Extrarradios de marcha y alcohol para el fin de semana

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Extrarradios de marcha y alcohol para el fin de
semana
El ocio juvenil se concentra en lugares conflictivos y alejados del centro
ÁLVARO DE CÓZAR - Madrid - 01/06/2008
El Hyundai Coupé blanco de Sebastián sirve como barra de bar improvisada para que este alcorconero
de 22 años y sus colegas coloquen los vasos de plástico con whisky y Coca -Cola. Pasadas las dos de la
mañana, el grupo baila sin mucho empeño al ritmo de la música imposible que sale de los altavoces
del vehículo.
De vez en cuando dicen algo sobre lo que pasó en la madrugada del sábado 24 de mayo a muy pocos
metros del lugar donde ellos matan sus cubatas. Un joven llamado Bruno Sánchez, de 19 años, murió
degollado tras una pelea en un pub de La Cubierta de Leganés, una de las zonas de copas más
conflictivas de la región, que alberga una veintena de bares en los bajos de la plaza de toros. Los
comentarios del grupo no dan para mucho. Cuando alguno consigue soltar alguna frase con sentido,
ésta se limita a señalar que hay mucho tío con la navaja muy suelta y que tampoco es para tanto, que
lo de la semana pasada ocurrió en La Cubierta pero podría haber pasado en cualquier otro lugar de
copas de Madrid: "La gente que no sabe beber se pone muy violenta".
El asunto da para análisis más ambiciosos, aunque no mucho más concluyentes. La idea más repetida
por sociólogos, ayuntamientos y policías es que esa idea noventera de concentrar el ocio juvenil en
zonas alejadas de las ciudades ha conseguido -con algunas excepciones- eliminar el problema de las
molestias de los vecinos, pero no acabar con los conflictos que surgen de la coctelera jóvenesmarginalidad -alcohol -drogas.
En aquellos años surgieron en la Comunidad los puntos de ocio que han dado más problemas: la calle
de Uruguay en Coslada, Costa Polvoranca (Alcorcón), La Cubierta (Leganés) y el Puente de los
Americanos (Torrejón).
Emilio Martínez, autor del libro Urbanismo y juventud, señala el atractivo que tiene para los jóvenes
este tipo de espacios de ocio nocturno: "La marcha, la relación entre el joven y la noche -esa última
frontera que ellos exploran con ansia -, es el fundamento de su apropiación de la ciudad, la manera de
dominar una ciudad que les es vedada durante el día, la manera de exorcizar el temor de quedar
definitivamente fuera del juego social".
La mayoría de esos jóvenes decidieron ayer pasar de La Cubierta. El dispositivo policial montado para
vigilar la zona y la lluvia no invitaban precisamente a pasar una noche de marcha.El trabajo de los
agentes se limitó a mostrar su presencia, una forma de decir a los dueños de los bares de copas que
estarán atentos a los horarios de cierre, después de que el suceso del sábado comenzase en un pub que
no tenía licencia para estar abierto a la hora en que se produjo el apuñalamiento. La noche terminó
con un pub denunciado por rebasar la hora de las 3.30 y otro por exceso de aforo, según fuentes
municipales.
Y poco más. "La policía está para eso", resumió ayer el portero de una discoteca latina. "Aunque
normalmente no suelen venir por aquí. Sí hay seguridad privada. Ellos son los que hacen el trabajo de
echar a los que ponen problemas". El portero suelta su retahíla mientras pasa un detector de metales
por el cuerpo de los clientes: "A veces encontramos navajas. Si las detectamos no entran".
Para los vecinos de la zona, las medidas policiales son solamente un "pequeño parche que no
solventará de raíz el problema", según declaró recientemente el presidente de la Federación de
Asociaciones de Vecinos de Leganés, Juan Antonio Sánchez. Los leganenses creen que la solución
pasa por mantener a la policía en la zona permanentemente. "Si estuvieran aquí más tiempo la cosa se
http://www.elpais.com/articulo/madrid/Extrarradios/marcha/alcohol/fin/semana/elpepi... 02/06/2008
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arreglaría, pero sólo vienen cuando sucede algo. Luego pasan unos meses y ya estamos otra vez igual:
las peleas, los borrachos, lo de siempre".
Para otros, la única forma de hacerlo es integrar el ocio en las ciudades y procurar que éste no se
restrinja sólo al consumo de alcohol.
¿El mensaje que lanzaron los ayuntamientos en los 90 fue erróneo? "Se les vino a decir que podían
seguir bebiendo cuanto quisieran siempre que lo hicieran lejos de la población. Se arregló el problema
del ruido, pero no el del ocio ligado al consumo de alcohol", señala el sociólogo Domingo Comas. Este
experto explica además que a estos lugares de concentración de bares acude "gente más complicada,
más marginal, con problemas de desempleo".
Otro sociólogo, Lorenzo Navarrete, añade el concepto de "lugar identitario": "Es lo que se conoce
como el síndrome Woodstock, la necesidad de apropiarse de un lugar. Normalmente hay una pugna
entre varios colectivos por controlar ese lugar".
No está muy claro quién controla La Cubierta, aunque los grupos sí están más o menos definidos.
"Venimos aquí porque tenemos sitio, no molestamos a nadie y hay bares para todo el mundo: para los
latinos, los africanos, los rumanos, los gitanos, para los que les gusta el rock, o la música disco. ¿A
dónde íbamos a ir si no?", se pregunta una joven en los alrededores de la plaza de toros. Su perfil
encaja con el descrito por los sociólogos. Tiene 25 años y está en paro. No acabó el Bachillerato. Su
única ilusión es casarse y tener una familia, tener dinero para un coche y salir de casa de sus padres.
Poca cosa más. "No, de Leganés no me iría nunca, porque mi familia está aquí. Me costaría mucho
trabajo salir fuera a buscar trabajo. Estaría muy sola", comenta.
Sus padres se han quedado con el miedo en el cuerpo porque saben que está con sus amigos en La
Cubierta. "Mi madre estará despierta cuando regrese. No le gusta que esté por aquí, porque teme que
me echen algo en la copa o que me pase algo. Se preocupa mucho y después de lo del otro día...". Ella,
al menos, les ha dicho adónde iba. Su compañero no es tan comunicativo: "No tengo que avisar de
dónde estoy o a qué hora voy a llegar. Soy independiente y ellos están tranquilos. Saben que yo no me
meto en líos".
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