1 COMUNIDADES Y GOBERNANZA LOCAL: EXPERIENCIAS DE OAXACA, MÉXICO Eduardo Barraza, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México Pretendo exponer un caso de gobernanza local que recientemente estudiamos en el estado mexicano de Oaxaca. Mi propósito es mostrar la importancia de temas que han sido normalmente eclipsados por el estudio de los sistemas político-electorales y de instituciones de los estados nacionales. En la medida en que dichos sistemas e instituciones han perdido legitimidad y han sido incapaces de resolver problemas de gobernabilidad, como sucede actualmente en México, conviene mirar a comunidades que han conservado, aunque de manera debilitada o deformada, estructuras y procedimientos que pueden servir de modelos a nuevas formas de organización sociopolítica. Entre varios, menciono tres conjuntos temáticos: el de la cooperación humana, que ha recibido un fuerte impulso desde diversas disciplinas en años recientes; el de la gobernanza de los recursos de uso común, según la obra de Elinor Ostrom, que me parece la más completa y sugerente al respecto; y el de la “comunalidad”, que es una manera local de comprender la organización comunitaria en Oaxaca, con equivalencias en otras partes de la república mexicana. Esos conjuntos temáticos han dirigido nuestro trabajo sobre algunos casos de gobernanza local en dicho estado y en otros. Hago la advertencia de que lo que expongo son resultados parciales de una investigación en proceso. Aún no hemos completado el estudio de fuentes bibliográficas, de información estadística o la codificación de entrevistas a profundidad que realizamos el equipo formado por quien suscribe el presente texto y alumnos de la licenciatura de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Universidad Nacional Autónoma de México. Confío, sin embargo, en que los apuntes que presento despierten el interés y, de ser posible, animen la discusión en el sentido de la búsqueda de modelos indicado. 2 COOPERACIÓN Y RECIPROCIDAD En años recientes se han acumulado los estudios que afirman la naturaleza básicamente cooperativa de los seres humanos. El Homo economicus, para el que resulta racional obtener beneficios individuales (y la mano invisible que luego corrige sus externalidades negativas), parece una ficción que sólo se sostiene dentro de los supuestos puros de la economía neoclásica y de los menos puros intereses de los programas neoliberales. Desde la biología evolutiva y la antropología, Christopher Boehm, por ejemplo, ha propuesto que la estructura social que moldeó nuestra psicología es la propia de los cazadores-recolectores. Para ellos el trabajo en conjunto y el control sobre los miembros de las bandas que, o pretenden disfrutar de los bienes adquiridos sin contribuir con trabajo o apropiárselos por la fuerza o el engaño, es cuestión de equilibrio de fuerzas y de supervivencia. Respecto a lo primero, sostiene que, ante la necesidad de cazar piezas de tamaño mayor que una persona, los seres humanos nos vimos obligados a coordinarnos y a organizarnos tanto para efectuar la propia caza como para repartir sus productos de manera correspondiente al esfuerzo invertido. Comparando la disposición innata a la cooperación entre primates e infantes humanos, Michael Tomasello, por su parte, explica la aparición del lenguaje y el pensamiento abstracto a partir de dicha clase de coordinación. Pasamos del lenguaje no verbal de miradas y señas (el dedo índice es un instrumento esencial, como atestigua su uso por los menores que aún no aprenden a hablar), al verbal, gracias a lo que llama “atención conjunta” en la planeación de las tareas colectivas e “intención conjunta” en su ejecución. Respecto al control de los abusivos --sean los que no contribuyen o toman de más--, Boehm sugiere que al emplear armas con igual capacidad de dañar o matar, los miembros de la banda tenían en sus manos medios de control equivalentes. Basta volver lanzas o flechas contra quien pretende erigirse en superior y apropiador. Boehm documenta sus afirmaciones con la evidencia antropológica disponible, pues esos mecanismos de control siguen vigentes en las escasas bandas de cazadores-recolectores que aún sobreviven y se advierten transformados en los utilizados por tribus y comunidades mayores. Dicho control se traduce en igualitarismo, sea en el trabajo colectivo de la caza, en el 3 reparto equitativo de sus productos o en las maneras de ponerse de acuerdo y tomar decisiones respecto a problemas que a todos afectan, así el de las migraciones estacionales que pueden comprometer la supervivencia del grupo. Las asambleas y las formas primitivas de democracia directa tienen un origen --origen ciertamente arcaico, hay que insistir-- en las deliberaciones de la banda. No es la eliminación de los abusivos, sin embargo, la primera medida de control. Puesto que, por razones reproductivas, conviene a la banda mantener cierta cantidad de brazos disponibles y asegurar su reproducción como grupo, las sanciones son graduales: van de la disuasión a la eliminación. Un razonamiento sobre el surgimiento de las emociones sociales, como la vergüenza (y su enigmática señal pública: el sonrojo), es esa clase de control una vez interiorizada psicológicamente y utilizada como castigo. El resultado es que, durante la mayor parte de la historia de nuestra especie, antes que jerárquicos, hemos sido igualitaristas. De los 45,000 años pasados desde el surgimiento de los humanos modernos, sólo los últimos 5,000 han conocido señoríos, reinos primitivos, estados y civilizaciones. Las consecuencias de la selección artificial ejercida sobre nosotros mismos --que Boehm denomina “selección social”-- es el surgimiento de núcleos humanos en que predominan las predisposiciones pro-sociales (genéticas y culturales), si bien se trata de un equilibrio contra tendencias jerárquicas que son propias de un predecesor común a nuestra especie y a la del resto de los primates (los chimpancés, nuestros parientes más cercanos, son absolutamente jerárquicos y no cooperan durante las cacerías que emprenden: los más débiles esperan las sobras y a los dominantes les tiene sin cuidado si se quedan con hambre, lo que no significa que, en otros contextos, conozcan la compasión). Bowles y Gintis confirman con modelos matemáticos y evidencia empírica los razonamientos de Boehm. Otra fuente de argumentación y de evidencia sobre el igualitarismo la ofrece la teoría de juegos y los experimentos que se han realizado a su abrigo. En particular han resultado significativos el juego del Dictador y el del Ultimatum. Se trata de saber qué tan dispuestos están los jugadores afectados con la merma o la pérdida del dinero que se les proporciona en el experimento, a castigar a los free riders o a los abusivos (es decir, a quienes no corresponden con una cantidad justa en el reparto, o a quienes no aportan o aportan poco, o sustraen cantidades del mismo). Por ejemplo, en el juego del 4 Dictador se le da a uno de los dos jugadores cierta cantidad que debe dividir entre él y otro jugador, a quien, en la variedad más común del juego, no conoce y con el que no puede comunicarse. El premio se entrega únicamente cuando el que recibe acepta la cantidad propuesta. Se esperaría que, en esas condiciones, quien ofrece el dinero (el Dictador), dará la menor cantidad para obtener la mayor ganancia, mientras que quien lo recibe se conformará con lo que sea, pues siempre es mejor tener algo a no tener nada. Habiéndose aplicado en diversas culturas durante tiempo considerable, los experimentos del Dictador han concluido exactamente en lo opuesto: si la oferta no es “justa” no la acepta el segundo jugador, a pesar de que ninguno de los dos gane nada, lo que significa un castigo al oferente. Es significativo que, en promedio, un 75 por ciento de los dictadores repartan en 50/50 por ciento el dinero, y que los que aceptan rechacen ofertas menores al 30 por ciento de la cantidad original, pese a que no conozcan al segundo jugador ni tengan nunca la posibilidad de hacerlo. En el juego del Ultimatum, en el que el aceptante tiene derecho a regresar al oferente la parte que desee de la cantidad otorgada, y la cual se incrementa en más del 100 por ciento por los experimentadores, los afectados están dispuestos incluso a poner el total de esa suma mayor para que se ejecute un castigo al oferente mezquino, clara muestra de que el “autocastigo” del segundo jugador es menos importante que el castigo al ambicioso. En otros términos, dichos experimentos prueban algo más que un sentido de la justicia innato (y no sólo en los seres humanos, sino en primates y otras especies, como ha mostrado Frans de Waal). Remiten a una necesidad de compensación de naturaleza evolutiva que formó una “moral biológica”. Los modelos de teorías de juego, en efecto, ilustran la conveniencia de la reciprocidad, del castigo y el perdón, sin necesidad de enviarlos a ningún sistema moral o religioso. Son bien conocidos, al respecto, los torneos matemáticos de Robert Axelrod que resultaron en la fórmula Tit for Tat, dando y dando: entre dos jugadores, el movimiento inicial del primer jugador es cooperar y el siguiente hacer lo que haga el otro. Dar al principio es prueba de generosidad y confianza. Si el otro “deserta” (no coopera), el primero también deserta, con lo que “castiga” al segundo; si el otro vuelve a cooperar, el primero coopera también, con lo que “perdona”. 5 Es importante decir que los experimentos de teoría de juegos no se han limitado a los laboratorios universitarios. En Colombia, Juan Camilo Cárdenas los ha aplicado en el campo. Un ejemplo paradigmático es la distribución de las aguas de un afluente entre los pobladores que viven río arriba y los que viven río abajo, es decir, entre quienes pueden quedarse con la mayor cantidad de agua y pesca, y quienes no. Incluso cuando, como supuesto del juego, no haya comunicación entre los representantes de una y otra localidad, los niveles de acuerdo suelen ser considerables una vez que se visualiza colectivamente la explotación sostenible de los recursos y la distribución equitativa de sus productos. Cuando se permite la comunicación y el acuerdo, los niveles alcanzan niveles de 75 por ciento de aceptación. GOBERNANZA DE RECURSOS DE USO COMÚN La obra de Elinor Ostrom y su equipo de colaboradores (tanto en la Universidad de Indiana como muchas partes del mundo donde se estudian los commons) ha puesto la atención en la gobernanza de los recursos de uso común (RUC), como los bosques, las pesquerías, las aguas de las cuencas subterráneas y los nuevos commons, por ejemplo, las obras colectivas en Internet. Se trata de gobernanza en el sentido de operaciones en apariencia paradójica: conservar para explotar mejor, ganar menos cada uno para ganar más entre todos. Conviene señalar algunos aspectos de su trabajo --un trabajo difícil de clasificar en los campos disciplinarios de las ciencias sociales desde que obtuvo el premio Nobel-- con el propósito, sobre todo, de invitar a conocerlo: -Tal cual lo muestra en el libro colectivo Trabajar juntos, sus resultados se basan en un trabajo de investigación de más de 40 años. Ostrom no sólo recopiló información de diversas instituciones e individuos (incluso informes provisionales que normalmente se desechan), sino que trabajó en el campo para conocer cientos de casos en que diversas comunidades gestionan los mencionados recursos. Son casos tanto con resultados favorables (como los sistemas de riego españoles en Alicante y Valencia, que han perdurado por siglos), como de fracasos. La idea era obtener principios de funcionamiento generales de los sistemas de gobernanza que pudieran servir de marco ya fuera para la elaboración teórica o ya para el diseño de políticas públicas. 6 Lo que encontró fue ocho principios generales que son eso: principios de explicación que comprenden la mayoría de los casos, pero que ella se resistía a considerar recetas de políticas públicas: 1. Límites claramente definidos. Señalan los territorios y los RUC, y también definen quiénes pertenecen a la comunidad y quiénes no; determinan la identidad del grupo en términos de derechos y obligaciones. 2. Equivalencia proporcional entre costos y beneficios, tanto para individuos como para la colectividad. No se puede esperar un trabajo continuo del grupo si los beneficios dejan de ser proporcionales a los costos. Incluso sólo tareas que prometen ganancias pasan al ámbito de la acción colectiva. 3. Arreglos de discusión y decisión colectiva que permitan participar a la mayoría de los miembros en el establecimiento de reglas de diverso orden y en la ejecución de acciones comunes. 4. Monitoreo efectivo por parte de quienes participan en el trabajo común, de manera que la violación a las normas sea detectada lo más inmediatamente posible. 5. Sanciones graduadas, ya que casi siempre bastan los recordatorios amables ante las violaciones a las reglas, mientras que los castigos desmesurados provocan respuestas contraproducentes. 6. Resolución de conflictos rápida, barata y efectiva, de suerte que los inevitables problemas entre miembros o grupos de las comunidades se presenten ante autoridades imparciales que proporcionen soluciones equitativas. Las autoridades tradicionales han sido una solución destacada. 7. Autonomía local reconocida por autoridades externas, de manera que las comunidades puedan aplicar los seis principios anteriores. 8. En el caso de recursos comunes extensos, organización de múltiples capas de entidades “anidadas”, con bases de pequeñas comunidades que manejen los recursos comunes. 7 -En la medida en que se trabajaron los casos surgió la necesidad de contar con una metodología propia que abarcó en sus fases finales problemas ecológicos y de sistemas complejos. Se trata en realidad de un “marco de investigación” (llamado inicialmente de Análisis Institucional y Desarrollo), que comprende teorías y modelos, y que convoca al trabajo interdisciplinario. El marco tiene como centro la situación concreta en que actúan los agentes e integra múltiples aspectos, entre ellos la normatividad, la vigilancia de su cumplimiento y las sanciones. El de las normas es un aspecto especialmente relevante porque solemos pensar en ellas como instrumentos codificados por escrito. Ostrom y colaboradores destacan el papel de las normas operativas, que se establecen de manera flexible y temporal en los procesos de trabajo (el reconocido sociólogo Richard Sennett destaca lo mismo, con argumentos distintos, en su libro Juntos). Asimismo, indican que no pueden separarse del monitoreo por los pares y de las sanciones graduadas a los infractores (commons virtuales como la Wikipedia son una buena ejemplificación). Los sistemas comunitarios de normatividad, vigilancia y sanción pueden ser más eficientes que los establecidos externamente y desde arriba, entre otras cosas porque representan menores gastos de tiempo y esfuerzo (costos de transacción que suelen olvidarse en los cálculos, advertía Ostrom); porque se prestan menos a la deformación y la corrupción, dada la vigilancia mutua de los miembros del grupo (está en el interés de todos preservar y explotar racionalmente los recursos), y porque se trata de mantener y hacer perdurar la cohesión social, la fortaleza de las relaciones sociales. -Ostrom llamaba “policentrismo” a la posibilidad de relacionar sistemas de gobernanza comunitaria con estructuras de gobierno más amplias, reduciendo al máximo la posibilidad de predominio de una o varias sobre otra y garantizando el respecto a las autonomías locales. Daba los ejemplos de la Nueva Inglaterra en Estados Unidos (su referencia era Alexis de Tocqueville) o, entre tantos, del sistema de manejo de las cuencas de agua de la ciudad de Los Ángeles, en los 1950, para reabastecerlas de manera sustentable y distribuir equitativamente sus aguas. En ambos casos, a su juicio, se podía llegar a acuerdos de largo plazo entre grupos con muy diverso poderío económico y social sin que perdieran su autonomía. Lo que hacía posible el acuerdo era la decisión de preservar y explotar racionalmente un recurso 8 común, como la cuenca de Los Ángeles, del que todos dependen para su supervivencia y bienestar. COMUNALIDAD La comunalidad es una forma de entender la organización comunitaria y la gobernanza propia de algunos pensadores zapotecas, entre ellos Floriberto Díaz, Jaime Martínez Luna y Benjamín Maldonado. De acuerdo con esa corriente, las comunidades se integran de los siguientes elementos: -Territorio, entendido no sólo como un espacio mensurable en kilómetros cuadrados, sino como un cosmos multidimensional al que se pertenece y donde las personas se relacionan con sus elementos constitutivos, el bosque, los ríos, los animales (en general, la Madre Tierra). -Trabajo colectivo, denominado “tequio” en Oaxaca, que es un servicio prestado para la creación y mantenimiento de los bienes comunes, como el arreglo de caminos, la construcción de depósitos de agua, la limpieza de malezas inflamables en los bosques. No se trata de un trabajo gratuito, pues se espera recibir a cambio el aprovechamiento de la obra común y se tiene un castigo en caso de no otorgarlo. En este sentido está relacionado con otras formas de reciprocidad, como la “getza”, la ayuda mutua. Por ejemplo, cuando los vecinos colaboran con la cosecha de uno de ellos en espera de recibir el mismo auxilio en otra ocasión (lo que, en caso de infracción a la norma, recuerda el Tit for Tat de Alxelrod, el castigo que consiste en no cooperar en la siguiente jugada, lo que también se conoce como “reciprocidad negativa”). -La asamblea, que adopta diversas formas y es muy flexible en sus procedimientos, pero que pretende ser el poder comunal que se ejerce luego de la discusión pormenorizada de los problemas que a todos afectan y la decisión colectiva sobre sus soluciones. -El servicio en los cargos de autoridad, que sólo por excepción son remunerados. La forma de retribución suele ser el prestigio adquirido y la influencia moral que pueda derivarse de las obras bien ejecutadas. La falta de remuneración no significa que no se manejen sumas de dinero, pero la tentación de apropiárselas es menor cuando están en vigencia formas de 9 castigo como la vergüenza pública y hay establecida la norma de rendición de cuentas en el manejo de los recursos, que suelen ser de conocimiento común. -La fiesta, que no debe verse como simple diversión (aunque, por supuesto, es goce colectivo, que tiene sus orígenes desde el festín que se daban los cazadores-recolectores con el consumo de la caza mayor) sino como un servicio y una responsabilidad de los organizadores, los cuales se turnan en el encargo de la organización. La fiesta tiene, aunque deformados, fines igualadores en la medida en que participan desde los más pobres a los más pudientes, si bien en tiempos recientes los costos han dejado de ser equitativos y pueden conducir a mayor desigualdad. También tiene, en principio, la finalidad de evitar la acumulación de riqueza con el gasto en consumo y no en inversión. Se advertirá que los anteriores aspectos implican la conciencia de la identidad de derechos y obligaciones, lo que sólo es posible en condiciones comunitarias. EL PROBLEMA DEL AGUA EN OAXACA: EL CASO DE SAN PABLO ETLA La comunidad de San Pablo Etla es paradigma de buena gobernanza y explica en los hechos varios de los principios y aspectos comentados. San Pablo Etla es una población compuesta por 15,000 habitantes (aunque no hay datos, alrededor de la mitad son habitantes originarios) y está situada en la zona conurbada de la ciudad de Oaxaca. 181 de esos pobladores están registrados en calidad de “comuneros” en el Comisariado de Bienes Comunales, institución compuesta por seis autoridades y sus respectivos suplentes, que son elegidas cada tres años. Desde hace 12 años, comuneros y Comisariado manejan una sección de los bosques de la Sierra de Juárez (o Sierra Norte), alrededor de 4,018 hectáreas. Un resultado de la buena gobernanza de los bosques se confirma con su salud en términos biológicos, buena al punto de que se ha recuperado en parte la biodiversidad que los caracterizaba antes de que, hacia los años 1940, el gobierno los diera en concesión a particulares. Hacia el final de los años 1990 las empresas concesionarias se retiraron de la explotación silvícola, lo que 10 paradójicamente dejó a los bosques en manos de sus propietarios originales (la apertura de los mercados con el Tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá hizo imposible la competencia mexicana). Un marcador biológico digno de admiración es la reaparición de venados, pecaríes y pumas. (Hay que aclarar que en la Sierra de Juárez hay otros bosques exitosos, como los manejados por los pobladores de Nuevo Zoquiapan, Gelatao de Juárez o los llamados Pueblos Mancomunados). Otro resultado de la buena gobernanza es la producción de agua captada en los matos freáticos de una zona que se extiende mucho más allá de las lindes del municipio de San Pablo Etla. Además de la producción de agua, el Comisariado de Bienes Comunales construyó una planta potabilizadora que surte a los vecinos con agua de manantial y que deja ciertos ingresos que se destinan a obra pública. Una manera de observar en su complejidad el funcionamiento de la comunidad estudiada es abordar al menos dos asuntos de gran trascendencia: el de la delimitación de los linderos y el combate a la plagas, por un lado, y el del abasto de agua a la ciudad de Oaxaca, por otro. Límites claramente definidos. A diferencia de otras comunidades que manejan bosques en otras zonas de Oaxaca (por ejemplo, la Heroica Ciudad de Tlaxiaco, en la Mixteca Alta, otro caso estudiado), los límites en la Sierra de Juárez están bien definidos. Además de por el conocimiento común de los accidentes orográficos, los pobladores de comunidades aledañas los distinguen por las llamadas “carrilleras”, franjas de tierra que se abren entre un bosque y otro y que sirven no solamente al propósito de evitar la propagación del fuego en los casos de incendio. Cada año, el trabajo comunitario se aplica a la limpieza de las carrilleras, cuando la maleza está alta y seca y constituye un peligro. Dicha clase de tequio reúne hasta 300 personas, entre comuneros y habitantes de los poblados aledaños, los cuales confirman, estando personalmente en los sitios, que el trazado de los límites geográficos es el establecido o el acordado luego haber zanjado algún conflicto al respecto. El trabajo colectivo se transmuta así en un acto político de demarcación implícito. (Un gran incendio sirvió para confirmar la cohesión comunitaria respecto a los linderos: en entrevistas, los vecinos recuerdan con gran satisfacción cómo hicieron frente entre todos al siniestro.) Sin embargo, en tiempos más o menos recientes ha parecido un problema que pone a prueba procedimientos de demarcación como el anterior y que deja 11 entrever el estrecho vínculo entre la organización comunitaria y los cambios ecológicos globales. Es el problema del gusano descortezador (Dendroctonus, con varias subespecies, como la ponderosa o la mexicana). Este minúsculo escarabajo ha diezmado ya los bosques de pino en la Columbia Británica (en Canadá se han perdido 16 millones de árboles ponderosa de los 55 millones contados) y amenaza con expandirse hacia el Este y el Sur (hacia Montana, donde ha habido también pérdidas significativas). Los miembros del Comisariado de Bienes Comunales de San Pablo Etla han contratado personal especializado y convocado al tequio para derribar los árboles infestados, lo que ha significado desde gestiones con las instituciones gubernamentales que otorgan permisos árbol por árbol, así como la consecución de recursos monetarios de otras tantas instituciones, tareas realmente demandantes en México, por no decir kafkianas. Sus determinaciones han sido conocidas tanto por el resto de los 181 comuneros como por buena parte de los habitantes de la zona. Las autoridades tienen tal cuidado en el manejo transparente de los recursos y el aprovechamiento de los árboles (después de descortezarlos y quemar las cortezas la madera es comercializable), que accedieron con extremo recelo a que los acompañáramos y filmáramos lo que llaman “saneamiento”. Trataban de evitar a toda costa las malas interpretaciones por personas ajenas a la comunidad. Sin embargo, el saneamiento sólo es un paliativo. El problema está creciendo a pasos agigantados en los bosques oaxaqueños y, en general, mexicanos. En Tlaxiaco, la falta de linderos reconocidos en común y antiguos problemas territoriales, ha provocado que, hasta la fecha, no haya manera de ponerse de acuerdo para moderar al menos el avance de la plaga. El problema del agua y el policentrismo. Un problema de urgente solución que presenta en vivo la integración de los elementos expuestos, es el del abastecimiento de agua potable en la ciudad de Oaxaca que, considerando su área conurbada, alcanza los 600,000 habitantes. Hay dos proyectos enfrentados para resolverlo: el del gobierno estatal, que consiste en levantar una presa y un sistema de bombeo y conducción (la Presa de Paso Ancho), y el del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca (INSO), organización civil con gran prestigio y experiencia, que propone reforzar los trabajos de conservación de bosques y producción de agua que realizan varias comunidades alrededor de dicha ciudad: básicamente San Andrés Huayapam, 12 San Felipe del Agua, San Pablo Etla y San Agustín Etla, que son poblaciones situadas a las faldas de la llamada Sierra de Juárez. El INSO ha elaborado un meticuloso plan de abastecimiento sustentable que comprende la reforestación, para lo cual lleva años trabajando en dos campos de permacultura (La Mesita, situado en una zona del bosque de San Pablo Etla, y El Pedregal, situado en San Andrés Huayapam) destinados a la demostración de las técnicas de reforestación y energías alternativas. También ha trabajado en la capacitación para proyectos individuales y la educación cívica. Según sus cálculos, si las comunidades mencionadas consiguen conservar los bosques y producir agua, puede garantizarse el abastecimiento del líquido a Oaxaca. Proponen también programas de saneamiento del río Atoyac, que surte en buena medida a esa ciudad; captación de agua de lluvia, baños ecológicos, y otras medidas para alcanzar el abasto a largo plazo. En cambio, la propuesta gubernamental adolece de los vicios de las magnas estructuras que se han realizado en México. La Presa de Paso Ancho enfrenta problemas generales: inundará poblaciones, campos labrantíos y bosques, alterará ecosistemas, desequilibrará aún más regímenes climáticos o aumentará la pérdida de biodiversidad. Pero, además, ha enfrentado problemas específicos: en un desplante regionalista, los trabajos, que ya se iniciaron, fueron sufragados por inversionistas oaxaqueños que no pudieron dar continuidad a sus aportaciones (el presupuesto original se ha casi doblado y seguirá incrementándose con la crisis económica que despunta), y ha tenido diseños de construcción y cálculos de ingeniería incorrectos. Y, sin embargo, el respaldo gubernamental que tiene dicho proyecto hace muy difícil que se suspenda definitivamente. Por supuesto, la apuesta del INSO es el fortalecimiento de sistemas comunitarios como el de San Pablo Etla y de sistemas policéntricos como el del conjunto de pueblos de la Sierra de Juárez. No es tarea fácil. Vale la pena mencionar al respecto los conflictos que tiene San Pablo con su vecino San Agustín Etla, el que, por razones orográficas, recibe gran parte del caudal producido en San Pablo. Además, vende agua sobrante al ayuntamiento de Oaxaca (proporciona el 30 por ciento del agua que recibe la ciudad), sin que retribuya en nada a San Pablo. Éste, para compensar en parte las pérdidas, construyó una bomba de ariete, artilugio de la Edad Media que aprovecha la caída del agua para mover un pistón que, a su vez, impulsa el líquido hacia los vertederos que van a san Pablo. Los conflictos entre ambos pueblos, que 13 aunque en general se mantienen latentes, han tenido ya diversas manifestaciones violentas. ALGUNAS LECCIONES PARA LA INVESTIGACIÓN UNIVERSITARIA -Aunque el objetivo original de la investigación emprendida fueron los “Sistemas Normativo Internos” (nombre que adquirieron los sistemas políticoelectorales de usos y costumbres cuando se les dio cabida en la constitución del Estado de Oaxaca), el enfrentamiento con la realidad local nos hizo imposible aislar el subsistema político-electoral correspondiente. Las formas de operar de las asambleas (contando también al ayuntamiento de San Pablo Etla, regido al igual que el Comisariado de Bienes comunales por usos y costumbres), necesariamente se corresponden y ligan con el resto de los subsistemas de la mencionada comunalidad. Puesto que cada problema es específico, cada conjunto de soluciones se adapta a problemas específicos, simplemente porque su realización es obra de los comuneros, que tienen voz y voto, y de sus familias, habitantes originarios y “avecindados” (pobladores llegados de fuera) que pueden tener voz. -Como muestra el ejemplo de las carrilleras, la posibilidad de creación de sistemas policéntricos (una de las políticas públicas que requiere claramente el respeto a la autonomía local y la búsqueda de acuerdos entre partes con idénticos intereses) está presente y es urgente ante problemas de la magnitud de la plaga del gusano descortezador. (En Colombia, Juan Camilo Cárdenas ha aplicado técnicas de teoría de juegos para poner concierto entre agentes gubernamentales y comunidades dirigidos a la resolución de abasto de agua a la ciudad de Bogotá.) Se necesita una función de mediación, que es un campo de trabajo abierto a los politólogos y otros científicos sociales y que convoca a la interdisciplinariedad, sólo efectiva cuando hay problemas de conocimiento y práctica comunes a diversas clases de investigadores. -Hasta ahora los buenos oficios de las instituciones gubernamentales (ha habido programas que han ido en el sentido del policentrismo, pero que han sido interrumpidos o abandonados) han fracasado o no han respondido con eficiencia a los problemas denunciados por Ostrom (o su seguidora en el estudio de los recursos silvícolas oaxaqueños: Leticia Merino): exceso y duplicación de funciones, confusión legislativa (en México, Jesús Reyes Heroles padre lo llamaba “fetichismo constitucional”, la creencia de que con aprobar una ley, la realidad se compone por ensalmo, o las leyes simplemente 14 se expiden para sancionar estados de hecho), corrupción o intervención injustificada en las comunidades. Son males del centralismo, que pretende resolver a distancia y con funcionarios ajenos a las realidades locales lo problemas abordados. Es necesario, ante ello, llamar la atención de los científicos sociales que egresan de las universidades mexicanas. Hay mucho que hacer al respecto. -Finalmente, se hace necesario el trabajo de campo como una actividad propia de la formación universitaria. Nada substituye la observación directa y las relaciones personales con quienes constituyen nuestro objeto/sujetos de estudio. En las condiciones actuales de deterioro económico y social que se vive en México, y ante la perspectiva de una crisis global profunda (algunos la tildan de civilizatoria) que tiene manifestaciones muy concretas en cada país, es imprescindible transformar la relación de la enseñanza superior, especialmente en ciencias sociales, con las propias realidades sociales. Un principio comunitario que no hay que olvidar en esas nuevas relaciones, de producirse, es el de la reciprocidad, según el cual, a la captura de información debe corresponder la devolución de conocimiento y, de ser posible, de trabajo social y político, por ejemplo, el de mediación aludido. Varias universidades del mundo han diseñado programas que caminan en ese sentido (uno de los más completos es el que lleva a cabo David Sloan Wilson en el poblado de Binghamton, Nueva York. Vale la pena conocerlo en su libro The Neighborhood Project. Using Evolution to Improve my City, One Block at a Time, Nueva York, Little, Brown and Company). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Sobre cooperación y gobernanza ANDERIES, John M. Y Marco A. 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