiento, que 89 JEAN FRANCOIS LYOTARD, La condición Postmoderna, p. 27 72 es algo distinto. Sería el fin de la filosofía en su forma metafísica. Asume, al igual que otros postmodernos, la crisis de los grandes relatos explicativos de la historia y constata que este tipo de discursos se ha ido sustituyendo por un complejo práctico de información multimediática: “...En la hipótesis que yo propongo, la modernidad deja de existir cuando – por múltiples motivos- desaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia como una entidad unitaria. Tal concepción de la historia, en efecto, implicaba la existencia de un centro alrededor del cual se reúnen y se ordenan los acontecimientos”90. La crisis de la idea de la historia lleva consigo la crisis de la idea de progreso: “si no hay decurso unitario de las vicisitudes humanas, no se podrá ni siquiera sostener que avanzan hacia un fin, que realizan un plan racional de mejora, de educación, de emancipación”91. Es así que Vattimo dirá que el término postmoderno tiene un sentido, y que este sentido está ligado al hecho de que la sociedad en que vivimos es una sociedad de la comunicación generalizada, la sociedad de los medios de comunicación (mass media)92. Consecuentemente, el filósofo italiano afirmará que hemos llegado a la sociedad transparente. En el nacimiento de esta sociedad postmoderna desempeñan un papel determinante los medios de comunicación; esos medios caracterizan a esta sociedad no como una sociedad más transparente, sino como una sociedad más compleja y más caótica. En este relativo caos residen nuestras esperanzas de emancipación. 90 GIANNI , VATTIMO, Postmodernidad: “¿Una sociedad transparente?”, en, En torno a la Postmodernidad, Anthropos, Barcelona, 1994, p. 10 91 Ibid., p. 12. 92 Ibid., pp. 7-19. 73 Vattimo está conectado con la crítica nietzscheana a la idea de totalidad: “la vida ya no reside en el todo”. Llega a afirmar que no hay un solo esfuerzo teórico que nos permita abarcar la totalidad. La totalidad ha estallado en mil fragmentos. A Vattimo la idea de totalidad le sirve para sostener que “la única visión global de la realidad que nos parece verosímil es una visión que asuma muy profundamente la experiencia de la fragmentación”.93 Vattimo denomina así la tesis central de su filosofía: el pensamiento débil. Él propone una ontología de categorías débiles como la única que cabe en el mundo científico-tecnológico y para un hombre que ya no puede sentirse sujeto de la realidad ni de la historia, que transita distraídamente, como dijera Benjamín, en medio de ese entorno, sin remedios metafísicos o morales94. Vattimo enfrentará con rigor la expresión más acabada de la modernidad, la metafísica, que puede ser comprendida como ideología de dominio expresada en tres grandes avenidas: la totalidad del mundo, el sentido unitario de la historia y el sujeto auto-centrado. Ante estos tres constructos, los postmodernos, y en especial Vattimo, proponen la pluralidad de sentido, la fragmentacióndescentramiento y la disolución del sujeto, respectivamente95. Desde esta perspectiva, Vattimo expone tres caracteres del pensamiento postmoderno: El primer rasgo del postmodernismo es ser un pensamiento de la fruición. Con esto, Vattimo se opone al funcionalismo dominante de la modernidad. El pensamiento postmoderno no pretende transformar la realidad, sino que busca vivir la realidad. No hay duda de que existe un rechazo de la instrumentalización de la razón. Desde esta perspectiva, Vattimo promulgará una especie de ética de bienes, un revivir, un disfrutar la vida. El segundo rasgo es ser un pensamiento de la contaminación. Desde esta perspectiva, estamos ante una actitud abierta radicalmente a la multiplicidad de los juegos de lenguaje que 93 MANUEL CRUZ, Filosofía contemporánea, Taurus, España, 2002, p. 117. A su vez cita: TERESA OÑATE, “Entrevista A Gianni Vattimo, 10/ suplementos”, en, Anthropos, 1988, p. 15. 94 Cfr. GIANNI VATTIMO, Las aventuras de la diferencia, Península, Barcelona, 1986, p. 8. 95 Cfr. GIANNI VATTIMO, “Dialéctica, diferencia, pensamiento débil”, en, El pensamiento débil, Cátedra, Colección Teorema, Madrid, 1983, pp. 12-28. 74 la cultura y el saber actual nos ofrecen desde la ciencia. Por lo tanto, nos encontramos con el vagabundeo incierto que impone una situación en la que no hay principios ni criterios fijos, determinados, fundados de una vez por todas. Apuesta a la apertura, por la dislocación de lo hasta ahora coherente; rompe con los métodos usados y propone la discontinuidad, la búsqueda del disenso y la inestabilidad96. En síntesis: “se trataría de no enderezar ya la empresa hermenéutica sólo hacia el pasado y sus mensajes sino ejercerla también en los múltiples contenidos del saber contemporáneo, desde la ciencia y la técnica a las artes y a ese saber que se expresa en los mass-media, para reconducirlos de nuevo a una unidad, la cual, tomada en esta multiplicidad de dimensiones, ya no tendría nada de esa unidad filosófico dogmática y ni siquiera los caracteres fuerte de la verdad metafísica... sería, pues, un saber que se colocaría en el nivel de una verdad débil”97. El tercer rasgo se refiere al pensamiento postmoderno como un pensamiento del mundo de la técnica moderna (Ge-Stell)98. Para los postmodernos, se tiene que superar a la metafísica y, con ella, al dominio de la técnica en la modernidad. Para ello, debemos tener una nueva actitud en el estado de la razón. El sujeto, por tanto, debe ceder y debe abandonar su pretensión objetivizadora y dominadora y entregarse a la vivencia del momento. Esto supondría la superación del concepto sujeto a partir del abandono de la subjetividad que es función pura de la objetividad tecnológica. Para Vattimo, habremos entrado a una etapa postmetafísica, en la que habremos de vivir 96 El pensamiento sigue la idea propuesta de Lyotard, especialmente en lo que se refiere a la multiplicidad de los juegos de lenguaje. 97 GIANNI VATTIMO, El fin de la modernidad, Editorial Gedisa, Barcelona, p.155 ss. 98 Cfr. Ibid., p. 44 y p. 115. El término de Ge-Stell lo toma de Heiddeger. 75 eligiendo y decidiendo, no desde modelos estables y fundados, sino desde la apertura radical a la realidad y a la vida. En cuanto al pensamiento débil, es una respuesta ante lo ilusorio del relato totalizador, la inconsistencia del sujeto o la imposibilidad de la verdad única: “No existen condiciones trascendentales de posibilidad de experiencia que sea posible alcanzar mediante alguna reducción epojé que suspenda nuestra adhesión a horizontes históricoculturales, lingüísticos, categoriales. Las condiciones de posibilidad son siempre cualificadas; o, como dice Heidegger, el ser fundación, el camino, no puede ser, en otras palabras, más que fundación hermenéutica. Incluso la lógica con que procede el discurso, porque no hay una y el desenvolvimiento no es unitario, es una lógica inscripta en la situación, hecha de procedimientos, de controles, que son dados cada vez...”99. También filosófo Jacques Derrida con el tema de “La diferencia y la deconstrucción” ha hecho aportes muy importantes al postmodernismo. Nos encontramos con el debate abierto sobre si Derrida es postmoderno o no. Todavía deberíamos probar esta tesis. Lo tratamos en este punto porque Derrida es un crítico riguroso de la herencia filosófica occidental y ha influido en los teóricos post-modernos. Él defiende que es necesario salirnos de la metafísica racionalista basada en la preeminencia del logos. Derrida, frente a este desafío, propone emprender otra andadura por la metafísica: ¿podremos pasar de la filosofía a la post-filosofía?; ¿podremos ir más allá de la filosofía y leer a los filósofos de una manera diferente? 99 GIANNI VATTIMO, Dialettica, “differenza, pensiero debole”, en, Il pensiero debole, Feltrinelli, Milán, 1983, p. 13. Consultar también a: Daniel Carboni en su artículo, “Paradojas Postmodernas”, en, ¿Postmodernismo?, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1988, p.74. 76 Para este trabajo, él propone dejar los libros e ir más bien a los textos y a las estrategias de trabajo desde las cuales se pueda deconstruir el camino andado, o proponer la diferencia por encima de la identidad y diseminar la unidad. Derrida deconstruye el mito de la identidad y realza la diferencia. “Estos conceptos de différance y de retardo originarios son impensables bajo la autoridad de la lógica de la identidad o incluso bajo el concepto de tiempo”100. Derrida introduce los conceptos de différence y différance. El différer, en Derrida, tiene dos significados: uno, de aplazar; y el otro, ser distinto de. Así, las diferencias son experiencias y son meros simulacros que dejan a un lado el concepto de representación. Derrida, siguiendo a Nietzsche, afirma que con la diferencia101 se supera la filosofía de la identidad que superó Hegel. Sin embargo, Derrida piensa que no podemos salirnos de la metafísica occidental: “Podemos utilizar diseminaciones, todo estrategias, lo que sabotajes, queramos; deconstrucciones, pero puesto que cuestionamos el logos utilizando el logos es imposible salirnos de la metafísica”102. El tema de la diferencia ha sido de importancia en el discurso filosófico actual. En primer lugar, porque puso en discusión el tema de la identidad (una 100 JACQUES DERRIDA, La escritura y la diferencia, Anthropos, Barcelona,1989, p. 280. Para algunos autores la diferencia es común para los tardomodernos (Derrida, Deleuze, Foucault) y postmodernos (Lyotard, Vattimo y Rorty). Sin embargo, entre ellos hay significados diversos sobre la diferencia, por ejemplo: Lyotard lo considera como conflicto o litigio; Derrida como diferencia y el acto de diferir; Vattimo, defiende la diferencia ontológica. 102 CARLOS ROJAS-OSORIO, “Escritura y diferencia (sobre Jacques Derrida)”, en, Filosofía en el debate postmoderno, EUNA, Heredia, 2003, p. 184-185. Aun cuando Derrida propone la diferencia, este autor no cree que es un postmoderno. Derrida, según él, se coloca en el aufklarung racional. Advierte que se necesita de “las luces”. 101 77 estructura muy fuerte de la modernidad). En segundo lugar, algo muy importante, porque introdujo el tema del otro, especialmente recurrente en la tradición filosófica de los últimos años en América Latina. Otro autor que reflexiona sobre la postmodernidad, desde otra perspectiva más cultural, es el pensador contemporáneo Fredric Jameson con su propuesta de “La lógica cultural del capitalismo tardío”. Este intelectual norteamericano es muy importante en la reflexión sobre el postmodernismo. Este autor comienza haciendo su reflexión desde el arte y la cultura (para la explicación de nuestra actualidad) y propone, a partir de ahí, una articulación que nos permita vivir frente al fenómeno de la postmodernidad. Jameson entiende la postmodernidad como una pauta cultural dominante del capitalismo tardío. Para él, el postmodernismo no constituye una vanguardia modernista, capaz de ser crítica alrededor del hecho cultural. Todo lo contrario. La cultura ha perdido su carácter subversivo porque ha habido una integración de la producción estética en la producción de mercancías en general. Consecuentemente, según Jameson, las expresiones y las experimentaciones culturales resultan funcionales a las necesidades económicas de la sociedad del consumo correspondiente a la asunción de la nueva fase del capitalismo: capitalismo multinacional o global103. En otras palabras, la tercera era de la mecanización capitalista, del consumo generalizado y del sistema mundial global, ha sustituido a la tecnología de la producción (algo que Marx no pensó) y, consecuentemente, ha producido la forma más pura de capitalismo a partir de una ampliación sin precedentes del capital transnacional. Desde esta perspectiva, el capitalismo tardío ha ocasionado cambios decisivos en el mercado y en las relaciones de trabajo, ya que ha provocado, por 103 Jameson toma la teoría de Ernest Mandel: el capitalismo tardío. Este capitalismo consiste en la tercera revolución tecnológica producida en la evolución capitalista a partir de la revolución industrial originaria de fines del siglo XVIII. Jameson advierte que el capitalismo ha sufrido tres variaciones, a saber: la primera fue la mercantil o nacional; la segunda, monopólica o imperialista; y la tercera, la actual, multinacional global. 78 ejemplo, con el incremento de los trabajadores de cuello blanco y de personal no cualificado en los servicios, la destrucción de los puestos de trabajo y la provisionalidad de todo tipo de profesionalización. En la actualidad nos encontramos, según Jameson, en una época en que los procesos productivos descansan en los procesos de información y organización, ocasionando que la mano del hombre tenga menos injerencia en el mundo material. Este capitalismo tardío, en la postmodernidad, ha destruido la autonomía de lo cultural; es más, se pone por encima del hecho cultural. Lo cultural no ha decrecido por la extinción de la autonomía, sino porque se ha extendido este tipo de dominación capitalista en la sociedad. Es así que todos los caracteres de la sociedad dominadora se presentan como hechos culturales: los valores mercantiles, el consumo, los hábitos, el poder estatal. Todo lo que hacemos es “cultural”, donde todo lo que hacemos se presenta como meros simulacros, y el aspecto crítico de nuestras actuaciones se ha perdido. Desde esta perspectiva, es imposible criticar el sistema. Todo queda justificado. En América Latina el pensador Santiago Castro-Gómez104 ha hecho aportes significativos para el pensamiento postmoderno. Este autor colombiano no sólo ve como beneficiosa a la filosofía postmoderna, sino que la considera la más apta a la hora de interpretar filosóficamente los problemas de América Latina. CastroGómez, para comenzar, da como estancada a la filosofía de la liberación y afirma que por fin hay que superarla. Para este cometido, ve el instrumental adecuado en los planteamientos que se han hecho los postmodernos. Para él, la postmodernidad no es un fenómeno puramente ideológico, sino un cambio de sensibilidad del mundo de la vida; sería un “estado de ánimo”105. 104 Cfr. SANTIAGO CASTRO-GÓMEZ, Crítica de la razón latinoamericana, Puvill Libros, Barcelona, 1996. Otra crítica importante en CARLOS BEORLEGUI, “Críticas a la filosofía de la liberación desde la Postmodernidad y la Postcolonialidad”, en, REALIDAD, UCA Editores, San Salvador, 2002. 105 Contrario a este pensamiento, nos encontramos con Jamenson que nos dirá que la postmodernidad no es un estado de ánimo, sino que se trata de una tradición cultural vinculada al capitalismo tardío. 79 Es más, para probar esta tesis, Castro-Gómez advierte que lo que vivimos ahora es muy diferente a lo acontecido en la décadas de los ochenta. Esa diferencia se expresa en el escepticismo generalizado ante los ideales heroicos de liberación, el desplazamiento de una cultura colectiva a otra de corte individualista y la cultura escéptica frente a los grandes relatos, entre otros. “Me propongo mostrar, entonces, que la postmodernidad no es una simple trampa en la que caen ciertos intelectuales que se empeñan en mirar nuestra realidad con modelos ideológicos de una realidad ajena, sino que es un estado generalizado de la cultura presente en América Latina”106. El camino que toma Castro-Gómez consiste en desarticular la relación entre el postmodernismo y el desnivel económico, entre sociedades donde reina el hiperconsumo de bienes y las sociedades latinoamericanas, marcadas por la pobreza. Castro-Gómez, a lo largo de su trabajo, expone que la postmodernidad no viene de la mano con el neoliberalismo, “Pues una cosa es el desencanto que se da en el nivel del mundo de la vida, y otra muy distinta es la tendencia homogenizadora de una racionalidad sistémica y tecnocrática, como la representada en el neoliberalismo. La Postmodernidad no puede ser equiparada sin más con el despliegue de la razón instrumental, como pretende Hinkelammert, ya que ella expresa precisamente una actitud de profunda desconfianza frente a los proyectos de modernización burocrática”107. Finalmente, Castro-Gómez, citando a Martín Hopenhayn, dirá que el desencanto postmoderno no es el correlativo ideológico de una ofensiva 106 107 SANTIAGO CASTRO-GÓMEZ, Op. Cit., p. 22. Ibid., p. 30-31 80 transnacional, sino la expresión de una apertura cultural en donde los sujetos sociales constituyen identidades, sin pasar por la determinación del gigantismo estatal108. Para el autor colombiano la postmodernidad es el camino correcto, al menos en América Latina, para superar los excesos de la modernidad. Sin embargo, debemos acotar que no podemos dar como válida la forma en que la postmodernidad, como “estado de ánimo” de la cultura, enfrenta los problemas más graves de la sociedad. El peligro de esta postura consiste en que los sujetos latinoamericanos, por ejemplo, viven la época cultural desde el relativismo y el consumo, sin preguntarse si sus actuaciones ayudan a superar los problemas de la modernidad. Seguir simplemente la pista de la cultura, según Castro-Gómez, sería convertir la postmodernidad en una mera “moda” de aquellos que se oponen al sistema. Entre los pensadores que dialogan desde una posición contraria a los pensadores postmodernos, se encuentra la visión de Jurgen Habermas. Este es un autor cuyo estudio resulta obligado si queremos conocer mejor la problemática actual y, más concretamente, la problemática filosófica central abordada en estas páginas: la modernidad y la postmodernidad. Algunos postmodernos observarán a Habermas como un radical defensor de la modernidad. Muy al contrario, Habermas comienza haciendo una crítica a la modernidad centrada en la Ilustración: “El proyecto de la modernidad, formulado por la Ilustración, consistió en intentar desarrollar una ciencia objetiva, una moralidad y leyes universales y un arte autónomo, acorde con su lógica interna. Los ilustrados creían que las artes y las ciencias no sólo promoverían el control de las fuerzas naturales sino también la comprensión del 108 Ibid., p. 32. Citando a la vez a MARTÍN HOPENHAYN, “Postmodernism und neoliberalism in Latin America”, en J. Beverly, J. Oviedo, M. Arona (eds.), The Postmodernism Debate in Latin America, Durham/ London, Duke University Press, 1995, pp. 93-108. 81 mundo y del yo; el progreso moral, la justicia de las instituciones e incluso la felicidad de los seres humanos. El siglo XX ha demolido ese optimismo. La diferenciación de la ciencia, de la moralidad y del arte ha llegado a significar la autonomía de los segmentos tratados por el especialista y su separación de la comunicación cotidiana. Pero el problema subsiste: ¿habríamos de tratar de asirnos a las intenciones de la Ilustración, por débiles que sean, o deberíamos declarar a todo proyecto de la modernidad como causa perdida?”109. Habermas, como garante de la modernidad, piensa que se debe tratar de encauzar el camino de la modernidad. Profundizando mucho más en el problema, él no cree que se deba liquidar el papel preponderante de la razón; todo lo contrario, propone la razón crítica, como superación de la razón tradicional. La razón crítica debe ser, en primer lugar, una razón dialéctica110, es decir, debe construir una unidad entre la razón teórica y la razón práctica, de tal modo que el conocimiento sea, por una parte, el resultado de la acción (dirigido por intereses práctico-vitales) y, por otra, dirigido a la acción (dirigido a la transformación moral de la sociedad). Así se pone en relieve la historicidad de la razón, en cuanto se la considera como un proceso de formación de la especie humana en su doble vertiente técnica y social. En segundo lugar, la razón crítica debe ser una razón comunitaria. Nos encontramos ante una razón que persigue la búsqueda de una verdad universal, necesaria y comunicable. En tercer lugar, la razón crítica debe ser razón emancipadora, la cual debe buscar constantemente la liberación progresiva de los seres humanos. 109 JURGEN HABERMAS, La Modernidad, Kairós, Barcelona, 1985, p. 28 y ss. En este trabajo Habermas explica muy bien el problema de la fragmentariedad. 110 Cfr. JURGEN HABERMAS, Teoría y praxis, Tecnos, Madrid, 1987, p. 312-313. Toda la obra trata de explicar la simbiosis entre la teoría y la práctica. Además ver. JURGEN HABERMAS, La necesidad de revisión de la izquierda, Editorial Tecnos, Madrid, 1991. 82 Habermas sintetizará toda su propuesta en la teoría de la acción comunicativa, donde quiere superar el problema de la racionalidad moderna y proponer una razón comunicativa y emancipatoria, capaz de responder no sólo a los problemas teóricos de la sociedad, sino también a los problemas prácticos de la misma. Él apuesta por la razón humana, la cual es primariamente dialógica. Habermas recoge en su obra Teoría de la acción comunicativa111 una serie de discusiones que se ponen a tono con las propuestas de los intelectuales postmodernos más significativos: Derrida, Lyotard, Foucault, etc. En este trabajo, Habermas utiliza a los autores clásicos de la filosofía para explicar la modernidad, especialmente a Hegel. Habermas reflexiona sobre el Renacimiento, el nuevo mundo y la Reforma, ejes que le ayudan a construir luego el nudo gordiano de la modernidad: la autonomía del sujeto y de la razón, los cuales desembocarían en el Iluminismo de la modernidad. Para Habermas, Hegel no sólo atisba la conclusión del Iluminismo en la modernidad, sino que trata de colocar ya el problema de la modernidad: “la escisión entre fe y saber que el Iluminismo no puede superar con sus propias fuerzas112”. Si en la pasada Edad Media todo se totalizó en la religión, el problema de la modernidad consistía en encerrarse en el solipsismo de la razón. Nuevamente el puente entre la razón y la fe estaba cerrado. Hegel, en su obra Fenomenología del espíritu trata de superar la división. Sin embargo, Habermas afirma que, cuando Hegel utiliza el concepto de absoluto, no se está saliendo del problema, todo lo contrario, queda atrapado nuevamente en la subjetividad. Según Habermas, Hegel dio respuesta al problema de la modernidad, especialmente en los escritos juveniles, en los que habla de elementos intersubjetivos, por ejemplo el amor, la libertad, etc. Para Habermas, Hegel estaría proporcionando una vigorosa teoría de la comunicación. 111 En esta obra toma como base El discurso filosófico de la modernidad que expone que para la construcción dialógica existen diversas clases de actos de habla: actos de habla comunicativos, actos de habla constatativos, actos de habla veritativos y actos de habla regulativos. 112 JURGEN, HABERMAS, Discorso filosofico della modernitá, Universitá di Bari, Roma-Bari, 1987, p.21. 83 Habermas, además, explica a fondo que el papel de Nietzsche para los postmodernos ha sido el de una plataforma giratoria, porque busca alternativas a la razón iluminística. Las alternativas girarán alrededor de propuestas antimetafísicas, antifundacionales y escépticas. Habermas responde a estos intentos en términos de la razón comunicativa. Esta razón, según Habermas, ya no se debe fundar sobre el sujeto, sino sobre la intersubjetividad comunicativa113 y sobre el entendimiento interpersonal que deriva de ella. En el centro de este cambio de perspectiva, Habermas pondrá los “mundos de la vida” estructurados en tres funciones fundamentales: “la prosecución de tradiciones culturales, la integración de grupos a través de normas y valores y la socialización de generaciones que se suceden”114. La acción comunicativa es el conjunto de vínculos sociales basado en fundamentos de distintas clases. La acción comunicativa será la dialéctica existente entre el sistema y los mundos de la vida. El sistema tendrá una relación con la razón instrumental, que se refiere al estado y su organización económica. Los mundos de la vida tendrán que ver con la acción comunicativa, que se refiere al mundo de los valores que cada uno de nosotros, individualmente o colectivamente, vive de modo inmediato y natural. Habermas, al profundizar la problemática de la sociedad actual, dice que el problema o la crisis estriba en el conflicto entre el sistema y los mundos de vida. Para Habermas, todos los intentos de salir de la filosofía del sujeto han fracasado. Es en ese sentido, por tanto, que él, para superar este sujeto individual, propone la razón comunicativa, en la que los sujetos no sólo piensan, sino que son capaces de hablar, actuar y ponerse de acuerdo. En este entorno, el filósofo alemán va a 113 Habermas, aun cuando establece otro tipo de sujeto, distinto a sus predecesores, lo traza desde el lenguaje y el discurso. Estamos todavía con un sujeto demasiado “razonado”. Me parece atinada la propuesta de la intersubjetividad, pero creo que debería estar basado en algo más allá del discurso. 114 JURGEN HABERMAS Discorso filosofico della modernitá, op. cit., p. 301-302. 84 distanciarse de los teóricos de la postmodernidad. Ante los ataques a la razón hecha por los postmodernos, él responde que la razón puede y debe ser salvada. En América Latina otro interlocutor que tiene el postmodernismo es Enrique Dussel115 con la apuesta de la trans-modernidad y la multiculturalidad. Para Dussel, el pensamiento postmoderno nos ha acostumbrado a una cierta crítica a la modernidad. Se trata de una crítica a la razón instrumental (Horkheimer), a la universalidad abstracta de la diferencia (Lyotard, Derrida), al pensamiento fuerte (Vattimo). Sin embargo, Dussel advierte que todos estos críticos de la modernidad tienen, en el núcleo de su pensamiento, un eurocentrismo bien enraizado. En una palabra, los postmodernos, siendo eurocéntricos y criticando a la modernidad, esperarían que en el proceso de la globalización todas las culturas se organicen y vivan según los países de Europa o Estados Unidos. Se da por sentado que en esta visión eurocéntrica quedan excluidas todas las demás culturas. Desde este supuesto Dussel describe a la postmodernidad como una mera ficción, ya que el mundo todavía se encuentra situado en la modernidad. La postmodernidad junto con el capitalismo, comprende para Dussel la última etapa de la modernidad (otros lo llamarán la etapa tardía del capitalismo). Para Dussel, todos estos actores deben ser “reconstruidos” desde un horizonte mundial, y no solamente desde Estados Unidos y Europa. Se necesita introducir el diálogo intercultural en el mundo que se globaliza. Ante esto, Dussel propone la transmodernidad, que sería el más allá de la modernidad. Esta transmodernidad tendría la capacidad de incluir las otras culturas excluidas en el planteamiento de la modernidad. Este camino de la transmodernidad debería ser apto para las culturas de China, de sudeste asiático, 115 ENRIQUE DUSSEL, Hacia una filosofía política crítica, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001, p. 387-408. En este capítulo titulado: Sistema mundo y “trans” modernidad, presenta sus críticas a la modernidad y a la postmodernidad. 85 del mundo islámico, de latinoamericana, del mundo quechua y maya, etc. Para Dussel “esta trans-modernidad debería ser polifacética, híbrido-colonial, pluralista, tolerante, democrática, con espléndidas tradiciones milenarias, respetuosa de la exterioridad y afirmativa de 116 identidades heterogéneas” . El aporte de Dussel en estas discusiones es que cualquier planteamiento que quiera superar a la modernidad debe tomar en cuenta a aquello que la modernidad olvidó: las culturas subalternas. Esa transmodernidad de la que habla Dussel debe asumir lo mejor de la revolución tecnológica –descartando lo antiecológico- para ponerlo al servicio de mundos valorativos diferenciados. 4.2 El balance de la postmodernidad. No cabe duda que hay elementos de la llamada postmodernidad que se pueden calificar como positivos: la propuesta de un pluralismo de culturas admitiendo una heterogeneidad cultural, la aceptación de las diferencias, el rechazo a los totalitarismos y a las totalizaciones, y la preocupación por la diversidad humana: el indígena, el negro, etc. Con todo, debemos también presentar el problema teórico y práctico que encierra la postmodernidad. Mencionaremos aquí algunos puntos al respecto. • La reducción del sujeto. Esto es problemático ya que si queremos encontrar algunas avenidas de solución a nuestros problemas planetarios es recomendable tener enunciado claramente el sujeto. No se trata de un sujeto ontológico que “sujeta” al modo del subjectum, sino el del sujeto 116 ENRIQUE DUSSEL, Op. Cit., p. 406-407. 86 vivo y ético que necesita del rostro del otro y del reconocimiento de los colectivos para su realización. • La proclamación del pensamiento débil. Algunos autores postmodernos se opone a la primacía de la racionalización teórica117 y a toda construcción fuerte del pensamiento. El problema estriba en que, al proclamar el pensamiento débil, se produce una des-fundamentación de todo que lleva al ser humano al relativismo y al escepticismo. Lo único que se acepta en lugar de cualquier fundamentación son los simulacros y las meras experiencias de los seres humanos. Algunos autores del postmodernismo niegan la fundamentación última y los saberes definitivos. Unido a esta desfundamentación, lo más grave estriba en que aparece una concepción de la subjetividad, de la vida, complemetamente alienante, individualista, acrítica que pierde la dimensión colectiva de la vida. • La consecuencia del pensamiento de estos autores provoca que todo queda reducido a lo pequeño por miedo a los grandes relatos. ‘Nada de grandes ideales, rebajemos los sueños a la estatura humana’. La razón, los valores, los proyectos se empequeñecen. Se invita más bien a un esteticismo presentista, dejando de lado la visión de futuro y la espera de un mundo mejor118. Todo esto lleva a la invitación a abandonar la crítica: todo vale y todo puede llegar a ser bueno. Así, el problema se radicaliza porque la humanidad ya no apuesta más por utopías y propuestas de largo aliento; se busca más bien vivir el presente. El compromiso desde los colectivos es casi inexistente. • En algunos autores se absolutiza la diferencia en relevo de la identidad. La identidad nacional se disuelve en identidades supranacionales, debido 117 Ver la obra de ENRIQUE DUSSEL, Postmodernidad y Transmodernidad. Diálogos con la filosofía de Gianni Vattimo, Universidad Iberoamericana, México, 1999. 118 Ver la obra: JOSÉ MARÍA MARDONES, Postmodernidad y neoconservadurismo, editorial Verbo Divino, Navarra, 1991, p. 25. 87 a la cultura que trasmiten los medios de comunicación social. La cuestión de la identidad entra en crisis. Por un lado, se acentúan las diferencias en detrimento de la posibilidad de diálogos interidentitarios; por el otro lado, se disuelven las identidades nacionales en una identidad supranacional única promovida por los medios de comunicación. • Lo ético está siendo suplantado por lo meramente estético. Las cosas fundamentales no se asumen únicamente por un ejercicio de la razón, sino que se dan por experiencias. Hay una falta de tensión ideológica y moral por la cual el individuo solamente se adapta a la sociedad del consumo. Hay un cansancio de los sujetos y de los pueblos. Las luchas colectivas han bajado de tono y más bien se han promovido prácticas individualistas que buscan satisfacer únicamente el nivel personal: se han convertido en micro-prácticas religiosas o ecológicas, por ejemplo. • Profundiza el problema serio de antaño: la fragmentación es la disolución de los complementos. Todos los subsistemas quedan aislados unos de otros: lo económico está distanciado de lo ético; lo político de lo social; lo religioso de lo ético; lo económico de lo cultural. La fragmentación, sin duda, es un fenómeno que aparece en la racionalidad moderna, donde todo se empieza a fragmentar y a desmoronar. Así, se separan y cobran autonomía las diversas esferas de valor de la razón: la ciencia, el derecho, la moralidad y el arte. De esa manera, la postmodernidad sustentará toda esta nueva visión de la sociedad desde la razón fragmentada o desde el pensamiento debilitado. • Si se elimina el universalismo ético de la economía y, consecuentemente, se elimina toda pregunta ética que pueda hacérsele, se degrada la capacidad crítica frente al modelo imperante. Es por eso que la postmodernidad se presenta como un buen aliado de las tendencias capitalistas contemporáneas. 88 • Estamos en una época de relativismo profundo y de un “vagabundeo incierto”, que nos deja sin indicadores de rutas, sin norte, porque todos son buenos. Se ha perdido el rumbo ético y valorativo. Si bien es cierto que el postmodernismo hace ver la crisis de la modernidad, que a la larga, es la crisis de la sociedad occidental, también es verdadero que la postmodernidad, lejos de dar claridad de actuación en la crisis, acentúa esta última tratando de presentar una cultura de lo efímero. • Jameson119 afirma que el postmodernismo es un hecho histórico que hay que afrontar de modo dialéctico, y esto debe ser realizado en lo que tiene de verdad y de falsedad. Para Jameson, el fenómeno postmoderno no debe ser entendido solamente como una forma de superar la modernidad, sino también como un síntoma de los cambios que se han producido en el capitalismo tardío, orientados a lo que se ha llamado una sociedad postindustrial. Este capitalismo tardío representa la etapa posterior del capitalismo mercantil y del capitalismo imperialista, y se cifra en un capitalismo de consumo masificado y multinacional. En este orden de ideas, tal como se ha planteado la tesis de este capítulo, podemos entender que el análisis de la globalización junto a la postmodernidad nos puede explicar, de alguna forma, el problema de nuestro tiempo, porque la postmodernidad actúa sin mucha conciencia, como una ideología perteneciente a esta fase del capitalismo que explicó Jamenson. 5. Aproximación crítica al fenómeno de nuestro tiempo. Aproximación crítica a la globalización y al postmodernismo. 119 Cfr. FREDERIC JAMESON, Teoría de la postmodernidad, Editorial Trotta, Madrid, 1996; también en: FREDERIC JAMESON, “El postmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío”, en, Casa de las Américas, n° 155-156, La Habana, 1987, p. 38. 89 • El sentido de la globalización en los últimos tiempos ha sido dado por el sistema económico triunfante: el capitalismo. La globalización se expresa en la expansión del sistema económico capitalista120. El agente principal de ese expansionismo son las empresas multinacionales, que ya no sólo globalizan las mercancías, sino también los procesos productivos. Esta visión la podemos encontrar en Marx: “Cada capitalista hiere mortalmente a otros. Juntamente con esta centralización o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos se desarrolla la integración del proceso laboral a una escala cada vez mayor, la aplicación consciente de la ciencia, el saqueo planificado del planeta, la transformación de los medios de trabajo en medios sólo utilizables colectivamente, la economización de medios de producción mediante su uso como medios de producción de trabajo socializado, la absorción de todos los pueblos en la red del mercado mundial y con ello el carácter internacional del régimen capitalista”.121 Este carácter expansivo del capitalismo arrastra problemas globales con carácter de universalización, sobre todo en las regiones más pobres. Podemos mencionar algunos: el deterioro medioambiental provocado por las grandes cuotas de consumo exagerado de una minoría en el planeta; el crecimiento económico desigual; el debilitamiento de los estados por el enfrentamiento con grandes imperios económicos translocales, etc. George Soros hace notar que el sistema capitalista global tiene cinco deficiencias: primero, los beneficios del capitalismo global están desigualmente distribuidos mientras que el capital financiero está por 120 Cfr. LUIS DE SEBASTIÁN, Neoliberalismo global, apuntes críticos de economía internacional, Editorial Trotta, Madrid, 1997. 121 KARL MARX, El Capital, tomo I, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1979, p. 760. 90 encima del capital industrial. Segundo, los mercados financieros son inestables por naturaleza, y más todavía los mercados financieros internacionales. Tercero, la inestabilidad no se reduce al sistema financiero; la meta de los competidores es predominar, no mantener la competencia en el mercado. Cuarto, los estados poco pueden hacer frente a las consecuencias de la globalización del capital; este mercado global necesita un regulador global. Quinto, esta práctica de mercado lleva a una descohesión social y a una pérdida de valores; se imponen los valores del mercado que reducen todo a meras mercancías122. El mismo Soros comenta en otra obra: “Sostengo que la situación actual es poco sólida e insostenible. Los mercados financieros son intrínsecamente inestables y existen necesidades sociales que no pueden satisfacerse dando carta blanca a las fuerzas del mercado... Existe en cambio, el convencimiento de que los mercados se autocorrigen y que una economía global puede prosperar sin necesidad de una sociedad global”123. • La crítica postmoderna acaba siendo asimilada al sistema124. Su relativismo valorativo y su huída de la universalidad nos deja desarmados ante el poder del sistema y aleja la posibilidad de la búsqueda de alguna alternativa real125. Ante la poca vigencia de la crítica en la época postmoderna, nos vemos obligados a irnos hacia la privacidad de la vida y el pensamiento, logrando fortalecer nuestro individualismo insolidario. No 122 Citado en FRANCISCO IBISATE, “Neoliberalismo y Globalización”, en, Estudios Centroamericanos ECA, No. 600, Universidad José Simeón Cañas, UCA, San Salvador, 1998, p. 899. Este autor cita a GEORGE SOROS, Hacia una sociedad abierta global. También se puede consultar a GEORGE SOROS, La crisis del capitalismo global, la sociedad abierta en peligro, Plaza Janés, México, 1999. 123 Cfr. GEORGE SOROS, La crisis del capitalismo global, op. Cit. p. 145. 124 Cfr. HÉCTOR SAMOUR, “Crítica radical al neoliberalismo”, en, Estudios Centroamericanos ECA, No. 552, UCA Editores, San Salvador, 1994, p. 1079-1081. 125 Cfr. JOSÉ MARÍA MARDONES, Postmodernidad y neoconservadurismo, editorial Verbo Divino, Navarra, 1991, p.33. 91 nos queda más que vivir cada día y cada experiencia lanzándonos hacia un consumismo vacío. • La globalización económica proveniente del modelo económico vigente no es la única vía de organización social. Si es presentado como un hecho natural dado en la sociedad, estaremos ante un problema que se ha ideologizado y que, por lo tanto, se presenta como una única vía. Sin embargo, como hemos escrito anteriormente, la inestabilidad del mercado hace que la misma globalización sea un discurso inestable (como el de los globalistas pop) que invita prioritariamente al consumo desmedido. • La postmodernidad sirve de caldo de cultivo a los procesos globalizadores. La postmodernidad, en su crítica a la modernidad, postula un combate a la razón y, en una de sus aristas, un combate a la fundamentación. Al desarmar la fundamentación, el aspecto crítico del pensamiento queda debilitado y en ese debilitamiento cualquier postura es buena. • Consecuentemente, el postmodernismo invita al individualismo ético que, a su vez, es el pilar de la globalización económica vertido en el modelo capitalista. Basados en esta ética individualista, cualquier proyecto colectivo o comunitario sale sobrando. Asistimos, por lo tanto, a que buena parte de la humanidad huye del compromiso a largo plazo; se descalifica a los compromisos societarios donde se exige una buena cuota de justicia y de solidaridad. Con todo esto se da un desvanecimiento del vínculo social. • Esta conjunción ideológica de la globalización y el postmodernismo lleva a una de sus consecuencias más perniciosa: la fragmentación de todos los subsistemas de la sociedad. Ya no caben preguntas sistémicas. Al subsistema de la religión ya no le caben preguntas éticas y su consecuencia es el fundamentalismo. Al subsistema económico tampoco le caben preguntas ni éticas ni políticas, por lo tanto caemos en una 92 distribución muy injusta de la riqueza. Al subsistema político tampoco le caben preguntas éticas ni sociales, y de eso deviene la corrupción. En esta fragmentariedad no hay diálogo. • Los planteamientos postmodernos afirman, beneficiando a los seguidores de la globalización, que nos encontramos en una orfandad epistemológica, sin criterios universales con respecto a la verdad y a la ética, pretendiendo que todas las utopías están fuera de lugar, obligando a plegarse únicamente al presente. Esto indica que los postmodernos liquidan una nueva universalidad de la razón ética, dejando en el horizonte una razón fragmentada en aras de fortalecer la pluralidad, el disenso y la diferencia en la sociedad. • Ante esta fragmentación se disuelve el Estado y el sujeto. Esto lleva a que el modelo cultural dominante se coloque sobre los demás como la única alternativa. Jameson decía “la globalización sería el modelo cultural del capitalismo avanzado...”126. Pareciese que el llamado de Occidente es a conformar nuestras culturas al modelo estadounidense vigente. • El mundo único está fragmentado. En este mundo único, que trata de sostener un pensamiento único, están rotas las relaciones. La globalización está fragmentada, al menos en la participación benéfica que tienen unos pocos en contra de las consecuencias nefastas que sufren las mayorías. La fragmentación no permite que las grandes brechas entre países ricos y pobres disminuya. La fragmentación de la época actual nos imposibilita para que nos preguntemos si la humanidad necesita llegar al consenso de una racionalidad mínima vertida en una ética con pretensiones planetarias. Es el mundo único con muchas islas. 126 FREDERIC JAMENSON, Teoría de la Postmodernidad, Op. Cit., p.12. 93 La fragmentación está presente en muchos niveles: en el de la razón, en el de los subsistemas y, especialmente, en las acciones de los seres humanos. Esta fragmentariedad decae en un pesimismo y un desencanto generalizados. Para algunos este hecho es un fenómeno cultural. Sin embargo, este pesimismo lleva a no comprometerse con nada, y menos aún si se trata de un compromiso de largo alcance. El pesimismo, cuando se va asentando en las capas sociales, llega a formar parte de la normalidad, por lo que cualquier postura es aceptada. La globalización es vista como este proceso que hemos descrito. Si la globalización se presenta como un hecho y, además, natural, pareciese que nuestro derecho a la crítica ha sido desplazado por una moda generalizada que nos dice que ya no hay cambios. Los que en el pasado intentaron los cambios, fracasaron. 6. Conclusión. Según el camino recorrido, no tenemos ningún problema para afirmar que nos encontramos en un mundo único. En un mundo con muchos desniveles sociales y económicos, pero al fin al cabo, único. Esto dicho, al menos en el plano de los hechos. Lo que nos hace ruido es el plano ideologizador de este mundo único que, en palabras de “moda”, podemos caracterizar como globalizado. Esta idea es ideologizadora porque es homogenezante en cuanto orienta hacia una única vía de solución. En otras palabras, como dicen los pontífices de este modelo, no hay otro camino, es el único camino. Este mundo único quiere presentar un único camino de organización y convivencia social. Este único mundo con su único pensamiento es la receta a seguir. Todos estamos invitados a formar parte de ese único mundo. Ciertamente todos participamos, pero no de la misma manera. Los beneficios son desiguales. Es más, la única manera de participar en el mundo único es desde el subsistema económico. Otra participación a escala mundial es poco probable. Es muy difícil que participemos en una globalización cultural interdialógica, en una globalización política diseñando algunas propuestas que puedan regir mejor a la 94 globalización económica. Entonces participaremos en el mundo único de una única forma y con profundas desventajas en relación a la razón dominante. Las teorías sociales y económicas dominantes no analizan el proceso de globalización, sino que lo glorifican. El mercado total parece ser el fin de la historia y el conocimiento definitivo de lo que la humanidad tiene que hacer. Parece ser el espíritu absoluto127. Cuando queremos pensar un diseño diferente, la cultura dominante nos advierte que no es posible. Algunos postmodernos invitan a la renuncia de todo esfuerzo teórico para buscar alternativas. El aspecto crítico se descalifica. El llamado a compromisos colectivos es tomado como regreso al “pasado” moderno, quedando como único horizonte el compromiso individual frente a uno mismo. Esto desarticula la esfera de lo público. Los espacios públicos están difuminados en una pequeña organización social como agregación de individuos bajo membresías de corto plazo. La única ética posible es aquélla que me sirve para resguardar mi propia individualidad en detrimento de mi socialidad. Pero este único mundo con su único pensamiento traiciona a su propia lógica. Este único mundo está fragmentado. Vivimos el fragmento que desarticula todo esfuerzo reticular social. Los estados nacionales han sido suplantados por instituciones financieras translocales128; los organismos internacionales han sido supeditados a las organizaciones que detentan el poder militar. En síntesis, las políticas de la globalización son las mismas del modelo neoliberal de mercado, que está legitimando sólo un proyecto de desarrollo adecuado a la concentración del capital. Este proyecto no pretende integrar otras iniciativas que provienen de otros órdenes, como el cultural, el social o el político. Así, la sensibilidad postmoderna es un escenario propicio para legitimar 127 Cfr. FRANZ HINKELAMMERT, “El huracán de la globalización: la exclusión y la destrucción del medio ambiente vistos desde la teoría de la dependencia”, en, Pasos No. 69, DEI, San José, 1997, p. 21-22. 128 Cfr. WILLIAM ROBINSON, Nueve tesis sobre nuestra época, policopiado, UCA, Managua, 1994. 95 el proyecto neoliberal de mercado, que se expresa en nuevo discurso de dependencia a través de la tecnología de las comunicaciones y la libertad de mercado. El pensamiento postmoderno representa el correlato de la hegemonía que el discurso dominante neoconservador ha puesto en práctica a través de diferentes mecanismos. Por otro lado, algunos autores del postmodernismo invitan hacer de los grandes relatos unas “pequeñas” historias, según la lógica del debilitamiento del pensamiento. Es el llamado a hacer pequeñas historias de todo lo acontecido, sin que haya un historiador principal que pueda ordenarlas. Pero ¿qué entendemos de esas pequeñas historias? ¿Podemos hacer de la pobreza cada vez más acuciante una pequeña historia? ¿Es posible reducir a “pequeña historia” el abismo que separa a pobres y ricos? ¿Las historias del imperialismo y del totalitarismo, son “pequeñas historias”? ¿Estaremos preparados éticamente para exigir a los pensadores y filósofos que reduzcan la búsqueda de alternativas a la descripción de “pequeños relatos? ¿No será más bien, que la globalización es una “pequeña historia”? Ante esta realidad, es necesario volver a los compromisos colectivos y reticulares, especialmente para superar los tiempos de incertidumbres. Debemos superar los sentimientos de extravío y de confusión ante los diversos problemas que las sociedades deben enfrentar. Es necesario volver al sujeto, que en los últimos años se había descalificado. Debemos volver a la noción de Estado y de Inter-estado. ¿Podremos, por ejemplo, para países de América Latina, aceptar la “desterritorialización” y la “deshistorización” de nuestros pueblos? Tendremos que esforzarnos para dar cuenta de que necesitamos de utopías y de esfuerzos colectivos que nos lleven no a las “pequeñas historias”, sino a las soluciones colectivas solidarias y justas de un mundo que se nos presenta como pregunta permanente. 96 Si no le damos respuestas a las preguntas antes planteadas, estaríamos justificando la inutilidad de la ética y la inexistencia de la necesidad de comportamientos comunes en una sociedad: estaríamos desterrando una ética fundamentada en el bien común, y con ella, estaríamos desterrando el bien común. Es urgente, por tanto, la vuelta a una razón que fundamente una ética común mínima, que pueda darnos la orientación en un planeta cuyos habitantes quieren ser más humanos. Es necesaria una ética que dé razón de las relaciones de mundialización que tienen nuestros actos. Una ética mínima que rija las relaciones entre los diferentes subsistemas. ¿Pero qué ética es la que se necesita, entonces? Sin duda, no se trata de una ética que solamente mida comportamientos alrededor de la moral individual, como la que se conoce en algunos lugares con el nombre de ‘ética profesional’. La ética que necesitamos está cifrada en el sujeto: se necesita un sujeto con ética129. Mientras que algunos postmodernos proclaman la reducción del sujeto moderno, o al menos, su deconstrucción. La globalización, en cambio, no se preocupa por destruir el sujeto, sino que afirma que éste está implícito en un ente abstracto y etéreo: el mercado. Este mercado despliega su racionalidad de tal modo que los individuos deben plegarse para sobrevivir dentro del orden por él impuesto. Es aquí donde la lógica del mercado capitalista se presenta como hegemónica. En esta visión, los valores y el sujeto valen en la medida en que entran en la vorágine del consumo y de la competencia. Ya sea en la 129 Es importante tener en cuenta el encuentro de cientistas sociales y teólogos en el DEI: La problemática del Sujeto en el Contexto de la globalización, síntesis del encuentro de cientistas sociales, teólogos y teólogas, DEI, San José, celebrado del 6 al 9 de diciembre de 1999. El documento se encuentra en el sitio del DEI: www.dei.org-cr. 97 postmodernidad como en la globalización decrece el horizonte del sujeto, y, por ende, de la ética130. No se trata de un sujeto ontológico que actúa como “subjectum”, sino de un sujeto ético que exige no ser tratado como objeto o como un sujeto del cálculo mediado entre la lógica del medio-fin. Tampoco nos interesa el sujeto intimista, reducido a la facultad de pensar, desligado de su proceso de socialización, de su mundo y de los otros. No es el sujeto egocéntrico ni todopoderoso centrado en la subjetividad. Nos interesa, más bien, el sujeto que sabe que es sujeto. El sujeto que vive, que está con las cosas y con los otros, y que sabe de ese estar siendo sujeto en la forma de sus ocupaciones131. Necesitamos el sujeto ético que es un sujeto viviente y necesitado. Es el sujeto de acciones que, en nuestros contextos de pobreza, toma conciencia y surge para comprometerse con la vida. De esa relación del sujeto con la vida nace la ética, ya que la ética es el tema más profundo del tema del sujeto. De ese sujeto viviente deviene el ciudadano comprometido por la construcción de una sociedad más humana. El ciudadano, en este sentido, es ciudadano del estado y del mundo. Ese sujeto capaz de superar el individualismo y ponerse en situación de apertura a otros sujetos es un sujeto que da primacía al bien común del colectivo sin caer en determinismos históricos. Pero la necesidad de una ética no se debe justificar por la necesidad ética de un momento, como tampoco se puede proclamar que no se necesita una organización social determinada que busque el bien común. No podemos tampoco desterrar todo tipo de crítica arguyendo que nos encontramos en un 130 FRANZ HINKELAMMERT, « La problemática del Sujeto en el contexto de la globalización”, en, PASOS, San José, 2000, número 83, pp. 45-67. 131 Cfr. RAÚL FORNET-BETANCOURT, “Para una crítica a la crítica del sujeto en los años 60 y 70s”, en, Transformación intercultural de la filosofía. Ejercicios teóricos y prácticos de filosofía intercultural desde Latinoamérica en el contexto de la globalización, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2001, p. 349-369 98 modelo global ideal. No podemos caer en un relativismo vital en el cual proclamemos que cualquier forma de vida es permitida. No podemos caer en la incredulidad según la cual están de más los esfuerzos colectivos o, peor aún, creer que el papel de los estados se reduce a la función de gendarmes del planeta. Este desgano existencial puede generar una crisis en el plano filosófico: que de la noche a la mañana ya no queramos encontrar el porqué de las cosas, o bien aceptar sin más que las cosas se pueden plantear de diferente manera. Todas estas consecuencias que está provocando la simbiosis entre globalización y postmodernidad no constituyen la forma única de pensamiento contemporáneo ni mucho menos una única forma de vivir. A todas estas cuestiones que hemos planteado le caben alternativas. Pero las alternativas se postergan porque vivimos tiempos de desencanto y falta de creatividad. Pesa mucho el presente en detrimento del reconocimiento de los errores del pasado. Sin embargo, los errores pueden servir, tomando en cuenta las necesidades del ahora y aquí, para superarlos y, especialmente, para tratar de construir una utopía que no sólo nos mantenga en tensión, sino, principalmente para que nos demos cuenta de todo lo que nos falta para constituirnos en una humanidad realizada, al menos en nuestro continente. En este sentido, la utopía funciona con la pregunta persistente: ¿cómo se encuentran los otros, especialmente aquellos que más sufren? Es por eso necesario, como hemos dicho, regresar al sujeto reprimido y al bien común. Así, la ética del bien común significa un juicio sobre la historia y la sociedad, en el que los valores interpelan al sistema, y en su nombre se requiere ejercer resistencia para transformarlo e intervenirlo132. Con todo, siempre quedan algunas preguntas en el tintero: con la postmodernidad, ¿se superó la modernidad? La globalización económica, ¿será la 132 Cfr. FRANZ HINKELAMMERT, “La transformación del estado de derecho bajo el impacto de la estrategia de globalización”, en, Pasos número 117, San José. 99 única manera de organización social? ¿Podría caber otra alternativa? ¿Necesitaremos con urgencia una sociedad civil global? ¿La postmodernidad será suficiente para sacar a las víctimas del estado de postración en qué se encuentran? ¿Serán para todos los beneficios de la globalización en el mediano plazo? ¿Necesitaremos reubicar algún modelo de organización social de la modernidad para que pueda ofrecer algunas respuestas a las fuertes demandas del planeta? ¿La globalización trata de imponer el modelo capitalista como una nueva “civilización”? Ante estos cuestionamientos, reconocemos algunas tareas pendientes: la vuelta al sujeto, la necesidad de una ética crítica y fundamentada, la búsqueda de más alternativas, el rechazo de la fragmentariedad como algo ineludible, la certeza de que no debemos confundir el verdadero diálogo intercultural con el mero pluralismo, etc. De todas formas, estas salidas que presentamos deben ser situadas en una organización social que contrarrestre precisamente aquello a lo cual nos oponemos. 100 CAPÍTULO II LAS POSIBILIDADES DEL MARXISMO EN AMÉRICA LATINA “Arrancaron nuestros frutos, cortaron nuestras ramas, quemaron nuestro tronco, pero no pudieron matar nuestras raíces” (Popol Vuh) 1. Introducción En el capítulo primero, afirmamos que el capitalismo no presenta soluciones vitales para los países que están sumidos en la pobreza y en la exclusión. No obstante, el capitalismo, en su proceso de ideologización, se presenta como el único modelo de convivencia humana, especialmente después de la caída del socialismo real en Europa del Este y en la URSS. Sin embargo, para encontrar alternativas viables para el mundo de hoy, no basta con describir que la globalización económica y el neoliberalismo se encuentran en una gran contradicción y que su propuesta social agrava los problemas de organización socio-económica y provoca inmensas marginaciones. Siempre que un modelo se auto-proclame como el modelo único, no nos queda más que sospechar del mismo. Ante esto, debemos renunciar al “desgano” postmoderno frente al desafío de buscar alternativas colectivas viables. 101 El problema se agrava cuando consideramos como naturales los problemas anteriores que forman parte de nuestro diario vivir. Más aún, esto se produce por uno de los aspectos capitales que nos heredó la llamada postmodernidad: considerar la crítica como innecesaria. Con la descalificación de la crítica quedamos expuestos al relativismo del “todo vale”. La autocrítica de las acciones humanas y de los sistemas políticos quedan descontinuados y dejamos de aprender de nuestros errores históricos. El neoliberalismo, por ejemplo, está cometiendo el error del marxismo soviético stalinista de las décadas pasadas: no someterse a su autocrítica133. Devaluada la autocrítica aparecen otros dogmas inamovibles. En este caso, se sucede la sospechosa propuesta del pensamiento y las prácticas uniformadas en el capitalismo. Después del “derrumbe del socialismo real”, a partir del derrocamiento de los socialismos de la Europa oriental, principalmente, a principios de 1990, el capitalismo se ha auto-erigido no sólo como el mejor sistema, sino como el único sistema posible de convivencia humana. Es la construcción del “pensamiento único”. En esta pretensión no han faltado algunos teóricos que han tratado de “eternizar” el modelo capitalista de producción, con la intención de situarse como el único modelo viable en el presente, como una solución a la que ya no le caben objeciones, ni presentes ni futuras y que marca, como han dicho Francis Fukuyama y Michael Novak, el final de la historia. La historia, por tanto, habría culminado su desarrollo en la propuesta del capitalismo134. Al configurarse esta construcción simbólica del “pensamiento único”, se nos dice que vedadamente no hay alternativas. Así, todas las construcciones 133 FRANCISCO JAVIER IBISATE, “Sugerencias al neoliberalismo: haga su autocrítica”, en, Realidad, número 61, UCA Editores, San Salvador, 1998, p. 9-32. En este artículo se interroga: “Quienes hemos recorrido unas cuántas décadas entre capitalismo y socialismo real nos permitimos al finalizar el siglo, plantear una interrogante: ¿por qué estos dos sistemas, opuestos en tantos aspectos, coinciden históricamente en un rasgo común, el rechazo a la autocrítica?”. 134 FRANCIS FUKUYAMA, “Pensando sobre el fin de la historia diez años después”, en, El País Digital, número 1140 (sección de opinión), Madrid, 1999, pp. 1-4. www.digitalelpais.es. 102 culturales nos indican que vivimos en una sola experiencia. Los medios de comunicación social insisten en hacernos creer que es así. Esto sin duda se ha vuelto una ideología que atraviesa las relaciones sociales de lo cotidiano. En este proceso de ideologización, Ignacio Ramonet nos explica que la instauración del pensamiento único se da a partir de la coexistencia de muchos fenómenos actuales135. Ramonet explica que en la actualidad estamos centrados en tres grandes revoluciones: la tecnológica, que se enmarca a nivel de la comunicación y la información; la económica, que se refiere al predominio de las actividades financieras; y la sociológica, que se refiere a una crisis interna de la política y el poder136. Unidas a estas tres revoluciones está una forma de pensamiento que actúa como paradigma para la cohesión social, que en la actualidad, según el mismo Ramonet, se expresa en el paradigma de la comunicación. En consecuencia, el hecho de tres revoluciones más el cambio de paradigma, provocan un sistema nuevo que es una especie de esfera que Ramonet denomina sistema PPII. Este sistema tiene cuatro características que se expresan en sus iniciales: Permanentes, Planetarias, Inmediatas e Inmateriales. En definitiva, el PPII es la esfera de la economía financiera actual137. En síntesis, el mundo está basado esencialmente en el poder económico y en el poder mediático, y en una menor escala, en el poder político. Este pensamiento único se presenta como un “consenso”, y salirse de esa esfera es ir contra la razón. 135 IGNACIO RAMONET, “Herramientas para entender el “pensamiento único”, en, Envío, número 196, UCA, Managua, 1998, pp. 33-41. 136 Ibid., p. 36. 137 Ibid., p. 38. Las actividades son permanentes porque tienen lugar las 24 horas del día; son planetarias porque se extienden al conjunto del planeta; son inmediatas porque intervienen sobre las actividades en cualquier momento y son inmateriales porque trabajan mediante impulsos electromagnéticos. 103 Manuel Castells ve esta unicidad de pensamiento centrada en la sociedad de la información y el conocimiento138. Opina que una revolución tecnológica está modificando las bases materiales de la sociedad. Y concluye que: “Las economías de todo el mundo se han hecho interdependientes a escala global, introduciendo una nueva forma de relación entre economía, Estado y sociedad en un sistema de geometría variable”139. En el análisis de la sociedad informacional, Castells afirma que el núcleo del análisis está en lo que él llama el paradigma de la tecnología de la información, que tiene cinco características: primera, son tecnologías que actúan sobre la información; segunda, las tecnologías ejercen una gran influencia; tercera, todos los sistemas que usan tecnologías de la información se definen por una lógica reticular que les permite influir en una gran cantidad de procesos y organizaciones; cuarta, las tecnologías son muy flexibles lo que permite que tengan una gran adaptación al medio; y quinta, las tecnologías asociadas a la información están confluyendo en un sistema integrado140. Este nuevo escenario de una economía informacional que describe Castells tiene problemas de fondo. El primero es que está sustentado en el paradigma de una economía terciarizada, donde se privilegian el sistema financiero y los servicios. El problema de este tipo de economía es que el sistema financiero se juega en una suerte de casino, que marca una nueva etapa del capitalismo donde el dinero se ha separado de la producción. Hemos pasado del paradigma D-M-D141 138 Se recomienda la obra de MANUEL CASTELLS, La era de la información: Economía, sociedad y cultura, 3 volúmenes, Alianza Editorial, Madrid, 1998. 139 Ibid., vol. 1, p. 27. En este volumen Catells emprende un estudio histórico de la revolución tecnológica informacional. En este sentido, habla de “economía informacional”, y es “informacional porque la productividad y competitividad de las unidades o agentes de esta economía dependen de la capacidad de generar, procesar y aplicar con eficacia la información que aparece basada en el conocimiento. Y es global porque la producción, el consumo y la circulación, así como todos sus componentes, están organizados a escala mundial. 140 Ibid., pp. 90-92. 141 Marx presentó este concepto al analizar la transformación del dinero en capital y viceversa: “la forma directa de la circulación de mercancías es M-D-M, o sea, transformación de la 104 al paradigma de economía D-D-D. En el primer paradigma, D-M-D, el dinero produce la mercancía, la cual, a su vez es productora de capital. Ahora bien, la segunda D de la fórmula implica más dinero que la primera. Así, el capitalista que emplea dinero, produce una mercancía y gana dinero, obteniendo utilidades crecientes, es decir, se adueña de la plusvalía. En este paradigma, el obrero queda enajenado a raíz del producto que elaboró: porque no es dueño del producto que elaboró ni tampoco lo podía comprar. En la lógica, D-D-D, el dinero compra dinero que, junto a la desmaterialización de la producción, nos ocasiona una economía en riesgo y mal distribuida. El segundo problema de fondo es que el Estado tiene un bajo perfil para proteger los riesgos de las regiones más pobres. Castells piensa que una alternativa podría consistir en la formación de redes mundiales, en las cuales se hagan sentir las demandas de los movimientos sociales, entre ellos, el ecologismo, el feminismo, el indigenismo. En el tercer problema, como consecuencia de los anteriores, nos encontramos con una economía concentradora y acumulativa que nos lleva a un mundo más injusto, donde la riqueza está más desigualmente distribuida que antes. Si la globalización económica, basada en el capitalismo, se expresa simbólicamente bajo la doctrina del “pensamiento único”, el problema de esta pretensión nos lleva a varios cuestionamientos: ¿es posible pensar una alternativa mercancía en dinero y de éste nuevamente en mercancía: vender para comprar. Pero, al lado de esta forma, nos encontramos con otra, específicamente distinta de ella, con la forma D-M-D, o sea, transformación del dinero en mercancía y de ésta nuevamente en dinero: comprar para vender. El dinero que gira con arreglo a esta forma de circulación es el que se transforma en capital, llega a ser capital y lo es ya por su destino”, en, CARLOS MARX, El Capital, volumen 1,Sección Segunda: La transformación del dinero en capital, Crítica a la economía política, capítulo IV: Cómo se convierte el dinero en capital, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1979, p. 103. Ahora bien, esta tríada del dinero que compra dinero tal como lo describe una economía terciarizada, es algo que Marx no consideró. Sin embargo, Marx sí tomó en cuenta la expansión internacional del capital. 105 a la propuesta capitalista? El pensamiento único cristalizado en el capitalismo ¿ha resuelto todos los problemas de la humanidad? Como hemos dicho antes, la globalización es un hecho irreversible y no negativo en sí mismo; lo negativo es que la globalización se conduce por parámetros excluyentes, creadores de abismos entre un pequeño grupo que lo tiene todo y las mayorías condenadas la pobreza que no tienen nada. Esta globalización, más estética que ética142, se presenta como natural y necesaria, pues no le caben alternativas. Podemos entender que nos encontramos en el pleno auge de la economía global, pero no podemos admitir que con ese auge económico ya tenemos un desarrollo equivalente en materia social. En este sentido son importantes las palabras de George Soros: “El capital reporta muchos beneficios, no sólo el aumento de la capacidad productiva sino también mejoras en los métodos de producción y profundamente otras Pero innovaciones... viciado. Mientras el el sistema capitalismo está continúe triunfante, la búsqueda de dinero anula todas las consideraciones sociales. Los mecanismos económicos y políticos quedan desbaratados. El desarrollo de una economía global no ha ido a la par del desarrollo de una sociedad global”143. En este modelo se puede discutir cualquier temática, menos la temática económica. Se puede hablar de culturas o de sistemas políticos; lo que no puede ser tocado es el modelo económico que se erige como único e insustituible. Así, 142 Es una globalización económica estética que se preocupa por las formas, por el consumo exacerbado, por el aparecer y por el cómo me veo, dejando a un lado los problemas de fondo del planeta: el calentamiento global, la pobreza, la violencia de las guerras, etc. 143 GEORGE SOROS, La crisis del capitalismo global. La sociedad abierta en peligro, Plaza y Janés, México, 1999, pp. 133-134. Soros trata este tema en el capítulo seis: El sistema capitalista global, y en el capítulo siete: La crisis financiera global. 106 el modelo económico tiene la finalidad de reducir los estados y abrir las fronteras para procurar un libre tránsito de mercancías144. Al tratar de pensar una alternativa, observamos que el marxismo puede dar mucho de sí. Históricamente el marxismo nació y se desarrolló como el antídoto a los capitalismos de los siglos XIX y XX. Este antídoto fue tanto descriptivo como transformativo145. Seguramente, al colocar el marxismo como alternativa, debemos dejar atrás una visión del mismo que se expandió en Europa Oriental y que entró en crisis por una versión determinista de la misma y que, en consecuencia, no tiene mucho que decir para los problemas de hoy. Sin embargo, de esta crisis del marxismo soviético, los detractores de todo modelo colectivo han hecho un “boom” mediático afirmando que el marxismo se acabó y no tiene nada más que decir. La descalificación del marxismo ha sido generalizada, aunque sin argumentos teóricos y prácticos. Con todo, también ha habido críticas al marxismo, como las de la Iglesia Católica, por ejemplo, que en la encíclica Octogésima Adveniens, en sus numerales 26-31, presenta una breve crítica partiendo del análisis de la propuesta marxista de libertad. Otros documentos del mismo origen cuestionan la propuesta antropológica del marxismo. Asimismo, desde el anarquismo se ha hecho una crítica interesante, por ejemplo en autores como Víctor Serge y Volin146, que cuestionan severamente las relaciones sociales en la sociedad socialista y el paradigma de la revolución. 144 Como ejemplo de la reducción del Estado podemos mencionar el gran auge de las privatizaciones, especialmente, en Latinoamérica. Uno de los casos más emblemáticos fue la Argentina que, en la época de Menem, vendió muchos servicios que proveía el Estado y que arrojaban grandes ganancias, como Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF. 145 Marx describió las grandes contradicciones del capitalismo, a partir de un análisis integrado de las alienaciones, centrado en el núcleo fundamental de la alienación económica. Además, proclamó la necesidad de transformar las alienaciones descritas por medio del socialismo y el comunismo. 146 Cfr. VÍCTOR SERGE, Los años sin perdón, Planeta, Buenos Aires, 1977; VOLIN (Vsevolod Mikailovitch Eichebaum), La revolución desconocida, Editorial Proyección SRL, Buenos Aires, 1978. 107 En el campo político muchos han abandonado las tesis marxistas para “girar” a otros campos más beneficiosos para ellos y menos comprometidos. Carlos París escribe algo muy importante al respecto: “La realidad no es que éstas [las tesis marxistas] hayan perdido validez y sentido, sino que se ha tendido una cortina de humo sobre las mismas, haciendo caminar a tientas, insegura, a gran parte de la izquierda. El resultado es claro: la consagración del orden establecido y el desarme de toda actitud superadora del mismo. El mundo real con sus contradicciones e injusticias, es sustraído a los ojos humanos adormecidos. Se trata, así, de conseguir el “trabajadores del mundo, rendíos...”147. Con todo, los tiempos actuales exigen una lectura fiel de Marx desde nuestros contextos148. Y entendiendo esto podemos advertir que tanto las épocas pasadas como la nuestra necesitan un espíritu crítico y de novedad en sus propuestas. Desde esta criticidad, es necesario actualizar a Marx: es necesaria una relectura de Marx desde estos tiempos, de modo que el marxismo siga siendo tal. No podemos establecer la actualización de Marx como algo hecho de una vez para siempre. Sería erróneo volver a intentar suscribir como eternas las leyes de la historia que se propusieron en el siglo XIX. La propuesta de Marx, tal como funcionó en su tiempo, debe ser un desafío al problema teórico de la actualidad y un desafío al compromiso del pensamiento de la época. Consecuentemente, resulta desafiante el marxismo en la esfera política, ya que debe procurar que sus propuestas estén a la altura de los tiempos, especialmente si éstas se suscriben a favor de las víctimas de todo poder o a favor de las grandes mayorías de excluidos en el mundo. Pero este 147 CARLOS PARÍS, “Marx, su necesidad en el mundo actual”, en, Revista Éxodo, ¿Qué queda de Marx?, número 37, Enero-Febrero, Centro de Evangelio y Liberación, Madrid, p. 6. 148 Cfr. ATILIO A. BORON, “Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo”, en, La Teoría marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, pp. 35-52. 108 desafío del pensamiento debe hacerse desde las condiciones materiales de la historia donde se hace necesaria la praxis transformadora. Al regresar a la propuesta marxista, se hace necesario tomar textos del mismo Marx y de algunos marxistas para esbozar algunas avenidas de reflexión que sirvan para la construcción de alternativas. Con ello, queremos rescatar la visión unificada entre la teoría y la praxis para alejarnos de un marxismo puramente académico y de un marxismo activista que se desmarcan de las propuestas originales de Marx. Para discutir los puntos anteriores, en este capítulo pretendemos analizar los siguientes argumentos: la existencia de un marxismo que se encuentra en crisis, visualizado en el marxismo soviético, sostenemos que el marxismo puede y debe decir una palabra. Para este cometido, en el capítulo, hacemos una síntesis de algunas obras de Marx y de algunos marxistas que nos permitan ordenar avenidas de reflexión importantes para una posible alternativa. Luego, en la reflexión sobre Marx y los marxistas de América Latina expondremos una linealidad de pensamiento que responda primordialmente a los problemas de América Latina. Esta descripción de Marx y los marxistas tanto de Europa como de América Latina, no trata de exponer el resumen de las ideas de todos estos autores. La pretensión es más sencilla: colocar un hilo conductor de toda la reflexión. Este hilo conductor sería el esfuerzo de integrar la visión de Marx en el componente humanista y el componente científico; o bien, la pretensión de muchos marxistas de unir la teoría con la praxis149. Finalmente, para establecer el diálogo y el debate sobre la vigencia del marxismo en la actualidad, se expone el apartado El marxismo que necesitamos, desde un contexto latinoamericano e insistiendo en que desde ahí se lo pueda reconstruir más allá del continente. En este apartado exponemos algunas características de ese marxismo: la importancia de la praxis; la crítica al 149 Esta visión no está presente, por ejemplo, en la argumentación de Althusser quien hacía notar de la primacía de un marxismo científico sobre otra característica. 109 capitalismo; la recuperación de la conciencia de clase; la necesidad de un marxismo integral con logos, pathos y ethos, y la internacionalización de la izquierda. 2. La crisis de un marxismo: Problema contemporáneo150. Las propuestas del capitalismo son insatisfactorias para un vivencia justa del proceso de mundialización. Cabe aquí la pregunta de si debemos regresar a repensar un modelo de sociedad que dio mucho de sí- el marxismo- pero que por situaciones históricas entró en una crisis de organización social y económica. Algunos pensadores plantean en la actualidad que el marxismo tendría que decir una palabra por el simple hecho de que la propuesta de Carlos Marx todavía no ha sido agotada y ni siquiera implementada en muchos países que en el pasado se auto-denominaron marxistas. En este contexto, la experiencia soviética de Stalin, en muchas de sus características, no habría sido marxista. Otro grupo de pensadores, en cambio, piensa que la razón de existir del marxismo se justifica por el simple hecho de que funciona como crítica del sistema capitalista. Una equivocación a veces generalizada, es que se descalifica al marxismo por la caída de ciertos regímenes “marxistas”, a partir de 1989. Aún cuando no podemos negar este hecho histórico, no es conveniente negar la vigencia tanto teórica como práctica del marxismo. El marxismo, en efecto, no sólo ha sido cuestionado desde la política, sino que se han criticado sus bases filosóficas, tachadas de determinismo o mecanicismo vulgar. Esto nos lleva a pensar que actualmente no se trata de la crisis de todo el marxismo, sino de alguna vertiente del mismo. En este sentido, podemos afirmar que lo que entró en crisis es una versión política del marxismo en la cual se hizo una interpretación limitada de la teoría marxista, que impregnó de excesos a su correspondiente 150 Para la reflexión de este punto puede ser útil el artículo de: JOSÉ ROCA, “Marxismo y Posmodernidad”, en, página principal de Iniciativa Socialista: www.inisoc.org/marxypos.htm., 1991. Este artículo fue bajado de internet 21/12/2004. 110 praxis política. Así, desde los planos filosófico y político, el marxismo se invirtió con la propuesta del estalinismo151. Es más, hay muchas acciones políticas del estalinismo que Marx nunca hubiese aceptado152. De todas formas, aunque podamos afirmar la vigencia del marxismo, debemos esclarecer en qué consiste la crisis del marxismo en la actualidad. En síntesis, podemos aclarar que el derrumbamiento del marxismo tuvo lugar en el plano político, específicamente en los países del Este europeo y de la URSS. Hablando desde una perspectiva general, podemos dilucidar que la mayor crisis se produjo desde que se pensó que el marxismo es una teoría y una práctica dadas de una vez para siempre. Es decir, en algunos contextos se dogmatizó y se le negó al marxismo una de sus propuestas “heraclitáneas” que le son naturales a su esencia como es su dinamicidad. En algunas ocasiones, aún cuando la realidad cambió, el marxismo instituido no cambió. Ciertamente este es un error para todo sistema político que se precie como alternativa a otros sistemas instaurados. El marxismo que entró en crisis se originó, muchas veces, por interpretaciones erróneas, habida cuenta que no podemos descalificar las tesis de Marx, ya que fueron hechas para su contexto, en el siglo XIX. ¿Cuáles podrían ser estas interpretaciones limitadas del marxismo? a. Una de las primeras, fue la consideración del materialismo histórico como un materialismo metafísico que “sustancializó” la materia. El problema de esto significó que toda la realización histórica se centraría en el cumplimiento de las leyes de la historia. Esta visión, con el tiempo, se 151 Debemos entender que la crisis es un momento dialéctico de la realidad con que se enfrenta el marxismo. En este sentido, el marxismo estalinista se enmarcó en una línea economicista por un lado; y por el otro, cometió ciertas prácticas totalitarias y graves violaciones a los derechos humanos, lo cual lo llevó a no aceptar alternativas en la lectura del marxismo de su tiempo. 152 Cfr. FRANZ HINKELAMERT, “Reflexiones sobre Nietzsche, respuesta a ¿Con Nietzsche contra Nietzsche?”, en, Realidad, número 107, Enero-Marzo, UCA Editores, San Salvador, 2006, p. 103. 111 convertiría en un determinismo riguroso, corriendo el riesgo de no tener en cuenta la realidad cambiante. La comprensión de la realidad se volvió estática. b. Algunos se centraron en un unilateral economicismo, en el cual se proclama el carácter esencial de la economía153. La economía no es un ente cerrado desconectado de todo el entorno. La economía no se puede realizar sin la actividad política y sin actividad ideológica cultural. Se trata, como hemos dicho, de una visión económica abierta a las otras dimensiones que conforman estructuralmente la sociedad tales como la política, la cultura, la educación, etc. c. Otros visualizaron en la sociedad rusa el modelo ideal de Estado que se cristalizó en el partido de los trabajadores (el Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS). Esto acarreó el problema del verticalismo político, echando en falta una participación más democrática del pueblo soviético. d. En cuarto lugar, nos parece que lo más grave es que los tres puntos anteriores se convirtieron en una “escuela oficial” de la Unión Soviética, llegando a ser una verdadera “escolástica” que hicieron de algunos postulados dogmas inamovibles. e. Finalmente, se dio una conceptualización del materialismo dialéctico que, más allá de probar su factibilidad para el siglo XIX, se ha transformado en una visión anacrónica para la actualidad. Es anacrónica por muchas razones: la pretensión de ser una ley científica, la explicación causal del mundo por medio de la materia, la materia como totalidad de toda la existencia, etc. Sin embargo, no se puede descalificar la visión materialista de la historia, en cuanto los procesos históricos parten de los 153 Especialmente en esta vertiente se encuentra Louis Althusser, quien habló de una economía tradicional y una economía nueva. Marx sería un pensador de la economía nueva. 112 elementos materiales de producción. Tampoco se puede dejar a un lado la relación dialéctica de las cosas o la realidad cambiante, a partir de las contradicciones de los opuestos. El problema de los enunciados anteriores se pone en evidencia cuando el marxismo y, especialmente algunos marxismos denominados de la línea dura, tratan de aplicar ciertas prácticas anacrónicamente, y peor aún, cuando las presenta como tesis incuestionables, sin tener en cuenta que ciertos aspectos de Marx se deben a la realidad que cada uno de los pueblos vive y que no se pueden copiar fórmulas con pretensiones de recta doctrina. De actuar de esa manera, le estaríamos dando la espalda a ciertos postulados marxistas que invitan no sólo a interpretar la realidad, sino a transformarla, desde los problemas de dicha realidad. En este sentido, está claro que el marxismo todavía vigente es el proveniente de Marx. Todavía nos encontramos que con el marxismo se puede entender el mundo y, aún más, podemos transformarlo. Tal vez deberíamos adscribirnos a lo que se refiere Norberto Bobbio cuando dice que el marxismo no está en crisis, sino que son los marxistas los que han entrado en crisis. Precisamente los desencantados con el marxismo no son los detractores, sino sus mismos teóricos, sus mismos seguidores. 3. El marxismo tiene una palabra que decir. El marxismo, así como muchos sistemas de pensamiento ha tenido sus altibajos, y ha experimentado tanto momentos de calma como períodos de crisis, e incluso de rupturas154. Y ahora no es la excepción. Es más, la crisis del 154 Entre estos períodos podemos mencionar, por ejemplo, el período de la II Internacional o el período de la interpretación soviética como interpretación hegemónica; o la época de la instauración del marxismo en América Latina que, a su vez, contempla varios períodos (de Recabarren, en Chile; de Mariátegui, en Perú; de Guevara, en varios países de América Latina etc.). 113 marxismo se suscribe en la misma crisis de la modernidad frente a la postmodernidad. Así, como afirman los pensadores postmodernos, el socialismo como proyecto moderno, junto a otros proyectos sistémicos de la modernidad, ha entrado en una etapa de revisión y si se quiere, de deconstrucción. Con esta crisis no se da por sentado la superación del marxismo ni mucho menos su aniquilación. A mi ver, tampoco nos encontramos en una etapa de revisionismo. Es algo más. Es la transición epocal de la modernidad a la postmodernidad -tal como sucedió, por ejemplo, en el paso de la Edad Media a la Edad Moderna- en la cual se quiere transitar todos los efectos de la modernidad o, al menos, se quiere culminar esta modernidad iniciada hace varios siglos. En este sentido, la pregunta por la vigencia del marxismo sería la pregunta por una dimensión de la modernidad. Y esta misma pregunta cabría también para el capitalismo. Este procedimiento es clave, ya que ni el marxismo ni el capitalismo agotan la modernidad. Es claro que debemos afirmar que no toda la modernidad está en crisis ni tampoco todo el marxismo está en crisis. Y podríamos presumir que lo que está en crisis es una de las relecturas de Marx que se estacionó en una posición política y que para nuestros días ya no tiene vigencia. Si uno de los marxismos después de Marx está en crisis, no podemos aceptar que todo el marxismo está descalificado y mucho menos que los aportes de Marx han entrado en crisis. Sin embargo, algunas posiciones de Marx no tienen vigencia porque se elaboraron en el siglo XIX y, consecuentemente, para nuestro contexto no son necesarios. Eso no quiere decir que las tesis marxistas han colapsado. Lo que hace falta, precisamente, es regresar a los grandes pilares de Marx y, desde esa posición, enrumbarnos no sólo a contestar si el marxismo es vigente, sino encontrar una avenida alternativa potente a la ideología del sistema del pensamiento único. 114 Encontramos a pensadores posmodernos que admiten que el marxismo ha dado aportes importantes para la sociedad155. Jacques Derrida observa que el marxismo es algo ineludible y que no podemos visualizar el futuro, si antes no hemos tomado a Marx como referencia156. Esta visión de futuro de Derrida sale al paso del discurso del final de la historia propuesto por Francis Fukuyama. La propuesta de Fukuyama trata de la eliminación del telos en lo social, en lo económico y en lo político. En una palabra, no se debe buscar un más allá del sistema vigente: el capitalismo de vertiente neoliberal. Derrida, sin embargo, denuncia los excesos de este sistema que se decanta como único157. Es desde esta perspectiva que el uso del marxismo todavía tiene vigencia. “En lugar de cantar el advenimiento del ideal de la democracia liberal y del mercado capitalista en la euforia del fin de la historia, en lugar de celebrar el fin de las ideologías y el fin de los grandes discursos emancipatorios, no seamos negligentes jamás con esta evidencia macroscópica hecha de innumerables sufrimientos singulares. Ningún progreso nos permite olvidar jamás tantos hombres, mujeres y niños que han sido esclavizados, han estado hambrientos y han sido exterminados sobre la tierra”158. Derrida insiste que se debe continuar con el “espíritu” de Marx159, ya que es necesario tanto para una crítica social y una autocrítica como para colocar en la humanidad una promesa de transformación basada en la justicia. En este sentido, el marxismo, en la actualidad, representa una alternativa política que 155 Es importante la obra de: CARLOS ROJAS OSORIO, La filosofía en el debate posmoderno, capítulo XIV: Marx en el nietzscheísmo francés, EUNA, Heredia, 2003, pp. 337-370 156 Cfr. JACQUES DERRIDA, Spectres de Marx, Galilée, París, 1993, p. 35. 157 Derrida en Spectres de Marx expone las siete plagas de nuestro mundo, originados en el capitalismo: el paro forzoso, la incapacidad de dominar las contradicciones del mercado liberal, el crecimiento de la deuda externa, el crecimiento de la industria armamentista, las guerras interétnicas, el poder creciente de estados fantasmas y el derecho internacional dominado por las naciones más poderosas. 158 JACQUES DERRIDA, Op. Cit., p. 141. 159 El espíritu se usará de forma análoga a espectro. El espectro es una presencia que sigue hablando. Así, si el marxismo ha muerto para algunos, Derrida afirma que es un “muerto” que sigue orientando al mundo. El espectro de Marx tiene todavía una palabra que decir. 115 va más allá de una moda de pensamiento. Sin embargo, Derrida está de acuerdo en deconstruir del marxismo todo aquello que tenga como tema de fondo el logocentrismo160, ya que lo que se ha hecho es una represión sobre todo aquello que está escrito y que muestra una diferencia frente a lo establecido. Con esto, Derrida mira conveniente deconstruir el escenario tradicional especificado en el capitalismo. Se necesita un “escenario alternativo”161. Con la visión política, Foucault estudió los beneficios del análisis marxista sobre el capitalismo desde las relaciones de poder162. El problema económico, muy importante para el marxismo, sería analizado por Foucault en simbiosis con las relaciones de poder basadas en las relaciones de producción. Esta inquietud de pensamiento alternativo a los sistemas únicos y autodefinidos como necesarios no es nueva. Marx procuró siempre la búsqueda de una alternativa al capitalismo, ya que para él este sistema estaba llevando a la destrucción a muchos habitantes de Europa del siglo XIX. Para Franz J. Hinkelammert es de capital importancia para la actualidad seguir proponiendo una alternativa al capitalismo: “Este problema de la alternativa al capitalismo la enfrentamos nosotros hoy posiblemente con más urgencia y con mayor necesidad que el mismo Marx si no queremos un suicidio colectivo de la humanidad”163. 160 Para Derrida el logocentrismo es la búsqueda de un sistema universal de pensamiento que revele lo que es verdad. Basados en ese sistema universal todo se tiende a uniformar, dejando a un lado la diferencia. 161 Es importante la obra de: JACQUES DERRIDA, La escritura y la diferencia, Antrophos, Barcelona, 1989, pp. 235-240. Se destaca en estas páginas el análisis que hace Derrida del “teatro de la crueldad”, en el cual critica el “teatro tradicional”. Derrida defiende la necesidad de una deconstrucción del teatro tradicional que se basa en la lógica de la representación. 162 Cfr GEORGE RITZER, Estructuralismo, Posestructuralismo y surgimiento de la Teoría Social Posmoderna, en, Teoría sociológica moderna, especialmente en Las ideas de Michel Foucault, McGraw-Hill, México, 2002, pp. 567-579. 163 Entrevista a Franz J. Hinkelammert realizada por Benjamín Forcano, en, Revista Éxodo No 37, Centro Evangelio y Liberación, Enero-febrero de 1997, Madrid, p. 14. 116 Sin embargo, no sólo porque necesitamos una alternativa, el marxismo es vigente; más allá de eso debemos valorar los aportes que hizo el marxismo de los siglos XIX y XX. El marxismo ha dejado una huella imborrable en Occidente. Notemos algunos ejemplos: su influencia en muchas ciencias; ha sido utilizado en las políticas de muchos estados; ha servido para movilizar conciencias; ha dado invaluables análisis socioeconómicos; ha dado protagonismo al ser humano en los procesos de producción; ha vivificado el deseo de acabar con la explotación, la desigualdad y el lucro a fin de implantar una sociedad sin clases en la que todos tuvieran satisfechas sus necesidades básicas; ha configurado un análisis de la sociedad basado en el concepto de las alienaciones; ha aportado su crítica al capitalismo, y en esa crítica, principalmente, la teoría de la plusvalía, según la cual el trabajador recibe por la venta de su fuerza de trabajo el valor correspondiente al coste de su producción (el salario), pero crea un valor excedente del que se apropia el capitalista: la plusvalía. Por todo ello, el marxismo era y es un referente dinámico para alimentar la esperanza de cambio en la sociedad. También presenta ideas interesantes el italiano marxista Antonio Gramsci164, quién describió al marxismo como una “visión del mundo” que desemboca en un crítica del sentido común165, en discordancia con Croce que consideraba al marxismo como una interpretación histórica despojada de una vena filosófica166. Para Gramsci, Marx es un creador de Weltanschauung167. Es más, para él, el materialismo histórico no es una investigación de interpretación histórica, sino que es “una concepción del mundo en su totalidad”168. Con esta 164 Atendiendo la explicación de FRANCOIS CHATELET, La filosofía de las ciencias sociales, el siglo XX, capítulo VI: Los marxismos, Espasa Calpe, Madrid, 1976, pp. 30-39. 165 Gramsci era de la idea de que todos los hombres son filósofos, por la sencilla razón que los hombres piensan en todos los momentos de su vida. Así, si la filosofía es la disciplina que estudia el pensamiento, no podemos dejar de concluir que el hombre es filósofo. Los individuos participan de la filosofía por medio del lenguaje, el sentido común, las creencias, etc.. 166 Gramsci, aun cuando en el principio se consideraba deudor intelectual de B. Croce, en la etapa posterior lo critica por considerarlo abstracto, con muchos residuos metafísicos y teológicos. 167 Lo entenderemos como una visión del mundo. 168 Cfr. ANTONIO GRAMSCI, Cuadernos de la cárcel, Editorial ERA, México, 1981, p. 323. 117 visión de la filosofía, Gramsci propone que la filosofía de la praxis no es una filosofía separada de los otros saberes, sino que forma parte de otras filosofías, otros valores y otras creencias. En este sentido, Gramsci, aunque aceptaba el diálogo de muchos saberes, exigía un marxismo libre de influencias positivistas; además, muy cercano a la construcción antropológica del marxismo, proponía que en lugar de poner como factor central lo económico, se debía poner al hombre. Con la filosofía de la praxis, Gramsci entendió que el marxismo es la operación de un humanismo en la historia, y que la base de todo se encuentra en la praxis, es decir, la actividad humana. Con esta visión práxica, la historia se hace dialéctica, como también su antropología, alejándose así de todo tipo de mecanicismo filosófico. Otro eje que fue determinante en Gramsci fue el concepto de hegemonía. Con este concepto reivindicó la concepción estatal a partir de la valoración del fenómeno cultural. Gramsci creía que la cultura debía ser considerada tal como se hacía con el subsistema económico. La cultura y todos los fenómenos sociales estarían cifrados en la superestructura, es decir el conjunto de todas las instituciones, o lo que él llamara la sociedad civil. Esta sociedad civil, en la formación de las ideologías, daba siempre prioridad al factor económico, pero en unión de los demás subsistemas. La hegemonía, en este caso, y a diferencia de Lenin169, actúa sobre la cohesión social de las masas que sucede previamente a la toma del poder. Así, los grupos sociales logran una homogeneidad entre los intelectuales y los trabajadores a través de compartir intereses comunes, y éstos luego se unen para hacer la revolución. Trotsky, por su lado, propuso con mucha fuerza la dialéctica y entró a discutir el problema inveterado entre el sujeto y el objeto. Consideró más importante el materialismo dialéctico, siguiendo a Lenin, y consideró al 169 En Lenin la hegemonía se da después de la asunción al poder. 118 materialismo histórico, en oposición a Stalin, como continuación del materialismo dialéctico. A propósito de esta consideración, Trotsky afirmó en sus escritos: “La dialéctica constituye el fundamento de la concepción marxista, el método fundamental del análisis marxista. El segundo componente más importante del marxismo es el materialismo histórico, es decir la aplicación de la dialéctica materialista a la estructura de la sociedad humana y su desarrollo histórico. Sería erróneo disolver al materialismo histórico en el materialismo dialéctico, del que no es más que una aplicación”170. Trotsky comprendió que la dialéctica constituía la base materialista del marxismo, con lo cual buscó siempre implicar la práctica en la teoría y viceversa, como también buscó la relación de la teoría marxista con otros campos de la ciencia y la cultura. A partir de esta apertura del marxismo, Trotsky se inclinó por entender que la revolución debía ser internacional; en caso contrario, la revolución estaría siempre a expensas del capitalismo, ya que éste sí es de carácter mundial, además de estar marcado por el hecho histórico de una división internacional del trabajo. En contra de la internacionalización, Stalin afirma que el socialismo opera en un solo país y que, a partir de 1936, la Unión Soviética era la patria del socialismo, especialmente en los primeros años de su llegada al poder. Por el contrario, la visión de Trotsky de no centrarse en un solo país, serviría para descentralizar el poder del Estado y, en el caso soviético, del partido171. Trotsky estaba convencido de esto por todo lo que había vivido la 170 LEÓN TROTSKY, “Tendencias filosóficas de la burocracia”, en, Boletín CEIPLT, marzo-abril 1999, p. 23. Este folleto es de 1928. Citado por: ARIANE DÍAZ, “Las “contingencias” del “determinismo” marxista, acerca de los Cuadernos... de Trotsky”, en, Lucha de Clases, número 1, Buenos Aires, noviembre de 2002, p. 9. Se encuentra en la dirección: www.pts.org/ar/contenido/ideasclaesmarxio2.htm. El desarrollo de la dialéctica lo encontramos en: LEÓN TROTSKY, En defensa del marxismo, El Yunque, Buenos Aires, 1975. 171 Para esta interpretación, Trotsky observaba la burocracia soviética de la década de los años veinte. Trotsky fue siempre un innovador del marxismo, lo que le proveyó la ventaja de alejarse de las interpretaciones tanto mecanicistas como deterministas. Un ejemplo de esto fue la 119 Revolución Rusa desde 1917. Y es precisamente en los hechos históricos donde se juega el papel de la praxis como movimiento de superación de las contradicciones. Otro pensador importante del siglo XX sobre el marxismo fue Jean Paul Sartre. Este pensador francés propone una interpretación situada del 172 marxismo . La propuesta de Sartre se basaba en la presunción de que el marxismo se había anquilosado y se había vuelto muy automatizado y mecánico, razón por la cual no atendía el contexto inmediato ni la realidad. Para él, el marxismo se había vuelto dogma inmóvil, especialmente porque el marxismo “oficial” de los países comunistas simplificaba el marxismo verdadero y lo adaptaron a las circunstancias de la Revolución Rusa. Con todo, Sartre entiende que el marxismo es la filosofía indispensable de nuestro tiempo, que apenas ha comenzado a desarrollarse y que no se han rebasado las condiciones que lo engendraron. Para él, el marxismo es la filosofía “insuperable de nuestro tiempo”, es el caldo de cultivo de nuestras ideas; es una cultura por la cual se entienden nuestros valores y nuestros comportamientos. Sin embargo, esta filosofía marxista debe estar teñida del existencialismo, especialmente porque da la visión del individuo y su libertad173. Para Sartre, es importante volver a analizar los textos de Marx, que deben confrontarse con su tiempo. Sartre advierte que “Para nosotros, la filosofía no es”174. Con esta posición, Sartre quiere indicar que no existe la filosofía verdadera. Platón, Aristóteles o Hegel tuvieron, cada uno en su tiempo, su participación de Trotsky en la Revolución Rusa, pues en su época había unas tesis muy fuertes que no creían posible la revolución, ya que Rusia era un país feudalista y atrasado, muy alejado de la realidad de un país capitalista. 172 Consultar su obra de dos volúmenes: JEAN PAUL SARTRE, Crítica de la Razón Dialéctica, que se divide en Teoría de los conjuntos prácticos y De la “praxis” individual a lo Práctico Inerte, Editorial Losada, Buenos Aires, 1970. 173 Sartre entenderá que el marxismo es una filosofía que encierra una visión de nuestro tiempo; caso contrario, el existencialismo sería una “ideología” donde se enclavan las condiciones del marxismo. 174 Ibid., p. 15. 120 verdad, una verdad relativa y nunca permanente. La filosofía será absoluta para su tiempo y se presenta “como totalización del saber contemporáneo”. Al respecto, afirma Sartre sobre el marxismo: “En cuanto al marxismo, tiene fundamentos teóricos, abarca toda la actividad humana, pero ya no sabe nada: sus conceptos son diktats, su fin no es ya adquirir conocimientos, sino constituirse a priori en un Saber absoluto. Frente a esta doble ignorancia, el existencialismo ha podido renacer y mantenerse porque seguía afirmando la realidad de los hombres...”175. Sartre dirige su crítica al marxismo ruso. Para él, los bolcheviques han separado la teoría de la praxis. Se ha burocratizado el marxismo y eso ha llevado a que se distancie de la realidad. “El marxismo estalinizado toma cierto aire de inmovilidad: un obrero no es un ser real que cambia con el mundo, es una idea platónica”176. Contrariamente a esta visión estática, Sartre dice que “el pensamiento concreto tiene que nacer de la praxis y tiene que volverse sobre ella misma para iluminarla, y no al azar y sin reglas, sino –como en todas las ciencias y todas las técnicas- conforme a unos principios”177. Como hemos dicho antes, Sartre ve en el marxismo un saber contemporáneo que, sin duda, es la filosofía de nuestro tiempo. En este sentido, encontramos un filón importante de la visión sartriana en la relación del marxismo con el existencialismo. En otras palabras, el marxismo, distanciándose de una visión dogmática, debe atender a la problemática del hombre de hoy. Este marxismo debe ser reivindicado teóricamente, de manera que se debe estudiar al ser humano como el elemento dinámico de las sociedades humanas. 175 JEAN PAUL SARTRE, Crítica de la razón dialéctica, Libro 1, Op. Cit., p. 32. Ibid., p. 110 177 Ibid., p. 28. 176 121 La unión entre el marxismo y el existencialismo sería provechosa en la medida en que centra su atención en el individuo humano real y existente en un concreto tejido social. Aun cuando podemos atisbar lo irreconciliable del marxismo y del existencialismo, podemos observar con interés que los dos enfoques tratan de ocuparse del ser humano real y concreto, dejando atrás todo tipo de abstracción. Además, las dos visiones se plantean la realidad no sólo para interpretarla, sino para transformarla creativamente. 4. El marxismo y su actualidad: Las posibilidades de la perspectiva de Marx en un mundo alienado. Una de las cosas importantes que debemos tener en cuenta es que en la obra de Marx no puede separarse su obra teórica de su propuesta política. Y en esto debemos tener cuidado con las divisiones o las cirugías que hacemos en el marxismo. Ya Engels pensó que la obra de Marx provenía de tres campos diferentes: del idealismo alemán, de la política francesa y de la economía política inglesa. Althusser hizo también lo suyo: dividió la obra de Marx en el joven y en el adulto. Althusser dejó para el Marx joven los escritos anteriores al El Capital, en los que predominaban los escritos filosóficos. Pero la división de Althusser se establece entre la economía anterior a Marx y la economía marxista. Para él, si se quiere estudiar el marxismo de Marx, debe hacerse desde la óptica de El Capital. Althusser considera que Marx cambió el fundamento de la economía, ya que enfocó sus estudios económicos en la producción, frente a la economía clásica que tiende a un enfoque positivista y utilitarista, y que sólo atiende los valores de cambio como valores utilitaristas. En la preocupación de Marx por la producción, analiza la estructura y las relaciones de producción. Marx describe a los economistas clásicos como ideólogos de la economía vulgar, que no serían más que unos mercantilistas. A esa nueva economía instaurada por Marx, 122 Althusser la considera como una ruptura epistemológica y una revolución teórica que dejaba atrás todo tipo de ideologías178. Dice lo siguiente: “Esta ruptura epistemológica divide el pensamiento de Marx en dos grandes períodos esenciales: el período todavía ideológico anterior a la ruptura de 1845, y el período científico posterior a la ruptura de 1845. Este segundo período puede dividirse en dos momentos, el momento de maduración teórica y el momento de la madurez teórica de Marx”179. Althusser establece en el período de 1840- 1844 las obras de juventud de Marx, entre los que destacan Los Manuscritos y la Sagrada Familia; a partir de la ruptura de 1845, sobresalen: Las Tesis sobre Feuerbach y la Ideología Alemana; el período de la maduración, de 1845 a 1857, que comprende las obras: El Manifiesto Comunista, La Miseria de la filosofía y El salario y los precios. El último período, el de la madurez, de 1857 a 1883, está caracterizado por El Capital180. Ernest Bloch, por su parte, se refirió al marxismo distinguiendo dos corrientes: la corriente fría que versó sobre el análisis del sistema capitalista y la corriente cálida, con todo aquello que tenía que ver con el humanismo. En cuanto a la primera corriente, se centra en la crítica a la economía capitalista y a las contradicciones del sistema mismo. Entre las contradicciones, Bloch resalta, siguiendo a Marx, por ejemplo, la alienación de las relaciones de producción en la cual los trabajadores no son dueños de lo que producen. 178 Cfr. Lire Le Capital, t. 2, p. 119, citado por GREGORIO RODRÍGUEZ DE YURRE, El Marxismo, Exposición y crítica, Biblioteca de Autores Cristianos BAC, Madrid, 1976, p. 249. 179 LOUIS ALTHUSSER, La revolución del joven Marx, Editorial Siglo XXI, México, 1972, pp. 24-25. 180 Ibid., p. 25. 123 En cuanto a la corriente cálida, se debe notar que Marx, menos preocupado por las leyes de la dialéctica, se decanta más por una preocupación por la fuerza espiritual del trabajador. Pensamos que en Marx no se dan estas divisiones. Marx, a diferencia de otros socialismos, mantiene ciertos aspectos que no fueron negociables: como la lucha de clases y el carácter científico de su propuesta. Con todo, podemos decir que uno de los núcleos centrales del marxismo fue la relación entre sujeto y objeto; entre sujeto y estructura, y la pregunta sobre cuál de esos factores predomina en la historia. Provenientes de este debate, otros pensadores se detuvieron, especialmente en el siglo XX, en el tema del método marxista. De estos puntos de vista se desmembraron algunas corrientes, tales como la existencialista, que tuvo como uno de sus principales exponentes a Sartre, a quien ya mencionamos. Otro precursor, desde otra óptica, Althusser, es el que cuestionaría la relación de Marx con Hegel, y la relación entre la estructura y la superestructura. Marx dejó de lado las propuestas de los socialistas anteriores, considerándolas utópicas, sentimentales e impregnadas de religiosidad, que tratan de buscar una conciliación superficial de la sociedad, sin tocar a fondo sus verdaderos problemas. En palabras de Calvez, Marx nos propone un nuevo socialismo: “Propone un socialismo científico, cuyo éxito dará como resultado el advenimiento de una sociedad sin clases, y señalará el fin de la alienación social. Los socialismos anteriores no estaban fundados más que en una concepción ideal del hombre; Marx quiere establecer el suyo sobre la base de una ciencia, o sea, de un saber cierto y riguroso que permita la previsión y la acción racionales. Esta ciencia descansa en la realidad humana en su conjunto, pero sobre todo, en el 124 fundamento de la vida social, que se le aparece a Marx en las condiciones económicas de la vida humana”181. La importancia de la explicación de Calvez nos pone frente a la propuesta de Marx: el haber visionado un hombre nuevo desde las condiciones de alienación de los trabajadores y que para ese análisis se proveyó de la economía en relación con el dato social. Dejamos a un lado la pregunta sobre el deseo de Marx de hacer una ciencia. Eso lo debemos descubrir en la relación del hecho económico con las condiciones sociales de los obreros de su tiempo. Al respecto, Calvez afirma que: “Esta ciencia cumple dos funciones: establece una relación entre la situación social y las condiciones económicas y, por consiguiente, permite la transformación de la vida social”182. Marx, por lo tanto, buscó en la realidad económica el fondo del problema del hombre a partir de la realidad del obrero europeo de su tiempo. En este sentido, no podemos encontrar rupturas en un “joven” y en un “maduro” Marx. Se trató de un solo Marx, pero que atendió causalidades y prioridades que le urgían a la clase proletaria. El trabajador, para Marx, tiene la desgracia de ser un capital viviente183. En la sociedad capitalista, según Marx, la explotación del hombre por el hombre llega a su máximo porque el capital es la forma de riqueza acumulada con base en la utilización del trabajo de los proletarios. En este punto, Marx agudiza su diagnóstico, que trata de ser científico, con la teoría de la plusvalía. Marx llega a esta conclusión por los diagnósticos económicos que realizó por treinta años (en el período aproximado de 1840 a 1870) y que 181 JEAN-YVES CALVEZ, El Pensamiento de Carlos Marx, Ensayistas de Hoy, Taurus, Madrid, 1962, p. 270. También en CARLOS MARX, Manuscritos de Economía y Filosofìa, Alianza Editorial, Madrid, 1970. 182 Ibid., p.271. Al anunciarse un socialismo científico, Marx afirma que la alienación social está supeditada a algo más importante: a la alienación económica, en la cual encontraremos por fin la causa de todas las alienaciones. 183 CARLOS MARX, Manuscritos, Op. Cit., p. 119. 125 corresponden contemporáneamente a la ascensión del capitalismo moderno en Europa. Estas tesis descriptivas aparecen en El Capital y destacan tres fenómenos importantes en esta etapa: “un movimiento general de transformación de la vida económica, una miseria obrera cuyo recuerdo encoge aún el corazón, y una formidable acumulación de capitales que anuncia la consolidación de la nueva era”184. Con esta consideración de la situación del mundo obrero y la situación política y económica de Europa, Marx se enfila en la propuesta de una de sus obras insignes: El Capital185. Marx consideró que, al igual que lo que sucede en la actualidad, el capitalismo no es la solución para afrontar los grandes problemas de pobreza en el mundo. En palabras de Marx, se trata de la existencia de una alienación del capital. La alienación186 es tanto de los capitalistas como de los obreros; pero Marx está preocupado de la enajenación de los obreros: 184 JEAN-IVES CALVEZ, Op. Cit., p. 273. En una relación dialéctica en la época de Marx: mientras hay un aumento de la miseria de los obreros se da paradójicamente una prosperidad capitalista. 185 Marx escribe el Capital en tres volúmenes: el primero, La crítica de la Economía Política, trata de hacer una introducción y se refiere al valor de uso y al valor de intercambio. Además, en la introducción escribe sobre la ilusión y la alienación del dinero. De esa ilusión proviene un problema real: la explotación del obrero que es el resultado de la compra de su fuerza de trabajo tratada como una mercancía, y de la deducción de la plusvalía engendrada por el trabajo. De esta plusvalía se produce la acumulación del capital. En el segundo libro, El proceso de circulación del capital, Marx tiene el objetivo de denunciar la ilusión monetarista de los economistas, los cuales hacen abstracciones de las realidades básicas. Marx ataca a los economistas científicos de su tiempo. En el libro tercero, El proceso conjunto de la producción capitalista, Marx, trató lo abstracto del planteamiento capitalista y cómo está a la espalda de la realidad de su tiempo. Este modelo capitalista solamente tratará superficialmente los problemas económicos de la sociedad. 186 El concepto de alienación en Marx es diferente al concepto de alienación en Hegel y en Feuerbach. Hegel advertía que la alienación es el momento dialéctico de la escisión entre el sujeto y la substancia. En Hegel, la alienación es la “extrañación”. De todas formas, la extrañación sería un ser extraño a sí mismo. En Marx, en cambio, la alienación marcará las situaciones en las cuales el hombre se ha perdido a sí mismo. La perdición del hombre se ha producido, sobre todo, en el trabajo realizado por este hombre: lo que produce no le corresponde. En Feuerbach, el sujeto alienado es el hombre y su conciencia, que han sido alienados por la religión y el Dios que ha producido dicha creencia. 126 “El único acto que forma parte de la esfera de la circulación, al que hayamos prestado atención, es la compra y la venta de la fuerza de trabajo, condición fundamental de la producción capitalista”187. Marx no sólo explicó la alienación económica, sino también la alienación religiosa, filosófica, política y social. Debemos recordar que la alienación en Marx no solamente se trata de un error de la inteligencia, sino que se trata de un error de toda la conciencia y de toda la realidad del ser humano, expresado en el obrero. En este sentido, existe una convergencia entre todas las alienaciones. Todas las alineaciones, en la obra de Marx, se tratan como ilusiones que se centran en meras abstracciones y que no tocan la realidad concreta. Al hombre, la alienación lo saca fuera de sí y de su realidad próxima. El hombre- el trabajador, en sentido marxista- se encuentra vaciado de sí mismo y de su máxima expresión en el factor económico, en el cual el trabajador es completamente ajeno a los bienes que produce. Estos productos no le corresponden. La alienación religiosa En cuanto a la alienación religiosa, Marx afirma que la religión funciona como la proyección fuera de sí de un yo que se encuentra dividido consigo mismo en las condiciones concretas. Marx observó en la religión de su tiempo un instrumento capaz de sacar al hombre fuera del mundo y de sus problemas más acuciantes. Los religiosos de su tiempo predicaban la salvación en un plano supra terrenal y eso para Marx significaba algo pernicioso que llevaba a la aceptación del statu quo político, social y económico de los estados cristianos. La alienación religiosa trae problemas prácticos. Una de las alienaciones más perniciosas que explica Marx en su obra La ideología Alemana es la resignación: 187 CARLOS MARX, El Capital, Volumen 2, Op. Cit., p. 236. 127 “El cristianismo ha querido librarnos del dominio de la carne y de las ansias excitantes, por la única razón de que nuestra carne y nuestros deseos son cosas extrañas a nosotros mismos. No ha querido librarnos de nuestro destino natural ya que nuestra propia naturaleza no nos pertenece. Puesto que yo mismo no soy naturaleza, mis deseos naturales, mi ser natural entero no me pertenece –esto es todo lo que el cristianismo nos enseña; y entonces toda determinación por la naturaleza, lo mismo por mi propio cuerpo natural que por la pretendida naturaleza exterior, aparece como una influencia extraña, como una traba y una violencia que me son impuestas”188. Marx concibe la religión como la sumisión del hombre a sus propios inventos. Así, una vez creada y creída la imagen de un Dios omnipotente, el hombre se somete a él y, al hacerlo, se resigna y deja de actuar como hombre. Por esto Marx puede pensar, al igual que Comte o Nietzsche, que cuando mayor sea la cuota de sí mismo que el hombre atribuye a Dios, menos le queda para sí. Marx piensa que la religión proviene de una idea del hombre y de sus posibilidades de desarrollo, pero se distancia de la crítica feuerbachiana a la religión cuando observa que más que criticar la concienca alienada, es necesario combatir y transformar las relaciones sociales que empujan al hombre a buscar refugio en la religión. Marx piensa, además, contrariamente a lo expresado en la cuestión de la alienación, que el hombre puede realizarse terrenalmente y que no necesita ninguna divinidad para tal cometido. La alienación filosófica Ésta se da en la misma línea de la alienación religiosa, pero es más profunda y racional. El escenario donde se despliega esta alienación es el 188 CARLOS MARX, La Ideología Alemana, UCA Editores, San Salvador, 1988, citado por Calvez p. 87, que cita a Deutsche Ideologie, p. 284. 128 pensamiento de Hegel, reproducido en la derecha y la izquierda hegelianas. El fundamento de división de los dos grupos se basaba, dicho de manera sencilla, en la formulación hegeliana “lo que es racional es real, y lo que es real es racional189”, como lo expresó en el prólogo de su obra Filosofía del derecho. En cuanto a los hegelianos de derecha, propugnan la realización definitiva de la Idea cristalizada en la realidad prusiana. Los hegelianos de izquierda, en cambio, propugnan una idea revolucionaria que lleva a producir un cambio en lo real. Marx, cuando habla de alienación filosófica, trata de hacer una crítica superadora de Hegel. Marx no ve claro que las posiciones filosóficas de Hegel puedan dar solución a los problemas materiales del hombre. Critica a Hegel porque reduce la realidad social al proceso de realización de la Idea y con esta visión todo queda reducido a lo racional. “Frente a la lógica a priori hegeliana, Marx ve la necesidad de la comprensión concreta de lo histórico, sobre todo de construir una lógica concreta, específica de la praxis, concretamente de la praxis tal como se desarrolla en el proceso social capitalista”190. En esta equiparación del pensar con el ser, es decir, en la correspondencia íntima de la realidad y el pensar, las dos situaciones caminan en ascendencia hacia el saber absoluto y esto conlleva a la conjunción de la lógica, de la naturaleza y de la historia. Este crecimiento de la idea por la historia supone que también todo lo espiritual y lo material se presentan como superado. Marx encuentra esta presunción de Hegel como un proceso enajenado, ya que todo 189 Lo real es lo capaz de actuarse. Lo que es real puede actuar: a mayor actuación hay más racionalidad y esto da mayor capacidad de universalizarse. En esta universalización, el pensamiento, capaz de superar lo particular y de pensar lo universal, se convierte en concepto, que no es mera representación en la mente del objeto, sino una captación de la totalidad. Este concepto puede ser subjetivo, objetivo o absoluto. Con este planteo, Hegel pretende inteligir el mundo, comprenderse a sí mismo y encaminarse a una racionalidad totalizadora. Por todo lo anterior, el concepto es lo concreto en una relación conjuntamente creciente que va abarcando paulatinamente todos los saberes. 190 HÉCTOR SAMOUR, La Ideología Alemana, Prólogo, UCA Editores, San Salvador, 1988, p. 11. 129 ocurre desde la razón, sin ninguna apelación a la realidad. Todas las situaciones cotidianas son momentos del pensamiento. El razonamiento de Marx es el siguiente: “Cuando, por ejemplo, Hegel capta la riqueza, el poder del Estado, etc., como esencia alienada de la esencia humana, esta operación no se verifica más que bajo la forma pensada de esas esencias...Son entes de razón, y, por consiguiente, son una mera alienación del pensamiento filosófico puro, es decir, abstracto. Por lo cual todo movimiento conduce al saber absoluto”191. En la Ideología Alemana, Marx no solamente critica el materialismo abstracto de Feuerbach, sino que critica también a Hegel y a todos los filósofos idealistas, quienes toman las contradicciones aparentes y tratan de darles soluciones especulativas con pretensiones de realidad. “La ideología, pues, que Marx critica en la Ideología Alemana es la filosofía especulativa, es la crítica de la filosofía hegeliana y de sus mistificaciones de la realidad. Pero la Ideología Alemana no es ni mucho menos la crítica a toda la filosofía. El fondo de su crítica a la filosofía es la separación y la oposición entre la filosofía misma y el mundo real, y la impotencia que genera inevitablemente esa separación idealista” 192. El desencanto de Marx hacia Hegel ocurre en el hecho de que los filósofos están a las espaldas de la realidad. Marx dice al respecto: “Ninguno, absolutamente ninguno de estos filósofos tuvo la idea de preguntarse cuál era la unión entre la filosofía alemana y la realidad 191 CARLOS MARX, Los Manuscritos de 1844, p. 154, citado por JEAN-IVES CALVEZ, El pensamiento de Carlos Marx, en cita número 41, p.138. 192 HÉCTOR SAMOUR, Prólogo de La Ideología Alemana, Op. Cit. p. 12. 130 alemana, la unión entre su crítica y el propio medio material que la rodea” 193. Para Marx, lo que vale son los pueblos y cómo estos se organizan frente a sus necesidades materiales. En eso se basaría el planteamiento del materialismo histórico en cuanto que las actividades económicas, sociopolíticas e ideológicas que se desarrollan en una sociedad concreta, las verdaderamente fundamentales, son aquéllas que constituyen las estructuras básicas según las cuales se organiza socialmente el dominio del mundo natural. Así, la historia no es el movimiento de la manifestación del espíritu, sino que es el conflicto permanente del hombre en el seno de la naturaleza para tener acceso a una situación de sujeto que aún se niega. Consecuentemente, lo que tiene mayor importancia es la historia de la producción humana, la historia de la producción progresiva del hombre, la de las condiciones materiales de su génesis. “Toda la concepción de la historia hasta hoy día, ha descuidado completamente, o ha considerado como cosa secundaria, todo ese aspecto real de la historia: sus autores han considerado que no tenía ningún lazo con el proceso del desarrollo históricamente dicho... la relación del hombre con la naturaleza queda así excluida de la historia. De donde resulta una oposición entre la naturaleza y la historia”194. La historia, por lo tanto, al igual que todos los procesos materiales, tiene algo inmanente a ella misma; su actuación y su praxis es la historia de la producción, que hace que esta praxis sea revolucionaria y que conlleve en su 193 194 CARLOS MARX, La ideología Alemana, Primera parte, UCA Editores, San Salvador, 1988, p. 31. CARLOS MARX, La Ideología Alemana, Op.Cit., p. 28. 131 naturaleza el papel transformativo195. Algunos filósofos, especialmente los de la escuela de Frankfurt, prefieren referirse a la propuesta teórica de Marx como una filosofía de la inmanencia. Con esta visión, la escuela de Frankfurt, establece una diferencia entre el materialismo clásico y la visión marxista y, además, se aleja del idealismo trascendental al asumir la historia y no la naturaleza, o el espíritu absoluto, como el plano en el que se forma el ser del hombre mediante su trabajo y acción. Marx trata de superar este escollo proclamando la necesidad de la praxis histórica. Trata de virar de lo especulativo a la acción. Para completar la crítica a la ideología, critica también a la consideración que destaca que el pensamiento es una forma de acción. Ya en la obra La Sagrada Familia, Marx responde a Bruno Bauer sobre la crítica que le había hecho éste: que la actitud de Marx era demasiado práctica y muy poco filosófica. Sin embargo, Marx aduce que no se trata de una situación de hiper-práctica, sino que lo era cuando a través del pensamiento se quiere sobrepasar la realidad. La alienación social y política. En cuanto a la alienación política, se debe a la división de la vida pública y la vida privada del ser humano. El llamado a superar la división es el Estado; sin embargo, éste no supera esta escisión, ya que el Estado queda exterior a la sociedad civil, que, en lugar de ponerse al servicio del pueblo, tiende a esclavizarlo en provecho de los intereses de los propios gobernantes. En una sociedad capitalista, la finalidad del Estado es administrar la explotación del proletariado, de ahí que Marx señala que el obrero no tiene patria. Por esta razón Marx propondrá el internacionalismo proletario que no se encuentre sujeto a ningún tipo de Estado. Basado en esta postura, Marx hace una crítica de la filosofía del Estado en Hegel, ya que éste lo considera como el elemento de una 195 Tomando en cuenta la III tesis sobre Feurbach, Marx critica el determinismo histórico de sus predecesores, por encontrarlo sumamente abstracto y porque tiene un carácter totalitario y no toma en cuenta la realidad. 132 racionalidad universal y absoluta. Contrario a la idea de la supremacía del Estado, Hegel considera a las formas sociales no políticas, la familia y la sociedad civil, como elementos externos e inferiores. “Hegel -observa Marx- habla aquí de la dependencia interna o de la determinación esencial del derecho privado, por el Estado; pero, al mismo tiempo, subsume esta dependencia bajo la relación de la “necesidad externa”, y opone esta relación como el lado inverso a la relación en la cual la familia y la sociedad civil se refieren al Estado como fin suyo inmanente”196. Marx, en cambio, afirma que el Estado no está superpuesto a las otras realidades sociales, tales como la familia y la población civil; sino que forma parte del mismo mundo real de la familia, lo político, lo económico, etc. Basados en esta explicación, Marx considera que la visión de Hegel es idealista porque el Estado vive a espaldas de lo real, de lo material y lo concreto de las realidades sociales. No es el Estado el fundamento de las realidades sociales; sino que son las realidades sociales en cuanto reales, las que son su fundamento: “Solamente la superstición política engendra aún hoy la ilusión de que la vida civil necesita ser integrada por el Estado; siendo así que, al contrario, en realidad es el Estado el que es mantenido por la vida social”197. El Estado se encuentra en dependencia de la sociedad civil: la crítica de Marx, no solamente es al Estado de Hegel, sino que es la crítica a toda forma de Estado burgués. Con esta crítica, Marx pone por encima del Estado ideal 196 CARLOS MARX, Critique de la philosophie de l`Etat de Hegel, Ed. Mega, I, i, p. 404. Citado en JEAN-IVES CALVEZ, Op. Cit., p. 193. Al igual que CARLOS, MARX, La crítica de la filosofía del Estado en Hegel, Biblioteca Marx-Engels, 1969, p. 21. 197 CARLOS MARX, La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época, Ciencias económicas y sociales, Grijalbo, México, 1958, p. 227. Traducción Wenceslao Roces de la edición de MEGA. 133 hegeliano al mundo real y material, en el cual las contradicciones no se explicarán desde la perspectiva política, sino desde algo más real: la perspectiva de la realidad social. Así, el verdadero sujeto no es el hombre político, sino el hombre social. Según esta perspectiva antropológica, Marx intentará superar la alienación del hombre por vía de lo social; encontrará la esencia del hombre buscando su esencia social198. La alienación social se expresará en que Hegel, al proponer el Estado, trata de conciliar el hombre privado con el ciudadano. Así, el Estado pasa a ser monopolizado por un grupo y éste se convierte en una clase hegemónica que se encuentra por encima de toda la sociedad. La alienación social, por tanto, consistirá en la oposición no resuelta entre la apariencia de una sociedad universal y la división radical de clases199. La sociedad históricamente existente se caracteriza por la lucha entre las clases. Para Marx, todos los problemas teóricos están anclados en las contradicciones sociales, la resolución de los mismos no es filosófica, sino política. Así, se privilegia la función política de las ideas sobre la sociedad. Esta función nos llevaría a contrarrestar el poder material y el poder espiritual de las clases dominantes200. Con la política se enfrentan materialmente los problemas de la realidad. La alienación económica. Ya Marx y Engels, en La Ideología Alemana, han considerado como un enfoque importante que la satisfacción de las necesidades humanas es esencial en el proceso histórico. Así, en la lucha por satisfacer las necesidades se desarrollan las fuerzas productivas y, con ellas, cambian las relaciones sociales. 198 Cfr. CARLOS MARX, Crítica de la filosofía del Estado en Hegel, parágrafo número 261, Biblioteca Marx-Engels, 1969, s/c, p. 29. 199 CFr. JEAN-IVES CALVEZ, Op. Cit., pp. 207-208. 200 Cfr. CARLOS MARX, La Ideología Alemana, p. 51. 134 En este proceso productivo, la alienación económica consiste, pues, en la explotación del trabajador, ya que este obrero es desapropiado de los objetos que produce; no es dueño de su actividad, y su mundo se transforma en un mundo deshumanizado, en donde el valor del hombre se reduce al valor de las cosas. “El obrero es más pobre en cuanto más riqueza produce, en cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata, cuantas más mercancías produce. La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajador no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y el obrero es como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general. Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente al producto. El trabajador pone a su vida en el objeto producido, pero a partir de entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto”201. Mondolfo, refiriéndose a El Capital de Marx, sostiene que todo su análisis está cifrado en la plusvalía : “En todo el análisis de El Capital está siempre presente este fin de la acción, para el cual quiere despertar la conciencia de clase y, a la vez, por consiguiente (coherentemente con la concepción crítico práctica), infundir el conocimiento de las condiciones de la historia de toda acción de lucha del proletariado. A despertar la conciencia de clase está dirigido el análisis de la explotación y la plusvalía; a 201 CARLOS MARX, Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 1970, pp. 107108. 135 comunicar el conocimiento de las condiciones de la praxis histórica y del desarrollo del capitalismo”202. A partir de esta alienación se dan las grandes contradicciones históricas que tienen lugar en la estructura económica: en las relaciones entre los propietarios de los medios de producción y las fuerzas productivas. En esta vertiente, Marx interpreta la historia como un proceso dialéctico203. El hombre, al trabajar, al desarrollar su actividad productora mediante el trabajo, se proyecta sobre los productos de su trabajo, es decir, pone en cada producto algo de su ser: cualidades, energías, etc. El producto, entonces, es una objetivación del trabajador. Sin embargo, si el trabajador y el trabajo se distancian, porque el hombre en lugar de hacer una proyección de sí sobre el objeto trasformado queda subsumido en el producto mismo, provocando así una ruptura en el proceso de humanización, el hombre se vuelve una mercancía. En este distanciamiento entre el trabajador y el trabajo, el primero queda alienado y, a la larga, se vuelve un producto. En esta perspectiva, el trabajador va en un lugar diferente que los productos, esto debido a la acumulación de la propiedad privada que ha fragmentado la producción social de los trabajadores. Basados en el párrafo anterior, las alienaciones que hemos visto anteriormente - la religiosa, la filosófica, la política y la social-, son derivaciones de la alienación económica. El hombre que está alienado se encuentra vacío de sí y en lugar de atribuirse a sí mismo la realidad de sus productos, los considera como algo ajeno. El trabajador está alienado porque atribuye a un ser, distinto de él, un conjunto de cualidades que le son propias, pero que no retornan a él, y 202 RODOLFO MONDOLFO, Marx y el Marxismo, Sobre la lucha de clases, Fondo de la Cultura Económica, México, 1969, p. 92. 203 Debemos tener presente los siguientes conceptos en Marx: Producción: es la actividad por la que los hombres crean bienes materiales para poder vivir; proceso de trabajo: es aquél mediante el cual se transforma un objeto en un producto útil. Éste consta, a la vez, del objeto sobre el que se trabaja (la materia prima), de los medios de trabajo (martillo, sierra, etc.) y de la fuerza de trabajo que es la energía humana empleada. Las fuerzas productivas son el resultado o combinación de dos factores: la fuerza de trabajo y los medios que tienen los trabajadores para realizar el trabajo. 136 queda escindido. El trabajador está alienado porque vende su fuerza de trabajo a otro ser distinto a él, que utiliza esa fuerza para fines lucrativos. En este sentido, si el producto del trabajo no vuelve al trabajador, entonces éste queda alienado y fuera de sí mismo. Para concluir, hemos querido destacar la explicación de la alienación en la sociedad. Creemos que por varias razones esa interpretación de Marx goza de mucha actualidad. En primer lugar, porque es un análisis muy amplio, sin tener la pretensión de explicar la totalidad o de brindar una explicación ontológica de la realidad. Además, es un análisis holístico con el que queda superada la idea de que Marx solamente se ocupó del subsistema económico. En esta vertiente, Marx discutió con pensadores de su tiempo: Feuerbach, Bauer, Stirner y Hegel. En segundo lugar, al realizar un análisis amplio, Marx dilucidó algunas avenidas de solución, dejando la posibilidad de que, por un lado, su pensamiento sea abierto e inacabado; y por el otro, de que el marxismo, por ser un pensamiento cuya metodología se ancla en la realidad, siempre sea dinámico y creativo. En tercer lugar, desde el análisis de la alienación, Marx propuso una riqueza teórica que ha sido referente en los años posteriores. Entre las riquezas teóricas tenemos los nuevos conceptos de ideología, plusvalía, praxis, un nuevo concepto de materialismo, el trabajo, el capital, la explicación de los modos de producción, etc. 5. El marxismo latinoamericano La apropiación o la “normalización” de la filosofía en América Latina tuvo que ver, en parte, con la apropiación del marxismo, a inicios del siglo XX. Podemos decir que, la naturalización del marxismo en el continente americano, forzó a la reflexión filosófica a dar lo mejor de sí para buscar soluciones 137 transformadoras para Latinoamérica. Ayudó a que los problemas se vieran desde la perspectiva material. Pero la “normalización” no se dio en una única vía; también los pensadores latinoamericanos aportaron lo suyo para la naturalización del marxismo a partir de las condiciones históricas y materiales del continente. No fue, en la mayoría de los casos, “una copia y un calco” del marxismo en este continente, usando palabras de Mariátegui. El instaurar, tanto en la teoría como en la práctica, el marxismo en América, trajo consigo algunas exigencias a otros planteos e instauraciones del marxismo en el resto del mundo. Una de ellas fue la exigencia de una episteme del marxismo elaborada en América Latina. Esto condujo a enriquecer el entendimiento sobre categorías marxistas que mas adelante producirían un diálogo fecundo. Estas categorías son, por ejemplo, la praxis, la conciencia de clase, el sujeto histórico, la crítica al capitalismo. El marxismo, por tanto, no se implantó de una sola forma, sino que tomó muchos matices. El marxismo latinoamericano, en su afán de arraigo en el continente, tuvo características muy peculiares. Por una parte, muchos pensadores y activitas marxistas trataron de aplicar el modelo soviético en la segunda década del siglo XX; por la otra, algunos pensadores trataron de buscar nuevas iniciativas al momento de implementar el marxismo en el continente americano. En este sentido, abundan ejemplos en el continente: el cubano Antonio Mella y el peruano José Carlos Mariátegui, quienes no sólo presentaron ideas nuevas, sino que dichas ideas tenían una relación directa con la transformación de su contexto. Al tomar en cuenta el contexto, el marxismo en América Latina se decantó en unos núcleos novedosos: la cultura, los indígenas, los campesinos, etc. “Por su vasta cultura y su amplia manera de mirar las cosas desde una perspectiva en esencia marxista, Mariátegui ha sido considerado como 138 un exponente del marxismo abierto y sin dudas es el más creativo de todos los precursores”204. A continuación presentamos a algunos pensadores y ciertas particularidades de su pensamiento, con el fin de esbozar unas características que surgieron cuando el marxismo se fue “normalizando” en el continente205. La explicación de estas características no sólo sirve para describir aquel momento histórico, sino que son importantes para reconstruir una propuesta socialista partiendo de los desafíos de América Latina. Lo importante de esta panorámica es que el marxismo latinoamericano se nos presenta como no dogmático, permitiendo una alternativa creativa al capitalismo. No se trata de describir o hacer un recuento de los marxistas latinoamericanos, sino de exponer algunas avenidas principales o nudos temáticos de algunos marxistas o estudiosos del marxismo, para elaborar una aproximación a un marxismo integral que haga frente a la crisis del mundo fragmentado, cuya fragmentación se explica, en especial, por la confluencia del capitalismo y su “partner” ideológico, el postmodernismo. Fornet Betancourt presenta unas etapas, que se originan desde el siglo XIX, y que describen la implantación del marxismo en el continente206. Una 204 PABLO GUADARRAMA GONZÁLEZ, “Bosquejo histórico del marxismo en América Latina”, en, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, p. 184. Citando a LISS SCHELDON: Marxists Thought in Latin America, University of California Press, 1984, p. 129. 205 Los pensadores que presentamos en este apartado, en su mayoría, están señalados por RAÚL FORNET-BETANCOURT, Transformación del marxismo, historia del marxismo en América Latina, Plaza y Janés Editores, México, 2001, pp. 292-351. 206 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Transformación del Marxismo, Historia del Marxismo en América Latina, P y V Editores, Universidad Autónoma de Nuevo León, México, 2001. También consultar: PABLO GUADARRAMA, Bosquejo histórico del marxismo en América Latina, en, COLECTIVO DE AUTORES, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, pp. 180-246; además: CARLOS BEORLEGUI, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, Una búsqueda incesante de la identidad, Universidad de Deusto, Bilbao, 2004. ESTELA FERNÁNDEZ NADAL, Itinerarios socialistas en América Latina, Editorial EDIUNC , Mendoza, 2001. CLARA ALICIA JALIF (compil.), Semillas del tiempo, el latinoamericanismo filosófico contemporáneo, EDIUNC, Mendoza, 2001. NILS CASTRO, Las izquierdas latinoamericanas: observaciones a una trayectoria, 139 primera etapa, de 1884 a 1917, que denomina la recepción del marxismo en el conflicto de los socialismos. Luego, la etapa de la implantación ortodoxa a partir de los partidos comunistas latinoamericanos, desde 1918 hasta 1929. Continúa la etapa del intento de naturalizar el marxismo en América Latina, de 1928 a 1930, desde la propuesta de Mariátegui. La siguiente etapa, la estalinista, que va desde 1941 a 1958. Y la última etapa, de 1959 a 1991, la época de los nuevos intentos de naturalizar el marxismo en América Latina207. a) Juan García Bacca propone, en la línea del marxismo, la categoría de transustanciación208, que no se refiere al concepto tomista de la filosofía medieval sobre la presencia de Cristo en las especies en la celebración eucarística del rito católico, sino que apela a la capacidad transformativa del ser humano y de la sociedad. García Bacca llama a los seres humanos para que cambiemos de un estado de las cosas a otro; para que procuremos un cambio a la altura de los tiempos. La transustanciación de Bacca, es decir, la transformación implica un cambio metodológico, “Marx pone en marcha un proceso en el cual la dialéctica hegeliana experimenta no sólo una inversión, sino también una conversión completa; queriéndose significar con conversión la transformación de la dialéctica hegeliana en un instrumento de explicación de la realidad histórico-práctica”209. Fundación Ebert, Editora Novo Art, Panamá, 2005. MICHAEL LOWY, El Marxismo en América Latina, Edit ERA, México, 1982, pp. 97-113. NÉSTOR KOHAN, De Ingenieros al Che, ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2000. NÉSTOR KOHAN, Ideario Socialista, El socialismo, una perspectiva histórica, Longseller, Buenos Aires, 2003. AUTORES VARIOS, Filosofía en América Latina, Editorial El Búho, Bogotá, 2001. 207 Además: Cfr. JAVIER AMADEO, “Mapeando el marxismo”, en, La teoría marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, pp. 53-101. Este autor hace un claro recorrido desde los autores marxistas más significativos tomando en cuenta autores tanto europeos como americanos. 208 Cfr. CARLOS BEORLEGUI, Historia del pensamiento filosófico latinoamericano, una búsqueda incesante de la identidad, Universidad de Deusto Bilbao, 2004, pp. 533-536. 209 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Transformación del marxismo en América Latina, Op. Cit., p.308. Cita a : JUAN GARCÍA BACCA, Lecciones de historia de la filosofía, vols., Caracas, 1973. 140 Para poner en marcha la transustanciación, se debe establecer un plan permanente en la historia al igual que lo hizo Marx, que implica muchas trasformaciones, por ejemplo: cambios en los seres humanos, cambios en el capitalismo, etc. Este plan es dinámico, es un verdadero proyecto que se pondrá y se verificará paulatinamente en la historia. b) Lo importante del marxista Adolfo Sánchez Vásquez es que intentó reconstruir la filosofía marxista desde la filosofía de la praxis, tratando de que el marxismo no se vuelva una ideología ni un puro activismo. Así, el marxismo representa una innovación profunda de la filosofía. No se trata de una filosofía en genitivo, sino que significa una característica vital que afecta el fundamento de la filosofía. Con esta visión, Sánchez Vásquez necesariamente se distanció de otros enfoques más ortodoxos del marxismo. No hay duda que Sánchez Vásquez vio en el trabajo de Marx una radicalización de la filosofía a partir de la consideración de la praxis, dejando a un lado las filosofías idealistas y abstractas de su tiempo. Para él la filosofía “Se vuelve conciencia, fundamento teórico e instrumento de ella. Y por ello, el marxismo...como teoría no sólo se halla en relación con la praxis- revela su fundamento, condiciones y objetivos-, sino que se sabe a sí misma en dicha relación y, por ello, es una guía de la acción”210. Con la filosofía de la praxis, Sánchez Vásquez, se opone a visiones como la de Althusser, especialmente por la epistemología que presentaba este último, porque centraba la riqueza de Marx solamente en el Capital y porque consideraba al marxismo humanista como parte del pensamiento del joven Marx. 210 ADOLFO SÁNCHEZ VÁSQUEZ, Filosofía de la praxis, Grijalbo, México,1967, p.58. 141 Sánchez Vásquez propuso lo contrario: el marxismo como un proyecto transformador desde la praxis211. c) Otro exponente integral latinoamericano del marxismo es el argentino Ernesto el “Che” Guevara. Él, al tomar los escritos filosóficos de Marx y los escritos sobre la alienación, criticó al determinismo que había ontologizado la propuesta del marxismo soviético. Guevara encontró en la Revolución Cubana una experiencia creativa que había tomado una distancia frente a las leyes de la historia del materialismo histórico. Aunque no fue un académico de gabinete sino un revolucionario activo en las luchas, fue hombre que supo unir la teoría con la práctica en perspectiva de buscar la liberación de los pueblos y de los hombres. Fornet Betancourt dice lo siguiente: “Se trata de la idea de Guevara de que hay que tratar con el marxismo como un instrumental científico. Es decir, que el marxismo no es un sistema cerrado, sino un proceso científico de conocimiento que no se distingue en principio de aquéllos que se realizan, por ejemplo, en la biología o en la matemática, pues el marxismo es también científicamente abierto y por eso puede, y debe, ser continuamente desarrollado. Aún más, para Guevara, el marxismo es una parte esencial de la dinámica científica de la historia de la humanidad”212. Esto lleva a Guevara a sostener que el marxismo debe alejarse del dogmatismo y criticar los marxismos de “escuela” o escolastizados. Según él, el marxismo no debe aplicarse como si poseyera principios inamovibles y estáticos, sino que debe tomar en cuenta la realidad de los pueblos para hacer del marxismo una propuesta creativa. En esta vertiente, el argentino pide ser crítico 211 Cfr. NÉSTOR KOHÁN, De Ingenieros al Che. Ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, El marxismo crítico de Adolfo Sánchez Vásquez, prólogo de Michael Lowy, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2000, pp. 306-307. 212 RAÚL FORNET-BETANCOURT, La transformación del marxismo, op. Cit., p. 294. 142 tanto del capitalismo como del marxismo. Para Guevara, en la puesta en marcha del marxismo, se debe tener en cuenta un horizonte para que oriente la marcha: el programa del hombre nuevo213. Esta visión del hombre nuevo se trataba de la realización práctica de la emancipación consciente del hombre. Y esta concientización se hará a partir la educación del pueblo. d) Enrique Dussel214, por su parte, ha estudiado el marxismo en sus obras La producción teórica de Marx, un comentario a los Grundrisse, Hacia un Marx desconocido y Un comentario a los manuscritos del 61-63215. Dussel estudia el marxismo no solamente para aplicarlo, sino para “continuarlo”, ya que para él el marxismo está inacabado y en proceso. Esta situación le permite abrir nuevas posibilidades desde la praxis de liberación del pueblo216. Este trabajo de continuación del marxismo debe ser una tarea de la Filosofía de la liberación217. En la evolución metodológica de Dussel sobre el marxismo, se debe criticar el capital no tanto desde la totalidad, sino desde la exterioridad del capital, que se ubica en la persona misma del trabajador218. Esto es muy importante en el marxismo latinoamericano, por ejemplo, en Mariátegui, que considera la totalidad del trabajador desde su materialidad y desde su “espiritualidad”. Desde este enfoque, Dussel advierte que el marxismo en América Latina debe ser un discurso y un acto creativo que se encuentra en un permanente proceso de 213 ERNESTO “CHE” GUEVARA, “El socialismo y el hombre en Cuba”, en, Obra revolucionaria, México, 1968, p 634, citado por RAÚL, FORNET-BETANCOURT, Transformación del marxismo, op. cit., p. 298. 214 Fornet-Betancourt considera a Dussel un marxista especial, ya que los estudios y el diálogo de Dussel con el marxismo no lo llevan a una filiación definitiva, sino intermediaria. Sin embargo, en los estudios de Dussel sobre el marxismo, hay aportes importantes para la reflexión en la actualidad. 215 Especialmente el texto de: ENRIQUE DUSSEL, Hacia un Marx desconocido. Un comentario a los manuscritos del 61-63, Siglo XXI, México, 1988. 216 “El pueblo no es un conglomerado, sino un bloque como sujeto. Sujeto colectivo e histórico, con memoria de sus gestas, con cultura propia, con continuidad en el tiempo”, en ENRIQUE DUSSEL, La producción teórica de Marx, un comentario a los Grundrisse, Editorial Siglo XXI, México, 1985. 217 ENRIQUE DUSSEL, Hacia un Marx desconocido, Op. Cit. p. 361. 218 Cfr. ENRIQUE DUSSEL, La producción teórica de Marx, Op. Cit., p. 17. 143 transformación, entendiendo en esto que no se trata de una doctrina marxista, sino en un método marxista abierto. Así, afirma Fornet-Betancourt, “El marxismo latinoamericano tiene que entenderse como una tentativa expresa de continuación creativa del método de Marx. En otras palabras, para un “marxista” en América Latina no puede representar un corpus teórico definitivo, sino que representa la perspectiva metodológica, es decir, un programa de dialéctica crítica que sólo puede ser continuado innovativamente a través justamente de aportes específicos y creativos a la explicación y transformación dialéctica de los procesos actuales de la historia latinoamericana”219. 6. El marxismo que necesitamos Cuando hemos hablado anteriormente de que hay una visión marxista en crisis, no nos estamos refiriendo a que todo el marxismo de Marx y después de Marx esté en crisis. En este sentido, es el marxismo en su vertiente soviética el que entró en crisis. El contexto soviético hizo una lectura unilateral del marxismo que al final se desarrolló en una postura dogmática. El problema no fue la interpretación que, a la larga, se debió a su contexto; el problema fue que esa interpretación se convirtió en la interpretación oficial y con ello se dejó de lado la posibilidad de autocrítica. No quedó espacio para nuevos aportes que podrían haber nacido de la praxis o del contexto. Se hizo metafísica de esa visión. Ahora es inocultable que necesitamos una nueva interpretación que el contexto mundial exige y, en este caso, el contexto latinoamericano. No se trata de revisar la postura oficial del marxismo; tampoco de revisar lo que hemos tenido hasta la actualidad. El esfuerzo de ahora consiste en ser oneroso y en 219 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Transformación del marxismo en América Latina, op. Cit., p. 344. 144 pensar un esfuerzo de largo aliento. Preguntarnos por el marxismo hoy implica preguntarnos por el contexto de hoy. Al revisar la escena mundial y la instauración del capitalismo neoliberal, nos damos cuenta, así como en el tiempo de Marx, que necesitamos el socialismo. Y la necesidad del socialismo no es por “cumplir” las leyes de la historia, que es una visión muy lineal, sino para criticar el capitalismo reinante. A continuación, queremos exponer algunas avenidas de reflexión del marxismo que merecen un análisis crítico para considerarlas como una tentativa de solución. Estas avenidas, algunas de las cuales ya se han actuado en América Latina, tienen una vigencia y una potencia teórica y práctica. a. La praxis220. La praxis, a comienzos del siglo XXI, parece un problema, sobre todo en la experiencia postmoderna, cuando se proclama un desánimo existencial sobre proyectos colectivos de largo aliento221. Ya en los años sesenta, la praxis significaba una potente avenida de reflexión frente a la vertiente filosófica adherida al stalinismo. Esta versión de la filosofía de la praxis fue muy bien recibida por América Latina donde se trataba de relacionar la teoría con el compromiso político. Mariátegui escribía al comienzo del siglo XX: “Un esfuerzo de la inteligencia por entregarse a la revolución, y un esfuerzo de la revolución por apoderarse de la inteligencia”222. 220 Para Marx, existen tres conceptos de praxis: la praxis es la formación y desarrollo de la historia a través de la formación de la naturaleza y de la sociedad producida por el trabajo humano. La praxis material es aquélla en la que opera la transformación de la naturaleza por la acción del hombre, quien por medio de su trabajo la adapta a sus necesidades e intereses. La praxis social es la transformación de las estructuras sociales y políticas y de las instituciones, que el hombre realiza a partir de su posición de clases. 221 Cfr. CARLOS ALEMIÁN, “Praxis”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos Fundamentales, volumen III, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, pp. 833-850. 222 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Obras Completas, Tomo I, Editorial Amauta, Lima, 1982, p. 360 ss. 145 Karel Kosík, por su parte, afirmaba que “la praxis del hombre no es una actividad práctica opuesta a la teoría, sino que es la determinación de la existencia humana como transformación de la realidad”223. En la propuesta marxista, muy necesaria para la escena contemporánea, hay un constante esfuerzo por imbricar la propuesta teórica con el proyecto político, es decir, por hacer que todas nuestras propuestas estén iluminadas por los contextos y sus respectivas historias sociales. En esta transversalidad, la praxis queda subsumida en la teoría y en la práctica revolucionaria. Esto quiere decir que la filosofía marxista, como una filosofía de la praxis, debe seguir una metodología que sepa combinar la investigación del desarrollo filosófico como tal con el estudio del marco conceptual, sobre todo el de la historia social. FornetBetancourt escribe lo siguiente: “Una filosofía como la marxista, que tiene una definida vocación política en cuanto se autocomprende como filosofía que pretende contribuir a la transformación real del mundo histórico de los seres humanos, es una filosofía cuyo estudio implica tener en cuenta al mismo tiempo su desarrollo estrictamente filosófico, pero también el contexto socio-histórico en que se desarrolla. Es decir, el estudio de la filosofía marxista debe tener en cuenta tanto el ámbito específico de la historia de la filosofía o de las ideas filosóficas como el campo de la historia social”224. Esta disposición a vincular la teoría con la praxis225 se ha notado con claridad en la recepción del marxismo en América Latina226. Los pensadores 223 KAREL KOSIK, Dialéctica de lo concreto, Grijalbo, México, 1976, p. 240. RAÚL FORNET-BETANCOURT, “Marxismo y filosofía”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos Fundamentales, volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, p. 618. 225 Cfr. ATILIO A. BORON, “Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo”, en, La Teoría marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, pp. 37-40. 224 146 latinoamericanos lo han hecho vía las Tesis sobre Feuerbach. Estos pensadores han explotado los siguientes elementos: primero, la sensibilidad como praxis poiética, es decir, que el objeto y la realidad, no deben concebirse como algo que se enfrenta sin modificar, mediante la contemplación, sino como actividad sensorial humana ejercida por un ser social; segundo, la acción revolucionaria como práctico-crítica; tercero, sujeto y ambiente están unidos en la relación de la praxis; y cuarto, el problema de la verdad no es teórico, sino práctico (la transformación del mundo que demandaba Marx de la filosofía)227. En estas tesis, especialmente de la 8 a la 11, insiste en que la praxis es parte esencial de la naturaleza humana (tesis 8): “La vida humana es esencialmente práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica”228. La praxis, para Marx, es la forma que tiene el hombre de relacionarse con la naturaleza y con los otros hombres para conservar o transformar el medio al que se enfrenta según sus propias necesidades, en el marco de una organización social concreta. La finalidad que buscaba Marx era construir un pensamiento que se introdujera en la realidad para transformarla; con esto pretendía la síntesis del idealismo y del materialismo229. Esta síntesis parte del doble rechazo del materialismo y del idealismo. Al primero le achaca que se olvida de la actividad del hombre; al segundo que olvida la realidad del mundo exterior. Marx no se decanta sólo por el materialismo ni tampoco únicamente por el idealismo; para él, la verdadera realidad es teoría y praxis, es teoría dentro de la acción y acción conforme a la teoría; la acción corrige la teoría y la teoría corrige la acción. No 226 En América Latina, la recepción del marxismo ha sido primariamente teórica unida a la dimensión política, especialmente en las últimas generaciones. Sin embargo, no ha sido únicamente un esfuerzo político en sí mismo ni tampoco un movimiento político sin más. 227 Cfr. CARLOS ALEMIÁN, Praxis, Op. Cit., pp. 836-837. 228 NÉSTOR KOHAN, Marx en su tercer mundo, hacia un socialismo no colonizado, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1994, p. 259. 229 Este pensamiento se ve reflejado en la primera tesis de Marx. 147 es una teoría contemplativa sino una actividad revolucionaria que transforma la realidad. La realidad no puede separar el conocimiento de la acción. La verdadera praxis, por tanto, supone que el conocimiento sea transformador de la realidad. La actividad no puede ser puramente cognoscitiva, sino acción transformadora230. “El materialismo anterior, globalmente considera el elemento objetivo, la realidad, la sensorialidad bajo la forma, exclusivamente, de objeto o de visión, nunca como actividad sensorial humana, nunca como práctica, nunca, en suma, subjetivamente. Y es esa su insuficiencia básica”231. Gramsci, al igual que Marx, no se decanta filosóficamente ni por el objetivismo ni por el subjetivismo, sino que propone la acción humana y la praxis232. Desde esta praxis, Gramsci admite la unidad entre la teoría y la praxis y éstas obedecen a un devenir histórico que ayudará a cuidarse de cualquier tipo de mecanicismo. Así, Gramsci afirma: “...puede decirse que el valor histórico de una filosofía se puede calcular según la eficacia práctica que ha conquistado. Si es cierto que toda filosofía es la expresión, debe reaccionar sobre la sociedad”233. En este sentido, Gramsci pide que todos aquéllos que hacen esfuerzos teóricos deben estar en relación con la realidad y analizar los problemas más 230 Este punto es una crítica al materialismo anterior: la realidad no puede separar al conocimiento de la acción, presente en la tesis quinta de Marx. 231 JACOBO MUÑOZ (Ed), Marx, Tesis sobre Feuerbach, Textos cardinales, Ediciones Península, Barcelona, 1988, p. 431. 232 Lenin, a diferencia de Gramsci, acentúa la subordinación del sujeto a la objetividad de la realidad y de sus leyes; condena al subjetivismo, el oportunismo y afirma la posibilidad de una verdad objetiva (teoría del reflejo). 233 ANTONIO GRAMSCI, Introducción a la Filosofía de la praxis, Edicions 62, Barcelona, 1970, traducción de J. Solé-Tura, p. 43. Es una selección de textos que corresponden al cuaderno: Il materialismo storico e la filosofia de Benedetto Croce, Q. 10, I y II parte, Eunadi, Barcelona, 1953. 148 acuciantes de ella: “Sólo con ese contacto una filosofía se hace histórica, se depura de los elementos intelectualistas de carácter individual y se convierte en vida”234. En este esfuerzo teórico, Gramsci solicita que estemos abiertos a la historia; cada filosofía debe atender su época histórica. Es por eso que la filosofía de una época no es más que la historia de esa misma época; en ese sentido, la historia y la filosofía son inseparables, forman un solo bloque. De este tema se desprende una propuesta muy importante: el intelectual orgánico. Así, los intelectuales de la filosofía de la praxis deben estar cerca del pueblo, para llevar a las masas a niveles superiores medios de comprensión y para poder realizar así una hegemonía de la sociedad civil. Gramsci, según Díaz, entiende lo siguiente: “Entiende la hegemonía en su sentido etimológico de conducir, ser guía. La contrapone a la idea de dominio para resaltar la capacidad de una clase de ser guía mediante la organización del consenso y la dirección política intelectual y moral de toda la sociedad”235. Además, la hegemonía “es considerada tanto dirección ideológico-política de la sociedad civil como combinación de fuerza y consenso, de coerción y persuasión para lograr el control de esa sociedad”236. Lo interesante de la propuesta es que esta hegemonía pasa por la sociedad civil, en la conducción intelectual y moral. En este sentido, se trata de un sujeto histórico plural cifrado en todas las fuerzas sociales aglutinadas en un bloque histórico. Se demanda que los intelectuales busquen la unidad entre el pensamiento y el acto, entre la filosofía y la política: “Todo es político, incluso la filosofía o 234 Ibid., p. 21. RAFAEL DÍAZ SALAZAR, Gramsci y la construcción del socialismo, UCA Editores, San Salvador, 1991, p.232-233. 236 Ibid., p. 233. 235 149 las filosofías. La única filosofía es la historia del acto, es decir la vida misma”237. Siempre en el tema de la praxis, tal como la entendió Marx, Rosa Luxemburgo afirma que “es la unidad dialéctica de lo objetivo y de lo subjetivo, la mediación por la cual la clase en sí se convierte en para sí, le permite superar el dilema estático y metafísico de la socialdemocracia alemana, entre el moralismo abstracto de Bernstein y el economicismo mecanicista de Kautsky”238. Para Luxemburgo, este elemento de la praxis debe recrear a los movimientos de masas, especialmente en la conciencia y en las actuaciones de los revolucionarios. Así, la conciencia práctico-activa de los revolucionarios lleva a superar el conocimiento de las masas, y tener hacia ellas un trato que va más allá de considerarlas una masa de votantes, tal como lo solicitaban los parlamentaristas239. En el plano latinoamericano, es importante mencionar la obra del marxista Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis240, que advierte que la filosofía de la praxis, a diferencia de otras visiones más dogmáticas241, sintetiza el proyecto de emancipación crítica de lo existente y conocimiento de la 237 ANTONIO GRAMSCI, Op. Cit., p. 57. MICHAEL LOWY, Teoría de la revolución en el joven Marx, Después de Marx: De Lenin al Che Guevara, Siglo XXI, México, 1972, pp. 270-271 239 En esta perspectiva, Rosa Luxemburgo se oponía a dos visiones: por un lado, a la que Lenin pretendía en cuanto a la organización que ejercía la vanguardia sobre las masas; y por otro, a los parlamentaristas, que buscan borrar la distinción entre el partido y las capas populares no organizadas, para “ahogar a la élite activa y consciente del proletariado en la masa amorfa del cuerpo electoral”, en, ROSA LUXEMBURGO, “Centralismo y democracia”, en, Síntesis, número 1, Madrid, 1971, citado por MICHAEL, LOWY, Teoría de la revolución del joven Marx, p. 273. 240 ADOLFO SÁNCHEZ VÁSQUEZ, Filosofía de la praxis, Grijalbo, México, 1967. 241 La posición más ontologizante del materialismo dialéctico o bien la visión epistemológica, de la reducción del marxismo a práctica teórica de Althusser y la visión antropológica-humanista que apoya la necesidad de liberación en un concepto abstracto de hombre en Fromm. 238 150 realidad por transformar. Para Sánchez Vásquez, la praxis es acción transformadora y no mera práctica. Así, esta praxis debe relacionarse concientemente con la teoría revolucionaria. La premisa fundamental de la filosofía de la praxis consiste entonces en que se asuma como un momento de ella y no sólo como reflexión sobre ella242. Es la propia praxis tomando conciencia de sí misma. La teoría y la práctica son inescindibles; la praxis es actividad teórico-práctica243. Sánchez Vásquez distingue varios tipos de praxis: la creadora y la reiterativa o mecánica; la espontánea y la reflexiva; sin embargo para él, la praxis revolucionaria, es aquélla en la que la conciencia revolucionaria se entremezcla con la misión histórica del movimiento obrero. Sánchez Vásquez, en su discurso de investidura en ocasión del otorgamiento del Doctorado Honoris Causa que le hiciera la Universidad de La Habana en el año 2004, dictó una conferencia titulada ¿Se puede ser marxista hoy? Afirmó: “...el cuestionamiento que se hace del marxismo se cifra en la pregunta de si se puede ser marxista hoy, afecta tanto a su teoría como a su práctica... En cuanto teoría de vocación científica, el marxismo pone al descubierto la estructura del capitalismo así como las posibilidades de su transformación inscritas en ella, y, como tal, tiene que asumir el reto de toda teoría que aspire a la verdad: el de poner a prueba sus tesis fundamentales contrastándolas con la realidad y la práctica”244. 242 Cfr. ADOLFO SÁNCHEZ VÁSQUEZ, «Ética y marxismo », en, La teoría marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, pp. 297-298. 243 ADOLFO SÁNCHEZ VÁSQUEZ, Op. Cit., p. 148. 244 ADOLFO SÁNCHEZ VÁSQUEZ, ¿Se puede ser marxista hoy, discurso proclamado en ocasión de la investidura del Doctorado Honoris Causa por la Universidad de La Habana, en, fzln.org.mx: http://listas.laneta.apc.org/pipermail/fzln-1/2004-September/000065.html tomado el 28.08.05. 151 Otro pensador, en el contexto latinoamericano, que nos presenta una propuesta interesante sobre la praxis es Ignacio Ellacuría245. Este autor habló de la praxis histórica de liberación latinoamericana, en la cual se concibe una integración del pensar en la acción transformadora de los pueblos. En este sentido, Ellacuría reconoce que la historia es un proceso de transformación, que compromete el ejercicio intelectivo hacia la realización máxima de las posibilidades que la interacción entre las circunstancias y la acción social va abriendo. Así, la praxis debe entenderse como “la totalidad del proceso social en cuanto transformador de la realidad tanto natural como histórica”246. Esto quiere decir que el ser humano, el mundo, la inteligencia y el dinamismo histórico se entrelazan entre sí para llevar adelante la realidad transformándola. Ellacuría es claro en decir que no toda actividad constituye praxis, sino solamente aquélla que libera realidad histórica. En esta praxis histórica, Ellacuría distingue dos niveles fundamentales: el de la praxis biográfica o personal y el de la praxis social que se corresponde al componente personal y al componente social de la realidad histórica. Por tanto, para Ellacuría “El que la praxis biográfica sea personal no significa que sea una actividad puramente espiritual o meramente contemplativa, ni que sea una actividad aislada o individualista...Toda biografía es biografía de un individuo vertido a los demás, constituyente de un cuerpo social y situado en un determinado contexto histórico...También la praxis social es praxis en cuanto es histórica, esto es, en cuanto incorpora en su dinamismo el momento de la realización personal”247. 245 Especialmente en las obras: IGNACIO ELLACURÍA, Filosofía de la realidad histórica, UCA Editores, San Salvador, 1993; “Filosofía y política”, en, ESTUDIOS CENTROAMERICANOS (ECA), No. 284, San Salvador, pp. 373-386, 1972; “Función liberadora de la filosofía”, en, Veinte años de historia en El Salvador, Tomo 1, UCA Editores, San Salvador, 1991. 246 IGNACIO ELLACURÍA, “Función liberadora de la filosofía”, en, Veinte años de historia en El Salvador, Tomo 1, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 110. 247 HÉCTOR SAMOUR, Voluntad de liberación. Génesis y constitución del proyecto de filosofía de liberación de Ignacio Ellacuría, Capítulo IV: Filosofía de la realidad histórica, la praxis como dinamismo de la realidad histórica, Tesis doctoral, Universidad José Simeón Cañas UCA, San Salvador, pp. 292-293. 152 Ellacuría considera que esta praxis es posible sólo si efectivamente se hace y es real. “sólo aquel hacer que es un hacer real de realidad; un hacer, por otra parte, que va más allá del puro hacer natural, porque la historia, siendo siempre hecho, es siempre más que hecho, y este más es el novum, que el hombre añade a la naturaleza desde ella, pero sobre ella”248. Concluyendo, encontramos que la praxis, en unión con la teoría, es una tesis central del marxismo y que es muy sugerente para nuestra actualidad, ya que Marx une la interpretación y la transformación del mundo, distanciándose de este modo de la conciencia idealista de interpretación del mundo. b. La crítica al capitalismo. Uno de los puntos decisivos del marxismo es la crítica. Actualmente, como hemos visto con insistencia, el mundo, después del derrumbamiento político del socialismo real, es pensado como único y el garante de esa unicidad es el capitalismo. Ciertamente estamos frente a una teoría homogenizadora que ha sido divulgada por los defensores del liberalismo. Sin embargo, nos debemos atener a los hechos. Y los hechos nos presentan más pobreza, más injusticia, más desgaste ecológico, etc. No podemos hablar de un mundo único construido en base a la unipolaridad del capitalismo. El mundo sigue dividido y fragmentado. “La sociedad no puede concebirse como un todo si se halla desgarrada interiormente en burguesía y proletariado. Es más, una 248 IGNACIO ELLACURÍA, Filosofía de la realidad histórica, UCA Editores, San Salvador, 1993, p. 594. 153 economía que sólo actúe según el principio del interés personal no satisface las necesidades sociales del hombre”249. Marx escribía : “La sociedad se divide cada vez más en dos grandes campos enemigos, en dos clases directamente enfrentadas: la burguesía y el proletariado”250. Marx criticó todo aquello que se presentó como alienante tanto en las esferas religiosa y filosófica como en las esferas política y económica. La crítica se basaba en la superación, por ejemplo, de las propuestas de Hegel y Feuerbach según las cuales todas las realizaciones y teorizaciones sobre el ser humano eran abstractas. Según Marx, debemos regresar a lo concreto para proponer las transformaciones. La crítica de Marx que debemos actuar es aquélla que, tomando en cuenta las propuestas precedentes, busca superarlas. La crítica no debe ser demoledora y destructiva; sino como la que propone Franz Hinkelammert, siguiendo la tradición kantiana, una crítica que asume lo criticado: “Quiero comenzar aclarando el sentido que le doy al pensamiento crítico, y a la crítica como instrumento del desarrollo científico. Y es que creo que en este tema Popper ha tenido una influencia fatal, al asumir el sentido de la crítica declarando lo criticado como algo desechable. Una visión de todo el pasado del pensamiento como desechable, estando todo por hacer. No habrían pensamientos criticables que mantengan validez, sobre todo en el campo de las ciencias sociales, y muy especialmente es esta su visión sobre Marx, una obra desechable e inservible. No creo que en esto consista el 249 ARTHUR UTZ, La filosofía económica del marxismo, Colección Humanum, Herder, Barcelona, 1984, p. 19. 250 CARLOS MARX, El manifiesto del Partido Comunista, parte I, Edición de Jacobo Muñoz, Clásicos del Pensamiento, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, p. 48. 154 verdadero poder de la crítica. Crítica es recuperación de lo criticado, es determinar el marco de validez del pensamiento criticado”251. Lo cierto es que Marx no sólo criticó la alienación que produjo el capitalismo, sino que criticó las posiciones políticas, filosóficas y religiosas de su tiempo252. La crítica fue amplia porque la alienación también era amplia; su error no sólo abarcaba la inteligencia, sino además los campos intrínseco y extrínseco del ser humano. Ahora bien, la crítica que ahora debemos establecer es también muy amplia, porque en conexión con Marx, debemos criticar todo aquello que aliene al hombre y a las sociedades. Pero esta visión de retomar lo que hemos criticado es más completa que la visión de Kant, ya que Marx no sólo tomó en consideración, por ejemplo, las posibilidades que tiene el hombre de conocer, sino que toma en consideración toda realidad humana. Toda esta situación nos debe llevar a la autocrítica para no llegar a las consecuencias del dogmatismo. Esta falta de autocrítica le pasó la factura al marxismo, en su vertiente soviética. Ahora, paradójicamente, le está sucediendo al capitalismo, con el proceso de ideologización que está viviendo: el mercado capitalista se ha constituido como el modelo único, al considerar que no hay soluciones más allá de él. En este sentido, uno de los puntos vigentes del marxismo es la crítica al capitalismo en muchos de sus puntos. Una de las primeras vertientes a criticar es la alienación del trabajador. Marx se pregunta: 251 FRANZ HINKELAMMERT, “Claves de un pensamiento crítico, entrevista a Franz Hinkelammert”, en, JOAQUÍN HERRERA FLORES (Ed.), El vuelo del Anteo. Derechos humanos y crítica de la razón liberal, Editorial Brouwer, Bilbao, 2000, p. 278. Esta citado en: CARLOS MOLINA, Sujeto viviente y ética del Bien Común. El pensamiento ético de Franz J. Hinkelammert, Tesis doctoral, Universidad José Simeón Cañas UCA, San Salvador, p. 21. En la página WEB de la UCA: www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/libros. El documento se imprimió el 27 de Junio de 2006. 252 Afirma Fernández Buey: “Fue él (Marx) quien escribió que había que rebelarse contra las determinaciones de lo económico. Fue él quien llamó la atención de los contemporáneos sobre las alineaciones implicadas en la mercantilización de todo lo humano”: FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY, “Marx y los marxismos”, en, La teoría marxista hoy, CLACSO, Buenos Aires, 2006, p. 192. 155 “¿En qué consiste entonces la alienación del trabajo? Primeramente en que lo trabajado es externo al trabajador; es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo”253. Con la crítica del capitalismo Marx trataba de buscar una alternativa a sus consecuencias destructivas. “Según Marx, seguir con el capitalismo es seguir con un proceso de destrucción fatal, que implica no sólo al ser humano, sino igualmente a la naturaleza. Sería un proceso de suicidio colectivo de la humanidad...Por eso Marx busca la solución para estas tendencias destructoras del capitalismo y las ve como una cuestión de vida o muerte. Esta solución la llama socialismo”254. Es más, Hinkelamert va más allá diciendo que “este problema de la alternativa al capitalismo lo enfrentamos nosotros hoy posiblemente con más urgencia y con mayor necesidad que el mismo Marx, si no queremos el suicidio colectivo”255. 253 CARLOS MARX, Manuscritos de Economía y Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 1970, pp. 108109. Este tema está presente en el Magisterio de Juan Pablo II en la encíclica Laborem Excercens de 1979. Además, en el texto de Ignacio Ellacuría de Conflicto entre trabajo y capital en la presente fase histórica. Un análisis de la encíclica de Juan Pablo II, sobre el Trabajo Humano, en, Revista Estudios Centroamericanos (ECA), UCA Editores, No. 409, San Salvador, 1982. 254 FRANZ HINKELAMMERT, “Entrevista”, en, Revista Éxodo: “¿Qué queda del marxismo?, No. 37, Centro de Evangelio y Liberación, Madrid, p. 14. 255 Ibid., p. 14. 156 Hinkelammert piensa que, aun cuando el mercado no se puede abolir, las relaciones mercantiles del capitalismo sí tienen que cambiar si pretendemos construir una alternativa al modelo económico vigente. Por lo tanto, la abolición del capitalismo es necesaria no porque lo indiquen las leyes de la historia, sino porque el capitalismo nos impide alcanzar todas nuestras potencialidades de transformación256. La plusvalía. En su análisis económico, Marx descubre la plusvalía: la parte del valor de una mercancía de la cual se apropia el poseedor de los medios de producción; de esta forma no paga al obrero lo que es justo. Así, cuando las personas trabajan el producto final es fruto del trabajo de todos; sin embargo, los beneficios no son para todos. La parte que se deja de repartir es el beneficio de los patronos. Esta es la base de la explotación. Sin embargo, a esta plusvalía debe reconocérsele su valor teórico y científico, por un lado; y por el otro, el carácter práctico que recoge su espíritu revolucionario. El tema de la plusvalía es sumamente actual ya que nos encontramos con la separación de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, que está al origen de la división de la clase social. Así, el trabajador se enajena ante lo producido, no recibe la ganancia por lo que produjo; el valor que recibe en términos de remuneración o salario cubre solamente una parte de la energía utilizada en la producción del objeto. La plusvalía, por tanto, es la ganancia de los dueños de producción. El sistema económico distribuye ineficazmente las ganancias y perpetúa la injusticia sobre los trabajadores. 256 Cfr. JOSÉ EDGARDO CAL MONTOYA, Aportaciones del Marxismo Analítico al análisis filosófico actual, UCA, San Salvador, 2004. p. 12, En el sitio WEB de la UCA: WWW.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/cal1.pdf Este artículo se imprimió en Mayo de 2006. 157 Marx buscará los medios para que la clase trabajadora transforme esta explotación. La praxis se orientará hacia la desalienación del trabajo mediante la superación de las condiciones históricas del capitalismo. c. Internacionalización de la izquierda. Ciertamente no estamos en la discusión de los primeros años del socialismo soviético en que los contemporáneos de Lenin, especialmente Trotsky, y luego Stalin, debatieron sobre si se debía exportar el socialismo o se debía fortalecer internamente. Trotsky sostenía la teoría de la revolución permanente que comienza sobre el terreno nacional, se desarrolla sobre la arena internacional y acaba sobre la arena mundial. Así, la revolución llegaba a ser un esfuerzo de largo aliento que terminaría con el triunfo definitivo de la nueva sociedad sobre todo nuestro sistema social cuando llegue el cambio en el planeta. Para Trotsky, pretender someter el desarrollo de la revolución internacional a la realización de la sociedad socialista integral en un único país, sólo puede representar entonces un carácter reaccionario. En esa visión, el marxismo estaba adscrito al Estado Soviético. Esto condujo a dos consecuencias: primero, al reforzar el marxismo de forma interna, especialmente en la era de Stalin, se centralizó el poder en el Estado ocasionando muchas purgas políticas. Segundo, el marxismo que se exportó fue el soviético, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora la realidad es otra. Ya no podemos partir del marxismo anclado únicamente en un Estado. En los últimos años asistimos con esperanza, sobre todo, en América Latina, a un cambio en algunos países, donde están asumiendo la dirección de los Estados algunos políticos de corte socialista que tratan de crear alternativas al régimen capitalista mundial: los casos de Venezuela y Bolivia, y los más moderados de Brasil, Chile, Ecuador, Argentina y Uruguay, más el mantenimiento del caso de Cuba. 158 Los esfuerzos deben centrarse en la fusión de los movimientos sociales con los movimientos políticos. Pero esta fusión no debe pensarse localmente, sino internacionalmente. Ahora los grupos populares deben unirse; no sólo los obreros, los campesinos, los indígenas, las mujeres, sino también, los grupos antiimperialistas, etc. Esta internacionalización se hace más difícil, sobre todo cuando, por ejemplo, los obreros de los países del Norte tienen prioridades distintas que los del Sur. Girardi dice al respecto: “Una solidaridad fundada únicamente sobre la generosidad de los pueblos ricos y no sobre una comunidad de intereses se mueve siempre en un nivel asistencial y no puede contribuir a la construcción de un nuevo orden mundial”257. Consecuentemente, estos movimientos de carácter internacional deben tener agenda política establecida. Esta agenda debe llevar a la construcción de un frente popular planetario que tenga como eje a los excluidos. La recuperación de la propuesta de Marx debe hacerse desde un balance histórico. No podemos pensar que las experiencias marxistas, tanto en Occidente como en Oriente, fueron sólo fracaso, destrucción e injusticia, tal como lo hacen ver sus detractores. En este balance debemos tener en cuenta las propuestas exitosas del marxismo; entre otras podemos mencionar: los sistemas educativos de los estados socialistas, los programas de salud, la satisfacción de las necesidades básicas de las mayorías, etc. Todos estos ejemplos los encontramos en algunos países de corte marxista. Acerca de la necesidad de este balance, escribe el italiano Domenico Losurdo: “Es imprescindible un balance histórico profundo: el análisis de la historia debe marchar al paso con los esfuerzos por la profundización y 257 JULIO GIRARDI, Los excluidos ¿construirán la nueva historia?, Editorial Nicarao, Managua, 1994, p. 270. 159 perfeccionamiento de la teoría que, por su parte, está llamada a arrojar nueva luz sobre el balance histórico. Nuestro Marx - para retomar la formulación de Gramsci- no puede ser ni el de Plejánov, ni tampoco el del Diamat y de los ideólogos del régimen que robaron a un gran pensamiento revolucionario su enorme potencial crítico e intentaron reducirlo a una especie de teología del estado”258. d. Un marxismo integral e imaginativo: con logos, con ethos, con pathos y con praxis. El marxismo, en la actualidad, debe pensarse dialécticamente; eso quiere decir que se lo debe pensar como una propuesta dinámica para actuar en la sociedad. Nos debemos alejar de todo aquello que suene a dogmático y estático, por lo menos cuando hablamos del marxismo. Además de ser dinámico, debe atender a la realidad. Así, nos debemos imaginar un marxismo que atienda a nuestro tiempo y a nuestros contextos. El marxismo debe tener logos: debe tener una teoría que sustente sus acciones. Este logos debe permear tanto la realidad social como la realidad humana. Los colectivos y los miembros de los colectivos deben tener claro el instrumental teórico marxista y la realidad próxima en la que les toca actuar. Esto implicará que el logos establezca una crítica permanente del capitalismo, y una autocrítica de las propias actuaciones sobre la realidad. Este marxismo, además, debe asumirse desde el ethos: esto quiere decir que el marxismo en los pueblos de América debe establecer nuevas formas de relacionarse y nuevas formas de organización social. Este ethos no es 258 DOMÉNICO LOSURDO, “Después del diluvio: ¿retorno a Marx?”, en, Marx Ahora, Revista Internacional, Número 2, Editorial de las Ciencias Sociales y la Cátedra de Estudios Marxistas “Julio Antonio Mella” del Instituto de Filosofía, La Habana, 1996, p. 41. 160 necesariamente la construcción de una ética del discurso al estilo de Apel259, sino que debe ser el establecimiento de nuevas formas de relación, desde la crítica al capitalismo como sistema dominante y desde las víctimas que produce ese modelo homogenizador que no entiende de alternativas. Además, el marxismo y los revolucionarios que actúen desde él deben tener en cuenta el pathos: esto quiere decir que se debe tener en cuenta el entusiasmo, los sufrimientos, la voluntad, las pasiones de los sujetos que actúan en las transformaciones sociales. En síntesis, y a diferencia del pathos nietzscheano de la nobleza, el revolucionario debe llevar la pasión de las transformaciones de su entorno. Este pathos procura que el marxismo sea creativo e imaginativo frente a una de las demandas de la realidad. El marxismo desde el pathos contemporiza con las propuestas existenciales de los seres humanos. Todos estos componentes nos llevan a un marxismo con praxis, en el que necesariamente actúan todos los elementos del marxismo y que se presenta como una alternativa a la fragmentación de la sociedad. Esta praxis actúa para que el marxismo sea una propuesta dinámica y no estacionaria ni encaminada a convertirse en un dogma inamovible. El marxismo latinoamericano, en conjunción con las manifestaciones del marxismo en el mundo, puede ofrecer, además de una crítica aguda y permanente sobre el capitalismo, una propuesta integral que obedezca a razones históricas de nuestros pueblos. Ellacuría escribe: “El momento inicial del marxismo es la vivencia de la injusticia social, entendida no como algo periférico y dependiente de la 259 En la actualidad resulta insuficiente una ética del consenso o el acuerdo entre las partes. Eso obedecería a un modelo “eurocéntrico” donde las partes están en igualdad de condiciones. El marxismo debe promover un ethos que se encuentra con las víctimas, que desde las mayorías de marginados establezcan las relaciones y evite caer en las formalidades de la democracia parlamentarista. 161 malicia de algunos hombres, sino como algo que determina la fase histórica... la historia y la política aparecen como lugar privilegiado de la ética, pues la transformación de lo que es malo en lo que debe ser, no es ya un problema puramente tecnológico sino algo que exige y multiplica las energías éticas. Se da así la posibilidad de aunar la acción histórica con el perfeccionamiento ético, superando así el dualismo entre la realización personal y la realización histórica”260. Además, debe ser un marxismo relacionado con muchos campos del saber, tal como lo pretendió Trosky. Este aspecto también está presente en algunas de las tesis de Mariátegui: el marxismo debe ser abierto, dinámico y convergente. En cuanto al marxismo abierto, se deberán tener en cuenta algunos puntos del Open Marxism261, un movimiento marxista radicado principalmente en Inglaterra que trata de presentar un marxismo menos rígido del que la experiencia soviética nos dio en las décadas pasadas. Una de las principales propuestas del Open Marxism es el valor objetivo del capital. Para ellos, el capital es de por sí antagónico. El trabajo es la clave de lectura desde la cual debe hacerse la lectura de la economía. Este movimiento no pone su énfasis en que el capital condiciona al trabajo262, sino que ve en el trabajo una iniciativa potente capaz de cambiar las condiciones actuales del capitalismo: “De tal manera, que su objetivo no es la teorización de un mundo que se cierra conceptualmente como resultado del énfasis en la dominación, sino el de la iluminación de las potencialidades y el movimiento de abrir el mundo a partir de la centralidad de la 260 IGNACIO ELLACURÍA, “Teología de la liberación y marxismo”, en, Revista Latinoamericana de Teología, No. 20, UCA Editores, San Salvador, 1990, p. 118. 261 JOHN HOLLOWAY; ALBERTO BONNET; SERGIO TISCHLER, El marxismo abierto, una visión europea y latinoamericana, Universidad Autónoma de Puebla y Ediciones Herramienta, Buenos Aires, 2005. De la edición de: WERNER BONEFELD, RICHARD GUNN, KOSMAS PSYCHOPEDIS, Open Marxism, Tres volúmenes, Pluto Press, Londres, 1995. 262 Es importante el artículo de HOLLOWAY JOHN, “Del grito de rechazo al grito de poder: la centralidad del trabajo”, en, El marxismo abierto, Op. Cit., pp. 7- 40. 162 categoría de lucha... En la misma dirección, habría que subrayar que la categoría de lucha es entendida como el movimiento de emancipación del trabajo en- y- en- contra del capital”263. Otro de los puntos importantes del Open Marxism es la crítica a los partidos políticos, ya que se da una separación entre los dirigentes y los dirigidos, entre la organización y las masas. Así, este movimiento indica que es necesaria la lucha; y la lucha “es entendida como movimiento contradictorio: un movimiento contra el capital que permanentemente lucha por definirnos y por determinarnos, y un movimiento contra nosotros mismos para despojarnos de las formas dominantes. En otras palabras, el concepto de lucha no es mecánico y lineal sino dialéctico. La lucha es el sujeto: la capacidad colectiva de pensar contra la dominación contra sí mismo”264. Esta visión del Open Marxism abre la perspectiva a la organización, ya que para procurar los cambios no sólo debe pasarse por el partido o el sindicato, sino que deben aparecer otros movimientos marxistas que se centren en luchar contra el capital. En América Latina es necesario tomar en serio las experiencias campesinas, o las experiencias de Los sin tierra o de los mismos zapatistas en México. Sin embargo, no basta que el marxismo se mantenga abierto a las diferentes situaciones históricas, y lo que haría que el marxismo se transforme en 263 Ibid., El Prólogo, elaborado por los autores que hacen una presentación de todos los artículos del primer volumen, pp.3-4. 264 Ibid., p.4. 163 una propuesta teórico-práctico de característica integral; tal como dice García Bacca, tiene que ser puesto continuamente a prueba265. e. La recuperación de la conciencia de clases El tema de conciencia de clase no es definido por Marx con amplitud a lo largo de sus escritos. Esto no quiere decir que no tocara el tema. Marx trataría el tema de clases en El 18 de Brumario de Luis Bonaparte266 cuando explica la situación de los campesinos en Francia, a los cuales su situación económica les impide unirse. Todas esas masas se viven contraponiendo entre ellas. “En la medida que millones de familias campesinas viven en condiciones económicas que las separan unas de otras y oponen su género de vida, sus intereses y su cultura a los de las demás clases de la sociedad, constituyen una clase. Pero no constituyen una clase en la medida en que entre los campesinos parcelarios existen solamente lazos locales, o en la medida en que la similitud de sus intereses no crea entre ellos ninguna comunidad, ningún lazo nacional ni ninguna organización política. Por ello es por lo que son incapaces de defender sus intereses en su propio nombre, ya sea por intermedio de un parlamento, o por intermedio de una asamblea. No pueden representarse a sí mismos, tienen que ser representados. Sus representantes deben aparecérseles al mismo tiempo como dueños suyos, como una autoridad superior, como un poder gubernamental absoluto, que les protege contra las demás clases, y que desde arriba hace y deshace a su antojo. La influencia política de los campesinos parcelarios halla, por consiguiente, su última expresión en la subordinación de la sociedad al poder ejecutivo”267. 265 JUAN GARCÍA BACCA, Lecciones de historia de filosofía, Universidad Central de Venezuela Caracas, 1973, p. 315. 266 CARLOS MARX, El 18 de Brumario de Luis Bonaparte, Editorial Progreso, Moscú 1973, p. 62. 267 Ibid., p. 182. 164 Esta cita de Marx tiene una gran actualidad porque las grandes mayorías – como lo explicó a partir de su interpretación de la situación de los campesinos franceses- caminan, muchas veces sin organización, dejando su destino a los partidos políticos. Éstos no trabajan ni gobiernan para las mayorías que representan, sino que gobiernan para los intereses partidarios. Las mayorías son para los políticos un cuerpo electoral, del que esperan únicamente su voto que nuevamente los lleve al poder. Esta falta de solidaridad de clase la veía Marx también en 1848, después del Manifiesto Comunista. Por eso dijo, en ocasión del mensaje inaugural de la Primera Internacional Socialista: “...Que la emancipación de la clase trabajadora ha de conquistarla la misma clase trabajadora. Que la emancipación económica de la clase trabajadora es, por lo tanto, el gran fin al cual todo movimiento político ha de quedar subordinado como medio. Que todos los esfuerzos hechos en procurar estrategias han sido fraccionadas hasta ahora por falta de solidaridad entre las numerosas asociaciones laborales de cada país, así como por la ausencia de un vínculo fraternal de unión entre la clase trabajadora de los diferentes países”268. Ni los campesinos franceses, descritos en el 18 de Brumario269, ni las mayorías populares de nuestros tiempos, tienen conciencia de clase. Pueden estar agrupados sociológicamente, pero no buscan de forma conjunta soluciones 268 CARLOS MARX, “Discurso inaugural de la I Internacional Socialista”, en, ISAIAH BERLIN, Karl Marx, Alianza Editorial, Madrid, 1988, pp. 221-222. 269 En el 18 de Brumario, Marx distingue las siguientes clases sociales: los aristócratas, los terratenientes, la burguesía capitalista, los pequeños burgueses, los campesinos y los proletarios. En el Manifiesto Comunista, en cambio, presenta cuatro clases sociales: los burgueses, los proletarios, nobles feudales y pequeña burguesía. 165 dignas para su situación. Calvez nos dice al respecto, cuando comenta el 18 de Brumario: “...los elementos que constituyen el contenido de una clase: el género de vida, los intereses, la cultura. Todos estos elementos permiten la definición sociológica de clase con el significado que se le da corrientemente. Pero, al mismo tiempo que ese contenido, Marx exige un elemento formal, para que se dé verdaderamente una clase, la conciencia de poseer en común tal o cual género de vida, tales intereses, tal cultura. La falta de ese elemento formal hace que una clase sea incapaz de ser dominante políticamente por sí misma...Toda clase puede llegar a una situación dominante mediante una representación. Pero la representación exige una conciencia colectiva”270. Esta conciencia social es una expresión de la conciencia de clase, y ambas responden al ser social del hombre y a las condiciones de la vida material de la sociedad: “El materialismo histórico enseña que la conciencia social es el reflejo del ser social, de las condiciones de la vida material de la sociedad. Según sea el ser social de los hombres, su vida material, así será su conciencia social...El ser social determina la conciencia social”271. En cuanto a la burguesía, el mensaje de Marx también guarda bastante actualidad, ya que la burguesía capitalista tiene una mayor conciencia de clase, y considera al sistema capitalista como el único camino posible para enfrentar los problemas más acuciantes de la sociedad. Escribe Calvez: 270 271 JEAN-IVES CALVEZ, El pensamiento de Carlos Marx, Op. Cit., p. 224. F.V. KONSTANTINOV, El Materialismo Histórico, Editorial Grijalbo, México, 1960, pp. 300-301. 166 “La burguesía es, sin duda, el grupo social que mejor responde a las condiciones de la definición de una clase que propone Marx... La burguesía es el producto de una serie de acontecimientos de carácter económico cuya amplitud y cuya novedad dejan ya prever el carácter particular del destino propio de esta clase social: el descubrimiento de América, el desarrollo del comercio, la división del trabajo industrial, la formación del mercado mundial”272. Marx afirmaba que existe conciencia de clase cuando una determinada clase social tiene en común la misma cultura, además de las mismas necesidades, los msimos valores y los mismos intereses. Sin embargo, si esta conciencia no lleva a la organización y a la acción, la clase burguesa acumula un gran poder que acaba llevándose todo: el poder económico, el poder político y la hegemonía social. “En su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, la burguesía ha creado fuerzas productivas más masivas y colosales que todas las generaciones pasadas juntas...Hemos visto empero, que los medios de producción y de tráfico sobre cuya base se formó la burguesía, fueron engendrados en la sociedad feudal. En una determinada etapa de la evolución de estos medios de producción y de tráfico, las condiciones en las que la sociedad feudal producía e intercambiaba, la organización feudal de la agricultura y de la manufactura, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad cesaron de corresponder al nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas...Su lugar fue ocupado por la libre 272 JEAN-IVES CALVEZ, El pensamiento de Carlos Marx, Op. Cit., p. 232. 167 competencia con la constitución social y política acorde con ella, con la dominación económica y política de la clase burguesa”273. Esta soberanía política y el poder económico centrado en la burguesía es de gran actualidad. Dice Marx: “El gobierno moderno no es sino una delegación que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa”274. Sería, pues, necesario regresar al concepto de clase, pero las condiciones actuales exigen que lo ampliemos mucho más. Es decir, es un concepto que va más allá de la clase trabajadora. Escriben Laclau y Mouffe, sobre el discurso del proletariado: “ha sido sustituido por una polifonía de voces, cada una de las cuales construye su propia identidad discursiva”275. Estos pensadores proponen que se unan las varias voces desposeídas. La clase estaría conformada por la reunión de muchas personas: los indios, las mujeres, los obreros, los negros, los niños, etc. En América Latina, se deberían recoger las voces de los grupos excluidos llevándolos a la organización social para que desde esa colectividad formada se desplieguen actividades consecuentes. La conciencia de clase también exige que la función del ser humano sea activa, en tanto que su acción se dirige a transformar el sistema. Así, la acción del sujeto, como dirá Marx, será influencia significativa a partir de su ubicación de clase, lo cual significa, no solamente la participación con el resto de la clase social a la que pertenece, en determinadas condiciones económicas y sociales comunes, sino también en el conjunto de valores, creencias y actitudes. Desde la praxis social se establece un pilar que es fundamental para América Latina: el sujeto histórico que, desde esta perspectiva, se vincula con las mayorías 273 CARLOS MARX; FEDERICO ENGELS, El Manifiesto del Partido Comunista, Edición de Jacobo Muñoz, Clásicos del Pensamiento, Biblioteca Nueva, Madrid, 2000, pp. 53-54. 274 Ibid., p. 58. 275 ERNESTO LACLAU; CHANTAL MOUFFE, Hegemony and Socialist Strategy, Towards a Radical Democratic politics, Verso, Londres,1985. Estos autores hacen un llamado a la democracia radical que tiene como fin unirse bajo la misma bandera de las luchas anticapitalista, antisexista, antirracista, etc. 168 populares del continente. El sujeto estará determinado por la praxis que implica la relación del hombre con el mundo y la transformación de éste a través del trabajo. 7. Conclusión: De la crisis del socialismo al socialismo para la crisis. En estos tiempos muchas veces queremos caminar en contra de lo que nos indicó la Modernidad. Los autores nos invitan a dejar a un lado la razón, la crítica, la búsqueda de ideales colectivos, los metarelatos, las grandes fundamentaciones, etc. Eso parecería que nos lleva a pensar que debemos caminar sin rumbo y sin orientación. Estaríamos insertados en un “vagabundeo incierto” sobre la realidad y eso porque a los seres humanos nos cuesta posicionarnos en la realidad. Estamos confundidos a nivel social y espacial. Jamenson indica que la humanidad necesita establecer algunos mapas cognitivos para encontrar el camino perdido; estos mapas deben tener una referencia con la realidad. Los mapas deben marcar un “progreso hacia un modo aún inimaginable de representar... el capitalismo tardío, con el que podamos volver a comprender nuestra posición de individuos sujetos colectivos y recuperar una capacidad de actuar y luchar que en el presente está neutralizada por nuestra confusión espacial y social. La forma política del postmodernismo, si alguna vez existe, tendrá como vocación la invención y proyección de mapas cognitivos y globales a escala social y espacial”276. Tomando la idea de los mapas cognitivos, pensamos que el marxismo puede ofrecer líneas de orientación que, lejos de una visión totalizadora, nos 276 FREDERIC JAMESON, La postmodernidad y la lógica del capitalismo Tardío, p. 92. 169 puedan enmarcar el camino espacial y social para las mayorías que están excluidas. El marxismo es una teoría muy importante que ha constituido un referente desde su inicio en el siglo XIX. Su práctica y su experiencia acumulada han sido un caudal para muchas sociedades en el mundo. Todavía en el siglo XXI, Marx es un referente: tanto para los que lo defienden como para los que lo atacan. Sin embargo, también han sido inocultables sus errores políticos277. Pero, ante problemas de prejuicios o tergiversaciones, hay que volver a los orígenes y a los procesos reales, y a aquéllos que se han inspirado en las fuentes y han renovado el marxismo en su espíritu original. En este sentido, el marxismo nos invita a regresar a Marx y a regresar fielmente a lo que nos indica la realidad. Además, debemos entender ahora que las contradicciones de la realidad, en la línea de la explicación de Lenin278, son hoy más complejas que aquéllas que ocurrieron en la Revolución Rusa y, con más razón, que las que se dieron en el tiempo de Marx. Debemos leer estas contradicciones contemporáneas complejas como normales, pero que de ningún modo indican el acabamiento del marxismo. Es más, teniendo en cuenta a Althusser, el marxismo nos ha enseñado a seguir proponiendo a pesar de las contradicciones; las contradicciones son el motor de las propuestas279. 277 MAURICIO LEBEDINSKY, El Marxismo ante el siglo XXI, Editorial Letra Buena, Buenos Aires, 1992, p. 131. 278 Lenin explicaba que en Rusia no había una sola contradicción, sino un cúmulo de contradicciones que se fundieron en una crisis nacional e internacional. El problema se manifestó tanto en guerras internas como externas. 279 Althusser, tratando de evitar el calco que hace Marx de Hegel sobre las contradicciones, establece que Marx hace una inversión de Hegel. Las contradicciones para Althusser son determinantes: “Para que esta contradicción llegue a ser activa en el sentido fuerte, principio de ruptura, es preciso una acumulación de circunstancias y de corrientes tal, que, cualquiera sea su origen y sentido (y muchas de ellas son necesariamente, por razón de su origen y sentido, paradójicamente extrañas, incluso absolutamente opuestas a la revolución), ellas se fusionen en una unidad de ruptura”, LOUIS ALTHUSSER, Pour Marx, p. 98, citado por GREGORIO RODRÍGUEZ YURRE, El Marxismo, Exposición y crítica, libro 1, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1976, p. 110. 170 También se debe tener en cuenta la relación intrínseca de la teoría y la práctica. Esta práctica, tan importante en la propuesta marxista, debe estar iluminada por la teoría. Así, también la práctica debe ser conceptualizada para enriquecer a la teoría y para provocar nuevas prácticas. Desde esta visión, las prácticas marxistas no se suscriben a una sola; todo lo contrario, las prácticas marxistas deben diversificarse según la realidad en que se desarrollan. En esta concepción integral de la praxis, la teoría no se opone a la práctica; la unidad de la praxis no consiste en una unidad uniforme y estática, sino que es una unidad de diversas praxis, a la cual le corresponde un momento teórico280. En esa diversificación, cabe la lupa permanente de la crítica. Se debe hacer un examen desde los desaciertos y formular una nueva teoría y práctica marxista. No debemos preocuparnos por cumplir las leyes de la historia, sino que debemos ser fieles al carácter cambiante de la realidad. No estamos pendientes de si se cumplieron o no las predicciones marxistas; debemos estar pendientes de la realidad, como supo estar pendiente Marx y como respondió desde sus categorías epistémicas. En este sentido, antes de definir un método científico o un método filosófico, que estaría muy centrado en la verdad, deberíamos atender al método, entendiéndolo como una vía de acceso a la realidad; es un odos a la realidad281. Esto tendría una implicación muy decisiva en la filosofía: la práctica filosófica debe hacerse desde las condiciones materiales de la realidad. Esto hace que la filosofía, en este caso marxista, no actúe bajo leyes predeterminadas, sino desde la realidad y según ella. Esta realidad hará que el 280 CARLOS ACEVEDO, “El legado filosófico-político de Ignacio Ellacuría”, en, Estudios Centroamericanos ECA, números 541-542, UCA Editores, San Salvador, 1993, pp. 1089-1107, principalmente en el tema de la filosofía de la liberación y praxis liberadora. El concepto de la relación de teoría y práctica es muy cercano al aristotélico. Acevedo desarrolla este trabajo a partir, sobre todo, del trabajo: IGNACIO ELLACURÍA, “Hacia la fundamentación del método teológico latinoamericano”, en, Estudios Centroamericanos ECA, números 322-323, UCA Editores, San Salvador, 1975, pp. 413-420. 281 Tal como lo explica Zubiri: “El método es una marcha intelectiva en la realidad, no es una marcha lógica en la verdad”, en, XAVIER ZUBIRI, Inteligencia y razón, Alianza Editorial, Madrid, 1983, p. 206. 171 marxismo que se busque sea actual, es decir, que cobre actualidad, según lo que dicta la realidad. Este volver a la realidad, que en última instancia será regresar a las víctimas de estos tiempos, nos ayuda a no construir paraísos terrenales, sino a reorganizar, desde las bases socialistas, la lógica de un orden mundial inédito282. Desde este volver a las víctimas, parafraseando a Benjamin, debemos entender los procesos históricos de diferente manera: “a la Historia de dominación se debe contraponer la historia tartamuda de los oprimidos; a la continuidad, la fugacidad y la recurrencia...”283. Esto nos ayuda a pensar que la justificación del marxismo viene por el camino de las víctimas de todo tipo de injusticia. No es, en última instancia, la preponderancia del capitalismo, la teoría de la plusvalía ni las leyes de la historia, etc., las que determinan la necesidad del marxismo hoy; sino la presencia de muchas víctimas que recorren la historia sin conciencia colectiva, es decir, sin valores, sin cultura y sin intereses comunes entre todos ellos. El marxismo tal vez no es el único sistema que recoja las inquietudes de cómo vive la mayoría de la población mundial, subsumida en la pobreza; pero el marxismo sí nació de la preocupación por la transformación de las víctimas, expresadas en el proletariado de Europa del siglo XIX. Por lo tanto, es la reivindicación de las víctimas la que debe potenciar las necesidades históricas, para que el marxismo pueda acompañar y ofrecer 282 Cfr. Estudio de HELIO GALLARDO, “Nuevo Orden Mundial”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, volumen II, Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, pp. 749-757. Este autor opone su propuesta al concepto universalista de “Nuevo orden mundial” propuesta, principalmente en la actualidad, por el Presidente George Bush Jr. y sus aliados. Un Orden Mundial debe renunciar a sus pretensiones universalistas y situarse desde las particularidades de la humanidad. Las particularidades respetan las características locales de las comunidades. 283 GISELA CANTAZARO; EZEQUIEL IPAR, “Benjamin: la cita secreta”, en, Las aventuras del marxismo, Editorial Gorla, Buenos Aires, p. 33. 172 caminos alternativos. Esta reivindicación no se suscribe, por ejemplo, a lo que describió el Manifiesto Comunista: después del derrumbe del capitalismo, el proletariado ascendería a ser la clase dirigente de la nación y éste se constituiría como la nación284. La reivindicación, en cambio, estaría caracterizada por la recuperación de la conciencia de “clase” de todas las víctimas. Estas víctimas que no son una clase únicamente, sino que son las mayorías del planeta, los que viven en una situación de postración. Por otra parte, debemos aclararnos que el marxismo no es un sistema acabado y cerrado. Es más, Marx no teorizó para que sus predicciones fueran verdaderas, sino que lo hizo basado en el diagnóstico que hizo de los proletarios de su tiempo. Tampoco hizo una práctica sistemática; es más, muchos de sus detractores han dicho que Marx indicó muy bien el problema, pero se quedó corto en ofrecer soluciones viables. Sin embargo, eso no es lo importante; importante es tomar la teoría con la práctica para reformularlas, por ejemplo, en el continente americano. En nuestro caso, el marxismo latinoamericano puede colaborar para la reformulación del marxismo en el mundo. En este sentido, el marxismo latinoamericano podría proponer, como lo ha hecho en el siglo XX, un sistema creativo capaz de dar soluciones. El esfuerzo debe centrarse, no tanto en la asunción al poder por parte de unos pocos, sino en la búsqueda de dar poder a los diversos sectores, privilegiando a quienes están sumergidos en la injusticia y en la opresión. Es más, dado el problema actual, pensamos que aquéllos que creemos en la vigencia del marxismo debemos ser honestos para decirlo y hacerlo, pero también debemos ser honestos afirmando la necesidad de volver a Marx si queremos que el marxismo tenga vigencia. Este volver nuevamente al marxismo implicará regresar a sus grandes aciertos y, especialmente, a aquéllos que tengan que ver con nuestra realidad inmediata. Implicará dejar atrás los errores. Pero lo 284 CARLOS MARX, El Manifiesto Comunista, p.68. 173 más importante de volver al marxismo se cifrará en el hecho que debemos regresar a los marxismos más anuentes a nuestros contextos latinoamericanos. Por ello es importante que, en el recomienzo del marxismo, regresemos a José Carlos Mariátegui, porque será una muestra, muy modesta, de mostrar que el marxismo es vigente; pero no hay que mostrarlo sólo por una moda teórica, sino por el hecho de que tiene una importancia práctica para los movimientos y los colectivos de inspiración socialista. Tal como lo planteara Héctor Agosti, citado por Pablo Guadarrama: “No basta con usar la metodología marxista para ser marxista. Para serlo verdaderamente, hay que unir el método de investigación a la práctica, hay que unir la explicación del mundo a su transformación”285. El otro elemento con el cual ha colaborado el marxismo latinoamericano al marxismo mundial es la idea que, para los movimientos latinoamericanos, el marxismo no fue el garante de la verdad ni de la interpretación única del mundo. La idea del marxismo en América Latina es siempre dinámica y en permanente acción creativa, ya que el marxismo siempre es una tarea inconclusa286. Desde esa visión se comprende que el marxismo siempre ha sido plural, pero manteniendo una tradición crítica y revolucionaria, tal como lo vemos en posturas como la de Ernesto “Che” Guevara o la de Mariátegui, que propusieron la utopía de un continente más humano287. En ese sentido, no basta proponer un cambio en la metodología, sino que para nuestros tiempos de fragmentación conviene que el marxismo nos ofrezca un sentido en la historia humana. 285 HÉCTOR AGOSTI, “La crisis del marxismo”, en, E. GUIDICI y H. AGOSTI, ¿Qué es la izquierda, Editorial Documentos, Buenos Aires, 1961, p. 65. Citado en: PABLO GUADARRAMA, “Bosquejo histórico del marxismo en América Latina”, en, Filosofía de América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998, p. 243. 286 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Transformación del marxismo en América Latina, Historia del marxismo en América Latina, Plaza y Janés, México, 2001, pp. 352-353. 287 Usamos el concepto de “utopía necesaria” como lo que hace falta por cumplir o por hacer (más cercano a Hinkelammert). No usamos el concepto de lo no realizable o lo quimérico. 174 El marxismo latinoamericano, por lo tanto, no es un sistema cerrado; todo lo contrario, es parte dinámica del proceso socialista en el mundo. Mariátegui afirmaba en un editorial de Amauta: “La revolución latinoamericana será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la revolución mundial. Será simple y puramente la revolución socialista”288. Con este breve análisis de la actualidad del marxismo y, en especial, en América Latina, consideramos pertinente adentrarnos en el marxismo de José Carlos Mariátegui, porque tiene potentes avenidas de pensamiento que hacen del marxismo una propuesta válida para el problema de la “escena contemporánea” y, muy particularmente, para América Latina. 288 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en, Amauta, edición facsímile, número 17, Editora Amauta, Lima, Perú, 1928. También en: NÉSTOR KOHAN, “El Che Guevara y la filosofía de la praxis”, en, De Ingenieros al Che, ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2000, p. 205. 175 176 CAPÍTULO III: EL PENSAMIENTO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI 1. Introducción. Estas páginas tienen la finalidad de presentar una secuencia descriptiva y analítica del pensamiento de José Carlos Mariátegui. No se trata exactamente de un análisis cronológico de sus obras y conferencias, sino de un análisis basado en la experiencia que ocupó para ordenar las bases de su pensamiento. Mariátegui, de seguro hubiese podido hacer un sistema y ofrecer soluciones más viables para el Perú de su tiempo, pero nos dejó muy pronto con su muerte anunciada. Dejó en herencia, en cambio, avenidas importantes para iluminar desde allí los problemas de nuestro tiempo en los diferentes países del continente. De estas avenidas se puede inferir una filosofía que no sólo sirve para recrear la realidad de su tiempo, sino también como un referente importante para estos tiempos, que exigen de sí muchas búsquedas y miradas vertidas hacia el futuro. Mariátegui, usando un método inductivo, siempre partió de los hechos, de la realidad y del entorno nacional e internacional. Así, se dio cuenta de la situación del Perú y concluyó que uno de los problemas fundamentales era la conformación de un sistema social que dejaba de lado la vida social y económica de los indios. No sólo analizó el problema de su país, sino que lo relacionó con los problemas del continente americano y del continente europeo. Partiendo de sus observaciones, estableció unos pilares de reflexión que han servido de sustrato para la construcción del pensamiento latinoamericano en los últimos años289. 289 Este método lo podemos apreciar en sus obras principales: La Escena Contemporánea, Siete Ensayos de la realidad peruana y Peruanicemos al Perú. 177 Se pueden destacar varias características en la evolución del pensamiento de Mariátegui, que lo distinguen y le dan una gran originalidad. Una de ellas es que siempre estuvo atento al problema de su país, al que llamó “el problema nacional”. Más aún: se puede decir que su tarea de mayor aliento “fue conocer el Perú y construir en él una sociedad humana y justa”290. Este problema nacional es el problema del indio. Esto se producía porque, después de la independencia, la construcción del Estado nacional se hizo a partir de las necesidades de los criollos, dejando a un lado la realidad de los indios. Asimismo, la importancia que le dio a la interdisciplinariedad para afrontar los problemas más complejos. Hay que destacar además que siempre estuvo abierto al aprendizaje y a todo aquello que sirviera para el análisis de la realidad. Esta cualidad es manifiesta sobre todo en la “edad de piedra” y el viaje obligado a Europa291. En estas dos etapas del Amauta292, éste aparece como un crítico contemporáneo, un crítico de su tiempo. Se convirtió en un observador que manifestó su disposición a analizar y aprender de la realidad. La teoría estará al servicio de la comprensión de los hechos. Se da una fusión entre sus conocimientos teóricos y los fenómenos que conoció de primera mano tanto en Europa como en el Perú. Esto nos revela una constante en su pensamiento: la relación que establece permanentemente entre lo nacional (el Perú) y lo internacional. De esta manera, criticó tanto la realidad europea como la realidad peruana. Su afán se manifestó en que siempre quiso relacionar los problemas del 290 GUSTAVO GUTIÉRREZ, “La autonomía intelectual de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, Volumen VII, No. 7, Editorial Amauta, Lima, 1995, p.50. 291 La edad de piedra se le denominó a la etapa juvenil de Mariátegui, en la cual escribió muchos comentarios y ensayos políticos y literarios. Se destaca en esta etapa su trabajo periodístico. La edad de piedra se establece, antes de su viaje a Europa, entre 1914 y 1919. En este lapso Mariátegui escribió unos 931 escritos, entre ensayos, críticas literarias y artículos periodísticos. Con el viaje a Europa, Mariátegui permanece en el viejo continente desde 1919 a 1923. Lo llamamos “viaje obligado”, ya que Mariátegui fue invitado por el gobierno del presidente Leguía para que viajara a Europa. Quiera que no este viaje representó un exilio para Mariátegui, ya que era ya una figura controvertida para la situación política del Perú. 292 Especialmente después de la muerte de Mariátegui, éste fue llamado por sus continuadores el amauta, que en quechua quiere decir “el maestro”. Después del viaje de Europa, Mariátegui funda un movimiento artístico, cultural y político llamado el Amauta. 178 Perú con los problemas del mundo. Esta constante lo llevó a establecer, al menos como principio, cómo debería ser la relación entre el socialismo y el indigenismo. El primer punto que abordaremos del pensamiento de Mariátegui, será el problema del indio junto al problema del Perú. Hizo un diagnóstico de su país frente a los problemas políticos y económicos internos en su relación con la economía mundial auspiciada por el capitalismo. Pero el diagnóstico lo llevó a establecer que el quid del problema era el despojo, el olvido, la marginación secular de los indígenas que en el Perú comenzó con la Colonia y se agudizó después con la independencia . Basado en este problema, Mariátegui afirmaba que en el Perú había una crisis orgánica de nación. Era un problema de nacionalidad y consideraba que el Perú era un concepto por crear. El Amauta estableció que este problema orgánico de nación se dio por haber tenido en el olvido al indio. Era el “pecado” del Perú como nación: “haber nacido y haberse formado sin el indio y contra el indio”293. En este sentido, para él, el nuevo Perú se tenía que construir desde el indio. Si se quería construir un nuevo Perú se tenía que hacer desde los pueblos indígenas y con los pueblos indígenas. El segundo punto importante que abordaremos en el pensamiento de Mariátegui es que toma como instrumento de análisis el marxismo. No toma el marxismo como una filosofía de la historia ni tampoco como una explicación total de la realidad y de la historia. Así, “considera que la contribución de Marx consistió en crear un método de interpretación histórica de la sociedad actual. Lo propio del materialismo histórico es lo metodológico; es decir un camino intelectual para aproximarse a una realidad”294. Esta visión le servirá para detallar la evolución histórica del Perú. 293 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos al Perú, Editorial Amauta, Lima, 1970, p. 61. GUSTAVO GUTIÉRREZ, Op. Cit. p. 44. Gustavo Gutiérrez ve una gran influencia, en este tema, del marxismo de Croce. 294 179 El marxismo le sirvió, además –tal como dice él-, para entender el problema del indio. Mariátegui, en este sentido, habla de un socialismo creativo y heroico; afirmaba que el sujeto de la revolución ya no era solamente el proletariado, sino una realidad dual en la cual llevará la voz de mando el indígena, pensado no como raza, sino como un referente del pueblo con una cultura y una cosmovisión particular. Esta confluencia trajo problemas interpretativos entre los marxistas y los indigenistas de su tiempo. Piensa que el Perú no saldrá de la crisis de nación con la República o con la democracia liberal. El único camino ideológico para ello es el socialismo. En el tercer punto titulado, La importancia de la escena contemporánea, presentamos la confrontación de lo internacional y lo nacional. Trataremos aquí las relaciones que establece Mariátegui del problema del Perú como Estadonación con la realidad internacional. Este análisis nos permitirá apreciar las características de Mariátegui como un crítico contemporáneo de todo el panorama mundial, especialmente frente a los hechos que ocurrieron en Occidente. El cuarto punto que abordaremos apunta a las mediaciones de acción que Mariátegui tenía para enfrentar el problema orgánico de nación: la cultura y la política. Centró todo su trabajo, principalmente, en Amauta que, tal como dice Mariátegui, es un movimiento cultural y político que perseguía la transformación del Perú. Como mediación política, Mariátegui buscó la organización política de las capas bajas de la sociedad, principalmente orientó sus esfuerzos a la formación del Partido Socialista del Perú. El quinto punto que abordaremos es el proceso identitario que se desencadenó desde sus propuestas. En este proceso de identidad, Mariátegui perseguía reconstruir una nueva peruanidad, ya que la primera se había hecho desde el indígena antes de la Conquista; luego, era una identidad que se había edificado desde la Colonia, con la marginación del indígena. Esta nueva 180 peruanidad a partir del indígena, tendría que ser un ejemplo para construir la identidad de nuestra América. Mariátegui afirma que no quiere un Perú solamente inca o solamente colonial, sino un Perú integral. En síntesis, y siguiendo el guión metodológico anterior, me propongo exponer el pensamiento de José Carlos Mariátegui a través de estos apartados: El problema del indio como problema nacional; el socialismo creativo; la importancia de la escena contemporánea; la cultura y la política como mediaciones práxicas y el americanismo como proceso identitario. En este análisis no se excluye la visión del binomio de lo nacional con lo internacional, ya que, como he dicho antes, se trata de un eje transversal muy importante para este pensador peruano. En todos estos aspectos, Mariátegui es un innovador, no porque fuera el primero en proponerlos, sino porque cuando habló de ellos siempre presentó vertientes importantes que no se habían tomado en cuenta, al menos, en las tres primeras décadas del siglo XX. 2. El problema del indio como problema nacional Mariátegui no fue el primero en situar el problema del indio como categoría estatutaria de su pensamiento. Sin embargo, la novedad de su propuesta fue que estableció el tema del indio en otra clave: la clave socialista. A principios del siglo XX muchos pensadores latinoamericanos, influidos por el romanticismo europeo y en oposición directa al positivismo reinante, habían iniciado una corriente de opinión importante en la toma de conciencia de la presencia del indio en América. Pero este enfoque, en la mayoría de casos, era paternalista y folklórico: formaba parte del paisaje americano. Sin embargo, sobre todo desde la generación de 1915, el indigenismo295 mira al indio como 295 Cfr. CARLOS BEORLEGUI, “La Generación de 1915-16”, en Historia del pensamiento filosófico Latinoamericano, una búsqueda incesante de la identidad, capítulo siete, Universidad de Deusto, 181 sujeto de sus propias reivindicaciones. En este enfoque, ya Martí había sido, a fines del siglo XIX, un precursor de este pensamiento, proponiendo el protagonismo del indio en la construcción de una nueva sociedad en suelo americano. En el siglo XX existen pensadores importantes que reivindican al indio, tales como Justo Sierra, Antonio Caso y José Vasconcelos. José Vasconcelos, con sus obras La raza cósmica e Indología, pensaba que América era el terreno adecuado para que se hiciese la síntesis de las culturas europea y americana. Carlos Beorlegui, en sus apuntes sobre La generación de 1915, sintetiza las dos obras: “En La raza cósmica, Vasconcelos trata de responder a interrogantes como qué lugar ocupa Iberoamérica en el conjunto de la cultura mundial, y qué aportaba el mestizaje iberoamericano a la historia universal, en un tiempo en el que en Europa se daba el auge del nazismo y su racismo beligerante, desde una concepción idólatra de la raza aria. Vistos estos peligros, Vasconcelos se cuestiona qué posibilidades habría de apuntar hacia una cultura del espíritu que purificara a la humanidad de sus tendencias racistas. Su tesis se orientaba hacia un final de las razas, a través de la imposición de un mestizaje universal que llevara a la unificación de la humanidad. Y en esa magna tarea, Vasconcelos consideraba que América era el continente capaz de realizar esa síntesis, 2004, pp. 401-484. Esta obra de Beorlegui presenta una extensa e importante documentación sobre los principales pensadores y filósofos de América Latina de los siglos XIX y XX. La metodología de la obra presenta a los autores por época histórica y por escuelas y corrientes de pensamiento. Beorlegui cita a MIGUEL ROJAS MIX, “Indoamérica”, en, Los cien nombres de América, Lumen, Barcelona, 1991; LUIS VILLORO, Los grandes momentos del indigenismo en México, Colegio de México, México, 1950; ANTONIO LAGO CARBALLO, Prólogo a José Vasconcelos, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1989. Otra cita importante es de MANUEL GONZÁLEZ CALZADA (comp.), La Revolución Mexicana ante el pensamiento de José Carlos Mariátegui, Consejo Editorial del Gobierno de Tabasco, México, 1980. 182 de lograr la raza cósmica, basada en una igualdad esencial de los seres humanos”296. En cuanto a la Indología, Vasconcelos va más a fondo: “La Indología representaba una ampliación y continuación de La raza cósmica, en la medida que se demoraba en concretar los pasos que la humanidad habría dado ya y tendría que dar en el futuro para conseguir el mestizaje de la raza cósmica. Vasconcelos presenta en este libro cinco estadios de progreso humano, desde el estado pretoriano (barbarie), democrático (Grecia y Europa del siglo XIX), económico (imperialismo), técnico (sociedad organizada y dirigida por humanistas), y, al final, el estadio filosófico o estético, del que saldría la raza cósmica”297. Vasconcelos, sin duda, toma el problema de las razas como superación de lo que había ocurrido en el siglo XIX con ciertos pensadores, como Sarmiento o Alberdi, que pensaban el continente como la construcción de una sociedad a semejanza de la vida europea. Propone una síntesis “cósmica”, que establecería un mestizaje entre los americanos y los europeos. Ciertamente esta posición todavía denotaba que los indígenas estaban en una situación pasiva, que la liberación vendría del exterior y que todavía se estaba lejos de una liberación del indígena por sí mismo y para sí mismo. 296 CARLOS BEORLEGUI, Op. Cit., p. 10. También cita a: JOSÉ VASCONCELOS, La raza Cósmica (misión de la raza iberoamericana), notas de viaje a la América del Sur, Agencia Mundial de Librería, París-Barcelona, 1925. 297 CARLOS BEORLEGUI, Op. Cit., p. 11, citando a: JOSÉ, VASCONCELOS, Indología; una interpretación de la cultura iberoamericana, Agencia Mundial de Librería, Barcelona, 1926. Además, Beorlegui recomienda que para un comentario general de la obra filosófica de Vasconcelos, cfr. JOSÉ GAOS, Pensamiento de Lengua española, Editorial Botas, México, 1940. Vasconcelos, cuando fue Rector de la Universidad Nacional de México, toma por lema Por mi raza hablará el espíritu. Estaba convencido que en la raza nuestra de América Latina se constituiría la raza cósmica que será una cultura de tendencias nuevas. 183 2.1 El problema del indio en el contexto peruano298. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se produjeron en Perú importantes levantamientos indígenas, que fueron rápidamente reprimidos por las fuerzas gubernamentales. Estos levantamientos, sin duda, como expusieran intelectuales de la época, se debieron a la marginación, al olvido y al despojo de sus tierras299. Los primeros intelectuales que pusieron en evidencia el problema del indio lo hicieron desde la producción artística y literaria. Esta corriente fue tildada de romántica y lírica. Estas primeras generaciones resaltaban la importancia del indio en su relación con la tierra y la naturaleza. Para ellos, el despojar al indio de la tierra era un problema de subsistencia no sólo material sino espiritual. Ven en ellos una raza con los mismos derechos que la raza blanca, planteando el problema del sustrato étnico de blancos e indios; su descripción era eminentemente étnica. Desde esta visión, este grupo de precursores pro-indígenas llevó a la discusión que las instituciones jurídico-políticas deberían considerar a los indígenas como parte importante de la nación. Es más, en la época del Presidente Leguía se crea el Patronato de la Raza Indígena, entre otras iniciativas300. Un notable representante y precursor del problema del indio es Manuel González Prada, que con un mensaje proindígena, describía la explotación de los 298 Cfr. CATALINA ROMERO, El problema de los indios y el problema del indio en los tiempos de Mariátegui, en La aventura de Mariátegui: nuevas perspectivas, Fondo Editorial y Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1995, pp.477-497. Esta obra en la cual consta la selección de ensayos se elaboró en la conmemoración de los cien años del nacimiento de José Carlos Mariátegui. También se puede consultar a URIEL GARCÍA CÁCERES, “El tema de mestizaje en las obras de José Carlos Mariátegui y de José Uriel García”, en, Anuario Mariateguiano, Volumen 7, N0. 7, Editorial Amauta, Lima, 1995, pp. 267-271. 299 Cfr. CATALINA ROMERO, op.cit., p. 479. La autora citará a Jorge Basadre, que publicó en la Crónica, y a Emilio Romero, Monografía de Puno, Lima, 1928 y en Perú por los senderos de América, México, 1955; José Antonio Encinas, Causas de la criminalidad indígena, Lima, 1919. 300 Cfr. Ibid., p. 484. 184 indios, ya desde su famoso discurso de julio de 1888, en el contexto de la Guerra del Pacífico301: “Con las muchedumbres libres aunque indisciplinadas de la Revolución, Francia marchó a la victoria; con los ejércitos de indios disciplinados y sin libertad, el Perú irá siempre a la derrota. Si del indio hicimos un siervo, ¿qué patria defenderá?302”. González Prada fue uno de los primeros intelectuales pro-indígenas que marcan la diferencia. Su visión no era caritativa ni compasiva, y creía que la población indígena tenía un potencial que había estado en letargo desde el proceso de la conquista. Consecuentemente, se puede afirmar que Mariátegui fue un continuador de su obra. El pensamiento de González Prada influyó en Mariátegui, especialmente al visualizar que el problema del indio no es un problema racial, que pueda ser resuelto en términos pedagógicos, sino que presupone una transformación económica y social. Si bien el pensamiento de González Prada puede considerarse todavía como humanista y menos político que el pensamiento mariateguiano, esto no quiere decir que no influyó en los pensadores indigenistas de comienzos del siglo XX. González Prada, con todo, plantea que el indio no es sólo una raza biológica, sino una raza social. Se considera indio en tanto es pobre y explotado. Para él el problema del indio se solucionaría con su liberación de la servidumbre y del gamonalismo. Para Mariátegui, el gamonalismo estaba representado por 301 En esta guerra sucedida en el siglo XIX, las autoridades peruanas mandaron a los Andes un fuerte contingente militar en el cual se destacaba una gran población indígena. González Prada hace la crítica de que se envían a los indios, los cuales están despojados de sus tierras, a defender a una nación que no sienten como suya. Esto denotaba que el criollismo todavía se sentía hispano y que en el fondo se tenían fuertes tendencias racistas. 302 MANUEL GONZÁLEZ PRADA, Páginas libres/ Horas de lucha, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1976, p. 44. 185 una larga lista de jerarquía de funcionarios que explotaban a los indios. Este gamonalismo permitió, además, que los indios se convirtieran en los explotadores de los mismos indios. Sin embargo, Mariátegui romperá con esta tradición por el hecho de proponer el problema del indio como problema nacional. En palabras de José Aricó, “Cuando la penetración imperialista y el desarrollo capitalista agudizan las tensiones del mundo rural peruano y aceleran la irrupción de las masas indígenas en la vida nacional, surge desde el interior de aquella corriente el grupo más radical de intelectuales proclive a plantear el problema en términos de cuestión nacional. Y es sin duda la vinculación estrecha con este grupo de “indigenistas” lo que permite a Mariátegui encarar el problema del indio desde el punto de vista original en el que se coloca.”303. En este sentido, Aricó señala que Mariátegui se distingue por presentar el problema nacional en clave marxista, donde expone que el problema parte de las relaciones de producción: “Vinculando el problema indígena con el problema de la tierra, es decir, con el problema de las relaciones de producción, Mariátegui encuentra en la estructura agraria peruana las raíces de atraso de la nación y las razones de la exclusión de la vida política y cultural de las masas indígenas”304. En síntesis, tanto González Prada como Mariátegui coinciden que en el problema del indio es un problema económico y social. 303 JOSÉ ARICÓ (comp.), Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Introducción, Ed. Siglo XXI, México, 1978, p.45. Esta es una introducción muy iluminadora, especialmente para entender las principales avenidas del pensamiento de Mariátegui. 304 Ibid., p. 46. 186 Otro importante precursor y contemporáneo de Mariátegui, fue Luis Valcárcel. Con su importante libro la Tempestad de los Andes305, destaca que los pueblos indígenas oprimidos bajarían de la cordillera para hacer justicia y con ello lograr la dictadura del proletariado indígena306. También Víctor Raúl Haya de la Torre307, destacado político peruano que se distanció de Mariátegui, decía que el problema del indio era el problema de América, ya que la inmensa mayoría de la población de América Latina era indígena. 2.1 El problema del indio en Mariátegui308. Para tratar este tema es necesario preguntarnos cómo miraba Mariátegui el problema del indio. Ciertamente su posición, junto a la de otros de su tiempo, buscó colocar el problema del indio en niveles distintos de aquéllos en los que se había colocado hasta inicios del siglo XX309. 305 Este libro fue prologado con entusiasmo por Mariátegui; sin embargo no podemos afirmar que Mariátegui estuviera de acuerdo con todo el argumento de Valcárcel. 306 Este tema lo estudia HÉCTOR BEJAR, “Vigencia y cambio: ensayando una interpretación de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, Volumen 7, número 7, Editorial Amauta, Lima, 1995, p.56. En este artículo el autor hace una síntesis contemporánea del pensamiento de Mariátegui, que me parece pertinente para estudiar la vigencia del Amauta. 307 Cfr. MARTA HARNECKER, “La cuestión Étnico-cultural en América Latina”, en, Estudiantes, cristianos e indígenas en la revolución, Siglo XXI editores, México, 1987, p. 165. Cita también a VÍCTOR HAYA DE LA TORRE, “El problema del indio”, en, Obras Completas, Tomo 1, Lima, 1927, p. 184. 308 Para este tema son importantes los estudios de los últimos años de la socióloga Fernanda Beigel, ya que ha ubicado en la clave de vanguardia política la propuesta de Mariátegui. En este apartado son importantes los estudios: FERNANDA BEIGEL, “Mariátegui y las antinomias del indigenismo”, en, Utopías y Praxis Latinoamericana, No. 13, Maracaibo, 2001, pp. 36-57; “La herencia andina en el proyecto socialista de José Carlos Mariátegui”, en, Estudios de Filosofía Práctica e Historia de las Ideas, Volumen en preparación, Mendoza. Además, FERNANDA BEIGEL, El itinerario y la Brújula, el vanguardismo estético-político de José Carlos Mariátegui, Editorial Biblos, Buenos aires, 2003, pp. 27-77. 309 Fernanda Beigel ha seguido estudios importantes de MIRKO LAUER, Andes imaginarios. Discursos del indigenismo-2, SUR-CBC, Cusco, 1997 y TOMÁS G. ESCAJADILLO, La narrativa indigenista peruana, Amaru Editores, Lima, 1994. Este último trata los problemas de indigenismo/indianismo peruano de los años veinte. 187 En la actualidad pensamos que referirse al problema del indio es reconocer su derecho y su dignidad, haciendo de modo que tomen su destino en sus propias manos. Este tema fue fuertemente discutido en el aniversario de los 500 años del descubrimiento o encubrimiento en América. En los últimos años, se ha hablado de que los indios deben luchar por sus propios derechos, sin considerar su integración a un proyecto de estado-nación. Y precisamente en el tiempo de Mariátegui se estaba lejos de pensar así. Sin embargo, el Amauta fue uno de los primeros en creer que los indios tenían todas las cualidades y el basamento histórico para volverse ellos mismos protagonistas de su propio desarrollo. Evidentemente era necesario que el Estado hiciera este reconocimiento al mundo indígena. Si se quería llegar al Perú integral era impostergable buscar un camino enraizado, preferentemente, en el mundo incaico. Mariátegui dejó atrás la idealización romántica del indio del pasado incaico que solamente consideraba al indígena como un ser autóctono al cual debía respetársele su forma de vida, para proponer el problema del indio en el presente que le tocó vivir. Aunque Mariátegui no era un indígena ni vivía en una comunidad indígena, es decir, no estaba en el interior de la vivencia indígena, se planteó la necesidad de construir la nación desde una visión inclusiva del indígena. Mariátegui se coloca así en el problema desde la exterioridad310, es decir, que en líneas generales, se sitúa en aquellos movimientos que se hacían a favor del indio, pero afuera de las comunidades mismas. Es importante en este tema mencionar los estudios que ha hecho Mirko Lauer311 en el Perú, especialmente sus 310 Cfr. FERNANDA BEIGEL, La herencia andina en el proyecto socialista de José Carlos Mariátegui, p. 2, cita a BERNARDO BERDICHEWSKY, “Indigenismo-indianidad”, en, Boletín de filosofía, No. 9, Vol. 3, Buenos Aires, 1998. 311 De origen Checo y radicado en Perú, Lauer es uno de los importantes estudiosos de la cultura indígena en América Latina. Aún cuando analiza a Mariátegui desde la óptica de finales del siglo XX, me parece que es un estudio importante que da luces para enfrentarnos al contexto de Mariátegui, especialmente en la comprensión de su indigenismo y su marxismo y la confluencia de ellos para resolver los problemas del Perú de la segunda década del siglo XX. 188 estudios acerca del indigenismo cultural-creativo peruano como un fenómeno que corresponde a un período histórico determinado: los años que corren entre 1919 y 1940. Mirko Lauer señalará este problema de la exterioridad como Indigenismo-2 312 , que recupera para el término “indígena” lo autóctono de la cultura peruana, que incluye el indigenismo político, que toma al indígena como sinónimo de campesino, en tanto que se focaliza en el problema de la tierra313. Lauer insiste en que la visión creativa del indigenismo de las primeras décadas del siglo XX no fue más que una construcción ideológica de una cultura criolla que deseaba expandir su radio de acción hacia una zona inexplorada y difícil de controlar por el Estado que es lo autóctono de la cultura. Así, el Indigenismo-2 no significa un retorno a lo andino original, sino la búsqueda de lo tradicional no-andino en un nuevo espacio. Esto significa que el Indigenismo-2 no es una manifestación de lo autóctono, sino que es una lectura de las capas medias y altas puestas a pensar y sentir en contrapunto a las normas establecidas para lo extra-criollo, y en perenne crisis de identidad frente al resto del país desde finales del siglo XIX314. En síntesis, Lauer plantea una visión del indio que pretende ser incluido en la nacionalidad centrada en el Estado, que resulta ser una visión criolla y mestiza del problema. “El Indigenismo-2 no fue un movimiento de redención de lo autóctono sino un desplazamiento de la cultura criolla hacia un tema de la periferia. En este sentido, el impulso de constitución de lo indígena del período comprendido entre las décadas de 1920 y 1940 sigue la misma lógica que el impulso de incorporación de innovaciones extranjeras del período de 1940-1970”315. 312 El indigenismo- 1, es decir, el básico, sería aquel movimiento que se centra en el interior mismo de las comunidades indígenas. 313 Cfr. MIRKO LAUER, Andes imaginario. Discursos del indigenismo-2, 1997, citado en BEIGEL FERNANDA, La herencia andina en el proyecto socialista de José Carlos Mariátegui, p. 3. 314 Cfr. MIRKO LAUER, Andes imaginario. Discursos del indigenismo-2, p. 27. 315 Ibid., p.107. 189 Lauer expone, además, que las manifestaciones del indigenismo político y el indigenismo están distanciados el uno del otro316. Sin embargo, nos parece aceptable afirmar que el acercamiento de Mariátegui al problema del indio fue desde su clase social y étnica (desde la exterioridad). En cambio, habría que matizar el señalamiento según el cual el indigenismo político estuviera desligado del cultural, al menos en Mariátegui. Aunque Mariátegui se sitúa desde la exterioridad, nos parece una situación novedosa que privilegió en cierta medida el papel protagónico del indio. Además, con esta visión, Mariátegui propicia que la capa intelectual mestiza y criolla eleve el problema del indio a la categoría de problema nacional. Mariátegui ve que el problema del indio está en toda la esfera de la realidad; no es de fácil abordaje, ya que es un tema que debe tratarlo el indio mismo. Sin embargo, no es correcto afirmar que el indigenismo de Mariátegui sea solamente una expresión artística y bucólica carente de toda dimensión social. “El problema indígena, tan presente en la política, la economía y la sociología no puede estar ausente de la literatura y el arte”317. Aunque el indigenismo peruano al estilo de Mariátegui, fuese un “desplazamiento de la cultura criolla hacia un tema de su periferia”, es inocultable su veta social, especialmente porque se trata de una opción que se toma desde su exterioridad. En este sentido, el enfoque estético de Mariátegui 316 Cfr. CARLOS ARROYO REYES, Mirko Lauer y los discursos del indigenismo peruano, Centro de Estudios “América Latina”, Upsala, 1999, p. 2. Arroyo describe y discute la orientación del libro de Mirko Lauer sobre el Andes Imaginario, discursos de indigenismo-2. El indigenismo, según Lauer, es la búsqueda de lo autóctono de la cultura peruana, porque se propone al recuperación de las raíces, mientras el indigenismo político considera al indígena sinónimo de campesino, centrado en el problema de la tierra. 317 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, Ed. Amuta, Lima, 1979, p. 287. 190 tiene aristas que convergen en un discurso ético determinado orientado al indio como problema étnico y de clase social. Basado en los hechos anteriores, y siguiendo a Fernanda Beigel, podemos afirmar que Mariátegui, desde su exterioridad, propuso el problema indígena desde la perspectiva estética y política318. Ciertamente no se trataba del problema del indio porque no estaba elaborado por ellos. Mariátegui abre nuevas perspectivas tanto al indigenismo como al socialismo de su tiempo; sin embargo, por su muerte prematura, no pudo apreciarse un nítido desarrollo de sus ideas. Según Beigel, Mariátegui hacía descansar este programa estético-político en el proyecto de una nueva generación que con el tiempo se enraizaría en el movimiento Amauta. Buscaba superar el problema del romanticismo moderno de tal manera que, aunque se tratara de un proyecto exterior a la comunidad, lo abría al socialismo para que se hiciera una confluencia que intentara ofrecer un modelo de organización indígena. Mariátegui estaba persuadido de que su propuesta no provenía del núcleo indio; sin embargo, consideraba esta confluencia entre indigenismo y socialismo como un proceso que podría llevar al indio a ser sujeto y protagonista de sus propias luchas, tal como lo exigiría un modelo actual del movimiento indígena en América Latina. El peruano, para aludir a la capacidad creadora de los indígenas, demandaba la necesidad de construir una literatura autóctona: “La literatura indigenista no puede darnos una visión rigurosamente verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe 318 Cfr. FERNANDA BEIGEL, Mariátegui y las antinomias del indigenismo, p. 43 y su tesis doctoral: El itinerario y la brújula, el vanguardismo estético-político de José Carlos Mariátegui, en el capítulo 2: La articulación del arte y la política en el proyecto mariateguiano, pp. 47- 79. 191 venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado de producirla”319. Con este análisis Mariátegui se alejó de la interpretación socioétnica que hacían en su tiempo, entre otros, los ideólogos de Leguía320, para ubicarse en la realidad económico-política del indio. Esta fue una vertiente política. Pero hubo otra vertiente, tan importante como ésta, la vertiente cultural, que se cristalizaba a través del Amauta. Tanto su visión política como su visión estética eran integradas a su vez en el proceso socialista, para poder así integrar el elemento indígena en la asunción de un nuevo estado socialista en el Perú. Beigel nos dice: “Mariátegui partía de la base de que la idea de nación no había cumplido aún su trayectoria, ni había agotado su misión histórica. Consideraba que el indio debía incorporarse a una revolución socialista para instaurar, junto con los demás sectores, una nueva nacionalidad peruana integral”321. Siguiendo el orden de ideas, podemos visualizar que el proyecto de Mariátegui no es un proyecto indio, ya que lo hace desde su exterioridad de mestizo, es decir, está situado en el exterior de las comunidades indígenas. Sin embargo, consideró que el indio debía incorporarse al movimiento socialista y su 319 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Op. Cit., 1979 p. 242. Augusto Bernardo Leguía y Salcedo ocupó la Presidencia de la República del Perú en dos ocasiones, de 1908 a 1912 y de 1919 a 1930. Ganó las elecciones de 1908, sucediendo a José Pardo hasta 1912. En 1919 derrocó a Pardo (quien ejercía la presidencia por segunda vez), asumiendo el poder como presidente provisorio y disolviendo el Congreso. El nuevo Parlamento lo eligió Presidente Constitucional siendo reelegido en 1924 y 1929. Luego de once años de gobierno (período conocido como el "Oncenio de Leguía"), fue derrocado por Sánchez Cerro el 25 de agosto de 1930. Fue apresado e internado en el Panóptico de Lima, donde falleció en 1932. Se planteó el problema del indígena desde una visión únicamente étnica. Es más, creó diversas dependencias gubernamentales para tratar este problema. Ya en ese tiempo hubo ciertas iniciativas tales como las de Pedro Zulen y Dora Mayer con la asociación “El Deber Proindígena”. 321 FERNANDA BEIGEL, La herencia andina en el proyecto socialista de José Carlos Mariátegui, p.8. Siempre la propuesta era dirigida desde la exterioridad, ya que la hacía un mestizo para los indios de su nación. Muchos críticos y estudiosos de Mariátegui podrían señalar que se trataba de un recurso en el cual se esperaba que el indio se asimilara al Estado-nación. 320 192 revolución para instaurar una nueva nacionalidad peruana. Lo positivo del caso es que se tratará, como dice Beigel, de un socialismo abierto a la tradición andina y la herencia andina en el proyecto socialista. Lo interesante y novedoso será que ya para las tres primeras décadas del siglo XX, Mariátegui propuso la confluencia de socialismo e indigenismo. Queda aún la tarea de dilucidar si el proyecto de Mariátegui tiene como principio temático el socialismo o el indigenismo. De momento tendríamos que señalar que las dos dimensiones, socialismo e indigenismo, en Mariátegui, no pueden considerarse separadamente. El hecho creativo del peruano consiste en que puso en diálogo ambas dimensiones sobre la base de una problemática real: el problema del indio en el Perú. Por su prematura muerte, no podemos hablar de un sistema nacido de dicha simbiosis, sino más bien, como lo ha referido Fernanda Beigel, de un itinerario y una brújula orientadora para los procesos políticos y sociales, en este caso, para el Perú. 2.3. La propuesta de Mariátegui Como lo diremos más adelante y ahondaremos en ello, el marxismo de Mariátegui nace del contexto peruano. Nace al proponer una visión para solucionar el problema del indio y su relación agraria, que se constituía a la vez, según el mismo Mariátegui, en el problema nacional. Esto significa que los temas del socialismo, el indio y la tierra, y el problema nacional tienen una imbricación profunda en el peruano. Es más, al proponer un socialismo creativo y americano, lo hizo desde la perspectiva indígena. El indio se constituye así en el “lugar político y económico” desde el cual debían analizarse los problemas nacionales y americanos. Este lugar privilegiado que tenía el indio en el pensamiento de Mariátegui no se debía a una consideración antropológica en abstracto que rescatara la dignidad indígena. Era algo más: pretendía que el indio se constituyera en un 193 protagonista de su liberación, tal como Marx había considerado al proletario en el sigo XIX. Mariátegui veía a los indígenas como protagonistas de su propia historia, pero, en reacción a las corrientes indigenistas conservadoras de la época, que centraban el problema en la cuestión étnica, sostenía que el problema indígena era esencialmente un problema económico-social. “Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos condenados a un absoluto descrédito... La crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de la propiedad de la tierra”322. El enfoque de Mariátegui no estuvo exento de problemas. Lo acusaron de populista, que no era poca cosa en el omnicomprensivo universo comunista, ya que cifraba el problema del indio como problema nacional323. La reinvención de la nacionalidad, como problema nacional, no podía crearse sin el indio. Esta transformación debería ser obra de los socialistas y no tanto de los tradicionalistas. “Se transforma en la reivindicación firme y positiva de las raíces, para utilizar una palabra que tiene el Mariátegui maduro: una frecuencia abrumadora. En su visión, no se puede construir para el país un futuro nuevo mirando hacia el pasado como un modelo. Pero, al mismo tiempo, no se puede edificar un Perú auténticamente renovado 322 JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, Op. Cit., pp. 31-32. Cfr. JOSÉ ARICÓ, (comp.), Mariátegui y los orígenes del marxismo Latinoamericano, Introducción, Ed. Siglo XXI, México, 1978, p. 36. Esta acusación ya se la habían hecho a Trotsky por presentar un marxismo más abierto. A la larga expresaba una desconfianza en la organización campesina para que llevase a cabo un comunismo rural. 323 194 prescindiendo de las raíces. En el contexto específico del mundo andino, esto significa, justamente enfrentarse con el problema indígena, en su presente y en la herencia del pasado que conlleva. En otras palabras, significa el rechazo de todo eurocentrismo, incluyendo lo que de 324 marxismo” eurocentrismo sigue existiendo dentro del mismo . Mariátegui señalaba, siguiendo a González Prada, que el indio había sido subyugado desde la conquista y que en la actualidad no era tomado en cuenta para el proceso de transformación del Perú: “No es posible comprender la realidad peruana sin buscar ni mirar el hecho económico. La nueva generación no lo sabe, tal vez, de un modo exacto. Pero lo siente de un modo muy enérgico. Se da cuenta de que el problema fundamental del Perú, que es del indio y de la tierra, es ante todo un problema de la economía peruana... Tienen el pecado original de la Conquista. El pecado de haber nacido y haberse formado sin el indio y contra el indio”325. Mariátegui renunciaba a las tesis que consideraban el problema indígena desde criterios administrativos, jurídicos, étnicos, morales y eclesiásticos. El problema del indio, para él, se va a terminar en la medida en que se destruya el latifundio. Para Mariátegui, la única forma de darle salida política, era por medio del socialismo. La solución de este problema era concebida por él como una tarea revolucionaria que debía ser realizada por los propios indios. Así, sólo la revolución y el socialismo podían liquidar los rezagos feudales. 324 ANTONIO MELIS, Leyendo a Mariátegui, Ed. Amuata, Lima, 1999, pp. 198-199. Carlos Antonio Reyes hace una presentación del libro en un artículo titulado La Parábola mariateguiana de Antonio Melis, Centro de Estudios y Trabajos “América Latina”, Upsala. Este comentario se encuentra en la Web: http://web.presby.edu/lasaperu/arroyo3.htm. 325 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos al Perú, Editorial Amauta, Lima, 1970, p. 61. 195 Para el peruano la cuestión indígena se encuentra a la base de la crisis constitutiva de la nación, porque los países del continente americano se han construido en base a la exclusión de una parte importante de su población como es la indígena. Mariátegui señalaba al respecto, remitiéndose a la experiencia peruana: “Para el nacionalismo reaccionario... las raíces de la nacionalidad resultan ser hispánicas o latinas... en oposición a ese espíritu, la vanguardia cultural en el Perú propugna por la reconstrucción de la nación sobre la base del indio. La nueva generación reivindica nuestro pasado, nuestra verdadera historia”326. Mariátegui desentrañó la capacidad de la cultura indígena, no folklóricamente, sino basándose en su organización social, privilegiando el trabajo colectivo sobre la propiedad privada. Explica que los indios, organizados alrededor de los ayllu, realizaron grandes obras colectivas. En estos ayllu se manejaban con una economía orgánica que articulaba el esfuerzo solidario con la satisfacción de necesidades básicas de una numerosa población. Escribe al respecto: “...Los conquistadores destruyeron, sin poder naturalmente remplazarla, esta formidable máquina de producción. La sociedad indígena, la economía incaica, se descompuso y anonadó completamente al golpe de la conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y orgánico”327. La Colonia se colocó por encima de la cultura indígena, devastando toda su organización social y política a través de una prolongada explotación a la 326 327 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Obras Completas, Editora Amauta, Lima Vol. 12, p. 74. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, 1979, p. 15. 196 comunidad indígena del Perú. Para el Amauta, la conquista española, al usurparle al indio la tierra que poseía, sentó las bases materiales para su pretendida esclavitud328. “La práctica del exterminio de la población indígena y de la destrucción de sus instituciones... empobrecía y desangraba el fabuloso país ganado por los conquistadores para el Rey de España, en una medida que éstos no eran capaces de percibir ni apreciar... La codicia de los metales preciosos empujó a los españoles a ocuparse preferentemente en la minería. Su interés pugnaba por convertir en un pueblo minero al que, bajo los incas y desde sus remotos orígenes, había sido un pueblo fundamentalmente agrario. De hecho nació la necesidad de imponer al indio la dura ley de la esclavitud... Los conquistadores establecieron, con el sistema de las mitas, el trabajo forzado, arrancando al indio de su suelo y sus costumbres”329. Mariátegui expone en su obra más importante, los Siete ensayos de la realidad peruana, una descripción histórica en la cual los indígenas siempre han estado marginados de las decisiones importantes de la nación. Mariátegui lo ejemplificó advirtiendo que en la República la situación del indio era siempre de servidumbre. El indio no había sido parte importante de su nación. El establecimiento de la República no implicó la incorporación de la población indígena al proyecto nacional. La reproducción de la economía del siglo XIX residía en una débil división del trabajo, y en la reinserción en el mercado mundial a través de productos que permitían mantener un intercambio de materias primas por una diversidad de géneros. La economía republicana descansó en una sucesión de productos primarios incapaces de articular a su alrededor un despliegue social de la riqueza. Los únicos productos de Perú que sirvieron para relacionarse con el mercado mundial eran los provenientes de los 328 Cfr. FREDDY ALMEIDA, “Sobre el problema indígena”, en, Mariátegui: Unidad y Pensamiento, Ediciones Unidad, Lima, 1986, pp. 311-318. 329 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Op. Cit., 1979, pp. 52-53. 197 enclaves de las costas, pero su impacto en el resto del país era efímero, en particular en la sierra, que vivía sumida en un profundo olvido: “Al guano y al salitre, sustancias groseras y humildes, les tocó jugar en la gesta de la República un papel que había parecido reservado al oro y a la plata... El industrialismo europeo y occidental necesitaba abastecerse de estas materias en el lejano litoral del sur del Pacífico. A la explotación de los dos productos no se oponía, de otro lado, como a otros productos andinos, el establecimiento rudimentario y primitivo de los transportes terrestres. Mientras que para extraer de las entrañas de los Andes el oro, la plata, el cobre, el carbón, se tenían que salvar ásperas montañas y enormes distancias, el salitre y el guano yacían en la costa al alcance de los barcos que venían a buscarlos”330. La simple economía basada en el guano y el salitre convirtió a la nación en rentista y despilfarradora de tal forma que se orientaba a hipotecar su economía al capitalismo mundial. La debilidad de los cimientos materiales de la República aumentó con la subordinación de las finanzas públicas al capital financiero, que liquidó los escasos excedentes de la administración, bloqueando toda posibilidad de expansión de la infraestructura y de la obra pública. Todo este andamiaje estaba sostenido por el poder político que servía de cómplice, ya que no perseguía a los estratos de corrupción limeña. Esta crisis de organicidad de la nación en el Perú se puso en evidencia en su derrota en la Guerra del Pacífico: “…la guerra del Pacífico, consecuencia del guano y el salitre, no canceló las otras consecuencias del descubrimiento y de la explotación de estos recursos, cuya pérdida nos reveló trágicamente el peligro de una prosperidad económica apoyada y cimentada casi exclusivamente sobre la posesión de una riqueza natural... La historia de nuestra 330 Ibid., p. 10 198 posguerra lo demuestra. La derrota, con la pérdida de los territorios del salitre, causó un largo colapso de las fuerzas productoras”331. La reinserción de la economía del Perú en el mercado mundial, después de la pérdida de los yacimientos costeros, fue nuevamente un proyecto limitado, basado en recursos naturales que obviamente no constituían un tejido productivo capaz de ofrecer recursos a todo el país, especialmente a aquellos territorios más olvidados. Aún cuando se notaba la influencia del capital extranjero en los transportes y en las incipientes industrias que no eran más que una simulación de modernidad, lejos se estaba de construir un nuevo Perú. En este sentido, para Mariátegui, el mercado mundial no era una alternativa frente al necesario desarrollo de un proyecto nacional que fuera capaz de acrecentar la productividad social del trabajo y articular a las distintas regiones entre sí. Mariátegui hacía notar que este débil desarrollo económico, tanto en lo nacional como en la escala mundial, constituía el problema en el que radicaba la crisis orgánica de la nación Perú. Para él, la nación todavía era inorgánica. La crisis orgánica de la nación se debía, según él, a los lastres de formas coercitivas de organización del trabajo y del conjunto de la vida social. Había una ausencia de ciudadanía, porque los dominadores se imponían con facilidad. La clase dominante no fue capaz de emprender la construcción de una verdadera nación: “Desde los primeros tiempos de la independencia, la lucha de facciones y de jefes militares aparece como una consecuencia de la falta de una burguesía orgánica... Es a mi juicio, indiscutible que, si en vez de una mediocre metamorfosis de la antigua clase dominante se hubiese operado el advenimiento de una clase de savia y elan nuevos, este proceso habría avanzado más orgánicamente”332. 331 332 Ibid., p. 12 Ibid., p. 12. 199 La culpable de esta crisis para el peruano era la clase terrateniente que no fue capaz de evolucionar del viejo feudalismo a un modelo social más moderno para el Perú. “La clase terrateniente no ha logrado transformarse en una burguesía capitalista, patrona de la economía nacional. La minería, el comercio y los transportes se encuentran en manos del capital extranjero... Este sistema económico ha mantenido en la agricultura una organización semifeudal que constituye el más pesado lastre del desarrollo del país... En el Perú no hemos tenido, en cien años de República, una verdadera clase capitalista. La antigua clase feudal, camuflada o disfrazada de burguesía republicana, ha conservado sus posiciones”333. No existía en los terratenientes un esmero en hacer producir el país y mucho menos en reconocer como una fuerza de trabajo importante a los trabajadores. Estos trabajadores son tratados como mano de obra del latifundio colonial. Y esta división, para Mariátegui, entre los propietarios y los trabajadores, no sólo era social, sino también de naturaleza étnica y cultural, produciendo una crisis orgánica de nación. Los derechos de los propietarios son diferentes a los derechos de los indios. Para Mariátegui, si no había una recuperación de los pueblos indios, no se podía hablar del desarrollo de la productividad social del trabajo. “Sólo cuando el indio obtenga para sí el rendimiento de su trabajo, adquirirá la calidad de consumidor y productor que la economía de una nación moderna necesita de todos sus individuos... Cuando se habla de peruanidad, habría que empezar por investigar si esta peruanidad comprende al indio. Sin el indio no hay peruanidad posible”334. 333 334 Ibid., pp. 31-32. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Obras Completas, Amauta, Lima, 1970, p. 32. 200 Este problema traía para el Perú una desarticulación étnica y social. Este problema inorgánico de fragmentación de la nación, estaba cifrado en una división política y geográfica: había una separación entre la gente de la costa y la gente de la sierra. Los primeros, del Perú costeño heredero de España y la conquista; los segundos, los de la sierra, en cambio, se centraban en los pueblos indígenas donde sus gentes no tenían las mismas oportunidades que los costeños y los limeños335. 2.4. La construcción de la nación y el mundo indígena. Como hemos dicho antes, Mariátegui pensaba que la construcción de nación que se necesitaba para vencer la crisis orgánica de la misma debía hacerse desde la participación de las masas populares que comprendían a los obreros, a los campesinos y a los indígenas. El nuevo Perú se pensaba como un proyecto que albergara a toda la clase trabajadora para que tuviera una ciudadanía real. Para Mariátegui, el problema nacional era, pues, el problema de la integración social del país, de la incorporación del indígena a una nueva socialidad peruana. Para ello, Mariátegui propone la simbiosis entre indigenismo y socialismo. “Lo que afirmo, por mi cuenta, es que de la confluencia o aliación de indigenismo y socialismo, nadie que mire al contenido y a la esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y en el Perú las masas, la clase trabajadora, son en tres cuartas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano, ni siquiera socialismo, si 335 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos, 1979, p. 134. 201 no se solidarizase, primeramente con las reivindicaciones indígenas”336. No cabe duda que la idea generadora de Mariátegui es que el problema del indio no era solamente un problema cultural, racial y moral. El mismo Mariátegui observará que suponer que el problema del indio es un problema étnico es una idea que se nutre de una visión imperialista que sustentó por años la lucha entre blancos e indios, entre una raza superior y una raza inferior. Así, el problema del indio para el Amauta es un problema económico y social. La condición de productores y propietarios fue la base fundamental de su propuesta de identidad. El problema indígena arrancará, según él, de la economía. Este tema tiene sus raíces en el problema de la propiedad de la tierra. Ahora bien, la solución del problema que Mariategui describió no solamente descansó en las transformaciones materiales de producción, sino también en el enfoque más integral, en el que toma en cuenta primariamente la situación material del indio, además de su situación espiritual y volitiva. Mariátegui expone con claridad que la solución del problema se comenzará a dar cuando se regrese a los indígenas su tierra, que no sólo es su propiedad privada, sino su “elan vital”, su cosmovisión y su cosmo-sensación que comprende su universo vital. Por lo tanto, el tema del indio, más allá de ser un problema cultural, es un problema integral, un problema vital. Con todo, no podríamos pensar que Mariátegui trató el problema indígena en solitario o que aisló la situación del indio de los otros problemas del Perú. Por el contrario, estableció que el problema del indio es el punto de partida para estudiar el Perú y sus bases económicas, políticas y sociales. Propuso que para tener un nuevo país con una buena relación internacional se debía recoger toda la problemática de su gente, especialmente de los grupos indígenas que por siglos atrás, desde el proceso de la Conquista, habían sido olvidados y 336 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y política, Editorial Amauta, Lima, 1978, p. 217. 202 marginados. En esta realidad convergente que debía ser la realidad indígena, Mariátegui propuso la confluencia creativa con el socialismo, ya que desde esa confluencia se podía rescatar la realidad andina del Perú encaminándola a una mejor organización social337. Con ello Mariátegui no sólo buscó renovar la identidad indígena olvidada desde la Colonia, sino presentar un socialismo con carta de ciudadanía para los pueblos de América Latina: “El colectivismo agrario de las comunidades terminaba por diferenciar con nitidez a la estructura agraria peruana de cualquier país europeo. Entonces no se podían importar y repetir mecánicamente los razonamientos de los revolucionarios europeos. Sin los campesinos era imposible la revolución: ellos compensarían crecientemente la debilidad numérica de los obreros, pero para contar con la acción campesina era imprescindible que el socialismo fuera una garantía de la vida rural en el Perú”338. Con la defensa de la comunidad indígena, Mariátegui robustece su crítica a la Colonia y a la República y marca su rechazo al capitalismo. Especialmente estaba convencido que no se debían cometer los errores del proceso europeo. Por esta razón consideró al socialismo como la doctrina más apta para robustecer las comunidades y el desarrollo social de los pueblos indígenas. “...creemos que entre las poblaciones “atrasadas”, ninguna como la población incaica reúne las condiciones tan favorables para el comunismo agrario, subsistente en estructuras concretas y en un hondo espíritu colectivista, (bajo la hegemonía de la clase 337 CÉSAR GERMANÁ, El socialismo Indo-americano de José Carlos Mariátegui: proyecto de reconstitución del sentido histórico de la sociedad peruana, Serie Centenario, Editorial Amauta, Lima, 1995. 338 ALBERTO FLORES GALINDO, “El descubrimiento del mundo andino. Agonía de Mariátegui”, en, Obras Completas, tomo 2, Fundación Andina y SUR Casa de Estudios del socialismo, Lima, 1994, p. 433. 203 proletaria)... Además, es una de las bases más sólidas de la sociedad colectivista preconizada por el marxismo”339. Alberto Flores Galindo expone que el encuentro de Mariátegui con el mundo andino se concretó en dos aciertos importantes: “Revelar la importancia de la historia, en un país donde el pasado significa a veces una dura carga de frustraciones pero también un sustento para la esperanza; admitir que en la reflexión del marxismo también teníamos que seguir otros derroteros... El marxismo equivalía a la expresión más alta del pensamiento crítico y éste sólo se conquistaba insertándose en la tradición histórica del país”340. En una palabra, Mariátegui, al poner como fundamento el problema del indio, intentó, por un lado, volver a la valoración de la historia del Perú desde el problema indígena; y por el otro, destacar la necesidad de un marxismo propio del continente latinoamericano, que no fuese una copia del socialismo europeo. Un proyecto revolucionario, para tener eficacia, debe insertarse en una tradición histórica y en este caso en la tradición del pueblo peruano. Él toma en cuenta que debe “peruanizar” su proyecto y para ello toma en consideración que no debe cerrarse al aprendizaje de la experiencia europea, al menos en lo que le podía servir para la construcción del proyecto nacional. Para Mariátegui está claro que no se debe ensayar el método liberal en América, ya que se fundamenta en una fórmula individualista. Se debe ensayar un método que regrese al problema agrario del Perú, lo cual significará la transformación del país por medio tres avenidas importantes: la supervivencia de la comunidad, los elementos del socialismo práctico y la vida indígena. 339 340 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete Ensayos, p. 68. ALBERTO FLORES GALINDO, Op. Cit., p. 437. 204 3. La necesidad de un socialismo creativo 3.1. La concreción de lo humano en el marxismo. Podemos observar que ya en el tiempo de Mariátegui hubo algunos intentos para tener una visión enriquecida del marxismo. El enriquecimiento que esto provocaba se traducía en atender no sólo la estructura económica del marxismo, sino también en la apertura a otras realidades, como la cultura, el arte, la psicología, etc. Es claro que el punto de partida era lo económico, pero se tenía que abrir a otros subistemas. En ese tiempo, en la segunda y la tercera década del siglo XX, con mucha frecuencia, esa apertura del marxismo en otros campos no fue bien vista; algunas veces, se la tachó de revisionismo. Mariátegui no estuvo exento de esta apertura, especialmente, si se buscaba una apropiación del marxismo desde el continente latinoamericano. El interés de Mariátegui no era revisar el marxismo; él tenía claro que es la vertiente que necesita el mundo para enfrentarse a las pretensiones universales del capitalismo de su tiempo. Es más, Mariátegui no se distanció de las avenidas más importantes del marxismo; por el contrario, las reclamó como necesarias: la crítica al capitalismo, el factor económico como factor primordial, la lucha de clases, lo primordial de la praxis en la transformación de la realidad, el humanismo, la alienación, etc341. No hay duda, como nos hemos referido antes, que Mariátegui no solamente observaba la necesidad de superar el marxismo en su vertiente ortodoxa, sino algo más: miraba en el marxismo una propuesta muy amplia que se prestaba a aplicaciones muy enriquecidas que van más allá del planteamiento determinista del mismo. Mariátegui volvió de Europa con un marxismo abierto, 341 Mariátegui fue muy crítico con aquellas visiones marxistas que promulgaban una metafísica “cósmica” o universal. Para él el marxismo no era una colección de leyes rígidas que están inscritas en el devenir de la historia como inamovibles. 205 flexible y lleno de ricas posibilidades. En su mensaje al congreso obrero, reunido en Lima en 1927, escribió: “No es el marxismo en cada país como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios, de secuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y las todas latitudes sociales. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”342. Mariátegui rastreaba en el marxismo, dadas sus influencias, el aspecto cultural, el pathos del revolucionario y la concreción de lo humano en el todo de la revolución. Sus energías intelectuales se consumieron en la interpretación de los problemas de Latinoamérica y del mundo, y principalmente del Perú. Podemos decir de Mariátegui343, tal como lo afirmaba Gramsci acerca de un verdadero intelectual, que el Amauta era un intelectual orgánico comprometido al máximo con un proceso de liberación que actuaba desde su pluma y desde la organización política que buscaba instaurar en el Perú. Su pensamiento era holístico, con un importante referente en lo humano. Mariátegui hizo descansar su visión marxista en la acción del ser humano: “El destino del hombre es la creación. Y el trabajo es creación, el hombre se realiza en su trabajo”344. No subsumía su visión antropológica en el aparato determinista, sino que consideraba al ser humano como un ser de profunda espiritualidad que necesita constantemente desarrollarse. 342 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al congreso obrero”, en, Revista Amauta, Lima, 1927, p. 35. Citado en: RODRIGO MONTOYA, “El problema étnico y el socialismo en tiempos de Mariátegui y en 1994”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, No. 6, Editorial Amauta, Lima, p. 73. 343 Cfr. PABLO GUADARRAMA, “La dimensión concreta de lo humano en José Carlos Mariátegui”, en, Humanismo en el pensamiento latinoamericano, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, pp. 208- 218. 344 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, Amauta, Lima, 1979, p. 137. 206 “Pero el hombre –sostenía- como la filosofía lo define, es un animal metafísico. No se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza sobrehumana; los demás hombres son el coro anónimo del drama”345. Así como el ser humano no solamente es razón, sino también voluntad y sentimiento, Mariátegui propuso que el marxismo no es solamente un concepto vacío y vertical: “A la revolución no se llega por una vía fríamente conceptual. La revolución más que una idea, es un sentimiento. Más que un concepto es una pasión. Para comprenderla se necesita una espontánea actitud espiritual, una especial capacidad psicológica”346. Pero esta revolución y este marxismo no se adquieren solamente por la constitución de una ideología, sino que a ellos se llega por el concurso de los seres humanos que se esfuerzan por conseguir un bien común. La asunción del marxismo en la sociedad, por tanto, dependerá de la acción heroica y creativa de los revolucionarios y no de las leyes de la historia347. Su propuesta socialista, sin duda, estaba centrada en la realidad y todo lo que ella le exigía. 345 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “El hombre y el mito”, en, Obras Completas, tomo 1, Casa de las Américas, La Habana, 1988, p. 413. Mariátegui sigue con la tesis de Sorel sobre los mitos. Él veía la importancia de los mitos ya que estos ocupan un puesto cuando la razón deja vacíos importantes, especialmente cuando el ser humano busca trascender lo estrictamente material. 346 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La revolución y la inteligencia”, en, Obras Completas, tomo 1, Amauta, Lima, 1970 p. 362. 347 Se refiere especialmente a una vertiente de un marxismo cerrado y con pretensiones metafísicas inamovibles. Esta corriente, con el tiempo se estableció en el marxismo soviético stalinista. 207 Mariátegui, al volver su propuesta socialista centrada en el ser humano, no lo hacía de forma abstracta. No era la visión antropológica genérica, que hace prevalecer la visión humana sobre la estructura. Era algo más. Mariátegui enfocaba su humanismo en la problemática del indio del Perú. Él trataba de ver el Perú y todos los países de América Latina desde el indio348. Con ello, trataba de descubrir todo el potencial de la cultura indígena y superar el estado de marginación de la misma. El problema del indio, en la mayoría de los casos, se identificaba con el problema de la tierra. La ignorancia y la miseria de los indígenas no eran sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal mantenía la explotación y la dominación de las masas indígenas por parte de la clase poderosa. Sin embargo, Mariátegui no trató de absolutizar la figura del indio. Fue hijo de su tiempo, y por ello resaltó la potencialidad indígena que por siglos había estado postrada y olvidada de los focos de desarrollo del continente. Así, la función de Mariátegui no consistía en enarbolar las cualidades indígenas, sino que trataba de ofrecer una praxis política para que ellos pudiesen ser gestores de su liberación. Y eso lo hacía por medio de la constatación de la situación socioeconómica de negros, mestizos, indios, campesinos de Perú, donde tantos factores deshumanizaban al hombre349. Esta propuesta de ubicarse en el indio no partía del indio tomado individualmente, sino que se preguntaba por el problema del indio y el problema agrario; el problema del indio y su fortaleza comunitaria. Mariátegui afirmaba: “El socialismo nos ha enseñado a plantear el problema del indígena en nuevos términos”350. Mariátegui tenía claro que para revalorizar el 348 Es interesante la postura visionaria de Mariátegui: colocar como el centro de la cosmovisión socialista al indio y no tanto al obrero (proletario) como había hecho por ejemplo el socialismo ruso. Esta visión le acarreó problemas con los defensores del marxismo ortodoxo, tal como lo estudiaremos en el capítulo siguiente. 349 Cfr. PABLO GUADARRAMA, La dimensión concreta de lo humano en José Carlos Mariátegui, p. 215. 350 RODRIGO MONTOYA, “Siete tesis de Mariátegui sobre el problema étnico y el socialismo en el Perú”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. II, Amauta, Lima, 1990, p.48: cita a JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos al Perú, Amauta, Lima, 1970. 208 camino indígena tenía que recoger una parte importante de la tradición incaica que sirviera de soporte para responder al naciente capitalismo de su tiempo. “Congruentemente con mi posición ideológica, yo pienso que la hora de ensayar en el método liberal, la fórmula individualista, ha pasado ya. Dejando aparte las razones doctrinales, considero fundamentalmente este factor incontestable y concreto que da un carácter peculiar a nuestro problema agrario: la supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas”351. Su posición antropológica, al igual que su marxismo, era abierta, total y unitaria. No concebía al ser humano sin su contexto socio-político. El mundo para el peruano es el de la historia de los hombres; pero no es la historia la que da sentido a los hombres como sucede en la filosofía hegeliana, sino que son los hombres actuando los que hacen la historia. Mariátegui concebía al ser humano como una totalidad que integraba en sí todos los componentes materiales y espirituales, que daban pie para pensar en una antropología integral. Al respecto es iluminador lo que dice Roig sobre el marxismo: “No se trata de un economicismo, sino de una nueva antropología que parte de la relación consustancial, ontológica entre el ser y el tener”352. Pero Mariátegui no sólo se ubicó en el ser humano del indio, sino que planteó al indio desde el ser humano marginado. Así, Mariátegui preocupado por el ser humano latinoamericano lo releía desde el marginado social, étnico y 351 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, p. 52 ARTURO ANDRÉS ROIG, Teoría y crítica del pensamiento latinoamericano, Fondo de Cultura Económica, México, 1981, p. 193. 352 209 sexual, referido este último a la marginación de la mujer353. La cuestión femenina es una parte de la cuestión humana. El peruano retoma y analiza el estado de las mujeres proletarias y campesinas para exhortarlas a la organización y a la participación política. En el caso de las mujeres campesinas Mariátegui añade que ellas están bajo la presión del latifundio y la servidumbre. Nuestro autor fue un crítico de su tiempo. Su experiencia europea le permitió conocer las diferentes ideologías tanto en sus cartas de principios como de su praxis política. Criticó las diferentes propuestas y sugirió que lo mejor para los hombres y mujeres latinoamericanas era el marxismo. Pero propuso un marxismo inculturizado confrontado con las realidades de los países de nuestra América. Su crítica era primariamente una crítica antropológica. Las grandes preguntas que tenía para el capitalismo, el imperialismo, la democracia, el fascismo e incluso el marxismo se sintetizaban en preguntas centradas en el estatuto antropológico: ¿cómo vive el indio en el Perú?, ¿cómo viven los proletarios en los países europeos? Las preguntas eran precursoras para instaurar un socialismo comunitario que tuviera en cuenta al individuo y la persona. Las preguntas no sólo descansaban en la búsqueda de una mejor estructura o del sistema más beneficioso. Esta necesidad de la pregunta por lo humano en el marxismo fue presentada, en los primeros años, por Gramsci y por Lenin. El marxismo oficial no le dio la importancia del caso porque creyeron que era una visión muy idealista y subjetiva del mismo. En otras palabras, el marxismo afrontó el problema desde el hombre mismo: no hay duda de que el hombre es el centro del pensamiento marxista. Pero el hombre desde el cual el marxismo, especialmente el de corte soviético, analiza la sociedad es el hombre parcial, en el cual la individualidad ha sido anulada por la socialidad. 353 Mariátegui participa en la redacción del Manifiesto de la CGTP (Confederación General de Trabajadores del Perú) a la clase trabajadora sobre el problema de la mujer del Perú. 210 Mariátegui no sólo se plantea el problema de la realidad de su tiempo en clave antropológica, sino que propone un socialismo humanista, con lo cual quiere inaugurar nuevos tiempos para hombres nuevos, pero partiendo de los problemas de los seres humanos, especialmente, los marginados. Esto lo expresa en las páginas introductorias de La Escena Contemporánea: “No soy un espectador indiferente del drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe. Este libro no tiene más valor que el de ser un documento leal del espíritu y de la sensibilidad de mi generación. Lo dedico, por esto, a los hombres nuevos, a los hombres jóvenes de la América Indo-Ibera”354. Esta clave antropológica de su socialismo no es filantropía ni humanitarismo, sino que presenta el problema económico-social centrado en el hecho que la vida del indio está subsumida en un régimen feudal basado en la servidumbre355. Mariátegui expone el problema desde la óptica de la tierra, algo medular para la interpretación del peruano. Y más aún desde la tenencia de la tierra, que descifraba el estado social, económico, educativo, político y cultural del indio. No cabe duda de que, para el marxismo oficial de la época, una propuesta como la de Mariátegui, que comienza su análisis desde las condiciones económicas del indio en lugar de hacerlo desde las formas de producción del proletariado, resultaría una propuesta desafiante y poco entendida. Algunos marxistas han visto en Mariátegui uno de los precursores de un marxismo humanista, que buscará estudiar las potencialidades de perfeccionamiento ético y espiritual que encontramos en el marxismo356. Así, la 354 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La Escena Contemporánea, Amauta, Lima, 1987, p.10. Esta cita nos denota el interés que tiene Mariátegui en los seres humanos de su tiempo. Es una fe que tiene el peruano en sus contemporáneos para que forjen los cambios de la historia. 355 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, 1979, p. 51. 356 Cfr. PABLO GUADARRAMA, Humanismo, Marxismo y Postmodernidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1998, p. 56. Citando lo siguiente: “Tal como la metafísica cristiana no ha impedido a Occidente grandes realizaciones materiales, el materialismo marxista compendia, como ya he afirmado en otra ocasión, todas las posibilidades de ascensión moral, espiritual y 211 tradición marxista, especialmente en América Latina, comprendió que el humanismo en las manos del capitalismo iba en un rumbo equivocado, tal como lo afirma Aníbal Ponce: “La historia contemporánea nos enseña que en manos de la burguesía el humanismo está en trance de morir. Y morirá sin duda, si el proletariado no le arrebata a tiempo, junto con la hegemonía económica, la dirección de una cultura que en el momento actual sólo ha sabido envilecer”357. Sin embargo, el socialismo “real” de la era staliniana no fue inmune ante la alineación del ser humano en sus sociedades. Pronto aparecieron propuestas marxistas que buscaron en el factor humano un relanzamiento del marxismo en el mundo, principalmente por parte de Sartre, Garaudy y Mondolfo en Europa, y de Sánchez Vásquez en América Latina. Esta concepción intentaba no cerrarse en el estatuto antropológico, sino presentar una propuesta más amplia que se distanciara de la visión omnicomprensiva del “diamat” basado en la concepción materialista de la historia358. No cabe duda que en América Latina una de sus propuestas consistentes para implementar la praxis política del marxismo se cifra en considerar al ser humano como un eje de interpretación para la construcción de un sólido movimiento que no descanse, como en el pasado, en el esfuerzo de instaurar un Estado socialista. filosófica de nuestra época” en JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Obras completas, Amauta, Lima, 1970, p.104. 357 ANIBAL, PONCE, “Humanismo burgués y humanismo proletario”, en, Obras, Casa de Las Américas, La Habana, 1975, p. 233, citado en PABLO, GUADARRAMA, Humanismo, marxismo y postmodernidad, 1998, p. 58. 358 El Diamat es una versión de Stalin sobre el materialismo histórico y el materialismo dialéctico (es la abreviatura invertida de este término). Con este escrito, se cuidó más la visión ontologizadora del materialismo que la visión dialéctica del mismo. 212 3.2. La confluencia entre el indigenismo y el socialismo. Mariátegui persistió siempre en la idea de que el socialismo y el indigenismo debían confluir el uno con el otro. Su interés fue plantar en América Latina las bases del marxismo. Esta plantación debía tener como referente el mundo indígena. Con esto, Mariátegui trató de normalizar el marxismo en América Latina. Podemos decir “que con Mariátegui hay por primera vez marxismo desde América Latina, y por cierto en el sentido de una vertiente nueva por la que el marxismo queda descentrado, esto es, liberado del centrismo de su perspectiva europea, de su dominación europea”359. En este sentido, Mariátegui propone el marxismo en clave germinal y fermentaria360. Esta instauración del marxismo no debía realizarse únicamente desde la perspectiva y para la perspectiva económica; va hacia algo más: en esta construcción se deben tomar en cuenta todos los subsitemas político, económico, social, estético, educativo, etc. Sin embargo, según Mariátegui, para ser marxista no bastaba la experiencia europea. Para la búsqueda de la transformación de la realidad, se necesitaba el conocimiento de ésta, y en el caso latinoamericano, el no cocimiento profundo de los problemas de los pueblos de América Latina. Al respecto escribe en su Mensaje al Congreso Obrero: “El marxismo del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad de los hechos. No es como algunos erróneamente suponen un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la 359 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Trasformación del marxismo. Historia del marxismo en América Latina, Capítulo 4: Etapa del intento de naturalizar el marxismo en América Latina o la significación de la obra de José Carlos Mariátegui (1928-1930), P y V editores, México, 2001, p. 125. 360 Ibid., pp.125-126. 213 entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”361. Mariátegui se niega a observar al marxismo como un dogma y una abstracción. Lo que propone es un marxismo que esté a la altura de los tiempos, a la altura de los problemas de América Latina: “No queremos ciertamente, que el socialismo sea absoluto, abstracto, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil, vale la idea germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento”362. Esta forma de ver y actuar el marxismo en América Latina, por Mariátegui, como método dialéctico, significa una doble novedad: primeramente, la consideración teórica y práctica del marxismo como su implantación en el continente americano; y segundo, el tratamiento del problema del indio con categorías diferentes. Mariátegui trata de resituar el problema, como hemos visto anteriormente, desde la perspectiva del indio. Sin embargo, al escribir sobre la polémica del indigenismo señala algo importante: “Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del valor y el sentido de lo indígena en nuestro tiempo, no por el camino de la erudición libresca ni de la intuición estética, ni siquiera de la 361 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al Congreso Obrero”, en, Ideología y política, Obras Completas, volumen 13, Editorial Amauta, Lima, 1970, pp. 111-112. 362 MICHAEL LOWY, El Marxismo en América Latina, Editorial ERA, México, 1982 p. 106. También cita a: JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Carta colectiva del grupo de Lima, junio de 1929”, en, El proletariado y su organización, Editorial Gijalbo, México, 1970, pp. 119-121. 214 especulación teórica, sino por el camino –a la vez intelectual, sentimental y práctico- del socialismo”363. La búsqueda que hacía Mariátegui para la confluencia era teórica y práctica. Consistió en una “interpretación histórica, económico-política y social, aun cultural, metodológicamente desde abajo”364. La novedad, para su tiempo, es que el lugar de los de abajo eran los indios, que han sido los que han estado bajo la dominación de la conquista y de la colonia. Ante esta situación, Mariátegui observa que la apropiación del marxismo debería ser de forma diferente que en Europa, y que no debía ser una copia del marxismo europeo. “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia sino una creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje al socialismo indoamericano... El socialismo no es ciertamente una doctrina indoamericana... Aunque haya nacido en Europa, como el capitalismo, no es tampoco específica ni particularmente europeo... El socialismo, en fin está en la tradición americana. La más avanzada organización comunista, primitiva, que registra la historia, es la inkaica”365. 363 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo polémico”, en, El Mundial, No. 350, Lima, 1927, citado en JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo Latinoamericano, 1978, p. 47. Aricó expone que la idea de la resolución final del indigenismo en el socialismo deriva en Mariátegui de la convicción de la incapacidad de las burguesías locales de “cumplir las tareas de la liquidación de la feudalidad”... “Toca al socialismo esta empresa. La doctrina socialista es la única que puede dar sentido moderno, constructivo, a la causa indígena, que, situada en su verdadero terreno social y económico, y elevada al plano de una política creadora y realista, cuenta para la realización de esta empresa con la voluntad y la disciplina de una clase que hace hoy su aparición en nuestro proceso histórico”, en, JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y política, Amauta, Lima, 1969, p. 188. 364 ENRIQUE DUSSEL, “El marxismo de Mariátegui como “Filosofía de la Revolución”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Volumen 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p. 251. 365 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en, Revista Amauta, edición en facsímil, número 17, Editorial Amauta, Lima, 1928, pp. 2-3. 215 El papel que Marx atribuyó al proletariado en la lucha de clases, Mariátegui se lo atribuyó al indio. Ciertamente Mariátegui no trató el problema del indio como problema étnico, sino que lo elevó a un problema de clases entendido como problema de nación366. Mariátegui, con esta visión del marxismo, no sólo instauraba un marxismo de cuño latinoamericano, sino que, más importante aún, evocaba un horizonte renovado del marxismo. Este horizonte renovado sin duda fue madurado durante su viaje por Europa. En este período, de 1919 a principios de 1923, Mariátegui estuvo en contacto con los cambios del socialismo en Europa. Así, podemos mencionar, por ejemplo, que Mariátegui asiste, junto con César Falcón, en 1921, al Congreso de Livorno en el que se produce la escisión de socialistas y comunistas. Además, en Italia conoce las tesis de la III Internacional, en las cuales ve reflejadas las posibles causas de la división de socialistas y comunistas367. Todas estas experiencias no lo llevaron a “revisar” el marxismo, sino que lo llevaron a tratar el marxismo en nuevos términos que se distanciaban de una visión mecanicista y determinista del mismo, y se centró en la preparación espiritual e intelectual del revolucionario. Esta nueva faceta del revolucionario está sustentada, al estilo marxista, en la transformación de la realidad que, según la tesis XI de Marx sobre Feuerbach, es la razón del marxismo368. Con la confluencia del indigenismo y el socialismo, Mariátegui no sólo evoca la necesidad del socialismo para los pueblos de América Latina, sino que trata de apreciar los hábitos de cooperación y solidaridad de las comunidades prehispánicas. “...Considero fundamentalmente este factor incontestable y concreto que da un carácter peculiar a nuestro problema agrario: la 366 ENRIQUE DUSSEL, El marxismo de Mariátegui, p. 253. Cfr. ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, número 4, Editorial Amauta, Lima, 1992, p.62. 368 Ibid., P. 64. 367 216 supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígena”369. Sin embargo, Mariátegui consideraba que el socialismo no es un indigenismo. El hecho que la comunidad campesina pueda ser un foco de un socialismo moderno, no quiere decir que instaurar el socialismo en el Perú, significará volver al socialismo inca. “El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solución socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en parte la explotación de la tierra por los pequeños agricultores ahí donde el yanaconazgo o la pequeña propiedad recomienda dejar a la gestión individual, en tanto que se avanzará en la gestión colectiva de la agricultura en las zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo que el estímulo que se preste al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritus nativos, no significa en absoluto una romántica y antihistórica tendencia de reconstrucción del socialismo incaico... El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalistas...”370. Mariátegui sostiene que, para que el socialismo latinoamericano sea un verdadero socialismo, al menos en el caso peruano, tiene que solidarizarse con las reivindicaciones indígenas: “El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y en el Perú las masas –la clase trabajadora- son en 369 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, p. 55. RODRIGO MONTOYA, “Siete Tesis de Mariátegui sobre el problema étnico y el socialismo en el Perú”, en, Anuario Mariateguiano, número 2, volumen 2, Editorial Amauta, Lima, 1990, p. 60. También está citado en ALBERTO, FLORES GALINDO, y RICARDO, PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p.466. 370 217 sus cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano –ni sería siquiera socialismo- si no se solidarizase, primariamente, con las reivindicaciones indígenas”371. En síntesis, la confluencia entre las dos instancias busca la recreación de un mito que es la revolución social. Este mito es movido por una pasión que es el principal aporte de los revolucionarios. Al respecto, Jaime Massardo, expone que en Mariategui se da una lectura latinoamericana del marxismo, por las cinco anotaciones siguientes: “Primero, la caracterización de la burguesía nacional en su incapacidad para conducir las tareas de liberación nacional, vale decir, las tareas antiimperialistas que el desarrollo del Perú requiere, las que, entonces, deben ser llevadas a cabo por otros sectores sociales, heterogéneos... Segundo, se vislumbra el papel hegemónico de una clase obrera en particular dialéctica etnia/clase que, tercero, en la perspectiva del socialismo podrá desarrollar las tareas de orden democrático burgués que permitirán, cuarto, la realización de la idea de nación, de la construcción misma de la nacionalidad. En esa dirección, quinto, la comunidad indígena precolombina puede desempeñar un papel importante que puede convertirse en una célula del Estado Socialista Moderno”372. Lo antes dicho por Massardo nos ayuda a dilucidar que se trata de una confluencia no sólo cultural, sino más bien de una simbiosis más profunda: busca la unidad entre lo teórico y lo práctico; busca la unidad entre el método y lo epistemológico; y en definitiva, entre la superestructura, cifrado en la voluntad, 371 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo polémico”, en, Mundial, número 350, año VII, Lima, 1927; en Ideología y política, Editorial Minerva, Lima, 1981, pp. 214-218. Estos dos textos citados en ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, op. Cit. P.378 372 JAIME MASSARDO, “La originalidad del Pensamiento de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, número 5, volumen 5, Editorial Amauta, Lima, 1993, p. 165. 218 y la infraestructura, que se encuentra especialmente en la base económica. En otras palabras, en la creación heroica del marxismo, Massardo no negaba la determinación económica, pero hacía énfasis en la significativa importancia de la subjetividad humana, en el papel de los factores supraestructurales, de la cultura, la tradición y la historia de la nación y en la forma en que estos elementos eran interiorizados por los diferentes sujetos sociales. 4. La importancia de la escena contemporánea: confrontación de lo internacional y lo nacional. Mariátegui fue un intelectual abierto siempre a los nuevos conocimientos. Así, para establecer su propuesta de la nueva peruanidad se valió de muchas categorías y concepciones para relacionarlas entre sí y sacar una síntesis coherente. No opta por la razón en desmedro del sentimiento; no apela a la racionalidad en desprecio del mito; no sitúa lo económico sin una referencia al arte o a la cultura. De ahí su propuesta de un marxismo hecho en América, un socialismo en confluencia con el indigenismo que podía ser una propuesta interesante para nuestros pueblos. No se planteó el problema del Perú ensimismado en sus raíces incas. No pensó para el Perú un autismo social y político; muy al contrario, pensó a Perú en una esfera de relaciones a escala mundial. Insistió eso sí, que se tomara en cuenta a nivel mundial al “Perú integral”, con su cultura, con sus indígenas, con sus problemas y con sus aciertos. En la experiencia europea de Mariátegui constató la necesidad de regresar al problema del Perú desde aquel sector que había sido olvidado: los indígenas. Mariátegui se propuso poner el problema nacional en una categoría internacional. 219 De esta insistencia suya encontramos una vertiente importante: Mariátegui, observador de la escena contemporánea. No sólo dilucidamos a Mariátegui como el vanguardista, el crítico literario, el político, el “intelectual orgánico”, el socialista, el precursor del problema indígena, sino también al intelectual que está pendiente de los problemas del mundo. Durante su estadía en Europa, Mariátegui “tuvo el singular privilegio de ser testigo de la crisis de la cultura política, de las instituciones parlamentarias y del sistema económico que preludió el advenimiento del fascismo y el nazismo”373. Hace ver que la crisis es una crisis de la civilización occidental374. La época de la escena contemporánea que le tocó vivir a Mariátegui estuvo marcada –como hemos dicho- por una situación de crisis social y civilatoria. Los ideales de la sociedad de su tiempo se manifestaron como la búsqueda del caudillo, el culto al héroe, etc. En esta dimensión, Mariátegui ensaya la interpretación de la situación mundial y, entre ella, la interpretación de su país375. El tema de lo nacional y lo internacional era coyuntural para el tiempo de Mariátegui. Después de la Primera Guerra Mundial, los políticos del mundo se preguntaron qué modelo era pertinente para la sociedad de post-guerra, por lo menos para el ambiente europeo. En esa pregunta decisiva Mariátegui coloca el problema del Perú. La escena contemporánea, el primer libro de Mariátegui, no fue, tal como él dijo, una colección de notas sobre la actualidad política europea, sino que significa la descripción de una nueva época, un nuevo orden 373 HUGO CANCINO y PABLO CRISTOFFANINI, “El pensamiento de Mariátegui y la modernidad europea”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p. 175. 374 Mariátegui en la obra El crepúsculo de la civilización, de 1922, observa que el colapso de la civilización es irreversible; lo que antes se consideró como algo luminoso –desde la Ilustraciónahora se transformará en una “era oscura y caótica”. La modernidad ha entrado a una etapa de agotamiento y esto gracias al discurso cientificista. La civilización necesita, según Mariátegui, renovar las dimensiones espiritual y filosófica de los pueblos. 375 JAIME RÍOS BURGA, “Mariátegui y la escena contemporánea”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 7, número, 2, Editorial Amauta, Lima, 1995, pp. 287-288. 220 que se desarrollaría entre el fascismo y la revolución rusa376. La intención de Mariátegui de observar la escena contemporánea fue dilucidar un nuevo futuro con hombres nuevos para la construcción de una nueva sociedad. Veamos la siguiente cita ya indicada: “No soy un espectador indiferente al drama humano. Soy, por el contrario, un hombre con una filiación y una fe. Este libro no tiene más valor que el de ser un documento leal del espíritu y de la sensibilidad de mi generación”377. Desde su obra, Mariátegui se aleja de una visión positivista de la sociedad, recreando una posibilidad política que no descanse en la democracia ni en el parlamentarismo, sino en un socialismo que tome en cuenta los problemas de los indígenas. Él ve las bondades del socialismo precisamente en la renovación espiritual y cultural que éste daba. En la obra describe los dos movimientos antagónicos en boga: “En Italia, la reacción nos ofrece su experimento máximo, su máximo espectáculo. El Fascismo italiano representa, plenamente, la antirrevolución o, como se prefiera llamarlo, la contrarrevolución. La ofensiva fascista se explica y se cumple en Italia como una consecuencia de una retirada o de una derrota revolucionaria”378. Mariátegui reacciona ante esta visión positivista y parlamentaria con la fuerza del socialismo de los bolcheviques, en los cuales reconoce que se garantizan los valores morales de la organización de los oprimidos. La distinción de la obra de Mariátegui fue la manifestación en contra del parlamentarismo y la 376 JOSÉ GUILLERMO NUGENT, “El descubrimiento de una época: La Escena Contemporánea”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 3, Editorial Amauta, Lima, 1991, pp. 61-68. También, HUMBERTO FLORES, “La democracia en el pensamiento de J. C. Mariátegui”, en, Científica, No. 2, Universidad Don Bosco, Soyapango, 2000, pp. 35-46. 377 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La Escena Contemporánea, Editorial Amauta, Lima, 1987, p. 12. 378 Ibid., p. 24. 221 democracia parlamentaria, que consideraba como cosa del pasado y de un espíritu reformista y anacrónico, incapaz de llevar a cabo acciones revolucionarias. En este sentido, niega la fuerza revolucionaria de la socialdemocracia y se decanta por anunciar la vigorosa vitalidad que en su tiempo tiene la Internacional Socialista. El socialismo, por tanto, es el descubrimiento de una nueva época. A esta nueva época, a la cual Mariátegui llama neo-romántica, la extendía hacia la búsqueda de un socialismo más abierto, más integral y menos científico, tal como lo reclamaba Sorel, en la transformación de una “poesía social”379. Mariátegui no traduce su modelo político a un enfoque postivista; habla más bien de la política como fe y como pasión. Así, el peruano se opone a la falsa democracia parlamentarista que sólo busca el entendimiento entre las partes y se aleja de una verdadera transformación social. En este cometido, Mariátegui critica algunos autores, como Wilson o Lloyd George, que proponen algunas tesis reformistas que no cambiarían el panorama europeo ni americano. Por ejemplo, Wilson propone la Sociedad de las naciones, que expresaba el sueño de albergar a los países del mundo occidental para establecer lazos de cooperación, en la segunda década del siglo XX. Mariátegui consideró insuficiente que los países más potentes del mundo se unan para, desde ellos, establecer una liga de las naciones380. Era insuficiente porque la propuesta iba encaminada a que solamente un pequeño grupo de países estarían decidiendo la paz mundial, o bien a una sociedad internacional donde se consolida el modo de producción capitalista. Es más, Mariátegui desconfía del Pacto de Seguridad, que fue suscrito después de la Primera Guerra 379 JOSÉ GUILLERMO NUGENT, El descubrimiento de una época, 1991, p. 66. La idea de la liga de las naciones es análoga a la idea de lo que años después se constituyó en la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, contextualizando la idea de Mariátegui, podemos preguntarnos también en este tiempo sobre la funcionalidad de este órgano internacional en la problemática mundial: ¿cuál es el papel de los países más poderosos de la ONU? ¿Por qué está el G-8 decidiendo sobre guerras? ¿Cuál es la fuerza que tiene la UNICEF para combatir el hambre de la infancia en el mundo? 380 222 Mundial y fracasó años después con la Segunda Guerra Mundial. Consecuentemente, Mariátegui no cree que la democracia, como es planteada por el capitalismo, sea el camino para salir del problema de Occidente. En este sentido, la reflexión de Mariategui sobre la democracia a partir de la experiencia italiana cobra una gran permanencia y actualidad: “La crisis contemporánea es la crisis del Estado demo-liberal. La reforma protestante y el liberalismo han sido el motor espiritual y político de la sociedad capitalista. Quebrantado el régimen feudal, franquearon el camino a la economía capitalista, a sus instituciones y a sus máquinas. El capitalismo necesitaba para prosperar que los hombres tuvieran libertad de conciencia y libertad individual. Los vínculos feudales estorbaban su crecimiento. La burguesía abrazó, en consecuencia, la doctrina liberal. Armada de esta doctrina, abatió la feudalidad y fundó la democracia...”381. La actitud crítica de Mariátegui ante la democracia liberal de su tiempo deviene de su propia posición frente al liberalismo. El peruano, al observar la experiencia europea de los años veinte, considera que el liberalismo ha entrado en decadencia ya que se debate entre el oportunismo y el parlamentarismo de la época que finalmente se plegaron al fascismo. En síntesis, Mariátegui se decanta por un internacionalismo obrero o bien por una red conformada por los países más vulnerables. Este internacionalismo obrero se debería agrupar en contra del capitalismo mundial que se ha constituido en un bloque económico muy fuerte. Para Mariátegui, los participantes de la Sociedad de Naciones deberían ser los grupos de explotados, por ejemplo, los indígenas de todo el mundo; una sociedad que no esté centrada en la acumulación de poder, sino, una sociedad que comparta la solidaridad con los pueblos que están en riesgo. 381 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La escena contemporánea, pp. 56-57. 223 5. El americanismo como proceso identitario. Mariátegui, desde la búsqueda de los procesos de identidad en el continente americano, se adscribe a una generación que tiene como sello fundamental darle carta de ciudadanía al pensamiento latinoamericano. Podemos considerar, en sentido amplio, que esta generación se desarrolló a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los integrantes de esta generación tenían características similares: eran contrarios al positivismo de la época; eran anti-norteamericanos y anti-imperialistas; eran anti-colonialistas; aportaban un planteo nuevo sobre el problema del continente americano desde una perspectiva renovada de hispanidad y la participación del indio en la configuración de las naciones. Unos más que otros cumplían de gran manera estas características. Uno de los intelectuales que influyeron en la época es José Martí con su propuesta de Nuestra América. Más allá de un libro, Martí proponía una filosofía nueva que hacía del continente latinoamericano un lugar para la filosofía y un lugar de filosofía382. Así, en Nuestra América Martí convierte a nuestra América en un sujeto de la filosofía, la cual permitía escuchar a la variedad de voces, especialmente las marginadas y excluidas de América Latina. En esta escucha de muchas voces, Martí plantea que el pensamiento latinoamericano debe ser relacionador y habla de una filosofía relacionadora con las diferentes corrientes e influencias del pensamiento. Así, Martí se presenta como uno de los primeros pensadores en plantear que América Latina es un lugar posible para la generación de un pensamiento propio. 382 Esta visión de considerar a Latinoamérica como un lugar del pensamiento, lo ha desarrollado nítidamente la Teología de la Liberación, que ha considerado como lugar teológico no sólo el continente, sino el pobre y el marginado. 224 En esta línea, Mariátegui se preocupa porque el referente de todas las acciones sea lo nuestro, lo americano. Sin embargo, él no estaba seguro de que en todos los países de América Latina se estuviese viviendo una etapa auténticamente americana o que se tenía todavía una cierta dependencia de Europa. Para este cometido, Mariátegui comenta por escrito sobre un congreso de escritores hispanoamericanos, el cual había sido convocado por el connotado escritor Edwin Elmore, y que tenía tiene como objetivo aglutinar a los intelectuales hispanoamericanos para conformar así objetivos comunes383. Mariátegui se declaró escéptico ante tal evento. Las razones son, en parte, porque el Congreso es libre y heterogéneo y ante tales características, el evento no se ve exento del peligro de acabar en una organización amorfa y sin orientación, ya que a éste asistirían escritores superficiales que luego degenerarían en la discusión de una vacua academia. Mariátegui está de acuerdo en que se trabaje por la unidad hispanoamericana; pero considera que la mejor manera no es convocando a semejante Congreso y, peor aún, dando como un hecho la “unidad” hispanoamericana. Mariátegui se inclina por invitar a los escritores afines, que deben estar centrados en temas realistas que respondan a la época histórica que les toca vivir. Los que fueron favorables al Congreso son de la idea de que ya existe un pensamiento articulado que da por hecho la radical independencia de América con respecto a la cultura europea. Según ellos, dice Mariátegui, es para América la oportunidad de dar a luz una nueva cultura. Para Mariátegui este enfoque es muy optimista e ingenuo y necesariamente se deben tomar otros elementos. El Amauta considera importante que se tome en cuenta al continente americano como la nueva cuna de donde saldrá un nuevo mensaje al mundo; sin embargo, no se debe pensar que ya hemos reemplazado al continente europeo con nuestro pensamiento propio. 383 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Temas de nuestra América, pp. 17-21, Editorial Amauta, Lima, 1978. 225 Mariátegui para definir este tema, comenzó planteando una pregunta determinante: ¿existe un pensamiento hispanoamericano?384 Y dice al respecto: “Me parece evidente la existencia de un pensamiento francés, de un pensamiento alemán, etc., en la cultura de Occidente. No me parece igualmente evidente, en el mismo sentido, la existencia de un pensamiento hispano-americano. Todos los pensadores de nuestra América se han educado en una escuela europea. No se siente en su obra el espíritu de la raza. La producción intelectual del continente carece de rasgos propios...El espíritu hispano-americano está en elaboración”385. Mariátegui plantea el argumento principal de la anterior afirmación, porque nota que la densa capa indígena se mantiene casi totalmente extraña al proceso de formación de la peruanidad. Para él, el Perú es un suelo que ha aprendido las lecciones de los países imperialistas de Europa. El alma indígena en el Perú está deprimida y huraña hacia su propio país386. Al hacerse esta pregunta sobre el pensamiento hispanoamericano, trata de superar, por un lado, la rivalidad entre los conceptos de íbero-americano y panamericano; y de desvirtuar un concepto errado de su tiempo sobre el panamericanismo, por el otro. El pan-americanismo, según él, no goza del favor de los intelectuales. El grupo en el cual esta idea sí tiene ascendencia es el de los diplomáticos, que está más unido a un ideal natural del imperio, y no tanto a un ideal del continente387. Este pan-americanismo, más allá de adscribirse a una sólida democracia, es la unidad ofrecida por los países poderosos centrados en la política de Estados Unidos. El pan-americanismo fundamenta su expansión en la 384 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, en, Mundial, 1º. de mayo, Lima, 1925. Está incluida en JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Temas de nuestra América, Amauta, Lima, 1978. 385 Ibid., p. 22. 386 Ibid., p. 24. 387 Ibid., p. 27. 226 explicación de las bondades del capital, cifradas más específicamente en su moneda, en su técnica, en sus máquinas y sus mercaderías388. Por el contrario, para Mariátegui, las adhesiones de los intelectuales son más claras hacia el concepto de íbero-americanismo. Este concepto se apoya mucho más en las tradiciones y los sentimientos; en cambio, el panamericanismo se centra en las negociaciones. En síntesis, el íbero-americanismo se funda en nuestra dependencia colonial con España; y el pan-americanismo se funda en nuestra dependencia de Estados Unidos y su expansionismo por todo el mundo. Como afirmaba Mariátegui, en las líneas anteriores, en América Latina se debe hacer una síntesis adecuada. El concepto de hispanoamericano debe cifrarse y consustanciarse con los nuevos ideales de la América indo-ibérica. Este concepto debe insertarse en la nueva realidad histórica de los pueblos del continente. Además, esta fusión indo-ibérica debe apoyarse en las muchedumbres que trabajan por crear un nuevo orden. La afirmación por el continente americano no pasa únicamente por la proclamación antiimperialista del Amauta, sino que se caracteriza principalmente por establecerse desde una realidad: la de los pueblos indígenas. Mariátegui cifra sus esperanzas en que los pueblos del continente se unan, ya que todos, en su mayoría, proceden de la matriz única de la Conquista, que destruyó las culturas y las manifestaciones autóctonas, uniformó la fisonomía étnica, política y moral de la América Hispana. El objetivo de esta unión se cifra en que todos estos pueblos tengan carta de ciudadanía y que no estén relegados de las decisiones más importantes de los políticos389. 388 Ibid., p. 30. Este problema es sumamente actual, especialmente cuando nos enfocamos en una globalización de la economía. Es análoga a la pretensión de una economía de mercado único, como decíamos en un capítulo anterior. 389 Ibid., Página 11, en el tema La unidad de la América indo-española. 227 6. La cultura y la política como referentes vanguardistas. En las últimas décadas en América Latina, los estudios culturales han tenido un auge muy importante, se han abocado a la tarea de configurar la identidad de un pensamiento latinoamericano. Estos “estudios latinoamericanos se ocupan de la producción simbólica de la realidad social latinoamericana, tanto en su materialidad, como en sus producciones y procesos”390. En estas producciones están contempladas áreas como son el arte, la literatura, las leyes, la música, los deportes, los medios de comunicación social, etc. Este proceso de reconocer las producciones de nuestro continente, no es un evento nuevo. Ya en el siglo XIX, pensadores fundacionales, como Simón Rodríguez o Simón Bolívar, con sus obras daban carta de ciudadanía a los nuevos estados, y sobre todo a la creación de un locus cultural que recuperaba la identidad después del período de las gestas de independencia391. La figura más determinante en este tema, probablemente, fue José Martí que, con su obra Nuestra América de 1891, estableció que el valor de la raza no estaba basado en un estatuto biológico –tal como lo propuso Sarmiento-; sino “en el orgullo de ser lo que somos, la originalidad/autenticidad como valor, según lo cual no teníamos que seguir los modelos extranjeros –ni siquiera en la forma de gobernar-, sino crear modelos nuevos, más reales...”392. 390 ALICIA RÍOS, “Los Estudios Culturales y el estudio de la cultura en América Latina”, en, DANIEL MATOS (coord..), Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Universidad Central de Venezuela, 2002, p. 247. 391 Cuando hablamos de la recuperación de la identidad, nos referimos a la identidad de los pueblos precolombinos, que eran culturas muy ricas e integradas. Contrariamente, con los procesos de la colonia, y especialmente en los siglos XVIII y XIX, algunos pensadores reflejaban que el ideal de los pueblos americanos se centraba en que la cultura emergente tuviera como referente al hombre blanco europeo. 392 JULIO RAMOS, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 16. 228 No hay duda de que Martí, con esta visión, se opuso a la visión positivista de las políticas oficiales de su tiempo; una visión que en lugar de producir arte y cultura, solamente nos había permitido reproducir ciertos comportamientos y hábitos culturales. Desde el pensamiento de estos precursores, podemos decir que los estudios culturales y la reflexión sobre la cultura perseguían dos objetivos: primero, hacer una crítica a los modelos transculturales, que tenían como meta copiar la forma de vida de una cultura dominante, sin la mínima intención de objetar algunos de sus postulados. Segundo, que la búsqueda de producciones culturales, atendiendo a las raíces del continente, significó pasos muy decisivos para la profundización de la identidad y la construcción del progreso de las naciones. En este contexto, y especialmente, en el siglo XX, el problema de las identidades de los pueblos cobra nuevos matices. El tema ya no se centra solamente en las producciones, sino en el hecho de la participación de los sujetos y sus subjetividades en la conformación de la identidad de América Latina393. Consecuentemente, en esta época nos encontramos con un desarrollo del discurso indigenista. Ya en la primera parte de este capítulo tratamos sobre algunos precursores, entre ellos Mariátegui. En este sentido, la novedad de Mariátegui, tal como se escribió antes, es que para él la centralidad del indio no era solamente un problema “étnico”394. Mariátegui supeditó a este problema, la estructura económica. Eso le permitió al peruano buscar alternativas de solución que no eran precisamente latinoamericanas, como es el caso del socialismo. El punto de partida fue el 393 Cfr. ALICIA RÍOS, Op. Cit., p. 250 Usamos el término étnico, en este caso, con un significado estrecho de lo racial. En cambio, el término étnico en sentido amplio va incluir todo el mundo material y espiritual de un pueblo. 394 229 problema del indio, y la tentativa de solución se perfiló en poner en práctica el socialismo395. Cuando se tiene el primer acercamiento a Mariátegui se tiene la impresión de que nos acercamos solamente a un marxista, a un político o a un revolucionario. Sin embargo, a medida que avanzamos en el conocimiento de sus ideas podemos notar en Mariátegui a un intelectual preocupado por el camino estético. Sin duda, no es un esteta sin más. Sus estudios en este campo se complementan con su visión política, todo unificado en la ideología que, para él, era la más apta de su tiempo: el marxismo. Así, tampoco se trató de un marxismo frío y vertical. Muy al contrario, trató de especificar un marxismo que dijera algo al ser humano, principalmente, en América Latina, al mundo indígena. En cierta medida no buscó un esteticismo únicamente; tampoco buscó un marxismo uniforme, sino que se preocupó porque estuvieran los dos vertidos en el camino del continente americano. Su visión estética y su visión política se fundieron en una propuesta marxista que diera respuesta a los problemas indígenas que, para él, eran los problemas más agobiantes de Latinoamérica. Es difícil hacer cirugías en Mariátegui: por ejemplo, apartar el socialismo del problema del indio; o separar la política de lo estético; o situar en niveles diferentes lo nacional y lo internacional. La obra de Mariátegui tiene muchas aristas, sobre todo en su pensamiento marxista. A través de la historiografía sobre el peruano se notó, especialmente en las primeras décadas, que se trataba de ver el marxismo de Mariátegui como estrictamente político y economicista. Fernanda Beigel se decanta en considerar al marxismo de Mariátegui como una obra convergente en la que agrupa algunas disciplinas: el arte, la política, la economía, la cultura, etc. La propuesta estética de Mariátegui, según Beigel, apareció en la década de los sesenta, en el aporte varios autores, tal como lo afirma en esta cita: 395 Mariátegui no pretendió suplir el problema de indio con el socialismo; él perfiló más bien una confluencia de ambos aspectos. 230 “En 1965, Adalbert Dessau pretendió recuperar a un Mariátegui marxista-leninista, fundador de la ciencia literaria marxista, en América Latina...El italiano Antonio Melis sostuvo, en 1973, que la preocupación del Amauta era evitar una fractura entre los campos de la política y del arte, y abrió una interpretación que permitiría desempolvar su opción vanguardista”396. No tardaron en aparecer los críticos de esta posición estética de Mariátegui. El uruguayo Ángel Rama, en cambio, notaba que el marxismo mariateguiano se centraba principalmente en un tronco económico397. Beigel, frente a esta visión, dice al respecto: “Nosotros consideramos necesario destacar algunas limitaciones del vanguardismo indigenista de la generación del Amauta...Pero reducir el socialismo mariateguiano a un proyecto exclusivamente político o, lo que es peor, a un economicismo, demuestra, por lo menos un gran desconocimiento de la obra de Mariátegui”398. El marxismo de Mariátegui, tal como se discutió en el Congreso de Sinaloa, era un marxismo abierto. ¿Qué quería decir este marxismo abierto en medio de las concepciones marxistas de la Academia Soviética? Es algo que, luego, en el siguiente capítulo desarrollaremos con una mayor ampliación y serenidad. Sin embargo, el marxismo abierto sugiere muchas ideas: el entronque entre la teoría y la práctica marxista; el marxismo no solamente abierto a lo económico sino también a lo político y lo cultural; se toma en cuenta el revolucionario integralmente, es decir, su pathos; la fusión entre el intelectual y el político orgánico de Gramsci; el indio y su confluencia con el socialismo, etc. 396 FERNANDA BEIGEL, El Itinerario y la Brújula, el vanguardismo estético-político de José Carlos Mariategui, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003, pp. 49-50. Se debe atender también al libro que recomienda Beigel: ANTONIO MELIS; ADALBERT DESSAU; MANFRED KOSSOK, Mariategui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971. 397 Ibid., p. 50., y además ÁNGEL RAMA, Transculturación narrativa en América Latina, Siglo Veintiuno, México, 1982, pp. 144 y ss. 398 Ibid., p. 51. 231 El marxismo de José Carlos Mariátegui, de principios del siglo XX, obedeció a una avenida filosófico-política muy característica de su tiempo: el vanguardismo. Con esto no queremos decir que Mariátegui se plegó a una escolástica cerrada; muy al contrario, buscó una libertad estética y el pluralismo necesario para elaborar una propuesta diferente a la de su tiempo. Mariátegui adquirió su formación estética por muchas vías. Su pensamiento político se revitalizó en Marx, pero además tomó forma desde la lectura antipositivista de Bergson y de Nietzsche, desde el idealismo estético de Croce, y desde la teoría de los mitos de Sorel. Las fuentes estéticas fueron también diversas: Waldo Frank, César Vallejo, Blaise Cendrars399. Pero esta formación seguramente no le fue dada por su experiencia europea, sino que se fue consolidando desde muy joven, desde sus primeros empleos en distintos periódicos; se refuerza luego, cuando comienza hacerse un crítico de arte; y se consolida en su etapa final, cuando trató de ser un forjador del arte y la cultura en el tronco común del marxismo. 6.1. El arte y la literatura. Mariátegui, tal como él decía, fue movido por un impulso vital hacia la literatura. Ese impulso le dio la oportunidad de “meterle” toda “su sangre en las ideas”, de vivir la literatura no como un hecho, sino como una pasión400. Como ejemplo de esta veta de Mariátegui encontramos en su “edad de piedra”, una serie de trabajos, “en su mayoría crónicas y artículos periodísticos, acompañados 399 Ver: VICKY UNRUH, “El pensamiento estético de Mariategui, una lectura crítica de las vanguardias”, en, Anuario Mariateguiano, Número 5, volumen 5, Editorial Amauta, Lima, 1993, p. 202. Este artículo presenta un desarrollo bastante ampliado del pensamiento estético de su tiempo. Además, coloca a Mariátegui como un forjador de cultura y un crítico literario. 400 Entre las obras principales de su bagaje literario encontramos La novela y la vida. Siegfried y el profesor canella, aparecido en ocho entregas del Mundial, en los números 452, 454, 456-460 y 462, recopilado en la editorial Amauta de Lima, 1955. 232 de unos 50 poemas, 37 artículos de crítica literaria y artística, 17 cuentos y dos dramas”401. Para Mariátegui la literatura es una parte importante de la conformación humana; en la literatura los pueblos se humanizan402. El peruano se oponía a la consideración de algunos literatos de su época que entendían la literatura como mera técnica. “No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión técnica. La nueva técnica debe corresponder a un espíritu nuevo también”403. Mariátegui consideraba que la literatura –como toda manifestación estética- provenía del espíritu. Desde esta perspectiva, el Amauta denunció que el arte está en decadencia, y se refería al arte de su tiempo. Para él, el culpable de esta situación era la mecanización que provenía de la sociedad capitalista. Es más, para él “la decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomización, en la disolución de su arte. El arte está en crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial... El artista contemporáneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la 401 EUGENIO CHANG-RODRÍGUEZ, “Notas sobre la estética de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, número 7, volumen 7, Editorial Amauta, Lima, 1995, p. 272. 402 Mariátegui, como crítico literario, nos presenta abundantes escritos. Publicó en las revistas Mundial y Variedades, en un primer nivel; en un segundo nivel, publicó en Repertorio Americano, publicado en San José, Costa Rica; y en un tercer nivel, el de mayor madurez, encontramos las publicaciones en el Amauta. 403 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Arte, revolución y decadencia”, en, Amauta, número 3, año I, Lima, 1926. También en versión corregida por el autor: El artista y la época, Editorial Minerva, 1980, 18-22. Este texto citado en: ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p.359. 233 decadencia es una literatura sin absoluto... El hombre no puede marchar sin una fe porque no tener fe es no tener una meta”404. Mariátegui abogaba porque la literatura y el arte, así como el socialismo, tuvieran un componente de fe, de tal modo que todas sus manifestaciones deberían mostrar su verdadero pathos405. Frente a lo antedicho, Mariátegui no estuvo de acuerdo en que el arte y la literatura fueran tomados como mera afición. El arte y la literatura debían estar abocados a algo superior. Estas dos dimensiones debían estar en perspectiva de la construcción del hombre nuevo y de la construcción de un nuevo Perú. En este sentido, la gesta revolucionaria – que permitía un mundo nuevo- se lograría mediante una gran concienciación de las masas. Así, la toma de conciencia política era acompañada por una intensa actividad artística y literaria. En un importante estudio sobre Mariátegui, Adalbert Dessau expone que la literatura, en relación con la adopción del socialismo en el continente americano, tiene carácter germinal: “No es exagerado decir que el camino de Mariátegui hacia la revolución pasó en su fase inicial por la literatura. Tal observación es válida no sólo para el propio Mariátegui, sino para una gran parte de la intelectualidad revolucionaria de su época. La causa de este fenómeno reside en que la realidad socio-económica de todos los países latinoamericanos no les ofrecía a los intelectuales ninguna posibilidad de realizar auténticamente sus capacidades creadoras”406. Consecuentemente, lo medular para Mariátegui no era la interpretación académica de los fenómenos literarios como tales, sino una finalidad política y 404 Ibid., pp. 359-360. Mariátegui, en todo el año 1926, se preocupó por escribir sobre el arte y literatura. Para este cometido hizo una crítica a la producción francesa, ya que miraba en ella un esfuerzo por privilegiar la imaginación. 406 ADALBERT DESSAU, “Literatura y sociedad en las obras de José Carlos Mariategui”, en, MELIS, DESSAU y KOSSOK , Mariátegui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, p. 74. 405 234 social tendiente a la orientación del movimiento obrero407. Mariátegui fundará su trabajo sobre la literatura en dos avenidas: la crítica a la literatura de su tiempo y la propuesta de constitución de la literatura teniendo en cuenta la visión marxista. La primera avenida se clarifica en su ensayo Proceso a la literatura. Para la segunda avenida, conviene apuntar que la literatura jugó un papel importante para la interpretación del Perú como nación408. En la literatura, Mariátegui despliega una serie de escritos interesantes; sin embargo, el ensayo es un importante género que Mariátegui desarrolló. Mariátegui pensó el ensayo como instrumento de la relación entre la literatura y la sociedad. Así, el peruano piensa que el ensayo no se limita a una visión subjetiva del autor, sino que es una actividad trans-subjetiva de acción sobre la realidad409. El ensayo de Mariátegui, por tanto, estará al servicio de la actividad revolucionaria que busca la construcción de un nuevo Perú. Además, Mariátegui es reconocido como un diestro narrador, especialmente en sus escritos juveniles410. Su labor periodística, se vio favorecida por sus vivaces narraciones, tanto en el plano geográfico como en el escenario político y social. 6.2. El Amauta. Tal como decía Mariátegui, Amauta fue la forma de aglutinar y no sólo exteriorizar pensamientos estéticos, sino que es la expresión de la problematización del Perú como país. No sólo es esfuerzo editorialista por presentar las grandes contradicciones del país, sino que caminó hacia propuestas de solución que contenían una nueva forma de abordar el problema. La 407 Ibid., p. 77. Cfr. DESIDERIO SAAVEDRA, “José Carlos Mariátegui y su contribución al desarrollo de la crítica literaria hispanomericana actual”, en, Mariátegui, Unidad de pensamiento y acción, tomo 1, Ediciones Unidad, Lima, 1986, p.286-287. 409 Cfr. LILIANA WEINBERG, “Los siete ensayos y el ensayo”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol. 6, Número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p.98. 410 Es importante el artículo de: RICARDO GONZÁLEZ VIGIL, “Mariátegui en la ruta de la “nueva narrativa”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol. 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, pp. 187-195. 408 235 existencia del Amauta, por tanto, fue la apuesta que hizo Mariátegui para relacionar el socialismo con el problema del Perú. Para el peruano era de vital importancia unir el arte, la cultura y la política para constituir la revolución. Así, “El arte no es el instrumento completamente disciplinado de la voluntad política, sino una expresión espontánea que requiere tan sólo de la verificación de un censor a la luz de las necesidades políticas declaradas”411. En este sentido, Mariátegui ve en el arte y en la cultura una conformación, es decir, una nueva forma de hacer la revolución, una forma de ser. Difiere aquí, en cambio, de algunos marxistas de su tiempo que miraban el arte solamente con una finalidad social dirigida por el Estado. Mariátegui al hablar de la cultura se acercaba más al pensamiento de Rosa Luxemburgo: “...Los estadistas de la Rusia nueva no comparten las ilusiones de los artistas de la vanguardia. No creen que la sociedad o la cultura proletaria puedan producir ya un arte propio. El arte, piensan, es un síntoma de plenitud de orden social”412. Mariátegui concebía al arte como una actividad plenamente inserta en la realidad de una época, y postulaba su encuentro con la vida y con la política. La propuesta estética mariateguiana se perfiló en la relación “orgánica” del arte con la vida. Mariátegui era afecto a todo aquello que hablara de la vida cotidiana, del día a día. Era aficionado a todo aquello que se presentaba con libertad; de ahí se derivan sus buenos comentarios de la película “El Circo” de Charlie Chaplin, en la cual se ahorraban los grandes títulos o las grandes argumentaciones. En este sentido, Mariátegui entendió el arte como un proceso, 411 J.P. NETL, Rosa Luxemburgo, Ediciones Era, México, 1974, p. 24. Ver, JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, “Lunatcharsky”, en, La Escena Contemporánea, Editorial Amauta, Lima, 19878, p. 99. 412 236 tal como lo escribió en su último capítulo de Los Siete Ensayos de la Realidad Peruana413. Además, para Mariátegui, el arte, como parte fundamental de la vida, tenía que presentarse como acción y como actividad humana. La actividad artística, por tanto, está imbricada con las conductas humanas y, por consiguiente, con la revolución. Continuando con la descripción del movimiento en torno al Amauta, Mariátegui expresaba que esta iniciativa va más allá de un mero grupo: se trata de una actitud frente a la vida, un espíritu. Es una corriente que, en la segunda década del siglo XX, fue llamada vanguardista, la cual, con la definición del Amauta, entró en una etapa de concreción. Es más, las personas que estarían agrupadas alrededor del Amauta serían quienes promulguen un cambio en Perú. “No hace falta declarar expresamente que Amauta no es una tribuna libre abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas”414. Basado en esta última indicación, Mariátegui comenta que el objetivo de la revista “Es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, artísticos, 413 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, pp. 229-348. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Presentación del Amauta”, No. 1, año 1, en, Revista AMAUTA, Lima, 1926, citado en: ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2004, p. 357-358. 414 237 literarios, científicos... Esta revista vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los de los otros pueblos de América, en seguida con los de los otros pueblos del mundo”415. Con el movimiento Amauta, Mariátegui se proponía establecer una iniciativa de largo aliento que tendría la capacidad de instaurar los ideales socialistas en el Perú. El proyecto de vida de la revista Amauta era la transformación del Perú. Se centrará especialmente en la transformación del indio. Mientras existiera esta marginación del indio, el Amauta tendría una razón de ser. En el segundo Aniversario del Amauta, Mariátegui escribió: “Amauta no es una diversión ni un juego de intelectuales puros: profesa una idea histórica, confiesa una fe activa y multitudinaria, obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer término... En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra: Socialismo”416. 6.3. El Perú nuevo. La finalidad del viaje estético de Mariátegui no era lo estético por lo estético. Su esfuerzo se cifró en hacer confluir muchas aristas bajo la concepción de un marxismo con carta de ciudadanía americana. Para este cometido, Mariátegui, propuso que el punto de partida tenían que ser los pueblos de América Latina. No consideraba el pueblo como un abstracto geográfico establecido en límites fronterizos. Se sitúo, más bien, en el problema del indio de su país. Desde allí se propuso hacer un nuevo Perú. Y la única forma para constituir una 415 Ibid., p. 358. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y balance”, en, Revista Amauta, No. 17, año III, Lima, 1928. Citado en ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADAS, Op. Cit., p.452. 416 238 nueva patria era partir desde los indígenas, que desde la Colonia habían sido olvidados. En la propuesta del nuevo Perú, centrada principalmente en los Siete ensayos de la realidad peruana, Mariátegui planteó la necesidad de una nueva estructura económica y social en el Perú. Con ello, como hemos dicho antes, no sólo privilegió lo económico, sino que partió de lo económico, esbozado en el componente material del ser humano, y desde esa visión, se ocupó de hablar de la tierra, la educación pública, la literatura, etc. 7. CONCLUSIONES 1. Los cinco pilares del pensamiento de José Carlos Mariátegui que gozan de actualidad en el presente son: el problema del indio; el socialismo creativo, especialmente la confluencia del socialismo y el indigenismo; el movimiento vanguardista de Mariátegui expresado en la política, la cultura y el arte; la preocupación por la escena contemporánea, sobre todo la relación de lo nacional con lo internacional; y, por último, el americanismo como proceso identitario. 2. Los temas fundamentales del Amauta son el problema del indio y el socialismo. Estos se suceden como ejes transversales del pensamiento mariateguiano. Partiendo del problema del indio, Mariátegui diagnosticó el problema del Perú. El indio operó en el pensamiento mariateguiano como el lugar social, económico y cultural desde donde se deben colocar los problemas. En este sentido, la solución de los problemas estribará en colocar el problema del indio y para el indio como el lugar desde el cual se resolverían los problemas de la nación. El socialismo, en cambio, le sirvió como un método y una crítica desde los cuales se plantearían soluciones viables para el problema acuciante del Perú. En este sentido, el socialismo serviría para dar solución a los problemas más acuciantes de los indios. La propuesta debía ser integral, es decir, debía dar respuestas a la totalidad de los problemas, atendiendo lo material, lo económico; pero también 239 atendiendo todo aquello que forma parte de la superestructura: lo espiritual, lo volitivo y lo pasional. 3. Temas necesarios para el análisis son los ejes transversales: el problema del indio y el socialismo indo-americano, el vanguardismo político, la relación entre lo nacional y lo internacional y el americanismo como proceso identitario. En cuanto al vanguardismo político, hay que decir que forma parte del marxismo integral de Mariátegui. La concepción mariateguiana en este tema consistió en el trabajo político con las masas, pero también consideró la construcción nacional de lo artístico y lo cultural en el Perú. En este sentido, no sólo tomó en cuenta las dimensiones materiales y económicas del Perú, sino que se ocupó de los factores de la superestructura. Así, lo artístico y lo cultural forman parte de la propuesta socialista para la solución de los problemas del Perú integral. 4. Este vanguardismo político fue importante para la propuesta de configuración del Perú. Consecuentemente, esta propuesta sirvió para establecer el proceso del “americanismo” en nuestro continente. La construcción de lo americano ya no consistió en la copia fiel de las gestas europeas, tal como lo señalaron algunos pensadores del siglo decimonono, sino que se trataba de una teoría y una práctica que, en la medida de lo posible daba luz en América Latina, partiendo de las características de los pueblos latinoamericanos. Con Mariátegui se sustentó que la transformación de los pueblos de América se basaba en la recuperación del tema del indio, tema que perdió terreno desde la conquista y la colonia en América. Mariátegui abogaba por el regreso al indio. 5. Mariátegui fue un observador de la escena contemporánea, fue un analítico de la realidad. En este sentido, no sólo le interesó el Perú, sino que, también, el continente americano, y con él, le interesó el mundo. 240 Sabía recorrer el camino de lo particular a lo universal y viceversa. Se planteaba los problemas tanto desde lo abstracto como desde lo concreto. Su gira por Europa tenía como finalidad conocer el Occidente como parte importante del mundo. Relacionaba los problemas mundiales con los problemas locales. Tuvo un afán de proponer soluciones a problemas universales. Especialmente se preocupó de los problemas de aquéllos que más sufrían la pobreza; pero proponía que éstos, en todo el mundo, se unieran, para darles solución. En este sentido, siempre se propuso la unidad entre los campesinos y los proletarios. 241 242 CAPÍTULO IV EL MARXISMO INTEGRAL DE MARIÁTEGUI “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He ahí una misión digna de una generación nueva” (José Carlos Mariátegui en Aniversario y Balance del Amauta, 1928). “La obra capital de Marx, como su ideología toda, no es ningún evangelio en que se nos brinden verdades de última instancia, acabadas y perennes, sino manantial inagotable de sugestiones para seguir trabajando con la inteligencia, para seguir investigando y luchando por la verdad” (Rosa Luxemburgo). 1. El planteamiento del problema. Con el término “integral” nos estamos refiriendo al adjetivo tomado del latín integralis que quiere decir global o total; o bien, a lo que se usa en filosofía: “Dicho de cada una de las partes de un todo. Que entra en su 243 composición sin serle esencial, de manera que el todo puede subsistir, aunque incompleto, sin ella”417. Cuando nos referimos a lo integral no estamos diciendo integración, tal como se usa en las matemáticas. Tampoco queremos decir íntegro que sería del adjetivo del latín integer, esto es, que no carece de ninguna de sus partes; o bien en el plano moral, es lo que se dice de una persona recta. Lo integral, entonces es, todo aquello que responde a muchas realidades. Así, “frente a la fragmentación disgregante”418, merece que nos planteemos el concepto de integralidad. En este caso, no es un marxismo integrista, entendiendo por tal un panteamiento que tratara de amoldarse a la sustentación teórica del marxismo de la era de Stalin. Con marxismo integral estamos denotando que se trata de un marxismo que se ocupa de varias dimensiones, una que afecta a la concepción de ser humano y otra que tiene que ver con la concepción de sociedad. En cuanto a la primera afectación, el marxismo debe responder a todas las inquietudes del ser humano: la intelectual, la volitiva y la sentimental. En cuanto a la segunda, en la concepción de sociedad, se deben tener en cuenta todos los subsistemas: el económico, el político, el social, el educativo, el cultural, etc. Tomando en cuenta las dos afectaciones, podemos observar que la propuesta marxista no se ha agotado, sino que puede dar mucho de sí a partir de una propuesta antropológica y de una propuesta socioeconómica. Es más, pensamos que las manifestaciones marxistas no agotaron la propuesta marxista; eso nos lleva a pensar que, si sus detractores descalifican el marxismo, es que no lo han conocido a fondo tanto en el plano teórico como en el práctico. 417 Consulta en Diccionario de La Real Academia Española, en el sitio: www.elcastellano.com. www.buscon.rae.es/drael/ 418 HORACIO CERRUTI GULDBERG, “Integrarse para vivir: ¿una utopía humanista?”, en, Sociedad civil, democracia e integración. Miradas y Reflexiones del VI Encuentro del Corredor de las ideas del Cono Sur, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, p. 150. 244 Para distanciarnos de lo anterior, proponemos el marxismo de Mariátegui que, al estudiarlo más de cerca, podemos llamarlo marxismo integral. El adjetivo integral se justifica en este caso porque el peruano trató de dar respuesta a muchas dimensiones sociales de la realidad, concebida ella misma como una estructura dinámica de la realidad: una realidad cambiante. Pensamos que el marxismo es una propuesta integral porque da una respuesta al individuo y al modelo socioeconómico actual. Además, debemos insistir en que lo integral no se refiere aa la totalización, ni mucho menos a que el marxismo responda a la totalidad de la realidad. No estamos hablando de un pensamiento absoluto ni definitivo. La conceptualización de integral que le hacemos a la propuesta de Mariategui se distancia de la propuesta ecléctica de marxismo que dio el marxismo soviético. El marxismo de Mariátegui no es la amalgama sin sentido de una serie de autores que el peruano consideró pertinentes para construir su propuesta. La integralidad viene más bien de los desafíos de su época y de las necesidades que, en su caso particular, presentaba el Perú. El marxismo, desde un marco filosófico, y con una visión integral, tiene varias aristas aprovechables para ser actuadas en nuestro tiempo. Mencionamos algunas: 1. El marxismo representa una alternativa creciente para nuestro mundo. Esto quiere decir que el marxismo desde el punto de vista filosófico, no es únicamente producción de ideas. A partir del marxismo se observa cómo crecen las ideas como propuestas viables para nuestra realidad. En este sentido, América Latina ha sido un campo fértil para el surgimiento de ideas que realicen propuestas válidas para nuestra realidad. La región significó un saber fundamental que recreó la realidad, antes que un saber en genitivo. 245 2. El marxismo como saber se presenta a la realidad con interés público. El marxismo no debe ser un saber privado o monopolio de una vanguardia; debe ser un referente colectivo que elimine las distancias que se dan muchas veces en el plano político en algunos partidos de izquierda de América Latina, donde los políticos están alejados de las masas. 3. El marxismo es un saber que debe hacerse desde lo interdisciplinario. No es únicamente economía ni tampoco filosofía, ni mucho menos solamente política. El marxismo se abre a todas las fronteras del saber. Así, no agota ninguna disciplina ni su horizonte llega a encuadrarse en ninguna de ellas. Esto quiere decir que el marxismo como comprensión siempre está haciéndose, no es un producto terminado de una vez para siempre. 4. El marxismo debe ser respuesta al ser humano desde sus varias dimensiones: lo volitivo, lo sensitivo, lo mental, etc. El marxismo construiría una técnica para entender la vida. Esta técnica se encargaría de las muchas transformaciones sociales, pero también transformaciones en orden de la conciencia. En sí no sólo buscamos que el marxismo pueda aportar algo integrador sino que él mismo sea una propuesta integradora que agregue muchas propuestas análogas. Se ha actuado una parte del marxismo; el mundo conoció un marxismo que no era la totalidad de la propuesta y, muchas veces, afectada por otras circunstancias que Marx no previó. El marxismo no se ha descalificado por el hecho de que su visión política en algunos estados se derrumbó, especialmente después de 1989. Sin embargo, debemos aclarar que la propuesta de Mariátegui no trata de “totalizar” la visión marxista o proclamarla como finalizada. Si algo no necesitamos en nuestra sociedad hoy son propuestas dogmáticas, estáticas y terminadas en sí mismas. El marxismo debe ser dinámico y abierto, que 246 guardando fidelidad a Marx, sepa adaptarse y recrearse en los contextos reales. En ese sentido, podemos decir que no sólo existe “el” marxismo, sino que podemos advertir ciertos marxismos que, sin caer en deformaciones socialdemócratas, tengan la capacidad de influir en los procesos políticos del continente. La propuesta de este capítulo es mostrar que Mariátegui fue un marxista no “oficial”: nunca estuvo inscrito o afiliado al Partido Comunista. Fue un marxista teórico y práctico que trató de instaurar el marxismo en América Latina. Además, como componente innovador, presentó y explicó en qué consiste el marxismo integral. Presentaremos aquí, por ello, cuáles fueron las fuentes de las cuales Mariátegui bebió el marxismo para Latinoamérica, especialmente en su estadía en Italia. Explicamos, además, las características y las relaciones del marxismo integral que nos ayudarán a esbozar la propuesta general de la tesis que confrontaremos con la problemática estudiada en el primer capítulo: el problema del mundo único fragmentado en el contexto de la posmodernidad y la globalización. Asimismo, no excluiremos aquí los problemas teóricos y prácticos que Mariátegui enfrentó a partir de diferencias con colegas que lo acompañaban en su causa, como también de los detractores que tuvo en vida y después de muerto. Entre tales dificultades abordaremos la pregunta sobre si Mariátegui era marxista, el enfrentamiento que tuvo con Raúl Haya de la Torre, la incomprensión que tuvo de parte del Secretariado Argentino de la III Internacional Socialista o, en los últimos años de su vida, a consecuencia de su obra Defensa del Marxismo, así como la discusión que mantuvo con el sociólogo belga Henri de Man. 247 2. ¿Es Mariátegui un marxista?: el marxismo “de” Mariátegui Este cuestionamiento ha sido una constante en el siglo XX, especialmente después de la muerte de Mariátegui. Cobró importancia en el V Congreso Nacional de Filosofía, celebrado en Lima, Perú, en 1994419. En dicho evento, se discutieron tres posiciones fundamentales: unos que creían que Mariátegui no era marxista; otros que pensaban que Mariátegui había sido un marxista ortodoxo muy cercano a las propuestas leninistas, y los últimos, defendían que su marxismo era heterodoxo. Lo interesante de este seminario es que se dieron bastantes argumentos para considerar a Mariátegui como marxista. Entre los argumentos se destaca el de Raimundo Prado: para él en la actualidad se tiene que llamar marxismo “de” Mariátegui, y “en” Mariátegui, al marxismo vitalmente asimilado por el peruano. Antonio Rengifo hace un resumen de la ponencia de Prado: “El marxismo está presentado por seis características. La primera es la esencial y de ella se derivan las restantes. El marxismo de Mariátegui es esencialmente creativo, luego será con una potente capacidad de asimilación, asumido en forma integral, peruanizado, no reduccionista y finalmente, la autenticidad, es decir, la coherencia del pensamiento crítico y autónomo de la conducta... Asumir el marxismo en forma integral, implica también asumirlo como “doctrina”, “teoría”, “evangelio” y “método”420. En el seminario se suscribieron otras posiciones importantes tales como la de Aníbal Quijano quien sostuvo que el marxismo de Mariátegui era genuino 419 Cfr. DAVID SOBREVILLA ALCÁZAR (Ed.), El Marxismo de José Carlos Mariátegui, V Congreso Nacional de Filosofía, seminario del 2 de Agosto de 1994, Universidad de Lima y Empresa Editora Amauta, Lima, 1995. En este seminario estuvieron pensadores de gran talla: Luis Felipe Alarco, Raimundo Prado, Aníbal Quijano, Osvaldo Fernández y Enrique Dussel. 420 ANTONIO RENGIFO BALEREZO, “El Marxismo de José Carlos Mariátegui, resumen del V Congreso Nacional de Filosofía”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Editorial Amauta Lima, 1994, pp. 320322. 248 dadas las condiciones históricas del socialismo en los años veinte, especialmente en Europa. Hace notar Quijano que Mariátegui se movió entre los polos de la propuesta bolchevique y la socialdemocracia, decantándose por el primero y criticando al segundo, principalmente en la propuesta de Eduardo Bernstein. Quijano remarca que Mariátegui, aun cuando se define en la línea ortodoxa, toma como análisis del socialismo la propuesta de Sorel, especialmente cuando propone el socialismo para América Latina421. Lo destacable de todo el seminario es que se llegó a esbozar que Mariátegui fue marxista, si bien no un marxista de línea dura de los años cincuenta. La anotación de Prado, que se trata del marxismo “de” Mariàtegui, nos parece que es una apreciación medular para el análisis del trabajo que estamos haciendo. En cuanto al marxismo “en” Mariátegui, nos parece que es una anotación inadecuada, ya que estaríamos afirmando que el peruano hizo “copia y calco”. Además, de manifestarse como copia, el marxismo se estaría haciendo estático e inamovible independientemente de los procesos históricos. Sin embargo, hubo en las décadas pasadas seminarios que trataron de presentar a Mariátegui bajo las características de un marxismo ortodoxo, en una vertiente leninista que menospreciaba la visión holística del marxismo de Mariátegui, considerándolo como un “pseudo mariateguismo” que llevaba como su naturaleza propia el revisionismo; esa es la posición, precisamente, del Secretario General del Partido Comunista Peruano, Jorge Del Prado Chávez, en el Tercer Seminario Internacional: “Todo indica, sin embargo, que ahora es preciso distinguir dos etapas o dos tendencias en esta labor deformadora. La correspondiente a la primera tendencia podría denominarse simplemente la de los tergiversadores, empeñados sobre todo en desprestigiar a Mariátegui como introductor del marxismo-leninismo en el Perú... La segunda tendencia puede ser caracterizada como la de los revisionistas del 421 Cfr. Op. Cit., p. 321. 249 pensamiento de Mariátegui, y engloba a todos los que, en los últimos tiempos, no atacan frontalmente la obra de Mariátegui pero sí la interpretan a su manera...Los segundos los emplean en el ímprobo esfuerzo de descubrir en las obras del Amauta la creación de una doctrina propia, nacional, o de una versión marxista original, peruana, que nada tendría que ver con el leninismo”422. En cambio, el concepto del marxismo “de” Mariátegui, denota cómo el autor peruano ha revitalizado la propuesta marxista. En este sentido, le da cabida a un marxismo abierto, dinámico y creativo, apto para enfrentar la crisis que vive el Occidente bajo el influjo, especialmente, del capitalismo, el fascismo y el positivismo. La denotación “de” Mariátegui ofrece una visión posible de implantar en América, como un marxismo “germinal” y “fundacional”. El “de” indica la incompletud del marxismo y provoca la idea que el marxismo es una teoría y un método, fiel a la realidad, como una dimensión en continua construcción. Esta visión llevó a Mariátegui a plantearse el marxismo en otros términos, sobre todo, en el esfuerzo de contextualizar el marxismo en América Latina que lo orientó a la implementación de la dialéctica en el Perú y en el continente americano423. Pero el marxismo, tal como lo afirmara Flores Galindo, “no es la historia de una sola corriente, sino más bien del desarrollo de tendencias contrapuestas, enfrentadas entre sí, separadas por diferencias nacionales, sociales, conceptuales y culturales”424. 422 JORGE DEL PRADO CH., Nuevos aportes para una comprensión cabal del legado marxistaleninista de José Carlos Mariátegui, Seminario Internacional, Tomo I, Ediciones Unidad, 1986, p. 18. Discurso inaugural del Secretario General del PCP, Jorge Del Prado. De la visión revisionista Del prado distingue a José Aricó y Alberto Flores Galindo. 423 Cfr. RAÚL FORNET BETANCOURT, Marxismo y Filosofía, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, p. 633. 424 ALBERTO FLORES GALINDO, “Para situar a Mariàtegui”, en, Obras Completas, tomo II, SUR Casa de Estudios del socialismo, Lima, 1994, pp. 552-553. 250 Flores Galindo propone la distinción que hace Alvin Gouldner425 sobre el marxismo, dividido en la historia en las corrientes positivista y la crítica. Así, el Marxismo positivista se demarcaba por buscar el carácter científico y presentaba una visión muy determinista. El marxismo crítico, por su parte, se deja llevar más por la voluntad y por la pasión, dejando abierta la posibilidad de tomar en cuenta conceptos novedosos tales como la utopía, la religión, etc. Son muchos los representantes del marxismo crítico que aparecieron en las cuatro primeras décadas del siglo XX: Gramsci, Ernest Bloch, Benjamin, Adorno, Korsch y Lukács. En América Latina no cabe duda de que Mariátegui perteneció al marxismo crítico que tomó en cuenta características inusuales tanto para el marxismo oficial como para el pensamiento moderno europeo. Esta forma de marxismo crítico de Mariátegui tuvo algunas características dignas de ser mencionadas. La primera de ellas es que tuvo en cuenta el factor religioso del pueblo latinoamericano426. Del factor religioso no tanto le llamaron la atención las creencias en particular, sino la capacidad de convocatoria que tenían los actos religiosos. Le interesaba que también la propuesta marxista tuviera la capacidad de convocar a muchos adeptos que se entregaran a la causa con verdadera pasión revolucionaria. El segundo elemento que expone Flores Galindo es que Mariategui coloca como sujeto de la revolución al indio. Y por último, propone algo que en Europa se comprendía poco: pasar de la etapa feudal precapitalista peruana al socialismo peruano. Mariátegui estaba seguro que el marxismo era la doctrina que necesitaba el Perú para comenzar a salir de la postración en que se encontraba. Ciertamente no podía copiar la experiencia europea. Pensó que era posible fundar el proyecto socialista en el Perú, siempre que se tomara en cuenta su historia. Mariátegui trató de entender el atraso del 425 Ver: ALVIN GOULDNER, Los dos marxismos: contradicciones y anomalías en el desarrollo de la teoría, Alianza Editorial, Madrid, 1983. 426 Este hecho religioso capaz de aglutinar a las masas con el fin de lograr su liberación es un evento que se dio con mucha claridad en los años setenta y ochenta en el continente latinoamericano con la actuación de la Teología de la Liberación y las Comunidades Eclesiales de Base. Lo importante de estas propuestas no solamente era buscar una salvación espiritual, sino, sobre todo, se trataba de buscar la salvación terrenal aplicándose a los procesos de liberación de los pueblos. 251 Perú y se ocupó de analizarlo con categorías de análisis marxistas, sin que la propuesta se sometiera a una camisa de fuerza; por el contrario, construyó un imaginario colectivo para que sirviera para aglutinar a las masas. Sin embargo, en la búsqueda de ese sujeto plural, colectivo, Mariátegui, a semejanza de Lenin, propone que los revolucionarios estén muy cercanos al pueblo. Los intelectuales deberían estar en las luchas, con el pueblo. El intelectual orgánico debía estar centrado en el pueblo, tal como lo propuso Gramsci. “El socialismo era una meta que permitía cohesionar a la gente, otorgarse una identidad, construir una multitud y dar un derrotero por el que valía la pena vivir. Era una moral. Era ante todo una práctica”427. Podemos decir que Mariátegui no tuvo la intención de “revisar” el marxismo ni de mutilarlo y menos limitarlo. Más bien su perspectiva era de ampliarlo, de potenciarlo y de enriquecerlo con una propuesta pensada para América Latina. A esas alturas, en los años veinte, parecía una herejía que un continente como el nuestro pudiera aportar algo al marxismo. Primero por su atraso: era imposible instaurar un socialismo sin una experiencia de capitalismo bien desarrollada. Y segundo, porque al estar sumidos en el atraso, la preparación y la conformación del proletariado se presentaban como una limitación insalvable, con efectos directos sobre el desarrollo de la conciencia de clase de las masas. Mariátegui se atrevió a sobrepasar estos límites por el simple hecho de que diseñó un marxismo basado en las necesidades. Un marxismo más expectante de la historia y los acontecimientos que del cumplimiento de ciertos cánones inamovibles. En este sentido, Mariátegui anclado en la posición crítica del marxismo propuso un marxismo integral que trata de responder a la realidad y a las necesidades del Perú de su época. Fue fiel a su realidad. 427 ALBERTO FLORES GALINDO, Op. Cit., p. 558. 252 Aún cuando no pongamos en duda el marxismo de Mariátegui, sí podemos decir que se trata de un marxismo especial delimitado por la experiencia histórica que le tocó vivir. En el marco de este marxismo especial podemos observar algunos aspectos que lo determinaron como único: el viaje por Europa y la lectura que hace de Occidente, la discusión con Haya de la Torre, la no militancia en el Partido Comunista de su época, el conflicto con la III Internacional, el enfoque multidisciplinario con que llegó al marxismo, la amplia comprensión del método marxista, la incorporación del mito sorealino en su reflexión, la incorporación del problema nacional en el socialismo, la consideración del indígena como sujeto social, la confluencia del socialismo con el indigenismo, la consideración del pathos del revolucionario, la concepción del materialismo, etc. El marxismo de Mariátegui, entonces, responde a una pregunta vital del ser humano, y en este caso, del ser humano latinoamericano y peruano. Un marxismo que toca la realidad y que toca la realidad de las cosas. Un marxismo que tenga una “simpatía” con las cosas. En palabras de Bergson “es un syn-pathein, co-sentir las cosas, sentir a una con las cosas mismas, por una estricta simbiosis con ellas...No se trata de una simpatía que podría abocarse tan sólo a una constatación pasiva, sino que es todo lo contrario: es una actividad, una violenta actividad del espíritu por la que tiene que despojarse no solamente de las ideas preconcebidas, sino que tiene que esforzarse por con-vivir lo que tiene delante”428. El marxismo de Mariátegui, atiende, pues al élan vital bergsoniano que se asemeja al alma del mundo, que es un ímpetu vital que se manifiesta en la duración de nuestro propio devenir. Este élan se caracteriza por una intuición 428 Cfr. Zubiri explica a Bergson en: XAVIER ZUBIRI, “Bergson”, en, Cinco lecciones de Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 2002, pp.168-169. 253 que está al servicio de la vida y es una actividad constante429. Así, la realidad de la vida es algo dinámico, es un impulso vital. Este impulso detalla una evolución en el tiempo y esta evolución es creadora, porque la realidad se va haciendo en una continuidad viva, no se compone de elementos dados. No hay duda que la propuesta marxista de Mariátegui tiene un sello vitalista: “ella brota de la vida. Emerge de la realidad histórica. Es la realidad histórica presente. Vida histórica, vida presente, que no puede sino mantenerse en tensión permanente entre pasado y futuro, teoría y práctica”430. La propuesta mariateguiana quedó cifrada en algunos puntos característicos: un marxismo que apelaba no sólo a lo material sino a lo espiritual; un marxismo que no era teoría sino actividad práctica; era fe y también método; y era un saber y una pasión a la vez concentrada en la actividad misma. En ese sentido, Mariátegui escribió a Samuel Glusberg que, a su regreso de Europa en 1923, había iniciado su “trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista”431. Mariátegui fue marxista porque precisamente dio una interpretación del marxismo que, lejos de revisarlo, lo enriquecería, para que fuese actuado en el continente americano. Más que concentrarse en el nivel científico del marxismo, se fijó en el “espíritu” del mismo, el cual respondía a la problemática de los trabajadores de todas las sociedades. 429 Cfr. FREDERICK COPLESTON, “Henri Bergson”, en, Historia de la filosofía, volumen 9, Editorial Ariel, Barcelona, 2000, pp. 196-1999. Copleston hace una referencia importante a la obra de Bergson: La evolución creadora. 430 FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui: Legado y Herencia”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 206 431 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928”, en, Correspondencia, Tomo II, Editora Amauta, Lima, 1984, p. 331. 254 Mariátegui fue fiel a Marx en lo fundamental, es decir, respetó los puntos de partida del análisis: las masas explotadas, la conciencia de clase, el problema básico de la economía, etc. Podemos comprobarlo en su crítica al capitalismo, en la necesidad de conciencia de clase, en la primacía del hecho económico, en la peculiar internacionalización de la clase trabajadora, etc. Sin embargo, Mariátegui propuso algunos puntos que, leídos desde una carta “oficial” del marxismo, lo habrían alejado de la doctrina de Marx. Tal sería el caso de su renuencia a considerar la necesidad de un estadio de evolución capitalista como paso necesario para el advenimiento del socialismo, o también su propuesta del indígena como sujeto de la revolución. Estos puntos, tal como los planteó Mariátegui, lejos de distorsionar o vaciar de contenido a la propuesta marxista, abrieron nuevos caminos para la implantación del marxismo en lugares diferentes al mundo europeo. 3. Fuentes del pensamiento marxista de Mariátegui: Sorel, Gobetti, Labriola, Croce, Lenin. La propuesta marxista de Mariátegui surgió, con mayor énfasis, en su experiencia en Europa. Las fuentes son variadas y no necesariamente de pensadores marxistas, tales como Nietzsche y Bergson. De todos fue haciendo una síntesis que dotó a su reflexión marxista de una alternativa creativa para Occidente que había caído, según él, en decadencia. Toda la construcción mariateguiana busca romper con el esquema marxista positivista de mucho auge en las tres primeras décadas del siglo XX. En este intento de superar el positivismo, Mariátegui aparece como un pensador que propone un marxismo diferente al modelo propuesto por el socialismo de su tiempo (hetero-doxo), capaz de ofrecer soluciones a los problemas de América Latina. La influencias recibidas por Mariátegui en Europa, sobre todo la italiana, le vino como una síntesis entre todas las propuestas. Es difícil hacer una cirugía, por ejemplo, entre Labriola y Croce o Gobetti y Gramsci. Lo mismo puede 255 decirse de Sorel en comparación con los italianos. O bien comparar a los cuatro con una faceta de Lenin. Todos ellos encontraron dos cosas en el marxismo: primero creyeron que el marxismo es la mejor alternativa frente al capitalismo con visos imperialistas que vivieron en su tiempo y, segundo, destacaron el carácter dinámico del marxismo y su relación permanente con la realidad. En la Defensa del marxismo, publicada entre 1928 y 1929 en la Revista Amuata, Mariátegui presenta una teoría enriquecida de la praxis revolucionaria a partir de la discusión de autores como Sorel, Gobetti, Croce, Gramsci y Lenin, y sobre todo, en su crítica a la obra de Henri de Man, Más allá del marxismo. A continuación detallaremos algunos aspectos, los más importantes, de los referidos autores. En esa andadura, es muy importante la impronta que ejerce en el peruano el marxista francés, también muy heterodoxo, George Sorel. Mariátegui hacía notar la importancia entre la creencia y la acción, entre el socialismo y la religión. “Hace un tiempo que se constata el carácter religioso, místico, metafísico del socialismo. Jorge Sorel (...) decía en sus Reflexiones sobre la violencia: “se ha encontrado una analogía entre la religión y el socialismo revolucionario, que se propone la preparación y aun la reconstrucción del individuo para una obra gigantesca. Pero Bergson nos ha enseñado que no sólo la religión puede ocupar la región del yo profundo; los mitos revolucionarios pueden también ocuparla”. Renan, como Sorel lo recuerda, advertía la fe religiosa de los socialistas, constatando su inexpugnabilidad a todo desaliento”432. Sorel expone que lo verdaderamente importante en el marxismo, políticamente hablando, es la lucha de clases, principalmente de los proletarios 432 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El Alma Matinal, Ediciones Amauta, Lima, 1971, p. 22. 256 frente a los dueños de los modos de producción. Es por eso que coloca su importancia en todas las actividades proletarias, especialmente las huelgas, que están encaminadas a la transformación de la sociedad. Sorel rechaza aquel socialismo parlamentario que pierde el tiempo en su verborrea electorera, y que en última instancia, no está al servicio del proletariado. Este socialismo queda únicamente en una filantropía vacía. En cambio, aboga por un socialismo que tenga sus raíces en un sindicalismo revolucionario. Sorel resuelve el conflicto cuando concentra todo su enfoque sobre el socialismo en la huelga general, tomando en cuenta que el verdadero socialismo se manifiesta en lo duro de las batallas. Pero el actuar revolucionario debe estar sostenido por mitos que orienten a la lucha y que su principal contribución descansa, no tanto en el futuro, sino en el presente. Lo medular para Sorel se expresa en lo siguiente: “Hay que juzgar a los mitos como medios para actuar sobre el presente: toda discusión acerca de cómo aplicarlos materialmente al transcurso de la historia carece de sentido. Lo único que importa es el mito en conjunto: sus partes sólo ofrecen interés por el relieve que aportan a la idea contenida en esa construcción”433. Sorel considera que la huelga general es un mito que actúa sobre el presente; y en este sentido define la palabra mito: “...Sabemos que la huelga general es efectivamente lo que yo dije: el mito en el cual el socialismo entero está encerrado; es decir en una organización de imágenes capaces de evocar de manera instintiva todos los sentimientos que corresponden a las diversas manifestaciones de la guerra por el socialismo en contra de la 433 GEORGE SOREL, Reflexiones sobre la violencia, Librería Española y Extranjera, Madrid, 1976, p. 185. Prefacio por Isaiah Berlin. 257 sociedad moderna. Las huelgas han engendrado en el proletariado los más nobles sentimientos, los más hondos y los que más mueven; la huelga general los agrupa a todos en un conjunto y, al relacionarlos, a cada uno de ellos le confiere su máxima intensidad”434. Para Sorel, con la huelga se logra mucho más que el lenguaje usado por los socialistas parlamentarios. En este orden de ideas, tanto con la huelga como con la lucha de clases, los sindicalistas ponen sus ideas en contacto con la realidad. Ese contacto que se daba entre la camaradería de los sindicalistas, sus ideas y la realidad vivida era lo que llamaba, siguiendo a Bergson, un experimento integral435. Sorel, a lo largo de toda su obra, hace una relación de la huelga con el marxismo436. La influencia de Sorel sobre Mariátegui no se limitó a sus ideas acerca del mito, sino que abarcó otros enfoques del escritor francés. En primer lugar, puede señalarse la idea de que el trabajador se debe realizar por un acto creativo. En este sentido, Mariátegui siempre hablará de instaurar el marxismo en nuestras tierras de manera creativa. Una segunda idea sería que Sorel, al igual que Mariátegui, descalifica a la democracia parlamentaria, ya que lo único que ha hecho es llenar de demagogia las salas de discusión, sin que se llegue a soluciones políticas entre las colectividades. Tercero, Sorel trata de recuperar la moral de los trabajadores tan necesaria para los cambios políticos. Mariátegui no desprecia esta posición, adjudicando los valores de la transformación en la alianza de los proletarios y los indígenas. Por último, Mariátegui, al igual que Sorel, postula que la historia, así como el marxismo, no está sujeta a leyes; ambos dependen de la voluntad colectiva para dirigir los cambios en la historia. 434 Ibid., p. 187. Sorel cita de Bergson su libro Introducción a la Metafísica de 1903. Es conocida esta influencia de Bergson en Sorel y, a su vez, en Mariátegui. 436 Sorel explica la adopción del marxismo por la Nueva escuela. 435 258 Otro de los teóricos que influyó en Mariátegui fue Labriola437. No cabe duda que algo que Mariátegui bebió de Labriola fue el carácter dinámico del marxismo. El italiano se opuso a concebir al marxismo como un dogma y con ello se negó a verlo como algo estático y a entenderlo como un determinismo y reduccionismo económico; por el contrario, lo económico, para él, es una mediación que se relaciona con las otras mediaciones de lo cultural, lo histórico, lo social, etc. Para él, el marxismo debe ser esencialmente revolucionario, es decir, capaz de hacer transformaciones de fondo en las naciones. El marxismo tanto intrínsecamente como en su producción externa, debe ser diálectico. Labriola presentó una visión original del marxismo sin dejar de ser marxista, tal como fue el caso de Sorel, Gramsci y, en América Latina, de Mariátegui. Ninguno de estos pensadores renunció a lo esencial del marxismo: su dinamicidad intrínseca. De lo que sí se alejaron fue de las interpretaciones fosilizadas consideradas como “marxismo oficial”, tal como ocurrió, años después, con el estalinismo, y de las visiones socialdemócratas que se perfilaban más por el parlamentarismo democrático. Marcelo Yunes describe esta amplia visión de Labriola sobre el marxismo, en la introducción de las dos obras del italiano: Sobre el materialismo histórico y Socialismo y Filosofía: “La respuesta de Labriola es, creemos, una de las más completas, dialécticas y equilibradas. Desde su punto de vista, el marxismo o el materialismo histórico asume un triple carácter: primero, tendencia filosófica en cuanto a la visión general de la vida y el mundo, es decir, una cosmovisión; segundo, crítica de la economía que tiene modos de procedimientos reducibles a leyes (...) porque representa una fase 437 Antonio Labriola filósofo y político italiano (1843- 1904), convertido al marxismo en su edad madura, a los 50 años. Su marxismo dinámico estuvo muy influenciado previamente por Hegel y Herbart. Labriola propuso al marxismo tanto como una teoría crítica como una filosofía de la praxis, que luego estaría presente en la obra de Antonio Gramsci. Sus obras sobre marxismo fueron: En memoria del Manifiesto de los Comunistas de 1895; Ensayos sobre la concepción Materialista de la Historia de 1896 y Discurriendo entre Socialismo y Filosofía de 1897. Anteriormente a esta producción marxista, Labriola había incursionado en un estudio de Hegel en 1862 y otro sobre Spinoza en 1866. 259 histórica, esto es, una crítica científica del orden capitalista, y finalmente, una interpretación de la política y, sobre todo, de la que necesita para conducir al movimiento obrero hacia el socialismo, con lo que Labriola deja claro el ángulo político práctico del marxismo”438. Estos tres conceptos son una misma cosa, están unidos integralmente y responden a los dos momentos de la realidad tanto en lo teórico como en lo práctico. En Mariátegui, con sus aplicaciones al continente, podremos encontrar estos elementos en una sola propuesta. Así, la visión del mundo corresponde a la forma de ver los problemas del Perú. En cuanto a la economía, Mariátegui al igual que Labriola, hace una crítica de la economía peruana, sobre todo en la estructura económica en donde los indios han estado sumergidos en el olvido. Y finalmente, la política en Mariátegui está orientada no sólo a aglutinar a los obreros, sino que se ocupa de la organización de los indígenas. Todo este planteo de Labriola se sintetiza al igual que en Mariátegui en una filosofía de la praxis al servicio de la transformación de la realidad. Esta visión ampliada del marxismo de Labriola se conecta directamente con la visión integral del marxismo de Mariátegui, sobre todo, en su visión del marxismo más allá del aspecto económico. Lo que une a Mariátegui con Labriola es el marxismo creador439 que ambos presentan ambos en la forma de ensayo, es decir, proponiendo algo que estaba lejos de ser definitivo440. En este marxismo creador, ambos pensadores, al igual 438 MARCELO YUNES, “Introducción”, en, ANTONIO LABRIOLA, Sobre el materialismo histórico y Socialismo y Filosofía, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, pp. 11-12. 439 Mariátegui descubrió a los 24 años de los trabajos socialistas, especialmente en su contacto en Europa. En su estancia en Italia, tuvo la oportunidad de discutir la producción intelectual de Labriola. Entre 1919 y 1923, las fechas de aprendizaje de la realidad europea, Mariátegui entró en contacto con discípulos de Labriola, principalmente Benedetto Croce. En este sentido, Mariátegui, desde una perspectiva política, bebió su marxismo de las fuentes italianas de los años 20, las cuales están contextualizadas por el Ordine Nuovo, la aparición del Partido Comunista Italiano, la escisión del Partido Socialista Italiano, y la disputa entre la II y la III Internacional. 440 JORGE OSCHIRO, “Labriola y Mariátegui o la cuestión del marxismo creador”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 5, número 5, Editora Amauta, Lima, p. 172. 260 que Marx, dan preponderancia a la vida y al sujeto. Labriola se interesa por la vida y hace una analogía de ésta con el materialismo histórico, al cual llama una filosofía de la vida. En cuanto a Mariátegui, éste privilegia al ser humano y muy particularmente al indio. Marx por su lado, y siguiendo su obra, las Tesis sobre Feuerbach, dice que el problema del materialismo anterior consiste en que concibe las cosas y la realidad como objetos de contemplación; en cambio, se debe tener en cuenta todo eso como actividad sensorial humana, como práctica, tal como lo describe la tesis 1. Pero esta práctica humana, según Marx, debe hacerse desde dentro de la vida. Hay una unidad implícita entre el objeto y el sujeto, donde se despliega la unidad entre el pensamiento y la vida. De esto nos da cuenta Mariátegui en la “advertencia” que hace en uno de los apartados de los Siete Ensayos: “Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso. Y si algún mérito espero y reclamo que me sea reconocido es de -también conforme a un principio de Nietzsche- meter toda mi sangre en mis ideas...Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones. Tengo una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano”441. Esta filosofía de la vida en Labriola, expresada principalmente en el materialismo histórico, se visualiza en el concepto de trabajo del italiano. El trabajo, según Labriola, no sólo es algo que realiza el hombre, sino que es un acto donde entran el pensamiento, la creatividad, el esfuerzo y todo el sentido del hombre. Labriola dice que “el trabajo, que es para nosotros el nervio mismo del vivir humano, es el hombre mismo en desarrollo”442. Es más, dice que la filosofía de la praxis trata de la vida, 441 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana, Advertencia, Editora Amauta, Lima, 1987, pp. 7-8. 442 ANTONIO LABRIOLA, Socialismo y Filosofía, Cuarta Carta de 14 de mayo de 1897, Editorial Teoría y Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, p. 210. 261 “del trabajo es un conocer haciendo, al conocer como teoría abstracta, y no de éste a aquél. De las necesidades, y, por tanto, de las varias situaciones internas del bienestar o malestar nacidas de la satisfacción o insatisfacción de las necesidades”443. Esta filosofía de la praxis, basada en el trabajo, se orienta desde la vida al pensamiento y no tanto desde el pensamiento a la vida, tal como fuera la propuesta hegeliana del desarrollo de la idea. Todas las cosas de la vida se producen según la influencia del trabajo como actividad humana sobre las cosas. Pero esta unidad de vida no es un mero estar como un “Dasein”, un “estar allí”; sino que es, al igual que en Spinoza, un ser unitario vivencial que descansa en la potencia y en el poder de acción, en lo que puede llegar a ser el ser. Este hecho vital para Labriola, igual que para Spinoza, es una intuición de la naturaleza. La vida, tal como lo expresa la idea anterior, no es una existencia estática, sino que es una existencia cambiante que se va determinando por el “conatus” spinoziano, por la intervención del trabajo, según Labriola, que hace que la vida tenga cambios sustanciales444. En Labriola, este concepto de trabajo es la actividad permanente que se da para el cambio en existencia que se basa en la potencia de los seres humanos. En Mariátegui, esta situación permanente está en la pasión del revolucionario, en la agonía y en la lucha permanente que se debe sostener para lograr los cambios deseados. En términos marxistas, esto se lee desde la conflictividad de la luchas de clases, la cual debe llevar al cambio de vida de los trabajadores. 443 ANTONIO LABRIOLA, Socialismo y Filosofía, Octava Carta de 20 de junio de 1897, Editorial Teoría y Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, p. 180. 444 JORGE OSHIRO, Labriola y Mariátegui o la cuestión del marxismo creador, op. Cit, ver las páginas sobre la relación entre Spinoza y Labriola, pp. 169-179 262 En cuanto a la influencia de Piero Gobetti445, Mariátegui la presentó en su obra Alma Matinal. Además, de los paralelismos que pueden trazarse en la vida de ambos, tanto en lo relativo al trabajo editorialista como a la muerte prematura de ambos, podemos destacar otros elementos importantes. Uno de ellos es el estudio de la economía y cómo esta disciplina otorgaba nuevos valores morales y la oportunidad del surgimiento de un nuevo orden político. En este sentido, se denotarían estos temas en la influencia en la moral del revolucionario que se constituía por las creencias que éste tenía para forjar los cambios. Mariátegui escribe: “Gobetti comprendió, entonces, que una nueva clase dirigente no podía formarse sino en este campo social, donde su idealismo concreto se nutría moralmente de la disciplina y la dignidad del productor”446. Mariátegui afirmó que la economía peruana estaba en un franco atraso, como lo afirmó Gobetti de Italia. Esto hace que tanto el país como sus individuos carezcan de las condiciones dignas de vida. Precisamente citando a Gobetti, escribe Mariátegui: “El retraso de su economía impide a Italia acompasar su avance al de los grandes Estados capitalistas de Europa. Un brillante ensayo sobre la cultura política, comienza con estas consideraciones: La economía nacional está todavía demasiado retrasada, el país es pobre y no 445 Mariátegui escribe sobre Piero Gobetti, en un homenaje sobre su muerte, en la revista Amauta número 24 de Junio de 1929: “Piero Gobetti, ensayista de brillante talento y rica cultura, se clasificó muy joven entre los primeros valores de la crítica italiana. Espíritu organizador y constructivo, dio vida en Turín a una de las más interesantes empresas editoriales de la Italia moderna, con la publicación de los cuadernos de “La Revolución Liberal”. Gozaba ya de sólida reputación como crítico, ganada en no ínfima parte con sus escritos en “L Ordine Nuovo”, el diario comunista de Turín. Su campaña antifacista lo obligó a dejar Turín. El propio Mussolini habìa ordenado al prefecto de Turín que hiciera imposible en esa ciudad la permanencia de Gobetti, neciamente calificado por el “Duce” como un “insulso enemigo del fascismo”. Gobetti encontró la muerte en París, atacado por una bronco-neumonía, cuando gestionaba el traslado de su casa editorial a París. No había cumplido treinta años y era ya una gran figura del pensamiento italiano”. 446 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, Editorial Amauta, Lima, 1971, p. 139. 263 concede tregua a los individuos, no les permite dignidad de ciudadanos. Dos tercios de la población comparten la suerte de una agricultura atrasada y condenada por muchos años a no devenir moderna. Se trata de pequeños propietarios, arrendatarios, aparceros que aspiran solamente a la paz y a la conservación del estado presente, ostentando indiferencia por toda más amplia preocupación. La aristocracia industrial y obrera, a la cual está ligada la posibilidad de una transformación moderna de Italia, está apenas en su nacimiento y no logra distinguirse de las sobreposiciones y confusiones parasitarias, no logra vencer el pauperismo y el diletantismo”447. Tanto Gobetti como Mariátegui no se quedaron estancados porque los pueblos en cuestión estaban en un atraso radical. Guardaban esperanza en que los pueblos podían resurgir a partir de la capacidad en una aglutinación de unidad revolucionaria. La unidad que proclama Gobetti es una unidad que debe basarse en el pueblo, solamente este pueblo será capaz de resurgir del abandono en que se encuentra. Mariátegui, por su parte, visualizó la unidad de Perú como nación a partir de la convocatoria del indio y de sus problemas más reales. Podemos decir que la influencia de Gobetti en Mariátegui más que suscribirse en el plano teórico, se plantea desde el aspecto práctico y político. Mariátegui aprecia del turinés la opción por la capacidad revolucionaria del pueblo, principalmente del papel de los obreros. En este sentido, Gobetti puso en perspectiva del proletariado el estudio que hace de la economía y cómo desde ésta se abre en perspectiva hacia otras dimensiones como la política, la cultura y la social. Además, toma el mundo obrero como el sujeto capaz de llevar reivindicaciones políticas y sociales que los lleven a dar un rostro nuevo a la Italia de su tiempo. 447 JOSÉ CARLOS MARIÀTEGUI, “La economía y Piero Gobetti”, en, Op. Cit., pp. 140-141. 264 Otro pensador marxista que influyó en Mariátegui fue Lenin, por quien tuvo un enorme respeto, tanto que adoptó algunas de sus ideas fundamentales: la importancia por el carácter subjetivo en el acercamiento a la realidad, la capacidad de los revolucionarios guiados por su partido para transformar la realidad, el internacionalismo, el protagonismo de la clase trabajadora, etc. Lo que Mariátegui destacó de Lenin, al igual que lo hizo de Marx, fue su espíritu revolucionario: “Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista...”448. Mariátegui consideró tanto a Lenin como a Trosky como ideólogos realizadores del marxismo, hombres de pensamiento y acción. Mariátegui dice: “La vida de Lenin ha sido la de un agitador. Lenin nació socialista. Nació revolucionario...Lenin es el antiguo leader, no sólo del socialismo ruso, sino del socialismo internacional”449. Mariátegui destaca de Lenin, y él lo implementa en su actividad en el Perú, el interés por la muchedumbre. Lenin más allá de las construcciones semánticas, buscaba el impacto en la masa, y cómo ésta se conformaba y se organizaba para operar los cambios en la Unión Soviética. Lenin sabe la importancia de la organización política de los soviets, ya que en ellos podía manifestarse el poder popular. Tanto para Mariátegui como para Lenin era importante que la construcción del socialismo se hiciera desde las masas y que el objeto de esta construcción fuese que las masas tengan el poder. Esta visión se contraponía a la visión que tenía la democracia burguesa que basaba su poder en la perorata parlamentaria. 448 JOSÉ CARLOS MARIÀTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, Edición facsímile, Lima, 1928, p. 21. 449 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Lenin”, en, Revista Amauta, Edición Facsímile, número 30, Lima, 1930, p. 12. 265 “El soviet local es la asociación de obreros, empleados y campesinos de una comuna. En el régimen de los soviets no hay dualidad de poderes. Y son el órgano de la dictadura del proletariado. Lenin, dice, defendiendo este régimen, que el soviet es el órgano de la democracia proletaria, tal como el parlamento es el órgano de la democracia burguesa”450. Mariátegui, siguiendo esta idea de empoderar a las masas, propuso que el poder popular se desarrollarra basado en los ayllu. Estos ayllu son una organización política básica de los incas y no obsta que se abra a otras perspectivas de organización. El otro elemento, y muy medular, es la posición que tenían ambos sobre la revolución internacional. Ambos pensaban que el marxismo debía ampliarse a muchos países, ya que era muy rico para quedarse únicamente en una experiencia nacional. Mariátegui, siguiendo a Lenin, pensaba que no sólo la teoría marxista debía expandirse por todos los pueblos, sino que también su propuesta política debía hacerlo. Lenin sostenía que los cambios deben ser propuestos por el conglomerado de los proletarios, tanto en el plano nacional como el internacional. En este sentido, Mariátegui proponía que los indígenas junto a los proletarios debían ser el motor de la revolución, para no caer en la tentación de establecer una propuesta romántica en la cual los sujetos de la historia son los pobres sin más. Los proletarios, en cambio, tendrían una actoría social y una base material y cultural sobre la que se podría construir una verdadera conciencia de clase. Así, se parte de una praxis según las circunstancias concretas de cada país, obedeciendo a la realidad que las clases están viviendo enclavadas en la historia mundial. Las luchas de los países de América Latina no sólo deben atender las realidades nacionales, sino que deben tener en cuenta el desarrollo 450 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Lenin, Op. Cit., p. 13. 266 de las clases a nivel internacional. Así, Mariátegui en esta aventura de proponer un marxismo diferente, bajo la influencia de los italianos, el francés Sorel y de Lenin, ofreció un análisis sobre el Perú como no se había realizado. José Aricó afirma lo siguiente: “Si la lectura de la doctrina de Marx a través de Croce, Sorel y Gobetti lo inclinó a percibir la realidad peruana con una mirada distinta de la que caracterizaba a los marxistas latinoamericanos, fue el reconocimiento de la revolución de octubre, del bolchevismo y de la figura de Lenin lo que le permitió individualizar y seleccionar un complejo de principios de teoría política en base al cual constituir el movimiento histórico de transformación de aquella realidad”451. Y continúa Aricó: “Mariátegui fue leninista en el doble sentido del reconocimiento de Lenin como el teórico de la política y el artífice de la revolución rusa, y de la adscripción al movimiento revolucionario mundial gestado a partir de esa experiencia y de sus enseñanzas”452. De Benedetto Croce453, Mariátegui tomó el sentido estético del marxismo denotando así una novedosa forma de presentar el materialismo histórico. Esto denotaba que el concepto no era estático ni metafísico. Croce dice 451 JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Introducción, Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, México, 1978, 1978, p. XX. 452 Ibid., p. XXI. 453 Croce nació en 1866 en Italia y murió en 1952. Fue filósofo y político ocupando varios cargos públicos: senador, ministro de Instrucción pública. El desarrollo de su pensamiento se desglosa en: la filosofía del espíritu, mostrando su corte hegeliano, da prioridad a la estética como una actividad teórica basada en los sentidos; la filosofía práctica en la cual le da importancia a la economía y a la ética y el historicismo en el cual toma con gran seriedad la reflexión desde y sobre los hechos que ocurren. Sus obras son: Materialismo histórico y economía marxista (1900), La estética como ciencia de la expresión y lingüística en general (1902), La lógica como ciencia del concepto puro (1909), Breviario de estética (1912), El Manifiesto de los intelectuales antifascistas (1925), La Historia como pensamiento y acción (1938) y El carácter de la filosofía moderna (1941). 267 “el presupuesto del socialismo no es una Filosofía de la Historia, sino una concepción histórica determinada por las condiciones presentes de la sociedad y del modo como ésta ha llegado a ellas”454. Según Croce el marxismo marca su sentido dinámico en cuanto éste critique al sistema capitalista. El marxismo se justifica, en parte, en cuanto sea crítico del capitalismo. Y no sólo eso, continua diciendo Croce: “el materialismo histórico surgió de la necesidad de darse cuenta de una determinada configuración social, no ya de un propósito de investigación de los factores de la vida histórica; y se formó en la cabeza de políticos y revolucionarios, no ya de fríos y acompasados sabios de biblioteca.455” El marxismo, entonces, no es la aplicación de rígidas leyes dadas solamente por factores económicos. El socialismo se va constituyendo en la medida que responde a las necesidades históricas de los pueblos y de los proletarios. Otro de los puntos del pensador italiano a los que dio importancia Mariátegui es la idea de dotar de bases materiales a la moralidad de los revolucionarios. Mariátegui afirma que “la lucha por el socialismo eleva a los obreros, que con extrema energía y absoluta convicción toman parte en ella, a un ascetismo...”456. 454 Mariátegui cita a Croce en: “Defensa del marxismo, parte IV”, en, Revista Amauta, número 18, p. 10, Editora Amauta, Lima, 1928, p. 10. 455 Ibid. P. 11. 456 Ibid., p. 18. 268 Es evidente que tanto Croce como Mariátegui consideran que el marxismo no puede ser codificado en términos científicos ni ser vistos únicamente desde el prisma del racionalismo del siglo XIX y de comienzos del siglo XX. 4. El contexto del marxismo mariateguiano en la III Internacional Socialista. La discusión con el aprismo. La originalidad de la propuesta de Mariátegui le acarreó numerosos detractores. Sus críticos eran de diferentes facetas: unos que promulgaban un marxismo más vertical y dogmático, y otros que trataban de suavizar la propuesta marxista, cayendo en muchos casos en una socialdemocracia o en una democracia parlamentarista. Con respecto a los primeros, se puede destacar el conflicto de Mariátegui con algunos teóricos de la III Internacional Socialista caracterizado por los “etapistas”457. En cuanto a los segundos, podemos mencionar al APRA y, especialmente, el debate que Mariátegui tuvo con Raúl Haya de la Torre, ya que éste acusó al Amauta de construir un marxismo eurocéntrico que poco se ocupaba de la realidad americana. En síntesis, podemos decir que es importante traer estas dos discusiones de Mariátegui con Haya de la Torre y el Secretariado de Buenos Aires de la III Internacional Socialista, porque nos permite recoger mucho de las ideas de Mariátegui frente a sus detractores. 457 Lo de “etapista” se refiere a que la asunción del socialismo debía hacerse por etapas de la historia. Así, era necesario el paso del feudalismo al capitalismo y luego al socialismo. Los “etapistas” veían con recelo propuestas como la de Mariátegui, ya que el peruano proponía pasar de las comunidades indígenas al socialismo, sin etapas intermedias. 269 4.1 El debate de Mariátegui con Haya de la Torre. Raúl Haya de la Torre, un pensador peruano contemporáneo de Mariátegui, fundó en 1924 un movimiento llamado Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), cuya finalidad era articular ciertos cuadros que estuvieran dispuestos a impulsar un vasto programa de acción antiimperialista en todo el continente. En 1926, Haya de la Torre escribe en The Labor Monthly, los cinco puntos centrales del Aprismo: “1.- Acción contra el imperialismo yanqui; 2.- Por la unidad política y económica de América Latina; 3.- Por la internacionalización del canal de Panamá; 4.- Por la nacionalización de las tierras e industrias; y 5.Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo”458. Luego en 1928, los apristas fundaron, desde México, el Partido Nacional Libertador, que pretendía llevar como candidato presidencial a Raúl Haya de la Torre. Los primeros años del trabajo intelectual de estos peruanos, coincidían con la necesidad de instaurar el marxismo; sin embargo, sus planteos se desarrollaron en direcciones opuestas459. Haya de la Torre interpretaba que la realidad de América Latina y su referente indoamericano era un límite para la metodología marxista que, en esos tiempos, tenía pretensiones de validez universal. En pocas palabras, según Haya de la Torre, el universalismo marxista como método no era apto para la realidad local de América. Mariátegui, por su lado, sí reconocía la validez del método marxista, ya que lo consideraba muy dinámico, abierto hasta tal punto que tenía posibilidades de ser adaptado 458 ALBERTO FLORES GALINDO, “La polémica Haya- Mariátegui”, en, Obras completas, SUR Casa del Socialismo, Lima, 1994, p. 276. 459 JOSÉ MARÍA IMBERNON, “Mariátegui y Haya de la Torre: actualidad de un debate”, en, ROLAND FORGUES, Mariátegui. Una verdad actual siempre renovada, Lima, Amauta, 1994, pp. 123-135. 270 dialécticamente a diversas realidades históricas, ofreciendo alternativas para incorporarlo a la realidad del continente americano460. En Haya de la Torre nos encontramos con la pretensión de construir un híbrido doctrinario nacionalista con algún tinte social que llamó socialismo vernáculo. Mientras que Mariátegui, dada su tendencia al internacionalismo del marxismo, se inclinó más por un marxismo latinoamericano que sintetizara la propuesta europea del marxismo con las diferentes realidades y culturas de los países de América Latina. Haya de la Torre “planteó su propuesta como una revisión del marxismo esquemático, señalando que no cabía “inventarle” un ambiente europeo a la realidad americana, sino “descubrir” las verdades de esta realidad en sus propios espacio y tiempo históricos”461. Tras este intento de síntesis de parte de Mariátegui, sus detractores, y especialmente los del APRA, lo acusaron de “eurocéntrico”. Sin embargo, Mariátegui aclaró las dudas a través de toda su obra, que pretendía echar las semillas en el continente de las posibilidades de aplicar creativamente el método dialéctico, proponiendo una transformación del marxismo. Mariátegui escribe una carta a la célula aprista en México, que denota el conflicto que sufre el Amauta por la ruptura de dos formas, en un principio, de concebir el socialismo. Entre muchas cosas, expone algunos puntos interesantes que demarcan el conflicto: “He leído un segundo manifiesto del comité central del Partido Nacionalista Peruano, residente en Abancay. Y su lectura me ha 460 Cfr. RAÚL FORNET BETANCOURT, “Marxismo y Filosofía”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, Volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, pp. 632-633. 461 NILS CASTRO, Las izquierdas latinoamericanas, observaciones a una trayectoria, Fundación Friedrich Ebert, Panamá, 2005, p. 25. 271 contristado profundamente; 1° porque, como pieza política, pertenece a la más detestable literatura eleccionaria del viejo régimen; y 2° porque acusa la tendencia de cimentar un movimiento –cuya mayor fuerza era hasta ahora su verdad- en el “bluf” y la mentira. Si ese papel fuese atribuido a un grupo irresponsable, no me importaría su demagogia...Pero al pie de ese documento está la firma de un comité central que no existe, pero el pueblo ingenuo creerá existente y verdadero. ¿Y es en estos términos de grosera y ramplona demagogia criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí una sola vez la palabra socialismo. Todo es declamación estrepitosa y hueca de liberaloides de antiguo estilo... Por mi parte, siento el deber urgente de declarar que no adheriré de ningún modo a este Partido Nacionalista Peruano que, a mi juicio, nace tan descalificado para asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos coincidido”462. Mariátegui trata de aclarar que su movimiento es socialista de tipo marxista y que no está adherido a ninguna tendencia llamada Partido Nacionalista, que para él no es más que un grupo demagogo que está confundiendo al pueblo. Mariátegui insiste en el carácter frentista del APRA, y si había necesidad de fundar un partido debía nacer como una decisión autónoma de la clase trabajadora. El socialismo, por tanto, no está adscrito a una zona o un monopolio, sino que es una iniciativa que, aunque haya nacido en Europa, se debe a la humanidad, y en este caso, al continente americano. De ahí viene la universalidad del marxismo que defiende Mariátegui frente al socialismo local y vernáculo que defienden los seguidores de Haya de la Torre. La revolución latinoamericana no es más que una etapa de la revolución mundial. 462 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Carta a la célula aprista en México. Correspondencia, Tomo II, Empresa editora Amauta, Lima, 1984, pp. 371-373, citado en: ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui. Textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. 430. 272 Néstor Kohan nos explica que el centro del problema es que Haya propone seguir el camino del partido: “Haya de la Torre pretendía hegemonizar en sentido inverso al APRA, transformando repentinamente su organización frentista en un partido, al tiempo que propiciaba para nuestro continente una revolución de tipo democrático-burguesa (tomando como modelo tanto a la china como a la mexicana). Según él, la historia mundial seguía un decurso histórico evolutivo. No se podían saltar etapas...Según Haya de la Torre no se podía plantear una revolución socialista antiimperialista , dada la estructura social del continente463”. Haya de la Torre afirma que en lugar de proponer la asunción del socialismo en el Perú, se debería desarrollar un capitalismo nacional capaz de superar a la sociedad atrasada semicolonial464. En este sentido, mientras Mariátegui se dispuso a estudiar los factores internos de atraso del Perú, Haya de la Torre atendió los factores externos al Perú, sobre todo, en la penetración que tiene el imperialismo. Este capitalismo nacional, según Haya de la Torre, debe tener características de autonomía y proyección social, similar al que había visto en México465. En su propuesta plantea que el capitalismo debe realizar la nacionalización progresiva de la riqueza para quitársela al imperialismo de su época, que él describía como feroz, “para entregarla a quienes trabajen en provecho del bien colectivo, a través de corporaciones de fomento. Como etapa previa al socialismo, ese nacionalismo capitalista respetaría la riqueza individual, 463 NÉSTOR KOHAN, De Ingenieros al Che, ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, pp. 98-99. 464 Cfr. DENIS SULMONT, “Mariátegui y el rol de los trabajadores”, en, Las aventuras de Mariátegui, nuevas perspectivas, Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima, 1995, pp. 378379. 465 NILS CASTRO, Op. Cit., pp.26-27. 273 ofreciendo ancho campo a la iniciativa privada que promoviera la “desfeudalización” y el progreso de los pueblos indoamericanos”466. Mariátegui, en oposición a Haya de La Torre, ve que en las comunidades indígenas hay semillas del socialismo. Para él, no es necesario pasar por un desarrollo capitalista de los pueblos indígenas para asumir los retos principales de la promulgación del marxismo. La propuesta de Mariátegui será precisamente partir de la situación histórica de los indios. 4.2 El debate con la III Internacional socialista Lo central de esta polémica está contenido en la propuesta del marxismo de Mariátegui, especialmente en la consideración del indígena como sujeto protagónico de la revolución. Cuando se fundó el Partido Socialista Peruano sus representantes participaron en el debate sobre “el problema de las razas”, celebrado en Buenos Aires, en 1929. Los representantes peruanos llevaron un documento elaborado por Mariátegui y Hugo Pesce, cuyo hilo conductor era la idea de que los indígenas se situaban como los sujetos desde los cuales parte la revolución. El documento sostenía que los problemas económicos del Perú se debían enfocar desde la matriz del problema indígena y el de la tenencia de la tierra, y que el problema indígena no era un problema étnico, sino que era un problema económico y social467. Además, llevaron otros dos artículos redactados por Mariátegui que fueron Balance de la acción clasista y Punto de vista antiimperialista que marcó el distanciamiento radical con el aprismo468. El coordinador de III Internacional, sección Buenos Aires, Vittorio Cadovilla, trató de situar al encuentro bajo criterios hegemónicos en aras del 466 Ibid., p. 26. Cfr. FERNANDA BEIGEL, “Mariátegui y las antinomias del indigenismo”, en, Utopía y Praxis Latinoamericana, Conycet, Mendoza, 2001, p. 52. 468 NELSON MANRIQUE, “Mariátegui y el problema de las razas”, en, GONZALO, PORTOCARRERO, (Edt.), La aventura de Mariátegui, nuevas perspectivas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 1995, p. 465. 467 274 comunismo internacional. Y fueron varios los puntos que no aceptaron de los delegados peruanos. Los organizadores de la Conferencia Comunista no aceptaron la tesis de que las masas indígenas tuvieran el protagonismo en el programa revolucionario peruano, ya que esas masas representaban la feudalidad y sobre esta etapa histórica no se podría construir de ninguna forma el socialismo. Es más, en el contexto de la Conferencia de Buenos Aires, se consideraban a las naciones americanas como lugares semicoloniales. “José Aricó sostiene que la posición que más peso tuvo dentro de la Internacional fue que nuestros países no eran naciones y que con la revolución tampoco podría culminar el proceso de formación nacional, porque se borrarían las fronteras y se crearía una federación de repúblicas obreras y campesinas”469. Las críticas al planteo de Mariátegui, por parte de la III Internacional, continuaron luego de la Conferencia de 1929, con la acusación de que Mariátegui se había convertido en un pensador “pequeño-burgués”, “que creía que el socialismo llegaría al Perú por una vía especial, sin la dirección de un partido proletario... Finalmente, ni en la Unión Soviética se respetaron las autonomías nacionales ni los partidos comunistas aceptaron al indio como sujeto de la revolución”470. El otro tema que no aceptaron fueron los escritos de Mariátegui ya que los consideraban fruto de un intelectual que no tenía una relación con la realidad. Es más, a los intelectuales los miraban con recelo dadas sus propuestas sorpresivas 469 Ibid., p. 53. Ibid., p.53. Cita a la vez a V.M. MIROSHEVSKI, El populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano (publicado en la URSS en 1941 y en Dialéctica, La Habana, en 1942). 470 275 e inusitadas. Los escritos de Mariátegui despertaban sospecha por su carácter de inacabados, tal como lo apuntaba su texto insigne de Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Tal escrito ensayaba una propuesta para el Perú partiendo, según el método marxista, del problema económico. Esa “inseguridad” de las tesis no le cayó en gracia a Cabovilla, porque chocaba con el carácter de dogma inamovible que le daban al marxismo los participantes de la Conferencia Comunista. Las objecciones del Komitern a la obra de Mariátegui Los siete ensayos de interpretación de la Realidad Peruana, estaban dirigidas tanto a la estructura como a los contenidos de la misma. En cuanto a la estructura del libro en forma de ensayo, les parecería extraño a los intelectuales del Komitern tan acostumbrados a las reglas fijas. Esta forma ensayística daba lugar a estar abiertos a ciertos hallazgos que provenían de la realidad. La realidad no se ensaya, dirían los del Komitern. Mariátegui sostuvo que América Latina tenía sus propias peculiaridades, distintas de las europeas, y por ende, no correspondía proponer el mismo marxismo propuesto para Europa. En cuanto al contenido, estaba por demás claro que el Komitern se opondría a presentar la realidad del indio como el sujeto clave de la revolución. Así, dirá Mariátegui: “el marxismo de cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio sin descuidar ninguna de sus modalidades”471. Para Mariátegui era importante el hecho de que el marxismo debía hacerse desde las condiciones materiales y espirituales de América Latina. Él consideraba ese proceso por el mismo hecho de considerar al marxismo internamente dialéctico. Esta característica dialéctica está abierta a la realidad histórico-social de los pueblos. 471 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al congreso obrero”, en, Revista Amauta, Editora Amauta, facsímile, número 5, Lima, 1927,p. 35. 276 Otro concepto en que diferían los miembros de la Conferencia con la delegación peruana de Pesce y Portocarrero fue la manera de abordar el concepto de imperialismo por parte del socialismo y del comunismo. El problema no solamente era de orden teórico, sino que se ponía en discusión la misma estructura de formación fundada por Mariátegui. Así, “desde esta perspectiva, la crítica de su denominación (“socialista”) y el reclamo apremiante de su cambio (por el de “comunista”) no representan un asunto de mero nominalismo. Lo que ocurre es que, a partir de una visión del partido como una vanguardia separada de la sociedad, el Bureau Sudamericano de la Komintern advierte la novedad del partido peruano y trata de exorcizarla”472. 5. El mito como categoría en el marxismo de Mariátegui Una de las características más notables de la propuesta marateguiana fue tomar la categoría de mito para relacionarla con el socialismo. El mito le ayudó a Mariátegui en el diagnóstico que hizo de los pueblos, tanto de Europa como de América. En sus palabras, se trataba de leer la historia desde un estado de ánimo473. Con originalidad, ligó la categoría de mito con la perspectiva de masas y muchedumbres, permitiéndole esbozar el socialismo como un hecho al cual se debe acoger con pasión y con fe. En síntesis el mito sirve para movilizar a las masas474. Concibe el mito como factor ideológico de cohesión y movilización social que lleve a éstos a conquistas políticas deseables. El mito no estabiliza sino más bien despierta la acción transformadora. Con el mito, Mariátegui toma 472 CARLOS ARROYO REYES, “La parábola mariateguiana de Antonio Melis”, en, Cuadernos americanos, No. 81, Mayo –Junio, UNAM, 2000, También en Centro de Estudios y Trabajos “América Latina”, Upsala, Suecia en el sitio: http://web.presby.edu/lasaperu/arroyo3.htm , p. 14. 473 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Signos y Obras, Op. Cit., p. 39. 474 ZENÓN DEPAZ TOLEDO, “La categoría mito en la obra de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 3, número 3, Lima, 1991, pp. 32-33. 277 muy en cuenta los elementos superestructurales del marxismo y, en particular, los componentes de la pasión y la voluntad colectiva. Si nos avocamos a la palabra mito475 que a pesar de todo lo peyorativo que puede resultar el término en la actualidad, posee una carga creadora, hecha a partir de costumbres y tradiciones. Es una explicación, a veces ambigua, del mundo y de la realidad. Los mitos no son dogmáticos sino que son fluidos e interpretables. En la tradición griega, los mitos están cargados de poesía (poiesis) y de pasión (pathos)476, capaces de mover a las masas a la acción. En este primer acercamiento podemos decir que, a partir de un estudio de Fernando Andacht, usando la semiótica de C. S. Pierce, el mito está en una relación con la comunidad imaginada y el imaginario social477. El concepto de mito de Sorel en la obra de Mariátegui478 La intención de Sorel por construir un marxismo menos mecanicista fue lo que llamó la atención de Mariátegui. En este empeño sobresale la importancia del mito social y el mito revolucionario que proponía Sorel479. Mencionaremos algunas ideas destacables del francés: La primera de esas ideas es el concepto antropológico que presenta al hombre como un ser dinámico y creador, y que se realiza a través de sus obras. La humanidad se ha desorientado y necesita una fuerza moral, mediante el desarrollo de hombres nuevos, bien formados y organizados colectivamente, para salir del estado de postración. Los 475 Del griego Mythos que quiere decir “palabra” o “historia” que trata de explicar la realidad, a veces valiéndose de metáforas. 476 Poesis como acto creativo y pathos como acto pasional del individuo. Este binomio es una constante en la propuesta mariateguiana. 477 FERNANDO ANDACHT, “Una (re)visión del mito y de lo imaginario desde la semiótica de C.S. Pierce”, en, Cuadernos, Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, número 17, Universidad de Jujuy, San Salvador de Jujuy, 2001, pp. 11-28. El autor hace una relación entre Sorel, Durkheim y Lacan. 478 George Sorel (1847-1922) era un ingeniero francés, quien se opuso a una visión mecanicista del marxismo. Además, se opone a las tesis racionalistas de su tiempo, especialmente a las tesis de los hegelianos. 479 CRISTO JAMME, Introducción a la filosofía del mito. Del mito en la época moderna y contemporánea, Paidós Studio, Barcelona, 1997, pp. 175-176. 278 trabajadores son la única clase auténticamente creadora de nuestro tiempo. Los proletarios son los portadores de los valores auténticos que necesita la sociedad. Para recrear el mundo y para que éste cambie, se necesita del conflicto para purificar el colectivo y así construir un colectivo unido y solidario. En este aspecto, la democracia ha caído en la decadencia convirtiéndose en una estructura inestable. Para cambiar se necesita el acto creativo de los trabajadores unidos en el colectivo y muchas veces se necesitará la violencia para crear otro mundo mejor. Entre las características principales de Sorel, que se podrían asemejar a la propuesta de Mariátegui, podemos mencionar la importancia que le da al antidogmatismo, al anti-racionalismo, a la fuerza moral de los revolucionarios, al colectivo como organización con fines, a la pasión y al entusiasmo en la lucha, y al acto creativo. Mariátegui se vuelve deudor de Sorel en el tema del mito social. La cristalización del mito lo hace a partir de la relación entre la significación del indígena, determinante en la cultura peruana, y la figura del obrero en la sociedad industrial peruana. “Superando las bases racionalistas y positivistas del socialismo de su época, Sorel encuentra en Bergson y los pragmatistas ideas que vigorizan el pensamiento socialista, restituyéndolo a la misión revolucionaria de la cual lo había alejado el aburguesamiento intelectual y espiritual de los partidos y de sus parlamentarios, que se satisfacían, en el campo filosófico, con el historicismo más chato y el evolucionismo más pávido. La teoría de los mitos revolucionarios, que aplica al movimiento socialista la experiencia de los movimientos religiosos, establece las bases de una filosofía de la revolución...”480. 480 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, número 17, Lima, 1928, p. 5. (edición facsímile). Es la última obra de Mariátegui con la cual responde críticamente a la obra 279 Mariátegui proponía la lucha revolucionaria o bien la agonía revolucionaria481, leyendo entre líneas a Unamuno; es una manera de encantamiento del mundo y de situarse en la realidad. Ante esto el peruano insiste que la lucha revolucionaria también es mística y religión. Esta lucha, por tanto, es religiosa y secular. Proponiendo el marxismo en América Latina más allá de un reflejo de las experiencias europeas, propuso un hecho creativo presentando al socialismo desde el mito revolucionario, alejándose de un marxismo frío y vertical. “El socialismo y el sindicalismo, a pesar de su concepción materialista de la historia, son menos materialistas de lo que parecen. Se apoyan en el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la vida. Los occidentales son místicos y religiosos a su modo. ¿Acaso la emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Acontece en el Occidente que la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus motivos son humanos, son sociales. Pertenecen a la vida terrena no a la vida celeste”482. Para la comprensión del marxismo de Mariátegui es decisivo entender la definición de mito en el peruano. Ante todo, es bueno reconocer primariamente que usa esa definición en reacción al auge del positivismo de su época y porque éste, en términos generales, dejaba a un lado el significado del ser humano, por la preponderancia del uso de la ciencia. En ese sentido, el mito, “más que una narración se constituye una fuerza social de representar y operar el mundo de la de Henri de Man: Más Allá del marxismo. Ver también: ALFREDO BOSSI, “La vanguardia enraizada. El marxismo vivo en Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, Editora Amauta, Lima, 1992, pp. 93- 101 481 MICHAEL LOWY, “Mística revolucionaria: José Carlos Mariátegui y la religión”, en, Utopía Y praxis revolucionaria, número 25, Maracaibo, 2005, p. 53. 482 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Ganhdi”, en, La Escena Contemporánea, p. 32. 280 vida formando parte normativa de la acción”483. Esta primera aproximación del mito es de orden existencial, nos da fuerza para vivir, como motor de acción, de vida. La misión del mito no es estabilizar, sino dirigir la voluntad de los hombres hacia la acción transformadora484. La fuerza que lleva a los revolucionarios a cumplir lo que se han propuesto. En este sentido, tiene la capacidad de enrumbar la realidad, el mito es “una meta y un andar incesante de los hombres, requiere de metas renovables...Importa, por tanto, resaltar el carácter prospectivo, teleológico del mito mariateguiano, que lo diferencia radicalmente del mito tradicional, que se fundamenta más bien en una concepción cíclica del tiempo”485. El mito trata de responder a la cotidianidad y a la integralidad. Trata de responder a la unidad para darle sentido a las realizaciones de las masas. Esta perspectiva de unidad permite articular la praxis, darle un carácter definido y orgánico definido por la lucha permanente por realizar el mito486. Se trata de responder a la realidad que era la finalidad del marxismo de Mariátegui: “En la práctica no es posible aislar un problema –dice Mariátegui-, éste adquiere una connotación definida desde una perspectiva de conjunto; sólo desde esta perspectiva es posible discriminar los factores principales y secundarios”487. Mariátegui, con su planteo, reacciona contra el positivismo de su época y contra el uso exclusivo de la razón en algunas propuestas teóricas. Así, el 483 CARMEN ROSA BALBI, “Mariátegui el marxismo y nuestro tiempo”, en, La aventura de Mariátegui. Nuestras perspectivas, Pontificia Universidad Católica del Perú y Fondo Editorial, Lima, 1995, pp. 570-571. 484 ZENÓN DEPAZ TOLEDO, Op. Cit., p. 45. 485 Ibid., p. 46. 486 Ibid., p. 47. 487 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. Cit, p. 125. 281 peruano se opone a toda visión utopista del progreso porque echa en falta un análisis sobre la situación del ser humano y de todas sus posibilidades históricas. Dice Mariátegui del pensamiento de su época, especialmente en tiempos de la Primera Guerra Mundial: “La filosofía evolucionista, historicista, racionalista, unía en los tiempos prebélicos, por encima de las fronteras políticas y sociales, a las dos clases antagónicas. El bienestar material, la potencia física de las urbes, habían engendrado un respeto supersticioso por la idea de progreso. La humanidad parecía haber hallado una vía definitiva. Conservadores y revolucionarios aceptan prácticamente las consecuencias de la tesis evolucionista. Unos y otros coincidían en la misma adhesión a la idea del progreso y en la misma aversión a la violencia”488. Para Mariátegui, si se quiere llegar a las masas, no debe hacerse por el positivismo, sino a partir de la categoría del mito489. Para él la decadencia de Occidente consiste en que la población no tiene un mito que lo empuje a la acción, se carece de un mito que organice y ponga fines a las iniciativas colectivas. Es por eso que promulga que las clases trabajadoras tengan un mito que los empuje a la transformación: “El mito liberal renacentista ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con fe vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; 488 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El alma matinal, Op. Cit., pp. 13-14. Cfr. ANTONIO MELIS, “Mariátegui, primer marxista de América”, en, Mariátegui. Tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, pp. 42-43. 489 282 está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito”490. Mariátegui considera que el hombre contemporáneo, expresado en la civilización burguesa, ha caído en la decadencia y en el escepticismo. Esto ha sido producido porque los hombres se han centrado únicamente en la razón y en la ciencia. Para el peruano los hombres no viven con sentido si carecen de un mito. “No se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres poseídos e iluminados por una carencia superior, por una esperanza súper-humana; los demás hombres son el coro anónimo del drama. La crisis de la civilización burguesa apareció evidente desde el instante en que esta civilización constató su carencia de un mito”491. Sin un mito la sociedad vive, en palabras de Ortega y Gasset, der Untergang, el ocaso, la caída anímica de la sociedad. Con el mito, en cambio, la sociedad, usando palabras de Romain Rolland, se ve der Aurgang, se ve la luz, el alba y el deseo de seguir viviendo492. En este sentido, hay una profunda diferencia entre la burguesía y el proletariado; mientras los primeros vagan sin sentido por la vida, los segundos tienen un mito que les sirve de orientación y, sobre todo, les sirve de pasión y de fe, las cuales inyectan el espíritu revolucionario de los proletarios para buscar la transformación de los hechos. Es la fuerza del mito que empuja a los revolucionarios a luchar. Esta fuerza del mito no camina sola, sino que lo hace de la mano con el método, con la forma en que se van a encarar las transformaciones. Además, el 490 491 492 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El alma matinal, op. Cit., p. 22. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “El hombre y el mito”, en, Alma Matinal, Op. Cit., p. 24. Ibid., p. 27. 283 mito no funciona sobre un determinado individuo, sino que actúa sobre el colectivo, sobre las multitudes. Fe, mito, método: todos van de la misma mano. El mito es el motor de la lucha definitiva, de la “lucha final”493 que, por ejemplo, libraron los proletarios rusos para llegar al poder. Mariátegui considera que el mito es creación heroica y colectiva que se va construyendo cotidianamente. Es una praxis permanente que busca los cambios que el colectivo se ha imaginado. En definitiva, Mariátegui veía un ascendiente religioso en el marxismo, en el cual unía la visión idealista con la materialista. Mariátegui dice: “El materialismo socialista encierra todas las posibilidades de ascensión espiritual, ética y filosófica. Y nunca nos sentimos más rabiosa y eficaz y religiosamente idealistas que al asentar bien la idea y los pies en la materia”494. Con esta visión, Mariátegui se encamina a una idea de marxismo integral que responde a los cambios dinámicos de la realidad. Mito y método en Mariátegui son realidades contemporáneas a la que no les caben cirugías: la creencia inunda la pasión y ésta se manifiesta en la acción permanente de los colectivos. 6. El método marxista de Mariátegui. El otro elemento central en Mariátegui para comprender su marxismo es el método. Ciertamente el método no sólo es un instrumento más, sino que es la 493 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La lucha final”, en, Alma Matinal, Op. Cit., pp. 29-32. Mariátegui, en este artículo, ofrece varios ejemplos de lo que hacen las luchas de las multitudes para transformar la situación existente. 494 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en, Revista Amauta, editorial, número 17, Edición facsímile, Editora Amauta, Lima, 1928, p. 3. 284 revitalización del mito y la puesta en práctica de aquello que promulga con fe: el socialismo. El método marxista de Mariátegui fue una novedad para el marxismo en América Latina. Mariátegui se alejó de interpretaciones dictadas por sus contemporáneos: del relativismo de Haya de la Torre o del materialismo mecanicista de Codovilla. Mariátegui no buscó un materialismo metafísico prescriptivo que lo llevara a establecer una ley universal. El método mariateguiano se va a suscribir desde la historia495. Néstor Kohan expone tres operaciones teóricas sobre este método. La primera operación es que se trató de un instrumento de análisis productivo que no quería caer en un sistema dogmático de interpretación. La segunda operación le permitió distanciarse del paradigma político que se basaba en el Manifiesto Comunista y con esto se alejó de una interpretación meramente europea. La tercera operación le permitió a Mariátegui analizar el avance y la expansión colonial e imperial del capital occidental sobre el resto del mundo desde una perspectiva interna de las regiones oprimidas496. Dice Kohan sobre esta visión histórica de la metafísica marxista: “Estas tres operaciones teóricas en su conjunto (el marxismo como método de análisis y no como esquema apriorístico, ruptura con el paradigma del Manifiesto y estudio del imperialismo desde la fuerza social oprimida) contribuyeron, a su vez, a la superación de los rígidos moldes ideológicos que la clase dominante había impuesto...497” El método para Mariátegui está históricamente situado, se debe encontrar en la realidad. Por eso este marxismo no opera en cada nación como una 495 Cfr NÉSTOR KOHAN, De Ingenieros al Ché, ensayos sobre el marxismo latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, pp. 108-111. Se debe consultar el apartado: “La centralidad del método”, en, Los combates de Mariátegui. 496 Ibid., p. 108, 109 y 111. 497 Ibid., p. 110. 285 “simple” aplicación, sino como una clave de lectura para la realidad de cada nación. Mariátegui, en el Mensaje al Congreso Obrero, afirmó lo siguiente: “El marxismo... es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y para todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”498. El método de Mariátegui, que es un método marxista, se caracterizó por no buscar el carácter dogmático ni científico del mismo. Este método unido al mito no sólo buscaba la nueva sociedad sino que se centraba en la lucha por alcanzarla. Su concepción vitalista y activista del marxismo lo alejó de todo intento de ver la realidad desde leyes absolutas y rígidas. En su obra Defensa del Marxismo, Mariátegui afirma que la crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista y que mientras el capitalismo no ha pasado, se justifica una actualización del pensamiento marxista499. Esta aseveración sobre el método que hizo Mariátegui tiene dos acepciones fundamentales, según César Germaná: “primero, la tajante delimitación del ámbito de la teoría de Marx al análisis de la sociedad capitalista; desde este punto de vista, no considera al marxismo como una teoría general de la historia. Y esta posición es congruente con su concepción de la radical historicidad del conocimiento. Segundo, el método va ser considerado como una 498 499 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y Política, Editora Amauta, Lima, p. 112. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, op. Cit., pp. 40-41. 286 perspectiva –un hilo conductor- para orientarse en el conocimiento de la realidad social”500. Si el método, como hemos dicho antes, está condicionado por los procesos históricos entonces tendremos un método marxista dinámico y abierto que se pliega según la realidad vivida. El marxismo de Mariátegui no es una concepción mecanicista de la historia, no condiciona la historia, sino que opera según la historia, y “así puede operar en cada país, no como aplicación de una teoría general sino como el descubrimiento de la lógica de esa realidad”501. Mariátegui comprende que si el método marxista es dialéctico éste a su interior debe ser transformador, que no es un dogma absoluto, sino que respeta los datos de la realidad social y, sobre todo, la capacidad de los revolucionarios. No iba a la realidad con precomprensiones ni con marcos filosóficos deterministas. Para Mariátegui este método marxista nace como producto de la realidad social y como producto de la historia. Según Mariátegui, el marxismo nace en la sociedad capitalista. En este método, para que fuera fiel a lo dinámico de la realidad, tenía que cruzarse la teoría con la práctica. Así, para la realidad de América Latina, el marxismo no sólo debía buscarse en Marx o en los marxistas, sino que había que buscarlo, en su caso, en la realidad peruana. Se debía pensar la revolución socialista desde la perspectiva del Perú y en su problema básico, en la realidad de los indígenas que han sido marginados de todo el desarrollo de su país. La teoría, la experiencia de Marx debía relacionarse con la práctica que brotaba de la realidad del Perú, tal como está descrito en su obra fundamental Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. 500 CÉSAR GERMANÁ, “La concepción política de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 6, número 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 133. 501 Ibid., p. 134. 287 En esta obra, Mariátegui comienza por la realidad más acuciante. Respeta el método marxista de comenzar por las condiciones materiales especificadas en la economía. Sin embargo, su comienzo se basa en las condiciones materiales de los indios hasta pasar al hecho político, educativo y cultural de todo el Perú. Pero la producción económica como “poiesis no tiene sentido en sí misma, sino por su articulación con una acción ético-política (la praxis) que la asume y ordena, y que constituye el centro de pensamiento tanto marxiano como mariateguiano”502. La praxis para Mariátegui es la que puede convertir al método marxista en una acción ética y política, y que se acerca a la visión que tiene Marx en su tesis 6 sobre Feuerbach, en la que dice que la praxis es capaz de hacerse cargo del conjunto de las relaciones sociales y que, en esas relaciones, se dan la transformaciones de la sociedad. Pero la praxis no sólo empuja a la teoría y al ejercicio intelectual. La praxis empuja también para que se dé la ética. La ética es de vital importancia para la construcción del socialismo, especialmente en su lucha contra el capitalismo, en cómo los trabajadores, fieles a su clase, luchan contra todo aquello que les produce la represión. Ciertamente, en el Perú esta tarea la tenía que cumplir no tanto el obrero, sino, sobre todo, el indio. En este sentido, Mariátegui considera que no hay praxis sin la identificación con un colectivo o una clase determinada. La clase sólo existe en la medida en que haya hombres que luchan por intereses que sienten comunes503. Y por ello, Mariátegui aprecia como valioso el aporte comunitario del mundo incaico, que para él tiene elementos de un socialismo práctico. Para el peruano, es de vital importancia 502 FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui: Legado y Herencia”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 6, número 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 201. 503 ALBERTO FLORES GALINDO, “Mariátegui y el movimiento obrero”, en, Obras Completas, Tomo II, SUR, Casa de Estudios del Socialismo, Lima, 1994, p. 570. 288 tomar en cuenta la confluencia entre los indígenas y los obreros, ya que desde ellos como fuerza social se puede transformar la realidad. Nuevamente nos hace la síntesis entre el colectivo y el revolucionario visto desde la experiencia de los indígenas. De hecho, no sólo la introducción del elemento indígena al proceso socialista pareció novedoso, sino la primacía que le dio al problema agrario y al problema del mundo rural en el Perú. En esta síntesis, como en las muchas que hace Mariátegui, une dos problemáticas que parecen irreconciliables: la modernidad y la tradición; lo nacional y lo internacional. Con estas síntesis, Mariátegui quiere mostrar que la propuesta socialista puede ser viable para los pueblos de América Latina, de tal manera que se busque algo más allá de la ciencia marxista, es decir, la construcción de una práctica ética del marxismo504. Esto hace que el método de Mariátegui sea un método situado en la realidad, que sea un método que se desarrolla “desde abajo”; y que cualquier tipo de interpretación que se haga desde otro lugar no tendría las garantías de buscar el bien común de las víctimas de todo poder505. Por estas razones, Mariátegui ve en el marxismo las posibilidades de hacer de ese método un acto creativo y siempre nuevo. Es un método creativo para un mundo que se encuentra en decadencia. Una creación tejida con voluntad práctica. Esta creación debía hacerse desde las condiciones existentes, por ello lo llevó a plantearse tesis que iban a ser despreciadas por los marxistas más “ortodoxos”: alianza obrero-campesina, el salto del mundo feudal a un modelo socialista, tal como lo propone para el Perú, etc. Se necesitaba que todo estuviera integrado al método ya que la realidad era sumamente compleja. El método marxista de Mariátegui va muy unido al mito, tal como hemos afirmado 504 Cfr. FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui y Unamuno”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 1, número 1, Editora Amauta, Lima, 1989, p. 159. 505 Este método que parte “desde abajo” lo tenemos claramente expresado en la Teología de la Liberación, para la cual los pobres representan el lugar teológico donde se debe empezar a hacer teología en el continente de América Latina. 289 antes. El método tiene que ser actuado con pasión, con agonía, como un verdadero elan vital y con entusiasmo por la época que toca vivir. Mariátegui afirma en el número 17 de la revista Amauta: “No vale la vida perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la vida germinal, concreta dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de movimiento”506. Pero todo esto no sólo quedó en la relación entre el mito y el método; entre la teoría y la práctica. El marxismo para Mariátegui fue un estilo de vida, fue una manera de enfrentarse con el mundo y la realidad. Fue un proyecto de vida que se convirtió en el proyecto colectivo de muchos pueblos. 6.1. El método del marxismo de Mariátegui: un odós en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. La obra significativa de Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, inaugura una nueva metodología interpretativa del Perú utilizando un instrumental marxista. En esta su obra más significativa, siguiendo la visión contextualizante marxista, Mariátegui diseña un ejercicio dialéctico tomando como base los problemas concretos de la realidad peruana y de América Latina de su época. De esta manera, analiza el Esquema de la evolución económica; El problema del indio; El problema de la tierra; El proceso de la instrucción pública; El factor religioso, Regionalismo centralismo y El proceso de la literatura. Esta obra, tiene varios propósitos: primero, usar la metodología marxista para la interpretación del problema indígena elevando este problema a una 506 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en Revista Amauta, núm 17, p. 1. 290 visión internacional y evitando el providencialismo de sus enfoques precedentes. Así, el tema del indígena ya no debe verse desde el folclore, sino debe ser elevado a un problema de justicia social. Segundo, se espera que el marxismo tenga un “descentramiento conceptual europeo y se abra a una categorización según la realidad de América Latina”507. Con esta apertura se esperaría un marxismo de corte latinoamericano. Y tercero, propone también un marxismo que tenga en cuenta el Perú. Con todo ello, sobrevienen dos consecuencias: una, que hace una síntesis del problema del marxismo de su tiempo. Éste ¿debe ser nacional o internacional? La otra consecuencia, tal vez más conflictiva, es que se aleja de una visión “etapista” del marxismo y propone pasar del Perú feudal semi-industrial al Perú socialista, sin pasar por la consolidación del capitalismo. Con esta visión chocó frontalmente con los ideólogos de la III Internacional Socialista que seguían fieles a la consecución de las etapas previas al comunismo. El choque, que provenía por el constructo marxista de cuño europeo se confrontaba con la propuesta de Mariátegui, que no sólo representaba un continente distinto al europeo, sino que provenía de un país “atrasado” y pobre. Sin embargo, precisamente en las asincronías entre Mariategui y el marxismo oficial cabía la riqueza del peruano. Observaremos en los cuadros siguientes las relaciones de la propuesta marxista con la propuesta de Mariátegui, que para los miembros de la III Internacional no era una postura “oficialmente” marxista. 507 RAÚL FORNET BETANCOURT, “Marxismo y Filosofía”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, Volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, p. 634. 291 PROPUESTA MARXISTA Superestructura Ideológico-cultural Cultura Sociedad Político Feudalismo Capitalismo Sociedad industrial Economía Proletariado Infraestructura Relaciones de producción Condiciones materiales Socialismo En la propuesta de Marx se notan bien diferenciadas las etapas del feudalismo hasta el socialismo. Además, se comienza con el análisis de las condiciones económicas del obrero (infraestructura) que trascienden hasta los elementos de la superestructura. La situación económica, en este plano, influye en todas las demás estructuras como la política, la social, la educativa, etc. Es más: situaciones de enajenación y explotación están situadas desde la esfera económica y en forma centrífuga van hacia las otras esferas. 292 En el plano horizontal se describen los modos de producción en evolución al socialismo pasando por el feudalismo y el capitalismo. Incluso se espera, para que haya una asunción al socialismo, que el capitalismo se desarrolle en todas sus etapas, y con ello supone una sociedad industrializada, tal como se vivió en la Europa decimonónica. Era difícil, en el siglo XIX, y más aún desde la etapa leninista en adelante, plantearse un desarrollo de modo de producción diferente a lo expuesto en el esquema. Sin embargo, pese a la consideración de que para llegar al socialismo debe estar la etapa previa del capitalismo, históricamente en la Rusia zarista, no se dio este elemento, ya que había un cierto atraso de las fuerzas productivas de la sociedad rusa. El mismo Lenin trató de explicar este hecho a partir de la explicación de la nueva fase del imperialismo del capitalismo. De todas formas, se dilucidaba que el marxismo no se podía cumplir con la aplicación de algunas “leyes” de la historia. Lo interesante en algunos seguidores de Marx, contando entre ellos a Mariátegui, es que supieron separar el programa socialista de la racionalidad del siglo XIX, que obedeció a aplicaciones mecanicistas de las propuestas socialistas. Había que estudiar el contexto para imaginarse la acción socialista en los pueblos, algunos de ellos industrializados, otros todavía viviendo el atraso de una sociedad feudal. El problema fue que después de la Revolución Rusa no se autocriticó este aspecto, es decir, no se criticó la viabilidad de ajustar cabalmente lo que dijo Marx a las diferentes tipologías de revoluciones que se comenzaron a dar en el mundo. Así, el proyecto socialista como programa de la modernidad no entró en la discusión y, por lo tanto, su racionalidad y su cientificidad tampoco le permitieron pasar por el crisol de la crítica. Ni siquiera Mariátegui sometió a critica este aspecto, sino que recogió lo mejor del marxismo, sin caer en un 293 ecumenismo político o en un eclecticismo filosófico, para reorientarlo para los países de América Latina. Aun cuando Mariátegui no fue un ferviente crítico de la modernidad, se puede decir que sí se opuso a ciertos proyectos de la misma, como pueden ser el positivismo (muy desarrollado en América Latina), el capitalismo, los grandes proyectos que no cuentan con los pobres. Es más, sin afán de ser un revisionista, propuso una forma de entender el marxismo que respetara el contexto donde iba a germinar. Miremos a continuación la propuesta, en los planos vertical y horizontal de su marxismo, y notaremos ciertas novedades en la aplicación del mismo. Las novedades no son casuales ni son propuestas fruto del prurito de la moda. Mariátegui, sin descuidar en lo esencial a Marx, propone cambios que son atinentes a la realidad peruana de su tiempo. Tomar en cuenta la base económica del feudalismo peruano, proponer que los indígenas son los nuevos sujetos revolucionarios, prever que se deben tomar en cuenta los elementos estéticos en la revolución son elementos que respondieron a la realidad de su país. Tristán Maroff, citado por Juan Vargas, dice lo siguiente de Mariátegui: “Se declaró marxista convicto y confeso en una época de barbarie americana, cuando el marxismo no cabía en la ignorancia de la mayoría de los pretendidos intelectuales. Pero no se contentó con ser marxista literario ni diletante de la doctrina. Comprendió a Marx, estudió su sistema y supo sacar conclusiones acertadas sobre la realidad social de su país”508. Lo inédito de Mariátegui fue definir en términos marxistas la realidad peruana, cuando lo habitual era sumir esa realidad en el marco de las categorías 508 JUAN VARGAS, “En defensa de José Carlos Mariátegui, marxista”, en, JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 11. 294 generales de un marxismo “oficial” y eurocéntrico, en el cual se borraban las características nacionales. “Tanto Mariátegui como Marx no hacían sino atender a las peculiaridades de una realidad nacional, específica, en vez de tratarla de sujetarla a una supuesta ley histórica universal”509. A continuación, notaremos las diferencias que Mariátegui propuso con el fin de hacer un marxismo más regional y más integral, colocando el problema del indio como el punto de partida y, además, como el eje que atraviesa los diferentes subsistemas. En el problema del indio se constituía el problema del Perú; si uno no mejoraba, en el otro tampoco ocurrirían transformaciones. PROPUESTA DEL MARXISMO DE MARIÁTEGUI CulturaVanguardista Religión Feudalismo La Conquista La Colonia Educación Sociedad/Tierra Economía Indígena Socialismo 509 Ver: ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, Editora Amauta, Lima, volumen 4, número 4, Lima, 1992, p. 66. 295 Mariátegui, fiel a la teoría de Marx, comienza su análisis a partir de la estructura económica y, con más énfasis, en el aspecto económico del Perú. Aunque parte del hecho económico, Mariátegui no considera a éste como una totalidad: considera, al igual que Marx, que la economía es una teoría práctica que nos ayuda a ver los problemas del momento, alejándose de aquella visión que la economía es una teoría en sí misma. Dussel cita a Marx para explicar este hecho: “El error de los economistas burgueses [es] que ven en esas categorías económicas leyes eternas, y no leyes históricas, sólo vigentes en un determinado desarrollo histórico”510. La estructura económica, en este caso, la de los indios, afecta a las estructuras. Por ejemplo, afecta a la estructura política: ya desde la Colonia el Perú se había constituido como entidad política prescindiendo del mundo indígena. Esto se acentúa desde la constitución del Perú como nación independiente. Unido a este problema económico del indio estaba el tema de la tierra y desde ella sus múltiples problemáticas: la tenencia, el respeto al medio ambiente, el modelo de producción, la cultura agraria, etc. En sí, la tríada economía-indígenas-tierra no era solamente un problema económico, sino que se abría a las otras perspectivas. Visto así, este fue otro problema en el conflicto de Mariátegui y sus seguidores con la III Internacional, con sede en Argentina. El esquema de Mariátegui, más allá de hacernos caer en la cuenta que se ha separado del modelo marxista, cosa que no ha sido así, nos permite visualizar la propuesta de un marxismo integral, tomando en cuenta ciertas dimensiones: lo material, lo espiritual, lo económico, lo cultural, lo nacional, lo internacional, lo político, lo social, etc. El análisis de alienación de los indígenas con sus posibles 510 CARLOS MARX, Carta a P. Wassiliewich del 28 de diciembre de 1846, (MEW 27, 457) citado en: ENRIQUE DUSSEL, Hacia un Marx desconocido, un comentario de los Manuscritos del 61-63, Siglo Veintiuno Editores, 1988, México, p. 306. 296 soluciones de des-enajenación se encuentran presentes en el trabajo de Mariátegui. En el nivel horizontal del esquema existe un problema con el marxismo clásico: caminar por etapas desde el feudalismo hasta llegar al estado socialista. Mariátegui propuso, como ya hemos visto, y contrario a lo propuesto por la III Internacional y por Raúl Haya de la Torre, la posibilidad de que en el Perú se pase del capitalismo naciente de índole dependiente o el feudalismo de los años veinte al socialismo. Esta afirmación la hizo por algunos hechos, tales como: el partir el socialismo desde la situación de los indios, el fuerte carácter preexistente colectivo-comunitario de los indígenas, la capacidad de los revolucionarios, el que las transformaciones sean no sólo económicas sino políticas, educativas y culturales. Lo crucial de esta propuesta, a nuestro ver, está sustentada en que el sujeto colectivo está en los indígenas y que los cambios que debían provenir no debían hacerse “sin los indios” sino “con los indios”, tomando en cuenta su situación vital, su contexto y su realidad. 6.2. Análisis del Método en los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. a. El esquema de la evolución económica. Mariátegui estructura su análisis desde algunas etapas históricas. En estas etapas, se nota, aunque muy modestamente, el paso de un sistema feudal a un modelo capitalista. La descripción de Mariátegui hace ver que no se dan los modos de producción de forma pura. Del modo de economía feudal no se pasa rápidamente al modo capitalista. En su análisis muestra que si bien se dan algunos elementos en evolución hacia el capitalismo, la mayoría de los factores económicos todavía se encuentran en una fase precapitalista. No obstante, Mariátegui, piensa que se puede pasar, a partir del mundo incaico, de un modo 297 precapitalista a uno socialista. Considera que hay elementos potentes tanto en el capitalismo como en el feudalismo que deben desembocar en una propuesta socialista. Señala Mariátegui -en una primera etapa del desarrollo económico-, en el proceso de la Colonia en el Perú, se instauró un modelo económico feudal donde ocurre una infortunada separación entre el mundo emergente colonial español y los valores de la sociedad inca. Es más, el mundo español se impuso sobre la cultura inca, y sobre esta irrupción “...echaron la base de la economía feudal”511. La tesis de Mirla Alcibíades lo describe de la siguiente manera: “La organización económica que estructura España en sus colonias de América se inspiró en el espíritu del feudo, el cultivo de la tierra prosperó sobre la base de la esclavitud –indígena en el comienzo y posteriormente también el negro- y de la repartición de las tierras”512. Con la segunda etapa, en la gesta de independencia, el panorama no cambió: Perú era libre políticamente, pero en lo económico estuvo siempre marcado por la dependencia de la encomienda dirigida por la nueva aristocracia. Mariátegui la presenta así: “La segunda etapa de esta economía arranca de un hecho político y militar. La primera etapa nace de la conquista. La segunda etapa se inicia con la independencia. Pero mientras la Conquista engendra totalmente el proceso de la formación de nuestra economía colonial, la independencia aparece determinada y dominada por este proceso”513. 511 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, Op. Cit., p.43. MIRLA ALCIBÍADES, “José Carlos Mariátegui los orígenes de la ciencia literaria en América Latina”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, número 4, Editorial Amauta, Lima, 1992. p. 38. 513 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, p. 16. 512 298 Aunque Mariátegui comienza su análisis por el subsistema económico, él rechaza rotundamente que se califique la teoría de Marx como determinismo económico. Para él, sus detractores no habían sido exactos en su crítica ya que ellos consideraban “El determinismo de Marx y su escuela con el objeto de declararlos, también desde este punto de vista, un producto de la mentalidad mecanicista del siglo XIX, es incompatible con la concepción heroica, voluntarista de la vida, a la que se inclina el mundo moderno después de la guerra”514. Mariátegui rechazaba las tesis que presentaban a la dimensión económica, por encima de las demás dimensiones, especialmente por sobre la política515. Aunque se decantó, salvando la situación material y espiritual de los indígenas, debía ser básico en el análisis de las condiciones históricas. Pero uno de los elementos con los cuales la economía del Perú se desarrolla es la explotación del guano y del salitre, ya que con eso se generaron las primeras bases del capital comercial y bancario516. “El capítulo de la evolución de la economía peruana que se abre con el descubrimiento del guano y del salitre y se cierra con su pérdida, explica totalmente una serie de fenómenos políticos de nuestro proceso histórico... Pero este rápido esquema de interpretación no se propone ilustrar ni enfocar esos fenómenos sino fijar o definir algunos rasgos sustantivos de la formación de nuestra economía para percibir mejor su carácter de economía colonial”517. 514 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, En defensa del marxismo, Op. Cit., p. 66. Cfr. CÉSAR GERMANÁ, “La concepción política de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 127. 516 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., p. 22. 517 Ibid., p.20 515 299 Con el guano y el salitre, no sólo se configuró un modelo económico, sino también un modelo político que conformó una oligarquía unida a “los sucesores de los encomenderos y terratenientes de la colonia, pero obligada por su función a adoptar los principios fundamentales de la economía y la política liberales”518. En este sentido, aunque la fuente de riqueza cambió, los dueños de los medios de producción no cambiaron, ocasionando esto que fuera imposible abolir la antigua clase dominante de la época colonial. Esta clase dominante invirtió en la banca y en el comercio, poniendo a Perú en una situación de relación externa hacia nuevos mercados, lo cual dio visos de entrar en un modelo económico capitalista. Esta nueva economía fortaleció de la República que había comenzado con la independencia. Se respiraba un cambio de aires para el país andino519. Otro elemento importante de la época de la República, se constituyó por “la afirmación de la nueva economía como economía prevalentemente costeña. La búsqueda del oro y de la plata obligó a los españoles, contra la tendencia de instalarse en la costa-, a mantener y ensanchar en la sierra sus puestos avanzados”520. Sin embargo, todos los beneficios de esta época, se vinieron abajo con la guerra del Pacífico. Mariátegui lo describe así: “La derrota no sólo significó para la economía nacional la pérdida de sus principales fuentes: el salitre y el guano. Significó, además, la paralización de las fuerzas productoras nacientes, la depresión general 518 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit. P. 22. 519 Ibid., pp. 23-24. 520 Ibid., p. 22. 300 de la producción y del comercio, la depreciación de la moneda nacional, la ruina del crédito exterior”521. Pasada la guerra- expone Mariátegui- la economía tiene nuevos pilares, tales como: la aparición de la industria, la función del capital financiero, el aumento del tráfico entre el Perú y Estados Unidos, la gradual superación del poder británico por el poder norteamericano, el desenvolvimiento de una clase capitalista, la ilusión del caucho, la política de los empréstitos522. Para Mariátegui, aunque se ha evolucionado considerablemente, y ha habido cambios en las formas de producción, en la economía peruana todavía persiste una economía de tipo feudal, junto a otra economía burguesa y junto a la antigua economía comunista indígena: “coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la Conquista subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada”523. Mariátegui observara que, aunque la economía ha avanzado a otros estadios de desarrollo, no se puede hablar de que Perú ha entrado en el capitalismo si coexisten factores incoherentes: en el mismo país hay brotes de desarrollo y manantiales de subdesarrollo. Ciertamente, el capitalismo incipiente no pudo anular las contradicciones de la nueva ciudad y el subdesarrollo del binomio incario colonial en el que vivían. 521 Ibid., p. 24. Ibid., pp. 25-28. 523 Ibid., p. 28. 522 301 “El capitalismo, como sistema económico y político, se manifiesta incapaz, en la América Latina, de edificación de una economía emancipada de las taras feudales”524. Mariátegui habla por ello que el Perú es una nación en conformación y que se tenía que trabajar para buscar el Perú integral. El problema del indio debe ser llevado a otros estadios, de lo contrario “el desarrollo del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina”525. b. El problema del indio en su nuevo planteamiento Situado el problema económico del Perú, pasa a analizar las estructuras políticas, basándose en el problema del indio y la tenencia de la tierra. En este análisis marxista, el problema económico es el problema fundante; es más, si la realidad económica de los indios no cambia, tampoco se notarán las transformaciones en sus problemas básicos. “La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los gamonales”526. Mariátegui se opone a la consideración de que el problema indígena es de tipo étnico y moral. Para él, 524 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y Política , Editora Amauta, Lima, 1979, p. 25. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 48. 526 Ibid., p.35. 525 302 “la suposición de que el problema indígena es un problema étnico se nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expansión y conquista”527. Dígase lo mismo de la “tendencia a considerar el problema indígena como un problema moral, que encarna una concepción liberal, humanitaria y ochocentista, iluminista, que en el orden político de Occidente anima y motiva a la liga de los Derechos del hombre”528. En cuanto a la educación en el problema del indio, Mariátegui apunta que no es problema “de escuela o métodos didácticos. El medio económico social condiciona inexorablemente la labor del maestro. El gamonalismo es fundamentalmente adverso a la educación del indio”529. Mariátegui piensa que la solución de los problemas del mundo incaico no debe buscarse en la educación, sino en los problemas socioeconómicos. Los pedagogos no están capacitados para hacer este trabajo, ya que lo que hacen es repetir la educación oficial. El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el problema de la tierra530. Finalmente, Mariátegui considera que “la solución del problema del indio tiene que ser una solución social. Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a ver la reunión de los congresos indígenas como un hecho histórico. Ya 527 Ibid., p. 37. Ibid., p. 40. 529 Ibid., p. 43. 530 Ver: Ibid., p. 44. 528 303 que a los indios les falta vinculación nacional...mientras no son sino una masa orgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico”531. c. El problema de la tierra. El problema agrario es el problema del indio y este se enclava en la feudalidad del Perú. Mariátegui afirma además, que las principales expresiones de la feudalidad son dos: el latifundio y la servidumbre. El peruano piensa que “la hora de ensayar en el Perú, el método liberal, la fórmula individualista, ha pasado ya”532. Para afrontar a este tema, Mariátegui frente al latifundio secuela del modelo feudal, defiende la comunidad indígena ya que “no reposa en principios abstractos de justicia ni en consideraciones tradicionalistas, sino en razones concretas y prácticas de orden económico social”533. Con este planteamiento, lo que se buscaba era eliminar todo poder del latifundio a partir de que los indígenas de nuevo fueran los dueños de sus tierras, de las que fueron despojados desde la Conquista. Mariátegui acusa al modelo económico agrario de tener en un atraso a todas las poblaciones campesinas. Además, dice que la agricultura de la costa obedece más a los intereses de los capitales británicos y norteamericanos, ya que éstos se oponen a una organización del modelo agrario según las necesidades nacionales534. d. El proceso de instrucción pública. 531 Ibid., p. 49. Ibid., p. 63. 533 Ibid., p. 84. 534 Ibid., pp. 101-102. 532 304 Después del desarrollo de la economía y la política peruana, Mariátegui analiza otra estructura: la educativa. Vuelve a mostrar cómo la Conquista española ha hecho lo suyo: “la educación nacional, por consiguiente, no tiene un espíritu nacional: tiene más bien un espíritu colonial y colonizador. Cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios, no se refiere a ellos como a peruanos iguales a todos los demás. Los considera como una raza inferior”535. En la educación, especialmente en la universitaria, ha existido una influencia del exterior desde la educación francesa, norteamericana y española. Para el peruano es precisamente esta última educación la que ha dominado las bases pedagógicas de nuestro continente, y en especial, en el Perú. Continúa diciendo Mariátegui: “En el proceso de la instrucción pública, como otros aspectos de nuestra vida, se constata la superposición de elementos extranjeros combinados, insuficientemente aclimatados. El problema está en las raíces mismas de este Perú hijo de la Conquista. No somos un pueblo que asimila las ideas y los hombres de otras naciones, impregnándolas de su sentimiento y su ambiente, y que de esta suerte enriquece, sin deformarlo, su espíritu nacional. Somos un pueblo en el que conviven, sin fusionarse aún, sin entenderse todavía, indígenas y conquistadores”536. Estos hechos hacen que el Perú sufra el rezago que tiene España en relación a los países capitalistas y de primer orden en el continente europeo. 535 536 Ibid., p. 106. Ibid., pp. 105-106. 305 Perú se ha subsumido en la feudalidad por vía española porque heredó su economía, su cultura, su educación y su política. “Hasta ahora, España no ha podido emanciparse del Medioevo. Mientras en Europa Central y Oriental han sido abatidos como consecuencia de la guerra los últimos bastiones de la feudalidad, en España se mantienen todavía en pie, defendidos por la monarquía. Quienes ahondan hoy en la historia de España descubren que a este país le ha faltado una cumplida revolución liberal y burguesa”537. Mariátegui, a partir de la Reforma Universitaria de Córdoba, plantea que la educación camina por nuevos rumbos. Expone, además, las conclusiones de muchos congresos de estudiantes que se dieron en América Latina. A continuación, Mariátegui expone algunos de los acuerdos de dichos congresos: “El Congreso Internacional de Estudiantes de México de 1921, que propugnó: 1.- La participación de los estudiantes en el gobierno de las Universidades; 2.- la implantación de la docencia libre y la asistencia libre. Los estudiantes de Chile declararon su adhesión a los siguientes principios: 1.- autonomía de la Universidad, entendida como institución de los alumnos, profesores y diplomados; 2.- reforma del sistema docente, mediante el establecimiento de la docencia libre...; 3.- revisión de los métodos y del contenido de los estudios; 4.extensión universitaria, actuada como medio de vinculación. Los estudiantes de Cuba concretaron en 1923 sus reivindicaciones en esta fórmula: a) una verdadera democracia universitaria; b) una verdadera renovación pedagógica y científica; c) una verdadera popularización de la enseñanza”538. 537 538 Ibid., p. 109. Ibid., pp. 128-129. 306 La insistencia de Mariátegui, frente a la formación universitaria de las clases dominantes, es que la educación se popularice. La reforma debe estar al servicio del progreso de los pueblos, para que éstos tomen en sus manos el destino de un futuro mejor. Ciertamente, el análisis marxista de Mariátegui, que sostiene que la economía condiciona la educación y ésta colabora para ensamblar ideológicamente el modelo económico vigente, vuelve a darse en el sistema de vida del Perú, sobre todo porque encontramos que la educación ha servido únicamente para desarrollar polos de poder de la clase dominante en medio de un régimen feudal. Las universidades ya no pueden estar acaparadas por la clase influyente, sino que, a ejemplo de la República Argentina, las “universidades es donde ha arribado más tarde esa corriente de progreso y transformación”539. e. El factor religioso y la literatura. Otro de los engranajes del análisis marxista de Mariátegui es la consideración del factor religioso y la literatura. En el análisis marxista, se explica que la infraestructura determina las demás estructuras. En el caso de la explicación de Mariátegui, nos encontramos con que los factores religioso y literario son afectados por la estructura económica y política de la colonia. España, por tanto, nos dejó en herencia una forma de vida en todo sentido. Así, en la religión, y en medio del proceso de la Conquista española, la religión incaica ha tenido que ceder frente a todas las presiones de los conquistadores, especialmente cuando éstos afirmaban que “La religión inkaica carecía de poder espiritual para resistir al Evangelio”540. Fue como él llamó una Conquista católica. El catolicismo condicionó la sociedad no sólo desde la Conquista sino que también durante la República hasta la actualidad. 539 540 Ibid., p. 159. Ibid., p. 162. 307 Mariátegui es de la idea, tal como lo muestra en toda su producción intelectual, que si se quiere aspirar a un socialismo transformador se debe regresar y partir desde el mundo incaico, incluyendo al aspecto religioso de su cultura. Es más, Mariátegui tomó muy en cuenta el factor religioso latinoamericano para sintetizarlo con el pathos del revolucionario por medio de la construcción del mito. En cuanto a lo literario, Mariátegui piensa que, al igual que pasa con los otros factores, la literatura de un pueblo se alimenta y se apoya en su substractum económico y político541. La literatura, como todos los estratos, es de corte español, en donde el Perú es un país dominado por los descendientes de los encomenderos y los oidores del Virreinato: “La literatura nacional es en el Perú, como la nacionalidad misma, de irrenunciable filiación española. Es una literatura escrita, pensada y sentida en español, aunque en los tonos, y aun en la sintaxis y prosodia del idioma, la influencia indígena en algunos casos sea más o menos palmaria e intensa. La civilización autóctona no llegó a la escritura y, por ende, no llegó propia y estrictamente a la literatura... La lengua castellana, más o menos, americanizada, es el lenguaje literario y el instrumento intelectual de esta nacionalidad cuyo trabajo de definición aún no ha concluido”542. 7. El marxismo germinal y fundacional de José Carlos Mariátegui: un marxista latinoamericano. Algunos dudan que Mariátegui haya sido el primer marxista de América Latina, pero pocos dudan que haya sido uno de los primeros en germinar y fundar 541 542 Ibid., p. 240. Ibid., p. 235. 308 el marxismo en el continente, tomando en cuenta las características de éste. Mariátegui hizo un aporte teórico y metodológico muy importante que sirvió luego para la constitución progresiva del marxismo. Esta contribución se ha apreciado durante el tiempo, aunque no inmediatamente después de su muerte, ya que en la década de los cuarenta y hasta los sesenta se discutió mucho si el Amauta era verdaderamente un marxista, dejando de lado su aporte enriquecedor al marxismo mismo. Fornet-Betancourt nos apunta lo siguiente: “Se le llama el primer marxista de América [...], se le llama así porque rechaza la filiación cómoda a la ortodoxia como doctrina a repetir, para convertirla simplemente en el norte de un pensamiento que quiere analizar adecuadamente la realidad concreta que compone su contexto de vida. Mariátegui no repite dogmas ni defiende siquiera una tradición marxista determinada; sino que, reconociendo como procedimiento marxista la metodología de la confrontación dialéctica con la realidad dada, aplica “ese” marxismo a la situación latinoamericana y funda así una tradición marxista en América Latina”543. Su propuesta, a la que él llama una forma creativa de plantearse el marxismo, tiene características importantes que sirven de telón de fondo de lo que llamamos su marxismo integral. Las aportaciones del marxismo integral es donde cobra la vigencia del marxismo en la actualidad. Dicho de otra forma, con la visión mariateguiana sobre el marxismo podemos dar cuenta de algunos elementos justificativos de la innegable contribución del marxismo para los pueblos de América Latina y nos denotan que la propuesta socialista está lejos de un entierro anunciado tal como lo achacan sus más férreos adversarios. El socialismo no está en crisis, sino que es un sistema adecuado para enfrentar la crisis mundial. 543 RAÚL FORNET-BETACOURT, Transformación del marxismo, historia del marxismo en América Latina, P y V editores, México, 2001, p. 130. 309 A continuación, estudiaremos algunos aspectos importantes que hacen que el marxismo de Mariátegui sea germinal, no porque fue el primero en hablar sobre Marx, sino porque fue el primero en fundar una tradición marxista en nuestras tierras. Es más, estos elementos que hacen que el marxismo de Mariátegui fuese viable, son muy sugerentes para comprender el marxismo en la actualidad. 7.1 El marxismo crítico: la crítica al capitalismo. En la actualidad una de las características primordiales del marxismo debe ser su vena crítica. La crítica, en la expresión filosófica más amplia, debe dirigirse a todos las situaciones posibles y no sólo la de sus detractores. Debe tomarse en cuenta la autocrítica a sus mismas propuestas. Notamos que históricamente, en sus momentos álgidos, tanto el capitalismo como el socialismo han adolecido de una actitud crítica frente a sus posiciones y actuaciones544. Mariátegui criticó todos los sistemas de su tiempo; incluso sometió a discusión todas aquellas prácticas socialistas que no tenían que ver con la realidad latinoamericana. Queremos aclarar que la vertiente crítica no es de ningún modo el revisionismo marxista contemporáneo a Stalin, ni tampoco es relativismo y mucho menos una actitud de deconstrucción postmoderna de la actualidad. Mariátegui se inscribe en los marxistas críticos de las primeras décadas del siglo XX, tales como Gramsci, Trosky, Luxemburgo, Korsch, Lukacs y Bloch545. 544 Este tema lo trato en el capítulo 1 de esta tesis. Cfr. ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR, “Mariátegui en el pensamiento actual de nuestra América”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Lima, 1994, pp. 259- 266. 545 310 Una de las herencias más determinantes del marxismo es su crítica al capitalismo. Es más: algunos autores detallan que el marxismo adquiere significado en cuanto crítica al capitalismo. Ellacuría se pregunta al respecto: “¿Qué es el marxismo en su última raíz? El marxismo es primariamente una crítica científica del capitalismo y derivadamente un programa práctico de anti-capitalismo, por un lado, y de construcción de un sistema socio-económico y político nuevo...”546. De ahí la importancia de que el marxismo, como lo sostenía ya Lenin, debe pensarse para su tiempo y para sus circunstancias, que no son precisamente nuestro tiempo y circunstancias. El marxismo se presenta como la antítesis dialéctica de la tesis capitalista. Sin embargo, repensando la dialéctica, se deben tener en cuenta los elementos positivos del capitalismo, y el marxismo tan sólo negará lo negativo del capitalismo. Mariátegui parte en su análisis, de proponer la construcción del marxismo en el continente americano; de la crítica tanto a la herencia colonial de parte de España, como al auge del capitalismo en los países de Occidente. En su estancia en Europa, observa que Occidente se encuentra en crisis y en decadencia. El peruano nota que se encuentran socavados los principios materiales y espirituales de la sociedad. En este sentido, el capitalismo no sólo no está colaborando para superar la crisis, sino que reproduce con más fuerza la crisis antedicha. Es más, Mariátegui criticará a otras manifestaciones que en su época caminaban junto al capitalismo, tales como la democracia, el parlamentarismo, la social democracia, etc. 546 IGNACIO ELLACURÍA, “La desmitificación del marxismo”, en, ESTUDIOS CENTROAMERICANOS (ECA), Nos. 421-422, San Salvador, 1983, pp. 921-930. Reimpreso en IGNACIO ELLACURÍA, Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), tomo 1, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 284. 311 Mariátegui veía, entonces, que el peligro del capitalismo no se centraba en producir la crisis, sino que éste, en poco tiempo, al igual que lo pensó Lenin, se instituiría en el mundo como un imperialismo de un poder ilimitado547. Es más, él observaba que la vigencia del socialismo está en relación constante con la crítica del capitalismo histórico: “La crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras que el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista en colectivista mantiene viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige. Vana es toda tentativa de catalogarla como una simple teoría científica, mientras obre en la historia como evangelio y método de un movimiento de masas”548. Notaremos que en Mariátegui esta crítica al capitalismo no es únicamente un análisis académico, económico o sociológico. Su crítica al capitalismo también es ética, en la cual sigue las valoraciones de Croce. Esta visión ética debe llevarlo hacia la construcción de la praxis revolucionaria actuante en los correligionarios. Enrique Dussel propone una tesis de Mariátegui: “¿No es, acaso, un interés moral o social, como se quiera decir el interés que nos mueve a construir un concepto del sobrevalor? ¿En economía pura, se puede hablar de Plusvalía? ¿No vende el proletario su fuerza de trabajo por lo que vale, dada su situación en la presente sociedad?”549. 547 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, en, Revista Amauta, número 23, p. 3. 548 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, número 25, pp. 40-41. Ibid., p. 25. y Citado en DUSSEL ENRIQUE, “El Marxismo de Mariátegui como Filosofía de la Revolución”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Edit. Amauta, Lima, 1994, p. 249. 549 312 La posición de Mariátegui no es la de un moralismo romántico, sino que se sustenta en la “moral de productores” que luego se convertiría en una praxis transformadora. Sigue Mariátegui diciendo: “La función ética del socialismo –respecto a la cual inducen sin duda a error las presurosas y sumarias exorbitancias de algunos marxistas como Lafargue- debe ser buscada, no en grandilocuentes decálogos, ni especulaciones filosóficas, que en ningún modo constituían una necesidad de la teorización marxista, sino en la creación de una moral de productores por el propio proceso de la lucha anticapitalista”550. El tema moral recayó en la acción de los trabajadores y, más específicamente, en la pertenencia a una clase social. Así, el hecho de luchar por el socialismo contiene en sí mismo una carga ética significativa. Esta visión no sólo toma en cuenta lo económico, sino también la voluntad transformadora del trabajador, tal como lo hace notar Mariátegui en el capítulo “Sentido heroico y creador del socialismo”, en su obra Defensa del Marxismo: “En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y lo heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una moral del productor... El proletariado no ingresa a la historia políticamente sino como clase social en el instante que descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior. Y esta capacidad no ha arribado de milagro. La adquiere situándose en el terreno de la producción. Su moral de clase depende de la energía con que opera en este terreno y de la amplitud con que conozca y domine la economía burguesa”551. 550 551 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, Op. Cit., p. 26. Ibid., p.35 313 7.2. La propuesta internacionalista de Mariátegui: un ensayo para elevar a categoría internacional el problema del indígena. Mariátegui se asemejó mucho a Lenin en la línea de proponer el marxismo no sólo a nivel nacional, sino también internacional. Esta concepción de Mariátegui, le valió, como ya lo dijimos anteriormente, su discusión con Haya de la Torre, ya que éste consideraba a Mariátegui muy “europeizante”, precisamente por su enfoque internacionalista. En esta línea se encontraba, según Aubet, Rosa Luxemburgo, especialmente cuando se imaginaba que la revolución debía apelar a la solidaridad de todos los proletarios del mundo: Rosa Luxemburgo no se imaginaba la revolución socialista como una revolución nacional en un solo país, sino como un proceso a escala internacional, “que la consideraba como de elementos de fuerza, de presión del movimiento proletario, tanto con respecto al programa táctico como estratégico”552. La línea de reflexión de Luxemburgo consiste en la clave que el internacionalismo no lo da una nación abierta a otras naciones, ni siquiera a una región o a un continente. La fuerza del internacionalismo se sostiene en una clase social colectiva que, en este caso, son los trabajadores: “Es de suponer que cuando se está bajo el dominio del mismo capitalismo, bajo la opresión del mismo estado de clase, bajo el bastión de la misma policía y de la misma justicia de clase, se tienen los mismos intereses y se tendría que poder construir un partido conjunto para la salvaguarda de esos intereses... [algo análogo 552 MARÍA JOSÉ AUBET, Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional, Anagrama, Barcelona, 1975 p. 55. Cita a: F. TYCH, La Questione nazionale nei giudizi di Rosa Luxemburg, ponencia presentada en la semana internacional de Estudios marxistas, Regio Emilia, Turín. 314 podemos aplicar] nosotros no pertenecemos al partido como polacos o como alemanes, sino como trabajadores”553. En este orden de ideas, Mariátegui hace notar en el fondo que la defensa de la cultura, de la vida, de los valores no era cuestión de patriotismo sino de clase. El indigenismo, tomando como ejemplo el proletariado, debía hacer suyo la reivindicación como clase y no sólo como un sector social nacionalmente oprimido. Con esto Mariátegui no sólo elevó a categoría de clase el problema indígena, sino que lo dispuso en una incipiente avenida de reflexión de tipo internacionalista, cuando analiza que el problema del continente americano es similar. Lo internacional debe ser tomado desde un recto entendimiento de lo nacional, siempre que lo nacional tome en cuenta el problema indígena. Mariátegui dice al respecto: “El fenómeno nacional no se diferencia ni se desconecta, en su espíritu, del fenómeno mundial. Por el contrario, de él recibe su fermento y su impulso. La levadura de las nuevas reivindicaciones indigenistas es la idea socialista, no como la hemos heredado instintivamente del extinto Incario sino como lo hemos aprendido de la civilización occidental, en cuya ciencia y en cuya técnica sólo romanticismos utopistas pueden dejar de ver adquisiciones irrenunciables y magníficas del hombre moderno”554. La búsqueda de implantación de un socialismo de carácter internacional no sólo no debe descuidar lo nacional, y en este caso, lo indígena, sino que debe partir de ello. Se debe tener la apertura necesaria de recibir lo bueno de la 553 ROSA LUXEMBURGO, Parteitag der sozialdemokratischen partei Deutschlands, vol. 14. bis 20september, Munchen, 1902, GW//2, pp. 283-284, citado en AUBET, Op. Cit., p. 108. 554 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La nueva cruzada pro-indígena”, en, Ideología, Biblioteca Amauta, Lima, 1969, p. 167. 315 cultura occidental sin que ello vaya en detrimento de lo autóctono, no como mera folklorización del problema, sino en la búsqueda de soluciones al mundo agrario e indígena del Perú. Mariátegui no descuida el panorama nacional ni el internacional, porque el Perú es un “fragmento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria”555. 7.3. El marxismo de Mariátegui como una idea reguladora para América Latina. La idea dominante de Mariátegui sobre el marxismo es que se trata de un saber dinámico; niega, por tanto el carácter estático del mismo. Esa dinamicidad lleva a Mariátegui a presentar el marxismo contextualizado y a pensarlo como una guía para orientar nuestras realidades actuales. Mariátegui en su obra, Defensa del Marxismo, aboga por una idea normativa y reguladora del marxismo que sirve de guía tanto para la construcción de las ideas como para la lucha práctica. Esta idea reguladora funciona para los revolucionarios, no como un dogma inamovible, como una carta geográfica y una brújula para el viaje556. En esta comprensión, Mariátegui propone el marxismo siempre como búsqueda permanente que nace de la dialéctica entre ideología y método y que permite siempre caminar en el conocimiento. La idea reguladora, además de su dimensión orientadora, sirvió de normalización del marxismo en América Latina que permitió plantearse el socialismo en clave de América Latina. Esto llevó, sin duda, a algo que en el continente se sigue dando: el marxismo latinoamericano como filosofía fundamental en la cual se adscriben muchas rutas de reflexión y aplicación. El marxismo en América Latina hizo del pensamiento filosófico un 555 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Lo nacional y lo exótico”, en, Revista Mundial, noviembre, 1924: citado por ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO, Invitación a la vida heroica, op. Cit., p. 229. 556 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del marxismo,Op. Cit., p. 42. 316 pensamiento crítico y alternativo a las corrientes de pensamiento instauradas con mucho arraigo, tal como el positivismo. 7.4. El marxismo como expresión dinámica de la realidad. El marxismo no puede ser visto únicamente como un producto científico ni como una iniciativa originada en el racionalismo del idealismo alemán. El marxismo, según Mariátegui, es una unidad de pensamiento vinculado a la realidad histórica: “Marx está vivo en la lucha que por la realización del socialismo, libran en el mundo, innumerables muchedumbres, animadas por su doctrina. La suerte de las teorías científicas o filosóficas, que él usó, superándolas y trascendiéndolas, como elementos de su trabajo teórico, no compromete en lo absoluto la validez y la vigencia de su idea. Esto es radicalmente extraño a la mudable fortuna de las ideas científicas o filosóficas que las acompañan o anteceden 557 inmediatamente en el tiempo” . Mariátegui nota que el marxismo es lo suficientemente dinámico para dar respuesta a la realidad. Según Mariátegui, y en contraposición a Henri De Man, Marx se alejaba de la visión determinista, tal como lo hacían ver sus detractores. Mariátegui afirma: “El marxismo donde se ha mostrado revolucionario- vale decir donde ha sido marxismo- no ha obedecido nunca a un determinismo pasivo y rígido...cada palabra, cada acto del marxismo tiene un acento de fe, 557 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, en, Revista Amauta, número 19, pp. 10- 11. 317 de voluntad, de convicción heroica y creadora cuyo impulso sería absurdo buscar en un mediocre y pasivo sentimiento determinista”558. 7.5 El marxismo como un elemento aglutinador de masas Otro de los temas sugerentes del marxismo de Mariátegui es que puso gran atención al proceso aglutinador de masas. No estaba tan preocupado de un partido o de una vanguardia que llevara adelante el proceso revolucionario. Lo que sí se debía atender era la formación ética de los revolucionarios, en este caso indígenas y proletarios, para que tomaran con pasión y fe las luchas sociales. Tenía fe en las masas. Pero su discurso sobre ellos no era ni doctrinero ni sentimental. Miraba en las masas el factor práctico de la revolución. Los indígenas y los obreros eran quienes debían llevarla a cabo. Para él el problema indígena era el problema nacional y éste se manifestaba en el problema agrario. Esta visión de aglutinar a las masas sirve como un catalizador de aquellos marxistas que en la actualidad se cifran en los partidos políticos, y en muchos casos, operan y monopolizan el pensamiento de Marx. El marxismo, tal como lo entiende Mariátegui, es, ante todo, la doctrina que se encuentra en las masas. El marxismo fue asimilado desde las necesidades vitales de las masas y fue actuado desde el espíritu de las mismas. El sujeto histórico revolucionario ya no puede ser más la vanguardia o un grupo de “elegidos”, sino que debe ser un movimiento colectivo que sea representativo de los varios estratos de la sociedad, bajo el estandarte de la clase trabajadora, expresado en los obreros y los indígenas, para la construcción de una conciencia de clases. 558 Ibid., p.10. 318 8. El marxismo integral de Mariategui: abierto al ser humano y a la sociedad. Lo interesante de la propuesta de Mariátegui es el enriquecimiento de la visión del marxismo de su época, fiel a los desafíos de la realidad. Con ello quiso proponer algunos puntos importantes que no veía con claridad en el marxismo europeo. Para él, el marxismo era el instrumento más sugerente de su tiempo, y como tal, creyó que era importante instaurarlo en América Latina. Como hemos dicho antes, y tal como lo expresa una de sus frases más famosas: el socialismo indoamericano no debe ser ni copia ni calco de la experiencia europea. Este esfuerzo de Mariátegui, y siguiendo a Fornet- Betancourt, es germinal y fundacional en América Latina. Nos parece que su propuesta fue formulada integralmente, es decir, tomando varios puntos de vista, desde tres dimensiones importantes: la del ser humano, la del método de acercamiento a la realidad y la de la realidad misma. Encontramos, entonces, que el marxismo de Mariátegui es integral, porque obedece a las varias demandas del ser humano y de la sociedad. Su integralidad responde a que con su propuesta Mariátegui da respuestas a las bases existenciales de la realidad. Así, este marxismo es, a la vez, pathos pistis , ethos , aesthesis , logos , polis y nomos559. El esquema desarrolla tres esferas: la del ser humano que es el punto de partida, comienza con la pregunta acerca de la situación actual del indígena de su tiempo y la relación que tiene éste con la tierra y el Perú. Ciertamente el análisis del ser humano implica una visión completa de entendimiento, voluntad y sentimiento. Esto conlleva, a continuación, a plantearse el método con el cual 559 Es recomendable consultar a: LUIS SUÁREZ MARTÍN, “Razones existenciales de la filosofía”, en, PABLO GUADARRAMA (Ed.), Filosofía y Sociedad, Tomo 1, Editorial Félix Varela, La Habana, 2002, pp. 72-81. 319 se va acceder a la realidad, que también obedece a la integralidad donde se considera la teoría y la praxis, expresado en términos mariateguianos con el mito y el método. Finalmente, cabe la pregunta sobre la realidad. En este sentido, se plantea la realidad desde el marxismo, en cuanto se debe operar en el sentido de la superestructura y la infraestructura. A continuación, exponemos un esquema de análisis que denota variaciones con respecto a la propuesta marxista, pero en lo fundamental se mantiene. LA INTEGRALIDAD EN MARIATEGUI Lo nacional Proletarios 1. Logos I Ser humano 2. Pathos Indígenas La historia 3. Teoría a. Mito II Metodología integral 4. Praxis b. Método 5. Superestructura III La Realidad 6. Infraestructura Lo internacional Cada una de las dimensiones I, II y III tiene, al menos, una realidad bifronte que se despliega en muchos saberes y realidades. Mariátegui sostuvo esta visión holística, porque siempre mantuvo una realidad dialécticaen todas sus 320 dimensiones. Esta doble consideración lo llevó a tener siempre abierta y dinámica su propuesta, conteniendo en ella una fuerte dosis de cambio permanente al interior de las tres dimensiones antes apuntadas. Además de ser un enfoque holístico, la incidencia del esquema es circular: que el ser humano afecta en el método y éste en la realidad; luego la realidad afecta en el ser humano. Además no sólo hay incidencia de las dimensiones, sino que hay una influencia de las sub-dimensiones, así la lectura del método se puede hacer considerando lo superestructural o el mito desde la perspectiva del indígena. En la relación dialéctica de estas tres dimensiones entra la visión integral del marxismo de Mariátegui, y por ello, resulta que esta propuesta aparece como un enfoque “heterodoxo” del mismo. En estos “ensayos” que Mariátegui relaciona elementos que, a simple vista y desde una visión unilateral del marxismo, suelen calificarse de irreconciliables, causaron un impacto profundo en los marxistas de su tiempo. Es por eso que el Secretariado de la III Internacional para América Latina vio con recelo la propuesta mariateguiana, ya que, para ellos, desde una visión monolítica, la realidad no se “ensaya”, la realidad “es”, y como consecuencia el marxismo en el continente americano solamente es susceptible de aplicación dogmática. Flores Galindo hace una descripción de la recepción del documento de los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui por parte de Vittorio Codovilla, Secretario de la sede de Buenos Aires de la III Internacional, quien calificó a los escritos de Mariátegui como escritos de bajo valor intelectual: “A Codovilla le incomodaba, le resultaba insoportable, un libro en cuyo título se juntaran las palabras “ensayo” y “realidad peruana”. Ensayo implicaba asumir un estilo que recordaba a los escritos de autores burgueses y reaccionarios como Rodó o Henríquez Ureña, aparte de implicar un cierto tanteo, un carácter provisional en las afirmaciones, y evidentemente un hombre como Codovilla así como no 321 podía admitir un error, menos toleraba la incertidumbre: o los partidos eran comunistas o no lo eran, se estaba con el proletariado o con la burguesía, no podía haber nunca otras posibilidades”560. Estudiemos cada uno de los esquemas de las dimensiones con su debido enriquecimiento: ESQUEMA 1 Proletario Logos Ser humano Pathos Pistis Indígena En el esquema I: el sujeto histórico de los cambios y las transformaciones en el marxismo es el proletario, y en la visión de Mariátegui, es el indígena. Los cambios deben partir de estos sujetos en un movimiento desde ellos y a partir de los problemas de ellos. En este esquema se presenta la dimensión del ser humano, en una visión integral que parte de toda la realidad: el logos (el entendimiento), el Pathos (la pasión) del revolucionario y la Pistis (la fe) del colectivo para los cambios. Este ser humano debe ser considerado desde su esfera material y espiritual. Con esta visión, no queremos decir que Mariátegui tiene una visión dicotómica del ser humano; todo lo contrario, es un ser humano unitario e integral, en el cual todas sus dimensiones se irán haciendo en el camino, advirtiendo que el ser humano siempre será un ser inacabado, susceptible 560 ALBERTO FLORES GALINDO, “El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929”, en, Obras Completas, SUR Casa de Estudios del socialismo, Lima, 1994, pp. 407-408. 322 permanentemente de realización. Además del sentido unitario del ser humano, se considera como algo novedoso, diferente a la línea vertical del marxismo, tomar en cuenta decisivamente la pasión del revolucionario. Para Mariátegui el revolucionario debe estar dotado de entendimiento y pasión. Este pathos del revolucionario tiene una referencia directa en el mito, en la forma como el revolucionario cree en el mito: “El proletariado tiene un mito: la revolución social...La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito”561. El mito, como hemos estudiado, orienta a la lucha y hace que el revolucionario se mantenga con perseverancia en lo que se ha propuesto. En este sentido, el marxismo para los pueblos es más que un partido político, es una verdadera opción de vida, es un proyecto existencial del ser humano que tiene muchos factores religiosos. El proyecto revolucionario, por tanto, “religa”562 a los revolucionarios a la causa común. Esta causa común es, en efecto, una mística donde confluye este pathos, a partir del establecimiento del mito. Se da tanto en el marxismo como en los imaginarios fundantes del mundo indígena. El marxismo como pathos comprende la pasión del revolucionario, es la forma como actúa en la pistis, es decir en su fe revolucionaria. En este Pathos se resuelve la lucha permanente en la cual pasamos los seres humanos, al estilo de la descripción de la Agonía del Cristianismo que hace Unamuno. Mariátegui dice “La palabra agonía, en el ardiente y viviente lenguaje de Unamuno, recobra su acepción original. Agonía no es el preludio de la muerte, no 561 JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, “El hombre y el mito”, en, Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, Editora Amauta, Lima, 1987, p. 25. 562 Entenderemos el concepto de religión como una religación a un ser superior o a algo superior a las fuerzas humanas. 323 es la conclusión de la vida. Agonía –como Unamuno escribe en la introducción de su libro- quiere decir lucha. Agoniza aquel que vive luchando; luchando contra la vida misma. Y contra la muerte”563. Una lucha que nace por las demandas de la época y por los desafíos del contexto histórico. Esta lucha que es pasión por la transformación, se vuelve permanentemente un acto creativo y, en consecuencia, contiene un hábito revolucionario por cambiar la realidad de las cosas. En este sentido, la agonía no es únicamente asirse a la angustia, sino que es la invitación al combate permanente para hacerle frente a la angustia que cada época nos presenta. Podemos traducir esta pasión y esta lucha agónica en conflicto, que no se podía empatar con los intereses de los capitalistas, sino que tiene que tener un afán polémico. Flores Galindo dice que “la agonía es sinónimo de conflicto interior: corrientes encontradas que generan una tensión íntima, como lo ilustra Mariátegui recurriendo al ejemplo de dos almas contemporáneas, la revolución y la decadencia, coexistiendo ambas en los mismos individuos de manera agonal.564” Siguiendo a Unamuno, Mariátegui considera que el marxismo es la máxima creencia de nuestro tiempo, es una fe que se aloja en las masas colectivas y es un elan vital que empuja hacia la creatividad y la acción. Esta agonía nos lleva a estar tensionados con el mundo en que vivimos y en la cotidianedad de las acciones que nos toca enfrentar. 563 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Signos y obras, especialmente en el capítulo sobre España, Empresa editora Amauta, Lima, 1971, p.116. 564 ALBERTO FLORES GALINDO, “El inicio de la Polémica: Buenos Aires”, 1929, en, Obras completas, SUR Casa de Estudios del Socialismo, Lima, 1994, p. 390. 324 Mariátegui tradujo en términos agónicos su existencia por la consecución del marxismo en su país; lo agónico de Mariátegui se manifestó en su lucha permanente, no sólo por meter sangre en sus ideas, sino, por proponer un mejor Perú. ESQUEMA 2 teoría Mito Método Aesthesis (estetico) Nomos (idea reguladora epistémico praxis Ethos(ético) polis (político) El método es el camino epistémico en general que significa el Odos del conocimiento. El método de Mariátegui no solamente es un camino al conocimiento sino un camino práctico para provocar la transformación en su contexto. A todo este camino general, dinámico e integral llamaremos el “Método”. Este gran método se desgaja en dos perspectivas, integradas entre sí, que llamaremos la teoría y la práctica. En la teoría, opera la Asthesis como forma de vida y el nomos como vida regulada introyectada en la colectividad. En la práctica se unifican el Ethos y la Polis como momentos práxicos del colectivo. En este camino epistémico, el mito sintetiza todos los conocimientos, las creencias, los conceptos, lo ideológico. En cambio, en el método entra todo el momento práxico en enfrentamiento con la realidad. Lo estético está unido a toda la perspectiva revolucionaria. En este giro estético, el arte juega un papel determinante ya que establece la búsqueda en el inconsciente, se dirige a la suprarrealidad para tener la oportunidad de crear algo nuevo, ya que este arte puede soñar utopías del porvenir y tener la capacidad de crear algo real. Mariátegui comprendía que el arte y la cultura son una actividad en contacto 325 pleno con la vida de una época y con la política, donde estas actividades –arte y cultura- no podían quedar reducidas al entendimiento, a la razón. ESQUEMA 3 Lo nacional Superestructura La realidad Cultura Política 7 ensayos Infraestructura Economía Lo internacional En el tercer esquema se nos indica que el acceso a la realidad debe ser completo, desde diferentes estructuras, considerando lo económico, lo cultural, lo social, lo político, etc. Siguiendo el método de análisis marxista, Mariátegui parte del hecho económico aunque éste no es el único ni se sobrepone a los demás. El hecho económico interactúa, por ejemplo, con la primera estructura, la política, lo que permite que el hecho económico se dibuje desde lo material del sujeto de la transformación, que el peruano propone desde la realidad del indígena. Pero la consideración del hecho económico del indígena no es únicamente una descripción de su situación económica, sino un diagnóstico que se abre a todas las condiciones materiales y espirituales en las cuales ha influido para que los indígenas hayan caído en la pobreza, la explotación y el olvido. Y es más, el trabajo de Mariátegui se extiende más allá del diagnóstico de la situación de los indígenas en el Perú y desarrolla una posible solución en la visión que tiene, no sólo de la economía, sino también de los diferentes estructuras que 326 pueden ser el político, el educativo, el social, el cultural, tal como está reflejado en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. En este esquema no se observan únicamente las estructuras, sino que se toman en consideración lo nacional y lo internacional, la perspectiva del Perú y la perspectiva de América y del mundo. 9. Características del marxismo integral: crítico, heterodoxo, abierto, antropológico, dinámico. Las características del marxismo integral de Mariátegui se identifican a partir de sus escritos. Sin embargo, las obras que nos parecen decisivas son La Defensa del Marxismo, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Alma matinal y Signos y Obras. Estas características, sin duda, construyeron una propuesta marxista diferente, sobre todo en el continente latinoamericano, lo que le valió a Mariátegui el título de “el primer marxista de América Latina”565. Esta acentuación de primer marxista, debemos recordar, siguiendo a Fornet, se expresa en su sentido fundacional de la teoría y la praxis del marxismo en un lugar determinado: “...La significación de la obra de Mariátegui, que en su manera de aplicar e interpretar la teoría marxista en el contexto de América Latina y, en especial, del Perú, se han visto elementos pioneros o, mejor dicho, fundacionales de lo que se podría llamar una consecuente contextualización e inculturación del marxismo en América Latina. Esta es justamente la dimensión programática de su obra, que se 565 De este parecer es, según Fornet Betancourt, ANTONIO MELIS, “Mariátegui, el primer marxista de América”, en, Cuadernos de Cultura Latinoamericana, número 95, México, 1979. Además en la presentación: ANTONIO MELIS, “Mariátegui, primer marxista de América”, en, Mariátegui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, pp. 10-49. 327 condensa en el intento de crear o fundar un marxismo latinoamericano” 566. La instauración del marxismo, por tanto, no es de carácter cronológico567. Mariátegui puso la semilla para que el marxismo, en los años posteriores, se desarrollara como una forma latinoamericana del mismo. a. El marxismo crítico. Esta característica del marxismo es parte de su esencia y más concretamente de su crítica al capitalismo. Sin embargo, no sólo debe criticar al capitalismo y sus agentes, sino también al socialismo mismo para que no se cometan errores anteriores. La autocrítica es algo que debe estar en cualquier sustentación teórica y práctica del mismo. Mariátegui al igual que muchos marxistas, sostiene que la crítica del marxismo guarda una relación directa con las consecuencias de considerar al capitalismo como modelo único. Esta crítica, por tanto, tiene dos dimensiones: una, que realiza una función crítica sobre la realidad actual, es decir, sobresale el carácter de denuncia sobre el orden vigente. Por otro lado, esta crítica tiene un carácter anticipador y propositivo en cuanto ofrece nuevas alternativas a los modelos dados. En una palabra, este rasgo crítico nos ayuda a dilucidar todo aquello que nos falta por cumplir. En este sentido, anuncia la presencia de una convivencia nueva a partir de las posibilidades de los colectivos sociales. Mariátegui, con su marxismo, desplegará su criticidad a partir de una categoría nueva, la del indígena. Esta categoría fungirá como crítica y hermenéutica para el pasado y el presente del Perú, y actuará como anticipaciones, para el 566 RAÚL FORNET-BETACOURT, Transformación del marxismo. Historia del marxismo en América Latina, P y V editores, México, 2001, p. 124. 567 Esta idea de que Mariátegui no es el primer marxista de tipo histórico lo comparten de Aníbal Quijano y Oscar Terán, aduciendo que se encontraban otros “primeros” marxistas, tales como: Mella en Cuba o Ponce en Argentina. Ver: ANÍBAL QUIJANO, José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate, prólogo a José Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1977, p. 43. Además, ver: OSCAR TERÁN, “Mariátegui: decir la nación”, en, Nuestra América, Número 2, Lima, 1980, p. 21. 328 futuro del país andino. Finalmente la criticidad se presentará como un horizonte ético y político de acción que sirve con referente constructivo de la luchas de los pueblos. b. El marxismo “hetero-doxo”. Si un modelo debe cumplir con su esencia crítica se debe buscar la alternabilidad de las propuestas. Lo heterodoxo no se debe comprender como lo opuesto al discurso oficial. Es la búsqueda a propuestas diferentes que se adecuen a la realidad, ya que ésta es cambiante y dinámica. La heterodoxia mariateguiana no debe significar una candidatura a la “hoguera” por salirse de los límites establecidos, sino más bien es el reconocimiento a alguien que pensó que una doctrina no podía calcarse sin más en el continente americano. Por lo tanto, buscó posibilidades del marxismo mismo para poderse adecuar a la situación americana. Si nos atenemos al concepto etimológico, la heterodoxia se plantea como una opinión distinta a la oficial; es una doxa flexible que se aplica, en estos casos, a los países de América Latina. La heterodoxia no es un revisionismo, tal como el que acusaban en los disidentes del siglo XX, sino que es la fuerza y el entusiasmo por aplicar un pensamiento a las regiones distintas que las europeas. c. El marxismo abierto principalmente a las demandas de la realidad. Mariátegui aseveró que el socialismo no debía ser calco de otras realidades, sino que debía estar atento a lo que la realidad le indica. Fue un observador de la realidad nacional e internacional y vio que el marxismo era la doctrina y la acción que más se ajustaba a la realidad de los países pobres. Esta apertura del marxismo coincide también con la apertura del método, en cuanto considera otras dimensiones a la par de la importancia del factor económico. En este sentido, el marxismo abierto es un marxismo creativo donde se unen las dos formas de conocimiento según Croce “a saber, la estética y la intelectual, sean distintas, pero no 329 puede decirse que estén separadas o divorciadas, como dos fuerzas que actúan en direcciones opuestas”568. Las dimensiones del marxismo, en el caso de Mariátegui, operan en diferentes esferas: la intelectual, la volitiva, la sentimental, etc. Es más, Mariátegui acepta el carácter religioso del marxismo en cuanto que se debe implantar con la pasión y la fe del revolucionario, más aún, cuando se trata de tomar en cuenta la importancia del factor religioso en el Perú. d. El marxismo creativo y heroico. Mariátegui vio en el marxismo un acto de poeisis. El acto creador se lo atribuye a Marx y sobre todo por los aspectos que propuso como novedosos: el concepto de plusvalía, la atención en el proletariado, etc. Este proletariado, según el peruano, debía entrar en relevo del burgués capitalista que solamente había llevado a Europa a la miseria de los trabajadores. Mariátegui expone que lo original de Marx es estudiar la realidad desde los pobres, tal como lo proclama el himno de la Internacional, y más enfáticamente en los proletarios: “El mérito excepcional de Marx consiste en haber, en este sentido descubierto al proletariado. Como escribe Adriano Tilgher, “ante la historia, Marx aparece como el descubridor y diría casi el inventor del proletariado; él, en efecto, no sólo ha dado al movimiento proletario la consciencia de su naturaleza, de su legitimidad, y necesidad histórica, de su ley interna, del último término hacia el cual se encamina, y ha infundido así en el proletariado aquella conciencia que antes les faltaba; sino ha creado, puede decirse, la noción misma, y tras la noción, la 568 ARTURO ANDRÉS ROIG, Arte impuro y lenguaje. Bases teóricas e históricas para una estética motivacional, en, Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social, número 24, Universidad de Zulia, Maracaibo, 2004, p. 106. Citando a: BENEDETTO CROCE, Estética como ciencia de la expresión y lingüística general, Librería Española de Francisco Beltrán, Madrid, 1926, p. 67. 330 realidad del proletariado como clase esencialmente antitética de la burguesía...”569. En el caso del peruano, la novedad se centró en que el marxismo debía partir, desde el continente americano, del indio; otorgarle capacidad revolucionaria al indio para que lo ascienda a una “moral de productores”, muy distante y distinta de la “moral de los esclavos”. La creatividad del socialismo, por tanto, recae en la capacidad de producir de los revolucionarios, en la capacidad de transformar la realidad que les toca vivir. Esta producción no sólo se hace desde el intelecto, sino también desde la pasión y la fe que pone el revolucionario. La poiesis se une al pathos y a la pistis del revolucionario para forjar los cambios. Estas tres vertientes se sintetizan en los dos pilares fundamentales del marxismo mariateguiano –que anteriormente hemos visto- que son el mito y el método. Estas tres formas creativas se deben unir al entendimiento al logos, para construir un método que responda a las necesidades de la realidad. Los actos creativos sirven de energía a los revolucionarios y el logos para buscar la eficiencia de los actos. Toda esta poeisis y este logos desembocan en actuaciones beneficiosas para el ethos, es decir, para la inauguración de nuevas relaciones sociales. En este sentido, también se modifica la polis, es decir, en la vida política de los individuos que se desarrolla en torno a un colectivo, abandonando modelos individualistas y solipsistas. Esta polis funciona como el momento de la praxis de la colectividad. Entre este ethos y esta polis funciona una asthesis, un gusto por la vida y la lucha que reconstruye no sólo un modelo de sociedad sino una forma de estar del ser humano. Este ejercicio estético, sin duda, plantea que la 569 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, Revista mensual edición facsímile, número 20, Editora Amauta, Lima, 1929, p. 14. 331 construcción del socialismo es algo trascendente a los seres humanos. Nos indica que la colectividad y la socialidad no son conformadas por el grupo de seres humanos reunidos por un bien común, sino que es algo más: que el ser humano lleva en sí la dimensión de la colectividad y la socialidad, como puede apreciarse en las comunidades indígenas. e. El marxismo antropológico. Basado en la característica anterior, notamos que Mariátegui se concentró en la construcción de su marxismo alrededor no solamente de la sociedad, sino en torno al ser humano. El marxismo de Mariátegui es una reivindicación de lo humano centrado en el problema indígena. Y no sólo se establece el diagnóstico de los indígenas en el Perú, sino que reclama que toda transformación debe pasar por el indio; la construcción de nación debe pasar por el protagonismo de los indígenas que desde tanto tiempo atrás han estado en una situación de marginación. Esta vertiente del marxismo de Mariátegui tiene el sustento de una dimensión humana que es transversal en toda su obra. Este pensamiento tiene mucho de Nietzsche570, en cuanto es una doctrina intrínsicamente dinámica donde el peruano dice que es “un hombre orgánicamente nómada, curioso e inquieto”571, dado al viaje permanente. En Nietzsche encontramos algo similar donde se expresa la capacidad inmensa del hombre libre: “Aquél que ha llegado, aunque sea solamente en cierta medida, a la libertad de la razón, no puede sentirse en la tierra sino viajero”572. Además este marxismo, obedeciendo a la profundidad humana, se debe vivir con pasión, poniendo la sangre en las ideas tal como decía Mariátegui retomando una cita de Nietzsche: 570 Mariátegui hace una interpretación libre de Nietzsche, donde destaca el espíritu de libertad del ser humano. Esta aclaración es necesaria, ya que Nietzsche no tiene nada de socialista, es más, lo ataca. 571 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La novela y la vida, Editora Amauta, Lima, 1974, p. 141. 572 FRIEDRICH NIETZSCHE, Humano, demasiado humano, Editores Mexicanos Unidos, México, 1974, número de párrafo 639. 332 “De todo lo que he escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la sangre es espíritu”573. De hecho la acción del marxismo no solamente se despliega por el aparataje teórico de pensadores de profesión, sino que se desprende de manos creadoras y libres que tienden al porvenir de las cosas. Mariátegui al reunir las corrientes marxistas con algunos pensamientos de Nietzsche recupera dos acciones primordiales en toda su obra: el espíritu revolucionario y la energía creadora del marxismo, por un lado; y la idea permanente de lo vital, por el otro574. f. El marxismo dinámico y práctico. Si hay algo que debe cambiar constantemente es el marxismo ya que responde a la realidad de las clases marginadas. Ya no podemos pensar el marxismo de manera dogmática; caeríamos en el problema anterior de un marxismo oficial y dogmático. Caeríamos en el problema que actualmente tiene el capitalismo: autoerigirse, sin ninguna autocrítica, como el modelo único de gobernabilidad mundial. De este espíritu dinámico del marxismo nos habló Mariátegui y eso lo llevó a ofrecer una visión inusitada del mismo, cuando lo presentó para el continente americano. Con esto, el peruano se alejó de una visión sustancializada y ahistórica del marxismo. El marxismo siempre será susceptible de ser completado y esto lo expresó, sobre todo, cuando escribió en forma de ensayo sobre la realidad: de una realidad que siempre está inacabada y que debemos penetrarla con una actitud permanente de búsqueda y curiosidad científica, para asirnos a ella, para hacernos cargo de ella. El marxismo será dinámico en cuanto los pueblos se esfuercen por cubrir sus necesidades, aun las más básicas. 573 FRIEDRICH NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid, 1972, párrafo 69. Ver: ALFONSO IBÁÑEZ, “Mariátegui: un marxismo nietzcheano”, en, Teoría y Debate, Estudios sobre Estado y Sociedad, Vol. VIII, número 22, México, 2001, pp. 14-15. Revisar además: OFELIA SCHUTTE, “Nietzsche, Mariátegui y el socialismo. ¿Un caso de “Marxismo Nietzscheano” en el Perú?”, en, Anuario Mariateguiano, vol. IV, número 4, Editora Amauta, 1992, pp. 85-92. 574 333 En cuanto a lo práctico, Mariátegui destaca que lo fundamental del marxismo, tal como lo dice la tesis 11 de Marx sobre Feuerbach, es la transformación de la realidad. En consecuencia, el marxismo de Mariátegui destaca dos elementos fundamentales: primero, su atención al papel de la acción, de las fuerzas sociales que pueden transformar la realidad, y, segundo, su preocupación por las peculiaridades de esa realidad concreta, que deben ser tomadas en cuenta tanto a la hora de su interprtación como de su transformación práctica575. 10. Conclusión El marxismo de José Carlos Mariátegui significó una nueva forma de hacer socialismo, y con ella, una nueva forma de leer la realidad. No fue el único de su tiempo, como lo podemos ver en algunos contemporáneos europeos, como Antonio Gramsci. Sin embargo, para América Latina significó una lectura original y germinal. Muchos son los adjetivos que denotan las características especiales del marxismo mariateguiano: lo heroico, lo aventurero, lo descubridor, lo vital, y podemos añadir, lo integral. Pero hay algo más importante: este marxismo que consideramos latinoamericano es un aporte permanente al marxismo tanto teórico como práctico. Con Mariátegui se observa, a la par de muchas iniciativas, cómo el marxismo se convierte en un proyecto vital, en una forma de vida donde se compromete radicalmente el sentido de su existencia. Pero detrás de esta novedad, hay algo que sirvió de basamento para la propuesta de Mariátegui: nunca consideró al marxismo como algo cerrado y dogmático. Es lo más audaz de Mariátegui, sobre todo en su tiempo, ya que consideró al marxismo como una doctrina susceptible de superación. 575 ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo Latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, Volumen 4, número 4, Editora Amauta, Lima, p. 64. 334 “Si el dogmatismo es unidireccional y autista, la reflexión de Mariátegui está gobernada por la movilidad y la atención a los estímulos del medio, siempre cambiantes, siempre parciales. A partir de ahí Mariátegui nos lega otra lección: la de elegir”576. La evolución del pensamiento de Mariátegui era acorde a los problemas cambiantes de la realidad. Siempre “preparándose” para lo que tenía que enfrentar, con agonía, con lucha y con gran pasión, Mariátegui observó el desánimo, el tedio y la desidia que tendía la realidad, tanto nacional como internacional. Para él, el socialismo, que es un trabajo en permanente ascensión debía colaborar para que la realidad se elevara a estadios más humanos y más justos. El peruano estaba convencido de que el marxismo tenía la posibilidad de encaminar a la humanidad a utopías más acogedoras. En este sentido se adscribe la vigencia del marxismo. Ya en su tiempo, Mariátegui afirmaba que el marxismo no se producía de la bancarrota; todo lo contrario, el marxismo significaba la ascensión espiritual y material de la humanidad de su tiempo. Esto mismo se puede decir para la actualidad. No cabe preguntarse con rodeos teóricos de si el marxismo es todavía científico o es filosóficamente válido. El marxismo más bien debe servir para colaborar a sacar a la humanidad de la bancarrota producida por el radicalismo del neoliberalismo económico. Este marxismo retomará el camino de las propuestas viables cuando las fuerzas sociales representadas en colectivos que significan los nuevos sujetos, tomen el marxismo, no únicamente como un arma para llegar al poder, sino como una forma de vida, un mito, una pasión y una forma de estar en la realidad. No cabe duda de que el marxismo de Mariátegui, más allá de ofrecernos un sistema acabado, nos presenta una propuesta de acción, un comienzo, una reanudación de la lucha y los conflictos expresados en otros 576 ANTERO FLORES-ARÁOZ, “Presentación de Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales”, en, ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, Textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. IX. 335 términos. El marxismo de Mariátegui es el emprendimiento de una marcha sin retorno. Para América Latina, este tipo de marxismo está profundamente vigente. No porque su propuesta tenga pretensiones universalistas que lo llevarían a proponer otro marxismo inamovible. El peruano consideró que el marxismo en América Latina siempre está en proceso ya que las problemáticas internas siempre son susceptibles de evolución y solución. Eduardo Cáceres expone el término de vigencia que es totalmente aplicable a Mariátegui: “Tener vigencia es no haber perecido. Es haber establecido un terreno, una problemática, algunas propuestas que siguen siendo decisivas en la configuración del presente. Política e historia tienen mucho en común: ambas se refieren al tiempo de los hombres. En él los territorios nuevos y sus delimitaciones se suelen llamar épocas. Las propuestas políticas fundacionales son propuestas epocales. Mariátegui y otros como él, no sólo hablan del Perú, lo crean al delimitarlo. Y al hacer esto inauguran una época...Pero por sobre todo, la vigencia tiene que ver con un plus, con un más allá posible, con una utopía. Es la pervivencia de una apuesta, de una posibilidad. La vigencia de Mariátegui es la vigencia de una apuesta por el socialismo” 577. El nuevo terreno y el nuevo espacio del marxismo están determinados en América Latina, no sólo para los tiempos de Mariátegui, sino para los actuales. Y este espacio está centrado en recibir las propuestas variadas de marxismo que, sin caer en el parlamentarismo, pone la atención en las propuestas marxistas que estén unidas a la población, muchas de ellas convertidas en fuerzas sociales, que no buscan conformarse en un partido político, sino que tratan de transformar la realidad inspiradas en las bases teóricas y prácticas del marxismo. La 577 EDUARDO CÁCERES, “Mariátegui: vigencia de una vida”, en, La República, Lima, 1989, p. 26. Citado por ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Op. Cit., P. XVIII. 336 acentuación del marxismo en el continente americano, es precisamente que se trata de un marxismo actuado en el espacio y tiempo latinoamericanos; es decir, la teoría y la praxis marxista están determinadas por las tierras de América Latina. América Latina es para el marxismo lo que los pueblos latinoamericanos son para la Teología de la Liberación: un “locus teologicus”. En nuestro caso, América Latina será un verdadero “locus philosophicus” para el marxismo en gestación. De esas tesis pervive la vigencia del marxismo de Mariátegui: de la situación real de miseria de los pueblos de América Latina, del expansionismo del capitalismo como sistema de “destrucción masiva”, de la situación de los indígenas en el continente, etc. Por lo tanto, el horizonte del marxismo en América Latina está condicionado por todo aquello que todavía nos hace falta conseguir. Nuestra lucha, nuestra pasión, nuestra “agonía” mariateguiana está constituida y robustecida por el déficit que aún nos toca saldar como pueblos de América Latina. El déficit económico, político, social, educativo, cultural, etc. No hay duda de que la visión, el espíritu, la pasión del marxismo mariateguiano nos servirán de brújula y de carta de navegación para estos tiempos en los que se hace frecuente el olvido sobre las personas, entre ellas las que son víctimas de todo poder. Servirá de brújula, sobre todo, en estos tiempos, en los que se considera que cualquier rumbo es bueno. 337 338 CAPÍTULO V un marxismo integral para un mundo fragmentado “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otras. Inventamos o erramos”. Simón Rodríguez, Inventemos o erremos. “El mesiánico milenio no vendrá nunca. El hombre llega para partir de nuevo. No puede sin embargo, prescindir de la creencia de que la nueva jornada es la jornada definitiva. Ninguna revolución prevé la revolución que vendrá después, aunque en la entraña porte su germen”. José Carlos Mariátegui, “ La lucha final”, en El Alma Matinal 1. Revisión de la hipótesis. En esta última parte del escrito pretendemos revisar la hipótesis de este trabajo: ante un mundo único y fragmentado, presentamos la posibilidad y la alternativa socialismo desde la propuesta del marxismo integral de Mariátegui. En la andadura de este trabajo de investigación hemos tenido que confrontar algunos cuestionamientos que nos hemos hecho en cada uno de los capítulos. 339 En el primero de ellos, estudiamos cómo se da el mundo fragmentado desde dos categorías dominantes: la postmodernidad y la globalización. Para este cometido, la postmodernidad le sirve de caldo de cultivo al liberalismo que trata de instaurarse desde su perspectiva ideológica de globalización. En el segundo capítulo, tuvimos que dar cuenta de que el marxismo tiene vigencia; no tanto el marxismo de la experiencia soviética, sino un marxismo más dinámico y más abierto a las realidades de los pueblos. En el tercer capítulo, reflexionamos sobre el pensamiento de Mariátegui en general. Destacamos sus grandes ejes temáticos: el problema del indio, el socialismo creativo, la cultura y el arte como pilares fundamentales de la revolución, el internacionalismo, etc. Este capítulo tuvo dos cometidos: primeramente, verificar la pertinencia del pensamiento de Mariátegui como pensamiento latinoamericano; y luego, preparar al lector para los capítulos cuarto y quinto, donde estudiaríamos la propuesta del marxismo de Mariátegui. En el cuarto capítulo, el capítulo medular de este trabajo, demostramos que el marxismo propuesto por Mariátegui es apropiado para los pueblos de América Latina. Finalmente, en este quinto capítulo, confrontaremos la problemática planteada en el primer capítulo con la propuesta del cuarto: la fragmentariedad (del mundo actual) frente a la integralidad (de la propuesta mariateguiana). En síntesis: las propuestas marxistas pueden recogerse, especialmente la de Mariátegui, desde la experiencia latinoamericana, para una nueva propuesta que dé respuestas pertinentes a las problemáticas actuales. Notemos en el siguiente esquema la relación interna de todas las temáticas: 340 Esquema de la confrontación de la hipótesis: Pensamiento de Mariátegui (Capítulo III) La vigencia del Marxismo (Capítulo II) El problema de nuestro tiempo: Mundo único fragmentado (Capítulo I) Confrontación de la hipótesis (Capitulo V) Marxismo Integral (Capítulo IV) Como se aprecia en el esquema, las relacionesde la hipótesis principal tienen origen en los capítulos uno, cuatro y cinco. El capítulo uno presenta el problema fundamental y la propuesta ante este problema se plantea en el capítulo cuarto. En sí es la confrontación de la fragmentariedad con la integralidad, leída desde el marxismo de Mariátegui. Para este cometido hay dos capítulos que sirven de bisagras, pues nos llevan directamente hacia la hipótesis. Estos son los capítulos segundo y tercero que nos presentan la vigencia del marxismo y del pensamiento de Mariátegui. Este apartado no trata de dar recetas o soluciones fáciles que sirvan para construir una etapa postcapitalista, donde no quepa la explotación. La intención es hacer ver que el marxismo, tal como lo propone Mariátegui, es un camino 341 posible para los pueblos de América Latina. Presentar ahora el socialismo como alternativa no es un tema coyuntural sostenido por la asunción al poder de muchos gobernantes de izquierda tanto en América Latina como en el resto del mundo. Queremos dejar evidencia de que el socialismo forma parte de una agenda permanente de discusiones sobre los principios y objetivos de la izquierda en el siglo XXI578. No ofreceremos aquí una agenda política, porque nuestro objetivo es visualizar avenidas de reflexión filosóficas del marxismo, sobre todo, para desmontarlo de cualquier herencia de enfoque logocéntrico del mismo. Ciertamente no necesitamos la visión de un marxismo único como referente de todos los movimientos políticos. Eso nos haría caer en los errores del pasado: la construcción de un marxismo dogmático sin capacidad de plegarse a las demandas de la realidad. En síntesis, no podemos dar como hecho natural el proceso de la globalización, puesto que tal pretensión no es más que un constructo ideologizado del neoliberalismo. Por tanto, no podemos aceptar la tesis del mundo único por el proceso de globalización; lo que podemos sustentar es que el mundo globalizado no se presenta como único, sino que se presenta como un mundo múltiple con muchas y diferentes características, en una variedad de culturas que deberían tener entre sí relaciones simétricas. Ante esta pluralidad y multiplicidad de culturas, tampoco podemos aceptar la fragmentariedad, es decir, el divorcio entre la multiplicidad de las partes. Con esto, nos alejamos de la construcción de sociedad del modelo neoliberal: donde la sociedad es el conjunto de sus miembros disgregados sin relación con el todo. La opción del marxismo como contrapuesta al capitalismo, siempre ha tenido vigencia, pues está vigente el anhelo de superar la alienación que supone la subordinación de la vida al capital. Sin embargo, lo que ha cambiado es la forma como el marxismo puede adaptarse a cada tiempo y cultura. Y esto por su naturaleza dinámica. El marxismo que ahora necesitamos debe ser diferente en 578 CLAUDIO KATZ, El porvenir del Socialismo, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, pp. 8-9. 342 sus postulados y no en su espíritu, tal como lo pensó Marx en el siglo XIX, y como lo pensó Mariátegui para el Perú, en las primeras décadas del siglo XX. Lo que recogemos tanto del primero como del segundo son sus fundamentos y la seriedad académica y política para proponer una doctrina a la altura de los tiempos. Para esta fragmentariedad proponemos como alternativa el marxismo, más concretamente, al marxismo integral, dinámico y abierto de José Carlos Mariátegui. 2. Cuestiones previas sobre la fragmentación. No hay duda que los términos fragmentario y fragmento son complejos. Dicen mucho y dicen poco. Es un término inacabado porque en su interior se despliega una discusión filosófica muy rica. Unos ven el término de fragmentariedad como positivo porque se contrapone al universalismo en el sentido de totalización homogenizadora, ocultante de las diferencias; otros, lo leen más negativamente porque su práctica apela al desánimo vital y a la falta de exigencia ética en muchos de los problemas a escala mundial: las guerras, el SIDA, etc. Uno de los primeros problemas es de tipo epistemológico, el cual se visualiza en la confrontación de la variedad de los esquemas lógicos de las diferentes ciencias frente a la consecución de la unidad de la razón. Desde el comienzo de la filosofía se ha planteado la pregunta sobre si la realidad es una o es múltiple. Los griegos explicaron el origen de las cosas desde un elemento único o bien la conjunción de varios elementos. En esta constelación de enfoques, tenemos desde Tales, Aníxamenes y Anaximandro que plantearon del origen de las cosas en los cuatro elementos, hasta Anáxagoras y Demócrito que lo explicaban desde las semillas, el primero; el otro, desde los átomos. La tensión entre lo uno y lo múltiple siempre ha estado presente en el desarrollo del pensamiento humano. Este problema no es únicamente planteado por la filosofía. 343 Las ciencias también se han planteado el problema especialmente en la explicación de la materia. En este sentido, los atomistas modernos, como Boyle o Dalton, desde la experimentación el primero en Física y el segundo en Química, explicaron la diversidad de la materia. En 1905, Einstein revolucionó el concepto sobre la materia con su teoría de los quanta. Posteriormente todos los avances científicos caminaron hacia la división del átomo llegando a partículas más elementales: electrones, protones, neutrones, fotones, quarks, etc. Luego, el mismo Einstein llegó a la conclusión de que el universo no es estático, sino que está en expansión. Es importante que visualicemos que la fragmentariedad tanto en el mundo moderno como en el mundo postmoderno han producidos fuertes fracturasa la sociedad actual. Y en estos contextos debemos preguntarnos por la fragmentariedad desde la categoría de sistema. Con ello no queremos decir que fragmentariedad es equivalente a multiplicidad y mucho menos a pluralidad. Lo desconcertante de la fragmentariedad son las rupturas que se dan dentro del sistema. La primera anotación que haremos sobre el tema es que usaremos el término fragmentario como antónimo del concepto integral. Lo fragmentario lo utilizamos en un todo destruido, compuesto por partes que no guardan ninguna relación ni conexión. Precisamente, la paradoja de nuestro tiempo es que vivimos incomunicados en el mundo de las comunicaciones. Suess nos indica lo siguiente con respecto a la “vida integral”: “La fragmentación recuerda circunstancias históricas de violencia con ganadores y perdedores identificables. Los fragmentos no son partes completas en sí mismas, sino que son cuerpos mutilados, signos de identidad destruidos, restos de una vida integral”579. 579 PAULO SUESS, América Latina: Contra la amenaza de la vida “integral”, en, Concilium, número 271, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1997, p. 522-523. 344 Filosóficamente, sería aquello que persiguen algunos postmodernos: la disolución de la identidad, de lo uno suplantado por la diferencia; o bien la desconstrucción del constructo moderno. Esto plantea el problema en dos planos: uno, teórico; el otro, práctico. Entre ambos nos llevan a una falta de compromiso personal y social. El concepto “fragmentado” es ocupado aquí en el sentido de algo que ha sido partido, dividido, fraccionado. No ha sucedido por casualidad. Así, la fragmentación del mundo ha ocurrido porque los diferentes estructurasestán divididos en partes sin ninguna relación entre ellas. La fragmentación no es solamente la división de las partes, sino que es algo más grave: esas partes no se relacionan entre sí. No hay retroalimentación entre ellas. Esta separación es negativa e irresponsable. Éticamente ninguno de las estructuras pide resultados a las otrasestructuras. Cada subsistema actúa en su campo referencial y esto da como consecuencia una construcción ideológica del mismo. En este esquema, que veremos a continuación, en la dispersión de todos las estructuras, hay uno, el económico, que domina sobre los demás. En esta dominación se construye la lógica del pensamiento único y el sistema único. Esto quiere decir que la economía basada en el modelo económico neoliberal se constituye como único referente por el cual debe caminar la sociedad mundial. Por esta unicidad se entiende que, por un lado, la estructura económica está por encima de las otras estructuras (político, social, educativo); y por el otro, se entiende que el modelo económico capitalista está por encima de otros modelos, particularmente, de un modelo socialista. Este pensamiento y modelo únicos se establecen ideológicamente en la sociedad, sirviendo como sustento ideológico de la globalización económica dominando todas las relaciones entre las personas y los pueblos. 345 De un sistema integrado a un sistema fragmentado Educación Economía Social Economía Política Social Social Educación Social Político Social Social Social Cultura Cultura La fragmentariedad desarticula los subsistemas En este esquema nos encontramos que los subsistemas están divididos sin ninguna relación. Sin embargo, en el esquema de la izquierda todavía se tiene una orientación y un rumbo. En el esquema de la derecha, contrariamente, no sólo se presentan todos las estructuras sin relación alguna, sino que todos van a la deriva. En cualquiera de los dos casos, es sumamente negativo, por ejemplo, que lo político no tenga que ver con lo económico: de ello resulta que las medidas económicas no atienden el estado calamitoso de las grandes mayorías; o del hecho que la estructura religiosa esté separado del ético, nos resultan los fundamentalismos tanto de derecha como de izquierda. En el esquema, la estructura económica aparece dominando a las otras estructuras. Consecuentemente, sin el cumplimiento de una integración en el esquema anterior no podemos hablar de democracia, ni siquiera de una democracia liberal. La democracia debe darse igualmente en todos las estruscturas. Es poco viable la democracia de una nación con una injusta distribución de la riqueza o 346 con grandes sectores de pobreza. La democracia debe estar presente por igual en lo político, lo cultural, lo social, lo económico, etc. La fragmentariedad hace de la sociedad un ente autista: al modelo económico no le interesa los otros subsistemas; la ciudadanía no quiere saber nada de los políticos que tienen muchas veces el monopolio de la política; el modelo educativo, muchas veces, no obedece al subsistema cultural de los pueblos, limitándose a copiar modelos foráneos. Todo el hecho social, por lo tanto, está dividido en esquirlas sin la posibilidad de integrarse y menos aún de constituirse en una propuesta integral, al menos en el modelo neoliberal. 3. Algunas cuestiones para un marxismo integral. La presentación del marxismo en su integralidad tiene la intención de responder a toda la realidad humana y a toda la realidad social. La integralidad, entonces, se tomará en un sentido de totalidad580, sin caer en lo absoluto ni en el totalitarismo. La integralidad como totalidad sería el “olon” que está en todas sus partes. Esto quiere decir que, por ejemplo, el sistema no es la unión de todos los subsistemas, sino que hay una coincidencia del todo con las partes, es decir, el sistema está presente en los subsistemas y éstos están presentes en el sistema. No hay uno que agote al otro, más bien todos están en apertura: son lo que son en apertura a los otros. La integralidad, entonces, se construirá en la totalidad del sistema, como un olon que está presente en las partes. El marxismo, desde su integralidad, ha tenido muchos usos: una forma de interpretar el mundo, un medio de transformación de la sociedad, una forma de existencia ante la vida, una crítica al capitalismo. En la actualidad se necesita de todas esas formas. En esta dirección el marxismo debe caminar hacia los demás subsistemas: entrar en lo cultural, en lo social, en lo educativo. Y de hecho 580 Aristóteles presenta el concepto de totalidad que consiste en la coincidencia de todas las cosas en un mismo carácter; y, además, coincide en aquello todo cuanto hay justamente de ser, y cada cosa forma parte del todo en tanto en cuanto es. Esta totalidad, este olon, también está presente en Marx en cuanto que él considera que el modo de producción es una totalidad dialéctica en que las partes son solidarias entre sí, y en el que el todo es más que la suma. 347 muchas manifestaciones del siglo XX lo han hecho, llevándose consigo los ataques más duros de aquéllos que cuidaban la ortodoxia formal. El olon del marxismo debe estar atento, tal como se vio en la propuesta de Mariátegui, a la construcción de un “logos” abierto a otras dimensiones, al saber por medio de una nueva “episteme”, un saber necesario que nos ayudará a discernir, impregnado de un saber con “aesthesis” que compromete el saber con el sentir de las cosas. Este saber no queda solamente en el intelecto, sino que se usa como “phronesis” que se abre a la actividad humana, tomando cuenta del saber hacer del humano expresado en la “tecné”, que fundamenta un verdadero camino ético. El marxismo de la actualidad ya no puede cifrar su futuro en un conjunto de leyes incuestionables, ni tampoco, únicamente, en la vertiente economicista del pasado, sobre todo, el utilizado en el modelo marxista soviético. 3.1 La refundación de la izquierda. La caída del socialismo real en la URSS no es motivo para pensar que ese “shock” debe eternizarse en la izquierda, ocasionando no sólo salidas de miembros y dirigentes, sino desalentado a los colectivos en el esfuerzo de buscar nuevas alternativas. Ello no nos lleva necesariamente a concluir que las tesis marxistas están ya en desuso. Es más: el capitalismo, con sus errores históricos, ha vuelto a convocar los colectivos de inspiración marxista. Pero esta convocación ha tenido un amplio horizonte: en la oposición al capitalismo han confluido grupos izquierdistas, marxistas, antiimperialistas y grupos antiglobalización, ambientalistas, etc. Ahora como antes, el marxismo invita a luchar contra las políticas neoliberales, como hace siglo y medio, en la época de Marx, cuando se luchaba contra el capitalismo y su expansivo imperialismo. Es en estos momentos que debemos ser críticos con todo, hasta con aquel marxismo que quiera recuperar el poder hegemónico de antaño. Bolívar Echeverría nos ilustra lo siguiente: 348 “...hay los marxismos que resultan de una lección que respeta esa búsqueda inacabada de unificación que conecta entre sí a los diversos esbozos espontáneos de identidad que hay en el propio Marx; de una adopción de los lineamientos fundamentales de su proyecto revolucionario, en la medida en que éste, por su originalidad concreta y por su originalidad, puede ser perfeccionado críticamente con el fin de armonizar el discurso de aquella rebeldía múltiple frente a la historia capitalista, que de otra manera permanecería balbuceante y contradictoria..., el marxismo que parece renacer de su crisis actual es el de esta tradición heterodoxa”581. No cabe duda, que los modos materiales en los cuales descansa la discusión han cambiado. Los horizontes en la actualidad son diferentes. Los cambios son numerosos: en la gestión pública y privada, en los nuevos roles de los colectivos, en los nuevos sujetos sociales, en la revolución tecnológica, en los nuevos roles del dinero y de la mercancía, etc. En este contexto, la refundación de la izquierda debe ser un hecho ineludible. Uno de los primeros hechos a tomar en cuenta es la necesidad de revisar las concepciones de grupos vanguardistas, ya que no se puede pensar que los cambios se van a dar sin el concurso de las masas: “Es urgente recomenzar desde abajo, renunciando a todo vanguardismo, a toda idea de un partido de élites, a la concepción del partido único, y a todo economicismo o reducción de la sociedad a su componente económico. No se constituye una nueva sociedad invirtiendo simplemente los términos de la dominación. Este ha sido el error capital en la desaparecida Unión Soviética”582. 581 BOLÍVAR ECHEVERRÍA, El discurso crítico de Marx, Ediciones Era, México, 1986, pp. 14-15. RODRIGO MONTOYA, “El problema étnico y el socialismo en tiempos de Mariátegui y en 1994”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, número 6, Lima, p. 80. 582 349 Sin embargo, esta refundación de la izquierda no significa que se deba constituir cualquier izquierda, en un sentido genérico. Un partido o un movimiento de izquierda no pueden confundirse con los partidos de derecha. Ni en sus métodos ni en sus planteamientos ni en la formación de la gente ni en los objetivos que persiguen. Un movimiento de izquierda tampoco puede tomar como bandera únicamente los formalismos de la democracia, amparados en un proceso eleccionario. En ese sentido, la izquierda debe ser una instancia de movilización popular, un canal para que los grandes problemas de la población se negocien y se resuelvan. Tal como dice Marta Harnecker que considera que si “la izquierda quiere ser tal, no puede instalarse en lo ya estatuido, como si las correlaciones de fuerzas y las reglas del juego fuesen inmodificables; no puede por lo tanto, concebir la política como el arte de lo posible. Todo su accionar debe ir justamente a cambiar la situación”583. En este sentido, la izquierda debe llevar adelante un replanteamiento identitario de su praxis política en el continente, que permita a todos los movimientos y los partidos redefinir su visión de futuro, para no arrastrar una visión socialdemócrata que se decanta más por la democracia formal parlamentaria. El único camino para enfrentar el imperialismo del capitalismo no es la “tercera vía”, sino el socialismo: un socialismo centrado más en el movimiento que en el partido, que deje de lado el reformismo y que se presente como el eje transformador de la sociedad. 583 MARTA HARNECKER, “La política como el arte de construir una fuerza social antisistémica”, en, Revista América Libre, número 16, La Habana, 1999, p. 138. 350 A continuación expondremos algunos aspectos importantes para una refundación de la izquierda584. 3.2. La necesidad de concientización de los colectivos Uno de los problemas de los partidos de izquierda es que las bases se han retirado del espectro político. Muchas veces porque los políticos se han arrogado la exclusividad de la participación política, especialmente, por medio de los partidos políticos y sus cuotas de poder. Esta situación se acentúa cuando hay colectivos que participan solamente en los momentos de las elecciones. Otra de las razones de la abulia política de los colectivos es que algunos de ellos no están debidamente formados, es decir, plenamente concientizados para su participación. Esta falta de concientización hace estragos en todos los niveles: en los jóvenes, provoca escepticismo hacia la lucha tal vez influenciado por la ideología del desinterés propuesto por el postmodernismo; en los dirigentes, propicia el olvido de las masas y, en el peor de los casos, desviación de sus actividades hacia la corrupción. Los desencantados por la izquierda, en algunos casos, se parecen mucho a los simpatizantes de los partidos de derecha. Esta formación debe enriquecer el talante de los colectivos. En palabras de Mariátegui, será la formación del pathos del revolucionario. En esta construcción, se debe privilegiar la formación ética, o, como diría Mariáegui, la moral de los revolucionarios. Además, de toda esta formación los sujetos colectivos deben ser formados en análisis de la realidad, en las perspectivas de la globalización, en los fundamentos de Marx, en los valores de los revolucionarios, etc. El revolucionario debe ser un sujeto con talante de luchador. 584 Con la refundación de la izquierda no nos estamos refiriendo a que se deban buscar o colocar nuevos fundamentos y cimientos para la izquierda. Se trata de regresar permanentemente a los fundamentos originales de la izquierda que se cristaliza principalmente en las causas que tuvo Marx para proponer la lucha permanente ante las injusticias del sistema capitalista. Esta refundación, además, debe tener en cuenta los contextos de espacio y tiempo de cada sociedad. 351 3.3. Después del poder ¿qué viene? A nivel general hemos notado en la experiencia de Mariátegui el deseo de construir un socialismo desde las bases. Ha puesto el acento más en luchas permanentes y en los procesos revolucionarios que en la preocupación de llegar al poder. Sin embargo, en los últimos años, hemos asistido en América Latina a la asunción al poder de muchos partidos de izquierda. Lo que sí debemos tener claro es que llegar al poder en la actualidad se ha convertido en una potente mediación y no tanto en una finalidad585. La izquierda se ha de identificar con una lucha que va mucho más allá de la búsqueda de acceso al poder y mucho más allá de la meta de asegurar cargos públicos para sus dirigentes. Cuando muchos esfuerzos y energías de un partido de izquierda se orientan a las campañas electorales, los riesgos de perder identidad y credibilidad son enormes. La campaña electoral tiene sentido si se sitúa en el marco de los objetivos de los sectores populares. Una izquierda no puede activarse sólo en las campañas electorales, ya que eso únicamente cumple uno de los estadios de la democracia formal. La izquierda debe preocuparse por asegurar mayor participación a los diversos sectores, privilegiando a quienes están sumergidos en la miseria. Es a la izquierda a quien le toca dirigir las movilizaciones de todos estos sectores, lo cual tiene mayor impacto que un trabajo partidista. 3.4. El regreso a los colectivos y a las bases Que los sectores populares participen y se empoderen generando ellos mismos oposición y resistencia es uno de los grandes desafíos de la izquierda. Se deben potenciar los escenarios para que se den estas iniciativas, a partir, 585 Esta llegada al poder como mediación, a nuestro ver, se está dando en el proceso revolucionario venezolano, en el cual sus dirigentes no hacen punto de honor en la llegada al poder, sino que están promoviendo una revolución que no solamente es calco de otra experiencia, sino que presenta muchas originalidades que, aun con todas sus limitaciones, se está convirtiendo en un socialismo que está sirviendo de referente para la izquierda de América Latina. 352 por ejemplo, de asambleas en los municipios, de cabildos abiertos, de movilizaciones para pedir derechos negados, etc. Ya no se puede pensar en una vanguardia élite que diseñe todas las acciones populares. En los colectivos se da el espacio necesario para que se acorten las distancias entre los dirigentes y las bases; es en ese lugar donde donde debe definirse lo que ha de ser la izquierda en la actualidad y su aporte a los diferentes problemas: el empleo, la seguridad ciudadana, el medio ambiente, la tierra, la distribución de la riqueza, la participación en las decisiones etc. La dirigencia de la izquierda no debe defenderse de las bases; por el contrario, debe estar enraizada en ellas y construir con ellas una resistencia vigorosa, que lleve a la construcción de sociedades justas y fraternas. Estos momentos de esperanza en el continente, en que ha llegado la izquierda al poder, no deben constituirse en un cambio de dominación, sino en la construcción de un espacio para que los colectivos tengan más participación. Pero no bastará únicamente el regreso a los colectivos. Los movimientos de izquierda, y en especial el marxismo, deben aglutinar a muchos otros movimientos en un frente único, ya que precisamente uno de los problemas más agudos de la izquierda en América Latina es que sus movimientos están desunidos y todos tiran por el camino de sus conveniencias. Estos movimientos de izquierda tienen un déficit esencial: no articulan sus reivindicaciones con una salida política y por lo tanto no se hacen sentir en las transformaciones sociales. Es necesario que tanto los movimientos como los políticos marquen bien su orientación. 3.5. De la conciencia de clase al sujeto colectivo y plural En la actualidad sigue siendo importante no sólo la conciencia de clase sino tener una conciencia común en los diferentes colectivos. Marx presentó en el Dieciocho Brumario la conciencia de clase como aquello en lo cual se comparten ideales, visiones de futuro, formación, status económico, etc.,. Este sujeto 353 colectivo y plural, con muchas y distintas voces, tiene que constituir un proyecto común: “La alternativa no puede ser reducida a un plan económico, ni a un plan de gobierno. La alternativa tiene que ser un proyecto de acumulación de fuerzas para constituir el sujeto social, al pueblo, en un sujeto político, en un nuevo bloque histórico, en un nuevo bloque de poder. Y poder hacer realidad aquello de tomar el cielo por asalto que en definitiva es el requisito fundamental del cambio...”586. 3.6. Otro mundo es posible para la humanidad: la creatividad es una necesidad para cambiar el mundo. La consigna permanente Otro mundo es posible es una utopía válida si se la entiende como el camino emprendido de lo que nos hace falta. O bien buscar lo posible más allá de lo actual. Este es el camino de las izquierdas y este camino no es fácil. Es un camino inédito que exige mucha imaginación. “es crear la utopía idónea y justa para cambiar las cosas, elaborar nuevas propuestas y debatir los consensos necesarios para juntar fuerzas y construir alternativas de mejor proyección social. Suyas son todas las preguntas, porque su campo no es el de reincidir sino el de transformar, no es el de la repetición trillada sino el ancho campo de la invención y la aventura rebosante tanto de esperanzas como de incógnitas y riesgos inexplorados”587. 586 JOSÉ ANTONIO SOTO, “Izquierda y poder en la América Latina contemporánea”, en, VIII Simposio de pensamiento filosófico, Santa Clara, 2002, p. 6. Citando a PATRICIO ECHEGARAY, “Construir un nuevo enfoque popular del poder”, en, América Libre, La Habana, 1995, p. 63. Esta información es tomada de: www.filosofia.cu/cpl/viii_simposio.html. Esta página fue consultada en diciembre de 2006. 587 NILLS CASTRO, Las izquierdas latinoamericanas: observaciones a una trayectoria, Fundación Friedrich Ebert, Panamá, 2005, p. 113. 354 Es por eso que, más allá de la crisis del socialismo, éste, en estos momentos, debe provocar espacios para acciones superadoras de las crisis. Es necesario el giro a nuevas relaciones humanas. En estos momentos cabe el símil de girar de Davos a Porto Alegre o Caracas; de girar de Suiza y los Estados Unidos al Brasil pobre y los países africanos; de girar de la discusión sobre la economía a la discusión sobre las gentes, etc. Superar ese ser humano y esa sociedad que proyecta el Foro de Davos588, en el cual concurren las principales figuras de la economía mundial, estableciendo una agenda que gira alrededor de un mercado de ideas para establecer tendencias, planes económicos y políticos para los siguientes años. A este Foro asisten algunos mandatarios de países poderosos del mundo, dueños de los medios de comunicación más importantes, líderes de corporaciones financieras, etc. Este Foro, más allá de lo que puedan decidir, representa un poder compacto donde se deciden las grandes líneas que debe tomar el mundo económico en los siguientes años. Sin embargo, es un Foro cerrado donde no participan movimientos, asociaciones civiles, etc. Definitivamente, el rumbo de la sociedad no puede hacerse únicamente a partir de las tendencias que hace el Foro de Davos. Como antinomia a este Foro se creó el Foro Social Mundial de Porto Alegre589, que con su principio permanente, Otro mundo es posible, ha aglutinado a una izquierda más amplia y representada por muchos sectores: obreros, religiosos, intelectuales, y por muchas tendencias religiosas, ideológicas y culturales. Chico Whitaker, uno de sus fundadores, explica lo fundamental y lo exitoso del Foro de Porto Alegre: 588 Fundado en 1970 por Klaus Schwab; entre los temas que han tocado se encuentran: La recuperación global, en 1993; Redefinición de los puntos básicos de la globalización, en 1994; Globalización de la economía global, en 1996; Prioridades para el siglo XXI: la crisis asiática y el nacimiento del euro; Construyendo confianza, en 2003; Decisiones contundentes para los tiempos difíciles, en 2005; Peligros del calentamiento global y la energía, en 2006, entre otros. 589 Fundado en 2001, en Brasil, y el objetivo primordial es centrarse en las personas, sus luchas, sus búsquedas y donde la economía estuviera al servicio de ello. Este Foro, por ejemplo, en el 2005 aglutinó a 120.000 personas. Los primeros foros se realizaron en Brasil y los siguientes se han celebrado en varios países de los distintos continentes. 355 “La razón más profunda tal vez haya sido el hecho de permitir la experimentación de una práctica política coherente con un tipo de sociedad igualitaria y democrática, que se quiere construir. Irrumpiendo en el escenario como un viento nuevo, abrió perspectivas. Asumiendo la horizontalidad de estructuras en red, desbloqueó la acción política y nos hizo reencontrar la utopía, que alimenta el entusiasmo...Si esta interpretación es verdadera el papel que el Foro comenzó a cumplir es decisivo. Tiene mucho que contribuir para que la sociedad haga prevalecer, en todas partes, la justicia social, la solidaridad y la paz”590. Alrededor de la consigna Otro mundo es posible confluyen muchos participantes y organizaciones sociales que bajo un objetivo común protestan contra el pensamiento único, contra una única forma de entender la vida en la sociedad y contra el pensamiento de que solamente la economía debe determinar el futuro de los pueblos y proponen la posibilidad de otro mundo que supere las contradicciones del mundo de “Davos”. Es necesario pasar de la lógica de Davos a la lógica y al pathos de Porto Alegre, ya que éste no sólo es un espacio para la humanidad, sino que sirve para la recuperación del trabajo reticular a nivel internacional. En este trabajo de redes, si bien es cierto que no se forman decisiones políticas, no hay duda que deben salir más cauces para propuestas transformativas para nuestros pueblos. 3.7. De la integralidad a la integración: un nuevo aliento para América Latina. Todo el discurso de la integralidad, tal como lo hemos visto, debe dar visos de construcción para una verdadera integración. No se trata de una integración a medias, tal como lo buscan los TLC o el ALCA, que proponen la homogenización 590 CHICO WHITAKER, O desafio do Fórum Social Mundial. Um modo de ver. Eds. Loyola, Sao Paulo, 2005, p. 7. 356 que propician todas las élites en el mundo. La integración que debemos buscar es aquélla que nos indique el camino más viable para lograr una mejor situación de interlocución internacional. Una integración como la propone Horacio Cerutti, quien afirma que: “no será exagerado esperar de una negociación colectiva mejoras sustanciales para la exasperante cotidianidad de las grandes mayorías, marginadas de los beneficios dentro de la situación imperante. Pero, debe exhibirse a bote pronto el supuesto cardinal del cual no podemos menos que partir: no se trata de desdibujar las diferencias internas de América Latina en nombre de la integración. Se pretende disminuir y hasta eliminar desigualdades lacerantes en la distribución de bienes, medios y oportunidades y colocar a esta América en posición de interlocutor respetado en el concierto internacional”591. Este tipo de integración, ciertamente, propone no sólo una integración de gobiernos, sino una integración de todos los sujetos sociales, sobre todo, que deben recuperar todas las tradiciones intelectuales y políticas. Cerruti insiste: “Hay que enfatizar las estrategias de autoorganización y de recuperación social del Estado, de conversión de los sujetos sociales o étnicos en económicos o políticos (Piqueteros, MST, EZLN) y en todas las formas de integración social desde la base de nuestras sociedades (redes de comunicación e intercambio de saberes, tecnologías, experiencias y bienes)”592. La integralidad no se da por decreto. La integralidad debe darse en la confluencia de dos hechos: el primero, es que se debe procurar la integración regional que procure la unión de muchos países no sólo para 591 HORACIO CERRUTI, Integrarse para vivir: ¿Una utopía humanista?, en, “Sociedad Civil, Democracia e Integración, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, p. 147. 592 Ibid., p. 148. 357 tratados comerciales, sino para interrelaciones más integrales. El segundo, que la integración regional pasa por un espacio de participación democrática tanto de los gobiernos como de los colectivos y los movimientos sociales. Recuperar a Mariátegui, desde la visión del marxismo integral, implica la articulación de los ejes mencionados, ya que contiene la implicación regional, por un lado; y la participación democrática de los sujetos plurales, por el otro. En resumen, para que se dé una integración cristalizada como democrática debemos ver los planos nacionales, sociales e internacionales. La construcción democrática pasa por muchos niveles y va más allá de la pretendida democracia formal electorera. La construcción democrática debe ser organización de la vida, tal como lo dice Carmen Bohórquez, al referirse al nuevo modelo democrático venezolano : “...la democracia constituye la mejor forma de gobierno, en tanto que, teóricamente, hace posible el cumplimiento de los derechos fundamentales de libertad, justicia e igualdad entre los hombres...A este respecto, el proyecto de país contenido en la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela va más allá de la tradicional noción de democracia representativa, al desarrollar la noción de democracia participativa y protagónica. Se pretende con ello que la democracia no se reduzca a la sola aplicación de normas procedimentales, o al mero ejercicio de la soberanía popular a través del voto, sino que implique la diaria construcción colectiva de más y mejores condiciones de realización humana.”593. Esta democracia requerirá, en efecto, que no solamente se busque la participación o el consenso político, sino que asegure las condiciones materiales 593 CARMEN BOHÓRQUEZ, La experiencia del proceso venezolano actual, Conferencia en la Universidad José Simeón Cañas, San Salvador, 2002, p. 22, en el sitio, el 6 de diciembre de 2006: www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/articulos. 358 de la vida. En última instancia es la vida que debe defenderse. Esta construcción democrática reivindica tres formulaciones utópicas, entendiendo la utopía más allá de algo deseado, como algo centrado en las cosas que nos faltan para construir lo deseado: la utopía revolucionaria como vehículo de las transformaciones sociales; la utopía filosófica que nos da derecho a pensar que otro mundo es posible y que nos lleva necesariamente a criticar el presente y todas sus contradicciones; y la utopía identitaria que nos define, a partir de las luchas, un continente que respeta sus tradiciones políticas y culturales594. Todo este proceso entre la integración y la integralidad tendrá el sello democrático siempre que se busque una construcción integral del ser humano y su sociedad. Es una construcción de lo humano al estilo de lo que pedía Martí: “la dignidad de la persona humana, la preocupación por su desarrollo armónico, y la lucha por crear condiciones favorables al logro de tales fines595 que en otras palabras pedía un bienestar para el indio, el negro, el campesino, el latino, discriminados de su propia tierra. No hay duda de que este entusiasmo por un mundo sin diferencias, es parte esencial de cualquier socialismo que tenga el calificativo de Marxista. Esto produciría que, a partir de este socialismo, se podía unificar a la América, desde su mismo sustrato cultural. Por esta propuesta bregaron pioneros como Bolívar, Miranda, Artigas y muchos otros, hasta el Che Guevara y José Carlos Mariátegui. 4. Concluyendo: La propuesta del marxismo latinoamericano de Mariátegui. a. El marxismo hetero-doxo de Mariátegui. 594 Cfr. CARMEN BOHÓRQUEZ, “Utopía”, en, Pensamiento crítico latinoamericano, conceptos fundamentales, volumen III, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, pp. 1037-1038. 595 J. GARCÍA GALLO, “El humanismo martiano”, en, Simposio Internacional de pensamiento político y antiimperialismo de José Martí, Memorias, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1989, p. 118. Citado en: PABLO, GUADARRAMA, “Humanismo Práctico y desalienación en José Martí”, en, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, p.170. 359 Mariátegui era de un espíritu libre y eso le valió para presentar, en su país, propuestas muy originales; la principal de ellas, la confluencia entre el indigenismo y el socialismo. Esto en términos generales, hizo sospechosa su propuesta tanto por parte de los que detentaban el poder como de los líderes de la III Internacional Socialista, sobre todo por la realidad vivida en América Latina a finales de los años veinte596. Mariátegui presentó una doctrina diferente: partió de la situación económica del indio; propuso saltar un estado en los modos de producción: pasar del feudalismo al socialismo; tomar como uno de los ejes centrales la cultura y el arte; el uso del mito revolucionario; citar a autores socialistas incómodos para el marxismo oficial como Sorel o Trotsky; el uso del ensayo para exponer sus propuestas; dio una importancia a las situaciones espirituales del revolucionario, etc. Todo este panorama llevó a que, después de muerto Mariátegui, se dieran las polarizaciones más radicales, especialmente, en la izquierda peruana. “Surgieron así el Mariátegui “trotskista”, “maoísta”, incluso el “gramsciano” y ahora el precursor del “eurocomunismo”597. La realidad de las cosas es que Mariátegui fue marxista, que se esmeró por “normalizar” el marxismo en América Latina, tomando en cuenta las realidades del continente. Con todo, pensamos que no viene al caso preguntarse aquí a qué corriente pertenece Mariátegui. Pero este marxismo de Mariátegui no consiste únicamente en ofrecer un horizonte teórico, sino que se perfiló para ser un movimiento político cultural que entraría en la discusión nacional por un mejor Perú. Sin embargo, la tarea inconclusa de Mariátegui más allá de dejar un pensamiento sistematizado con cierto sustento ideológico, dejó un desafío para la izquierda latinoamericana. 596 No podemos negar que Mariátegui, en su estancia en Europa como en su regreso al Perú, tuvo cierta simpatía por la Rusia Soviética y por la dimensión internacional de la revolución. Sin embargo, al chocar sus posiciones con la de la Secretaria de la III Internacional Socialista de Buenos Aires, no dejó de sentirse en un dilema: por un lado, no quería romper, pero tampoco estaba dispuesto a abdicar de sus posiciones” afirmación de ALBERTO FLORES GALINDO, “El Mariateguismo: aventura inconclusa”, en, Obras Completas II, SUR, Casa de estudios del socialismo, Lima, 1994, p. 581 597 ALBERTO FLORES GALINDO, “El Mariateguismo: aventura inconclusa”, Op. Cit., p. 582. 360 Esto hace que sus seguidores siendo fieles al maestro, no deberían calcar su pensamiento y aplicarlo, sino que deben seguir con la tarea inconclusa del Amauta. Mariátegui, además, tuvo que enfrentarse a una discusión interna de la izquierda de su tiempo. El grupo se dividió en quienes pensaban, como Eudocio Ravines o Vittorio Codovilla, que el socialismo debía cristalizarse solamente por medios políticos y su base debía ser el proletariado; y otros que opinaban, como Martín Adán o José María Eguren, que los intelectuales debían tener cabida en las gestas revolucionarias. En Mariátegui no se dio este tipo de escisión: trató de aglutinar a ambos frentes desde una base común e inobjetable: el indígena. Su pensamiento siempre fue dialéctico, sin embargo, buscaba siempre la síntesis para que ninguna de las dimensiones quedara fuera. Esta visión de Mariátegui no sólo lo puso como un “heterodoxo” sino también como un “hereje” del marxismo. Este marxismo “heterodoxo”, entendido como alternativa, es importante para estos tiempos. El marxismo está comenzando una nueva andadura en un contexto propicio: la asunción al poder de muchos gobiernos de izquierda, la consolidación de movimientos a escala mundial, el rechazo popular y masivo a los defensores de la globalización económica, nuevos gobiernos dirigidos por los movimientos, la asunción de nuevos sujetos sociales y políticos: indios, mujeres, negros, etc. Todas estas buenas noticias se acompañan de un contexto desolador: más pobreza, más exclusión, más guerras, más desempleo, etc. Ante todo este panorama se necesitan visiones alternativas que nos establezcan un socialismo a la altura de las circunstancias que nos lleve a verdaderas construcciones democráticas en lo económico, lo político, lo social, lo cultural, lo educativo, etc. Esa es la aspiración de todo ser humano y de toda sociedad. b. El marxismo latinoamericano de Mariátegui. 361 Mariátegui constituyó una generación de marxistas que intentaron “normalizar” las tesis de Marx en América Latina. Y la forma de hacerlo fue muy peculiar: a través del problema más acuciante del Perú: el indio y su relación con la tenencia de la tierra. Para él la meta era construir una nueva peruanidad: “La nueva peruanidad es una cosa por crear. Su cimiento histórico tiene que ser indígena. Su eje descansará quizá en la piedra andina, mejor que en la arcilla costeña”598. Mariátegui no veía por separado el socialismo y el indigenismo, ya que su confluencia podría resolver el problema entre lo nacional y lo internacional. Con el marxismo, según Mariátegui, se culminaría la formación nacional del Perú porque tomaría en cuenta el problema más ampliamente, partiendo desde el problema económico del indio. El futuro de las naciones de América Latina se basaría en un pilar fundamental con dos dimensiones: el indio y el socialismo. Es más, él entiende el problema del indio a partir de la visión práctica del socialismo. Para Mariátegui el problema del Perú es que intentó la formación de su nación sin la participación del indio. Para él, el marxismo podría ser la mejor doctrina capaz de recoger las inquietudes de todas las muchedumbres, especialmente las de los indios, que en tantos años no han podido aportar en el desarrollo del Perú. La Conquista no sólo no había permitido la participación del pueblo indígena, sino que la había destruido. En esta confluencia del marxismo y del socialismo se debe evitar la confusión de los conceptos: no tienen el mismo significado, pero se complementan para entender la realidad y, en el mejor de los casos, para entrever caminos de transformación. Esta visión de Mariátegui puede ayudar al marxismo latinoamericano, principalmente en los siguientes puntos: primero, en reconsiderar de nuevo el 598 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, op. cit., p. 254. 362 papel de los sujetos históricos que se han hecho cada vez más plurales. Segundo, ayuda a considerar que la instauración del socialismo en nuestros pueblos debe basarse más en la profundización de los movimientos y los colectivos, sin que ello se considere como un detrimento de los partidos políticos. Y tercero, esta visión da claves de lectura más abiertas que permiten un espacio a la imaginación y a la creatividad política. Esto quiere decir que no sólo tendremos a la economía como eje interpretativo, sino que se tomarán en cuenta las otrasestructuras: lo político, lo social, lo cultural, etc. c. El camino de lo estético a lo ético. Mariátegui muestra el paso necesario de la imaginación y de la creación para refundar una nueva opción política. En la actualidad no sólo necesitamos imaginarnos una opción diferente, sino que es necesario imaginarnos una izquierda diferente y alternativa. Necesitamos del mito, de la imaginación para ubicarlo como nuestro horizonte; y esto, tiene que estar marcado por el método. Lo estético nos lleva a lo ético tal como lo describía Mariátegui afirmando que “la revolución es la conquista del pan y la belleza”. Estas transformaciones deben tener en cuenta la situación histórica de sus miembros, tal como lo decía José Martí: “Pero los pueblos no están hechos de los hombres como debieran ser, sino de los hombres como son. Y las revoluciones no triunfan, y los pueblos no se mejoran si aguardan que la naturaleza humana cambie; sino que han de obrar conforme a la naturaleza y de batallar con los hombres como son –o contra ellos”599. Para Mariátegui la utopía tiene que ver con la vida y la estética. Es importante la creación en la historia viviente y compartida con todos los seres 599 JOSÉ MARTÍ, Obras Completas, tomo VI, p. 226, citado por: PABLO, GUADARRAMA, “Humanismo Práctico y desalienación en José Martí”, en, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, p.177. 363 humanos; pero para este cometido se necesita la imaginación, se requiere tal como dice Flores Galindo, “Un socialismo construido sobre otras bases, que recoja también los sueños, las esperanzas, los deseos de la gente. Uno en que se dé cabida también a estas necesidades”600. Mariátegui toma en cuenta, además de las subestructuras normales, el arte y la cultura para la construcción del modelo socialista. Ciertamente, tal como él anota, no se trata únicamente de un movimiento cultural de tipo académico, sino que quiere ser un movimiento político que lleve a la instauración del socialismo en el Perú. 600 ALBERTO FLORES GALINDO, “Reencontremos la dimensión utópica”, en, Pensamiento político peruano, DESCO, Lima, 1987, p.81. Citado por ALFONSO, IBÁÑEZ, “Alberto Flores Galindo: La agonía de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 5, número 5, Lima, 1993, p. 135. 364 VI. CONCLUSIONES FINALES La presente tesis tiene por objeto proponer una alternativa, fundamentada filosóficamente en el marxismo integral de Mariátegui, que permita ver a la fragmentariedad de la sociedad como un problema actual. La hipótesis que ha orientado esta investigación es: “ante la fragmentación del mundo único ocasionado por la globalización en consonancia con la postmodernidad, es posible proponer una perspectiva integral del marxismo, basada en el pensamiento de Mariátegui, que resulte sugerente para una alternativa en América Latina”. Esto tiene estos supuestos: 1. Discutir sobre uno de los problemas de nuestro tiempo: el mundo único fragmentado como correlato del discurso ideológico del modelo neoliberal; 2. Describir la vigencia del marxismo a partir del diagnóstico crítico de la realidad social actual y 3. Proponer el marxismo de Mariátegui desde un enfoque integral. Como síntesis del trabajo de investigación podemos mencionar cuatro puntos importantes: El balance del problema, la interpretación de la propuesta marxista, el pensamiento de Mariátegui y la propuesta de un marxismo integral. I.El Balance. En los últimos tiempos el modelo neoliberal se ha erigido en el sistema dominante sobre la sociedad. Este modelo ha buscado desde su esencia homogenizar todos los patrones de comportamiento humano. Como todo modelo hegemónico no solamente busca su instauración en los países más poderosos, sino que es un modelo que se ha trasladado a muchas regiones, hasta las menos poderosas. Un fenómeno que ha influido decisivamente en esta homogenización es la globalización económica. A este respecto nos dice Alain De Benoit: ¨La globalización está creando una reorganización caracterizada primariamente por una desterritoriolización generalizada de capital…en pocas palabras el territorio se reemplaza por la red, que 365 ya no corresponde a un territorio particular sino que se inscribe dentro del mercado mundial, independientemente de ataduras nacionales"601. Esto quiere decir que hay transnacionales que son más poderosas, en capital y poder, que muchos países de América Latina. Consecuentemente, lo que está ocurriendo, dirán otros, es que lo central de la globalización es la globalización del capital, es decir, la globalización del modelo económico vigente. No hay duda que está ocurriendo lo que Marx explicaba en el Capital: "Juntamente con esta centralización o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos se desarrolla la integración del proceso laboral a una escala cada vez mayor, la aplicación conciente de la ciencia, el saqueo planificado del planeta, la transformación de los medios de trabajo en medio sólo utilizables colectivamente, la economización de medios de producción de trabajo socializado, la absorción de todos los pueblos en la red del mercado mundial y con ello el carácter internacional del régimen capitalista"602. Sin embargo, el proceso de homogenización del modelo económico se cristaliza con la construcción de su discurso ideológico: "el mundo se ha hecho uno": un solo pensamiento y un solo mercado. Entendemos que esta unicidad del mundo es el correlato de fenómenos reales: la unificación del globo, que tiene como punto de partida la llegada de los europeos a América, proceso que no es sólo geográfico o político, sino también económico, ya que da inicio a la formación de un mercado mundial. Entendemos, también, sin embargo, que dicha unicidad tiene un componente ideológico muy fuerte en la medida que refuerza la idea de unicidad y oculta el hecho de la fragmentación. Las diferentes estructuras están disociadas entre ellas: el discurso económico se 601 602 ALAN DE BENOIT, Confronting Globalitation, Op. Cit. p. 119. CARLOS MARX, El Capital,Tomo I, Op. Cit., p. 760. 366 desliga de lo ético; lo político no cuenta con lo económico o bien se cae en los fundamentalismos contemporáneos que no es más que la separación entre el discurso religioso y la ética (Weber). Y las consecuencias de esta fragmentariedad se ponen de manifiesto en esta época en la exclusión social, producto de que el capital, en su etapa actual, no requiere trabajo vivo en la misma escala que antes, y consiguientemente, la pérdida de parámetros comunes incluida la idea del bien común, el individualismo extremo, la disolución al extremo de los lazos nacionales, locales y familiares. Pero en la presente investigación, a esta homogenización del capital, hemos unido otra variable de interpretación: la postmodernidad. Ciertamente no son dos fenómenos completamente idénticos (ya que uno es un fenómeno estructural y el otro es superestructural; uno es económico y el otro cultural). Sin embargo, observamos que algunos puntos de la postmodernidad sirven de caldo de cultivo para la globalización económica. En esta presentación sintetizaremos dos de estos momentos. Primero, nos acercamos a la posición de F. Jamenson, marxista y crítico de la cultura actual, ve una simbiosis entre el capitalismo avanzado y el postmodernismo: “La cultura postmoderna global –aunque estadounidense- es la expresión interna y superestructural de toda una oleada militar y económica de Estados Unidos en el mundo...Sería –el postmodernismo- la lógica cultural del capitalismo avanzado”. Sigue más adelante: “De este modo, en la cultura postmoderna “la cultura” se ha vuelto un producto por derecho propio; el mercado se ha convertido en un sustituto de sí mismo y en una mercancía, como cualquiera de los productos que contiene...La postmodernidad es el consumo de la propia mercantilización" 603. 603 FREDERIC JAMESON, La Teoría Postmoderna, Op. Cit., p. 11. 367 En sí, la postmodernidad es la lógica actual del capitalismo global, de una sociedad basada en el mercado mundial como principio de la organización de la vida. Es la expresión cultural del modo de producción actual expresado en el individualismo, la mecantilizacion y la alienación de la vida contemporánea que pierde la dimensión colectiva de la vida. Y simultáneamente, este planteo hegemónico, de la globalización económica, se ve reforzado por la acriticidad y la desfundamentación a que llama la postmodernidad. En el seno de la cultura postmoderna todo pensamiento o modelo de acción debe ser retomado con el mismo valor, ya que ha sido derribado todo empeño teórico y todo el compromiso colectivo. Se raya entre el relativismo y el pragmatismo. Esta situación conlleva a la renuncia de un proyecto de liberación y de una utopía de la sociedad emancipada, que pone en cuestión la posibilidad de una articulación comunitaria regida por la creación de una normativa que promueva una democracia real y garantice la satisfacción de las necesidades subjetivas y sociales de los pueblos604. II. La interpretación del marxismo. Ante la inconsistencia del pensamiento único, pensamos que es posible proponer el marxismo y más enfáticamente con características de integralidad, nacido de la experiencia histórica latinoamericana y como una propuesta alternativa válida para la región. Dejamos atrás la discusión de la crisis del marxismo porque creemos que se trata de la crisis de un marxismo explanado, en sus características políticas, en el modelo soviético. Puede afirmarse la vigencia del marxismo por la permanencia de la vigencia de sus análisis acerca de la sociedad capitalista, como el análisis de las alienaciones. La fragmentación de este mundo capitalista alienado queda en evidencia en la calidad de mercancía a la cual quedan reducidas las relaciones sociales, dejando a un lado no sólo las condiciones materiales de los seres humanos, sino también sus condiciones espirituales, tan necesarios para la construcción de un marxismo latinoamericano. Es así que el marxismo renace en 604 Cfr. HÉCTOR SAMOUR, “Historia, liberación e interculturalidad”, en prensa, San Salvador, 2006, p. 17. 368 el contexto latinoamericano desde ciertas especificaciones que debemos tomar en cuenta: desde la praxis (Sánchez Vásquez), desde la crítica al capitalismo, particularmente en su etapa global (Hinkelammert), desde la importancia del sujeto histórico (Mariátegui), desde la recuperación de la conciencia de clase ampliado al espectro de todas las víctimas (a razón del 18 Brumario de Marx), desde la necesidad de una alternativa política (Derrida), el humanismo marxista (Sartre), la actuación en la historia (G. Bacca o el Che Guevara) la relación entre lo nacional e internacional del marxismo, sobre todo, en la red de los movimientos políticos a escala mundial. Queremos repensar el marxismo, pues, a la luz de las ideas de aquellos hombres de acción y de pensamiento que se animaron a usar el marxismo como una cantera y no como un modelo, y a partir de esa actitud creadora vislumbraron posibilidades que están todavía en nuestro horizonte. III. El pensamiento mariateguiano. Ante la búsqueda de alternativa pensamos que es posible proponer el marxismo de Mariátegui del que destacamos dos características: originalidad y actualidad. Podemos ver esta actualidad reflejada en cinco pilares fundamentales que planteó el Amauta. Primero, el problema del indio, al que elevó a categoría de problema nacional a partir del análisis de la economía y la tenencia de la tierra de éste. Mariátegui dice: “...que el problema fundamental del Perú, que es del indio y de la tierra, es ante todo un problema de la economía peruana”605. Para Mariátegui el problema del indio no es un problema meramente racial o cultural que pueda resolverse en términos pedagógicos, sino que supone una transformación económica social, consecuentemente el peruano afirma: “Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos condenados a un absoluto descrédito...La 605 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. Cit., p. 61. 369 crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de la propiedad de la tierra”606. El segundo pilar fundamental es el socialismo creativo que toma como instrumento de análisis el marxismo. No toma el marxismo como una filosofía de la historia ni tampoco como una explicación total de la realidad y de la historia. Así, “considera que la contribución de Marx consistió en crear un método de interpretación histórica de la sociedad actual. Lo propio del materialismo histórico es lo metodológico; es decir un camino intelectual para aproximarse a una realidad”607. El marxismo le sirvió, además –tal como dice él-, para entender el problema del indio. Mariátegui, en este sentido, habla de un socialismo creativo y heroico; afirmaba que el sujeto de la revolución ya no era solamente el proletariado, sino una realidad dual en la cual llevará la voz de mando el indígena, pensado no como raza, sino como un referente del pueblo con una cultura y una cosmovisión particular. Esta confluencia, señal de su independencia intelectual, le trajo problemas interpretativos entre los marxistas y los indigenistas de su tiempo. Piensa que el Perú no saldrá de la crisis de nación con la República o con la democracia liberal. El único camino ideológico para ello es el socialismo. Dice Mariátegui "Lo que afirmo, por mi cuenta, es que la confluencia o la aliación de indigenismo y socialismo, nadie que mire al contenido y a la esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y en el Perú las masas, la clase trabajadora, son tres cuartas partes 606 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., pp. 31-32. 607 GUSTAVO GUTIÉRREZ, “La autonomía intelectual de Mariátegui”, Op. cit., p. 44. 370 indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano, ni siquiera socialismo, si no se solidarizase, primariamente con las reivindicaciones indígenas"608. En su apertura al marxismo, Mariátegui suscribe el tercer pilar de su propuesta basada en la confrontación de lo nacional y lo internacional donde es un crítico de la escena contemporánea especialmente de los hechos que ocurrieron en Occidente. Mariátegui observa el problema contemporáneo y dice: "La crisis contemporánea es la crisis del Estado demoliberal. La reforma protestante y el liberalismo han sido el motor espiritual y político de la sociedad capitalista. Quebrantado el régimen feudal, franquearon el camino a la economía capitalista, a sus instituciones y a sus máquinas. El capitalismo necesitaba para prosperar que los hombres tuvieran libertad de conciencia y libertad individual. Los vínculos feudales estorbaban su crecimiento. La burguesía abrazó, en consecuencia, la doctrina liberal. Armada de esta doctrina, abatió la feudalidad y fundó la democracia"609. En el cuarto pilar, Mariátegui realiza su trabajo desde la política y el arte con las cuales buscaba la transformación del Perú a otras condiciones. Para ello, Mariátegui proponía que el indio debía participar del proyecto político del Perú y la necesidad de que la literatura y el arte expresen el problema del indio en el Perú. En este sentido era necesario que el indio estuviese incorporado en un espacio político-cultural. Así, la confluencia entre lo político y lo artístico en el indio no debía ser únicamente desde una perspectiva pasiva del indio, sino que se debía conformarse en una dimensión activa en lo político, y Mariátegui afirma: “El problema indígena, tan presente en la política, la economía y la sociología 608 609 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y política, Op. Cit., p. 57. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La Escena contemporánea”, Op. Cit., p. 56. 371 no puede estar ausente de la literatura y el arte”610. Esta referencia a lo estético es importante en Mariátegui ya que lo posibilitaba para la búsqueda de algo nuevo y real y que tenía una referencia importante con la vida. El proyecto de Mariátegui fue orgánico ya que consideró a las diferentes esferas, tanto económicas como las políticas, artísticas y sociales, para proponer la asunción de un Perú integral. Con lo anterior, Mariátegui ya no sólo se preocupó de copiar las gestas europeas, sino que fue un referente del proceso identitario de América planteado desde los pueblos de América Latina y con ello estableció el quinto pilar de su propuesta: la búsqueda de una praxis latinoamericana. IV. La propuesta de un marxismo integral. Lo interesante de la propuesta de Mariátegui es el enriquecimiento de la visión del marxismo, fiel a los desafíos de la realidad. Con ello quiso proponer algunos puntos importantes que no veía con claridad en el marxismo europeo. Para él, el marxismo era el instrumento más sugerente de su tiempo, y como tal, creyó que era importante instaurarlo en América Latina. Como hemos dicho antes, y tal como lo expresa una de sus frases más famosas, el socialismo indoamericano no debe ser ni copia ni calco de la experiencia europea. Nos Dice Fornet Betancourt al respecto: “El marxismo latinoamericano tiene que entenderse como una tentativa expresa de continuación creativa del método de Marx. En otras palabras, para un “marxista” en América Latina no puede representar un hábeas teórico definitivo, sino que representa la perspectiva metodológica, es decir, un programa de dialéctica crítica que sólo puede ser continuado innovativamente a través justamente de aportes específicos y creativos a la explicación y 610 JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., p. 287. 372 transformación dialéctica de los procesos actuales de la historia latinoamericana” 611. Pero en Mariátegui no sólo se expresa un marxista por convicción, sino también por método. En los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Mariátegui expone, el diagnóstico del Perú en clave marxista partiendo del problema económico pero sustentado en una base antropológica concretando entre sí una tríada entre el indio, la tenencia de la tierra y la formación del Perú como nación. Después de esos ejes, el Amauta pasa al análisis de elementos superestructurales: el proceso de instrucción pública, el factor religioso, el Regionalismo y el centralismo y el proceso de la literatura. Es más Mariátegui se acerca al problema del indio de manera integral, cuando afirma: “Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del valor y del sentido de lo indígena de nuestro tiempo, no por el camino de la erudición libresca ni de la intuición estética, ni siquiera de la especulación teórica, sino por el camino –a la vez intelectual, sentimental y práctico- del socialismo”612. Este esfuerzo de Mariátegui es germinal y fundacional en América Latina, ya que se presentó el marxismo en otros términos, y en este caso, aparece como una propuesta humanista para el continente. Nos parece que su propuesta fue formulada integralmente, es decir, tomando varios puntos de vista, desde tres dimensiones importantes: la del ser humano, la del método de acercamiento a la realidad y la de la realidad misma. Encontramos, entonces, que el marxismo de Mariátegui es integral, porque obedece a las varias demandas del ser humano y de la sociedad. Su integralidad responde a que con su propuesta Mariátegui da respuestas a las bases existenciales de la realidad. Así, este marxismo es, a la 611 RAÚL FORNET BETANCOURT, Transformación del Marxismo en América Latina, Op. Cit., p. 344. 612 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo político”, Op. Cit., p. 3. 373 vez, pathos, pistis, ethos, aesthesis, logos, polis y nomos. En palabras mariateguianas podemos atender su siguiente cita: “El marxismo donde se ha mostrado revolucionario- vale decir donde ha sido marxismo- no ha obedecido nunca a un determinismo pasivo y rígido...cada palabra, cada acto del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora cuyo impulso sería 613 determinista” absurdo buscar en un mediocre y pasivo sentimiento . Esta visión se expone en tres esferas importantes: primero, la del ser humano que es el punto de partida: comienza con la pregunta acerca de la situación actual del indígena de su tiempo y la relación que tiene éste con la tierra y el Perú. Ciertamente el análisis del ser humano implica una visión completa de entendimiento, voluntad y sentimiento. En este entendimiento se confluyen los otros aspectos de la dimensión humana, Mariátegui al hacer referencia al logos dice: “La facultad de pensar la historia y la facultad de hacerla o crearla se identifican”614. Segundo, el método con el cual se va acceder a la realidad que también obedece a la integralidad donde se considera la teoría y la praxis, expresado en términos mariateguianos con el mito y el método. Y tercero, cabe la pregunta sobre la realidad. En este sentido, se plantea la realidad desde el marxismo en cuanto se debe operar en el sentido de la superestructura y la infraestructura, donde contempla la síntesis entre lo nacional, que debe ser el problema del indio y la tierra en el Perú, y lo internacional que toma como perspectiva América Latina y el resto del mundo. Notaremos con detenimiento las tres esferas donde encontramos este enfoque integral. En la esfera de lo humano. El sujeto histórico de los cambios y las transformaciones, en el contexto peruano de Mariátegui es el indígena. Pero esta afirmación no es excluyente, ya que a los indígenas se pueden sumar todos los oprimidos y, además, todos aquellos que quieren un Perú nuevo en un mundo nuevo. Los cambios deben partir de estos sujetos en un movimiento desde ellos y 613 614 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del Marxismo, Op. Cit., p. 11. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. cit., p. 119. 374 a partir de los problemas de ellos. En este esquema se presenta la dimensión del ser humano, en una visión integral que parte de toda la realidad: el logos (el entendimiento), el Pathos (la pasión) del revolucionario y la Pistis (la fe) del colectivo para los cambios. Este ser humano debe ser considerado desde su esfera material y espiritual. Con estas consideraciones, no queremos decir que Mariátegui tiene una visión fragmentada del ser humano; todo lo contrario, es un ser humano unitario e integral, en el cual todas sus dimensiones se irán haciendo en el camino, advirtiendo que el ser humano siempre será un ser inacabado, susceptible de permanentemente realización. Además del sentido unitario del ser humano, se considera como algo novedoso, diferente a la línea vertical del marxismo, tomar en cuenta decisivamente la pasión del revolucionario. Para Mariátegui el revolucionario debe estar dotado de entendimiento y pasión. Este pathos del revolucionario tiene una referencia directa en el mito, en la forma como el revolucionario cree en el mito: “El mito liberal renacentista ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con fe vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del mito”615. El mito orienta a la lucha y hace que el revolucionario se mantenga con perseverancia en lo que se ha propuesto. En este sentido, el marxismo para los pueblos es más que un partido político, es una verdadera opción de vida, es un proyecto existencial del ser humano que tiene muchos factores religiosos. El proyecto revolucionario, por tanto, “religa” a los revolucionarios a la causa común. Esta causa común es, en efecto, una mística donde confluye este pathos, 615 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Alma matinal”, Op. Cit., p. 22. 375 a partir del establecimiento del mito. Se da tanto en el marxismo como en los imaginarios fundantes del mundo indígena. El marxismo como pathos comprende la pasión del revolucionario, es la forma como actúa en la pistis, es decir en su fe revolucionaria. Mariátegui habla de una fe y una pistis que debe estar en todas las acciones humanas y que debe ser la que marque el horizonte: “La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomización, en la disolución del arte. El arte está en crisis, ha perdido ante todo su unidad esencial... El artista contemporáneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la decadencia es una literatura sin absoluto...El hombre no puede marchar sin una fe porque no tener fe es no tener una meta”616. En este Pathos se resuelve la lucha permanente en la cual pasamos los seres humanos, al estilo de la descripción de la Agonía del Cristianismo que hace Unamuno. Mariátegui dice: “La palabra agonía, en el ardiente y viviente lenguaje de Unamuno, recobra su acepción original. Agonía no es el preludio de la muerte, no es la conclusión de la vida. Agonía –como Unamuno escribe en la introducción de su libro- quiere decir lucha. Agoniza aquel que vive luchando; luchando contra la vida misma. Y contra la muerte”617. Una lucha que nace por las demandas de la época y por los desafíos del contexto histórico. Esta lucha que es pasión por la transformación, se vuelve permanentemente un acto creativo y, en consecuencia, contiene un hábito revolucionario por cambiar la realidad de las cosas. En este sentido, la agonía no es únicamente asirse a la angustia, sino que es la invitación al combate permanente para hacerle frente a la angustia que cada época nos presenta. 616 617 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Arte, revolución y decadencia”, Op. Cit., p. 3. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Signos y obras”, Op. cit., p. 116. 376 Podemos traducir esta pasión y esta lucha agónica en conflicto, que no se podía empatar con los intereses de los capitalistas, sino que tiene que tener un afán polémico. Flores Galindo dice que “la agonía es sinónimo de conflicto interior: corrientes encontradas que generan una tensión íntima, como lo ilustra Mariátegui recurriendo al ejemplo de dos almas contemporáneas, la revolución y la decadencia, coexistiendo ambas en los mismos individuos de manera agonal”618. Mariátegui considera que el marxismo es la máxima creencia de nuestro tiempo, es una fe que se aloja en las masas colectivas y es un elan vital que empuja hacia la creatividad y la acción. Esta agonía nos lleva a estar tensionados con el mundo en que vivimos y en la cotidianedad de las acciones que nos toca enfrentar. Mariátegui tradujo en términos agónicos su existencia por la consecución del marxismo en su país; lo agónico de Mariátegui se manifestó en su lucha permanente, no sólo por meter sangre en sus ideas, sino, por proponer un mejor Perú. En la esfera del Método. El método es el camino epistémico en general que significa el Odos del conocimiento. El método de Mariátegui no solamente es un camino al conocimiento sino un camino práctico para provocar la transformación en su contexto. Y dice el peruano sobre el Odos: “El marxismo del cual todos hablan pero que muy poco conocen y, sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se apoya integralmente en la realidad de los hechos. No es como algunos erróneamente suponen un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña misma de la historia”619. 618 619 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Obras Completas, Op. Cit., p. 390. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al Congreso obrero”, Op. Cit., p. 112. 377 A todo este camino general, dinámico e integral llamaremos el “Método” que se desgaja en dos perspectivas, integradas entre sí, que llamaremos la teoría y la práctica. Además, este método se entenderá como un momento de la teoría y del mito; en este método se despliegan las formas más prácticas de las acciones. En esta teoría, opera la Asthesis como forma de vida y el nomos como vida regulada introyectada en la colectividad. La teoría y la praxis se unen en el Método. En este sentido, la teoría es un momento de la práctica y ésta es un momento de la teoría. Nunca se entienden separadamente. En esta visión amplia del Método se unifican el Ethos y la Polis como momentos práxicos del colectivo. Ciertamente el ethos en la polis es decisiva para el marxismo de Mariátegui, ya que plantea su necesidad: “En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo sublime y lo heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a una moral del productor...El proletariado no ingresa a la historia políticamente sino como una clase social en el instante que descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior. Y esta capacidad no ha arribado de milagro. La adquiere situándose en el terreno de la producción. Su moral de clase depende de la energía con que opera en este terreno y de la amplitud con que conozca y domine la economía burguesa”620. En este camino epistémico el mito sintetiza todos los conocimientos, las creencias, los conceptos, lo ideológico. Para Mariátegui el mito forma parte de lo metafísico del ser humano: “El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico”621. En cambio, en el método entra todo el momento práxico en enfrentamiento con la realidad. Lo estético está unido a toda la perspectiva revolucionaria. En este giro estético, el 620 621 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del marxismo, Op. cit., p. 26. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “El hombre y el mito”, Op. Cit., p. 413. 378 arte juega un papel determinante ya que establece la búsqueda en el inconsciente, se dirige a la suprarrealidad para tener la oportunidad de crear algo nuevo, ya que este arte puede soñar utopías del porvenir y tener la capacidad de crear algo real. Mariátegui comprendía que el arte y la cultura son una actividad en contacto pleno con la vida de una época y con la política, donde estas actividades –del arte y la cultura- no podían quedar reducidas al entendimiento, a la razón. En una palabra, en la visión mariateguiana, se sintetizan la teoría y la praxis, así como el método y el mito. En la esfera de la realidad. Se nos indica que el acceso a la realidad debe ser completo, desde diferentes estructuras, considerando lo económico, lo cultural, lo social, lo político, etc. Siguiendo el método de análisis marxista, Mariátegui parte del hecho económico aunque éste no es el único ni se sobrepone a los demás. El hecho económico interactúa, por ejemplo, con la primera dimensión, la política, lo que permite que el hecho económico se dibuje desde lo material del sujeto de la transformación, que el peruano propone desde la realidad del indígena. Pero la consideración del hecho económico del indígena no es únicamente una descripción de su situación económica, sino un diagnóstico que se abre a todas las condiciones materiales y espirituales en las cuales ha influido para que los indígenas hayan caído en la pobreza, la explotación y el olvido. Y es más, el trabajo de Mariátegui se extiende más allá del diagnóstico de la situación de los indígenas en el Perú y desarrolla una posible solución en la visión que tiene, no sólo de la economía, sino también de los diferentes subsistemas que pueden ser el político, el educativo, el social, el cultural, tal como está reflejado en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. En una palabra, se trata que la teoría y la práctica tengan un referente en la realidad, los cuales representan en Mariátegui la comprensión del marxismo tanto desde la esfera idealista como materialista y afirma: “El materialismo socialista encierra todas las posibilidades de ascensión espiritual, ética y filosófica. Y nunca nos sentimos más 379 rabiosa y eficaz y religiosamente idealistas que al asentar bien la idea y los pies en la materia”622. En síntesis, Mariátegui parte del ser humano que se va abriendo hacia el método y hacia la realidad. En estas tres perspectivas vamos notando que se van integrando algunos elementos: Así, al logos del ser humano se toma en cuenta el pathos y la pistis que están sostenido por el mythos del revolucionario. Toda esta relación la consideramos como el momento teórico. A esto se le une el accionar estético (asthesis) y político (polis) del indígena que se construye el ethos adecuado. Todo este accionar es la praxis que no es más que un momento de la teoría. 622 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, Op. Cit., p. 29. 380 BIBLIOGRAFÍA GENERAL a. FUENTES PRIMARIAS. 1. MARIÁTEGUI, JOSÉ CARLOS, Defensa del marxismo, Edit, Amauta, Lima, 1988. 2. MARIÁTEGUI, JOSÉ CARLOS, Siete Ensayos de la Realidad Peruana, Edit. Amauta, Lima, 1993. 3. MARIÁTEGUI, JOSÉ CARLOS, Temas de Nuestra América, Amauta, Lima, 1978. 4. 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ZUBURI, XAVIER, Cinco lecciones de filosofía, Alianza Editorial- Fundación Zubiri, Madrid, 1988. 453. ZUBIRI, XAVIER, Inteligencia y razón, Alianza Editorial, Fundación Zubiri, Madrid, 1983. 415 416 ÍNDICE GENERAL PRESENTACIÓN ……………………………………………………………………… 4 INTRODUCCIÓN: CUESTIONES METODOLÓGICAS ………………………………………………… 12 1. Palabras previas …………………………………………………………………… 2. Planteamiento del problema …………………………………………….... 2.1. Problema teórico ………………………………………………………….. 2.2. Problema metodológico ……………………………………………….. 2.3. Problema práctico ………………………………………………………….. 3. Justificación ………………………………………………………………………….. Estructura capitular ……………………………………………………………….. 4. Objetivo general …………………………………………………………………….. Objetivos específicos ……………………………………………………………… • Objetivo teórico ….……………………………………………………….. • Objetivo metodológico ………………………………………………….. • Objetivo práctico …………………………………………………………… 5. La hipótesis ……………………………………………………………………………. 6. La metodología ……………………………………………………………………….. 7. Para terminar …………………………………………………………………………… 12 17 19 20 21 22 24 25 25 25 26 26 26 29 30 CAPÍTULO I. EL MUNDO ÚNICO FRAGMENTADO ………………………… 32 1. Introducción …………………………………………………………………………… 2. La globalización ……………………………………………………………………… 2.1. Algunas palabras previas ………………………………………………… 2.2. Aproximación a la concepción de globalización .………… 2.3. Globalización económica ……………………………………………. 2.4. Crítica a los mitos sobre la globalización ……………………. 2.4.1. La globalización es algo nuevo …………………………….. 2.4.2. La globalización es un proceso homogéneo ………… 2.4.3. La globalización nos permite entrar en el primer mundo …………………………………………………………………… 2.4.4. La globalización es la llave del progreso ……………… 2.4.5. La globalización de la economía favorece la globalización de la democracia …………………………… 3. El problema de la globalización ……………………………………………… 4. La postmodernidad ………………………………………………………………….. 4.1. Tipificaciones del pensamiento postmoderno …………………. 4.2. El balance de la postmodernidad ……………………………………. 5. Aproximación crítica al fenómeno de nuestro tiempo …………… 6. Conclusión ………………………………………………………………………………... 32 40 40 42 49 56 56 59 60 61 61 62 64 66 87 90 95 417 CAPÍTULO II. LAS POSIBILIDADES DEL MARXISMO EN AMERICA LATINA 102 1. 2. 3. 4. Introducción …………………………………………………………………………… La crisis de un marxismo: problema contemporáneo …………… El marxismo tiene una palabra que decir ……………………………… El marxismo y su actualidad: las posibilidades de la perspectiva de Marx en un mundo alienado …………………………. 5. El marxismo latinoamericano ………………………………………………… 6. El marximo que necesitamos ………………………………………………… a. La praxis ……………………………………………………………………………. b. La crítica al capitalismo …………………………………………………… c. Internacionalización de la izquierda ………………………………… d. Un marxismo integral e imaginativo: con logos, con ethos, con pathos y con praxis …………………………………. e. La recuperación de la conciencia de clases …………………….. 7. Conclusión: de crisis del socialismo al socialismo para la crisis …………………………………………………………………………………. 102 111 114 CAPÍTULO III. EL PENSAMIENTO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI 178 1. Introducción …………………………………………………………………………. 2. El problema del indio como problema nacional …………………… 2.1. El problema del indio en el contexto peruano …………….. 2.2. El problema del indio en Mariátegui …………………………….. 2.3. La propuesta de Mariátegui ………………………………………….. 2.4. La construcción de la nación y el mundo indígena ……… 3. La necesidad de un socialismo creativo ……………………………… 3.1. La concreción de lo humano en el marxismo ……………… 3.2. La confluencia entre el indigenismo y el socialismo ….. 4. La importancia de la escena contemporánea: confrontación de lo internacional y lo nacional ………………………………………… 5. El americanismo como proceso identitario ………………………… 6. La cultura y la política como referentes vanguardistas ……... 6.1. El arte y la literatura ……………………………………………………. 6.2. El amauta ……………………………………………………………………… 6.3. El Perú Nuevo ………………………………………………………………. 7. Conclusión …………………………………………………………………………… 178 182 185 188 194 202 206 206 214 220 225 229 233 236 239 240 CAPÍTULO IV. EL MARXISMO INTEGRAL DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI ………………………………………. 244 1. El planteamiento del problema ………………………………………… 2. ¿Es Mariátegui un marxista?: el marxismo "de" Mariátegui 3. Fuentes del pensamiento marxista de Mariátegui: Sorel, Gobetti, Cabriola, Croce, Lenin …………………………… 123 138 145 146 154 159 161 165 170 244 249 256 418 4. El contexto del marxismo mariateguiano en la III Internacional socialista: la discusión con el aprismo ………. 4.1. El debate de Mariátegui con Haya de la Torre ………… 4.2. El debate con la III Internacional socialista ……………… 5. El mito en el marxismo de Mariátegui ……………………………… 6. El método marxista de Mariátegui …………………………………… 6.1. El método del marxismo de Mariátegui: un odós en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana ……………………………………………………… 6.2. Análisis del método en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana …………………… a. El esquema dela evolución económica ………………. b. El problema del indio en su nuevo planteamiento c. El problema de la tierra …………………………………….. d. El proceso de la instrucción pública …………………... e. El factor religioso y la literatura ……………………….. 7. El marxismo germinal y el fundacional de José Carlos Mariátegui: un marxista latinoamericano ………………………. 7.1. El marximo crítico: la crítica al capitalismo …………… 7.2. La propuesta internacionalista de Mariátegui: un ensayo para elevar a categoría internacioal el problema indígena …………………………………………………… 7.3. El marxismo de Mariátegui como una idea reguladora para América Latina ………………………………………………… 7.4. El marxismo como expresión dinámica de la realidad 7.5. El marxismo com un elemento aglutinador de masas 8. El marxismo integral de Mariátegui: abierto al ser humano y a la sociedad ………………………………………………………………… 9. Características del marxismo integral: crítico, heterodoxo, Abierto,dinámico y antropológico …………………………………….. 10. Conclusión ………………………………………………………………………… 328 335 CAPÍTULO V. UN MARXISMO INTEGRAL PARA UN MUNDO FRAGMENTADO 340 1. Revisión de la hipótesis ………………………………………… 2. Cuestiones previas sobre la fragmentación …………………… 3. El marxismo integral frente a la fragmentación …………… 3.1. La refundación del marxismo ………………………………… 3.2. La necesidad de concientización de los colectivos 3.3. Después del poder ¿qué viene? ……………………………. 3.4. El regreso de los colectivos y a la bases …………….. 3.5. De la conciencia de clase al sujeto colectivo y plural …………………………………………………………………… 3.6. Otro mundo es posible para la humanidad ………… 270 271 275 278 285 291 298 298 303 305 305 308 309 311 315 317 318 319 320 340 344 348 349 352 353 353 354 355 419 3.7. De la integralidad a la integración: un nuevo aliento para América Latina ……………………………… 4. Concluyendo: la propuesta del marxismo latinoamericano de Mariátegui ………………………………………………………………….. a. El marxismo heterodoxo de Mariátegui …………………….. b. El marxismo latinoamericano de Mariátegui ……………… c. El camino de lo estético a lo ético …………………………….. 360 360 362 364 VI. CONCLUSIONES ………………………………………………………………… 366 BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………. 381 ÍNDICE …………………………………………………………………………………… 416 357 420